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Blanca Gamo Parras LA ANTIGÜEDAD TARDÍA EN LA PROVINCIA DE ALBACETE INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES DON JUAN MANUEL' INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE Serie 1 - Estudios - Número 107 Albacete 1998 GAMO PARRAS, Blanca La antigüedad tardía en la provincia de Albacete / Blanca Gamo Parras. - Albacete Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel", 1999 382 p. : fi. ; 21 cm. - (Serie 1—Estudios; 107) ISBN 84-87136-91-5 1. Yacimientos arqueológicos—Albacete (Provincia). S. IVVIII. 2. Albacete (Provincia)—Restos arqueológicos. 1. Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel". II. Título. III. Serie 904(460.288)"03/07" Portada: Anillo de oro de la necrópolis de Torre Uchea (Hellín) Fotografía: Rubí Sanz Gamo INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE. ADSCRITO A LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES (CSIC) DL.: MU-339i 1999 ISBN.: 144-87136-91-5 IMPRESO EN: PICTOGRAFIA, S.L. Carril de la Parada, n° 3 - TeIf.: 968 34 49 50 - 30010 MURCIA ÍNDICE PRÓLOGO ............................ . ....... . .................. 7 por el Dr. Angel Fuentes Domínguez INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN ...............................11 L EL MARCO GEOHISTÓRICO ....................................15 1.1. Límites espaciales naturales ..................................15 1.2. Geografía histórica. . ........................................ 19 1.3. Vías de comunicación .......................................44 II. CORPUS DE YACIMIENTOS ....................................62 11.1. Los Bafluelos (BÑ) (Ferez-Socovos) ......... . ............ . ..... 63 11.2. La Horca (HO) (Horca, Hellín) ............................... 66 11.3. El Saltador (SA) (Hellín) .................................... 68 11.4. Vilches (VI) (Hellín) ....................................... 69 11.5. Canales (CN) (Hellín) ...................................... 74 11.6. El Real (RE) (Caudete) ......... . ....... . ... ... . ........ . .... 75 11.7. Villaricos (VL) (Almansa) ................................... 78 11.8. Casa del Cerro (CC) (Almansa) ............................... 78 11.9. Nogales (NO) (Almansa) .................................... 79 11.10. Las Torres (LT) (Almansa) .................................. 80 11.11. El Ardal (AR) (Fuentealbilla) ............................... 80 11.12. Casa de los Guardas (CG) (Tarazona de la Mancha). ..... . ........ 83 11.13. Casa de la Zua (CZ) (Tarazona de la Mancha) ................... 86 11.14. Las Escobosas (ES) (Tarazona de la Mancha).................... 98 11.15. Camino viejo sepulturas. Villa (BV) (Balazote) ... . ......... . ... 100 11.16. La Vega (BF) (Balazote) ................................... 108 11.17. Las Eras (ER) (Ontur)... ............................ .. .... 110 11.18. Cortijo Moreno (YE) (Yeta) ................................ 136 11.19. El Bachiller (BA) (Chinchilla) .............................. 137 11.20. Castillo de Lezuza (LZ) (Lezuza) ............................ 138 11.21. Casa de los Hondos (CH) (Alpera) ........................... 140 11.22. La Capellanía (CP) (Bienservida) ............................ 141 11.23. Montealegre (MO) (Montealegre del Castillo) .................. 142 11.24. Serradiel (SE) (Casas Ibafiez) ............................... 142 11.25. El Santo (ST) (Alcaraz)...... .............................. 143 11.26. El Tolmo ('FM) (Minateda, Hellín) .......................... 147 11.27. Zama (ZA) (Minateda, Hellín) 11.28. Loma de Eugenia (LE) Hellín) ............................. 11.29. Loma Lencina (LL) (Tobarra). .............................. 11.30. Alboraj (AJ) (Tobarra) .................................... 11.3 1. Pozo de la Nieve (PZ) (Hellín) .............................. 11.32. Torre Uchea (TU) (Hellín) ................................. 11.33. El Pelao (PE) (Jorquera) ................................... 11.34. El Tollo (TO) (Jorquera) ................................... 11.35. Casa Antoñete (CA) (Tarazona de la Mancha) .................. 11.36. Los Pontones (PO) (Albacete) .............................. 11.37. Casas Viejas (CV) (Tarazona de la Mancha) ................... 11.38. Camino Viejo de las sepulturas. Necrópolis (BN) (Balazote) ....... 11.39. La Camareta (CM) (Agramón, Hellín) ........................ 11.40. Alborajico (AL) (Tobarra) ... . .... .. ........................ 11.41. El Gavilan (GV) (Munera) ................................. 11.42. Lietor (LI) (Lietor) ....................................... 11.43. Loma de los Casares (LC) ............ . .... . .... . ........... 11.44. Alpera (AP)(Alpera) ...................................... . ( 157 160 171 174 175 177 179 182 184 185 188 191 192 195 198 199 200 201 ESTUDIO Y CONCLUSIONES III.EVOLUCIONES Y PERDURACIONES ...........................203 111.1. La vida cotidiana. Estudio de materiales .......................203 1.1. Metalistería..........................................204 1.2. El vidrio ............................................222 1.3. La industria ósea ......... ............................. 229 1.4. La cerámica .......... . ............................... 232 1.5. Los materiales pétreos. ... ...................... ... . .... 254 111.2. El poblamiento .............. . ............................ 259 111.3. El rito funerario ..........................................274 IV.CONCLUSIONES ....................... . ........ ... .......... 304 V.LÁMINAS ...................................................312 VI.BIBLIOGRAFÍA .............................................357 PRÓLOGO Contra lo que la gente suele creer, la vida del arqueólogo no se ve siempre envuelta en eternas aventuras. Muchos de nosotros, para qué negarlo, llegamos a la Arqueología también llamados por esta novelesca invitación tan atractiva para un adolescente. Bien al contrario, es un síntoma saludable de madurez el descubrir en el tedio de la actividad cotidiana una alternativa satisfactoria al pasado afán de aventura. Lo malo es que a veces este estímulo acaba por parecer del todo y lo que se pier de es definitivamente la ilusión. Ello es perjudicial, claro está, y particularmente nocivo en lo tocante a la investigación más pura, la que no se realiza en el campo, la que viene después. Desazona ver cómo muchos investigadores —también jóvenes— prefieren transitar por caminos trillados en su investigación, en busca más de la comodidad y del resultado seguro que del auténtico interés, del reto por lo desconocido o aún no desvelado. Quizás sea ésta la razón de por qué algunas épocas históricas y algunas zonas geográficas han quedado tan en la penumbra del interés de la mayoría, del interés de los cómodos. Albacete es uno de estos casos en que por su situación geográfica tan particular, una auténtica bisagra entre Castilla y el Levante, ha sido muy difícil sistematizar su pasado histórico que de manera cambiante bascula hacia uno u otro de estos ámbitos culturales, emborronando la claridad expositiva que toda explicación científica require. Para afrontar un berenjenal de esta naturaleza se requiere ser o muy joven —y valiente— o ya maduro —y a vueltas de muchos prejuicios— y de estos, a Dios gracias, tampoco han faltado en la arqueología albacetense. En los últimos años el Museo de Albacete se ha convertido en un magnífico catalizador de muchas inquietudes que están sacando del atolladero una arqueología excepcionalmente rica y agradecida como la que hay en esta tierra pero necesitada de valientes. Rubí Sanz Gamo, su directora, es una de esas personas de vuelta de los prejuicios que con serena impavidez y gesto elegante empuja, sin embargo, al precipicio de la investigación arriesgada a cuantos jóvenes y no tanto se acercan al museo en busca de materia de trabajo. Ella misma nos ha legado la reciente clarificación de una etapa poco conocida como es el tránsito de la sociedad ibérica a la romana. De este semillero proviene Blanca Gamo Parras, albaceteña por origen, dedicación y pura voluntad; o sea, por los cuatro costados. Blanca pertenece, hay que resaltarlo, al imprescindible género de los jóvenes y valientes. Con una formación sólida como pocas, una inteligencia muy aseada y muchas, muchísimas ganas, un buen día se empeñó en transitar caminos poco hollados, en sacar adelante una época "maldita" de nuestro pasado histórico, la que media entre la presencia romana y la plena Edad Media, una época histórica propuesta recientemente que ya se llama Antigüe- dad Tardía. La obra que tiene ahora en sus manos es, sencillamente, el fruto de ese empeño. Entre medias han pasado muchas cosas, muchos afanes, muchos desvelos, muchísimas dudas, una ardúa tarea a veces compartida y muchas más (¡quién sabe cuántas, Blanca!) en solitario. Partía, eso es justo reconocerlo, de una privilegiada situación y contaba con inmejorable compañía. Estaba vinculada desde hace años al equipo que trabaja en el Tolmo de Minateda, donde se están realizando hallazgos verdaderamente fundamentales para la Antigüedad Tardía española, y con todo el apoyo e infraestructura del Museo de Albacete que custodia eficazmente multitud de hallazgos de este periodo apasionante. El concurso de Sonia Gutiérrez Lloret y de la misma Rubí Sanz Gamo, ambas ligadas a la dirección de estas excavaciones, le han proporcionado innumerables puntos de referencia científica y profesional, cuando no ayuda moral y material directamente. El resto, y es mucho, lo ha puesto ella sola; pundonor, entrega a manos llenas, un excelente saber hacer, mucha reflexión, perspicacia y sobre todo mucho trabajo. Con estos ingredientes era cosa hecha que el guiso supiese a gloria. Blanca Gamo nos desvela uno a uno detalles imprescindibles y magistrales sobre un espacio temporal tan alargado como el que media entre los siglos IV y VIII de Cristo y en un territorio tan complejo como la provincia de Albacete, asomada de puntillas sobre Murcia, con la cara pegada a Valencia y el resto del cuerpo firmemente afincado en la Meseta. Gracias a su trabajo sabemos qué partes de este territorio se parecen más al mundo visigodo más puramente castellano y cuáles otras par ticipan del bizantinismo levantino, qué quedó del orden romano y qué otras cosas innovaron estos tiempos, qué fue de las ciudades romanas y cómo vivían los paisanos en los ámbitos puramente rurales, cómo se presentaba la vida a los vivos y la de ultratumba a los muertos. En resumen, una magnífica síntesis que, como el tópico impone decir, proyecta luz sobre una etapa obstinadamente escurridiza de nuestro pasado. Ahora, afortunadamente para Albacete, se echa de menos un esfuerzo igual de exitoso en otras provincias próximas y lejanas. A mí me cupo el privilegio de conocer de primera mano todos estos hallazgos cuando todavía no eran sino sospechas y aún no logros consolidados, por ello garantizo la solidez del trabajo, su impecable metodología y la repercusión que tendrá en otros parecidos. Por ello también encarezco al lector a que se empape de este trabajo bien construido y mejor acabado, en la confianza de que le ayudará a mejor conocer a quienes nos antecedieron y a comprender por qué somos como somos. Un trabajo concienzudo que fue la Memoria de la Licenciatura de su autora y que mereció el premio de investigación que anualmente otorga el Instituto de Medios Albacetenses, bajo cuyos auspicios ve la luz su edición. Mis felicitaciones más sinceras a cuantos han tenido que ver con su realización, particulares e instituciones y, en primer y destacado término y con mi cariño y admi8 ración, a su autora. A partir de este momento adquiere el grave compromiso de completar su caminar por este campo poco trillado que ella ha comenzado a allanar tan brillantemente. Ángel Fuentes. Profesor de Arqueología Universidad Autónoma de Madrid INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN Los estudios sobre la Antigüedad Tardía en la actual provincia de Albacete han recibido tradicionalmente escasa atención por parte de los investigadores. Los motivos de esta situación obedecen tanto a factores propios del área de estudio como a otros más generales que han afectado al conjunto de la Península. Nos estamos refiriendo por una parte a la escasez de hallazgos arqueológicos que podrían haber impulsado la investigación sobre estos momentos en la provincia, lo que junto al casi total mutismo de las fuentes históricas para con nuestro territorio, son factores internos o propios de la investigación en esta zona. Por otra parte nos enfrentamos con el poco desarrollo que los estudios arqueológicos sobre el periodo de transición entre el mundo antiguo y el medieval han tenido, al ser una etapa "bisagra" si se permite la expresión, que no suele ser trabajada por los arqueólogos clásicos, ni por los medievalistas. La investigación arqueológica adolece de grandes lagunas tanto espaciales como temporales y tipológicas' en el conjunto peninsular, que hacen necesario el planteamiento de estudios de carácter regional, sobre todo en zonas como ésta de Albacete, hasta el momento mapas en blanco, que nos puedan ayudar a confeccionar una visión general de la Península Ibérica en esta época de cambios, pero a la vez de perduraciones. El haber tenido, y seguir teniendo, la ocasión de trabajar en las investigaciones que se llevan a cabo en un yacimiento del Sur de la provincia, el Tolmo de Minateda (Hellín), en el que está representado, además de otros períodos culturales, éste que nos interesa, ofreció la posibilidad de hacer un estudio más amplio y no sólo esto, sino que mostró la necesidad de ello puesto que no había elementos de comparación para El Tolmo dentro de la provincia2 y por otra parte tampoco se podía imbricar a éste dentro de una dinámica provincial. Así pues, el objetivo de este trabajo, es mostrar una serie de yacimientos y de materiales que puedan ayudar a "rellenar ese mapa" para la provincia de Albacete. La mayoría de lo estudiado son materiales que se encuentran depositados en el Museo de Albacete. Proceden en gran medida de prospecciones arqueológicas, a los que se suman restos provimentes de hallazgos casuales para los que disponemos simplemente de una breve reseña sobre las circunstancias del hallazgo o a veces ni tan siquiera eso. Contamos asimismo con los datos que nos ofrecen algu1.Por tipológicas nos referimos no sólo a estudios de materiales concretos, sino también a tipos de yacimientos, a su naturaleza. Hoy por hoy no nos debería valer sólo el conocer necrópolis o edificios religiosos, sino que se hace cada vez más urgente el empezar a saber cómo son los hábitats, los asentamientos productivos, las ciudades, etc. 2. Hay que adelantar ya que El Tolmo se enmarca dentro de un ámbito cultural y espacial muy relacionado con el más estricto SE, donde si encontramos paralelos muy claros como por ejemplo la misma Begastri, muy parecida a nuestra ciudad, y no tanto con otras zonas de Albacete. 11 nas excavaciones, tanto antiguas como en fase de excavación y estudio actualmente. También se incluyen en este trabajo algunas piezas de las que tenemos constancia de que fueron halladas en la provincia y que actualmente no se encuentran en el Museo de Albacete, así como construcciones rupestres de carácter eremítico que se encuentran localizadas en diferentes zonas de la provincia. Por último señalamos que algunos de los materiales ya han sido estudiados y publicados por otros, pero creímos interesante no excluirlos para ofrecer un panorama completo, una visión de conjunto. Somos conscientes de que el que la mayor parte del material proceda de los dos primeros casos citados anteriormente supone en cierto modo un obstáculo o al menos añade un mayor grado de dificultad al intento ya que, como es sabido, los datos que ofrece una prospección deben ser siempre tratados con mayor cautela que los que nos proporcionan materiales exhumados en excavación arqueológica, en contextos seguros y fiables. Sabemos que una prospección puede ofrecer una visión de un yacimiento que, aunque cierta en lo que corresponde a los datos objetivos recogidos (materiales), puede enmascarar otros, al no tener nunca la seguridad de que lo recogido allí sea realmente lo representativo de la verdadera naturaleza del sitio, y que el encuadre cronológico que ofrecen las muestras sea total. El mismo problema ofrecen los materiales procedentes de donaciones y hallazgos casuales, agravado incluso por las dudas sobre la localización exacta de los mismos 3. También sabemos que lo recogido no es ni mucho menos todo lo que puede ofrecer la provincia, ya que nos hemos limitado a estudiar lo que se encuentra en los fondos del Museo, lo que a través de éste hemos podido recoger gracias a informes y noticias y a cuadernos de prospecciones antiguos, y lo que ofrecen los estudios ya publicados tanto de materiales como de yacimientos. No hemos hecho ninguna prospección con lo que es de suponer que quedaran bastantes yacimientos por conocer y por tanto sin incluir y que habrá que ir introduciendo en este mapa, por seguir con la comparación, a medida que la investigación o el azar nos los vaya descubriendo. No obstante pensamos que, aún con los problemas anteriormente citados, es interesante dar a conocer estos materiales e intentar esbozar una evolución y a través de ellos del poblamiento, aún siendo conscientes de que las conclusiones que se extraigan serán provisionales y de que nuestro esfuerzo no será sino solamente una primera aproximación al problema. La realización del presente estudio ha sido posible gracias a la ayuda y compresión de numerosas personas a las que queremos, desde aquí, mostrar nuestro agradecimiento, en la convicción de que sin su colaboración, nos habría sido muy difícil el encaminarlo hacia un buen término. Al doctor Angel Fuentes Domínguez, por haber aceptado la dirección del trabajo, por su disposición e impulso en todo momento, y 3. No nos referimos tanto a dudas sobre la veracidad de las palabras de los informantes, sino más bien a la procedencia de materiales que se encuentran reutilizados o incluso a otros de los que no se tiene referencias sobre el sitio del hallazgo, o estas son tan vagas que tienen poca utilidad. 12 también por su paciencia durante el, no deseado pero dilatado, tiempo que ha durado su preparación y elaboración. También a los doctores Carmen Fernández Ochoa y Manuel Bendala Galán que juzgaron el trabajo y cuyas puntualizaciones y sugerencias completan el estudio. A Rubí Sanz Gamo, directora del Museo de Albacete, por su gran generosidad, apoyo y facilidades para todo y en todo momento, y también por sus reprimendas, siempre a tiempo. A Sonia Gutiérrez LLoret, por haber sido nuestra maestra en muchos de los temas, por hacemos partícipe de muchas de las discusiones y elaboraciones teóricas y por permitimos junto con Rubí Sanz y Lorenzo Abad Casal, manejar datos y materiales del Tolmo de Minateda. A Berta LLedó por permitimos incluir materiales en estudio, a M Teresa Rico, Javier López Precioso y José Luis Serna por dejamos, del mismo modo, presentar yacimientos y materiales de excavaciones recientes bajo su dirección. A Germán Esteban, Luis Carlos Juan Tovar y Gilberto Pedreira por sus aportaciones en los estudios de diferentes materiales. A Reineno y Patricia Hévia, Paloma Román, Mercedes Tendero, M Ángeles Ibáñez y Mariano Gamo Parras, por su colaboración en todo lo que ha sido la definitiva configuración de este trabajo. Finalmente a mis padres, sin cuyo aliento, esfuerzo y tolerancia, habría sido imposible dedicarle tantas horas. A todos ellos, gracias de corazón. 13 1. EL MARCO GEOHISTÓRICO Antes de abordar el estudio de los diferentes materiales es interesante hacer un acercamiento al espacio en el que se enmarcan, y puntualizar una serie de aspectos que consideramos necesario tener en cuenta para conseguir una visión más completa y clara de las realidades que encontramos. El territorio tiene una serie de límites: unos de orden administrativo y por tanto artificiales, y otros naturales, ya que al ser la provincia un mosaico de distintas comarcas naturales, éstas, de algún modo, dividen el espacio y a sus habitantes en función de unas condiciones diversas, tanto de índole orográfica como climática, vegetal o hidrológica, y de unas posibilidades de aprovechamiento en gran parte derivadas de las anteriores. Junto a esto, hemos creído conveniente realizar una breve síntesis de geografía histórica, que nos permita encuadrar correctamente la zona y la época de estudio dentro de unas dinámicas más globales. Finalmente, introducimos un apartado dedicado a las vías de comunicación, ya que son éstas los cauces por donde discurre la actividad humana y las que permiten la relación de unos enclaves con otros, ordenando en muchos casos el espacio urbano; a su vez, las vías se articulan dependiendo en gran manera de la naturaleza geográfica del territorio. Li. LÍMITES ESPACIALES NATURALES El espacio geográfico es sin lugar a dudas uno de los condicionantes de la vida del hombre y este condicionamiento se refuerza a medida que nos vamos alejando de la actualidad para adentramos en el estudio de sociedades del pasado. El medio físico determina la explotación de los recursos, cualquiera que sea su naturaleza —del suelo, el subsuelo, los acuíferos...—, influyendo además en el tipo de poblamiento que vamos a encontrar y modelando las relaciones entre vecinos, según haya más accesibilidad a unos sitios que a otros. La actual provincia de Albacete ofrece un elenco de paisajes que nos permite establecer unos agrupamientos de los mismos por zonas naturales, en algunos casos muy diferentes entre sí, lo que según veremos se manifiesta arqueológicamente en una doble vertiente: - Para el pasado, en una mayor ocupación de algunas zonas, las más fértiles y con mayores recursos. - Para la actualidad un mayor conocimiento de estas zonas por ser las más intensamente roturadas, ya que han dejado en superficie más yacimientos, lo que por otra parte conlleva a su vez un mayor riesgo de pérdida de información por esa mayor antropización. Las zonas de más difícil o incómodo acceso no están apenas prospectadas, y por tanto nuestro conocimiento de ellas es aún muy sumario. 15 La provincia de Albacete se divide, en una primera aproximación, en cuatro sectores: el manchego, cuyos límites orientales son poco precisos, el serrano prebético en el SO, otro de transición al SE y al Levante, y finalmente el NE, la zona de la Manchuela individualizada por el Júcar (SÁNCHEZ SÁNCHEZ, 1982, 203). Desde un punto de vista geomorfológico hay dos zonas: la Norte, meseteña y tabular, y la Sur montañosa y plegada. A partir de aquí, Sánchez Sánchez hace una propuesta de comarcalización tomando en cuenta factores de geomorfología, climatología, hidrología, suelos y vegetación natural. Sus propuestas han servido de pauta para los trabajos arqueológicos que han dividido a su vez algunas de estas comarcas en varias subcomarcas (SANZ GAMO Y OTROS, 1992, 27). Siguiendo este esquema, la provincia de Albacete se divide en las siguientes zonas: Sierras de Alcaraz y Segura; Campo de Hellín; Altiplanos y Corredor de Almansa; Campo de Montiel; LLanos de Albacete; Comarca del Júcar en la Manchuela; Tierras altas de Chinchilla, Pétrola y Carcelén. Nosotros no vamos a hacer el estudio geográfico de estas zonas ya que han sido sufientemente estudiadas por otros, solamente y a partir de este esquema realizamos una valoración del espacio geográfico. Un primer análisis pasaría por ver cuáles son las zonas en que registramos mayor número de asentamientos, y de una rápida ojeada sobre el mapa provincial extraemos dos conclusiones provisionales: - De un lado, que los puntos en que hay establecimientos antiguos conocidos están ligados a la existencia de agua en sus inmediaciones. Así, vemos como hay una concentración a lo largo del cauce del río Júcar, de igual modo ocurre con el río Balazote, y un fenómeno similar podemos ver en la comarca de Hellín, donde los asentamientos se distribuyen o bien junto a los tributarios del Segura, o en lugares donde hay aguas más o menos estables, manantiales, fuentes o lagunas, como la de Alboraj. También vemos como son estas mismas zonas donde el terreno es más rico, con mayores posibilidades de aprovechamiento agrícola - De otro, la zona de la Sierra, junto con el espacio central de la provincia, son los lugares con menor número de hallazgos. El de la Sierra es un espacio donde la densidad del asentamiento actual es el más bajo de Albacete, debido sobre todo a la propia morfología del terreno, con pocos espacios amplios para la formación de hábitats agrupados, y siguiendo por tanto, un modelo de poblamiento disperso, en cortijos, lo que unido a la escasez de sitios cultivables, y a las inundaciones del terreno en el fondo de los valles, podría explicar este modelo, que creemos puede ser aplicado a la Antigüedad sin demasiados problemas; pero junto a esta realidad, no debemos olvidar, como ya hemos indicado anteriormente, que también debemos enfrentamos a un problema metodológico, es decir, a la falta de una prospección rigurosa en esta amplia franja de territorio. Para la zona central de la provincia, creemos que debe haber un problema similar por lo que se refiere a la investigación, pero junto a ello, hay otro aspecto a rese16 ñar del que hablaremos más ampliamente en otros capítulos, y es que ésta debe ser la zona de contacto entre diferentes agrupaciones, es decir, nos da la sensación de que, al menos para época visigoda, se trata de una especie de "tierra de nadie". Otro aspecto a tener en cuenta, en relación a la geografía y al paisaje es el del aprovechamiento económico de los sitios y de lo que producen. A nadie se le escapa, que prácticamente toda la provincia de Albacete es una tierra en la que los cultivos más aptos o predominantes son los que se ligan a los cereales de secano, la vid y el olivo 4 , pero sin olvidar que también hay, o mejor dicho, ha habido hasta fechas muy recientes una importante explotación del esparto 5 . Otras zonas de establecimiento humano derivado, al menos en parte, por su gran aprovechamiento son los marjales, los cuales proveen a los habitantes de su entorno de recursos derivados tanto de la caza, como de la pesca, recolección de huevos, recolección de juncos y carrizo, además de ser muy buenos pastizales, y de poder situar en sus inmediaciones ricas huertas (GUTIÉRREZ LLORET, 1995 a, 82-83). El uso de estos espacios, muy bien estudiado en la zona del Bajo Segura, es aplicable a algunas zonas de nuestra provincia, como sería Alboraj o El Salobral 6, aunque aquí, más que un aprovechamiento agrícola, habría que pensar en los derivados de otro tipo de recursos, como la sal. A estos se unen otros sitios —Fuentealbilla, Pétrola.. .-, en los que, si bien hasta el momento, no conocemos restos de la época que estudiamos, si los hay de momentos anteriores, ibéricos y romanos, y dado que son zonas en las que sabemos de explotación de la sal en épocas recientes, donde hay un hábitat actual, no nos parece muy descabellado el suponer que debe haber una continuidad en el uso y explotación de la riqueza del espacio, desde época antigua hasta la actualidad. También deberíamos hablar de la explotación de los bosques, sobre todo de la madera para la que contamos con referencias textuales, como las ordenanzas de Liétor7, o las referencias de los geógrafos musulmanes, que hablan de los bosques de pino 4. De hecho, estos tipos de cultivos son los tradicionales y tenemos la suerte de contar con una constatación histórica de lo mismo. Nos referimos al Pacto de Tudmir, -del que hablaremos más profundamente más adelante-, en el que se mencionan, como tributos a pagar por la población autóctona, cebada, trigo, vino, vinagre, aceite y miel. 5. El cultivo del esparto, de gran importancia económica, se extiende e intensificas partir del s. XVIII. En la Antigüedad también tuvo una importancia grande, y las referencias al Campo Espartano son numerosas -Estrabón, 111, 4,9 y 4, 10 (GARCÍA Y BELLIDO, 1945,142-144); Exposilio Totius Mundi, LIX (ARCE, 1979, 17-21)-. Aunque haya divergencia de opiniones, parece que su extensión (30.000 pasos según Plinio, XIX, 7, 26-27), ocuparía la zona suroriental de Albacete, la comarca de Hellín hasta Tobaira, que es la misma zona explotada en épocas modernas (MADOZ, 1845-1850, 1,95; 11,68 y 325). 6. En la necrópolis ibérica excavada por J. Blánquez, han aparecido basureros que se deben fechar en época tardormmana o altomedieval, lo que indica un asentamiento en las inmediaciones del antiguo marjal. que ninguna persona pueda cortar pino 7. Ordenanzas municipales de la villa de Liétor de 1599: ninguno desde el Mojón de la Alcadina de una parte ni de otra del río Mundo en todas las vertientes del dicho río hasta la Rambla del Talave, término de esta villa, si no fuere para puentes, canales, presas, azudes... ( ... )" (FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, 1992,656). "( ... )... 17 y boj en la Sierra del Segura, cuya madera se empleaba en la construcción de barcos (VALLVÉ, 1983, 87). De otra parte, el aprovechamiento de los pastos y dehesas para el ganado también ha tenido, y sigue teniendo una importancia económica grande. Si bien para época romana y de la Tardía Antigüedad no tenemos fuentes específicas, los testimonios de época medieval islámica son suficientemente reveladores. Tanto el topónimo Balazote derivado del islámico Balat al-su! (calzada de la lana), como el actual de La Roda —Robda en el s. XIV—, que parece derivar de Ruiba, étimo árabe que significa impuesto sobre los ganados y también designa al lugar donde se cobraba dicho impuesto, hacen referencia a estos aspectos, y junto a esto se sabe que Chinchilla tenía ya en época musulmana fábricas de tapices, alfombras y mantas de lana (RUBIERA, 1987, 350-360). Hay otra valoración del territorio, y es la que se refiere a las vías de comunicación en relación con la morfología del paisaje. En este punto vamos a ser muy escuetos ya que los pasos naturales y el Corredor de Almansa como uno de los más importantes, han sido los mismos antes y ahora. La situación geográfica de la provincia de Albacete ha motivado el que sobre su solar se crucen varias vías que comunican la Meseta tanto con el Levante, como con el Sureste o Andalucía. Es una de las salidas naturales desde el interior a la costa, o viéndolo desde el otro lado, de entrada de productos e influencias hacia el centro de la Península, y también, la más rápida comunicación de la costa levantina con la Alta Andalucía, ya que desde la Meseta hay otros caminos que comunican el interior con el Sur. En este punto, si querríamos recalcar la interrelación que se establece entre la vía Complutum-Carthago Nova y el tránsito de productos, sobre todo del esparto, producido entre otras, en esta zona, y cuya salida natural es el puerto de Cartagena, ya que no debemos olvidar que uno de los usos principales de este producto era la producción de jarcias y velas para las embarcaciones (ARCE, 1979, 21). Finalmente, y enlazando con lo anterior, habría que destacar que en esta provincia se localiza el cierre suroriental de la Meseta, mediante un reborde montañoso que constituye la puerta que comunica el interior con las zonas periféricas del Levante, el Sureste y la Alta Andalucía. Este carácter de "tierra de encrucijadas", como se le ha llamado alguna vez, contribuye en gran manera a crear la identidad de estos territorios, divididos en una serie de subcomarcas en función de los sitios con los que establecen contactos, zonas que cuentan con unos caracteres morfológicos y culturales bien definidos e identificados. Así vemos como a lo largo de los tiempos, los valles y pasos de Hellín y Almansa, han sido la entrada de las influencias del Sureste y el Levante, aportando a estas comarcas albacetense matices culturales propios; algo similar ocurre con las sierras de Alcaraz y Segura, contacto de la Alta Andalucía, —a través de la Vía Heraklea—, con la Meseta y el Levante, y en las que, tanto su propio carácter montañoso, completamente diferenciado de la llanura manchega, 18 como su proximidad a Andalucía, hacen que se relacionen más con los territorios del sur que con el centro. Otra situación es la de los LLanos, con una personalidad meseteña indudable, pero en una situación marginal o de extremo que ha favorecido una oscilación y apertura de este espacio hacia otras áreas. Esta diversidad ha provocado un continuo proceso de unión y desmembración del territorio, que ha modificado repetidas veces las fronteras y que se puede ver claramente al estudiar las demarcaciones administrativas en las distintas épocas. Se trata de un factor con una gran importancia, ya que es la explicación a algunos fenómenos de "círculos culturales", que de otra forma nos sería difícil de entender e interpretar, y que en nuestra época de estudio, la Antigüedad Tardía, son claramente observables. 1.2. GEOGRAFÍA HISTÓRICA En este apartado vamos a tratar de ofrecer una breve historia de la división administrativa del territorio que en la actualidad se encuadra en la provincia de Albacete, partiendo de las divisiones de época romana 8 hasta el momento actual. 2.1. ÉPOCA ROMANA El comienzo de la división provincial romana en Hispania tiene su origen en 197 a. C., cuando poco después de terminada la Segunda Guerra Púnica se crean dos provincias, la Hispania Ulterior y la Hispania Citerior. Ambas provincias estaban a cargo de Pretores. Sin embargo, será Augusto 9 quien tras una reforma consagre el modelo provincial que estará vigente durante todo el Alto Imperio'°. El cambio consistirá en el establecimiento de dos categorías provinciales: - Provincias senatoriales o pacificadas, cuya administración está a cargo del Senado. - Provincias imperiales, que son las que tienen tropas y están bajo el mando del Emperador. Hispania queda dividida en tres provincias, una senatorial, la Hispania Ulterior S. Nos ha parecido oportuno comenzar en este momento porque es la obra de Roma la que reorganizará el territorio y tendrá una importancia decisiva en la época que pretendemos estudiar. 9. Según Dion Casio, esta reforma es del 27 a.C, sin embargo los estudiosos no aceptan en su mayoría esta cronología, situándola algo después, seguramente el 15, en la tercera venida de Augusto a Hispania, y en todo caso entre el 27 y el 14 a.C. 10. Con Caracalla, en el 214 d.C. se realizan algunos cambios cuando crea la provincia Hispania Nova Citerior Antoniniana, con los territorios de la región Asturia-Gallaecia. 19 Baetica, y dos imperiales, Hispania Ulterior Lusitania, e Hispania Citerior Tarraconensis. La provincia Tarraconense, la que nos interesa a nosotros, estaba dividida, según Plinio en siete conventos jurídicos: " ... nunc universa provincia dividitur in conventus septem, Carthaginiensem, Tarraconensem, Caesaraugustanum, Cluniensem, Asturum, Lucensem, Bracarum." (Plinio, N. H. III, 3,18). Los límites de Conventus Carthaginensis (NOGUERA CELDRAN, 1994,20-21), aunque discutidos, parecen ser los siguientes: - Al N, en la zona de la costa incluiría las ciudades de Dianium, Saetabis, con el río Sucm como frontera probable con el Convento Tarraconense. - El límite con el Convento Caesaraugustano iría al norte de Segobriga y Valeria, quizás con el río Guadiela de frontera (ALBERTINI, 1923, 98). - Por el SO, el límite sería una línea imaginaria al E de Murgi, la ciudad límite de la Bética (Plinio, N.H. III, 8). - Finalmente, el límite 0 el NO iría al oeste de Castulo y siguiendo más o menos rectilíneo, quizás al oeste de la vía Laminium-Toletum; la frontera con Lusitania estaría seguramente en el valle del Manzanares, entre Toletum y Complutum. 2.2. ÉPOCA TARDOANTIGUA La división administrativa implantada en la Península Ibérica por el gobierno de Roma nos interesa sobre todo desde el momento en que el emperador Diocleciano acomete una reforma integral de las provincias del Imperio para conseguir una mejor articulación y sobre todo un mejor control de éste. Las fuentes que nos han trasmitido esta nueva división son varias y con diferentes cronologías". La Notitia Dignitatum es una de las más conocidas y modernas (fines del siglo IV y principios del y), además de ser de las más completas. Es la que tomaremos como referencia. La principal novedad de la reforma dioclecianea consistirá en dividir las antiguas provincias en unidades menores; a su vez, éstas quedan englobadas en otras más amplias que recibirán el nombre de Dia?cesis. Las Diócesis, ya en época de Constantino, se agruparán en Praefecturae. Se crea de este modo la Dia?cesis Hispaniarum que englobará las pmvinciae siguientes: Tarraconensis, Carthaginensis, Baetica, Lusitania, Callaecia, lnsulae Baleares, y 771ngitana12. Esta Dia?cesis Hispaniarum quedará a su vez dentro de la Praefectura Galliarum. Las tierras de Albacete formarán parte de la Provinciae Carthaginensis que tendrá el rango de provincia praesidialis y cuya capital y II. A este respecto consultar la obra de Arce en la que se hace un estudio pormenorizado de cada una de ellas (ARCE, 1982, 33-38). 12. La provincia de Baleares se incluye unos años después de la primera reordenación, desgajándola de la Tarraconensis o más probablemente de la Carihaginensis (ARCE, 1982,48-49). 20 salida al mar será Carthago Nova13 . La Carthaginensis es el resultado del desglose de la antigua Citerior en dos, siendo la Tarraconensis la mitad superior. Sobre sus límites, parece que estos coinciden con los que tiene la provincia eclesiástica cartaginense 14 Esta organización parece que se va mantener durante los últimos tiempos de gobierno romano y primeros visigodos sin grandes cambios 15. De hecho, las únicas modificaciones claramente constatables serán, de una parte, la pérdida de la provincia Tingitana que pasará bajo la esfera de control bizantina y, de otra, la incorporación con la llegada de la monarquía visigoda, de la Narbonense, en manos de este reino desde los tiempos de su asentamiento en suelo galo. Parece, no obstante, que el control efectivo de los visigodos sobre la Península no abarca la total extensión de ésta 16. No contamos con fuentes administrativas que sancionen esta impresión, pero según se desprende de las actas conciliares, lo que debió suceder es que muchas de las zonas quedarían fuera del control de los monarcas visigodos; es en este contexto en el que surge la divisiones eclesiásticas de la Carpetania y la Celtiberia' 7, o cuando se recuperan nombres antiguos de territorios como el de Orospeda para la zona oriental de Sierra Morena, donde están las sierras de Segura y Cazorla, y por tanto englobado actualmente por el extremo sur de la provincia de Albacete, lo cual no supone una vuelta al sistema de estructuración territorial prerromano, simplemente se recuperan unos nombres antiguos 18 . Los avatares políticos serán los que produzcan las modificaciones más profundas en el territorio hispano. No podemos saber cual habría sido la evolución del reino visigodo si este hubiera estado sustentado en una monarquía fuerte, con una plena integración de todos los grupos existentes en su solar, pero la realidad era otra muy diferente y las continuas querellas internas dentro del grupo dominante junto con los gra. 13.Cartagena tendrá una importante flota y actuará como puerto de los productos provinciales. Hay referencias en las fuentes sobre este respecto (GONZÁLEZ BLANCO. 1985, 61-62). 14.No hay que olvidar que las divisiones eclesiásticas nos sirven para comprender la división espacial en momentos en que las fuentes de otro tipo son más oscuras. De hecho la división eclesiástica se superpuso y sobrevivió a la administrativa romana (ARCE, 1982, 50-51). 15.Consultar la obra de García (GARCÍA, 1985. 374), donde se hace referencia a las fuentes medievales que recogen esta división, como son el Códice Conciliar, el Códice ovetense del 780, o la obra de AlBakii "al-Mamalik..." finalizada en 1068. 16.Nos referimos aquí a las tierras que teóricamente pertenecerían a los visigodos tras la desaparición del estado romano, dejando de lado, por supuesto, el tema del reino suevo de Galicia, que constituye otro estado dentro del territorio hispano. 17.En el II Concilio de Toledo se hace una división efectiva de las dos partes de la provincia Cartaginense. Una será la denominada Carpetania y Celtiberia, regida por el metropolitano de Toledo, y la otra, la oriental se confirma como zona autónoma del poder visigodo (GONZÁLEZ BLANCO, 1985, 64-65). Si bien esta división es una división administrativa de carácter eclesiástico, y no promovida por el poder político, es muy sugerente la idea de que esté mostrando una realidad que sobrepasa los límites de lo estrictamente eclesiástico y religioso. 18.Se trata de un proceso que sería similar al actual, cuando se ha recuperado el nombre de Cantabria y cántabros, para un territorio y unas gentes, que no responden ni a los límites ni a las tribus de época preaugustea. 21 ves conflictos que los enfrentaban a las demás sociedades son algunas de las causas que provocaron o más bien permitieron la intervención bizantina en la Península. 2.2.1. LA PROVINCIA DE SPANIA La historia de la intervención bizantina es suficientemente conocida por todos. La nueva situación creada tras la conquista de una franja de la Península extendida por los territorios del sur y lo que llamamos Sureste, es decir una franja desde la provincia de Cádiz hasta las costas levantinas 19 propició profundos cambios, el mayor de los cuales es la creación de la provincia de Spania. Esta provincia tiene una importancia estratégica para los bizantinos: el control de Levante y el Sureste, junto con el Archipiélago Balear, les permite dominar la navegación por el Mediterráneo occidental, muy importante después de la conquista de Cartago y de Italia. De hecho, y según García Moreno, el escaso interés visigodo por la zona hasta este momento se debe precisamente a que se sitúa dentro del área de influencia marítima bizantina (GARCÍA MORENO, 1988, 1106); la zona del Estrecho les permite dominar completamente el paso del mar, ya que controlan ambas orillas, lo que impide posibles incursiones visigodas en la provincia mauritana y lo que es más importante, con el control del Mediterráneo, los imperiales se aseguran el rápido transporte de tropas desde unas provincias a ot(as. Este control del mar es de vital importancia para el Imperio, ya que es a través del mar como se realizan la mayor parte de los intercambios, y relaciones. Los puertos bizantinos en época de Justiniano —el momento de máxima difusión de Bizancio— son los siguientes: - En la Península Italiana, Génova, para el comercio con el sur de la Galia y la zona de la Tarraconense y el Levante hispanos. (HAURY, 1905: Proc., Bel!. Goth. II, 12, 29); Centumcellae y Roma para Africa, además de los de Miseno y Nápoles. - En España los de Levante —Denia y Elche—, con rutas a las Baleares y Cerdeña, y de aquí a Italia; Málaga y Cartagena para las relaciones con Africa, con Cartago directamente o a través de Melilla. - En el norte de Africa los puertos de Cartago, Cesarea, Melilla y Ceuta. - En las islas los de Cagliari, Siracusa y Kaukana en Sicilia, y los de Palma de Mallorca y Mahón en las Baleares (GARCÍA MORENO, 1993, 99). 19. No es este el lugar de hacer una reflexión sobre la verdadera extensión de la ocupación bizantina, sobre la que no todos los autores están de acuerdo, sobre todo en lo que atañe a la zona portuguesa de la misma. La tesis tradicional hace llegar ésta hasta el Algarve portugués, pero las nuevas investigaciones parecen encaminarse a reducir el territorio hasta las costas gaditanas solamente (GARCÍA MORENO, 1974,88; SALVADOR VENTURA, 1990,45). 22 Estos puertos comerciales, y las rutas que tienen establecidas, no suponen una innovación, sino que son las mantenedoras de un sistema ya existente en época del Bajo Imperio, por lo que la conquista bizantina de Occidente no supuso en modo alguno un corte o cesura en los circuitos comerciales ya establecidos. Como hemos dicho, el control se reduce a una franja de tierra que sigue el trazado de las costas: "Y no debe olvidarse que tanto unas posesiones como otras eran en lo fundamental estrechas franjas costeras, compuestas de viejos asentamientos urbanos con un hinterland rural no bien dominado o francamente hostil por la existencia de Estados enemigos más o menos organizados, y con unas comunicaciones terrestres entre sí extremadamente dificultosas. Unas tales características de los dominios más occidentales de Bizancio explica perfectamente el primitivo esfuerzo de Leovigildo por romper en dos la provincia imperial de Spania, atacando en cuña por Baza y hacia Málaga, cuando en el 570 inició una serie de campañas destinadas a quebrantar gravemente, si no a eliminar, el dominio imperial en suelo hispánico. El intento visigodo ciertamente fracasó, pero los militares imperiales aprendieron la lección y procedieron a fortalecer muy especialmente ese sector bisagra de su limes, que a lo que parece sería capaz de resistir hasta las mismas vísperas del fin de la provincia hacia el 624." (GARCÍA MORENO, 1988, 1107)20 . Ciertamente será Leovigildo quien inicie la reconquista del territorio tras la muerte de Atanagildo, y para ello plantea su actuación en dos frentes: por un lado, como ya queda dicho, atacando las posesiones imperiales, y por otro iniciando el dominio de las zonas que se encontraban en situación de independencia y que estaban situadas en la zona de contacto entre las posesiones bizantinas y visigodas. De esta manera en 571 consigue conquistar a los imperiales Asidona (Medina Sidonia), situada en la vía de comunicación de Algeciras a Sevilla, lo que le permite dedicarse a sofocar las rebeliones de la población bética, sin temor a ser atacado por la espalda por los bizantinos. En 577, después de unos años en que el rey estaba enfrascado en solventar otros problemas en los territorios septentrionales, vuelve a ocuparse de estas tierras, y continuando su estrategia, concentra sus esfuerzos en el sometimiento y control de la Orospeda, región situada entre la Bética y la Cartaginense, en las fuentes del Guadalquivir2 l. En teoría, la finalidad de Leovigildo es sofocar rebeliones de rustici pero el 20.En esta campaña no se consiguió conquistar Málaga pero si Baza y parece probable que este control implicase también el de Guadix (GARCÍA MORENO, 1989, 115). 21.Sobre la localización de la Oróspeda hay algunas referencias en Estrabón: "En cuanto a la región interior ...está bordeada principalmente por dos cordilleras la otra, que tiene el nombre de Oróspeda, se deriva de la región media de aquella (cordillera ibérica), prolongándose hacia el Poniente, para inclinarse luego en dirección Sur hacia la costa que se inicia en las Columnas. Ésta, en sus comienzos, es poco elevada y desprovista de vegetación, cruzando el llamado Spartárion Pedfon; más luego se entronca con la región selvosa sita tras la comarca de Karchedón y la zona cercana a Málaka?" (111, 4, 10). ... 23 verdadero motivo fue el intento de formar una cuña de territorio visigodo que separa Andalucía de Levante. Esta campaña nos es conocida a través de la Crónica de Juan de Biclaro: "Livigildus, Rex Orospedam ingreditur el civitates atque castella eiusdem pmvinciae occupat el suam provinciam facit el non multo post inibi rustici rebellantes a Gothis opprimuntur el post haec integra e Gothis possidetur Omspeda" (CAM- POS, 1960: Ioh. Bic. Chro., 577, 2). Posiblemente sea Leovigildo el monarca que establezca y fije un limes fronterizo que se configurará a la manera del bizantino por lo que primero haremos algunas referencias a la articulación del segundo. El sistema de defensa de la provincia bizantina de Spania fue estudiado por García Moreno (GARCÍA MORENO, 1973), quien piensa que en la Península se aplicó el mismo modelo vigente en otras zonas 22. Se trataría de un doble limes en el que hay una línea avanzada constituida por villas fortificadas, enlazadas por una sucesión de castella y castra muy cercanos unos a otros, ocupados por pequeñas guarniciones de soldados —cuerpos de limitanei que recibían las tierras a su alrededor para cultivarlas y mantenerse—; en retaguardia, una segunda línea de grandes centros fortificados, normalmente civitates en las que las tropas son de soldados regulares —comitatenses o stratiotai, como se les denomina ahora—, y también cuerpos de bárbaros a sueldo —foederati o tagmata— 23 Sin embargo actualmente, este sistema está en revisión, y las investigaciones se decantan más por una distribución de fortalezas basadas en otros factores como el control de las vías y nudos de comunicaciones (GUTIÉRREZ LLORET, e.p. a). Isidoro menciona la existencia de castra ocupados por los bizantinos 24 , y por supuesto contamos con el testimonio arqueológico que nos ofrecen la inscripción del patricio Comenciolo25 y las excavaciones recientes en Cartagena, donde se han loca(21). "El Baftis, que tiene sus fuentes en la Oróspeda, atraviesa la Oretania, fluyendo hacia la Baitiké" (III, 4,12). "Tras los Keltíberes, y en dirección Sur, siguen los pueblos que habitan la Oróspeda y las tierras que baña el Soúkron. Estos pueblos son: los edetanoí, hasta karchedón, y los bastetanoí y oretanoí, hasta cerca de Malaka." (111.4. 14) (GARCÍA Y BELLIDO, 1945. 142 y ss). De estas descripciones se desprende que la región de la Oróspeda debe situarse en las Prebéticas, en las sierras de Cazorla y Segura. 22. Para otras zonas como Africa. Eufrates, Egipto o Rávena consultar la obra citada (GARCÍA MORENO, 1973, 6). 23. Sistema defensivo que deriva claramente de los modelos bajoimperiales. 24. 'fundit (Leovigildo) quoque diuerso proelio militem et quaedam castra ab eis occupara dimicando recepir" (Isid. Hist. Goth., 49). "iste (Suinthila) sub rege Sisebuto ducis nanctus officium Romana castra predomuil" (Isid. Hist. Goth., 62, en GARCÍA MORENO, 1973, 9). 25. QVISQ VIS ARDVA - TVRRIVM MIRARIS - CVLMINA VESTIBVLVMQ - VRBIS- DVPLICI - PORTA - FIRMATVM DEXTRA LEVAQ - BINOS PORTICOS - ARCOS QVIBUS - SVPERVM - PONITVR CAMERA CVRVA CON VEXAQ 24 lizado varios tramos fortificados que corresponden bien a un fortín o a la muralla —opción por la que parecen inclinarse sus excavadores—, y que en todo caso refrendan las aseveraciones anteriores (LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993). Según se desprende de la inscripción cartagenera, la provincia está regida por un Magister Militum que, en opinión de los investigadores, une a sus cargos como jefe militar, la funciones propias de la administración civil y religiosa 26 (GARCIA MORENO, 1973, 21-22; THOMPSON, 1971, 377). Por lo que se refiere al espacio geográfico del limes, contamos con un trabajo de M. Vallejo para la zona levantina, cuyas conclusiones exponemos a continuación: Límites de la provincia bizantina: - Oriental: constituido por el mar Mediterráneo. - Meridional: no existe ya que el sur estaba también bajo ocupación bizantina. - Septentrional: situado al sur de la ciudad de Valencia, ya que ésta no parece que cayese nunca en manos de los imperiales, siendo Saetabi el último enclave visigodo, el ángulo trazado y Denia el primer bizantino. Así, la línea divisoria la formaría por la Vía Hercúlea que siguiendo una ruta eminentemente litoral se dirigiría desde la mansio de Suero a Dianium, Carthago Spartaria y desde allí a Abdera y por el llamado «Camino de Aníbal» que desde la misma mansio de Suero y por Saetabi y Cástulo se dirigiría a Gades?' (VALLEJO, 1993 a, 113). - Occidental: fijado por las sedes de Elo y Begastri (visigodas) frente a Illici y el tramo de vía que va desde Adello (Elda) —en manos Cartagena (Bizantinas) visigodas— y continuando por Illici (Elche) se dirigía hacia Eliocroca (Lorca) evitando el paso por Carthago Spartaria, constituiría el limes occidental de las posesiones levantinas del Imperio; de este modo la fértil vega del Segura quedaría bajo dominio bizantino, mientras que los núcleos visigodos de Elota y Begastro, cuyos empla"... "... (25). COMENCIOLVS SIC - HAEC IVSSIT PATRICIVS MISSVS - A MVRICIO - AVG - CONTRA- HOSTES - BÁRBAROS MAGNVS - VIRTVTE . MAGISTER - MIL - SPANIAE SIC. SEMPER - HISPAIA - TALI - RECTORE - LAETETVR. DVM - POLI - ROTANTVUR - DVMQ SOL - CIRCVIT - ORBEM ANN VIII- AVG - IND - VIII "Quienquiera que seas, admirarás las partes altas de las torres y el vestíbulo de la ciudad afirmados sobre una doble puerta; a la derecha e izquierda lleva dos pórticos con doble arco a los que se superpone una cámara curva convexa. El patricio Comenciolo mandó hacer enviado por Mauricio Augusto Contra el enemigo bárbaro. Grande por su virtud, maestro de la milicia hispánica, así siempre Hispania se alegrará por tal rector mientras los polos giren y el Sol circunde el orbe. Año VIII de Augusto. Indicción VIII." (LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993, 119). 26. La atribución de funciones religiosas queda probada con el asunto de la deposición. en 603, de los obispos Januarius de Málaga y Stephanus de una sede desconocida. Al parecer ambos habían sido depuestos por indicación de Comenciolo, tras lo que el papa Gregorio Magno le ordena reparar los peijuicios ocasionados y devolverles sus sedes (THOMPSON, 1971, 377). 25 zamientos hacen fácilmente defendible el territorio que dominan, formarían parte del sistema defensivo que el reino de Toledo, a imitación del bizantino, habría establecido a lo largo de sus fronteras?' (VALLEJO, 1993 a, 116). Estos límites debieron sufrir variaciones a lo largo del tiempo, tras las sucesivas campañas emprendidas por los monarcas godos para conseguir conquistar y reunificar el territorio hispano 27 . LLegados a este punto, es donde los diferentes estudiosos no se ponen de acuerdo respecto a la existencia o no de una división provincial distinta a la heredada de Roma, realizada por los reyes visigodos y provocada por la nueva situación. La polémica se suscita para el Sureste a partir de dos textos, el Anónimo de Rávena que contempla una división de la Península, y el Pacto de Tudmir, que describe, como su nombre indica, el acuerdo al que llegaron los conquistadores musulmanes con Teodomiro, gardingo de Witiza y gran terrateniente en esta zona del Sureste. El Anónimo de Rávena (PINDER Y PATHEY, 1860; ROLDÁN HERVAS, 1975), es una cosmografía, según lo define su autor, pero se trata más bien de una enumeración de las ciudades que componen el territorio del antiguo imperio. Para Spania28 hace primero una división territorial para pasar a continuación a enumerar ciudades que se sitúan a lo largo de las vías de comunicación. Se fecha en el siglo VII, aunque contiene ciertos datos fechables en época posterior, probablemente obras de copistas 27.Durante el reinado de Recaredo no hubo importantes avances visigodos, es más, según se infiere de la carta anteriormente mencionada del Papa Gregorio a este rey, serían los bizantinos los que se expansionasen, aunque no sabemos el alcance real de sus conquistas. Witerico, cuyos esfuerzos se centran en el extremo occidental de la provincia, consigue conquistar Sagunría, al norte de Media Sidonia, aunque no descuida el SE, manteniendo el limes anteriormente consolidado. Gundemaro, también emprende campañas consiguiendo algunos éxitos, Isidoro habla de su ataque a una plaza fuerte cuyo nombre y ubicación nos es desconocida, pero que García Moreno, basándose en indicios numismáticos sitúa en el área levantina (GARCÍA MORENO, 1989, 146) Será bajo el reinado de Sisebuto, cuando los visigodos consigan sus mayores victorias. En 614615, el rey promueve dos campañas militares que desde las plazas situadas en el alto Guadalquivir, entraron en cuña en los territorios del Sureste y Andalucía, procediendo a conquistar sistemáticamente la Bética, consiguiendo algunas ciudades y su entorno como Málaga —su obispo está presente en el II Concilio de Sevilla, lo que es prueba que su territorio pertenecía al reino godo—, o Medina Sidonia, que se recupera. Después de estas campañas, el monarca firma un nuevo tratado de paz con Bizancio por el que se reconocen las nuevas fronteras de la provincia de Spania, que en estos momentos debía reducirse Cartagena y su territorio, y las Baleares. Finalmente, será Suintila el que acabe entre 623 y 625 con las posesiones bizantinas en la Península, conquistando las ciudades que aún quedaban en manos imperiales, y entre ellas Cartagena que como relata Isidoro en sus Etimologías 'nunc aulem a Goihis subversa alque in desolationem redacta es:" (Isid., Etym., XV, 1, 67) y confirma Fregedario "el plures civitates ab imperio Romano Sisebodus litore maris abstulire: usquefundamentum de,xtruxit" (Freg. Chr., IV, 33), quedó destruida, aunque hoy en día está destrucción ha sido bastante matizada por los investigadores. 28.Se denomina Spania, que es el nombre que tuvo la provincia bizantina en la Península Ibérica, es decir que es el nombre griego de España. No en vano el texto original del Ravenate estaría en griego (ROLDÁN HERVAS, 1975, 113). 26 más modernos. (ROLDÁN HERVÁS, 1975, 111). quae Spanorum patria haber infra se prouincias famosissimas octo, id est: Callerie, Asturia, Austrigonia, Iberia, Lysitania, Betica, Hispalis, Aura nola, vel si modica existel, ramen omninoftrtuis e: speciosissima esse dinoscitur" (Ravennate, Cosmographia IV, 42, citado en "( ... )... ROLDÁN HERVÁS, 1975, 118). Respecto al momento al que se está refiriendo el Anónimo, las interpretaciones son diversas. García Moreno piensa que el mapa era conocido y utilizado por los visigodos en su conquista de Hispania quienes establecerían un limes frente al reino suevo "Un tal limes gótico utilizaba el fundamental elemento de comunicación ofrecido por dos estratégicas strata romanas: la calzada que unía Lisboa con Mérida, pasando por Santarem; la famosa ruta de la Plata que unía Mérida en dirección a Astorga, pero con un ramal hacia Palencia, y que incluía en su recorrido Coria, Cáceres y Salamanca, poseedoras de recintos fortificados del Bajo Imperio." (GARCIA MORENO, 1987, 334); el Ravenate refleja la importancia de estos ejes viarios supone tres grandes itinerarios de los cuales los dos primeros unirían los puntos extremos: del Bearn y Lisboa; el primero por Zaragoza y Toledo (ruta meridional) y el segundo por la submeseta norte. El tercer itinerario también con confluencia en Lisboa, era, ni más ni menos que la Vía Augusta. Significativamente el Ravenate concede mucha importancia a la vía de unión entre Palencia y Brigeco, ignorada por el Itinerario de Antonino, posiblemente por su carácter secundario en aquellas fechas anteriores. La importancia posterior de una tal vía solo parece explicable teniendo en cuenta la situación político militar existente en el s. VI en el tradicional enlace entre Palencia y Astorga por León o Interanio: ambos interceptados por el limes suevo-visigótico que debía correr por los confines de la Tierra de Campos" (GARCÍA MORENO, 1987, 334). "Esta red viana fue conocida y muy inteligentemente utilizada por el Estado visigodo tolosano en la segunda mitad del s.V como base sobre la que constituir un triángulo de dominación en la Península Ibérica en el que era vital el dominio de las cruciales vías de comunicación" (GARCÍA MORENO, 1987, 337)29. Para la mayor parte de los estudiosos el Ravenate está describiendo una nueva división administrativa del reino visigodo propiciada por la situación creada tras las "... ... 29. La hipótesis de García Moreno, muy sugestiva en lo que se refiere al limes con suevos y a toda su interpretación de las necrópolis visigodas —situadas en estos ejes—, tiene a nuestro modo de ver algunos puntos poco claros. Si los mapas son conocidos en el V el texto no puede ser contemporáneo ya que sobran las provincias de Austrigonia y Aurariola. Si por el contrario son contemporáneos —texto y mapa— debe corresponder a un momento posterior, una vez conquistado el reino suevo, pero entonces toda su argumentación del limes frente a suevos carece de sentido; además marcaría el limes frente a vascos y bizantinos; la otra posibilidad es que el mapa y el texto respondan a dos momentos diferentes, o más bien que el mapa recoja un trazado antiguo, el del Itinerario de Antonino, aunque, eso sí, con algunas modificaciones posteriores y, el texto esté sancionando otra realidad, en este caso no administrativa, sino auténtica, es decir una panorámica de cual es realmente la extensión del reino visigodo, con una serie de territorios bien dominados, y otros que se le escapan y ante los que crea unas marcas o zonas fronterizas, las tan nombradas ya Austrigonia y Aura nola. 27 conquistas y con el objeto de crear unas marcas frente a los territorios problemáticos y levantiscos. Los autores que se muestran de acuerdo con la veracidad de esta división no lo están tanto respecto a la auditoría de su formación, para algunos será Leovigildo quien realice esta división (GARCÍA, 1985, 375) mientras que para otros se debe atribuir a momentos posteriores (SALVADOR VENTURA, 1990, 183) 30 Callecia y Asturia serían parte de la antigua provincia de Callaecia, constituyéndose además la primera como nueva tras la conquista e incorporación del reino suevo; Austrigonia sería un limes o marca ante los territorios de cántabros y vascones; Iberia estaría formada por la antigua Tarraconense y la mayoría de la Cartaginense; Lysitania y Bética mantendría sus límites antiguos; Hispalis actuaría como limes ante los bizantinos por el sur; y por último queda la provincia de Aura nola que sería de nueva creación y ocuparía la zona del sureste de la antigua Cartaginense; sería el limes de la costa levantina, frente a Cartagena que forma parte de Bizancio (GARCIA, 1985, 376). El segundo texto con el que contamos para estudiar esta provincia es el Pacto de Tudmir31 . Fechado en 713 cuenta el acuerdo al que llegan los invasores musulmanes con el señor de Orihuela, Teodomiro, que entregará estas tierras al conquistador sin luchas ni sangre a cambio de que se respeten los modos de vida. "En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso: Esta es la carta de Abd alAziz, hijo de Musa ibn Nusayr [dirigida] a Teodomiro, hijo de Gandaris, cuando éste se sometió al pacto de Dios, a su tratado de paz y a lo que fijaron sus Profetas y Enviados: Que gozará de protección de Dios, ensalzado sea, y de la protección de Mahoma, Dios lo bendiga y salve; que no cambiará su estatus ni el de sus seguidores; que no se confiscarán sus propiedades ni serán esclavizados; que no serán separados de sus mujeres e hijos, ni serán matados; que no serán quemadas sus iglesias ni expoliados los objetos de culto que contienen; que no serán discriminados ni aborrecidos por sus creencias religiosas; El pacto regirá en estas siete ciudades: Orihuela (Awryulah), Mula (Mulah), Lorca (Lurqah), Valencia? (Balantalah), Alicante (Laqant), Hellín? (Iyih) y Elche (lis) (o Begastri (Biqasruh) o Villena) 32 Que guardará las condiciones del pacto y no romperá lo estipulado. Se comprometerá a cumplir lo que le imponemos y obligamos; . . 30. Este autor sitúa estas reformas a mediados del siglo VII. 31. Al-Ahwani (AHWANI, 1965), recoge el texto de Al-'Udri; también Molina López (MOLINA LÓPEZ, 1972) y Vallvé (VALLVÉ, 1972), del que lo copiamos aquí. 32. Estas dos últimas, Begastri y Elche, aparecen una u otra, según la versión del Pacto. En la de Al-'Udri, edición que manejamos, la que aparece es lis (La Alcudia, Elche). 28 que no acogerá ni dará asilo a ninguna persona que haya huido de nosotros, o que sea nuestro enemigo; que no aterrorizará ni hará daño a todo aquel al que hayamos otorgado nuestra protección o amán; que no nos ocultará ninguna noticia del enemigo que llegue a su conocimiento. A él y a sus compañeros o seguidores se les impone esta capitación: Por cada hombre libre [del ejército árabe]: 1 dinar al año; 4 almudíes de trigo; 4 almudíes de cebada; 4 qist de vinagre; 4 qist de mosto o vino; 2 qist de miel; 1 qist de aceite. Por cada hombre esclavo [del ejército árabe], la mitad. Fueron testigos: Utman ibn 'Ubayda al-Qurasi; Habib ibn Abi 'Ubayda al-Qurasi; Sa'dan ibn 'Abd Allah al-Rabi; Sulayman ibn Qays al-Tuyibi; Bisr ibn Qays al-lajmi; Ibn Maysara al-Fahmi; Ya'is ibn 'AIx! Allah al-Azadi, y Abu 'Asim al-Hudali. Fue escrito en rayab del año 94 (= abril de 713)". Como vemos el Pacto de Tudmir describe las poblaciones que componen el distrito de Teodomiro, es decir las tierras de la provincia de Aurariola 33. La existencia de este segundo documento es el argumento básico esgrimido por diferentes investigadores para ratificar la veracidad de la situación que describe el primero, es decir el Ravenate. Así, esta realidad queda confirmada por el texto posterior del Pacto en el que se constata la existencia de esta provincia de Aurariola, describiéndose las ciudades que engloba, y por tanto el territorio que abarca. Pero frente a estas hipótesis nos encontramos con otras opiniones contrarias como la de Llobregat. Para este autor la situación sería exactamente la opuesta. En la redacción del Ravenate intervino algún autor árabe quien introduce la provincia Aurariola como una trascripción de la Cora de Tudmir. En sus propias palabras "...el texto del Ravennate depende, en parte al menos, de fuentes geográficas islámicas, sobre todo en lo que se refiere a la Península Ibérica, o sea al Al-Andalus." (LLOBREGAT, 1983, 226). También eleva la cronología de la redacción de esta cosmografía. Por otra parte las fuentes altomedievales posteriores a la conquista musulmana como el Códice Conciliar (SIMONET, 1897, 809, citado en GARCIA, 1985, 374), el Códice ovetense del 780 (SIMONET, 1897, 808, citado en GARCIA, 1985, 374), o 33. Orihuela sería la evolución actual de la antigua Aurariola, cuya transcripción musulmana sería Awryu¡ah (LLOBREGAT, 1983,226-227). 29 el Libro de los caminos de Al-Bakri de 1068 no hablan en ningún momento de esta división subrayada por el Ravenate, sino que mantienen las divisiones de tiempos romanos durante el periodo visigodo (GARCIA, 1985, 374). El problema queda planteado así, y sea esta una división administrativa real sancionada desde el Estado, o sea simplemente una exposición en la que se mezclan provincias reales con la descripción de territorios más pequeños a cargo de comites, ofrecen una visión de la realidad que es más compleja y amplia de la que a priori puede parecer35 . La importancia para nuestro trabajo es doble: por un lado si se están retratando los límites frente a Bizancio y por otro, la situación en el momento de la conquista, con la aparición de un territorio gobernado por Teodomiro que tiene una entidad suficiente para ser mencionado en las fuentes, y en el que aparece una ciudad, Elo-Jyih, para la que la problemática sobre su identificación nos atañe directamente al haber sido situada por algunos autores en las cercanías de Hellín, en el yacimiento arqueológico M Tolmo de Minateda. 2.2.2. JYIH-ELO La historiografía en tomo al problema de la ubicación de Iyih y de su posible identificación con la sede eclesiástica elotana, es sorprendentemente abundante si la com34.División temtorial de Al-Bakri "Los antiguos dividieron HISPANIA (al-Andalus) de varias maneras. Constantino la repartió en seis partes o provincias: La primera corresponde a [la GALLIA (Galiyus), cuya sede metropolitana está en] la ciudad de NARBONA (Narbuna=Narbonne). La segunda provincia corresponde a [la GALLECIA (Yilliqiya), cuya sede metropolitana está en] la ciudad de BRACARA (Braqara=Braga). La tercera provincia corresponde a [la CELTIBERIA (Saltabariya o Santabariya), cuya sede metropolitana está en] la ciudad de TARRACO (Tarrakuna=Tarragona). La cuarta provincia corresponde a [la CARTAGINENSIS (Qartayanna], y le asignó veinte diócesis. Su sede metropolitana está en la ciudad de TOLETUM (Tulaytula=Toledo). Y añadió a ella las diócesis de ORETUM (Urit); SEQOBIA (Saqubiya=Segovia); ARCABICA (Arkabiqa); COMPLUTUM (Wadi-l-hiyara=Guadalajara); SEGONTIA (Sigunsa=Sigüenza); OXUMA (Uksuma=Osma); VALEN TIA (Balansiya=Valencia); VALERIA (Balariya); AURARIOLA (Uriyula=Orihuela); ILICE (Als=Elche) SAETABIS (Satiba=Játiva); DIANIUM (Daniya=Denia); BEATIA (Bayyasa=Baeza); CASTULO (Qastuluna); MENTESA (Mantisa); ACCI (Wadi As=Guadix); BASTI (Basta=Baza) y la ciudad o diócesis de URCI (Urs) que es Bayyana (Pechina o Purchena). La quinta provincia corresponde a [la LUSITANIA (Lusidaniya)], cuya sede metropolitana está en la ciudad de EMERITA (Marida=Mérida). La sexta provincia corresponde a [la BETICA (Batiqa)], cuya sede metropolitana está en la ciudad de HISPALIS (Isbiliya=Sevilla), (LEVI PROVENÇAL, 1938, 246). 35.Sea la Aurariola una provincia real o no, las fuentes nos están hablando de un sistema de gobernadores locales, lo que enlaza muy bien con el proceso de protofeudalización al que los historiadores aluden con frecuencia en sus estudios sobre el reino visigodo. 30 paramos con los estudios sobre otras cuestiones de este momento y en esta zona. Y esta abundancia es debida a que por una parte, localizar claramente las ciudades del Pacto supondría saber realmente cúal era la extensión de los dominios controlados por uno de los funcionarios estatales —Teodomiro--, es decir, nos serviría para hacemos una idea aproximada de cúal era la compartimentación real del reino, y el verdadero poder y alcance de estos señores. Por otra parte las referencias en los concilios a las sedes eclesiásticas de la Cartaginense, una de las cuales es ésta elotana, son las únicas referencias claras que tenemos para intentar delimitar geográficamente hasta dónde y en qué momentos llegaban los territorios dominados por Bizancio. Las actas conciliares visigodas reflejan en las firmas de sus obispos una realidad política que de otra forma nos es muy difícil ver. Con la creación de la provincia bizantina, una parte de los territorios de la cartaginense, entre ellos su capital administrativa y para lo que ahora nos interesa, también religiosa, paso a manos de los orientales. Esta realidad obligó a una reestructuración de los obispados con la finalidad de no dejar sin amparo religiosos a una parte del pueblo. Así, se traslada la capitalidad metropolitana a Toledo, y se crean nuevos obispados para asumir unos territorios que formaban parte anteriormente de sedes ahora en manos bizantinas. Uno de estos es el de Elo, bajo cuya jurisdicción estará la zona reconquistada por los visigodos del obispado de Illici (La Alcudia, Elche), aún en poder bizantino. Aunque se trata de dos problemas diferentes, la historiografía tradicionalmente ha buscado la identificación de ambos topónimos intentando hacer coincidir ambas36 . Podríamos hacer aquí una revisión exhaustiva de todos los trabajos referidos a este tema, nada más fácil ya que otros investigadores lo han hecho por nosotros (POCKLINGTON, 1987) 3 ; no obstante creemos más conveniente exponer cuales son las fuentes escritas en las que se habla de lyih, –que son las claves para la discusión–, presentando posteriormente las diferentes hipótesis de trabajo que barajan los investigadores en el momento actual sobre el particular. Anotar también que seguiremos el trabajo de Pocklington por lo que a la exposición de fuentes se refiere, ya que es el más completo. Las fuentes árabes hacen mención del topónimo Iyih en cinco ocasiones. Una de ellas es el Pacto de Teodomiro, al que ya hemos aludido más arriba y sobre el que no vamos a añadir nada más. La siguiente es la que se refiere a la destrucción de la ciudad en época de la fun36.Una vez identificado Elo, se ha identificado automáticamente este topónimo con lyih. (LLOBREGAT, 1983, 1991; RUBIERA, 1985), o al contrario, ubicada Iyih se asimila con Elo (POCKLINGTON, 1987). 37.Remitimos a este trabajo para ver la historiografía. 31 dación de Murcia. De este hecho también conocemos varias versiones (POCKLINGTON 1987, 180 y ss)38 . "Y después de la construcción de la ciudad de Murcia, y el establecimiento de los gobernadores en ella, llegó una carta del imán Abd al-Rahman, dándole ordenes a Yabir b. Malik, gobernador de la Cora de Tudmir, que destruyera la ciudad de Iyih de los mudarfes y yemeníes. Y el motivo de eso fue que uno de los yemeníes había llenado un cántaro de agua en el río de Lorca, y cogido una hoja de parra, colocándola en la boca del cántaro. Se lo prohibió el mudarí, diciendo: "Tú has hecho eso burlándote de mí, al coger la hoja de mis viñedos". Entonces lucharon hasta que el asunto ya no tuviera remedio, y uno de ellos mató al otro, después de lo cúal se generalizó la lucha entre los dos bandos". Al-Zuhri hace una descripción del curso del río Segura en la que escribe (POCKLINGTON 1987, 184-85): "Y al final del estrecho (de Almadenes) se encuentra la Fuente del Negro. Es una fuente cuyo caudal, en medio del agua del río, salta al aire hasta aproximadamente la altura de un hombre, surgiendo del fondo. Su agua es sulfurosa y de desagradable sabor, y se dice que procede de la fuente que los cristianos cegaron en la ciudad de Iyih. Esta fue una de las ciudades sobre las que pactaron Tudmir, el rey de los cristianos, y Musa b.Nusayr, cuando éste entró en la Península Ibérica. Dicha fuente regaba todo aquel campo, y los cristianos la obstruyeron y salió en este lugar; entre los dos lugares hay una distancia de doce parasangas. Y desde esta fuente los lugares habitados se suceden ininterrumpidamente sobre ambas orillas del río por un espacio de treinta parasangas hasta Murcia, y otras treinta parasangas desde Murcia hasta el mar". Al-'Udri menciona Iyih al describir el camino entre Cartagena y Toledo (POCKLINGTON 1987, 186). "De Cartagena a Murcia treinta millas, a Molina ocho millas, a Cieza veinticinco millas, a la ciudad de Iyih treinta millas, entonces a Tobarra diez millas, entonces a Chinchilla treinta y cinco millas...". El último texto musulmán también se lo debemos a Al-'Udri (POCKLINGTON, 1987, 186). "Los distritos de la Cora de Tudmir: El distrito de Lorca, el distrito de Murcia, el distrito de al-Askar, el distrito de Chinchilla, el distrito de Elche, el distrito de Iyih del Llano, el distrito de la sierra de Buqasruh del Castillo...". Esta son las fuentes de época musulmana que hacen mención al topónimo. A partir de aquí lo que se ha hecho es intentar identificar el topónimo con un lugar, con un yacimiento arqueológico y por otra parte relacionar esta ciudad de Iyih con la sede de 38. Seguimos la versión de Al-Udri, que es la más antigua y fiable. 32 obispado visigodo de Elo, mencionada en otra serie de fuentes, de época visigoda y de carácter eclesiástico. La sede de Elo se cita en dos concilios: VII Concilio de Toledo del año 646 (POCKLINGTON, 1987,189): "Winibal, por la misericordia de Dios obispo de la Santa iglesia de Elche y de Elo, aprobé y firmé estos cánones". XI Concilio de Toledo del año 675 (POCKLINGTON, 1987,189): "Yo, Leandro, obispo de la Iglesia de Elche y de Elo, suscribí estas decisiones sinodiales tomadas por nosotros". En su trabajo, Pocklington establece que las referencias a Iyih deben responder necesariamente a ciudades distintas. Este autor cree que la ciudad mencionada en el Pacto se debe situar en las cercanías de Murcia aduciendo como argumento principal la noticia de Al- 'Udri sobre la fundación de Murcia y la destrucción de Iyih. Piensa que ambos acontecimientos están íntimamente relacionados; la población de Jyih se traslada a Murcia, de reciente creación tras las luchas civiles, y la primera debía situarse cerca de la segunda, ya que era la única forma de seguir trabajando las tierras de su propiedad. Añade a su argumentación la mención al río de Lorca, que identifica con el Guadalentín y que también sitúa la ciudad en la misma zona. Propone como posible ubicación Algezares, opinión ya manifestada anteriormente por Gómez Moreno. Además parece inclinarse por situar en este yacimiento, —donde ha aparecido una basílica—, la sede episcopal elotana, con lo que se resolvería el segundo de los problemas, el de la asimilación de Elo con Jyih. De todas maneras para esta segunda hipótesis los argumentos son más endebles y el propio Pocklington muestra sus reservas. No obstante, lo que es obvio es que hay otra Iyih mencionada por un itinerario y perteneciente a la Cora de Tudmir. Para su localización Pocklington comparte la teoría de Sillires (SILLIÉRES, 1982, 257) de situarla en el Tolmo de Minateda. Aduce como argumentación para diferenciar ambas ciudades la mención de Al-'Udri de lyih del Llano en su descripción de los distritos de la Cora, con lo que el autor árabe está discriminando entre dos sitios diferentes con un mismo nombre 39. Esta no podría ser nunca la ciudad del Pacto ya que se sitúa a muchos kilómetros de distancia de Mur cia y del Guadalentín'. Con posterioridad a la publicación de Pocklington, las excavaciones arqueológi39. La única objeción que se puede hacer a esta idea, es que Al-'Udri al describir el camino de Cartagena a Murcia no habla de Iyih del Llano, sino de Iyih a secas, y ésta ciudad síes el Tolmo, pues coinciden las distancias. ¡yih del Llano es una ciudad de la Cora, pero siguiendo la argumentación de Pocklington se podría pensar que si son dos ciudades distintas, la del Tolmo no sería la del LLano. En definitiva creemos que esta una idea sería un "arma de doble filo" pues tanto puede servir para situar en el Tolmo la mítica Iyih, como otra supuesta ciudad con un nombre igual. 40. Estamos de acuerdo con Pocklington que la mención del río de Lorca es un dato preciosísimo para situar ¡yih en la región murciana, y que el Tolmo realmente queda a mucha distancia del Guadalentín y de Lorca. 33 cas que se vienen realizando en el Tolmo de Minateda han vuelto a retomar la cuestión apostando por situar en este yacimiento la ciudad del Pacto (ABAD CASAL Y OTROS, 1993 y GUTIÉRREZ LLORET, 1993 a). En sendos trabajos se critica, de una parte, que la destrucción de Iyih suponga necesariamente un traslado de población a Murcia (ABAD CASAL Y OTROS 1993, 162) 4 ', y de otra, que las teorías expuestas hasta el momento, aunque sugerentes a nivel teórico no están bien contrastadas arqueológicamente (ABAD CASAL Y OTROS 1993, 162 y GUTIÉRREZ LLORET, 1993 a, 24). Así, estos autores proponen la identificación de la lyih del Pacto con la ciudad del Tolmo de Minateda, que es paralelizable arqueológicamente a otras de las que figuran en dicho Pacto, tales como Begastri, Mula o La Alcudia de Elche 42, además de contar con un topónimo que la identifica con este nombre, topónimo que se mantiene en la actualidad en la pedanía próxima de Minateda, evolución del nombre Madinat Iyih (CARMONA, 1989, 157). En cuanto a la asimilación con la sede elotana, se plantea que la existencia de una basílica no implica obligatoriamente la de una ciudad, y que son necesarios otro tipo de pruebas, tales como la epigráflca, aunque no propugnan su identificación con el Tolmo de Minateda por la misma razón de falta de pruebas arqueológicas (ABAD CASAL Y OTROS, 1993, 167, GUTIÉRREZ LLORET, 1993 a, 24). Estas son las dos hipótesis de trabajo más verosímiles a nuestro modo de ver. De todos modos la identificación definitiva pasa sólo por la rigurosa investigación arqueológica. 23. ÉPOCA MUSULMANA En época islámica deberíamos diferenciar las distintas etapas ya que la organización administrativa y por tanto los límites de los territorios no son siempre coincidentes. Durante los siglos medievales, la conquista cristiana en avance continuo, hizo que las fronteras fueran moldeándose y modificándose según avanza el cristianismo 41.Al-Udri no dice en ningún momento que Murcia se funda para alojar a la población de Iyih, más bien parecen ser dos acontecimientos distintos. Murcia se funda como nueva capital de la Cora y en ella se establecen los gobernadores antes de que ocurran los sucesos que provocan la destrucción de lyih y el traslado de su población. 42.Ciertamente la envergadura de los restos conservados en el Tolmo de Minateda, la semejanza que tiene con otras ciudades como Begastri tanto en sus fortificaciones, como en el hábitat o los materiales, abogan porque este emplazamiento tuvo que ser una ciudad de cierta importancia en época visigoda, y si esto es así, la hipótesis de que fuera una de las ciudades del Pacto es muy sugerente. 43. Finalizado este trabajo, las investigaciones más recientes (1996-1998) en el yacimiento del Tolmo se están centrando en la excavación de una basflica de época visigoda, por lo que, a pesar de que ésta no es una prueba definitiva, lo cierto es que coloca, por decirlo de alguna manera, a la ciudad visigoda del Tolmo de Minateda en una posición, si no privilegiada, al menos en condición de igualdad frente a las otras candidatas (Algezares. Almonastil). 34 frente al islam. Sin embargo sólo vamos a esbozar mínimamente el complejo entramado. De la división administrativa musulmana debemos anotar que la fuente escrita fundamental con que contamos es Al-'Udri en el s.XI, interesante porque describe las distintas Coras (Kúras) o provincias, y aunque el siglo XI está muy alejado del VIII, no solo temporalmente sino también culturalmente, es posible que las Coras, que responden más a unos criterios geográficos y de comarcalización natural, sean en algún grado, fosilizaciones de unos modos de organizar el territorio mucho más antiguos. Así, las tierras de la actual provincia de Albacete formarían parte de varias Coras, la de Tudmir, la de Jaén y la de Valencia (VALLVE, 1986). La Cora de Tudmir limitaba al N con las de Toledo, Santaver y Valencia, al O con las de Ilbira y Jaén, al E con el Mediterráneo y al S, igualmente con el Mediterráneo y la Cora de Ilbira. Dentro del territorio albacetense, Albacete, Balazote y Chinchilla son sus límites por el N. Al NE de Albacete y Chinchilla, el Júcar separaba los términos de la Cora de Tudmir de los de la de Valencia. Esta última tiene su límite O por Alcalá del Júcar y Caudete de las Fuentes. La Cora de Jaén tiene en el s. X su límite NE por Mahallat al-Gadr o al-Gudur (campamento de las lagunas de Ruidera), mientras que Balazote —Balat Suf o Balat al-Su! —, era el primer territorio de Tudmir. Alcaraz —Al-Ka ras— y su término, se incluirían posiblemente dentro de la Cora de Jaén, así como la Sierra de Alcaráz y el Campo de Montiel. En febrero de 1217, en una bula del Papa Honorio III al arzobispo de Toledo tras la conquista de estos territorios, se marcan como límites N de la Cora de Jaén las montañas de Peñas de S. Pedro, Riópar, Segura, Torre Albert, Puerto del Muradal, Baños de la Encina y Andújar. Por el E los límites debían ser el distrito de Segura siendo su punto más oriental el partido de Yeste, sin embargo en el s. XII Faris (Férez) y Saqubris (Socovos) se incluyen dentro del distrito de Segura. Así vemos como los límites de ésta cambian a lo largo del tiempo, reduciéndose por el N pero ampliándose hacia el E, según avanza la conquista cristiana. 35 3 N - Ak 11 ó 1 •t _- u T. . la al ¡ u 1 Según Vailvé, 1986. 36 \ P 2.4. LAS ÉPOCAS BAJOMEDIEVAL Y MODERNA. LA CORONA DE CASTILLA La ordenación administrativa en la época pleno y bajomedieval va ligada a lo que conocemos tradicionalmente como "Reconquista" y "Repoblación", que en estas tierras vino de la mano del Reino de Castilla. Tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, comienzan las intervenciones castellanas en la Meseta Sur; sin embargo, hasta la derrota del reino almohade en la batalla de las Navas de Tolosa, no se inicia la verdadera repoblación y, por tanto, organización del reino castellano en estos territorios. Alfonso VIII, en noviembre de 1211 dirige una campaña contra la zona del Júcar, tomando los castillos de Jorquera, Alcalá del Júcar y el de Cuevas de Garadén (GONZÁLEZ, 1975, 239)44 . En mayo de 1213 se toma Alcaraz, cuya población musulmana se traslada a Jaén. Tras la consagración de su mezquita y conversión en iglesia, Alfonso VIII toma Riópar. La repoblación de las tierras del Júcar y de Alcaraz se inicia en estos momentos. En la primera de las zonas hubo cierto retraso debido a la proximidad de la frontera, la poca bondad de la tierra y la lejanía a los caminos. Lo más importante era la defensa del territorio, por lo que el rey dio a la Orden de Silva Mayor el castillo de Alcalá; en la segunda, el término estaba muy despoblado a la llegada de los castellanos, se le concede el fuero de Cuenca y numerosas exenciones. Pronto se desgaja el donadío de Ossa, concedido a Suero Téllez. La comarca de la Sierra de Segura, es una zona de frontera con el reino de Granada y su orografía, que es la barrera entre ambos reinos, también impide el contacto de los habitantes de las poblaciones del interior de la comarca con el Reino de Castilla, al que pertenecen. Las repoblaciones de esta comarca se inician en la década de 1230 desde el Campo de Montiel y las tierras de Alcaraz, impulsada por el arzobispado de Toledo, el concejo de Alcaraz y la Orden de Santiago. En la zona oriental, Yeste, Taibilla, Socovos, Letur, Liétor, Férez... no se trató estrictamente de una repoblación, ya que la población musulmana continuó en sus solares, aunque eso sí, pasan a depender del concejo de Segura de la Sierra. A fines del s. XIII, las huidas de la población mudéjar al Reino de Granada y el abandono de las plazas militares, obligan a la Orden de Santiago a reactivar la actividad repobladora, que no culminará hasta fines del s. XV (RODRÍGUEZ LLOPIS, 1986, 5 y ss). Murcia fue incorporada de manera distinta, mediante un pacto firmado en 1243 44. En 1212, tras la batalla de Las Navas, los musulmanes recobran Alcalá del Júcar, aunque son ya definitivamente recuperadas por los castellanos en febrero de 1213. 37 con Ibn Hud. Una rebelión mudéjar en 1264, fue la excusa para la expulsión de los musulmanes y la repoblación con castellanos 45 El Reino de Castilla-León, una vez concluida la repoblación y dividido en cinco grandes circunscripciones: Castilla, León, Galicia, Andalucía y Murcia, sufrirá bajo Enrique II una serie de reformas como son el individualizar territorios con tradición histórica propia —Asturias, Guipúzcoa, Álava y Castilla la Vieja—, y en 1371 una remodelación de donde surgirán nuevas divisiones administrativas que se denominarán provincia, un nombre abandonado desde el fin del sistema romano. En las Cortes de Toro de ese año se aplica a Castilla, León, Reino de Toledo, Extremaduras y AndalucíaV. Se trata de provincias judiciales pero con un significado geográfico. El reino de Toledo incluye probablemente los territorios de los obispados de Toledo y Cuenca47 . No consta de dónde se desgajó, pero probablemente lo haría de Castilla. De Murcia no sabemos a ciencia cierta si pertenecía a Toledo o a Andalucía, aunque los indicios se inclinan por la primera de las opciones. Cuando se crea la Notaría Mayor de Andalucía durante el reinado de Alfonso X, parece responder a la división del Reino en arzobispados con Notarías. De este modo están Santiago para León, Toledo para Castilla y Sevilla para Andalucía. Murcia pertenece al arzobispado de Toledo. Por otra parte, el Notario Mayor de Castilla suscribe tras el Merino Mayor de Castilla y el Merino Mayor de Murcia (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 532). En el censo de 1591 el reino de Castilla-León aparece dividido en 40 circunscripciones, 32 con nombre de provincia y 8 sin ese apelativo, pero equivalentes: de esta enumeración nos interesan Murcia, Cuenca, Castilla del Campo de Montiel, Alcaraz y su partido, y Ciudad Real. Murcia comprendía las actuales provincias de Murcia, casi todo Albacete y lugares de Jaén y Alicante (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 534-36). Sin embargo el sistema de organización administrativa, gubernativa y judicial principal va ser el de los Corregimientos, creados por los Reyes Católicos. Parte para su ordenación de los concejos y comunidades de 'Villa y Tierra, sin embargo, en estos pri. 45. Los aragoneses fueron los encargados de sofocar la rebelión, tras lo cual procedieron al repartimiento de tierras. Sin embargo en 1266, el Reino de Murcia es devuelto a los castellanos, y es en este momento cuando Alfonso X decide efectuar un nuevo repartimiento que será la base de la repoblación mur ciana (VALDEÓN, 1983, 30). 46."Otros¡ ordenamos y tenemos por bien que aya en la nuestra corte ocho alcalles ordinarios: dos e Castiella et dos de León, et uno del rregno de Toledo, et dos de las Extremaduras, et uno de la Andaluzía; et otrosí que aya dos alcalles del rrastro que sirvan los ofiçios por si mesmos et libren los pleitos del rrastro... Et que los dichos alcalles de la nuestra corte de las dichas prouinçias que libren los pleitos criminales con los dichos alcalles del rrastro. . .". Cortes de León y Castilla, 11 (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 524). 47.No es una identificación segura, pero en los cuadernos de Cortes de 1351, aparecen ordenamientos de menestrales dirigidos conjuntamente a los obispos de ambos territorios (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 528). 38 meros momentos, quedan fuera de los Corregimientos los Señoríos 48. Este será el sistema usado hasta fines del siglo XVIII, y los Corregimientos irán aumentando progresivamente en número, y modificando sus límites, a lo largo de toda la Edad Moderna. Los que afectan a nuestra zona de estudio son los de Albacete, que aparece en 1783; Alcaraz, presente desde el primer momento (1494); Chinchilla-Villena-Requena-Utiel49; Hellín, de 1783; y San Clemente, que empieza a aparecer en 1597 (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 542-547). De todas maneras, los Corregimientos se agruparon en Partidos: en la división de 1610 el quinto Partido incluye Toledo, Madrid, Ciudad Real, Illescas, Guadalajara, Molina, Atienza, Cuenca, San Clemente, Chinchilla, Murcia, el Maestrazgo de Santigo en Castilla y el Priorato de San Juan; en la de 1717, el cuarto se forma con la Mancha entrando en Toledo, Cuenca, San Clemente, Huele y el Reino de Murcia. Con la llegada de los Borbones se producen nuevas reformas pues el territorio se divide en provincias a cargo de intendentes y gobernadores. En el Censo de Floridablanca del 22 de marzo de 1785, aparecen 38 provincias haciendo coincidir las Intendencias con provincias. De aquí, las provincias de La Mancha, Cuenca y Murcia, son las que tienen territorio albacetense. Hay nuevas reestructuraciones en 1799 y 1804, pero no afectan a estos territorios. 