Educación

La tiranía de los deberes y las extraescolares

Con la vuelta al cole han vuelto los deberes y las actividades extraescolares. Pero ¿están los escolares españoles sumidos en una agenda excesivamente cargada? ¿Se ha convertido la vida escolar en un reflejo de la vida laboral, con su pila de tareas por hacer?

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
02
octubre
2023

Conversaciones sobre los deberes de Ciencias, las páginas pendientes o si dará o no tiempo a hacerlas son habituales en los grupos de WhatsApp con los que numerosos padres y madres intentan estar al tanto de la evolución escolar de sus hijos. Conversaciones que pueden alargarse durante demasiados minutos sin alcanzar ningún punto de consenso y provocando ansiedad en los «contertulios». Mientras, los pequeños se desesperan intentando recordar, el entorno familiar deja de ser acogedor y las relaciones familiares, en vez de reforzarse, se debilitan.

Todo esto, sería un mal menor si en realidad sirviese para que los alumnos disfruten del aprendizaje y comprendan lo positivo que es seguir debidamente el curso escolar. Pero la realidad demuestra que, al contrario, se sienten estresados y comienzan a comprender los estudios como una imposición, alejándose paulatinamente del gusto por el aprendizaje.

España es el quinto país, a nivel mundial, con más carga de tareas fuera del horario escolar y, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 34% de los niños y el 25% de las niñas de 11 años de edad se sienten agobiados por los deberes. Ese agobio es más grave de lo que parece, ya que, como asegura dicho informe, se traduce en un incremento del estrés que puede provocar comportamientos que pongan en riesgo la salud de nuestros menores.

El 34% de los niños y el 25% de las niñas de 11 años de edad en España se sienten agobiados por los deberes

El psicólogo, educador y periodista Jaime Funes, publicó hace unos años un libro que muchas familias acogieron con fervor. Hartos de los deberes de nuestros hijos. Queremos ayudarlos a aprender habla justamente de eso: la divergencia entre la carga excesiva de deberes que realizan los escolares y el aprendizaje real que les supone. Funes defiende que no solo el exceso de tareas que llevan los niños a casa es perjudicial, sino también el enfoque que se da a este tipo de tareas. Defiende que no se les enseña a comprender, pensar, decidir e interesarse por cuestiones diversas, sino a repetir datos y cifras que tendrán poca utilidad en su desarrollo futuro.

Igualmente, habla de que toda la carga de deberes se hace más pesada cuando la práctica totalidad de menores acuden cada día a actividades extraescolares que reducen su jornada fuera del colegio. El tiempo que les queda a los niños para ser niños es cada vez menor. La gran mayoría de familias no pueden conciliar sus horarios laborales con los escolares, y esto les obliga a inscribir a sus hijos en numerosas actividades. El resultado, al llegar a casa, es que los pequeños están tan cansados como los mayores y cada uno debe atender otras obligaciones, reduciéndose así el necesario lapso temporal para una convivencia que también forma parte de la educación.

Además, las tareas, en la gran mayoría de ocasiones, acaban reclamando la intervención de los progenitores. A este respecto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya advirtió que el exceso de tareas aumenta las diferencias entre alumnos con diferente condición socioeconómica. Habitualmente, el nivel académico de los padres peor situados económicamente no suele permitir que ayuden con los deberes a sus hijos lo que aumenta el estrés y la ansiedad en la unidad familiar.

Las tareas escolares han existido siempre y no parece plausible erradicarlas del todo, como propugnan algunas personas. Pero sí sería importante hacer un esfuerzo para que dichas tareas no carezcan de propósito y sentido, dejen de lado las actividades mecánicas de repetición y promuevan el interés y motivación de los estudiantes.

Con respecto a las extraescolares, y en vista de que la sociedad no parece lograr la necesaria conciliación familiar, debería ocurrir lo mismo: ampliar la oferta de actividades, incrementar su carga puramente lúdica y permitir al estudiante que elija en función de sus apetencias, y no de un interés en que aprenda nuevas disciplinas o mejore las que ya le son impartidas en el aula.

De ser así, es muy probable que las conversaciones vía WhatsApp intentando averiguar qué deberes hay que entregar fuesen sustituidas por otras en que padres y madres organizasen encuentros en que disfrutar del tiempo libre y el fortalecimiento de las relaciones sociales.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME