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C O C U Y O<br />

ISSN 1607-2863<br />

COCUYO<br />

C<br />

A<br />

R<br />

T<br />

A<br />

INFO<br />

R<br />

A<br />

M<br />

IV<br />

T<br />

A<br />

Carta Informativa de los Zoólogos de Invertebrados de Las Antillas<br />

NÚMERO 15 OCTUBRE 2005<br />

Editores<br />

Julio A. Genaro<br />

Jorge L. Fontenla<br />

Cristina Juarrero<br />

S.O.S.<br />

La evidencia es abrumadora.<br />

! Los polinizadores están<br />

declinando! El<br />

empobrecimiento de los<br />

ecosistemas y la reducción del<br />

hábitat disminuyen cada vez<br />

más las interacciones vitales.<br />

Para su propia seguridad la<br />

humanidad debe tener en<br />

cuenta a los polinizadores y<br />

las innumerables especies de<br />

plantas que dependen de<br />

ellos..<br />

Polinizadores<br />

CONTENIDO<br />

PROYECTOS ACTUALES<br />

Contribución al estudio de la familia Psychidae<br />

(Lepidoptera)...................................................................3<br />

Nuevo periodo para la Sociedad Cubana de<br />

Zoología……………........................................................…3<br />

NOTAS CIENTIFICAS<br />

Primer hallazgo de Eunicea pinta (Octocorallia) para aguas<br />

cubanas......................................................................….3<br />

El antúrido Accalathura crenulata (Peracarida)………….…..4<br />

Los foraminíferos modernos de Cuba…………....………...5<br />

Leprolochus spinifrons (Araneae) en Las Antillas………...14<br />

Observaciones sobre Cyrtophora citricola (Araneae) en<br />

Haití………..................................................................….15<br />

Macroinvertebrados dulceacuícolas y calidad de las aguas<br />

en estaciones de la región oriental de Cuba.........……….15<br />

Nuevas adiciones a la entomofauna de Mil Cumbres, Pinar<br />

del Río………..................................................................21<br />

Los dípteros (Insecta) de Mil Cumbres, Pinar del Río.…..22<br />

Plagas de los almacenes de fondos de exhibición del<br />

Museo Nacional de Historia Natural de Cuba……………...24<br />

Moluscos del litoral de la bahía de Cienfuegos, Cuba.....27<br />

OBITUARIO<br />

Ha muerto Ernst Mayr (1904-2005)…………..............…...32<br />

M u s e o N a c i o n a l<br />

Historia Natural<br />

Obispo # 61, esquina a<br />

Oficios,Habana Vieja<br />

10 100, Cuba<br />

BIOCOMENTARIOS<br />

Entre lo histórico y lo lógico: el no-diálogo en la<br />

biogeografía..................................................................33<br />

LITERATURA RECIENTE/ 44<br />

cocuyo @ mnhnc.inf.cu


2 COCUYO 15, 2005<br />

Ernst Mayr<br />

Biólogo evolucionista,<br />

ornitólogo y filósofo<br />

filosofo<br />

5 Julio 1904 - 3 Febrero 2005<br />

Alemania<br />

Estados Unidos<br />

El ultimo sobreviviente de la edad<br />

de oro de la síntesis evolucionista


PROYECTOS ACTUALES<br />

La siguiente tesis fue defendida con éxito, el 29 de diciembre,<br />

en la Facultad de Biología, Universidad de La Habana para<br />

obtener el titulo académico de Master ¡FELICIDADES!<br />

Titulo: Contribución al estudio de la familia Psychidae (Insecta:<br />

Lepidoptera) en Cuba.<br />

Autor: Rayner Núñez Aguila.<br />

Tutor: MC. Alejandro Barro Cañamero<br />

Oponente: Dra. Vivian González<br />

Tribunal: Dra. Josefina Cao, Dra. Dania Prieto, Dr. Carlos<br />

Rodríguez<br />

RESUMEN: La familia Psychidae se encuentra entre los<br />

lepidópteros menos conocidos de la región Neotropical. Hasta<br />

el presente, solo se conocían cuatro especies cubanas y<br />

prácticamente no existía información sobre su historia natural.<br />

En este trabajo, se describen cinco especies nuevas para la<br />

Ciencia del género Paucivena, que se registra por primera vez para<br />

Cuba. El género Thyridopteryx y dos especies de Cryptothelea<br />

también constituyeron registros nuevos para la isla. En el<br />

archipiélago cubano sólo está presente una especie del género<br />

Oiketicus, O. kirbyi, que ha variado la forma de construir su<br />

estuche. La hembra del género Paucivena, desconocida hasta la<br />

fecha, así como la larva, la hembra y las pupas de ambos sexos del<br />

género Biopsyche se describen por primera vez a partir de<br />

ejemplares de B. thoracica. Se describen la larva y los adultos de<br />

ambos sexos de Prochalia licheniphilus. P. licheniphilus, Cryptothelea<br />

sp., B. thoracica y O. kirbyi se distribuyeron por toda la isla, en una<br />

amplia variedad de hábitats. Las especies de Paucivena están<br />

restringidas por el momento a los macizos montañosos,<br />

mientras que el resto de las especies se encuentra en una o dos<br />

localidades. Las especies de Paucivena fueron encontradas<br />

alimentándose de musgos (Orthostichidium guyanense) y hepáticas<br />

(Plagiochila sp.) y P. licheniphilus de Physcia alba, un liquen. Seis<br />

especies de plantas superiores constituyen hospederos nuevos<br />

para B. thoracica y tres para O. kirbyi. Avispas de las familias<br />

Chalcididae, Eupelmidae e Ichneumonidae constituyeron los<br />

primeros enemigos naturales registrados para P. licheniphilus y B.<br />

thoracica.<br />

Nuevo período para la Sociedad<br />

Cubana de Zoología<br />

Este es el nuevo Comité Ejecutivo de<br />

la Sociedad Cubana de Zoología, que de<br />

acuerdo a los nuevos estatutos la estará<br />

dirigiendo por cinco años -hasta el 2010. Hirám González<br />

continua reelecto como Presidente, quien ha desempañado un<br />

buen trabajo. Ya la Sociedad cuenta con un boletín electrónico<br />

llamado CartaCuba, de muy buen diseño y amplia circulación. El<br />

editor es Ariam Jimémenez (ariam@fbio.uh.cu)<br />

Nombre<br />

Dr. Hiram González Alonso<br />

MSc. Alejandro Barros Cañamero<br />

Lic. Santos Cubillas Hernández<br />

MSc. Nayla García Rodríguez<br />

Dra. Nereida Novoa Fernández<br />

Dr. Luis de Armas Chaviano<br />

Dr. Erick García Machado<br />

MSc. Roberto Alonso Bosch<br />

Presidente<br />

Vicepresidente Primero<br />

Vicepresidente Segundo<br />

Secretaria<br />

Tesorera<br />

Vocal<br />

Vocal<br />

Vocal<br />

Cargo<br />

NOTAS CIENTÍFICAS<br />

Primer hallazgo de Eunicea pinta (Cnidaria, Octocorallia)<br />

en aguas cubanas<br />

Galia Varona* y Carlos Varela**<br />

*Acuario Nacional de Cuba, 60 y 1ra, Playa, Ciudad de La Habana,<br />

Cuba.<br />

**Centro de Investigaciones Marinas, Universidad de la Habana, 16<br />

no. 114, Playa, Ciudad de La Habana, Cuba<br />

El inicio del estudio sistemático de los octocorales cubanos,<br />

data de la primera mitad del siglo XIX. Desde esa época hasta el<br />

presente, el número de especies registradas para nuestro país se<br />

ha incrementado notablemente con los aportes de Deichmann<br />

(1936), Guitart-Manday (1959), Bayer (1961), Behety (1975),<br />

Alcolado (1981), y García-Parrado y Alcolado (1996; 1998).<br />

Lalana et al., (2001), proporcionan un listado de los octocorales<br />

de nuestras aguas, donde se consignan las 77 especies<br />

pertenecientes a 11 familias, de las cuales la familia Plexauridae<br />

posee el mayor número de especies, con 31. El género Eunicea,<br />

perteneciente a esta familia, es el más rico en la región caribeña,<br />

con 13 especies, de las cuales 11 han sido registradas para Cuba.<br />

El objetivo del presente trabajo es consignar por primera vez la<br />

presencia en Cuba de la especie Eunicea pinta Bayer y Deichmann<br />

(Fig. 1A-D).<br />

El material estudiado consiste en un fragmento de colonia<br />

colectado mediante buceo autónomo a 15 m de profundidad, en<br />

el arrecife situado en la desembocadura del río Bacunayagua<br />

(239' LN y 8144' LW), al Norte de la provincia de Matanzas, en<br />

Febrero del 2003. Del fragmento colectado se extrajeron<br />

escleritos, mediante la disolución de la parte orgánica en<br />

hipoclorito de sodio al 5%. La composición espicular fue<br />

dibujada con ayuda de la cámara clara y comparada con el patrón<br />

de espículas de las restantes especies del género citadas para la<br />

región según Bayer (1961), y Guzmán y Cortés (1985). Estas<br />

espículas fueron conservadas posteriormente en alcohol en un<br />

tubo de ensayo, para su posterior fijación. El material se<br />

encuentra depositado en la Colección de Invertebrados del<br />

Centro de Investigaciones Marinas, Cnidarios No. 144.<br />

La especie Eunicea pinta fue colectada en el arrecife del<br />

Banco de Gran Bahama (2334' LN y 7633' LW), a una<br />

COCUYO 15, 2005 3


profundidad de 72 m. Esta especie ha sido registrada también<br />

para La Florida (Goldberg, 1973), a 44 m de profundidad y para<br />

Jamaica (Kinzie, 1973), a profundidades por debajo de los 60 m.<br />

Se puede considerar una especie rara, poco frecuente en<br />

muestreos, y de muy baja densidad.<br />

Según Bayer (1961), la forma delgada de la colonia (menor de<br />

3 mm de ancho en las ramas terminales), que la diferencia de las<br />

restantes especies pertenecientes al género, puede deberse a una<br />

preferencia por ambientes tranquilos, lo cual se corresponde con<br />

las condiciones encontradas en el lugar del hallazgo.<br />

Su patrón espicular sugiere una relación cercana con Eunicea<br />

mammosa Lamouroux. Sin embargo, las aberturas caliculares de<br />

E. pinta son mucho más pequeñas que en E. mammosa y los cálices<br />

están ausentes, a diferencia de lo que sucede con las restantes<br />

especies del subgénero Eunicea, que por lo general presentan<br />

cálices muy prominentes. Estas características morfológicas<br />

externas junto al patrón espicular, donde se destacan los<br />

escleritos de la capa externa en forma de mazas muy foliadas en<br />

forma de antorchas (Figura 1D), y los escleritos pequeños y<br />

ligeramente curvados de la armadura antocodial (Fig. 1B), nos<br />

llevan a la identificación de la especie como E. pinta.<br />

Las espículas de la capa axial (Fig. 1C), y la capa media (Fig.<br />

1A), son comunes a varias especies del género Eunicea, aunque su<br />

tamaño y grado de ornamentación varía en algunas de estas, y su<br />

presencia contribuye a ubicar a la especie dentro de este género.<br />

El color del fragmento recién colectado es gris pálido, casi<br />

blanco y se mantiene al secarse la colonia.<br />

A<br />

B<br />

REFERENCIAS<br />

Alcolado, P. 1981. Zonación de los gorgonáceos someros de<br />

Cuba y su posible uso como indicadores comparativos de<br />

tensión hidrodinámica sobre organismos del bentos. Inf.<br />

Cient. Tec., 187: 1-43.<br />

Bayer, F. M. 1961. The shallow water Octocorallia of the West Indian<br />

region. A manual for marine biologists. Martinus Nijhoff, The<br />

Hague. 373p.<br />

Behety, P. A. 1975. Nuevos reportes de gorgonáceos<br />

(Coelenterata) para Cuba. Serie Oceanológica 33:1-9.<br />

Deichman, E. 1936. The Alcyonaria of the Western part of the<br />

Atlantic Ocean. Mem. Mus. Comp. Zool., 53: 1-317.<br />

García-Parrado, P y P. M. Alcolado 1996. Nueva especie de<br />

Eunicea Lamouroux, 1816 (Cnidaria, Gorgonacea)<br />

encontrada en Cuba. Avicennia 4/5: 46-50.<br />

García-Parrado, P. y P. M. Alcolado 1998. Nuevos registros de<br />

Octocorales (Cnidaria) para la plataforma cubana. Avicennia<br />

8/9: 105-108.<br />

Goldberg, W. 1973. The ecology of the coral-octocoral<br />

communities of the southeast Florida coast: geomorfology,<br />

species composition and zonation. Bull. Mar. Sci., 23: 465-<br />

488.<br />

Guitart-Manday, D. 1959. Gorgonias del litoral de la costa Norte<br />

de Cuba. Publ. Acuario Nac., Serie Técnica 1: 1-24.<br />

Guzmán, H. y J. Cortez 1985. Organismos de los arrecifes<br />

coralinos de Costa Rica. IV: Descripción y distribución<br />

geográfica de los octocorales (Cnidaria, Anthozoa) de la<br />

Costa Caribe. Brenesia 24: 125-173.<br />

Kinzie, R. 1973. The zonation of West Indian gorgonians. Bull.<br />

Mar. Sci., 23: 93-155.<br />

Lalana, R.; M. Ortiz y C. Varela. 2001. Lista actualizada y<br />

bibliografía de los Celenterados (Cnidaria) y los Ctenóforos<br />

(Ctenophora), de aguas cubanas. Rev. Biol., 15 (2): 158-169.<br />

0,1 mm<br />

C<br />

Accalathura crenulata (Crustacea: Peracarida), el antúrido<br />

más grande del Archipiélago Cubano<br />

Manuel Ortiz, Rogelio Lalana y Carlos Varela<br />

D<br />

Fig. 1. Eunicea pinta. A: Espículas de la capa media de la rama<br />

terminal. B: Espículas de la armadura antocodial. C: Espículas de<br />

la capa axial de la rama terminal. D: Mazas de la capa externa de la<br />

rama terminal.<br />

Agradecimientos.- Agradecemos las facilidades otorgadas para<br />

la realización de este trabajo por el Proyecto Ramal “Evaluación<br />

ecológica de zonas de colecta del Acuario Nacional de Cuba”.<br />

Centro de Investigaciones Marinas (CIM), Universidad de La<br />

Habana , 16 no. 114, Playa, Ciudad de La Habana, Cuba<br />

El isópodo Accalathura crenulata (Richardson, 1901), fue<br />

descrito como Calathura crenulata, a partir de un ejemplar<br />

colectado en las aguas de las Bahamas, a casi 39 m de<br />

profundidad, entre las islas Nassau y Andros. Es una especie<br />

relativamente común en el Atlántico Occidental Tropical, que ha<br />

sido encontrado en varias localidades del Archipiélago Cubano.<br />

En la descripción original (Richardson, 190I), o en la<br />

monografía de Richardson, (1905), no se precisó su talla. En<br />

Puerto Rico, se ha encontrado una hembra de 14 mm (Menzies<br />

y Glynn, 1968). Kensley y Schotte (1989), lo citan para las aguas<br />

de las Carolinas, Georgia, Cuba, Puerto Rico, Cozumel en<br />

4 COCUYO 15, 2005


México, Carrie Bow Cay en Belize, hasta las costas de la Florida y<br />

el Golfo de México. La talla señalada para una hembra en este<br />

caso, fue de 16 mm. El ejemplar más grande estudiado Müller<br />

(1991), fue una hembra inmadura de 12. 5 mm.<br />

Los ejemplares de mayor talla, según la literatura disponible,<br />

fueron los citados por Schultz (1969), registrando una hembra<br />

de 18 mm, mientras que Koening (1972) al revisar el material<br />

obtenido en varias colectas en las aguas del Brasil, encontró otra<br />

desovada, de igual talla. El objetivo de este trabajo es registrar el<br />

hallazgo del ejemplar conocido, de<br />

mayor talla, en nuestras aguas y<br />

probablemente en el Mar Caribe.<br />

Accalathura crenulata (Fig. 1).<br />

Material estudiado: macho adulto; 20<br />

mm de largo; Playa La Barca, costa Sur<br />

de la Península de Guanahacabibes,<br />

Provincia de Pinar del Río; vii.2003;<br />

depositado en la Colección de<br />

Invertebrados del CIM, No 1289.<br />

Fig. 1. Vista lateral de<br />

Accalathura crenulata.<br />

Agradecimientos.- Nuestro reconocimiento a los estudiantes<br />

de la Facultad de Biología, de la Universidad de La Habana,<br />

participantes del Proyecto de investigación sobre Tortugas<br />

Marinas del CIM, en Playa, por habernos cedido amablemente el<br />

material objeto de este estudio.<br />

REFERENCIAS<br />

Kensley, B. y M. Schotte 1989. Guide to the Marine isopod Crustaceans<br />

of the Caribbean. Smithsonian Institution Press, 308 pp.<br />

Koening, M. L. 1972. Ocurrencia de Accalathura crenulata<br />

(Richardson, 1901) no Brasil (Isopoda- Paranthuridae).<br />

Trab. Oceanogr. Univ. Fed. Pe., Recife, 13: 261-270.<br />

Menzies, R. J. y P. W. Glynn 1968. The common marine isopod<br />

Crustacea of Puerto Rico. Studies on the fauna of Curacao and<br />

other Caribbean Islands, 27: 1-133.<br />

Müller, H. G. 1991. Marine Anthuridea from Martinique, French<br />

Antilles, with redescriptions of some species (Crustacea:<br />

Isopoda). Revue Suisse Zool., 98: 739-768.<br />

Richardson, H. 1901. Key to the isopods of the Atlantic coast<br />

of North America , with descriptions of new and little<br />

known species. Proc. United States Nat. Mus., 23 :493-579.<br />

Richardson, H. 1905. A Monograph on the isopods of North<br />

America. Bull. United States Nat. Mus., 54: 1-747.<br />

Schultz, G. F. A. 1969. How to know the marine isopod crustaceans.<br />

Dubuque, Iowa, Wm. C. Brown. Co., 359 pp.<br />

Relación taxonómica actualizada de los foraminíferos<br />

modernos de Cuba<br />

María E. Chávez Marrero, Lourdes Rivas Rodríguez y María V.<br />

Orozco Yerena<br />

Instituto de Oceanología, Ave. 1ra, No. 18406, e/ 184 Y 186,<br />

Reparto Flores, Playa 12100, Ciudad de La Habana, Cuba.<br />

costa@oceano.inf.cu<br />

ABSTRACT. Actual taxonomic list of Cuba living foraminifera species<br />

systematically ordered by the Loeblich y Tappan (1988) is presented.<br />

This list comprise 614 species beloging to 207 genera, and reorganized<br />

in 230 supragenerics categries.<br />

Los foraminíferos son un grupo trascendental entre los<br />

protistas ameboideos. Están ampliamente ramificados en el<br />

árbol evolutivo Eukariótico. Su primera aparición fue en el<br />

Cámbrico y durante el curso del Fanerozoico invadieron<br />

completamente los ambientes marinos, con una amplia<br />

diversificación y variedad de modos de vida. Son abundantes y<br />

diversos en el océano actual, donde aparecen en ambientes<br />

costeros y mares profundos, tanto en hábitats planctónicos<br />

como bentónicos (Sen-Gupta, 1999).<br />

Estos protistas son generalmente pequeños y algunos<br />

representantes llegan a tener una proporción gigante con<br />

respecto a los demás, como por ejemplo una especie extinta<br />

(Lepidociclyna elephantica) con 14 cm, siendo una de las más<br />

grandes citadas hasta el momento. Son exclusivamente<br />

unicelulares, y efectúan casi todas las funciones principales de la<br />

vida, que desempeñan un gran número de animales<br />

multicelulares, comen, defecan, se mueven, crecen, se<br />

reproducen y responden a los cambios del medio ambiente.<br />

Existen dos rasgos morfológicos que distinguen a los<br />

foraminíferos de otros protistas. Primero, todos poseen<br />

granoreticulopodia, los cuales son finos, filiformes, y<br />

pseudópodos anastosomados. Segundo, casi todos poseen una<br />

concha que rodea el organismo separándolo del entorno<br />

circundante. Otro aspecto a destacar es que se comportan como<br />

una unidad en el ciclo de la vida, caracterizándose<br />

fundamentalmente por la alternación entre generaciones<br />

sexuales y asexuales.<br />

La clasificación taxonómica de los foraminíferos es detallada<br />

y compleja, y varios autores han hecho propuestas, tanto por la<br />

estructura y forma de la pared como por la más reciente<br />

sisemática moleular. Los foraminíferos fueron mencionados por<br />

primera vez en el siglo V a.n.e., por Herodoto. La primera<br />

clasificación la hizo Alcides Dessalines D'Orbigny en 1826,<br />

considerando los foraminíferos como cefalópodos e incluyó<br />

solo cinco Familias, de las que se describen en la actualidad.<br />

En 1835, Dujardin los reorganiza como protozoos,<br />

identificándolos correctamente como ameboides,<br />

removiéndolos así de los cefalópodos donde los había ubicado<br />

D'Orbigny. En 1872 se realiza un crucero alrededor de algunos<br />

mares del mundo (HMS Challenger), donde se colectan gran<br />

número de foraminíferos que permitirían que Brady en 1884<br />

realizara las “Notas taxonómicas de los los foraminíferos<br />

COCUYO 15, 2005 5


Dragdos en el Challenger”, donde usa casi cuarenta categorías<br />

supragenéricas.<br />

Loeblich y Tappan (1964; 1988) confeccionan el “Tratado<br />

de Paleontología de Invertebrados”, donde ubican a los<br />

foraminíferos dentro del Phylum Protozooa, Orden<br />

Foraminifera. Este Tratado ha sido el más usado por todos los<br />

investigadores y Foraminiferólogos hasta el presente, el mismo<br />

refleja el estado de los foraminíferos en las últimas décadas,<br />

llegando a reorganizar 244 categorías supragenéricas y 3000<br />

géneros. Sen-Gupta (1999) hace una nueva clasificación<br />

sistemática de los foraminíferos Modernos divide, la ahora Clase<br />

Foraminífera, perteneciente al Phylum Granuloreticulosa (Lee et<br />

al., 2000) en cuatro Grupos y 16 Ordenes.<br />

RESULTADOS<br />

Los primeros reportes de foraminíferos de Cuba se hicieron<br />

por Alcides Dessalines D'Orbigny en (1826), en la publicación<br />

Historia Física Política y Natural de la Isla de Cuba, donde<br />

describe 121 especies de foraminíferos recientes de las arenas<br />

cubanas. Posteriormente se hicieron algunos intentos por<br />

publicar un Catálogo de los foraminíferos de Cuba incluyendo<br />

tanto las especies fósiles como las recientes, esta propuesta se<br />

realizó en 1946, pero nunca se llegó a publicar solo se tomaron<br />

hojas sueltas del famoso Catálogo de foraminíferos Elliss y<br />

Messina, y se hizo una recopilación de los que aparecían en Cuba.<br />

Más adelante en 1950, el famoso investigador cubano Pedro J.<br />

Bermúdez, en su publicación Contribución a los foraminíferos<br />

del Cenozoico de Cuba, menciona 1511 especies de<br />

foraminíferos y de ellas 545 especies corresponden a los<br />

foraminíferos Recientes.<br />

Después de las investigaciones de Bermúdez se han hecho<br />

algunos trabajos e investigaciones sobre los foraminíferos que<br />

viven actualmente en nuestros mares pero han sido insuficientes,<br />

debido fundamentalmente a la escasez de especialistas en esta<br />

temática.<br />

En la última década nos hemos dado a la tarea de recopilar la<br />

información existente de los foraminíferos recientes de Cuba y<br />

unido a las nuevas investigaciones que hemos realizado, nos han<br />

permitido reorganizar la sistemática de los foraminíferos citados<br />

para Cuba hasta 2003.<br />

Se realizó una amplia y profunda revisión bibliográfica, sobre<br />

todo lo que ha sido publicado de foraminíferos para el Caribe,<br />

que incluyese a Cuba. Se hizo una exhaustiva revisión y<br />

comprobación de las colecciones de foraminíferos recientes que<br />

existen en Cuba.<br />

Para la clasificación sistemática se adoptó la Clasificación<br />

del Tratado de Paleontología de Invertebrados (Loeblich y<br />

Tappan, 1989), la cual brinda un ordenamiento sistemático, que<br />

tiene en cuenta los antecedentes de varias clasificaciones<br />

taxonómicas, así como aspectos evolutivos de estos organismos.<br />

Como resultado obtuvimos que los foraminíferos recientes<br />

de Cuba estén representados por 614 especies, distribuidas en<br />

207 géneros y 230 categorías supragenéricas. De ellas, 11<br />

aparecen representadas en colecciones. A continuación se<br />

expone la relación sistemática de acuerdo con las fuentes de<br />

información existente, utilizando las siguientes abreviaturas:<br />

Referencias: 1. Zernetzkyi (1975) 2. Bermúdez 1950), 3.<br />

Brodermann (1946), 4. Borro y Alvarez (1979), 5. D' Dorbigny<br />

(1839), 6. Bermúdez P.J (1935), 7. Bandy (1964), 8. Buzas (1982).<br />

Colecciones: O. Colección del Instituto de Oceanología. I.<br />

Colección del Instituto de Geología y Paleontología, ME.<br />

Revisados por María E. Chávez.<br />

Lista de los foraminíferos de Cuba<br />

Orden FORAMINIFERA Eichwald, 1830<br />

Suborden ALLOGROMIINA Loeblich y Tappan, 1961<br />

Familia ALLOGROMIIDAE Rhumbler, 1904<br />

Subfamilia ARGILLOTUBINAE Avnimelech. 1952<br />

Género Argillotuba Avnimelech, 1952<br />

A.vermiformis (Göes) var. occidentalis Zerneztki, 1975 1<br />

Género Nodellum Rumbler, 1913<br />

N. rufescens (Thalman y Bermúdez, 1952) I,3<br />

Suborden TEXTULARIINA Delage y Hérouard, 1896<br />

Superfamilia ASTRORHIZACEA Brady, 1881<br />

Familia BATHYSIPHONIDAE Avnimelech, 1952<br />

Género Bathysiphon M. Sars, 1872<br />

B. filiformis M. Sars, 1872 2<br />

B. rufun Folin, 1886 O, 2, ME<br />

Género Rhabdamminella de Folin, 1887<br />

R. cylindrica (Brady, 1882) 2<br />

Familia RHABDAMMINIDAE Brady, 1884<br />

Subfamilia RHABDAMMININAE Brady, 1884<br />

Género Marisipella Norman, 1878<br />

M. elongata Norman, 1878 2<br />

Género Oculosiphon Avnimelech, 1952<br />

O. linearis (Brady, 1879) O, 3, ME<br />

Género Rhabdammina M. Sars, 1869<br />

R. abyssorum M. Sars, 1869 2<br />

R. discreta Brady, 1881 O, 3, ME<br />

Género Rhizammina Brady, 1879<br />

R. indivisa Brady, 1884 3<br />

Subfamilia DENDROPHRYNAE Haeckel, 1894<br />

Género Psammatodendron Norman, 1881<br />

P. arborecens Norman, 1881 3<br />

Familia PSAMMOSPHAERIDAE Haeckel, 1894<br />

Subfamilia PSAMMOSPHAERINAE Haeckel, 1894<br />

Género Psammosphaera Schultze, 1875<br />

P. fusca Schultze, 1875 3<br />

P. parva Flint, 1899 I, 2<br />

Género Storthosphaera Schulze, 1875<br />

S. albida Schulze, 1875 I, 3<br />

Familia SACCAMMINIDAE Brady, 1884<br />

Subfamilia SACCAMMININAE Brady, 1884<br />

Género Saccammina Carpenter, 1869<br />

S. sphaerica Brady, 1871 3<br />

Familia HEMISPHAERAMMINIDAE Loeblich y Tappan, 1961<br />

Subfamilia HEMISPHAERAMMININAE Loeblich y Tappan,1961<br />

Género Tholosina Rhumbler, 1895<br />

T. vesicularis (Brady) var. erecta Heron Allen y Earland, 1961 2<br />

Superfamilia HIPPOCREPINACEA Rhumbler, 1895<br />

Familia HIPPOCREPINIDAE Rhumbler,1895<br />

Subfamilia HYPERAMMININAE Eimer y Fickert, 1899<br />

Género Hyperammina Brady, 1878<br />

H. elongata Brady, 1878 I, 3<br />

H. friabilis Brady, 1884 I,3<br />

H. laevigata (Wright, 1891) 3<br />

Género Saccorhiza Eimer y Fickert, 1899<br />

S. ramosa (Brady, 1879) 3<br />

Superfamilia AMMODISCACEA Reuss, 1862<br />

Familia AMMODISCIDAE Reuss, 1862<br />

Subfamilia AMMODISCINAE Reuss, 1862<br />

Género Ammodiscoides Cushman, 1909<br />

6 COCUYO 15, 2005


A. turbinatus Cushman, 1909 O, 3, ME<br />

Género Ammodiscus Reuss, 1862<br />

A. anguillae Höglund, 1947 2<br />

A. howelli Acosta, 1940 3<br />

A. incertus (D'Orbigny, 1840) O, 3, ME<br />

A. planorbis Höglund, 1947 2<br />

A. tenuis Brady, 1884 3<br />

Subfamilia TOLYPAMMININAE Cushman, 1928<br />

Género Ammolagena Eimer y Fickert, 1899<br />

A. clavata (Parker y Jones, 1860) I, 2<br />

Género Tolypammina Rhumbler, 1895<br />

T. vagans (Brady, 1879) O,2,ME<br />

Subfamilia AMMOVERTELLININAE Saidova, 1981<br />

Género Glomospira Rzchak, 1885<br />

G. charoides (Parker y Jones, 1860) O, 2, ME<br />

G. gordialis (Jones y Parker, 1860) O, 2, ME<br />

Superfamilia HORMOSINACEA Haeckel, 1894<br />

Familia HORMOSINIDAE Haeckel, 1894<br />

Subfamilia REOPHACINAE Cushman, 1910<br />

Género Hormosinella Shchedrina, 1969<br />

H. distans (Brady, 1881) 4<br />

Género Reophax de Mortfort, 1808<br />

R. arayanensis Bermúdez y Seiglie, 1963 1<br />

R. armatus Göes, 1896 3<br />

R. bacillaris Brady, 1881 I, 3<br />

R. bilocularis Flint, 1899 I, 2<br />

R. dentaliformis Brady, 1881 3<br />

R. guttifer Brady, 1881 4<br />

R. irregularis Parker, 1954 4<br />

R. mariae Acosta, 1940 3<br />

R. procerus Göes, 1894 2<br />

R. scorpiurus Montfort, 1808 O, 2, ME<br />

R. spiculifer Brady, 1879 O, 3, ME<br />

Género Subreophax Saidova, 1975<br />

S. aduncus (Brady, 1882) 3<br />

Subfamilia HORMOSININAE Haeckel, 1894<br />

Género Hormosina Brady, 1879<br />

H. globulifera Brady, 1879 I, 2<br />

H. monile Brady, 1881 2<br />

H. ovicula Brady, 1879 I, 2<br />

Género Pseudonodosinella Saidova, 1970<br />

P. nodulosa (Brady, 1879) 4<br />

Superfamilia LITUOLACEA de Blainville, 1827<br />

Familia HAPLOPHRAGMOIDIDAE Maync, 1952<br />

Género Haplophragmoides Cushman, 1910<br />

H. canariensis (D'Orbigny, 1839) I, 2<br />

H. coronatum (Brady, 1884) 3<br />

H. emaciatum (Brady, 1884) O, 3, ME<br />

H. rigens (Brady, 1879) 3<br />

H. rotulatum (Brady, 1879) 3<br />

H. scitulum (Brady, 1881) O, 2, ME<br />

H. subglobusum Sars, 1910 2<br />

Familia LILUOLIDAE de Blainville, 1827<br />

Subfamilia AMMOMARGINULININAE Podobina, 1978<br />

Género Ammobaculites Cushman, 1910<br />

A. agglutinans Cushman, 1910 O, 7, ME<br />

A. calcareum (Brady, 1884) I, 2<br />

A. cylindricus Cushman, 1910 I, 3<br />

A. exiguus (Acosta, 1940) 2<br />

Género Ammomarginulina Wiesner, 1931<br />

A. foliacea (Brady, 1881) 2<br />

Familia PLASCOPSILINIDAE Rhumbler, 1913<br />

Subfamilia PLACOPSILININAE Rhumbler, 1913<br />

Género Placopsilina D' Orbigny, 1850<br />

P. cenomana D' Orbigny, 1850 2<br />

Superfamilia HAPLOPHRAGMIACEA Eimer y Fickert, 1899<br />

Familia AMMOSPHAEROIDINIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia AMMOSPHAEROIDININAE Cushman, 1927<br />