2.5. DEL SIGLO XIX Y LA CREACIÓN DE LA PROVINCIA DE ALBACETE AL MOMENTO ACTUAL, EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS Las nuevas divisiones del s. XIX, no suponen solamente una reorganización del territorio sino la unificación en cada territorio de las administraciones civiles, judiciales y gubernativas, es decir es un modo más racional de disponer las tierras. La primera es la división administrativa de José Napoléon 1 del 17 de abril de 1810. Se crean 38 prefecturas y 111 subprefecturas, procurando que los territorios sean semejantes en extensión 50. Se trata de un proyecto novedoso, ya que se trazó 48.En este territorio el Señorío principal es el de Villena creado bajo el reinado de Enrique 11, y que 'tiene su límite al oeste entre Villena y Sax... y luego por el Puerto de la Mala Mujer, a partir de términos entre Agra, Agramón, Hellín... dejando fuera las dependencias de Alcaraz... y las de Alarcón y Cuenca (Minaya, La Roda)" (MERINO ALVAREZ. 1915,124). Felipe II, en 1586, acaba definitivamente con el marquesado que se divide en dos partes: la más interior y afecta a la Mancha de Castilla (Corregimiento de S. Clemente), y otra con lo más puramente murciano donde se incluyó Fuensanta, La Roda. Utiel y Requena (Corregimiento de Chinchilla). 49.En 1494 es un único Corregimiento llamado Requena; en 1515 y 1575 son dos: Requena y Villena; en 1597 vuelve a ser uno; en 1610 uno llamado Chinchilla, y finalmente en 1711 y 1783 son cuatro diferentes (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 547). 50.Las tierras albacetenses se engloban básicamente en las prefecturas de Cuenca, -con las subprefecturas de Cuenta y Tarazona de la Mancha—, y en la de Murcia que cuenta con las subprefecturas de Murcia, Cartagena, Huéscar y Albacete (MAR'IINEZ DÍEZ, 1981,558-559). 39 sobre el mapa olvidando todas las divisiones anteriores. No llegó a aplicarse, ni tuvo consecuencias posteriores, pero fue el primer intento de agrupar las distintas jurisdicciones y la idea si quedaría y sería retomada en los intentos posteriores. Durante el Trienio Liberal, el decreto del 27 de enero de 1822, reorganiza el territorio hispano en 52 provincias, basándose en las provincias electorales utilizadas para la convocatoria de Cortes. Se trata de construir provincias de extensión similar. La de la Mancha Alta, con capital en Chinchilla 5 ' se forma con partes de las anteriores provincias de Murcia, Cuenca y la Mancha. Esta división será la base de la posterior y definitiva de 1833 52 que con algunas pequeñas modificaciones será sustancialmente igual, por lo que incluimos una relación de los pueblos que componen la de 1822, indicando las provincias y partidos a los que pertenecían anteriormente, así como las diócesis eclesiásticas que la regían (GUERRA MARTÍNEZ, 1987, 178 y ss.). , Provincias Antiguas Mancha Partidos Antiguos Pueblos Ayna Alcaraz Ballesteros Bienservida Bogarra Bonillo Casas de Lázaro Cotillas Elche de la Sierra Lezuza Masegoso Molinicos Ossa de Montiel Paterna Alcaraz Diócesis Toledo 51. La opción de la capitalidad se la disputaban Albacete y Chinchilla. A favor de la primera era importante su situación, en la llanura, en la confluencia de las carreteras de Murcia y Valencia, su mayor población y la fama y concurrencia de la Feria de septiembre; Chinchilla, por su parte, tenía el título de ciudad, mayor tradición histórica, había sido declarada Cabeza de partido, era la sede de un Regimiento Provincial, y además sus tierras eran más salubres (GUERRA MARTINEZ, 1987, 177-178). Para conocer toda la evolución y proyectos hasta llegar al diseño final es interesante el trabajo de Martínez Díez (MAR1'INEZ DIEZ. 1981, 562-581). 52. La división de 1822 solo estuvo en vigencia hasta octubre de 1823, pues el día primero de ese mes de octubre. Femando VII decreta la anulación de todos los actos del periodo constitucional. 40 Provincias Antiguas Partidos Antiguos Mancha Alcaraz Mancha Alcaraz Mancha Alcaraz Mancha Alcaraz Mancha Alcaraz Mancha Alcaraz Cuenca San Clemente Cuenca Cuenca Cuenca San Clemente San Clemente San Clemente Cuenca San Clemente Cuenca San Clemente Cuenca San Clemente Cuenca Cuenca San Clemente San Clemente Pueblos Diócesis Peñas de San Pedro Pozo Hondo Pozuelo Riópar Robledo Salobre Vianos Villapalacios Villarverde Viveros Abengibre Alborea Alatoz Alcalá del Júcar Balazote Barrax Casas de J. Núñez Casas de Ibáñez Cenizate Fuensanta Fuentealbilla Golosalvo Jorquera Madrigueras Mahora Minaya Montalvos Motilleja Munera Navas de Jorquera Pozo Lorente Recueja La Roda Valdeganga Villamalea Villagordo Villatoya Cartagena 41 Toledo Cartagena Toledo Cartagena Cuenca Cartagena Cuenca Cartagena Cuenca Cartagena Toledo Cartagena Cuenca Cartagena Provincias Antiguas Partidos Antiguos Cuenca Murcia San Clemente Albacete Murcia Murcia Murcia Murcia Murcia Murcia Murcia Murcia Murcia Pueblos Tarazona Albacete Balsa de Vés Bonete Carcelén Casas de Vés Chinchilla Chinchilla Corral Rubio Fuenteálamo Gineta Higueruela Hoya Gonzalo Pétrola Villa de Vés Férez Cieza Liétor Cieza Socovos Cieza Agramón Albatana Hellín Hellín Ontur Tobana Segura de la Sierra Letur Nerpio Yeste Almansa Villena Alpera Caudete Villena Montealegre Villena Diócesis Cuenca Cartagena Cartagena Vicaría de Yeste Cartagena Vicaría de Yeste Cartagena Vicaría de Yeste O. de Santiago Cartagena Orihuela Cartagena En 1833 53 , bajo la regencia de María Cristina durante la minoría de edad de Isabel II, y siendo ministro de Fomento Francisco Javier de Burgos 54, se lleva a cabo una 53.Real Decreto del 30 de noviembre de 1833. 54. La Reina Regente le manda su realización "...y le encargo que se dedique antes de todo a planear y proponerme, con acuerdo del Consejo de Ministros, la division civil del territorio español, como base de la Administración interior, y medio para obtener los beneficios que medito hacer a los pueblos". (MARTÍNEZ DÍEZ, 1981, 586). 42 nueva reorganización del territorio español, que divide el espacio en 49 provincias con los mismos límites de las actuales55. Así se constituye la provincia de Albacete, formada a base de territorios segregados de las provincias de Murcia, La Mancha (Ciudad Real) y Cuenca56. Por este decreto se designa a la villa de Albacete como capital de la misma, y se une a Murcia, formando con la anterior el Reino de Murcia. Esta reforma no fue solamente administrativa, también se efectúan reformas militares, judiciales57 y de hacienda. La configuración provincial del momento de su fundación es ligeramente diferente de la actual: en septiembre de 1836 Villena, en principio albacetense, pasa a depender de Alicante constituyéndose en cabeza de partido judicial; en marzo de 1846, Villarrobledo, en principio de Ciudad Real, se une a Albacete, y en 1851 Requena se une a Valencia (CARRIÓN ÍÑIGUEZ, 1991, 135). Para entender en su justa medida este proceso, y el por qué de los traspasos de pueblos de unas jurisdicciones a otras sin tener muy en cuenta su tradición histórica, tendríamos que conocer la mentalidad de la época. Para los liberales del s. XIX la provincia ". . .No responde a exigencias geográficas definidas ni a determinaciones históricas reveladas en la formación del Estado Nacional; son en rigor, creación del poder central con carácter y consagración institucional". (TUSELL, 1973, 30); "Solo razones técnicas —como la previsión de que desde la capital respectiva pudieran ser alcanzados los puntos más alejados de la provincia en una sola jornada, además de criterios de orden económico y poblacional—, pesaban a la hora de organizar territorialmente el Estado" (OLABARRI GORTAZAR, 1985, 89). La siguiente reestructuración, ya en nuestro siglo será de orden eclesiástico. En 1950 se crea la Diócesis de Albacete con parte del territorio de la Diócesis de Cartagena-Murcia, Orihuela y Cuenca. Hay dos zonas, los Arciprestazgos de Alcaraz y Ayna que pertenecen a la Archidiócesis de Toledo, y el resto —11 arciprestazgos—, de la Diócesis de Albacete. Con anterioridad a esta remodelación, el Arciprestazgo de Caudete pertenecía a Orihuela, el de La Roda a Cuenca y el resto a Cartagena-Murcia (GUERRA MARTÍNEZ, 1987, 184). Por último nos queda hablar de la última modificación, la creación de la Comuni55.Canarias, en principio una sola provincia, actualmente está dividida en dos. 56.Del Reino de Castilla proceden localidades de las provincias de Cuenca —partidos de Cuenca (Casas de Ibáñez) y San Clemente—, y de la Mancha —partidos de Alcaraz y de Villanueva de los Infantes— Del Reino de Murcia son las poblaciones de los partidos de Chinchilla, Albacete, Cieza, Hellín, Segura de la Sierra (L.etur, Nerpio y Yeste) y Villena (actual partido judicial de Almansa). De la actual provincia de Ciudad Real se agregan: Alcaraz, Ayna, Ballesteros, Bienservida, Bogarra, Bomllo, Canaleja, Cilleruelo, Cotillas, Lezuza, Paterna, Peñas de San Pedro, Povedilla, Reolid, Robledo, Riópar, Salobre, Solanilla, Manos, Villapalacios, Masegoso, Ossa de Montiel y Viveros (RODRÍGUEZ DE LA TORRE Y CANO VALERO, 1987, 45; GUERRA MARTÍNEZ, 1987, 181-182). 57.Los nuevos partidos judiciales de Albacete son los siguientes: Albacete, Alcaraz, Almansa, Chinchilla, Hellín, Casas de Ibáñez, La Roda y Yeste (GUERRA MARTÍNEZ, 1987, 183). 43 dad Autónoma de Castilla-La Mancha, de la que forma parte la provincia de Albacete, que se separa por tanto del Sureste, del Reino de Murcia, y se integra en la Meseta. Con la firma de la Constitución y su publicación en el B.O.E. del 29 de diciembre de 1978 se da validez a la posibilidad de creación de nuevas agrupaciones del territorio que derivarán finalmente en las comunidades autónomas 58 . Después de un tiempo de debate, —tras la creación del Ente preautonómico el 31 de octubre de 1978—, se aprueba por las Cortes el Estatuto de Autonomía de CastillaLa Mancha59. Se publica en el B.O.E. el 16 de agosto de 1982, entrando en vigor al día siguiente 17 de agosto de 1982. Consecuencia de estas sucesivas ordenaciones es la situación actual, y la causa de que lo que nosotros estudiamos sean materiales no de una comarca cultural, sino administrativa, surgida al amparo de la política. 1.3. VÍAS DE COMUNICACIÓN El conocimiento de las vías y caminos es básico en cualquier intento de estudiar el poblamiento de una zona en una época. Claro es para todos que los caminos juegan un papel fundamental para la comunicación entre los distintos núcleos de población, para la trasmisión de ideas, noticias, adelantos técnicos, para la distribución de productos y mercados, para el control y gobierno del territorio por parte del Estado. Y también es obvia la articulación en tomo a estos caminos de numerosos núcleos de población, por lo que no podemos olvidarlos a la hora de nuestro estudio. No es nuestro objetivo el hacer una investigación a fondo sobre las vías de comunicación, ya que el tema sería objeto por sí mismo de un trabajo en exclusiva. Simplemente nos limitaremos a mostrar el entramado viario de la provincia en época antigua siguiendo las tesis de los diferentes autores que han trabajado sobre estas cuestiones. Para ello nos fijaremos en la distribución de caminos de época romana que suponen el principal entramado viario en uso durante toda la tardía antigüedad, aunque haremos referencia a caminos anteriores prerromanos, en la medida en que estos son conocidos actualmente, y a las noticias sobre caminos de los autores musulmanes, que heredan y utilizan vías más antiguas. 58.Constitución de 1978. Título Preliminar, Art. 2. "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el decreto a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas". 59.Ley Orgánica de lO de agosto de 1982. 44 3.1. EL EJE ESTE-SUROESTE. De la costa levantina a Ja zona minera de Jaén Bajo este trazado se encuentra una de las principales rutas utilizadas en la región desde momentos prerromanos. Es el camino que comunica el litoral mediterráneo con el interior y la zona minera de Sierra Morena. Nos aparece documentado en los Vasos de Vicarello en todo su recorrido señalando las mansiones y mutationes de su trayecto, así como las millas de distancia entre ellas. Pero su trazado es anterior correspondiéndose con la Vía Heraklea y con el Camino de Aníbal 60• Así, ese camino siendo el mism061 , recibe diferentes nombres según el momento histórico a que se refieran los autores que han trabajado sobre él, Vía Heraklea, Camino de Aníbal o vía Castulo-Saetabis. 3.1.1. LA VÍA HERAKLEA Y EL CAMINO DE ANÍBAL Por Vía Heraklea se entiende el viejo camino que comunicaba Andalucía con el noreste peninsular62. Estrabón es el autor antiguo que nos habla de este camino, de la Vía Augusta a la que llama "exterior" en contraposición a otro recorrido más antiguo e interior. Como él mismo dice, desde Saítabis "...apártese paulatinamente de la costa, llegando luego al llamado "Spartárion —como si nosotros dijéramos "de Schoínos"Pedíon", un gran campo sin agua, donde crece abundantemente la especie de esparto ... Antes la vía cruzaba por medio del "Campo de esparto" y por Egelastai 63; mas era difícil y larga. Ahora, por ello transcurre junto a la marina y no cruza mas que una pequeña parte del espartizal. Luego pasa, como la antigua vía, por Kastoulón..." (ffl.4, 9, en GARCÍA Y BELLIDO, 1945, 142) De esta descripción de Estrabón se desprende que había un camino por el interior para ir a la zona minera de Sierra Morena, a Castulo, que parece abandonarse en favor de otro trazado costero, que será el reparado y acondicionado por Augusto, de donde 60. El nombre de Camino de Aníbal se debe a la tradición popular que designaba con esta denominación, a mediados del siglo XIX al camino entre Valencia y Andalucía, (ROLDÁN HERVAS, 1988, 13). No obstante será Si11ires quien consagre esta denominación para describir el trazado (SILLIÉRES, 1977). 61. Nosotros siempre nos referimos ala parte de su trazado que corre por tierras meseteñas, por la provincia de Albacete. 62. El nombre de vía Hercúlea hace mención al hipotético camino que siguió Hércules para robar los bueyes de Genión (ROLDÁN HERVAS, 1988, 11); la memoria histórica y la tradición popular hispana le atribuye toda una serie de fundaciones que seguían este trazado más o menos. "La ciudad de Chinchilla mui antigua segun se demuestra/en sus edificios. No se halla quien la haia fundado, sino / fue Hércules el grande ...y dende la misma Menda, hizo una calzada/ hasta la dicha Cartaxena que es de ancha de un camino de / Canos poco mas..." (RODRÍGUEZ DE LA TORRE Y CANO VALERO, 1987, 188). 63. Sobre la localización de Egelastai se han propuesto diversas hipótesis (BR(JFONS Y OTROS, 1988, 75-76). 45 recibe su nuevo nombre, y que sigue la antigua vía en la mayor parte de su recorridoM. Este tramo interior descrito por Estrabón será el que identificará la bibliografía en esta zona con los nombres de Vía Heraldea y Camino de Aníbal. Su uso en época prerromana queda plenamente justificado: "Un repaso somero de los yacimientos ibéricos de la provincia de Albacete evidencian una importante conclusión: su ubicación en razón de vías de comunicación. Es más, los principales de entre ellos y con una cronología más antigua, están en relación con el trazado de la Vía Heraklea." (BLÁNQUEZ, 1990, 63). Esta aseveración está ratificada por la aparición de materiales de origen diverso y distintas influencias en los yacimientos albacetenses que sólo se justifican si consideramos el uso de unas vías y canales de circulación que comunican Levante con Andalucía a través de la Mancha. Por otra parte parece probable que fuese el camino seguido por Publius y Cnaeus Scipio entre 215 y 211 para llegar a la Alta Andalucía durante la IP Guerra Púnica (LIVIO XXII, 20, 3 y XXVII, 20), la que usará Sertorio para maniobrar en el interior entre Pompeyo en Valencia y Metelo en el Bajo Guadalquivir, y también la ruta que utilizará César para la batalla de Munda (ROLDÁN HERVAS, 1988, 11). Según Sillires, el trayecto sería a Castulo a través de Saguntum, Saetabis, Saltigi, Libisosa y Mentesa Oretanorum (SILLIERES, 1990, 549). 3.1.2. LA VÍA CASTULO-SAETABIS Será Sillires (SILLIÉRES, 1977; 1990, 261 y Ss) el autor que trate a fondo el tema y nos proporcione el trazado de la vía interior basándose en la información proporcionada por los Vasos de Vicarello, los restos conservados de miliarios y de la vía, algunos observados mediante técnicas como la fotografía aérea, y la información trasmitida por documentos medievales y modernos. Esta información es ampliada por Blánquez (BLANQUEZ, 1990, 58-59; b, 68-71), quien añade más datos sobre el trazado al ampliar la información con el estudio de veredas y cañadas más modernas que se superponen a la antigua vía. Como ya se ha indicado son los Vasos de Vicarello nuestra mayor fuente de información para conocer el trazado de esta vía 65 . ( ROLDÁN HERVÁS, 1975, 154157). 64. La Vía Augusta es una vía nueva que coincide en su trazado con la anterior hasta Ad Turres, y luego otra vez entre Castulo y Gades. Lo que hace es evitar el Saltus Castulonenses —Despeñaperros—, el paso por el interior de la Meseta y de las Sierras. 65. Para mayor información ver el trabajo de Roldán (ROLDÁN HERVAS, 1975, 149-153), con bibliografía sobre el hallazgo y sobre los diferentes investigadores que han tratado el tema. 46 dL XI 3.281 18 MARIANA, XX 19 MENTESAM,XX 20 LIBISOSAM, XXfflI 21 PARETINIS, XXII 22 SALTIGIM, XVI 23 AD PALEM, XXXII 24 AD ARAS, XXII CIL XI 3.282 18 MARIANA, XX 19 MENTESAM,XX 20 LIBISOSAM, XXIIII 21 PARETINIS, XXII 22 SALTIGIM, XV! 23 ADPALEM, XXXII 24 AD ARAS, XXII CIL XI 3.283 18 MARIANA, XX 19 MENTESAM,XX 20 LIBISOSAM, XXIffl 21 PARETINIS, XXII 22 SALTIGIM, XVI 23 AD PALEM, XXXII 24 AD ARAS, XXII CIL 3,284 18 MARIANA, XX 19 MENTESAM,XX 20 LIBISOSAM, XXIII! 21 PARETINIS, XXII 22 SALTIGIM, XVI 23 ADPALEIVLX)O(II 24 AD ARAS, XXII La importancia de los vasos es la de describir una ruta, sin duda alguna muy transitada y con gran tradición que otras fuentes como el Itinerario de Antonino sólo tratan puntualmente, en algunos tramos. Descripción del trazado Desde Castulo, la vía cruza por las provincias de Jaén y Ciudad Real pasando por Ad Aras, Ad Morum, Ad duo Solana, Mariana y Mentesa para adentrarse en la de Albacete hasta Libisosa, Parietinis, Saltigi, Ad Palem, Ad Aras, y ya penetrar en la de Valencia por Ad Turres Saetabianas, Ad Statuas y finalmente Saetabi. En cuanto al trazado preciso de la ruta sólo vamos a apuntar su recorrido por Albacete. Desde Villanueva de la Fuente (Mentesa)67 , se dirige a Viveros, cuyo trazado sigue en paralelo la actual carretera de Villanueva a Viveros. De aquí se dirige hacia El Ballestero pasando a tres kilómetros al O de dicho pueblo, bajo el nombre de Vereda de los Serranos. En este punto, la Vereda de los Serranos se separa de la vía antigua, 66.Seguimos aquí básicamente la propuesta de Sillires en las obras anteriormente citadas, aunque la información proporcionada por este autor la completaremos siempre que sea necesario con las aportaciones de otros investigadores, lo que señalaremos en cada caso. 67.No todos los investigadores están de acuerdo en localizar Mentesa en esta localidad de Villanueva de La Fuente, podría situarse cerca de Alcaraz como proponen Pretel Marín y Rubiera (RUBIERA. 1987. 357). Esta segunda investigadora analiza el texto de lbn Hayyan (Al-Muqtabas V) en el que se narra en el epígrafe 242 el viaje del Califa Abd-al-Rahman III An-Nasir en su campaña de militar contra el rebelde Muhammad Ibn Hashim de Zaragoza. El trayecto del califa, que partiendo de Córdoba se encamina a Zaragoza, recorre parte de la Vía Castulo-Saetabis hasta enlazar con la Vía 31 del Itinerano Antonino (Laminio-Caesarugusta). "...a Cazlona, a Wadi yat, a la acampada de ad-Daym, al fuerte de San Esteban, a la aldea de B. N. wan sobre el Guadalimar, a Turyilat ash-Shayj. a Turyila segunda, a Wadi Qabdhaq de Rymiyya, a la acampada de las Lagunas de Ruidera; fin de la cora de Jaén, y desde allí a Balazote en la cora Tudmir, a Chinchilla, a Qantarat Turrush, en el Júcar, ya en la cora de Valencia, a la Torre de Caudete..." Este texto cuya traducción ella interpreta, le lleva a pensar que una de las 'l'uryila es Turrechel, señalando un camino alejado a la vía tradicional, por lo que si Mentesa estuviese en las proximidades de Alcaraz, todo "casaría" mejor (RUBIERA, 1987, 358). 47 dirigiéndose a Cuenca, mientras que el camino romano lo hace hacia Lezuza (Libisosa), bajo el nombre de Calzada Romana, por el Camino de la Vinica. Desde Lezuza, por la margen izquierda del río, atraviesa el valle en línea recta hasta llegar a la Casa de Los Panes68, y desde allí se encamina hacia Chinchilla (Saltigi) atravesando los Llanos de Albacete, con una mansio intermedia, Parietinis, que se localiza en Los Paredazos Viejos, muy cerca de la carretera nacional 322 que une Úbeda con Albacete, siguiendo desde aquí a la altura del palacio de la finca de Los Llanos por lo que se desprende de la fotografía aérea 69. De Chinchilla se dirige al SE, hacia Pétrola por el camino que une ambas localidades pasando cerca de Horna y cruzándose con la Cañada Real de Cuenca a Cartagena y la vía Complutum-Carthago Nova, pasando al 5 de la laguna de Pétrola para desde aquí seguir hacia La Higuera por el camino de Pétrola a Montealegre, desde donde seguiría por el camino local de La Higuera llegando al S de Montealegre del Castillo (BLANQUEZ, 1990, 59; b, 70). Sigue hacia el SE paralela a la rambla de El Tovar y la rambla de Agua Salada cerca del Llano de la Consolación, yendo a la carretera local de Montealegre a Yecla a la altura de la Casa del Confitero. Paralela o debajo de la carretera actual pasa cerca del Cerro de los Santos, y es por aquí donde Si1lires sitúa la mansio Ad Palem, al relacionar el nombre con el de Palas y pensar en la ubicación de un templo dedicado a esta divinidad en el mismo Cerro de los Santos (SILLIÉRES, 1990, 272). No todos los investigadores están de acuerdo con esta localización, y de hecho para la mayor parte de los estudiosos del Sureste, esta inansio debe situarse algo más lejos, en la Casa de los Hitos. Por otra parte, esta parte del trayecto es la que presenta más variaciones en cuanto a su trazado, variaciones que vamos a ir exponiendo sin decidimos a optar por ninguna de ellas70 . Para Sillires desde Ad Palem la vía sigue en dirección a Casas de Almansa, desviándose al E para pasar por el S de Marisparza, y encaminarse a Tobarrilla Baja, desde donde sigue hacia el E para circular al N de la población de Caudete, bordeando el piedemonte sur de la Sierra de la Oliva, transcurriendo más o menos a un kilómetro al norte de Palacio, cerca del viejo convento de capuchinos y al S de la Casa de Albalat. Conecta con el camino de La Reina desde la Casa Real hasta Fuente La 68.En su anterior trabajo (SILLIÉRES, 1977,63-64) la vía desde Lezuza seguía la ribera del río del mismo nombre, por el camino de Tiriez, pasando por Las Casas del Molino y Tiriez, para girar, pasada esta última localidad, hacia el NE, como hace el río, hasta llegar a la Casa de Los Panes. Mediante prospección aérea ha realizado esta modificación que evita un rodeo por Tiriez solamente con atravesar el río, y cruzar a la margen izquierda a la altura de la Casa de los Panes (SILLIIÉRES, 1990, 268). 69.Sil1ires apuesta por la finca de Los Llanos por el texto del canónigo Lozano de 1794, en el que se dice que se descubrió un trozo de calzada, y que él ha confirmado por fotografía aérea (SILLIERES, 1977, 64). Blánquez hace pasar la ruta algo más al norte, coincidiendo con el aeródromo de Los LLanos (BLANQIJEZ. 1990,59). 70.VV.AA, 1988: Simposio sobre vías en el que se plantean diferentes trazados. 48 Higuera, pasando antes por la mansio Ad Aras, que se debía encontrar entre La Encina y El Caicón a lo largo del camino de La Reina. Finalmente llega a la mansio Ad Turres (Fuente la Higuera), ya en la provincia de Valencia. Desde aquí, ya por tierras valencianas llegará a Saetabis (Xátiva). Para otros autores (BROTONS Y OTROS, 1988, 77), desde la Casa de los Hitos (Ad Palem), el camino sigue por la Traviesa de Caudete hacia la Venta de la Gloria y la Casa de los Aljibes. Estos autores apuntan la posibilidad de la existencia de otra mutatio, no citada por las fuentes y que es recogida en los estudios bajo el nombre de Casa de las Cebollas (RUIZ MOLINA Y MUÑOZ LÓPEZ, 1988, 68). Esta mutatio se sitúa a medio camino entre las localidades antes citadas y junto a la rambla del Pinar. Desde la Casa de los Aljibes la vía sigue hacia Caudete, primero por el camino de Montealegre, enlazando con la carretera de Montealegre a Caudete, luego por la de Yecla a Fuente la Higuera hasta llegar a Caudete. Y ésta es otra diferencia con el trazado de Sillires, quien hace pasar la vía algo más al N de ésta población al igual que Ruiz Molina y Muñoz López (RUIZ MOLINA Y MUÑOZ LOPEZ, 1988, 68). Desde Caudete transcurre el trayecto por el Camino Viejo a Fuente la Higuera, pasando por El Paso, Los Villares, El Rodriguillo y El Caicón, donde estos autores sitúan la mansio Ad Aras, y desde aquí a Fuente la Higuera. Otra aportación de estos autores es situar a la entrada de Caudete la bifurcación de la vía, el ramal hacia Carthago Nova y el ramal a Saltigi, es decir la vía costera y la interior, bifurcación que tradicionalmente se sitúa en Fuente la Higuera (BROTONS Y OTROS, 1988). Por último nos queda mencionar la aportación de Ponce y Simón que básicamente coinciden en sus hipótesis con los investigadores anteriormente citados, pero que añade la sugerencia de relacionar los trazados con las centuriaciones (PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1988,164). Del recorrido albaceteño no se conservan miliarios, pero en cambio perduran algunos tramos de la vía71 : mediante foto aérea se puede localizar a 9,5 Km al O de Caudete, cerca del cortijo de Los Aljibes (SILLIERES, 1990, 416); en los LLanos en la Casa de los Panes y junto al castillo de Lezuza (SILLIÉRES, 1990, 264). Tramos visibles hay en el Camino Viejo de Villena a Caudete (PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1988, 162); en la travesía de Caudete (BROTONS Y OTROS, 1988, 78); en las Casas de Almansa, donde se citan dos tramos, uno empedrado a través de la Cañada de Yecla, y otro de rodadas en la roca (FERNÁNDEZ AVILÉS, 1966, 9-10); en el Cerro de los Santos, al 5 de la carretera y en el km 6 (ÑACLE Y VELASCO, 1993, 31); a 2 kilómetros al SE de Corral Rubio, en el Cerro de los Rincones, donde incluso se observan las carniadas sobre el camino (SILLIERES, 1977, 46; PONCE 71. Para este apartado, hemos seguido el trabajo de Rubí Sanz (SANZ GAMO. 1997, 245-246), del que prácticamente copiamos la información. 49 HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1988,162); a 1 km al N de la laguna del Saladar y a 750 m. al E de la laguna de Mojón Blanco en el camino de Alguaza a La Higuera; al S de la laguna de Pétrola, en la Cruz de Malta hay restos de enlosado; al O del Pozo de la Peña donde hay restos dispersos de enlosado; a 20 m. de la Casa del Pozo de Balazote por el camino de Cansalobos, donde se localizan rodadas, y a 200 m. de este sitio rodadas en la roca (ÑACLE Y VELASCO, 1993, 48); a 100 m. del cruce de la vía férrea y a 200 del Cortijo de Cansalobos en una vaguada hay otro tramo enlosado; en el camino de Los Llanos, 200 m. antes del cruce de la carretera a Car tagena; en el cruce por la Cañada de Andalucía a la carretera de S.Pedro, entre el Puente de los Arrieros y las Pedrizas (ÑACLE Y VELASCO, 1993, 54); en el antiguo refrectorio del convento de Los LLanos (LOZANO, 1794, D. II, 20); otro entre el cruce de la carretera de Santa Ana y la CN en el km. 342,800; junto a las Casas del Molino al O de Tinez próximo a los Paredazos Viejos; en el Ventorro de la Vereda; en dirección a Lezuza en el Chalet de la Casica (ÑACLE Y VELASCO, 1993, 67); en paralelo a la carretera y yendo al vado donde se sitúa el puente en la localidad de Lezuza, y desde aquí hacia el castillo donde hay rodadas en la roca (GARCÍA SOLANA, 1966,90); al NO de El Ballestero a 2700 m. al O del Chinvel hacia Mirones donde hay un empedrado con dirección SO (SILLIÉRES, 1977, 45; ÑACLE Y VELASCO, 1993, 73). Otras vías secundarias Corchado Soriano, en su estudio sobre las vías entre el Tajo y el Guadalquivir (CORCHADO SORIANO, 1969) introduce el estudio de un camino entre Mérida y el Puerto de Almansa que en su tramo albacetense coincide con el trazado de la vía descrita en los Vasos de Vicarello. Esta vía desde Mérida atraviesa la provincia de Ciudad Real en dirección a levante y desde Mentesa (Villanueva de la Fuente) se superpone al otro trazado ya estudiado. En un trabajo posterior (AMORES Y BARRACA, 1984, 275-276, fig. II) se propone un desvío desde Mentesa por Alcaraz hasta El Ballestero 72, desde donde enlazaría con el recorrido tradicional. Otras rutas este-oeste 3.1.3. LA VÍA 31 DEL ITINERARIO DE ANTONINO El Itinerario de Antonino es una fuente no exenta de problemas como expone Roldán. Desde la identificación del personaje con Caracalla, pasando por la fecha de 72. En vez de pasar por Viveros, proponen que baje a Alcaraz. 50 redacción del manuscrito hasta llegar a la verdadera naturaleza del documento: oficial, seudoficial relacionada con el impuesto de la annona o colección privada, postura por la que se inclina Roldán. Para este autor no se trata de un catálogo general donde aparecen descritas todas las calzadas del Imperio, sino una compilación que recoge a lo largo de las provincias del mismo, una serie de rutas.. .un criterio de selección ha presidido la redacción de la obra, tanto si se trata de un capricho de erudito como de una verdadera selección del práctico comerciante." (ROLDÁN HERVÁS, 1975, 25). La ruta que nos interesa es la que une Laminio con Caesaraugusta (ROLDÁN "... HERVÁS, 1975, 95). Wess. 446 447 9. Item a Laniinio alio itinere Caesarea Augusta 10. Caput fluminis Anae 11. Libisosia 1. Parietinis 2. Saltici 3. Ad Putea 4. Valebonga m.p. CCXLVIIII sic: M.P. VII m.p. Xliii m.p. XXII M.P. XVI M.P. XXXII m.p. XI- Descripción del trazado Según el Itinerario la ruta desde Laminio pasa por Caputfluminis Anae, Libisosa, Parietinis, Saltici, Ad Putea, Valebonga, Urbiaca, Albonica, Agiria, Carae, Sennonae para llegar finalmente a Caesaraugusta. Como se ve, el tramo albaceteño coincide en gran parte por el descrito en los Vasos de Vicarello para la ruta anterior, entre Libisosa y Saltigi. La vía sale de Laminio (Alhambra, en Ciudad Real) (FERNÁNDEZ OCHOA Y OTROS, 1990), para introducirse en la Provincia de Albacete por el Este, por el Caputfluminis Anae o nacimiento del río Guadiana73. Se sitúe donde se sitúe 73. Una parte de los autores han situado el lugar en las Lagunas de Ruidera (PALOMERO PLAZA, 1987, 157). Para Arias esta identificación es errónea situando este autor dicho lugar cerca de Munera, en el manantial de Corosoles, y así el río Anae no es el Guadiana sino el Záncara (ARIAS, 1987, 132 y 133). La prospección en el Parque Natural de las Lagunas, ha permitido a López Precioso, Rico y Serna localizar la calzada por el Tobar, proponiendo la ubicación de la mansio en el Cerro del Almorchón (informe inédito citado en SANZ GAMO, 1997, 25 1-253). En el anteriormente citado trabajo de Rubiera —ver nota n°67—, el Wadi Qabdhaq de Rymiyya podría ser el Caput Fluminis Anac de la vía 31 y Al-Gudur (las lagunas) que esta autora identifica con las de Ruidera. Sin embargo hay otros investigadores que no están de acuerdo con esta identificación. Sanz Gamo (información que nos ha sido comunicada oralmente), opina que las lagunas a que se refiere son los Navajos de El Ballestero, situados junto a la vía de Cástulo, ya que el ir a acampar a las de Ruidera sería dar un gran rodeo, cuando aquí hay también abastecimiento de agua. Si esto es así, 51 éste Caputfluminis Anae, la vía se dirige a Libisosa (Lezuza) posiblemente al S del Boniilo74 , por el N de los navajos de Navajolengo, siguiendo por la margen derecha del río hasta Lezuza donde se une, o más bien se identifica, con la vía Castulo-Saetabis siguiendo por Parietinis (Paredazos) hasta Saltigi (Chinchilla). Desde este punto abandona el camino a Saetabis para cambiando de rumbo, dirigirse al noroeste hacia Ad Putea (Iniesta o Ledaña). El trazado ofrece dos posibles variantes 75, desde el Pozo de la Peña (Saltici), hacia el N por el Camino de Bataneros hasta llegar a Tinajeros (donde se conservan carnladas), y siguiendo hacia el N por Mahora hasta la provincia de Cuenca en línea recta; otra posibilidad es desde Tinajeros hacia el ME a las salinas de Fuentealbilla, de gran aprovechamiento económico, y de nuevo un giro hacia el NO para por el curso del arroyo de Abengibre enfilar hacia Ledaña e Iniesta. Los tramos visibles son escasos e inciertos. La encuesta de la Comisión Provincial de Monumentos de 1928 cita un "carril de las Cabañas" en el término de Villamalea que comunica Fuentealbilla con Iniesta por el puente de Vadocañas; otro resto son las carriladas a 1 km. al S de Tinajeros en el Camino de Bataneros al Pozo de la Peña; García Solana cita un tramo al SE de la Casa de la Berruga en Lezuza, otro al E de la población siguiendo el cauce del río (ARIAS, 1987, 130), y otro trozo más en el camino de Tobar a Ossa de Montiel junto al molino harinero y que se dirigía al O hacia la ermita de S. Pedro y el Cerro del Almendral (TORRE PARRAS, 1932, 17). 3.1.4. VÍA CÓRDOBA.SAGUNTO76 Esta vía la conocemos a través de los trabajos de Corchado Soriano (CORCHA(73)—hipótesis que nos parece muy acertada—, pensamos que entonces el Wadi Qabdhaq de Rymiyya (río de la cabecera del Campo de Montiel, ya que éste de Rymiyya parece ser el nombre del iqlim o distrito de Montiel) podría ser algún lugar en los alrededores del río Pinilla, con cuyos aportes se forma la Laguna Blanca, la primera de las del conjunto de Ruidera, y por tanto del Guadiana, ya que de otro modo, el rodeo se produciría igualmente y sería igualmente absurdo. 74. En la encuesta de la Comisión Provincial de Monumentos de 1928 se dice que en el Bonillo hay un camino llamado La Calzada (SANZ GAMO, 1997, 253). 75. La información sobre este apartado la hemos extraído del capítulo de vías de la tesis de Rubí Sanz (SANZ GAMO, 1997, 250-251). 76.Esta vía fue hecha sobre el mapa y siguiendo caminos de trashumancia, por lo que no está bien contrastada arqueológicamente, y posiblemente haya de ser modificada, —como de hecho ya lo es par cialmente—, a medida que la arqueología nos muestre nuevos hallazgos de calzada, asentamientos, restos epigráficos etc. Por otra parte las cañadas y cordeles para el ganado, al tener una función distinta de las vías, se alejaban de las poblaciones, eran más anchas que los caminos romanos, y no contaban con ningún tramo construido para que pudiese crecer la hierba, y los ganados tuviesen alimento sin tener que invadir los cultivos. 52 DO SORIANO, 1969). Este autor propone dos trazados o más exactamente un itinerario principal y una desviación del mismo a través de la sierra. Vía principal. Descripción del trazado Desde Córdoba sigue el recorrido del Guadalquivir hacia su nacimiento pasando por Montoro, Linares y Cástulo, desde donde sigue el trazado de la vía Castulo-Saetabis hasta El Ballestero. Desde aquí sigue por la Vereda de los Serranos para pasar cerca de Munera, al E de dicha población. No pierde la Vereda de los Serranos cruzando por los términos de Minaya y La Roda. Cruza la vía Complutum-Carthago Nova y el camino toma el nombre de Cañada Real de Andalucía para llegar al Puente de San Benito, desde donde enlaza con otra cañada, la de Ganados de San Benito hasta Villanueva de la Fuente y de aquí a Iniesta. Desviación por la sierra. Descripción del trazado Desde Ad Morum (Navas de San Juan) se dirige a hugo (Venta de San Andrés) desde donde se desvía del anterior itinerario hacia El Castellar y La Puerta. Dentro ya de Albacete va por el Camino Real de Andalucía pasando al sur de Villaverde del Guadalimar y al este de Riópar. Cruza el río Mundo siguiendo por el Camino Viejo de Ayna, finalmente se desvía de éste hasta llegar a Hellín, donde enlaza con el trayecto Complutum-Carthago Nova. De este trayecto por la sierra descrito por Corchado también se han hecho algunas rectificaciones. La más importante se debe a Jordán y Selva (JORDÁN MONTES Y SELVA INIESTA, 1988). En primer lugar estos autores incluyen este itinerario no como una desviación de la línea Córdoba-Sagunto sino que le "dotan de entidad propia", denominándolo con el nombre de eje Castulo-Valentia. Por otro lado hacen desviarse a la ruta algo más al S, o al menos, si esto no es así, hay otros ramales, justificados para ellos por la existencia de yacimientos romanos y sobre todo por los dos puentes romanos sobre el río Mundo en la zona de Isso (JORDÁN MONTES, 1983; JORDÁN MONTES, 1992, 214). Estos yacimientos son los de Elche de la Sierra con la villa de La Igualada, (AMORES Y BARRACA, 1984) los de Socovos y Férez con Los Bañuelos, Los Tesoros y La Viñica (SÁNCHEZ GÓMEZ, 1984, 348-351), los de Isso con la Casa Grande y Prado, y Agra con Agra Vieja (JORDÁN MONTES, 1992, (76). De este modo, la única manera de tener en cuenta este camino, debe ser con todas las objeciones anteriormente expuestas, y recordando siempre que la asimilación a las vías antiguas tiene que estar confirmada por los restos arqueológicos, si no, es una peligrosa reducción. 53 213, mapa 8). La vía desembocaría finalmente en el Tolmo de Minateda centro impor tante y cruce de vías, y no en Hellín como proponía Corchado 77 . Otros trabajos han hecho incidencia en el trazado S para consolidar un camino que desde momentos prerromanos estaría en funcionamiento. Tomando como ejes el yacimiento de Peña Rubia en Elche de la Sierra y el Cerro de los Santos (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1992). Desde Peñarrubia, la vía iría hacia el S por Villares y Vicorto tomando desde aquí dirección E por el camino de Elche a Hellín, valle del Pedemaloso hacia el río Mundo por Peñabermeja, Prado de Isso y al N de la sierra de Cabeza Llana hasta el Tolmo de Minateda. El camino sigue desde el Tolmo por Torre Uchea, Vilches, Canales, rambla de la Cuerda de la Manga y Cañada de Ortigosa hasta enlazar con Ontur, Cerro de la Fortaleza, Rambla del Arabí y Cerro de los Santos (SANZ GAMO, 1997, 254). Este recorrido se ha trazado a partir del conocimiento arqueológico de yacimientos, pero no hay restos de miliarios ni tramos de calzada. No obstante, los investigadores de la provincia de Albacete apuestan por el recorrido, ya que, por una parte, la constatación de dos municipios 78 hace lógico o cuanto menos razonable el suponer una comunicación entre ellos, y por otra, la aparición de varios puentes en el trazado junto con la distribución de materiales semejantes (fenómeno bien estudiado para las épocas prerromanas y romanización) son indicios que pueden contribuir al afianzamiento de la hipótesis. 3.2. EL EJE NORTE - SUR. LA VÍA COMPLUTUM - CARTHAGO NOVA Se trata de otro importante camino que cruza la provincia en sentido meridiano, bastante bien conocido a pesar de que no haya referencias de su recorrido en los itinerarios romanos79. Esta vía, comunica la Meseta con el litoral murciano, con 77.Tras las investigaciones de Silliéres quedó claro que Hellín no constituye ningún enclave viario impor tante en época romana, y que este papel de centro es asumido por el Tolmo de Minateda. 78.En Elche de la Sierra hay una inscripción que hace referencia ala curia (ABASCAL PALAZÓN, 1990, 74-75); en el Tolmo hay otra inscripción que hace referencia a los duoviri del municipio (ABAD CASAL Y OTROS, 1993). 79.La única fuente de época tardía que podemos consultar es el Ravennate, donde se describe un camino entre Complutum y Casrulo compuesto por la unión de varios tramos de diferentes trazados (Ravennate IV 44,313,8 y ss.; ROLDAN HERVAS 1975, 129). Iterum iuxra ipsam civirarem Conplutum est civitas que dicitur 10 Caraca 11 Sigobrica 12 Puteis 13 Saltis 14 Lebinosa. item civitas 15 Consabron 16 Moroin 17 Lamim 54 Carllzago Nova, uno de los puertos principales y capital de la provincia Cartaginense. Desde la provincia de Madrid, atraviesa las de Guadalajara y Cuenca, entrando en la de Albacete al NE de La Rada y de aquí a Chinchilla, desde la que en un trazado más o menos rectilíneo, atraviesa la provincia de norte a sur, entrando en la murciana por Cieza, para culminar en Cartagena. Conservamos de esta vía catorce miliarios 80, algunos trozos del mismo, demás de la descripción de su itinerario en las fuentes árabes, por todo ello no hay duda entre los investigadores a la hora de describir su recorrido. El primero de ellos se conoce desde fines del siglo XVIII, y apareció al pie del puerto de La Losilla (Ulea, Murcia). Es del emperador Tiberio y se fecha entre el 1 de julio del año 32 y el 30 de junio del 33. De Cieza proceden cuatro miliarios, de los cuales se conserva uno, de tiempos de Trajano que se fecha en el año 98, y hay la referencia escrita en textos de siglo XVIII, de otros tres que se fecharían en el mismo momento. Otro apareció a 700 metros al O de Torre de Uchea (Albacete), al borde del Camino Viejo de Murcia, y se refiere a Maximino el Tracio y a su hijo Máximo. Se fecha en el 238. El séptimo, del que se conserva únicamente la referencia del texto, procede de Venta Nueva en Pozo Cañada (Albacete), y como el del Puerto de La Losilla es del emperador Tiberio fechándose con posterioridad al año 31. A 400 metros de Venta Nueva, al SO se encontró otro miliario de Trajano que se fecha como los de Cieza en el 98. El noveno fue encontrado a 22 kilómetros al SE de Pozo Cañada, en el paraje de "El Estrecho". Su estado de conservación es muy malo pero posiblemente sea de Marco Aurelio Antonino (Caracalla) por tanto de algún momento entre los años 213 y 217. El décimo procede de Los Pontones, y fue localizado cuando se excavó la necrópolis de época visigoda. No se conserva, pero contamos con las notas y el dibujo manuscrito de Sánchez Jiménez81 . Este miliario se fecha como el del Puerto de La Losilla duran(79). 314 18 Marimana 1 Solana 2 Morum En concreto, y para esta vía, se trataría del primer tramo a que hace alusión el Anónimo que desde Conplu:wn llegaría a Sairigi (Saltis), esta es la hipótesis seguida por autores como Palomero (PALO- MERO PLAZA. 1987. 142), aunque para otros como Roldán, también se incluye dentro de este primer tramo Libisosa (Lebinosa), correspondiéndose así el caro no con la vía a Laminio alio itinere Caesaraugusta del Itinerario de Antonino (ROLDÁN HERVAS, 1975, 129). La segunda parte del trazado, entre Saltigi y Carthago Nova la conocemos a través de los miliarios. 80.Algunos se conservan físicamente y de otros sólo contamos con referencias antiguas. Para ver el estudio de estos miliarios más profundamente consultar las obras de Sillires para el tramo entre Carthago Nova y Saltigi; Abascal para el nuevo miliario de Los Pontones y el resto de los conocidos en la provincia de Albacete; Palomero para el tramo entre Saltigi y Complutum, y Lostal para el último aunque no completo estudio sobre el tema (SILLIÉRES, 1982, 247-251; ABASCAL PALAZÓN, 1990, 83-88; PALOMERO PLAZA, 1987, 77-81; LOSTAL, 1992). 81.La transcripción del texto y del dibujo de los diarios de Sánchez Jiménez la hemos incorporado en nuestro corpus de yacimientos. 55 te el mandato de Tiberio, entre el 27 de junio del 31 y el 26 de junio del 33. "...el nuevo ejemplar completa la serie ya existente y debe ubicarse entre las mansiones de Puteis y Saltigi, mansión en la que la vía enlazaba con el ramal que alcanzaba Carthago Nova y punto en el que se efectuaba el enlace con el "Camino de Aníbal" y con la ruta hacia Caesaraugusta;" (ABASCAL PALAZÓN, 1990, 84). Fuentes escritas. El itinerario de Al- 1 Udri82 Las fuentes árabes son las que hablan de este itinerario, concretamente es Al-'Udri (AHWANI, 1965) en el siglo XI quien describe el camino entre Cartagena y Toledo 83 "La primera etapa de Quartayanna-Tulaytula es la que va desde Quartayanna a Mursiya a 30 millas; hasta Mulina 8 millas; a Sisaya 25 millas; a la madina Iyyuh 30 millas; a Tubarra 10 millas; a Sintiyala 35 millas..." Quartayanna es Cartagena, Mursiya es Murcia, Mulina se corresponde con Molina, Sisaya con Cieza, Iyyuh parece identificarse con el yacimiento del Tolmo de Minateda, Tuba rra es Toban-a y finalmente Sintiyala como Chinchilla. Desde aquí la ruta abandona la provincia de Albacete por Pozo Amargo 84 . . Descripción del trazado No vamos a hacer la descripción exhaustiva del trazado, ya que el trabajo de Si1lires (SILLIÉRES, 1982) es muy completo por lo que sería absurdo repetir aquí todas sus observaciones. Sólo en la parte en que este afecta a Albacete haremos una exposición más detallada. El camino, que es seguido en gran parte por la actual carretera nacional 301, entra en la provincia de Albacete a través del puerto de Malamujer, pasando por Cancarix, 82. Hay otras fuentes más modernas que describen este itinerario como el Camino real de Castilla descrito por Villuga en su Repertorio de los caminos de España de 1546, y que coincide en su tramo albacetense con la vía: Murcia-Torre de Espinardo, 05 leguas; Torre de Espinando-Molina. 15 leguas; Molina-Lorqui. 1 legua; Lorqui-Puerto de La Losilla, 2 leguas: Puerto de La Losilla-Cieza. 2 leguas; Cieza-Puerto de La Mala Mujer. 3 leguas; Puerto de La Mala Mujer-Venta de Minateda, 3 leguas; Venta de Minateda-Tobarra. 2 leguas; Tobarra-Venta Nueva. 2 leguas; Venta Nueva-Chinchilla. 3 leguas; Chinchilla- Albacete. 2 leguas; Albacete-La Gineta, 3 leguas; La Gineta-La Roda. 3 leguas; La Roda-Minaya, 3 leguas; Minaya-El Provencio. 4 leguas; El Provencio-Las Mesas. 3 leguas; Las Mesas-Manjavacas. 3 leguas; Manjavacas-El Toboso. 2 leguas; El Toboso-Toledo, 13 leguas (MOLINA MOLINA Y SELVA INIESTA, 1989,172-173). 83. Este texto ya lo incluimos en el capítulo anterior, no obstante lo repetimos aquí por su importancia a la hora de describir la vía. 84. Vía IB de Palomero al oeste, mientras que la vía 31 del Itinerario de Antonino va hacia Iniesta, más al este (PALOMERO PLAZA. 1987. 113). como la carretera, para llegar al Tolmo de Minateda. Jordán y Selva (JORDÁN MONTES Y SELVA INIESTA, 1988, 87) hacen una corrección a la propuesta de Sillires haciendo pasar la vía por Zama 85, siguiendo el Camino Viejo del Puerto hacia la Cola de Zama, argumentando que así se suprime la subida al puerto de Cancarix. Es a la altura del Olivar de la Matanza, al N de Cancarix, donde la vía se une a la carretera nacional. Siguiendo con la exposición de Sillires, desde el Tolmo de Minateda, la vía seguiría hacia el N con la dirección del arroyo de Tobarra con el que iría en paralelo por su margen derecha, pasando por la Torre de Uchea, donde apareció uno de los miliarios. En este tramo la vía romana coincidiría con el Camino Viejo de Murcia. Desde aquí sigue hacia el N pasando por la Venta del Vidrio, y algo al N de ella vadea el arroyo para transcurrir por su margen izquierda y llegar a Tobarra 86. De nuevo Jordán y Selva en el mismo trabajo proponen una alternativa a la primera parte de este tramo. Para ellos, la vía discurre todo el tiempo por la orilla izquierda del arroyo de Tobarra, como actualmente hace la vía del tren, lo que evitaría vadear dos veces el arroyo y además elude el atravesar por un terreno semipantanoso. Desde esta última localidad la vía se dirige a Chinchilla pasando por la Venta de Patagorda, Los Hitos y Venta Nueva otra vez bajo la actual carretera, para desviarse de ésta a la altura del Estrecho, lugar donde apareció uno de los miliarios, a 22 kilómetros al SE de Pozo Cañada, y desde aquí ir en línea recta hasta la antigua Saltigi, cruce de vías, donde une con otras como la anteriormente señalada de Cástulo-Saetabis. Para este último tramo, desde el Estrecho también se ha propuesto que el camino en lugar de seguir en línea recta hasta Saltigi va algo al NE hasta el Cerro Vicente, donde el canónigo Lozano indicó su presencia, lo que se apuntala además con la existencia de un pozo al NE del cerro, luego volvería a desviarse al O para pasar por Aldeanueva y de allí al Pozo de la Peña (SANZ GAMO, 1997, 239). Hasta aquí llega la investigación de Sillires sobre el trazado, pero otros investigadores como Corchado Soriano (CORCHADO SORIANO, 1969, 144) continúan el recorrido desde Saltigi hasta el destino final en Complutum. Así siguiendo las hipótesis de este investigador, la vía desde Chinchilla seguiría hacia el O por el camino de Chinchilla a Albacete en paralelo a la actual vía del tren, pasando cerca de la última población en dirección a La Gineta por la Cañada Real y el Camino Viejo de Albacete a La Gineta. Pasado este pueblo que queda a la izquierda de la vía, y corroborado por el miliario de Los Pontones, el camino continúa hacia el NO bajo el nombre de Camino de los Romanos dirigiéndose hacia Pozo Amargo, generalmente identificado con la mansio Ad Putea, pasando entre Fuensanta y La Roda, a 25 kilómetros de Montalvos, y a un kilómetro al O de Casas 85.Aquí se localiza un importante yacimiento romano (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, 220-22 1). 86.Ha habido otras propuestas sobre el trazado, haciendo pasar la vía por la actual ciudad de Hellín, pero hoy en día parece claro que estos tramos alternativos eran erróneos. De todas formas para ver la variante consultar a Corchado (CORCHADO SORIANO, 1969. 144). 57 de Guijarro, en Cuenca. Desde Pozo Amargo, ya en la provincia de Cuenca, el trazado se dirige hacia Segóbriga. Otro investigador que ha trabajado sobre esta vía es Palomero (PALOMERO PLAZA, 1987, 55 y Ss). Su principal aportación al esquema de la misma es la modificación de la estación de origen (o de destino), que no sería Complutum, sino que desde Cartagena el camino seguiría hasta Segóbriga, y desde éste punto, que actuaría como nudo de comunicaciones, se separaría en dos ramales: uno efectivamente hacia Complutum, y el otro a Segontia. Así quizás sería más propio denominar la vía como de Carthago Nova a Segóbriga87. Por lo que se refiere al tramo albaceteño, en el que no introduce ninguna modificación a los trazados propuestos por otros autores, Palomero recoge interesantes noticias antiguas, de las Relaciones Topográficas de Felipe II y de Lozano, en relación con la parte norte, el trozo desde la Gineta hasta Pozo Amargo, en las que se describen algunos fragmentos del camino que reafirman el itinerario planteado anteriormente 88 Tanto Silli&es como otros después de él, han puesto de relieve la antigüedad de la vía, que desde momentos prerromanos se estaría usando, siendo el trazado romano una reutilización y fosilización de ésta, como de hecho ocurre con la mayoría de los caminos89 Los tramos visibles de la vía se localizan en la Venta del Vidrio (SILLIÉRES, 1982, 253); Venta Nueva (LOZANO, 1794, D.11, 22); Venta de Pata Gorda (SILLIÉRES, 1982,252); Aldeanueva junto al Pozo Milla (LOZANO, 1794, D.11, 22); Pozo de Balazote (CEBRIÁN, 1884, 12) y las ya citadas anteriormente (ver nota 88). . . 87. No todos los investigadores están de acuerdo con esta hipótesis. Para Fuentes se trata de dos caminos diferentes. Uno el que proveniente de Cartagena va a Alcalá de Henares, y otro el que enlaza Segóbriga con Segonzia, pero llegando a la ciudad por una entrada diferente a la de la vía que analizamos. El que ambos pasen por Segóbriga, no quiere decir que esta ciudad actúe como cabeza de salida o llegada de los caminos, ya que una situación similar sería la de Saltigi, y no por ello se considera origen o destino de ningún camino. 88. Relaciones Topográficas de Felipe II, en las contestaciones de La Roda, y en respuesta a la pregunta 57: "Y ansí mismo dixeron: que en término de esta villa, una legua de ella hacia la parte do sale el sol y al norte, traviesa un camino real que dicen el Murciano, que en su hechura es muy notable, porque va todo empedrado en forma de calzada con muchos aljibes. Viene dende Cartagena y pasa a Castilla la Vieja, y es el camino muy antiquísimo, y se tiene memoria en esta tierra que lo hicieron los romanos cuando venían a conquistar a España y se defendía el paso de dicho camino desde este castillo de Roda en un tiempo y en otro se recogían los salteadores y robadores que estaban en el dicho castillo:' (PALOMERO PLAZA, 1987, 60). Lozano: "En las inmediaciones de La Gineta se reconocen en el día algunos fragmentos de camino romano y que desde el norte e aquel pueblo sigue a Pozo-Amargo..." (PALOMERO PLAZA, 1987, 63). 89. Este mismo camino con ligeras modificaciones se seguirá usando a lo largo de la Edad Media, como pone de manifiesto la instalación de un peaje en el puerto de la Malamujer en época de Alfonso X (SILLIÉRES, 1982, 253). En época moderna se seguirá transitando bajo el nombre de Camino de la Seda, por la importante industria sedera, cuya materia prima producida en la región de Murcia se mandaba al interior para su transformación, utilizando básicamente esta ruta. Aún hoy este trazado es el que usa la carretera nacional 301 que une Albacete con Murcia. Para consultar sobre los caminos medievales y modernos VV.AA, 1989. 58 Otras vías secundarias Un ramal (vía 1.4), de esta vía según señala Palomero (PALOMERO PLAZA, 1987, 132), sería el que desde Pozo Amargo se desviaría hacia el SO por el Camino de Minaya en dirección a Munera, y desde esta última población enlazaría con la vía de Laminio a Titulcia. También desde Pozo Amargo saldría otro ramal (vía 1. 5), esta vez hacia el SE para enlazar con la vía 31 del Itinerario de Antonino (PALOMERO PLAZA, 1987, 133). 3.3. VALORACIÓN DE LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN Una vez expuestas las principales vías de comunicación que atraviesan la provincia de Albacete se hacen necesarios unos breves apuntes sobre su utilización en época tardoantigua y visigoda. Para establecer este uso y poder valorar la importancia que las vías, establecidas en época romana y aún antes, tiene en estos siglos, no contamos con demasiados datos que nos permitan trazar una visión completa y minuciosa, ya que durante los años de gobierno visigodo no parece que hubiese una preocupación especial por la apertura de caminos, limitándose el Estado únicamente a regular mediante disposiciones legales el uso del viario publico heredado y el mantenimiento en buen estado del mismo. Van a ser la fuentes posteriores, musulmanas y cristianas medievales, las que nos informen sobre el uso de unas vías que coinciden con las aquí expuestas, lo que nos lleva a concluir que este viario sigue activo, aunque los caminos se deterioren y el tráfico rodado sea cada vez menor, incrementándose por contra el realizado a lomos de caballerías. Las dos rutas para las que tenemos certeza sobre su uso mantenido son la ruta Castulo-Saetabis, utilizada por las tropas de Abd-al-Rahman Hl An-Nasir en su campaña de Zaragoza, y la rata Complutum-Carthago Nova citada por Al-'Udri en su descripción del camino entre Cartagena y Toledo. A ambos textos debemos añadir, aún con toda la cautela necesaria, otros posteriores referidos a las cañadas y veredas utilizadas en el transporte trashumante de la cabaña lanar. Si bien es cierto que los caminos de la trashumancia no pueden coincidir con las vías o caminos del tráfico rodado por una sencilla explicación, el ganado necesita ir alimentándose durante su marcha, lo que supone que debe moverse por lugares donde haya pastos, lo que es incompatible con el mantenimiento en buen estado (y nos referimos con la expresión de buen estado a que deben estar despejado y limpios, así como con sus vados y pasos arreglados) de los caminos por donde discurre otro tipo de tráfico, no lo es menos que estos caminos de la trashumancia debían ir paralelos a los otros, puesto que hay una coincidencia asombrosa en las rutas. Y es en este sentido en el que debemos valorarlos, como fosi59 lizaciones de los pasos o rutas naturales que son por otro lado el origen de las vías y caminos romanos. El señorío de los Manueles o de Villena (que en su momento de máxima expansión, en tiempos de Juan Pacheco, controlaba todo el territorio provincial, al ser éste personaje también maestre de la Orden de Santiago, y tener a su cargo por tanto las tierras de su encomienda), tiene bien estudiadas todas las rutas pecuarias, y vemos cómo algunas de sus rutas discurren por trazados paralelos a las vías anteriormente estudiadas. Además de la vía Córdoba-Sagunto, de la que expusimos que fue trazada siguiendo estos caminos, vamos a mostrar otro de los caminos ganaderos, cuyo trazado es paralelo a la vía Complutum-Carthago Nova: - Desde Sisante y Casas de Benítez a La Roda, Fuensanta, La Gineta, Chinchilla, Tobarra y Hellín, donde se une con otra que viene de Peñas de S. Pedro, y continuar unidas hacia la provincia de Murcia, por el puerto de la Mala Mujer hacia Cieza (MARTINEZ FRONCE, 1987, 258). En conclusión, lo único que hasta el momento podemos decir con total seguridad es que hay una vía, la expuesta más arriba, que sigue siendo usada en época visigoda, ya que además de todas estas referencias textuales, contamos con los datos arqueológicos que nos proporciona el Tolmo de Minateda, cuyo camino, un ramal de la vía para acceder a la ciudad fue arreglado en varios momentos hasta el abandono definitivo del sitio. Hay un dato interesante respecto al camino, y es que el acceso era viable para tráfico rodado hasta una fecha imprecisa que podemos situar entorno a mediados-fines del s. VII (y prueba de ello son las rodadas de los carros y los sucesivos rebajes intencionados del camino, necesarios por el desgaste de la roca, muy blanda, que hace que lleguen a encajonarse los vehículos y sea imprescindible su retalle); sin embargo, en el momento en que se derrumba la fortificación de época visigoda, su lado N cae sobre este camino, obliterando las rodadas. Ahora ya no se retiran los escombros, sino que lo que se hace es elevar el nivel de la calle para salvar el desnivel y rehacer la puerta de entrada. Este dato nos está mostrando que si bien el camino sigue en pie, el tráfico rodado ya no es un elemento común y cotidiano del transporte, y no olvidemos que la ocupación del Tolmo se mantiene al menos durante un siglo más a esta refacción y rediseño. De otros caminos suponemos su continuidad, sobre todo por la localización de asentamientos de ésta época en sus proximidades, pero no tenemos datos arqueológicos que lo avalen. ' - :;-; • o 4 - II. CORPUS DE YACIMIENTOS Lo que sigue es el catálogo de yacimientos, parte central de nuestra investigación, pues alrededor de ellos giran todos los estudios y conclusiones. Para su presentación el esquema es el siguiente: - En primer lugar encontramos la identificación, un número seguido del nombre del yacimiento90, una abreviatura del mismo que va a constituir su código de identificación, y el municipio al que pertenece. - Con el epígrafe 1 se recoge la información relativa a la ubicación del sitio, —indicando la hoja del M.T.N 1: 50.000 en que se encuentra—, y en los casos en que es posible, se hace una somera descripción de los restos conservados en superficie. - El número 2 es la presentación de los materiales arqueológicos conocidos y estudiados en este trabajo, tanto los recogidos en prospección y conservados en los fondos de museos, como otros que se mantienen en el sitio. Los materiales están ordenados de la siguiente manera: en primer lugar los metales, seguidos por los huesos, el vidrio, la cerámica y la piedra. En el caso de la cerámica, el conjunto más numeroso, también se sigue una ordenación describiendo en primer término las cerámicas finas. Para las piezas que han sido objeto de estudios anteriores se incluye después de su descripción, la referencia de la publicación donde están recogidas. Cada material lleva delante el código del yacimiento seguido por un número propio, siendo éstos correlativos, de manera que en la representación gráfica cada pieza sea fácilmente identificable, y a continuación, el número de lámina en que aparece. - Por último, el apartado 3 es el referente a la bibliografía, tanto la específica, como la general sobre cada uno de los sitios. Por lo que se refiere al orden de presentación de nuestro catálogo, hemos optado por colocar en primer lugar los poblados o zonas de habitación, seguidos de las necrópolis, eremitorios o lugares de culto y finalmente los hallazgos aislados. Dentro de este orden hemos procurado seguir un orden cronológico en la medida de lo posible, ya que muchas veces éste no es fácil, describiendo en primer lugar los de época tardorromana o con un material mayoritariamente de filiación romana aunque tengan una continuidad en momentos más avanzados, y a continuación los de época visigoda, llegando en algunos casos hasta horizontes islámicos. 90. El nombre por el que se conoce al sitio suele ser el del paraje o topónimo más cercano. 62 11.1. LOS BAÑUELOS (BÑ) (Férez-Socovos) (Láni. 1) 1.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 867 del M.T.N.) El yacimiento se localiza entre los términos municipales de Férez y Socovos, en un paraje denominado de la misma manera, al noroeste de las Casas del Arroyo. Se sitúa en una suave loma que buza hacia la vega del Segura, sobre tierras aptas para el cultivo, y en una zona de paso natural hacia el Campo de Hellín. Cerca se encuentra el arroyo de Benizar y en el yacimiento, una antigua fuente redescubierta al hacer un pozo. En la actualidad, el embalse del Cenajo ha modificado su entorno natural, aunque no ha tocado el yacimiento. La de los Bafluelos es una villa romana conocida de antiguo pero que no ha sido excavada y a la que las faenas agrícolas afectan reiteradamente. Se sabe que cuenta con un complejo termal del que todavía son visibles.pilae del hypocaustum. Entre los restos recuperados y depositados en el Museo de Albacete, encontramos cerámicas desde época ibérica hasta la tardorromana, lo que junto con algunas monedas de Galieno y Graciano, inclinan a pensar en el Bajo Imperio como la época de esplendor del asentamiento rural. Además se conoce una necrópolis de inhumación en las inmediaciones que estaría relacionada con este asentamiento, y de la que procede una lápida funeraria de los SS. il-ifi. 1.2. MATERIALES Cerámica BÑ 1. Fragmento de borde de un plato en ARSW D del tipo Hayes 61 B. Diámetro del borde: 17 cm. De esta forma91 , muy común, hay numerosos paralelos en yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Lérida, Castellón, Valencia, Micante, Baleares, Murcia, Almería, Granada, Málaga, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Jaén, Badajoz y Zaragoza (JÁRREGA, 1991, 26-28), Conimbriga, (MÉNDEZ ORTIZ Y 91. El denso trabajo de Ramón Járrega publicado en los anejos de Archivo Español de Arqueología (JARREGA, 1991) sobre cerámicas importadas, recoge la mayoría de los sitios donde hay africanas tardías, por lo que nosotros simplemente vamos a citar las provincias donde aparecen y vamos a remitir a las páginas donde éstos se citan con su bibliografía; únicamente añadiremos aquellos casos en que el referido autor no haya mencionado algún trabajo y las nuevas referencias aparecidas los años 91-96, citando ya los yacimientos con su bibliografía específica. 63 RAMALLO ASENSIO, 1985, 235), Cabezo del Agua Salada en Alcantarilla (Murcia) (LÓPEZ CAMPUZANO, 1992, 128, fig. 6.7 y 7.12-13), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 357 y 359), Punta de L'Arenal en Xbia (Valencia) (BOLUFER ¡ MARQUÉS, 1994, 378, fig. 1.10-14), Portus Illicitanus en Santa Pola (Alicante) (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989, fig. 24, 2 y 3, fig. 80, 2 y 3), Segobriga (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 88, 7), o Complutum (SÁNCHEZLAFUENTE, 1990, fig. 133, 19); en la provincia de Albacete también aparece, y en concreto, de este subtipo B se registran ejemplares en la Casa de la Zua (CZ 10, 11 y 16) y en los yacimientos de las Casas del Cerro (CC) y Las Torres (LT) de Almansa. BÑ 2. Fragmento de borde de un plato en ARSW D del tipo Hayes 91, de la variedad AT LXVIII. Diámetro del borde: 17,6 cm. Se trata de una forma muy extendida que aparece en numerosos yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Castellón, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Almería, Granada, Málaga, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Jaén, Badajoz, Ávila, Valladolid, Toledo, Zaragoza, La Coruña (JÁRREGA, 1991, 62-66), así como en Conimbriga, Cerro de la Almagra (Murcia) (MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 239-240, lám. 3), Cartagena (LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993, 127), Cabezo del Agua Salada (LÓPEZ CAMPUZANO, 1992, 129, fig. 6.8 y 7.9), Benalúa (Alicante) (REYNOLDS, 1987, 28-37, n°83-187), Portus liiicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989, fig. 25, 1, fig. 80, 6), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 357), Punta de L'Arenal (BULUFER 1 MARQUÉS, 1994, 378), o Valeria (SÁNCHEZ-LA FUENTE, 1990, fig. 115,11); en Albacete aparece en los yacimientos de Zama (ZA 3) -aunque aquí de la variante C-, el Pozo de la Horca (HO 3), las Casas del Cerro (CC) y Las Torres (LT). BÑ 3. Fragmento de borde de un plato en ARSW D del tipo Hayes 59 B. (SÁNCHEZ GÓMEZ, 1984, lám. 3,14). Esta forma se documenta en yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Lérida, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Almería, Málaga, Cádiz, Sevi40,íí lla, Córdoba, Jaén, Badajoz, Toledo, Valladolid, Madrid, Zaragoza, Huesca (JÁRREGA, 1991,18-21), Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989, fig. 23, 9, fig. 80, 6), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 357 y 359), Punta de L'Arenal (BULUFER ¡ MARQUÉS, 1994, 378), Baetulo (AQUILUE, 1987, fig. 45, 1-2), Vila.Roma (TEDA, 1989, 124, fig. 39.1-8), Segobriga (SÁNCHEZ-LAFIJEN1'E, 1990, fig. 88, ~ 64 7) o Complutum (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 133, 19); en la provincia de Albacete la hemos registrado también en Zama (ZA 2), el Ardal (AR 1), los Canales (CA 1) y Villaricos (VL). BÑ 4. Fragmento de borde de un cuenco en ARSW D del tipo Hayes 99. (SÁNCHEZ GÓMEZ, 1984, lám. 3, 15). Se trata de una forma muy extendida. Aparece en diversos yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Almería, Málaga, Cádiz, Sevilla, Jaén, Badajoz y Zaragoza (JÁRREGA, 1991, 71-73), Conimbriga (MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 240), Cartagena (LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993, 120 y 126-127, lám. 2.1); (ROLDÁN BERNAL Y OTROS, 1991, 314, fig. 4.24); (LAIZ REVERTE Y BERROCAL CAPARROS, 1991, 331, lám. 1.1-6), Begastri (Murcia) (RAMALLO ASENSIO, 1984, fig. 3, 13), Punta de L'Arenal (BOLUFER 1 MARQUES, 1994, fig. 23-8), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 358) y Baetulo (AQUILUÉ, 1987, fig. 48, 2-3); en Albacete aparece también en el Tolmo de Minateda (TM 15) y en Zama (ZA 4) en la variante A. BÑ S. Fragmento de borde de un cuenco con visera en cerámica común. De pasta anaranjada, tiene desgrasantes finos calcáreos. La superficie es del mismo color anaranjado y no ha recibido ningún tratamiento especial, por lo que se observan las lí neas del tomo. Diámetro del borde: 31,6 cm. Podría tratarse de una imitación en cerámica común de la forma de ARSW Hayes 91, aunque su tamaño es bastante mayor, por lo que se podría proponer un uso como fuente más que como cuenco. Un ejemplar similar, también definido como imitación de Hayes 91, se localizó en el basurero de Vila.Roma (TEDA, 1989, 181, fig. 82.7). Otra posibilidad es que se trate de un mortero, en cuyo caso también hay abundantes paralelos en Vila.Roma (TED'A, 1989, fig. 101, 6.23, 6.24), Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 9.2, 9.5), Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXII, 680), en el Mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 15, 14B, lám. XII, 2) o fuera de la Península en Cartago (FULFORD Y PEACOCK, 1984, fig. 64, 23.1); en Albacete hay una pieza muy similar en la necrópolis de las Eras (ER 85). 65 1.3. BIBLIOGRAFÍA CEÁN-BERMÚDEZ, 1832; FERNÁNDEZ BAUDÍN, 1961; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SÁNCHEZ GÓMEZ, 1984. 11.2. LA HORCA (HO) (Horca, Hellín) (Lám. 1) 2.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N) Con este nombre se designa a un establecimiento rural de época romana situado en la ladera baja de la sierra de Cabeza Llana, en las proximidades del pueblo de La Horca y junto al arroyo de Tobarra, en su margen derecha. El yacimiento se sitúa junto a la llanura fluvial, tierras que potencialmente tienen un alto aprovechamiento agrícola. El de la Horca es un establecimiento rural situado en las inmediaciones de la vía Complutum-Carthago Nova. De la villa de la Horca se ven algunas estructuras —muros de mampostería revocados por signinum de 6 cm de espesor9 —, pero a falta de excavación sólo podemos presentar los materiales recogidos mediante prospección, y cuya cronología, a priori, arranca de fines de época republicana o comienzos del Imperio y abarca toda la época imperial, localizándose entre las cerámicas algunas sigillatas africanas y un molde para fabricar lucernas, también de cronología tardía. Se ha propuesto por parte de López Precioso que este asentamiento tenga una continuidad espacial con Zama, al otro lado del Arroyo de Tobarra. 2.2. MATERIALES Cerámica HO 1. Fragmento de borde de plato en ARSW D de la forma Hayes 60. (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig.5, 8). Paralelos tenemos en diversos yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelo92.Informes de J. Jordán en 1973. 93. Los autores que publicaron esta pieza la clasificaron como correspondiente a la forma Hayes 67, pero a nosotros nos parece que responde más al tipo Hayes 60; no obstante dejamos abierta la posibilidad de su clasificación ya que no hemos visto dicha pieza y solamente la conocemos a través del dibujo ofrecido en la publicación. Si se tratase de una forma 67 hay numerosos paralelos en toda la región murciana, Valencia, Pollentia, Conimbriga (MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 236). 66 na, Valencia, Castellón, Baleares, Murcia, Málaga, Cádiz, Badajoz, Toledo, Zaragoza (JARREGA, 1991, 28-29), Conimbriga (MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 235, Iám 1.), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 359) y Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989, fig. 24, 1); en Albacete en la Casa de la Zua (CZ 8). k 1 HO 2. Fragmento de fondo de una bandeja en ARSW D con decoración estampada de trifolios, del estilo Hayes A (u) y ( iii) (HAYES, 1972, fig. 43, 83 (h)), y que se estampa en piezas de las formas 67 y 75 94 . HO 3. Fragmento de borde de cuenco en ARSW D de la forma Hayes 91 posiblemente de la variante A, aunque también podría ser de la B. Diámetro del borde: 22 cm. Paralelos: a BÑ 2. / HO 4. Fragmento de borde de un cuenco en TSHT que, por la inclinación de la pared, sólo puede corresponderse con la forma 37 T. Diámetro del borde: 20 cm. 1 La forma 37 T es la más difundida en los repertorios cerámicos, por lo que hacer un repaso completo de los yacimientos donde aparece tampoco nos daría especiales datos relativos a vías de distribución y mercados; vamos a limitamos a exponer unos cuantos sitios donde se ha recogido y que pueden tener una mayor relación con Albacete, bien por proximidad geográfica, bien por estar dentro de los cauces de comunicación naturales. Así, encontramos piezas en la Alcudia de Elche (LÓPEZ RO-DRÍGUEZ, 1985, 160), Segobriga (LÓPEZ RODRÍGUEZ, 1985, 177; SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 96), Valeria (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 114), Complutum (SANCHEZLAFUENTE, 1990, fig. 132, 10) 0 Castulo (LÓPEZ RODRÍGUEZ, 1985,179); también aparece en Albacete, en el yacimiento de Casa de la Zua (CZ 20-23). 94. Paralelos para la forma Hayes 67 hay en diferentes yacimientos como Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994,357 y 359), Punta de LAina1 (BOLUFER 1 MARQUÉS, 1994. fig. 1.15-17), Cabezo del Agua Salada (LOPEZ CAMPUZANO, 1992, 128, fig. 3.1, 4.2, 6.4-6, 7.14), Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989,48,94 y 117, fig. 24.4, 503, 80.4), Baetulo (AQUILUÉ, 1987, lO, fig. 46.8,47.1-3). 67 HO S. Parte superior de un molde para la fabricación de lucernas 95. La pieza de barro, de forma ovalada y de color gris o i tiene la siguiente inscripción SQBQ (ex) of(ficina) A(uli) C(--) Pas(--) enmarcada u ' °°° ooco en una decoración a base de perlas y pal00 'mas. Dimensiones: longitud: 11 cm; anchura: 9,5 cm; grosor: 3 cm. (ABASCAL PALAZÓN, 1990, lám. XXVI C; BERNAL CASASOLA, 1990-91,16; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1953, Lám. 1; SANZ GAMO, 1982a, n° 24 y 1982b, n° 8). No se conocen paralelos exactos para esta pieza, aunque sí otros moldes de similares características (BERNAL CASASOLA, 1990-91). 2.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; BERNAL CASASOLA, 1990-91; JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1953; SANZ GAMO, 1982a, 1982b. 11.3. EL SALTADOR (SA) (Hellín) (Lám. 2) 3.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N) El Saltador es un pequeño cerro amesetado, situado en la desembocadura de la rambla del mismo nombre, en el embalse de Camarillas. Se supone que aquí había una villa o establecimiento agrícola que aprovecharía la vega. Conocemos, gracias a las prospecciones, algunos materiales cerámicos que abarcan una amplia cronología y entre los que hay piezas tardorromanas. Nosotros no hemos visto las piezas, por lo que nuestra única referencia es la de los autores en su publicación (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984). En un trabajo posterior se cita la existencia de muros y sillares de 95. Esta pieza procede de un hallazgo casual que ingresó en el museo en 1948, y de cuya localización se dice que fue en Minateda, en un bancal próximo al cerro de la Horca. En trabajos posteriores se atribuye al Tolmo de Minateda, posiblemente porque es el yacimiento de época tardía más importante de la zona. No obstante nosotros preferimos situarlo en el catálogo junto a otros materiales del yacimiento de la Horca, ya que este es el asentamiento más cercano al lugar de la aparición de la pieza, lo que, aunque no garantiza su pertenencia a este sitio, es una localización más aproximada que el Tolmo que se halla a unos cuantos kilómetros de distancia. El dibujo original es de Rubí Sanz. 68 gran tamaño en la actualidad tapados (JORDÁN MONTES Y MATILLA SÉIQUER, 1995, 332). 3.2. MATERIALES Cerámica SA 1. Fragmento de borde de una pieza en ARSW D del tipo Hayes 61 A. (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 8,13). 1 SA 2. Fragmento de borde de una pieza en ARSW D del tipo Hayes 61 A. (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 8,15). Paralelos para estas piezas ya hemos mencionado al describir el ejemplar de Los Bafluelos (BÑ 1), en concreto del subtipo A como ésta, y en la provincia de Albacete, la tenemos registrada en la villa de Balazote (BV 3), en la Casa de la Zua (CZ 9) y en los Canales (CA 2). SA 3. Fragmento de pared de una pieza de TSHT decorada con grandes círculos del tipo 3 A 311 de López Rodríguez. (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 8,14). 4 é 3.3. BIBLIOGRAFÍA JORDÁN MONTES Y MATILLA SÉIQUER, 1995; JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984. 11.4. VILCHES (VI) (Hellín) (Lám. 2) 4.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.T.N) El yacimiento se localiza en una amplia llanura en las inmediaciones de la casa de labor de Vilches, al norte de la sierra de Peñas Cortadas. Junto al yacimiento se encuentra un manantial de agua y en superficie se observan algunos restos de muros. Por el material recogido en prospección, el asentamiento abarca una cronología desde momentos ibéricos tardíos hasta el siglo IV d.C., en que se fechan algunas de las cerá69 micas. Pero además de estos datos, quizás lo más importante es que Vilches es uno de los lugares donde se ha situado la aparición del sarcófago de Hellín, actualmente en la Real Academia de la Historia. Sobre el lugar de hallazgo de esta pieza, los investigadores no terminan de poner se de acuerdo, debido a que las noticias con que contamos son confusas y contradictorias. La polémica se centra principalmente en dos lugares: Vilches y el Tolmo de Minateda. Sotomayor, en su trabajo sobre sarcófagos romanos, incluía la serie de noticias y datos existentes para la investigación, sin optar claramente por un lugar de origen, (SOTOMAYOR, 1973). Con posterioridad al estudio de Sotomayor, el tema de la localización del sarcófago fue nuevamente tratado en el Congreso de Historia de Albacete de 1984 en dos trabajos, uno de Domínguez Monedero que se inclina por el sitio de Vilches, y otro de López Precioso, Jordán Montes y Martínez Cano para quienes hay dos sarcófagos, el de la Academia procedente del Tolmo y otro de Vilches. Las referencias al sarcófago o sarcófagos son las siguientes: 1794. J. Lozano en su obra Bastetania y Contestania del Reyno de Murcia con ¡os vestigios de sus ciudades subterráneas, ofrece la siguiente noticia: "La condescendencia del Señor Velasco me hizo ver en Hellín, un monumento de piedra, que estaba bayo de tierra, y se descubrió poco tiempo ha en el sitio de Buches no lexos de la venta de Vinatea distante de Hellín como una legua. En su seno (según informan) un cuerpo extendido, que se disipo al tocarlo. También una redoma con cenizas. En su frente, y ángulos tiene dicha mesa figuras de relieve. Todas del gusto gótico. Arón, y Moyses con las tablas; la sed en el desierto; labios de un muchacho aplicados al raudal de la peña; águilas, en sus costados; esto es lo que ofrece la mesa de piedra cuya corpulencia es bastante" (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984, 258). 1835. Memoria de Disidro Benito Aguado Marchamalo (dibujante del sarcófago), conservada en la Real Academia de la Historia (Mm. 11-3-118263): "Sobre este sepulcro se conoce haber tenido unas barras de hierro, una que cogía en latitud y tres transversales de costado a costado. Según he podido averigua?, tenía dentro huesos humanos, pero muy molidos, un ánfora y una especie de Urna.cenicia con restos también de mortalidad. Se deduce haber reliquias de dos cadáveres y en el cuerpo del sepulcro de otro. La loza que cubría este monumento parece sería algo mayor, motivo porque pusieron las barras para que no hiciese por sí toda la fuerza. En parte alguna de él se ha hallado inserxión... Hace algunos años que necesitando losas para el fogón de una cocina, mandaron un jornalero a hacer excavaciones ab intento. Efectivamente, mucho se había acarreado a Hellín del cerro llamado el Tolmo, una legua distante de aquel pueblo, el cual está situado frente del Molino de Vinatea, a la izquierda del camino real de Murcia, próximo a la Venta de aquel nombre. Extrayendo las piedras se descubrió la tapa del sepulcro, el cual fueperfectamente sacado y 70 conducido al sitio que hoy ocupa...Lo primero que procuró el dueño fue hacerle un conducto para que vertiese el agua que los animales dejaban En el propio sitio donde se halló este respetable monumento, se hallan inmensidad de ruinas al parecer romanas, anticuados vestigios defortflcación, aljibes, señales en nada equívocas de población. Sigue a esta altura una llanura inmensa con un arroyo corriente y como a distancia de un cuarto de legua, vuelven a hallarse vestigios antiguos de grandes edificios en que en mi juicio puede tener cabida... la antigua ciudad de Zama, de la cual han hablado pocos historiadores..."(SOTOMAYOR, 1973, 78 y ss.). En 1864 pasó a la Academia y en 1867 se publica un primer estudio sobre el sarcófago por Fernández-Guerra y Orbe titulado Tres sarcófagos cristianos: "Descubriose el año de 1834 en el cerro Tolmo, a legua y media de la villa (de Hellín), cerca de la carretera de Murcia, donde hay grandes ruinas que dicen de la ciudad de Za,na Al dar razón de él las Actas de la Real Academia de la Historia, tomo VII!, pág. XXI1' cometen el error de suponerlo de una sola faz, apoyándose quizá en no reconocer otro dibujo que el del frontis, hecho por D. Isidro Benito Aguado. Al tiempo del hallazgo llevó a su casa de Hellín D.José Rodríguez Carcelén este ama marmórea; y allí hubo de permanecer hasta noviembre de 1862, en que su dueño D. Francisco de Paula Valcarcel la cedió a nuestra Real Academia. Está colocado en el último descanso de la escalera principal" (SOTOMAYOR, 1973, 78 y Ss.) 1891. Roa y Erostarbe en la Crónica de la Provincia de Albacete, mencionan de nuevo el sarcófago de Vilches copiando el trabajo del canónigo Lozano (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984, 258). 1948. Sánchez Jiménez 96 en una carta a Schlunk dice lo siguiente: "He confirmado lo que yo sabía desde hace mucho tiempo y es que el sarcófago se descubrió el año 1834 en Bilches, finca o casa de labor relativamente próxima al Tolmo, pero que ni lindan siquiera. ..No se encontró en el Tolmo, ni en Zaina, lugares a los que se suele atribuir". Samuel de los Santos97 a Sotomayor: "...Desde luego, la localización en el Tolmo no me parece verosímil, por las características del poblado del que quedan restos y que excavaron Taracena, García y Bellido y el mismo D. Joaquín. Supongo que entonces fue cuando el último tuvo las noticias que comunicó al Dr Schlunk". De Eduardo Zorzona, párroco del Sagrado Corazón de Hellín a Samuel de los Santos: "He pasado varios días siguiendo la pista, hasta que he logrado encontrar al guarda jurado que había en la finca de Bilches desde el año 1920, lugar donde fue descubierto dicho sarcófago, el cual estaba enterrado en una fosa construida de piedra y una mezcla de argamasa casi blanca, durísima, la cual ha permanecido descubierta desde hace años. Este guarda jurado es nativo de Minateda, y aunque el Cerro ... ... 96. Primer director del museo arqueológico de Albacete. 97. Segundo director del museo arqueológico de Albacete. 71 del Tolmo está enclavado en dicha pedanía, reconoce la veracidad de los hechos y afirma sin titubeos, que en los muchos años que tiene no ha tenido noticia que se hayan encontrado en el Cerro del Tolmo nada más que algunas cosas pequeñas, unas columnas, algunas monedas y alguna otra cosa más por el estilo..." (SOTOMAYOR, 1973, 78 y Ss.). Estas son todas las noticias sobre el sarcófago. La más antigua, la del canónigo Lozano lo sitúa en Vilches, y por la escasa descripción del mismo, parece tratarse de la misma pieza que luego se trasladó a la Academia, el conocido como sarcófago de Hellín. La confusión viene de la memoria de Benito Aguado quien a pesar de estar refiriéndose al sarcófago de Vilches, —incluso toma de Lozano la referencia a la existencia de un cadáver y cerámicas—, sitúa la pieza como procedente del Tolmo de Minateda, quizás porque este yacimiento ha sido tradicionalmente una cantera para los habitantes de la comarca. Con posterioridad, se afianza en la publicación de Fernández Guerra esta confusión del Tolmo, y además se menciona 1834 como fecha del hallazgo, lo cual no deja de ser sorprendente porque el que se dibujase en 1835, y que la Academia no tenga noticias hasta ese momento, no indica que hubiese sido descubierto solo un poco antes, y de hecho, Benito Aguado no hace ninguna referencia al momento del hallazgo. Nosotros nos inclinamos por los que defienden su localización en Vilches, por que de aquí proceden las referencias más antiguas, y porque éstas indican el contexto en que se halló, —de forma algo ambigua desde luego—; bien es cierto que en este sitio los restos conocidos actualmente son muy escasos y hasta pobres diríamos, como para situar en sus inmediaciones un mausoleo o lugar de enterramiento similar, y tampoco los restos de la villa o lugar de habitación han mostrado hasta ahora ningún indicio de la riqueza que se podría presuponer al personaje o personajes enterrados en el sitio, que debieron ser grandes y ricos propietarios para costear el sarcófago. Además para la otra hipótesis, la del Tolmo, si bien el yacimiento tiene una mayor envergadura, no hay restos claros de una ocupación tardorromana —entiéndase del siglo IV d.C, cronología del sarcófago—, y para la necrópolis hasta ahora documentada, las fechas se elevan hasta el horizonte visigodo, del s. VII. Por otra parte creemos, como ya hemos dicho más arriba, que el situar la procedencia del enterramiento en el Tolmo se debe, más que a una constatación real, a un descuido o error, o la costumbre que, al hacer del Tolmo lugar de expolio, también lo hace de hallazgos. 72 4.2. MATERIALES98 Cerámica VI 1. Fragmento de borde de una fuente en ARSW D de la forma Hayes 58. (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS 1984, lám. 4.6). Esta forma aparece en yacimientos de las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Almería, Málaga, Cádiz, Huelva, Sevilla, Badajoz, Toledo, Burgos, Madrid, Zaragoza y Huesca (JARREGA, 1991, 15-17) en la ciudad de Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, 357 y 359), Punta de LArenal (BOLUFER ¡ MARQUÉS, 1994, 378, fig. 1.9), Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Y OTROS, 1989, fig. 23, 8 y fig. 80, 1) y Complutum (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990,322); en Albacete se localiza además en la villa de Balazote (BV 2). qY VI 2. Fragmento de un borde en ARSW D que podría corresponderse con las formas Hayes 80081, ya que tiene una fractura en la parte exterior del labio, lo que impide saber como sería este. Los investigadores que presentaron la pieza se inclinan, con ciertas dudas, por la forma 80. (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS 1984, lám. 4.7). Piedra VI 3. Sarcófago de mármol decorado con siete campos, enmarcados por arquerías con ocho pilastras. En las enjutas de los arcos rebajados hay cestas y coronas que se alternan. Las escenas son de izquierda a derecha: el milagro de la fuente de S. Pedro, la curación del ciego, Cristo con los apóstoles, bautismo de Cristo y sacrificio de Abraham. En los lados menores hay grifos en bajorrelieve 99. Longitud: 212 cm; anchura: 76 cms; altura: 56 cms; grosor: 9 cms. Se conserva en la Real Academia de la Historia. Procede de un taller romano, y se fecha entre los años 370 y 380 (SOTOMAYOR, 1975, 206 y 1988, 180). 98.Las piezas de este yacimiento únicamente las conocemos a través de publicación. 99.En el trabajo de Sotomayor hay una descripción exhaustiva de la decoración del sarcófago por lo que nosotros no la detallamos. 73 4.3. BIBLIOGRAFÍA DOMÍNGUEZ MONEDERO, 1984 a y b; FERNÁNDEZ GUERRA Y ORBE, 1867; LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984; RIPOLL, 1993; ROA Y EROSTARBE, 1891; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SOTOMAYOR, 1973, 1975 y 1988. 11.5. CANALES (CA) (Hellín) (Lám. 2) 5.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.T.N) Se sitúa junto a la casa de labor del mismo nombre, en la ladera de una pequeña loma, al norte de la anterior de Vilches y muy cercano al curso de agua del Arroyo Manga-Mielga, tributario del de Tobarra. Por los materiales cerámicos, únicos restos localizados del posible establecimiento, se debe tratar de un asentamiento agrícola cuya cronología se sitúa entre mediados del s. 1 d.0 y el V. No sabemos si éste podría tener relación con el de Vilches o si por el contrario, se trata de dos enclaves diferenciados. Lo cierto es que ambos están muy próximos, 1500 mts aprox., por lo que no sería extraño que pertenezcan a los dominios de unfundus, que creemos sin duda debió existir, ya que es la única explicación que encontramos para justificar el rico sarcófago y a su vez para la localización de dos establecimientos rurales tan próximos. 5.2. MATERIALES Cerámica'°° CN 1. Fragmento de borde de una fuente en ARSW D de la forma Hayes 59. (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984, lám. 6.8). Paralelos: = a BÑ 3. CN 2. Fragmento de borde de una fuente en ARSW de la forma Hayes 61 A. (LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984, lám. 6.9) Paralelos: = a BÑ 1 y SA 2. 100. Los materiales de este yacimiento únicamente los conocemos a través de publicación. 74 53.BIBLIOGRAFÍA LÓPEZ PRECIOSO Y OTROS, 1984. 11.6. EL REAL (RE) (Caudete) (Lám. 3) 6.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 819 del M.TN) El yacimiento se encuentra dentro del casco urbano de Caudete, en los alrededores del barrio del castillo. La construcción de un grupo de viviendas motivó una excavación de urgencia en la que se encontraron algunas estructuras murarias no relacionables entre sí ya que el yacimiento estaba muy arrasado. 