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inp. 12/10/2016
A María Claudia, Ana María, William Orlando y Yolanda.
A mis padres, María Ernestina y José Dolores (requiescat in pace).
A mis hermanasy hermanos, cuñadas y cuñados,
sobrinas y sobrinos, familiares, amigas y amigos.
A las sabias y los sabios en la fe, quienes al nutrir su existir en
Jesucristo, desvelan la “sabiduría del Padre” (1Co 1,24).
AGRADECIMIENTOS
Carta de la Tierra
INTRODUCCIÓN
1
“Vivimos en una era técnica. Son muchos los que están convencidos de que la ciencia
y la tecnología tienen las respuestas a todos nuestros problemas. Solo hemos de dejar a
los científicos y técnicos que sigan con su trabajo, y creerán el cielo aquí en la Tierra.
Pero la ciencia no es una empresa que tenga lugar en algún plano moral o espiritual
superior por encima del resto de la actividad humana. Como todos los otros campos
de nuestra cultura, está modelada por intereses económicos, políticos y religiosos”
(Harari, De animales a dioses, 300).
12 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
2
Habermas, Pensamiento postmetafísico, 44.
3
Valdrini, Il Ruolo della teología nell´universitá cattolica, 150.
4
Se resalta con Rafael Vicuña a John William Draper, History of the Conflict
between Religion and Science; Andrew Dickson White, A History of the Warfare
of Science with Theology in Chistendom; idem, La lucha entre el dogmatismo y la
ciencia en el seno de la cristiandad; Francis Crick, The Astonishing Hypothesis;
Richard Dawkins, The Selfish Gene; J. Gould, Rock of Ages: Science and Religion
in the Fullness of Life (Vicuña, “Las ciencias naturales colaboran con la teología”).
Además, recientemente, John Haught ha retomado la tensión existente entre ciencia
y teología (Haught, Cristianismo y ciencia. Hacia una teología de la naturaleza).
introducción 13
5
Heidegger, Fenomenología y teología, 58.
6
Sánchez, La superación del cientificismo: un reto para el científico cristiano, 2.
14 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
7
“No estudiamos temas sino problemas; y los problemas pueden atravesar los límites
de cualquier objeto de estudio o disciplina” (Popper, El desarrollo del conocimiento
científico, 81).
8
Geffré, El cristianismo ante el riesgo de la interpretación, 17.
9
En la tarea compleja de producir, legitimar y transferir el conocimiento humano, la
teología de Occidente desde su estatuto disciplinar dentro de las ciencias humanas,
con sus consensos y disensos con el saber de las demás ciencias, ha empleado, en el
devenir de la historia, diversos métodos (véase Parra, “Interacción del saber científico
en perspectiva teológica”, 401-425; Baena y otros, Los métodos en teología; Vélez,
El método teológico; Martínez, La religión y la tarea de la teología a la luz del pen
samiento de L. Wittgenstein, 105-116, entre otros).
10
Heidegger, Ontología. Hermenéutica de la facticidad, 20.
11
Lonergan, Método en teología, 12.
introducción 15
12
Heidegger, Ontología. Hermenéutica de la facticidad, 17.
13
Ídem, El ser y el tiempo, 23.
14
“La primera preeminencia es óntica: este ente es, en su ser, determinado por la
existencia. La segunda preeminencia es ontológica: en razón de su ser determinado
por la existencia, es el ‘ser ahí’ en sí mismo ontológico. El ‘ser ahí’ tiene, por ende,
la tercera preeminencia de ser la condición óntico-ontológica de la posibilidad de to
das las ontologías. El ‘ser-ahí’ es mostrado, así, como aquel al que se debe preguntar
ontológicamente con anterioridad a todos los demás entes” (Heidegger, El ser y el
tiempo, 23).
15
“Y fáctico, por consiguiente, se llama a algo que ‘es’ articulándose por sí mismo
sobre un carácter de ser, el cual es de ese modo. Si se toma el ‘vivir’ por un modo de
‘ser’, entonces ‘vivir fáctico’ quiere decir: nuestro propio existir o estar-aquí en cuanto
‘aquí’ en cualquier expresión abierta, por lo que toca al ser, de su carácter de ser”
(Heidegger, Introducción a la fenomenología de la religión, 26).
16
Grondin, ¿Qué es hermenéutica?, 21-62.
16 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
17
Heidegger, Ontología hermenéutica de la facticidad, 37-38.
18
Parra, Textos, contextos y pretextos, 28.
introducción 17
19
Ibíd., 283.
18 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
20
Por horizonte se asumen las sendas hacia donde se dirige una acción o la extensión
de una actividad. En el caso de la tesis, son los senderos propios del saber científico,
del saber sapiencial y de la racionalidad teológica sapiencial.
introducción 19
21
Chenu, “La teología como ciencia eclesial”, 105.
20 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
HORIZONTE TÉCNICO-INSTRUMENTAL
DEL SABER CIENTÍFICO
1
Hombre, varón o mujer, se asume, en perspectiva de Baena, como sujeto y persona.
En cuanto sujeto posee la “capacidad de situarse frente a sí mismo, radicalmente
distinto de la sumatoria de los componentes del mundo y como extraño a esos mismos
componentes, convirtiéndose a sí mismo como en un soporte de los mismos”. Ahora
bien, el sujeto es persona, en cuanto “distinto y trascendente con relación a sus
componentes empíricos, y en cuanto que él es autoposesión de sí mismo y autoposesión
de sus actos y de sus decisiones. ¿Por qué? Porque en cuanto se revierte sobre sí mismo
se repliega sobre sí mismo y se autoposee. En ese sentido es persona” (Baena, “Persona
humana y autoconciencia en la educación”, 16-17).
2
Heidegger, Introducción a la fenomenología de la religión, 26.
24 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
3
Harari, De animales a dioses, 278.
4
Lyotard, La condición postmoderna, 57.
5
La expresión sociedad del conocimiento fue utilizada por primera vez en 1969 por
Peter Drucker, quien la califica como el “cambio de mayor magnitud que se haya
registrado jamás en la historia del intelecto” (Ducker, “El ascenso de la Sociedad del
conocimiento”, 4).
Posteriormente profundizada, en 1990, por investigadores como Robin Mansell o
Nico Stehr. De igual forma, “la noción de sociedad del conocimiento también es inse
parable de los estudios sobre la sociedad de la información suscitados por el desarrollo
de la cibernética” (Unesco, Hacia las sociedades del conocimiento, 21). Se habla de
Sociedades del conocimiento con el fin de no caer en una única sociedad del cono
cimiento posible con un único conocimiento posible. En razón de lo anterior, las so
horizonte técnico-instrumental del saber científico 25
aquí los caminos por los que han trasegado las múltiples y más di
versas teorías del conocimiento que sustentan las racionalidades.
Más bien, en respuesta a las pretensiones investigativas, se
busca como objetivo, en este primer capítulo, favorecer una apro
ximación, lo suficientemente genérica pero precisa, al contorno de
la racionalidad científica en su horizonte técnico-instrumental. Con
el fin de mostrar su resonancia en el estatuto del conocimiento de la
teología cristiana católica en los siglos XIX-XX. Resonancia que
alcanza a permear lo transcurrido del siglo XXI.
De igual modo, indicar, con Horkheimer, Adorno, Habermas,
Ladrière y Parra, la crítica del horizonte técnico-instrumental y
cómo, desde ella, se puede inferir para la teología la convocatoria
a construir su identidad, en cuanto conocimiento teológico. No en
un horizonte de racionalidad y lenguaje de la pragmática del saber
científico, sino en el horizonte de racionalidad y lenguaje de la prag
mática del saber narrativo.
En cumplimiento del objetivo se procura avecinarse, primero,
a la comprensión de razón y racionalidad. Este apartado enfatiza que
en la cotidianidad del existir, el hombre se experimenta, entre otros
aspectos, como ser racional y, al poner en funcionamiento esta facul
tad puede establecer los diversos usos de lenguaje, conocimiento y
acción, con lo cual se originan las múltiples racionalidades en res
puesta a la consolidación de los estatutos cognitivos disciplinares.
De ahí sus acentos típicos.
Este paso es necesario en cuanto que genera en la teología la
conciencia de confrontar, revisar y actualizar su propio estatuto cog
nitivo en las nuevas dinámicas cognitivas que se visualizan en otras
racionalidades diferentes a las dominantes.
Segundo, en el concierto de racionalidades se hace necesario
evidenciar, por el momento, una en particular, la científica. Sus acentos
la constituyen en racionalidad y lenguaje propio de la pragmática del
saber científico distinto al saber narrativo. No implicando ninguna
marginación o exclusión entre sí.
6
Con Hinde se postula la presencia de un significativo grupo de científicos con una
actitud distinta a los de Hawking: “Francis Collins, coordinador del Proyecto Genoma
Humano en Estados Unidos, no está solo. Son muchos los científicos destacados que
en el curso de las últimas décadas han declarado creer en Dios y en la ciencia. Se
cuentan entre ellos sir John Houghton, copresidente del grupo de trabajo de científicos
del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático; John Polkinghorne, antiguo
presidente del Queens’ College, en Cambridge (Gran Bretaña), y físico de partículas
convertido en sacerdote anglicano; Carl Feit, inmunólogo de la Universidad Yeshiva
de Nueva York y estudioso talmúdico; y Ruseell Standard, profesor de física de la
Open University y lector en la Iglesia de Inglaterra” (Hinde, “¿Existe Dios?”, 17).
horizonte técnico-instrumental del saber científico 27
1. RAZÓN Y RACIONALIDADES
1.1 RAZÓN9
La razón es un núcleo problémico cuya presencia ha sido una constante
en la reflexión de la humanidad. Aunque pertenece, originariamente,
7
Gadamer, Verdad y método, 23.
8
Artigas, El desafío de la racionalidad, 43.
9
“La palabra castellana ‘razón’ procede del latín ratus que, al ser el participio pasado
de reor, significa ordenar, articular o relacionar, fundamentalmente pensamientos e
ideas. Los latinos utilizaron estas palabras y sus derivadas para traducir los términos
griegos logos y diánoia que tienen un significado semejante” (Quintanilla, Relativismo
y racionalidad, 19).
28 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
10
Véase Calvo, “Teoría de la racionalidad y racionalización de la vida”, 122; Habermas,
Teoría de la acción comunicativa, 15; Olivé, Racionalidad epistémica, 12.
11
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 2998-3012.
12
Habermas, Pensamiento postmetafísico, 2.
13
“Para Zubiri, la razón es el tercer momento del acto intelectivo fundamentado en
los dos primeros, la aprehensión primordial y el logos. Si el primer momento es in
tuitivo, el segundo descriptivo y autoimplicativo (esto último, según Ladrière), este
tercer momento explicativo. La razón es la explicación metodológica de lo que las
cosas son y por qué son” (Jiménez, “El punto de partida de la teología: aportes desde
la fenomenología y la filosofía del lenguaje”, 141).
14
Zubiri, Inteligencia y razón, 11.
15
Ibíd.
16
Ibíd., 39.
17
Ibíd., 288.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 29
18
Jiménez, “El punto de partida de la teología: aportes desde la fenomenología y la
filosofía del lenguaje”, 141.
19
Olivé, Racionalidad epistémica, 12-13.
30 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
1.2 RACIONALIDADES
El asunto de las racionalidades, ampliamente extendido en los más
variados ámbitos culturales de la sociedad, no es un cliché sino un
núcleo problémico de actualidad, por su riqueza de perspectivas y
enfoques en continuo desarrollo a partir del desplazamiento de su
original referente filosófico y su actual abertura a todos los demás
campos del saber humano21.
20
López, “Racionalidad, técnica y humanismo”, 18-19.
21
En las sociedades del conocimiento suele aplicarse la categoría racionalidad a una
gran variedad de entidades y procesos. No se pretende hacer un recorrido histórico
sobre los usos de la categoría racionalidad, sino evocar acepciones importantes en
otros campos del saber. A la racionalidad se la ha entendido como “criterios conforme a
los cuales los sujetos aprenden a controlar su entorno” (López, “Racionalidad, técnica
y humanismo”, 20); “uso adecuado teórico, práctico y evaluativo del la razón. En otras
palabras, en el uso de la razón para adoptar creencias, tomar decisiones y evaluar hechos
correctamente” (Broncano, La racionalidad: su poder y sus límites, 29); “propiedad
relacional entre intérpretes que emerge en situaciones comunicativas específicas”
(Quintanilla, Relativismo y racionalidad, 20); inclusive, “la racionalidad no es una
facultad, sino un método” (Mosterín, Lo mejor posible. Racionalidad y acción humana,
20); de igual manera, “la racionalidad consiste en el uso apropiado de la razón para
elegir de la mejor manera posible” (Rescher, Rationalaty. A philosophical inquiri into
horizonte técnico-instrumental del saber científico 31
the nature and the rationale reason, 15). Además, en “un ámbito menos sistemático,
se ha entendido la racionalidad como la constante de la Modernidad y el talante del
hombre moderno, bien sea significando un modo de comprensión o valoración y
cómputo de la realidad desde el método y la eficacia o bien la planificación sistemática
del comportamiento de acuerdo con la capacidad de discernimiento inherente en los
seres humanos y el ideal que aspiran a alcanzar” (López, “Racionalidad, técnica y
humanismo”, 19); de igual manera, racionalidad es “el cincel que abre el mundo
de la vida, es el proceso familiar y obvio de dar motivos abiertos a la crítica y la
relativización, pero por ello implica confrontarse con otros para hablar sobre el mundo,
para descubrir que puedo confiar en mi perspectiva solo en cuanto descubro que no
es la única: solo puedo tomar en serio las razones del otro si tomo en serio las mías,
y viceversa” (Calvo, “Teoría de la racionalidad y racionalización de la vida”, 129).
Finalmente, según Pérez, para Kant, la racionalidad es “la capacidad que tiene la razón
de obrar a partir de principios. Este obrar, cuando es incondicionado (razón pura), se
determina según principios absolutos a priori a partir del imperativo categórico de la
universalización de la propia actuación” (Pérez, “Racionalidad y ciencias sociales”, 79).
22
Heidegger, ¿Qué significa pensar?, 15.
23
Ramírez, De la razón a la praxis, 37.
24
El saber se asume en el sentido más amplio de la palabra en cuanto articula lo ob
jetivo, subjetivo, teórico, práctico, transformador y liberador del conocimiento (véase
Ferrater, Diccionario de filosofía, 3140-3143).
25
Lyotard, La condición postmoderna, 13.
26
Bonilla, “Pragmática y ciencias sociales”, 9.
32 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
27
Habermas, Teoría de la acción comunicativa, 24.
28
Aquí, con Lyotard, la legitimación “es el proceso por el cual un ‘legislador’ que se
ocupa del discurso científico está autorizado a prescribir las condiciones convenidas
(en general, condiciones de consistencia interna y de verificación experimental) para
que un enunciado forme parte de ese discurso, y pueda ser tenido en cuenta por la co
munidad científica” (Lyotard, La condición postmoderna, 23).
29
Ruano, Racionalidad y conciencia trágica. La Modernidad según Max Weber, 21.
30
Vilar, La nueva racionalidad. Comprender la complejidad con métodos transdis
ciplinarios, 11-13.
31
Mora, “Racionalidad y tipos de racionalidad”, 93-100; Piñón, Racionalidad,
humanismo y Modernidad, 88-106.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 33
35
Lyotard, La condición postmoderna, 22.
36
La ciencia griega nació en Mileto, ciudad costera de Asia Menor. “Esta ciudad
estuvo en contacto directo con las más antiguas civilizaciones orientales; participó
lingüísticamente de una cultura que tenía ya en su haber una brillante literatura épica y
lírica; y era un activo centro comercial y colonizador” (Farrington, Ciencia y filosofía
en la antigüedad, 32).
Véase Spinelli, Filósofos pré-socráticos. Primeiros Mestres da filosofía e da ciencia
37
39
Reale y Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, 170-736.
40
Ibíd., 176.
36 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
41
Su uso singular no excluye su pluralidad en el pensamiento científico, más bien:
“El hecho de aceptar la pluralidad de racionalidades en el pensamiento científico evita
caer en el error de considerar que la ciencia se gobierna por una razón absoluta que
se elevaría arrogante y victoriosa por encima de otras formas de pensamiento. A su
vez, la labor paciente y denodada del científico adquiere todo su brillo, cuando a los
logros y avances en sus investigaciones se suma una disposición abierta e interesada
hacia otros campos del saber” (Montoya, “Tecnociencia y racionalidad en el mundo
contemporáneo”, 71).
42
González, Diccionario de Filosofía, 955.
43
Popper, La lógica de la investigación científica, 43.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 37
44
Aristóteles, Ética Nicomáquea, 276.
45
Popper, La lógica de la investigación científica, 43.
46
Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, 97-98.
47
Popper, El universo abierto, 29-30.
48
Walker, El pensamiento científico, 19-42.
49
Galindo y Flórez, Ciencia y conocimiento, 232.
38 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
50
Popper, En busca de un mundo mejor, 19.
51
Lyotard, La condición postmoderna, 53.
52
Popper, El desarrollo del conocimiento científico, 47.
53
Ibíd., 50-51.
54
Geymonat, El pensamiento científico, 63.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 39
55
Lyotard, La condición postmoderna, 53.
56
Augusto Comte (1798-1857) es considerado el padre del positivismo, y a quien se
le reconoce el uso, por primera vez, del término ciencia positiva. Para Comte, “el ver
dadero espíritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, en estudiar lo que es, a
fin de concluir de ello lo que será, según el dogma general de la invariabilidad de las
leyes naturales” (Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, 32). Según Wallerstein, la
ciencia positiva buscaba liberar la comprensión de la realidad de cualquier explicación
teológica, metafísica u otro modo diferente a una explicación desde las leyes naturales
(Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la
construcción de las ciencias sociales, 14).
57
“John Stuart Mill, contraparte inglesa y corresponsal de Comte, no habló de ciencia
positiva sino de ciencia exacta, pero mantuvo igual el modelo de la mecánica celeste”
(Wallerstein, Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la
construcción de las ciencias sociales, 15).
58
Ferrater, Diccionario de filosofía, 553.
40 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
59
Habermas, Conocimiento e interés.
60
Ladrière, teniendo en cuenta el tipo particularizado de “cientificidad” de las
disciplinas, postula la existencia de tres grupos de ciencias: “las ciencias deductivas,
las ciencias empírico-formales y las ciencias ‘hermenéuticas’” (Ladrière, La articu
lación del sentido, 413).
61
McCarthy, La teoría de Jürgen Habermas, 90.
62
Habermas, Conocimiento e interés, 168.
63
Por horizonte se entiende “el sendero hacia donde se dirige una acción o la extensión
de una actividad”, en este caso, la acción y la actividad propias de la tecno-ciencia
(Barrios, “Los senderos actuales de acercamiento a la revelación escriturística”, 32).
horizonte técnico-instrumental del saber científico 41
64
En su nota introductoria al libro de Comte, Germán Marquínez Argote afirma que
“el conocimiento positivo lo caracteriza Comte como real, en oposición a quimérico;
como útil en contraste con lo inútil; como cierto, frente a lo meramente opinativo; como
preciso por exclusión de la vaguedad; como afirmativo a diferencia de la negatividad;
y, finalmente, como lo relativo, en sustitución de lo absoluto” (Comte, Discurso sobre
el Espíritu positivo, 7-8).
65
Habermas, Ciencia y técnica como “ideología”, 55.
66
Parra, Naturaleza del conocimiento en la sociedad contemporánea, 5.
67
Habermas, Conocimiento e interés, 162.
68
Ibíd., 169.
42 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
69
Ibíd., 170.
70
Ibíd.
71
Ladrière, El reto de la racionalidad, 25.
72
Se debe evitar entender la tecnología como conocimiento teórico en función de
lo práctico que se deriva directamente de la ciencia (concepción intelectualista), o
como conjunto de herramientas o artefactos construidos para satisfacer requerimientos
industriales (concepción artefactual). Hoy los enfoques disciplinares en el estudio de la
tecnología se caracterizan por entenderla como proceso conducente a la generación de
resultados tecnológicos que involucran aspectos organizativos (actividad económica,
industrial, profesional, usuarios y consumidores) y culturales (objetivos, valores y có
digos éticos, entre otros). Véase González y otros, “Las concepciones de tecnología”,
2-16.
73
Artigas, El desafío de la racionalidad, 43; Alonso, La agonía del cientificismo,
22-27.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 43
74
Baena, “Persona humana y autoconciencia en la educación”, 15.
75
Cely, La bioética en la sociedad del conocimiento, 11.
76
Parra, “La legitimación del creer”, 289.
77
Lyotard, La condición postmoderna, 52.
78
Cely, La bioética en la sociedad del conocimiento, 13.
44 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
3. HORIZONTE TÉCNICO-INSTRUMENTAL
E IMPACTO TEOLÓGICO
Es meritorio en Lyotard su insistencia en la transformación ocurrida
en el saber y sus efectos en los actuales contextos de la humanidad.
Pero lo es aún más, cuando ha indicado que desde Platón el asunto
de la legitimación ha estado marcado por el quién, qué, cómo, dónde
y para qué se legitima en orden del establecimiento de la verdad. Así,
“desde esta perspectiva, el derecho a decidir lo que es verdadero no
es independiente del derecho a decidir lo que es justo, incluso si los
79
Unesco, Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico, 4.
