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También hay mexicanos que buscan asilo en la garita de San Diego

La caravana migrante llegó a una puerta internacional en la cual ya había mucha gente esperando. Una familia mexicana explica que llevaba diez días aguardando turno de ser procesada cuando llegaron los centroamericanos

El mexicano Ángel Fernández Cruz tiene el número 23 de una lista para pasar, él y su familia, a la garita PedWest a solicitar asilo a autoridades estadunidenses, y aguarda en el mismo sitio donde ahora cientos de centroamericanos esperan para entregarse también con intención de pedir asilo.

“Nosotros llegamos mucho antes que ellos, aquí tenemos por lo menos diez días, y ojalá que primero Dios ya mañana nos toque” pasar a presentar las pruebas y testimonios por los que huyeron de la violencia en el estado de Michoacán.

Los Fernández forma parte de alrededor de medio centenar de mexicanos que aguadaban turnopara entregarse a oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en un campamento improvisado, levantado con lonas y plásticos cerca de la entrada a la garita cuando llegó la caravana de centroamericanos.

Ángel, de 32 años, platicó a La Opinión que, por lo menos desde que su familia llegó a la garita, “ha pasado mucha gente (a solicitar asilo), puro mexicano, de Guerrero y Michoacán”.

Los Fernández llegaron la noche del 19 de abril y desde entonces han visto que diariamente entran a la garita “alrededor de 30 personas”, excepto por un día en que pasaron unos cien aspirantes a pedir asilo.

“Todos mexicanos”, reiteró.

Un diario mexicano publicó a principios de abril que desde hacía una docena de días, por lo menos 110 mexicanos habían pedido asilo en la garita peatonal PedWest.

Las fechas coinciden con la salida de la caravana de centroamericanos desde Tapachula en la frontera mexicana con Guatemala.

Ángel Fernández dijo que el domingo por la tarde cuando los centroamericanos se dirigían a la misma explanada donde los mexicanos acampaban, fuera de las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) en Tijuana, las autoridades federales mexicanas les recomendaron retirarse.

“Nos dijeron que tal vez (los centroamericanos) iban a querer entrar a fuerza y se podía armar un problema”, explicó, “parece que porque los habían visto que se subían a la barda allá por la playa”. 

Las razones por las que Fernández desea pedir asilo son parecidas a las que alega la mayoría de los centroamericanos que llegó en la caravana.

“Porque en Michoacán ya es muy difícil vivir. Ora, nos dicen que para qué nos venimos tan lejos, pero como ya hemos visto en el mismo estado, si los buscan, facilito los hallan, y en otros estados también”, dijo en relación a grupos armados que no menciona por nombre de organización.

Cuando La Opinión entrevista algún centroamericano, el migrante antes de responder pregunta si se va a publicar en su país de origen, por temor a represalias, y lo mismo ocurre con los mexicanos, que no quisieran que lo que dicen se publicara en Guerrero o Michoacán. “Uno tiene familia allá”, dijo Ángel.

El gobierno de Estados Unidos clasifica la violencia tanto en Guerrero como en Michoacán en nivel 4, es decir, en niveles que escapan del control de las autoridades locales y donde recomienda a sus ciudadanos no aventurarse.

Sobre Michoacán, “a los empleados del gobierno estadunidenses, se les prohíbe viajar en el estado de Michoacán, con la excepción de las ciudades de Morelia y Lázaro Cárdenas”, según esa clasificación oficial.

“Hay muertos todos los días”, dijo intranquilo.

La familia de Ángel son su esposa, una hija adolescente y un niño de seis años. No sienten que los centroamericanos hayan llegado como una competencia de disputar las posibilidades de pedir asilo.

“No, pues, cada uno de nosotros, cada familia, seguro tiene motivos o razones por los que está en esta plaza; aquí, como ve, no hay malos, es decir no hay personas malas, se ve que todos son personas buenas, trabajadoras”, opinó Ángel.

Desconoce si la atención de las autoridades a los centroamericanos de la caravana retrasará su paso a la garita, pero por lo menos otras familias de mexicanos que aguardaban con número, pasaron este lunes sin retraso.

En cuanto a los centroamericanos no se ha dicho si tienen número para atención  a petición de asilo, pero los organizadores de la marcha convocaron con carácter de urgente un envío masivo de peticiones al director de la garita para que agilice el ingreso de los migrantes de la caravana.

Hasta la noche del lunes, solo había sido admitidos 20 centroamericanos; el resto aguardaba, ya reunidos con los mexicanos, en la explanada a la entrada de la garita.

Ángel dijo que parece que las autoridades estadunidenses no les han informado a los centroamericanos que, como hacen con los mexicanos, les harán aguardar su turno durante varios días.