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a . AMADO ALONSO CASTELLANO, ESPANOL, IDIOMA NACIONAL HISTORIA ESPIRITUAL DB | 3 TRES NOMBRES (eamcuna epics) ie | i aie EDITORIAL LOSADA, S. A. BUENOS AIRES | edicién expeemmente sutores pare It ‘BIBLIOTECA CONTEMPORANEA Queda hecho el depésito que marca le ley 11.723 sas gfe Alguna ver se levanta en los periédicos y en lee Peace nea inca salas de profesores una tormentilla polémica sobre : debe ser el nombre de muestra lengua, En el presente estudio he tratado de indagar cudles han ido y son sus nombres y qué contenido espiritual tienen, qué fisonomia cultural reflejan y qué direecién. de anhelos ha impulsado a los hispanorhablentes a preferir uno u otro. Necesariamente he tenido que presentar estos contenidos espirituales valiéndomie de eitas antiguas y algunas modernas, cuya exégens he intentado situindolas en la conexién cultural de su. ‘momento. : Copyright © by Editorial Lonada, 8. A Buenos Ales, 1943, IMPRESO EN ARGENTINA | eros | Sexewnhveeormeren LOS PRIMEROS TIEMPOS Roman, y lene Esta lengua que hoy vemos hablada por_veinte naciones se engendré en una pequefia comarca de la mtabria, montafias de Santander y borde septen- trfonal de la meseta castellana. Era Ja regién que el reino cristiano de Oviedo tenfa fortificada con unos Giiantos castillos para contener al sur de los Montes Cantébricos arremetidas de los arabes. En cierto modo, la linea de castillos era como la linea de for- tines con que el Estado argentino del siglo xx de- tenia en el desierto Jos malones indios. Las gentes de aquella comarca vivian lo heroico como la nor- malidad de sus vidas y, haciendo de la necesidad virtud, desarrollaron unos rasgos peculiares de ca- récter y atrofiaron en sf otros que se cultivaban como flor de cultura en Ja carte de Oviedo. Aquellos hom- bres se hicieron eficaces y rectos, acostumbrados a las. resoluciones prontas, y perspicaces para lo que ‘se acomodaba a sus condiciones especificas. Ni_si- guiera se fiaban dela legislacién escrita que regia i a 10 * no s¢ sentia heredera y continuadora de Ia perdi en el resto de Espafia con el nombre de Forum Judi- Toledo, y cultivaba cierta urbanidad y wide atl cum o Fuero_Juzgo; ellos se habian de administrar hablar que no tenia sentido en los desfiladeros de justicia “por albedrio” segiin el derecho consuetu- Pancorbo o en la Peiia de Amaya o en los valles del | dinario local. {Cudnto menos iban a andarse atentos alto Ebro. A los cristianos de otras tierras les re- | @ seguir Jos modos ovetenses de hablar! Cuando, « sonaba la Jengua de los castellanos como trompeta | comienzos del siglo x, el reino cristiano trasladé ou con tambor: “illorum lingua resonat quasi tympano | | corte @ Leén, al sur de la Cordillera, Jos castella- tuba”, dice el Cantar de Almeria. Esta era ya la | | nos se sintieron en seguida incdmodos por aquella &poca ‘del Cid y de Alfonso VI, cuando Castilla, | | vecindad influyente, Y desde entonces su energis constituida en reino con Ie ambiciosa dinastia de| ‘combativa se ejercié, no sélo contra los moros, sit ‘origen vasco, engendra su genial visién de la recon- también contra sus reyes forasteros y contra el reino | qutsta como una empresa en grande y empieza a vis- de Navarra. El legendario ¢ histético conde Fernin Tumbrar la formacién de Espafia en entidad nacional| Gonzalez, el fundador del Gran Condado de Castilla, unitaria. cestuvo sucesivamente preso del rey de Leén y del de Durante estos siglos, dos son las lenguas que con. ‘Navarra. Con razin decia hacia 1150 el poeta del viven ‘entre los cristianos: el latin —ya escolistico Cantar Latino de Almeria: “‘Castellac vires per sae- entre el clero culto, ya gravemente vulgarizado entre neral de comunicacién en el Imperio Romano. Los! con el mismo nombre que tenfa ya en el imperio jeoneses sabian que aquellos sus arriscados sibditos romano: romanice 0 lingua romana. La Uamaba ro- ‘mance porque, al determinar su lengua, Ia tnica de que podia diferenciarla era In latina do loe escritos | cula fuere rebelles”, los varones castellanos por si- noterios y escribas— y el romance, la lengua colo- flos han sido rebeldes, aludiendo también a que Can- quial quo el pueblo ha ido cambiando desde los tiem- | | tabria fué la altima y més sangrienta conquista de ‘pos imperiales del latin vulgar. El Jatfn, como lengua | Roma en Espaii de Ja cultura escrita; el romance, como lengua de | Feué lengua hablaban esas gentes? Como los de In accién en sociedad. || sadscrisianon, bablaban romance, la coninuacin del | Cuando un cristiano del rein Teonés tents que re |. Inn cofogial que habia ‘sido el isrunento ge ferirse a su lengua coloquial In lamaba romance, ‘| hablaban la misma lengua que ellos, pero con cier- | ta deagarrada rusticidad y extranjeria, y sin tantos | miramientos conservadores ¥ latinizantes, y con mu-' A chos sorprendentes-particularismos inauditos en Ovie- ec Ranh Mente Pou, rome at rte Mr |). doo en Leda, La pequeda corte de esto reino cristiay |” 2 2 y de algunos clérigos. Debia de ser rarfsimo que se Bittiera Ia necesidad de delimitar’el romance que hablaban unos peninsulares del que hablaban otros; y asi como apenas se oiria hablar de “romance leo- és” 0 de “romance ovetense”, asi serfa también ex: cepcional el uso de “romance castellano”. Cierto. qu cuando los leoneses comentaran la extrafia fisonomia {del romance hablado por los eastellanos, tendrian que determinarlo de algin modo; pero, sin duda, “ ‘ca ‘ellano” no sonaba atin como nombre -del idioms, porque,.Ja lengua de los castellanos era también efomance” y no estaba considerada como entidad Iingiifstica diferenciada. Aun cuando so dijera “ro- ance leonés” 0 “romance castellano”, leonés y cat- tellano no valian como nombres del idioma, sino como determinaciones especiales del nombre comin “romance”, asi como hoy se habla del castellano de ‘América o del espafiol americano sin que por ello te sienta “americano” como nombre del idioms, To- davia corrieron siglos durante los cuales se nombra- ba a Ja lengua Gnicamente en oposicién al latin. Y el nombre que expresaba esta oposicién era “roman- ce”, y también “lengua vulgar” o simplemente “vul- get”. “Lengua vulgar” es un nombre'més tardfo que “romance”, y circula cuando el latin ya no es una rareza de profesionales, sino que funciona como len- gua suplementaria de alta cultura en todas las clases ‘irigentes de aquella sociedad. “Lengua vulgar” se oponia al latin como lengua doctrinal, asi como “romance” se oponia al latin.” B como lengua supletoria. Ambos nombres convivian durante los siglos ailtimos de la Edad Media, siendo Jo mis arraigado “romance”. Traducir se decta “ro- Cuando el cultivo literario y el auge de Ie cultura general dan al romance de los castellanos consisten- cia y personalidad, mientras palidece el romance en Jas ofras comarcas peninsulares, va extendiéndose'Ia férmula de “romance castellano”, y, por fin, “ca tellano” ya hecho nombre. Por ejemplo: en la Ge- neral Estoria de Alfonso el Sabio —siglo- xm— se designa el lenguaje de Castilla, en oposicién al grie« 0, al arabe, y al hebreo (a veces medio identificado con el latin, a veces diferenciado de él), con las si- guientes formulas: en el nuestro Ienguaje de Castilla cen el nuestro romanz de Castilla en el lenguaje de Castilla (frecuente) segund el proprio romanz castellano en el castellano segund el castellano ee Bh Guts Milano Pee Vecgblrs "univers en lat 7 en romance, Sevily 10%, 96 tiene made de excepiona, 2 P See nde oe ep gun durate cl silo eguente. En 1565, fn Salamanca el Zibro de San Juen 6 en nuestra lengua en el lenguaje (sic, no raro) >. Pero todavia entonces, y aun después cuando el idioma se lamé “espafiol”, perduraron muy arraiga- dos en el uso los nombres de “romance”, de “lengua vulgar” y de “vulgar”, Por la Bibliografia Ibérica del siglo XV, de Conrad Haebler ?, comprobamos que cl nombre preferido era, por lo menos en los titulos, “romance”, seguia el de “vulgar”, y menos veces el de ‘castellano’, Sélo una vez he encontrado “roman- ce de Eapafa”. Castellana: eepasol Ast, pues, mientras Castilla fué un puiiado de con- dados o un reino entre los reinos peninsulares, su romance, cuando se especificaba, se Iamé casi tini- camente castellano: el romance de los castellanos, para distinguirlo de los romances de los leoneses, aragoneses, gallegos, catalanes. Pero Castilla, ealiendo “cis dg Avromo G, Sotatzes, La expresén “aur lta” on le General Estos Ge Alloa el Sable (Horenale « Antonio Robs Fie arin, 8 fom pay 18108) Lele nme oo portaguéelnguogen), sia re expan ee tmbig, reoeate re deieat le engaa crete x el ilo nn, Vea R. Mixbxant Panty bs leyende de tor Infentes de Lara, Madrid, 1994, poe. 8, 7 Bhcaatii enol Homenaje « Mendndes Peay, 199, ipl 64. Un cjenple dela Codnice general even en 19: "E ie cara ert enh ‘por ingle cin fra an evwvado que eela oy Ben nro, T Tomo U, La HayeLetpelg, 1903; tomo 1, LeipsigLa Bers, 1917, 15 de sa casa, castellanizé el centro y sur de la. Penin- sula, y luego se unified con los reinos de Leén, Na- varra y Aragén, que adoptaron en comin el hablar de Castilla. La unificacién espafiola coincidié con el despertar renacentista de las conciencias nacionales en Europa: Espaia, Francia, Inglaterra, Alemania, ¥, con menos fortuna y coherencia, Italia. Entonces, junto a los que siguieron tradicionalmente amando ‘castellano al hablar de todos, hubo muchos que em- pezaron a ver intencionadamente en el idioma una significacién extrarregional y un contenido histérico- cultural més rico que el estrictamente castellano. Y junto al arcaismo “castellano” empezé a cundir el nombre de “espafiol”, ya usado algunas veces en la Edad Media, pero que ahora tenia la fuerza interior de ia neologismo oportuiio*” Un arcafsmo no nece- Sees ene Sayre orien nar oa EX S"xeguram de ts Bisse” Colonbie’ Wechers fone GE aa carne ae tv expel, Sevlla, 1495 Seneca” Proverba, en espaol, cum glo ah a Pell ori a Sie rabearie eet 16 ita més justifieacién que su propia continuidad y, sin-duda, a esta fuerza de inereia debemos mas que a nada Ja conservacién secular de castellano —eonviviendo con espafiol— aun en las region nes espafioles fuera de la antigua Castilla. El neo- ogismo es el que necesita justificarse, ya por enti- quecimiento del contenido, ya por precisién del pen- samiento. Y, en efecto, la denominacién de “espafol para nuestro idioma suponia en el siglo xvr un contenido de significacién més rico y mis preciso, Era débil en aquellos tiempos Ja intencién erudita eco cast siempre extor~*en expat eran indiacones nteealadas ‘mismo Bon Fernando Colon. El Manat de 1098 ne figura Esibparie hi ‘Sénson do 1500 stud en of too 1, 0619, per {us aparecen agi como Tndicactnen da Colin, Este Dance pet Stje lima sect Idioma en au Regltrum sulted de voor "ee (pele, pocas “easllane”; y- como muri en 159, el Registram x {bea Timon del pa rain aie ie adaunado le iblotece Colombina, Sevilla, 1806-1094, Ea os, parece casi seguro qué el nelogimo Baler 9 Scfoeade (Mudie) is na “nota, cia a Juan Games y & Antonio de. Obteain, pero abrein lon tage foion ton tn Hkros audidon: Pind delete eda cai de lo Foruna, compuese por Eneat Slvin en latin ¢ ‘rudacido en espaiol por Juan Games, Valencia 19117 Fraduectds de las cosas de Homa de latin en cspatel, con algunas salciones fechas zor Fernand de Saar (omprade por Feraundo Cal Prencsce Petrarea tre io de Obrenin, Logrobo, cido en Castilla. El significado més vivo en los nom. | bres de los idiomas era el de ‘el habla usual en Ja | tierra _correspondiente’,, obedeciendo a un sentido jo y préctico del uso y no al erudito de Ja pro-| cedencia: “De la lengua latina han resultado las ge-! nerales que agora se usan en Italia, Espafia, Fran- cia y Walachia”, dice el vizeaino Andrés de Pota en 1587", Por ser asf, el toscano y el castellano se Namarén luego italiano y épafiol; Ta Tengua de’ oil se lamara francés, ‘con él significado de ‘el idio- ma usado por los franceses’ y no de ‘el idioma procedente de la isla de Francia’. Sin embar- nc, 1516, En el Libro de bs ‘por licer Antonio Penor- ‘lian en Napole, Valencia, 1827, hay 2a nota que dice: “ET bie fhe San de Maine abe ol pre entado ave lain, on lengua expafols ha madado, Beyer Viens, Il mayo 1527" (Bare etbut' Toad Catt, Ent de ane ble epetole de bros ror y curves, Madrid, 1868.86, «Il, pig 620). in tambyea aldo por Tos foveatios. para is lengus “Dorentina” o, evmndo ine, “ovcana”, Hablala Baturalmente n0 debe entenderee eo el raida de ovigen ana fn el de uno corienly satural Por ejemplo, el florentino Varcht Dntaliaa que no dejan de ser naturals en Florencia las palabras Ae lodeee greg, prove o bees que all ou emplnds por el Pa 18 “go no hay que entender que el cambio de nombre obedeciera a intenciones determinadas por racioci- nio: el neologismo ‘espaiel, en el joven siglo xv, correspondia a un nuevo contenido plasmado con los afectos y con los intereses vitales de los hablantes. Este nuevo sentido era, por un lado, ultracastellano, pues significaba un idioma hablado “iaturalmente” también fuera de Castilla; por otzo, supracastellano, como de rango superior; y aunque el seguir muchos usando el nombre viejo no era, de modo alguno, impugnar el nuevo sentido, lo cierto es quo:éste #6 sintié més propia y adecuadamente aludido con. el nombre nuevo. NUEVA CONCIENCIA DE NACIONALIDAD El nuevo sentido estaba engranado con la visién de la magna entidad nacional, yién nueva; ‘el idioma de la nacién’ era este sentido, y, como ya le ‘venia pequeiio el nombre de castellano, se puso en circulacién el de espafiol para expresarlo con més justeza, Isabel de Castilla habla siempre de lengua castellana, pero-ya’ante ella se manifiesta"por pri- mera ves, que sepamos, y de modo dramitico, el naciente sentido que henchfa y estiraba el viejo nom- bre y que pronto se manifestaria con expresién ex- plicita en el nuevo, Cuando la Reina progunté a Nebrija, en visperas de los viajes de Colén, eudl serfa la utilidad de publicar una gramética castella- * na —hasta entonces no hab{a gramdticas mis que de lenguas Iamadas doctrinales, latin, griego y he- breo—, el obispo de Avila, Fray Hernando de Ta- lavera, “me arrebaté Ia respuesta”, dice Nebrija, “y respondiendo por mf dijo que después que Vuestra Alteza! metiese debsjo de su yugo muchos pueblos harbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el ‘encimiento aquéllos tendrfan necesidad de recibir 20 Jas leyes que el vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua, entonces por esta mi Arie podrian venir en el conocimiento de ella, como agora nosotros deprendemos el arte de In gramética latina para de- prender el latin”. Ese “me arrebat6 Ia respuesta” es tuna imagen vivaz y feliz en Ia que se expresa de modo casi apasionedo le alegria de ver compartida y tan bien propagada por el obispo 1a nueva signi- jeacién que Nebrija veia en el idioma. Menéndez Pidal ha sefialado el sentido renacentista que Nebrija puso dentro de ese obvio significado imperialista: Ia historia: imperial del latin renacida y reproducida ex la inminente historia del castellano-y, en conse- nencia, el castellano fijado por un cédigo grama- tical como hasta entonces el latin’. (Nebrija, Gra- mética, pg. 8.) El prurito de exaltacién de la lengua nacional frente a las de las otras naciones estaba reclamando para ella un nombre alusivo. Y el nieto de la Reina 5 Desde entonces, y durante carca de dos sigln, et Inttente Jo tendencia a id ff expat! con el latin Coome tala Eratme Bucsta oa eraito aricalo en al Homenaje a Menéndet Pida, t'D), lumblén profandameate en Tos joegon potlcos de aquellss componciones. que'renulabon a le vex Intinne caste anes. El miamo Erasmo uccta ha peblicado "en arislo la, time XPK, 1582: De algunas compo. ‘siglo XVII, dsnde ve reise i Hibliograie 4e foe cotparndsres Juno. ae Ins dow engaas —evidene punto de oe caracteren fnsinmcen La idost 1S at ae pa et SLA Ss seer aed Se hee oe mee 7 inet Gra Pi oan a See | ! a Catélica ya habla, con orgullo y solemnidad, de “mi lengua espafiola”. En la plenitud de sus treinta y seis afios y de su imperio mundial, Carlos V pro- nuncia en Roma ante el Papa, su corte y los emba- jadores extranjeros un discurso en su propia lengua; y como el obispo de Macon, embajador francés, se quejara de no entender, el Emperador replica con orgullo apenas frenado por la cortesia: “Sefior Obi po, entiéndame si quiere, y no espere de mf otr palabras que de mi lengua espafiola, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda gen- te cristiana”. La lengua castellana, magnificeda al sobrarse de la regién y al identificarse con el pode- oso imperio. En el extranjero, en medio de lo no espafcl, se impone més claramente la visién de Espafia. como ag lenges oman, et I unt, ol eer Angus ere unto mor cuarto més vo aremejaba u las coniconee igrenaticalen det latin. Uno de Jon comparadoten, el macsro Gonalo creas (1626), pore el eepaiol per encina del latin, 7 to miso S"Aisjndro VIC par ea exalaclés im de que sy lengua era Ta welot, ere i ‘por Tes ecrtres do —lambiéa eo ‘de que une tae el rey Felipe IV al feictar al Ponuifieads entidad unitaria y la del idioma como instrumento ional. En la época de Carlos V, Cristdbal de Cas- tillejo, que pass treinta afios en el extranjero, con- templa el papel imperial de muestra lengua, y con ser él tan estrictamente tradicionalista, deja de usar el tradicional nombre de lengua castellana y.le sale como mas apropiado a su perspectiva in- teacional el nuevo de lengua espafiola: “Pero ya que Espafia reina y tiene conversacién en tantas partes no solamente del mundo ssbido antes, pero fuera dél, que es en las Indias, y tan ancha- mente se platica y ensefia la lengua espaiiola segiin antes la latina, @ propésito es entendella y adornalla por todas vias, como se hace de algunos Fernando Col fenia en su biblioteca wn Vocabu- lario para aprender francés, espaiol y flamini (sic), editado en Amberes, 1520. Un fraile espaiol, viajero por Tierra Santa en 1530 y que escribe su infor- macién alli mismo, segin se ve por la significacién de los acd y allé, lama espafiol a nuestro idioma. Por dar noticias valiosas sobre Jos judios espafiles expulsados treinta y ocho afios antes, merece copiarse el pasaje fntegro: “En esto lugar® vi muchas casas la manera de Castilla la Vieja, de aquellas que de medio arriba son de unos maderos pequefos clavados tunos con otros, y en medio adobes de tierra; y creo que las han hecho los judfos qu: moraban allf, que me oe pitt, ae m7 pe Cos son casi todos espafioles; y hay tantos, que me fué dicho que habia mis de mil moradores dellos; y no Jo dudo, porque andando yo por la ciudad, entre cien ppersonas que encontrébamos, los ochenta eran judios, y todos hablaban espafiol. Porque habéis de ber que Ja lengua comin entre ellos, adondequicra que estén 0 de cualquier nacién que sean, es 1a espafiola, asi de los nacidos acé como de los que vinieron de allé; entre los cuales hay muchos que fueron allé eristianos, y lo confiesan acé muy sin vergiienza” + En 1498 se publicaron en Toledo Los comentarios de Gayo Julio César... en romance, traducidos por el toledano don Diego Lépez de Toledo; en 1529 se hizo" @~Alcala” una-segunda-edicién, en-la cual el impresor, Miguel Eguia, dice (aunque sin veracidad, como comprobé Pellicer) que él ‘lo hizo corregir y trasladar de nuevo lo mis conforme que ser pudo al latin, y allegado al buen romance; por que antes de agora fué otra vez impreso muy corrup- to y ajeno del idioma castellano”. Pero cuando este Libro es reeditado en el extranjero cobra su lenguaje cardcter de nacional, y en vez de Hamar- lo romance o castellano se le Hama espafiol: Libro de los comentarios de Gayo Julio César de Jas guerras de la Gallia, Africa y Espaa, también de la civil. Traduzido en Espaitol.... en Paris, 1549. * Fry Aysomo ot Anusos, Vedadereinfrmacn de Tea Sa a dy Meret aca Sac e Getgoh ed ovr fe 7 etd Beta. Ea Eaatiwo, Baveres 1 28. % En Ia dedicatoria, el editor vuelve a llamar es- fio1 a nuestro idioma’. Francisco de Ulloa, que cuidé las dos ediciones venecianas de La Celestina de 1553 y de 1556 (Giolito Ferraris), anuncia en el prélogo una “gramitica y un Vocsbulario en Hes - pafiol y en Italiano, para més introduccién de Jos que estudian le lengua”. En Venecia también, 1551, se publied La Zucca dei Doni en. espaol, tra. duceién espafiola de un libro de anéedotas y chis- tea, en cuyo texto alternan los nombres'de espaol se2¥, castellano asi como los de toscano e italiano. Y €l mismo nombre de espafiol se lee en la Historia lastimera del Principe Erasto, hijo del Emperador + Diocletiano, traduzida de Italiano en Espafiol por Pe- ‘dro Hurtado de la Vera, Anvers 1573. Cuando la Contrarreforma agravé en Espafia el ‘rigor de la Inquisicidn contra los heterodoxos, mu- ‘chos espafioles tuvieron que’ expatriarse y vivir por Francia, Stiza, Inglaterra y Flandes. Entre ellos el famoso Cipriano de Valera -y Casiodoro de Reina, ambos sevillanos, huidos hacia 1557. A la Biblia traducida por Valera se le Hamaba la Biblia Espa. fiola, y, como la traduecidn de Casiodoro de Reina es bastante anterior, Valera Ilama a éste “primer intérprete de Ia Biblia -Espafiola”*, El mismo Ca- siodoro de Reina Hama “espafiola” a nuestra lengua (Hispanica lingua) en dos notas que recoge Pellicer, una de ellas al regelar un ejemplar de su Biblia 2 Yer Puusicen, Ensyo, pégina 83, * Recogido por Prices, Ensaye, pégioa 43, al Senado de Francfort, que le habfa'dado ciuda- dania. Juan de Miranda publica en Venecia, 1569, para italianos de la Seiioria, unas Osservationi della lingua castigliana, y en ellas habla con evidente sa- tisfaccién de “il nostro spagnuolo idioma”, y hasta el titulo mismo se continia asf: “divisi en quatri libris ne quali stinsegna con gran facilis la per- fetta lingua spagnuola”. Arias Montano, en carta al duque de Alba, fechada en Amberes a 18 de mayo de 1570, al referirse a Ia fortuna de nuestra lengua por aquellas tierras, la lama