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Juzgado de Control en lo Penal Económico y Anticorrupción

Resolución Auto Interlocutorio 60


Carátula García, Ricardo Dimas p.s.a. Defraudación por administración fraudulenta, etc.

FUERO PENAL ECONÓMICO. COMPETENCIA MATERIAL.


Antecedentes. Conflicto de competencia negativo entre fiscales. Competencia exclusiva y excluyente.
Catálogo de delitos.
ADMINISTRACIÓN FRAUDULENTA. Patrimonio de una persona física declarada en quiebra.
Sentencia declarativa de quiebra. Efectos. Desapoderamiento.
SÍNDICO DE LA QUIEBRA.
Funciones. Funcionario designado por el juez de la quiebra.
Ausencia de la condición de miembro o funcionario de la sociedad. Falta de encuadre del caso en el
catálogo de delitos (art. 2º, ley 9122).
CONCURSO DE DELITOS. Concurso ideal de delitos del fuero común y del fuero especial.
Administración fraudulenta y omisión de los deberes de oficio. Reglas de conexión. Conexión
subjetiva. Determinación de la competencia común por el delito de mayor entidad penal.

El caso: Formulada la acusación fiscal contra el síndico de la quiebra por el delito de administración
fradulenta, ingresa la causa al Juzgado de Control del Fuero Penal Económico a efectos de que se resuelva la
oposición defensiva a la elevación a juicio. De oficio y como cuestión previa, el Tribunal se aparta del
conocimiento de la causa entendiendo que la conducta investigada no encuadra dentro del catálogo previsto
como competencia material del fuero especializado, en tanto el síndico imputado como supuesto autor del
delito, no es miembro ni funcionario de sociedad alguna, sino un funcionario designado por la Justicia y,
como tal, representante y administrador del patrimonio de la persona física declarada en quiebra, que a su
vez tiene una participación societaria en una sociedad comercial.

1. En relación al análisis de la regulación legal aplicable a la competencia material del fuero, a partir de la
entrada en vigencia de la ley N° 9122, a este Tribunal se le asignó competencia material en lo penal
económico en forma “exclusiva y excluyente”, al igual que la ex Fiscalía de Instrucción del Distrito I, Turno
1°, que pasó a denominarse Fiscalía de Instrucción en lo Penal Económico, y si bien el catálogo de delitos
comprendidos fue variando, todas las reformas introducidas ratificaron ese carácter exclusivo y excluyente
de la competencia especial. Efectuando una simplificación, tal carácter se traduce en que no es posible que
un Tribunal del fuero común intervenga en los delitos especialmente catalogados por la mencionada ley, ni
tampoco es admisible que este Juzgado Penal Económico lo haga resolviendo cuestiones relativas a delitos
comunes, con la sola salvedad de los casos de conexión.

2. Desde el inicio mismo de la investigación originada por denuncia, tuvo lugar el conflicto de competencia
entre los fiscales actuantes. En tal sentido, el Fiscal del fuero Penal Económico, resolvió no avocarse al
conocimiento de la causa por considerar que el hecho de Administración Fraudulenta denunciado no
encuadraba en el supuesto contemplado en el art. 2 de la ley 9122, que requería que los autores o partícipes
del delito sean miembros o funcionarios de una sociedad comercial, bancaria o financiera, regular o
irregular, presupuesto que entendía no configurado en el caso. En contrapartida, el Sr. Fiscal de Distrito I,
Turno 4º, discrepa con tal criterio, sosteniendo por el contrario que al ser el síndico un funcionario puesto
por el Juez de la quiebra, que representa tanto al fallido como a la sociedad, resultaba de aplicación el
artículo supra mencionado, correspondiendo en consecuencia la intervención del Sr. Fiscal en lo Penal
Económico.

