Trabajadora despedida de Cáritas Interparroquial de A Coruña “Cáritas Santiago conculcó mis derechos laborales y los de la propia entidad”

La empleada de Cáritas despedida
La empleada de Cáritas despedida

“He sido víctima de acoso y de represalias por parte de Cáritas”

“Me sentí maltratada, mal considerada, no sólo como trabajadora, sino como ser humano, como persona, como madre"

"“Me he sentido vulnerable, humillada, con tristeza en el alma y en el corazón. Con dolor en las entrañas, puesto que esta situación tan dura no se espera de ninguna empresa, pero menos de Cáritas, ya que va en contra de todos los principios y valores cristianos que públicamente promueve"

“Sobre todo me duele privar a uno de mis hijos, que tiene un problema de neurodesarrollo, de asistencia médica, psicopedagógica y apoyo extraescolar que no cubre la enseñanza ni la sanidad pública"

MBFC lleva más de año y medio (desde el 15 de febrero de 2022) pleiteando con Cáritas Santiago (trabajaba en Cáritas interparroquial de A Coruña) por despido, solicitando su nulidad por vulneración de derechos fundamentales. Aduce que se ejecutó “sin previo aviso y sin diálogo alguno conmigo”, atentando de esta manera contra los estatutos de la propia entidad, joya de la Iglesia y “supuesta defensora de los derechos laborables y humanos”.

“Cáritas de A Coruña conculcó mis derechos, dado que regresaba de una situación de incapacidad temporal tras la pandemia y estaba en situación laboral de reducción de jornada por guarda y custodia de mis tres hijos menores”, dice la trabajadora.

Y, cuando explica cómo se sintió, las palabras le brotan como una cascada de dolor: “Me sentí maltratada, mal considerada, no sólo como trabajadora, sino como ser humano, como persona, como madre. Se me despidió sin ningún tipo de miramiento, con malas formas, sin compasión y sin atender en ningún momento a ninguno de mis derechos ni escucharme. No se me otorgó preaviso, ni oportunidad de conocer la situación que motivaba mi injusto despido, en total indefensión y sin ni siquiera con la posibilidad de hablar y dialogar”.

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Cáritas interparroquial
Cáritas interparroquial

Y continúa: “No se me dio oportunidad alguna. Sólo llegue un día y, cuando me marchaba para ir a mi casa a dar la comida a mis tres hijos y atenderlos (ya que no tenemos mi esposo y yo más familia que una abuela dependiente de 87 años a la que también cuidamos), fui requerida por la directora del centro, que me espetó la carta de despido sin mirarme ni a la cara, diciéndome que no volviera más y que lo que no recogiera en ese momento lo tiraría. Nadie se movió de su silla a excepción de una compañera que lleva allí muchos años trabajando y que le ‘afeó’ la conducta y otra que llevaba mes y medio en el centro y, al poco tiempo, también despidieron. Me sentí como una basura, pues como tal se me trató. Ni a un animal se le dispensa dicho trato. En ningún empleo había sufrido o presenciado situación tan dolorosa y lamentable”.

Quizás sea precisamente eso lo que más le duele: la nula empatía, afecto o compasión hacia su persona y sus circunstancias por parte de la institución a la que dedicó gran parte de su vida, cuidando a los más desfavorecidos.

“Me he sentido vulnerable, humillada, con tristeza en el alma y en el corazón. Con dolor en las entrañas, puesto que esta situación tan dura no se espera de ninguna empresa, pero menos de Cáritas, ya que va en contra de todos los principios y valores cristianos que públicamente promueve. Me he sentido dañada en lo más profundo del ser, calumniada, despreciada y odiada. Sobre todo porque no se han preocupado de saber la situación de mi casa, de mis hijos, de mi salud…Porque han querido vivir ajenos y de espaldas a mi dolor”.

De hecho, Cáritas Santiago calificó su despido como ‘objetivo’, sin acreditar las causas del mismo. Por eso, la trabajadora lo impugnó en vía judicial, siendo suspendida la vista hasta en 6 ocasiones, y está pendiente de un séptimo señalamiento a finales de noviembre.

Canal de denuncias de Cáritas
Canal de denuncias de Cáritas

Antes de llegar a la vía judicial, la trabajadora de Cáritas recorrió un largo camino de intentos de mediación y de solución del conflicto laboral. Sin que nadie le hiciese caso y sin que la institución mostrase esas entrañas de misericordia de las que presume y que se le suponen.

De hecho, hace ya más de un año, en el mes de julio de 2022, puso el hecho en conocimiento del canal de denuncias para el cumplimiento del código de conducta de Cáritas Española (https://www.caritas.es/te-ayudamos-canal-de-denuncia/).

Argüía ante esa oficina de protección de los trabajadores de la propia Cáritas que había sido “víctima de acoso y de represalias” y acreditaba documentalmente que el hostigamiento en su contra era conocido por los responsables interparroquiales y diocesanos, y, por lo tanto, consentido, al no tomar medidas ni activar ninguno de los protocolos.

Ante la inacción del Comité de Cumplimiento del Código de Conducta de Cáritas Central, la trabajadora insiste en comunicarse con él a través del despacho ‘González Franco Abogados’, tramitador externo de las denuncias recibidas a través del Canal de denuncias.

Caritas interparroquial Santiago
Caritas interparroquial Santiago

La trabajadora despedida recibe, en fecha 20 de enero de 2023, un correo que le confirma la recepción de la denuncia en el Canal de denuncias de Cáritas meses después de ser interpuesta, incumpliéndose el punto 7 del artículo 8 del Reglamento del citado organismo, que reza así: “El plazo para la tramitación del expediente, investigación y resolución no podrá exceder de seis (6) meses a contar desde su apertura”.

La denunciante, tras la tercera suspensión de la vista judicial, volvió a pedir por enésima vez que el Comité de Cumplimiento de Cáritas Central abra por fin la investigación de su caso y se comunique con ella, para que les pueda mostrar las pruebas pertinentes, incluido un informe pericial, y de nuevo se encontró con el silencio más absoluto.

Un año después de la primera denuncia, la trabajadora volvió a registrar, el pasado día 11 de julio, una ampliación de la misma en la Sede Electrónica habilitada para ello por Cáritas Española. Además, se puso en contacto con el supuesto nuevo bufete, ‘Lener Abogados’, encargado de tramitar las denuncias, sin obtener de nuevo resultado alguno. 

Después de todo este calvario de trámites, que se eterniza en el tiempo, la mujer despedida cree que merece ser atendida, porque lo que presentan son “indicios lo suficientemente graves como para ser investigados en base a los reglamentos y protocolos legalmente establecidos y publicitados por la institución de la Iglesia”.

Manuel Bretón, presidente de Caritas

Inasequible al desaliento, la trabajadora agotó todos los medios judiciales y extrajudiciales a su alcance, pidiendo simplemente a la Iglesia que alguien la reciba en persona, la escuche y la acompañe en su proceso:

“He llegado hasta el arzobispo de Santiago, pasando por el presidente de Cáritas Española. Sin hablar de los tratamientos médicos a los que he tenido que someterme, que no palían el llanto del alma por la decepción y la ausencia de ayuda. Pero ellos no han querido verlo ni escucharme. Ellos me reducen a un expediente, un papel, un trámite…...pero detrás hay una persona, ni más ni menos valiosa que el resto ni que ellos mismos. Y una familia, unos menores que no sólo son testigos del sufrimiento, sino que lo viven en su ser”. 

Como es lógico, la situación de la trabajadora está repercutiendo en su familia a todos los niveles, también en el económico. “Vivimos con el salario de mi marido, que es más bien modesto. Y con la prestación por desempleo, que sufrió un fuerte recorte transcurridos los seis primeros meses de su percepción. Con más de 50 años que tengo, tampoco me resulta fácil encontrar trabajo. Y con el encarecimiento que hay de alimentos, suministros, hipoteca etc...recortando en todo lo prescindible y más, que ya no era mucho, pues somos 5 en casa. Vendiendo alguna cosa, reduciendo mucho la cesta de la compra...”

Y añade: “Sobre todo me duele privar a uno de mis hijos, que tiene un problema de neurodesarrollo, de asistencia médica, psicopedagógica y apoyo extraescolar que no cubre la enseñanza ni la sanidad pública. Esto es lo que más me duele, pues en la Caritas diocesana lo sabían, incluso yo tenía una reducción de jornada para conciliar por cuidado de menores. Y mis hijos al final son a los que más afectan estos recortes. Además, el próximo mes de diciembre se me agota la prestación. Espero que cuando mi hijo mayor alcance la mayoría de edad pueda compaginar sus estudios con algún trabajo esporádico de apoyo y soporte”.

Cáritas

Pero más que lo económico, le duele la parte moral de su caso: “He sido educada en la fe y me duele profundamente encontrarme a personas católicas tan duras a estas alturas de mi vida dentro de una institución como la Iglesia, y en su brazo social, Cáritas”.

De ahí que lo que busque no sea la venganza, sino el evitar que situaciones como la suya se vuelvan a repetir en Cáritas. Su lucha tampoco es primordialmente por lo económico: “No es una cuestión de dinero, esto lo quiero dejar muy claro. Soy de origen humilde, y lo que tenemos lo hemos conseguido con esfuerzo y por méritos propios. Ante todo, es por dignidad, por respeto a los sentimientos de las personas y de las familias”.

Y, quizás por eso, termina la conversación con un hálito de esperanza en la Justicia: “Sigo teniendo fe en la Justicia y creo firmemente que actuar con honestidad, con la mirada al frente, con valentía y con el corazón y las manos abiertas, abrirá caminos de futuro para mí y para mi familia”.

Cáritas interparroquial A Coruña

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