también, con perspec tiva internacional, lengua espafiola '. Yen el extranjero se publica? la primera justificacién ra- zonade, que sepamos, del nuevo nombre: Ia Util y breve institucién para aprender los principios y fun- damentos de 1a lengua Hespafiola, Lovaina, 1555, explica: “Esta Iengua, de la cual damos aqui. pre- ceptos, se lama Espefola: Idmase asf, no porque en toda Espafia se hable una sola lengua que sea universal, porque hay otras muchas lenguas, sino por- que la mayor parte de Espafia Ie habla” *, Sei ale ele aot eo sn el aba So ° Raw vy fran es eer auc ul ncn See Ege a abet Te a wing 26 He ahi, pues, un pufiado de citas del siglo xvr, en Jas que otros tantos espafioles, situados en el extran- jero, y casi todos significativos, dejan el habitual y horedado nombre de castellano para emplear el nue- ‘vo de espafiol, porque éste hacia referencia explicita aa perspectiva nacional e internacional que del idio- ma tenian *, ‘La misma nueva perspectiva se manifiesta en aquel “romance de Espafia” del siglo xv, eitado arriba. El traductor escribe en el extranjero, como Jos otros aqui \ducidos, y ademés, puesto que acaba de nombrar a Ja lengua francesa, cede al gusto por las sime- trias y Hama a nuestro romance “de Espafia” y no “de Castilla”. La idea de nacionalidades opuestas se refleja en cl nombre elegido para el idioma: Valerio Maximo, traduzido-por-Ugo:de-Urries, Zaragoza, Pa» - blo Hurus, 1495. Comiencan las rubricas del libro que Valerio Maximo Romano compuso: que fue tr ferido del latin en. lengua francesa por maestre mon de hedin, maestro en sancta theologia. E des. + Por eapieae, ert une tendencta muy fuerte, pero no un uso sisteitien Ye hewn vito slteruar castellano con cope en esc fondo eopaoler cn el exranjer, El alelercho Frandace, de Figae: ton, 15964612, gon wed muchos fon en el exasjroy rg a ‘tia a Ambriso dz Morales Solve el hablar 7 promuncir el car felzno, cca desde Charen, 20 de. agort ‘de 1800. (Sepa ce, que lr poiicb en La Mistacion Expatatay Americana, 187, isin S1BSI5) con nots do Ambrosio do Moract: publica Ings Por La ViSuzs, Bibl. Hise, de Fologta Casella, 853 column 874, Eien faa on rane ISH). Bie ede oo xe hem ‘eta eneramente sn naesto tipo del momento; pocgoe al {sige Figueren ls eres a Morais gue vila en Sevilla vo mete fn al sments peninlry enrbe en cl extnjero, pre So pert 21 pues del lenguaje frances lo traslado en el romance de nuestra hyspaia mossen Ugo de Urries... la qual translacion fizo en la ciudad de Bruges det Contado de flanders: en el aiio de mil cece. LXVII, stando embaxador en Anglatierra ¢ Borgofe de su mojestad*. Eapake Podriamos afiadir otras muchas citas del neolo- ‘gismo hechas desde- Espafia con andloga perspectiva internacional: el idioma como instrumento de la ne- cidn y, en cierto modo como sti simbolo, y visto en én con los otros idiomas nacionales. En un ~ manuscrite dé"1550°> qué” contietie wn Tratsdo™ (so- bre los mudos) nuevamente compuesto por el Licen- ciado Laso, hay un Uliflogo al lector, donde el autor da las razones que le han movido a eecribir en es- pafiol y no en Jatin: “E pues para declarar y dar fa entender Ja materia ¢ intento presente, no es tan coja ni manca la muestra presente practica y spa fiola lengua, en ella, porque el bien de le presente novedad 'y materia a todos los espafioles comunicado fuese, quise tomar el trabajo...; por que, aunque el trabajo ha sido muy mayor que ai en ia lengua latina, de que yo me precio, La fecha de M67, opin mien Prucen, Entre, pion 88, es cout por S871, fhe ts conn don Hage ‘de Ua eed de PE Exo, Four, Ul, 84, k escrebir lo quisiera, por xazén que los términos del derecho comiin son’ muy trabajosos de sacar de sus Uimites y euajo, yo me siento por bien remunerado y pagado de haberlo puesto en estilo que a todos notorio fuese, porque los deseosos de saber en nues- tra. lengua Espaiiola participen de los secre- tos altivos y delicadezas que en el profundo Derecho Canénigo y Cevil estin esculpidas y encerradas”*, Un fraile andalw, Fray Domingo de Valtanas, autor de un Compendio de sentencias morales, Sevilla, 1555, titulay un capitulo: “Quién fundé a Espafia’ y del espafiol lenguaje”. ¥ luego dice con sen- timiento seguro del idioma como instrumento nacio- nal: “Mucha razén tienen los espafioles de preciarse de su lenguaje; porque después del Griego, el Latin es el.més principal, y a la lengua Latina la Espafiola es la més propincua; y por los Espafioles esté tan dilatado su lenguaje que el Nuevo Mundo de Indias con éste tractan y se entiendens en Italia, en Alemania y Francia mucho se precian de saber el castellano y hablarlo”*, El mismo sentido nacional se advierte en un libro famoso, Examen de ingenios, del doctor Huarte de San Juan, 1575": “Y asi nin. guno de los graves autres fué a buscar lengua ex- "En Gataxoo, Ensayo, IV, 287, ‘as mises bocas'y_ plums alterna ‘ogidad, salvo las exeepeiones que luego vermox, Hd. Rivadeneyea, pagina 647'8, 29 tranjera para dar a entender sus conceptos; antes los griegos escribieron en griego, los romanos en latin, Ios hebreos en hebreo, y los moros en arébigo y asi hago yo en mi espaiiol, por saber mejor esta lengua que otra ninguna”, El sevillano Francisco de Medina, en el prologo de las Anotaciones de Fer- nando de Herrera a las Obras de Garcilaso (Sevi- Ia, 1580), aunque a veces Iamia castellano a nuestro idioma, no- lo llama sino espafiol en un pasaje en que identifica la fortuna de la lengua con Ja de la nacién toda: “...y veremos extenderse In majestad del lenguaje Espafiol, adornado de nueva y.admi- rable pompa, hasta las dltimas provincias donde vic- toriosamente penetraron las banderas de nuestros ejércitos”. Y en una de las més exaltatas apologias de nuestra Jengua, su autor, el navarro Fray Pedro Malén de Chaide*, hace suya esta idea, casi en sus ‘mismas palabras, reforzdndola con una hicida visién de la nueva perspectiva mundial y con un volunta- rioso sentido imperialista: “habemos de ver muy presto todas las cosas curiosas y graves escritas en nuestro vulgar, y la lengua espafiola subida a su perfeccién, sin que tenga envidia alguna de las del mundo, y tan extendida cuanto lo estén las banderas de Espafia, que legan del uno al otro polo”*, Por * Bn el Prélogo del libro de la conversion de la Magdalena (158). "Lego, esta Ides eo iso erpamesto retérco'y caal lugar comin. EL pensumionto del glo xvUH Ta deuroll. asi? "Mirad ‘imo. dex plegedas al aire ina Banderes espafcls. para correr en tranfo Ia Europa, se durpiogs tambidn con elle Ie hermows habla. Castell aquellos mismos afios escribfa el caballero extreme- fio Luis de Zapata su Miscelénea, donde la lengua y la nacién se emparejan también patridticamente a propésito del Amadis: “Del autor del famoso libro poético Amadis no ee sabe hasta hoy el nombre, hon- ya de la nacién y lengua espafiola, que en ninguna Tengua hay tal poesfa ni tan Ioable”*, No es necesario reproducir aqui todas las citas equivalentes que he recogido del siglo xv; queden todas resumidas en ésta, que es Ia mas ilustrativa: El humanista Cristébal de Villalén, un catedrétioo coetineo de Carlos V, tenia bien arraigedo el tradi- ional nombre de castellano, como nacido y oriads que era en ls vieja zona castelana®. En su Gramd- tica Castellaia impresa en Amberes, 1558, castellano es el nombre més frecuente, sin que sea para ello eatorbo el que el autor sienta su lengua en compa- racién con las otras y aun en lucha con ellas: “Y fay ejecuta conquistes no menos memorables: pot geatilen ftlenfa‘en las Danas Cortesanos, por interés proplo en los Sabion tice en len Congress ¥ Gablneten”, ucidos "Obra pablicada on ol temo XI del Memorial Histéico Espafal «de lo Real Academia den Historia), ‘Madea, 1059. El. peste lutde até en ln. pigine 04 He visto ‘anenciada una ediciéa ter dente, Madea, 1530. 4 Nazi en Carson de Campos (Valladl dl antigo ring de Lei, pero zone uy castellana), Prelate Ie Universidad de Valladolid. | si ans{ agora yo como siempre procuré engrandecer las cosas de mi nacién; porque en ningin tiempo esta nuestra lengua se pudiese perder de la memoria de os hombres, ni aun faltar de su perfeccién, pero que a la contina fuese colocéndose y adelantindose 2 todas las otras y también porque la pudiesen todas Jas naciones aprender; pues el bien es mayor cuanto mis es comunicado'; por estas razones intenté su- jetarla al arte con reglas y eyes". Pero cuando este —para el easo— caste ie en que ve de evidencia Ja identidad de la lengua zon lo espafiol, entonces le sale el nombre nuevo con entera naturalidad, como forma especialmente ade- cuada al nuevo sentido. A Villalén le ha animado a escribir su Gramética “ver el comin de todas las ‘Bentes inclinadas'a esta dichosa lengua y que les apla- ce mucho y se precian de hablar en elle el Flame co, el Italiano, Inglés, Francés, Y aun en Alemé se huelgan de la hablar: aunque se presume que sea alguna parte de causa ver que el nuestro emper dor Carlos se precia de Espatiol neutral. Que ansi * Fray Luls de Leda, en la dedictoria al libro I De for nom. plo mera oa le toe que Te eeariado Lavo, (550) asoman también estas Hess, 82 vimos que, al tiempo que su magestad vencié Ia ba- talla a Lansgrave y al duque de Sajonia junto al rio Albis, vinieron todas las sefforias y principados de Alemania a se le sujetar y obedecer y a deman- darle perdén. ¥ todos le hablaban en espariol, aun- que parece que eta algo por le complacer”™ EI neologismo espaiiol para nombrar el idioma es hermano del neologismo patria, que aparece también en el siglo xv1 en Espafia y en el resto de Europa, como un sentido suprarregional de Ja ticrra natal’, (EI sevillano Francisco de Medina, en el prélogo a Ia Obras de Garci Lasso con anotaciones de Fernando de Herrera, 1580, habla de nuestra patria, de nues- tra lengua, de las lenguas extranjeras, del lenguaje espafol.) Y para que el paralelo sea mas cefiido, también tierra perdura como areaismo junto al triun- fante neologismo patria (Yo sali de mi tierra... dice Sancho a Don Quijote, I, 20), con la tenden siempre seguida, a significar con tierra In pat ‘gional y con patria la tierra nacional *, 1 Ee La Volasa, Biblioteca Histirice de Filologie catellen, | interior de'lengeaje La novedad de nombre para nuestra lengua corres: pondia a una profunda novedad, lena de sentido histérico, en lo que desde Humboldt se Hama “forma interior del lenguaje”. Lo nuevo era Ja forma inte- Hior, la perspectiva con que ahora se veia el objeto, el punto y modo con que el interés de las gentes por su lengua se enganchaba en sus intereses por otras cosas de la vida, el principio ordenador y categori- zador por el cual una significacién recibe su pleno sentido, su aleance y sus limites de la referencia que hace a otras significaciones; y trasladandonos de las nificaciones a lo significado, lo nuevo era, en suma, visién, In ordenacién y categorizacién de los cb. jetos mismos y de sus relaciones. El nombre de castellano habia obedecido a una visién de pa- redes peninsulares adentro; el de es pafiol miraba al mundo. Castellano y espafol situaben nuestro idio- ma intencionalmente en dos distintas esferas de ob- castellano habia hecho referencia, comparando ¥ discemniendo, a una esfera de hablas peninsulares gon limites politicos: lo vince de esta ters, Is: costumbres de feta terra, en otras teres Lox del valle Sel Ehess saranen 16 1 rile rte y tiojance date eer, ables en_comia de’ mocase lea; ‘en camblo, los navarton de la “Montana” y lor de Ie oR era’ vatcon del ore cetelniadon del sar, on de te di tints; ‘sion, particnltre sitacionee centimentaiey, por eles Al remenbrar devde Andrea sl Injen palo neal oo ‘dele Monta yt dela Ribera fablarin de acne ra, gure 4 —castellano, leonés, aragonés, catalin, gallego, éra- be; espafiol aludia explicitamente a la esfera de Tas grandes lenguas nacionales —francés, italiano, alemin, inglés—. Castellano habia sido In forma justa y adecunda de nombrar el idioma cuando se ‘queria discemir el romance de los castellanos del de qos demés, durante el secular proceso de constitucién nacional, hasta que Espafia consiguié articular sus regiones en una nacién unida; espafiol empezé a, ex: tenderse en seguida de alcanzada Ja unided nacional y apenas comenzada la intensa vida internacional de Espaiia, como forma més adecuada para expresar Ia nueva situacién del idioma. Ear idea de lenguas.nacionales, es de este tiempo. “También el toscano comienza’entonces a Hamarse ita Tiano, y el francés, sin cambiar de nombre por coin- cidir con el de Ja nacién,-cambia de sentido: en vez do ser, como en la Edad Media, una lengua que se repartia el suelo de Francia con otras, empieza a ver~ tse como la lengua nacional de Jos franceses’, He augut e6mo lo testimonia uno de los grandes huma- nistas italianos, Gian Giorgio Trissino, hacia 1526: "De donde todos los que Je dan el mismo sentido a ficoe del ‘siglo x01 esti, a fist Ey Kaxesmane, Conmbutions @ Thioire de la oleate, eopaguale & frangaise & Pépoque de fa Renaisnce. Ame terdam, 199 pégina 208. _ fol TE 35 Jas mismas palabias ee dicen ser de una lengua siendo pocas las naciones y pocos ies pate me Jas mimas palabras en un mismo sentido, ya que asta en una misma ciudad se vera veces haber al. sgunas diferencias en el hablar, sin embargo aque: Hos paises que no tienen nts palabras tantas in notables diferencias que no se entiendan a fe eee ae ee eee ego, espaol francesesy semejantes, de los cua. ts au lengua toman el nombre, «saber, Lengua it pein ae, for lengua espariola, lengua fran- * Potca, Views, 1505, Tadao dos . fac deta segunda eet, acbeadsen nies Easel mite ales ache ta i nna Ties aca et ie 7a teddy prt Tce umes de eng trea ‘de su pela." ain diré mds; que cuande oe oe fia? comarde con ov tags, sete pec mol {Scere fds gun por ef sone Gl baer ee a ee Jeoge ‘cipal, Iegus fans, y snes feeds aici Saree, 7 compara’ lon ae eperiace koe nee 4 Pobtes, deserolle min api del géacr, an sspectiva internacional del idioma no la te- we eer raillares y millares de espaioles an- Gariegos del mundo; también en Espafia la vida ‘dividual y social estaba Hena de resonancias y de etimulos internacionales. La literatura espafola, y, sobre todo, el teatro como el género mis identifi- fado con Is vida nacional, abunda en exaltaciones patriéticas de todo lo’ espafiol. Haste el individuo Pobraba su propia y cabal personalidad cuando ay ecia como dechado de virtudes espafiolas, y, en ar ‘monia, la actuacién de los individuos ejemplares trascendia con significacién nacional. El orgullo de Ja grandeza nacional Ievaba implicita 1a compara- ‘cién con las otras naciones. Y la lengua do los es pafioles, In lengua de Hespafia, Ia lengua hespafio- | Ja, como escalona el famoso cordabés Bemardo de sAldrete, se tenfa en este exaltado ambiente nacio- Ynal por més rica, més noble, més compuesta, mis ercana al maternal decbado latino que las demi lenguas de Europa. Decir que el nuevo nombre advino como expre- sién de la nueva perspectiva del idioma no es ad- 4 mitir, a la inversa, que al emplear el nombre vie} faltara la perspectiva nueva. La nueva perspective, ‘o la nueva intuicién, no provoca necesariamente una nueva forma exterior. EI neologismo lo traen quie- nes junto con la nueva intuiciOn sienten la urgencia de expresarla. El neologismo triunfante denuncia un problema de expresién restelto. Con él no sélo queda | expresada formalmente Ia indole de la nueva intui- / 31 es ects mero pera vino nuevo—, sino que la. icin queda enriqueci 1m consol dada, Pero el vieo nowbee ee tts ‘esalojad Bee un lado, millones de campesinos han sentido sien, Bre Ta entidad nacional y sus problemas macho mie ébilmente que en las ciudades, y su apego a lo hi redado y tradicional en la nomenclatura les ha hecho conservar el nombre de stellano; racTeas sn entre los espiritus més atentos podia convivir viejo nombre con el nuevo, como arcafsmo remo- zado 1 i SM soteido gracias a lo qu le wantin ocas polé- punto y plumes, gate Jas excepciones de intencic mica que luego veremos, Atendiendo a ese ereador del nacimiento de la forma y a su triunfan- te Propagacién, la relacién entre los dos nombres Sera consistia en que castellano era nombre efialativo del idioma, como su nombre propio, mien- ee espafiol, por sus resonancias nacionales, re- ¥ 7 significative y connotativo. A veces se han tes fa los dos nombres conjuntamente, dando a nues- tr dengue el de espafiola por el nacionalmente ade- a aoe) afiadiendo el de castellana por explicativo a epost ls lnea caeling vo ec Pat Sel, lee sve og J Genre Sia ade" Plge ehh haat lei, Ua donate tanclana ns tg sae oes A i Hunt aide de a" pet ges eee sli in teenies) por aué reconoca nentsa & ra ninguna? 38 fo espesificative, como si se quisiera declarar eudl de las lenguas de Espafia era la nacional espafiola: “Y porque ninguna lengua tiene tantos [donaires y agudezas} como la Espafiola Castellana, ninguna tampoco es tan aguda, picante y graciosa”..., dice el doctor Viana en sus Equivocos Morales’. Otras veces con el doble nombre se da a Ia lengua de Castilla, entre todas las demés, la jerarquia nacio- nal de espafiola: Arcadia de Jacobo Sanazaro, gentil Kombre nopolitano, Traduzida nuevamente en nues- tra Castellana lengua Espafiola, en prosa y verso como ella estava en su primera lengua toscana. Tor edo 1547. Un ejemplo ilustre de estas alternancias nos lo da 1 maestro Gonzalo Correas, quien us6 todas las no- minaciones y fSrmulas: lengua espafola, castellana, castellana espafola y espafiola castellana. El titulo: de su libro es Arte de la lengua Espafola Castellana, Salamanca, 1626, y asi la lama en su Comparacién de las dos lenguas Latina y Castellana: “Infiera cada tno de lo dicho la opinién en que ha de tener a estas ‘os lenguas: a la latina por buena y necesaria res- ppecto de los estudios y de las ciencias y Santas, Es- trituras y libros de Santos; a la Espafiola Castella- nna, por mucho mejor, por st mayor cumplimiento, y ser mas grave, lena, dulce y bien sonora, clara y distinta, y més extendida y general*. Y en otro pa- + a Gautanoo, 1¥, 1094, rea grande de Ua longue Covtellan, edicéa biblioiicn do La ‘Videos, Madtid, 1908, pégina 317. 39 tiendo los términos: “Su extensiéi siz paracién mas que la Latina, porque us y cs comiin nuestra Castellana Espafiola a toda Espafia, que es mayor més que un tercio que Italia. Y hase extendido sumamente en estos 120 afios por aquellas muy grandes provincias del Nuevo Mundo de las Indias Occidentales y Orientales, a donde dominan les Expafoln que cai no que nada del Orbe uni verso donde no haya legado la noticia de la lengua Y grate Espaolas™ a xtranjeros ante tre idioma La perspectiva internacional que los espafioles ad- quirieron de pronto para con su idioma vino a ser fomentada y afianzada por la constante perspectiva anéloga que les rebotaba de:todas partes desde el cxtranjero. La reduckda lengua de Casilla se hace fen pocos aiios lengua mundial. L’espagnol, langu universe, e tia uno de los eruitos esos del gran hispanista francés Alfred Morel-Fatio, Por es afiola, sin duda, y no por castellena, se hizo lengua universal: el instrumento de comunicacién del Impe- rio, de su administracién, de sus conquistadores y navegantes, el habla que Espafia trasplanta al Nue- vo Mundo —la de cristianizarlo y europeizarlo— y que extiende por Africa y por el extremo Orieite, * Péginas 816317. 40 yy en fin, Ja lengua de sui gran literatura, Esta len- gua, con la que ahora, siglo xvt, los gobernantes y Jos militares de toda Europa, los artistas y los mer- eaderes, los banqueros y los altos dignatarios de la Iglesia estaban en. obligado contacto personal, y aun Ja poblacién urbana y rural de muchas zonas euro- peas de Italia, Flandes, Francia y Alemania, era vista y sentida, aprovechada y sufrida por el mundo como ‘el idioma de un fuerte imperio, y en todas partes se lamaba espafol. Espafiola era la lengua de Jos espaioles y Ia que habia que aprender para trar.en el poderoso circulo de sus intereses materia- les, religiosos, artisticos y sociales. Los galantes caballeros italianos, entre ellos el Bembo, escribian versos espafioles en honor y amor de Lucrecia Borja, sutilizando el homenaje con la leccién de lengua; y ésta era Ta de la nacién, no Ta dela regién de los Borjas valencianos’. Por ser la lengua de Espafia y no la de una de sus regiones, por ser expresin y recipiente de Ia potente cultura de aquella Espafia, el inglés Enri- que VIII aprendié nuestro idioma, y el emperador imiliano TI esoribia en espafiol a la reina de Francia Catalina de Médicis, y Margarita de Nava- rra “se huelga mucho con la lectura de Ia lengua castellana”, segin cuenta Julién de Medrano en Ia dedicatoria de su Silva Curiosa (Paris, 1583). Como 1 ideal del cortesano es uno de Ios altos valores renacentistas, y como los espafioles, segiin el supremo * Vénae on Ie pig. 35 law cites de Traine, 41 testimonio de Castiglione, eran “maestri della cor- tegiania”, por las cortes y ciudades de Europa se sdotaban ies Imaneras sociales de nuestros eovtesa + Ys con ellas, nuestra lengua: “porque como veis ys en Tali asi entre damas come eniee taballoron se tiene por gentileza y galania saber hablar cas. tellano”, dice Juan de Valdés en su Didlogo de le Fengua. Sin duda no hay que tomar al pie de la letra la satisfecha declaracién de Cervantes? de que ‘en Francia, ni varén ni mujer deja de aprender Ia lengua castellana”, pero su contempordneo, el aven- turero trotamundos Pierre de Bourdeille, sefior de Brantéme, con su reconocida veracidad, pone bien las cosas en su punto: “El francés se place grande- mente con su dama francesa, o con la italiana 0 ¢s- paftola, pues habitualmente la mayor parte de los franceses de hoy, al menos los que han visto un poco, saben hablar o entienden este lenguaje”. Népoles, en Tengua, era un pais medio espafiol, resume Croce, y Ia lengua de los espafioles estaba esparcida por toda Italia, por Flandes, Francia, Alemania, Austria ¢ Inglaterra. Los embajadores espafioles eran los fini- cos que hablaban en su lengua al.senado veneciano sin el auxilio de intérpretes. El espaol “es lengua muy comin a todas naciones”, dice el italiano Do- menichi en su Razonamiento de empresas militares (Traduceién de Ulloa, Lyén, 1561). Se imprimian 4 Perales, HY, 13, "Vues des dames slants, 1, 2. 