La comedia de Meryl Streep que solo logramos entender 20 años después

'La muerte os sienta tan bien' fue denostada por la crítica en su estreno. Pero vista más de dos décadas cumple aquello que dijo Meryl Streep de ella: "no es ciencia ficción, es un documental".

–¡Siguiente!
– Hola, tengo una idea para una película.
–Le escucho.
–Pues es una comedia sobre dos mujeres que se odian, y beben una poción que las convierte en inmortales, así que acaban convertidas en zombis e intentan mantenerse guapas con pintura acrílica pero sus cuerpos se van descomponiendo.
–¿Y a quién tiene en mente para protagonizarla?
–A Meryl Streep.
–¡Tenga 55 millones de dólares!*

  • [dramatización]

En toda su carrera Meryl Streep sólo ha hablado mal de un director. Según ella, a Robert Zemeckis no le importan los actores, y sólo se preocupa de cómo van a quedar los efectos visuales en pantalla. La actriz describió el rodaje de La muerte os sienta tan bien como "tedioso", y prometió que sería la primera, única y última vez que aceptase una película técnicamente tan compleja. Por lo demás, se muestra orgullosa de la pelicula, que en su momento fue repudiada como una desesperada comedia misógina sin gracia. En 1992 los efectos visuales eran una novedad y nadie sabía muy bien dónde se estaba metiendo. Isabella Rosellini, por su parte, creía que la película era una comedia familiar. ** Pero un día un ejecutivo del estudio visitó el rodaje y se mostró encantado: "ah, ¡qué película tan marica!".**

La muerte os sienta tan bien presenta a dos mujeres que básicamente se comportan, se maquillan y se insultan como una pareja de travestis. Su único espectador es Ernest (Bruce Willis, el actor más sexy del momento convertido en una especie de Ned Flanders flácido) . Ernest representa los valores compasivos del cine de los 90, y la película los ridiculiza hasta que él prefiere, literalmente, morir a tener que aguantarlas. Lo subversivo de la película es que no sólo retrata la obsesión enfermiza por la cirugía estética, sino también sus grotescas consecuencias. La broma macabra de la película radica en que, mientras que los travestis pueden desmaquillarse y volver a lucir aspecto de seres humanos, las señoras excesivamente operadas tienen que convivir con su cara nueva durante el resto de su vida.

Alterar el aspecto físico mediante operaciones se convierte en ocasiones en una carrera que muchas mujeres (y algún hombre) quieren detener cuando ya es demasiado tarde. "¿AHORA una advertencia?", exclama Meryl tras beberse la pócima. Es la misma estafa que sienten algunas personas que se hacen una liposucción y al salir les informan de que para adelgazar van a tener que hacer ejercicio.

En 1992, La muerte os sienta tan bien predijo esta pérdida de control sobre el cuerpo, y desde entonces el abuso de la cirugía sólo ha ido a más. Madeline y Helen se van desconchando, y necesitan constantes retoques de mantenimiento como si sus cuerpos fueran edificios con derramas. Porque estar muerta no significa dejar de ser coqueta. Esta adicción tiene todos los rasgos de una enfermedad mental, pero nadie habla de ello en esos términos. Es más entretenido ridiculizar a la víctima mediante galerías de "antes y después" que plantearse qué clase de sociedad la ha llevado hasta ahí. Pero Madeline y Helen no necesitan tu lástima, sino tu envidia. Ellas se refieren la una a la otra como Mad (loca) y Hell (infierno) , pero no se odian, se necesitan demasiado la una a la otra. ** "Yo te pinto el culo a ti y tú me lo pintas a mí" es una de las mejores definiciones de la amistad incondicional que ha dado el cine.**

También se necesitan para competir. La vanidad parte de la base de que la sastifacción definitiva radica no sólo en ser guapa, sino en que las demás sean más feas que tú, y se acaba tornando en una maldición que cada individuo debe padecer en soledad. El contrato de la poción que Madeline y Helen toman estipula que, tras 10 años de espléndida belleza, los que la beben deben desaparecer para siempre. ¿De qué sirve entonces ser hermosa, como el árbol que cae aislado en el Amazonas, si nadie puede envidiarlo? Ese es el sinsentido que Madeline y Helen son incapaces de entender. Están demasiado obsesionadas con conseguir lo que el mundo les ha hecho creer que desean.

