No. 2
Julio | Diciembre 2016
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales
Editor responsable
Ezequiel Fabricio Barolin
3 de Febrero 731
Tel. 03777 15336451
2000 - Rosario - Argentina
www.perspectivasrcs.com
revistaperspectivas@outlook.com
ISSN 2525-1112
EQUIPO
Directores
Ezequiel Fabricio Barolin
Luis Maximiliano Barreto
Diseñado de tapa y contratapa
Facundo Ruiz
Comité Editorial
Dalila Emilse Capeletti
Sofia Carelli
Paola Cianci
Esteban Covelli
Natalia Díaz
Florencia Díaz Rojo
María Elvira Grioni
Vanesa Mangini
Victoria Mariani
Natalin Posadas
María Luz Silva
Agustina Villegas
Comité Asesor Externo y Evaluadores Ad hoc
Anabella Busso - Universidad Nacional de Rosario - CONICET, Argentina
Carlos da Silva - Universidad Nacional de Rosario - Universidad Católica Argentina, Argentina
Francesco Bruni - Università di Bologna, Italia
Francisco Iturraspe - Universidad Nacional de Rosario - CONICET, Argentina
Gilberto Aranda Bustamente - Instituto de Estudios Internacionales – Universidad de Chile - Chile
Javier Orso - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Juan Recce - Fundación Argentina ASE, Argentina
Marcelino Teixeira Lisboa - Universidade Federal da Integração LatinoAmericana, Brasil
María Belén Serra – Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Olga Saavedra – Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Paula Rosés – Universidad Nacional de Rosario – Universidad Nacional de Entre Ríos – CONICET,
Argentina
Salvador Mercado - Universidad Autónoma de Querétaro, México
Silvina Caleri - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente la opinión de
los editores de la Revista.
EDITORIAL
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales contabiliza su
segundo número. Se edita de modo semestral y bajo el
impulso de un grupo de voluntarios, estudiantes y graduados
comprometidos con la difusión del saber. Ha sido un año
especial, no sólo porque se ha materializado un proyecto que
sigue cobrando impulso, sino también porque se han alcanzado
ciertas metas que consideramos dignas de destacar. Entre
ellas, la Declaración de Interés Académica e Institucional por
parte de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR),
Universidad pública de la cual estamos orgullosos de
pertenecer. En segundo lugar, la obtención del ISSN, como
paso fundamental para la institucionalización de la revista. Y
finalmente, la incorporación de la misma en el Repositorio
Hipermedial de la UNR, que posibilita la asociación de los
trabajos publicados con motores de búsqueda especializados.
Logros importantes en el compromiso que como grupo hemos
adquirido: la difusión del saber; y la creación de un espacio de
convergencia donde, estudiantes, graduados e investigadores
de trayectoria puedan compartir los avances y resultados del
proceso de investigación que llevan a cabo. La convocatoria
que permitió conformar este segundo número cumplió
cabalmente con su objetivo: no sólo es relevante la cantidad
de colaboraciones que hemos recibido, sino también su
variedad temática. En este volumen podrán encontrarse con
aportes
de
estudiantes,
recientes
graduados
y
docentes/investigadores de distintas latitudes (tanto de
Universidades
argentinas
como
extranjeras);
asimismo
festejamos la diversidad de temas que este ejemplar
contiene: textos de carácter histórico, comparten lugar con
textos de carácter preeminentemente teóricos y de análisis de
actualidad.
Algunos artículos reflexionan temáticas de alcance general, al
respecto, podemos mencionar los aportes de Esteban Actis y
Julieta Zelicovich sobre la “reconfiguración del sur global”
poniendo en debate tal caracterización, invitándonos a
repensar y cuestionar las categorías con las que nos acercamos
a observar al mundo globalizado actual. Así también, son de
tipo general los análisis planteados por Miguel Paradela López,
reflexionando sobre los desafíos del cambio climático en la
teoría de la guerra justa.
Otros artículos, trabajan tópicos específicos: Tomás Listrani
Blanco y Carolina Zaccato, por ejemplo, luego de analizar la
política
Obama,
exterior estadounidense
delinean
los
bajo
aspectos
la
administración
generales
que,
preliminarmente, caracterizarían al nuevo gobierno surgido de
las elecciones de noviembre pasado. Ignacio Odriozola,
también analizando un caso concreto, realiza un análisis
crítico del acuerdo Unión Europea-Turquía bajo la perspectiva
del derecho internacional.
Otros textos, centran su atención en la región. Macarena
Mercado Mott y Mayco Alejandro Macías concentran su estudio
en Bolivia y Ecuador, específicamente a partir de sus reformas
constitucionales. Jorge Jaef, por su parte, estudia la
transformación del concepto de seguridad en el plano
regional, específicamente en el marco de la OEA y su
aplicación puntual en Brasil y Venezuela. En el mismo plano,
pero con una mirada histórica, Eduardo Diez, analiza la
evolución de las relaciones entre Argentina y Brasil a nivel
nuclear y espacial, haciendo uso de los aportes de la teoría de
la interdependencia compleja y el constructivismo.
La historia tiene un lugar destacado, específicamente con los
textos de Javier Orso y Dalila Capeletti sobre el caso del
Beagle a la luz de la teoría de los conflictos; y el texto de
Marcelo Troncoso y María Lis Rolandi, que tras un recorrido
histórico de las relaciones argentino-británicas en torno a las
“cuestión Malvinas”, piensan críticamente el contexto actual.
Otros aportes, se destacan por su contenido teórico, tales
como los de Micaela Finkielsztoyn, Joshua Hurtado, María
Belén Serra y especialmente el de Erika Beckmann, que sin
dejar de lado la realidad social que buscan analizar, realizan
interesantes articulaciones teóricas para reflexionar sobre lo
que denominamos “teoría”, por lo cual la riqueza de
contenidos y acercamientos a los casos de estudios es loable.
Por último, también podremos leer artículos destinados a
analizar
problemáticas
de
carácter
sociales,
como
los
aportados por Ornella Uberti y Virginia Zamboni que trabajan
sobre la violencia de género y el diseño de políticas públicas
para su tratamiento; y el artículo de Eduardo Ueda y Gabriel
Aver
que
tiene
por
objetivo
analizar
la
construcción
identitaria de los “sin tierras” en estrecha relación con el
papel de la educación.
Finalmente, no podemos abstraernos del nuevo contexto
latinoamericano
caracterizado
–como
puede
leerse
en
diferentes medios– por el “ascenso de la derecha”. En tal
sentido, nos parece sumamente interesante reflexionar al
respecto, y por ello compartimos la entrevista realizada a
Atilio Borón, donde se plantean ciertas ideas fuerzas para
pensar el contexto presente.
Invitamos a todos a difundir, debatir y reflexionar en
conjunto, confiados en que el conocimiento debe ser
producido y compartido sin restricciones.
SUMARIO
7
NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO. CONTINUIDADES EN EL ORDEN INTERNACIONAL Y
LÍMITES A LA RECONFIGURACIÓN DEL SUR GLOBAL
ESTEBAN ACTIS
JULIETA ZELICOVICH
26
EL FUTURO DE LA POLITICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE: ESCENARIOS POSIBLES EN LA ERA
POST-OBAMA
TOMÁS LISTRANI BLANCO
CAROLINA ZACCATO
36
A 50 AÑOS DEL ALEGATO RUDA. LA “CUESTION MALVINAS” Y LA INTEGRACION
LATINOAMERICANA EN EL MARCO DE LA DEFENSA DE LA SOBERANIA FRENTE A LA
OCUPACIÓN ILEGÍTIMA DEL COLONIALISMO BRITÁNICO
MARCELO TRONCOSO
MARÍA LIS ROLANDI
76
LA TRANSFORMACIÓN DE CONFLICTOS EN LAS RELACIONES BILATERALES CHILENOARGENTINAS. EL CASO DEL BEAGLE
JAVIER ALEJANDRO ORSO
DALILA EMILSE CAPELETTI
96
EL LADO OCULTO DEL ACUERDO UE-TURQUÍA. UNA MIRADA CRÍTICA DESDE LA PERSPECTIVA
DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS REGUFIADOS.
IGNACIO ODRIOZOLA
112
DEL CONCEPTO DE SEGURIDAD DE LA OEA A LAS POLÍTICAS: LOS CASOS DE BRASIL Y
VENEZUELA (2001-2013)
JORGE FEDERICO JAEF
132
UNASUR Y EL CONSEJO DE DEFENSA SUDAMERICANO: UNA VISIÓN DESDE LAS TEORÍAS DE
LAS RELACIONES INTERNACIONALES
MICAELA FINKIELSZTOYN
157
COOPERACIÓN NUCLEAR Y ESPACIAL. EL CASO ARGENTINO-BRASILEÑO: DE LA
COMPETENCIA A LA COLABORACIÓN
EDUARDO DIEZ
176
MOURNING: ETHICAL PRACTICE AND CONCEPTUAL TOOL FOR SOCIAL AND POLITICAL
RELATIONS
JOSHUA HURTADO
192
EL COMPLEJO REGIONAL POST-SOVIÉTICO Y EL CONFLICTO EN UCRANIA COMO DILEMA DE
SEGURIDAD
MARÍA BELÉN SERRA
207
PARA PENSAR OTRA EPISTEMOLOGÍA: CRÍTICAS Y REVISIONES AL PARADIGMA
EPISTEMÓLOGICO DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN INMMANUEL WALLERSTEIN Y BOAVENTURA
DE SOUSA SANTOS
ERIKA BECKMANN
222
LOS DESAFÍOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA TEORÍA DE LA GUERRA JUSTA
MIGUEL PARADELA LÓPEZ
241
NUEVOS DESAFIOS PARA ABORDAR LA VIOLENCIA DE GENERO: ¿CÓMO PENSAR LA/S
MASCULINIDAD/ES EN CLAVE DE POLITICA PÚBLICA?
ORNELLA UBERTI
VIRGINIA ZAMBONI
255
A IDENTIDADE “SEM TERRA” E A EDUCAÇÃO CAMPESINA NO ASSENTAMENTO ANTÔNIO
COMPANHEIRO TAVARES
EDUARDO G. UEDA
GABRIEL P. AVER
270
¿BUEN DESARROLLO Y MAL VIVIR? ANÁLISIS DE ASPECTOS ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y DE
INTEGRACIÓN DE BOLIVIA Y ECUADOR LUEGO DE SUS REFORMAS CONSTITUCIONALES
MACARENA MERCADO MOTT
MAYCO ALEJANDRO MACIAS
292
ENTREVISTA A ATILIO BORON
VICTORIA BONNA
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
No todo lo que brilla es oro.
