Fístula y quiste del tirogloso

Esta alteración es una anomalía congénita cervical media que puede manifestarse como fístula o como quiste, desde el nacimiento o en época posterior, atribuida a restos de formación embrionaria del conducto tirogloso.

El primordium tiroideo aparece como una estructura media que se proyecta entre el primero y el segundo arcos branquiales; en el embrión mide de 1.5 a 2 cm; en su porción superior está sujeta por el tubérculo impar que, posteriormente, se transforma en el formane cecum. Dicho primordio tiroideo desciende y, al segundo mes, el hueso hioides divide al conducto tirogloso en una porción superior y otra inferior, y desaparece por atrofia en la cuarta semana. La persistencia de células o hendiduras en esta etapa de formación embrionaria dará lugar a los quistes o a las fístulas del presente tema.

El quiste del tirogloso se manifiesta como una tumoración de tamaño variable (0.5 a 5 cm), siempre sobre la línea media y colocada entre la región submaxilar y el hueco supraesternal (más frecuente suprahioidea), redondeada, indolora, dura renitente, bien circunscrita y algo desplazable en la flexión cervical; en hiperextensión cervical acompaña al hueso hioides en la deglución y tiende a fijarse en los planos de origen. La palpación puede producir salida de material hilante parecido a la miel y, en contadas ocasiones, provocar que el niño trague parcialmente su contenido. Si el quiste se infecta se presentará como un absceso con todas sus características, y si se fistuliza dará lugar a repetición periódica de salida de material purulento por su orificio anfractuoso y cubierto de una costra serohemática infectada, por lo que es más fácil sentir el cordón fibroso hacia arriba del hioides.

Su tratamiento siempre será quirúrgico e inmediato; no deberá intentarse drenar un absceso en dicho sitio, pues además de ser inútil dificulta el tiempo quirúrgico por la cantidad de tejido fibroso que deforma la anatomía de la región.

En el quiste no infectado es necesario evitar la palpación repetida, pero si está infectado se tratará con el antibiótico específico (cultivo y antibiograma).







Tiempos principales de la exéresis del quiste tirogloso: a) Intubación nasolaríngea e incisión transversal, en ojal, en el sitio de mayor prominencia. b) Disección meticulosa del quiste y del conducto hasta su origen en el hueso hioides. c) Disección cuidadosa a uno y otro lados del hueso hiodes para proceder, previa tracción del mismo con la pinza de Allis, a su sección total. d) Si existe un vestigio más allá se disecará y ligará lo más profundamente posible; drenaje optativo y cierre de planos.







Quiste tirogloso. Persistencia embrionaria de células o hendiduras en formación del conducto tirogloso. Bola o tumoración de tamaño variable (0.5 a 6 cm) sobre la línea media cervical, indolora, dura, remitente, algo desplazable en flexión cervical.




Conducto tirogloso. Su calibre permite ser introducido el dedo cordial. Hacia arriba y transversalmente el hueso hioides. En el centro de este el orificio fistuloso a la base de la lengua.

Quiste y fístula tiroglosa. Disección meticulosa hasta hioides previa incisión transversa, sección de dicho hueso, ligadura de algún vestigio lo más profundo que sea necesario. Hioides con el conducto trigloso.




Fístula tiroglosa infectada. Después del absceso viene la repetición periódica de salida del material purulento. Se palpa el cordón fibroso por arriba del hioides.




Quiste tirogloso. Cuando las infecciones se hacen repetitivas, continúa drenando el orificio fistuloso rodeado por cicatrices radiadas. La exéresis amplia resecará la cicatriz y liberará adherencias circunvecinas.




Fisura cervical media. Defecto en la soldadura del par de arcos branquiales en la línea media. Simula una quemadura retráctil. Se extiende verticalmente desde el hioides casi hasta el presternum. Extirpación con Z plastía.