42 libros espafioles ent muchas ciudades de Alemani: Flandes, Inglaterra, Francia, Italia, y en todos los paises eran traducidos. En todas partes habia maes- tros de espafiol y se componfan y publicaban gra- miticas y Yocabularios de muestra lengua, Hasta las compafiias de farsantes espafioles andaban por Ita- lia, Cerdefia_y Flandes, y alguna vez por Francia, represenitando nuestras comedias. Afiddase la disper- sidn de los judios espafioles por toda Europa, y, en especial, por la cuenca del Mediterrdneo. Los judfos sefard{es Hamaban a nuestro idioma, que era el suyo, espaiiol (escrito espannol, spagnol, espafiol) desde el siglo xv1. Centenares y centenares de palabras es- pafiolas pasaron en esa época a enriquecer Jas len- guas"europeas; y de entonces'son“ensurmayor ‘parte Jos hispanismos en alemén, en francés, en italiano, en inglés, recogidos por la filologia moderna en me- dia docena de volimenes. Por supuesto, el nombre del idioma se extendié mucho més que el idioma mismo, ya que todos los dias tenfan que nombrarlo miles de extranjeros quo no lo sabian, pero que se lo encontraban en todas partes. Y al idioma de aquellas gentes espafiolas que andaban por el mundo lo llamaban Spagnuolo, lingua spagnuola', Spanich © spanische Sprache, Spanish ‘entemente cavelano, En vn colaloa que paso a la edieén vene- ‘ana de La Celestina, de 153, dice salt “El Uo presente, agra fdsble todas las extraisa nacionen, fe6 on ena fact clade Venecia relpreso por misery Juan’ Bautista Pedrenase, meroader 8 © spanish Language, Espagnol 0 langue ex si bien en el principio de la. vida inernaco Expafia no era raro leer eémo en Francia y en Ine Tia se Uamaba todavia algunas veces castellano a ‘nuestro romance, segiin el nombre entonces mas co lente entre espafioles. Después castellano dei sie usarse en el extranjero —salvo, ocasionalmente, pos algin erudito hispanista— porque no ha contede slit on el encarifiamiento tradicional que en Espaia y en América Je ha dado su fuerza de perdurs i con el nuevo sentido de casticisma y unis el viejo nombre recibié en Espafia en el siglo xvm. Espafiol se lama nuestro idioma en las Conjugal, ns, regles et instructions, etc., de Gabriel Meurier “(Ainberes, 1558), en el Perfecto Método para enten: der, escrevir i hablar la lengua espafiola (Paris, 1597) ¥ en las graméticas de los franceses N. Charpentier Y César Oudin (Paris, 1596 y 1597), en las de los ingleses Stepney, Percival y Minsheu (Londres, 1591 y 1599), en Ia del francés Jean Saulnier (Paris, de Uibres, que te Ae hbren que Sie per ensebe ln Toro (sic): janto al pueate do Ler Fades a én de 1884 “Toodeeion que moe 1608), del alemén Enrique Doergangk (Colonia, 1614), del holandés Carlos Mulerio (Leiden, 1636), del italiano Lorenzo Franciosini (Roma, 1636), en la cuadrilingie de Smith (Londres, 1674), en el anénimo Vocabulario para aprender francés, espaol y flamini (sic, por flamenco; Amberes, 1520), y en os diccionarios de Percival (Londres, 1599), de Henri Hornkins (Bruselas, 1599), de Jean Pallet (Paris, 1604, y Bruselas, 1606), Girolano’ Vittori (Ginebra, 1609), César Oudin (Paris, 1616), Lo- renzo Franciosini (Roma, 1620), en el Diccionario de ocho lenguas (Amberes, 1630), en el gran Dic- ionario y Thesoro de las tres lenguas Espatola, Francesa y Flamenca, de varios autores franceses y flamencos (Amberes, 1637), en el espafiolflamenco de A. de la Porte (Amberes, 1659), en el espafcl- flamenco de Juan de Colin (1669), en el Tesoro de las tres lenguas espatiola, francesa y italiana (Colo- nia, 1671), etc., etc. Las graméticas hechas por es- pafioles para extranjeros en el siglo xvm también Taman las més veces es pafiol a nuestro roman- ce: Antonio del Corro, Londres, 1590; Ambrosio de var, Rouen, 16145 Juan de Luna, Londres, 1623; Fray Diego de la Encarnacién (en Ia segunda edi- cin, Diego Cisneros), Douay, 1624; Juan Angel de Zamarin, Ingolstad, 1626; Marcos Fernénder, Co- Jonia, 1647*; Carlos Rodriguez, Copenhague, 1662; Josef Faustino Perles y Campos, Népoles, 1689; ete, * Instruction espagnaleeccentube, Coloni, 687, (Ap. Monts Fas Ambrosio de Salar, pig. 22). " mer 4s traducciones del siglo xvm, castellano solia ser sustitufdo por espaiiol; por ejemplo, en la siguien- te edicién bilingtie de una obra famosa: Antipatia de los franceses y espaioles: obra compuesta en cas- tellano por el Dr. Carlos Garcia. — Antipatie des frangois et des espagnols. Oeuore curieuse et agréable composée en Espagnol par le Dr. Charles Garcia,-et mise en Frangois par R. D. B. Rouen, 1636. Asi vemos, pues, que la historia de los nombres de nuestra lengua en el siglo xv1, con el progresivo predominio de espafiol, estd engranada con Ia indo- Ie de Ia cultura europea de Ia época, en cuya fi- sonomia el sentimiento nacionalista, alerta para los antagonismos, es uno de los rasgos nuevos més de- isivos. El sentimiento de nacién y Ia visién de las Jenguas como instrumentos necionales se manifiestan aqui en actuacién, como generales a Ja Europa del siglo xv1 y no como privatives de Ja Espafia recién engrandecida. 4 TENSION NACIONAL ENTRE CASTELLANO YY ESPANOL, Si la nueva perspectiva internacional: del idioma fué lo“que dié el impulso originario al neologismo espafiol, pronto vino a entiquecerse y complicarse el sentido con otras perspectivas de dentro de casa: 80 atendia cada vez més distintamente a qué eran ahora |_—las_entidades, Espafia.y.Castilla.y.a.la.relacién.que guardaba el idioma con ellas. Y aunque, por lo co- min, los espafioles se sintieran cSmodos siguiendo con el viejo nombre de castellano, todavia podemos sorprender el nuevo sentido suprarregional como de- terminante del neologismo, El documento mas antiguo que conozco sobre este punto es la ya citada Util y breve institucién para aprender los principios y fundamentos de la lengua espafiola. Lovaina, 1555: “Esta lengua, de la cual damos aqui preceptos, se lama espafiola: lldmase asi, no porque en toda Espafa se hable una sola lengua que sea universal; porque hay otras muchas lenguas, sino porque la mayor parte de Espafia la habla, .. Ciertamente esta lengua propiamente se debe Hamer Castellana, porque es propia de Ja nacién que laman 8 Castellana; que los romanos antiguamente contaban por Hispania Tarraconense”, Como excepcién, apa: Tece aqui un argumento erudito @ favor del nombre de castellano; un argumento que pareceria encajar muy bien en este erudito anénimo que, también muy eruditamente, todavia emplea el nombre de ratio como un subgénero de gens. Pero, como ni antes ni después de este argumento el autor lo atiende, sino que sigue Namando espafiol a nuestro idioma, el “ciertamente esta lengua propiamente se debe Hamar castellana” no es més que 1a aduccién de un argu: meito contrario a.la conducta de lamar espaol al idioma, pero sin fuerza bastante para modificarla. Y éste eardcter de concesién es lo que precisamento nos denuncia la existencia de algunos defensores conscientes del nombre tradicional, que opondrian alguna resistencia (nunca debié ser agria ni terca, pues no se revela en las mil ocasiones que conoce- rao’) a la ereciente adopeién del neologismo. La concesién de nuestro gramético suena como un acto de cortesia hacia quienes piensan de otro modo. Esta tensiGn interior de Espafia entre Ia nueva y la vieja: denominacién se plantea més explicitamen- te en la Gramética de la lengua vulgar de Espafia. Como la obra anterior, esta Gramética es de autor andnimo y publicada también en Lovaina cuatro afioa después, 1559, El nuevo gramético, desentendiéndo- se de razones histéricas de origen, se guia por mo- tivos de uso, y, haciéndose extrafiamente paladin de os argumentos negativos de ambas partes, propone 4 | tuna solucién saloménica: “Cuatro son, y muy dife- rentes entre sf, los lenguajes en que hoy se habla en toda Espafia, Al primer lenguaje llaman vazcuense. . Sfguese tras ésta la ardbiga [todavia hablada entre moriscos]... La tercera es la lengua catalana... El cuarto lenguaje es aquel que yo nuevamente llamo Lengua vulgar de Espafia, porque se habla y entien- de en toda ella generalmente, y en particular tiene au asiento en los reinos de Aragén, Murcia, Andalu- Castilla Ia Nueva y Ia Vieja, Leén y Portugal wunque la lengua portuguesa tiene tantas y tales va- riedades en algunas palabras y pronunciaciones, que bien se puede Hamar lengua de por si... A esta que yo nombro vulgar, algunos la lamaron lengua espaiola, en lo cual, a mi parecer, erraron, pues ver mos que en Espata hay mas de una lengua, y otras mis antiguas que no ésta, y de més lustre, por los mis eseritores que han tenido, Otros la Wamaron castellana, -déndole el nombre de la provincia de Castilla, donde (segiin se dice) ella mas florece; lo cual, aunque no parece desaforado, todavia es nom- bre ambicioso y leno de imbidia, pues ex més claro que la luz del sol, que los reinos de Leén y Ara- g6n tienen mayor y mejor derecho en lengua vulgar que no el reino de Castilla; y esto por tres razones: (1%, que en Leén y Aragén se bablaba el romance + Sobre el eetiniento vigente de que el portugués y el carteline xan dee varedades, as ais imporantes, de wou mice lengua, 3 Sabre la lus que eate sentimiento echa sobre importantes superior de Ta Bistorie Uteravia pesiaular, vésce Revie de Fiologa Hipe- nica, 1942, 1V, pga, 20285 y 2, 30 cuando en Castilla atin se hablaba drabe; 2%, que Castilla fué cristianizada por Leon y Aragon; 33, que Aragon y Leén eran ya reinos en los tiempos en que Castilla era condado]. Por las cuales cau sas y otras que adrede callo, me parecié nombrar- la no Espafiola ni Castellana, sino vulgar, como siempre la Iamaré en toda esta obra; porque sien- do la més vulgar, la més usada y la que més tie- ra ocupe en toda Expafa, fué necesario hallarle un nombre conforme a lo que ella es, para que se diese a cada uno lo suyo quitando todo perjuicio y contienda, y eso basta para lo que so debe saber acerca del nombre de esta lengua que al presente censefiar queremos”*, Evidentemente, el autor no era-castellano,,y, casi ro, era del reino de Aragén. Al enumerar los reinos peninsulares de nuestra habla, jeon qué cui- dado pone a las dos Castillas en el medio, alején- dolas de las preeminencias inicial y final! Castilla cs uno de tantos reinos de esta lengua vulgar. Cuan- do tiene que referirse al mayor florecimiento de la lengua en Cattilla, afiade un “ ‘segin se dice” leno de Teservas y de resistencia pasiva. Y-de repente salta el celo regionalista de lo patrimonial, la bue- na opinién sobre la regién propia y el voceo de sus excelencias, que implican, un poco provincianamen- te, el desmedro de los vecinos. Este hombre, més razonador que razonable, que al rechazar el nombre de espafiol lo hace con tan amigable corte i en La Visaza, Bibliotece, clumnss S045, 51 parecer, erraron”, ahora desecha el de castellano con doble improperio: “nombre ambicioso i leno de im- bidia”; se le escapa el tono Ilano de la exposicién gue con un giro estallante de vivacidad polé- mica: “es més claro que la luz del sol”. Y, ya per- dida toda parsimonia, no se conforma con reclamar igualdad de derechos para todas las regiones del mismo idioma, sino.que pospone a Castilla con vi- sible inquina que le nubla el entendimiento y le desbarate su propio sistema de ideas; pues este gra- ‘mitico que desecha el nombre de lengua espafiola porque hay otras lenguas también espafiolas, propone el de lengua vulgar de Espafia como “nom- bre conforme a lo-que ella es”, “la més usada y Ja~que=més*tierra~ocupa”;~este graniético normia- tivo que muy cuerdamente atiende en esto a la vi- gencia actual del idioma, en cambio, para rechazar el malquerido nombre de castellano acude a tres razones histéricas, las dos primeras falsas y la slkima impertinente. Y, en seguida, como gallo de pelea que vuelve tranquilo a picotear en ‘su, predio una ver pasada la nube belicosa, retoma ‘al tono tranquilo de su exposicién y hasta pretende poner paz y justicia en los demés: “para que se diese a cada uno lo suyo, quitando todo perjuicio y contienda”. Cualquiera diria que ha quitado a cada uno lo suyo. “Lengua vulgar” era nombre frecuentisimo, no s6lo en los siglos xv y xvt, como hemos visto, sino también en el xvi, cuando la tendencia humaniste del Renacimiento impone el uso de las lenguas “‘vul- gares” como instrumentos de alta cultura, termi: do con el largo monopolio del latin. Lengua ‘“‘vul- gex? significaba la lengua viva de cualquier pais ¥ se oponia a la lengua muerta latina, Y “lengua vulgar” alternaba con “romance” para referirse a todos los romances y lenguas vulgares de Europa. En realidad, “castellano” valia por romance caste- Nano; “lengua castellana” era la lengua vulgar de Castilla. La novedad del gramético de Lovaina es taba en pretender elevar a nombre propio este apela- tivo’ comin’, y su falla en que, teniendo que afadir “de Espafia” en busea de la necesaria determin cién, “lengua vulgar de Espaia” era alternable den- tro de nuestro sistema lingiiistico con “lengua vulgar espaiola”, asi como la lengua vulgar de Castilla ha- fa venido a Mamarse lengua castellane. Y como “vulgar” sélo hacia referencia de oposicién al la- tin, cosa cada vez més desatendida, Ia nueva fér- ce ee re torte Ste tel ot rm oo hens fe cee See pe 2 oe ne 33 mule conduefa sin remedio a “lengua espafiola”, esto 3, a uno de los nombres rechazados. Ya lo hemos visto cumplido en la apologia de Malén de Chaide: ““habemos de ver muy presto todas las cosas curiosas y graves escritas en nuestro vulger, y Ia lengua es- pafiola subida en su perfeccién”. Y lo vemos tam- bién en Fernando de Herrera, Anotaciones, 74, quien, tras un hermoso parangén de las “lenguas toscana ¥ espafola” donde dice de la muestra “que ningin vulgar la excede”, coneluye: “excede sin proporcién 1 todas las vulgares... la espafiola”. Herrera alter- na Jos nombres de “habla comin de Espafia”, “lengua comin de Espafia”, con los de “habla espafiola”, “Jengua espafiola”. Un tercer ejemplo acebard de mostramos emo él nombre de “lengua vulgar de Espa”, propuesto como tercero en discordia, en rea- Jidad refluia al de “‘espafiola”: “Ensefiado ha la ex- periencia de tiempo largo que la lengua vulgar de cualesquiera naciones, adquirida con sola imitacién del comin uso, no ayudada de arte o reglas, [pierde estabilidad]... siguese que esta mesma estabilidad y permanencia se podré prometer la nacién espaiio- Ja en Ia integridad de sus dicciones”... Y la len- gus vulgar de la nacién espafola se convierte en el titulo, con toda naturalidad, en legua espafcla. Arte de la lengua espatiola, por el P. Juan Villar. Va- encia, 1651. Hay, pues, un camino tubterrineo dentro del pen- samiento del gramitico de Lovaina, que va desde su. nombre de lengua vulgar de Espafia al de lengua ry espafiola ya cireulante, y este camino viene a dar ‘especial significacién a aquella cortesia simpatizan- te con que advertia su error a quienes Ilamaban espatiol a nuestro romance, frente a la rencoro- sa vivacidad con que rechazaba el nombre de cas- tellano. Celos rogionales Sntleastellenos Podemos dejar a un lado lo que tiene de desvario personal, con. sus falsas razones histéricas, esa ar- gumentacién sofistica contra el uso de castellano; razones aparte, aqui se manifiesta Ia accién de un sentimiento, pues”séVe"otra vex cémo, en Ia joven nacién unificada, castellano sonaba a lo pe culiar y privativo de Castilla, precisamente porque estaba muy presente-en Ia vida y en Ia conciencia de todos los espaffoles la gigante personalidad de Castilla como regién conformadora y directora de Espafia: Cuando en la vida real de Ios andaluces, ara- goneses, catalanes, valencianos, gallegos, se tenia que contar a todas horas con la omnipresente vitelidad de Castilla, al amar castellano al idioma in- terregional, a menudo asomarian reservas mentales en Jos espiritus cultivados, cuando no celos de re- gidn, Reservas mentales, sobre todo, pues el sentido vivido y objetivado en “castellano” era entonces otro que el de hoy. Los espafioles e hispanoamericanos de hoy podemos lamar castellano a nuestro idioma 55, como si fuera su nombre propio, sin necesidad do sentido como cosa peculiar de Cas tilla; la idea del origen castellano del castellano es entre nosotros una explicacién del nombre todo lo ‘obvia que se quiera, pero lo es de orden escolar, y no entra como elemento en su contenido mismo de significacién; si un hispanoamericano dice que ha lefdo un libro en traduccién castellana, o que én su viaje por Alemania pudo hablar con mucha gente cen castellano, piensa integramente en su propio idio- ‘ma matemno, como lengua vigente en la comunidad de que él forma parte, sin afiadir una referencia mental a que tal idioma se fragué hace mil afios en Castilla, Asf ocurre también entre los regionales espafoles;-bilingties o-no,-ahora-que Castilla como entidad no es més que un recuerdo histérico; pero cuando Castilla era una poderosa fuerza hist actuacién, no se podia penser “castellano” sin pen- sar “lo de Castilla”, con la limitacién consiguiente. Y- esta limitacién de sentido en “castellano” —ya To hemos visto y lo hemos de ver con abundante do- ‘eummentacién— constituyé en las gentes un nuevo im- pulso para el creciente uso de espafiol como nombre del idioma comin. Las reservas de los no castellanos aleanzaban ha: ta a la calidad regional de la lengua. El erasmista valenciano Juan Martin Cordeto dice en De la ma- nera de escribir en castellano, Amberes, 1556 (cita de Américo Castro): “No debe darse alguno a en- tender que, por no ser uio de Castilla, no pueda saber la manera de escribir mejor que muchos que "*, Debié de quedar muy complacido, al leer. Jo, el anénimo gramético de Lovaina, nuestro pre« sunto aragonés recomido de celos regionales, y ain més complacido hubiera quedado, y a la vez mis amansado por la nobleza castellana, de haber podido saborear el triunfo de que un Lope de Vega dijera de los hermanos Argensola, en la aprobacién que dié a las Rimas (1634), que “parece que vinieran de Aragén a reformar en nuestros poctas la-lengua cas. tellana”, Quien més abierta, apasionada y razon damente ha negado a Castilla privilegios en Ia cali- dad del idioma fué Femando de Herrera (1580), segiin veremos al exponer el ideal literario de ta Jengua. Y también més consecuentemente, pues He. rrera nunca lama al idioma castellano, sino espafol, 5 i Pe nr uraciéa de caste: Frente a la vivacidad con que algunos espafiole: expresaban la insaisfacciin del nombre de wate, ano o negaban 1a mejor calidad del romance en Castilla, los aficionados al nombre tradicional, como se sentian fuertes en el arraigo y vitalidad del viejo 1 1a cxcntén det 4 pale a un po trcao ei an bien aia odo eh nig‘ aso tek enbo, Mex, Spire Spare, Beat Fee fe madats for tnt yea FP cool ascite Cader ogo so al, eine ii at " 87 necesitaron insinuar defense alguna, y ni siquiera sintieron recelo del neologismo, sino que lo alternaban con el arcaismo segiin el gusto del momento: ‘de estas 17 letras consonantes en lengua espafiola, o mas particularmente castellana...”, dice Antonio de Torquemada en su Tratado Uamado Ma- nual de Escribientes (1574). > ‘Una excepeién, ilustre y temprana, podriamos ver quiz en Juan de Valdés, que escribié en Napoles su Diélogo de la lengua por el tiempo mismo en que Carlos V pronunciaba en Roma su famoso dis- curso en espafol. Habré que acentuar que, por estar el didlogo escrito en el extranjero y por ser su des- tino el adoctrinar en las cosas de nuestro idioma a algunos ingenios italianos, Ia perspectiva internacio- nna} del idioma es constante; y sin embargo, cas- tellano es el nombre que Valdés le da, salvo unas cuantas veces que pone “‘yocablos espafioles”, “‘mo- dos espafioles de hablar”. El que Valdés prefiera Mamarlo castellano es, sin duda, porque atiende, més que a Ia visién nacional, a la tensién particular & interna que a otros ingenios evs —al revés— a Iamarlo espafiol. Valdés se atiene al modelo corte- sano de la lengua. ;Cémo saber cudl es en cada caso imo se express Fray Luis de, Granada acerca del castellano de fon valencanon yaraponeses: “De ln gual trislacions loan es umbién amigos, 7 ana rie Sioa mmuy notva“hecha” pot So ea menos care 7 afc 421 Titre, como’ por ochow ved crs, como ton bahorrina, soledumbre, inrobable, oo Dedicaera del Libre de Sen Juan Clinaco, Uamado Eocala Espit- tual, Salamanca, 1568). 38 Ja forma justa, cuando ol castellano ce habla en las distintas regiones de Espafia con variedades particu, lares? “Os preguntaremos por la Tengua que se usa en Ta corte” *, Asi se obtiene Ia unidad. En toda Fapafia se habla tuna lengua, pero sélo es de fiar el lenguaje de Cas. tilla. “No me aleguéis otra vez para‘la lengua caste. ana la autoridad de Librixa andaluz, que me haréis perder la paciencia.” “Porque él era de Andalucia, donde Ia lengua’ no esté muy pura.” “Ya torndis 2 Yuestro Librixa. ZNo os tengo dicho que, como aquel hombre no era castellano, sino andaluz, hablaba y escribia como en Andalucts To como en Casti- Ua?”*, Castellano, pues, significa en Valdés, de en. tro todas las variedades espafiolas.del idiomay-aquer Ula més prestigiosa, mas propia, més conforme a le tradicién y adoptada en el uso de la corte. Una pers- Pectiva que veremos triunfar dos siglos después con la Academia, Esta excepcién de Valdés se debe a condiciones también excepcionales: Valdés se refiere exclusiva- mente a Ta Tengua familiar y oral. Valdés no halle en Efpaia autoridades de tipo literario y las busca en los refranes o en su gusto personel, Cuarenta afios mis tarde, Herrera contemplara constituida la Tengua literaria, formada por los poetas do toda la nacién, y en ella verd la orientacién para la mejor lengua oral de toda Espafia; y Uamard a la lengua espafiola. 