3. Dicho conflicto fue zanjado por el Sr. Fiscal de Cámara, quien sostuvo que ante la calificación del art.
173, inc. 7º, del C.P. propiciada por ambos fiscales, y surgiendo de autos que el denunciado es el síndico, y
que el mismo reviste el carácter de funcionario designado por el Juez de la quiebra, concurría en el caso el
supuesto de excepción contemplado en el art. 2 de la ley 9122, razón por la cual correspondía la intervención
del Sr. Fiscal en lo Penal Económico.
4. No se comparte la solución otorgada por el Sr. Fiscal de Cámara al conflicto planteado entre sus
inferiores. Que si bien debe tenerse presente que tal conclusión fue vertida en los albores de la investigación,
cuando se contaba solamente con parte de los datos aportados por el denunciante, no puede soslayarse
actualmente, en este estado del proceso, que no se encuentra justificación legal a la permanencia de la causa
en la esfera de este fuero de excepción. Ello concretamente porque los hechos denunciados, y posteriormente
plasmados en la plataforma fáctica determinada por la Fiscalía, no encuadran –tal como se sostuviera– en
ninguno de los supuestos previstos en el art. 2 de la ley 9122.

5. La norma, modificatoria del art. 54 de la ley 8835 que establecía la competencia en lo penal económico y
anticorrupción, refería literalmente en lo relativo a la figura del art. 173, inc. 7, del C.P.: “cuando sus autores
o partícipes sean miembros o funcionarios de una sociedad comercial, bancaria o financiera, regular o
irregular”: Pues bien, en primer lugar, no parece que al imputado pueda adjudicársele la calidad de
“miembro” de ninguna sociedad vinculada a estos autos. Tal como se ha dicho, es solamente el síndico
designado en la quiebra, y como tal se encuentra facultado para el ejercicio de administración y disposición
de los bienes del fallido, a partir del dictado de la sentencia respectiva. Tal resolutorio implica como
consecuencia, el desapoderamiento de pleno derecho de los bienes que ésta posea a la fecha de su dictado.

6. Complementariamente debe señalarse el alcance del concepto “desapoderamiento”; que no es otro que el
impedimento al fallido de la posibilidad de administrar y disponer de sus bienes (arts. 107 y ss., LCQ) y el
traslado de tales prerrogativas hacia la persona del síndico. Dicho de otra manera, el desapoderamiento
importa una pérdida temporaria del poder de administración y disposición de sus bienes por el quebrado,
pero no significa en modo alguno la pérdida para éste de la titularidad del dominio de los mismos. El fallido
proseguirá siendo el “dueño” de sus bienes hasta la culminación del proceso de quiebra, sólo que con las
importantísimas limitaciones señaladas.

7. El denunciante fue desapoderado –sentencia de quiebra mediante– de los distintos bienes que a ese
momento integraban su patrimonio, entre los cuales, por supuesto, se encontraba su participación societaria.
Ocurre entonces que se vió imposibilitado de ejercer los distintos derechos y relaciones jurídicas derivados
de su condición de socio –que quedaron a cargo del síndico–, pero eso de ninguna manera significa que el
desapoderamiento tenga aptitud “privarlo” de su calidad de socio –“miembro”– de la sociedad, y menos aún
de sustituirlo, en idéntico carácter, en la persona del síndico de la quiebra.

8. El síndico podrá haber efectuado determinados actos relacionados con la participación societaria, pero
siempre actuando “en representación” del fallido, a causa de la relativa incapacidad que el mismo padece por
su estado de quebranto, pero nunca ocupar la condición de “socio” de la firma, puesto que titularidad de las
cuotas sociales permanecen en cabeza de éste. No es entonces el denunciado “miembro” de sociedad alguna
vinculada a los hechos que se investigan.

9. La restante condición exigida por el art. 2 de la ley para autores o partícipes, es la de funcionario. En
realidad, la parte pertinente del texto reza: ”...miembros o funcionarios de una sociedad comercial, bancaria,
financiera, regular o irregular”. Mas allá de la dificultad que ofrece el tratar de precisar el concepto de
“funcionario de una sociedad” –que probablemente pretenda abarcar a aquellos directivos que no tienen
calidad de “socios”–, lo cierto es que surge claramente la vinculación del vocablo “funcionario” con el de
“sociedad” unidos en una relación de pertenencia. Se habla entonces de la actuación de un “funcionario de la
sociedad”, y no de uno “extraño” a ella como podría ser el funcionario de un proceso concursal (síndico),
menos aún de un “funcionario público”, dado que dicha figura fue recién incorporada –reforma mediante–
por la ley 9199.

