La Terapia existencial: una aproximación filosófica a la psicología

La Terapia existencial: una aproximación filosófica a la psicología

La Terapia existencial es un tipo de psicoterapia que se basa en la corriente filosófica del existencialismo, que se ocupa de las cuestiones fundamentales de la existencia humana, como el sentido de la vida, la libertad, la muerte, la responsabilidad, el aislamiento y la angustia. Su objetivo es ayudar a las personas a afrontar estos dilemas existenciales y a encontrar un propósito y un valor en su vida, respetando su singularidad y su capacidad de elección.

La Terapia existencial se diferencia de otras formas de psicoterapia en que no se centra en los síntomas o en las causas de los problemas psicológicos, sino en la comprensión y la transformación de la actitud del individuo ante su propia existencia. No busca clasificar ni etiquetar a las personas, sino acompañarlas en su búsqueda de sentido y en su desarrollo personal. No se basa en una teoría única ni en una metodología fija, sino que integra diversas perspectivas y técnicas, adaptándose a las necesidades y circunstancias de cada persona.

La Terapia existencial tiene sus raíces en la filosofía de los siglos XIX y XX, especialmente en las obras de Søren Kierkegaard y Friedrich Nietzsche, considerados los padres del existencialismo. Estos filósofos defendían que el ser humano es un proyecto en constante construcción, que debe asumir su libertad y su responsabilidad para crear su propia esencia, sin dejarse determinar por las normas o las expectativas sociales. También afirmaban que el ser humano debe enfrentarse a la realidad de su finitud, de su mortalidad, y a la posibilidad de que su vida carezca de sentido objetivo o trascendente. Estos planteamientos influyeron en otros pensadores posteriores, como Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir o Albert Camus, que desarrollaron el existencialismo como una corriente filosófica y cultural.

Los orígenes de la Terapia existencial

La Terapia existencial surge como una aplicación práctica de la filosofía existencial al campo de la psicología y la psiquiatría. Sus pioneros fueron profesionales que se sintieron insatisfechos con los modelos biomédicos o conductistas dominantes en su época, y que buscaron una alternativa más humanista y holística para comprender y tratar el sufrimiento humano. Entre ellos, se pueden destacar los siguientes:

  • Ludwig Binswanger: psiquiatra suizo que introdujo el concepto de análisis existencial, basado en la fenomenología de Edmund Husserl y la ontología de Martin Heidegger. Propuso una visión del ser humano como un ser-en-el-mundo, que se relaciona con su entorno y con los otros desde diferentes modos de existencia: el umwelt (mundo físico), el mitwelt (mundo social) y el eigenwelt (mundo propio).

  • Medard Boss: psiquiatra suizo que fue discípulo de Heidegger y que desarrolló la daseinsanálisis, una forma de psicoterapia que se centra en el análisis del Dasein, el modo de ser del ser humano, que se caracteriza por la apertura, la temporalidad, la historicidad y la facticidad. Su objetivo es ayudar a las personas a recuperar su autenticidad y su libertad existencial.

  • Viktor Frankl: psiquiatra y psicólogo austriaco que fundó la logoterapia, una terapia centrada en el sentido de la vida. Frankl, que sobrevivió a los campos de concentración nazis, afirmó que el ser humano puede superar cualquier adversidad si encuentra un motivo para vivir, ya sea un proyecto, una persona o una actitud. La logoterapia se basa en tres principios: la libertad de voluntad, la voluntad de sentido y el sentido de vida.

  • Rollo May: psicólogo estadounidense que fue uno de los principales representantes de la psicología humanista y existencial en Estados Unidos. Se inspiró en las obras de Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger y Sartre, entre otros, y defendió que el ser humano es un ser creativo, que debe asumir su angustia y su libertad para realizar su potencial. Su obra más conocida es El hombre en busca de sentido.

  • Irvin Yalom: psiquiatra y escritor estadounidense que es considerado uno de los máximos exponentes de la Terapia existencial actual. Ha escrito numerosos libros, tanto académicos como de ficción, en los que aborda los temas existenciales desde una perspectiva clínica y literaria. Su obra más famosa es Psicoterapia existencial, en la que expone los fundamentos teóricos y prácticos de este enfoque.

