Susana reabre el asador en el que creció en Pontevedra tras dar carpetazo a la depresión: «Estoy muy ilusionada»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

El asador O'Muelle se fundó en 1987 por la familia Pazos y tras un año y medio en otras manos, ha vuelto a sus orígenes

24 feb 2023 . Actualizado a las 20:12 h.

Sobre la barra del bar hay orejas, filloas y rosquillas de anís. Son la cortesía que Susana Pazos pone a sus clientes con el café. Es el pincho dulce que esta semana se sirve en O'Muelle, un local de los de toda la vida que comienza una nueva etapa tras año y medio en el que dejó de ser la casa de la familia Pazos. Los padres de Susana lo alquilaron a unos hosteleros después de regentar el negocio durante casi 35 años. Pero de esa experiencia prefiere no hablar y centrarse en la que arranca ahora. La comandará Susana que, como el negocio, ha pasado una temporada en negro, una mala etapa personal la llevó a una depresión de la que ha salido poniendo a O'Muelle por montera. Tiene tres hijos de 9,13 y 14 años por los que luchar. No le hace falta más motor para tirar para arriba que ese. «En septiembre se cerró el bar y en noviembre empecé a pensar en reabrir», dice a primera hora de la mañana. En la cocina ya huele a comida y la terraza está montada. Ella está detrás de la barra. El teléfono suena con frecuencia y la conversación se repite casi al dedillo una y otra vez. «Sí, hemos vuelto, como antes», dice Susana a los clientes que llaman para reservar una mesa, una de ellas para 20 personas. «Estamos volviendo a recuperar a la gente, estoy muy ilusionada», dice con orgullo. 

Apenas lleva tres semanas abierto, pero ella conoce bien el trabajo. Lleva desde que era niña viendo como sus padres convirtieron O'Muelle en un lugar de referencia. A sus 34 años, ha cogido ahora las riendas del negocio con la misma filosofía que le enseñaron sus padres: trabajo y buen producto. Si ha decidido dar ese paso al frente fue gracias al empeño de sus padres y de sus amigos, que querían volver a ver sonreír a Susana. «Volví gracias a ellos, me dieron el empujón que necesitaba para meterme de lleno», afirma Pazos todavía algo nerviosa porque todo salga bien. Tanto es así que para no olvidar el apoyo que tuvo durante estos meses hay tres cosas del asador que son un homenaje a tres amigos. Los vinos son de uno de ellos, la decoración la hizo otro y el tercero escogió la música.

A Susana le toca poner la comida y devolver a O'Muelle lo que era antes. Si no hubiese caído en una depresión, el bar habría pasado directamente de sus padres a ella, pero reconoce que cuando ellos se jubilaron, era incapaz de sacarlo adelante, pese a haber mamado el negocio desde cría. «Lo único que podía hacer era ir a trabajar por las mañanas, también en hostelería, y estar en la cama el resto del día», apunta. Eso ya es agua pasada. Ahora cogió las riendas de su vida y de O'Muelle. «Aquí está todo muy bueno, desde el entrante hasta el postre. Seguimos con el mismo producto fresco». Este año espera que sirva para asentarse «y recuperar a los clientes que teníamos, aunque muchos ya han empezado a venir», explica Susana Pazos. Ella va cada día a la plaza y se encarga de la compra para el asador, que ha vuelto a ofrecer el menú del día, que esta semana ofrecía, entre otros plantos, guiso de carne, oreja, filetes de raxo o rapantes.

Todavía le queda por colgar algún adorno para que coja la fuerza que ella quiere. En unos días espera que en las paredes luzca una foto de 1928 y una actual de la zona en la que está ubicado el restaurante. Se la cederá Óscar Ferreira que creó el perfil de Instagram Pontevedra.thenandnow en la que se puede ver la evolución de la ciudad. Antes de continuar con el trabajo del día, Susana Pazos enseña un gran bote que hay en la barra y que pone Chuches para perros. La respuesta lo dice todo: «Aquí somos amigos de los perros. Muchos son mejores que las personas».