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PEDIATRÍA INTEGRAL - Revista de formación continuada dirigida al pediatra y profesionales interesados de otras especialidades médicas

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico. Urticaria multiforme

Coordinadores
El Rincón del Residente

Coordinadores:
J.A. Soler Simón*, L. García Espinosa**, M. García Boyano**, S. Criado Camargo**

*Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid.
**Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid.

Autores:
S. Guillén Carrillo*, V. Martínez Roig*, A. Rodríguez Varela**

*Médico Interno Residente. Hospital Dr. Peset. Valencia
**Médica Adjunta. Hospital Dr. Peset. Valencia

El Rincón del Residente es una apuesta arriesgada de Pediatría Integral. No hemos querido hacer una sección por residentes para residentes. Yendo más allá, hemos querido hacer una sección por residentes para todo aquel que pueda estar interesado. Tiene la intención de ser un espacio para publicaciones hechas por residentes sobre casos clínicos e imágenes entre otras.
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Pediatr Integral 2023; XXVII (8): 521.e1 – 521.e2


Imagen en Pediatría Clínica.
Haz tu diagnóstico

Urticaria multiforme

 

Historia clínica

Niño de 2 años, sin antecedentes personales ni familiares de interés. Consulta por erupción cutánea de aparición súbita, consistente en máculas y placas confluyentes de morfología anular, con centro violáceo, evanescentes sin dejar lesión residual, indoloras, pruriginosas, de aparición inicial en tronco con extensión a cara, manos y pies, de distribución simétrica, y que asocian edema acral (Fig. 1A-D). Afebril actualmente. Como antecedente, se refiere administración de amoxicilina por amigdalitis estreptocócica 72 horas antes del inicio de la clínica.

Figura 1.

 

 

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico. Orientación diagnóstica del exantema pustuloso en la infancia

Coordinadores
El Rincón del Residente

Coordinadores:
J.A. Soler Simón*, L. García Espinosa**, M. García Boyano**, S. Criado Camargo**

*Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid.
**Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid.

Autores:
S. Clavero Sánchez*, L. Noguera Morel**

*Médico Interno Residente de Pediatría. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid
**Adjunto de Dermatología. Unidad de Dermatología Pediátrica. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid

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Pediatr Integral 2023; XXVII (8): 521.e1 – 521.e2


Imagen en Pediatría Clínica.
Haz tu diagnóstico

Orientación diagnóstica del exantema pustuloso en la infancia

Historia clínica

Niña de 6 años, con único antecedente de rinitis alérgica, que fue atendida en Urgencias por exantema pruriginoso en tronco de 6 días de evolución. Asoció un pico febril de 38,3ºC el tercer día. No presentaba otra sintomatología. Había recibido tratamiento con paracetamol e ibuprofeno y había sido vacunada de difteria, tétanos y tosferina dos semanas antes del inicio del cuadro clínico.

En la exploración física, destacaba un exantema caracterizado por pústulas milimétricas en sábana sobre fondo eritematoso en tronco, cuello y pliegues axilares (Figs. 1 y 2), sin afectación de mucosas.

Figura 1.

 

Figura 2.

 

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico. Exantema auricular bilateral tras exposición solar: ¿quemadura o patología a tener en cuenta?

autores
El Rincón del Residente


Coordinadores:

J.A. Soler Simón*, L. García Espinosa**, M. García Boyano**, S. Criado Camargo**
*Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid. **Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid.

Autores:

P. Mateos Torre*, J. Álvarez García**, M.Á. Sánchez Durán*
*Médico Interno Residente de Pediatría y sus áreas específicas. Hospital Universitario de Navarra. Pamplona. Navarra. **Adjunto de Pediatría EAP. CS Ansoain. Pamplona. Navarra


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Pediatr Integral 2023; XXVII (4): 226.e1 – 226.e6


Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico.
Exantema auricular bilateral tras exposición solar: ¿quemadura o patología a tener en cuenta?

 

Historia clínica

Niño de 3 años sin antecedentes de interés ni alergias conocidas, que acude a consulta a principios de abril por aparición súbita de lesiones en ambas orejas, tras estar la tarde anterior jugando al aire libre. Refiere que las lesiones son algo pruriginosas. A la exploración, se observa eritema de hélix con lesiones vesiculosas que no están presentes en otras localizaciones. Otoscopia normal. El resto de la exploración es anodina.

Figura 1.

 

Figura 2.

 

Actualización bibliográfica n2-2023

Actualizaciones bibliográficas

 

Pediatr Integral 2023; XXVII (2)

 

Dermatitis alérgica de contacto por antisépticos que contienen clorhexidina y sus excipientes en niños

Kefala K, Ponvert C. Allergic contact dermatitis to chlorhexidine-containing antiseptics and their excipients in children: A series of six cases. Pediatr Dermatol. 2023; 40: 151-3.

Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/pde.15127?saml_referrer

 

La dermatitis de contacto alérgica (DCA) a los antisépticos tópicos, a menudo no se reconoce en los niños y, rara vez, se informa en este grupo etario. Se presentan los casos de seis niños (1-16,5 años) con dermatitis de contacto alérgica a ingredientes comúnmente contenidos en productos antisépticos y cosméticos comerciales. Se realizaron pruebas de parche (TP) con: digluconato de clorhexidina al 0,5 %, cloruro de benzalconio al 0,1 %, alcohol bencílico al 10 %, 5 % y 1 %, en seis niños con reacciones de contacto graves a antisépticos a base de clorhexidina (Biseptine®) y cosméticos.

Dos chicas de 16 años (pacientes 1 y 2) desarrollaron un eccema grave de manos durante su formación en una escuela de peluquería, a pesar de utilizar guantes sin látex para lavar y teñir el cabello. Ambas chicas utilizaban una solución antiséptica para la aplicación en las manos que contenía clorhexidina, alcohol bencílico y cloruro de benzalconio, todos los días antes de ponerse los guantes.

Tres niños (pacientes 3, 4 y 5) habían recibido cuidado neonatal del cordón umbilical con antisépticos que contenían clorhexidina. Posteriormente, desarrollaron reacciones a este desinfectante (paciente 3) y a aplicaciones cosméticas que contenían clorhexidina y benzoato de bencilo (pacientes 4 y 5). El paciente 6 también estuvo expuesto a un antiséptico que contenía clorhexidina para el cuidado del cordón umbilical cuando era un recién nacido y, posteriormente, desarrolló varias reacciones de gravedad creciente a los antisépticos que contenían clorhexidina. La evitación de desinfectantes y cosméticos que contienen agentes sensibilizantes se asoció con la remisión de los síntomas en todos los niños.

Desde el inicio de la reciente pandemia de COVID-19, existe una mayor atención a las medidas de control de infecciones con clorhexidina como antiséptico ampliamente utilizado. Dado que la dermatitis de contacto alérgica relacionada con clorhexidina sigue siendo muy rara, a pesar de su uso generalizado, la dermatitis a menudo no se diagnostica y se confunde con otras enfermedades de la piel. El diagnóstico de la dermatitis de contacto alérgica se basa en pruebas cutáneas de lectura tardía (generalmente TP) y en pruebas de aplicación abierta (repetidas), cuando los resultados de las TP son difíciles de interpretar y/o cuando las sustancias a probar son complejas. Los niños de nuestro estudio refirieron reacciones graves y persistentes (edema facial, eczema grave), muchas veces sin respuesta a corticoides tópicos y emolientes cutáneos.

Se identificaron a seis niños que sufrían de DCA a desinfectantes que contenían clorhexidina. Las pruebas de parche confirmaron alergia a la clorhexidina en 5 niños, al cloruro de benzalconio en 6 y al alcohol bencílico en 4, en consonancia con los resultados de otros estudios que muestran que los pacientes con alergia a la clorhexidina, a menudo también, están sensibilizados a los excipientes contenidos en productos a base de clorhexidina.

La prueba del parche juega un papel importante en el diagnóstico de la alergia de contacto a los componentes de los desinfectantes para la piel, incluso en niños pequeños. Las respuestas persistentes al TP también pueden reflejar la gravedad de la alergia. Las respuestas de la prueba del parche a la clorhexidina, el alcohol bencílico y el cloruro de benzalconio variaron de un niño a otro, pero la mayoría de los niños estaban sensibilizados al menos a dos componentes. En varios de los casos, la exposición se había producido inicialmente en el período neonatal, pero el diagnóstico se produjo solo después de múltiples reacciones de gravedad creciente.

La exposición frecuente a productos para el cuidado de la piel y el cabello brinda la oportunidad de sensibilizarse a los antisépticos y otros ingredientes. La dermatitis de contacto relacionada con el trabajo es particularmente común entre los peluqueros y, a menudo, no responde a los emolientes y los corticosteroides tópicos. Además de su presencia en los desinfectantes para manos, la clorhexidina y el alcohol bencílico se identifican comúnmente en champús y tintes para el cabello.

En conclusión, se debe considerar la alergia de contacto a la clorhexidina, el alcohol bencílico y el cloruro de benzalconio en niños con eczema grave. La prueba del parche sigue siendo el método diagnóstico de elección. Es probable que el alcohol bencílico al 1 % sea adecuado para las pruebas de parche en niños muy pequeños. El diagnóstico precoz de la alergia a la clorhexidina y los agentes sensibilizantes asociados es crucial para evitar la perpetuación y el empeoramiento de la dermatitis de contacto alérgica a estas sustancias en los niños.

 

Javier López Ávila

Urgencias de Pediatría del Hospital Universitario de Salamanca y
Grupo de trabajo de Actualizaciones Bibliográficas de SEPEAP

 

 

¿Es segura la provocación oral directa en niños con reacciones leves de hipersensibilidad a betalactámicos?

Pachasidchai C, Suksawat Y, Yooma P, Kiewngam P, Jotikasthira W, Sawatchai A, et al. Safety of direct oral provocation in children with mild beta-lactam hypersensitivity reactions. Pediatr Allergy Immunol. 2023; 34: e13927.

Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/pai.13927?af=R

 

Los betalactámicos (BL) son los principales presuntos culpables de la hipersensibilidad a los medicamentos en los niños. Sin embargo, hay estudios previos que demostraron que el 90 % de los niños pueden pasar con éxito la provocación oral con BL.

Por lo tanto, el propósito de este estudio fue determinar si la provocación oral directa, sin pruebas cutáneas previas, es segura en niños de bajo riesgo que tienen sospecha de alergia a BL. Este estudio prospectivo se realizó de enero de 2021 a abril de 2022. Los criterios de inclusión fueron niños de 4 a 18 años, con reacciones de hipersensibilidad a BL orales notificadas en hospitales de atención terciaria.

El estudio evaluó a 154 niños que habían tenido una reacción alérgica leve a los betalactámicos en el pasado y que se sometieron a una provocación oral directa bajo supervisión médica. La mediana de edad de los participantes fue de 11 años. La edad de notificación de alergia a BL fue de 3,4 años. El 54,5 % eran del sexo masculino y el 36,4 % presentaba enfermedad alérgica. De los 154 niños, 122 pacientes (79,2 %) tenían alergia a la penicilina y 32 pacientes (20,8 %) tenían alergia a las cefalosporinas. Los dos primeros fármacos culpables más comunes fueron amoxicilina (45,5 %) y amoxicilina con ácido clavulánico (22,1 %). Con respecto a las reacciones a los medicamentos, 18 (11,7 %) niños informaron reacciones que ocurrieron dentro de las 6 primeras horas, mientras que 113 (73,4 %) niños informaron reacciones tardías 6 horas después de tomar el medicamento, y 23 (14,9 %) niños no recordaron el momento del inicio de las reacciones. Se realizó una provocación oral directa de 5 días, siguiendo las recomendaciones de la European Network on Drug Allergy, sin pruebas cutáneas previas realizadas por un médico con formación en reanimación.

En cuanto a los resultados de la provocación oral directa, tres niños (1,9 %) dieron positivo a la provocación oral directa con amoxicilina y desarrollaron reacciones el primer día. Todas las reacciones se resolvieron con una dosis de antihistamínico oral, y ninguno de los pacientes desarrolló síntomas graves o anafilaxia.

Aunque este estudio tiene algunas limitaciones, como el sesgo de recuerdo, es importante porque las reacciones de hipersensibilidad a los betalactámicos son comunes en niños y pueden llevar a la prescripción innecesaria de otros antibióticos que pueden no ser tan efectivos. La provocación oral directa puede ser una herramienta útil para determinar si un niño es realmente alérgico a los betalactámicos y evitar el uso innecesario de otros antibióticos.

 

Eva Navia Rodilla Rojo

Pediatra de Atención Primaria de Cáceres y Grupo de trabajo de Actualizaciones Bibliográficas de SEPEAP

 

 

 

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico.
Exantema inespecífico, el reto del pediatra

autores
El Rincón del Residente


Coordinadores:

S. Criado Camargo*, J.A. Soler Simón**, L. García Espinosa*, M. García Boyano*
Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid. **Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid.


Autores:

F. de Asís Palazón Rico*, A. Marín-Cassinello**, L. García Lorca*

*Médico interno residente de Pediatría y sus Áreas Específicas. **Facultativa especialista de Pediatría y sus Áreas Específicas (Neumo-Alergia). Hospital General Universitario de Santa Lucía. Cartagena.


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Pediatr Integral 2022; XXVI (8): 512.e1 – 512.e6


 

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico.
Exantema inespecífico, el reto del pediatra

 

Historia clínica

Lactante de 13 meses que consulta en Urgencias por lesiones cutáneas de reciente aparición, pautándose en primera instancia corticoide oral, antibioterapia tópica (mupirocina) y oral (amoxicilina-clavulánico), además de tratamiento sintomático con antihistamínicos de primera generación. Dos días más tarde, es traído nuevamente por empeoramiento de estas lesiones. Asocia fiebre desde el comienzo del proceso, con pico máximo de 38,8ºC en el momento de la consulta, prurito generalizado e irritabilidad. No refieren clínica catarral, vómitos ni diarrea. Tampoco indican que el paciente haya ingerido nuevos alimentos o tratamientos farmacológicos. No existía ambiente epidemiológico de interés.

En cuanto a los antecedentes del paciente, hasta los 12 meses había vivido en un centro de acogida junto con otros niños, pero desde las últimas dos semanas reside con su familia de adopción. Padece dermatitis atópica. Sin alergias alimentarias conocidas. Calendario vacunal actualizado según edad y comunidad autónoma. A la exploración física por aparatos, únicamente destacan las lesiones que se muestran en las imágenes (Fig. 1).

Figura 1.

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico.
Lesión sobreinfectada en cuero cabelludo de rápida evolución

autores
El Rincón del Residente


Coordinadores:

S. Criado Camargo*, J.A. Soler Simón**, L. García Espinosa*, M. García Boyano*
Hospital Universitario Infantil La Paz. Madrid. **Hospital Universitario Infantil Niño Jesús. Madrid.


Autores:

J. Bartual Bardisa*, A. de Tíscar Sánchez García*, I. Izquierdo Fos**
*Médico residente de Pediatría. **Médico adjunto de Pediatría. Servicio de Pediatría del Hospital General Universitario de Elche. Alicante

 


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Pediatr Integral 2022; XXVI (8): 512.e1 – 512.e6


 

Imagen en Pediatría Clínica. Haz tu diagnóstico.
Lesión sobreinfectada en cuero cabelludo de rápida evolución

 

Historia clínica

Niña de 4 años, sin antecedentes personales ni familiares de interés, que acude a Urgencias por erupción en cuero cabelludo, exudativa y eritematosa de una semana de evolución. Inicialmente, las lesiones eran localizadas, costrosas, no negruzcas y de pequeño tamaño y, progresivamente, se habían ido extendiendo en cuero cabelludo (Fig. 1), junto con: fragilidad capilar, dolor a la palpación, eritema, aumento del calor local y fiebre de hasta 39ºC en las últimas 48 horas.

Figura 1.

Como antecedentes epidemiológicos destaca que convive con perros, gatos, cabras y ovejas.

Se decide ingreso para estudio y tratamiento antibiótico IV (Amoxicilina-clavulánico a 100 mg/kg/día), extrayéndose previamente analítica sanguínea, en la que se observa aumento de reactantes de fase aguda, hemocultivo y cultivo de exudado de la herida.

A las 48 horas de iniciado el tratamiento, se objetiva empeoramiento de la lesión, con aspecto inflamatorio y secreción (Fig. 2).

Figura 2.

Dermatoscopia para pediatras

M. Serrano Manzano*, A. Estapé Fiol**
Regreso a las bases


M. Serrano Manzano*, A. Estapé Fiol**

*Médica adjunta. CAP Masquefa (EAP Martorell Rural – Barcelona. Institut Català de la Salut). **Pediatra en Granollers. Barcelona

Resumen

Se ha demostrado que el uso del dermatoscopio mejora la sensibilidad diagnóstica del profesional no experto; por eso, es importante que el pediatra de Atención Primaria esté familiarizado con el uso de esta técnica. Más allá del ojo clínico, son necesarias herramientas para una correcta evaluación de las lesiones cutáneas. Ideal en niños, porque no supone ninguna molestia física, ni estrés emocional. Es una técnica no invasiva, que facilita la visualización de estructuras de la piel más allá del estrato córneo, amplificándolas in vivo, sin los fenómenos de refracción y reflexión de la luz sobre la piel. Su uso no es difícil con entrenamiento adecuado, permitiéndonos orientar correctamente numerosas lesiones cutáneas.

 

Abstract

The use of the dermatoscope has been shown to improve the diagnostic sensitivity of the non-expert professional; therefore, it is important that the Primary Care pediatrician is familiar with the use of this technique. Beyond the experienced clinical eye, tools are necessary for a correct evaluation of skin lesions. It ́s use is ideal in children, as it does not involve any physical discomfort or emotional distress. It is a non-invasive technique that facilitates the visualization of skin structures beyond the stratum corneum, amplifying them in vivo, without the phenomena of refraction and reflection of light on the skin. With an adequate training its use is not difficult, and it will allow us to correctly interpret numerous skin lesions.

 

Palabras clave: Dermatoscopia; Dermastocopio; Nevus benignos; Melanoma; Spitzoide.

Key words: Dermoscopy; Dermatoscope; Benign nevi; Melanoma; Spitzoid.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 202.e1 – 202.e8


Dermatoscopia para pediatras

Utilidad de la dermatoscopia en la consulta del pediatra

Técnica no invasiva e indolora de gran utilidad en la consulta de Pediatría, especialmente atractiva; ya que, además, es rápida, silenciosa y usa un aparato de pequeño tamaño, con un aspecto poco asustadizo. Por el contrario, requiere que el profesional se forme y entrene para mejorar sus capacidades diagnósticas. Fundamental en la gestión de las lesiones pigmentadas; en la actualidad, se utiliza para la valoración de muchos otros procesos dermatológicos. En niños, su utilidad principal va a seguir siendo el despistaje de lesiones melanocíticas malignas, pero con una orientación muy diferente a la del adulto. En Pediatría nos ayudará, sobre todo, a generar una mayor confianza a la hora de asegurar que una lesión es benigna, ya que el valor predictivo negativo de la técnica es cercano al 100% y la incidencia de melanoma pediátrico anecdótica. Evita derivaciones prescindibles y la extirpación de lesiones innecesarias, ayuda a generar un clima de confianza y adherencia con el paciente y su familia, y facilita la gestión de múltiples procesos, entre los que se incluyen procesos infecciosos e inflamatorios.

Bases para la utilización de la dermatoscopia en Atención Primaria

¿Qué es el dermatoscopio?

El dermatoscopio convencional es un estereomicroscopio manual. Nos permite la amplificación de la imagen, por la incorporación de una óptica de aumento (normalmente X10) y una fuente de luz. Va a permitir la disminución de la reflexión y refracción de la luz por parte de la epidermis, sea porque utiliza una interfase líquida o porque el instrumento esté dotado de luz polarizada. Este hecho posibilita ver estructuras anatómicas de la epidermis o de la dermis papilar que no son visibles a simple vista (Fig. 1).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 1. Esquema de la reflexión y refracción de la luz, sin y con la utilización de un dermatoscopio. Fuente: GdT dermatología CAMFiC.

El dermatoscopio no es solo una lupa, también es un instrumento complejo que permite la correlación de la imagen que vemos a través del dermatoscopio con la histología de la piel.

¿Cómo se utiliza?

Se tienen en cuenta dos tipos de ítems: color y estructura de las imágenes que vemos. El color es un criterio muy importante en dermatoscopia. La melanina, debido al efecto Tyndall, va a poder observarse de un color determinado en función de su localización en profundidad. Si se haya a nivel epidérmico, se observará de color marrón y si está fundamentalmente en dermis, de color azul. También es posible diferenciar otros cromóforos (Fig. 2).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 2. Cambio de color de la melanina en función de su localización en profundidad, y diferentes cromóforos. Fuente: GdT dermatología CAMFiC.

El naranja suele corresponder a material serohemático, el rojo a hemoglobina, el blanco a despigmentación o a cicatrización, y el amarillo a queratina. La manera en que la melanina se dispone en las capas de la piel, ya sea de forma aislada, se agrupe o se concentre a diferentes profundidades, va a determinar la visualización de diversas estructuras dermatoscópicas. Del mismo modo, estos diferentes cromóforos, la forma de los vasos, su distribución en el tejido, así como otros elementos, también determinarán la existencia de estas estructuras o parámetros dermatoscópicos. Para su interpretación, se ha propuesto el diagnóstico dermatoscópico en 2 etapas y varios métodos de análisis de patrones, así como el método de cribado de los 3 puntos de Soyer, de especial importancia, al inicio del aprendizaje del uso del dermatoscopio(1).

El método en 2 etapas, es un algoritmo de aproximación diagnóstica en dos pasos. Recordar que este algoritmo no está destinado a la evaluación de lesiones en: cara, uñas, mucosas o cuero cabelludo. En el primer nivel, se decide si una lesión es melanocítica o no melanocítica. Las lesiones melanocíticas son aquellas formadas por un aumento del número de melanocitos y corresponden a los diferentes nevus o al melanoma. Las no melanocíticas contienen aumento de melanina u otros pigmentos, pero no aumento de melanocitos. Típicamente, son: dermatofibroma, carcinoma basocelular, queratosis seborreica y angiomas, o angioqueratomas. En los angiomas y angioqueratomas, el pigmento no corresponde a melanina, sino a hemo­globina. Una vez identificado alguno de los patrones que permiten afirmar que la lesión es de origen melanocítico, se debe aplicar el segundo nivel de toma de decisiones, en este se define la lesión melanocítica como benigna o maligna, a partir del análisis del patrón existente(2) (Fig. 3).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 3. Esquematización simplificada del método diagnóstico en 2 etapas. Fuente: a partir del esquema de Pons S, Figueras O. Método diagnóstico en dos etapas. AMF. 2017; 13: 556-71.

Para simplificar la evaluación de lesiones pigmentarias en Atención Primaria, se propone un algoritmo dermatoscópico simplificado, el método de los tres puntos de Soyer. Es un método de cribado para profesionales con poca experiencia en dermatoscopia. Ha demostrado su utilidad en diferentes estudios, aumentando la sensibilidad en el diagnóstico de lesión maligna a un 96%. Sin embargo, no está exenta de limitaciones, ya que no es útil en superficies acrales ni en el diagnóstico de melanomas amelanóticos. Evalúa la presencia de tres criterios dermatoscópicos: asimetría, presencia de retículo pigmentado atípico y presencia de color blanco-azulado (Tabla I y Fig. 4).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

 

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 4. Ejemplos de aplicación de los 3 puntos de Soyer. Fuente: elaboración propia.

Si se cumplen dos o más criterios de los tres, la probabilidad de melanoma es alta, y se recomienda la extirpación de la lesión(1).

Lesiones pigmentadas

Nevus melanocítico congénito (NMC)

Los NMC suelen tener un retículo pigmentado o globular. Pueden tener bordes irregulares, pero su contenido los clasifica como benignos. Las características dermatoscópicas típicas incluyen(3):

• Patrón globular (Fig. 5): el patrón más típico de NMC en menores de 16 años, especialmente si se localizan en la cabeza, cuello o tórax.

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 5. Nevus con patrón globular. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

Los glóbulos pueden ser de mayor tamaño y estar agregados en forma de empedrado. Es típico observar una corona de glóbulos en la periferia, indicativo de que el nevus está creciendo (Fig. 6).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 6. Nevus con glóbulos en periferia. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

• Patrón reticular o de retículo pigmentado (Fig. 7): suele observarse más en niños mayores de 12 años y localizados en las extremidades inferiores.

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 7. Nevus con patrón reticular. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

• Patrón retículo-globular (más frecuente en extremidades), patrón de pigmentación marrón difusa o patrón multicomponente.

• Otros criterios dermatoscópicos de nevus congénitos son: quistes tipo milium, hipertricosis o cambios en la pigmentación perifolicular(4).

• En palmas y plantas, muchos tienen un patrón paralelo del surco (Fig. 8), o un patrón paralelo del surco con puntos o glóbulos marrones siguiendo las crestas, también llamado patrón de guisantes en vaina.

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 8. Nevus en pie con típico patrón paralelo del surco. Fuente: GdT dermatología CAMFiC.

Nevus melanocítico adquirido

Durante la infancia, los nevus melanocíticos adquiridos suelen tener un patrón globular(4) (Fig. 5) que, a diferencia de los NMC, suele evolucionar a un patrón reticular (Fig. 7). En la adolescencia, suelen ser más frecuentes los patrones mixtos o complejos, con un patrón globular y reticular. Es decir, a medida que los niños crecen, el patrón globular es menos común y el patrón reticular más frecuente y, además, los nevus con patrón reticular son más comunes en las extremidades. En la figura 10, se esquematizan los patrones benignos más frecuentes. Aunque la evolución de un nevus es un proceso dinámico, la distribución organizada de los glóbulos y del retículo debe mantenerse. Si tenemos un crecimiento desorganizado con una distribución caótica, es más probable que sea maligno.

Nevus de Spitz/Reed

El nevus de Spitz requiere una evaluación minuciosa, ya que comparte características morfológicas, dermatoscópicas e histopatológicas con el melanoma. Aunque se han descrito varios patrones dermatoscópicos para el nevus de Spitz, el patrón en estallido de estrellas es el más común en niños. Se halla en más de la mitad de los nevus de Spitz y tiene una sensibilidad del 96%(3). Este patrón consiste en la presencia de seudópodos o proyecciones radiales, distribuidos de forma homogénea en la periferia (Fig. 9).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 9. Patrón en estallido de estrella. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

Otros patrones descritos son: patrón vascular (más típico de lesiones no pigmentadas o hipopigmentadas), patrón globular, patrón homogéneo o patrón reticulado negativo, entre otros.

Melanoma infantil

Es una entidad rara y supone todo un reto diagnóstico para los pediatras. Supone un 2% de los cánceres infantiles y menos del 1% de todos los diagnósticos de melanoma(5). El número de biopsias necesarias para diagnosticar un melanoma en menores de 20 años es de 1.035, valor mucho mayor que en los adultos(6). Entre los casos con subtipos identificables conocidos: un 50% eran melanomas nodulares, un 31% de extensión superficial y el 19% eran melanoma spitzoide. Una cuarta parte de los melanomas surgieron asociados a NMC. El melanoma pediátrico suele ser solitario, con un crecimiento rápido y con tendencia al sangrado o la ulceración. La dermatoscopia juega un papel muy importante. En un estudio retrospectivo que se hizo de más de 50 casos de melanomas pediátricos, se observó que todos ellos tenían características dermatoscópicas propias del melanoma(6). El melanoma pediátrico se clasifica en spitozide o no-spitzoide.

• Melanoma pediátrico tipo spitzoide: pueden ser pigmentados o no pigmentados. Son más comunes en las extremidades y suelen aparecer de novo. Entre sus características dermatoscópicas destacan:

- No pigmentados: líneas blancas brillantes (crisálidas) y vasos atípicos.

- Pigmentados: suelen tener un patrón multicomponente (combinación de 3 o más estructuras).

Melanoma pediátrico tipo no-spitzoide: suelen ser más frecuentes en los adolescentes y se parecen a los melanomas de extensión superficial del adulto. Tienen un patrón dermatoscópico desorganizado, por la presencia de múltiples estructuras de melanoma. Otras características dermatoscópicas son: retículo pigmentado atípico, velo azul-blanco, áreas sin estructura, líneas blancas brillantes y vasos atípicos.

¿Cómo diferenciar los nevus benignos del melanoma?

Los nevus presentan estructuras dermatoscópicas organizadas y distribuidas de forma simétrica. Tienen un solo color, una pigmentación homogénea y los bordes regulares. Los patrones dermatoscópicos con signos de benignidad (Fig. 10) son el patrón reticular y el patrón granular típico.

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 10. Esquemático de patrones dermatoscópicos sugestivos de benignidad. Fuente: GdT dermatología CAMFiC.

En este caso, si cumplen estas características, tienen un riesgo bajo de ser melanoma. Todas las demás lesiones deben observarse minuciosamente y con precaución, especialmente aquellas asimétricas o con múltiples colores (pardo, marrón oscuro, negro, azul-gris, blanco, rojo) o las que contienen las siguientes estructuras o patrones: patrón multicomponente, patrón inespecífico, retículo atípico, proyecciones atípicas (seudópodos, extensiones radiales), puntos/glóbulos atípicos, velo azul-blanco, estructuras de regresión o vasos atípicos(4).

Recordad que los melanomas que aparecen en niños, suelen ser nodulares y/o amelanóticos y son difíciles de diagnosticar, pero siempre deberemos ir a buscar con el dermatoscopio la presencia de vasos irregulares para poder identificarlos correctamente. Finalmente, precaución con los nevus de Spitz, ya que es el mayor enmascarador del melanoma en Pediatría, por lo que se recomienda siempre derivar a una unidad especializada si se sospecha de uno.

Dermatoscopia en lesiones vasculares

Hemangiomas

A nivel dermatoscópico, aparecen como: estructuras bien delimitadas, redondeadas u ovaladas, compuestas por lagunas rojas o lagos venosos, separados por septos blancos (Fig. 11).

Dermatoscopia para pediatras - M. Serrano Manzano, A. Estapé Fiol

Figura 11. Patrón de angioma con lagos venosos y tractos fibrosos, entre ellos. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

Las lagunas en los hemangiomas superficiales son de color rojo brillante, mientras que las que forman parte de los hemangiomas profundos son de tono azul o violáceo. La dermatoscopia también nos puede ayudar en el tratamiento del hemangioma. El color blanco está asociado con la ulceración inminente y puede apoyar la decisión de iniciar un tratamiento precoz(7).

Granuloma piógeno

El granuloma piógeno puede confundirse fácilmente con otros tumores, incluyendo el melanoma amelanótico y el nevus de Spitz. Se han descrito 5 hallazgos dermatoscópicos: área roja homogénea, collarete blanco, líneas de riel blancas, estructuras vasculares y ulceración. Aunque ninguna de estas estructuras por sí solas son específicas, la combinación de 3 o más es muy sugestiva. El área roja homogénea es la estructura más frecuente, aunque poco específica y también presente en el melanoma amelanótico(7).

Tricoscopia

Es la dermatoscopia del pelo y del cuero cabelludo, facilita el diagnóstico de distintas enfermedades del pelo en los niños.

Alopecia Areata (AA)

Las características dermatoscópicas típicas incluyen: presencia de tallos pilosos distróficos, puntos amarillos y pelos vellosos hipopigmentados. Los tallos pilosos distróficos pueden aparecer como: pelos rotos, pelos en signo de exclamación o puntos negros. Los pelos en signo de exclamación (1-5 mm de largo, con zona proximal delgada y zona distal gruesa) representan el signo dermatoscópico más específico de AA aguda. Los puntos negros en los niños pueden observarse también en la tricotilomanía y en la tiña capitis(8).

Tricotilomanía

La tricotilomanía es el principal diagnóstico diferencial de la AA. En este caso, veremos un patrón caótico de cabellos rotos con diferente longitud y tricoptilosis (puntas abiertas)(8).

Tiña capitis

Aunque el cultivo micológico sigue siendo el criterio estándar para el diagnóstico de la tiña capitis, la tricoscopia puede ayudar inicialmente en su orientación, sobre todo, en aquellas tiñas poco inflamatorias, y distinguirla de otros procesos, como la dermatitis seborreica o la psoriasis. Observaremos pelos en coma, que son tallos de cabello curvados en forma de C, en zig-zag y pelos en sacacorchos (Fig. 12)(8).

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Figura 12. Pelos en coma, en sacacorchos y en zig-zag, en tiña capitis. Fuente: Dra. Mireia Serrano.

Trastornos acrales

Onicomicosis

Las onicomicosis en los niños es rara, y siempre se recomienda cultivo para su confirmación. La dermatoscopia puede apoyar nuestra sospecha clínica, sobre todo, en onicomicosis blanca superficial, donde observaremos pequeños puntos blancos fiabres opacos, y en la onicomicosis subungueal distal, donde se puede observar el patrón en Aurora boreal (borde proximal en sierra en la zona con onicolisis, con estrías longitudinales de color blanco-amarillo) y una terminación distal irregular.

Hematoma subungueal

Una de las mejores utilidades de la onicoscopia, es poder diferenciar la sangre de la melanina. Los hematomas subungueales secundarios a traumatismos son muy frecuentes en los dedos de los pies. Observaremos una pigmentación morada con un patrón paralelo lineal elongado en el borde distal de la lesión, y un borde proximal bien delimitado y de forma redonda. Es muy característica la presencia de gotas de sangre.

Hematoma subcórneo

Observaremos una lesión de color rojo-negro a grisáceo con un patrón homogéneo de pigmentación y glóbulos rojos-negros, especialmente vistos como satélites en la periferia de la lesión (Fig. 13).

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Figura 13. Fotografía macroscópica y dermatoscopia de hematoma subcórneo en pie. Fuente: Dra. Mireia Serrano.

Trastornos proliferativos

Xantogranuloma juvenil

En la dermatoscopia, observaremos un centro amarillo anaranjado homogéneo con un borde eritematoso y vasos lineales ramificados, lo que recibe el nombre de signo del sol poniente(9). La historia clínica, el aspecto macroscópico y la dermatoscopia, pueden ayudar a su diagnóstico y evitar una posible biopsia(7).

Dermatoscopia en infecciones y parasitosis

Verrugas cutáneas

En el examen dermatoscópico de las verrugas, veremos glóbulos rojos con un halo blanco. Si los capilares se trombosan, los puntos se verán negros (Fig. 14).

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Figura 14. Dermatoscopia de verruga vulgar en mano, fotografía macroscópica y esquemática. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

Molusco contagioso

En la dermatoscopia, veremos múltiples lóbulos blanco-amarillentos en el centro de la lesión, con vasos en corona en la periferia, con una disposición radial, es decir, que no cruzan el centro de los lóbulos. Es la imagen típica de huevo frito (Fig. 15)(7).

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Figura 15. Fotografía macroscópica y dermatoscópica de Molluscum contagiosum, con típico patrón en “huevo frito”. Fuente: fotografía cortesía de Dra. Catalina Sánchez García-Vao.

Sarna

Observaremos una estructura gris en forma de delta, que corresponde a la parte anterior del parásito y estructuras ovoides translúcidas similares a la estela de un avión. Estos hallazgos son especialmente observables en: caras laterales de los dedos de las manos y de los pies, palmas, plantas, areola mamaria, ombligo o áreas genitales (Fig. 16).

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Figura 16. Dermatoscopia de surco acarino, con típico signo en ala delta al final del mismo. Fuente: Dra. Mireia Serrano.

Pediculosis

En este caso, visualizaremos directamente el parásito y las liendres ovoides en la parte proximal del pelo.

Trastornos inflamatorios de la piel

Psoriasis

El patrón dermatoscópico puede ayudarnos a confirmar el diagnóstico. Veremos un patrón vascular globular homogéneo, con parches rosados o rojos brillantes que corresponden a los vasos puntiformes y a la presencia de descamación blanquecina en superficie (Fig. 17).

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Figura 17. Fotografía macroscópica y dermatoscopia de psoriasis. Fuente: fotografía cortesía de GdT dermatología CAMFiC.

Liquen plano

La dermatoscopia puede ser de gran utilidad, ya que nos permitirá identificar las estrías de Wickham, que aparecen como líneas blanquecinas con un fondo púrpura-rojizo, que pueden estar rodeadas por vasos puntiformes o lineales (Fig. 18).

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Figura 18. Dermatoscopia de liquen plano, donde se observan estrías de Wickham.
Fuente: Dra. Mireia Serrano.

Si observamos una zona: sin estructura, homogénea, de coloración marrón-gris o puntos grises, estaremos ante lesiones en fase de regresión(7).

Mastocitosis cutánea

Aunque su diagnóstico se basa en el aspecto clínico y, en ocasiones, es necesario el estudio histológico, la dermatoscopia también puede ser útil. En la variante máculo-papular y en el mastocitoma solitario, la dermatoscopia ha demostrado ser una herramienta útil para el diagnóstico no invasivo(10):

• Máculo-papulosa: pigmentación homogénea de color marrón claro (lesiones recientes) y/o retículo pigmentado (lesiones más antiguas). También, se pueden observar telangiectasias reticulares delgadas sobre fondo eritematoso.

• Mastocitoma cutáneo solitario: áreas difusas o multifocales de color amarillo o naranja, con un margen mal definido (más prominente después del signo de Darier).

Como hemos podido observar, la dermatoscopia es un método no invasivo que puede ayudar mucho al diagnóstico diferencial de distintas patologías de la piel en la consulta del pediatra. Es importante que los pediatras se familiaricen con el uso de esta técnica y sería recomendable que la incorporaran en su día a día en la consulta.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de las autoras.

1.** Serrano M, García D. Método de cribado de la lista de los 3 puntos de Soyer. La regla «salvavidas» en Atención Primaria. AMF. 2017; 13: 572-6.

2. Pons S, Figueras O. Método diagnóstico en dos etapas. AMF. 2017; 13: 556-71.

3. Kaushik A, Natsis NE, Gordon SC, Seiverling EV, Porta Aznárez N, Natsis NE, et al. A practical review of dermoscopy for pediatric dermatology part I: Melanocytic growths. Pediatr Dermatol [Internet]. 2013; 30: 281-93. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.det.2018.05.012.

4. Haliasos EC, Kerner M, Jaimes N, Zalaudek I, Malvehy J, Hofmann-Wellenhof R, et al. Dermoscopy for the pediatric dermatologist part III: Dermoscopy of melanocytic lesions. Pediatr Dermatol. 2013; 30: 281-93.

5. Merkel EA, Mohan LS, Shi K, Panah E, Zhang B, Gerami P. Paediatric melanoma: clinical update, genetic basis, and advances in diagnosis. Lancet Child Adolesc Heal. 2019. https://doi: 10.1016/S2352-4642(19)30116-6.

6. Moustafa D, Duncan LM, Hawryluk EB. A 20-year histopathologic study of pediatric nevi at an academic institution. J Am Acad Dermatol [Internet]; 2020. p. 7-8. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.jaad.2020.08.018.

7. Natsis NE, Gordon SC, Kaushik A, Seiverling EV. A practical review of dermoscopy for pediatric dermatology part II: Vascular tumors, infections, and inflammatory dermatoses. Pediatr Dermatol. 2020; 37: 798-803.

8.** Haliasos EC, Kerner M, Jaimes-López N, Rudnicka L, Zalaudek I, Malvehy J, et al. Dermoscopy for the pediatric dermatologist part I: Dermoscopy of pediatric infectious and inflammatory skin lesions and hair disorders. Pediatr Dermatol. 2013; 30: 163-71.

9. Micali G, Verzì AE, Quattrocchi E, Ng CY, Lacarrubba F. Dermatoscopy of Common Lesions in Pediatric Dermatology. Dermatol Clin [Internet]. 2018; 36: 463-72. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.det.2018.05.012.

10.** Micali G, Lacarrubba F, Stinco G, Argenziano G, Neri I. Atlas of Pediatric Dermatoscopy. 1.ª ed. Springer International Publishing; 2018.

Bibliografía comentada

– Serrano M, García D. Método de cribado de la lista de los 3 puntos de Soyer. La regla «salvavidas» en Atención Primaria. AMF. 2017; 13: 572-6.

Artículo integrado en la monografía de la revista AMF, íntegramente dedicado a la dermatoscopia en Atención Primaria, que repasa, de forma práctica, los principios del algoritmo de aproximación diagnóstica de los 3 puntos de Soyer, e iniciarse en esta técnica.

– Haliasos EC, Kerner M, Jaimes-López N, Rudnicka L, Zalaudek I, Malvehy J, et al. Dermoscopy for the pediatric dermatologist part I: Dermoscopy of pediatric infectious and inflammatory skin lesions and hair disorders. Pediatr Dermatol. 2013; 30: 163-71.

Primero de dos artículos, imprescindible para iniciarse en el uso del dermatoscopio en Pediatría.

– Micali G, Lacarrubba F, Stinco G, Argenziano G, Neri I. Atlas of Pediatric Dermatoscopy. 1.ª ed. Springer International Publishing; 2018.

Atlas muy completo y didáctico sobre dermatoscopia pediátrica.

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Temas de Formación Continuada:

Dermatitis atópica y otras erupciones eczematosas

L. Prieto-Torres, A. Torrelo

Servicio de Dermatología. Hospital Infantil Niño Jesús, Madrid


El texto completo únicamente está disponible en www.pediatriaintegral.es
Pediatr Integral 2016; XX (4): 216 – 226


Temas de Formación Continuada:

Psoriasis en la infancia y adolescencia

J.M. Azaña Defez*, M.L. Martínez Martínez**

*Servicio de Dermatología. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. **Servicio de Dermatología. Hospital General de Villarrobledo. Albacete


El texto completo únicamente está disponible en www.pediatriaintegral.es
Pediatr Integral 2016; XX (4): 234-243


Regreso a las bases

Principios de la terapéutica médica dermatológica

R. de Lucas*, L. Noguera Morel**, P. Maldonado Cid**, M. Feito Rodríguez***

*Jefe de Sección de Dermatología Pediátrica. **Médicos Residentes. Dermatología.***Adjunto de Dermatología Pediátrica. Hospital Infantil Universitario La Paz. Madrid


El texto completo únicamente está disponible en www.pediatriaintegral.es
Pediatr Integral 2012; XVI(4): 332.e1 – 332.e5

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección

J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín
Temas de FC


J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Servicio de Dermatología, Hospital Infantil Niño Jesús, Madrid

Resumen

Las lesiones cutáneas pigmentadas son un motivo de visita frecuente en nuestras consultas. En la mayoría de los casos, se trata de lesiones benignas aisladas de pequeño tamaño, pero su trascendencia no está exclusivamente relacionada con su comportamiento biológico. Así, los lentigos no suelen malignizar, pero pueden ser el signo de presentación de enfermedades multisistémicas asociadas al cáncer. Los nevus melanocíticos (lunares) son las lesiones pigmentarias más frecuentes en los niños y, aunque el riesgo asociado de melanoma es muy pequeño en la edad pediátrica, debemos conocer los signos clínicos que nos deben poner en alerta, así como las estrategias de prevención del cáncer de piel. En esta revisión, vamos a revisar las lesiones pigmentarias más comunes en los niños, tratando de dar respuesta a los interrogantes que más frecuentemente nos plantean los padres y cuidadores.

 

Abstract

Pigmented skin lesions are a frequent reason for Dermatology consultations. In most cases, they are small isolated benign lesions, but their significance is not exclusively related to their biological behavior. Lentigos are not usually malignant, but they can be the presenting sign of multisystemic diseases associated with cancer. Melanocytic nevi (moles) are the most frequent pigmentary lesions in children and, although the associated risk of melanoma is very small in the pediatric age, we must be able to recognize the alarming clinical signs, as well as the strategies to prevent skin cancer. This review will revise the most common pigmentary lesions in children, trying to answer the most frequently asked questions by parents and caregivers.

 

Palabras clave: Lentigo; Nevus melanocítico; Nevus melanocítico congénito; Melanoma; Fotoprotección.

Key words: Lentigo; Melanocytic nevi; Congenital melanocytic nevi; Melanoma; Photoprotection.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 194 – 200

 


Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección

Lentigos


Introducción

Los lentigos son lesiones pigmentadas de carácter congénito o adquirido, que aparecen en individuos de ambos sexos y de todas las razas. Son tan frecuentes en la población general, que se desconoce cuál es su verdadera prevalencia.

Manifestaciones clínicas

Un lentigo simple es una lesión milimétrica de tono marrón que aparece en la infancia y no tiene relación con la exposición solar.

Se trata de lesiones de pequeño tamaño, casi siempre menores de 3 mm, localizadas en cualquier parte de la superficie corporal, incluyendo las mucosas, las palmas y las plantas. Su morfología suele ser regular y su tonalidad homogénea, aunque en la región palmoplantar y en las mucosas, pueden ser algo más grandes, tener morfología poligonal e, incluso, mostrar cierta heterogeneidad en el pigmento (Fig. 1).

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 1. Lentigos. Lesiones típicas en miembros inferiores y parte baja del abdomen en un lactante con complejo de Carney.

Desde el punto de vista histológico, se caracterizan por un incremento en la pigmentación de la capa basal de la epidermis, sin que exista proliferación melanocitaria en tecas (como ocurre en los nevus melanocíticos), ni elongación de la red de crestas (como se observa en los lentigos seniles).

Diagnóstico diferencial

A diferencia de las efélides o pecas faciales, los lentigos no muestran predilección por las áreas fotoexpuestas y la intensidad de su color no depende de la radiación solar.

El diagnóstico diferencial más importante es: nevus melanocítico juntural (una forma de nevus melanocítico plano relativamente frecuente en la infancia), lentigos solares (inducidos por la exposición solar intensa), melanoma, verrugas planas y hemorragias subcórneas postraumáticas. El análisis dermatoscópico es de gran ayuda para diferenciar estas lesiones pigmentarias, pudiendo evitar incluso el análisis histológico, en algunos casos (Fig. 2).

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 2. Nevus melanocítico adquirido clínicamente atípico por la heterogeneidad de su pigmentación, pero de comportamiento biológico benigno.

Enfermedades asociadas a los lentigos múltiples

Cuando los lentigos son muy numerosos, hay que descartar: enfermedad sistémica neurológica, gastrointestinal o cardiaca, asociadas.

Los lentigos pueden presentarse en número escaso (lentigos simples) o hacerlo en número elevado (lentiginosis). En el segundo caso, hay que considerar la posibilidad de que exista un síndrome multisistémico asociado, por lo que debemos realizar una cuidadosa exploración física de los niños, buscando otras manifestaciones cutáneas y generales (Tabla I).

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Noonan con lentigos mútiples (OMIM 151100)

Es una rasopatía de herencia autosómica dominante, anteriormente denominado síndrome LEOPARD, acrónimo que agrupa las principales manifestaciones clínicas: Lentigos, anomalías Electrocardiográficas, hipertelorismo Ocular, estenosis Pulmonar, Anomalías genitales, Retraso del crecimiento y sordera neurosensorial (Deafness en inglés). La mayoría de los pacientes presentan mutaciones en el gen PTPN11, el mismo gen responsable del síndrome de Noonan. Desde el punto de vista clínico, los niños afectados presentan un fenotipo similar al del síndrome de Noonan, al que característicamente se añaden las lesiones lentiginosas, que van aumentando progresivamente a lo largo de los primeros años de vida. Los lentigos pueden afectar la esclera ocular, pero respetan las mucosas. En un 50% de los pacientes, también se observan lesiones pigmentadas de mayor tamaño, contorno irregular y tono mucho más oscuro de lo habitual (máculas café noir o café negro). Como en otras rasopatías, en el síndrome de Noonan con lentigos, existe propensión a las malignidades hematológicas y trastornos mieloproliferativos(1).

Síndrome de Peutz-Jeghers (OMIM 175200)

Se trata de un síndrome autosómico dominante, en el que se asocia lentiginosis mucocutánea y pólipos hamartomatosos gastrointestinales, con tendencia a la malignización. Se debe a mutaciones heterocigotas en el gen STK11, que probablemente necesite mutaciones somáticas adicionales para que desencadenen la cancerización. Los pólipos suelen localizarse en el intestino delgado, pero también pueden hacerlo en el estómago y en el intestino grueso. Aunque el riesgo de malignización de estos pólipos es pequeño, pueden provocar cuadros abdominales agudos en los niños por intususpección y oclusión intestinal. Clínicamente, los lentigos aparecen a lo largo de la infancia en las áreas periorificiales (región perioral, perinasal y perianal), la mucosa oral y los labios, sobre todo, el inferior. Inicialmente, tienen una tonalidad oscura, pero pueden aclararse a lo largo de la vida e incluso desaparecer. Los pacientes tienen, además, riesgo aumentado de padecer cáncer: gastrointestinal, pancreático, ginecológico y pulmonar(2).

Complejo Carney (OMIM 160980)

Es una enfermedad de herencia autosómica dominante que, típicamente, asocia: lesiones cutáneas pigmentarias, mixomas cardiacos y tumores endocrinos múltiples. Se conocen dos genes distintos responsables de la enfermedad: CNC1 y CNC2. Las lesiones pigmentarias más típicas son los lentigos, que se localizan en cualquier zona del tegumento cutáneo y mucoso, pero se concentran especialmente en: zona central de la cara, cuello, parte alta del tronco y mucosa oral y genital (Fig. 1). Los lentigos están presentes desde el nacimiento, pero su número disminuye durante la adolescencia. La mitad de los pacientes presentan mixomas subcutáneos en la región periocular y retroauricular, y aunque los nevus azules y los nevus azules epitelioides son especialmente característicos de la enfermedad, su presencia es inconstante(3).

Nevus melanocíticos


Introducción

Los nevus melanocíticos (NM) son neoplasias melanocitarias benignas de carácter congénito (NMC) o adquirido (NMA).

Nevus melanocíticos congénitos (NMC)

Los NMC están presentes desde el nacimiento, aunque en función de su tamaño y su color, pueden no hacerse evidentes hasta los primeros meses de la vida.

Su incidencia se calcula entre el 0,2 y el 2,1% de los recién nacidos(4). Clásicamente, se han divido en función de su tamaño en: pequeños (<1,5 cm), medianos (1,5-20 cm) y grandes (>20 cm). En el año 2004, se sumó la categoría de NMC gigante (NMCG), cuando el diámetro mayor supera los 40 cm(5). Los NMC pueden presentarse de forma aislada o ser múltiples; en este último caso, puede haber una lesión más grande acompañada de otras lesiones más pequeñas (NMC con satélites névicas) o pueden existir múltiples lesiones de tamaño similar (NMC múltiples).

Riesgo de malignización de los nevus melanocíticos congénitos

El riesgo de malignización de un NMC solitario es muy bajo, independientemente de su tamaño y localización.

En las décadas de 1970 y 1980, se consideraba que el riesgo de desarrollar un melanoma sobre un NMC oscilaba en torno al 15%, pero las estimaciones eran poco precisas, porque los estudios recogían series pequeñas de pacientes y con un sesgo de selección que sobreestimaba el riesgo. Una revisión sistemática publicada en el año 2006, con datos de 6.571 pacientes, determinó que la incidencia global era de aproximadamente el 0,7%, variando ampliamente en función del tamaño muestral y del tamaño del NMC(6). Más recientemente, un estudio prospectivo realizado en Reino Unido, con una cohorte de 448 pacientes, observó una incidencia aproximada del 2,2%(7). Estos autores también encontraron que todos pacientes del estudio que desarrollaron un melanoma tenían más de un NMC, mientras que ningún paciente con un NMC solitario, independientemente del tamaño y la localización, lo presentó. Además, observaron que el factor predictor de desarrollo de melanoma de mayor potencia estadística en un paciente con un NMC, no era el tamaño ni la localización de la lesión, sino la detección de una alteración morfológica concomitante en el sistema nervioso central (SNC), la cual sería más probable en los recién nacidos con dos o más NMC, independientemente de su tamaño y localización. En consecuencia, estos autores recomiendan la realización de una resonancia magnética del SNC a todos los recién nacidos con más de un NMC, sobre todo, si uno de ellos es de tamaño gigante(7).

Nevus melanocíticos adquiridos (NMA)

El número de NMA aumenta a lo largo de la infancia, sobre todo, en niños de fototipo bajo y aquellos que se exponen más al sol, máxime si sufren quemaduras solares reiteradas.

Los NMA se desarrollan a lo largo de la vida, fundamentalmente durante las dos primeras décadas(8). Los NMA más habituales son lesiones pigmentadas de: pequeño tamaño (1-5 mm), tono homogéneo, y con bordes netos y regulares. En algunos casos, la tonalidad puede ser irregular, pero hay simetría y no existen datos adicionales de alarma clínicos ni dermatoscópicos (Fig. 2). El estudio histológico de los NM revela proliferación de melanocitos a nivel dermoepidérmico, los cuales se agrupan en tecas simétricas que maduran en profundidad. En función de sus características clínicas e histológicas, se distinguen algunos subtipos de NMA, entre los que el nevus de Spitz y el nevus de Reed son típicamente infantiles. El nevus de Spitz es un NMA amelanótico, de tono rojizo y cuya prevalencia varía entre los 1,4 y los 7 casos por cada 100.000 habitantes(9) (Fig. 3).

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 3. Nevus de Spitz. Lesión papulosa sesil de tono rojizo y consistencia firme.

La variante pigmentada se denomina nevus de Reed y se caracteriza por la pigmentación intensa y abigarrada, pero homogénea (Fig. 4).

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 4. Nevus de Reed. Lesión névica de pigmentación muy oscura, pero homogénea

Existe también una variedad denominada nevus atípico o displásico que, a pesar de su comportamiento biológico benigno, presenta una morfología alarmante por: su tono heterogéneo, su tamaño y la irregularidad de sus bordes y hallazgos histológicos característicos.

El número de NMA aumenta a lo largo de la infancia, sobre todo, en niños de fototipo bajo y aquellos que se exponen más al sol, máxime si sufren quemaduras solares reiteradas(10). El número de NM es mayor en niños que usan cremas protectoras del sol con bajo índice de protección o lo utilizan inadecuadamente, probablemente, porque estos niños tienden a quemarse más por ese motivo, y puedan tener una falsa sensación de protección por haberse aplicado la crema protectora.

No se conoce con exactitud el motivo de la aparición de los NM. Estudios moleculares apuntan que los genes NRAS y BRAF, pertenecientes a la vía RAS, juegan un importante papel(11).

Melanoma


Introducción

El melanoma es un tumor maligno de estirpe melanocítica muy raro en la edad pediátrica, pero potencialmente mortal. Constituye el 1% de todos los melanomas y es excepcional en niños menores de 10 años(12).

Manifestaciones clínicas

Los criterios de alarma clásicos “ABCDE” no son suficientemente sensibles en los niños, por lo que deben acompañarse de datos clínicos adicionales, incluyendo los antecedentes familiares de melanoma o la historia personal de quemaduras solares reiteradas.

El melanoma pediátrico es muy raro, suponiendo menos de un 1% del total de melanomas. En particular, es excepcional por debajo de los 10 años. Existen tres formas clínicas, denominadas: melanoma spitzoide (el más frecuente en la edad escolar y presente en el 50% de los adolescentes), melanoma sobre NMC y melanoma similar al del adulto (que aparece en el 50% de los adolescentes restantes). El diagnóstico histológico es complejo, y requiere el concurso de patólogos con experiencia en lesiones melanocíticas pediátricas(12).

Debido a su baja incidencia, el melanoma no suele estar incluido entre los principales diagnósticos diferenciales de las lesiones melanocíticas adquiridas en los niños. A la dificultad del diagnóstico histológico, se añade que los signos de alarma clínicos también son distintos. Así, la regla nemotécnica clásica “ABCDE” (Asimetría, Bordes irregulares, Color heterogéneo, Diámetro 6 mm, Evolución cambiante) estarían ausentes hasta en un 60% de la población preadolescente, y en un 40% de los adolescentes. Además, dado que un 76% de los melanomas malignos son amelanóticos (no pigmentados) y no se presentan como lesiones de pigmentación abigarradas, sino como lesiones rojas o rosadas, se han propuesto los criterios “ABCDE modificados”: A de amelanótico (lesión roja o rosada y, por tanto, no necesariamente oscura); B de “Bleeding/ Bump” (del inglés sangrante/ protuberancia, es decir, que el sangrado y el abultamiento son datos clínicos orientativos); C de color uniforme (y no heterogéneo, como clásicamente ocurre en el melanoma del adulto); y D de De novo (sin lesión precedente) y de cualquier diámetro de tamaño(13). A diferencia de lo que ocurre en el melanoma del adulto, el tamaño de la lesión (D de la regla ABCDE) no constituye un factor de discriminación válido para el melanoma pediátrico, por lo que la D de la regla ABCD modificada para niños, incluye lesiones de cualquier diámetro(14). De hecho, algunas series observan que, en torno al 50% de los pacientes pediátricos fallecidos por melanoma, tenían lesiones de un tamaño menor o igual a 5 mm, por lo que queda claro que el tamaño de las lesiones en la edad pediátrica no sirve para discriminar entre lesiones benignas y malignas(13). De igual modo, la “E” de evolución no se refiere a una lesión simplemente cambiante (algo habitual en los NM de comportamiento benigno), la aparición de cualquier lesión sobreelevada, firme y en crecimiento de más de un mes de evolución; lo cual ayuda a excluir lesiones inflamatorias, como picaduras de insectos o foliculitis, frecuentes en la población pediátrica y que tienden a resolverse en menos de 1 mes(13).

A pesar de la baja incidencia de melanoma, es importante tener en cuenta que ciertos subgrupos de pacientes pediátricos tienen mayor riesgo potencial de desarrollarlo, por lo que la entrevista clínica ha de ser rigurosa (Tabla II).

El melanoma es uno de los tumores en los que se ha detectado mayor número de mutaciones. En concreto, las mutaciones en BRAF son las más frecuentes (60% de los melanomas), seguidas de las del gen NRAS, lo cual pone de manifiesto que para que un NM malignice son necesarias mutaciones genéticas o fenómenos epigenéticos adicionales que promuevan la cancerización. Por ejemplo, mutaciones en el promotor TERT, que hasta el momento no se han detectado en los nevus melanocíticos, pudieran ser determinantes en la malignización(11). En el caso del melanoma hereditario, en la mayoría de los casos, está implicado el gen supresor tumoral CDKN2A. Este subgrupo supone el 10% de todos los melanomas cutáneos, que aparece precozmente, afecta a varios miembros de la familia y se asocia con cánceres sólidos en otras localizaciones(15).

Fotoprotección solar


El 70% de los melanomas aparecen de novo, y no sobre un NMA, por lo que la fotoprotección debe aplicarse en toda la superficie cutánea expuesta al sol, y no solo y específicamente sobre los NM.

Introducción

El cáncer de piel es el tipo más frecuente de cáncer, y probablemente también es el más fácil de prevenir, ya que la exposición solar es el factor de riesgo asociado más importante. Esta asociación aparece, tanto si se trata de una exposición moderada, pero prolongada a lo largo de los días, como si se trata de exposiciones solares intensas en periodos cortos de tiempo(16). La quemadura solar, por tanto, no es el único daño que tenemos que prevenir, sino también el efecto acumulativo del sol y, de ahí, la importancia del uso adecuado de cremas protectoras del sol desde la infancia.

El fotoprotector ideal

El mejor fotoprotector es aquel con un índice de protección solar suficiente (al menos, ≥30), que cubre un amplio espectro (radiaciones UV A y B), se aplica en cantidad suficiente (2 g/cm2) y se reaplica con regularidad (sobre todo, después del baño y el ejercicio físico).

La piel del niño es más fina que la del adulto y la radiación UV penetra con mayor profundidad, por lo que la protección solar debe emplearse desde etapas muy tempranas de la vida. Sin embargo, la aplicación de cremas protectoras del sol debe minimizarse en bebés menores de seis meses, ya que la inmadurez de su piel aumenta el riesgo de absorción percutánea, y la extensa superficie corporal puede provocar mayor concentración de los productos tóxicos en la piel(17). Los fotoprotectores solares contienen productos químicos (filtros orgánicos) o físicos (filtros minerales) que bloquean la radiación UV A y UV B de manera variable. De modo genérico, en la edad pediátrica es preferible usar fotoprotectores físicos o inorgánicos para minimizar los riesgos de sensibilización y toxicidad. El índice de protección solar (IPS), la cantidad de producto aplicado y la regularidad de la aplicación son los factores esenciales que determinan la eficacia de su efecto protector. La Academia Americana de Dermatología recomienda usar fotoprotectores de amplio espectro (que protejan tanto de la radiación UV A como UV B) y con IPS iguales o mayores de 30, independientemente de la edad y tipo de piel(18). Hay que recordar que el IPS no es una medida de tiempo, sino una medida de la fracción de radiación ultravioleta capaz de quemar que alcanza la piel. Así, un IPS de 30 no significa que podamos estar un tiempo 30 veces mayor al sol, sino que la radiación que alcanza la piel durante un periodo concreto de tiempo será 1/30 de lo que la alcanzaría sin protector solar. En ese sentido, debemos insistir en que el empleo de protección solar, debe ser un método para minimizar los daños de la radiación ultravioleta, no un medio de aumentar el tiempo de exposición al sol.

La cantidad de crema protectora es otro de los factores esenciales que determina su efectividad, la cual se reduce de manera proporcional a la cantidad aplicada. En un estudio realizado con escolares de primaria de 5 a 12 años que se autoaplicaban el protector, se comprobó que se aplicaban menos de la mitad de los 2 g/cm2 aconsejables. Así mismo, la re-aplicación regular de la crema protectora del sol, sobre todo, tras el baño y el ejercicio físico, garantiza su efecto mantenido a lo largo del periodo de exposición al sol. La Academia Americana de Dermatología recomienda usar fotoprotectores etiquetados como resistentes al agua, re-aplicándolos cada dos horas o después de cada baño o el ejercicio físico vigoroso que provoque mucho sudor(18). En este sentido, los productos deben tener: fotoestabilidad, buena dispersabilidad, además de una cosmeticidad agradable que garantice la adherencia a su uso cotidiano.

Probablemente, la estrategia más eficaz y duradera frente a la exposición solar es la modificación del comportamiento relacionado con la exposición solar, acostumbrando al niño a usar barreras físicas como: ropa con factor de protección, gafas de sol y sombreros, procurando evitar la exposición solar directa en las horas centrales del día.

Educación para la Salud en fotoprotección solar

Para terminar, merece la pena hacer un comentario sobre el papel que tenemos los médicos en la Educación para la Salud en relación con la prevención del cáncer de piel. Los niños pequeños usan correctamente los protectores, porque sus padres y cuidadores asumen la responsabilidad de aplicárselos con regularidad, pero la adherencia a la protección solar disminuye abiertamente con la edad. En un estudio realizado en 2013, se demostró que solo el 10% de los estudiantes de entre 14 y 17 años aplicaban un factor>15 cuando realizaban actividades al aire libre(19). En otro trabajo, se observó que solo el 44% de los adolescentes y sus padres dijeron recibir consejos de su médico sobre la protección solar, mientras que solo el 22% de los médicos admitieron dar recomendaciones sobre el tema(20). Un tercer estudio, puso de manifiesto que el cáncer de piel no era considerado un problema prioritario en las consultas de Pediatría y, que menos de la mitad de los pediatras, comentaban con los adolescentes los riesgos de utilizar las cabinas de bronceado artificial(21). Teniendo en cuenta que el grueso de la radiación solar se recibe a lo largo de la infancia y que el factor de riesgo más importante asociado al cáncer de piel es la radiación UV, estos datos ponen de manifiesto que nuestras intervenciones educativas en materia de protección solar tienen un amplio margen de mejora.

En conclusión, aunque el riesgo de melanoma sobre un nevus melanocítico o de novo (sin lesión melanocítica previa) en la población pediátrica general es muy baja, no debemos descartar de antemano esa posibilidad diagnóstica. Por tanto, cualquier lesión clínicamente dudosa o incluso aquella de morfología aparentemente benigna pero que suscita preocupación en base a nuestra experiencia, debe ser remitida al dermatólogo. Así mismo, deben derivarse aquellas lesiones que por su especial localización y/o repercusión estética pueden requerir abordaje especializado.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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8. Crane LA, Mokrohisky ST, Dellavalle RP, Asdigian NL, Aalborg J, Byers TE, et al. Melanocytic nevus development in Colorado children born in 1998: A longitudinal study. Arch Dermatol. 2009; 145: 148-56.

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18.*** Sunscreen FAQs. Des Plaines (IL): American Academy of Dermatology Association; 2020. Disponible en: www.aad.org/media/stats-sunscreen.

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21.** Balk SJ, Gottschlich EA, Holman DM, Watson M. Counseling on sun protection and indoor tanning. Pediatrics. 2017; 140: e20171680.

22. Garnacho Saucedo GM. Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección. Pediatr Integral, 2016; XX(4): 262-73.

Bibliografía recomendada

– Hernández-Martín A, Torrelo A. Rasopatías: trastornos del desarrollo con predisposición al cáncer y manifestaciones cutáneas. Actas Dermosifiliogr. 2011; 102. doi:10.1016/j.ad.2011.02.010.

De entre todas las lentiginosas infantiles, el síndrome Noonan con lentigos (antes denominado LEOPARD) es el más habitual. Los lentigos y las manchas café oscuro son los estigmas cutáneos típicos que permiten la detección de la enfermedad. Se revisan también otras rasopatías frecuentes con la neurofibromatosis tipo 1, poniendo el acento en la predisposición al cáncer de este grupo de enfermedades.

– De Giorgi V, Gori A, Greco A, Savarese I, Alfaioli B, Grazzini M, et al. Sun-Protection Behavior, Pubertal Development and Menarche: Factors Influencing the Melanocytic Nevi Development–The Results of an Observational Study of 1,512 Children. J Invest Dermatol. 2018; 138: 2144-51.

Estudio observacional, donde se estudian los factores que influyen en la aparición de los nevus melanocíticos adquiridos, concluyendo que: edad, sexo masculino, fototipo bajo y exposición solar intensa, favorecen la aparición de las lesiones. También observa que el uso de protectores solares de FPS < 30 se relaciona con la aparición de las lesiones, probablemente, porque su uso es inadecuado e inducen una falsa sensación de protección.

– Merkel EA, Mohan LS, Shi K, Panah E, Zhang B, Gerami P. Paediatric melanoma: clinical update, genetic basis, and advances in diagnosis. Lancet Child Adolesc Heal. 2019; 3: 646-54.

Revisión actualizada sobre el melanoma en edad pediátrica, una entidad de aparición excepcional y cuyos signos de alarma difieren del melanoma del adulto, dificultando su detección. Los melanomas spitzoides, de tono rojizo y aspecto abultado, son típicos de los niños escolares y del 50% de los adolescentes, mientras que el otro 50% de los adolescentes pueden presentar melanomas similares a los del adulto. Las dificultades diagnósticas en el melanoma pediátrico, hacen aconsejable la cooperación entre especialistas con experiencia en esta entidad.

– Sunscreen FAQs. Des Plaines (IL): American Academy of Dermatology Association; 2020. Disponible en: www.aad.org/media/stats-sunscreen.

Esta web de la Academia Americana de Dermatología tiene las respuestas a las preguntas más frecuentes en fotoprotección solar. Expone consejos sencillos con fundamentos científicos sólidos.

Caso clínico

 

Anamnesis

Un varón de 16 años con antecedentes personales de leucemia acude a la consulta para valoración de nevus melanocíticos en el tronco. El paciente refiere picor ocasional en una de ellas, localizada en el tórax anterior (Fig. 5). No existen antecedentes familiares de melanoma, pero la madre del paciente tiene mucho miedo y solicita la extirpación del máximo número posible de lesiones.

Exploración física

Se aprecian numerosas lesiones pigmentadas en la cara posterior del tronco de entre 2 y 6 mm de diámetro, todas ellas de tono homogéneo, bordes redondeados y límites netos. En la región dorsal izquierda de la espalda, se observa una lesión melanocítica redondeada, de bordes límites y regulares, y de aproximadamente 5 mm, sin signos dermatoscópicos de alarma.

No se solicitan exploraciones complementarias. Ante la insistencia de la madre, se procede a remitir al paciente a Cirugía, donde le extirpan la lesión. El estudio histológico confirma una lesión melanocítica benigna. El resultado posquirúrgico puede observarse en la figura 6.

Actitud recomendable

El paciente sufre un proceso hematológico y tiene un número elevado de nevus melanocíticos, por lo que merece una consideración especial por nuestra parte. Aunque el melanoma es excepcional por debajo de los 10 años, este paciente es algo mayor y tiene una inmunodepresión asociada, por lo que el riesgo de padecerlo es algo mayor que el de la población general. Además, existen evidencias científicas de que el riesgo de sufrir un melanoma es directamente proporcional al número de nevus melanocíticos, que en este niño son abundantes. A pesar de los motivos de preocupación expuestos, la ausencia de datos clínicos y dermatoscópicos de alarma es tranquilizadora, y podemos tomar una actitud expectante. El paciente debe seguir revisiones periódicas.

En cuanto a la solicitud de la madre de extirpar todas las lesiones névicas de manera profiláctica, la efectividad de la exéresis quirúrgica como medida de prevención frente al melanoma es controvertida, ya que solo el 30% de los melanomas aparecen sobre una lesión melanocitaria previa, y la extirpación quirúrgica indiscriminada puede conllevar un elevado número de intervenciones quirúrgicas innecesarias y la aparición de potenciales secuelas cicatriciales inestéticas, tal y como se aprecia en la imagen.

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 5. Paciente con leucemia que presenta nevus melanocíticos adquiridos múltiples. Uno de ellos, señalado con una flecha, presenta síntomas de picor, pero es clínicamente típico por su tono homogéneo, y sus bordes netos y redondeados.

Trastornos de la pigmentación: lentigos, nevus y melanoma. Fotoprotección - J. Anderson Vildósola, A. Hernández Martín

Figura 6. Resultado postquirúrgico. Se aprecia una lesión cicatricial rosada y sobreelevada en la zona de la herida quirúrgica (queloide postquirúrgico).

 

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría

G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez
Temas de FC


G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Servicio Dermatología y Unidad Dermatología Pediátrica. Hospital Reina Sofía de Córdoba

Resumen

Las alteraciones del cabello, tanto en cantidad como calidad, constituyen un motivo muy frecuente de consulta en la edad pediátrica. Las principales causas de pérdida de cabello en los niños incluyen: efluvio telógeno, tiña del cuero cabelludo, alopecia por tracción, tricotilomanía y alopecia areata. De todas ellas, los efluvios son, con diferencia, la principal causa de caída de pelo en los niños. Existen formas de efluvios típicas de la edad pediátrica, importantes de conocer, como son: alopecia neonatal transitoria, síndrome de anágeno corto y síndrome de anágeno suelto.

 

Abstract

Hair abnormalities, both in quantity and quality, are a very frequent reason for consultation in the pediatric age. The main causes of hair loss in children include: telogen effluvium, ringworm of the scalp, traction alopecia, trichotillomania, and alopecia areata. Of all of them, effluvium is by far the main cause of hair loss in children, with typical forms such as: transient neonatal alopecia, short anagen syndrome and loose anagen syndrome.

 

Palabras clave: Efluvios; Alopecia; Tricología pediátrica.

Key words: Effluvium; Alopecia; Pediatric trichology.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 184 – 193

 


Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría

Introducción

Las alteraciones del cabello, tanto en cantidad como calidad, constituyen un motivo muy frecuente de consulta en la edad pediátrica. En la mayoría de los casos, son episodios pasajeros autolimitados o acontecimientos fisiológicos propios de esta etapa de la vida, pero es importante no banalizar toda la patología en la que está implicado el cabello. En ocasiones, la alopecia es signo guía de alteraciones endocrino-metabólicas y suele estar presente en muchas enfermedades sistémicas. Mención aparte merece el papel del cabello en la percepción personal y las repercusiones psicosociales serias, que pueden acompañar a su falta o alteración.

Las principales causas(1) de pérdida de cabello en los niños incluyen: efluvio telógeno, tiña del cuero cabelludo, alopecia por tracción, tricotilomanía y alopecia areata. De todas ellas, los efluvios son, con diferencia, la principal causa de caída de pelo en los niños, y los desarrollaremos a lo largo de la siguiente revisión. Desde atención primaria con una adecuada historia clínica y exploración minuciosa es posible el diagnóstico y tratamiento de la mayoría de las entidades que vamos a describir.

Breve recordatorio del folículo piloso y ciclo folicular(2)

El pelo es una estructura cutánea queratinizada, componente de la unidad pilosebácea formada por: folículo piloso, glándula sebácea y músculo erector del pelo.

Puede ser: fino, no pigmentado y sin médula, tipo velloso, o grueso, pigmentado y con médula, tipo pelo terminal, cuyo desarrollo puede ser independiente de andrógenos (cejas, pestañas…), estimulado por cantidades bajas de andrógenos en la pubertad, de manera similar en ambos sexos (axilas, pubis) o dependiente del estímulo androgénico en cantidades elevadas (barba, tórax, abdomen, espalda, glúteos y extremidades proximales), propio del varón y cuyo aumento define el hirsutismo en la mujer.

El crecimiento del pelo es: cíclico, con una fase de crecimiento activo o anágeno, una de regresión, transición o catágeno y una de inactividad, reposo o telógeno, con desprendimiento al iniciarse la fase de anágeno siguiente. La duración de estos ciclos es variable en las distintas áreas corporales; se producen en cada folículo de forma no sincrónica con sus folículos vecinos, y está sometida a la influencia de distintos factores. En el cuero cabelludo, alrededor del 80% de los folículos se hallan en fase de anágeno; el 1-2% de cabellos están en catágeno, fase de corta duración (2-3 semanas), y hasta el 20%, en telógeno. Esta última fase dura unos tres meses y, tras ella, se inicia un nuevo ciclo.

Evaluación diagnóstica(3)

La historia clínica detallada es fundamental y, en ocasiones, junto a una exploración física específica, es suficiente para llegar al diagnóstico, reservando exploraciones complementarias de mayor complejidad a situaciones concretas.

Anamnesis: comprende la historia del proceso tricológico: momento y forma de inicio (aguda o crónica); edad de inicio (precoz, pospuberal o tardía); evolución (lentamente progresiva, brotes recidivantes, irreversible o autoinvolutiva); asociación a otras manifestaciones cutáneas o de anejos (seborrea, alteración folicular, cambios inflamatorios…); enfermedades sistémicas, situaciones de estrés reciente, antecedentes familiares (casos de alopecia androgenética o areata); historia personal de enfermedades (ginecológicas, endocrinopatías, pérdida de peso, procesos carenciales, toma de medicamentos…); y los cuidados cosméticos que el paciente emplea (champús, suavizantes, productos alisadores, planchas…). Puede también aportar información, evaluar la situación psicosocial del niño.

Exploración física: debe recogerse el patrón de distribución de la alopecia (difusa o localizada); localización (bitemporal, frontovertical, marginal, difuso, en placas…); estado de la piel subyacente y morfología del cabello (color, aspecto y textura); aspecto del cabello restante si no es total; además de la existencia de otras manifestaciones dermatológicas. Existen una serie de exploraciones tricológicas específicas de fácil ejecución, que se resumen en la figura 1.

