Definición de Convención de Ginebra

Alsina Gonzàlez
Periodista esp. e investigador

Hasta en el amor y en la guerra hay reglas” ¿Quién no ha escuchado alguna vez esta frase? Pues en la guerra seguro que sí (otra cosa es que se incumplan en la mayoría de los casos), porque su compendio incluso tiene nombre.

La Convención de Ginebra es el nombre que reciben una serie de acuerdos internacionales firmados a partir de 1864 y ampliados o modificados en varias ocasiones, y que se refieren a los deberes y derechos de los combatientes y las víctimas en casos de guerra.

La intención, sobre el papel, es buena: en una práctica como la bélica, en la que históricamente ha habido más “pactos de caballero” entre los contendientes, que reglas legales que cumplir, la desprotección de las poblaciones civiles y los inocentes no implicados ha ido siendo cada vez mayor.

En total han sido cuatro grandes convenciones que se han ido actualizando entre la fecha de redacción de la primera, en 1864, y la última actualización, que data de 1949.

La primera convención trata sobre los derechos de los militares heridos en campaña.

Esta convención hay que ponerla en contexto con la fundación, un año antes, de la Cruz Roja Internacional (entidad que en los países musulmanes se transmuta en la Media Luna Roja), nacida precisamente para atender a las víctimas de conflictos armados, indistintamente de si son militares y de su bando, o bien civiles, de forma humanitaria y desinteresada.

Dicha convención prevé que tanto los heridos como los prisioneros del otro bando, sean o no combatientes y una vez hayan depuesto las armas, serán tratados con humanidad.

Esto implica que no se les tratará arbitrariamente, no se les maltratará, torturará para obtener información, o ejecutará sumariamente. Al contrario, deberá proporcionárseles abrigo, comida y tratamiento para sus heridas o enfermedades.

Este primer tratado también reconoce a la Cruz Roja el papel de entidad neutral dedicada a socorrer y atender a los heridos y necesitados por la guerra, tanto civiles como militares, y por lo tanto el respeto a sus miembros, indistintamente de su nacionalidad.

Esta primera convención fue negociada y firmada exclusivamente por países europeos.

Entre estos se cuentan España, Francia, Italia, Dinamarca, Portugal, Holanda, Suiza, Bélgica, y diversos reinos que hoy forman parte de Alemania (Prusia, Wurtemberg, Baden, y Hesse-Darmstadt).

La primera convención de Ginebra trataba sólo sobre los heridos en combate en la guerra terrestre, por lo que (*en 1906) se estableció un tratado similar para la guerra en el mar.

La convención de 1906 es básicamente la misma que la de 1864, ampliándola al tratamiento de los náufragos, que deben ser respetados y considerados como los heridos en combate de tierra.

No obstante, el mar es un elemento muy distinto a la tierra firme, ya que la asistencia en la inmensidad del océano es mucho más difícil. Es por ello que se permite a los barcos neutrales prestar ayuda a los náufragos, y se prohíbe a los países beligerantes atacar a barcos neutrales o dificultar su trabajo de rescate.

También protege a los barcos-hospital, y para evitar suspicacias, prohíbe que sean utilizados para fines bélicos, como el transporte de tropas o municiones. Destacan en la historia, y a partir de ese momento, los hundimientos de algunos barcos con el símbolo de la cruz roja bien visible con la excusa de que realizaban algún tipo de misión bélica, como es el caso del Wilhelm Gustloff alemán en el Mar Báltico a manos de un submarino soviético (*en 1945).

Las masas de prisioneros de guerra tomadas durante la Primera Guerra Mundial y en posteriores conflictos llevaron a la firma (*en 1929), de la tercera convención de Ginebra, la cual trata, precisamente, sobre el trato que debe dispensarse a los militares que se rinden y, en consecuencia, deben ser tomados prisioneros.

Históricamente, la suerte de los prisioneros de guerra había sido muy desigual; en la edad media, por ejemplo, los caballeros y nobles llegaban a ser tratados casi como invitados, disfrutando de libertad de movimientos solamente bajo palabra de no escapar.

Se pedía rescate por ellos y bajo ningún concepto se les hacía daño, incluso agasajándoseles. En algunos casos, hasta se les dejaba volver a sus dominios para que reunieran el dinero de su propio rescate.