1 Fug Mowwne La Lesa”, Madd, 192% lynn 3, FORMAGION REGIONAL Y FORMACION NACIONAL DEL IDIOMA Permitaseme resumir las paginas primeras: En la alta Edad Media, Castilla, la antigua Cantabria —ape- nas “un pequeiio rincén”, segiin dice el poema de Fermin Gonzilez—, era la avanzada fortificada del i iano-leonés, Sw hablar tenia ‘particula mos muy chocantes dentro del habla o de las hablas del reino cristiano. La lengua escrita era todavia el Jatin; 1a lengua hablada del reino, el leonés, ama- do simplemente romance, o romance de Leén cuando se le queria diferenciar del de Aragén y del de Ga EL habla de Castilla aparece como una varie- dad tosca y anticortesane del romance del reino, y “romance de Castilla” o “castellano” designaba en- tonces lo especifico y diferencial de Castilla. Esta es todavia la época de la fragmentacién y descomposicién del romance en ereciente desmi; jamiento dialectal. Pero, de pronto, Castilla se in corpora con pensamiento constructivo y, tras un cor- to perfodo en que lucha por su independencia y por afirmar su apartadiza idiosincrasia, no tarda en ani- 60 marla un triunfante tesén de hegemonfa, Y Castilla ‘teconquista y castellaniza el centro y el sur de la Peninsula (luego, Leén y Aragén se irdn castella. nizando a su vez por infiltracién progresiva)*, Desde ese punto el romance detiene también su caida y fragmentacién. Nace el arte de la palabra, Ja literatura, y con ella la caida se convierte en as- censién, la fragmentacién y diferenciacién en un Progresivo movimiento nivelador®, El dialecto se va transformando en lengua. Y desde entonces Ja evo. lucién y Ja configuracién del castellano ya no son castellanisimas, ya no consisten en continuar aquella senda apartada y chocante, ni siquiera para imponer Inego sus disonancias a los vecinos. Ahora ese cas- tellano ascendente supone un nuevo sentido de la lengua que parte de los artistas de la palabra y de los-guias sociales y culturales, y que, desde su cre. ni Se acy pg nate * La idea valedera de que las lenguasevolaconsn in cous anda see ae ome ie eed Sy tae ln te Pence “ara fey, ei on Lalas af Sere sates Sng pe od Haus Pico mse ia ciente altura de dignidad social y artitica, se impone como dechado e ideal a la masa y a las diversas re- giones. Ahora, al configurarse y evolucionar, admite como rasgos de su fisonomia fenémenos lingifsticos que no son de la vieja Castilla; ejemplo: la conser- vacién todavia secular de la f inicial latina, diciendo fazer, fembra, fermosa, fuente, y no como los autén- ticos castellanos huente, hazer o azer. Y, lo que es atin més significativo, fenémenos fonéticos castella- 108 son detenidos y reprimidos en plena evo- Tucién en Ja misma Castilla; ejemplos: el grupo al (seguido de consonante) vocalizado en o (alterum, falcem, Turrem albam, falvarium, albarium, saltare, ‘que se transforman en otro, hoz, Torroba, hobero, obe- 0, sotar), 0 los grupos consonénticos iniciales, pl, cl palatalizados en i (planum, pluviam, clavem, cla- mare, transformados en lane, lusia, lave, lamar). La nueva direccién cultural que imprimen al idio- Thormigas; pero nada menoe tmpocos y al ablar ust up instrumento comunal, el Moms, para comuntear algo que et abvlutaente saducicnols ‘© Yaloree convencionsle, pero el individvo famds renoaca dl tole Incer ler su indivigtaidad, de" modo que, ete lo convenconal, Sempre tsoma lo iredutible y pervnal:'y el modo de ssomar 1b ‘eran 6 altert Io exmveaiotal a forms tleroeipiceo de baa, Fe Te ‘te dria 7p wei gue co tees dentro es covttuciaal det lenguaje ame,’ por-eao el ambit el iim etd on in ceactn mia de ow tat Solo foe Soman ‘muertos dejan de cambiar. Peo cambiar no es necetianenie emp dst. Ua oe pee cmb wm co reciente perlecron de a estructura basa we mayor Gud 7 facials di aiveleéa de un vriedades rogindlen ma los.més artistas y los més cultos, 0 lo que es Jo mismo, la aparicién de un ideal de lengua rea- lizado por 1os més capaces y que actia sobre los demis como dechado, es lo que hace que estas leyes fonéticas sean ahora resistidas, vacilen y queden a medio cumplir: algunas palabras han pasedo a la lengua con la castellanisima pronunciacidn del te- rrufio, pero otras muchas recobran definitivamente su cuerpo fonético: otra ver saltar y alto, no ya sotar ¥ oto; otra vez planta, clavija, clavo, y tantas otras ‘como el diccionario muestra en fila alfabética En’ esta represién y rectificacién de tendencias fonéticas localistas de Castilla obran dos fuerzas cul- turales, ambas de sentido constructivo: la una, con el despertar-de-la-conciencia de-una-cultura supe- rior —literatura, Estado constituide y lo atafiede- nsiste en un complacido acstamiento de la in, que ‘ahora puede contrarrestar, orientar e tradi * La represin do Jo ypartadizo castllno dovae que el casellane scones so capil bo ba cesado folnia: Forme ceslanas emg sl sori, verdes, w29 digo no son adailides en el eapeiol, Y = Canta setrcedea’o so Telugian cu Joe campos ante in pres ae elengun genera. Le Sastaacla de lo general, con rete’ nape. Se aca tanbléa en lon sglos vt 7 30m “Como un bidelgs Tmontaias catelanas] me dso: un dla in iy dete ican ‘ptr Gatton oe yr ‘aha Antec il” Le Ves, sees cen iste Vn: Yop Ioan cee og" rata Heals fa cata Pcee poeta ca. toni, 168 leg de poner at teteo'y al eee es slags 6 inspirar al impetu evolucionista, antes desenfrena- do; es ésta la tendencia conservadora, cuyo sentido estructural del idioma en las sociedades cultas no ha sido todavia observado debidamente ni estudiado por los filélogos. La otra fuerza es también cons: fructora y mira hacia adelante en la historia y hacia los Iados en la geografia: es el sentimiento de que el romance castellano se esté sobrando: de Castilla, y entra velozmente en su nuevo destino de aglutina- dor de la magna nacionalided que se esté formando. Castilla evoluciona akora ‘su Jengua local teniendo en cuenta los gustos y las tendencias idiométicas de las regiones castellanizadas, porque el romance que _|___ antes servia a intereses locales y expresaba visiones de campanario, ahora ed un instrumento de largo al- cance y de comunicacién interregional. La evolucién misma del idioma deja de ser estrictamente caste- Tana para empezar a ser espafiola, puesto que ahora Jas regiones castellanizadas intervienen importante- ce 7 Collegos san de ote ified de vocsbloa fon tan mal toido ain embargo, ea com: ombee' dels terre Teciblds, pero ox muy ala costumbre, Estos tees legen hata Je épocs' académica, Ant leemon ea Ia Prctica Ge“ bogrephta para Tes idiomas caztelono y Valenciano (Valen fs ln’ del eng ge Teed won Tos ue babe, a ega primer 7. puleited en su pronunciacién; oe de fen mucha escoia de lox vison veeble de le snigat on on ec! plans 7 promuncile ornen 9 maocecs, con buena” parte do To anlguo Espafol revelto on 4a Tengen provenzal y Catalan” mente en Ja transformacién de la lengua. Y trans: formar la lengua es hacerla*, dircectén de 1s lenens, Ma diplasede de Coote \iin mds: la direccién del gusto idiomitico, Ys con oot dee sii leghialee se deaplaz del viejo solr, y mana abora del castellanizada Toledo, ds de los tiempos de Alfonso el Sabio. Voy = Breacin: dir de numerosas citas de los siglos xv, ania en donde se ensalza a Toledo como a. patios odo cl primor y elegancia del buen decir. El hecho de sobra conocido*. Prefiero destacar eémo ese a tgio nacional del habla toledana se trade en lt Btria del iioma, Eno exranjero el romance to Tndano 20 via como repretentativamente exptfial. A comienzos del siglo xv1, Castilla pee ee lear ait tepirindolas. Pues bien, cuando el Bembo escribe sus versos espafioles a Lucrecia Bor- ; en Jha tere gee Uilste de dow nombres. ditotoe pare, arabes rerlieden. pees Sra ie a pn ls en ste il a aa Here Aes Pea ge one eon roar le Fomances tn dodrice Boonae hits YW: Résoant Nemssne oicba Premera ee kes ja, aspira Ia A al uso toledano y contra la castellana: “I puesto que tu herida”, “siz te que haga”, son octosilabos, N; de Bembo casos de h No aspirada. La historia de castellano en América es en esto bien elecuente, D; en Toledo, la histéricamente una patrafia), que en Toledo (primer tercio documentaré en otro estudio®, eDe dénde le viene a] edo tengo, donde todo el primor buen decir florece, Presa... En lo que toca que se debe escribir, una cosa no me de favorecer; y es el lugar donde 1o eee autoridad en las cosas que tocan & tanta, que Tas leyes del Reino disponen que euan tellano, lo determine el hombre Toledano que. slit se hallare. Lo cual por justas causas se + Ia primera porque esta ciudad esta en el mo seule de va fecha, 1s atpcade te ha conerada bala hoy SaRy, Stntemo roral on sigunas zonas americans y Whelan alee ante el siglo xvi, en América se aspiraba la h ‘como ¥ contra los castellanos viejos,- que Ae piraban. Que esto era toledanismo y no anda, Tucismo (el andalucismo del espafiol americano es Jo creo ver en que la 4 s¢ deié de aspirar en América al mismo tiempo del siglo xv), segtin do en alguna parte se dudase de algiin vocablo cae 6 supresién * “sin saber tris. ‘0 hay en los versos lel te reino de Toledo este pres- tigi normador? Un toledano de 1574 lo dicen S---Yo, aunque hombre de ningunas letras, por Ie Paturaleza que desta antigua y noble ciudad de To. ¥ elegancia del me he atrevido a tomar esta em: al estilo ¥ propiedad con puede dejar ibo; cuya al comin hablar mand5 jus- 6 contro. de toda Espafia, donde es necesario en el corazén se producen més subtiles espfritus, por Ia sangre més delicada que alli se envia,, asi tam- ign en el. pueblo que es el corazén de alguna re- gidn esté la habla y Ja conversacién més aprobeda que en otras partes de aquel reino, La segunda, por estar Jejos del mar no hay ocasién, por causa del puerto, a que gentes extranjeras hayan de hacer mu- cha morada en él; de donde se sigue corrupeién de Ja lengua, y aun también de las costumbres. La ter- cera, por la habilidad y buen ingenio de los mo- radores que en ella hay; Jos cuales, o porque el aire que respiran es delgado, 0 porque el clima 0 coste- Tacién les ayuda, o porque ha sido lugar donde los Reyes han residido, estén'tan despiertos para notar evalquier impropiedad que se hable, que no es menester se descuide el que con ellos quiere tratar desto”*, En el siglo xin, Fernando IIT el Santo oficialiaé el castellano para la Cancilleria, en ver. del latin; y at hijo Alfonso X el Sabio, que promulgé ‘en cas- ellano las leyes del reino y que tan poderoso impul- 50 de dignidad literaria dié a nuestra lengua, senté como norma el uso de a corte toledana para Tas in- texpretaciones legales, Esto, de valor tradicional easi histérico, es lo que el localismo toledano de un Mel- chior de Santa Cruz convierte en privilegio de cual- + Floresta Expafola de_apotegmas 7 sentoncie, Bia y graces mente diches, de algunos Espaioles:eafeodas por Melchior de Santa Grur de Ducat, secino de Toledo. ‘Toledo, 3574, (En Gatsamo, Ensaya, TV, 488) or gquier toledano, etigido en -arbitro de. discus filoligias. El cronista de Felipe IV, dente, ‘Tamayo de Vargas, lo dice asi en carta de 1620 “a los aficionados a la Lengua Espafiola”: Alfonso X “ordené (en un Capitulo de Cortes —no ley de Par. lidas, como vulgarmente se piensa— que refieren Aleocer I, cap. 26, Pisa, 4, cap. 19 de la Historia de Toledo, y yo més particularmente en el-eap. 6 de mi Toledo) que si dende en adelante en alguna parte del Reino hubiese diferencia en el entendimien- to de algiin vocablo Castellano antiguo, recurriesen con la la Ciudad de Toledo, como a metro de la Lengua Castellana, y por tener en ella mis perfec. cién que en otra. parte”. El ldeal cortesano dela lengua Las excelencias del habla toledana casaban, pues, en la opinién de las gentes con el ideal renacentista del cortesano como ejemplar social. El doctor Fran- cisco Lépez de Villalobos, en su Didlogo de las fie- bres. interpoladas, 1515, al defender a Castilla la Vieja contra el pretendido monopolio toledano del buen decir, concede: “Aunque alli presumen (en To- Jedo) que su habla es el dechado de Castilla, y tienen. geri 1605, Aladen a ena I © a ley Gena 550), Lope de Vega en dar ‘én, y otros, Era creencla generals pero ef docuento to be sldo Soconiade, ean 68 mucha ocasién de pensallo ast, por Ia gran noblezy de caballeros y damas que alli viven”. Aqui se hace evidente la idea nacional del idioma que se esconde en la raiz de la idea cortesana, Toledo debe su buen decir a la gran nobleza de caballeros y damas que alli viven. Cervantes, reiterado apologista del roman- ce de Toledo, también cimienta su ideal cortesano de Ia lengua en la idea de la corte como espuma nacional: “El lenguaje puro, el elegante y claro esté ‘en los diseretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda” *, Y este otro ejemplo, cincuenta afios posterior ®: Lat.; {Quién eres ti que vas tan enramada, tan Iena de laurel cabera y manos? Esp.: Soy Ia lengua comtin de cortesanos, que vengo con historia acompafiada, Este tiltimo ejemplo, precisamente por proceder de gente popular y un poco chocarrera, es particular- mente bueno, porque declara hasta qué punto se habia generalizado la valoracién nacional (“comin”) de Ja Iengua cortesana y, de consiguiente, la equivalen- cia de lengua cortesana y lengua espafiola. EI mayor prestigio del romance toledano es va- * Quijote, T,. * En Is Ola podri Deseripeiin de Manse por Marcos Feradndes, Maesto. de) Lenguss, Amberes Nets pevtenceen 1 ua’ Soncto en ddlogo entre las lengua Espaola ¥ Lating, on alabance del author, por Pedro Alvemirano, Bltendor 0 otstenedor de vestdon : © Yiosisimo para Ja historia de los nombres del idio- ma, pues implica que, aun sin saliros de la gran Castilla ensanchada por Ia Reconquista, la idea del idioma se habia libertado de la estricta condicién geografica solariega y atendia a calidades de orden social y artistico (en seguida lo veremos) proceden- tes de todas partes y armonizedas en la corte. La frecuente oposicién de las hablas de Castilla y de Toledo no oponia una regién a otra, sino més bien Ja instancia eupra-regional al particularismo regio nal. Por e0 no bubo nunca el peligro de que el mejor hablar de Toledo acarreara la suplantacién de “castellano” por “ioledano” '. Cierto que Cervantes pudo decir en el Viaje del Parnaso: En propio toledano y buen romance le did los buenos dias cortésmente, Pero como los del Reino de Toledo se Hamaban ‘a si mismos castellanos (como, por lo demés, tam- * Rodsgues Mao, en note o exe pul del Quite TH, 19 (i tina SHB de fn edien grande, Nadi, 19 tal lo do foledane ("En propio Toledano y buex Momasco", en lugar de “En propio teladane'y buen —~ romance” = "en romance bueno y dal Bropio Toledo") 7 deduce que toledano leg6 a wsarve por catelino, Biroe dos pesajee adacden, webos en B. Croce (La Tingue speqnaals fH, Roma 1095), también eatin ral etendidon Uno del a {iano Sepfone de Monti, ca ua soneto castellano 8 Poss que evo verso heroyco ssberan0 cruel pelea contstes en Casta ¥'de Araucén, valene y docto {2 doles, alo ydioma toledo { j | 0 Dién los leoneses y muchas veces Jos andaluces), el “buen romance toledano” equivalia aqui al “mejor castellano”. La lengua orientada, conducida y recrea- da desde Toledo es una lengua nacional. El otro os del cordobée Juan Rufo, on an soneto dtigido al mise Seipone de Moat! Que on Conellano al Toledin vencsten... Evidentomento en este ditimo verso, lo que Juan Rufo dice con hiper- peter te ent eel a le Gl enlane Kemire' de Taide, oe supera Ton iomos tldsaon El veo pone de Meat! dco ‘teal idona de Exile ce dale" chive cane, sable em ete"e slang. bo ‘or de ydioma podria haber dicho “castellano toledane”s de no, bas beri rethatado a cotsosancia. Ea sua, taledano no bx fencionade fusca come nombre de idioma; en tedes Tos Tesumonice que tence un adjetivoencomlistice, que se rellre a la manere mls acre hada de hablar el carallase. HERRERA Y EL IDEAL ARTISTICO DE LA LENGUA E1_médico leonés Francisco Lépez de Villalobos (1515) es el primero en enunciar el més alto y ge- neral ideal de lengua: “mas deben de considerar los toledanos que en todas las naciones del mundo la habla del arte es la mejor de todas”. Este ideal ar- {isticondel-idioma se siente en todas partes"a” vuel- tas con el cortesano; pero es en el gran poeta sevi- Mano Fernando de Herrera donde lo vemos, no a ‘vueltas con el ideal cortesano, sino en resuelta ferenciacién, y engranado en una conexién de pri cipios lingiifstioos de extraordinario valor, que de- terminan la postura de Herrera ante el idioma: con tanta firmeza como si fueran un sistema de concep- tos elaborados. EL pulido lenguaje de la corte estaba formado, es verdad, por la aportacién de las damas y caba. Meros de toda Espafia alli reunidos, y desde la corte refluia como dechado a toda la nacién. Pero, de to- dos modos, habia una determinacién geogrifica que ponfa el marchamo de calidad @ cualquier modismo espafiol: Toledo, 0 la corte, lugar de confluencia fi- 2 ica de los expafioles. Herrera sacude esta iltimaa sux jecién y en vez de reconocer el mejor lenguaje “en Jos diseretos cortesanos, aunque hayan nacido en Ma- jalahonda”, como Inego hard Cervantes, él proclema ‘con entera conciencia el privilegio de los poetas y escritores, aunque no se hayan asomado jamés a la corte: “,..porque ni el verso es blando, ni de tan extremado sonido como queréis que os parezea, ni porque esté compuesto solamente de dicciones corte- sanas seré bueno. Pero decidme por vuestra vida qué son dicciones cortesanas? ;Son de otra natu- raleza que las que se usan en todo el reino? zTie- nen mayor privilegio, 0 son las que todos sabemos y.nos sirven para el uso de hablar y escribir? Mas si el hombre os rogase que le hiciésedes un placer anegaradeslo vos que sois toda la cortesanfa, toda Ja gracia y toda la galanterla del mundo? Creo que ‘no, y asi me atrevo a pediros que saquéis a este ‘yuestra corte de Madrid y Ia paséis, no os turbéis dello, no digo a Andaluofa, que tan aborrecidamen- te desprecidis como si fuera otra Guinea o tierra de la Florida, sino a Bilbao o Bermeo, entre aquella gente bien hablada, y me dighis si sera aquella que se hablare entre todos lengua cortesana; y si no es, como diréis, habéis de confesar que lo que se ha- Dla entre nosotros ¥ vosotros seré la lengua que ala- dais, 2 Suhrayamos_nototos, Contstacién al Prte Jacopin en el tomo Feananpo or. Hewens, Contrevesig cobre sus dnciaciones @ las bray de Garllao de ta Vega, Sevilla (Bibhsiles andaloces) 187 Pégina 103 En ef ardor polesico legs a pospocer la lengue de le : Ba Lengue pédtice lengus oral” Ademds de formular con clarided y tino el crite. rio de lengua nacional, se barajan aqui dos impor- tantes conceptos lingilisticos, el de lengua literaria y el de lengua oral, como con mayor 0 menor_con- ciencia se hace en otros lugares de la Controversia y en las Anotaciones; y se pone en la literaria la verdadera dignidad idiométice, muy en conformidad con el ideal estético de Herrera, y se considera a Ja oral, en sus formas més calificadas, como ali- mentada y sostenida por le literarie. En Is pégina 573 de las Anotaciones, distinguiendo entré las condicio- nes de innovar en las lenguas muertas y en las vivas, dice: “Pero en la nuestra, que vive, y se escribe, y se habla... 086 Garci Lasso entremeter en la len- gua y plitica Espafiola muchas voces Latinas, Ita- Tianas y nuevas, y sucediéle bien esta osadiay iy temeremos nosotros traer al uso y ministerio della otras voces extrafias y nuevas, siendo limpias, pro- pias, significantes, convinientes, magnificas, nume- corte: “pero bien debeia saber que le menve buess lengua os la mis ‘hevcladn,¥ por eslo ia cortesane es mence propa, mo Adulterada, omo_aguella que sulte min alteracion por fe divesdad de gente fextatne que concorren en Ia Cortes..." Eq esto 7 en clrag ae fudes de Herrera ante la lengua, so" advierten letturas italanas: Calera, Bembo, Castiglione, Trisino ete En lan em fect ls Tenguas"coresana, 7 em expecal lade Hom, eran nisy meseladan Segie Bombo, Caines Harabe lengoe cortsana a la que empleabun entre sf lor cardesolen 7 sedorey tanto illanon cast etteajeren, Teunidos ea Ta cart de Roma. Homers hace na wavesura ‘al uplicar'a Espa esta altuociés, " rosas y de buen sonido, y que sin ellas no se der clara ei pensamiento con una sola palabra?”', La direccién de la lengua esté en nuestras manos, con un nosotros que no se opone como enda- luces a Yosotros castellanos: es un “nosotros los poetas”, no importa de dénde, los poetas que poetizamos en la lengua comin. No son los poetas los que tienen que mirar si son cortesanas las voces para admitirlas en sus escritos, sino, en todo caso, al revés: los poetas arrinconan vejeces y traen no- vedades al uso y ministerio de la lengua comin, de la buena lengua de los bien hablados de Burgos y de Sevilla, de Zaragoza y de Bermeo. Esta lengua literaria siempre en formacién y renovacién, hechu- 1a" de" todos“Ios” escritores~ de” gusto; nov mana”de" in— lugar determinado, sino de donde quiera aliente y es- 2 También aqul Herrera se musta lector de Bembe (Prose dalla 1880, pig. 167), quien bace fa mise dl cn delense ‘due Herrera simpllica Ta curation prscindiendo de las die: meh de atria Se hae cee, ps vow a de (eve ee razon, graves, allionantey, vstnay ‘ear, vew tan bari poplar enllan o a ° iPad Limp, Ion min clare siempre nn mda belles 7 ate roses (que oe pueda (Puno Beso, Della slgar linge, lito Il, pag ‘Bes 224, de la edie. de las Opere, Milan, 1810). 18 ceriba un poeta de poder expresivo' ; es lengua es. pafiola y no castellana, y como lengua espatiola del arte se ofrece por modelo de Ia lengua hablada de toda Espafia, que, por la comin tendencia del ideal, resul- ta también lengua espafiola. En esta lengua comin, ni Castilla ni la Corte tienen privilegio como tales, En todo el famoso libro de las Anotaciones, y mis claramente ein en la Controversia, Herrera se ma nifiesta firme en su concepeién nacional del idioma. Si Juan de Valdés, como otros muchos, se lamen- taba, medio siglo antes, de que no habis en Espafia suficientes libros de autores de mérito para guiarse 1s euestiones de Ia Jengua, y acudia a los refranes como a las acufiacio- 4 adornado de palabras graves, Medina, la que conste de un tenor de pall fidament’ en Toe precept» cceroniancn sobre el ext, Por elempl, De ora ioe se te abraselegdaa?