Mogarraz, el pueblo de los 800 retratos

La Salamanca más rural se vive en esta pequeña localidad de la Sierra de Francia donde no solo los edificios medievales constituye su razón de ser: también el proyecto artístico que, desde 2012, decora las fachadas de sus casas.
Mogarraz Salamanca.
Alamy

Impresiona, sin duda. Más si se desconoce por qué cientos de rostros de tamaño considerable —más de 800— decoran las vetustas casas de Mogarraz, el pueblo de los retratos. Caminar por sus estrechas calles empedradas, entre antiguos edificios medievales construidos en piedra, mientras sus miradas parecen vigilar cada uno de nuestros movimientos, resulta un tanto inquietante. Al menos, al principio.

Ver fotos: 12 meses, 12 escapadas rurales para 2022

Sin embargo, poco dura esa sensación. Básicamente, el tiempo que tardamos en conocer los detalles de la peculiar historia que se halla tras Retrata2 388, el proyecto por el que Florencio Maíllo, profesor de la Universidad de Salamanca en Bellas Artes, decidió inmortalizar a sus vecinos de su pueblo allá por el 2008 para transformarlo en un auténtico museo al aire libre.

Panorámica de Mogarraz, Salamanca.Restaurante Mirasierra

Resulta que, en 1967, un gran número de vecinos de Mogarraz necesitaban renovar su carné de identidad, y para ello precisaban de fotografías nuevas. Un fotógrafo aficionado del pueblo se ofreció a hacerlas, y los negativos de aquellas instantáneas quedaron durante años olvidadas en un cajón. Ya fallecido este, su viuda los encontró por casualidad, y también por casualidad lo comentó con Florencio Maíllo, quien lo tuvo claro: aquello tenía que convertirse en algo más grande.

Pasaron algunos años en los que el pintor se mantuvo ocupado en estos quehaceres sin compartir con nadie cuál era el fin. No fue hasta 2012, y ante la mirada atónita de sus vecinos, que se descubrieron los 388 retratos pintados sobre planchas de latón colgados en las paredes del pueblo —con los años, la colección se ha ido ampliando—, que hasta ese momento habían estado tapados con bolsas de plástico: no solo los habitantes de Mogarraz quedaron encantados, también los curiosos y viajeros que, desde entonces y más que nunca, incluyen Mogarraz en su ruta por esta zona de Salamanca.

Hoy lucen en las fachadas de las casas particulares y en las de negocios, en las de la torre vigía del pueblo y en las de la propia iglesia. Todos revelan así quiénes fueron aquellos vecinos que una vez —muchos, aún la actualidad— vivieron allí.

Retratos en Mogarraz, Salamanca.Turismo Sierras de Salamanca

DE TRAMONERAS Y JUDÍOS CONVERSOS

Hoy Mogarraz, el pueblo de los retratos, está habitada por apenas 300 habitantes que contemplan cómo su pueblo continúa irradiando esa esencia medieval a pesar del paso del tiempo: no es de extrañar que pertenezca al grupo de Pueblos más Bonitos de España, y que además fuera declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1986. Lo mejor es perderse por sus calles, que se retuercen sin ton ni son formando un trazado de lo más irregular. Pararse en sus detalles, en sus balcones floreados y en el esgrafiado de algunos de sus edificios, y dejarse embaucar. Al final del día, probablemente uno acabe planteándose cómo es vivir en un lugar así, donde reina el sosiego.

Llaman la atención esas tradicionales casas serranas protagonizadas por tramoneras que quedan a la vista en sus edificios de piedra y adobe. Sí: también tienen su historia. Y es que Mogarraz fue construida y repoblada en el siglo XII por franceses llegados desde la Gascuña, de ahí que gran parte de sus vecinos continúen teniendo el apellido Cascón —la “g” se convertiría con el tiempo en una “c”—: hasta no hace tanto, también se conservaba el de Rosellón.

Con ellos, además de sus apellidos, trajeron también su cultura, por eso las casas en esta zona de la Sierra de Francia recuerdan más a pequeñas localidades centroeuropeas que a las propias de España. La zona era rica en castaños por aquella época, así que fue la madera utilizada para las estructuras, que durante mucho tiempo permanecieron ocultas tras la cal o, tiempo más tarde, tapadas por chapas reutilizadas de bidones para evitar su deterioro. Ahora vuelven a relucir para deleite de quienes se acercan a conocer el pueblo.

Las calles de Mogarraz, Salamanca.Los Pueblos más Bonitos de España

Esas estructuras marcan la división de los edificios, casas en su mayoría con un mismo reparto de los espacios: en la parte de abajo solían encontrarse la cuadra —gran parte de la población era arriera, así que poseían animales de carga— y la bodega. Y es menester aquí hacer un inciso: Mogarraz pertenece a la Ruta del Vino de la Sierra de Francia, donde la uva rufete es la gran protagonista, y esto ya era así en el siglo XI. Por lo tanto, gran parte de los vecinos hacían su propio vino, que después consumían y/o vendían. Sobre la bodega, las dos plantas principales de la casa, y por último, el desván.

Hablando de vinos: un enorme edificio en el centro del pueblo, con un inmenso retrato colgado de sus paredes exteriores, funcionó durante largo tiempo como cooperativa. Se calcula que a mediados de los 60, antes de desaparecer la rufete —para de nuevo recuperarse en la actualidad—, llegó a vender un millón de litros.

