¿Sigue siendo relevante el lesbianismo político en la actualidad? – Angela C. Wild [Traducción]


Traducción no oficial: Anna Prats | Texto original: Is Political Lesbianism Still Relevant Today?

En 2012, heterosexual y muy embarazada, ayudé a organizar una conferencia Feminista Radical en Londres. Debía incluir un enfoque especial en el Feminismo Lésbico, que en ese momento recuerdo haber pensado que no era relevante para mí, ya que yo no era lesbiana. No podía estar más equivocada. No tenía ni idea de que el feminismo lésbico se aplicaba a mí y, de hecho, tenía el potencial de aplicarse a cualquier mujer.

«Toda mujer puede ser lesbiana». Imagen: Angela C. Wild

En la conferencia, escuché a Sheila Jeffreys dar una charla sobre Feminismo Lésbico. Compartió cómo había sido para ella en la década de los 70, cómo ella y miles de mujeres estaban desafiando su sexualidad y su condicionamiento heterosexual, dejando todo atrás –hombres, familias, comunidades, a veces niñas y niños– para abrazar una sexualidad que habían elegido libremente, colocando su enfoque, amor y energía en sí mismas y en sus hermanas. ¡Yo escuchaba en un shock revelador absoluto! Las neuronas de mi cerebro trabajaban muy rápido para conectar los puntos, mi vida se aceleró ante mis ojos. El poder de la verdad de la política radical me golpeó en ese momento. Observé la habitación y me pregunté cuántas mujeres estaban teniendo también la brusca revelación. Para mí estaba claro cristalino. Decidí en esa habitación que el hombre con el que estaba sería el último. Me declaré lesbiana en 2013.

Sonrío mientras escribo esto porque el poder de esa elección, la única verdadera que he hecho, todavía resuena en mí. En realidad tuve mucha suerte de conocer a algunas mujeres que también eran lesbianas políticas. Su apoyo, paciencia y los debates que tuvimos la hicieron posible y les estaré siempre agradecida por su amistad y su acompañamiento. Estoy segura de que la mayoría de las mujeres que desafían su condicionamiento sexual no tienen ese apoyo en la vida real y dependen únicamente de las redes sociales para ello. Desafortunadamente, ese apoyo no siempre está disponible online, como descubrí pronto, cuando empecé a trabajar en imágenes para el lesbianismo político en redes sociales como Tumblr. El resultado de mi mini-campaña fue una verdadera revelación. Sabía que el lesbianismo político era un tema controvertido, ¿cómo no iba a serlo? ¡Decirle a las mujeres que se aparten de los hombres y que amen a sus hermanas no va a recibir apoyo patriarcal! ¡Ni en los 70 ni ahora!

No estaba demasiado sorprendida, pero sí que me pilló desprevenida la reacción que una simple imagen podía tener. Miles de usuarias/os de Tumblr me llamaban absoluta homófoba (inserte aquí el insulto a su elección) por atreverme a sugerir que la sexualidad era socialmente construida y no innata. Lo que más me sorprendió fue que muchos de estos ataques verbales estaban escritos por mujeres. Una vez más, me golpeó la retórica que me mantenía alejada del lesbianismo: que una tiene que nacer lesbiana para serlo. Esta retórica es poderosa y es vista como una «verdad» absoluta hoy en día en la mayoría de círculos LGTBQ, en círculos feministas e incluso en los radicales, así como en el mundo heterosexual. Esta retórica es peligrosa y problemática porque contribuye a mantener a las mujeres encerradas en la heterosexualidad.

«Yo sobreviví a la heterosexualidad. Lesbiana Política desde 2013. No nacida así». Imagen: Angela C. Wild.

Es importante conocer de dónde viene esta ideología. Fueron los sexólogos victorianos, originalmente, quienes idearon la teoría/propaganda de que el comportamiento sexual debía ser etiquetado. Es decir, que un hombre o una mujer que participen en actividades con una persona de su mismo sexo debe llamarse «homosexual». Esto enmarca el comportamiento sexual como una parte esencial de la personalidad de cada una/o, un rasgo con el que se nace. Antes de ese momento, no había necesidad de etiquetar el comportamiento sexual; el comportamiento no etiquetaba a la persona. Pero para explicar el comportamiento homosexual se debía establecer que, de hecho, la heterosexualidad era la norma, para que así la homosexualidad pudiese enmarcarse como una perversión biológica. Los sexólogos victorianos todavía están trabajando incansablemente a día de hoy para localizar el gen gay.