Género Ammosphaeroidina Cushman, 1910<br />

Ammosphaeroidina sphaeroidiniformis (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Género Cystammina Neumaya, 1889<br />

C. aguayoi Bermúdez y Acosta, 1940 2<br />

C. pauciloculata (Brady, 1879) O, 3, ME<br />

Subfamilia RECURVOIDINAE Alekseychik Mitskevich, 1973<br />

Género Recurvoides Earland, 1934<br />

R. clenchi Bermúdez, 1939 I, 2<br />

R. obsoletum (Göes, 1896) I, 2<br />

R. turbinatus (Brady, 1881) 3<br />

Género Thalmannammina Pokorny, 1951<br />

T. conglobata (Brady, 1884) 2<br />

Superfamilia COSCINOPHRAGMATACEA Thalmann, 1951<br />

Familia HADDONIIDAE Saidova, 1981<br />

Género Haddonia Chapman, 1898<br />

H. torresiensis Chapman, 1898 3<br />

Familia COSCINOPHRAGMATIDAE Thalmann, 1951<br />

Género Bdelloidina Carter, 1877<br />

B. aggregata Carter, 1877 3<br />

Superfamilia LOFTUSIACEA Brady, 1884<br />

Familia CYCLAMMINIDAE Marie, 1941<br />

Subfamilia CYCLAMMININAE Marie, 1941<br />

Género Cyclammina Brady, 1879<br />

C. brady Cushman, 1910 I, 2<br />

C. cancellata Brady, 1879 I, 2<br />

Superfamilia SPIROPLECTAMMINACEA Cushman, 1927<br />

Familia SPIROPLECTAMMINIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia SPIROPLECTAMMININAE Cushman, 1927<br />

Género Spiroplectammina Cushman,1927<br />

S. carinata (D'Orbigny, 1846) I, 2<br />

S. gramen (D'Orbigny, 1839) O, 2<br />

S. floridana (Cushman, 1922) 4<br />

Subfamilia VULVULININAE Saidova, 1981<br />

Género Vulvulina D'Orbigny, 1826<br />

V. garciai Zernetzki, 1975 1<br />

V. pennatula (Batsch, 1791) O, 3, ME<br />

Familia NOURIIDAE Chapman y Parr, 1936<br />

Género Nouria Heron Allen y Earland, 1914<br />

N. harrisii Heron Allen y Earland, 1914 2<br />

N. johnsoni Cushman, 1935 3<br />

N. polymorphinoides Heron Allen y Earland, 1914 2<br />

Superfamilia TROCHAMMINACEA Schwager, 1877<br />

Familia TROCHAMMINIDAE Schwager, 1877<br />

Subfamilia TROCHAMMININAE Schwager,1877<br />

Género Tritaxis Schubert, 1921<br />

T. fusca (Williamson, 1858) 8<br />

Género Trochammina Parker y Jones, 1859<br />

T. globigeriniformis (Parker y Jones) O, 2, ME<br />

T. rotaliformis Wright, 1911 3<br />

Familia REMANEICIDAE Loeblich y Tappan, 1964<br />

Subfamilia REMANEICINAE Loeblich y Tappan, 1964<br />

Género Remaneica Rhumbler, 1938<br />

R. kelletae (Cushman y Kellet, 1922) 3<br />

Superfamilia VERNEUILINACEA Cushman, 1911<br />

Familia PROLIXOPLECTIDAE Loeblich y Tappan, 1985<br />

Género Karrerulina Finlay, 1940<br />

K. aplicularis (Cushman, 1911) 3<br />

Familia VERNEUILINIDAE Cushman, 1911<br />

Subfamilia VERNEUILINAE Cushman, 1911<br />

Género Gaudryina D'Orbigny, 1839<br />

G. pseudofiliformis (Berthelin, 1880) O, 8, ME<br />

G. flintii (Cushman, 1911) O, 2, ME<br />

G. quadrangularis Bagg var. antillea Bermúdez y Acosta, 1940 O, 3,<br />

ME<br />

Subfamilia BARBOURINELLINAE Saidova, 1981<br />

Género Barbourinella Bermúdez, 1940<br />

B. atlantica (Bermúdez, 1939) O, 3, ME<br />

Superfamilia ATAXOPHRAGMIACEA Schwager, 1877<br />

Familia GLOBOTEXTULARIIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia GLOBOTEXTULARIINAE Cushman, 1927<br />

Género Globotextularia Eimer y Fickert, 1899<br />

G. anceps (Brady, 1884) 3<br />

COCUYO 15, 2005 7


Subfamilia LIEBUSELLINAE Saidova, 1981<br />

Género Liebusella Cushman, 1933<br />

L. intermedia Vander Broeck, 1876 2<br />

L. soldanii (Parker y Jones, 1860) 1<br />

Familia TEXTURARIELLIDAE Grönhagen y Luterbacher, 1966<br />

Género Textulariella Cushman, 1927<br />

T. barrettii (Jones y Parker, 1876) I, 2<br />

Superfamilia TEXTULARIACEA Ehrenberg, 1838<br />

Familia EGGERELLIDAE Cushman, 1937<br />

Subfamilia DOROTHIINAE Balakhmatova, 1972<br />

Género Dorothia Plummer, 1931<br />

D. bradyi Cushman, 1936 3<br />

D. caribaea Cushman, 1936 O, 2, ME<br />

D. curta (Cushman, 1922) 2<br />

D. exilis Cushman, 1936 3<br />

D. pseudoturris (Cushman, 1922) O, 3, ME<br />

D. scabra (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Subfamilia EGGERELLINAE Cushman, 1937<br />

Género Eggerella Cushman, 1935<br />

E. propincua (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Género Karreriella Cushman, 1933<br />

K. bradyi Cushman, 1911 O, 2, ME<br />

K. hovangliae (Cushman, 1922) 3<br />

K. caribaea (Acosta, 1940) I, 2<br />

Género Martinottiella Cushman, 1933<br />

M. antillarum (Cushman, 1936) 3<br />

M. nodulosa (Cushman, 1935) 2<br />

M. occidentalis (Cushman, 1935) 2<br />

Familia TEXTULARIIDAE Ehrenberg, 1838<br />

Subfamilia TEXTULARIINAE Ehrenberg, 1838<br />

Género Bigenerina D'Orbigny, 1826<br />

B. irregularis Phleger y Parker, 1951 O, 8, ME<br />

B. lytta Lalicker y Bermúdez , 1941 I, 2<br />

B. nodosaria D'Orbigny, 1826 1<br />

B. textularoidea (Göes, 1894) I, 2<br />

B. perna Lalicker y Bermúdez, 1941 2<br />

Género Textularia Defrance, 1824<br />

T. bermudesi Cushman y Todd 3<br />

T. calva Lalicker, 1935 3<br />

T. candeiana D' Orbigny, 1839 O, 2, ME<br />

T. caribaea D'Orbigny, 1839 3<br />

T. catenata Cushman, 1911 3<br />

T. conica D'Orbigny, 1839 3<br />

T. concava (Karrer, 1868) 3<br />

T. heterostoma (Fornasini, 1896) 6<br />

T. corrugata (Heron - Allen y Earland, 1915) I, 2<br />

T. flintii Cushman, 1911 2<br />

T. flintii Cushman var. curta Cushman, 1922 3<br />

T. lateralis Lalicker, 1935 I, 2<br />

T. luculenta Brady,1884 2<br />

T. lythostrota (Schwager, 1866) O, 3, ME<br />

T. mexicana Cushman, 1922 O, 3, ME<br />

T. mexicana var. cubana Palmer y Bermúdez, 1935 2<br />

T. saulcyana D'Orbigny, 1839 5<br />

T. schencki Cushman y Valentine, 1930 2<br />

T. sicca Lalicker y Bermúdez, 1941 2<br />

T. subplana Cushman, 1922 3<br />

T. wiesneri Earland, 1933 3<br />

Subfamilia SIPHOTEXTULARIINAE Loeblich y Tappan, 1985<br />

Género Karrerotextularia Y. Le Calvez, de Klasz y Brun, 1974<br />

K. albatrossi (Cushman, 1922) 3<br />

Familia PSEUDOGAUDRYNIDAE Loeblich y Tappan, 1985<br />

Subfamilia PSEUDOGAUDRYNINAE Loeblich y Tappan, 1985<br />

Género Pseudogaudryina Cushman, 1936<br />

P. atlantica (Bailey, 1851) 2<br />

Familia VALVULINIDAE Berthelin, 1880<br />

Subfamilia VALVULININAE Berthelin, 1880<br />

Género Clavulina D'Orbigny, 1826<br />

C. angularis D'Orbigny, 1826 3<br />

C. mexicana (Cushman, 1922) O, 3, ME<br />

C. nodosaria D'Orbigny, 1839 O, 2, ME<br />

C. tricarinata D'Orbigny, 1839 I, 1<br />

Género Cribrogoesella Cushman, 1935<br />

C. robusta (Brady, 1881) 3<br />

Género Cylindroclavulina Bermúdez y Key, 1952<br />

C. bradyi (Cushman, 1911) 4<br />

Género Goessella Cushman,1933<br />

G. flintiana (Cushman, 1936) 3<br />

Género Valvulina D'Orbigny, 1826<br />

V. fusca (Williamson, 1858) I, 2<br />

V. oviedoiana D'Orbigny, 1839 3<br />

Subfamilia TRITAXILININAE Loeblich y Tappan, 1986<br />

Género Tritaxilina Cushman, 1911<br />

T. atlantica Cushman, 1922 I, 1<br />

Familia GLAUCOAMMINIDAE Saidova, 1981<br />

Género Glaucoammina Seiglie y Bermúdez, 1969<br />

G. trilateralis (Cushman, 1935) 2<br />

Suborden SPIRILLININA Hohenegger y Piller, 1975<br />

Familia SPIRILLINIDAE Reuss y Fritsch, 1861<br />

Género Spirillina Ehrenberg, 1843<br />

S. decorata Brady, 1884 6<br />

S. denticulata Brady, 1884 2<br />

S. luciada Sidebottom, 1908 6<br />

S. ornata Sidebottom, 1908 6<br />

S. tuberculolimbata Chapman, 1899 6<br />

S. vivipara Ehrenberg, 1840 6<br />

Familia PATELLINIDAE Rhumbler, 1906<br />

Subfamilia PATELLININAE Rumbler, 1906<br />

Género Patellina Williamson, 1858<br />

P. corrugata Williamson, 1858 3<br />

Suborden CARTERININA Loeblich y Tappan, 1981<br />

Familia CARTERINIDAE Loeblich y Tappan, 1955<br />

Género Carterina Brady, 1884<br />

C. spiculotesta (Carter, 1877) I, 2<br />

Suborden MILIOLINA Delage y Hérouard, 1896<br />

Superfamilia CORNUSPIRACEA Schultze, 1854<br />

Familia CORNUSPIRIDAE Schultze, 1854<br />

Subfamilia CORNUSPIRINAE Schultze, 1854<br />

Género Cornuspira Schultze, 1854<br />

C. crassisepta (Brady, 1882) 2<br />

C. foliacea (Philippi, 1844) O, 2, ME<br />

C. involvens (Reuss, 1850) 2<br />

C. planorbis (Shultze, 1854) 1<br />

C. selseyensis (Heron - Allen y Earland, 1905) 2<br />

Familia FISCHERINIDAE Millett, 1898<br />

Subfamilia FISCHERINELLINAE Saidova, 1981<br />

Género Fischerinella Loeblich y Tappan, 1962<br />

F. dubia (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Subfamilia NODOBACULARIELLINAE Bogdanovich, 1981<br />

Género Nodobaculariella Cushman y Hanzawa, 1937<br />

N. cassis (D'Orbigny, 1839) O, 3, ME<br />

Género Wiesnerella Cushman, 1933<br />

W. auriculata (Eggel, 1893) O, 2, ME<br />

Familia NUBECULARIIDAE Jones, 1875<br />

Subfamilia NUBECULARIINAE Jones, 1875<br />

Género Nubecularia Defrance, 1825<br />

N. lucifuga Defrance, 1825 2<br />

Subfamilia OPHTHALMIDIIDAE Wiesner, 1920<br />

Género Cornuloculina Burbach, 1886<br />

C. inconstans (Brady, 1879) O, 2, ME<br />

Superfamilia MILIOLACEA Ehrenberg, 1839<br />

Familia SPIROLOCULINIDAE Wiesner, 1920<br />

Género Flintia Schubert, 1911<br />

F. robusta (Brady, 1884) I, 3<br />

Género Planispirinoides Parr, 1950<br />

P. bucculenta (Brady, 1884) 2<br />

Género Spiroloculina D'Orbigny, 1826<br />

S. acicularis (Batsch, 1791) I, 1<br />

S. antillarum D'Orbigny, 1839 2<br />

S. asperula Karrer, 1868 1<br />

8 COCUYO 15, 2005


S. arenata Cushman, 1921 I, 3<br />

S. depressa D'Orbigny, 1826 2<br />

S. ornata D'Orbigny, 1839 2<br />

S. poeyana D'Orbigny, 1839 2<br />

S. robusta Brady, 1884 I, 3<br />

S. vivipara (Ehrenberg, 1843) 1<br />

Familia HAUERINIDAE Schwager, 1876<br />

Subfamilia SIPHONAPERTINAE Saidova, 1975<br />

Género Dentostomina Carman, 1933<br />

D. aguayoi Pérez Frafante, 1939 3<br />

D. bermudiana Carman, 1933 3<br />

D. bermudiana Carman, var. trilongides Pérez, 1939 2<br />

Género Schlumbergerina Munier Chalmas, 1882<br />

S. alveoliniformis var. occidentalis (Brady, 1879) O, 2, ME<br />

Subfamilia HAUERININAE Schwager, 1876<br />

Género Hauerina D'Orbigny, 1839<br />

H. howelli Bermúdez, 1935 2<br />

Género Massilina Schlumberger, 1893<br />

M. crenata (Karrer, 1868) O, 6, ME<br />

M. inaequalis Cushman, 1921 8<br />

M. secans (D'Orbigny, 1826) 6<br />

Género Quinqueloculina D'Orbigny, 1826<br />

Q. ackneriana D'Orbigny, 1846 2<br />

Q. agglutinans D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. auberiana D'Orbigny, 1839 3<br />

Q. antillarum D'Orbigny, 1839 3<br />

Q. barbouri Bermúdez, 1935 3<br />

Q. bicostata D'Orbigny, 1839 1<br />

Q. bidentata D'Orbigny, 1939 3<br />

Q. bosciana D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. bradyiana Cushman, 1917 2<br />

Q. candeiana D'Orbigny, 1839 O, 2, ME<br />

Q. columnosa Cushman, 1922 2<br />

Q. cuvieriana D'Orbigny, 1839 2<br />

Q. enoplostoma D'Orbigny, 1839 5<br />

Q. funafutienses (Chapman, 1902) 2<br />

Q. kerimbatica var. philipinensis Cushman, 1921 3<br />

Q. laevigata D'Orbigny, 1839 1<br />

Q. lamarckiana D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. linneiana D'Orbigny, 1839 1<br />

Q. parkeri (Brady) var. occidentalis Cushman, 1921 3<br />

Q. poeyana D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. polygona D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. planciana D'Orbigny, 1840 5<br />

Q. pulchella D'Orbigny , 1839 O, 2, ME<br />

Q. qualteriana D'Orbigny, 1839 5<br />

Q. reticulata (D'Orbigny, 1826) 3<br />

Q. riveroae Bermúdez y Seiglie, 1963 O, 4, ME<br />

Q. sagra D'Orbigny, 1839 5<br />

Q. semicancellata Zernietkii, 1975 1<br />

Q. seminula (Linné, 1767) O, 2, ME<br />

Q. subarenarea Cushman, 1917 2<br />

Q. subpoeyana Cushman, 1922 2<br />

Q. tricarinata D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Q. torrei Acosta, 1939 5<br />

Subfamilia MILIOLINELLINAE Vella, 1957<br />

Género Affinetrina Ruczkowska, 1972<br />

A. planciana (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Género Biloculinella Wiesner, 1931<br />

B. eburnea (D'Orbigny, 1839) 2<br />

Género Cribopyrgo Cushman y Bermúdez, 1946<br />

C. robusta Cushman y Bermúdez, 1946 3<br />

Género Cruciloculina D'Orbigny, 1839<br />

C. triangularis D'Orbigny, 1839 2<br />

Género Flintina Cushman, 1921<br />

F. clenchi Bermúdez, 1939 2<br />

Género Miliolinella Wiesner, 1931<br />

M. circularis Bornenman, 1855 4<br />

M. fichteliana (D'Orbigny, 1839) O, 1, ME<br />

M. labiosa (D'Orbigny, 1839) O, 1, ME<br />

M. suborbicularis Hofker 1<br />

M. subrotunda (Montagu, 1803) 1<br />

Género Neopateoris Bermúdez y Seiglie, 1963<br />

N. cumanaensis Bermúdez y Seiglie, 1963 1<br />

Género Pyrgo Defrance, 1824<br />

P. bradyi (Schlumberger) 2<br />

P. bulloides D'Orbigny, 1826 O, 2, ME<br />

P. carinata D'Orbigny, 1826 5<br />

P. comata (Brady, 1884) I, 2<br />

P. denticulata (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

P. depressa (D'Orbigny, 1826) 2<br />

P. elongata D'Orbigny, 1826 2<br />

P .jonsoni Cushman, 1935 3<br />

P. murrhina (Schwager, 1866) 8<br />

P. saccata (Göes, 1894) 2<br />

P. striolata (Brady, 1884) I, 2<br />

P. subphaericus (D'Orbigny, 1839) O, 3, ME<br />

P. oblonga (D'Orbigny, 1839) I, 3<br />

Género Triloculina D'Orbigny, 1826<br />

T. bermudezi Acosta, 1940 2<br />

T. bertheliana (Brady, 1884) 3<br />

T. bicarinata D'Orbigny, 1839 O, 3, ME<br />

T. brongniartiana D'Orbigny, 1826 O, 5, ME<br />

T. carinata D'Orbigny, 1839 I, 2<br />

T. fichteliana D'Orbigny, 1826 5<br />

T. fiterrei Acosta, 1940 3<br />

T. fiterrei var meningoi Acosta, 1940 3<br />

T. gualteriana D'Orbigny, 1839 5<br />

T. gracilis D'Orbigny, 1839 8<br />

T. insignis (Brady, 1884) 2<br />

T. laevigata D'Orbigny, 1826 4<br />

T. linneiana D'Orbigny, 1839 5<br />

T. oblonga (Montagu, 1803) 3<br />

T. quadrilateralis D'Orbigny, 1839 5<br />

T. rotunda D'Orbigny, 1893 3<br />

T. sidebottomi (Mortinotti, 1920 ) 1<br />

T. suborbicularis D'Orbigny, 1839 5<br />

T. schrebeiriana D'Orbigny, 1839 5<br />

T. transversestriata (Brady, 1881 O, 3, ME<br />

T. tricarinata D'Orbigny, 1826 O, 3, ME<br />

T. trigonula (Lamarck, 1804) O, 2, ME<br />

T. viguerasi Bermúdez, 1935 3<br />

Subfamilia SIGMOILINITINAE Luczkowska, 1974<br />

Género Nummoloculina Steinmann, 1881<br />

N. contraria (D'Orbigny, 1846) I, 2<br />

N. irregularis (D'Orbigny, 1839) 2<br />

Género Sigmoihauerina S. Y. Zheng, 1979<br />

S. bradyi (Cushman, 1917) O, 2, ME<br />

Género Sigmoilina Schlumberger, 1887<br />

S. arenata (Cushman, 1921) 2<br />

S. celata (Costa) 1<br />

S. costata Silvestri, 1904 2<br />

S. juareci Zernietkii, 1975 1<br />

S. schlumbergeri Silvestri, 1904 O, 3, ME<br />

S. sigmoidea (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

S. tenuis Czjzck, 1848 2<br />

Subfamilia TUBINELLINAE Rhumbler, 1906<br />

Género Articulina D'Orbigny, 1826<br />

A. antillarum Cushman, 1922 I, 3<br />

A. lineata Brady, 1884 3<br />

A. mayori Cushman, 1922 3<br />

A. mexicana Cushman, 1922 3<br />

A. mucronata (D'Orbigny, 1839) 2<br />

A. sagra D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Género Parrina Cushman, 1931<br />

P. zonacenzis Zernetzkii, 1975 1<br />

Género Tubinella Rhumbler, 1906<br />

T. funalis (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Familia RIVEROINIDAE Saidova, 1981<br />

Género Pseudohauerina Ponder, 1972<br />

COCUYO 15, 2005 9


P. occidentalis (Cushman, 1946) O, 2, ME<br />

Género Riveroina Bermúdez, 1939<br />

R. caribaea Bermúdez, 1939 3<br />

Superfamilia ALVEOLINACEA Ehrenberg, 1839<br />

Familia RHAPYDIONINIDAE Keijzer, 1945<br />

Subfamilia RHAPYDIONININAE Keijzer, 1945<br />

Género Ripacubana Loeblich y Tappan, 1964<br />

R. conica (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Familia ALVEOLINIDAE Ehrenberg, 1839<br />

Género Borelis de Montfort, 1808<br />

B. pulchra (D'Orbigny, 1839) O, 3, ME<br />

Familia PENEROPLIDAE Schultze, 1854<br />

Género Dendritina D'Orbigny, 1826<br />

D. antillarum D'Orbigny, 1826 2<br />

D. elegans (D'Orbigny, 1846) 4<br />

Género Laevipeneroplis Sulc, 1936<br />

L. bradyi Cushman, 1930 O, 3, ME<br />

L. carinatus D'Orbigny, 1839 3<br />

L. proteus (D'Orbigny, 1839) O, 5, ME<br />

Género Monalysidium Chapman, 1900<br />

M. politum (Chapman, 1902) O, 3, ME<br />

Género Peneroplis Montfort, 1808<br />

P. antillarum D'Orbigny, 1839 5<br />

P. elegans D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

P. pertusus Forskal, 1775 1<br />

Género Spirolina Lamarck, 1804<br />

S. acicularis (Batsch, 1791) O, 3, ME<br />

Familia SORITIDAE Ehrenberg, 1839<br />

Subfamilia ARCHAIASINAE Cushman, 1927<br />

Género Archaias de Montfort, 1808<br />

A. angulatus (Fichtel y Moll, 1803) O, 3, ME<br />

Género Cycloputeolina Seiglie y Grove, 1977<br />

C. bocki Seiglie y Grove, 1977 2<br />

Género Cyclorbiculina A. Silvestri, 1937<br />

C. compressa (D'Orbigny, 1839) 2<br />

Subfamilia SORITINAE Ehrenberg, 1839<br />

Género Amphisorus Ehrenberg, 1839<br />

A. hemprichii Ehrenberg, 1839 O, 3, ME<br />

Género Sorites Ehrenberg, 1839<br />

S. marginalis (Lamarck, 1816) I,3<br />

Suborden LAGENINA Delage y Hérouard, 1896<br />

Superfamilia NODOSARIACEA Ehrenberg, 1838<br />

Familia NODOSARIIDAE Ehrenberg, 1838<br />

Subfamilia NODOSARIINAE Ehrenberg, 1838<br />

Género Chrysalogonium Schubert, 1908<br />

C. asperum Cushman y Stainforth,1945 4<br />

C. brodermanni Bermúdez y Acosta, 1940 2<br />

C. ritae Acosta, 1940 3<br />

Género Dentalina Risso, 1826<br />

D. comunnis (D'Orbigny, 1826) I, 2<br />

D. farcimen Reuss, 1863 I, 2<br />

D. flintii Cushman, 1923 I, 8<br />

D. pauperata D'Orbigny, 1846 2<br />

D. subsoluta (Reuss, 1851) I, 2<br />

Género Grigelis Mikhalevich, 1981<br />

Grigelis pyrula (D'Orbigny, 1826) I, 2<br />

Género Nodosaria Lamarck, 1812<br />

N. advena Cushman, 1923 3<br />

N. albatrossi Cushman, 1923 I, 2<br />

N. candei D'Orbigny, 1839 5<br />

N. catesbyi D'Orbigny, 1840 O, 2, ME<br />

N. comatula Cushman, 1923 3<br />

N. fistuca (Schwager, 1866) 2<br />

N. japonica Cushman, 1913 3<br />

N. longiscata D'Orbigny, 1846 2<br />

N. millettii Cushman, 1917 2<br />

N. obliquus (Linneus, 1752) 2<br />

N. perversa Schwager 3<br />

N. rapharistrum (Linné, 1757) 2<br />

N. rugosa D'Orbigny, 1840 2<br />

Subfamilia LINGULININAE Loeblich y Tappan, 1961<br />

Género Lingulina D'Orbigny, 1826<br />

L. carinata D'Orbigny, 1826 5<br />

L. seminuda (Hatken, 1881) O, 3, ME<br />

Subfamilia FRONDICULARIINAE Reuss, 1860<br />

Género Frondicularia Defrance, 1826<br />

F. saggitula Marrie, 1941 I, 2<br />

F. saggitula var lanceolata (Brook) 2<br />

Subfamilia PLECTOFRONDICULARIINAE Cushman, 1927<br />

Género Proxifrons Vella, 1963<br />

P. advena (Cushman, 1923) 2<br />

Familia VAGINULINIDAE Reuss, 1860<br />

Subfamilia LENTICULININAE Chapman, Parr y Collins, 1934<br />

Género Lenticulina Lamarck, 1804<br />

L. calcar (Linné, 1767) 2<br />

L. formosa (Cushman, 1923) I, 2<br />

L. gibba (D'Orbigny, 1839) I, 2<br />

L. iota (Cushman) I, 3<br />

L. limbosa (Reuss) 2<br />

L. peregrina (Schwager, 1866) I, 2<br />

L. rotulata Lamarck , 1804 2<br />

L. sublituus D'Orbigny, 1826 3<br />

L. subaculeata var. glabrata (Cushman, 1923) I, 3<br />

Género Saracenaria Defrance, 1824<br />

S. acutiauricularis (Fitchtel y Moll, 1798) 2<br />

S. italica Defrance, 1824 I, 2<br />

S. latifronts (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Subfamilia MARGINULININAE Wedekind, 1937<br />

Género Marginulina D'Orbigny, 1826<br />

M. bachei Bailey, 1851 2<br />

M. crepidula Fitchel y Moll, 1798 2<br />

M. hirsuta D'Orbigny, 1826 3<br />

Subfamilia VAGINULININAE Reuss, 1860<br />

Género Vaginulina D'Orbigny, 1826<br />

V. americana Cushman, 1923 3<br />

V. elegans D'Orbigny, 1826 2<br />

V. legumen (Linné, 1758) 2<br />

V. legumen var. arquata Brady, 1884 2<br />

V. punctata D'Orbigny, 1839 3<br />

V. spinigera Brady, 1881 I, 3<br />

Familia LAGENIDAE Reuss, 1862<br />

Género Lagena Walker y Jacob, 1798<br />

L. ampulladistoma (Rymer y Jones, 1872) 2<br />

L. auriculata Brady, 1881 2<br />

L. costata (Williamson, 1913) 2<br />

L. desmosphora (Rymer y Jones) 3<br />

L. distoma Parker y Jones, 1864 2<br />

L. elongata Ehrenberg, 1844 2<br />

L. fasciata var. spinosa Sidebottom, 1912 2<br />

L. fimbriata Brady, 1881 3<br />

L. flintiana Cushman, 1923 I, 2<br />

L. quadralata Brady, 1881 3<br />

L. laevis var. nebulosa Cushman, 1923 2<br />

L. perlucida (Monyagu, 1883) 2<br />

L. plumigera Brady, 1881 3<br />

L. striata (D'Orbigny, 1839) 2<br />

L. substriata Williamsom, 1848 2<br />

L. sulcata (Walker y Jacob, 1798) 2<br />

L. sulcata var. striatupunctata Parker y Jones, 1865 3<br />

L. sublagenoides Cushman, 1913 2<br />

Género Procerolagena Puri, 1954<br />

P. gracilis (Williamson, 1848) 2<br />

Familia POLYMORPHINIDAE D'Orbigny, 1839<br />

Subfamilia POLYMORPHININAE D'Orbigny, 1839<br />

Género Globulina D'Orbigny, 1839<br />

G. gibba D'Orbigny, 1826 2<br />

G. inaequalis Reuss, 1850 3<br />

G. inaequalis var. caribaea Cushman y Ozawa, 1930 2<br />

Género Guttulina D'Orbigny, 1839<br />

G. caribaea D'Orbigny, 1839 5<br />

10 COCUYO 15, 2005


G. problema D'Orbigny, 1826 2<br />

G. pulchella D'Orbigny, 1839 3<br />

G. regina (Brady, Parker y Jones, 1870) I, 3<br />

G. spicaeformis var. australis (D'Orbigny) I, 2<br />

G. vitrea D'Orbigny, 1839 3<br />

Género Polymorphina D'Orbigny, 1826<br />

P. irregularis D'Orbigny, 1839 5<br />

P. rochefortiana D'Orbigny, 1839 5<br />

P. rugosa D'Orbigny, 1839 5<br />

Género Pyrulina D'Orbigny, 1839<br />

P. extensa (Cushman) I, 3<br />

P. gutta D'Orbigny, 1826 3<br />

Género Sigmoidella Cushman y Ozawa, 1928<br />

S. elegantissima (Parker y Jones) 2<br />

Género Sigmomorphina Cushman y Ozawa, 1928<br />

S. pearceyi Cushman y Ozawa, 1930 3<br />

Subfamilia RAMULININAE Brady, 1884<br />

Género Ramulina Jones y Wright, 1875<br />

R. globulifera Brady, 1879 O, 2, ME<br />

R. proteiformis Cushman, 1899 2<br />

Familia ELLIPSOLAGENIDAE A. Silvestri, 1923<br />

Subfamilia OOLININAE Loeblich y Tappan, 1961<br />

Género Oolina D'Orbigny, 1839<br />

O. botelliformis (Brady, 1884) 2<br />

O. botelliformis var. rugosa (Sidebottom,1912) 2<br />

Subfamilia ELLIPSOLAGENINAE A. Silvestre, 1923<br />

Género Fissurina Reuss, 1850<br />

F. lucida (Williamson, 1848) 2<br />

F. marginata (Walter y Boys, 1784) I, 2<br />

F. marginoperforata Sequenza, 1880 2<br />

F. orbignyana (Cushman, 1923) I, 2<br />

Familia GLANDULINIDAE Reuss, 1860<br />

Subfamilia GLANDULININAE Reuss, 1860<br />

Género Glandulina D'Orbigny, 1839<br />

G. laevigata var. occidentalis Cushman, 1923 I, 2<br />

G. laevigata var. torrida Cushman, 1929 2<br />

G. radicula (Linné) 3<br />

Suborden ROBERTININA Loeblich y Tappan, 1984<br />

Superfamilia CERATOBULIMINACEA Cushman, 1927<br />

Familia CERATOBULIMINIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia CERATOBULIMINIDAE Cushman, 1927<br />