10. Se considera como un aspecto de medular importancia que las hipótesis reseñadas están referidas a la
autoría o participación delictual de miembros o funcionarios de las personas jurídicas mencionadas en la
norma, pero siempre relativas a defraudaciones “dirigidas a” o “vinculadas con” esas mismas sociedades de
las que aquéllos forman parte, ya sea porque se defrauda a las mismas, o porque se utiliza su estructura para
ejecutar el delito contra terceros. Es decir que no basta la mera “pertenencia” a la sociedad sin la mencionada
vinculación con el hecho delictivo.

11. Caso contrario, debería admitirse, por ejemplo, que cualquier persona denunciada por Administración
Fraudulenta sea investigado por el fuero Penal Económico por el mero hecho de tener participación en
alguna de las sociedades mencionadas en la ley, aunque la misma sea totalmente ajena al hecho denunciado.
En el caso, el imputado es el síndico de la quiebra de una persona física, o sea, es funcionario del concurso,
designado por el Juez de la quiebra, pero lo es en el proceso falencial del denunciante, y no de una sociedad,
en donde el imputado actuó sólo de manera eventual en representación del fallido.

12. El síndico no reviste la condición de “miembro” ni de “funcionario” de ninguna sociedad comercial; si es


“funcionario” pero de la quiebra de Miranda, y no de una sociedad; las maniobras que conforman la
administración fraudulenta que se investiga en autos tienen como presunta víctima al fallido, y no a la
persona jurídica; es decir entonces que no se configura ninguno de supuestos en los que la ley habilita la
competencia de este fuero especial.

13. La conclusión precedente puede sostenerse también a pesar de que la Fiscalía ha concursado idealmente
el hecho administración fraudulenta (art. 173, inc. 7º C.P.) con el de omisión de los deberes del oficio (art.
249 del C.P.), este último perteneciente al catálogo de delitos del fuero.
Esto es posible dado que, como la ley N° 9122 no contenía reglas que modificaran las disposiciones del
Código Procesal Penal en relación a la competencia por conexión (salvo los delitos establecidos en el T. XII,
Cap. III y Cap. VI, y la regla que posteriormente introdujo el art. 3° de la ley N ° 9181), el Excmo. Tribunal
Superior de Justicia dispuso, mediante A.R. N ° 679 serie “A” del 14/8/03, que en caso de conexión o
concurso entre delitos de la competencia común y de la competencia especial debían seguir rigiendo la reglas
comunes (arts. 47 a 49 y 76 del C.P.P.).

14. De acuerdo a lo normado (el art. 47 del C.P.P. –casos de conexión–) y lo sostenido por nuestro máximo
tribunal provincial, si a una misma persona se le atribuyen delitos de la competencia común y de la especial,
deberá intervenir el Fiscal de Instrucción y el Juez del fuero con competencia para investigar el delito más
grave. Surge del simple cotejo de las penas previstas para ambas figuras, que la prevista para el caso del art.
173, inc. 7 del C.P. resulta sin duda la más gravosa, y aquí se sostiene que este caso de administración
fraudulenta pertenece al ámbito de la competencia ordinaria.

15. Queda claro que en razón de caracteres legales que resultan propios al Ministerio Público, el Sr. Fiscal en
lo Penal Económico haya acatado –por cuestiones de supremacía jerárquica– lo resuelto por el Sr. Fiscal de
Cámara al dirimir el conflicto suscitado con la Fiscalía de Distrito I, Turno 4º, y encaminado posteriormente
su actuación con respaldo en dicho decisorio; pero no lo es menos que tal dictamen no resulta vinculante en
esta área jurisdiccional, razón por la cual, al considerar que el mismo contiene una interpretación errónea de
los preceptos de la ley 9122, corresponde declarar de oficio –art. 41 C.P.P.– la incompetencia material de
este Tribunal para proseguir entendiendo en las presentes actuaciones y, en consecuencia, remitir las mismas
al Juzgado de Control del fuero penal común que resulta competente.

Juzg. Control Penal Económico y Anticorrupción Cba., AI. 60 del 21/08/2007. Fisc. de origen: Fiscalía de
Instrucción en lo Penal Económico, “García, Ricardo Dimas p.s.a. Defraudación por administración
fraudulenta, etc.”.