80
Habermas, Teoría de la acción comunicativa, 89.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 45
81
Lyotard, La condición postmoderna, 22.
82
Berzosa, Hacer teología hoy, 9.
83
Metz, Por una cultura de la memoria, 1999.
84
Gutiérrez, La densidad del presente, 2003.
85
Parra, Textos, contextos y pretextos, 2005.
86
Entiendo que para Alberto Parra, S.J., el trasfondo metafísico hace alusión al uso de
la razón argumentativa característica de la discursividad religiosa y teológica ilustrada
que posibilitó al fenómeno religioso y al discurso teológico su salida a la filosofía y a
la ciencia (GS, 44), conduciendo, de este modo, a teologías argumentativas elaboradas
con el instrumental de racionalidad y lenguaje científico (véase ídem, Hacia la legi
timación del creer, 286).
87
Artigas, El desafío de la racionalidad, 43.
46 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
88
Ramírez, De la razón a la praxis, 60.
89
Para ello, es importante entender las tensiones existentes entre Dilthey (1833-1911)
y el positivismo empírico de Augusto Comete o de John Stuart Mill (véase Grondin,
¿Qué es la hermenéutica?, 37-43).
horizonte técnico-instrumental del saber científico 47
90
Bosshard, La relación del pensamiento católico con las ciencias naturales modernas
en el siglo XX, 796.
91
Peukert, Teoría general de la ciencia y teología fundamental, 42.
92
Ibíd., 65.
48 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
93
Se hace referencia al principio de verificación propuesto por Popper (Popper, La
lógica de la investigación científica, 56).
94
Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 49
95
Habermas, Fragmentos filosófico-teológicos, 53.
96
Cruz, Filosofía de la historia, 47-51; Parra, Textos, contextos y pretextos, 21.
97
Parece ser que el historiador Leopold von Ranke (1795-1886) haya sido el impulsa
dor de este planteamiento (Cruz, Filosofía de la historia, 13).
98
Parra, Textos, contextos y pretextos, 19.
50 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
99
Dunn, El cristianismo en sus comienzos, 44-97.
100
Parra, Textos, contextos y pretextos, 43.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 51
101
Hurtado, Entrevista.
102
Gibellini, La teología del siglo XX, 14-35.
103
Ibíd., 35-61.
104
González, Teología de la praxis evangélica, 23.
52 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
105
La teología escolástica retumba con fuerza cuando la teología hace su aparición en
el mundo de la universidad (siglo XIII) hasta el siglo XIX con la neoescolástica en
Lovaina. Busca sistematizar desde los ámbitos académicos la doctrina cristiana con el
uso metódico de la razón, cuyos productos finales son las sumas teológicas o los de
nominados tratados teológicos.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 53
106
Secretariado General, “La Facultad de Teología entre el ayer y el mañana”, 140.
107
Dunn, El cristianismo en sus comienzos, 99.
108
Cruz, Filosofía de la historia, 13.
54 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
109
Weller, “La historia de la Iglesia y la nueva orientación de la ciencia histórica”, 17.
110
Weinrich, “Teología narrativa”, 218.
111
Ibíd., 217.
112
Parra, Textos, contextos y pretextos, 30.
113
Marlé, “La teología protestante alemana contemporánea”, 278.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 55
114
Panikkar, “La puerta estrecha del conocimiento. Sentidos, razón y fe”, 27.
56 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
115
Trebolle y Sánchez, “El texto de la Biblia”, 436.
116
Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 28.
117
Barrios, “Los senderos actuales de acercamiento a la revelación escriturística”, 27.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 57
118
Parra, “De camino a la teología de la acción”, 135.
119
Noratto, “Área de teología bíblica”, 61-62.
58 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
120
Parra, Textos, contextos y pretextos, 85.
121
Bosshard, “La relación del pensamiento católico con las ciencias naturales moder
nas en el siglo XX”, 796.
122
Vélez, El método teológico, 55.
123
Garavito, “Área de teología de la acción”, 77.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 59
124
De Roux, “Teología sistemática”, 110.
125
González, Teología de la praxis evangélica, 63.
60 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
126
Parra, Textos, contextos y pretextos, 20.
127
Weinrich, “Teología narrativa”, 217.
128
Congar, “La historia de la Iglesia, ‘lugar teológico’”, 88.
129
Garavito, “Área de teología de la acción”, 77.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 61
130
Congar, “La historia de la Iglesia, ‘lugar teológico’”, 91.
131
Bravo, “La revelación. Cambio de perspectiva del Vaticano I al Vaticano II”,
261-269.
132
Latourelle, Teología de la revelación, 305.
133
Bravo, “La revelación. Cambio de perspectiva del Vaticano I al Vaticano II”, 263.
62 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
134
Ibíd., 264.
135
González, Teología de las praxis evangélica, 21.
136
Heidegger, Carta sobre el humanismo, 8-9.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 63
137
Parra, Textos, contextos y pretextos, 85.
138
Véase el Capítulo 3: “La raíz humana de la crisis ecológica” (Francisco, Carta en
cíclica Laudato si´).
64 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
139
McCarthy, La teoría de Jürgen Habermas, 9.
140
Sieger, “Ciencia y teología, nuevas perspectivas para el trabajo científico”, 309.
141
Nudler, La racionalidad: su poder y sus límites, 14-15.
142
“El término ‘moderno’ tiene una larga historia, que ha sido investigada por Hans
Robert Jauss. La palabra ʻmoderno’ en su forma latina modernus se utilizó por primera
vez en el siglo V a fin de distinguir el presente, que se había vuelto oficialmente cristiano,
del pasado romano y pagano. El término ‘moderno’, con un contenido diverso, expresa
una y otra vez la conciencia de una época que se relaciona con el pasado, la antigüedad,
a fin de considerarse a sí misma como el resultado de una transición de lo antiguo a lo
nuevo” (Habermas, “La Modernidad, un proyecto incompleto”, 1).
horizonte técnico-instrumental del saber científico 65
143
Ferrater, “Racionalismo”, 2982-2986.
144
Ibíd., 2984.
145
McCarthy, La teoría crítica de Jürgen Habermas, 8.
66 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
146
Kant, ¿Qué es la Ilustración?, 7.
147
Ibíd., 83.
148
Reale y Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, 565.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 67
149
Ibíd., 566.
150
Ibíd., 567.
68 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
151
Habermas, El discurso filosófico de la Modernidad, 36.
152
Ídem, Pensamiento postmetafísico, 44.
153
Silva, Los ilustrados de Nueva Granada, 465.
154
Hoyos, Los intereses de la vida cotidiana y las ciencias, 18.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 69
155
Ibíd.
156
Ibíd., 32.
157
Habermas, Ciencia y técnica como “ideología”, 58.
Benedetto XVI. Discorso del Santo Padre Benedetto XVI. Udienza all´ Assemblea
158
159
Estrada, Dios en las tradiciones filosóficas. Aporías y problemas de la teología
natural, 30.
160
Moya, Pensar desde la ciencia, 11.
161
Kurt, Crítica de la razón científica, 7.
162
Habermas, Pensamiento postmetafísico, 18.
163
“El peligro de una racionalidad generalizada es precisamente el dogmatismo. Es
decir, el gran peligro que yo veo es que nos están diciendo que la única manera de
trabajar académicamente es según ese criterio de racionalidad, reducido a ‘ciencia’,
‘tecnología’ e ‘innovación’, para la ‘competitividad’, para la para la ‘productividad’,
y ese es el nuevo mito; el nuevo mito es la ciencia. No tengo nada en contra de ella,
pero resulta que los humanos somos más que ‘ciencia’, ‘técnica’, ‘tecnología’ e
‘innovación’; somos ‘lúdica’, somos ‘estética’, somos ‘cultura’, etcétera” (Hoyos, Fi
losofía de la educación, 43).
horizonte técnico-instrumental del saber científico 71
164
Artigas, El hombre a la luz de la ciencia, 38.
“Inflexible, que mantiene sus opiniones como verdades inconcusas” (Real Academia
165
166
Popper, El desarrollo del conocimiento científico, 12-13.
167
Peukert, Teoría general de la ciencia y teología fundamental, 63.
168
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 59.
169
Véase Marcuse y otros. A la búsqueda del sentido, 9-124. Además, Horkheimer,
Crítica de la razón instrumental, 27-60; Horkheimer y Adorno, Dialéctica de la
ilustración, 34-98.
170
Marcuse y otros, A la búsqueda del sentido.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 73
171
Horkheimer y Adorno, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, 59.
172
Ibíd., 83.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 75
173
Ibíd., 45.
174
Ibíd., 105.
175
Ibíd., 59.
76 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
176
Stiglitz, El malestar en la globalización, 11.
177
Ladrière, El reto de la racionalidad, 11.
178
Ibíd., 12.
179
Ibíd., 16.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 77
180
Ibíd., 50-51.
181
Ibíd., 65.
182
Ibíd., 87.
78 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
183
Ibíd., 104.
184
Habermas, Ciencia y técnica como “ideología”, 68.
185
Ibíd., 62.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 79
186
Ibíd., 89.
187
Ibíd., 63.
188
Parra, “Naturaleza del conocimiento en la sociedad contemporánea”, 12.
80 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
189
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 81.
190
Peukert, Teoría general de la ciencia y teología fundamental, 63.
191
Parra, Naturaleza del conocimiento en la sociedad contemporánea, 11.
192
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 18.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 81
193
Vargas Llosa, La civilización del espectáculo, 71.
194
Véase Lonergan, Método en teología, 125-143.
195
Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 15-221.
82 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
CONCLUSIÓN
La teología es una actividad académica de carácter personal, eclesial
y social. Su naturaleza universitaria acontece en los ámbitos de la
investigación, la docencia y el servicio. Posee el compromiso ine
ludible de producción, comunicación y acreditación de un cono
cimiento a partir de su especificidad cognitiva en el marco del actual
debate de la sociedad sobre la legitimación del conocimiento.
Este compromiso no ha sido fácil para la teología cristiana
católica, dadas las circunstancias económicas, políticas, sociales y
eclesiales que la han rodeado desde su génesis en la experiencia pos
pascual hasta los tiempos actuales.
196
“La condición humana abarca más que las condiciones bajo las que se ha dado la
vida del hombre” (Arendt, La condición humana, 23), abarca la totalidad de su exis
tencia desplegándose en sociedad su estructura pluridimensional finita.
197
Esta afirmación se extrae en contexto habermasiano en relación con la crítica que
hace Husserl a la ilusión objetivista que proyecta en las ciencias la imagen de un
en-sí de hechos estructurados conforme a leyes (véase Habermas, Conocimiento e
interés, 165).
198
Kant, El conflicto de las facultades, 70-72.
horizonte técnico-instrumental del saber científico 83
199
¿Cómo surge una ciencia? Hoyos indica que el surgimiento obedece a la “posibili
dad de refinamiento y acrecentamiento de un saber en torno a los instrumentos de
manejo e interpretación de la realidad. Por ello las ciencias responden en su génesis a
un interés general del ser humano de independencia y emancipación, cuyo resultado
es dominio y apropiación de la naturaleza” (Hoyos, Los intereses de la vida cotidiana
y las ciencias, 77).
200
“Dada la complejidad que la ciencia encierra en sí misma, no ha existido unanimidad
discursiva a la hora de concretizarla en una definición de satisfacción universal, de ahí
84 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
203
Martínez, “Relación realidad-racionalidad en la ciencia”, 45.
204
Peukert, Teoría general de la ciencia y teología fundamental, 63.
205
Peacocke, Los caminos de la ciencia hacia Dios, 53.
206
Habermas, Israel o Atenas, 172.
207
Ladrière, El reto de la racionalidad, 167.
208
Documento de la Unesco, “Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico”.
86 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
212
Habermas, Atenas o Israel, 173.
213
Hoyos, “¿Para qué la filosofía?, Si ‘el pensar está en lo seco’”, 247.
La irreductibilidad mutua de la pragmática del conocimiento
científico y de la pragmática del saber narrativo radica en
la irreductibilidad misma de los juegos de lenguaje: enunciativos,
denotativos, performativos, argumentativos y probativos en
los dominios de las ciencias; metafóricos, parabólicos, aproximativos,
evocativos, poéticos y prolépticos en los relatos de sabiduría.
HORIZONTE EXISTENCIAL
DEL SABER SAPIENCIAL
Este segundo capítulo tiene la finalidad de determinar la identidad
del saber sapiencial. Identidad que se configura al ser ubicado en el
orden de un nuevo pensar, conocer y actuar del horizonte existencial
del saber narrativo, antes que del horizonte técnico-instrumental del
saber científico. Con lo cual no se afirma, en las culturas narrativas,
su marginación y desconocimiento1.
Este capítulo, por tanto, se entronca con el objetivo general de
la investigación en cuanto tiene como propósito establecer la perma
nente pertinencia de la racionalidad y su correspondiente lenguaje
sapiencial en la configuración actual del estatuto teológico. Y, a su
vez, conecta con el capítulo primero al responder a la necesidad que
tiene hoy la sociedad del conocimiento de recuperar la sabiduría
en cuanto componente constitutivo de los estatutos epistemológicos
disciplinares.
1
Desde el saber sapiencial es posible reubicar de modo histórico y existencial el saber
científico-tecno-lógico respetando su autonomía y especificidad en un proceso concreto
histórico-cultural. Para tal reubicación, Scannone propone tres cosas. En primer lugar,
ver la contribución de la sabiduría al discernimiento histórico-cultural concreto de los
presupuestos antropológicos, ontológicos y éticos, tanto de las teorías científicas y los
modelos técnicos como del uso histórico que de ambos se hace. En segundo término,
señalar la contribución –ya no crítica, sino positiva– que puede hacer la sabiduría al
surgimiento autónomo de teorías científicas o de técnicas que mejor respeten el arraigo
cultural y la orientación ética de justicia. Por último, indicar algunos elementos de una
teoría filosófica de la racionalidad, los cuales son aportados por la racionalidad sa
piencial (Scannone, “Nueva Modernidad adveniente y cultura emergente en América
Latina”, 158-164).
92 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
1. LO SAPIENCIAL EN CUANTO
FENÓMENO HUMANO
La sabiduría es, inicialmente, entre otros, uno de los fenómenos de
mayor universalidad en las culturas de la humanidad. Aunque uni
versal, la sabiduría es particular en cada uno de los pueblos, loca
tivamente hablando2. No es exclusiva de ninguna de las diferenciadas
culturas, porque ella, la sabiduría es, pluralmente cultural en sus
ámbitos antropológicos, lingüísticos, sociales, políticos y religiosos3.
Testimonios en las tradiciones orales, y más aún, en abundantes
y variadas literaturas, así lo confirman. Es el caso de Egipto y
Mesopotamia4. Sin ser los únicos centros de acopio para la cultura
universal, se les ha considerado, a la fecha, con lo discutible que pa
rezca, cunas de las culturas occidentales.
Egipto y Mesopotamia se convierten en ambientes culturales
de invaluable riqueza literaria sapiencial porque a través de ellos se
ha tomado conciencia de que: “vivimos en el tiempo, pero el tiempo
es una proposición o constructo explicativo que usamos para expli
car nuestra distinción de nuestro existir en la experiencia de un fluir
irreversible de procesos”5.
Egipto produjo escritos de sabiduría a lo largo de su historia.
Desarrolló desde antiguo la literatura sapiencial, que recogía ins
trucciones o enseñanzas plasmadas, entre otros, en poemas. En la
literatura sapiencial se tratan los grandes núcleos problémicos exis
tenciales que preocupan al hombre de todos los tiempos: sufrimientos,
enfermedades, injusticias sociales, el misterio de la muerte, lo que
hay más allá de ella, entre otros.
2
Se asume la categoría pueblo como “la manera concreta en que la humanidad como
comunidad humana se configura en unidades históricas y culturales” (Scannone,
Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana, 209).
3
Para Cazelles, es perfectamente admisible que la literatura sapiencial “se desarrolló,
en parte, paralelamente al progreso del sentimiento religioso –sabiduría y teología van
de la mano– por más que los temas de sabiduría desborden el cuadro de los dogmas,
de las leyes morales y de los ritos cultuales” (Cazelles, Introducción crítica al Antiguo
Testamento, 584).
4
Véase Léveque, Sabidurías del antiguo Egipto; ídem, Sabidurías de Mesopotamia.
5
Maturana, La objetividad, 10-11.
94 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
6
Para Noratto, la adjetivación semita indica “una relación de pertenencia a un
conjunto de pueblos hermanos tales como los hebreos, los árabes y los sirios, entre
otros, denotando de manera particular un origen que les es común” (Noratto, “La
reconciliación en la cultura semita”, 29).
7
Véase García Cordero, La Biblia y el legado del antiguo Oriente. El entorno cul
tural de la historia de salvación.
8
Maturana, La objetividad, 39-40.
9
Bloom, ¿Dónde se encuentra la sabiduría?, 21; Von Rad, Sabiduría en Israel, 30;
Equipo “Cahiers Evangile”, En las raíces de la sabiduría, 11; Gilbert, “Sabiduría”,
1711; Sternberg, La sabiduría. Su naturaleza, orígenes y desarrollo, 17.
10
Schüssler, Los caminos de la sabiduría, 40.
horizonte existencial del saber sapiencial 95
11
Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana, 148. Además, se
recomienda el apartado: “Las aporías del concepto de cultura propuesto por Pannen
berg (Pannenberg, Antropología en perspectiva teológica, 395-403).
12
Ahora bien, si el relato es la forma de expresión por excelencia del saber narrativo,
para Lyotard, entonces, este posee cuatro propiedades. Primera, cuenta lo acaecido.
De modo positivo o negativo del héroe, o bien legitima instituciones de las sociedades
(función del mito) o bien presenta modelos positivos o negativos de héroes. “Esos
relatos permiten, en consecuencia, por una parte definir los criterios de competencia
que son los de la sociedad donde se cuentan, y por otra valorar gracias a esos cri
terios las actuaciones que se realizan o pueden realizarse con ellos”. Segunda, admite
pluralidad de juegos de lenguaje. Los cuales son mediados por “enunciados de
notativos, referidos por ejemplo a lo que se conozca del cielo, de las estaciones, la
flora y la fauna; enunciados deónticos que prescriben lo que se debe hacer en cuanto
a esos mismos referentes. […] Enunciados interrogativos que están implicados, por
ejemplo, en los episodios de reto (responder una pregunta); enunciados valorativos,
etc.”. Tercera, la transmisión de relatos responde a reglas. Su narración obedece muy
96 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
a menudo a reglas que fijan la pragmática intrínseca a ellos, por ejemplo, la forma de
iniciar y finalizar un relato. “El saber que vehiculan esa narraciones, lejos de vincularse
solo a las funciones de enunciación, también determina de golpe lo que hay que decir
para ser escuchado, y lo que hay que escuchar para poder hablar, y lo que hay que ju
gar para poder ser el objeto de un relato”. Cuarta, su incidencia sobre el tiempo. Es
decir, “la forma narrativa obedece a un ritmo, es la síntesis de un metro que hace latir
el tiempo en periodos regulares y de un acento que modifica la longitud o la amplitud
de algunos de ellos”. De este modo, “interrogando la forma de los refranes, proverbios,
máximas que son como pequeños trozos de relatos y que continúan en circulación en
determinados pisos del edificio social contemporáneo, se reconocerá en su prosodia la
marca de esta extraña temporalización que alcanza de lleno la regla de oro de nuestro
saber: no se olvide” (Lyotard, La condición postmoderna, 46-49).
13
Ibíd., 43.
horizonte existencial del saber sapiencial 97
14
Scannone, “La racionalidad científico-tecnológica y la racionalidad sapiencial de la
cultura latinoamericana”, 155.
15
Lyotard, La condición postmoderna, 43.
16
Ibíd.
98 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
17
Ladrière, El reto de la racionalidad, 26.
18
Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana, 75.
19
Wilckens, “Sabiduría y sabio”, 1035.
20
Alonso y Vílchez, Sapienciales, 25.
horizonte existencial del saber sapiencial 99
21
Scannone, “Nueva Modernidad adveniente y cultura emergente en América Latina”,
159.
22
Yeanplong, “La recuperación de la sabiduría como criterio de alternativa”, 16.
100 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
23
Maturana, La objetividad, 138-139. Además, para un abordaje del amor en perspec
tiva cristiana se recomienda la obra de H. Urs von Balthasar, para quien el amor es lo
cristiano del cristianismo (von Balthasar, Solo el amor es digno de fe).
24
Facticidad, alusivo a lo fáctico. “Y fáctico, por consiguiente, se llama a algo que
‘es’ articulándose por sí mismo sobre un carácter de ser, el cual es de ese modo. Si
se toma el ‘vivir’ por un modo de ‘ser’, entonces ‘vivir fáctico’ quiere decir: nuestro
propio existir o estar-aquí en cuanto ‘aquí’ en cualquier expresión abierta, por lo que
toca al ser, de su carácter de ser” (Heidegger, Introducción a la fenomenología de la
religión, 26).
horizonte existencial del saber sapiencial 101
25
Gadamer, Verdad y método I, 438.
26
Gevaert, El problema del hombre, 31.
27
Küng, El principio de todas las cosas, 18.
102 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
28
Gadamer, Verdad y método I, 421.
29
Schillebeeckx, Los hombres relato de Dios, 43.
30
Gevaert, El problema del hombre, 33.
horizonte existencial del saber sapiencial 103
31
Gadamer, Verdad y método I, 421.