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Figura 1. Valoración del cabello en el tricograma. Las raíces anagénicas tienen: forma rectangular “en escoba” con angulación distal leve, pigmentación intensa y existencia de vainas y membranas. Las raíces telogénicas tienen: forma engrosada “en porra o basto” sin angulación, pigmento claro y vaina ausente, o limitada a la zona más distal.

Exploraciones complementarias: las exploraciones complementarias vendrán guiadas por la clínica: analítica sanguínea (hemograma, bioquímica hepatorrenal, glucemia, proteinograma, sideremia y ferritina, vitamina D, función tiroidea, ácido fólico, biotina, zinc, función hormonal y autoinmunidad), cultivo micológico, tricograma, fototricograma, examen con luz polarizada, microscopía óptica, microscopía electrónica de barrido, análisis cuantitativo y cualitativo de trazas de elementos en determinados cuadros, o el estudio histopatológico mediante biopsia cutánea, indicada en casos muy seleccionados (p. ej., ciertas alopecias cicatriciales).

- La tricoscopia(4) (dermatoscopia aplicada al estudio del cuero cabelludo y tallo piloso) es una técnica rápida y no invasiva, que se ha convertido en herramienta fundamental para el estudio diferencial de las alteraciones del cabello, especialmente en la infancia.

- El tricograma es una técnica de exploración: mínimamente invasiva, sencilla, económica y rápida, que se hace para conocer la actividad del folículo piloso (Tabla I).

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Los folículos en telogen son: cabellos más cortos de lo normal, con un tallo de diámetro uniforme y el extremo proximal redondeado sin pigmento y sin membranas en forma de “porra o basto”. Los folículos en anagen son: cabellos de gran longitud pigmentados con vainas y membranas, y con extremo distal angulado a modo de “palo de golf o escoba”. La relación anágeno/telógeno varía de unos individuos a otros, en función de la edad y el sexo, principalmente. Los niños tienen el mayor porcentaje de cabellos en anagen (95% anagen: 5% telogen) y va descendiendo con la edad, las mujeres un 86%, y los hombres un 83%.

Los efluvios(5)


Los efluvios son un grupo de alopecias reversibles no cicatriciales, de inicio agudo y extensión difusa en la mayoría de los casos, que pueden acontecer en cualquier momento de la infancia, desde el nacimiento hasta la pubertad.

Existen unas formas de presentación exclusivas de la edad pediátrica que son importantes conocer.

Efluvios telogénicos

Es, con diferencia, la forma más frecuente de alopecia en los niños.

Características clínicas. Se caracteriza por la caída de cabello de 2 a 4 meses tras la actuación de una causa desencadenante, que puede ser muy variada. La intensidad es variable, habitualmente de 100-500 cabellos diarios, afectando siempre menos de un 25% del global del cabello. En la intensidad del proceso van a influir factores como: duración de la agresión, intensidad de la misma y, por supuesto, susceptibilidad individual. En el 95% de los casos, suele remitir en 12 meses.

La queja habitual es: aumento del número de cabellos que caen al lavarse la cabeza y al peinarse, reducción del volumen de pelo del cuero cabelludo, especialmente de la “cola de caballo” y presencia de pelos cortos a lo largo de la línea frontal del cabello.

Etiología. Desde su primera descripción, el efluvio telogénico se considera una enfermedad etiológicamente heterogénea. Las principales causas de efluvio telógeno se resumen en la tabla II y, de ellas, habría que destacar como principales causas en los niños las siguientes:

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

- Alteraciones tiroideas.

- Déficit hierro (ferritina<40) y vitamina D.

- Medicamentos (incluyendo las vacunas(6)). Se han descrito casos de efluvio telogénico tras la administración de la vacuna del HPV.

- Enfermedades sistémicas.

- Estrés físico (infecciones, fiebre, cirugía)/psíquico (circuito sustancia P).

Exploración física. Encontraremos un arrancamiento positivo, en ocasiones, +/- o incluso -, según las formas agudas o crónicas, con un aumento del porcentaje de pelos en telogen en el tricograma (>20%). No suele existir franca alopecia, pero sí disminución de la densidad global folicular, con un típico patrón bitemporal, en ocasiones, se aprecia también rarefacción en el vértice y en zonas parietales.

Tratamiento. El tratamiento consiste en corregir y/o evitar la causa desencadenante y suele producirse repoblación espontánea en 3 a 6 meses. Con respecto a los suplementos de hierro, deberían utilizarse cuando exista déficit de hierro con o sin anemia asociada. La ferritina es el mejor indicador para el despistaje de déficit de hierro (niveles de ferritina < 40 en la población general o < 70 en pacientes con enfermedades inflamatorias o enfermedad hepática).

Diferentes ensayos clínicos han demostrado el efecto deletérero del estrés en el ciclo folicular. Produce la entrada en catagen, aumento de la apoptosis de los queratinocitos del bulbo folicular y promueve la formación de un infiltrado inflamatorio perifolicular que ocasiona la destrucción de las células madre del folículo piloso. La aplicación tópica de minoxidil atenúa los efectos anteriores. Factores psicológicos juegan también un papel en la caída del cabello. Los agentes antidepresivos antagonistas de los receptores NK1 (receptores de la sustancia P) serían un tratamiento prometedor, actuando en 2 mecanismos diana diferentes, por un lado aliviando el estrés y la depresión que supone la pérdida de cabello y, por otro lado, evitando los efectos deletéreos del estrés en el ciclo folicular y en el folículo piloso. Por último, comentar que en los casos con tricodinia (el paciente se queja de dolor en el cuero cabelludo y refleja inflamación) podrían utilizarse corticoides tópicos.

Formas especiales de efluvios telogénicos en los niños

Alopecia del recién nacido(7) (postnatal occipital)

Características clínicas

Suele ocurrir a los 2-3 meses de vida. El recién nacido nace con cabello en toda la superficie del cuero cabelludo, pero progresivamente tiene lugar la pérdida de pelo en la zona occipital, con progresión o no a zonas anteriores, y la instauración de una alopecia localizada que puede durar hasta casi el año de vida (Fig. 2).

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Figura 2. Alopecia neonatal transitoria localizada occipital.

Etiología

Tradicionalmente, se atribuía a la fricción del recién nacido contra la cuna, sin embargo, se sabe que lejos de este motivo, se trata de un fenómeno fisiológico consistente en la caída sincronizada de pelos en telogen que se inicia dentro de útero y, por tanto, se trata de un efluvio telogénico. El desarrollo del pelo en el feto comienza a las 9-12 semanas de gestación. En torno a las 20 semanas, concluye este proceso con la aparición de cabello anagénico, que cubre la totalidad del cuero cabelludo. A las 26-28 semanas, tiene lugar la entrada en catagen y telogen de la zona frontal y parietal, respetando la zona occipital que se mantiene en anagen. Tras el nacimiento, se completa el efluvio iniciado intraútero con la caída sincronizada de todo el cabello de la zona occipital, teniendo lugar a la 8-12 semanas tras el nacimiento.

Exploración física

Habitualmente, se trata de una alopecia localizada y de distribución occipital; sin embargo, existen formas muy extensas no localizadas, sino que por el contrario, afectan la totalidad del cuero cabelludo, respetando únicamente la zona frontal.

Síndrome de anágeno corto(8)

Características clínicas

Es un síndrome frecuente, sin embargo, está infradiagnosticado, y clínica y epidemiológicamente escasamente recogido en la literatura, debido a su escasa repercusión para la salud del niño. Los pacientes presentan cabellos cortos congénitos que no tienen potencial de crecer más de 3-4 cm. Afirman que nunca tienen que cortarse el pelo, ya que no les crece en longitud.

Etiología

Se produce por un acortamiento en la duración de la fase de anágeno que habitualmente dura de 3 a 6 años. Como consecuencia de ello, existe un aumento del recambio folicular, con una alteración en la proporción anágeno:telógeno (A:T).

Exploración física

Encontramos cabello de características normales (Fig. 3), algo fino, pero de estructura normal y densidad folicular normal, salvo si la duración del anágeno es inferior a un umbral establecido en 16 meses, donde puede objetivarse franca alopecia.

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Figura 3. Síndrome de anágeno corto. A. Pelo corto congénito de características normales que no crece en longitud. B. Tras tratamiento con minoxidil. C. Raíces telogénicas en tricoscopia con forma de “porra o basto” características. Pelos con extremo distal acabado en punta.

Los tallos pilosos son estrictamente normales: con extremo distal no cortado en punta, con un descenso del porcentaje de pelos en anagen en el tricograma y un aumento de pelos en telogen.

Tratamiento

El síndrome mejora con la edad y puede utilizarse minoxidil(9) al 2% 1 ml cada 24 horas, ya que estimula los folículos en telogen para entrar en anagen y prolonga la duración del anagen.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial clínicamente dependerá de la etapa en la que nos encontremos; si el paciente es prepuberal, debe realizarse con el síndrome de anágeno suelto y, si es postpuberal, con la alopecia androgenética.

Síndrome de anágeno suelto

Características clínicas

Afecta típicamente a niñas entre los 3 y los 6 años, que presentan cabello rubio (también se han descrito casos con cabello castaño y negro)(10), fino y escaso, pero sin franca alopecia. Se quejan habitualmente de que no les crece y se les desprende con facilidad ante la mínima tracción, aunque la clínica puede ser heterogénea y se han descrito tres patrones o fenotipos:

1. Tipo A. Disminución de la densidad global del cabello. Pelo fino y adelgazado que no crece y cae ante la mínima tracción (Fig. 4).

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Figura 4. Síndrome de anágeno suelto. A. Pelo rubio de características normales, pero que se desprende ante la mínima tracción. B. Longitud adecuada. C. Raíz típica de “anágeno suelto” en la tricoscopia, anagénica, torsionada, sin vainas y con ruffling. D. Raíz anagénica normal, sin angulación, con vaina y pigmento, y sin alteraciones cuticulares.

2. Tipo B. Alteración morfológica: pelo revoltoso, indisciplinado, encrespado, áspero y deslustrado (Fig. 5).

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Figura 5. Síndrome de anágeno suelto fenotipo B. Cambios en la morfología del cabello del paciente a lo largo del tiempo. Hallazgos característicos en el tricograma.

3. Tipo C. Caída excesiva del cabello con morfología normal

Se habla incluso de una correlación con la edad y, así en los niños, los fenotipos más frecuentes son el A y el B, mientras que en adultos y niños mayores de 8 años, suelen presentar el C.

Etiología

Realmente, se trata de una displasia pilosa autosómica dominante (AD), con penetrancia incompleta y expresividad clínica edad-dependiente. Presenta una incidencia de 2-2,5 casos/millón/año y puede ser idiopático o asociado a alteraciones congénitas. Se debe a una insuficiencia en la adhesión-anclaje(11) del tallo piloso (cutícula) al folículo (cutícula de la vaina radicular interna del folículo piloso. Alteración de queratinas foliculares. Mutación K6HF). La ausencia de vaina en un pelo típico de anagen suelto apoya este concepto.

Exploración física

Todos los fenotipos(12) descritos tienen en común la maniobra de arrancamiento positiva y no dolorosa. En el microscopio óptico, se aprecian “raíces de anágeno suelto”: raíces anagénicas sin vainas epiteliales y con “ruffling” (cutícula desflecada) y canales longitudinales tipo pili canaliculi.

Estos hallazgos varían con el tiempo y la evolución, y no existe correlación entre la severidad clínica y el número de pelos en anágeno suelto típicos, obtenidos en el tricograma.

Tratamiento

El síndrome mejora con la edad. Pocas veces es persistente después de la pubertad, aunque puede ser de menor grado. Puede utilizarse minoxidil al 2% 1 ml cada 24 horas, sin embargo, es importante individualizar cada caso, en función de las necesidades del paciente y/o su familia.

Alopecia androgenética (AGA)

A partir del desarrollo hormonal, podemos encontrar AGA(13) en los niños (Fig. 6).

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Figura 6. Alopecia androgenética femenina de patrón femenino en adolescente. A. Disminución de la densidad folicular difusa con afectación: frontal, parietal y temporal. B. Pelos miniaturizados en el tricograma. C. Anisotricosis y miniaturización de cabellos en la tricoscopia. D. Mantiene línea de inicio del cuero cabelludo, a diferencia del patrón masculino.

Un efluvio telogénico puede poner de manifiesto una AGA y también pueden asociarse las dos patologías.

Exploración física

Podemos encontrar franca alopecia en las localizaciones típicas androgénicas (vertex, entradas, frontal…), dependiendo si estamos ante un patrón masculino o femenino (siempre mantiene la línea de inicio del cuero cabelludo), sin embargo, en los estadios iniciales, los que vemos en adolescentes, los cambios suelen ser sutiles: maniobra de arrancamiento positiva selectiva solo en la zona androgénica, cambios localizados en la textura del cabello, aumento de la seborrea, hallazgos tricoscópicos diferentes al evaluar las zonas androgénicas, en comparación con las no androgénicas…

En el tricograma, encontramos: un aumento de los cabellos en fase de telogen, algunos cabellos distróficos y la falta de uniformidad en los tallos de la muestra con diversidad en el diámetro. Es de gran ayuda, igualmente, la tricoscopia(14).

Criterios dermatoscópicos de AGA:

- >20% en diversidad de diámetro de los tallos piloso (anisotricosis).

- Halo marrón deprimido perifolicular (atrofia peripilar cupular).

- Retículo pigmentado en panal de abejas en estadios avanzados.

- Puntos amarillos (no patognomónicos, también los vemos en otras alopecias, como la alopecia areata, y ponen de manifiesto el folículo vacío de pelo y con grasa).

Con la tricoscopia, podemos diferenciar los pelos de recrecimiento de los pelos vellosos. Los primeros son pelos: nuevos, sanos, tienen forma recta cónica con final afilado; sin embargo, los segundos son pelos: cortos de <3 mm, delgados, hipopigmentados, no medulados y ondulados en forma coma.

Tratamiento

Habitualmente, utilizamos minoxidil tópico al 2% 1-2 ml cada 24 horas. Hay que tener cuidado con los suplementos orales que añaden serenoa repens(15) en su composición, así como la toma de esta última de forma aislada (Serenoa Repens, Sabal Serrulata 80-160 mg por cps), ya que se han descrito casos de “sofocos” y alteraciones menstruales en niñas, en relación a su consumo.

Serenoa Repens se tolera habitualmente bien por los consumidores, pero se han descrito reacciones adversas moderadas y severas en relación a su utilización como: rinitis, náuseas, dolor abdominal, diarrea, cefalea, hepatitis, hemorragia intraoperatoria, coagulopatía y pancreatitis.

Según la edad de la paciente, podemos plantear la utilización de medicación como: anticonceptivos orales, acetato de ciproterona y espironolactona.

Efluvios anagénicos

Características clínicas

Consiste en la pérdida brusca e intensa de la práctica totalidad del cabello, (90% del total) escasos días (7-10 días) tras la actuación de una causa desencadenante, siendo claramente visible a los 1-2 meses. La localización fundamental es el cuero cabelludo, ya que allí la mayoría de las raíces se encuentran en fase de anagen (>90%) y la duración del anágeno es más larga en comparación con otras localizaciones.

Etiología

En la tabla II, se especifican las posibles causas. En los niños, la principal causa desencadenante es la radioterapia y/o quimioterapia, como consecuencia de procesos oncológicos. La alopecia por quimioterapia(16) (Fig. 7) representa uno de los factores más traumáticos en los pacientes con cáncer, con una incidencia que puede alcanzar el 65% de los casos.

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Figura 7. Alopecia irreversible tras quimioterapia y radioterapia en niña de 8 años.

Junto con la xerosis y la hiperpigmentación acral, son las principales manifestaciones cutáneas en los niños con enfermedades oncohematológicas sometidos a tratamientos. La intensidad de pérdida de pelo dependerá de: vía de administración, dosis, período de administración, combinación de fármacos y momento del efecto máximo del fármaco. Una dosis alta de quimioterapia durante mucho tiempo, puede afectar también al pelo de todo el cuerpo, como: barba, cejas, pestañas, axilas y pelo púbico. En la mayoría de los casos, es reversible, el pelo vuelve a crecer unas semanas después del cese de la quimioterapia, sin embargo, existen casos de alopecia persistente tras quimioterapia y otros pacientes experimentan cambios en: el color, la textura y el tipo de pelo. Los fármacos quimioterápicos que causan efluvio anagénico son, sobre todo, compuestos: alquilantes, antimetabolitos, alcaloides de la vinca e inhibidores de la topoisomerasa (Tabla III).

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La alopecia es un efecto secundario conocido de la radiación craneal(17). La alopecia comienza durante la segunda y tercera semana de exposición, y varía dependiendo del sitio del cuerpo. La cabeza es la zona más sensible para la pérdida de pelo. Las axilas, la barba y el área púbica son menos sensibles, y las pestañas y las cejas las más resistentes. El pelo vuelve a crecer pronto, aunque con variaciones, entre tres semanas a varios meses después de la terapia. El nuevo cabello puede crecer transitoriamente con diferente color y estructura, o tener menos densidad. También, hay casos de alopecia permanente. Los factores que afectan a la gravedad y expresión del efluvio inducido por la radiación son: dosis total (5 Gy), intervalo entre sesiones y tamaño y posición del área radiada. Además, otros factores como: tabaquismo, nutrición, obesidad e integridad de la piel, pueden afectar a su expresión. Existen también ciertos fármacos como: actinomicina D, doxorrubicina, bleomicina, 5-fluoracilo y metotrexato, que pueden aumentar la radiosensibilidad y la historia individual de alopecia, y puede aumentar el riesgo de alopecia permanente.

Las intoxicaciones (fármacos y drogas)(18) y las enfermedades sistémicas son otro grupo etiológico a tener en cuenta en los efluvios de los niños. Además de la alteración del cabello, existirán otros síntomas y signos sistémicos acompañantes. La exposición ocupacional o ambiental a metales pesados y compuestos tóxicos como: talio, selenio, plomo, bismuto, cobre, arsénico, mercurio y cadmio, provoca efluvio anagénico difuso reversible y/o alteraciones del cabello. De gran ayuda, es la determinación en sangre y orina de toxinas.

Existen publicaciones que hablan de que un efluvio difuso intenso en los niños, debería considerarse una manifestación extraintestinal de enfermedad inflamatoria intestinal crónica (EIIC), como la enfermedad de Crohn(19), sobre todo, en aquellos casos de: alopecia inexplicable, recalcitrante a los tratamientos habituales o cuando existan otros síntomas de alarma, de tipo: pérdida de peso y/o fallo de medro, febrícula, vómitos dispersos, diarreas ocasionales, aftas orales recidivantes, déficit de hierro sin anemia, apatía, retracción social, etc. Se han descrito un amplio espectro de hallazgos cutáneos asociados a la clínica digestiva en los pacientes con EIIC, que habitualmente coinciden o siguen al diagnóstico de la enfermedad intestinal; sin embargo, también debemos tener en cuenta que puede darse el caso de anteceder a la enfermedad digestiva, meses e incluso años. La prevalencia exacta de alopecia en pacientes con EIIC es desconocida. Se han descrito casos de efluvio telogénico y anagénico asociados a enfermedad crónica y a brotes y reagudizaciones intensas, respectivamente; en estos casos, la inflamación es el factor etipatogénico de la alopecia. También, las causas de pérdida del cabello pueden estar en relación con la malabsorción y los déficit nutricionales que presentan la mayoría de los pacientes, así como los efectos adversos de la medicación (inmunosupresores, corticoides…). Habitualmente, la alteración capilar cesa tras el tratamiento de la enfermedad intestinal y, en ocasiones, marca el inicio de una nueva recaída.

Otras enfermedades que pueden ponerse de manifiesto como efluvios son las inmunodeficiencias, que deberemos pensar en ellas, ante una historia de infecciones frecuentes, con clínica atípica, aumento en la frecuencia, severidad y duración, producidas por agentes no habituales, infecciones crónicas de no curación o curación incompleta, escasa respuesta a agentes habituales, osteomielitis recurrente, fallo de medro con retraso ponderoestatural y clínica digestiva como: diarrea, vómitos o clínica de malabsorción.

En los niños con malnutrición severa y aguda(20), se han descrito alteraciones cutáneas y del cabello muy características, que se resumen en la tabla IV.

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No podemos olvidar mencionar la anorexia nerviosa y la bulimia, como causas de efluvio telogénico y anagénico en niños preadolescentes y adolescentes.

También, se asocia alopecia a muchas enfermedades endocrinas (Tabla V).

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Exploración física

La maniobra de arrancamiento es intensamente positiva, dramática y alarmante, y en el tricograma podemos apreciar raíces anagénicas desprendidas. Sin embargo, también podemos encontrar raíces anagénicas distróficas y raíces telogénicas; ya que, como hemos comentado anteriormente, una misma causa puede ocasionar efluvio anagénico o telogénico en función de la etapa del ciclo folicular en la que se encuentren los folículos cuando sufran la agresión y de su actividad mitótica. Cuanto más intensa sea la causa responsable o más susceptible el sujeto, también más alteración encontraremos, no solo caída sino alteración en la textura (áspero, deslustrado, alisamiento del pelo rizado, encrespamiento del pelo liso…), en el color, en la tricoscopia, etc. Si la causa no es muy intensa, solo objetivaremos un aumento de la caída.

La tricoscopia(21) puede ser de gran ayuda, encontrando diferentes estructuras (no específicas, ya que también las podemos encontrar en la alopecia areata): puntos negros, puntos amarillos y constricciones: constricciones agudas (pelos en signos de exclamación), pelos cónicos o “tapered hair”, y estrechamientos irregulares o constricciones Pohl-Pinkus.

En la intoxicación por talio(22), los signos mucocutáneos consisten en: efluvio anagénico, pérdida de cola de cejas, descamación palmoplantar, lesiones acneiformes periorales, lesiones eccematosas, estomatitis, glositis dolorosa y líneas de Mees en las uñas de los dedos de las manos, similares a las halladas en la intoxicación por arsénico.

Los niños con anorexia o bulimia suelen presentar, además de la alteración del cabello: xerosis, dermografismo blanco, hipertricosis difusa, acrocianosis, cicatrices, artefactos, uñas quebradizas y onicofagia. La hipertricosis (lanugo) se relaciona de forma significativa con la existencia de amenorrea, así como índice de masa corporal menor de 16, y es un hallazgo muy característico en los niños que padecen anorexia o bulimia, y poco frecuente en los adultos.

Diagnóstico diferencial

Existe una forma de alopecia areata que podría confundirse clínicamente con un efluvio anagénico y es la alopecia areata difusa o incógnita(23). Ocasiona un efluvio anagénico distrófico similar al inducido por quimioterapia, radiación o toxinas. En ocasiones, es muy difícil de diagnosticar, si no se hace una profunda exploración con tricoscopia y tricograma, es fundamental el hallazgo de puntos amarillos y cabellos distróficos, respectivamente. Hay que explorar bien las regiones parietales y, sobre todo, la occipital, pues al contrario que en la alopecia androgenética, la pérdida de cabellos se produce también en estas regiones. Suele acompañarse de un rápido encanecimiento piloso. Algunos casos tienden en un corto espacio de tiempo a una alopecia total, que responde rápidamente a la terapia corticoidea, habitualmente. Como tratamientos(24), podemos utilizar: corticoides tópicos u orales (minipulsos de dexametasona), minoxidil o inmunoterapia con difenciprona.

Se escaparía al diagnóstico diferencial de las alopecias difusas como son los efluvios. La tricotilomanía es más una forma de alopecia focal en placa y se escapa de la revisión.

Tratamiento

El remedio más frecuente para la alopecia inducida por quimioterapia es disimular la pérdida de pelo. Se han diseñado aparatos para enfriar el cuero cabelludo, mientras se administra el tratamiento o, simplemente, el uso de bolsas de hielo para reducir así la pérdida de pelo. Este método previene la alopecia, reduciendo la velocidad del metabolismo celular o la perfusión de sangre en el cuero cabelludo. Sin embargo, no siempre funciona y este método suscita polémica, por no hablar del efecto desagradable de enfriar el cuero cabelludo durante la quimioterapia. En los estadios iniciales, cuando existan importantes hallazgos en la tricoscopia de distrofia y el paciente puede asociar tricodinia, podemos utilizar corticoides tópicos. Una vez superado, se utiliza el minoxidil, tanto oral como tópico.

Conclusiones

Los efluvios son, con diferencia, la forma de alopecia más frecuente en la infancia. Sin embargo, son muchas las formas de manifestarse, así como las causas responsables. Es muy importante el estudio integral del paciente que consulta por caída del cabello o alteración del mismo, haciendo especial hincapié en: la anamnesis, la exploración tricológica y la tricoscopia. Se propone algoritmo diagnóstico en el abordaje del paciente pediátrico con caída de cabello.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Bibliografía recomendada

– Serrano-Falcón C, Fernández-Pugnaire MA, Serrano-Ortega S. Hair and scalp evaluation: the trichogram. Actas Dermosifiliogr. 2013; 104: 867-76.

El método de exploración en tricología, de tipo semiinvasivo por excelencia, es el tricograma. En este artículo, se detalla cómo realizarlo e interpretarlo, y sus indicaciones. Igualmente, se repasan los métodos no invasivos (historia clínica, exploración, inspección y palpación del cabello, y cuero cabelludo).

– Rudnicka L, Olszewska M, Rakowska A, Slowinska M. Trichoscopy update 2011. J Dermatol Case Rep. 2011; 5: 82-8.

– Lencastre A, Tosti A. Role of trichoscopy in children’s scalp and hair disorders. Pediatr Dermatol. 2013; 30: 674-82.

El dermatoscopio se está convirtiendo en una herramienta básica, por su rapidez y bajo coste en el estudio de toda la patología dermatológica, incluyendo el cuero cabelludo y el pelo. En estos artículos, se repasan las estructuras dermatoscópicas más importantes, para poder llevar a cabo los algoritmos diagnósticos y dirigir exploraciones más complejas, como el tricograma o la biopsia cutánea dirigida.

 

Caso clínico

 

Paciente niña de 4 años que, de forma brusca, comienza a sufrir caída de cabello de forma difusa, ocasionando un cabello ralo y con zonas de menor densidad. Su madre refería encontrar cabellos por toda la casa, y la tracción realizada con el cepillo al peinarla o al lavarle la cabeza era suficiente para que el pelo cayera de forma dramática.

A la exploración, no presentaba una zona de franca alopecia, pero sí había disminuido la densidad global del cabello. La maniobra de arrancamiento era extremadamente positiva y, a la palpación el cabello, estaba: deslustrado, áspero y con poco brillo. En la exploración con tricoscopio, se apreciaban numerosos pelos en signos de exclamación, de forma dispersa, en el cuero cabelludo (Fig. 8).

Alteraciones más frecuentes del pelo en Pediatría - G.M. Garnacho Saucedo, J.C. Moreno Giménez

Figura 8.

Por lo demás, la paciente estaba sana, se encontraba bien y lo único que refería es ser atópica con brotes frecuentes de dermatitis, así como una infección viral padecida hacía unos 2 meses.

Se realizó una analítica en la que se objetivó unos niveles de vitamina D bajos y una Ig E mínimamente elevada.

Con el diagnóstico de alopecia areata difusa, se instauró tratamiento con una fórmula de propionato de clobetasol 0,05% y minoxidil 2%, aplicando 2 ml cada 24 horas durante 3 semanas y, posteriormente, 3 días en semana, durante 2-3 meses. Igualmente, se suplementó la vitamina D.

 

 

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Psoriasis y otros trastornos papuloescamosos

L. Quintana Castanedo, R. de Lucas Laguna
Temas de FC


L. Quintana Castanedo, R. de Lucas Laguna

Servicio de Dermatología del Hospital La Paz, Madrid

Resumen

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica y representa la dermatosis papuloescamosa más frecuente en edad pediátrica. Está asociada a múltiples comorbilidades sistémicas, no solamente cutáneas, que precisan de un despistaje precoz en la población infantil y adolescente, para evitar daño en otros órganos y sistemas, muchos de ellos irreversibles. Entre&#160;las opciones terapéuticas, existen fármacos, tanto de uso tópico como sistémico y, gracias al desarrollo de nuevos fármacos biológicos y la experiencia adquirida en población pediátrica, cada vez son más las opciones disponibles para el manejo de psoriasis moderada-grave y/o con gran limitación de la calidad de vida en los pacientes con psoriasis. Aunque menos frecuentes, los pacientes pediátricos también pueden desarrollar otras enfermedades papuloescamosas que merece la pena conocer, como: liquen plano, pitiriasis liquenoide, pitiriasis rubra pilaris o pitiriasis rosada.

 

Abstract

Psoriasis is a chronic inflammatory disease which represents the most common papulosquamous dermatosis in pediatric age. It is associated with multiple systemic comorbidities, not only affecting the skin, that require early screening in children and adolescents to avoid organ and system damage, irreversible in many cases. Among the therapeutic options, there are drugs for both topical and systemic use and, given the development of new biological drugs and the experience achieved in the pediatric population, more and more options are available for the management of moderate- severe and / or quality of life limiting psoriasis. Although less common, pediatric patients can also develop other papulosquamous diseases that are worth mentioning, such as: lichen planus, pityriasis lichenoides, pityriasis rubra pilaris or pityriasis rosea.

 

Palabras clave: Psoriasis; Liquen plano; Pitiriasis rubra pilaris; Pitiriasis rosada; Pitiriasis liquenode.

Key words: Psoriasis; Lichen planus; Pityriasis rubra pilaris; Pityriasis rosea; Pityriasis lichenoides.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 177 – 183

 


Psoriasis y otros trastornos papuloescamosos

Psoriasis


Introducción

Es la enfermedad papuloescamosa más frecuente en la infancia, asociada a numerosas comorbilidades sistémicas, cuyo despistaje precoz es fundamental.

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica, caracterizada por la aparición de placas eritemato-descamativas en la piel. La prevalencia de la enfermedad se estima entre 1-3% de la población general, y cuenta con una gran variabilidad, tanto en la duración y gravedad, como en la forma de presentación. En la población pediátrica, representa el 4% de las dermatosis en niños de menos de 16 años, siendo la enfermedad eritemato-descamativa más frecuente en este grupo de pacientes y, es por ello, que en este capítulo nos centraremos en la psoriasis como principal dermatosis papuloescamosa de la infancia(1). Se estima, además, que un tercio de los pacientes afectados de psoriasis debutan con la enfermedad en la edad pediátrica(2).

La psoriasis infantil comparte una serie de características con la forma del adulto; pero, a su vez, tiene unos rasgos que la diferencian. Es frecuente que exista un antecedente infeccioso como factor desencadenante de los brotes. Desde el punto de vista clínico, la afectación facial es más frecuente en la población pediátrica y el prurito es un síntoma habitual, a diferencia del paciente adulto. En este subgrupo poblacional, además es más frecuente que exista un solapamiento con el eccema, llegándose incluso a describir una entidad independiente conocida como psoriasis eccematoide o eccema psoriasiforme(3).

Además, los niños que padecen psoriasis desde la infancia, tienen un mayor riesgo de síndrome metabólico (dislipemia, diabetes, hipertensión arterial y sobrepeso).

Etiopatogenia

La fisiopatología de la psoriasis, a día de hoy, todavía no se conoce en profundidad. Se cree que se trata de una enfermedad inflamatoria crónica, que aparece tras la exposición a determinados factores ambientales, en individuos predispuestos genéticamente.

En los pacientes con psoriasis, existe una activación de la respuesta inmune innata (RII) y de la respuesta inmune adaptativa (RIA), que da lugar a un aumento de citoquinas pro-inflamatorias (IL-17, IL-23, factor de necrosis tumoral alfa [TNF-α] e interferón gamma). Esta cascada inflamatoria da lugar a una mayor proliferación de queratinocitos y de las células del endotelio vascular.

A día de hoy, se sabe que la psoriasis tiene una base genética clara, con un modo de herencia complejo. La historia familiar es más común en la población pediátrica que en adultos. Según las series, el 35-90% de los pacientes con psoriasis tienen un antecedente familiar. Se estima que si uno de los dos progenitores tiene psoriasis, el riesgo de que el niño lo padezca es del 28%, y asciende hasta el 65%, si los dos progenitores están afectos(4).

Se han identificado un total de 9 loci cromosómicos que asocian mayor riesgo de padecer psoriasis: PSOR1 al PSOR9. El PSOR1 es el mayor determinante genético de todos los descritos hasta la fecha. El HLA-Cw6 está muy ligado a la edad de inicio de psoriasis. Según lo publicado, se estima que el 90% de los pacientes con psoriasis de inicio temprano, el 50% de los pacientes con psoriasis de inicio tardío, y solamente el 7% de la población general de referencia, expresaba el HLA-Cw6. Se habla incluso de psoriasis de tipo I de inicio temprano, en aquellos pacientes con antecedentes familiares y expresión de HLA-Cw6 y psoriasis tipo II, de inicio tardío, en aquellos subgrupos sin antecedentes familiares y sin expresión de HLA-Cw6. Dentro de otros alelos HLA, asociados a otras variantes de psoriasis, está el alelo HLA-B27, como marcador de psoriasis asociado a sacroileitis y artritis reactiva.

Factores desencadenantes

Existen una serie de factores desencadenantes, tanto externos como sistémicos, que pueden causar psoriasis en individuos con predisposición genética. Entre los factores desencadenantes más frecuentes en población pediátrica, se encuentran:

• Infecciones, en particular infecciones bacterianas, siendo más frecuentes, las infecciones por Streptococcus pyogenes. Suele desencadenar formas de psoriasis en gotas, siendo menos frecuente, el desarrollo de psoriasis en placas o formas pustulosas. Se debe prestar especial atención, tanto a infecciones faringoamigdalares como a infecciones perianales estreptocócicas. Las formas de psoriasis en gotas con desencadenante infeccioso por estreptococo, parecen tener mejor pronóstico. Otros procesos infecciosos, aunque menos frecuentes, que también se deben tener en cuenta como posibles desencadenantes son: Staphylococcus aureus, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), Candida albicans y Pityrosporum ovale.

• Fármacos: se han relacionado algunos fármacos como causantes de psoriasis, como: litio, interferón, beta-bloqueantes o anti-palúdicos. El descenso rápido de corticoides sistémicos puede causar psoriasis pustulosa, así como reagudizaciones de psoriasis en placas.

• Estrés emocional: se asocia, tanto a presentación inicial como a reagudizaciones de psoriasis preexistente.

• Obesidad, tabaquismo y consumo de alcohol.

Manifestaciones clínicas

La forma de presentación clínica de la psoriasis tiene una serie de peculiaridades en función de la edad del paciente, tanto en distribución y morfología como en los síntomas asociados. En la infancia, es muy frecuente y característica, afectación facial, flexural y de la zona del pañal, donde, a veces, el diagnóstico diferencial puede ser difícil. El prurito suele ser un síntoma común en la psoriasis de inicio en la infancia, no siendo tan frecuente en población adulta. La psoriasis ungueal es menos frecuente, así como la afectación articular.

La presentación clínica varía en función de la edad, y podemos dividirlo en tres grandes grupos:

1. Psoriasis en el lactante: en pacientes de menos de 2 años de edad, la forma de presentación de psoriasis más frecuente es la psoriasis en el área del pañal. La forma clásica se describe como: placas eritematosas brillantes y no descamativas, con bordes netos, localizadas en la zona del pañal. Otra forma menos frecuente, pero también típica, es la psoriasis del pañal con diseminación de las lesiones. En esta forma, la clínica se inicia en la zona inguinal y púbica, y las pápulo-placas se van generalizando. El diagnóstico diferencial supone, a veces, un reto. Se deben tener en cuenta otras entidades como: dermatitis seborreica, dermatitis de contacto irritativa e incluso sobreinfecciones por Candida spp.

2. Psoriasis congénita: aunque se trata de una forma poco frecuente, la psoriasis puede aparecer en el momento del nacimiento, habitualmente en forma de eritrodermia, y supone una causa de emergencia médica. En estos pacientes, se debe tener presente en el diagnóstico diferencial otras causas de eritrodermia en el neonato, como son: ictiosis congénitas, inmunodeficiencias primarias, dermatitis seborreica o eccema. El diagnóstico habitualmente es clínico. La hiperqueratosis en el cuero cabelludo o la presencia de onicopatía apoyan el diagnóstico de psoriasis.

3. Psoriasis en el niño y adolescente: en estos grupos de edad, las formas clínicas son superponibles a las formas del adulto, con las peculiaridades que se han comentado previamente. A continuación, se detallan las formas de presentación de psoriasis más frecuentes:

• Psoriasis en placas: es sin duda la forma más frecuente y clásica de presentación de la psoriasis. Se manifiesta en forma de placas eritemato-descamativas que suelen afectar característicamente las zonas de extensión (codos, rodillas, cuero cabelludo) (Fig. 1).

Psoriasis y otros trastornos papuloescamosos - L. Quintana Castanedo, R. de Lucas Laguna

Figura 1. Placas eritemato-descamativas en muslos típicas de psoriasis en placas.

La afectación periumbilical o retroauricular (Fig. 2) es muy característica de psoriasis en placas.

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Figura 2. Placas de psoriasis retroauriculares.

En población pediátrica, las placas suelen ser menos descamativas que en población adulta. Se describe el fenómeno isomórfico de Köebner, en el que aparecen nuevas lesiones de psoriasis en zonas sometidas a traumatismos.

• Psoriasis en gotas: es la forma más frecuente en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Con frecuencia, presenta un antecedente infeccioso previo, siendo la faringoamigdalitis estreptocócica el más frecuente y suelen tener buen pronóstico. Se manifiesta en forma de pequeñas placas eritemato-descamativas, redondeadas, en forma de gotas o monedas, que suelen afectar al tronco y raíz de extremidades (Fig. 3).

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Figura 3. Pápulas con descamación gruesa distribuidas en tronco en paciente con psoriasis en gotas.

En el diagnóstico diferencial, debe incluirse: pitiriasis rosada de Gibert, eccema numular y tiñas corporales con reacción de hipersensibilidad tipo ide.

• Psoriasis eccematoide u overlap psoriasis-eccema: en ocasiones, las manifestaciones clínicas comparten características de ambas entidades, de tal forma que se ha llegado a describir una entidad con solapamiento de ambas enfermedades. Estas formas son más frecuentes en la edad pediátrica, suelen asociar prurito y la afectación facial es típica.

• Psoriasis pustulosa: es una forma poco frecuente, pero que puede dar lugar a cuadros potencialmente graves. Puede ser localizada o generalizada. Estas últimas se manifiestan como áreas eritematosas con pústulas en su interior, llegando a alcanzar el grado de eritrodermia en ocasiones, y se suelen acompañar de: fiebre, irritabilidad y malestar general. Recientemente, se han descrito dos nuevos síndromes autoinflamatorios, cuyo estudio estaría justificado en aquellos casos de pacientes que debutan con psoriasis pustulosa en edad pediátrica: la deficiencia del antagonista del receptor de la interleucina 1 (DIRA) y la deficiencia del antagonista del receptor de la interleucina 36 (DITRA)(5). Suelen presentarse como brotes de psoriasis pustulosa en las primeras semanas de vida o hasta los primeros años, asociados a otras manifestaciones, como puede ser: fiebre, osteomielitis y elevación de reactantes de fase aguda. La deficiencia del antagonista del receptor de la IL36 (DITRA) se ha relacionado con formas familiares y esporádicas de psoriasis pustulosa generalizada. En los pacientes con DIRA, a pesar de ser una enfermedad letal sin tratamiento, el uso de anakinra como primera elección, ha cambiado el paradigma de este síndrome. Otro nuevo síndrome, CADR14 mediated psoriasis (CAMPS) es otro de los síndromes autoinflamatorios asociados a la psoriasis pustulosa generalizada(6,7).

Comorbilidades

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria compleja, clásicamente atribuida a un daño cutáneo, pero asociada a graves comorbilidades médicas como: obesidad, hipertensión, dislipidemia, diabetes mellitus tipo 2, artritis psoriásica, enfermedad del hígado graso no alcohólico, depresión, ansiedad y disminución de la calidad de vida. Dado que la psoriasis comienza en la infancia en casi un tercio de los pacientes, la identificación temprana es fundamental para minimizar los efectos en la salud futura(8).

En las últimas dos décadas, hemos asistido a un aumento exponencial del número de trabajos publicados sobre el impacto multidimensional de la psoriasis, tanto en adultos como en niños. No solamente existe un riesgo significativo de tener daño en otros órganos diana, sino que se asocia a un detrimento en la calidad de vida y a un mayor riesgo de enfermedades psiquiátricas(9), como depresión y ansiedad.

Sobrepeso y obesidad

Los pacientes pediátricos con psoriasis tienen mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad, cuando se comparan con controles sanos. No está claro, si el hecho de tener obesidad o sobrepeso predispone a la psoriasis o afecta a la gravedad de la enfermedad en los niños, pero estudios preliminares apuntan que el exceso de tejido adiposo y su estado pro-inflamatorio con aumento de citoquinas, como el factor de necrosis tumoral, puede predisponer al desarrollo de psoriasis.

Diabetes mellitus tipo 2 (DM)

A pesar de que el riesgo de desarrollar diabetes en pacientes pediátricos con psoriasis no está claro, parece que en población adulta, es un factor de riesgo independiente. Una edad de aparición de la psoriasis temprana y la presencia de artritis psoriásica, pueden tener un mayor impacto en el desarrollo de DM.

Dislipemia

La psoriasis se relaciona con un aumento del factor de riesgo cardiovascular en población adulta. A pesar de que no se disponen de estudios en niños, existen datos precoces de arterioesclerosis y daño endotelial, planteando la hipótesis de que estas complicaciones pueden aparecer en edades precoces.

Hipertensión arterial (HTA)

Estudios, tanto en adultos como en población pediátrica, han asociado la aparición de psoriasis con la HTA, por lo que se recomienda realizar despistaje en todos los pacientes a partir de los tres años de edad(8,10).

Hígado graso no alcohólico (HGNA)

El HGNA incluye esteatosis y esteatohepatitis no alcohólica, y está además relacionado con: sobrepeso, obesidad y resistencia a la insulina(11). Varios estudios han demostrado asociación con HGNA y psoriasis, independientemente de la obesidad.

Artritis

La artropatía psoriásica puede ser una afectación destructiva y debilitante, lo que hace necesario una identificación e intervención precoces. La artritis psoriásica en población pediátrica tiene un pico bimodal. Clínicamente, entre los 2 y 3 años de edad, comparte características con la artritis idiopática juvenil: predisposición femenina, positividad de los anticuerpos antinucleares y oligoartritis, o poliartritis con tendencia a la afectación de las articulaciones pequeñas y la muñeca. En el segundo pico de aparición, entre los 10 y los 12 años, comparte más hallazgos en común con la espondiloartritis: predisposición masculina, entesitis, enfermedad axial y positividad del HLA-B27. La dactilitis o inflamación de todo un dedo, es un hallazgo común en la artritis psoriásica pediátrica. Cabe destacar que el 80% de los niños con artritis psoriásica desarrollan artritis entre 2 y 3 años antes de los hallazgos cutáneos, mientras que los pacientes adultos tienden a desarrollar primero las manifestaciones cutáneas de la psoriasis, una media de 8,5 años antes de los síntomas de artritis. Todos los pacientes pediátricos deben ser examinados y preguntados en cada una de las consultas, tanto en el momento del diagnóstico como en cada una de las revisiones, para descartar signos precoces de afectación articular. La enseñanza e incorporación de un examen rápido de detección de artritis por dermatólogos y pediatras, tiene el potencial de: identificar la artritis pediátrica de forma precoz, facilitar la derivación y reducir el riesgo de enfermedad articular progresiva.

Esfera psicológica

La psoriasis se relaciona con comorbilidad psiquiátrica en todos los grupos de edad. En pacientes pediátricos, se estima que existe entre un 25-30% más de riesgo de desarrollar depresión y ansiedad, si se compara con la población sana. Además, los pacientes jóvenes con psoriasis tienen un aumento de riesgo de consumo de alcohol(9).

Calidad de vida

El dolor, el prurito o la preocupación por la imagen corporal son, entre otros, varios de los factores que interfieren en el impacto en la calidad de vida de los pacientes con psoriasis. Los pacientes pediátricos con psoriasis tienen un impacto emocional, social y de rendimiento académico significativo, que incluso puede derivar en burlas o acoso escolar(8,9).

Tratamiento

Actualmente y, gracias al desarrollo de los fármacos biológicos, los pacientes con psoriasis cuentan con un amplio abanico de opciones terapéuticas, que permiten alcanzar, con un perfil de seguridad aceptable, una clara mejoría en la calidad de vida.

El manejo terapéutico de estos pacientes se realiza de forma similar a los adultos, aunque se deben tener en cuenta varias peculiaridades. La mayoría de los fármacos que se prescriben no están aprobados para su uso en población pediátrica; sin embargo, los resultados de eficacia y su buen perfil de seguridad demostrados en población adulta, así como los años de experiencia en su prescripción en pacientes pediátricos como uso fuera de indicación, avalan su uso. A día de hoy, no se disponen de guías de manejo terapéutico de pacientes pediátricos con psoriasis.

Para definir la gravedad y, por tanto, tomar una decisión terapéutica, se deben seguir varias escalas validadas:

PASI (Psoriasis Area and Severity Index): evalúa las lesiones por sus características de: eritema, induración y descamación, así como la superficie del área implicada. En la tabla I, se describe la forma de calcular el PASI.

BSA (Body Surface Area): determina el área afectada en relación a la superficie total del cuerpo.

PGA (Physician’s Global Assessment): evalúa, de forma global, la gravedad de la enfermedad.

CDLQI (Children’s Dermatology Life Quality Index): mide la calidad de vida.

Tratamientos tópicos

Constituyen la primera línea terapéutica. La mayoría de los pacientes con psoriasis consiguen controlar la enfermedad únicamente con este escalón terapéutico.

Corticoides: son el grupo de fármacos de primera línea y de elección en la psoriasis leve. Se deben utilizar con una potencia y tiempo de aplicación adaptado a la zona a la que se vaya a tratar.

Análogos de la vitamina D: inhiben la proliferación epidérmica, actúan modulando la diferenciación de los queratinocitos y tienen efecto antiinflamatorio. Suelen utilizarse asociados a corticoides tópicos, aumentando la eficacia en comparación con la monoterapia de ambos.

Inhibidores de la calcineurina (tacrólimus en pomada y pimecrólimus en crema): útiles como ahorradores de corticoides, fundamentalmente en zonas con piel fina como la cara y los pliegues.

Antralina: suele utilizarse a una concentración entre 0,1-2% en placas gruesas escasas y en cuero cabelludo.

Tazaroteno: pertenece a la familia de los retinoides tópicos. Modula la diferenciación de los queratinocitos y disminuye la inflamación.

Breas: se utilizan habitualmente en champús, a concentraciones entre 1-5%, y actúan como antipruriginosos y agentes reductores de lesiones más gruesas.

Ácido salicílico y urea: forman parte del grupo de queratolíticos, siendo de gran utilidad en placas hiperqueratósicas. Se debe tener especial precaución con el uso de ácido salicílico en pacientes menores de 2 años de edad (riesgo de absorción sistémica).

Tratamientos sistémicos clásicos

Acitretino: suele utilizarse a dosis de 0,25-1 mg/kg/día. Sus efectos secundarios y teratogenicidad limitan su uso en población pediátrica.

Metotrexato: es uno de los tratamientos más utilizados en psoriasis moderada-grave. Se administra semanalmente, a dosis entre 0,2-0,4 mg/kg. No se ha establecido la eficacia y seguridad de este fármaco en la infancia, aunque se utiliza fuera de indicación, tanto en psoriasis como en otros procesos dermatológicos, como la morfea o la alopecia areata.

Ciclosporina: de gran utilidad por su rapidez de acción, sobre todo, para aquellas formas graves (eritrodérmicas, pustulosas, psoriasis en gotas extensa). Se debe evitar su uso combinado con fototerapia, por aumento del riesgo de cáncer cutáneo.

Fototerapia

La luz ultravioleta de banda estrecha (UVBbe) es la más empleada. Su principal indicación es en aquellos pacientes que no respondan a tratamiento tópico o con lesiones muy extensas.

Tratamientos biológicos

Indicado en pacientes con psoriasis moderada-grave que no responden, presentan alguna contraindicación y/o intolerancia, efectos secundarios o toxicidad a los fármacos sistémicos clásicos. Entre los fármacos biológicos aprobados para el tratamiento de la psoriasis en edad pediátrica, se encuentran:

Etanercept (proteína humana compuesta por el receptor p75 del factor de necrosis tumoral y la porción Fc de la IgG1 humana): a partir de 6 años de edad.

Adalimumab (anticuerpo monoclonal humano, recombinante específico frente al factor de necrosis tumoral [TNF]): a partir de los 4 años de edad.

Ustekinumab (anticuerpo monoclonal IgG1κ anti interleucina 12/23 [IL12/23] totalmente humano): a partir de los 6 años de edad.

Secukinumab (anticuerpo de tipo IgG1/κ monoclonal, íntegramente humano, que se une selectivamente y neutraliza una citoquina proinflamatoria, la IL-17A): a partir de los 6 años de edad.

Otros trastornos pápulo-escamosos


El liquen plano, la pitiriasis rosada, la pitiriasis rubra pilaris, la pitiriasis liquenoide son otras dermatosis papuloescamosas que se deben incluir dentro del diagnóstico diferencial (Tabla II).

Liquen plano (LP)

Es una enfermedad papuloescamosa que se caracteriza por pápulas y placas poligonales, brillantes y violáceas. La enfermedad presenta el fenómeno de Köebner. Puede afectar a: piel, mucosa, folículo piloso y uñas. Se describen diversas variantes morfológicas, como liquen: anular, lineal, actínico, hipertrófico, atrófico, inverso, bulloso, plano penfigoide y planopilar. El diagnóstico se basa en las características clínicas e histológicas. La elección del tratamiento depende de la edad del paciente y de la gravedad de la enfermedad. Entre las opciones terapéuticas, se encuentran: corticosteroides tópicos e inhibidores de la calcineurina, así como medicamentos sistémicos, que incluyen: agentes antiinflamatorios no esteroideos, corticoides sistémicos, dapsona, metotrexato, ciclosporina, azatioprina y fototerapia.

Pitiriasis liquenoide y varioliforme aguda (PLEVA), y pitiriasis liquenoide crónica (PLC)

Ambas entidades son dos extremos de un espectro de la misma enfermedad. Se caracterizan por brotes recidivantes de pápulas eritematosas, que remiten de forma espontánea. En la PLEVA, las lesiones cutáneas, a veces, son costrosas o vesiculopustulosas; mientras que en la PLC, suelen ser descamativas. A veces, pueden coincidir lesiones intermedias o mixtas. El tratamiento de primera línea incluye: corticoesteroides tópicos, preparados de alquitrán tópicos, tetraciclina, eritromicina y diversos tipos de fototerapia(12,13).

Pitiriasis rubra pilaris (PRP)

Es una dermatosis poco frecuente en la infancia. A día de hoy, se mantiene la clasificación que Griffiths propuso en el año 1980(14), dividiendo la PRP en cinco categorías, tres de las cuales afectan a niños y adolescentes. La forma de presentación suele ser una erupción cefalocaudal de pápulas hiperqueratósicas foliculares, que progresan hacia una eritrodermia generalizada, con islotes de piel sana. El subtipo juvenil circunscrito de PRP (tipo IV) (Fig. 4) representa la variante más común antes de la edad adulta, y se asocia con placas eritematosas gruesas y escamosas bien delimitadas, con pápulas queratósicas foliculares, principalmente en las rodillas y los codos.

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Figura 4. Pitirasis rubra pilaris circunscrita.

El subtipo juvenil clásico (tipo III) se caracteriza por pápulas foliculares queratósicas que se unen en placas eritematosas de color salmón, rodeadas de islas de piel de apariencia normal, y queratodermia palmoplantar. El subtipo juvenil atípico (tipo V), que aparece al nacer o durante la infancia, se caracteriza por: pápulas foliculares hiperqueratósicas, rasgos ictiosiformes y cambios similares a la esclerodermia en las palmas de las manos y las plantas de los pies. La mayoría de los casos son esporádicos, pero en una minoría de casos, se ha descrito una herencia autosómica dominante, causada por mutaciones en CARD14. En estos pacientes, los tratamientos tópicos suelen ser insuficientes. Dentro de los tratamientos sistémicos, los retinoides (isotretinoína, acitretino) y metotrexato, son de los más utilizados. Existen series cortas y casos aislados que muestran buenos resultados con inhibidores de TNF-α, secukinumab y ustekinumab(15,16).

Pitiriasis rosada

Se trata de una erupción papuloescamosa, la mayoría de las veces asintomática, aunque puede asociar prurito (Fig. 5).

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Figura 5. Pitiriasis rosada.

La causa exacta no se conoce, aunque se plantea un origen vírico con probable relación con el virus herpes humano 7 (VHH-7). Suele afectar a tronco y raíz de miembros y, clásicamente, comienza con la aparición de una placa heraldo, seguida de lesiones eritematosas ovaladas, que siguen las líneas de clivaje de Langer. Es una enfermedad autolimitada, con una duración aproximada entre 6-8 semanas, aunque hay formas que pueden persistir hasta 5 meses.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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2. Azaña Defez JM, Martínez Martínez ML. Psoriasis en la infancia y adolescencia. s. f.: 11.

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8.*** Osier E, Wang AS, Tollefson MM, Cordoro KM, Daniels SR, Eichenfield A, et al. Pediatric Psoriasis Comorbidity Screening Guidelines. JAMA Dermatol. 2017; 153: 698-704.

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16. Maloney NJ, Hisaw LD, Worswick S. Type I pityriasis rubra pilaris treated with tumor necrosis factor inhibitors, ustekinumab, or secukinumab: A review. J Am Acad Dermatol. 2018; 79: 585-7.

17. van de Kerkhof PCM, Nestlé FO. Psoriasis. En: Callen JP MD, FACP, Cerroni L MD, Heymann WR MD, Hruza GJ MD, Mancini AJ MD, Patterson JW MD, et al., editors. Bolognia. Dermatología: Principales diagnósticos y tratamientos; 2016. p. 43-64.

Bibliografía recomendada

– Azaña Defez JM, Martínez Martínez ML. Psoriasis en la infancia y adolescencia. Pediatr Integral 2016; XX (4): 234-43.

Ofrece una buena revisión clínica de la psoriasis en edad pediátrica.

– Osier E, Wang AS, Tollefson MM, Cordoro KM, Daniels SR, Eichenfield A, et al. Pediatric Psoriasis Comorbidity Screening Guidelines. JAMA Dermatol. 2017; 153: 698-704.

Importante resumen y guía de práctica clínica en el abordaje de las comorbilidades de la psoriasis.

Caso clínico

 

Historia clínica

Niña de 9 años de edad que acude a la consulta por brote de lesiones cutáneas, escasamente pruriginosas, de dos semanas de evolución. Refiere que previamente, al inicio de la clínica cutánea, tuvo un cuadro de faringoamigdalitis estreptocócica, tratado con penicilina (Fig. 6). No ha tenido antecedentes previos similares. Niega sintomatología articular.

Antecedentes personales y familiares

Sin antecedentes personales de interés. Padre con psoriasis en cuero cabelludo y codos.

Exploración física

Pápulas y alguna placa eritemato-descamativa distribuidas ampliamente por el tronco anterior y posterior. No se observa afectación en cuero cabelludo ni retroauricular. Movilidad articular activa y pasiva normal. PASI 7. Índice de masa corporal (IMC): 21 kg/m2.

Pruebas complementarias

Hemograma, perfil lipoproteico y hepático: sin alteraciones significativas. Mantoux: negativo. Serologías VIH, VHB y VHC: negativo. Tensión arterial en rango normal.

Evolución

Con el diagnóstico de psoriasis en gotas, y dada la extensión de las lesiones, se decide iniciar tratamiento con ciclosporina oral a dosis de 3 mg/kg, con muy buena respuesta al mes, alcanzando una remisión completa a los tres meses y permitiendo su suspensión tras cuatro meses de tratamiento.

Psoriasis y otros trastornos papuloescamosos - L. Quintana Castanedo, R. de Lucas Laguna

Figura 6.

 

Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis

F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**
Temas de FC


F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**

*Médico Dermatólogo egresada del Hospital Universitario de Caracas. Venezuela. **Jefe de Servicio de Dermatología, Hospital Infantil del Niño Jesús de Madrid. España

Resumen

La sarna es una infestación de la piel causada por Sarcoptes scabiei var.hominis, un ectoparásito presente en todo el mundo que afecta de 100 a 130 millones de personas al año. Se estima que la prevalencia promedio es del 5 al 10% en niños de países en desarrollo. La transmisión generalmente ocurre después del contacto cercano y prolongado de piel a piel. La sarna clásica se caracteriza por una erupción papular eritematosa y prurito intenso. Otras variantes clínicas incluyen: sarna costrosa, sarna nodular y sarna ampollar. La presencia del ácaro, los huevos o gránulos fecales en el examen microscópico de muestras tomadas de lesiones cutáneas confirma el diagnóstico. Para la erradicación de los ácaros de la sarna, los medicamentos de elección son la permetrina tópica y la ivermectina oral. La sarna es una enfermedad cutánea parasitaria altamente contagiosa, que es estigmatizante y debilitante. Esta revisión tiene como objetivo familiarizar a los médicos de Atención Primaria con las manifestaciones clínicas, para realizar un diagnóstico preciso y un tratamiento rápido, esenciales para el control efectivo de esta patología y para la prevención de la propagación de la enfermedad.

 

Abstract

Scabies is a parasitic infestation of the skin, caused by Sarcoptes scabiei var. hominis, a worldwide spread ectoparasite that affects nearly 100 to 130 million people each year. It is estimated that the average prevalence is 5 to 10% in children from developing countries. Transmission usually occurs after a close and prolonged skin-skin contact. Classic scabies is characterized by intense itch and a papular, erythematous rash. Other clinical variants include crusted scabies, nodular scabies and bullous scabies. The presence of the mite, its eggs or faeces in microscopic tests from skin lesions confirms the diagnosis. For the elimination of scabies mites, the medications of choice are topical permethrin and oral ivermectin. Scabies is a highly contagious parasitic skin disease that is stigmatizing and debilitating.
The primary aim of this review is for primary care physicians to be familiar with the clinical manifestations of scabies in order to make an accurate diagnosis, and initiate prompt treatment, which are essential for effective control of this disease, thus preventing its propagation.

 

Palabras clave: Sarcoptes scabiei ; Escabiosis; Ectoparasitosis; Sarna; Prurito.

Key words: Sarcoptes scabiei; Scabies; Ectoparasitosis; Itch.

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 176.e1 – 176.e15


Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis

Sarna (escabiosis)


Introducción

La sarna es una de las primeras enfermedades humanas de las que se conoció su causa en el siglo XVII. Es una infestación cutánea parasitaria contagiosa causada por un ácaro, Sarcoptes scabiei variedad hominis, que prevalece a nivel mundial y causa una significativa morbilidad y mortalidad.

La sarna o escabiosis es una de las afecciones cutáneas más comunes que se encuentran en todo el mundo. La palabra escabiosis proviene del término latino “scabere” que significa rascar. Se trata de una ectoparasitosis causada por Sarcoptes scabiei var. hominis, un ácaro parasítico microscópico obligado, que vive todo su ciclo de vida, de 10-14 días, en la epidermis humana.

Este ácaro se conocía como Acarus scabiei (DeGeer, 1778), antes de que se estableciera el género Sarcoptes (Latreille, 1802) y se convirtió en S. scabiei. La investigación durante los últimos 40 años ha aumentado considerablemente, principalmente sobre la biología del ácaro, las interacciones parásito-huésped y los mecanismos que utiliza para evadir las defensas del huésped. Roncalli y Friedman aportan conocimientos de sarna en humanos y en medicina veterinaria, desde los tiempos bíblicos hasta principios del siglo XX. La primera referencia escrita a una enfermedad de la piel de humanos y otros mamíferos que podría ser sarna, aparece en el Levítico en la Biblia (1200 a. C.). Según Friedman, la relación causal entre el ácaro del picor Acarus scabiei (ahora Sarcoptes scabiei) y la enfermedad en humanos, fue descubierta por Bonomo y Cestoni en 1687 y “marcó el establecimiento por primera vez en la historia de la medicina, de una causa definitivamente conocida de cualquiera de las enfermedades del hombre”. Hoy en día, es una enfermedad cutánea contagiosa de los humanos y de muchos mamíferos domésticos y salvajes, que está desatendida, prevalece a nivel mundial, y causa una significativa morbilidad y mortalidad.

Entre los ácaros, los S. scabiei pertenecen al superorden Acariformes, orden Sarcoptiformes, suborden Oribatida, infraorden Desmonomata y al grupo Astigmata. Pertenece a la superfamilia Sarcoptoidea y a la familia Sarcoptidae, que contiene la subfamilia Sarcoptinae, la cual incluye el género Sarcoptes y la especie: Sarcoptes scabiei var. hominis(1-3).

Epidemiología

Actualmente, la sarna está en la lista de enfermedades tropicales desatendidas (ETD) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ocurre en todos los países, pero su distribución no es uniforme, por ello, son necesarios métodos de muestreo de población y criterios de diagnóstico estandarizados.

En 2017, se agregó la sarna a la lista de ETD de la OMS. Se recomendó que se incluyera como categoría A, definida como aquellas condiciones que cumplen los cuatro criterios especificados, y se recomienda para la acción a gran escala, para garantizar el acceso a medicamentos orales y desarrollar pautas para su uso en salud pública. Las recomendaciones incluyeron: definir mejor la carga global, integrar los esfuerzos de control para capitalizar los programas basados en ivermectina para otras ETD y establecer pautas provisionales para las intervenciones de salud pública para su control.

La sarna ocurre en todos los países, pero su distribución no es uniforme. Se encuentra una carga de enfermedad mucho mayor en los países de bajos y medianos ingresos, donde el acceso a un tratamiento efectivo, a menudo, es inadecuado y el hacinamiento de la población aumenta la transmisión. Las áreas con climas cálidos y húmedos tienen la prevalencia más alta, entre ellas las islas en la región del Pacífico y América Central, y las comunidades indígenas del norte de Australia. En climas templados, la incidencia es mayor en otoño e invierno que en verano. Los individuos con enfermedades concomitantes o ingresados en entornos institucionales (orfanatos, residencias de anciano, refugios para personas sin hogar, prisiones o campamentos de desplazados), pueden correr un mayor riesgo de padecer sarna.

El estudio de Carga Global de Enfermedad (Global Burden of Disease, GBD) de 2016 estimó que la prevalencia global es de alrededor de 147 millones, con 455 millones de casos de incidentes anuales, con una prevalencia que oscilaba entre el 0,2 y el 71,4%, siendo hasta 40-50% en niños menores de 18 años. Causa una carga de morbilidad ajustada por edad similar a Haemophilus influenzae, meningitis tipo B y leucemia linfoide aguda.

Los factores predisponentes incluyen mala higiene, desnutrición, pobreza, hacinamiento, falta de vivienda, reducción del acceso a la atención de la salud, contacto sexual indiscriminado, demencia, alteraciones sensitivas e inmunodeficiencia. Los niños menores de dos años y las personas de edad avanzada corren el mayor riesgo y, generalmente, no hay predilección por género.

Mientras que la carga directa de la sarna es alta, esta puede ser la “punta del iceberg” de la carga mediada a través de la infección bacteriana secundaria. En algunas poblaciones, del 41 al 93 % de los casos de impétigo son asociados a escabiosis. Por otro lado, pueden desarrollarse complicaciones del impétigo como infecciones bacterianas locales y sistémicas, glomerulonefritis post-estreptocócica y, posiblemente, fiebre reumática. Además, la considerable morbilidad y mortalidad de la sarna costrosa no se incluyó en los estudios. Se necesitan estudios más rigurosos en una variedad de entornos y dirigidos a poblaciones desfavorecidas, para describir la carga global y la distribución(3-5).

En la sarna clásica, el contacto prolongado piel con piel, incluido el contacto sexual, es el modo principal de transmisión, y la transmisión mediada por fómites es poco frecuente, siendo más importante en la sarna costrosa (anteriormente conocida como sarna noruega), donde los ácaros son más numerosos.

Los ácaros vivos en ropa de cama, muebles, juguetes y ropa, pueden ser una fuente de infección. Los ácaros pueden sobrevivir fuera del huésped durante 4 días, permaneciendo infecciosos y aún penetrarían en la piel. La humedad relativamente alta y la temperatura baja, también prolongan la supervivencia en el huésped. Mellanby y cols., determinaron que el punto de muerte térmica de hembras de S. scabiei var. hominis expuestas a temperaturas letales fue 49ºC (120°F) en 10 min, y 47,5°C (117,5°F) en 30 min.

Ciclo biológico

El parásito es de color marrón-blanco y tiene 4 pares de patas. La hembra tiene un tamaño aproximado de 0,3 x 0,4 mm y tienen aproximadamente el doble del tamaño del macho. Desde el huésped inicial, y quizás movida por el calor y el olor, la hembra pasa a su nuevo huésped y, bien en la superficie de la piel o en el estrato córneo, es fecundada, muriendo el macho tras la cópula. Excava túneles de 1-3 mm, avanzando de 0,5-5 mm por día, y en ellos coloca de dos a tres huevos ovalados al día y sus deyecciones. Durante una infestación normal, es posible encontrar de 5 a 15 hembras, llegando a miles en el caso de una sarna noruega. Después de 3-8 días de haber depositado los huevos, las larvas salen de los mismos y se dirigen a la superficie de la piel. En menos de 10 días, se transforman en hembras y machos adultos. Las formas juveniles excavan túneles en la epidermis, donde se alimentan de detritus celulares. El ciclo se completa en 2-3 semanas. Se produce una nueva fecundación y se reproduce el ciclo. Esto explica que el periodo de incubación sea de entre una a tres semanas. Puede pasar hasta un mes antes de que un individuo recientemente infectado note el prurito o inflamación, indicadores de la presencia de sarna.

Fisiopatología

Cuando el S. scabiei infecta a un huésped, primero debe penetrar en el estrato córneo de la epidermis. Los ácaros segregan un líquido transparente alrededor de su cuerpo, que facilita su penetración en la piel. A medida que se introduce, las patas impulsan al ácaro hacia adelante, con lo que se forma un túnel en el estrato córneo.

A medida que los ácaros se introducen en la piel, liberan sustancias que inducen respuestas inflamatorias e inmunitarias por parte del huésped, así como sustancias que pueden inhibir ciertos aspectos de estas respuestas, permitiendo que eludan los mecanismos de protección del huésped. Esto último ayuda a los ácaros a sobrevivir inicialmente en la piel del huésped y a establecer una población. Puesto que los síntomas en la piel tardan en aparecer cuatro o más semanas en una infección primaria, parece que en una infección inicial, los procesos innatos / inmunes se deprimen, pero con el tiempo, a medida que los ácaros proliferan y se establece una población, se manifiestan síntomas de la enfermedad.

Debido a la ubicación del ácaro en la epidermis, las sustancias solubles (que incluyen saliva, enzimas y hormonas de muda, heces y materiales excretores nitrogenados) que contienen propiedades antigénicas y farmacológicas, se difunden en la epidermis y dermis. Estas sustancias inducen respuestas en estos tejidos, incluidos queratinocitos, fibroblastos, macrófagos, mastocitos, linfocitos, células de Langerhans y otras células dendríticas, y células endoteliales de la microvasculatura.

Al excavar en la epidermis, los ácaros ingieren plasma del huésped que contiene anticuerpos del huésped y otros componentes plasmáticos, incluidos serinas proteasas, complemento y otras enzimas que podrían dañar el revestimiento intestinal del ácaro, que es crucial para la digestión y absorción de nutrientes. El intestino del ácaro segrega serinas de proteasa o serpinas (SMS). Las SMS pueden inhibir la actividad del complemento al unir C1q, lectina de unión a manosa y propiedad de ladinina en las tres vías del complemento y, por lo tanto, protegen el revestimiento intestinal del ácaro del ataque y daño del complemento. Además, contribuyen a la supervivencia y el crecimiento de bacterias en la piel del huésped y, así, promueven la colonización bacteriana que, a menudo, acompaña a una infección crónica por sarna; por lo tanto, estos ácaros han desarrollado una variedad de moléculas que les permite protegerse de los mecanismos de defensa del complemento del huésped.

También son capaces de provocar directamente prurito a través de la activación del receptor de proteasa activado (PAR-2) en fibras nerviosas periféricas. Los eosinófilos también pueden participar en el prurito, mediante la liberación de varias proteínas (p. ej. sustancia P, factor de crecimiento nervioso, proteína catiónica eosinofílica, proteína básica principal y peroxidasa eosinófilo). La estimulación directa de las fibras nerviosas periféricas por Sarcoptes scabiei var. hominis como prurito mecánico, podría ser también uno de los factores pruritogénicos. El prurito grave en la sarna puede ser provocado por múltiples y complejas vías inmunitarias y pruritógenas. En resumen, la inmunidad Th2 es predominante en lesiones de sarna ordinarias humanas y está acompañada de infiltración masiva de macrófagos IL-31(+) M2 y deposición dérmica de periostina(6-8).

Clínica

Se distinguen clínicamente tres tipos de sarna: sarna clásica, sarna nodular y sarna costrosa. La sarna clásica se presenta con prurito y múltiples lesiones cutáneas localizadas en espacios interdigitales, manos, muñecas, axilas, glúteos, areola en mujeres y genitales en hombres, y los patrones morfológicos de la enfermedad pueden diferir en lactantes, niños y ancianos. La sarna costrosa ocurre con mayor frecuencia en pacientes inmunocomprometidos, manifestándose como hiperqueratosis con o sin prurito.

Sarna clásica

El síntoma cardinal de la sarna es el prurito, común en todos los pacientes. Suele iniciarse de forma insidiosa a los 15-20 días después del contagio (periodo de incubación), salvo en reinfestaciones, donde puede acortarse a 1-3 días, donde la sensibilización se desarrolla rápidamente y el prurito puede surgir a escasas 24-48 horas del contagio. Paulatinamente, se va exacerbando y es difícil de controlar. La intensidad es máxima en la noche, aunque también puede producirse durante el día, pudiendo interferir en las actividades. Abarca todo el cuerpo, con excepción de la cabeza y la espalda. Sin embargo, esto puede variar en el paciente inmunocomprometido y en los niños de corta edad, donde normalmente el prurito es más generalizado, con un rascado incontrolado e insatisfactorio. Se produce un sueño interrumpido, por lo que el niño está cansado e irritable, alterando la tranquilidad familiar, y afecta el estado de la salud física y psicológica del niño y su familia.

Se describen dos tipos de lesiones cutáneas elementales:

Lesiones directas: aquellas producidas de forma directa por el ácaro, y las de mayor valor diagnóstico son los denominados “surcos acarinos” (Fig. 1).

Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis - F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**

Figura 1. Surcos acarinos en un lactante

Estos son la expresión externa de los túneles epidérmicos labrados por la hembra a la par que digiere la epidermis. Son trayectos lineales, levemente sobreelevados y eritematosos que miden varios milímetros; al final de los mismos, se observa una fina vesícula que corresponde al sitio donde está alojado el parásito: la denominada eminencia acarina o perla escabiótica, o vesícula perlada de Bazin, Éstas son lesiones vesiculosas, transparentes, menores de 1 mm, con eritema perilesional, debido a la reacción inflamatoria que se genera. La hembra buscará, para poder penetrar mejor, áreas con estrato córneo más fino. Esto explica que sean mucho más frecuentes en zonas de pliegues, aunque los podemos encontrar por cualquier área anatómica.

Lesiones indirectas: producidas como una reacción cutánea a la presencia del ácaro y por los efectos lesivos del rascado. Encontramos pápulas, lesiones sobreelevadas y eritematosas de distribución bilateral, simétrica y generalizada (Fig. 2).

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Figura 2. Erupción papulovesiculosa en el tronco.

En pacientes atópicos es fácil encontrar elementos nodulares, de 6 a 10 mm de diámetro, intensamente pruriginosos, denominados nódulos acarinos, que se localizan en codos, axilas, flancos, escroto, pene y pliegues sub e interglúteos (Fig. 3).

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Figura 3. Nódulos escabióticos.

Otras lesiones secundarias que podremos observar, según cual sea el momento evolutivo o la intensidad de la infestación son costras, escamas y ampollas.

En resumen, la combinación del prurito y las lesiones elementales, configura una erupción con particularidades propias y altamente sugestivas de dicho diagnóstico. Cronológicamente, en el primer momento de la infestación, son las lesiones directas (vesículas y surcos) más fácilmente detectables. A medida que el proceso se extiende, la erupción se diversifica y gradualmente se torna polimorfa, incorporando: pápulas, nódulos, escamas, costras hemáticas y melicéricas, y excoriaciones, constituyendo una amalgama de lesiones difícilmente reproducible en otras dermatosis.

Se ha descrito sarna en edades muy tempranas, incluso a partir de los 15 días de vida. Por ello, la topografía de la enfermedad varía en relación con la edad del niño. Así, en los lactantes, afecta prácticamente a todo el cuerpo, pudiendo encontrarse lesiones en áreas muy típicas de este grupo de edad y evocadoras del diagnóstico, como son el cuero cabelludo y las plantas.

Igualmente, en las palmas y plantas, no es extraño observar elementos pustulosos, tipo acropustulosis palmoplantar, donde es raro encontrar al ácaro. La mayor parte de las veces se producen tras un correcto tratamiento y eliminación de los ácaros. Se manifiestan en forma de brotes recurrentes, vesiculosos, intensamente pruriginosos y originados a partir de infestaciones escabióticas previas, en la mayoría de los casos. Los pies se afectan en el 100% de los casos y, algo menos, las manos. Pueden afectarse también el dorso de los dedos. No hay afectación oral y no hay otros miembros de la familia afectos. Los episodios duran varias semanas, pero pueden recurrir semanas o meses después. Se ha comprobado su asociación hasta en un 50% de los casos con dermatitis atópica. Entre los diagnósticos diferenciales están enfermedad mano-pie-boca, impétigo, infección herpética, sífilis congénita, foliculitis pustulosa eosinofílica infantil, síndrome de Gianotti-Crosti, psoriasis pustulosa infantil, eccema dishidrótico y sarna recurrente. La resolución espontánea a los 3-5 años de edad es la norma y su información a los padres puede ayudar a tranquilizarlos ante la recidiva de lesiones. Ocasionalmente, se han descrito niños con brotes ocasionales a lo largo de los años. Apreciaremos zonas de eccematización o lesiones impetiginizadas, que pueden dificultar la observación nítida de surcos y vesículas, al igual que nódulos en la axila y zona del pañal, incluso puede haber ampollas (frecuentes en los lactantes). El lactante se muestra irritable, por la falta de sueño secundario al prurito y con sobreinfecciones añadidas.