En cambio, las tropas de a pie, muchas veces campesinos pobremente armados y soldados de leva o mercenarios, recibían el peor de los tratos. De estos no se podía sacar ningún beneficio, así que directamente se les mataba o, si se podía, se los esclavizaba o se los vendía como esclavos a un tercero.

En otros casos, se daba ejemplo con ellos al enemigo; célebre es el caso de la batalla naval de las Islas Formigues (*en septiembre de 1285), entre galeras catalanas y francesas, en la que tras la victoria catalana, más de 250 marinos franceses fueron cegados, para solamente dejar un ojo a uno, que sería el que los guiaría de regreso a Francia. Es de imaginar que al pasar por pueblos y villas la triste comitiva, a los franceses se les pasarían las ganas de meterse con los catalanes, por lo menos por algún tiempo…

El tercer convenio de Ginebra busca evitar, precisamente, comportamientos barbáricos como este. Pese a la lejanía del tiempo (en la edad media, esta forma de comportamiento era normal y aceptada), todos conocemos casos incluso muy recientes (guerras balcánicas de la década de los 90, por ejemplo) en los cuales el trato a los prisioneros de guerra ha sido infrahumano.

Esta convención define lo que es un prisionero de guerra, y afecta tanto a conflictos internacionales en los que una de las partes no es firmante de las convenciones de Ginebra, como a guerras civiles. También cubre lo que son milicianos y guerrillas.

Estos últimos, fuerzas irregulares asociados en la mayoría de los casos con la resistencia en territorios ocupados, deberán lucir enseñas que los distingan a cierta distancia, y armas visibles. Lo demás puede ser tomado como terrorista o espía y, por lo tanto, en dichos casos se aplicarán las leyes que correspondan y no las de la guerra.

De ahí vienen las escenas de películas en las cuales se habla de que, por ejemplo, aviadores aliados escondidos en territorios ocupados durante la Segunda Guerra Mundial, pueden ser fusilados por espías si se los encuentra vestidos con ropas civiles.

Otra escena de muchas películas que podemos ver es la típica en la que un militar, interrogado, afirma que solamente debe dar su nombre, rango, y número de identificación. Pues bien, esto, que es cierto, fue fijado en esta convención.

Si continuamos hablando de películas y habéis visto “El puente sobre el río Kwai” (y, si no es así, vedla, porque es una joya de la cinematografía universal), el personaje interpretado por Alec Guinness se niega inicialmente a trabajar en el puente por ser un oficial. Bien, pues los trabajos que puede y debe hacer un prisionero de guerra también están regulados por dicha convención.

Finalmente, también se regula la correspondencia que tiene derecho a recibir un prisionero, y que el captor tiene derecho a su censura previa.

La cuarta y última convención de Ginebra, ratificada en 1949, trata sobre la protección de los civiles en tiempo de guerra.

La Segunda Guerra Mundial afectó profundamente a los civiles. Armas como los bombarderos estratégicos podían destruir a placer pueblos y ciudades, matando a gran cantidad de no combatientes, de lo que dieron buena prueba a lo largo del conflicto.

Además, las prácticas contra los civiles como arma de guerra para atemorizar al enemigo estuvieron a la orden del día y, por ello, se quiso hacer algo al respecto a nivel internacional.

Así pues, esta convención (la última en ser firmada) prohíbe el trato arbitrario a la población civil no combatiente. También se salvaguardan sus pertenencias contra el pillaje, y las represalias a acciones de guerra sobre personal civil.

Probablemente, la siguiente convención de Ginebra que debería aprobarse será la relativa a la ciberguerra.

Hoy, con una computadora, podemos sembrar casi tanto daño como con un arma nuclear, provocando explosiones en centrales nucleares conectadas a la red, y que dejen de funcionar centrales eléctricas y otros tipos de servicios básicos.

Fotos Fotolia: Wladimir1804 / Adrian Hillman

 
 
 
Por: Alsina Gonzàlez. Estudios en ingeniería informática en la Universitat de Girona, experiencia en numerosos medios tradicionales y digitales de tecnología, e investigador en temas de historia sobre el eje de la Segunda Guerra Mundial.

Trabajo publicado en: Nov., 2018.
Datos para citar en modelo APA: Gonzàlez, G. A. (noviembre, 2018). Definición de Convención de Ginebra. Significado.com. Desde https://significado.com/convencion-ginebra/
 

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