¿Por qué ser víctima es motivo de vergüenza en nuestro contexto social?
Hace algunas semanas en el consultorio una paciente con mucho enojo me expresó lo siguiente:
-“¡No quiero el papel de víctima, no quiero que me vean tirada en el suelo, sin posibilidad de avanzar, sufriendo por mis males sin hacer nada!”
Estas ideas lamentablemente rodean a la condición de víctima, en una sociedad patriarcal como la nuestra, que ha estigmatizado y ha llenado de prejuicios el único lugar que no se elige en las dinámicas de violencia.
La Organización de las Naciones Unidas establece una definición de víctima: “Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros.”
La definición es clara, en ningún momento se adjudica a la condición de víctima adjetivos como: Irresponsable, debilidad, fracaso, incapacidad, etc. Estos adjetivos se han construido desde los medios de socialización que nos atraviesan: La escuela, los medios de comunicación, el trabajo, la religión y la familia; a su manera nos han inyectado la idea de que ser víctima es algo que se elige, que radica en debilidad, que es posible dejar de serlo o ser inmune a ello.
La realidad es que ser víctima NO SE ELIGE, es un lugar al que llegamos por el sometimiento de otra u otras personas o entes; nadie es inmune a ser victimizado, por ende cualquier persona no importando su apariencia, estatus, fuerza o poder, es susceptible de ser víctima de algún daño; ¿Pero por qué seguimos estigmatizando a la víctima?, la respuesta está en la normalización de la violencia, y la irresponsabilidad de los victimarios, quienes se han sentido vencedores aun a pesar de los actos de violencia, las personas que ejercen violencia carecen de herramientas basadas en responsabilidad para enfrentar la vida, es por ello que eligen la violencia como medio para satisfacer sus necesidades, y en este camino han socializado la idea de la ley del más fuerte, han justificado su actuar, responsabilizando a la víctima del daño recibido, y asumiendo una postura reactiva o esencialista de sus acciones:
“Yo no quería golpearla, pero me provocó”, “yo soy así y no puedo cambiar”, “si ya me conoce para que me provoca, es mejor que no me digan nada”.
Entre otros lamentables ejemplos en donde el victimario que por cierto SI ELIGE su condición de violentador, trata de responsabilizar a la víctima de sus acciones.
El vivir en una sociedad patriarcal que ha estigmatizado a la víctima, representa un problema para la búsqueda de justicia, ya que la mayoría de las víctimas de violencia, debido al estigma, intenta por todos los medios no verse en ese lugar, a pesar de que todo indique lo contrario; es por ello urgente reconocer que el lugar de víctima no es una elección, y que dicha condición no nos arrebata la dignidad o nuestras capacidades, y que lo único que se requiere desde ese lugar es justicia. Es obligación de todas y de todos, dejar de mirar con lástima la condición de víctimas, y entender que en las dinámicas de violencia quien tendría que cargar con la vergüenza es el violentador, ya que el que violenta si elige sus acciones y con ello evidencia su carencia de elementos sanos para enfrentar la vida.
Que no te avergüence acercarte a exigir justicia, ya sea legal o moral, es tu derecho si fuiste víctima de algún delito; en los procesos psicoterapéuticos con perspectiva de género encontrarás acompañamiento sin estigmas ni prejuicios por tu condición de víctima de algún delito.
Psicoterapeuta Gestalt Fredy Toriz
Especialista en Género.
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