En niños en edad escolar y adolescentes, las lesiones tienen la topografía del adulto, siendo más frecuentes, por este orden, en región interdigital, axila, ingles e interglútea, y también en cara interna de antebrazos, brazos y anterior de muñeca. Las lesiones en cara y región retroauricular son algo más habituales en este grupo de edad que en los adultos; sin embargo, se puede encontrar por cualquier área anatómica. Debido al intenso prurito y al difícil autocontrol del mismo, característico de la edad pediátrica, se producen intensas lesiones por rascado con excoriaciones, en los casos más crónicos, llegándose a formar áreas de liquenificación y lesiones nodulares granulomatosas.

En mujeres adolescentes, es habitual la afectación de la areola y el pezón; y en el hombre, lesiones en el pene y escroto. Aparecen también lesiones en abdomen y región peri umbilical en ambos sexos. Los ácaros tienden a esconderse sobre la piel debajo de los anillos, brazaletes o pulseras de reloj. No es infrecuente que, en algunos casos, la erupción y el prurito puedan persistir varias semanas, incluso meses, después del tratamiento adecuado con los escabicidas. Posiblemente, sea debido a que aún se mantienen reacciones de hipersensibilidad a los ácaros muertos o a sus deyecciones, que permanecen atrapadas en la capa córnea.

Formas clínicas especiales

La sarna costrosa es la presentación más rara de esta enfermedad y constituye una forma clínica con una gran carga infectante. Clínicamente, presenta múltiples lesiones costrosas e hiperqueratósicas, donde habitan numerosos ácaros. El prurito, por el contrario, es mínimo y no corresponde a la extensión ni a la intensidad de las lesiones.

La sarna costrosa también conocida como sarna noruega, escabiosis crustosa, sarna hiperqueratósica o sarna de Boeck, es la presentación más rara de esta enfermedad. Ocurre en el momento en el que el fallo del sistema inmunitario del huésped condiciona una superinfestación, lo que resulta en una gran reacción inflamatoria e hiperqueratosis epidérmica secundaria; por tanto, constituye una forma clínica con una gran carga infectante (de hasta 4.700 ácaros por cm2 de piel afecta).

Los factores de riesgo para desarrollar una sarna costrosa se relacionan con un déficit en la respuesta inmunitaria celular, que puede encontrarse en los pacientes en situaciones especiales (Tabla I), algunas propias de la edad infantil y otras, exclusivas del adulto y que comparten alteraciones inmunitarias y dificultad en la percepción del picor y las respuestas que éste induce. En recién nacidos, esta forma de presentación se debe a la inmadurez de la respuesta inmune. Los síntomas son más graves que en la forma clásica.

Clínicamente, se caracteriza por la proliferación profusa de ácaros en la epidermis con eritrodermia, pápulas escamosas, costrosas, hiperqueratósicas, de color gris a amarillo-blanco, placas fisuradas y nódulos (Fig. 4).

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Figura 4. Sarna noruega.

Las lesiones frecuentemente se distribuyen de forma generalizada en el cuerpo, pero tienden a ser exageradas en plantas, palmas, región retroauricular y superficie extensora de los codos. Las costras pueden ser escamosas y sueltas, o adherentes y gruesas. Al eliminar la corteza, la superficie de la piel aparece lisa, aterciopelada y roja. Las uñas están a menudo decoloradas, engrosadas y distróficas. La linfadenopatía generalizada es frecuente. El prurito, por el contrario, es mínimo y no corresponde a la extensión ni a la intensidad de las lesiones. La sobreinfección añadida es la regla. La piel engrosada dificulta el tratamiento, ya que los productos tópicos difícilmente la atraviesan. Estas formas se asocian a una alta mortalidad por las complicaciones que pueden aparecer, si no se hace un buen diagnóstico y un buen tratamiento. Representan un peligro para el personal médico y para otros individuos que entran en contacto estrecho con el paciente.

En lactantes y niños pequeños, las lesiones son más extensas, pero afectan con más frecuencia a palmas/plantas, muñecas y tobillos. La impetiginización y la eczematización son comunes. Los lactantes no pueden rascarse, sino que se alimentan mal y parecen irritables. Por su parte, los ancianos pueden presentar síntomas y signos poco llamativos y, aunque la respuesta inflamatoria puede ser tenue, el prurito a menudo sigue presente. En individuos encamados, las lesiones pueden involucrar la espalda.

La sarna ampollosa es otra variante clínica rara, que se caracteriza por una erupción ampollar acompañada de pápulas y túneles, con prurito nocturno. Aproximadamente, el 20% de los lactantes y niños afectados pueden tener principalmente prurito diurno. Los sitios de predilección incluyen el tronco y las extremidades. Se han planteado varias hipótesis para explicar la sarna ampollosa. Ésta podría ser el resultado de sobreinfección por Staphylococcus aureus, autoeczematización o exposición del antígeno del penfigoide ampolloso por el proceso inflamatorio que originaría la producción de anticuerpos frente a la zona de membrana basal.

La sarna nodular, una rara variante clínica de la escabiosis, se caracteriza por nódulos eritematosos extremadamente pruríticos, que pueden persistir incluso después del tratamiento de la escabiosis (Fig. 5).

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Figura 5. Sarna nodular.

El prurito es más intenso por la noche. Los sitios de predilección incluyen pene, escroto, ingle, glúteos y pliegues axilares. Estos nódulos habitualmente no contienen ácaros vivos y no indican una infestación activa, más bien, representan una reacción de hipersensibilidad retardada a partes de ácaros retenidos, huevos y/o gránulos fecales (escíbalos) de una infestación anterior o actual. Sin embargo, en los lactantes, se pueden encontrar parásitos en las lesiones nodulares, especialmente en las axilas. También puede deberse a una penetración más profunda del ácaro en la epidermis o en la dermis, lo que resulta en una respuesta inflamatoria más exagerada.

Complicaciones

La sarna a menudo se complica con impétigo, abscesos, celulitis y, rara vez, infecciones necrotizantes de los tejidos blandos. La prevención primaria de la infección estreptocócica de la piel mediante el control de la sarna, podría ser un componente importante para prevenir enfermedades sistémicas.

Debido al traumatismo cutáneo inducido por el rascado, la infestación por sarna, a menudo, se complica con impétigo por Streptococcus pyogenes (S. pyogenes) o Staphylococcus aureus. La sarna impetiginizada es común en áreas con alta prevalencia de sarna. En Australia, los niños aborígenes tenían siete veces más probabilidades de tener sarna e infecciones cutáneas concomitantes con S. pyogenes o S. aureus que infecciones de la piel aisladas. Además, el tratamiento de la sarna por sí solo disminuye las tasas de impétigo en áreas con altas prevalencias de sarna e impétigo. Los abscesos, la celulitis y, rara vez, las infecciones necrotizantes de los tejidos blandos, también pueden ocurrir como complicaciones locales. La sarna herpeticum puede resultar cuando la escabiosis costrosa está sobreinfectada con herpes simple.

Las complicaciones sistémicas de la sarna se deben principalmente a una infección bacteriana secundaria. La infección cutánea estreptocócica es probablemente un factor importante de fiebre reumática aguda y posterior enfermedad cardíaca reumática en algunos entornos, aunque este vínculo no está establecido de manera concluyente. En Nueva Zelanda y Etiopía, los diagnósticos de sarna se asociaron con la fiebre reumática y el desarrollo de enfermedades cardíacas reumáticas, apoyando el papel potencial del impétigo asociado a la sarna en estas condiciones de alta morbilidad. Las infecciones bacterianas secundarias también predisponen a las personas con sarna a la bacteremia y a la sepsis. La sarna costrosa sin tratar conlleva un alto riesgo de mortalidad por sepsis secundaria. Hasta la fecha, no se han estimado formalmente las proporciones de la carga mundial total de morbilidad de glomerulonefritis, enfermedad renal crónica o cardiopatía reumática atribuible a la sarna. Se estima que la enfermedad cardíaca reumática causa más de 300.000 muertes por año, con una distribución global que se superpone con áreas que son altamente endémicas para la sarna. La prevención primaria de la infección estreptocócica de la piel mediante el control de la sarna, podría ser un componente importante para prevenir estas enfermedades. Otras complicaciones son dermatitis, urticaria y eritema multiforme. Se pueden producir dermatitis de contacto por el uso de tratamientos inadecuados.

Los niños y adultos con sarna sufren angustia emocional debido al prurito severo, malestar y aislamiento social. El ausentismo escolar es también un problema potencial en muchas sociedades. Desafortunadamente, la carga emocional y el estigma de la sarna pueden disuadir a las personas afectadas de buscar un tratamiento y esto puede promover aún más la transmisión y, de hecho, exacerbar la carga física y emocional(8-10).

Diagnóstico

Los criterios de consenso de la Alianza Internacional para el Control de la Sarna 2020 (IACS) para el diagnóstico de la sarna, incluyen tres niveles de certeza diagnóstica y ocho subcategorías. La sarna confirmada (nivel A) requiere la visualización directa del ácaro o sus productos. La sarna clínica (nivel B) y la sarna sospechosa (nivel C) dependen de la evaluación clínica de los signos y síntomas. Se desarrollaron métodos de consenso basados en la evidencia para microscopía, visualización, síntomas y signos clínicos.

El diagnóstico de sospecha es eminentemente clínico y se establece por la topografía y la morfología de las lesiones, el prurito (su típica historia y características, sobre todo, su carácter nocturno) y el dato epidemiológico de la existencia de más casos entre los convivientes o contactos del niño (Algoritmo 1). La historia clínica y exploración hay que centrarla sobre el niño, los familiares cercanos, amigos, quienes le cuidan e indagar sobre contactos fortuitos que haya podido tener o que su cama haya sido ocupada temporalmente por alguna otra persona.

El examen físico, buscando las eminencias acarinas y los surcos, suele ser determinante, en la mayoría de casos. Debe ser minucioso, desde las plantas a la cabeza, prestando atención a pliegues en general e interdigitales en particular, con buena fuente de luz. En ocasiones, las lesiones típicas están camufladas por la eccematización y la impetiginizacion y son difíciles de observar. El diagnóstico de confirmación busca la identificación directa del ácaro o sus productos, tanto en las lesiones específicas (surcos y eminencias) como bajo las uñas, en algunas ocasiones.

Un primer examen directo consiste en colocar una cinta adhesiva transparente en una zona escarificada previamente y observarla al microscopio, para demostrar la presencia de ácaro hembra, restos de ácaro, huevos o detritus fecales, también llamados escíbalos.

La técnica de elección, simple e indolora, será la visión directa del material obtenido del raspado de una lesión sospechosa: eminencia, túnel o surco acarino. Se tensa la piel, se deposita una gota de aceite y con la punta de un bisturí, se desprende suavemente el techo de la eminencia o del surco, y se toma el líquido claro transparente que se obtiene y otros elementos que afloren de la vesícula. Se transfiere todo ello a un portaobjetos, al que se agrega KOH al 10%, se coloca un cubreobjetos y se observa detenidamente en el microscopio.

El diagnóstico definitivo se hace encontrando ácaros de sarna, sus huevos o sus materias fecales, pero un examen negativo no descarta la enfermedad (Fig. 6A y B).

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Figura 6A. Ácaro de la sarna tomado de un surco acarino (arriba).

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Figura 6B. Huevos y heces del ácaro de la sarna (derecha).

El éxito de la técnica depende de varios factores como son ausencia de rascado que permita detectar lesiones intactas, elección adecuada de la lesión, número de tomas que se hagan y experiencia del clínico que la realice.

Como variedad o complemento de la citada técnica, se puede usar la prueba de la tinta, que consiste en aplicar una gotita de tinta china en el extremo de entrada del túnel, limpiando después la superficie con un algodón humedecido con alcohol. La tinta que penetra en el túnel permite la visualización del surco con precisión.

Los avances en métodos no invasivos de alta potencia que incluyen videomicroscopía, videodermoscopia y microscopía confocal de reflectancia, permiten la confirmación del diagnóstico a través de la visualización directa del ácaro. El hallazgo de un patrón “en ala delta” que se debe a la presencia del Sarcoptes scabiei y su surco (Fig. 7).

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Figura 7. Dermatoscopia de un surco acarino. Foto cortesía: Dra. Nicole Knöpfel.

Puede ofrecer importante información diagnóstica en casos que dificulten el raspado, como en los niños. Estos métodos, aunque sensibles, requieren tiempo considerable para un examen completo y son dependientes de costosos equipos y personal especializado; por lo tanto, son más apropiados para su uso en clínicas o entornos de investigación.

El estudio histológico tras biopsia de la lesión sospechosa, no es una técnica de rutina, pero pudiera ser necesario cuando los datos clínicos no son concluyentes. El examen histológico de una lesión clásica puede mostrar S. scabiei adultos, huevos y escíbalos dentro de la epidermis, y eosinófilos, histiocitos y linfocitos en la dermis subyacente. Se puede observar espongiosis. En la escabiosis costrosa, la acantosis, la paraqueratosis y la espongiosis se observan típicamente en la epidermis. Innumerables ácaros en todas las etapas de desarrollo se ven a menudo dentro de la epidermis, dado el alto número de la carga del parásito.

El estudio mediante PCR necesita la presencia física de un ácaro en la toma de estudio. Los test intradérmicos son técnicamente complejos, ya que necesitarían extractos de ácaro en cantidades importantes, hoy por hoy, difícil de obtener. Los presentes en las muestras incorporan otros antígenos extra acarinos que contaminan el estudio y se necesitarían alérgenos escabióticos altamente purificados, con proteínas estandarizadas, homogéneas y reproducibles en la repetición de las pruebas. Recientes análisis de ADN han conseguido la secuencia completa de genes del Sarcoptes scabiei. Se consiguen así, antígenos recombinantes apropiados, por lo que estamos a la puerta de poder alcanzar un inmunodiagnóstico preciso y la selección específica de tratamientos, tanto en la escabiosis animal como humana. Las técnicas serológicas y moleculares están en desarrollo, pero no están aún en una etapa en la que puedan recomendarse para uso clínico o de salud pública.

Los Criterios IACS 2020 (Tabla II) comprenden tres niveles, que representan grados de certeza diagnóstica.

La sarna confirmada (nivel A) es el nivel más específico, que requiere la visualización directa del ácaro o sus productos. Sarna clínica (nivel B) y sospecha de sarna (nivel C) se espera que sean más sensibles, pero menos específicos, dependiendo de la evaluación clínica de los signos y síntomas. Cada nivel puede ser apropiado para usar en el diagnóstico de sarna, dependiendo del entorno clínico, de salud pública o de investigación. Por ejemplo, los diagnósticos de nivel A podrían usarse para ensayos clínicos de nuevas terapias, pero es poco probable que sean prácticos de implementar en la mayoría de los estudios de campo. Los niveles B y C pueden ser más apropiados para entornos clínicos y encuestas de campo, particularmente en entornos de bajos ingresos (Tabla I).

Los Criterios IACS 2020 no están destinados a ser utilizados en el diagnóstico de variantes o presentaciones atípicas de la sarna, como sarna costrosa, sarna ampollar o sarna en personas mayores con deterioro cognitivo o en cama(11).

Diagnóstico diferencial

Dada la naturaleza inespecífica del prurito y las lesiones morfológicamente variadas de la sarna, existen numerosos diagnósticos diferenciales. En la tabla III, se muestra una lista completa, que incluye condiciones comunes e infrecuentes.

La capacidad de reconocer estas condiciones dependerá de la experiencia del examinador. La dermatoscopia también puede ser útil para diferenciar causas. Es importante recordar que las lesiones que se infectan secundariamente con S. aureus o S. pyogenes desarrollan una apariencia diferente y puede ser difícil discernir de las lesiones de sarna subyacentes individuales.

Tratamiento

Los objetivos del tratamiento son: erradicación de los ácaros del individuo infestado, prevención de la propagación a otras personas, alivio del prurito asociado y reconocimiento y tratamiento de las complicaciones.

El tratamiento de la sarna lo realizarán el niño afectado, las personas que conviven en su misma casa y sus contactos íntimos, a pesar de estar asintomáticos. Para evitar epidemias intrahospitalarias, debe evitarse ingresar al paciente. El fracaso del tratamiento puede deberse a un tratamiento inadecuado o a un mal cumplimiento del mismo. Sin embargo, el fallo en el tratamiento no debe diagnosticarse hasta, al menos, seis semanas después de la finalización, ya que pueden tardar en desaparecer tanto los síntomas como los signos. Las medidas básicas y fundamentales para el tratamiento de escabiosis se resumen en la tabla IV.

Erradicación de la infestación

Para la erradicación de los ácaros de la escabiosis, los medicamentos de elección son la permetrina tópica y la ivermectina oral.

Permetrina: la crema tópica al 5% de permetrina es altamente eficaz y tiene una tasa de éxito de 95 a 98%, cuando se usa adecuadamente. Es un piretroide sintético que actúa sobre las membranas de las células nerviosas, retrasando la polarización y provocando la parálisis y la muerte del parásito. La absorción sistémica es lenta e inferior al 2% de la dosis aplicada sobre la piel, siendo el estrato córneo la principal barrera limitante. Las esterasas cutáneas la inactivan con rapidez y se excreta de forma casi completa por la orina, el sudor y el sebo en pocas horas. Cuando se usa correctamente, la probabilidad de efectos tóxicos sistémicos es, como mínimo, entre 40 y 400 veces menor que tras la utilización de una loción de lindano al 1%. Su tolerancia local es excelente, aunque hasta un 3% de pacientes refieren prurito y/o quemazón a los pocos minutos de su empleo. El medicamento es seguro de usar en el embarazo y la lactancia, así como en niños de 2 meses de edad. Los efectos adversos incluyen reacciones cutáneas locales como parestesia transitoria, ardor, prurito y eritema. La crema se debe aplicar durante la noche, masajearse suavemente en la piel y retirar de 8 a 14 horas después de la aplicación, y el proceso se repite una o dos semanas más tarde. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomienda una capa fina de escabicida en toda la superficie cutánea, desde el cuello hasta las palmas y plantas, con especial énfasis en espacios interdigitales, muñecas, codos, axilas, mamas, glúteos, zona periumbilical y genitales. En los niños menores de 2 años y en inmunodeprimidos, también se incluirá el cuero cabelludo. Los ácaros pueden esconderse bajo las uñas, especialmente en la sarna noruega, por lo cual deben recortarse bien y tratarse exhaustivamente. Los estudios han demostrado que la permetrina tópica es superior al lindano tópico, crotamitón y benzoato de bencilo.

Ivermectina: la ivermectina es un antihelmíntico eficaz y seguro frente a la oncocercosis, que ha demostrado ser un escabicida excelente administrado por vía oral en una dosis única de 200 µg/kg, incluso en pacientes con sarna noruega. No tiene actividad ovicida, por lo tanto, se recomienda una segunda dosis después de 7-14 días, para erradicar los ácaros que puedan haber eclosionado después de la primera dosis. Además de una mayor adherencia para el tratamiento individual, la ivermectina oral tiene ventajas como tratamiento para los contactos domésticos y para el control comunitario. El medicamento debe tomarse con alimentos. Los efectos secundarios incluyen dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, anorexia, erupción cutánea y artralgias. La ivermectina oral no está aprobada para su uso en niños menores de 5 años o en mujeres embarazadas, o durante la lactancia, debido a la falta de datos de seguridad. Una revisión sistemática Cochrane 2018 y metaanálisis de 15 ensayos controlados aleatorios, mostraron que la ivermectina oral es tan eficaz como la permetrina tópica al 5%. Se han desarrollado formulaciones de liberación lenta de ivermectina, que proporcionan un efecto terapéutico potencial de hasta 6 meses.

Crema azufrada: el azufre ha sido durante más de un siglo un escabicida eficaz y económico, que se sigue empleado en muchas zonas del mundo. Se utiliza azufre precipitado al 6-10% en una base lavable (pasta al agua) o en vaselina, aplicado durante 3 noches consecutivas, realizando un lavado a las 24 horas de la última aplicación. Algunos pacientes se quejan de su mal olor o de irritación cutánea, mancha la ropa y, a pesar de que puede ser útil para niños menores de 2 meses y en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, excepcionalmente también puede producir efectos tóxicos e incluso muertes en lactantes. Al cabo de 24 horas de realizar el tratamiento, siguiendo cualquiera de las pautas anteriores (permetrina, lindano o azufre), el riesgo de contagio es mínimo. En todos los casos, se recomienda realizar una segunda aplicación al cabo de una semana y controles clínicos a las 2 y 4 semanas.

Lindano: el lindano (hexacloruro de gammabenceno), en forma de cremas o lociones al 1%, continúa siendo una alternativa terapéutica válida para la sarna, a pesar de su posible toxicidad y de la aparición de resistencias. El preparado permanecerá en contacto con la piel durante 6 o 12 horas, y después se lavará. Se absorbe aproximadamente un 10% de la dosis aplicada tópicamente. De forma infrecuente, se han descrito alteraciones neurológicas (convulsiones), focomielia y anemia aplásica que, en la mayoría de casos, se deben a su empleo inadecuado (aplicaciones repetidas e innecesarias, baños calientes antes del tratamiento, ingesta accidental, erosiones y úlceras extensas, etc.). Se recomienda evitarlo en niños menores de 10 años, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, y si existen alteraciones de la barrera cutánea (p. ej. eritrodermias o ictiosis) o trastornos neurológicos.

Crotamitón: la crema de crotamitón al 10% (1 o 2 aplicaciones separadas por 24 horas y lavado a los 2 o 3 días después del último tratamiento) es antipruriginosa y su eficacia es próxima al 60%. A pesar de que su toxicidad es poco conocida, algunos expertos la recomiendan en niños pequeños y en las mujeres en periodo de lactancia.

Benzoato de bencilo: el benzoato de bencilo al 20-25% en un vehículo alcohólico o en emulsión, solo o asociado con sulfiram al 25%, se dejará aplicado durante 6 o 12 horas en niños menores de 5 años y durante 2 días consecutivos, a partir de esta edad. Sus principales inconvenientes son la neurotoxicidad (similar a la del lindano), su mal olor y la intensa irritación que provoca en las pieles sensibles y en las mucosas.

Moxidectina: la moxidectina oral, una lactona macrocíclica, ha sido aprobada para el tratamiento de la oncocercosis. El medicamento ha demostrado ser prometedor, como candidato para el tratamiento de la sarna. En comparación con la ivermectina, la moxidectina tiene una vida media plasmática más larga (>20 días frente a 1 día), obviando así la necesidad de una segunda dosis, mejorando el cumplimiento del paciente y reduciendo el riesgo de reinfestación temprana. Se necesitan ensayos bien diseñados, a gran escala, aleatorizados, doble ciego, controlados con placebo, para proporcionar más información sobre la eficacia y el perfil de seguridad de esta droga.

Otras opciones de tratamiento incluyen la aplicación tópica de 1% de ivermectina, 5% fenotrina y 0,5% malathion.

Se puede observar una lista de los efectos adversos más frecuentes de los diferentes medicamentos usados en el tratamiento de la escabiosis en la tabla V.

La sarna costrosa es notoriamente difícil de tratar, debido a inmunidad comprometida del huésped, naturaleza generalizada de la erupción, fuerte infestación de la epidermis y penetración limitada de escabicidas tópicos en las lesiones hiperqueratósicas. Como tal, los pacientes afectados pueden requerir tratamiento combinado o tratamientos repetidos con escabicidas. El tratamiento combinado con crema tópica de permetrina al 5% o benzoato de bencilo (diariamente, durante 7 días, luego semanalmente hasta la cura) e ivermectina oral (200 μg/kg como dosis única, administrado en los días 1, 2, 8, 9 y 15), es el tratamiento de primera línea. Se pueden administrar dos dosis adicionales de ivermectina oral los días 22 y 29, si es necesario, para pacientes con infestaciones graves. El uso concomitante de queratolítico tópico, como ácido salicílico 3-5% en vaselina, 10% de urea y 5% de ácido láctico, o eliminación mecánica de la capa hiperqueratósica, puede acelerar la resolución de la lesión. Se recomienda recortar las uñas afectadas. Si el examen microscópico del raspado de las lesiones indica persistencia de la infestación, se realizará una nueva tanda de tratamiento.

Tratamiento de los nódulos escabióticos

Los ácaros en la sarna nodular pueden ser erradicados con escabicidas. Los nódulos que persisten después de la erradicación de los ácaros se pueden tratar con la aplicación tópica de un corticoide potente. Aquellos que no responden a la terapia tópica con corticosteroides, pueden tratarse con inyección intralesional de corticoide, antihistamínicos orales y/o corticoides orales, durante 7-10 días. Para la dermatitis irritativa, se administrarán emolientes, corticoides tópicos y antihistamínicos orales.

Alivio sintomático del prurito

Los antihistamínicos orales se pueden utilizar para aliviar el prurito. Se deben evitar los antihistamínicos tópicos, debido al riesgo de reacciones alérgicas locales y a la ineficacia general. Después de la erradicación de los ácaros, se pueden utilizar corticoides tópicos, si es necesario, para controlar el prurito.

Tratamiento de la infección bacteriana

Los antibióticos tópicos, como mupirocina, ácido fusídico, retapamulina y ozenoxacino, se pueden utilizar para tratar la infección bacteriana secundaria. Debido a que el uso tópico de antibióticos puede inducir resistencia bacteriana y alergia al contacto, deben utilizarse con precaución. La infección bacteriana secundaria grave puede requerir tratamiento sistémico con cloxacilina, clindamicina, cefalosporinas de primera o segunda generación, o macrólidos, que sean más eficaces contra S. aureus.

Prevención

Después de completar cualquiera de los anteriores tratamientos, se recomienda cambiar la ropa utilizada y lavarla y/o secarla a temperatura superior a 50ºC. Cuando esto no es posible, resulta igualmente eficaz para evitar las reinfestaciones, guardarla en una bolsa cerrada durante 9-10 días (el parásito es capaz de sobrevivir fuera de la piel más de 4 días).

La ropa y sábanas utilizadas dentro de los tres días antes del tratamiento y hasta que se complete el curso de tratamiento, deben lavarse a máquina con agua caliente (50ºC) y secarse en una secadora caliente para minimizar la transmisión de la enfermedad. Esto es especialmente importante en casos de sarna costrosa. Todos los muebles tapizados y alfombras deben aspirarse, y las bolsas de aspiración deben desecharse de forma inmediata y adecuada. El tratamiento simultáneo de todos los contactos cercanos, aunque asintomáticos, es importante para evitar la transmisión y la reinfestación. El riesgo puede minimizarse limitando el número de parejas sexuales y practicando una estricta higiene personal. La sarna sigue siendo un problema importante de salud pública y endémica en muchos países en desarrollo. Los estudios han demostrado que la administración masiva de medicamentos, en particular la administración de ivermectina oral, es una estrategia importante para su control en áreas hiperendémicas, produciendo un efecto relevante a largo plazo, tanto en la sarna como en el impétigo. El tratamiento masivo farmacológico con ivermectina oral también debe considerarse en brotes institucionales o en toda la comunidad. Se ha demostrado que una dosis única de ivermectina oral de 200 µg/kg es eficaz y la adición de un antibiótico oral no proporciona beneficios adicionales(7,10,12).

Pediculosis


La pediculosis es una ectoparasitosis que se relaciona con la población infantil y adolescente en edad escolar.

La pediculosis o infestación de piojos es una ectoparasitosis, que se relaciona con población infantil, adolescente en edad escolar y adultos (educadores, monitores, padres, guardas y pediatras). La vía de transmisión del parásito y la proclividad al contacto personal, convierten a colegios, guarderías y campamentos, en focos de contagio, a modo de brotes masivos, e implicarán, en muchos casos, mantener al niño o joven alejado de las clases, con el fin de evitar nuevos contagios.

Epidemiología

La infestación por piojos es la parasitosis externa más frecuente que afecta a niños entre 3 y 12 años y, más habitualmente, en el sexo femenino. La vía de transmisión es el contacto directo con el cabello de un hospedador infestado o contacto indirecto por medio de fómites.

La infestación por piojos es, sin lugar a dudas, la parasitosis externa más frecuente, afectando a cientos de millones de personas en todo el mundo cada año, pero se desconocen los números exactos, ya que no es una enfermedad reportable. Generalmente, afecta a niños entre 3 y 12 años, y es más frecuente en el sexo femenino. Si bien su prevalencia experimenta picos más importantes durante el otoño y la primavera, puede tener lugar en cualquier época del año. En los países industrializados, las pequeñas epidemias generalmente se desarrollan en escolares, que permiten la rápida propagación de la infestación. También es común en varios miembros del mismo hogar.

Si bien es cierto que una descuidada higiene provoca una mayor diseminación de la infestación, también se afirma que el piojo prefiere la piel y el pelo limpio y sano para desarrollarse y presenta una cierta predilección por los cabellos finos y claros.

El riesgo de transmisión solo es posible a través del piojo adulto. La vía de transmisión más frecuente y más simple es el contacto directo del cabello de un hospedador infestado con cabello de otro potencial hospedador. Los fómites (en peines, sombreros, gorros, auriculares) son los elementos que permiten una transmisión indirecta. Para que esta vía de contagio sea efectiva, es necesario que el tiempo transcurrido no exceda las 48 horas(10,13,14).

Caracterización y ciclo vital

El piojo de la cabeza (Pediculus humanus capitis) pertenece al orden Anoplura, que parasita exclusivamente al hombre y es hematófago. Son visibles a simple vista, ya que su longitud oscila entre 1 y 2 mm, siendo la hembra de mayor tamaño que el macho. Está altamente especializado, carece de alas y presenta garras en el extremo terminal de las patas, que le permiten adherirse al pelo y trepar por él, también posee piezas dentales adaptadas a la succión de sangre, y una saliva anticoagulante y vasodilatadora, responsable de la irritación que ocasiona el prurito. Se mueve rápidamente, desplazándose hasta 23 cm por minuto. En el abdomen presenta seis orificios con membranas diafragmáticas, llamados espiráculos, que comunican el sistema respiratorio con el ambiente exterior. Dichas aberturas pueden cerrarse voluntariamente, lo que le permite flotar en el agua y sobrevivir hasta 36 horas aún en agua clorada y, también, protegen al parásito de la acción de ciertas sustancias tóxicas. Las hembras colocan 3 a 10 huevos por día y viven de 4 a 5 semanas.

Los huevos denominados liendres, presentan forma ovoidea y un tamaño de 0,8 mm. Son operculados, de color blanco, y se hallan unidos al pelo por una secreción adherente, insoluble en agua, que dificulta su total eliminación. Las liendres son depositadas sobre el cabello, en zonas muy cercanas al cuero cabelludo y, para eclosionar, necesitarán que transcurran 4-14 días. De cada huevo nacerá una ninfa que, en los días posteriores a su emergencia, todavía deberá presentar 3 estadios más, para llegar a la madurez sexual, esto le lleva 9 días. La hembra inicia la puesta de los huevos 1-2 días después de su madurez sexual, y pone una media de 10 huevos diarios, lo que representa que una hembra puede llegar a poner 250-300 huevos durante su ciclo vital.

Sintomatología

El prurito es el síntoma más característico, produciéndose complicaciones como infecciones secundarias tipo pioderma o impétigo.

Los pacientes suelen presentar prurito, típicamente de una reacción de hipersensibilidad mediada por el sistema inmune. Puede llevar de 2 a 6 semanas desarrollar síntomas después de la primera exposición, mientras que puede desarrollarse después de 1 o 2 días después de la exposición. El prurito es de intensidad variable, lo que conduce a máculas eritematosas, pápulas, costras y abrasiones en cuero cabelludo; es más intenso en las zonas más cercanas a la nuca y las orejas, aunque, en raras ocasiones, puede llegar a afectar a cejas, pestañas y barba. Pueden producirse infecciones, hiperpigmentación y liquenificación.

Algunas de las complicaciones observadas incluyen:

• Eccema.

• Linfadenopatías cervicales.

• Conjuntivitis.

• Pedicúlide: es una reacción papular secundaria a la parasitosis, localizada en el cuello y la parte superior y posterior del tronco. Son pequeñas pápulas eritematosas que desaparecen al realizar el tratamiento adecuado. Pueden simular un rash de origen viral.

• Excoriaciones por rascado.

• Prúrigo agudo.

• Sobreinfección bacteriana: las excoriaciones favorecen el ingreso de bacterias, provocando la infección de las lesiones por el estafilococo o el estreptococo.

• Miasis sobreagregada.

• Alteraciones del tallo piloso: el pelo puede verse ralo, opaco y seco por la infestación, el rascado intenso y el uso de productos químicos.

• El uso del peine fino y el rascado intenso pueden dejar una alopecia leve(10,13,15).

Diagnóstico

El diagnóstico se confirma con la presencia de, al menos, un piojo vivo. Encontrar solo liendres en el examen no es suficiente para confirmar una infestación actual, ya que las liendres pueden permanecer en el cabello durante meses después de un tratamiento exitoso.

El método óptimo para el diagnóstico es la inspección visual del cuero cabelludo y del cabello, preferiblemente húmedo, porque retrasa el desplazamiento de los parásitos. Además, se recomienda que la búsqueda de liendres se lleve a cabo en las regiones temporal, retroauricular y occipital, dado que frecuentan áreas que reciben poca luz. El tiempo medio requerido para el examen es de 13 minutos por cabeza. Para confirmar la infestación, se recomienda peinar y usar como herramienta el peine microacanalado contra liendres. La presencia de liendres adheridas firmemente a ¼ de pulgada de la base del cabello puede indicar, mas no confirmar, que haya una infestación; si se ubican a más de ¼ de pulgada sugieren que la persona estuvo infestada y, por lo tanto, no es necesario iniciar tratamiento, pues estas liendres no son viables. Cabe resaltar que las liendres, a menudo, se confunden con otras partículas en el cabello, como caspa, gotas secas de espray para el cabello o polvo.

Ante la detección de liendres, puede interesarnos distinguir si éstas están llenas o vacías (Fig. 8).

Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis - F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**

Figura 8. Liendre adherida a un cabello.

Así, conviene saber que las llenas son blancas y mates, mientras que las vacías son translúcidas. Otro elemento que puede ayudar a discernir entre ambos estados, es su situación: las liendres son depositadas a 1 mm, aproximadamente, del cuero cabelludo; así, teniendo en cuenta que se desplazan, debido al crecimiento del pelo, unos 0,4 mm diarios y que tardan unos 7 días en eclosionar, esto indica que las liendres, situadas a más de 3,5 mm del cuero cabelludo, tienen una probabilidad muy alta de estar vacías.

Un examen con lámpara de Wood puede revelar fluorescencia de color amarillo verdoso de las liendres y los huevos. El estudio micológico se realiza para descartar una infección por hongos, cuando el diagnóstico no está claro. Cuando se encuentran piojos en un miembro de una familia, todos los demás miembros de la familia en contacto también deben ser examinados, en busca de evidencia de infestación(16).

Tratamiento

El tratamiento consiste en la eliminación mecánica de piojos y liendres, además de un tratamiento tópico.

Debe tratarse únicamente a las personas en las que se haya confirmado la presencia de un piojo vivo. Todos los contactos cercanos (familia, colegio) deberán ser informados y examinados en busca de piojos. Todas las personas infestadas en el mismo hogar se tratarán a la vez.

Tratamiento mecánico

Las lendreras pueden utilizarse, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de la pediculosis. Básicamente, son peines con las púas muy juntas que al pasar por el cabello arrastran los piojos y las liendres. Pueden ser de plástico o de metal. Se recomiendan las metálicas, pues retiran tanto los piojos como las liendres. Lo fundamental es que tengan las púas muy juntas (menos de 0,3 mm de distancia entre ellas). Es importante que el pelo esté mojado durante la operación, en vez de que los piojos se muevan con más dificultad. Conviene separar el cabello en varias secciones y luego peinarlo intensivamente, sección por sección, con la lendrera, en vez de empezando desde la raíz del cabello y moviéndose hacia su extremo. La duración recomendada para la detección de los parásitos es de entre 5 y 15 minutos, dependiendo de la longitud del cabello. Cuando se trata de retirar las liendres, pueden requerirse hasta 30 minutos. Tras cada pasada, hay que limpiar bien el peine para evitar que los piojos que pudieron haberse adherido a él vuelvan a la cabeza en la siguiente pasada. Se recomienda repetir el proceso el proceso cada 3-4 días durante 2 semanas, desde la detección del último piojo vivo, para poder detectar cualquier liendre que pueda haber quedado. El uso de las lendreras por sí solo habitualmente no es suficiente para eliminar los piojos. Existen diferentes tipos de tratamientos tópicos disponibles: insecticidas químicos, como malation o piretrinas; productos de acción física, como las siliconas (dimeticona); y los llamados «productos naturales», tipo aceites y esencias. Para que los tratamientos sean eficaces, es esencial que se apliquen de forma correcta(17).

Particularmente, la dimeticona pertenece a las siliconas sintéticas. Se trata de un producto inodoro, incoloro e hidrofóbico. Su mecanismo de acción consiste en cubrir la cutícula del piojo, ocupando los conductos que se encuentran en ella destinados a la oxigenación del parásito. Así pues, el mecanismo de acción es meramente mecánico, limitando su aporte de oxígeno en menos de 1 min y ocasionándole la muerte en pocas horas. Es más efectivo en pacientes con infestaciones leves. Pese a que la dimeticona a baja concentración (4%) tiene baja actividad ovicida, hay estudios que han demostrado que la dimeticona a alta concentración (92%) tiene una actividad ovicida cercana al 95%. Actualmente, existen más de una decena de productos pediculicidas con dicho componente, solo o en combinación con otros. Es exclusivo para uso externo y se aplica de forma uniforme sobre el pelo limpio y seco, asegurándose de que el cuero cabelludo quede totalmente cubierto. Se debe frotar el pelo extendiendo la loción de forma uniforme, desde las raíces hasta las puntas. Se debe dejar secar el pelo de forma natural durante 1 hora después de su aplicación y, posteriormente, utilizar un peine ultrafino para peinar el cabello y remover las liendres. Luego se debe lavar el pelo con champú normal, enjuagar y secar. Es importante reaplicar la loción 7 días después para eliminar cualquier piojo que pueda eclosionar en ese tiempo y evitar el contacto con ojos, mucosas, zonas sensibles y heridas(18).

Tratamiento tópico

Piretrinas: la permetrina está considerada, hoy día, como el tratamiento pediculicida de elección, ya que es activa, tanto sobre adultos como sobre ninfas y liendres. Es una piretrina sintética que actúa sobre el sistema nervioso del insecto, altera los canales de sodio de sus membranas celulares y provoca, en un primer momento, hiperactividad y descoordinación, seguido de parálisis y muerte del parásito. Las piretrinas sintéticas, son estables, presentan una acción más prolongada y una excelente tolerancia cutánea. Se pueden aplicar a partir de los 2 meses de edad, con la precaución de evitar el contacto directo con ojos y/o mucosas durante su aplicación. Han aparecido muchas resistencias al producto. Existen también resistencias cruzadas, por lo que, si falla el tratamiento con piretrinas sintéticas, sería aconsejable utilizar otro grupo terapéutico(13,16,17).

Es relativamente frecuente asociar piretrinas con el butóxido de piperonilo, un agente sintético de escasa actividad pediculicida, pero capaz de potenciar el efecto neurotóxico de las piretrinas sobre el parásito, aumentando su efecto alrededor de 10 veces, ya que es capaz de inhibir el citocromo P-450, enzima responsable de la eliminación de los piretroides en el parásito, mediante reacciones de hidrólisis e hidroxilación.

Su modo de empleo será en función de su forma de presentación (cremas, lociones, aerosoles, champús) y de la concentración del activo vehiculado (0,5-1,5%). Es recomendable que se repita la aplicación, transcurridos 10 días después de iniciado el tratamiento, para asegurar que se cubre todo el ciclo biológico del parásito.

Organofosforados: provocan la parálisis del ectoparásito, derivada de la capacidad de inhibir irreversiblemente la acetilcolinesterasa, neurotransmisor requerido para que se efectúe la transmisión del impulso nervioso. El malatión es el más utilizado, ya que presenta una toxicidad menor que la del resto de este grupo, aunque en tratamientos prolongados puede llegar a provocar irritación. Es activo frente a formas adultas y tiene un gran poder ovicida y un pobre efecto sobre la liendre, aunque mejor que la permetrina. Se recomienda como segunda línea de tratamiento por su toxicidad. El champú al 0,5% se aplica durante 10 min. La loción se deja actuar durante 8-12 h. No se recomienda repetir su aplicación, excepto que se constaten piojos vivos a los 7 días. Han aparecido muchas resistencias al producto. Es inflamable, y si se ingiere puede producir distrés respiratorio. No debe aplicarse en menores de 6 años.

Hidrocarburos clorados: clásicamente, han sido muy utilizados en el tratamiento de las pediculosis, pero en la actualidad, su utilización se halla muy limitada, sobre todo, en niños de corta edad, debido a su importante toxicidad, su alta persistencia ambiental y la aparición de resistencias. El lindane o gammahexaclorobenceno, derivado del DDT, resulta efectivo frente a todas las formas integrantes del ciclo biológico del piojo, al ser capaz de atravesar la capa de quitina que le cubre y actúa sobre su sistema nervioso. Tiene escaso poder pediculicida; no está aprobado en otros países, pero sí en España. Una sola aplicación a concentraciones del 0,2 al 1%, suele ser suficiente para eliminar los parásitos del hospedador, aunque es recomendable repetir el tratamiento de dos a tres veces a intervalos de 4 días, para minimizar el riesgo de que se produzcan recidivas. Hay que aplicarlo durante 4 min y, a continuación, enjuagar el pelo, y se recomienda una segunda aplicación a la semana, debido a su escaso poder ovicida. Está contraindicado en mujeres gestantes, prematuros y niños con historia de convulsiones. El champú al 1% puede aplicarse durante 4 min y después aclarar bien. Puede repetirse al cabo de una semana. La loción al 1% se deja durante 8 h por la noche. No debe utilizarse como fármaco de primera línea. Posee un alto poder irritante ocular y de mucosas, es capaz de desencadenar dermatitis y, en caso de una absorción continuada y superior a la prescrita, estados de nerviosismo, vigilia, vértigo y cuadros neurológicos graves. Existe riesgo de absorción sistémica y de efectos secundarios en el sistema nervioso central (vértigo, convulsiones) o sobre la médula ósea (supresor).

Carbamatos: su mecanismo de actuación también reside en su capacidad de inhibir la acetilcolinesterasa, aunque, sensiblemente, con menor intensidad. Uno de sus principales representantes es el carbaril que, formulado vía tópica a concentraciones del 0,5-1%, presenta una baja toxicidad, debido a su escasa absorción percutánea. No deberá ser utilizado en formas pulverizables, por su toxicidad, si se inhala(13).

Tratamientos orales

Ivermectina: tratamiento surgido a raíz de la resistencia a los tratamientos convencionales. Es un antiparasitario, relacionado con los antibióticos macrólidos, pero sin actividad antibacteriana. En 2012, la FDA aprobó su uso tópico (loción de ivermectina al 0,5%) para las infestaciones del cuero cabelludo. Ha presentado resultados prometedores en diferentes estudios. En cuanto a su administración oral, se ha demostrado en un ensayo controlado y aleatorizado, que una sola administración de ivermectina de 200 µg/kg de peso corporal, repetida al cabo de 7 días, logra una tasa de eliminación de los piojos a los 15 días mayor que la que se obtiene con 2 aplicaciones de loción de malatión al 0,5%, en pacientes con infestaciones por piojos del cuero cabelludo resistentes a los piretroides. Debido a la inmadurez de la barrera hematoencefálica en edad pediátrica, la ivermectina no está recomendada en menores de 5 años de edad, así como en embarazadas y durante la lactancia. En la actualidad, la ivermectina por vía oral (no aprobada por la FDA) y tópica son tratamientos cómodos que se administran una sola vez y que eliminan las ninfas cuando salen de las liendres; se pueden reservar para los casos de piojos del cuero cabelludo resistentes a los fármacos, para que no se produzca resistencia a la ivermectina.

Resistencias

Al igual que en el mundo microbiológico, los ectoparásitos desarrollan resistencias. La resistencia a los pediculicidas tópicos ha ido en aumento en los últimos años, principalmente debido al uso indiscriminado de ellos. Se ha postulado que el mecanismo de resistencia es una mutación en la subunidad de los canales de sodio conocida como knock down resistance (KDR). Dicha mutación enlentece el efecto de los pediculicidas, disminuyendo su eficacia. En estudios realizados en el Reino Unido, se ha demostrado una disminución de la eficacia de la permetrina, el pediculicida más utilizado, del 97% a mediados de los años noventa, al 13% en 2013. Es importante conocer las zonas donde se está desarrollando resistencia, para realizar medidas de salud pública para evitar que éstas aumenten. Se han realizado estudios para determinar la presencia de mutaciones genéticas en los piojos y así poder predecir su capacidad de resistencia. Pese a ello, hoy en día, no existe la posibilidad de determinar si un tratamiento será efectivo o no en la práctica clínica diaria, aunque se puede sospechar cuándo, a pesar del uso correcto, siguen apareciendo piojos vivos. En este caso, se recomienda utilizar un pediculicida distinto, de otra familia, más que aumentar las dosis del que se venía utilizando. Recientemente, se ha recomendado la combinación de dos productos con acción pediculicida en casos de resistencia. Otras veces lo que se produce es una reinfestación, es decir, la reaparición de piojos vivos en la cabeza en un niño que tuvo piojos y en la que, tras un tratamiento correcto, no se encontraron parásitos durante, al menos, 10 días(18).

¿Cómo evitar la diseminación de los piojos y las reinfestaciones?

• En las épocas en que se presentan los picos de infestación, es preferible que los niños lleven el pelo corto y las niñas recogido, de forma que se minimicen las posibilidades de contacto.

• Incrementar la frecuencia del lavado de manos e incluir un lavado de uñas, para evitar la diseminación de la parasitosis.

• En la piscina, utilizar gorro. Los piojos son capaces de sobrevivir en el agua de piscinas durante un cierto período; una vez allí, se hallan a flote y, por consiguiente, son susceptibles a depositarse sobre un nuevo pelo, ya sea del mismo huésped o de otro distinto.

• Tratar al resto de los miembros de la familia o al círculo estrecho de personas que están en contacto con el individuo parasitado, con pediculicidas que eviten el contagio y la diseminación del agente causal.

• Evitar compartir los peines, cepillos, diademas y demás complementos o utensilios utilizados en los procesos de peinado. Una alternativa, para evitar diseminaciones, es sumergirlos, de forma periódica, en una solución insecticida, como mínimo, durante un período de 30 minutos.

• Lavar y secar, a altas temperaturas, la ropa que haya podido permanecer en contacto con la zona afectada por la parasitosis.

• Sanear a fondo el entorno que frecuenta el parasitado (habitación, asientos del coche, sillones), así como cambiar con frecuencia la ropa de cama y proceder a su lavado mediante la utilización de un programa de agua caliente(13).

Larva migrans cutánea


La enfermedad se produce por la penetración de la piel de formas larvales de nemátodos como Ancylostoma brasiliensis que son propensos a penetrar en la piel, probablemente por secreción de hialuronidasa.

También se llama dermatitis lineal serpiginosa, picazón en el suelo, gusano de arena y picazón del fontanero. Ancylostoma brasiliensis es el agente etiológico más común.

La infección ocurre cuando las personas entran en contacto con el suelo contaminado con heces de perros y gatos. Durante la temporada de lluvias, el número de personas infectadas aumenta, probablemente debido a la disolución de las gotas en las heces de los animales infectados, facilitando la eclosión de los huevos y penetración de larvas en la piel de los individuos.

Manifestaciones clínicas

Las lesiones son serpiginosas, afectando las áreas de presión como pies, piernas y glúteos. Puede cursar con eosinofília.

Las lesiones suelen ser lineales, elevadas, eritematosas y serpiginosas e, incluso, pueden aparecer vesículas o ampollas (Fig. 9).

Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis - F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**

Figura 9. Larva Migrans

Las áreas más afectadas son pies, piernas y glúteos; aparece con menos frecuencia en la cara, las axilas y el pene. El desplazamiento de las larvas desencadena un prurito intenso. Cuando se producen eccemas e infección secundaria, el diagnóstico es muy difícil; si afecta los espacios interdigitales puede confundirse con dermatofitosis. También pueden producirse alteraciones hematológicas, con eosinofilia que, en algunos casos, alcanza el 30%.

Tratamiento

El tratamiento puede ser tópico con tiabendazol o sistémico con albendazol o ivermectina, dependiendo del número de lesiones y su ubicación. En pacientes con lesiones múltiples o afectación de áreas hiperqueratósicas, como las regiones palmoplantares, se recomienda el tratamiento sistémico. Albendazol a una dosis de 15 mg/kg/día durante tres días, es una buena opción terapéutica. Su uso no impide la lactancia y el riesgo fetal es de categoría C. La curación varía del 77% al 100%.

La ivermectina, en una dosis única de 200 µg/kg, también es efectiva. Dependiendo de la evolución, se repite la misma dosis después de siete días. Cuando hay un número reducido de lesiones y se encuentran en la piel lampiña, se puede indicar un tratamiento tópico con tiabendazol 5% pomada(15).

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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9.*** Jannic A, Bernigaud C, Brenaut E, Chosidow O. Scabies Itch. Dermatol Clin. 2018; 36: 301-8.

10.*** García J, Fraile, P. Sarna, pediculosis y picaduras de insectos. Pediatr Integral. 2012; XVI(4): 301-20.

11.*** Engelman D, Yoshizumi J, Hay R, Osti M, Micali G, Norton S, et al. The 2020 International Alliance for the Control of Scabies Consensus Criteria for the Diagnosis of Scabies. Br J Dermatol. 2020. doi: 10.1111/bjd.18943.

12.** Middleton J, Walker SL, House T, Head MG, Cassel JA. Ivermectin for the control of scabies outbreaks in the UK. Lancet. 2019; 394: 2068-9.

13.* Bonett R, Garrote A. Pediculosis y su tratamiento. Offarm. 2004; 23: 66-72.

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16.** López D, Medina ÁP, Mosquera SL, Reinel L. Update and integrated perspective of pediculosis. Rev Asoc Colomb Dermatol. 2017; 25; 38-48.

17.** Nazzaro G, Genovese G, Veraldi S. Human lice: spectators and actors of the history of humanity through the ages. Indian J Dermatol Venereol Leprol. 2019; 85: 679-80.

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Bibliografía recomendada

– Arlian L, Morgan M. A review of Sarcoptes scabiei: past, present and future. Parasit Vectors. 2017; 10: 297.

Esta revisión destaca algunos de los principales avances sobre: biología del ácaro, genoma, proteoma y capacidades inmunomoduladoras, todos los cuales proporcionan una base para el control de la enfermedad.

– Jannic A, Bernigaud C, Brenaut E, Chosidow O. Scabies Itch. Dermatol Clin. 2018; 36: 301-8.

Revisión muy actualizada, puntual y minuciosa de las características clínicas, diagnóstico y tratamiento en la sarna. Muy recomendable para la lectura y muy útil para la práctica diaria.

– Engelman D, Yoshizumi J, Hay R, Osti M, Micali G, Norton S, et al. The 2020 International Alliance for the Control of Scabies Consensus Criteria for the Diagnosis of Scabies. Br J Dermatol. 2020. doi: 10.1111/bjd.18943.

Esta revisión incluye Los criterios IACS 2020, representando un conjunto pragmático de características y métodos de diagnóstico. Estos criterios pueden proporcionar una mayor consistencia y estandarización para el diagnóstico de la sarna. Sin embargo, requieren mayores estudios de validación.

Caso clínico

Una niña de 5 años de edad fue traída a consulta por abundante prurito y rascado palpebral en las últimas dos semanas. La paciente no presentaba antecedentes médicos personales de interés. A la exploración, se observaron máculas eritematosas de bordes difusos en ambos párpados y eritema conjuntival. A mayor aumento, se observan pequeños elementos de color grisáceo adheridos a la raíz de las pestañas (Imagen derecha).

Sarna, pediculosis y otras ectoparasitosis - F. del Pino Troconis*, A. Torrelo Fernández**

 

Acné

J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez
Temas de FC


J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Doctores en Medicina y Cirugía. Médicos Adjuntos Servicio Dermatología. Unidad de Dermatología Pediátrica. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete

Resumen

El acné es una enfermedad cutánea inflamatoria crónica del folículo pilosebáceo, de origen multifactorial, caracterizada por: aumento de la secreción sebácea, formación de comedones, lesiones inflamatorias y riesgo de secuelas cicatrizales.
Es, sin duda, uno de los procesos dermatológicos más frecuentes en la práctica clínica diaria, especialmente en la adolescencia, aunque también puede aparecer en niños y persistir en la edad adulta. Es importante un manejo adecuado de esta patología, que puede producir una disminución de la autoestima y disfunción social de los pacientes, con el consiguiente impacto en la calidad de vida.

 

Abstract

Acne is a chronic inflammatory skin disease of the pilosebaceous unit of multifactorial etiology characterized by increased sebaceous secretion, comedone formation, inflammatory lesions and risk of scarring sequelae. It is undoubtedly one of the most frequent dermatological processes in the daily clinical practice, especially in adolescence, although it can also appear in childhood and persist into adulthood. Adequate management of this pathology is relevant, as it can cause lower self-esteem and social dysfunction in patients, with the subsequent impact on quality of life.

 

Palabras clave: Acné; Cutibacterium acnes; Graduación y clasificación del acné; Manejo del acné; Isotretinoina.

Key words: Cutibacterium acnes; Grading and classification of acne; Acne management; Isotretinoin.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 166 – 175

 


Acné

Introducción

El acné es una enfermedad cutánea inflamatoria de curso crónico, frecuente y polimorfa en su expresividad clínica.

El acné es una enfermedad cutánea crónica de la unidad pilosebácea, de origen multifactorial, caracterizada por su polimorfismo clínico. Sin duda, representa uno de los procesos dermatológicos de mayor interés en la práctica clínica diaria.

Epidemiología

El acné puede aparecer en todas las edades de la vida, aunque su prevalencia es mayor en la adolescencia y parece existir una predisposición genética.

El acné es una de las enfermedades dermatológicas más frecuentes, estimándose que alrededor de un 85% de la población lo presentará a lo largo de su vida(1). La prevalencia del acné entre la población española de 12 a 18 años es del 74%, sin diferencias significativas en cuanto al sexo y con un máximo entre los 14 y 16 años(2); por ello, supone el 25% de las consultas dermatológicas. Se estima que, en alrededor del 20% de los pacientes, el acné presenta una intensidad moderada / grave.

La máxima prevalencia e intensidad se produce alrededor de los 14-15 años en la mujer y algo más tarde (16-18 años) en el varón. Pese a su predominio en la adolescencia, en un 7-25% de pacientes persistirá en la edad adulta.

En la mujer, puede presentar un curso más prolongado; mientras que en el varón, se observan formas más graves(3).

Parece existir una cierta predisposición genética a desarrollar acné: los antecedentes de acné en los progenitores son frecuentes y, además, existe una alta concordancia en gemelos monocigóticos(3,4).

Se observan variaciones estacionales en la gravedad del acné, con una tendencia a empeorar en el invierno(5).

Etiopatogenia

El acné es una enfermedad multifactorial, producida por: aumento de la secreción sebácea, hiperproliferación epidérmica folicular, comedogénesis, colonización bacteriana e inducción de inflamación.

El acné es una enfermedad del folículo pilosebáceo, inducida por los andrógenos de origen suprarrenal y gonadal: su inicio se correlaciona con el aumento de la producción sebácea que este estímulo hormonal induce. La unidad pilosebácea es el órgano diana del acné, lo que explica la distribución de las lesiones en las áreas con mayor concentración.

Los factores implicados en su desarrollo son: aumento de la secreción sebácea e hiperproliferación epidérmica folicular, que conduce a la formación de: comedones (comedogénesis), colonización bacteriana por Cutibacterium acnes (antes llamado Propionibacterium acnes) e inducción de inflamación(6).

El inicio y mantenimiento de la actividad de las glándulas sebáceas se debe fundamentalmente a la acción de los andrógenos. Tras su actividad en el periodo postnatal, por la influencia hormonal materna, las glándulas sebáceas se minimizan hasta la pubertad, cuando aumenta el tamaño y número de lóbulos por glándula, gracias al estímulo androgénico (adrenarquia). La presencia de esta actividad glandular es un requisito necesario para el desarrollo de acné. Se produce una mayor secreción sebácea y, además, una alteración cualitativa. Estos hechos se han relacionado con el desarrollo de la hipercornificación del conducto sebáceo y cambios en los microorganismos de superficie. La consecuencia de la hipercornificación del conducto sebáceo es el microcomedón: los queratinocitos se agrupan en grumos densos con monofilamentos y gotas lipídicas, reteniendo el sebo secretado que distiende el canal y la glándula. Este microcomedón es la lesión primaria de acné.

El acné no es un proceso infeccioso, pero existen microorganismos que colonizan y se multiplican en el conducto folicular, y que pueden jugar un papel en la patogenia. El Cutibacterium acnes (C. acnes), que predomina en áreas ricas en glándulas sebáceas, puede actuar como un patógeno oportunista en el acné. El C. acnes está presente en cantidad escasa en la superficie cutánea, mientras es el residente dominante en la unidad pilosebácea; y el desarrollo del acné se relacionaría, no con la proliferación del mismo, sino con la selección de determinados tipos, especialmente el filotipo IA1, en un medio con aumento de secreción sebácea sumado a la alteración del equilibrio del microbioma cutáneo(7,8). Además, la formación de biofilm, conglomerado organizado de bacterias que aumenta su supervivencia, podría aumentar su patogenicidad y la resistencia a antibióticos. Estos datos abren nuevas posibilidades terapéuticas en el manejo del acné (probióticos, compuestos anti-biofilm…)(9).

La inflamación no sería causada por la presencia de bacterias en dermis, sino por la acción de mediadores biológicamente activos producidos por el C. acnes, que difunden desde el canal folicular y, con posterioridad, por una reacción inflamatoria a cuerpo extraño desencadenada por la rotura de la pared ductal. La pared celular de C. acnes contiene un antígeno carbohidratado que estimula el desarrollo de anticuerpos, los cuales facilitan la respuesta inflamatoria.

Existen múltiples factores relacionados con los episodios de exacerbación del acné. Diversos trabajos postulan que la dieta podría considerarse un factor estimulante del acné, ya que los alimentos con alto contenido en azúcar y otros hidratos de carbono, productos lácteos o proteínas, afectarían a la insulina sérica y a los factores de crecimiento similares a la insulina (IGF-1), que inducirían un aumento de la producción de andrógenos disponibles y el desarrollo del acné(3). Sin embargo, actualmente, no existen evidencias científicas en estudios controlados que justifiquen la restricción de determinados alimentos(10).

Es conocida la exacerbación de las lesiones en situaciones de estrés, en relación a la regulación neuroendocrina de los sebocitos, el aumento de la secreción suprarrenal y la manipulación de las lesiones. A la inversa, el acné tiene un impacto psicosocial indudable, con la consiguiente repercusión en la calidad de vida.

Alrededor del 70% de las pacientes refieren exacerbación premenstrual del acné. Se ha relacionado con: aumento en la hidratación del conducto pilosebáceo, disminución progresiva de los niveles de estrógenos de acción antiinflamatoria y aumento de progesterona en esa fase, con efecto androgénico y pro-inflamatorio.

Un 70% de pacientes presentan una mejoría del acné con la exposición solar durante los meses estivales. Esta mejoría se ha intentado explicar por el efecto “camuflaje” que el bronceado determinaría y una acción antiinflamatoria de la supresión inmunológica inducida por la luz ultravioleta(5). Es el fundamento teórico de la fototerapia en el acné. Sin embargo, la radiación ultravioleta también puede aumentar el efecto comedogénico de la secreción sebácea y producir exacerbaciones importantes del acné (“acné de Mallorca”, tropical o estival).

Las actividades en lugares húmedos y la oclusión determinan empeoramiento del acné hasta en un 15% de los pacientes. Podría deberse a un mecanismo de hidratación ductal que favorecería la obstrucción. Es el mecanismo que explica la exacerbación de las lesiones de acné producida por la utilización de mascarilla de protección durante la pandemia por SARS- CoV- 2 (“Mask-Acne”).

Diversos fármacos como los esteroides anabolizantes o anticonceptivos con progestágenos con acción androgénica, pueden exacerbar el acné. Además, existen diversos tratamientos como: corticoides orales, isoniacida, litio o ciertos fármacos usados en terapia antitumoral, capaces de inducir erupciones acneiformes.

El empleo de cosméticos de alto contenido graso, limpiadores agresivos o jabones alcalinos, puede: alterar la barrera cutánea, favorecer la formación de comedones e inducir inflamación.

El término exposoma define la suma de factores ambientales que influyen en el desarrollo y gravedad de una enfermedad, en este caso el acné. Identificar los factores negativos del exposoma, puede ayudar a reducir su impacto y manejar la enfermedad(11).

Clínica

El acné es una enfermedad inflamatoria cutánea con dos características fundamentales: el polimorfismo lesional y su curso crónico.

Además de seborrea, se observan comedones abiertos y/o cerrados, y lesiones inflamatorias como: pápulas, pústulas y nódulos, además de las lesiones residuales (cicatrices y alteraciones de la pigmentación).

Respecto a la distribución de las lesiones, casi todos los pacientes (99%) presentan localización facial, acompañada en más de la mitad de los casos, de afectación de la espalda (60%) y, en menor medida, la zona pectoral (15%). La mayoría de los pacientes referirán el inicio de las lesiones, de forma gradual, en torno a la pubertad, por lo que en los casos en los que se describa un inicio brusco de estas, se debe descartar una causa subyacente. En mujeres con acné de inicio rápido, grave, asociado a hirsutismo o a irregularidades menstruales, debe descartarse la existencia de patología endocrinológica (hiperandrogenismo).

Tipos de lesiones

Lesiones no inflamatorias

Los comedones cerrados son pequeñas pápulas firmes con una superficie blanquecina en la que, en ocasiones, se objetiva la apertura folicular. Por su parte, los comedones abiertos presentan un tapón central negruzco, debido al depósito de melanina y oxidación del sebo (Fig. 1).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figura 1. Acné comedoniano: comedones abiertos y cerrados (“puntos negros”).

Lesiones inflamatorias

Derivan de las anteriores e incluirían:

• Lesiones superficiales: pápulas y pústulas (Fig. 2).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figura 2. Acné inflamatorio leve-moderado: comedones, pápulas y pústulas.

• Lesiones profundas: pústulas profundas y nódulos, cuando la inflamación afecta a la totalidad del folículo. Los nódulos son lesiones firmes, dolorosas que pueden ser mayores de 1 cm. Constituyen la lesión fundamental del conocido como acné conglobata. Aunque los quistes epidermoides pueden observarse en pacientes con acné, en la mayoría de ocasiones, los llamados “quistes” no son verdaderos, sino nódulos profundos (acné nodular).

Lesiones residuales

Las lesiones residuales se observan hasta en el 90% de los pacientes, si bien, solo en el 22% de los casos son significativas. Las lesiones inflamatorias pueden dejar como secuelas máculas eritematosas que pueden persistir durante meses, cicatrices de diversas características (deprimidas, varioliformes, en “piolet”, hipertróficas, queloideas) y discromías (máculas hiperpigmentadas e hipopigmentadas postinflamatorias).

Tipos de acné

Atendiendo a la presentación clínica y al predominio de alguna de estas lesiones, se distinguen tipos clínicos clásicos de acné: comedoniano, pápulo-pustuloso y nodular. El acné conglobata es una forma grave y resistente al tratamiento, más frecuente en varones y de localización más intensa en tronco. Se caracteriza por pápulas profundas y nódulos dolorosos, que pueden confluir y formar trayectos sinusoidales, y que evolucionan formando cicatrices deprimidas y queloideas. El acné fulminans o acné maligno, descrito inicialmente como una forma de acné conglobata (“acné conglobata agudo febril ulcerativo”), es una variante infrecuente en la que se produce una reacción inmunológica sistémica frente al C. acnes(12). Se observa especialmente en varones jóvenes que, de forma brusca, desarrollan lesiones inflamatorias de predominio en tronco, con manifestaciones sistémicas (fiebre, anorexia, poliartropatía, esplenomegalia, osteólisis aséptica), junto con leucocitosis marcada. Los hemocultivos son estériles. En ocasiones, puede ser inducida por fármacos (isotretinoína o andrógenos) e infecciones intercurrentes (virus de Epstein-Barr). Como tratamiento, además del indicado para el acné, se requiere el empleo de corticoides orales.

Formas especiales de acné de interés en Pediatría

Acné infantil

Se ha relacionado con la estimulación transplacentaria de la producción androgénica adrenal, al menos, en los casos de inicio antes del primer año de vida. No se producen otras manifestaciones de hiperandrogenismo, porque las glándulas sebáceas son las únicas capaces de convertir la dehidroepiandrosterona en androstendiona y testosterona. En ocasiones, se han implicado fármacos (fenitoína, corticoides, halógenos).

De predominio en varones, suelen ser formas localizadas, con afectación, sobre todo de mejillas. En el periodo neonatal, el principal diagnóstico diferencial se establece con la pustulosis cefálica benigna, mucho más frecuente (20% de neonatos) y de inicio en las primeras semanas de vida, con lesiones pápulo-pustulosas en mejillas, pero sin comedones y que se asocia con la colonización por Malassezia (M. Sympodialis y M. furfur).

El tratamiento del acné infantil es similar al que veremos para el acné vulgar, excluyendo las tetraciclinas orales. Solo de manera excepcional, se ha empleado la isotretinoína oral(13).

Acné excoriado

Aunque es más frecuente en mujeres jóvenes, puede diagnosticarse en la adolescencia en pacientes que manipulan las lesiones, originando erosiones o ulceraciones con riesgo de sobreinfección y cicatriz. Los cuadros más graves pueden esconder trastornos psicológicos de relevancia que requerirán valoración especializada(14).

Acné medicamentoso

No se trata de un verdadero acné, al tratarse de un proceso monomorfo sin comedones, por lo que se denominan erupciones acneiformes medicamentosas. Su aparición se relaciona cronológicamente con el inicio del tratamiento implicado. Son muchos los fármacos relacionados, los más frecuentes los corticoides (Fig. 3), pero también: antiepilépticos, antituberculosos, litio, vitamina B, compuestos halogenados (yoduros o bromuros) e inhibidores del receptor del factor de crecimiento epidérmico, entre otros.

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figura 3. Acné monomorfo medicamentoso (corticoides orales).

Acné endocrino

El término se reserva para aquellas mujeres que asocian al acné otras manifestaciones de hiperandrogenismo, de los que el síndrome del ovario poliquístico es el cuadro más frecuente. El síndrome SAHA (Seborrea, Acné, Hirsutismo y Alopecia) es un acrónimo de las manifestaciones esenciales de este cuadro de androgenización dermatológica(15). Son necesarios estudios hormonales para su diagnóstico y manejo.

Acné inducido por sustancias tópicas

Incluye distintas formas clínicas, a destacar el acné cosmético, de predominio en mujeres y relacionado con el empleo de cosméticos comedogénicos. También, el lavado excesivo en un intento de mejorar el acné puede agravarlo (acné por detergentes).

Acné mecánico

Hace referencia a la aparición de lesiones de acné en zonas sometidas a fricción prolongada. La irritación continua de la zona superficial del conducto pilosebáceo y la hidratación excesiva de la zona por la oclusión, serían los factores implicados en su aparición. La distribución de las lesiones y el antecedente mecánico permite el diagnóstico. El ejemplo de actualidad sería el acné exacerbado o desencadenado por el uso de las mascarillas de protección(16), curiosamente ya referido en la literatura en Asia en una epidemia previa por coronavirus(17).

Hidrosadenitis supurativa

Es un proceso inflamatorio de curso crónico y recurrente, y de predominio en: axilas, ingles y área anogenital, en ocasiones, asociado a acné inflamatorio grave con el que, como se ha comentado con anterioridad, comparte mecanismos fisiopatogénicos(18). Suele iniciarse en la pubertad, aunque existen casos infantiles y en su etiopatogenia se imbrican factores familiares, endocrinos (obesidad, hiperandrogenismo) e irritación local(18). Se caracteriza por: lesiones comedonianas, pápulas, pústulas, nódulos dolorosos que confluyen en grandes abscesos con sinus de descarga y tendencia a la cicatrización en las áreas antes descritas.

Diagnóstico

El diagnóstico es clínico. El empleo de escalas atendiendo al tipo de lesión predominante y la gravedad orientan el tratamiento.

El diagnóstico del acné es clínico, basado en la presencia de comedones y/o lesiones inflamatorias. La exploración con luz de Wood permite observar la presencia de C. acnes en los comedones, ya que emite una fluorescencia rojo-anaranjada por producción de porfirinas (Fig. 4).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figura 4. Fluorescencia folicular anaranjada: relación con porfirinas producidas por C acnes. Indican que el paciente no realiza tratamiento o que el microorganismo es resistente.

Solo en caso de sospecha de acné endocrino, se realizarán exploraciones complementarias para descartar hiperandrogenismo.

Además del tipo de lesión predominante y la localización, existen múltiples sistemas para la valoración de la gravedad del acné(19,20), aunque de uso limitado en la práctica diaria. Más sencilla es una clasificación cualitativa, atendiendo al tipo de lesión dominante(1) (Tabla I), que se puede completar según la gravedad (leve, moderado, grave).

Tratamiento

El tratamiento de elección serán productos tópicos combinados que contienen antibióticos, retinoides o peróxido de benzoilo; mientras que, en caso de no respuesta o acné moderado-grave, se pautará tratamiento oral con antibiótico o isotretinoína.

Generalidades

El tratamiento del acné debe comenzar por conocer los antecedentes clínicos y respuesta a otros fármacos que se hayan administrado al paciente, con el fin de diseñar un plan individualizado para obtener la máxima eficacia. La baja adherencia al tratamiento condiciona, en ocasiones, que los resultados no sean los esperados, por lo que resulta primordial explicar e informar sobre algunos de los aspectos más relevantes de este, en concreto, sobre la evolución del proceso, que puede requerir tratamiento durante meses o años.

La mejora del cumplimiento aumenta al utilizar productos tópicos con combinaciones fijas, en lugar de varios productos por separado. Los productos combinados presentan dos ventajas: por una parte, actúan frente a varios factores patogénicos del acné de forma simultánea y, por otra, simplifican el régimen terapéutico. Debemos informar a los pacientes de que la mejoría clínica se consigue, no de forma inmediata, sino cuando llevan 6-8 semanas de tratamiento.

Con el fin de reducir al mínimo la irritación de los tratamientos tópicos, se debe indicar que la aplicación inicial puede ser gradual para mejorar la tolerancia durante las primeras semanas. Debemos instruir al paciente en el uso de cremas hidratantes no comedogénicas, junto con la evitación de productos que contribuyan al desarrollo del acné. La utilización de un jabón suave de lavado diario es aconsejable, mientras que la higiene excesiva puede alterar la barrera cutánea y aumentar el potencial irritativo del tratamiento.

En las revisiones, se debe reforzar el plan terapéutico e indagar en la aparición de posibles desencadenantes o agravantes. En caso de pacientes refractarios al tratamiento, se debería excluir foliculitis por organismos gramnegativos, sobre todo, en pacientes en tratamiento con antibióticos de manera continuada. Respecto a la dieta, como se comentó anteriormente, no es preciso realizar restricciones dietéticas, excepto que el paciente lo relacione con un determinado alimento o en caso de empeoramiento con consumo de lácteos desnatados en abundancia, o alimentos con gran carga en azúcar.

El tratamiento del acné tiene como objetivo principal evitar la aparición de cicatrices, por lo que el tratamiento debe ser lo más precoz posible, con un tratamiento adecuado a la gravedad y extensión. En la tabla II, se muestra un algoritmo terapéutico(1) a seguir en los pacientes con acné.

En líneas generales, se debe evitar el uso de un antibiótico oral o tópico en monoterapia, con el fin de disminuir el riesgo de resistencias bacterianas.

Tratamiento tópico

El tratamiento tópico será pautado en todos los pacientes con acné, en monoterapia en el acné leve y, combinado con tratamiento sistémico, en los casos de acné moderado o grave. Además, tras el tratamiento sistémico, se aplicarán retinoides tópicos de mantenimiento. Se debe insistir al paciente en la aplicación no solo en las lesiones, sino en las zonas susceptibles de presentarlas para evitar su aparición.

Retinoides

Los retinoides tópicos previenen la formación de comedones y lesiones inflamatorias, normalizan la descamación de los queratinocitos y tienen efecto antiinflamatorio. Incluyen: ácido retinoico, isotretinoína, adapaleno, tazaroteno (indicado en nuestro país para el tratamiento de la psoriasis) y, recientemente, trifaroteno. Este último ha sido aprobado en crema al 0,005%, siendo un retinoide de cuarta generación para el tratamiento del acné vulgar en cara y tronco, a partir de 12 años de edad. El trifaroteno se dirige de manera selectiva a los receptores de ácido retinoico gamma (RAR-γ), el más común en la piel(21).

Los retinoides tópicos, además, potencian la penetración de antimicrobianos tópicos asociados, con lo que aumenta la eficacia de estos. Se utilizan en monoterapia para el acné comedoniano y como parte de una terapia combinada para el acné leve-moderado pápulo-pustuloso(22). Consiguen un 40-70% de reducción de los comedones y de las lesiones inflamatorias(23). También se recomiendan como tratamiento de mantenimiento para prevenir recurrencias. Se usan distintas concentraciones, dependiendo de la gravedad y tolerancia clínica, en cremas acuosas o geles. Se recomienda comenzar con concentraciones bajas o tiempos de aplicación cortos, e ir aumentando progresivamente según tolerancia.

Los efectos secundarios más frecuentes son: la dermatitis irritativa y la fotosensibilidad. En un 20% de los pacientes, se puede producir un incremento transitorio de las lesiones inflamatorias. Está contraindicado en el embarazo por sus propiedades teratogénicas demostradas en la administración oral.

Peróxido de benzoilo

Es un agente antimicrobiano con actividad antiinflamatoria y comedolítica, siendo su acción principal la neutralización de C. acnes en los folículos pilosos, por lo que consigue un efecto bacteriostático y posiblemente bactericida, similar a los antibióticos tópicos y sin asociarse a resistencias antimicrobianas. Está comercializado en distintas concentraciones (desde 2,5% a 10%) y formas galénicas (cremas, geles, limpiadores), solo o en asociación a otros principios activos.

Sus principales efectos secundarios son irritativos, además de decolorar la ropa o el pelo oscuro. La tolerancia aumenta si se aplica no inmediatamente tras el lavado, sino minutos después. Puede ser utilizado durante el embarazo y lactancia.

Antibióticos tópicos

Presentan acción antibacteriana inhibiendo el crecimiento y la actividad de C. acnes y efecto anti-inflamatorio directo e indirecto. Se utilizan como parte de tratamientos combinados para el acné pápulo-pustuloso leve-moderado.

