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Un intento de significar el desamparo

Actualizado: 18 sept 2023


La producción del presente trabajo plasma la movilización, paradojas y puntos ciegos acerca de las dificultades que se presentan diariamente en el Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la ciudad de Bahía Blanca (SLPPDNNyA), en el abordaje pospandemia de las situaciones familiares en las cuales se entrecruzan tres tesis: la responsabilidad parental, la salud mental y el paradigma de derechos orientado por la ley 13.298, de la provincia de Buenos Aires, Argentina.



por Antonela Di Buo, Georgina Venegas, Alina Golub, Estefania Pallotti,

Juan Manuel Calderón Barraque, Julián Sánchez Bartoli,

María José Banchero y Verónica Alvarez *



Presentación


Somos psicólogos y psicólogas trabajando en 11 equipos técnico-profesionales en el Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la ciudad de Bahía Blanca (desde ahora, SLPPDNNyA), con diferente antigüedad en el cargo y diversos recorridos en la formación profesional, distribuidos en distintas jurisdicciones de la ciudad. Este organismo técnico administrativo fue creado en el municipio en el año 2007, a partir de la sanción y reglamentación de la Ley Provincial N°13.298, Ley de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, en el año 2005, posterior a la Ley Nacional 26.061 que cristaliza el cambio de paradigma dando lugar al sistema de protección integral. Podríamos caracterizar el espacio como del orden de lo socio-jurídico-clínico-comunitario.


En relación a la población abordada por el SLPPDNNyA, podemos decir que se trata de grupos familiares en los cuales, a partir de las dinámicas socio-vinculares desplegadas desde una fragilidad estructural, dada por el propio entramado socio-político-histórico-cultural, se vulneran los derechos de niños, niñas y adolescentes (en adelante, NNyA). Los circuitos de vulneración de derechos son múltiples: negligencia en el rol de responsabilidad y protección parental, maltrato físico y verbal, abuso sexual hacia las infancias y adolescencias, habitualmente en contextos de ausencia de redes comunitarias de contención y cuidado, como también dispositivos institucionales. Son familias que corporizan la sociedad anómica en la que nos toca vivir, en las cuales la violencia toma fuerza de ley. Es por ello que en el marco de nuestro trabajo se interactúa asiduamente con profesionales de los espacios educativos, sanitarios (público y privado), judiciales, organizaciones barriales, representantes de programas municipales y provinciales, con el fin de articular y evaluar estrategias, para su implementación.


Intentamos desarrollar nuestra tarea con otros efectores, teniendo en cuenta a su vez las condiciones de posibilidad de cada grupo familiar para realizar un trabajo en conjunto, y en corresponsabilidad, para que el proceso de restitución de los derechos que hayan sido vulnerados en niños, niñas y adolescentes sea instituyente, es decir que dinamice y genere transformaciones sociales y subjetivas (Etkin, E., 2017).


Son múltiples las situaciones que a diario nos interpelan, a continuación relataremos algunas viñetas que han despertado preguntas, dilemas y también nuestros puntos ciegos profesionales a la hora de intervenir.


Viñeta 1: Diciembre de 2021, luego del ASPO, se recibe un informe proveniente de una escuela privada donde relatan de manera muy breve la imposibilidad de acercarse a la madre de una niña de 4to grado, Sofía, mencionando por ende que no le renovaban la matrícula en dicha institución. Al contactarnos con el EOE detallan situaciones en las que tienen que llamar a la policía porque su madre Karina se mostraba violenta ante las sugerencias del equipo. En entrevista con el equipo técnico del SLPPDNNyA se “escuchan” rasgos de una personalidad paranoide que interfieren de manera directa en la niña en la posibilidad de establecer el lazo social. ¿Cómo se aborda la situación de la madre? ¿Es necesario la toma de una medida de abrigo en tanto la falta de conciencia de enfermedad de la adulta?


