Otras publicaciones:

Book cover

DT_Cassin_Sferco_13x20_OK-2

Otras publicaciones:

DT_Tirole_Navajas_13x20_OK1

escritores

La comunidad de inteligencia frente a los nuevos retos de seguridad

David Martínez[1]

Palabras clave: inteligencia, servicios secretos, inteligencia estratégica.

1. Introducción. Algunos conceptos para estudiar los servicios secretos

Siendo sinceros, la intención original era organizar únicamente un seminario sobre servicios de inteligencia. Pero, al estudiar los materiales para su desarrollo, caímos en la cuenta de que iba ser muy difícil poder plasmarlo y extenderlo. ¿Por qué?, se preguntarán. La razón es, justamente, la característica del secreto que debe rodear por norma a todos los servicios de espionaje. Entendemos por “secreto” no nada más sigilo, misterio o aquella cualidad de las cosas de permanecer ocultas y reservadas. En ciencia política, el secreto también es información que exclusivamente alguien posee o propiedades de un procedimiento considerado útil. Es ciencia, arte u oficio[2]. Así, siguiendo la línea de que es información, ciencia, arte u oficio, el secreto conduce a la inteligencia. Así, la inteligencia es todo aquel conocimiento de algún hecho, fenómeno o cosa en general, obtenido con el máximo rigor científico posible, que tiene un grado óptimo de verdad o de predicción, y que es determinado para una finalidad específica, como un elemento de juicio para la adopción de decisiones[3]. No es muy difícil de imaginar que, tras esta definición, los servicios de inteligencia son una parte esencial del esquema de seguridad de los Estados, pues son encargados de manejar información esencial, no ya para la supervivencia del Estado, que eso se da por descontado, sino, como lo señala Julio Lascano (2007) en otro ensayo, para definir ciertos rumbos en política exterior e interior.

Las preguntas de este ensayo son fáciles de formular: ¿cuál es el mejor servicio de inteligencia del mundo y cuáles son los retos que enfrenta la comunidad de inteligencia en el futuro cercano? Las respuestas, según lo afirma la revista Foreign Policy, creadora de la “Lista: los mejores servicios de inteligencia del mundo”, son más complicadas, por el propio campo de acción de los servicios secretos, por una parte, y por otra, porque no hay una manera correcta y fiable de medir el secreto. Sin embargo, con esto último en mente, se debe abordar el tema teniendo en cuenta que un servicio secreto es mejor mientras sea precisamente eso, secreto. ¿Cómo permanece uno en el secreto? La respuesta tiene que ver con las políticas de seguridad que se incrementen, mientras cuiden la recopilación de información, el no divulgarla y cuando presenten esquemas de inteligencia que respondan a los retos de la coyuntura. Antes de entrar propiamente en materia de qué servicio es el mejor, cabría analizar un poco estas tres cuestiones.

A. Políticas de seguridad

Durante la Guerra Fría, los servicios de inteligencia respondieron a un esquema evidentemente militar, donde el enemigo estaba perfectamente identificado. Sin embargo, los atentados terroristas contra la ciudad de Nueva York y Washington, el ataque con gas sarín al metro de Tokio años antes del 11S, la toma de rehenes civiles en Beslán, los atentados en Madrid o Londres han obligado a una reforma a fondo en el enfoque de los servicios de inteligencia. Lo militar sigue siendo importante, por supuesto, pero ahora ha quedado claro que no se puede brindar información de aquello que no se conoce o aquello que no se ve. Por ello, los servicios secretos han prestado atención a aquellas cuestiones derivadas de los nuevos tiempos. Conceptos como “desarrollo”, “justicia”, “medios de comunicación” y “participación ciudadana” han sido incorporados a los temas de seguridad. Baste recordar, por ejemplo, el debate que hay sobre los presos en el penal de Guantánamo. En sí, un servicio de inteligencia eficaz debe responder a una política de seguridad integral, que sea capaz de ver un objetivo desde múltiples enfoques, tal cual se muestra en la gráfica.

cap 17_1

Esquema de políticas de seguridad, elaboración propia a partir de Ian D’aristi. Nuevas y viejas formas de espionaje. Editorial Factoría de Ideas, Barcelona, 2000.

B. Recopilación de Información

En un artículo de Madeline Albright, publicado por el New York Times poco después de los atentados del 11S, llamaba la atención que los retos para la comunidad de inteligencia pasaban por volver a lo básico: un modelo de información que estuviera a la altura de los nuevos retos[4]. Para Albright eso significa reclutar más agentes, manejar información de campo, no sólo producto de los satélites y las altas tecnologías. Recordaba en su artículo el famoso modelo de la dinastía persa aqueménida: la verdad oportuna y bien dicha, capturada por verdaderos ojos y oídos del Rey. Es interesante debatir sobre ello, sobre las características de la información; lo primero es que tiene que ser verídica. La verdad es fundamental, se debe expresar el significado real sin querer engañar para contentar. Se ve que poco caso le han hecho a la Dra Albright, pues utilización de los servicios secretos para justificar la invasión a Irak contradice el principio de que toda información producto de la inteligencia debe contener una parte sustantiva de verdad. No hay que olvidar algunos otros ingredientes que la información debe tener:

  • Oportunidad, eficiencia y eficacia.
  • Utilidad.