Los más frecuentemente utilizados son la clindamicina y la eritromicina, a concentraciones del 1-4%. La nadifloxacina al 1% es una quinolona tópica que parece tener además una cierta acción antiandrogénica in vitro, además de inhibir la activación de las células T y los queratinocitos.

No se recomienda el uso en monoterapia, debido a la posible resistencia a antibióticos y su inicio de acción más lento. En el caso de los macrólidos, han sido notificados en algunos países resistencias mayores del 50% de cepas de C. acnes(24). Por ello, deben suspenderse cuando se aprecie mejoría y, en caso de ineficacia a las 6 u 8 semanas, considerar otro tratamiento. La combinación del antibiótico tópico con retinoide o peróxido de benzoilo tópicos reduce la posibilidad de resistencias(22).

Los efectos secundarios son menos frecuentes en comparación con los antibióticos orales y, en general, leves y locales (prurito, xerosis). La colitis pseudomembranosa es una complicación rara asociada a la clindamicina tópica. La nadifloxacina no debe emplearse en menores de 14 años, al ser una fluoroquinolona.

Ácido azelaico

El ácido azelaico es un ácido dicarboxilico que presenta actividad antimicrobiana y anticomedogénica(25). Se utiliza para acné comedoniano e inflamatorio. Está disponible al 20% en crema y 15% en gel, y su principal efecto secundario es una leve irritación. Puede ser utilizado en el embarazo y lactancia.

Otros tratamientos tópicos

El ácido salicílico se utiliza como comedolítico y antibacteriano. Se utiliza en diversas presentaciones galénicas al 0,5-2%, en formas no inflamatorias, siendo menos efectivo que los retinoides tópicos. Sus principales efectos secundarios son: el eritema y la descamación.

Los α-hidroxiácidos se emplean en las formas comedonianas a diversas concentraciones y, en general, con buena tolerancia. El más empleado es el ácido glicólico, con el que existen presentaciones con tretinoína y clindamicina tópica.

La niacinamida es la forma activa de la vitamina B3, con propiedades antiinflamatorias. Se ha empleado al 4% en gel hidroalcohólico, en el tratamiento del acné leve.

Tratamiento combinado

Se recomiendan combinaciones con retinoides, como primera línea de tratamiento, para el acné leve-moderado y pápulo-pustuloso. Las combinaciones con varias clases terapéuticas permiten combatir los múltiples factores patogénicos del acné. Por otro lado, la combinación de antibióticos con peróxido de benzoilo permite disminuir la posibilidad de resistencias bacterianas. Las combinaciones a dosis fijas comercializadas incluyen las siguientes:

• Adapaleno al 0,1% más peróxido de benzoilo al 5%, de aplicación diaria en forma de gel.

• Clindamicina al 1% más peróxido de benzoilo al 5% en gel, de mayor eficacia que ambos productos por separado.

• Tretinoína al 0,025% más clindamicina al 1% en gel.

• Tretinoína al 0,02% más ácido glicólico al 4%, más clindamicina al 0,8% en gel.

Tratamiento sistémico

Indicado en pacientes con acné moderado-grave o ante falta de respuesta a tratamiento tópico en acné leve o leve-moderado. También en casos de afectación extensa.

Tratamiento hormonal

La mayoría de anticonceptivos combinados (estrógeno + progestágeno) tienen la capacidad de mejorar el acné y el hirsutismo en mayor o menor medida, por lo que resultan de utilidad en la paciente con hiperandrogenismo, pero también es un tratamiento eficaz en mujeres con acné, independientemente de las concentraciones de andrógenos en sangre. Los anticonceptivos mejoran: seborrea, alopecia androgénica, síndrome SAHA y acné de inicio tardío, además de regular las alteraciones menstruales. Su principal objetivo es contrarrestar el efecto de los andrógenos en las glándulas sebáceas.

Sus principales indicaciones en pacientes con acné son: el fracaso del tratamiento antibiótico, cuando la isotretinoína oral está contraindicada o es inapropiada, y en caso de que, además del acné, sea necesario el control del ciclo menstrual o como método anticonceptivo. Parece obtenerse mejor resultado, aun con niveles de andrógenos séricos normales, en mujeres con lesiones inflamatorias de predominio en mitad inferior de cara y cuello que, con frecuencia, presentan exacerbaciones premenstruales de su acné.

La trombosis es uno de los efectos secundarios más graves de los anticonceptivos orales y depende, sobre todo de los estrógenos empleados y su dosis. Con el fin de disminuir este efecto secundario, el anticonceptivo oral de elección debería ser el que combinara 30 µg o menos de etinilestradiol (estrógeno) con gestágeno. Si nuestra finalidad es el tratamiento de signos de androgenización, los anticonceptivos orales de elección serían aquellos con progestágenos de efecto antiandrogénico: acetato de ciproterona, acetato de clormadinona, drospirenona, dienogest y acetato de nomegestrol(26). Según un metaanálisis, encontraron que el acetato de ciproterona y la drospirenona son los progestágenos más efectivos en el tratamiento del acné(27). La respuesta se observa a partir del tercer mes de tratamiento, que debe prolongarse alrededor de un año en ausencia de efectos secundarios, con riesgo de recidiva al suspender, por lo que se asocian a otros tratamientos.

Antibióticos orales

Utilizados en el acné inflamatorio moderado-grave. Producen una acción antiinflamatoria a través de la inhibición del crecimiento de C. acnes, además de reducir la cantidad de ácidos grasos libres y, de ese modo, su efecto irritante. Los más empleados son: tetraciclinas orales (doxiciclina, minociclina) y macrólidos (eritromicina, azitromicina y josamicina). La doxiciclina es el más utilizado, a dosis de 50-100 mg al día, siendo el efecto secundario más frecuente la fotosensibilidad. En general, son bien tolerados y los efectos secundarios graves son poco frecuentes. Las tetraciclinas no deben usarse en menores de 8 años, por sus efectos sobre el esqueleto en desarrollo y la dentición.

Los tratamientos suelen mantenerse, al menos, mes y medio, porque al igual que con otros tratamientos, su efecto clínico tarda semanas en apreciarse, disminuyendo la dosis o suspendiendo el tratamiento una vez que disminuye la aparición de lesiones inflamatorias, habitualmente a los 3 meses.

Se debe evitar pautarlos en monoterapia, asociando retinoides tópicos o peróxido de benzoilo, si es necesario: repetir tratamiento, emplear el mismo antibiótico si fue eficaz, y evitar el empleo simultáneo de antibióticos tópicos y orales, para no favorecer la aparición de resistencias.

Isotretinoína oral

El ácido 13-cis-retinoico de la vitamina A o isotretinoína está indicado en el acné nódulo-quístico grave, refractario a otros tratamientos o que puede dar lugar a cicatrices. Constituye el pilar terapéutico del acné grave, pero también en el acné que determina un impacto importante en la calidad de vida del paciente: acné inflamatorio resistente a tratamiento convencional y formas crónicas de tendencia recidivante, además de la foliculitis por gram negativos, piodermia facial y formas graves de rosácea.

Actúa sobre todos los factores involucrados en la fisiopatogenia del acné.

Se administra habitualmente a dosis de 0,5-0,6 mg/kg al día (desde 0,1 a 2 mg/kg/día), manteniendo el tratamiento hasta alcanzar una dosis total de 120 a 150 mg/kg, para reducir la posibilidad de recidivas. Las dosis pueden modificarse según la respuesta clínica y los efectos secundarios. Debe tomarse con las comidas para favorecer su absorción. Las pautas de isotretinoína a dosis bajas (0,25-0,4 mg/kg/día) son eficaces, con menos efectos secundarios, pero con mayor índice de recidivas(28).

La respuesta clínica es excelente (Fig. 5), respondiendo la mayoría de los casos a un solo ciclo de unos 6 meses, aunque, en general, los resultados no son evidentes hasta 1-2 meses después de iniciado el tratamiento, período en el que incluso se puede observar una cierta exacerbación.

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figura 5. Acné inflamatorio profundo: antes y después de tratamiento con isotretinoino.

Los efectos secundarios dependen de la dosis administrada y, en general, son similares a los de la hipervitaminosis A. Casi todos los pacientes presentan queilitis y, más del 50%, xerosis cutánea y de mucosas. Puede aparecer: xeroftalmía, alteración de la visión nocturna, conjuntivitis, queratitis, cefalea y epistaxis. Las mialgias pueden afectar al 15% de los pacientes, siendo las manifestaciones musculoesqueléticas más frecuentes. Raramente, aparece hiperostosis u osteoporosis a largo plazo, por lo que no están indicados estudios radiológicos en tratamientos estándar. Excepcionalmente, ha sido descrita asociación con enfermedad inflamatoria intestinal, sin encontrarse, hasta el momento actual, aumento de riesgo en pacientes tratados con isotretinoína(29). La relación con diabetes ha sido estudiada, encontrándose que el tratamiento con isotretinoína aumenta significativamente el nivel de adiponectina sérica, pero no altera el estado de resistencia a la insulina en pacientes con acné(30). Está contraindicada su administración concomitante con tetraciclinas, por el aumento de riesgo de hipertensión intracraneal benigna.

Los síntomas digestivos son infrecuentes. Más frecuente es la elevación de transaminasas que puede aparecer en el 15% de los casos. Además, pueden aumentar los triglicéridos hasta en el 25% de pacientes, sobre todo, en el primer mes, y que suelen descender al disminuir la dosis. Una elevación por encima de los 700-800 mg/dl de triglicéridos es criterio de suspensión del tratamiento. En la analítica podemos encontrar: anemia, leucopenia, trombocitosis o trombopenia, y elevación de la VSG.

Se han descrito, como efectos secundarios: mayor riesgo de depresión, suicidio, psicosis y conductas agresivas y violentas, aunque no está clara la relación de causalidad ni el mecanismo de acción. Se ha descrito una prevalencia de depresión del 1-11% en pacientes que recibían isotretinoína, cifra similar a la observada en pacientes que recibían tratamiento antibiótico oral, por lo que no se puede establecer como causa(31). Pese a esto, la mayoría de pacientes experimentan mejoría en las repercusiones psicosociales relacionadas con el acné, una vez comenzado el tratamiento. En cualquier caso, es importante que el paciente y su familia conozcan estos datos, además de identificar pacientes de riesgo y la posible aparición de cualquier síntoma relacionado. En caso de cefalea intensa, alteración de la visión nocturna o manifestaciones psiquiátricas, se debe suspender el tratamiento.

La isotretinoina es teratogénica, produciéndose su máximo efecto en la tercera semana de gestación, por lo que las mujeres en edad fértil no deben comenzar el tratamiento hasta tener una prueba de embarazo negativa, que deberá repetirse con periodicidad mensual; es fundamental recomendar medidas de contracepción desde 1 mes antes hasta 1 mes después de terminado el tratamiento. Se debe informar a las pacientes de manera adecuada y se cumplimentará el consiguiente documento de consentimiento informado.

Se debe educar al paciente acerca de los efectos terapéuticos de la isotretinoína y enseñarles a controlar o prevenir los efectos secundarios (hidratación adecuada, lágrimas artificiales para controlar la sequedad ocular y nasal, evitar irritantes, no tomar bebidas alcohólicas, fotoprotección, no donar sangre durante el tratamiento…).

La recurrencia de acné no es infrecuente, en la mayoría de pacientes con buena respuesta a terapia convencional, pero en algún caso, hay que indicar un nuevo ciclo de tratamiento con isotretinoína. Suele observarse en el primer año después del tratamiento, y es poco frecuente pasados 3 años. Los factores asociados a riesgo de recidiva incluyen: una dosis diaria baja de isotretinoína (0,1-0,5 mg/kg) o no alcanzar una determinada dosis total (120-150 mg/kg), acné grave o prolongado, mujeres de más de 25 años al inicio de tratamiento, alteraciones endocrinas, pacientes de menos de 16 años y el acné en tronco. El tratamiento de mantenimiento con retinoides tópicos puede disminuir las recidivas al evitar la formación de microcomedones.

El protocolo a realizar previo a pautar el tratamiento, incluye: hemograma y pruebas de función hepática, niveles de triglicéridos y test de embarazo en orina en el caso de mujeres. El siguiente control, función hepática y perfil lipídico, se realiza al mes; si todo está correcto, no es necesario repetirlos, siempre que nos encontremos ante un paciente con dosis habituales y sin otra patología de base(32-33).

Como conclusión, se puede decir que la isotretinoína es una medicación eficaz, que puede conseguir la “curación” definitiva en un alto porcentaje de casos, de cómoda posología y conocida dosificación, y con efectos secundarios controlables y, en general, bien tolerados.

Otros tratamientos

Fototerapia

La fototerapia se dirige frente al C. acnes, productor de porfirinas, sobre todo, la coproporfirina III. Estas porfirinas pueden activarse con luz, con determinadas longitudes de onda (luz azul a 415 nm y mixta azul-roja a 415, y 660 nm), produciendo un efecto fotodinámico capaz de destruir estas bacterias. Se ha empleado en formas leves o moderadas de acné inflamatorio, con respuesta variable.

Terapia fotodinámica

La combinación de ácido aminolevulínico o metilaminolevulinato tópico, metabolizados a protoporfirina IX en la unidad pilosebácea, potente fotosensibilizador, y la posterior activación por una fuente de luz con determinada longitud de onda, produciría: reducción de la secreción sebácea, destrucción del C. acnes e incluso disminución de la hiperqueratinización ductal.

Luz pulsada intensa y láser

Se ha empleado el láser de colorante pulsado a 585 nm, el neodimio:YAG de 1.320 nm y el de diodo de 1.450 nm en el acné inflamatorio, pero con mejoría transitoria, lo que junto con las molestias que genera, hace que tenga un rendimiento limitado.

Zinc

No mejora los comedones, pero muestra cierta eficacia en el tratamiento del acné inflamatorio. Su acción se debe a: inhibición de la quimiotaxis de los neutrófilos, inhibición de la 5α-reductasa y factor de necrosis tumoral. Se ha indicado vía oral (200 mg/día, administrado fuera de las comidas). Sus principales efectos secundarios son gastrointestinales (náuseas, vómitos, epigastralgias).

Corticoides

Su empleo se asocia a la aparición de lesiones de acné (acné medicamentoso corticoideo), sin embargo, pueden indicarse en ciertos casos. Así, en formas inflamatorias graves, susceptibles de exacerbarse al inicio del tratamiento con isotretinoína, una pauta corta de corticoides orales reduce de manera rápida el número de lesiones y el riesgo de exacerbación de las mismas con el retinoide. Del mismo modo, la inyección intralesional de corticoides puede ser útil en lesiones inflamatorias de gran tamaño y aparición reciente.

Tratamiento adyuvante

Extracción de comedones

Mediante esta técnica se consigue una mejoría inmediata, que ha de mantenerse con los retinoides tópicos que evitan la formación de nuevos microcomedones. Los macrocomedones son una causa de fracaso terapéutico y no suelen responder a tratamiento con retinoides tópicos u orales; de ahí, la necesidad de eliminarlos.

Quimioexfoliación (“peelings químicos”)

Se indica, una vez controlado el acné, para el tratamiento de las cicatrices superficiales o hiperpigmentaciones residuales. Se emplean: α-hidroxiácidos (especialmente el ácido glicólico), ácido tricloroacético o ácido salicílico.

Crioterapia

Con nitrógeno líquido y aplicadores abiertos (espray) se ha utilizado sobre todo, en las lesiones cicatriciales.

Cirugía

La cirugía se realiza en caso de lesiones cicatriciales. Incluirían: extirpación de cicatrices deprimidas con “sacabocados” y sutura (“técnica de elevación”), dermoabrasión clásica, empleo de material de relleno en cicatrices profundas de base no fibrótica o laserterapia.

Función del pediatra de Atención Primaria

La mayoría de los pacientes con acné se pueden manejar en Atención Primaria. Destacar para un correcto tratamiento: inicio precoz y adecuado al tipo de acné, empleo de tratamientos combinados, nunca antibióticos en monoterapia ni asociar antibióticos tópicos y orales y, en el seguimiento, reforzar el plan terapéutico y valorar la respuesta y tolerancia al tratamiento. La derivación al dermatólogo se plantearía en los siguientes casos:

• Formas graves de acné.

• Formas moderadas sin respuesta a tratamiento pautado, tópico y/o oral.

• Pacientes con importante repercusión psico-social de la enfermedad.

• Sospecha de trastorno endocrino asociado.

• Aunque poco frecuente, diagnóstico diferencial con otros procesos.

• Por último, siempre que se considere el tratamiento con isotretinoína, medicamento que requiere la prescripción por especialista y visado de inspección. En estos casos, el seguimiento se realizará de manera coordinada con el especialista.

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Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Interesante artículo en el que se describen las recomendaciones actuales en el manejo del acné. Destacan la importancia del retinoide tópico en todos los pacientes con acné leve-moderado, combinado bien con peróxido de benzoilo o antibiótico tópico, evitando siempre este último en monoterapia, con el fin de disminuir el riesgo de resistencias bacterianas. Para acné moderado-severo, se debería añadir el tratamiento antibiótico oral, o en caso de falta de respuesta a este, iniciar isotretinoína oral en monoterapia.

Dréno B, Pécastaings S, Corvec S, Veraldi S, Kharmari A, Roques C. Cutibacterium acnes (Propionibacterium acnes) and acne vulgaris: a brief look at the latest updates. J Eur Acad Dermato Venereol. 2018; 32: 5-14.

La bacteria Cutibacterium acnes (anteriormente conocida como Propionibacterium acnes) forma parte del mantenimiento de una piel sana, sin embargo, también puede actuar como patógeno oportunista en la aparición de acné vulgar. Las novedades en la etiopatogenia del acné sitúan a C. acnes en una situación diferente a la que se pensaba previamente. La proliferación de C. acnes no actuaría como desencadenante, ya que los pacientes con acné no albergan más C. acnes en los folículos que los individuos normales. En cambio, la pérdida de la diversidad microbiana de la piel junto con la activación de la inmunidad innata, podría conducir a esta condición inflamatoria crónica.

 

Caso clínico

 

Paciente mujer de 17 años, sin antecedentes de interés. Lesiones faciales de años de evolución, que han experimentado agravamiento los últimos meses. Diagnosticada de acné, ha recibido tratamiento con doxiciclina en monoterapia y diversos tratamientos tópicos con posterioridad, con escasa respuesta. Menarquia a los 11 años; asocia irregularidad menstrual. A la exploración: comedones abiertos y cerrados, pápulas, pústulas y nódulos en mejillas y, en menor medida, frente; seborrea, hirsutismo en las áreas exploradas (puntuación 10 escala Ferriman / Gallwey).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

 

 

Acne

J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez
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Continuous Training


J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Doctors in Medicine and Surgery. Consultant Physicians at the Dermatology Service. Pediatric Dermatology Unit. University Hospital Complex of Albacete

Abstract

Acne is a chronic inflammatory skin disease of the pilosebaceous unit of multifactorial etiology characterized by increased sebaceous secretion, comedone formation, inflammatory lesions and risk of scarring sequelae. It is undoubtedly one of the most frequent dermatological processes in the daily clinical practice, especially in adolescence, although it can also appear in childhood and persist into adulthood. Adequate management of this pathology is relevant, as it can cause lower self-esteem and social dysfunction in patients, with the subsequent impact on quality of life.

 

Abstract

Acne is a chronic inflammatory skin disease of the pilosebaceous unit of multifactorial etiology characterized by increased sebaceous secretion, comedone formation, inflammatory lesions and risk of scarring sequelae. It is undoubtedly one of the most frequent dermatological processes in the daily clinical practice, especially in adolescence, although it can also appear in childhood and persist into adulthood. Adequate management of this pathology is relevant, as it can cause lower self-esteem and social dysfunction in patients, with the subsequent impact on quality of life.

 

Key words: Cutibacterium acnes; Grading and classification of acne; Acne management; Isotretinoin.

Palabras clave: Acné; Cutibacterium acnes; Graduación y clasificación del acné; Manejo del acné; Isotretinoina.

Pediatr Integral 2021; XXV (4): 166 – 175


Acne

Introduction

Acne is a frequent inflammatory skin disease of chronic course and polymorphous in its clinical expression.

Acne is a chronic skin disease of the pilosebaceous unit, of multifactorial etiology, characterized by its clinical polymorphism. It undoubtedly represents one of the dermatological processes of greatest interest in daily clinical practice.

Epidemiology

Acne can appear in all stages of life, although its prevalence is higher in adolescence and there seems to be a genetic predisposition.

Acne is one of the most frequent dermatological diseases, as it is estimated that around 85% of the population will present it throughout their lives(1). The prevalence of acne among the Spanish population aged 12 to 18 years is 74%, without significant differences regarding sex and with a peak between 14 and 16 years of age(2); therefore, it accounts for 25% of dermatological consultations. Acne is estimated to be of moderate / severe intensity in about 20% of patients.

Its highest prevalence and intensity occur around 14-15 years of age in females and somewhat later (16-18 years) in males. Despite its prevalence in adolescence, in 7-25% of patients it will persist into adulthood.

In females, it can manifest a longer course; whilst in males, more serious forms are identified(3).

There seems to be certain genetic predisposition to develop acne: history of acne is often found in parents, and in addition, there is a high concordance in monozygotic twins(3,4).

Seasonal variations in acne severity are observed, with a tendency to worsen in winter(5).

Etiopathogenesis

Acne is a multifactorial disease, produced by: increased sebaceous secretion, follicular epidermal hyperproliferation, comedogenesis, bacterial colonization and induction of inflammation.

Acne is a disease of the pilosebaceous follicle, induced by androgens of adrenal and gonadal origin: its onset correlates with the increase in sebaceous production triggered by this hormonal stimulus. The pilosebaceous unit is the target organ of acne, explained by the distribution of lesions in the areas with the highest concentration.

The factors involved in its development include: increased sebaceous secretion and follicular epidermal hyperproliferation, which leads to the formation of: comedones (comedogenesis), bacterial colonization by Cutibacterium acnes (formerly named Propionibacterium acnes) and induction of inflammation(6).

The onset and persistence of the activity of the sebaceous glands is mainly due to the action of androgens. After its activity in the postnatal period, due to the maternal hormonal influence, sebaceous glands remain minimized until puberty, when the size and number of lobes per gland increases, as a result of the androgenic stimulus (adrenarche). The presence of this glandular activity is a necessary requirement for the development of acne. There is a greater sebaceous secretion and, in addition, a qualitative alteration. These events have been related to the development of hypercornification of the sebaceous duct and changes in surface microorganisms. The consequence of hypercornification of the sebaceous duct is microcomedone: keratinocytes are grouped in dense clumps with monofilaments and lipid droplets, retaining the secreted sebum that distends the channel and the gland. This microcomedone is the primary acne lesion.

Acne is not an infectious process, but there are microorganisms that colonize and multiply in the follicular duct, and that can play a role in the pathogenesis. Cutibacterium acnes (C. acnes), which predominates in areas rich in sebaceous glands, can act as an opportunistic pathogen in acne. C. acnes is scantily present on the skin surface, whereas it is the dominant resident in the pilosebaceous unit; and the development of acne would be related, not with its proliferation, but with the selection of certain types, especially the IA1 phylotype, in a medium with increased sebaceous secretion in addition to balance alteration of the skin microbiome(7,8). Also, the formation of biofilm, an organized conglomerate of bacteria enhancing their survival, could increase its pathogenicity and resistance to antibiotics. These data open up new therapeutic possibilities in the management of acne (probiotics, anti-biofilm compounds…)(9).

The inflammation would not be caused by the presence of bacteria in the dermis, but by the action of biologically active mediators produced by C. acnes, which diffuse from the follicular channel and, later, by an inflammatory reaction to a foreign body triggered by the rupture of the ductal wall. The cell wall of C. acnes contains a carbohydrate antigen that stimulates the development of antibodies, which facilitate the inflammatory response.

There are multiple factors related to acne exacerbation episodes. Various studies postulate that diet could be considered a stimulating factor for acne, since foods that are high in sugar and other carbohydrates, dairy products or proteins, would affect serum insulin and insulin-like growth factor (IGF-1), which would induce an increase in the production of available androgens and the development of acne(3). However, currently, there is no scientific evidence with controlled studies to justify the restriction of specific foods(10).

The exacerbation of lesions in stressful situations is a known fact, in relation to the neuroendocrine regulation of sebocytes, the increase in adrenal secretion and the manipulation of lesions. Conversely, acne has an undoubted psychosocial impact, with consequent repercussions on quality of life.

About 70% of patients report a premenstrual acne exacerbation. This has been related to: increased hydration of the pilosebaceous duct, progressive decrease in estrogen levels with anti-inflammatory action and increased progesterone in this phase, with androgenic and pro-inflammatory effects.

70% of patients show acne improvement with sun exposure during the summer months. This amelioration could be potentially explained by the “camouflage” effect caused by tanning and an anti-inflammatory action of the immune suppression induced by ultraviolet light(5). This is the theoretical foundation of phototherapy for acne. However, ultraviolet radiation can also increase the comedogenic effect of sebaceous secretion and cause significant exacerbations of acne (“acne Mallorca”, acne aestivalis, tropical acne).

Activities in humid climates and occlusion determine acne worsening in up to 15% of patients. It could be due to a ductal hydration mechanism that would favor the obstruction. This is the mechanism that explains the exacerbation of acne lesions produced by the use of protective masks during the SARS-CoV-2 pandemic (“Mask acne”).

Various drugs, such as anabolic steroids or contraceptives containing progestogens with androgenic action, can exacerbate acne. In addition, there are numerous treatments such as: oral corticosteroids, isoniazid, lithium or certain anti-cancer drugs, capable of inducing acneiform eruptions.

The use of high lipid-based cosmetic formulations, aggressive cleaners or alkaline soaps can: alter the skin barrier, promote the formation of comedones and induce inflammation.

The term exposome defines the assorted environmental factors that influence the development and severity of a disease, in this case acne. Identifying the negative exposome factors can help reduce its impact and manage the disease(11).

Clinical manifestations

Acne is an inflammatory skin disease with two main characteristics: lesional polymorphism and chronic course.

In addition to seborrhea, open and/or closed comedones and inflammatory lesions are observed such as: papules, pustules and nodules, as well as residual lesions (scars and pigmentation alterations).

Regarding the distribution of the lesions, almost all the patients (99%) present facial localization, accompanied in more than half of the cases, by involvement of the back (60%) and, to a lesser extent, the pectoral area (15%). The majority of patients will refer to a gradual onset of the lesions around puberty, so that in cases in whom a sudden onset of these is described, an underlying cause must be ruled out. In women with severe, rapid-onset acne associated with hirsutism or menstrual irregularities, the existence of endocrinological pathology (hyperandrogenism) must be excluded.

Types of lesions

Non-inflammatory lesions

Closed comedones are small firm papules with a whitish surface in which, occasionally, the follicular opening is observed. Alternatively, open comedones present a blackish central plug, due to the deposit of melanin and the oxidation of sebum (Fig. 1).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

Figure 1. Comedonian acne: open and closed comedones (“blackheads”).

Inflammatory lesions

They derive from the previous ones and include:

Superficial lesions: papules and pustules (Fig. 2).

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Figure 2. Mild-moderate inflammatory acne: comedones, papules and pustules.

Deep lesions: deep pustules and nodules, when the inflammation affects the entire follicle. Nodules are firm, painful lesions that can be larger than 1 cm. They cons­titute the characteristic lesion of what is known as acne conglobata. Although epidermoid cysts can be seen in patients with acne, in most cases, the so-called “cysts” are not true cyst, but rather deep nodules (nodular acne).

Residual injuries

Residual lesions are observed in up to 90% of patients, although they significant in only 22% of cases are. Inflammatory lesions can leave sequelae such as erythematous macules that can persist for months, scars of various characteristics (depressed, varioliform, ice pick, hypertrophic, keloid) and dyschromias (post-inflammatory hyperpigmented and hypopigmented macules).

Types of acne

Based on the clinical presentation and the predominance of some of these lesions, classic clinical types of acne are distinguished: comedonian, papule-pustular and nodular. Acne conglobata is a severe and treatment-resistant form, more frequently found in men and with a more intense location on the trunk. It is characterized by deep papules and painful nodules, which can converge and form sinusoidal paths, and evolve to form depressed and keloid scars. Acne fulminans or malignant acne, initially described as a form of acne conglobata (“acute febrile ulcerative acne conglobata”), is a rare variant in which a systemic immune reaction against C. acnes takes place(12). It is observed especially in young men who, suddenly, develop inflammatory lesions predominantly in the trunk, with systemic manifestations (fever, anorexia, polyarthropathy, splenomegaly, aseptic osteolysis), together with marked leukocytosis. Blood cultures are sterile. Sometimes it can be induced by drugs (isotretinoin or androgens) and intercurrent infections (Epstein-Barr virus). In terms of treatment, in addition to that indicated for acne, the use of oral corticosteroids is required.

Special forms of acne of interest in Pediatrics

Infantile acne

It has been associated with transplacental stimulation of adrenal androgen production, at least in cases of onset before the first year of life. There are no other manifestations of hyperandrogenism, because sebaceous glands are the only ones capable of converting dehydroepiandrosterone to androstenedione and testosterone. Occasionally, drugs such as pheny­toin, corticosteroids and halogens have been implicated.

It prevails in males, usually as a localized form, with especial involvement of the cheeks. In the neonatal period, the main differential diagnosis must be established with benign cephalic pustulosis, which is much more frequent (20% of neonates), with onset within the first weeks of life, consisting of papulopustular lesions on the cheeks, but without comedones and associated with colonization by Malassezia (M. sympodialis and M. furfur).

The treatment of infantile acne is similar to that of acne vulgaris (see below), but excluding oral tetracyclines. Only exceptionally has oral isotretinoin been used in this form(13).

Excoriated acne

Although it is more frequent in young women, it can also be diagnosed in adolescence in patients who manipulate the lesions, causing erosions or ulcerations with the risk of superinfection and scarring. The most severe cases can hide relevant psychological disorders that will require specialized evaluation(14).

Drug-induced acne

It is not a true acne as it is a monomorphic process without comedones, which is why it is referred to as drug-induced acneiform eruptions. Its onset is chronologically related to the start of the treatment involved. Many drugs can be involved in its appearance, the most common being corticosteroids (Fig. 3), but also: antiepileptic drugs, antituberculosis drugs, lithium, vitamin B, halogenated compounds (iodides or bromides) and epidermal growth factor receptor inhibitors, among others.

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Figure 3. Monomorphic drug acne (oral corticosteroids).

Endocrine acne

The term is used in those women who besides acne associate other manifestations of hyperandrogenism, and where polycystic ovary syndrome is the most frequent condition. SAHA syndrome (Seborrhea, Acne, Hirsutism and Alopecia) is an acronym for the main manifestations of this dermatological androgenization entity(15). Hormonal investigations are necessary for its diagnosis and management.

Acne induced by topical substances

It includes different clinical forms, notably cosmetic acne, which predominates in women and is related to the use of comedogenic cosmetics. Also, excessive washing as an attempt to improve acne can aggravate it (detergent acne).

Mechanical acne

It refers to the appearance of acne lesions in areas subjected to prolonged friction. Continuous irritation of the superficial area of the pilosebaceous duct and excessive hydration of the area due to occlusion, would be the factors involved in its appearance. The distribution of lesions and the mechanical history facilitates the diagnosis. A current example would be acne exacerbated or triggered by the use of protective face masks(16), which was interestingly already referred to in Asian literature in a previous coronavirus epidemic(17).

Hidradenitis suppurativa

It is an inflammatory process with a chronic and recurrent course, which predominantly affects: armpits, groin and anogenital area, sometimes associated with severe inflammatory acne with which, as mentioned previously, it shares physiopathogenic mechanisms(18). It usually begins during puberty, although there are childhood cases and its etiopathogenesis involves familial, endocrine factors (obesity, hyperandrogenism) and local irritation(18). It is characterized by: comedonal lesions, papules, pustules, and painful nodules that converge into large abscesses with sinus discharge and a tendency to cicatrize in the areas previously described.

Diagnosis

The diagnosis is based on clinical examination. The use of scales to determine the predominant type of lesion and its severity will guide the treatment.

The diagnosis of acne is a clinical one, based on the presence of comedones and/or inflammatory lesions. Examination with Wood’s light will allow to observe the presence of C. acnes in the comedones, as it emits a red-orange fluorescence due to the production of porphyrins (Fig. 4). Only in case of suspected endocrine acne, will complementary examinations be carried out to rule out hyperandrogenism.

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Figure 4. Orange follicular fluorescence: relationship with porphyrins produced by C acnes. This indicates that the patient does not undergo treatment or that the microorganism is resistant.

In addition to the predominant type of lesion and its location, there are multiple systems for assessing the severity of acne(19,20), although they are of limited use in daily practice. The simplest is a qualitative classification, taking into account the type of dominant lesion(1) (Table I), which can be completed according to the severity (mild, moderate, severe).

Treatment

The treatment of choice will be combined topical products containing antibiotics, retinoids, or benzoyl peroxide; while, in case of non-response or moderate-severe acne, oral treatment with antibiotics or isotretinoin will be prescribed.

Basic concepts

The treatment of acne should begin by knowing the clinical history and response to other drugs that have been administered to the patient, in order to design an individualized plan for maximum effectiveness. Low adherence to treatment sometimes conditions results not turning out as expected, hence it is essential to indicate and explain some of the most relevant aspects of this, specifically, on the progress of the process, which may require treatment during months or years.

Compliance improvement is increased by using topical products with fixed combinations, rather than multiple products separately. Combination products have two advantages: on the one hand, they act against several pathogenic factors of acne simultaneously and, on the other, they simplify the therapeutic regimen. Patients should be informed that clinical improvement will not be achieved immediately, but rather after 6-8 weeks of treatment.

In order to minimize irritation from topical treatments, it should be indicated that the initial application can be gradual to improve tolerance during the first few weeks. We must instruct the patient in the use of non-comedogenic moisturizers, along with the avoidance of products that contribute to the development of acne. The use of a mild daily wash soap is advisable, while excessive hygiene can alter the skin barrier and increase the irritation potential of the treatment.

In the follow-up clinics, the therapeutic plan should be reinforced and inquire the presence of possible triggers or aggravating factors. In patients refractory to treatment, folliculitis due to gram-negative organisms should be excluded, especially in patients receiving continuous antibiotic treatment. Regarding diet, as mentioned above, it is not necessary to make dietary restrictions, except in case the patient relates acne appearance to certain foods or in case of deterioration with the consumption of abundant skimmed milk, or foods with a high sugar load.

The main objective of acne treatment is to avoid the appearance of scars, so the treatment must be as early as possible, with treatment modality appropriate to the severity and extension. Table II shows a therapeutic algorithm(1) to be followed in patients with acne. In general, the use of an oral or topical antibiotic in monotherapy should be avoided, in order to reduce the risk of bacterial resistance.

Topical treatment

Topical treatment will be prescribed in all patients with acne, in monotherapy in mild acne and, combined with systemic treatment, in cases of moderate or severe acne. In addition, after systemic treatment, maintenance topical retinoids should be applied. The patient should be insisted on applying it not only to the lesions, but also to the areas susceptible of presenting them, so as to avoid their appearance.

Retinoids

Topical retinoids prevent the formation of comedones and inflammatory lesions, normalize the desquamation of keratinocytes, and have an anti-inflammatory effect. They include: retinoic acid, isotretinoin, adapalene, tazarotene (in Spain this is indicated for the treatment of psoriasis) and, recently, tripharo­tene. The latter has been approved as a 0.005% cream, being a fourth-generation retinoid for the treatment of acne vulgaris on the face and trunk, from 12 years of age onwards. Tripharotene selectively targets gamma retinoic acid (RAR-γ) receptors, the most common ones in the skin(21).

Topical retinoids also enhance the penetration of associated topical antimicrobials, thereby increasing their efficacy. They are used as monothera­­py for comedonal acne and as part of a combination therapy for mild-mode­rate papule-pustular acne(22). They achieve a 40-70% reduction in come­dones and inflammatory lesions(23). They are also recommended as a maintenance treatment to prevent recurrences. Different concentrations are used, depending on severity and clinical tolerance, in aqueous creams or gels. The recommendation is to start with low concentrations or short application times, and gradually increase according to tolerance.

The most frequent side effects are: irritant dermatitis and photosensitivity. In 20% of patients, a transient increase in inflammatory lesions may occur. It is contraindicated in pregnancy due to its proven teratogenic properties with oral administration.

Benzoyl peroxide

It is an antimicrobial agent with anti-inflammatory and comedolytic activity, its main action being the neutralization of C. acnes in the hair follicles, thus achieving a bacteriostatic and possibly bactericidal effect, similar to topical antibiotics and without being associated with antimicrobial resistance. It is marketed in different concentrations (from 2.5% to 10%) and galenic forms (creams, gels, cleansers), alone or in combination with other active ingredients.

Its main side effects are irritation, in addition to discoloring dark clothes or hair. Tolerance increases if applied not immediately after the skin wash, but minutes later. It can be used during pregnancy and lactation.

Topical antibiotics

They have antibacterial action, inhibiting the growth and activity of C. acnes and a direct and indirect anti-inflammatory effect. They are used as part of combination treatments for mild-moderate papulopustular acne.

The most frequently used are clindamycin and erythromycin, in concentrations of 1-4%. Nadifloxacin 1% is a topical quinolone that also appears to have certain antiandrogenic action in vitro, in addition to inhibiting the activation of T cells and keratinocytes.

Monotherapy use is not recommended, due to the possible development of resistance to antibiotics and the slower onset of action. In the case of macrolides, resistances greater than 50% of strains of C. acnes have been reported in some countries(24). For this reason, they should be discontinued once improvement is appreciated and, in case of ineffectiveness after 6 to 8 weeks, when another treatment should be considered. The combination of topical antibiotic with topical retinoid or benzoyl peroxide reduces the possibility of resistance(22).

Side effects are less frequent compared to those of oral antibiotics and generally mild and local (pruritus, xerosis). Pseudomembranous colitis is a rare complication associated with topical clindamycin. Nadifloxacin should not be used in children under 14 years of age, as it is a fluoroquinolone.

Azelaic acid

Azelaic acid is a dicarboxylic acid that exhibits antimicrobial and anti-comedogenic activity(25). It is used for comedonal and inflammatory acne. It is available as 20% cream and 15% gel, and its main side effect is mild irritation. It can be used in pregnancy and lactation.

Other topical treatments

Salicylic acid is used as a comedolytic and antibacterial. It is used in various galenic presentations at 0.5-2%, in non-inflammatory forms, being less effective than topical retinoids. Its main side effects are: erythema and scaling.

The α-hydroxy acids are used in the comedonian forms at various concentrations and, in general, with good tolerance. The most used one is glycolic acid, which can be found in presentations combined with tretinoin and topical clindamycin.

Niacinamide is the active form of vitamin B3, with anti-inflammatory properties. It has been used as 4% hydroalcoholic gel in the treatment of mild acne.

Combined treatment

Combinations with retinoids are recommended as a first line of treatment for mild-moderate and papulopustular acne. Combinations of various therapeutic agents allow to target multiple pathogenic factors of acne. On the other hand, the combination of antibiotics with benzoyl peroxide reduces the possibility of bacterial resistance. Marketed fixed-dose combinations include the following:

0.1% adapalene plus 5% benzoyl peroxide, applied daily as a gel.

Clindamycin 1% plus benzoyl peroxide 5% gel, which is more effective than both products used separately.

0.025% tretinoin plus 1% clindamycin gel.

0.02% tretinoin plus 4% glycolic acid, plus 0.8% clindamycin gel.

Systemic treatment

Indicated in patients with moderate-severe acne or in the absence of response to topical treatment in mild or mild-moderate acne. Also indicated in cases of extensive skin involvement.

Hormonal treatment

Most combined contraceptives (estrogen + progestogen) have the ability to improve acne and hirsutism to a greater or lesser extent, which is why they are useful in the patient with hyperandrogenism, but it is also an effective treatment in women with acne, regardless of androgen serum concentrations. Contraceptives improve: seborrhea, androgenic alopecia, SAHA syndrome and late-onset acne, in addition to regulating menstrual disturbances. Its main objective is to offset the effect of androgens on the sebaceous glands.

Its main indications in patients with acne are: failure of antibiotic treatment, when oral isotretinoin is contraindicated or inappropriate, and if, in addition to acne, it is necessary to control the menstrual cycle or as a contraceptive method. Better results seem to be obtained, even with normal serum androgen levels, in women with predominantly inflammatory lesions on the lower half of the face and neck who frequently present with premenstrual exacerbations of their acne.

Thrombosis is one of the most serious side effects of oral contraceptives which depends, over all, on the estrogens used and their dose. In order to reduce this side effect, the oral contraceptive of choice should be one that combines 30 µg or less of ethinyl estradiol (estrogen) with gestagen. If our aim is to treat signs of androgenization, the oral contraceptives of choice would be those with progestogens with an antiandrogenic effect: cyproterone acetate, chlormadinone acetate, drospirenone, dienogest, and nomegestrol acetate(26). According to a meta-analysis, cyproterone acetate and drospirenone were found to be the most effective progestogens in treating acne(27). The response is observed from the third month of treatment, and it should be maintained for a year, in the absence of side effects, with risk of recurrence upon discontinuation, thus its association to other treatments.

Oral antibiotics

They are used in moderate-severe inflammatory acne. They produce an anti-inflammatory action through the inhibition of the growth of C. acnes, in addition to reducing the amount of free fatty acids and, thus, their irritating effect. The most used ones are: oral tetracyclines (doxycycline, minocycline) and macrolides (erythromycin, azithromycin and josamycin). Doxycycline is the most widely used one, with doses ranging between 50-100 mg per day, the most frequent side effect being photosensitivity. They are generally well tolerated, and serious side effects are rare. Tetracyclines should not be used in children under 8 years of age, due to their effects on the developing skeleton and dentition.

Treatments are usually maintained for at least a month and a half, because as with other treatments, its clinical effect takes weeks to be appreciated, reducing the dose or suspending treatment once the appearance of inflammatory lesions diminishes, usually after 3 months.

They should be avoided as monotherapy, associating topical retinoids or benzoyl peroxide, if necessary: repeat treatment, use the same antibiotic if it was effective, and avoid the simultaneous use of topical and oral antibiotics, so as not to favor the appearance of resistance.

Oral isotretinoin

13-cis-retinoic acid of vitamin A or isotretinoin is indicated in severe nodule-cystic acne, refractory to other treatments or that can lead to scarring. It constitutes the therapeutic pillar of severe acne, but also for acne that has an important impact on the quality of life of the patient: inflammatory acne resistant to conventional treatment and chronic forms of recurrent tendency, in addition to gram-negative folliculitis, facial pyoderma and severe forms of rosacea.

It acts on all the factors involved in the pathophysiology of acne.

It is usually administered at doses of 0.5-0.6 mg/kg per day (from 0.1 to 2 mg/kg/day), maintaining the treatment until reaching a total dose of 120 to 150 mg/kg, so as to reduce the possibility of relapses. Doses can be modified based on clinical response and side effects. It should be taken with meals to enhance its absorption. Low-dose isotretinoin regimens (0.25-0.4 mg/kg/day) are effective, with fewer side effects, but higher recurrence rates(28).

The clinical response is excellent (Fig. 5), most of the cases responding to a single 6-month course, although, in general, the results are not evident until 1-2 months after starting the treatment, a period in which even a certain exacerbation can be observed.

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Figure 5. Deep inflammatory acne: before and after treatment with isotretinoin.

Side effects depend on the administered dose and, in general, are similar to those of hypervitaminosis A. Almost all patients present with cheilitis and, more than 50%, cutaneous and mucosal xerosis. Xerophthalmia, alteration of night vision, conjunctivitis, keratitis, headache and epistaxis can also be observed. Myalgias can affect 15% of patients, being the most frequent musculoskeletal manifestations. Rarely, long-term hyperostosis or osteoporosis has been described, hence radiological studies are not indicated in standard treatments. Exceptionally, an association with inflammatory bowel disease has been described, without finding, to date, an increased risk in patients treated with isotretinoin(29). The relationship with diabetes has been studied, identifying that treatment with isotretinoin significantly increases the level of serum adiponectin, but does not alter the state of insulin resistance in patients with acne(30). Its concomitant administration with tetracyclines is contraindicated, due to the increased risk of benign intracranial hypertension.

Digestive symptoms are rare. More frequent is the elevation of transaminases that can appear in 15% of the cases. In addition, triglycerides can increase in up to 25% of patients, especially in the first month, and they tend to decrease when the dose decreases. Triglyceride concentrations beyond 700-800 mg/dl is a criterion for stopping treatment. Full blood count can show: anemia, leukopenia, thrombocytosis or thrombopenia, and elevated ESR.

Psychiatric side effects such as: increased risk of depression, suicide, psychosis, and aggressive and violent behaviors have been described, although the causal relationship or mechanism of action remains unclear. A prevalence of depression of 1-11% has been described in patients receiving isotretinoin, a similar percentage to that observed in patients receiving oral antibiotic treatment, so it cannot be established as a cause(31). Despite this, the majority of patients experience improvement in the psychosocial repercussions related to acne, once treatment has begun. In any case, it is important that the patient and his family are aware of these data, in addition to identifying patients at risk and the possible appearance of any related symptoms. In case of severe headache, abnormal night vision or psychiatric manifestations, isotretinoin treatment must be stopped.

Isotretinoin is teratogenic, producing its maximum effect in the third week of gestation, so women of childbearing age should not start treatment until they have a negative pregnancy test, which should be repeated monthly. It is essential to recommend contraceptive methods from 1 month before to 1 month after the end of treatment. Patients must be adequately informed and a specific informed consent document should be completed.

The patient should be informed of the therapeutic effects of isotretinoin and taught to control or prevent side effects (adequate hydration, artificial tears to control dry eyes and nose, avoid irritants, elude alcoholic beverages, photoprotection, avert blood donation during the treatment…).

Recurrence of acne is not uncommon, in most patients with a good response to conventional therapy, but in some cases, a new cycle of treatment with isotretinoin must be indicated. It usually happens in the first year after treatment, and is rare after 3 years. Factors associated with risk of recurrence include: a low daily dose of isotretinoin (0.1-0.5 mg/kg) or not reaching a certain total dose (120-150 mg/kg), severe or prolonged acne, women of more than 25 years at the onset of treatment, endocrine abnormalities, patients under 16 years of age and acne located on the trunk. Maintenance treatment with topical retinoids can reduce recurrence risk by avoiding the formation of microcomedones.

The investigations to be carried out prior to prescribing the treatment include: full blood count, liver function tests, triglyceride concentrations and a urine pregnancy test in the case of females. The next check-up, including liver function and lipid profile, should take place after a month; if everything remains within normality, it is not necessary to repeat them, as long as we are dealing with a patient on usual doses and without other underlying pathology(32-33).

In conclusion, it is fair to say that isotretinoin is an effective medication, which can achieve the definitive “cure” in a high percentage of cases, with a comfortable administration and known dosage, and with controllable side effects which, in general, are well tolerated.

Other treatments

Phototherapy

Phototherapy targets C. acnes, a producer of porphyrins, especially coproporphyrin III. These porphyrins can be activated by light, at specific wavelengths (blue light at 415 nm and mixed blue-red light at 415 and 660 nm), producing a photodynamic effect capable of destroying these bacteria. It has been used in mild or moderate forms of inflammatory acne, with variable response.

Photodynamic therapy

The combination of topical aminolevulinic acid or methylaminolevulinate, metabolized to protoporphyrin IX in the pilosebaceous unit, a powerful photosensitizer, and the subsequent activation by a light source with a specific wavelength, would lead to: reduction of sebaceous secretion, destruction of C. acnes and also decreased ductal hyperkeratinization.

Intense pulsed light and laser

The pulsed dye laser at 585 nm, the neodymium: YAG at 1320 nm and the 1450 nm diode laser have been used in inflammatory acne, but with transient improvement, which together with the discomfort that it generates, makes it of limited performance.

Zinc

It does not improve comedones, but it does show some efficacy in treating inflammatory acne. Its action is due to: inhibition of neutrophil chemotaxis, inhibition of 5α-reductase and tumor necrosis factor. Oral route (200 mg/day, administered outside of meals) has been indicated. Its main side effects are gastrointestinal (nausea, vomiting, epigastric pain).

Corticosteroids

Its use is associated with the appearance of acne lesions (corticoid drug acne); however, they may be indicated in certain cases. Thus, in severe inflammatory forms, liable to exacerbation at the beginning of treatment with isotretinoin, a short course of oral corticosteroids rapidly reduces the number of lesions and the risk of exacerbating them with retinoid. Similarly, intralesional injection of corticosteroids may be useful in large, recent-onset inflammatory lesions.

Adjuvant treatment

Comedone removal

This technique achieves immediate improvement, which must be maintained with topical retinoids that prevent the formation of new microcomedones. Macrocomedones are a cause of therapeutic failure and do not usually respond to treatment with topical or oral retinoids; hence the need to eliminate them.

Chemical exfoliation (“chemical peels”)

It is indicated once acne is controlled, for the treatment of superficial scars or residual hyperpigmentation. The following are used: α-hydroxy acids (especially glycolic acid), trichloroacetic acid or salicylic acid.

Cryotherapy

Cryotherapy of liquid nitrogen and spray applicators has been used, especially in scar lesions.

Surgery

Surgery can be performed in case of scar lesions. It would include: removal of depressed scars (“lift technique”), classic dermabrasion, the use of filling material in deep scars with a non-fibrotic base or laser therapy.

Role of the Primary Care pediatrician

Acne in the majority of patients can be managed in the Primary Care setting. A correct treatment includes: early onset and appropriate therapy to the type of acne, use of combined treatments, never use antibiotics in monotherapy nor associate topical and oral antibiotics and, in the follow-up, reinforce the therapeutic plan and assess the response and tolerance to the treatment. Referral to the dermatologist would be considered in the following cases:

Severe forms of acne.

Moderate forms without response to prescribed topical and/or oral treatments.

Patients with important psychosocial repercussions of the disease.

Suspicion of an associated underlying endocrine disorder.

Although rare, differential diagnosis with other processes.

Finally, whenever treatment with isotretinoin is considered, as it is a drug that requires prescription by a specialist and a medical inspector visa. In these cases, the follow-up will be coordinated with the specialist.

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The asterisks show the interest of the article in the opinion of the authors.

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Recommended bibliography

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Interesting article describing the current recommendations in the management of acne. They highlight the importance of topical retinoid in all patients with mild-moderate acne, combined either with benzoyl peroxide or topical antibiotic, always avoiding the latter in monotherapy, in order to reduce the risk of bacterial resistance. For moderate-severe acne, oral antibiotic treatment should be added, or in case of lack of response to it, oral isotretinoin in monotherapy should be started.

– Dréno B, Pécastaings S, Corvec S, Veraldi S, Kharmari A, Roques C. Cutibacterium acnes (Propionibacterium acnes) and acne vulgaris: a brief look at the latest updates. J Eur Acad Dermato Venereol. 2018; 32: 5-14.

The bacteria Cutibacterium acnes (formerly known as Propionibacterium acnes) is part of a healthy skin, however, it can also act as an opportunistic pathogen in the appearance of acne vulgaris. The novelties identified in the etiopathogenesis of acne place C. acnes in a different position than previously considered. The proliferation of C. acnes would not act as a trigger, since acne patients do not harbor more C. acnes in their follicles than normal individuals. Instead, the loss of microbial diversity in the skin, coupled with the activation of innate immunity, could lead to this chronic inflammatory condition.

Clinical case

17-year-old female patient, with no relevant personal history. She presents facial injuries since a few years, which have experienced aggravation in recent months. She had been diagnosed of acne, and received treatment with doxycycline in monotherapy and various topical treatments later, with poor response. She had her menarche at age 11; and associates menstrual irregularities. On examination she presents: open and closed comedones, papules, pustules and nodules on the cheeks and, to a lesser extent on the forehead; seborrhea and hirsutism in the examined areas (scored 10 points on the Ferriman / Gallwey scale).

Acné - J.M. Azaña Defez, M.L. Martínez Martínez

 

 

Anomalías vasculares

E. Baselga Torres*, C.E. Alarcón Pérez**
Temas de FC


E. Baselga Torres*, C.E. Alarcón Pérez**

*Dermatóloga Pediatra. Jefe del Servicio de Dermatología Pediátrica. **Dermatólogo. Máster en Dermatología Pediátrica. Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

Resumen

Las anomalías vasculares son un motivo de consulta muy frecuente en Pediatría y en Dermatología, que dada la diversa nomenclatura que se ha usado para intentar clasificarlas, todavía generan muchas dudas diagnósticas. Diferenciar entre una lesión tumoral y otra malformativa es importante, puesto que el abordaje diagnóstico, terapéutico y pronóstico va a ser muy diferente. Las malformaciones vasculares constituyen anomalías del desarrollo de vasos de distinto tipo que están presentes desde el nacimiento y pueden permanecer toda la vida. Por otro lado, los tumores son lesiones proliferativas que no siempre son congénitos, pueden involucionar por sí solos y dejar secuelas estéticas y funcionales. Ambos grupos se pueden asociar a diversos trastornos con elevada morbi-mortalidad, por lo que un adecuado reconocimiento impactará en la vida del afectado. Los médicos de Atención Primaria y pediatras son los facultativos de primera línea que pueden detectar, desde una simple marca de nacimiento que no requiere exploraciones complementarias hasta identificar los casos graves que necesitan intervenciones prioritarias.

 

Abstract

Vascular anomalies represent a highly frequent reason for consultation in pediatric and dermatology clinics. There are still many diagnostic queries among hospital and primary care physicians due to previously used wide and di-verse nomenclatures aiming to classify them into a homogeneous group. Differentiating between a tumor and malformation is important since the diagnostic and therapeutic approach will differ, as well as the prognosis. Vascular malformations result from abnormal morphogenesis of different types of vessels, they are present at birth and may remain lifelong. On the other hand, tumors are proliferative lesions that are not always congenital and may involute rapidly, leaving aesthetic and functional sequelae in certain cases. Both may be associated to various diseases of high morbi-mortality, where prompt recognition is essential. Primary care physicians and pediatricians represent a first-line detection point for differentiating between a single birthmark with no demand of strict follow-up, to recognizing severe cases where priority intervention is required.

 

Palabras clave: Anomalías vasculares; Hemangioma; Propranolol; Mancha en vino de Oporto; Sobrecrecimiento.

Key words: Vascular anomalies; Hemangioma; Propranolol; Port wine stain; Overgrowth.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 128.e1 – 128.e22

 


Anomalías vasculares

Introducción

Las anomalías vasculares constituyen un espectro de entidades que se manifiestan desde temprana edad y van, desde una simple marca de nacimiento hasta diversos trastornos con elevada morbi-mortalidad. La nomenclatura empleada para denominar estas enfermedades ha sido por muchos años confusa y, por ello, la Sociedad Internacional para el estudio de anomalías vasculares (ISSVA) propone separar las anomalías vasculares en dos grandes grupos: los tumores y las malformaciones vasculares (Tabla I)(1). Los avances en la genética de estas anomalías han permitido dilucidar las diferentes vías moleculares alteradas y posibles dianas terapéuticas.

En este artículo, se revisarán los tumores y malformaciones vasculares más frecuentes en la infancia.

Tumores vasculares benignos

Hemangioma infantil

Los hemangiomas infantiles suelen verse como una mancha rosada al momento de nacer, proliferan a las pocas semanas de vida y se estabilizan alrededor de los 4 a 6 meses; la necesidad de tratamiento va a depender de la localización y de las posibles complicaciones asociadas.

El hemangioma infantil (HI) es el tumor más frecuente en la infancia, afectando aproximadamente del 4 al 10% de lactantes(2). Son más frecuentes en: sexo femenino y raza caucásica, niños prematuros, recién nacidos con bajo peso, edad materna avanzada, gestación múltiple, placenta previa, y preeclampsia. La mayoría se localizan en la piel y mucosas. Las localizaciones extracutáneas más frecuentes son el hígado y la vía aérea(3).

Curso clínico. Los hemangiomas tienen una historia natural característica de crecimiento rápido e involución, que permite sospechar el diagnóstico.

Figura 1. Clasificación de los hemangiomas infantiles según la fase de crecimiento, profundidad de los vasos, forma y distribución.

A. Precursor de hemangioma: lesión precursora de un hemangioma infantil en región lumbar representada por un área de vasoconstricción; B. Hemangioma infantil abortivo o de proliferación mínima: se suelen apreciar como una escasa proliferación de pápulas o placas rojizas con telangiectasias en su superficie; C. Hemangioma focal superficial: clínicamente se ven como pápulas o placas de forma redondeada (focal significa que se puede trazar con un compás), de color rojo brillante con superficie lobulada o lisa; D. Hemangioma focal profundo: se exponen como tumoraciones azuladas o del color de la piel normal, redondeadas, algunas veces con telangiectasias en su superficie; E. Hemangioma focal mixto: nódulo focal que tiene un componente superficial rojo brillante y un componente profundo que aporta volumen; F. Hemangioma segmentario superficial: este hemangioma tiene solo componente superficial rojo, ocupa una superficie geográfica de bordes imprecisos y no podría ser trazado con un compás como los hemangiomas focales; G. Hemangioma multifocal: los HI pueden ser múltiples, en estos casos, son generalmente focales, por lo que se denominan multifocales.

Al nacimiento, no suelen estar presentes o como mucho hay una lesión precursora en forma de mácula rosada / telangiectásica o un área de vasoconstricción (Fig. 1A). Durante las primeras semanas de vida, inician una fase proliferativa rápida hasta los 3-4 meses de edad, seguida de un periodo de estabilidad y, a partir del año de edad, una fase involutiva que se prolonga hasta los 4-5 años. La involución no es sinónimo de desaparición, puesto que puede quedar alguna secuela en forma de telangiectasias, piel redundante o piel anetodérmica(4). Ante un hemangioma concreto es difícil predecir la duración de cada fase. Si bien, los HI profundos y segmentarios suelen tener una fase proliferativa más prolongada, hay hemangiomas llamados abortivos o de proliferación mínima, que tienen escasa o nula proliferación (Fig. 1B)(5). El crecimiento tardío, más allá del año de edad, es inusual aunque está descrito(6).

Manifestaciones clínicas. El aspecto de los hemangiomas depende de su profundidad (superficiales, mixtos y profundos) y de su patrón de distribución (focales o segmentarios) (Figs. 1C-F)(2). Los HI pueden ser múltiples y, en estos casos, son generalmente focales, por lo que se denominan multifocales (Fig. 1G).

Asociaciones. Los hemangiomas segmentarios de la cabeza y cuello, y de la región lumbosacra, pueden asociar alteraciones estructurales subyacentes que se denominan con los acrónimos PHACES y LUMBAR/PELVIS/SACRAL, respectivamente (Figs. 2A y B y tabla II).

Figura 2. Asociaciones y complicaciones de los hemangiomas infantiles. A. Hemangioma infantil segmentario y, en este caso, ulcerado de más de 5 cm en la cara. Esta paciente tiene riesgo de síndrome PHACES; B: corte tridimensional de la RM cerebral de la paciente de la figura 2A, en el que se reportaba estenosis de la arteria carótida izquierda en el segmento cervical y una configuración alterada del polígono de Willis. También, tenía otras alteraciones en fosa posterior en relación con síndrome de PHACES; C. Síndrome LUMBAR/PELVIS/SACRAL: hemangioma infantil mixto de más de 5 cm con defectos de la línea media, localizado en región lumbar sobre la línea media; D. Hemangioma ulcerado: se suelen ulcerar en la porción central. Con frecuencia, se ulceran los que se localizan en áreas de roce y trauma, como: región anogenital, pliegues, labios, frente y nariz; E y F. Hemangioma infantil del área de la barba: pueden ser focales mixtos (E) o segmentarios (F). Se puede asociar a hemangiomas subglóticos con compromiso de la vía área, especialmente los que se localizan en labio y encía inferior, mentón y cara anterior del cuello. Clínicamente, el paciente puede presentar tos, estridor inspiratorio, ronquera o apneas obstructivas mientras duerme.

Las alteraciones asociadas y exploraciones complementarias recomendadas en estos casos, aparecen en la tabla II(7,8). Los hemangiomas segmentarios de la zona de la barba, además, pueden asociar hemangiomas subglóticos con compromiso de la vía área, especialmente los localizados en: labio inferior, encía inferior, mentón y cara anterior del cuello (Figs. 2E y F).

Los niños con hemangiomas multifocales tienen mayor riesgo de tener hemangiomas hepáticos. Por ello, se recomienda realizar una ecografía hepática a los niños con 5 o más hemangiomas focales.

Diagnóstico. El diagnóstico es clínico, por medio de la exploración física y la historia evolutiva. Los hemangiomas profundos son los que pueden ofrecer más dudas. El estudio anatomopatológico y, sobre todo, el inmunohistoquímico permiten diferenciar el HI de otros tumores vasculares, ya que es el único tumor vascular que expresa el marcador GLUT-1, una proteína transportadora de glucosa(2).

Diagnóstico diferencial. La lesión precursora de los HI y los hemangiomas “abortivos” se puede confundir con malformaciones capilares, nevus anémicos e, inclusive, traumatismos. Los HI profundos pueden simular un quiste dermoide, un glioma, un lipoma o un pilomatrixoma, entre otros. El eco-Doppler puede ser útil en estos casos, para identificar la naturaleza vascular de la lesión. En los casos multifocales, deben diferenciarse de la linfangioendoteliomatosis multifocal, el síndrome del nevus azul en tetina de goma (síndrome de Bean), los granulomas piogénicos múltiples congénitos y la histiocitosis de células de Langerhans(2,5).

Tratamiento. La mayoría de los hemangiomas no requieren tratamiento, porque involucionan espontáneamente. Sin embargo, entre un 12-20% de los HI van a requerir tratamiento por compromiso estético o funcional. Así, las indicaciones para tratar un HI son:

• HI potencialmente mortal o que ponga en peligro alguna capacidad funcional (p. ej.: hemangioma de la vía área, perioculares, hemangiomas de gran tamaño, hemangiomas que impiden la succión, etc.).

• HI ulcerado (Fig. 2D) con dolor y/o ausencia de respuesta a las medidas básicas del cuidado de heridas.

• HI con riesgo de desfiguración o cicatrices permanentes. Esta es la indicación de tratamiento más frecuente y difícil de tomar, porque obliga a predecir la repercusión psicológica o el residuo que va a dejar un hemangioma en concreto. Por regla general, van a tener consideración estética: hemangiomas de gran tamaño en cualquier localización, hemangiomas que afectan la zona central de la cara y nariz, hemangiomas que distorsionan los labios o que afectan la areola mamaria. En este sentido, los hemangiomas segmentarios y los hemangiomas con un componente superficial grueso o de borde abrupto, suelen dejar más secuela(4,9).

Si bien, todos los HI involucionan, pueden dejar cambios en el aspecto de la piel o piel redundante(4,10,11).

En la actualidad, el propranolol por vía oral es el único tratamiento aprobado para esta indicación. El tratamiento debe iniciarse idealmente durante el periodo de crecimiento más rápido de los HI; es decir, entre el primer y el tercer mes de vida. Si bien, su uso está aprobado a partir de las 5 semanas de vida, los estudios en menores a 5 semanas indican que también es seguro en este grupo de edad e incluso en los prematuros que lo requieran. Antes de iniciar el tratamiento, se debe realizar una exploración física completa con auscultación cardiopulmonar para descartar alteraciones del ritmo cardíaco o broncoespasmo. Se inicia ambulatoriamente a 1 mg/kg dividido en dos dosis, con control de tensión arterial y frecuencia cardiaca a la hora, y a las dos horas, para aumentar semanalmente, realizando la misma monitorización hasta la dosis aprobada de 3 mg/kg/día dividida en dos dosis. La respuesta al propranolol es rápida y prácticamente universal; de manera que, a veces, se utiliza como prueba diagnóstica. El 60% de los hemangiomas se resuelven completamente con 6 meses de tratamiento. Si la resolución no es completa, puede ser útil alargar el tratamiento hasta el año de edad. Al suspender el tratamiento, es posible observar una leve recoloración del hemangioma o incluso un recrecimiento, que obligue a reiniciar el medicamento.

Recientemente, el grupo investigador de hemangiomas (HIG) ha publicado unas recomendaciones de manejo de los hemangiomas infantiles durante la pandemia del COVID que es extrapolable a situaciones en las cuales no se pueda valorar de manera presencial al paciente. En estos casos, en ciertos pacientes de bajo riesgo, se puede considerar el inicio de betabloqueadores sin control presencial de constantes, siempre y cuando tengamos una exploración cardiorrespiratoria normal. En estos casos, se recomienda iniciar a dosis más bajas (0,5 mg/kg/día dividida en dos dosis) para ir incrementando, cada 3 a 4 días, de a 0,5 mg/kg/día hasta la dosis final aprobada. El principal efecto adverso del propranolol es la hipoglucemia que puede suceder en lactantes pequeños y con ayunos prolongados. Por ello, es importante insistir a los padres que se administre coincidiendo con una comida; que no pasen más de 6 horas sin ninguna toma y, en caso de rechazo a la ingesta, suspender el propanolol. Si hay contraindicación para el uso de betabloqueadores o reacciones adversas en HI de alto riesgo, están indicados los corticoides sistémicos(10,11).

Otra alternativa terapéutica no aprobada para HI pequeños, superficiales o muy iniciales, pero que comportan algún riesgo estético por su localización es el timolol tópico. Se suele emplear colirio de timolol al 0,5%, sin sobrepasar dos gotas dos veces al día, porque a dosis superiores se ha demostrado absorción sistémica(12). No se recomienda usar en casos de HI profundos, porque es menos efectivo y hay mayor riesgo de absorción sistémica. La cirugía y la terapia láser son opciones, principalmente, para el manejo de las secuelas, no obstante el láser de colorante pulsado puede ser útil para el manejo de HI ulcerados en combinación con el propranolol(10).

Prevención. Para prevenir secuelas o detectar complicaciones asociadas a los hemangiomas, es muy importante estratificar a los hemangiomas según el riesgo de complicaciones y, en caso de requerir tratamiento, iniciarlo cuanto antes (Tabla III).

Hay HI que debemos seguir más de cerca y/o referir al especialista, y hay otros que prácticamente no requieren un seguimiento específico. En hemangiomas de riesgo, en fase proliferativa temprana, se recomienda seguimiento clínico cada 10-15 días, mientras que en hemangiomas estabilizados, el seguimiento puede ser trimestral(10).

En Pediatría primaria, es muy importante identificar los hemangiomas que requieren remisión inmediata al especialista y que exista una vía de comunicación rápida con el mismo, o con el centro con experiencia en HI. En este sentido, se ha publicado un hemangioma referral score IHReS (www.ihscoring.com/es), que es una herramienta validada desarrollada con dermatólogos y pediatras, con el objetivo de facilitar el reconocimiento de los HI que requieren derivación(13). Se tienen en cuenta: características y localización del propio HI, así como edad del paciente, ya que no es lo mismo un HI en un lactante de un mes en plena fase proliferativa, que un HI en un lactante de 6 meses en el que es improbable que crezca más.

Hemangiomas congénitos

Los hemangiomas congénitos a diferencia de los hemangiomas infantiles están plenamente desarrollados al nacer y no responden al tratamiento con propranolol.

Los hemangiomas congénitos (HC) están presentes y desarrollados al momento de nacer, y son negativos para el marcador de inmunohistoquímica GLUT-1. Dependiendo de la historia natural y de las características clínicas, se reconocen tres formas clínicas de HC: hemangiomas congénitos rápidamente involutivos (RICH), hemangiomas congénitos parcialmente involutivos (PICH) y hemangiomas congénitos no involutivos (NICH). A pesar de que esta clasificación es descriptiva y engloba a la gran mayoría de casos, el espectro es más amplio, pues recientemente se han descrito presentaciones atípicas: formas multifocales; NICH con crecimiento tardío después de años de estabilidad; y comportamientos inusuales en algunos PICH(14,15).

Epidemiología. Su incidencia es desconocida. No tiene predilección por sexo ni los factores de riesgo del HI.

Fisiopatología. Son el resultado de mutaciones activadoras en mosaico en GNAQ (Gln209) o GNA11 (Gln209)(16).

Manifestaciones clínicas. Se ilustran en las figuras 3A-E.

Figura 3. Manifestaciones clínicas de otros tumores vasculares diferentes al hemangioma infantil. A. Hemangiomas congénitos rápidamente involutivos (RICH): se presenta como una tumoración gríseo-violácea con telangiectasias gruesas en su superficie, rodeados por un borde pálido de vasoconstricción. La superficie es lisa y el centro puede estar ulcerado o atrófico. Los de gran tamaño suelen tener un vaso nutricio de gran tamaño. Se localizan de predominio en la cabeza y en el cuello o en las extremidades proximales a las articulaciones. Usualmente son únicos; B. RICH: involucionan rápidamente entre 6 a 18 meses de edad, dejando cambios mínimos; C. Hemangiomas congénitos no involutivos (NICH): se presentan en forma de placa aplanada con telangiectasias gruesas que crecen en proporción al niño y permanecen más o menos inmodificados toda la vida; D. Hemangiomas congénitos parcialmente involutivos (PICH): son lesiones que inicialmente son como RICH y que involucionan rápidamente, pero solo parcialmente, dejando una lesión similar a un NICH (figura 3, E); F. Angioma en penacho: placa de aspecto vascular similar al RICH, más sólida e infiltrada con hipertricosis y de superficie irregular con aspecto de “adoquín”. Puede haber hiperhidrosis localizada y ser dolorosas al tacto; G. Granuloma piógeno: suele manifestarse como una pápula rojiza de superficie lisa y brillante de crecimiento rápido, generalmente pediculadas, que sangran de manera prolongada tras el mínimo roce. En algunos casos, la base angosta se puede estrangular lo que genera necrosis y resolución de la lesión. Son frecuentes en cabeza y cuello; H. Granuloma piógeno: no es infrecuente que aparezcan sobre la superficie de las manchas en vino de Oporto*; I. Hemangioendotelioma kaposiforme: cuando afecta la piel, se presenta como una lesión única tipo placa eritematoviolácea indurada o como una masa sólida y profunda. Se localiza con más frecuencia en cuello, tronco y extremidades. *Groesser L, Peterhof E, Evert M, Landthaler M, Berneburg M, Hafner C. BRAF and RAS Mutations in Sporadic and Secondary Pyogenic Granuloma. J Invest Dermatol. 2016;136(2):481-6.

Diagnóstico. El diagnóstico es clínico, por medio de la exploración física y la historia evolutiva. El estudio anatomopatológico no diferencia entre RICH, NICH o PICH, pero tienen una histología diferente de los HI y son tumores GLUT-1 negativos. El Eco-Doppler muestra una lesión de flujo alto e inclusive puede ser detectado de manera prenatal.

Complicaciones. Los RICH grandes pueden causar insuficiencia cardiaca de alto flujo, también trombocitopenia transitoria que suele recuperarse en un plazo de 2-3 semanas y que no debe confundirse con el fenómeno de Kasabach-Merritt (FKM). En ocasiones, pueden ulcerarse centralmente y sangrar profusamente.

Tratamiento. No suelen requerir tratamiento. No responden ni a corticoides ni a propranolol. En los RICH de gran tamaño o con complicaciones, se han realizado embolizaciones y también tratamiento con rapamicina. Las telangiectasias residuales se pueden tratar con láser de colorante pulsado.

Angioma en penacho

El angioma en penacho es de curso benigno, pero puede causar trombocitopenia grave y coagulopatía de consumo (fenómeno de Kasabach-Merritt).

El angioma en penacho (AP) o angioblastoma de Nakagawa es un tumor vascular infrecuente que puede presentarse de manera congénita o adquirida a temprana edad. Por lo general, se presenta como una lesión única en forma de placa de aspecto vascular y, en ocasiones, con hipertricosis e hiperhidrosis (Fig. 3F).

Genética. Se han descrito mutaciones somáticas activadoras en GNA14 c.614A>T (p.Gln205Leu) en algunos casos de AP y de hemangioendoteliomas kaposiformes (HEK). Probablemente, ambos tumores forman parte del mismo espectro, siendo el AP el polo más benigno.

Curso clínico. Su historia natural es impredecible. Algunos casos se resuelven de 6 a 24 meses, dejando secuelas cutáneas mínimas, mientras que otros persisten en el tiempo, convirtiéndose en tumores más sólidos. Pueden complicarse con el fenómeno de Kasabach-Merritt (v. más adelante).

Diagnóstico. El diagnóstico se sospecha con la clínica, pero requiere confirmación histológica. La histología muestra numerosos capilares distribuidos a manera de nódulos que semejan “bolas de cañón” o “penachos”. La diferenciación entre el AP y el HEK más superficial es muchas veces es imposible. Son negativos para GLUT-1 y positivos para WT-1, D2-40, PROX1, CD31 y CD34.

Diagnóstico diferencial. Deben ser diferenciados de los miofibromas infantiles, del dermatofibrosarcoma protuberans congénito y de otros tumores, así como de malformaciones vasculares.

Tratamiento. Los tratamientos con corticoides sistémicos, aspirina, propranolol y rapamicina tópica, tienen eficacias variables (v. complicaciones AP y HEK). La cirugía es una opción en determinados casos. Con o sin FKM, la rapamicina sistémica parece ser efectiva(17).

Granuloma piógeno

El granuloma piógeno es muy frecuente en niños, puede aparecer después de una herida o picadura, y se caracteriza por crecer rápidamente y ocasionar sangrado con el mínimo roce.

El granuloma piógeno (GP) o hemangioma lobular capilar es el segundo tumor vascular más frecuente en niños. Si bien, se puede manifestar a cualquier edad, son más frecuentes en la infancia. Sus características clínicas se exponen en las figuras 3G y H.

Genética. Se han detectado mutaciones en BRAF, NRAS, GNAQ y otros genes que activan la vía de señalización de la MAPK/ERK.

Diagnóstico. El diagnóstico es clínico. La histopatología es muy característica, con una proliferación lobular de vasos capilares separados por septos fibrosos.

Diagnóstico diferencial. Los GP se deben diferenciar del HI. Pueden confundirse con el nevus de Spitz o con la leishmaniasis cutánea.

Complicaciones. Se pueden ulcerar y sangrar. Son raros los reportes de presentaciones congénitas atípicas de GP diseminados con compromiso visceral(18).

Tratamiento. La mayoría de lesiones son pequeñas y se pueden resecar mediante afeitado con curetaje de la base o bien tratar con láser de colorante pulsado, Nd:YAG o CO2. El timolol tópico puede ser efectivo en algunos casos.

Tumores vasculares localmente agresivos

Hemangioendotelioma kaposiforme (HEK)

El hemangioendotelioma kaposiforme representa el tumor vascular localmente agresivo más frecuente en niños y puede complicarse con un fenómeno de Kasabach-Merritt, que ponga en riesgo la vida del paciente.

El HEK es una neoplasia rara que puede estar presente, tanto en la piel (Fig. 3I) como en el hueso, el mediastino y el retroperitoneo. Comparte ciertas características clínicas e histopatológicas con el AP y está frecuentemente asociado con el FKM.