6.2. MATERIALES Cerámica RE 1. Fragmento de borde de un cuenco de ARSW D del tipo Hayes 94 B. Diámetro del borde: 13,4 cm. Forma diferenciada del tipo 93 por el diámetro; en este 94 el diámetro es pequeño. Hay paralelos en diversos yacimientos de las provincias de Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Málaga y Cádiz (JARREGA, 1991,54-55), Cabezo del Agua Salada (LÓPEZ CAMPUZANO, 1992, 129, fig. 7.11), Punta de LArenal (BOLUFER 1 MARQUÉS, 1994, fig. 2.4-6); en Albacete en el Tolmo de Minateda ('FM 1). RE 2. Fragmento de borde y galbo de un cuenco en TSGT negra de la forma Rigoir 15, aunque el borde bífido recuerda más al tipo 6 B. La pieza tiene una decoración estampillada formada por tres motivos decorativos; la primera banda, junto al borde son pequeñas líneas semicirculares; el segundo grupo son círculos radiados separados por listeles del tercer grupo que son motivos de hojas triangulares que alcanzan la carena del vaso. Diámetro del borde: 12 cm. Un borde similar, también bífido proviene de Villanueva de Azoague (Zamora) (LÓPEZ RODRÍGUEZ Y REGUERAS GRANDE, 1987, 146, fig. 12.63). En la 75 publicación de la pieza, de la que únicamente se conserva el borde se insinúa la posibilidad de que se trate de la forma Rigoir 6, aunque indicando las particularidades de dicho borde; sin embargo, y a la vista de la pieza albaceteña, debería ser considerado o bien un nuevo tipo, o una forma mixta, ya que la carena baja y marcada está excluida del tipo 6, siendo característica del 15. RE 3. Fragmento de borde de una olla de cocina de borde vuelto engrosado, labio apuntado y asiento para tapadera. La pasta es gris con desgrasantes gruesos. La superficie está oscurecida con señales de haber estado expuesta al fuego. Diámetro del borde: 13 cm. Aparecen piezas similares en Conimbriga (ALARCÁO, 1974, Lám. XXXV, 707), en Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 14, 3 F) o en el yacimiento francés de la Grotte de la Fourbine, en contextos del siglo VI (CONGES Y OTROS, 1983, fig. 6.27); en Albacete también aparecen bordes similares en el Ardal (AR 4), las Escobosas (ES 2) o las Eras (ER 79), aunque todas ellas de mayor tamaño. RE 4. Fragmento de olla de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es gris con desgrasantes finos. La superficie exterior es negra. Diámetro del borde: 17 cm. Encontramos paralelos para esta pieza en el vertedero de Vila.Roma (TEDA, 1989, fig. 89,5.27-5.29), Danó (LÓPEZ MULLOR Y FIERRO MAClA, 1993, Lám. 4,33), mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRIGUEZ MONTERO, 1988, lám. LI, 2), Conimbriga (ALARCÁO, 1974, XLIII, 846, XLVI, 872); en Albacete hay piezas muy similares en el Arda] (AR 3), la Eras (ER 83) o Casa de la Zua (CZ 37). En cronologías posteriores también aparece en los yacimientos de la Loma Lencina (LL 1-8), Loma de Eugenia (LE 18-19) o Alboraj (AJ 1). RE S. Fragmento de cuenco de borde recto y labio redondo. La superficie exterior está ondulada. La pasta es gris con desgrasantes medios. Diámetro del borde: 14,4 cm. Cuencos de labio redondeado hay en diferentes yacimientos como Vila.Roma (TEDA, 1989, fig. 112,6)0 Darró (LOPEZ MULLOR Y FIERRO MACÍA, 1993, Lám. 5, 1, 2,5,6,7); hay una pieza muy simi76 lar procedente de la Casa de la Zua (CZ 41), con la superficie exterior también ondulada. RE 6. Fragmento de cuenco con pitorro de borde engrosado y labio al redondeado. La pasta es anaranjada con desgrasantes medios cuarcíticos y calizos. La superficie es ocre estando alisada. Diámetro del borde: 24 cm. Como paralelos podemos citar algunos cuencos del Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 6, n° 7 y 8) o los de el basurero de Vila.Roma (TED'A, 1989, fig. 102) aunque no coinciden exactamente con nuestra pieza en cuanto a la forma; de época visigoda contamos para la provincia de Albacete con un ejemplar procedente del Tolmo de Minateda (TM 19). RE 7. Fragmento de borde de sección triangular y labio apuntado. Pasta anaranjada con desgrasantes finos de color negro. Superficie del mismo color alisada. Diámetro del borde: 12 cm. Estas piezas se corresponden tanto a formas de ollas como de recipientes para servir líquidos (jarras o cántaros). Encontramos paralelos tanto en yacimientos de cronología tardorromana como son el mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, lám. LII, 12), Conimbriga (ALARCAO, 1974, XLVI, 866 A, XLVIII, 890 B, 896), como en otros posteriores; en Albacete aparece una pieza muy similar en la Loma de Eugenia de cronología visigoda (LE 23). RE 8. Fragmento de base plana cóncava al interior. Pasta ocre con desgrasantes medios. La superficie exterior es anaranjada. Diámetro de la base: 9 cm. 6.3. BIBLIOGRAFÍA Inédito 77 11.7. VILLARICOS (VL) (Almansa)'°' 7.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 793 del M.T.N) El yacimiento, situado al S de la sierra de los Cuchillos en el paraje denominado Casas Viejas, se localiza en un altiplano rodeado de tierras agrícolas y cerca de un ramal de la vía Augusta. Sobre su zona oriental hay un yacimiento bajomedieval superpuesto. En superficie se observan restos de muros; los restos cerámicos abarcan desde el cambio de era hasta el siglo IV. 7.2. MATERIALES Cerámica Los fragmentos de cronología tardorromana son piezas en ARSW D de las formas Hayes 49, 50 59. Los paralelos para las formas Hayes 59 ya se han citado al hablar de la pieza de los Bañuelos (BÑ 3); los de la Hayes 49 se mencionarán al hablar de BV 1 y por último de la forma Hayes 50 encontramos piezas en Valeria (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 115, 14), Complutum (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 133, 15), Badalona y Barcelona (JÁRREGA, 1991, 30-31). 7.3.BLBLIOGRAFLA PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1986; SIMÓN GARCÍA, 1988. 11.8. CASA DEL CERRO (CC) (Almansa) 8.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 793 del M.T.N) Localizado en el centro del corredor de Almansa, el yacimiento se encuentra en un paraje denominado Belén, en la margen izquierda de la Rambla del Charco, en una zona de fácil comunicación. 101. Los materiales de Almansa, tanto los de este sitio como del resto de los asentamientos no los conocemos de visu, por lo que todos los datos que incluimos están extraídos de las publicaciones que se reseñan, y únicamente tienen representación gráfica dos piezas del yacimiento de Las Tones. 78 8.2. MATERIALES Cerámica Entre los materiales localizados en prospección, las piezas más antiguas son del siglo 1, recogiéndose restos cerámicos con una cronología que abarca hasta el IV, con ARSW D de las formas 50, 61 y 91 de Hayes. Los paralelos para la forma 50 los hemos indicado al hablar de la pieza de Villaricos. Para la Hayes 61 los paralelos se han comentado al hablar del ejemplar de los Bafluelos (BÑ 1), y finalmente para la Hayes 91 los paralelos los hemos comentado al hablar del ejemplar de los Bafluelos (BÑ 2). 8.3.BLBLIOGRAFLA PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1986; SIMÓN GARCÍA, 1988. 11.9. NOGALES (NO) (Almansa) 9.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 793 del M.T.N) El yacimiento se encuentra en un paraje denominado Los Blancos, muy cerca de la laguna de S. Benito, en una zona fértil y de fácil comunicación. Las cronologías que aportan los restos cerámicos sitúan la ocupación entre los ss. II y IV 9.2. MATERIALES Cerámica Entre los materiales, escasos, hay un borde de ARSW D de la formas Hayes 49. Los paralelos para esta pieza se exponen al describir el ejemplar de la Villa de Balazote (BV 1) 9.3.BLBLIOGRAFÍA PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1986; SIMÓN GARCÍA, 1988. 79 11.10. LAS TORRES (LT) (Almansa) (Lám. 4) 10.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRiPCIÓN (Hoja 793 del M.T.N) El yacimiento se localiza al E del Corredor, en un llano entre los cerros de los Prisioneros y Silla. Las cronologías que proporcionan los materiales se sitúan entre los SS. II y IV. 10.2. MATERIALES Cerámica r-Iíllip, LT 1. Base de un cuenco en ARSW D de la forma Hayes 91. (SIMÓN GARCÍA, 1988, fig. 2.5). Paralelos: = a BÑ 2. 11 LT 2. Fragmento de base en ARSW D con decoración del tipo Hayes A (O. (SIMÓN GARCÍA, 1988, fig. 2.6). También se menciona la aparición de fragmentos cerámicos de la forma Hayes 61 sin representación gráfica. 103.BIBLIOGRAFÍA PONCE HERRERO Y SIMÓN GARCÍA, 1986; SIMÓN GARCÍA, 1988. 11.11. EL ARDAL (AR) (Fuentealbilla) (Lám. 4 y 5) 11.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 744 del M.TN.) El yacimiento se localiza en el lugar denominado Corral de Arda¡, a la derecha de la carretera «que va de Abengibre a Casas Ibáñez, entre los kilómetros 4 y 5. Se sitúa en un terreno accidentado con vaguadas y ramblas, en un terreno apto para el cultivo de cereales y los pastos. Según informaciones facilitadas al Museo hay muros de sillares y restos constructivos reaprovechados en construcciones de la aldea del Chozo de Meneos. 80 11.2. MATERIALES Cerámica AR 1. Fragmento de borde de una fuente de ARSW D del tipo Hayes 59 B. Diámetro del borde: 27,6 cm. Paralelos: = a BÑ 3. AR 2. Fragmento de borde de un plato en TSHT de la forma 74 - Palol 4. Diámetro del borde: indeterminado. Los paralelos para este tipo son numerosos, por lo que solamente indicamos los que pueden tener una mayor relación con el ejemplar albacetense. Aparece en Complutum (FERNÁNDEZ GALIANO, 1984, fig. 37, 104; 97, 86; 148, 38; 162, 194; 164, 220; 166, 245; 184, 512), mercado de Abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, lám. XXXV, 19; XLIX, 17; LV, 11 y 13) y Segobriga (SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 97,50 y 51; fig. 99,56). AR 3. Fragmento de olla de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es gris con desgrasantes finos. Tiene huellas de haber sido expuesta al fuego. Diámetro del borde: 19,2 cm. Paralelos: = a RE 4. AR 4. Fragmento de vasija de borde -exvasado y labio apuntado, tiene asiento para tapadera. Pasta amarillenta con desgrasantes finos. La superficie es cenicienta con paredes decoradas mediante ondulación. Diámetro del borde: 29 cm. Paralelos: = a RE 3. 81 AR S. Fragmento de olla de borde vuelto y labio redondeado. Pasta gris amarillenta con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 17,4 cm. En la provincia de Albacete encontramos piezas similares en las Eras (ER 77), y en yacimientos de cronología posterior como la Loma de Eugenia (LE 11) y el Pozo de la Nieve (PZ 3). AR 6. Fragmento de un contenedor de borde recto engrosado al exterior. La pasta es gris con desgrasantes finos; la superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 30,6 cm. AR 7. Fragmento de cazuela de borde recto engrosado al interior y labio redondeado. La pasta es amarillenta con desgrasantes finos. La superficie exterior es cenicienta, con paredes decoradas mediante ondulación. Diámetro del borde: 16 cm. Se trata de ejemplares que imitan a la cerámica africana de cocina. Encontramos piezas similares en diferentes yacimientos como el Portus ihicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 15, 1-2), Vila.Roma (TED'A, 1989, fig. 119, 7.1, 7.2) o Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXV, 718); en la provincia de Albacete también aparecen piezas similares en los yacimientos de las Escobosas (ES 5), la Casa de la Zua (CZ 43, 44, 45 y 46) y en la necrópolis de las Eras (ER 86). AR 8. Fragmento de escudilla de borde engrosado y labio con decoración rizada. rizada. Pasta castaña con desgrasantes finos. Diámetro del borde: 25 cm. Encontramos paralelos para esta pieza entre los ejemplares procedentes del Portus Ihlicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 17,4) o de Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXVIII, 763). AR 9. Fragmento de contenedor (barreño?) de borde recto y labio redondeado. 82 Debajo del borde tiene una tira de decoración plástica en forma de cordón de círculos. La pasta es castaña con desgrasantes finos. Diámetro del borde: 24 cm. 4 _ _ Encontramos paralelos para esta pieza entre los ejemplares procedentes de Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXVI, 738, lám. XXXVII, 749, 750, 752, 753 y 754). AR 10. Fragmento de base plana con umbo central. La pasta es amarillenta con desgrasantes finos. La superficie exterior es gris con huellas de haber sido expuesta al fuego. Diámetro de la base: 5,5 cm. 11.3.BIBLIOGRAFÍA SANZ GAMO, 1984. 11.12. CASA DE LOS GUARDAS (CG) (Tarazona de la Mancha) (Lám. 6) 12.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 del M.T.N.) El yacimiento arqueológico se localiza al sur del término de Tarazona de la Mancha, junto a unas casas de labor del mismo nombre, y a un kilómetro aprox. al Norte del Júcar, en su orilla izquierda en una zona de ribazo que desciende suavemente hacia el río. Se trata de una villa excavada por el procedimiento de urgencia y de la que únicamente se han publicado sus mosaicos fechados en época tardorromana. En la zona excavada se descubrió una habitación cuadrangular, con un ábside semicircular sobreelevado adosado a uno de sus lados, y al que se accedía por un escalón. Este ábside estaba pavimentado con opus sectile, formado por placas triangulares y rectangulares de mármol blanco con veteado gris azulado, mientras que la habitación estaba pavimentada con cuatro mosaicos cuadrados separados por un pasillo en forma de cruz, con una calle verde y la otra blanca. Esta habitación se ha interpretado como un "oecus abierto seguramente al peristilo, con una cabecera a modo de exedra casi circular...realzada en relación a la habitación cuadrada" (RAMALLO ASENSIO, 1986 a, 95). 83 12.2. MATERIALES 102 Mosaicos CG 1. Mosaico con estrella y figura central. Se localizó en la esquina NO de la habitación. Enmar cado por una banda blanca, la siguiente orla es un trenzado de dos cables que contornea un cuadrado blanco en el que se inscribe un disco delimitado por una trenza de dos cables, que contiene una estrella de ocho puntas, también de trenzado, y en cuyo centro hay un emblema, muy parcialmente conservado en el que se observa la parte baja, los pies, de una figura vestida con túnica que anda hacia una rama con hojas situada a su derecha. También se conservan restos de una inscripción: . . .VS. Las trenzas son de colores negro, rojo o amarillo o gris, blanco. Las esquinas entre el motivo central y la orla están decoradas con motivos centrales redondos pareados y contrapuestos: dos con nudos de Salomón y dos con cuadrados decrecientes inscritos. Longitud: 2 m; anchura: 2 m; teselas: 0,5-1 cm; color de las teselas: blanco, negro, rojo, amarillo y gris. (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 39, 55, fig. 16, lám. 40; RAMALLO ASENSIO, 1986 a, n° 3, 88, lám. 2; SANZ GAMO, 198%, 93). CG 2. Mosaico con meandros y rectángulos. Apareció en la esquina SE de la habitación. El motivo principal es de meandros de esvásticas realizados con trenzados de dos cables con rectángulos en los brazos de la cruz, y cuadrados centrales con diferentes motivos: cuadrados inscritos decrecientes, cuadrados apuntados inscritos y decrecientes hacia el centro, un octógono que encierra cuadrados apuntados con cruceta central, flor tetralobulada con cuadrado central y dos círculos en cada pétalo, flor de cuatro pétalos lanceolados, y otro con parte de un -nudo de Salomón. La orla es un trenzado de dos cables rodeado de una banda blanca. Las trenzas son de color negro, blanco, rojo salmón o granate, o verde o gris. 102. Solamente incluimos los mosaicos porque en nuestra revisión de las cerámicas, fragmentos pétreos, etc., no vimos resto de material significativo. 84 Longitud: 2 m; anchura: 2 m; teselas: 0,5-1 cm; color de las teselas: blanco, negro, rojo, amarillo, castaño y pasta vítrea azul. (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n°40, 56, fig. 17, lám. 41 y 44; RAMALLO ASENSIO, 1986 a, n° 2, 88, lám. 1). CG 3. Mosaico con red de cable. Se localizó en el ángulo NE de la habitación y se compone de una orla con filas de triángulos tangenciales de color castaño oliváceo, esta orla solamente aparece en el lado E. Después hay una franja blanca que ya sí rodea todo el motivo central. El tapiz está formado por una red de trenzado de dos cables, que forma figuras octogonales con rectángulos en su interior y hexágonos alargados a los lados. Sobre el fondo negro, las trenzas alternan diferentes colores: negro, blanco, amarillo o rojo granate o gris pálido o rojo salmón, y finalmente negro. El mosaico se encuentra parcialmente quemado. Longitud: 2 m; anchura: 2 m; teselas: 0,5-1 cm; color de las teselas: blanco, negro, rojo, verde, amarillo, gris y castaño (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n°41,59, fig. 18, iám. 42 y 44; RAMALLO ASENSIO, 1986 a, n° 1, 88, lám. 1). CG 4. Mosaico de peltas. Situado en el ángulo suroeste de la habitación, conserva dos ovas con triángulo en el interior de la orla exterior, solamente en uno de sus lados. Después hay una cinta blanca y una orla de trenzado de tres cables negra, blanca y roja o verde oliva. El tapiz está decorado con peltas contrapuestas entre sí, perpendicular y paralelamente, y contorneadas por trenzas de tres cables de lado, cuyo interior se adorna por hojas lanceoladas contrapuestas, rematadas por triángulos equiláteros de teselas \YA' negras, blancas, rojas y amarillas en el extremo. Aparecen huellas de combustión en uno de sus ángulos. Longitud: 2 m; anchura: 2 m; teselas: 0,5-1 cm; color de las teselas: blanco, negro, rojo, verde, amarillo y castaño (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n°42, 59, fig. 19, iám. 43 y 44; RAMALLO ASENSIO, 1986 a, n°4, 88, lám. 2). Los mosaicos se fechan en la segunda mitad del s.IV (RAMALLO ASENSIO, 1986 a, 95). 85 12.3.BLBLIOGRAFLA ABASCAL PALAZÓN, 1990; ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; ARANA, 1986; BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989; RAMALLO ASENSIO, 1986 a; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SANTOS (de los), 1983; SANZ GAMO, 1984,1989b. 11.13. CASA DE LA ZÚA (CZ) (Tarazona de la Mancha) (Lám. 7-12) 13.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 del M.T.N.) El yacimiento se localiza en el paraje denominado con el mismo nombre, al sur del término municipal de Tarazona de la Mancha; más exactamente entre los kilómetros 25 y 26 de la carretera 320, que une La Gineta con Tarazona de la Mancha. Se trata de un asentamiento en la margen izquierda del Júcar, en la vega del río. En superficie afloran restos de muros que hasta el momento, y a falta de una investigación en profundidad, se catalogan como pertenecientes a una villa romana; junto a ello hay numerosos restos de cerámica en su mayor parte romana. Sin embargo el sitio debe tener un origen más antiguo, pues el Museo de Albacete cuenta, entre su colección de fíbulas fruto de la expoliación clandestina, con algún ejemplar de época ibérica (SANZ GAMO Y OTROS, 1992, 46). La Casa de la Zúa se sitúa en las proximidades de la vía Comp!utum-Carthago Nova, lo que evidentemente debió favorecer al asentamiento, por otra parte al lado del río y en una zona rica agrícolamente. 13.2. MATERIALES Metal'°3 CZ 1. Fíbula de plata de resorte bilateral que "...ha perdido el resorte y la aguja. Puente de sección planoconvexa decorado por dos grupos de molduras transversales en los extremos?' (SANZ GAMO Y OTROS, 1992, 241, n° 177). L 103. No hemos incluido todas las piezas metálicas recogidas en el sitio, sino que mostramos únicamente aquellas que tienen una significación especial para nuestro trabajo, bien porque sean de cronología tar día, bien porque puedan tener perduraciones en momentos taixloantiguos, o como ocurre con algunas, porque no estamos de acuerdo con la funcionalidad o cronología otorgada en otros trabajos (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a). 86 Hay un paralelo procedente de Mérida, del tablinium de la villa del Hinojal (Badajoz) que se fecha a fines del siglo IV o principio del V (ALVAREZ MARTÍNEZ, 1976, 450). Para los estudiosos de la albaceteña ambas deben proceder de un mismo taller (SANZ GAMO Y OTROS, 1992, 242). CZ 2. Aplique de asa de sítula del tipo C-1 de Delgado; de sección plana y forma romboidal tiene el extremo perforado a modo de anilla. Longitud: 3 cm; anchura máxima: 1,9 cm; grosor: 0,3 cm; diámetro de la anilla: 05-0,6 cm (ABASCAL PALAZON Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 244, 103). Hay un paralelo en los niveles tardorromanos de Segobriga (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1983, fig. 1.2). CZ 3. Aplique de asa de sítula; romboidal, con esquematización de rostro humano y anilla superior para fijación de (0 0 asa. Longitud: 4,8 cm; anchura: 2,4 cm; grosor: 1,1 cm; diámetro de la anilla: 0,6-0,8 cm. (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 218, 91). / Hay paralelos en la Bienvenida (Ciudad Real) (AURRECOECHEA Y OTROS, 1987, Lám.5, 3) y en Conimbriga (MOUTINHO ALARCÁO Y SALETA DE PONTE, 1979, lám. XXXIX. 39). CZ 4. Fálera en forma de disco liso de tendencia convexa, con moldura perimetral y pequeño umbo central. El pasador es anillado. Diámetro: 7 cm; grosor: 0,3 cm; altura máxima: 1 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 288, 125). Se trata de una pieza similar a las estudiadas por Caballero (CABALLERO ZOREDA, 1974,94). CZ S. Lámina de forma lanceolada, a la que le falta el extremo distal. 'Viene un vástago moldurado seguramente para la inserción de un mango. La placa está separada por grupos de dos líneas incisas en cuatro tramos. En el superior —del mango hacia abajo—, hay dos perforaciones redondas; en el segundo hay asimismo una perforación central también redonda; en el tercero, la perforación central es alargada, y en el cuarto, parcialmente roto, también se identifica una perforación central redonda. Longitud total conservada: 3,3 cm; longitud del vástago: 1 cm; grosor de la lámina: 0,1 cm; grosor del vástago: 0,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 294, 132). Esta pieza ha sido catalogada como un flebótomo, instrumento médico de época 87 romana, aunque una funcionalidad más adecuada sería la de tapa de un - - estuche de sigillum; no obstante, y para época islámica, están constatadas piezas iguales con un uso de apagacandiles, las llamadas despabiladeras. Los paralelos musulmanes los encontramos en Vascos (Toledo) (IZQUIERDO BENITO, 1994, fig. 23.1-7), Medina Elvira (GÓMEZ MORENO, 1888), Castellar de Alcoy (Alicante) (AZUAR RUIZ, 1989, fig. 80), Castillo de Jijona (Alicante) (AZUAR RUIZ, 1985, lám. LII) o Mallorca (ROSELLÓ BORDOY, 1978). CZ 6. Botón de bronce de placa circular aplanada y pasador inferior anillado. La superficie está decorada con un motivo inciso compuesto por una flor de cuatro pétalos con botón central y cuatro grupos de tres líneas o estambres entre los pétalos. El borde tiene una decoración perimetral dentada. Diámetro: 2,3 cm; grosor de la placa: 0,1 cm; altura: 0,6 cm (ABASCAL PALAZON Y SANZ GAMO, 1993 a, n°349 y 350, 157). Este botón, del que hay otro ejemplar igual en este mismo yacimiento y otro de los Cabezos de Mahora, fue incluido, por sugerencia nuestra, en el catálogo de bronces del Museo de Albacete (ABASCAL PALAZON Y SANZ GAMO, 1993 a, 149), como de época visigoda, al haber una pieza idéntica en la necrópolis visigoda de Villanueva del Rosario —fechada en el s. VII'— (LUQUE MORAÑO, 1979, 177). Sin embargo, en la actualidad, —y esta es la razón de incluirlo, para deshacer el error—, pensamos que estos botones deben ser bastante posteriores, ya que hemos encontrado un ejemplar idéntico en la excavaciones del antiguo asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Cuenca, en donde no hay contextos de época visigoda, y sí de los ss. XVIII, XIX y XX. Es muy posible que sean parte de unifor mes militares, de siglos pasados próximos, lo que explicaría su presencia en diversos puntos de la Península' 05 . CZ 7. Broche de cinturón de bronce de placa rectangular y engarce a la hebilla por medio de charnela. La placa tiene una decoración en el extremo proximal de dos molduras. La sujeción al cuero, por la parte posterior, se realiza mediante remaches soldados a la placa. Longitud de la placa: 3,4 cm; anchura de la placa: 1,3 cm; grosor de la placa: 0,2 cm; longitud de los remaches: 0,5 cm i (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 176, 59). •• 104.El botón no apareció en el interior de ningún enterramiento, sino entre los hallazgos de superficie. No obstante se clasificó como perteneciente indudablemente a la necrópolis, y de ahí el error. 105.Creemos que lo que puede haber ocurrido es que éstos al licenciarse, sigan usando las chaquetas en sus trabajos, tal y como ocurre en la actualidad en que no es muy difícil ver a hombres con los pantalones, las botas o las chaquetillas de la "mili". 88 Hay paralelos para este broche en Arcobriga (CABALLERO ZOREDA, 1974,45, fig. 12, 12), y en el MAN, procedentes de una colección particular sevillana, si bien estos últimos se parecen formal pero no decorativamente (RIPOLL, 1986, fig. 4.1, 4. 2y4.l4). Cerámica CZ 8. Fragmento de borde, pared y base de una fuente de ARSW D de la forma Hayes 60 A. Diámetro del borde: 36 cm; altura: 2,1 cm. Paralelos: = a HO 1. CZ 9. Fragmento de borde de una fuente de ARSW D de la forma Hayes 61 A. La pieza de Albacete tiene el barniz de un color oscuro, achocolatado. Diámetro del borde: indeterminado. Paralelos: = a SA 2 y SA 3. CZ 10. Fragmento de borde de una fuente de ARSW D de la forma Hayes 61 B. La cocción de la pieza no fue muy buena, pues tanto la pasta como el engobe presentan diferentes gamas de color. Diámetro del borde: 34 cm. Paralelos: = a BÑ 1. 89 CZ 11. Fragmento de borde de una fuente de ARSW D de la forma Hayes 61 B. Diámetro del borde: 22 cm. t 2 Paralelos: = a BÑ 1. CZ 12. Fragmento de borde y cuerpo de un cuenco de ARSW D de la forma Hayes 81 A. Diámetro del borde: 18,4 cm. La variante A se documenta en diversos yacimientos de las provincias de Gerona, Bar celona, Tarragona, Alicante, Baleares, Mur cia, Almería, Málaga, Cádiz, Sevilla, Burgos (JARREGA, 1991, 57-58) y Punta de L'Arenal (BOLUFER 1 MARQUES, 1994, 378). CZ 13. Fragmento de borde de cuenco en ARSW D de la forma Hayes 93 B o 94 B, ya que la diferenciación entre ambos se debe al tamaño de las piezas. Diámetro del borde: indeterminado. La forma Hayes 93, menos extendida que otras, se encuentra en diversos yacimientos de las provincias de Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Málaga, Cádiz (JÁRREGA, 1991, 53-54); de la 94 ya hemos mencionado los paralelos al hablar del ejemplar RE 1. CZ 14. Fragmento de borde y cuerpo de un cuenco en TSGT gris de la 1 forma 6 de Rigoit Lleva decoración estampada formada por dos franjas de círculos, unos más pequeños en la parte 1 superior, y otros mayores en la zona central del cuerpo. Diámetro del borde: 22 cm (SANZ GAMO, 1984, fig. 2, 1). La adscripción al tipo 6, aún con ser el más parecido, es algo dudosa ya que la pieza albaceteña tiene borde recto y no inclinado como es característico en este tipo; 90 además el diámetro habitual de estos cuencos gira entorno a los 15 cm, y nuestra pieza es mayor. Hemos encontrado un borde muy similar en el basurero de ViIa.Roma (TEDA, 1989, 162, fig. 71.2.30), que ellos clasifican como forma dudosa o indeterminada debido a la cuestión del borde también inclinado. No se conoce el diámetro de la pieza tarraconense. CZ 15. Fragmento de un gran cuenco en TSHT de la forma 8 -Palol 10 en la variante B 1 de Juan Tovar. Diámetro del borde: 30 cm CZ 16. Fragmento de base de un cuenco en TSHT de la forma 8 - Palo] lO. Diámetro de la base: 7,6 cm. CZ 17. Fragmento de base de un cuenco en TSHT de la forma 8 - Palol 10. Diámetro de la base: 5,4 cm Los paralelos para esta forma son muy abundantes, por lo que destacamos los ejemplares hallados en la excavación del mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, lám. III, 7 y 8; XVI, 2 y 4; XVffl, 5; XXIII, 2 y 4; XXXffl, 3 y 4) por su mayor proximidad geográfica que las piezas de la Meseta Norte. Otro yacimiento a destacar sería Complutum (FERNÁNDEZ GALIANO, 1984,350; SÁNCHEZ-LAFUENTE, 1990, fig. 132,12) bien relacionado a través de la vía. CZ 18. Fragmento de borde de una fuente de TSHT de la forma 67. Diámetro del borde: 27 cm. 91 CZ 19. Fragmento de borde de un cuenco de TSH de la forma 37 pretardía. Diámetro del borde: 28 cm. CZ 20. Fragmento de borde de un cuenco de TSHT de la forma 37 T. Diámetro del borde: 17 cm. 1 í _ 1 1 1 1 1 1 CZ 21. Fragmento de borde de un cuenco de TSHT de la forma 37 T. Diámetro del borde: 20 cm. x — 1 1 1 1 1 1 CZ 22. Fragmento de borde de un cuenco de TSHT de la forma 37 T. Diámetro del borde: 14 cm. CZ 23. Fragmento de borde de un cuenco de TSHT de la forma 37 T. Diámetro del borde: 13 cm. Paralelos: = a 1104. CZ 24. Fragmento de galbo decorado de TSHT. La decoración consiste en círculos dobles del tipo 3A 112 de López Rodríguez. CZ 25. Fragmento de galbo decorado de TSHT. La decoración es metopada en la que se observan dos motivos decorativos separados por un listel; el superior —muy fragmentado—, es una roseta del tipo I 3 de ~~ -1 ------ ( 92 ~ z_. - J UJ1 1 López Rodríguez; en el inferior hay tres elementos del tipo 1 C 24 de López Rodríguez' 06 . CZ 26. Fragmento de galbo decorado de TSHT. La decoración consiste en círculos dobles del tipo 3 A 1/1 de López Rodríguez. Los paralelos para los motivos decorativos son tan numerosos que remitimos al trabajo de López Rodríguez para su consulta (LÓPEZ RODRÍGUEZ, 1985). CZ 27. Fragmento de olla, o más probablemente de cazuela por el gran diámetro del borde, en cerámica común. El borde engrosado y ligeramente vuelto tiene labio bífido para el asiento de tapadera. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color gris amarillento con desgrasantes medios y gruesos. La superficie es gris cenicienta. Diámetro del borde: 27 cm. Paralelos para esta pieza encontramos en el vertedero tardío de Vila. Roma (TED'A, 1989, fig. 106, 6.38, fig. 122, 7.26), en Valeria, o en los más tardíos de Casa Herrera (Badajoz) (CABALLERO ZOREDA Y ULBERT, 1976, fig. 27,1V 2.6, fig. 30, V 2.3,) o el Cancho del Confesionario (Madrid) (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 3, 36, 38 y 39); en Albacete aparecen más ejemplares en este mismo yacimiento (CZ 28-32) y en las Escobosas (ES 3) CZ 28. Fragmento de olla o, como en el caso anterior, de cazuela en cerámica común. El borde engrosado y ligeramente vuelto tiene labio redondeado. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color gris amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris cenicienta. Diámetro del borde: 29,6 cm. Paralelos: = a CZ 27. CZ 29. Fragmento de olla de cerámica común. El borde engrosado y ligeramente vuelto tiene labio redondeado con asiento para tapadera. Tiene cuello diferenciado. La 106. Este motivo que recuerda a otros más antiguos, es la interpretación por parte de los ceramistas tardíos del motivo de columnas, usado en las sigillatas altoimperiables para separar las escenas mediante metopas. 93 pasta es de color castaño con desgrasantes medios y alguno grueso. La superficie es gris. Diámetro del borde: 19 cm. Paralelos: = a CZ 27. CZ 30. Fragmento de olla de cerámica común. El borde engrosado con labio plano. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris engobada. Diámetro del borde: 18 cm. Paralelos: = a CZ 27. CZ 31. Fragmento de olla de cerámica común. El borde engrosado con labio redondeado. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 21 cm. Paralelos: = a CZ 27. CZ 32. Fragmento de olla de cerámica común. Borde engrosado con labio redondeado. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie es gris. Diámetro del borde: 16 cm. Paralelos: = a CZ 27. CZ 33. Fragmento de vasija de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado ligeramente apuntado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 24,4 cm. Paralelos: = a RE 3. CZ 34. Fragmento de vasija de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado. Tiene asiento para tapadera. La pasta es de color castaño con desgrasantes medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 26 cm. 94 Piezas similares a ésta se encuentran en Toledo, en la excavación del mercado de abastos (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 14, 3 F, lám. XLIV, 7); en Albacete aparece también en la necrópolis de las Eras (ER 80). CZ 35. Fragmento de vasija de cerámica común. El borde es vuelto con labio plano. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 28,8 cm. Como paralelos podemos citar los de solar del mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 13,2 B.5); en Albacete aparece también en la necrópolis de las Eras (ER 81). CZ 36. Fragmento de olla de cerámica común. El borde es exvasado con labio redondeado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie 1 engobada es cenicienta. Diámetro del borde: 11,2 cm. Se trata formalmente de una pieza muy similar a las cazuelas africanas Atlante 1, CVII, 11, pero de diámetro mucho menor, por lo que su identificación con una cazuela nos parece menos acertada que la que proponemos con las ollas, y para lo que nos apoyamos en una pieza de las Eras (ER 75), una olla completa muy similar en borde, aunque la clase cerámica sea diferente ' 07 . Paralelos para esta pieza encontramos en el vertedero de Vila.Roma (TEDA, 1989, fig. 89, 5.27-5.29), o en el Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 4, 6), además del ya citado de las Eras. CZ 37. Fragmento de cerámica común. El borde es exvasado con labio redondeado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 16,6 cm. Paralelos: = a RE 4. CZ 38. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde es exvasado y labio 107. De todas maneras, hay que anotar que las piezas de las Eras está restituida de antiguo, por lo que no sabemos bien cómo sería realmente tanto en forma completa como en acabado. 95 biselado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 15,4 cm. Paralelos en el mercado de abastos de Toledo (CARROB LES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 12, 1 L), en Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXIV, 445, XLVI, 872); en Albacete también las encontramos en las Escobosas (ES 4). CZ 39. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde engrosado y ligeramente exvasado tiene labio redondeado. La pasta es de color castaño oscuro con desgrasantes finos y medios. La superficie está ennegrecida. Diámetro del borde: 25,2 cm. Muy similar a la anterior, aunque difiere en la forma del borde y del labio. Hay paralelos para esta pieza en el Portus Jilicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 16, 2) o en yacimientos más tardíos como Casa Herrera (CABALLERO ZOREDA Y ULBERT, 1976, fig. 31, S. I 3). CZ 40. Cuenco carenado de cerámica común al que únicamente falta la base. El borde es recto ligeramente engrosado con labio redondeado. La pasta es mixta, gris al interior y anaranjada al exterior, con desgrasantes finos y medios calcáreos. La superficie alisada tiene decoración acanalada en su mitad superior, hasta la carena. Diámetro del borde: 18 cm. Encontramos piezas similares en Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. LIII, 93), Valencia (BLASCO Y OTROS, 1994, lám. 8, 3), y en yacimientos más tardíos como Recopolis (CEVPP, 1991, fig. 6, 3), Cancho del Confesionario (CEVPP, 1991, fig. 2, 4), o Perales del Río (Madrid) (QUERO CASTRO Y MARTIN FLORES, 1987, fig. 2, 3); en Albacete hay una pieza similar en las Eras (ER 73). CZ 41. Fragmento de cuenco de cerámica común. De borde lig&aniente entrante y labio redondeado, tiene las paredes exteriores decoradas mediante ondulaciones. La pasta es de color gris con desgra96 santes medios y gruesos. La superficie es gris. Tiene señales de haber sido expuesto al fuego. Diámetro del borde: indeterminado. Paralelos: = a RE 5. CZ 42. Fragmento de cuenco de cerámica común. El borde es recto con labio redondeado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 19 cm. CZ 43. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde es engrosado al interior con labio apuntado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 16,4 cm. Paralelos: = a AR 7. CZ 44. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde recto engrosado al interior tiene labio apuntado. La pasta es de color gris con desgrasantes medios y gruesos. La superficie es gris. Diámetro del borde: 22,4 cm. Paralelos: = a AR 7. CZ 45. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde engrosado al interior tiene labio apuntado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 21 cm. Paralelos: = a AR 7. CZ 46. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde es engrosado al interior con labio apuntado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 22,4 cm. Paralelos: = a AR 7. 97 CZ 47. Fragmento de fuente de cerámica común. El borde es ligeramente entrante y el labio redondeado. La pasta es de color castaño con desgrasantes medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 22 cm. Piezas similares encontramos en el Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 14, 6-8), Vila.Roma (TED'A, 1989, fig. 112, 6.150) o Darró (LÓPEZ MULLOR Y FIERRO MACÍA, 1993, lám. 5, 1,2,7). CZ 48. Fragmento de fuente de cerámica común. El borde es recto con labio redondeado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos. La superficie es cenicienta engobada. Diámetro del borde: 30 cm. Paralelos: =aCZ47. CZ 49. Fragmento de fuente de cerámica común. El borde es recto con labio redondeado. La pasta es de color castaño con desgrasantes finos y medios. La super ficie es cenicienta engobada. Diámetro del borde: 25 cm. Paralelos: = a CZ 47. 133.BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SANZ GAMO, 1984; SANZ GAMO Y OTROS, 1992. 11.14. LAS ESCOBOSAS (ES) (Tarazona de la Mancha) (Lám. 13) 14.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 del M.T.N.) El yacimiento se encuentra al noroeste del término municipal de Tarazona de la 98 Mancha junto al límite con el de Villalgordo, en un paraje denominado con el mismo topónimo. Se localiza aproximadamente a 1 kilómetro al norte del kilometro 8,500 de la carretera que une Tarazona con Villalgordo del Júcar. De Las Escobosas se conocen restos materiales de época ibérica y romana, así como restos arquitectónicos cuya referencia fue dada a conocer por R. Sanz Gamo. Del mismo modo, de este sitio procede una pulsera ingresada en el museo como hallazgo fortuito y con una cronología tardía. 14.2. MATERIALES Metal ES 1. Pulsera de bronce con aro de sección circular abierto, rematado por dos pequeñas cuentas de pasta vítrea blanca, circulares, y dos cuentas piriformes de pasta vítrea azul. Diámetro: 6,5 cm; grosor: 0,3 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 155, 46). Procede de un hallazgo casual. Cerámica ES 2. Fragmento de vasija de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado ligeramente apuntado. La pasta es de color gris con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 22,6 cm. Paralelos: = a RE 3. ES 3. Fragmento de olla de cerámica común. El borde engrosado con labio plano. Tiene cuello diferenciado. La pasta es de color gris con desgrasantes finos y medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 16-18 cm. Paralelos: = a CZ 27. 7 ES 4. Fragmento de borde de cazuela globular de cerámica común. De borde exvasado y labio apuntado, al interior tiene un pequeño rehundimiento para encaje de 99 tapadera. La pasta es gris con desgrasantes finos y medios sobre todo calizos. La superficie exterior es gris oscura. Diámetro del borde: 20 cm. Paralelos: = a CZ 38. ES S. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde engrosado al interior tiene labio apuntado. La pasta es de color gris con desgrasantes medios. La superficie es cenicienta. Diámetro del borde: 22 cm. Paralelos: = a AR 7. ES 6. Fragmento de tapadera plana en cerámica común. De borde recto y labio redondeado. Pasta gris con desgrasantes finos y medios y superficie exterior cenicienta. Diámetro del borde: 19 cm. 14.3.BLBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; SANZ GAMO, 1984. 11.15. CAMINO VIEJO DE LAS SEPULTURAS. VILLA (BV) (Balazote) (Lám. 14 -16) 15.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 790 del M.T.N.) En este lugar encontramos una villa romana, muy cercana a Balazote, en un paraje denominado Camino Viejo de las sepulturas y situada al borde de la carretera N. 322 a 26,5 Km de Albacete. Su ubicación es sin duda excepcional, pues muy cerca, a 4,5 Km al N, se encuentra el tramo de calzada que une la vía Castulo-Saetabis (SILLIÉRES, 1977) con la vía 31 del Itinerario de Antonino y a sus pies discurre el río Balazote, lo que la sitúa en una fértil vega de limos y arenas, intermediaria entre los LLanos de Albacete al E, el Campo de Montiel al O, y la Sierra de Alcaraz al S. El aprovechamiento económico del entorno es grande y la cercanía a la vía de comunicación facilitará la comercialización de productos. 100 Se trata de un gran establecimiento rural del que se han excavado cuarenta y una estancias yuxtapuestas de las que no ha sido posible determinar la organización espacial; desde el principio, se conoce la existencia de un complejo termal situado en la zona oriental. Sin embargo, los últimos estudios (SANZ GAMO, 1995) aportan nuevos datos a partir del material gráfico, ya que los diarios de excavación no están disponibles. En este sector E, los restos arquitectónicos corresponden a habitaciones calefactadas y dependencia anejas en las que se han identificado, entre otras, una estancia trilobulada con ábsides orientados al N, E y 5 que para su excavador deben ser el caldarium y quizás el laconicum (SANTOS, 1977 a, 370), otras habitaciones son apodyterium e hypocaustum con piscinas (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, 37). Al parecer fueron realizadas en dos fases, ya que a basamentos de sillería se adosan muros de mampostería de piedra y ladrillo (SANZ GAMO, 1995). Algunas de estas habitaciones están decoradas con mosaicos, tanto parietales como de suelo, y son estos mosaicos los elementos más estudiados y conocidos de la villa. En la zona occidental, la habitación XXXIII, es un espacio identificado como triclinium. Esta estancia estuvo pavimentada con mosaicos en forma de T, de los que se conservan parcialmente tres composiciones (SANZ GAMO, 1987b, 53). - - -t± El asentamiento tiene una vida larga, proponiéndose unas fechas que van del siglo 1 al IV o según los diferentes estudiosos. Para Gorges, el máximo esplendor corresponde a los siglos II y ifi (GORGES, 1979, 179); el siglo IV es la fecha dada para la construcción de la sala triabsidada (FERNÁNDEZ CASTRO, 1982, 130), y en los siglos IV y V es cuando se hacen y reparan la mayor parte de los mosaicos (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989). De todas formas, hay evidencias materiales de una ocupación anterior (SANZ GAMO, 1995), y como momento final de uso de la villa, —aunque no del conjunto 101 del fundus—, se ha establecido el siglo V, momento en que se parchean con mortero algunos de los suelos, como son los mosaicos de las sandalias o la cabeza de la Medusa, —cuya destrucción ha sido relacionado por Blázquez con la destrucción de obras paganas a partir del 370—. El fin del enclave se ha considerado que fue violento, por la aparición de esqueletos durante la excavación 108 ; sin embargo, hay evidencias de ocupación posterior como es la necrópolis de época tardía excavada por procedimiento de urgencia en las cercanías, de la cual hablamos más adelante, y que debe relacionarse sin lugar a dudas, con un mantenimiento del hábitat en este sitio. La excavación plantea muchos problemas; el más importante de ellos —para lo que atañe a nuestro estudio concreto de la villa—, es la existencia de algunos materiales, que según las referencias de la excavación fueron recogidos en el nivel de uso de los pavimentos musivos y que nos remiten a fechas anteriores a las asignadas a estos suelos —fíbulas aucissa y omega (SANZ GAMO Y OTROS, 1992, 247), lucernas (SANZ GAMO, 1982 a, 210 y ss)—, aunque estas referencias no son claras, ya que no se especifica si los materiales fueron hallados sobre últimos pavimentos, o en las capas de relleno bajo ellos 109 De sus materiales no se ha estudiado en profundidad apenas nada, salvo como ya hemos dicho, los estupendos mosaicos. Sin embargo, en una observación rápida, hemos constatado la existencia de cerámicas tardías, sigillatas africanas del tipo D, lo cual reafirma su perduración en momentos bajoimpenales"°. . 108. Para poder calibrar con exactitud, habría que ver hasta que punto son muertos tras un ataque o similar o se trata de enterramientos más tardíos que aprovechan los muros de habitación, como ocurre en muchas de las villas bajoimperiales, como por ejemplo la del Val de Alcalá de Henares. Sin embargo, la falta de documentación al respecto —no aparecen menciones en los diarios ni hay dibujos o fotografías—, van a impedirnos cualquier conclusión. 109. Por desgracia, no parece que estos problemas vayan a tener una resolución en el futuro sin la documentación necesaria (diarios), "El conjunto de estos materiales, unidos a las cronologías dadas para la sala trícora y los mosaicos, plantean problemas de interpretación que posiblemente no resolverá el estudio de las sigillatas, y encuentran, como explicación tal vez más sencilla su perduración o, lo que es posible, una deficiente documentación arqueológica." (SANZ GAMO, 1995, 349). 110.En un principio, nuestra idea era revisar todo el material de la excavación, —muy voluminoso por cier to—, pero para hacer un trabajo que tuviera alguna validez habría sido necesario reestudiar a fondo los materiales y los planos; enseguida nos dimos cuenta que este trabajo por si mismo constituía una memoria de licenciatura, cosa que no era nuestro objetivo; así pues simplemente constatamos la existencia de materiales tardíos que avalasen de algún modo las cronologías propuestas para los momentos más modernos de la villa. A pesar de que nosotros finalmente no hemos emprendido este trabajo, seguimos considerando que sería muy interesante el que se realizase, ya que en la situación actual, la villa de Balazote, tan conocida bibliográficamente, es en realidad una perfecta desconocida para los investigadores. 102 15.2. MATERIALES Cerámica BV 1. Fuente en ARSW D del tipo Hayes 49. Diámetro del borde: 35 cm; diámetro de la base: 27,2 cm; altura: 4,5 cm. _ 7 Aparece con cierta profusión , —por lo que respecta al conjunto total de ARSW—, en el Mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRIGUEZ MONTERO, 1988, lám. XXIV 2-3; lám. Lifi 2); también se localiza en Albacete en los yacimientos de Villaricos (VL) y los Nogales (NO). BV 2. Fragmento de borde de una fuente en ARSW D del tipo Hayes 58. Diámetro del borde: 32,4 cm. II 4 Paralelos: a VI 1. BV 3. Fuente en ARSW D del tipo Hayes 61 A. Diámetro del borde: 31 cm; diámetro de la base: 20 cm. 7 L Paralelos: a SA 2 y SA 3. Mosaicos BV 4. Mosaico con emblema central de cabeza de Medusa. Localizado en la habitación ifi. La orla exterior, solamente conservada en un lado, es una ancha franja blanca con decoración compuesta por dos rosetas tripétalas a los lados de una pelta roja enmarcada en negro, de la que parten roleos vegetales y en cuyo centro hay una flor 103 de loto. La segunda orla está compuesta por líneas negras, que trazan combinaciones de trapecios, rombos hexágo........ Hfll 1 4I4 nos y triángulos, decorados —los hexá- 1 gonos y trapecios—, en su interior por triángulos tangenciales por las puntas, rosetas tripétalas, triángulos con base curva y elipses. La siguiente orla es una A banda de espinas negras sobre fondo ' 1 blanco y enmarcada por dos líneas de teselas negras. Esta orla es la que rodea [[EJ - -------- -- -- -- 4 la composición central, de meandros ((fil 444411 W41 444(441 (44414 entrelazados en negro y rojo sobre fondo blanco, y que en número de ocho, / alternando los rectos con los doblados, enmarcan el emblema central de cabeza de Medusa, de la que únicamente se conserva la parte superior, las alas. El resto tiene un parche de mortero cerámico. El mosaico presenta varias señales de fuego. Longitud: 5,00 m.; anchura: 4,46 m.; teselas: 1 cm.; colores de las teselas: negro, blanco y rojo (BLAZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 33, 44, fig. 10, lám. 14 y 29; SANZ GAMO, 1987a, 192, lám 1 b; 1987b, n°2, 47, fig. 3). 1 :1 1 b,, BV S. Mosaico parietal de tema marino. Pertenece a la pared 5 de la piscina de la habitación VI. Formado con teselas de piedra y de pasta vítrea en blanco, rojo, negro, ocre, amarillo, verde y turquesa. Muy destrozado, se ha reconstruido parcialmente a través de fotografías. Sobre un enmarque de teselas negras había una escena marina en la que se ha podido identificar la cabeza de un delfín (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 35, 46, lám. 15; SANZ GAMO, 1987a, 195, iám 5; 1987b, n°6, 57, fig. 7). BV 6. Mosaico de las sandalias. Apareció en la habitación VII. En la orla exterior aparecen peltas cruzadas, decoradas con nudos de Salomón en su interior, alternándose con sandalias, las cuales aparecen repetidas en tres de los lados. En uno de los lados hay una sola orientada hacia el exterior, bajo la que aparecen los restos de una inscripción (ABASCAL PALAZÓN, 1990,93): 104 E---] NI(?) [---]QVA[ --- ] [---]VIOPV [---1 En el lado situado a su derecha, otra sandalia sola junto a un recipiente en forma de tulipa; en la banda de enfrente tres grupos de parejas de sandalias. y dos hacia el exterior, y la tercera, la central, orientada hacia el interior; entre las 1EP4 JJ del extremo izquierdo hay un recipiente que parece ser una ampolla con dos cintas y que quizás represente un estuche .. fálico (SANZ GAMO, 1987a, 191). La segunda orla es de "guiloche", y el centro del mosaico es un tema geométrico en el que aparecen cuatro hileras que combinan cuadros con ajedrezado y nudos de Salomón rodeados de peltas y hojas lanceoladas en las esquinas, que se alternan con círculos decorados asimismo con nudos de Salomón, enmarcados en cuadrados y coronas de trenzas con círculo central. La decoración se completa con pequeños cuadrados y triángulos. Longitud: 4,60 m.; anchura: 4,55 m.; teselas: 0,7-0,9 cm.; colores de las teselas: negro, blanco, rojo, amarillo y castaño (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 32, 42, fig. 9, lám. 13 y 28; SANZ GAMO, 1987a, 191, fig. 3, lám 1 a; 1987b, n° 1, 45, fig. 2). 411 1 BV 7. Mosaico del caldarium de la habitación X. Se conoce únicamente por las fotografías y por uno de los planos de excavación, ya que no fue recuperado y por tanto se conserva in situ. Estaba muy destrozado, pero parece que el motivo central sería de cuadrados entre peltas con nudos de Salomón interiores. La orla debió ser de meandros partidos. Los espacios absidados debieron ser, —por comparación con otros mosaicos similares—, diábolos negros sobre fondo blanco (BLAZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 36, 46, fig. 12; SANZ GAMO, 1987a, 195, fig. 8, lám VI; 1987b, n°7, 57, fig. 8). BV S. Mosaico con trenzado. Pertenecía a la habitación XXI. De forma rectangular, la orla es en tres de sus lados un ajedrezado en el que se alternan los cuadrados sencillos, con otros que llevan inscritos en el interior otros más peque- 105 ¡íos, en el cuarto lado hay un reticulado con disposición romboidal en que se alternan las hileras blancas y negras. El interior es un motivo de trenzado o cestería. Longitud: 5,95 m.; anchura:3,05 m.; teselas: 0,8-1,3 cm.; colores de las teselas: negro, blanco, rojo, y amarillo (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n'30,38, fig. 7, lám. 11 y 22; SANZ GAMO, 1987a, 192, fig. 5; 1987b, n'3,49, fig. 4; 198%, 99). BV 9. Mosaico de Océano. Formaba el suelo de la habitación XXII. La orla exterior es de meandros, a la que sigue una de trenzado, otra con decoración en T y esquina cuadradas con nudos de Salomón inscritos, una orla de trenzado, y ya el motivo central circular. El emblema es un busto de Océano incompleto inscrito en un hexágono rodeado de cuadrados con trenzado interior, que se alternan con triángulos cuyo interior se pq1 decora con peltas y pequeños triángulos; rodeando a esta orla, hay otra en la que se repite el moti__L • vo de cuadrados con trenzado, —esta vez sobre los triángulos anteriores—, y trapecios rodeados por un sogueado que cierra en forma de círculo todo el conjunto. En las esquinas, triangulares y curvas al interior, debieron estar representados los cuatro vientos, aunque únicamente se conserva uno, un busto de joven de perfil, que está soplando con el cabello al viento. Longitud: 6,61 m.; anchura: 5,98 m.; teselas: 0,84,2 cm.; colores de las teselas: negro, blanco, rojo, amarillo, castaño, rosa asalmonado en las figuras, y teselas de pasta vítrea en verde, azul y negro (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 34, 45,flg. 11,lám. 14,30y31; SANZ GAMO, 1987a, 192,lámII; 1987b,n°4,51, fig. 5). BV 10. Mosaico con peces. Corresponde al triclinio de la habitación XXXIII. Forma parte de un conjunto de mosaicos en forma de T, de los cuales se conservan los tres que vamos a describir a continuación; el cuarto, de uno de los extremos cortos de la T se ha perdido. Todo el conjunto iba rodeado de una orla, conservada solamente en una parte, en el travesaño de la T, y formada por rosetas tangenciales o círculos secantes en cuyo interior hay cruces de Malta, salvo en uno de ellos, en donde encontramos una esvástica. El de los peces está rodeado de una orla de sogueado, que es también la que rodea al mosaico de cuadrados que forman estrellas, y otra orla interior compuesta por semicírculos secantes que forman ojivas blancas y enjutas negras; en su interior se representa una escena marina con numerosos peces entre los que se pueden identificar una morena, anguila, esponja, pulpo, calamar... una ballena, y también el extremo de una embarcación situada en la zona superior derecha de la composición, y un poco 106 más baja parte de otra que ocuparía el centro mitad inferior; también aparece lo que pudiera ser el extremo de una caña de pescar con dos anzuelos. Longitud: 5,04 m.; anchura: 1,62 m.; teselas: 1 cm.; colores de las teselas: negro, blanco, rojo, castaño, marfil, turquesa y azul (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n° 31, 40, fig. 8, lám. 12, 2327; SANZ GAMO, 1987 a, 194, lám ifi a; 1987 b, n° 5.2, 55, fig. 6). BV 11. Mosaico lateral geométrico del triclinio de la habitación XXXIII. Se trata de uno de los lados cortos de la T que está enmarcado por la orla de sogueado y por la de cruces; en otro lado está delimitado por un pavimento de ladrillos, y del otro no podemos saberlo ya que está incompleto. El motivo central está formado por una combinación de círculos dentados con roseta central y rombos con cuartos de círculo que forman estrellas de cuatro puntas en el interior; ambos elementos están enmarcados en peltas. Longitud: 3,08 m.; anchura: 1,75 m.; teselas: 1 cm.; colores de las teselas: negro, blanco y rojo (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n°31,40, fig. 8, lám. 12, 23-27; SANZ GAMO, 1987a, 193; 1987b, n°5.1, 53, fig. 6). 107 BV 12. Mosaico de cuadrados formando estrellas. Proviene del triclinio de la habitación XXXIII. Se trata del extremo largo y central de la T, y se encuentra enmarcado por la orla de sogueado a la que sigue una segunda interior de roleos vegetales y un motivo central compuesto por tres hileras de cuatro estrellas con peltas en las esquinas de las que parten simétricos tallos vegetales; las estrellas alternan decoraciones dentadas y sogueadas, y su centro ocupado por octógonos que enmarcan círculos en cuyo interior, en el único ejemplar conservado, hay un pájaro posado en una rama. Longitud: 5, 58 m.; anchura:5,04 m.; teselas: 1 cm.; colores de las teselas: negro, blanco, rojo, azul, amarillo, verde y castaño (BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989, n°31, 40, fig. 8, lám. 12, 23-27; SANZ GAMO, 1987a, 194; 1987b, n°5.3, 56, fig. 6). 153.BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; BLÁZQUEZ Y OTROS, 1989; FERNÁNDEZ CASTRO, 1982; GORGES, 1979; NOGUERA CELDRÁN, 1994; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SANTOS, 1977a, 1977b, 1983; SANZ GAMO, 1982a, 1982b, 1987a, 1987b, 1987c, 1988, 198%, 1995. 11.16. LA VEGA (BF) (Balazote) (Lám. 17) 16.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 790 del M.T.N.) El yacimiento se localiza a 1,5 Km al norte de la villa de Balazote. En este sitio se han excavado zonas de almacenes, de posibles talleres y casas de siervos de una villa rústica, fechada entre los siglos 1 y IV, permaneciendo su estudio y publicación en su mayor parte inédito. Es probable que se trate de la zona de servicios de la villa de Balazote, ya que está muy cerca de la anterior, y una gran propiedad como la antedicha debió contar necesariamente con este tipo de estancias. Además, de entre lo excavado, hay un más que posible taller de marmolista cuyos materiales, por estudios mineralógicos, parecen corresponderse con los empleados en la construcción de los mosaicos de la villa' 1 I En el lugar, además, se constatan enterramientos tardíos sobre los que no tenemos ninguna referencia, salvo las piezas de ajuar metálicas que aparecen en uno de ellos y que son los que incluimos aquí, al haber sido ya publicados por otros autores. El resto de los materiales, así como el estudio del yacimiento y de la excavación, III. A este respecto consultar la obra de Noguera (NOGUERA CELDRÁN, 1994, 229), donde se plantea que estas estancias pudieran ser el asiento de un taller itinerante. 108 permanecen inéditos y "en estudio por su excavador", por lo que no hemos tenido acceso a otros datos. Esperamos la pronta publicación de este interesantísimo conjunto que, creemos, contribuirá sin duda a aclarar muchas de las incógnitas planteadas en tomo a este complejo tardío formado por la villa, los talleres y dependencias del fundus y las necrópolis asociadas a ellos, tanto la que se encuentra en este lugar como la que señalamos más adelante, perteneciente con toda probabilidad a los mismos habitantes de este sitio de Balazote. El día en que podamos conocer extensamente este conjunto, habremos avanzado mucho en el entendimiento del mundo tardío en la provincia. 16.2. MATERIALES Los materiales que presentamos aquí proceden del ajuar de una sepultura de inhumación en fosa con cubierta de lajas. Metal BF 1. Sítula de bronce del tipo 2 de Palol (PALOL, 1970 a), de cuerpo cilíndrico ligeramente globular. Base plana y borde exvasado. Los soportes para las asas son de forma triangular con orificios para remaches (tipo 1 de Palol). Diámetro del borde: 12,3 cm; diámetro de la base: 10,6 cm; altura: 8 cm. (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n°211, 89). Para esta pieza no conocemos paralelos en otros puntos de la Península' 12 BF 2. Cuchara de bronce con cazoleta ovoide poco profunda. El brazo es de sección cuadrangular en su parte anterior y circular en el resto, afilándose hacia el extremo. Longitud: 19,5 cm; grosor del mango: 0,4 cm; anchura del cazo: 2,9 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 208, 86). 112. Nos referimos a paralelos exactos, ya que piezas muy similares y con el mismo uso hay bastantes, la mayor parte recogidos ya por Palo] (PALOL, 1970). 109 Los paralelos para el ejemplar albacetense los encontramos en la necrópolis tar dorromana de Albalate de las Nogueras (Cuenca) (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, 71, fig. 23, n°0-4), Conimbriga (ALARCÁO Y ETIENNE, 1979,16 1, lám. XLI, n° 63), y MAN, de procedencia desconocida o bien de colecciones particulares (ELORZA, 1988, fig. 4, 5 y 15). 16.3.BLBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; ARANA, 1989; MESEGUER SANTAMARÍA, 1989; NOGUERA CELDRÁN, 1994; SANZ GAMO, 1989b; VV.AA, 1990. 11.17. LAS ERAS (ER) (Ontur) (Lám. 18-29) 17.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 844 del M.TN.) Este paraje de las Eras se localiza al oeste de la población de Ontur, separado de la misma por la cañada o acequia de Ortigosa, la llamada rambla del Vaico por las gentes de Ontur, y se sitúa en la confluencia de las carreteras que unen Ontur con Tobarra y Ontur con Albatana. En este lugar se conocen dos yacimientos, una villa romana, parcialmente excavada por J.Sánchez Jiménez en 1943 (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 21) y de la que únicamente se vieron restos de dos habitaciones de las que se conservaba el asiento de pavimentos de mosaicos, pero no muros u otras estructuras, y una necrópolis de inhumación de época tardorromana en una zona próxima, junto al borde de la carretera de Tobarra. Esta es la que ha proporcionado mayor información y restos' 13 La necrópolis fue localizada al hacer unas zanjas de cimentación para la construcción de viviendas. Tras el descubrimiento se hizo cargo de las excavaciones de urgencia la Comisaría provincial de excavaciones arqueológicas a cargo de D. Joaquín Sánchez Jiménez, director del museo de Albacete (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947). En total se encontraron ocho sepulturas, las tres primeras excavadas por la Comisaría y el resto, excepto la número siete, abiertas por los obreros. La necrópolis no pertenece a un solo momento ya que parece ser que las fosas denominadas 1 y 2 en el informe de Sánchez Jiménez son posteriores a la número 3, 113. En trabajos anteriores ya se habían localizado algunas inhumaciones —de una de éstas procede la pieza ER 76— (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 91) y referencias a un sarcófago (SANCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 22). Otro hallazgo de esta zona es un bronce de Arcadio (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1951, 38). 110 infrapuesta a la 2. La denominada con el número 1 tiene una inhumación primera cuya cubierta es desmontada para la creación de un osario que contenía una veintena de difuntos aproximadamente. La número 2 en su último momento de uso sufre el mismo proceso, pero en el primero contuvo el esqueleto de un adulto a cuyos pies se encontraron los restos de uno o dos niños que, entre el numeroso ajuar, tenían restos de muñecas y de otros juguetes. La sepultura 3 era de ladrillos y el difunto había sido enterrado en un ataúd de madera del que se encontraron numerosos restos. La número 7, la otra excavada con método arqueológico, es una tumba a la capuccina, lo mismo que la S. También se localizaron otras inhumaciones en fosa simple de tierra. La importancia principal de esta necrópolis radica en los ajuares encontrados en los enterramientos, característicos todos ellos de las necrópolis tardías, y en la diversidad de tipos de tumbas en tan pocos elementos excavados. 18.2. MATERIALES " 4 Metal ER 1. Copas de bronce ] 15 de cazo hemisférico y base abierta con pie alto moldurado formado por dos escocias. 1. altura: 6,4 cm; diámetro de la base: 4,3 cm; diámetro del borde: 3,3 cm. 2. altura: 6,5 cm; diámetro de la base: 4,2 cm; diámetro del borde: 3,2 cm. Sin representación gráfica. --Aparecidas en el enterramiento 2 (ABASCAL PALAZON Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 210,87; SANCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXX). L 1 ER 2. Pulsera de bronce filiforme, de sección redonda, con aro liso y abierto, y rematada en dos pequeños ganchos que se enlazan entre sí para formar el cierre. Diámetro: 4,4 cm; grosor: 0,3 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO 1993 a, n ° 142, 44; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, Iám. LVffl). Pertenece a la sepultura 1. 114.Todos los materiales que presentamos estaban inventariados como pertenecientes a las Eras, aunque de muchos de ellos no se reseñaba la sepultura o lugar de aparición. Nosotros solo incluimos su procedencia en los casos en que tenemos certeza absoluta. El resto pensamos provienen tanto de los enterramientos como de las zanjas de cimentación, vertederos Por otra parte, hay piezas con cronología más temprana a la tardorromana cuya única explicación es la preexistencia de un asentamiento en este lugar (aunque no sabemos si sobre los terrenos donde se asienta la posterior necrópolis o en otra zona de las Eras) y por otra parte una necrópolis anterior altoimperial sobre este mismo solar. 115. Las copas aparecidas fueron 2 pero solo incluimos la representación gráfica de una de ellas ya que son idénticas. ... 111 ER 3. Pulsera de bronce filiforme, de sección redonda, con aro liso y abierto, y rematada en dos pequeños ganchos que se enlazan entre sí para formar el cierre. Diámetro: 4 cm; grosor: 0,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 143,44; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Aparecida en la sepultura 1. . ER 4. Pulsera, de bronce filiforme de sección redonda, con aro liso y abierto, y rematada en dos pequeños ganchos que se enlazan entre sí para formar el cierre. Diámetro: 3,8 cm; grosor: 0,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993, n° 144,44; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Procede de la sepultura 1. ER S. Pulsera de bronce filiforme, de sección redonda, con aro liso y abierto, y rematada en dos pequeños ganchos que se enlazan entre sí para formar el cierre. Diámetro: 4,7 cm; grosor: 0,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 145,44; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVffl). Procede de la sepultura 1. Las pulseras aparecen tanto en contextos altoimperiales como tardorromanos o de época visigoda. De este mismo momento podemos citar las de las tumbas IV y XIX de la necrópolis de S. Miguel del Arroyo (PALOL Y WA1TIENBERG, 1974), o una de la necrópolis de Albalate de las Nogueras (Cuenca) (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, fig. 23-0.3). 1 ER 6. Anillo de bronce de sección laminar con chatón ovalado de pasta vítrea blanca. Diámetro: 2,5 cm; grosor: 0,2 cm; longitud del chatón: 1,2 cm; anchura del chatón: n cm; altura del chatón: 0,5 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 106,38). Para los anillos ocurre algo similar a las pulseras, se dan en todos los momentos. El más similar que hemos encontrado a nuestro ejempiar es uno clasificado y publicado como de época visigoda ya que apareció en la necrópolis de Carpio de Tajo —está necrópolis tiene una serie de materiales residuales como bullae o fíbulas omega, por lo que el anillo bien puede pertenecer a dicho grupo— (REINHART, 1947, n° 56). ER 7. Hebilla de cinturón de tipo arriñonado en bronce. Está fragmentada y únicamente se conserva la aguja y uno de los lados. Longitud aproximada: 4,5 - 5 cm; 112 anchura máxima: 3 cm; grosor máximo: 0,7 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Procede de la sepultura 1. '-Se trata del tipo de hebilla más típica por lo que los paralelos son numerosos en todas las necrópolis de esta época como San Miguel del Arroyo, Simancas, Suellacabras...(PALOL, 1969), perduran hasta época visigoda como lo demuestra la procedente de la necrópolis complutense de Afligidos O (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989, fig. 55.13) ER 8. Bulla de bronce con decoración en forma de flor de seis pétalos. La bulla no se conserva en la actualidad, ya que se ( desintegró al intentar sacarla, no obstante hay un dibujo en los diarios de excavación de donde hemos copiado el que mostramos. Procede de la sepultura 3. BuIlae aparecen en necrópolis de distintas épocas, como la albacetense del Pozo de la Peña (Chinchilla), fechada en la segunda mitad del s. 1. d. C (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 12, 24), hasta la procedente del enterramiento 136 de la necrópolis visigoda de Carpio de Tajo, parecida a la de Ontur, también con una roseta central de pétalos aunque más profusamente decorada (RIPOLL, 1985, fig. 31). ER 9. Botón de bronce de placa circular ligeramente cóncava y pasador anillado inferior. Diámetro: 1,5 cm; grosor placa: 0,6 cm; altura: 1 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n'347, 156). ER 10. Botón de bronce de placa circular ligeramente cóncava y pasador inferior anillado. Diámetro: 2,6 cm; grosor placa: 0,3 cm; altura: 0,6 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 346, 156). ER 11. Botón de bronce de cabeza cónica, ala circular y pasador anillado inferior. Diámetro: 1,9 cm; grosor cabeza: 0,8 cm;altura: 1,3 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n"335,152). Los botones anillados tienen paralelos en algunos yacimientos de época visigoda como Segóbriga (ALMAGRO BASCH, 1975, fig. 5. 8 y 9; fig. 15.2) o Carpio de Tajo (R1POLL, 1985, fig. 34. sep. 140.7), aunque en ambos, los investigadores se inclinan por otorgarles una función de apliques de cinturón, aunque nosotros nos inclinamos más por un uso como botones, lo que quedaría en cierto modo aseverado por la aparición en la misma necrópolis de Segóbriga de una pieza 113 muy similar al botón ER 10, pero con roblón o vástago macizo, que en este caso si es claramente necesario para la sujección al cuero del cinturón (ALMAGRO BASCH, 1975. fig. 17. sep. 64.3). - ER 12. Pieza de bronce en forma de gota, cuya cara posterior esta hueca Su función nos es desconocida. ER 13. Pieza de bronce redonda con una decoración incisa a base de tres circunferencias concentricas. Podría ser un pie o base para apoyar otra pieza ya que la cara posterior tiene un repie anillado. Diámetro: 4,4 cm; altura: 1cm. 1 I ER 14. Mango de hierro de un acetre o similar. No se conserva mas que la parte final con un agujero central La sección es rectangular. Longitud conservada 65 cm grosor 05 cm ER 15. Aplique de asa de sítula de forma bilobulada tiene restos de perforaciones para remaches y los arranques del asa. La sección es plana. Longitud: 4,1 cm; grosor: 0,3 cm (ABASCAL Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 217, 91; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Apareció en una de las tumbas, pero en los apuntes de S. Jiménez no se indica en cual. ER 16. Fragmento de aplique lobulado de sección plana. Se conserva asimismo parte de una perforación central. Longitud conservada: 2,5 cm; grosor: 0,4 cm. ER 17. Pieza de plomo en forma de pala trapezoidal con vástago de sección rectangular. Desconocemos su funcionalidad, aunque debe tratarse de algún instrumento. Longitud: 6 cm; anchura máxima de la pala: 4,8 cm; grosor del vástago: 0,5 cm. 1 114 ER 18. Cantonera de hierro de forma rectangular, con un remache circular y perteneciente a los herrajes del ataúd de madera de la sepultura n° 1 Longitud 8 cm anchura 4 cm; grosor: 0,4 cm. ¼ Las chapas y cantoneras de hierro de los ataúdes de madera aparecen en bastantes 4M necrópolis de epoca tardorromana como Piña de Esgueva, donde había fragmentos con trozos de madera adheridos (TOVAR Y OTROS, 1933-34, 412), Roda de Eresma, San Miguel del Arroyo, Simancas, Morterona (ABASOLO Y OTROS, 1984, fig. 1416) o Albalate (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 252). ! ER 19. Chapa de hierro de forma rectangular y remache redondo. Pertenece al ataúd de madera de la sepultura 1. Longitud: 8,8 cm; anchura: 3,5 cm; grosor: 0,3 cm. Paralelos: a ER 18. . 'JY tr 1 W. . .4 1 ER 20. Chapa de hierro de forma rec- tangular, con dos remaches. Pertenece al ataúd de madera de la sepultura 1. Longitud: 8 cm; anchura: 5,4 cm; grosor: 0,5 cm. Paralelos: - a ER 18. ER 21. Cantonera de hierro de forma rectangular y remate ovalado. Pertenece al ataúd de madera de la sepultura 1. Longitud: 8,4 cm; anchura: 2,5 cm; grosor: 0,5 cm. Paralelos: a ER 18. 115 •. ER 22. Clavos de oro' 16 de cabeza piramidal y vástago de sección cuadrada. Aparecieron en la sepultura 1. Longitud: 1,4 cm; diámetro de la cabeza: 0,4 cm. ER 23. Clavo de hierro de cabeza redonda y vástago de sección / cuadrada. Se conserva en estado fragmentario. Pertenece al ataúd de la sepultura 1. Diámetro de la cabeza: 2,8 cm; grosor del vástago: '1,2 cm. -U -s- -- ER 24. Clavo de hierro de cabeza circular' 17, y vástago de sección cuadrada. Le falta la zona de la punta. Perteneció al ataúd de la VL sepultura 1. Diámetro de la cabeza: 3,4 cm; grosor del vástago: 1,1 j - cm. Paralelos a ER 23 - -- -(- ER25. Clavo de hierro de cabeza rectangular yvástago de sección cuadrada. Perteneció al ataúd de la sepultura 1. Anchura de la cabeza: 2,3 cm; longitud: 8,3 cm. Paralelos: = a ER 23 Los clavos de ataúd son abundantes en muchas de las necrópolis - - entre las que destacamos la de Las Huertas (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, fig. 22.24 y 46) y la de la Morterona (ABÁSOLO Y OTROS, 1984, fig. 17) ER 26. Clavo de hierro de cabeza redondeada y vástago de sección circular' 18 Longitud: 1,4 cm; diámetro de la cabeza: 1 cm. Los pequeños clavos se han interpretado como tachuelas de calzado y aparecen en numerosas necrópolis tardorrromanas como Albalate (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, lám. XVIII.2), Rubí de Bracamonte (WATT'ENBERG, 1990, 313-314), Piña de Esgueva, S. Miguel del Arroyo o Roda de Eresma (TOVAR Y OTROS, 1933-34, fig. 6). 04* 0 ER 27. Tachuela de bronce de cabeza heptagonal, con seis pequeños abultamientos a modo de decoración. El vástago está doblado. Anchura de la cabeza: 1,9 cm. 1 116.Aparecieron dos pequeños clavos, pero solo reproducimos gráficamente uno, al ser idénticos. 117.Actualmente, y debido a la corrosión, la cabeza es prácticamente semicircular, pero en origen debió ser redonda. 118.Se conservan siete muy similares, pertenecientes posiblemente a la misma pieza. 116 Podría pertenecer a la sepultura 4 o a la 5. Hay paralelos en la necrópolis algo más tardía de Segóbriga (ALMAGRO BASCH, 1975, fig. 12); también se han interpretado como apliques de cinturón, tal es el caso de la complutense del Camino de los Afligidos (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, fig. 62.6). También apareció, aunque en la actualidad perdida, una hebilla de cinturón arriñonada que conservaba al aguja, y de la que tenemos constancia por los apuntes de Sánchez Jiménez, y porque aparece fotografiada con otras piezas en su publicación (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Hueso' 19 ER 28. Disco de perfil cóncavo con decoración central a base de círculos concéntricos. Diámetro: 3,4 cm; grosor máximo: 0,6 cm / (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Apareció en la sepultura 2. No hemos encontrado paralelos para los discos, que nosotros interpretamos como botones. Piezas similares pero con una función de fichas hay en diferentes sitios extrapeninsulares como Cartago (HENING, 1994, fig. 14.17, n°53), o Vienne (BEAL, 1984, fig. 2). ER 29. Disco de perfil cóncavo con decoración central a base de cfrculos concéntricos. La pieza está fragmentada. Diámetro: 3,5 cm; grosor máximo: 0,5 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Paralelos: = a ER 28. ER 30. Ficha redonda de sección plana. Está, según S. Jiménez, recubierta de estuco o pasta blanca. Apareció en la sepultura 2. Diámetro: 3,6 cm; altura: 0,7 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVffl). Hay piezas similares en Comp! u1um 120 n ER 31. Pieza circular con botón central también circular. La pieza está fragmentada. Diámetro máximo: 2,6 cm; diámetro del botón central: 1,4 cm; altura: 1 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Hay un ejemplar similar en Vienne (BEAL, 1984, fig. 24). ER 32. Aplique en forma de huso torneado y moldurado con perforación circular central. La pieza está incompleta. Apareció en la sepultura 2. Grosor máximo: 1,4 cm; 119. Agradecemos a Adoración Martínez el habemos facilitado los dibujos de las piezas en hueso. 120. Según información verbal de Gilberto Pedreira. 117 diámetro de la perforación central: 0,4 cm; altura conservada: 11 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Aunque no hemos encontrado ninguna como la nuestra, piezas similares se registran en diversos sitios como Conimbriga (PONTE, 1978, fig. I. ER 33. Aplique en forma de huso torneado y moldurado. La pieza está incompleta. Grosor máximo: 1,4 cm; altura conservada: 5,8 cm. En Cartago hay piezas similares interpretadas como alamanes (HENING, 1984, fig. 63. 68-69). ER 34. Tambor de sección circular con perforación central redonda. Diámetro máximo: 2,6 cm; diámetro de la perforación central: 1,4 cm; altura: 2,3 cm. Tradicionalmente estas piezas se interpretan como bisagras, como las aparecidas en la villa de Torre Aguila (Badajoz) (RODRIGUEZ MARTÍN, 1991-92, fig. 6.38), sin embargo suelen contar con una perforación central de la que carece el ejemplar albacetense. ER 35. Fragmento trabajado a modo de bisagra. Grosor del vástago circular: 0,5 cm; altura: 2,2 cm. fl J ER 36. Fragmento trabajado en forma de aguja de sección semicircular. La pieza está fragmentada. Grosor máximo: 0,4 cm; altura: -1,4 cm. Hay paralelos en prácticamente todos los yacimientos donde aparecen objetos de hueso, Conimbriga (PONTE, 1978, fig. 4), Torre Aguila (RODRÍGUEZ MARTÍN, 1991-92, fig. 3 y 4) 0 Cartago (HENTNG, 1994, fig. 14.13, n°21). ER 37. Fragmento trabajado en forma de aguja de sección semicircular. La pieza está fragmentada. Grosor máximo: 0,6 cm; altura: 2 CM. a Paralelos: = a ER 36. 118 ER 38. Hueso alargado trabajado en forma de varilla de sección rectangular.Grosor máximo: 0,9 cm; altura: 12,4 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVffl). ER 39. Asta fragmentada. Grosor máximo: 2,5cm; altura: 5 cm. ER 40. Asta incompleta. Grosor máximo: 1,3 cm; altura: 9,3 cm. (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). ER 41. Pieza indeterminada. Grosor máximo: 1,3 cm; altura: 3 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LVIII). Hay una pieza similar en la villa de Torre Aguila que ha sido interpretada como un mango (RODRIGUEZ MARTIN, 1991-92, fig. 7.41) ER 42. Asta incompleta. Grosor máximo: 2,3 cm; altura: 6,5 cm. ER 43. Fragmento indeterminado. Grosor máximo: 0,9 cm: altura: 1,9 cm. 119 1I i I ER 44. Muñeca' 2 ' articulada de ámbar. LLeva un peinado largo' 22 muy destruido. Está desnuda, como el resto de las muñecas. Restaurada, solamente son originales la cabeza, tronco y el brazo derecho. Altura: 16,5 cm (BALIL, 1962, 81-2; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXVII). Apareció en la sepultura 2. Encontramos paralelos para las muñecas articuladas en la necrópolis paleocristiana de Tarragona (SERRA VILARÓ, 1927, lám. 35. 1, 2) y en Segóbriga (ALMAGRO GORBEA Y SESÉ, 1996, lám. 31 y 32 a). ER 45. Muñeca articulada de marfil. Tiene un peinado bajo recogido. Por la parte posterior se observa en el mismo un reticulado e incisiones que imitan trenzas o mechones¡ 23 ; está desnuda a excepción de las botas o escarpines. Es la única de las cinco muñecas que apareció completa. El método de articulación de brazos y piernas es, en ésta y en las demás, por espiga y muesca. Altura: 21,5 cm (BALIL, 1962, 81-1; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIV). Apareció en la sepultura 2. Paralelos: = a ER 44. ER 46. Muñeca articulada de marfil. No conserva rostro alguno. De la primitiva muñeca son la cabeza y tronco así como los antebrazos, el resto de las extremidades son restituidas. Altura: 20,5 cm (BALIL, 1962, 79; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXV). Apareció en la sepultura 2. Paralelos: = a ER 44. ir ! •.. .1 ' 't çiJ Lpl 9 ,. Ii 121. Los dibujos de las muñecas están realizados a partir de fotografías, y son de Paloma Román, a quien agradecemos su ayuda. Cuatro de las cinco muñecas recibieron nombre por parte de su restaurador. José García Cemuda. La de ámbar fue bautizada con el de Merceditas; la de marfil con rostro es Isabelita, y de las que no conservan la cara, una es Descarada y otra Blasa. 122.Balil en su estudio de las muñecas define este peinado como de yelmo, y lo asemeja a los de Fausta y Helena, de principios del s. IV (BALIL, 1962, 80). 123.Balil denominó a este peinado como de turbante (BALIL, 1962. 80). 120 ER C. Muñeca articulada de marfil. No conserva rostro alguno. De la primitiva muñeca son la cabeza y tronco; las extremidades son restituidas. Altura: 25,5 cm (BALIL, 1962, 79; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXVI. 1). Apareció en la sepultura 2. Paralelos: = a ER 44. ER 48.- Muñeca articulada de marfil. No conser\ j/ va rostro alguno. De la primitiva muñeca son la cabeza y tronco; las extremidades son restituidas. Altura: 22,5 cm (BALIL, 1962, 79; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXVI.2). Apareció en la sepultura 2. Paralelos: = a ER 44. Vidrio' 24 ER 49. Ungüentario en forma de dátil, de borde reentrante y labio redondeado, el cuello es corto marcándose los hombros mediante un I estrechamiento, la base es redondeada y algo apuntada. Color melado y decoración en relieve en forma de pliegues irregulares. Altura: 7,6 cm; diámetro del borde: 1,4 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, flg.18; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIX; SANZ GAMO, 198%, pág. 109). Apareció en las tierras del relleno de la sepultura n° 1. Se corresponde con la forma 78 d de la clasificación de Isings. Hay piezas de este tipo en Pompeya, Herculano, Aquileia, Dura - -Europos, Remagen ... (ISINGS, 1957, 94) ry ER 50. Ungüentario o pequeña botella globular de cuello corto y ancho, borde ligeramente exvasado, labio plano, y base redondeada. Decoración de nervaduras en forma de grandes círculos formados cada uno de ellos por cuatro ner vios concéntricos. Esta decoración central está enmarcada por tres líneas horizontales en la parte superior y otras tres en 124. Los dibujos de las piezas de vidrio son nuestros a excepción de las piezas ER 52, 53, 54, 55, 56 y 57 que son de Adoración Martínez. 121 la inferior. La pieza, muy restaurada len la actualidad presenta un color blanco. Altura: 10,5 cm; diámetro del borde: 4 cm (GIMÉNEZ ORTUÑO, 1984, fig. 19; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXVIII; VIGIL, 1969, fig. 146). Apareció en las tierras del relleno de la sepultura n° 1. Se podría asimilar a la forma 104 b de Isings y con el tipo IV b de Fuentes aunque nuestra pieza tiene el cuello más corto. Un paralelo proviene de Emérita (CALDERA DE CASTRO, 1983, fig. 21 b) también decorado con círculos. ER 51. Ungüentario tubular de borde exvasado y labio redondeado, al igual que la base. De color verde claro. Altura: 13 cm; diámetro del borde: 1,8 cm (GIMÉNEZ ORTUÑO, 1984, fig. 13). No figura la sepultura de origen, aunque es posible que corresponda al enterramiento primero de la sepultura n° 1, antes de que se convirtiese en osario, ya que en las notas, figura que el cadáver tenía un posible ungüentario que debe ser esta pieza. Se corresponde con la forma 27 de Isings. ER 52. Pequeña bandeja de forma oval con borde vuelto decorado o festoneado con ovas alrededor. Base redondeada. La pieza está fabricada con decoración de perlas. Incolora. Altura: 1 cm; diámetro del borde: 6,6 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXX). Pertenece a la sepultura n° 2. No hemos encontrado paralelos para esta pieza. ER 53. Pequeña fuente de paredes ligeramente inclinadas y borde engrosado con labio redondeado, base plana. El vidrio es grisáceo, debido a la pátina, pero por lo que trasluce debió ser seguramente verdoso. Altura: 1,2 cm; diámetro del borde: 9 cm. Forma parte del ajuar de la sepultura n° 2. No conocemos paralelos. ER 54. Fragmento posiblemente de una copa de pie bajo, de la que se conserva la parte del pie; de base plana y fondo rehundido la pieza tiene unas molduraciones o filetes (tres) a modo de decoración. De color verde oscuro. Altura: 2,3 cm; diámetro de la base: 5 cm. Forma parte del ajuar de la sepultura n° 2. Hay paralelos en contextos tardíos de Marsella (FOY, 1995, fig. 11.107) ER 55. Fragmento de pie anular. La pieza tiene limados los bordes, identificán122 dose con la descrita en los diarios como juguete infantil. De color verde claro. Altura: 0,6 cm; diámetro de la base: 3,9 cm. Forma parte del ajuar de la sepultura n° 2. La base puede corresponderse con varios tipos de todas las épocas, entre los tardíos están los pies de jarra Isings, 121 y 124 o los cuencos altos del tipo 131. Dada la poca identidad del fragmento no podemos adscribirlo a ningún tipo concreto, ni hemos encontrado tampoco paralelos exactos a los que referimos. ER 56. Fragmento de pie anular alto. De color amarillento. Altura: 1,5 cm; diámetro de la base: 5,3 cm. Forma parte del ajuar de la sepultura n° 2. Para estos pies hay paralelos en Vila. Roma, tanto en platos como en otros tipos de recipientes (TED'A, 1989, fig. 185. 9.39 y fig, 188. 9.63), Emerita (CALDERA DE CASTRO, 1983, fig. 19 c); en el yacimiento de época visigoda de las Mesas de Algar (Cádiz) hay una jarra con el mismo pie (ALARCÓN Y BENÍTEZ, 1988, fig. 3). Fuera de la Península hay paralelos en Marsella (FOY, 1995, fig. 7, 46); Templo de la Magna Mater en Roma (STERNINI, 1995, fig. 15. 205) o Cartago (TATFON-BROWN, 1984, 24-25). ER 57. Fragmento de pie anular alto. De color amarillento. Altura: 1,7 cm; diámetro de la base: 6,3 cm. Forma parte del ajuar de la sepultura n° 2. Paralelos: = a ER 56. ER 58. Ungüentario fusiforme de borde exvasado y labio engrosado, tanto al interior como al exterior. De color verde. Altura: 33,6 cm; diámetro del borde: 4,2 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, fig. 20; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIX c). Apareció en el relleno de la sepultura 1. Es la forma 105 de la clasificación de Isings; pertenecería al grupo sexto de los ungüentarios en la sistematización de Caldera para Ementa, y al tipo 1 de Foy. Pertenece a la variante B de Calvi (CALVI, 1968) de base redondeada. Paralelos de la pieza de Ontur son los procedentes de Pollentia (LLABRES E ISASI, 1933, lám. XXIV), Sevilla (VIGIL, 1969, 154) o Emerita (CALDERA DE CASTRO, 1983, fig. 13 b). Fuera de la Península podríamos citar piezas similares en el Sureste francés, en las necrópolis de S.Víctor de Marsella, Trinquetaille en Arlés y Verdier en Lunel-Viel (FOY, 1995, fig. 2. 1-3). 123 ER 59. Ungüentario en forma de botellita. El borde exvasado tiene el labio doblado. La base plana tiene el fondo ligeramente rehundido. Es de vidrio incoloro y apareció intacto. Altura: 7,8 cm; diámetro del borde: 1,7 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, fig. 21; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIX e). Apareció en la sepultura n° 3, a la altura de la cabeza en el exterior del ataúd. No hemos encontrado paralelos para la pieza. ER 60. Ungüentario globular de cuello corto. Borde y labio rectos y base plana con fondo rehundido. Decoración en la parte central del cuerpo a base de depresiones. Es de vidrio verdoso. Altura: 7,2 cm; diámetro del borde: 2,4 cm (GIMÉNEZ ORTUÑO, 1984, fig. 22; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIX a). Apareció al igual que el anterior, en la sepultura n° 3, a la altura de la cabeza en el exterior del ataúd. Se corresponde con la forma 104 b de Isings, y con el tipo 1 IV B de Fuentes. En nuestra consulta bibliográfica no hemos encontrado ejemplares como este de Ontur, ya que aunque la forma sigue el patrón, tiene algunas peculiaridades como el poco exvasamiento de cuello y borde, el gran estrangulamiento en la división de cuello y cuerpo y la combinación de la forma con la decoración. Hay una pieza tardorromana británica muy similar en concepto y decoración pero con labio redondeado y repie anular (COOL, 1995, fig. 2.8). ER 61. Cuenco de cuerpo hemisférico, de carena baja redondeada, borde exvasado y labio redondeado. La base es plana de fondo ligeramente rehundido. En la actualidad, tras la restauración su color es transparente con irisaciones doradas, por lo que posiblemente el color de origen sea amarillento claro. Altura: 5,8 cm; diámetro del borde: 7,2 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, fig. 17; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIX b). Apareció en la sepultura n°4, en el lado derecho de la cabecera. Se puede clasificar con la forma 96 de Isings o con el tipo III A 2 de Fuentes. El paralelo más exacto para esta pieza es un cuenco de Mérida (CALDERA DE CASTRO, 1983, fig. 18), que tiene la misma forma aunque el de Ontur carece de la decoración con la que sí cuenta el ejemplar emeritense. Otros paralelos en las Islas Británicas (COOL, 1995, fig. 3.7, fig. 5.10) CID 124 ER 62. Cuenco semiesférico de borde resto y labio apuntado. La base plana y fondo rehundido. Su color actual, tras la restauración es gris. Altura: 5, 8 cm; diámetro del borde: 9,6 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, fig. 16). Pertenece a la sepultura n°4 Se trata de la forma 1 de Isings o al tipo III A 2 de Fuentes. Los paralelos formales podrían ser un cuenco de la tumba 18 de S. Miguel del Arroyo (Valladolid) (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1990 b, lám. 6, n° 1) y otro procedente de Roda de Eresma (Segovia) (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1990 b, lám. 3, n° 1) aunque éste tiene decoración de cabujones. Otros paralelos fuera de Hispania son los procedentes de la necrópolis de Maule (Yvelines, Francia) (VV.AA, 1993, n° 214). ER 63. Cuenco de forma troncocónica, de borde exvasado y labio redondeado. La base con pie anular tiene al interior un omphalos muy marcado. Su color es verde, aunque como los anteriores está muy restaurado. Altura: 6,7 cm; diámetro del borde: 11,8 cm; diámetro del pie: 5,2 cm (GIMÉNEZ ORTUÑO, 1984, fig. 14). No figura la sepultura de origen. Su forma se corresponde con la 87 de Isings, fechada a fines del s.l y principios del s.11; sin embargo, para el bajoimperio (fines del s.ffl y siV) hay formas similares en yacimientos del Próximo Oriente en contextos funerarios, así como en necrópolis francesas como la de Plan-Cothey en la región de Valais (MARTIN, 1995, fig. 4.4). ER 64. Jarra de cuerpo piriforme, borde exvasado moldurado y base con pie anular y fondo con omphalos central. El asa tiene un apéndice junto al borde. Está muy restaurada por lo que la forma puede estar algo falseado. En la actualidad su color es amarillento, pero en origen posiblemente fuese transparente o algo azulada. Altura: 22 cm; diámetro del borde: 9,2 cm (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, fig. 15). No hay referencias concretas sobre el enterramiento donde se localizó; sin embargo entre los apuntes de S. Jiménez se cita una jarra con asa y fondo plano que apareció en la sepultura 4o en la 5. Se podría asimilar al tipo 123 de Isings aunque el 125 asa es diferente y al 1 B de Fuentes, aunque el cuerpo no es globular, podría ser una nueva variante de esta forma. Al tratarse de una pieza muy restaurada y reconstruida no coincide con ninguna otra jarra que hayamos visto en nuestra revisión bibliográfica; sin embargo debe tratarse de un ejemplar característico y repetido, ya que las jarras de un asa con boca moldurada son una de las piezas más típicas y frecuentes en los estratos de los ss. IV y y, y prácticamente en todos los yacimientos que hemos consultado hay ejemplares de jarras. Estas son las piezas que en la actualidad están reconocidas como pertenecientes a esta necrópolis, no obstante se deben haber perdido varias ya que en los diarios se hacen referencia a un número mayor de vasos. También, y sin representación gráfica, hay dos cuentas de vidrio alentejadas, una de color azul, y otra media de color verde. Cerámica ' 25 ER 65. Borde de un cuenco en TSHT de la forma 37 T. Diámetro borde: 14,4 cm. Apareció en las tierras de la sepultura 1. Paralelos: = a HO 4. ER 66. Base de un cuenco de TSHT. Apareció en las tierras de la sepultura 1. ER 67. Lucerna de volutas con piquera redondeada. El disco tiene una decoración de la que solo se conservan lo que parecen las patas de un caballo. La pasta es ocre con desgrasantes finos. La superficie está engobada. Está muy restituida (SANZ GAMO, 1982 a, fig5). Pertenece al tipo 8 A de Palol. ER 68. Lucerna de disco liso, con molduras y mixus redondo. Pasta de color gris con desgrasantes finos. Muy restaurada (SANZ GAMO, 1982 a, fig 13). Estas dos lucernas aparecieron en la excavación pero no figura en qué contexto. Pertenece al tipo 12 de Palol. II 125. En este caso, como ocurría con los vidrios, los dibujos son nuestros excepto las piezas ER 79, 80, 81, 82, 85, 86, 87 y 88, dibujadas por Adoración Martínez. 126 ER 69. Lucerna de disco que ha perdido la piquera y el mixus. Tiene tres molduras en la orla. Pasta anaranjada con desgrasantes finos. Tiene huellas de uso (SANZ GAMO, 1982 a, fig 12). Apareció al hacer las cimentaciones. Pertenece al tipo 12 de Palo!. ~ z-i ER 70. Jarra piriforme de boca redondeada, borde almendrado y labio escalonado. La base plana tiene pie anular. El asa parte del borde hasta la parte superior del cuerpo. Tiene una decoración en la zona media del cuerpo a base de tres líneas paralelas horizontales. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes finos. La superficie exterior es alisada y conserva algunos restos de engalba o engobe muy diluido del mismo color de la pasta. Diámetro del borde: 4,9 cm; diámetro de la base: 4,4 cm; altura: 16,5 cm. Apareció al hacer las cimentaciones. Es similar al tipo 41 de Vegas, jarras de una asa con cuello estrecho y borde liso y al 15 c de Sánchez Fernández, jarras de cuerpo piriforme, diferenciándose de ambos en la forma del labio. Jarras de un asa y de perfil similar a la de Las Eras encontramos en diversos yacimientos como el Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 18, n° 7). La forma del labio, que no aparece recogida en ninguno de los ejemplares del Portus Illicitanus sí aparece sin embargo en otros tipos cerámicos de cronología similar como por ejemplo en una jarra de doble asa de las excavaciones del solar del mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRIGUEZ MONTERO, 1988, lám. X, n° i, 154), o en algunas de las formas cerradas de Cartago (FULFORD Y PEACOCK, 1984, fig. 80, n° 19-1 y 19-2, 206). ER 71. Jarrita de cuerpo globular y base plana a la que le falta parte de cuello, borde y asa. Pasta anaranjada con desgrasantes finos. La superficie exterior ha recibido una engalba gris. Diámetro de la base: 4 cm; altura conservada: 10,5 cm. Apareció en excavación aunque no sabemos en que contexto. Encontramos paralelos en numerosos yacimientos como Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám XLIV, n° 85 1) ER 72. 011a monoansada de cuerpo globular, borde exvasado y labio redondeado. Base plana con pie anular. Pasta castaña con desgrasantes gruesos. Presenta señales de haber estado expuesta al fuego. Diámetro del borde: 9,8 cm; diámetro de la base: 4,8 cm; altura: 10 cm. Apareció en las zanjas de cimentación. 127 Pertenece al tipo 47 de Vegas, de ollas monoansadas. Como paralelos podemos citar los de la necrópolis de Las Delicias (Granada) (TORO MOYANO Y RAMOS LIZANA, 1987, fig. 2.14), donde aparece una pieza similar a la de Las Eras aunque con cuerpo carenado y fechada en el s.IV. ER 73. Cuenco carenado de borde reentrame y labio redondeado. Base plana con pie anular. Pasta anaranjada con desgrasantes finos. Diámetro del borde: 13,5 cm; diámetro de la base: 4,7 cm; altura: 7,6 cm. Apareció en excavación aunque no sabemos donde. Muy similar a la pieza CZ 40, otros paralelos que se pueden citar para este ejemplar, aunque de cronología posterior, son algunos cuencos del Cancho del Confesionario (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 1, 1-6). ER 74. Pequeño vaso ovoide de borde almendrado y base plana. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes medios-gruesos. Tiene en la superficie exterior restos de alisado en algunas zonas, pero en el resto ésta es rugosa. La fabricación es algo irregular, posiblemente a torneta. Huellas de haber sido expuesto al fuego. Diámetro del borde: 9,5 cm; diámetro de la base: 4,4 cm; altura: 8,5-8,2 cm. Apareció al hacer las cimentaciones. ER 75. Pequeña olla globular de borde exvasado y labio apuntado. Base plana con umbo central. Pasta de color gris con desgrasantes medios y gruesos. La superficie exterior está alisada. Presenta huellas de haber estado expuesta al fuego. Diámetro del borde: 11 cm; diámetro de la base: 5 cm; altura: 11 cm. Apareció al hacer las cimentaciones. Los paralelos para esta pieza ya los hemos mencionado al hablar del ejemplar CZ 36, a los que añadimos, ya de cronología más moderna, una pieza del Cancho del Confesionario (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 3, 46). 128 ER 76. 011a globular de borde exvasado bífido y labio redondeado. La base es redondeada. Tiene dos asas de cinta que arrancan del borde hasta la parte superior del cuerpo. La pasta es de color castaño claro con desgrasantes medios y gruesos. La superficie exterior es gris oscura. La pieza está restituida. Diámetro del borde: 17 cm; altura: 18 cm. Como paralelos para esta pieza podríamos citar entre otros los de Conimbriga (ALARCÁO, 1974, lám. XXXIII, n° 692), La Alcudia de Elche, en el sector 5-F, en un estrato tardorromano, acompañada de lucernas paleocristianas (RAMOS FERNÁNDEZ, 1983, fig B, n°8, 160) o el mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, fig. 13, 2E). ER 77. 011a de cuerpo globular, borde exvasado vuelto y labio redondeado. La base es plana. El cuerpo tiene una decoración a base de ondulaciones. Pasta de color castaño con desgrasantes medios. La superficie es gris oscura. La pieza está restituida. Diámetro del borde: 13,5 cm; diámetro de la base: 7,5 cm; altura: 16,5 cm. Apareció en excavación aunque no sabemos dónde. ER 78. 011a de perfil globular con borde vuelto y labio redondeado, base plana con umbo central. Pasta de color castaño con desgrasantes medios y gruesos. La superficie exterior es castaña grisácea. Está muy restituida. Diámetro del borde: 15,2 cm; diámetro de la base: 6,8 cm; altura: 15,9 cm. Apareció en excavación aunque no sabemos dónde. 129 Paralelos a esta pieza, aunque de un tamaño mayor, encontramos en en el basurero de Vila.Roma (TEDA, 1989, fig. 103, 6.42). Asimismo la base es diferente ya que la albacetense tiene umbo central al interior, mientras que las catalanas son totalmente planas. También aparecen en el mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, iám. XXXII, 1) ER 79. Fragmento de vasija de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado ligeramente apuntado. La pasta es de color amarillento con desgrasantes finos y medios de cuarzo. La superficie es gris. Diámetro del borde: 25,4 cm. Paralelos: = a RE 3. ER 80. Fragmento de olla de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado. Tiene asiento para tapadera. La pasta es de color amantiento con desgrasantes cuarcíticos finos y medios. La superficie es gris. Diámetro del borde: 15,8 cm. Paralelos: = a CZ 34. ER 81. Fragmento de olla de cerámica común. El borde es vuelto con labio redondeado y moldurado para asiento de tapadera. La pasta es de color gris con desgrasantes finos negros. La superficie es cenicienta con una engalba muy diluída. Diámetro del borde: 14 cm. Paralelos: = a CZ 35. ER 82. Fragmento de olla cerámica común. El borde es exvasado con labio redondeado. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes finos. La superficie es del mismo color que la pasta. Diámetro del borde: 14 cm. Muy similar a las piezas RE 4, AR 3, CZ 37 y la siguiente ER 83 se podría incluir en este grupo aunque tiene menos marcada la inflexión entre el borde y el cuerpo. ER 83. Fragmento de olla en cerámica común. El borde es exvasado con labio redondeado. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes finos y gruesos de cal y cuarcita. 130 U_Z: La superficie es anaranjada alisada pero muy groseramente. Tiene como decoración en la parte superior del cuerpo una línea ondulada incisa. Tiene marcas de haber sido expuesta al fuego. Diámetro del borde; 14,4 cm. Paralelos: a RE 4. ER 84. Fragmento de olla en cerámica común. El borde engrosado tiene labio plano. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes medios cuarcíticos. La superficie es anaranjada alisada y el borde de la pieza ahumado. Diámetro del borde: 12 cm. Para este tipo de ollas con borde engrosado hay paralelos en el Portus Illicitanus (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, fig. 3.3), Conimbriga (ALARCÁO, 1974, Lám. XXXIV 711); en Albacete también aparece en yacimientos de cronología posterior como la Loma de Eugenia (LE 10). ER 85. Fragmento de mortero de visera convexa en cerámica común. La pasta es anaranjada con desgrasantes finos y algunos de cal medios. La superficie es amarillenta. Diámetro del borde: 26,2 cm. Paralelos: = a BÑ 5. ER 86. Fragmento de cazuela de cerámica común. El borde recto engrosado al interior tiene labio ligeramente apuntado. La pasta es de color gris con desgrasantes finos y medios de cuarcita. La superficie es gris. Diámetro del borde: 18 cm. Paralelos: = a AR 7. ER 87. Fragmento de olla (?) de borde exvasado y labio apuntado. La pasta es de color castaño grisáceo con desgrasantes finos y medios calizos. La superficie alisada es de color gris. Diámetro del borde: 11,2 cm. La pieza más similar a esta que hemos encontrado en nuestra consulta bibliográfica ha sido un ejemplar de cronología visigoda del Cancho del Confesionario (CEVPP, 1991, fig. 2.30). 131 ER 88. Fragmento de olla de borde recto y labio apuntado. La pasta amarillenta tiene desgrasantes finos y medios negros. La superficie alisada es de color gris. Diámetro del borde: indeterminado. ER 89. Fragmento de jarra o botella de un asa. De borde ligeramente exvasado y labio redondeado. Solo conserva el araranque del asa ovalada. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes finos y medios de color negro. la superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 3,5 cm. No hemos encontrado formas exactamente iguales para la nuestra en el elenco de cerámicas comunes tardorromanas que hemos consultado. Las jarras suelen tener asas que arrancan del borde, y las botellas suelen tener el cuello moldurado. Sin embargo esta forma debió ser mucho más común ya que es el prototipo o modelo de las posteriores visigodas, muy numerosas tanto en jarras como en botellas, y en contextos de necrópolis (PE 4) como de poblados (TM 23). ER 90. Fragmento de galbo de una pieza pintada con decoración de ramas. La pasta es anaranjada y la pintura roja. Apareció en las tierras del relleno de la sepultura 1. ER 91. Fragmento de galbo de una pieza pintada con decoración de bandas. La pasta es anaranjada y la pintura roja. Apareció en las tierras del relleno de la sepultura 1. ER 92. Fragmento de galbo de una pieza pintada con decoración de bandas. La pasta es anaranjada y la pintura roja. Apareció en las tierras del relleno de la sepultura 1. % ER 93. Fragmento de galbo de una pieza pintada con decoración de círculos. La pasta es anaranjada y la pintura roja. Apareció en las tierras del relleno de la sepultura 1. ER 94. Fragmento de galbo de una pieza pintada con decoración de círculos. La pasta es anaranjada y la pintura roja. Apareció en las tierras del relleno de la sepultura 1. % ER 95. Fragmento de galbo con la zona de inserción del asa de una pieza en cerámica pintada. La decoración es geométrica a base de bandas rojas que van formando series de flecos y triangulos. La pasta es mixta, al interior gris y al exte132 rior anaranjada, aunque la superficie exterior debió tener algún engobe de color gris. Los desgrasantes son finos y medios. Podría pertenecer a la sepultura 5. ER 96. Fragmento de pesa (114 aprox.) redonda plana con perforación central también redonda. La pasta es anaranjada con desgarsantes finos y medios. Tiene ambas caras decoradas con pintura de color rojo. La decoración forma sectores a base de circunferencias segmentadas por lineas radiales. Estos sectores a su vez están rellenos por otras lineas. Las lineas son gruesas asemejándose algunas veces más a manchas que a verdaderas lineas. Una de las caras tiene a su vez una decoración a base de impresiones en forma de gotas de agua. Diámetro de la pieza aprox.: 13 cm; diámetro de perforación interior aprox.: 3,6 cm; grosor: 1,5 cm. Apareció en excavación aunque no sabemos en qué contexto. No hemos encontrado paralelos para este ejemplar, y de hecho tampoco tenemos claro que se trate de una pesa. Piedra ER 97. Fragmentos de un sarcófago de mármol con escenas de caza. Se trata de cuatro trozos pertenecientes al lateral de la tapa. Los tres primeros (a) casan entre sí, mientras que el cuarto (b) no guarda relación física con los anteriores. Uno de ellos —posiblemente la composición central—, es una cartela rectángular sostenida a ambos lados por erotes. Aunque en la actualidad no queden restos, hay un dibujo de 1960 de Santos Gener (el que reproducimos aquí), en el que se evidencia la existencia de una inscripción. 133 Aunque los trazos no son muy claros se ha propuesto la siguiente lectura (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 b, n° 19, 26)126 (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám.LXIII, b; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 47-ON, lám. 74.2): XCO [---] [---]VS COS [ --- ]AN[ --- ] SVV[ --- ] ER 98. Fragmento de sarcófago de una cabeza femenina en altorrelieve. Se conserva parte del frontal y el lateral izquierdo. Longitud: 9,2 cm; altura: 9,2 cm; grosor: 4,2 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXIII d; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 48-ON, lám. 75). ER 99. Fragmento de sarcófago de mármol que representa un • hocico de caballo con atalaje. Longitud: 5,6 cm; altura: 6,7 cm; grosor: 4,2 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, Iám. LXffi, r c; NOGUERA CELDRAN, 1994, 49-ON, lám. 76). r.' ER 100. Fragmento de sarcófago de mármol. Se trata de la parte inferior del frente de la caja. Sobre un pequeño pedestal se ve el pie izquierdo de un individuo vestido con túnica larga plegada. Longitud: 24,7 cm; altura: 11,3 cm; grosor: 7 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LIX; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 50-ON,lám. 77.1). ti ER 101. Fragmento de sarcófago de mármol. Se trata de un lateral en el que lo que se conserva es parte de la zona inferior de una túnica. En la esquina izquierda hay un rebaje rectangular con restos en una de sus caras de espina de pez. Longitud: 14 cm; altura: 13,7 cm; grosor: 6,4 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LIX; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 51-ON, lám. 77.2). ~ --• - - 126. No se ha dado ninguna traducción de la inscripción debido a las dificultades que entraña su lectura. Por otra parte algunas letras no parecen muy propias de una dedicación funeraria, por lo que los investigadores renuncian a cualquier traducción e interpretación. 134 ER 102. Fragmento de sarcófago de mármol en el que están representados los cuartos traseros de un caballo. Longitud: 22,2 cm; altura: 17,4 cm; grosor: 20,8 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LIX; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 52-ON, lám. 78.1) II III ER 103. Fragmento de sarcófago de mármol en el que una mano izquierda sostiene un volumen.. Longitud: 8,1 cm; altura: 3,9 cm; grosor: 3,6 cm (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXffl a; NOGUERA CELDRÁN, 1994, 53-ON, lám. 78.2 y 3). También apareció un fragmento de sarcófago de mármol con un erote que sostiene los pliegues de un paño. Debe pertenecer al centro de una tapa. Longitud: 16 cm; altura: 16,8 cm; grosor: 4,5-6,2 cm. Sin representación gráfica. Todos los fragmentos escultóricos se localizaron en las tierras del relleno de la sepultura 1. En la necrópolis también se exhumaron en la sepultura 3, la más rica, restos de calzado —al menos diez suelas de zapatos de cuero y corcho—, en la actualidad no conservados, y de los que hay una fotografía en la publicación de Sánchez Jiménez (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, lám. LXXIII-LXXIV). Además aparecieron restos de tela que cubría el rostro (velo?) del enterrado, un trozo de cordoncillo y de galón a la altura de la cintura, y restos de la lana de la almohada donde apoyaba la cabeza. El enterramiento era en ataúd de madera de la que se conservan algunos fragmentos (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947,118-119). En las excavaciones se recogió también una concha bivalva de ostra. No sabemos de que enterramiento procede, pero no es un elemento totalmente ajeno a los ajuares funerarios tardorromanos, como se ejemplifica en el enterramiento VIII de la necrópolis de Piñel de Abajo (Valladolid), —clasificado como visigodo pero posiblemente algo anterior (TSHT de la forma 37T)—, donde apareció una valva de molusco junto a la sien derecha del inhumado (ARRANZ MINGUEZ Y OTROS, 1989, 10) 17.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 b; BALIL, 1962; GIMÉNEZ ORTUÑO, 1984; GORGES, 1979; NOGUERA CELDRÁN, 1994; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947; SANZ GAMO, 1982a, 1989b; VIGIL, 1969. 135 11.18. CORTIJO MORENO (YE) (Yetas) 18.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 888 del M.T.N) En el término municipal de Yetas, situado en el extremo SO de la provincia se han recogido datos sobre tres de inscripciones funerarias, una reutilizada como dintel de una entrada en el Cortijo de Los Morenos, la segunda en la denominada Loma de Los Morenos, y una tercera al NE de la población. No tenemos más datos respecto a estas piezas, si provienen de un cementerio, lo que parece más lógico, ni donde se ubica éste, ni si han aparecido más materiales. Tampoco hemos podido visitar el sitio, ni ver las piezas; únicamente contamos con los dibujos de las dos primeras, proporcionados por el informante, fotografías de la inscripción del dintel (YE 1), y la referencia escrita sobre la tercera. 18.2. MATERIALES Inscripciones YE 1. Inscripción funeraria reutilizada como dintel de la puerta de entrada a una vivienda. Se trata de una pieza monolítica de forma rectangular, de la que no sabemos sus dimensiones. La transcripción del texto es la siguiente 127 : IN IHe (su Cristi) L ( ... )bo A t S A M CelMeterio IN IH (esu) c (nsti) L (...) bo A t S A M C ciMeterio YE 2. Inscripción funeraria en una losa de forma rectangular, en la que solamente hay escrita una línea con el siguiente texto: + MATRONA YE 3. Inscripción funeraria en la que aparece el gentilicio Comelius y una edad de 80 según la descripción. De su existencia se sabe por una carta mandada por el descubridor a Sánchez Jiménez en 1949. Según el informante, junto a la inscripción, aparecieron tejas y ladrillos unidos con cal —sepultura—, y la lápida, que estaba reutilizada como umbral de una casa, es un sillar de 56 x 56 x 25 cm, en piedra caliza (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 b, n'24,29). 127. Transcripción realizada por la profesora María Vilaplana, catedrática de Paleografía de la UAM, a quien le agradecemos su ayuda. Se incluyen 2 versiones posibles ya que a falta de una observación directa no es posible inclinarse por una de ellas. 136 18.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 b. 11.19. EL BACHILLER (BA) (Chinchilla) (Lám. 30) 19.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 792 del M.T.N) El yacimiento se sitúa al NE de El Bachiller, en el paraje denominado Los Cernlbs, entre la autovía de Levante y la carretera local de Bonete a Corral Rubio. Se trata de una parcela en la que hay tres elevaciones dos de las cuales, la N y la S conservan restos de alineaciones de muros, mientras que la tercera, la E, es un bancal afectado por las labores agrícolas 128. Posiblemente se dé una ocupación larga, ya que hay materiales desde al menos época ibérica, aunque es posible sin embargo que el hábitat esté repartido en los distintos sitios según las épocas. Los materiales procedentes de este yacimiento han ingresado al museo como donativos y proceden de hallazgos casuales, sin especificar el lugar concreto de hallazgo de cada una de las piezas. No se ha realizado ninguna excavación en el mismo. 19.2. MATERIALES Metal BA 1. Pátera de bronce del tipo 7 b de Palol (PALOL, 1970 a). De paredes casi verticales, el pie está marcado, la base ligeramente cóncava y borde horizontal. Restos de asa formada por una lámina enrollada bajo el borde. Altura: 6,8 como; diámetro del borde: 25,9 cm; diámetro de la base: 13 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 206, 84). 128. En la última visita realizada al sitio arqueológico, vimos que el cerro norte ha sido prácticamente destruido al ser utilizado como cantera de arenas y luego como basurero en las obras de la autovía. 137 Un paralelo exacto para nuestra pieza es la de la necrópolis de Albalate de las Nogueras (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, 84). Nosotros no hemos encontrado nuevas piezas en la bibliografía consultada. 193. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a. 11.20. LEZUZA (LZ) (Lezuza) (Lám. 30) 20.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 789 del M.T.N) Aquí se sitúa la antigua Colonia Libisosa Forum Augustana'29 separada de la actual Lezuza por el río del mismo nombre. El asentamiento antiguo parece que se situé en un cerro que en época medieval se reocupa, erigiéndose un castillo. La Lezuza romana fue, según nos informa Plinio 130, una colonia de derecho latino. El motivo de su fundación ha de ponerse en relación con el control militar de la vía a Castulo (Camino de Aníbal). En opinión de García y Bellido debe tratarse de una fundación augustea que no prosperó excesivamente (NOGUERA CELDRÁN, 1994, 90); sin embargo tenemos referencias sobre la ciudad en diversas fuentes -sobre todo itinerarios-, algunos de los cuales llegan hasta el s. VII, como el Anónimo de Rávena, lo que nos habla de una continuidad de la habitación, significativo, ya que aunque siempre debió ser un enclave mediano, lo cierto es que su ocupación se ha mantenido hasta la actualidad, fenómeno que hay que , 129.La identificación del sitio no plantea ninguna duda gracias sobre todo a una inscripción de la que ya hay referencias en 1647 y que se conserva empotrada en la Casa de la Tercia de Lezuza (ABASCAL PALAZÓN, 1990, n°20,43). lmp(eratori) Caesar(i) d[i]vi Ant[o] [fmi] filio divi Ha driani nepoti d[i] vi Traiani Parth(ici) pronep(oti) Nervae abnepoti M(arco) Aurelio Antonin[o] Aug(usto) Armeniaco p(ontifici) m(aximo) t(ribunicia) p(otestate) XX imp(eratori) [111] co(n)s(uli) ifi colom(a) Libisosanorum[m] 130. a Carthago concurren 65 pueblos (exceptuándose los habitantes de las islas); de la colonia acchana gemellense, y de la libisosana, cognominada foroaugustana, dos pueblos a los que se les ha concedido el derecho itálico..." (Plin, HN III, 3, 25). "... 138 poner evidentemente en relación con su función de ciudad de cruce y paso entre la Meseta y Andalucía. El conocimiento que tenemos sobre esta ciudad en época tardía se reduce a escasos materiales recogidos de forma fortuita' 31 . 20.2. MATERIALES Metal LZ 1. Botón de bronce circular, del tipo III d de Caballero o del!A.2.b.2 de Aurrecoechea, de superficie ligeramente abombada, decoreda con línea circular perimetral y círculo central. Pasador formado por un eje de sección circular rematado en placa circular. Diámetro del disco: 2cm; diámetro del remate inferior: 1,3 cm; diámetro del vástago: 0,8 cm; altura: 1,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 1 a, n° 358, 159; AURRECOECHEA, 1994, n°42 a). Procede de las laderas del castillo e ingresó en el museo como donativo. Los paralelos son abundantes apareciendo entre otros, en yacimientos como Fuentespreadas (Zamora) (CABALLERO ZOREDA, 1974, fig. 20. 9-12), San Miguel del Arroyo (Valladolid) (PALOL, 1969, fig. 25.2), Simancas (Valladolid) (PALOL, 1969, fig. 27.5), Castillejo y Estremera (Madrid) (AURRECOECHEA, 1994, n° 29-30), Ocaña y Seseña (Toledo) (AURRECOECHEA, 1994, n° 31-33), Peña Forua (Vizcaya) (MARTÍNEZ SALCEDO Y UNZUETA PORTILLA, 1988, fig. 89.4), Sant Josep (Castellón) (ROSAS ARTOLA, 1980, fig. 3.23) o Torre del Mal Paso (Castellón) (FLETCHER, 1954, lám. 1.7). Cerámica LZ 2. De esta misma localidad pero sin localización precisa procede un plato en TSGT anaranjada de la forma Rigoir 1. La pieza tiene el cuerpo con decoración burilada132. El labio también está burilado. Diámetro del borde: 20,4 cm; diámetro de la base: 13,8 cm; altura: 3,3 cm. 131.En la actualidad se están desarrollando trabajos arqueológicos en el sitio, lo que sin duda, cotribuirá a ampliar nuestro conocimiento de la antigua colonia. 132.Esta pieza podría pertenecer al grupo definido por Orfila como Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM), por las descripciones ofrecidas en cuanto a pasta, barniz y decoración, y aunque la forma concreta no aparece recogida en su trabajo, se incluiría dentro de su forma 4. (ORFILA, 1993). 139 Paralelos a la forma Rigoir 1 en TSGT anaranjada hay en Segobriga (SÁNCHEZLAFUENTE, 1990, fig. 90,14). 20.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; AURRECOECHEA, 1994; GARCÍA Y BELLIDO, 1957 y 1962; NOGUERA CELDRÁN, 1994; SANZ GAMO, 1989a; SANZ GAMO Y OTROS, 1992. II. 21. CASA DE LOS HONDOS (CH) (Alpera) (Lám. 30) 21.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 793 del M.T.N.) El yacimiento se sitúa donde el caserío del mismo lugar, adscrito administrativamente a Ayora (Valencia); sin embargo parte del mismo pertenece a la provincia de Albacete. 21.2. MATERIALES Metal CH 1. Botón de bronce, es circular, con círculos concéntricos troquelados. Pasador formado por un eje de sección circular y tope en forma de placa circular. Pertenece al tipo III d de Caballero o al 1A.2.b.2 de Aurrecoechea. Diámetro disco: 1,7 cm; diámetro remate inferior: 1,3 cm; diámetro vástago: 0,5 cm; altura: 1 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 359, 160; AURRECOECHEA, 1994, n°42 b). Procede de una incautación realizada por la guardia civil. Paralelos: = a LZ 2. () 213. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; AURRECOECHEA, 1994. 140 11.22. LA CAPELLANÍA (CP) (Bienservida) (Lám. 30) 22.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 840 del M.T.N) Al SO de Bienservida, y a 4 Km en la carretera de Albadalejo, se encuentra el yacimiento de Pico Hondonero, publicado como asentamiento de la Edad del Bronce (MONTANYA, 1977); el asentamiento tuvo una vida más prolongada ya que hay constancia de materiales de las épocas ibérica y romana. En su ladera occidental se encuentra la tierra de labor denominada con el nombre de Capellanía, de la que proceden una serie de materiales entregados al museo arqueológico como donaciones, y entre los que se encuentra un botón de bronce tardorromano. En la actualidad, el espacio que ocuparía el yacimiento tiene una plantación de almendros, y en superficie no sç vislumbran apenas restos. 22.2. MATERIALES Metal CP 1. Botón de bronce circular, con disco dentado con trapecios calados en la placa, y umbo central. Pasador inferior macizo, de sección circular, con remate troncocónico. Pertenece al tipo III de Caballero (CABALLERO ZOREDA, 1974). Diámetro del disco: 2,6 cm; diámetro del remate inferior: 1 cm; diámetro del vástago: 0,4 cm; altura: 1,4 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 360, 160; AURRECOECHEA, 1994,n°5a). Ingresó como donativo. Los paralelos para este botón se encuentran en La Bienvenida (Ciudad Real) (AURRECOECHEA Y OTROS, 1987, fig. 4.1 ),o el Cerro de los Ángeles y Velilla de San Antonio (Madrid) (AURRECOECHEA, 1994, n° 2-3). ' 22.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; AURRECOECHEA, 1994 141 11.23. MONTEALEGRE (MO) (Montealegre del Castillo) (Lám. 30) 23.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 818 del M.TN) De Montealegre procede un botón tardorromano, conservado en el MAN y dado a conocer por Caballero Zoreda, sin que contemos con más datos que nos ayuden a localizar el lugar de procedencia de dicha pieza' 33 . 23.2. MATERIALES Metal MO 1. Botón de bronce circular con placa ligeramente abombada y pasador formado por un eje de sección circular y tope en forma de placa circular. Pertenece al tipo III d de Caballero o al 1A.2.b.2 de Aurrecoechea. Diámetro disco:2,3 cm; diámetro remate inferior: 1,6 cm; altura: 1,4 cm (CABALLERO ZOREDA, 1974, fig. 22,40; AURRECOECHEA, 1994, n° 34). Paralelos: a LZ 2. 0 23.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; AURRECOECHEA, 1994; CABALLERO ZOREDA, 1974. 11.24. SERRADIEL (SE) (Casas Ibáñez) (Lám. 30) 24.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 744 del M.T.N) El yacimiento se encuentra al E de la aldea del mismo nombre, sobre y alrededor, de una pequeña loma circular. En superficie se observan restos de construcciones y abundantes fragmentos cerámicos (teja, TS ... ). 133. El botón de Montealegre es confundido en la tabla tipológica del autor con otro de procedencia ignorada y se clasifica entonces como el tipo III a; sin embargo tanto en el inventario, como en una de las láminas con fotografías, la pieza de Montealegre es la del tipo 111 d, ya que tiene incluso el no de inventario del MAN. 142 24.2. MATERIALES Metal SE 1. Botón de bronce de placa lisa en forma de pelta. Pasador formado por una placa perforada. Se podría incluir en el tipo II de Caballero, pero a diferencia de los botones típicos éste tiene un pasador muy poco habitual entre los tardorromanos. Longitud: 2,4 cm; grosor de la placa: 0,1 cm; anchura: 0,8 cm (ABASCAL ' PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 353, 158). Ingresó como donativo. Es la única pieza conocida de este yacimiento, ya que fue lo único depositado en el Museo, junto con un pequeño informe con los datos anteriormente expuestos. 243. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a. 11.25. EL SANTO (ST) (Alcaraz) (Lám. 31) 25.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 841 del M.T.N.) El yacimiento se sitúa en la zona más alta y en el espolón norte de la llamada Casa del Santo, un cerro enmarcado por los ríos Escorial y Mesta, que se unen en su base. El sitio está cercado por una posible muralla o empalizada en su lado sur, donde se abre hacia una suave meseta, en la que se extiende una necrópolis de inhumación, algunas de cuyas tumbas son fosas rectangulares con cabecera redonda, del estilo de las del Tolmo y que se situaría extramuros del recinto urbano. En superficie aparecen numerosos restos de muros y de estructuras de habitación. No aparecen apenas materiales, aunque los fragmentos cerámicos informes encontrados son muy parecidos a las cerámicas de cronología visigoda del Tolmo de Minateda. También se registra en superficie un nivel de incendio. Por último debemos añadir que el yacimiento está siendo expoliado y en superficie se observan numerosas tierras removidas por la búsqueda clandestina de metales. En este lugar se produjo hacia 1239 o poco antes el descubrimiento de unos "santos" en la parte baja del «Alcaraz uieio». El concejo erigió en este sitio, que a partir de entonces se conoce como «El Santo», un edificio religioso, una casa de Merced dedicada al rescate de cautivos (PRETEL MARÍN, 1988, 47). Nosotros creemos que 143 el hábitat de época visigoda debe localizarse en este lugar, y del mismo modo, los materiales que estudiamos han de proceder con casi total seguridad del Santo. 25.2. MATERIALES Metal ST 1 134 . Jarra estudiada y publicada por Palo] de quien extraemos todas las referencias acerca de tanto de la descripción como de sus paralelos. Jarra de bronce de cuerpo ovoide pequeño / perfectamente diferenciado de cuello y pie, ambos troncocónicos \ \ y con pequeñas molduras de sección circular (toros, boceles o 1 medias cañas.). Asa también en bronce de borde aquillado que en la zona de unión a la boca presenta una decoración en forma de ¿Y estilizaciones vegetales de tres hojas con dos pequeños botones en Y los extremos superiores. El asa también tiene otro elemento decorativo en el extremo de la curva superior en forma de apéndice foliar romboidal. El cuerpo tiene una decoración formada por tres grupos de líneas incisas paralelas. La pieza ha perdido el fondo ,/ que era un disco circular soldado en la mitad del pie. Altura: \ 23 cm (PALOL, 1950, n° 16, lám. XXXI.l). Como paralelos para esta pieza contamos con una pieza de Colonia y procedencia hispana (PALOL, 1950, no 17), otra también depositada en el M.A.N. y de procedencia desconocida (PALOL, 1950, no 18), una del castro de Puig Rom (PALOL, 1950, n° 15), y una sarda: de S. Pietro di Sorres, la más parecida a la de Alcaraz (PALOL, 1990, 151). Todos estos ejemplares forman el tipo III del grupo segundo de la clasificación de Palol. 134. La pieza que mostramos a continuación se halla en el M.A.N. y de su lugar de origen se cita como única referencia la localidad de Alcaraz, sin que se especifique más. A pesar de no constar su procedencia exacta, nosotros nos inclinamos por situar ésta en el yacimiento arqueológico del Santo, ya que aunque si bien es cierto que no poseemos más datos del mismo que los proporcionados por las fuentes históricas, éste es el único yacimiento localizado hasta el momento susceptible de haber sido utilizado en época visigoda. Por otra parte en la parte baja del cerro donde se sitúa el poblado hay cruces talladas en la roca, que nos podrían estar indicando la presencia de algún eremitorio o centro religioso. Nos hacemos cargo de la endeblez de nuestra argumentación y queremos dejar constancia de que lo señalado no pasa de mere suposición que solo podrá ser refutada o confirmada mediante el trabajo de campo. El dibujo de la jarra lo hemos realizado a partir de una fotografía de la publicación de Palo¡. 144 Piedra' 35 ST 2. Pieza rectangular labrada en arenisca. Enmarcada en dos molduras hay un motivo central vegetal consistente en dos tallos en zig-zag, de los que salen hojas de parra y frutos en forma de piña. A ambos lados de la composición central nos encontramos temas simétricos compuestos: una arquitectura a modo de edificio de tres naves con la central más alta y entrada en arco de herradura; sobre cada una de las naves laterales hay un ave con el cuello hacia arriba llegando a tocar respectivamente con otras, de cuello más largo e inclinadas hacia abajo, hacia las primeras, que están sobre la nave central y a sendos lados de un tallo vegetal doble con dos pares de hojas; sobre el par inferior, situado sobre las segundas aves, hay asimismo otra pareja simétrica de aves, en este caso de larga cola, y de cuyos picos sale el último tramo de tallo, que remata en forma de fruto. Detalle del lateral derecho de la placa ST 2, en el que se puden apreciar los motivos decorativos principales: edificio de tres naves, aves afrontadas y tallo vegetal con coronación en forma de piña. 135. Las piezas que vamos a describir a continuación se encuentran reutilizadas en una de las paredes de la iglesia de la Trinidad de Alcaraz. Nosotros tuvimos conocimiento de las mismas a través de Pedro Ripoli, del Módulo de Promoción y desarrollo de Alcaraz, quien nos envió las primeras fotografías y nos enseñó el yacimiento en una visita realizada a Alcaraz, y a quien estamos muy agradecidos por su generosidad y trato. En la actualidad estamos preparando un trabajo específico conjunto sobre estos materiales. Además pedimos más información al Sr Cura Párroco de la iglesia de la Trinidad, D. José Alberto Garijo Serrano -a quien agrademos desde aquí sus referencias-, quien nos informó que las piezas fueron instaladas en la iglesia entorno a los años cuarenta o cincuenta, y que procedían de las iglesias de Santa María o S. Pedro situadas dentro del castillo de Alcaraz, en el Sitio que ahora ocupa el cementerio. Los dibujos, realizados a partir de fotografías, son de Paloma Román, a quién de nuevo agradecemos su ayuda desinteresada. 145 ST 3. Pieza rectangular en arenisca. Dividida en dos partes por un baquetón central, los motivos a ambos lados son simétricos. Se trata de una escena compuesta por dos franjas: la superior es un tema vegetal en el que tallos de parra forman tres roleos que enmarcan hojas de parra, y de los que salen además frutos en forma de piña; la escena inferior está formada por dos filas en las que se alternan capullos vegetales con bolas redondas. Ambas filas son iguales y para dar mayor dinamismo a la composición lo que se hace es situar contrapuestos, capullos y bolas, de manera que forman diagonales. ST 4. Se trata de una placa prácticamente igual al anterior, con el mismo esquema compositivo, y en la que la esquina superior derecha ha sido realizada con otro tipo de piedra, por lo que hemos incluido no incluir esta parte en la decoración para que se vea mejor la rotura. Creemos que se trata de placas de canceles de un edificio religioso. Las piezas ST 3 y ST 4 irían emparejadas, a ambos lados de un vano de separación de espacios litúr gicos, mientras que la pieza n° 2 podría ser una placa decorativa. No hemos encontrado paralelos concretos para las piezas; sin embargo todos los motivos, individualmente, son característicos de la iconografía religiosa de época visigoda: los pájaros enfrentados y picando de una rama aparecen por ejemplo en un capitel del cimborrio de 5 Pedro de la Nave (PALOL, 1968 fig. 76, 109); las aves zancudas en un friso sobre capitel de la misma iglesia (PALOL, 1968, fig. 77, 110); para la zona superior del tallo con frutos, (árbol de la vida), hay un ejemplo en el segundo registro externo en el testero de la iglesia (PALOL Y RIPOLL, 1988, n° 113, 190); de 146 las vides, muy habituales citamos un ejemplo de cancel emeritense (PALOL, 1968, fig, 91, 136); el elemento central separador aparece igualmente en una placa del Bovalar (PALOL Y RIPOLL, 1988, ú'46,122). 25.3. BIBLIOGRAFÍA LOMAX, 1984; PALOL, 1950; PRETEL MARÍN, 1986 y 1988. II.26.TOLMO DE MINATEDA (TM) (Minateda, Hellín) (Lám. 32-35) 26.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N.) El Tolmo de Minateda se encuentra en el término municipal de Hellín, a 10 kilómetros aprox. al SE de dicha localidad junto al kilómetro 314 de la carretera Madrid-Murcia. El yacimiento se sitúa en un cerro que, si bien no tiene una altura excesiva —está rodeado por otras cumbres mayores—, se ubica en un lugar privilegiado, tanto para controlar la apertura de los valles como por cercanía y facilidad de acceso a una fuente de agua continua, el arroyo de Tobarra. Esta situación favorece el uso de la vega, el terreno más rico desde el punto de vista agrícola. Por otra parte, la propia configuración morfológica del cerro con la plataforma superior amesetada para la ubicación de estructuras, extremos cortados que favorecen la defensa del enclave, y un acceso en forma de vaguada natural que permite fácilmente la subida y bajada —tanto a pie como en carros o animales—, le diferencia de los posibles enclaves que le rodean. Otro aspecto a resaltar es el referente a su situación, junto a la zona natural de paso para los caminos norte-sur, la vía Complutum-Carthago Nova, y también junto al paso hacia Levante por Jumilla, lo que indudablemente debió ser otro argumento a favor de la instalación de un hábitat en éste y no en otro cerro. La ocupación humana es muy dilatada en el tiempo. Los restos más antiguos localizados por el momento se datan en la Edad del Bronce y los más modernos en época emiral. En el momento que nos interesa para nuestra investigación, el Tolmo de Minateda pasa, sin duda, por una fase de esplendor en la que la actividad edilicia se incrementa, se refortifica la zona de acceso a la ciudad hay una reurbanización y se construye una basílica para el culto litúrgico. En este momento, de confirmarse las hipótesis de los investigadores del Tolmo e identificar a ésta como la Jyyi(h) del Pacto de Tudmir, estaríamos ante una de las grandes civitates, situada en un territorio que tiene un interés especial debido a la presencia de la frontera bizantina. 147 26.2. MATERIALES No vamos a hacer un catálogo exhaustivo de materiales de esta fase tardoantigua ya que creemos que con una muestra de los metales, vidrios y tipos cerámicos es suficiente para conocer el mundo material, y por otro lado, la memoria en preparación sobre las campañas de excavación nos exime de este trabajo. Metal TM 1. Placa en bronce de un broche de cinturón de placa rígida, del tipo también denominado liriforme' 36. Le falta la hebilla. La sujeción de ésta a la placa se haría por medio de charnela, conservando los dos orificios del pasador. El anverso tiene decoración dividida en tres campos separados por molduras i en forma de sogueado. El extremo proximal (más cercano a la hebilla) es rectangular; la zona central se 1 divide en dos nuevos campos, siguiendo la forma de ' la placa que no es rectangular sino ligeramente sinuosa y arriñonada; ambos campos son alargados de extremos redondeados; por último el extremo distal es de forma semicircular, con la decoración también enmarcada en dos espacios de forma casi elipsoidal. El interior de cada uno de los campos de la placa aparece decorado con motivos de cabezas de aves. La placa además cuenta con una decoración auxiliar compuesta por pequeños apéndices semicirculares que la rodean y enmarcan al exterior, en total once. La parte posterior o reverso tiene tres apéndices de sujeción a la correa. Longitud de la placa: 8,4 cm; anchura máxima de la placa: 3,4 cm; grosor máximo de la placa: 0,4 cm (GUTIÉRREZ LLORET, 1996 a, fig. 91.1). Nuestra pieza del Tolmo de Minateda apareció en un contexto de habitación¡ 37 , en una fase de uso de las casas entre el momento original de utilización, cuando su construcción, y uno posterior en que hay una amortización y nivelación voluntaria para construir una estructura defensiva, lo que nos proporciona una cronología relativa y aproximada de fines del s. VII o principios del VIII. 136. El dibujo de la pieza es de Sonia Gutiérrez. 137. En principio parece destinado más que a viviendas, a servicios comunitarios: establos, almacenes etc, situados junto a la puerta de entrada a la ciudad. 148 Los paralelos para esta pieza son abundantes tanto por lo que se refiere a la forma como a la decoración, aunque no hemos encontrado en la bibliografía consultada ningún ejemplar que sea exactamente igual al nuestro. Piezas similares a la del Tolmo son algunas de un lote ingresado en el M.A.N. y procedentes de una colección particular; aunque la colección proviene del mercado de antigüedades, se hace constar que fueron encontradas en los alrededores de Sevilla (RIPOLL, 1986). Ene! catálogo se observa que la pieza n°48 (Fig. 11, 3), aunque solo conservaba un tercio, es similar en cuanto al esquema decorativo del extremo proximal, un rectángulo con cabezas de ave, y zona central (al menos en el pequeño trozo conservado) dividida en dos apartados, también con cabezas de ave; la n°63 (Fig. 14, 1) es la más similar en cuanto al conjunto pero tiene un sogueado central que divide transversalmente la placa y del que carece el ejemplar albacetense; las piezas n° 73 (Fig. 15, 1) y n°74 (Fig. 15, 2) tienen perfil muy similar a la del Tolmo, y decoración de aves, aunque el esquema de composición decorativa es distinto. Encontramos más paralelos tanto en una pieza publicada por Zeiss (ZEISS, 1934, lám. 17, 14), procedente de Bonares (Huelva), en la de San Julián de Ramis (PALOL, 1968, n° 127, 189) y en otra de la necrópolis de Madrona (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. LXV, fig. 1), aparecida en la sepultura n°6, que aunque fragmentada, el trozo conservado es el más parecido, y aunque no podemos apreciarlo bien, nos atreveríamos a decir que es igual al ejemplar del Tolmo. Vidrio' 38 TM 2. Borde de cuenco exvasado verdoso; el labio es engrosado al exterior. Tiene dos líneas incisas como decoración bajo el borde. Diámetro del borde: 16,2 cm. Se trata de una forma con paralelos tanto en contextos tardorromanos como Vila. Roma (TED'A, 1989, fig. 183, 9.13) y Conimbriga (ALARCÁO Y ETIENNE, 1976, láni. XLII. 207), como en otros más tardíos, hispanos como los de Vilaclara (Barcelona) (ENRICH Y OTROS, 1995, 8.7), o de otras zonas, ToumailSaint-Brice en Bélgica (ALENUS-LECERF, 1995, fig. 4.3), Rávena (CURINA, 1983, 11.10)0 Cartago (TATON-BROWN, 1994, fig. 15.1, 7). 138. Todos los vidrios proceden de contextos de época visigoda, tanto de la zona de habitación al interior de la muralla de época visigoda, como de los basureros y estratos extramuros asociados a dicha muralla, salvo la pieza TM 8, que se localizó en un enterramiento infantil de urgencia en los estratos de colmatación de las viviendas, antes de la construcción defensiva que diferencia los momentos visigodos de los islámicos de primera época. 149 TM 3. Borde de cuenco o plato exvasado amarillento; con labio engrosado al interior. Diámetro del borde: 18 cm. Al igual que la anterior se localiza en momentos tardorromanos y tardíos, en la Península y fuera. Vila. Roma (TEDA, 1989, fig. 183, 9.14), Conimbriga (ALARCÁO Y ETIENNE, 1976, lám. XLII, 206), Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995,927 y 10.17), Roma (STERNINI, 1995, fig. 3.9), Marsella (FOY Y BONIFAY, 1984, fig. 3. 55). TM 4. Borde de cuenco o plato troncocónico de color verde amarillento; con borde marcado en 5 y labio redondeado. Diámetro del borde: 18,2 cm. Lo mismo ocurre con esta pieza de aparición en distintos contextos. Vila. Roma (TED'A, 1989, fig. 182, 9. l), Conimbriga (ALARCÁO Y ETIENNE, 1976, lám. XLII, 211), Marsella (FOY Y BONIFAY, 1984, fig. 1. 13-21, fig. 3. 50-52), Rávena (CURINA, 1983, 11.11) o Haillot en Bélgica (ALENUS-LECERF, 1995, fig. 4.5). TM S. Borde de copa de pie alto de color verde; el borde exvasado tiene labio redondeado al interior. Diámetro del borde: 7 cm. Pieza típica de los siglos VI y VII, tiene numerosos paralelos en la Francia mediterránea (FOY, 1995, fig. 15. 179), Marsella (FOY Y BONIFAY, 1984, fig. 4. 114), Roma (STERNINI, 1995, fig. 9.93; fig. 19.39-42), Cartago (TA'flON-BROWN, 1984, fig. 66.29; 1994, fig. 15.2. 20), y en Hispania en otros yacimientos como Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 1.4, lám. 2.19; lám. 6.38; lám. 10.16; lám. 11.1; lám. 13.23; lám. 14.16) TM 6. Cuerpo de copa de pie alto de color amarillo claro. Se conserva la parte superior del vástago macizo y uno de los lados inferiores de la cazoleta. Se trata de parte de una copa por lo que a los paralelos anteriormente citados añadimos los de Conimbriga (ALARCÁO Y ETIENNE, 1976, Iám. XLIII, 228), y otros marselleses ya fechados a principios del s.VIII (FOY Y BONIFAY, 1984, fig. 5. 134). 150 TM 7. Base y vástago de una copa de pie alto de color verde; base abierta de sección circular con borde redondeado, levantada al interior tiene umbo central. El vástago redondo es macizo. Diámetro de la base: 5, 5 cm. A los anteriormente citados (TM 6 y 7) añadimos otras piezas de Rávena(CURINA, 1983, 11.7) y Vilaclara(ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 9.28). TM 8. Base de cuenco o plato de color verde amarillento; plana al exterior y convexa al interior con umbo central. Diámetro de la base: 4 cm 1 Estas bases pueden corresponder a diferentes tipos de piezas, cuencos, ungüentarios, platos ... por lo que tienen abundantes paralelos de los que solamente vamos a citar otra similar de Vilaclara, por ser un yacimientos hispano de las mismas referencias cronológicas que el Tolmo de Minateda (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 6.39). TM 9. Cuenta de pasta vítrea de color negro. La pieza, parcialmente rota por los extremos, tiene una forma que asemeja a un caparazón de tortuga, teniendo en la cara anterior una zona central decorada mediante casetones más o menos cuadrados, ordenados en filas de cuatro, y en relieve, y a los extremos unos apéndices curvos. La cara posterior es lisa. Cuenta con dos perforaciones redondas paralelas que la atraviesan. Longitud máxima: 2,8 cm; anchura máxima: 2 cm; grosor máximo: 0,8 cm (GUTIÉRREZ LLORET, 1996 a, fig. 90.4). Procede del mismo contexto que la placa de cinturón TM 1. El único paralelo para esta pieza procede de Complutum, donde apareció una pieza prácticamente igual a ésta en uno de los enterramientos (MÉNDEZ MADARLkGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989, fig. 66, t. 19, 1). TM 10. Cuenta de vidrio de color ámbar y forma tubular engrosada en (j) la parte central. Tiene una perforación central para el engarce y un intento anterior frustro, muy desviado, y detenido cerca de la pared. Longitud: 1,2 cm; anchura: 0,7 cm; grosor: 0,3 cm. TM 11. Cuenta de vidrio cilíndrica de color ámbar. La perforación central para el engarce está algo desviada del eje de simetría. Longitud: 0,8 cm; () anchura máxima: 0,5 cm; grosor: 0,3 cm. 151 TM 12. Cuenta de vidrio azulada de forma lenticular. Tiene también perforación central. Longitud: 0,6 cm; anchura: 0,4 cm; grosor: 0,2 cm. Cerámica' 39 TM 13. Fragmento de borde de un cuenco en ARSW D de la forma Hayes 94 B. Diámetro del borde: 17 cm. Paralelos: = a RE 1. TM 14. Fragmento de borde de un cuenco en ARSW D de la forma Hayes 99, aunque también podría tratarse de la forma 103. Diámetro del borde: 23,4 cm. Los paralelos de la forma 99 ya han sido mencionados al describir la pieza BÑ 4; la forma 103 aparece en las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Baleares, Murcia, Almería, Málaga, Cádiz, Sevilla (JÁRREGA, 1991, 46). TM 15. Fragmento de borde de un plato en ARSW D de la forma Hayes 105 (JORDÁN Y OTROS, 1984, fig 1, 2). Pieza documentada en yacimientos de las provincias de Barcelona, Tarragona, Valencia, Baleares, Murcia, Málaga, Cádiz, Zaragoza (JÁRREGA, 1991, 51), y en Cartagena (LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993, lám. 2.2). TM 16. Fragmento de base y pie de ánfora que puede corresponderse con los tipos Keay LXI o LXII. De pasta anaranjada la superficie tiene un engobe blanquecino como es típico en estas producciones (ABAD CASAL Y OTROS, e.p, fig. 2, 2). Ánforas tardías se encuentran en varios yacimientos de la Península: concretamente el tipo Keay LXI se documenta entre los materiales aparecidos en el interior de uno de los enterramien139. Todas las piezas cerámicas proceden de un mismo contexto, de un momento de abandono relacionado con una reestructuración de la zona de habitación, apareciendo algunos de ellos in situ, sobre los pavimentos y alrededor de hogares, salvo la pieza 1'M 16 que procede de prospecciones arqueológicas. 152 tos de época visigoda del cementerio de La Arena del Anfiteatro de Tarragona. La necrópolis se fecha con una cronología de fines del VI, y siglo VII, aunque la forma cerámica es más temprana, desde un momento posterior a la segunda mitad del s.V. (TEDA, 1990, 291), en Marsella a fines del VI (BONIFAY, 1987, 288, fig. 11, 48), y en el basurero de Vila.Roma en el segundo cuarto del s. y. (TED'A, 1989, 265, fig. 8.46); en Albacete aparece también la Loma de Eugenia (LE 8) El tipo Keay LXII, para aceite, aparece en el vertedero de Benalúa (REYNOLDS, 1987, 156) y en la ciudad de Valencia, en contextos de fines del V y mitad del VI (BLASCO Y OTROS, 1994, 363). TM 17. Fragmento de asa vertical de sección rectangular, y con una decoración a base de incisiones profundas, que en el tercio superior son en forma de goterones agrupados de dos en dos en un intento de formar líneas horizontales, y en la zona central dos grupos de incisiones verticales. La pasta es basta, de color castaño, con desgrasante medios y gruesos, algunos de cuarzo y otros calizos. El asa posiblemente corresponda con una gran jarra. Encontramos asas iguales en yacimientos como Monte Cildá (CEVPP, 1991, fig. 5,18), Camargo (CEVPP, 1991, fig. 5,43), o Recopolis. TM 18. Fragmento de borde y galbo de un cuenco de pitorro, de borde exvasado y labio apuntado; del pitorro, que parte de la parte superior del cuerpo, solo se conserva el arranque, observándose que éste era fabricado a mano y pegado posteriormente al cuerpo. La pasta es ocre con desgrasantes finos. Diámetro del borde: indeterminado. Cuencos de pitorro encontramos en Valencia140 (BLASCO Y OTROS, 1994, lám. 8, 2), la i3 4, 140. Las excavaciones urbanas de las zonas de habitación durante la Antigüedad Tardía en la ciudad de Valencia, están exhumando unos conjuntos cerámicos muy similares a los que aparecen en el Tolmo de Minateda: ARSW de las formas 94, 99, 104 y 105, ánforas africanas de los tipos Keay LXI, LXII y LXIII, cuencos de pitorro y un tipo de ollas muy característico, de pasta fina y decoración de acanaladuras, de las que nosotros no hemos incluido representación en nuestro catálogo, pero que también está presente en el Tolmo. 153 basílica de Cap des Pon en Fomelis (Menorca) (PALOL, 1982, fig. 27, FC/7813) o Recopolis (CEVPP, 1991, fig. 7, 24) TM 19. 011a de perfil globular, carena media y dos pequeñas asas. No se conserva la base, aunque ésta debe ser redondeada. El borde es bífido y ligeramente levantado para la inserción de tapadera. Las asas, de sección ovalada, arrancan del borde sin llegar a la carena. Pasta bizcochada de color rojizo con desgrasantes de cuar cita blanca medianos. La superficie exterior está ennegrecida, con raspado en su parte baja, al interior está alisada. Altura estimada: 16,5 cm; diámetro del borde: 15 cm; diámetro de la base: 7 cm' (ABAD CASAL Y OTROS, e.p, fig. 2, 1). TM 20. 011a de perfil globular, casi ovoide y dos pequeñas asas. La base es ligeramente abombada. El borde es exvasado y levantado, con labio redondeado. Las asas de sección oval arrancan del borde hasta la carena, que se sitúa en la zona media. La pasta bizcochada es de color rojizo teniendo desgrasantes minerales medios. La superficie exterior ennegrecida está raspada en la parte baja, y la interior alisada. Altura: 14 cm; diámetro del borde: 16,2 cm (ABAD CASAL Y OTROS, e.p, fig. 3, 1). TM 21. 011a de perfil con tendencia esférica y dos pequeñas asas. La base no se conserva. El borde exvasado es plano, de labio redondeado y con un ligero rehundimiento para encaje de tapadera. Las asas de sección oval arrancan del borde hasta la zona media de la olla, que tiene carena baja. La pasta es bizcochada de color rojizo con desgrasantes minerales medios y algunos gruesos de cuarcita blanca. La superficie, al igual que las anteriores, está ennegrecida y alisada hasta la carena, a partir 141. Apareció sobre un pavimento, en el interior de un patio, y junto a un hogar. 154 de la que el alisado se combina con raspado en otra dirección. Altura conservada: 11,5 cm; diámetro del borde: 17 cm. Para las ollas encontramos paralelos en diversos yacimientos de cronología similar a la nuestra como Recopolis (CEVPP, 1991, fig. 7, 1-4), Cartagena (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 5, 27) o La Alcudia de Elche (GUTIÉRREZ LLORET, 1988 a, AL 24). TM 22. Botella de cuerpo cilíndrico con dos asas. La base es ligeramente abombada o convexa. Le falta la zona del cuello y borde. Las asas, de sección oval ligeramente apuntada, se insertan desde el arranque del cuello hasta el tercio superior del cuerpo. Tiene una decoración formada por tres bandas a base de líneas incisas paralelas. La pasta ¡ bizcochada es de color anaranjado con desgrasantes finos y medios. La superficie exterior está alisada y al interior tiene muy marcadas las líneas de torno. Altura conservada: 34,5 cm; diámetro de la base: 8,8 cm (ABAD CASAL Y OTROS, e.p, fig. 2, 3). Los paralelos para esta pieza los encontramos en yacimientos como el del Camino de los Afligidos de Alcalá de Henares, donde aparecieron varias de estas botellas, no solo en la necrópolis sino también en algunos de los silos o basureros de poblado (FERNÁNDEZ GALIANO, 1976, fig. 33). Posteriormente, en los años 1986 y 1987, se excavaron varias sepulturas más, en una de las cuales apareció una botella semejante a la del Tolmo como ajuar de una de las tumbas (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989, fig. 64, l). También se registran en otras necrópolis como la de Pla de Gala (Alicante) (GISBERT, 1986, fig. 3, 1 y 2), o Alcalá de los Gazules (Cádiz) (CORZO, 1981, fig. 3); el MAN cuenta asimismo con botellas de este tipo, cuya procedencia es desconocida (IZQUIERDO BENITO, 1977 a, fig. 5 y 6). TM 23. Tapadera redonda de la que sólo se conserva un fragmento. La pieza plana tiene el borde redondeado. Posiblemente contase con un asa de cinta central para la aprehensión. Presenta decoración impresa a base de casetones más o menos rectangulares que alineados, forman haces hacia el centro. Es una pieza realizada a mano, con una pasta anaranjada basta que tiene intrusiones de 155 LLJ cal. En la cara posterior y borde conserva huellas de haber sido expuesta al fuego. Diámetro: 15 cm; grosor máximo conservado: 1,8 cm. Los paralelos de la tapadera se encuentran en yacimientos como La Alcudia de Elche (REYNOLDS, 1985, fig. 8, 39-42; GUTIÉRREZ LLORET, 1988 a, AL 2531), Benalúa (REYNOLDS, 1985, 256 y 1987, 156), Begastri o Cartagena (GUTIÉRREZ LLORET, 1988 a, 154) Piedra TM 24. Fragmento de una placa en arenisca de la que únicamente se conserva la esquina superior izquierda, en la que encontramos un segmento de círculo decorado en su interior por espigas. En su interior debió tener posiblemente un crismón, -como es habitual en estas piezasdel que solamente se observa parte de uno de sus brazos, y el arranque de otro motivo sogueado y curvo que, 9' por paralelos, puede ser alguna de la letras A u LI, que acompañan con frecuencia a los crismones. En el ángulo superior izquierdo, entre el listel de enmarque y el círculo, hay un motivo que bien puede ser una Q o, lo que es más común, un motivo vegetal trifolio. Esta pieza proviene de un hallazgo casual en la parte alta del sitio, en la zona donde se sitúa el grueso del espacio urbanizado. Debe proceder de la basílica de culto actualmente en curso de excavación. únicamente la conocemos por fotografías, ya que se encuentra en manos particulares. Como paralelos podemos citar entre otros una placa con crismón con pedrería, proveniente de un taller toledano del s.VII localizada en la Vega Baja toledana (PALOL, 1968, n°31, 49). TM 25. Fragmento de una placa decorada en la que se aprecia un motivo circular sogueado en cuyo interior hay una cruz patada de brazos iguales con extremos cóncavos que parten de un disco central enmarcado por un listel -tipo 2 de Villalón (CRUZ VILLALÓN, 1985, 94), aunque de mayor tamaño-. Esta pieza, en la actualidad perdida se conoce por una fotografía publicada en el trabajo de Breuil y Lantier (BREUIL Y LANTIER, 1945, lám. 6.5). Hay ejemplares similares entre los fragmentos escultóricos emeritenses (CRUZ VILLALÓN, 1985, n° 138) o en alguno cordobes (SANTOS JENER, 1958, 173). 4is 156 26.3. BIBLIOGRAFÍA ABAD CASAL, 1993,1996,1997; ABAD CASAL Y GUTIÉRREZ LLORET, e.p.; ABAD CASAL Y SANZ GAMO, 1991 y 1995; ABAD CASAL Y OTROS, 1993 y e.p.; ABASCAL PALAZÓN, 1990; ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; BREUIL Y LANTIER, 1945; GUTIÉRREZ LLORET, 1991, 1993 a, b, 1995 b, c y d, 1996 a y b, 1997, 1998, e.p.a. b y c; JORDÁN MONTES, 1987, 1992; JORDÁN Y SELVA, 1986 y 1988; MOLINA LÓPEZ, 1972; JORDÁN Y OTROS, 1984; POCKLINGTON, 1987; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1943 y 1947; SANZ GAMO, 1997, SELVA INIESTA Y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, 1991; SILLIÉRES, 1982 y 1990; VALLVÉ, 1972. 11.27. ZAMA (ZA) (Minateda, Hellín) (Lám. 36) 27.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N.) El yacimiento de Zama se halla localizado en el valle que forma el arroyo de Tobarra, en su margen izquierda, al sur del Tolmo de Minateda y a escasa distancia del mismo. En el sitio, conocido desde antiguo, se realizó una excavación en los años 1985-1987 que dejó al descubierto una balsa de grandes dimensiones y diversos muros. Las conclusiones de la excavación no han sido publicadas, pero entre sus materiales, que abarcan una extensa cronología, —desde el siglo 1 d. C.—, se han recogido piezas tardorromanas, así como algunas de época visigoda. Además, aquí apareció un felus de época emiral. Por otra parte, las prospecciones han proporcionado ARSW tardía. Zama se muestra así como un enclave con larga vida, cuyo apogeo sea probablemente en época altoimperial, pero que mantiene algún tipo de hábitat durante toda la antigüedad tardía, aunque en este momento, el núcleo principal se traslade al Tolmo de Minatedat 42 . 142. Aunque Zama debe tener su momento álgido en época altoimperial, nosotros lo incluimos junto a los asentamientos de época visigoda por dos razones: porque es en este momento cuando nos interesa el yacimiento como una muestra del mantenimiento de los lugares de ocupación, aunque sea de forma puntual, y porque además solamente hemos accedido para nuestro estudio a las piezas que presentamos. 157 27.2. MATERIALES Metal ZA 1. Fals con leyenda religiosa, profesión de fe musulmana y misión profética de Mahoma. Hallado en superficie en 1940, ingresó en el museo como donativo de Sánchez Jiménez en octubre de 1942 (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1945, 208). La pieza' 43 ha sido cataloga como del Emirato, tanto por criterios estilísticos y de factura como el tener un cospel tosco, como por comparación con otras similares de otras zonas de al-Andalus, que a diferencia de la de Zama, contienen datos de cecas y fechas, y que datan entre el 726 y 729. La de Zama se podría fechar en un momento más o menos preciso del primer tercio del siglo VIII. Cerámica ZA 2. Fragmento de borde de una bandeja de ARSW D del tipo Hayes 59 A, con decoración de incisiones profundas verticales en la pared externa (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 1, 13). qY_ Los paralelos para esta forma ya los hemos mencionado al describir la pieza BÑ 3, y a los que añadimos una pieza de Villaricos (Mula), de esta variante A decorada (MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 235). ZA 3. Fragmento de borde de un cuenco de ARSW D del tipo Hayes 91 C (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 1, Los paralelos para esta pieza ya se han indicado al describir el ejemplar BÑ 2, aunque de esta variante se pueden incluir algunos ejemplares procedentes de Teruel, Valeria y Gijón (JÁRREGA, 1991, 67-69). ZA 4. Fragmento de borde de un cuenco de ARSW D del tipo Hayes 99 (JORDÁN MONTES Y OTROS, 1984, fig. 1, 15). Paralelos: = a BÑ 4. 143. Según información de Carolina Domenech Belda. La inclusión del fals se debe a que es un elemento muy representativo que apoya la idea que indicábamos en la anterior nota, la del mantenimiento de los lugares de ocupación, en este caso y al menos, en los primeros tiempos del Islam. 158 ZA 5 1 Ánfora de borde de perfil triangular, cuello estrecho y asas de sección ovalada que arrancan de la zona inferior del borde hasta la parte alta del cuerpo. La pasta es anaranjada con desgrasantes finos de cuarzo. La superficie exterior está alisada. Diámetro del borde: 7,8 cm. Apareció en el mismo contexto estratigráfico que la marmita ZA 7. Podría corresponderse al tipo Dressel 23 tardío (KEAY, 1984, 143, fig. 54, n° 3), aunque en estos tipos las asas son de sección circular, por lo que parece más apropiado incluirlas dentro del tipo Almagro SiC lusitano. Estas piezas se han localizado en diversos yacimientos como la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona, el basurero de Vila.Roma o el templo de la Magna Mater en Roma (REMOLÁ 1 VALLVERDÚ Y ABELLÓ 1 RILEY, 1989,296-297). . ZA 6. Ánfora de bordç ligeramente exvasado con labio redondo reeentrante. Las asas de sección ovalada arrancan del cuello y llegan a la parte alta del cuerpo. El cuerpo tiene una decoración estriada, nueve líneas en el cuello, tres en la unión con el cuerpo y cuatro en la parte alta del galbo. La pasta es anaranjada con desgrasantes finos. Diámetro del borde: 7, 6 cm. Creemos que puede corresponderse con el tipo VLR 8.198, que fue identificado por vez primera en el basurero de Vila.Roma, pero del que han aparecido más ejemplares en otros yacimientos tarraconenses (REMOLA 1 VALLVERDU, 1993), y que también se detecta en La Bourse (Marsella) como ya se indicó en la presentación del tipo en la publicación del basurero de Vila.Roma (REMOLÁ 1 VALLVERDÚ Y ABELLÓ 1 RILEY, 1989,304-305). ZA 7. Marmita' 45 a mano de cuerpo troncocónico invertido, borde recto y labio plano, la base es plana. Tiene mamelones de cinta como elementos de prehensión. La 144.Agradecemos a Darío Bernal sus indicaciones para el análisis de estas piezas anfóricas. 145.Esta forma se identifica con el nombre de marmita en los conjuntos ergológicos musulmanes, pero su origen es anterior existiendo en conjuntos de la Antigüedad Tardía, donde el apelativo más conecto para estas piezas es el de olla. No obstante, nosotros hemos optado finalmente por el nombre musulmán, puesto que esta variante en concreto, se encuentra en el umbral cronológico que separa académicamente ambos horizontes, por lo que era válido cualquiera de los apelativos a falta de una mayor precisión estratigráfica, y ya que su forma se asemeja más a las posteriores islámicas plenas, que a las antecesoras ollas y cazuelas romanas, creemos que es más fácil la identificación rápida del nombre con la forma, a pesar, y queremos incidir en ello, de que esta forma tiene su origen en el mundo tardonomano, y no es una novedad traída de la mano del Islam. 159 superficie exterior está alisada posiblemente con algún instrumento flexible que ha dejado líneas marcadas en diferentes direcciones, lo que indica que es un alisado también a mano. La pasta es basta, de color anaranjado con superficie ocre y con desgrasantes de diferentes tamaños, algunos gruesos de cuarcita y calizos. La base presenta señales de haber sido expuesta al fuego. Diámetro del borde: 29 cm; de la base: 23,8 cm; altura: 17 cm. Apareció en el mismo contexto estratigráfico que la pieza anfórica ZA 5. La pieza pertenece a la forma 1, variante 2d de las cerámicas tardorromanas de Gutiérrez LLoret (GUTIÉRREZ LLORET, 1988 a, 147 y ss.). Los paralelos para esta pieza los encontramos en toda el área de Sureste, en yacimientos como La Alcudia de Elche, Begastri, Cartagena, Benalúa, etc. (GUTIÉRREZ LLORET, 1989, 150). 27.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; JORDÁN MONTES Y OTROS, 1987; ROLDÁN GÓMEZ, 1991; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1945; SELVA INIESTA Y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, 1990, 1991. 11.28. LOMA DE EUGENIA (LE) (Hellín) (Lám. 37-40) 28.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N) El yacimiento se localiza en el valle de Agra, al SE de dicha población, y sobre una suave loma de pequeña altura, unos 5 metros, sobre el entorno de valle, bien regado por el Arroyo de Tobarra. En superficie se observan dos zonas separadas por una pequeña vaguada. Los restos de muros, de mampostería irregular y tendencia rectilínea, pertenecen a construcciones de planta rectangular. Las jambas de alguna de estas estructuras son lajas de piedra al igual que en la zona de habitación del Tolmo de Minateda; asimismo se documenta en una de las habitaciones el uso de un sillar como esquina, con paralelos también en el Tolmo. 160 Muy cerca a la Loma de Eugenia se encuentra la villa romana de Agra 146 de donde se podría pensar que procede el sillar utilizado para la construcción anteriormente citada. En 1995 se realizó una campaña de excavación de urgencia en la que se exhumó la necrópolis del poblado' 47. Se trata de enterramientos en cistas de lajas, con cubierta asimismo de lajas. En algunas de las tumbas había fábrica de mampostería para unir las lajas y regularizar las sepulturas. Algunas de ellas contenían ajuares metálicos que son los que vamos a estudiar aquí. Los materiales cerámicos proceden de las prospecciones en el poblado' 48 . Sobre éste, pensamos que se trata de un pequeño establecimiento aldeano, dependiente de la ciudad del Tolmo y satélite de la misma, o de la comunidad monástica de la Camareta, cercana también. 146.De la existencia de esta villa en Agra hay noticia desde el siglo pasado, cuando se descubrieron mosaicos en dos estancias de la misma. "En Agra...(...)...se ha descubierto un rico mosaico, de la calidad de los romanos, todo de mármoles y otras piedras de vivísimos y muy variados colores, combinados con tal gusto e inteligencia y en dibujos geométricos tan ingeniosos, que admira y enamora el contemplare! conjunto. Las piedras están cortadas a cincel, formando pequeños cabos de unas tres líneas de arista asentados en un ¡echa finísimo de cal. En el punto del descubrimiento se reúnen dos compartimientos o estancias, cada uno con distintos dibujos, pero de mérito igual. Sirve de centro al primero una magnífica estrella: dentro del círculo de éste hay una guirnalda grande de laurel, cuyas hojas tienen un claro oscuro tan perfecto, de tan suaves matices y gradaciones, que forman a la vista un relieve verdadero. Hay además cuadrados con trepas hermosas dentro de ellos; rombos entre los intersticios que dejan los cuadrados, y segmentos de rombo para formar los rayos de la estrella y de otras medias estrellas de los costados; todo esto limitado por lindas cenefas de contorno. En el otro compartimiento solo se han descubierto hasta ahora las cenefas de gusto enteramente variado en cuanto al dibujo, igual en cuanto a la calidad de las piedras y colores. También se ha descubierto el cimiento y arranque de una de las paredes y un indicio del de la otra. Tal vez los pavimentos continúen en bastante extensión si se ha de juzgar por los dos tallados; y es de notar que están por término medio a dos o tres palmos de la superficie del terreno, que forma una ladera bastante pendiente. Fragmentos de tejas mayores que las hoy usadas, de ladrillos con reborde, de otros de tres pulgadas de espesor y de ese conocido color negruzco aplomado, cubren el sitio en derredor de la flor de tierra y estaban demostrando aún antes del actual descubrimiento, la existencia de ruinas antiguas. El arado tropezando en una piedra de las paredes ha acabado de revelar el secreto. Algún resto humano se ha encontrado también." (FUSTER RUIZ, 1988, 57-58). 147. Agradecemos a María Teresa Rico, arqueóloga encargada de la excavación, el habemos informado de su existencia, así como el habernos dejado los dibujos de los materiales para su estudio e inclusión en esta memoria. El estudio en profundidad de la necrópolis será objeto de la Memoria de Licenciatura de la citada investigadora, y en él se analizarán detalladamente las sepulturas. 148. Estas piezas fueron presentadas en 1993 en un artículo que realizamos en colaboración con Maria Teresa Rico y Javier López Precioso. Si embargo el trabajo no ha visto la luz hasta el verano de 1997, con posterioridad a la realización de este estudio donde han sido modificadas parcialmente algunas catalogaciones cerámicas. 161 28.2. MATERIALES Metal LE 1. Broche de cinturón en bronce de placa rígida y lengüeta triangular, con estrangulamiento central semicircular y perfiles laterales rectos. Tiene una decoración de diecisiete círculos con punto central que contornean la placa por sus Cz bordes. La hebilla rectangular está realizada en la misma uIII.Iu..gur.. placa. Se conserva la parte superior de la aguja de hierro que está muy deteriorada, lo que no permite reconocer su forma, aunque suponemos sería de base escutiforme, como son genec ralmente en este tipo de broches de cinturón. El resorte de sujeción que no se conserva, atravesaría la placa mediante una perforación cuadrada. La sujeción al cinturón se realiza mediante dos remaches perforados y situados, uno en la zona central y otro en el extremo dista¡. Longitud de la placa: 6 cm.; anchura máxima de la placa: 2,8 cm.; grosor máximo de la placa: 0,4 cm.; longitud conservada de la aguja: 2 cm. Apareció en la sepultura 6. Como paralelos podemos citar bastantes piezas; con idéntica decoración hay dos placas de la necrópolis de Madrona (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. LXVI, sep. 28 y lám. LXXXII, sep. 20); otras placas del mismo tipo aunque con distinta decoración son las procedentes de la necrópolis complutense de Afligidos O (FERNÁNDEZ GALIANO, 1976, fig. 27 n°2,48; MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989, fig. 53,n° 2, 123), Zarza de Granadilla (DONOSO Y BURDIEL, 1970, fig. 3), Vega del Mar (Málaga) (RIPOLL, 1988, fig. 4.1; POSAC Y PUERTAS TRICAS, 1989, fig. 9.3), Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. VI, sep. 104, lám. XXIII, lám. XXXI, sep. 357, lám. XLVI, sep. 529) 0 las procedentes de una colección particular ingresadas en el MAN (RIPOLL, 1986, fig. 5. 3 y 4). LE 2. Broche de cinturón ¡¡¡¡forme. La placa tiene el extremo distal circular con un pequeño apéndice central semicircular; el extremo proximal es casi cuadrado. La decoración consiste en un motivo que recuerda a las cabezas de ave enmarcado en una circunferencia, y en la parte cuadrada, un ornato vegetal compuesto por seis hojas lanceoladas, a modo de ramillete, que adapta las dos extremas a la forma redonda del anterior. La hebilla de forma oval ha perdido la aguja; su articulación a la placa se realiza mediante charnela conservándose el pasador partido. En el reverso tiene tres apéndices 162 perforados de sujeción al cuero mediante pasadores. Longitud máxima de la placa: 3,1 cm.; anchura máxima de la placa: 1,9 cm.; grosor máximo de la placa: 0,3 cm.; longitud de la hebilla: 2,8 cm.; anchura de la hebilla: 2,4 cm.; grosor de la hebilla: 0,3 cm. Apareció en la sepultura 25. Por lo que respecta a los paralelos hay piezas con las misma forma pero ninguna concuerda exactamente al tener diferentes decoraciones. Podemos citar las placas de Cañavate en Cuenca (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 55, E y F), Alcalá de los Gazules (CORZO, 1981, fig. 2), Begastri (VALLALTA MARTÍNEZ, 1988, fotog. 5), El Tesorillo (Málaga) (RIPOLL, 1988, fig. 2.3), Vega del Mar (RIPOLL, 1988, fig. 4.4.; POSAC Y PUERTAS TRICAS, 1989, fig. 9.4), Ceuta (RIPOLL, 1988, fig. 6), Castilla la Vieja (ZEISS, 1936, lám. XIII, fig. 5 y 7) o Sevilla (RIPOLL, 1986, fig. 9. 2 y 3 y fig. 10.3). LE 3. Placa de broche de cinturón liriforme. La placa es rectangular con el extremo distal semicircular. Tiene -una decoración a base de siete apéndices semicirculares rodeando los bordes de la pieza, tres en cada lado, y uno central en el extremo semicircular triple. La decoración interior de la placa se enmarca en un sogueado que sigue la forma de la pieza y consiste en tres motivos de cabeza de avet 49 separados por una estrecha cinta sinuosa. La sujeción a la hebilla se haría mediante una charnela. En el reverso tiene tres apéndices perforados de sujeción al cuero mediante pasadores. Longitud máxima de la placa: 6,2 cm.; anchura máxima de la placa: 2,9 cm. Este tipo de placa tiene bastantes paralelos en otros yacimientos, sin embargo, piezas idénticas o muy similares, tanto en lo que se refiere a la decoración, su estructuración y motivos, como al número de apéndices de adorno en los bordes no hay demasiadas. Las piezas que más se parecen a ésta de la Loma de Eugenia son una de Carboneras de Guadazaón en Cuenca (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 56) y otra de la Ermita del Amparo en Burgos (OSABA Y OTROS, 1976, fig. 15), aunque ambas tiene cuatro apéndices por lado y no tres; otras piezas que podemos citar como paralelos son los broches de el Tesonilo en Málaga (SERRANO RAMOS Y OTROS, 1985, fig. 15.2; RIPOLL, 1988, fig. 2.2), Las Huertas en Sevilla (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, fig. 13.2), otra depositada en el MAN y procedente de una colección sevillana (RIPOLL, 1986, fig. 12.1 ),y las publicadas por Zeiss procedentes de Granada, Jaén y Castilla la Vieja (ZEISS, 1936, lám. XV, fig. 7, 9 y 10). 149. Uno de los motivos no se ve apenas. 163 LE 4. Anillo de bronce de sección semicircular y chatón ovalado de sección aplastada; el chatón tiene una decoración grabada en forma de flor de cinco pétalos. Diámetro: 2,3 cm; grosor: 0,2-0,3 cm; longitud del chatón: 0,9 cm; anchura del chatón: 0,7 cm; altura del chatón: 0,1 cm. Apareció en la sepultura 27. Aunque no hemos encontrado anillos iguales, tanto la forma como la decoración son normales en época visigoda, y piezas con flores de seis u ocho pétalos aparecen en diversos yacimientos como Carpio de Tajo —aquí flores octopétalas— (RIPOLL, 1985, fig. 75. 21 y 22). LE S. Anillo de bronce de sección laminar con engrosamiento central a modo de chatón. Diámetro: 1,8 cm; grosor: 0,1 cm; anchura: 0,5 cm. Apareció en la sepultura 5. Como paralelos podemos citar a modo de ejemplo uno procedente de la necrópolis de época visigoda de Segóbriga (ALMAGRO BASCH, 1975, fig. 42.1). C111J LE 6. Pieza de hierro en dos fragmentos. De hoja plana su forma exterior es ligeramente curva, mientras que la interior presenta dos apéndices triangulares que enmarcan una gran curvatura de la hoja. Uno de los extremos se estrecha en forma de espigón recto para la inserción de un mango; el otro termina en forma semicircular. Longitud: 28,5 cm.; anchura máxima: 5,6 cm.; grosor: 0,3 cm. Apareció en la sepultura 19. Por otras aparecidas en necrópolis de época visigoda podría tratarse de una falce o podón de pequeño tamaño, instrumento utilizado para cortar o podar ramajes. El mango sería largo, lo que permite llegar hasta las ramas altas de los árboles. Piezas similares encontramos en la necrópolis de Madrona (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. LXXXII, sep. 214, n°. 2001), en Carpio de Tajo (Toledo) (RIPOLL, 1985, fig. 42.2, sep. 172, 126) y Las Huertas (Sevilla) (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, fig. 13.3, 287). Vidrio LE 7. Cuenta de pasta vítrea lenticular y con perforación central para engarce. Longitud: 1,5 cm; anchura: 1,3 cm; grosor: 0,5 cm. Apareció en la sepultura 27. 164 Cerámica LE S. Fragmento de borde de ánfora del tipo Keay LXI a. De pasta anaranjada tiene un engobe blanquecino típico de las producciones africanas. Diámetro del borde: 16,4 cm. Los paralelos para esta pieza ya los hemos expuesto al hablar del fragmento TM 17, a los queañadimos otro paralelo procedente de Recopolis (CEVPP, 1991, 22). LE 9. Fragmento de olla en cerámica común. De borde exvasado y labio redondeado. Pasta de color castaño rojizo con desgrasantes medios, sobre todo cuarcita. La superficie es castaña alisada con huellas del empleo de algún instrumento —trapo, cuero o similares—, para el alisado. Presenta huellas de cocción. La fabricación es a torneta. Diámetro del borde: 29 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 1, 1). Hay paralelos para esta pieza en yacimientos como Casa Herrera (CABALLERO ZOREDA Y ULBERT, 1976, fig. 24,111 B, 50), Perales del Río (QUERO CASTRO Y MARTIN FLORES, 1987, fig. 1.1) o Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995). LE 10. Fragmento de olla globular en cerámica común. De borde recto, tiene el labio redondeado. Pasta de color rojizo con núcleo gris con desgrasantes medios y gruesos e intrusiones de cal. La superficie es de color rojizo alisada. Diámetro del borde: 20 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 1, 2). Además de los ya indicados al describir la pieza ER 84, hay paralelos para esta olla en yacimientos de cronología similar como es el de la Arneva en Orihuela (Alicante) (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 3.5) o la misma Cartagena (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 4.22). 165 LE 11. Fragmento de olla en cerámica común. De borde engrosado y ligeramente vuelto tiene el labio 111111 redondeado. Pasta anaranjada con desgrasantes medios. La superficie es de color anaranjado, alisada. Tiene huellas de cocción. Diámetro del borde: 20 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 1, 3). Piezas similares aparecen en los poblados de época visigoda de Navasangil (Ávila) (LARRÉN IZQUIERDO, 1989, fig. 6.110) o Cancho del Confesionario (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 3.39)); en Albacete, además de la pieza de cronología algo anterior de las Eras (ER 77), aparece también en el Pozo de la Nieve (PZ 3), cercano a la Loma de Eugenia y de similar cronología. 7 LE 12. Fragmento de olla de borde vuelto, ligeramente moldurado y labio redondeado. La pasta es anaranjada con desgrasantes cuarcíticos gruesos. La superficie es asimismo de color anaranjado y está alisada. Diámetro del borde: 23,4 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5, 1). Hay paralelos en Recopolis (RADDATZ, 1964, fig. 8.21; CEVPP, 1991, fig. 7.5) y Monte Cildá (Palencia) (BOHIGAS Y RUIZ GUTIÉRREZ, 1989, fig. 7.7); en Albacete aparece en más ejemplares de este mismo yacimiento (LE 13, 14, 15, 16, 17), además de en la Loma Lencina (LL 12), el Pelao (PE 7) o Alboraj (AJ 2). LE 13. Fragmento de olla de borde exvasado y labio plano ligeramente rehundido para encajar tapadera. Pasta castaña grisácea con desgrasaines medios principalmente cuarcitas. La superficie de color castaño, ennegrecida por el uso, es alisada. Diámetro del borde: 22,6 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 2, 1). Paralelos: = a LE 12. -) LE 14. Fragmento de olla de borde vuelto y labio redondeado. La pasta es anaranjada con desgrasantes de pequeño y mediano tamaño. La superficie es de color anaranjado y está alisada. Fabricación a tometa. Diámetro del borde: 15 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 2, 2). Paralelos: = a LE 12. 166 LE 15. Fragmento de olla de borde vuelto y labio redondeado. La pasta es anaranjada con desgrasantes medios, principalmente cuarcitas. La superficie es de color anaranjado y está alisada. Diámetro del borde: 11,6 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 2, 3). Paralelos: = a LE 12. LE 16. Fragmento de olla de borde vuelto con perfil en S y labio redondeado. La pasta es gris y los desgrasantes medios y gruesos, principalmente cuarcitas y cal. La superficie es de color anaranjado y está alisada. Diámetro del borde: 11,6 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 2,4). Paralelos: = a LE 12. LE 17. Fragmento de olla de borde bífido vuelto y labio redondeado. La pasta castaña rojiza tiene abundantes desgrasantes medios. La superficie de color castaño está alisada. Diámetro del borde: 15 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 1, 4). Paralelos: = a LE 12. LE 18. Fragmento de olla de borde exvasado y labio redondeado. La pasta rojiza con desgrasantes medios. La superficie es de color rojizo y el borde está ahumado. El tratamiento de la superficie es alisado. Diámetro del borde: 16 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 3, 3). Se trata de una forma muy comente con más o menos pequeñas variaciones formales que aparece en yacimientos como Recopolis (RADDATZ, 1964, fig. 8. 18; CEVPP, 1991, fig. 6.31), Navasangil (Ávila) (LARREN IZQUIERDO, 1989, fig. 6. 65, 88y 108, fig. 7, 127), Monte Cildá (BOHIGAS Y RUIZ GUTIÉRREZ, 1989, fig. 6. 16, 11.49), Cancho del Confesionario (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 3. 45) o Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 6, 21); en Albacete la hemos localizado además en la Loma Lencina (LL 1, 2, 3, 4, 5, 6, 9 y 13), Alboraj (AJ 1 y 3) y en el Pelao (PE 5). Por otra parte los bordes son muy similares a los de las ollas de dos asas (TM 20, 21 y 22), y aunque no podemos asegurarlo por falta de evidencias, algunas de estas piezas pudieran ser como las antedichas ollas globulares. 167 LE 19. Fragmento de pequeña olla u orza de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es castaño rojiza con des1 grasantes calizos medios y muy finos de mica. La superficie del mismo color que la pasta está alisada. Está fabricada a tometa. Diámetro del borde: 8,6 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5, 4). Los paralelos ya los hemos indicado al hacer referencia a la pieza anterior, a los que podemos añadir ejemplares de la Más de Colomina (Jijona) (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 3.2) o la Alcudia de Elche (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 3.4). LE 20. Fragmento de olla globular de borde ligeramente exvasado y labio redondeado. La pasta es ocre con desgrasantes calizos medios. La superficie también de color ocre está alisada y decorada con un peinado vertical en la zona superior del cuerpo. Está fabricada a tometa. Diámetro del borde: 11,4 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5,2). Encontramos piezas similares en Santa Pola (REYNOLDS, 1985, fig. 3.12). LE 21. Fragmento cerámico de borde triangular. La pasta es anaranjada con desgrasantes calizos finos y medios. La superficie anaranjada está alisada. Diámetro del borde: 9,4 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5,3). Posiblemente se corresponda con un borde de olla, aunque no podemos descartar otros usos como los de jarra. Aparece en algunos yacimientos de cronología tardía como Más de Colomina en Jijona (Alicante) (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 3. 7), Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 1.1; 2.20; 6.22) o Bobalá (CEVPP, 1991, fig. 8.7). LE 22. Fragmento cerámico de borde recto y labio plano. Tiene una moldura junto al borde. La pasta es gris y los desgrasantes medios y gruesos, principalmente de cuarcita. La superficie es gris y está alisada. Diámetro del borde: 11,4 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 3, 1). Es muy similar a algunas ollas de Cartagena, (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 4.19) o Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 12.2) aunque nuestro ejemplar tiene el cuello mayor. LE 23. Fragmento cerámico de borde ligeramente engrosado y labio plano. La pasta es de color anaranjado con desgrasantes finos, principalmente de cuarcita y cal. 168 La superficie es amarillenta alisada. Diámetro del borde: 10 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 3, 2). Encontramos paralelos en los cuencos del Castellar de Villajimena (Palencia) (BOHIGAS Y RUIZ GUTIÉRREZ, 1989, fig. 2.7) o en el Gatillo (Cáceres) (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 13.24). LE 24. Fragmento de cuenco de borde recto y labio redondeado. La pasta es gris con desgrasantes calizos y cuarcíticos medios y gruesos, apareciendo también pequeñas partículas de mica dorada. La superficie del mismo color que la pasta tiene un fino engobe de mala calidad. Está fabricada a mano. Diámetro del borde: 19,7 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5, 7). Los paralelos para esta pieza proceden del SE donde aparece en yacimientos de la provincia de Alicante como Benalúa, La Alcudia de Elche, La Moleta, Zambo o el Monastil (REYNOLDS, 1985, fig. 4. 20, 21 y 22). LE 25. Fragmento de cuerpo de un pequeño cuenco carenado. La pasta es ocre con desgrasantes calizos y cuarcíticos medios y gruesos. La superficie del mismo color que la pasta está escobillada de forma basta e irregular. Está fabricada a tometa. Diámetro de la carena: 5,2 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5, 5). Los paralelos para este ejemplar los encontramos en Recopolis (CEVPP, 1991, fig. 6,1 y 4), Perales del Río (QUERO Y MARTIN FLORES, 1987, fig. 2.3) o Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 10.8). LE 26. Cazuela de borde recto y labio redondeado. La base es plana. De color ocre claro los desgrasantes son gruesos y cuarcíticos. La superficie ocre claro está alisada. Diámetro del borde: 34 cm; de la base: 32,2 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 4, 1). _ 7 Pertenece al tipo 12.2 de la tipología establecida para la ciudad de Cartagena de donde proceden los paralelos más inmediatos (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 11.70). LE 27. Fragmento de contenedor de borde vuelto y labio recto con decoración 169 moldurada. La parte superior del cuerpo tiene una decoración incisa de línea ondulada. La pasta es anaranjada con desgrasantes finos. La superficie es de color anaranjado, con un tratamiento de alisado de muy buena calidad. Diámetro del borde: indeterminado (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 4, 2). Similar a la forma 12 de Vegas hay piezas parecidas tanto en contextos tardorromanos como el mercado de abastos de Toledo (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, lám. XL. 10), como en otros de época emiral de los que es un ejemplo el yacimiento de Bayyana (Pechina) (CASTILLO GALDEANO Y MARTÍNEZ MADRID, 1993, lám. V.8)' 50 . LE 28. Fragmento de tapadera de borde recto con labio plano. La pasta es anaranjada con desgrasantes muy finos. La superficie es de color anaranjado, con un tratamiento de alisado. Diámetro del borde: 10 cm (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 4, 3). Tapaderas del mismo tipo aparecen en Cartagena (tipo 14.2) (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 12.77 y 78), o en Vilaclara (ENRICH Y OTROS, 1995, lám. 10.11). LE 29. Fragmento de tapadera de borde ligeramente engrosado y labio plano. La pasta es ocre anaranjado con desgrasantes finos y medios. La superficie es del mismo color que la pasta. La fabricación de la pieza es a tometa. Diámetro del borde: indeterminado (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 4, 4). Las tapaderas planas son características de yacimientos tardíos aunque suelen estar decoradas y ser algo más gruesas. Piezas de este tipo hay en yacimientos como el Tolmo de Minateda (TM 24), la Alcudia de Elche o Begastri (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 4. 1-6). A 150. En Bayyana se trata de ataifores o fuentes, no barreños. 170 1 LE 30. Cuello de pasta anaranjada con desgrasantes muy finos. La superficie está alisada con un engobe exterior amarillento. Aunque es un fragmento muy pequeño, incluimos esta pieza por su especial significación, ya que pensamos que por las características de la pasta podría tratarse de un pequeño contenedor oriental o spateion. LE 31. Fragmento informe de cerámica pintada. La pasta es ocre amarillenta con desgrasantes medios. La superficie del mismo color que la pasta, está alisada y tiene una decoración mixta, línea pintada de color rojo y peine ondulado. Está fabricada a tometa (RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997, fig. 5, 6). Este fragmento es a su vez bastante significativo ya que se trata de una pieza claramente emiral, lo que nos estaría dando una cronología final para el asentamiento. 28.3. BIBLIOGRAFÍA RICO SÁNCHEZ Y OTROS, 1997. 11.29. LOMA LENCINA (LL) 15 ' ( Hellín)(Lám. 41) 29.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.TN.) El yacimiento de Loma Lencina se encuentra situado en una pequeña elevación del terreno, 7-8 m, en una zona de vega, en la margen derecha de la rambla de la Sierra y al norte de la Venta del Vidrio¡ 52 . En superficie se pueden observar diversos restos constructivos pertenecientes a estructuras de habitación. Los muros están realizados en mampostería irregular, algu151.Agradecemos a M° Teresa Rico la información sobre la existencia del yacimiento y el habemos dejado consultar el original del estudio del mismo, así como la posibilidad de ver y trabajar el material recogido en prospección. 152.Por la Venta del Vidrio, —donde se observan restos de carriladas—, hace pasar Sillires la vía Complurum-Carrhago Nova, aunque otros autores creen que estas caniladas pertenecen a un ramal de la vía hacia el valle de Cordovilla-Sierra (López Precioso, e.p., citado en RICO SÁNCHEZ, e.p, 4). Sea como sea, lo cierto es que la Loma Lencina se asienta en una zona de fácil comunicación con el Tolmo de Minateda, yacimiento central de esta zona, y en tomo al que se deben articular el resto de asentamientos. 