Muere joven y deja un bonito cadáver. Una frase tan pop como estúpida, que la película expone en esa esperpéntica fiesta entre cuyos invitados están Elvis Presley, Marilyn Monroe y James Dean. Tal y como demuestra esa olimpiada de la supremacía erótica que es Instagram, la vanidad es un monstruo que por definición jamás podrá saciarse, porque provoca deseo contaminado de frustración. Como le sucede a Madeline con la hechicera Lisle von Rohman (Isabella Rossellini) , "¿cuántos años me echas?" es siempre una pregunta trampa, no hay forma de responderla bien. La muerte os sienta tan bien nació concebida como una sátira, pero vista hoy funciona como una crítica visionaria a una mentalidad que la sociedad dejaría de ridiculizar para acabar asimilando. Hoy cualquiera puede ser admirado por millones de desconocidos y sentirse una estrella. Hoy, la vanidad ya no es una broma, es una forma de vida.

Y como Instagram, sin resultar explícita en ningún momento, La muerte os sienta tan bien está plagada de sexo. Isabella Rossellini se pasea como una pantera pernanentemente en celo, y nunca se viste con ropa, sino con joyas, fulares o albornoces que imaginamos se sostienen con magia. La transformación de Madeline se manifiesta con un culo nuevo y esas "tetas como rocas" que ella tanto deseaba. Los esbirros de la hechicera van vestidos como domadores de circo porno. Del mismo modo, ** la película es creativamente violenta sin que nadie la recuerde como tal.** Y eso que las escenas más memorables, que saturaban el anuncio en televisión, son las brutales agresiones físicas entre Madeline y Helen. Cuellos rotos ("Ernest, ¡me estoy viendo el culo!") , boquetes en el estómago ("mírame, ¡estoy empapada!") , cabezas hundidas y desmembramientos que están rodados como si fueran dibujos animados y que, por absurdo que parezca, convirtieron la película en un clásico infantil.

Ninguno de los niños que disfrutábamos con La muerte os sienta tan bien entendíamos la mayoría de los chistes ("¿sabes lo que les hacen a los republicanos fondones, calvos y peludos en la cárcel, Ernest?") , pero lo pasábamos bomba cada vez que la daban en televisión. Y la emitían constantemente. Paradójicamente, fueron los adultos quienes rechazaron la película.

El fracaso crítico y comercial de La muerte os sienta tan bien fue achacado a la inclusión de la palabra "muerte" en el título, como le había sucedido a Elegir un amor (en inglés, Dying Young) un año antes. La película no sólo era una versión travesti de Cocoon, sino que también se reía de la muerte real. El epílogo, con el funeral de Ernest y las dos divas carcajeándose en la iglesia, fue una blasfemia que el público no quiso aceptar, por mucho que a continuación acaben despedazadas por culpa del bote de pintura acrílica número 9 que Madeleine ha perdido, con el mismo despiste que aquella vez que perdió el dedo índice. ** La crítica destruyó la película y la acusó de misógina, a pesar de que en realidad Madeleine y Helen no odian a las mujeres, odian a todo el mundo, incluídas a sí mismas. Especialmente a sí mismas.**