Epidemiología. Se estima que está presente en 0,9 de cada 100.000 nacidos vivos. No tiene predilección por sexo. El 93% de los HEK se dan en la infancia. El 60% de los casos se inicia en el primer mes de vida. Puede ser congénito(19).

Diagnóstico. Ante la sospecha clínica, requiere confirmación histológica. La anatomía patológica muestra una proliferación de células fusiformes que infiltran dermis y tejido celular subcutáneo. Su extensión puede llegar hasta fascia y el músculo. Es un tumor GLUT-1 negativo. Al igual que el AP, es positivo para D2-40 y PROX1.

Complicaciones de AP y HEK. En la infancia, algunos AP y HEK pueden desarrollar una coagulopatía de curso agresivo, caracterizada por trombocitopenia grave por: atrapamiento plaquetario, hipofibrinogenemía de consumo y anemia hemolítica microangiopática, que se conoce como FKM. Esta complicación, que ocurre en el 71% de los casos de HEK, es más común en tumores de gran tamaño y retroperitoneales. Se debe sospechar ante el incremento súbito del tamaño tumoral y la aparición de petequias, y equimosis. El tratamiento consiste en medidas de soporte. La transfusión de concentrados de plaquetas debe evitarse por la acción angiogénica de los factores de crecimiento plaquetarios. El uso de corticoides es discutible. Las mejores respuestas terapéuticas se reportan con: rapamicina, vincristina, antiagregantes e interferón a-2a y 2b, que ya no se utiliza por riesgo de paraparesia espástica en niños pequeños(19).

Tratamiento. Algunos HEK disminuyen de tamaño, pero la resolución completa es poco común. La cirugía es el tratamiento de elección cuando sea posible. La rapamicina sistémica puede ser una buena alternativa terapéutica(17).

Malformaciones vasculares

Las malformaciones vasculares son anomalías del desarrollo, por lo que suelen estar presentes desde el nacimiento y persisten hasta la vida adulta. Se clasifican en: simples, combinadas, de grandes vasos y asociadas a otras anomalías.

Las malformaciones vasculares son el resultado de errores en la morfogénesis embrionaria de: capilares, venas, arterias y vasos linfáticos (Tabla IV).

La apariencia clínica, la historia natural, las manifestaciones asociadas y el abordaje diagnóstico y terapéutico dependen del tipo de vaso afectado y del compromiso cutáneo o extracutáneo de la anomalía. Son lesiones que permanecen toda la vida y con el tiempo pueden empeorar.

El reciente descubrimiento de los genes incluidos en la tabla IV y de las diferentes vías de señalización que intervienen en su desarrollo, ha permitido entender con mayor claridad su naturaleza, así como la posibilidad de desarrollar terapias dirigidas para tratar entidades que se creían incurables.

Malformaciones capilares

Las malformaciones capilares son un motivo de consulta muy frecuente en dermatología pediátrica. Las manchas en vino de Oporto y las manchas salmón son las malformaciones capilares más frecuentes, pero no las únicas. Se pueden tratar con láseres vasculares.

Las malformaciones capilares (MC) son un motivo de consulta muy frecuente. Representan vasos capilares hamartomatosos presentes desde el nacimiento y que persisten hasta la vida adulta. Si bien, las MC más conocidas son las manchas en vino de Oporto (MVO) y las manchas salmón (MS), estas no son las únicas que existen. Esta variabilidad ha sido reconocida por la ISSVA, que las clasifica en 7 categorías clínicas incluidas en la tabla IV. Esta clasificación tiene interés, porque permite establecer un pronóstico y la necesidad de realizar exploraciones complementarias.

Nevus simple

El nevus simple es la malformación capilar congénita más frecuente; ha recibido diferentes nombres ilustrativos como: mancha salmón (MS), picotazo de la cigüeña, beso del ángel, eritema nucal o mancha en alas de mariposa.

La MS es la malformación capilar más frecuente y afecta hasta al 82% de los recién nacidos. De manera característica, desaparecen parcialmente a la vitropresión y se hacen más evidentes con el llanto o aumentos de la temperatura. Los hallazgos clínicos y las localizaciones características se describen en las figuras 4A y B.

Figura 4. Manifestaciones clínicas de las malformaciones capilares. A. Mancha salmón: se aprecia como una mácula rosada de bordes mal definidos. Se localiza con frecuencia en: párpados, en el centro de la frente, filtrum nasal, alrededor de las alas nasales, vertex, nuca y espalda, particularmente en la región lumbosacra, cuando se presenta de forma aislada, es un marcador de bajo riesgo para disrafismo; B. Mancha en vino de Oporto: son manchas sólidas, de forma y tamaño variables. El color oscila entre rosa y rojo azulado, y pueden aparecer en cualquier localización; C. Malformación capilar reticular: se presenta como una mácula eritematoviolácea de aspecto parcheado o reticulado con bordes imprecisos y tenues. Pueden ocupar territorios extensos como en este caso, que se distribuye en el hemitórax izquierdo y extremidad ipsilateral; D. Malformación capilar reticular: En esta imagen, se distribuye de manera extensa en la extremidad inferior derecha sin sobrecrecimiento asociado; E. Malformación capilar reticular: En esta imagen se distribuye de manera extensa en la extremidad inferior derecha sin sobrecrecimiento asociado; F. Malformación capilar difusa con sobrecrecimiento (DCMO, siglas correspondientes en inglés a Diffuse Capillary Malformation with Overgrowth): Además de la malformación capilar reticulada los pacientes cursan con sobrecrecimiento de tejidos blandos y huesos. La mayoría tienen únicamente sobrecrecimiento en una extremidad; G Malformación capilar asociada con hipocrecimiento (CMU, siglas correspondientes en inglés a Capillary Malformation with Undergrowth): En contraste al DCMO la MCR se asocia a hipocrecimiento de la extremidad afectada; H. Malformación capilar geográfica: máculas o placas de color vino tinto o violáceas que se describen como: “geográficas”, porque tienen bordes muy bien delimitados e irregulares que remedan un mapa. Hay vesículas linfáticas en la superficie. Este paciente tiene además alteraciones del sistema venoso, que se aprecian en la fotografía, y sobrecrecimiento (síndrome de Klippel-Trénaunay); I. Malformación capilar- malformación arteriovenosa: se ven como máculas de color rosado pálido o parduzco con formas redondeadas u ovaladas y diámetros diversos. A menudo, hay alguna lesión de mayor tamaño que suele estar más caliente a la palpación, como se ve en el hemitórax superior derecho de esta paciente. Es característica la presencia de un halo blanquecino periférico (manchas de Bier); J. Cutis marmorata telangiectásica congénita: se caracteriza por la presencia de máculas reticuladas azuladas que remedan una livedo reticularis con algún grado de atrofia focal sobre las máculas. Se localizan, por lo general, en extremidades inferiores y en tronco; K. Cutis marmorata telangiectásica congénita: Las áreas de atrofia pueden persistir por muchos años (flecha amarilla). Imagen tomada dos meses después de la figura 4H. Es evidente, como el reticulado vascular resolvió pronto, lo que es característico en la cutis marmorata telangiectásica congénita. Las áreas de atrofia pueden persistir por muchos años; L. Telangiectasia: se ven como pequeños puntos rojos conformados por vasos capilares dilatados, que remedan una corona radiada. Pueden ser únicas o múltiples. M. Telangiectasias en la enfermedad de Rendu-Osler-Weber: las lesiones suelen distribuirse en la cara, labios y mucosa oral (como en el paciente ilustrado), lengua y dedos de las manos.

Curso clínico. Con el tiempo, suelen aclararse por sí solas y dejar de ser visibles. Las de la nuca suelen persistir.

Diagnóstico. El diagnóstico es generalmente clínico y, sobre todo, por la localización característica de las mismas. Aunque sean extensas, no requieren estudios complementarios.

Diagnóstico diferencial. Puede confundirse con las MC tipo MVO; no obstante, estas clínicamente están mejor delimitadas y, cuando se localizan en la cara, suelen estar lateralizadas.

Asociaciones. Las MS, aun siendo extensas, no se asocian a ningún síndrome en particular. En la región lumbosacra, se consideran un marcador de bajo riesgo para disrafismo. Si no se encuentran en relación con otro marcador, como un área de hipertricosis, desviación del pliegue, foseta sacra alta o lipoma, no obligan a realizar exploraciones complementarias.

Mancha en vino de Oporto

Las manchas en vino de Oporto (MVO) son fácilmente reconocibles por sus características clínicas y por su persistencia. Se pueden confundir con las manchas salmón y pueden asociarse con el síndrome de Sturge-Weber.

Son el segundo tipo de malformación capilar más frecuente. Su incidencia es de 3 por 1.000 recién nacidos(20,21). Sus características clínicas se exponen en la figura 4C.

Curso clínico. La localización determina el riesgo de las alteraciones asociadas y el comportamiento de las mismas. A diferencia de las manchas salmón, son persistentes. Las MVO tienden a oscurecerse y a volverse más gruesas, especialmente en la cara, donde pueden ocasionar sobrecrecimiento leve de la región afecta. En ocasiones, también pueden desarrollar granulomas piógenos en su superficie (Fig. 3G).

Diagnóstico. El diagnóstico de las MVO es generalmente clínico. Se sabe que son debidas a mutaciones somáticas en GNAQ.

Diagnóstico diferencial. Se pueden confundir con las manchas salmón o con los hemangiomas infantiles abortivos, o de proliferación mínima.

Asociaciones. Hasta en el 10%, las MVO faciales se pueden asociar con: angioma coroideo, glaucoma y/o angiomatosis leptomeningea, que es lo que se conoce como síndrome de Sturge-Weber (SSW). No siempre está presente la tríada cutánea, ocular y del SNC; hay quien también denomina SSW, cuando solo existen dos manifestaciones. El riesgo de SSW depende de la localización y extensión de la MVO. Las manchas que tienen mayor riesgo de asociarse a un SSW son las extensas, las bilaterales y las que se distribuyen en el área que va desde el canto externo del ojo hasta la región frontal incluida(22-24).

El glaucoma es la complicación ocular más frecuente. Está presente en el 10 al 15% de niños con MVO periocular y en hasta el 70% de los niños que, además, tienen angiomatosis leptomeningea. Las MVO con riesgo de glaucoma son las que se localizan en la región frontal y, especialmente, en el área periocular. Si bien, el párpado inferior no se encuentra incluido en esta localización, en un estudio reciente se señala que las MVO que afectan al párpado inferior, aun sin afectación frontal, pueden tener más riesgo de glaucoma(25).

La angiomatosis leptomeningea, cuando da síntomas, se manifiesta en forma de: convulsiones, déficits neurológicos focales, cefaleas y problemas cognitivos, probablemente secundarios al mal control de las crisis epilépticas.

Seguimiento. Los niños con MVO distribuidas en la región frontal y periocular, deben seguir controles oftalmológicos y neurológicos. Las MVO con afectación de párpado inferior, aun sin afectación frontal, deberían también seguir controles oftalmológicos. Los controles oftalmológicos deben ser de por vida, porque el glaucoma puede ser congénito o de instauración, incluso en la edad adulta. La necesidad de realizar pruebas de neuroimagen en pacientes asintomáticos y el mejor momento para realizarla, es objeto de controversia. Si bien, existe algún falso negativo en las resonancias con contraste realizadas antes de los 3 meses de edad, en manos de neuroradiólogos expertos se suelen reconocer signos radiológicos directos o, al menos, algún signo indirecto. De esta manera, es posible educar a los padres en cómo actuar en caso de una primera convulsión e incluso plantear tratamiento presintomático con antiepilépticos o rapamicina en casos con angiomatosis leptomeningea extensa(26).

Malformación capilar reticulada

Las malformaciones capilares reticuladas tienen un aspecto menos sólido que las manchas en vino de Oporto y se pueden asociar a sobrecrecimiento de las extremidades; por lo que, a menudo, se diagnostican erróneamente como síndrome de Klippel-Trénaunay.

La malformación capilar reticulada (MCR) es una MC que tiene aspecto clínico parcheado o reticulado, y se puede ver en tres escenarios clínicos: 1) de forma aislada (Figs. 4D y E); 2) Asociada a sobrecrecimiento de partes blandas (malformación capilar con sobrecrecimiento, DCMO por sus siglas en inglés) (Fig. 4F); y 3) asociada a macrocefalia (malformación capilar-macrocefalia/megalencefalia, MC-M) (Figs. 5A y B).

Figura 5. Síndromes asociados a sobrecrecimiento que cursan con malformaciones capilares.

A y B. Síndrome MC-M (malformación capilar-macrocefalia/megalencefalia): se caracteriza por la presencia de macrocefalia/megalencefalia, mancha salmón prominente en el philtrum o glabela, y malformación reticulada extensa en el tronco y extremidades; C y D. Síndrome CLAPO: se asocia a malformación capilar geográfica en la parte inferior de la cara. Consiste en una malformación capilar de labio inferior, malformación linfática de la cara y cuello, asimetría facial y sobrecrecimiento parcial o generalizado; E y F. Síndrome CLOVES: se asocia a malformación capilar geográfica, masas lipomatosas subyacentes, nevus epidérmicos y anormalidades esqueléticas. Los pacientes con CLOVES no tienen el nevus de tejido conectivo plantar (figura 5, G); ni el crecimiento tan progresivo y distorsionante del síndrome de Proteus (figura 5, H); I. Síndrome Klippel-Trénaunay: cursan con malformación capilar reticulada asociada a: sobrecrecimiento, alteraciones venosas y linfáticas. A diferencia de la malformación capilar con sobrecrecimiento (DCMO), la hipertrofia es de carácter progresivo.

Recientemente, se ha descrito una cuarta variable clínica de MCR asociada a hipocrecimiento (CMU por sus siglas en inglés) (Fig. 4G)(27). La mayoría de MCR son por mutaciones en PIK3CA o GNA11.

Diagnóstico. El diagnóstico de la MCR aislada es clínico. En caso de dismetría, se recomienda realizar radiografías telemétricas al iniciar la deambulación y control por un ortopeda. En caso de macrocefalia asociada, debe realizarse una resonancia magnética cerebral.

Diagnóstico diferencial. Se pueden confundir con el cutis marmorata telangiectásica congénita (CMTC), no obstante las MCR son más parcheadas, no tienen la atrofia característica ni son tan prominentes o violáceas como el CMTC.

Asociaciones. Las MCR pueden asociar un sobrecrecimiento de la extremidad afectada, así como alteraciones digitales de los pies en forma de sindactilia o dedo en sandalia. En raras ocasiones, compromete la extremidad contralateral o incluso a todo el hemicuerpo. Las MCR extensas con sobrecrecimiento (DCMO) no muestran un crecimiento acelerado ni tienen las complicaciones tromboembólicas del síndrome Klippel-Trénaunay (SKT), pues carecen del componente venoso y linfático. Tienen, por tanto, un pronóstico muy benigno (Tabla V)(28).

Las MCR también pueden ser parte del síndrome de malformación capilar-macrocefalia / megalencefalia (MC-M). Se caracteriza por la presencia de: MCR extensa en tronco y extremidades, mancha salmón prominente en el labio superior, philtrum o glabela y macrocefalia/megalencefalia. Los pacientes tienen una facies característica, con una frente prominente y un crecimiento asimétrico, que ya es evidente en los primeros meses de vida. Desde el punto de vista neurológico, presentan una asimetría cerebral con megalencefalia, ventriculomegalia y no es infrecuente que presenten: displasia cortical, polimicrogiria, malformación de Arnold-Chiari o herniación cerebelosa. Son niños que suelen tener hipotonía y retraso en el desarrollo. Al igual que ocurre en otras hemihipertrofias, se han reportado dos casos de tumor de Wilms asociados a MC-M (Tabla V)(29).

Seguimiento. Los pacientes con una MCR aislada o que solo presentan un sobrecrecimiento del tronco y extremidades requieren seguimiento clínico periódico. La mayoría de asimetrías son leves y no tienen impacto funcional. Los que tienen un sobrecrecimiento más pronunciado necesitan un seguimiento cercano por un ortopeda.

Los pacientes con DCMO no parecen tener un riesgo aumentado de tumor de Wilms. Los pacientes con MC-M requieren un manejo multidisciplinar. Al momento de la sospecha diagnóstica, se debe realizar una resonancia magnética craneal basal y se recomienda repetirla cada 6 meses hasta cumplir 2 años, y después cada 3 a 4 años.

Los casos reportados con hipocrecimiento son de curso benigno no progresivo. Se recomienda, al menos, un seguimiento clínico periódico, porque se desconocen otras posibles asociaciones a largo plazo(27).

Malformación capilar geográfica

Los pacientes con una malformación capilar geográfica, a menudo, tienen un sobrecrecimiento asociado, alteraciones venosas y alteraciones linfáticas, formando la tríada del síndrome de Klippel-Trénaunay.

La malformación capilar geográfica (MCG) es una variante de MC, de aspecto clínico diferente a la MVO o MCR. Se trata de máculas oscuras muy bien delimitadas, de forma geográfica y que, con el tiempo, suelen desarrollar vesículas linfáticas en su superficie, por lo que probablemente representen malformaciones capilares linfáticas en las que, en un momento inicial, no se observa el componente linfático (Fig. 4H).

Curso clínico. Con el tiempo, pueden desarrollar vesículas linfáticas y/o hemorrágicas en su superficie.

Diagnóstico. El diagnóstico de la MCG aislada es clínico.

Diagnóstico diferencial. Se pueden confundir con las MVO y, muchas veces, hasta que no aparecen vesículas linfáticas, puede ser imposible diferenciarlas. Las malformaciones venosas verrugosas (MVV) pueden tener un aspecto similar a las MCG en los recién nacidos y lactantes. Se diferencian, porque las MVV tienen hiperqueratosis y no cursan con sobrecrecimiento(30).

Asociaciones. Las MCG, a menudo, tienen sobrecrecimiento asociado, alteraciones venosas y linfáticas, formando la triada del SKT. A diferencia del DCMO, la hipertrofia es de carácter progresivo. La malformación venosa del SKT generalmente se manifiesta como: varicosidades, alteraciones del sistema venoso profundo y, con el tiempo, puede hacerse visible una vena anómala en la cara lateral de la extremidad afectada, que representa la persistencia de la vena embrionaria o “vena lateral marginal”. Raras veces está presente desde el nacimiento. Estas alteraciones constituyen un riesgo para desarrollar trombosis venosa con riesgo de tromboembolismo pulmonar (Tabla V).

Las MCG también se pueden ver en otros síndromes asociados a sobrecrecimiento, como el síndrome CLAPO, CLOVES y Proteus (Figs. 5C-I)(31,32). Es importante reconocer los diferentes síndromes de sobrecrecimiento asociados a malformaciones capilares, porque las comorbilidades asociadas y el pronóstico difieren entre ellos (Tabla V).

Seguimiento. Los pacientes con MCG en las extremidades deben ser evaluados periódicamente para detectar dismetrías. Se recomienda una valoración ortopédica entre el primer año y segundo de vida, en caso de dismetrías importantes. No hay consenso sobre las exploraciones complementarias o a qué edad solicitarlas en estos pacientes. En nuestra experiencia, resulta útil realizar en algún momento, una resonancia magnética con contraste para descartar la presencia de alteraciones venosas asociadas y determinar el alcance del sobrecrecimiento. Por otro lado, de existir alteraciones venosas, hay que considerar la administración de heparina en situaciones de riesgo de trombosis.

Malformación capilar – Malformación arteriovenosa

Las malformaciones capilares asociadas a este síndrome son: pequeñas, múltiples, de aparición progresiva y familiar. Es importante reconocerlas, porque estos pacientes pueden asociar malformaciones arteriovenosas periféricas y en el sistema nervioso central.

El síndrome de malformación capilar – malformación arteriovenosa (MC-MAV) es un trastorno con patrón de herencia autosómica dominante resultado de mutaciones inactivadoras del gen RASA1 que codifica para el activador 1 de la proteína Ras p21. Es importante identificarlo, porque hasta un tercio de los pacientes tiene una malformación arteriovenosa asociada (MAV) o fístula arteriovenosa (FAV) en el sistema nervioso central o periférico. En una minoría de los casos, puede haber mutaciones en el gen EPHB4, entidad que algunos autores denominan MC-MAV2.

Epidemiología. La prevalencia se estima en 0,85-1 por 100.000 nacidos(33,34).

Manifestaciones clínicas. Las malformaciones capilares pueden estar presentes al nacer, pero aparecen más con los años. Se trata de máculas de pequeño tamaño de coloración rosa pálido o pardo, a menudo, con un halo blanquecino en la periferia. Con frecuencia, hay una lesión de mayor tamaño que suele estar más caliente a la palpación. Algunos pacientes desarrollan telangiectasias en cara y extremidades. Estas pueden tener un halo de vasoconstricción (manchas de Bier) (Fig. 4I). La penetrancia de este síndrome es prácticamente completa.

Diagnóstico. El diagnóstico suele ser clínico. Sin antecedentes familiares, el aspecto clínico de las malformaciones permite sospechar el diagnóstico. En la ecografía Doppler puede detectarse, a veces, un flujo más elevado que en una simple malformación capilar.

Diagnóstico diferencial. El color pardo de estas MC puede hacerlas confundir con manchas café con leche. Las telangiectasias faciales, a veces, se confunden con la enfermedad de Rendu-Osler-Weber.

Asociaciones. Los pacientes con MC-MAV tienen un riesgo del 30% de tener una MAV de alto flujo en tejidos blandos, 9% en el cerebro y de un 2% en la médula espinal. Los afectados con MC-MAV parecen tener más riesgo de presentar MAV o FAV de alto flujo asociadas que los pacientes con MC-MAV2. Cuando la MAV está en extremidades, es lo que se conoce como síndrome de Parkes-Weber.

Seguimiento. El seguimiento de estos pacientes debe ser estrecho. Los autores recomiendan la obtención de una RM con contraste craneal y espinal, cuando se identifica el cuadro clínico característico, puesto que la detección precoz permite realizar un tratamiento antes de que debute con una complicación hemorrágica(33). No está claro si debe repetirse en la edad adulta.

Cutis marmorata telangiectásica congénita

El cutis marmorata telangiectásica congénita es una variedad de malformación capilar de curso benigno, que no suele estar asociado con otras alteraciones.

El CMTC, también conocido como flebectasia congénita, es una anomalía vascular rara, que se caracteriza por la presencia de máculas reticuladas violáceas y atróficas que remedan una livedo reticularis (Figs. 4J y K)(35).

Curso clínico. Con el tiempo, las lesiones suelen hacerse menos visibles y pueden llegar a ser casi imperceptibles. En algunas ocasiones, se puede observar hipotrofia leve en la extremidad comprometida, pero mejora con la edad por sí sola.

Diagnóstico. El diagnóstico es clínico y no requiere exploraciones complementarias. Corresponde a una lesión de bajo flujo, por lo que el Doppler no suele ser de utilidad.

Diagnóstico diferencial. El diagnóstico diferencial del CMTC incluye: cutis marmorata fisiológico del recién nacido; los hemangiomas abortivos o de proliferación mínima; las malformaciones capilares reticuladas y algunas lesiones de lupus eritematoso neonatal (LEN).

Asociaciones. La asociación del CMTC localizado con otras alteraciones probablemente es casual. La única asociación que podría ser real es con glaucoma en los CMTC faciales. Las formas generalizadas pueden formar parte del síndrome de Adams Oliver con aplasia cutis, defectos digitales y cardiopatía congénita(35).

Seguimiento. Los pacientes tienen un pronóstico excelente. No requieren de seguimiento estrecho. En los casos de CMTC facial, es recomendable una exploración oftalmológica(35).

Telangiectasias

Las telangiectasias de distribución generalizada no siempre están asociadas a la telangiectasia hemorrágica hereditaria, hay entidades asintomáticas y con curso igual de benigno que también las presentan.

Las telangiectasias se ven como una pápula de aspecto vascular central de la que irradian capilares dilatados y de aquí el nombre de araña vascular (Fig. 4L). Pueden ser únicas o múltiples.

Se han descrito dos formas de telangiectasias múltiples:

1. Telangiectasia nevoide unilateral (TNU). Hace referencia a una alteración esporádica en la que existen múltiples telangiectasias de distribución lineal o segmentaria. Con frecuencia, se localizan en el cuello o en extremidades superiores.

2. Telangiectasia benigna hereditaria (TBH). La TBH es un trastorno con patrón de herencia autosómico dominante con telangiectasias de distribución generalizada. Las lesiones aparecen en edad temprana, generalmente en la cara y, con el tiempo, se van generalizando por diferentes localizaciones.

Diagnóstico diferencial. En pacientes con telangiectasias múltiples, debe plantearse el diagnóstico diferencial con la telangiectasia hemorrágica hereditaria (THH) o enfermedad de Rendu-Osler-Weber. La THH es una enfermedad de herencia autosómica dominante que requiere un manejo multidisciplinario. Puede debutar con: epistaxis, sangrados intestinales o de otras vísceras. Clínicamente, las telangiectasias de la THH suelen adquirirse en la adolescencia o edad adulta, no parecen arañas vasculares, sino que son lesiones tipo mácula o pápula de color rojo intenso y de mayor tamaño. Las lesiones afectan de forma característica a: cara, labios, mucosa oral, lengua y dedos de las manos (Fig. 4M). Se deben hacer pruebas de imagen en estos pacientes, para descartar malformaciones arteriovenosas cerebrales, pulmonares y hepáticas, que determinan el pronóstico. Se cree que algunos pacientes con TBH pueden tener, en realidad, un síndrome de MC-MAV, ya que en esta entidad, también aparecen telangiectasias; no obstante, en la mayoría de casos, es posible observar alguna MC característica.

Asociaciones. Tanto la TNU como la TBH no se asocian a otras alteraciones. Son entidades benignas y de buen pronóstico, y no es necesario realizar exploraciones complementarias.

Tratamiento. Las telangiectasias pueden tratarse con láser de colorante pulsado o de Nd:YAG.

Malformaciones venosas

Las malformaciones venosas son alteraciones en la morfogénesis de las venas. Son malformaciones vasculares de bajo flujo, que pueden producir dolor en relación a fenómenos de trombosis.

Las malformaciones venosas (MV) son anomalías vasculares no proliferativas, de bajo flujo, compuestas por canales venosos ectáticos anómalos. Generalmente, están presentes desde el nacimiento, sin embargo, pueden no hacerse evidentes con el crecimiento secundario a la dilatación venosa gradual. Si bien, en la clasificación de la ISSVA se describen 7 malformaciones venosas simples (Tabla IV), en este artículo se revisaran solo algunas.

Las MV esporádicas son el resultado de mutaciones somáticas activadoras en el gen TEK y en PIK3CA (50% y 25% respectivamente) y se identifican, clínicamente, como masas o nódulos de: tonalidad azul, blandas, compresibles y de tamaño variable en piel, mucosas o intramusculares (Figs. 6A y B). La forma familiar es de herencia autosómica dominante, por mutación en línea germinal de TEK y se presenta con múltiples lesiones en piel y mucosas. Puede haber afectación de órganos internos.

Figura 6. Características clínicas de las malformaciones venosas y linfáticas.

A. Malformación venosa: las malformaciones venosas comunes se identifican clínicamente como masas o nódulos de tonalidad azul, blandas, compresibles y de tamaño variable. Pueden ser: profundas, superficiales, solitarias, localizadas, segmentarias, difusas o múltiples; B: malformación venosa que afecta piel, lengua y mucosa oral en un lactante; C. Síndrome del nevus azul en tetina de goma (BRBNS): compromiso cutáneo multifocal de un paciente afecto por BRBNS. Se observan múltiples pápulas y nódulos azul violáceos con aspecto de “tetina de goma”; D: laparotomía exploratoria del paciente ilustrado en la figura 6C, donde se evidencian múltiples malformaciones venosas intestinales; E. Malformación glomovenosa (MGV): se puede presentar desde una pequeña lesión nodular solitaria azul-violácea, hasta formas extensas conformadas por placas de distribución segmentaria; F. Malformación venosa verrugosa: placas rojo violáceas de bordes irregulares y de grosor variable; G. Malformación linfática: las malformaciones linfáticas (ML) microquísticas pueden aparecer en piel y mucosas. Aparecen como vesículas de contenido seroso o hemorrágico, de 1 a 2 mm de diámetro con aspecto de “huevos de caviar”; H. ML macroquística: se observa como una tumoración de color piel que, a veces, es posible observar que transiluminan; I. Linfedema: se manifiesta como un incremento del volumen subcutáneo, bien delimitado, blando y renitente. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque usualmente se presenta en extremidades inferiores más que en superiores y, en algunos casos, hay compromiso genital; J – K. Malformación arteriovenosa (MAV): las MAV en etapas tempranas (fase 1 de Schöbinger) son difíciles de diferenciar de las manchas en vino de Oporto. En la fase 2, se ven como nódulos azul violáceos mal delimitados, con vasos venosos en su superficie y de consistencia firme. Al momento de palparlas, es característico sentir un pulso o “thrill”. En esta imagen, se aprecia una localización usual de las MAV en la cara de una adolescente; L: MAV en el dorso de pie de una mujer de 14 años en fase 2 de Schöbinger, con cambios de dermatosis purpúrica pigmentaria; M: MAV de la paciente anterior en progresión a fase 3 con necrosis y ulceración.

Epidemiología. Las MV comunes y familiares representan el 95% del total de MV. Tienen una prevalencia del 1% y una incidencia estimada en 1-2 por 10.000 nacidos vivos.

Diagnóstico. El diagnóstico de malformación venosa es clínico. La ecografía Doppler confirmará que se trata de una lesión de flujo lento. Puede detectar también flebolitos calcificados. La resonancia magnética es útil para definir la extensión y para planear tratamiento(21).

Diagnóstico diferencial. Debe establecerse con hemangiomas profundos u otros tumores vasculares profundos.

Asociaciones y complicaciones. Las asociaciones y complicaciones dependerán de la localización y del tamaño. Las MV cefálicas con frecuencia presentan compromiso cosmético y funcional. Característicamente, aumentan de tamaño con las maniobras de Valsalva. Puede extenderse a planos profundos como: músculo, fosa infratemporal y orbitaria. En pacientes con MV en la lengua o vía aérea, puede asociarse al síndrome de apnea obstructiva del sueño. Las MV cefálicas pueden tener anomalías del drenaje venoso intracraneal, pero no se asocian a MV intracerebrales.

Las MV localizadas en tronco y extremidades pueden infiltrar estructuras más profundas como: músculo, hueso y articulaciones, que pueden condicionar dolor con el ejercicio y episodios de dolor matutino. En los casos de infiltración articular, puede determinar hemartrosis con riesgo de degeneración del cartílago articular. Las opciones terapéuticas se exponen en la tabla VI.

La mayoría de MV grandes, al ser anomalías con flujo lento, tienen predisposición a desarrollar episodios de coagulopatía intravascular localizada y trombosis, con elevación del dímero D y disminución del fibrinógeno(36). Las opciones terapéuticas se exponen en la tabla VI.

Síndrome del nevus azul en tetina de goma (“Blue Rubber Bleb Nevus Syndrome”, BRBNS)

Este síndrome esporádico se caracteriza por la presencia de múltiples pápulas de color vinoso o azulado, y de tacto que asemeja a una “tetina de goma”. A veces, tiene una lesión “predominante” de gran tamaño que, característicamente, muestra vasos rojizos superficiales con un aspecto que remeda a un helecho. Tienen compromiso cutáneo multifocal (Fig. 6C) y del tracto digestivo (Fig. 6D), lo que provoca sangrados continuos y anemia ferropénica(37,38).

Malformación glomovenosa (MGV)

Representa una variante de MV poco frecuente. Son el resultado de mutaciones germinales en heterocigosis del gen de la glomulina (GLMN). Su apariencia clínica se aprecia en la figura 6E. Con frecuencia, son dolorosas al tacto, parcialmente comprimibles y con un aspecto “empedrado”. Suelen tener una distribución segmentaria. A diferencia de las MV, no se modifican con las maniobras de Valsalva o con la dependencia. Son más comunes en tronco y en extremidades. No suelen afectar órganos internos o articulaciones, y el compromiso de mucosa oral es excepcional. La histopatología es muy útil para el diagnóstico, ya que se evidencian dilataciones vasculares rodeadas de células glómicas y hallazgos anatomopatológicos típicos de las MGV(39).

Malformación venosa verrugosa (MVV)

Conocida previamente como hemangioma verrugoso. Se clasifica como un tipo superficial de malformación venosa y, recientemente, se ha descrito que son el resultado de mutaciones somáticas en el gen MAP3K3. Se caracterizan, clínicamente, por ser placas rojo violáceas de bordes irregulares y de grosor variable (Fig. 6F). Con los años, desarrollan hiperqueratosis en la superficie. Por lo general, tienen distribución lineal, aunque también hay formas parcheadas y unilaterales. Pueden cursar con dolor y sangrado superficial. El diagnóstico diferencial debe establecerse con el angioqueratoma. El tratamiento de elección en lesiones circunscritas es la exéresis completa (Tabla VI)(30).

Otras anomalías vasculares provisionalmente no clasificadas

Anomalía vascular fibroadiposa (FAVA)

Se trata de un tipo de malformación de bajo flujo que afecta el músculo y que se caracteriza por la presencia de canales venosos anormales entre el tejido adiposo. No suele ser aparente a simple vista o puede provocar una distorsión del contorno de la región afectada. Generalmente, se presenta en el músculo gastrocnemius y debuta con dolor en la pantorrilla y contractura muscular. En algunos casos, se han detectado mutaciones somáticas en PIK3CA. El tratamiento se expone en la tabla VI.

Malformaciones linfáticas

Las malformaciones linfáticas pueden tener aumento súbito de tamaño secundario a procesos infecciosos; en estos casos, es necesario el manejo con antibióticos sistémicos y con antiinflamatorios no esteroideos (AINE).

Las malformaciones linfáticas (ML) son el resultado de anomalías del desarrollo del sistema linfático que condicionan un drenaje anómalo de la linfa debido a: aplasia, hipoplasia o disrupción de los canales linfáticos. Con frecuencia, están presentes desde el nacimiento, pero pueden manifestarse años más tarde. Su espectro clínico es amplio (Figs. 6G-I), y se clasifican en: ML comunes, anomalía linfática generalizada, anomalías del conducto torácico y linfedema (Tabla IV). En este artículo, se revisaran solo las ML comunes.

Malformaciones linfáticas comunes

Se trata de dilataciones anormales de los canales linfáticos. Dependiendo del tamaño de las cavidades, se clasifican en: macroquísticas (cavidades mayores a 2 cm), microquísticas (menores de 2 cm) o mixtas. Las macroquísticas son más frecuentes en el cuello y región torácica y, a menudo, se detectan en las ecografías prenatales (Fig. 6H). Se presentan como tumoraciones color piel que transiluminan. Las microquísticas se presentan como múltiples vesículas agrupadas de contenido claro o hemorrágico. Pueden aparecer en cualquier localización (Fig. 6G).

Epidemiología. La incidencia de las ML en general, se estima en 1 a 2.000/4.000 nacidos vivos, sin predilección por raza o género(39).

Diagnóstico. El diagnóstico de las ML comunes es clínico. La eco-Doppler confirma la presencia de cavidades no compresibles, sin vascularización en su interior. Puede ser necesaria una RM para valorar la extensión en profundidad(40).

Complicaciones. Las ML macroquísticas, en ocasiones, aumentan súbitamente de tamaño, con signos inflamatorios y dolor. Estos episodios pueden estar provocados por sangrado intralesional o infección, y responden a antibioticoterapia y una tanda corta de corticoides orales. Estos episodios pueden provocar fibrosis con diminución del tamaño de las lesiones.

Tratamiento. El tratamiento depende del tipo y de la extensión de la ML (Tabla VI).

Malformaciones arteriovenosas

Las malformaciones arteriovenosas representan el grupo más peligroso de las anomalías vasculares. Pueden ulcerarse, provocar sangrados de difícil manejo, necrosis cutánea e insuficiencia cardiaca de gasto elevado.

Las malformaciones arteriovenosas son las menos frecuentes, pero constituyen el grupo más agresivo de las anomalías vasculares. Suelen estar presentes desde el nacimiento, pero el 30% se hacen evidentes en la adolescencia. Son el resultado de la conexión anormal entre los vasos arteriales y venosos sin un lecho capilar intermedio. Se caracterizan por ser lesiones de alto flujo y baja resistencia vascular periférica, y con frecuencia se asocian a fístulas. Se han descrito mutaciones somáticas en la vía de señalización de RAS-MAPK-ERK(41).

Desde el punto de vista clínico, suelen pasar por 4 estadios evolutivos conocidos como las fases de Schöbinger: 1) fase quiescente o asintomática, en la que simulan una malformación capilar y puede haber aumento de temperatura local; 2) fase de expansión, en la que la malformación crece e invade estructuras profundas; 3) fase destructiva, que se caracteriza por: ulceración, sangrado y necrosis; y 4) fase de descompensación, que se asocia a: insuficiencia cardíaca, hipertensión venosa o muerte. Los diferentes estadios clínicos se ilustran en las figuras 6J-M.

Epidemiología. Se estima que la incidencia es de 1 por 100.000 nacidos vivos.

Diagnóstico. La ecografía Doppler pone en evidencia un flujo alto, lo que las diferencia de las MV y ML. La resonancia magnética con contraste es útil para confirmar y establecer sus límites. La angiografía convencional o angioresonancia resulta imprescindible antes de abordar el tratamiento.

Tratamiento. El tratamiento de elección es la resección completa con o sin embolización previa en el mismo acto o unas horas antes. Lamentablemente, a menudo, esto no es posible. La ligadura proximal, embolización proximal o resecciones parciales están abocadas al fracaso y a complicaciones importantes (Tabla VI).

Conclusiones. Entre tanta nomenclatura tan diversa y confusa, las anomalías vasculares probablemente representan uno de los trastornos que más dificultades ha ocasionado para categorizar adecuadamente. Si bien, las clasificaciones son siempre una simplificación de la realidad, la clasificación de la ISSVA es útil para encuadrar estas anomalías. Reconocer las malformaciones vasculares más frecuentes en la infancia, ayuda a evitar, en la mayoría de los casos, estudios complementarios innecesarios. Identificar las asociaciones, favorece un mejor abordaje diagnóstico y establece parámetros más claros en el seguimiento de estos pacientes.

El rol del médico de Atención Primaria y del pediatra es muy importante en el enfoque inicial de las malformaciones vasculares por varias razones. Son los profesionales idóneos para filtrar las lesiones de curso benigno, que solo requieren seguimiento y no necesitan abordajes agresivos. Además, son los facultativos de primera línea que, por su estrecha relación con el ejercicio de promover la salud y prevenir la enfermedad, detectan los casos graves que requieren manejo prioritario.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Bibliografía recomendada

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En esta página web aparece la clasificación más actualizada de las anomalías vasculares.

- Luu M, Frieden IJ. Haemangioma: clinical course, complications and management. Br J Dermatol. 2013; 169: 20-30.

Este es un artículo de revisión sobre los hemangiomas de la infancia, en el que se repasan formas de presentación, riesgo de asociaciones e indicaciones de tratamiento.

- Garzon MC, Epstein LG, Heyer GL, Frommelt PC, Orbach DB, Baylis AL, et al. PHACE Syndrome: Consensus-Derived Diagnosis and Care Recommendations. J Pediatr. 2016; 178: 24-33.e2.

Este es un artículo en el que se define el síndrome PHACE, se recogen todas las alteraciones que pueden verse en este síndrome y se señala el seguimiento indicado para cada paciente.

- Waelchli R, Aylett SE, Robinson K, Chong WK, Martínez AE, Kinsler VA. New vascular classification of port-wine stains: improving prediction of Sturge-Weber risk. Br J Dermatol. 2014; 171: 861-7.

En este artículo, se desmiente el concepto extendido de que las manchas en vino de Oporto de distribución en la primera rama del trigemino son las que tiene riesgo de SSW. Estos autores encuentran que la afectación de la frente es prácticamente lo único importante.

- Léauté-Labrèze C, Baselga Torres E, Weibel L, Boon LM, El Hachem M, van der Vleuten C, et al. The Infantile Hemangioma Referral Score: A Validated Tool for Physicians. Pediatrics; 2020. p. 145.

Este es un artículo muy útil para Atención Primaria, pues presenta un algoritmo sencillo que permite determinar los hemangiomas de mayor riesgo o en los que cabe considerar remisión al pediatra y/o dermatólogo pediatra.

- Lee MS, Liang MG, Mulliken JB. Diffuse capillary malformation with overgrowth: a clinical subtype of vascular anomalies with hypertrophy. J Am Acad Dermatol. 2013; 69: 589-94.

Estos autores describen una serie de pacientes con malformación capilar asociada a sobrecrecimiento. Es importante el reconocimiento de este fenotipo que, a menudo, se confunde con Klippel-Trénaunay cuando, en realidad, es un cuadro de mejor pronóstico.

 

 

Caso clínico 1

Primigestante de 32 años sin antecedentes patológicos de interés que, en la ecografía prenatal de las 20 semanas, se identifica en el feto una lesión tumoral de alto flujo localizada en región laterocervical. El embarazo transcurre sin incidencias hasta la semana 30 que presenta polihidramnios severo y se decide realizar resonancia fetal a la semana 32 y otra a la 34. La primera resonancia pone en evidencia una “lesión en bufanda” con vacío de flujo en T2 con dimensiones globales de 83 x 44 x 30 mm (Fig. 7).

Figura 7. Secuencias T2 “lesión en bufanda”. Vacío de señal central.

En la segunda, se aprecia una lesión con diámetros similares con prominencia de algunas ramas de la arteria carótida externa e ingurgitación de la vena yugular ipsilateral. Con estos hallazgos, se sospecha una anomalía vascular de alto flujo, probablemente compatible con hemangioma. Dentro de los diferenciales, se contemplaron HI, HC, MAV y otro tipo de tumores muy vascularizados, como el rabdomiosarcoma o fibrosarcoma.

Por tratarse de un embarazo de alto riesgo, se decide cesárea electiva a la semana 36. Nace un varón que no cursó con distrés respiratorio y que a la exploración física presentaba una gran tumoración alrededor del cuello y en la parte superior de la espalda. Era una lesión caliente no pulsátil (Fig. 8).

Figura 8.

Exploraciones complementarias

El ecocardiograma no mostró signos de insuficiencia cardíaca, la vena yugular se identificaba más ingurgitada y la carótida izquierda de mayor tamaño. La ecografía transfontanelar y abdominal no mostraron alteraciones. La analítica complementaria incluyendo plaquetas, hormonas tiroideas y dímero D fueron normales.

La biopsia de piel mostró una proliferación vascular que se extendía hasta hipodermis, compuesta por vasos de diferente calibre. En profundidad, se observaba una zona con signos de hemorragia y un artefacto con aplastamiento de los vasos alargados en forma de asta de reno. No había grandes lóbulos celulares (Fig. 9).

Figura 9.

La inmunohistoquímica mostró positividad para CD31 y D2-40 y el marcador tumoral GLUT-1 fue negativo.

Resultados

Los hallazgos clínicos e histopatológicos apoyan el diagnóstico de un hemangioendotelioma kaposiforme. Este es un interesante caso en el cual, la sospecha se contempló desde el periodo neonatal. Si bien, la clínica era sugestiva, fue necesaria la correlación clínico-patológica. Ante el gran tamaño y la posibilidad de presentar complicaciones como: insuficiencia cardíaca de alto gasto, obstrucción de la vía aérea o un fenómeno de Kasabach-Merritt, se decidió de manera multidisciplinaria, iniciar tratamiento con rapamicina sistémica con excelente respuesta clínica y poca toxicidad.

 

Caso clínico 2

 

Lactante varón que a las 17 horas de vida inicia con distrés respiratorio y rechazo de tomas, que precisa ingreso para estudios complementarios. La radiografía de tórax inicial mostró velamiento de ambos campos pulmonares y cardiomegalia. El ecocardiograma evidenció hipertensión pulmonar (HTP) sin cardiopatía estructural. Se inició tratamiento con sildenafilo y, ante el empeoramiento clínico a las 62 horas de vida, requiere: intubación, ventilación mecánica y soporte inotrópico.

A la semana, no había un diagnóstico claro de la causa de la HTP que indicara su deterioro progresivo, por lo que se decide descartar la presencia de una malformación arteriovenosa (MAV) a nivel sistémico. La ecografía transfontanelar mostró una imagen sugestiva de malformación vascular tipo fístula arteriovenosa dural o parenquimatosa.

Antecedentes personales

Perinatales: producto de primer embarazo a término (41 semanas), bien controlado. Serologías no reactivas y ecografías prenatales normales.

Antecedentes familiares

La madre, una tía materna, el abuelo materno y una prima de la madre presentaban máculas de aspecto vascular. Ningún familiar tenía estudios previos de resonancia magnética cerebral y/o espinal.

Exploración física

En piel, presentaba múltiples máculas de color rosa-parduzcas pálidas, de forma redondeada con un halo blanquecino periférico y de tamaños entre 1-2 cm, distribuidas en tronco y raíz de extremidades. Algunas estaban ligeramente calientes al tacto (Fig. 10).

Figura 10.

Exploraciones complementarias

La resonancia cerebral contrastada confirma la presencia de una fístula pial de alto flujo a nivel parietal izquierdo, con drenaje venoso hacia el seno sagital superior y un aporte arterial de una rama de la arteria cerebral media izquierda y también de una rama de la arteria cerebelosa anteroinferior (Fig. 11).

Figura 11.

Se realizó embolización de las dos aferencias principales, lográndose una marcada disminución de flujo hacia la fístula.

Diez días después, presenta nuevamente deterioro clínico con neuroimágenes que evidenciaron múltiples sangrados intracraneales, como hemorragia subaracnoidea e intraparenquimatosos, con algunas áreas de restricción de la difusión, sugestivos de lesión isquémica concomitante. Por todo ello, se procedió a la resección abierta de la fístula. Con la sospecha de fístula arteriovenosa como parte del síndrome de malformación capilar-malformación arteriovenosa (MC-MAV), se cursó estudio genético en sangre periférica y tejido resecado.

Resultados

Se confirmó mutación en heterocigosis de RASA1 (p.Arg903*/c.2707C>T) en línea germinal y en el tejido resecado. Las mutaciones en RASA1 se asocian en un 18% a la presencia de MAV o fístulas AV intracraneales y/o espinales (7,1 y 11,4%, respectivamente). A su vez, el 43% de los niños que cursan con hemorragias intracraneales secundarias a MAV tienen el antecedente familiar en primer grado de lesiones típicas de MC-MAV. La presencia de las lesiones cutáneas y la historia familiar de lesiones familiares hubiese podido sugerir el diagnóstico de este síndrome en el primer momento.

En conclusión, se trata de un paciente que debutó con clínica secundaria a la fístula AV cerebral. En pacientes asintomáticos, el reconocimiento de las lesiones cutáneas obliga a la realización de pruebas de imagen para descartar MAV craneales y espinales antes de que den clínica. Así mismo, es importante realizar un examen de piel a todos los familiares. La penetrancia de esta mutación es prácticamente completa, por lo que una exploración cutánea normal, probablemente lo descartaría.

 

 

 

 

 

 

Infecciones cutáneas de etiología vírica

A. Martínez-Roig*, F.A. Moraga-Llop**
Temas de FC


A. Martínez-Roig*, F.A. Moraga-Llop**

*Consultor del Servicio de Pediatría del Hospital del Mar – Parc de Salut Mar y del Hospital HM Nens, Barcelona. **Pediatra. Vicepresidente primero de la Asociación Española de Vacunología, Barcelona

Resumen

Las infecciones cutáneas víricas son una de las causas más frecuentes de consulta en dermatología pediátrica. Los agentes más habituales son: virus herpes simple, virus varicela-zóster, virus del papiloma humano y poxvirus del molusco contagioso. Las formas clínicas de presentación varían según el agente etiológico: gingivoestomatitis, herpes cutáneo-labial, panadizo herpético, herpes genital, eccema herpeticum y herpes gladiatorum en las infecciones por el virus del herpes simple; herpes zóster por el virus varicela-zóster; verrugas planas, vulgares y plantares, y condilomas acuminados, por el virus del papiloma humano; y el molusco contagioso. El curso de las infecciones es generalmente bueno y autolimitado en los pacientes inmunocompetentes. El tratamiento antivírico sistémico se utiliza en las formas graves de las infecciones por virus herpes simple y de la varicela-zóster. El tratamiento tópico se debe valorar en las verrugas y el molusco contagioso.

 

Abstract

Viral skin infections are one of the most frequent causes of consultation in paediatric dermatology. The most common agents are herpes simplex virus, varicella-zoster virus, human papilloma virus and molluscum poxvirus. The clinical forms of presentation vary according to the aetiological agent: gingivostomatitis, cutaneous-labial herpes, herpetic whitlow, genital herpes, eczema herpeticum and herpes gladiatorum in herpes simplex virus infections; herpes zoster by varicella-zoster virus; flat, vulgar and plantar warts and condyloma acuminatum by human papillomavirus; and molluscum contagiosum. The course of infections is usually optimal and self-limiting in immunocompetent patients. Systemic antiviral treatment is used in severe forms of herpes simplex and varicella-zoster virus infections. Topical treatment should be assessed in warts and molluscum contagiosum.

 

Palabras clave: Infección cutánea vírica; Virus del herpes simple; Virus varicela-zóster; Verrugas; Molusco contagioso.

Key words: Viral skin infection; Herpes simplex virus; Varicella-zoster virus; Warts; Molluscum contagiosum.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 129 – 139

 


Infecciones cutáneas de etiología vírica

Las infecciones cutáneas víricas pueden presentar formas clínicas muy variadas. A diferencia de las bacterianas, no existe afectación de las capas profundas de la piel, si bien, algunos virus presentan afinidad por otros tejidos. En esta revisión, se van a comentar únicamente las que son consecuencia directa de una infección de la piel o de las mucosas, es decir, las consideradas infecciones localizadas.

Infecciones por el virus herpes simple

Etiología

Los virus herpes de tipo 1 (VHS1) y de tipo 2 (VHS2) pertenecen a la familia Herpesviridae e infectan primariamente la epidermis o las mucosas para replicarse. Se caracterizan por presentar un fenómeno de latencia, al establecerse en los ganglios sensitivos (trigémino o dorsales) para más tarde reactivarse por una enfermedad intercurrente o por la menstruación.

La transmisión de la infección es por contacto directo con piel o mucosas, o a través de secreciones. El virus se inactiva a temperatura ambiente. Es muy poco probable su transmisión mediante aerosoles y fómites.

El VHS1 puede producir fiebre y manifestaciones clínicas generales, lo que se conoce como primoinfección herpética. Afecta a la parte alta del tronco y suele ser la causa del 95% de los casos pediátricos. Suele aparecer en los primeros 10 años de vida, en general sin diferencias por sexo. Las recurrencias se presentan aproximadamente en un tercio de la población.

El VHS2 suele transmitirse por contacto sexual, y la localización genital con frecuencia es la forma primaria de infección del adolescente, si bien, con los años, aumenta la presencia del VHS1 en el área genital. Las recurrencias en el área genital acostumbran a ser más frecuentes por el VHS2.

Ambos tipos de virus presentan afinidad por el tejido neuronal, por el cual pueden propagarse. El periodo de incubación es de 2 días a 2 semanas. La contagiosidad en la primoinfección dura aproximadamente 8 días y, en las formas recurrentes, unos 3-4 días.

Manifestaciones clínicas

La gran mayoría de las infecciones fuera del periodo neonatal son asintomáticas. Entre 3 y 7 días después de la exposición, aparecen las manifestaciones clínicas en los casos sintomáticos. La principal característica clínica de la lesión herpética es la agrupación de las lesiones vesiculares, de 1-2 mm, sobre una base eritematosa. La evolución va a depender de si se encuentran en una mucosa o en la piel. Cuando están en las mucosas suelen perder la parte superior y se unen formando pequeñas úlceras. En la piel evolucionan hacia una pústula, una erosión o una costra. La unión de varias vesículas puede formar una pequeña ampolla o ulceración superficial, según mantengan la cobertura o la pierdan(1).

Las diferentes localizaciones de la infección herpética presentan peculiaridades clínicas, tal como se expone a continuación.

Gingivoestomatitis

Aparecen vesículas en las encías y en la cara interna del labio, así como en la zona lateral e interna. La mucosa se encuentra inflamada y eritematosa (Fig. 1).

Figura 1. Múltiples aftas en la mucosa gingival y bucal, que están muy enrojecidas. Erosiones labiales con costras.

La confluencia de las vesículas produce aftas molestas, sangrantes y que dificultan la alimentación. Las úlceras aparecen en la mucosa bucal, la lengua, las encías y la piel peribucal (Fig. 2).

Figura 2. Estomatitis herpética con numerosas lesiones satélite de tamaño diferente en la piel de la cara.

 

Se acompaña de sialorrea, halitosis y adenopatías regionales, que pueden llevar a rigidez nucal y afectación general, con rechazo del alimento. Cursa con fiebre, que suele durar entre 8 y 10 días. La resolución completa de las lesiones se produce en 1-2 semanas(2).

El diagnóstico diferencial (Tabla I) debe establecerse con: a) herpangina (lesiones agrupadas en el paladar, la úvula y los pilares anteriores, sin afectación del resto de la mucosa bucal ni de los labios); b) enfermedad boca-mano-pie (en su fase inicial, las lesiones pueden ser exclusivamente bucales, pero no están agrupadas ni la mucosa lingual y bucal está inflamada); c) síndrome de Stevens-Johnson (con ulceraciones en diferentes mucosas que se añaden a las características lesiones cutáneas del herpes en diana); d) mucositis por quimioterapia (presenta diferentes grados, pero con el antecedente de quimioterapia); y e) síndrome de Behçet (suele aparecer a partir de los 10 años y se inicia con eritema que evoluciona a úlceras, pero sin componente inflamatorio general de las mucosas).

 

Herpes cutáneo-labial

Se caracteriza por presentar una base eritematosa con agrupación de vesículas que producen quemazón, prurito e incluso un ligero dolor en las fases iniciales. La localización peribucal o labial (Fig. 3) es la más frecuente y conocida; representa la clásica «calentura» y es la localización más frecuente de las formas recidivantes.

Figura 3. Herpes simple localizado en el labio superior y en la comisura labial.

Suele ser único, pero puede presentarse en varias ubicaciones (Fig. 4), habitualmente en pacientes inmunodeprimidos. En las formas recurrentes suele haber unos pródromos con prurito, hormigueo o quemazón, que preceden en 24 horas a las lesiones cutáneas.

Figura 4. Herpes simple múltiple simulando un herpes zóster.

El diagnóstico diferencial (Tabla I) debe hacerse con: a) herpes zóster (numerosas lesiones distribuidas en un dermatoma); b) dermatitis de contacto y reacciones de hipersensibilidad (en una zona determinada y con prurito intenso); c) impétigo ampollar (ampollas flácidas, vecinas, pero no agrupadas, borde descamado, vesículas superficiales); d) mastocitoma (ampolla o vesícula sobre una superficie en piel de naranja); y e) queilitis angular (fisuras en los ángulos de la boca).

Panadizo herpético

Suele aparecer entre 2 y 8 días después de la exposición. En general, es una forma de autoinoculación en los pacientes con lesiones bucales o genitales. Se trata de una localización profunda de las vesículas, dolorosa a la palpación, en la zona distal del dedo, con posible enrojecimiento y ligera tensión de la piel que lo recubre (Fig. 5).

Figura 5. Panadizo herpético en el pulgar.

Poco frecuentes son el acompañamiento de fiebre y las adenopatías regionales. Suele desaparecer al cabo de 1-3 semanas(3).

El diagnóstico diferencial (Tabla I) debe hacerse con: a) dactilitis estreptocócica (ampolla rellena de material purulento asentada sobre una base eritematosa); b) quemadura (existirá el antecedente); y c) eccema dishidrótico (múltiples vesículas como granos de tapioca o bullas tensas por las palmas y los laterales de los dedos, con afectación simétrica de manos o pies).

Herpes genital

Normalmente aparece pronto, tras un contacto de riesgo, entre 2 y 8 días después. Se trata de lesiones vesiculosas o ulceradas sobre una base eritematosa, que pueden distribuirse por cualquiera de las zonas del área genital (Fig. 6), con menor frecuencia en el escroto masculino.

Figura 6. Vulvovaginitis herpética. Coexistencia de lesiones vesiculosas y ulceradas sobre un fondo eritematoso.

En ocasiones, pueden presentarse lesiones en: nalgas, región anal, muslos, dedos o boca. La aparición de las úlceras se acompaña de prurito, disuria, secreción vaginal y adenopatías inguinales. Pueden existir pústulas. Las manifestaciones generales acompañantes de la primoinfección herpética están presentes también en esta forma, con fiebre, mialgias y afectación general. Pueden presentarse radiculomielitis con retención urinaria o fecal, y neuralgias. Cuando se presentan estas manifestaciones clínicas, el pediatra de atención primaria debe derivar al paciente a un centro hospitalario. Los síntomas acompañantes suelen durar 5-7 días y las lesiones curan en 2-4 semanas. No es infrecuente la recidiva, si bien, con síntomas menos intensos. Cabe la posibilidad de desarrollar un herpes genital primario asintomático; por lo que, en tal caso, es imposible establecer el diagnóstico(4,5). En aquellas situaciones en que se sospeche que la causa pueda ser un abuso sexual, debe derivarse el caso a un centro especializado.

El diagnóstico diferencial (Tabla I) se debe hacer con: a) chancro sifilítico (úlcera indurada con borde diferenciado y no dolorosa, acompañada de adenopatía regional); y b) chancroide o chancro blando (infección causada por Haemophilus ducreyi, úlcera dolorosa, blanda y purulenta en el 25% de los casos, y adenopatía regional en el 50% de los casos).

Eccema herpético, erupción variceliforme de Kaposi o pustulosis variceliforme

Se trata de una diseminación de las lesiones herpéticas en un niño que tiene una enfermedad cutánea de base, generalmente eccema atópico, pénfigo o dermatitis de contacto. Suele ser más frecuente por el VHS1; un cuadro similar puede observarse en las infecciones por Coxsackie A6 y A16 (eccema coxsackium) en la enfermedad boca-mano-pie(6). Se caracteriza por la presencia de vesículas monomorfas en la piel eccematosa, que tienden a confluir y dar lugar a grandes erosiones (Figs. 7 y 8).

Figura 7. Eccema herpético. Múltiples vesículas agrupadas en la región cervical de un paciente con dermatitis atópica.

Figura 8. Erupción variceliforme de Kaposi. Lesiones vesiculosas localizadas en el abdomen, el área genital y la parte proximal de los muslos.

Las localizaciones más habituales son la cara, el cuello y el tronco. La piel sana vecina también puede afectarse. Suele acompañarse de deterioro del estado general y fiebre, 2-3 días después de la aparición de las vesículas, que dura unos 4-5 días. La duración del proceso es de 2-4 semanas. Como complicaciones pueden desarrollarse sobreinfección bacteriana y queratoconjuntivitis. Son posibles las recurrencias. También, se ha descrito viremia con afectación visceral(6,7); estos pacientes deben ser atendidos en un centro hospitalario.

El diagnóstico diferencial (Tabla I) debe establecerse con: a) herpes zóster diseminado (antecedentes de inmunodepresión, distribución más o menos generalizada, o en una zona de lesiones atópicas previas); b) foliculitis de etiología estafilocócica (lesiones de los folículos pilosos o espinillas, múltiples, pero no arracimadas); c) foliculitis por Pseudomonas (antecedentes de baños con agua caliente, seguidos de exposición a vestimenta o agua contaminadas); d) impétigo (múltiples lesiones, generalmente no tan extensas, con posible contenido purulento, pero con rápida formación de costra, y suele faltar el antecedente de atopia previa); e) infección por el virus varicela-zóster (además de lesiones cutáneas, hay lesiones en las mucosas); y f) dermatitis de contacto (rara vez tan extensa, y sin fiebre ni afectación general).

Herpes gladiatorum

Este término se refiere a lesiones de inoculación primaria en zonas de piel donde existen microtraumatismos y que se producen por contacto directo al realizar deporte. Por ello, suele afectar a niños mayores y adolescentes. Las localizaciones más frecuentes son la cabeza, el cuello y las extremidades. Suele aparecer a los 7-8 días del contacto. En ocasiones, puede cursar con dolor y adenopatía regional(8).

El diagnóstico diferencial (Tabla I) debe incluir: a) herpes circinado (no suele presentar vesículas); y b) dermatitis atópica (puede manifestarse con microvesículas, si bien, en estas edades suele haber antecedentes, prurito y piel seca).

Formas de infección herpética en inmunodeprimidos

Si bien, estos pacientes pueden presentar formas simples, no es infrecuente su diseminación. También aparecen úlceras recurrentes y lesiones verrugosas, pustulares o necróticas. No son raras las manifestaciones sistémicas. En los pacientes inmunodeprimidos puede ser conveniente una consulta con el dermatólogo o la derivación a un centro hospitalario.

Diagnóstico

El diagnóstico suele ser clínico, basado en las clásicas forma y distribución de las lesiones. Es muy fácil en los casos recidivantes.

Los estudios serológicos no son útiles para el diagnóstico, pero algunas pruebas complementarias pueden resultar de utilidad:

• El citodiagnóstico de Tzanck puede mostrar las células en degeneración baloniforme, pero no distingue entre infección por virus herpes o por virus varicela-zóster. Es de baja sensibilidad y dependiente de la experiencia de quien lo realiza.

• La inmunofluorescencia directa ayuda a distinguir los virus, pero no está disponible en todos los laboratorios.

• El cultivo es el método de referencia, con positividad a los 2-3 días y, si se combina con la detección de antígenos, puede obtenerse el resultado en 18-24 horas.

• La reacción en cadena de la polimerasa (PCR), si está disponible, tiene una sensibilidad del 94% y una especificidad del 96%. Se realiza con muestras de úlceras genitales y mucocutáneas. Permite diferenciar entre VHS1 y VHS-2. Hay que tener en cuenta que existe un 10% de negatividad en las primeras 24 horas de la infección.

Tratamiento

El tratamiento en la fase muy precoz de la infección consigue evitar la diseminación y lesiones celulares irreversibles, con una optimización del resultado clínico, lo cual va a condicionar su empleo. En muchas ocasiones, el diagnóstico o la consulta se realizan cuando el cuadro clínico lleva algunos días de evolución.

Al considerar el tratamiento de las infecciones herpéticas hay que tener en cuenta las propias características patogénicas del virus, la capacidad de latencia después de la primoinfección (que determina la aparición de episodios de reactivación) y el estado inmunitario del individuo. Se dispone de tratamientos antivíricos orales o tópicos, analgésicos y de soporte.

Tratamiento antivírico

Los antivíricos pueden aplicarse tópicamente en las lesiones cutáneas o mucosas (formas no genitales) en los individuos inmunocompetentes, pero los datos publicados sugieren un modesto beneficio y solo si el tratamiento se inicia en las primeras 24 horas del proceso.

En los pacientes inmunodeprimidos, la aplicación tópica de preparados antivíricos puede acelerar la curación de las lesiones. En las formas genitales no está recomendado el tratamiento tópico. La aplicación de aciclovir no incide en la desaparición de la infección latente ni en las posibles recurrencias. En las recurrencias, debe instaurarse el tratamiento inmediatamente, tras apreciar el inicio de síntomas y continuarlo durante 5 días por vía oral. El eccema herpético se tratará con aciclovir intravenoso.

En la tabla II, se detallan los fármacos, las dosis y las vías de administración en las fases agudas.

En cuanto al tratamiento oral supresor, no existe evidencia de éxito en Pediatría. No obstante, pueden emplearse aciclovir (20 mg/kg/dosis, 2 veces al día, máximo 400 mg) o valaciclovir (adolescentes: 500-1000 mg/día) durante 6-12 meses. Los posibles efectos adversos de los fármacos por vía sistémica son: gastrointestinales, erupciones cutáneas, nefrotoxicidad, neutropenia, trombocitopenia, hepatotoxicidad y síndrome confusional(9,10).

Manejo del dolor

En la primoinfección, en su forma de gingivoestomatitis, es especialmente necesario el uso de analgésicos. Puede utilizarse lidocaína viscosa al 2% (dosis máxima 3 mg/kg) en niños escolares para enjuague o en aplicación tópica directa; su acción acostumbra a apreciarse a los 5 minutos, con una duración máxima de 30 minutos. Otra posible aplicación tópica en preescolares son las soluciones de antihistamínicos (hidroxicina o dexclorfeniramina). Por vía oral pueden administrarse paracetamol (15 mg/kg cada 6 horas) o ibuprofeno (10 mg/kg cada 6-8 horas).

Tratamientos de soporte

Serán suficientes, en muchos casos, cuando la evolución del proceso lleve ya varios días. Suelen acelerar la curación de las lesiones y disminuyen el riesgo de sobreinfección bacteriana. Se pueden usar astringentes, como el agua de Burow, en las fases aún secretantes de las lesiones o en zonas húmedas, y antisépticos como el permanganato potásico en solución acuosa al 1/10.000 que, a su vez, actúa como estimulante de la granulación. La aplicación de hidrocoloides o de geles coloidales de sílice ayuda a la cicatrización de las lesiones y alivia las molestias producidas por las heridas.

En la gingivoestomatitis herpética es indispensable el control de la ingesta, en especial de líquidos, y adaptar la dieta con preparados en forma de cremas o triturados, no ácidos y a temperatura ambiente o algo fríos. El pediatra de atención primaria enviará a un centro hospitalario a los pacientes con dificultad de ingesta oral que favorece la aparición de signos de deshidratación.

Medidas generales

Los pacientes con manifestaciones localizadas deben ser tratados con las medidas estándar de aislamiento y control de infecciones, mientras que en aquellos con formas generalizadas o graves, deben tomarse medidas de aislamiento por contacto. Los niños con gingivoestomatitis, debido a su incontinencia salival, deben ser excluidos de las guarderías y escuelas. Los niños con lesiones localizadas tienen escaso riesgo de contagio.

Herpes zóster

Etiología

El herpes zóster es una reactivación del virus varicela-zóster a partir de su estado latente en las células ganglionares de las raíces dorsales. Puede presentarse en todas las edades, aunque es relativamente raro en los menores de 10 años.

Manifestaciones clínicas

Tras la incubación, que en el adulto e incluso en algunos adolescentes se acompaña de dolor e hiperestesia, aparece un exantema maculopapuloso de color rojo y luego rápidamente se desarrollan pequeñas vesículas arracimadas y algo umbilicadas sobre un fondo eritematoso, con límites bien determinados. Las vesículas pueden unirse entre sí para formar grandes flictenas. Las primeras lesiones se observan en la zona más proximal de la metámera (Fig. 9) y, en días sucesivos, surgen nuevos brotes que siguen el dermatoma (Figs. 10 y 11) o los dermatomas afectados (a veces, hasta tres). En 6-8 días, las vesículas pueden llegar a ser pústulas antes de romperse y formar costras. La duración completa del proceso suele ser de 1-3 semanas.

Figura 9. Herpes zóster en fase inicial, con escasas vesículas.

Figura 10. Herpes zóster 2 días después de su inicio (mismo caso de la fig. 9).

Figura 11. Extensión de las lesiones de herpes zóster siguiendo el dermatoma torácico.

En la infancia, no son habituales las manifestaciones generales de malestar, dolor, fiebre y cefaleas, pero estas sí pueden aparecer en los pacientes inmunodeprimidos, quienes también pueden presentar lesiones generalizadas (Fig. 12) y sufrir afectación visceral(11,12). La neuralgia posherpética es excepcional en los niños, pero puede ocurrir en los inmunodeprimidos.

Figura 12. Herpes zóster diseminado en un lactante que padeció una varicela intraútero.

Diagnóstico

En general, el diagnóstico es clínico, pero en casos dudosos, pueden realizarse estudios de laboratorio:

• El citodiagnóstico de Tzanck puede mostrar las células multinucleadas con inclusiones, aunque no puede distinguir entre infección por VHS1, VHS2 o virus varicela-zóster. Es de baja sensibilidad y dependiente de la experiencia de quien lo realiza.

• La inmunofluorescencia directa es más rápida y sensible que el cultivo, pero menos que la PCR.

• El cultivo requiere más de 1 semana para obtener el resultado.

• La PCR tiene una alta sensibilidad.

El diagnóstico diferencial se establecerá con: a) herpes simple (cuando se trate de un zóster con pocas lesiones, pero la distribución metamérica ayudará a distinguirlo); y b) dermatitis de contacto (domina el prurito y habitualmente no se localiza en una metámera).

Tratamiento

En la mayoría de los niños inmunocompetentes será innecesario, dada la limitada repercusión local y general. No obstante, pueden recomendarse medidas básicas generales, a la vez que tratamientos analgésicos y antivirales en determinados casos, como en adolescentes e inmunodeprimidos.

Desde el punto de vista de las medidas preventivas hacia la comunidad, en las formas localizadas se deben evitar los contactos, mientras las lesiones no estén en fase de costra. En los inmunodeprimidos y para las formas diseminadas, se establecerán precauciones de aislamiento por aire y por contacto.

Medidas generales

Pueden usarse antipruriginosos tópicos (calamina, soluciones de mentol o alcanfor), preparados secantes (linimento oleocalcáreo) y soluciones antisépticas secantes (acuosas de sulfato de cobre o de zinc al 1/1.000, o de permanganato potásico al 1/10.000). Los antihistamínicos orales tienen efecto sedante (hidroxicina a dosis de 1-3 mg/kg/día en 4 tomas o dexclorfeniramina a dosis de 0,15 mg/kg/día en 4 tomas) o antipruriginoso (ebastina a dosis de 2,5-10 mg/día en una sola toma).

Analgésicos

Se emplearán: paracetamol (15 mg/kg, cada 6 horas); ibuprofeno (10 mg/kg, cada 6-8 horas); metamizol (40 mg/kg, cada 6 horas); o codeína (1 mg/kg/día, cada
6 horas).

Antivirales

No existe evidencia de que la aplicación tópica sea útil en los niños. El uso sistémico se reserva para inmunodeprimidos, en formas graves con dolor y cuando exista afectación oftálmica. En estos casos, igual que en el tratamiento del herpes simple, iniciar la administración en las primeras 72 horas de la clínica, consigue la máxima efectividad.

Pueden emplearse: aciclovir oral en las formas menos graves (80 mg/kg/día, dosis máxima 800 mg, 4 veces al día, durante 5 días); valaciclovir (60 mg/kg/día, cada 8 horas); famciclovir (en pacientes de 6 a 18 años, 10-15 mg/kg/día, dosis máxima 250 mg, 3 veces día); o foscarnet (80 mg/kg/día, cada 8-12 horas).

En los pacientes inmunodeprimidos y en las formas diseminadas se utilizará la vía intravenosa (aciclovir 30 mg/kg/día, cada 8 horas, en infusión de 1-2 horas, durante 7-14 días).

Infecciones por el virus del papiloma humano

Etiología

El virus del papiloma humano es un virus DNA, con más de 100 serotipos que tienen diferentes tropismos tisulares. El mismo serotipo puede producir distintas clases de verrugas. Existen serotipos con bajo riesgo de producir cáncer y otros de alto riesgo.

Hay una cierta correlación entre serotipo y lesión: los serotipos 1, 2, 4 y 7 (y más infrecuentes: 27 y 57) se asocian a las verrugas vulgares, el 1 (y más infrecuentes: 2, 4, 10 y 27) a las verrugas plantares y palmares, y los serotipos 3, 10, 28 y 41 a las verrugas planas; todos estos son de bajo riesgo oncogénico. Los condilomas se asocian a los serotipos 6 y 11 de bajo riesgo oncogénico y a los serotipos 16, 18, 31, 33 y 45 de alto riesgo. El periodo de incubación varía entre 1 y 16 meses.

Manifestaciones clínicas

La transmisión puede ser de persona a persona, por fómites o mediante autoinoculación. La mayoría de las veces, las verrugas se resuelven espontáneamente en 1-2 años.

Verrugas planas

Son pápulas de 2-5 mm, redondeadas, ovales o poligonales, de color carne o rosado, planas (como su nombre indica), poco queratósicas, aisladas o formando pequeños grupos, con localización preferente en la cara (Fig. 13), el dorso de las manos, los brazos y las piernas.

Figura 13. Verrugas planas de localización facial.

En los adolescentes con lesiones en la cara, el afeitado suele provocar su extensión. Pueden existir en escaso número o ser abundantes, o agruparse en una amplia placa y, a veces, forman líneas en zonas de rascado (fenómeno de Koebner). Desaparecen sin dejar cicatriz.

Verrugas vulgares o comunes

Son más frecuentes en la edad escolar. Se trata de pequeños bultos redondeados o policíclicos con crecimiento exofítico, que pueden estar formados por pápulas, nódulos o formas vegetantes de superficie rugosa, sin pigmentación especial (Fig. 14).

Figura 14. Verruga vulgar. Lesión exofítica y queratósica en el codo.

Pueden ser únicas o múltiples, y se localizan predominantemente en las partes acras y periungueales. Su configuración viene determinada por la localización: hiperqueratósicas en las manos, filiformes en los párpados y redondeadas o filiformes en el mentón. Son del mismo color que la carne, con presencia de pequeños puntos oscuros que representan zonas de trombosis de la verruga. Pueden unirse en placas. Es posible que las verrugas periungueales den lugar a fenómenos irritativos por su localización, y la presión lateral interdigital puede generar dolor.

Verrugas plantares

Se observan a partir de la edad escolar y, habitualmente, se localizan en el talón o en la zona metatarsiana. Son lesiones ásperas y rugosas, rodeadas de un área hiperqueratósica con algunas zonas oscuras, reflejo de trombosis. Su crecimiento es endofítico por la presión al andar. Pueden ser muy dolorosas y dificultar la marcha. El pellizco lateral genera dolor. Pueden agruparse y formar un mosaico (Fig. 15).

Figura 15. Agrupación de verrugas plantares en la zona de apoyo del talón.

Condilomas

Los condilomas son discretas pápulas de crecimiento con márgenes recortados o placas confluentes. Tienen un tamaño de 1-5 mm, acostumbran a ser múltiples y suelen localizarse en las áreas genital y perianal, donde adoptan una imagen en espejo. Son de color carne, rosado o rojo (Fig. 16), e indoloros.

Figura 16. Verrugas perianales de aspecto carnoso (en coliflor).

Los ubicados en la mucosa genital pueden presentar un crecimiento exofítico en forma de coliflor (Fig. 17)(13-15).

Figura 17. Numerosos condilomas perianales y escrotales.

Diagnóstico

El diagnóstico se establece por la clínica.