32
Aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 2 de la tesis doctoral, 16 de octubre
de 2013.
33
Gadamer, Verdad y método I, 434.
104 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
35
Es así como para Gadamer la palabra logos “no significa solo pensamiento y lenguaje,
sino también concepto y ley” (Gadamer, Verdad y método II, 147).
36
González Faus, “Des-helenizar el cristianismo”, 229.
37
Véase Parra, La Iglesia pobre y de los pobres. La nueva dimensión de la Iglesia en la
sociedad; Gutiérrez, “La opción por los pobres nace de la fe en Cristo”.
38
González Faus, “Des-helenizar el cristianismo”, 247. Para el mismo González Faus
el término “helenización” del cristianismo es impreciso. Lo que se dio fue una greco-
latinización o simplemente una “occidentalización” del cristianismo.
106 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
39
Guijarro, La primera evangelización, 18.
40
Oñoro, El encuentro con Jesucristo vivo en la pedagogía con Jesús en el Evangelio
de Juan, 36-56.
41
Ibíd., 31.
horizonte existencial del saber sapiencial 107
42
Parra, Naturaleza del conocimiento en la sociedad contemporánea, 12.
43
Heidegger, Serenidad, 18.
44
Ídem, Carta sobre el humanismo, 9-10.
45
Con el fin de sistematizar la racionalidad sapiencial, se toman, a modo enunciativo,
con sus respectivos ajustes, los cinco componentes presentados por Parra a la hora de
determinar los contornos de la teología de la acción (Parra, “De camino a la teolo
gía de la acción”, 165).
108 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
46
Torralba, “La pregunta por el sentido”, 89-121.
47
Eckholt, “La cultura como nuevo ‘lugar teológico’”, 305.
horizonte existencial del saber sapiencial 109
Con ello
...–validez universal–, se remarca un saber sin fronteras, es decir,
abierto a todo el orbe, sin imposición alguna, y en respeto permanente a
las particularidades culturales. Las cuales, en su multiplicidad de inter
conexiones, se abren a un enriquecimiento sapiencial mutuo con un
claro compromiso: “aclimatarse en un medio distinto y alimentarse con
la savia que viene de otras tierras.49
48
Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana, 208.
49
Gutiérrez, Densidad del presente, 59.
50
Aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 2 de la tesis doctoral, octubre 16
de 2013.
51
Urban, Lenguaje y realidad, 13.
52
Ricœur, Fe y filosofía, 55.
110 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
53
Benjamin, “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos”, 74.
54
Aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 2 de la tesis doctoral, octubre 16
de 2013.
55
“La cuestión esencial que plantea el lenguaje es la emergencia del sentido: ¿de qué
manera las estructuras lingüísticas hacen aparecer significaciones, cómo pueden ellas
constituir mediaciones esenciales de sentido y, en definitiva, en qué consiste esta di
mensión de sentido que, atravesando el lenguaje, abre la existencia a este horizonte
universal de claridad que evoca el concepto de sentido?” (Ladrière, La articulación
del sentido, 9).
56
Véase Vander Zander, Manual de psicología social.
57
Veáse Urban, Lenguaje y realidad; Steiner, Presencias reales.
58
Gadamer, Verdad y método II, 147.
horizonte existencial del saber sapiencial 111
59
Véase Morren, Lenguaje y símbolo.
60
Ladrière, La articulación del sentido, 341.
61
Véase Gómez Pin, El hombre, animal singular; Chomsky, El conocimiento del
lenguaje. Su naturaleza, origen y uso.
62
Gusdorf, “Génesis y teología del lenguaje”, 25.
63
Heidegger, De camino al habla, 179.
64
Gadamer, Verdad y método II, 148.
112 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
65
Heidegger, De camino al habla, 187.
66
Para Ives Zimmermann, traductora de la versión alemana al castellano, “Sprache:
habla, significa aquí el lenguaje en su sentido más amplio, como distinto a Rede, que
en castellano se vierte asimismo por ‘hablar’. (N. del T)”. (Heidegger, De camino al
habla, 9).
67
Ortiz-Osés, Heidegger y el ser-sentido, 31.
horizonte existencial del saber sapiencial 113
68
Heidegger, De camino al habla, 10.
69
Ortiz-Osés, Heidegger y el ser-sentido, 33.
70
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 22.
114 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
71
Gadamer, Verdad y método II, 152.
72
“Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida” (Wittgenstein,
Investigaciones filosóficas, 31).
73
Austin, Cómo hacer cosas con palabras, 11.
74
Gadamer, Verdad y método II, 201.
75
Heidegger, De camino al habla, 15.
horizonte existencial del saber sapiencial 115
76
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 18.
77
Esta reclamación se encuentra en Heidegger cuando afirma que “la decadencia
del lenguaje, recientemente y bien tarde tan comentada, no es, empero, el motivo,
sino una consecuencia ya del proceso por el que el lenguaje, bajo la dominación
de la moderna metafísica de la subjetividad, cae irresistiblemente fuera de su
elemento. El lenguaje nos rehúsa su esencia: que él es la casa de la verdad del
ser. El lenguaje se encomienda, más bien, a nuestro simple querer y representar
como un instrumento de la dominación sobre el ente” (Heidegger, Carta sobre el
humanismo, 1213).
116 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
78
Gadamer, Verdad y método I, 462.
79
De Certeau, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer, 14.
80
Heidegger, De camino al habla, 198.
81
Benjamin, “Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos”, 61.
82
Gadamer, Verdad y método I, 549.
horizonte existencial del saber sapiencial 117
83
Ídem, Verdad y método II, 53.
84
Ortíz-Osés, Antropología hermenéutica, 30.
85
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 24.
86
Ibíd., 31.
118 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
87
Véase Maceiras Fafián, Metamorfosis del lenguaje.
88
Mardones, Síntomas de un retorno, 11.
89
Morelo, “Manantial de agua fresca”.
90
Aquí estoy recepcionando a Ricœur en clave sapiencial (Ricœur, Fe y filosofía, 54).
horizonte existencial del saber sapiencial 119
91
Macquarrie, God-talk, 82.
92
Véase Bios, http://en.wiktionary.org/wiki/%CE%B2%CE%AF%CE%BF%CF%82
(consultado el 17 de julio de 2013).
93
Gutiérrez, La densidad del presente, 41.
94
Aunque la autora está haciendo alusión al símbolo, considero válida su homologación
con respecto a la sabiduría. La sabiduría en cuanto lenguaje se dice en lenguaje
simbólico (Ruiz, Símbolo, mito y hermenéutica, 9).
120 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
95
Ricœur, Fe y filosofía, 53.
horizonte existencial del saber sapiencial 121
96
López, Introducción a Wittgenstein, 20.
97
Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 57.
98
López, Introducción a Wittgenstein, 100.
99
Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 56.
122 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
100
López, Introducción a Wittgenstein, 106.
101
Ibíd., 108.
horizonte existencial del saber sapiencial 123
102
Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, 25.
103
“Una de las debilidades que se le achacan, desde diferentes frentes, a la nueva visión
de la pluralidad de juegos de lenguaje del segundo Wittgenstein es, sin duda, que en
esta visión la autonomía de cada lenguaje con base en su gramática, sus reglas, en
correspondencia con la forma de vida que expresa, corre el peligro de cerrar cada
lenguaje en sí mismo, en una suerte de satisfecha autosuficiencia, y de aislar unos de
otros, comprometiendo su inteligibilidad mutua y, por tanto, su esencial dimensión de
intersubjetividad y universalidad, de significatividad más allá de la propia comunidad
lingüística. Lo que conduciría a la proliferación de minorías cognitivas, cada una
con su lenguaje, solo accesible a sus miembros, no al común de los humanos. Y con
razón. Quiero decir, en nombre de la razón y del propio lenguaje, que pueden ser
sino universales” (Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y
hermanos”, 49).
124 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
104
López, Introducción a Wittgenstein, 118.
105
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 47.
horizonte existencial del saber sapiencial 125
106
Ibíd., 44.
107
Heidegger, Carta sobre el humanismo, 8.
108
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 27.
109
Ibíd., 28.
126 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
110
Alonso, Hermenéutica de la palabra, 86.
111
“Más precisamente, la producción o emisión de una oración-instancia bajo
ciertas condiciones constituye un acto de habla, y los actos de habla son las
unidades básicas o mínimas de la comunicación lingüística” (Searle, Actos de ha
bla, 26). Esta noción de actos de habla me genera una pregunta: ¿incurre Searle en
reduccionismo en la comprensión de acto de habla?
112
La hipótesis de Searle es: “hablar un lenguaje consiste en realizar actos de habla,
actos tales como hacer enunciados, dar órdenes, plantear preguntas, hacer promesas,
y así sucesivamente, y más abstractamente, actos tales como referir y predicar, y
horizonte existencial del saber sapiencial 127
en segundo lugar, que esos actos son en general posibles gracias a, y se realizan de
acuerdo con, ciertas reglas para el uso de los elementos lingüísticos” (Searle, Actos de
habla, 25-26).
113
Austin, Cómo hacer cosas con palabras, 141.
114
Ibíd., 141-155.
115
Ricœur, Sí mismo como otro, 18.
128 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
116
Searle, Expression and Meaning, 12-17.
117
Ibíd., 13.
118
Ibíd.
horizonte existencial del saber sapiencial 129
119
Ibíd., 14.
120
Ibíd., 15.
121
Ibíd., 17.
122
Ricœur, Teoría de la interpretación: discurso y excedente de sentido, 29.
123
“Esta tipología de Searle tiene sus limitaciones, ya que con su afán de esquematizar
parece no tener en cuenta la enorme complejidad y variedad de actos ilocucionarios.
Por otra parte, Searle parece limitar su análisis de los actos de habla a las condiciones
de satisfacción y de verdad, olvidando quizá que las condiciones de aceptabilidad y
las pretensiones de validez también entran en la acción comunicativa, como muy bien
señala Habermas. Estudiando los actos de habla en el ámbito de la interacción social
comunicativa, Habermas considera la aceptación por el oyente de las pretensiones
de validez planteadas por el hablante como componente también esencial del acto
ilocucionario y no como un efecto perlocucionario estrechamente vinculado” (Vide,
“Pragmática lingüística: análisis de los lenguajes de la fe”, 247).
130 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
124
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 29. “Pese
a la autoridad de esos dos autores, el pensar crítico debe revisar si el sentido no es un
constructo que va entre lo dado y lo construido por el oyente, recipiente, lector. Sin
duda que el sentido parte de la intencionalidad primera de quien pone el lenguaje
en una proposición primera. Pero al oírlo o leerlo desde su contextualidad propia, el
destinatario construye su propio sentido, sin estar condenado a ser un registro pasivo de
una proposición dada. Esa es la relación que va entre el acto de hablar y el de escuchar,
el de escribir y el de leer, entre el texto dado y el sentido contextual construido” (aporte
del padre Parra en la revisión del Capítulo 2 de la tesis doctoral, octubre 16 de 2013).
horizonte existencial del saber sapiencial 131
2.2 MITO-LÓGICO
El mito y lo mito-lógico no se han ido de “vacaciones” en la esfera
de la vida privada y pública de las actuales sociedades. Sus monu
mentales cuestiones relacionales –hombre, mundo y Dios–, objeto
de su propio tratamiento, siguen siendo abordadas en el pensamiento de
la humanidad de todos los tiempos126. Sin negar, con ello, la actitud des
mitificante e iconoclasta perceptible en la cultura occidental.
Con las expresiones mito y mito-lógico no se pretende enrejar
determinadas narraciones127. Son multiformes, designan realidades
diversas en dependencia con los variados medios culturales mar
cados por creaciones literarias que: “nos narran no solo el origen del
Mundo, de los animales, de las plantas y del hombre, sino también
todos los sucesos primordiales a consecuencia de los cuales el
hombre ha llegado a convertirse en lo que es hoy”128.
Es Parra quien ha enseñado a marcar, rotundamente, la dife
rencia existente entre el mito y lo mito-lógico. Dos realidades distintas
que requieren claridad para no ser confundidas. El mito se direcciona
más en la línea comprensiva griega –es decir, para nombrar lo que no
tiene inserción en la realidad– mientras que el nombrar mito-lógico
se asume como “expresión lingüística que apenas evoca y simboliza
aquello que no puede nombrarse objetivamente”129.
125
Vide, “Pragmática lingüística: análisis de los lenguajes de la fe”, 246.
126
“No solo mitos eclipsados recubren los mitos de ayer y fundan la episteme de
hoy, sino que todavía los sabios a la vanguardia de los saberes de la naturaleza o del
hombre toman conciencia de la relatividad constitutiva de las verdades científicas y de
realidad perenne del mito. El mito no es más un fantasma gratuito que se subordina a
lo perceptible y a lo racional” (Durand, Mitos y sociedades, 41).
127
“La racionalidad mítica patentiza una realidad original a través de la cual se informa
la experiencia, se rigen los ritos, se garantiza la eficacia de los cultos, se codifican las
creencias, se fundan las reglas morales, se determinan cada una de las prácticas co
tidianas, toda una manera de concebir, analizar, de coordinar, de reaccionar, de pensar,
de expresarse” (Flores, “La plasticidad mítica”, 111).
128
Bonnefoy, Diccionario de las mitologías, 59.
129
Aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 2 de la tesis doctoral, octubre 16
de 2013.
132 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
2.3 SIMBÓLICO
Se aprendió de Heidegger que el ser del hombre reside en el len
guaje, pero residir en el lenguaje es habitar en el templo del símbolo,
en el universo que él encierra, pese a sus dificultades131. El símbolo
tiende puentes comunicativos en los procesos relacionales de los
hombres y, a su vez, confiere sentido a sus vidas. Esto permite pensar
en la dimensión simbólica constitutiva de la naturaleza humana del
hombre:
Y es precisamente con esta capacidad simbólica del lenguaje con la
que el ser humano rompe la materialidad del objeto, “da muerte a las
130
Luna, “Conciencia simbólica y redundancias míticas”, 78-79.
131
Siguiendo a Ricœur, el estudio del símbolo pertenece a demasiados y diversos
campos investigativos disciplinares que tienden a perderse en su proliferación. Ade
más, el concepto de símbolo aglutina dos universos del discurso: lo lingüístico y lo no
lingüístico (Ricœur, Teoría de la interpretación, 66-67).
horizonte existencial del saber sapiencial 133
132
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 38.
133
Ricœur, Teoría de la interpretación, 70.
134
Schökel y otros, La Biblia en su entorno, 380.
135
Ricœur, Teoría de la interpretación, 58-82.
134 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
136
Ibíd.
137
Ibíd.
138
Simbólico / símbolo proviene de symbállein o symbállesthai. Su sentido radica en el
lanzar cosas de forma que permanezcan juntas: “re-unir las realidades, congregarlas
a partir de diferentes puntos y hacer converger diversas fuerzas en un haz” (Boff, El
despertar del águila, 12).
horizonte existencial del saber sapiencial 135
2.4 INTERPRETATIVO
Si con Heidegger se aprendió que la hermenéutica
...no tiene por objetivo la posesión de conocimientos, sino un conocer
existencial, es decir, un ser. La hermenéutica habla desde lo ya-inter
pretado y para lo ya-interpretado. La existencia no es nunca “objeto”,
sino ser; existe, está aquí solo en tanto “sea” el vivir de cada momento.141
139
Mardones, Síntomas de un retorno, 161.
140
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 40.
141
Heidegger, Ontología hermenéutica de la facticidad, 37-38.
136 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
142
Tras las huellas de Schleiermacher y Dilthey, fue sobre todo el discípulo de Heidegger,
Hans-Georg Gadamer, quien renovó y elaboró sistemáticamente esta tradición en una
nueva hermenéutica, que se ha convertido, como bien dice G. Vattimo, en una nueva
koiné del pensamiento, en el nuevo lenguaje común de la filosofía e incluso de la cul
tura en general (Vattimo, Más allá de la interpretación, 41).
143
Heidegger, Ontología hermenéutica de la facticidad, 33.
144
Vattimo, Más allá de la interpretación, 38.
145
Gadamer, Verdad y método II, 378.
146
Subtilitas se asume aquí como capacidad “de traspasar el sentido superficial para
llegar al sentido profundo, inclusive al oculto; también de encontrar varios sentidos
cuando parecía hacerlo solo uno; y, en especial, de hallar el sentido auténtico, vinculado
con la intención del autor, plasmado en el texto y que se resistía a ser reducido a la sola
intención del autor” (Beuchot, Perfiles esenciales de la hermenéutica, 33-34).
horizonte existencial del saber sapiencial 137
147
Gadamer, Verdad y método I, 378.
148
Sánchez, “Homo loquens: el lenguaje que nos hace humanos y hermanos”, 34.
149
Gadamer, Verdad y método I, 379.
150
Ibíd., 380.
151
Ricœur, Fe y filosofía, 53.
138 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
3. LO SAPIENCIAL EN LA TEOLOGÍA
DE OCCIDENTE
La teología, al tener su fundamento en la Sagrada Escritura (DV 24),
encuentra en ella una riqueza inagotable de sabiduría. Haciéndose
152
Parra, “Interacción del saber científico en perspectiva teológica”, 401-425.
horizonte existencial del saber sapiencial 139
153
Von Rad, La sabiduría en Israel, 24.
140 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
154
Vílchez, Sabiduría y sabios de Israel, 37.
horizonte existencial del saber sapiencial 141
155
Proverbios numéricos. La numeración y enumeración de cosas, maneras de
ser, virtudes, etc., es una de las necesidades más elementales del hombre que
busca orden. Existe gran abundancia de ejemplos de formas variadísimas, y en
todas las civilizaciones (Pr 6,16-1|9; 30, 21-23). Seguramente las sentencias nu
méricas pertenecen inmediatamente al género de los enigmas. El enigma es el
juego de descubrir la verdad. Uno oculta o disfraza la verdad, otro saca a la luz esa
verdad escondida (Pr 23,29; Si 22,14). El estilo autobiográfico. No es raro que los
conocimientos vayan presentados como descubrimientos totalmente personales,
como experiencia hecha por el maestro mismo (Pr 24,30-34; 37,25.35; Si 33,16-
19; Si 51,13-16). Merced a esta forma estilística el maestro toma bajo su entera
responsabilidad los conocimientos que transmite. El gran poema didáctico. El
elemento específicamente teológico no figura en primer plano dentro de estos
poemas didácticos. Su objeto no es tanto el castigo de Dios, sino la desgracia en
sí (Jb 27,13-23). Pero ante todo pertenecen a este grupo los poemas que plantean
problemas teológicos expresamente; entre ellos algunos salmos (Sal 47; 49; 73;
139). El diálogo. No es porción menor de la literatura depuratoria del Oriente
antiguo, pues la forma dialogal es el medio más a la mano para desarrollar un
problema. Diálogos de Job con sus amigos. Fábula y alegoría. También aquí
estamos ante una de las formas originales de la actividad intelectual del hombre.
Se ha insistido en que la fábula no perseguía un fin moral, sino que se ceñía a
querer presentar simplemente una verdad, una realidad que es tal como es. En la
fábula se disfraza alguna realidad cotidiana, se produce una especie de alienación
dentro de lo irreal, dentro del mundo de los cuentos. Pero, precisamente bajo este
ropaje extraño, es como la verdad resalta con más vigor que en la vida diaria,
don de fácilmente la pasamos por alto. Las fábulas –de animales y plantas–
que hemos recibido en el Antiguo Testamento son muy pocas. El motivo de
esta escasez puede estar en el punto de vista religioso que era normativo en la
142 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
159
“La historia bíblica se desarrolla dentro de un trasfondo histórico-geográfico
bien determinado en el área del Próximo Oriente, justamente en una encrucijada
geográfica en la que se dan cita los dos imperios y focos culturales de la antigüedad:
el mesopotámico y el egipcio. Porque Canaán, escenario de la trama bíblica, es el
punto de unión y el lugar obligado de paso entre Asia y África, y por ello esa
franja geográfica en el Mediterráneo oriental es de una importancia capital en
el trasiego de inquietudes políticas y culturales que surgen a orillas del Nilo y la
llanura mesopotámica. Por eso, la historia bíblica, lejos de estar aislada en el con
texto de la marcha de las grandes civilizaciones, encuentra su esclarecimiento a
la luz de los hallazgos arqueológicos, que han establecido con bastante nitidez la
historia de los pueblos del Creciente Fértil y su entorno cultural” (García, Biblia y
el legado del Antiguo Oriente, 15).
160
Goetzmann, “Sabiduría”, 124.
144 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
Alonso y Sicre, Job. Comentario teológico y literario; Bellia y Passaro, Libro dei
161
163
Von Rad, Sabiduría en Israel, 91-92.
Söhngen, “La Sabiduría de la teología por el camino de la ciencia”; Aletti,
164
165
Goetzmann, “Sabiduría”, 127.
horizonte existencial del saber sapiencial 147
166
Kuss, Carta a los Hebreos. Cartas católicas, 375. Véase Becquet y otros, La Carta
de Santiago. Knoch, Carta de Santiago.
167
Léon-Dufour, Diccionario del Nuevo Testamento, 810.
168
José Luis Sicre, siguiendo los planteamientos de J. Marböck, distingue cuatro
etapas en la evolución de la sabiduría: 1) humanismo internacional; 2) humanismo
salomónico y la sabiduría más antigua de Israel; 3) la crisis de la sabiduría en Job y
Eclesiastés; 4) la unidad de la realidad en la sabiduría (Sicre, Introducción al Antiguo
Testamento, 331-342.