DE LA QUE RESULTA:
Los hechos: .... CONSIDERANDO: I) Que obra a fs. 1176/1260, el requerimiento formulado por el Sr.
Fiscal de Instrucción en Penal Económico y Anticorrupción Administrativa, solicitando la citación a juicio
del imputado Ricardo Dimas García como supuesto autor de los delitos Defraudación por Administración
Fraudulenta (art. 173, inc. 7º del C.P.) y Omisión de los Deberes del Oficio y/o de Funcionario Público (art.
249 del C.P.) en concurso ideal (art.54 del C.P.).
II) Que a fs. 1264/1273 de autos, la defensa de Ricardo Dimas García deduce oposición al requerimiento
fiscal, solicitando el sobreseimiento su cliente. Ante el mantenimiento de la posición sustentada por la
Fiscalía, los autos son elevados a este Juzgado a fin de que resuelva el concreto planteamiento defensivo.
III) Dictamen Jurisdiccional: Que estando ya alojadas las actuaciones de mención en en la sede de este
Juzgado, y luego de un prolijo análisis de las mismas, la suscripta considera que no se encuentra en
condiciones de proceder al tratamiento de la cuestión planteada, por ser este Juzgado materialmente
incompetente para intervenir en la causa, al no encontrarse los hechos aquí investigados comprendidos en
ninguno de los supuestos que legalmente habilitan la intervención de este fuero de excepción. En razón de tal
enunciado, la referida declaración de incompetencia merece un desarrollo conceptual que explicite no sólo
su procedencia, sino la “actualidad” de su declaración, dado que si bien es cierto que la causa ha registrado
con anterioridad algunas intervenciones de este Tribunal, puede advertirse fácilmente que las mismas han
consistido en cuestiones de mero trámite (suplicatorias de prueba, medidas cautelares, etc.), que requerían, si
se quiere, un exámen predominantemente formal de las actuaciones. Pero ante la entidad del planteamiento
defensivo ahora formulado, que exige sin lugar a dudas un análisis más profundo y acabado de la totalidad
de la causa, puede repararse en cuestiones hasta ahora inadvertidas, que determinan a la suscripta a sostener
su incompetencia material y le impiden expedirse sobre las pretensiones en pugna. En relación al análisis de
la regulación legal aplicable a la competencia material del fuero, tal como ya lo sostuviera la suscripta en
diversas resoluciones [“Denuncia formulada por Washington Adolfo Ramón QUINTEROS” (D-10/06) –A.I.
n° 25 de fecha 24/4/06-, “Denuncia formulada por ARGÜELLO, Jorge Daniel...” (D-14/06)–A.I. n° 41 del
26/6/06-, “Denuncia formulada por FERREYRA
VIRAMONTE, Luis Fernando...” (D-23/06) –A.I. n° 79 del 13/11/06-, entre otras] a partir de la entrada en
vigencia de la ley n° 9122, a este Tribunal se le asignó competencia material en lo penal económico en
forma “exclusiva y excluyente”. A ello debemos agregar que lo mismo ocurrió en relación al ámbito material
de actuación de la ex Fiscalía de Instrucción del Distrito I, turno 1°, que pasó a denominarse Fiscalía de
Instrucción en lo Penal económico, y si bien el catálogo de delitos comprendidos fue variando, todas las
reformas introducidas ratificaron ese carácter exclusivo y excluyente de la competencia especial. Efectuando
una simplificación, tal carácter se traduce en que no es posible que un Tribunal del fuero común intervenga
en los delitos especialmente catalogados por la mencionada ley, ni tampoco es admisible que este Juzgado
Penal Económico lo haga resolviendo cuestiones relativas a delitos comunes, con la sola salvedad de los
casos de conexión. Veamos ahora el caso concreto que se presenta en autos a través de un breve repaso de lo
acontecido. Desde el inicio mismo de la investigación originada por la denuncia formulada por Delfor Víctor
Miranda, tuvo lugar el conflicto de competencia entre los fiscales actuantes. En tal sentido, el Fiscal del
fuero Penal Económico, Dr. Hugo Amayusco, resolvió (fs. 219, Cpo I) no avocarse al conocimiento de la
causa por considerar que el hecho de Administración Fraudulenta denunciado no encuadraba en el supuesto