Género Ceratobulimina Tonla, 1915<br />

C. pacifica Cushman y Harris, 1927 2<br />

Género Lamarckina Berthelin, 1881<br />

L. atlantica Cushman, 1931 I, 2<br />

L. scabra (Brady, 1884) 2<br />

Superfamilia ROBERTINACEA Reuss, 1850<br />

Familia ROBERTINIDAE Reuss, 1850<br />

Subfamilia ALLIATININAE McGrowran, 1966<br />

Género Cushmanella Palmer y Bermúdez, 1936<br />

C. brownii (D'Orbigny, 1839) 3<br />

Subfamilia ROBERTININAE Reuss, 1850<br />

Género Robertina D'Orbigny, 1846<br />

Robertina sp. 2<br />

Suborden GLOBIGERININA Delage y Hérouard, 1896<br />

Superfamilia GLOBOROTALIACEA Cushman, 1927<br />

Familia GLOBOROTALIIDAE Cushman, 1927<br />

Género Globorotalia Cushman, 1927<br />

G. hirsuta (D'Orbigny, 1839) I, 2<br />

G. fimbriata (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

G. menardii D'Orbigny, 1884<br />

G. oceanica Cushman y Bermúdez, 1923 2<br />

G. praemenardii Cushman y Stanfort, 1945 2<br />

G. punctulata (D'Orbigny, 1839) 2<br />

G. truncatulinoides (D'Orbigny, 1839) O, 2, ME<br />

G. tumida (Brady) O, 2, ME<br />

Familia PULLENIATINIDAE Cushman, 1927<br />

Género Pulleniatina Cushman, 1927<br />

P. obliqueloculata (Parker y Jones, 1865) O, 2, ME<br />

Familia CANDEINIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia CANDEININAE Cushman, 1927<br />

Género Candeina D'Orbigny, 1839<br />

C. nitida D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Superfamilia GLOBIGERINACEA Carpenter, Parker y Jones, 1862<br />

Familia GLOBIGERINIDAE Carpenter, Parker y Jones, 1862<br />

Subfamilia GLOBIGERININAE Carpenter, Parker y Jones, 1862<br />

Género Globigerina D'Orbigny, 1826<br />

G. bulloides D'Orbigny, 1826 O, 2, ME<br />

G. conglobata Brady, 1879 2<br />

G. conglomerata Schwager, 1866 3<br />

G. cretacea D'Orbigny, 1840 6<br />

G. dutertrei D'Orbigny, 1839 5<br />

G. eggeri Rhumbler, 1901 O, 2, ME<br />

G. siphoniofera D'Orbigny, 1839 5<br />

Género Globigerinoides Cushman, 1927<br />

G. rubra (D'Orbigny, 1839) I, 3<br />

G. sacculifera (Brady, 1884) 3<br />

Género Sphaerodinella Cushman, 1927<br />

S. bulloides D'Orbigny, 1826 3<br />

S. dehiscens (Parker y Jones, 1865) O, 2, ME<br />

Subfamilia ORBULININAE Schultze, 1854<br />

Género Orbulina D'Orbigny, 1839<br />

O. bilobata (D'Orbigny, 1846) O, 2, ME<br />

O. universa D'Orbigny, 1839 3<br />

Familia HASTIGERINIDAE Bolli, Loeblich y Tappan, 1957<br />

Género Hastigerina Thomson, 1876<br />

H. aequilateralis ( Brady, 1879) O, 2, ME<br />

H. pelagica (D'Orbigny, 1839) 2<br />

Suborden ROTALIINA Delage yHérovard, 1896<br />

Superfamilia BOLIVINACEA Glaessner, 1937<br />

Familia BOLIVINIDAE Glaessner, 1937<br />

Género Bolivina D'Orbigny, 1839<br />

B. alata (Sequenza, 1862) 2<br />

B. canimarensis Palmer y Bermúdez, 1936 2<br />

B. compacta (Sidebothom, 1905) 2<br />

B. cubana Bermúdez, 1935 3<br />

B. goesi Cushman, 1922 O, 2, ME<br />

B. gramen (D'Orbigny, 1840) 3<br />

B. imbricata Cushman, 1925 3<br />

B. lowmani Phleger y Parker, 1951 1<br />

B. plicatella Cushman y Ponton 8<br />

B. prorrectum (Brady) 2<br />

B. pulchella (D'Orbigny, 1839) O, 3, ME<br />

B. punctata D'Orbigny, 1839 3<br />

B. spinecens Cushman, 1911 2<br />

B. striatula Cushman, 1922 I, 3<br />

B. subspinenscens (Reuss, 1862) 2<br />

B. tortuosa Brady, 1881 3<br />

B. variabilis Williamson, 1856 3<br />

Superfamilia LOXOSTOMATACEA Loeblic y Tappan, 1962<br />

Familia LOXOSTOMATIDAE Loeblich y Tappan, 1962<br />

Género Loxostomun Ehrenberg, 1854<br />

L. limbatum var. costulatum (Cushman, 1922) 2<br />

Familia BOLIVINELLIDAE Hayward, 1980<br />

Género Bolivinella Cushman, 1927<br />

B. eleggans Parker, 1932 3<br />

Superfamilia BOLIVINITACEA Cushman, 1927<br />

Familia BOLIVINITIDAE Cushman, 1927<br />

Género Bolivinita Cushman, 1927<br />

B. quadrilatera (Schwager, 1866) 2<br />

B. rhomboidalis (Milleti) 2<br />

Superfamilia CASSIDULINACEA D'Orbigny, 1839<br />

Familia CASSIDULINIDAE D'Orbigny, 1839<br />

Subfamilia CASSIDULININAE D'Orbigny, 1839<br />

Género Cassidulina D'Orbigny, 1826<br />

C. braziliensis Cushman, 1922 3<br />

C. crassa D'Orbigny, 1826 2<br />

C. palmerae Bermúdez y Acosta, 1940 O, 3, ME<br />

C. subglobosa Bandy, 1881 O, 3, ME<br />

Género Cassidulinoides Cushman, 1927<br />

COCUYO 15, 2005 11


C. bradyi (Norman, 1880) 3<br />

C. brazilensis (Cushman, 1922) 2<br />

Superfamilia BULIMINACEA Jones,1875<br />

Familia SIPHOGENERINOIDIDAE Saidova, 1981<br />

Subfamilia SIPHOGENERINOIDINAE Saidova, 1981<br />

Género Rectobolivina Cushman, 1927<br />

R. advena (Cushman, 1922) 2<br />

R. dimorfa (Parker y Jones, 1865) 2<br />

R. limbata 8<br />

R. mayoris (Cushman, 1922) 2<br />

R. nibilis (Hantken, 1876) I, 2<br />

R. raphana (Parker y Jones, 1865) I, 2<br />

Subfamilia TUBULOGENERININAE Saidova, 1981<br />

Género Sagrina D'Orbigny, 1839<br />

S. pulchella (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Familia BULIMINIDAE Jones, 1875<br />

Género Bulimina D'Orbigny, 1826<br />

B. affinis D'Orbigny, 1839 5<br />

B. buchiana D'Orbigny, 1845 2<br />

B. elegans D'Orbigny, 1826 2<br />

B. inflata mexicana (Sequenza, 1862) 2<br />

B. ovata Cushman, 1922 8<br />

B. ovula D'Orbigny, 1839 2<br />

B. Pupoides Cushman, 1922 8<br />

B. pyrula var. spirecens Brady, 1884 3<br />

Familia BULIMINELLIDAE Hofker, 1951<br />

Género Buliminella Cushman, 1911<br />

B. elegantissima var. seminuda Brady, 1884 2<br />

B. elegantissima (D'Orbigny, 1839) O, 6, ME<br />

B. parallela Cushman y Parker, 1931 6<br />

B. silviae Bermúdez y Seiglie, 1963 3<br />

Familia UVIGERINIDAE Haeckel, 1894<br />

Subfamilia UVIGERININAE Haeckel, 1894<br />

Género Siphouvigerina Parr, 1950<br />

S. ampullacea (Brady, 1824) 2<br />

S. fimbriata (Sidebottom, 1918) 6<br />

Género Uvigerina D'Orbigny, 1826<br />

U. asperula Czjzck, 1848 2<br />

U. auberiana glabra Millet, 1898 6<br />

U. bermudezi Acosta, 1940 3<br />

U. canariensis D'Orbigny, 1839 3<br />

U. flinti Cushman, 1923 I, 2<br />

U. occidentalis Cushman, 1923 3<br />

U. peregrina Cushman, 1923 2<br />

U. pygmea (D'Orbigny, 1826) O, 3, ME<br />

U. rustica Cushman y Edwards, 1923 2<br />

U. selseyensis Heron- Allen y Earland, 1909 6<br />

Subfamilia ANGULOGERININAE Galloway, 1933<br />

Género Trifarina Cushman, 1923<br />

T. bradyi (Cushman, 1923) O, 2, ME<br />

T. carinata (Cushman, 1927) O, 2, ME<br />

Familia REUSSELLIDAE Cushman, 1933<br />

Género Acostina Bermúdez, 1949<br />

A. piramidalis (Acosta, 1940) 2<br />

Género Reusella Galloway, 1933<br />

R. aguayoi Bermúdez, 1939 I, 2<br />

R. spinulosa (Reuss, 1850) I, 3<br />

FamiliaTRIMOSINIDAE Saidova, 1981<br />

Género Mimosina Millert, 1900<br />

M. echinata Heron Allen y Earland, 1915 2<br />

Superfamilia FURSENKOINACEA Loeblich y Tappan, 1961<br />

Familia FURSENKOINIDAE Loeblich y Tappan, 1961<br />

Género Fursenkoina Loeblich y Tappan, 1961<br />

F. punctata D'Orbigny, 1839 5<br />

F. squamosa (D'Orbigny, 1826) 2<br />

Superfamilia PLEUROSTOMELLACEA Reuss, 1860<br />

Familia PLEUROSTOMELLIDAE Reuss, 1860<br />

Subfamilia PLEUROSTOMELLINAE Reuss, 1860<br />

Género Ellipsoglandulina A. Silvestri, 1900<br />

E. antillea Bermúdez, 1939 2<br />

E. multicostata (Galloway y Morrei, 1929) 2<br />

Género Nodosarella Rzehak, 1895<br />

N. annulata (Terquem y Berthelin) 3<br />

Género Pleurostomella Reuss, 1860<br />

P. acuminata Cushman, 1922 2<br />

P. brevis Schwager, 1866 I, 2<br />

P. rapa var. recens Dervieux, 1899 2<br />

P. schuberti Cushman y Harris, 1927 2<br />

Superfamilia STILOSTOMELLACEA Finlay, 1947<br />

Familia STILOSTOMELLIDAE Finlay, 1947<br />

Género Orthomorphina Stainforth, 1952<br />

O. candei (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Género Siphonodosaria A. Silvestri, 1924<br />

S. abyssorum (Brady, 1881) 2<br />

Género Stilostomella Guppy, 1894<br />

S. obsoleta (Acosta) 3<br />

Familia BAGGINIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia SEROVAININAE Sliter, 1968<br />

Género Cancris de Montfort, 1808<br />

C. auricula (Fitchtel y Moll, 1798) O, 3, ME<br />

C. sagrai (D'Orbigny, 1839) O, 2, ME<br />

Género Physalidia Heron- Allen y Earland, 1928<br />

P. earlandi Bermúdez, 1935 2<br />

Género Valvulineria Cushman, 1926<br />

V. araucana (D'Orbigny, 1839) I, 2<br />

V. inaequalis (D'Orbigny, 1839) I, 3<br />

Familia EPONIDIDAE Hofker, 1951<br />

Subfamilia EPONIDINAE Hofker, 1951<br />

Género Eponides de Montfort, 1808<br />

E. antillarum (D'Orbigny, 1839) I, 3<br />

E. concentrica (Parker y Jones, 1864) 6<br />

E. repandus (Fichtel y Moll, 1798) 5<br />

E. tuberculata (Balkwill y Wright) 3<br />

E. umbonatus (Bailey) 3<br />

Género Poroeponides Cushman, 1944<br />

P. lateralis (Terquem, 1878) 2<br />

Familia DISCORBIDAE Ehrenberg, 1838<br />

Género Discorbis Lamarck, 1804<br />

D. aguayoi Bermúdez, 1935 3<br />

D. corrugata Millett 2<br />

D. cushmani Palmer y Bermúdez, 1936 I, 2<br />

D. erecta (Sidebottom, 1908) 3<br />

D. floridana Cushman, 1922 I, 3<br />

D. globosa (Sidebottom) 3<br />

D. obtusus (D'Orbigny) 1<br />

D. orbicularis var. antillea Bermúdez, 1935 3<br />

D. pulvinata (Brady) 3<br />

D. rosea (D'Orbigny, 1826) 1<br />

D. torrei Bermúdez, 1935 3<br />

D. valvulata var. granulosa (Heron-Allen y Earland) 3<br />

Familia ROSALINIDAE Reiss, 1963<br />

Género Neoconorbina Hofker, 1951<br />

N. crustata (Cushman) 4<br />

N. orbicularis (Terquem) 8<br />

Género Rosalina D'Orbigny, 1826<br />

R. advena Cushman, 1931 2<br />

R. antillea Bermúdez 2<br />

R. candeiana D'Orbigny, 1839 5<br />

R. concinna (Brady, 1884) 2<br />

R. floridana (Cushman, 1922) 1<br />

R. floridensis Cushman, 1931 2<br />

R. globularis D'Orbigny, 1826 2<br />

R. obtusa D'Orbigny, 1846 1<br />

R. semistriata D'Orbigny, 1839 5<br />

R. subaraucana (Cushman, 1922) 2<br />

Género Tretomphalus Möbius, 1880<br />

T. atlanticus Cushman, 1934 2<br />

T. bulloides (D'Orbigny, 1839) 2<br />

T. milletti (Heron-Allen y Earland) 2<br />

T. planus Cushman, 1924 1<br />

12 COCUYO 15, 2005


Familia SPHAEROIDINIDAE Cushman, 1927<br />

Género Sphaeroidina D'Orbigny, 1826<br />

S. bulloides (D'Orbigny, 1826) 3<br />

S. dehiscens (Parker y Jones) 3<br />

Superfamilia GLABRATELLACEA Loeblich y Tappan, 1964<br />

Familia GLABRATELLIDAE Loeblich y Tappan, 1964<br />

Género Glabratella Dorreen, 1948<br />

G. brasiliensis Boltovskoy, 1959 8<br />

G. erecta (Sidebottom, 1908) 2<br />

G. mirabilis Bermúdez y Seiglie, 1965 6<br />

Superfamilia SIPHONINACEA, Cushman, 1927<br />

Familia SIPHONINIDAE, Cushman, 1927<br />

Subfamilia SIPHONININAE, Cushman, 1927<br />

Género Siphonina Reuss, 1850<br />

S. bradyiana Cushman, 1927 O, 3, ME<br />

S. pulchra Cushman, 1919 O, 2, ME<br />

S. tenuicarinata Cushman I, 2<br />

Género Siphoninella Cushman, 1927<br />

S. soluta (Brady, 1884) O, 6, ME<br />

Subfamilia SIPHONINOIDINAE Loeblich y Tappan, 1984<br />

Género Siphoninoides Cushman, 1927<br />

S. echinatus (Brady, 1879) O, 8, ME<br />

S. glabra (Heron-Allen y Earland, 1915) 3<br />

Superfamilia DISCORBINELLACEA Sigal, 1952<br />

Familia DISCORBINELLIDAE Sigal, 1952<br />

Subfamilia DISCORBINELLINAE Sigal, 1952<br />

Género Discorbinella Cushman y Martin, 1935<br />

D. floridensis (Cushman, 1931) 4<br />

Género Laticarinina Galloway y Wissler, 1927<br />

L. pauperata (Parker y Jones, 1865) O, 2, ME<br />

Superfamilia PLANORBULINACEA Schwager, 1877<br />

Familia PLANULINIDAE Bermúdez, 1952<br />

Género Planulina D'Orbigny, 1826<br />

P. ariminensis D'Orbigny, 1826 O, 2, ME<br />

P. caribaea Cushman, 1931 6<br />

P. depressa (D'Orbigny) 6<br />

P. Edwarsiana (D'Orbigny, 1839) I, 5<br />

P. faveolata (Brady, 1884) O, 2, ME<br />

Familia CIBICIDIDAE Cushman. 1927<br />

Subfamilia CIBICIDINAE Cushman. 1927<br />

Género Cibicides de Montfort, 1808<br />

C. advena (D'Orbigny, 1839) 5<br />

C. floridanus (Cushman, 1918) 6<br />

C. io Cushman, 1931 2<br />

C. lobatulus (Cushman, 1935) 1<br />

C. mayori Cushman, 1924 1<br />

C. pseudoungerianus Cushman, 1931 O, 8, ME<br />

C. robertsonianus (Brady, 1884) O, 7, ME<br />

C. welestorfi (Schwager, 1866) 7<br />

Subfamilia STICHOCIBICIDINAE Saidova, 1981<br />

Género Dyocibicides Cushman y Valentine, 1930<br />

D. biserialis Cushman y Valentine, 1930 2<br />

Familia PLANORBULINIDAE Schwager, 1877<br />

Subfamilia PLANORBULININAE Schwager, 1877<br />

Género Planorbulina D'Orbigny, 1826<br />

P. acervalis Brady, 1884 O, 2, ME<br />

P. mediterranensis D'Orbigny, 1826 O, 6, ME<br />

Familia CYMBALOPORIDAE Cushman, 1927<br />

Subfamilia CYMBALOPORINAE Cushman, 1927<br />

Género Cymbaloporetta Cushman, 1928<br />

C. squamosa (D'Orbigny, 1839) O, 8<br />

C. poeyi (D'Orbigny, 1839) 5<br />

Familia VICTORIELLIDAE Chapman y Crespin, 1930<br />

Subfamilia CARPENTERIINAE Saidova, 1981<br />

Género Carpenteria Gray, 1858<br />

C. candei (D'Orbigny, 1839) 6<br />

C. monticularis Carter, 1877 3<br />

C. proteiformis Göes, 1882 O, 2, ME<br />

Superfamilia ACERVULINACEA Schultze, 1854<br />

Familia ACERVULINIDAE Schultze, 1854<br />

Género Acervulina Schultze, 1854<br />

A. inhaerens Schultze, 1854 I, 1<br />

Género Gypsina H.J. Carter, 1877<br />

G. discus (Göes, 1896) I, 3<br />

G.plana 8<br />

Género Sphaerogypsina Galloway, 1933<br />

S. globulus (Reuss, 1848) 2<br />

Subfamilia RUPERTININAE Loeblich y Tappan, 1961<br />

Género Rupertina Loeblich y Tappan, 1961<br />

R. stabilis (Wallich, 1877) 3<br />

Familia HOMOTREMATIDAE Cushman, 1927<br />

Género Homotrema Hickson, 1911<br />

H. rubrum (Lamarck, 1816) O, 2, ME<br />

Superfamilia ASTERIGERINACEA D'Orbigny, 1839<br />

Familia EPISTOMARIIDAE Hofker, 1954<br />

Subfamilia PALMERINELLINAE Loeblich y Tappan, 1984<br />

Género Palmerinella Bermúdez, 1934<br />

P. palmerae Bermúdez, 1934 O, 6, ME<br />

Familia ALFREDINIDAE S.N. Singh y Katia, 1972<br />

Género Epistomaroides Uchio, 1952<br />

E. atlantis Bermúdez, 1939 I, 2<br />

E. coronata Parker y Jones, 1857 I, 2<br />

E. flinti Cushman, 1931 O, 2<br />

E. flinti var. adelinensis Palmer y Bermúdez, 1934 2<br />

E. semipunctata (Bailey, 1851) O, 3, ME<br />

Familia ASTERIGERINIDAE D'Orbigny, 1839<br />

Género Asterigerina D'Orbigny, 1839<br />

A. carinata D'Orbigny, 1839 O, 8, ME<br />

A. lobata D'Orbigny, 1839 5<br />

Familia AMPHISTEGINIDAE Cushman, 1927<br />

Género Amphistegina D'Orbigny, 1826<br />

A.gibbosa D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Superfamilia NONIONACEA Schultze, 1854<br />