Viñeta 2: Mateo es hijo de Paula y Maxi. Desde su nacimiento hasta sus 3 años estuvo bajo una medida de abrigo y luego guarda judicial, porque sus padres, por consumo problemático de sustancias, por otros problemas de salud y por no adherencia a los tratamientos, no pudieron cuidarlo. Su tía paterna asumió esa responsabilidad, hasta hace algunas semanas cuando Mateo tuvo un “berrinche fuerte” y ella cursando un embarazo de riesgo decidió revocar la guarda. El niño nuevamente está con su mamá y su papá. ¿Qué decisión tomar? ¿nuevamente una medida de abrigo, o apostar la intención de cambio de sus padres? La posibilidad de un cambio de posición de los padres es una apuesta de nuestra intervención, pero ¿cuánto esperar? ¿si esperamos, vulneramos los derechos de Mateo?


Viñeta 3: Inés proveniente sola de un país limítrofe, forma pareja con Carlos y tienen 1 hija en común, Ana. El primer motivo de intervención fue a causa de situaciones de negligencia y violencia intrafamiliar. En un segundo momento, Inés ingresa en el refugio de mujeres. En dicho lugar presenta ideación delirante y maltrato hacia su hija por lo cual se solicita evaluación del juzgado, quien posteriormente solicita la internación compulsiva y Ana queda bajo medida de abrigo en un hogar convivencial. Actualmente vive con su abuela paterna. ¿Cómo intervinieron los diferentes efectores frente a la problemática de salud mental de Inés? ¿Intervenir a tiempo hubiera modificado la situación actual de Ana? Habiendo tomado conocimiento de la situación de Inés ¿se acompañó la situación en términos de corresponsabilidad?



Dilemas y puntos ciegos


En primer lugar, debemos aclarar que utilizamos la expresión responsabilidad parental como lenguaje común a la terminología jurídica, entendiendo por ello “el conjunto de derechos y obligaciones que los progenitores tienen sobre sus hijos e hijas menores de edad. Lo que antes se llamaba patria potestad” (Ministerio de justicia y derechos humanos de la nación, 2023). No obstante, desde nuestra disciplina hablaremos más bien de funciones parentales, entendidas como prácticas de cuidado y como vínculo afectivo de los adultos responsables, que generan un ambiente facilitador propiciando el crecimiento y desarrollo saludable de NNyA (Winnicott D.W., 1993).


Con su concepto de “holding” o “sostén”, Winnicott señaló la importancia que tiene para el niño recién nacido, el poder contar con un contexto estable y previsible para que un sujeto se constituya como tal, poder contar con una madre lo “suficientemente buena”: que sea capaz de discriminar las sutiles manifestaciones del estado del bebé, y que sea empática con las necesidades del mismo. Esto implica un entendimiento para lo cual las palabras no son necesarias y sin la cual las palabras carecen de significado, en cuanto que el significado es no solo lingüístico sino también emocional. Como lo señaló Piera Aulagnier (1977), la violencia primaria ejercida por la madre es una necesidad del bebé. Es necesario que ella dote de sentido al grito para que se construya la función de comunicación.


Bowlby (1982) considera esencial, para la salud mental del recién nacido y del niño de corta edad, el calor, la intimidad y la relación constante de la madre o quien con carácter permanente la sustituya. Expresa que: “en esta compleja, rica y fructífera comunión de madre e hijo en los primeros años de vida, es donde se encuentra el origen del desarrollo del carácter y de la salud mental (p.13)”. A la ausencia de esa relación materno-filial, el autor la denomina ‘privación materna’ que puede ser parcial o absoluta dependiendo las circunstancias. Y es aquí donde nos detenemos, y somos de alguna forma convocados en nuestro ejercicio profesional, en donde no hay ambientes facilitadores, y en donde la propia madre ha sufrido privación materna en su historia infantil. Primero deberíamos maternar a “nuestras madres deprivadas”, madres que, al contar sus historias infantiles, se vislumbran abandonos, maltratos, abusos.