contemplado en el art. 2 de la ley 9122, que requería que los autores o partícipes del delito sean miembros o
funcionarios de una sociedad comercial, bancaria o financiera, regular o irregular, presupuesto que entendía
no configurado en el caso. En contrapartida, el Sr. Fiscal de Distrito I, Turno 4º, discrepa (fs. 220, Cpo.I) con
tal criterio, sosteniendo por el contrario que al ser el síndico un funcionario puesto por el Juez de la quiebra,
que representa tanto al fallido como a la sociedad, resultaba de aplicación el artículo supra mencionado,
correspondiendo en consecuencia la intervención del Sr. Fiscal en lo Penal Económico. Tal como está
previsto, dicho conflicto fue zanjado por el Sr. Fiscal de Cámara (fs.221), quién sostuvo que ante la
calificación del art. 173, inc. 7º del C.P. propiciada por ambos fiscales, y surgiendo de autos que el
denunciado es el síndico, y que el mismo reviste el carácter de funcionario designado por el Juez de la
quiebra, concurría en el caso el supuesto de excepción contemplado en el art. 2 de la ley 9122, razón por la
cual correspondía la intervención del Sr. Fiscal en lo Penal Económico. En torno a la cuestión referida, esta
magistrada no comparte la solución otorgada por el Sr. Fiscal de Cámara al conflicto planteado entre sus
inferiores. Que si bien debe tenerse presente que tal conclusión fue vertidas en los albores de la
investigación, cuando se contaba solamente con parte de los datos aportados por el denunciante, no puede
soslayarse actualmente, en este estado del proceso, que no se encuentra justificación legal a la permanencia
de la causa en la esfera de éste fuero de excepción. Ello concretamente porque los hechos denunciados, y
posteriormente plasmados en la plataforma fáctica determinada por la Fiscalía, no encuadran –tal como se
sostuviera- en ninguno de los supuestos previstos en el art. 2 de la ley 9122. La norma, modificatoria del art.
54 de la ley 8835 que establecía la competencia en lo penal económico y anticorrupción, refería literalmente
en lo relativo a la figura del art. 173, inc. 7º del C.P.: “cuando sus autores o partícipes sean miembros o
funcionarios de una sociedad comercial, bancaria o financiera, regular o irregular” : Pues bien, en primer
lugar, no parece que al imputado García pueda adjudicársele la calidad de “miembro” de ninguna sociedad
vinculada a estos autos. Tal como se ha dicho, el Sr. García es solamente el síndico designado en la quiebra
de Delfor Víctor Miranda, y como tal se encuentra facultado para el ejercicio de administración y
disposición de los bienes del fallido, a partir del dictado de la sentencia respectiva. Bastante se ha escrito
acerca de la especial situación jurídica en la que se halla aquella persona que es declarada en quiebra; pero
puede sostenerse sin mayores dificultades la afirmación de que tal resolutorio implica como consecuencia, el
desapoderamiento de pleno derecho de los bienes que ésta posea a la fecha de su dictado.
Complementariamente debe señalarse el alcance del concepto “desapoderamiento”; que no es otro que el
impedimento al fallido de la posibilidad de administrar y disponer de sus bienes (art. 107 y ss. LCQ) y el
traslado de tales prerrogativas hacia la persona del síndico. Dicho de otra manera, el desapoderamiento
importa una pérdida temporaria del poder de administración y disposición de sus bienes por el quebrado,
pero no significa en modo alguno la pérdida para éste de la titularidad del dominio de los mismos. El fallido
proseguirá siendo el “dueño” de sus bienes hasta la culminación del proceso de quiebra, sólo que con las
importantísimas limitaciones señaladas. En el caso de autos, el denunciante Miranda fue desapoderado -
sentencia de quiebra mediante de los distintos bienes que a ese momento integraban su patrimonio, entre los
cuales, por supuesto, se encontraba su participación societaria en la firma “La Barra S.R.L.”. Ocurre
entonces que Miranda se vió imposibilitado de ejercer los distintos derechos y relaciones jurídicas derivados