169
Von Rad, Teología del Antiguo Testamento, 513.
148 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
vida desde las experiencias que ella ofrece para todos los hombres y
para cada hombre en particular.
En los sabios de Israel no había término como en el logos grie
go, la ratio romana o la razón, categoría actual, para indicar la ca
pacidad cognoscitiva del hombre. Más bien, esa capacidad se da en
términos de “lealtad, justicia y rectitud de corazón” (1R 3,6) en el
obrar. Salomón le pide a Dios que le conceda un corazón atento para
juzgar al pueblo, para discernir entre el bien y el mal. Y Dios, ante
la solicitud de “inteligencia para atender a la justicia” (1R 3,12), le
concede a Salomón, “un corazón sabio e inteligente” (1R 3,12).
Para el Israel de la Biblia, en términos generales, la sabiduría
es poseedora de una singular magnitud en respuesta a la experiencia
de fe en Dios, naciente de su confrontación con determinadas expe
riencias con el universo y el mundo (y en él, con sus semejantes).
De igual modo, de las experiencias emanadas de los interrogantes
de la existencia: “Con su sabiduría, Israel se había creado un cam
po de reflexión en el que se podían tratar no solo la multiplicidad de
cuestiones triviales de la vida cotidiana, sino también los problemas
teológicos más profundos”170. Así, las comprensiones de sabiduría
que ofrece el Antiguo y Nuevo Testamento se enlacen, directa y
proporcionalmente, a los procesos teológicos inherentes a la madu
ración humana proveniente de su experiencia de fe.
En concordia con el preguntar anterior: ¿cuál es el fin primero
de la sabiduría? Es el comprender, el saber sobre este mundo en toda
su complejidad. Porque
...un mejor conocimiento de lo real podía ciertamente ayudar a triunfar
en la vida, a equilibrarla y a darle armonía y felicidad. Además, quiere
también recordar los límites de todo saber humano, porque forman
parte de su conocimiento.171
170
Ídem, Sabiduría en Israel, 379.
171
Gilbert, “Sabiduría”, 1720.
172
Parra, Textos, contextos y pretextos, 206.
horizonte existencial del saber sapiencial 149
173
León-Dufour, Diccionario del Nuevo Testamento, 808.
174
Algunos de los consejos se dan en el orden de la limosna (Si 7,32; Tb 4,7-11),
respeto a la justicia (Pr 11,1; 17,15) y el amor a los pobres (Pr 14,31; 17,5; Si 4,1-10),
la responsabilidad personal (Ez 14,12-20; 18; 33,10-20), angustias, temores, fracasos,
muerte (Si 40, 1-11; Jb 6,11-30) y la retribución (Jb 9,22-24; 21,7-26; Qo 7,15; 8-14),
entre otros.
150 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
175
Gilbert, “Sabiduría”, 1721.
176
Ibíd.
177
Véase Gilbert, “Sabiduría”, 1712.
178
Morla, Libros sapienciales y otros escritos, 37-38.
horizonte existencial del saber sapiencial 151
179
“Bajo el nombre de patrología, patrística o Padres se designan los escritores cris
tianos de los primeros siglos que pueden ser considerados como los iniciadores, los
progenitores de la fe cristiana, de la vida espiritual de las diferentes iglesias” (Patiño,
Historia de la Iglesia I, 9).
180
Clemente Romano, Ignacio de Antioquía, Policarpo, entre otros.
181
San Ireneo de Lyon, Clemente Alejandrino, Orígenes, San Gregorio el Taumaturgo,
Minucio Félix, Hipólito, Tertuliano, Cipriano y Lactancio, entre otros.
182
El último de los padres griegos (Oriente) es San Juan Damasceno, y el último de los
latinos fue San Isidoro de Sevilla (Patiño, Historia de la Iglesia I).
183
Sobrino, La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas, 341.
152 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
184
Pannenberg, Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, 24.
185
González, El quehacer de la teología, p. 25.
186
Daniélou, Teología del judeocristianismo, 11.
187
Pannenberg, Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, 14-15.
188
Ibíd., 24.
horizonte existencial del saber sapiencial 153
189
Ibíd., 17-18.
190
Dada la complejidad a la hora de rastrear en detalle la comprensión de la teo
logía en cuanto sabiduría en el pensamiento de algunos de los padres de la igle
sia, se asume, sin desconocer los riesgos académicos, el trabajo de Luis Martínez
Fernández. No obstante, se complementa con la citación, en algunos casos, de
los textos en castellano de los padres de la Iglesia objeto de citación en esta
investigación (Martínez Fernández, Los caminos de la teología).
191
Pannenberg, Teoría de la ciencia y teología, 17.
192
De Alejandría, Stromata I, 5, 30.1.
193
Véase Orígenes, Contra Celso.
154 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
194
Ibíd., VI, 13.
195
Martínez, Los caminos de la teología, 18.
horizonte existencial del saber sapiencial 155
196
San Agustín, Tratado sobre la Santísima Trinidad, 693.
197
Ibíd., 755.
198
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios
y criterios, 80.
199
Este periodo tiene tres fases: “la primera escolástica, siglos IX-XII; el apogeo de
la escolástica, siglos XII-XIII; y la escolástica tardía, siglos XIII-XV” (Patiño, Histo
ria de la Iglesia I, 15-16).
200
Pannenberg, Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, 77.
201
Ibíd., 83-84.
156 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
202
Ibíd., 31.
203
Ibíd., 33.
204
Ibíd., 29-30.
horizonte existencial del saber sapiencial 157
205
San Anselmo, Proslogion, 48.
206
Ibíd., 41.
207
Richard de Saint-Victor. La Trinité, 53.
208
Bernardo de Claraval, Obras completas, 527.
158 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
209
Ibíd., 39.
210
San Buenaventura, Breviloquium, 206-207.
211
Ídem, Colaciones sobre el Hexamerón o iluminaciones de la Iglesia, XIX, 4, 539.
212
Ibíd., XIX, 5.
213
Küng, El cristianismo, 426.
214
De Aquino, Suma teológica, 19.
horizonte existencial del saber sapiencial 159
215
Pannenberg, Teoría de la ciencia y teología, 18.
216
Ibíd.
217
Ibíd., 18.
218
Le Goff, El Dios de la Edad Media, 59.
160 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
219
Ibíd., 61.
220
Ibíd.
horizonte existencial del saber sapiencial 161
221
Pannenberg, Teoría de la ciencia y teología, 236.
222
González, El quehacer de la teología, 31. El “positivismo lógico” aglutina el
pensar de un grupo de filósofos, hombres de ciencia, físicos y matemáticos que se
denominaron a sí mismos el Círculo de Viena. Este colectivo se caracterizó, no siendo
lo único, por su acceso comprensivo a toda la realidad humana a través de lo científico
signado por el razonamiento experimental acerca de los hechos y cosas existentes. En
últimas, velaron por el progreso del conocimiento científico y condenaron todo aquello
que no se rigiera por sus principios (véase Ayer, El positivismo lógico).
223
Para el abordaje del debate en la comprensión de la teología como ciencia derivada y
como ciencia práctica se recomienda el trabajo realizado por Pannenberg (Pannenberg,
Teoría de la ciencia y teología, 235-304).
162 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
224
Neira, Teología y ciencias sociales, 69.
225
“No hay duda de que representa a menudo una reacción a la mundanización de la
Iglesia, la cientificación de la teología y exteriorización de la piedad, fenómenos cre
cientes a finales de la Edad Media” (Küng, El cristianismo, 454).
226
Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 213.
227
De la Cruz, El cántico espiritual, 6-7.
228
Küng, El cristianismo, 442.
horizonte existencial del saber sapiencial 163
4. EL ECLIPSE DE LO SAPIENCIAL EN
LA TEOLOGÍA DE OCCIDENTE
Metz indicó en su obra Por una cultura de la memoria, que el
cristianismo, y en él, la teología, por su conexión histórica –de la
que representa un factor significativo y determinante–, no pue
den despojarse de la “cultura occidental-europea asimilada de las
tradiciones greco-helenística y judía”231. En este contexto, es enten
dible el ocultamiento no intencional, más bien, circunstancial y
transitorio de lo sapiencial en la teología como una constante a lo
largo de su reflexión disciplinar en Occidente.
Uno de los casos, para mencionar el más renombrado, es el
relacionado con el encuentro entre cristianismo y cultura griega232:
Los grandes teólogos orientales se sirvieron del encuentro del cristia
nismo con la filosofía griega como una oportunidad providencial para
reflejar la verdad de la revelación, esto es, la verdad del logos. Para
defender e iluminar los misterios de la fe (la consustancialidad de las
229
Pannenberg, Una historia de la filosofía desde la idea de Dios, 33.
230
Horkheimer y Adorno, Dialéctica de la ilustración, 59.
231
Metz, Por una cultura de la memoria, 71.
232
“El pensamiento cristiano tuvo, desde las primeras generaciones, puntos de encuen
tro con filosofías helenistas, como el platonismo, el estoicismo y, más tarde, las diver
sas escuelas neoplatónicas. Coincidió también con los sistemas dualistas y gnósticos.
Estos puntos de encuentro provocaron diversas crisis. En todos estos enfrentamientos,
el pensamiento cristiano fue tomando conciencia de sus propias exigencias filosó
ficas y de su propio contenido metafísico y ontológico” (Tresmontant, La crisis
modernista, 9).
164 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
233
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 62.
234
Vaticano, “Instrucción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la forma
ción sacerdotal”.
235
El acontecimiento muerte y resurrección de Jesús que transforma y cambia al
hombre, y en él a la humanidad, es lo que en la primera comunidad cristina, prin
cipalmente en la teología paulina, se denomina Evangelio. En las cartas paulinas, “el
acontecimiento real de la muerte y resurrección de Jesús, que cambia sucediendo y
sucede cambiando, es el bautismo (la vida bautismal). El misterio pascual o cristiano
siempre está haciendo referencia a la realidad bautismal” (Baena, “Evangelio y cultura
de la solidaridad”, 416).
236
“¿Qué es el discurso judío? La figura subjetiva que constituye es la del profeta. Aho
ra bien, un profeta es el que se mantiene en el requerimiento de los signos, el que hace
horizonte existencial del saber sapiencial 165
238
Provencher, “Modernidad”, 1011.
horizonte existencial del saber sapiencial 167
239
Véase Cox, La ciudad secular.
240
Habermas, El discurso filosófico de la Modernidad, 13.
241
Si bien es cierto que el racionalismo deriva del protestantismo liberal con figuras,
entre otras, como Schleiermacher, Ritschl y Sebatier, “también lo es que factores
importantes han favorecido su desarrollo: la filosofía cartesiana que ha roto con la
autoridad y la tradición, la filosofía moral y el panteísmo de Espinoza que excluye a
priori toda religión revelada, el kantismo alemán que confunde teología y filosofía, y
la moral de Cristo con la ética natural, y por último, la filosofía experimental inglesa
que ha pretendido quedarse en las solas leyes y en las solas observaciones de la razón
y de la naturaleza” (Latourelle, Teología de la revelación, 291).
242
Habermas, El discurso filosófico de la Modernidad, 12.
168 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
243
Metz, Por una cultura de la memoria, 78.
244
Boff, “La voz del arco iris”, 1.
245
Parra, “Vaticano II: Concilio moderno y post-concilio-moderno”, 463.
horizonte existencial del saber sapiencial 169
246
El XIX es el siglo del capitalismo incipiente, de la industrialización, de la lucha
de clases, del liberalismo y del positivismo expresado en las “ciencias expe
rimentales: la física, la química, la naciente bioquímica, la biología, la incipiente
paleontología, la medicina experimental. Por su parte, las ciencias históricas
también han progresado y en particular una de ellas: la ciencia histórica y
crítica aplicada a la Biblia” (Tresmontant, La crisis modernista, 10). Además,
es el siglo de la descolonización de América del sur de España. En conexión
con el siglo XIX, el XX es el siglo del cuestionamiento de la racionalidad de
la razón. De su legitimidad que tiene que ser legitimada. Del “siglo sin Dios
el cual no está hueco de la presencia divina” (Lucchetti, “Desafíos y tareas de
la teología en América Latina”, 418). De igual modo, “el siglo XX presenció la
expansión y la influencia dominante en Europa de las filosofías alemanas, la de
Kant en primer lugar, luego la de sus discípulos e intérpretes y la de los fundadores
de los grandes sistemas del idealismo alemán: Fichte, Schopenhauer, Schelling,
Hegel. Los grandes textos metafísicos y místicos de la India antigua se traducen
al latín primero y luego al inglés, alemán y francés” (Tresmontant, La crisis
modernista, 11). Es el siglo de la descolonización de África y Asia. Es el siglo de
las dos grandes Guerras Mundiales. Es difícil mostrar un cuadro englobante de la
diversidad de situaciones de los siglos XIX y XX.
170 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
so
ciales, económicos, políticos, religiosos y, en particular, los
eclesiales247.
Metz y Gibellini, sin embargo, permiten intuir la actitud de
defensa de la Iglesia Católica ante los nuevos retos provenientes
del cientificismo como el rasgo por excelencia de estas centurias en
relación con lo teológico. Es de anotar que no es el único factor
ni, menos, un aglutinador de procesos enrevesados de dos siglos.
Esto sería echar por la borda significativas tendencias teológicas
conducentes a tensiones al ser consideradas modernistas por el ala
conservadora del catolicismo en este periodo histórico. La curia
romana, a través de sus pronunciamientos, pretendió ponerle freno
mas no logró silenciar las nuevas tendencias teológicas que comen
zaron a aparecer al interior y al exterior de la Iglesia.
Además de controversias y contestaciones abiertas al interior
de la misma Iglesia, por supuesto, hay impulsos renovadores de la
teología248. Como es el caso, para citar el más relevante, del Concilio
Vaticano II (1962-1965):
Este Concilio ha estado condicionado, consciente e inconscientemente,
por cuatro siglos de contrarreforma, por la aguda reflexión suscitada
desde principios de siglo por la introducción de las disciplinas críticas
en el método de la teología y, más recientemente, por la superación de
247
Véase Küng, El cristianismo. Esencia e historia; Scannone, “Nueva Moder
nidad adveniente y cultura emergente en América Latina”; Boff, Teoría del méto
do teológico; Berzosa, ¿Qué es teología?; Martínez Fernández, Los caminos de
la teología; González de Cardenal, El quehacer de teología; Pié-Nito, La teología
fundamental; Valverde, Génesis, estructura y crisis de la Modernidad.
248
“De hecho, y a pesar de la desfavorable coyuntura eclesial, en el decenio 1950-1959
(entre la publicación de la encíclica Humani generis y el anuncio del Vaticano II), las
fuerzas renovadoras, aunque fuera de manera dispersa y con la necesaria cautela, no
dejaron de trabajar: renovación de la eclesiología con las obras de Congar, Verdaderas
y falsas reformas en la Iglesia (1950) y Para una teología del laicado (1953), Abatir
los bastiones (1952); de von Balthasar, y la Meditación sobre la Iglesia (1953), de de
Lubac; teología de la historia y de las realidades terrestres, con el Ensayo sobre el miste
rio de la historia (1953), de Daniélou, y Para una teología del trabajo (1955), de Chenu;
giro antropológico en teología, con los Escritos de Teología, de Rahner, que comienzan
aparecer a partir de 1954; nueva actitud frente al mundo, con las obras de Teilhard de
Chardin, que comienzan a ser publicadas, de manera póstuma, a partir de 1955;
nueva frontera del ecumenismo, con La justificación según Karl Barth (1957), del
joven teólogo suizo Hans Küng…” (Gibellini, La teología del siglo XX, 189).
horizonte existencial del saber sapiencial 171
249
Chenu, “La teología como ciencia eclesial”, 97.
250
Véase Latourelle, Vaticano II: balance y perspectivas. Veinticinco años después
(1962-1987). Ahora, en el contexto de sus cincuenta años, véase Parra, “Vaticano II:
Concilio moderno y post-concilio-moderno”.
251
Metz, Por una cultura de la memoria, 19; Gibellini, La teología del siglo XX, 165.
252
“En Alemania, a lo largo de todo el siglo XIX, se desarrolló una corriente de
liberalismo universitario y de reformismo católico, pero muy al margen del mo
dernismo. Para Inglaterra hay que mencionar a G. Tyrrel (1861-1909). En Italia el
modernismo existió sobre todo en el terreno de la acción social y de la cultura con
R. Murri (1870-1904), S. Minocchi (1869-1903) y E. Buonaiuti (1881-1946). En
Francia fue donde el modernismo encontró su terreno predilecto con Alfred Loisy
(1857-1940), E. Le Roy (1870-1954) y J. Turmel (1859-1942). Salió a la luz pública
con la aparición del pequeño “libro rojo” de Loisy, El Evangelio y la Iglesia (París,
1902), que se presentaba como una apología histórica, no ya del sistema romano, sino
del catolicismo ilustrado en respuesta a A. Harnack, que acaba de de publicar su Da
Wesen des Chis tentums, apología histórica del protestantismo liberal” (Provencher,
Diccionario de teología fundamental, 1014).
172 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
253
Latourelle, Teología de la revelación, 292.
254
Véase el elenco de artículos que al respecto ofrece la revista Theologica Xaveria
na 130 de 1999.
255
Habermas, Israel o Atenas.
horizonte existencial del saber sapiencial 173
256
Metz, Por una cultura de la memoria, 75.
174 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
257
Ibíd., 37.
258
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 63.
259
Ibíd., 66.
horizonte existencial del saber sapiencial 175
260
Gagey, “Notas acerca del estatuto de la teología práctica”, 6.
261
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 81.
262
Lucchetti, “Desafíos y tareas de la teología en América Latina hoy”, 412.
176 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
263
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 81.
264
Ibíd., 82.
265
Véase Cortina Orts, Crítica y utopía: la escuela de Francfort.
horizonte existencial del saber sapiencial 177
266
La Carta al Papa. Consideraciones sobre la fe, de Habermas, me evoca la frase
de cajón que he venido escuchando y confirmando desde mi época de estudiante de
teología con respecto al escrito del Nuevo Testamento titulado Hebreos: ni es de San
Pablo, ni es carta ni está dirigida a los hebreos. Aquí sucede algo parecido con esta
publicación. Ni es de Habermas, ni es carta, ni está dirigida al papa (Benedicto XVI,
deduzco por el año del debate). El papa renunciará, públicamente, en febrero 11 de
2013.
267
Habermas, Carta al Papa. Consideraciones sobre la fe, 55-56.
178 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
268
Ibíd., 57.
269
Ibíd., 62.
270
Ibíd., 64-65.
271
Ibíd., 223.
horizonte existencial del saber sapiencial 179
CONCLUSIÓN
Con lo expuesto hasta aquí, el capítulo permite concluir que la sabi
duría es un componente constitutivo nada fútil en las culturas y
en los pueblos diferenciados de la humanidad en cuanto vía posi
bilitadora de conocimiento. Un conocimiento referido al mundo de
la vida desde experiencias significativas y legitimadas personal y co
munitariamente en función del afianzamiento de un saber histórico-
cultural-simbólico garante de una comprensión del universo, del
hombre y de Dios. Un conocimiento que potencializa el “arte de ser
hombres, el arte de poder vivir bien y poder morir bien”273.
En este ambiente, al sabio no le interesan, en primer térmi
no, los conocimientos especulativos, con lo cual no se afirma su
272
“Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre
la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas
estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la
negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del
Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas, la trata
de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades que muchos de
ustedes sufren y que todos estamos llamados a transformar. La solidaridad, entendida
en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia” (Francisco, “Discurso del Santo
Padre a los participantes en el encuentro mundial de movimientos populares”, 1).
273
Benedicto XVI, Homilía en la misa de clausura del “Ratzinger Schülerkreis”.
180 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
274
Ziener, “La sabiduría del antiguo Oriente, norma de conducta para la vida”, 347.
275
Parra, Violencia y paz real. Indagaciones teológicas, 119.
276
Ídem, “El desplazamiento de la teología hacia la sabiduría”, 191.
horizonte existencial del saber sapiencial 181
277
Infortunadamente, la misma historia de la teología ha evidenciado un eclipsar
de lo sapiencial. En lo que compete a esta investigación, los siglos XIX y XX son
expresión de ello. La datación se enmarca en lo que los expertos han denominado
Modernidad y Posmodernidad. Existen convergencias y divergencias entre los
autores en lo que respecta a la significación que hay detrás de los términos. No
siendo objeto en este apartado tal estudio, se considera prudente afirmar que
Jürgen Habermas propone proseguir con el inconcluso proyecto moderno, pero
replanteándolo desde la razón comunicativa (véase Habermas, El discurso filo
sófico de la Modernidad; ídem, Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad
de la acción y racionalización social.). Para Lyotard, en cambio, la Posmodernidad
hace referencia al estado de la cultura después de las transformaciones que han
sufrido las sociedades a partir del cambio de las reglas de juego de la ciencia, de
la literatura, de las artes, entre otras (véase Lyotard, La condición postmoderna:
informe sobre el saber). Además, para Lyotard, se trata de una escritura de la
sociedad y la cultura moderna (véase Lyotard, “Entrevista de Teresa Oñate”;
ídem, “Reescribir la Modernidad”; ídem, La Postmodernidad explicada a los
niños). Finalmente, se recomienda el trabajo realizado por José María Mardones
en torno a la Modernidad como proceso de racionalización (véase Mardones,
Postmodernidad y cristianismo. El desafío del fragmento).