Familia NONIONIDAE Schultze, 1854<br />

Subfamilia NONIONINAE Schultze, 1854<br />

Género Nonion de Montfort, 1808<br />

N. grateloupi (D'Orbigny) O, 3, ME<br />

N. stelligera (D'Orbigny) 2<br />

N. umbilicatulus (Walker y Jacob) 3<br />

Género Nonionella Cushman, 1926<br />

N. auris (D'Orbigny, 1826) 2<br />

N. grateloupi (D'Orbigny, 1826) 2<br />

Subfamilia ASTRONONIONINAE Saidova, 1981<br />

Género Astrononion Cushman y Edwards, 1937<br />

A. brownii (D'Orbigny, 1839) 5<br />

A. grateloupi (D'Orbigny, 1839) 5<br />

A. sloanii (D'Orbigny, 1839) 5<br />

A. steliger (D'Orbigny, 1839) 2<br />

A. tumidum Cushman y Edwards, 1937 2<br />

Subfamilia PULLENIINAE Schwager, 1877<br />

Género Melonis de Montfort, 1808<br />

M. pompiloides (Fichtel y Moll, 1798) 7<br />

Género Pullenia Parker y Jones, 1862<br />

P. riveroi Bermúdez, 1936 3<br />

P. obliqueloculata Parker y Jones, 1865 6<br />

Superfamilia CHILOSTOMELLACEA Brady, 1881<br />

Familia GAVELINELLIDAE Hofker, 1956<br />

Subfamilia GAVELINELLINAE Hofker, 1956<br />

Género Gyroidina D'Orbigny, 1826<br />

G. alfiformis R.E y C.K. Stewart, 1921 2<br />

G. soldanii D'Orbigny, 1826 O, 8, ME<br />

Familia TRICHOHYALIDAE Saidova, 1981<br />

Género Trichohyalus Loeblich y Tappan, 1953<br />

T. aguayoi Bermúdez, 1935 2<br />

Superfamilia ROTALIACEA Ehrenberg, 1839<br />

Familia ROTALIIDAE Ehrenberg, 1839<br />

Subfamilia ROTALIINAE Ehrenberg, 1839<br />

Género Rotalia Lamarck, 1804<br />

R. deformis (D'Orbigny, 1839) 5<br />

R. murrayi Heron-Allen y Earland, 1915 2<br />

COCUYO 15, 2005 13


Familia CALCARINIDAE Schwager, 1876<br />

Género Calcarina D'Orbigny, 1826<br />

C. calcar D'Orbigny, 1839 O, 5, ME<br />

Familia ELPHIDIIDAE Galloway, 1933<br />

Subfamilia ELPHIDIINAE Galloway, 1933<br />

Género Elphidium de Montfort, 1808<br />

E. advenum (Cushman, 1922) O, 2, ME<br />

E. articulatum (D'Orbigny) I, 6<br />

E. craticulatus (Fitchel y Moll, 1798) 3<br />

E. crispum (Linné, 1758) 2<br />

E. discoidale (D'Orbigny, 1839) O, 2, ME<br />

E. frimbiatulum (Cushman, 1918) 2<br />

E. lanieri (D'Orbigny, 1839) O, 6, ME<br />

E. lobatum Galloway y Heminway, 1941 4<br />

E. milletti (Heron-Allen y Earland, 1898) 6<br />

E. morenoi Bermúdez, 1935 I, 6<br />

E. poeyanum (D'Orbigny, 1839) I, 6<br />

E. sagrum (D'Orbigny, 1839) I, 6<br />

Superfamilia NUMMULITACEA de Blainville, 1827<br />

Familia NUMMULITIDAE de Blainville, 1827<br />

Género Heterostegina D'Orbigny, 1826<br />

H. antillarum D'Orbigny, 1839 O, 6, ME<br />

REFERENCIAS<br />

Alvarez García, N y P. Borro 1979. Los Foraminíferos del Golfo<br />

de Batabanó. Investigaciones Marinas 8 (47): 47-68.<br />

Bermúdez, P.J. 1935. Foraminíferos de la costa Norte de Cuba.<br />

Mem. Soc. Cubana Hist. Nat., Felipe Poey 9 (3): 129-224.<br />

Bermúdez, P. J. 1950. Contribución al estudio del Cenozoico<br />

Cubano. Mem. Soc. Cubana Hist. Nat., Felipe Poey 19 (3): 205-<br />

375.<br />

Borro, P. Inédito. Nota sobre los Foraminíferos recientes de<br />

Cuba.<br />

Buzas, M.1982 Distribution of the recent foraminifera in the<br />

Carribbean region. Special publication Smithsonian<br />

Institution.<br />

Broderman, J. Inédito. Catálogo de Foraminíferos de la Isla de<br />

Cuba. 1946<br />

Lee et al. 2000. An Illustrated guide to the Protozoa. Organisms<br />

traditionally refered to as Protozoa, or newly discovered<br />

Groups. Vol, II: 620-1432. Kansas. 66044. USA. Second<br />

Edition.<br />

Loeblich, A.R. Jr. y H. Tappan. 1964. Treatise on Invertebrate<br />

Paleontology. Part. C. Protista 2, vol. 1 y 2. Moore.<br />

Loeblich, A.R., Jr., y H. Tappan. 1988. Foraminiferal genera and their<br />

classification. Van Nostrand, Reinhold Co. Nueva York, (2<br />

vols.). 2047 pp.<br />

Orbigny, A. d' 1839. Foraminíferos. In: Ramón de la Sagra,<br />

Historia física, política y natural de la isla de Cuba. París.<br />

Arthur Bertran: 180<br />

Sen-Gupta Barun K., 1999. Modern Foraminifera. Kluwer<br />

Academic Publishers. Louisiana State University.<br />

Wright Baker R. 1960 Taxonomic notes, on the species figured<br />

by H. B. Brady in his report on the foraminiera dreged by<br />

H.M.S. Challenger during the years 1873, 1876 SEPM, no. 9,<br />

Oklahoma.<br />

Zernetzkyi F. B. 1975. Sedimentos de los mares de América<br />

central. Instituto de Ciencias geológicas. A.C. URSS. Kiev.<br />

Primer registro de Leprolochus spinifrons (Araneae:<br />

Zodariidae) para Las Antillas<br />

Giraldo Alayón García<br />

Museo Nacional de Historia Natural, Obispo no. 61,<br />

Habana Vieja 10100, Cuba<br />

ABSTRACT. The zodariid spider Leprolochus spinifrons Simon, 1892,<br />

previously known from Panama to Venezuela is reported for the first<br />

time for the West Indies, based in two females collected at Bequia, St.<br />

Vincent and the Grenadines. Some natural history data are also given.<br />

La familia Zodariidae tiene, hasta el presente, una especie<br />

registrada para Las Antillas (Jocqué, 1991; Alayón, 2000):<br />

Antillorena polli (Simon) que se ha encontrado en Aruba, Bonaire<br />

y Curacao (Antillas Neerlandesas), Las Bahamas y en Isla de la<br />

Juventud (antigua Isla de Pinos), Cuba.<br />

El género Leprolochus Simon, 1892 fue revisado por Jocqué<br />

(1988) y tiene siete especies: L. spinifrons Simon (Panamá,<br />

Colombia, Trinidad y Venezuela); L. stratus Jocqué & Platnick<br />

(Venezuela); L. birabeni Mello-Leitao (Brasil, Paraguay y<br />

Argentina), L. parahybae Mello-Leitao, L. levergere Lise, L. oeiras<br />

Lise y L. mucuge Lise (Brasil). Este género de arañas se caracteriza<br />

por la presencia de una línea de macrosetas transversas en frente<br />

de los ojos, margen anterior del prosoma (Jocqué, 1988; 1991;<br />

Jocqué & Platnick, 1989).<br />

Desde hace poco más de dos años el Padre Mark da Silva se<br />

encuentra colectando, fotografiando y acopiando información<br />

sobre la historia natural de los arácnidos en las islas Granadinas,<br />

principalmente en Bequia y Mayreau y ha colectado un número<br />

apreciable de ejemplares. Recientemente, tuve la oportunidad de<br />

visitar San Vicente y Las Granadinas, colectar y examinar parte<br />

de la colección de arañas atesoradas por él. En el material<br />

examinado encontré un ejemplar perteneciente a la familia<br />

Zodariidae (L. spinifrons Simon) que constituye el primer registro<br />

de este género y especie para las Antillas.<br />

El ejemplar fue colectado el 22 de junio de 2004. Se<br />

identificó por la forma y estructura del epigino, y por la forma<br />

cilíndrica de las macrosetas del borde del prosoma; la longitud de<br />

una de las hembras fue de 3.25 mm (prosoma: longitud, 1.35;<br />

anchura, 1.03). Posterior a mi visita se colectó en diciembre de<br />

2004, un segundo ejemplar, en el mismo sitio, presumiblemente<br />

de la misma especie.<br />

Estos ejemplares fueron capturados en el suelo del patio de<br />

la iglesia católica de la villa de Hamilton en la isla de Bequia, entre<br />

las piedras, bien camufladas por su color, apariencia e<br />

inmovilidad (cuando se les perturba se alejan con rapidez y<br />

adoptan una postura inmóvil). Una de las hembras está<br />

depositada en las colecciones del Departamento de Biología de<br />

la Universidad de West Indies, Barbados y la otra en las<br />

colecciones del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba,<br />

Ciudad de La Habana. La presencia de esta especie en San<br />

Vicente y Las Granadinas nos hace pensar que pudiera también<br />

encontrarse en otras islas más al sur como Granada.<br />

Agradecimientos.- Se agradece al Padre Mark da Silva el ejemplar<br />

14 COCUYO 15, 2005


donado, a Julia Horrocks, Departamento de Biología de la<br />

Universidad de West Indies (Barbados) por los fondos para mi<br />

visita a San Vicente y Las Granadinas y a Marlon Mills-Browne<br />

y Paul Lewis las atenciones y amabilidades durante mi estancia.<br />

REFERENCIAS<br />

Alayón García, G. 2000. La arañas endémicas de Cuba. Rev.<br />

Ibérica Aracnol., 2: 1-48.<br />

Jocqué, R. 1988. An updating of the genus Leprolochus (Araneae:<br />

Zodariidae). Stud. Neotrop. Fauna Environm., 23: 77-87.<br />

Jocqué, R. 1991. A generic revision of the spider family<br />

Zodariidae (Araneae). Bull. American Mus. Nat. Hist., 201: 1-<br />

160.<br />

Jocqué, R. y N. I. Platnick. 1989. On Venezuelan Leprolochus<br />

(Araneae: Zodariidae). J. New York Entomol. Soc., 97: 471-<br />

474.<br />

mientras que apenas se vio en los árboles relativamente limpios,<br />

más adentro. Según Alayón (2003), se cree que las grandes telas<br />

compuestas que teje esta araña, pueden perjudicar la salud de<br />

los árboles, al bloquear la luz. Además de este efecto directo,<br />

una tela puede atrapar hojas muertas, que son aún más opacas<br />

que la tela misma. Este factor se observó en el presente caso.<br />

En particular, dos árboles -un mango y un samán- con extensas<br />

y densas coberturas de tela, se mostraron significamente<br />

desfoliados. Otro araneido -no identificado- se halló en la<br />

periferia de muchas telas de C. citricola.<br />

REFERENCIAS<br />

Alayón G., G. 2003. Cyrtophora citricola (Araneae: Araneidae),<br />

registro nuevo de araña para Cuba. Cocuyo 13:14.<br />

Alayón G., G.; L. F. de Armas y A. J. Abud 2001. Presencia<br />

de Cyrtophora citricola (Forskål, 1775) (Araneae: Araneidae)<br />

en las Antillas. Rev. Ibérica Arachnol., 4:9-10.<br />

.<br />

Soares Álvares, E. S. y M. de Maria 2004. First record of<br />

Cyrtophora citricola (Forskål) in Brazil (Araneae, Araneidae)<br />

Rev. Brasileira Zool., 21: 155-156.<br />

Observaciones sobre Cyrtophora citricola (Araneae:<br />

Araneidae) en Haití<br />

Christopher K. Starr<br />

Dep't of Life Sciences<br />

University of the West Indies<br />

St Augustine, Trinidad & Tobago. ckstarr99@hotmail.com<br />

El género Cyrtophora Simon, 1864 incluye 36 especies del<br />

Viejo Mundo y Australia. Cyrtophora citricola (Forskål, 1775) es<br />

una especie común que ha sido introducida en la región<br />

Neotropical region: Colombia, Cuba, Hispaniola y Brasil<br />

(Alayón et al. 2001; Alayón 2003; Soares Álvares y de Maria,<br />

2004).<br />

Durante una corta visita en el sur de Haití, Hispaniola en<br />

enero de 1998, encontré a C. citricola muy abundante en algunas<br />

partes de Puerto Príncipe y sus alrededores, especialmente en el<br />

cámpus de la Universidad Quisqueya, en el centro de la ciudad.<br />

Una muestra de 46 árboles tuvo 157 telas ocupadas. De estas,<br />

65 (41%) fueron telas compuestas, o sea, construidas y usadas<br />

por varios individuos. Las telas estuvieron a 3.1 m sobre el nivel<br />

del suelo, como promedio. Aparentemente los árboles de<br />

mangos y otras leguminosas presentaron más telas que otras<br />

plantas.<br />

En esa época, las abundantes palmeras reales (Roystonea<br />

regia) estaban en plena florescencia y supuestamente atraían<br />

gran cantidad de insectos. Sin embargo, 19 palmas estudiadas,<br />

tuvieron una sola tela de C. citricola. Tampoco se hallaron en un<br />

grupo de arbustos bajos.<br />

Estas observaciones se hicieron durante la estación seca,<br />

cuando la ciudad tuvo mucho polvo. Es notable que dentro del<br />

cámpus C. citricola se halló sobre todo hacia el perímetro,<br />

Macroinvertebrados dulceacuícolas y calidad de las<br />

aguas de tres estaciones de Sierra de Nipe y Sierra<br />

Cristal, Región Oriental de Cuba<br />

1 1<br />

Dany D. González Lazo , Adrián Trapero Quintana , Carlos<br />

1 2<br />

Naranjo López y Pedro López Del Castillo<br />

1 Departamento de Biología de la Universidad de Oriente. Santiago<br />

de Cuba. Cuba. atrapero@cnt.uo.edu y naranjo@cnt.uo.edu<br />

2 Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna.<br />

Parque Nacional Turquino. Cuba. ffturquino@enet.cu y<br />

plopezc77@yahoo.es<br />

RESUMEN. Se realizó un inventario de los macroinvertebrados<br />

dulceacuícolas y se determinó la calidad del agua de tres estaciones de<br />

los ríos La Chivera, Cirino y Grande, en Sierra de Nipe y Sierra de<br />

Cristal (región oriental de Cuba). Se detectó un número bajo de<br />

especies, familias e individuos, con relación a otras áreas geográficas.<br />

La mayor cantidad de especies (N=14) fue colectada en la estación de<br />

mayor altitud (La Chivera), a 405 m, que a su vez fue la más<br />

heterogénea en cuanto a características ecológicas. Se comprobó que<br />

en esta zona predominan los rabiones, por lo que las especies más<br />

abundantes fueron las adaptadas a este microhábitat. El resultado del<br />

BMWP-Cu, indica que la estación de mejor calidad del agua fue La<br />

Chivera, sin embargo ninguna de las estaciones alcanzó la categoría de<br />

“Buena”, a pesar de ser localidades con bajos niveles de<br />

antropización, debido fundamentalmente a la escasez de familias e<br />

individuos en las colectas, sobre todo en los Ríos Cirino y Grande,<br />

resultado de las fuertes corrientes, la homogeneidad del fondo, la<br />

ausencia de vegetación acuática y de orilla y la completa exposición al<br />

sol de estas estaciones durante todo el día. Los valores de los índices<br />

empleados, variaron de forma similar, lo que sugiere una estrecha<br />

COCUYO 15, 2005 15


elación entre el número de especies, la diversidad biológica y el grado<br />

de contaminación de las aguas en las estaciones analizadas.<br />

En las comunidades de agua dulce, encontramos plantas,<br />

animales y otras formas de vida adaptadas a vivir y reproducirse<br />

en la corriente de los arroyos, ríos y en las aguas inmóviles de los<br />

lagos y los estanques. Las aguas corrientes o hábitat lóticos,<br />

incluyen todas las partes del curso de los ríos, arroyos y<br />

manantiales de su cabecera, la zona central del valle, con sus<br />

remansos y sus rápidos, la zona de la llanura aluvial, y los<br />

estuarios en los que vierten sus aguas al mar. Al evaluar la calidad<br />

de las aguas mediante el estudio de la composición y estructura<br />

de comunidades y organismos surge el término calidad<br />

biológica. Se considera que un medio acuático presenta una<br />

buena calidad biológica cuando tiene características naturales<br />

que permiten que en su seno se desarrollen las comunidades de<br />

organismos que le son propias (Alba-Tercedor, 1996).<br />

Los medios acuáticos son colonizados por animales y<br />

vegetales cuya estructura responde en condiciones normales a<br />

un equilibrio. Cuando sobreviene una perturbación en el medio,<br />

ya sea de origen natural o artificial, se altera la estructura de las<br />

poblaciones; trastornos que se manifiestan en un cambio en la<br />

dominancia relativa de las especies, acompañado de<br />

sustituciones en la fauna y flora dependiendo de lo amplio o<br />

estrecho que sea su gama de resistencia frente a esa perturbación,<br />

pudiendo llegar a la destrucción completa de la biocenosis,<br />

cuando es demasiado drástica (Burrillo, 1997).<br />

Producto de las fuertes cargas de contaminantes a que han<br />

sido sometidos en los últimas décadas los ríos cubanos, en<br />

especial las partes bajas, ha aumentado la preocupación por<br />

conocer la calidad de sus aguas y las comunidades de organismos<br />

que en ellos habita y así determinar con exactitud su grado de<br />

deterioro. Es por ello que se toman medidas para un uso<br />

racional de los recursos hídricos y de esta forma no alterar las<br />

condiciones naturales que conlleven a la pérdida de la<br />

biodiversidad. Teniendo en cuenta lo anterior nos trazamos el<br />

objetivo de inventariar las comunidades de macroinvertebrados<br />

existentes en tres ríos de Sierra de Nipe y Sierra Cristal y<br />

determinar la calidad de las aguas de estas estaciones.<br />

El muestreo se desarrolló en el período comprendido entre<br />

el 23 de marzo al 2 de abril de 2004, en la altiplanicie Pinares de<br />

Mayarí y Sierra Cristal, provincia Holguín, macizo Nipe-Sagüa-<br />

Baracoa, región oriental de Cuba. Para la investigación se<br />

seleccionaron tres estaciones de muestreo, en tres ríos, las cuales<br />

pasamos a describir brevemente: Estación 1. Río La Chivera.<br />

Esta área está ubicada a los 405 m de altitud, (20º24'58'' N;<br />

75º49'58'' W) y muy cercana poblado Pinalito, ladera sur de la<br />

altiplanicie de Pinares de Mayarí, Sierra de Nipe. El ancho del río<br />

fue de 6 m tanto en remansos como en rabiones, presentó un<br />

fondo pedregoso-arenoso, la vegetación de la orilla fue escasa y<br />

el cauce totalmente cubierto por un bosque en galería, que<br />

provocó poca penetración de los rayos solares y una baja<br />

temperatura (20ºC). La profundidad del área de colecta fue de 15<br />

cm y la transparencia del agua total. Estación 2. Río Cirino. Esta<br />

estación estuvo ubicada a 20 m de su entronque con el río<br />

Grande, a los 265 m de altitud, (20º33'35'' N; 75º24'57'' W),<br />

2<br />

Sierra de Cristal. Se muestreó en un área de 25 m con una<br />

profundidad máxima de 40 cm. El fondo estuvo formado<br />

únicamente por piedras, predominando la roca conocida como<br />

“china pelona”. No presentó vegetación de orilla y el cauce<br />

estuvo descubierto, por tanto la incidencia de los rayos solares<br />

fue total, provocando un incremento en la temperatura del agua<br />

(23º C). En esta estación el agua fue, al igual que la anterior,<br />

completamente transparente. Estación 3. Río Grande. El<br />

muestreo en esta estación fue realizado en el río Grande a los 294<br />

m de altitud (20º38'28''N; 75º24'50''W), en la intersección del<br />

camino a Pico Mambrú con el río del mismo nombre, también en<br />

Sierra de Cristal. El ancho del río fue de 60 m, cauce totalmente<br />

descubierto, el fondo pedregoso, la profundidad máxima fue de<br />

70 cm. La temperatura del agua registrada fue de 25 ºC. En la<br />

orilla del río, la vegetación fue escasa. La incidencia de los rayos<br />

solares fue completa y el agua transparente .En todas las<br />

estaciones, fundamentalmente en las dos últimas, el hábitat<br />

predominante fue el de rabiones.<br />

La colecta de ejemplares se realizó empleando los métodos<br />

que se describen a continuación: Levantamiento de piedras.<br />

En cada estación se levantaron 25 piedras y se revisaron<br />

cuidadosamente, extrayendo con un pincel o con pinzas<br />

entomológicas blandas las larvas adheridas a ellas, evitando el<br />

daño de algunas estructuras como patas y branquias,<br />

importantes para la identificación del material. El material se<br />

depositó en alcohol al 90%. Red de colecta en contracorriente<br />

en rabiones y remansos. Se realizó un arrastre con red<br />

entomológica en dirección contraria al sentido de la corriente del<br />

río, tanto en zonas de rabiones como en remansos. Para la<br />

aplicación de este método participaron dos personas, una de las<br />

cuales se desplazó removiendo el substrato, mientras que la otra<br />

avanzó a continuación arrastrando la red contra el fondo. El<br />

contenido se vertió en una bandeja blanca, se extrajo con pinzas<br />

entomológicas y se depositó en alcohol al 90 %. Red de colecta<br />

en orilla. Se utilizó la misma red entomológica que para<br />

contracorriente, pero el arrastre se hizo en 5 m lineales de orilla y<br />

tratando de introducir el mismo en las raíces, troncos, rocas y<br />

detritos. Posteriormente, se vertió el contenido en una bandeja<br />

blanca y se procedió igual que con los métodos anteriores. Los<br />

ejemplares colectados fueron transportados hacia el laboratorio<br />

de Entomología del Departamento de Biología, Universidad de<br />

Oriente, donde se realizó su determinación taxonómica para la<br />

cual se consultaron diferentes claves: Alayo (1968a y b, 1974);<br />

Peters (1971); Naranjo (1986); Kluge (1991, 1992a y b; 1993);<br />

Kluge y Naranjo (1990; 1994); Botosaneanu (1994); Merrit y<br />

Cummins (1996) y Westfall (1996).<br />

Evaluación de la calidad de las aguas<br />

Para la evaluación de la calidad de las aguas mediante el<br />

empleo de la composición y estructura de los organismos que en<br />

ellas habitan, se empleó el BMWP' de Alba-Tercedor y Sánchez<br />

(1988) adaptado a las condiciones de nuestro país por Naranjo et<br />

al. (2003) nombrado como BMWP-Cu para Cuba. Se utilizaron<br />

además el índice de Shanon-Weaver y el de estructura específica,<br />

para tener un criterio más certero sobre la calidad del agua.<br />

BMWP-Cu = T1+T2+T3...+TN; donde T es el valor de<br />

tolerancia de cada familia (Tabla 1).<br />

16 COCUYO 15, 2005


H= Pi log Pi; donde n = número de ejemplares; N = número<br />

2<br />

total de ejemplares en la muestra; Pi = n/N.<br />

Estructura específica: es el número de especies presentes en la<br />

muestra.<br />

RESULTADOS Y DISCUSIÓN<br />

Las colectas realizadas arrojaron 98 individuos<br />

pertenecientes a 26 taxa infragenéricos, distribuidos en 20<br />

familias de ocho órdenes, tres Clases y tres Phyla (Tabla 2). El<br />

Phylum Arthropoda fue el mejor representado con 23 especies<br />

(88.5 % del total), todas de la Clase Insecta, y 88 ejemplares. De<br />

los Phyla Platyhelminthes y Mollusca se colectaron 10<br />

ejemplares pertenecientes a tres especies (11.5 % del total)<br />

(Tabla 2). Se encontraron dos ejemplares del género Antillopsyche<br />

(Polycentropodidae: Trichoptera), en Río Grande.<br />

Anteriormente estaba registrado sólo para el occidente y centro<br />

del país (Botosaneanu, 1979, 1980; Naranjo y González, en<br />

prensa). Otro resultado interesante lo constituyó el hallazgo de<br />

las muy raras especies del orden Ephemeroptera, Hagenulus<br />

(Hagenulus) caligatus (23 larvas) y H. (Turquinophlebia) grandis (tres<br />

ejemplares) en Río Grande y Río Cirino (Tabla 2); la primera está<br />

registrada para los sectores occidental y oriental (Sierra Maestra)<br />

y la segunda sólo para la Sierra Maestra (Peters 1971; Kluge,<br />

1993; Naranjo y Cañizares, 1999), por lo que se citan por primera<br />

vez en este trabajo para el subsector nororiental de Cuba. De las<br />

26 especies encontradas, nueve fueron endémicos de Cuba (34.6<br />

% de endemismo), de ellos, cuatro: Cloeodes superior, H. (T.)<br />

grandis, H (Careospina) H. sierramaestrae y Calosopsyche cubana, de la<br />

Tabla 1. Valores de tolerancia asignados a las 69 familias de macroinvertebrados acuáticos en Cuba, para la<br />

obtención del BMWP-Cu, agrupadas según la categoría taxonómica superior.<br />

Ephemeroptera Trichoptera Amphipoda<br />

Baetidae 7 Hydrobiosidae 10 Gammaridae 1<br />

Leptophlebiidae 9 Calamoceratidae 8<br />

Leptohyphidae 6 Glossosomatidae 9 Decapoda<br />

Caenidae 4 Helicopsychidae 8 Palaemonidae 6<br />

Euthyplociidae 9 Hydropsychidae 5 Pseudotelphusidae 6<br />

Hydroptilidae 7 Atyidae 5<br />

Hemiptera Leptoceridae 8<br />

Corixidae 2 Odontoceridae 10 Mollusca<br />

Pleidae 2 Philopotamidae 8 Thiaridae 7<br />

Gerridae 3 Polycentropodidae 8 Neritidae 7<br />

Hydrometridae 3 Xiphocentronidae 9 Ampullaridae 4<br />

Mesoveliidae 3 Ecnomidae 10 Ancylidae 6<br />

Belostomatidae 4<br />

Veliidae 6 Diptera Turbellaria<br />

Notonectidae 7 Blephariceridae 10 Dugesidae 7<br />

Nepidae 6 Ceratopogonidae 5<br />

Chironomidae 4 Coleoptera<br />

Odonata Dolichopodidae 7 Dryopidae 5<br />

Aeshnidae 8 Empididae 5 Gyrinidae 3<br />

Coenagrionidae 5 Psychodidae 4 Hydrophilidae 5<br />

Gomphidae 8 Simullidae 5 Elmidae 6<br />

Lestidae 3 Tabanidae 6 Psephenidae 7<br />

Libellulidae 3 Tipulidae 6 Carabidae 8<br />

Protoneuridae 4 Dixidae 7 Noteridae 4<br />

Megapodagrionidae 9 Stratiomyidae 7 Halliplidae 4<br />

Culicidae 2 Dytiscidae 4<br />

Lepidoptera Scirtidae 7<br />

Pyralidae<br />

Acarina<br />

5 Hydracaridae 3 Hirudinea<br />

Hydrochidae 3 Gnathobdellidae 1<br />

Hydraenidae 5<br />

COCUYO 15, 2005 17


egión oriental. Como endémico antillano se colectó Hypolestes trinitatis, del orden Odonata, la única especie de este<br />

género en nuestro archipiélago (Tabla 2).<br />

Tabla 2. Lista de los taxa infragenéricos por estaciones de muestreo colectados en Sierra de Nipe y Sierra Cristal. *<br />

especies endémicas de Cuba. ** especies endémicas antillanas. E1= La Chivera; E2 = Río Cirino; E3 = Río Grande.<br />

PHYLUM CLASE ORDEN FAMILIA ESPECIES<br />

Estación de<br />

colecta<br />

E1 E2 E3<br />

Platyhelminthes Turbellaria Tricladida Dugesidae 1. Dugesia cubana (Codreanu y Balsesco,<br />

1973)<br />

4<br />

Mollusca Gastropoda Basomantophora Ancylidae 2. Sp. 3<br />

Mesogastropoda Thiaridae 3. Tarebia granifera (Lamarck, 1816) 3<br />

Arthropoda Insecta Odonata Coenagrionidae 4. Enallagma coecum (Hagen, 1861) 1<br />

Megapoda- 5. Hypolestes trinitatis Gundlach, 1888 **<br />

grionidae<br />

3<br />

Libellulidae 6. Perithemis domitia (Drury, 1773) 1<br />

7. Macrothemis celeno (Selys, 1857) 1<br />

Ephemeroptera Baetidae 8. Cloeodes superior Kluge, 1991* 1<br />

9. Cloeodes inferior Kluge, 1991 * 2<br />

10. Hagenulus (Hagenulus) caligatus Peters &<br />

Alayo, 1971*<br />

23<br />

Leptophlebiidae 11. Farrodes bimaculatus Peters & Alayo, 1971<br />

*<br />

3<br />

12. Hagenulus (Turquinophlebia) grandis Kluge,<br />

1993 *<br />

2 1<br />

13. Hagenulus (Careospina) hespera<br />

sierramaestrae Kluge, 1993 *<br />

6<br />

Caenidae 14. Caenis sp 3<br />

Trichoptera Calamoceratidae 15. Phylloicus chalybeus (Hagen, 1861)* 3<br />

Hydrobiosidae 16. Atopsyche sp. 1<br />

Glossosomatidae 17. Cubanoptila purpurea Sykora en Bots. y<br />

Syk., 1973 *<br />

1 2<br />

Hydropsychidae 18. Calosopsyche cubana (Flint, 1962)* 8<br />

19. Smicridea sp. (mínima , Flint) 1 3<br />

Helicopsychidae 20. Helicopsyche sp. (near comosa) 1<br />

Polycentro- 21. Antillopsyche sp. 1<br />

podidae<br />

2<br />

Coleoptera Psephenidae 22. Pheneps sp. 6 1<br />

Elmidae 23. Phanocerus sp. 2<br />

Gyrinidae 24. Dineutus longimanus Och, 1938 2<br />

Diptera Simuliidae 25. Psilopelmia haematopotum (Malloch,1914) 1<br />

Chironomidae 26. Sp-4 7<br />

Total de ejemplares capturados en cada estación 34 24 40<br />

La estación La Chivera fue la mejor representada en cuanto al número de especies con 14 (53.8 %). Además, fue<br />

la única donde se encontraron ejemplares de los Phyla Platyhelminthes y Mollusca (Tabla 2), y la estación más<br />

heterogénea, en cuanto a condiciones ecológicas, presentando una alternancia entre los dos microhábitats típicos<br />

(rabiones y remansos). Río Cirino al igual que río Grande, presentó ocho especies para 23.3 % del total; sin<br />

embargo, en esta última estación, se encontró la mayor cantidad de ejemplares de la muestra (40 individuos, 40.8 %<br />

del total). Esto se debe a que fue encontrada H. caligatus, la especie más abundante para toda la muestra (Tabla 2)<br />

18 COCUYO 15, 2005


Scapanea frontalis fue observada volando en las tres estaciones<br />

de muestreo, pero no se incluyó en este análisis debido a que no<br />

fueron encontradas sus larvas. La especie más abundante fue H.<br />

caligatus con 23 ejemplares, capturados en río Grande (Tabla 2), le<br />

sigue por su orden Calosopsyche cubana (ocho ejemplares en río<br />

Grande), Pheneps sp (seis ejemplares en río Cirino y uno en río<br />

Grande) y Chironomidae sp 4 (siete ejemplares en río La Chivera).<br />

Las especies menos abundantes resultaron: Enallagma coecum,<br />

Perithemis domotia, Macrotemis celeno, Cloeodes superior, Atopsyche sp.,<br />

Helicopsyche sp. near comosa, y Psilopelmia haematopotum, todas con<br />

un solo ejemplar capturado.<br />

Como se observa en este análisis (excepto Chironomidae sp 4<br />

que fue colectada en zona de remanso de la estación La Chivera)<br />

las especies más abundantes, están adaptadas a vivir en zonas de<br />

rabiones y fueron colectadas en las estaciones de mayor<br />

velocidad de corriente (río Cirino y río Grande). Con respecto a<br />

las especies de menor abundancia hay que destacar que se<br />

correspondieron con las adaptadas a vivir en zonas de remanso<br />

(excepto Helicopsyche sp. near comosa), fundamentalmente<br />

asociadas a la vegetación de las márgenes, como es el caso de los<br />

odonatos. Este resultado es propio de torrentes montañosos<br />

donde el hábitat predominante es el de rabiones, y<br />

evidentemente la mayoría de los taxones están adaptados a estas<br />

condiciones.<br />

En los muestreos realizados se detectó un número bajo de<br />

especies y ejemplares, por localidades. Aldana y Fonseca (2001)<br />

citaron para la cuenca media del río Mayarí (considerando que<br />

por su altura, las estaciones analizadas en este trabajo, se<br />

encuentran ubicadas en la cuenca media de varios ríos) un<br />

promedio de 32 especies y 209 ejemplares, por estaciones, en<br />

época de seca. Este resultado puede tener su explicación en los<br />

siguientes aspectos: 1. Las fuertes corrientes y la presencia, sobre<br />

todo en los ríos Cirino y Grande, de un fondo pedregoso muy<br />

homogéneo lo que favorece únicamente a las especies con<br />

adaptaciones ecomorfológicas (cuerpo depreso y/o<br />

mecanismos de adhesión a las rocas) para vivir encima o debajo<br />

de las piedras y no ser arrastrados por la corriente. Tal es el caso<br />

de los leptoflébidos, los tricópteros y las especies H. trinitatis y<br />

Pheneps sp., presentes en las estaciones antes mencionadas. 2. La<br />

escasa vegetación de orilla en río La Chivera y su ausencia total en<br />

los ríos Cirino y Grande, que juega un rol muy importante en la<br />

emergencia de los subimagos, imagos, en el apareamiento, la<br />

oviposición, como refugio de algunas especies (Odonatos) y<br />

sitio de alimentación. 3. La<br />

completa exposición a los<br />

rayos solares de las<br />

estaciones Río Grande y Río<br />

Cirino, producto de la<br />

ausencia de vegetación de<br />

cubierta y de orilla,<br />

provocando un incremento<br />

de la temperatura del agua. 4.<br />

La ausencia de plantas<br />

acuáticas, muy importantes<br />

para el suministro de<br />

alimento y oxígeno al medio<br />

acuático y como refugio.<br />

Clases Calidad BMWP-Cu<br />

(Valor)<br />

I. Buena >150<br />

101-120<br />

Las estaciones analizadas, a pesar de no estar ubicadas a<br />

grandes altitudes, presentaron bajos niveles de antropización, lo<br />

que sugiere intuitivamente una buena calidad del agua. La<br />

estación con mejor calidad de las aguas, según el BMWP-Cu, en<br />

la categoría de “aceptable” y significado de “evidentes algunos<br />

efectos de contaminación” fue La Chivera, que se encuentra a<br />

mayor altitud (405 m), mientras que con la calidad de “dudosa”<br />

(contaminación evidente) quedaron Río Cirino y Río Grande<br />

(Tablas 3 y 4). En el caso del análisis basado en el índice de<br />

Shannon-weaver los resultados obtenidos se comportaron de<br />

forma similar que en el BMWP-Cu, arrojando a la estación La<br />

Chivera como la de mejor calidad (aguas no contaminadas). Las<br />

estaciones Río Cirino y Río Grande, quedaron en la categoría de<br />

“medianamente contaminadas”. La estructura específica se<br />

comportó igual que en los índices anteriores, donde el mayor<br />

valor fue en La Chivera y las restantes mantuvieron un valor<br />

constante muy bajo (Tabla 3). Como se observa en las Tablas 3 y<br />

4, ninguna estación alcanzó la categoría de “Buena”, lo que<br />

resulta raro en zonas con bajos niveles de antropización.<br />

Pensamos que este resultado se debe fundamentalmente a la<br />

escasez de familias e individuos en las colectas, sobre todo en Río<br />

Cirino y Río Grande, resultado de las fuertes corrientes, la<br />

homogeneidad del fondo, la ausencia de vegetación acuática y de<br />

orilla y la completa exposición al sol de estas estaciones durante<br />

todo el día. Los valores del BMWP-Cu oscilaron de forma<br />

similar a los de riqueza específica y diversidad biológica (Fig. 1),<br />

lo que sugiere una estrecha relación entre los dos últimos índices<br />

y la calidad del agua en las estaciones muestreadas.<br />

Tabla 3. Resultados de los índices BMWP-Cu, Shannon-Weaver<br />

(H) y Estructura Específica (E), en las estaciones.<br />

Indices La Chivera Río Rÿí o Cirino Río R ÿíoGrande Grande<br />

BMWP-Cu 80 47 55<br />

H 3.51 2.76 1.95<br />

E 14 8 8<br />

Tabla 4. Clases de calidad, significación de los valores del BMWP-Cu y colores a utilizar para la<br />

