Un arte divino

Escultura en la Grecia clásica, el reflejo de su apogeo económico

Seated warrior Altemps Inv8603 n2

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Esta escultura de un guerrero fue tallada por Lisipo de modo que el espectador pudiera moverse a su alrededor y tener una perspectiva desde todos sus ángulos.

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En el siglo V a.C. se produjo en Grecia una auténtica eclosión del arte de la escultura. Las invasiones persas a principios de siglo destruyeron una gran parte de las obras del período arcaico (800-500 a.C.), entre ellas todas las que se encontraban en la Acrópolis de Atenas, lo que dio pie a una labor de reconstrucción que se prolongó durante décadas. 

Por otro lado, los griegos atribuyeron su victoria frente a los persas a la intervención de sus dioses y por ello en los años siguientes tuvieron interés en dedicarles numerosas estatuas. Igualmente, un sentimiento de orgullo patriótico impulsó la veneración de los héroes, ancestros divinizados de los distintos linajes y reyes míticos de las principales ciudades. Éstos se convirtieron en protagonistas de numerosas obras que evocaban la guerra de Troya, considerada como remoto antecedente del enfrentamiento con los persas. 

También se representaron las hazañas de Heracles, símbolo de la presencia de los griegos por todo el Mediterráneo. Pero quizás el factor decisivo del apogeo artístico del siglo V a.C. fue la bonanza económica de la que disfrutaron las ciudades griegas, que les permitió realizar obras de gran magnificencia y a la vez de carácter innovador.

Pittore della fucina (foundry painter), kylix con efesto e fucina, attica 490 480 ac ca , da vulci 03

Pittore della fucina (foundry painter), kylix con efesto e fucina, attica 490 480 ac ca , da vulci 03

El dibujo superior representa a un equipo de obreros montando una estatua fundida por piezas y acabando otra ya montada. Decoración exterior de una copa ática del siglo V a.C. Altes Museum, Berlín

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Un rasgo característico del arte clásico fue el hecho de que se creó un estilo griego común, más allá de las diferencias regionales típicas del período arcaico. Tanto en Atenas como en Argos, en el Peloponeso, los artistas desarrollaron un mismo procedimiento de talla de estatuas de mármol, partiendo de la práctica del modelado en cera para esculturas de bronce, al que se añadía una decoración policromada. 

La primera manifestación notable de esa evolución artística la encontramos en las estatuas del frontón oriental del templo de Atenea Afaya, en la isla de Egina (480 a.C.). Los héroes de la guerra de Troya, presididos por la figura de Atenea, se mostraban desde lo alto a los navegantes en todo su esplendor, cuando los rayos del sol resaltaban sus colores y se reflejaban en el abundante oro de su policromado. 

La búsqueda de la belleza

En la escultura griega clásica se impuso el naturalismo, la búsqueda de una representación realista de los cuerpos y de las actitudes, en contraste con el hieratismo de la era arcaica. El cuerpo humano se concebía entonces como un conjunto articulado, ya estuviera en reposo o en movimiento, y el artista procuraba representarlo en una posición equilibrada y armoniosa.

Bronze statue of a youth (Antikythera shipwreck) at the National Archaeological Museum of Athens on 16 May

Bronze statue of a youth (Antikythera shipwreck) at the National Archaeological Museum of Athens on 16 May

El efebo de Anticitera. Esta escultura en bronce de un joven, de 1,94 m, fue hallada bajo las aguas de la isla de Anticitera en 1900. La estatua se ha datado hacia 340 a.C. y por su estilo parece obra del escultor Eufrátor. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.

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Este ideal de belleza derivaba de la necesidad de distinguir a los dioses de los hombres; como los griegos imaginaban a sus divinidades con forma humana, éstas debían revestir una perfección inalcanzable para el común de los mortales.

Enfrentados al reto de representar un cuerpo humano ideal con la mayor verosimilitud y perfección, los escultores griegos se sirvieron como modelo del cuerpo musculado del atleta que frecuentaba la palestra y se exhibía en las competiciones. Se desarrollaron asimismo reglas para la representación proporcional de las partes del cuerpo humano, como el canon atribuido a Policleto, célebre escultor de mediados del siglo V:«La belleza reside en la symmetria [“relación entre las distintas medidas”] de las partes; es decir, en la relación de un dedo con otro, en la de todos ellos con el metacarpo y el carpo, en la de estos con el antebrazo, en la del antebrazo con el brazo y en la de todas las partes entre sí, como está escrito en el Kanon [“regla”, “modelo”] de Policleto».

Phidias Showing the Frieze of the Parthenon to his Friends by Sir Lawrence Alma Tadema

Phidias Showing the Frieze of the Parthenon to his Friends by Sir Lawrence Alma Tadema

Pericles escogió a Fidias para realizar los relieves escultóricos del Partenón. Este óleo de Alma-Tadema muestra a Pericles visitando los trabajos. 1868.

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Esta referencia a Policleto aparece en un escrito del médico Crisipo, citado a su vez por el famoso médico Galeno. Ello indica que la concepción estética de los escultores estaba basada en unos conocimientos anatómicos profundos, que incluían de modo inseparable los aspectos físicos y los anímicos. 

