Manejar nuestras actitudes hostiles, nos compensará con una mejor salud

  • La hostilidad es un conjunto complejo de sentimientos y actitudes que motivan un comportamiento agresivo y a menudo vengativo
  • Las personas hostiles presentan malos hábitos de salud: falta de ejercicio físico, poco cuidado personal, consumo excesivo de alcohol y tabaco
  • Esta emoción es considerada negativa, ya que se caracteriza por esperar lo peor de los demás, estar siempre a la defensiva, crear ambientes de tensión y competitividad

Autor: Programa Institucional de Tutoría de la Facultad de Psicología-DGDH

¿Qué es la hostilidad?

Es una reacción emotiva que incluye sentimientos de ira, y, a la vez, mantiene una connotación actitudinal que la convierte en un patrón de actuación violenta. Esta actitud está formada con base en un sistema de creencias negativas sobre la naturaleza humana y la sociedad. La personalidad hostil se caracteriza por presentar atribuciones de “ser víctima” debido a una sociedad injusta, mezquina, egoísta, deshonesta y que, en esencia, representa una amenaza a su proceso de adaptación.

Otra manera de conceptualizarla es como un conjunto complejo de sentimientos y actitudes que motivan un comportamiento agresivo y a menudo vengativo, que implica la aversión y la evaluación negativa de los demás.

Las características distintivas del constructo de hostilidad involucran las variables cognitivas del cinismo (creer que los demás tienen motivaciones egoístas), desconfianza (una generalización excesiva de que los otros serán hirientes e intencionalmente provocadores) y denigración (evaluar a quienes nos rodean como deshonestos, feos, mezquinos e insociables).

La hostilidad puede llegar a ser considerada una emoción negativa, ya que se caracteriza por esperar lo peor de los demás, estar siempre a la defensiva, crear ambientes de tensión y competitividad y percibir al entorno como un espacio de lucha para lograr objetivos.

Manifestaciones psicológicas y fisiológicas

Las personas hostiles tienen baja actividad del sistema parasimpático que las predispone a reaccionar defensivamente ante estímulos neutrales.

La evidencia en apoyo de esta visión sigue aumentando con muestras que van desde infantes hasta adultos. Este cuerpo de evidencia constata que las diferencias en la fisiología de personas con mayor hostilidad, quienes típicamente tienen problemas en la evaluación del medio ambiente y en su respuesta ante él, radican en el sistema parasimpático.

Esta relación con la hipo-activación parasimpática viene unida a una disminución en el tono de la actividad del nervio vago, encargado de regular la frecuencia cardiaca, respiración, frecuencia sanguínea y digestión, por lo que las personas con tendencia a la respuesta hostil presentan poco control emocional y atencional.

Sus efectos en la salud

Al examinar los factores de riesgo psicosociales de las enfermedades cardiovasculares, la hostilidad es la principal variable psicológica evaluada.

Las personas hostiles presentan, además, malos hábitos de salud, como lo son la falta de ejercicio físico, poco cuidado personal, episodios de consumo excesivo de bebidas alcohólicas y tabaquismo.

Esto podría estar relacionado con las respuestas de tipo hostil con un alto riesgo de padecer enfermedades de las arterias coronarias y otras afecciones cardiovasculares, inflamatorias, así como el aumento en la tasa de mortalidad, independientemente del sexo de la persona.

Para algunas personas, la hostilidad les genera conflictos interpersonales y, en consecuencia, un bajo nivel de apoyo social, lo que constituirá un factor de riesgo para su salud mental. Estos individuos pueden padecer depresiones y sentimientos de soledad que normalmente bajan la autoestima.

¿Qué la genera?

La hostilidad “es por naturaleza un constructor multidimensional”; es el resultado de las influencias que puede haber recibido la persona por parte de su medio ambiente a lo largo de su vida, ya que el factor genético, si actúa, lo hace de modo muy reducido.

No son las situaciones en sí las que causan una determinada reacción emocional, sino que, de acuerdo con la evaluación situacional que haga la persona, se manifestarán diferentes formas y variables grados de emoción.

Los altos grados de hostilidad han sido relacionados con un aumento del nivel general de impulsividad. Un ejemplo son los pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP). Entre las principales conductas disfuncionales en estos casos, especialmente en los eventos impulsivos y en la adquisición de habilidades adaptativas de regulación emocional, tenemos aquellas de la rabia / hostilidad.

Sin embargo, el desencadenante universal de la hostilidad es el estrés, que es el sistema general de alerta ante condiciones potencialmente agresivas o riesgosas en una gran diversidad de contextos. Las creencias de que los demás quieren hacernos daño, pueden ser más o menos certeras y siempre se anticipan a la situación real. Otros desencadenantes pueden son las altas temperaturas y el dolor.

La hostilidad se genera ante situaciones que ya se esperaban y se temían, cuyas consecuencias se aprecian modificables y controlables. Hay ciertos factores moduladores de esta experiencia, como son: la estabilidad emocional y el nivel de autoestima, la desconfianza y la normativa social y cultural.

Características de las personas hostiles

  • Estilo dominante y autoritario.
  • Pensamiento rígido, con dificultades para reconocer y expresar sus emociones.
  • Actitud dura, impaciente, irritable y competitiva.
  • Consideran el descanso o el ocio como pérdidas de tiempo.
  • Preocupación por el rendimiento y los resultados, más que por las actividades y su proceso.
  • Pocos intereses y relaciones personales, dada la gran implicación en el trabajo.