representación cartográfica en ríos de Cuba.<br />

Significado<br />

Aguas muy limpias, aguas no<br />

contaminadas o no alteradas de modo<br />

sensible<br />

COCUYO 15, 2005 19<br />

azul<br />

Color<br />

II. Aceptable 61-100 Evidentes algunos efectos de verde<br />

contaminación<br />

contaminaciÿó n<br />

III. Dudosa 36-60 Aguas contaminadas amarillo<br />

IV. Crÿí Crítica<br />

16-35 Aguas muy contaminadas naranja<br />

V. Muy crítica crÿí<br />


Valor de los índices<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

1 2 3<br />

Estaciones<br />

Fig. 1. Resultados de los índices de BMWP-Cu , Estructura<br />

Específica y diversidad de Shannon-Weave r<br />

CONCLUSIONES<br />

• Se colectaron 98 individuos pertenecientes a 26 taxa<br />

infragenéricos, distribuidos en 20 familias de ocho<br />

órdenes, tres Clases y tres Phyla.<br />

• La Clase Insecta fue la mejor representada, con 23<br />

especies y 88 ejemplares.<br />

• Las especies más abundantes fueron las adaptadas a<br />

vivir en rabiones, mientras que las menos abundantes<br />

fueron las típicas de remansos. Este resultado es propio<br />

de zonas montañosas donde el hábitat predominante es<br />

el de rabiones.<br />

• Se citan para la zona de estudio nueve especies<br />

endémicas de Cuba y una de las Antillas.<br />

• La mejor calidad de las aguas se obtuvo en la estación La<br />

Chivera, la de mayor altura.<br />

• Se observó una relación estrecha entre el número de<br />

especies, la diversidad biológica y la calidad del agua, en<br />

las estaciones estudiadas.<br />

REFERENCIAS<br />

Alayo, P. 1968a. Las Libélulas de Cuba (Insecta-Odonata).<br />

Torreia, Nueva Serie 2: 3-102.<br />

Alayo, P. 1968b. Las Libélulas de Cuba. (Insecta Odonata)<br />

Torreia, Nueva Serie 3: 3- 54<br />

Alayo, P. 1974. Los Hemípteros acuáticos de Cuba. Torreia,<br />

Nueva Serie 36: 9-64.<br />

Alba-Tercedor, J. y A. Sánchez-Ortega. 1988. Un método rápido<br />

y simple para evaluar la calidad biológica de las aguas<br />

corrientes basado en el de Hellawell (1978). Limnética 4: 51-<br />

55.<br />

Aldana, M y L. Fonseca. 2001. caracterización ecológica de la<br />

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20 COCUYO 15, 2005


Nuevas adiciones a la entomofauna del Area Protegida<br />

“Mil Cumbres”, Pinar del Río, Cuba<br />

Ileana Fernández García* y Jorge L. Fontenla **<br />

* Instituto de Ecología y Sistemática, A.P. 8029, Ciudad de La<br />

Habana, 10800, Cuba<br />

** Museo Nacional de Historia Natural, Obispo no. 61, Habana<br />

Vieja 10100, Cuba<br />

Las Areas Protegidas representan un elemento fundamental<br />

para la conservación de la biodiversidad pero para lograr este<br />

propósito, es necesario conocer primero las especies de la flora y<br />

fauna que lo integran.<br />

A partir de 1998, comenzó a estudiarse la entomofauna de la<br />

Cordillera de Guaniguanico, provincia de Pinar del Río,<br />

incluyendo entre las localidades al Área Protegida Mil Cumbres<br />

(Armas et al., 2000; Coy et al. 2000; Fernández, 2001, Hidalgo-<br />

Gato y Rodríguez-León, 2000, Rodríguez, 2005 ).<br />

Posteriormente, continuaron realizándose inventarios y<br />

monitoreos en Mil Cumbres, los que permitieron registrar<br />

especies nuevas de insectos para esta localidad. Fernández y<br />

Lozada (en prensa) informaron sobre los coleópteros, mientras<br />

que Rodríguez (2005) y M. Hidalgo-Gato (com. pers.) han<br />

encontrado otras especies de dípteros y homópteros<br />

auquenorrhincos, respectivamente.<br />

En este trabajo se relacionan 54 nuevos registros de insectos<br />

para Mil Cumbres, pertenecientes a los órdenes Neuroptera (una<br />

especie), Orthoptera (una familia, cuatro géneros y cinco<br />

especies), Heteroptera (11, 26 y 26) e Hymenoptera (7, 15, 22).<br />

La información se obtuvo mediante la revisión de las colecciones<br />

entomológicas del Instituto de Ecología y Sistemática (IES) y de<br />

recolectas realizadas durante los meses de junio y septiembre del<br />

2001 y enero y febrero del 2002. Los ejemplares recolectados se<br />

encuentran depositados en la colección entomológica del IES.<br />

Lista de insectos<br />

ORTHOPTERA<br />

Tettigoniidae<br />

Neoconocephalus maxillosus (Fabr.): San Diego de los Baños<br />

Neoconocephalus nietoi (Saussure): San Diego de los Baños<br />

Caulopsis cuspidatus (Scudder): San Diego de los Baños<br />

Conocephalus fasciatus (Degeer): San Diego de los Baños<br />

Stilpnochlora couloniana (Saussure): San Diego de los Baños<br />

NEUROPTERA<br />

Chrysopidae<br />

Ceraeochrysa smithi (Navás): San Diego de los Baños<br />

HETEROPTERA<br />

Belostomatidae<br />

Belostoma boscii (Lepeletier & Serville): San Diego de los Baños<br />

Corixidae<br />

Sigara jarmanae Hungfd: Sierra La Güira<br />

Cydnidae<br />

Rhytidoporus indentatus Uhler: Forneguera, Sierra Chiquita<br />

Lygaeidae<br />

Xyonysius basalis (Dallas): Pan de Guajaibón, Forneguera<br />

Cymonimus notabilis (Distant): San Diego de los Baños<br />

Kleidocerys championi (Distant): San Diego de los Baños<br />

Lygaeus pulchelus Fabr.: Pan de Guajaibón, Forneguera, Sierra<br />

Chiquita<br />

Ortholomus jamaicensis Dallas: Sierra La Güira<br />

Oncopeltus fasciatus (Dallas): Forneguera<br />

Paromius longulus (Dallas): Pan de Guajaibón, Sierra Chiquita<br />

Pamphantus vittatus Bruner: Pan de Guajaibón<br />

Mesoveliidae<br />

Mesovelia mulsanti White: Sierra La Güira<br />

Miriidae<br />

Collaria oleosa (Distant): Forneguera<br />

Creontiades rubrinervis (Stal): Pan de Guajaibón<br />

Dagbertus olivaceus (Reuter): Pan de Guajaibón<br />

Jovertus chryselectrus Distant: Cueva Los Portales, Sierra La Güira<br />

Polymerus testaciepes (Stal)): Pan de Guajaibón, Forneguera<br />

Pycnoderes vanduzeei Reuter: Forneguera<br />

Reuteroscopus ornatus (Reuter): San Diego de los Baños<br />

Pentatomidae<br />

Proxys punctulatus (Palisot de Beauvois): Forneguera<br />

Thyanta perditor (Fabricius): Forneguera<br />

Pyrrhocoridae<br />

Dysdercus mimus (Say): Pan de Guajaibón, Forneguera<br />

Reduviidae<br />

Metapterus fraternus (Say): San Diego de los Baños<br />

Ghinallelia sp.: Pan de Guajaibón<br />

Thyreocoridae<br />

Allocoris minuta (Uhler): Forneguera<br />

Scutelleridae<br />

Diolcus variegatus (Herrich-Schaffer): Pan de Guajaibón<br />

HYMENOPTERA<br />

Bethylidae<br />

Scleroderma macrogaster: (Asmead): Cajálbana<br />

Brachonidae<br />

Chelonus sp.: Pan de Guajaibón<br />

Chalcidae<br />

Conura sp. 1: Forneguera<br />

Conura sp. 2: Pan de Guajaibón<br />

Formicidae<br />

Atta insularis Guérin: San Diego de los Baños, Forneguera<br />

Brachymyrmex obscurior Forel: Pan de Guajaibón, Forneguera<br />

Camponotus planatus Roger: Pan de Guajaibón, Ruta Ecológica,<br />

Sierra Chiquita<br />

Leptothorax squamifera (Roger): Pan de Guajaibón<br />

Leptothorax barbouri (Aguayo): Mil Cumbres<br />

Leptothorax iris (Roger): Pan de Guajaibón<br />

Monomorium floricola (Jerdon): Forneguera, Pan de Guajaibón<br />

Paratrechina longicornis (Latrielle): Pan de Guajaibón<br />

Pheidole megacephala (Fabricius): Sierra Chiquita<br />

Pseudomyrmex pazosi Santschi: Forneguera<br />

Pseudomyrmex cubaensis Forel: Pan de Guajaibón<br />

Solenopsis geminata (Fabricius):Forneguera<br />

Solenopsis sp.: Forneguera, Pan de Guajaibón, Sierra Chiquita<br />

Tetramorium bicarinatum (Nylander): Forneguera<br />

Wasmannia auropunctata (Roger): Pan de Guajaibón<br />

Ichneumonidae<br />

Eiphosoma sp.: Forneguera<br />

Scelionidae<br />

Macroteleia sp.: Forneguera<br />

Crabronidae<br />

Trypoxylon subimpressum (Smith):Sierra Chiquita, Ruta Ecológica<br />

COCUYO 15, 2005 21


Agradecimientos.- Agradecemos la colaboración brindada en la<br />

realización de este trabajo a los compañeros del Instituto de<br />

Ecología y Sistemática que participaron en los muestreos, a<br />

Horacio Grillo por la revisión de la nomenclatura de las especies<br />

del orden Heteroptera y J. A. Genaro la identificación de algunos<br />

himenópteros.<br />

REFERENCIAS<br />

Armas, L. F. de; M. M. Hidalgo-Gato; I. Fernández; R.<br />

Rodríguez- León; D. Rodríguez; N. Mestre y col. 2000.<br />

Diversidad de la fauna de invertebrados de la Sierra del Rosario.<br />

Informe Final. Agencia de Medio Ambiente, Depositado en<br />

la Biblioteca del Instituto de Ecología y Sistemática, 123 pp.<br />

Coy A. et al. 2000. Biodiversidad de la Sierra de los Órganos. Informe<br />

Final, Agencia de Medio Ambiente Depositado en la<br />

Biblioteca del Instituto de Ecología y Sistemática, 272pp.<br />

Fernández, I. 2001. Composición taxonómica de los<br />

coleópteros de la Sierra del Rosario, Pinar del Río, Cuba.<br />

Poeyana 481-483: 20-33.<br />

Fernández, I. y A. Lozada. En prensa. Adiciones a la<br />

coleopterofauna presente en el Area Protegida Mil<br />

Cumbres, Pinar del Río, Cuba. Poeyana 473: 13-14.<br />

Hidalgo-Gato, M. M. y R. Rodríguez-León 2000. Los<br />

homópteros (Homoptera: Auchenorrhyncha) de la<br />

cordilera de Guaniguanico, Cuba. Brenesia 54: 51-60.<br />

Rodríguez, D. 2005. Dípteros (Insecta: Diptera) del Area<br />

Protegida “Mil Cumbres”, Pinar del Río, Cuba. Cocuyo<br />

15: 22-24.<br />

Dípteros (Insecta: Diptera) del Area Protegida “Mil<br />

Cumbres”, Pinar del Río, Cuba<br />

Dely Rodríguez Velázquez<br />

Instituto de Ecología y Sistemática, A.P. 8029, Ciudad de La Habana,<br />

10800, Cuba<br />

Las montañas son ecosistemas importantes donde está<br />

representada la ecología compleja e interdependiente de nuestro<br />

planeta. El actual empobrecimiento de la biodiversidad es en<br />

gran parte resultado de la actividad humana y constituye una<br />

grave amenaza para su propio desarrollo. La pérdida de<br />

diversidad biología por eliminación de áreas forestales es uno de<br />

los grandes problemas a resolver y es preciso tomar<br />

urgentemente medidas decisivas para conservar y mantener los<br />

genes, las especies y los ecosistemas con miras al ordenamiento y<br />

la utilización sostenible de los recursos biológicos (Programa 21,<br />

1992). Cuba presenta alrededor de 8 312 especies conocidas de<br />

insectos, pertenecientes a 29 órdenes, donde los grupos<br />

predominantes son los coleópteros (30.6%), lepidópteros<br />

(18.5%), himenópteros (12.9 %) y dípteros (12.0 %), lo cual se<br />

corresponde con el porcentaje de estos grupos a escala mundial.<br />

La diversidad más novedosa y conspicua está apareciendo en los<br />

núcleos montañosos cubanos (Genaro y Tejuca, 1999).<br />

Entre los estudios sobre biodiversidad referidos a los<br />

insectos en Cuba, se encuentran los realizados en<br />

agroecosistemas cañeros (Novoa et al., 1990; 1995), los del<br />

Archipiélago Sabana Camagüey (ICGC, 1990; Alcolado et al.<br />

1999 y Rodríguez-León et al., 2000), en el macizo montañoso<br />

Sagua- Nipe- Baracoa (Hidalgo-Gato et al., 1998; Garcés y<br />

Portuondo, 1998; Viña et al., 1998), el estudio de la<br />

biodiversidad de Cuba (Vales et al., 1998) y más recientemente<br />

estudios en las Sierras del Rosario (Armas et al., 2000), de los<br />

Órganos (Rodríguez y Mestre. 2002) y la Cordillera de<br />

Guaniguanico (Hidalgo-Gato y Rodríguez-León, 2002).<br />

El objetivo de este trabajo es presentar el primer<br />

inventario de los dípteros del Área Protegida “Mil Cumbres”,<br />

por lo que la información que se brinda es el resultado de la<br />

revisión de las colecciones de insectos ubicada en la Colección<br />

Zoológica del Instituto de Ecología y Sistemática; de la<br />

bibliografía, (Alayo y García, 1983; Alayo y Garcés, 1989;<br />

Gregor et al., 1973; Crúz y García, 1974; González-Broche y<br />

García, 1981; Thompson, 1981; Garcés y Rodríguez, 1998) y<br />

de muestreos realizados en los años 2001 y 2002, con redes<br />

entomológicas y trampas de Malaise, en las siguientes<br />

localidades: Forneguera, Sierra Chiquita y Pan de Guajaibón.<br />

Los ejemplares se identificaron utilizando las claves<br />

propuestas por Bates (1934), Aczél (1955), Borror et al. (1976);<br />

McAlpine et al. (1981), Thompson (1981), Alayo y Garcés<br />

(1989), Scarbrough y Knutson (1989) y Foote et al. (1993);<br />

comparando con ejemplares ubicados en la colección<br />

entomológica del Instituto de Ecología y Sistemática y con<br />

métodos especializados de disección de genitales internos.<br />

Para el Area Protegida “Mil Cumbres” se registraron 53<br />

especies de dípteros, pertenecientes a 15 familias. De las especies<br />

registradas, tres fueron endémicas: Udamopyga cubana,<br />

Stenotabanus melliflus y Tabanus bifloccus. Tomosvaryella spangleris<br />

constituyó un registro nuevo para Cuba; Trupanea ageratae y<br />

Xanthaciura tetraspina ampliaron su rango de distribución, la<br />

primera solamente se conocía del Cañón del río Santa Cruz<br />

(Pinar del Río) y la segunda para Cojímar (Ciudad de La Habana)<br />

(Rodríguez et al., 2001).<br />

Lista de Diptera del Area Protegida “Mil Cumbres ”. * especies<br />

endémicas de Cuba. ** nuevos registros para Cuba.<br />

Asilidae<br />

Atomosia sp.<br />

Efferia sp.<br />

Ommatius sp.<br />

Bombyliidae<br />

Ligyra cerberus (Fabricius, 1794)<br />

Villa lucifer (Fabricius, 1775)<br />

Villa sp.<br />

Ceratopogonidae<br />

Culicoides sp.<br />

Culicidae<br />

Anopheles grabhamii Theobald<br />

A. albimanus Wiedemann, 1821<br />

Culex carcinophilus Dyar y Knad, 1906<br />

C. corniger Theobald, 1903<br />

C. I nicaroensis Duret, 1967<br />

22 COCUYO 15, 2005


C. janitor Theobald 1903<br />

Ochlerotatus mediovittatus (Coquillet, 1906)<br />

O. taeniorhynchus (Wiedemann, 1821)<br />

Toxorhynchites portoricensis (Roeder, 1885)<br />

Urotaenia sapphirina (Osten-Sacken, 1868)<br />

Dolichopodidae<br />

Condylustylus sp.<br />

Ephidridae<br />

Notiphila fulvimana Cresson, 1917<br />

Lauxaniidae<br />

Physegenua sp.<br />

Otitidea<br />

Euxesta sp.<br />

Pipunculidea<br />

Tomosvaryella spangleris Scarbrough y Knutson, 1989 **<br />

Sarcophagidae<br />

Helicobia bethae Dodge, 1965<br />

Helicobia rabbí Dodge, 1965<br />

Udamopyga cubana López, 1940 *<br />

Simulidae<br />

Psilopelmia sp.<br />

Stratiomyidae<br />

Ptecticus cyanifrons (Rondani, 1848)<br />

Peltina sp.<br />

Syrphidae<br />

Copestylum apicale (Loew, 1866)<br />

Palpada sp.<br />

Pseudodoros clavatus (Fabr., 1794)<br />

Toxomerus arcifer (Loew, 1866)<br />

T. floralis (Fabricius, 1798)<br />

T. pictus Macquart, 1842<br />

Toxomerus sp.<br />

Tabanidae<br />

Chrysops variegatus (De Geer, 1776)<br />

Lepiselaga crassipes (Fabr., 1805)<br />

Stenotabanus melliflus (Bequaert, 1940) *<br />

Tabanus bifloccus Hine, 1925 *<br />

T. dorsifloccus Szilády, 1926 *<br />

Tephritidae<br />

Acrotaenia testidinea (Loew, 1873)<br />

Anastrepha obliqua (Macquart, 1835)<br />

Dioxina sororcula (Wiedemann, 1830)<br />

Dioxina sp.<br />

Dyseuaresta sp.<br />

Tetreuaresta obscuriventris (Loew, 1873)<br />

Tetreuaresta sp.<br />

Tomoplagia sp.<br />

Toxotrypana curvicauda Gerstaecker, 1860<br />

Trupanea agérate Benjamín, 1934<br />

Xanthaciura insecta (Loew, 1862)<br />

X. tetraspina (Phillips, 1923)<br />

Xanthaciura sp.<br />

Agradecimientos.-Agradezco a Raúl González Broche la<br />

información referida a Culicidae, lo que contribuyó a enriquecer<br />

los resultados.<br />

REFERENCIAS<br />

Aczél, M. L. 1955. Fruit flies of the genus Tomoplagia Coquillett<br />

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COCUYO 15, 2005 23


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Registros de plagas en los almacenes de Fondos de<br />

Exhibición del Museo Nacional de Historia Natural de<br />

Cuba<br />

Idia A. Vivar Rodríguez, Ana E. Tejuca y Raymil Fuentes García<br />

Museo Nacional de Historia Natural, Obispo no. 61, Habana Vieja<br />

10100, Cuba. cocuyo@mnhnc.inf.cu<br />

Las colecciones de historia natural sirven como un archivo<br />

histórico de la vida sobre la tierra, y un recurso para estudios de<br />

sistemática, ecología y evolución (Duckworth et al. 1993). Los<br />

especímenes, las notas de campo y otros datos alojados en<br />

museos constituyen un recurso importante para las<br />

investigaciones de conservación y manejo (Miller, 1985).<br />

Desafortunadamente, muchas de las prácticas tradicionales de<br />

museos que intentan preservar las colecciones de historia natural<br />

y los datos asociados -en realidad- causan daños a los ejemplares.<br />

El biodeterioro es una de las causas de deterioro de los<br />

ejemplares. Se refiere a las acciones dañinas de plagas como<br />

insectos, artrópodos, mohos, bacterias, roedores, enzimas y<br />

otros procesos bioquímicos. El crecimiento de moho en una<br />

hoja de herbario o una colección de insectos atacada por<br />

escarabajos derméstidos son dos ejemplos de biodeterioro.<br />

La mayoría de las colecciones de historia natural están<br />

expuestas a daños o a la total destrucción por las plagas. Los<br />

especímenes de estas colecciones pueden sufrir daños rápidos e<br />

irreparables.<br />

Otro problema es el concerniente al daño potencial causado<br />

por los pesticidas químicos en el medio ambiente, por lo que la<br />

fumigación se ha convertido en un problema actual y existen<br />

regulaciones estrictas en el uso de sustancias tóxicas. Son muy<br />

pocos los productos que legalmente se pueden usar en el control<br />

de plagas en los museos, aunque se realiza un esfuerzo por<br />

incrementar el número de pesticidas recomendables, para esto<br />

son necesarias: 1. Identificar pesticidas nuevos o alternativos con<br />

máxima efectividad, que minimicen los daños al hombre, al<br />

medio ambiente y a los objetos de colecciones. 2. Determinar los<br />

efectos de los pesticidas en los objetos y materiales con los cuales<br />

entran en contacto. 4. Determinar el grado de concentración<br />

mínima para cada producto químico usado con resultados<br />

efectivos en la erradicación de las plagas, y como reducir los<br />

niveles de exposición del personal que trabaja directamente con<br />

los especimenes. 5. Explorar varios métodos no químicos y<br />

económicamente factibles, como el control biológico que ha<br />

dado muy buenos resultados en otros campos.<br />

El trabajo se realizó en el almacén de fondos de exhibiciones<br />

del Museo Nacional de Historia Natural, que atesora ejemplares<br />

de aves, reptiles, anfibios y peces. Se comenzó por determinar la<br />

o<br />

variación climática (humedad relativa % y temperatura C)<br />

mediante un termohigrómetro digital modelo 5566. Los<br />

resultados del monitoreo fueron graficados y se determinó el<br />

valor promedio de la humedad relativa y la temperatura para los<br />

horarios de la mañana y de la tarde. Se realizó un análisis “t de<br />

student” para determinar la existencia de diferencias<br />

significativas entre los valores obtenidos.<br />

Para detectar la presencia de plagas se realizaron<br />

inspecciones visuales mensuales del área; aislándose en<br />

cuarentena los ejemplares contaminados para la posterior<br />

identificación taxonómica de las plagas encontradas.<br />

Se evaluó un posible control de las plagas mediante la<br />

aplicación de tres tratamientos consecutivos, en un periodo de<br />

90 días (uno cada mes). Dichos tratamientos consistieron en<br />

2<br />

una gota de 0.5 mm del gel Imidacloprid 2.15% como cebo,<br />

realizándose el conteo de individuos eliminados por la trampa<br />

(Fig. 1). Este producto es de 5ta generación, biodegradable, y<br />

plantea el proveedor, un alto grado de inocuidad al medio<br />

ambiente y al personal que trabaja directamente con los<br />

ejemplares.<br />

2<br />

Fig. 1. Una gota de 0.5 mm del gel Imidacloprid 2.15%<br />

utilizado como cebo, y ejemplo de un punto de control.<br />

24 COCUYO 15, 2005


RESULTADOS Y DISCUSIÓN<br />

Los resultados de la variación de la humedad relativa y la<br />

temperatura para el horario de la mañana y la tarde se encuentran<br />

representados en las Figs. 2 y 3. Se observaron fluctuaciones en<br />

la humedad relativa y la temperatura, siendo las fluctuaciones de<br />

ambos factores de deterioro, aspectos negativos para la<br />

conservación de ejemplares de historia natural.<br />

HUMEDAD RELATIVA %<br />

Fig 2. Variación de la humedad relativa.<br />

El valor promedio de la humedad relativa fue de 53.3 ±<br />

7.8% en el horario de la mañana y 53.0 ± 8.3% en la tarde;<br />

dichos valores se encuentran en el rango de humedad (55 %)<br />

registrado como adecuado para la conservación de colecciones,<br />

sin embargo, la alta desviación estándar calculada, corrobora las<br />

fluctuaciones de humedad que se produjeron en el almacén<br />

TEMPERATURA GRADOS CELSIOS<br />

0,7<br />

0,6<br />

0,5<br />

0,4<br />

0,3<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

29<br />

28<br />

27<br />

26<br />

25<br />

24<br />

23<br />

22<br />

1 3 5 7 9 11 13 15<br />

DIAS<br />

1 3 5 7 9 11 13 15<br />

DIAS<br />

Humedad relativa am<br />

Humedad relativa pm<br />

Temp am<br />

Temp. pm<br />

Con relación a la temperatura, el valor promedio para el<br />

horario de la mañana fue de 26.8 ± 1ºC y el del horario de la tarde<br />

26.7 ± 1ºC, no existieron diferencias significativas entre las<br />

temperaturas para los dos horarios del día, pero ambos fueron<br />

significativamente superiores a 18° C, necesarios para la<br />

adecuada conservación. Se determinó que aunque también<br />

existieron fluctuaciones en la temperatura, estas fueron menos<br />

pronunciadas que en el caso de la humedad relativa<br />

Respecto al biodeterioro, y como resultado del análisis de las<br />

condiciones climáticas anteriormente señaladas, se observó en<br />

las inspecciones visuales realizadas, que cuando existió presencia<br />

de plagas, se encuentran en las partes óseas de los ejemplares un<br />

polvillo amarillento, lo que puede ser considerado como un<br />

índice de infestación.<br />

Apoyados en nuestra observación visual, en el almacén de<br />

fondos de exhibición se detectó la presencia de dos tipos de<br />

plagas, y se comprobó que las mismas comieron, perforaron,<br />

hicieron túneles y cortes fundamentalmente en las patas y picos<br />

de los ejemplares de aves. Las plagas identificadas fueron<br />

socópteros y el escarabajo Lasiderma serricorne (Figs. 4 y 5). Ambas<br />

plagas, sobre todo los socópteros, fueron muy difíciles de<br />

controlar, por ser resistentes a diferentes tratamientos.<br />

Durante los tres controles<br />

realizados se pudo detectar que casi<br />

todos los ejemplares se encontraron<br />

infestados por socópteros. En el<br />

caso del escarabajo L. serricorne (Fig.<br />

5) solo se le detectó en algunos<br />

ejemplares, principalmente de aves.<br />

Como se observa en la Tabla 1,<br />

cada cebo atrapó un promedio de<br />

seis individuos en el primer control,<br />

25 en el segundo control y cuatro<br />

Fig. 4. Ejemplo de una<br />

especie de socóptero<br />

(Trogium pulsatorium, tomado<br />

de Edwards et. al, 1980).<br />

ejemplares en el tercero, como<br />

promedio. Este resultado tiene una<br />

gran importancia, ya que de forma<br />

preliminar podemos observar,<br />

aumento del número de individuos<br />

muertos hasta el segundo control y<br />

una disminución en el tercero, por debajo del promedio<br />

obtenido en el primer control. Este resultado puede observarse<br />

mejor en la Fig. 6.<br />

Fig 3. Variación de la temperatura.<br />

durante el experimento. También se comprobó que no<br />

existieron diferencias significativas entre los valores promedios<br />

obtenidos en los horarios del día.<br />

Fig.5. Lasioderma serricorne (tomado de Edwards et. al, 1980).<br />

De corroborarse, podríamos contar con un tratamiento<br />

efectivo para este tipo de plagas y cuyas consecuencias para los<br />

ejemplares son despreciables ya que no se aplica directamente<br />

en los mismos.<br />

COCUYO 15, 2005 25


Tabla 1. Resultados de los métodos de control utilizados.<br />

Puntos de<br />

control<br />

Primer<br />

control<br />

Segundo<br />

control<br />

Tercer<br />

control<br />

Individuos muertos<br />

1. 1 32 6<br />

2. 0 32 5<br />

3. 1 17 0<br />

4. 5 11 4<br />

5. 5 23 4<br />

6. 10 34 6<br />

7. 5 35 2<br />

8. 10 19 0<br />

9. 5 28 1<br />

10. 7 19 3<br />

11. 12 52 4<br />

12. 3 4 3<br />

13. 3 44 4<br />

14. 21 26 8<br />

15. 4 33 4<br />

16. 4 4 4<br />

17. 0 19 5<br />

18. 0 19 3<br />

19. 0 21 7<br />

20. 0 32 13<br />

Promedio 6 25 4<br />

Conclusiones. Debido a problemas en el control de las<br />

condiciones ambientales de los almacenes de fondos de<br />

exhibición (hermetización de los techos, acondicionador de aire<br />

deficiente y hacinamiento de los ejemplares) se detectó la<br />

presencia de plagas: Lasioderma serricorne y sp no identificada<br />

(Psocoptera), que han afectado la integridad de ejemplares<br />

fundamentalmente de aves, que requirieron restauración y en<br />

algunos casos darle de baja como ejemplar de exhibición, e<br />

incorporar sus huesos al grupo de Geología y Paleontología.<br />

Preliminarmente se pudo comprobar que el gel,<br />

Imidacloprid 2.15% como cebo, es capaz de controlar las plagas<br />

detectadas en los ejemplares de historia natural del Almacén de<br />

Fondos de Exhibición.<br />

Recomendaciones. El producto utilizado provoca la muerte de<br />

las plagas que se encuentran en los alrededores del cebo; se<br />

deben continuar los estudios para determinar el grado de<br />

control, así como la residualidad del producto activo.<br />

REFERENCIAS<br />

Duckworth, W.D.; H. H. Genoways y C.L. Rose (eds.). 1993.<br />

Preserving natural science collection: chronicle of our<br />

environmental heritage. National Institute for the<br />

Conservation of Cultural Property, Inc. Washington D.C.<br />

iii+140 páginas.<br />

Edwards S. R. et. al. 1980. Pest control in museums: a status<br />

report (1980) by the Association of Systematics Collections.<br />

Museo de Historia Natural, Universidad de Kansas.<br />

Jessup W. C. 1995 Pest Management. Storage of Natural<br />

History Collections: A preventive Conservation Approach.<br />

Pp: 211-220. Eds. Carolyn L. Rose, Catharine A. Hawks,<br />

Hungh H. Genoways. Society for the Preservation of<br />

Natural History Collections. Vol I. Universidad de Iowa,<br />

Iowa.<br />

Jeremy F. J. 1995 Pest Monitoring Case Study: A preventive<br />

Conservation Approach. Pp 221-231. Ed. Carolyn L. Rose,<br />

Catharine A. Hawks, Hungh H. Genoways. Society for the<br />

Preservation of Natural History Collections. Vol I.<br />

Universidad de Iowa, Iowa.<br />

Miller, E.H. (ed.). 1985. Museum collection: their roles and<br />

future in biological research. British Columbia Provincial<br />

Museum, Occasional Papers Series 25.<br />

Simmons J.E. 1999. Colecciones de historia natural:<br />

almacenamiento de colecciones y datos a largo plazo. Apoyo<br />

9: 2.<br />

White R.E. 1964. How to distinguish between the cigarette and<br />

drug-store beetles. Entomology section. Entomology Circular<br />

24: 1-37.<br />

No. individuos muertos<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Control 1<br />