Cuando la información es oportuna, eficiente, eficaz y útil, es información vital. Pero no debemos perder de vista que la principal cuestión relativa a la información es que sea utilizada de forma inteligente.

cap 17_2

Esquema de recopilación de información, tomado de Ian D’aristi. Nuevas y viejas formas de espionaje. Editorial Factoría de Ideas, Barcelona, 2000.

C. Esquemas de inteligencia

Convertir la información en inteligencia es un proceso que ha levantado siempre muchas sospechas. Pero parece que hay algo que es muy claro en todo ello: para que la información se convierta en inteligencia, es necesario interpretarla. La cuestión máxima de la interpretación tiene que ver con la intencionalidad. Es decir, un servicio de inteligencia es eficaz, eficiente, oportuno y útil cuando logra descifrar la intención de un acontecimiento, tarea en extremo complicada y para la que no hay un método fiable al cien por ciento. Sin embargo, cuando se consigue, podemos hablar de “inteligencia estratégica”, aquella capaz de adoptar tal extensión y profundidad que constituya un valioso elemento de juicio para obtener un conocimiento que de otra forma sería insondeable sobre el adversario o el acontecimiento analizado. Las características de la inteligencia estratégica son:

  • Finalidad.
  • Unidad.
  • Continuidad en el esfuerzo.
  • Objetividad.
  • Integridad.
  • Seguridad.
  • Oportunidad.
  • Flexibilidad.
  • Causa y efecto.
  • Grado de certeza.

cap 17_3

Esquema de Inteligencia, tomado de Ian D’aristi. Nuevas y viejas formas de espionaje. Editorial Factoría de Ideas, Barcelona, 2000.

Hay una cuarta particularidad, de la que casi nadie habla, pero que tiene que ver con la paradoja de los servicios secretos: cuanto más eficaces son, nadie nota su trabajo, retomando esa frase con la que Aristóteles definió a la administración. Por lo tanto, solo cuando fracasan, se conoce de ellos. Lo paradójico, pues, está ahí: el conocimiento nos viene dado por el fracaso, o peor, por la traición de alguno de sus miembros, que deciden revelar aquello que está oculto. Por ello, al mirar la lista de Foreign Policy no extraña no ver a ningún organismo de los EE. UU. Los servicios secretos norteamericanos, en los últimos tiempos, han sido la comidilla de la prensa internacional. Monopolizan los titulares con sus vuelos, sus cárceles ilegales y sus técnicas de interrogatorio, cuestiones todas ellas que ya son de dominio público y que, por tanto, ya no son secretos.

2. Estudio comparativo de los servicios de inteligencia

Estas cuatro peculiaridades son comunes a los servicios secretos que estudiaremos a continuación. Si bien es cierto que los índices muchas veces son poco fiables, quizá por las variables en las que están basados, también es cierto que son una herramienta válida para temas en los que no es fácil pedir, solicitar o acceder a información. Algunos pequeños comentarios sobre la actualidad de estos servicios acompañan los esquemas de estructura de los servicios secretos, a forma de que puedan compararse entre sí, dando más certeza a lo señalado por Foreign Policy.

2.1. Servicio de Inteligencia Exterior (SIE), de Rusia

Rusia tiene una sólida tradición de espionaje, que se remonta a la Checa de la época zarista. Debido al derrumbe de la URSS, el KGB se dividió en organizaciones más pequeñas con múltiples limitaciones. Desde que Vladímir Putin, exjefe del KGB, llegó al poder, el SIE (SVR en sus siglas rusas) ha vuelto a posicionarse. Las actividades del espionaje ruso en Estados Unidos han vuelto a los niveles de la Guerra Fría, según funcionarios estadounidenses. Peter Earnest, director ejecutivo del Museo Internacional del Espía, en Washington, quien se enfrentó al KGB durante sus más de tres décadas como agente de la CIA, comparte esa afirmación. “Son tan importantes hoy como siempre, si no más”, ha declarado. “Rusia no ha reducido sus actividades de espionaje”[5]. Se sospecha que el SIE jugó un importante papel en el asesinato del exespía Alexander Litvinenko en Londres en noviembre de 2006, por lo que se puede afirmar que los servicios rusos están preocupados, no tanto por lo que un excolaborador pudiera ocasionar, sino por evitar fugas de información.

Putin lo ha negado y ha calificado a la agencia rusa como “uno de los servicios especiales más profesionales y eficientes”. En realidad, la agencia de inteligencia rusa se ha convertido en uno de los grupos políticos con más poder en la Rusia de Putin, donde exmiembros del KGB ocupan muchos de los puestos más relevantes del Kremlin. Como reza el dicho ruso, no existen los exchequistas.

2.2. Ministerio de la Seguridad del Estado, de China

Especialistas en espionaje y análisis industrial y seguridad interna, la estructura del MSE recuerda al KGB soviético: abarca tanto la seguridad interna como el espionaje exterior. Se cree que sus actividades fuera del continente asiático están muy centradas en Estados Unidos, sobre todo en las industrias de alta tecnología y en tecnología militar. En lugar de confiar en unos pocos agentes, el MSE ve a todo el mundo como un agente potencial de inteligencia e información sobre nuevos sistemas armamentísticos, empleando mucho trabajo y mucho tiempo a través de contactos personales. “El espionaje chino es diferente al occidental”, afirma Earnest. “Nosotros perseguimos un secreto que se esconde en alguna parte; ellos buscan números. Recopilan fragmentos de una información y la recomponen”[6]. Las fuentes no se dan cuenta, en muchas ocasiones, de que han colaborado en una misión de un espía extranjero, y los miles de diplomáticos, estudiantes y empresarios chinos que viajan a Occidente año tras año constituyen espías muy difíciles de detectar.