Acercándonos a la zona más antigua de la localidad, donde algunos edificios, tristemente, apenas logran mantenerse en pie, otro nuevo detalle llama la atención: los dinteles de las casas, que comienzan a lucir labrados y dibujos muy singulares. Muchos de ellos fueron, en el Medievo, el hogar de judíos conversos que, tras huir del sur, alcanzaron este rincón de España con la necesidad de demostrar su fe en el catolicismo. De ahí que muchos de los símbolos sean marianos y dominicos.

Bordado Serrano, Salamanca.Los Pueblos más Bonitos de España

SOBRE BORDADOS CON HISTORIA Y OTROS MENESTERES

También presume Mogarraz de un gran patrimonio del que se es testigo desde el primer instante. Ya hemos podido comprobarlo, sí, pero aún hay más.

Y para conocerlo, primero hacemos parada en la Torre del Campanil, del siglo XVII, una construcción de carácter defensivo situada aparte de la Iglesia que se usaba cuando debían advertir de algún acontecimiento o peligro.

A lo largo de Mogarraz nos topamos constantemente con otro elemento que llama la atención: el agua, pura y cristalina, fluye por todas partes. De hecho, hasta 14 fuentes y caños hay repartidos por toda la localidad, algunos incluso con 400 años de historia. ¿La razón? Solo hay que echar un vistazo al entorno en el que se encuentra el pueblo, en el corazón del Parque Natural de las Batuecas y Sierra de Francia, para entenderlo. Rodeado por una naturaleza que explota en forma de montañas y ríos, ¿qué se puede esperar?

Hay que visitar la Iglesia Parroquial, un vetusto edificio dedicado a Nuestra Señora de las Nieves y levantado en piedra en el que el tiempo ha ido haciendo mella. Atesora en su única nave un puñado de piezas religiosas de cierto valor y un pórtico en el que merece la pena detenerse. Hacia el corazón de Mogarraz, la Plaza Mayor, el lugar idóneo para medirle el pulso al pueblo: descansar en alguno de sus bancos, saludar a los gatos callejeros que merodean por este singular rincón, o charlar con los vecinos, populares por su buen talante y hospitalidad, siempre es buen plan.

Uva Rufete en Vinos La Zorra, Salamanca.Vinos La Zorra

Aunque también lo es visitar el Museo Etnográfico o Casa de las Artesanías, situado en la misma plaza. Compuesto de varias plantas, en él se rinde homenaje a tres de los oficios tradicionales que siguen manteniéndose muy vivos en la localidad: el de joyero —las filigranas en oro y plata son todo un espectáculo—, el de zapatero, y el del bordado. De hecho, no hay mejor lugar en toda la Sierra de Francia para contemplar ejemplos del famoso Bordado Serrano, tan importante en la zona. Tanto es así, que se está luchando para que la Unesco lo declare Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

COMER Y DORMIR: NO, NO SE NOS OLVIDA

En una de las entradas a Mogarraz, allí donde se alzan la Fuente y Ermita del Humilladero —del siglo XIII—, esperan un buen puñado de paradas que harán las delicias de todos aquellos aficionados a lo gastro.

Para empezar, en La Zorra, la bodega insigne del pueblo, cuyos vinos son todo un referente en la Sierra de Francia. La familia al frente del negocio son los Maíllo, que ya en 1921 se dedicaba por entero al mundo vinícola. Hoy, 100 años después, nuevas generaciones al frente han vuelto a hacer con la uva rufete —y con otras variedades como calabrés, aragonés o viura— una selección de tintos, rosados y blancos que maridan a las mil maravillas con las ricas viandas que se despachan por la zona.

Carnes a la brasa en el restaurante Mirasierra, Mogarraz (Salamanca).Santiago Santos Mendo / Restaurante Mirasierra

Además de hacer una visita guiada a sus bodegas con cata incluida, se puede optar por caminar unos pasos hasta el restaurante Mirasierra, también propiedad de la misma familia, donde regar con ellos un tradicional limón serrano —receta a base de limón, naranja, huevo, chorizo y escabeche de pescado que, aunque resulte difícil creer, está deliciosa— o unas patatas meneás: nos sabrá a gloria. 

Justo enfrente, Ibéricos Calama presume de producir artesanalmente todo lo relativo al cerdo ibérico, criado en las dehesas extremeñas, de máxima calidad. Cuentan con un edificio recientemente reformado en un estilo moderno en el que, además de trabajar, hay una tienda y un restaurante con diversos espacios en los que probar sus delicatessen.

Instagram content

This content can also be viewed on the site it originates from.

Algo más allá, en el centro de Mogarraz, otro restaurante rebosante de encanto que no debe faltar en la lista: Taberna La Autóctona, dividida en pequeños espacios repartidos por las plantas de un antiguo edificio, apuesta por un ambiente relajado en el que seguir dándole cabida al vino autóctono combinado con deliciosos platos. No hay que perderse sus famosas croquetas, pero tampoco sus risottos.

Para dormir, no hay duda: desde las confortables camas del Hotel Spa Villa de Mogarraz se escucha el relajante sonido de las fuentes que rodean la casona en la que se halla. Construida con materiales nobles y tallados artesanales, resume en sus diferentes estancias toda la esencia serrana de este pueblito de postal.

Ver más artículos

SUSCRÍBETE AQUÍ a nuestra newsletter y recibe todas las novedades de Condé Nast Traveler #YoSoyTraveler