Mostrar todo tipo de mujeres –buenas, malas, siempre complejas– en el cine es lo opuesto de la misoginia, es pura liberación. Y Madeline y Helen son dos antiheroínas, dos pellejas (metafórica y literalmente) sin redención que no tendrían cabida en el políticamente correcto cine actual. A principios de los 90, las mujeres disfrutaban de una variedad inédita de papeles, pero sólo podían acceder a esta suculenta industria bajo una condición: debían resultar follables según el criterio de los ejecutivos. Goldie y Meryl comprendían perfectamente lo que contaba la película, y Bruce Willis directamente lo tenía esperándole en casa. En 1992 algunos medios empezaron a cuestionar si la personificación de la sensualidad hasta entonces, Michelle Pfeiffer, debía replantearse su carrera tras interpretar a Catwoman. ** Tenía 34 años, y no volvería a interpretar a una mujer sexy en toda su vida.**

Meryl Streep y Goldie Hawn tenían 42 y 45 años respectivamente cuando rodaron La muerte os sienta tan bien, y ya hacían de viejas amargadas. La perseverancia de la carrera de Streep le había convertido en la única actriz cuyo prestigio podía compararse al de los actores masculinos, pero sus concesiones cómicas fueron despreciadas por la crítica como desesperadas. "Siento que pienses así" se defendió Streep cuando un periodista aseguró que La muerte os sienta tan bien no era digna de su talento, "es una comedia hiperbólica que me he tomado tan en serio como el resto de mis trabajos". En efecto, Streep y Hawn son dos formidables actrices que interpretaron a dos mujeres que se comportaban como malas actrices sobreactuadas, y trazaban sádicos planes sin dejar de caerte bien. Las acusaciones de misgoginia ignoraron que la película no odia a las mujeres. Hollywood sí. La película se limita a funcionar como uno de esos espejos de baño que aumentan el reflejo hasta deformarlo. Tal y como Streep describió La muerte os sienta tan bien, ** "no es ciencia ficción, es un documental".**

Resulta irónico que Meryl Streep interpretase a una mujer esclava de su belleza, cuando ella nunca ha sido famosa gracias a ella. También es perverso que Goldie Hawn acabase perdiendo las riendas de su cara, sometida por la cirugía, aunque al menos se rio de sí misma en El club de las primeras esposas, donde todavía se podía distinguir cuándo reía y cuándo lloraba. Hollywood estipula que un mal actor puede ser una estrella, pero un actor feo no. Esta esclavitud les lleva al sinsentido de alterar su herramienta de trabajo, como si un carpintero se cortase tres dedos para poder seguir trabajando. Ganan los cirujanos, pierde la madre naturaleza. Hollywood popularizó la vanidad entre la clase media, que durante siglos había sido sólo cosa de la clase alta (las señoras que para dar un giro a su vida se cambian la nariz con la misma naturalidad con la que otras se cortan el pelo) , ** y luego la perpetuó y alimentó para seguir haciendo dinero con ella.** La muerte os sienta tan bien es, por encima de todo, un grito de auxilio por parte de dos actrices a las que Hollywood estaba a punto de tirar por las escaleras.

Los que crecimos con estas sátiras hemos tenido dos opciones al hacernos mayores: intentar cambiar el sistema o abrazar el narcisismo. Pero gracias a lúdicas denuncias como La muerte os sienta tan bien, hasta los más vanidosos saben en el fondo que están siendo ridículos. O al menos deberían. La generación anterior creció idealizando la belleza. La nuestra también, pero lo hicimos conscientes que es una estupidez. Meryl Streep, por su parte, maduró espléndidamente hasta convertirse en el intérprete más admirado del planeta y cosechó los mayores taquillazos de su carrera pasados los 60. Streep dignificó y reivindicó la madurez femenina en Hollywood y, por inevitable extensión, en el mundo entero. Por el camino, perdimos a Michelle Pfeiffer, Meg Ryan o Melanie Griffith, entre otras compañeras. Si a Madeleine Ashton le quedasen fluídos corporales dentro del cuerpo, seguro que derramaría una lágrima de puro orgullo al ver el triunfo veterano de Meryl. Y luego probablemente intentaría asesinarla con una pala.

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