Continuidades en el Orden
Internacional y límites a la
reconfiguración del Sur Global1
2
Not all that glitters is gold. Continuities in International Order and limits to the
reconfiguration of the Global South
ESTEBAN ACTIS*
JULIETA ZELICOVICH**
*Doctor en Relaciones Internacionales. Becario
Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. Profesor de
la Universidad Nacional de Rosario. Correo electrónico:
e.actis@conicet.gov.ar
**Doctora en Relaciones Internacionales. Magíster en
Relaciones
Comerciales
Internacionales.
Becaria
Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. Profesora
de la Universidad Nacional de Rosario. Correo
electrónico: Julieta.zelicovich@fcpolit.unr.edu.ar
Resumen
Abstract
La literatura predominante en las
Relaciones Internacionales señala,
desde hace algunos años, que el
poder internacional se encuentra en
un proceso de transformaciones y
que se está en presencia de una
“reconfiguración del sur global”. En
nuestra opinión, sin embargo, estas
afirmaciones sobredimensionan la
profundidad y el carácter de las
Current
literature
on
International Relations has noted,
for
quite
some
time,
that
international power is undergoing a
transformative process and that we
are facing a “reconfiguration of the
global South.” However, our opinion
is that these statements exaggerate
the depth and nature of the
transformations. In this paper
1
Este artículo fue publicado en su versión en inglés en la Revista de Relaciones
Internacionales, Estrategia y Seguridad, Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá,
Colombia, Vol 11, Nº 2, 2016 pp. 25-47.
2
Este artículo fue elaborado con el financiamiento del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina, en la Universidad Nacional de Rosario. El trabajo
es en co-autoría y el orden en el que se mencionan los autores es estrictamente alfabético.
7
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
transformaciones. En este trabajo
pondremos en debate los conceptos
tan extensamente utilizados de
“reconfiguración
del
orden
internacional”
y
de
“democratización de las relaciones
internacionales”
y
buscaremos
testear sus alcances y límites.
Nuestra hipótesis es que si bien
desde comienzos del siglo XXI se ha
producido una re-distribución de los
recursos principalmente económicos
a nivel global, las reglas principios,
instituciones y normas que han
venido estructurando el sistema
internacional desde la segunda
mitad del siglo XX no han
presentado cambios. Las potencias
emergentes enuncian un discurso de
reforma del sistema pero en sus
acciones intentan convergir con los
poderes tradicionales, transitando
por el sendero del orden liberal.
Para el resto del “sur” este accionar
no genera nuevas posibilidades de
participación e influencia en el
sistema internacional sino que
replica
las
asimetrías
y
dependencias
del
orden
prevaleciente.
we will put forth for discussion the
widely
used
concepts
of
“reconfiguration of the international
order” and “democratization of
international relations” and seek to
test their scope and limits. Our
hypothesis is that, even though
since the beginning of the twentyfirst century a redistribution of
mainly economic resources has
taken place globally, the rules,
principles, institutions and policies
that
have
structured
the
international system since the
second half of the twentieth century
have not changed. The discourse
maintained by emerging powers is
one of system reform, but in their
actions they attempt to converge
with traditional powers, following
the path of liberal order. For the
rest of the “South” this situation
does not raise new possibilities for
influencing and participating in the
international system, but replicates
the asymmetries and dependencies
of the prevailing order.
Palabras Claves
Keywords
BRICS
─
Orden
Económico
Internacional
─
Relaciones
Internacionales ─ Relaciones Sur-Sur
BRICS ─ International Economic
Order ─ International Relations ─
SouthSouth Relations
Introducción
El ascenso de los BRICS motivó extensos debates en la disciplina de las
Relaciones Internacionales (RRII). El inusitado crecimiento de estas economías
en una década de elevada permisividad internacional condujo a sugerir una
transformación profunda del orden internacional y la llamada
“reconfiguración del sur global3”. Habiendo transcurrido algo más de una
3
En distintas publicaciones y jornadas académicas de la disciplina de las RRII puede
identificarse un uso recurrente del término. Solo a modo de ejemplos puede mencionarse el
Congreso de la International Studies Association -ISA- (Buenos Aires, 2014) y la convocatoria
especial del Barcelona Centre for Internationals Affairs -CIDOB- (Barcelona, 2016). En
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década del siglo XXI cabe preguntarse si, analizando el comportamiento de
este grupo de estados, es posible sostener las hipótesis que refieren a un
nuevo orden internacional. En todo caso conviene precisar cuál ha sido el
alcance de dichas transformaciones a nivel del sistema, y cuál ha sido su
efecto en la política exterior de los países emergentes, tanto respecto de sus
vínculos con las potencias del centro y las instituciones prevalecientes, como
respecto al conjunto de países en desarrollo. ¿Se ha reconfigurado el orden
internacional? ¿El ascenso de los BRICS condujo a transformaciones de las
estructuras de poder y sus instituciones? ¿Estamos en presencia de un orden
más democrático? ¿Se han generado más posibilidades para el resto del sur
global?
A partir de estos interrogantes iniciales, en este artículo buscaremos
demostrar tres argumentos. En primer lugar, que si bien desde comienzos del
siglo XXI se ha producido una re-distribución de los recursos principalmente
económicos a nivel global, las reglas, principios, instituciones y normas que
han venido estructurando el sistema internacional desde la segunda mitad del
siglo XX no han presentado cambios sustanciales. Como consecuencia de ello,
nuestro segundo argumento es que las potencias emergentes enuncian un
discurso de reforma del sistema pero en sus políticas exteriores intentan
convergir con los poderes tradicionales, transitando por el sendero del orden
liberal. Como tercer punto, indicamos que para el resto del “sur” este
accionar de las potencias emergentes no genera una transformación sustantiva
en sus posibilidades de participación e influencia en el sistema internacional
sino que replica las asimetrías y dependencias del orden prevaleciente.
Dicho esto, la estructura del trabajo sigue el siguiente orden. El primer
apartado se titula “La prevalencia del orden liberal y los límites de la
redemocratización/multilateralización global”. En este se realiza una revisión
conceptual en la literatura predominante, centrándonos en el debate entre
realismo y liberalismo en torno al ascenso de los poderes emergentes y su
impacto en la configuración del orden internacional. Para considerar cuál ha
sido el impacto de los fenómenos mencionados en la reconfiguración del
orden internacional recurriremos a un conjunto de referencias empíricas
referidas a casos en los cuales los países de los BRICS han mantenido
conductas que no se alejan de los patrones del orden liberal actual. A saber:
la creación del Banco Asiático de Infraestructura e Inversiones (AIIB)
impulsado por China; así como la conducta de este país en las negociaciones
de OMC; la postura de los mencionados países ante las reformas del Fondo
Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) y el impulso de
Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) por parte de Brasil. La segunda parte
introduce el debate respecto de “El otro sur: vinculaciones entre países en
desarrollo y potencias emergentes”. Allí consideraremos algunas de las
consecuencias que implica reconocer los límites de las transformaciones del
orden internacional. Para ello analizaremos la compleja relación entre Brasil y
la Argentina, como representantes de un vínculo entre país emergente y país
en desarrollo, tanto en la dimensión comercial como financiera de su vínculo.
Finalmente se exponen las conclusiones del trabajo y su impacto para la
investigación en las RRII. Precisar los conceptos en torno a las
relación a publicaciones pueden identificarse a Pelfini y Fulquet (2015); Stuenkel, (2015);
Quiliconi y Kingah (2016).
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
transformaciones acaecidas y ampliar la evidencia empírica resulta crucial
para clarificar ciertos cliché propios de nuestro campo disciplinar. El prisma
con el cual en la literatura predominante ha estudiado el fenómeno que
convoca a este trabajo ha sido eminentemente optimista, y ello no se condice
con nuestros hallazgos realizados hasta el momento.
Desarrollo de la temática
1. La prevalencia del orden liberal y los límites de la
redemocratización/multilateralización global
El concepto de Orden Internacional es clave en la configuración del debate
que enmarca a este trabajo. No obstante, no siempre ha sido explícitamente
definido. Desde el realismo y el neorrealismo el énfasis en el concepto del
orden internacional ha estado puesto en la distribución de poder, dentro de
una única estructura (Waltz, 1988). El comportamiento de los estados
dependerá de la distribución de las capacidades relativas dentro de la
estructura internacional. Mayores concentraciones de poder en pocos actores
conducirá a órdenes verticales, mientras una difusión del poder en muchos
agentes traerá como resultados estructuras de equilibrio de poder.
Por su parte, los neoliberales asumiendo la fungibilidad del poder, han
considerado la existencia de múltiples estructuras y han identificado el orden
con la posibilidad de generar instancias de cooperación a través de principios,
instituciones, pautas de conductas y normas, que orientan la conducta de los
estados. La discusión en torno a los regímenes internacionales se ha solapado
con la de orden internacional. A diferencia de los realistas, no desconocen la
importancia de las relaciones de poder en la determinación del orden, pero
sostienen que los regímenes internacionales que pueden mediar en los
vínculos entre los estados cuando las relaciones de poder varían (Keohane,
1988).
Por último, las teorías críticas (Cox, 1983; Wallerstein, 1979) han centrado su
análisis en las desigualdades intrínsecas a la estructura económica capitalista
y los condicionamientos que esto conlleva para el desarrollo de los países
periféricos. Esta situación ha provocado la cristalización de las relaciones de
poder en el sistema internacional y por consiguiente ha dado como resultado
la conformación de un orden cuya principal característica es la división NorteSur.
A pesar de las diferencias teóricas, ha existido un consenso en la literatura
en torno a los efectos del ascenso de los emergentes (principalmente los
BRICS) en el orden internacional actual. Autores tanto del realismo, y del
liberalismo como desde los enfoques críticos coinciden en torno al supuesto
de que el fin de la primera década del siglo XXI pone en evidencia que la
distribución del poder en el sistema internacional (a nivel interestatal) ha
sufrido importantes mutaciones (Zakaria, 2011; Nye, 2011; Keohane,
2009). Como bien señala Ikenberry (2011:17), “here is no longer any question:
wealth and power are moving from the North and the West to the East and
the South”.
Sin embargo, las líneas de quiebre emergen a la hora de calificar cuál es el
rasgo de las transformaciones observadas y su impacto en el orden
internacional. Los más optimistas, vienen argumentando el avance de una
“democratización” a partir de la dispersión del poder y la fractura de la
división Norte-Sur producto de la multipolarización de los recursos de poder.
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En esta línea se inscribe los aportes de la izquierda latinoamericana (Bernal
Meza, 2013; Ferrer, 2012, Bresser Pereyra, 2010). Por su parte otras
interpretaciones más moderadas señalan rupturas pero también continuidades
en el orden internacional actual como Fareed Zakaria en su famosa tesis
sobre rise of the rest y Joseph Nye en sus teorización sobre el smart power.