278
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 86.
La racionalidad teológica sapiencial y su “lenguaje teológico”
se expresa ora en profecía denunciadora del presente, ora en
canto de esperanza, ora en lamento, ora en forma de consejo…
Es como si con él quisiéramos salvar la distancia entre
el discurso y la realidad, distancia que el lenguaje formal e
idealista de la religión nos ha impuesto durante mucho tiempo.
Es como si redescubriésemos ahora con mucha más fuerza,
partiendo de nuestra realidad, el misterio de la encarnación
de lo divino en lo humano, “no solo porque se nos ha dicho”,
sino porque lo experimentamos en los límites de nuestra
experiencia de mujeres [y varones reales y contextualizados].
HORIZONTE DE LA RACIONALIDAD
TEOLÓGICA SAPIENCIAL
1
Hoyos, “¿Para qué la filosofía?, Si ‘el pensar está en lo seco’”, 247.
186 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
2
Es válido recordar que la pregunta por el problema teológico planteado en esta inves
tigación se formula así: ¿cuál es el estatuto primero y fontal de conocimiento teológico
en términos de racionalidad sapiencial? ¿Y qué intercambio orgánico, como en calle
de doble vía, puede establecerse desde la teología a la racionalidad y racionalidades
sapienciales y de estas hacia la teología?
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 187
1. RACIONALIDADES SAPIENCIALES
Es de público conocimiento que las sociedades actuales atraviesan
por una etapa signada por la revisión del estatuto del conocimiento
en general y disciplinar en particular. Así lo hemos enfatizado en el
transcurso de la presente investigación teológica. En consecuencia,
el septenario de racionalidades sapienciales a las que se va a referir
este apartado deriva, precisamente, de tal revisión. Nuestra hipótesis
es que derivan también de la revisión del estatuto epistemológico de
la teología y de su franco desplazamiento a la sabiduría.
Nuestro indagar asume que los puntos de partida y de lle
gada de las formas sapienciales que aquí van a considerarse cons
tituyen verdaderos “gritos” de la humanidad que claman por el
reconocimiento de su ser, de su pensar y actuar en las actuales so
ciedades postseculares. Así, lo que está a la base en cada una de
las racionalidades sapienciales no es simplemente razón sino hu
manidad. Es la humanidad, en general, o porciones de ella, las que
reclaman sus propios derechos.
Las racionalidades son expresión de las realidades humanas
que reclaman: ustedes menospreciaron mis relatos mito-lógicos, me
3
González, “¿Qué es pensar teológicamente?”, 1.
188 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
4
Locis theologicis es una expresión que remite al lector a los Topoi de Aristóteles.
Y al lector teólogo, lo traslada a la obra De Locis theologicis de Melchor Cano
(1506-1560). Esta obra teológica del siglo XVI es considerada como: “el núcleo duro
y el corazón de la importante reforma teológica llevada a cabo por la Escuela de Sa
lamanca en el siglo XVI, pues aporta la teorización refleja del método científico de la
teología, en ese momento crucial de cambio cultural generalizado” (Cano, De locis
theologicis, 21).
5
Céspedes, “Fuentes y procesos de producción de sabiduría”, 82.
6
Ricœur, “La vida: un relato en busca de narrador”, 16.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 189
decir, del otro pensar, del otro hacer no racionalista, sino sapiente
(gustante) de sí, antes que de objetos objetivados7.
En consecuencia, las racionales sapienciales son los diversos
modos en los cuales se expresa el ser. En definitiva, las racionalida
des sapienciales son los diversos modos del ser. Modos en función
de un nuevo factor único que es la racionalidad sapiencial distinta a
la usual forma de conocimiento –tecno-ciencia–, por lo menos, en la
sociedad occidental.
Se ha reconocido en esta disertación que las racionalidades sa
pienciales se han consolidado a partir de determinadas culturas, y a
su vez, configuradoras de las mismas, y en consecuencia, poseedoras
de características de identidad sapiencial.
Esto nos permite ahora indagar por los modos de ser, de pensar
y de hablar de enteros conglomerados humanos que constituyen ellos
mismos las raíces antropológicas de sus propias racionalidades sa
pienciales. Las raíces antropológicas de las hablas sapienciales son
más profundas que las motivaciones circunstanciales que acompañan
eventualmente el surgir de esas racionalidades nuevas.
Lo sapiencial no surge de los problemas económico-político-
social-religiosos. Lo sapiencial, quizás, los enmarca. Coadyuva a su
solución. Lo sapiencial siempre ha estado al ritmo histórico de la
humanidad. Hoy se asiste a su redescubrimiento al tomar conciencia
de que razón y lenguaje centrado en la tecno-ciencia ha arreba
tado lo mejor del ser humano, lo mejor de las polifonías culturales:
la sapientia. En cuanto un nuevo conocimiento, pensamiento
y comportamiento.
En últimas, lo que se quiere es llevar todo a la interioridad
(comprensión y autoposesión) del sujeto (persona). Volver a recu
perar desde la interioridad todo lo que se le ha arrebatado al sujeto.
Se asiste, así, en la actualidad, a un movimiento universal que casi
sin darse cuenta busca recuperar lo que la humanidad había perdido:
sus identidades sapienciales (feminidad, ternura, memoria, consenso,
utopía, diálogo, afecto, corporeidad, tiempo libre, amor a la tierra,
entre otros).
7
Se recogen, sistemáticamente, los aportes del padre Parra en la revisión del Capítu
lo 3 de la tesis doctoral, 7 de marzo de 2014.
190 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
8
Meza y otros, Educar para la libertad, 60-66.
9
Ratzinger y Habermas, Dialéctica de la secularización, 27.
10
Habermas, Entre naturalismo y religión, 11.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 191
11
Ratzinger y Habermas, Dialéctica de la secularización, 43.
12
Ibíd., 47.
13
Habermas, Entre naturalismo y religión, 11.
14
Dussel, “El retorno de lo excluido”, 169.
192 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
15
Vásquez, Educar con maestría, 81.
16
“Así, la misma pregunta por el principio, con la que el logos de los griegos rompió
el hechizo de la pura narración del mito, obliga no obstante al pensamiento a retornar
una y otra vez a lo narrativo. […]. Una razón que se cierra al intercambio narrativo de
las experiencias de lo nuevo, o que lo rechaza en nombre de su carácter crítico y de su
autonomía, se agota en la labor de reconstrucción y se reduce en último término a una
función técnica” (Metz, La fe, en la historia y la sociedad, 215).
17
Aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 3 de la tesis doctoral, marzo 07
de 2014.
18
Francisco, Misericordiae vultus. El rostro de la misericordia. Bula del Jubileo de
la Misericordia 24.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 193
19
La mujer no es un “complemento” o “media naranja” para el varón. Esto es claro
en el pensamiento actual de la humanidad. Mujer y varón, en sus singularidades de
lineantes de identidades particulares, forman una “sola carne” (Gn 2,24). Es decir, sus
condiciones de posibilidad se ubican en el nivel de la equidad. En consecuencia, él y
ella han jalonado la configuración histórica de la humanidad en todos sus estamentos
sociales. Para profundizar sobre la mujer véase a María Gil Espinosa, “La mujer y la
ecología: una mirada a lo que el antropocentrismo olvidó”.
20
“El concepto de género es más que una categoría: es una amplia teoría que comprende
categorías, interpretaciones, hipótesis y conocimientos pertinentes al conjunto de
fenómenos históricos construidos en torno al sexo. El género está presente en el
mundo, en las sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política, en la
cultura. El género es una categoría correspondiente al orden sociocultural conformado
sobre la base de la sexualidad: sexualidad que está definida y significada a su vez por
el orden genérico” (Vivas, “Género y teología”, 528-529).
21
“La perspectiva de género, basada en la teoría de género, permite por tanto analizar
a las mujeres y a los hombres no como seres dados, eternos e inmutables, sino como
sujetos históricos, construidos socialmente, productos del tipo de organización social
de género prevaleciente en su sociedad” (Vélez, “Teología de la mujer, feminismo y
género”, 563).
22
Gebara, Teología al ritmo de mujer, 18-19.
194 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
23
La razón patriarcal o poder “kyriarcado” es una categoría analítica de la teología
feminista. Para Schüssler, quien acuña la expresión, el kyriarcado es un “sistema
sociopolítico de dominación en el que los varones hacendados y cultos pertenecientes
a la elite disfrutan del poder sobre todas las mujeres, así como sobre los demás va
rones. La mejor manera de conceptuarlo es como un complejo sistema piramidal de
entrelazadas y multiplicativas estructuras sociales de dominio y subordinación, de
mando y opresión” (Schüssler, Los caminos de la sabiduría, 277).
24
Celia Amorós, en su libro Hacia una crítica de la razón patriarcal, enfatiza cómo
el discurso filosófico es fruto de una razón patriarcal. Elaborado por y para el varón
en cuanto que “es identificado como el género en su capacidad de elevarse a la
autoconciencia” y, a su vez, portador del logos. Y su legitimación discursiva acontece
entre varones. Con lo peligroso que esto parezca, por extensión, se postula un discurso
patriarcal no solo en la filosofía sino en otros discursos disciplinares, entre ellos
el teológico. Pese a la grandeza de una presencia activa y renovadora de la mujer
en la Iglesia, desde sus orígenes hasta hoy, su participación ha sido limitada. Sus
funciones han sido reducidas a actividades ligadas a los “oficios” de hogar. ¿En qué
momento se inicia la corrección del carácter androcéntrico de la teología? Con Tamayo
hay que decirlo: “Solo cuando las mujeres se incorporaron a la reflexión teológica
y participaron en la reformulación de la fe cristiana en clave feminista, comenzó a
corregirse el carácter androcéntrico del discurso cristiano liberador y a prestar atención
a las discriminaciones de género y a la feminización de la pobreza como elementos
fundamentales de la opresión capitalista-patriarcal” (Tamayo, “Cambio de paradigma
teológico en América Latina”, 31).
25
Céspedes, “Fuentes y procesos de producción de sabiduría”, 70.
26
Schüssler, Los caminos de la sabiduría, 40.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 195
27
Torres Queiruga, “Creados por amor: la santidad cristiana”, 345-364.
196 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
28
“Si agrupamos las afirmaciones más importantes del Nuevo Testamento sobre la
agape es, en primer lugar, el comportamiento de Dios que se da libremente al hombre.
Este amor se ha revelado al enviarnos Dios a su Hijo y al Espíritu. De este modo se ha
hecho visible en Jesucristo y se nos ha participado por el Espíritu Santo. ‘El amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos
dio’, dice la sentencia central sobre el amor (Rom 5,5). El hombre no es, pues, solo un
receptor, un objeto del amor de Dios; es, además, capaz de amar. Que pueda serlo, no
es, evidentemente, algo derivado de su naturaleza, sino que es don de la gracia. Pero
gracia no significa que el hombre no pueda hacer nada en este ámbito” (Walter, Pri
mera Carta a los Corintios, 239-240).
29
Hago la recepción de la expresión “extender el sí mismo de uno” a partir de
M. Scott Peck, La nueva psicología del amor, 83.
30
La pretensión de Pablo no es ofrecer una definición del amor. Pero sí apela a la
experiencia humana para trazar los rasgos más vitales del amor. En la línea neotesta
mentaria sus rasgos propios del amor de Dios y del amor a los demás.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 197
31
Schüssler Fiorenza, Cristología crítica: Jesús, Hijo de Miriam, Profeta de sabiduría;
Johnson, Friends of God and prophets. A feminist theological Reading of the comunion
of saints.
198 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
32
Céspedes, “Fuentes y procesos de producción de sabiduría”, 73.
33
Ibíd., 75.
34
Ibíd., 77.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 199
35
Ibíd., 78.
36
Ibíd.
37
Lagarde, “Mujeres y hombres, feminidades y masculinidades al final del milenio”,
108.
200 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
38
Becerra, El cuerpo de la mujer violada y desplazada, 86.
39
Lagarde, “Mujeres y hombres, femenidades y masculinidades al final del milenio”,
112.
40
“No solo gritan los pobres. También grita la Tierra, convertida en el Gran Pobre,
expoliada en sus recursos limitados, y violada en su equilibrio dinámico. La mayor
agresión es no considerarla como Magna Mater, Pachamama y Gaia. Se le niega
subjetividad y derechos a ser respetada y amada. Se le reduce a un baúl de recursos
que podemos obtener para nuestro bienestar” (Boff, “Teología bajo el signo de la
transformación”, 177).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 201
41
Francisco, Laudato si´ 5.
42
“El término ‘ecología’ comenzó a usarse a fines del siglo pasado –XIX–, con el
propósito de señalar las interrelaciones existentes entre las plantas y los animales en
su espacio ambiental. En los primeros decenios de nuestro siglo el término comenzó
a aplicarse también a la comunidad humana y surgió una ciencia dedicada al estudio
de su estructura y desarrollo en proceso de adaptación al ambiente. En su significación
más genérica, la ecología se presenta ahora como la ciencia que estudia las relaciones
de los seres vivos entre sí en un determinado espacio o ambiente. Sin embargo, se
tiende a prolongar ulteriormente este ámbito, incluyendo en él todo lo real, entendido
como un ‘ecosistema’ global, cuyo equilibrio se apoya en las interrelaciones de las
partes que lo componen, vivientes y no vivientes” (Panteghini, El gemido de la tierra,
7). Ahora bien, en cuanto núcleo problémico, lo ecológico permea todos los campos del
saber y de la acción humana. La ecología es “un saber de relaciones, interconexiones,
interdependencias e intercambios de todo con todo en todos los puntos y en todos los
momentos. En esta perspectiva, la ecología no puede definirse en sí misma, fuera de
sus implicaciones con otros saberes” (Boff, Principio-Tierra, 15). La crisis ecológica
actual es, básicamente, “la punta visible de una más profunda crisis antropológica, una
crisis ética, hija natural de una determinada concepción del hombre ‘secularizado’,
que se ha autodenominado árbitro absoluto de la naturaleza y de su propio destino. Es
la consecuencia lógica de la ‘cultura del poder’ (y del saber como fuente de poder),
nacida del giro antropocéntrico de la era moderna y exaltada con entusiasmo por
el mito iluminista de un progreso sin retorno, confiado infaliblemente en la razón
científica y técnica” (Panteghini, El gemido de la tierra, 9). La crisis ecológica es
originada, principalmente, por los efectos de la explotación indiscriminada –y quizá,
manipulación– de los recursos naturales, en especial, de aquellos no renovables. Y con
ello, la explotación misma de la persona, la degradación ambiental y la expansión de
la injusticia social. Asunto tan antiguo como el mismo hombre pero nuevo en cuanto
a los retos con los cuales se enfrentan las generaciones del presente, y quizás, las del
mañana. En el fondo, se evidencia la premisa, tan difundida en la actualidad: la tierra
le pertenece al hombre; él está por encima de la naturaleza –gracias a la ciencia–.
Por eso, la somete y la transforma –mediante la técnica– a su antojo (véase La carta de
la Tierra).
202 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
43
Rambla, Cristianismo y justicia, 18.
44
Moltmann, La justicia crea futuro, 78.
45
Celam, Aparecida, 474.
46
Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 36.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 203
47
“Adam en hebreo, ‘criatura humana hecha de tierra’, proviene de adamá, que quiere
decir madre-Tierra” (Boff, El despertar del águila, 129).
48
San Francisco de Asís, “Canto del hermano sol o alabanzas de las creaturas”.
204 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
49
Lo ecológico “no debe entenderse como un movimiento verde con tonalidad turís
tica ni como un movimiento que busca solo preservar las especies en extinción. Se
trata de una nueva cosmovisión con una profunda inspiración ética y religiosa, que
cuestiona de manera radical el modelo de civilización tecno-científica imperante y
propone un paradigma alternativo capaz de salvaguardar armónicamente los derechos
de la naturaleza y los de la humanidad” (Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 113).
50
Ibíd., 32.
51
Véase Suárez y otros, Relatos culturales sobre el origen del mundo y de la vida.
52
“Nuestra manera de acercamiento a lo real no es la única. Somos un momento de
un inmenso proceso de interacción universal que se verifica ya entre energías más
primitivas, en los primeros momentos después del big-bang, hasta los códigos más
sofisticados del cerebro humano” (Boff, Principio-Tierra, 34).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 205
53
Ídem, El despertar del águila, 29.
54
Panikkar, La intuición cosmoteándrica, 43
55
Francisco, Laudato si´ 11.
56
Boff, Principio-Tierra, 16.
206 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
57
Ibíd., 17.
58
Ibíd., 24.
59
Panikkar, Ecosofía, 5.
60
Ibíd., 100.
61
Moltmann, La justicia crea futuro, 82.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 207
Eco-Lógico
La agonía del árbol en el río se siente,
gime la tierra y el clima enloquece,
huye la sombra y se esfuma el verde,
muere el planeta y el hombre muere.
Árbol derribado es agua que se agota,
agua que se agota es nube que no sale,
nube que no sale es lluvia que no cae,
lluvia que no cae es vida que no nace.
Capa que se rompe es rayo que penetra,
rayo que penetra es cuerpo que padece,
cuerpo que padece es risa que termina,
risa que termina es rabia que comienza.
La agonía del árbol en el río se siente,
gime la tierra y el clima enloquece,
huye la sombra y se esfuma el verde,
muere el planeta y el hombre muere.
Verde que se pierde es desierto que se gana,
desierto que se gana es cosecha que perece,
cosecha que perece es hambre que aparece,
hambre que aparece es guerra que se agranda.
Comercio que devora es especie que se acaba,
especie que se acaba es vida que no vuelve,
vida que no vuelve es ausencia que se extiende,
ausencia que se extiende es el hombre que se extingue.
Así, una comunidad de la creación que pueda reflejar su sa
biduría y su belleza es aquella que ha tomado conciencia de que
“el Espíritu de Dios, creador de la vida, ha sido derramado sobre la
208 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
62
Ibíd., 84.
63
Ibíd., 89.
64
Boff, Principio-Tierra, 24.
65
Mahecha, “El Shabat: una estrategia ecológica de Dios”, 434.
66
Mahecha, Ramírez y Pedraza, Educación ambiental, 70.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 209
lógica para perseverar la vida y liberarnos de la crisis ecológica que
reclama un equilibrio duradero y una armonía permanente con la
naturaleza / creación. Y aquí es válida la anotación de Moltmann:
“pero solo podremos vivir en conformidad con Dios si vivimos
también en conformidad con la naturaleza, en la cual y con la cual
hemos sido creados y a través de la cual habla Dios con nosotros”67.
67
Moltmann, La justicia crea futuro, 114.
68
“La palabra castellana ‘mística’ es la transcripción de un término griego, el adjetivo
mystikós, derivado de la raíz indoeuropea my, presente en myein: cerrar los ojos y la
boca, de donde proceden ‘miope’, ‘mudo’ y también ‘misterio’, que remite a algo oculto,
no accesible a la vista, de lo que no puede hablarse. La palabra mystikós nos remonta
a Grecia clásica y, más propiamente, a las religiones de los misterios, ta mystiká: las
ceremonias en las que el mistes, el fiel, es iniciado (myeisthiai) en los grandes misterios.
Pero de ese uso de la palabra no se llega directamente al uso posterior del término en el
cristianismo y en las demás religiones que hablan de fenómenos, hechos o experiencias
místicas. Eslabón imprescindible entre el uno y el otro significado ha sido Platón y
su doctrina de la contemplación, caracterizada con toda razón por A. J. Festugiére
como una ‘espiritualidad filosófica’. Al cristianismo, la palabra le llega seguramente
por influjo de esta última corriente, pasando por Filón (de quien San Jerónimo decía
que o él platonizaba o Platón filonizaba y a quien corresponde el mérito de haber in
troducido las ideas platónicas sobre la contemplación en el monoteísmo estricto del
judaísmo) y por el neoplatonismo, especialmente el representado por Plotino” (Martín,
Mística y humanismo, 55).
210 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
69
Navarro, “Aproximaciones al quehacer teológico desde la experiencia mística”,
504-505.
70
“El silencio es uno de los requisitos obligados para un hablar sobre Dios. Es una
forma particular de vivir nuestra fe en el Señor, de vivir de acuerdo al Espíritu; es
decir, es una cuestión de espiritualidad en el sentido estricto de la palabra” (Gutiérrez,
La densidad del presente, 77).
71
Ricœur, Fe y filosofía, 88.
72
Martín, Mística y humanismo, 271.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 211
73
San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, 235.
74
“El místico ‘pule’ su naturaleza hasta hacerla transparente a la presencia que la ani
ma; se vacía de egoísmo hasta hacer lugar en el interior de su vida al infinito de Dios.
Pero, justo en la medida en que opera ese vaciamiento, se hace digno destinatario de
la Presencia divina, misterio de generosa autodonación sin límites” (Martín, Mística y
humanismo, 7-8).
75
Ibíd., 8.
76
La complejidad que encierra el fenómeno místico, quizás, radica en: “la enorme
pluralidad de fenómenos a los que se aplica; además, la pluralidad de puntos de
vista: médico, filosófico, teológico, histórico, cultural desde los que, dada su gran
complejidad, son estudiados esos fenómenos. Por último, la pluralidad de sistemas
de interpretaciones de esos hechos extraordinariamente densos, que originan interpre
taciones y valoraciones muy variadas” (Íbid., 19).