Con este método, Pekín ha logrado descifrar las tripas de numerosos sistemas armamentísticos estadounidenses. Parece que también están acelerando su actividad. En septiembre de 2007, el Pentágono acusó a China de hackear las bases de datos del Departamento de Defensa de EE. UU. Los Gobiernos de Alemania y Gran Bretaña han emitido acusaciones similares.

2.3. Departamento de Investigación y Análisis (RAW), de India

El Departamento de Investigación y Análisis, traducción de las siglas inglesas RAW, se fundó en 1968 para contrarrestar el apoyo paquistaní a determinados grupos militantes dentro de India, pero con los años se ha convertido en uno de los mejores servicios de inteligencia, con operaciones en Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh y Nepal y toda el Asia Central. Su actividad es especialmente intensa en Bangladesh, cuyo movimiento por la independencia tuvo la complicidad de los servicios de inteligencia indios. Las autoridades de Islamabad responsabilizan a menudo al RAW de los ataques terroristas que se producen en su territorio, aunque a tenor de la cooperación norteamericana con Pakistán la influencia india ha menguado bastante. Aunque normalmente estas acusaciones se hacen sin pruebas, los servicios de espionaje indios han apoyado grupos militantes en Cachemira, Afganistán y Sri Lanka. Las cosas no han sido fáciles en los últimos años para el RAW. Según informaciones aparecidas en el New York Times durante el año 2002, en 1996, los servicios indios se vieron implicados en un escándalo de donaciones ilegales a candidatos estadounidenses al Congreso. Se han desatado escándalos públicos por supuestas infiltraciones de agentes de Washington y Pekín, y los medios ahora reclaman mayor transparencia y regulación de ese Departamento. La llegada al poder del Partido del Congreso devolvió al RAW un sentido mucho más discreto, pero de plenos poderes en el combate a los diversos grupos terroristas que asolan la India y con amplios programas de contrainteligencia en Pakistán.

2.4. Inteligencia Inter-Servicios (ISI), de Pakistán

Bien dicen que no puede haber día sin noche, así que no es posible explicar el RAW sin el ISI. Habría que poner en contexto esta rivalidad y recurrir a la filosofía política para entenderlo. Particularmente, al pensamiento de Carl Schmitt y su concepto de “amigo/enemigo”. El criterio amigo-enemigo conlleva un sentido de afirmación de sí mismo (nosotros) frente al otro (ellos). Así pues, es posible observar el contenido positivo de la relación amigo/enemigo como conciencia de la igualdad. La diferencia nosotros/ellos establece un principio de oposición y complementariedad. La percepción que un grupo desarrolla de sí mismo en relación con los otros es un elemento que, al mismo tiempo que lo cohesiona, lo distingue. La posibilidad de reconocer al enemigo implica la identificación con un proyecto político; es decir, genera pertenencia. Pero ni la identificación con el enemigo, ni el sentimiento de pertenencia, ni la misma posibilidad de la guerra que le dan vida a la relación amigo-enemigo son inmutables. Antes bien, se encuentran sometidos a variaciones continuas, es decir, no están definidos de una vez y para siempre.

Enemigo es solo un conjunto de hombres que siquiera eventualmente, de acuerdo con una posibilidad real se opone combativamente a otro conjunto análogo. Solo es enemigo el enemigo público, pues todo cuanto hace referencia a un conjunto tal de personas, o en términos más precisos a un pueblo entero, adquiere eo ipso carácter público[7].

Volviendo al ISI, habría que mencionar que ha sido descrito en ocasiones como un Estado dentro del Estado, con muy escasas limitaciones. El ISI es conocido, sobre todo, por el firme control que ejerce sobre la política paquistaní y por su papel como protector de los militares frente a la oposición interna. Pero también se le ha acusado de jugar en ambos lados de la guerra contra el terror, al luchar contra los extremistas islamistas dentro del país, mientras los alentaba en el extranjero. Ya fuera difundiendo propaganda en Cachemira o financiando a los separatistas sij de Punjab (India), los servicios paquistaníes han minado constantemente la estabilidad de India. Nueva Delhi ha acusado al ISI de estar detrás de decenas de atentados terroristas durante años, incluido el ataque con bomba en Bombay que mató a 187 personas en 2006. Al mismo tiempo, ha combatido contra Al Qaeda y los talibanes dentro de Pakistán, en cooperación con los servicios de los Estados Unidos.

2.5. Servicio Secreto de Inteligencia (MI6), del Reino Unido

Tras una década de recortes presupuestarios durante los años del “dividendo de la paz” que siguieron al final de la Guerra Fría, el servicio secreto británico estaba poco preparado para los retos de la guerra contra el terror. Antes del 11S, solo 30 de los 1 600 agentes del MI6 estaban trabajando en antiterrorismo. Desde entonces, la agencia se está empleando a fondo en el reclutamiento abierto de agentes, con métodos nunca antes empleados, como anuncios en los periódicos y la concesión de entrevistas a los agentes en activo –algunos de los hechos desvelados: existe una persona llamada “Q”, que diseña aparatos, como en las películas de James Bond, pero “M” se llama “C”–. El MI6 ha puesto anuncios en videojuegos de espías para el ordenador, como Splinter Cell, de Tom Clancy[8]. Es un eco lejano de la Guerra Fría, cuando los reclutadores encubiertos seleccionaban a los mejores y más brillantes alumnos de Oxford y Cambridge para el trabajo de inteligencia. A pesar del encanto que ha desplegado, el MI6 ha recibido ataques de la prensa por participar, supuestamente, en la “entrega” organizada por la CIA de sospechosos de terrorismo para ser torturados en el extranjero.