Para el diagnóstico diferencial (Tabla III) se tendrá en cuenta:

• Las verrugas planas deben distinguirse de: a) liquen plano (con aparición de estrías, de color violáceo o rojizo, brillante, en ocasiones, con una superficie reticulada en forma de encaje, prurito, y puede haber lesiones reticuladas en la mucosa bucal); b) liquen nítido (antecedentes de atopia y formado por pápulas minúsculas de color carne); c) molusco contagioso (pápulas que en el centro se umbilican); d) histiocitosis cefálica benigna en el caso de las verrugas localizadas de la cara (pequeñas pápulas de 2-6 mm, de color amarillo oscuro que, a veces, se presentan agrupadas); y e) queratosis seborreicas (de color marrón o negro, con crecimiento escamoso y ligeramente elevado, con localización preferente en la cabeza, el cuello, el pecho o la espalda).

• Las verrugas vulgares deben distinguirse de: a) pápulas o nódulos del granuloma anular (ubicados en la zona falángica de la mano abarcando varios dedos, pero sin superficie rugosa); y b) almohadillados interfalángicos de fricción (carecen de rugosidad superficial).

• Las verrugas plantares suelen ser las que ofrecen mayor dificultad, y deben distinguirse de: a) callos o helomas (a simple vista puede ser difícil distinguirlos, el callo siempre aparece en zonas de presión y es doloroso a la presión central, mientras que la verruga lo es a la presión lateral; el callo mantiene los dermatoglifos intactos, cosa que no ocurre en las verrugas; el raspado superficial del callo presenta anillos concéntricos, mientras que la verruga muestra puntos negros); b) poroqueratosis punctata (suelen aparecer pápulas del tamaño de una semilla, con borde ligeramente elevado, en las palmas y las plantas, bilaterales y simétricas, con posterior expansión a otras partes); y c) poromas (pápulas, placas o nódulos solitarios, normalmente en la planta del pie, de color carne o rojo, con un posible crecimiento central desde una depresión).

• Los condilomas se diferenciarán de: a) molusco contagioso (pápulas translúcidas umbilicadas centralmente); b) protrusión perianal piramidal (lesión única, en forma de excrecencia, con forma de pirámide, de color carne y localizada en la zona media del rafe de las niñas); c) nevo epidérmico (agrupación de lesiones lineales verrugosas); y d) condiloma lata (placas húmedas en la sífilis congénita). Más allá de los 2 años de edad, un condiloma siempre debe hacer pensar en la posibilidad de un abuso sexual; en los primeros 2 años de vida, tampoco puede excluirse, pero dado el prolongado periodo de incubación del virus, puede ser de transmisión materna.

Tratamiento

Verrugas

Es un tipo de infección asintomática, que se autolimita en unos 2 años, por lo que puede deducirse que no siempre va a precisar tratamiento; sin embargo, algunas formas dolorosas o con mayor duración, pueden plantear la necesidad de instaurarlo.

Dado que muchas familias van a solicitar algún tipo de tratamiento, se debe comentar siempre la relación riesgo-beneficio, ya que algunos pueden ser traumáticos o dolorosos.

En la edad preescolar, la observación sería la recomendación más apropiada desde el punto de vista terapéutico.

El tratamiento elegido será siempre el más simple, barato, efectivo, seguro y relativamente indoloro.

Medidas no farmacológicas

En los adolescentes puede considerarse limar y cortar las verrugas plantares, si bien, esto se hace en contadas ocasiones.

La crioterapia con nitrógeno líquido en espray durante 10-20 segundos es altamente efectiva. Se reservará para preadolescentes y adolescentes, ya que conlleva incomodidades, como dolor y lesiones vesiculares. El tipo de lesión (tamaño y localización) y las respuestas previas condicionan el número de aplicaciones. Las sesiones suelen realizarse en intervalos de 3-4 semanas, entre las cuales puede ser útil aplicar un queratolítico.

Medidas farmacológicas (Tabla IV)

Queratolíticos

Antes de su aplicación, hay que raspar y limar la superficie para eliminar la zona hiperqueratósica. Existen diferentes formas galénicas (cremas, ungüentos, líquidos y parches), que se emplearán dependiendo de la forma de presentación, el tamaño y la localización: líquidos en las verrugas vulgares, cremas en las verrugas planas faciales, y parches y ungüentos en las verrugas plantares. Asimismo, la concentración de ácido salicílico dependerá de la zona de aplicación: al 2-5% en las verrugas planas faciales, al 15-17% en las verrugas vulgares de los dedos y al 25-40% en las verrugas plantares.
La forma de aplicación puede variar: a) una o dos veces al día sobre la lesión, con protección de la piel sana circundante con pasta, y dejar secar 5 minutos al aire para cubrir posteriormente con una gasa; o b) oclusiva 24 horas al día (en verrugas plantares y digitales).

La duración mínima del tratamiento es de 15 días y puede prolongarse hasta 3 meses. Se debe advertir de la posibilidad de que durante este tiempo se produzcan signos flogóticos y dolor en algún momento. Si se produce maceración o irritación de la piel circundante debe interrumpirse la aplicación durante 2-4 días, hasta la resolución y, una vez solucionado el problema, se reiniciará la aplicación.

Otro preparado disponible es el formaldehído en gel al 0,7% o en solución al 3% para las verrugas plantares.

Retinoides e inmunomoduladores

El imiquimod tópico, en crema al 5%, es útil en las verrugas genitales y anales; en las vulgares, la hiperqueratosis limita su acción y propicia una dermatitis irritativa.

El ácido dibutiesterescuárico se aplica dos veces a la semana, durante un mínimo de 10 semanas.

La cimetidina se ha empleado por vía oral (30-40 mg/kg/día, en 2-3 tomas, durante 6-8 semanas), con resultados desiguales. Parece ser bien tolerada y, cuando es efectiva, puede limitar las recidivas(16).

Condilomas acuminados

Hay poca experiencia en la infancia con los preparados utilizados en la edad adulta. Debido a que la gran mayoría de los condilomas involucionan espontáneamente, se aconseja una conducta expectante. No obstante, puede haber recurrencias (25-67%), debido a la posible persistencia asintomática del virus, incluso tras desaparecer la lesión. En los adultos se realiza, en conformidad con el paciente, tratamiento intervencionista, antiproliferativo o inmunomodulador.

Cuando se crea conveniente aplicar algún tratamiento, se utilizará solución hidroalcohólica de resina de podofilino al 20%, una o dos aplicaciones al día durante 3 días, protegiendo la piel circundante y con posterior eliminación de la resina con enérgicos lavados con agua. En los mayores de 12 años, puede aplicarse imiquimod en crema al 5% dos veces al día, aplicado 3 veces a la semana, durante 5 semanas.

Molusco contagioso

Etiología

El molusco contagioso está producido por un virus DNA de la familia Poxvirus. Se han diferenciado cuatro genotipos sin implicaciones patogénicas, aunque sí epidemiológicas: el 1 es más común en la infancia y el 2 en los adultos.

La transmisión es por contacto directo con la piel o por autoinoculación, al compartir fómites o por relaciones sexuales. La transmisión aumenta en presencia de microheridas en la piel. El periodo de infectividad es desconocido, pero se presupone mientras existan lesiones, y el tiempo de incubación es variable, entre 2 y 7 semanas, si bien, puede llegar hasta 6 meses.

Manifestaciones clínicas

El molusco contagioso aparece en brotes, en primavera y otoño, principalmente en niños de 2 a 5 años de edad, aunque también puede afectar a los adultos. En general, es asintomático, pero puede acompañarse de prurito. Se observan lesiones papulonodulares, de 1-6 mm, con una umbilicación central cuando están perfectamente desarrolladas, y con un contenido graso blanquecino que puede salir por la depresión central si se hace presión lateral. Las lesiones se ubican en una zona de piel sana y su coloración es de rosada a amarillenta. Su número oscila entre 1 y 20, y se localizan aisladas o en grupos (Figs. 18 y 19).

Figura 18. Lesiones múltiples de molusco que semejan la fase inicial del exantema variceloso.

Figura 19. Molusco contagioso facial de predominio palpebral.

Persisten entre 9 y 12 meses; el promedio de duración de una lesión son 2 meses, pero durante este tiempo, pueden aparecer otras nuevas. En ocasiones, la piel vecina a las pápulas presenta una dermatitis moderada. En los niños con dermatitis atópica puede haber numerosas lesiones. En ocasiones, la resolución puede ir precedida de inflamación de la lesión y de la zona circundante (Fig. 20) y, a veces, se aprecia el fenómeno de Koebner con alineamiento de las lesiones.

Figura 20. Fase de resolución de un molusco con importante componente inflamatorio.

Estos casos pueden generar dudas al pediatra de primaria y puede ser aconsejable realizar una interconsulta con dermatología.

La localización es asimétrica y en zonas previamente dañadas (piel eccematosa o con heridas). Puede afectar a cualquier parte del cuerpo, con predominio en las zonas de flexión y el tronco (Fig. 21).

Figura 21. Molusco contagioso en tórax.

La localización en el área genital puede hacer pensar en contacto sexual y posibilidad de abuso. Una única lesión se relaciona con autoinoculación. En pacientes inmunodeprimidos, el número de lesiones puede ser muy abundante y el tamaño llegar a ser entre 8 y 15 mm.

Diagnóstico

El diagnóstico es clínico, pero el raspado de las lesiones y su posterior tinción con Wrigth o Giemsa puede demostrar las inclusiones intracitoplasmáticas. En los adolescentes cuyas lesiones se encuentren en el área genital, se procederá al cribado de enfermedades de transmisión sexual. Puede ser necesario realizar una biopsia en las lesiones atípicas. En estas situaciones se realizará una interconsulta con el dermatólogo.

En el diagnóstico diferencial (Tabla V) se tendrán en cuenta: a) verrugas planas (ausencia de umbilicación central); b) comedones cerrados (suelen ser más pequeños, sin umbilicación y de aparición en adolescentes, mientras que el molusco es propio de escolares de corta edad); c) miliaria (pequeñas pápulas, muy cercanas, blancas, sin umbilicación central); d) foliculitis (el elemento central está pustulizado o con una pequeña costra); y e) queratosis foliculares de los brazos (pueden ser muy difíciles de distinguir de un molusco en fase muy inicial, con el agravante de que ambos pueden ocurrir en pieles atópicas y, además, a veces, pueden coexistir).

Tratamiento

Al pensar en posibles tratamientos, hay que tener en cuenta que las lesiones pueden resolverse solas en varios meses o años, y que no existe un consenso general sobre el manejo terapéutico. Seleccionar intervenciones que resulten poco dolorosas y dejen mínima cicatriz.

La intervención sobre áreas no genitales suele ser por razones cosméticas, mientras que las lesiones localizadas en la zona genital, fundamentalmente en adolescentes, deben tratarse como prevención de la diseminación a través de las relaciones sexuales. Se aplicará tratamiento con el fin de disminuir la transmisión y la autoinoculación, evitar la sobreinfección y mejorar el confort personal, al disminuir el prurito o por razones cosméticas.

Medidas físicas

Pueden realizarse: curetaje previa anestesia local de la zona, crioterapia con nitrógeno líquido o extirpación de las lesiones. Hay una variedad de tratamientos con poca evidencia científica y que resultan poco eficaces, pero son inocuos.

Medidas químicas o farmacológicas

Puede aplicarse cantaridina al 0,7-0,9% en colodión flexible, en forma de gota en cada lesión, con secado espontáneo en 2 minutos y lavado a las 2-6 horas. Se puede repetir a las 3-4 semanas. El ácido tricloroacético al 25-50%, el nitrato de plata, el hidróxido potásico y la tintura de yodo son otras opciones. Todos estos tratamientos deben ser aplicados por una persona experta, y todos pueden generar dolor e irritación y dejar una cicatriz(17-19).

Otras sustancias que pueden utilizarse son tretinoína al 0,05% para lesiones de la cara, imiquimod al 1-5% en los mayores de 2 años para formas recalcitrantes, y cidofovir tópico, con el que existen experiencias fundamentalmente en pacientes inmunodeprimidos.

El molusco contagioso no debe privar al niño de sus actividades escolares o deportivas. No es indispensable la cobertura de las lesiones, pero cuando se encuentran en áreas descubiertas y existe la posibilidad de contacto físico, es mejor cubrirlas con un apósito hermético y cambiarlo diariamente.

A modo de conclusión, en la tabla VI se indican las situaciones clínicas en las que el pediatra de atención primaria debe remitir a un paciente al hospital para su adecuado tratamiento y valoración global (consultas con especialistas). No obstante, la gran mayoría de las manifestaciones clínicas de las infecciones cutáneas de etiología vírica van a poder ser seguidas y tratadas por los pediatras de atención primaria(20).

 

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Bibliografía recomendada

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Conceptos claros, esquemas fáciles, acompañado de imágenes didácticas. Ayuda importante para el clínico.

– Bradley JS, Nelson JD, editores. Nelson’s Pediatric antimicrobial therapy. 27ht ed. Illinois: AAP; 2021.

Útil para aplicación de antimicrobianos.

– Conejo Fernández AJ, del Boz González J. Infecciones cutáneas. En: García JJ, Cruz O, Mintegui S, Moreno JM, editores. En: Cruz Manual de Pediatría. Majadahonda: Ergon; 2020. p. 353-7.

Clínica descriptiva y aplicación terapéutica.

– Paller AS and Mancini AJ. Hurwitz Clinical pediatric dermatology. A textbook of skin disorders of childhood adolescence. Philadelphia: Elsevier; 2015.

Referente en dermatología pediátrica.

 

Caso clínico

 

Niño de 20 meses con antecedentes de dermatitis atópica desde los primeros meses de vida, tratado en los brotes con inmunomoduladores tópicos, que acude a la consulta de urgencias de Pediatría por presentar un cuadro de lesiones diversas en la cara (Fig. 22).

Figura 22.

Se inició 2 días antes con fiebre de 38,2 °C, algún vómito y malestar. Las lesiones, sobre una base eritematosa, eran monomorfas, predominantemente vesiculares, algunas con umbilicación y otras con algún elemento costroso en el centro. No afectaban a las mucosas y no se extendían por el resto del cuerpo. En el servicio de urgencias, se realizan hemograma y bioquímica general, en los que solo se objetiva una leve leucocitosis sin desviación a la izquierda.

 

 

Enfermedades bacterianas de la piel

Arango Duque
Temas de FC


L.C. Arango Duque, M. Miranda Fontes, T. Pozo Román

Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Rio Hortega, Valladolid

Resumen

Las infecciones bacterianas cutáneas constituyen el motivo de consulta más frecuente en Dermatología pediátrica. El S. aureus y el S. pyogenes son los microorganismos más frecuentemente implicados y la entidad más diagnosticada es el impétigo. El diagnóstico es clínico y el tratamiento se instaura de manera empírica en la mayoría de los casos.

 

Abstract

Cutaneous bacterial infections are the most common reason for consultation in pediatric dermatology. S. aureus and S. pyogenes are the most frequently implicated microorganisms, and impetigo is the most frequently diagnosed entity. Making a diagnosis is based on clinical appearance and treatment is established empirically.

 

Palabras clave: Enfermedades bacterianas de la piel; Infecciones de tejidos blandos; Infecciones cutáneas estafilocócicas; S. pyogenes.

Key words: Bacterial Skin Diseases; Soft Tissue Infections; Staphylococcal Skin Infections; Streptococcus pyogenes.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 140 – 145

 


Enfermedades bacterianas de la piel

Introducción

Las infecciones bacterianas cutáneas constituyen el motivo de consulta más frecuente en Dermatología Pediátrica. El diagnóstico es clínico y el tratamiento se instaura de manera empírica.

Las infecciones bacterianas cutáneas generan alrededor del 20% de las consultas dermatológicas ambulatorias(1) y son el motivo de consulta más frecuente en Dermatología pediátrica(2). El S. aureus y el S. pyogenes, producen la mayoría de estos trastornos, que varían de cuadros leves frecuentes a infecciones potencialmente mortales, poco habituales en la infancia(1). Además de la infección directa a los tejidos, el S. aureus y el S. pyogenes pueden producir cuadros mediados por toxinas, con manifestaciones cutáneas y sistémicas, como el síndrome de la piel escaldada, el síndrome de shock tóxico o la escarlatina. Estos cuadros deben considerarse entidades separadas que no están dentro del objetivo de esta revisión.

El impétigo, la celulitis, la foliculitis y los abscesos son los cuadros más vistos en Atención Primaria(3,4), siendo el impétigo la infección pediátrica bacteriana de la piel más común en todo el mundo(1). El diagnóstico es clínico y solo, en ocasiones, se precisa confirmación microbiológica, instaurándose el tratamiento de manera empírica (Tabla I).

Las infecciones leves superficiales se tratan con antibiótico tópico. Las infecciones profundas, con pus, complicaciones o afectación del estado general, precisan tratamiento antibiótico sistémico y, en algunos casos (abscesos, fascitis necrotizante), tratamiento quirúrgico.

Etiopatogenia

Dentro de los factores que predisponen a su aparición, encontramos: alteraciones de la barrera cutánea, dermatosis concomitantes y factores externos.

La alteración del equilibrio entre el huésped y la flora cutánea(1), las alteraciones de la barrera cutánea, como heridas, úlceras o intertrigo, las dermatosis, como la dermatitis atópica o el linfedema, los factores externos, como la temperatura y la humedad ambiental alta, la mala higiene y los deportes de contacto, y la colonización nasofaríngea, axilar y/ o perineal por S. aureus, determinan un mayor riesgo de infecciones. La obesidad, la diabetes mellitus, las celulitis previas, las trisomías y los receptores de trasplantes, pueden predisponer a estos cuadros con un papel menos claro(5). El S. aureus y el S. pyogenes son los gérmenes más involucrados. Hay que considerar también el S. aureus meticilin resistente adquirido en la comunidad (SAMR-AC), con prevalencias descritas entre el 13 al 33% de las infecciones estafilocócicas en edad pediátrica(6). Este tiende a colonizar zonas diferentes a las fosas nasales (axilas, ingles, región perianal)(6) y produce clínica similar, aunque con más infecciones supurativas leves, con formación de abscesos con escara necrótica.

Principales infecciones cutáneas bacterianas en la infancia

Se resumen las principales infecciones bacterianas cutáneas que atañen a la infancia. Otras infecciones cutáneas bacterianas se resumen en la tabla II.

Impétigo

Infección superficial, muy contagiosa y frecuente, que puede adoptar una forma ampollosa o no ampollosa (70% de los casos)(1). Aparecer en cualquier edad, con mayor incidencia en menores de 5 años, disminuyendo drásticamente tras los 14 años(5). No hay diferencia entre hombres y mujeres, y las epidemias son posibles y más frecuentes al inicio del verano. Los principales agentes causales son el S. aureus y los Streptococcos B hemolíticos, en su mayoría pertenecían al grupo A, aunque serotipos del grupo C o el G pueden producirlo. El no ampolloso se produce por el S. aureus solo o en coinfección con S. pyogenes, mientras que el ampolloso es causado por cepas de S. aureus que producen toxinas exfoliativas (ETA, ETB, ETD) que generan pérdida de adhesión de los queratinocitos. Aunque raro, se han descrito casos de impétigo ampolloso estreptocócico(7). En brotes con múltiples pacientes, el S. aureus es el principal responsable.

El contagio aparece por contacto directo, a través de objetos, por autoinoculación o por fómites. Las lesiones se distribuyen en: cara (alrededor de la nariz o la boca), tronco, nalgas, periné, axilas y extremidades. Inicia con máculas eritematosas solitarias de 2-4 mm que evolucionan a una vesícula/pústula de vida corta y dejan una erosión superficial con costra melicérica (Fig. 1).

Figura 1. Impétigo no ampolloso.

En la forma ampollosa, las vesículas crecen hasta formar ampollas superficiales de 1 a 5 cm (Fig. 2).

Figura 2. Impétigo ampolloso.

Tras su rotura, dejan un collarete descamativo con poco eritema. Puede producir prurito o escozor, y no cursar con síntomas sistémicos, aunque pueden objetivarse adenopatías y, en el caso del ampolloso, fiebre y diarrea(1). El diagnóstico es clínico pudiendo realizarse cultivo del exudado o de la ampolla. El diagnóstico diferencial se hace con: las picaduras, los eccemas, el herpes simple y las quemaduras. En cuanto al tratamiento, una revisión de Cochrane(8) concluyó que los antibióticos tópicos como la mupirocina y el ácido fusídico eran eficaces. La resistencia a estos dos es cada vez más creciente, sobre todo, en casos por S. aureus y epidemias(5). La bacitracina y la neomicina tópicas son menos eficaces y no se recomiendan. No se encontró diferencia entre los antibióticos tópicos y los orales, y la penicilina oral no fue tan eficaz como la cloxacilina, la eritromicina y la cefalexina. La decisión de cómo tratar, queda supeditada: al número de lesiones, la localización, las complicaciones, las enfermedades concomitantes y el estado inmunológico, siendo de primera elección, la vía tópica. Son útiles, los lavados con agua y jabón, y los fomentos húmedos. En infecciones recurrentes, puede considerarse la descolonización nasal. Además de las complicaciones locales, como: la celulitis, la linfangitis o la bacteriemia, existe riesgo bajo de glomerulonefritis posestreptocócica, que no se ve modificado por el uso de antibiótico(1). A diferencia de la faringitis estreptocócica, no se ha descrito asociación con la fiebre reumática aguda.

Foliculitis, forúnculos, ántrax, abscesos y panadizos

Suelen afectar la cara (zona de la barba), el cuero cabelludo, el tronco, las axilas y las nalgas. La foliculitis afecta al folículo piloso de forma superficial, con pústulas o pápulas eritematosas foliculares aglomeradas o no, que no dejan cicatriz (Fig. 3).

Figura 3. Foliculitis.

Los forúnculos afectan todo el folículo piloso y el tejido circundante produciendo: pústulas, pápulas y nódulos eritematosos. La colección continua de forúnculos formando una placa eritematosa, caliente, dolorosa, con afectación del tejido celular subcutáneo y trayectos fistulosos, se denomina ántrax. Por último, los abscesos son colecciones localizadas de pus y no tienen que depender del folículo piloso. Estos dos últimos cuadros pueden acompañarse de síntomas sistémicos y pueden dejar cicatriz.

La oclusión, la maceración, el afeitado, la depilación, el uso de corticoides tópicos y la humedad son factores precipitantes.

El principal agente causal es el S. aureus. Los portadores nasales presentan más cuadros crónicos y recidivantes. Destaca también la creciente participación de los SAMR-AC en los brotes en pacientes jóvenes y sanos; de especial interés, ya que se han descrito casos de endocarditis bacteriana(9). Las bacterias gramnegativas pueden también producir estos cuadros clínicos en pacientes con acné tratados con ciclos prolongados de antibióticos tópicos u orales. El uso de bañeras calientes o piscinas mal cloradas produce la foliculitis del jacuzzi por pseudomona.

En el diagnóstico diferencial, deben considerarse: las foliculitis por levaduras, hongos y herpes simple, acné y, en casos de afectación profunda, hidradenitis supurativa o rotura de un quiste epidérmico.

La piedra angular del tratamiento son los lavados con antisépticos y los antibióticos tópicos (mupirocina o clindamicina). En lesiones generalizadas, recidivantes, con afectación profunda o del estado general, se usan antibióticos orales. En los casos de pseudomona, el tratamiento es ciprofloxacino, aunque el cuadro es, en muchas ocasiones, autorresolutivo. En casos profundos, con colecciones de pus, debe añadirse el drenaje quirúrgico. Si los episodios son recidivantes, puede realizarse erradicación de S. aureus.

Mención especial merece, por la alta frecuencia en los niños, la aparición de abscesos en los pliegues ungueales, cuadro conocido como panadizo. La pérdida de integridad del aparato ungueal por: traumatismo, manipulación, onicofagia, succión del dedo, manicuras y onicocriptosis, predisponen. El 50% suelen ser polimicrobianas siendo el S. aureus el patógeno más frecuente. Otros agentes causales son el S. pyogenes, bacterias gramnegativas o anaerobias, como Bacteroides, especies de Enterococcus o Eikenella corrodens, asociadas a la exposición a secreciones orales(10), C. albicans o herpes simple(10). Inicia con: edema, eritema y dolor, que evoluciona a una colección de pus que puede involucrar el hiponiquio, el lecho ungueal e incluso progresar a un absceso profundo con celulitis y linfangitis (Fig. 4).

Figura 4. Panadizo.

Figura 5. Tricomicosis.

Precisan antibiótico oral y drenaje de la colección de pus. La paroniquia crónica (más de 6 semanas) es una patología inflamatoria multifactorial, en la que la exposición a alérgenos o productos irritantes daña la barrera cutánea con la consiguiente colonización, estando su discusión fuera del objetivo de este artículo.

Erisipela y celulitis

La erisipela, aparece por una infección que afecta a la dermis y al sistema linfático y, en ocasiones, al tejido celular subcutáneo. El patógeno más frecuente es el Streptoccoco b hemolíticos del grupo A, menos frecuente del grupo B, C, G y, en un porcentaje pequeño, el S. aureus(5). En la celulitis se produce una afectación más profunda de la dermis y del tejido celular subcutáneo, siendo los gérmenes más implicados el S. aureus o el S. pyogenes. Según el desencadenante, se puede sospechar un agente etiológico diferente como: en las mordeduras de gatos o perros, en las que se encuentra la Pasteurella multocida; tras la inmersión en agua fresca, que produce celulitis por Aeromonas hydrophila, o agua salada, que produce celulitis por Vibrio; o en las celulitis periorbitarias en niños, en las que se puede encontrar el Haemophilus influenza, con participación cada vez más baja debido a la vacunación generalizada(3-5).

La erisipela suele afectar a niños pequeños, ancianos o enfermos debilitados, y en el recién nacido puede originarse en el cordón umbilical. Predisponen a ambos cuadros: linfedema, úlceras crónicas, inmunodepresión y alteraciones vasculares. La erisipela presenta un comienzo abrupto con una placa eritematosa caliente y dolorosa, de borde nítido. Puede acompañarse de pústulas, vesículas y ampollas, estas últimas consideradas marcador de gravedad. En su forma clásica afectaba a la cara, pero, hoy en día, la localización más frecuente son las extremidades inferiores. En la celulitis, la placa está: mal delimitada, profunda, caliente, eritematosa y es muy dolorosa. Puede acompañarse de ampollas o tejido necrótico. Ambos cuadros suelen cursar con síntomas generales, fiebre y pueden asociar linfangitis ascendentes y adenopatías. Como complicaciones, podemos encontrar la formación de abscesos o la afectación de estructuras más profundas y, aunque es raro en paciente sanos, cuadros sistémicos como la endocarditis, la sepsis y la glomerulonefritis aguda en caso de cepa nefritogénica de estreptococos. La infección puede dañar permanentemente el sistema linfático, produciendo episodios recurrentes de celulitis / erisipela.

El tratamiento, además de las medidas locales, se inicia con antibiótico oral empírico, con cobertura frente a S. aureus y S. pyogenes, y podría realizarse de forma ambulatoria con estrecho control, excepto si existen afectación del estado general, lactantes o inmunodeprimidos. Especial interés merece la celulitis periorbitaria en niños, que se asocia frecuentemente a sinusitis y requiere un estrecho seguimiento. Si afecta más allá del septo orbitario, se observará: proptosis, dolor orbital, restricción de la movilidad ocular y alteraciones visuales. Estos casos se consideran una emergencia que debe tratarse con antibióticos intravenosos y valoración urgente por un oftalmólogo / otorrinolaringólogo. En pacientes tóxicos, con deterioro del estado general, debería considerarse la realización de una punción lumbar(3).

Dermatitis perianal estreptocócica

Producida por el S. pyogenes y, con menos frecuencia, por el S. aureus, algunos autores consideran más correcto el uso del término celulitis perianal(11). Se presenta como una zona perianal eritematosa brillante bien delimitada. En las niñas puede afectar el introito vaginal y la vulva, siendo menos frecuente la afectación alrededor del meato uretral en niños. Puede producir: prurito, dolor a la defecación, disuria y sangre en heces. No se acompaña de síntomas sistémicos. Se considera una entidad de la infancia, aunque hay descritos casos en adultos. Es más frecuente en varones entre los 2 y 7 años(11). La transmisión se produce por contacto, intrafamiliar o por autoinoculación en paciente con faringitis con cultivo positivo para S. pyogenes. Sin tratamiento puede cronificarse y presentar: fisuras dolorosas, secreción mucosa o purulenta, y placas psoriasiformes.

Para el diagnóstico, puede realizarse un test rápido antigénico de S. pyogenes, aunque es menos fiable que el cultivo. Es importante descartar convivientes afectos, ya que sirven como reservorio para las recurrencias. En el diagnóstico diferencial, debe considerarse: eccemas de contacto, dermatitis atópica, candidiasis, dermatitis seborreica y psoriasis. Más raramente, deben descartarse: infecciones parasitarias, enfermedad inflamatoria intestinal, histiocitosis y abuso sexual. El tratamiento se realiza con antibióticos sistémicos entre 14 a 21 días. Pueden asociarse lavados con antisépticos seguidos de la aplicación de antibióticos tópicos. Debe considerarse la posibilidad de glomerulonefritis posestreptocócica. Como complicaciones poco frecuentes, se puede encontrar proctitis y abscesos. Aunque la fiebre reumática teóricamente sería una complicación posible, hasta la fecha no se han descrito casos(11).

Dactilitis distal ampollosa

Infección por S. pyogenes o S. aureus del cojinete adiposo palmar de los dedos de las manos y, con menos frecuencia, de los pies. Puede extenderse al pliegue ungueal y a la porción proximal del dedo. Es más frecuente en niños de los 2 a los 16 años. El contagio suele ser por traumatismo local o por autoinoculación desde la nariz. Se trata con antibiótico antiestafilocócico durante 10 días y, si se observa colección de pus, drenaje de la misma.

Queratolisis punctata

Producida por Kytococcus sedentarius, Dermatophilus congolesis y especies de Corynebacterium y Actinomyces, es una infección no inflamatoria de plantas y palmas, más frecuente en ambientes cálidos y húmedos. Las bacterias producen proteasas que degradan la capa córnea, dando lugar a las manifestaciones clínicas (depresiones puntiformes superficiales que pueden adoptar un patrón lineal) y mal olor característicos. Suelen ser asintomáticas o producir leve prurito. Como diagnóstico diferencial, deben considerarse las verrugas víricas, las tiñas y las queratodermias palmoplantares. El peróxido de benzoilo, eritromicina, clindamicina o mupirocina tópicas, son eficaces para el tratamiento. Es importante mantener la zona seca y limpia.

Fascitis necrotizante

Infección poco frecuente en la infancia, que produce necrosis de la piel, el tejido adiposo y la fascia. Aunque las tasas de mortalidad son altas, los niños tienen mejor pronóstico(12). Puede ser una infección polimicrobiana con, al menos, un anaerobio (tipo I) o por el S. pyogenes (tipo II), siendo esta última la más frecuente en la infancia(1).

Es habitual que aparezca tras traumatismos penetrantes o contusos, pero no son un requisito. En los niños, la varicela o la cirugía abdominal pueden ser factores desencadenantes(2). La diabetes mellitus, la insuficiencia renal, las úlceras y la inmunodepresión son factores predisponentes, aunque no obligatorios. Las extremidades son la localización más frecuente y, en los niños, no es infrecuente la afectación del tronco. Si afecta al periné y genitales, se le denomina gangrena de Fournier.

Clínicamente, se caracteriza por un dolor intenso inicial, desproporcionado a los hallazgos físicos. Se acompaña de: eritema, calor y tumefacción, con piel brillante y tensa. Progresa rápidamente, con cambio de coloración cutánea de rojo a púrpura y, por último, azul grisáceo, que puede asociar ampollas hemorrágicas. La zona puede tornarse anestésica por destrucción de los nervios y el tejido se torna leñoso. Los síntomas sistémicos son prominentes con: fiebre, leucocitosis, taquicardia y shock.

Para el diagnóstico, además de la sospecha clínica, debe solicitarse analítica completa, hemocultivos, cultivos de la herida y rayos X que, en ocasiones, muestra aire. El diagnóstico diferencial en fases iniciales se realiza con la celulitis. Un dolor desproporcionado o la anestesia total, debe ponernos en alerta. Deben considerarse también: hematomas, mionecrosis o flebitis.

El tratamiento debe instaurarse rápidamente, siendo el desbridamiento quirúrgico extenso la piedra angular. De forma inicial e inmediata, debe iniciarse tratamiento antibiótico intravenoso de amplio espectro(13).

Función del pediatra de Atención Primaria

El pediatra es el encargado de diagnosticar e instaurar el tratamiento de las infecciones superficiales no complicadas. Es su función evaluar las infecciones profundas, estado general del paciente, síntomas sistémicos y reconocer tempranamente complicaciones que requieran una derivación al medio hospitalario o tratamiento quirúrgico.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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13.*** Stevens DL, Bisno AL, Chambers HF, Dellinger EP, Goldstein JC, Gorbach SL, et al. Practice Guidelines for the Diagnosis and Management of Skin and Soft Tissue Infections: 2014 Update by the Infectious Diseases Society of America. Clinical Infectious Diseases. 2014; 59: 147-59.

Bibliografía recomendada

– Sommer LL, Rebolli AC, Heymann WR. Bacterial diseases. En: Bolognia JL, Schaffer JV, Cerroni L Ed. Dermatology fourth edition. Elsevier Lt; 2018. p. 1259-93.

Libro de referencia en Dermatología. Este capítulo expone, de manera comprensiva y exhaustiva, las infecciones bacterianas cutáneas.

– Stevens DL, Bisno AL, Chambers HF, Dellinger EP, Goldstein JC, Gorbach SL, et al. Practice Guidelines for the Diagnosis and Management of Skin and Soft Tissue Infections: 2014 Update by the Infectious Diseases Society of America. Clinical Infectious Diseases. 2014; 59: 147-59.

Guía práctica basada en la evidencia, sobre la valoración inicial de los pacientes con infecciones bacterianas cutáneas y las actuaciones terapéuticas pertinentes, según la estratificación de los mismos.

 

Caso clínico

 

Paciente varón, sano, acude por la aparición de una lesión peribucal pruriginosa, eritematosa con la aparición posterior de otras similares con formación de costra amarilla. A la exploración, se observaban varias placas eritematosas con costra melicérica. Se inicia tratamiento empírico con fomentos con sulfato de zinc y ácido fusídico en pomada, durante 1 semana. El cuadro se resolvió dejando leve eritema transitorio.

Figura 6.

 

 

Micosis cutáneas

M. Roncero Riesco, R. García Castro
Temas de FC


M. Roncero Riesco, R. García Castro

Servicio de Dermatología MQ y Venereología. Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA)

Resumen

Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son infecciones fúngicas que afectan a capas superficiales de la piel y anejos. Son muy frecuentes en la edad pediátrica, tanto en la infancia temprana (p. ej.: dermatitis del pañal por Cándida albicans) como en la adolescencia (p. ej.: pitiriasis versicolor por Malassezia globosa). Entre las dermatofitosis, Trichophyton rubrum es el principal responsable; no obstante, dado que en la infancia, la más frecuente es la tiña capitis, cobra mayor importancia Microsporum canis. El diagnóstico de la mayoría de estas entidades es clínico. El cultivo microbiológico ofrece un diagnóstico de certeza. La mayoría de las MCS responden a tratamiento tópico con antifúngicos, excepto la tiña capitis y las onicomicosis extensas que requieren tratamiento oral.

 

Abstract

Superficial cutaneous mycoses (SCM) are fungal infections that affect the upper and outer layers of the hair, nail and skin. They are very common in children, both in early childhood (e.g.: diaper dermatitis, Candida albicans) and adolescence (e.g.: pityriasis versicolor, Malassezia globosa). Among dermatophytoses, Trichophyton rubrum is the most frequently involved agent. However, given that the most common entity in childhood is tinea capitis, Microsporum canis becomes more important. The diagnosis of most of these entities is clinical. Microbiological culture offers a confirmed diagnosis. Most of SCM respond well to topical antifungal therapy; nevertheless, tinea capitis and extensive onychomycosis require oral treatment.

 

Palabras clave: Cándida spp.; Dermatofitos; Tiña; Antifúngicos; Griseofulvina.

Key words: Candida spp.; Dermatophytes; Tinea; Antifungal therapy; Griseofulvin.

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 146 – 154

 


Micosis cutáneas

Introducción

Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son infecciones fúngicas que afectan a capas no profundas de la piel y anejos.

Se denomina micosis a las enfermedades infecciosas producidas por hongos, no siendo exclusivas del ser humano. Pueden afectar a todo el organismo, aunque el objetivo de este artículo es revisar la etiología, manifestaciones, diagnóstico y tratamiento de las micosis exclusivamente cutáneas. Nos referimos a micosis cutáneas, cuando hablamos de infecciones fúngicas que afectan a la piel y anejos (pelo y uñas)(1-3).

Se clasifican en micosis cutáneas: superficiales, profundas y sistémicas. Las micosis superficiales son las más frecuentes y se producen por colonización, sobrecrecimiento o infección del estrato córneo de la piel, queratina del pelo y uñas, o de mucosas. No traducen necesariamente una alteración inmunológica, pues aparecen también en individuos sanos. Incluyen: candidiasis, pitiriasis versicolor y dermatofitosis (tiñas), entre otras. Las micosis profundas conllevan implicación del tejido celular subcutáneo, con o sin afectación dermo-epidérmica. La mayoría se preceden de la inoculación traumática del hongo patógeno, estando su origen en el suelo o plantas, y son más raras en nuestro medio, al predominar en climas tropicales(2,4,5). De éstas, la más frecuente en nuestro país es la esporotricosis. Las micosis sistémicas implican diseminación hematógena y afectación multiorgánica (p. ej.: aspergilosis y criptococosis), con posible afectación cutánea. Aparecen más frecuentemente en individuos inmunodeprimidos (p. ej.: trasplantados, pacientes oncológicos, etc.).

Trataremos las micosis cutáneas superficiales (MCS) por ser las más frecuentes y de mayor interés para la Pediatría en Atención Primaria.

Epidemiología

Las MCS son muy frecuentes en la edad pediátrica, por factores predisponentes como el uso de pañal en los primeros años de vida o el fácil contagio de las dermatofitosis en la edad escolar.

Las MCS no son exclusivas de la edad pediátrica, pues aparecen también en adultos y ancianos. Su prevalencia oscila entre el 20-25% de la población mundial(6). No obstante, se trata de una patología frecuente en la edad pediátrica, tan consultada en Atención Primaria de Pediatría como otras, como: verrugas víricas (infección por el virus del papiloma humano [VPH]), molluscum contagiosum o infestaciones como la escabiosis. Aunque no suponen un riesgo vital, desde el punto de vista médico, su contagiosidad entre humanos y desde fómites o animales, las convierte en un reto diagnóstico y terapéutico prevalente.

Existen múltiples factores individuales predisponentes para su aparición. Entre ellos destacan: estados de inmunosupresión (p. ej.: infección por VIH, corticoterapia prolongada, quimioterapia…), diabetes mellitus, antibioterapia, obesidad o existencia de una dermatosis previa (p. ej.: dermatitis irritativa del pañal). Existen, además, factores ambientales contribuyentes como: el calor, la humedad (que condiciona la maceración), la utilización de ropa oclusiva o una deficiente higiene corporal(2,3). Un ambiente epidemiológico favorable para el contagio (p. ej.: colegios) y el contacto con animales (p. ej.: perros, gatos, conejos, etc.) ayudan a orientar la sospecha diagnóstica.

En la infancia, los hongos están muy presentes, desde la dermatitis irritativa del pañal, frecuentemente sobreinfectada por Cándida spp. a las tiñas capitis, que son la dermatofitosis más frecuente de la edad pediátrica. La edad supone un factor determinante, pues existe la teoría de que los ácidos grasos del sebo producido a partir de la pubertad podrían tener propiedades fungistáticas, posiblemente previniendo la aparición de MCS en edades posteriores.

Etiología

En nuestro medio, las levaduras causantes de MCS más frecuentes son del género Cándida spp. o Malassezia spp. De forma general, el dermatofito más común es Trichophyton rubrum, superado solo en la infancia por Microsporum canis.

Las MCS están causadas por levaduras o por dermatofitos.

Levaduras: son organismos normalmente saprófitos (oportunistas), pero que, bajo ciertas condiciones favorables (p. ej.: humedad) y convertidos en su forma filamentosa, son patógenos. Destacan el género Malassezia spp. (también conocido como Pityrosporum spp.) y Cándida spp.

Dermatofitos(3): son hongos patógenos primarios, filamentosos y sin forma colonizadora, con actividad queratinasa. Esto significa que se alimentan de queratina; de ahí, su apetencia por el pelo, piel y uñas, tanto de hombres como animales. Producen, clínicamente, las llamadas dermatofitosis o tiñas (Fig. 1).

Figura 1. Tiña pseudoimbricata: placas eritemato-parduzcas de crecimiento centrífugo, con un borde de avance evidente. La tiña imbricata, que lleva su nombre por su aspecto, es más frecuente en el sudeste asiático y su principal responsable es T. concentricum. No obstante, en nuestro medio, y como pudimos demostrar por cultivo en este paciente, el agente responsable fue: T. rubrum. Por la extensión del cuadro, se combinaron tratamiento tópico y oral.

Se clasifican según el origen de la infección y su hábitat natural (Tabla I).

 

Taxonómicamente, se clasifican en 3 géneros (Tabla II).

Clínica

La pitiriasis versicolor está causada por Malassezia globosa. El género más frecuentemente responsable de candidiasis es Cándida albicans. La tiña capitis es la dermatofitosis más frecuente en la infancia y su principal responsable el Microsporum canis, tanto en las tonsurantes como en las inflamatorias.

MCS por levaduras

Dentro de este grupo, las más frecuentes en la infancia son la pitiriasis versicolor y la candidiasis:

Pitiriasis versicolor: es una infección asintomática que afecta a adolescentes y adultos jóvenes. Está producida por diversas especies del género Malassezia spp., siendo M. globosa la especie más frecuentemente causante de esta patología en España. Otra muy frecuente es la M. furfur o también llamada Pityrosporum ovale. Son hongos lipofílicos, con apetencia por las zonas seborreicas de piel.

La clínica consiste en máculas anaranjadas-pardas (generalmente hiperpigmentadas en pieles claras e hipopigmentadas en pieles oscuras), con escamas finas desprendibles con el rascado (signo de la uñada) (Fig. 2).

Figura 2. Pitiriasis versicolor. Izquierda: máculas rosadas con descamación fina en cara lateral de cuello en una adolescente. Derecha: máculas hipocrómicas (hipopigmentación) en región facial de un niño de piel oscura. Se diferencia del vitíligo, que tendría manchas acrómicas.

Cuando curan pueden dejar una hipopigmentación residual de meses de duración. Esta se debe a que el hongo posee una enzima capaz de inhibir temporalmente la síntesis de melanina(7,8).

Candidiasis: es la micosis más frecuente en la infancia. Las formas cutáneas y mucosas leves se deben a un sobrecrecimiento del género más frecuente de esta levadura oportunista, C. albicans, bajo ciertas condiciones favorables: calor y humedad en la zona del pañal, alteración de flora vaginal por la toma de antibióticos, inhalación de corticoides en mucosa oral (muguet), etc. Las formas graves o diseminadas, tanto al nacimiento como durante la infancia al completo, obligan a descartar inmunodeficiencias primarias (p. ej.: candidiasis mucocutánea crónica) o secundarias (p. ej.: VIH, neoplasias y quimioterapia).

MCS por dermatofitos. Tiñas

Se clasifican topográficamente en(2,7,8):

Tiña capitis: es la más frecuente en la infancia(3,9). La infestación por el hongo produce una o varias placas de alopecia (Fig. 3) (Tabla III).

Figura 3. Izquierda: placas alopécicas con pelos rotos (tiña tonsurante). Derecha: placa alopécica única, empastada y con pústulas (querion de Celso) que supura a la presión (signo de la espumadera); el paciente presentaba adenopatías occipitales dolorosas.

Las tiñas tonsurantes reciben su nombre por recordar a la clásica calva que portaban algunos monjes en la coronilla. Cuando hablamos de querion, nos referimos a una placa inflamatoria.

El principal responsable es M. canis. Aunque la forma clínica pueda orientar respecto al agente etiológico, esta depende realmente del tipo de parasitación que sufra el pelo por el hongo (externa o ectotrical, más frecuente por Microsporum spp.; interna o endotrical, más frecuente por Trichophyton spp.) y la respuesta inflamatoria de cada individuo, que es variable. Por ello, la confirmación del agente etiológico debe ser microbiológica.

Son factores de riesgo: sexo masculino, contacto con animales (que pueden ser incluso portadores asintomáticos) o con otros niños infectados, así como compartir utensilios de peluquería infectados (fómites).

Tiña faciei: muy frecuente en la edad pediátrica.

Tiña corporis: las lesiones tienen característicamente un aspecto anular o arciforme, pues crecen de manera centrífuga, a medida que el dermatofito se alimenta de la queratina disponible (Fig. 4.izquierda). En caso de afectación del folículo piloso (forma profunda), reciben el nombre de granuloma de Majocchi, siendo esta forma típica de niñas adolescentes y mujeres, en piernas, tras el inicio de la depilación (Fig. 4.derecha).

Figura 4. Izquierda. Tiña corporis: placa eritemato-rosada en región pectoral izquierda de una niña de 5 años. Destaca la morfología arciforme y anular, en anillos concéntricos. Derecha. granuloma de Majocchi: placa rosada redondeada con pústulas en pierna de una adolescente (zona pilosa).

Tiña cruris: afecta a los pliegues corporales, siendo especialmente frecuente en los pliegues inguinales y en la raíz proximal de muslos. Aparece más en varones adolescentes y adultos jóvenes, deportistas, con exceso de sudoración y por utilización de ropa ajustada.

Tiña pedis: es probablemente la dermatofitosis más frecuente de forma general en la población general, seguramente infradiagnosticada, pues responde muy bien a tratamiento tópico, con fácil resolución y sin necesidad de pruebas microbiológicas de confirmación. Existen varias formas: crónica intertriginosa (característicamente afectando al 3º o 4º espacio interdigital, conocida como pie de atleta y la más frecuente); crónica hiperqueratósica (en mocasín, afectando a planta del pie y bordes laterales); y aguda dishidrosiforme (vesiculosa, típicamente unilateral).

Tiña manuum: es generalmente unilateral. Conviene descartar tiña pedis contralateral, dada la posible autoinoculación por rascado, así como contacto físico con animales.

Tiña unguium: la palabra onicomicosis hace referencia a la infestación de la unidad ungueal por hongos y no exclusivamente por dermatofitos. La forma subungueal distal es la más frecuente, presentando hiperqueratosis subungueal con o sin onicolisis. Otras (p. ej.: forma distrófica total, leuconiquia, etc.) son más raras en la infancia.

Tiña incognito: hace referencia a una dermatofitosis tratada con inmunosupresores tópicos (p. ej.: corticoides, tacrolimus…), modificando su aspecto, con una menor expresión clínica por desaparición del componente inflamatorio. Es precisa una alta sospecha diagnóstica.

Tiña negra (Fig. 5): es poco frecuente en nuestro medio y está causada por Hortaea werneckii. Se contagia por contacto con el medio acuoso salino. Se manifiesta como máculas hiperpigmentadas oscuras o negras, bien delimitadas, no inflamatorias y asintomáticas, que afectan predominantemente a las palmas de las manos(10).

Figura 5. Tiña negra. Niña de 3 años consultaba por una mácula oscura en palma de mano derecha, próxima a la eminencia tenar, de meses de evolución y asintomática. A la dermatoscopia, se observaban estructuras filamentosas oscuras y finas, en superficie, reflejo de la presencia del hongo en el estrato córneo. El cuadro resolvió con la aplicación de un antifúngico tópico.

Existen otras formas (p. ej.: tiña barbae), aunque son infrecuentes en este rango de edad.

Diagnóstico y diagnóstico diferencial

La clínica puede ser muy sugestiva. El diagnóstico de confirmación debe ser microbiológico, al menos, mediante la demostración en un examen directo (KOH) de las estructuras fúngicas e, idealmente, mediante cultivo para determinar género y especie.

El diagnóstico se basa en la sospecha clínica y en la demostración del hongo causante (Tabla IV).

Diagnóstico clínico

Además de las características clínicas de la lesión, disponemos de una lámpara que emite luz ultravioleta (luz de Wood, longitud de onda de 365 nm), y gracias a la producción de metabolitos por el hongo (p. ej.: pteridina en el género Microsporum spp.), dicha radiación es absorbida y emitida en forma de fluorescencia. Esta será(3,7,9):

Negativa, para Epidermophyton spp. y la mayoría de Trichophyton spp.

Verdosa-azulada, característica en Microsporum spp. (Fig. 6A).

Figura 6A. Luz de Wood. La infestación del pelo en varias placas alopécicas de un niño con tiña capitis tonsurante por M. canis, reveló una fluorescencia verde azulada. Cortesía del Dr. M. Medina Migueláñez.

Amarillenta-anaranjada, característica en Malassezia spp.

Demostración microbiológica

La toma de la muestra debe realizarse sin haber aplicado tratamiento tópico o recibido tratamiento oral previos. Deben suspenderse, al menos, con 3 semanas de antelación. En tiñas capitis, se realiza una tracción manual o con pinzas de los pelos, que se desprenderán fácilmente; si existe exudación, se recogerá con torunda estéril, y si hay escamas, debe realizarse un raspado con bisturí o mediante curetaje. Para tiñas en piel, la muestra debe proceder idealmente del borde de la lesión (habitualmente, más activo y descamativo), mediante raspado. Para las uñas, se realiza un raspado de la tabla ungueal y, si existe perionixis, se tomará también muestra del exudado con torunda. Para la obtención de escamas, se puede utilizar cinta adherente (cello-tape) (p. ej.: útil en la pitiriasis versicolor) o incluso un cepillo dental, que permite el cultivo por improntas(11).

Una vez realizada la toma, podremos optar por:

Examen directo: es rápido y económico(12). Sobre un portaobjetos y para su posterior visualización al microscopio óptico, se añade hidróxido potásico (KOH) al 10-40% (según la rapidez deseada) a la muestra, debido a su poder queratolítico (deshace la queratina del pelo y escamas). Este no altera la morfología del hongo, protegido gracias a la quitina de su pared. A esta mezcla, se añade también tinta Parker o azul de lactofenol, para teñir las estructuras fúngicas. Se deja secar al aire o se acelera el proceso mediante un mechero Bunsen. Los hongos son visibles bajo una óptica de entre x10 (para su localización) y x40 (confirmación) aumentos. Aunque la técnica permite confirmar la presencia de infección micótica, es difícil para el ojo inexperto identificar, ante la presencia de hifas y por sus características (p. ej.: grosor de la pared, presencia de septos, etc.), las especies de los dermatofitos. Por ello, el examen directo es útil si existe duda diagnóstica, pero debe complementarse con el cultivo.

En la observación microscópica de los pelos, si las esporas son interiores, se clasificará como tiña endotrix (más frecuente por Trichophyton spp.) y si son externas se denominará ectotrix (más frecuente por Microsporum spp.). Para teñir las levaduras, se pueden utilizar también: azul de metileno, tinción de Gram, Giemsa, PAS o Gomori. En el caso de Malassezia spp., se observan filamentos cortos entremezclados con elementos levaduriformes, redondeados, dando una imagen típica en “espaguetis y albóndigas” (Fig. 6B).

Figura 6B. Examen directo. Izquierda: parasitación de un tallo piloso en su zona externa por estructuras redondeadas y azuladas, ectotrix, más frecuente por M. canis. Derecha: imagen en espaguetis (estructuras filamentosas) y albóndigas (estructuras redondeadas)*.

Cortesía del Dr. N. Segurado Tostón.

Cultivo: el medio más utilizado es el agar Sabouraud con cloranfenicol y cicloheximida, pues inhiben el crecimiento de flora bacteriana y fúngicas contaminantes. Deben incubarse largo tiempo (hasta 30 días a 30°C), ya que los dermatofitos tardan en crecer. Cuando lo hagan, algunas características, como la forma y el color de las colonias, orientan sobre el posible agente etiológico; pero debe realizarse el examen microscópico directo, para encontrar estructuras características e intentar llegar a la identificación del género y la especie.

Por otro lado, las levaduras tienen un crecimiento más rápido, habitualmente en 24-48 horas. Además, existen medios de cultivo diferenciales con cromógenos que facilitan la identificación de especies.

Las especies del género Malassezia spp., altamente lipofílicas, no crecen en estos medios generales para hongos(3,11,13).

Otras pruebas: se pueden emplear técnicas moleculares (ampliación por PCR de ADN de los hongos), aunque raramente están disponibles. Y, por otro lado, los estudios de sensibilidad a antifúngicos están indicados en casos de mala respuesta terapéutica, siendo el método más aceptado, el medio de cultivo líquido que emplea diluciones progresivas de antifúngicos.

La biopsia cutánea está especialmente indicada para las micosis profundas, para su análisis histopatológico, aunque también es posible cultivar un fragmento de la biopsia.

Diagnóstico diferencial

Por el frecuente aspecto eritematodescamativo de las lesiones, debe incluir, entre otros: eczemas de contacto o psoriasis (tiña manuum), pitiriasis rosada de Gibert o dermatitis atópica (tiña corporis), alopecia areata o dermatitis seborreica (tiña capitis). En otras localizaciones (p. ej.: pliegues), debe plantearse el diagnóstico diferencial con una psoriasis inversa.

Tratamiento y prevención(2,7,8,14-18)

La mayoría de MCS responden a tratamiento tópico con antifúngicos. La tiña capitis y la afectación de >1/3 de la lámina ungueal son indicaciones de tratamiento antifúngico oral.

La curación espontánea de las MCS es infrecuente, por lo que la mayoría de pacientes precisarán tratamiento. Es importante añadir al tratamiento farmacológico las precauciones oportunas para reducir la transmisión por fómites y entre personas: evitar el intercambio de ropa de baño o deportiva (p. ej.: tiña cruris), peines (p. ej.: tiña capitis), cortaúñas (p. ej.: tiña unguium) y zapatillas de baño (p. ej.: tiña pedis).

La elección de un tratamiento tópico u oral se realizará valorando la clínica y el riesgo-beneficio. Podemos guiarnos por las siguientes recomendaciones generales:

Tópico: indicado en lesiones limitadas, superficiales, en pacientes inmunocompetentes, como tratamiento profiláctico o adyuvante al tratamiento oral. La posología tópica suele ser de 1-2 aplicaciones diarias hasta la resolución clínica (aproximadamente 3 semanas). Habitualmente se recomienda continuar el tratamiento 1 semana más tras la curación, para evitar recidivas. Es importante incluir 1-2 cm de piel sana perilesional en la aplicación del antifúngico. La formulación (p. ej.: cremas, solución, champú, etc.) dependerá de la zona a tratar y de la facilidad de aplicación. Es cuestión de familiarizarse con las mismas y sus nombres comerciales, pues la mayoría están disponibles en varios de los formatos (p. ej.: ketoconazol).

El tratamiento tópico de las onicomicosis debe plantearse en casos con afectación de un escaso número de uñas, especialmente si la afectación es distal (la más frecuente) y con implicación de < 1/3 de la lámina ungueal. En este caso, se aplicarán en forma de laca ungueal hasta la resolución.

Oral: indicado en lesiones extensas, inflamatorias, hiperqueratósicas, en zonas pilosas y en pacientes inmunodeprimidos. Tanto las onicomicosis con afectación de >1/3 de la lámina ungueal, y especialmente si afectan la zona proximal, así como la tiña capitis, precisarán necesariamente desde el diagnóstico, tratamiento oral en pauta prolongada. Para la instauración de un tratamiento oral, es altamente recomendable tener una confirmación microbiológica previa que, además, puede orientar el fármaco a elegir.

En la edad pediátrica, encontramos especial dificultad para el tratamiento, por la limitación que supone la edad para algunos fármacos en su toma por vía oral. En su forma tópica, la mayoría se consideran seguros. Los antifúngicos más empleados son:

Derivados azólicos o azoles. Son antifúngicos de amplio espectro (cubren dermatofitos, Malassezia spp. y Cándida spp.). Los clásicos (imidazoles, p. ej.: ketoconazol), administrados por vía oral, son moderadamente hepatotóxicos (interaccionan con el citocromo P-450). Los modernos (triazoles, p. ej.: itraconazol, fluconazol) nacieron con la promesa de ser menos hepatotóxicos y producir un menor bloqueo de la síntesis de esteroides, permitiendo un manejo más seguro en su uso por vía oral. Por ello, el ketoconazol por vía oral está en desuso. En ficha técnica, no se recomienda el uso de itraconazol en niños a no ser que los beneficios superen los riesgos, aunque es posible utilizarlo; y el fluconazol se considera seguro incluso en neonatos. Por ello, el fluconazol se considera el derivado azólico de primera elección en la infancia, tanto para candidiasis (cubre C. albicans y C. krusei, pero no C. glabrata) como para dermatofitosis. La pauta es variable, acorde con el diagnóstico, y está recogida en ficha técnica.

Alilaminas. Son similares a los azoles, sin ser hepatotóxicas (no utilizan la vía P-450) y tienen muy buena absorción por vía oral. El mayor representante de este grupo es la terbinafina. Es muy eficaz por vía oral frente a dermatofitos, pero no cubre Cándida spp. ni Malassezia spp. No obstante, en su forma tópica, sí cubre los 3 géneros. En ficha técnica, se especifica que la experiencia en niños es limitada y su utilización no puede recomendarse. Aun así, se considera una opción válida y segura en la infancia.

Griseofulvina. Es eficaz frente a dermatofitos por vía oral, pero ineficaz contra Cándida spp. y Malassezia spp., al igual que la terbinafina. Es el antifúngico de elección para la tiña capitis en la infancia. Se administra por vía oral y es seguro en la infancia. El mayor problema en nuestro país es su obtención, pues no está comercializado, debe formularse, resulta difícil encontrarlo y es costoso económicamente.

Derivados de la piridona: ciclopiroxolamina. Es un fungicida, antibacteriano y antiinflamatorio con acción de amplio espectro: cubre dermatofitos, Cándida spp. y Malassezia spp. Es de uso tópico.

Dietilmorfolinas: amorolfina. Se presenta en forma de laca ungueal al 5% con una posología de fácil cumplimiento: 1 aplicación semanal. Es de utilidad en el tratamiento de las onicomicosis distales, y cubre tanto dermatofitos como Cándida spp.

Antibióticos poliénicos: nistatina. Se emplea para tratar candidiasis, pero no es efectivo contra dermatofitos. Es de uso tópico.

Presentamos una propuesta de algoritmo de tratamiento de las MCS, según las recomendaciones más actuales (Tabla V).

Función del pediatra en Atención Primaria

• Conocer la presentación más frecuente de las MCS para tener una alta sospecha clínica.

• Detectar factores predisponentes para poder realizar una correcta prevención primaria.

• Desarrollar la habilidad de tomar muestras microbiológicas, previa retirada de tratamiento tópico u oral en las 3 semanas previas.

• Derivar aquellas MCS que, habiendo instaurado tratamiento tópico con antifúngicos, no presenten la mejoría esperada tras un mes de tratamiento.

• Remitir desde el inicio algunas entidades, por las implicaciones pronósticas que tienen: tiña capitis inflamatorias (alopecia cicatricial), onicomicosis extensas (efectos secundarios del tratamiento oral prolongado).

Conclusiones

• Las micosis cutáneas superficiales (MCS) son una patología muy frecuente en la edad pediátrica, por la existencia de factores predisponentes individuales (p. ej.: humedad y oclusión en la zona del pañal) y/o ambientales (p. ej.: contacto con animales domésticos, colegios, etc.).

• Su diagnóstico clínico no suele ser complicado, salvo excepciones (p. ej.: tiña incógnito). Resulta, en ocasiones, más complicado (p. ej.: dermatofitosis) el diagnóstico etiológico, pues depende de una correcta recogida de la muestra para su estudio, así como de un prolongado proceso de cultivo e identificación de géneros y especies.

• En cuanto a las levaduras, en la infancia temprana, la dermatitis del pañal (Cándida albicans) es probablemente la más frecuente. Por otro lado, en la adolescencia, predomina la pitiriasis versicolor (Malassezia globosa). Ambas suelen responder de manera óptima a tratamiento tópico.

• Entre las dermatofitosis, la tiña capitis es la más frecuente en la infancia; además, es de las pocas MCS que precisan necesariamente, de entrada, la instauración de un tratamiento antifúngico oral. Puede presentarse como una o varias placas alopécicas, con pelos rotos (tonsurante) o pústulas y supuración (querion). En cualquier caso, su principal responsable es Microsporum canis y el tratamiento de elección es la griseofulvina. En España, es difícil encontrarla; afortunadamente, la terbinafina ha demostrado ser una opción válida, eficaz y segura en la infancia.

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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18.*** Gupta Al, Mays RR, Versteeg SG, Piraccini BM, Shear NH, Piguet V, et al. Tinea capitis in children: a systematic review of management. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018; 32: 2264-74.

19. Hernández Ruiz ME. Micosis cutáneas. Pediatr Integral. 2016; XX(3): 189-93.

Bibliografía recomendada

– Ferrándiz C, Bielsa I, Ferrándiz L. Micosis cutáneas en la edad pediátrica. Med Clin (Barc). 2006; 126: 37-42.

Artículo en español que revisa los cuadros clínicos y las pautas de tratamiento de las micosis cutáneas en pacientes de edad pediátrica.

– Kelly PB. Superficial Fungal Infections. Pediatrics in Review. 2012; 33: 4.

Artículo de revisión más reciente de la revista Americana de Pediatría (inglés), que revisa las micosis cutáneas superficiales en la edad pediátrica, su diagnóstico y las pautas de tratamiento más habituales.

– Gupta Al, Mays RR, Versteeg SG, Piraccini BM, Shear NH, Piguet V, et al. Tinea capitis in children: a systematic review of management. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018; 32: 2264-74.

Revisión sistemática muy reciente del tratamiento de la tiña capitis en la infancia, la dermatofitosis más frecuente en este rango de edad.

 

Caso clínico

 

Niña de 4 años, sin alergias medicamentosas ni otros antecedentes de interés conocidos, consulta tras 3 semanas de tratamiento con ketoconazol champú pautado por su pediatra bajo la sospecha de dermatomicosis, sin haber presentado mejoría. La madre no recuerda episodios previos similares y las lesiones se iniciaron en la zona del mentón, sin haberse percibido vesiculación (Fig. 7).

Figura 7.

No refieren fiebre, y el cuadro parece no acompañarse de clínica sistémica. Los padres, convivientes en el domicilio, niegan tener lesiones cutáneas, pero un primo y su hermano han sido diagnosticados de tiña. Recuerdan un posible contacto con perros y gatos, y de hecho, uno de ellos presentaba un parche alopécico.

A la exploración física, se objetivan múltiples placas eritemato-costrosas y descamativas, con alguna pústula y costras melicéricas, cerca de la línea de implantación del pelo (frontal derecha), rama mandibular derecha, mentón y ceja izquierda. No hay lesiones en pliegues axilares ni inguinales, ni en huecos antecubitales ni poplíteos y las 20 uñas están respetadas.

 

 

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Temas de Formación Continuada:

Dermatitis del pañal y trastornos relacionados

T. Pozo Román

Médico Especialista de Dermatología. Jefe de Sección y de la Unidad de Dermatología del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid


El texto completo únicamente está disponible en www.pediatriaintegral.es
Pediatr Integral 2016; XX (3): 151 – 158

Regreso a las bases

Manifestaciones cutáneas de las enfermedades sistémicas en Pediatría

E. Fonseca Capdevila*, R.M. Fernández Torres*, M. Mazaira Fernández**

*Servicio de Dermatología. Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña,
**Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Infanta Cristina, Parla (Madrid)


El texto completo únicamente está disponible en www.pediatriaintegral.es
Pediatr Integral 2016; XX (3): 194 – 202

Anatomía y fisiología de la piel

J. García Dorado*, P. Alonso Fraile**
Regreso a las bases


J. García Dorado*, P. Alonso Fraile**

*Dermatólogo. Clínica Dermatológica. Salamanca. **Medicina Familiar y Comunitaria. Clínica Dermatológica. Salamanca

Resumen

El sistema tegumentario es el órgano más grande del cuerpo y forma una barrera física entre el ambiente externo y el medio interno, sirviendo para protegerlo y mantenerlo en condiciones ideales. El sistema incluye: epidermis, dermis, hipodermis, glándulas asociadas, cabello y uñas. Además de su función de barrera, este sistema realiza muchas funciones complejas como: regulación de la temperatura corporal, mantenimiento de los fluidos celulares, síntesis de vitamina D y detección de estímulos. Los diversos componentes de este sistema trabajan en conjunto para llevar a cabo estas funciones; por ejemplo, la regulación de la temperatura corporal ocurre a través de termorreceptores que conducen al ajuste del flujo sanguíneo periférico, el grado de transpiración y el vello corporal.

 

Abstract

The integumentary system is the largest organ of the body forming a physical barrier between the external and the internal environments, in order to protect and maintain the latter.
The integumentary system includes the epidermis, dermis, hypodermis, associated glands, hair, and nails. In addition to its barrier function, this system performs diverse intricate functions such as body temperature regulation, cell fluid maintenance, synthesis of vitamin D, and detection of stimuli. The various components of this system act in conjunction to carry out these functions—for instance, body temperature regulation involves thermoreceptors that lead to the adjustment of peripheral blood flow, degree of perspiration, and body hair.

 

Palabras clave: Epidermis; Dermis; Queratinocito; Melanocito; Alopecia areata; Trastornos del cabello; Tricotilomanía; Onicopatía; Uña.

Key words: Epidermis; Dermis; Keratinocyte; Melanocyte; Alopecia areata; Hair disorders; Trichotillomania; Onychopathy; Nail.

Pediatr Integral 2021; XXIV (3): 156.e1 – 156.e13


Anatomía y fisiología de la piel

La piel conforma la cubierta externa del ser humano, sin soluciones de continuidad, ya que en los orificios naturales, se transforma progresivamente en mucosa. Representa uno de los órganos más importantes del mismo. De un lado por su tamaño, al ser el más grande, ya que cubre una superficie de alrededor de 2 m2 y un peso de 4-5 kg (aproximadamente el 6% del peso corporal total); y por otro, por sus variadas funciones(1) que le permiten, al mismo tiempo, separar al organismo del medio ambiente externo y facilitar su comunicación con él. Aunque la piel del neonato pueda parecer “madura”, atendiendo a su aspecto anatómico, muchas funciones fisiológicas de la piel experimentarán una maduración posnatal(2). Estas competencias se desarrollan y maduran durante toda la gestación y el periodo neonatal; de tal forma, que la piel de un recién nacido pretérmino no es capaz de mantener la homeostasis, ni regular la temperatura y es mucho más susceptible a la infección(3). Estudios recientes han demostrado cómo este desarrollo se mantiene a lo largo del periodo neonatal, siendo en esta etapa la piel muy diferente a la del adulto: escaso desarrollo del estrato córneo, uniones intercelulares epidérmicas más débiles, menor producción de sebo, disminución de la cohesión entre dermis y epidermis, mayor pérdida transepidérmica de agua, la conductancia es mayor, el pH de la piel inferior, piel mucho más fina y con una actividad caseinolítica mucho más alta que en el adulto(4).

La función primordial de la piel es construir una capa córnea eficaz, protectora, semipermeable, que haga posible nuestra supervivencia en el medio en el que nos desenvolvemos. Esta barrera impide tanto la pérdida de fluidos corporales, como la entrada al organismo de elementos nocivos (microorganismos, radiación UV, tóxicos…). Para cumplimentar eficazmente estas funciones protectoras y reguladoras, la piel sintetizará, a lo largo de un complejo proceso de diferenciación, numerosas proteínas y lípidos, incluidos en la composición de la capa córnea.

De forma inseparable, hay que considerar los anexos cutáneos o partes adjuntas a la piel. Además de los pelos y uñas (anexos queratinizados), externos y evidentes, en la piel, se encuentran otro tipo de anexos producidos por invaginaciones de la epidermis: folículos pilosos, glándulas sebáceas y sudoríparas.

Composición de la piel

Constituida por tres capas muy diferentes entre sí en anatomía y función, pero con complejas interrelaciones: epidermis, dermis e hipodermis (Fig. 1).

Figura 1. Capas de la piel.

Con origen embriológico totalmente distinto: la epidermis es derivada del tejido ectodérmico, mientras que la dermis y la hipodermis lo hacen del mesodermo, al igual que las células de Langerhans. Por su parte, la cresta neural es responsable de las terminaciones nerviosas sensoriales y de los melanocitos que emigran hacia la epidermis.

Tiene un grosor desde 0,03 (párpado) a 0,12 mm en la piel fina y puede alcanzar 1,4 mm en la gruesa (palmas). El grosor de cada capa varía en función del área anatómica del que hablemos. De esta forma, la epidermis palmar y plantar es la más gruesa al incorporar una capa “extra” denominada estrato lucido.

Las células madre están presentes en todos los niveles de la piel y son pieza clave para entender la fisiología de este territorio(5). Las características inherentes de estas células de auto renovarse y poder dar origen a diferentes tipos celulares, junto con el desarrollo asombroso de la bioingeniería, plantean un horizonte de posibilidades apasionante. En ese sentido, las células madre de la piel tienen un atractivo especial, por su número relativamente elevado, proporcional a la superficie corporal, y su accesibilidad. Se pueden localizar: en la capa basal de la epidermis inter folicular, donde se diferencian hacia queratinocitos; en la parte inferior de la porción permanente del folículo piloso se detectan aquellas responsables de la regeneración del mismo; en la papila dérmica encontramos células con diferenciación hacia el linaje neuronal y mesodérmico; y otras se ubican en glándulas sebáceas, infundíbulo y glándulas sudoríparas.

Epidermis

Es un epitelio plano poliestratificado y queratinizado que cubre la totalidad de la superficie corporal. Es la capa de la piel con mayor número de células y con una dinámica de recambio extraordinariamente grande. Presenta un espesor variable, con un valor medio de 0,1 mm, pudiendo alcanzar en zonas, como las plantas de los pies y las palmas de las manos, espesores de hasta 1 o 2 mm.

Estructura

Predominantemente compuesta por queratinocitos en fases progresivas de diferenciación, que conforme se dividen, se mueven de la capa más profunda a la más superficial, modelando cuatro estratos diferentes que desde el interior hacia el exterior serían (Fig. 2):

Figura 2. Capas de la epidermis.

Capa basal o estrato germinativo (Fig. 3).

Figura 3. Capa basal o estrato germinativo.

La más profunda. Se encuentra separada de la dermis por la membrana o lámina basal, y anclada a ella por hemidesmosomas. La membrana basal se identifica con facilidad como una membrana homogénea, eosinofílica, PAS+, con una estructura compleja formada por 4 espacios: membrana de las células basales, lámina lúcida, lámina basal y zona fibrosa o sublámina densa. A nivel de las células basales, se pueden observar los hemidesmosomas que unen la epidermis a la lámina densa a través de los filamentos de anclaje, constituidos principalmente por las proteínas: laminina 5 y BP180. La lámina densa está compuesta predominantemente por colágeno tipo IV y está unida a la dermis subyacente por medio de las fibras de anclaje constituidas por colágeno tipo VII.

Sobre la membrana basal, la capa basal queda configurada por una monocapa de células cilíndricas o cúbicas, con núcleo grande. Con tres tipos celulares: células madre indiferenciadas, con capacidad de dividirse de forma ilimitada; células comprometidas, con rápida división, pero solo para originar queratinocitos y células posmitóticas, en estado de diferenciación terminal, que ya no se dividen, sino que migran al estrato superior. Las queratinas K5 y K14 son las principales proteínas del citoesqueleto de los queratinocitos proliferativos de la capa basal. Son sustituidas por las K1 y K10, cuando el queratinocito comienza su proceso de queratinización y se desliga de la membrana basal. La queratina K2 se encuentra en la capa granulosa. También se localizan en esta capa los melanocitos.

Estrato espinoso o de Malphigio. Contiene 8-10 capas de células “espinosas” poliédricas e irregulares, que se mantienen unidas entre sí por proyecciones en forma de espinas del citoplasma y con puentes intercelulares (desmosomas) por los que contactan con las células vecinas, y constituidos por varias proteínas que se agrupan en: filamentos de queratina, plaquinas y desmogleinas. Son ricas en ADN, necesario para la síntesis proteica que concluirá con la producción de queratina. Aparecen queratinas K1-K10 ocupando el citoplasma. En esta capa también se localizan células dendríticas.

Estrato granuloso. Aquí se inicia el proceso de queratinización. Constituido por 3-5 capas de células romboidales, más aplanadas, toscamente granulares, en forma de diamante, que contienen gránulos de queratohialina (íntimamente ligados al citoesqueleto celular y necesarios para la producción de queratina K2 y K11) y gránulos lamelares. Estos últimos se sitúan cerca de la membrana plasmática, fuera de la cual vierten su secreción por exocitosis hacia los espacios extracelulares entre el estrato granuloso y córneo. Contienen fosfolípidos, ceramidas y glicolípidos que al depositarse en la superficie de la piel, actúan como un “pegamento” que mantiene las células íntimamente unidas entre sí y forman la probarrera lipídica, que contribuye a la impermeabilización de la piel. A medida que ascendemos en las capas de este estrato, las células van perdiendo los orgánulos citoplasmáticos y quedando solo los desmosomas.

Estrato lúcido. Selectivamente presentes en palmas y plantas. Con 2-3 capas de queratinocitos diáfanos, muy aplanados que carecen de núcleo y con un citoplasma lleno de una sustancia gelatinosa, la eleidina, precursora de la queratina. Es muy rica en lipoproteínas y su función fundamental es impedir la entrada o salida del agua. Los filamentos intermedios de queratina están íntimamente agregados y se orientan paralelos a la superficie.

Estrato córneo. El más superficial y ancho de la epidermis, y el que más varía en grosor. Es el resultado de la diferenciación terminal de los queratinocitos epidérmicos. Una capa constantemente renovada y muy protectora. Constituye la primea línea defensiva de la piel y juega un papel clave en la función barrera frente a las agresiones que llegan del medio externo. Está formada por 20-30 capas de células escamosas, muertas, aplanadas y anucleadas denominadas corneocitos, situadas unas sobre otras en forma de tejas y que continuamente se desprenden. Diferenciaríamos dos subcapas dentro del estrato córneo. Una capa córnea compacta, densa, cohesiva, la más profunda; y una capa más superficial, más laxa, menos cohesiva, que a medida que se hace más externa va perdiendo la adhesividad de sus células, se deteriora la adhesión intercorneocitaria y, por último, descaman.

Sin embargo, a pesar de esa aparente inactividad celular, persisten en ella muchos procesos químicos, pre programados en las capas vivas, que desempeñan un papel esencial en la descamación ordenada de los corneocitos superficiales y en la regulación de la permeabilidad del estrato córneo. Estos corneocitos contienen filamentos de queratina inmersos en una matriz de filagrina, de tal modo que la membrana plasmática del queratinocito se va sustituyendo por una envoltura cornificada lipídica. El citoplasma de estas células ha sido sustituido por una proteína hidrófoba denominada queratina. Las uniones entre las células a este nivel aparecen reforzadas, lo que explica la elevada resistencia a la erosión. Las células más superficiales pierden la organización de los desmosomas y su adhesividad, desprendiéndose.