Respecto a pensar la función paterna en las situaciones que abordamos, nos encontramos en su gran mayoría con mujeres solas, con numerosa cantidad de hijos y en algunos casos de distintas parejas. Con relación a esto último, resulta crucial formular preguntas relativas a las ausencias de los padres en las familias que venimos describiendo. Ausencias que se materializan de distintas maneras. La más evidente es cuando no hay padres que siquiera reconozcan en un sentido legal a sus hijos/as, quedando reducidos solo a ser los progenitores de los mismos; pero también observamos ausencias de los padres que, en pareja o no con las madres de sus hijos, delegan y muchas veces también desconocen las distintas tareas de crianza, responsabilidad y cuidados ejercidos por la mujer, en virtud de los estereotipos de familia tradicional que todavía se mantienen en la actualidad. En este sentido, al hablar del padecimiento mental en las madres, no podemos desconocer que estas cuestiones tienen efectos en ellas, pudiendo operar como causa de desborde. De esta manera, se replican modelos de masculinidad hegemónica, ocupando un posicionamiento de dominio sobre las mujeres, al considerar que al ser el hombre el principal sostén económico del hogar, esto le otorga poder y la creencia que puede subordinar y dominar a la mujer por ser el “proveedor” que aporta el dinero, incluso en muchos casos, ejerciendo violencia económica y/o doméstica y presentando diferentes consumos problemáticos. Desde esta perspectiva, se considera que es difícil poder pensar al hombre como compañero de la mujer desde un lugar simétrico, compartiendo las tareas de crianza.


¿Cómo modificar/prevenir/hacer un corte con esas historias que preceden, con modelos de masculinidad hegemónica que se repiten de forma transgeneracional, historias de deprivación, desamparo y falta de sostén? ¿Cómo introducir algo de lo nuevo y que no sea una mera repetición? ¿Es posible? ¿ Se enseña a maternar/paternar?


Cuando estos grupos primarios además de estar atravesados por una vulnerabilidad de orden social, comunitario, jurídico, económico, se encuentran afectados por diferentes padecimientos de salud mental, se produce cierta destitución de los adultos, quienes inscriben la ley fundante y dejan, en consecuencia, a niños, niñas y adolescentes en situación de desamparo simbólico. Zelmanovich y Minnicelli (2012) refieren que el desamparo simbólico es una de las formas contemporáneas de expresión de lo real en los sujetos, dejados a merced de sus pulsiones, demandando así marcos, bordes, que permitan otros destinos de la pulsión que no sea hacia sí mismo o hacia los otros. Esto acontece cuando los adultos renuncian a efectuar operaciones de diferenciación, de inscripción subjetiva. Nos interroga entonces lo que sucede con adultos que no pueden efectuar estas operaciones por su padecimiento mental, arrojando los mismos resultados en torno a la desregulación pulsional del sujeto con el que trabajamos. Es en estos escenarios de caída de las funciones parentales donde distintos efectores nos implicamos en el trabajo de protección de infancias y adolescencias.


Debatimos, entonces, la presentación de personas adultas con padecimientos mentales, desafiliados del sistema de derechos, sin abordaje psicoterapéutico o institucional y sin contención desde el lazo social, con las cuales hay que trabajar con el objeto de revertir situaciones que dieran lugar a la vulneración de derechos de NNyA a su cuidado. En tanto que, en algunas situaciones, es a partir de ese padecimiento que no se toma conciencia de la vulneración desplegada. Ante la labor de iniciar un proceso de restitución de derechos, surgen dilemas, disyuntivas y puntos ciegos a la hora de trabajar con los progenitores.


Se entrecruzan en nuestra intervención el paradigma de derechos de NNyA y el marco jurídico en lo concerniente a las personas con sufrimiento psíquico o discapacidad. La Ley Nacional de Salud Mental, Nº 26657 (2010), la Convención sobre los derechos de personas con discapacidad (Ley 26378, 2008) y la Ley de salud sexual y procreación responsable, Nº 25673 (2002), coinciden en que una persona puede decidir si desea o no tener hijos y en qué momento y que se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas. Es un derecho que no puede ser negado utilizando como criterio la presencia de un padecimiento de orden mental. (Sánchez del Hoyo, P.; Sanz Rodriguez, L., 2004)


Es en este punto donde nos interrogamos: ¿cómo y por donde comienza el abordaje familiar? y ¿a quién le corresponde?, ¿cómo poder evaluar por qué el adulto no cuida o por qué no puede cuidar?, ¿qué hacemos como Servicio Local cuando madres, padres, cuidadores tienen problemáticas de salud mental?, ¿es lo mejor para el niño separarlo de ellos?, ¿quién acompaña o se ocupa de garantizar el tratamiento/seguimiento del estado de salud mental de estos adultos?, ¿cómo se trabaja con madres, padres y referentes sin conciencia de enfermedad que tienen a su cuidado NNyA?