El Kremlin también ha acusado a la agencia británica de intentar influir en la política nacional rusa. Sus actividades pueden no ser tan extensas como en el pasado, pero se entiende este cambio como “una modificación de las prioridades”, que se han orientado hacia el terrorismo de Oriente Medio, y no como un declive.

2.6. El Mossad, de Israel

Es el mejor servicio preparado para los retos actuales del terror, pues lleva años luchando contra los islamistas. Dice el escritor israelí David Grossman que Israel es un Estado paranoico, por esa doble condición de vivir rodeado de enemigos que han jurado destruirlo y por tener en sus manos, en todo momento, todos los días, una metralleta Uzi vigilando la frontera[9]. En cierto sentido, todos somos alumnos del Mossad, como afirma Earnest, el del Museo del Espía. Desde su fundación en 1951, “el Instituto” se ha ganado la fama de ser muy bueno y agresivo en el combate contra los enemigos de Israel. Entre sus mayores logros, se encuentran la captura en Argentina del líder nazi Adolf Eichmann en 1960, la aniquilación de los planificadores de la masacre de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972 y el asesinato de un alto cargo de Hamás con un teléfono móvil bomba en 1996.

El Mossad ha ofrecido muchas veces ayuda a los judíos que buscaban refugio en Israel. En 1984, mediante la Operación Moisés, sacó clandestinamente de Etiopía a miles de judíos falashas en avión. La agencia hizo algún esfuerzo de transparencia y apertura en los 90. Una muestra de ello fue la publicación del nombre de su director por primera vez, pero bajo el Gobierno de Ariel Sharon el jefe recuperó el carácter clandestino y oscurantista. Algunas informaciones apuntan a que los servicios israelíes tenían un agente o un confidente en las instalaciones sirias que Tel Aviv bombardeó en septiembre de 2007. El programa nuclear iraní es, ahora, la máxima prioridad del Mossad, que ha alertado sobre el peligro que representa un Gobierno de corte fanático, encaprichado con destruirle.

3. A modo de cierre. Los grandes retos para 2025

Habría que decir que predecir es muy complicado, y más si pretendemos hacerlo en política internacional, pero no está de más señalar el tipo de conflictos que los servicios de inteligencia harán frente. Al imaginar el mundo del mañana, una de las primeras imágenes que nos vienen a la mente es justamente el tipo de problemas que enfrentarán los países. Varios estudios, como el de la consultora Goldman & Sachs, el del PNUD o el del NIC norteamericano, coinciden en una gran cantidad de temas para la agenda internacional. Si bien estos, que a continuación se mencionan, no son los únicos, sí son aquellos que concentran la mayor cantidad de esfuerzos por parte de las agencias de inteligencia de los Estados. Es justo, por tanto, hablar sobre los retos del futuro, aquellos que amenazan la seguridad y estabilidad mundial.

3.1. Determinar quién ha conseguido la bomba-H

Sin duda, aunque la amenaza nuclear ya no es un tema tan prioritario como en la Guerra Fría, todo lo respectivo a armamento y desarme está presente en todos los Servicios de Inteligencia. Infiltrarse en los programas de armamento nuclear de India, Pakistán y Corea del Norte y averiguar quiénes poseen la bomba de hidrógeno no es tan descabellado. Durante mucho tiempo se ha dado por supuesto que estas potencias nucleares menores cuentan con armas atómicas de nivel inferior. En los tiempos de la Guerra Fría, solo las grandes superpotencias tenían capacidad para lograr avances en armamento nuclear, como desarrollar la bomba de hidrógeno. Pero los obstáculos ya no son tan insalvables. “La idea está ahí”, dice el director de la web de noticias de defensa y espionaje Global Security, John Pike, que añade que la capacidad de computación disponible para diseñar un artefacto y hacer pruebas está años luz por encima de la que tuvieron a su disposición los científicos de la época de la Guerra Fría[10]. Y los materiales necesarios, como el plutonio, el uranio y el tritio, están al alcance de cualquier país con una central nuclear. Se piensa que Israel, cuyo programa atómico con fines militares es relativamente pequeño, ya posee la bomba-H. Esta arma es unas mil veces más potente que la que arrasó Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial.

¿Los nuevos miembros de club nuclear poseen solo armas tan potentes como la bomba de Nagasaki? Consideremos el caso de Corea del Norte, cuya pequeña prueba en 2006 fue considerada por muchos un fracaso debido a su escasa potencia. Pike no cree que los norcoreanos sean “peones ignorantes”, y se pregunta si el pequeño artefacto no podría utilizarse para detonar otro mayor y más peligroso de hidrógeno. La bomba-H también podría complicar ciertos conflictos, como la eterna disputa entre India y Pakistán por Cachemira.