Este último autor adscribe a la idea de multipolarismo siempre y cuando se
identifique el tablero en el cual se mueven las fichas de la política
internacional: mientras que en el tablero militar no se observan grandes
cambios, en el tablero económico se detecta una multipolaridad creciente.
Hass también reconoce la fragmentación en el orden internacional, plasmado
en el concepto de nonpolarity (Hass, 2008) En tanto, académicos como Buzan
y Lawson (2014) sugieren la emergencia de un “globalismo descentralizado”
que mantiene su carácter liberal. En ello ningún Estado podrá reemplazar a
los EEUU como superponer, en tanto y en cuanto ningún Estado podrá adquirir
suficiente poder relativo para dominar el sistema en su conjunto. En este
punto también Ikenberry (2011) puede considerarse con una literatura extensa
sobre los límites que tienen las potencias emergentes para modificar el orden
internacional liberal. Por último, existen autores que descreen de la idea de
multipolaridad dado la endeblez del poder de los emergentes, cuestionando
así la mera entidad explicativa del concepto de multipolaridad (Brun, 2015).
Cuán profunda en la distribución del poder, cuán sustentable resulta, y cuan
receptiva resulta la gobernanza del orden internacional de fines del siglo XX
constituyen las líneas de quiebre entre una y otra postura.
Ahora bien, al interior de este debate sobre las múltiples interpretaciones en
torno a la idea de la “multipolaridad” del orden vigente, en este apartado
específico nos interesa detenernos en dos puntos centrales. El primero,
destacar que existe importante evidencia empírica a la hora de señalar que la
distribución relativa de poder económico ha mutado en comparación con las
últimas década del siglo XX (Laffaye et. al., 2013). Esta mutación se ha
concentrado en el segmento más alto, considerando la distribución del PBI
mundial. En otras palabras, promediando la segunda década del siglo XXI, la
concentración del poder económico entre las naciones del Norte con respecto
a los BRICS, en rubros como recursos, capital e inversiones, comercio, acervo
tecnológico, acceso a mercados, etc., es menor a la existente a principios del
año 2000. La distribución de dichos factores entre países desarrollados,
agregados los BRICS, y el resto del mundo, no obstante, mantiene altos
niveles de asimetría. Por ejemplo si se considera la participación en el
comercio mundial durante la primera década del siglo XXI no se observan
cambios estructurales de la concentración comercial, aunque sí
una
modificación en la composición de los actores centrales, cobrando
protagonismo especialmente China4 (Zelicovich, 2013).
El segundo aspecto está relacionado al comportamiento de las potencias
emergentes en relación al actual orden liberal. Éste, expresión del desarrollo
occidental del siglo XIX y XX, se apoya en principios tales como la promoción
de la democracia como forma de gobierno, y del libre-mercado como modelo
4
Según datos estadísticos de la OMC cinco países abarcan la mitad del comercio mundial
(excluido el comercio al interior de la Unión Europea). Únicamente en los años 2008, 2010 y
2011 es necesario sumar un sexto país para explicar el 50% del comercio mundial. En esos
casos son Corea y Rusia quienes se suman al listado.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
económico, así como la existencia de una jerarquía de facto de estados, que
son soberanos y auto-determinados (Ikenberry, 2011). La gran pregunta
reside en saber si transcurrida una década los actores de los BRICS, en un
marcado ascenso en la jerarquía internacional, están dispuestos a cambiar las
reglas de juego y construir un nuevo orden internacional “no-liberal” (más
contestatario y revisionista, fragmentado en bloques, proteccionista y con
rivalidades regionales) o de lo contrario, su estrategia radica en aceptar y
caminar por el orden internacional liberal diseñado por el “club” de los
poderosos (principalmente por los EEUU). En otras palabras, el interrogante
que se plantea en un contexto de ascenso internacional es el siguiente ¿Qué
estrategia conviene más para seguir “escalando” en la sistema internacional?
La dicotomía versa en unirse al club y jugar con las reglas establecidas o
cuestionar al club y algunas de sus normas e intentar reemplazarlas.
Desde las lecturas realistas (Brzezinski & Mearsheimer, 2006; Kaplan, 2010)
advierten que el aumento relativo de poder de un conjunto de estados
conlleva inexorablemente tensiones, impugnaciones y conflictos a nivel
internacional dadas las limitaciones del orden vigente para responder a las
necesidades para el ascenso internacional. Así, desde estas lecturas las
estrategias contestatarias y revisionistas son indispensables (e inevitables) si
se pretende evitar el congelamiento de las relaciones de fuerzas en el sistema
internacional.
A contramano de las proclamas del enfoque realista, hasta el momento los
componentes del orden liberal (basado en derechos, instituciones,
distribución de poder asimétrica, principios) no han sido afectados por el
ascenso económico de los BRICS, ni han sido cuestionados por sus acciones.
Los cinco países BRICS tienen ambiciones globales, y han sostenido la
necesidad de reformar el actual sistema de gobernanza global (Smith, 2015).
Sin embargo este reclamo por una mayor cuota de poder en los organismos
internacionales, no ha conducido a revertir los fundamentos estructurales de
los mismos. Una de las razones de esta continuidad radica en la naturaleza de
tal ascenso. En términos concretos, en la economía global, las cadenas
globales de producción y las finanzas transnacionales se vinculan con una
serie de actores e intereses dentro de las fronteras de los Estados “en
ascenso”, lo que genera incentivos para mantener la estructura vigente que
permitió tal movilidad. Coincidimos con los enfoque liberales (Ikenberry,
2011; Buzan, 2010; Hurrell, 2006) en que para los poderes emergentes los
incentivos de operar dentro del orden internacional liberal son mucho
mayores dado que, una vez conseguidos ciertos atributos de poder,
usufructuar de las reglas, prácticas e instituciones es más conveniente que
intentar una transformación sistémica. Como sugieren Buzan y Lawson (2014)
el universo de las diferencias (especialmente ideológicas) que pudieran
generarse entre los distintos países desarrollados y en ascenso es estrecho, y
las pautas comunes compartidas por las élites respecto de qué esperan de la
globalización reducen la conflictividad. Lecturas más optimistas encuentran
que esta limitada capacidad de reforma del sistema se debe a la juventud del
grupo; y a una convergencia de intereses en las instituciones prevalecientes,
consideradas como foros para construir coaliciones en contra de Estados más
poderosos y para proponer sus intereses (Smith, 2015). De manera indistinta,
lo correcto es afirmar que “Aun habiendo establecido las crecientes
capacidades del bloque [BRICS], no encontramos evidencia de una
12
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
combinación de ellas con aspiraciones antisistémicas” (Turzi 2011:109). Por
ejemplo, en lo que va de la década China (y otros poderes emergentes) no
están contraponiéndose a los principios subyacentes al orden (capitalista
liberal) actual. En Hongsong Liu (2014) puede encontrarse evidencia empírica
sobre la participación de China en procesos de negociación recientes: tanto en
la Ronda Doha de la OMC como en los debates del G20 China no ha
cuestionado los principios y reglas actuales del sistema, sino más bien la
manera en cómo se distribuye el poder en las instituciones internacionales,
reclamando su reforma. Lo que ha promovido con su participación propositiva
en dichos espacios es más bien la ampliación de los principios pro-desarrollo,
sin impugnar componentes sistémicos. Así China y otros países emergentes
han buscado a través de las instituciones multilaterales mayor espacio para
reclamar derechos y revisar algunas reglas, pero no la eliminación de las
instituciones vigentes. “Mientras que la posición de los EEUU en el sistema
global está cambiando, el orden internacional liberal se mantiene” (Ikenberry
2011).
De tal forma, esta prevalencia del orden liberal no significa que no haya
habido mutaciones. Hay una nueva distribución relativa del poder, aunque no
ha afectado el núcleo de pautas de conducta, principios, e instituciones del
orden prevaleciente. La multilateralización parece ser limitada, y más que
redemocratización observamos una rejerarquización en la estructura de poder
relativo. La reconfiguración del orden internacional resulta limitada, y cuanto
más solo un ejercicio retórico de ciertos líderes políticos utilizado para
legitimar acciones no tan democráticas de sus estados.
En este punto consideramos pertinente ahondar en los conceptos utilizados:
¿El hecho de que existan más polos de poder, implica una redemocratización?
Al transpolar el concepto de democracia como régimen político nacional a la
esfera internacional debería considerarse la existencia de ciertos aspectos
fundamentales propios de tal concepto como la igualdad de posibilidad de
participación por parte de todos los actores del sistema, en semejanza a la
posibilidad de igualdad votos de la ciudadanía; la prevalencia de pautas o
normas que justifican y ordenan la existencia de una estructura de poder, a
semejanza de una carta constitucional, y el mantenimiento de determinadas
libertades. Sin embargo como veremos dichos aspectos no resultan evidentes
en la realidad actual, ni parecen esperables conforme a la conducta de los
BRICS. Hay que señalar que de hecho, históricamente, no hay evidencia
empírica de un orden internacional verdaderamente democrático.
Después de más de medio siglo de concentración de poder mundial en pocas
manos (el orden bipolar de guerra fría y el unipolar de la inmediata posguerra
fría) nuevamente el orden internacional comenzó, en los albores del nuevo
siglo, a dar muestras de una multipolaridad creciente (varios polos de poder).
Sin embargo, la existencia de una mayor difusión del poder -entendido como
atributo y como influencia- en múltiples actores ha colisionado con un orden
internacional diseñado y estructurado en un mundo que hoy ya no existe. En
otras palabras, según la retórica de los principales líderes de las potencias
emergentes, la nueva configuración del mapa mundial debe venir
acompañado con importantes reformas en las instituciones y normas de la
gobernanza global que dé cuenta de la las mutaciones acaecidas. Así, las
nociones de “democratizar las relaciones internacionales” o “democratizar la
globalización” comenzaron a formar parte de lexis diplomática de esos
13
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actores en los distintos foros internacionales. Según este reclamo, están
dadas las condiciones para que muchos actores puedan tener voz y voto en los
asuntos internacionales y que las mismas facultades no queden reducidas a
solo a un puñado de países.
Sin embargo, y a pesar de dicha proclama discursiva, las acciones que viene
adoptando muchos de esos países no se condicen con una idea de democracia
global. En realidad, los poderes emergentes intentan legitimar una
rejerarquización de la estructura de poder mundial, objetivo al que realmente
aspiran. Coincidimos con Smith (2015:26) quien señala que este Grupo (BRICS)
no busca socavar el sistema multilateral global pero si busca obtener una
mayor representación en las instituciones existentes. Aunque como señala la
autora, surgen problemas cuando se hacen intentos por traducir estos amplios
compromisos a la práctica.