Control 2<br />

Control 3<br />

1 5 9 13 17<br />

Cebo<br />

Fig 6. Individuos muertos por cebo.<br />

26 COCUYO 15, 2005


Moluscos del litoral de la bahía de Cienfuegos, Cuba<br />

Lisbet Díaz Asencio, lisbet@ceac.perla.inf.cu*, Miguel Gómez<br />

Batista, miguel@ceac.perla.inf.cu, Raúl Fernández Garcés,<br />

rfg@ceagrn.perla.inf.cu y Ángel Moreira Gonzáles,<br />

angel@ceacgrn.perla.inf.cu<br />

* Autor para la correspondencia<br />

Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos, Carretera a Castillo<br />

de Jagua, Km 1 ½, CP: 59350, Ciudad Nuclear, Cienfuegos, Cuba<br />

RESUMEN. Se estudió la composición de especies de moluscos en el<br />

litoral de la bahía de Cienfuegos, Cuba, durante el año 2003. Fueron<br />

identificadas 54 especies, de ellas 3 pertenecieron a la clase<br />

Polyplacophora, 10 a la clase Bivalvia y 41 a Gastropoda. Se estudió la<br />

similitud entre estaciones y especies haciendo uso del análisis de<br />

clasificación numérica (Cluster). La matriz de agrupación directa<br />

mostró una tendencia a la formación de dos grupos principales,<br />

segregándose en el mismo las estaciones ubicadas en los lóbulos norte y<br />

sur de la bahía; mientras la matriz inversa mostró una tendencia a la<br />

formación de asociaciones de especies características de zonas del área<br />

de estudio. Estos resultados permitieron plantear la hipótesis de la<br />

existencia de comunidades de moluscos características de cada lóbulo<br />

de la bahía, lo cual refuerza los criterios establecidos de la marcada<br />

diferencia que entre estas dos áreas existe, desde el punto de vista<br />

hidroquímico, geomorfológico y de contaminación antropogénica.<br />

haciendo una división en dos lóbulos naturales, norte y sur, a la<br />

vez que ejerce gran influencia en la circulación de las masas de<br />

agua de la Bahía. Por otra parte, el lóbulo norte está expuesto a<br />

un impacto antropogénico significativo proveniente de la ciudad<br />

de Cienfuegos, del polo industrial y de dos ríos Damují y Salado.<br />

Por su parte, el lóbulo sur está expuesto a un menor impacto,<br />

debido solamente al arrastre de dos ríos Arimao y Caonao<br />

(Villasol et al, 1990).<br />

El área de estudio comprende siete puntos del litoral de la<br />

bahía (Fig. 1). Estos puntos se agruparon en dependencia de su<br />

biotopo característico (Tabla 1).<br />

Biótopo I: litoral rocoso abierto con influencia marina,<br />

presencia de diente de perro y lagunas de salpicaduras.<br />

Biótopo II: zona de transición con gran cantidad de piedras<br />

lisas cubiertas de vegetación en dependencia de la época del año.<br />

Biótopo III: litoral rocoso interior (presencia de diente de<br />

perro romo) con alternancia de pequeños tramos de playa<br />

interior arenofangosa.<br />

Biótopo Vl: zona con predominio de manglares y aportes de<br />

agua dulce provenientes de manantiales.<br />

Biótopo V: playa interior arenofangosa con presencia de<br />

mangles por tramos.<br />

No fue posible emplear un método de muestreo homogéneo<br />

para todos los puntos que permitiera obtener datos cuantitativos<br />

comparables, por lo que los datos recogidos fueron de presenciaausencia.<br />

En cada punto los mayores esfuerzos de colecta<br />

fueron dedicados al supra y meso litoral, sin embargo, también<br />

La bahía de Cienfuegos constituye un complejo sistema<br />

estuarino ubicado en la región centro sur de Cuba. Por su<br />

importancia como recurso natural ha sido objeto de numerosos<br />

estudios entre los que se destacan los relacionados a la diversidad<br />

biológica que en ella habita. Las macroalgas (Moreira et al, 2003)<br />

así como los peces (González- Sansón et al, 1996) y aves (Lalana y<br />

Ortiz, 1990) han sido estudiados y catalogados, sin embargo no<br />

existe una lista de invertebrados para la bahía. En este sentido lo<br />

que más se acerca son los resultados de un estudio realizado por<br />

Lalana y Ortíz (1992), sobre la fauna asociada al mangle<br />

(Rhizophora mangle) en la Laguna de Guanaroca, y los realizados<br />

por Morales et al, (1993).<br />

N<br />

Río<br />

Damují<br />

7<br />

Río Salado<br />

6<br />

4<br />

Ciudad de<br />

Cienfuegos<br />

5<br />

CUBA<br />

22°0 7’N<br />

Río Caonao<br />

Por esta razón el presente trabajo pretende hacer un estudio<br />

la composición de especies de moluscos en la zona supra y<br />

mesolitoral de la bahía de Cienfuegos.<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

Laguna<br />

Guanaroca<br />

MATERIALES Y MÉTODOS<br />

Área de estudio: La bahía de Cienfuegos es una bahía típica de<br />

2<br />

bolsa con un área superficial de 90 Km y profundidad media de<br />

14 km. Está conectada al Mar Caribe por un estrecho canal de 3<br />

Km de longitud. Un banco rocoso se localiza desde Cayo<br />

Carenas hasta Punta La Cueva a una profundidad de un metro,<br />

Mar<br />

Caribe<br />

80°28 ’ W<br />

Fig 1 Área de estudio. 1: Afueras; 2: Cañón de entrada;<br />

3: La Milpa; 4: Jucaral; 5: Punta La Cueva; 6: Reina;<br />

7: Tetas de Tomasa.<br />

COCUYO 15, 2005 27


fueron registradas especies infaunales sin el empleo de arrastres.<br />

Las especies colectadas fueron examinadas a través de un<br />

microscopio estereo e identificadas con la ayuda de la literatura<br />

especializada (Abbott, 1974; De Jong y Coomans, 1988 y<br />

Espinosa et al, 1994). Se determinó la riqueza de especies, dado<br />

por el número total de especies (S). Para analizar la similitud<br />

entre estaciones se calculó el índice cualitativo de Sorensen<br />

(Sorensen, 1948, tomado de Herrera et al. 1987) y con las<br />

matrices de similitud directa e inversa obtenidas se realizó un<br />

análisis de clasificación numérica (dendrograma), usando el<br />

promedio simple entre grupos como estrategia aglomerativa.<br />

Lista de especies<br />

RESULTADOS<br />

Se identificaron 54 especies, de ellas, 3 pertenecieron a la<br />

clase Polyplacophora, 10 a Bivalvia y 41 a la clase Gastropoda<br />

(Tabla 1). Las familias Littorinidae y Neritidae fueron las mejor<br />

representadas con 11 y ocho especies, respectivamente. Fueron<br />

identificadas 21 familias representadas solo por una especie. Las<br />

especies Crassostrea virginica, Brachidontes domingensis e Isognomon<br />

alatus fueron registradas en todas estaciones de colecta, mientras<br />

que se identificaron 26 especies presentes solo en uno de los<br />

puntos de muestreo, la mayoría de ellas colectadas en Reina y en<br />

las Afueras de la bahía. No se reportan nuevos registros para<br />

Cuba. El mayor valor de riqueza de especies se registró en las<br />

Afueras de la bahía y en el Cañón de entrada con S = 22; en<br />

Jucaral y Punta La Cueva se registró el menor valor con S = 12<br />

(Tabla 1).<br />

Análisis de datos<br />

Los análisis de clasificación permitieron comparar<br />

cualitativamente los puntos de muestreo y sobre todo aquellos<br />

que representan biótopos similares. El dendrograma realizado<br />

con la matriz directa para analizar la similitud entre estaciones,<br />

indicó la formación de dos grupos principales (Fig. 2). El<br />

primero agrupó a las estaciones de La Milpa, Cañón de entrada y<br />

las Afueras (biotopos I, II y III). La estación de las Afueras se<br />

separó de las otras dos, lo cual responde a las diferencias en la<br />

composición de especies. Este biotopo presentó características<br />

distintivas con respecto al resto, y, aunque compartió especies<br />

con las estaciones de La Milpa y el Cañón, presentó algunas que<br />

solamente fueron identificadas en este lugar, como: Fisurella<br />

barbadensis, Cittarium pica, Leucozonia nassa, Lottia leucopleura,<br />

Nodilittorina angustior, Nodilittorina dilatata, Nodilittorina mordax y<br />

Thais deltoidea (Tabla 1). El segundo grupo contiene las restantes<br />

cuatro estaciones (biotopos VI y V) ubicadas todas dentro de la<br />

bahía (Figs. 1 y 2). El elemento unificador en este grupo fueron<br />

las especies Littoraria nebulosa, Melampus coffeus, Melongena<br />

melongena, Neritina virginea Littorina angulifera y Onchidella floridana,<br />

estas dos últimas características de los hábitats de manglares. La<br />

20 40 60 80 100<br />

estación de Reina, aunque muestra características que ameritan<br />

su inclusión dentro del Biótopo V, presentó fuertes rasgos de<br />

antropización dada por la influencia directa de asentamientos<br />

poblacionales e industriales. Fueron identificadas un conjunto<br />

de especies no encontradas en otra estación como: Schwartziella<br />

catesbyana, Anachis crassilabris, Bittiolum varium, Bulla striata,<br />

Haminoea antillarum, Meioceras cornucopiae, Meioceras nittidum (Tabla<br />

1), lo cual probablemente justifique la separación de esta<br />

estación del resto, dentro de este segundo agrupamiento. En el<br />

resto de las estaciones, con excepción de La Milpa, también se<br />

identificaron especies características aunque en menor<br />

proporción.<br />

El dendrograma realizado con la matriz inversa permitió<br />

analizar la similitud entre especies, en dependencia de las<br />

estaciones donde fueron identificadas. Este análisis indicó la<br />

formación de dos grandes agrupamientos (Fig. 3). En el primero<br />

de ellos (A) se agruparon casi exclusivamente las especies<br />

identificadas en los biótopos I, II y III, mientras que el segundo<br />

(B) agrupó a las especies identificadas en los biotopos IV y V, y<br />

cuyas estaciones se ubicaron dentro del área interior de la bahía.<br />

En cada uno de estos grupos resultaron de especial interés los<br />

subgrupos con similitud máxima A1 y B1, que se estuvieron<br />

restringidos a las estaciones de las Afueras y Reina<br />

respectivamente, como se analizó con anterioridad.<br />

Los análisis de similitud reflejaron la marcada diferencia<br />

que existió entre las asociaciones de especies encontradas en las<br />

estaciones dentro de la bahía, y el resto.<br />

DISCUSIÓN<br />

Tetas de Tomasa<br />

Jucaral<br />

Punta La Cueva<br />

Reina<br />

La Milpa<br />

Cañón de entrada<br />

Afueras<br />

Fig. 2 Dendrograma que muestra<br />

la similitud entre estaciones de colecta.<br />

El número de especies registrado fue notablemente inferior<br />

al mencionado por otros autores. Sin embargo, es de destacar<br />

que el mismo no tuvo como objetivo hacer una lista exhaustiva<br />

de la fauna malacológica de la bahía de Cienfuegos, sino<br />

caracterizar la biodiversidad de moluscos en su zona supra y<br />

mesolitoral, por lo que quedó excluída la gran biodiversidad de<br />

organismos infaunales que en ella habita. La naturaleza de este<br />

estudio responde a la necesidad de buscar organismos<br />

indicadores que permitan posteriormente el monitoreo<br />

28 COCUYO 15, 2005


0<br />

20<br />

40<br />

60<br />

80<br />

100<br />

Pedipes mirabilis<br />

Neritina meleagris<br />

Batillaria minima<br />

Angiola lineata<br />

Littoraria tessellata<br />

Puperita tristis<br />

Cittarium pica<br />

Fisurella barbadensis<br />

Leucozonia nassa<br />

Lottia leucopleura<br />

Nodilittorina angustior<br />

Nodilittorina dilatata<br />

Nodilittorina mordax<br />

Thais deltoidea<br />

Chiton viridis<br />

Nerita peloronta<br />

Acanthopleura granulata<br />

Nerita versicolor<br />

Chiton squamosus<br />

Puperita pupa<br />

Nodilittorina mespillum<br />

Nerita tessellata<br />

Cenchritis muricatum<br />

Nodilittorina antoni<br />

Nodilittorina ziczac<br />

Purpura patula<br />

Cerithium atratum<br />

Mytilopsis leucophaeata<br />

Prototaca granulata<br />

Trachicardium muricatum<br />

Phacoides pectinatus<br />

Tagelus divisus<br />

Schwartziella catesbyana<br />

Anachis crassilabris<br />

Bulla striata<br />

Bittiolum varium<br />

Haminoea antillarum<br />

Meioceras cornucopiae<br />

Meioceras nitidum<br />

Mactra fragilis<br />

Melampus coffeus<br />

Melampus monile<br />

Nassarius vibex<br />

Onchidella floridana<br />

Littorina angulifera<br />

Isognomon alatus<br />

Brachidontes domingensis<br />

Crassostrea virginica<br />

Littoraria flava<br />

Littoraria nebulosa<br />

Chione cancellata<br />

Melongena melongena<br />

Nerita fulgurans<br />

Neritina virginea<br />

Fig 3 Dendrograma que muestra la similitud entre las especies.<br />

periódico de este ecosistema.<br />

Moreira et al. (2003) citaron los mayores valores de riqueza<br />

de especies para macroalgas en las estaciones ubicadas en el<br />

lóbulo sur de la bahía. De modo general el presente estudio<br />

muestra resultados similares: los mayores valores de riqueza se<br />

encontraron en las estaciones más próximas al mar abierto,<br />

mientras que los menores, en estaciones ubicadas dentro de la<br />

bahía y que por tanto reciben una mayor influencia de los<br />

residuales provenientes de la ciudad.<br />

Para la bahía de Cienfuegos existen criterios establecidos de<br />

la marcada diferencia que existe entre los lóbulos norte y sur,<br />

desde el punto de vista hidroquímico, geomorfológico y de<br />

contaminación antropogénica (Villasol et al., 1990). El análisis de<br />

similitud por estaciones también refleja esta diferencia: las<br />

estaciones ubicadas dentro y fuera del área de la bahía se separan<br />

notablemente entre sí, así como también los agrupamientos de<br />

especies responden coherentemente a esta división. Estos<br />

resultados permiten plantear la hipótesis de la existencia de<br />

comunidades de moluscos características de cada zona de la<br />

bahía. Esta misma tendencia fue encontrada para las macroalgas<br />

en la bahía de Cienfuegos por Moreira et al (2003).<br />

El análisis de similitud por especies evidenció la existencia<br />

de asociaciones de especies, hecho que resultó interesante ya que<br />

no solo podría definir a una única especie como indicadora de un<br />

proceso, sino a un conjunto de ellas, y a las complejas relaciones<br />

que se establecen. Este fenómeno pudiera ser utilizado en el<br />

monitoreo ecológico de la bahía después de haber realizado un<br />

estudio de la variación temporal de las mismas.<br />

Agradecimientos.- Queremos agradecer al Dr. José Espinosa del<br />

Instituto de Oceanología, Cuba, la exhaustiva revisión de este<br />

trabajo.<br />

COCUYO 15, 2005 29


Tabla 1. Especies de moluscos de acuerdo a los biótopos en cada localidad.<br />

Especies<br />

Clase Polyplacophora<br />

Afueras<br />

Biotopos<br />

I II III IV V<br />

Cañón Caÿñ ÿó n<br />

entrada<br />

Chiton squamosus Linneo L n ÿé1764 x x<br />

C. viridis Spengler, 1797 x x<br />

Acanthopleura granulata (Gmelin, 1791) x x<br />

Clase Gastropoda<br />

Fisurella barbadensis (Gmelin, 1791)<br />

Lottia leucopleura (Gmelin, 1791)<br />

Cittarium pica (L (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x<br />

x<br />

x<br />

La Milpa<br />

Jucaral<br />

Punta<br />

La Cueva<br />

Nerita fulgurans Gmelin, 1791 x x x x x<br />

N. peloronta L Linneo<br />

n ÿé,1758 x x<br />

N. tessellata Gmelin, 1791 x x<br />

N. versicolor Gmelin, 1791 x x<br />

Puperita pupa (L (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x<br />

P. tristis (Orbigny, 1842) x<br />

Neritina meleagris Lamark, 1822 x x<br />

N. virginea (L (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x x x<br />

Littorina angulifera (Lamark, 1822) x x<br />

Cenchritis muricatum (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x x<br />

Littoraria flava King y Broderrip, 1832 x x x x<br />

L. nebulosa (Lamark, 1822) x x x x x<br />

L. tessellata (Philippi, 1847) x<br />

Nodilittorina mespillum (Mühlfeld, ÿühlfeld,1824) 1824) x x<br />

N. angustior (Mörch, ÿörch,1876) 1876)<br />

x<br />

N. dilatata (Orbigny, 1842) x<br />

N. ziczac (Gmelin, 1791) x x x<br />

N. antoni (Philippi, 1846) x x x<br />

N. mordax (Bandel y Kadolsky, 1982) x<br />

Schwartziella catesbyana (Orbigny, 1842)<br />

Meioceras cornucopiae (Carpenter, 1858)<br />

M. nitidum (Stimpson, 1851) x<br />

Angiola lineata (da Costa, 1778)<br />

Cerithium atratum (Born, 1778)<br />

Bittiolum varium (Pfeiffer, 1840)<br />

Batillaria minima (Gmelin, 1791)<br />

Thais deltoidea (Lamarck, 1822)<br />

Purpura patula (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x x<br />

Anachis crassilabris (Reeve, 1859)<br />

Nassarius vibex (Say, 1822)<br />

x<br />

x<br />

x<br />

Melongena melongena (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x x<br />

Leucozonia nassa (Gmelin, 1791)<br />

Bulla striata (Gmelin, 1791)<br />

x<br />

x<br />

Reina<br />

x<br />

x<br />

x<br />

x<br />

x<br />

Tetas<br />

Tomasa<br />

x<br />

30 COCUYO 15, 2005


Tabla 1. Especies de moluscos de acuerdo a los biótopos en cada localidad. Continuación...<br />

Haminoea antillarum (Orbigny, 1842)<br />

Onchidella floridana (Dall, 1885) x x<br />

Melampus coffeus (L (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x x x<br />