171 nos de ellos de doble paramento de lajas y relleno interior. Los vanos se realizan mediante el empleo de lajas verticales, al igual que en otros yacimientos similares como la Loma de Eugenia o el Tolmo de Minateda. Debe de tratarse, como en el caso anterior de la Loma de Eugenia, de un pequeño establecimiento rural de época visigoda dependiente del Tolmo de Minateda. 29.2. MATERIALES Cerámica LL 1. Fragmento de olla en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. Pasta de color anaranjado con desgrasantes finos y medios de cuarcita principalmente. La superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 16 cm. Paralelos: = a LE 18 y 19. LL 2. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio recto. La pasta es de color rojizo con desgrasantes finos y medios de cuarcita. La superficie es castaña alisada. Diámetro del borde: 11,4 cm. Paralelos: = a LE 18y 19. 1 LL 3. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es de color rojizo con desgrasantes finos y medios de cuarcita. La superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 9,5 cm. Paralelos: = a LE 18y 19. LL 4. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta anaranjada con desgrasantes finos de cuarcita. La superficie exterior alisada tiene un ligero engobe de color ocre. Diámetro del borde: 15,8 cm. Paralelos:= aLE 18y 19. 172 LL S. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es mixta, al interior gris y al exterior anaranjada con desgrasantes finos de cuarcita. La superficie está engobada con una película fina de color gris. Diámetro del borde: 8,8 cm. Paralelos: aLE 18 19. LL 6. Fragmento de pequeña olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es rojiza con desgrasantes medios cuarcíticos. La superficie del mismo color que la pasta está alisada. Diámetro del borde: 9 cm. Paralelos: = a LE 18 y 19. LL 7. Fragmento de pequeña olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es gris con desgrasantes finos calizos. La superficie de color castaño está alisada. Diámetro del borde: 8,2 cm. Paralelos: = a LE 18 19. LL 8. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. Pasta de color castaño con desgrasantes finos calizos y cuarcíticos. La superficie es gris alisada. Diámetro del borde: 9,4 cm. Paralelos: a LE 18 y 19. LL 9. Fragmento de pequeña olla globular en cerámica común, de borde exvasado engrosado y labio redondeado. La pasta, de color ocre, tiene desgrasantes finos y medios de cuarcita. La superficie, de color gris alisada, parece estar engobada con una solución muy diluida. Diámetro del borde: 10,2 cm. Muy similar al grupo definido en la pieza LE 18, éstas (LL 9y 10) tienen el borde más engrosado, resultando parecidas a algún ejemplar del Gatillo (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 12.11) LL 10. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado ligeramente moldurado para asiento de tapadera y 173 labio redondeado. La pasta es de color castaño con desgrasantes finos. La superficie es castaña alisada. Diámetro del borde: 13,8 cm. Paralelos: a LL 9. LL 11. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es mixta, al interior gris y al exterior rojiza con desgrasantes finos calizos. La superficie rojiza y alisada parece ligeramente bruñida con cuero o algún instrumento similar. Diámetro del borde: 14,8 cm. Encontramos paralelos para esta pieza en Monte Cildá (BOHIGAS Y RUIZ GUTIÉRREZ, 1989, fig. 5.13). LL 12. Fragmento de olla en cerámica común, de borde vuelto y labio redondeado. Pasta mixta, al interior gris y al exterior anaranjada con desgrasantes finos y medios calizos y cuarcíticos. La superficie es anaranjada alisada. Diámetro del borde: 11,4 cm. Paralelos: = a LE 12. Junto a estas piezas, en el yacimiento también se recogieron bases planas (no dibujadas). 29.3. BIBLIOGRAFÍA RICO SÁNCHEZ, 1996. II. 30. ALBORAJ (AJ) (Tobarra) (Lám. 42) 30.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.T.N.) El yacimiento se sitúa cerca de Casa de Alboraj, en las inmediaciones de una pequeña laguna, muy cerca del eremitorio de Alborajico, con el que debe relacionarse sin duda, bien como un pequeño establecimiento asociado al eremitorio, bien como un asentamiento separado pero surgido al amparo de la "santidad" del lugar. 174 30.2. MATERIALES Cerámica A.! 1. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado ligeramente moldurado para asiento de tapadera. La pasta es gris con desgrasantes medios y gruesos cuarcíticos y calizos. La superficie es de color rojizo. Diámetro del borde: 14,2 cm. Paralelos: = a LE 18 y 19. A.! 2. Fragmento de olla globular en cerámica común, de borde exvasado y labio redondeado. La pasta es gris con el núcleo rojizo. Los desgrasantes son medios y gruesos cuarcíticos, calizos y micáceos. La superficie es de color castaño anaranjado. Diámetro del borde: 16,6 cm. Paralelos: = a LE 18 y 19. A.! 3. Fragmento de pequeña olla en cerámica común, de borde vuelto y labio recto. La pasta es gris con desgrasantes medios y finos cuarcfticos, calizos y micáceos. La superficie es de color rojizo. Diámetro del borde: 10 cm. Paralelos: = a LE 12. A.! 4. Fragmento de base plana de cerámica común. La pasta es gris con núcleo rojizo y tiene desgrasantes medios y gruesos. La superficie gris está engobada. Diámetro de la base: 4,6 cm. 303. BIBLIOGRAFÍA Inédito. 11.31. POZO DE LA NIEVE (PZ) (Hellín) (Lám 43) 31.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.TN) Se trata de un basurero de época visigoda localizado en Torre de Uchea, muy cerca 175 de la necrópolis de época visigoda, y que es conocido gracias a las excavaciones que se han realizado recientemente en el sitio, con el objeto de salvar una necrópolis ibérica. Los restos de época tardía se localizan en unos estratos que rompen o se introducen en la secuencia de la necrópolis ibérica' 53 . Es muy posible que estos materiales se asocien a un poblado, aún no localizado pero necesariamente en las inmediaciones, al que pertenezcan también los inhumados en sarcófago descubiertos en 1977 (TH 2, 3, 4). 31.2. MATERIALES] -54 Cerámica PZ 1. Marmita a mano de cuerpo troncocónico, borde recto y labio plano, la base es ligeramente cóncava. Tiene mamelones de cinta como elementos de aprehensión. La superficie exterior está alisada a mano verticalmente de forma ruda. La pasta es basta, de color anaran1 jado con superficie ocre y con desgrasantes de diferentes tamaños, algunos gruesos de cuarcita y calizos. Diámetro del borde: 17,2 cm; de la base: 22,8 cm; altura: 13 cm. La pieza pertenece a la forma 1, variante lc de las cerámicas tardorromanas de Gutiérrez LLoret (GUTIÉRREZ LLORET, 1988 a, 147 y .) 155 con paralelos en varios yacimientos de la Antigüedad Tardía como Begastri (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig. 2.5). PZ 2. Fragmento de marmita a la que le falta la parte baja del cuerpo y la base. De paredes y borde rectos, el labio es plano. Tiene asas de tipo mamelón de cinta. Junto al borde tiene decoración incisa en forma de aspas. La super153 Agrademos a Javier López Precioso el habernos dejado estudiar estas piezas, aparecidas en la excavación bajo su dirección, así como a M Teresa Rico los dibujos y descripciones correspondientes. 154. Los materialçs que ha proporcionado esta excavación van a ser objeto de un estudio en profundidad. En este trabajo solamente ofrecemos una muestra de las diferentes formas cerámicas presentes en el basurero. 155. En este trabajo se presenta una amplia muestra de estas cerámicas por lo que nosotros solamente vamos a apuntar piezas aparecidas en publicaciones más recientes. 176 ficie exterior está alisada verticalmente de forma basta a mano. La pasta es basta, de color anaranjado con superficie ocre y con desgrasantes de diferentes tamaños, algunos gruesos de cuarcita y calizos. Diámetro del borde: 12,6 cm. Paralelos: = a ZA 7. PZ 3. Fragmento de olla de borde vuelto y labio biselado. El cuerpo incompleto parece globular. La pasta es basta, de color anaranjado con superficie ocre y con desgrasantes de diferentes tamaños, algunos gruesos de cuarcita y calizos. Diámetro del borde: 16,6 cm. Paralelos: = a LE 11. PZ 4. Tapadera de borde recto y labio redondeado. La pasta es de color castaño, con desgrasantes de pequeño y mediano tamaño. Diámetro del borde: 19 cm. Las tapaderas más parecidas proceden de Cartagena —tipo 14.2— (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 12.76). PZ S. Fragmento de base de una pequeña olla u orza de base plana. Pasta ocre con desgrasantes de mediano tamaño cuarcíticos. Diámetro de la base: 8 cm. 31.3. BIBLIOGRAFÍA LÓPEZ PRECIOSO, 1995. 1132. TORRE UCHEA (TH) (Hellín) (Lám. 44) 32.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.T.N) El yacimiento se encuentra en la pedanía de Uchea, perteneciente al término municipal de Hellín, en una finca con el nombre de Torre de Uchea. Se trata de una necrópolis de época visigoda conocida de forma fortuita al realizar labores de desfonde del terreno en 1977. Los enterramientos son de dos tipos: en 177 sarcófago de piedra y en fosa con tapa de lajas, de los cuales se recogieron dos sarcófagos monolíticos de piedra y los restos de otra sepultura de lajas. Según consta en el informe del hallazgo en superficie se observaban losas de gran tamaño de otras sepulturas que no fueron tocadas 156. 32.2. MATERIALES De esta necrópolis proceden dos sarcófagos, uno depositado en el museo de Albacete y otro que se dejó in situ. En este segundo se encontró un anillo de oro con una inscripción formando parte del ajuar del enterramiento. Metal TH 1. Anillo de oro de sección laminar con un ensanchamiento con decoración incisa en forma de líneas convexas y triángulos que enmarcan una inscripción, estudiada por Isabel Velázquez (VELÁZQUEZ SORIANO, 1988b), y que esta investigadora transcribe de la siguiente manera: Lo (annes?) u(i)u(at) Christus in te. El nombre de Cristo está reemplazado por una cruz patada. 0 E" Ñ '01 u Piedra TH 2. Sepultura en forma de cista compuesta por lajas rectangulares de arenisca. Longitud: 2,20 m.; anchura: 80 cm; altura: 50 cm. TH 3. Sarcófago en arenisca. De forma rectangular, más ancho en la cabecera que en los pies. Longitud: 1,84 m.; anchura de la cabecera: 50 cm; anchura de los pies: 40 cm; altura: 50 cm. (SELVA INIESTA Y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, 1991, 119, lám. 14.1). 156. La recogida de materiales, dibujos de dos de los sarcófagos (TH 3 y 4), así como el informe correspondiente fueron realizados por J. Jordán. 178 TH 4. Sarcófago 157 en arenisca. De forma rectangular, más ancho en la cabecera que en los pies. Longitud: 1,84 m.; anchura de la cabecera: 57 cm; anchura de los pies: 44 cm; altura en la cabecera: 34 cm; altura en los pies: 39 cm; profundidad al interior en la zona de la cabecera: 32 cm; profundidad al interior en la zona de los pies: 30 cm. (SELVA INIESTA Y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, 1991, 119). 32.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; SANZ GAMO, 1989b; SELVA INIESTA Y MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, 1987; VELÁZQUEZ SORIANO, 1988b. 11.33. EL PELAO (PE) (Jorquera) (Lám. 44) 33.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 744 del M.TN.) El yacimiento se ubica en la plataforma de un cerro ovalado irregular formado por la erosión del río Júcar que corre a sus pies. Se encuentra al E de Jorquera y entre los cerros de Reldes al N y Grandales al S. El cerro, elevado unos 80 m. aprox. sobre el Júcar, es amesetado en su cima y de laderas abruptas, salvo en el norte, por donde el acceso es más cómodo. En el yacimiento, conocido desde hace tiempo por prospección, se observan restos de muros de habitación y una zona de necrópolis en la cual es visible un hipogeo de nicho doble. Además de aquí proceden algunas inscripciones funerarias romanas altoimperiales. Recientemente, y con motivo de una repoblación de árboles, se ha procedido a realizar una excavación de urgencia en la parte alta, en la misma zona donde se localizan los restos funerarios anteriormente señalados' 58. La excavación ha puesto al descubierto una necrópolis fechable por sus restos materiales en época visigoda y que supone una continuidad o enlace con lo ya conocido de época romana altoimperial. En total se excavaron siete tumbas, seis de las cuales se agrupaban en un conjunto, que157.Se trata de la pieza que se encuentra en el Museo de Albacete. 158.Agradecemos a José Luis Serna y a NP Teresa Rico, el habernos permitido incluir esta necrópolis en nuestro estudio, y el habernos ofrecido la documentación de la excavación realizada bajo su dirección. Una vez finalizado nuestro trabajo, se han publicado las actas del XXIII C.N.A. donde los directores de la excavación presentaron los resultados obtenidos de la misma (RICO SÁNCHEZ Y SERNA LÓPEZ, 1996). 179 dando una separada y aislada del resto. Todas las tumbas siguen la orientación O-E, aunque ésta está ligeramente desviada siendo más bien SO-NE. Las sepulturas son fosas talladas en la roca, rectangulares ligeramente redondeadas en las esquinas de la cabecera y pies; aquí, a los pies, la fosa se estrecha ligeramente. Las cubiertas son de lajas de piedra desbastadas y levemente talladas. Los huecos se rellenan con pequeñas piedras y argamasa de cal que en algunos casos se extiende por la parte superior de las losas, lo que sella la sepultura perfectamente. Una de las tumbas, la que sus excavadores denominan con el número 5 estaba revocada con argamasa de cal al interior. Esta es además la sepultura que ha proporcionado el mayor ajuar y el único que da cronología. De las siete tumbas, solamente dos, la número 4 que contenía un anillo de bronce y la ya mencionada número 5 con una jarrita de cerámica, un anillo de plata, un arete también de plata y una pieza de hueso, han proporcionado materiales, que pasamos a describir a continuación. Por otra parte, y recogidos en prospección hay una serie de piezas cerámicas cuya filiación tardía queda avalada por esta excavación de la necrópolis, algunas de las cuales incluimos en este trabajo con los números PE 5, 6 y 7. 33.2. MATERIALES Metal PE 1. Anillo de plata de sección circular formado por dos piezas: un hilo circular al que se pega otra pieza o chatón redondo de sección aplanada que tiene un monograma inciso formado por las letras A, S P, F o T enfrentadas, y O en el centro, al modo de los monogramas ya conocidos en otras piezas como por ejemplo -. las monedas visigodas, algunas de las cuales tienen el nombre de la ceca dispuesto del mismo modo. Diámetro de la anilla: 2,3 cm; grosor de la anilla: 0,3 cm; diámetro del chatón: 1 cm; grosor del chatón: 0,2 cm. Pertenece al ajuar de la sepultura 5, apareció a la altura de la pelvis del inhumado. Hemos localizo un anillo muy similar —aunque con otro monograma—, procedente de Villaverde y Pasaconsol en Cuenca (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 49 B). La pieza conquense está fabricada del mismo modo, pegando el chatón redondo al hilo. Además este de Cuenca es un anillo cuyo chatón está inscrito por ambas caras, es decir ha habido una reutilización de la pieza. Otra pieza construida del mismo modo procede de la necrópolis de la Dehesa de la Casa también en Cuenca (LOPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 30 A). 180 PE 2. Anillo de plata fragmentado en dos trozos, de sección semicircular tiene una decoración incisa de puntos. Anchura: 0,3 cm; grosor: 0,1 cm. Pertenece al ajuar de la sepultura 5. Junto a estos materiales también se incluye un anillo de bronce muy fragmentado y de sección circular, del que no tenemos representación gráfica, y que apareció en la sepultura 4. ---- Hueso -PE 3. Pieza de hueso en forma de disco con una perforación redonda central. La superficie está rebajada en una de sus caras, de modo que el perfil es escalonado. La pieza tiene en su cara (Y anterior lo que parecen restos de una inscripción, pero dado el estado de conservación de la pieza ésta no puede leerse; únicamente se distingue con nitidez una cruz y las letras P, A, R y U i o Diámetro máximo: 4,2 cm; diámetro mínimo: 1,9 cm; diámetro de la perforación: 0,8 cm; grosor máximo: 0,9 cm. Pertenece al ajuar de la sepultura 5. Sobre su uso no contamos con ninguna indicación ni ejemplares similares que nos pudiesen orientar al respecto; no obstante nos parece que debe tratarse de un remate, empuñadura o similar, ya que lo que está claro es que esta pieza iba encajada en otra. No creemos que sea un pie ya que entonces la inscripción quedaría oculta sobre la superficie donde se depositase. 1 - - ha Cerámica PE 4. Jarra de cerámica de boca redonda, borde exvasado y labio redondeado. El cuerpo es globular y la base es ligeramente cóncava. En la zona del cuello tiene una suave moldura. El asa es de cinta, de sección rectangular. La pieza realizada a tomo tiene un acabado alisado manual mediante algún objeto —trapo, cuero...—, en el que se observan líneas en diferentes direcciones. El color es castaño, con pequeños desgrasantes de cuarzo. La pieza, cuya fabricación no fue muy cuidada, tiene su eje de simetría inclinado. Diámetro de la boca: 4,6 cm; diámetro de la base: 2,5 cm; altura: 14,7 cm. Pertenece al ajuar de la sepultura 5, y apareció a los pies del cadáver. Encontramos piezas muy similares en la necrópolis de la Dehesa de la Casa (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 18; 19) y en otros yaci181 mientos de la provincia conquense como Hontanaya (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 39) y Villares del Saz (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 40). PE S. Borde de una pequeña olla de tendencia globular, de borde exvasado con labio apuntado; la superficie está alisada. La pasta es castaña con super ficie rojiza y grisácea; desgrasantes finos muy abundantes sobre todo de cuarzo. Es una pasta muy similar a la de las ollas de cocina visigodas del Tolmo de Minateda. Diámetro del borde: 11,6 cm. Paralelos: = a LE 18 y 19. PE 6. Borde de una olla de borde vuelto y labio redondeado. La pasta es fina de color rojizo, con desgrasantes asimismo finos, principalmente de cuarzo. La superficie tiene una aguada o engalba de color negro. Diámetro del borde: 15, 2 cm. Paralelos: = a LE 12. PE 7. Fragmento cerámico de borde exvasado moldurado y labio redondeado. En la zona del cuello tiene dos acanaladuras a modo de decoración; la superficie está alisada. La pasta es fina anaranjada, con desgrasantes muy finos. Diámetro del borde: 14,8 cm. Posiblemente se trate de una jarra de la que hay paralelos en Camargo (CEVPP, 1991, fig. 5.29); estos bordes moldurados también se hallan en repertorios de época emiral. 33.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; RICO SÁNCHEZ Y SERI4A LÓPEZ, 1996; ROLDÁN GÓMEZ, 1987; SANZ GAMO, 1984,1989b. II. 34. EL TOLLO (TO) (Jorquera) 34.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 743 del M.T.N) El Tollo se sitúa en la orilla derecha del Júcar, en un meandro del río cerca de la 182 carretera que une Jorquera con Valdeganga. Aquí se encontraron dos sarcófagos tallados en la roca expoliados de antiguo y pertenecientes a una necrópolis de la que no se conoce nada más. 34.2. MATERIALES Piedra TO 1. Sarcófago de forma rectangular, tiene tres entalles por cada uno de los lados largos para colocar cubiertas hoy desaparecidas. Longitud: 225 cm.; anchura: 65 cm; altura: 80 cm. TO 2. Sarcófago de forma rectangular, tiene dos entalladuras en cada uno de los lados largos para colocar cubiertas hoy desaparecidas. Longitud: 200 cm.; anchura: 50 cm; altura: 75 cm. Los paralelos para las sepulturas excavadas en la roca son relativamente abundantes en necrópolis de época visigoda de la Meseta, entre las que podemos citar las de la necrópolis de Fuente del Moro (Madrid) (COLMENAREJO, 1986), Trillo (Guadalajara) (CRISTOBAL RODRÍGUEZ, 1981), Arcávica (MONCO GARCÍA, 1986), o las Eras en Alhambra (Ciudad Real) (SERRANO ANGUITA Y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, 1990); en la provincia de Albacete también hay paralelos en algunas sepulturas del Tolmo de Minateda. 34.3. BIBLIOGRAFÍA Inédito 183 11.35 CASA ANTOÑETE (CA) (Tarazona de la Mancha) (Lám. 45) 35.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 del M.T.N.) Situado al noroeste del término municipal de Tarazona de la Mancha, en las cer canías de la finca del mismo nombre, el yacimiento está próximo al de Las Escobosas. Se trata del hallazgo casual de una sepultura de inhumación en sarcófago de piedra. No hay referencias a la orientación de la sepultura ni a la colocación del difunto, quien tenía como ajuar una jarrita de cerámica. 35.2. MATERIALES Cerámica CA 1. Jarra de cerámica incompleta de la que se conserva el cuerpo y asa faltando el cuello y borde, y por tanto se desconoce la inserción del asa en la parte superior, y la forma de la boca. El cuerpo es piriforme, de base plana aunque ligeramente convexa. La pieza de color anaranjado está realizada a tomo, pero no podemos decir nada del acabado ya que la superficie exterior está muy alterada, deshaciéndose con facilidad. Diámetro de la base: 6 cm. Los paralelos para esta pieza son abundantes encontrando piezas similares en yacimientos como el de Melque (CEVPP, 1991, fig. 4, 17 y Caballero Zoreda, 1989, fig. 5), Bobalá (CEVPP, 1991, fig. 8,4), Casa Herrera (CABALLERO ZOREDA Y ULBERT, 1976, fig. 41, sep. 19 C.5), Vega del Mar (POSAC Y PUERTAS TRICAS, 1989, fig. 3, 12 y 16), Torreblanca del Sol (Málaga) (PUERTAS TRICAS, 1988, fig. XIII, 11), u otras depositadas en el MAN y de procedencia desconocida (IZQUIERDO BENITO, 1977a, fig. 9, 1, fig. 13, 2b, fig. 14, 1). Piedra CA 2. Sarcófago de piedra rectangular. Longitud: 200 cm; anchura: 90 cm; altura: 90 cm. Las únicas referencias con que contamos son las apuntadas en la ficha del yacimiento, en donde no hay dibujos de dicho sarcófago, por lo que no tenemos representación gráfica del mismo. 184 35.3. BIBLIOGRAFÍA Inédito. 11.36. LOS PONTONES (PO) (Albacete) (Lám. 45) 36.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 de¡ M.T.N.) El yacimiento se sitúa en el paraje del mismo nombre, al norte del término municipal de Albacete, en una zona de vega en la ribera derecha del río Júcar, y en las inmediaciones de la vía Complutum-Carthago Nova. Se trata de una característica necrópolis de época visigoda, formada por sepulturas en fosa excavada en la tierra y luego rodeadas de lajas formando cistas. Las cubier tas son también de lajas de piedra. No ha sido sometida a una excavación sistemática, y se conoce gracias a los cuadernos de prospecciones de D. Joaquín Sánchez Jiménez quien hace una descripción de los restos conservados en el momento en que él visitó el yacimiento y recoge los datos que le proporcionaron los habitantes del lugar. En el Museo se conservan dos piezas de ajuar de otras tantas sepulturas, lo único que se ha podido recuperar de la necrópolis. Incluímos una transcripción de los cuadernos de prospección de Sánchez Jiménez donde se relata el hallazgo. Necrópolis árabe de "Los Pontones" Afines de Septiembre de 1952 tuve noticia de que en un bancal de "Los Pontones" ribera derecha del Júcar, término municipal de Albacete, habían tenido lugar unos descubrimientos arqueológicos. En cuanto pude conseguir un coche de la Diputación, que fue el día 2 de Octubre por la tarde, fui allí con D. Samuel de los Santos Gallego, subdirector del Museo de Albacete, con el diputado provincial D. Juan José García Carbonell, y con D. Feliciano García, medidor de granos, que habita en la calle del lime número 14, que fue quien me dio la noticia de tales hallazgos, efectuados en el pasado verano, cuando él estaba de sobrestante en la era de D. Mateo Sánchez Rovira, propietario de Los Pontones. Cuando llegamos en la tarde del día 2 de Octubre citado a Los Pontones, nos enteramos de que, el día anterior, había sido encontrada otra sepultura en el bancal que hay junto a la casa, al lado del camino que desde "Casa Molina" va a Los Pontones. El encargado de estas finca me dijo que se habían levantado unas piedras gran- 185 des que estaban tapando una fosa formada por otras piedras clavadas verticalmente en la tierra y que esta fosa, como en otras descubiertas antes, al realizar faenas de labranza, había huesos humanos y una vasija de barro, como unas cantaricas. Que la encontrada ayer se la llevó el chofer del camión a D. Mateo a Albacete, y que las encontradas en las anteriores sepulturas las habían roto. Reconocido el terreno circundante observé que había, en diversos lugares, huellas de hoyos, en los que me dijeron había habido esas sepulturas, pero que las piedras grandes se las habían llevado a la casa de Los Pontones, donde a la sazón había albañiles, empleándolas en las reparaciones de albañilería que se estaban efectuando. A mi juicio, y sobre todo, después que regresamos a Albacete pude recuperar la vasija hallada el día 1°, se trata de una necrópolis árabe de época tardía. Hice un reconocimiento por aquellos parajes, y habiéndome dicho que en una viña próxima y en la ribera del Júcar, existía una gran piedra casi enterrada, como un rulo de arar fui a reconocerla, por sospechar fuere un miliario. Efectivamente, una vez extraído, comprobé que así era. Un miliario, o piedra terminal, con restos de inscripción romana, en letra capital, muy incompleta por la erosión y por haber sufrido las rozaduras de los arados. Lo que en ella se lee es poco más o menos lo siguiente: CAE DIVI! MAX TRIB D N y S La piedra tiene 7 palmos de largo y 2.5 de diámetro, y por un lado le falta un gran pedazo. Ofrece este aspecto poco más o menos. Gestionaré su transporte al Museo, pues es necesario un camión. En Los Pontones me informaron de que al otro lado del do, en su ribera izquierda, en la casa de labor de D. Vicente Roldán llamada MA! "Casas Viejas" se habían encontrado también sepulturas como estas. También me dijeron que hace varios años, en este mismo sitio "Los Pontones" se encontramn otras sepulturas y en una de ellas, ade/ más de tener una cantarica se había encontrado una sortija de plata; que se la llevaron al alcalde de La Gineta y que creen que se ha perdido. ---a u' Y F / y - No obstante haré averiguaciones para encontrar estos objetos. 186 - 361. MATERIALES Metal PO 1. Anillo de plata de sección laminar, con un ensanchamiento o chatón en la zona central que conserva una decoración incisa donde se recoge una cruz, que en cada uno de sus extremos, lleva iniciales: Alfa (A), omega (a), 1 y C. Diámetro: 2,1 cm: anchura máxima: 0,6 cm. (GAMO PARRAS, 1992, fig.2). Así la lectura de la pieza sería la siguiente: I(esus) C(hristus) principio y fin. Sería una dedicación cristiana. La inscripción tiene a ambos lados, y de forma simétrica, una decoración de líneas curvas rellenas por rayados y puntos. Tenemos paralelos para los motivos decorativos —cruz, haces, curvas—, en varios yacimientos como Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. XXIII), donde encontramos el mismo tema secundario, en la Seca en Huesca (MAYA, 1985, fig. 6) hay otro anillo del que además se conserva parte de una inscripción de la únicamente se distinguen una cruz y la letra 1, otro anillo similar es el aparecido en la necrópolis de la Dehesa de la Casa (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 32, C), donde la cruz central está rodeada de un círculo de incisiones triangulares y a ambos lados tiene idéntica decoración que el ejemplar albacetense, y que es un esquema que se repite en otras piezas conquenses como los anillos de la necrópolis de Almodovar del Pinar (ALMAGRO GORBEA, 1970, fig. 5, 1 , 2 y 3), Villar de Encina (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 47, 2 y 4) 0 Villaverde y Pasaconsol (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, Iám. 48, B). Cerámica PO 2. Botella realizada a torno; de cuerpo globular con largo cuello cilíndrico acabado en borde exvasado y labio redondeado, base plana. Tiene como decoración una franja de ocho incisiones paralelas en la parte superior del cuerpo. La superficie es de color gris, aunque la cocción no es muy buena. Diámetro de la boca: 4,5 cm; diámetro de la base: 8,5 cm; altura: 23 cm. (SANZ GAMO Y GUTIÉRREZ LLORET, 1991, fig. 45; GAMO PARRAS, 1992, fig. 1). Encontramos paralelos para esta pieza en la necrópolis de Sollana (Valencia) (GISBERT, 1986, fig. 2, 4), y entre 187 los materiales de Arcávica 159 , ya con una cronología del siglo IX pero de clara herencia visigoda, en una pieza más antigua y reutilizada. (ÁLVAREZ DELGADO, 1989, fig. 4, 7 y CEVPP, 1991, fig. 10, 9) o Fresneda de Cuéllar (Segovia) (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 7,12). 363. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; GAMO PARRAS, 1992; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1953; SANZ GAMO Y GUTIÉRREZ LLORET, 1991. 11.37. CASAS VIEJAS (CV) (Tarazona de la Mancha) (Lám. 45) 37.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 742 del M.T.N.) Se localiza al sur del término de Tarazona de la Mancha, cerca del paraje conocido como la Marmota, en un meandro del Júcar en su orilla izquierda, en una zona de vega. Muy próximo al yacimiento de Los Pontones. En la finca de labor de Casas Viejas se localizó en el año 1952 una necrópolis tar día de inhumación, formada por cistas de lajas de la que ya habían sido excavadas de forma particular algunas de las sepulturas, y en la que el entonces director del museo excavó una más, quedando constancia de ello en sus cuadernos de prospecciones. Según los apuntes de dicho cuaderno la necrópolis es mayor pero no tenemos más noticias. En la misma finca, aunque no sabemos la relación física con el yacimiento anterior, se halla un establecimiento de explotación agrícola, cuyo desarrollo estaría en función del valle y que se ha catalogado como una villa romana. En este establecimiento, al igual que pasa con otros hay también materiales de época ibérica. La lógica nos induce a pensar que ambos forman parte de un mismo entorno, pero desgraciadamente los restos materiales del asentamiento no coinciden cronologicamente con los de la necrópolis, más tardía, aunque es posible que una excavación sistemática pusiese de relieve restos de estructuras y materiales que relacionasen ambos. 37.2. MATERIALES Solo incluimos en nuestro catálogo una de las jarras, la situada al lado izquierdo 159. La razón para denominar al yacimiento Arcávica y no Ercávica, como es conocido generalmente el sitio, se debe a que en la época visigoda el lugar aparece bajo esta denominación en los concilios. 188 del cadáver, junto a la cintura, en el enterramiento excavado por Sánchez Jiménez, ya que, aunque en sus notas se mencionan otras dos piezas, otra vasija de esta misma sepultura y una más recuperada anteriormente por los dueños de la finca, en la actualidad están perdidas. Del asentamiento no contamos con ningún material encuadrable en nuestra época de estudio. A continuación incluímos la transcripción de los cuadernos de prospección de Sánchez Jiménez. Necrópolis árabe de Casas Viejas Como consecuencia de las noticias que me dieron en Los Pontones el día 2 de Octubre de 1952 y de que queda hecha memoria anteriormente, el día 6 del mismo mes me fui a Casas Viejas, junto a "La Marmota", Término municipal de La Gineta, acompañado de! Gobernador Civil, D. Francisco Rodríguez Acosta, sus hijos Francisco y Mary, la señorita Pilar López Bernard, mis hijos Julio y Nieves y D. Samuel de los Santos Gallego. Recibidos por el propietario Don Vicente Roldán, me informó que hace unos días, en el corral del ganado se había encontrado una sepultura -como la de Los Pontones antes descrita- que con los huesos tenía una vasija de barro, que está en su casa de Albacete, y que ofreció donar al Museo. Visitamos el corral y la tinada y en esta última pudimos comprobar que no fue una sola sepultura la que había sido allí expoliada, sino que había más, de las que aún quedaban clavadas en el suelo las piedras que formaban los laterales de las cistas. Comprobamos que había habido tres. Percutiendo en el suelo de la tinada con una barreta de hierro, observose que sonaba a hueco en un punto, y levantando el exiremal se puso de manifiesto una losa de piedra (que después resultaron ser tres) que cubría una sepultura de inhumación, con huesos muy descompuestos. Junto a la cabeza se halló una vasija de barro rojizo, de 15,5 cm. de altura, con un asa, de esta forma: 189 Junto a la cintura del cadáver, en el lado izquierdo, apareció otra vasija de 15,5 cm de altura y de esta forma: 7 2 - Es posible que en la misma tinada y en el corral anejo haya más sepulturas; y no se pudo hacer más extensa la exploración porque había que limpiar una y otro de estiercol y en realidad, por de pronto, sólo interesa lo visto que es suficiente para situar estos yacimientos en el mapa arqueológico de la provincia. Cerámica CV 1. Jarra de boca trilobulada y cuerpo globular. La base es ligeramente cóncava. En la zona del cuello tiene un ligero ensanchamiento. El asa es de cinta, de sección oval. La pieza realizada a torno tiene un acabado alisado manual mediante algún objeto —trapo, cuero .. .-, en el que se observan líneas en diferentes direcciones. El color de la pieza es castaño. Diámetro de la boca: 5 cm; diámetro de la base: 7,5 cm; altura: 16,5 cm. (GAMO PARRAS, 1992, fig 3). Como paralelos a esta forma recogemos entre los conocidos las jarras procedentes de la necrópolis del Cerro de las Losas (Madrid) (ALONSO SÁNCHEZ, 1976, fig. 13 y 14, t.1), de la necrópolis de Vega del Mar (POSAC Y PUERTAS TRICAS, 1989, fig. 3, 1-4), de la de Pamplona (MEZQUÍRIZ, 1965, fig. 5), la procedente de Villanueva (Córdoba) (IZQUIERDO BENITO, 1977a, fig. 3, 1), Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1948, sep. 248) o la del poblado de Navalvillar en Madrid (CABALLERO ZOREDA, 1989, fig. 9, 5). 37.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a; GAMO PARRAS, 1992. 190 11.38. CAMINO VIEJO DE LAS SEPULTURAS. NECRÓPOLIS (BN) (Balazote) (Lám. 17) 160 38.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 790 del M.TN.) La necrópolis se halla 300 metros al norte de la villa romana de Balazote, en el kilómetro 26.200 de la CN 322, e indudablemente ha de ponerse en relación con el asentamiento anterior. Es una necrópolis de inhumación hallada de forma casual al hacer obras de arreglo de la carretera. Solamente se han excavado por el método de urgencia dos de las tumbas de la necrópolis, las que fueron dañadas por las obras, y que cuando se realizaron los trabajos arqueológicos habían perdido la cubierta y uno de sus lados largos, al ser sesgadas longitudinalmente. Se trata de inhumaciones en fosa de tierra de forma rectangular irregular y cubiertas con una capa de caliza, aunque como se ha indicado anteriormente la cubierta definitiva no se conservaba. Las deposiciones eran en decúbito supino, con orientación O-E, y se constató la reutilización de las sepulturas, lo cual es relativamente frecuente en necrópolis tardías. Esta necrópolis tiene una cronología más moderna que la de la Vega y que las fechas que se otorgan como finales para la villa y para el conjunto de la Vega, por lo que creemos que debe corresponderse o bien con el último momento de uso del complejo rural o con un nuevo asentamiento de época visigoda en las inmediaciones del anterior romano. 38.2. MATERIALES Metal BN 1. Pendiente de bronce con aro de sección circular abierto, estrechado en los extremos doblados en pequeños ganchos de cierre. Como adorno tiene dos cilindros huecos, también de bronce, ligeramente abombados en el centro y - - 160. Los dibujos, tanto los de las tumbas como los de los de los materiales son de Rubí Sanz, a quien de nuevo agradecemos las facilidades y generosidad para el estudio de los yacimientos y materiales. 191 con los bordes perlados. Diámetro: 4,2 cm; grosor: 0,2 cm (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, n° 150, 45). Fue localizado en el interior de la sepultura 1, junto al cráneo. Hay paralelos en diversos yacimientos como la necrópolis de Duratón (Segovia) (MOLINERO PÉREZ, 1971, Iám. III), Carpio de Tajo (RIPOLL, 1985, fig. 26. 2 y 3 —en oro—), Zarza de Granadilla (Cáceres) (DONOSO Y BURDIEL, 1970, 334) o Dehesa de la Casa (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám 31 A). Cerámica BN 2. Fragmento de cuenco de borde / recto y labio redondeado. La pasta es de color castaño, con desgrasantes finos y medios. Diámetro del borde: 14 cm. Los paralelos para los cuencos de labio redondeado ya los hemos indicado al hablar del ejemplar el Real (RE 5); no obstante esta es una forma muy utilizada en todas las épocas y de la que hay otros paralelos de cronología algo posterior a las propuestas en los yacimientos anteriormente citados. Así vemos como también es una forma común en Cartagena, en contextos de la Antigüedad Tardía (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, fig. 9, 51-53). 2 38.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a.; SANZ GAMO, 1995. 111.39. LA CAMARETA (CM) (Agramón) 39.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 868 del M.T.N.) Se localiza junto al pantano de Camarillas (presa de Los Almadenes), en la margen derecha del río Mundo. Se trata de una cueva excavada en un farallón rocoso con un uso de iglesia-eremitorio en la Antigüedad Tardía. El interior está compuesto por tres estancias principales, en las que se encuentran numerosas inscripciones de carácter piadoso fechadas entre los siglos IV y VIII, la mayor parte de las cuales son inscripciones latinas con dos tipos gráficos principales: capital rústica y cursiva visigoda primitiva (VELÁZQUEZ SORIANO, 1988 a, 316). Aunque el momento de uso principal de la cueva parece ser éste tardoantiguo, la 192 Camareta cuenta con graffiuis que van desde época ibérica hasta prácticamente el momento actual 16 t. De época islámica también hay testimonios, lo que ha llevado a pensar a algunos autores el mantenimiento del lugar de culto, su uso como rábita, al menos en los primeros tiempos tras la conquista (JORDÁN MONTES, 1994, 16). La orientación principal es E-O, con la fachada hacia el E, que es también la línea en la que se sitúan las inscripciones cristianas más antiguas. Su aspecto actual nos ofrece una visión deformada de lo que debió ser en los momentos de uso, ya que por lado la construcción del pantano la deja relativamente aislada y enmarcada en un paisaje que no se corresponde con el antiguo, donde la Camareta dominaría el valle agrícola regado por el río Mundo, y por otro, el acceso hoy es difícil, ya que ha sufrido una alteración y destrucción voluntaria de la ladera de entrada, destrucción que sus investigadores proponen relacionar bien con el proceso de islamización de la zona, y por tanto con fenómenos de destrucción violenta, bien como una acción intencionada de sus moradores con el objeto de convertirla en fortaleza (GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, 337-338), quedando en la actualidad la fachada colgada en la roca siendo necesario el empleo de algún medio mecánico para acceder al interior, mientras que en su época de uso, éste sería a pie por la ladera. La importancia principal de la Camareta es que se trata de un centro de culto rupestre como otros de los que conocemos para esta época. No conocemos materiales procedentes de su interior. De la Camareta mostramos cuatro inscripciones de carácter cristiano. Estas últimas han sido publicadas tanto por el equipo murciano que está investigando este conjunto, como por J.M. Abascal 162 . 161.En los últimos trabajos sobre el tema, los investigadores parecen inclinarse por la posibilidad de que la Camareta sea una fundación de época visigoda relacionada con las campañas de Leovigildo en la Orospeda a fines del s.VI o las de Sisebuto y Sisenando a principios de la centuria siguiente. ",Sería lícito sugerir que el monasterio de La Camareta fue una fundación visigoda para consolidar, no solo el dominio político sobre el territorio (pensemos en la ciudad tardoantigua del Tolmo de Minateda, visible desde el monasterio) sino también el religioso??' (JORDÁN MONTES Y MATILLA SE!QUER, 1995, 332). Esta hipótesis nos parece muy atractiva, ya que viene a ratificar nuestra idea de que en esta zona del sureste provincial se debe situar uno de los limites entre bizantinos y visigodos y que la ciudad del Tolmo debe jugar un papel importante en este contexto. Sin embargo pensamos que hasta que no haya un estudio más profundo sobre las inscripciones que muestre realmente un corte entre la epigrafía ibérica y la visigoda, es decir, el no mantenimiento del lugar como sitio de culto durante toda la época romana, no se puede hablar de fundaciones visigodas, si además no contamos con otros materiales que nos muestren que efectivamente las gentes que habitaron el conjunto son hispanovisigodos, todas las hipótesis no pasan de ser meras lucubraciones, muy gratas desde luego, pero carentes de una base científica sólida. 162. Finalizado nuestro estudio, ha sido publicada una monografía que incluye planimetrías más completas, estudios de las inscripciones, así como otros trabajos sobre el entorno geográfico y arqueológico (GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1997). Este estudio, mucho más completo es de obligada lectura, sobre todo el apartado referido alas inscripciones (VELÁZQUEZ SORIANO, 1997). Sin embargo nosotros hemos creido conveniente no realizar modificaciones y mantener la redacción original del nuestro, aunque advirtiendo de su existencia. 193 39.2. MATERIALES Inscripciones CM 1. Situada en el panel h a 135 cm del suelo mide 23x17 cm (ABASCAL PALAZÓN, 1990, C- la, 91; GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, n° 1, 336). Transcripción (según González Blanco y otros): MARTVRIUS FECIT DIE IOVIS SANVS SV BIT SANVS RED!... 7WE CM 2. Situada en una columna (panel k), en su parte interior y elevada. Mide 30x2,5 cm (ABASCAL PALAZÓN, 1990, C-Id, 92; GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, n°4, 337). Transcripción (según González Blanco y otros): INTRABIT SANCTUI VIR DEI NOMINE CILA CM 3. Situada en el panel h a 160 cm del suelo (ABASCAL PALAZÓN, 1990, C-lb, 91; GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, n°2, 336). Transcripción (según González Blanco y otros): -f 13 ir b b E flE y 7• O ASTVRIVS VIVAS IN DEO ET PERMANEAS IN CHRISTO Se trata de una típica formula sepulcral, aunque también puede ser una expresión de deseos para Asturius (GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, 336). El de Asturius es un nombre bastante común en época tardía. CM 4. Situada en el panel h a 150 cm del suelo (ABASCAL PALAZÓN, 1990, C-lc, 92; GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1984, n°3, lám. 2, 336). Transcripción (según Abascal): [ --- Jajuba servo Thomasio clerico 194 Transcripción (según González Blanco y otros): ...AJUBA SERVO THOMASIO CLERIGO 71, 'l fili~lknA~ Esta inscripción es bastante larga, y aunque su texto no ha podido ser leído en su totalidad parece corresponder a parte de una oración. Los estudiosos también recalcan el interés de nombre (GONZALEZ BLANCO Y OTROS, 1984, 336). 39.3. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1983, 1984 y 1997; JORDÁN MONTES Y MATILLA SÉIQUER, 1995; VELÁZQUEZ SORIANO, 1988a 1997. 111.40 ALBORAJICO (AL) (Tobarra) 40.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 843 del M.T.N.) Se sitúa Alborajico en el término municipal de Tobarra, a unos cinco kilómetros al E de dicha población, entre los caseríos de Aljubé y Alboraj. El yacimiento, catalogado como un eremitorio rupestre cristiano, se localiza en una muela con inclinación ascendente, aprovechando los frentes tallados de una antigua cantera. En este lugar se producía la confluencia de los arroyos de Aljubé y Ojuelo, por lo que las vegas producidas por ambos arroyos eran muy ricas y con aprovechamiento agrícola importante. El hábitat rupestre está formado por tres estancias, de las cuales, la denominada 1 por los investigadores que han trabajado en este conjunto, parece corresponderse con un edificio religioso-iglesia-, mientras que las II y III parecen corresponderse con lugares de habitación 163. 163. En el monográfico antenomlente citado sobre la Camareta (GONZÁLEZ BLANCO Y OTROS, 1997), hay un trabajo sobre este ermitorio donde se ofrece una nueva planimetría del sitio (MONGE LLOR Y JORDÁN MONTES, 1997). 195 / Planta de las estancias 1 y II Alzado de la estancia 1 La estancia 1, con orientación E-O, de forma alargada mide 26 m. de longitud, 5 m. de anchura y 2,5 o 3 m. de altura. En sus lados tiene varios nichos u hornacinas, y al fondo, en lo que sería el ábside, contiene lechos tallados en la roca con almohadones también tallados. Según la tradición local había un altar formado por dos lajas ver ticales y una horizontal. Sobre este ábside, hay tallado un cilindro de 12 m., hasta la superficie exterior donde un canal periférico evita que las lluvias se introduzcan en el interior del espacio sagrado. El techo de la estancia fue tallado a dos aguas para resaltar su carácter de lugar de culto. En la fachada exterior, sobre y alrededor de la puerta de entrada, hay grabadas varias cruces con los extremos acabados en triángulos como suelen ser características en esta época' 64. También junto al vano de entrada queda constancia de las entalladuras para el encaje de la puerta. Junto a la entrada, a su izquierda hay una pila tallada en la roca que se ha interpretado como posible pila bautismal. Alzado de la pared izquierda de la estancia 1 - - - Alzado de la pared derecha de la estancia! 164. Este tipo de remate es el típico de época visigoda y lo vemos tanto en los extremos de los brazos de las letras, como en las cruces. 196 La estancia II parece una pequeña habitación, con dos lechos tallados en la roca. A 1.. ITT la vwll...la A1 Ft W6U ..1.....A.. ,1. 1. wjaua U lCl. anteriores, se accede mediante una escalera tallada en la roca que da paso a una habitación pequeña en la que hay otra / / cama de piedra con almohada y un nicho en la pared. Sobre su techo hay excavado un tubo troncocónico al que se ha otorgado una función de silo y que comunica (1 con la estancia desde la parte superior mediante una entrada o conducto camuflado en el paisaje. Se ha interpretado -. como la habitación del abad (JORDÁN MONTES Y MAliLLA SÉIQUER, 1995, 326). En los alrededores del eremitorio se localizan los restos de un emplazamiento de época romana al que se superpone una alquería musulmana y en donde en prospección han aparecido los restos cerámicos que nosotros incluimos a continuación. En las inmediaciones del conjunto se localizan los restos de otro caserío o alquería musulmana de primera época, Alboraj, de la que ya hemos hablado anteriormente. Creemos que debe tratarse en realidad de una pequeña comunidad o aldea articulada en tomo al conjunto rupestre en el que los restos de viviendas, algunas solapadas y todas cercanas entre sí, nos están indicando una continuidad en el poblamiento del sitio desde época romana (cuando posiblemente debe ponerse en funcionamiento la cantera), que se prolonga sin solución de continuidad durante toda la Antigüedad Tar día, período islámico, y posiblemente durante la Edad Media y Moderna, ya que aún quedan en pie restos de casas ocupadas hasta tiempos recientes 165 . 40.2. MATERIALES Ceráinica' Se han recogido fragmentos de ARSW de las formas Hayes 81 A, 82, 91, 99, 101 y 109. De las formas Hayes 101 y 109 se han recogido piezas en Cartagena (MÉNDEZ ORTÍZ, 1988, 126-127; MÉNDEZ ORTIZ Y RAMALLO ASENSIO, 1985, 242243). 165.De hecho tenemos referencias de personas que aún nacieron allí. 166.Los materiales no los hemos visto por lo que únicamente consignamos lo publicado por los investigadores que estudian el conjunto. 197 40.3. BIBLIOGRAFÍA JORDÁN MONTES Y GONZÁLEZ BLANCO, 1985; JORDÁN MONTES Y MATILLA SÉIQUER, 1995; MONGE LLOR Y JORDÁN MONTES, 1997. 111.41. EL GAVILÁN (GV) (Munera) (Lám. 45) 41.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN (Hoja 764 del M.T.N.) En la finca del mismo nombre y en un paraje denominado Paradas del Auto al suroeste de Munera junto a la carretera que une Munera con El Bonillo, se halló de forma fortuita en 1964 una patena litúrgica de época visigoda. No hay más noticias de hallazgos en esta zona con posterioridad a este descubrimiento. 41.2. MATERIALES Metal GV 1. Patena de bronce de época visigoda procedente de un hallazgo fortuito y estudiada de una manera exhaustiva por Palol. De bronce fundido es de borde plano y pie anular. Al interior contiene la siguiente inscripción: = IN - ¡dOMINO CONFId(o) desarrollada en una banda que recorre toda la superficie superior. La zona central o umbo tiene una decoración formada por un motivo en forma de botón del que salen cuatro ondulaciones enmarcado por dos círculos concéntricos; desde éstos se desarrolla de nuevo el tema de las ondulaciones que se disponen en forma de cruz, formándose cada grupo por tres de dichas ondulaciones. La patena tiene además dos listeles decorativos, uno en el borde, y otro que separa la inscripción de la zona central. Altura: 3,5 cm; diámetro del borde: 22 cm; diámetro de la base: 8,5 cm (PALOL, 1964, 312). 198 De esta pieza creemos haber encontrado su ubicación actual en el museo de los Concilios y de la Cultura visigoda de Toledo donde figura como de procedencia desconocida. En la guía editada del Museo, la pieza 197, de la vitrina Vifi tiene la siguiente descripción: "Pátera eucarística en bronce a la que falta un trozo del borde en el lugar adonde iba adosado el mango. El umbo realzado está ornamentado con zona de líneas curvas, y por fuera, leyenda en que parece iniciarse con una palabra que debe referirse a vita, tan frecuente en estas patenas, dice: 1 VII dOMINO CONFd. Por el envés, ruedo de asiento, y dentro, círculos concéntricos incisos. Siglo VII. Alto, 0,035; diámetro, 0,215 m. Propiedad del Museo Arqueológico Nacional." (REVUELTA TUBINO, 1973, 83). La patena de Munera tiene el mismo esquema decorativo del umbo central que una catalogada por Palol de procedencia desconocida y en el museo Lázaro Galdiano167 , ( PALOL, 1950a, p09, lám.XLIX 2, 89-90). Ambas se diferencian por la forma de la flor central, y por el número de ondulaciones, pero la idea de la composición es la misma. 413. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, 1990; ÁRIAS, 1987; GARCÍA SOLANA, 1966; PALOL, 1964 y 1990; REVUELTA TUBINO, 1973; VIVES, 1969. 111.42. LIÉTOR (LI) (Liétor) (Lám. 45) 42.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA La pieza que presentamos se conserva en la colección parroquial, sin que su procedencia concreta se conozca 1 . 42.2. MATERIALES Metal LI 1. Ampolla de bronce de cuerpo redondo y sección aplanada. Tiene un alto cuello rectangular al que le falta el borde. Las asas arrancan de la mitad del cuello 167.En el estudio sobre la de Munera (PALOL, 1964) por error atribuye otra procedencia a ésta patena del Museo Lázaro Galdiano. 168.Aunque el señor párroco de Liétor tuvo la amabilidad de mostramos la ampolla, no pudimos dibujarla y medirla, por lo que presentamos la pieza a partir de fotografías con escala; de la misma manera nos fue imposible averiguar datos sobre su origen y contexto de aparición, y únicamente se nos aseguró que procede del término municipal. El dibujo es de Paloma Román. 199 hasta los hombros. La pieza tiene ambas caras decoradas en relieve. En una de ellas, el motivo central -en el cuerpo- es un rostro nimbado con cruz rodeado por una orla decorativa de ovas con triángulos inscritos. En el cuello un crismón? sobre el que se sitúa una cruz de tres brazos patada; el reverso tiene como motivo central una flor de lis rodeada de una red romboidal enmarcada en una orla aspada. En el cuello se repite el motivo de crismón sobre el que se sitúan unos motivos decorativos de líneas, unas verticales inclinadas enmarcadas entre dos horizontales, y sobre este conjunto un cuadriculado, todo ello muy torpe. Altura conservada: 7,5 cm; diámetro del cuerpo: 4,4 cm. No conocemos paralelos hispanos para este modelo, que encontramos muy similar a los frascos del santuario S. Menas. 423. BIBLIOGRAFÍA Inédito. 111.43. LOMA DE LOS CASARES (LC) (Lám. 45) 43.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Se trata de una pieza incompleta procedente de un hallazgo fortuito y cuya localización, por la referencia que se conserva en la etiqueta de la pieza, es muy imprecisa ya que en ella simplemente consta la siguiente descripción: Loma de los Casares, entre Riopar y Villaverde. 43.2. MATERIALES Metal LC 1. Fragmento de placa de cinturón de bronce de tipo liriforme. Se conserva el extremo dista¡ redondeado o circular. La decoración está enmarcada por un sogueado o cordón que recorriendo todo el perfil exterior de la cabecera forma al interior dos 200 espacios en forma almendrada unidos en su extremo redondeado, el mas cercano a la zona central de la placa inexistente quedando j así un tercer espacio de forma triangular. Dentro de cada uno de ellos se encuadran estilizaciones de cabezas de ave. La pieza cuenta además con tres apéndices decorativos en el perfil. En el reverso hay en la zona central otro apéndice con un agujero central para la sujeción al cinturón. En cuanto a los paralelos de esta pieza nos encontramos con el mismo caso que con la pieza del Tolmo de Minateda, de la que ésta sería un otro paralelo. Junto a éstos ya indicados, tenemos un par de piezas más que responden a este modelo, en el que nos hemos fijado a la hora de establecer correlaciones, amén de la decoración de pájaros, sobre todo en la situación de los dos almendrados y del triángulo central que se deriva de esta composición, situado en nuestro caso junto al extremo de la placa, siendo más corriente en los ejemplares anteriormente expuestos, en la zona de unión con la parte central. Así existen dos nuevos ejemplos publicados por Zeiss en su catálogo (ZEISS, 1934, láni. 18, 9, 10, 11). Se trata de tres piezas completas muy semejantes en esquema y decoración, con la salvedad de que el triángulo central tiene decoración diferente en cada uno de los ejemplos. No sabemos como era el resto de la placa albacetense pero a tenor de lo visto, y si creemos que pueda ser el mismo modelo que las publicadas por Zeiss siguen un esquema decorativo en el que el principal rasgo es la zona central decorada por círculos. 43.3. BIBLIOGRAFÍA Inédito 11144. ALPERA (AP) (Alpera) (Lám. 45) 44.1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA De este municipio procede un anillo de plata de época visigoda cuyo hallazgo se produjo en los años veinte y que ha sido dado a conocer y donado al Museo recientemente. En el trabajo de publicación de este anillo hay una reseña acerca de las condiciones en que apareció, reseña apuntada en un manuscrito del autor del hallazgo, un aficionado de Alpera "...Y en donde verificadas pequeñas excavaciones se han encontrado objetos de bronce, sortijas, barros y otros objetos... En unas obras sepultura con anillo." (SERRANO VÁREZ Y FERNÁNDEZ PALMEIRO, 1993, 8). 201 44.2. MATERIALES Metal AP 1. Anillo de plata fragmentado en dos piezas. De sección laminar, tiene una decoración a / base de incisiones. El motivo central, donde la cinta se ensancha, es una cruz patada enmarcada por grupos de líneas de forma triangular. A ambos lados de la zona central la decoración es a base de 1 grupos de óvalos en cuyo interior se desarrolla una línea central rodeada de triángulos. Longitud conservada: 4 cm; anchura máxima: 0,9 cm; grosor: 0,1 cm. Por lo que respecta a los paralelos para este anillo, al presentar el de los Pontones (PO 1) ya hemos resaltado piezas similares a las que añadimos otros ejemplos, sobre todo en lo referido a la decoración triangular hecha con buril como son los de otro anillo de la necrópolis de Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. 1, sep. 8 y 9), Madrona (MOLINERO PÉREZ, 1971, lám. LXX) o los conquenses de Villaverde y Pasaconsol y Villar de la Encina (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 46, A, B,E yG). ' 1 443. BIBLIOGRAFÍA SERRANO VÁREZ Y FERNÁNDEZ PALMEIRO, 1993, fig.l. 11. 202 III. EVOLUCIONES Y PERDURACIONES En este capítulo vamos a realizar los estudios arqueológicos tanto de los materiales como de sus contextos, en un intento no solamente de hacer análisis descriptivos formales y comparativos con otras series, sino de plantear cuales son los marcos históricos, políticos, económicos o culturales en que se desenvuelven los habitantes de esta provincia en estos siglos. Nuestro empeño es trazar hipótesis de comarcalización y evolución, más que hacer profundos estudios de materiales o asentamientos ya que, de un lado, ni contamos con muchas series provenientes de contextos arqueológicos, ni conocemos la extensión real, tanto en lo referido a ocupación temporal como al rango de dicha ocupación, para muchos yacimientos, y de otro, tampoco creemos que sea lo más interesante el realizar exhaustivas búsquedas bibliográficas de paralelos etc, si éstas no van acompañadas de otro tipo de análisis 169 . El capítulo tiene este título porque creemos que en ese "juego" entre lo que evoluciona y se modifica, y lo que se mantiene o perdura es donde están las claves para seguir el desarrollo de las sociedades. Lo hemos dividido en tres grandes apartados: - el denominado vida cotidiana que es el estudio de los materiales: metales, vidrio, cerámica, hueso y piedra, en los que hemos hecho especial incidencia en los tres primeros, los más numerosos e identificables, además de ser los objetos, en general, de un uso más común y "cotidiano". - un apartado dedicado al poblamiento, donde se analiza la distribución de los asentamientos y sus relaciones, la evolución de los modelos de poblamiento, y se plantean varias modalidades de uso el espacio. - un tercero es el análisis y estudio del mundo funerario, de las necrópolis, cuales son, donde están, que estructura tienen, que ajuares se registran y con que asentamientos se pueden relacionar. Creemos que analizando estos tres campos, el primero más específico, pero la llave de acceso para los otros dos, se completa la panorámica que pretendemos mostrar. ffl.1. LA VIDA COTIDIANA. ESTUDIO DE MATERIALES Como hemos dicho en líneas anteriores, vamos a hacer el estudio de los distintos objetos descritos en el corpus de yacimientos. En dicho capítulo incluíamos tras la 169. No queremos decir que los estudios formales no sean importantes, de hecho silo son, y mucho ya que son la herramienta que nos permite obtener unos marcos de referencia que de otra manera sería muy difícil, por no decir imposible, obtener. 203 descripción de las piezas, los paralelos que habíamos encontrado en otros sitios de similares características y cronología, por lo que aquí nos vamos a dedicar a plantear las problemáticas de cada producción y a encuadrar las piezas dentro de los círculos culturales y marcos cronológicos a que se pueden adscribir. En los casos en que sea posible haremos una evolución de las formas desde época tardorromana a la visigoda, y señalaremos cuáles son a nuestro modo de ver los eslabones que enlazan unos momentos con otros. 1.1. METALISTERÍA La de los metales es una de las producciones que además de no perderse, en el Bajo Imperio vive una fase de esplendor, sobre todo en lo que se han denominado tradicionalmente artes menores, o lo que otros más recientemente denominan con el nombre de instrumentum domesticum. Asistimos a una diversificación de las producciones destinadas al uso cotidiano, la vajilla de mesa y cocina, herramientas, vestimenta, atalajes o litúrgia. Junto a ello, y para lo que respecta en concreto a Hispania, la originalidad en la ejecución de nuevos diseños, hacen de este momento una de las grandes etapas de la metalistería hispana. Las piezas metálicas pueden dividirse en función del uso que se les da. Así las agrupaciones principales serían las de recipientes empleados como vajilla, objetos de uso personal, elementos de atalaje de caballerías, herramientas, utillaje diverso (clavos, cantoneras, etc.). Para los metales de época visigoda estas serán las mismas agrupaciones aunque tenemos que incluir dos puntualizaciones: - los metales usados como vajilla son piezas de carácter litúrgico. - no hay elementos de caballería. Comenzando por la vajilla metálica tardorromana, dentro de las piezas propias de mesa incluimos una pátera' 70 (BA 1), una sítula (BF 1), asas de sítula (CZ 2 y 3), copas de pie alto (ER 1) y una cuchara (BF 2). Las copas realmente no son piezas empleadas como vajilla, ya que debido a sus dimensiones debemos considerarlas más bien como juguetes, pero el modelo deriva evidentemente de piezas de uso real. Antes de analizar estas piezas concretas creemos interesante apuntar algunas notas generales referidas tanto a los usos o la fabricación, como al dispersión o los influjos a que está sometida la vajilla de bronce tardorromana. No pretendemos aportar nada nuevo, solamente presentar el panorama en que se enmarcan estas piezas. En primer lugar se plantea la cuestión de saber para qué sirven estas piezas, cuáles son sus usos. Aunque para algunas de ellas está claro su uso doméstico y uno posterior funerario, conviene, no obstante, señalar que dentro de este gran grupo de vajilla doméstica se 170. Según la denominación tradicional, la establecida por Palo¡ en su tipología (PALOL, 1970) o fuente según los autores que publican ésta de Albacete (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a). 204 incluyen recipientes con un uso diverso, con funciones o categorías que para otros materiales como las cerámicas se diferencian bien: vajilla de mesa y las de vajilla de cocina. Es evidente que las grandes ollas o sítulas tienen un cometido específico muy distinto de los cuencos o páteras, cucharas o copas¡ 71 . Otro aspecto que es interesante resaltar es el ya apuntado por Fuentes de que junto al vidrio, los metales formarían la parte de la vajilla doméstica que no cubren las cerámicas. La segunda pregunta podría ser quien o quienes usan estos recipientes. Sobre la cuestión hay diferentes puntos de vista. Para autores como Fuentes, el bronce no se debe considerar un material de lujo, formaría parte de la vida cotidiana de las clases medias o incluso bajas (FUENTES DOMINGUEZ, 1990 a, 122); para otros como Eloisa Wattenberg, estas piezas deben considerarse como parte del ajuar doméstico de elevado nivel social (WATI'ENBERG, 1990, 316) 172 Otra cuestión a plantear es la de cómo y dónde se fabrican los objetos. En cuanto a las técnicas de fabricación y trabajo de los metales, se emplea el batido o martilleado de las piezas para conseguir láminas sobre las que luego trabajar. En caso de necesitar más de una lámina, se usan remaches para unir las piezas o planchas, o se sueldan mediante una pestaña rellena de polvo de metal. En algunos casos se debieron utilizar troqueles (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1990 a, 123). Para las decoraciones que algunas de ellas ostentan, se harían repujados mediante buriles, algunos a tomo, como ocurre en el mango de la pátera de Fuentespreadas (SALCEDO Y SÁNCHEZ SANTOS, 1990, 251). La fundición se emplea poco, y sobre todo para elementos de sus. 171.En un principio, la mayor parte de los utensilios de vajilla metálica conocida, tanto de hierro, pero sobre todo de bronce, se había encontrado en contextos de necrópolis, lo que junto con la aparición de conjuntos excepcionales como el de Fuentespreadas, llevaron a pensar a Caballero que estas piezas, al formar parte del ajuar funerario, debían tener un carácter sagrado, bien de ofrenda bien de distintivo de algún tipo de liderazgo (CABALLERO ZOREDA, 1974). Nuevos hallazgos como los de los Tolmos de Caracena en que las piezas cubrían la cabeza y los pies del difunto (JIMENO MARTÍNEZ, 1979, citado por WA'LTENBERG, 1990) avalaban o más bien permitían mantener esta teoría. Frente a esta postura; los trabajos de Fuentes (FUENTES DOMINGUEZ, 1989; 1990 a), retoman algo ya mostrado por Palol en la primera sistematización de estos materiales (PALOL, 1970 a), la dualidad de su uso tanto como vajilla de mesa como de piezas usadas en el ritual funerario, negando su carácter únicamente funerario. 172.Bajo nuestro punto de vista, y sin optar por ninguna de las dos posturas, ambas tienen argumentos a favor yen contra. Por un lado aunque su coste no es excesivo, tampoco estaría al alcance de cualquiera, y de hecho el número de objetos que nos han llegado no puede compararse con el otros materiales, y no sólo nos referimos a cerámicas sino a otras piezas también metálicas como por ejemplo los broches de cinturón, que si bien es cierto son de uso individual mientras que cualquier pieza de vajilla es usada por una comunidad, la desproporción numérica es evidente. Pero por otra parte, también es cierto que por su naturaleza son materiales susceptibles de ser nuevamente fundidos reutilizándose la materia prima, por lo que esta puede ser causa de su escasez en los yacimientos, aunque de todas formas tenemos que tener en cuenta que un número no pequeño de los recipientes que conocemos presentan huellas de reparación, lo cual no sé si será un indicio de un alto coste relativo o simplemente este fenómeno se debe a otras causas, como podrían ser la propia infraestructura u organización del mercado de estos objetos, u otras más prácticas, como la de no desechar un recipiente y reemplazarlo por otro nuevo si con un simple arreglo puede seguir cumpliendo su cometido. 205 pensión (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1990 a, 123). No obstante, algunas piezas debieron fabricarse en moldes de fundición como las copitas de Albacete, aunque es cierto que no forman parte exactamente del grupo y su inclusión aquí es más por cuestiones prácticas que metodológicas. Por lo que respecta a los lugares de fabricación de los metales, los estudios son aún muy fragmentarios y sólo contamos con indicios que abogan por una fabricación hispana de los mismos. Para la fabricación de bronces¡ 73 conocemos el nombre de tres oficinas que han proporcionado otras tantas piezas: una procedente de Mérida con la inscripción EX OFFICINA NECLECL.TI, otra en un mango de pátera y procedente de la villa de La Cocosa con el siguiente texto: EX OF ASEELI.UTER.FELIC IN DEO, y la tercera de la colección de la universidad de Santiago de Compostela en la que se lee: EX OFICINA 1. Muchos de los objetos en bronce no necesitarían una gran infraestructura, sobre todo los dedicados a la vajilla de mesa, y restos o posibles indicios de otros artesanos o talleres se han encontrado en Segóbriga (FUENTES DOMINGUEZ, 1983) o La Bienvenida, donde junto a un buen catálogo de piezas se han encontrado "...muchos restos de metales empleados para remaches, acabados etc. así como láminas y tiras de bronce o plomo de uso indefinido que demuestran una gran actividad metalúrgica creemos que Sisapo, como Segóbriga, debió ser un taller activo al menos durante el Bajo Imperio en la Meseta Sur?' (AURRECOECHEA Y OTROS, 1987, 277). Pero el trabajo del metal no estaría sólo en manos de talleres asentados sino que gran parte del trabajo sería realizados por artesanos itinerantes, lañadores, que se dedicarían a reparar e incluso pudieron fabricar algunas de las piezas que no necesitasen complejas instalaciones. Las reparaciones, como se ha dicho antes, son habituales en las piezas de bronce, y para confirmar la existencia de estos lañadores o reparadores contamos con un hallazgo excepcional, no tanto por el número y valor de las piezas que lo componen, que es grande, sino por la significación del conjunto. Se trata del depósito de S. Antoni de Calonge en Gerona (PALOL, 1953 a). Aquí se encontró un ocultamiento de bronces que incluye piezas con una cronología que abarca desde el siglo IV para las más antiguas, hasta el siglo VII para las más modernas. Palol interpreta el conjunto como una ocultación en un momento de inestabilidad o peligro, y debido a la presencia de dos estateras, panes de fundición, y piezas reparadas, aboga por interpretarlo como "...los materiales de trabajo de un taller de fundición o de reparación de bronces, que tenía sus propias reservas en cobre puro sin trabajar y sus balanzas para comprobar los pesos." (PALOL, 1953, 68). En cuanto a las diferentes cronologías de las piezas piensa que las más antiguas habrían sido recogidas y adquiridas para la fundición. ... 173. Y nos referimos aquí a estos materiales en general, no solamente a la vajilla doméstica. 206 La vajilla de metal sería fabricada en la mayor parte de los casos por estos artesanos itinerantes, caldereros y lañadores. Otro punto de interés es el conocer cual es la repartición geográfica de los recipientes. No son piezas privativas del Duero, ni tan siquiera de la Meseta, sino que hay ejemplares en otras zona tales como Andalucía, Aragón, Portugal, Levante, Baleares etc. Los recipientes responden a unas ideas comunes, por lo que debió haber unas redes económicas que relacionasen todo el ámbito de la Península y que van más allá de lo que es el simple mercado o producción local autárquica. Por último nos quedaría hablar de su origen, de qué fuente beben estos metales. Sobre los tipos se señala su derivación de prototipos altoimperiales, aunque no están exentos de las corrientes que circulan por todo el Imperio, sobre todo las modas o estilos impuestos por Oriente, una influencia que se refleja en vajilla de toda Europa, por lo que no es extraña la semejanza de algunas de estas piezas con otras de la zona del Limes, sin que ello suponga una derivación directa de las hispanas de otras, una importación de modelos sensu estricto. También la platería debió tener gran importancia en la difusión de prototipos, como ocurre en otras zonas del Imperio (FUENTES DOMINGUEZ, 1990 a, 122). Esto es muy claro para el caso de las cucharas, el único modelo de vajilla encontrado en nuestro suelo tanto en metales preciosos como en bronce. Por lo que respecta a las piezas concretas de la provincia de Albacete, algunas de ellas, las copas de Ontur y la sítula y cuchara de Balazote formaban parte de ajuares funerarios, mientras que la pátera del Bachiller no tiene un contexto preciso al ser una donación procedente de un hallazgo fortuito y algo irregular. Esta pieza se define en el catálogo de bronces de la provincia de Albacete (ABASCAL PALAZON Y SANZ GAMO, 1993 a) como fuente al optar los investigadores por reservar el nombre de pátera para los objetos con una clara finalidad litúrgica' 74 . La cuestión, que quizás resulte baladí, nos ha parecido conveniente citarla en aras de una mayor claridad y, sobre todo, para evitar futuras confusiones que llevasen a suponer una duplicidad de piezas, cuando en realidad se trata de la misma. Y decimos esto porque nosotros hemos optado por designarla en nuestro catálogo como pátera desechando los de fuente y cuenco. El problema de nomenclatura del grupo VII de Palo¡ arranca desde el momento de la clasificación. En su trabajo, el investigador al explicar su tabla tipológica llama a los recipientes del tipo VII cuencos, pero en el catálogo de las piezas vemos como utiliza indistintamente ambos nombres, pátera y cuenco (PALOL, 1970). Posteriormen174. El de pátera es un nombre común cuyo significado es "llana", y que se usaba para designar a cualquier pieza plana, no solo en metal sino también en cerámica, y que tiene su correspondiente diminutivo, pazella. Por otra parte, en época clásica romana, el apelativo para las piezas litúrgicas es trullae, también un nombre común que significa "cazo". 207 te Caballero introduce una idea nueva que no prospera: "A pesar de las dudas que pueda presentar el uso de la tradicional distinción entre cuencos, sin mango horizontal y pátera, con un horizontal, aceptada por Palol (Necrópolis, 1970), debemos mantenerla, a pesar de que la pátera a primera vista nos recuerde la forma de nuestra sar tén (lat. sartago). La distinción también se da por la presencia en el cuenco del pie de ruedo y sus ausencia en la pátera." (CABALLERO ZOREDA, 1985, 105-6) 175 . El profesor Fuentes opta por dar el nombre pátera a estas piezas del grupo VII, dejando el de cuenco para las del tipo VIII (FUENTES DOMÍNGUEZ Y OTROS, 1983, 52, láni.XXXII; 1989, 73, fig. 24; 1990, 124). Hemos optado por la terminología de pátera al ser la más reciente, porque la forma de la pieza nos recuerda más recipientes de este tipo, al tener además nuestro ejemplar solamente un asa, pero lo mismo podríamos haber usado la de cuenco. La razón para no utilizar la denominación de fuente es que esta es una nomenclatura nueva para la vajilla de bronce y porque, al menos para cerámicas, se suele usar este término para piezas de un diámetro mayor a 30 cm. En otro orden de cosas, el único paralelo exacto para nuestra pieza es la de la necrópolis de Albalate de las Nogueras (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993, 84). Nosotros no hemos encontrado nuevas piezas en la bibliografía consultada. La sítula o acetre de La Vega enmarcada en el tipo 2176 de Palol (ABASCAL PALAZÓN Y SANZ GAMO, 1993 a, 88) apareció formando conjunto con una cuchara dentro de una sepultura de inhumación. Dentro del catálogo de vajilla doméstica tardorromana de Palo¡ (PALOL, 1970) no hay ningún ejemplar idéntico. De hecho, deberíamos considerarla, en rigor, como un tipo mixto —por llamarle de alguna manera— entre el 3a cuyo perfil se corresponde muy exactamente, pero en el que no se puede encuadrar al no cumplir el requisito principal de este tipo 3 que es el de estar fabricado al menos en dos láminas, y el 1, por la descripción del tipo general, aunque las formas presentadas por Palo¡ no se corresponden en sus perfiles, ya que en las de él predomina la verticalidad. En cualquier caso creemos que la correspondencia con el tipo 2 es la menos acertada de todas. Este problema nos lleva de nuevo a reflexionar sobre un aspecto ya resaltado por Fuentes (FUENTES DOMINGUEZ, 1990 a) y es el de la necesidad de revisar esta tipología, que basada en una descripción formal más que funcional de las piezas, produce "estos pequeños quebraderos de cabeza" a la hora de incluir nuevos recipientes en el catálogo. 175. Entre las piezas albacetenses hay un mango de hierro (ER 14) que posiblemente sea parte de una de estas páteras. 176. No estamos de acuerdo con clasificarla dentro del tipo 2, pues éste se reserva para piezas de gran tamaño y cuerpo globular. 208 Para esta pieza no conocemos paralelos en otros puntos de la Península' 77 Sobre los apliques de asa de sítula únicamente nos vamos a referir a uno de la Casa de la Zúa con una cabeza esquematizada (CZ 3). A estos apliques se les suele otorgar una cronología temprana (ss.11-HI), sin embargo tanto en la villa de la Olmeda (PALOL, 1970, fig. 7), como en Vila.Roma (RUIZ DE ARBULO, 1989, fig. 212, 11.22) o en el asentamiento de Sant Josep (Castellón) (ROSAS ARTOLA, 1980, fig. 2.17), hay apliques de asas con cabezas similares, fechadas entre la segunda mitad del s. IV y V, lo que podría alargar la cronología de estos soportes de asas. Incluimos en este apartado una cuchara de bronce que, aunque tradicionalmente no se ha incluido en las sistematizaciones de la vajilla metálica, nosotros pensamos que definitivamente forma parte de este grupo, y como tal debe ser incorporada. Para estas piezas se destinó en principio una función litúrgica, servirían para las comuniones (GARCÍA Y BELLIDO, 1971). Elorza (ELORZA, 1988) vuelve a replantear su uso llegando a conclusiones diferentes. Las razones por las que rechaza las tesis que les atribuyen un uso litúrgico son las siguientes: - La mayor parte son de bronce y la iglesia solía utilizar para sus ritos metales preciosos. - La aparición de cucharillas semejantes por todo el Imperio haría presuponer unos ritos iguales en todas partes, y durante estas fechas no hay una unidad litúrgica. - Los documentos de liturgia que conocemos no hacen nunca referencia a cucharillas, y sí a la administración del vino bebiendo de un cáliz. - Por último, y quizás definitivo, la aparición de algunas de estas piezas en contextos arqueológicos a priori incompatibles con un uso litúrgico de estas piezas. Han aparecido en sepulturas, como una de Albalate de las Nogueras, y con otros recipientes que nada tienen de litúrgico —la pieza de Albacete apareció en una sepultura formando ajuar con una sítula—, en tesoros u ocultamientos, como el de la Alcudia de Elche, aunque de una fecha algo posterior, (RAMOS FOLQUÉS, 1948), o en poblados como el de Puig Rom en Gerona 178 A nuestro modo de ver estas piezas forman parte de la vajilla de mesa, vajilla rica en los casos de piezas en plata' 79, y menos lujosa para los ejemplares de bronce, como es el caso de la pieza albacetense. Aclarada su finalidad queda por precisar bien su cronología y evoluciones. Tanto la pieza de Albalate de las Nogueras como el ejemplar de Albacete, serían de los . . 177. Nos referimos a paralelos exactos, ya que piezas muy similares y con el mismo uso, hay bastantes, la mayor parte recogidos ya por Palol en sus trabajo tan repetidamente citado. 178. Fuera de la Península también se conocen numerosos ejemplares aparecidos tanto en contextos funerarios como en ocultamientos (ELORZA, 1988, 385-6). 179. En los ejemplares del museo arqueológico la mayor parte son cucharas de plata. La explicación de este fenómeno puede ser que la plata es un material noble y como tal susceptible de atesoramiento o herencia, mientras que las piezas de bronce debían pasar en muchos casos a la refundición cuando se encontraban deterioradas. 209 conocidos con contexto arqueológico, de los más antiguos pues el resto de los materiales que los acompañan se fechan en época tardorromana. De las excavaciones en Conímbriga se conoce otra cuchara de bronce, de la que sus publicadores dicen que es una simplificación de tipos de plata del s.IV (ALARCÁO Y ETIENNE, 1979) 180. Otras piezas proceden de contextos más modernos, ya de época visigoda, como las de la Alcudia de Elche (RAMOS FOLQUÉS, 1948) 0 Puig Rom' 8 pero aún no se conoce bien la evolución del tipo, si es que la tiene. Para acabar con la vajilla metálica tardorromana nos queda hablar de las copitas de la necrópolis de Las Eras. No conocemos paralelos para estas pequeñas piezas de bronce, ni dentro ni fuera de la Península. La única pieza que nos recuerda a las nuestras es una copa del tesoro escocés de Traprain fechado a principios del siglo V. Está realizada en plata y mide 105 cm. de altura; la copa tiene la cazoleta algo más abierta que las de Ontur, pie alto moldurado y base plana circular, muy grande (STRONG, 1979, pl.54 b). El tipo es popular en este periodo, habiéndose encontrado seis más este tesoro y dos en el de Mildenhail (STRONG, 1979, 187). La base plana es muy grande lo que ha hecho pensar que sirviese como una pequeña bandeja. Los labios de las piezas de Mildenhall son perlados, como otros muchos vasos de este periodo. Otro posible modelo del que pueden derivar estas copas es de las copas para huevos. Las aparecidas en la casa de Menandro en Pompeya siguen el mismo esquema de cazoleta y vástago (STRONG, 1979, pl.42b). En lo que se refiere a los recipientes litúrgicos de época visigoda contamos con dos piezas, un jarro de Alcaraz (ST 1) y una patena de Munera (GV l) ,82. El uso eucarístico de los recipientes no plantea ninguna duda, los jarros y patenas servirían para contener las dos especies, y algunas de las piezas llevan inscripciones alusivas a esta función, como una patena del MAN: XPS HIC EST o un jarro de Onís con la siguiente inscripción: XPS ABITAT IC (PALOL, 1990, 149). Palo¡ propone un nuevo uso, su empleo en las ceremonias de ordenación de diáconos y subdiáconos; las patenas se usarían como aguamaniles, como atestigua la inscripción ELLANI AQUAMANVS (PALOL, 1950, n° 2). ' 180. De esta cuchara no se señala en la publicación el contexto arqueológico en que apareció. 181. Citado por Elorza en su trabajo (ELORZA, 1988, 386). 182. No conocemos el contexto de la patena del Gavilán, y la única referencia a otros materiales o asentamientos de época visigoda en ésta zona provienen de las noticias de Enrique García, quien habla de que "en todo el valle del Ojuelo se han hallado con mucha frecuencia enterramientos, según dicen visigodos. En uno de éstos había dos enterrados con pendientes uno de ellos, y sendas vasijas de barro junto a la cabeza", (PALOL, 1964, 316), ...pasando por el molino del Concejo, está la finca llamada Los Huertos. En una parcela de la que se sacaba arcilla se halló un enterramiento bipersonal. Junto a las cabezas tenían sendas vasijas de barro y al lado de uno de los cráneos había unos pendientes de aro de cobre con bolitas." (GARCIA SOLANA, 1966, 84). Lo que parece indudable es que la patena pertenece a un centro de culto que está por localizar. 210 Canon XXVIII del IV Concilio de Toledo, del 633, donde se indica que una patena era entregada al subdiácono en el momento de su ordenación (VIVES Y OTROS, 1963, 202). (De ordine quo depositi iterum ordinantur] Epicopus, presbyter aut diaconus si (a] gradu suoiniuste deiectus in secunda synodo innocens repperiatui non potest esse quodfuerat nisi gradus amissos recipial, ut si episcopusfueril recipial coram altano de manu episcoporum orarium, annulum el baculum; si presbyter orarium el planelam; si diaconus orarium el albam; si subdiaconus palenam el calicem; sic el reliqui gradus ea in su¡ reparationem recipiant, quae quum ordinarentur perceperant. De los ritos con que se vuelve a ordenar a los que han sido depuestos. El obispo, presbítero o diácono que ha sido injustamente privado de su cargo, si fuere declarado inocente en otro concilio, no puede ser lo que ere antes sin recibir antes los grados perdidos, de modo que si fuera un obispo reciba delante del altar, de mano de los obispos, la estola, el anillo y el báculo. Si presbítero, la estola y el planeta. Si diácono, la estola y el alba. Si subdiácono, la patena y el cáliz. Del mismo modo los restantes, reciban para recobrar el suyo, aquellos objetos que les fueron entregados en su ordenación. Pero además las patenas, tendrían otros usos ceremoniales narrados en el Liber Ordinum que, aunque posterior en su redacción, relata seguramente unos usos ya vigentes en la Iglesia visigoda. En el ordo correspondiente se cuenta que el día de Pascua al celebrar la ceremonia de adoración de la cruz, el lignum crucis se colocaba en una patena. Además, también eran patenas los recipientes empleados para recoger los ornamentos del cirio pascual durante la ceremonia de la vigilia pascual (PUERTAS TRICAS, 1975, 132-33). Los jarros también tiene diversos usos, junto a los anteriormente indicados se subraya el de su empleo para el lavatorio de manos como se señala en la Continuado Hispana (PUERTAS TRICAS, 1975, 146). Por otra parte, el propio Palol sugiere que su lugar de aparición puede ser un indicativo de su función, y así además de mostrar algunos ejemplos donde jarros y patenas han aparecido juntos, señala la aparición de piezas de este tipo en el interior de basílicas (Bovalar y Son Peretó) o en tumbas del interior de edificios religiosos (catedral de Tarragona, Quintanilla de las Viñas o el Gatillo) (PALOL, 1990, 150). El jarro es un modelo bien conocido que tiene sus prototipos según Palo¡ en las amulas o jarras litúrgicas noritálicas del V y principio del VI, pero al tiempo y paralelamente se desarrolló de un foco oriental sasánida y sirio (bizantino) que influirá 211 mucho en las producciones italianas de época lombarda (Nocera Umbra y Castel Trosino) cercanas a Rávena. Así se producen influencias del mundo bizantino y del germánico mezcladas que a través del Mediterráneo deben llegar a España. Junto a estas de fundición importadas, tenemos otro grupo de piezas —su grupo segundo— de fabricación ya hispana posterior, y realizadas mediante batido y repujado en la decoración. Subraya además, la fuerte influencia clásica en este tipo de jarros, influencia sobre todo de los ungüentarios de los primeros siglos del Imperio. El jarro de Alcaraz pertenece a este segundo grupo de fabricación local y aunque no se conoce su contexto, se debe fechar al final del periodo visigodo por paralelos con la de Puig Rom, la única del grupo con contexto arqueológico asociada a una moneda de Aquila (710-714). Para Palo¡ estos jarros de su tipo III deben proceder de algún taller quizás situado en la Bética en el que las influencias mediterráneas son más acentuadas que en las piezas de la Meseta. Hay un jarro del Museo de Sassari, muy similar al jarro de Alcaraz que lleva a Palol a pensar que se trata de una pieza hispana llegada a Cerdeña mediante un fundidor ambulante. Sobre la fabricación de los ejemplares de origen hispano, hoy parece claro, no solo que hay varios centros, sino que además hay también orfebres o toreutas ambulantes que a la vez que fabrican nueva piezas, recuperan metal amortizado para reeemplearlo, pero no solo en pequeños ámbitos comarcales o provinciales, sino que debe haber todo un comercio a larga distancia, con sus itinerarios establecidos, que se dedica a estos menesteres, vendiendo piezas nuevas y con cargamento de retorno de material de deshecho (o viceversa). Se trata de un fenómeno que tiene su constatación arqueológica tanto en el conjunto de Calonge, como en los pecios de Cap de Favaritx (Menorca) o Plemmyrion (Sicilia) (PALOL, 1989, 53-57; 1990, 150-151). Como últimas idea se apunta la posibilidad de la existencia de talleres locales en manos de obispos o monasterios, tal y como ocurre en otros metales de consumo y producción privados fabricados en la villae tardorromanas (PALOL, 1990, 151). La importancia fundamental del jarro es que se trata de una pieza relativamente rara o poco abundante y además cuyo contexto está claro, un iglesia o centro de culto, lo que unido a las placas de piedra de Alcaraz, de las que hablaremos más adelante, nos está indicando que en esta localidad hay población en época visigoda, y que además no debe tratarse de un pequeño establecimiento rural aislado sino de otro enclave de mayor importancia como ya hemos ido exponiendo en capítulos anteriores. En lo referido a las patenas, las hispanas de fabricación local se agrupan en un solo tipo. Para los orígenes del tipo no hay que remontarse a corrientes bárbaras o mediterráneas, ya que éstos se encuentran en las páteras romanas de sacrificio altoimperiales, pero la cadena de evolución nos lleva como antecedentes más cercanos a las piezas tardorromanas de las que tenemos abundantes ejemplos (CABALLERO ZORE212 DA, 1985, 105-7). Palol apunta una fabricación posiblemente tardía para las páteras de época visigoda, idea que se sustenta en los paralelos que el encuentra entre las decoraciones de éstas piezas y las de los jarros (PALOL, 1950). La de Munera es interesante sobre todo por su inscripción con el inicio del salmo 11 (10 en la Vulgata), que aparece por única vez como texto litúrgico; esta formula no aparece en ninguno de los repertorios litúrgicos mozarabes o actuales, pero debio usarse en época visigoda quizás para la eucaristía (PALOL, 1964, 315 y 1990, 150). La inscripción está incompleta, ya que las líneas superiores son de abreviaturas, aunque no sabemos de que palabras. Por otra parte, la existencia de letras "d" minúsculas no parece argumento para elevar a tiempos mozárabes la patena, ya que es una letra usada de esta forma en inscripciones hispanas de época visigoda para fechar la Era, y de ahí su empleo; lo que si está denotando claramente la patena de Munera es que se trata de un ejemplar de fabricación hispana (PALOL, 1964, 316). Finalmente una última reflexión: dentro de lo que es el mundo del mobiliario litúr gico, choca bastante el que se conozcan tan pocas piezas, el que todas sean de bronce y el que respondan únicamente a dos tipos de recipientes, cuando sabemos por las fuentes que había una gama más amplia de tipos de vasos litúrgicos, que se fabricaron piezas en metales nobles, y que cada iglesia debía de contar con su instrumental. En el grupo de recipientes de carácter cristiano deberíamos incluir la pequeña botella o eulogia de Liétor (LI 1). Se trata de una pieza exótica al repertorio tradicional, tanto por su morfología, como su decoración y significado. Ya indicamos en su presentación que los ejemplares más similares son las ampollas-recuerdo de los santuarios como el de S. Menas. Se trata de piezas normalmente en cerámica, pero también existen ejemplares en metal. Las ampollas eran transportadas por los peregrinos por devoción y como garantía de bendición. En su interior solían tener alguna reliquia: tierra de algún lugar venerado, agua del Jordán o del Pozo de la Samaritana, esquirlas de la cruz, granos de incienso de los Reyes Magos, migas del pan consagrado por Jesucristo en Emaus... Las metálicas solían llevaban aceite de los santuarios más famosos' 83 . Los frascos o ampollas del santuario de S. Menas (cerca de Alejandría) eran muy famosos, ya que el agua de su manantial era milagrosa y muchos peregrinos se llevaban frasquitos de recuerdo, como homenaje al santo (GUARDUCCI, 1974-75, 618-619). La aparición de un ejemplar de este tipo en Liétor no deja de ser anecdótica, pero al tiempo nos indica como el trasiego con Oriente era habitual, lo que ya sabíamos por otros datos materiales y por las fuentes escritas (correspondencia, peregrinación de Egeria ... ). Pasando en segundo lugar a hablar de las piezas correspondientes al adorno per183. En una carta de Gregorio Magno (del 595) se indica como éste recibió un número de ampollas con óleo santo de Palestina que regaló a la reina Teodolinda. 