¡Aúpa España!

Olga Carmona adelantó a España en la final del Mundial.

Olga Carmona adelantó a España en la final del Mundial. / EP

Antonio Ortuño Escarabajal

Antonio Ortuño Escarabajal

El pasado domingo 20 de agosto, mientras España se preparaba para recibir su cuarta ola de calor de este verano, también tenía una cita con la historia. Un acontecimiento deportivo conseguiría que una ráfaga de aire fresco hiciera posible que por unos momentos nos olvidásemos del calor. España volvía a ser, por segunda vez en trece años, campeona del mundo en un deporte tan mediatizado, tan capitalizado, tan exigente y que tantas pasiones mueve como es el fútbol.

La final futbolera celebrada en Australia daba comienzo a las doce, hora del aperitivo. Ya desde los minutos previos al choque deportivo, el combinado español se mostraba sonriente, relajado, seguro y feliz, y aunque “la procesión iría por dentro”, como dicen en mi pueblo, las cosas apuntaban bien. Estábamos en la final y el equipo español parecía dispuesto a disfrutar de cada momento; no en vano no deja de ser un juego. Frente a los colores de España, la escuadra inglesa. Sus caras serias de concentración mostraban la seria intención de pasar por encima de quien fuese para llevarse el título a su isla.

El partido comenzó como se esperaba. Aprovechando su poderío físico, Inglaterra, en tromba, intentó poner cerco al marco español. Bajo los palos, Coll, guardameta de España, vio cómo un balón se estrellaba contra su larguero en los primeros minutos del encuentro. El golpe seco en el larguero espoleó a Coll. Y desde ese instante, su desparpajo, su dominio del balón con los pies y con dos o tres intervenciones decisivas conseguía la seguridad que necesitaba el equipo español. También consiguió arrastrar a más de un aficionado al borde de un ataque de nervios. El trabajo silencioso, riguroso y eficaz de Paredes y Codina con la delantera inglesa, permitió dar cierta libertad a Carmona, lateral izquierdo, y en una galopada acompañó por toda la banda a un balón que en siete toques llegó a sus pies. Ya dentro del área rival, tuvo la suficiente sangre fría y técnica para finalizar la jugada con un magistral golazo. España acababa de ponerse arriba en el marcador. Mientras las gradas del estadio se llenaban de colores rojos y gualdas, a los aficionados se nos aceleraba el corazón, quizás fuese posible lo que tanto estábamos deseando.

Durante los 103 minutos que duró el encuentro, el poderío físico de la escuadra inglesa chocaba una y otra vez con el centro del campo español. La técnica, la preparación física y el saber estar en el campo de Bonmatí, presente en cada palmo del terreno de juego, de Batle y de Carmona. Y sobre todo Abelleira que volvió a hacer gala de su poderío físico, de su efectividad y creatividad en el pase. Juntas impidieron una y otra vez que Inglaterra fuese capaz de organizar su equipo, de tener la posesión del balón y con ello, poco a poco la desesperación inundó las filas inglesas. El fútbol es un juego de equipo, de compromiso, de apoyo, de altruismo y a esa cita, en la final, no faltó la delantera del combinado español. Con un esfuerzo portentoso, generoso, a veces alejado de las cámaras, Hermoso, Redondo, Caldentey y Paralluelo consiguieron que el balón rondase muchos minutos en el área inglesa. Al tiempo que alejaban el peligro de la suya, aguijoneaban una y otra vez la portería rival, cargando de miedo e incertidumbre a la defensa inglesa. Miedo que se contagiaba al resto del equipo al que cada vez se le veía más aturdido, más incómodo y rayando la desesperación.

¡Por fin el pitido del final del encuentro! España es campeona del mundo. El partido acabó como comenzó, con el balón en manos de Coll. Atrás, como un mal recuerdo quedó el penalti que falló Hermoso; poco importaba, España lo había conseguido, España era la mejor selección de fútbol del mundo. Los gritos de alegría recorrieron toda la expedición española en Australia y tuvieron su continuación en todos los rincones de España. Nuestros calurosos pueblos y ciudades se llenaron de banderas. Los colores rojos y amarillos pintaron las calles, periódicos y noticiarios. Los españoles por unos largos instantes nos olvidamos del calor y salimos a la calle para celebrarlo. Y todo gracias a ELLAS. Por cierto, si todavía hay alguien que no sabe de quién estoy hablando, sepan que tras esos ya históricos apellidos están nombres como Cata, Irene, Laila, Olga, Aitana, Tere, Jenni, Alba, Mariona, Salma y Ona. Y sí, he tratado de redactar la hazaña llevada a cabo por la Selección Española de Fútbol Femenina. Campeonas del Mundo. Y ahora, como diría el cocinero Sergio Fernández, “ponle peguitas”.

Mientras dicen que ya está sobre la mesa de la federación la igualdad salarial para cualquier selección española de fútbol, ahora toca sí o sí. Yo espero que pronto la selección masculina de fútbol siga también alcanzando logros, victorias importantes. Tengo muchas ganas de ver si el Sr Rubiales también coge la cara de un chico como si fuese un cuenco donde saciarse y le “espolsa” un beso en los labios. A igual trato salarial, igual trato afectivo, digo yo.