M. monile Bruguiere, 1789 x<br />

Pedipes mirabilis (Mühlfeld, ÿühlfeld,1816) 1816)<br />

x x<br />

Clase Bivalvia<br />

Especies<br />

Brachidontes domingensis (Lamarck, 1819) x x x x x x x<br />

Isognomon alatus (Gmelin, 1791) x x x x x x x<br />

Crassostrea virginica (Gmelin, 1791) x x x x x x x<br />

Phacoides pectinatus (Gmelin, 1791) x x<br />

Trachicardium muricatum (Linneo)<br />

n ÿé,1758) x<br />

Mactra fragilis Gmelin, 1791<br />

Tagelus divisus (Spengler, 1794) x x x<br />

Chione cancellata (Linneo)<br />

n ÿé,1767) x x<br />

Protothaca granulata (Gmelin, 1791)<br />

Mytilopsis leucophaeata (Conrad, 1831)<br />

Afueras<br />

Biotopos<br />

I II III IV V<br />

Cañón Caÿñ ÿó n<br />

entrada<br />

La Milpa<br />

N Número ÿúmerodespecies(S) de especies (S)<br />

22 22 12 12 12 17 17<br />

Jucaral<br />

x<br />

Punta<br />

La Cueva<br />

x<br />

x<br />

Reina<br />

x<br />

Tetas<br />

Tomasa<br />

REFERENCIAS<br />

nd<br />

Abbott, R. 1974. American Seashells. 2 edition Van Nostrand<br />

Reinhold: New York. 663 pp<br />

De Jong, K.M. y H.E. Coomans 1988. Marine Gastropod from<br />

Curacao, Aruba, and Bonaire. E.J. Brill: Leiden. 261 pp.<br />

Espinosa, J.; R. Fernández y E. Rolan 1994. Catálogo actualizado de<br />

los moluscos marinos actuales de Cuba. Sociedad Española de<br />

Malacología. 90 pp.<br />

González-Sansón G.; A. Bosch; E. Guevara y C. Aguilar 1996.<br />

Asociaciones de peces de los sitios de pesca de camarón en la<br />

Bahía de Cienfuegos, Cuba. Rev. Investigaciones Marinas 17 (2-3):<br />

133-141.<br />

Herrera, A.; R. del Valle y N. del Castillo 1987. Aplicación de<br />

métodos de clasificación numérica en el estudio ecológico del<br />

litoral rocoso. Reporte de Investigación, Instituto de Oceanología,<br />

Academia de Ciencias de Cuba, 70: 1-15.<br />

Lalana R. y M. Ortiz 1990. Lista de aves de la Laguna de<br />

Guanaroca, Provincia de Cienfuegos, Cuba. Rev. Investigaciones<br />

Marinas 11 (2): 169 - 173.<br />

Lalana, R . y M. Ortiz 1992. Fauna asociada a mangles de la<br />

Laguna de Guanaroca, Provincia de Cienfuegos, Cuba. Rev.<br />

Investigaciones Marinas 13 (3): 205 214<br />

Morales C. R; G. M. E. Castellanos; R. M. Lara; V. G Acevedo.; P.<br />

J Pardo y N. Vidal 1993. Resultados parciales del monitoreo<br />

permanente en la Bahía de Cienfuegos en el período<br />

correspondiente a 1990-1992. ACC C.M.I.C.T Cienfuegos 19<br />

pp.<br />

Moreira, A. R.; M. Gómez; A.M. Suárez; A.R. León y M.E.<br />

Castellanos 2003. Variación de la composición y abundancia<br />

de macroalgas en la Bahía de Cienfuegos, Cuba. Rev. Invest.<br />

Marinas 24(2): 83-94.<br />

Sorensen, T. 1948. A method of stabilizing groups of equivalent<br />

amplitude in plant sociology based on similarity of species<br />

content and its application of the vegetation of Danish<br />

commons. Biol.Skr., 5(4):1-34.<br />

Villasol A. N; N. Jaime; R. Mederos; H. Quintana; J. Martínez; I.<br />

Fernández y A. I. Tur. 1990. Estudios de la contaminación en<br />

la Bahía de Cienfuegos. Informe Final, Ministerio del<br />

Transporte, Instituto de Investigaciones del Transporte. 66 pp<br />

COCUYO 15, 2005 31


OBITUARIO<br />

Ha muerto Ernst Mayr....<br />

(1904-2005)<br />

En el número anterior de la revista Cocuyo (2004: 14: 32),<br />

nos regocijamos por los 100 años de vida de Ernst Mayr, el<br />

insigne investigador y profesor del Museo de Zoología<br />

Comparativa de la Universidad de Harvard. Lamentablemente<br />

hoy escribo su obituario. El distinguido científico y naturalista<br />

falleció en su apartamento de Bedford, Massachussets el 3 de<br />

Febrero pasado, después de una breve enfermedad.<br />

Escribía Mayr en la revista Science (Julio 2, 2004, vol. 14:<br />

47) que él era el último superviviente de los protagonistas de la<br />

edad de oro de la Síntesis Evolucionaria. Aquella gesta científica<br />

que interpretó, a la luz de los hallazgos genéticos y taxonómicos,<br />

las teorías evolucionarias expuestas por Charles Darwin, casi, 80<br />

años atrás.<br />

Intentar sintetizar sus<br />

contribuciones es muy difícil:<br />

más de 600 artículos científicos y<br />

25 libros, amén de una constante<br />

obra profesoral; por ello quiero<br />

referirme en este artículo a dos<br />

de sus contribuciones que más<br />

me han impactado: el artículo<br />

US<br />

publicado en 1954, como parte del libro “La evolución como<br />

proceso” , intitulado: “Cambio del medio genético y evolución”;<br />

curiosamente este artículo era el preferido de Mayr (así se lo<br />

expresó, en una de sus últimas entrevistas con la periodista<br />

Christine Bahls), y a su contribución a la epistemología<br />

expresada en varios de sus libros sobre las características de los<br />

eventos únicos en los procesos biológicos (en otras palabras el<br />

valor de la “narración histórica” como herramienta científicoconceptual).<br />

Uno de los problemas que no habían sido abordados por<br />

Darwin ni por consiguientes autores fue la correspondencia<br />

entre el registro fósil y los mecanismos probables de la<br />

especiación en pequeñas poblaciones aisladas, los aparentes<br />

“saltos” en las secuencias evolutivas, los desiguales ritmos<br />

1<br />

evolutivos y la aparición de nuevos “tipos” (nuevos taxones).<br />

Según Mayr, estas poblaciones aisladas y pequeñas no eran<br />

objeto de la atención de los taxónomos (por la dificultad de<br />

acceder a ellas y por constituir los extremos de poblaciones<br />

mayores), pero que en éstas operaban los procesos de<br />

reconstrucción genética y de reajustes ecológicos tales como<br />

para iniciar una fuerte divergencia de sus ancestros y ocupar<br />

nuevos horizontes adaptativos que los diferenciaban en<br />

diferentes grados, sólo en ese momento eran objeto de la<br />

atención o es que comenzaban a aparecer sus fósiles respectivos;<br />

encontrando el paleontólogo una población numerosa y<br />

extendida que ha sido reemplazada por otra igualmente<br />

numerosa y extendida y bien diferente a la primera.<br />

u labor contribuyó a la revolución conceptual que<br />

encabezó la síntesis evolucionista moderna de la genética<br />

mendeliana y la evolución del darwinismo, así como el<br />

desarrollo del concepto de especies biológicas entre otros<br />

aportes...<br />

Según el modelo propuesto por Mayr (1954), la evolución<br />

avanza con lentitud en las poblaciones muy grandes, y los<br />

cambios evolutivos más rápidos se dan en las poblaciones<br />

2<br />

pequeñas y aisladas periféricamente (que son las fundadoras) .<br />

Expresado en otros términos, esto parece indicar que las<br />

especies con poblaciones grandes son estables, y que las<br />

poblaciones fundadoras, pequeñas pueden carecer de esta<br />

estabilidad, lo que les permite cambiar rápidamente su fenotipo<br />

mediante una rápida reestructuración genética. Eldredge y<br />

Gould (1972) que introdujeron el concepto de “equilibrio<br />

puntuado”, aceptaron este modelo y propusieron que el<br />

estatismo de las especies populosas puede mantenerse por<br />

millones de años. Este modelo de especiación geográfica fue,<br />

más tarde llamado, por Mayr (1982) “especiación peripátrica”,<br />

porque se desarrolla en la periferia de los límites distribucionales<br />

de las especies parentales, con grandes poblaciones (los<br />

fundadores provienen de la periferia de la especie parental). La<br />

revolución genética que se produce durante la especiación<br />

peripátrica sería, en palabras de Mayr, “un proceso poblacional<br />

gradual aunque enormemente acelerado”. Presumiblemente, el<br />

evento más importante que ocurre en muchos casos de<br />

especiación peripátrica es la<br />

destrucción de la cohesión<br />

previamente existente en el<br />

genotipo y su reemplazo por<br />

un nuevo sistema balanceado.<br />

Igualmente es muy probable<br />

que la adquisición de un nuevo<br />

sistema homeostático facilite<br />

nuevos cambios evolutivos y<br />

esplique el origen de nuevos taxones superiores y de novedades<br />

evolutivas.<br />

Esta explicación, basada en el pensamiento poblacional<br />

introducido por Mayr y Dobzshansky da al traste con las<br />

explicaciones tipológicas (basadas en el esencialismo platoniano:<br />

que desechan la variación por lo que los miembros de una<br />

población se consideran réplicas del “tipo”) de R. B.<br />

Goldschmidt (1940) y seguidores que arguían el conceptos de<br />

3 4<br />

macrogénesis y de mutación sistémica con los llamados<br />

El Dr. Mayr en su oficina del Museo de Zoología<br />

Comparativa, Universidad de Harvard, con el autor<br />

en el otoño de 1991.<br />

32 COCUYO 15, 2005


“monstruos esperanzadores”, al tratar de explicar la<br />

discontinuidad en el registro fósil y las diferencias en los<br />

procesos micro y macro evolucionarios.<br />

Hasta el presente se mantienen candentes discusiones<br />

acerca de la completa certeza de este modelo, ya que aún se<br />

desconocen muchos procesos que se desarrollan en las<br />

poblaciones silvestres que afectan sus propios ritmos evolutivos,<br />

como para afirmar la completa identidad entre macro y micro<br />

evolución; además de que éste no es el único mecanismo<br />

plausible para explicar la especiación, pero, sin dudas, fue Mayr<br />

(1954) el primer autor que elaboró un modelo detallado de la<br />

conexión entre especiación, ritmos evolutivos y<br />

macroevolución.<br />

En muchos libros y ensayos, incluso en su último libro<br />

(Mayr, 2004), Ernst trató los aspectos únicos de los fenómenos<br />

biológicos criticando las aproximaciones reduccionistas que<br />

provenían de la física, y los enfoques ultra-axiomáticos<br />

provenientes de la sistemática filogenética, insistiendo en la total<br />

independencia de la biología como ciencia (vea “Así es a<br />

biología” de Mayr (1998), primera edición en español, editorial<br />

Debate, Pensamiento, 326 pp.). Escribía lo siguiente:“Cuando<br />

un biólogo trata de responder a una pregunta acerca de un<br />

fenómeno único, como, ¿por qué no hay colibríes en el Viejo<br />

Mundo o ¿dónde se originó la especie Homo sapiens, no puede<br />

basarse en leyes universales. El biólogo tiene que estudiar todos<br />

los datos conocidos que tengan que ver con el problema en<br />

cuestión, inferir toda clase de consecuencias a partir de<br />

combinaciones de factores reconstruidos, y después intentar<br />

elaborar un argumento que explique los hechos observados del<br />

caso particular. En otras palabras elabora una narración<br />

histórica”.<br />

La naturaleza de este enfoque difiere notablemente de las<br />

explicaciones causa-efecto, que los filósofos clásicos de la ciencia<br />

(procedentes de la lógica, las matemáticas y la física) lo<br />

consideraron totalmente inadmisible. A pesar de ello, autores<br />

recientes han rechazado la estrechez de la opinión clásica,<br />

planteando no sólo que este enfoque histórico-narrativo es<br />

válido sino que es probablemente el único capaz de explicar,<br />

científica y filosóficamente, los fenómenos únicos, vease<br />

Goudge (1961), Hull, (1975) y Nitecki & Nitecki (1972).<br />

Otros dos aspectos que tienen que ver con la<br />

epistemología desarrollada en los trabajos filosóficos de Mayr es<br />

la fortaleza del método científico inductivo (en las propias<br />

narraciones históricas), fuertemente criticado por la escuela<br />

popperiana (esencialmente hipotética-deductiva) y el<br />

falsacionismo (como garantía para la aceptación científica de<br />

cualquier teoría); este último principio parece tener muchos<br />

problemas al comprobar las teorías probabilísticas (así son casi<br />

todas las teorías biológicas); el surgimiento de excepciones a una<br />

teoría probabilística no la refuta necesariamente....<br />

Ernst Mayr ha muerto, como reza en el título de este<br />

modesto obituario, pero su obra, laboriosidad académica y sus<br />

ideas, permanecerán por mucho tiempo en las universidades,<br />

instituciones y eventos en los cuales se discutan los aspectos<br />

fundamentales de la evolución, las especies y la naturaleza de la<br />

investigación biológica.<br />

REFERENCIAS<br />

Eldredge N. & S. J. Gould 1972. In (T.J. Schopf Ed.). Models in<br />

Paleobiology. San Francisco: Freeman, Cooper, pp. 305-332.<br />

Goldschmidt, R.B. 1940. The material basis of Evolution. Yale Univ.<br />

Press, New Haven.<br />

Goudge, T.A. 1961. The ascent of life. Toronto: Univ. Toronto<br />

Press.<br />

Hull, D.L. 1975. Central subjects and historical narratives.<br />

History and Theory 14: 253-274.<br />

Mayr, E. 1954. Change of genetic environment and evolution.<br />

In J. Huxley, A.C. Hardy y E.B. Ford, eds., Evolution as a<br />

Process. Londres: Allen & Uwin, pp. 157-180.<br />

Mayr, E. 1982. In Mechanism of speciation (Rome Symposium,<br />

1982). Nueva York. Allan R. Liss, pp. 1-19.<br />

Mayr, E. 2004. What Makes Biology Unique Considerations on the<br />

autonomy of a scientific discipline. Cambridge University Press,<br />

Nueva York.<br />

NOTAS<br />

1. Simpson (1944, Tempo and Mode in Evolution): estableció la<br />

evolución cuántica, fenómeno vertical (temporal)<br />

considerada dentro de su definición de especie<br />

evolucionaria.<br />

2. El Principio del Fundador estipula que los fundadores de una<br />

nueva colonia (o población) sólo contienen una pequeña<br />

fracción de la variación genética total de la población (o<br />

especie) parental.<br />

3. Macrogénesis: creación de nuevos tipos por “saltos”.<br />

4. Mutación sistémica: es la que reorganizaría el plasma germinal<br />

y diera origen a tipos completamente nuevos de<br />

organismos.<br />

Giraldo Alayón García,<br />

Museo Nacional de Historia Natural, Obispo no. 61,<br />

Habana Vieja 10100, Cuba<br />

BIOCOMENTARIOS<br />

Entre lo histórico y lo lógico: el no-diálogo en la<br />

biogeografía<br />

Jorge L. Fontenla<br />

Museo Nacional de Historia Natural, Obispo No. 61, Habana Vieja<br />

10100, Cuba<br />

libelula@mnhnc.inf.cu<br />

“Y así son los hombres, que cada uno cree que sólo lo que él piensa y ve es la<br />

verdad, y dice en verso y en prosa que no se debe creer sino lo que él cree […]<br />

cuando lo que ha de hacer es estudiar con cariño lo que los hombres han pensado<br />

y hecho, y eso da un gusto grande”<br />

Martí, 1889<br />

“Fallo de predecir no significa fallo de comprender o explicar. Si estuviéramos<br />

seguros que conociéramos las ecuaciones que gobiernan un sistema caótico,<br />

confiaríamos en comprender su comportamiento, incluyendo nuestra incapacidad<br />

de predecir en detalle su comportamiento a largo plazo”.<br />

Kauffman, 1996<br />

COCUYO 15, 2005 33


Quot capita, tot sensus<br />

Una posible aprehensión de la situación<br />

Kauffman (1993) resumió que el siglo XVIII, bajo el<br />

influjo de la revolución Newtoniana, desarrolló ciencias de la<br />

simplicidad organizada; el siglo XIX, vía la mecánica estadística,<br />

se centró en la complejidad desorganizada; mientras que la<br />

ciencia de finales del siglo XX y durante el XXI, deberá<br />

confrontar la complejidad organizada; pero en ninguna otra<br />

ciencia como en la biología -afirma- se hace notar tanto la<br />

ausencia de herramientas conceptuales para esta confrontación.<br />

Ciertamente, la biología está urgida de tales implementos del<br />

intelecto, pues la gran diversidad de fenómenos que estudian los<br />

biólogos necesita de una diversidad correspondiente de<br />

enfoques epistemológicos en la comprensión de la naturaleza<br />

(Keller, 2003). Najmanovich (2002) aseveró que hemos vivido<br />

bajo el hechizo del método, del que recién comenzamos a<br />

despertar. La tarea -enfatiza- requiere la aceptación de la<br />

incompletitud radical de todo conocer y de abrirse a la<br />

multiplicidad de significados sin despeñarse por lo anárquico.<br />

Pienso que el encantamiento del método ejerce su influjo en el<br />

propio corazón de las polémicas que, de una forma u otra, dan<br />

vida al quehacer cotidiano en la teoría (o mejor decir, teorías,<br />

puesto que no es aceptable ¡por suerte! un dogma centralizado y<br />

rígido) evolucionaria en sentido general, y en la biogeografía<br />

histórica en particular.<br />

Crisci (2001) expuso: “La definición de la biogeografía puede<br />

ser sencilla el estudio de la distribución geográfica de los<br />

organismos- pero esta simplicidad esconde la gran complejidad<br />

del tema. La biogeografía trasciende el clásico tópico de las<br />

áreas, involucra una gama de disciplinas científicas que incluyen<br />

la geografía, geología y biología. Nadie que estudie biogeografía<br />

puede evitar el quedar impresionado, o perplejo, por la<br />

diversidad de enfoques del tema”. Esta gran complejidad<br />

provoca que la disciplina se encuentre en un momento de gran<br />

efervescencia, pletórico de enfoques contrapuestos y pugnas<br />

entre sus hacedores. Martin-Piera y San-Martin (1999) aducen<br />

que la biogeografía es “ameboide”, y Ebach y Humphries (2003),<br />

la tildan de una perspectiva cuyos objetivos todavía permanecen<br />

ambiguos, porque el concepto abarca más de un tópico. Es<br />

posible discrepar de este último criterio, y asumir que la<br />

biogeografía tiene una identidad legítima, traslucida en el<br />

estudio de la percepción, determinación, causalidad e historia de<br />

los patrones de distribución espacial de los organismos. Lo<br />

sugestivo es discernir en lo ameboide algo que se infiltra y se<br />

reticula, que se embebe; y asumir en lo ambiguo su comulgar con<br />

lo indeterminado. Todo ello es coherente con la ontología de lo<br />

complejo.<br />

Brooks et al. (2001) se lamentan que las discusiones recientes<br />

sobre diferentes enfoques para el estudio de la disciplina han<br />

estado confundidas, además de ser confusas. Pienso que el<br />

“hechizo del método” es el acreedor de tal confusión. Los<br />

enfoques se ciernen alrededor de la mejor manera de aplicar una<br />

perspectiva epistemológica, el modelo hipotético-deductivorefutacionista,<br />

la vicarianza como causa eficiente generadora de<br />

los patrones biogeográficos y la metodología cladística. Lo que<br />

sigue es una reflexión somera y preliminar de algunos aspectos<br />

de este quehacer. Por ejemplo, Ebach y Humphries (2003)<br />

señalan que la “plétora” de métodos que existen en la<br />

biogeografía es una consecuencia de que la disciplina no es vista<br />

como un campo en su propio derecho. Ello refleja una ausencia<br />

y consenso de lo que constituye la ontología (especificación d e<br />

conceptualización) de la biogeografía, la cual debe estar ligada al<br />

descubrimiento de relaciones históricas entre áreas, según la<br />

metodología cladística. Wilkinson (2003) impugna estos<br />

señalamientos, y manifiesta que el único método no puede ser<br />

cladística y vicarianza. “La biogeografía -precisa- no necesita<br />

una definición rigurosa más allá del enunciado general que es<br />

acerca de la distribución de los organismos en el espacio y el<br />

tiempo. La biogeografía es justamente uno de nuestros intentos<br />

para interpretar el universo. Tópicos complejos son probables de<br />

producir una 'plétora de métodos' con los diferentes métodos<br />

siendo más o menos adecuados para las diferentes cuestiones<br />

dentro del campo general de indagación”.<br />

El estudio de la evolución le da primacía al devenir de la<br />

forma en el tiempo, mientras que la biogeografía resalta la<br />

dimensión espacial en la evolución de la forma. La distribución<br />

de los organismos se estudia a través de la determinación de<br />

patrones espaciales y de la comprensión de los procesos y<br />

eventos probables a partir de los cuales emergen los patrones. Y<br />

para su comprensión es necesaria una perspectiva sistémica y<br />

transdiciplinar. Este conocimiento es muy poco probable de ser<br />

construido con tan sólo algún método formalizado y<br />

estandarizado. Por su parte, Hovenkamp (1997) precisa que la<br />

biogeografía histórica tiene dos objetivos distintivos: (1)<br />

Dilucidar la historia de la Tierra sobre la base de la evidencia<br />

biológica (historia de las áreas). (2) Dilucidar la historia de uno<br />

o más grupos de organismos sobre la base de una teoría<br />

establecida de la historia de las áreas (historia de los taxones).<br />

Las distinciones más generales dentro de la biogeografía<br />

histórica es llamar Biogeografía de la Vicarianza a las prácticas<br />

de: (1) panbiogeografía (2) biogeografía cladística. Ambas<br />

asumen a la vicarianza como principio central en la generación<br />

de los patrones biogeográficos, pero la panbiogeografía genera<br />

hipótesis a partir de la congruencia espacial de las distribuciones<br />

de diferentes taxones. La segunda perspectiva plantea hipótesis<br />

explícitas de relaciones entre áreas, o cladogramas de áreas, a<br />

partir de cladogramas de taxones. Con relación a esta última<br />

perspectiva, Hovenkamp (2001) realiza dos distinciones: (1)<br />

biogeografía cladística (2) biogeografía de la vicarianza. La<br />

primera distinción busca congruencia entre cladogramas<br />

taxonómicos de áreas de varios grupos monofiléticos. El<br />

objetivo es producir un cladograma general de áreas, el cual<br />

ofrece un patrón común de relaciones entre áreas de varios<br />

grupos no relacionados. Los patrones únicos de distribución<br />

histórica son irrelevantes (Llorente, 2000; Ebach, 2001; Ebach y<br />

Humphries, 2002). Ebach y Humphries (2002) consideraron<br />

que esta disciplina constituye “el arte del descubrimiento”. Por<br />

su parte, la biogeografía de la vicarianza no se preocupa por la<br />

extensión de la distribución del taxón, sino con la posición<br />

geográfica de sus disyunciones y con la evidencia que puede ser<br />

extraída de las distribuciones observadas de los taxones y es<br />

permisible el análisis de grupos particulares.<br />

Brooks y McLennan (2001), reconocen que los patrones de<br />

distribución constituyen fenómenos complejos, porque las<br />

34 COCUYO 15, 2005


iotas de las áreas representan un mosaico de procesos de<br />

especiación alopátrida, simpátrida o por aislados periféricos, o<br />

bien exhiben éstasis evolucionario (no especiación ante<br />

fragmentación de las áreas), dispersión y extinción. Van Veller et<br />

al, (2000, 2002) y Van Veller y Brooks (2001) disciernen dos<br />

tipos de pruebas de hipótesis de procesos causales en la<br />

biogeografía de la vicarianza: (1) a priori (2) a posteriori. La<br />

primera asume a priori diferentes procesos para ajustar los datos<br />

a la hipótesis nula. Busca su corroboración. La segunda sólo<br />

asume vicarianza, e invoca a posteriori otros procesos, como<br />

dispersión y extinción, para explicar incongruencias con la<br />

hipótesis nula. Busca su refutación. Ambos enfoques difieren<br />

ontológicamente: el a priori o de historia- de-las-áreas<br />

representa la simplicidad y el a posteriori o de historia-de-lostaxones,<br />

la complejidad. Este último espera (predicción) que la<br />

hipótesis nula sea falsificada (por la complejidad de la<br />

distribución y la ocurrencia de dispersión, éxtasis, extinción o<br />

especiación simpátrida), y suministra soporte objetivo, a<br />

posteriori, para ello.<br />

Con lo anterior en mente, Van Veller et al. (2003) disciernen<br />

entre: (1) biogeografía cladística (2) biogeografía filogenética<br />

(en artículos previos sólo consideraban a la biogeografía de la<br />

vicarianza: (Van Veller et al., 1999, 2000, 2001, 2002). La primera<br />

ajusta todos los elementos de todos los cladogramas<br />

taxonómicos de áreas a un único grupo de relaciones de áreas,<br />

para mantener la singularidad histórica de estas. La biogeografía<br />

filogenética documenta parsimoniosamente el contexto<br />

geográfico de los eventos de especiación. Estos autores asumen<br />

que la evolución es tan contingente y compleja, que es necesario<br />

analizar tanto patrones comunes como únicos, así como<br />

concebir la posibilidad de áreas con historias reticuladas en<br />

relación con las especies que las habitan. Esta perspectiva, la<br />

filogenética, la consideran como ontológica, en contraste con la<br />

perspectiva epistemológica de la biogeografía cladística. Esta<br />

biogeografía filogenética sería equivalente a la biogeografía de la<br />

vicarianza distinguida por Hovemkamp, con enfoque dehistoria-de-los-taxones.<br />

Así concebido, la biogeografía cladística responde al<br />

enfoque de relaciones-de-áreas, y al método analítico a priori,<br />

mientras que la biogeografía filogenética se identifica con el<br />

enfoque de relaciones-de-taxones y a posteriori,<br />

respectivamente. Van Veller et al. (2003) reiteran que la<br />

biogeografía cladística representa el “arte del descubrimiento” y<br />

al modelo inductivo/verificacionista1; mientras que a la<br />

biogeografía filogenética la tildan de “ciencia del<br />

descubrimiento” y representante del modelo hipotéticodeductivo/refutacionista.<br />

El método analítico líder del “arte del<br />

descubrimiento” es el de los componentes (revisiones recientes<br />

en Espinosa et al., 2002, Morrone, 2004). El método<br />

representante de la “ciencia del descubrimiento”*<br />

es el<br />

* El tratamiento “superior” de ciencia versus arte en las explicaciones, es un<br />

reflejo de las dicotomías y de la falta de diálogo entre modos de saber en nuestra<br />

contemporaneidad. No en balde ya se comienza a hablar de “ciencia-arte”,<br />

como dialógica que articula y armoniza lo que une a ambos. Ambas ramas de<br />

saber precisan de lo intuitivo y lo metafórico, de la pasión creativa y de la soltura<br />

en las ideas. ¿Acaso el laureado físico Bohr no expresó que al átomo es mejor<br />

entenderlo cómo poesía, cómo metáfora<br />

“Análisis de la Parsimonia de Brooks” o BPA (Brooks y<br />

McLennan, 2002, 2003; Brooks y Van Veller, 2003; Brooks et al.,<br />

2001; Dowling, 2002; Green et al., 2002; Van Veller et al., 2000,<br />

2001, 2002, 2003).<br />

Kluge (1997, 1999) discurrió que la biología comparativa es<br />

una ciencia de ciclos de descubrimiento y evaluación. Sobre esta<br />

base, Brooks y McLennan (2001) exponen que el BPA, a la vez<br />

que un método de explicación a posteriori, posibilita interpretar la<br />

complejidad real de la biota en un área, ya que constituye un<br />

método basado en descubrimiento. Brooks et al. (2001)<br />

afirmaron que las confusiones en la biogeografía histórica se<br />

deben en parte a la incapacidad de no distinguir entre los<br />

modelos cognitivos mencionados; mientras que otra razón es la<br />

distorsión o subvaloración del BPA, en especial del BPA<br />

secundario (Apéndice). Van Veller et al. (2003) concluyeron que<br />

los únicos métodos o enfoques meritorios para la biogeografía<br />

histórica son los a posteriori. Ebach et al. (2003) declaran que, a<br />

pesar de lo que Van Veller, Brooks y colaboradores han<br />

enfatizado ad nauseam, el BPA es un método también a priori,<br />

porque realiza modificaciones de los datos originales (la<br />

duplicación de áreas) para obtener un nuevo cladograma. En<br />

adición, concluyen que el BPA no descubre ninguna relación<br />

biogeográfica. La duplicación de áreas del BPA ha sido criticada<br />

por algunos autores, pues su sentido biológico no se encuentra<br />

justificado (Van Welzen et al., 2003). Para Ebach et al. (2003) la<br />

biogeografía filogenética explica historias evolucionarias, pero no<br />

cuestiones biogeográficas; mas bien los patrones biogeográficos<br />

pueden explicar la filogenia. En sus palabras, la Biogeografía se<br />

trata de relaciones proximales de áreas bióticas de endemismo. Los únicos<br />

métodos para ello son la panbiogeografía y la biogeografía<br />

cladística, con su enfoque de “arte de descubrimiento”. Grehan<br />

(2001), es aún más restrictivo, pues afirma que la<br />

panbiogeografía es el único método en la actualidad que es<br />

sólido geográficamente.<br />

Historias y ontología<br />

El análisis cladístico es considerado, en principio, deductivo<br />

(Crother, 2002); aunque algunos lo catalogan de inductivo (ver<br />

Fontenla, 2002). La biogeografía cladística en su sentido más<br />

amplio también es conceptuada como hipotético-deductiva<br />

(Espinosa y Llorente, 1993; Vargas, 1993; Schuh, 2000). De<br />

Queiroz y Poe (2001) exponen que la corroboración de Popper<br />

es basada en el principio general de probabilidad, que es<br />

considerado inductivo. En coincidencia, Kluge (2001) asevera<br />

que el análisis de probabilidad es verificacionista/inductivo,<br />

opuesto al de parsimonia, que es practicado en términos de<br />

sometimiento a prueba de Popper y, por lo tanto, es<br />

falsacionista/deductivo. Así, tanto la biogeografía cladística<br />

como la filogenética, sensu Van Veller et al. (2003), se<br />

corresponderían ambas con este último modelo, ya que están<br />

basadas en la parsimonia. Sin embargo, Farris et al. (2001)<br />

concluyen que la parsimonia es corroboracionista. Por otra<br />

parte, Rieppel (2003) acota que la lógica deductiva no excluye<br />

una actitud verificacionista. Por consiguiente, esta actitud no<br />

tiene que ser equivalente con el inductivismo. Como en la vida<br />

real es absurdo suponer que todas las distribuciones observadas<br />

son vicariantes, los biogeógrafos cladistas han ideado una serie<br />

de enunciados, que permiten una manipulación de los resultados<br />

COCUYO 15, 2005 35


cladísticos para tratar con distribuciones amplias, redundantes y<br />

extinciones.<br />

A estos enunciados se les llama asunciones o suposiciones 0,<br />

1 y 2 (Nelson y Platnick, 1981; Van Veller et al., 2000, 2001).<br />

Suposición 0. Las áreas con el taxón se consideran<br />

monofiléticas. El taxón ampliamente distribuido es una<br />

sinapomorfía (carácter derivado compartido). Suposición 1.<br />

Áreas pueden constituir grupos mono o parafiléticos.<br />

Suposición 2. Sólo una de las ocurrencias es considerada como<br />

evidencia; la otra puede “flotar” en los cladogramas. Las áreas<br />

pueden constituir grupos mono, para o polifiléticos. Estas<br />

suposiciones también exhiben una sintaxis lógico-deductiva, la<br />

cual puede adoptar la siguiente forma generalizada: Suposición<br />

1. Lo que es cierto para T1 (taxón 1) en área A en relación con<br />

T2 y T3 en áreas C y A-C, respectivamente, es también cierto<br />

para T1 en área C. Suposición 2. Lo que es cierto para T1 en<br />

área A en relación con T2 y T3 en áreas A-C respectivamente, no<br />

es necesariamente cierto para T1 en área C. El BPA se<br />

corresponde con la Suposición 0: En esta Brooks y McLennan<br />

(2003) consignan: Debe tratar con todas las especies y todas las<br />

distribuciones en cada entrada filogenética sin modificación, y su<br />

análisis final debe ser lógicamente consistente con todos los<br />

datos entrados. Para ello se genera la convención de la<br />

duplicación de las áreas (Apéndice). La sintaxis lógica es la<br />

siguiente: si cada área es tratada como un taxón único, la<br />

Asunción 0 es violada siempre que un área tenga una historia<br />

reticulada. Esto aparecerá como una homoplasia (convergencia<br />

o paralelismo) en el BPA primario. Bajo tales circunstancias,<br />

duplique las áreas relevantes hasta que la Asunción 0 no se viole<br />

más.<br />

Todas las suposiciones anteriores tienen una estructura<br />

lógica. De hecho, el modelo deductivo tiene sus raíces en la<br />

filosofía Aristotélica y su sintaxis se basa en la construcción de<br />

silogismos2 como el siguiente: Todos los hombres son<br />

mortales/Sócrates es un hombre/Sócrates es mortal. Se obtiene<br />

una inferencia lógica congruente con la realidad ontológica. En<br />

un segundo ejemplo: Todos los mamíferos son<br />

cuadrúpedos/Todos los humanos son mamíferos/Todos los<br />

humanos son cuadrúpedos. La deducción es impecable, pero<br />

errada, porque la premisa mayor, al menos en parte, es falsa y la<br />

inferencia es absurda. Por lo tanto, es obvio que algo<br />

correctamente deducido no tiene que estar correctamente<br />

explicado desde el punto de vista ontológico (Richards, 1998).<br />

Popper (1990) propuso para tratar con fenómenos reales la<br />

aplicación de una lógica proposicional o de probabilidades. La<br />

elegante lógica deductiva tendría una probabilidad = 1. Esa es la<br />

verdad lógica, que tiene una probabilidad absoluta de ocurrencia.<br />

Sin embargo, la verdad en condiciones de evidencias, la verdad<br />

ontológica, responde a una lógica probabilística. La<br />

probabilidad absoluta sería un caso especial de una probabilidad<br />

relativa real, no lo contrario.<br />

Kluge (2002) discrimina entre probabilidad clásica (todos<br />

los eventos son numerados; las probabilidades son conocidas;<br />

existe una predicción) y probabilidad histórica (sólo los eventos<br />

que han ocurrido pueden ser numerados; no existen<br />

predicciones, pero pueden realizarse comparaciones entre<br />

resultados). Por su lado, Grant (2002) aseveró que los biólogos<br />

evolucionistas están obsesionados con las operaciones de<br />

descubrimiento -el prisma a través de los cuales los científicos<br />

ven e interpretan al mundo, el cual es independiente de algún<br />

método en particular- y distingue entre operaciones<br />

nomotéticas (universales, predictivas) e ideográficas<br />

(retroductivas, históricas). Según Salthe (1985), lo nomotético<br />

se enmarca dentro del canon nomológico o hipotéticodeductivo<br />

por cobertura de leyes universales; enfatiza<br />

regularidades en patrones y procesos, mientras que lo<br />

ideográfico enfatiza diferencias: eventos y entidades<br />

individuales, trayectorias históricas.<br />

Historias y ontología<br />

Gould (2002) declara que principios generales pueden<br />

regular gamas de eventos, pero eventos particulares e<br />

impredecibles son los que hacen la historia. La historia no es<br />

una “maldita cosa tras la otra”. La historia es devenir, es<br />

trayectoria, y las trayectorias no devienen ni emergen en pistas<br />

impolutas hasta lo infinito, sino a través de contextos ecológicos,<br />

interaccionantes y co-constructivos. A la vez que la historia es<br />

una emergencia, es, simultáneamente, co-constructora de<br />

hechos. La historia se hace a sí misma de eventos e interacciones,<br />

a la vez que modela y co-determina eventos e interacciones. Lo<br />

que deviene y emerge no es necesariamente deducible, aunque sí<br />

puede ser explicado. La vida no es deducción, es desarrollo y<br />

evolución. Los hechos se desarrollan en contextos ambientales,<br />

naturales o sociales particulares, que constriñen la manera de<br />

expresarse el devenir; pero, además, también imbrican procesos<br />

y eventos casuales, contingentes, que pertenecen a dinámicas<br />

distintas, y que podrían o no haber concurrido para generar un<br />

devenir, una historia particular. La contingencia histórica limita<br />

las opciones evolucionarias (Kluge, 2002). En un contexto<br />

determinado sólo es más probable que ocurran determinados<br />

hechos, los cuales son muy poco probables que ocurran en otro.<br />

Gould (2002) propone que la estructura probabilística de los<br />

fenómenos históricos, su impredicibilidad, es una propiedad<br />

ontológica - consustancial- de la naturaleza. La incapacidad de<br />

predecir antes del hecho, sólo evidencia su complejidad. La<br />

capacidad subsiguiente de explicar con rigor después del hecho,<br />

puede lograr el mismo nivel de confiabilidad que cualquier<br />

resolución física bajo leyes invariantes. Ello es congruente con<br />

las tesis de Kauffman (1993, 1996, 2000) y Goodwin (1998)<br />

acerca de que la evolución es una conjunción de procesos<br />

deterministas intrínsecos de los organismos -considerados<br />

como sistemas dinámicos complejos autoorganizados y<br />

autocausales- y la contingencia histórica.<br />

Brooks, Van Veller y colaboradores enfatizan que la<br />

distribución espacial, su desarrollo histórico, es un fenómeno<br />

complejo, contingente. Por ello consideran que en la<br />

biogeografía histórica el enfoque apropiado es el de la historiade-los<br />

taxones, lo cual impugnan Ebach y Humphries (2003).<br />

Los biogeógrafos aludidos defienden operaciones de<br />

descubrimiento a posteriori. Sin embargo, estos análisis no son<br />

análogos a las explicaciones después del hecho, sensu Gould<br />

(2002), sino que tienen un sentido hipotéticodeductivo/refutacionista,<br />

según el marco epistemológico de<br />

Popper (Brooks y Mc Lennan, 2001; Van Veller et al., 2003). La<br />

36 COCUYO 15, 2005


tarea de la historia es el descubrimiento y la explicación, no la<br />

predicción3 (Siddall y Kluge, 1997; Richards, 1998; Kluge, 2001).<br />

En el BPA secundario se duplican las áreas, para buscar una<br />

congruencia epistemológica, lógica, a la explicación a posteriori;<br />

pero esta duplicación no responde a algún principio biológico<br />

ontológico*, y además se continúa representando mediante un<br />

diagrama jerárquico. Hovenkamp (1997), expuso que las<br />

relaciones genealógicas son divergentes y jerárquicas. Así, la<br />

forma de un cladograma y la historia probable que refleja,<br />

resultan una configuración confiable para representar la historia<br />

de los taxones; pero una historia de reticulación no se representa<br />

con un patrón jerárquico y ramificado. La historia de la tierra<br />

influye en la historia de la vida y la historia de la vida es<br />

divergente, pero no necesariamente la historia de la tierra es<br />

divergente o puede ser representada como un cladograma.<br />

La jerarquía sólo es de esperar cuando existe una<br />

correspondencia directa entre fraccionamiento de áreas y<br />

especiación. Patrones jerárquicos de distribución, como las<br />

verdades lógicas, deben constituir casos particulares de<br />

congruencia entre procesos geológicos, ecológicos y<br />

genealógicos; pero no lo contrario. Como propone Lobo<br />

(1999), la vicarianza es más explicativa a grandes niveles de<br />

inclusividad en el tiempo y en el espacio. Espinosa y Llorente<br />

(1993) reconocieron como un defecto de la biogeografía de la<br />

vicarianza su apego estricto a los arreglos jerárquicos para<br />

expresar las interrelaciones históricas. Martín-Piera y San<br />

Martín (1999) catalogan a estos patrones jerárquicos y<br />

ramificados como reduccionistas, mientras que Legendre y<br />

Makarenkov (2002) proponen un modelo reticulado para<br />

patrones de distribución<br />

Causas y azares<br />

Llorente y Pavavero (1996) llegaron a afirmar que “la<br />

vicarianza es la teoría central de la biología….la elegancia suprema de la<br />

teoría de la vicarianza es que la historia de la Tierra se encuentra escrita en<br />