™ Con la inva inten Maglael, (Dialogs Garcas, “zo may {ula lingua), dice de Dante, come Herrera de Bien en a palsrav dl latin 7 de lon exteaeron om sgul Herrera su familiaridad con Je eve. liana de It lengua, 7, como no costellano, ee identifica con 6 nes més insignes de la lengua oral’, en cambio He- rrera tiene toda su fe puesta en la lengua de los poetas y se aparta del habla del vulgo negéndole toda autoridad *, Ambrosio de Moral. ray Fray Luis de Aunque Herrera rechaza con energia lo vulgar y niega al vulgo el derecho de entrometer sus formas de decir en la buena lengua, esta actitud aristocrd tica. no tiene cardcter social, pues ya le hemos visto rechazar con’ igual energia el dictado de Ia Corte, sus pullas mis enconedas van contra la capacidad, como orientador idiomatico, de un condestable de Castilla disfrazado de Prete, don Juan Fernindex de Peso, pa ‘oor que lon tefranes tienen ee eer nacidos em el Wl ete lengua, ed. va Leta Dodrd dar cuenta’ de le lengua inti por el are 7 por los libros ‘sy de la easelana to, See teeter buen’, Dare tie ls lengua cstlng, fen lee Obras que Fronciaco Cereantes de Sslacar he hecho, gloved ¥ traducido (1946), ediién Sanche, Made, 1772, plsioa Ti. n Velasco. Su aristocratismo lo es del espiritu, y més cefiidamente del arte. Herrera envuelve toda creacién aceptable del idioma en condiciones estéticas: las vo: ces extraiias y nuevas han de ser limpias, propias, significantes, convenientes, magnificas, ritmicas y de buen sonido. Por aquellos mismos affos Fray Luis de Leén también defendid y profesé el ideal artis- tico de la lengua y separé cuidadosamente el hablar del valgo del que se ajusta al arte: “Y destosson los que dicen que no hablo en romance, porque no hablo desatademente y sin orden y porque pongo en las palabras concierto y las escojo y les doy su lu- gar; porque piensan que hablar romance es hablar como se habla en el vulgo',y no conocen que el bien hablar no es comiin, sino negocio de particu. lar juieio, ansf en lo que se dice como en la ma- nera como se dice; y negocio que de las palabras que todos hablan elige las que convienen y mira el sonido dellas, y aun cuenta a veces las letras y las pesa y las mide y las compone, para que no sola- mente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonia y dulzura. Y si dicen que no es estilo para los humildes y simples, entiendan * Comp, Perso Bras ‘iim de Mili, 1810) pesto sus caratone con el hablar popular de sv tempo, serfan fan galenas tan bellae como son, tom primorory, tan” gents? ‘expresb con la boce del pusblo, aunque Ia Tengu popular discon: Sengn menos Ja prosa qe af Yer Eo lima coneesién dl Bebo's redial min 9's ela onl namin de Fey sis para quien fe sometere tambien + a ols deporeda elaboraelén artes, 18 que, asi como los simples tienen su gusto, asi los sabios y los graves y los naturalmente compuestos no se aplican bien a lo que se escribe mal y sin orden; y confiesen que debemos tener cuenta con ellos, y’sefialadamente con las escripturas que son para ellos solos, como aquesta lo es”. (Dedicatoria ‘en el.libro III De los nombres de Cristo, segunda edicién, Salamanca, 1585.) Femando de Herrera y Fray Luis de Leén son en estas ideas deudores de uno de los més finos y cla- rividentes espiritus que en el siglo xvr tomaron la defensa de nuestra lengua: el sevillano Ambrosio de Morales, que en 1546 habia publicado su Discurso sobre Ia lengua castellana’. Ambrosio de Morales, con Ia delicia de su estilo diamantino, distingue con toda precisién el-hablar del vulgo, el hablar-bien y el hablar con afectacién; el hablar bien correspon- de al ideal estético, libre de vulgarismos y de afec- taciones desatinadas: “Muy diferentes cosas son en el Castellano, como en cualquier otro lenguaje, ha- blar bien y hablar con afectacién; y en todos el hablar bien es diferente del comin. Las mismas pa- Iabras con que Tulio decfa una cosa son las que vusiba cualquier ciudadano en Roma: mas él con * Como prslogo de, tan Obras do Cerventen de Salarar, Cuarenta ‘fos desputs, Arbrosi de Morales volvis-a inclulr a Discurso’ ea ‘Las Obras det Mocstro Herndn Péter de Oliva, Sells 156, eta wer on algunas Timadaras en el estilo y con algunos adiclones, Se te: ied cnt, ot I elon ", Madsid, 1772, que ts el texto qua tte pertenece'e la Toleodia primitive de 1546. 9 su gran juicio, ayudado del arte, y del mucho uso que tenia en el decir, hace que sea muy diferen- te su habla; no en los yocablos y propiedades de Ja lengua Latina, que todos son ‘unos; sino en saber- dos escoger, y juntarlos con mds gracia en el orden y en la composicién, en la variedad de las figuras, an el buen ayre de las cldusulas, en la convenien- te juntura de sus partes, en la melodia y duizura con que suenan las palabras mezcladas blandamen- te sin aspereze, en la furia con que las unas rompen y entran como por fuerza y con rigor en los oidos ¥ en el énimo; y en Ia suavidad con que otras pe- eiran muy sesgas y sosegadas, que parece que no Jas metieron, sino que ellas sin sentirlo se entraron. Las_palabras con que uno se_contentara decir. al- guna cosa de manera que lo entendiesen, él las hard con quitarles y afadirles, con trocarlas y revolver- Jas, ¥ ataviarlas con todo aderezo de eloquencia, que demés de dar a entender lo que se pretende, las cojan tos oides con més suavidad, y ensefien al en- tendimiento ‘més sabrosamente y con més gusto”. EI discurso de Ambrosio de bare en a tiem- fama tan grande como justificada, no sélo por us buenas razones y por el espléndido modelo de Tengua que offecia, sino porque se debatia en él ‘un pleito que apasionaba a todos los espiritus cul- tos del siglo. Es seguro que Fray Luis se apoyaba en Ambrosio de Morales en su famosa Dedicatoria, * Rdicién Sancha, Madrid, 1772, pagina 12. Subrayamos nosotros. 20 pues hay hasta reminiscencias de forma*; también Ambrosio de Morales, en su segunda redaccién de 1586, parece tener en cuenta a Fray Luis de Leén ya otros que han dado la batalla en defensa del ideal estético de Ja lengua, tanto con sus apologias como con el lenguaje perfecto de sus libros. Que influyé Morales en Fernado de Herrera no. cabe tampoco duda, pues ambos convivian en Sevilla en Jos tiempos de las Anotaciones y de la Controversia de Herrera, y Morales, cargado de afios y de pres tigio, seguia vivamente interesado por el pleito, como Jo, prucban Jos retoques y ampliaciones a que so: mgtié poco después su Discurso para ponerlo al fren- te'de las Obras de su tio, el Maestro Herndn Pérez de Oliva, Es admireble eémo Ambrosio de Morales distin. gue con colmsa y tino lo que el lenguaje tiene de comunicacién del pensamiento racional, lo que tiene deFeficacia para mover la voluntad del oyente y lo que tiene de deleite estético: “Dejemos, pues, todas las otras pastes de la elocuencia, y tomemos sélo Jo que toca al lenguaje y al primer y la gracia que cabe en él, que Haman elocucién los Rhetéricos La- tinos, y todo se ocupa en elegir las palabras, ‘y mez: clarlas con tel concierto en lo que se dice, que se les afiada mucho de eficacia, asf para representar las cosas que quieren darse a entender, como para que Ya ssluto por Aménico Casrso, Fl pensoniento de’ Cervone {ef péginas 201 y siguientes, quien ademée'relacona « ambos con CSislatine e \ aL con mayor deleite se escuchen, y s¢ entiendan con mas afeéci6n’?*, Nada més lejos de Jas intenciones de Ambrosio de Mora- les que pasar por inventor de tales ideas. Al revés, tiene el mayor empefio en recoger fielmente la tra- dicién de los retéricos latinos. Toda la armazin ar- gumental del Discurso, y no sélo en los pasajes que transeribimos, puede recomponerse con las idea de Cicerén y de Quintiliano especialmente’, Pero es porque Morales quiere presentar su tesis armada de toda Ia fuerza que le da la autorided de los | nos, pues el pleito era entre castellanistas y latinistas, entre los que defendian la “lengua. vulgar” como adecuada para la exposicién de Jos temas més altos y los que proclamaban el privilegio de la lengua latina para el trato de las cosas graves. A. los la- tin6filos esa quienes expone iss teorias latinas de la elocucién, eon su distincién entre el habla del valgo y el habla del arte*, El mérito de Ambrosio de Morales esti, ademas de Ja més segura eficacia, de quien predica con el ejemplo, en haber convertido * Bilekin Sancho, Madd, 1772, pégina 14, 2 sas ideas consituyen también el fondo dé las de Bombo, umes, aqusnele, Cassone, et, sobre Ta cuttin, de Redo quo Y espaicles forman dé tainas de une isms (ead fen parte, edema, oe los tanto en la interpret ¥'de Quintliano como ex el plnicarsenta de las crstiones nacre * Scbte Jn defensa de Ja lengua wlgar (cl espaol) frente a) Itin, ver AuésIco Castto, El pensemente de Cervantes, pote 196 ‘allt chaday de BL Gatderes oa La Clndad de Dios, 1912, XC, pish $50 7 sige tuna cuestién académica en otra de interés vital que afectaba’ a la conducta de las gentes. Pues “esta parte del bien decir no puede negar nadie que no e3 comin a todas las lenguas, y a nuestra eastellana con ellas, si no tuviere por ventura tan bastas las orejas y tan duro el entendimiento, que no gozase de diferente sonido en una buena copla, que en una desbaratada; en una copla, que en una escritura suel- ta, y en un razonamiento bien concertado y suave, qué en-otro el cual careciere del todo de orden y concierto.” *, La conciencia de las prerrogativas y obligaciones de la lengua del arte frente a la dei vulgo eo tan clarividente en Ambrosio de Morales como en Fray Luis-y-en-Herrera;-y. Fray. Luis tiene todavia. que dar una réplica tan firme como mesurada a los que le reprochaban que, habiendo dejado a un Iado el la- ‘fn, aquello que eseribia tampoco era romance por- que no lo hacia “desatadamente” como el vulgo. Esta réplica de Fray Luis ensefia que, a pesar de Ja ya vieja sentencia del doctor Villalobos, el ideal artistico de Ja lengua no era nada obvio que triun- fara con sélo presentarse, sino que necesitaba defen- sores tan ardorosos y de tanto talento como Ambro- sio de Morales, Fernando de Herrera y Fray Luis de Lebn para imponerse entre la masa de personas cultas. Morales y Fray Luis, al explicar esta Jengua del arte, la cimentarin en el principio de la selec: cién; Herrera, oxplicitamente, armoniza el principio * dlein Sancha, pégine 15. Y | de Ia seleccién con el de la invencién. Pero todos {tes coinciden magnificamente en sefalar, aparte del uso del vulgo, una aristocracia del idioma dond. Palabras Iucen su doble corona de exacta significa. cién y de belleza: propias, significantes, ritmicas y de buen sonido (Herrera); que no solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonia y dulzura (Morales y Fray Luis). Una aristocracia del idioma que se mantiene en un pe- quefio nimero de hablantes: los mejores poetas de toda Espafia, diré Herrera; los sabios y los graves y los naturalmente compuestos, diré Fray Luis de Loén. ¥ este ideal artistico de la lengua, al caste- Mano Fray Luis no, pero si al andalug Herrera, le . planta un confit jurisdieciones-entre lo cas- tellano y lo espafiol, precisamente porque desde su Andalucia siente el fuero poctico del idioma Inve: dido por Jas pretensiones cortesanas. Para Herrera, evidentemente, la aristocracia idiomética esta forma: da por los mejores poetas de toda Ia nacién, que son Jos que heredan Ia lengua de los mejores poctas pa- sados y Ja trasmiten a los mejores que suceden, Esta lengua es espafiola, de la nacién. En las creaciones ¥ en el uso de los mejores poetas de toda Espafa ¥ en esta trasmisin de los mejores a los mejores, radica para Herrera la. unidad de la lengua. Desde sa unidad Lingiifstica, Herrera ama a nuestro idio- ma siempre espariol, y si alguna vez emplea el tér- tino castellano es para referirse al habla particular de Castilla Ia Vieja en lo que tiene de discrepante a con el espafol literario y general, y hasta —ya em- pujado por la agria polémica— en lo que tiene de iistico y de toscamente arcaizante para su fino sen- tido de poeta andaluz. : Su sentimiento de la lengua es moderno y su es timativa atiende a la vigencia actual y al poder ex- Presivo de Jas formas, sin que el rancio abolengo 0 el uso provinciano de Castilla le provoquen otra cosa que burlas: “;Penséis que es tan estrecha el Andalu- fa como el condado de Burgos, 0 que no podremos usar vocablos en toda la grandeza de esta provincia, sin estar admitidos al lenguaje de los Condes de Ca- rrién y de los siete infantes de Lara?” . Lo nacional y lo Fegional Ni por asomo asalta a este andaluz la duda de que Jas dems regiones vayan a remolque de Castilla en el trato de Ja lengua. Herrera defiende con firmeza el buen uso andaluz aunque en Castilla sea de otro modo; otras veces le suena mal el uso castellano. Y sin sombra de escisién. Lo que rechaza de Castilla - es Io glebal que no haya recibido de la literatura el decoro necesario para ser general; lo que defien- de de Andalucia no es lo exclusivo y terrufiero, sino 2 Controsersia,pixina 92. Exctuyo main doceas de passes em age. eitaade dpi Japa ele midis canellsas anid ea sacle las creaciones y el uso de sus mejores poetas, Como Tacopin se rie de los Bavios y Mevios cita en sus Anotaciones, éte Ie retruc he visto alegados en ellas son tales que pod arse con sus escritos vuestra Castilla la Vie Ruy Velézquer de Lara y todos los de Bureba la Hana” (pig. 82). Castilla, y toda Espafia, se honra ‘con los buenos eseritores de cualquier provincia, He- rrera no opone un “andaluz” a un “castellano”; am- bas regiones, y todas las demas de Espafa, hablan tuna lengua comin, la espaiola. En esta lengua na- cional, el uso glebal, ni siquiera el coloquial de una regién, no es la vara de medir; la instancia esté en Ja literatura nacional, donde las ereaciones de los més capaces gon 0 no consagradas por el gusto artistico general de los mejores. Por eso nuestro romance no e2 de modo alguno castellano, aunque lo haya sido: es espafol. Las ideas lingdfeticas. de Horrera Seria demasiado pedir que un poeta del siglo xvt redujera a un sistema riguroso de conceptos la vi- sidn del lenguaje que le permite mantenerse con tan gallarda firmeza en el pleito regionalmacional del idioma. Herrera no se propone teorizar, sino actuar, y mucho de su argumentacién recuerda a la de los antitoscanos de Italia. Pero si nosotros desenredéra- mos Ia concepcién lingiifstica implfcita en exta ac: 36 cién y conducta, la verlamos encajada con toda dignidad en la Lingiifstiea que Humboldt (y antes Vico) y otros coeténcos se esforzaron en constituir como ciencia del espirita y que, tras més de medio siglo de descarrio naturalista, va ganando répida- mente su madurez en estos tiltimos cuarenta gracias a la fecunda y copiosa colaboracién de filé- sofos y cientfficos. Los conceptos lingisticos de base spirit en que se sustenta ‘la postura de He- rrera ante el idioma, y que asoman con insistencia en toda Ja controversia, son los siguientes 19 La lengua no es un arsenal listo que se hereda y se maneja; es una perpetua formacién. La lengua no 5 nomenclatura suficiente para comunicar lo pensado; la lengua da la ocasién, y. el medio, para crear la expresién que manifieste Ie novedad de la intencién psiquica: modos “extrafios y nuevos” “y que sin ellos no se declara el pensamiento con una sola palabra”. 29 Los actos de ereacién no implican menoscabo del tesoro lingiiistico heredado. Crear lingiiisticamente es crear continuando; la creacién arbitraria, de espaldas a la comunidad y al sistema, destruccién; Ia ereacién dentro del sistema id, es decir, tradicién, historia. Herrera sta como neologista; lo que moteja a la lengua de la corte es el estar adulterada por la di- versidad de gentes extrafias. 3° Los poetas (toda crea- cién idiomatica es un acto poético, diria Vossler) hacen las creaciones, la masa las adopta: los poetas ‘traen los modos extrafios y nuevos al uso y minis- ar terio de 1a lengua. 49 En las sociedades de madu- rez cultural, la lengua literaria es el dechado de la oral y la eleva de nivel al atraerla hacia si. El ideal artistico es el supremo en la lengua, Herrera, atento ante todo a la lengua pottica, afirma sus plantas en él como en un supuesto © presupuesto {que no necesita comprobacién, El médico Villalobos fué el que formulé el principio con absoluto rigor: “en todas las naciones del mundo la habla del arte es Ia mejor de todas”. 5° La lengua se orienta por el gusto y, en la actitud aristocritica y artistica de. Herrera, por el gusto de los mejores: tamafio ha sido usadisimo, “pero ya ha envejecido porque los que eseriben con mas pureza y elegancia antes quie- ren detir tan grande, tan-crevide'que tamaiio”. (Con ~~ troversia, pig. 90.) 6? La unidad de la lengua esté en la coherencia del gusto de los mejores y en su tradicional continuidad y evolucién. Todo pleito so- bre la lengua debe radicarse abi. Estos principios se implican todos en cada uno y Ja postura de Herrera, tanto en las Anotaciones como en la Controversia, siempre esté dentro de ellos. Lo mis atafiedero al interés de nuestro estudio es que tal concepeién artistica’ y dinémica del idioma eva 1 Hamarlo espaol; pues Ia aristocracia que hereda el idioma de los mejores y que no se limita a ma- nejarlo, sino que constantemente lo esté recreando, conformando y remozando al continuarlo, esté for- mada por los buenos escritores de todo el ancho Imperio espafiol. Y Herrera es rigurosamente con- seouente y Hama a Ia lengua espaiiola, dejando castellano para designar aquellos usos apega- dos al terrufio de Castilla, sin suficiente dignidad li- teraria y sin alcance general. La lengua literaria, en cambio —y Ia oral culta en cuanto se le acerca—, esti libre de toda sujecién geogréfica. EL’SIGLO XVII Cincuenta afios més tarde que Fernando de He- mera, otro ingenio de la misma ciudad dejé listo para la imprenta un curioso menuserito: Primera parte del culto sevillano, por Juan de Robles, be: neficiado de Sevilla’, en el cual hacen tradicién varios temas de los que ocuparon a Ambrosio de Morales, a Fernando de Herrera y a Francisco de Medina, a quien Robles lama su patrén y maestro. Juan de Robles discieme también entre la lengua artistica y la de los menesteres diarios, pero, no sien- do poeta (aunque sf un buen versificador), reparte ‘4 cada cual sus fueros: “En el inventar vocablos se hha de mirar si se inventan por necesidad o por aumen- to y lustre de nuestra lengua, porque se ha de tener diferente consideracién en lo primero que en lo se- gundo... ...porque en inventéndose tuna cosa, es forz0s0 darle el nombre como instrumento, para’ co- * 1651, Pablicado por los Biblitiloe Andalues, Sevilla, 168 supuesto que no pretendemos mas que esto, en dindonos el tal nom- bre, quedamos satisfechos y vamos a buscar aquella cosa, sin pararnos a averiguar las demés calidades dé, como el que va (0 quiere ir) a la corte a un negocio de importancia, que no se pone a inquirir sives el camino deleitoso y apacible, sino si es de- recho y breve para ir derecho a ella. Todo lo cual ha de ser diferente en los vocablos que se inventan para aumento y lustre de Ia lengua, que en és08 se han de examinar diligentisimamente las calidades, y procurar que sean, como dice Fernando de Herrera, sobre Ia Egloga If, en la palabra desbafe, palabras Smo asoma en este culto sevillano Ia cepcién herreriana de la lengua como cosa hacién- dose y nunca hecha, concepeién que ya habia sido defendida en Italia contra los arcaizantes florenti- nos por Bembo, Castelvetro y otros. Y adviértase emo, tanto en muestros andaluces como en los ita- Tianog, esas ideas, més que una conquista aleanzada en el campo del puro interés teorético, valen como fuerza actuante y estratégica en las petipecias de una Iucha: Ia concepeién nacional del idioma batiendo ¢ imponiéndose a la regional. Juan de Robles no tiene sus ideas tan nitidas como Herrera, pero plantea y_resuelve el conflicto entre castellano y espafiol con la misma perspectiva y mas » Péginas 1645. a1 explicitamente: el viejo y tosco romiance castellano hha nacido del latin; el espafiol ha nacido del cas- tellano y se ha constituido “de cien aiios a esta par- te”; bueno que el espaiiol sea hijo del castellano, pero el padre, tras de dotarlo, ha quedado més pobre que su opulento hijo y casi vive ‘de él. “En cuanto a le segunda parte, de la practica y manejo de nues- tuo lenguaje, se ha de considerar que él nacié en cuanto a esto de cien afios a esta parte; porque lo poco que de antes tenia Espafia fueron unos grancs de unos modos de hablar que murieron, y renacié dellos la fertilisima cosecha que hoy gozamos, la cual es sin duda que se ha multiplicado del latin; _y_ast, dado_caso_que haya sido hijo del romance, Je habré a este padre sucedido lo que sucede muy de ordinario a otros, de darles a sus hijos su ha- cienda para ponerlos en estado, y quedarse a ser alimentados de ellos. Que esté hoy muestra lengua multiplicada de la latina es tan evidente que no sé que pueda dudarse, especialmente con la demostra cién destas composiciones que se han hecho y hacen con tales vocablos que juntamente son latin y ro- mance, que se han ido acrecentando cada dia como El idioma de la gran literatura nacional es a su vez nacional, espafiol, no, sélo por’ instrument gene- ral de comunicacién, sino por obra comin de cultura. ncia contra la dictadura cortesana en cues- Cle, el citedo antienlo de Enusuo Bocats, De algunat comporiciones hspencltinas en el siglo vm, en Ia Reo Fi. ips 1932, tomo XIX, tiones de lengua reaparece en el famoso Maestro de la Universidad de Salamanca, Gonzalo Correas (1626), si bien el ataque es mucho més templado y no se siente en él la jerarquizacién entre lengua artistica ¥ lengua oral con la seguridad que hemos admi- tado en Francisco de Villalobos, Fray Luis de Leén ¥ los sevillanos. Para Correas bueno esti lo corte. sano en la Corte, pero que no se pretenda regir a toda la lengua por el solo uso de los cortesanos: “Hase de advertir que una lengua tiene algunas di. ferencias, fuera de dialectos particulares de provin. cias, conforme a las edades, calidades y estados de sus; naturales: de ristico, de vulgo, de ciudad, de la gente més granada y de la Corte, del Historia- dor, del anciano y del Prodicador, y aun de la me. noredad, de mujeres y varones; y que todas éstas abraza a Lengua universal debajo de su propiedad, nictvo y frase; y a cada uno le esta bien su lenguay y al Cortesano no Je esté mal escoger Jo que Ie py rece mejor a su propésito, como en el traje, Mas Ro por eso se ha de enteder que su estilo particular es toda le lengua entera y general, sino una partes Porque muchas cosas que él desecha son muy buenas y elegantes para el Historiador, anciano, predicador ¥ los otros”! Las ideas sobre Ia diversidad del lenguaje dentro de una misma lengua, que tienen un aire tan mo. demo y que serian suseritas sin reserva alguna por s Contato, Comnsas, Arie de la lengue Expaiole Castellana (Se: 8, 1626), edicidn de La Visesu, Madsidy 1903 shige ool 98 ‘un Charles Bally, no son propiamente de Correas, sino del cordobés Bernardo de Aldrete'; pero su re. heldia contra la Corte es bien instructiva en este castellano de Ia periferia, como lo es la de su ‘antic guo coterrineo Villalobos y la del andaluz Herrera: “Solamente advertiré una cosa y es que este Rela- tivo nuestro tan elegante y claro, lo cual, ha caido en fastidio’ entre algunos cercenadores de los voca- blos, por preciarse de més cortesanos que otros; lo cual, aunque so les conceda, les niego ser legitimos Castellanos, ni propios hijos de Castilla; y en lugar de Lo cual usan estos cultos Jo que, que es de muy diferente sentido y propiedad. Lo cual refiere ge- neralmente sin excluir nada de lo pasado; lo que refiere con especialidad y limitadamente lo que si- gue después dél: lo que hicieres tendré por bueno; Jo que pides es mucho” (pig. 76). Villalobos, He- rrera y Correas coinciden en que, en sus residencias provincianas, se sienten duefios seguros de su buen idioma y no toleran los dictados de la corte. Pero Jos motives son diversos. La mente del médico Villa. 5 Del orien principio de lx Lengus Castlena, por ol docot Bersardo de Airey Hota, 160 Bf ple Vi eee ae Be las dveros modes de hablar gue son parcwors en ls Tengat Geutlone, doote se exptoe docioariamente ceamo aga spromehe Sorel ohh eee 7 otal te sieafien poderos, yen au Ube alsiramos las buee 7 primera Telenor do seen ire de cna ‘iio en el sgl ark ae bam dessrolada, Ea In atria fre tne aha de daca Alcea apr Se de la login no aparece el nombae de“Aldrteporqee tambre en quleaes ler tacen eter de ly enrendnsia Tiaueza filelyien de nucetto siglo 4 lobos es Ia mis lticida y serena, sin que se mezcle en sus ideas impulso alguno anticortesano: en la corte, la flor de las damas y caballeros de toda Espafia forma la flor del buen decir, pero Ja len. gua del arte est por encima de la coloquial. El poeta Fernando de Herrera se bate apasionadamen- te por los mismos privilegios del lenguaje poético y da a sus argumentos vivacidad especial con los escapes de su ocasional anticastellanismo: los. poe- tas son Jos sefiores del idioma, y ni Castilla con sus antigualias ni la Corte, como la ciudad més florida de Castilla, son autoridad en la lengua de la poesia. El profesor de Salamanca, que se siente bien cas. tellano,-no identifica la, Corte con-Castilla, antes bien ces muy sensible a sus divergencias; se defiende, pri- mero, estableciendo que “a cada uno le esta bien su Tengua”, que el Ienguaje cortesano no esté mal en Ia corte, pero que no por eso se ha de entender que su estilo particular sea toda la lengua entera ¥ general, sino una parte; y Iuego, puesto a pre- ferir desde la instancia de Ia lengua general, re- chaza palabras y giros cortesanos por lo que tienen de contrarias a las viejas formas del idioma. Al revés que Femando de Herrera, Gonzalo Correas es aizante y tradicionalista, y cuando los poctas so tan de los viejos moldes, Correas rio defen r4 sus fueros, sino que les opondrd “Ia propiedad” de la lengua. Sin duda la posicién de Correas ante Ja lengua esté notoriamente influfda por su posi- Gién en las polémicas literarias de la época. Su 9% instinto conservador identificaba en su_repulsa el desenfreno inventivo que el estilo de Géngora ha- bia desatado en la poesia, y el barroquismo de las modas de hablar cortesanas, Ciertamente dos flores de una misma semilla, Mas he aqui eémo, cuando més triunfante so propagaba aquella fastuosidad y sutileza de invenciones en el hablar, surge a moda de freno la idea de lo legitimo castellano y de los modos propios del idioma, Esta idea, sostenida por Ia veneracién a las formas heredadas, seri claborada por el académico siglo siguiente hasta madurarla en la del purismo. Ni la resistencia de Correas a los modos cortesa- nos, ni su apropiacién de las ideas de Aldrete sobre |---la-diversidad de lenguajes regionales, sociales, pro- fesionales ¢ individuales, dentro de la lengua gene- ral, ni sus gustos arcaizantes determinan qué nom- bre ha de preferirse para la lengua, Lo que decide en Correas ¢3 su satisfaccién de sentirse castellano* y su orgullo de que la lengua de Castilla sea ya Ja lengua de Espafia entera. Por eso, unas veces la Hama castellana, otras espafiola; unas veces caste- lana espafiola, gozando con el rango nacional al- canzado por la lengua de Castilla; y otras espafiola castellana, declarando cual de las lenguas de Espafia se llama ‘por antonomasia espafiola. Hay un pasa aca de Tenge a que Corres ae am 230, pues ya subemos que los del tntiguo reino de tastellanes je (pag. 53), donde Correas razona sobre los nom- ‘bres del idioma: “Lengua se Nama la habla y len guaje de cualquiera nacién, La nuestra se lama Castellana, porque se habla y es propia en Castilla, nacién principal de Espafia, la mayor y més medi- terrinea, y della se extiende a las otras provincias, hasta a las que tienen diferente dialecto; y como més universal se lama también Espafiola”. Reapa- rece aqui, més explcitamente, la idea de abolengo y de un solar propio del idioma, que ya asomaba fen el anénimo de Lovaina de 15553, y que sera uno de-tos motivos decisivos para que el siglo xvi vuel- va a preferir el nombre de lengua castellana; y al justificar el otro nombre mas ambicioso de espafo- la, Cotreas insiste, después del anénimo de Lovaina, en que la mayor porcién de Espafia la usa, e intro- duce ademas la idea de instrumento interregional que; segin veremos, inducird a Mayéns y Sis. glo xvi) a adoptar el mismo nombre: Ja lengua tellana se extiende hasta las provincias que tienen diferente dialecto; por eso, como la de mayor exten- sién y como lengua que convive con los otros dialec- tos, de entre todas Jas peninsulares s6lo ella merece el nombre de espafiola. La visién de la lengua de Castilla extendiéndose por las diversas provincias de Espafia es lo que mas conscientemente influye para que Correas la lame Cortese tro eect deine, pues el de. al 1 de Hay otras a 97 espafiola; pero también actia el viejo sentimiento na- cionalista que identifieaba cada nacién con su lengua, ¥ que veia en el idioma propio la expresin y la eifra de todas las excelencias nacionales. Al com- parar la espafiola con otras lenguas, ya no se cot- forma Correas con anteponerla a todas las vulgares, sino que la latina misma esté por debajo de ella: “Coteje quien: quisiere los autores y poetas de una” y otra y hallaré més dulzura y corriente en los Espa- fioles. Viene a propésito aquel dicho vulgar a manera, de refrén, en que se comparan las tres lenguas, Es- paffola, Italiana y Tudesca, diciendo que la serpiente en el Paraiso Terrenal hebls en Tudesco cuando en- galié a Eva, y Eva en Italiano, y Adén en Espaiol, denotando a habla Espafiola-por varonil,: habla de hombre vardn; la Italiana, de mujer femenina; le Tudesca, no humana, malsonante y dura” Durante el: siglo xvit, aunque castellano nunca 4 * Comparacién de las lengua latina y Castellana en Arte grande, cd. La Vinca, pizinus 3112. Después se inrodujo en le Mitorc 1 francés, que toms el Togar varenl del espatal ascendient Ste 8 un rango diva: “Me aeusedo habe or ser lengve Masa converstckin te taeda que salle i lo siempre hablaba Ia abler aun mujer Ta allan’ para hablar ion i Castlan 98 es nombre-abandonado, espafiol ¢s el més frecuente', Esti ya lejos'la época de Carlos. V, cuando Espafia se levantaba con {mpetus imperiales y marchaba por Ja Historia, Wena de fe en su destino. En el esplen- dor nacional de este siglo, pomposo y dificil dis- frute de las hazafias del anterior, Espafia se sienta fa conservar y administrar. Mas todavia hay aqui ‘algo de aquel sentido animador que hizo broter el neologismo espafiol, pues si Espafia no aspiraba en- tonces ya a configurar el mundo, defendia todavia su puesto de privilegio en un mundo configurado y Ja idea de la Espafia grande resonaba y se espe- jabs por todas partes. También los escritores, en ver, de pensar, como Herrera y Fray Luis, que estén peifecciohando~un“idioma’ tosco;~ereen*ahora que-lo— tienen ya perfecto, y de esa ercencia va a nacer (pleded y unigerlidad del Bescuence en Espata, yor Maxon. ot Efsassersot, Selamanes, 1728, pagina 100, Mis ctss en Easswo BU. titiy El ici de Carlos V acerca del espa y ores pareceres sobre Is lengua: romancen, en Rev. de Fil, Expy, XXIV, 1951, page. 11-28 {Larrameodl ce duclo'de quo en eos bistoictan hayan sido evidedoe Derronajes muy importante: los dngsles, Eo» habla SJoun de Teste verniled aa el conoeldo parang a idea del purismo como programa de conducta Por eso los sentidos, que forman la textura semén- tica de espafiol han empalidecido; ya no son tan vives, porque no legan tan a lo vivo a los espai Jes. Espafiol, nombre del’ idioma, ya va teniendo algo de tradicionalismo y de repeticién habitual. Como sucede siempre en la historia espiritual de Jas expresiones, el sentido vivido actual arraiga y se apoya en el humus y escoria do significaciones muertas. ” EL SIGLO XVIII Y EL ‘NUEVO VALOR DE™ CASTELLANO. La actited académics EL siglo xvi, con su indole cultural —los hom- bres de‘letvas mis eriticos y eruditos que creadores: tendencies centralistas y uniformadoras en la politi- ca—, trae un cambio de sentido y de uso en los dos nombres del idioma. El nacimiento de la Real Aca- demia Espafola (1713). y el examen de sus prime- ros trabajos descubren una radical diferencia de ac. titud ante el idioma comin, y explican el creciente auge que desde entonces va tomando castellano, Cas- tellano ya no es ahora mero arcaismo que perviva por la fuerza de la tradicién, sino que se. va Ie- nando de nueva significacién intencional. La Aca- demia, que se lama a si misma Espafiola, publica su primera y. mas grandiosa obra con el titulo de Diccionario de la lengua catellana, Madrid, 1726. 1739, conocido por Diccionario de Autoridades. En el discurso proemial sobre el origen de la lengua castellana se dice: “La lengua Castellana que, por usarse en la mayor y mejor parte de Fspaia, sue- ec Jen cominmente Hamar Espafiola los extranjeros, en nada cede a las més cultivadas con los afanes del arte y del estudio” (pig. xuit)*. A pesar de ser la lengua general de los espafoles, a pesar de verla en perspectiva internacional y en parangén | con las otras, se encuentra ahora mejor lamarla | castellana, porque en Castilla se formé y porque ent Castilla es donde, por lo general, se habla mejor. Rasones eruditas Es un valioso signo de los tiempos, del tono de vida nacional y aun de la indole de la cultura in- ternacional, esto de_atender a razones eruditas.de tigen en vez de las de funcién y actuacién que fue- ron valederas en el siglo xvi, Estas nuevas direccio- nes de sentido, y otras coherentes que expondremos luego, van a reverdecer el viejo nombre de caste- Mano, y se denuncian hasta en un redactor que lama a nuestra lengua constantemente “espafola”: “En cl cuerpo de esta obra y en el lugar que les corres- ponde, se ponen varias voces peculiares y propias que se usan frecuentemente en algunas provincias y reinos de Espaiia, como en Aragén, Asturias, An- @alucfa, Murcia, ete, aunque no son comunes en Castilla” (Prélogo, pag. v). Se sitia en Castilla el solar propio del idioma; ya con eso tienen legiti * No silo Ion extranjero; el memo Dicsignaio de Autridades, 1s espadel, secoge y autrian Ia axpresifa “lengua espaol”, 103 aridad en la lengua Jos modos de Castilla, mientras que se limitan y teducen a peculiarismos sin validez extrarregional (jqué lejos queda Herrera y qué cerca Valdés!) los modos de Jos otros reinos y provincias, La instancia historicista, que decide ahora en el dnimo de los entendidos, se expresa més explicita- mente en la doctrina ortogréfica: Desde Nebrija (y esto no lo contradice Valdés) habia sido en Espaia casi un dogma ortogréfico el lema “escribir como se pronuncia” (heredado de Quintiliano), y las nu- merosas ortograffas tratan de ser fonéticas. Pero, al instituirse Ia Academia, ha madurado y teiunfa con ella un criterio etimologista, esto es, erudito e his- toricista, antes.muy raro.-Entre las normas para:la redaceién del gran Diccionario, cuenta “Observar la Ortographia de las voces, de suerte que no se obscu- rezca su primitivo origen, desterrando los abusos que en contrario se hallaren” (pég. xv1). Y entonces es cuando se generaliza entre nosotros Ia ortografia que distingue segiin la etimologia latina el uso de la b y de la v, de la g y de la j, de la h, y que restar blece los grupos consoninticos latinos en palabras como signo, accidn, aptitud, rector. La procedencia es razén de legitimidad y, en concordancia, se pre fiere Hamat castellana a la lengua comin de los espafioles. 104 Tmpulsos viteles En colaboracién con esta postura erudita, hay también una actitud vital actualista que remoza el tradicional nombre de castellano, una cctitud plena- mente. concorde con la “organizacién politica que traen Jos Borbones. La misma uniformidad nacional buscade por el centralismo politico es exigida para el idioma, y renace, con nuevo sentido de impos cién obligatoria, el viejo ideal cortesano: en el Dic- cionario aue la naciente Academia proyecta “se ano: tovdn aquellas voces y phrases que estin recibidas debidamente por ef uso cortesano” (pig, xm). His- toricismo y centralismo uniformador. He aqui dos importantes vetas de la textura cultural de aquel tiempo; y Ias-gentes del siglo xvi transparentan el escuro prurito ds expresarlas hasta en el nombre del. idioma: castellano se. justifica histéricamente y es nombre que so amolda a los ideales del cen- tralismo uniformador. Ademés, en vez de aquella concepeién de Ia lengua como en perpetua forma- cién, que admiramos ea los clisicos, shora se con- cibe la lengua como un instrumento coricluso y to gracias a Ia conciencia general de que el idioma habfa aleansado su perfeccién en el siglo ‘de oro, ¥ de que ya no se le podia tocar sin peligro de detrimento, Ese “renacer” del ideal cortesano no se nos ba de entender en un sentido de filiacién directa, pues la Academia Espafiola lo tom6, creo, de su modelo a francesa y no de nuestros autores del siglo Xvi. Lo notable es, sin embargo, que en la Academia Espafiola el concepto del uso cortesano como canon de Ia lengua no esti mis determinado que en Juan de Valdés, dos siglos atrds, En cambio el sentido aca- démico francés, mis ahondador, elaboré este concep- to con sucesivas determinaciones y variantes. El guia alli es Vaugelas, quien, en el siglo xvm, regula el buen uso de la lengua segiin “Ia manera de hablar de la. mds sana parte de ta corte, en conformidad con la manera de escribir de le parte més sana de los autores del tiempo”. Una atencién doble e igual- ‘mente estudiada para Ia lengua oral y para la es crita, distincién que, por desgracia, nunca ha sido sospechada por muestra Academia desde su funda- cin hasta sus dltimas muestras de vida. Para re- lacionar la doble formulacién de Vaugelas con doc- trinas espaiiolas tenemos que volver a nuestro siglo de oro donde le hallamos precedentes, por sepai do, en Herrera con su ideal estético de la lengua apoyado en los poetas mejores, y en Cervantes: “El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, esti en Ios discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda; dije diseretos porque hay muchos | 106 que no lo. son, y la discrecién es la gramética det || buen lenguaje, que se acompaia con el uso” (Qui- | jote, If, 19). | "En Francia, la formula de Vaugelas sigue valine || do durante el siglo xvut con algunas variantes signi- || ficativas: donde Vaugelas dice “la parte més sana”, j, los graméticos del xvi ponea “la mayor parte”, in. | troduciendo un germen demoerético en el sentido |; aristoerdtico del ideal cortesano, Més importancia i tiene para el estudio de las ideas reinantes sobre {el idioma, esta otra variante: donde Vaugelas dice | en conformidad con los buenos autores del tiempo”, | Tos ‘académicos afiaden “en que Ja lengua ha Hegado {| a.su perfeccién”*, Esta es la doctrina ortodoxa.aca- démica que en el siglo xvi orienta concordemente Jos intentos normativos en Francia, en Espaiia y en Italia. La mantiene en todas partes un sentimiento actual de decadencia. de la lengua —sobre la cual ‘ ~ insisteni por igual en ese siglo franceses, italianos ¥ espafioles—, 0 sea, la conviceién de que la lengua alcanzé su perfeccién en el pasado, y de que, por consiguiente, las ~ariacfones que sufra en adelante ‘son muestra de descomposicin. Y como hay que ajustar el buen uso a los autores del tiempo en Francaise au XVID site, atte, 1905, pagina 127 y sigvienen, Y ‘specalinente, los Commeniaires sur ler Remargues de Vaugsles por La Methe le’ Vayer, Scipion Dupleis, Manage, Beahourn Conrer, Ghapelein, Petry Thomas Cornile, Casegney Andry de Boisregard, ef Edcadtmie Francaise, avez une introduction por Jeanne Strciche, Paria, 1986, xxv 1098 gina, ea. don voldmenes, 1 |. pdi¥er Atene Framcows, tg srammaie du perme et Pdcademie i { 107 que la lengua llegé a su perfeccién, los autores de ahora, de ese ahora que corre siem- pre con los afios, tienen que acomodar su. lengua a la de los pasados. Asi es como las Academias quieren basar Ia lengua literaria en el principio de Ia imitacién, base doctrinal del purismo como po- litica del idioma: las lenguas aleanzan en un mo- mento de su historia la perfeccién y Iuegé el vulgo las corrompe; la misién de Ins Academias es de- tener es corrupcién, La Academia Espaftola for- mula esta actitud en muchos pasajes y hasta en la Aprobacién al Diciconario de Autoridades. firmada por el sefior don Fernando de Lujan y Sylva, Mar- qués de Almodovar. En Italia, para los académicos de la Ciiisea, pard~quienes los“iltimos elisicos son los escritores del quinientos, la transformacién de Ja lengua cumplida en el siglo xvi, prescindiendo de “qualche gentile 0 fiero spirito letterario”, era una corrupcién, un “travisamento del genio idioma- tico”, En el siglo xvi era en Italia un axioma i discutido el que Ia lengua escrita estaba corrompi- da’. En todas partes se habla de la decadencia de Ja Tengua, Ver Taértse LanavorJeammor, Le question de la langue em Tate, Esrasbargo, 195, pagina 214, 08 Purtemo y patr by ’ Este movimiento académico se fragua en Francia, y sus doctrinas pasan a Italia y Espafia junto con tun aluvién de galicismos. Y Ia adopcién de los pun- tos de vista franceses sirve a las otras naciones para defenderse contra la invasién de las palabras extran- jeras. El casticismo, aliado del purismo y casi iden- tificado con él, repele tanto los extranjerismos como Jos neologismos en nombre de lo originario nacional, de-lo largamente tradicional, de lo genial y més espe- cifico de Ia lengua propia, de la solera del idioma’, En Italia combaten enardecidamente los galicismos Napione, Parini, Vicenzo Monti, y, en general, los académicos de Ia Crusca. En Espafia, uno de los fines de la Academia Es- Pafiold. es contener los galicismos. Feijéo, aunque ns es oi SSS can Ee ee ee ene eee ase iors ca mak ieee i ede pees erie otis bem menlll ireaetent a EVES EL uage omens Sacre Se eee Soe ae See aaa ee Seo Ae eee alate ates wane be ae ee ee Sm ES 109 deseuidado en el uso, predicé contra el galicismo innecesario; y luego, en masa, Tomés de Iriarte, José Gerardo Hervés, Leandro Fernandez de Moratin, José Cadalso, Juan Pablo Forner, Antonio de Cap- many, etc. En’ Espaia, los “easticistas” se oponian a los “afrancesados”; por lo general, también los puri tas italianos del siglo xvur eran galéfobos, y la alianza del patriotismo y del purismo en la arre- metida contra los galicismos se ve todavia en los eseritores del siglo x18, por ejemplo en Saverio Bal- Fijer te league En todas estas ideas se advierte, pues, que pesa notoriamente:la concepcién francesa de la buena len- gua. Pero también hay estimulos peculiarmente na- cionales. Como en la vida nacional, el ideal de hacer es trocado en la lengua por el de conservar: “De x pesfeccn, cto en on lat paces que “leat el caucons dtende o quest Seid Soaks A a car amy c & B meine aae lcd cath ct rice en Emacs os roe ti | no ciase también ser justo fijar la lengua, que (habien- do tenido a la latina por Madre, y oy eats variedad de dominios padecido Ia corzupetén que ee notoria) se habfa pulide y adornado en el trancenres do; los tiempos, hasta Hlegar a su iltima perfecsién en el siglo pasado” (Dice. Aut,,pég. x1)!, Fijar la Tengua, No es una frase al pasar, pucs la idea oo introduce en el lema de le Academia: “Limpia, fija y-da esplendor”. Y ee la fija segin el nuevo on terio purista, identifieado con ef easticista, Lo tan tizo Temonta otra vez a lo castellario, Lo ‘castizo se identifica con lo que es “puro castellano”, por