3.2. China y las nuevas potencias navales

Tomando en cuenta lo que dice Paul Kennedy en Auge y caída de las grandes potencias, podríamos decir que la historia demuestra que aquellos que dominan el mar dominan la política mundial y son las potencias mundiales. La pregunta base es: ¿quién será o quiénes serán las potencias navales? Según la consultora Goldman & Sachs, serán los BRIC, dado su capacidad industrial. BRIC es el acrónimo que se ha dado en utilizar en el mundo financiero para referirse a Brasil, Rusia, India y China: cuatro de las economías con un mayor potencial a medio plazo y que estarán entre los líderes mundiales a mediados de este siglo. En principio, una descripción adecuada de los BRIC es que son un continente en sí mismos: amplios territorios densamente poblados. El término fue acuñado por Dominic Wilson y Roopa Purushothaman, economistas, en un informe elaborado hace un par de años, y desde entonces está alcanzando cada vez una mayor notoriedad. Los directivos de las empresas, según confirma un estudio elaborado por PricewaterhouseCoopers, están convencidos de que la importancia de los países BRIC va a ser determinante en un futuro próximo, y entre sus planes está la realización de actividades económicas en ellos en al menos el 71 % de los casos.

En principio, parece que China es el país más atractivo económicamente hablando, seguido de la India. Rusia y Brasil aún están un poco lejos, pero ya nadie duda que sean los líderes regionales en su ámbito geográfico, y no tardarán en explotar si son capaces de evitar nuevas crisis macroeconómicas. En términos de inteligencia, la cuestión es averiguar la potencia bélica actual de los BRIC y sus planes de expansión para el futuro.

En los últimos 10 o 15 años, China ha modernizado muchísimo su ejército, y a principios de este nuevo siglo se fomentó uno de los mayores incrementos militares del mundo. El presupuesto en esta área se ha disparado de 14 600 millones de dólares (11 671 millones de euros) en 2 000 a 57 200 millones este año, gran parte de ellos destinados a aumentar los sueldos. Pero casi todos los analistas piensan que el énfasis puesto en las lanchas de desembarco y ambiciosos buques de asalto diseñados para transportar tanques, vehículos armados y tropas indica que China está armándose con vistas a una posible invasión de Taiwán.

Para muchos expertos, la compra o construcción de un portaaviones significaría un gran aumento de la capacidad de China para hacer llegar su poder al exterior. Los analistas dicen que quizá hay en marcha un programa de desarrollo de portaaviones, y se espera que en los próximos diez años cuente con un navío operativo, pero hasta ahora Pekín ha mantenido en secreto los detalles del plan. John Pike cree que existen otros indicadores a los que se debería prestar atención. Los nuevos buques hospital chinos, por ejemplo, pueden indicar que el gigante asiático está preparándose para batallas navales lejos de casa. “Hemos visto cómo empiezan a disponer de medios para llegar al siguiente nivel, no solo a Taiwán, sino ahora al mar del Sur de China”, sostiene[11]. Otro tanto puede decirse de India, que ha comprado buques y aviones a Rusia e incluso ha hecho ejercicios militares en el océano Índico de gran envergadura. De Rusia, como tal, no hay mucho que decir: recibe cantidades ingentes por venta de armas. Baste solo mencionar que el Kalashinov sigue siendo el arma más vendida del mundo, usada tanto por guerrillas como por Gobiernos, tanto por terroristas y narcos como por agentes gubernamentales. Recientemente, el presidente ruso Dmitry Medvedev anunció la reanudación de los vuelos de patrullaje rusos en el Pacífico, lo que ha dado plenos poderes a la armada.

Por último, Brasil, el gigante latinoamericano, ha visto cómo países como Venezuela han pactado alianzas estratégicas con Rusia y comprado armas en cantidades importantes. Sin embargo, en la reciente cumbre de Unasur, Brasil mostró su liderazgo al proponer a las naciones sudamericanas un Consejo General para la Defensa, al margen de la OEA, un organismo controlado por EE. UU. Brasil, además, posee el programa de energía alternativo más importante del planeta, tal y como reconoció Obama en un discurso sobre energía.

3.3. Considerar la riqueza energética de Rusia como fuente de poder

Si bien la cuestión de los estudios sobre los BRIC pone énfasis en China, el recuerdo de la crisis del gas, entre Ucrania y Rusia a fines de 2006 y principios de 2007, puso énfasis en otros aspectos no considerados en ese análisis. La energía, por ejemplo. Términos como “dependencia energética” han estado en la agenda desde entonces. La crisis ruso-ucraniana provocó una pregunta incomoda, en términos estrictamente políticos: ¿cuánta riqueza tiene que tener un Estado para alterar el orden mundial? Y, aunado a ello, ¿quién le provee tantos recursos? En la actualidad, Rusia tiene bajo su control los yacimientos de gas natural de Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán. Aunque suministra una quinta parte del gas de Europa, el monopolio energético estatal Gazprom solo dispone de recursos para atender la demanda interna rusa. La empresa consigue el resto en los países de Asia Central, cuyas exportaciones de gas actualmente deben circular por gaseoductos controlados por Rusia antes de ser vendidos a la Unión Europea. Esta situación hace que el suministro energético europeo esté a merced del Gobierno de Moscú. No es casual que desde entonces los servicios de inteligencia europeos intenten ganarse la confianza de los directivos del sector del gas natural ruso, averiguando –de paso– sus intenciones en Asia Central. Casos como el de Litvinenko, el de Mijaíl Jodorkovski y Yukos, han sido ejemplo del interés de Occidente por la riqueza energética de Rusia, que ya ha sido definida como “petroestado”.