los cromosomas de los organismos”. Algunos biogeógafos sólo<br />

aceptan a la vicarianza como causa de los patrones de<br />

distribución, y no admiten a la dispersión como evento<br />

generador de patrones biogeográficos. Según este criterio, la<br />

dispersión, en esencia, es un evento aleatorio, y no es posible<br />

considerarlo como hacedor de patrones de distribución. No<br />

obstante, la propia aleatoriedad crea patrones de distribución<br />

reconocibles. El “desbalance” taxonómico de las biotas insulares<br />

oceánicas, o esencialmente oceánicas, con relación a la de las<br />

biotas continentales más cercanas, es una consecuencia,<br />

justamente, de la aleatoriedad del arribo a estas áreas de los<br />

antecesores de su biota actual. Lo cual genera un patrón de<br />

diversidad característico, donde grupos muy diversos en el<br />

continente se encuentran ausentes o pobremente representados<br />

en dichas islas. Se argumenta que la vicarianza sí produce<br />

patrones reconocibles, porque fragmenta biotas completas que<br />

antes se encontraban juntas. Es necesario tener en cuenta que,<br />

desde el momento que dos áreas o biotas quedan separadas, los<br />

* De hecho, todos los casos de duplicación de áreas que se realizan para inferir<br />

la ocurrencia de dispersión o vicarianza, es posible hacerlos en el BPA primario,<br />

analizando la posición de las especies y las áreas en el cladograma.<br />

contextos ambientales de las ahora independientes áreas pueden<br />

variar. Y ello también puede generar un “desbalance”, debido a la<br />

extinción o diversificación diferente de los grupos en las áreas<br />

independientes.<br />

Salthe (1985) distingue entre causa y regulación. “Causa”<br />

4<br />

involucra las causas formal y material , que tienen que ver con el<br />

dinamismo inherente de los sistemas. La “regulación” se refiere a<br />

la causalidad material (en parte), eficiente y final. En otras<br />

palabras: lo causal es intrínseco; lo regulatorio, externo. Como se<br />

aparta de la visión mayoritaria, Salthe reconoce que ello “es su<br />

peor conflicto con los hábitos establecidos”. Usualmente,<br />

pensamos que un cambio ambiental “causa” una<br />

reestructuración de una biota local. El cambio ambiental elimina<br />

a los que no se adaptan o no tienen la posibilidad física de<br />

reajustar sus relaciones espaciales; pero otros sobreviven.<br />

Cabría suponer que la misma causa de la desaparición de unos es<br />

causante de la supervivencia de otros, los cuales de todas<br />

maneras ya sobrevivían sin tal causa. Una alternativa valida es el<br />

asumir que el cambio ha provocado una regulación espacial de las<br />

poblaciones; las ha modificado, al interferir con la dinámica<br />

organismo-entorno preexistente.<br />

Del mismo modo, el aislamiento espacial, la vicarianza, no<br />

causa la especiación, sólo regula o modifica el intercambio de<br />

información genética entre poblaciones. Las causas de la<br />

especiación, o de su antípoda, el éstasis evolucionario, son<br />

intrínsecas. Kampis (1998) declaró que la evolución no debe ser<br />

considerada como un juego contra algo “allá afuera”. Los<br />

cambios vienen desde el sistema en sí mismo, no desde afuera<br />

(Csányi, 1998; Alvárez, 1998). Los organismos no tienen causas<br />

externas, son entidades autocausales (Goodwin, 1998). Así, sus<br />

relaciones de espacio pueden ser reguladas, pero no causadas, por<br />

fuerzas, procesos o eventos extrínsecos. Atlan (1998) enfatiza<br />

que una explicación causal de algo no siempre es lo mismo que la<br />

causa real de tal cosa. Una razón lógica para algo puede ser<br />

diferente a su causa física, como resultado de nuestra frecuente<br />

incapacidad de tener una explicación adecuada para algo<br />

Historias y narrativas<br />

Stamos (1996) expuso, a la vez que criticó, que el basamento<br />

epistemológico de la biología descansa en buena medida en el<br />

legado del filósofo Karl Popper. Ruse (2001), se expresó con<br />

sarcasmo acerca del uso de esta epistemología por parte de los<br />

científicos como soporte a sus ideas. Rieppel (2003) nos hace<br />

percatar que, a partir de la propuesta Popperiana de la lógica<br />

deductiva como el organon del criticismo, se cruzó el puente entre<br />

sentido común filosófico y una teoría plena de conocimiento.<br />

Popper escribió sobre la lógica del descubrimiento científico, no<br />

sobre ciencias aplicadas o como solucionar un problema<br />

específico. Lo lógico y lo hipotético-deductivo no son<br />

antagónicos con la búsqueda de explicaciones sobre la<br />

complejidad del mundo; pero el razonamiento lógico opera en<br />

un espacio abstracto, mientras que la naturaleza es ontológica en<br />

su manifestación material en un espacio y tiempo reales. Lo<br />

universal, lo determinista y lo epistémico, se pueden explicar a<br />

través de derivaciones lógicas. La lógica deductiva es lineal; lo<br />

complejo puede ser heterárquico, emergente o recursivo, pero<br />

nunca lineal. Lo histórico requiere de derivaciones temporales y<br />

COCUYO 15, 2005 37


de la aprehensión de lo contingente y lo contextual. Las<br />

explicaciones históricas se construyen sobre la base de la<br />

interpretación de evidencias, circunstancias y conocimiento de<br />

fondo, con narrativas científicas como salidas explicativas. Las<br />

fórmulas lógicas deductivas no pueden constituir las<br />

herramientas exclusivas para validar la comprensión de<br />

fenómenos complejos del devenir ontológico y emergente de la<br />

naturaleza.<br />

Las narrativas no han tenido una historia feliz en la<br />

biogeografía histórica. Ball (1976) y Humphries y Parenti (1999)<br />

asociaron las narrativas biogeográficas a las explicaciones de<br />

Darwin-Wallace acerca de centros de origen para cada taxón.<br />

Platnick y Nelson (1978) afirmaron que no hay que preocuparse<br />

por distribuciones o patrones particulares, si estos no son<br />

congruentes con un patrón general de relaciones mostrado por<br />

otro grupo de taxones endémicos de las áreas en cuestión.<br />

Nelson (1978) fue lapidario al respecto: “las ideas de Darwin y<br />

Wallace hicieron de la biogeografía la ciencia de lo raro, lo<br />

misterioso, lo milagroso y lo imposible”. Por su parte, Llorente<br />

(2000) expresó que la mejor aproximación para el conocimiento<br />

de la historia espacial de la vida es la congruencia entre áreas, vía<br />

hipótesis cladista o panbiogeográfica, mientras que la<br />

elaboración de narrativas sobre el origen y dispersión de grupos<br />

particulares se está desvaneciendo. Recientemente, Grehan<br />

(2003) la emprendió contra las explicaciones narrativas en la<br />

compilación sobre biogeografía de las Antillas editada por Wood<br />

y Sergile (2001).<br />

Pienso que se han hiperbolizado las reflexiones críticas de Ball<br />

(1976) sobre las asunciones de Darwin y Wallace, ideadas sobre<br />

la concepción de una geografía del mundo estática. Un esquema<br />

similar tuvo la biogeografía filogenética de Hennig (1968) y<br />

Brundin (1972) (esta sería “la otra” biogeografía filogenética).<br />

Ebach y Humphries (2003) afirman que la dispersión no se<br />

integra con la concepción de una tierra dinámica y añaden que<br />

cambios intrínsecos no pueden ocurrir sin un estímulo externo.<br />

Pensar así es considerar a los organismos como objetos a<br />

merced de causas eficientes externas, como en la ortodoxia de la<br />

lógica clásica y de la modernidad. Según este parecer, los<br />

procesos geológicos, como la tectónica de placas, son la fuerza<br />

primaria guiando la evolución; es eso lo que constituye sentido<br />

común en la biogeografía, en su ontología, no el hacer narrativas<br />

5<br />

como explicaciones. Grehan (2000) también expuso un criterio<br />

similar, al afirmar que la capacidad de migración no es una<br />

propiedad intrínseca, sino que surge a través de una relación<br />

particular entre organismo y medio ambiente. Por otra parte,<br />

Wilkinson (2001, 2003), defiende que la dispersión no es sólo<br />

uno de los procesos* fundamentales de la biogeografía, sino<br />

6<br />

además crucial para entender la distribución de los organismos.<br />

El término “narrativa” también tiende a su identificación con<br />

la narrativa literaria, llena de imaginación y figuras retóricas; pero<br />

de lo que se trata es de construir una narrativa histórica para<br />

explicar la complejidad ontológica de la naturaleza. Juarrero<br />

(1999) propone la narrativa hermenéutica, la cual construye<br />

* De una manera más o menos laxa se manifiesta que la dispersión y la<br />

vicarianza son procesos. Considero que existen buenas razones para<br />

considerarlas eventos. Pero eso sería tema para otras reflexiones.<br />

explicaciones de un sistema a partir de las relaciones entre sus<br />

componentes, pues lo deductivo no puede explicar lo que<br />

emerge, lo que deviene. Ciurana (2001.) nos dice que la<br />

hermenéutica es la negación del método, entendido éste como<br />

un conjunto de reglas ideales y universales que nos lleven a un<br />

acuerdo o a descubrir algo. “La hermenéutica es la negación de<br />

un método entendido como punto de vista de Arquímedes desde<br />

el cual dominar las cosas; cómo entidad exterior al mundo. La<br />

lucha de la hermenéutica lo es contra la idea de una<br />

representación exacta del mundo. A cambio se nos propone la<br />

idea de diálogo y de conversación”…La hermenéutica es un<br />

método común a todas las disciplinas que tienen que interpretar<br />

un lenguaje cualquiera (de ahí proviene su afinidad con la<br />

retórica), o que luchan con las dificultades de la interpretación de<br />

lo que parece extraño (de ahí su vinculación con la dialéctica)....<br />

Interpretar es reconstruir un discurso dentro de un contexto de<br />

vida. Frente al afán de conmensurabilidad y de reducción; frente<br />

a la teoría que afirma que la esencia del hombre es descubrir<br />

esencias….. y reflejarlas como en un espejo, con claridad y<br />

distinción, se nos propone, con la hermenéutica, una idea de<br />

cultura como diálogo y conversación”.<br />

La historia es una herramienta para conocer al mundo, para<br />

representarlo e interaccionar con él (Taylor, 1986). Las<br />

narrativas biogeográficas deben ser basadas en la observación de<br />

la distribución de los organismos y en la posterior elaboración de<br />

una historia explicativa consistente (Real y Ramírez, 1992).<br />

Richards (1998) predice que nos percataremos de cuánto más en<br />

la ciencia depende de la eficacia de narrativas históricas que el<br />

subsumir bajo leyes. Las narrativas son irreducibles a otros<br />

modos de representar y explicar; son recursos ineludibles para<br />

ciertas tareas y áreas del conocimiento. El criterio de lo<br />

importante depende de que historia se cuente, de un criterio más<br />

general (Beltrán, 1998). Debe tener en cuenta el “conocimiento<br />

de fondo”, que consiste en teorías y resultados avalados por la<br />

praxis de lo científico y lo racional (Farris, 2000; Kluge, 2001); no<br />

de un pensar racionalizado y enchalecado. Las explicaciones<br />

deben ser contextuales, abarcar lo global dentro de los<br />

desarrollos y trayectorias locales y comprender como lo local<br />

influye en los patrones globales. Hull (1998) afirma que las<br />

narrativas se construyen para aprehender el movimiento de<br />

sucesos cuyo rasgo es el cambio, y agrega que “los filósofos por<br />

no aceptar cambios argumentan que las narrativas históricas no<br />

son explicativas”. Para ser justos, sería correcto acotar que ello<br />

caracteriza sólo a ciertos grupos de filósofos y a ciertos grupos<br />

de indagadores.<br />

Rosen (1988) expuso que la historia no tiene un desarrollo<br />

lógico, por la intervención de eventos contingentes y casuales en<br />

su devenir. También agregó que la ciencia procede en un frente<br />

mucho más abarcador que sólo el método hipotético-deductivo.<br />

Las explicaciones científicas, a la vez que distintamente causales<br />

-como asevera Kluge (2001)- pueden ser racionales y<br />

cualitativas (Pérez, 2000). Si en la selección de una conjunción<br />

de elementos apropiados para el contexto particular de una<br />

narrativa no se puede contar con un criterio “objetivo” externo<br />

al sistema focal y al propio sujeto indagador, ello no señala más<br />

que a la complejidad ontológica de la situación. El sujeto<br />

indagante no puede ser nunca enajenado del sistema indagado<br />

38 COCUYO 15, 2005


(asunción típica del pensamiento neopositivista y racionalista<br />

imperante). La estructuración del sistema cognitivo sujetoobjeto<br />

es unitaria e irreducible. Tampoco existe “objetividad” en<br />

la aplicación de un modelo cognitivo específico, pues el propio<br />

acto de selección es puramente subjetivo y depende del<br />

paradigma aceptado por el sujeto (el sujeto tal vez ni se percate<br />

que se encuentra embebido en un paradigma científico-socialcultural).<br />

La narrativa no es “mala” en sí misma; lo que sí pueden<br />

existir son malos narradores. No existe una historia<br />

ontológicamente “débil”, pero sí es posible construir<br />

narraciones o hipótesis históricas poco robustas, convincentes o<br />

racionales. Del mismo modo que es posible realizar<br />

deducciones impecables en el espacio epistemológico, pero<br />

extravagantes en el espacio de la ontología natural.<br />

Gould (2002) aseveró que tanto leyes inmanentes como<br />

narrativas (hacia las cuales existe una profunda e irracional<br />

reticencia, según sus palabras) son dos formas de conocimiento<br />

objetivo. Al mismo tiempo, abogó por una pluralidad de estilos<br />

explicativos para nuestra comprensión de “generalidades atadas<br />

a leyes y particulares fascinantes”. En torno a la misma idea,<br />

Kauffman (1996) consigna: “¿Cómo puede la vida ser<br />

contingente, impredecible y accidental obedeciendo a la vez<br />

leyes generales La misma pregunta emerge cuando pensamos<br />

acerca de la historia. …Los sistemas vivientes pueden todos<br />

exhibir propiedades sujetas a leyes, y aún estar agraciados con un<br />

bordado de filigrana histórica; esos detalles maravillosos que<br />

podrían fácilmente haber sido de otra manera, y cuya misma<br />

improbabilidad cautiva nuestra admiración hechizada”.<br />

Kauffman (2000) establece otra elegante metáfora entre<br />

narrativa y determinismo, cuando escribe: “Las biosferas<br />

demandan sus Shakespeares tanto como a sus Newtons.<br />

Tendremos que repensar qué es la ciencia en sí misma… Las<br />

humanidades y la ciencia pueden encontrar una inesperada e<br />

inevitable unión”. Por su parte, Pérez (2000) reflexiona que los<br />

esquemas propuestos por los filósofos de la ciencia son camisas<br />

de fuerza y visualiza una necesaria reconstrucción de la filosofía<br />

que considere, junto con la historia, toda la inmensa extensión y<br />

la complejidad de la ciencia contemporánea. Mientras tanto,<br />

evoco la serena y reflexiva pluma de Darwin, el primer<br />

biogeógrafo coherente: “Cuando no miremos ya a un ser orgánico del<br />

modo en el que un salvaje mira un buque, como algo completamente fuera de<br />

su comprensión, cuando consideremos cada producción de la naturaleza como<br />

algo que ha tenido una historia […]; ¡cuánto más interesante, hablo por<br />

experiencia, se volvería nuestro estudio!”<br />

NOTAS<br />

1<br />

En diferentes obras, Popper ha propuesto que la delimitación<br />

entre ciencia y no ciencia estaba dado por el empleo del método<br />

hipotético-deductivo refutacionista, es decir, por el modus tollens<br />

del criticismo. Según Pérez (2000), en el siglo II AC, Crisipo<br />

formula una serie de cinco “silogismos hipotéticos”, en<br />

contraposición a los “silogismos categóricos” de Aristóteles (ver<br />

nota siguiente). El silogismo verificacionista o modus ponens, es<br />

como sigue: Si “P” implica “Q”, y “P” es cierta, entonces “Q” es<br />

cierta. El modus tollens o refutacionista sería: Si “P” implica “Q”, y<br />

“Q” es falsa, entonces “P” es falsa. Rieppel. (2003) utiliza la<br />

siguiente sintaxis: “Si P, entonces Q”, “P”, “por consiguiente<br />

Q”. (modus ponens). “Si P, entonces Q”, “no Q”, “por<br />

consiguiente no P” (modus tollens). Jaramillo (1993) consigna que<br />

el modus tollens, aunque resulta inobjetable lógicamente, no es<br />

aplicable a las ciencias, y se ve la necesidad de la sustitución de<br />

sistemas analíticos lógicos por históricos. La lógica no<br />

monopoliza el ejercicio de la racionalidad ni agota el ámbito de la<br />

reflexión filosófica. Delgado (2001) considera que son<br />

limitaciones en Popper la elevación de la lógica deductiva y el<br />

modus tollens a la calidad de instrumentos lógicos infalibles para<br />

construir teorías científicamente aceptables. Gattei (2002)<br />

expone que la falsabilidad nos advierte que, como seres<br />

humanos racionales, debemos estar alerta acerca de la falibilidad<br />

y crítica de nuestras teorías. Contra ello, es imposible<br />

argumentar. No obstante, y como advierte Pérez (2000), la<br />

aceptación o no de las teorías e hipótesis tienen más que ver con<br />

su aceptación dentro de un paradigma o contexto de intereses y<br />

poder, que de su refutación o corroboración lógicas. Rieppel<br />

(2003) advierte que lógica deductiva no excluye necesariamente<br />

una actitud verificacionista, además de que la deducción ocurre<br />

en un espacio lógico; es un acto racional, epistémico, por lo que<br />

puede estar por completo divorciado de la ontología de la<br />

naturaleza Una conclusión de lo anterior es que lo lógico no debe<br />

tomarse como criterio exclusivo de la demarcación de lo<br />

científico, ni como herramienta necesaria para la comprensión<br />

de lo complejo en la biogeografía.<br />

2<br />

Un silogismo categórico es un enunciado con dos premisas y<br />

una conclusión unidas en forma de inferencia e implicación<br />

(Pérez, 2000). El sujeto de la premisa primera o mayor (S ), 1<br />

aparece como predicado (P) en la premisa segunda o menor (S ) 2<br />

(Rieppel, 2003). La implicación comprende la premisa menor<br />

y el predicado. Así, su sintaxis formal es como sigue: S + P/S<br />

1 2<br />

+ S / S + P; o también: Todos los A son B/Todos los C son<br />

1 2<br />

A/Todos los C son B.<br />

3<br />

Por supuesto, las lecciones de la historia, ya sea esta natural o<br />

humana, contienen elementos de predicción probabilísticas,<br />

pero no constituyen necesidades lógicas, debido a la<br />

contingencia de la complejidad de los ambientes locales y, en el<br />

caso de la humana, porque, al menos en teoría, las sociedades<br />

humanas pueden actuar de manera tal, que no se cumplan ciertas<br />

predicciones, como por ejemplo, evitar una catástrofe ambiental<br />

y social de niveles ecuménicos.<br />

4<br />

Aristóteles describió el desarrollo de las cosas en términos de<br />

una causalidad cuatripartita (tomado de Alvárez, 1998 y Riedl,<br />

1998): Causa material. Es la realidad corpórea y material que<br />

funciona como el sustrato del cambio, donde los cambios<br />

ocurren, a partir de lo cual se desarrollan los componentes. La<br />

unidad de forma y materia es lo que constituye una cosa en su<br />

realidad. Causa formal Es la forma, patrón, configuración,<br />

dentro de lo cual algo es cambiado; es la especificidad que es<br />

transmitida a la materia sobre la base del movimiento. Su<br />

dinámica es integradora, de encerramiento. Puede verse como el<br />

marco dentro del cual acciona la causa eficiente. Causa eficiente.<br />

Desde donde se origina el movimiento o el reposo; es por lo cual<br />

COCUYO 15, 2005 39


ocurre un cambio. Es poder, energía. Es el movimiento que<br />

trasmite la especificidad a la materia, y como tal, es la que realiza<br />

de manera inmediata el desarrollo de las entidades. Su dinámica<br />

es de discriminación, diferenciación; acciona entre componentes<br />

del sistema y entre componentes y el ambiente. Causa final. Es en<br />

aras de lo cual una actividad tiene lugar; representa la finalidad, el<br />

motivo o propósito por lo cual el cambio es producido. Es la<br />

obtención del completo ordenamiento del sistema; conlleva la<br />

máxima cantidad de información, de coherencia. Aristóteles<br />

pensaba que la causa final era la actualización de propiedades<br />

potenciales, que el futuro determinaba el pasado y el presente<br />

(Pérez, 2000). Riedl (1998) considera que Aristóteles concibió<br />

las causas material y formal accionando dentro del sistema,<br />

mientras que la eficiente y la final accionaban desde afuera.<br />

Según Van de Vijver (1998), Aristóteles no aceptó el papel del<br />

azar en el desarrollo y concibió la acción de las causas de manera<br />

lineal y jerárquica. Su concepción se conoce como “el<br />

desarrollismo de uno”. El desarrollo depende básicamente de la<br />

causa eficiente. La ciencia moderna desterró a la multicausalidad<br />

y se quedó sólo con una causalidad eficiente, accionando desde el<br />

ambiente externo. Ahora se concibe la evolución y el desarrollo<br />

bajo el influjo no sólo de procesos deterministas, sino también<br />

del azar, la emergencia y la autoorganización sobre la dinámica<br />

local de los sistemas, conocida como el “desarrollismo de<br />

muchos” Se acepta una multicausalidad, porque sólo una<br />

causalidad eficiente no explica la evolución de sistemas<br />

complejos. Es necesario una causalidad compleja, no lineal y<br />

heterárquica. Con este enfoque y según Matsuno y Salthe (1995)<br />

y Van de Vijver (1998), la causa material se refiere a la singularidad<br />

de la dinámica local y la causa formal a las condiciones de límites<br />

del ambiente. La causa eficiente se concibe como perturbaciones<br />

externas, episódicas, del ambiente, mientras que la causa final<br />

tiene que ver con el aseguramiento, mantenimiento y<br />

conservación de la dinámica local. Causas formal y material<br />

accionan en el interior del sistema y la eficiente y final desde el<br />

exterior Sotolongo (2002) propone que la causa material hace<br />

énfasis en la interacción entre componentes, involucrados como<br />

partes de un todo; la causa formal, con la interacción específica del<br />

todo sobre los componentes; la causa final, con la emergencia de<br />

un orden dinámico complejo, ventajoso dentro del contexto<br />

local, y la causa eficiente con interacciones intrínsecas,<br />

contextuales. Como es posible discernir, existe una diferencia en<br />

el tratamiento moderno de la causa eficiente por parte de estos<br />

autores, ya sea considerándola externa o interna al sistema focal.<br />

Por otra parte, Salthe (1985) sólo reconoce como agentes<br />

causales a los intrínsecos.<br />

5<br />

La primera reflexión que se me ocurre es que no existe ninguna<br />

contradicción entre dispersión y dinamismo de las áreas. Por<br />

ejemplo, Briggs (2003), basado en información reciente<br />

filogenética, paleontológica y paleogeográfica, propone<br />

alternativas dispersalistas para la historia biogeográfica de<br />

grupos de aves y peces, cuya explicación tradicional había sido la<br />

vicarianza del supercontinente Gondwana. Para ello, tuvo en<br />

cuenta, precisamente, el dinamismo de las áreas en cuestión.<br />

Wilkinson (2003) es también acertado cuando expone que las<br />

explicaciones por dispersión o vicarianza responden a<br />

determinadas escalas espaciales y temporales, y de la inclusividad<br />

del nivel taxonómico bajo escrutinio. Lo otro que llama la<br />

atención es la coincidencia de Ebach, Humphries y Grehan con<br />

el pensamiento aristotélico. Según Juarrero (1999), Aristóteles<br />

creía que nada se puede mover, causar o actuar sobre sí mismo;<br />

en especial los organismos. Se necesitan estímulos externos; de<br />

ahí una de las razones para su multicausalidad. Sin embargo, el<br />

gran filósofo Emmanuel Kant (1724-1804) concibió a los<br />

organismos como entidades autocausales y autoorganizadas,<br />

como “ejemplos vivientes de autocausación”. Esta es la<br />

concepción de muchos autores contemporáneos, lo que significa<br />

que, de hecho, los organismos causan su propia evolución, o que<br />

la evolución es causa y efecto de sí misma (Kampis, 1998). Otra<br />

reflexión es que, si aceptamos que la migración no es una<br />

propiedad intrínseca, sino causada por relaciones particulares<br />

de espacio, cabe preguntarse porque no migran todos los<br />

integrantes de una comunidad donde también existen<br />

organismos que sí lo hacen. Es decir, que la causa externa<br />

(relaciones de espacio) de algo (migración) también origina el<br />

efecto contrario a ese algo (sedentarismo o sencillamente no<br />

capacidad migratoria), lo cual no tiene sentido lógico ni<br />

explicativo.<br />

6<br />

De manera apasionada, Wilkinson (2003) consigna que:<br />

“Darwin pudo haber mostrado un grandioso buen sentido<br />

común en enfatizar la importancia de la dispersión, no<br />

meramente porque él no conocía acerca de la tectónica de placas,<br />

sino porque la dispersión es un proceso fundamental en<br />

comprender mucho de la biogeografía”. No menos arrastrados<br />

por sus caldeados intelectos, Van Veller et al. (2003) aseveran:<br />

“Una especie no puede tener dos historias diferentes…por<br />

consiguiente, su ocurrencia en dos áreas distintas no puede<br />

haber sido causada por vicarianza, sino que debe ser el resultado<br />

de dispersión”. La impugnación de Ebach et al. (2003) alcanza<br />

ribetes de ofuscamiento: “Este enunciado, es decir, que todas las<br />

especies sujetas a eventos vicariantes son requeridas que<br />

respondan especiando, refleja una incomprensión de la<br />

biogeografía histórica. Nada en el mundo real requiere que<br />

taxones ampliamente distribuidos sean un resultado de<br />

dispersión”. ¡Pero tampoco nada en el mundo real requiere que<br />

los taxones ampliamente distribuidos sean un resultado de<br />

éstasis evolucionario ante la fragmentación de sus áreas! ¿Por<br />

qué no aceptar ambos procesos como legítimos en la explicación e<br />

interpretación de las distribuciones<br />

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42 COCUYO 15, 2005


APÉNDICE<br />

Ejemplo de BPA secundario (Brooks et al., 2001). La Fig.<br />

representa un árbol filogenético para las especies hipotéticas 1-<br />

6. Los nodos internos del cladograma se asumen como<br />

antecesores hipotéticos y se numeran para proceder a su<br />

codificación.<br />

Tabla 1<br />

Áreas Taxa Codificación Binaria<br />

A 1 10000000001<br />

B 2,5,6 01001111111<br />

C 3 00100000111<br />

D 4 00010001111<br />

La Tabla 1 muestra la distribución de las especies en las áreas A-<br />

D y su codificación. Las áreas se codifican de acuerdo con la<br />

presencia (1) o ausencia (0) en ellas de especies o sus<br />

antecesores hipotéticos. Luego se realiza un análisis de<br />

parsimonia y se obtiene un cladograma de áreas.<br />

En la siguiente Fig. se observa que el área B contiene tres especies que no descienden de un antecesor común inmediato, por<br />

lo que falsifican la hipótesis de la vicarianza. Así, se multiplica el área B para cada una de las especies 2, 5 y 7, y se construye<br />

una nueva matriz de distribución (Tabla 2).<br />

Tabla 2<br />

Áreas Taxa Código Binario<br />

A 1 10000000001<br />

B 1 2 01000000011<br />

C 3 00100000111<br />

D 4 00010001111<br />

B 2 5 00001011111<br />

B 3 6 00000111111<br />

Se realiza un nuevo análisis de parsimonia, el cual constituye<br />

el BPA secundario. El área B 1 se encuentra en una posición<br />

relativamente basal, mientras que B 2+ B 3son áreas hermanas<br />

en una posición relativamente derivada.<br />

Brooks et al. (2001) concluyen que las especies 5 y 6 ocurren en<br />

el área B, porque su antecesor, la especie 7, que conecta las áreas<br />

B 2+ B 3 , se dispersó desde el área D hacia la B, donde especió y<br />

dio origen a 5 y 6.<br />

Es posible arribar a la misma conclusión desde el BPA primario.<br />

B es un área basal en el cladograma. Por lo tanto, lo más<br />

parsimonioso es asumir que el antecesor común de las especies<br />

5 y 6, que desciende de la especie 8, a su vez antecesor común de<br />

4 y 7, se originó en el área D, desde donde se dispersó hacia la B.<br />

donde especiaron 5 y 6.<br />

COCUYO 15, 2005 43


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46 COCUYO 15, 2005

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