¿Latinoamérica, por qué te tiñes de rojo?

Para muchos parece incomprensible cómo en la década donde más latinoamericanos han salido de la pobreza, sus pueblos hayan renegado del sistema y hayan elegido rojo. Creemos que tres son las causas directas:

• Insuficiente disminución de la desigualdad
• Estados ineptos e incluso muchas veces corruptos
• Descuido de los influencers

 1.     Disminución de la desigualdad

 De nada nos sirve exhibir que el índice Gini se redujo en la mayoría de nuestros países. Nuestras desigualdades laceran el alma. No sólo hay desigualdades actuales sino que encima hay desigualdad de oportunidades.

 Es cierto que no se consiguió más reducción por el mal uso de los fondos que recibieron los Estados. Pero no hay que dejar de lado, la falta de Estados que trabajaran conjuntamente con las empresas en lograr mayor inclusión (en banca, internet, comercio, salud, educación) y que regularan mejor cualquier exceso de un capitalismo suelto en plaza.

 Tarde nos hemos dado cuenta que la gente no sólo lucha por salir de la pobreza sino por un mundo más justo, menos desigual. Más aún ahora en la época de las comunicaciones.

 2.     Estados ineptos e incluso muchas veces corruptos

 La verdad es que muchos de nosotros nos pusimos de costado. No nos compramos el pleito de actuar en política partidaria y dejamos que nos arrebataran el Estado una gavilla de ineptos y corruptos, con contadas excepciones. Creíamos que mientras hubiese crecimiento, poco importaba el Estado. Igual habría chorreo, igual se reducía la pobreza. Además, en muchos casos fuimos corruptores de ese Estado (sin corruptor no hay corrupto) aduciendo que “no había otra forma de operar”.

 Pues, “dime con quien andas y te diré quién eres”. Nos emparejaron con ese Estado inepto y corrupto, y nos pusieron a todos en el mismo saco. Así la empresa, sobre todo la gran empresa, se deslegitimó en la opinión popular y con ello el modelo económico. Aquél que en realidad sólo necesitaba de algunos ajustes.

 3.     Descuido de los influencers

 Permitimos con nuestra indiferencia que los maestros y periodistas fueran formados por gente de ideologías trasnochadas (nuevamente, con honrosas excepciones), quienes inculcaron en sus mentes ideas populistas, de revancha e incluso comunistas. Llegando al extremo de falsear la historia, como se hizo en el Perú con la lucha antiterrorista.

 La estrategia les funcionó y “una nueva historia de ficción” se escribió en América Latina. Una que culpaba a los EE.UU. de las desgracias y atrasos de Cuba y Venezuela, a la nueva minería de los pasivos ambientales de siglos de descontrol, a los militares que lucharon contra el terrorismo y narcotráfico de genocidas, a la gran empresa de extraer nuestros recursos dejando migajas a cambio, …

 Y la gente se exasperó, la voluntad fue contra la inteligencia y terminaron decidiendo con un “todo está podrido, necesitamos un cambio, total … qué puede ser peor que lo actual”, cuando no con un “a la mierda, si nos jodemos nos jodemos todos”. Y así llegamos al 2022. Con una América Latina teñida de rojo, con un futuro más que comprometido, por los destrozos que vienen practicando sus gobiernos rojos hoy en día.

Pero si queremos resolver el problema, debemos ir a la causa raíz. Siempre he entendido que cuando hay problemas, la responsabilidad principal es del más capaz (“al que le tocaron más talentos, debe multiplicarlos por más”). Por alguna extraña razón, hubo años en la historia de la humanidad en que la mayor parte de sus mejores hombres se vistieron de guerreros, hubo otros en la que se vistieron de sacerdotes o guías espirituales, y otros en las que se vistieron de políticos. De la segunda mitad del siglo XX a esta parte, se vistieron de empresarios y ejecutivos. Y en este sentido, los empresarios (dueños de empresas de todos los tamaños y sus altos ejecutivos) no hemos cumplido completamente nuestro papel en América Latina.

 Pero siempre hay esperanza. La ineptitud de estos gobiernos será su propia tumba. Y volverá a verse luz al final del túnel, pero nuestros países habrán perdido años de desarrollo humano y lo que es peor, la gente pobre será más pobre.

 ¿Qué hacer frente a ello?, definitivamente no esperar pasivamente el devenir de los acontecimientos. Debemos reflexionar sobre lo que hicimos mal y, sobre todo, sobre lo que no hicimos, tomar la lanza y salir al frente, y esta vez para hacer lo que siempre debimos hacer. En concreto:

• Adoptar en nuestras empresas prácticas inteligentes, competitivas y sostenibles de Capitalismo Consciente o como quiera llamársele
• Tomar participación política activa en algún movimiento existente o crear uno nuevo. Eso no significa que cada uno presente un candidato, sino organizarnos para luego por redes ir armando una confederación de movimientos que nos permita, a los latinoamericanos de bien, tomar nuestros Gobiernos
• Fundar o apoyar buenas escuelas de profesores y periodistas, comprometidos con la verdad y el bien. Y volver a escribir la historia. Esta vez, sin faltar a la verdad

 No sigamos por el camino normal y optemos por el milagroso. En vez de seguir pidiéndole a San Martín de Porres o a la Virgen de Guadalupe que nos mande un caudillo bueno que haga el trabajo, optemos por el milagroso y comencemos nosotros mismos a labrar nuestro propio destino.

 No es momento para el desánimo ni la frustración. Canalicemos nuestras energías y nuestros recursos para construir nuestra verdadera gran patria latinoamericana. Preocupémonos por hacerlo cada uno y no dependamos de lo que hagan los demás. No importa que sólo seamos una gota, una vez que caigamos en la fuente, ya nunca será la misma.

Lima, 15 de Agosto del 2022