213 sonal, en época tardorromana encontramos una fíbula (CZ 1), un broche de cinturón (CZ 7) y la hebilla de otro (ER 7), varios botones (ER 9-11; CH 1; CP 1; MO 1; SE 1; LZ 1), varias pulseras (ER 2-5; ES 1), un anillo (ER 6), una bulla (ER 8)184 y clavos de calzado (ER 26); para época visigoda aparecen broches de cinturón (TM 1; LE 1; LE 2; LE 3: LC 1), anillos (LE 4; LES; PE 1; PE 2; TH 1; PO 1; AP 1) y pendientes (BN 1). Las representaciones que conocemos donde aparecen fíbulas, mosaicos sobre todo, abundan en el tipo de fíbula circular que ata a la altura de los hombros las clámides militares y los mantos femeninos, pero parece ser que no son éstos, por los hallazgos arqueológicos, los modelos más difundidos, por lo que parece ser que representar estas fíbulas es más una convención que una traspolación de la vestimenta real. Otro tipo de fíbula empleada en las representaciones iconográficas es la cruciforme, típica del Bajo Imperio, como por ejemplo en el díptico consular de Estilicón, aunque parece ser que éstas sí estaban reservadas únicamente a los grandes personajes, y en la Península Ibérica apenas aparecen. En otro orden de cosas lo que si subrayan todos los investigadores es que en el Bajo Imperio se produce un cambio en el tipo de vestimenta (MARROU, 1980). La toga, el traje por excelencia de los ciudadanos romanos, se reserva para los actos solemnes, pero sobre todo lo que se impone es la camisia, la túnica ceñida al cuerpo y cosida; junto a ello otro elemento típico del ropaje de la época es el uso de braccae, de origen oriental pero usadas tradicionalmente por las tropas del ejército que las popularizan, como vemos en representaciones de mosaicos como los de la cacería de la villa de la Olmeda (PALOL Y CORTES, 1974). Así la mayor parte del atuendo iría cosido y ceñido al cuerpo mediante cinturones o botones por lo que el uso de las fíbulas se debe restringir a muy pocas prendas, mantos o ropas de abrigo y vestuario solemne. Esta debe ser la causa principal de que el número de fíbulas tardorromanas sea menor, aunque lo que es indudable es que siguen siendo un elemento del vestuario pues de otra forma no podríamos explicar su pervivencia en contextos de cronologías más avanzadas. En la provincia de Albacete solo tenemos una fíbula que podamos fechar en contextos tardíos. Se trata de una fíbula de plata procedente del yacimiento conocido como Casa de la Zúa, del que también conocemos otros materiales encuadrables en los horizontes cronológicos propuestos para nuestra investigación. La fíbula, al igual que el resto de los materiales, procede de hallazgos casuales. Bien estudiada por Sanz Gamo en el capítulo dedicado a las fíbulas romanas del catálogo de fíbulas de la provincia de Albacete (SANZ GAMO Y OTROS, 1992) remitimos a este trabajo, no obs184. Sobre la bulla no vamos a hacer un estudio, solamente mencionaremos que se trata de una pieza típicamente romana aunque hay ejemplos de bullae aparecidas en contextos más tardío como la necrópolis del Carpio de Tajo (RIPOLL, 1986). 214 tante vamos a citar el paralelo recogido en este trabajo que es el que sirve de guía para la cronología de la pieza albacetense. Procedente de Mérida, del tablinium de la villa del Hinojal que se fecha a fines del siglo IV o principio del V (ALVAREZ MARTÍNEZ, 1976). Para los estudiosos de la albaceteña ambas deben proceder de un mismo taller. Por lo que respecta a los botones, se pueden agrupar en dos conjuntos diferenciados tanto por la forma de sujección, como por su probable uso —relacionado obviamente con la morfología de las piezas—. Así, el primer grupo estaría formado por los botones de La Capellanía (CP 1), Casa de los Hondos (CH 1), Lezuza (LZ 1) y Montealegre del Castillo (MO 1), en los que la sujección se hace mediante un roblón, mientras que el segundo es el de los botones de Las Eras (ER 9-11), con pasador anillado. El botón de Serradiel (SE 1) plantea una problemática diferente ya que aunque formalmente las piezas en forma de pelta suelen tener un remache para la sujección, como las demás de nuestro grupo primero, sin embargo en ésta es mediante un pasador, como en los ejemplares de Las Eras, por lo que podría tratarse de un tipo o mejor subtipo nuevo. Del primero, el botón de La Capellanía forma parte de un grupo con muy pocos ejemplares y típicamente hispanos. Se fechan en Simancas en la segunda mitad del s.lV y el V (enterramiento 100), aunque su cronología inicial se debe retrasar hasta la primera mitad del s.ffl, por un hallazgo en la excavación de la Torre del Mal Paso (AURRECOECHEA, 1994, 166). Los de Casa de los Hondos, Lezuza y Montealegre son mucho más comunes y con bastantes paralelos. Las fechas que se les otorgan son de mitad del s.IV y el V, con origen anterior, habiéndose constatado su uso en otras provincias romanas desde los años 50-75, aunque no se generalizan hasta el s.III, y del mismo modo aparecen como elementos residuales, como uno aparecido en el enterramiento 64 de la necrópolis visigoda de Segóbriga (AURRECOECHEA, 1994, 166). Todas son piezas cuyo modo de sujección es mediante un vástago luego remachado o aplanado en su cara posterior. Son sujecciones fuertes para cueros, bien de guarnicionerías, bien de atalajes. En las necrópolis castellanas aparecen asociados tanto a atalajes (Fuentespreadas) como a cinturones (Simancas, San Miguel del Arroyo). Respecto a su fabricación, Fuentes piensa que se hacen fundidos en una sola pieza por lo que es segura la utilización del sistema de cera perdida, y después, las piezas se retocarían con limado; piensa que los botones tienen muchos puntos en común con los broches de cinturón: decoraciones muy semejante, mismo tipo de enganches, etc.; añade además que la forma de la pieza se amolda en casos a la decoración que va a tener (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989 y 1990 a). El segundo'grupo, el de Ontur, es de botones más sencillos, con anilla para coser o para pasarles un pasador. Posiblemente pertenezcan a tejidos mas blandos, ropa, y no cueros. Esto encaja bien con los ajuares de Ontur, donde no aparecen piezas de 215 indumentaria "masculina" ni lanzas, cuchillos, botones de otros tipos, atalajes de caballo etc, toda la panoplia típica de las necrópolis de la Meseta (del Duero), sino que los conjuntos de materiales indican más bien lo contrario: vidrios, juguetes, apliques de muebles. ..y apenas hay una hebilla de broche de cinturón arriñonado, por lo que o bién estamos ante otra concepción algo distinta a la Meseta o ante tumbas "femeninas". Botones de este tipo son menos corrientes entre la indumentaria que conocemos de los yacimientos de este periodo, pero indudablemente deben existir para abrochar la vestimenta de moda (camisia). Los broches de cinturón en época romana, eran dados a los militares como premio y como símbolo de distinción (dona), y en el Bajo Imperio deben pasar al atuendo civil. Así, estos materiales que aparecen en muchas de los yacimientos, han de relacionarse con la nueva moda, inspirada quizás en el atuendo militar, pero nada más. Curiosamente en las necrópolis de la Meseta donde aparece la mayor parte de los mismos, las fíbulas son más bien escasas por no decir inexistentes. En lo que se refiere a los broches albecetenses no contamos con ningún ejemplar completo. Solamente ha aparecido una placa procedente la Casa de la Zua (CZ 7) y una hebilla de forma arriñonada de Las Eras (ER 7). La placa pertenece al tipo II de Caballero, broches con placa y hebilla articulados, y unidos a la charnela mediante un vástago. Estos broches son otro de los elementos en discusión, ya que el debate sobre su uso, ya sea por poblaciones militares (vinculadas a la defensa) o civiles (como parte de un estilo o moda militarizado) aún permanece abierto tras el último trabajo de Pérez Rodríguez (PÉREZ RODRIGUEZ, 1992), pero creemos que su aparición en un sitio como la Casa de la Zua zanja la cuestión, ya que no es una gran villa que necesite defenderse, tampoco está en una zona de frontera, ni en las rutas tradicionales de la annona, por lo que la única explicación para su aparición en este yacimiento es la de que sea una pieza de la indumentaria generalizada entre la población. Por lo que respecta a los broches de época visigoda, la problemática es otra diferente, y en la actualidad, una vez hechas las sistematizaciones y tipologías, los estudios abundan más en otros aspectos como correcciones o ajustes cronológicos, dispersión, talleres, influencias... Los albacetenses son de dos tipos principales, los de placa rígida (LE 1), y los articulados —todos ellos con placa de tipo liriforme—, en los que la hebilla va unida a la placa mediante una charnela (TM 1185, LE 2 y 3, LC 1). El broche de placa rígida corresponde a un modelo bastante difundido, sobre todo en su variedad de lengüeta triangular, como la de Loma de Eugenia. Se trata de piezas fundidas en bronce con un retoque posterior con lima. Estudiadas por los diferen185. En la campaña de 1995 apareció otro ejemplar similar del que se conservaba además la hebilla fracturada. Esta segunda pieza forma parte de la memoria en preparación por lo que no la incluimos en nuestro catálogo, basta con decir que es muy similar a la placa de la zona de las viviendas junto a la muralla. 216 tes investigadores tradicionales de este ámbito material, Zeiss hacía derivar a las de lengüeta lisa o con decoración de círculos concéntricos grabados, de las placa tardorromanas y las fechaba en la primera mitad del s. VI, mientras que las de lengüeta triangular y espina dorsal las clasificaba como germanas. Santaolalla creía que la decoración de círculos concéntricos era característica de los talleres germanos del sur de Rusia y alarga su uso hasta los primeros años del s. VII. Palol, por su parte, las asemeja a piezas italianas y francesas y las clasifica como elementos germanos tardíos de fines del siglo VI. Estas mismas son las fechas que se les otorgan en la necrópolis de Carpio de Tajo (RJPOLL, 1985, 42-43) y en Afligidos O (Alcalá de Henares) (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989,135-136). Con posterioridad, Ripoll introduce algunas matizaciones sobre el tipo, la más importante de ellas es la de incluirlas dentro de la corriente latinomediterránea. Atribuye la mayoría a enterramientos masculinos por paralelos con otras necrópolis europeas, y alarga la cronología de su uso hasta los primeros decenios del s.VII como ya hiciera Santaolalla (RIPOLL, 1986, 58 y 60; RIPOLL, 1988, 1138). El de Loma de Eugenia (LE 1) es el único broche de cinturón de este tipo, el más antiguo de la provincia, y la primera muestra de una toreutica de época claramente visigoda, pero fechable en un contexto de la segunda mitad/fines el s.VI y principios del VII, es decir tras las campañas de Leovigildo o silo queremos expresar de manera más clara, tras la plena incorporación de estas tierras a la dinámica general hispana, y por tanto a sus modas. Las placas liriformes se enmarcan en el nivel V de Ripoll (RIPOLL, 1987) o en el tercer periodo de Zeiss y Santaolalla, respondiendo perfectamente a las características de este tipo, si bien pensamos, al igual que los excavadores de la necrópolis de Pedrera, que falta un estudio analítico completo, tanto de la evolución como de talleres y grupos o áreas de distribución de estos tipos de broche de cinturón (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, 362). De hecho, y desde el punto de vista tipológico, se agrupan dentro de un mismo conjunto global de perfil liriforme, placas que, al menos bajo nuestro punto de vista, no son muy parecidas formalmente, ya que el perfil de la pieza 1'M 1 difiere de la LE 2—una versión simplificada de la anterior— y de la LE 3, rectangular con extremo distal redondeado pero no circular como en las "clásicas" liriformes. Al estudiar las piezas de Albacete y buscar paralelos para nuestros ejemplares nos hemos encontrado con que, si bien responden a los modelos perfectamente y no hay ningún problema para encontrar piezas semejantes, si tenemos dificultades para encontrar lo que en un acercamiento "superficial" debía ser también sencillo, encontrar piezas iguales a las nuestras no sólo en forma sino también en decoración, y al referirnos a ésta, no lo hacemos tanto a los motivos concretos individualizados, de los que sí presentamos otros ejemplos, sino al esquema total y particular de cada pieza. Es decir, si como se presupone, estas placas están realizadas a molde y decoradas a 217 buril, pensamos que los moldes son sólo de las formas y que las decoraciones son tantas como artesanos hay. Creemos que los talleres que se dedican al fabricación de estas piezas son pequeños y locales, con unas zonas de influencia que habrá que delimitar. No negamos con ello la existencia de grandes centros que pueden fabricar "en serie" placas de cinturón, pero nos parece, cuando menos un objeto de reflexión, que de los ejemplares conocidos en todo el territorio peninsular, la mayor parte de las piezas tengan algún elemento en su composición decorativa que las haga "únicas", por lo que la única explicación que se nos ocurre al respecto es que haya unos tipos y decoraciones generales que cada artesano combina a su antojo o al del individuo que hace el encargo, si es que pudieran ser piezas encargadas. Si esto fuese así, más que en molde, las placas serían fabricadas posiblemente por el procedimiento de la cera perdida. G. RipoIl, en su ya mencionado trabajo de 1987, al aludir a estos problemas se inclina por creer que los metales se elaboran en talleres locales sitos tanto en zonas rurales como en otras urbanas. También aboga por una fabricación industrial para determinados productos, fábricas que ella sitúa entre los valles del Duero y el Tajo. Apunta además la posibilidad de que alguno de estos talleres asistiera a las ferias o reuniones de mercaderes. Y junto a ellos, existirían artesanos ambulantes que trabajarían por las diferentes zonas rurales y a su vez serían chamarileros como el caso del propietario del ocultamiento de S. Antoni de Calonge. Aunque estas hipótesis las plantea para los materiales del nivel II, es decir las más típicamente visigodas, la situación de momentos posteriores podría fácilmente ser similar en lo que respecta a los tipos de talleres. Con lo que ya no estamos tan de acuerdo, o al menos no creemos que se pueda afirmar, es que parte de estos talleres tengan una producción industrial, pues si bien para la época para la que Ripoll plantea su teoría, si hay piezas idénticas en distintos puntos, ahora no ocurre lo mismo, como ya hemos mostrado. Tampoco creemos que los talleres tengan que localizarse necesariamente en la Meseta o en Andalucía¡ 86, como indican algunos de los estudiosos del tema basándose en el mayor o menor número de hallazgos. Creemos obvio que en los grandes centros y en las zonas más densamente "visigotizadas" es normal que haya más placas, pero siguiendo con nuestra argumentación, por el momento no hay datos que nos per mitan confirmar una producción, en primer lugar de fábricas fuertes y principales grandes distribuidoras —si se permite la expresión—, y en segundo, que los centros se sitúen en estos lugares, entre otras razones porque placas aparecen por toda la geografía española y en segundo, y repetimos de nuevo, porque no hay ejemplares idén186. Posibilidad apuntada por los excavadores de Pedrera "...parece que fueron fabricadas en ese siglo (VII) en la Meseta y Andalucía. Los mísmos talleres que proporcionaron las placas con almandíes producen ahora broches arriñonados, cuyos tipos vienen de Trebisonda, Egipto o Sicilia, y que bastante más puros utilizaba ya la población cristiana antes de la unificación?' (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS 1984, 363). 218 ticos que permitan hablar de producción en serie, con moldes, a no ser que entendamos u optemos por pensar que sí hay sólo unos pocos centros, y que en estos, la mano de obra goza de una libertad de interpretación de los modelos, por lo que cada obra es en sí misma personal y única. No obstante, el dato arqueológico que confirmase cualquiera de estas hipótesis está por verificar. Sobre los motivos decorativos, los estudiosos coinciden en subrayar que las piezas producidas en los talleres hispanos lo que hacen es imitar modelos extranjeros que poco a poco van adaptando y haciendo suyos. Además se suele subrayar la incomprensión de ciertos modelos de tipo bizantino, o mejor mediterráneo oriental, que unido a los gustos y tradiciones decorativas propias, deriva en unos productos finales nuevos. Para el tema decorativo principal de las placas, las aves, incluimos de nuevo aquí las opiniones de la publicación de Pedrera, pues entendemos que es un buen resumen de éstos, dado que nosotros no nos hemos planteado el hacer un estudio específico de este particular. "Unas veces (interpretados) como temas vegetales, roleos estilizados, degenerados o realizados sin el conocimiento del modelo e idea primitivos, que se copiaban y repetían, llegándose en las últimas producciones a "recrear" elementos zoomorfos partiendo de aquellos vegetales. Otras veces se han interpretado directamente como cabezas de aves?' (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, 361). Fuera de la Península se ha supuesto que estas placas eran distintivos de las clases nobles o de soldados de alta graduación, pero aquí no parece que éste sea el caso, tanto por las características de las placas, con burdos acabados muchas veces y en un material no especialmente noble, como por la frecuencia de su aparición (RIPOLL, 1988, 1140). Por último anotamos un dato técnico, las placas de cinturón visigodas se ajustan al cuero por medio de apéndices con perforación central circular, en los que se introducen pasadores que irían cogidos al cuero, y del mismo modo se produce el acoplamiento entre la hebilla y la placa, sistema completamente diferente de la tradición romana y característico de las producciones bizantinas y "bizantinizadas". Del grupo de los anillos los más interesantes son los de época visigoda con inscripciones y monogramas (PE 1, TH 1, PO 1, AP 1). El primero (PE 1) tiene un monograma cruzado que no sabemos a que nombre puede corresponder, aunque si sabemos que la de monogramas cruzados en una costumbre de origen bizantino, que aparece por primera vez en una emisión numismática de Lucus, de época de Chindasvinto —mitad del s.VH—; S. Isidoro (Isid. Hisp. Etim. lib. XVI, VII, IX, XIII) los hace derivar del grupo Samothracius —anillos con sello— (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994,56). El de Torre Uchea, bien estudiado por Isabel Velázquez (VELÁZQUEZ SORIANO, 1988 b) es un ejemplar muy interesante, no solo por el material con que fue realizado —oro—, sino por la inscripción, que contiene el nombre del propietario en ana219 grama con las iniciales 10 —loannes o Iouinus—, una advocación religiosa —u(i)u(at) Christus in te— y el emblema de Cristo —mediante una cruz patada—. Además, la decoración del anillo con triángulos y líneas convexas es muy típica de piezas de este tipo con paralelos tanto en otros anillos albacetenses (PO 1; AP 1) como en ejemplares de otras procedencias. Lo que hace a este anillo excepcional es —según esta investigadora—, la presencia de la invoación de forma inversa a la común, ya que lo habitual es la fórmula "uivas in Christo" aunque hay casos similares en otro tipo de soportes (VELÁZQUEZ SORIANO, 1988 b, 256-257). El tercero (POI), tiene además de la decoración anteriormente citada, una cruz y las iniciales 1 C, y £, como símbolos cnstológicos; el de Alpera es similar. El carácter cristiano es indudable, lo que es un indicio más de la cristianización de la sociedad y por tanto reflejo de una corriente generalizada que influye en muchos de los aspectos de la vida cotidiana, casi se podría hablar de una moda. De las pulseras poco podemos decir ya que ninguna es especialmente significativa. No ocurre lo mismo con el pendiente de la necrópolis del Camino Viejo de las Sepulturas (BN 1). Se trata de un modelo bien conocido —bastantes ejemplares llevan además cuentas de pasta vítrea como decoración añadida a las cuentas metálicas—, que hasta ahora había sido fechado de forma vaga (Ss. VI y VII), pero que a partir de varios ejemplares conquenses con contextos bien fechados por otros materiales como los broches de cinturón liriformes, se han de datar en la segunda mitad del s. VII con una probable perduración durante los primeos años del VIII (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, 58-59). Esta datación es importante, más que por la pieza en sí, por lo que representa para nosotros en el sentido de continuidad de la ocupación en Balazote. Sobre el calzado, nuevamente son las necrópolis de la Meseta las que nos ofrecen los datos necesarios para aproximarnos a este elemento de la vida cotidiana. La mayor parte era de cuero claveteado con pequeñas tachuelas, que son las que suelen aparecer en los yacimientos debido a su naturaleza metálica. Además de las tachuelas también se conocen improntas de los zapatos en ladrillos, usadas como marcas de alfarero —en la necrópolis de S. Miguel del Arroyo aparecen en las cubiertas de las sepulturas 29 y 30—. Por otro lado el Edictum de Pretiis establece distintos precios para los zapatos dependiendo de unas categorías previamente establecidas. Había zapatos con una línea de punteado en todo el contorno de la suela, con dos o con una línea y dibujos en el interior (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 207-208). Palol sugirío que los difuntos eran enterrados con sus mejores ropas, y de ahí la aparición en algunas sepulturas de abundantes clavos. Los clavos de calzado de Las Eras deben pertenecer a las suelas de zapatos del enterramiento 3, desgraciadamente no sabemos cúal sería su disposición por lo que no se puede hacer ningún estudio formal ni calcular su valor. Únicamente nos conformamos con la constatación de su existencia. 220 En lo que se refiere al utillaje, contamos con las piezas procedente de la necrópolis de Las Eras. Aquí había dos enterramientos en ataúd de madera de los que tenemos, además de fragmentos del mismo, el conjunto de clavos, remaches, cantoneras y placas necesarios para la armazón de los ataúdes. No sabemos cual sería su forma exacta de construcción, aunque no creemos que difiera mucho de la de otros de necrópolis tardorromanas con las que la de Ontur se identifica (Albalate, S. Miguel del Arroyo, Roda de Eresma o la Morterona). Como herramientas solamente hemos localizado un fragmento de falce o podón que proviene de la necrópolis de Loma de Eugenia (LE 6). Usada para podar las ramas altas de los árboles iría atada a un palo de madera. Herramientas similares aparecen entre los ajuares de otras necrópolis de época visigoda, aunque no son ajuares habituales, siendo, en cambio, bastante normales en época tardorromana, aunque en esta provincia no los hallamos registrado. No sabemos que significado puede tener su aparición, pero indudablemente se trata de un objeto estimado por su propietario, y de ahí su inclusión. 1.2. EL VIDRIO Los vidrios son los materiales que han sufrido peor fortuna en las investigaciones hispanas sobre el mundo tardoantiguo. Debido a su escasez y al estado generalmente fragmentario de su aparición en las excavaciones, han sido tradicionalmente condenados al olvido o a la postergación de su estudio para un momento más propicio, momento que en la mayoría de los casos no suele llegar. Su propia naturaleza frágil es la causa de que su conservación sea mucho menos duradera que la de otros materiales, lo que unido a la facilidad de reciclaje del material vítreo han provocado desde los orígenes su constante transformación y reutilización; además, esa misma fragilidad es la causante de que aunque haya piezas conservadas hasta nuestra época, la mayor parte de las veces lo hayan hecho en un estado tal de deterioro, que hace muy difícil el proceder a su reconstrucción. Otro factor que hay que tener en cuenta a la hora de estudiar vidrios de estos momentos es el descenso en la producción y uso de los recipientes, que desde una relativa abundancia en época altoimperial y primeros siglos del Bajo Imperio, va paulatinamente decreciendo y rarificándose en los siglos de la Antigüedad Tardía. Todas estas circunstancias son las que han podido incidir y nos pueden explicar la escasez de piezas de vidrio de que disponemos para estudiar; se reducen únicamente a dos conjuntos: los recipientes de la necrópolis de Ontur y unas pocas formas en la ciudad del Tolmo de Minateda. 221 Es interesante el señalar cómo en las últimas investigaciones se han empezado a elaborar tipologías propias de los vidrios de la Antigüedad Tardía: clasificaciones diferentes con nombres propios, pero la arqueología del vidrio romano hispano está necesitando una nueva síntesis —quizás al estilo de la que se ha hecho para los bronces (VV.AA, 1990)—, en la que se recojan los estudios de estos materiales desde un punto de vista evolutivo y global. La necrópolis de Ontur proporcionó un conjunto generoso de vidrios, algunos de los cuales se conservaban en perfecto estado; otros, aunque estaban completos aparecieron fragmentados; y varios más, rotos de antiguo, habían sido reutilizados como juguetes, mostrando, para su nueva función, limados los bordes cortantes. Aunque el número de piezas recuperadas en la excavación fue mayor que el de las conservadas, éstas son suficientes para ofrecer un elenco de cuáles son los tipos básicos en uso en este momento, y para establecer la filiación de las piezas con respecto a otras zonas y conjuntos. Por lo que se refiere a vidrios de momentos posteriores contamos con el repertorio que ha proporcionado la excavación del Tolmo de Minateda' 87. Se trata de un conjunto cuya filiación y cronología se corresponde con los horizontes de época visigoda y emiral del yacimiento' 88. En las excavaciones no hemos obtenido ninguna pieza completa que nos permita restituir las formas totales; no obstante, y dado que nuestras piezas cuentan con numerosos paralelos en otros sitios de similar cronología, el elenco es representativo. En Ontur, la variedad de tipos es grande respecto al número de piezas encontradas. Así, lo primero que observamos es que sólo hay dos piezas iguales (dos bases limadas de pies altos anulares), el resto ofrecen formas diferentes: jarras, cuencos, ungüentarios, botellas y platos. Una característica de esta necrópolis es el mantenimiento de tipos antiguos retardatarios ya abandonados en otras zonas del Imperio, 187.En este trabajo no vamos a incluir todas las piezas, ya que éstas, al igual que ocurre con el resto de materiales del yacimiento, están siendo objeto de un estudio en profundidad por parte de un equipo del que formamos parte, y serán presentadas en la correspondiente memoria de excavación que se encuentra en la actualidad en preparación. Para esta memoria hemos seleccionado únicamente unos pocos ejemplares de las formas más comunes en los estratos de época visigoda, que creemos son suficientes para mostrar cual es el perfil y la filiación de los vidrios de este momento y para esta zona. 188.Debemos advertir nuevamente que la filiación a un momento cronológico-académico concreto es más una cuestión de nomenclatura que de hiarus real entre el mundo pre 711 y el post 711, que aquí, en el Tolmo, se encadenan sin una solución de continuidad. La diferenciación material entre las producciones de unos y otros, de los visigodos y los musulmanes, no coincide con las fechas establecidas, sino que hay un periodo, a grosso modo el siglo VIII - no sabemos exactamente desde cuando y hasta cuando—, en que el entomo material y cultural sigue siendo el hispanovisigodo, y las novedades o formas aportadas por el Islam, todavía no dejan sentir su influencia de un modo claro y rotundo; se trata más de una evolución lenta que de hacer tabla rasa, introducir nuevos modos de organización y nuevas formas y técnicas para la cultura material, lo que llegará más adelante, una vez firmemente establecido el poder islámico. 222 como son el ungüentario en forma de datil (ER 49)189, con una cronología claramente altoimperial, de los SS. 1 y II o el ungüentario tubular (ER 51) que aunque es un modelo que llega hasta el s. IV, ciertamente suele ser más corriente en contextos altoimperiales, dejando paso en el Bajo Imperio a otros tipos como los fusiformes o los globulares. Estos casos de perduraciones no son algo nuevo o extraño a la Península, el mismo fenómeno lo encontramos en otros yacimientos para otras piezas (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1990 b, 199)' 90. Junto a estas formas antiguas encontramos otras perfectamente imbricadas en la cronología y los tipos de las necrópolis tardías: cuencos (ER 61 y 62), botellas (ER 50 y 60), jarras (ER 64) y ungüentarios fusiformes (ER 58). Tanto la decoración de depresiones (ER 60) como la grabada (ER 50), son típicas del contexto tardío en que se inscribe la necrópolis; lo mismo ocurre con los bordes lisos, cortados, como en la botella ER 50, que son los que caracterizan a los cuencos del s. IV y primera mitad del s: y, aunque hemos de decir que en la Península Ibérica son menos frecuentes que en otros sitios; el pie cónico decorado (ER 54) es característico del s. V; los pies altos anulares (ER 56 y 57) aparecen en yacimientos del s.V, aunque normalmente son de tendencia más rectilínea y menos curva que los albacetenses, más parecidos a modelos posteriores, y que seguramente están imitando formas metálicas; lo mismo le ocurre a la bandeja ER 52, cuyo reborde perlado recuerda a piezas metálicas, como los platos o las bandejas de plata del tesoro de Chauser, fechado en el s.III (WALKER, 1991, fig. 87). Tanto la bandejita como el ungüentario en forma de botella (ER 59) son formas nuevas, hasta ahora no registradas en los repertorios hispanos' 91 . El horizonte que plantea la necrópolis es el de una vajilla principalmente destinada a los líquidos, elemento común al Bajo Imperio que encontramos en la mayor parte de los conjuntos; la de las Eras es una necrópolis que se almea más con las piezas de Vila. Roma en lo que se refiere a platos, donde este tipo de materiales está más representado que en otras zonas. Algunas de las piezas fueron empleadas como juguetes. Dentro de éstas hay que establecer dos categorías: las dos bandejas completas que por su pequeño tamaño creemos que fueron realizadas con este fin (ER 52 y 53), y piezas que una vez perdida su función primera, fueron adaptadas como juguetes limándoseles los bordes, como las pieza ER 54, 55, 56 y 57. 189.Aunque esta pieza apareció en un osario-vertedero, por lo que podría no formar parte de los conjuntos tardorromanos. 190.En la Meseta aparecen ollas esféricas, empleadas tradicionalmente como urnas cinerarias y que en otras zonas del Imperio habían dejado de utilizarse. 191.En nuestra consulta bibliográfica tampoco hemos encontrado paralelos para estas piezas en las publicaciones de conjuntos extrapeninsulares. 223 Como conclusión debemos decir que se trata de un interesante conjunto ya que muestra una variedad grande formal, cronológica y funcional. Hay piezas antiguas en convivencia con otras modernas, algunas, de hecho, creemos que anticipan formas con un mayor desarrollo posterior. Hay vidrios con una "vocación" claramente funeraria, como el ungüentario fusiforme o el cuenco con repié anular 192 , que se asocian a otros recipientes que en origen debieron tener una finalidad diferente a la de ajuar funerario, y de la cual los exponentes más claros son las piezas usadas como juguetes; éstas, a su vez, se pueden dividir en dos clases: las bandejitas creadas como piezas lúdicas (su pequeño tamaño así parece confirmarlo), y otras que una vez que perdieron su función primitiva por rotura o simple desuso, fueron limadas para ser reaprovechadas para el juego. Otro aspecto interesante es la comprobación de que los modelos de la vajilla metalica se imitan en otros materiales como el vidrio o la cerámjca 193 . En este caso está claro para la bandeja, pero posiblemente lo mismo ocurra con las jarras. Finalmente, y en lo que se refiere a las filiaciones que podemos establecer, los materiales de Ontur entran claramente dentro del repertorio tradicional tardorromano, y si bien hay rasgos que los relacionan con talleres occidentales (de Germania o el Norte de la Galia) como es la decoración grabada de la pieza ER 50, no lo es menos que otros se acercan más a modelos orientales, como el pie de copa ER 540 el cuenco ER63. Esta realidad nos lleva a la conclusión de que las influencias y relaciones comerciales son variadas, lo que por otra parte es normal para un momento en que Hispania vivía una época tranquila, relativamente floreciente y perfectamente imbricada en la historia y la economía del Imperio. Pero además, la aparición de formas nuevas como la botellita ER 59 o la pequeña bandeja ER 52, vuelve a incidir en el hecho de la existencia de talleres hispanos, algo con lo que están de acuerdo todos los autores que trabajan este tema pero cuya constatación es aún muy deficiente. Los vidrios del Tolmo muestran el horizonte típico de los ss. VI-VII: copas de pie alto como representantes más característicos, a las que se unen los cuencos con bordes más o menos exvasados. La presencia de este último tipo de recipientes aunque no es estraña a este horizonte, tiene su momento álgido es el s.V, apareciendo en contextos más tardíos como formas residuales. La causa de que aquí se prodiguen más creemos que se debe a la gran tradición que tienen en la industria vidriera tardorromana hispana. En los ss IV y V aparecen de forma importante en Lucentum, lo que 192.Los paralelos orientales y franceses remiten siempre a contextos de necrópolis (MARTIN, 1995, 98). 193.Sobre la imitación de las formas metálicas en cerámica, se ha supuesto que la sigillata africana de la segunda mitad del s.V y principios del VI cambia sus modelos, copia las decoraciones y formas de la orfebrería en plata (TORTORELLA, 1987). 224 ha llevado a pensar en la existencia de una posible fábrica local que realice estos cuencos (SÁNCHEZ DE PRADO, 1984, 93); algo similar ocurre en Vila.Roma donde constituyen el 56,23 % del total (TED'A, 1989). También en sitios con cronología similar al Tolmo ocurre lo mismo, como en Begastri, donde son mayoría o Recópolis, donde se conocen solamente unos pocos recipientes de vidrio, resultando los cuencos ser al menos la mitad. Los cuencos que mostramos responden a dos modelos básicos: exvasados con el borde engrosado o ligeramente reentrante (TM 3 y 4) y de perfil en S (TM 5). Los primeros pertenecen a la forma 2113 de Foy, aunque esta autora los individualiza, más que por la forma, por la decoración a base de filetes blancos; nuestro otro modelo puede corresponderse con sus formas 13 (la de los cuencos de cabujones) o 15 (cuencos exvasados). Es difícil hacer una adscripción formal de las piezas al contar solamente con los bordes. Para ambos se da una cronología del s.V, con piezas residuales de principios del s. VI, aunque son formas que derivan de modelos anteriores del s. IV. La gran diferencia estriba sobre todo en la coloración, olivácea para las formas más avanzadas. Las piezas francesas suelen tener los bordes en arista viva o cortados, mientras que las albacetenses tienen labio redondeado, lo que nos plantea algunas dudas a la hora de establecer equivalencias, y lo mismo nos ocurre con los paralelos italianos o cartagineses, donde se constatan las mismas cronologías y bordes que en Francia. Todo esto nos está indicando que en Hispania hay unos rasgos particulares que se resumen en el mantenimiento de formas tardorromanas. Se trata de una pervivencia no solamente cronológica (se siguen empleando con profusión cuencos —más o menos exvasados o profundos—) cuando en otras zonas ya se han abandonado estos modelos, sino que la moda o tendencia del s.V, de bordes cortados, no es asimilada por los vidrieros hispanos que siguen elaborando sus piezas con labio redondeado. La única explicación es la gran tradición en el contexto tardorromano, con fábricas dedicadas a la producción de estos modelos. Sin embargo, la pieza estrella de época visigoda es la copa de pie alto (Isings 111; forma 23 de Foy). Dentro de esta forma hay dos tipos: el A de vástago hueco y el B como los del Tolmo, de vástago relleno 194. Por lo que se refiere a las cazoletas, la forma más común es la troncocónica o tulipiforme, no obstante debe haber otras, como lo demuestra un 194. La diferenciación entre los dos tipos además de formal es también técnica, ya que los ejemplares del tipo A están realizados de una sola vez, el vástago solamente tiene una pequeña tira de masa vítrea para impedir la total oquedad del recipiente, y por tanto el vertido del contenido; los ejemplares del tipo B, por el contrario, se realizan en dos piezas: por una parte la cazoleta y por otra el pie y vástago, lo que da lugar a que se pueden observar en algunos ejemplares las marcas de unión, y que además provoca a veces una diferencia en la coloración entre ambas partes. 225 ejemplar hemiesférico de Bobalá, (PALOL, 1989, fig. 12; GAMO PARRAS, 1995, fig. 4.5). Los ejemplares del tipo B son más típicos del Mediteráneo oriental y su difusión se fecha desde fines del s.VI y durante todo el VII, llegando a la centuria siguiente sin problemas' 95. / Aparecen en muchos yacimientos como Taman (Mar Negro), una fortaleza bizantina fechada a fines del s. VI (IVACHTCHENKO, 1995, 321, fig. 8), Amán y Gerasa (DUSSART, 1995, fig.7.22 y 23) o Karanis (HARDEN 1936, 167-168). También más a Occidente, como en Cartago, donde aumentan significativamente en el s.VH (TAT025~"J_______ TON BROWN, 1994, 289), y de donde suponemos que vienen los modelos aparecidos en Hispania. El tipo A es más abundante en los yacimientos occidentales (Francia, Italia), donde hay numerosas fábricas locales tanto en contextos urbanos como rurales (Marsella, Torcello, Maguelone, Luni, Rávena y Sicilia), lo que demuestra una multiplicación de los centros productores. "En consecuencia pensamos que la gran difusión de los vidrios, en particular los más tardíos procede más probablemente de producciones locales o regionales que de grandes corrientes comerciales. Esta hipótesis refuerza la imagen de una facies mediterránea del mobiliario de los SS. VI y VII. La cerámica muestra la utilización común sobre sus orillas de un cierto número de producciones (sigillata clara "africana", sigillatas orientales, ánforas): este fenómeno responde a una persistencia de relaciones comerciales. Los vidrios muestran, no solamente, la utilización, sino igualmente la producción de un mismo tipo de objetos." (FOY Y BONIFAY, 1984, 307). Otra cuestión en relación a las copas de pie alto, conocidas también como copas para vino (wine glasses), es la de su empleo. Además de su uso indudable como vajilla de mesa, la aparición de recipientes de este tipo en el interior de las basílicas ha llevado a algunos autores a plantear la posibilidad de que sirviesen como recipientes para luminarias (FOY, 1995, 207). Los vidrios el Tolmo siguen esta corriente mediterránea generalizada, aunque adaptada a ciertas tendencias propias: abundancia y mantenimiento de los cuencos exvasados, de clara herencia romana, y ausencia de copas de vástago hueco. Estos dos rasgos creemos que deben relacionarse en primer lugar con la falta, bastante evidente 195. En algunos ejemplares de fines del s.VII y principios del VIII el vástago también aparece torneado, como ene! hábitat de Dassargues donde aparecen junto a una placa de cinturón liriforme (FOY, 1995, 211). 226 a nuestro juicio, de una tradición vidriera en el artesanado visigodo', lo que implica que las producciones en este material, no llegaron a recibir en la Península las influencias que sí tienen en otras zonas de Europa —al margen de que en todas partes las fábricas y los artesanos sean mayoritariamente de herencia romana, así como que el grueso de la población sea de origen romano—; junto a ello, y ya parcialmente indicado, una característica hispana, como es el mantenimiento de formas que han tenido gran aceptación y que perduran aunque las modas ya hayan cambiado en otros lugares. Por otra parte es evidente la relación con el Mediterráneo, pero para el sur y el sureste hispanos, estos contactos no vienen tanto del pais vecino, sino que se establecen lazos directos con Oriente, lo que está atestiguado para otros materiales —ánforas o cerámica fina—, y en otro orden de cosas, por la correspondencia epistolar de los religiosos, o incluso en el ceremonial de la corte. Ésta puede ser la causa de la aparición de copas de pie alto del tipo 23 B y no del A (el característico en Francia o Italia). Lo más lógico para explicar esta situación, es una vez más, la estrecha relación con Cartago y Oriente por la existencia de la provincia bizantina. Lo que queremos mostrar es lo siguiente: que a pesar de ser la situación generalizada, los pequeños matices que se pueden observar inclinan la balanza más a Oriente que a Occidente. En cualquier caso queremos dejar claro que el estado actual de nuestros conocimientos del vidrio de esta época arroja un balance muy deficitario en comparación a otros lugares, por lo que estas conclusiones son provisionales. Por el momento no contamos con suficientes elementos de comparación en nuestro pais, no conocemos apenas piezas completas (en el Tolmo, de hecho, todo son pequeños fragmentos), pero no solo eso, tampoco conocemos casi materiales de los distintos yacimientos, ni por supuesto ninguna fábrica, por lo que todo es trabajo para el futuro. Respecto a las cuentas de vidrio, son piezas para el adorno personal, tanto empleadas como parte de collares como en pulseras, y tienen numerosos paralelos en todo el territorio peninsular, así como en contextos extrahispánicos. La única pieza que merece una atención particular es la cuenta de pasta vítrea del Tolmo (TM 10). De forma singular, tiene un paralelo exacto en la necrópolis del Camino de los Afligidos de Alcalá de Henares, interesante sobre todo porque de nuevo ratifica las relaciones con la Meseta a través de la vía Complutum-Carthago Nova. La cuenta de Alcalá ha sido interpretada como colgante de un niño (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, 154, 19.1). La provincia de Albacete nos muestran un rico panorama en lo que se refiere a los 196. Las formas típicas de los pueblos "bárbaros" (merovingios, lombardos...), las que definen sus asentamientos y necrópolis son los cuernos (comes), guttrolfs, cubiletes con apliques en forma de trompa (gobelets á trompes)... que en Hispania no aparecen. 227 conjuntos en sí mismo (sobre todo Ontur) pero muy escaso en lo relativo a los sitios tanto por épocas como por contextos. Con los datos que poseemos, solamente podemos decir que se siguen las líneas generales aún con particularidades propias, pero no podemos añadir nada en cuento a evolución de formas entre los horizontes tardorromanos y los de época visigoda, pues las únicas formas tardorromanas que pasan a los ss. VI y VII, los cuencos exvasados y con perfil en S, no están presentes en Ontur. 1.3. LA INDUSTRIA ÓSEA Para este tema de los huesos 197 no vamos ofrecer más que algunas pinceladas ya que el material con que contamos es bastante escaso (únicamente tenemos objetos procedentes de la necrópolis de Las Eras de Ontur), y salvo algunas excepciones, muy poco significativo. Por otra parte no hemos podido observar con minuciosidad las piezas que presentamos, por lo que no sabemos, para algunas de ellas, si tienen huellas de trabajo o se trata de fragmentos sin una intencionalidad funcional (ER 33, 35-39 y 41). Esto nos lleva a enlazar con otro tema y es el del lugar de aparición de muchos de estos huesos, ya que salvo los discos circulares (ER 28 y 34), el mango torneado (ER 31) y las muñecas (ER 44 - 48) aparecidos en la sepultuar 2, del resto no sabemos si proceden de sepulturas, del osario, de los basureros o simplemente del estrato super ficial. Entre las piezas de Ontur hay huesos trabajados sin ninguna duda (ER 28-32, 34, 44-48), asociados a otros fragmentos que bien pueden ser piezas sin terminar de elaborar (ER 33, 35, 36, 38-40, 42-43) o simplemente deshechos o fragmentos sin ninguna intencionalidad (ER 37, 41). No es fácil decidir sin haber hecho un cuidadoso exámen de las piezas; sin embargo vamos a intentar mostrar algunas posibles funcionalidades a partir de la comparación con otros conjuntos. Para los primeros (ER 28 y 29), la adscripción habitual es la. de fichas de juego (Tesserae Lusoriae), con paralelos en muchos sitios como ya citamos en la presentación. Sin embargo, los ejemplares albacetenses no tienen la base plana como es común en las fichas, sino curva; además en el primero de los ejemplares, la pieza más completa (ER 28), se aprecia en la zona central un apéndice con perforación central, lo que nos lleva a pensar que más que fichas de juego, lo que tenemos aquí son botones de vestimenta. Esta posibilidad no es del todo extraña ya que hay elementos de hueso constatados como parte de la indumentaria: hebillas de cinturón, prendedores de broches de cinturón, guardas, alamanes... (BEAL, 1984, 15-17). 197. Agradecemos a Gilberto Pedreira su ayuda a la hora de clasificar el material óseo, así como el haber nos dejado consultar algunas piezas en estudio por él. 228 El ejemplar 30, se trata en palabras de Sánchez Jiménez de una "ficha recubierta de estuco o pasta blanca". Suponemos que se trata de una ficha de juego, pero lo cier to es que en la bibliografía consultada no hay en ningún momento referencias a piezas recubiertas de manera similar. La pieza 31 podría ser un prendedor de broche de cinturón como los que se registran en Vienne (BEAL, 1984, fig. 24), aunque no está muy bien acabada, por lo que o bien puede tratarse de una pieza a medio fabricar, o simplemente un fragmento sin intencionalidad utilitaria. Otro tipo de función que cumplen las piezas fabricadas en hueso es la de servir de enmangues de diversos tipos de objetos como cucharas, espejos, cuchillos, etc. Pensamos que el ejemplar 32 tiene indudablemente esa función, aunque no podemos saber a qué servía de enmangue, pero por lo ciudado de su ejecución, nos inclinamos más bien por algún objeto de tocador o cuchara; la n° 33, fragmentada, podría ser una pieza similar a la anterior, aunque en Carthago, fragmentos similares se han interpretado como alamanes' 98 (HENING, 1984, fig. 63. 68-69). Otro posible uso es el de remate o aplique decorativo de cajitas, muebles, etc., a modo de balaustrada. Tampoco es extraño al trabajo en hueso su uso como elementos de mobiliario, de hecho, los artesanos del hueso tenían en los ebanistas a algunos de sus principales clientes (BEAL, 1984, 6). El fragmento ER 34 se podría corresponder con una bisagra, aunque éstas suelen o, mejor dicho, deben tener una perforación lateral donde se encaja el vástago de unión con el tablero. El ejemplar de las Eras no lo posee con lo que volvemos de nuevo al mismo problema: puede tratarse de una pieza a media fabricación o un resto sin funcionalidad, lo que para este caso concreto nos parece menos probable. No obstante, en Carthago, aparecen piezas como la de Ontur, sin perforación lateral, y se interpretan como "bisagras-separadoras" (hinge-spacer) (HENING, 1994, fig. 14.15, n°42-43). La n° 35, recuerda a las pequeñas bisagras actuales, pero no nos atrevemos a clasificarla como tal. Otro tipo de objetos son los fabricados para perforar: agujas y punzones. Nosotros contamos con fragmentos de dos agujas: ER 36 y 37, incompletas, pero que hemos definido como tales sobre todo por su sección, ya que su otro posible uso sería el de alfileres de tocado, acus crinalis, pero tienen siempre la sección redondeada, por lo que descartamos ese empleo. El ejemplar 38, es casi con total seguridad una pieza sin acabar, por lo que puede asociarse a varios tipos de objetos: punzones, husos de hilar, agujas... Del resto de los huesos no sabemos si responden a piezas elaboradas o semielaboradas, o son fragmentos sueltos. No obstante, los fragmentos de asta (ER 39 y 40) 198. Los ejemplares cartaginenses son de menor tamaño que la pieza de Ontur. 229 podrían ser "protoempuñaduras" rústicas. Pérez de Barradas, a propósito de varias de estas piezas halladas en la villa de Villaverde, las interpreta como mangos de cuchillo, ya que junto a una de ellas apareció una hoja de hierro (PÉREZ DE BARRADAS, 1931-2, 117); otros ejemplares similares de Complutum han sido interpretados como punzones para decorar cerámicas; de todas formas es posible que se trate solo restos de asta que no han sido usados para nada. Habría que ver si han sido desbastados o vaciados para usarlos como enmangues. Para la pieza 41 hemos encontrado un fragmento similar en la villa de Torre Aguila que se interpreta como mango de empuñadura, pero no sabemos si esta adscripción es correcta para nuestra pieza. De los fragmentos ER 42 y 43, no podemos decir nada, salvo que no parecen huesos trabajados; no obstante los hemos incluido para mostrar el lote completo. Finalmente nos queda hablar de las muñecas (ER 44-48). En primer lugar deberíamos mencionar que su fabricación es ámbar 199 y marfil, dos materiales lujosos, lo que se corresponde perfectamente con los otros materiales encontrados en la misma sepultura: copas de bronce y vidrios, y que nos podría indicar que la familia poseedora de la tumba debía tener un medio-alto rango social. Por lo que se refiere a su cronología, ya expusimos en su presentación como Balil fecha los peinados en la época de Helena y Fausta; los escarpines (calceus mulieribus o calceolus), son similares a los representados en el missorium de Teodosio o en el díptico de Estilicón, llegando su uso hasta el s.VI. Sobre su funcionalidad, creemos que debe tratarse de juguetes porque aparecen con otras piezas que tienen esta función, y porque en la tumba se recogieron los cadáveres de dos niños, seguramente los propietarios de dichos juguetes. Estos objetos han sido localizados en bastantes casos en tumbas de niñas o mujeres jóveñes, por lo que para algunos estudiosos como Manson son objetos de ajuares infantiles :y símbolos de la niñez y la virginidad y no objetos culturales o votivos ya que no aparecen en edificios religiosos (ALMAGRO GORBEA Y SESE, 1996, nota n° 18, 174); no obstante también debieron tener un cierto sentido religioso ya que según las fuentes escritas "...se consagraban a la divinidad protectora en el paso de la infancia a la adolescencia y que las jóvenes esposas consagraban sus muñecas a Artemisa o Afrodita en Grecia y, en el mundo romano, a los Lares y Penates primero y, posteriormente, a Venus. Por ello se ha supuesto que estas pupae en Roma se recibían en los Saturnalia como juguete (sigillaria) y se ofrecerían a Venus en los ritos iniciáticos que marcan la adolescencia." (ALMAGRO GORBEA Y SESE, 1996, 174). En lo que se refiere a su fabricación debió haber varios talleres que se dedicasen 199. Incluimos la muñeca de ámbar en este apartado del hueso, ya que aunque sabemos que se trata de una resma vegetal, y por tanto no es un material como el resto, el abrir un apartado propio nos parecía exagerado además de poco operativo. Se trata de una muñeca como el resto, y con el resto hay que estudiarla. 230 a fabricar estos objetos suntuarios. Uno de ellos se ha establecido en Roma al relacionarse con los importadores de marfil y ébano de época de Adriano —negotiatores eborarii et citrarii—, pero también debió haber más en el Mediterráneo Oriental que serán los precedentes de los tardíos egipcios y sirios (ALMAGRO GORBEA Y SESÉ, 1996, 175). Y en lo que se refiere a su origen, Manson las considera productos de un taller local (ALMAGRO GORBEA Y SESÉ, 1996, nota n° 29, 176). Las conclusiones a las que podemos llegar tras el estudio de los huesos de la necrópolis de Ontur no son demasiadas, aunque completan nuestra visión de la necrópolis: los huesos nos muestran un rico y variado empleo de este material, menospreciado generalmente, pero que debe llenar un importante hueco manufacturero; los usos son variados, juego, adorno personal, confección o sastrería, instrumentum domesticum, juguetes...; si se comprueba en un futuro que algunas de las piezas están inacabadas, podría plantearse la posibilidad de algún taller en las inmediaciones, como parece que ocurre en otros sitios; el que aparezcan piezas fabricadas en materiales lujosos, a la fuerza fruto del intercambio comercial, nos muestra el alto poder adquisitivo de sus poseedores, bien se trate de piezas importadas, bien sean muñecas fabricadas aquí con materias primas importadas, su coste en el mercado debió ser elevado. 1.4. LA CERÁMICA El estudio de las cerámicas se ofrece como uno de los mejores instrumentos a la hora de encuadrar cronologicamente los diferentes yacimientos, para ver vías de comercio a través de la distribución de los materiales —sobre todo las cerámicas finas cuyos lugares de fabricación se encuentran en otras zonas, a veces muy lejanas por lo que resultan una eficaz herramienta por su fácil identificación y porque además, al ser las piezas mejor estudiadas, la cronología que proporcionan es bastante ajustada—, y para ver (intuir en muchos casos) la comarcalización del territorio, sobre todo para los momentos más tardíos. De todas las clases cerámicas presentes en los yacimientos que hemos presentado -Terra Sigillata, cerámica común y ánforas-, umcamente vamos a estudiar con mayor detenimiento las dos producciones primeras al ser las que tienen un mayor número de ejemplares, tanto en los yacimientos concretos como en lo que se refiere al conjunto provincial. Ésto, el que aparezcan por toda la provincia, y el que lo hagan en un número suficiente, nos posibilita trazar un bosquejo más o menos acertado de la extensión, distribución y evolución de las alfarerías. Finalmente nos quedan las ánforas, de las que solamente tenemos cuatro ejemplos en tres yacimientos. La verdad es que poco más podemos decir además de lo expuesto en la descripción de las piezas, donde se señalan sus tipologías y paralelos, por lo que finalmente no vamos a hacer un capítulo específico de estudio de estos recipientes. 231 1.4.1. LA TERRA SIGILLATA En el estudio de las cerámicas finas de mesa romanas —Tena Sigillata—, hemos localizado las tres producciones principales que conviven en la Península Ibérica en estos momentos, es decir, la Tena Sigillata Hispánica Tardía (TSHT), la llamada Tena Sigillata Gálica Tardía (TSGT), y la Tena Sigillata Africana (ARSW), aunque solamente en su variedad D, —por otra parte la más difundida—. Lo más interesante, a nuestro modo de ver, es que estas cerámicas, además de proporcionarnos una cronología para fechar otros materiales, son las piezas "estrella" para poder intuir mercados o vías de comercio, distribución, difusión y relación entre unos lugares y otros, no sólo ya en el interior de la Península, sino de ésta con otras zonas. Además en una provincia como la de Albacete, con una situación geográfica excepcional a caballo entre el mundo de la Meseta y el del Sureste, encontramos piezas de importación (ARSW), típicas de las áreas costeras conviviendo con otras de producción propia (TSHT) con un predominio claro en el interior. Se podría decir que aquí se establece una zona de contacto entre dos mundos distintos, fenómeno ya observado para otras épocas y que parece cumplirse también en la nuestra. La presencia, aunque ciertamente de forma muy escasa, de piezas gálicas (TSGT) es otro elemento interesante a tener en cuenta. Suponen un punto más en los mapas de dispersión en zonas ajenas de sus circuitos clásicos de distribución, y está indicando que la provincia de Albacete, o al menos algunas zonas de la misma, son focos activos durante esta etapa, incluidos dentro de las vías de comercio e intercambio y con una capacidad económica grande -capacidad que algún día se deberá estudiar en profundidad-. Por lo que se refiere al estudio de estas cerámicas finas, en primer lugar vamos a hacer algunas observaciones sobre producciones y tipos concretos para después ofrecer una valoración conjunta del total. Comenzando por la primera de las producciones señaladas, la TSHT, las formas que aparecen en Albacete son muy pocas: unicamente registramos cuatro de ellas —37 T, Mezquíriz 67, Palol 4 y Palo¡ 10 (y aún esta última con dudas sobre su adscripción tipológica)—, de las cuales la forma 37 T es la más numerosa. Esta forma 37, con ser la más común de la Península, es la que ha planteado y sigue planteando un gran número de interrogantes y discusiones sobre su origen. Mezquíriz hace descender la 37 T de la altoimperial, mientras que López Rodríguez, Paz Peralta y Mayet opinan que ambas son independientes y que no hay una evolución de la segunda a partir de la primera; finalmente, Juan Tovar retoma la idea primitiva de Mezquíriz presentando algunos ejemplares que el define como pretardíos 200 (JUAN TOVAR, e.p.) 200. Una muestra de estas formas pretardías —según clasificación del propio Juan Tovar a quien agradecemos desde aquí su ayuda y consejos en la catalogación de las cerámicas finas—, sería la pieza de Casa de la Zua (CZ 19). 232 Por lo que respecta a la forma Palol 4o forma 74201, se corresponde con el modelo de plato más abundante y representativo. Para Juan Tovar, bajo este nombre se agrupan formas sólo aparentemente relacionadas entre sí. Este investigador la separa en varios grupos que deberían, en un futuro, consolidarse como formas distintas. La pieza albacetense (AR 2) forma parte de su grupo 3, de platos muy planos, de borde horizontal, labio redondeado y sección oval, cuerpo sin molduras y pequeño pie en la parte interior del fondo. Según Mezqufriz se trata del grupo más hispano, con un origen en la forma 4 altoimpenal. Su cronología, si deriva de las altoimpenales, enlaza con éstas y se prolonga hasta una fecha posterior a mitad del s. IV (JUAN TOVAR, e.p., 22). Para Palol se corresponde a variantes de las formas 51 y 52 de Lamboglia, a las 51, 57, 58 y 59 en ARSW de Hayes, y D2 de Salomonson; su cronología avanzada les hace llegar al s.V. Generalmente son piezas lisas, pero algunos platos tienen decoración estampada imitando modelos africanos. Estas formas aparecen también en cerámica gris (PALOL Y CORTES, 1974, 124). La forma 8 (Palol 10) es muy abundante. Juan Tovar opina que bajo este tipo Palol agrupa tres fornas diferentes: el cuenco derivado de la 8 altoimpenal, un vaso de pared casi vertical y fondo plano con borde exvasado y un vaso carenado de pequeño tamaño. La primera de estas formas es muy abundante aunque ha sido poco publicada por confundirse con las altoimperiales o porque no se creía en su perduración; de hecho, Mayet niega esta perduración hasta el s. IV, y a pesar de que aparecen en Conimbriga, no se identifican con la forma, aunque si se describen como cuencos tardorromanos. Por su parte, Paz Peralta da tres variantes en función del borde: - A, sin borde destacado - B, con borde destacado - C, de pared vertical, a veces semicarenados y algunos con estampaciones en la pared exterior. A esta diferenciación, Juan Tovar añade subtipos que matizan y completan el tipo. De las piezas de Albacete (CZ 15-17), la primera es un borde que pertenece a la variante B subtipo 1 de Juan Tovar, las otras dos son bases. Esta variante se confunde a veces con la forma 37 T, y muestra una tendencia a exvasar el cuerpo. Posiblemente surja en el s. ifi; respecto al subtipo 1 puede presentar finas acanaladuras circundando el cuerpo. Suelen ser piezas de un tamaño mediogrande y se trata de una producción documentada en el alfar de Mambrillas de Lara (Burgos) (JUAN TOVAR, e.p., 29-35). Por otra parte, para lo que se refiere al conjunto de la TSHT hay otra serie de cuestiones que no, por muy discutidas, están aún totalmente aclaradas. 201. Mezquíriz le dio en un primer momento el no 49, pero en trabajos posteriores la ha definido como 74. 233 En primer lugar las cuestiones cronológicas, de datación para las formas y producciones. A los ya clásicos problemas de falta de estratigrafías por la escasez de excavaciones, a la necesidad de fechar, que nos obliga a todos muchas veces a forzar la información que nos proporcionan los materiales, estirando y acomodando las for mas a los horizontes que nos convienen de alguna manera, y a la existencia de un "siglo fantasma" como es el s.III, se une otro problema, bien apuntado por Juan Tovar en su trabajo: "Generalmente la idea de perduración de un producto en el tiempo está indisolublemente asociada a la de la perduración de su fabricación, cuestión que por principio es radicalmente falsa. Todo producto cerámico en general tiene más posibilidades de sobrevivir a su fábrica que a la inversa. E incluso puede darse el caso extremo, y seguramente siempre se ha dado, que haya productos todavía en fase de comer cialización cuyo taller ya ha desaparecido, al extinguirse con esa última hornada?' (JUAN TOVAR, e.p., 2-3) Por lo que se refiere a los talleres o centros de producción, parece claro que en época tardorromana lo que hay es una ampliación del número de alfares. Los grandes centros altoimperiales, sobre todo los talleres riojanos, parecen sufrir una recesión siendo reemplazado por numerosos centros, algunos de pequeño tamaño, concentrados sobre todo en la zona burgalesa. Aún así hay algunos centros como Cluma, Mambrillas de Lara y Covarrubias. Sin embargo ya se conocen bastantes centros pequeños de lo que se derivan una diversidad de variantes, pastas, decoraciones, etc. que son las que propician de algún modo esta maraña de variantes, subvariantes, imitaciones, imitaciones de imitaciones etc, que quizás en última instancia deban ser consideradas simplemente como la característica más sobresaliente de la producción tardía: la heterogeneidad202 . Sobre su distribución, aunque sigue siendo cierto que la Meseta norte es el "feudo" de la TSHT, tampoco lo es menos que conforme la investigación va profundizando en los distintos territorios, van apareciendo fragmentos en otros puntos. Si además consideramos como hispanas algunas producciones meridionales (ORFILA, 1993) pero no individualizadas del resto, entonces no hay ninguna duda al respecto 203 . 202.Una heterogeneidad a la que contribuyen sin duda otro tipo de influencias como son las de la cerámica africana o la gálica. 203.Creemos acertada la idea de que la heterogeneidad propia de la tardía es la que produce estas diferencias de pasta etc, y en esta línea no tendríamos problemas en incluirlas dentro de la clase general sin más. Es más, tampoco las producciones altoimperiales son homogéneas y no por ello se han acuñado los términos de TSHA (Hispánica Andujareña) oTSHTM, curiosa coincidencia, (Hispánica TricioMagallummense). Pero por otra parte, algunas de estas producciones parecen llegar a fechas muy modernas, ss.VI y VII (de hecho en el Tolmo hay fragmentos en estudio, aparecidos en los contextos del s. VII, que dan la sensación de ser parte de esa producción que se ha dado en llamar TSHTM, o si no una imitación de las definidas por Caballero, pero de muy muy buena calidad), y en los ss.VI Y VII si que parece obvio, o al menos por el momento parece ser así, que la producción de TSHT (entendamos la típica), ya ha desaparecido, por lo que no sabemos hasta que punto es conecto incluir estas cerámicas en un grupo 234 Finalmente parece que la TSHT tiene algunas características que le vienen marcadas por sus relaciones con otras producciones: - en el primer cuarto del s. IV hay una transformación técnica y formal con la aparición de nuevas formas inspiradas en las africanas y un cambio en las pastas y barnices para copiarlas. Las calidades son diferentes porque cada taller interpreta estas influencias a su manera y con los medios disponibles. - a fines del tercer cuarto o principios del último cuarto del s.IV se produce un nuevo cambio con la llegada de las gálicas. Se adopta la cocción reductora, hay cambios en los barnices de las anaranjadas y entran en el mercado un mayor número de formas decoradas a molde, que hasta el momento eran patrimonio de la forma 37 (JUAN TOVAR, e.p., 54-60). Por lo que se refiere a la producción de TSGT, en Albacete solamente hemos registrado 3 piezas, todas ellas problemáticas ya que como explicamos al describirlas, no corresponden a tipos puros: la pieza del Real (RE 2) sería un tipo mixto entre el 6 B (borde) y el 15 (carena baja), la de la Casa de la Zua (CZ 14) se podría paralelizar al 6 pero no tiene el borde inclinado como es característico en esta forma, y en último lugar, la fuente de Lezuza (LZ 2) de la forma 1 de Rigoir, se asemeja por pasta y decoración a la TSHM. De esta realidad podemos obtener una conclusión inmediata, el gran desconocimiento que aún se tiene respecto a la TSGT: o bien no conocemos aún el total de formas y producciones que llegan a la Península; o bien, hay TSGT hispana, o mejor dicho, talleres hispanos que producen cerámicas que imitan este estilo, como ya se viene diciendo desde hace unos años, pero en una cantidad y diversidad mayor de la que se podría suponer en principio. Pero es que además cada una de las piezas albaceteñas tiene unas características de pastas y colores distintas, lo que sin duda hay que relacionar con lo anteriormente expuesto. De todos modos, salvo la pieza de Lezuza que cada vez nos parece menos gálica ymás hispana, las otras dos deben ser parte de esta producción ya que sus decoraciones y aspecto en conjunto tienen más filiaciones con la producción francesa que con las de aquí. Aunque la producción se ha dividido en tres grupos principales 204 , lo cierto es que las filiaciones se establecen sobre todo por los punzones decorativos, y ya en su tra(203).ya inexistente, cuando además, y hasta el día de hoy, todos, más o menos, nos entendemos. Cuando se habla de TSHT se sabe de qué se habla, y de igual modo cuando los investigadores hablan de imitaciones de época visigoda, también saben a que se refieren...es decir, que es posible que sea mejor separar ambas, más por una cuestión práctica de lenguaje y comunicación que por una realidad arqueológica y metodológica. 204. Además de estos tres grandes lugares hay otros centros menores como son los de L'Herault, LAude y Var. 235 bajo de 197 1, la propia Rigoir reconocía que de los 212 motivos conocidos en ese momento, solamente unos 40 podían ser adscritos con total seguridad a un área u otra de producción, pero es que en el trabajo de 1985 se apunta además la idea de la existencia de un intercambio entre el Languedoc y la Provenza tanto de productos como de ceramistas (RIGOIR Y OTROS, 1985, 98-99). A pesar de estas dificultades iniciales de filiación, lo que queda claro es que a Hispania los productos de la Galia que llegan son los marselleses y narbonenses. La producción atlántica tendría otros mercados. La principal ruta comercial sería marítima, sobre todo para el grupo provenzal o marsellés que, de hecho, se difunde sobre todo por las costas septentrionales, también en Baleares, costa catalana, Murcia y País Valenciano. Las de Narbona tienen una mayor difusión ya que además de la costa también aparecen en el interior, introduciéndose a través de los valles de los ríos —el Ebro para la zona noreste (TED'A, 1989, 157), o el valle del Guadiana para el caso emeritense (CABALLERO ZOREDA, 1972, 212)—, o las vías terrestre de comunicación, llegando al corazón mismo de la Meseta sur en sitios como Segóbriga. En Baleares estos contactos se intensifican a mitad del s.V, dando como resultado que en la primera mitad del s.VI, en algunos yacimientos como la basílica de Cap des Port, haya más cerámicas gálicas que africanas (ORFILA Y CAU, 1994, 285). Los punzones de las cerámicas de Albacete se corresponden con los de la producción narbonense, aunque la decoración de la pieza de la Casa de la Zua puede corresponder a ambos grupos. Creemos que su llegada a los yacimientos debe ser desde las costas levantinas y murcianas aunque no podemos olvidar que si aparecen en Segóbriga pueden llegar desde el interior. En cualquier caso, vengan de donde vengan, lo cierto es que su número es anecdótico y debemos relacionarlo más con el tránsito de personas que con un comercio organizado y estable. En lo que respecta a las cronologías, el grupo narbonés comienza a comercializarse a fines del s.IV, mientras que los otros dos lo hacen a partir del s.V. Como fechas finales no se han establecido todavía cronologías concretas, aunque es una producción que sigue vigente al menos hasta mitad del s.VI. En último lugar, nos queda hablar de la cerámica africana, la ARSW, la producción de la que tenemos un mayor número de fragmentos. Se trata de la producción más abundante e implantada con la que solamente rivaliza la TSHT en el interior. A partir de la mitad del s. V o un poco antes desaparecen del interior de Hispa- nia205 y disminuyen en la costa, aunque siguen siendo bastante abundantes. Este 205. Las causas de este cese no están clara, se han aludido como posibles motivos las invasiones bárbaras, 236 decrecimiento coincide con la renovación del repertorio formal de la D y la C tardía (TORTORELLA 1987) 206 . Este autor ha mantenido la teoría de que la conquista vándala de Cartago influye también en la comercialización de la cerámica produciendo un rebaje de las exportaciones. Hoy parece que este fenómeno, al menos para Hispania, no es del todo cierto, ya que los datos aportados por las excavaciones no muestran esa supuesta disminución (JÁRREGA, 1991, 91). De hecho, lo que se constata en las zonas costeras es más bien lo contrario: un aumento de la presencia de cerámica africana, tanto de ARSW como de ánforas olearias, ya que la vajilla de mesa debe ser un producto subsidiario del comercio del aceite (REYNOLDS, 1985: 474-539; KEAY, 1984:433). A este respecto, Keay defiende una revitalización durante la segunda mitad y fines del s.V e inicios del s.VI, por la necesidad del reino vándalo de vender sus "stocks" aceiteros que se habían acumulado desde la desaparición de la annona imperial. Sin embargo, Járrega cree dificultoso hablar de revitalización cuando siquiera está clara la disminución anterior en el momento de la conquista vándala (JÁRREGA, 1991, 93). Con posterioridad se ha supuesto otra fase de crisis tras la conquista bizantina de Hispania, lo que provocaría de nuevo un cese de importaciones en las zonas no sometidas a su poder (KEAY, 1984), pero de nuevo las excavaciones apuntan en dirección contraria, ya que la presencia de cerámica africana en yacimientos situados en territorios no bizantinos como Tarragona o Barcelona son una muestra palpable de que el intercambio comercial continúa. Para los territorios bizantinos hay un aumento de las importaciones lo que se refleja en la aparición de las formas Hayes 99, 103, 104, 105 y 108 (MÉNDEZ ORTÍZ, 1988,150-151, 155-159), y de hecho hay una posible fábrica local de ARSW en Cartagena (MÉNDEZ ORTIZ ,1988, 103-111, 125), lo mismo que se constata en yacimientos andaluces como Montroy (OLMO ENCISO, 1992, 192). En el interior, la cerámica de la segunda mitad del s.VI y VII aparece en Zaragoza, que para Járrega supone el límite de frontera de su penetración desde el noreste, y más hacia el 5 se constata en el yacimiento de Segobriga, lo que para Járrega se explica por la importancia de la ciudad en época visigoda y por sus estrechas relaciones con la costa levantina (JARREGA, 1991, 91). A estos añadimos los hallazgos del Tolmo, otra ciudad importante del interior a la que las cerámicas lleganpor la vía Complutum-Carthago Nova, la misma que puede haber sido utilizada para Segóbriga. (205). la ruina de las grandes villae, la competencia de las cerámicas locales (TSHT y sobre todo imitacio- nes locales) sin embargo ninguno de estos motivos está lo suficientemente estudiado, ni parece que tuviese la fuerza necesaria para desarticular todo un mercado. 206. cf. en JARREGA, 1991, 91. ... 237 Las formas presentes en Albacete confirman los supuestos apuntados. La mayor parte son de la segunda mitad del s. IV y primera del s. y, lo que no contradice y ratifica la secuencia presente en otros territorios del interior. Las más modernas del periodo bizantino aparecen únicamente en dos yacimientos, el Tolmo de Minateda y Alborajico, un gran establecimiento y un eremitorio dependiente del anterior, cuya fase de auge son los siglos (VI-VII). Otra nota importante es que la mayoría de ellos se articulan en torno a los principales ejes viarios que cruzan la provincia, ratificando de esta manera que la distribución y comercio de los materiales se hace a través de las rutas viarias establecidas. Para finalizar, sólo nos resta el establecer una comparación entre los materiales de las tres producciones. Destaca como primer rasgo el mayor número de fragmentos de cerámica africana, lo que no es extraño ya que nos encontramos en un territorio más cercano a la costa —y por lo tanto dentro del "círculo de influencia" de las cerámicas de importación—, que a los centros de producción alfarera de las formas hispanas, situados en la Meseta norte. Las pocas piezas hispanas se localizan en su mayoría en los alrededores del Júcar, es decir al norte de Albacete, en el territorio más relacionado con el interior. Finalmente, de las cerámicas gálicas, anecdóticas y hasta cierto punto exóticas, lo único que podemos pensar es que su aparición no puede relacionarse con un comer cio fluido y estable, aunque no dejan de ser indicativas del trasiego de personas y materiales. 1.4.2. LA CERÁMICA COMÚN La naturaleza de las propias producciones, muchas veces, de carácter local o comarcal, la perduración de los modelos cerámicos, en algunos casos desde momentos indígenas prerromanos, pero en todo caso —y para lo que nos interesa aquí—, de forma indudable de época romana a visigoda, junto con la artificialidad de los límites cronológicos académicos, necesarios desde un punto de vista metodológico, pero inútiles a la hora de enfrentarse a los casos concretos, nos inclinan por realizar un estudio en muchos casos desde una óptica de seriación ininterrumpida, sin solución de continuidad entre lo romano y lo visigodo. Así, lo más lógico es hablar de cerámicas de la Antigüedad Tardía, incluyendo materiales desde los siglos 1V-y, que en puridad se enmarcarían en lo etiquetado como Bajo Imperio o Tardorromano, hasta el siglo VIII, o mejor dicho, hasta que se asienta realmente el modelo musulmán. Por otra parte, esta óptica de periodos amplios de continuaciones y adaptaciones, es una visión generalizada y no original nuestra, y así ocurre que muchos de los trabajos hacen un recorrido que abarca desde los últimos momentos del Imperio hasta unos años posteriores a la llegada del Islam. No obstante, es evidente que en algunos casos las evoluciones sí son claramente perceptibles, y 238 que sobre todo los siglos VI y VII tienen, por lo que se refiere a algunas cerámicas, características tanto tipológicas como de fabricación que se pueden aislar fácilmente e identificar como propias de estos momentos. Un segundo punto importante de reflexión es el de la clasificación, el de definir una cerámica como de cocina, de mesa, de almacenamiento o tocador. En algunos casos es bastante evidente y claro: un dolium es un dolium, diríamos todos, y su función de almacenaje no ha de ser puesta en duda, una olla, si además cuenta con señales de exposición al fuego, es una pieza para cocinar, y un plato es una pieza de mesa. Hasta ahí todo está claro, pero a veces estas diferenciaciones no son tan fáciles: por ejemplo, algunos cuencos, piezas que a priori son de mesa, a veces presentan marcas de haber sido expuestas al fuego de cocinar, en ese caso deberíamos incluirlos entre los utensilios de cocina; si además añadimos que cuando contamos solamente con fragmentos, algunas veces identificamos con dudas que tipo de pieza tenemos delante, si una olla, vajilla de cocina, o una jarra, vajilla de mesa, esta clasificación se complica aún más207 Compartimos la opinión de los investigadores del TEDA: "Entendemos por cerámica común todas aquellas producciones fabricadas a bajo precio y destinadas a labores domésticas e industriales. Son, por tanto, productos para el abastecimiento de todos los tipos de consumidor pero no unicamente dirigidos a un mercado de escaso poder adquisitivo. En ambientes domésticos de bajo nivel económico pueden sustituir a la vajilla fina en el servicio de mesa, pero generalmente ambas producciones se complementan. Así, mientras la vajilla de lujo aparece relacionada con el servicio de mesa, las piezas en cerámica común están ligadas a trabajos culinarios... Dentro de esta denominación se diferencian diversas clases cerámicas a partir de su origen, como en el caso de la cerámica común italiana o la africana, o de la técnica empleada, como la cerámica denominada grosera. Los bajos costos en el proceso de producción favorecen la existencia de múltiples producciones locales de más o menos difusión. Estas, si bien siguen las formas generales del Imperio por unas mismas necesidades, estan sometidas a tradiciones locales y a la manera de trabajar el barro de cada taller." (TED'A, 1989, 205). Esta posición puede ser criticable ya que supone, en cierto modo, una postura más cómoda, pero honradamente nos ha parecido el criterio más objetivo, y diríamos más, el único posible hasta que realmente conozcamos bien este horizonte ergológico, con un mayor número, no solo de piezas que proporcionen formas, sino de piezas completas, en estratos de excavación fiables y en diferentes ámbitos de los yacimientos, tanto contextos de hábitat, talleres o necrópolis... Es decir, hasta que podamos señalar sin ningún género de dudas cual es el mundo material cerámico de . 207. El problema de las denominaciones no es nuevo, sin embargo cuando se cuenta con piezas completas, lo que no es nuestro caso, éste se puede solventar. 239 la Antigüedad Tardía en esta zona, avalados por un elenco amplio y fiable estratigráficamente. A la hora de estudiar la cerámica común de nuestro registro nos enfrentamos con varias premisas de partida que han influido en el posterior desarrollo del trabajo. Había una serie de materiales cuya filiación era bastante clara, tanto por los contextos generales de los que proceden —yacimientos con estratigrafía bien encuadrados cronologicamente (Tolmo de Minateda)—, como por sus contextos particulares, —cerámicas de necrópolis en los que el ajuar de vidrio o metálico nos ofrece las fechas de enmarque (Las Eras de Ontur, El Pelao de Jorquera )—. Este primer grupo, por tanto, no ofrece ninguna duda a la hora de hacer una adscripción cronocultural de sus posesores. Junto a ellos, hay con un grupo mucho mayor, tanto en número total de piezas como en porcentaje, que procede de yacimientos únicamente prospectados —con todas las implicaciones negativas que ello conlleva a la hora de presentar un horizonte real—, que además, en bastantes casos tienen unas cronologías amplias, desde momentos prerromanos hasta unos límites finales algo indeterminados, el clásico tardorromano, tardío... En realidad, el gran obstáculo, o siendo optimistas, el gran desafío, era intentar sacar alguna conclusión de este elenco cerámico. Para ello, el razonamiento utilizado y aplicado como sistema de trabajo ha sido el siguiente: - Para las cronologías romanas, aislar en primer lugar de los yacimientos conocidos aquellos que únicamente nos proporcionaban unas fechas tardías, aplicando en este caso el término de tardío al Bajo Imperio, a los siglos IV y V. De esta criba nos quedamos con dos sitios, la necrópolis de Las Eras (ER), un hallazgo cerrado, excavado, del que poseemos la información del desarrollo del trabajo tanto por los diarios de excavación, como por la posterior publicación de la misma, y los materiales que proporciona el yacimiento de El Real (RE), cuya prospección proporcionó dentro de las formas claramente identificables, ARSW y TSGT, lo que lo enmarca, al menos en principio, en unas fechas bajoimperiales 208. Una vez seleccionados ambos yacimientos, el siguiente paso era estudiar su cerámica común para compararla a la procedente de otros yacimientos. Del análisis de estos materiales hemos extraído la siguiente conclusión: hay una serie de piezas que localizamos tanto en estos dos sitios como en la mayor parte del resto, que tienen unas características de pasta y de acabado muy semejantes, además de formas muy similares, lo que nos lleva a plantear la posibilidad de que pertenezcan a un mismo contexto cultural. Esta conclusión nunca puede ser definitiva ya que las formas que encontramos, salvo raras excepciones, son formas que se producen a lo largo del Imperio, por lo que siempre albergamos dudas sobre ... 208. Este yacimiento ha sido excavado posteriormente, aunque nosotros no hemos trabajado con el material procedente de la excavación. 240 esta supuesta correspondencia y su pertenencia absoluta y claramente al Bajo Imperio. Sin embargo, y mirándolo desde otro punto de vista, aunque la forma en concreto de una pieza pueda ir desde el siglo 1 hasta el IV, por poner un ejemplo, si ésta está fabricada con una arcilla determinada, la pasta es de un color determinado, los desgrasantes son unos concretos, y el acabado también es uno determinado, y además coincide con las características de otra pieza que, sin lugar a dudas, es tardorromana, creemos que es lícito el plantear, al menos a modo de hipótesis y en espera de una futura comprobación, la adscripción de la primera al horizonte cultural y cronológico de la segunda. Es decir hemos antepuesto el criterio de la fabricación al de la forma. - Para momentos posteriores el trabajo nos ha resultado mucho más sencillo ya que contamos con un gran yacimiento, el Tolmo de Minateda, cuya fase de esplendor ofrece toda la serie visigoda y emiral, habiendo proporcionado abundante material cerámico que conocemos bien y que nos permite el identificar y catalogar piezas de otros asentamientos de la zona; para otras partes de la provincia, que creemos responde a otro tipo de influencias, las necrópolis son las que nos dan la clave de las cerámicas de época visigoda. También nos parece importante advertir aquí que no haremos un estudio exhaustivo de cada una de las piezas; en unos casos porque no se cuenta con la información necesaria para ello, y en otros, porque muchas son muy similares y por tanto, el ir una a una es simplemente un esfuerzo de escritura pero no de conocimiento. Por último y respecto a los paralelos para nuestras piezas, la indicación de los mismos viene incluida dentro del catálogo de materiales, pero el estudio se realiza aquí. La inclusión de los paralelos no significa que abogemos por un mismo origen o centro productor para las piezas, es más, creemos como el general de los investigadores que, muchas de las cerámicas comunes proceden de talleres locales o como mucho comarcales, pero sí nos ha parecido de interés el incluir esos paralelos en aras de una mayor contundencia, o de mostrar de una manera más clara, cómo también la zona albaceteña participa de una corrientes culturales o de unas modas que son las mismas en diferentes zonas, no sólo las cercanas a nuestro territorio, sino en bastantes casos también en lugares alejados geográficamente, como son el Norte de Africa, el Sur de Francia o Italia. El conjunto examinado —aún con toda las reservas y cautela necesarias—, ofrece un elenco material que desde horizontes tardorromanos, con formas características de este periodo2ø9 , nos llevá hasta las primeras muestras islámicas. Se puede observar 209. A pesar de no contar con estratigrafías que avalen nuestros presupuestos creemos que los materiales que mostramos deben fecharse entre los siglos IV y y, y más bien hacia el último que hacia el prime- 241 una cierta continuidad en el sentido de que se puede seguir, a través de los diferentes yacimientos, la línea evolutiva de los recipientes cerámicos sin cortes drásticos, siempre hay elementos de enlace entre unos y otros: en yacimientos con una cronología más temprana aparecen piezas que ya anticipan los caracteres de lo que va a ser el grueso de la producción en el momento siguiente. Las ollas de borde exvasado, ligeramente levantado son en época tardorromana poco habituales en Albacete, pero tendrán un gran desarrollo en yacimientos de época visigoda, siendo la forma más característica en este momento. En la necrópolis de las Eras ya encontramos alguna pieza de este estilo (ER 83) que se desarrolla plenamente en la Loma de Eugenia, Loma Lencina, el Pelao o Alboraj y que será a su vez característico de las producciones de época emiral en este área del Sureste (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, fig.5, 4 y 10). FJ ? \ Lo mismo ocurre con las ollas de dos asas, posiblemente derivadas de prototipos de cerámica africana de cocina (Vila.Roma 5.40) que, como las anteriores, se mantienen en contextos más modernos 210 en diferentes zonas del Mediterráneo, como en Cartago fechadas en el siglo VI avanzado (FULFORD Y PEACOCK, 1984, fig. 69, n°23), o Ravenna de la primera mitad del VI (FIUMI Y PRATÇI, 1983, n°6.31,6.33, 6.35, 6.36 y 6.38). La más antigua sería la de Ontur (ER 76), muy restaurada por lo que desgraciadamente no podemos ver bien sus características de pasta y acabado, pero que parece fabricada con una pasta más fina que las del Tomo (TM 20-22), de contextos del s.VII, más groseras, y con un acabado característico mediante raspado en diferentes direcciones que constituye su "marca de identidad". (209). ro: la mayor parte de los paralelos proceden de yacimientos muy tardíos (dentro del periodo romano), aunque por supuesto no excluimos fechas más tempranas que deben ser confirmadas por excavación. Por otra parte pensamos que en bastantes casos hay algunos indicios (alguna pieza) que están a caballo entre lo puramente romano y lo tardoantiguo lo que de alguna manera vendría a confirmar estas suposiciones. 210. "Urna peça idéntica proveniente das escavaçoes antigas de Conímbriga conserva nas asas argolas de ferro, prova de que este tipo podia suspenderse sobre urna fogueira" (ALARCÁO. 1974, 111). 242 Para las ollas de borde engrosado (CZ 27-32, ES 3) las cronologías de los paralelos como Vila.Romá nos remiten a contextos de mitad del s.V, aunque deben tener una perduración mayor, ya que aparecen en yacimientos de época visigoda como el Cancho del Confesionario, Casa Herrera o el Castellar de Villajimena. En el caso de Vila.Romá, los investigadores no ofrecen paralelos para esta piezas en otros yacimientos tardorromanos, por lo que se podría suponer que, con un arranque en momentos finales del Imperio, son formas que se desarrollarán en siglos posteriores; no aparecen en las producciones del S y SE, por lo que debemos pensar que las albaceteñas deben su influencia a la Meseta, lo cual, no discrepa con los yacimientos donde han aparecido, situados en la comarca del Júcar y por tanto más relacionados con esta zona meseteña. ____________u CZ29 Otro tipo serían las ollas de borde moldurado que aparecen en dos yacimientos de época visigoda (LE 22 y PE 6); hay formas similares en sitios tardorromanos como el mercado de abastos de Toledo o Conimbriga, en asentamientos de época visigoda como Camargo o Vila.Clara, y también aparecen en yacimientos islámicos de momentos emirales como Zaragoza2 l 1 . Para las emirales se ha propuesto, como uno de los orígenes posibles, un olpe visigodo de S. Pedro de Alcántara (GALVE IZQUIERDO, 1988, 238). 1 ___ Las últimas en la línea evolutiva, son las que hemos calificado bajo el apelativo de marmitas, unas ollas especialmente relacionadas con el mundo del SE peninsular y claramente pertenecientes a horizontes de época visigoda. Los contextos de inicio en Alicante han sido fechados por ARSW en el s.Vt (REYNOLDS, 1985), y para su 211. En este último sitio se identifica con un borde de jarra, lo que quizás podría plantearse para nuestras piezas —sobre todo el ejemplar del Pelao (PE 6) aunque nos parece que tiene un diámetro grande de boca— dado que en los yacimientos de época visigoda se trata de ollas, hemos optado finalmente por esa identificación. 243 final se proponen fechas que llegan hasta el s.VIII, "...aunque dichas producciones, típicas de contextos del siglo VII, aparecieran en asentamientos posteriores, no eran las propias del mundo árabe o bereber, sino que eran más afines a las poblaciones indígenas hispanogodas, de tradicción profundamente tardorromana y muy relacionadas culturalmente con el norte de África... la ausencia de estas producciones en los niveles más tardíos de Cartagena, bien fechados por la sigillata africana entre el último cuarto del siglo VI y la primera mitad del VII parece indicar que nuestras cerámicas podrían fecharse de la segunda mitad del siglo VII en adelante y que su aparición en los niveles superficiales de Illici o Begastri podría indicar que nos hallamos en contextos del siglo VIII, propios del hábitat residual de antiguos núcleos urbanos decadentes. No deja de ser significativo que en ambos casos después de estos niveles, las ciudades dejan de ser ocupadas, mientras aparecen nuevos asentamientos —ya fechables en el siglo IX— con series cerámicas más variadas. Otro dato que apoya nuestra propuesta cronológica es la aparición de un felús de primera época.. .en el asentamiento rural de Foncalent, considerado de época visigoda, por la aparición de un grafito sobre un fragmento de cerámica de este tipo." (GUTIÉRREZ LLORET, 1993 b, 48). ... ... H T7 1 1 ZA7 1 P51 Estas formas marcarían los últimos momento de ocupación de los asentamientos incluidos en nuestro trabajo, las pequeñas aldeas o alquerías que gravitan alrededor del Tolmo de Minateda, y que deben desaparecer cuando la ciudad decae 212 . De todo el conjunto de ollas, las de borde vuelto con asiento de tapadera son las de características "más romanas"; aparecen en su mayoría en yacimientos relacionados con la época tardorromana: Eras (ER 78-81), Casa de la Zua (CZ 33-35), Esco2 12. En Zaina, con una fase tardía como ya expusimos al describir el yacimiento, aparece una de éstas marmitas asociada a un ánfora tardormmana, posiblemente residual. Todos estos datos nos indican que se trata de un asentamiento con una vida prolongada hasta al menos el siglo VIII —se encontró un felús emiral—, en función del Tolmo de Minateda y correspondiente al modelo de hábitat imperante en época visigoda. Con la desaparición del Tolmo, Zama, como ot.ws pequeños enclaves del entorno, languidece hasta desaparecer y se crean otro tipo de asentamientos —como el Castellar de Sierra—, en altura, encastillados. 244 bosas (ES 2), Arda] (AR 4), el Real (RE 3), aunque creemos que sus fechas se podrían llevar hasta mitad del s. y sin problemas. 1 1 En yacimientos más tardíos, como la Loma de Eugenia (LE 11-17), Loma Lencina (LL 12), Pelao (PE 7) o Alboraj (AJ 2), aparecen algunas que podría asimilarse a este tipo, aunque anotando que son de paredes más delgadas, bordes menos gruesos, y en general menor diámetro. Para algunas de ellas, sobre todo las piezas CZ 33-35, ER 79, ES 2 y AR 4, los paralelos toledanos del mercado de abastos se han clasificado como vasijas con una finalidad de contenedores de provisiones o recipientes de lavado: "Todo este conjunto se incluiría dentro del tipo 12 de Vegas que recoge únicamente nuestras variedades cilíndricas y troncocónicas, a las que supone una finalidad de contenedores de provisiones o incluso de recipientes de lavado. Similares ideas se ven recogidas en el estudio del material de la Villa del Olivar de Cástulo, en la que además se confirma una cronología preferentemente tardía para este tipo de piezas?' (CARROBLES Y RODRÍGUEZ MONTERO, 1988, 73); para las de Albacete, su gran tamaño indica que podrían haber estado destinadas a estas funciones, aunque la existencia de asientos para tapadera —muy poco común en los barreños—, nos ha llevado a pensar en la posibilidad de que fuesen grandes ollas. Las piezas con borde triangular aparecen en Albacete en el Real (RE 7) y en la Loma de Eugenia (LE 21). Estos recipientes se corresponden con yacimientos que tienen una cronología tardía 213 ; en otras zonas se documentan así mismo en contextos tardíos como ya expusimos al describir las piezas 214 por lo que se podría decir que son características de las producciones de la Antigüedad Tardía prolongándose, en algunos casos, hasta horizontes de primera época islámica, como ocurre en Arcávica (ÁLVAREZ DELGADO, 1989). , 213.El Real tiene una cronología entre mitad del V y VI, y la Loma de Eugenia, aunque no podamos precisar con exactitud, debe tener una fase de uso de los ss VI - VIII, con ausencia de sigillatas, formas a mano y toscas similares a las del Tolmo, y por la aparición de pintadas islámicas de primera época; estas fechas han sido además ratificadas por los metales de la necrópolis. 