212 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
77
Ídem, Mística y humanismo, 59.
78
Ibíd.
79
San Juan de la Cruz, “Llama de amor viva”.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 213
80
Ibíd., 63.
81
Ibíd.
214 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
82
“Pero una larga serie de hechos de distinta índole muestra el interés que el fenómeno
místico ha despertado a lo largo del siglo pasado, incluso, y tal vez sobre todo,
fuera de las fronteras de las Iglesias. En efecto, las personas, su historia y las obras
de los grandes místicos han suscitado la atención y el estudio de toda una pléyade
de teólogos, filósofos, estudiosos del fenómeno religioso, historiadores, psicólogos,
psiquiatras, creadores literarios, lingüistas y, más recientemente, de especialistas en las
ciencias del cerebro. Ningún siglo ha producido la masa de estudios sobre la mística que
ha producido el siglo XX” (Martín, Mística y humanismo, 37).
83
Lucchetti, “Desafíos y tareas de la teología en América Latina hoy”, 401.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 215
84
Metz, Memoria passionis, 169.
85
Ibíd, 172.
86
Ídem, Por una mística de ojos abiertos, 23.
87
Ídem, Memoria passionis, 177.
88
Ídem, El clamor de la tierra, 26.
216 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
89
“Sentido de vida se refiere a la dirección del curso de la vida: la orientación de los
acontecimientos de la vida y de la vida misma como duración, es decir, como fluir
temporal, existencia que solo se realiza como paso permanente, como permanente
fluir del futuro, de lo que queremos, podemos, proyectos ser, lo pasado de lo ya sido,
pasando por un presente inapresable” (Martín, Mística y humanismo, 206).
90
Metz, Por una mística de ojos abiertos, 23.
91
Ídem, Por una cultura de la memoria, 4.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 217
92
Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología. Programación 2013, 33.
93
Gutiérrez, “La opción por los pobres nace de la fe en Cristo”, 171.
94
“Al fin y al cabo, los cristianos iniciaron su andadura como una pequeña co
mu nidad de memoria y narración comprometida en el seguimiento de Jesús,
una comunidad que se puso en marcha con la conciencia de que tenía algo que decir a
todos los seres humanos, esto es, al ‘mundo’” (Metz, Memoria passionis, 12).
95
Ídem, Por una cultura de la memoria, 15.
96
“La sinagoga –maestra de las cosas divinas, símbolo y recuerdo monumental del
Israel bíblico– como maestra de las cosas divinas: ella nos enseña el espíritu de la
remembranza, el espíritu reminiscente que capacita para tener experiencia de Dios;
ella vincula el recuerdo y la redención. Esta originaria oferta intelectual dirigida al
cristianismo consiste en la idea –pertinazmente oculta incluso en la teología cris
tiana tradicional– del pensamiento (Denken) como memoria (Andenken), como re
me moración histórica. Por consiguiente, se trata de la naturaleza esencialmente
anamnética del espíritu, que no puede ser identificada con la anamnesis platónica
intemporal y ahistórica. Con esta oferta intelectual Israel no solo entra a formar parte
de la historia de la fe, sino también de la historia de las ideas del cristianismo y de
Europa. La indiferencia ante Dios, la indiferencia ante la salvación, es una especie
218 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
presente histórico en relación con un acordarse del dolor del otro que
me afecta e interpela.
Y como lo expresa Jung Mo Sung, es siempre un ejercicio
creativo que permanece fiel al recuerdo del pasado para transformar
y actuar sobre la realidad del presente102. Sin esto, bien lo apunta
Gutiérrez, la memoria pierde su sentido y se limita a ser una gimnasia
intelectual103. Además, en estas coordenadas, la memoria resulta ser
una dimensión de la fe. Una fe comprendida como canto y clamor.
Memoria que en términos del papa Francisco es “analogía con la
memoria de Israel”104.
Ahora bien, si la memoria se asume como dimensión de la fe
en cuanto memoria Jesu Christi, esta la conduce a ser más sensible
al clamor del que sufre y más comprometida con la creación de una
sociedad que haga posible y sostenible el Reino de Dios, el cual: “no
es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”
(Rm 14,17). Aquí es recuperable el planteamiento de Metz sobre la
fe como recuerdo liberador:
La fe cristiana podría expresarse como un recuerdo que nos vuelve libres
para sufrir con el sufrimiento ajeno, aunque la negatividad del sufrimiento
parezca algo cada vez más inadmisible en nuestra sociedad; […] como
un recuerdo que nos vuelve libres para la contemplación, aunque en
los más recónditos rincones de nuestra cotidianidad parezcamos
hipnotizados por el trabajo, el rendimiento y la planificación; como
un recuerdo que nos vuelve finalmente libres para contarnos nuestra
propia finitud y nuestra cuestionabilidad, aunque la esfera pública
viva bajo la sugestión de una vida cada vez “más perfecta”. Aquí, la
fe cristiana podría expresarse como un recuerdo que nos vuelve libres
para atender a los padecimientos y esperanzas del pasado, para hacer
frente al reto de los muertos, para no perder la solidaridad con ellos,
de cuyo número formaremos parte nosotros mismo pasado mañana y
102
Sung, “La teología y la vida de los pobres”, 372.
103
Gutiérrez, “Testigos de la memoria de Dios”, 13.
104
Francisco, “Exortação apostólica Evangelii gaudium” 13. De igual manera, “Israel
se distingue de los pueblos de su entorno por el rechazo a camuflar sus experiencias
de dolor y muerte bajo señuelos idealistas o mistificaciones compensatorias. El pue
blo judío aguanta a pie firme sus fracasos y se niega a buscar consuelos fáciles, tal
y como hacen sus vecinos recurriendo a los mitos” (Metz, Por una cultura de la
memoria, 167).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 221
105
Ídem, Por una mística de ojos abiertos, 33.
106
Sobrino, La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas, 128.
107
“Se entiende aquí por pueblo crucificado aquella colectividad que, siendo la mayoría
de la humanidad, debe su situación de crucifixión a un ordenamiento social promovido
y sostenido por una minoría que ejerce su dominio en función de un conjunto de
factores, los cuales, como tal conjunto y dada su concreta efectividad histórica, deben
estimarse como pecado” (Ellacuría, “El pueblo crucificado”, 201). Véase Sobrino,
El principio-misericordia: bajar de la cruz a los pueblos crucificados.
222 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
108
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Memoria histórica.
109
Parra, “El retorno de lo que no se ha ido”, 429.
110
“El sufrimiento se puede definir como la epifanía de la vulnerabilidad, pues
no solo la enfermedad, sino cualquier sufrimiento, del orden que sea, es la manifesta
ción patente y exterior de la vulnerabilidad humana” (Torralba, Antropología del
cuidar, 48).
111
GMH, ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad, 13.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 223
112
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 141.
113
“Esta propuesta es una fuerte crítica a la tradición filosófica del idealismo, desde
Descartes hasta Husserl; por ello el cambio de paradigma ayuda a comprender no
solo la tradición idealista, sino también a sus críticos, prisioneros de una filosofía
de la historia igualmente monológica (Marx, Lukács, Adorno y Horkheimer); pero
sobre todo es una respuesta a los maestros de la sospecha (Nietzsche, Heidegger,
Foucault), quienes apresuradamente, ante las desviaciones de la razón, han preferido
ajustar cuentas de una vez con ella, anticipando así el pensamiento posmoderno. Pero
Habermas pretende todavía dar un último voto de confianza a la razón, mostrando
cómo su fundamento comunicativo responde mejor que la razón monológica a las an
tiguas tradiciones del logos” (Hoyos y Vargas, “La teoría de la acción comunicativa
como nuevo paradigma de la investigación en ciencias sociales: las ciencias de la dis
cusión”, 221).
114
Hoyos, “Comunicación y mundo de la vida”, 3.
115
Habermas, Teoría de la acción comunicativa I, 11.
224 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
116
Ibíd., 23.
117
“Pues la racionalidad tiene menos que ver con el conocimiento o con la adquisición
de conocimiento que con la forma en que los sujetos capaces de lenguaje y acción
hacen uso del conocimiento”. (Ídem, Teoría de la acción comunicativa I, 24).
118
Hoyos y Vargas, “La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma de la
investigación en ciencias sociales: las ciencias de la discusión”, 199.
119
Habermas, Carta al Papa. Consideraciones sobre la fe, 53-77.
120
Hoyos y Vargas, “La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma de la
investigación en ciencias sociales: las ciencias de la discusión”, 202.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 225
121
Ibíd., 204. Además, “por razón comunicativa entiende Habermas, retomando
sus investigaciones sobre Peirce y Freud en Conocimiento e interés, la ‘fuerza del
discurso argumentativo’ que funda acuerdo y consensos. Se trata de una idea de verdad
alimentada por el consenso libre de opresión, por el diálogo y la discusión pública, el
cual supera, teniéndolas en cuenta, las perspectivas de los individuos, y motiva a estos
a ‘cerciorarse de la unidad del mundo objetivo y de la intersubjetividad ínsita en su
contexto vital’” (Hoyos, “Comunicación y mundo de la vida”, 5).
122
Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología. Programación 2013, 32.
123
Hoyos y Vargas, “La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma de la
investigación en ciencias sociales: las ciencias de la discusión”, 202.
124
“Es innegable la función que cumple el lenguaje en general en las obras anteriores,
a partir ya de la Historia y crítica de la opinión crítica. Tampoco se puede olvidar su
significación en las interpretaciones de Peirce, Dilthey y Freud en Conocimiento e
interés. Pero sobre todo en la lección inaugural, ‘Conocimiento e interés’, que recoge
lo más importante a este respecto de ‘Trabajo e interacción’, el lenguaje pasa a ocupar
226 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
126
“Para Habermas, ‘el mundo de la vida es fundamento de sentido, no solo para la
esfera del conocimiento, sino para las de la voluntad y el sentimiento’. Gracias a esta
estructura, el análisis intencional gana en la fenomenología una base descriptiva dife
renciada, a la que se refieren en última instancia de manera inmanente las pretensiones
de verdad de todas las vivencias. La ‘capacidad de verdad’ de todas las vivencias,
tengan un sentido cognitivo, emocional o evolutivo, se satisface y plenifica gracias a
la evidencia clarificada fenomenológicamente. El fundamento originario de sentido
de toda pretensión intencional y también la base última para ganar la evidencia de
la claridad, es decir, la verdad, es para Husserl el mundo de la vida” (Hoyos, “Co
municación y mundo de la vida”, 4). Además, para León, la visón habermasiana del
mundo de la vida “está relacionada con las características mismas en las que se define
la acción orientada al entendimiento entre sujetos racionales, dialogantes y libres:
a) Mundo de la vida dice relación al mundo objetivo en el cual el actor puede vincularse
a nuevas formas de relación para establecer nuevos enunciados sobre la realidad.
b) Mundo de la vida dice relación al mundo social en el que los participantes comparten
sus actividades como integrantes de una determinada colectividad. c) Mundo de la
vida dice relación al mundo subjetivo en el cual se expresan vivencias compartidas
por los hablantes, como iniciales puntos de vista en orden a la construcción de los
acuerdos y de los consensos” (León, Recepción teológica del paradigma de la acción
comunicativa, 68).
127
Hoyos y Vargas, “La teoría de la acción comunicativa como nuevo paradigma de
la investigación en ciencias sociales: las ciencias de la discusión”, 207.
128
Habermas, Pensamiento posmetafísico, 150.
129
Para León, la acción comunicativa es posible, “si la racionalidad comunicativa pro
cede de un medio lingüístico, en el que las relaciones entre el actor y el mundo tengan
como mediación los actos de habla; actos de habla cuyo análisis y fundamento fueron
puestos por Austin y Searle, y en los que se expresa la intención del hablante, sobre el
228 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
supuesto de que los sujetos comparten una misma lengua en el mundo de la vida, lo
cual caracteriza la intersubjetividad en una comunidad de lenguaje” (León, Recepción
teológica del paradigma de la acción comunicativa, 65).
130
Ídem, “Interacción entre teología y acción comunicativa”, 478.
131
Ídem, Recepción teológica del paradigma de la acción comunicativa, 22-23.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 229
palabras, sino que su interés radica en dar sentido a aquello que se quie
re decir con esas palabras.132
Así las cosas, adviene el mundo social a partir del mundo sub
jetivo de los participantes dentro de una comunidad de sentidos re
gida por reglas y roles sociales. Con ello, “se está en pleno núcleo
etiológico de la coordinación de la acción y de la socialización”133.
Ahora bien, al ser asumido el mundo de la vida (Lebenswelt)
como complemento universal y necesario de la teoría social de la
acción comunicativa, se recuperan las prácticas narrativas dadas en
las interacciones entre los participantes dialogantes en los cuales se
“describen los sucesos, los hechos, las experiencias socioculturales
del mundo objetivo, social y subjetivo, en los que más que teorizacio
nes caben descripciones que pueden referir mejor los acontecimientos
históricos”134.
En el fondo, las prácticas narrativas, se convierten en la ex
plicación de las acciones de habla, de la inteligibilidad, de la ve
racidad y de la rectitud que deben estar presentes en todo acto
comunicativo en la comprensión habermasiana de la teoría social de
la acción comunicativa135.
De ahí que, para Parra, el paso del lenguaje representativo al
comunicativo es el núcleo de una crítica a la razón discursiva pero
aislada. Por eso, acción comunicativa manifiesta, de nuevo, una
antropología relacional con un lenguaje social. Y eso es lo que esta tesis
ha venido mostrando como lo sapiencial: racionalidad y lenguaje136.
132
Ibíd., 24.
133
Ibíd., 25.
134
Ibíd., 70.
135
“Por ‘acción comunicativa’ entiende Habermas la acción social en que los planes
de acción de los distintos agentes quedan coordinados a través de ‘acciones de
habla’ en que los hablantes pretenden ‘inteligibilidad’ para lo que dicen, ‘verdad’
para el contenido de lo que dicen o para las presuposiciones de existencia de lo
que dicen cuando la ‘acción de habla’ no es un acto de aserción; ‘rectitud’ para
sus acciones de habla en relación con el contexto normativo vigente e, indirectamente,
para ese contexto normativo, y ‘veracidad’ para sus actos de habla como expresión
de lo que piensan” (Jiménez, “Kant y Hegel en el pensamiento de Habermas”, 9-10).
136
Recepción del aporte del padre Parra en la revisión del Capítulo 3, 9 de junio de
2014.
230 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
137
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 143.
138
Al respecto vale la pena recordar que la palabra “utopía” tiene dos acepciones:
u-topos, “sin lugar”, lo imposible, lo insensato, y eu-topos, “buen lugar”, lo que puede
ser, lo sensato. Acepción asumida en esta reflexión.
139
“Los problemas concretos de la exclusión de la población y de la destrucción de
la naturaleza son vistos como los resultados de las distorsiones que sufre el mercado.
Desde el punto de vista neoliberal, ellos atestiguan únicamente el hecho de que el
mercado no ha sido respetado lo suficiente. Luego, la razón del desempleo es la
política de pleno empleo; la razón de miseria es la existencia de los sindicatos y del
salario mínimo; la razón de la destrucción de la naturaleza es la insuficiencia de su
privatización. Esta inversión del mundo, en la que una institución que se pretende
perfecta sustituye por completo la realidad concreta para devorarla, explica la mística
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 231
Por otra parte, entrado el siglo XXI, entroncado con las últimas
décadas del siglo XX, la cuestión no se direcciona a la abolición
144
Metz, Por una mística de ojos abiertos, 246.
145
Ibíd., 249-254.
146
Moltmann, Teología de la esperanza, 20.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 233
147
“En el siglo XX, en reacción a la ingenuidad utópica, postula Hinkelammert, el
pensamiento antiutópico va a ser su entrada triunfal. Promulgando, desde la tradición
neoliberal y neoconservadora, la destrucción de la utopía para que no exista ninguna
otra. Especialmente Hayek y Popper son los portadores de este extremismo utopista
camuflado, de la Antiutopía como utopía verdadera” (Hinkelammert, Hacia una crítica
de la razón mítica, 388).
148
Ibíd., 388.
149
“Por ningún motivo se vislumbra el ‘fin de la utopía’; lo que se vislumbra son
nuevos espacios utópicos que podrían liberar el camino para un enfrentamiento con las
utopías conservadoras del poder y para la búsqueda tan necesaria de alternativas, sin
las cuales la humanidad no tendrá futuro” (Hinkelammert, Crítica de la razón utópica,
289).
150
Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología, Programación 2013, 33.
151
Alfaro, Revelación cristiana, fe y teología, 49.
234 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
152
Metz, Esperar a pesar de todo, 27.
153
“La utopía es historia y metahistoria, aunque es sobre todo metahistoria, nacida, sin
embargo, de la historia y remite inexorablemente a ella, sea a modo de huida o a modo
de realización. De ahí la necesidad de poner bien los pies en una tierra determinada
para no perder fuerza” (Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 394).
154
Ibíd., 394.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 235
155
“La liberación se entiende, por tanto, como liberación de toda forma de opresión y
como liberación para una libertad compartida, que no posibilite o permita formas de
dominación. Tiene poco sentido hablar de libertad, cuando el espacio de su actualización
está reducido por las necesidades básicas insatisfechas, por drásticas limitaciones de
posibilidades reales entre las que elegir y por imposición de toda índole, especialmente
las apoyadas en la fuerza y en el terror” (Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 417-418).
156
Para mayor profundización en torno a Ignacio Ellacuría se recomienda el artículo de
David Fernández, S.J. (Fernández, “Ignacio Ellacuría: vida, pensamiento e impacto en
la universidad jesuita de hoy”).
236 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
157
Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 412.
158
Metz, Esperar a pesar de todo, 49.
159
Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 143.
160
Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 415.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 237
161
Fernández, “Ignacio Ellacuría: vida, pensamiento e impacto en la universidad je
suita de hoy”.
162
Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 421-422.
163
Ibíd., 425-438.
164
“La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno
con su vida a cuestas” (Francisco, “Exortação apostólica Evangelii gaudium” 47). Y
238 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
más adelante el papa acentúa: “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada
por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de
aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro
y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo
debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos
nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una
comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el
temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras
que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables,
en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud
hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: ‘¡Dadles vosotros de comer!’ (Mc 6,37)”
(Francisco, “Exortação apostólica Evangelii gaudium” 49).
165
Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 441.
166
Moltmann, Teología de la esperanza, 22.
167
“Los mitos elaboran marcos categoriales de un pensamiento frente a la contingencia
del mundo, es decir, frente a los juicios vida / muerte. No son categorías de la ra
cionalidad instrumental, cuyo centro es el principio de causalidad y de los juicios
medio / fin. Los mitos aparecen más allá de la razón instrumental, en cuanto la irra
cionalidad de la razón instrumental se hace notar o es notada. Esta irracionalidad de
lo racionalizado aparece como amenaza a la vida, y la respuesta elabora los mitos
como marcos categoriales para el enfrentamiento con estas amenazas para la vida”
(Hinkelammert, Hacia una crítica de la razón mítica, 53).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 239
ser que mito evoca una “narración fabulosa e imaginaria que intenta
dar una explicación no racional a la realidad”168. En este marco com
prensivo, aparece en la actualidad, con lo discutible que parezca, la
expulsión de la razón mítica y de la expresión mito-lógica169.
Esta comprensión evidencia una clara distinción entre colec
tivos humanos dinamizados por la tecno-ciencia –explicación racio
nal y demostración comprobatoria– y colectivos que piensan en tér
minos míticos –obligados a acudir a lo: “mitológico y mistérico, a
lo legendario y poético, a la ensoñación y al rito, al sacramento de
enfermos o al rezo de los ganados, al folclor y a la religiosidad po
pular”170– a la hora de responder a los más profundos y acuciantes
interrogantes surgidos en la cotidianidad del existir.
En la Modernidad se asistió a la expulsión de la razón mítica
y a la expresión mito-lógica. En la Posmodernidad, se asiste a su
redescubrimiento como mediación narrativa para decir lo indecible.
En consecuencia, esta investigación apropia las aportaciones que al
respecto de mito y razón mito-lógica ha elaborado Parra. Para quien
es una necesidad sentida el poder diferenciar entre mito y razón
mito-lógica. El no hacerlo condenaría a la sabiduría a lo irreal, a lo
inexistente. Este ha sido uno de los grandes errores en algunas filo
sofías, sociologías e incluso, en determinadas teologías 171.
Mito, en perspectiva de Parra, es lo que no tiene inserción en
la realidad. Simplemente no existe172. El mito es mito. No es ciencia.
168
Wordreference, “Mito”.
169
“La Modernidad intenta definirse en contra del mito. El mito parece el pasado atávico
de la humanidad, la razón moderna como la razón que sustituye los mitos. El mito
parece ser lo primitivo, la razón ilumina y deja atrás el mito. La Modernidad parece
desmitización y desmagización. Las ciencias empíricas y las tecnológicas resultantes
de su aplicación parecen efectuar esta superación de los mitos y de las magias a través
del desarrollo de los mercados. Hay apariencias de una nueva transparencia de la
realidad, más allá de los mitos y de la magia” (Hinkelammert, Hacia una crítica de la
razón mítica, 55).
170
Parra, Textos, contextos y pretextos, 209.
171
Los aportes de Alberto Parra, S.J. a los que hago mención se dan en dos planos.
