Yo ni entro ni salgo en el tema de si hay o no hay dopaje. Dicen los que saben que en el caso del ciclismo, lo que no hay es ya ciclismo, sino que todo el mundo que sube a una bicicleta para hacerse doscientos kilómetros algunos de ellos subiendo rampas de inclinaciones imposibles, son todos organismos artificialmente estimulados no ya para ganar, sino simplemente para soportarlo. Pero, ya digo, yo ni entro ni salgo.
Me interesa el tema desde el punto de vista medioambiental y simbólico, en este caso deportivo. En alguna entrada anterior — aquí y aquí— distinguía yo entre el deporte, el espectáculo y el circo, la virtualidad que han creado los medios convirtiendo el espectáculo deportivo en un inmenso negocio de ficción.
Constante ruptura y superación de marcas deportivas sin las que no hay noticia en las crónicas periodísticas; encuentros olímpicos que, profesionalizados, han convertido la virtud del «más rápido, más alto, más fuerte» en el vicio del más gente, más focos, más publicidad, más dinero, pero que, sin embargo, seguimos viendo como si todavía fueran juegos florales amateurs en los que lo importante es participar; cifras millonarias en los fichajes de lo que seguimos llamando fútbol y presupuestos gigantescos en enormes empresas que son marcas corporativas, pero a las que seguimos llamando clubes; itinerarios inhumanos en las rutas de la serpiente multicolor de la publicidad que nos obstinamos en seguir llamando pelotón; millones de euros invertidos en la mejora tecnológica de la F1 con sus hombres anuncio a los que seguimos llamando pilotos…
¿No estamos ante la mentira, la ficción, la apariencia de asistir a un espectáculo al que seguimos llamando deporte que ha sido potenciado artificialmente por los medios para aumentar su rendimiento económico con fines comercialmente competitivos? ¿No es esto un doping –es decir, un engaño, una trampa, una manipulación, una mentira, una apariencia, una ficción, quimera, artificio, artimaña, un timo—generalizado?
Dejémonos de monsergas y llamemos a cada cosa por su nombre: espectáculo, sí. Negocio, también. Pero deporte, lo que se dice deporte, sin doping, el que hacemos mi organismo y yo en mi bicicleta sin que nadie se entere cada sábado.
A mi es que, en general, los franceses me caen fatal. Así que no veas cómo de mal me caen los periódicos y medios franceses, en particular. Me resultan bastante insoportables,
Muy aguda y acertada tu entrada, Pepe. ¡Y eso que te has dejado a los/las infantes que tras años (¿?)/de una disciplina cuartelaria
sus cuerpecitos vuelan entre los aparatos del atletismo de interior.
¿De dónde sacan estos niños tiernos pa tanto como destacan?
José Luis
Excepto que tu entrada, Pepe, me parece estupenda, en lo demás no me reconozco… menuda birria de comentario hice ayer. Hoy ya he dormido las horas necesarias para recuperar el físico y la mente.
Yo tampoco entro en si es verdad o no el dopaje del deporte español que nuestros vecinos del norte aseguran. Sí que es verdad que los franceses llevan malamente lo de no ganar medallas ni títulos en los últimos lustros y, lo es también, que nos tienen una tirria (envidia insana) considerable.
Lo que planteas con ingenio es si el «deporte» de hoy día no es un producto del dopaje de los medios (que lo habrían pervertido poco a poco, paso a paso, hasta convertirlo en espectáculo) para potenciar artificialmente su rendimiento (económico). Yo pienso que sí es así, pero también que el negocio del deporte ya no lo es sino consigue «ser» en los medios. Es una ósmosis rentable para los medios y para tratantes de deportistas (incluso para algunos de estos últimos) y despiadadamente poco rentable para la gran mayoría de los deportistas. Para los espectadores (televidentes o no) es plausible pensar que su papel sea ser partícipes inadvertidos de una ficción espectacular.
José Luis
«sino», no; quise escribir «si no»
Bienvenido, amigo. Mañana nos tomamos un café face to face.
Estoy de acuerdo contigo, sobretodo en las preguntas del final, es muy cierto que deporte cada vez hay menos, y negocio y sacar dinero cada vez hay mas.
Es el dopaje generalizado de los medios que nos tiene a todos «colocados», Andrés. Y gracias por tu visita y tu comentario. Espero verte más veces por aquí.