En los 70, muchos hombres gays junto con feministas lésbicas desafiaron el sexismo, los roles sexuales y la heterosexualidad obligatoria, rechazando la idea de que la sexualidad es innata y reconociendo esto como una invención patriarcal. El movimiento de liberación gay tomó la decisión estratégica de argumentar lo contrario. Se suponía que adoptar una visión esencialista de la sexualidad ganaría simpatías mainstream/heteros sobre la base de que si la sexualidad es innata, los homosexuales deben ser aceptados por lo que son, ya que no pueden evitarlo. Las feministas lésbicas de la época se opusieron a la medida porque no representaba su experiencia; ya que era anti-feminista y contraproducente.

El poder de la idea de que la heterosexualidad es un constructo social que se impone políticamente sobre las mujeres a través de la coerción y la propaganda es una amenaza real para el poder patriarcal y para los hombres en particular. Esta idea dice que la heterosexualidad se aprende y que, por lo tanto, se puede desaprender, desmantelar, desafiar y que la sexualidad se puede elegir libremente.

El punto de vista anti-esencialista e intransigente de las lesbianas políticas amenaza el acceso sexual de los hombres a las mujeres e invita a las mujeres a abandonar su servidumbre doméstica y sexual para unirse a sus hermanas en la lucha y en el amor.

Hay algunas mujeres, también feministas y lesbianas, que argumentan que la sexualidad es innata, alineándose así con ideologías patriarcales potencialmente conservadoras. También sostienen que el lesbianismo no es una amenaza para el sistema patriarcal. Los hombres, como parte de este sistema patriarcal, saben que el lesbianismo es una amenaza y de hecho actúan para evitar que las mujeres elijan a las mujeres. A finales de los 80, en el Reino Unido, se aprobó la cláusula 28, que prohibe la promoción de la homosexualidad y las familias alternativas (léase madres lesbianas) en la educación primaria y secundaria. Esto siguió a una época a mediados de la década de los 80 en que el feminismo lésbico estaba en su apogeo, desafiando la heterosexualidad obligatoria en el gobierno local de Londres.

Si el lesbianismo no era una amenaza, si no existía la heterosexualidad obligatoria, entonces ¿para qué molestarse en aprobar esta ley?

Hoy en día algunas/os argumentarán que las campañas y tácticas del movimiento homosexual de fines de la década de 1980 han ganado. Las parejas homosexuales, ahora reconocidas por la ley en la mayoría de los países occidentales, tienen derecho a ser tratadas por igual con las parejas heterosexuales y ahora pueden casarse. Según algunas/os, esta es una victoria indiscutible, pero solo si olvidamos que tanto el movimiento de liberación gay original como el Movimiento de Liberación de las Mujeres estaban en contra del matrimonio.

Más allá de eso, el reconocimiento de los liberales de que «algunas personas son homosexuales» y que todas/os deberíamos «superarlo» en realidad no está ayudando a la causa de las mujeres en todo el mundo y ciertamente tampoco a la de las lesbianas. La población liberal en el Reino Unido aparentemente ha aceptado a los homosexuales y les ha otorgado los mismos derechos BASÁNDOSE en que la homosexualidad es innata y, por lo tanto, no es una amenaza. Ser lesbiana o gay ha sido despolitizado y desradicalizado con éxito: ahora estamos representadas como personas parecidas a las parejas casadas heterosexuales convencionales.

En respuesta a si el lesbianismo político sigue siendo relevante hoy, debemos preguntarnos si el patriarcado se ha ido a alguna parte. ¿La heterosexualidad obligatoria ha aflojado su control? ¿Han dejado los hombres de violar y asesinar a sus parejas femeninas, convirtiendo el hogar de las mujeres en el lugar más peligroso del planeta (después del burdel) y la heterosexualidad en una de las instituciones más mortales para las mujeres?

Más que nunca en estos tiempos de reacción violenta extrema, es crucial que las lesbianas políticas estén presentes y visibles para que las mujeres vean que es posible una alternativa.

Imagen: Angela C. Wild

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