Primero, los abordados en el capítulo VI: “Desmitologización, exigencia del texto de
tradición” (Parra, Textos, contextos y pretextos, 197-225). Y segundo, los expresados
durante la asesoría doctoral el 25 de septiembre del 2013.
172
Parra refiere que en y a partir de Jenófanes (565-470 a. C.), el muqos designó un
240 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
relato fantástico sin contenido real. Y más aún, con el uso de las expresiones “logos”,
y luego “historia” para nombrar las narraciones verdaderas con contenido verificable,
muqos y muqo-s-logia acabaron por significar lo que existe únicamente en el relato,
pero sin inserción real en la historia (Parra, Texto, contextos y pretextos, 203).
173
“Se trata del mito en el sentido en que lo comprende la historia de las religiones.
Es mítico el modo de representación en que, lo que no es el mundo, lo divino, aparece
como si fuera del mundo, como humano; el más allá, como un aquí abajo; según el
cual por ejemplo, la trascendencia de Dios es pensada como alejamiento espacial. Un
modo de representación en virtud del cual, el culto es comprendido como una acción
que comunica, por medios materiales, fuerzas que no son materiales. No se trata, por
tanto, del mito en el sentido moderno de la palabra, en el que este no significa más que
ideología” (Bultmann, Rudolf. Kerygma und Mythos I. Friburg: Herder Verlag, 1965,
p. 22, citado por Parra, Textos, contextos y pretextos, 200).
174
Ibíd.
175
Metz, Esperar a pesar de todo, 13.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 241
176
Parra, Textos, contextos y pretextos, 207.
177
Ibíd., 210-211.
242 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
todos los mitos posteriores hasta hoy, pero también la base para la inter
pretación del mundo mítico anterior.178
178
Hinkelammert, Hacia una crítica de la razón mítica, 68.
179
Parra, Textos, contextos y pretextos, 214.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 243
180
Metz, Esperar a pesar de todo, 13.
181
“El intercambio orgánico, por lo que hace a la teología, fue resuelto por Santo Tomás
de Aquino en los parámetros aristotélicos del objeto material (las ciencias) y del objeto
formal (la óptica teológica específica) con el que la realidad puede ser leída y actuada
sub ratione Dei et salutis, a la luz de Dios y de la salvación” (Parra, “Interacción del
saber científico en perspectiva teológica”, 423).
244 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
sabiduría producida por la élite y por los grupos dominantes” (Céspedes, “Fuentes y
procesos de producción de sabiduría”, 82).
184
“La expresión teológica feminista parte siempre de lo vivido, de lo que se expe
rimenta en el presente. Esto provoca dos reacciones: el consiguiente rechazo de un
lenguaje abstracto ante la vida y las cosas que afectan a lo profundo de la relación
humana, y un esfuerzo creciente por desmontar los antiguos conceptos teológicos y
descubrir las realidades vitales a las que corresponden. Estas realidades vitales son el
punto de arranque de una explicitación teológica más organizada. Los conceptos son
siempre símbolos racionales nacidos de una determinada época, fruto de una serie de
condicionamientos que fueron capaces de sintetizar racionalmente ciertas realidades
vividas. Urge, pues, conocerlos y descubrir su sentido en la actualidad de nuestra
historia” (Gebara, Teología al ritmo de mujer, 21).
185
Aquino y Rosado-Nunes, Teología feminista intercultural, 48.
186
Ibíd., 51.
246 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
187
Ibíd., 61.
188
Céspedes, “Fuentes y procesos de producción de sabiduría”, 83.
189
Ibíd.
190
“El conocimiento práctico de las cosas importantes de la vida es el alma de toda
la teología. La vida de Dios se relaciona con la vida de la humanidad y la vida de la
humanidad tiene mucho que ver con la de Dios. Toda sistematización posterior, toda
tematización, toda articulación de ideas, está vitalmente ligada a este suelo primordial”
(Gebara, Teología al ritmo de mujer, 13).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 247
Ibíd. De igual modo, hay que tener presente que “la imagen de un Dios comprometido
192
en la liberación de los pobres, de una María más próxima a los problemas de las mujeres,
de un Jesús menos distante, que tiene palabras de comprensión para nuestra realidad,
son solo ejemplos de ese enorme cambio que se viene operando gradualmente” (Ge
bara, Teología al ritmo de mujer, 15).
248 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
193
Ibíd., 21.
194
Ibíd., 16.
195
Ibíd.
196
Ídem, Intuiciones ecofeministas, 40. Además, Gebara afirma que “solo así podremos
estar más en conformidad con el flujo creador de la vida que hace nacer las flores, abrir
los capullos, acontecer las tempestades y destruir las viejas estructuras, más allá de
nuestras previsiones científicas” (ibíd., 27).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 249
197
El antropocentrismo “considera al ser humano como dueño y señor de la creación, con
derecho a usar y abusar de ella, e incluso a destruirla caprichosamente, sin otra finalidad
que la de satisfacer sus ansias de conquista. Responde, por tanto, a una lógica imperia
lista y a una ética antropo-utilitarista” (Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 113).
198
Ibíd., 115. Además, para Tamayo: “la crisis actual es una crisis de la civilización
hegemónica. Esta, a pesar de su aparente prepotencia, acusa un fuerte cansancio y
un profundo agotamiento. Como todos los mesianismos, el mesianismo de la ciencia
y de la técnica hay que situarlo del lado del mito más que del lado de la realidad. En
cualquier caso, su fuerza salvadora no es universal, sino cada vez más selectiva y dis
criminatoria: salva solo a quienes ya se sienten salvados pero no integralmente, sino
solo desde el punto de vista material” (ibíd., 113).
199
Panikkar, Ecosofía, 105.
250 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
200
Ibíd., 120.
201
Ibíd., 133.
202
“La teología feminista pertenece a un género profético y apologético dentro de la
teología, escrita por mujeres y hombres que se ocupan de la causa de las mujeres,
de sus derechos. Pero el ecofeminismo en su esencia, se refiere a las mujeres que
se plantean su relación con el ecosistema desde su condición de mujeres que pa
decen pobreza, explotación, violencia, desplazamiento, migraciones a causa de la ex
plotación inhumana de la tierra. Las teólogas por lo general no pertenecen a este grupo
de mujeres. Ellas se han hecho solidarias de sus luchas a causa del seguimiento a Jesús,
quien quiso una sociedad de iguales e incluyó a las mujeres en su itinerancia evan
gelizadora y liberadora” (Restrepo, “En la escuela del cuidado del ser”, 30).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 251
203
Panteghini, El gemido de la tierra, 8.
204
“Esta atención a las ‘relaciones’ constituye también una de las características
estructurales de la visión cristiana de la realidad a todos los niveles. A diferencia del
hombre griego, que tiende a ‘definir’ las cosas –entendiéndolas como ‘sustancias o
realidades separadas’–, o sea, a trazar sus límites (perspectiva ontológica), el hombre
bíblico tiende a ‘narrar’, o sea, a describir las relaciones (perspectiva histórica). Así,
en la Escritura no encontramos definiciones en sentido estricto, ni de Dios, ni del ser
humano, ni del mundo, sino más bien una serie de narraciones en las que entran en
juego las relaciones entre Dios, la persona humana y el mundo. El hombre se entiende
como un nudo de relaciones (como nefes: nosotros diríamos como persona): con
Dios (en este sentido es ruah, espíritu), con sus semejantes y con el mundo (en esta
dimensión es basar, cuerpo). La naturaleza siempre aparece en relación con Dios y con
la persona. La misma vida de Dios se comprende como existencia relacional y fuente
de relaciones” (Panteghini, El gemido de la tierra, 9).
205
“La deconstrucción se lleva a cabo en todos los campos y temas de la teología cristia
na: la historia de la Iglesia, que invisibiliza a las mujeres; la antropología cristiana, que
presenta al varón como criterio de lo humano; la eclesiología, que entiende la Iglesia
de manera jerárquico-patriarcal; la cristología, que ofrece una imagen patriarcal de
Jesús; la sacramentología, donde solo los varones son reconocidos como mediadores
de gracia, y las mujeres quedan reducidas a receptoras pasivas; la ética marcada por
el desprecio del cuerpo y por la consideración del cuerpo de la mujer como motivo de
pecado u ocasión de escándalo; la soteriología que presenta a Cristo como redentor del
252 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
209
“Comenzando por la conciencia de crisis, numerosas voces muy autorizadas se han
levantado a lo largo del siglo XX para denunciar el peligro de deshumanización que
se cierne sobre la humanidad de nuestros días. Tal peligro se concreta para muchos en
la desproporción entre el progreso técnico, con el enorme poder que pone en manos
del hombre, y la falta de desarrollo ético y espiritual que puede convertir ese poder en
poder de destrucción que se vuelva sobre quienes creen dominarlo” (Martín, Mística
y humanismo, 137).
210
Metz, Por una mística de ojos abiertos.
211
Martín, Mística y humanismo, 69.
254 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
212
“La Iglesia ‘en salida’ es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás
para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y
sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para
mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó
al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con
las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad” (Francisco,
“Exortação apostólica Evangelii gaudium” 46).
213
Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, 17.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 255
214
“El momento del silencio es el lugar del encuentro amoroso con Dios, oración
y compromiso; significa ‘quedarse con él’ (Jn 1,39). En este encuentro, como la
experiencia del amor humano nos lo muestra, penetramos en dimensiones inefables.
Ocurre que cuando las palabras no bastan, cuando ya no son capaces de transmitir lo
que el afecto hace vivir, entonces estamos amando en plenitud. Y cuando las palabras
no son capaces de manifestar lo vivido apelamos al símbolo, lo que es otra manera de
callar. Ofrecer un símbolo es ‘no hablar’ o, más bien, buscar que una cosa o un gesto
hablen por nosotros. Eso es precisamente lo que hacemos en la liturgia; el lenguaje
simbólico es el lenguaje que rebasa las palabras” (Gutiérrez, Hablar de Dios desde el
sufrimiento del inocente, 18).
215
Navarro, “Aproximaciones al quehacer teológico desde la experiencia mística”, 515.
256 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
216
Metz, Por una cultura de la memoria, 78.
217
Ibíd., 78.
218
Metz, Memoria passionis, 54-55.
219
Ibíd., 19.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 257
220
Ibíd., 127.
221
“Entretanto, en el trasfondo de la ‘situación intelectual de nuestro tiempo’ se ha
producido un desplazamiento o una transformación de enormes consecuencias en la
manera de pensar el tiempo: algo así como una ‘ruptura intelectual’ básica que puede
ser ilustrada con ciertos nombres de la historia intelectual alemana: para Hegel y Marx,
por ejemplo, el tiempo, la historia y el ser humano en ella tenían todavía, como es
sabido, una meta determinable a través de la reflexión: desentrañable de forma es
peculativa, en Hegel; y a conquistar por medios políticos, en Marx. Para Nietzsche, por
el contrario, ya no existe un final, ni siquiera un ‘final abocado a la nada’” (ibíd., 128).
222
Ibíd., 128.
223
Ibíd., 132.
258 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
224
Gutiérrez, “Testigos de la memoria de Dios”, 15.
225
“Vemos así que la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y
de las circunstancias. Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un
contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar
cuando la perfección no es posible” (Francisco, “Exortação apostólica Evangelii
gaudium” 45).
226
León, “Interacción entre teología y acción comunicativa”, 478.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 259
227
Chaux, Lleras y Velásquez, Competencias ciudadanas, 23-24.
228
“El plan de revelación y de salvación de Dios para el pueblo de Israel busca,
en el aspecto comunicativo que aquí interesa, la identificación de una nación, la
configuración de una cultura y su realización comunitaria y social desde la misma
experiencia religiosa. Quizás revelarse y salvar, en el plano del mundo, signifique
crearlo, y en el plano de un pueblo, signifique posibilitarlo” (León, “Interacción entre
teología y acción comunicativa”, 480).
229
Habermas, Teoría de la acción comunicativa I, 369.
260 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
230
León realiza un análisis, desde la teoría de la acción comunicativa, a las reservas
comunicativas de la tradición teológica del siglo XX: teología liberal, teología textual,
teología dialéctica y método histórico-teológico, hermenéutica teológica, teología
latinoamericana, teología política, teología de la acción, teología de la memoria.
Además, un análisis de las reservas comunicativas de la tradición hebrea, de las reser
vas comunicativas del cristianismo primitivo y la acción comunicativa en H. Peukert
(León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 94-169).
231
“Un Dios creador, que contempla desde lo alto los sufrimientos de su creación, es
una concepción absolutamente contradictoria que solo puede llevar al cinismo y a la
apatía. Pero, como ya he dicho, todos los predicados divinos, todos los predicados
ontológicos sobre Dios, incluida la afirmación de San Juan: ‘Dios es amor’, lleva una
referencia temporal que obliga a la teología a hablar también del poder creador de Dios
en la figura de la teología negativa” (Metz, Esperar a pesar de todo, 62-63).
232
Ellacuría, “Utopía y profetismo”, 422.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 261
233
Metz, Esperar a pesar de todo, 11.
234
Ibíd., 13.
235
“La esperanza es la virtud del optimismo, pero no de un optimismo ingenuo que ve
todo de color de oro y no cree necesario luchar, sino del optimismo militante, que es
consciente de las dificultades del camino, pero cree que pueden vencerse, aunque sin
renunciar a caminar” (Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 141).
236
“La esperanza bíblica es praxis hacia adelante. Lo expresa bellamente el Segundo
Isaías: ‘No recordéis lo pasado, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?’ (Is 43,18-19). Lo concreta todavía más el Tercer
Isaías en la profecía del cielo nuevo y la tierra nueva: ‘Mirad, yo voy a crear un cielo
nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento; sino
que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear’ (Is 65,17-18). Lo nuevo
no se construye con materiales de derribo y hacia arriba; se edifica sobre nuevos ci
mientos y con materiales recién hechos. Lo nuevo no surge porque sí, por arte de
magia. Requiere poner manos a la obra, imaginación, creatividad, empeño personal y
colectivo” (Tamayo, Nuevo paradigma teológico, 142).
262 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
237
Ibíd., 139.
238
Ibíd., 140.
239
Metz, Memoria passionis, 233.
240
Oviedo, “Esperanza”, 326.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 263
241
“Esa Iglesia universal, con su pluralidad cultural, ofrece a las diferentes Iglesias
regionales muchas posibilidades de aprender. Pero, en cierto modo, también hay en
ella una especie de prohibición de transferir. Pues si se toma en serio la singularidad
histórica y social de las Iglesias parciales, y se respeta su dignidad cultural, hay que
desarrollar, en definitiva, una nueva cultura dentro de esa Iglesia universal. Yo le
doy el nombre de nueva cultura hermenéutica, una cultura de la sensibilidad y de la
aceptación de las particularidades de las distintas Iglesias parciales” (Metz, Esperar a
pesar de todo, 30).
242
“No es conveniente que el papa reemplace a los epis copados locales en el
discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En
este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable ‘descentralización’”
(Francisco, “Exortação apostólica Evangelii gaudium” 16).
243
Parra, Textos, contextos y pretextos, 200-202.
264 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
244
Metz, Memoria passionis, 245.
245
El vocablo “estatuto” proviene del latín statutum (Segura, Nuevo diccionario
etimológico Latín-Español y de las voces derivadas, 730), derivado del verbo “statuo,
-ere, -tui, tutum (status)” (Moliner, Diccionario de uso del español, 1274) que se tra
duce como establecer, pero a su vez está en íntima relación con el verbo stare, estar
de pie o firme.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 265
246
Cordovilla, En defensa de la teología, 9.
247
Heidegger, “Fenomenología y teología”, 60-61.
266 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
248
Parra, “El desplazamiento de la teología hacia la sabiduría”, 191.
249
Ibíd., 189.
250
Véase Fabris, El giro lingüístico: hermenéutica y análisis del lenguaje.
251
González, “¿Qué es pensar teológicamente?”, 2.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 267
252
Ibíd., 4.
253
Parra, “El desplazamiento de la teología hacia la sabiduría”, 197.
268 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
254
Sabiduría humana: “Esta es la Sabiduría de que hablan tradicionalmente los sabios
y la que el hombre puede adquirir con esfuerzo y tesón, la sabiduría que se aprende.
Es también un don de Dios, como lo es la luz, el sol y todo lo bueno que el hombre
hace o consigue; acerca de su inestimable valor trata Sb 7,8” (Vílchez, Sabiduría,
91). Sabiduría divina: “No se trata de averiguar si la sabiduría es o no un atributo
divino; es evidente que sí, ‘pues él (Dios) posee sabiduría y poder’ (Jb 123,13) y la ha
manifestado en su obra, la creación: ‘Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste
con sabiduría’ (Sal 104,24); ‘El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo
con inteligencia’ (Pr 3,19). El mismo autor de Sabiduría lo confiesa: ‘Todo lo creaste
con tu palabra y formaste al hombre con sabiduría’ (Sb 9,1-2). El problema está en
descubrir la naturaleza divina de esta Sabiduría” (Vílchez, Sabiduría, 92).
255
Aranda, “Teología y universidad en el contexto de la nueva evangelización”;
O´Callaghan, “The Role of Theology in the Promotion of a Pluralistic University”;
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 269
Sánchez y Jiménez, “El gran reto de la universidad (católica)”; Valdrini, “Il Ruolo
della teología nell´universitá cattolica”.
256
“El misterio de Dios debe ser acogido en la oración y en la solidaridad humana; es
el momento del silencio y de la práctica. Dentro de él, y únicamente desde allí, sur
girán el lenguaje y las categorías necesarias para transmitirlo a otros, para entrar en
comunicación, en el sentido etimológico del término: en comunicación con ellos; es el
momento del hablar” (Gutiérrez, La densidad del presente, 42).
257
Para profundizar en la interacción que establece la teología con otros campos
disciplinares, y estos con la teología, se recomiendan las disertaciones académicas
realizadas por el filósofo y teólogo Carlos Vasco (Vasco, “Interacción entre la teología
y las ciencias”); las realizadas por el filósofo y teólogo jesuita argentino Juan Carlos
Scannone (Scannone, “Teología e interdisciplinariedad: presencia del saber teológico
en el ámbito de las ciencias”); finalmente, se recomienda el excelente artículo del fi
lósofo y teólogo jesuita colombiano Alberto Parra Mora (Parra, “Interacción del
saber científico en perspectiva teológica”). Estos autores evidencian, desde sus par
ticularidades, el significativo camino de doble vía que se establece entre la teología y
las ciencias.
270 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
258
De Roux, “El método como problema”, 59.
259
Parra, Apropiación de la identidad de la Facultad de Teología, por su objeto de
estudio, 6.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 271
260
Baena, Fenomenología de la revelación, 130.
261
Ibíd., 161.
262
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 124.
263
La revelación es el “encuentro de Dios con el hombre en la estructura de la existencia
humana cuando el hombre pone en marcha su propia existencia: experimentando,
conociendo, juzgando, deseando, decidiendo, actuando. O sea, desplegando el propio
conocimiento. Esos seis actos son la interpretación en la vida cotidiana de la posición
de Dios, o acción creadora de Dios = voluntad de Dios” (Baena y Arango, Introducción
al Antiguo Testamento e historia de Israel, 9).
264
Pannenberg, La revelación como historia, 117.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 273
265
Meza y otros, Educar para la libertad, 159.
266
“El actuar del ser humano y las acciones que por medio del actuar humano se atribu
yen a Dios conforman la historia, no como concatenación de acciones aisladas, sino
como progresión de sentidos cohesionados, que permiten la inteligibilidad misma de
la historia y la analogía del presente, de pasado y de futuro. Así, la historia del accionar
del ser humano y de Dios por el accionar humano son texto permanente de encuentro
intersubjetivo, en el que por medio de significantes y significados de la acción misma
se establece la reciprocidad del diálogo, la intercomunicación con el pasado, el acuerdo
humano sobre el presente. En tal perspectiva, la acción queda redimida del accionismo
instrumental que por naturaleza no nace de una intencionalidad comunicativa ni la
produce” (León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 124).
267
Schneider, Teología como biografía, 22.
268
Sicre, Introducción al Antiguo Testamento, 329-342.
274 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
269
Latourelle, Teología de la revelación, 27.
270
Gilbert y Aletti, La sabiduría y Jesucristo, 31-32.
271
Ibíd., 35.
272
Vílchez, Sabiduría, 262.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 275
273
Schillebeeckx, Los hombres relatos de Dios, 37.
274
Gilbert y Aletti, La sabiduría y Jesucristo, 53.
275
“Aquí entendemos ‘hablar’ en un sentido amplio. No nos referimos solo, y ni siquiera
en primer lugar, a la palabra (de los ‘profetas’) formulada en frases, sino también y
sobre todo a la ‘revelación’ que se efectúa en la comunicación de sí mismo por Dios a
la apertura trascendental del hombre y que se manifiesta necesariamente en forma de
espacio temporal como acción y como palabra en los hechos de la historia de la salud”
(Rahner, Oyente de la Palabra, 21).
276 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
276
Ibíd., 21.
277
“Un criterio de teología católica es que debería hacer esfuerzos para proporcionar
una presentación argumentada racionalmente de las verdades de la fe cristiana. Por
ello, necesita hacer uso de la razón y debe reconocer la fuerte relación existente
entre la fe y la razón, sobre todo la razón filosófica, y de esta manera superar tanto el
fideísmo como el racionalismo” (Comisión Teológica Internacional, La teología hoy:
perspectivas, principios y criterios, 67-68).