Como sostiene Ikenberry (2014), países como China y Rusia, no son potencias
revisionistas, sino más bien spoilers de tiempo parcial. En la evidencia
empírica considerada a continuación veremos que los países de los BRICS no
solo no han sido revisionistas sino que incluso han contribuido a fortalecer y
extender el orden liberal. En ese trayecto se han mostrado proclives al
mantenimiento de una estructura jerárquica, y en el mejor de los casos las
“democratizaciones”, si es que se produjeron, se han extendido sólo a ellos
mismos, y no a otros países en desarrollo. Dentro de las instituciones del
orden de Bretton Woods, el accionar de los países BRICS no muestra
transformaciones estructurales. En cuanto a las negociaciones OMC, ya hemos
señalado el papel de China como uno de los estados emergentes con mayor
poder de mercado, pero que no ha traducido tal poder en una posición
reformista del sistema, sino que se ha limitado a la promoción de ciertos
principios. Brasil e India, por su parte, han impulsado reformas en materia de
Propiedad Intelectual y Salud Pública, así como en Agricultura, pero no han
expresado ningún tipo de solidaridad con el resto de los países en desarrollo a
la hora de perpetuar la modalidad de negociaciones en espacios reducidos,
como en la llamada Green-Room5. Es decir, las negociaciones continúan
resolviéndose entre pocos países. A la vez, en el Órgano de Solución de
diferencias de la OMC lo que se observa es una participación intensiva de los
BRICS dentro de las controversias, apelando al mecanismo como medio para
enfrentar a los países desarrollados (Delich, 2015). Ambos accionares
terminan fortaleciendo y legitimando el orden liberal preexistente en materia
comercial.
Por su parte, dentro del FMI, en el marco de los debates producidos en el seno
del G20 durante los meses posteriores a la crisis del 2008, los países BRICS han
orientado su accionar al fortalecimiento del organismo recibiendo a cambio un
incremento en sus cuotas de poder (Haibin, 2012). Conforme la reforma
5
Se trata de una modalidad de negociación a través de la cual se busca alcanzar consensos
entre un pequeño número de negociadores, para luego ser extendidos al resto de los
miembros. Durante las negociaciones del GATT las reuniones tipo Green Room fueron
habituales. Las mismas eran convocadas por el Director General, y en su círculo más pequeño
incluían a los países más importantes como EEUU, la Unión Europea (en ese entonces CEE),
Canadá, Japón, así como a otros actores de interés según el tema a negociar. Durante la
Ronda Doha esta práctica adoptó la modalidad de negociaciones mini-ministeriales y
reuniones de 5, 6 o 7 países. La exclusividad y los problemas de transparencia de sus
encuentros han sido objeto de crítica de quienes han quedado fuera de los mismos.
14
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iniciada en 2008, y luego ampliada en 2010 6, hay un traspaso “de más del 6%
de las cuotas relativas a los países de mercados emergentes y en desarrollo
dinámicos y de más del 6% de los países sobrerrepresentados a los
subrepresentados, protegiendo al mismo tiempo las cuotas relativas y el poder
de votos de los países más pobres” (FMI, 2010). Como resultado “los 10
mayores países miembros del FMI serán Estados Unidos, Japón, el grupo
“BRIC” (Brasil, China, la Federación de Rusia e India) y los cuatro mayores
países europeos (Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido)” (FMI, 2010).
Contemporáneamente a esta reforma, en el Banco Mundial se amplió el
capital y la cuota de votación: se produjo “un aumento de 3,13 puntos
porcentuales de los derechos de voto de los países en desarrollo y en
transición (PDT) en el BIRF, llevándolos al 47,19%, lo que representa un
traslado total de 4,59 puntos porcentuales de los derechos de voto a los PDT
desde 2008” (BM, 2010). Precisamente China, India y Brasil fueron de los
Estados más beneficiados en esta reforma. Los países en desarrollo que vieron
levente fortalecido su poder, lo perdieron rápidamente bajo los efectos
recesivos de los años posteriores. Conforme revelan los estudios de
Vestergaard y Wade (2014), tan solo cuatro años después de los cambios de
2010 el poder de voto de los países en desarrollo se había reducido un 3%. En
este sentido la reforma de la gobernanza económica internacional ha sido más
bien limitada en la cantidad de países beneficiados y moderada en cuanto al
grado de transformación alcanzado.
De manera más reciente, China ha impulsado la creación del Banco Asiático
de Inversiones e Infraestructura. En su sitio oficial éste se describe como una
“institución multilateral del siglo XXI” en una clara alusión a mostrarse como
una novedad dentro de un nuevo orden internacional alejada de los
organismos de crédito del “siglo XX” como el BM y el FMI. El AIIB surgió como
una iniciativa de la República Popular de China en 2013 tras una gira del
Presidente Xi Jinping por el sudeste asiático. Luego de casi dos años de
negociaciones, el 29 de junio de 2015 cincuenta Estados firmaron el acta
constitutiva convirtiéndose todos ellos en Miembros Fundadores. El dato
sobresaliente es que entre ellos se encontraron países de todas las regiones
del mundo, muchos de ellos aliados tradicionales de los EEUU7.
El nuevo banco refleja una nueva realidad geopolítica enmarcada en el
ascenso de China como potencia global (Renard ,2015). Desde la segunda
década del siglo XXI, China parece estar decidido a jugar su rol de acreedor
internacional (el gigante asiático tiene más de 3.000 billones de dólares en
Reservas Internacionales) con el objetivo de ganar influencia política y
económica en el sistema internacional. El AIIB junto con el Nuevo Banco de
Desarrollo (Banco de los BRICS) son las dos instituciones, erigidas bajo el
liderazgo de Beijín, cuyo principal fin radica en ofrecer bienes públicos y así
6
No obstante, esta última requiere de la ratificación de EEUU para entrar en vigencia.
Son Miembros Fundadores: Australia, Austria, Azerbaijan, Bangladesh, Brazil, Brunei
Darussalam, Cambodia, China, Egypt, Finland, France, Georgia, Germany, Iceland, India,
Indonesia, Iran, Israel, Italy, Jordan, Kazakhstan, Republic of Korea, Kyrgyz Republic, Lao
PDR, Luxembourg, Maldives, Malta, Mongolia, Myanmar, Nepal, Netherlands, New Zealand,
Norway, Oman, Pakistan, Portugal, Qatar, Russia, Saudi Arabia, Singapore, Spain, Sri Lanka,
Sweden, Switzerland, Tajikistan, Turkey, the United Arab Emirates, the United Kingdom,
Uzbekistan and Vietnam.
7
15
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co-constituirse, junto a Washington, como “estabilizadores hegemónicos”, de
acuerdo a la famosa noción acuñada por Charles Kindleberger.
Como bien argumentan Elgin-Cossart & Hart (2015), los líderes chinos están
inyectando capitales en estas nuevas instituciones porque están frustrados del
rechazo de Washington a apoyar reformas en el BM y en el FMI para darle a
China y a otros emergentes mayor poder como consecuencia de su mayor
poderío relativo a nivel mundial. En ese sentido, parece existir un consenso
en torno a que el AIIB representa un claro ejemplo de la nueva distribución
del poder en el siglo XXI que parece moverse de Occidente a Oriente.
Sin embargo, el funcionamiento de dicha institución se asemeja bastante al
de los “viejos” organismos. El funcionamiento del AIIB tiene mucha similitud a
cómo los EEUU se han asegurado tener el control de las instituciones de
Bretton Woods creadas bajo su órbita de influencia. China consiguió tener el
26% de los votos a nivel del directorio dado que es por lejos el mayor
aportante (30,34% del total de los fundos). De esta manera Beijín tiene el
poder de veto sobre decisiones claves del Banco dado que las mismas deben
contar con el 75% de los votos. Motivo por el cual, a pesar de la retórica
china de ayudar a construir “a more equitable, just and effective
architecture of global governance”8, el recientemente creado AIIB lejos está
de ajustarse a esos deseables principios. El nuevo banco es un claro ejemplo
de que la disputa en torno al orden internacional es cuantitativa (distribución
material del poder) y no cualitativa (normas, reglas y funcionamiento de la
gobernanza).
Otro caso donde puede apreciarse la tendencia al mantenimiento del orden
liberal, aún en el ascenso de los BRICS, es en el viraje de la política exterior
brasilera hacia la firma de Tratados Bilaterales de Inversión (TBI). La postura
de Brasil frente a dicho instrumento fue variando en los últimos veinte años,
transitando por distintas posturas que pueden conceptualizarse como del
rechazo a la aceptación (Actis, 2015). La mutación de Brasil en torno a estos
tratados bilaterales debe comprenderse a la luz de las transformaciones
económicas que experimentó Brasil. En los años noventa, el país
sudamericano era, casi de manera exclusiva, un mero receptor de flujos de
Inversión Extranjera Directa (IED) proveniente de las economías desarrolladas.
El contexto de liberalización económica no logró quebrar las posturas
defensivas en torno a la economía internacional que para las elites brasileñas
seguía representando una amenaza a los intereses del entramado productivo.
Así, los 14 TBI firmados –y propuestos por naciones desarrolladas- entre 1995 y
1999 no pasaron la ratificación parlamentaria por considerar que lesionaban la
soberanía nacional dado las prerrogativas y beneficios que brindaba a los
intereses de las foráneas empresas multinacionales.
La situación descripta comenzó a mutar a mediados de la primera década del
siglo XXI. Para entonces, Brasil no solo siguió siendo un importante receptor
de IED sino que se convirtió en un actor emisor de flujos de inversión producto
de la consolidación de muchas de sus grandes empresas (Odebrecht, Camargo
Correa, JBS, Votorantim, Magnesita, Gerdau, Marfrig, Marcopolo, Brazil Food,
Weg, Embraer, Vale, Petrobras, Banco do Brasil, Vale, entre otras) como
8
Palabras del Presidente de China Xi Jinping en una entrevista realizada por el “The Wall
Sreet Journal”. Disponible en http://www.wsj.com/articles/full-transcript-interview-withchinese-president-xi-jinping-1442894700
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
verdaderas multinacionales. Tales actores comenzaron a demandar políticas
ofensivas dado que la globalización además de producir amenazas también
ofrecía “oportunidades”. Asimismo, durante los gobiernos de “Lula” Da Silva
(2013-2010) se produjeron una serie de acontecimientos -tensiones de
Petrobras en Bolivia y de Odebrecht en Ecuador- que afectaron a inversiones
brasileñas en el exterior, aspecto que generó un aumento de las presiones de
los empresarios para obtener alguna protección de sus negocios. Sin embargo,
en el marco de una política exterior con un fuerte contenido político, el
gobierno del ex líder sindical no incorporó el tema a su agenda debido a las
connotaciones Norte-Sur que tienen los TBI.