dos Yazones principales: una es la ya dicha del origen regional, Y_ en esto se opone a la concepcién nacio- nal y funcional del idioma, personificads-en. Herres— ra; la otra es parcialmente solidaria de la actitud herreriana: Ja buena lengua de los espafoles, mol- 8 eite Nicda,"y siempre slerta cones toda oncom gue i tata dope ane Sede uname pueda mare cori, amu peremes taal woe [a Tengu orgies ot dscinando at ics pce Spas ct ae stun metairca” (Paso, fen Olres, Mati tn ts een ces ticléa atcendentes y no hacia Ia deseo sien eee Wika Gece & tat emmy Fal, dene Se Li Le aed peees Sieh Cia pao Ae mi deada sobre la lengua literaria, Pero las circunstan- cias han cambiado, En el siglo xv1, el castellano era tun hablar sensiblemente unitario, sobre todo en las personas cultas de toda la Peninsula y de América. El castellano habia desalojado a los dialectos mo- xérabes del centro y del sur de la Peninsula y habfa sido adoptado por los leoneses y aragoneses, que poco @ poco iban renunciando a sus hablas regio- ales, En el siglo xvim, el castellano trasplantado Andalucia, a Extremadura, a Murcia, a Canarias, fa América, y el adoptado por aragoneses y leone- ses, habia adquirido ya algunos rasgos dialectales. ¥ ‘ante la fragmentacién dialectal se buseaba la unidad. La unidad todavia identificada con la len gua comin y nacional, y que tiene ai més alta expre alta expre- sidn en Ia lengua literaria, pero que ahora necesita contrastarse con el uso de Castilla, en parte por de- rechos de herencia, pero también porque Castilla se ha mantenido més fiel que las demés regiones al ideal comiin?, Donde mejor se habla el espafiol —se ‘Lo primero porque no hay uniformidad en Is promuncecisn, respecte de la versisad que te experimenta en ef modo do hablar 7 prolerir muchas soces ene Tow aatarales de al donde es comin la Teoguas pues Tos cutellanes We que ne sucede en Andalucla, 7 en cual toda le Exuemadurh, donde te ebla con tan fers eplracidn, que en difcultoro dlscernir hs ho lef. Nadie ‘ te treconoce que no bay ualformidad en el ngua.” (Dice. duty l ple. LXVIL) a alega— es en Castilla. La Academia, atenta a lim- piar y fijar el idioma y a consignar sus formas més puras y castizas, se quiso atener al uso castellano del espafol. : Y asi es como invitaban al uso preferente de cas: tellano, por més significativo, tanto las condicion particulares de muestra lengua, extendida en varie: dades crecientes por su inmenso territorio, como las ideas reinantes en aquella época dentio y fuera de Espafia sobre el ideal de la buena -lengua. Estas ideas “dieciochescas, fntimamente relacionadas con el ideal de otras formas de la convivencia, eran pris cipalmente el centralismo uniformador, con su corte castellana; el empefio casticista que pone su iiltima instancia en el origen cas. tellano de la lengua, y el propésito purista que, para’detener la cormupcién disgregedora, apela a la referencia més precisa y més segura de Ca tilla; por iiltimo, la indole erudita, racionalista ¢ historicista de aquel siglo, que se satisfacia por estos motives, Hamando a muestro idioma cas. tellano, ‘ 3 el padre Joseph Cassani, la Hama casi siempre es pailola en’ un escrito, y casi siempre castellana en otros en las eédulas y despachos de Ia Cancilleria Real alternan los dos nombres. La verdad es que no se siente ningin conflicto de denominaciones en Ja forma de una disyuntiva excluyente; es cuestién de preferencias y de preponderancia de determinadas intenciones. Pues asi como en los comienzos del glo xv1 el papel mundial de Espafia pone en circu cin el neologismo “espafol” como una mayor sig. nifieacién de castellano y no como su repudio, asi ahora el remozado’ sentido de castellano no supone Ja abjuracién de espafiol sino un acumulamiento de sentido sobre éste: castellano Ieva ahora dentro de sf espaitol; es como decir “espaol de Castilla”, para referirse a la vez a las formas del idioma comin més legitimadas por el origen solariego y mis proximas (en general) al comin modelo de la len- gua literaria. El mejor espafiol es el caitellano, se piensa, i Castellano, el espasol rt EL insigne vale: 10 Gregorio Mayans y Siscar, 5 Gecenitiy “7°89! | el mis itustre watadista de la lengua en el siglo xvi, f || es bien conseiente de 1a mejor calidad del habla i Entre los académicos fundadores hay quien Ilama de Castilla “y singularmente la Vieja”. Si entre las || a muestra lengua siempre espafiola, como don Juan Isidro Fajardo; hay quien siempre la Mama caste- | Ilana, como don Adrian Connink; hay quien, como varias perspectivas con que veia Ja lengua hubiera sido ésta la preponderante en su tabla personal de valores, Maydns sin duda le hubiera dado prefe- me rente 0 exclusivamente el nombre de castellana; pero, como Io que se le presentaba con mayor valor era al: uso general que de la lengua hacian los espa- fioles, el nombre que prefirié fué el de espafiola, por hacer referencia explicita a esta condicién: Ori- genes de la lengua espafola (1737); “...por len- gua espafiola entiendo aquella lengua que solemos hhablar todos los espafioles cuando queremos ser en- tendidos perfectamente unos de otros... Digo per- fectamente para distinguir la lengua espafiola de la aragonesa, la cual podré ser propia y perfecta en el reino de Aragén, pero no lengua general de Es- paiia; siendo cierto que los doctos no convienen en que Io sea sino Ia que por otro nombre Tlamamos eastellana_por ser la propia de las Castillas y_sin-_ “gularmente de la Vieja, donde se habla con mayor ppureza por comerciar con menos extranjeros”*. Y en la pagina siguiente: “Entendiendo, pues, nos- ‘otros por lengua Espafiola Ja castellana o la gene- ral que hoy se habla en Espafia, y cominmente entienden con gran facilidad todos los espaiioles ‘menog Jos vizeainos, si no es que la aprendan muy de propésito”. La posicién de Mayans es clara, ra- zonable y muy de mente moderna: se refiere a la engua oral como instrumento de intercomunicacién. Espafiol es el idioma no sélo estadisticamente mas ‘usado por los espafioles, sino el campo comin en que se encuentran para entenderse los regionales de distintos idiomas. El valenciano, el catalin, el ga- * Péginn 296 de Ta edict de Made, 1073, us lego, el vasco, hablan sus idiomas regionales cua do estén en su casa y con sus paisanos; pero, para hablar un gallego con un catalén, un valenciano con tun vasco, echan mano del castellano. La aceptacién el castellano por todos los espafioles como instru- mento suprarregional de comunicacién es lo que le da categoria de espafil En el pensamiento de Mayéns —que evidentemen- te no pretende proponer una sutileza personal, sino exponer y formular satisfactoriamente el sentimien- to difuso de las gentes— se ha borrado aque! im- pulso imperialista y aun aquella perspectiva in- ternacional que doscientos afios antes di6 tanta 4. Enceno la superacidn del. nombre. de-castellane-por.el- de: espa: — Scere, Koing, el erego, pris sus caracteres eaticamente dio fone el spl lor ehnebsnon, 7 bana bobo om Gre cs teas coro en Expaia ba habido 7 ha perio ‘Romane, ela Tomana, reranicam, romasice, romance, aludlenda no. la leogay $e Saat de Rong ti ede iy omnia, ame, cm ed pedo, FL nombre de ltine, ingue latina, perduré om la tadiléa para Indicar especialmente To lengua Uterara eliiea Ver Anzoree Menszr, Apergu dune cde a langue greeqae, Pati, 1900; Yr fats, Ramen, Renani,tngue rman, ronan, élanges Ungustques, 1, Petle, 1909, dej6 de llamarve anf y te Unnd lingue 116 circulacién al neologismo de espafiol; también se ha borrado hasta Ja sombra del recelo anticastellano que, desde mediados del siglo xv1, fué otro de los facto- res favorables al uso del noologismo. Lejos de verse Jos dos nombres en oposicién, se contemplan en su- perpuesta jerarquia: el castellano asciende a espaiiol sin dejar de ser castellano. YY como, segiin hemos visto, para la Academia’ con- temporiinea de Mayéns, el nombre de castellano leva dentro de si el de espafiol (‘espatiol de. Castilla’), Ia fopuesta conducta de la Academia con su “castell no” y de Mayéns con su “espafiol” no supone una oposicién en el conocimiento de los hechos, sino una diferente estimacién de ellos y una diversa prepon- derancia del interés, Mayéns, queriendo que el nombre aluda explicitamente a la Koiné, a la adop- ign de un idioma general por todos los espafioles, Ig lama espafiol; Ia Academia, en eambio, lo lama castellano, queriendo que el nombre aluda explici- tamente al abolengo, y, sobre todo, a la necesidad de centralizacién para obtener la unidad. La Aca- demia busca detener el iniciado fraccionamiento Teetal en nuestra comunidad lingifstica y offece a todas las regiones un guia de fiar, un noble y va- ioso punto de referencia para la celada unidad del idioma. ut El sepaiol, obra comin deeuiture En los Diccionarios siguientes al de Autoridades y en sus demés escritos, Ia Academia ha llamado sisteméticamente a nuestra lengua “castellana”. Pero, en general, se han seguido usando indistintamente.. los dos nombres sin que, si no es por excepeién, nadie haya pretendido imponer con el uso de uno el destierro del otro. Lo que si se observa, a veces, es cierto cuidado en evitar uno de'los dos; asi en el Discurso sobre el origen, uso y cultura de la len- ‘gua espaiola en Aragén, inserto en el Memorial lite- tario de febrero y marzo de 1778 y recogido por La Vifiaza en su Biblioteca de Filologia castellana, columnas 113 y 114: “Dos errores 0 preocupacio- nes, igualmente injuriosas a Aragén, se van intro- Guciendo en materia del idioma o lenguaje espaficl. Uno es excluir a este reino de Ja’ formacién de cultura de la lengua principal de la nacién, y otro el adoptar en él la lengua lemosina 0 provenzai, que- riéndola hacer en algunos tiempos comin y ordina- el primero no se ensefia abiertamente, pero el vvalgo se va imbuyendo indirectamente de él, no fal- tando alguno de los doctos que indirectamente lo ‘firme; el segundo se publica como invencién eru- dita_y con todo el aparato reductivo de citar en su ‘confirmacién noticias exquisitas, cédices y monumen- tos reebnditos; de manera que es necesario cautelarse 18 mucho para no dejarse alucinar de una opinién tan favorita de sabios. Ast es que, en lo antiguo, los jsmos escritores Hamaban nuestra lengua con Ia disyuntiva de castellana 0 espafiola, como se ve en Aldrete, Covarrubias y Sepilveda. La misma Real ‘Academia Ie da con frecuencia el nombre de len- gua ‘espafiola en la primera edicién de su Diccio- nario, si bien en el Discurso proemial sobre el ori- gen de Ia lengua dice que este dictado es del uso de los extranjeros, y en su segunda edicién conse tante y solamente con el nombre de castellana. Ma- ans, en sus Origenes, poniéndose a explicar el sig- nifieado de esta voz, lengua espafiola, dice que por ella se entiende Ia lengua comiin de la nacién; pero afiade_que no_puede incluir la_aragonesa_por_no. te-. ner la perfeccién que en Castilla, donde el menor comercio con los extranjeros Ia ha conservado més pura”, , , Dejando a un Jado la poca fidelidad con que se re produce el pensamiento de Mayéns en lo que toca a Ia Iengua aragonesa, no podemos menos que admi- raz aqui Ia constancia y perduracién de las mismas ideas y sentimientos regionalistas que ya observamos en el siglo xvs en el aragonés (?) de Lovaina, en el valenciano Martin Cordero, en los andaluces Fer- nando de Herrera y Juan de Robles: “excluir a este reino de la forma Ja lengua principal de la nacién”. Nuestra lengua Titeraria, y Ia oral de los cultos de todas partes que se orienta por ella, es obra de todos. La frase ng “formaciin de cultura de la lengua principal de la nacién” revela utia conciencia muy madura de las relaciones sociales, histéricas y macionales de nues- tro idioma, No habla nuestro autor del romance que result6 en Castilla por progresiva descomposicién del latin y que perdura risticamente agarrado como nube rastrera a los repliegues del agro castellano; habla de la lengua de cultura compuesta y edificada so- bre la descomposicién dialectal castellana por los hombres més cultos de todas las regiones espafiolas. La razn de Mayans para Iamarla “espafiola” era el ser el instrumento comin de todos los espafioles; no se debe regatear a nuestro aragonés el mérito de tuna razén més profunda por su alcance histérico al aF-qiue las distintas ‘regiones espafidlas no” sélo Ja disfrutan en comin, sino que también In han for- mado en comin, EN LA ACTUALIDAD Giudades y compos de Espags Como en siglos atrés, Ja mayor parte de las gen- tes usa de ambos nombres alternativamente sin cla- za intencién especial, Pero se pueden observar aqui y alli ciertas preferencias, que responden o a la historia espiritual o a anhelos de quienes prefieren uno u otro nombre, En las ciudades espaiiolas es mis frecuente Hamar a nuestro idioma espafol; en Jos campos, castellano. Espafiol vive més entre la gente ilustrada, en parte como tradicionalismo de clase que remonta hasta la naciente visién nacional de la Iengua; en parte, y concordemente, como ex: presin —perpetuamente renacida— de la general nacionalizacién de los idiomas: el francés de los franceses, el italiano de los italianos, el sueco de los suecos, el inglés de os ingleses, el holandés de los holandeses, el alemén de los alemanes. el portugués de los portugueses, y asi el espaiiol de 122 los espafoles'. Una nomenclatura sistemética de las principales lenguas de civilizacién. El conoci- miento o las noticias de las literaturas respectivas afianza este sistema de nominaciones: literatura italiana, literatura en italiano. Los nombres nacio- nales de las lenguas europeas, con sus siglos de arraigo, se han mantenido para sus prolongaciones americanas: el francés del Canada, de la Louisiana, de Haiti, de la Guayana; el inglés del Canadé y Estados Unidos; el portugués del Brasil; el espafiol de México, Argentina, etc. (Sobre ciertas reacciones contrarias en los paises americanos hablaremos uego.) A loa campos no Hegan tanto estos intereses; por eso el aFvafsmo “‘astellatio”~se~ha “conservado- en ellos sin interrupeién como una segura y tranquila corriente por debajo de las peripecias de pensamien- to y de historia que hemos rastreado en las alterna- tivas de castellano y espafiol. Hay unos hombres que hacen la historia y otros a quienes (y con quienes) se la hacen. Los primeros son los que infundieron intenciones, espiritu, historia en el neologismo es- pafiol del siglo xvt y en el reverdecido castellano del xvi; mientras tanto, los segundos repiten y re- diario de Bocnos Aires prefieran decir siempre br Gran'Breata, Imperio Bridnio, ec Do cambia lan cose piten el mismo nombre que ya se decla por los abuelos de sus abuelos en el siglo xvmt, en el xvr y antes; no han tenido munca la necesidad de alterar el nombre, de abandonarlo ni de volver a él, porque cen este asunto no han tenido ninguna inteneién nueva que hacer valer. El uso campesino de “espaol”, que existe, se debe a Ja fuerza centripeta de las ciudades hhacia cuyos modos de hablar y de pensar tienden Jeatamente las comarcas ruralescieundantes En el campo y en las ciudades, hay expresiones de significacién fijada en que siempre se dice “ tellano” (impacientindose: “ZEs que no hablo en castellano?”); en otras, con clara intervencién de Ja idea de nacionslidad, es mas frecuente el otro nombre~(“En este pals, entienden-el espafiol?”).. Pero en general, y salvo estos motivos ocasionales, castellano y espafiol son nombres que la gente alterna segin preferencias y habitos pocas veces conscientes, Celo regiona Tints Recientemente algunos espafioles han sentido este estado como cuestién que dilucidar y hasta se han tomado actitudes polémicas apasionadas. El esplén- dido y casi repentino florecimiento de la filologia espafiola dié la primera ocasién. ‘Los filélogos de todo el mundo prefieren lamar a nuestro romance espaiiol. Menéndez Pidal, el maestro, plantea los tér- 1s minos con toda claridad, serenidad y cortesia. “Pues- to a escoger”, prefiere espafiol, pues todas las re- giones colaboraron en el perfeccionamiento de la Tengua literaria; castellano queda bien para la len gua del Poema del Cid, cuando la unidad nacio- nal no se habia consumado y cuando el leonés y el aragonés eran lenguas literarias; castellano sue- naa geogrdficamente restringido y es bueno para designar los particularismos de Castilla, Poco tiem- po después, la Academia, que desde la segunda edicién: de su Diccionario habia Hamado a la len- gua nicamente castellana, cambia de conducta y la Gramética (1924) y el Diccionario (1925) ya se titulan “de Ia lengua espafiola”. (En el texto alternan los dos nombres.) Aunque sin la clarivi- dencia: de Menéndez Pidal, Iuego su presidente, la Academia razona su nueva preferencia por ser la espafiola “lengua principal de los naturales de Es- paiia y la que ha sido consagrada en mayor nimero de monumentos literarios” (Gramética, 1924, Intro- duccién). ‘Asf como en el siglo xvr el celoso amor regional se sintié herido por el nombre de castellano, “nom- ola, ariulo inaugural de le revita Hispania, reproducido en el Coaderne T del Insite ‘Area, 1926. Se maniieta age In necenidad ca de disque entre el uso yn evolucisageogrdficamente lane) 7 el idioma de ls nacén y, sobre today do ita nacional espafol). Ya hesoe dicho ome lou lngSstas franceves ban vento a misma necrsidad paru ow ieee, 7 lero In han atendide distiaguendo entre francien y frau, » Bs bre ambicioso y Meno de envidia”, ahora se siente por el de espafiol?. Ante la adopcién de “espafiol” por la Academia, hubo protestas varias procedentes de las regiones bilingies, protestas que de cuando cen cuando se repiten todavia. El sefior Cambé hizo una pausa en la vordgine de su vida politica y fi- mnciera para rebatir en El Sol, de Madrid, la deci-. én de la Academia, Su argumento principal, que no es la tinica lengua espafiola, ya fué contestado por el gramitico de Lovaina en 1555. Es un argu: mento que se basa en un equivoco, aparentando identificar dos sentidos o formas interiores porque se expresan con la misma forma exterior: espafil. Cuando se dice que el vasco, el gallego, el catalén * Concaco un caso reltivaumente antiguo ailado, clo regionalita Fepndie el nombre de eepaiol ‘ramdico de Lovina, 1559, 20 aceptabn el nombre de expadol pare I iloma porque “versoe queen Expals hay mis de une lenges” caine oo) nan apolgta el aco ob 10 ales a ss ino pot Iauy”brete tiempo, Supuesto esta, Yean vin ein fundamento, bur evn sigunes le iengue eaten, que ain go tiene le aitad do Tse prvish «He cinbr, ae tnend fod, So aeeta naendigar do otra: y por ser In primers, sare fengua Copatola: y la casellaa romana. Fhawesco oe Sav Fost, Tretado 3 ortogrfia, Roms, 1700. Ea Castanoo, Ensaye, 1V, $29, 126 son idiomas espafioles, el adjetivo tiene una signi- ficacién geogréfico-politica; cuando se habla de el espafiol, la significacién es lingiiistica, puesto que se refiere a un sistema de denominaciones de los idiomas nacionales como entidades lingiifsticas asi nombradas, En el primer caso caracteriza; en el segundo identifica, La diferencia radical esté en esto: como entidad idiomética, unitaria en si y he- terogénea con los otros idiomas, el espafiol acaba donde empiezan los otros; éste es el espafiol y ése, diferente, es el francés; como caracterizacién geo- grdfico-politica, espafiol en nada quita que ese ido- ma, entero, sea también francés: el catalin y el vasco son espafioles y franceses, por el Rosellén y-por- el Bearne;~el-francés, el italiano=y-el ale- man son suizos; el alemén es francés, por la Al- cia, ete. Ciertamente, el celo regional no pretende adjudi- car al gallego, al cataln 0 al vasco la condicién de instrumento nacional, ni aspira a que un dia lo sea cf lucha con el castellano por la hegemonfa; lo que hace es excluir esta cuestién de los motivos nomina- dores y atender a otros, arraigados no en la cabeza razonadora, sino en él corazén, Por eso, no hay por qué levar este pleito al terreno dialéetico del “debe decirse”, ni tienen por qué dejarse convencer los im- pugnadores actuales de espaiiol por las razones més convincentes: que el castellano se debe llamar espa- fiol como el toscano se Hama italiano y como todos los demés idiomas nacionales se aman por el nom wr bre de Ia nacién, etc, ni siquiera por el triple para Ielo castellano-espafiol, atico.griego y Jatin-romance, que hemos sefialado més arriba. No es cuestién de ecuaciones. En el fondo los bi- lingties espafioles de hoy que resisten al nombre de espaol para el idioma nacional obedecen a las mis- mas tendencias expresivas que los regionales del xvt que se resistian el de castellano: la tendencia a ex- presar con la forma exterior, la interior, la pers pectiva vitalmente interesada con que se enfoca el ‘objeto nombrado, la atmésfera afectiva peculiar en que se envuelve el idioma, y el orden 0 trastorno que Ia presencia del idioma nacional introduce en. Ja conexién de la vida sentimental y de los secre- tos o claros anhelos de los hablantes. Los bilingiies “se inclinaran al nombre de castellano,” rechazando el de espafol, tanto més cuanto més intervenga su idioma vernacular en Ia perspectiva del nacional. En el nombre de castellano 0 en el de espaol des- cubren una consideracién 0 deseonsideracién para su idioma regional: Asi como en el siglo xvr el_neo- Jogismo espafiol triunfS porque se vid el ferido a una esfera de objetos constituida por los {idiomas nacionales, asf los bilingiies de hoy vuelven ‘a castellano en cuanto se refieren @ una esfera de ‘objetos constitufda por las lenguas peninsulares. Ni aquella referencia obedecia ni ésta obedece a razo- nes dialécticas, sino a afectos, impulsos, fantasias, anbelos. EN AMERICA Prefereacia par cactellane Como en Espafia, Jos dos nombres alternan. Gar- cilaso el Ince tradujo los Dialogos de Leén Hebreo “de italiano en espaiiol” (1590), y hacia 1600, es+ cribfa de México Bernardo de Valbuena en el epilogo de su Grandeza Mexicana: Es ciudad de notable polic y donde se habla el espaol lenguaje més puro y con mayor corterania, vestido de un belisimo ropaje que le da propiedad, gracis, agudeca, » Himplo, liso y grave traje. Entre el Inca y Rubén Dario, el de “la América espafiola... que ain habla en espafiol” se podrian multiplicar los ejemplos, y en las conversaciones que ofmos, como entre los eseritores americanos, una misma persona lama al idioma unas veces cas- tellano, otras espafiol. Pero dentro de esta alternan- cia, el nombre de castellano es, con mucho, el més usado, y el predominio de castellano no es slo de Jos campos, como en Espafia, sino también de las ciudades, 130 ‘Algo debe contar en esto Jo reciente de Ia vida verdaderamente urbana de América, cuyas grandes ‘Giudades —salvo muy pocas— eran en 1800 peque- fios poblados de vida semirrural: el arcafsmo “cas- tellano”, sostenido por la fuerza de la tradicién. Los conquistadores y colonizadores primeros hablaban Ge Castilla y del Rey de Castilla, mas que de Es- pafia, segin se ve en las crénicas de Indias, y, por Consiguiente, debieron de lamar e} idioma con mu- cha preferencia castellano. Los indios de las dos ‘Américas, y también los de Filipinas, tomaron en- tonces la palabra “Castilla” para significar espaol: un castilla, otros castillas, un traje castilla, hablar ‘castilla, Y-hoy en las Filipinas, ea Nuevo México, en la Argentina (y sin duda también en otras pat tes) 1as poblaciones indias y las criollas muy rurales dicen todavia hablar la castlla, entender la castilla fo formas equivalentes. La literatura gauche tiene a ggunos ejemplos, desde Ascasubi. Hay, pues, en la preferencia americana por castellano un fondo tra- Gicional fijado en los primeros choques y contactos dela cultura europea con las indigenas. Pero ade- nds de este motivo de inercia, hay otros activos que te relacionan con Ia vida espiritual de los america rnos de modo equivalente —perspectivas, afectos, a hhelos— a lo que hemos visto entre los peninsulares. Motives que, como en el pasado, proceden de zonas diferentes del interés vital y convergen en la prefe> encia de castellano sobre espafiol. 