En esta capa, los queratinocitos segregan defensinas, moléculas efectoras de la inmunidad innata con un amplio espectro antimicrobiano e importantes efectos inmunomoduladores, constituyendo parte de nuestro primer sistema defensivo inmune.

Células de la epidermis

Queratinocitos. El grupo celular predominante que constituye el 80% de las células epidérmicas. Se originan en la capa basal, donde son altamente proliferativos y según maduran y ascienden en la epidermis, pierden progresivamente ese potencial replicativo y experimentan una destrucción programada. Es en esta última fase, cuando se tornan queratinocitos anucleados (corneocitos) y contienen solamente filamentos de queratina embebidos en una matriz de filagrina. La descamación es el resultado final. La globalidad de este proceso se denomina queratinización. La renovación de la totalidad de la capa epidérmica se acompaña de transformaciones radicales del queratinocito y se completa en un periodo aproximado de 30 días, desde que se produce la división celular hasta que la célula cae desprendida de la superficie de la piel.

A lo largo de todo este ciclo y según la fase de diferenciación, la célula sintetiza:

• Varios tipos de queratinas, que son una familia de proteínas estructurales principales de los queratinocitos. Insolubles en agua y con una gran resistencia frente a cambios en el pH y a elevadas temperaturas. También presentan una fuerte resistencia a la degradación enzimática. El aminoácido principal de la queratina es la cisteína. Químicamente, tienen unos puentes di-sulfuro (azufre) que dan fuerza y rigidez a la estructura, dependiendo de la cantidad de puentes será más dura o menos. Globalmente, se subdividen en dos grupos, las queratinas duras o ? (alfa) que forman parte del pelo y uñas; y las blandas o ? (beta) que son los elementos esenciales de la capa córnea.

• También sintetiza diversos lípidos que permiten controlar la permeabilidad de la epidermis. Esta importante síntesis proteica, la formación de numerosas uniones intercelulares y el constante reciclaje de las células, permiten mantener una epidermis suficientemente elástica, cohesiva e impermeable.

La queratinización muestra diferentes etapas:

La división celular ocurre en el estrato basal o germinativo. Fruto de esa mitosis, una célula cuboidal permanece y la otra asciende hacia la superficie de la piel, y ya comienza a sintetizar tonofilamentos (compuestos de queratina), que se agrupan en haces que constituyen las tonofibrillas.

• La célula llega al estrato espinoso. Y al incorporase a la parte más superior de esta capa, las células comienzan a producir gránulos de queratohialina que contienen proteínas intermedias, filagrina y tricohialina. También producen cuerpos lamelares.

• Desde ahí, son empujadas hacia el estrato granuloso, donde se aplanan y adoptan la forma de diamante. Estas células acumulan gránulos de queratohialina mezclados entre las tonofibrillas.

• Por último, las células avanzan hacia el estrato córneo, donde se aplanan y pierden las organelas y el núcleo. Los gránulos de queratohialina transforman las tonofibrillas en una matriz homogénea de queratina.

• Finalmente, las células cornificadas alcanzan la superficie de la piel: la envoltura cornificada-lipídica sustituye a las membranas plasmáticas de los queratinocitos previos; las células se aplanan, se interconectan entre sí mediante corneosomas y se amontonan como capas, conformando el típico aspecto del estrato córneo. Queda configurada esta barrera más externa a expensas de una red de corneocitos y matriz lipídica extracelular, y son descamadas a través de la rotura de los desmosomas.

En cuanto a la maduración intraútero, a las 21 semanas de gestación, el estrato córneo ya está formado; a las 28 semanas ya tiene 2-3 capas de células y a las 32 ya se detectan, al menos, 15 capas, equivalentes a la piel adulta. A los 6 meses de embarazo, la epidermis ya funciona como una barrera entre el feto y el medio exterior. En nacidos por debajo de las 32 semanas, el estrato córneo es muy fino y no previene suficientemente la pérdida transepidérmica de agua, la absorción de tóxicos externos y la invasión de gérmenes. Pero la exposición al medio ambiente tras el nacimiento en prematuros, acelera y estimula la maduración. Ese estrato córneo madura muy rápido hasta el final de la primera semana de vida, pero alcanzar la maduración total le llevará más de 4 semanas. Si la edad gestacional es menor de 25 semanas, el estrato córneo tardará 8-10 semanas en madurar; mientras que en edades gestacionales de 27-28 semanas, se alcanza la maduración total en unos 10 días(6).

Melanocitos (Fig. 4).

Figura 4. Melanocitos.

Células dendríticas derivadas de la cresta neural, desde donde migran para asentarse entre las células basales de la epidermis y el folículo piloso. Suponen alrededor del 10% de las células epidérmicas y son responsables de la producción de melanina que, a su vez, condiciona la pigmentación de la piel. La luz UVB estimula la formación de melanina, que actúa como un “fotoprotector” natural. Se suelen disponer en la basal epidérmica y contactan con los queratinocitos a través de sus dendritas, existiendo un melanocito por cada 36-40 queratinocitos (unidad melánica epidérmica) o un melanocito por cada 9 células basales. El melanocito posee unas prolongaciones de su citoplasma donde se forma la melanina (melanogénesis). Diferenciamos dos tipos de melanina: la de color marrón parduzco (eumelanina) y la de color rojo amarillento (feomelanina). Su síntesis está regulada por diversas enzimas, entre las que destaca la tirosinasa, que metaboliza el aminoácido tirosina para formar dihidroxifenilalanina (DOPA). La actividad de la enzima está estimulada por la unión de la MSH (melanocite stimulating hormone) a un receptor en la membrana de los melanocitos. Y, a su vez, este receptor MCR (melanocortin receptor) presenta hasta 5 variantes y, dependiendo de la variante presente, se va a determinar la respuesta en la producción de un tipo u otro de melanina (eumelanina o feomelanina), lo que va a determinar la respuesta del individuo a la luz solar.

Una vez formada la melanina, la transfieren a los queratinocitos adyacentes en forma de melanosomas. Los diferentes tonos de la piel son debidos a: diferencias en la actividad de los melanocitos, las características de los melanosomas, así como la capacidad de transferir este pigmento a los queratinocitos, cantidad de la melanina, el tamaño y densidad de los melanosomas transferidos, más que al número de los melanocitos.

Células de Langerhans (Fig. 5).

Figura 5. Célula de Langerhans.

Estas células dendríticas conforman la primera línea defensiva de la piel y juegan un papel clave en la presentación de antígenos. Se localizan en el estrato espinoso y representan el 3-8% de la población celular de esa capa. Son de origen mesenquimal, derivadas de las células madre CD34 positivas de la médula ósea, forman parte del sistema mononuclear fagocítico y están involucradas en una gran variedad de respuestas inmunes por medio de la activación de las células T. Las células de Langerhans tienen una distribución muy constante en toda la piel y pueden detectarse por medio de la localización de diversos antígenos como: ATPasa, CD1a, langerina, CD4, S100 y HLA-DR. En el citoplasma, las células contienen un gránulo característico que se observa en microscopía electrónica y que tiene forma de gusano o raqueta, conocido como gránulo de Birbeck. Estas células expresan moléculas MHC I y MHC II, captan antígenos en la piel que se procesan en compartimentos especializados y un fragmento de los cuales se une a complejos de histocompatibilidad mayor. Tras unas horas, las células aumentan de tamaño, abandonan la epidermis, migran a través de la dermis y entran en los vasos linfáticos dérmicos y, de ahí, hacia las áreas paracorticales de los ganglios linfáticos de drenaje, en donde presentan el antígeno a las células T, dando lugar a una respuesta específica y productiva en estas células.

Células de Merkel. Son células epidérmicas modificadas, que provienen de la cresta neural y se localizan en el estrato basal, directamente sobre la membrana basal. Tienen una función sensorial como mecano-receptores, estando situadas en lugares con sensibilidad táctil muy intensa como son: pulpejos, palmas, plantas y mucosa oral o genital. Están unidos a través de desmosomas con los queratinocitos adyacentes y contienen filamentos de queratina intermedia. Su membrana interactúa con las terminaciones nerviosas intraepidérmicas. La queratina 20 es el marcador más eficaz de la célula de Merkel.

Dermis

Es la estructura de soporte de la piel y le proporciona resistencia, elasticidad y capacidad de adaptación a movimientos y cambios de volumen. De origen mesenquimal, constituye la mayor masa de la piel y su grosor máximo es de unos 5 mm. Conexiona con la epidermis a nivel de la membrana basal. Aunque contiene elementos celulares, la composición es principalmente fibro-elástica, conteniendo colágeno y fibras elásticas. Entre el componente fibroso, la matriz extracelular contiene una elevada proporción de glicosaminoglicanos, tales como: ácido hialurónico, proteoglicanos y glicoproteínas. Es un tejido vascularizado que sirve de soporte y alimento a la epidermis. En ella están inmersos, además: vasos sanguíneos, linfáticos, nervios sensitivos, músculos, folículos pilosebáceos y glándulas sudoríparas.

Componentes de la dermis

Células de la dermis (Fig. 6).

Figura 6. Células de la dermis.

Son escasas e incluyen: fibroblastos, histiocitos, mastocitos o células cebadas, adipocitos, linfocitos, células plasmáticas, eosinófilos y monocitos. Los fibroblastos representan la célula fundamental y se diferencian en fibrocitos, que al enlazarse unos a otros forman un entramado tridimensional. Sintetizan y liberan los precursores del colágeno, elastina y proteoglucanos para construir la matriz extracelular. Los histiocitos son macrófagos tisulares que se implican en el sistema inmune. Los mastocitos son células inflamatorias localizadas en las áreas perivasculares de la dermis que segregan mediadores vasoactivos y proinflamatorios implicados en la respuesta inflamatoria, remodelación del colágeno y curación de las heridas. Los adipocitos dérmicos son diferentes a los localizados en el tejido adiposo subcutáneo. Están implicados en: aislamiento de estructuras dérmicas, depósito de energía, regeneración del folículo piloso y curación de las heridas.

Matriz extracelular o sustancia fundamental. Representa el espacio libre entre los elementos celulares y fibrosos. Está relleno con un fluido gelatinoso, en el que las células se pueden mover libremente. Es una sustancia amorfa compuesta principalmente por proteoglucanos (heteropolisacáridos y proteínas), que debido a su gran capacidad de absorción de agua, forman una materia pegajosa y gelatinosa, que no solo sirve como elemento de unión entre el resto de elementos, tanto celulares como fibrosos, sino que influencia la migración, la cementación y la diferenciación celular.

Tejido fibro-elástico (Fig. 6). El colágeno es el principal componente de la dermis. No es homogéneo en todo el organismo, existiendo 13 tipos en relación con: morfología, composición de aminoácidos y propiedades físicas. La dermis contiene principalmente colágeno tipo I (85-90%), tipo III (8-11%) y tipo V (2-4%). También tienen un papel clave las fibras elásticas. Son esenciales para las propiedades retráctiles de la piel y solo representan un 2-4% de los constituyentes de la dermis. Están compuestas por elastina y microfibrillas de fibrilina. La fibrilina es una glucoproteína esencial para la formación de las fibras elásticas del tejido conectivo. La fibrilina-1 es el mayor componente de las microfibrillas, que constituyen un armazón sobre el cual se deposita la elastina. La especial configuración bioquímica de la elastina le permite, a diferencia del colágeno: desplazarse, elongarse y retraerse. Hay dos subtipos de fibras elásticas, consideradas inmaduras: las fibras de elaunina, dispuestas horizontalmente a nivel de la unión de la dermis reticular y papilar; y las fibras oxitalánicas, dispuestas perpendicularmente en la dermis papilar.

Histológicamente, la combinación del tejido fibroelástico, células dérmicas y matriz extracelular en la dermis, conforma dos áreas diferentes, pero sin clara demarcación entre ellas:

1. La capa papilar o dermis papilar, la más superior, más fina, que contacta con la epidermis y se compone de tejido conectivo laxo. Recibe ese nombre por la presencia de proyecciones hacia el interior de la epidermis. Estas proyecciones se denominan papilas dérmicas y se alternan con los procesos interpapilares de la epidermis. En las papilas se encuentran las asas capilares (sistema circulatorio) que proporcionan los nutrientes a la epidermis avascular. La capa papilar también contiene numerosas terminaciones nerviosas, receptores sensoriales y vasos linfáticos.

2. La dermis reticular, más profunda, más gruesa, menos celular, con tejido conectivo muy denso. Recibe ese nombre por el entramado o retícula de las fibras colágenas que forman gruesos haces entrelazados con haces de fibras elásticas.

Tejido subcutáneo o hipodermis

Está formada por tejido adiposo que forma lobulillos separados por tabiques de tejido conectivo, continuación del conectivo de la dermis reticular, sin un límite definido. Se trata de tejido conectivo laxo y muchas de sus fibras se fijan a las de la dermis, formando puntos de anclaje, fijando así la piel a las estructuras subyacentes (fascia, periostio o pericondrio). Si estos puntos de fijación están poco desarrollados, la piel se desplaza formando plegamientos. Si están muy desarrollados o son muy numerosos, como es el caso de la planta de los pies o del cuero cabelludo, la piel es casi inamovible. El grosor de la hipodermis es muy variable, dependiendo de la localización, el peso corporal, el sexo o la edad. En su espesor, también podemos detectar folículos pilosos, nervios sensitivos y vasos sanguíneos.

Las características de este tejido graso pueden variar dependiendo de la madurez de la piel. Alrededor de la semana 26 de gestación comienza ya la formación del tejido graso subcutáneo y va avanzando paralelamente al embarazo. En los recién nacidos, la grasa subcutánea es rica en ácidos grasos saturados (palmítico y esteárico). Tiene un punto de fusión más elevado que los ácidos insaturados propios de la grasa los adultos. Esto explicaría la mayor facilidad de congelación del tejido graso en los niños que en los adultos y, con ello, determinadas patologías del panículo en ese grupo de edad (necrosis grasa subcutánea del recién nacido, paniculitis por “ingesta de helados”…). Por ello, sería relevante evitar temperaturas extremas en los primeros años de la vida. La grasa parda se localiza en profundidad, en la base del cuello, tras el esternón y área perirrenal, comenzándose a formar a partir de la semana 17-20. Es un tejido adiposo especializado que produce calor mediante la oxidación de ácidos grasos. En prematuros, está incompletamente desarrollada.

Estructura vascular y linfática de la piel

Ubicadas en la dermis. El aporte vascular se dispone en dos plexos (Fig. 7).

Figura 7. Red vascular de la piel.

El más superficial discurre entre la dermis papilar y reticular. Mientras que el segundo se dispone entre la dermis y la hipodermis. A pesar de esta “simplicidad” anatómica, la fisiología de esta microcirculación y los cambios en el flujo sanguíneo cutáneo son muy complejos fruto de la interrelación de varios factores(7):

• Activación simpática, que produce vasoconstricción a través de liberación de norepinefrina, neuropéptido Y y ATP.

• El sistema colinérgico simpático está implicado en la vasodilatación, mediante la participación de: acetilcolina, péptido vasoactivo intestinal y polipéptido activador de la adenilato ciclasa hipofisaria, también conocido como PACAP.

• Una vasomodulación endotelio-dependiente implica al óxido nítrico, prostaciclinas, factor hiperpolarizante derivado del endotelio y endotelina.

• Respuesta miogénica que juega igualmente un papel definido en esta regulación. El aporte de la epidermis es a través del plexo arteriovenoso superficial (plexo subepidérmico-papilar), vasos clave para la regulación de la temperatura. Se trata de un mecanismo altamente efectivo de regulación de la temperatura a través del tegumento, incrementando el flujo sanguíneo en la piel, transfiriendo con ello el calor desde el organismo hacia el entorno exterior. A su vez, los cambios en el flujo sanguíneo se controlan por el sistema nervioso autónomo: la estimulación simpática conlleva vasoconstricción y, por ello, retención de calor; por su parte, la vasodilatación implica pérdida de calor. Esta vasodilatación es la respuesta al incremento de temperatura corporal, a través de la inhibición de los centros simpáticos del hipotálamo posterior.

En el 5º mes de gestación, ya se reconoce una diferenciación en arteriolas, vénulas y capilares, pero la completa maduración no se produce, sino tras el nacimiento.

Estructura nerviosa de la piel

El sistema nervioso periférico, tanto autónomo como somático, discurre por el espesor de la piel. Existe un sistema eferente, representado por el sistema nervioso autónomo simpático, que es responsable del funcionamiento del sistema vascular y anexial: tono de la vasculatura, estimulación pilomotora de la raíz del cabello y de la sudoración. Y un sistema aferente, el somático sensorial, responsable de procesar información sensorial a través de diferentes receptores sensoriales (Fig. 8).

Figura 8. Receptores sensoriales.

Las terminaciones nerviosas son ya visibles a partir del 4º mes. Y ya se puede constatar una respuesta del feto al tacto y al dolor a partir de las 20 semanas. En el RN ya están bien desarrolladas, aunque posteriormente completaran su maduración.

Músculos en la piel

Representado en la piel por el músculo arrector del pelo en forma de fascículos de fibras de músculo liso, sujetos al tejido conectivo de la vaina folicular. Cuando se contrae el músculo, conlleva la erección del vello, no de forma totalmente perpendicular, sino con una amplia angulación y al mismo tiempo comprime la glándula sebácea, desencadenando la secreción de su contenido. Esta “erección capilar” da a la piel el característico aspecto de “piel de gallina”.

Funciones de la piel

Función de barrera epidérmica

Mediante la construcción de la capa córnea, la función de «barrera» vital de la epidermis garantiza el mantenimiento del medio fisiológico interno y protege el organismo contra las agresiones ambientales (calor, frío, radiaciones UV…), la penetración de sustancias potencialmente dañinas y la colonización por bacterias patológicas. Sin menospreciar que garantiza una apariencia saludable y una función adecuada de toda la piel. Ya está presente en el RN a término, aún con diferencias que ya comentaremos. Pero en el RN pretérmino es tan incompleta que la mortalidad, generalmente por causas microbianas, está aumentada. Es directamente proporcional al deterioro de la función misma. Y a mayor prematuridad, paralelamente más facilidad para la absorción de productos químicos.

Esta barrera se configura:

• Por una envoltura celular, con corneocitos que se asocian mediante uniones especializadas (corneodesmosomas), responsables del refuerzo mecánico, que protegen la actividad mitótica de capas subyacentes del daño UV, regula el inicio de la inflamación citoquina-dependiente y mantiene la hidratación.

• Una capa de proteínas insolubles en la superficie interna de la membrana plasmática, que refuerza los mecanismos de barrera. Formada por enlaces cruzados de pequeñas proteínas ricas en prolina y otras más grandes como: cistatina, desmoplaquina y filagrina.

• Una envoltura lipídica, una capa lípido-hidrofóbica, anclada a la superficie más externa de la membrana plasmática, que: regula la permeabilidad, inicia la descamación córnea, tiene actividad peptídica antimicrobiana, elimina toxinas y permite una absorción química selectiva.

Durante la vida fetal, la función barrera es crítica en el sentido de intercambio de agua y gases, y experimenta una drástica modificación tras el nacimiento. Aún hay aspectos sin clarificar, como son: papel exacto de la vérnix caseosa, cómo se implanta la microbiota fisiológica o papel exacto de las acuoporinas, proteínas que actúan como canales transmembrana, pertenecientes a la familia MIP y que forman poros en las membranas biológicas, por los que transportan principalmente agua(8). Al parecer, estos cambios adaptativos, configuración de lo que ya será el estrato córneo, con su función de barrera y de intenso desarrollo, se gestionan desde momentos antes del nacimiento hasta los 4 años de edad, en que adquieren ya valores de adulto(9). En el RN pretérmino, la completa maduración de la función barrera se completa entre las 2 y 4 semanas de la vida posnatal.

La permeabilidad epidérmica es mayor cuanto menor es la edad gestacional. En el RN a término, la permeabilidad es equivalente a la del adulto; por ello, los productos de aplicación tópica pueden alcanzar concentraciones sanguíneas elevadas, debido al aumento de la relación entre la superficie cutánea y el peso corporal.

Aparte de estas diferencias estructurales, otra serie de factores convergen para hacer que la piel del niño en los primeros momentos de su vida más susceptible a la toxicidad percutánea: alta relación superficie corporal/volumen, inmadurez de su capacidad para el metabolismo de las drogas, y su mermado depósito en tejido graso subcutáneo. Por ello, se incrementa el área absortiva y, tras la absorción, el niño carece de sistemas totalmente desarrollados para el transporte de las toxinas y sistemas de desintoxicación desarrollados. Como conclusión directa: parece prudente recomendar en los primeros meses de vida, la aplicación tópica de solo los productos necesarios.

Función de soporte y protección

Asumida en gran parte por la dermis, ya que su complejo diseño la configura como el esqueleto perfecto, que aporta al mismo tiempo: flexibilidad, fuerza y protección de estructuras anatómicas más profundas. Tanto el colágeno como el ácido hialurónico, fortalecen la piel y proporcionan un anclaje sólido de la epidermis vía hemodesmosomas y otros componentes adhesivos de la zona de membrana basal. Igual papel de anclaje epidérmico juegan las fibras oxitalánicas. Por su parte, las fibras elásticas confieren la flexibilidad. El entramado vascular dérmico, facilitando la llegada de nutrientes, es esencial para mantener tanto a la epidermis como sus apéndices. Y la hipodermis que sirve de almacén de energía, además de aislante térmico y de protector mecánico frente a golpes.

Función inmunitaria

Conexionada con la anterior de barrera, e intenta impedir la entrada de patógenos(10). Los péptidos antimicrobianos (AMPs) y los lípidos actúan como una barrera biomolecular que altera las membranas bacterianas. Los AMPs, tales como defensinas y catelicidinas, son producidos por diferentes células, como células dendríticas o macrófagos. Los lípidos, tales como esfingomielina y glucosiceramidas, se almacenan en los cuerpos lamelares del estrato córneo y muestran actividad antimicrobiana. Otro aspecto es el relacionado con la inmunidad celular. Células mieloides y linfoides están presentes en la piel y algunas, como las células de Langerhans, poseen la capacidad de viajar hacia la periferia y activar el resto de sistema inmune.

Función endocrina

La vitamina D3 o colecalciferol se obtiene principalmente de dos fuentes básicas: la dieta (10%) y la producción endógena por conversión fotoquímica a partir de 7-dehidrocolesterol en la epidermis, concretamente por el queratinocito, con la participación de la luz UV del sol. Posteriormente, el colecalciferol es hidroxilado en el hígado y riñón hacia su forma activa de 1,25 dihidroxi vitamina D (calcitriol), que será el responsable de incrementar la absorción del calcio en el intestino.

Función exocrina

Viene dada a través de la secreción del sudor y de las glándulas sebáceas,

Función en la curación de las heridas

Proceso complejo en el que se implican diversos componentes para completar las diferentes fases de: hemostasia, inflamación, proliferación y remodelación(11). En la hemostasia están implicados factores tisulares, presentes en los espacios subendoteliales de la piel, encargados de desencadenar la cascada de la coagulación hasta formar el coagulo de fibrina. En la fase inflamatoria, son los neutrófilos y los monocitos los que acuden a la zona dañada para eliminar patógenos y detritus. La proliferación de queratinocitos y fibroblastos son los responsables de la fase proliferativa, contribuyendo a la formación del tejido de granulación. Y, por último, la participación de los macrófagos, es esencial en la fase de remodelación final: segregan una matriz de metaloproteasas que elimina el exceso de colágeno y mantiene colágeno inmaduro para finalizar la matriz extracelular.

Función de termorregulación

Participada especialmente por el entramado vascular vasoactivo dérmico, visto con anterioridad. También están implicadas unas estructuras especializadas llamadas cuerpos glómicos, constituidos por: células glómicas, vasos y células musculares lisas.

Función sensorial

Llevada a cabo por la existencia de numerosas terminaciones nerviosas, que contienen receptores para: tacto, calor, frío, presión, vibración y dolor.

Anejos de la piel

Aparato ungueal

Consta de estructuras especializadas y un producto córneo: la lámina ungueal (Fig. 9).

Figura 9. Anatomía de la unidad ungueal.

La lámina ungueal es producida por la matriz ungueal, la cual descansa bajo el pliegue ungueal proximal. Según crece la lámina ungueal, emerge bajo el citado pliegue proximal y progresa distalmente, apoyada sobre el lecho ungueal, con el que establece una íntima adherencia, hasta llegar al pliegue ungueal distal. La superficie de contacto con la matriz ungueal es de 15-25%, mientras que con el lecho ungueal es de 75,85%. Crece durante toda la vida.

La lámina ungueal es una estructura queratinizada, semitransparente y dura, que está formada por tres láminas horizontales: fina capa dorsal, lámina intermedia –más gruesa–, y una cara ventral que contacta con el lecho ungueal. Son células escamosas aplanadas íntimamente unidas entre sí. En la cara dorsal e intermedia existen gran cantidad de fosfolípidos, por lo que aquellos medicamentos con carácter lipofílico, pudieran depositarse en esas capas vía matriz ungueal y provocar discoloración.

Su forma es curva, tanto en el eje longitudinal como en el transversal, lo que le confiere fuerte adherencia a pliegues laterales, proximal e hiponiquio, y que se traduce en una gran resistencia frente a los traumatismos (Tabla I). La superficie externa muestra crestas que varían con la edad.

La composición es muy peculiar, con variaciones en relación con sexo y edad (Tabla II).

El lecho ungueal soporta gran parte de la lámina y abarca desde el pliegue ungueal proximal hasta el hiponiquio. Es un epitelio delgado, con baja tasa de proliferación, con queratinas diferentes a las de piel normal y diferentes a las de la matriz ungueal(12).

Carece de capa granulosa y presenta células paraqueratósicas adheridas fuertemente a la lámina ungueal(13). La dermis subyacente no exhibe estructuras anexiales foliculares ni glándulas sebáceas. Escaso tejido adiposo y una unión muy firme al periostio, a través de potentes fibras de colágeno.

En la parte más distal del lecho ungueal, encontramos una banda transversal de 1-1,5 mm, con un color característico, según el fototipo de piel. Es el denominado istmo o banda onicodérmica, rosada en caucásicos y marrón en afrodescendientes(14). Muestra unos queratinocitos claros nucleados, con una queratinización especial. Y protege de la entrada de agentes externos por debajo de la lámina ungueal.

Proximal y lateralmente, la lámina ungueal está rodeada por los pliegues ungueales (PU). El PU proximal o posterior, representa la continuidad de la epidermis, y la dermis del dorso del dedo. Contiene glándulas sudoríparas, pero no unidades pilosebáceas. Consta de dos capas de epitelio: capa dorsal (que viene a ser la continuación de la piel que recubre el dorso del dedo) y capa ventral, la cual se continua con la matriz ungueal.

Los PU laterales rodean íntimamente a la lámina ungueal y sellan sólidamente los laterales, para protegerlos de la entrada de material extraño. Carece también de estructuras pilosebáceas.

La cutícula tiene como misión proteger la matriz ungueal. En realidad, es una prolongación del estrato córneo de la parte dorsal y ventral del PU proximal.

Formada por tejido cornificado, está adherida íntimamente a la lámina ungueal.

Por su parte, el eponiquio sería la continuidad de la porción ventral del pliegue ungueal proximal. Es una zona sensible, en cuanto a la formación adecuada de la lámina.

El hiponiquio marca el final del lecho ungueal y corresponde al borde libre distal del aparato ungueal. Es la zona de unión de la lámina ungueal con el pliegue ungueal distal. A este nivel, la queratinización es ya similar al de la piel normal, apareciendo ya, de nuevo, capa granulosa.

La matriz ungueal (Fig. 10) es la responsable de la producción de la lámina ungueal, y consiste en un epitelio germinativo, que queratiniza mediante un proceso denominado onicoqueratinización, sin la formación de capa granulosa.

Figura 10. Anatomía de la matriz ungueal.

Este característico y único patrón de queratinización permite la producción de una lámina ungueal dura, córnea y transparente, compuesta de células completamente queratinizadas, aplanadas y enormemente adherentes entre sí, que han perdido completamente sus núcleos. La matriz se divide en tres capas: dorsal o superficial, intermedia o matriz real, y ventral o profunda, contribuyendo, cada una, a la formación de la lámina ungueal, en mayor o menor grado (Fig. 11).

Figura 11. Formación de la uña en la matriz ungueal.

Cualquier daño severo en la matriz, incluyendo procedimientos quirúrgicos, puede acarrear trastornos en el crecimiento ungueal, o incluso distrofias permanentes. Es, por ello, importante conocer su extensión anatómica. Está situada bajo el pliegue ungueal proximal. Se inicia en la lúnula y llega hasta una línea virtual ubicada en la mitad de la distancia entre cutícula y el pliegue de la articulación interfalángica distal. Y es la principal responsable del crecimiento ungueal, aportando el 81% de las células de la lámina ungueal.

La matriz contiene melanocitos que habitualmente no producen melanina. No obstante, pueden, en un momento dado, ser activados y sintetizar pigmento que transferirían a los queratinocitos de alrededor. La migración distal de queratinocitos conteniendo melanina, daría lugar a una lámina ungueal pigmentada.

La porción distal de la matriz ungueal es visible a través de la lámina ungueal transparente, como una media luna convexa distalmente: es la lúnula. Se encuentra en estrecho contacto con el pliegue ungueal proximal y es más visible en los primeros dedos de pies y manos. Su color más blanquecino, no es debido a ninguna diferencia de color con el lecho ungueal subyacente, sino porque la lúnula está menos adherida al citado lecho, la superficie de la uña es más suave a ese nivel y posee menos capilares en la dermis subyacente.

Toda esta estructura ungueal (Fig. 12) descansa sobre un área especializada de la falange distal, que condiciona la forma de la uña: las no infrecuentes exóstosis a ese nivel, favorecen el desarrollo de uña en pinza, o las falanges estrechas/cortas se asocian a uña en raqueta.

Figura 12. Anatomía ungueal: soporte óseo.

La vascularización de la región ungueal se realiza de forma abundante a través de unas arteriolas derivadas de las arterias digitales. Se forman dos arcos, uno superficial a la altura del repliegue ungueal (arco proximal dorsal) y otro profundo, por debajo del lecho ungueal (arco dorsal distal). Desde estas estructuras, se dividen una gran cantidad de arteriolas y capilares en forma de asas y anastomosis glómicas, que permiten la importante irrigación de la zona.

Un sistema venoso superficial compuesto por venas digitales palmares y dorsales, y otro profundo, son los responsables del drenaje venoso. La funcionalidad de los capilares periungueales, su morfología y la arquitectura de los mismos, puede evaluarse mediante dermatoscopia. Supone una aportación diagnóstica importante en procesos patológicos que afecten a la microcirculación (esclerosis sistémica, lupus, dermatomiositis, fenómeno de Raynoud…).

La inervación viene facilitada por el nervio digital y sus tres fascículos que se extienden por lecho, matriz ungueal y pulpejos.

Una estructura peculiar localizada a nivel del lecho ungueal (de 93 a 501 por cm2) son los denominados cuerpos glómicos: anastomosis arteriovenosas y terminaciones nerviosas que configuran una estructura neurovascular implicada en la termorregulación y regulación del flujo capilar. Importante papel en preservar y mantener la circulación en situaciones de bajas temperaturas.

Fisiología del aparato ungueal

El aparato ungueal está implicado en funciones de diversa índole.

La uña es una estructura cuyo crecimiento puede ser medido fácilmente: el crecimiento diario de las uñas de la mano está entre 100 y 120 µm. Al mes, crecen entre 2-4 mm. El crecimiento en las uñas de los pies es la mitad aproximadamente. La tasa de crecimiento del dedo medio -de los tres dedos medios en general- es la más alta, mientras que el primer y quinto dedo muestran la menor tasa. La razón para ello es desconocida. El crecimiento ungueal es continuo a lo largo de toda la vida (a diferencia del folículo piloso que lo es de forma cíclica), comenzando en la semana 15 del desarrollo embrionario hasta la muerte, y diferente de una persona a otra. La matriz ungueal, actuando como un epitelio germinativo, se mantiene en continua actividad, lo que se traduce en proliferación y diferenciación de los queratinocitos. Varios factores fisiológicos y estados patológicos pueden influir en la tasa de crecimiento ungueal (Tabla III).

La queratinización de la lámina ungueal sigue un eje oblicuo (Fig. 11), ya que durante el proceso de maduración y diferenciación, las células se mueven hacia arriba y distalmente. Por esta razón, la porción proximal de la matriz ungueal produce la parte más superior de la lámina ungueal, mientras que la porción más distal de la citada matriz es responsable de la zona dorsal de la lámina ungueal. El pliegue ungueal proximal es el encargado de “reconducir” este crecimiento lineal, moldeando la uña a medida que se genera en la matriz.

La curvatura tan especial que esto produce, tanto en su eje longitudinal como en el transversal, condiciona unas peculiares propiedades físicas a la lámina ungueal. Desde el punto de vista práctico, es interesante el papel de la permeabilidad, ya que condiciona la penetración de los diversos medicamentos: tópicos (a través de la superficie dorsal) como sistémicos (a través de la superficie ventral). La permeabilidad también dependerá de factores ajenos a la lámina, como es el tamaño de la molécula que la intenta atravesar. Además de la composición innata de la uña, pueden depositarse en ellas productos exógenos (medicamentos, tóxicos, drogas), capaces de producir efectos deletéreos en el desarrollo ungueal normal. Lo que conocemos como configuración ungueal normal, es el resultado de la interactuación de una serie de factores: genéticos, nutricionales, vasculares, neurogénicos y mecánicos.

Resto de anejos

Las características particulares de cada uno de los restantes anejos, quedan recogidas en los esquemas correspondientes: pelo (Fig. 13), glándulas sebáceas (Fig. 14) y glándulas sudoríparas ecrinas y apocrinas (Fig. 15).

 

Figura 13. Pelo – vello. Estructuras queratinizadas que asientan en toda la piel a excepción de palmas, plantas, labios, pezones, partes de genitales externos y extremos distales de los dedos. Estructura: en el tallo (A) se observan tres capas concéntricas: médula del pelo, corteza y cutícula. El músculo erector del pelo (B) se origina de la dermis adyacente al folículo piloso y tiene una dirección oblicua. En la parte inferior de la raíz folicular (C), se localiza el bulbo piloso (D), donde se encuentran las células epidérmicas que dan origen al pelo y rodean a la papila dérmica (E), que contiene capilares y nutre a las células epidérmicas. Entre estas células epidérmicas se encuentran melanocitos que dan color al cabello. En la raíz, se observan células epidérmicas que forman la vaina radicular (F) interna y otras más periféricas que forman la vaina radicular externa.

Fases del pelo: fase de crecimiento o “anágeno” en la que se encuentra: 80% cabello y dura entre 2-5 años; fase de transición o “catágeno”, fase más corta, de unos 14 días, en la que se produce la detención de la mitosis; fase de reposo o “telógeno” en la que está: 20% cabello, tiene una duración de 3 meses y finaliza en la caída del cabello.

 

Figura 14. Glándulas sebáceas. Glándulas holocrinas que producen lípidos que ayudan a mantener el manto hidrolipídico de la piel.
Localización: localizadas en toda la piel, excepto en palmas y plantas. Más abundantes en cara y cuero cabelludo.
Morfología: su conducto excretor desemboca en el folículo piloso, excepto en determinadas áreas en que no se relacionan con el folículo y drenan directamente a la superficie cutánea: areola, pezón (tubérculos de Montgomery), labios (manchas de Fordyce), labios menores y glande (glándulas de Tyson), y párpados (glándulas de Meibomio).
Actividad: la aumentan en la pubertad. Su número y grado de actividad son muy variables entre las diferentes personas. Desarrollo: se detecta su presencia a las 16-18 semanas de gestación y se completa en el tercer trimestre. Contribuyen en esta fase intraútero a la formación del vérnix, un manto elaborado de sebo y células descamadas, presente ya en el tercer trimestre gestacional. En los nacidos muy prematuros, puede ser inexistente.

 

Figura 15. Glándulas sudoríparas. Las ecrinas son las más importantes. Las apocrinas tienen escasa representación en el hombre. Son glándulas tubulares, ubicadas en dermis, que forman un glomérulo u ovillo en su extremo. Los niños antes de la pubertad tienen un olor diferente a los adultos, ya que no producen sudor apocrino. De todo el aparato secretor ecrino, las glándulas palmoplantares son las primeras en desarrollarse. A las 22 semanas, ya se abren a la superficie palmoplantar y, entre las 24-26, se completa la maduración. La sudoración inducida por el estímulo térmico no está presente al nacimiento, pero suele ya estarlo a las dos semanas de vida.

Ecrinas. Producen el sudor y con ello regulan la temperatura. Se encuentran localizadas en todo el cuerpo, habiendo una mayor cantidad en palmas y plantas. Estructura: porción secretora o glomérulo (C). Porción excretora que drena directamente a la superficie cutánea: intraepidérmica o acrosiringio (A) y dérmica o ducto dérmico (B). Responden a estímulos tales como: calor, ciertos alimentos, situaciones de estrés y estímulos simpáticos, y para simpáticos.

Apocrinas. Son glándulas profundas localizadas a nivel de dermis dprofunda o tejido graso subcutáneo y que drenan directamente al folículo piloso. Localización: mayoritariamente en: axila, área anogenital, periumbilical, párpados (glándulas de Moll), areola y pezón. Función odorífera. El olor de su producción se debe a la degradación de su secreción por la flora bacteriana. El mecanismo de secreción es apocrina o por decapitación. Responden a estímulos adrenérgicos y colinérgicos.

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Atopic dermatitis and seborrheic dermatitis

T. Pozo Román*, B. Mínguez Rodríguez**
Topics on
Continuous Training


T. Pozo Román*, B. Mínguez Rodríguez**

*Lead of the Dermatology Unit at Río Hortega University Hospital. Valladolid. **Consultant in Pediatrics at San Joan de Deu Hospital. Barcelona

Abstract

Atopic dermatitis is a common and frequently familial inflammatory dermatosis, which usually appears during infancy or early childhood and is often associated with other atopic diseases such as asthma, allergic rhinoconjunctivitis, food allergies or eosinophilic esophagitis. It is a complex genetic disease with environmental influences, characterized by intense pruritus and a chronic course in flares.
In infants and young children, cheeks, scalp and extensor surfaces of the extremities are affected and in older children and adults the lesions are usually located in the flexion folds, or in specific locations such as the perioral area, eyelids, hands or feet. In most patients the disease disappears when puberty arrives, but it can also appear in adulthood.
Seborrheic dermatitis is a common inflammatory dermatosis, with an infantile and an adult clinical form. Lesions are located on the scalp, ears, face, central part of the chest and intertriginous areas. There is an etiological relationship with active sebaceous glands, alterations in sebum composition and the genus Malassezia (Pityrosporum).
Malassezia (Pityrosporum).

 

Key words: Atopic dermatitis; Eczema; Atopy; Seborrheic dermatitis; Malassezia (Pityrosporum).

Palabras clave: Dermatitis atópica; Eczema; Atopia; Dermatitis seborreica; Malassezia (Pityrosporum).

 

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 119 EN – 127 EN

 


Atopic dermatitis and seborrheic dermatitis

Atopic dermatitis


Introducción/definición

Atopic dermatitis is characterized by flares of inflammatory, itchy lesions, with a characteristic distribution and personal and / or family history of atopy (allergic rhinoconjunctivitis, asthma, food allergies, etc.).

Atopic dermatitis (AD) and food allergy have a predilection for infants and young children; whereas, asthma prevails in older children and rhinoconjunctivitis predominates in adolescents. This characteristic age-dependent sequence is called “atopic march”, however, it does not always manifest, as these diseases may or may not appear, and do so simultaneously or at different ages.

It is more prevalent in children (10-20%) than in adults (1-3%) and, in 90% of cases, it appears in childhood (45% during the first 6 months of life and 60% before the first year of life). At least 50% of atopic children will continue to express certain manifestation of the disease during adolescence and 20% also in adult life(1,2).

Most of the cases can be considered mild, but 10% of the patients suffer a severe form which is more prevalent in the adult population. The prevalence of severe atopic dermatitis in adults in Spain is estimated to be 0.08%(3).

In the most severe forms, the sleep cycle is disturbed leading to irritability, which affects school and sport performance, self-esteem, social relationships, as well as routine and leisure activities.

On the other hand, AD, and especially severe AD, implies a significant economic expense, both direct (medical visits, pharmacological cost) and indirect costs (loss of school hours and productivity), and both at a personal level as well as for health systems. This emphasizes the need to evaluate its impact on the family environment and on the patients’ caregivers. Hence, it should be recognized as a “family” disease, rather than as an individual one and, as such, it must be evaluated(4).

Etiopathogenesis

A deficient skin barrier action, an abnormal immune response, alteration of the cutaneous microbiome and an important psychosomatic influence are the main etiopathogenic factors.

It is a complex genetic disease, with interactions between different genes and of these with the environment.

In patients with AD, the lesional skin and, to a lesser extent, the non-lesional skin, present a defective cutaneous barrier, with: increased transepidermal water loss, alteration of skin lipids, increased epidermal proliferation, reduction of Filaggrin expression, inflammation, and increased number of IgE receptors on Langerhans cells.

The uninjured skin also shows different immunological profiles to normal skin (17% more T cells than normal skin and increased expression of Th1, Th2 and Th22 lymphocytes). Antigens that cross the skin reach the ganglia (via dendritic cells) and stimulate Th2 response with the consequent increase in the production of IgE and several other mediators from various inflammatory and epidermal cells. Immunity mediated by the Th1 pathway (which is attenuated) and the innate immune system contribute to skin inflammation with the release of cytokines and a deficiency of antimicrobial peptides.

Patients with AD show important changes in skin microbiome, mainly involving a decrease in Staphylococcus Epidermidis and a dominant colonization of Staphylococcus Aureus (in up to 90% of the lesions), which correlates with the severity of the disease. Conversely, recovery of microbiome diversity precedes resolution of flare-ups.

All these abnormalities interact with each other; so that: barrier dysfunction alters the skin’s microbiome and immune response; the skin microbiome alters the immune response and the skin barrier; and, lastly, immune dysregulation also alters the cutaneous microbiome and the skin’s barrier function(5).

Manifestations and diagnosis

The diagnosis of AD is mainly clinical and remains based on the classical criteria described by Hanifin and Rajka(6): 3 or more major criteria, and 3 or more minor criteria (Table I).

The diagnosis of AD is primarily clinical (Figs. 1-5).

Figura 1. Atopic dermatitis in the acute phase.

Figura 2. Impetiginized eczema.

Figura 3. Retroauricular eczema with fissuring.

Figura 4. Labial and perioral eczema.

Figura 5. Chronic eczema from scratching (neurodermatitis).

Characteristically, the typical lesions of atopic eczema are erythematous areas of skin, often poorly defined, with intense itching, although their distribution and characteristics vary with age. There are also some characteristic clinical manifestations that must be known (Table II).

It is also important to distinguish between acute, subacute and chronic forms, as the topical treatment differs (Table II) and to identify other clinical manifestations of AD, which are very common (Table III).

Differential diagnosis

The symptoms of AD are highly characteristic, thus most of the possible differential diagnoses can be excluded by the medical history (scabies, seborrheic dermatitis, irritant contact dermatitis and ichthyosis).

In some cases, it may be necessary to perform biopsies (cutaneous T-cell lymphomas and psoriasis) or to perform contact tests (allergic contact or airborne dermatitis), or special studies (photosensitive diseases, diseases due to deficiencies of the immune system, erythroderma due to other causes, etc.). It is worth mentioning that the usefulness of atopy patch tests used in the last 20 years for the diagnosis of food and aeroallergens allergies is very limited, because although they are specific, they are not sensitive. The latter holds true especially in children with gastrointestinal symptoms related to food allergy and, in the case of aeroallergens that could trigger AD, there is insufficient data(7,8).

Assessment of AD severity

In recent years, the objective assessment of the severity of AD has become especially important in the daily clinic, with the appearance of new treatments for severe AD and their high cost, as the fundamental criterion for deciding: first, its administration (limited to severe forms and with lack of response to classical treatments); and, subsequently, the continuity of its administration.

There are multiple assessment scales for the disease and quality of life, which were used primarily in research and which have now been transferred to routine clinical practice, although as we have already mentioned, only for patients with severe AD clinical pictures(9 ) (Table IV).

Approach / Treatment

In the management of AD, the treatment of the disease is as important or more as the prevention of the factors that trigger the flare-ups.

Recommendations include: avoiding triggers, making a regular use of emollient creams and treat flare-ups, so as to contain subclinical inflammation and symptomatic exacerbations(9,10).

Prevention

In preventing flare-ups, the education of children and parents, although time consuming, is particularly important. A study of an educational program for children, showed that 97% of those who received education on atopic dermatitis, obtained a significant decrease in SCORAD (Scoring Atopic Dermatitis) (Table IV) after 6 months(11).

In addition to educating on the characteristics and likely progress of the disease along with the basic measures to prevent flares, it must be taken into account that, in our society where “everyone” has an opinion, there are many things that are unproven and therefore must be avoided. For example:

Only in patients with a proven food allergy, have exclusion diets proven certain degree of usefulness, although unable to fully control AD flare-ups. Only double-blind, placebo-controlled provocation tests are reliable. Allergy tests, RAST and prick tests, are positive in more than 40% of patients, without this involving clinical relevance. Epicutaneous tests to foods, which can be useful in patients with negative RAST and prick tests, although specific, they are not very sensitive.

It has been found that the exclusion of the most common allergens (cow’s milk, eggs, nuts, soy and fish) in high-risk children or in their mothers during pregnancy and lactation, decreases the prevalence of atopy during the first 2 years of life, although these differences are not sustained in the long term. These restrictive diets are very difficult to maintain overtime in children and can even turn out to be harmful (for instance, there is an increase in the frequency of allergy to peanut by delaying its introduction)(12). Some epidemiological studies have shown a significant association between food diversity given during the 1st year of life and protection against AD(13).

Exclusive breastfeeding is recommended up to 4 months of age, as a method to prevent against food allergy associated with AD, but with a C level of evidence; that is, only one notch above experts´ opinion (D). Also, in children at high risk (first-degree relative with allergic symptoms), if breastfeeding is not possible, the use of hypoallergenic milk formulas is recommended; in this case, with a somewhat higher level of evidence (B)(9).

Studies looking into the potential benefit of prebiotics and probiotics, remain currently inconclusive(14-16).

Treatments not recommended by the doctor should be avoided (as they have not been proven to be effective or safe), such as: montelukast (leukotriene antagonist), topical capsaicin, essential fatty acids (topical or oral), phytotherapy (Chinese herbs), acupuncture, autologous blood, bioresonance, homeopathy, massage therapy or aromatherapy, salt baths and balneotherapy, vitamins and minerals, vitamin B12 in avocado oil, etc.(10).

There is insufficient evidence to support that the use of non-sedating antihistamines reduces itching in patients with AD; however, they can be useful prior to exercise, because they reduce the itchiness caused by sweating. Similarly, sedative antihistamines, such as hydroxyzine, do not seem to control AD symptoms, however, by inducing sleep, they can improve rest and reduce scratching(17).

 Healthy skin care is essential in these patients given the alterations in their skin barrier and increased transepidermal water loss, therefore: showers or baths should be brief (5 minutes) and with lukewarm water; bathing only 1-2 times a week is not a good idea, because it increases the skin proliferation of Staphylococcus Aureus; mildly irritating soaps should be used (oatmeal, oil soaps, etc.) and limited in extension (to surfaces that could be dirtier); the use of daily moisturizers or oil baths is essential; and the causes of itching and / or flare-ups must be avoided, such as the use of wool clothing directly on the skin as well as clothing or footwear that promote sweating, as well as exposure to clinically relevant allergens (diagnosed in allergy tests ).

When relapses are frequent, it is useful to apply calcineurin inhibitors or topical corticosteroids (two / three times a week) between flares, in the areas usually affected by atopic dermatitis. The usefulness of twice weekly bleach baths is more doubtful (various studies have shown no differences with water-only baths) and there are no references to the usefulness of nasal mupirocin in AD(18).

Treatment

Anti-inflammatory treatment is necessary, even in subclinical inflammation, in order to restore the balance in the inflamed skin as soon as possible.

Although eczema flare-ups tend to heal spontaneously within 1-2 weeks, all flare-ups need to be treated; because, if disregarded, they tend to become subintrant and spread out. Treatment must be adapted to the characteristics of the patient and the lesions they present and, hence, we will distinguish various situations with their corresponding treatment(19).

In mild forms (limited to 4 – 6 sites), anti-inflammatory treatment should be topical (Tables V and VI) and corticosteroids are the first choice, although calcineurin inhibitors are an option in case of subacute lesions.

In severe forms (with a significant extension or resistant to topical treatment, or with intense involvement of particularly important areas, such as the hands or face), it is necessary to maintain topical treatment and to add systemic treatment: oral corticosteroids, cyclosporine, methotrexate, azathioprine, mycophenolate mofetil or phototherapy. Since January 31st, 2020, a biological drug, dupilumab, is also approved, initially only for children over 12 years of age, but from December 2nd, 2020 also for those over 6 years of age, which has shown results in children similar to those found in adults(20).

Microbial colonization of lesions and superinfection (Staphylococcus Aureus throughout the body and Malassezia furfur in head and neck lesions) seem to play a role in exacerbating flares and thus, justify the association of antimicrobials when these situations take place.

Treatments used

Topical corticosteroids are the first-line anti-inflammatory treatment in all phases of AD, but especially in the acute exacerbations. Except in chronic forms, where high-potency corticosteroids, such as clobetasol propionate are necessary, in the rest, low and medium-potency corticosteroids, such as clobetasone (low potency) or methylprednisolone aceponate (medium-high potency), usually suffice.

Calcineurin inhibitors (tacrolimus and pimecrolimus) are the alternative to topical corticosteroids and, more commonly nowadays, they are used in association to them so as to reduce their adverse effects. Tacrolimus 0.1% has an anti-inflammatory potency similar to that of a medium-potency corticosteroid and is clearly superior to pimecrolimus 1%.

Crisaborole 2% is an inhibitor of phosphodiesterase 4, mainly 4B, which acts by reducing the release of pro-inflammatory cytokines, such as: TNF, IL12 and IL23. It has been approved for children over 2 years of age by the EMA (European Medicines Agency, March 27th, 2020), although it does not yet have the mandatory “therapeutic positioning report”. Its use is restricted to a maximum of 40% of the body surface and, until now, its superiority against topical corticosteroids or calcineurin inhibitors has not been demonstrated.

Other topical treatments that have demonstrated their usefulness, as adjuvants in the treatment of pruritus, are: doxepin (antihistamine), topical agonists of cannabinoid receptors, topical antagonists of l-opioid receptors or topical anesthetics, but they are NOT to be routinely recommended given their adverse effects, but also because its use is not approved for AD.

Systemic corticosteroids (at initial doses no greater than 0.5 mg/kg/day) produce rapid, albeit temporary, improvements with prompt relapses, which is why they should be used in acute exacerbations or when a quick response is required. “Corticophobia” is relatively frequent, both among doctors and patients, which requires pausing to explain the advantages and disadvantages of these drugs, as well as careful managing, clearly specifying the dose and duration.

Phototherapy (narrow band ultraviolet B and ultraviolet A1) is only authorized from 12 years old onwards, but it is very useful, although the need to travel and time schedule difficulties are an obstacle, sometimes insurmountable.

Cyclosporine is the only drug with authorized indication in Spain and the fastest acting one. Its efficacy is 53-95%, but this efficacy is limited by its medium and long-term side effects (fatigue, gingival hyperplasia, increased blood pressure, hypertrichosis, kidney failure, etc.).

Azathioprine or methotrexate, both of them used off-label in severe AD, are drugs with theoretically similar efficacy (26-39% and 42%, respectively), which are indicated in severe cases of AD. They are slow acting (it takes more than a month for improvement to be noticeable), but are generally well tolerated for months, although they require periodic analytical tests.

Other alternatives without approved indication for AD, are: mycophenolate mofetil, alitretinoin (for hand eczema), rituximab, omalizumab, ustekinumab, tofacitinib or apremilast, with scarce or variable response.

Targeted immunotherapy against specific allergens (dust mites or pollens) can be considered in sensitized patients with severe AD and a history of clinical exacerbations following exposure to these allergens.

Psychotherapy may be indicated in patients in whom exacerbations are related to episodes of stress (exams, relationship problems, etc.).

Dupilumab is a human monoclonal antibody that is administered subcutaneously. It blocks the alpha chain common to IL4 and IL13 and decreases not only the production of IgE, but also the inflammatory response mediated by Th2 cells. It is indicated in severe forms that do not respond to cyclosporine or that present some contraindication to its use. Dupilumab is the first in a series of new drugs, which are being released now for the treatment of moderate-severe AD. Some have already been approved by the EMA, such as baricitinib (which has the therapeutic positioning report of the Spanish Agency for Medicines and Health Products pending), and others that have not yet been approved or are still in advanced stages of clinical trials, which will radically modify the prognosis of these patients.

Seborrheic dermatitis



Introduction

Seborrheic dermatitis is a common eczema, self-limited in childhood and with a chronic and relapsing course in adults.

Seborrheic dermatitis (SD) is a common eczema, with two clinical forms, the one found in the infant and that of the adult. The first is self-limited to the first 3 months of life; while, the second is chronic and, although it can present in puberty, its frequency is highest during the fourth to sixth decades of life. The latter affects men more than women.

Etiopathogenesis

There is a relationship between seborrheic dermatitis and: overproduction of sebum (seborrhea), alterations in its composition and commensal yeasts of the genus Malassezia (Pityrosporum).

The etiopathogenesis is not fully known, but there is a relationship with: overproduction of sebum (seborrhea), alterations in its composition and commensal yeasts of the genus Malassezia (Pityrosporum). In babies, sebum is produced for a few weeks after birth, and the adult form of SD does not develop before puberty, supporting a role of androgens in the activation of the sebaceous glands. However, patients with SD may have normal sebum production, and those with excessive sebum production usually do not have SD. Malassezia Furfur and other species can be isolated from SD lesions, including infant SD, but there is no relationship between the number of yeasts and the severity of SD (unaffected skin may have a microorganism load similar to that of lesions). Anyhow, with antifungal treatment, skin lesions improve and the number of yeasts decreases and, these increase again when SD relapses. It has also been discovered that a major component of the resident skin microflora, Propionibacterium acnes, is greatly diminished in SD; thus, it could be associated with an imbalance of the microbial flora.

Clinical presentation and diagnosis

The diagnosis of seborrheic dermatitis is a clinical one. The lesions, generally not very bothersome, are located in areas with an abundance of sebaceous glands and, less frequently, in skinfolds.

The lesions consist of erythematous areas, generally well defined, with an unctuous sensation to the touch, and loose and moderate scaling. Vesiculation and crusting are rare to find. It is located in areas with an abundance of sebaceous glands (scalp, face, ears, presternal region) and, less frequently, in folds, but generalized and even erythrodermic forms can occur.

Seborrheic dermatitis of the infant

It usually begins a week after birth and can persist for several months. Initially, they are greasy scales, attached to the vertex and anterior fontanel, which can spread to the entire scalp (cradle cap) and face (Fig. 6).

Figura 6. Seborrheic dermatitis. Cradle cap.

Lesions in armpits, inguinal folds, neck, and retroauricular folds are usually more inflamed, although well defined. Lesions may become superinfected by Candida and, more rarely, by group A Streptococcus. A widespread rash of psoriasiform-appearing erythematous-scaly lesions may develop after an intensely inflammatory or superinfected SD, especially in the diaper area.

Seborrheic dermatitis in adults

In the scalp, the lesions are predominantly located in the parietal and vertex regions, but also in the occipital region, with a quite diffuse pattern. On the face, the lesions are located symmetrically in: nasogenial folds, eyebrows and retroauricular folds, but also in: the forehead, on the implantation edge of the scalp, in the glabella region and, occasionally, on the back of the neck, and also on the hairline. The lesions are not usually infiltrated and the scaling is fine and loose. Lesions on the trunk are located in the presternal area (in men) and in the center of the back where they tend to adopt a petaloid morphology. They are rarer in the armpits. Flare-ups lasting 1-2 weeks are more or less recurrent and they are frequently related to stress. Pruritus is usually moderate, but may be severe, and folliculitis (Pityrosporum) and inflammation of the meibomian glands in the palpebral tarsus (meibomitis) may be seen.

Differential diagnosis

The main differential diagnosis of seborrheic dermatitis is with atopic dermatitis.

Infantile SD differs from atopic dermatitis by: its earlier onset, the different distribution pattern and the absence of itching, irritability and insomnia. Irritant diaper rash is limited to the diaper area and usually does not affect the folds. Yeast (Candida) diaper rash preferentially affects the folds, with occasional fissuring, and satellite lesions are usually present around the main lesions. In inverted psoriasis of the diaper area, the lesions are more infiltrated and demarcated, and the presence of typical lesions in other locations aids in the diagnosis.

Pityriasis amiantacea (thick asbestos-like flakes which adhere to strands of hair on the scalp, in an irregular shape) which could be confused with cradle cap, occurs in atopic dermatitis and psoriasis.

Other rare disorders, which must also be considered in the differential diagnosis, especially in treatment-resistant forms, are: Langerhans cell histiocytosis, acrodermatitis enteropathica, and Leiner’s disease. The latter, previously considered the maximal expression variant of infantile SD, is now considered erythroderma in the context of underlying immunosuppression.

Another differential diagnosis, to be considered especially in prepubertal children, and primarily in black ethnicity, with scaling of the scalp, is tinea capitis (due to Trichophyton tonsurans).

When SD is extensive and severe in adults, HIV infection should be ruled out. The main differential diagnosis is with psoriasis of the scalp. In this case, the lesions are erythematous plaques covered by whiter and adherent scales, especially in the occipital and temporal regions.

Pityriasis simplex (dandruff) is defined as a diffuse, more or less intense, flaking of the scalp and beard, but without significant erythema or irritation. This common disorder can be considered the mildest form of seborrheic dermatitis of the scalp.

Treatment

Washing the lesions with a 2% ketoconazole shampoo and the application of an emollient cream suffice in most cases.

Both, infantile and adult forms of SD satisfactorily respond to washing with mild shampoos and application of emollients. Ketoconazole (2%) or ciclopirox olamine cream or shampoo is indicated in more extensive or persistent cases. In acute phases, short courses of low-potency topical corticosteroids or calcineurin inhibitors (although not approved for this indication) can be used to suppress inflammation.

The role of the Primary Care pediatrician

The role of the Primary Care pediatrician is to recognize the typical and less typical forms of both diseases, in order to be able to treat mild or moderate forms, and refer the most serious forms or those that do not respond to treatment to the specialist. In the case of AD, he plays a fundamental role in the prevention of flare-ups, in the education of patients and their families (it should not be forgotten that it is often a familial disease) as well as in screening for other diseases associated with AD (asthma, environmental allergy, etc.).

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The asterisks show the interest of the article in the opinion of the authors.

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Recommended bibliography

- Patrick GJ, Archer NK, Miller LS. Which Way Do We Go? Complex Interactions in Atopic Dermatitis Pathogenesis. J Investig Dermatol. 2021; 14: 274-84.

It summarizes the current knowledge on the etiopathogenesis of atopic dermatitis.

- Wollenberg A, Barbarot S, Bieber T, Christen-Zaech S, Deleuran M, Fink-Wagner A, et al. Consensus-based European guidelines for treatment of atopic eczema (atopic dermatitis) in adults and children: part I. J Eur Acad Dermatol Venereol.2018; 32: 657-82.

- Wollenberg A, Barbarot S, Bieber T, Christen-Zaech S, Deleuran M, Fink-Wagner A, et al. Consensus-based European guidelines for treatment of atopic eczema (atopic dermatitis) in adults and children: part II. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018; 32: 850-78.

They both reflect the current European consensus in the treatment of atopic dermatitis.

- Paller AS, Siegfried EC, Vekeman F, Gadkari A, Kaur M, Mallya UG, et al. Treatment patterns of pediatric patients with atopic dermatitis: A claims data analysis. J Am Acad Dermatol. 2020; 82: 651-60.

It highlights how things are currently being done and what has to be improved.

 

Clinical case

 

11-year-old patient who has noticed for months, the appearance of cracks in the 1st and 2nd toes of both feet. The examination is shown in figure 7.

 

Figure 7.

 

Dermatitis atópica y dermatitis seborreica

T. Pozo Román*, B. Mínguez Rodríguez**
Temas de FC


T. Pozo Román*, B. Mínguez Rodríguez**

*Jefe de Unidad de Dermatología en el Hospital Universitario Río Hortega. Valladolid. **Médico Adjunto de Pediatría en el Hospital San Joan de Deu. Barcelona

Resumen

La dermatitis atópica es una dermatosis inflamatoria común y frecuentemente familiar que, habitualmente, aparece durante la lactancia o la primera infancia, y se asocia con frecuencia a otras enfermedades atópicas, como: asma, rinoconjuntivitis alérgica, alergias alimentarias o esofagitis eosinófilica. Es una enfermedad genética compleja con influencias medioambientales, caracterizada por un prurito intenso y una evolución crónica en brotes.
En lactantes y niños pequeños, se afectan: mejillas, cuero cabelludo y superficies de extensión de las extremidades; y en niños mayores y adultos, las lesiones suelen localizarse en los pliegues de flexión o en localizaciones específicas, como: zona perioral, párpados, manos o pies. En la mayoría de los pacientes, la enfermedad desaparece cuando llega la pubertad, pero también puede aparecer en la edad adulta.
La dermatitis seborreica es una dermatosis inflamatoria común, con una forma clínica del lactante y otra del adulto. Las lesiones se localizan en: cuero cabelludo, orejas, cara, parte central del tórax y áreas intertriginosas. Hay una relación etiológica con las glándulas sebáceas activas, las alteraciones en la composición del sebo y el género Malassezia (Pityrosporum).

 

Abstract

Atopic dermatitis is a common and frequently familial inflammatory dermatosis, which usually appears during infancy or early childhood and is often associated with other atopic diseases such as asthma, allergic rhinoconjunctivitis, food allergies or eosinophilic esophagitis. It is a complex genetic disease with environmental influences, characterized by intense pruritus and a chronic course in flares.
In infants and young children, cheeks, scalp and extensor surfaces of the extremities are affected and in older children and adults the lesions are usually located in the flexion folds, or in specific locations such as the perioral area, eyelids, hands or feet. In most patients the disease disappears when puberty arrives, but it can also appear in adulthood. Seborrheic dermatitis is a common inflammatory dermatosis, with an infantile and an adult clinical form. Lesions are located on the scalp, ears, face, central part of the chest and intertriginous areas. There is an etiological relationship with active sebaceous glands, alterations in sebum composition and the genus Malassezia (Pityrosporum).

 

Palabras clave: Dermatitis atópica; Eczema; Atopia; Dermatitis seborreica; Malassezia (Pityrosporum).

Key words: Atopic dermatitis; Eczema; Atopy; Seborrheic dermatitis; Malassezia (Pityrosporum).

 

Pediatr Integral 2021; XXV (3): 119 – 127

 


Dermatitis atópica y dermatitis seborreica

Dermatitis atópica


Introducción/definición

La dermatitis atópica se caracteriza por brotes de lesiones inflamatorias, pruriginosas, con una distribución característica e historia personal y/o familiar de atopia (rinoconjuntivitis alérgica, asma, alergias alimentarias, etc.).

La dermatitis atópica (DA) y la alergia alimentaria tienen predilección por lactantes y niños pequeños; mientras que, el asma prevalece en niños mayores y la rinoconjuntivitis predomina en los adolescentes. Esta secuencia característica, dependiente de la edad, se denomina «marcha atópica», pero no siempre ocurre, pudiendo aparecer o no las enfermedades, y hacerlo simultáneamente o en diferentes momentos.

Es más prevalente en niños (10-20%) que en adultos (1-3%) y, en el 90% de los casos, aparece en la infancia (un 45% durante los 6 primeros meses de vida y el 60% antes del año). Al menos, el 50% de los niños atópicos mantienen alguna manifestación de la enfermedad durante la adolescencia y el 20% también alguna manifestación en la vida adulta(1,2).

La mayoría de los casos se pueden considerar como leves, pero un 10% de los pacientes sufren una enfermedad grave y este porcentaje de casos graves es más alto en la población adulta. Se calcula que la prevalencia de la dermatitis atópica grave en adultos en España es del 0,08%(3).

En las formas más graves, se altera el ciclo del sueño y es causa de irritabilidad, lo que afecta, además de al rendimiento en los estudios o en el deporte, a la autoestima, las relaciones sociales y las actividades rutinarias y de ocio.

Por otro lado, la DA y especialmente la DA grave, implica un gasto económico importante, tanto directo (visitas médicas, coste farmacológico) como indirecto (pérdida de horas lectivas y productividad), y tanto a nivel personal como para los sistemas sanitarios, lo que acentúa la necesidad de evaluar su impacto en el entorno familiar y en el de los cuidadores de los pacientes. Es necesario reconocer que se trata de una enfermedad “familiar” más que individual y, como tal, debe ser valorada(4).

Etiopatogenia

Una deficiente función de la barrera cutánea, la alteración de la respuesta inmune, una alteración del microbioma cutáneo y una importante influencia psicosomática son los factores etiopatogénicos principales.

Es una enfermedad genética compleja, con interacciones entre distintos genes y de estos con el medio ambiente.

En los pacientes con DA, la piel lesional y, en menor medida, la no lesionada, presentan una barrera cutánea defectuosa, con: aumento de la pérdida de agua trasepidérmica, alteración de los lípidos cutáneos, aumento de la proliferación epidérmica, reducción de la expresión de filagrina, inflamación y aumento de receptores de IgE en las células de Langerhans.

La piel sin lesiones muestra también perfiles inmunológicos diferentes al de la piel normal (17% más de células T que la piel normal y un aumento de la expresión de linfocitos Th1, Th2 y Th22). Los antígenos que atraviesan la piel llegan a los ganglios (vía células dendríticas) y estimulan la respuesta Th2 con el consiguiente aumento de producción de IgE y de diversos mediadores procedentes también de diversas células inflamatorias e incluso epidérmicas. La inmunidad mediada por la vía Th1 (que está atenuada) y el sistema inmune innato, contribuyen a la inflamación cutánea con la liberación de citoquinas y con el déficit de péptidos antimicrobianos.

Los pacientes con DA muestran cambios importantes en el microbioma cutáneo, fundamentalmente una disminución de Staphylococcus Epidermidis y una colonización dominante de Staphylococcus Aureus (hasta un 90% en las lesiones), que se correlaciona con la gravedad de la enfermedad. A la inversa, la recuperación de la diversidad del microbioma precede a la resolución de los brotes.

Todas estas alteraciones interaccionan entre sí; de forma que: la disfunción de la barrera altera el microbioma de la piel y la respuesta inmune; el microbioma cutáneo altera la respuesta inmune y la barrera cutánea; y, por último, la disregulación inmune altera también el microbioma cutáneo y la función barrera de la piel(5).

Clinica y diagnóstico

El diagnóstico de la DA es fundamentalmente clínico y sigue basándose en los criterios clásicos de Hanifin y Rajka(6): 3 o más criterios mayores, y 3 o más criterios menores (Tabla I).

El diagnóstico de la DA es fundamentalmente clínico (Figs. 1-5).

Figura 1. Dermatitis atópica en fase aguda.

Figura 2. Eccema impetiginizado.

Figura 3. Eccema retroauricular con fisuración.

Figura 4. Eccema labial y perioral.

Figura 5. Eccema cronificado por el rascado (neurodermitis).

Característicamente, las lesiones típicas de eccema atópico son áreas de piel eritematosas, a menudo, mal definidas, con intenso picor, pero la distribución y características de las mismas cambia con la edad. Hay también algunas manifestaciones clínicas de la enfermedad, características, que hay que conocer (Tabla II).

Es importante también distinguir entre formas: agudas, subagudas y crónicas, porque el tratamiento tópico es diferente (Tabla II) y conocer otras manifestaciones clínicas de la DA, que son muy frecuentes (Tabla III).

Diagnóstico diferencial

La clínica de la DA es muy característica y la mayoría de los posibles diagnósticos diferenciales pueden excluirse por la historia clínica (sarna, dermatitis seborreica, dermatitis de contacto irritativa e ictiosis).

En algunos casos, puede ser necesaria la realización de biopsias (linfomas cutáneos de células T y psoriasis) o la realización de pruebas de contacto (dermatitis alérgica de contacto o aerotransportada), o estudios especiales (enfermedades fotosensibles, enfermedades por deficiencias del sistema inmune, eritrodermias por otras causas, etc.). Merece la pena comentar que la utilidad de las pruebas de parche atópico que se han utilizado desde hace 20 años para el diagnóstico de alergias alimentarias y aeroalérgenos es muy reducida, porque aunque son específicas, no son sensibles, especialmente en niños con síntomas gastrointestinales relacionados con la alergia alimentaria y, en el caso de los aeroalérgenos que pudieran desencadenar la DA, no hay datos suficientes(7,8).

Valoración de la gravedad de la DA

En los últimos años, la valoración objetiva de la gravedad de la DA se ha vuelto especialmente importante en la clínica diaria, con la aparición de los nuevos tratamientos para la DA grave y su elevado coste, como el criterio fundamental para decidir: primero, su administración (limitada a las formas graves y con falta de respuesta a los tratamientos clásicos); y, después, la continuidad de su administración.

Hay múltiples escalas de valoración de la enfermedad y de la calidad de vida, que se usaban fundamentalmente en investigación y que ahora se han trasladado a la práctica clínica habitual, aunque como ya hemos comentado, solo para los pacientes con cuadros graves de DA(9) (Tabla IV).

Conducta a seguir / Tratamiento

En el manejo de la DA, es tanto o más importante el tratamiento de la enfermedad, como la prevención de los factores que desencadenan los brotes.

Se recomienda: evitar los factores desencadenantes, usar de forma regular cremas emolientes y tratar los brotes, para contener la inflamación subclínica y las reagudizaciones sintomáticas(9,10).

Prevención

En la prevención de los brotes, la educación de los niños y de los padres, aunque consuma mucho tiempo, es particularmente importante. En un estudio sobre un programa educacional dirigido a los propios niños, el 97% de los que recibían educación sobre dermatitis atópica, obtenían una disminución significativa del SCORAD (Scoring Atopic Dermatitis) (Tabla IV) a los 6 meses(11).

Esta educación, además de enseñar las características y evolución probable de la enfermedad y las medidas básicas para prevenir los brotes, debe tener en cuenta que, en una sociedad como la actual, en la que “todo el mundo” opina, hay muchas cosas que no están demostradas y que, por tanto, no hay que hacer. Por ejemplo:

Solo en pacientes con alergia demostrada a alimentos, las dietas de exclusión han demostrado cierta utilidad, aunque no consiguen controlar al completo los brotes de DA. Únicamente, son fiables las pruebas de provocación a doble ciego y controladas con placebo. Las pruebas de alergia, RAST y prick test, son positivas en más del 40% de los pacientes, sin que ello tenga relevancia clínica, y las pruebas epicutáneas a alimentos, que pueden ser útiles en pacientes con RAST y prick test negativos, aunque específicas, son poco sensibles.

Con la exclusión de los alérgenos más comunes (leche de vaca, huevo, frutos secos, soja y pescado) en niños de alto riesgo o en sus madres durante el embarazo y la lactancia, se ha visto que, aunque se observa una disminución de la prevalencia de atopia durante los primeros 2 años de vida, estas diferencias no se mantienen a largo plazo. Estas dietas tan restrictivas son además muy difíciles de mantener en niños e incluso pueden ser perjudiciales (se ha demostrado, por ej.: el aumento de alergia al cacahuete al retrasar su introducción)(12). Algunos estudios epidemiológicos han mostrado una asociación significativa entre la diversidad de comidas dadas durante el 1er año de vida y la protección frente a la DA(13).

Se recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 4 meses, como prevención frente a la alergia alimentaria asociada a la DA, pero con un nivel de evidencia C; es decir, solo un escalón por encima de la opinión de los expertos (D). También, se recomienda la utilización de fórmulas de leche hipoalergénicas, cuando no es posible la lactancia materna, en niños con alto riesgo (un pariente de primer grado con síntomas alérgicos), en este caso, con un nivel de evidencia algo mayor (B)(9).

Los estudios con prebióticos y probióticos no son concluyentes en el momento actual, respecto a si benefician o no(14-16).

No se deben aceptar tratamientos no recomendados por su médico (porque no han demostrado su eficacia o su seguridad), como: montelukast (antagonista de leucotrienos), capsaicina tópica, ácidos grasos esenciales (tópicos u orales), fitoterapia (hierbas chinas), acupuntura, sangre autóloga, biorresonancia, homeopatía, masaje-terapia o aroma-terapia, baños de sal y balneoterapia, vitaminas y minerales, vitamina B12 en aceite de aguacate, etc.(10).

No hay evidencias suficientes de que la utilización de antihistamínicos no sedantes reduzcan el picor en pacientes con DA; sin embargo, pueden ser útiles antes del ejercicio, porque disminuyen el picor causado por la sudoración. Tampoco, los antihistamínicos sedantes, como la hidroxicina, parecen controlar los síntomas de la DA, pero al inducir el sueño, pueden mejorar el descanso y reducir el rascado(17).

El cuidado de la piel sana es fundamental en estos pacientes que presentan alteraciones de la barrera cutánea y aumento de la pérdida de agua transepidérmica, por ello: la ducha o el baño deben ser cortos (5 minutos) y con agua tibia; la idea de bañarse solo 1-2 veces por semana no es buena, porque aumenta la proliferación de Staphylococcus Aureus en la piel; se deben utilizar jabones poco irritantes (de avena, hipergrasos, etc.) y de forma limitada (a las superficies que pudieran estar más sucias); el uso de cremas hidratantes o baños de aceite, diariamente, es esencial; y hay que evitar las causas de picor y/o brotes, como son el uso de ropa de lana directamente sobre la piel o de vestidos o calzado que favorezcan la sudoración, así como la exposición a alérgenos clínicamente relevantes (diagnosticados en los test de alergia).

Cuando las recidivas son frecuentes, es útil aplicar entre los brotes, en las áreas habitualmente afectadas por la dermatitis atópica, inhibidores de la calcineurina o corticoides tópicos (dos/tres veces por semana). Es más dudosa la utilidad de los baños de lejía 2 veces por semana (diversos estudios no han mostrado diferencias con los baños solo de agua) y tampoco hay referencias de la utilidad de la mupirocina nasal en la DA(18).

Tratamiento

El tratamiento antiinflamatorio es necesario, incluso en la inflamación subclínica, para intentar restablecer cuanto antes el equilibrio en la piel que ha estado inflamada.