214.Unicamente aparecen en contextos de mitad del s.V en Vi1a.Rom, aunque sus excavadores apuntan que son típicas de contextos del s.VI (TEDA, 1989, 241). 245 111111 RE Para otras formas, como las cazuelas de borde engrosado al interior y labio apuntado (CZ 43-46, AR 7, ES 5 y ER 86), si hay un corte. Estas piezas, derivadas de tradiciones más antiguas a las que se unen las influencias de las formas africanas (Lamboglia 10 Al Hayes 23 B) —de las que nuestras cerámicas son sin duda imitadoras, ya que coinciden en forma y color de la superficie exterior pero no en las características de la pasta—, son relativamente abundantes en yacimientos como Casa de la Zua o las Escobosas, pero no aparecen sin embargo en los yacimientos más modernos; de hecho, solamente hemos podido recoger una forma de cazuela de época visigoda en la Loma de Eugenia (LE 26), que no tiene nada que ver con las anteriores, ni en forma, ni pasta, color o acabado, pero que sí se relaciona con los tipos de cazuelas documentados en Cartagena para estratos de fines del s.VI y principios del VII (LAIZ REVERTE Y RUIZ VALDERAS, 1988, 294), llegando a momentos islámicos ya con una fabricación a mano. Sin embargo hay otro modelo de cazuela, con borde exvasado levantado (CZ 38, ES 4) que, con un origen romano, llega, no solamente a época visigoda, sino que se registra también en yacimientos islámicos como Bayyana (CAS11LLO GALDEANO Y MARTINEZ MADRID, 1993, 82). 1 CZSS Finalmente, dentro de este apartado, encontramos la cazuela CZ 36, que pensamos sea una imitación de la forma africana Atlante 1, CVII, 11, que se documentada en Cartago de la segunda mitad del s.IV a la segunda mitad del VI, pero que está representada de forma abundante en los estratos del s.V (TEDA, 1989, 194). 1 CZ3Ó 246 Las piezas con pitorro, cuyo momento de máxima difusión es la época tardorromana, aparecen no solamente en cerámica común sino también en TSHT (forma 43) y TSGT; se han documentado en Albacete en el Real (RE 6) pero también en el Tolmo de Minateda ('FM 19) en estratos fechados en el s.VII avanzado. Con respecto a los pitorros, nos parece interesante el señalar que, aunque en la mayor parte de los casos se trata de cuencos para los que se han atribuido unas funciones destinadas principalmente a la manipulación de líquidos o la producción de alimentos —garum—, su elaboración en cerámica fina lleva a pensar que también sirviesen para el servicio de mesa (TEDA, 1989, 209 y ss). Por otra parte la aparición en yacimientos conquenses de época visigoda de jarras con pitorro (LOPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1995, lám. 42) es un dato que viene a confirmar la perduración de los pitorros y su uso como vajilla de mesa. "J— U 1 M6 TMI9 Hay otro grupo de recipientes (CZ 40 y ER 73) muy interesante a su vez porque son formas derivadas de la vajilla fina de mesa (TSGT —Rigoir 22 y 35—); se trata de cuencos carenados realizados en cerámica fina, cuya producción se inicia en el s.IV y perdurando hasta época visigoda en lugares como Valencia, donde aparecen con decoración a peine, Recópolis, Cancho del Confesionario...; en Albacete la última evolución del modelo podía venir representada por la pieza LE 25 con una carena fuertemente marcada. El interés principal de esta cerámicas es que partiendo de modelos extrapeninsulares, en un primer momento son imitaciones —la denominada por Caballero Zoreda Terra Sigillata de Imitación Paleocristiana (CABALLERO ZOREDA, 1989, 86 y ss)—, para desde aquí, seguir evolucionando hasta llegar a los modelos más avanzados, como el anteriormente citado de la Loma de Eugenia, ya realizado a mano/tor neta según el patrón de fabricación que se extiende en época visigoda. 'L ,tj _9 También nos parece importante señalar que estos tipos y evolución, sumariamente expuestos, son característicos de la Meseta, donde hay numerosos ejemplos tardorromanos y visigodos (CEVPP, 1991), pero sin embargo, y si se confirma en un futuro el fin de la evolución que proponemos, aparece en un yacimiento situado en la zona de influencia del SE, pero también en otros puntos alejados de la Meseta como la pro247 vincia de Barcelona (ENRICH Y OTROS, 1995); es de esperar que en un futuro este mapa se amplie. Por lo que se refiere a los cuencos de borde redondeado (CZ 41-42; RE 5; BN 2), algunos tienen grandes dimensiones por lo que podrían funcionar más como fuentes o bandejas (CZ 47-49; LE 24). Se trata de un modelo que se da en todas las épocas, aunque sí creemos de interés anotar el hecho de que de los pocos que hemos registrado, la mayor parte proceden de yacimientos tardorromanos. Solamente los cuencos de la necrópolis de Balazote (BN) y de Loma de Eugenia (LE) son de contextos más modernos. Este último, realizado a mano, y con mica dorada entre sus desgrasantes, nos remite directamente a la cultural material del mundo del SE, pero en contextos relativamente antiguos para la época en que se fecha el grueso de los materiales, ya que pertenecería al grupo 5.2 de Reynolds del s.V. La escudilla o cuenco de borde rizado de el Ardal (AR 8) es interesante porque sus paralelos inmediatos se van al Portus Jilicitanus, donde estas piezas se han identificado como vajilla de mesa, y lo que nos parece más importante, según sus investigadores, se trata de "...cerámica local, que imita las formas en clara:' (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, 306). Por tanto se trataría de una pieza proveniente del comer cio comarcal lo cual es bastante significativo: es una de las pocas evidencias claras de la existencia de este comercio cerámico 215 , pero además, se trata de una pieza producida en "pleno corazón" del SE que aparece en un sitio que se localiza muy al norte, en el Júcar, en la zona de influencia meseteña. Pensamos que el cauce natural de entrada de la pieza a Albacete debió ser a través del Corredor de Almansa, es decir, por una vía distinta a la utilizada para otras piezas de las que hemos hablado anteriormente, que desde la vía de Complutum-Carthago Nova se distribuyen hacia el norte. 7 AR. u Otra pieza interesante es la taza o bocal monoansado de las Eras (ER72), vajilla de mesa para la que Vegas propone un uso como vaso (por la no existencia de huellas de fuego en las piezas estudiadas por ella), y unas fechas desde mitad del s.l hasta el 215. Si dejamos de lado en capítulo de las sigillatas distribuidas por otras redes y cauces mayores. 248 s. ifi (Vegas, 1973, 107). La pieza de Ontur sí presenta estas huellas de haber sido expuesta al fuego, por lo que habría que pensar que, al menos de forma esporádica, pudieron ser usadas para calentar. En lo que se refiere a / las cronologías, una pieza de Perales del Río dio como datación por radiocarbono 490 + 30 (QUERO CASTRO Y MARTÍN FLORES, 1987, 372)216 Recipientes de boca amplia destinados a funciones de lavado, contención de aguas, etc., solamente hemos registrado dos, ambos con decoración plástica: una pieza del Arda¡ (AR 9), cuyos paralelos decorativos aparecen en Conimbriga en barreños (ALARCÁO, 1974, n° 738-767), y en cronología más modernas en la provincia de Alicante, en marmitas destinadas a guardar provisiones (REYNOLDS, 1985, flg.6.32), y una proveniente de la Loma de Eugenia (LE 27), para la que las piezas más cercanas son los ataifores dentados islámicos de Bayyana, como ya hemos indicado en el catálogo. . Otro grupo son los recipientes destinados a contener líquidos —jarras y botellas—, muy escasos con respecto al total de la cerámica y entre los que encontramos algunos de época tardorromana, como las jarras y posible botella de las Eras (ER 70, 71 y 89) y otros de momentos visigodos, como la botella de los Pontones (PO 2) y las jarras de El Pelao (PE 4), Casas Viejas (CV 1) y Casa de Antoñete (CA 1). La característica común a todos ellos es la de su aparición en necrópolis. La de las Eras responde a los modelos romanos, y sus paralelos más directos en el Portus Illicitanus han aparecido junto a otros materiales tardíos como ARSW D y 216. En Ontur aparecieron piezas residuales como las lucernas, por lo que podemos pensar que esta taza forme parte del mismo lote; sin embargo, la pieza de Perales muestra que se mantienen hasta fechas más modernas, a no ser que esta última taza sea también residual. Por otra parte, en la necrópolis visigoda de la Dehesa de las Casas, aparecieron dos tazas más que, aunque difieren de la de Ontur ya que tienen una carena baja y marcada, borde triangular ...no dejan de ser la misma forma aunque diferente tipo, y por supuesto una cronología más moderna (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 45); lo mismo se podría decir de una pieza de Arcávica, muy similar auque con base plana y pasta diferente (ALVAREZ DELGADO, 1989, fig. 2.5). En cualquier caso dejamos abiertas ambas posibilidades, bien que sean formas que se mantienen hasta el s.V, o que se trate de cerámicas dejadas de fabricar mucho antes y mantenidas por los grupos familiares, pero teniendo presente para un futuro que es bastante probable que las tazas no desaparezcan con el Imperio romano, sino que, evolucionadas, lleguen hasta fines de la época visigoda. Acabado este estudio, en el curso de las excavaciones del Tolmo de Minateda han aparecido varios ejemplares de tazas, algo menores que la de Las Eras, en contextos estratigráficos claramente visigodos. 249 morteros de visera. Para las jarras, además de su función como vajilla de mesa, se proponen otros usos auxiliares en la cocina (SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, 1983, 307). Por lo que respecta a las jarras de época visigoda, todas de base plana o ligeramente redondeada, y por tanto con muy poca estabilidad 217, se corresponden con los modelos plenamente "clásicos" de la época visigoda. La jarra de Casa de Antoñete pertenece al tipo 14 de Izquierdo Benito, para quién esta jarras son las más parecidas a las de bronce, a las que imitan y posiblemente sustituyan en algún caso (IZQUIERDO BENITO, 1977 a, 852), la de el Pelao al 13 B, muy numeroso en la provincia de Cuenca, donde uno de los ejemplares apareció decorado con pintura, y la de Casas Viejas a su forma 15 B, con una dispersión amplia por toda la Península. Por último, la botella de los Pontones no aparece formalmente en la sistematización de Izquierdo Benito, y sus paralelos más cercanos, como ya se dijo, corresponden a necrópolis del Pais Valenciano, para las que las fechas propuestas son de fines del VI y VII (GISBERT, 1986, 214). Estos modelos deben perdurar en momentos islámicos, como lo demuestra una botella de Arcávica (ÁLVAREZ DELGADO, 1989, fig. 4.7) aparecida en un contexto del s.IX, aunque, como se reconoce en las publicaciones: "...parece existir una pervivencia de formas de época visigoda con aportes decorativos musulmanes (beréberes)..." (CEVPP, 199 1)218. Desde el principio, observamos una distinción entre la zona del sureste de Albacete —básicamente la comarca de Hellín—, del norte, las tierras agrupadas en tomo al Júcar. Partiendo de la base de que nuestro conocimiento de restos de época visigoda en el Júcar219 se reduce esencialmente a sus necrópolis, hay hecho objetivo, y es que las cerámicas que aparecen como ajuares en los enterramientos, se relacionan sin ninguna duda con la Meseta, mientras que más al Sur, no solamente las necrópolis 217. Lo cual no deja de ser curioso si pensamos que su uso primario fuese el de estar en una mesa o cocina, a no ser que fuesen creadas especificamente para acompañar al difunto, por lo que su estabilidad no es lo más importante. 218. Pintura en las cerámicas aparece en otros yacimientos de plena época visigoda como la Dehesa de las Casas (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994, lám. 20), donde la encontramos sobre una jarra de un asa que apareció asociada, entre otros ajuares, a una placa de broche de cinturón liriforme. Hay otros ejemplos citados por los investigadores conquenses, lo que lleva a pensar que junto a las influencias beréberes, no hay que despreciar tampoco la tradición hispana. 219. Estas son las dos zonas o comarcas de la provincia con un mayor número de yacimientos. 250 hasta el momento no han aportado cerámicas en sus ajuares, sino que además, las piezas de barro difieren totalmente de las anteriores, tanto en formas como en pasta, acabados o cocciones, relacionándose, de forma indudable, con las producciones del Sureste peninsular —Illici, Begastri, Monastil, Valencia...—. Las conclusiones a que nos lleva esta observación son forzosamente las de la coexistencia de horizontes materiales con diferentes influencias, y no encontramos otra explicación para esta disimilitud que el hecho de una separación entre unos territorios y otros, separación que nosotros atribuimos a una realidad histórica, el hecho de la existencia de la provincia bizantina, la cual si no en todo el periodo de ocupación de Bizancio, si al menos en algún momento, debió extenderse por los territorios del sureste provincial, que en cualquier caso, fueran bizantinos o visigodos, se sitúan claramente en una de las zonas de contacto o separación —depende de la óptica con que lo miremos—, entre ambos "gobiernos", y gravitando además alrededor de un eje de gran importancia estratégica como es el de la via Complutum-Carthago Nova, enlace, y lo repetimos de nuevo, entre la Meseta y el Sureste, más concretamente con Car tagena, la capital bizantina. Esta diferencia ya se intuye, como hemos ido exponiendo más arriba, para los materiales tardorromanos, aunque de una forma menos clara y evidente. Sin embargo hay que tener en cuenta que las cerámicas finas si nos muestran de alguna manera esta realidad. Como ya hemos expuesto en el capítulo dedicado a las cerámicas finas, dentro de la escasez característica, hay una mayor presencia de TSHT (la producción meseteña) en el norte de la provincia, mientras que en el sureste de Albacete solamente se ha detectado cerámica de este tipo en el Saltador (SA) y la Horca (HO). Por lo que respecta a las formas vemos un predominio de las ollas y cazuelas sobre otro tipo de utensilios como pueden ser los cuencos, morteros, jarras..., y una ausencia de platos, lo que debe deberse a dos factores principalmente: el uso de cerámicas finas como vajilla de mesa para momentos tardorromanos y un cambio en los usos alimentarios. Hay una idea más o menos generalizada de que con el Bajo Imperio se produce una modificación en los modos de la alimentación lo que va a influir en la sustitución de unos recipientes por otros: por ejemplo el servicio bol/plato tan característico de las producciones aretinas o sudgalicas desaparece con la ARSW en favor de las bandejas y grandes platos; pero esta línea evolutiva nos da la sensación que se prolonga más allá, y no creemos especialmente descabellado el considerar que en época visigoda hay ya una clara sustitución, o dicho de otra manera, una "desespecializacion" en lo que se refiere a la vajilla. No deja de resultar curioso que la mayor parte de los recipientes en época visigoda sean formas de ollas, algunas de un tamaño mayor, pero otras por la fuerza pequeñas si pensamos que son vasijas para la cocción de los ahméritosde un grupo o familia; se podría decir que son ollas unipersonales, y ahí es donde queremos incidir, nos empieza a resultar cada vez más atrayente la idea de que 251 la cerámica —con una producción y distribución que por lo que parece es cada vez más local y artesanal, en el sentido de producciones no de grandes talleres especializados, sino de los propios grupos familiares—, cada vez es menos especializada y menos diversa en sus formas; de este modo un pequeño recipiente (olla en el sentido genérico) sirve para cocinar, para calentar, para guardar especias, harinas, etc,. pero también para beber o comer en él. En definitiva, son utensilios de cocina y de mesa. Además, o al menos eso nos dice por el momento nuestra experiencia en el Tolmo de Minateda y la consulta bibliográfica del elenco material de otros sitios, tampoco parece haber un número grande de vidrios, ni por supuesto de metales en los hábitats que justifiquen su empleo como vajilla de mesa en unas épocas en que, la presencia de cerámicas finas es muy baja y poco significativa en el conjunto de materiales. Si no tenemos sigillatas u otro tipo de vajilla fina en las formas de cuencos y platos, ni tampoco cerámicas comunes, o al menos muy pocas y únicamente fuentes o cazuelas, pero sí un gran número de ollas u ollitas u orcitas o como queramos llamarlas, parece evidente que éstos son los recipientes en los que se come y bebe; como además muchas presentan señales de fuego, son también recipientes en los que se cocina o al menos calienta la comida. Finalmente queremos exponer como en el registro del mejor conocido de los yacimientos, el Tolmo de Minateda, se pueden constatar los elementos que definen el mundo de las cerámicas y su comercio. En el Tolmo nos encontramos cerámicas de importación (ARSW, ánforas africanas), junto cerámicas de producción local. A su vez hay formas en cerámica fina (botellas) conviviendo con otras de factura más tosca, a torneta (ollas), e incluso a mano (tapadera). De otra parte, algunas piezas enlazan con la tradición y el comercio ya establecidos en época tardorromanos (ARSW, cuenco de pitorro), junto a otras más características del horizonte visigodo (botellas) o las que que perduran hasta momentos islámicos emirales (tapaderas). Además en el Tolmo podemos ver unidas piezas características del SE con otras cuya dispersión es mayor. No podemos dejar de mencionar en relación con lo anterior la semejanza en cuanto al horizonte material entre el Tolmo y Recopolis 220. Esta semejanza nos parece muy ilustrativa ya que se trata de dos yacimientos alejados físicamente y ubicados en zonas con influencias diferentes: uno es un asentamiento meseteño, en el corazón del reino visigodo, y el otro es un sitio del sureste y bajo las influencias costeras y bizantinas. 220. En ambos yacimientos y en contextos estratigráficos semejantes, aparecen las mismas ánforas, botellas, ollas de dos asas, asas perforadas de grandes contenedores, cuencos de pitorro, pequeños anforiscos o spatia, pequeñas ollas u orzas —que también aparecen en el Tolmo aunque nosotros no hayamos incluido ninguno de estos materiales en nuestro catálogo— . etc. Este mismo elenco material se encuentra en otros sitios del mismo ámbito cultural que el Tolmo, como por ejemplo la antigua Valentia, donde aparecen ARSW de las formas 94. 99, 1040 105. ánforas Keay LXIII o cuencos de pitorro (BLASCO Y OTROS, 1994, 195-196). 252 Pero a pesar de ello, y seguramente por tratarse de dos ciudades, hay una serie de materiales que comparten, los que deben distribuirse por las grandes vías 221 , a lo que se une que tras la definitiva conquista de la provincia bizantina, se debieron reestablecer las rutas de comercio permitiendo el libre trasiego de personas y mercancías. 1.5. LOS MATERIALES PÉTREOS Bajo este epígrafe vamos a tratar los elementos decorativos realizados bajo sopor te pétreo de Alcaraz y el Tolmo de Minateda. Aunque existen otras piezas esculpidas en piedra: sarcófagos decorados de Vilches y Ontur o los carentes de decoración de Casa de Antoñete y Torre Uchea, y aunque podríamos añadir en este capítulo los mosaicos de Balazote y la Casa de los Guardas, hemos optado por realizar el estudio específico solamente de las placas del Santo y los fragmentos del Tolmo porque para el resto, poco o nada tenemos que añadir a los estudios específicos ya realizados por los especialistas en estas materias. Los trabajos sobre el tema de la escultura decorativa de época visigoda son relativamente abundantes, aunque en su mayor parte se trata de estudios puramente descriptivos, y muchas de las veces desde puntos de vista estilístico y artísticos, sin entrar a valorar su significado, no solamente espiritual y cultual, que si se hace, sino implicaciones de otro tipo (económico, social, artesanal De alguna manera para lo que se refiere a este campo, la situación es similar a la de los sarcófagos "paleocristianos" hace unos años. No obstante, es cierto que la mayor parte de las piezas proceden de contextos religiosos, y solamente ahora empezamos a conocer fragmentos escultoricos de otros entornos (como Pla de Nadal); esta realidad ha condicionado el enfoque del estudio de los materiales, ya que se ha buscado como principal objetivo el interpretar el sentido simbólico de los elementos representados y la funcionalidad, espacial y litúrgica, de sus soportes —canceles, placas, nichos—. Por otra parte, aunque contamos con algunas síntesis generales y regionales, se echa en falta un estudio conjunto que incida en los aspectos anteriormente dichos y defina de manera clara cúales son los talleres, donde se sitúan o quien comercia con la escultura, por citar solamente algunos de los aspectos que pueden ser desarrollados en un futuro, aunque quizá aún sea algo pronto para un estudio de este tipo. Los elementos que tenemos corresponden a placas: pensamos que las piezas de Alcaraz pueden pertenecer a canceles, mientras que las otras dos, (TM 25 y 26) deben tener otro uso. Para nosotros, las del Santo deben ser placas de canceles por dos razones: la ico...). • 221. Será de nuevo la vía Complu:um-Carthago Nova la arteria por donde discurre el tráfico que relaciona : estos dos centros. 253 nografía representada en las misma debe verse en la disposición en que las hemos presentado por lo que solo podrían ser laterales de sarcófago o placas de cancel, pero son muy anchas para el primero de los usos posibles; no pueden ser placas decorativas ya que son grandes y pesadas por lo que deben ir ancladas al suelo, y en esta posición el único uso posible es el de separadores de espacios. La función de los canceles es acotar espacios dentro del edificio, necesaria por la organización jerárquica, prescripciones litúrgicas y ceremonias 222 . Canon XIII del 1 Concilio de Braga (56 1) (VIVES Y OTROS, 1963, 73): Ubi omnes conmunicani.(Quod mira aliare neque laici neque mulieres communicar e iubentur]. ítem placuit, UI mira sanctuarium altaris ingredi ad conmunicandum non liceat laicis,viris vel mulieribus, nisi tanlum clericis, sicul el in antiquis canonibus statutum est. Donde debe comulgarse. Se ordena que ni los seglares, ni las mujeres comulguen dentro del altar. También se tuvo por bien que no se permita a los seglares entrar dentro del santuario del altar para recibir la comunión ni a los hombres ni a las mujeres, sino solamente a los clérigos, conforme está establecido en los antiguos cánones. Canon XVIII del IV Concilio de Toledo (633) (VIVES Y OTROS, 1963,198): [Quol post benedictionem populo datam communicare debeant sacerdotes.] Nonnulli sacerdotes post dictam orationem dominicam statim comunicani, el postea benedictionem in populo dani, quod deinceps interdicimus; sed post orationem dominicam el coniunctionem panis el calicis benedictio in populo sequatur, el tunc demum corporis el sanguinis Domini sacramentum summatur, eo videlicet ordine sacerdos el levita ante alta re conmunicent, in choro derus, extra chorum populus. Que los sacerdotes después de haber dado la bendición al pueblo deben comulgar. 222. A este respecto de los espacios y su uso según la liturgia, hay un interesante trabajo donde se estudia el ceremonial y las posibilidades de aplicación a los espacios documentados por la arqueología (GODOY FERNÁNDEZ, 1989) y que es un anticipo de la publicación de la tesis doctoral de su autora, de reciente aparición (GODOY FERNÁNDEZ, 1995). 254 Algunos sacerdotes inmediatamente después de la oración dominical comulgan y a continuación dan la bendición al pueblo, lo cual prohibimos para el futuro, pues la bendición al pueblo debe seguir a la oración dominical y a la mezcla del pan y el cáliz, y entonces finalmente se sumirá el sacramento del cuerpo y sangre del Señor. Observando este orden: que el obispo y el levita comulguen delante del altar, el clero en el coro, y el pueblo fuera del coro. Estos dos cánones muestran como las iglesias están compartimentadas: al sanctuarium solo pueden acceder el obispo y el levita en el momento de la comunión, el clero debe hacerlo en el coro y el pueblo fuera del coro. Por esto Cruz Villalón piensa que todas las iglesias deben tener al menos estas tres compartimentaciones. Los canceles debieron ser usados para estas funciones. Arqueológicamente se ha comprobado que servían para separar el santuario y las naves, respecto al coro no hay datos para confirmar. También pudieron ser usados para compartimentar la propia construcción, ya que algunas iglesias tienen plantas muy complejas en las que los canceles proliferan (CRUZ VILLALON, 1985, 188). Uno de los problemas es distinguir un cancel de otro tipo de placas. No tienen dimensiones precisas, y funcionalmente un cancel es una placa de separación, pero evidentemente no todas las placas son canceles. Únicamente se identifican claramente, y a priori, como canceles las placas con muescas, lengüetas o ranuras para encajar. Sin embargo deben tener un tamaño aceptable porque si no cualquier elemento con muescas podría ser un cancel, lo que obviamente es un absurdo. Nuestro conocimiento se muestra así muy deficiente ya que no hay apenas indicios en las iglesias salvo algunos agujeros y ranuras que se han interpretado para ensamblaje, algún cancel reutilizados como el de la Iglesia de Santa Cristina en Lena, o placas con muescas como los de Barcelona, San Juan de Baños, Recopolis (CRUZ VILLALÓN, 1985, 189)223 . Por un ejemplar emeritense (n° 115) sabemos que las placas llevarían lengüetas laterales para ensamblar en los pilares de sujección. El borde de la base se rebaja para así crear una espiga de encaje en el suelo, o en algún elemento usado de basamento. En el frente y cerca del borde superior tiene una leve ranura quizás para ensamblaje con un remate superior (CRUZ VILLALON, 1985, 190). Algunos podrían tener remate de balaustrada como ocurre en ejemplares anteriores al s.X en Costantinopla, Italia, Inglaterra... En Mérida hay restos de columnitas (n° 73 y 74) y en algunos canceles como los de Recopolis hay agujeros en la parte superior (CRUZ VILLALÓN, 1985, 195). 223. Para las placas de Alcaraz, dada su localización actual encajadas en un muro de la iglesia, no podemos saber si cuentan o no con éstas muescas. 255 En cuanto a las dimensiones, éstas oscilan entre 0, 66y 1,04 mts de altura, son rectangulares y de poco grosor, 6 cms de media (CRUZ VILLALON, 1985, 194). Hay un grupo de placas que, aunque decorativamente, son como los canceles, son más gruesas y no tiene trabajadas ni bien pulida la cara posterior. Cruz Villalón las ha interpretado como placas adosadas para decorar absides o altares seguramente (CRUZ VILLALÓN, 1985, 198-199). En lo referido a las otras placas no está clara su función por lo que se consideran placas decorativas y en algunos casos sustitutas de altares (sobre todo los ejemplares con venera). Para las del Tolmo no sabemos ya que son fragmentos pequeños e incompletos. Finalmente solo podemos hablar de los motivos decorativos. Todos ellos son cristianos o con una simbología cristiana, aunque en origen beban de otras fuentes, como les ocurre por ejemplo a las hojas de parra. La pieza 1'M 25 tiene un círculo sogueado que enmarca un crismón, se trata de un motivo típico de las placas-nicho toledanadas; para el ejemplar TM 26 lo que encontramos es un motivo similar, pero en este caso en lugar de un crismón, lo que aparece en el interior del círculo es una cruz patada. Cruz Villalón hace derivar esta iconografía de prototipos del Oriente bizantino (CRUZ VILLALÓN, 1985, 287). Los crismones son el símbolo cristológico fundamental junto a la cruz. Cristo como principio y fin de todas las cosas, universalidad y eternidad divinas (Apocalipsis 1,8: "Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso"; XXI, 6: "...yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin..?'). También ha sido interpretado como una posible afirmación del catolicismo frente al arrianismo. Algunos muy grandes y ricos (incluso la piedra tallada imita las piedras preciosas de los ejemplares metálicos) se explican como muestras del triunfalismo del catolicismo. Las letras A y 2 representarían la eternidad y la esencia todopoderosa de Dios y Jesucristo y serían frecuentemente añadidas a los crismones tras las luchas entre arrianos y católicos para subrayar la divinidad de Cristo (SCHLUNK Y HAUSCHILID, 1978,68-69). Sin embargo nosotros pensamos que la decoración con piedras preciosas se debe exclusivamente a una influencia del arte oriental, tal y como aparece en cruces coptas, más que a un deseo expreso de afirmación del triunfo católico. De hecho, no solamente las cruces y crismones visigodos hispanos llevan ésta decoración, sino que éste gusto mediterráneo se observa a su vez en las muestras de otros pueblos como por ejemplo el arte lombardo. Las cruces aparecen sobre todo en tenantes de altar —típico de la escultura hispana— lo que puede estar unida a ritos de consagración. El altar es donde se realiza el sacrificio de la Eucaristía y la cruz es el máximo simbolo del sacrificio de Cristo. De hecho los altares son también llamados altar crucis (CRUZ VILLALÓN, 1985, 298-99). 256 Para las placas del Santo el motivo básico es la hoja de parra: las vides no son sólo el recuerdo de la especie eucarística del vino, sino un símbolo del dogma de la resurrección (MARROU, 1980,59-60) y de la figura de Cristo (Juan 15, 1: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador"). En el foco toledano es un motivo muy frecuente, sobre todo las combinaciones de roleos y tallos ondulados con racimos y pámpanos (CORTES HERNÁNDEZ Y OTROS, 1991, 752). Pero sin duda el más interesante es el motivo lateral de la placa 3: un edificio de tres naves, con entrada en forma de arco de herradura al que coronan dos aves zancudas enfrentadas a un arbol de la vida, al que a su vez picotean otras dos aves, y con un coronamiento de piña. Los edículos tiene una larga tradición y amplia expansión en el Imperio relieves de sarcófagos—, una continuidad en la escultura bizantina con grandes contactos con Mérida (CRUZ VILLALÓN, 1985,273). Los arcos de herradura en la escultura emeritense siempre van ligados a veneras por eso son ultrapasados (CRUZ VILLALÓN, 1985, 280-282). Sobre el simbolismo del arco y del edículo, Cruz Villalón propone que son asociables a la forma del ábside con el mismo simbolismo cósmico. Sobre todo la cúpula y por esquemtización el arco: "elemento superior curvilíneo, esférico o semicircular, y otro elemento inferior de apoyo que determina una forma cuadrada, correspondientes respectivamente a la figuración de dos órdenes diferenciados, el macrocosmos y el microcosmos, en definitiva el cielo y la tierra." (CRUZ VILLALÓN, 1985, 283); además son ya usados en el mundo romano para sacralizar o dignificar, algo que es asumido por el cristianismo. Los motivos de aves afrontadas tienen sus raices en el arte paleocristiano, tienen un significado alegórico: alivian o alegran al viajero en su camino hacia Dios (CRUZ VILLALÓN, 1985, 308), además se relaciona la renovación de su plumaje con la resurrección, lo que hay que poner en relación con el mito del Ave Fénix (BARROSO CABRERA Y MOREN DE PABLOS, 1993,38; MARROU, 1980, 59). Los árboles ocupan en su mayor parte zonas importantes de las iglesias: árbol de la vida. Los principios cristianos de la resurreción y de la eternidad se ajustan de un modo concreto a la idea global de la vida expresada en los árboles; para los escritores cristianos el arbol de la vida se identifica con la cruz (BARROSO CABRERA Y MORÍN DE PABLOS, 1993, 37). Parece claro que la figura de Albacete representa una iglesia, o a la Iglesia, sosteniendo uno de los dogmas fundamentales de la religión cristiana: la Resurección. Además las tres placas mantienen una simetría bastante evidente, lo que se puede relacionar con las ideas de equilibrio, armonía y justicia (justo medio), principio y fin de todas las cosas. 257 1111. 2. EL POBLAMIENTO En este apartado vamos a tratar de mostrar cuáles son las pautas actuales de investigación en lo referente al paso del mundo romano al islámico. El estudio del poblamiento durante la transición del mundo romano al medieval se puede abordar desde dos ópticas diferentes: estudiando las ciudades en su calidad de máximas representantes de la ocupación y, sobre todo, de la articulación del territorio. De esta manera, siguiendo la evolución de los centros urbanos, se puede ver la del territorio y más aún la del Estado; también se puede abordar la cuestión desde otro punto de vista, esto es, estudiando el resto de testimonios, tanto los conjuntos ergológicos como otros tipos de establecimientos, asentamientos rurales, necrópolis, centros de culto... de esta época. Creemos que ambos planteamientos son correctos como puntos de partida y que, lógicamente, deben ser enlazados y valorados conjuntamente en la visión final que se muestre. Para la primera de las líneas de trabajo, hemos de decir que aunque hay una tradición de análisis de las ciudades del Bajo Imperio, en éstos habitualmente se ha visto a la ciudad tardorromana desde una óptica de decadencia al compararla con los modelos altoimperiales, y aunque en la actualidad, el punto de vista se ha modificado y los historiadores hablan más de un nuevo modelo de ciudad, un nuevo concepto del espacio y el simbolismo urbano entre las gentes de esta época, faltan estudios que se centren no ya en las zonas o espacios de representación de la ciudad, sino que relacionen éstos con otras partes de la urbe, y a ésta con su entorno, con su territorio. También hay trabajos sobre las ciudades musulmanas, sobre su organización y la de su espacio. Pero lo que una vez más faltaba era conocer esos puntos intermedios que enlazan unas ciudades a otras y unos espacios a otros; esto se debe en parte al desconocimiento —arqueológicamente hablando—, de los espacios de época visigoda en las ciudades romanas que se mantienen en esta época, y también a que no hay muchas ciudades visigodas conocidas y excavadas, al igual que falta conocer en profundidad las transformaciones que éstas sufren cuando son integradas en al-Andalus 224 . En esta línea de investigación se viene trabajando desde hace algunos años en diferentes zonas de la Península, coincidiendo, o más bien a resultas de la atracción que la época tardoantigua, "los siglos oscuros", ejerce entre las nuevas generaciones de investigadores. Así, una consulta a la bibliografía de la última década nos muestra como han aumentado los trabajos sobre estos aspectos en ciudades romanas como Barcino (GRANADOS, 1987; RIU 1 BARRERA, 1994), Carihago Nova (RAMALLO ASENSIO, 1986 b; LAIZ REVERTE Y OTROS, 1993; RUIZ VALDERAS Y 224. Hablamos de la transición al mundo musulmán porque nuestra zona de estudio cae totalmente dentro de su órbita, sin embargo somos Consciente de que hay una parte de Hispania que queda fuera de este proceso y que sufre una evolución diferente. 258 OTROS, 1994), Valentia (VV.AA., 1987; BLASCO Y OTROS, 1994; SORIANO Y PASCUAL, 1993; PASCUAL Y SORIANO, 1994), Complutum (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989), Emerita (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1995; MATEOS CRUZ, 1995) o en yacimientos visigodos como Recópolis (OLMO ENCISO, 1986), Begastri (VV.AA., 1984), o el Tolmo de Minateda (ABAD CASAL Y OTROS, 1993; e.p.; GUTIÉRREZ LLORET, 1995 b, 1996 a, b, 1997, e.p. a, b). Por lo que se refiere a la provincia de Albacete el panorama es muy desigual, como desigual es la provincia en estudio; tenemos por un lado una zona, el Campo de Hellín, claramente perteneciente al dominio del Sureste y donde se encuentra el Tolmo de Minateda, casi con toda certeza una de las ciudades del Pacto, cuya dinámica evolutiva se identifica perfectamente con los ejemplos expuestos más arriba. Para el resto sin embargo nuestros hitos no son tan obvios, y no lo son por varias razones: - por una parte creemos que hay una amplia franja de la provincia que no es Sureste propiamente dicho —al menos culturalmente hablando—, y con ello queremos decir que, si bien geográficamente Albacete tiene una posición suroriental, creemos que para nuestro periodo, la zona del Júcar, los LLanos de la Mancha y el Campo de Montiel, son zonas de transición y contacto entre Levante y la Meseta —con la que tienen mucho que ver—; la montaña, la zona de las sierras de Riopar y Alcaraz, debe seguir, por su propia configuración geográfica, otra dinámica. - otro aspecto es el del conocimiento arqueológico real de estas comarcas. No contamos con apenas yacimientos, y no solo yacimientos visigodos, sino yacimientos romanos anteriores o musulmanes posteriores - finalmente, nos encontramos con que la única ciudad romana claramente identificada en Albacete es Libisosa (Lezuza), aunque hay al menos otras dos conocidas por inscripciones, la situada en los Villares de Elche de la Sierra (Helike, Ilici?) donde hay una mención a la Curia225 y la del Tolmo de Minateda (Ilunum) con una inscripción de los duoviri de la ciudad (ABAD CASAL Y OTROS, 1993, 155, ABAD CASAL, 1996), a las que se une una mansio, Saltigi (Pozo de la Peña en Chinchilla) situada en un crece de vías. Todas estas condiciones suponen un punto de partida para la investigación diferente, y por tanto, el estudio del poblamiento en estos siglos ha de hacerse desde otros presupuestos; así pues, debemos abordar el trabajo desde el mundo rural y la disper sión de hallazgos de éstas épocas para intentar sacar algunas conclusiones, tanto de patrones de asentamiento, como de posibles zonas de influencias, etc. 225. Gallius Fuscianus curiam• sua impensa f(aciendum) . c(uravit) . i . d(emque) [p(robavit)?] (ABASCAL PALAZÓN, 1990, 74). 259 El mundo bajorromano se ha definido como eminentemente rural. Esta es la situación tradicional de los siglos III y sobre todo IV. Pero a partir de éste último, nos volvemos a encontrar con un vacío en la información, propiciado básicamente por un mutismo en las fuentes escritas y por una deficiencia en la investigación arqueológica. La mayor parte de las villas que conocemos han sido muy parcialmente excavadas; a veces incluso nos surge la idea de que más que una excavación orientada al conocimiento del fenómeno socioeconómico que supone este tipo de hábitat, estas excavaciones se reducen a meros "expolios" de los bellos mosaicos que aparecen; expolios, eso sí, organizados y sistematizados con un método arqueológico. Debido a estos condicionantes, nos encontramos con que para la mayor parte de las villas tenemos unas espléndidas publicaciones de sus ornamentos, en las que se describen fielmente los motivos decorativos, se buscan los paralelos, etc., pero en las que conclusiones suelen reducirse a fechar la villa en el s. IV, por los mosaicos evidentemente; a veces se llega al s.V porque las habitaciones donde éstos estaban han sido obliteradas, pero no se suele investigar más allá y nos quedamos sin saber si esa obliteración responde a una nueva configuración del espacio o es el abandono final del lugar; otro problema que tiene la excavación de sólo estas pequeñas áreas —que además generalmente son las zonas de vivienda del dominus o sus termas y que, aunque sean habitaciones importantes, no son a nuestro juicio los núcleos donde está el corazón económico del flindus—, es que su amortización no supone necesariamente la de todo el conjunto. Esta explicación tradicional no es correcta en todos los casos, y los trabajos sobre villae tardorromanas nos muestran un nuevo panorama en el que no hay axiomas ni modelos de evolución histórica fijos. Las villas tardorromanas de la provincia de Albacete serían un claro ejemplo de la aplicación de un modelo de investigación en una época definida por lo anteriormente dicho, aunque en descargo, habría que decir que los arqueólogos no siempre cuentan con los medios necesarios para realizar una investigación de otro tipo, y que en ésta provincia en concreto, las pocas villas que han tenido una excavación más sistemática han sido poco afortunadas en lo que se refiere al estudio y publicación exhaustiva de los edificios y sus materiales. El fenómeno de las villas226, aún sin contar con datos precisos para hacer esta aseveración, intuimos que debe ser parecido al de las ciudades; no debió haber tantos abandonos ni tanta decadencia sino unos nuevos modos de uso y ocupación de los espacios; pudiera ser que las partes "nobiliarias" de los complejos sí fueran más o menos descuidadas en favor de otras áreas de más interés. Esto no pasa de mera suposición y debería ser confirmada por la investigación arqueológica exhaustiva algún día. 226. Nos referimos a esta provincia, pues en otras sí se ha documentado un uso de los espacios en época visigoda. García Moreno sostiene la teoría de que en este momento las villae se reconvierten en aldeas: "...fue en esta época cuando en la Península Ibérica se dieron los pasos decisivos para la conversión de las antiguas villae señoriales aisladas en verdaderas comunidades aldeanas, muchas de las cuales habrían de continuar dando al paisaje rural una fuerte impronta personal ya hasta tiempos muy recientes...Tales serían la constitución de indudables habitats campesinos agrupados adyacentes a antiguos establecimientos agrícolas señoriales tardorromanos, ya en fechas que oscilan entre los siglos V y VI, perdurando hasta mucho después, en las proximidades de Alcalá de Henares, Fuentespreadas (Zamora), Dehesa de la Cocosa (Badajoz), La Alberca (Murcia), Santiscal (Arcos de la Frontera, Cádiz)." (GARCIA MORENO, 1989,206). Si bien esta explicación es bastante sugerente, en nuestra opinión en muchos de los casos falta la constatación arqueológica de dicho fenómeno; es cierto que cercano o sobre un asentamiento romano hay otros posteriores, pero de igual modo, sobre asentamientos prerromanos o cerca de ellos hay otros posteriores y no por ello se habla necesariamente de un mantenimiento del hábitat; entre otras cosas, porque éste fenómeno creemos que se debe más a una lógica de ocupación de los espacios más ricos o con mayores potencialidades, y así, desde un planteamiento mecánico y sin constatación arqueológica rigurosa, nos encontraríamos con que la gente siempre ha vivido en los mismos sitios —lo cual es real en cierta medida—, pero no significa necesariamente que haya una línea evolutiva no interrumpida, que es lo que parece desprenderse de la afirmación de García Moreno. Lo que queremos indicar, es que al hablar de continuidad del hábitat en un sitio hay que tener cuidado, ya que a veces la ocupación de un mismo espacio responde a impulsos muy diferentes, como ocurre en muchos lugares de habitación tras la conquista islámica, y si no tenemos la secuencia ininterrumpida de ocupación, hasta qué punto podemos hablar de una continuidad en un solar, o de aportes poblacionales diferentes en el mismo sitio. Para nuestra zona de estudio tenemos bastantes ejemplos que podrían asimilarse al supuesto planteado anteriormente, aunque con las matizaciones expuestas. Así, podríamos plantear los casos de la asociación de la villa romana de la Horca con el asentamiento de la Loma de Eugenia, separados ambos por una escasísima distancia, o los de Alborajico, muy cercano al caserío actual, o los del yacimiento de Casa de la Zua, algunas de cuyas estructuras se encuentran bajo la casa de labor que da nombre al yacimiento, al igual que ocurre con Vilches, donde llegó a haber una aldea hoy en día abandonada, o con Torre Uchea, o los más evidentes de Lezuza o el Pozo de la Peña con la actual pedanía del mismo nombre, caso este último relacionado con el mantenimiento de una parada de postas hasta fechas recientes, lo mismo que le ocurría a la Venta de Minateda, a los pies del Tolmo 227 lo mismo ocurre con las necró; 227. En este caso la población que vivía en el cerro abandona el lugar a fines del s. ix o principios del X. seguramente en favor de la actual Hellín, pero se mantiene un pequeño asentamiento a los pies para 261 polis, como en los casos de los Pontones o Casa Vieja. Si bien es cierto que estas coincidencias no dejan de ser sorprendentes, no por ello nos atreveríamos a decir que hay un mantenimiento del hábitat, al menos en los mismos emplazamientos físicos, es decir donde se pudiera observar una continuidad sin lapsos 228 . En cualquier caso, y al margen de estos supuestos, lo que sí parece constatado arqueológicamente para este periodo tardoantiguo es un proceso de despoblación de algunas zonas con el abandono de villae situadas en lugares marginales, proceso al que debe contribuir además de un nuevo modo de estructuración de las relaciones —los tan estudiados procesos de protofeudalización y concentración de la propiedad en algunas manos—, el deterioro de las vías de comunicación por parte de un Estado incapaz de hacer frente al mantenimiento del sistema romano, lo que influye negativamente en los asentamientos apartados de las grandes rutas, ya que son los caminos las arterias por donde discurre el tráfico y los intercambios y, por tanto, la riqueza que permite mantener los asentamientos agrícolas. También parece que se asiste a un proceso generalizado denominado primero de encaramamiento y luego de encastillamiento. Las poblaciones se agrupan en espacios de difícil acceso y fácil defensa, lugares en los que en algunos de los casos se constata un hábitat anterior de época protohistórica. Un ejemplo claro de éste modelo sería el Tolmo de Minateda, donde tras una creemos que esplendorosa época ibérica, la ciudad debe decaer en favor del asentamiento de Zama, situado en la vega, para volver a cobrar importancia en momentos visigodos y emirales y ser definitivamente abandonada posteriormente. Junto a ello aparece un nuevo modo de vida que conlleva también nuevos lugares de habitación, el eremitismo y el hábitat en cuevas; en nuestra provincia se constata con seguridad en el enclave de la cueva de la Camareta y con bastante certeza en Alborajico, aunque posiblemente haya más asentamientos de este tipo en Alcalá, en farallones sobre el Júcar. Por otra parte, y en relación con esa despoblación del campo observada, hay otro fenómeno del cual nos dan cuenta las fuentes y que si bien es difícil de calibrar, no por ello debemos olvidar. Las fuentes escritas nos hablan de unas condiciones del campo nada favorables para el desarrollo económico. Nos estamos refiriendo a las plagas de langostas reite(227). cubrir las necesidades de la vía. La venta ha estado en activo hasta la última remodelación de la carretera. 228. Y aún en el caso de que la hubiese no deberíamos deducir mecánicamente la perduración; en algunas de las ciudades romanas y visigodas en las que hay un uso continuado del espacio en época islámica, los estímulos de formación de las medinas responden a otros criterios diferentes a los del mantenimiento o la perduración de la ciudad antigua, el solar es el mismo, pero se podría hablar de ciudades distintas. Este es el caso de Valencia por ejemplo donde la ciudad islámica poco o nada tiene que ver con la Valentia romana y visigoda, que a mediados del s. VII estaba prácticamente muerta por lo que se refiere a movilidad y crecimiento urbanos (GUTIÉRREZ LLORE'!', e.p. a). 262 radas de las que hablan las fuentes escritas, y que tuvieron una especial incidencia en la provincia de la Cartaginense: GREGORIO DE TOURS, Historia Francorum, VI, 33. Legati principis Chilperici de Hispaniis regressi, nuntiaverunt, pmvintiam Carpilaniam graviter a locustis fuisse vastatam, ita UI non arbor, non vinea, non silva, non fructus aliqui aul quicquam viride emanerent, qui non a locusfis everteretur Vueltos de las Espafías los embajadores del rey Chilperico, anunciaron que la provincia Carpetania había sido terriblemente devastada por las langostas, de tal manera que no quedó ni árbol, ni vid, ni bosque ni cualquier fruto ni vegetal alguno que no fuera destruído por las langostas 229 . Estas plagas, iniciadas en la región castellano-manchega —donde hay reservorios propios—, invadirían en años sucesivos el Levante, las zonas de dominio bizantino: GREGORIO DE TOURS, Historia Francorum, VI, 44. Locustae quoque de Carpitania provintia, quam per quin que vastaverant annos, hoc anno progressae ageremque publicum tenentes, ad aliam se provinciam, quae huic vicina eral provinciae, contulerunt. Quarum spatium in centum quinquaginta extenditur milibus longitudo, latitudo vero in centum milibus ter,ninatur Las langostas que durante cinco años habían devastado la provincia de Carpetania, se habían extendido en este año y, adueñadas ya de todo el campo, se pasaron a otra provincia vecina. Ocupaban un espacio de 150 millas de lóngitud y 100 millas de anchura. Tan importantes y endémicas llegaron a ser que incluso hay disposiciones específicas en los códigos. En la Cartaginense se adelantaba la siega de las cosechas para intentar salvarlas de la langosta: 229. La traducción del texto latino es, al igual que las siguientes, de Angel Fuentes Domínguez, a quien le agradecemos desde aquí su ayuda. 263 MGH. Leges II, 1, 12. Necnon et pro messivisferiis a XV Kalendas A gustas usque ad XV Kalendas Septembres, in Cartaginensi vero provincia propter Iocustarum vastationem adsiduam a XV Kalendas Julias usque in Kalendas Augustas messivas ferias precipimus observandas et propter vindemias colligendas a XV Kalendas Octobres usque ad XV Kalendas Novembres. Que los días de siega no sean del 15 de las Kalendas de Septiembre (mitad de julio a mitad de agosto), sino que en la provincia Cartaginense a causa de la pertinaz plaga de langosta se adelante desde el 15 de las Kalendas de Julio hasta el 15 de las Kalendas de agosto (mitad de junio a mitad de julio) y los días de vendimia del 15 de las Kalendas de Octubre al 15 de las Kalendas de noviembre (mitad de septiembre a mitad de octubre). Se trata de una ley de Chilperico fechada en 642-653, lo cual si la comparamos con la fecha anterior de 584, nos da idea de hasta que punto estas plagas eran algo repetido. Y junto a las plagas de langosta están las sequía periódicas propias del clima hispano. Las malas cosechas reiteradas influyen en todos los aspectos de la vida, tanto en lo que son las relaciones de propiedad, como en la demografía o la extensión de los cultivos. Pero aunque ésta parece ser la tónica general, el que no siempre encontremos los hábitats no supone que forzosamente no los haya, que forzosamente haya menos gentes y que forzosamente las tierras se despueblen porque, entre otras razones, las gentes se mueren y sus cementerios sí que los conocemos. Y así, en ésta provincia, nos encontramos con el hecho de que de los puntos arqueológicos que hemos podido registrar en nuestra investigación, en época visigoda tenemos una serie clara de necrópolis que, en algunos de los casos, no parecen corresponderse con unos lugares de hábitat concretos. En casos como estos, es evidente que lo que pasa es que no hemos podido o sabido localizar los núcleos de poblamiento, pues si hay necrópolis deben de existir los hábitats. En cuanto a los modelos de poblamiento, debido al tipo de información con que contamos, ciertamente no podemos ofrecer sino unas pautas generales ejemplificadas en dos de los conjuntos analizados: Balazote —villa, zona de servicios y necrópolis—, y Tolmo de Minateda, tanto el yacimiento de la ciudad como a los pequeños enclaves cercanos y relacionados, a nuestro juicio, con la civitas. Balazote nos sirve de ejemplo para ver cuál es el desarrollo de un asentamiento tardorromano típico, unflindus cuya vida, con un arranque en épocas anteriores, llega 264 a su máximo esplendor en el s.IV para, y en contra de las opiniones tradicionales, seguir una evolución durante la Antigüedad Tardía, aunque, y en honor a la verdad, no sepamos muy bien cual es el verdadero alcance del enclave en estos momentos; sin embargo, lo que nos queda fuera de toda duda es que el fundus, o la aldea o sea cual sea el modelo y el nombre que demos a la habitación, sigue en uso en este periodo mal conocido230 . El hellinero es un buen y claro ejemplo de un asentamiento de gran preponderancia en época visigoda; una cabecera de comarca, en el sentido más literal de la palabra, que articula entorno suyo una serie de enclaves menores dependientes de la ciudad, posiblemente tributarios de la misma, y de los que ésta se sirve como abastecedores y depositarios de la riqueza generada. Además, este ejemplo del Tolmo es muy interesante porque amén de su importancia en época visigoda, sigue canónicamente algunas de las pautas teóricas que deben seguir las cabeceras a lo largo de su historia. Esto explicado sería lo siguiente: la ciudad del Tolmo tendría gran importancia en época ibérica —y aún anterior, pues ahí están los enterramientos y materiales de la Edad del Bronce—; de cualquier modo, en época ibérica debe ser un núcleo impor tante, lo que se demuestra por su fortificación, sus necrópolis —la ubicada en el mismo cerro y la situada enfrente, en el llamado Bancal del Estanco Viejo—, y el propio camino o acceso rodado al cerro, posiblemente construido durante esta fase del yacimiento y con paralelos próximos como Meca (BRONCANO Y ALFARO, 1990); con posterioridad, con el Imperio, tras conseguir el status de civitas (Ilunum?), se hace una nueva muralla de sillares almohadillados en honor a Augusto y su familia como han mostrado los restos de inscripciones monumentales reutilizados en la muralla tar día (ABAD CASAL, 1996). Sin embargo en éstas fechas o poco después, a nuestro juicio, el poblamiento del Tolmo debe decaer en beneficio de Zaina, la ocupación altoimperial en el llano. La causa de este traslado no sabemos cual puede ser, ya que aunque los procesos de bajada al llano no son raros, sí lo son las fechas, muy tardías con relación a lo que ocurre en otros lugares, por lo que habrá que buscar otra explicación para este fenómeno. Para estos momentos altoimperiales, los materiales en el cerro consisten sobre todo en inscripciones monumentales y funerarias reutilizadas en la muralla de época visigoda, pero apenas aparecen de otro tipo (cerámica, etc.), más indicativas del poblamiento cotidiano, lo cual no quiere decir que el abandono sea total, no nos referimos a eso, y de hecho es una idea que en cierto modo nos repugna. Pero lo cierto y hasta el momento actual de la investigación, Zaina cuenta con abundantes restos de época altoimpenal y el Tolmo no. Será en época tardía cuando el Tolmo vuelve a cobrar auge, lo que se demuestra por la remodelación del acceso a la zona alta, a la zona de hábitat, la fortificación del conjunto con la edificación de un 230. De hecho, el propio nombre de Balazote es de origen islámico Balal al-su! (calzada de la lana, lo que podría indicar un poblamiento continuo de la zona, sin cortes o hiatos. 265 baluarte, la zona de habitaciones domésticas junto a la puerta, la basílica religiosa, la necrópolis y el uso del complejo industrial, de cuyas estructuras solamente se ha excavado una almazara para aceite. Esta preponderancia del Tolmo no termina tras la conquista, sino que el hábitat se prolonga sin solución de continuidad hasta al menos el s.IX avanzado, como se demuestra tanto en la zona de hábitat como en la necrópolis, y será a partir de ahora cuando decae y se abandona definitivamente, (si no tenemos en cuenta el posterior uso del sitio por viviendas de carácter rupestre a la largo del presente siglo hasta hace unos cincuenta años aproximadamente). Quizás lo mas importante sea que en el Tolmo y su territorio asociado, podemos seguir la evolución del poblamiento para estos siglos de la Antigüedad Tardía y época emiral, además de ver como se articula el espacio, con un centro principal y pequeños enclaves rurales que lo abastecen y de los que se abastece. Dependientes del Tolmo se encuentran los poblados de la Loma de Eugenia, Loma Lencina, las fases tardías de Zama, el asentamiento al que correspondan los basureros del Pozo de la Nieve y la necrópolis de Torre Uchea, y posiblemente dentro de su órbita también estén la Camareta, Alborajico y Alboraj. Siguiendo en esta línea de análisis vamos a intentar dibujar los que son, a nuestro modo de ver, los distintos territorios en los que se puede dividir la provincia, o mejor dicho cuál y cómo es el poblamiento en las zonas o comarcas que hemos diferenciado. Para el SE, el Campo de Hellín ya hemos señalado el Tolmo y los numerosos enclaves rurales dependientes de él. Para la zona de las sierras, nuestros datos son más escasos, pero se podría plantear la existencia de un centro en el Santo, lugar por el que nos inclinamos para situar una ciudad importante en época visigoda. De confirmarse en un futuro esta aseveración nos encontraríamos ante otro enclave fortificado en una zona, la Orospeda con referencias en las luchas y avances visigodos frente a la provincia bizantina231 Por otra parte la aparición en Alcaraz de una jarra litúrgica, unido al hecho de que en el cantil del Santo, a media ladera aparezca un abrigo o covacha con una cruz tallada en la roca, son indicios de ocupación de época visigoda. En la sierra del Segura no tenemos datos que nos puedan indicar cómo se organiza el poblamiento, porque únicamente hay hallazgos sueltos: placa de broche de cinturón de la Loma de Casares (LC 1) y una botellita de Liétor (LI 1); no conviene olvidar, no obstante, que en época romana en ésta zona se encuentra una civitas, por lo que debe haber algún tipo de organización espacial aunque no conozcamos su alcance real. Indudablemente debió existir algún tipo de poblamiento disperso, porque . 231. Planteamos además la posibilidad de que el yacimiento de Alcaraz funcione en algún momento como ciudad fortificada de la retaguardia visigoda en sus avances hacia la Alta Andalucía. No hay que olvidar que se han propuesto que las campañas de Leovigildo contra la Omspeda en el 577 tiene como finalidad última la expulsión de los bizantinos (VALLEJO, 1993 a, 173 y ss). 266 tenemos algunos restos, porque es una zona poblada en momentos islámicos y porque, además, tiene una gran riqueza económica derivada de la madera. En el Campo de Montiel tenemos una ciudad, Lezuza, en la que a pesar del gran desconocimiento, sabemos que sigue activa en época tardorromana como lo demuestran algunos hallazgos. Para época visigoda no sabemos si Libisosa sigue siendo importante o no, aunque más bien parece que en esta zona el poblamiento no responde a los modelos de ciudad con núcleos rurales satélites, sino que los propios enclaves tardorromanos, como Balazote, son los que van a pervivir sin necesidad de centros urbanos, con un mantenimiento del hábitat en los complejos rurales o en los sitios estratégicos por otras razones, como Munera (donde ha aparecido una patena visigoda) por donde pasa la vía romana. Otra zona interesante en la comarca del Júcar en la Manchuela, donde encontramos a lo largo del curso del río diferentes asentamientos de época tardorromana y visigoda como la Casa de la Zua, Escobosas, Casas Viejas, Los Pontones, Casa de Antoñete, Casa de los Guardas, el Ardal, Tollo y el Pelao. En esta comarca podemos diferenciar dos tipos de asentamientos: los eminentemente rurales como la Casa de la Zua, Las Escobosas, el Arda] o la Casa de los Guar das, en las cercanías de los que se establecen las necrópolis de época visigoda como Casas Viejas, Los Pontones o Casa de Antoñete que evidencian, de alguna manera, que el poblamiento se concentra en zonas determinadas y que, aunque debido a que nuestro conocimiento de la mayor parte de estos yacimientos es tan incompleto y por tanto lo que planteamos aquí no son más que hipótesis de trabajo, sí nos parece que están indicando una ocupación espacial específica, determinada y prolongada en el tiempo, aunque físicamente no podamos determinar una serie evolutiva continuada. El otro tipo de asentamiento es el que se observa en el Pelao, un establecimiento en altura con una importante fase altoimperial del que son muestra sus inscripciones funerarias que tiene una continuidad en momentos visigodos (la necrópolis se localiza en el mismo emplazamiento de la anterior romana). Tanto por su emplazamiento como por los restos de inscripciones conservados hay autores que suponen aquí una ciudad, o al menos un enclave importante en época romana; por otro lado, la causa que explica el mantenimiento del lugar de habitación en época visigoda debe ser por la importancia del sitio, por lo que podría plantearse que aquí se encuentre otro de los asentamientos que organizan a su alrededór el poblamiento. En este caso nos faltan los pequeños asentamientos rurales satélites, pero no debemos olvidar que se trata de una zona de intensa transformación agraria lo que puede enmascarar estos pequeños poblados. Finalmente nos queda hablar de la zona de Almansa. Aquí nuestros datos son mucho menores ya que solamente tenemos pequeños asentamientos rurales de época romana, mientras que para momentos posteriores únicamente contamos con hallazgos sueltos. Creemos que esta situación se debe sobre todo a una falta de investigación, 267 puesto que la de Almansa es otra zona fértil, además de una vía de comunicación natural entre Levante y el interior. Por otra parte, muy cerca de Alpera, aunque ya en el término de Ayora y por tanto en la provincia de Valencia se localiza el Castellar de Meca, un asentamiento con unas coincidencias con el Tolmo realmente asombrosas: misma morfología en forma de cerro o muela; ocupación cronológica con un fuerte asentamiento de época ibérica y una fase de época visigoda y emiral; existencia de un camino tallado en la roca; similitud en lo que se refiere a sus materiales tardíos con los del Tolmo. Todas estas semejanzas, lo que plantean es la posibilidad de que se trate de un gran centro al estilo del Tolmo de Minateda232 , con sus poblaciones satélites alrededor, y de las que una muestra puede ser el anillo de Alpera. La zona central de la provincia, los LLanos, no ha ofrecido hasta el momento restos. Creemos que esto se debe a que se trata de una zona de confluencia, una especie de limes natural entre diferentes agrupaciones comarcales más o menos organizadas, al igual que ya ocurre para época anteriores. El último punto del que deberíamos hablar, y que hemos separado del resto por sus especiales características, es el del fenómeno del hábitat en cuevas de carácter eremítico, que en esta provincia debió ser abundante a juzgar por lo complejos ya detectados, por las posibilidades geográficas de ciertos terrenos para esta forma de vida y porque es un modo de vivir que aquí se registra hasta la actualidad. Como ya mencionamos anteriormente, el único espacio claramente identificado es la Camareta, donde además de las estructuras excavadas en la roca, aparecen inscripciones de carácter cristiano; para Alborajico, este uso es bastante probable, ya que además de la edificación en sí misma, la aparición de cruces a la entrada del recinto principal aboga por ese uso religioso y litúrgico, por otra parte, las estructuras cuentan con paralelos en otros eremitorios. Por estas razones, si bien no podemos asegurarlo con toda certeza, Alborajico cuenta con bastantes posibilidades de ser un centro de oración. - El edificio principal, de planta rectangular y orientación NE, tiene cubierta a dos aguas, en las paredes laterales hornacinas, algunas de las cuales tienen recipientes inferiores tallados y ocultos, bancos adosados a la pared del fondo o ábside en el que también hay hornacinas y en la entrada cruces grabadas. 232. De hecho hemos llegado a pensar que Meca sea otra de las ciudades fortificadas en relación con el conflicto visigodo-bizantino. No se trata más que de una sugerencia y como tal debe tratarse a falta de un estudio en mayor profundidad, pero siempre pensando en la existencia de una provincia bizantina y en las incursiones o avances en uno u otro sentido, la entrada desde la vía de Cartagena está claramente reforzada por el Tolmo, que es la ciudad que da paso a la llanura y de ahí al interior, sin embar go desde otros territorios, como la zona de Elda o Villena (es decir la zona interior de la provincia de Alicante), el paso a la Meseta se realiza por el Corredor de Almansa, por lo que nos parece cuanto menos extraño, que al menos en uno de los lados de dicho corredor no haya un centro fortificado que sirva de defensa. 268 También se han constatado huellas del desbastado y pulido posterior de las paredes (JORDÁN MONTES Y GONZÁLEZ BLANCO, 1985,338-343). - La estancia ifi, a dos alturas unidas con una escalera de cinco peldaños, tiene cubierta de medio cañón rebajada. Además cuenta con un lecho con almohada. De todas formas lo más interesante de esta habitación es un pozo vertical que comunica la estancia con la superficie exterior, y que los investigadores han interpretado como silo (JORDÁN MONTES Y GONZÁLEZ BLANCO, 1985, 346-347). - La estancia II se considera como una dependencia de la iglesia, y cuenta con dos poyos elevados (JORDÁN MONTES Y GONZÁLEZ BLANCO, 1985, 344). Todas estas características son las que abogan por su funcionalidad como eremitorio, aunque sería deseable una exploración y excavación del conjunto para poder otorgar carta de naturaleza a los descubrimientos. Sobre su establecimiento, se interpreta que ambos conjuntos rupestres están sirviendo, o mejor dicho se han creado por la existencia de poblaciones cristianas en las inmediaciones (los sarcófagos de Ontur y Vilches serían una prueba del carácter cristiano de las gentes ya desde momentos tardorromanos). Si además no olvidamos que el Tolmo de Minateda es un gran centro en esta época y que ha sido identificado como una de las sedes del obispado de Elo, tendríamos, tanto las condiciones para el asiento, como la posible función de estos dos centros. Este tema de la diócesis elotana y su identificación con el Tolmo de Minateda (del que ya hablamos en nuestro primer capítulo presentando las fuentes y ubicaciones propuestas), lo retomamos ahora, ya que va indisolublemente unido al de la pertenencia o no de algunas zonas de la provincia de Albacete (el Campo de Hellín y las Sierras), a la provincia bizantina —al menos durante alguna de las fases en que se puede dividir la historia política y sobre todo militar de Bizancio en Hispania—. Los lugares que nos parece de interés resaltar son dos: el Santo y el Tolmo de Minateda. Si aceptamos que la defensa se organiza en función de las vías de comunicación y los pasos, y que los núcleos fortificados se establecen en lugares estratégicos que controlan esas vías, nos encontramos con que el Santo se encuentra en la cabecera del Guadalmena, donde se inicia un paso natural que comunica la Alta Andalucía con el oeste de la provincia de Albacete, enlazando desde el Campo de Montiel con la vía 31 del Itinerario de Antonino; es el paso natural, al N del que se ha situado el trazado del Camino de Aníbal (aunque hay autores que no dudan en identificar Mentesa con Alcaraz como ya dijimos en el estudio de vías de comunicación, y por tanto articulan el camino por el valle del río). A esto unimos la localización de parte de la Orospeda en esta zona suroccidental de Albacete; aquí es donde Leovigildo realiza una campaña para controlar a la población autónoma, justamente después de conquistar la Bastetania, y que los estudiosos han interpretado como una campaña cuyo objetivo final es, más que someter poblaciones independientes, crear una cabecera desde donde controlar los territorios recientemente adquiridos, y es en este marco donde tendría senti269 do un yacimiento como el Santo, situado en un cerro, controlando el valle; pero además su existencia es también la explicación para la aparición de los materiales que presentamos, no un anillo o broche de cinturón, sino piezas pertenecientes a un edificio de culto, que cuanto menos quieren decir que hay una población estable en el sitio. Por lo que se refiere al Tolmo de Minateda, el yacimiento se localiza en la vía romana por lo que no ofrece dudas de su valor estratégico, es el núcleo importante límite entre el interior y la región murciana; a partir de este sitio, el enlace con la Meseta S solamente debe atravesar los LLanos de Albacete para internarse en territorio indudablemente visigodo; aquí por tanto la problemática se centra más en intentar en qué fase del conflicto, y por tanto a quién corresponde la fortificación tardía de mitad del s.VI. Las investigaciones más recientes 233 han puesto de manifiesto que su modo constructivo tiene poco o nada que ver con otras defensas visigoda como Recopolis o Begastri asemejándose más a las norafricanas bizantinas; además, otras estructuras actualmente en proceso de excavación, también remiten a técnicas constructivas bizantinas (opus africanum). Si se tratase en efecto de una fortificación bizantina, su encuadre correcto debe ser la ofensiva de los años 586-590, producida como reacción a los avances visigodos. De todas formas, el complejo defensivo se arruina rápidamente, y por otra parte, tampoco parece probable que el Tolmo se sustraiga durante mucho tiempo a los avances del reino visigodo; y es en este contexto, cuando de nuevo hay que retomar el tema de la ubicación de la sede elotana y su identificación con el Tolmo de Minateda. Ya vimos como se ha identificado con distintos lugares; en la actualidad, la monografía más reciente de Margarita Vallejo mantiene la identificación de la sede de Elo con el Monastil (cerca de Elda) 2 ; sin embargo el enclave no parece tener la envergadura que ha de suponerse a una sede episcopal, sobre todo teniendo en cuenta como es Begastri, la otra sede creada conjuntamente; por otra parte, el motivo de su constitución es para reemplazar a Illici, en manos bizantinas, pero esta identificación tiene algunos puntos débiles: además de la falta de restos, la distancia entre Illici y Elo serían apenas treinta kilómetros, distancia pequeña que obligaría, cuanto menos,a una fortificación para evitar el ataque bizantino. Si se ubicase en el Tolmo de Minateda, comunicado con Illici a través del camino de Jumilla y Novelda y con Cartagena por la vía, nos encontramos con una ciudad de envergadura similar a Begastri, fortificada, en uno de los bordes del territorio conquistado y sobre la vía que enlaza con la capital bizantina 235 . 233.GUTIÉRREZ LLORET, e.p.a. y ABAD CASAL Y GUTIÉRREZ LLORET, e.p., a quienes seguimos para el desarrollo argumental. 234.Esta localización fue planteada en primer lugar por Llobregat, Poveda y más recientemente por Vallejo (LLOBREGAT, 1973; POVEDA NAVARRO, 1988, 1991 y 1992-93: VALLEJO, 1993 b); otros autores han rebatido esta identificación (POCKLINGTON, 1987; ABAD CASAL Y OTROS, 1993; ABAD CASAL Y GUTIÉRREZ LLORET. e.p.; GUTIÉRREZ LLORET, 1996 ay e.p. a). 235.Solamente la arqueología es la que puede mostramos la veracidad o el error de la hipótesis de trabajo o sugerencias aquí plasmadas. 270 De este modo tenemos dos enclaves, uno seguro (Tolmo de Minateda), y otro probable (Santo), que se sitúan en los pasos hacia el interior; pero en Albacete hay tres pasos evidentes, los citados y el Corredor de Almansa, y en la salida del Corredor (al N) se localiza Meca, ciudad ibérica pero con una fase tardía que deberá ser calibrada. No pretendemos afirmar que el Castellar de Meca sea una ciudad de frontera, ni que tenga algo que ver en este conflicto de fronteras, pero sí que hay que tenerla en cuenta en un futuro, porque debe tratarse de un centro articulador del espacio casi con total seguridad. En último término vamos a incluir un apunte de economía puesto que el Pacto de Tudmir nos proporciona una valiosa información. La tasa o gizya a pagar es por hombre libre y año de 236 : Un dinar, cuatro almudes de trigo, cuatro de cebada, cuatro quist de vinagre, uno (o dos) de miel, uno de aceite (y cuatro de vino o mosto) 237 . Las medidas que se indican son: - Quis:: medida de capacidad de líquidos, derivada del sextarius romano y que equivale a 0,54 litros (normalizada, ya que varía ligeramente de unas zonas a otras) (BRILL, 1987, 1044). - Mudd (almud o almudí), medida de capacidad para sólidos que deriva del modio romano; equivale a 0,523 litros (también normalizada) (BRILL, 1986, 117-121). Del texto del Pacto podemos inferir que los cultivos básicos eran el trigo, cebada, vid y olivo; que el trigo y la cebada se cultivaban en igualdad, lo que ya conocíamos por otras fuentes como el llamado De fisco barcinonense, del 592 (GARCÍA MORENO, 1989, 196); y que el aceite debía ser el producto más costoso, si interpretamos de esta manera el que solamente se pida un quist de aceite frente a los cuatro vinagre; además, las huellas de la producción de aceite las encontramos en las almazaras del Tolmo de Minateda, bastante abundantes y de las que se ha excavado una (GUTIÉRREZ LLORET, 1995 c, 246y ss). No sabemos si esta capitación resultó muy gravosa o no a los habitantes de Tudmir, pero lo cierto es que las tierras controladas por Teodomiro debían ser fructíferas ya que de otro modo es difícil explicar la opulencia de sus gobernantes: "...en tiempos de Abu l-Hattar, Atanagildo (el sucesor de TheudimerfTeodomiro de Orihuela) fue condenado al pago de 27.000 sueldos de oro. Semejante suma no puede salir más que de un gran terrateniente, considerado omnium opulentissimus dominus." (CHALMETA, 1994, 234), en una época en que las plagas de langosta y el atraso tecnológico debían incidir negativamente en los rendimientos del trabajo agrícola. 236.Agradecemos a Sergio Martínez Lillo su colaboración a la hora de localizar las fuentes árabes que hacen referencia a pesos y medidas. 237.Las señaladas entre paréntesis son las tasas que solamente figuran en una de las traducciones. 271 )) Flg.4 - Plena di. prensa rpsalrI del talma ¿e Minalida (MaUl(e. Albania): (( pie Se prensa. 2) depósito escavado (.50ir) . 374) posIbles balsas 5. d.c.nl.elbn. 5) ¿lvrpliohi da lea a,h.,n(Pldkinilflr. 5) raboadbsliels ¿Al.. da n,nlland.7. 7)5,0,0 laIdmica (siglo IX) O) dapd,i)a lsnab.da II. OealIia,Udn lilpoléllea da la almazara. El (rapelum ni pursmrnlnconjrlulal (GUTIÉRREZ LLORET, 1995 c, 246 y 247) 272 M. 3. MUNDO FUNERARIO. LAS NECRÓPOLIS El enfrentarse al estudio de una necrópolis supone no solamente el análisis del material hallado, de su situación, ordenación, restos constructivos, restos osteológicos, ajuares... sino que nos brinda además la oportunidad de intentar comprender cómo funciona esa sociedad, cuales son las ideas y creencias por las que se rige esa "ciudad de los muertos", cómo se muestra —si se muestra—, la jerarquía, la riqueza, el poder. Por otra parte, el estudiar la evolución de la forma de enterrarse de las poblaciones nos puede servir para ver cómo se transforma la sociedad, cómo se imbrican unos grupos con otros y en algunos casos, hasta para incluso poder definir unos horizontes cronológicos y espaciales que de otra manera nos sería difícil el establecer. En el análisis de las necrópolis, los aspectos a examinar son la situación de los cementerios, su ordenación, los tipos de sepulturas y su señalización, las formas de enterramiento, orientación y ajuar de los inhumados, el ritual mortuorio, desde la muerte hasta el sellado de la tumba y, por último, las disposiciones legales concretas respecto a los cementerios y a los entierros. Situación de los cementerios En el mundo romano, los cementerios se sitúan fuera de las ciudades o lugares de habitación. Esta disposición ya viene recogida en la ley de las Doce Tablas: "Que ningún muertos sea inhumado ni incinerado en el interior de la ciudad" 238, y se intentará mantener con mayor o menor éxito durante toda la Antigüedad Tardía. Sin embargo, no siempre debió cumplirse ya que encontramos disposiciones al respecto en varias fuentes. Así el Código de Teodosio se hace eco ordenando sacar de la ciudad las urnas y sarcófagos que se encontrasen en el interior del recinto: Omnia quae superterram umis clausa vel sarcophagis coqiora detinentur estra urben delata ponaiuur Todos los restos humanos que se encuentren fuera de la tierra en urnas o sarcófagos, sean entenados fuera de la ciudad239 Este precepto seguirá vigente en los momentos post romanos como se manifiesta en el Canon XVIII del Concilio de Braga 1, del 561 (VIVES Y OTROS, 1963, 75): 238.Este texto se conoce por una cita de Cicerón: In urbe neque urire neque sepellire (debetur)... 239.Todas las traducciones, excepto las de los concilios hispanos se las debemos a Angel Fuentes Domínguez. 273 De corporibus defrnctorim. [De corporibus hominum mira baselicas sanciorum nullatenus sepelliendis.J De los cuerpos de los difuntos. Que en modo alguno se dé sepultura a los cadáveres en el interior de las basílicas de los santos. liem placuit, ul coipora defunciorum nulio modo mira basilicam sanciorum sepe1iantur, sed si necesse ea' deforis circa murum basilicae usque adeo non abhorrei. Nam si firmissimum hoc previlegiwn usque nunc retineni civitates,ut ¡tullo modo mira ambi tus mumrum ciuislibet deJi4ncii corpus humetur quanio magis hoc venerabilium marivrum debet reverentia obiinera. También se tuvo por bien que no se dé sepultura dentro de las basílicas de los santos a los cuerpos de los difuntos sino que si es preciso, fuera, alrededor de los muros de la iglesia, hasta el presente no está prohibido, pues si hasta ahora algunas ciudades conservan firmemente este privilegio que en modo alguno se entierre dentro del recinto de sus muros ¿cuanto más debe exigir esto mismo la reverencia de los venerables mártires? Para entender mejor estos preceptos debemos tener en cuenta dos cuestiones: - De una parte, tras la cristianización hay un deseo de enterrarse cerca de los santos y mártires, lo que lleva a la construcción de edificios religiosos conmemorativos —martyria— en los lugares donde éstos fueron enterrados (normalmente cementerios en uso), y a la extensión de la costumbre de enterrarse en suelo sagrado, si no es posible cerca de un mártir, al menos dentro de un edificio religioso o en sus inmediaciones. Esta costumbre es inaugurada por Constantino a principios del s.IV. Esta necesidad se basa en la creencia de que los mártires iban a proteger y velar a los fallecidos tal y como lo expresa Máximo de Turín (s. V): "Los mártires nos guardan, a nosotros que vivimos con nuestros cuerpos, y nos toman a su cargo cuando hemos dejado nuestros cuerpos. Aquí nos impiden caer en el pecado, allá nos protegen del horrible infier no. Por eso nuestros antepasados se preocuparon de asociar nuestros cuerpos a las osamentas de los mártires: el Tártaro les teme y nosotros escapamos al castigo. Cristo los ilumina y su claridad expulsa lejos de nosotros las tinieblas." (Máximo de Turín PL 57, col. 856, citado en ARIES, 1983, 36). - De otra, no debemos olvidar tampoco que los límites de la ciudad en época tar dorromana se han reducido en muchos casos; la ciudad ha cambiado sus ejes y zonas principales y los antiguos centros pasan a ser marginales, lo que de alguna manera contribuye a un cambio en el uso de los espacios, a la edificación de cementerios en lugares ya abandonados —que a veces ya no están dentro del perímetro de la ciudad actual—, y a la construcción de iglesias en muchos casos relacionadas con estos cementerios, tanto en solares libres como en otros de propiedad municipal, lo que provoca la aparición de enterramientos intramuros. 274 Estas pautas se inician en el Bajo Imperio y se mantienen a lo largo de toda la Antigüedad Tardía y la época visigoda. Sin embargo, el panorama ciudadano se completa con las necrópolis extramuros; en algunos casos se siguen utilizando las tradicionales hasta época visigoda y, en otros, las nuevas necrópolis tardorromanas creadas tras la remodelación del espacio son las que seguirán en época visigoda. Por otra parte en el mundo rural tardorromano las necrópolis se sitúan o bien cerca de las edificaciones —villae, vici—, o en otros casos no se asocian a ninguna población concreta, sino que se localizan en la cercanías o cruces de caminos. A veces, a partir del s.V, y sobre todo en época visigoda, junto a ellas se edifican iglesias, cambiando así el rito de culto funerario por el litúrgico (MATEOS CRUZ, 1995, 248). Otro fenómeno es el de situar las necrópolis en lugares próximos a ríos o arroyos, pero algo elevados, en la solana de colinas o en lo alto de cerros (RIPOLL, 1989,402), casuística que ha sido relacionada con los modelos de hábitat rural disperso en zonas en que la Iglesia canaliza el ritual, escogiendo un lugar privilegiado que facilite el viaje al más allá, relacionándolo con una simbología indígena de los lugares elevados (DEL AMO, 1979, 3336) 240 . Y para época plenamente visigoda encontramos también necrópolis sobre antiguas villas; bien porque hay una continuidad de poblamiento en la zona o bien, por que lo que se produce es un aprovechamiento de los materiales de construcción para las tumbas, y no solamente se reutilizan piezas, sino que incluso hay casos en los que los propios muros de la villa sirven como laterales de los enterramientos (DEL AMO, 1979, 333 y ss.). Forma y organización de los cementerios Por lo que se refiere a la morfología y la ordenación de las necrópolis, sabemos que las asociadas a edificios de culto se sitúan en un primer momento alrededor del edificio, con preferencia al exterior del ábside, aunque a pesar de las prohibiciones (sobre todo en época visigoda), es relativamente frecuente el encontrar enterramientos en el interior, dejando siempre libre la zona del ábside que es donde se realizan los oficios. En algún caso como la Almoina, se ha podido comprobar el acondicionamiento del espacio funerario: el suelo de la necrópolis es una pavimentación de cal con preparación de gravas y piedra machacada que llega a adosarse a los muros de la basílica (ESCRIVÁ TORRES Y SORIANO SÁNCHEZ, 1992, 104). Las necrópolis identificadas tradicionalmente como pertenecientes al grupo visigodo de primera época, siguen cierto ordenamiento en calles dejando espacios que se 240. No creemos que esta explicación sea muy satisfactoria, puesto que hablar de simbología indígena en estos siglos avanzados nos resulta algo excesivo. 275 han interpretado como zonas de reunión (RIPOLL, 1989, 404). Otra característica que podemos identificar, al menos en algunas de las necrópolis, es la agrupación de las tumbas en conjuntos familiares, formando en ocasiones panteones (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989,166; ALONSO SÁNCHEZ, 1976, 302; ESCRIVÁ TORRES Y SORIANO SÁNCHEZ, 1992). Una cuestión no del todo resuelta es la de la señalización de las tumbas. Evidentemente debió existir ya que son numerosos los casos, al menos para época visigoda, de reutilización de las sepulturas, lo cual es un dato objetivo que nos está indicando que los deudos o familiares del difunto deberían saber dónde estaba el enterramiento, teniendo en cuenta que existen panteones familiares con más motivo, y además hay otro aspecto a considerar, y es el de las ceremonias conmemorativas, prohibidas o no, pero en todo caso existentes. Se ha supuesto que muchas de las sepulturas estarían indicadas con amontonamientos de piedras sobre la cabecera (BELTRÁN LLORIS, 1979, 570; MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUÉS, 1989, 112-114), mediante estructuras de madera —cruces, plantas, palos...—, de los que no hay vestigios (RIPOLL, 1989, 412), túmulos de tierra... Es de nuevo la necrópolis de la Almoina, uno de los casos en que la señalización está clara. En primer lugar, sobre las tumbas se hacía un pequeño túmulo de tierra que posteriormente era pavimentado, bien mediante cantos, bien con opus signinum, lo cual ya es una referencia topográfica. Además, se han localizado en la cabecera de algunas de las tumbas cruces y cruces monogramas impresas. También se encuentran en la cabecera o los pies, fustes de columnas reutilizados que los excavadores interpretan como cipos o estelas funerarias (ESCRIVÁ TORRES Y SORIANO SÁNCHEZ, 1992, 104). En la necrópolis del Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1948, 48) ya se encontró una estela, de cuya funcionalidad como señalizadora se ha venido dudando (RIPOLL, 1989, 408), y que quizás se debe volver a revisar a la luz de los nuevos descubrimientos. También los textos nos ofrecen algunas indicaciones al respecto. Hay numerosas referencias a los castigos para los violadores de tumbas lo que expresa, de una parte, que éstas debían estar señalizadas y, de otra, que debían contener ajuares que desper tasen la codicia de algunos individuos. El por qué hay tantas citas sobre este tema, se debe a la creencia popular de que la violación de la sepultura comprometía el desper tar del difunto el último día y por consiguiente su vida eterna: Dictionnaire d'archéologie chretienne et de liturgie. TI, col. 486. !asepultusjaceal, non resurga:. Si quis hunc sepu!crum violaveri: partem habea: cum Judo iraditore el in die judicii non resurga:. Que el sepultado descanse y no se le desentierre. Si alguien violan una de esas tumbas, que sea considerado del bando del traidor Judas y no resucite en el día del juicio. 276 Sobre castigos a violadores de tumbas. Digesta XLVII, 12. Adversus eos qui cadavera spoliant praesides severius intervenire, =rime sin manu armata adgrediantur, Ui, si armati more latronum id egerint, etiam capite p1actantur u! divus Severas rescripsit, si sine armis, usque adpoenam metal!iprocedunt. Las autoridades intervendrán con severidad contra los que expolian los cadáveres, en grado máximo si penetran (en los cementerios) armados; si lo hacen armados como ladrones, entonces se les cortará la cabeza, como ya el emperador Severo dispuso; silo hacen sin armas, entonces sean condenados a trabajos forzados. Lex Salica, tit. LVII. Si quis aristatonem, hoc est staplum super motluwn missum capulaverit, aut mandualem, quod esi siractura, sive selave, qui est ponticulus, sicul more antiquorumfaciendumfuit, qui hoc destn&xerit, aul mortuum exinde expoliaveril, el unaquaque de istis DC. den. quifaciuni so! :XVculp. iudicetur Si alguien robara el cerquillo, esto es, el vallado puesto sobre el muerto, o el paño, que está en la construcción, o el arco, que es a modo de puentecillo,que fueron hechos según la costumbre de los antepasados; quien esto destruyera, o depués expoliare a los muertos, que sea condenado a pagar por cada una de estas cosas 600 denarios, que equivalen a 15 sueldos. Lex Salica, tit. LVffl, 1 E: antigua lege, si corpus iam sepultwn fi.rieit, el expoliaverit, wargus (dejectus el espulsus) sil usque in diem, quacum parenlibus ipsius defuncli conveneril, et ¡psi pro eo rogent, ut mier homines liceal ei accedere; el quicunque antea ej aut panem, aul hospitale, sive uxor sua, sive proxima, ei dederi:, DG. den. qui faci un! so! XV culpabilis iudicetur Según la antigua ley, si se exhumara un cuerpo ya enterrado y se expoliara, que el culpable sea desterrado (desposeído de sus bienes y extrañado) hasta el día en que se reuna con los parientes del difunto y estos le perdonen y consideren que pueda regresar a la comunidad y como antes merecer el pan y la hospitalidad. Que sea condenado a pagar a su mujer o a sus parientes 600 denarios, que hacen 15 sueldos. 277 Leges Wisigothorum, XI, 2, 1 De violatoribus sepu!crorum: Si quis sepu!cri violator extiterit aul mortuum expoliaveril el ai aul ornamenta vel vestimenta abstuleri:, si liber hocfecerit, !ibram auri coactus exolva: heredibu.s el que abstu!it reddat. Quod si heredes non fuerint, fisco nostro cogatur nferre etpreterea Cflagel!a suscipial el insuper flammis ardentibus exuratur redditis nihilominus cuscús, que visus est abstulisse. Sobre los violadores de tumbas: Si hubiera algún violados de tumbas que robara el muerto u ornamentos o vestidos, que sea obligado a pagar según la ley a sus herederos y a dvolver lo robado, si es libre. Si no hubiera herederos, que pague al fisco y antes reciba 100 latigazos y sea quemado sobre llamas ardientes, y además que devuelva sin demora lo que se llevó. Leges Wisigothorum, XI, 2, 2. Si quis nw#ui sairofagum abstuleri:, dum sibi vuil habere remedium, XI! solidus iudice insistente heredibus moriui cogatur exolvere. Quod si domino iubente ser.'us hoc admiserit, dominus pro servo suo conponere non moretur Servus vero, si ex sus voluntate hoc admiseril, nihilominus Cflagelks susciptat, el quod tulerat e: loco el corpori propio reforetur Si alguien robara un sarcófago, para que pueda tener perdón el juez resolverá que pague 12 sueldos a los herederos del muerto. Si un esclavo hiciera tal cosa por mandato de su dueño, no se vacile en que cumpla el dueño por su esclavo. Sin embargo si el siervo lo hiciera por su propia voluntad, que además reciba 10) latigazos y vuelva a colocar en el mismo lugar y en el mismo cadáver lo que se llevó. Canon XLVI del IV Concilio de Toledo del 633 (VIVES Y OTROS, 1963,207-208). [De clericis sepulchra demolientibus] Si quis clericus in emoliendis sepu!chrisfuerit deprehensus, quia facinus hoc pro sacrilegio legibuspublicis sanguine vindicatur oportet canonibus in tali scelere prodiium a clericatus ordine submoveri el poenitenliae triennium depurati. De los clérigos que destruyen los sepulcros. Si se encontrase algún clérigo demoliendo los sepulcros, ya que estos crímenes se condenan por las leyes civiles con la pena capital, como sacrilegio, es conveniente que también la ley canónica separe de las filas del clero al que ha sido decubierto en tal crimen y sea entregado durante tres años a la penitencia. Sobre estructuras en forma de basiica que se sitúan sobre la sepultura. 