Al comenzar su gobierno, Rousseff ensayó una política exterior de menor
perfil y menos “politizada”. En ese marco, se pudo avanzar proactivamente
en la promoción y protección de las inversiones brasileñas con un convenio
que se intenta diferenciarse de ciertas “cláusulas leoninas” que tienen los
tradicionales TBI. Los Acordo de Cooperação e Facilitação de Investimentos
(ACFI) 9, que puede ser denominados como “TBI light” a su vez que cumplen
su rol de dar seguridad jurídica a las inversiones brasileñas intentan no
lesionar las competencias soberanas de los estados receptores. Como
conclusión, los ACFI representan un importante ajuste en materia de política
exterior de Brasil producto de una mutación de las necesidades internas en
relación a los nuevos intereses del gran empresariado brasileño. La actual
paradoja es que algunas de las normas y herramientas del orden internacional
liberal (como los TBI) que supieron ser criticadas y rechazadas –incluso por el
actual partido de gobierno- se transforman en funcionales para el ascenso de
Brasil en la estructura internacional y para el desarrollo -internacionalizadobrasileño.
El otro sur: vinculaciones entre países en desarrollo y potencias
emergentes
Si se asume que la democratización es solo limitada, difícilmente pueda
hablarse de una “reconfiguración del Sur”, o al menos de una reconfiguración
positiva y homogénea del Sur. La rejerarquización de los BRICS, como casos
centrales de las potencias emergentes, es para los países en desarrollo, los
que conforman el “otro Sur”, una complejización de sus vínculos externos. Las
relaciones de asimetría y de dependencia no se limitan en el siglo XXI a las
relaciones norte sur, sino que también dentro de las relaciones sur-sur
aquellas relaciones entre potencias emergentes y países en desarrollo replican
las asimetrías. De tal forma la categoría “sur” deja de explicar un único
conjunto de vinculaciones entre los estados, para dar lugar a tres
9
El Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Embajador Mauro Viera, firmó en Abril del
2015 dos ACFI con Angola y Mozambique. Después de dos años de diseño y negociación, la
diplomacia Brasileña logró la firma de un acuerdo internacional con países africanos. Los
ACFI, que deben ser ratificados por el Congreso, formar parte del universo –más allá de
denominación y características– conocido como Tratados Bilaterales de Inversiones (TBI), los
cuales intentan ser una herramienta política y jurídica para promover y proteger las
inversiones. Para fines de 2015, este tipo de acuerdos ya fueron firmados con Mozambique,
Angola, México, Malawi, Chile y Colombia, estando en negociación con Sudáfrica, Argelia,
Marruecos, Perú y Tunes.
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modalidades: una entre los propios países en desarrollo, otra entre éstos y las
potencias emergentes, y una tercera que vincula a los emergentes entre sí.
Mientras que para la primera sigue siendo válida la literatura predominante de
las RRII, y para la tercera encontramos una vasta literatura referida a los
BRICS y sus alcances y limites (Da Silva, 2014, Oropeza García, 2011, Shaw
2015, entre otros), la vinculación entre potencias emergentes y países en
desarrollo ha sido menos estudiada. Uno de los casos que puede mencionarse
es el de Muhr (2014) y también Schoeman (2011). Para contribuir al desarrollo
de tal línea de investigación, concluimos este trabajo con el análisis de dos
casos recientes de una relación entre potencia emergente (Brasil) y país en
desarrollo (Argentina). En efecto, tanto en sus vinculaciones comerciales
como financieras pueden verse algunas de las particularidades y dilemas que
este tipo de vínculo trae aparejado.
a) Las tensiones de negociar junto a un global player: Argentina y Brasil en la
Ronda de Doha
Las negociaciones de la Ronda Doha fueron uno de los temas que Argentina y
Brasil compartieron en su agenda de relaciones económicas externas en el
siglo XXI, al amparo del MERCOSUR. Sin embargo la creciente asimetría entre
estos dos países terminó minando y complejizando la potencial cooperación
entre uno y otro, y expresando las complejidades del vínculo entre una
potencia emergente y un país en desarrollo.
Para el año 2008, en el contexto de comienzos de la crisis financiera
internacional, las negociaciones se encontraban en un entorno de apremio
para arribar a un acuerdo, habiéndose convocado una reunión mini-ministerial
en Ginebra con el objeto de abordar un posible paquete de medidas a
acordar. Si bien ya había habido varias instancias de disonancia entre Brasil y
Argentina dentro de la Ronda Doha, ejemplos de una relación de “cooperación
por liderazgo”10 fue en esta semana de 2008 cuando se sintió con mayor vigor
el impacto de pasar de ser dos países en desarrollo a un país en desarrollo y
una potencia emergente. A partir del hecho de que Brasil buscara asumir un
rol más político dentro del esquema multilateral, se produjo una
diferenciación en la conducta de los socios del MERCOSUR.
Para la Miniministerial de mediados de 2008 el MERCOSUR había preparado su
posición negociadora conjunta, durante la Cumbre de San Miguel de Tucumán
(julio de 2008). En la misma los países del bloque habían acordado en “la
necesidad de nuevos avances en los temas de Agricultura y Bienes Industriales
(AMNA) que permitan alcanzar acuerdos equilibrados y ambiciosos que
respondan al mandato de promover la liberalización del comercio y favorecer
el desarrollo, particularmente de los países en desarrollo.” Para ello, instaban
a los países desarrollados a que “respondan a la reciprocidad menos que plena
y al tratamiento especial y más favorable para los países en desarrollo”.
Sin embargo, cuando al quinto día de negociación en Ginebra se realizó un
cambio en la metodología de abordaje y de los 35 Estados convocados, el 21
de julio se pasó a una “mesa chica” (G7), integrada por Australia, Brasil,
China, Estados Unidos, India, Japón y la Unión Europea. En ese nuevo
escenario, ni el MERCOSUR ni el G20 lograron mantener cohesionada su
Se trata de un “tipo de cooperación asimétrica en el que el país líder el propone a los
liderados lo que a estos les convendría o les interesaría realizar” (Jaguaribe, 2004, en
Miranda, 2004).
10
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posición negociadora conjunta. Ante la nueva situación negociadora los
representantes brasileños se desligaron del mandato del bloque y se
dispusieron a aceptar “como un todo” las propuestas realizadas por el
Director General de la OMC, Pascal Lamy11, la cual no era apoyada por el resto
de los países en desarrollo.
Esta situación disparó una serie de tensiones diplomáticas. Ni Argentina, ni los
demás socios del MERCOSUR, como tampoco el G20, se sintieron
representados por el accionar brasileño (Corradini, 2008). Frente a ello, las
respuestas de Brasil fueron taxativas: Celso Amorim afirmó que Brasil no podía
“quedar rehén” de la Argentina, a lo que agregó que “Yo sabía que había
diferencias, pero pensé que lo que era bueno para Brasil lo sería para la
Argentina” (Corradini 2008). Por su parte, desde Argentina se señaló que
había sido Brasil quien se había apartado de la posición negociadora
conjunta. En sus declaraciones a la prensa, los funcionarios argentinos
indicaron que “nuestro país trabajó con más rigor que Brasil o con menos
flexibilidad porque exigimos el cumplimiento estricto de los parámetros de la
Ronda de Doha: no pagar en forma desmedida con apertura industrial lo que
recibiríamos en liberalización agrícola y que los países en desarrollo hicieran
reducciones arancelarias [a la importación] menores que los países
desarrollados, y todo esto no se cumplió” (Rebossio, 2008).
En el contexto de crisis, las negociaciones quedaron trabadas por el tema de
agricultura y la distancia entre la posición de la India y EEUU 12, y no por las
negociaciones de acceso a mercado no agrícola y Argentina, y las diferencias
de ésta con Brasil y el Paquete Lamy. Para el MERCOSUR sin embargo, y
especialmente para la relación de Argentina y Brasil, esta negociación en
Ginebra fue uno de los hechos que evidenciaron la debilidad de las
instituciones del bloque regional y limitaciones de la negociación conjunta en
contextos en los cuales entran en tensión los intereses del “desarrollo” con
los del “global player”. No sólo no se logró progresar en aquello que se había
definido como una posición acordada, sino que además, esta situación puso de
manifiesto cómo, ante la creciente asimetría y en ausencia de instituciones
fuertes, los problemas de distribución de los impactos de las negociaciones se
acentúan, al verse condicionados los Estados “menores” a subsumir sus
propios intereses nacionales a los del líder. Por su parte, los entredichos que
se fueron sucediendo pusieron en jaque la percepción externa del bloque,
como así también la cohesión de la coalición del G20 comercial13.
11
Al respecto, Stancanelli (2008) remarcó que el coeficiente de 8 para
los países
industrializados haría posible la reducción de aranceles de EE.UU. y la Unión Europea (UE) en
un 42 por ciento. Sin embargo, para Argentina, un coeficiente de 20 (el coeficiente más bajo
para los países en desarrollo), implicaría una reducción media de 60 por ciento de sus
actuales aranceles industriales consolidado.
12
El detalle de los debates acerca de la MSE y una comparación entre los distintos proyectos en
consideración puede consultarse en OMC (2008) guía no oficial sobre las salvaguardias para la
agricultura.
Texto
corregido
el
5
de
agosto
de
2008,
disponible
en
http://www.wto.org/spanish/tratop_s/agric_s/guide_agric_safeg_s.htm (Consultado 24 de
junio de 2013).
13
Anteriormente, en 2005, se habían sucedido algunos roces menores en la misma línea, cuando
Brasil realizó una oferta mayor en AMNA a la acordada al interior del MERCOSUR. El diferendo
fue breve, dado que Argentina ahí sí aceptó rápidamente la oferta brasileña, dado que el
recorte no afectaría los productos sensibles nacionales (La Nación, 2005)
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b) Argentina-Brasil ante nuevas formas de asimetría: Asimetría funcional en el
sistema global de IED
Los países en desarrollo en general, y América Latina en particular, fueron promediando la segunda mitad del siglo XX- integrándose a la competencia
económica por parte de las empresas multinacionales de los países
desarrollados en la búsqueda de nuevos mercados y recursos. Para las
economías sudamericanas con grandes mercados y estructuras productivas
industriales tanto en la etapa del modelo sustitutivo de importaciones como,
esencialmente, durante el período de auge del modelo aperturista, la
recepción de IED cumplió un rol central en la consideración de los hacedores
de políticas. En este contexto, Argentina y Brasil se transformaron durante la
década de los noventa en importantes actores receptores -o países
anfitriones- de flujos de IED.