de su condición de socio –que quedaron a cargo de García-, pero eso de ninguna manera significa que el
desapoderamiento tenga aptitud “privarlo” de su calidad de socio –“miembro”- de la sociedad, y menos aún
de sustituirlo, en idéntico carácter, en la persona del síndico de la quiebra. El síndico García podrá haber
efectuado determinados actos relacionados con la vida social de “La Barra S.R.L.”, pero siempre actuando
“en representación” del fallido, a causa de la relativa incapacidad que el mismo padece por su estado de
quebranto, pero nunca ocupar la condición de “socio” de la firma, puesto que titularidad de las cuotas
sociales permanecen en cabeza de Miranda. No es entonces el denunciado “miembro” de sociedad alguna
vinculada a los hechos que se investigan. La restante condición exigida por el art. 2 de la ley para autores o
partícipes, es la de funcionario. En realidad, la parte pertinente del texto reza:”...miembros o funcionarios de
una sociedad comercial,bancaria, financiera, regular o irregular”. Mas allá de la dificultad que ofrece el
tratar de precisar el concepto de “funcionario de una sociedad” - que probablemente pretenda abarcar a
aquellos directivos que no tienen calidad de “socios”-, lo cierto es que surge claramente la vinculación del
vocablo “funcionario” con el de “sociedad” unidos en una relación de pertenencia. Se habla entonces de la
actuación de un “funcionario de la sociedad”, y no de uno “extraño” a ella como podría ser el funcionario de
un proceso concursal (síndico), menos aún de un “funcionario público”, dado que dicha figura fue recién
incorporada –reforma mediante- por la ley 9199. Por eso entiende esta magistrada que resulta equivocada la
conclusión del Sr. Fiscal de Cámara, en cuanto consideraba que la condición de “funcionario designado por
el Juez de la quiebra” del síndico García encuadraba en el supuesto del art. 2, dado que no era tal la hipótesis
prevista en la norma. Pero además de lo expresado, este Tribunal pretende resaltar lo que se considera como
un aspecto de medular importancia: Las hipótesis reseñadas están referidas a la autoría o participación
delictual de miembros o funcionarios de las personas jurídicas mencionadas en la norma, pero siempre
relativas a defraudaciones “dirigidas a” o “vinculadas con” esas mismas sociedades de las que aquellos
forman parte, ya sea porque se defrauda a las mismas, o porque se utiliza su estructura para ejecutar el delito
contra terceros. Es decir que no basta la mera “pertenencia” a la sociedad sin la mencionada vinculación con
el hecho delictivo. Caso contrario, debería admitirse, por ejemplo, que cualquier persona denunciada por
Administración Fraudulenta sea investigado por el fuero Penal Económico por el mero hecho de tener
participación en alguna de las sociedades mencionadas en la ley, aunque la misma sea totalmente ajena al
hecho denunciado. En el caso que nos ocupa, el Sr. Ricardo Dimas García resulta ser el síndico de la quiebra
de la persona física de Delfor Víctor Miranda, o sea, es funcionario del concurso, designado por el Juez de
la quiebra, pero lo es en el proceso falencial del denunciante, y no de la sociedad “La Barra S.R.L.” en
donde García actuó sólo de manera eventual en representación del fallido. A manera de resumen y tal como
se ha dicho, el síndico García no reviste la condición de “miembro” ni de “funcionario” de la sociedad
comercial “La Barra S.R.L.”; si es “funcionario” pero de la quiebra de Miranda, y no de la sociedad
mencionada; las maniobras que conforman la administración fraudulenta que se investiga en autos tienen
como presunta víctima a Delfor Víctor Miranda, y no a la persona jurídica “La Barra S.R.L.”; es decir
entonces que no se configura ninguno de supuestos en los que la ley habilita la competencia de este fuero
especial.
La conclusión precedente puede sostenerse también a pesar de que la Fiscalía ha concursado idealmente el
hecho Administración Fraudulenta (art. 173, inc. 7º C.P.) con el de Omisión de los Deberes del Oficio