278 Lex Salica, tit. LVII: Si quis domwn in nwdum basilicaefac:am super homineni mortuum eipoloaverit, ¡CC. dea quifaciuni sol.XXX. culp. iwL &cepro capital¡ el dilatura. Si alguien expoliara la construcción que a modo de basflica se coloca sobre los muertos, que el juez resuelva que el culpable pague 199 denarios, que hacen 30 sueldos, con la excepción de que esté pendiente de la pena capital. Tipología de los enterramientos En cuanto a los tipos de tumbas, contamos con dos ejemplos valiosos para ver la evolución de los modelos: se trata de las ciudades de Valencia y Tarragona, en las que las excavaciones urbanas han puesto al descubierto varios lugares de enterramiento en unos horizontes cronológicos comprendidos entre el Bajo Imperio y el Islam. Estos dos conjuntos urbanos creemos que muestran todos los tipos de enterramiento vigentes en época tardorromana, algunos de los cuales acaban desapareciendo como ocurre con los ataúdes de plomo o con la tumbas de tegulae, de muretes de ladrillo o los enterramientos en ánfora, siendo las tumbas en fosa simple, las cistas de losas o las fosas delimitadas por lajas las que perviven, junto a los sarcófagos monolíticos y llegan a época visigoda. Para completar esta visión deberíamos añadir en época visigoda las tumbas excavadas en la roca (COLMENAREJO, 1986; COLLANTES Y OTROS, 1988; ALARCÓN Y BENÍTEZ. 1988; SERRANO ANGUITA Y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, 1990). Por lo que se refiere a los inhumados, éstos se entierran de diferentes modos, dando la impresión de que en este aspecto no hay unas pautas cronológicas, culturales o incluso económicas para optar por un modo u otro, aunque, en aras de la objetividad, parece que lo más frecuente es depositar al difunto directamente en la tumba, posiblemente envuelto en un sudario, como se ha podido comprobar en Cuarte, donde en la sepultura 4 se localizaron restos de un sudario que cubría al inhumado —un niño— de los pies hasta el rostro. El tejido con que estaba fabricado era lino (BELTRÁN LLORIS, 1979, 566). También hay referencias a tejidos en otros yacimientos como Castiltierra (CAMPS CAZORLA, 1934), Herrera de Pisuerga (MARTÍNEZ SANTAOLALLA, 1933), Duratón (MOLINERO PÉREZ, 1948) 0 más recientemente el Camino de los Afligidos (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, 171) donde a pesar de no haber encontrado restos de tejidos, los investigadores abogan por el uso de sudarios debido a la postura en que han aparecido algunos de los enterrados (hombros y piernas encogidos). La mayor parte de los investigadores creen que ésta sería una práctica habitual. Otras formas de deposición serían las parihuelas y los ataúdes de madera. En bastante de las necrópolis se han encontrado los restos (sobre todos clavos y cantoneras) 279 que nos están indicando el uso de utensilios de esta naturaleza. En las necrópolis de la Meseta el número es ataúdes es grande, lo que ha permitido hacer un estudio sobre su forma, sujeción etc. (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 251 -253); en necrópolis de época visigoda también aparecen (ARGENTE, 1975; FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984; MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCON MARQUES, 1989; ESCRIVÁ TORRES Y SORIANO SÁNCHEZ, 1992: SERRANO Y ALIJO, 1992). Finalmente quedan una serie bastante amplia de tumbas en las que ni se han localizado restos que aboguen por el empleo de maderas, ni tejidos, ni siquiera una disposición de los cadáveres forzada, por lo que todo parece indicar que en estos casos los difuntos se enterraban directamente en la tumba, aunque siempre debemos contar con la posible desintegración y desaparición de los restos de madera o tejidos, mucho más endebles y deleznables que el resto. Otro aspecto a resaltar es, al menos para época visigoda, cierta preparación de algunas de las sepulturas para ofrecer una "mayor comodidad" al difunto. En Cuarte se localizó en la sepultura n° 5 una preparación de la tumba: "...el cráneo se halló a distinto nivel del resto del cuerpo, colocado sobre un escalón de yeso formando una almohadilla;" (BELTRAN LLORIS, 1979, 560). Ritual funerario Por lo que se refiere al ritual de enterramiento los principales aspectos a tratar serí an los relativos a la ceremonia del entierro, la orientación de las tumbas y las ofrendas, aspecto éste último que está íntimamente relacionado con los ajuares funerarios. En lo que concierne al primero de los puntos, contamos únicamente con las disposiciones del Liber Ordinum, y algunas normativas de concilios, pero se refieren sobre todo a personas consagradas a la Iglesia, por lo que su aplicación para el resto de la población debe ser prudente. Canon XXII del Concilio de Toledo III de 589 (VIVES, 1963, 132): (Ji religiosorum corpora saliendo tantum deducantur Que los cuerpos de los religiosos se lleven a enterrar cantando salmos solamente. Religiosorum omnium corpora qui divina vocalione ab hac vila receduni cum psaimis tantum modo e: sailentium vocibus debe re ad sepulchra deferri; namfimebre carmen, quod vulgo defunclis cantare solet, vel peccaloribus se proximos autfwniiias cedere, omnino pivhibemus. Sufficiat autem quodin spe Los cuerpos de todos los religiosos que llamados por Dios parten de esta vida, deben ser llevados hasta la sepultura y entre salmos solamente y las voces de los cantores; y prohibimos terminantemente las canciones fúnebres que ordinariamente suelen cantarse a los difuntos y que los familiares y los siervos les acompañen 280 resurrectionis christianorwn corporibus famulatum divinonun inpenditur canticon,m, prohibe: enim nos Apostolus nostivs lugere defrnc:os dicens: Te donnientibus aulem nolo vos contristan sicut el ceteri qui spem non habent: "el dominus non flevi: Lazarum mortuum sed ab huius vitae aerumnas ploravil resuscitandum: si enim potes: hosepiscopus, omnium christiatwrum pmhibe re agere non moretur; religiosis lamen oinnino aliterfieri non debe re censemus, sic enim christianorum per omnem mundum humari oportel corpora defunc:orunL entre golpes de pecho. Baste, pues, que en la esperanza de la resurrección de los cristianos, se tribute a los restos mortales el homenaje de los cánticos divinos, puesto que el apóstol nos prohibe llorar a los difuntos diciendo: «No quiero que os apesadumbréis acerca de los difuntos como aquellos que carecen de esperanza.». El Señor no lloró a Lázaro muerto, sino más bien derramó lágrimas por aquel que habría de resucitar alas miserias de esta vida. Y si le es posible al obispo, no dude en prohibir esto mismo a todos los cristianos, y los religiosos no deben obrar de otra manera, pues es conveniente que en todo el mundo se entierren los cuerpos de los difuntos cristianos de este modo. Liber Ordinum, XLI, col. 112: Ordo infinem hominis die. Orden solemne para el último día del hombre. Deinde, si ordinefrit sacerdotali, librum ej Manuale, ponani in pectore. Si vero diaconus etiti, Evangeliorum Iibnun Hoc interdwn es: ad observandum, uf quislibe: sil, ab exitu monis usque dum ad monumenlum ducang semper ad caput lectuli sacrum habeal cnwem. Quum vero fuer: ex more corpus lavatwn, vestitur vesle qualis ordinis hic vivens extitil. Sicque indutum coinponitur inferetm, e: adductum ante fores ecciesie, sonantibus signis, clamor personatur a cunctis. Expleto etenim clamore, incensalur a diacono corpus, e: salutante presbitero, inponilur hoc responsun Después, si perteneció al orden sacerdotal, póngasele sobre el pecho un misal. Si fue un diácono, un evangelario. Habrá también que observar a menudo que, se trate de quién se trate, desde la muerte hasta que es llevado al sepulcro, siempre tenga a la cabecera del lecho mortuorio una cruz. Después de haber sido lavado el cuerpo sugún la usanza, sea vestido con las vestiduras que llevó en vida. Así arreglado, sea colocado en el féretro y llevado ante las puertas de la iglesia, y dichas las consignas, estallen los asistentes en un clamor. Acabado el clamor, se incensa el cuerpo por un diácono y, ya recibido por el presbítero, se le dirige este responso. 281 Liber Ordinum, XLI, col. 117: Post hec, ducitur corpus ad twnulum. Después de esto el cuerpo es llevado al túmulo. Liber Ordinwn, XLII, col. 118: Ordo ad consecrandum novum sepukrunt Orden solemne para consagrar un nuevo sepulcro. El adspargiur sal in sepulcro. Se esparce sal ene! sepulcro. Liber Ordinum, XLII, col. 118-9: Post hec, incensatur corpus simulque e: sepuicruin, el si, decantantibus clericis hanc antiphonam, deponitur corpus in sepulchro. Después de esto, se esparce incienso por el cuerpo y, por el sepulcro y los clérigos recitan cantando ésta antífona y se dispone el cuerpo en el sepulcro. Liber Ordinum, XLIII, col. 136-8: Ordo ad corpus parvuli con,nendandum. Orden solemne para encomendar (a Dios) el cuerpo de un niño. U: supra ianr confinetur sanci ¡ficato sepulcro, dicitur hoc responsunt.. Post incensatur corpusculu el sepulcrum, statimque deponitur ¡nfans parvuli ad sepulcrum. Como ya se dice antes, una vez santificado el sepulcro, se dice este responso... Después se esparce incienso sobre el cuerpecito y en el sepulcro, inmediatamente después se coloca el cuerpo del pequeño en el sepulcro. Liber Ordinum, XLIV, col. 140-4: Ordo obsen'andum inji4nctione episcopi. Orden solemne que ha de observarse en los oficios de un obispo. ...Deinde lavato corpore, aut tuta secundu,n morem posleriore, vestitur solitia veslimentis secundum ,norem, id est: tunica, deindefenwralia elpedules; post hec capello el sudario. Deinde inponitur ei alba el orarium per cervicem el ante pectus, sicuti quum solet sacerdos missam celebrare. ¡ti Después de lavado el cuerpo, se procede según la costumbre a lo que sigue, es vestido con las vestiduras habituales según usanza; esto es, la túnica, después los calzones y las polainas, después el capelo y el manípulo. Después se le pone el alba y la estola por el cuello y sobre el pecho, tal como suele celebrar misa el sacerdote. 282 manu quoque ej ampulla sacerdos missam celebrare. ¡ir manu quoque ej ampulla ponitur Deinde po!! ices manuum de institis ligantrg id es: de parvis ligantur Pos hec, imponilur ej xasulla alba Deinde substrato de subtus !inteo mundissimo, poniturcoipus infereiro, recitantibus semper autpsallentibus presbiteris, diaconibus et omni clero, cum oblato semper incenso. Sic deinde in choro ecclesiae ubi prefiuit, cum precedentibus et subsequentibus luminarjis, ponitur Ac deinde, supra pectus eius evange!ium plenarium ponitu ita UI supra evangelium semper palleum agnabum ej desuper in pectore ponitur Sicque fit, ut sive per diem, sive per noctem, moran contingat, sine intermissione semper super eum psallendum aut recitandum sil; donec, hora die¡ debita sacnficium Deo pro eius recui un principali altano offeratur Deinde levatur corpus eius a diaconibus cum illo evangelio supra eiüs pecus posko; et sic usque ad sepul.cnun cum luminariis precedentibus e: subsequent bus perducitur, caniatibus omnibus qui & clero Sun: antiphonas, aul responsuria, que solent de mortuis decantare. Post hec, celebrata i:erum mnissa in ecciesia il!a ubi sepeliendus es:, in sepulcro euis sal ewrci:atum adspargitur e: incensum influs in ipso sepulcro offeriur Deinde tol! mu evangelium de pectore euis, el deponitur corpus a diaconibus in sepulchrum, cantatibus aliis religiosis antiphonam hanc. En su mano también se le pone una vinajera con la que el sacerdote celebra la misa. En su mano se coloca también una vinajera. Después se atan los pulgares de las manos juntas, esto es, se sujetan un poco. Después de ello, se le coloca la casulla blanca. Después de colocar por abajo una tela de lino limpísima, se dispone el cuerpo en el féretro, mientras todo el tiempo recitan salmos los presbíteros, los diáconos y todos los clérigos, al tiempo que sin cesar ofrecen incienso. Después es trasladado al coro de la iglesia en la que estuvo, con luminaria por delante y por detrás. Y después se le coloca sobre su pecho un evangelio plenario, se le pone después del evangelio un manto por encima que caiga por la espalda. Y así siempre se haga durante todo el día y toda la noche sin cesar de salmodiar o de recitar sobre su cadáver hasta aguardar la hora del día convenida en que se ofrezca un sacrificio a Dios por él en el altar principal. Después es portado su cuerpo por los diáconos con el evangelio colocado en su pecho y así es llevado en procesión hasta el sepulcro con luminarias por delante y por detrás, cantando todo el clero antífonas o salmodiando responsos mortuorios. Después de esto, celebrada otra misa en la iglesia donde va a ser enterrado, se esparce sal para exorcizar en su sepulcro y se ofrece incienso dentro del mismo sepulcro. Después se le quita el evangelio de su pecho y se coloca el cuerpo en el sepulcro por los diáconos, cantando todos los restantes esta antífona. Otro aspecto relacionado con el anterior es la prohibición de celebrar exequias a personas fuera de la ley, sobre todo de la "divina". 283 Canon XVI del Concilio de Braga 1 del 561 (VIVES Y OTROS, 1963, 74): De his qui se ipsos interficiuni. De aquellos que se dan muerte a sí mismos. ¡De his qui sibi quaeumque violentw morlem inferunt UI earum coinmemoratio in oblatione non fiat, similiter el de his qui pro suis sceleribus puniunturj Que no se haga conmemoración en el ofertorio de aquellos que se dieron muerte a sí mismos violentamente, ni de los que a causa de sus crímenes han sido condenados. 11cm placuil, ut hii qui sibi ipsis aulferruin aul per venenum aul perpraecipiliwn aul suspendium ve! quolibet modo violentiam inferuni moriem, nulla illis in psalmis ad sepufturam eorum cadavem deducantur: mulli enim hoc sibi per ignora ntiam usurparuni. Similiter el de hisplacuil qui pro suis sceleribus puniuntur También se estableció que aquellos que se dan muerte violenta a sí mismos, sea con anua blanca, sea con veneno, sea precipitándose, sea ahorrándose o de cualquier otro modo, no se haga ninguna conmemoración en la ofrenda por ellos, ni sus cadáveres serán llevados al sepulcro con salmos, pues muchos lo han practicado así por ignorancia. Lo mismo se ordena acerca de aquellos que son castigados por sus crímenes. Finalmente, hay otro aspecto ritual, y es el de las ceremonias. La Iglesia tiene una serie de cánones de prohibición de celebraciones en los cementerios, seguramente porque debían mantenerse muchas de las costumbres antiguas, y aunque algunas de las prohibiciones se refieren a celebraciones de misas, etc., éstas debían ser la excusa para otros rituales más paganos. Canon XXXIV del Concilio de Elvira (VIVES Y OTROS, 1963, 7): Nc cerei in cimiteriis incendantur En los cementerios no se enciendan cirios. Cereosper diem piacuit in cimiterio non incendi, inquietandi enim sancionan spiritus non sun:. Qui haec non observaverini arceantur ab ecc!esiae comunione. No deben durante el día encenderse en el cementerio cirios, porque no se ha de molestar a los espíritus de los justos. Aquellos que no cumplieren estas cosas, sean excluidos de la Iglesia. Canon XXXV del Concilio de Elvira (VIVES Y OTROS, 1963, 7): Nefeminae in cimiteriis per.'igilent. Que las mujeres no velen en los cementerios. Placuitpmhiberi nefeminae in cimiterio pervigileni, eo quod saepe sub obientu Se prohibe que las mujeres velen en los cementerios, porque muchas veces bajo el 284 orationis lazenter scelera onmirtant pretexto de la oración se cometen ocultamente graves delitos. Canon LXVHI, Concilio de Braga II de 572 (VIVES Y OTROS, 1963,102): (De eo quod non liceo.: super rnonwnenta moiluorum missa :enere.J Que no está permitido celebrar la misa encima de la tumba de los muertos. Non oportel clericos ignaros el praesumiores super inonumenta in campo ministerio portare aut distribuere sacramenta, sed ata in ecciesia aut in basilicas ubi manyrum reliquiae suni depositue il,i pro defuncus oblat,onem oferre. No está bien que clérigos ignorantes y osados, trasladen los oficios y distribuyan los sacramentos en el campo sobre las tumbas, sino que se debe ofrecer las misas por los difuntos en las basiicas o allí donde están depositadas las reliquias de los mártires. Orientación de las sepulturas Por lo que respecta a la orientación de las sepulturas, la mayor parte siguen el eje E-O. Esta orientación se generaliza en tiempos tardorromanos, constatándose en este momento un mayor número de sepulturas con la cabeza al E (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 249), mientras que en época visigoda, se invierte la situación, siendo mayoritarios los inhumados con la cabeza al O y por tanto mirando al E. Esta costumbre se ha relacionado con el nacimiento, igual que el sol nace cada día por levante, así nace el cristiano a una nueva vida, a Dios, contraponiendose al O, al ocaso y la oscuridad, se le da la espalda (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, 172). Hay ciertas desviaciones en parte debidas a la época del año en que se produce la sepultura, y también a que las necrópolis se adaptan a los accidentes geográficos, a los suelos etc, por lo que a veces es imposible el mantener esta disposición. Ofrendas y ajuares funerarios Finalmente nos quedaría el asunto de las ofrendas funerarias y de los ajuares de las sepulturas. Los ajuares los podemos dividir en dos tipos principales: - Ajuares personales, se refieren sobre todo a apliques en la vestimenta, adornos, joyas o lo que podríamos denominar como aderezo propio del inhumado. - Ofrendas al difunto. Se trata sobre todo de recipiente que contenían alimentos, aceites, perfumes... La costumbre de enterrarse con ajuar se remonta a las primeras culturas y es una práctica mantenida a través de los siglos. En época romana y anteriormente, el difunto debe tener sus adornos para llevarlos consigo al otro mundo. Además, el ajuar es 285 otra forma de manifestar el estatus social del enterrado, junto con la celebración de banquetes funerarios más o menos ostentosos y otras ceremonias como los coros de plañideras, las oraciones fúnebres o la propia tumba. En época tardorromana y en la posterior visigoda los anillos, pendientes, pulseras, botones, calzado, broches, hebillas de cinturón y fíbulas, van a ser típicos y tópicos en los enterramientos, aunque se puede observar una disminución bastante apreciable de los mismos según avanza el tiempo. Así, en el s. VII, estas engalanaduras se rarifican bastante. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre las necrópolis tardorromanas y las visigodas: resulta frecuente encontrar en los enterramientos tardorromanos armas —puñales y lanzas básicamente—, herramientas —hachas, cortafríos, barrenas, tenazas, sacabocados, punzones...—, atalajes de caballo —frenos, fáleras, botones, pasarriendas...—, en fin una serie de piezas que hablan de los gustos y la posición de sus posesores (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, 167 y Ss), además de indicamos, en el caso del instrumental, una diferenciación deliberada del enterrado respecto al resto de la sociedad (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 253 y ss). Para época visigoda todas estas manifestaciones han desaparecido, no sabemos si por una prohibición eclesiástica —lo cual no nos parece una explicación muy convincente habida cuenta como las prohibiciones son ignoradas e infringidas reiteradamente—, o por un cambio en las costumbres debido a la plena aceptación y asimilación de la creencia cristiana. El segundo grupo de ajuares es el que se refiere a los recipientes. Estos son muy frecuentes en época tardorromana, encontrando en las sepulturas tanto recipientes de barro, como metálicos o piezas de vidrio. Sobre su carácter y significado parece claro que algunas de las piezas debían contener perfumes u óleos, lo que se corrobora con la aparición de osculatorios y cucharillas (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 253 y Ss). En los rituales clásicos eran muy usados: "La presencia de los aromas es continua y permanente en las ceremonias funerales. Los perfumes poseen en el funeral un valor simbólico y práctico al mismo tiempo. El perfume crea un ambiente de incorruptibilidad en torno al cadáver, casi una impresión de inmortalidad. Pero a la vez evita los malos olores, la realidad palpable y desagradable que produce la incineración en la pira." (ARCE, 1988, 31). Otras debieron contener varios tipos de líquidos, usados en las prácticas funerarias romanas: "El conjunto ritual de pátera y oinocoe se usaba para el vertido de líquidos sobre el cadáver. De la jarra se echaría en el cuenco y de aquí sobre la frente del difunto, esto en las prácticas funerarias romanas: El vino que nace en la tierra para el cuerpo que va a volver a ella." (FUENTES DOMÍNGUEZ Y OTROS, 1983, 52). En tiempos visigodos también se constata la permanencia de estas prácticas. Además de la aparición de ungüentarios de vidrio contenedores de perfumes o aceites, —en Alcalá de los Gazules se localizó un ungüentario que contenía algu286 na sustancia que en el momento de su descubrimiento en 1800, se consideró la sangre de los mártires Servando, Germán, Justa, Rufina y Saturnino, y que podemos pensar fuese alguna sustancia oleosa (CORZO, 1981)—, en la necrópolis de Pedrera se han encontrado tubos cerámicos que sirven de conductos para libaciones: "Las libaciones se llevarían a cabo no sólo durante los días que seguían al entierro, sino también en los aniversarios del día del fallecimiento, ocasión en la que, for mando parte del rito, se verterían asimismo perfumes en la tumba." (FERNÁNDEZ GÓMEZ Y OTROS, 1984, 376). Junto a ello están las ofrendas de alimentos, a pesar de que exista una prohibición conciliar: Canon LXIX, Concifio de Braga II de 572 (VIVES Y OTROS, 1963, 102): [De eo quod non Iiceat christianis prandia ad nwnuinen:a ponare.] No está permitido a los cristianos llevar alimentos a las tumbas. Non liceal chrislianisprandia ad defiuictorwn No está permitido a los cristianos llevar alimentos sepukra defferre el sacrificio reddere mortuorum a las tumbas de los difuntos, ni ofrecer a Dios Deo. sacrificios en honor de los muertos. Esta orden ha sido interpretada de diferentes modos: puede referirse a la prohibición de celebrar los banquetes funerarios o quizás a lo que esté haciendo referencia es a la prohibición de introducir comidas en el interior de las tumbas (CERRILLO, 1992, 107). Nosotros creemos que se refiere simplemente a la primera de las posibilidades, ya que no habla de introducir alimentos, sino de ofrendas posteriores, lo que debía de ser una práctica habitual, eso sí para los no cristianos, ya que a éstos les está prohibido, o al menos se pretende que así sea. En cualquier caso, lo que sí se ha podido constatar es la existencia de recipientes cerámicos en el interior de las tumbas, fundamentalmente jarras, aunque también aparecen ollas, que están indicando que pese a las prohibiciones hay un mantenimiento de las costumbres. En la necrópolis del Camino de los Afligidos se han localizado en la tumba 33 restos animales preparados (cortados con cuchillo) que se interpretan bien como una ofrenda para el muerto o como un banquete funerario consumido junto a la sepultura (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, 174). Como vemos, hay una serie de prácticas, que enraizan más con la creencia tradicional y atávica que con la fe profesada por las gentes, a pesar de que con el cristianismo, el concepto de muerte varía, y no solamente el de muerte, sino el del alma, inmaterial según la ortodoxia cristiana, y por tanto no necesitada de ofrendas ni alimentación tras la muerte, como ocurría anteriormente. 287 Las necrópolis albacetenses En la provincia de Albacete, a pesar de la escasez de yacimientos conocidos, podemos seguir una línea evolutiva: - Necrópolis típicamente romanas, que no vamos a estudiar aquí pero de las que la de Mahora podría ser un ejemplo (GIMENEZ ORTUÑO, 1984, 299). - Tardorromanas como son las de las Eras de Ontur y la de la Vega de Balazote, además de referencias sobre otros cementerios como atestiguan las inscripciones de Yetas o el sarcófago de Vilches. - De época visigoda, como la necrópolis del Camino Viejo de las Sepulturas también del complejo de Balazote, el Pelao, Tollo, Pontones, Casas Viejas, Casa de Antoflete, Loma de Eugenia, Torre Uchea, Tolmo de Minateda y Cerro del Lagarto; aquí también podemos ver de alguna manera la evolución desde los cementerios más tempranos, como por ejemplo, algunas tumbas de Loma de Eugenia, hasta los más modernos como la necrópolis N del Tolmo de Minateda. De momentos tardorromanos, la de las Eras es una necrópolis excepcional por la riqueza y variedad formal, tanto en lo que se refiere a tipos de tumbas como a ajuares. La necrópolis se localiza en una zona de loma que creemos debe ser el lugar tradicional de enterramiento desde el Alto Imperio, ya que entre ¡as sepulturas excavadas en el año 1946 hay una de incineración (sep. 6). Esto indica que existe un mantenimiento, como práctica normal, que en Albacete también se ha registrado en otros sitios como el Tolmo de Minateda, donde en el lugar ocupado por la necrópolis ibérica tardía (en la ladera N del cerro) se constata una reutilización del espacio funerario con enterramientos romanos de los ss. ¡ y II y tumbas visigodas y musulmanas. La necrópolis tardía de las Eras tiene al menos dos momentos: el primero con el enterramiento original de la sepultura 1 y la tumba 3; y un segundo que se corresponde con el osario de la sepultura que se extiende desde la 1 hasta la 2. La sepultura 2 podría pertenecer al primer conjunto o ser un momento intermedio entre ambas fases. Del resto de los enterramientos localizados de forma inconexa al hacer las obras de las casas no podemos saber con que fases se relacionan. Las sepulturas 1 y 3 son tumbas de mampostería irregular revocada con enfoscado de mortero de cal del que quedan huellas de las manos que lo realizaron. La cubierta de la sepultura 3 es de ladrillos (en dos hiladas), mientras que no se sabe como sería la de la sepultura 1, ya que estaba perdida por la creación posterior del osario. Sobre las tumbas se dispuso un suelo de losetas de 4 metros de lado con un preparado de 50 cm. Sobre esta construcción, encima de la 3 y limitada al N y S por muretes de mampostería, se construye la sepultura 2, que ha de ser posterior a las anteriores, pero no sabemos si coetánea al conjunto o de una fase segunda. Los muretes quedan más bajos que el suelo por lo que, o bien pueden haberse hecho antes de que toda la superficie se enlose, o pueden haber roto dicho suelo para crear este enterramiento. No es posi- 288 ble saber cual es la interpretación más certera porque la parte superior de la sepultura 2 estaba rota de antiguo, cuando se hizo el osario, lo que se verifica porque parte de los restos humanos se extendían desde la fosa 1 a esta 2 sin solución de continuidad. En todo caso, lo lógico es suponer que la estructura pavimentada debió estar techada o cercada, pero no hay ninguna huella de otras construcciones verticales. En fechas más modernas, parte del espacio es reutilizado como osario, lo que provoca la ruptura parcial de los enterramientos 1 y 2. Otros tipos de tumbas registradas en Ontur son enterramientos simples en fosa de tierra (sep. 4 y 5) y tumbas con cubierta de ladrillos (sep. 7 y 8). La sepultura 7, la otra excavada por Sánchez Jiménez, era una fosa excavada en la tierra en cuyo fondo había tres losas de caliza para asiento de un ataúd de madera. La cubierta del enterramiento era de ladrillos bipedales cortados a bisel en la zona de unión, y recubriendo el enterramiento había un túmulo de obra de mampostería irregular trabada con argamasa. Por último, y aunque aparecidos en el osario se encuentran los fragmentos de sarcófago que nos indican que este tipo de enterramiento también estaba presente en Ontur. Esta necrópolis tiene paralelos en diversos sitios: el más evidente en la necrópolis paleocristiana de Tarragona, donde también aparecen mausoleos, tumbas con cubiertas de ladrillo, enterramientos de muretes de mampostería y sepulturas en fosa o huesa simple excavada en la tierra. Por lo que respecta al primer grupo, debe tratarse de un mausoleo. Mausoleos hay en Tarragona, donde un ejemplo es el que contiene las sepulturas 8-11 y 14-16 de forma cuadrada. Se fecha con posterioridad a la mitad del s.IV (SERRA VILARÓ, 1927, 7) en la ciudad de Valencia, donde en el Camí del Molí deis Frares apareció en el año 1960 otro conjunto de planta rectangular con muros de delimitación y solado de mortero sobre los que había un enlosado de ladrillos, en cuyo interior había tres sepulturas. El conjunto se ha fechado con reservas a fines del s.IV por el ajuar aparecido en una de las tumbas (RIBERA Y SORIANO, 1987, 139 y Ss.); también en Cartagena se excavaron dos mausoleos que se fechan a fines del s.IV o principios del s.V (SANMARTÍ MORO Y PALOL, 1972) 0 en el Albir de Alfaz del Pi (Alicante) donde la estructura también está rodeada perimetralmente (MOROTE, 1986). El de Ontur no parece que tuviese recinto perimetral ni cubierta, (al menos en la excavación no se detectaron restos posibles), pero en los demás conjuntos expuestos anteriormente siempre aparecen muros flanqueando la construcción, y no solamente ésto, sino que en algunos casos suelen ser edificaciones de más de una planta como en los casos de Tarragona o Valencia. Nosotros nos planteamos su posible desaparición en una fase posterior, ya que sí se ha constatado una remodelación del conjunto cuando se crea el osario. Si esto fuera así, es posible que la sepultura 2 sea parte del nivel o piso superior. Por lo que respecta a la cubrición superior, hay diferentes moda289 lidades: bóveda de cañón, como se ha sugerido para Cartagena, techado de tejas a doble vertiente.., o ninguna, lo que tampoco es raro como ya dicho M Dolores del Amo en su estudio de la necrópolis de Tarragona, quien cita paralelos de la necrópolis de Tiro sin cubierta (DEL AMO, 1979, 187). La sepultura 1 contenía un difunto con orientación E-O posiblemente enterrado en ataúd de madera, por los clavos y herrajes encontrados (ER 18-21 y 23-25), asentado sobre el terreno. Tenía como ajuar un vaso de vidrio a la altura del hombro izquierdo, y fragmentos de otros vasos a los pies; en el ataúd había dos pequeños clavos de oro (ER 22). En el fondo de la fosa aparecieron además 4 pulseras de bronce (ER 2-5), una hebilla de cinturón arriñonada de bronce, agujas de bronce, un fragmento de brazalete con terminación en esfera, una anilla también de bronce y fragmentos de hierro. En la sepultura 3 se constata asimismo una inhumación con orientación E-O en ataúd de madera asentado sobre la arena del terreno. Esta tumba es la más rica en cuanto a datos sobre la disposición del cadáver y su ajuar funerario. Sobre el esqueleto se encontraron restos de fina tela en el cráneo que fueron interpretados como velo; en la cintura se rescataron trozos de cordoncillo y galón seguramente de las vestiduras y al levantar los restos, bajo la cabeza aparecieron fragmentos de lana del almohadón donde descansaba. Respecto al ajuar funerario, a sus pies aparecieron restos de suelas de calzado de corcho y cuero, una bulla (ER 8), una aguja de tocado de hueso a la altura del hombro izquierdo, a ambos lados de la cintura vasos de vidrio, uno de ellos un ungüentario fusiforme (ER 58), y fuera del ataúd dos piezas de vidrio más (ER 59-60). Por último, la sepultura 2 contenía los restos de un adulto orientado como los anteriores con la cabeza al E a cuyos pies había restos de uno o dos niños. Estos cadáveres no tenían ningún tipo de ataúd y habían sido dispuestos directamente sobre el suelo de la tumba que era de losas. El ajuar que proporcionó la tumba se compone de dos pequeñas copas de bronce (ER 1), apliques de hueso (ER 28, 31, 34), cuatro muñecas de hueso (ER 45-48) y una de ámbar (ER 44) y seis piezas en vidrio reutilizadas como juguetes (ER 52-57). El osario rompió la parte superior de las sepulturas 1 y 2y por las indicaciones del diario de excavaciones debió contener restos de bastantes cadáveres —entre 18 y 20—. Este osario debe ser utilizado poco tiempo después como vertedero, lo que explica la aparición de numerosos restos de todo tipo de materiales: vidrio, cerámica, metal, sarcófagos, sillares que según se desprende de la información estaban revueltos con la tierra y los esqueletos. Del resto de los enterramientos solamente podemos hablar más extensamente de la sepultura 7; una fosa excavada en la tierra con cubierta de ladrillos a doble vertiente y túmulo de mampostería para tapar la inhumación. Las tumbas a la capuccina son bastante frecuentes en el mundo funerario tardorromano. Aparecen en Tarragona —tipo d— (DEL AMO, 1979), y también en necró290 polis de la Meseta (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, 248), por citar dos zonas. La cubierta con túmulo tampoco es extraña a la necrópolis tarraconense —sep. 1662 por citar algún ejemplo— (SERRA VILARO, 1935, 46). La orientación de la sepultura es S-N, y el inhumado debió estar en un ataúd de madera colocado sobre tres losas de piedra que se asentaban sobre la tierra. Por lo que se refiere al ajuar, había fragmentos de vidrio a la derecha del cadáver, a la altura de la cintura. La sepultura 8 es del mismo tipo que la anterior. Se constató en la mampostería que recubría la tumba la impronta y los clavos del calzado del artesano que realizó la cobertura del enterramiento. Finalmente hay constancia de sepulturas en fosa excavada en la tierra, de las que no sabemos forma ni orientación de los difuntos. La necrópolis podría incluirse dentro del grupo definido por Fuentes Domínguez como Necrópolis de la Meseta, con las que comparte, además de tipos de enterramiento, los ajuares funerarios de vidrio, las tachuelas y restos de calzado, aunque aquí no aparecen herramientas, atalajes de caballería, botones, armas venatorias o cerámicas como ajuar, tan característicos de estos conjuntos. Estas significativas ausencias podrían estar indicando que puede tratarse de una zona periférica de este mundo —Ontur está situado en una zona también limítrofe en lo que respecta a la zona más meseteña de Albacete—, en la que los modelos y la ideología subyacentes en los rituales y formas de enterramiento típicamente meseteños no se manifiestan de forma completa, es decir sería una adaptación a las costumbres propias. De todas formas conocemos solamente una parte de la necrópolis lo que sin duda puede estar enmascarando nuestras conclusiones. Finalmente hay varios aspectos de la necrópolis que querríamos resaltar y que pueden servirnos de resumen de toda la información que hemos ido desglosando tanto en capítulos anteriores como en las líneas escritas más arrrna. En primer lugar hay que hablar de la situación del cementerio, continuador de una necrópolis anterior que debe ponerse en relación con un asentamiento, no sabemos si aislado —una villa— o una agrupación de mayor tamaño. Se sabe por exploraciones antiguas que hay ocupación en este paraje de las Eras, donde se localizaron dos estancias que conservaban el preparado de pavimento de mosaicos del que algunas teselas aparecieron en las tierras de colmatación (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 21); pero también en las inmediaciones hay restos de hábitat, como en el Pajar de los Zorros donde se sitúa otro caserío del que se excavaron tres estancias y en el que aparecieron numerosos restos cerámicos, metales, vidrio fundido y una moneda de Julia Mammea, lo que fecha el hábitat al menos hasta mitad del s.III (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 26y ss.); las Bodeguillas, donde aparecieron piletas de decantación y numerosos fragmentos cerámicos además de un sello o estampilla de bronce (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 24) o el Saltador donde apareció otro sarcófago y cerámicas tardorromanas 291 (SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 1947, 22), todo lo cual indica un intenso poblamiento de esta zona, aunque lo que no podemos decir es si esta necrópolis pertenece a un único asentamiento o se trata de un cementerio vecinal (en el caso de que nos encontrásemos con una aldea), lo cual tampoco sería del todo extraño como ya apuntamos en la primera parte de este estudio. Lo que si resulta interesante es el hecho de que las Eras se encuentre cerca de un curso de agua y en una pequeña elevación respondiendo de esta forma al modelo de necrópolis de hábitat disperso, como ya dijimos antes. En lo referente a la organización interior del cementerio, no tenemos datos que indiquen si hubo algún tipo de ordenación en calles, aunque sí que las sepulturas debían estar marcadas al exterior mediante túmulos, al menos en algunos casos, y que hay un deseo consciente de embellecimiento como lo demuestra el hecho de la construcción de un suelo enlosado para el grupo de sepulturas 1-3, sepulturas que por otra parte muestran la existencia de panteones o mausoleos familiares. En un momento posterior este modo de organizar el cementerio ya no es válido, y prueba de ello es la existencia de un osario que no respeta las tumbas anteriores y de vertederos que horadan el espacio cimenterial. Otra característica de Ontur es la variedad de enterramientos encontrados en unas pocas tumbas: fosas simples en la tierra, fosas con cubiertas de ladrillo a dos aguas bajo túmulo, tumbas de muretes de mampostería, una de ellas con cubierta plana de ladrillos, y ¡a variedad también en la disposición de los enterrados, tanto en sarcófago, como en ataúdes de madera o sin ningún tipo de féretro. Las diferentes modalidades de tumba sitúan el uso el espacio sagrado entre mitad del s.IV y s.V. Por lo que se refiere a la orientación de las tumbas, de las que tenemos datos todas se orientan con la cabecera hacia el E, excepto la sepultura 7 que lo hace al S. La primera es la orientación normal en época tardorromana, pero no faltan casos de la segunda. Sobre este tema, en el estudio de Fuentes se muestran algunos casos en que se han hallado tumbas en el eje N-S para los que se da como explicación una obligatoriedad derivada de la forma del terreno o por la existencia de alguna construcción anterior (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 249). Para Ontur no tenemos ninguna explicación que justifique esta orientación irregular, aunque no excepcional, puesto que no tenemos una visión del conjunto dada la ubicación del cementerio bajo casas modernas. Finalmente, en el apartado de ajuares y ofrendas funerarias es donde se manifiesta realmente la excepcionalidad de este cementerio, tanto por la cantidad de elementos depositados en las tumbas, como por la riqueza y variedad de los mismos. El primer rasgo que sobresale es la abundancia de recipientes de vidrio entre los que encuentran formas comunes a otros sitios, pero también otras fotmás nuevas o no registradas anteriormente. Los recipientes más abundantes son los ungüentarios, en sus diversa modalidades, los cuencos y por último las jarras. No se puede hablar de juegos para ritual 292 funerario, al menos del juego tradicional patera -oinochoe, simplemente de frascos para perfumes o aceites y cuencos que pudieron ser depositarios de algún tipo de ofrenda alimenticia o líquido. Por otra parte, los vidrios de la sepultura 2 se corresponden con juguetes y como tal hay que interpretarlos, sin darles un significado simbólico. No deja de ser curioso el que no hayan aparecido apenas recipientes cerámicos en el interior de los enterramientos, ya que este tipo de recipientes (tanto en TS como en cerámica pintada o común) son muy característicos de la necrópolis meseteñas. No podemos dar ninguna explicación sobre esta ausencia, ante lo cual remitimos a la idea de que Ontur está en una posición marginal con respecto a la Meseta. Por lo que se refiere a otro tipo de ajuares, creemos que lo más significativo son los restos de calzado, con paralelos en cementerios meseteños. En Ontur se han localizado en el interior de la sepultura 3 además de las improntas en la 8, aunque en este caso no se trate de ajuar del inhumado, sino de una impronta de la persona que realizó el enterramiento. Es interesante a este respecto que se hallan encontrado huellas en otros sitios como San Miguel del Arroyo o Valeria, en ambos lugares sobre regulae, lo que ha sido explicado como marcas de alfarero o de los lotes del alfarero (FIJENTES DOMÍNGUEZ, 1989, 207); sin embargo, las de Ontur son interesantes porque no están sobre tejas sino en la argamasa de unión de la mampostería que recubría la sepultura 8. En realidad este hecho no pasa de ser anecdótico salvo que queramos buscarle una intencionalidad de marca del "albañil", lo cual nos parece algo dudoso, pues sería la primera vez que se constata dicha intencionalidad en una tumba. Sin embargo, sí nos parecen interesantes las suelas del enterramiento 3 porque son restos de varios zapatos (suelas y clavitos —ER 26—), es decir, no se trata únicamente del calzado que llevaba el difunto, sino que la inclusión de pares debe tener alguna significación especial. Podría tratarse quizás de una muestra del oficio de la persona enterrada, al estilo de la inclusión de las herramientas de los oficios que aparecen en otras necrópolis, y cuyo sentido ha sido ya explicado (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 255 y ss.), o como una marca o seña de riqueza ya que hay zapatos tanto en cuero como en corcho, es decir variedad además de cantidad. También sobre el valor de los zapatos como elementos de ostentación de riqueza, el trabajo de Fuentes nos ofrece las claves para su interpretación: "cabe pensar que además de una función meramente utilitaria debía ser un ornamento más de la indumentaria y puede considerarse como un indicio de las posibilidades económicas de su portador." (FUENTES DOMÍNGUEZ, 1989, 208). Finalmente hemos de resaltar la notoria ausencia de otros elementos típicos de la Meseta, como ya indicamos. Así no encontramos ni armas, ni atalajes de caballo, ni instrumental, ni osculatorios o recipientes de metal. Vajilla metálica aparece en el otro enterramiento tardorromano, el de la necrópolis de la Vega en Balazote. De esta necrópolis no contamos apenas con datos, no sabe293 mos cuantas tumbas hay, ni cómo son, cómo se organizan, se orientan... Solamente tenemos a nuestra disposición los datos de una de las tumbas. Se trata de una inhumación en fosa con cubierta de lajas en el interior de la cual aparecen como ajuar una sítula y una cuchara, ambas en bronce. Estas piezas son características de los ajuares funerarios de las necrópolis tardorromanas, por lo que no plantean ningún tipo de duda a la hora de realizar una adscripción formal ni cronológica. La necrópolis a la que pertenece este enterramiento debe relacionarse sin duda ninguna al flindus de Balazote. Lo mismo ocurre con las tumbas registradas de forma casual y excavadas por procedimiento de urgencia algo después, las que hemos denominado necrópolis del Camino Viejo de las Sepulturas. En este caso se trata de dos inhumaciones en fosa simple de las que desconocemos su cubrición. En el interior de ambas se registró una reutilización del espacio de enterramiento, lo que indica que debían estar señalizadas de alguna manera. Las deposiciones últimas tenían orientación O-E, como suele ser normal en época postrromana o visigoda. La primera de las tumbas contenía los restos de una mujer joven arrinconados a los pies de la fosa. Entre los restos de ajuar se extrajo un cuenco cerámico. El enterramiento secundario es de una persona joven, seguramente menor de treinta años, del cual no se pudo diferenciar el sexo, aunque la aparición de un pendiente nos puede indicar que se trataba de una mujer. En la tumba 2 también se localizaron los restos de un varón adulto a los pies y de una mujer adulta, entre 50 y 70 años como inhumación secundaria. Se trata de unas tumbas muy pobres en las que únicamente el pendiente puede ser indicio de cierta suntuosidad. Estos enterramientos son importantes sobre todo porque están indicando que la vida del complejo de Balazote debe prolongarse desde momentos tardorromanos hasta una fecha de al menos mitad del s. VII —por el pendiente localizado como ajuar—, aunque no sabemos si es una ocupación residual o por el contrario la necrópolis es mayor. El porqué de dos lugares diferentes de enterramiento es una cuestión difícil de resolver a la luz de los datos actuales. Sería necesaria una investigación in extensis para determinar si ambas zonas corresponden a lugares de hábitat diferente o, si por el contrario, aunque las personas enterradas en uno y otro sitio sean vecinos del mismo lugar, esta diferente localización responde a otro tipo de causas. No obstante, no es del todo extraño que un lugar de habitación tenga más de .una necrópolis; este es el caso del Tolmo de Minateda, donde además de la necrópolis N, el cementerio tradicional, en época visigoda se utiliza además el Cerro del Lagarto, situado enfrente de la civitas, en la otra orilla del Arroyo de Tobarra. Evidentemente no pretende294 mos paralelizar el Tolmo con Balazote, porque uno es una ciudad y la otra un establecimiento rural. Sin embargo, hay un deseo consciente por parte de los habitantes del Tolmo de enterrarse en un lugar distinto al que habían usado los anteflores pobladores, lo que no impide que de todas formas se siga usando la necrópolis N. Quizás éste sea el caso de las gentes que usan el Camino Viejo de las Sepulturas. Otro enterramiento importante es el de Vilches. Solamente conocemos el sarcófago, aunque contamos con otros datos sobre la tumba derivados de las referencias del canónigo Lozano quien cita que: "había en su seno un cuerpo extendido, que se disipó al tocarlo. También una redoma con cenizas"; de la memoria posterior de Aguado Marchamalo en la que se indica que: "tenía dentro huesos humanos, pero muy molidos, un ánfora y una especie de Uma.cenicia con restos también de mortalidad. Se deduce haber reliquias de dos cadáveres y en el cuerpo del sepulcro de otro"; y de Zor zona: "estaba enterrado en una fosa construida de piedra y una mezcla de argamasa casi blanca, durísima, la cual ha permanecido descubierta desde hace años". Por esta descripciones se deduce que se trata de un enterramiento en sepultura de muretes de mampostería de la que no sabemos como sería la cubierta. Dentro del sarcófago había un inhumado, pero lo que no queda claro es si el resto de los huesos de que se habla estaban también en el sarcófago o fuera de él, en la tumba, postura por la que nos inclinamos. Otra incógnita es la de identificar la "uma.cenicia" o redoma con cenizas de la que se habla. Nos parece cuanto menos extraño el que en una inhumación tardorromana haya una incineración, que deberíamos retrotraer a fechas altoimperiales, si no anteriores, pero por otra parte esta referencia se encuentra en dos de los documentos que hablan del enterramiento, lo que forzosamente significa que evidentemente había algún recipiente cuyo contenido se identificó con cenizas. No sabemos de qué puede tratarse, aunque nos resistimos a pensar que se trate de un enterramiento. Algunos autores han identificado el enterramiento como un mausoleo de un rico propietario cristiano, en tomo al que se organiza una comunidad cristiana: "la finalidad última del sarcófago, además de servir de enterramiento, sería iluminar en la fe a los "iguales" del allí enterrado, pero también, sin duda, a la servidumbre a tono con lo que la jerarquía eclesiástica aconsejaba (Concilio de Iliberris, XLI)." (DOMÍNGUEZ MONEDERO, 1984 a,325). El valor de este sarcófago, aparte de la riqueza o belleza de la pieza en sí misma, es la constatación de que las relaciones comerciales con el Mediterráneo funcionan perfectamente bien y además que, en esta zona, hay un gran propietario que no solamente tiene un gran capital y capacidad de costear una pieza de importación, sino que se trata además de un terrateniente cristiano. Antes de acabar con las necrópolis romanas o de transición no podemos dejar de hacer referencia a la inscripción de Yetas (YE 1) donde se menciona un cementerio. 295 Por los caracteres de las letras debe fecharse a fines del s.IV o principios del V. como el resto de los conjuntos (excepto la segunda necrópolis de Balazote posterior), lo que es muy interesante porque indica que en estos momentos no solamente existen cementerios, lo que es obvio, sino que se trata de espacios organizados y llamados como tales, y en este caso concreto se trata además de un cementerio cristiano por la invocación a Jesucristo y por el empleo del término coemeterium, utilizado para los cementerios cristianos. Por otra parte Yetas se sitúa en el extremo SO de la provincia, en plena zona de sierra, es decir, en un espacio aislado de los grandes centros y algo apartado de las vías de comunicación, pero totalmente imbuido del espíritu cristiano. Las necrópolis de época visigoda que se han identificado hasta el momento en la provincia de Albacete se pueden agrupar en dos conjuntos principales: las que se pueden asociar a un núcleo habitado, tales como la del Camino Viejo de las Sepulturas de Balazote —de la que ya hemos hablado—, las dos necrópolis del Tolmo (ladera N y Cerro del Lagarto), Loma de Eugenia y Pelao; y las necrópolis de las que no conocemos los asentamientos a los que pertenecen, como Casas Viejas, Los Pontones, Casa de Antoñete, Tollo y Torre Uchea. Pero a demás de esta distinción hay otra que nos parece más interesante en el sentido de que aportan datos de otro tipo, y nos referimos a que hay dos zonas bien definidas desde el punto de vista geográfico, pero como veremos también cultural, a las que podemos adscribir los lugares de enterramiento anteriormente citados. Un grupo de estas necrópolis se articula alrededor del Júcar al NE de la provincia en la zona más volcada o de contacto con el interior (Pelao, Tollo, Casas Viejas, Casa de Antoñete y Los Pontones), mientras que el otro está en el SE en la comarca de Hellín y abierta a las influencias del SE peninsular (Loma de Eugenia, Torre Uchea y Tolmo de Minateda). Cronologicamente las fechas que se barajan para el conjunto de cementerios de Albacete, a partir de los ajuares funerarios, abarcan unas fechas entre fines del s.VIprincipios del VII y fines del s.VII-principios del VIII. Haciendo una breve descripción y recapitulación de cada unos de los sitios, vamos a hablar en primer lugar del Pelao. Se trata de una necrópolis situada en una platafor ma del cerro del mismo nombre, continuadora de otra altoimperial de la que se han recogido inscripciones funerarias de los siglos 1 y II (ABASCAL PALAZÓN, 1990, 40 y ss.). En la necrópolis de época visigoda se excavaron un total de siete enterramientos, seis de ellos agrupados en una zona, y de los cuales cinco presentaban una ordenación. Las inhumaciones son fosas talladas en la roca de forma rectangular ligeramente redondeadas en la cabecera y los pies, donde se estrechan . La cubierta era con lajas de piedra levemente desbastadas y talladas para su encaje. Los huecos se rellenaron 296 con piedras y argamasa de cal que a veces se extiende por las lajas superiores. Una de ellas, la sepultura 4, además presentaba lajas alternadas con un encachado de piedras trabadas con argamasa. En otra de las tumbas, la n° 5, las paredes interiores estaban revocadas con argamasa de cal. También se ha constatado en dos de ellas (sepulturas 3 y 4), la existencia de una pequeña almohadilla para la cabeza tallada en la roca, y en la sepultura 2 (violada de antiguo), una pequeña hornacina o loculus en la cabecera al interior. Todos los inhumados están orientados NO-SE, y en los enterramientos 1 y7 se ha constatado la reutilización de las tumbas. De todo el conjunto las únicas tumbas que han proporcionado ajuar son las tumbas 4 —un anillo de bronce—, y 5 —jarra cerámica (PE 4), anillo de plata con chatón (PE 1), anillo de plata sencillo (PE 2) y una pieza de hueso (PE 3) que nosotros interpretamos como un remate—. En el Tollo solamente se encontraron dos sepulcros excavados en la roca de forma rectangular y con las marcas del desbastado para encaje de tapas. No sabemos exactamente a qué momento cronológico pueden corresponderse ya que estaban expoliadas de antiguo; sin embargo, su semejanza con las del Pelao y con algunas tumbas de la ladera N del Tolmo, nos lleva a incluirlas en este periodo, aunque ya advertimos que para su cronología no tenemos absoluta certeza. De la necrópolis de Los Pontones se sabe de la existencia de al menos dos enterramientos. Se trata de sepulturas en cista de lajas con cubierta asimismo de lajas. No tenemos datos sobre la orientación de las inhumaciones, si hay reutilizaciones, etc.; lo único con lo que contamos es con la afirmación de que las sepulturas tenían como ajuar funerario cerámica y con dos piezas rescatadas de estas tumbas, una botella cerámica (PO 2) y un anillo de plata con inscripción (PO 1). Casas Viejas es una necrópolis muy similar a la Pontones y muy cercana a la anterior (a 1,5 o 2 km.) por lo que nos atreveríamos a decir que con toda probabilidad se trate del mismo cementerio, aunque están separadas por el Júcar, lo que de alguna manera actúa como límite o barrera natural entre ambas. Las tumbas localizadas en este emplazamiento son como en el caso anterior: cistas de lajas con cubierta de lajas. Se localizaron 4 sepulturas, aunque solamente una fue excavada arqueológicamente. El enterramiento que excavó Sánchez Jiménez proporcionó dos vasijas cerámicas, una a la altura de la cintura y la otra en la cabecera, de las cuales solamente se conserva una jarra trilobulada (CV 1). El de Casa de Antoñete es un hallazgo casual de un sarcófago monolítico de piedra en cuyo interior aparecía como ajuar otra jarra (CA 1). No contamos con más datos sobre el enterramiento si pertenece a una necrópolis, como es lógico suponer, o se trata de una inhumación aislada; tampoco sabemos la disposición y orientación del difunto. En el Tolmo de Minateda se registran, como ya hemos dicho, dos necrópolis, una 297 en la ladera N y otra en el Cerro del Lagarto situado enfrente de la zona de entrada a la ciudad, al otro lado del Arroyo de Tobarra. El Cerro del Lagarto está sin excavar, pero en superficie se ven algunas tumbas talladas en roca expoliadas de antiguo además de otros enterramientos intactos con cubierta de lajas, y en algunos casos con piedras hincadas verticalmente en su lado O que creemos se corresponden con las cabeceras y que actuarían a modo de cipos o señalizaciones de las tumbas. En la otra orilla, en la ladera N del cerro hay otra necrópolis que se sitúa en las afueras del hábitat, junto al tramo de la vía Complutum-Carthago Nova a su paso a los pies del yacimiento. Esta es la necrópolis tradicional del Tolmo en la que los restos más antiguos corresponden a momentos ibéricos tardíos a los que se superponen enterramientos romanos de época altoimperial con lápidas funerarias fechadas en los ss. II y ifi y tras un hiatus cronológico, aunque no estratigráfico, enterramientos de última época visigoda a los que se superponen otros de primera época musulmana, con diferente disposición y orientación de los cadáveres. De la fase visigoda se han excavado 3 tumbas con cuatro inhumaciones en total, ya que una de las tumbas contenía dos esqueletos de niño superpuestos. Las tumbas son fosa excavadas en la tierra, de forma rectangular, con las esquinas redondeadas y con cubierta de lajas de piedra. Solamente la tumba de los niños tenía algunas piedras planas en la cabecera y laterales. Se orientan O-E y ninguna contenía ajuar. Además, en este mismo sitio, y aprovechando un afloramiento de la roca, hay un grupo de 6 tumbas de forma rectangular talladas en la piedra y expoliadas de antiguo. En Torre Uchea se localiza otra necrópolis de época visigoda aparecida de forma fortuita y en la que se han registrado dos sarcófagos monolíticos de piedra y una tumba de cista de lajas. No hay apenas referencias sobre el sitio aunque, por un plano de Jordán, parece haber una cierta ordenación puesto que las tumbas están alineadas y orientadas E-O. En una de las sepulturas en sarcófago de piedra apareció un anillo de oro con inscripción (TH 1). De la necrópolis de Loma de Eugenia, excavada por procedimiento de urgencia, tenemos algunas referencias sobre el modo y disposición de los enterramientos. La necrópolis, cercana al hábitat, es de tumbas de cistas de lajas con cubiertas también de lajas. En algunos casos hay además, como en el Pelao, obra de mampostería irregular para rellenar huecos y regularizar las sepulturas. La orientación es O-E. No sabemos el número concreto de enterramientos pero éstos se acercan a la treintena, de los que solamente cinco o seis proporcionaron ajuar. Éste se compone de placas de broche de cinturón (LE 1 —sep. 6—, 2 —sep. 25— y 3), anillos de bronce (LE 4 —sep. 27— y 5 —sep. 5—), un podón (LE 6 —sep. 19—) y una cuenta de pasta vítrea (LE 7 —sep. 27—). 298 Por lo que se refiere a la ubicación conocemos dos necrópolis, la de la ladera N del Tolmo y la del Pelao, que se localizan en el sitio tradicional de enterramiento de ambos asentamientos, lo que nos indica un mantenimiento en los lugares de habitación y, lo que es más importante, que no hay un cambio en las costumbres ni una diferenciación social por la implantación del reino visigodo. Para el caso del Tolmo, no obstante, hay que matizar esta afirmación ya que la necrópolis del Cerro del Lagarto parece contradecir lo que acabamos de exponer. Sin embargo, y aún a riesgo de equivocamos ya que está sin excavar, proponemos como explicación bien una necesidad de espacio para la construcción de las tumbas, bien un mayor deseo de perduración o el deseo de enterrarse cerca de alguna construcción simbólica (iglesia, memoria, mausoleo...). Sobre la distancia entre los cementerios y los lugares de hábitat, los casos del Pelao, Tolmo, Loma de Eugenia y el Camino Viejo de las Sepulturas no ofrecen dudas en cuanto a la cercanía y a los asentamientos a que corresponden. Para la necrópolis de Torre Uchea no sabemos de donde provienen los inhumados allí enterrados, pero deben relacionarse con las mismas gentes que realizan los basureros del Pozo de la Nieve. Esta necrópolis se sitúa además cerca de la vía romana. Finalmente las necrópolis de Casas Viejas y Los Pontones creemos deben ser cementerios de un hábitat rural disperso. No olvidemos que muy cerca se localizan la villa tardorromana de Casa de los Guardas y el asentamiento de la Casa de la Zúa, que nos indican que el tipo de poblamiento en esta zona sería, tanto para momentos romanos como para visigodos, de casas de labor diseminadas por el territorio (como por otra parte ocurre en la actualidad), por lo que no parece del todo ilógico el pensar en una necrópolis situada en un lugar estratégico —junto al río y muy cerca de la vía Complutum-Carthago Nova— que centralice el espacio funerario, como ya se hacía en época tardorromana. En.lo que se refiere a la forma y organización de los cementerios, nuestros escasos datos provienen de la necrópolis del Pelao, donde parece haber una ordenación, al igual que en Torre Uchea. En el Tolmo, las escasas tumbas excavadas no permiten .hablar de ordenaciones, y del resto de sitios no tenemos referencias, aunque podríamos presuponer que debe haber también un ordenamiento. Sobre señalizaciones sólo contamos con los escuetos datos que proporcionó uno de los enterramientos del Tolmo, en el que una piedra a la cabecera, en el exterior de la tumba, podría estar indicando su situación; también en el Cerro del Lagarto se ven, como ya hemos expuesto, piedras hincadas que resaltan el lado O de algunas sepulturas. Los tipos de enterramientos que aparecen son: cistas de lajas, fosas excavadas en la roca o en la tierra y sarcófagos monolíticos de piedra. Los modelos tardorro299 manos de tumbas de muretes de mampostería, de ladrillos, las de cubierta a dos aguas, etc. no pasan a época visigoda, como tampoco lo hacen los ataúdes de madera, que deben ser reemplazados por simples sudarios o parihuelas de las que no quedan restos. El único sitio donde se ha podido observar una cierta preparación para mayor comodidad del difunto es el Pelao. Sobre la roca se tallaron almohadillas para el reposo de la cabeza, lo que no deja de ser interesante porque, de ésta práctica constatada en época tardorromana en diversos lugares (por ejemplo Ontur, aunque con una almohadilla de tejido perecedero), no hemos encontrado más que un paralelo en la necrópolis visigoda de Cuarte, —como ya se indicó—, fechada en un momento temprano del horizonte visigodo, lo que no es el caso de ésta del Pelao, que nos remite a horizontes del s.VII por sus ajuares. La orientación que siguen las inhumaciones de las que contamos con los datos sobre este particular es O-E, con alguna pequeña desviación debida seguramente a los terrenos donde están situadas. Esta orientación, la característica en época visigoda se constata en numerosos sitios como Complutum (MÉNDEZ MADARIAGA Y RASCÓN MARQUES, 1989, 172) o en la Dehesa de la Casa en Cuenca por citar un ejemplo más cercano (LÓPEZ REQUENA Y BARROSO CABRERA, 1994,14). De todas formas no deja de extrañarnos el cambio con respecto a época tardorromana, cuando la cabeza está al E y el difunto mira al O, es decir, justamente al contrario que ahora (FUENTES DOMINGUEZ, 1989, 249). Finalmente nos queda por analizar el tema de los ajuares funerarios, y es en este tema donde encontramos una diferencia entre los materiales del N de la provincia y los de la comarca de Hellín. En el estudio de la cerámica ya apuntamos como hay una separación radical entre las cerámicas de necrópolis del área del Júcar y los recipientes de otras zonas. El Júcar enraiza con la Meseta no solamente porque sus cerámicas se parezcan a las del interior, sino porque además en las necrópolis de la zona SE no aparecen cerámicas en los enterramientos. No es una práctica de esta zona, y no se puede achacar a diferencias cronológicas, puesto que las fechas son similares para todos los sitios, es más, apurando diríamos que el lugar con enterramientos más antiguos fechados por materiales de los que tenemos certeza absoluta respecto a su cronología, es la Loma de Eugenia, donde el broche de cinturón de lengüeta rígida (LE 1) se fecha a fines del s. VI, mientras que el resto de piezas, incluso las cerámicas, se fechan en otros lugares en la segunda mitad del s.VII por aparecer con broches de cinturón de placa liriforme. No sabemos si podemos achacar esta peculiaridad a la ya tan mencionada relación con el SE peninsular, puesto que en la provincia de Alicante encontramos botellas similares a la de Los Pontones en la localidad de Pego, aunque es bien cierto que en otros con300 juntos que hemos consultado no aparecen recipientes cerámicos como La Almoina en Valencia o Vistalegre en Alicante. Otros materiales, como los broches de cinturón, aparecen solamente en la comar ca de Hellín mientras que anillos encontramos en ambas zonas al igual que las cuentas de collar vítreas. Concluyendo, lo único que realmente nos parece representativo es la cerámica, entre otras razones porque a los recipientes siempre se le ha otorgado un papel en el ritual funerario, y el que no aparezcan en ninguna de estas necrópolis podría indicarnos una diferenciación en este sentido. De todas formas, con el escaso número de sitios que conocemos, posiblemente sea aventurado extraer conclusiones en uno u otro sentido. 301 IV. CONCLUSIONES A lo largo del trabajo hemos ido exponiendo los resultados parciales obtenidos tras el estudio, en los distintos capítulos, tanto de los aspectos geográficos, como de los históricos y culturales que han configurado el mundo tardoantiguo de la provincia; la clasificación de los yacimientos y materiales arqueológicos ha hecho posible, a su vez, el definir unos horizontes cronológicos en los que enmarcar a los antiguos pobladores, y por último, el estudio de estos materiales nos ha permitido esbozar unas líneas generales sobre el poblamiento y el mundo funerario, es decir, sobre las dos manifestaciones más claras de la existencia humana, su vida y su muerte. El marco geográfico sobre el que hemos trabajado es consecuencia de una larga evolución territorial. La de Albacete no es una provincia histórica, con entidad propia y definida desde el principio, ni tiene unos caracteres culturales homogéneos. Esto se debe a dos factores principales: la diversidad geográfica que produce agrupaciones basadas o influidas por el paisaje, —más si tenemos en cuenta que la geografía ha sido, desde las épocas más remotas, uno de los condicionantes no sólo del asiento de las poblaciones en unos u otros sitios, sino que, además, los accidentes geográficos han actuado como factores de unión o separación entre pueblos—, y la historia política que ha agrupado los territorios en diferentes demarcaciones según la evolución de los reinos. La elección de un sitio u otro se liga a la existencia de agua en sus inmediaciones, lo que vemos en un rápida ojeada al mapa de distribución de yacimientos; a esto se unen otros factores como la orografía: en la Sierra, aún hoy en día, hay pocos hábitats agrupados y el modelo predominante es el de cortijos, como seguramente fue en la Antigüedad; la riqueza del suelo: las zonas húmedas son más ricas no sólo por la tierra sino por la fauna que atraen (Alboraj); las salinas también producen una riqueza que ha motivado el establecimiento de asentamientos en sus inmediaciones (el Arda¡ en Fuentealbilla), los bosques y la madera que proporcionan (Bafíuelos, Capellanía), los pastos y dehesas (Balazote), o las vías de comunicación, unas naturales como el Corredor de Almansa, y otras creadas por el hombre, pero condicionadas por el paisaje, y alrededor de las que se articulan las poblaciones. Otro análisis derivado de la geografía, ahora macroespacial, es el de la situación geográfica de la provincia, a caballo entre el interior y las zonas del Levante, Sureste y Alta Andalucía, lo que ha producido que en ella se crucen varias vías, pero no sólo eso, sino que las influencias de los distintos grupos culturales se manifiesten con mayor o menor grado en unas zonas y otras: influencias levantinas y del Sureste en las comarcas de Almansa y, sobre todo, Hellín; zona del Júcar: influencias interiores, de la Meseta; y los LLanos, zona de contacto y separación entre unos círculos y otros, la verdadera "tierra de encrucijada". 303 El análisis de los materiales (con especial incidencia en algunas producciones como los metales, el vidrio y la cerámica) nos ha proporcionado valiosos datos de cara a definir y caracterizar los conjuntos, pero no solamente en lo que se refiere a su propia identidad y cronología, sino las implicaciones culturales, ideológicas, económicas o sociales que pueden derivarse de su observación y estudio. Las cerámicas, que dividimos en dos grupos principales: Terra Sigillata y cerámica común, son las que nos permiten de forma más clara conocer cronologías, y rutas económicas o de distribución de productos, sobre todo la Tena Sigillata, una producción muy bien estudiada y fechada (en relación al resto); al tiempo las comunes, al ser producciones locales o comarcales en bastantes casos, son un director perfecto para la localización de características zonales. Por lo que respecta a la primera de las producciones -divida en tres grupos: TSHT, ARSW y TSGT-, cumple con los parámetros o requisitos ya estudiados en otros lugares. La TSHT es en su mayoría de la segunda mitad del s.IV y primera del s.V, como se está planteando para la Meseta; además su aparición se localiza sobre todo en los alrededores del Júcar, en el territorio más relacionado con el interior; su entrada debe realizarse a través de la vía Complutum-Carrhago Nova, ya que todos los fragmentos aparecidos, lo han sido en yacimientos relacionados con esta vía; no podemos saber de dónde vienen, aunque quizás, la distribución se realice desde Segóbriga, un gran centro de la Meseta Sur, al que estas producciones llegan y que está bien comunicado con Albacete. Las piezas africanas por su lado, son las más numerosas, tanto en número total de fragmentos, como en el porcentaje por yacimientos, lo que no es de modo alguno raro, puesto que la ARSW es la vajilla principal en todas partes, la que se impone a otras producciones, seguramente por su bajo coste; pero además nuestra zona de estudio no está alejada de la costa levantina, una de las entradas de la cerámica africana, y no solamente no está alejada geográficamente, sino que sus comunicaciones son muy buenas (vía Castulo-Saetabis y Complutum-Carthago Nova), lo que la diferencia de otras provincias como Cuenca, en la que la Serranía juega como un factor desfavorable en su comunicación con el litoral valenciano. Por tanto no es extraña esta frecuencia. Dentro de este apartado de la cerámica africana, hay un punto más a resaltar: la aparición de las formas más modernas del periodo bizantino, que se localizan solamente en dos yacimientos: el Tolmo de Minateda y Alborajico, un gran establecimiento y un eremitorio dependiente del anterior, cuya fase de auge son los siglos VI y VII. La última producción fina es la TSGT, muy escasa, pero interesante porque añade nuevos lugares a los mapas de distribución, y además con formas poco comunes, lo que lleva a plantear la posibilidad de imitaciones locales que toman la idea inicial gala, 304 pero modificándola a su gusto o posibilidades. Entroncando con este último aspecto, nos enfrentamos al problema de las producciones locales, imitaciones, imitaciones de imitaciones, del que ya hablamos en extenso en el capítulo correspondiente, pero del que habrá que estar pendientes en el futuro, para ver como evoluciona, y comprobar si alguna de nuestras piezas como la bandeja de Lezuza (LE 2), es una producción de Hispánica Meridional, es Hispánica a secas o es Gálica. Para la producción común, las conclusiones principales las podemos extraer de las piezas de época visigoda, las mejores conocidas gracias a la localización de las mismas, bien en contextos cerrados muy bien fechados por metales, bien por el repertorio que ofrece el Tolmo de Minateda, una excavación con estratigrafía; para las romanas, nuestra certeza es menor a falta de un estudio más profundo de materiales de excavación, con analíticas precisas de pastas, etc. Para las piezas de época visigoda se establece una distinción entre la zona del sureste de Albacete,- básicamente la comarca de Hellín-, del norte, las tierras agrupadas en tomo al Júcar. En el Júcar, las características de la cerámica son las típicas de cerámica de necrópolis, tanto en formas, como en pastas o acabadas, muy similares a las de yacimientos conquenses, mientras que en las comarca de Hellín apenas localizamos piezas de este tipo, y nunca en contexto de necrópolis. De hecho en el SE provincial, la caracterización es igual a la del SE peninsular, —ilhici, Begastri, Monastil, Valencia, Zambo...—. Estas diferencias no se pueden atribuir más que a la existencia de la provincia bizantina, dentro de la que la comarca de Hellín forma parte, al menos en algunos momentos de su historia, pues de otro modo no se puede explicar esta disimilitud tan evidente 241 . Si todos formasen desde el principio parte de un mismo horizonte, habría, evidentemente, diferencias comarcales en cuanto a pasta o acabados; es más, podría haber también formas distintas, pero parece claro que, en los enterramientos, la parte de la existencia más conservadora y uniforme, no habría estas diferencias tan abrumadoras; si como proponemos, las gentes del Júcar, miran a la Meseta, se nutren de la Meseta, se relacionan con la Meseta, y pertenecen al gobierno de la Meseta (al estado visigodo), y las de Hellín, miran a Cartagena, se nutren de Cartagena, se relacionan con Cartagena y pertenecen al gobierno de Cartagena (a la provincia bizantina), tienen unas afinidades y dependencias que, aún después de la unificación, deben mantenerse. La segunda conclusión que podemos extraer del estudio de la cerámica común tiene relación con los hábitos alimenticios, ya observable desde época tardorromana. El predominio de ollas y cazuelas frente a cuencos y platos se debe al uso de vajilla fina pero sobre todo al cambio de los modos alimentarios. Como ya dijimos en el estudio, en el Bajo Imperio se produce una modificación, 241. El sureste, lbdmir, evidentemente no puede explicarse únicamente por la presencia de Bizancio, entre otros motivos, porque para la mayoría de las fechas que manejamos, ya no hay dominio bizantino en la Península. Sin embargo si pudo ser responsable de alguna manera de la configuración comarcal que se mantiene tras la conquista visigoda ("condado de Teodomiro") y en época emiral (Cora deTudmir). 305 lo que explica el gran desarrollo de las fuentes frente al escaso de los platos y cuencos (este fenómeno se observa bien al estudiar las formas de la sigillata africana). Nosotros proponemos el siguiente paso en la evolución: abandono no sólo de recipientes individuales de cerámica fina para comer, sino también de las piezas comunitarias realizadas en cerámica fina (fuentes). Para época visigoda no hay una separación clara entre vajilla de mesa y vajilla de cocina: abundan, de forma abrumadora, las ollas, grandes y pequeñas, sobre todo las últimas. Pensamos que la cerámica de mesa, con una comercialización y distribución bastante menor que en época romana, es paulatinamente reemplazada por alfarerías realizadas en muchos casos en los mismos sitios de hábitat, o en pequeños talleres comarcales, en los que ya no hay una diversidad grande de formas, se usan los mismos recipientes para hacerse la comida, comer en ellos, y hasta para guardar alimentos. No se trata de un cambio de cuencos cerámicos por copas de vidrio o metal; se trata de un empobrecimiento de la vajilla. Otra característica es el aumento de los recipientes cerámicos realizados a mano o a tomo lento, aunque junto a ellos seguimos encontrando piezas de buena factura e importaciones (eso sí, las menos). Un último punto por lo que se refiere a las producciones cerámicas, es la comprobación de la semejanza de los repertorios entre el Tolmo de Minateda y los de otros emplazamientos de la misma época y similar rango: Begastri, Valentia, Illici o Recópolis. Para los primeros, esta semejanza no extraña, ya que todos pertenecen a contextos culturales similares; para la última de las ciudades mencionadas, debemos relacionar esta identidad común con el hecho de que ambas sean ciudades, de que estén unidas por la misma arteria vial (Complutum-Carthago Nova), y de que, tras la desaparición de la provincia bizantina, ya no haya fronteras. No obstante, comparten con los yacimientos del interior las cerámicas finas (ARSW y común fina —botellas, cuencos de pitorro...—), las ánforas y las ollas "finas" de cocinar, mientras que la cerámica a mano, las marmitas, son claramente elementos del SE que abundan en el Tolmo y su zona de influencia, pero que no aparecen en el interior y sí en los asentamientos levantinos y murcianos. Del mismo modo, los cuencos y botellas que son la última evolución de la TSHT, no han aparecido en la provincia de Albacete, una zona ajena a las tradiciones meseteñas. Por lo que se refiere a la producción vidriera, se trata de unos objetos menos cotidianos y más lujosos. En la provincia de Albacete no abundan, como no abundan en el resto de la Península, si exceptuamos los vidrios de necrópolis tardorromanos, pero no hemos encontrado piezas de vidrio en otro tipo de asentamientos romanos; para época visigoda, nuestras únicas piezas proceden del Tolmo, y son muy escasas en relación a la cerámica. El conjunto funerario tardorromano de Ontur muestra una piezas semejantes a las de otras necrópolis meseteñas, aunque presenta algunos rasgos propios con la aparición de formas nuevas: bandeja de perlados y pequeña botella de borde vuelto. Este fenómeno debemos ponerlo en relación con el vigor del artesana306 do hispano tardorromano. Dentro del conjunto vemos influencias orientales y renanas a las que se unen las propias características hispanas. No sabemos de dónde proceden las piezas, si son fruto del comercio con otras zonas o si, por el contrario, los talleres se localizan en las cercanías, lo que no es del todo descabellado, ya que en la villa de Hellín se ha excavado un horno de vidrio. En cualquier caso, sean piezas locales o foráneas, lo importante es que la necrópolis ofrece un rico panorama por lo que se refiere a estos materiales, panorama que sin embargo, y por el momento, no se ve refrendado por piezas de vidrio en otros contextos. Para las piezas del Tolmo, que siguen la corriente mediterránea imperante no sólo en la Península, sino también en las costas del sureste francés, litoral italiano..., el rasgo más sobresaliente es que hay ciertas tendencias propias que las diferencian de los otros lugares citados: abundancia y mantenimiento de los cuencos exvasados, de clara herencia romana, y ausencia de copas de vástago hueco. Dos características que se relacionan con la ausencia de modelos vidrieros propiamente visigodos, lo que lleva al mantenimiento de las tradiciones y gustos romano, y en este punto, el gusto romano, gusta —y permítase la redundancia—, de mantener formas ya pasadas de moda en otros lugares. Para explicar la ausencia de copas de vástago hueco (las típicas en Francia o Italia) y su sustitución por vástagos rellenos (típicos en la ribera oriental del Mediterráneo), la explicación deriva forzosamente del mayor contacto con Oriente —en lo que se refiere a relaciones comerciales—, que con Occidente. Unas relaciones que están bien atestiguadas por las fuentes escritas, por los materiales alfareros, por la edilicia, y ahora también por los vidrios. Otra característica de los vidrios de época visigoda (y para toda la Península), es su escasez, no sólo en relación a otros materiales, sino también silos comparamos con los repertorios de otros países. Esto se debe en parte a una investigación deficiente derivada, tanto de la falta de yacimiento excavados, como de la supresión de los fragmentos de vidrio en los estudios, pero posiblemente, también a una menor presencia de estos recipientes en los repertorios domésticos de la época. De los metales también se pueden establecer varias conclusiones. La primera se refiere a la materia de trabajo: el hierro se utiliza para herramientas (muy pocas en Albacete, lo que no deja de resultar curioso, al menos para época tardorromana, donde en las sepulturas no son extrañas, y sin embargo nosotros no hemos registrado ninguna). Para época visigoda, sólo hemos registrado una falce en una tumba de Loma de Eugenia, lo que nos lleva a plantear que estos instrumentos debían tener un valor seguro, ya que se sitúan en el mismo rango que otras piezas de ajuar como anillos, pendientes o broches de cinturón: "Los testimonios de las reglas monásticas de Isidoro y Fructuoso, que cuidadosamente prestan mucha atención al mantenimiento y guarda diaria de dicho (agrícola) instrumental férreo, puede ser un indicio suficiente de lo costoso y preciado que era éste?' (GARCIA MORENO, 1989, 215). En hierro también se fabrican los clavos, cantoneras, etc., de los ataúdes de las sepulturas, y en este 307 particular sí hemos localizado piezas en las Eras de Ontur, en una costumbre que no es ajena al mundo funerario de la Meseta. El bronce es el material "estrella", en el que se fabrican la mayor parte de los utensilios: vajilla —doméstica y litúrgica—, adorno —anillos, pendientes, pulseras, broches, botones, arreos...—. Los metales "nobles" , la plata y el oro sirven para objetos de adorno personal: anillos y fíbula (aunque sabemos que también se utilizaron para vajilla y, en época visigoda, para instrumental litúrgico). En lo que se refiere a las piezas concretas, el estudio de los bronces tardorromanos albacetenses confirma de nuevo que no existe una cultura del Duero, ni que hay piezas características de las tropas o soldados (al menos no muchas de las definidas como tales). Para la vajilla tardorromana también se ha podido comprobar que las cucharillas no tienen ese supuesto uso litúrgico, o por lo menos, que muchas de ellas responde a otras motivaciones diferentes a las cristianas rituales. Las copas de las Eras, son materiales exóticos, tanto por su tamaño como por la falta de paralelos hispanos, y aún fuera. Creemos que son un encargo concreto a un artesano concreto. Un encargo de un rico propietario desde luego, extremo que se confirma además por otras piezas del ajuar como son las muñecas de hueso. La vajilla litúrgica de época visigoda nos sirve para señalar dos nuevos puntos en el mapa, sobre todo la jarra de Alcaraz, que a nuestro juicio, es otra prueba de la existencia de un importante enclave en este sitio, y que se manifiesta en otros materiales como las probables placas de cancel pétreas. Pensamos además que debía haber más vajilla realizada, tanto en materiales menos valiosos como vidrio o cerámica, como en metales nobles, y que las de bronce, son las jarras y patenas conservadas quizás por su valor medio, no son tan frágiles como el vidrio, ni tan ricas como el oro y plata, por lo que su refundición o confiscación no es tan apetitosa. Además debían ser las piezas más comunes, no son tan caras como para que todas las iglesias no puedan contar con algún ejemplar de esta material, pero sí proporcionan el suficiente rango a los utensilios destinados a custodiar el cuerpo y la sangre de Cristo. Finalmente, y para cerrar este tema de la vajilla litúrgica, la ampolla de Liétor es una pieza muy interesante. Se trata de un recipiente exótico tanto por su contenido, como por el material en que está realizado y por su significado. Procede de Oriente, pero además es un recuerdo de una peregrinación, por lo que debe haber llegado hasta aquí de manos de un viajero, no como elemento de intercambio comercial. Para los objetos de uso personal ya hemos expuesto que los de época tardorromana nos sirven para confirmar las modas de la época. Los de época visigoda, son también los normales al periodo. En las placas de cinturón vemos como la mayor parte corresponden a los modelos de placa rígida liriforme (s.Vll), lo que es normal, ya que ahora es cuando se generaliza su uso entre la población. No tenemos ningún ejemplar 308 de los tipos más claramente germánicos (placas con almandínes, damasquinadas, etc.), lo que nos confirma que en esta zona la influencia visigoda no se deja sentir hasta las campañas emprendidas por Leovigildo en la Omspeda en el marco de los enfrentamientos de los monarcas visigodos con las tropas bizantinas. Por otra parte, y en los que se refiere al estudio concreto de las piezas, hemos expuesto la idea de que más que varios grandes centros de trabajo del metal, lo que debe haber son unos moldes y modelos que cada artesano recrea según sus gustos o los de sus clientes, lo que explica el gran parecido de muchas entre sí, pero la desigualdad entre unas y otras. En lo que respecta a los anillos lo más interesante es la existencia de monogramas que deben ser los nombres de sus propietarios, y el indudable carácter cristiano y piadoso de la época, que suponemos más una moda que una religiosidad real. Del artesanado ebúrneo, solamente podemos apuntar que su empleo debió ser más abundante de lo que en general suponemos: juegos, adorno personal, confección o sastrería, instrumentum domesticum, juguetes... Para los materiales pétreos, señalar de nuevo sus carácter eminentemente cristiano, tanto por la funcionalidad de las piezas como por los motivos representados. El estudio de los asentamientos y sus materiales nos ha permitido establecer unas conclusiones generales, o mejor dicho, esbozar una líneas en lo referente al poblamiento y a las necrópolis que deberán ser comprobadas y, eliminadas o ampliadas en un futuro, cuando las investigaciones y la excavación arqueológica nos proporcionen más datos. En el capítulo de poblamiento se observan diferentes tipos de agrupaciones: hay grandes emplazamientos que funcionan como cabeceras o articuladores de las poblaciones del entorno, como se ejemplifica en el Tolmo para la comarca de Hellín; también hay un tipo de poblamiento disperso, del que son ejemplo los asentamientos de la zona al N del Júcar; un mantenimiento, en algunos casos, de los lugares de ocupación romana, como sería el caso de Balazote, donde se prolonga la vida en el asiento del solar del antiguofrndus, aunque es cierto que las partes nobiliarias se abandonan; en este tema, las teorías actuales se inclinan no sólo por la permanencia, sino que incluso hay autores que piensan que este es el origen de las posteriores formaciones aldeanas, de ser así para Balazote, este sería el origen de la posterior Balat al-suf, la Balazote actual. Otro tipo de asentamiento serán los eremitorios, comunidades religiosas que aprovechan las rocas para tallar sus viviendas e iglesias; los dos enclaves localizados son la Camareta y Alborajico, ambos en la comarca de Hellín, pero posiblemente se trate de un modelo de habitación extendido a otras zonas de la provincia como el cañón del Júcar, donde hay cruces inscritas en la roca que podrían ser un indicio de asentamiento de comunidades religiosas, o el mismo Santo, a cuyos pies hay también cruces grabadas. 309 De todos estos modelos, el mejor conocido hasta el momento es el de la comarca de Hellín, con el Tolmo como civitas, cruce de caminos, y posiblemente sede episcopal. En su órbita empezamos a conocer ya numerosos enclaves de pequeño tamaño, poblados, alquerías, ermitorios y necrópolis: Loma de Eugenia, Loma Lencina, las fases tardías de Zama, el asentamiento al que correspondan los basureros del Pozo de la Nieve y la necrópolis de Torre Uchea, la Camareta, Alborajico y Alboraj; el Tolmo sería la ciudad de la que éstos núcleos dependen y, en cierta manera, de los que ella depende. De otras ciudades tenemos menos datos. Sabemos que Lezuza tiene una fase tardorromana, y ahí están los materiales como prueba, pero no sabemos si la ciudad ha reducido sus límites o si sigue jugando algún papel en lo referido a organización territorial; para el municipio de los Villares de Elche de la Sierra, tenemos aún menos datos, de hecho no tenemos constancia de materiales u ocupación tardía, por lo que puede ser un municipio cuando el proceso romanizador que luego decae (un poco lo que le pasa al Tolmo, que hasta época tardoantigua no vuelve a cobrar importancia); finalmente, aunque sin constatación epigráfica, pensamos que en el Pelao debe haber otro núcleo importante articulador del entorno. Los sitios que en época visigoda cobran importancia lo hacen, a nuestro juicio, por la existencia de un conflicto de fronteras entre el reino visigodo y el bizantino del Levante y Sur. Así, como ya expusimos con mayor extensión en el estudio, hay dos núcleos importantes: el Tolmo de Minateda y el Santo de Alcaraz. Son dos enclaves que controlan los pasos al interior: el Tolmo para el Sureste, hacia la capital bizantina de Car tagena, a través de la vía Complutum-Carthago Nova, y el Santo (límite N de la Orospeda) para la Alta Andalucía, desde la zona de Baza, a través del pasillo del río Guadalmena (un paso natural más lógico que el trazado tradicional de la vía a Castulo a su paso por el suroeste de Albacete). La tercera entrada, la de Levante a través del Corredor de Almansa, creemos que se controla desde Meca (Ayora, Valencia). Finalmente queremos señalar como la zona central de la provincia, los Llanos, que no ha ofrecido hasta el momento restos es una zona de confluencia, una especie de limes natural entre diferentes agrupaciones comarcales más o menos organizadas, al igual que ya ocurre para época anteriores. El último tema es el de las necrópolis, cuyo estudio dividimos entre las tardorromanas y las de época visigoda. Para las primeras contábamos con el excepcional conjunto de las Eras de Ontur, tanto por el número de ajuares de las tumbas, como por la riqueza y variedad de los mismos. Se trata de una necrópolis que se almea con las meseteñas, pero que tiene algunos rasgos propios, como pueden ser la ausencia de recipientes cerámicos en el interior de las tumbas, no hay tampoco juegos rituales ni herramientas, como es característico; sin embargo, si encontramos abundantes vidrios, restos de calzado y objetos de adorno personal. Además el cementerio mues310 tra un variado repertorio formal en lo referido a los modelos de enterramiento, con la existencia incluso de panteones, lo que indica que indudablemente una señalización y organización cementerial. En las necrópolis de época visigoda, destaca en primer lugar su pobreza si las comparamos con la anterior; este no es un fenómeno aislado, ni un rasgo peculiar de la provincia de Albacete, sino que se trata de una característica general de la época. No hay necrópolis que podamos fechar en la primera mitad del s.VI sin duda, sino que las primeras fechas avanzan hasta fines de dicho siglo o principios del VII. También se constata cierta ordenación y preparación de los cementerios y las tumbas, como ya ocurría anteriormente, aunque ahora los tipos de enterramientos sean mucho menores. Pero sin duda lo más interesante, a nuestro juicio, es que es en éste de los enterramientos, en el lugar en que observamos con mayor claridad una característica que hemos intentado mostrar a lo largo de todo nuestro trabajo, y es la creencia en que la provincia de Albacete se divide, al menos para época tardoantigua, en dos zonas, o mejor dicho, oscila entre dos horizontes culturales diferentes: entre el mundo de la Meseta, del interior, de los grandes latifundios y del reino visigodo en momentos más avanzados, y el mundo del Sureste, de la costa, de la provincia bizantina, y de los contactos con el Mediterráneo. Ésta creemos que es la conclusión principal de nuestro trabajo junto con la de que el paso de época romana a visigoda debió ser gradual, ni mucho menos traumático, y que hay numerosos puntos o eslabones de enlace entre ambos que nos permiten seguir una continuidad evolutiva, y formar la cadena que sujeta el entramado histórico, cadena que ha de ser engrosada y reforzada a medida que las investigaciones aumenten, y nuestros horizontes de certeza sean mayores que los de indicios. 311 Lámina 1 BÑ i BÑ 2 U BÑ4 BÑ3 BÑ s H02 Hol 44 H03 T H04 HO 5 313 Lámina 2 1 SAl SA2 SA3 %— q\ VII V12 qu CNI CN2 314 Lámina 3 RE! P RE 3 ) RE 4 RE 5 RE 6 RE 7 \M--~ RE 8 315 Lámina 4 LT1 LT2 AR 1 - AR 2 4) AR 3 AR 4 7 AR 5 316 Lámina 5 7 AR 6 H2 AR 7 r7 2 AR 8 AR 9 \0~-i AR 10 317 Lámina 7 (1 1 0 CZ 3 CZ 5 CZ 4 CZ 6 319 CZ 7 Lámina 8 CZ 8 CZ 9 cz lo t CZ 11 CZ 12 vr CZ 13 1 1 1 CZ 14 320 Lámina 9 k ii- 7 ~ CZ 15 CZI6 CZ17 2 CZ 18 1 CZ 19 5 ll CZ 20 ll ? 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