La condición de países receptores de IED generó en las elites gubernamentales
de ambos países percepciones comunes en torno a los beneficios 14de recibir
inversión extranjera. La transferencia de tecnología y conocimiento técnico,
la creación de empleo, el acceso a fuentes de financiación, el fomento de la
competencia con los productores locales y el ingreso de divisas y su impacto
positivo en la balanza de pagos fueron todos aspectos ponderados por las
administraciones de Mello-Franco-Cardoso en Brasil y por los gobiernos de
Carlos Menem en la Argentina.
En el último cuarto del siglo XX, Brasil y Argentina comenzaron un proceso de
internacionalización incipiente de sus estructuras productivas (CEPAL, 2005).
Ambas economías insertaron en el exterior (principalmente en la región) una
pequeña cantidad de empresas exitosas del modelo sustitutivo. Así, Brasil y
Argentina compartieron hasta finales del siglo XX una simetría funcional en el
sistema global de IED al ser importantes países en desarrollo receptores de
IED y con incipientes procesos de internacionalización de grupos económicos
nacionales.
La situación descripta sufrió importantes mutaciones con la llegada del siglo
XXI. Para el comienzo de la segunda década del presente siglo se evidencia el
pasaje de una situación de simetría a otra marcada por la bifurcación de los
caminos entre Brasil y Argentina en lo que respecta al sistema global de IED.
Mientras Brasil se transformó en un importante actor receptor-emisor de IED
producto de la consolidación de la internacionalización de sus empresas, la
Argentina continuó siendo, primordialmente, un actor receptor dada su
marginalización en el marco de la tercera ola de internacionalización y del
proceso de las multilatinas (Santiso, 2008). A este fenómeno lo
conceptualizamos como asimetría funcional en el sistema global de IED entre
Brasil y Argentina. La naturaleza del mismo reside en que mientras la
economía argentina -y su entramado productivo- no pudo quebrar la
desnacionalización y extranjerización con el modelo de “pos
convertibilidad15” (Aspiazu et. al. 2011), aspecto que acentuó su condición
14
Los efectos negativos de recibir IED no estuvieron en el centro de las preocupaciones a nivel
gubernamental, sin embargo, generaron importantes debates al interior de ambas sociedades.
Como señala Stiglitz (2002) el desplazamiento de los competidores locales, la condición
monopólica de las empresas y la falta de cumplimiento con las legislaciones locales, entre
otros, son algunos de los problemas que deben afrontar los países receptores de IED.
15
La noción de “pos convertibilidad” hace alusión al funcionamiento de la economía argentina
tras la finalización de una política cambiaria y monetaria estructurada en un tipo de cambio
20
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periférica; la economía brasileña -y parte importante de su estructura
productiva- se internacionalizó e insertó en la núcleo del capitalismo global.
En el siglo XXI ambos procesos no sólo transcurrieron de forma paralela, sino
que se retroalimentaron mutuamente, provocando, el paso de una situación
de simetría a otra de asimetría16.
Esta asimetría impactó por ejemplo en el vínculo entre ambos países en el año
2012. Años antes, en 2009, la compañía brasilera Vale había comenzado a
ejecutar una gran inversión en la provincia de Mendoza, que incluía la
explotación de potasio, y la construcción de un ferrocarril para la extracción
de este producto a través del puerto de Bahía Blanca, también ampliado por
Vale. En 2012, frente a la baja de los precios de los commodities y cambios en
la economía argentina, la compañía decidió abandonar el proyecto. Esta
situación creó disonancias en el vínculo bilateral: mientras que Argentina le
reclamó al gobierno brasileño que intervenga ante la empresa de su
nacionalidad, a fin de preservar la inversión y los puestos de trabajo, el
gobierno brasileño respondió como históricamente los países desarrollados
emisores de IED. Brasil privilegió los intereses privados de tal empresa, no
sometiendo su decisión a las cuestiones diplomáticas bilaterales. Vale retiró
su inversión, y dejó un impacto socio-económico negativo para el país
anfitrión. El hecho de que el gobierno de Brasil -como cualquier país emisor
de IED- viese condicionadas sus relaciones bilaterales producto de
controversias con sus firmas y, al mismo tiempo, que el gobierno argentino –
en tanto país receptor- tuviese discrepancias puntuales con importantes
empresas multinacionales -en este caso brasileñas- fue una de las novedades
más llamativas en el desarrollo del vínculo bilateral en el transcurso del siglo
XXI, suceso propio de la naturaleza de la asimetría funcional en el sistema
global de IED. Queda de manifiesto entonces cómo Brasil al contar con
grandes empresas que invierten en el exterior comienza a tener dilemas
típicos de los países desarrollados emisores de IED y ello impacta en la
relación bilateral dificultando los espacios de cooperación dentro del “otro
Sur”
Conclusión
Tradicionalmente los análisis de las Relaciones Internacionales en el siglo XX
distinguían dos tipos de vínculos centrales: El primero entre los países
desarrollados entre sí, y el segundo entre países desarrollados y países en
desarrollo. En menor medida, podía identificarse el estudio de un tercer (y
marginal) tipo de vínculo referido a las relaciones entre los países en
desarrollo. La configuración del orden internacional, entendida como una
rejerarquización, producto del ascenso de un grupo de países, obliga a la
fijo (denominado convertibilidad) que perduró durante toda la década de los años noventa
hasta la devaluación de enero de 2002.
16
El estudio y análisis del incremento de las asimetrías económicas a favor de Brasil ha sido
abordado por Bouzas y Kosacoff (2010). Los autores señalan que junto a la asimetría
estructural ya existente (tamaño) desde el año 2000, se consolidaron otras tres asimetrías:
participación en el mercado, especialización productiva y regulatoria. Cabe destacar que
estas asimetrías, al igual que la estudiada en este trabajo deben comprenderse en el marco
del mayor crecimiento relativo (en términos de PBI neto) de Brasil con respecto a la
Argentina. Según los datos del Banco Mundial, mientras que el PBI de Brasil fue (en promedio)
el doble que el de Argentina durante los años noventa, hacia la segunda década del siglo XXI
la economía brasileña fue cuatro veces más grande que la Argentina.
21
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utilización de nuevas categorías conceptuales incorporando a las anteriores
dos vinculaciones claves: países desarrollados y países emergentes, y países
emergentes con países en desarrollo.
Respecto del primero de estos nuevos vínculos, la evidencia analizada en el
presente trabajo no es concluyente para afirmar que los BRICS estén jugando
un rol transformador en el sistema internacional, si no que el alcance de las
reformas impulsados por éstos es más bien limitado. La (re)democratización
del sistema internacional no ha sido tan profunda, y en sí los aspectos
estructurales del orden liberal siguen intactos. De forma simultánea a la
reducción de las asimetrías relativa en los recursos de poder (principalmente
económicos) observamos una creciente convergencia de intereses entre los
países desarrollados y los BRICS, lo que ha facilitado vínculos cooperativos que
se encauzaron dentro de las instituciones vigentes. Si bien las tensiones no
están ausentes, los modos de afrontarlas por parte de los BRICS replican los
del orden liberal. Incluso, en el caso que puede encuadrarse como de cierta
impugnación del orden vigente y rivalidad de poder, como es la conformación
del AIIB, se observa que su funcionamiento reproduce las mismas prácticas de
acumulación de poder propias del cuestionado “viejo orden”.
A diferencia de lo anterior, en la vinculación entre países emergentes y
países en desarrollo, los intereses comienzan a divergir en el marco de la
profundización de ciertas asimetrías de poder. Las heterogeneidades propias
del denominado “Sur” se han agudizado con el transcurrir del siglo XXI. Para
los países en desarrollo la emergencia de los BRICS no ha significado una
democratización del orden internacional a la vez que ha complejizado los
vínculos externos y los espacios de cooperación. No ya solo en el eje NorteSur, sino dentro del mismo Sur, los BRICS han replicado el mismo tipo de
conducta que otrora los países desarrollados
Para la disciplina de las RRII resulta imperioso la incorporación de estos
matices en los análisis y el desplazamiento de ciertos cliches de uso creciente
en cuanto a la conformación del Sur y su papel en el actual orden
internacional. La naturaleza del mainstream disciplinar ha provocado un sesgo
en las investigaciones abundando las teorizaciones y análisis empíricos
centrados en los vínculos entre los países desarrollados en los que el Sur es
asumido como un conjunto homogéneo que puede ser traccionado por los
BRICS. Los análisis que reconocen las asimetrías y las lógicas de poder que
constriñen las relaciones al interior del llamado “Sur” no abundan y resultan
necesarios para dar cuenta de los procesos de reconfiguración del orden De lo
contrario, estaremos haciendo análisis orientados por la lógica del deseo
(wishfull thinking) y no por la lógica de los hechos.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
El futuro de la política exterior
estadounidense: escenarios posibles
en la era post-Obama
The future of the american foreign policy: possible scenarios in a United States
post-Obama
TOMÁS LISTRANI BLANCO*
CAROLINA ZACCATO**
*Licenciado en Estudios Internacionales, Universidad
Torcuato di Tella. Correo electrónico:
tlistrani@gmail.com
**Licenciada
en
Relaciones
Internacionales,
Universidad de San Andrés. Correo electrónico:
czaccato@gmail.com
Resumen
Abstract
En noviembre de 2016 Estados
Unidos elige a su presidente número
cuarenta y cinco. Con la nueva
administración, se espera que la
política exterior de Washington
adquiera una nueva impronta. En
este artículo, revisaremos el legado
de la presidencia de Barack Obama,
haciendo especial hincapié en su
política
externa.
Luego,
señalaremos qué rumbo tomaría en
los asuntos internacionales un
Estados Unidos gobernado por
Hillary Clinton o por Donald Trump.
Más aún, buscaremos analizar qué
implicaciones tendría la elección de
uno u otro candidato con respecto a
las
relaciones
del
hegemón
hemisférico con América Latina.
In November 2016, the United States
chooses its 45th President. With the
new administration, we shall expect
a new seal in the foreign policy of
the world hegemon. In this article,
we aim to revise President Obama´s
legacy, putting a special emphasis
on his foreign policy approach. After
that, we will analyze what kind of a
foreign policy we should expect in a
United States ruled by Hillary
Clinton, and how would be this
same scenario if Donald Trump were
to win the elections. Moreover, we
will also focus on the implications
that the election of either candidate
would have with respect to the
relationship between Washington
and Latin America.
26
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Palabras clave
Keywords
Estados Unidos ─ Política Exterior ─
Barack Obama ─ Hillary Clinton ─
Donald Trump
United States ─ Foreign Policy ─
Barack Obama ─ Hillary Clinton ─
Donald Trump
Introducción
En 2016, Estados Unidos elige a su presidente cuarenta y cinco. En la mayoría
de los casos, los análisis especializados y notas periodísticas se han enfocado
en los fenómenos locales y cómo ellos operaron en el transcurso de la carrera
electoral. Del mismo modo, los artículos al respecto mayormente se han
preocupado por las consecuencias que la victoria de uno u otro candidato
tendrían en la política interna estadounidense. En consecuencia, luego de
ocho años del gobierno del demócrata Barack Obama, es oportuno revisar los
principales hitos de su presidencia, particularmente en materia de política
exterior, para así poder delinear cuál ha sido el legado de su administración y,
a partir de ello, cómo quedaría dibujado el panorama posterior a la elección
presidencial de este año.