Los principios de la Terapia existencial

La Terapia existencial se basa en una serie de principios que orientan su concepción del ser humano y de la psicoterapia. Estos principios son los siguientes:

  • El ser humano es un ser libre y responsable, que debe asumir las consecuencias de sus elecciones y acciones, sin evadirse ni culpar a los demás o al destino. La libertad implica la posibilidad de elegir entre diferentes opciones, pero también la responsabilidad de hacerlo de forma consciente y coherente con los propios valores y objetivos.

  • El ser humano es un ser finito y mortal, que debe aceptar su condición de ser limitado y vulnerable, y que debe enfrentarse a la realidad de su propia muerte. La muerte es una fuente de angustia, pero también de motivación, ya que nos recuerda que nuestra vida es única e irrepetible, y que debemos aprovecharla al máximo.

  • El ser humano es un ser relacional, que necesita establecer vínculos afectivos y sociales con los demás, pero que también debe preservar su individualidad y su autonomía. La relación con los otros es una fuente de apoyo, pero también de conflicto, ya que implica la necesidad de negociar, de respetar y de tolerar las diferencias.

  • El ser humano es un ser con sentido, que busca darle un significado a su vida y a su existencia, pero que también se enfrenta al vacío y al absurdo. El sentido de la vida no es algo dado, sino algo que se construye a partir de las experiencias, los valores, los proyectos y las creencias de cada uno. La falta de sentido puede generar una crisis existencial, que se manifiesta en forma de apatía, desesperanza o depresión.

Los objetivos de la Terapia existencial

La Terapia existencial tiene como objetivo general ayudar a las personas a vivir de forma más plena y satisfactoria, a partir de la comprensión y la transformación de su actitud existencial. Para ello, se propone alcanzar los siguientes objetivos específicos:

  • Facilitar la toma de conciencia de la situación existencial de la persona, de sus conflictos, de sus recursos y de sus posibilidades de cambio.

  • Favorecer la aceptación de la realidad, de las limitaciones y de las paradojas de la existencia, sin negarlas ni distorsionarlas.

  • Estimular la búsqueda de sentido, de propósito y de valor en la vida, a partir de la exploración de los intereses, las aspiraciones y los sueños de la persona.

  • Fomentar la asunción de la libertad y la responsabilidad, de forma que la persona pueda elegir y actuar de acuerdo con sus propios criterios y convicciones, sin dejarse influir por las presiones o las expectativas ajenas.

  • Potenciar la expresión de la creatividad, de la autenticidad y de la singularidad, de manera que la persona pueda desarrollar su potencial y su identidad, sin renunciar a su esencia ni a su originalidad.

  • Promover el establecimiento de relaciones significativas, de apoyo y de respeto, con los demás, sin perder la independencia ni la autonomía.

La metodología de la Terapia existencial

La Terapia existencial no tiene una metodología única ni estandarizada, sino que se adapta a las características y necesidades de la persona y al contexto. Sin embargo, se pueden señalar algunos elementos comunes que caracterizan su práctica:

  • La relación terapéutica: la Terapia existencial se basa en una relación de confianza, de respeto y de colaboración entre el terapeuta y el cliente, en la que ambos se reconocen como seres humanos, con sus fortalezas y sus debilidades, con sus dudas y sus certezas, con sus esperanzas y sus temores. El terapeuta no se sitúa como un experto que sabe lo que le conviene al cliente, sino como un acompañante que le ayuda a descubrir y a desarrollar sus propios recursos. El terapeuta se muestra empático, auténtico y sincero, y se implica emocionalmente con el cliente, sin perder la objetividad ni la profesionalidad.

  • La comunicación verbal y no verbal: la Terapia existencial utiliza la comunicación verbal y no verbal como herramientas para facilitar la comprensión y la expresión de la situación existencial del cliente. El terapeuta escucha activamente al cliente, sin interrumpirle ni juzgarle, y le formula preguntas abiertas, reflexivas y clarificadoras, que le invitan a profundizar en sus vivencias, en sus sentimientos y en sus pensamientos. El terapeuta también presta atención al lenguaje corporal, a los gestos, a las miradas y a las emociones del cliente, y los utiliza para establecer una conexión y una sintonía con él. El terapeuta también se comunica de forma verbal y no verbal con el cliente, expresando sus opiniones, sus observaciones y sus sugerencias, siempre desde el respeto y la honestidad.