Aunque los brotes de eccema tienden a la curación espontánea en 1-2 semanas, es necesario tratar todos los brotes; porque, si no se hace, tienden a hacerse subintrantes y las lesiones a extenderse. El tratamiento debe adaptarse a las características del paciente y al de las lesiones que presenta y, por ello, vamos a distinguir una serie de situaciones y el tratamiento correspondiente en cada una de ellas(19).

En las formas leves (limitadas a 4-6 localizaciones), el tratamiento antiinflamatorio debe ser tópico (Tablas V y VI) y los corticoides son la primera elección, aunque los inhibidores de la calcineurina han aumentado las opciones cuando las lesiones son subagudas.

En las formas graves (con una extensión importante o resistentes al tratamiento tópico, o con intensa afectación de localizaciones especialmente importantes, como las manos o la cara), es necesario asociar al tratamiento tópico, el tratamiento sistémico: corticoides orales, ciclosporina, metotrexato, azatioprina, micofenolato mofetilo o fototerapia. Desde el 31 de enero de 2020, está aprobado también un fármaco biológico, dupilumab, inicialmente solo para mayores de 12 años, pero desde el 2 de diciembre de 2020 también para mayores de 6 años, que ha demostrado en niños, resultados similares a los de adultos(20).

La colonización microbiana de las lesiones y la superinfección (Staphylococcus Aureus en todo el cuerpo y Malassezia furfur en lesiones de cabeza y cuello) parecen tener un papel en la exacerbación de los brotes y justifica la asociación de antimicrobianos cuando estas situaciones se produzcan.

Tratamientos empleados

Los corticoides tópicos son el tratamiento antiinflamatorio de primera línea en todas las fases de la DA, pero especialmente en las fases agudas. Excepto en las formas crónicas, donde son necesarios corticoides de alta potencia, tipo propionato de clobetasol, en el resto suele ser suficiente con corticoides de baja y media potencia, como clobetasona (baja potencia) o aceponato de metilprednisolona (media-alta potencia).

Los inhibidores de la calcineurina (tacrolimus y pimecrolimus) son la alternativa a los corticoides tópicos y, más comúnmente, un complemento de los mismos para reducir sus efectos adversos. Tacrolimus al 0,1% tiene una potencia antiinflamatoria similar a la de un corticoide de mediana potencia y es claramente superior a pimecrolimus al 1%.

El crisaborol al 2% es un inhibidor de la fosfodiesterasa 4, principalmente de la 4B, que disminuye la liberación de citoquinas proinflamatorias, como: TNF, IL12 e IL23. Se ha aprobado en mayores de 2 años por la EMA (Agencia Europea del Medicamento, 27 de marzo de 2020), aunque no dispone todavía del preceptivo “informe de posicionamiento terapéutico”. Su uso está restringido hasta un máximo del 40% de la superficie corporal y, hasta ahora, no se ha demostrado su superioridad frente a corticoides tópicos o inhibidores de la calcineurina.

Otros tratamientos tópicos que han demostrado su utilidad, como coadyuvantes en el tratamiento del prurito, son: doxepina (antihistamínico), agonistas tópicos de los receptores cannabinoides, antagonistas tópicos de los receptores l-opioides o anestésicos tópicos, pero NO pueden recomendarse de forma rutinaria por sus efectos adversos o porque su uso no está aprobado en la DA.

Los corticoides sistémicos (a dosis no mayores de 0,5 mg/kg/día de dosis inicial) producen mejorías rápidas, aunque temporales, con recidivas rápidas, por lo que se deben usar en cuadros agudos o cuando es precisa una respuesta rápida. Es relativamente frecuente la “corticofobia”, tanto por parte de médicos como de pacientes, lo que exige pararse a explicar las ventajas y desventajas de estos fármacos, así como a un manejo cuidadoso, especificando bien las dosis y los tiempos.

La fototerapia (ultravioleta B de banda estrecha y ultravioleta A1) solo está autorizada a partir de 12 años, pero es muy útil, aunque la necesidad de desplazamientos y las dificultades horarias son un obstáculo, a veces, insuperable.

La ciclosporina es el único fármaco con indicación autorizada en España y el más rápido de acción. Su eficacia es del 53-95%, pero esta eficacia está limitada por sus efectos secundarios a medio y largo plazo (cansancio, hiperplasia gingival, aumento de la tensión arterial, hipertricosis, insuficiencia renal, etc.).

La azatioprina o metotrexato, ambos “off-label” en la DA grave, son fármacos teóricamente con una eficacia similar (26-39% y 42%, respectivamente), que están indicados en DA graves. Son lentos (más de un mes para empezar a ver mejoría), pero generalmente se toleran bien durante meses, aunque exigen controles analíticos periódicos.

Otras alternativas sin indicación aprobada para la DA, son: micofenolato mofetilo, alitretinoína (en eccemas de manos), rituximab, omalizumab, ustekinumab, tofacitinib o apremilast, con respuestas escasas o variables.

La inmunoterapia dirigida contra alérgenos específicos (ácaros del polvo o pólenes) puede considerarse en pacientes sensibilizados con DA grave e historia de exacerbaciones clínicas tras exposición a estos alérgenos.

La psicoterapia puede estar indicada en pacientes en los que las exacerbaciones estén relacionadas con episodios de estrés (exámenes, problemas de relación, etc.).

Dupilumab es un anticuerpo monoclonal humano que se administra de forma subcutánea, bloquea la cadena alfa común a IL4 e IL13 y disminuye no solo la producción de IgE, sino también la respuesta inflamatoria mediada por células Th2. Está indicado en formas graves que no responden a ciclosporina o que presentan alguna contraindicación para su uso. Dupilumab es el primero de una serie de nuevos fármacos, que están saliendo ahora, para el tratamiento de la DA moderada-grave. Algunos ya están aprobados por la EMA, como baricitinib (pendiente del informe de posicionamiento terapéutico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios), y otros todavía no están aprobados o están todavía en fases avanzadas de ensayo clínico, que van a cambiar radicalmente el pronóstico de estos pacientes.

Dermatitis seborreica


Introducción

La dermatitis seborreica es un eccema frecuente, autolimitado en la infancia y con una evolución crónica y recidivante en el adulto.

La dermatitis seborreica (DS) es un eccema frecuente, con dos formas clínicas, la del lactante y la del adulto. La primera es autolimitada a los primeros 3 meses de vida; mientras que, la segunda es crónica y, aunque puede ocurrir en la pubertad, su frecuencia es máxima de la cuarta a la sexta décadas de vida. Esta última afecta más a los hombres que a las mujeres.

Etiopatogenia

Existe una relación de la dermatitis seborreica con: sobreproducción de sebo (seborrea), alteraciones en la composición del mismo y levaduras comensales del género Malassezia (Pityrosporum).

La etiopatogenia no es plenamente conocida, pero existe una relación con: sobreproducción de sebo (seborrea), alteraciones en la composición del mismo y levaduras comensales del género Malassezia (Pityrosporum). En los bebés, el sebo se produce durante algunas semanas después del nacimiento, y la forma adulta de la DS no se desarrolla antes de la pubertad, lo que apoya una función de la activación de las glándulas sebáceas por los andrógenos. Sin embargo, los pacientes con DS pueden tener una producción normal de sebo, y los que tienen una producción excesiva de sebo no suelen tener DS. Malassezia Furfur y otras especies pueden aislarse de las lesiones de DS, incluida la DS del lactante, pero no hay una relación entre el número de levaduras y la gravedad de la DS (la piel no afectada puede tener una carga de microorganismos similar a la de las lesiones). Sin embargo, con el tratamiento antimicótico, las lesiones cutáneas mejoran y la cantidad de levaduras desciende y estas vuelven a aumentar cuando se produce una recidiva de la DS. Se ha descubierto también, que un componente principal de la microflora cutánea residente, el Propionibacterium acnes, disminuye enormemente en la DS; así que, podría estar asociada a un desequilibrio de la flora microbiana.

Clínica y diagnóstico

El diagnóstico de la dermatitis seborreica es clínico. Las lesiones, en general poco molestas, se localizan en las áreas con abundancia de glándulas sebáceas y, con menos frecuencia, en pliegues.

Las lesiones son áreas eritematosas, en general bien delimitadas, con sensación untuosa al tacto, y descamación suelta y moderada. Es rara la vesiculación y formación de costras. Se localiza en las áreas con abundancia de glándulas sebáceas (cuero cabelludo, cara, orejas, región preesternal) y, con menos frecuencia, en pliegues, pero pueden producirse formas generalizadas e incluso eritrodérmicas.

Dermatitis seborreica del lactante

Suele comenzar una semana después del nacimiento y puede persistir durante varios meses. Al principio, son escamas grasientas, adheridas al vértex y a la fontanela anterior, que pueden extenderse a todo el cuero cabelludo (costra láctea) y a la cara (Fig. 6).

Figura 6. Dermatitis seborreica. Costra láctea.

Las lesiones de las axilas, los pliegues inguinales, el cuello y los pliegues retroauriculares suelen estar más inflamadas, aunque bien delimitadas. Las lesiones pueden sobreinfectarse por Candida y, más raramente, por Streptococcus del grupo A. Puede desarrollarse una erupción diseminada de lesiones eritemato-descamativas con aspecto psoriasiforme, después de una DS intensamente inflamatoria o sobreinfectada, especialmente en la zona del pañal.

Dermatitis seborreica del adulto

En cuero cabelludo, las lesiones se localizan predominantemente en las regiones parietales y el vertex, pero también en región occipital, con un patrón más difuso. En la cara, las lesiones se localizan de forma simétrica en: pliegues naso-genianos, cejas y pliegues retroauriculares, pero también en: la frente, en el borde de implantación del cuero cabelludo, en la región de la glabela y, en ocasiones, en la cara posterior del cuello, también en el borde de implantación del pelo. Las lesiones no suelen mostrar infiltración y la descamación es fina y está suelta. Las lesiones en el tronco, se localizan en el área preesternal (en hombres) y en el centro de la espalda donde suelen adoptar una morfología petaloide. Son más raras en axilas. Los brotes de 1-2 semanas de duración, son más o menos recidivantes y, frecuentemente, están relacionadas con el estrés. El prurito suele ser moderado, pero puede ser intenso y pueden observarse foliculitis (por Pityrosporum) e inflamación de las glándulas de Meibomio en el tarso palpebral (meibomitis).

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial fundamental de la dermatitis seborreica es con la dermatitis atópica.

La DS del lactante se diferencia de la dermatitis atópica por: su inicio más temprano, el patrón de distribución diferente y la ausencia de prurito, irritabilidad e insomnio. La dermatitis irritativa del pañal, está limitada al área del pañal y, habitualmente, no afecta los pliegues. La candidiasis de la zona del pañal afecta preferentemente a los pliegues, con fisuración ocasional, y suele haber lesiones satélite alrededor de las lesiones principales. En la psoriasis invertida de la zona del pañal, las lesiones están más infiltradas y delimitadas, y ayuda la presencia de lesiones típicas en otras localizaciones.

La seudotiña amiantácea (escamas gruesas similares al amianto, que se adhieren a mechones de pelo del cuero cabelludo, de forma irregular) y que podría confundirse con la costra láctea, ocurre en la dermatitis atópica y en la psoriasis.

Otros trastornos infrecuentes, que también deben considerarse en el diagnóstico diferencial, sobre todo, en las formas resistentes al tratamiento, son: la histiocitosis de células de Langerhans, la acrodermatitis enteropática y la enfermedad de Leiner. Esta última, que antes se consideraba la variante máxima de la DS del lactante, hoy en día, se considera una eritrodermia en el contexto de una inmunodepresión subyacente.

Otro diagnóstico diferencial, a considerar, sobre todo, en niños prepúberes, y especialmente de raza negra, con descamación en el cuero cabelludo, es una tiña de la cabeza (por Trichophyton tonsurans).

La DS del adulto, cuando es extensa y grave, obliga a descartar la infección por el VIH. El principal diagnóstico diferencial es con la psoriasis en cuero cabelludo. En esta, las lesiones son placas eritematosas cubiertas por escamas más blancas y adheridas, sobre todo, en la región occipital y regiones temporales.

La pitiriasis simple (caspa) se define como una descamación difusa, más o menos intensa, del cuero cabelludo y barba, pero sin eritema ni irritación significativos. Este trastorno, frecuente, puede considerarse la forma más leve de dermatitis seborreica del cuero cabelludo.

Tratamiento

El lavado de las lesiones con un champú de ketoconazol 2% y la aplicación de una crema emoliente, son suficientes en la mayoría de los casos.

Tanto la DS del lactante como la del adulto responden satisfactoriamente al lavado con champús suaves y a la aplicación de emolientes. La crema o el champú de ketoconazol (al 2%) o ciclopirox olamina está indicada en los casos más extensos o persistentes. En las fases más agudas, pueden utilizarse ciclos cortos de corticoides tópicos de baja potencia o inhibidores de la calcineurina (aunque su uso no está aprobado en esta indicación) para suprimir la inflamación.

Papel del pediatra de Atención Primaria

El papel del pediatra de Atención Primaria está en reconocer las formas típicas y menos típicas de ambas enfermedades, para poder tratarlas cuando se trate de formas leves o moderadas y remitirlas al especialista en las formas más graves, o que no respondan al tratamiento. En el caso de la DA, su papel es fundamental en la prevención de los brotes, en la educación de los pacientes y sus familias (no hay que olvidar que se trata de una enfermedad a menudo familiar) y en el despistaje de las otras enfermedades que se asocian con la DA (asma, alergia ambiental, etc.).

Bibliografía

Los asteriscos muestran el interés del artículo a juicio de los autores.

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Bibliografía comentada

- Patrick GJ, Archer NK, Miller LS. Which Way Do We Go? Complex Interactions in Atopic Dermatitis Pathogenesis. J Investig Dermatol. 2021; 14: 274-84.

Resume el conocimiento actual sobre la etiopatogenia de la dermatitis atópica.

- Wollenberg A, Barbarot S, Bieber T, Christen-Zaech S, Deleuran M, Fink-Wagner A, et al. Consensus-based European guidelines for treatment of atopic eczema (atopic dermatitis) in adults and children: part I. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018; 32: 657-82.

- Wollenberg A, Barbarot S, Bieber T, Christen-Zaech S, Deleuran M, Fink-Wagner A, et al. Consensus-based European guidelines for treatment of atopic eczema (atopic dermatitis) in adults and children: part II. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2018; 32: 850-78.

Reflejan el consenso europeo actual, en el tratamiento de la dermatitis atópica.

- Paller AS, Siegfried EC, Vekeman F, Gadkari A, Kaur M, Mallya UG, et al. Treatment patterns of pediatric patients with atopic dermatitis: A claims data analysis. J Am Acad Dermatol. 2020; 82: 651-60.

Pone en evidencia cómo hacemos las cosas y lo que tenemos que mejorar.

 

Caso clínico

 

Paciente de 11 años que, desde hace meses, nota la aparición de fisuras en los dedos 1º y 2º de ambos pies. La exploración queda reflejada en la figura 7.

 

Figura 7.

 

Acné

R.de Lucas Laguna
Temas de FC


R. de Lucas Laguna

Sección de Dermatología Pediátrica. Hospital Universitario La Paz. Madrid

 

Resumen

Podemos definir el acné como una enfermedad inflamatoria crónica de la unidad pilosebácea, de etiología multifactorial, en el que juega un papel importante la estimulación de la glándula sebácea y de la misma por Propionibacterium acnes. Otros factores como la genética y la dieta, tienen una influencia difícil de valorar. Aunque el acné aparece normalmente en la adolescencia, no es raro verlo en niños antes de la pubertad y puede persistir hasta la vida adulta, provocando una alteración importante en la calidad de vida y en la autoestima. Aunque no existe un tratamiento definitivo, en la edad pediátrica y en la adolescencia, el tratamiento del acné no difiere del indicado en el adulto, pero en general, se usan fundamentalmente los tratamientos tópicos, como: peróxido de benzoilo, retinoides y antibióticos. El uso de antibióticos orales, anovulatorios e isotretinoína oral suele limitarse para acnés moderados y severos.

 

Abstract

We can define acne as a chronic inflammatory disease of the pilosebaceous unit, of multifactorial etiology, in which the stimulation of the sebaceous gland by Propionibacterium acnes plays an important role. Other factors such as genetics and diet have an influence difficult to assess. Although acne usually appears in adolescence, it is not rare to see it in children before puberty and it may persist into adulthood, causing a significant change in the quality of life and self-esteem. Although there is no definitive treatment in children and in adolescence, acne treatment does not differ from that indicated in adults, and in general topical treatments like benzoyl peroxide, retinoids and antibiotics are mainly used. The use of oral antibiotics, anovulatories and oral isotretinoin is usually limited to moderate and severe acne.

 

Palabras clave: Acné; Inflamación; Propionibacterium acnes; Tratamiento tópico; Retinoides; Isotretinoína

Key words: Acne; Inflammation; Propionibacterium acnes; Topical treatment; Retinoids; Isotretinoin

 

Pediatr Integral 2016; XX (4): 227-233


Acné

¿Cómo es clínicamente el acné?

El acné tiene una etiología multifactorial. El papel de la inflamación es relevante en todas las fases del acné.

El acné es una enfermedad inflamatoria crónica de la unidad pilosebácea(1). La lesión elemental clave para llegar al diagnóstico es el comedón, que resulta de la obstrucción del conducto pilosebáceo. Las manifestaciones clínicas del acné incluyen: seborrea (exceso de grasa); lesiones no inflamatorias, que identificamos como puntos negros o comedones abiertos y puntos blancos o comedones cerrados; lesiones inflamatorias como pápulas, pústulas, nódulos y quistes; y lesiones cicatriciales. El predominio de unas u otras lesiones define cada variedad clínica del acné (Figs. 1-7).

Figura 1. Acné comedoniano. Numerosos comedones abiertos y cerrados.

Figura 2. Acné comedoniano. Aparecen ya lesiones inflamatorias tipo pápulas.

Figura 3. Acné papulopustuloso.

Figura 4. A. Acné noduloquístico. B. Acné conglobata.

Figura 5. Comedones acné polimorfo juvenil. Lesiones variadas. Comedones abiertos, cerrados, pápulas, pústulas y nódulos.

Figura 6. Acné severo. Cicatrices residuales.

Figura 7. Acné prepuberal. Paciente con acné neonatal. Obsérvense los comedones.

Las lesiones de acné se localizan típicamente en aquellas zonas donde existe una mayor densidad de unidades pilosebáceas; es decir, en cara especialmente en la zona “T” frente y centrofacial, cuello, tórax, hombros y espalda.

Epidemiología

El acné puede aparecer en todas la edades de la vida. El tratamiento no depende de la edad, sino de la forma clínica del acné.

Más del 90% de los adolescentes en nuestro medio, tienen algún grado de acné, y casi en un 20%, el acné es moderado o grave(2). Aunque la prevalencia es difícil de estimar, ya que muchas veces se considera un fenómeno fisiológico asociado al desarrollo, a la maduración sexual, más que una verdadera enfermedad (“es algo natural, por lo que todos hemos pasado”) y, también, porque las definiciones de acné y su severidad varían ampliamente en los diferentes estudios y textos de dermatología. Es relevante señalar que muchos estudios publicados se basan únicamente en el testimonio de los pacientes, frecuentemente por teléfono, no hay un diagnóstico clínico de acné, son, por tanto, estudios poco fiables. En la edad adulta(3), el acné es una de las dermatosis más frecuentes, siendo un motivo de consulta frecuente en dermatología. Un estudio en Alemania reveló que un 65% de la población, entre 20 y 30 años y un 40% entre 30 y 40 años, tenía acné clínicamente evidente.

En general, podemos asumir que el acné comienza en la pubertad temprana o en la adrenarquia con seborrea, es decir, con un aumento de la producción de grasa facial. Los primeros comedones suelen aparecer en la región media facial, sobre todo en la frente y dorso nasal, luego, más adelante, aparecen pápulas y pústulas, es decir, las lesiones inflamatorias(2).

El acné de inicio precoz, que aparece antes de la pubertad, antes de los 12 años, es generalmente, más comedoniano que inflamatorio. Se ha especulado la razón, pero podría explicarse por la menor estimulación andrógeno dependiente de las glándulas sebáceas, por lo que la cantidad de sebo es insuficiente para mantener una población amplia de Propionibacterium acnes, patógeno muy importante, como se verá más adelante, en la producción de inflamación. Los factores predictivos de gravedad del acné infantil y del adolescente incluyen un inicio precoz de acné, es decir, la aparición precoz de comedones y una historia familiar de acné(4).

Se han identificado una serie de factores desencadenantes de acné, siendo los más recurrentes, los relacionados con el ciclo menstrual en las jóvenes, el estrés emocional y la manipulación de lesiones. Las creencias acerca de los factores externos que afectan al acné varían entre los grupos étnicos. La duración del acné vulgar es desconocida, pero, en general, cada vez se asume que pude persistir varios años(5). Aunque, en general, se observa una disminución clara de la prevalencia de la enfermedad después de los 20 años, en especial de las formas inflamatorias.

¿Se conocen las causas del acné?

Los factores de riesgo y los genes asociados con el pronóstico y tratamiento del acné son desconocidos. Algunos estudios llevados a cabo con gemelos univitelinos, han señalado la importancia de los factores genéticos en las formas de acné más graves(6). Es sabido que, si hay antecedentes familiares de acné, los descendientes tienen el doble de posibilidades de padecerlo. En cuanto al sexo, las chicas tienen lesiones de acné más precozmente, posiblemente debido a una maduración sexual más precoz, pero los varones se ven afectados mucho más frecuentemente en la mitad de la adolescencia. La raza negra se afecta más precozmente, posiblemente por una maduración sexual más precoz que en otras razas.

Hay factores ambientales que pueden favorecer la presencia de acné o que este sea más severo, aunque el tabaco no parece tener relación con la aparición de acné, las formas más graves son más frecuentes en fumadores. Otros factores como: la dieta, la exposición solar y la higiene de la piel se han implicado en el acné, pero existe escasa evidencia que confirme o descarte estas asociaciones(8). Aunque una revisión sistemática sugirió que los productos lácteos (especialmente la leche) aumentan el riesgo de acné, todos los estudios observacionales incluidos tenían un seguimiento muy corto, por lo que es aventurado sacar conclusiones y, mucho menos, podemos recomendar dietas restrictivas en nuestros pacientes con acné, aunque posiblemente, dietas con menos índice glucémico sean más saludables. Es posible que las dietas con mayor contenido en hidratos de carbono favorezcan una hiperinsulinemia que produciría un aumento de andrógenos, del factor de crecimiento semejante a la insulina número 1 (IGF1) y una señalización de retinoides alterada, fenómenos que se relacionan con formas más inflamatorias de acné(9).

¿Cómo se produce el acné? ¿Conocemos la fisiopatología?

El comedón es la lesión cutánea que define el acné. Sin comedón no debemos hacer el diagnóstico de acné.

Actualmente, se acepta que en la aparición de lesiones de acné, existen cuatro factores con un papel relevante: la inflamación, la alteración del proceso de queratinización del canal pilosebáceo, el aumento y alteración de la producción sebácea bajo control androgénico (o aumento de la sensibilidad del receptor de andrógenos) y la colonización folicular por P. acnes.

La secuencia exacta de los acontecimientos y cómo estos y otros factores se interrelacionan, aún se desconoce, aunque estudios recientes apoyan el papel precoz de la inflamación en todas la formas de acné, incluso en el acné comedoniano(10). Los linfocitos CD4+ y los macrófagos podrían estar implicados en un proceso inflamatorio inmunomediado que estimularía la vascularización pilosebácea, previa a la hiperqueratinización folicular. Los cambios cualitativos en los lípidos sebáceos, bajo influencia androgénica, inducen secreción de interleuquina 1 (IL-1) y una alteración de la queratinización, que llevaría a la formación del microcomedón(11). Las glándulas sebáceas son una parte del sistema inmune innato, produciendo varios péptidos antimicrobianos, neuropéptidos y lípidos antibacterianos que estimulan el inflamasoma, produciéndose aún más mediadores inflamatorios, sobre todo IL-1. Cada glándula sebácea funciona como un órgano endocrino independiente, estimulado por la hormona liberadora de corticotropina, lo que podría establecer el vínculo entre el estrés y las exacerbaciones del acné. La alteración cuantitativa y cualitativa de la composición lipídica, en especial, la oxidación del escualeno, podría estimular la proliferación queratinocítica y otras respuestas inflamatorias mediadas por el leucotrieno proinflamatorio B4, lo que explicaría y favorecería la aparición de comedones e inflamación clínica. Las metaloproteinasas de matriz en el sebo, liberadas también como respuesta a la inflamación, tienen un importante papel en la inflamación, proliferación celular y cicatrización.

Los folículos sebáceos que contienen un microcomedón proporcionan un ambiente anaerobio rico en lípidos, que favorece el crecimiento de P. acnes. La lipogénesis está aumentada directamente por P. acnes. Las cepas distintas de P. acnes con diferentes perfiles de resistencias bacterianas colonizan diversas unidades pilosebáceas e inducen inflamación mediante la activación de los receptores toll-like de queratinocitos y macrófagos(12), estos receptores tienen un papel relevante en la inmunidad innata y su estimulación desencadena cambios celulares que conducen a liberación de citoquinas inflamatorias. Los estudios in vitro sugieren que P. acnes interviene en la creación de un biofilm favoreciendo la resistencia a antibióticos(13).

¿Cómo afecta el acné al paciente?

Por supuesto que, el acné produce sintomatología física como prurito o dolor, pero quizás sea la repercusión emocional lo más relevante, particularmente, durante la adolescencia, momento en el que se construye la personalidad; en efecto, la presencia de lesiones en la piel visible, que es vital para el desarrollo social, así como la presión social para tener un aspecto perfecto, son responsables del tremendo efecto en la calidad de vida de nuestros pacientes. Se ha comunicado mayor incidencia de: depresión, ideación suicida, ansiedad, síntomas psicosomáticos, pudor, vergüenza e inhibición social(14) en adolescentes con acné. Es posible que los pacientes no refieran síntomas en la esfera mental de forma espontánea, por lo que debemos incluir en la anamnesis, cuestiones para descartar esta posibilidad. La gravedad del acné y el grado de deterioro psicológico no se corresponden necesariamente y la experiencia nos dice que un acné leve puede afectar psicológicamente al individuo de forma importante, mientras que una enfermedad más grave puede preocupar en menor medida.

¿Cómo manejamos al paciente con acné?

Información al paciente

El éxito del tratamiento, sobre todo tópico del acné, exige una pacto terapéutico con el paciente, este debe comprometerse a aplicarlo y a mantener la adherencia mínima al tratamiento durante unas semanas para poder comprobar la mejoría: ningún tratamiento será eficaz hasta que pasen, al menos, 4-6 semanas.

Es preciso emplear un tiempo en desmontar mitos y explicar al paciente, que la mayoría de los tratamientos no curan de forma definitiva y pueden irritar al principio, esta información podría mejorar la adherencia. Como se ha comentado, normalmente no veremos respuesta terapéutica en las primeras semanas de tratamiento. Se debe evaluar: la pérdida de autoestima, la falta de confianza y los síntomas depresivos, incluida la ideación suicida. Los efectos emocionales del acné podrían no ser evidentes o manifestarse inmediatamente, pero incluso un acné leve puede causar un sufrimiento significativo. Se debe advertir al paciente, de que la información en internet del acné, incluso de grupos de apoyo, puede ser de distinta calidad y sesgada por patrocinadores, y se debe orientar en la búsqueda de información fidedigna.

Medidas higiénicas

El papel de P. acnes no es solo el de un microorganismo contaminante, sino que hoy sabemos que desencadena determinados procesos inflamatorios y estimula mecanismos relacionados con la inmunidad innata que interviene en la formación del comedón y la evolución de este hacia lesiones inflamatorias.

No hay suficiente nivel de evidencia para afirmar que el acné empeora por una mala higiene. Los limpiadores antibacterianos pueden mejorar el acné leve por el efecto contra p. acnes. Son recomendables los jabones de pH ácido, pues respetan mejor la barrera cutánea. Hay que considerar, que un lavado excesivo, sobre todo si se compaña de fricción, elimina el manto ácido hidrolipídico, ocasiona xerosis y estimula una mayor producción sebácea de forma reactiva. Los limpiadores antibacterianos no proporcionan beneficios adicionales a los pacientes que ya están utilizando otros tratamientos tópicos potencialmente irritantes.

Guías de tratamiento

Como cualquier enfermedad, existen diferentes protocolos y guías de tratamiento. En los últimos años, se han publicado varias, algunas de ellas patrocinadas por la industria farmacéutica. Entre las guías más recientes de acné, se encuentran las elaboradas por: la Global Aliance(15), la Academia Americana de Dermatología y el Grupo Europeo de Expertos en Antibióticos Orales en el acné(16). Todas estas guías ilustran manejos similares, en los que el tratamiento inicial debería basarse en la gravedad del acné y si se trata de un acné predominantemente no inflamatorio o inflamatorio. Existen también documentos de consenso en tratamiento tópico que pueden ser de utilidad en la práctica clínica habitual(17).

Tratamiento del acné

El tratamiento del acné debe dirigirse a todos los factores etiopatogénicos posibles. Es importante, evitar el uso de antibióticos orales o tópicos en monoterapia para evitar resistencias bacterianas.

En general, en Atención Primaria y, en concreto, en Pediatría, debemos conocer de una forma adecuada el tratamiento tópico del acné; ya que, el uso correcto de las diferentes opciones va a suponer el control de la mayoría de las formas leves y moderadas de acné. En la tabla I, se recogen las diferentes acciones de los distintos tratamientos sobre los principales factores etiopatogénicos del acné. Además, es muy importante saber identificar aquellas formas de acné que no responden al tratamiento o que van a dejar cicatriz de forma precoz, ya que este conocimiento será necesario para derivar correctamente nuestros pacientes al dermatólogo. Analizaremos a continuación las diferentes opciones terapéuticas.

Tratamientos tópicos del acné

El principal criterio de derivación es la existencia de nódulos, quistes o tendencia a la cicatrización.

Los agentes tópicos usados solos o en combinación están indicados para el acné leve o moderado, con comedones y escasas lesiones inflamatorias. En general, cualquier acné con nódulos, quistes o evidencia de cicatrices debe ser derivado para tratamiento oral, seguramente con isotretinoína.

Es importante tener presente que, los tratamientos tópicos solo funcionan en el lugar de aplicación, por lo que no deben limitarse únicamente a las lesiones individuales, sino que es recomendable extenderlos en la zona donde aparece el acné; es decir, si tenemos varias lesiones inflamatorias o comedones en la mejilla, debemos aplicar el tratamiento en la piel de toda la mejilla y no en las lesiones exclusivamente. La mayoría de los tratamientos tópicos producen irritación cutánea y esta es la causa de la escasa adherencia al tratamiento en el acné. Debemos empezar por concentraciones bajas, iniciar aplicaciones de forma gradual unas horas, a noches alternas hasta poder aplicarlo cada noche; en caso de irritación, es mejor espaciar el tratamiento. El uso de cosméticos y limpiadores adecuados hace más confortable el tratamiento y mejorará la adherencia al mismo.

Peróxido de benzoilo

El pediatra debe conocer el uso del peróxido de benzoilo y de los retinoides tópicos como tratamiento estándar del acné leve o moderado.

El peróxido de benzoilo representa el tratamiento clásico tópico del acné, es seguro y efectivo, es antiinflamatorio, antibacteriano y ligeramente comedolítico, no olvidar aplicarse en todo el área afecta. El peróxido de benzoilo aislado es eficaz en acné leve o moderado, asociado a antibiótico oral, o en su combinación con antibiótico tópico o retinoide tópico. Tiene mayor actividad que los retinoides tópicos en lesiones inflamatorias, por lo que la asociación con adapaleno será una buena opción.

El peróxido de benzoilo provoca irritación cutánea; se debe informar a los pacientes sobre esta posibilidad y suspender el tratamiento si esta es intensa. La irritación se puede minimizar si se comienza a usar días alternos y aumentamos la frecuencia posteriormente. Se recomiendan concentraciones bajas, menores del 10%, ya que es menos irritativa y no hay una clara evidencia de que concentraciones más altas sean más efectivas.

Retinoides tópicos

Disponemos de tres retinoides tópicos indicados en acné: tretinoína, adapaleno e isotretinoína. El tazaroteno, otro retinoide tópico, no está aún autorizado para el acné en España.

Todos los retinoides tópicos están contraindicados durante el embarazo, y las mujeres en edad fértil deben ser advertidas o utilizar anticonceptivos. El principal efecto de los retinoides es la regulación o modulación de proceso de queratinización, por lo tanto, son queratolíticos y tienen un efecto antiinflamatorio, por lo que son útiles en todas las formas de acné, tanto comedoniano como inflamatorio. Además de la irritación que puede observarse en algunos pacientes, no debemos olvidar que producen fotosensibilidad; por tanto, debemos prescribirlos en aplicación nocturna. El uso de emolientes adecuados por la mañana va a mejorar la tolerancia y, como en el caso del peróxido de benzoilo, favorecer la adherencia al tratamiento.

Antibióticos tópicos

Los antibióticos tópicos han sido sin duda los fármacos más usados para el acné, sin embargo, su mecanismo de acción en el acné no está totalmente definido. Parece que actúan directamente sobre P. acnes y reducen, por tanto, la inflamación. Los antibióticos tópicos también tienen un efecto antiinflamatorio directo. Los antibióticos tópicos tienen mucha menor actividad que otros tratamientos tópicos en lesiones no inflamatorias. Generalmente, se usan en combinación con retinoides tópicos o peróxido de benzoilo. Los antibióticos tópicos incluyen: clindamicina, eritromicina y tetraciclina. Pueden encontrarse, también, en combinación con: peróxido de benzoilo, acetato de zinc y tretinoína. Las preparaciones alcohólicas son más secantes y, por lo tanto, más adecuadas para pieles más grasas. La eficacia de la eritromicina está disminuyendo por las resistencias bacterianas(18). Nunca deben usarse en monoterapia.

Otros tratamientos tópicos

El ácido salicílico es un exfoliante que se encuentra en múltiples formulaciones de venta libre. No hay estudios que avalen el uso rutinario de ácido salicílico frente a otros tratamientos tópicos. Las Guías Americanas establecen la disponibilidad de escasos datos de eficacia en la literatura revisada, por parte del azufre, resorcinol, sulfacetamida de sodio, cloruro de aluminio y del zinc. De igual forma, no hay datos fiables de evidencia que apoyen el uso de nicotinamida o de la combinación de citrato de trietilo y linoleato de etilo. El ácido azelaico tiene efectos antimicrobianos y anticomedonianos, pero puede causar hipopigmentación y no se usa de forma habitual en nuestro país.

Combinaciones tópicas

El uso de combinaciones tópicas está más que justificado desde el punto de vista de la eficacia y de la adherencia al tratamiento, ya que suelen aplicarse solo una vez al día (por la noche). Hay evidencia de que las combinaciones de tratamientos tópicos con distintos mecanismos de acción, son más eficaces que los agentes por separado(19-20),

En España, disponemos de varias combinaciones fijas: adapaleno y peróxido de benzoilo, clindamicina y peróxido de benzoilo y tretinoína y clindamicina.

Tratamientos orales

Antibióticos orales

Los antibióticos orales, normalmente, se reservan para: acné más grave, acné predominantemente en el tronco (por la dificultad de aplicar el tratamiento tópico), acné que no responde a tratamiento tópico y pacientes con riesgo elevado de cicatrización. Aunque los antibióticos han demostrado su eficacia en términos de reducir el número de lesiones inflamatorias, no suelen aclarar el acné completamente, cuando este es moderado o severo. No hay evidencia de que las dosis más altas sean más efectivas que las dosis más bajas o que sean necesarias formulaciones de liberación controlada(21).

La mayoría de las guías, de los expertos y nuestra propia práctica clínica, hacen de la doxiciclina el antibiótico más eficaz y seguro para el tratamiento del acné. La minociclina tiene efectos adversos significativos, por lo que, actualmente, no se recomienda como primera elección.

Las tetraciclinas deben evitarse en niños menores de 8 años, por el riesgo de alteración permanente del esmalte dentario(2).

Se ha cuestionado el uso de antibióticos para el acné debido al problema de las resistencias, especialmente desde que se utilizan durante largos periodos de tiempo a baja dosis. El uso simultáneo con peróxido de benzoilo puede disminuir las resistencias bacterianas, mientras que el tratamiento concurrente con diferentes antibióticos oral y tópico debe evitarse. Los datos de un ensayo controlado aleatorizado amplio indican que sería apropiado un periodo de 6-8 semanas para valorar la respuesta. Si el paciente no responde o deja de responder, no hay evidencia de que el aumento de frecuencia o de la dosis sea beneficioso.

Anticonceptivos orales

Los anticonceptivos combinados orales (ACO) contienen un estrógeno (etinilestradiol) y un progestágeno. Se prescriben habitualmente ACO en adolescentes con acné, porque los estrógenos suprimen la actividad de las glándulas sebáceas y disminuyen la formación de andrógenos ováricos y suprarrenales.

Las Guías de la Alianza Global afirman que la terapia hormonal es una opción excelente para mujeres que necesiten contracepción oral y que podría ser un componente de la terapia combinada en mujeres con o sin anomalías endocrinológicas. La terapia hormonal puede ser utilizada precozmente en mujeres con acné moderado a grave o en aquellas con: seborrea, acné, hirsutismo y alopecia. Una revisión de la Cochrane(22) encontró muy pocas diferencias entre las distintas combinaciones de anticonceptivos orales, en cuanto a efectividad para el tratamiento del acné, y cómo se comparan con otros tratamientos alternativos para el acné, no está claro. Aunque las fórmulas que contienen acetato de ciproterona se han utilizado tradicionalmente en el acné, hay escasa evidencia que muestre su superioridad frente a otros progestágenos. Esto mismo es aplicable a las acciones antiandrógenos de la espironolactona, aunque su uso en adolescentes con hiperandrogenismo se ha comunicado como exitoso (Fig. 8).

Figura 8. Figura 8. Hirsutismo y acné en un síndrome de ovarios poliquísticos.

Isotretinoína oral

La isotretinoína oral es el tratamiento más eficaz, con una curación de aproximadamente el 85% de los casos, con las dosis adecuadas. Las recaídas son alrededor del 21% y son dosis-dependiente; la mejor respuesta se observa con dosis diaria de 1 mg/kg/día o un total de 150 mg/kg a lo largo del tratamiento. La isotretinoína habitualmente se reserva para el acné noduloquístico grave cicatricial o el acné resistente a otros tratamientos. Se necesita investigar si la isotretinoína podría ser beneficiosa si se utiliza precozmente en el acné moderado. La isotretinoína produce: quelitis, piel seca, sangrado nasal, infecciones secundarias, empeoramiento transitorio de las lesiones y aumento de los lípidos sanguíneos, pero es infrecuente que estos efectos obliguen a suspender el tratamiento. Debido a su teratogenicidad, la isotretinoina debe administrarse con un método anticonceptivo adecuado en mujeres en edad fértil. En España, todas las presentaciones comerciales de isotretinoína contienen aceite de cacahuete, por lo que debe considerarse en alérgicos a este fruto seco.

La isotretinoína puede utilizarse en todas la edades de la vida, existe experiencia desde los primeros años de vida, pues el manejo del acné prepuberal es similar al del adulto(25), debemos elegir el tratamiento en función de la clínica. Especial mención supone el hecho de la relación entre isotretinoína y suicidio en adolescentes, aunque no hay consenso claro ni una relación causa efecto bien establecida, es aconsejable evaluar la posibilidad de depresión o conducta suicida en estos pacientes(23).

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Caso clínico

 

Niña de 12 años, con lesiones faciales de un año y medio de evolución.

Está en tratamiento con psicólogo desde hace 1 año, con mal rendimiento escolar, los padres se han separado hace algo más de un año. El problema de la niña se había orientado como derivado de la mala situación familiar.

Acude a nuestra consulta por indicación de su tía, no habían dado importancia a su problema cutáneo, pues pensaban que era algo normal por la edad y asociado al desarrollo.

A la exploración, observamos: comedones abiertos y cerrados, lesiones inflamatorias, alguna lesión nodular y quística en mejillas y cicatrices residuales.

Se diagnosticó de acné polimorfo juvenil.

Solicitamos analítica e iniciamos tratamiento con doxiciclina 100 mg al día, asociado a una combinación de adapaleno y peróxido de benzoilo por la noche.

A la paciente se le revisará en 2 meses. Si su acné no ha mejorado lo suficiente, se iniciará tratamiento con isotretinoína oral.

 

 

 

 

Psoriasis en la infancia y adolescencia

J.M. Azaña Defez*, M.L. Martínez Martínez**
Temas de FC


J.M. Azaña Defez*, M.L. Martínez Martínez**

*Servicio de Dermatología. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete. **Servicio de Dermatología. Hospital General de Villarrobledo. Albacete

 

Resumen

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria cutánea de curso crónico, que afecta a un 2-3% de la población general. En su patogenia, se implican factores inmunológicos y ambientales, que interaccionan de forma compleja en individuos genéticamente predispuestos. El tratamiento dependerá del tipo, extensión y localización, además de otros factores, como la seguridad o la accesibilidad a las terapias. Los tratamientos tópicos son los empleados de inicio y, a menudo, son suficientes para controlar la enfermedad. En casos de no respuesta, extensos o graves, se indican tratamientos sistémicos. Los nuevos tratamientos biológicos son también empleados en el manejo de psoriasis refractaria en la infancia.

 

Abstract

Psoriasis is a chronic inflammatory cutaneous disorder affecting 2-3% of the world ́s population. Its pathogenesis is based on a complex interaction involving immunologic and environmental factors in a genetically predisposed host. Management decisions must take into consideration the type, severity, and sites of psoriasis, in addition to safety concerns and accessibility to treatment. Topical therapies are the first line treatments used in psoriasis and are often sufficient to control the disease. In cases of refractory, diffuse, or severe forms of psoriasis, more aggressive systemic treatments are indicated. Newer biologic treatments are also used in the management of refractory psoriasis in children.

 

Palabras clave: Psoriasis; Psoriasis pediátrica; Tratamiento; Tratamiento sistémico

Key words: Psoriasis; Pediatric psoriasis; Treatment; Systemic treatment

 

Pediatr Integral 2016; XX (4): 234-243


Psoriasis en la infancia y adolescencia

Introducción

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria cutánea de curso crónico.

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de curso crónico, caracterizada por lesiones cutáneas eritematosas y descamativas, que afecta a un 2-3% de la población general. La psoriasis en la infancia supone en muchas ocasiones, sobre todo en las formas de inicio temprano, un reto diagnóstico por su solapamiento clínico con otras enfermedades eritemato-descamativas infantiles; sin embargo, un diagnóstico y manejo adecuado son esenciales, dado el riesgo de comorbilidades y el impacto en la calidad de vida que, como otras “enfermedades visibles”, puede determinar.

Epidemiología

La psoriasis es una enfermedad frecuente, con una prevalencia del 1% en la edad pediátrica.

La psoriasis pediátrica es una enfermedad frecuente, pero los datos epidemiológicos son limitados. Alrededor de un tercio de los pacientes refieren el comienzo de la enfermedad en las dos primeras décadas de la vida, e incluso un 2% antes de los dos años, representando el 4% de las consultas dermatológicas en menores de 16 años(1). Se estima una prevalencia de un 1% en niños, observándose un aumento de su incidencia en los últimos 40 años(2). Existen antecedentes familiares de psoriasis en las formas infantiles con una frecuencia superior a la observada en pacientes con psoriasis de inicio en edad adulta. Afecta por igual a ambos sexos, independientemente de la edad(3).

Etiopatogenia

La psoriasis es una enfermedad de origen inmune con una importante influencia genética y, frecuentemente, exacerbada por factores ambientales.

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria mediada por mecanismos inmunológicos. Esta respuesta inmunológica, tanto de la inmunidad innata como de la adaptativa, es influenciada por factores ambientales en individuos genéticamente predispuestos(4), y determina un estímulo de las células T y la liberación de citocinas pro-inflamatorias que inducen la proliferación de queratinocitos y la proliferación endotelial vascular. La influencia genética es compleja, habiéndose identificado hasta 9 loci cromosómicos que confieren susceptibilidad para desarrollar la enfermedad. Los antecedentes familiares de psoriasis son poco frecuentes en los casos neonatales, pero su frecuencia aumenta con la edad, hasta encontrarlos en casi el 80% de los casos en la infancia tardía y la adolescencia. El alelo HLA Cw6 es el que confiere mayor susceptibilidad al desarrollo de psoriasis en edades tempranas(5). Se han descrito factores desencadenantes en la psoriasis infantil con una frecuencia superior a la observada en adultos. Así, el desarrollo de brotes tras infecciones bacterianas, sobre todo estreptocócicas, al igual que durante la fase aguda o de convalecencia de la enfermedad de Kawasaki, sugiere el papel patogénico de superantígenos. Los traumatismos (fenómeno isomórfico de Koebner) se implican con frecuencia en el desarrollo de lesiones, al igual que los episodios de estrés. Fármacos, como los antimaláricos o la retirada de tratamientos corticoideos sistémicos (¡¡¡contraindicados¡¡¡), se han relacionado con la aparición de psoriasis o exacerbación de lesiones pre-existentes.

Manifestaciones clínicas

La psoriasis en la infancia presenta, en muchas ocasiones, un cuadro clínico diferente al de los adultos, tanto en distribución como en morfología. La forma más frecuente es la psoriasis en placas, con afectación predominante de zonas de extensión y tronco.

La psoriasis en placas y la psoriasis en gotas, esta última sobre todo en niños mayores y adolescentes, son las dos formas clínicas más frecuentes(3). Las lesiones, consideradas de forma individual, son pápulas o placas eritematosas, de bordes netos y con una descamación blanquecina que, de forma clásica, se designa como micácea (Fig. 1).

Figura 1. Placa de psoriasis infantil. Coloración eritematosa, violácea, con delimitación neta y descamación blanquecina.

Sin embargo, en la infancia presenta ciertas peculiaridades:

• Son típicas la afectación facial, flexural y de la zona del pañal, y en estas dos últimas localizaciones, la descamación puede ser casi imperceptible.

• Las lesiones pueden adoptar una morfología anular o serpinginosa y el fenómeno isomórfico o de Koebner (lesiones desencadenadas por traumatismos) es frecuente y puede explicar la distribución de las lesiones (área del pañal, cara).

• Las alteraciones ungulares son menos frecuentes, sobre todo en niños pequeños.

• El prurito es un síntoma habitual, al existir, en muchos casos, un cierto solapamiento con el eccema (psoriasis eccematoide o eccema psoriasiforme).

La psoriasis en placas es el tipo más frecuente en cualquier grupo de edad. Se caracteriza por placas eritematosas de límites netos y descamación blanquecina distribuidas de manera bilateral y simétrica en las superficies de extensión (codos, rodillas), en tronco, especialmente en la región lumbosacra, y el cuero cabelludo (Fig. 2).

Figura 2. Psoriasis en placas. Afectación extensa de superficie de extensión de muslos.

Las lesiones en la infancia son de menor tamaño, más delgadas y menos descamativas que en los adultos.

La psoriasis en gotas o guttata, es frecuente en adolescentes o niños mayores, de carácter eruptivo tras un proceso infeccioso, sobre todo, estreptocócico faringo-amigdalar o con menor frecuencia una dermatitis estreptocócica perianal. Se manifiesta en forma de pápulas descamativas de 2 a 10 mm, de predominio en tronco y raíz de extremidades y respetando palmas y plantas. Estas lesiones eruptivas suelen resolverse en meses; sin embargo, pueden desarrollar con posterioridad lesiones en placas.

La psoriasis de inicio congénito es una forma de presentación excepcional, con muy pocos casos documentados de psoriasis en placa, pustulosa o incluso con afectación generalizada (eritrodérmica)(6). Presenta algunos rasgos peculiares, como la ausencia de antecedentes familiares o que las lesiones suelen respetar el área del pañal. Se han descrito casos con lesiones de morfología lineal siguiendo las líneas de Blaschko, expresión clínica de mosaicismo cutáneo. Hay que plantear el diagnóstico diferencial en el caso de lesiones lineales con: el nevo epidérmico inflamatorio, las formas eritrodérmicas con ictiosis, síndrome de Netherton o síndromes de inmunodeficiencia primaria. En el caso de lesiones pustulosas, el diagnóstico diferencial se establece con: infecciones (bacterianas, candidosis), eritema tóxico o histiocitosis de células de Langerhans, entre otras.

La psoriasis eritrodérmica no es una forma clínica frecuente, pero, como en cualquier tipo de eritrodermia, requiere de unos cuidados estrechos por el riesgo de complicaciones (deshidratación, hiponatremia, hipoalbuminemia, hiperpirexia, septicemia). Hablamos de eritrodermia, cuando existe una afectación generalizada, superior al 90% de la superficie corporal. Como se ha dicho, se han descrito casos neonatales de forma excepcional, y plantean problemas de diagnóstico diferencial con otras formas de eritrodermia neonatal, sobre todo con las ictiosis congénitas autosómicas recesivas. Una historia familiar de psoriasis, la presencia de áreas de piel no afecta y la ausencia de ectropión o eclabium son datos clínicos a favor de psoriasis y en contra del diagnóstico de ictiosis(7); el estudio histopatológico de las lesiones también resulta de utilidad. Con el tiempo, suelen evolucionar hacia una forma clásica de psoriasis en placas.

La psoriasis pustulosa, también rara, puede ser localizada o generalizada. La localizada en áreas intertrigosas, sobre todo cuello, en niños de pocos meses con buen estado general, es infrecuente, pero puede confundirse con una infección bacteriana o candidósica. Las formas generalizadas se presentan de forma aguda con: fiebre, irritabilidad, malestar general y erupción de pústulas de base eritematosa, que pueden adoptar una morfología anular, con mayor frecuencia en la infancia; presentan un curso fluctuante, con remisiones y exacerbaciones. El diagnóstico diferencial de la psoriasis pustulosa generalizada se establece con: infecciones (virales, bacterianas, fúngicas), dermatitis atópica o seborreica con sobreinfección secundaria, la pustulosis exantemática aguda generalizada, la acrodermatitis enteropática, la foliculitis pustulosa eosinofílica, el eritema tóxico, la melanosis pustulosa neonatal transitoria y, también, con dos enfermedades autoinflamatorias autosómico recesivas de reciente descripción: la deficiencia del antagonista del receptor de la interleucina 1 (DIRA en su acrónimo inglés) y la deficiencia del antagonista del receptor de la interleucina 36 (DITRA)(8). DIRA se presenta en las primeras semanas de vida con: inflamación sistémica, erupción cutánea pustulosa y osteomielitis multifocal. Sin tratamiento, la evolución es fatal, sin embargo, con el empleo del antagonista recombinante humano de la interleucina 1 (anakinra) se consigue el control de la inflamación. Los pacientes con DITRA presentan brotes desde la infancia de lesiones pustulosas con fiebre, desencadenados, en ocasiones, por infecciones intercurrentes, o en adultos por cambios hormonales (embarazo, menstruación); el tratamiento definitivo no ha sido establecido, habiéndose empleado con resultados variables: retinoides orales, metotrexato, ciclosporina, corticoides orales o tratamiento biológico (adalimumab). No se ha obtenido respuesta al tratamiento con anakinra.

Variantes topográficas

La psoriasis del pañal es una forma de presentación habitual en menores de dos años, salvo en los casos congénitos. Se presenta como una erupción asintomática, pero resistente a las medidas empleadas en la dermatitis del pañal, en forma de placas confluentes rojo brillante, bien delimitadas, con descamación mínima, que pueden afectar a todo el área, incluidos los pliegues, a diferencia de los eccemas irritativos que no lo hacen. Pueden extenderse hacia abdomen o muslos, donde la descamación será más evidente, o incluso presentar una diseminación rápida y extensa generalizada, que se conoce como erupción del pañal con reacción psoriasiforme. El diagnóstico diferencial se establece con otras “erupciones del pañal”, las más frecuentes: dermatitis irritativa (respeta pliegues), candidosis (la morfología clínica más típica con presencia de pústulas satélites o descamación periférica) o la dermatitis seborreica infantil, muy difícil de distinguir de la psoriasis.

La psoriasis invertida o flexural presenta lesiones de predominio en pliegues (umbilical, perianal, genital, axilar, inguinal), con lesiones bien delimitadas y con poca o ninguna descamación (Fig. 3), y que pueden presentar sobreinfección bacteriana o candidósica, que agrava el cuadro y dificulta el diagnóstico.

Figura 3. Psoriasis flexural o invertida. Placa eritematosa con descamación mínima en pliegue interglúteo (signo de Brunsting).

La psoriasis de cuero cabelludo puede aparecer como manifestación aislada o acompañando a lesiones en otras localizaciones y es el área afecta con mayor frecuencia. Se observan placas eritematosas, más o menos infiltradas, con descamación blanquecina y extensión variable, que en casos graves engloba todo el cuero cabelludo e incluso se extiende más allá de la línea de implantación (Fig. 4). En ocasiones, la descamación plateada se adhiere al tallo del pelo, que puede desprenderse, dando la imagen conocida como falsa tiña amiantácea o pseudotiña amiantácea. El prurito es un síntoma habitual.

Figura 4. Psoriasis del cuero cabelludo: descamación blanquecina y adherente con eritema subyacente, que se extiende más allá de la línea de implantación.

La psoriasis ungular es menos frecuente que en los adultos. Las lesiones aparecen por afectación de la matriz y/o el lecho ungular y se objetivan en un 7-39% de casos infantiles, frecuencia que aumenta con la edad y con determinadas formas clínicas (artropática, pustulosa, eritrodérmica); pueden aparecer antes, coincidiendo o después que las lesiones cutáneas. El piqueteado de la superficie ungular o pitting es la alteración más frecuente, de distribución irregular, sobre todo en las uñas de las manos. Más típica, casi patognomónica, pero menos frecuente en la infancia, es la conocida como ”mancha de aceite”, cambio de coloración amarillenta distal próxima al hiponiquio, limitada por un borde eritematoso, debida a hiperqueratosis subungueal por afectación del lecho (Fig. 5). Otras alteraciones descritas serían: onicorrexis (fragilidad con fisuración longitudinal), hemorragias en astilla, onicólisis (separación distal de la lámina ungular del lecho), traquioniquia (uñas de superficie rugosa y deslustrada), paroniquia y mayor riesgo de sobreinfección micótica y bacteriana.

Figura 5. Psoriasis ungular: “mancha de aceite”, pitting irregular y estriaciones longitudinales.

Hasta un 5% de los pacientes, pueden presentar lesiones mucosas en forma de placas o máculas eritematosas en mucosa oral o genital. También, se ha descrito la asociación a lengua geográfica, sobre todo en las formas pustulosas.

Manifestaciones extracutáneas de la psoriasis infantil

La afectación articular es la manifestación más común, si bien, es infrecuente en la infancia; la prevalencia varía entre un 1 y un 10% de niños con psoriasis, con un pico entre los 9 y 12 años. La presencia de pitting ungular, dactilitis y entesitis son indicadores de riesgo de artritis(9). La psoriasis en los adultos se asocia con: obesidad, el síndrome metabólico y las comorbilidades que comportan, asociación que se postula es resultado, al menos en parte, de un estado pro-inflamatorio sistémico mediado por el tejido adiposo. Varios estudios observacionales recientes sugieren que los niños y adolescentes con psoriasis pueden tener también un riesgo elevado de obesidad y síndrome metabólico(10,11); también, se ha descrito un riesgo aumentado de diabetes mellitus, artritis reumatoide y enfermedad de Crohn. Por último, no hay que olvidar el impacto en la calidad de vida que supone, comparable a otras enfermedades crónicas, como el asma o la diabetes mellitus; estos niños presentan con mayor frecuencia que los niños sanos, trastornos de ansiedad y depresión(12).

Diagnóstico

El diagnóstico es clínico; aunque, en presentaciones atípicas, es necesaria la biopsia cutánea para confirmación histológica.

Es fundamentalmente clínico, basados en la morfología y distribución de las lesiones; la existencia de antecedentes familiares es un dato también de apoyo al diagnóstico. En casos dudosos de amplio diagnóstico diferencial, se realizará biopsia cutánea lesional para estudio histopatológico. La histopatología también dependerá del estadio evolutivo y la zona biopsiada; en su forma típica, una lesión activa mostrará una epidermis acantósica con crestas alargadas de forma regular en maza y adelgazamiento suprapapilar, paraqueratosis con ausencia de granulosa, exocitosis de neutrófilos en la epidermis (pústulas espongiformes de Kogoj y microabscesos de Munro-Sabouraud). En dermis, dilatación vascular e infiltrado inflamatorio mononuclear. Otras exploraciones complementarias solo estarán indicadas en casos seleccionados (p. ej.: estudio radiológico y analítica con reactantes de fase aguda y factor reumatoide, si sospecha de artropatía).

Diagnóstico diferencial

Dependiendo de la localización de las lesiones, habría que descartar otras enfermedades frecuentes, como la dermatitis seborreica en el cuero cabelludo o los eccemas numulares en el resto del cuerpo en niños con dermatitis atópica.

Dependerá de la morfología y distribución de las lesiones. En la tabla I, se recogen los principales diagnósticos diferenciales de las distintas variantes morfológicas de psoriasis.

Tratamiento

Actualmente, no existen guías clínicas estandarizadas para el tratamiento de la psoriasis en la infancia. Los fármacos más frecuentemente utilizados como primera opción son los corticoides tópicos.

Se dispone de diversas modalidades terapéuticas, decidiendo su empleo de acuerdo con la morfología predominante de las lesiones, su localización y la extensión(13-15). Para definir la gravedad de la enfermedad, existen distintas escalas, aunque las más utilizadas son: el PASI (Psoriasis Area Severity Index, que tiene en cuenta no solo la extensión, sino también el grado de eritema, infiltración y descamación de las lesiones: 0-72), el BSA (Body Surface Area, porcentaje corporal afecto: 0-100%) y el impacto en la calidad de vida se valora mediante el índice DLQI (Disease Life Quality Index, cuestionario con 10 preguntas: 0-30). En adultos, se considera una psoriasis moderada-grave cuando el PASI, BSA y DLQI presentan un valor igual o mayor a 10, regla que puede ser empleada también en niños.

El carácter crónico y recidivante del proceso y la carencia de un tratamiento etiológico pueden desalentar al paciente y a la familia y conducir a una pobre adherencia terapéutica, por lo que es importante transmitir una actitud positiva, explicando las bases fisiopatológicas del tratamiento de forma adecuada a sus posibilidades de comprensión, además de enseñar a evitar los factores desencadenantes. Debe procurarse que el tratamiento sea lo más simple, y que el niño aprenda como un juego el tratamiento cotidiano de su enfermedad y, siempre que sea posible, lo lleve a cabo de forma independiente de los padres, pero supervisada por ellos.

Pero a la dificultad terapéutica que la enfermedad supone, se unen las limitaciones de la edad: no existen guías estandarizadas para el manejo de la psoriasis en niños y adolescentes, no se han realizado ensayos clínicos controlados en los niños y existen limitaciones en las distintas terapias, que se emplean con pautas extrapoladas de las admitidas en adultos. El tratamiento se basa en series o casos de pacientes publicadas, extrapolación de guías terapéuticas de adultos, opiniones de expertos y la experiencia con estos fármacos en otros procesos pediátricos(13-15).

Distinguiremos dos formas de tratamiento de la psoriasis infantil: tópico y sistémico. El tópico, indicado en las formas leves-moderadas, la mayoría de los casos, debe ser lo bastante potente parar producir un efecto rápido, lo que acorta la duración total del tratamiento y consigue un refuerzo positivo que aumenta el cumplimiento. El tratamiento sistémico debe limitarse a las formas moderadas-graves y rebeldes de psoriasis en placas extensas, las psoriasis eritrodérmica, la pustulosa o la artropática, de curso más agresivo, aunque también, en ocasiones, se emplea cuando existe un importante impacto psicosocial por la topografía lesional (cara, palmo-plantar, flexural), esto es, presentan un DLQI alto con un PASI/BSA bajo. Para aumentar la eficacia y reducir la toxicidad, se pueden combinar tratamientos tópicos, sistémicos y la fototerapia, siempre valorando el riesgo/beneficio de esa asociación y la posibilidad de interacciones eventualmente nocivas(13-15).

El tratamiento tópico incluye el empleo de emolientes y queratolíticos, corticoides, análogos de la vitamina D o la antralina; también, se han empleado los inhibidores tópicos de la calcineurina con determinadas indicaciones que serán expuestas más adelante (Tabla II). Es importante el empleo durante tiempos limitados y la rotación entre los distintos tratamientos para mantener eficacia y limitar los efectos secundarios(13-15).

Los emolientes e hidratantes son tratamientos adyuvantes para el control de la descamación y alivio del prurito si lo hubiera. Es indispensable su empleo regular, al menos una vez al día. Se emplean, también, en lesiones con descamación más intensa, hiperqueratósicas, los queratolíticos, como la urea (10-20%) o el ácido salicílico (3-5%), aunque este último debe evitarse en niños menores de 2 años por el riesgo de absorción y toxicidad sistémica (salicilismo).

Los corticoides tópicos son el tratamiento empleado con mayor frecuencia por su efecto antiinflamatorio y antipruriginoso. La formulación empleada y la potencia dependerá de la zona a tratar y el tipo de lesión. En la cara, los pliegues y la zona del pañal, se emplearán corticoides de baja potencia; mientras que, en el resto del cuerpo se pueden usar de mediana o, incluso en palmas y plantas, de alta potencia. La formulación será en pomadas y cremas, mientras que en el cuero cabelludo se indicarán lociones o geles. Se han usado también en cura oclusiva para aumentar la potencia, siempre bajo control estricto, pues también aumenta el riesgo de efectos secundarios. Su empleo en cortos periodos de tiempo, con una formulación y potencia adecuada, evitarán los efectos adversos locales (atrofia cutánea, taquifilaxia, erupciones acneiformes, dermatitis periorificial). Solo si se aplican en áreas extensas y largos periodos, existe riesgo de absorción y efectos secundarios sistémicos.

Los derivados tópicos de la vitamina D tienen una acción antiinflamatoria e inhiben la proliferación epidérmica y, aunque han sido evaluados en el tratamiento de la psoriasis pediátrica, mostrando un buen perfil de eficacia y seguridad, no está aprobado su uso en ficha técnica y no se recomienda su empleo en menores de 6 años. Debe emplearse en pauta intermitente, rotando con otros tratamientos tópicos de forma periódica, y en lesiones no muy extensas, pues la dosis máxima semanal es de 50 g del producto (2,5 mg de calcipotriol) en niños de 6 a 12 años, y 75 g (3,75 mg de calcipotriol) en mayores de 12 años. Es irritante, sobre todo en cara y pliegues; para disminuir la irritación, hay preparados en los que se combina con un corticoide tópico.

El tazaroteno es un retinoide comercializado en gel al 0,05 y 1%, pero no se ha comprobado su seguridad y eficacia en menores de 18 años. Irritante, se emplea en placas gruesas aisladas.

La antralina es un derivado del antraceno con acción queratolítica y queratoplástica y efectos antiinflamatorios. Se emplea a concentraciones de 0,1 al 2% en terapia de contacto corta (aplicar durante 15-30 minutos y retirar después), en placas gruesas y no muy numerosas, con mucha descamación, nunca en cara o pliegues, ni en lesiones pustulosas. La irritación y lo engorroso de su empleo (mancha la ropa y la piel) limitan su uso.

Las breas son un tratamiento clásico, aunque las restricciones en la concentración empleada por sus potenciales efectos carcinogénicos a largo plazo, que manchan la ropa y sus propiedades organolépticas (mal olor), también limitan su uso a champús o preparados para añadir al baño en psoriasis extensas por su efecto calmante y reductor.

Los inhibidores tópicos de la calcineurina (pimecrólimus, tacrólimus), aunque no aprobados en esta indicación, pueden resultar de utilidad en cara o pliegues, donde el empleo prolongado de corticoides comporta un mayor riesgo de efectos secundarios locales.

El tratamiento sistémico, con las indicaciones antes recogidas, incluye: los retinoides, la ciclosporina, el metotrexato o la fototerapia (ultravioleta B de banda estrecha), además de, los recientemente aprobados, tratamientos biológicos (etanercept, adalimumab)(13-15) (Tabla III).

El documento de consenso para el tratamiento de la psoriasis con agentes biológicos del Grupo Español de Psoriasis recomienda iniciar tratamiento sistémico con fármacos clásicos o biológicos en psoriasis moderada-grave en las siguientes situaciones(16):

1. No controlable con tratamiento tópico.

2. Formas extensas (BSA 5-10%, PASI >= 10).

3. Cuando aparece empeoramiento rápido.

4. Cuando existe compromiso de áreas visibles.

5. Cuando hay limitación funcional (palmoplantar, genital).

6. Cuando hay percepción de gravedad subjetiva (DLQI > 10).

7. Eritrodermia o psoriasis pustulosa extensa.

8. Asociada a artropatía psoriásica.

El tratamiento biológico está indicado en pacientes con psoriasis moderada-grave que no responden, presentan alguna contraindicación y/o intolerancia, efectos secundarios o toxicidad (aguda o por dosis acumuladas) a los tratamientos sistémicos clásicos, incluyendo: acitretina, metotrexato, ciclosporina o fototerapia.

La fototerapia debe considerarse en niños mayores que no han respondido a tratamientos tópicos, con psoriasis moderada-grave, con BSA mayor de 15-20%, o localizaciones especiales con gran repercusión funcional (psoriasis palmo-plantar). Existen tres modalidades: ultravioleta B (UVB) de banda estrecha (311-313 nm), UVB de banda ancha (290-320 nm) y administración oral o aplicación tópica de psoraleno seguido de exposición a ultravioleta A (UVA, 320-400 nnm; psoraleno + UVA = PUVA). La pauta más eficaz y segura es el UVB de banda estrecha, modalidad con buen perfil de seguridad comparado con los tratamientos sistémicos clásicos y especialmente eficaz en la psoriasis en gotas o en placa, con un aclaramiento lesional más rápido que con el empleo de otras formas de fototerapia. Los efectos secundarios a corto plazo se relacionan con un exceso de radiación (eritema, prurito, xerosis), mientras que la seguridad a largo plazo no se ha estudiado en niños. Es conocido el aumento del riesgo de carcinogénesis cutáneo y envejecimiento prematuro asociado a la fototerapia, sobre todo, cuando alcanzan una dosis acumulada alta (1.500-2.000 J/cm2), aunque esta dosis es muy superior a la media acumulada que se suele alcanzar en la práctica clínica (40-45 J/cm2). Aunque en adultos, existen publicaciones con UVB de banda estrecha que indican que ese riesgo no está aumentado, estos datos no son extrapolables a la población pediátrica, por lo que debe limitarse a pacientes seleccionados y siempre con el menor número de sesiones para alcanzar el aclaramiento(17,18). En general, no suele emplearse en menores de 10 años, y el desplazamiento al hospital para las sesiones supone una limitación para su indicación en ciertos casos.

Los retinoides orales actúan sobre el metabolismo celular y la diferenciación epidérmica. La acitretina es un tratamiento sistémico clásico y el que se indica con mayor frecuencia y, aunque la ficha técnica del producto no recomienda su uso en niños, más de dos décadas de empleo avalan su uso en casos concretos, con una dosis inicial de 0,5 mg/kg/día, que se ajustará según respuesta, buscando siempre la menor dosis y el menor tiempo de tratamiento posible. Sus efectos adversos son dosis dependiente e incluyen: xerosis, mucositis y alteración del perfil lipídico, entre otros. Importante en la infancia son los posibles efectos secundarios osteoarticulares (cierre prematuro de las epífisis, hiperostosis esqueléticas, calcificación extraósea), relacionados sobre todo con tratamientos prolongados a dosis altas, como cuando se emplean en trastornos de la queratinización; se recomienda realizar un estudio de serie ósea pretratamiento y repetir cada 12-18 meses, aunque en pacientes psoriásicos, no se llegan a alcanzar periodos de tratamiento continuo tan largos. Son fármacos teratógenos, aconsejándose una anticoncepción eficaz desde un mes antes de iniciar el tratamiento hasta 2 años después de haberlo terminado, lo que habrá que considerar si se indica en adolescentes.

La ciclosporina, fármaco inmunosupresor mediante la inhibición de los linfocitos T y citocinas pro-inflamatorias, está aprobada en España para psoriasis en adultos, pero también se ha empleado en niños, aunque las evidencias son más limitadas. Presenta como ventaja, su rapidez de acción. Se emplea a la menor dosis posible y el menor tiempo, no superior a tres meses. Debe evitarse el empleo conjunto de fototerapia y evitar exposición solar, al aumentar el riesgo de cáncer cutáneo.

El metotrexato, inhibidor de la dihidrofolato reductasa que interfiere con la síntesis de ADN, se ha empleado en el tratamiento de la psoriasis grave desde hace más de 50 años. No se ha establecido la eficacia y seguridad de este fármaco en la infancia, aunque se utiliza en tratamientos oncológicos y en otros procesos dermatológicos, como la morfea o la alopecia areata. Se administra en dosis semanales de 0,2-0,4 mg kg, con buenas respuestas en 10-12 semanas. Los efectos secundarios más frecuentes son las náuseas y los vómitos, mientras que los graves, como la hepatotoxicidad, neumonitis o depresión de la médula ósea, son raros. El tratamiento intermitente disminuye la posibilidad de daño hepático y se considera una de las terapias sistémicas de primera línea, con una monitorización adecuada de sus efectos secundarios clínicos y analíticos.

Los tratamientos biológicos aprobados en nuestro país, incluyen, de acuerdo con su mecanismo de acción: los anti-factor de necrosis tumoral (antiTNF: etanercept, adalimumab e infliximab), los inhibidores de la interleucina 12-23 (ustekinumab) y los inhibidores de la interlucina 17 (secukinumab). En niños, solo están aprobados el etanercept (a partir de los 6 años, en psoriasis grave) y el adalimumab (a partir de los 4 años, en psoriasis en placa grave), con un buen perfil de eficacia y seguridad.

En la psoriasis en gotas, relacionada con procesos infecciosos, es habitual emplear antibióticos orales frente a estreptococo, penicilinas o eritromicina en caso de alergia a betalactámicos, aunque no existen estudios controlados en la literatura que apoyen esta práctica, siempre previa realización de cultivo bacteriano y ASLO. La amigdalectomía puede ser de utilidad en casos seleccionados, con episodios múltiples postinfecciosos con positividad en los cultivos para estreptococo(19).

Pronóstico

El curso clínico de la psoriasis, aunque crónico, suele presentar remisiones espontáneas.

El curso es, por lo general, prolongado, crónico e impredecible. En la mayoría, no es grave y se mantiene localizada, con tendencia a mejorar en verano en más de la mitad de los pacientes, aunque algunos presentan fotosensibilidad y, por tanto, riesgo de exacerbación.

Algunos estudios sugieren que el inicio infantil conlleva un curso más prolongado y resistente al tratamiento, pero en casi el 40% de los pacientes se producen remisiones espontáneas de duración variable, y la mayoría presenta una enfermedad leve y con buena respuesta a las medidas terapéuticas actualmente disponibles, alcanzándose remisiones de larga duración. El mejor pronóstico es el de la psoriasis en gotas. El inicio precoz, una presentación inicial con morfología en gotas que persiste, la existencia de antecedentes familiares y las formas extensas, son datos que parecen asociarse a una evolución más tórpida(20).

La psoriasis es una dermatosis visible que puede determinar una afectación psicológica importante, como así indican los estudios de calidad de vida en estos pacientes. Los aspectos educativos y de apoyo a los pacientes pediátricos, especialmente en la adolescencia, son una parte esencial del manejo de la enfermedad por parte del dermatólogo y el pediatra, y es importante el apoyo psicológico a través del médico o de grupos y asociaciones de pacientes.

Función del pediatra de Atención Primaria

• Diagnóstico y tratamiento de pacientes con formas leves.

• Derivación a atención especializada de pacientes sin diagnóstico claro, pacientes con psoriasis leve sin respuesta a tratamiento o que requieran tratamiento sistémico (psoriasis moderada-grave, localizaciones especiales…).

• Control del cumplimiento terapéutico y monitorización de efectos secundarios clínicos y analíticos, colaborando con atención especializada en el manejo del paciente.

Al final del tema de formación, se recoge el algoritmo terapéutico recomendado y los criterios de derivación.

Bibliografía

Los asteriscos reflejan el interés del artículo a juicio de los autores.

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20. Mercy K, Kwasny M, Cordoro KM, et al. Clinical manifestations of pediatric psoriasis: results of a multicenter study in the United States. Pediatr Dermatol. 2013; 30: 424-8.

Bibliografía recomendada

– Tollefson MM, Crowson CS, McEvoy MT, Maradit Kremers H. Incidence of psoriasis in children: a population-based study. J Am Acad Dermatol. 2010; 62: 979-87.

Estudio epidemiológico de obligada referencia. La incidencia de psoriasis aumenta con la edad y se observa un aumento de esa incidencia en los últimos años.

– Nestle FO, Kaplan DH, Barker J. Psoriasis. N Engl J Med. 2009; 361: 496-509.

Excelente revisión de los aspectos etiopatogénicos de la psoriasis.

– Fraitag S, Bodemer C. Neonatal erythroderma. Current Opinion in Pediatrics. 2010, 22: 438-44.

Artículo esencial para conocer las causas y el manejo de las eritrodermias congénitas no ampollosas. Presenta un algoritmo diagnóstico basado en los hallazgos histopatológicos, sencillo y de gran utilidad.

– De Jager M, de Jong E, van de Kerkhof P, Seyger M. Efficacy and safety of treatments for childhood psoriasis: a systematic literature review. J Am Acad Dermatol. 2010; 62: 1013-30.

Revisión sistemática de los tratamientos empleados en la psoriasis pediátrica, estableciendo recomendaciones basadas en los grados de evidencia científica.

– Tollefson MM. Diagnosis and management of psoriasis in children. Pediatr Clin N Am. 2014; 61: 261-77.

Revisión sencilla y práctica de la etiopatogenia, clínica, diagnóstico, comorbilidades y tratamiento tópico de la psoriasis pediátrica. Quizás orientada hacia Pediatría extrahospitalaria, no aborda el tratamiento sistémico.

 

Caso clínico

 

Niña de 9 años sin antecedentes personales de interés. Madre y tío materno diagnosticados de psoriasis. Presenta lesiones cutáneas en tronco de aparición eruptiva, unas dos semanas después de proceso infeccioso faringo-amigdalar. No clínica asociada ni casos familiares. Se realizó test de diagnóstico rápido para detección de antígeno de Streptococcus pyogenes, que fue positivo, y analítica sanguínea, que mostró leucocitosis y elevación de ASLO; recibió tratamiento antibiótico con amoxicilina oral. A la exploración dermatológica, pápulas eritematosas no confluentes con descamación blanquecina en tronco (Fig. 6), y aisladas en raíz de extremidades, sin afectación palmoplantar.

Figura 6.

 

 

 

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