31 de julio de 2023

En junio de 2023, el cielo de Nueva York adquirió un tono anaranjado debido a la niebla y el humo procedentes de los miles de incendios descontrolados que arrasaban Canadá. Por primera vez, Nueva York encabezó la lista de ciudades con peor calidad del aire y se emitieron advertencias sanitarias que recomendaban a los residentes no salir a la calle. Fue un dramático recordatorio de que las crisis medioambientales no conocen fronteras y deben preocuparnos a todos.

Cada año, desde Canadá y Estados Unidos, hasta el Amazonas y el Ártico, pasando por África, Asia y Europa, los incendios descontrolados afectan gravemente al medio ambiente y la vida silvestre, pero también a la vida humana y a la infraestructura. Los costos reconocidos de los incendios descontrolados generalmente se basan en las consecuencias económicas directas para el sector público. Entre esos costos figuran los gastos derivados de la extinción de incendios, los seguros y la destrucción de activos, pero, sobre todo, la pérdida de vidas. No obstante, los incendios descontrolados también tienen repercusiones más amplias y duraderas en la sostenibilidad social, económica y medioambiental.

Se estima que, en todo el mundo, la contaminación atmosférica provocada por los incendios descontrolados está asociada con 340.000 muertes prematuras debido a problemas respiratorios y cardiovasculares. Además, los efectos económicos negativos de estos desastres van en aumento. Se estima que en 2018 el incendio llamado "Camp Fire" de California provocó costos directos por valor de unos 19.000 millones de dólares. Asimismo, los incendios descontrolados de Australia de 2019-2020 tuvieron unos costos directos de 23.000 millones de dólares. Además, se calcula que 6 millones de viviendas en Estados Unidos no se consideran asegurables debido al riesgo de incendios.

A escala mundial, más de dos tercios de los incendios descontrolados entre 2001 y 2018 se produjeron en África. Las áreas quemadas más extensas (más de 500 millones de hectáreas) se encontraban en África Oriental y Meridional, África Occidental y Central, Oceanía (principalmente Australia), Norte de África y Sudamérica. Dado que los crecientes efectos del cambio climático y el cambio de uso de la tierra provocan que los incendios descontrolados sean más frecuentes e intensos, se estima que los incendios extremos podrían aumentar en todo el mundo hasta un 14 por ciento en 2030, un 30 por ciento en 2050 y un 50 por ciento a finales de este siglo.

Los incendios descontrolados afectan a todos los biomas, desde los bosques hasta las sabanas, las praderas y la tundra. Cada año arden 370 millones de hectáreas en todo el mundo que emiten 1.800 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Los incendios forestales representan un 5 por ciento de la tierra quemada, pero aportan más del 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El cambio climático, el uso insostenible de la tierra y la deforestación figuran entre los principales causantes de los incendios descontrolados. El cambio climático agrava el riesgo de estos desastres debido a la mayor incidencia de sequías, las altas temperaturas del aire, la baja humedad relativa, las tormentas secas y los fuertes vientos. Se estima que, en los últimos 30 años, el cambio climático ha duplicado la superficie forestal total quemada en la parte occidental de Estados Unidos. El uso insostenible de la tierra y la degradación medioambiental reducen la resiliencia de los ecosistemas naturales a los incendios descontrolados, y la deforestación y el drenaje de las turberas empeoran las condiciones de sequía y la inflamabilidad.

Aunque no es posible eliminar el riesgo de futuros incendios descontrolados, podemos hacer más para manejar y reducir ese riesgo. No actuar ahora comprometería el cumplimiento de los objetivos forestales mundiales, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París sobre cambio climático y otros objetivos de desarrollo. Recuperar la salud de nuestros biomas, conseguir que dejen de ser un polvorín y se conviertan en ecosistemas resilientes, requiere actuar urgentemente a fin de desarrollar enfoques integrados para la gestión de los incendios descontrolados y la mitigación de los efectos del cambio climático, aplicar conocimientos científicos, trabajar en colaboración con las partes interesadas y fortalecer la cooperación internacional.