Varios grupos han estado compitiendo por construir gaseoductos para puentear a Rusia. Hasta ahora, China parece ser la que más éxito ha tenido: incluso llegó a un acuerdo con Kazajistán para importar parte de las inmensas reservas de gas del país a través de gaseoductos que evitan el territorio ruso. La incapacidad de Europa para hacer lo mismo se debe en parte a ciertas carencias de información. Charles Esser, analista de International Crisis Group, sostiene que, sin estar disponibles los datos precisos sobre las reservas reales de gas de Gazprom, las proporciones de las inversiones rusas en Asia Central y su calidad, será difícil acceder a esos suministros asiáticos[12]. Mientras no se conozca esta información, la seguridad energética de Europa seguirá siendo incierta.

3.4. El nuevo Gran Juego: la importancia de ganar en Afganistán

Desde una óptica realista, no se puede desconectar el punto anterior de este: el dominio en Asia y sus recursos, lo que la historia de las relaciones internacionales conoce como Gran Juego, ese término mencionado en la novela infantil Kim de Rudyard Kipling, está vinculado necesariamente al auge y necesidades de las viejas y las nuevas potencias. Hoy en día Asia es el principal teatro del nuevo Gran Juego, que implica el establecimiento de un cerco alrededor de Rusia/India/China –el 40 % de la humanidad– a fin de controlar Eurasia (aquella región que dio origen a la famosa teoría de Harold MacKinder, la teoría del corazón continental, que reza algo así como: “Asia Central es la región pivote del mundo, inaccesible a las potencias marítimas y rodeada por un cinturón interior, en Europa y en Asia continentales, y un cinturón exterior, formado por el resto de islas y continentes; por ello, quien la domine, dominará al mundo”) a través de la expansión hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la expansión hacia el oeste del sistema de seguridad estadounidense-japonés AMPO, con Corea del Sur y Taiwán como miembros de facto. Algo tan sencillo como mirar el mapa aclara mucho el panorama: Washington, además de a Ucrania y Georgia, ha impartido funciones militares a Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán, en conexión, según se aduce oficialmente, con la “guerra al terrorismo”.

Rusia, la heredera de la desaparecida URSS, ha interpretado todos estos movimientos recordando a los que precedían al linchamiento en la horca de un condenado. Así, los rusos nos dicen que la OTAN ha pasado de ser una organización defensiva a aplicar una implacable ofensiva geoestratégica. Han reaccionado, en primera instancia, buscando aliados en la zona –Armenia e Irán– y posteriormente han pasado a la acción al defender a los ciudadanos rusos que aún viven en los países exsoviéticos. En esta línea, los intentos de EE. UU. y la OTAN por controlar el petróleo que se localiza en el mar Caspio están enfocados a la búsqueda de fórmulas alternativas de transporte para rompen la creciente dependencia al gas y al petróleo ruso. En claro beneficio de los países europeos, estas rutas –siempre siguiendo el mapa– miran al Mediterráneo a través de Azerbaiyán, Georgia y Turquía, y al mar del Norte, pasando por Ucrania y Polonia.

Es en este sentido que hay que observar los múltiples enfrentamientos territoriales y étnicos en la región transcaucásica que ocupan Georgia, Armenia y Azerbaijan; que cuentan con reservas de gas natural de 30.000 millones de pies cúbicos y las de petróleo se estiman entre 3.500 y 7.000 millones de barriles, nada más y nada menos que el 15% de las reservas de gas y petróleo del mundo.

En realidad, las nuevas rutas del gas y el petróleo tienen mucho que ver con la proliferación de conflictos que imperan en la región. En el reciente conflicto entre Rusia y Georgia, no pasó desapercibido que los rusos entraron en Abjasia para bombardear desde ahí el oleoducto Bakú/Tiflis/Ceyhan (Turquía), que llevará el petróleo de Azerbaiyán a Europa, evitando su paso por Armenia y Rusia. La condena de Europa y de los EE. UU. por la incursión rusa, desde esta óptica, tendría que ver más con su seguridad energética que con la propia integridad territorial de Georgia.

A este panorama, habría que agregarle la coyuntura: la amenaza terrorista en regiones como Chechenia, el posible conflicto con Irán y el ascenso de China como gran potencia mundial. Hoy, tal como lo afirma Josep Borrell (presidente del Parlamento Europeo), 16 años después de la caída de la Unión Soviética, todos los países del área se enfrentan a una tensión geopolítica que suma los llamados “conflictos congelados”, entre Rusia y Georgia por Osetia y Abjasia, y del Alto Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, con las guerras del gas, la nueva rivalidad entre EE. UU. y Rusia, el proceso de adhesión de Turquía a la UE y la crisis nuclear con Irán[13]. Todo un –perdón por la ironía– cóctel molotov. Es un enigma lo que China podrá hacer en este tablero, pues por ahora no genera una expansión que ponga fin al Gran Juego, dado que su área de influencia está concentrada en Norcorea, Vietnam y Mongolia.

Muchos se preguntan la importancia de Asia para el futuro. Términos como “seguridad energética”, “petróleo”, “gas”, “terrorismo”, “libertad”, “nuevo orden mundial” estarían seguramente en todas las respuestas.