Cómo manejar la hostilidad

Todas las personas tenemos la capacidad, en mayor o menor medida, de entender y gestionar nuestras emociones, y nuestra potencialidad empática determinará hasta dónde podemos comprender las de quienes nos rodean, de manera que dependen, en buena medida, de nuestro bagaje de experiencias y de la motivación que tengamos para controlar esta cuestión.

Las técnicas más utilizadas en terapia con personas con agresividad son las que intentan que los pacientes tomen conciencia de las situaciones y pongan en marcha acciones distractoras e inductoras de emociones positivas que, aunque no tengan especial fuerza en esos momentos de hostilidad, sí consigan obligar al sistema a procesar la información por la vía lenta.

Activar el autocontrol emocional: escuchar, empatizar, preparar la situación, ser recompensante; estas cinco estrategias se emplean para reducir la hostilidad a un nivel en el que se pueda comunicar. Cuando se expresan sentimientos, hacer peticiones con “mensajes yo”; se utiliza para que el interlocutor vea el daño que produce la hostilidad en la relación interpersonal.

Las siguientes fases tienen como objetivo ayudar a la persona descompensada emocionalmente a reconducirse hacia un estado emocional compensado, para lo cual es bueno que conozcamos las etapas de este patrón, para activar nuestro control emocional y, mediante el conocimiento de los estados de esta curva, determinar el actuar en cada una de ellas:

  1. Nivel racional. Estado emocional adecuado.
  2. Salida. La persona “se dispara” ante la circunstancia que sea y, de forma agresiva u hostil, ataca, dando “riendo suelta” a sus emociones; no está en disposición de abordar racionalmente la solución del problema; por lo tanto, lo mejor será escuchar (aguantar el tirón).
  3. Enlentecimiento. Es imposible que la activación anterior dure siempre: si no hay provocaciones acabará agotándose por sí sola.
  4. Afrontamiento. Es el momento de intervenir y comentar algo, dependiendo de lo que se dice, el resultado puede ser muy distinto. Es importante “empatizar”; es decir, hacer comprender a la persona que entendemos su estado (no es necesariamente estar de acuerdo o darle la razón). No se argumenta o defiende. “Entiendo cómo te sientes…” “Sé que esto es muy difícil para ti…”
  5. Si se ha dicho algo realmente empático, la persona generalmente se irá calmando cada vez más.
  6. Solución de problemas. Nuevamente en el nivel racional, es el momento para resolver el problema.

¿Es posible controlar nuestra hostilidad?

Existen dos vías de razonamiento en el cerebro: la rápida y la lenta. La primera es la que lleva la información de los estímulos directamente a la amígdala, que es la encargada de valorar emocionalmente el incentivo y producir una respuesta rápida (ataque, huida, etcétera). Esto no se condiciona por el medio, sino por las impresiones más primitivas del cerebro y ánimo, siendo así más probable que en una fase afectiva negativa desencadene una respuesta airada, hostil o agresiva.

Esta vía no tiene en cuenta las circunstancias, para ello es necesario que el estímulo vaya al cerebro por la vía lenta, pasando por el neocortex y el hipocampo, y de ahí, a la amígdala; en ese caso, se analiza una mayor cantidad de factores involucrados en la situación y la respuesta emocional que se genera es más adaptada al momento y menos impulsiva.

Este segundo tipo de razonamiento capacita reduce los niveles de hostilidad y para ello es necesaria una fuerte motivación a la hora de enfrentar las situaciones, y así evitar que el sistema responda por la vía rápida.

Referencias culturales y de divulgación

A continuación, podremos apreciar en algunas historias donde la hostilidad se presenta:

Pain, personaje de la serie animada Naruto, escrita e ilustrada por Masashi Kishimoto. A lo largo de sus apariciones, el anime nos cuenta la historia de Pain, un ninja que vio cómo sus seres queridos fueron lastimados, como lo fue él mismo. Esto provocó que pudiera ser manipulado por otro personaje para que llevara a cabo la tarea de “salvar a la humanidad”. Con este objetivo, Pain se vuelve hostil, causando daños a todo lo que se interponga en su meta, porque él considera que esa es la única forma de poder salvar a la humanidad.

Acertijo, personje de la película Batman, realizada en 2022 por Matt Reeves. En esta versión Batman se enfrenta a un individuo conocido como el “Acertijo”, quien comete crímenes en contra de gente con cargos importantes de Ciudad Gótica. ¿Su plan final? Destruir a la ciudad junto con sus habitantes. Esto es contado por él mismo a Batman, argumentando que es lo que la ciudad se merece (sobre todo la gente importante) por como siempre han tratado a la gente común, considerando que la sociedad de la ciudad ya no merece otra oportunidad.

Joker, de Todd Phillips, EUA, 2019. Esta película muestra cómo un hombre, llamado Arthur Fleck, se transforma en el Joker. La historia cuenta la dura vida del personaje, llegando a tal punto en que comienza a volverse abiertamente hostil, quebrantando diversas leyes y lastimando a la gente. ¿La razón? En voz del protagonista: la sociedad trata a hombres como él igual a ‘nada’, se burlan de personas en sus mismas condiciones; la sociedad es agresiva, entonces se propone mostrar cuáles son las consecuencias de eso.

Te puede interesar también
LA FRUSTRACIÓN

La Fiesta del Libro y la Rosa 2023, en Michoacán

Alimentación y hambre: dos conceptos contrapuestos y complementarios

Compartir en:

SIGUENOS EN REDES SOCIALES