(art.249 del C.P.), este último perteneciente al catálogo de delitos del fuero.
Esto es posible dado que, como la ley n° 9122 no contenía reglas que modificaran las disposiciones del
Código Procesal Penal en relación a la competencia por conexión (salvo los delitos establecidos en el T. XII,
Cap. III y Cap. VI, y la regla que posteriormente introdujo el art. 3° de la ley n° 9181), el Excmo. Tribunal
Superior de Justicia dispuso, mediante A.R. n° 679 serie “A” del 14/8/03, que en caso de conexión o
concurso entre delitos de la competencia común y de la competencia especial debían seguir rigiendo la reglas
comunes (arts. 47 a 49 y 76 del C.P.P.). En este sentido, el art. 47 del C.P.P. prescribe: “Casos de conexión.
Las causas serán conexas:... 3) Cuando a un persona se le imputaren varios delitos”.
Y seguidamente, el art. 48 reza: “Efectos de la conexión. Cuando se sustancien causas conexas por delitos
de acción pública, los procesos se acumularán y será competente: 1) El Tribunal competente para juzgar el
delito más grave...”. Entonces, de acuerdo a estas reglas y conforme lo sostenido por nuestro máximo
tribunal provincial, si a una misma persona se le atribuyen delitos de la competencia común y de la especial,
deberá intervenir el Fiscal de Instrucción y el Juez del fuero con competencia para investigar el delito más
grave. Surge del simple cotejo de las penas previstas para ambas figuras, que la prevista para el caso del art.
173,inc. 7º del C.P. resulta sin duda la más gravosa, y aquí se sostiene que éste caso de Administración
Faudulenta pertenece al ámbito de la competencia ordinaria. Como colofón del presente resolutorio debe
señalarse que no escapa al conocimiento de la firmante el hecho de que la cuestión de competencia no es una
cuestión novedosa en autos, y que, por el contrario, ya fue motivo de controversia entre los fiscales actuantes
en los comienzos de la investigación; pero, reitera, la actual advertencia de la existencia de cuestiones que no
pueden ser soslayadas por ser de orden público, impide a esta magistrada cualquier otro pronunciamiento
que no sea el presente. Queda claro que en razón de caracteres legales que resultan propios al Ministerio
Público, el Sr. Fiscal en lo Penal Económico haya acatado -por cuestiones de supremacía jerárquica- lo
resuelto por el Sr. Fiscal de Cámara al dirimir el conflicto suscitado con la Fiscalía de Distrito I, Turno 4, y
encaminado posteriormente su actuación con respaldo en dicho decisorio; pero no lo es menos que tal
dictamen no resulta vinculante en esta área jurisdiccional, razón por la cual, al considerar que el mismo
contiene una interpretación errónea de los preceptos de la ley 9122, corresponde declarar de oficio –art. 41
C.P.P.- la incompetencia material de este Tribunal para proseguir entendiendo en las presentes actuaciones y,
en consecuencia, remitir las mismas al Juzgado de Control del fuero penal común que resulta competente.
Que de acuerdo a los antecedentes del caso, considera la suscripta que tal Juzgado debe ser aquél que se
despeña como control natural de la ex Fiscalía de Distrito I, Turno 4º, es decir el Juzgado de Control Nº 5, al
cual deberán enviarse estos autos para que dicte el resolutorio que estime adecuado. Que en virtud de todo lo
anteriormente expuesto, y conforme a lo prescripto por los arts. 41, 47, 48 y ccdtes. del C.P.P., art. 2 de la
ley 9122 –contrario sensu- y demás normativa legal citada

RESUELVO:
I. Declarar la incompetencia material de este Juzgado de Control en lo Penal Económico y Anticorrupción
Administrativa para entender en las presentes actuaciones, por cuanto en la presente causa debe intervenir el
fuero penal común, todo ello de acuerdo a lo establecido por los arts. 41, 47, 48 y ccdtes. del C.P.P., art. 2 de
la ley 9122 –contrario sensu-la Ley n ° 9122.
II. Remitir las presentes actuaciones al al Juzgado de Control Nº 5, a sus efectos.
PROTOCOLÍCESE Y REMÍTASE.
FDO.: ANA MARIA LUCERO OFFREDI.

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