Con ello en mente, ganar en Afganistán es crucial. Un país a caballo entre Irán, China, Pakistán e India. Pero ganar ahí no es fácil. Hay que tener en cuenta que, a medida que los talibanes se han ido retirando hacia las regiones pastunes cercanas a la frontera con Pakistán, se ha hecho cada vez más difícil combatirlos. Las fuerzas de la Coalición no son capaces de distinguir a las tribus locales de los talibanes, lo cual causa víctimas indeseadas que solo sirven para fomentar la insurgencia.

John Pike cree que es fundamental identificar las posibles grietas entre los jefes tribales pastunes y los talibanes[14]. En lo que se ha denominado el “despertar suní” en Irak, las tribus suníes en Anbar y otras provincias se rebelaron contra Al Qaeda con ayuda estadounidense, de forma que crearon un eficaz movimiento contrainsurgente. Convencer a los jefes pastunes de que hagan lo mismo contra los talibanes podría ayudar a invertir la corriente en Afganistán, pero antes el Ejército de EE. UU. debe saber a cuáles es posible persuadir. Lo que más necesitan las fuerzas de la coalición, dice Pike, es un análisis global de la estructura social de las tribus, igual que se hizo en Irak con éxito. Como conclusión, no habría que olvidar las palabras de un célebre político británico cuando visitó una escuela, poco antes de la Segunda Guerra Mundial: “Ubiquen el Cáucaso en el mapa y márquenlo para los niños, pues en unos veinte años, quizá en diez, es posible que se encuentren desplegados ahí”[15].

3.5. El destino de Norcorea

Cuando colapsó el bloque soviético, el régimen coreano se concentró en su supervivencia en el nuevo contexto, marcado por la uniformidad del poder norteamericano y su hegemonía. La lección que sacaron de la nueva realidad internacional fue sencilla, pero clave: había que asegurarse la subsistencia, procurándose una disuasión nuclear propia. La certeza de esta máxima, que a grandes rasgos ha sido asumida también por Irán, fue comprobada en países como Yugoslavia e Irak, que experimentaron sendas intervenciones militares por no tener el arma. Por ello, hace más de una década que Norcorea es catalogada como un Estado chantajista. Ahí están los datos: el país tiene un PNB comparable al de Togo y gasta más del 20 % de su presupuesto nacional en defensa. Ha transformado sus instituciones y su peculiar ideología/religión nacional de autosuficiencia o juche en un esfuerzo militar con un millón y medio de hombres y mujeres como soldados[16]. A día de hoy, el ejército se ha puesto por delante del partido único y es el garante del régimen. Los cañones tienen prioridad sobre el pan y poco importa la hambruna que asola al país a cal y canto. Es más, las imágenes del hambre en Corea de Norte han sido usadas para reclamar ayuda internacional; una ayuda que sí llega, pero que se destina al ejército y no al pueblo. En este contexto, cobra relevancia el hecho de que Kim Jong-il, jefe máximo del país, esté muriendo. Informaciones sin confirmar dicen que Kim, que en la actualidad tiene 66 años, probablemente sufrió un derrame cerebral en agosto y desde entonces está recuperándose. Las filtraciones indican que aún mantiene el control del régimen, pero no está claro quién tomará las riendas de esta potencia nuclear en caso de que se produzca un fatal desenlace. Ken Gause, de CNA, un think tank que trabaja para el Pentágono, cree que las tres principales alternativas son: una sucesión dinástica, el surgimiento de un hombre fuerte en el Ejército, o un Gobierno colectivo[17]. La aparición de un hombre fuerte en el Ejército no parece probable, ya que el líder norcoreano se ha cuidado de eliminar a cualquier posible rival dentro del régimen, y sus hijos no parecen interesados en la política ni en la vida del Partido. Todo parece indicar que habrá un Gobierno colectivo, con los riesgos que ello implica no solo para la seguridad del país, sino para toda la seguridad de Asia.

No hay que olvidar el punto anterior: el gran objetivo no es Corea del Norte, sino menoscabar estratégicamente a China y a Rusia, las grandes rivales dentro de este siglo, empujando por ello el rearme japonés y dificultando los esfuerzos del presidente surcoreano Roh Moo-Hyun por avanzar hacia una reunificación de la península que dé más poder a Pekín. Con eso en mente, los EE. UU. intentaron crear un foro regional para presionar aún más al régimen norcoreano, pero China y Rusia trastocaron esos planes en un proceso de conversaciones a seis bandas. Durante dos años, ese proceso, con la participación de Rusia, China, Japón, las dos Coreas y Estados Unidos, se logró mantener la crisis dentro de un marco diplomático. En septiembre de 2005, tras cuatro sesiones sin resultados, los chinos consiguieron que estadounidenses y norcoreanos firmaran una declaración de intenciones que contenía algunos puntos interesantes: desnuclearización de la península, garantías de no ataque y de ayudas, normalización de la frontera, solución pacífica y negociada al conflicto coreano. Fue un hito histórico. Sin embargo, Norcorea cumplió parte del acuerdo y siguió buscando la bomba, por lo que Washington bloqueó el comercio exterior de Pyongyang, amenazando a los bancos internacionales en los que Corea mantiene cuentas para pagar sus importaciones con los preceptos de la Patriot Act, una ley estadounidense justificada en la lucha contra el comercio ilegal y lanzada después del 11S.