Policleto plasmó su canon de proporciones en la estatua de bronce de un hombre joven que porta una lanza, tal vez el héroe Aquiles. Ese Doríforo, realizado entre los años 450 y 440 a.C. y conocido hoy únicamente a través de una serie de copias romanas más o menos fidedignas, estaba considerado por los antiguos como una obra maestra de enorme influencia, y siglos más tarde fue asumida por Augusto como modelo para su propio retrato.  

¿Genios o artesanos?

Los nombres de los grandes escultores griegos de la época clásica son bien conocidos. Además de Policleto, pueden citarse, en el siglo V a.C., a Fidias  y Peonio –vinculados respectivamente a la decoración de la Acrópolis y del santuario de Zeus en Olimpia–, y a los tres principales maestros del siglo IV a.C.: Praxíteles, Escopas y Lisipo. Hoy los calificaríamos a todos de genios, pero este concepto no existía en la Antigüedad. El mejor escultor era un «técnico», technites, es decir, alguien que sabía hacer muy bien determinadas cosas. 

iStock 1356975990

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El Erecteion se alza en la Acrópolis de Atenas. Este templo presenta un original pórtico con columnas en forma de jóvenes vestidas con el peplo dórico, de gran solemnidad.

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Tratándose de trabajo manual, diríamos que era un artesano. Cuando la «técnica» (techne) de alguien resultaba excepcional, los griegos creían que se debía a una especie de posesión divina (enthousiasmos), pero en la época clásica tal inspiración se consideraba exclusiva de la creación literaria. Fue en la época helenística cuando se extendió a los grandes pintores y escultores; los anteriores no conocieron esa gloria en vida. 

En cualquier caso, no hay duda de que los escultores gozaban de gran consideración social. Fidias fue amigo de Pericles, el hombre fuerte de Atenas entre 461 y 429 a.C., aunque no sabemos si alternaba con los filósofos, que constituían la élite cultural de la época en Atenas (y, en el caso de los sofistas, eran los mejor pagados). 

En cuanto a Praxíteles, se contaba entre los trescientos ciudadanos más ricos de Atenas y se le atribuye una vida de lujo junto a la hermosa hetera Friné, que le habría servido como modelo para su escultura de la Afrodita de Cnido. Se decía incluso que hizo un retrato de Friné cubierto de oro, para que lo dedicara como ofrenda en el santuario de Delfos.

Aphrodite of Cnidus Munich

Aphrodite of Cnidus Munich

Afrodita de Cnido. Copia romana en mármol de una estatua original de Praxíteles. Gliptoteca de Múnich.

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No sabemos si Praxíteles amasó su fortuna mediante su trabajo de escultor o bien disponía de un patrimonio familiar heredado. En cualquier caso, está claro que los escultores más cotizados hacían dinero.

Las cuentas del Partenón registran el pago de un total de 16.392 dracmas en un año por la realización de la escultura de los frontones, cantidad que equivale a unas 45 dracmas diarias en una época en que un artesano cualificado tenía un salario de dos dracmas. 

Doryphoros MIA 866

Doryphoros MIA 866

El famoso canon de Policleto, que establece las proporciones ideales del cuerpo masculino desnudo, se encarna en el Doríforo, joven que porta una lanza.

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Al escultor y pintor Fidias, que realizó personalmente las tallas más difíciles del Partenón y dirigió el conjunto del trabajo, le habría quedado, pues, un margen de ganancia considerable después de pagar a la gente de su taller. Por otro lado, en la Atenea del Partenón se gastaron más de mil kilos de oro, a lo que hay que sumar el marfil y las piedras preciosas. La prueba de que Fidias administraba esos materiales es que fue acusado por un ciudadano por haberse quedado con una parte, aunque la denuncia no se pudo probar. 

Estatuas para todos los gustos

Los escultores trabajaban en talleres en los que guardaban las obras realizadas y las mostraban a sus potenciales clientes para que eligieran su preferida. Así lo revela otra anécdota relativa a Praxíteles y su amante Friné. Ésta quería que Praxíteles le regalara la mejor pieza que tuviera en ese momento para ofrecerla a su ciudad natal, Tespias. Para saber cuál era la obra que más estimaba, le dijo que su taller se había incendiado, a lo que el escultor replicó: «No me importa, con tal de que pueda salvar a mi Eros y a mi Sátiro». 

Scopas, Heracles Lansdowne, 350 BC, Plaster cast, Hostinné,

Scopas, Heracles Lansdowne, 350 BC, Plaster cast, Hostinné,

Esta estatua del héroe Heracles es representativa de la tendencia a la expresión de emociones intensas que caracteriza las obras de Escopas.

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Es llamativo que Praxíteles eligiese entre todas sus obras precisamente estas dos, dejando en segundo lugar el ideal de belleza encarnado en la figura de un hombre adulto. Parecía valorar más una figura como la del sátiro, un varón con rasgos animalescos que representaba la fuerza salvaje de la naturaleza en su capacidad reproductora, la sexualidad pura y dura. 

Leaning satyr Musei Capitolini MC739

Leaning satyr Musei Capitolini MC739

Praxíteles puso de moda las esculturas en pose sinuosa, apoyándose delicadamente sobre un soporte, como la de este sátiro descansando. 

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El dios Eros, por su parte, simbolizaba la atracción erótica en la figura de un adolescente más bien andrógino. La demanda de escultura era lo bastante variada en el siglo IV a.C. como para absorber también estas obras, que tenían su lugar en los espacios públicos de las ciudades griegas.