Cantar la palinodia

Cantar la palinodia significa sencillamente retractarse, o si se prefiere, rectificar, desdecirse, corregirse, modificar, volverse atrás, etc.

Las Retractaciones son, por cierto, algo más serio que simples Revisiones. La retractación implica siempre una revisión, pero una revisión no tiene que ser siempre, necesariamente, una retractación.

El error va campando a sus anchas por las redes con el dativo y el acusativo cambiados, así, a voleo, al buen tuntún y a la remanguillé: «Adde scientiam caritate». Ojalá sus infractores canten la palinodia.

Conversión y bautismo de san Agustín

San Agustín es uno de los santos padres de la Iglesia más citados, si no el que más. Citar conlleva sus riesgos, ciertamente, y no pequeños a veces, porque cuando a un autor, el que sea, se le cita mal -ocurre a menudo-, se comete con él un fraude, una injusticia y una distorsión: su figura en tal supuesto sale deformada. Citas hay con san Agustín tan desfigurado que no lo reconocería ni santa Mónica.

Para evitar tropelías tales, la primera precaución a tomar es el precinto de garantía, o sea poner entre paréntesis la obra de donde proviene lo citado. Se dan casos donde salta la errata y el autor sigue creyendo que lo ha hecho bien, sobre todo por esa manía de la lectura rápida que le hace creer a uno que ha escrito, por ejemplo, chocolate cuando en realidad, por equivocación sin duda, ha salido más bien cocholate. Tal error puede evitarse a tiempo, seguro que sí, dando a leer el manuscrito a expertos en detectar fallos editoriales: suele decirse que cuatro ojos ven más que dos; y seis más que cuatro, precaución, después de todo, muy a la mano y bien elemental.

Cuando se trata de un libro en papel, es costumbre poner el remedio mediante la cirugía de otra edición: esas que te avisan en la portada del nuevo libro con el acostumbrado sintagma «corregida y aumentada». Si, por el contrario, la edición fuere ofrecida por los portales digitales, cosa frecuente en esta era de la informática, la salida tendría que darse a base de cantar la palinodia, cosa distinta, por cierto, de la himnodia o de la salmodia. Que aquí no vamos de liturgia, sino de literatura. Cantar la palinodia significa sencillamente retractarse, o si se prefiere, rectificar, desdecirse, corregirse, modificar, volverse atrás, etc.

En Voces de sabiduría patrística (2011), me ocupo precisamente de dos expresiones agustinianas que suelen ser manipuladas. Una es Dilige, et quod vis fac (Sobre la Primera Carta de san Juan a los Partos 7,8: BAC 187/OCSA XVIII, Madrid 2003, p. 637). Es costumbre de muchos citar este dicho agustiniano como Ama y haz lo que quieras. Hasta en el Congreso de los Diputados la soltó así años atrás una diputada de renombre.

Naturalmente, en esos trances coloquiales suena despojada de su contexto: «si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz no puede brotar sino el bien» (Ib., p. 637-638). Entre los que prefieren largarla en latín, los hay que acaban náufragos del hipérbaton: Dilige, et fac quod vis. Pues no; desde luego que no. Lo que san Agustín escribió fue: Dilige, et quod vis fac. (Voces de sabiduría patrística, 209-211).

La otra frase, tal vez de más recorrido todavía que la anterior, es Causa finita  est (Sermón, 131,10; Voces de sabiduría patrística, 116-118). Por las redes, sin embargo, la traen y llevan una multitud de blogueros con la musical añadidura de Roma locuta - est, causa finita est. Y no hay manera de que se bajen del burro. Son los amantes del sostenella y no enmendalla.

Hasta mi obra Voces… figura en las redes -¡no siempre por fortuna!-, mal citada: Voces de la sabiduría - patrística, siendo así que llegó a las librerías como Voces de sabiduría -patrística, es decir, sin el articulo determinado la, que cambiaría el sentido de la frase. Incluso se me ha hecho responsable de títulos cambiados en libros, pliegos, artículos, etc. En 2011, por ejemplo, entregué «Discípulos del Amor con Agustín de Hipona», y lo que vio la luz fue esto: «Discípulos del amor de Agustín de Hipona», sin caer en la cuenta, como se ve, de la infinita distancia entre Amor y amor, amén de la espantosa cacofonía preposicional de-de-del-. Eso es lo que yo llamo desfigurar al autor, en este último caso con insufrible cacofonía prepositiva.

Lo de cantar la palinodia también cabría decirse, puestos a ello ya, del propio san Agustín, dada su obra Retractationum libri II. Las Retractaciones son, por cierto, algo más serio que simples Revisiones. La retractación implica siempre una revisión, pero una revisión no tiene que ser siempre, necesariamente, una retractación. El Obispo de Hipona procedió en las Retractaciones animado de un principio que él mismo escribe en la carta 143 a Marcelino (a. 412): «Confieso que me esfuerzo por pertenecer al número de aquellos que escriben progresando  y progresan escribiendo».