La respuesta de Corea del Norte fue un lanzamiento de misiles de prueba, de los que el único de largo alcance –teóricamente capaz de alcanzar Alaska– estalló a los pocos segundos. Esa medida llevó a Japón, el enemigo histórico de Corea, a decretar su propio bloqueo, interviniendo 15 compañías que comercian con Corea del Norte y el único ferri que comunica semanalmente los dos países. El nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, hizo del endurecimiento hacia Corea del Norte uno de los puntos centrales de su programa de gobierno para los próximos años. La respuesta de Corea del Norte fue, precisamente, la explosión de la bomba, que coincidió con la visita de Abe a Seúl, capital de Corea del Sur. Desde entonces, Tokio ha introducido un serio paquete de sanciones que dejará sin electricidad a los norcoreanos en el próximo invierno. Que el resultado práctico de la crisis en la nueva fase que ahora se abre sea un conflicto o incidente militar con Japón es un escenario que ahora ha subido enteros y no se debe descartar en el futuro. El destino de Norcorea, al fin y al cabo, es una piedra que trastoca todo el Gran Juego.

Bibliografía

Andrew, Christopher, Richard J. Aldrich and Wesley K. Wark (eds.) (2009). Secret intelligence: a reader. London, New York : Routledge.

Born, Hans and Marina Caparini (eds.) (2007). Democratic control of intelligence services: containing rogue elephants. Hampshire (England), Burlington (USA): Ashgate.

Clark, J. Ransom (2007). Intelligence and national security: a reference handbook. Westport (Connecticut), London: Praeger Security International.

Collins, Alan (ed.) (2007). Contemporary security studies. Oxford, New York: Oxford University Press.

Estulin, Daniel (2007). Los señores de las sombras: la verdad sobre el tejido de intereses ocultos que decide el destino del mundo (traducción de Diana Hernández Aldana, Eva Mª Robledillo Carro y Francisco Martín Arribas). Barcelona: Planeta.

Johnson, Loch K. (ed.) (2007). Strategic intelligence. Westport, Connecticut, London: Praeger Security International.

Martínez, Rafael y Joseph S. Tulchin (eds.) (2007). La seguridad desde las dos orillas: un debate entre Europa y Latinoamérica. Barcelona: Fundació Cidob, D.L.

Navarro Bonilla, Diego, Miguel Ángel Esteban Navarro (coords.) (2007). Terrorismo global: gestión de información y servicios de inteligencia. Villaviciosa de Odón (Madrid): Plaza y Valdés.

Quiggin, Thomas (2007). Seeing the invisible: national security intelligence in an uncertain age. Singapore [etc.]: World Scientific, cop.

Scott, Len and R. Gerald Hughes (eds.) (2008). Intelligence, crises and security: prospects and retrospects. London, New York: Routledge.


  1. Doctorante en Ciencia Política por la Universidad de París (Sorbonne). Maestro en Ciencia Política por la Universidad de París (Sorbonne) y maestro en Estudios Hispánicos y Latinoamericanos por la Fundación Ortega y Gasset. Es consultor sobre temas políticos y electorales desde 2006. Ha impartido cursos de capacitación en República Dominicana, Argentina, España y las principales instituciones de México. Actualmente colabora en el Centro de Investigación y Análisis Político GALMA, organismo de Publicaciones La Tecla AC. Correo electrónico: d@cgalma.com.
  2. Ian D’Aristi. Nuevas y viejas formas de espionaje. Factoría de Ideas, Barcelona, 2000.
  3. Ian D’Aristi. Op. cit.
  4. Madeline Albright. Ojos y oídos para EEUU, The New York Times, febrero de 2002.
  5. Declaraciones de Peter Earnest citadas por Foreign Policy. Comentarios a la Lista: los mejores servicios de Inteligencia del Mundo, febrero de 2008.
  6. Declaraciones de Peter Earnest citadas por Foreign Policy. Comentarios a la Lista: los mejores servicios de Inteligencia del Mundo, febrero de 2008.
  7. Mouffe, Chantal. El retorno de lo político, Paidós, Barcelona, 1999, p. 58.
  8. Foreign Policy. “Lista: los mejores servicios de inteligencia del mundo”, febrero de 2008.
  9. David Grossman, La sonrisa del cordero, Tusquets Editores, Barcelona, 1995.
  10. Newsletter de GlobalSecurity.org, mayo de 2007.
  11. Newsletter de GlobalSecurity.org, mayo de 2007.
  12. The new Russia, Charles Easer, International Crisis Group, mayo de 2007.
  13. Josep Borrell, La guerra de Georgia en clave geopolítica, publicado en El Periódico de Catalunya, 12 de agosto de 2008.
  14. Newsletter de GlobalSecurity.org, mayo de 2007.
  15. Winston Churchill, La Segunda Guerra Mundial, Houghton Mifflin Co., Boston: 1948-1953 (1.º volumen)
  16. Rafael Poch, el primer periodista occidental en visitar Corea del Norte en 2005, definió el Juche como “una mentalidad asiática en la que el individuo es mera función de un estado patrimonial. Véase: Visita al país hermético”, diario La Vanguardia, febrero de 2005.
  17. “Global report on North Korea after Kim”, CAN, Washington, febrero de 2008.


Deja un comentario