Con dicho objetivo en mente, este artículo se estructura de la siguiente
manera:
En el primer apartado, se repasa la trayectoria de las primarias, para así
llegar a la nominación de los dos principales contendientes para llegar al
Salón Oval de la Casa Blanca: Hillary R. Clinton, por el Partido Demócrata, y
Donald J. Trump, por el Partido Republicano.
Luego, el segundo apartado se encarga de revisar los ocho años de la gestión
Obama, discutiendo sus principales éxitos y fracasos en política externa.
El tercer apartado propone analizar el panorama de un Estados Unidos
gobernado por Hillary Clinton, analizando las facetas continuistas de la
candidata demócrata con su antecesor, pero también los escenarios en que el
liderazgo de Hillary diferiría del actual gobierno de Obama.
El cuarto apartado realiza este mismo ejercicio, pero en el caso de que
Donald Trump resultase electo. Allí, se analizan las propuestas de política
exterior que el candidato republicano ha prometido llevar a cabo en caso de
llegar a la Casa Blanca y sus potenciales consecuencias respecto a los
principales aliados de Estados Unidos en Europa Occidental y Asia Pacífico.
El quinto apartado se encarga de examinar el panorama futuro para nuestra
región ─América Latina─ con la nueva administración estadounidense, tanto
para el caso de Clinton como el de Trump. En este espacio, se analizan
potenciales puntos de encuentro y de discordia en ambos escenarios, y qué
debiera esperar la región de parte del hegemón.
Por último, el sexto apartado ofrece las principales conclusiones del artículo y
realiza un balance de las ideas aquí expuestas.
El camino hacia la nominación de Hillary Clinton y Donald Trump
Luego de muchos meses de campaña y de que todos los estados hayan elegido
a sus precandidatos a la presidencia, tenemos un panorama en el que se
enfrentan un Partido Demócrata representado por Hillary Clinton y Donald
27
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Trump portando el estandarte del candidato del Partido Republicano. En el
camino han quedado importantes candidatos republicanos como Marco Rubio,
Ted Cruz y “Jeb” Bush (este último, hermano e hijo de ex-presidentes).
Además, es importante resaltar la performance electoral de un candidato
demócrata que ha ganado las primarias en 22 estados y ha captado la mayor
parte de los votos en los estratos más jóvenes de votantes: Bernie Sanders.
La emergencia y el gran poder de convocatoria de candidatos como Trump y
Sanders nos invita a repensar consensos dentro de los dos principales partidos
políticos estadounidenses. Por un lado, Sanders planteó una serie de
demandas insatisfechas del electorado demócrata (como una cobertura de
salud pública o la gratuidad de la universidades y colleges públicos), y sentó,
además, una fuerte base electoral de centro-izquierda (especialmente entre
los votantes menores de 45 años) que continuarán planteando esta agenda de
carácter progresista al Partido Demócrata (Reich, 2016). Por el otro lado,
Donald Trump canalizó fuertes demandas acerca de la protección del empleo
nacional por sobre un Estados Unidos que está siendo percibido como
“demasiado” abierto al comercio y en el que la industria nacional pierde
espacios frente a la competencia de productos importados de menor coste
(particularmente, desde China). Además, Trump supo expresar un
descontento no poco común entre ciertos sectores estadounidenses respecto
al problema de los más de once millones de indocumentados que habitan los
Estados Unidos y acerca de la necesidad de controlar la inmigración ilegal en
el país.
Entonces, hemos podido observar, a lo largo de toda la contienda electoral, el
surgimiento de candidatos outsiders a los tradicionales partidos
estadounidenses: por un lado, un empresario como Trump que nunca había
tenido cargos políticos, y, por el otro lado, un senador independiente como
Sanders que decide competir dentro del Partido Demócrata pero realizando
fuertes críticas hacia el interior del partido.
Aunque por regla general ─siguiendo a las principales teorías de Opinión
Pública─ hubiésemos esperado, que el discurso de los dos principales
contendientes (Clinton y Trump) se moderase en las primarias de julio pasado
(para así captar lo que en la Ciencia Política se denomina el “votante
mediano”) Hillary ha tenido que adoptar una postura más progresista para así
poder captar al electorado de Sanders que, de otro modo, no iría a votar dado
que el voto en Estados Unidos es voluntario. Por su parte, Donald Trump
también tuvo más incentivos para correrse hacia el eje conservador, como una
forma de mostrarse como un verdadero candidato Republicano y asegurarse
así el apoyo del establishment del partido que desconfiaba bastante de él y
no lo consideraba lo suficientemente conservador.
Cabe resaltar que la base electoral de Estados Unidos ha estado
modificándose de manera dramática en los últimos lustros: recientes estudios
arrojan que el actual electorado estadounidense es el más diverso de la
historia del país (Pew Research Center, 2016). En este asunto, es importante
preguntarse cuán fielmente los dos principales partidos reflejan esta base
demográfica. Aquí podemos señalar que el Partido Republicano apunta a una
base más estrecha de electores, mientras que el Partido Demócrata apela a
un electorado más diverso (incluyendo demandas de las minorías hispanas,
afroamericanas y de las mujeres). Esta tendencia hacia una mayor diversidad
en términos de composición del electorado se irá intensificando durante las
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
próximas décadas, y es una deuda que los Republicanos tendrán que repensar
en los años venideros para no perder intención de voto de manera sistemática
a futuro.
El legado de Obama en política exterior
Al final del segundo mandato de George W. Bush, el caos financiero producto
de la crisis de los subprimes en Estados Unidos, que derivó en una gran
recesión a nivel internacional (cuyos coletazos siguen sintiéndose aún hoy),
detuvo la locomotora estadounidense. Por lo tanto, uno de los principales
elementos de los debates en la campaña presidencial de 2008 fue la
revitalización económica. A ello hay que sumarle que el overstretching
imperial le había costado muy caro a un Estados Unidos cuyas cuentas y
credibilidad distaban mucho de la situación a principios del siglo XXI, antes
del 11-S (Weisberg, 2008).
La política exterior de Barack Obama tuvo que ser muy pragmática; y si bien
retomó muchas máximas de sus predecesores, desde sus inicios apostó por un
conjunto de innovaciones a largo plazo (Corigliano, 2008). Frente a la
coyuntura heredada, al principio de la era Obama se pudo percibir una fibra
Jeffersoniana que recuerda al moralismo de Jimmy Carter (Mead, 2010). Para
ambos, la expansión en demasía de los Estados Unidos en el plano exterior
tenía un impacto negativo en la calidad democrática doméstica. Por esta
razón, Estados Unidos debería influir en el resto del mundo no desplegando su
poder, sino liderando con el ejemplo (esto es, que la prioridad sea “tener la
casa ordenada” antes de dirigirse hacia afuera). En este sentido, Obama
comprendía que estaba liderando un Estados Unidos en un contexto posthegemónico y de transición (Ezcurra, 2013).
En consecuencia, a pesar de cierta faceta Wilsoniana que llevó a Obama a dar
una especial importancia a la promoción de la democracia y los Derechos
Humanos durante sus dos mandatos; se expresa una convicción de que, en
ciertas ocasiones y con los incentivos adecuados, incluso los regímenes
autoritarios pueden ser actores disciplinados en el sistema internacional
(Mead, 2010). Pues, para Obama, el tiempo de la primacía estadounidense
había llegado a su fin y era hora de construir consensos tanto a nivel interno
como internacional (Corigliano, 2014). Como dejó en claro en su discurso en
West Point, el hecho de que Estados Unidos recurra al plano multilateral no es
señal de debilidad e inocencia, sino liderazgo y prudencia (Obama, 2014). La
búsqueda de diálogo permanente con China, las negociaciones por el
programa nuclear iraní, la salida mancomunada de la gran recesión a través
del G20 y el deshielo con Cuba fueron ejemplos clave en este sentido.
Por otra parte, en aquellos escenarios donde la intervención de Estados
Unidos fue menos eludible Obama prefirió optar por operaciones especiales,
de índole breve, reducida y quirúrgica. Los “drones” fueron para Obama lo
que las armas nucleares para Eisenhower siete décadas atrás: una notable
forma de mantener la capacidad de respuesta de Estados Unidos en el
extranjero, minimizando los costos económicos y humanos. En el plano
militar, Obama privilegió una estrategia de leading from behind, como, por
ejemplo, durante la intervención en Libia (Giorgis, 2014) ─donde la
articulación fue estadounidense pero el liderazgo oficial recayó en los
europeos─, o sus grandes promesas iniciales de retirarse de Iraq y Afganistán
(con plazos precisos y ambiciosos, por cierto) que guardan semejanza con la
29
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“retirada honorable” que buscó la vietnamización de Nixon. En última
instancia, hubo ciertas excepciones, como la operación de asesinato a Osama
Bin Laden en mayo de 2011 o el despliegue aéreo sobre Siria para combatir a
los cabecillas del Estado Islámico.
Concluyendo, el balance de la gestión exterior de la administración Obama al
intrincado panorama mundial ha sido recurrir a la intervención multilateral
cuando fuera posible, y a la acción unilateral cuando fuera necesario (Stacey,
2016). Así, los Estados Unidos actuaron en política exterior como un offshore
balancer que interviene en los asuntos internacionales siguiendo una lógica de
“globalismo selectivo” en los ámbitos regionales sólo cuando el orden
internacional, delegado parcialmente en los actores zonales, se vea en serios
aprietos y comprometan la estabilidad general y los intereses norteamericanos
(Ezcurra, 2013).
La opción continuista: Hillary Clinton
Las tendencias de las encuestas vienen indicando que Hillary Clinton es la
candidata favorita en las elecciones del 8 de noviembre, siguiendo las
tendencias de la mayoría de las encuestas realizadas desde la nominación de
ambos candidatos17. Por su formación (Wellesley College y Yale) y trayectoria
(habiendo sido Senadora por Nueva York y Secretaria de Estado durante el
primer mandato de Obama, es hasta la fecha la única primera dama que ha
ostentado un cargo público) supo mostrarse como una candidata sólida y
astuta durante las primarias. A la vez, su currículum la ha convertido en
blanco fácil para un discurso republicano centrado en el recambio.
