Historia

Jaime I, el rey que nunca debió nacer

Era hijo de Pedro II de Aragón y de María de Montpellier, y fue engendrado de forma casual

Jaime I El Conquistador, fue rey de Aragón, de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel y señor de Montpellier.
Jaime I El Conquistador, fue rey de Aragón, de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel y señor de Montpellier.La RazónLa Razón

Hoy se cumplen 814 años del nacimiento de Jaime I (Jaume I para los valencianos), conocido como El Conquistador, fue monarca de Aragón, de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel y señor de Montpellier. Pero el nacimiento de este personaje histórico fue una casualidad.

Según cuenta la leyenda, recogida por la Real Academia de la Historia, Pedro II de Aragón y María de Montpellier, los padres de Jaime, mantenían muy malas relaciones. Como Pedro II no quería ver a la Reina, un caballero, con engaños, haciéndole creer que en el lecho estaba otra dama a la que cortejaba el Monarca, logró llevarlo al palacio de Mirabais, introducirlo en la cama y conseguir que la Reina quedara encinta.

En este palacio de Montpellier nació, el 2 de febrero de 1208, el primogénito. La Reina ordenó encender doce cirios con los nombres de los apóstoles, manifestando que el que durara más daría el nombre de su hijo, lo que sucedió con Santiago Apóstol, san Jaime.

La infancia de Jaime I fue muy difícil, porque su padre abandonó a la reina María y también al propio Jaime, envuelto en la vorágine de las guerras en el Midi francés, donde Pedro II halló la muerte en la batalla de Muret (1213), quedando el infante en manos de su enemigo Simón de Montfort, a cuya hija había sido prometido.

Ese año falleció la reina María en Roma. Fueron años difíciles, pues ya de niño Jaime sufrió un atentado en la cuna. Su reinado se inició con una minoría bajo la protección especial del papa Inocencio III, que hizo que en 1214 Simón de Montfort devolviera al Rey-niño, que permaneció desde 1215 en Monzón, confiado a la Orden del Temple, según las disposiciones de la reina María: un consejo de regencia integrado por aragoneses y catalanes, presidido por el conde Sancho Raimúndez, hijo de Ramón Berenguer IV y tío abuelo de Jaime, gestionaba los asuntos públicos en estos primeros años.

Jaime I se casó el día 6 de enero de 1221 en Ágreda con Leonor, hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor de Inglaterra, a los catorce años. El matrimonio fue anulado por la Iglesia, a petición del propio Jaime, por razones de parentesco, cuando el Rey cumplió veintidós años y tenía ya un hijo (Alfonso, muerto en 1260).

Su segundo matrimonio se celebró en Barcelona el 8 de septiembre de 1235, contando veintiséis años, y la elegida fue Violante, hija de Andrés II de Hungría, mujer de carácter fuerte, cuyo objetivo fue hacer reyes a sus hijos Pedro y Jaime, mediante la persecución a Alfonso y la intervención en la política real.

Tuvieron cuatro hijos y cinco hijas: Pedro III, el sucesor al Trono; Jaime, que reinaría en Mallorca; Fernando, que murió en vida del padre; y Sancho, arcediano de Belchite, abad de Valladolid y arzobispo de Toledo, falleciendo en 1275 prisionero de los moros granadinos.

Las hijas fueron: Violante, que casó con Alfonso X de Castilla; Constanza, casada con el infante castellano don Manuel, hijo de Fernando III; María, que entró en religión; Sancha, que murió como peregrina en Tierra Santa; e Isabel, casada en 1262 con Felipe III de Francia. La reina Violante de Hungría murió en Huesca, el 12 de octubre de 1251.

“Hom de febres”

Tras la muerte de Violante, el Rey se lanzó a una carrera de amoríos, ya que, como anotaron sus cronistas, era “hom de fembres”, entre las que se pueden citar a Aurembiaix de Urgel o a Teresa Gil de Vidaure, a la que se prometió en matrimonio, pero el Rey la abandonó cuando enfermó de lepra, con la intención de casarse de nuevo.

Teresa recurrió a Roma y el Papa no anuló dicho matrimonio, lo que movió la ira de Jaime I contra su confesor, el obispo de Gerona (Berenguer de Castellbisbal), acusándolo de revelar el secreto de confesión de su matrimonio, y le mandó cortar la lengua, según los cronistas.

De este matrimonio nació Jaime, señor de Jérica, y Pedro, señor de Eyerbe. De las relaciones amorosas con Blanca de Antillón nació Fernán Sánchez, al que entregó la baronía de Castro. Con Berenguela Fernández tuvo a Pedro Fernández, señor de la baronía de Híjar, mientras que con Berenguela Alfonso, hija del infante Alfonso de Molina, no tuvo descendencia. Estos bastardos reales, pues, fueron el origen de algunas de las más importantes casas nobiliarias de Aragón y Valencia.