La estrategias integrales y enfoques integrados para la gestión de incendios descontrolados deben incluir elementos relacionados con la mitigación y prevención del riesgo, la extinción y los planes de recuperación posteriores a los desastres. Tradicionalmente, la gestión de incendios se ha centrado sobre todo en la extinción y no tanto en la prevención y la mitigación. Sin embargo, este modelo debe cambiar. La gestión integrada de incendios y sus cinco elementos principales —revisión y análisis, reducción del riesgo, rapidez, respuesta y recuperación (las "5R")— ofrecen una metodología eficaz en este contexto.

Vista del puente de Queensboro, cerca de la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, donde se aprecia la densa niebla de los fuegos descontrolados de Canadá, 7 de junio de 2023. © John Sebesta

La mitigación del cambio climático y la adaptación a los incendios extremos deben abordarse simultáneamente. Es importante incluir el uso sostenible de la tierra, la gestión sostenible de los bosques y la gestión de incendios en planes nacionales de desarrollo sostenible, en estrategias de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos, y en programas de conservación de la diversidad. Asimismo, las contribuciones determinadas a nivel nacional en virtud del Acuerdo de París y las contribuciones nacionales voluntarias para cumplir los objetivos forestales mundiales del plan estratégico de las Naciones Unidas para los bosques ofrecen la oportunidad de avanzar simultáneamente en una agenda forestal y climática con efectos sinérgicos para reducir los riesgos de incendios descontrolados.

Aplicar los conocimientos científicos puede ayudar a mejorar los sistemas de alerta temprana mediante tecnologías avanzadas y estrategias de gestión territorial y forestal basadas en la ciencia. Un mayor uso de tecnologías modernas para vigilar, detectar y controlar incendios, por ejemplo, mediante detección remota y sistemas de alarma en tiempo real, puede ayudar en este sentido.

La participación activa de las partes interesadas es fundamental para la correcta aplicación de las estrategias de gestión de incendios descontrolados. En este respecto, resulta especialmente importante la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales, de expertos científicos y del sector privado. También es conveniente incorporar los conocimientos, experiencias y prácticas tradicionales de las comunidades locales y los pueblos indígenas en las estrategias de gestión de incendios descontrolados.

Por último, es fundamental que exista una cooperación internacional para actuar de manera concertada a escala mundial con el objeto de reducir los incendios descontrolados. Estos desastres suponen un grave riesgo para el desarrollo sostenible debido a sus efectos en la salud de las personas, el clima, la contaminación y las economías. Los delegados del Foro Intergubernamental sobre los Bosques (FNUB) han señalado en repetidas ocasiones la creciente amenaza de los incendios descontrolados para la salud de los bosques de todo el mundo, así como la necesidad de una mayor inversión en control y gestión de incendios. Entre las iniciativas de colaboración mundiales y regionales figuran la Red Mundial contra los Incendios Forestales y sus redes regionales, los centros regionales de recursos para la gestión de incendios, los centros regionales de vigilancia de incendios y el nuevo centro mundial para la gestión de incendios, creado en mayo de 2023 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. En octubre de 2023, el Gobierno de la India pondrá en marcha una iniciativa liderada por este país en apoyo al FNUB para que los miembros del Foro compartan buenas prácticas de gestión forestal a largo plazo, los crecientes desafíos relacionados con la prevención y gestión de los incendios forestales y los diversos temas relacionados con la certificación forestal. Dichas iniciativas ayudan a promover la colaboración tecnológica y el intercambio de datos científicos, el desarrollo de capacidades y la formación en gestión e investigación forestal.

Durante miles de años, nuestros antepasados han utilizado el fuego como herramienta de gestión de los terrenos para mejorar las condiciones de caza, eliminar la vegetación para fines agrícolas y pasto, y controlar las plagas. Aunque los paisajes en que vivimos hoy en día son muy diferentes, conservamos los conocimientos y las herramientas para mitigar el riesgo de incendios descontrolados. Podemos restablecer nuestro equilibrio con la naturaleza si decidimos invertir un capital político y financiero significativo en la prevención de incendios, en prepararnos para ellos y en la posterior recuperación. En ese caso, también será posible recuperar la esperanza en un futuro resistente al cambio climático en el que todos podamos disfrutar de bosques verdes y cielos azules.


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