El Águila de Hipona

Recientemente la Orden de San Agustín ha sido agraciada en su Instituto Patrístico Augustinianum por partida doble. Lo malo es que ambas dádivas circulan ya en las redes sociales aquejadas de las distorsiones antes dichas.

El Gran Canciller de la Pontificia Universidad Lateranense, cardenal Ángel De Donatis, comunicaba que el Dicasterio para a Cultura y la Educación, con Oficio del 19 de enero de 2023, le había rogado informar de que el Santo Padre Francisco, con fecha 16 de enero de 2023, había querido conceder el título «Pontificios» a los siguientes Institutos ad instar Facultatis en el seno de la Pontificia Universidad Lateranense: Instituto Superior de Teología Moral Accademia Alfonsiana, Instituto de Teología de la Vida Consagrada Claretianum e Instituto Patrístico Augustinianum. En adelante, pues, la denominación completa del Augustinianum será Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum.

Del mismo Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum, por otra parte, llega -vía noticias de la Curia General de los Agustinos- la grata nueva del lema del Instituto. Adde scientiae caritatem. Su presidente, padre Giuseppe Caruso, comenta que «¡el Instituto ya tiene lema!». ¡Pues menos mal, hombre! Largo me lo habéis fiado, ya que desde su fundación en 1969, el Patrísticum no había tenido un lema oficial. «Un lema -comenta el padre Caruso- debería expresar, en nuestra opinión, tanto lo que somos y hemos sido siempre como aquello a lo que queremos aspirar; en otras palabras, debería reflejar tanto nuestra identidad como nuestra misión».

A uno, claro es, que fue alumno y profesor en dicho Centro desde la primera andadura, le cuesta comprender que semejante acuerdo no fuera tomado antes del 2019, año en que se celebró con audiencia papal incluida y algunos profesores eméritos invitados, a lo que creo, -no todos, por cierto- el 50 Aniversario de la fundación del Instituto.  

Y es que nuestro ilustre comentarista prosigue: «Por eso recurrimos a Agustín, el patrón del Instituto [a quién acudir si no, ¿a un Juan Lanas de pacotilla, de paso y sin peso?] como fuente segura de inspiración y encontramos esta hermosa exhortación, que nos pareció muy adecuada para el propósito: «Adde ergo scientiae caritatem, et utilis erit scientia; non per se, sed per caritatem» (Sobre el Evangelio de San Juan, Tratado 27, 5: BAC 139/OCSA XIII, Madrid 2005, p. 613). Su traducción al castellano sería: «A la ciencia unid la caridad, y la ciencia os será útil, no por sí misma, sino en razón de la caridad». No se nos indica la procedencia de esta traducción.

La versión castellana de la BAC 139/OCSA XIII, Madrid 2005, tercera edición, p. 613, rinde más ajustada al original latino: «Añade, pues, a la ciencia caridad, y la ciencia será útil no por sí, sino por la caridad» (p. 613). Dejémonos entonces de plurales y de historias (unid… y os será útil…). El original latino es un imperativo en singular: Adde, es decir, añade (nada, por tanto, de añadid o unid, y os será útil… la caridad con la ciencia…).

Y ahí no queda la cosa. Lo más censurable, después de todo, no sería la versión castellana que se nos ofrece del original. Donde la cosa termina siendo de traca, o sea la carabina de Ambrosio, es en la cita de la frase «Adde ergo scientiae caritatem». O escrito tal y como figura en el lema: «Adde scientiae caritatem». Invito a mis lectores a que, si tienen tiempo y ganas, se den una vuelta por las redes sociales y comprueben los despropósitos que algunos blogueros están perpetrando. Uno, por si acaso, se ha tomado la molestia de espigar unos cuantos y archivarlos con el dislate a cuestas.

San Agustín escribe la frase completa de la siguiente manera: «Adde ergo scientiae caritatem, et utilis erit scientia; non per se, sed per caritatem» (BAC 139/OCSA XIII, Madrid 2005, tercera edición, p. 613). Reducida por los redactores del Augustinianum al lema que nos ocupa, queda así: «Adde scientiae caritatem».

Y bien, el error va campando a sus anchas por las redes con el dativo y el acusativo cambiados, así, a voleo, al buen tuntún y a la remanguillé: «Adde scientiam caritate». Es de suponer que la Curia General de los Agustinos desde Roma, o el mismo Augustinianum, adviertan a ciertos blogueros, no muy distantes de su entorno por lo demás, no ya de la conveniencia, que eso sería poco, sino de la necesidad de enmendar cuanto antes el entuerto. O dicho con el título de este artículo: que se apresuren a cantar la palinodia. Sólo entonces será verdad que el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum se preocupa de evangelizar a través de la cultura. De no ser así, habría que suponer que por aquellos pagos se hace la vista gorda permitiendo despropósitos y trampantojos.

Pascua de Resurrección

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