131 Graméticos y Los mas ilustres graméticos y filblogos ameri os, aunque sn polemizar, de hecho han preferide lecir castellano, porque su posicin ante la lengua es muy andloga’a la que tuvo la Academia en el siglo xvm. Bello declara en la primera pégina de he Gramética de la lengua castellana: “Se lama Jenga cos Ag oom nos propiedad espaiio- la que se habla en Castilla y que Y las lays de les canllaon poss Ie hasten y ¢ hoy el idioma comin de los estados hipanonme- ricanos”. Rufino José Cuervo adopt6 eomo lema para sus Apuntaciones criticas al lenguaje bogotano, estas lineas' de Piblanch: “Los espafioles americaros, a dan todo cl valor que dar se debe a la uniformidad de metro lenguaje en los dos hemisferios, han de weer el sacrificio de atenerse, como centro de un dad, al de Castilla que le dié el set y el nombre”, La idea de lo propio e impropio en nuestra lengua, l anhelo de unidad lingifstica, Ia idemtificacién del solar originario con Ia regién actual que més fiel se mantiene a las leyes del idioma, la ‘tenezén a egiones que hacen buer uso y a regiones que hacen mal uso de él y a la desigual aproximacién de le br oral a la literaria en las distintas zonas ‘hiss inicas, en suma, las ideas dominantes ‘opi ; pe me dean Feel namiento y contra la merma de calidad en la len. 12 gua son los impulsos primordiales que se manifiestari En la preferencia de estos espiritus selectos por el hombre de castellano. Una actitud académica en la mejor acepcién cultural de este término, con sentido constructivo y no como timorata desecacién, Son muchos Ios americanos que, tras los nombres ilustres de Bello y de Cuervo, han defendido, dentro y fuera de Ja ensefianza, la pureza y la. propiedad de la lengua, En unos, con la preferencia por cas tellano, se manifiesta esa misma actitud cultural que hemos Hemado académica. En otros, castellano de- rmuifeia una aetitud academicista, La expresién, re- petida desde antiguo, “espaol, o més propiamente Castellano”, y, sobre todo, el que durante doscientos faios la Academia haya dado al idioma en Jos titu- Jos de sus libros el nombre exclusivo de castellano hacllevado al énimo de muchos profesores y gente de pluma la idea de que el uso de estos nombres settione que decidir desde los conceptos de lo correc to y lo’ incorrecto, Y no son pocos los que, alter- nando ambos nombres en la conversacién, tienen el cuidado de escribir s6lo castellano por mas propio. En unos, esta disposicién es no més que sentida; en otros Hega a ser razonada, Desde que la Acade- mia ha dejado castellano por espafiol algunos maestros y profesores ensefian a sus alumnos que espaiiol @ lo més correcto; otros, ultraacademicistas, pien- san que la Academia se ha salido en esto de la orto- doxia, y siguen prefiriendo castellano como lo mis propio. 133 Idioma No se puede desconocer lo que eitas preocupacio- nes académicas y academicistas eontribuyen (0, mis seguramente, han contribuido hasta hace poco) al arraigo de castellano, sobre todo porque con le en- sefianza se extienden por la gente de pluma, ylo escrito se nota més y refluye a su ver sobre Ia con- ro su importancia es limitad: su pay es. mae bis el de coadyuvar con eae : Pe vivas. La prueba estd en que, segiin ri experiencia comprobada, siguen prefiriendo decir arenes polémica—- los estudiantes a quienes se les ens en Ia escuela primaria que Jo mds correcto es espt- fiol. Si no me equivoco, el motivo principal, junto con el citado de arcaismo, es uno que se relaciona con el sentimiento de nacionalidad: Espaiiol nacié, perduré y vive en Espafia como el nombre del idi ma nacional; y lo que en Espafia es fuerza pos tiva, en América Io es negativa: espafiol puede faciimente evocar una nacionalidad extranjera, y por eso se evita, En algunos americanos actiia mas cons- cientemente el deseo de justificar la legitimidad de Jas formas del idioma desde el uso Tocal yno “slo el de Espafia. Esto ha sucedido sobre todo en México y en la Argentina, las dos naciones hipanoamerica- nas de més fuerte personalidad. En los dos pafses (no sé si en alguno més) se ha impuesto oficial- mente por muchos afios el nombre de “idioma na- 134 cional”, porque el sentimiento de nacionalidad se sentia rozado por el nombre de espefiol para el idio- ima propio. En los quince iltimos afios del siglo xix y al principio del xx se hablaba apasionadamente Jel idioma argentino, hasta que un sefior francés, Lucien Abeille, que lo quiso defender con aparato tedrico, lo desacredité del todo. El politico Pelle- grini quedé como ‘inico partidario, Tenemos datos tiuy abundantes ¥ precisos, aunque un poco tardios sobre el nombre de idioma nacional en el libro de ‘Arturo Costa Alvarez Nuestra Lengua (Buenos Aires, 1932, pigs. 100-101). En 1852 se establece por el Ministerio la asignatura de idioma nacional, con el fin principal de orientar 1a ensefianza de la lengua précticamente, a base de ejercicios, y con el destierro He las especulaciones gramaticales en uso. No dié resultado, Reaparece en 1855 lo de “idioma nacio- nal”, esta vez alternando con “gramatica castellana”, y en 1865 altemnando con gramética espafiola”. Tam. poco prospera. Otra vez lo tenemos en, 1876, en el plan de estudios preparatorios, y es “férmula que Consagran més tarde nuestras leyes de educacién pri- maria: tanto Ia nacional de 1884 como la provin- ial de Buenos Aires de 1905”, “Tenemos idioma + Encontramas a testinanio, may anterior a low puntadot por one Aircr en HT Argos de Buenos Airey, sdbado 23 de junio de Seat (Sled) SNucne eramétion.D. Tose Cates Codiva ha com Ter J eon, ramateal de Ta lengua nacional Hamada cste Five, en el tempo que ha servido de preceptor en la escuela central "Tart i ed, Se Be ede etre por Ie 135 nacional en los decretos de 1884, 1887, 1888, 1898 y 1900; lengua castellana en el de 1886; idioma castellano en los de 1891 y 1893, ¢ idioma patrio® en los de 1901 y 1902. Esta ultima férmula es de origen correntino: aparece por primera vez en la ley de 1853 de esa provincia, alternando con la de gramitica castellana”. (Ibid.) El sefior Costa Alva rez pensaba que la denominacién de idioma nacional no habia tenido en el formulario pedagégico oficial el sentido de Idioma argentino “que Hegaron a darle més tarde los escritores afectos al erioli se ve en que la pedagogia oficial mantuvo siempre en Jas esouelas la ensefianza de la gramética caste- lana. ¥ en efecto, no asoma en Ia denominacién ofi- cial la creencia de que el idioma de la Arg tina sea-otro que ede" Espana'y" de" las demas naciones hispanoamericanas, No habia nada en la razén, pero si de seguro en las mas oscures pre- tensiones del afecto patridtico. Este lado afec- tivo y no racional es el que luego prepondera en el pensamiento de los escritores criollistas, y ya “idio- ma nacional” alterna con “idioma argentino” y quie-~ re significar lo mismo. Entonces es cuando Ja autori- dad oficial siente bien su responsabilidad, y deshace equivocos. En 1891, el Ministro de Instruecién sefior Carballido dirige una circular (redactada por Grous- + Bn el Ecuador son corrieates las denominaciones de “idioma ER EUet aaatnovnienns 136 ac) a los rectores de los Colegios Nacionales sobre el nuevo plan de ensefianza, y aboga por la buena engua: “Renuneiemos a vanagloriarnos con nuestr incorreceiones; como lo repite expresamente el plan de estudios, no hay més idioma nacional que el cas- tellano”*, El comentario del sefior Costa Alvarez, un amante pasional de la lengua que se habla en la Argentina, es éste: “Siempre habré que lamentar, re- pito, la creacién de esa f6rmula ambigua que, al pasar a la lengua comin no sirve sino para encu- brir, como si fuera una vergiienza, el nombre real del” idioma que hablamos, y para fomentar en,nues- tos tontos 1a esperanza de que, a fuerza de disimu- lar’el nombre de Ia coss, ésta ha de acabar por cambiar de naturaleza. Entre tanto, en el campo cien- tifico y literario del mundo entero, esa formula sin sentido especifico proclama a todos Jos vientos qu Jos: argentinos hablamos una Tengua innominada” (pigs. 104-105). Esto es lo que me importa subra- yar: cémo entre los méviles que pusieron en circu- lacién el nombre de idioma nacional, esté el oscuro 6 claro intento de “encubrir el nombre real del idio- ‘ma que hablamos”. Aqui se manifiesta, sin duda, un modo especial de sentimiento patriético en el que fade gran vtalidad, se ba Tamado y ve sigue ‘amanda engas aconal” (por ejemplo: F. JavN Che mann Cy Como debe enseRerve Ia longue nacional en la ecuala ‘México, 139) "Yeon le moma veaceion, que on, ln Ate "Expafl os el th i ‘Miice el enbe dor mesicano en W Najera, Brees ‘ontidoraiones sobre ‘Nera York ‘Gnttwto de as Esp 1936, pégina 10. 137 alternan, 0 se mezclan en preponderancia alternante, ideas dislocadas sobre la identidad de la lengua y del espiritu nacional, conciencia de la validez de los buenos usos argentinos del castellano, y cierto antiespafiolismo que en su antipatia englobabs a la lengua con otros rasgos culturales, politicos, socia- les, etc., de la vida y de la historia espafiolas’, Todas estas vetas se juntan en un hilo comin: esquivar ‘en el nombre del idioma el de una nacién extran- jera que en el siglo de las Iuchas de independen- ca a las j6venes reptiblicas ame- Castellans, por recelo de espanol Pero es claro que los haitianos hablan idioma na- cional, los norteamericanos y brasilesos y Ios mexi- canos y los argentinos hablan idioma nacional. En todas las naciones del mundo el idioma que alli se hable es el nacional, Nacional no sess fenci, el nombre de “engus americas’ para ‘ae comin, tesa por ona utordad comin ‘eae Bogets, 9 inde is lengon americans, yo epradujo scant de'Boenn Air {Sde nove de 183) La iictre cays en el vecin Bn 1669 el periodlat argentino Mariano do Vedia Gua Cini) tng ai for om na americas py se tld au ected Jostemente despots del libro del sefor Abell, ae Hectendie proba cienificamente la existence del idioma angen, (Witte JA Costa Acvanez, ob. ct, pags 64 y BL) 138 ve para nombrar un idioma entre los idiomas, 0, como dice Costa Alvarez, Hamar nacional una gua es dejarla innominada. Aqui donde Ia aten al exterior y a las relaciones internacionales es tan viva, ésta fué, sin duda, una consideracién decisi- ya en las autoridades y'escritores argentinos para abandonar el nombre de idioma nacional. Pero los motives no se han borrado del todo, si bien han per- dido su primitiva tosquedad. Siempre queda cierta resistencia a Iamar algo argentino con el nombre de otra nacién. Y ese sentimiento es el que, de los dos nombres habituales, hace preferir el de caste- ano. Es un placer hallar esta interpretacién nue tra explicada y a Ie vez vivida por uno de los mi prestigiosos profesores y escritores argentinos: “El solo nombre con que debemos Tamir a Ia lengua de los pucblos hispénicos, es ya un problema de va- nidades politicas. Asi se ha resuelto on Espafia, ol timamente, que se Te llame lengua espafiola porque el nombre de lengua castellana hiere el regionalismo peninsular de vascos, gallegos y catalanes. Pero «es- paijol> es un gentilicio de ciudadania, como «fran cés> e titalianon, ¥ puesto que Ia lengua espaiiola se habla en naciones independientes que ya no son politicamente espatiolas, ese nombre despierta otros reéelos y sugiere designaciones como la de «idioma nacional», adoptada por algunas repiiblicas de Amé- rica, Segiin esto, pareceria lo mas propio lamar castellano» al idioma del antiguo imperio espafiol, 139 como Hamamos latin al del imperio romano refi- riéndonos s6lo « su origen historico y a su fuente sgeogratica, o bien clengia hispinicay, para indicar nuestra comunidad idiomética con tna sinonimia que sobrepase la nomenclatura de las actuales fronteras politicas”?, Oira vez tenemos que subrayar que, si bien ferenia por el nombre de cellars supons oni americanos una contemplacién del idioma patritica- mente interesada, la relacién no se mantiene nece- sariamente a la inversa. Cuatro prohombres argen- tinos del siglo x1x, Echeverria, Alberdi, Sarmiento y Juan Marfa Gutiérrez, predicaron, cada cual segin su personalidad, el nacionalismo lingilistico. Y los cuatro Haman al idioma de la Argentina tantas veces spaiol como castellano, Y hoy eonoceios: personas muy sensibles a la signifieaciin nacional del idio- ma, que, sin embargo, usan indistintamente los dos nombres sin molestia para au alerta sentimiento pa- tridtico. Pero también es cierto que hay personas, ys sobre tod6, muchas ha habido hasta hace poco, a quienes este sentimiento inclina al uso de caste - * Ya homo vit que lta ene one rtrd a ee a ad at ge Ris ‘mania se lamabe lingua romana, romanicum, romanice, Tam! 7 tur sherar que el‘nonbre del toms ae Segal sneha? Se Foe cen as myth eels = Liat cee hae Rot EI lies oni “Rcaap Rozas Ducse imap del Inte de Fata de va Field do Pilate y Let Bons Aue Eisl “140 Llano para evitar espafiol*. Para éstos, cas+ tellano es un nombre sefialativo del ic ioma; es- pafiol resulta todavia connotativo y significativo. Castellano no se identifica con ningin estado constituide; espafiol si. Y asi como este valor significativo de espafiol fué la principal causa de au triunfo y aiin hoy lo es de su perduracién en Es- pafia, asi en algunos espiritus americanos es causa de resistencia. ts Salen pas ples cans? cguet Secee"elenpaol" puede sr eompendte de pronto com ot Youbee Tipsht und Spo cnt an dads le compe Aipon Raciunales, el costelanoy en cambio, 0 lnvita tant, fuers do ‘aval hosbie de Cala, Por seal en so ia ar of conmador Simnalo's nigra, 80 Aveeno, mss be BO "en ch cm Eien by pode sr ge reese ey gus ef lnzuje tee’ de comanieria: an Bou Miktal det del ecooma dela empress, PARALELO NORTEAMERICANO El celo nacionalista ante Ia lengua es un fendme- no panamericano. En todo el doble continente se puede notar una pariente resistencia a aceptar para Ja lengua el nombre que coincida con el de la nacién europea que fué su metrépoli. Y por todas partes la palabra nacional es flameada para designar la len+ gua. Hasta los haitianos hablen de néire eréole na- tional y predican que “les créoles” deben escribir “en eréole” y no en francés. La excepeién canadiense Canadé, con su francés, hace excepeién en toda Ia América, Un autor canadiense, catélico y patriota, declara, por ejemplo: “Nosotros nos amamos con orgullo canadienses; pero también «Canadieus Fran- gaiss, porque eso de cant. 0 614, ‘Abert 19 Resear 61 ‘Aldrete 36,98, 95,118 lenesr 152 Alfonso VE 11. Alonso X 13; 64, 66, 7. ‘Alistirano, Beéro 68 2. ‘Amadis 30: ‘mini, Natt 16% habe is, 8, 12, 1174, 126 ‘Aranda, Fe, Arde 2a, ‘Anwensla 36. ‘aecaoubt 10, ico 15m, otorring S12, Batol, Adren 151. 03. mmbo 4, 86m. He, 13m, 762, Beceacelo 77 ey de Ban 151 Brn a gos 122 16,18. Bocets 202, 91m, 960. abr Cadale 1 Galmete 73, 81 ‘cubs 125 ‘Canad: oo Jengun 122, 41 Canter de Almeria 10,22, Griete 25.0, Crpmesy 109, Carballo 135 ‘Gatlos V'22, 31, $7, 98. Carranea Cy F. 136. Goranore, Joseph 620. (Cesani, Soren 113. de Cérdoba, L. $7. como regional ral $5 2, 58, Teional $5.2, 58, 1024, castellancespatols comp. con dt ‘overego-fati-linge romans isn. camlelome 94, 1086s, 110, 112, 13 Tia. Bin she, 598, 94, 1024, Ta, 1B casa hablar ta} 130. Cole 22 Castillo Nijera 136 n Gasiro, A. 00 Catal’ Ceding, J, 1340, cee sevillane 623. entralsm onitarsio 98, 104s, ints, 13s Cervantes 82, 4, 68, 1, 72. Cervantes de Zaianar 76, Geerén 78, 81. ai Glaneren, Diego 44. Seat 6s alin, J, do 4, Gold, Fetnando 15m, 16m, 22% fcomunicalon, aceiée’ y'ecdtca en ol Ienguaje 804, 90, Cconnink 118, onvenciin en ol Tenguaje 61, Cordero, J. Bf, 5, 116. Gorreas'21 38, 5250, Garr A. del 38. cavtsano (enguaje) 67a, 91 Cont Alvares 1342, 131 iy 138, (Covarrubas 118. renin iloica 6, Groce 4, 692. Gaeno 13t Charpentier, N. 43, Digeionaro de Aatoridades 1014, ‘ot, Ii, octrnah Halinnea en Expat ‘Ta 25m, 32%, 56m, Tay Thay 75n, 85, San, Deergangk Domenichi 42, airico 1152. Bcheveria 189, Eneainaci, Fr. Diego de la cilice TiS 3° Eniemne 2,109, crelucion espaola del castellano ‘cos. Aescomposiisn 9.4, 81, 08 ‘atranjerimos 1084 (iat own rend Be PELE ieee i see eee can ire a ier ear Ss, a an ie = ¥'ea cxpreién 364, 158. Former 108, fragmentacién del romance 59, francien Chay 124 Frencosiah 44, Ernie Aleta 1068, Facto Jozgo 10, salicamos 108 Galardo’B.J.'i7a, 230, 27 2a, 35.66, ia Gane Jia. Garela, Carton 45, Gareflao 73, 52. Gareitaso, Fl Trea 129. Gerthevohl F, 1543, Gongore $5, Granada, Fr, Lui de 132, S60, Greet 7, Grego Ta, Groals 12, Growrse 135, (Guryanen: oa Lengua 122, Guevara, Arde $2, (Gatlrres, fuse Maria 139, Guties, M812. A Inia aapirade 64, 112, abla a eas 30. Hacbler 16,16 Hi ney 1D Herren, F. de $3, 56, Tin, ‘ae, 99, 96, 103, 110, 18, Hereés 10, Hispaniamos en (ancl, inglés, te, a2. Horakine 44, Harte de San Juan 28, maniano. 52. Humboldt, W, 93,06, Hortado de la Vera, P26, deel de lengua 604, 67 a 76. ene neadémican en” Francia y Eipabe 10500 fmitaclsn Mlomiticn 107 Inercia en el lenguaje 37, 120, ian. invobable 51m. teres viteles en Ios nombres Valet fvencién eu el Henge 78, £3, oe. Iwiare, Juan ds 98.0, iar, Tomé de 109. abel de Castile 19. ‘nico 15m, 16 Kakenheim 34a, Eiht a Intin’ 10, 11, 204,39, 8m, 81, Ea a lengua en perpetua formacién 85, SE em, mars ei teno nteresonl aie Sy tae a, ry nested ot, hee a, a tte adn 0, 1 x erat a, aid Bt yeas dori Tobe 15,590,950 12, 26 Tan Lad oa, os ete een 19, Tagen etalon 5 Baa 5 Tope Se fa, Life ts Todo 23 Tope Vilas ot, 72, 0, ale pS fame 5 ‘Me. Cormick 149 Me. Dule 198, Maids de Chaide 2, 5. Maire Ea, lm Magura de Navara ©. 110 Mathews, MM. 1502, ailane It #2. Mayday 7, Slacar 96, 113 a8, Hos, Medion F, de 29, 82, 89. Medrano, J. de 40. Meter 1i5a. ‘Mellon 14, Mendonga i520, Menéndes Pidal Tn, 14m, 20, Om Ob 123, 12h Menénder 7 Pelayo 32m. 64, Mechen Miranda, de Monti 1am, Morales, A. de ‘Moratin I F Morel Feti 35, Mulerio 44, Maio 36, Nawcentes 152m, 153, satutaliemo en" lng ‘he. Navara 10, 15, 30, Nebrja 19%, 38,103, seologianon 154, 264, 85, Hs, i niveltcién idiomdties 61, fombres de Tat lenguasnacknae Tey Tas, 38, 35. 1al ay 138 ‘onnsciSa: I subictin Lede bre wit engea‘de) 17. ‘ortega 108, Sudin as, Oviedo 9, 10, A de 16m, Palencia, A. do 13m, Pellet 44 Pellegrini, Caron 13, Pellicer 16, 3a, 27, Percival Pret de Ova TB, 80. Petles ‘perspectivafoeroacnaal del idle ‘na 21 as, 26, 38. o penlatiler 14, 834, vine oh pm > eas, i 810, foetad ya lengua 71, 73.0, 98 Bore, Ade br i. “Ree = Peete Jtconin 72am, 84x Propieded idlondiice 9h, 18a Toa ‘pariamo 94, 168 Quinntiaco 2, 13, rlonalcme lng Read 144, 1500, ua econgiis cuteUsna 1, 15,60 san Feenalome “él a, 88 an, 90, ts, Te “ Renaciaienin 18, 0, 52. Ribeiro 152 Roberton 18, Roblen F de 89, 122, Rodbigue, Carlow 48 Redeiguer Marin, Fe Rojas, 130, - rumence (cog) 106%, 39, remance y latin 11, 59, romance Castllano'T2, 13, 66, Tomenser TS. Romete Navarro 64, Rao, Taso Om. Sela, Auabeosio de 44 ‘Slur, Fernando de 16, Salve Som Etnifcecdn 168, 164, Meade 2a. ‘%, in, AG. M6 Soledumbre 87 Speron Som, Stepney 43 ‘Telorers, Fe, Hernando de 19, ‘Tamayo ce Vargas 67, tendeacia conervedora on Jt ero ‘lin 63, Thomton 19h, Toledo’ ef inna 66a, 614, Terquersada, A. de $1, foseano 17, 34, 75 Iaticion Iiométies 855, ‘Tenino 17a 34s, Sn, 73m, Utes, F de 24, i, H de Bo, Yalhuene, Bde 128, al, J. de, 31 oa 75, 108, ms Valtenaa, Fr. Domingo de 28, Varchi 17 ny 32, 30, ferdar a” Viana, docior 37a, 38 valger Ueague) 12.2, 50a, 52. ulgareno, T3sa, 82, ‘Webster, Noah 164.4, 150, Zapata, Ld 30, ‘amarin th SUMARIO Los puntsnos Eros 2-200 ‘owanee y lengoe vega =~ CCestllsnet luego espaol Nueva concrencta De wAcionstman ‘Tatbw micionaL eivme cASTELLANO Y rsPAROL TLengse vulgar de Expaia, lengua eepaiola (Glos regionaesaatieaselanoe Perduracia de “eatellage™ => FonaaciSn AYCIONAL Y NACIONAL DEL BHOMA seeusssecsecveee ‘Le diecciin_de Ts lengua, desplazada de Casilla .. 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