278
“La reflexión sobre la fe empieza –y esto es un resultado del desarrollo teológico
contextual del periodo posconciliar– por la cultura particular y hace renacer desde
esta el mensaje salvador y liberador del Evangelio en el tiempo y en la historia. Algo
nuevo que, a partir de ahora, hay que replantearse es la cuestión sobre la relación en
tre universalidad y particularidad en referencia a este mensaje y su fundamento:
el acontecimiento cristológico” (Eckholt, “La cultura como nuevo ‘lugar teoló
gico’”, 302).
279
“La fe, en el sentido teológico más genuino, es un acto de la voluntad, la recepción
de una llamada; un don, pero a la vez un acto libre […] La fe, en sentido estricto, es
un acto pleno y consciente, una toma de decisión que marca un antes y un después
biográfico, un corte en el fluir existencial” (Torralba, Creyentes y no creyentes en tierra
de nadie, 49).
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 277
280
Alfaro, Revelación cristiana, fe y teología, 18.
281
Sobrino, La fe en Jesucristo. Ensayo sobre las víctimas, 62.
282
“La fe no consiste en el esfuerzo que nosotros hacemos por aceptar mentalmente
formulaciones doctrinales, o dogmas, o la doctrina de la Iglesia o el magisterio. No es
tampoco creer en personajes que aparecen en la Biblia: ángeles, demonios, espíritus
malos o el diablo. Ni siquiera son objeto de fe las imágenes de Dios que en distintos
momentos de la revelación se van presentando o que nosotros nos hemos fabricado
desde nuestra racionalidad. El único objeto de la fe es la realidad de Dios creador,
un ser absoluto, infinito, inimaginable e incomprensible para los seres humanos, sin
embargo, misteriosamente implícito en el hombre y el mundo, de tal manera que lo
podamos experimentar como acto creador continuo en el fondo de nosotros mismos.
En otras palabras, es el misterio de Dios incomprensible, pero experimentable en y por
nosotros” (Baena, Revelación, teología y vida cristiana, 36).
278 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
283
Porque “el concepto bíblico de la fe, como respuesta total del hombre al Dios de la
salvación y de la gracia, representa el punto de partida de toda reflexión acerca de la
misma fe en su relación con la existencia del hombre” (Alfaro, Revelación cristiana,
fe y teología, 90). Además, se puede entender la fe en cuanto “la opción fundamental
de abandonarse a esa dimensión del misterio divino y de entender y sustentar en ella
la vida, el mundo, el hombre y la historia. La fe religiosa se asienta en el plano de
una decisión vital que abraza a todo el hombre y todos sus actos” (Kasper, El Dios de
Jesucristo, 144).
284
Gutiérrez, La densidad del presente, 60.
285
“En el fondo del acto de fe subsiste una llamada a la transformación social, a la
defensa de la persona y de su dignidad inherente. Ahí radica lo que podría denominarse
el carácter subversivo, crítico, revolucionario, el gesto profético de la fe. Es el aguijón
crítico y, como todo aguijón, incomoda e inquieta, pero esta defensa de lo humano es
consustancial al acto de fe. Al reducirla al espacio puramente privado se la desarma de
su perspectiva crítica y, como consecuencia de ello, deja de ser un contrapoder a los
poderes fácticos” (Torralba, Creyentes y no creyentes en tierra de nadie, 69).
286
Las formas en las cuales se expresa la sabiduría son las mismas en todas par
tes. Reduciéndonos a lo bíblico, nos encontramos con refranes (Ez 16,44; Jb 2,44;
Lc 4,23), proverbios (1S 24,14; 1R 20,11; Jr 31,29; Ez 18,2; Pr 14,4; 30,15-33;
Tb 4,3-21), enigmas (Jc 14,14), fábulas (Jc 9,7-15; 2R 14,9), parábolas (2S 12, 1-4),
discursos (Mt 5-7; Jn 6), máximas (Mt 16,25,26,52; Hch 20,35), exhortaciones
(Mt 8,22; 22, 21), poemas (Jb 28; Si 38,34-39,11), diálogos (Jc 9,8-15), relato didác
tico (Jb 1,22; 2,10b; Pr 7,6), entre otras.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 279
287
Gesché, La paradoja de la fe, 14-15.
288
Metz, La fe, en la historia y la sociedad, 215-216.
289
Comisión Teológica Internacional, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios, 78.
290
Elaboración del aporte del padre Parra en la revisión del presente apartado de la tesis
doctoral, 5 de mayo de 2014.
280 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
291
Parra, Textos, contextos y pretextos, 83.
292
Metz, La fe, en la historia, y en la sociedad, 220.
293
Parra, Textos, contextos y pretextos, 91.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 281
294
Alfaro, Revelación cristiana, fe y teología, 101.
295
Pablo VI, “Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi” 18.
296
Véase Tamayo, “Teología y sujeto”.
297
“Texto mayor en el que se comprenden, tanto las praxis históricas por la que atraviesa
la presencia y la acción histórica de Dios, como las Escrituras cristianas normadas por
el testimonio apostólico acerca del acontecimiento salvador y revelador de Dios en
Jesucristo, vividas y proclamadas en la Iglesia, comunidad de fe y de seguimiento”
(Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología, Programación 2013, 27).
298
Geffré, El cristianismo ante el riesgo de la interpretación, 18.
282 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
299
Ibíd., 18-19.
300
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 134.
301
Gutiérrez, “Quehacer teológico y experiencia eclesial”, 403.
302
Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología, Programación 2013, 28.
303
Mester, Sabiduría y poesía del pueblo de Dios, 23.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 283
304
Véase, entre otros, Grabner-Haider, Semiótica y teología. El lenguaje religioso entre
la filosofía analítica y hermenéutica; Macquarrie, God-talk; Alcáin, “El lenguaje teo
lógico”; Mondin, ¿Cómo hablar de Dios hoy? El lenguaje teológico; Instituto Superior
de Pastoral, Lenguaje y fe; Gutiérrez, La densidad del presente; Gesché, La paradoja
de la fe.
305
Heidegger, De camino al habla, 179.
306
Ídem, Carta sobre el humanismo, 14.
284 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
307
Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, 31.
308
Mondin, Il problema del linguaggio teologico dalle origini ad oggi, 7.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 285
309
Recepción del aporte del padre Parra en la revisión del presente apartado de la tesis
doctoral, mayo 05 de 2014.
310
Heidegger, Carta sobre el humanismo, 9-13.
311
Ibíd., 7.
312
Ibíd., 9.
313
Ibíd., 11.
286 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
314
Schillebeeckx, Los hombres relatos de Dios, 14.
315
Heidegger, Carta sobre el humanismo, 12.
316
Recepción del aporte del padre Parra en la revisión del presente apartado de la tesis
doctoral, mayo 05 de 2014.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 287
317
Ricœur, Sí mismo como otro, 18.
318
Austin, Cómo hacer cosas con palabras, 141.
319
Ibíd., 141-155.
288 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
320
Searle, Expression and Meaning, 12-17.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 289
321
Ricœur, Teoría de la interpretación: discurso y excedente de sentido, 29.
322
Gutiérrez, La densidad del presente, 42.
290 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
323
Parra, “El desplazamiento de la teología hacia la sabiduría”, 198.
324
Ricœur, Fe y filosofía, 53.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 291
325
Ricœur emplea la expresión formas de discurso y no géneros literarios. Al respecto
dice: “prefiero con todo hablar de formas de discurso para subrayar la función que
juegan esas modalidades lingüísticas en la producción de los discursos. En efecto,
bajo el rótulo de ‘géneros’ la crítica literaria comprende las categorías que ayudan
a la crítica a orientarse en la variedad indefinida de textos; ahora bien, las formas de
discurso son más que instrumentos de clasificación; son instrumentos de producción.
Entendemos por ello que las formas de discurso son matrices por medio de las cuales
el discurso es producido como una obra” (ibíd., 54).
326
Ibíd., 55.
327
“Lo primero que debe ser recordado es que los lenguajes teológicos son acercamientos
convergentes al misterio de Dios reconocido e invocado en la fe, raíz de toda palabra
sobre él” (Gutiérrez, La densidad del presente, 60).
328
Ibíd., 41.
329
Ibíd.
330
Schillebeeckx, Los hombres relatos de Dios, 33.
292 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
331
Metz, La fe, en la historia, y en la sociedad, 219.
332
Parra, “El desplazamiento de la teología hacia la sabiduría”, 191.
333
Ibíd., 198.
334
Gutiérrez, La densidad del presente, 70.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 293
335
“La poesía lograba descubrir nuevos sentidos en las cosas más triviales y en los
sucesos de la vida cotidiana. La poesía tiene su propio dinamismo y su propia ‘den
sidad’; por eso su poder de evocación de toda una serie de fenómenos en una sola y
única palabra puede reclamar un índice de verdad mucho más elevado” (Von Rad,
Sabiduría en Israel, 69).
336
Ibíd., 41.
337
Ibíd., 42.
338
Ibíd., 50.
339
Recepción de la intervención del padre Gustavo Baena, S.J., durante el seminario de
métodos de la teología. Bogotá, 2006.
294 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
340
“La sabiduría teológica es el trabajo de la razón iluminada por la fe. Es por tanto
una sabiduría adquirida, aunque por supuesto supone el donde la fe. Ofrece una
explicación unificada de la realidad a la luz de las verdades últimas de la revelación, e
ilumina todo desde el misterio fundante de la Trinidad, considerado en sí y en su acción
en la creación y la historia” (Comisión Teológica Internacional, La teología hoy:
perspectivas, principios y criterios, 80). Con Chenu se postula que: “esto no disminuye
lo más mínimo las exigencias y el valor del acto específico de la conceptualización.
Algunos temen este último como algo que compromete la pureza de la fe o como
un procedimiento aristocrático propio de intelectuales. En realidad, este acto es la
operación propia del hombre, incluso cuando está determinado por una intuición
inicial y cuando termina en contemplación silenciosa. Admirable y difícil equilibrio
de la ‘razón’ teológica, cuyas ‘razones’ no pueden ser nunca adecuadas al misterio”
(Chenu, “La teología como ciencia eclesial”, 106).
341
Gutiérrez, La densidad del presente, 63-64.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 295
su íntima conexión con los intereses reales propios del existir. Esos
intereses fluyen de los angustiantes y esperanzadores escenarios eco
nómicos, políticos, sociales y religiosos de la humanidad que transita
por las calles y avenidas del siglo XXI342.
342
Quizás, aunque en otro contexto, como lo diría el papa Francisco, Jorge María
Bergoglio, en conversación con Andrea Tornielli: “una humanidad herida, una
humanidad que arrastra heridas profundas. No sabe cómo curarlas o cree que no es
posible curarlas. Y no se trata tan solo de las enfermedades sociales y de las personas
heridas por la pobreza, por la exclusión social, por las muchas esclavitudes del tercer
milenio. También el relativismo hiere mucho a las personas: todo parece igual, todo
parece lo mismo. Esta humanidad necesita de misericordia” (Francisco, El nombre de
Dios es misericordia: una conversación con Andrea Tornielli, 36).
343
Parra, Violencia y paz real, 107.
296 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
344
“El anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura actual. Esta debe
ser conocida, evaluada y en cierto sentido asumida por la Iglesia, con un lenguaje
comprendido por nuestros contemporáneos. Solamente así la fe cristiana podrá
aparecer como realidad pertinente y significativa de salvación. Pero, esta misma fe
deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual” (Celam,
Aparecida, 480).
345
Lyotard, La condición postmoderna, 43-56.
346
Ricœur, Fe y filosofía, 53.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 297
347
Gutiérrez, La densidad del presente, 69.
348
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 178.
349
“En la medida en que el lenguaje sobre Dios asume la condición humana con sus
dudas y certezas, generosidades y egoísmos, inseguridades y firmezas, risas y llantos,
atraviesa el espesor de lo social, del género, de lo étnico y lo cultural para llegar a las
dimensiones más hondas de lo humano” (Gutiérrez, La densidad del presente, 61).
298 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
350
“Lo propio del relato es la invitación, no la obligación; su terreno es la libertad, no el
mandato. Una teología que ponga en él sus pies, que sepa narrar la fe, será una teología
humilde y respaldada en el compromiso personal. Una teología que propone y que no
pretende imponer, que escucha antes de hablar. La verdad surge del silencio. Eso vale
también para el hablar de Dios” (ibíd., 67).
351
Ibíd., 66.
352
Rahner, Oyente de la Palabra.
353
“No uniformidad impuesta, pero sí fidelidad al mensaje evangélico y entendimiento
en la diversidad. Evitar el temor al otro y a la diferencia para establecer una
comunicación plena. La tensión entre la particularidad y la universalidad es de una
gran fecundidad para el lenguaje teológico” (Gutiérrez, La densidad del presente, 62).
354
Lyotard, La condición postmoderna, 47-48.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 299
355
Gutiérrez, La densidad del presente, 68.
356
El término sujetualidad se toma del psicólogo javeriano Sergio Trujillo. Para él, el
término “subjetivo” está relacionado con lo “relativo”, lo “blando” y un conocimiento
“inseguro” que invita al escepticismo. En cambio, prefiere hablar de sujetual y
sujetualidad porque hacen dirigir la atención hacia el sujeto (Trujillo, La sujetualidad:
un argumento para implicar, 16).
300 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
357
Yánez, “La estrategia de la reina roja”, 145.
358
Véase Torralba, Antropología del cuidar.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 301
359
Celam, Aparecida 480.
360
“La cultura actual tiende a proponer estilos de ser y vivir contrarios a la naturaleza
y dignidad del ser humano. El impacto dominante de los ídolos de poder, la riqueza y
el placer efímero se han transformado, por encima del valor de la persona, en la norma
máxima de funcionamiento y el criterio decisivo en la organización social. Ante esta
realidad, anunciamos, una vez más, el valor supremo de cada hombre y de cada mujer.
El creador, en efecto, al poner todo lo creado al servicio del ser humano, manifiesta
la dignidad de la persona humana e invita a respetarla (Gn 1,26-30)” (Celam, Apare
cida 387).
302 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
361
Recepción de los aportes de Alberto Parra a partir de la asesoría relacionada con el
por-venir de la racionalidad teológica sapiencial, Bogotá, 28 de mayo de 2014.
362
Celam, Aparecida 479.
363
Trujillo, La sujetualidad: un argumento para implicar, 20.
364
Celam, Aparecida 480.
365
León, Recepción teológica del paradigma de acción comunicativa, 181.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 303
366
“Porque sigue en vigencia la dinámica social deshumanizadora que es efecto de la
racionalidad técnico-científica y de la centralización de todo orden de preocupación
en los resultados objetivos del costo y del beneficio, de la eficiencia y el progreso
unidimensional, así como resultan vigentes los bien conocidos efectos colaterales de
la razón centrada en el sujeto productivo, como son la primacía de la globalización en
términos económicos y técnicos, los impactos perniciosos sobre el medio ambiente,
la lucha de poderes, de civilizaciones y de culturas, la imposibilidad del diálogo co
municativo y del consenso razonado” (ibíd., 178).
367
“Estos agudos problemas tienen como caldo de cultivo la fuerte reacción en socie
dades positivizadas e informatizadas que buscan coaccionar a la sociedad mediante la
subjetividad de la conciencia y la racionalidad instrumental” (ibíd., 177).
368
Celam, Aparecida 501.
304 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
369
Gutiérrez, La densidad del presente, 70.
370
Celam, Aparecida 394.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 305
372
“En esta época, suele suceder que defendemos demasiado nuestros espacios
de privacidad y disfrute, y nos dejamos contagiar fácilmente por el consumismo
individualista” (Celam, Aparecida 396).
306 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
373
“Buscará asegurar la relación formal y real del mundo del hablante y del oyente
de manera cualitativa, especialmente cuando se trate de asumir las estructuras del
mundo de la vida que hayan de generar pautas de entendimiento por medio de la in
tersubjetividad. Por consiguiente, la reproducción social del mundo de la vida se irá
construyendo en clave para que tanto hablante como oyente puedan establecer un diá
logo en el que los mundos regionales de lo objetivo, lo social y lo subjetivo tengan
suficiente asidero intersubjetivo” (León, Recepción teológica del paradigma de acción
comunicativa, 175-176).
374
“La cultura actual tiende a proponer estilos de ser y vivir contrarios a la naturaleza
y dignidad del ser humano. El impacto dominante de los ídolos de poder, la riqueza
y el placer efímero se han transformado, por encima del valor de la persona, en la
norma máxima de funcionamiento y el criterio decisivo en la organización social.
Ante esta realidad, anunciamos, una vez más, el valor supremo de cada hombre y de
cada mujer. El creador, en efecto, al poner todo lo creado al servicio del ser humano,
manifiesta la dignidad de la persona humana e invita a respetarla” (Gn 1,26-30)
(Celam, Aparecida 387).
375
“La teología contribuirá con la dimensión histórica, para dar sentido al interés li
berador de las ciencias sociales. De este modo, la reflexión teológica, al manifestar la
necesidad de una responsabilidad ético-moral, interaccionará intersubjetivamente con
el estructural-funcionalismo de corte sistémico, pues no solo basta con que se genere
la crítica al positivismo, sin que se abra la perspectiva dialogal hacia el entendimiento,
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 307
que es ya emancipatorio y con interés práctico; así, habrá de existir una crítica desde
el mundo de la vida y la competencia comunicativa para las investigaciones que están
siendo legitimadas por las sociedades de éxito, de modo tal, que puedan cambiar su
teleología metodológica” (León, Recepción teológica del paradigma de acción co
municativa, 175).
376
Celam, Aparecida 390.
377
“Hacerlo es prestar atención a lo que Dios nos dice en este tiempo, ese es el punto
de partida de toda teología. No se trata de minimizar nuestra propia experiencia, ni la
de la gente que de alguna forma representamos. Lo que ocurre es que cuando nuestras
vidas se comparan y contrastan con las de los otros, las podemos ubicar de modo más
realista en el contexto de la humanidad sufriente y de su lucha por la liberación. Así
lograremos, además, una mejor comprensión de nuestra propia experiencia y de la
nuestros pueblos” (Gutiérrez, La densidad del presente, 83).
378
Celam, Aparecida 396.
379
“Lo que significa, y esto no es paradójico sino en apariencia, que queremos una
teología verdaderamente seria y coherente. Eso mismo, sin embargo, nos lleva a
reconocer que el trabajo teológico, si intenta ser riguroso y tener alcance universal,
exige también un concienzudo conocimiento de la Escritura, de la Tradición cristiana
y de la teología contemporánea” (Gutiérrez, La densidad del presente, 75).
308 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico
CONCLUSIÓN
Hace una década, Gutiérrez señalaba el surgimiento en estas tierras
–latinoamericanas y caribeñas– de un nuevo lenguaje sobre Dios.
Un lenguaje con particular énfasis en lo místico y profético. En co
herencia al nuevo cómo decir “Dios”, lo propio de la teología, cuyo
previo es el silencio contemplativo y la acción382. Con ello, nuestro
380
“La Iglesia tiene que animar a cada pueblo para construir en su patria una casa de
hermanos donde todos tengan una morada para vivir y convivir con dignidad. Esa
vocación requiere la alegría de querer ser y hacer una nación, un proyecto histórico
sugerente de vida común” (Celam, Aparecida 534).
381
Boff, La trinidad es la mejor comunidad. De igual modo, “cuanto más la Iglesia
refleja, vive y comunica ese don de inaudita unidad, que encuentra en la comunión
trinitaria su fuente, modelo y destino, resulta más significativo e incisivo su operar
como sujeto de reconciliación y comunión en la vida de nuestros pueblos” (Celam,
Aparecida 524).
382
“El discurso teológico, que en últimas instancias es siempre una reflexión sobre
Dios, viene de y va hacia el amor de Dios. Amor es, en primer lugar, materia de
contemplación y de puesta en práctica; solo después de ello se le piensa, se produce
un discurso sobre la fe. La contemplación y la solidaridad con los demás constituyen
lo que llamamos el acto primero, la práctica. La reflexión teológica, el discurso sobre
Dios, es el acto segundo. El misterio de Dios vive en la oración y en el compromiso con
el hermano, únicamente en segunda instancia esa vida podrá animar un razonamiento
apropiado, un hablar adecuado. La teología, según el doble significado del vocablo
griego logos, razón y palabra, es palabra razonada. Contemplación y solidaridad se ali
mentan recíprocamente y en conjunto constituyen el momento de silencio ante Dios.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 309
383
Ricœur, Fe y filosofía, 53.
384
Celam, Aparecida 479.
385
Aquí, siguiendo el mismo planteamiento de Metz, no se hace defensa a los “narradores
de historietas” en el púlpito y en la catequesis, para que cuenten anécdotas cuando se
les piden argumentos. ¡Hay un tiempo para narrar y un tiempo para argumentar! Una
distinción que, por lo visto, todavía es preciso aprender (Metz, La fe, en la historia y
la sociedad, 219).
386
Cerviño, Otra misión es posible, 252.
horizonte de la racionalidad teológica sapiencial 311
387
Gutiérrez, La densidad del presente, 69.
CONCLUSIÓN GENERAL
1
Gutiérrez, La densidad del presente, 23.
2
Ibíd., 51.
316 la racionalidad sapiencial en el estatuto del conocimiento teológico