Por otra parte, nos encontramos con miradas disímiles respecto al abordaje que se tiene tanto desde los Equipos de Salud Mental de los Hospitales como los Organismos Judiciales en las pericias psicológicas-psiquiátricas. Como efecto, estos dispositivos producen una lectura de corte sincrónico al momento de la evaluación del sujeto, en tanto que desde nuestra función, se toma la historia del sujeto a lo largo de las diversas intervenciones, en la diacronía y sujetado a un contexto.


CONCLUSIONES


Muchas veces la capacidad de brindar un entorno seguro y de cuidado para el desarrollo de un NNyA se ve limitada por el deterioro psíquico de sus padres, debido a la alteración de sus capacidades para atender las necesidades materiales y afectivas de los niños. Sabemos que privar a los NNyA del vínculo con sus padres no es ni la solución ni la mejor alternativa, sino el último recurso al que apelamos. En nuestro trabajo apostamos a la creación de un vínculo posible entre NNyA con sus padres o referentes, depurado de nuestros ideales sobre lo que la maternidad y paternidad deberían ser, dejando de lado nuestras posturas moralizantes y construyendo lazos de trabajo basados en la corresponsabilidad, la ética profesional y el respeto.


Creemos importante, teniendo en cuenta la particularidad de cada caso, garantizar el acceso y el apoyo necesario para que de esta manera los padres/madres y/o referentes puedan continuar desarrollando el ejercicio de sus funciones parentales.


En cuanto a los NNyA estando al cuidado de sus progenitores, desde nuestro lugar apostamos a brindarles espacios de participación saludables, escucha activa en sus vivencias y preocupaciones, y el sostenimiento de su centro de vida, mientras no se encuentren amenazados y/o vulnerados sus derechos.

Como se señalara anteriormente, trabajamos con grupos familiares, en su mayoría monoparentales, conformados por madres solas: aisladas de su entorno familiar y social, por lo cual resulta probable que este aislamiento sea síntoma de su padecimiento mental. Este aislamiento psíquico se profundizó a partir del aislamiento social obligatorio por la pandemia por COVID-19. El entramado de circunstancias tanto contextuales, fortuitas, individuales como estructurales, nos convoca en nuestra función a preguntarnos: ¿cómo restituir derechos y volver a formar redes allí donde no hay lazos sociales?, ¿cómo proponer alternativas de cambio, derivaciones a tratamientos en salud mental a personas que no se reconocen enfermas, y donde el entorno, incluidos nosotros mismos, se les torna amenazante, persecutorio? Porque si ahijar es complejo y desestabiliza a adultos que cuentan con recursos simbólicos y materiales, y están acompañados, ¿qué se puede esperar de nuestras familias que han sido deprivadas de todo, incluso del beneficio de gozar de salud mental?


* Antonela Di Buo, Georgina Venegas, Alina Golub, Estefania Pallotti, Juan Manuel Calderón Barraque, Julián Sánchez Bartoli, María José Banchero y Verónica Alvarez: areapsicologiaserviciolocalbb@gmail.com


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


*AULAGNIER, P. (1977). La violencia de la interpretación. Editorial Amorrortu. Buenos Aires.


* ETKIN, M.E. (2017): Las organizaciones de la sociedad civil como imaginarios instituidos e instituyentes. Reflexiones desde la perspectiva de Cornelius Castoriadis. Disponible en UCES, Revista Científica volumen 21, N°1. Buenos Aires.


* BOWLBY, J. (1982): Los cuidados maternos y la salud mental. Editorial Humanitas. Buenos Aires.


* LERNER, H. (2011): No hay yo sin otro. Periódico Mensual Actualidad Psicológica. Año XXXVI. Número 402. Buenos Aires.



* ZELMANOVICH, P; MINNICELLI, M (2012) Instituciones de infancia y prácticas profesionales: entre figuras de segregación y dispositivos de inscripción simbólica. Dossier Propuesta Educativa, Año 21, Nro 37.


* WINNICOTT, D. W. (1993) El Proceso de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Editorial Paidós. Buenos Aires.

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