  • La confrontación y el desafío: la Terapia existencial emplea la confrontación y el desafío como estrategias para ayudar al cliente a tomar conciencia de sus contradicciones, de sus evasiones, de sus racionalizaciones y de sus resistencias, que le impiden asumir su libertad y su responsabilidad existenciales. El terapeuta confronta al cliente con la realidad, con sus elecciones, con sus acciones y con sus consecuencias, y le desafía a que se cuestione sus creencias, sus valores, sus actitudes y sus comportamientos, y a que explore otras alternativas más coherentes y más satisfactorias. El terapeuta no impone ni critica al cliente, sino que le estimula y le apoya para que sea él mismo quien se enfrente a sus dilemas y a sus conflictos existenciales.

  • La experimentación y la creatividad: la Terapia existencial utiliza la experimentación y la creatividad como recursos para favorecer el cambio y el crecimiento personal del cliente. El terapeuta propone al cliente realizar diferentes ejercicios, actividades y tareas, tanto dentro como fuera de la sesión, que le permitan experimentar nuevas formas de sentir, de pensar y de actuar, que le ayuden a superar sus dificultades y a alcanzar sus objetivos. El terapeuta también fomenta la creatividad del cliente, animándole a que exprese su singularidad y su originalidad, a través de diferentes medios, como el arte, la escritura, el humor o el juego.

Los beneficios de la Terapia existencial

La Terapia existencial puede aportar numerosos beneficios a las personas que la practican, tanto a nivel psicológico como a nivel existencial. Algunos de estos beneficios son los siguientes:

  • Mejorar el autoconocimiento, la autoestima y la autoconfianza, al descubrir y valorar las propias capacidades, fortalezas y potencialidades.

  • Aumentar la autonomía, la independencia y la iniciativa, al asumir la libertad y la responsabilidad de elegir y actuar de forma consciente y coherente.

  • Desarrollar la madurez, la flexibilidad y la adaptación, al aceptar la realidad, las limitaciones y las paradojas de la existencia, sin negarlas ni distorsionarlas.

  • Potenciar el sentido, el propósito y el valor de la vida, al encontrar y construir un motivo para vivir, que dé coherencia y dirección a la existencia.

  • Fomentar la creatividad, la autenticidad y la singularidad, al expresar y desarrollar la propia esencia y originalidad, sin renunciar a ellas ni imitar a los demás.

  • Promover la satisfacción, el bienestar y la felicidad, al vivir de forma más plena y más congruente con los propios intereses, aspiraciones y sueños.

A modo de conclusión

La Terapia existencial es una forma de psicoterapia que se basa en la filosofía existencial, que se ocupa de las cuestiones fundamentales de la existencia humana. Su objetivo es ayudar a las personas a afrontar estos dilemas existenciales y a encontrar un sentido y un valor en su vida, respetando su singularidad y su capacidad de elección. La Terapia existencial se diferencia de otras formas de psicoterapia en que no se centra en los síntomas o en las causas de los problemas psicológicos, sino en la comprensión y la transformación de la actitud del individuo ante su propia existencia. La Terapia existencial se basa en una serie de principios, como la libertad, la responsabilidad, la finitud, la relación, el sentido y la creatividad, que orientan su concepción del ser humano y de la psicoterapia. La Terapia existencial tiene como objetivo general ayudar a las personas a vivir de forma más plena y satisfactoria, a partir de la comprensión y la transformación de su actitud existencial. Para ello, se propone alcanzar una serie de objetivos específicos, como facilitar la toma de conciencia, favorecer la aceptación, estimular la búsqueda de sentido, fomentar la asunción de la libertad y la responsabilidad, potenciar la expresión de la creatividad y la autenticidad, y promover el establecimiento de relaciones significativas.

La Terapia existencial no tiene una metodología única ni estandarizada, sino que se adapta a las características y necesidades de la persona y del contexto. Sin embargo, se pueden señalar algunos elementos comunes que caracterizan su práctica, como la relación terapéutica, la comunicación verbal y no verbal, la confrontación y el desafío, la experimentación y la creatividad. La Terapia existencial puede aportar numerosos beneficios a las personas que la practican, tanto a nivel psicológico como a nivel existencial, como mejorar el autoconocimiento, la autoestima y la autoconfianza, aumentar la autonomía, la independencia y la iniciativa, desarrollar la madurez, la flexibilidad y la adaptación, potenciar el sentido, el propósito y el valor de la vida, fomentar la creatividad, la autenticidad y la singularidad, y promover la satisfacción, el bienestar y la felicidad.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.