A pesar de que en cierto modo Clinton proviene de la administración Obama,
su llegada a la Casa Blanca marcaría algunos cambios en la política exterior de
los Estados Unidos. Si en los últimos ocho años el gobierno estuvo conformado
por una nueva generación de jóvenes funcionarios con ideas novedosas y poca
inercia burocrática, con el deliberado propósito de renovar y flexibilizar la
política pública (los denominados Obamians), el equipo de Clinton se
parecería mucho más al que su esposo Bill puso a cargo durante la década de
los noventa. Así, en cierto sentido, una nueva administración demócrata
tendría un talante un tanto más conservador ─de hecho, el tándem ObamaClinton ha llegado a ser caracterizado como un “equipo de rivales” (Mann,
2012).
¿Qué cambios concretos se esperarían de la administración Clinton? Es posible
caracterizar, grosso modo, a la candidata demócrata como una Hamiltoniana
(Mead, 2014). Como tal, su política exterior respondería a compromisos
limitados con el frente externo, principalmente a través de alianzas
circunstanciales. Dotada de un visible pragmatismo, fue la primera Secretaria
de Estado que explícitamente orientó su gestión en torno al smart power
─esto es, una combinación estratégica de la fuerza y la diplomacia, con
atención a la persuasión y legitimidad (Calabresi, 2011).
Consecuentemente, la política exterior bajo un gobierno de Hillary Clinton
reconocería que los crecientes desafíos y conflictos mundiales requieren un
17
En efecto, el sitio FiveThirtyEight, que nuclea las principales encuestas realizadas en el país
y, a partir de esos datos, calcula la probabilidad de ganar de cada uno de los candidatos, ha
venido sugiriendo sostenidamente a Clinton como la favorita desde finales de julio, al cerrar
las primarias. Para más información, consultar el sitio: http://fivethirtyeight.com/
30
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
mayor liderazgo estadounidense y no una postura aislacionista. En las áreas
donde la excesiva prudencia de Obama no ha sabido brindar una respuesta
adecuada, Hillary Clinton podría tener una postura más activista. Por
ejemplo, esta nueva administración demócrata probablemente confrontaría el
creciente avance ruso con un fortalecimiento de la Unión Europea, colocando
un mayor número de tropas aliadas en la frontera de Europa del Este. En
cuanto al conflicto sirio, Hillary favorece la creación de una zona de exclusión
(no-fly zone) y un espacio seguro para refugiados. En este proyecto, Clinton
realizaría una “distribución de tareas” en la que la OTAN se encargaría de
controlar el espacio aéreo de la región, Turquía de enviar tropas, la Unión
Europea de vigilar los campos de refugiados, y la ONU de monitorear los
canales diplomáticos del conflicto sirio (Stacey, 2016).
Bajo esta lupa, el plano económico-comercial sería privilegiado por Clinton.
Una de sus líneas de política exterior más fuertes ha sido la de las relaciones
bilaterales con China: se ha apostado a la construcción de un balance de
poder en Asia-Pacífico, bajo la premisa realista de que ambas potencias están
interesadas tanto en estrechar los lazos económicos como en evitar una
confrontación a gran escala (Mead, 2014).
Finalmente, otra propuesta característica de la plataforma de la candidata
demócrata es la importancia que le otorga a la sociedad civil y actores noestatales en el terreno de las relaciones exteriores. El fortalecimiento de la
mujer y de los movimientos sociales es una interesante reedición de la
transformational diplomacy de la Secretaria Rice (Vaisse, 2007). Si bien Libia
fue un caso fallido para Clinton, esta propuesta fue exitosa en el caso de
Myanmar.
La opción rupturista: Donald Trump
A pesar de su encendida retórica y sus propuestas impetuosas, el candidato
que había comenzado en la carrera republicana como un outsider y que era
tomado en los medios de comunicación como una broma pudo sostener una
alternativa atractiva para gran parte del electorado norteamericano. Ello se
debe a que, en el fondo, la figura de Trump refleja en muy buena medida ─si
bien de manera exótica─ el descontento e impotencia que muchos
estadounidenses sienten. El millonario tildó al establishment político de
distante y poco genuino para con el ciudadano promedio. Como contrapartida,
a la vez que ofrecía soluciones simples a grandes problemas, supo
posicionarse como un referente exitoso del “sueño americano”, al cual
muchos votantes ven como una promesa incumplida por parte del gobierno.
Las formulaciones de política exterior que expresa Trump son, por momentos,
contradictorias. Por un lado, promete reducir la injerencia estadounidense en
conflictos internacionales pero, por el otro lado, quiere mantener el rol de
Estados Unidos como garante del orden internacional (Stacey, 2016). En virtud
de ello, Trump ha prometido restaurar la paz mundial, eliminar al Estado
Islámico, y contener al Islam radicalizado. Es difícil conciliar estos objetivos
con la búsqueda de una política menos intervencionista, como la que ha
abogado en su discurso America First sobre política exterior, asegurando que
bajo su gobierno Estados Unidos dejaría de someter a su pueblo a las falsas
promesas del globalismo (The Dialogue, 2016).
Es interesante notar que a lo largo de su campaña Trump ha criticado
abiertamente a los aliados de Washington (países de Europa, Japón y Corea
31
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
del Sur), demandándoles una mayor contribución (en dinero y en tropas) al
esfuerzo militar que hace Estados Unidos como parte de la alianza. Es más, ha
llegado incluso a amenazar con salirse de la OTAN si el resto de los países
miembros no “pagan su parte” (su fair share) del gasto y esfuerzo militares.
En cambio, Trump pareciera ser menos exigente con los poderes contrincantes
(como Rusia y China), según reflejan sus discursos despreocupados respecto
del régimen de no proliferación o del avance de Putin en Europa del Este y
Oriente Próximo.
Este diagnóstico toma mejor forma si consideramos a Trump en el terreno de
la política exterior como un Jacksoniano. Su desconfianza en un gobierno
federal demasiado grande y elucubrado, combinada con su máxima de que el
orgullo norteamericano ha sido mancillado, invitan a creer que si ocupara la
Casa Blanca no estaría muy cómodo con las tensiones y complejidades propias
del sistema internacional. Por el contrario, su diplomacia sería más bien de un
tipo expeditivo y lineal cuyo principal instrumento sería la recurrencia al
poder militar cuando fuere estrictamente necesario. Después de todo, a pesar
de que esta línea de política exterior ha sido la más criticada en el
extranjero, en un mundo con tanta incertidumbre como el actual muchos
norteamericanos acuden nuevamente a plataformas más tradicionales que
prometen “devolverles” el Estados Unidos que les fue “robado” (Mead, 2000).
Reflexiones para América Latina
La gestión de Obama ha intentado reactivar los vínculos de Estados Unidos con
América Latina y revertir la deteriorada imagen estadounidense en la región
luego de un período de relativo distanciamiento geopolítico de su tradicional
esfera de influencia (o “patio trasero”) y de un conjunto de países que,
gracias al pasado incremento del precio internacional de la soja, petróleo y
otros commodities pudo jugar un poco con otros grandes poderes, como China
y Rusia (Corigliano, 2015). Esta estrategia de reacercamiento se vio plasmada
en los comienzos del camino hacia la normalización del vínculo con Cuba, que
es un guiño a una tradicional demanda latinoamericana hacia el gobierno
norteamericano, y en la reciente abstención de la delegación estadounidense
respecto a la votación sobre el embargo a Cuba en la Asamblea General de la
ONU (luego de haber votado en contra de manera sistemática durante todos
estos años).
La retórica de Trump amenaza con tirar por la borda estos avances en las
relaciones hemisféricas. Para empezar, tenemos la promesa del candidato
republicano de acabar con la inmigración ilegal de hispanos hacia los Estados
Unidos y, con este propósito, de construir un muro en la frontera con México.
Trump también ha prometido terminar con el derecho a ciudadanía por
nacimiento, señalando esta política como la vía efectiva para acabar con los
“bebés anclas” que, según su postura, terminan legitimando a familias de
inmigrantes indocumentados. Esta política, de concretarse, daría un giro
copernicano a los esfuerzos realizados durante la administración de Obama
por regularizar la situación de los millones de inmigrantes indocumentados en
el país (como por ejemplo la DREAM Act, ley mediante la cual los inmigrantes
que hubieren llegado a los Estados Unidos siendo menores de edad podrían
obtener la ciudadanía americana y regularizar su situación).
Además, este discurso confrontativo daría marcha atrás a todo el empeño de
la era Obama de expandir y profundizar los vínculos con América Latina a
32
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
través de medidas de soft power, especialmente a través de la promoción de
importantes proyectos de intercambios estudiantiles y científicos (como la
iniciativa One Hundred Thousand Strong for the Americas). Al hablar de muros
y recurrir a un sentimiento anti-inmigración y algo xenófobo, Trump echa por
tierra todo avance hecho en términos de diplomacia pública por acercar al
resto del continente hacia los Estados Unidos.
Asimismo, Trump prometió rever el acuerdo del NAFTA, argumentando que es
un instrumento de México para generar superávit comercial a costa de la
pérdida de empleo estadounidense. En esta línea, ha criticado duramente a
las empresas estadounidenses que han trasladado sus operaciones a México,
sosteniendo que impondría sobre ellas fuertes tarifas. Donald Trump también
se ha mostrado muy crítico del Acuerdo Transpacífico18 (TPP): si el
multimillonario avanzase con su promesa de modificar los términos de estos
acuerdos, estaría poniendo en jaque uno de los pilares centrales sobre los que
se asienta la relación de Estados Unidos con el resto del hemisferio: el libre
comercio y la cooperación económica.
En el extremo opuesto, Clinton aboga por una reforma comprehensiva del
sistema inmigratorio, intentando normalizar la situación de aquellos que
habitan en los Estados Unidos de manera irregular mediante una vía hacia la
obtención de la ciudadanía. Más aún, Hillary ha defendido el rol de la
comunidad hispana en los Estados Unidos, llegando a señalarla como uno de
los backbones de la sociedad estadounidense (en este punto, incluso sus
piezas de propaganda suelen difundirse también en idioma español). En esta
línea, es esperable que Hillary Clinton, de ser electa, continúe con las
políticas de la era Obama destinadas a mejorar las relaciones hemisféricas, y
que realice mayores esfuerzos por reformar el sistema migratorio
estadounidense y apunte a mejorar la situación de los “sin papeles”.
En cuanto al NAFTA, Clinton solía tener una postura favorable al acuerdo,
pero luego de competir con Sanders en las primarias (un fuerte detractor de
este tratado), ha hecho lugar a algunas críticas y aceptado que la
convergencia económica de América del Norte ha beneficiado a algunos
sectores estadounidenses pero dañado significativamente a otros.
Sobre el TPP, la historia es similar. Si bien la ex-Secretaria de Estado apoyó el
acuerdo en su momento, ahora reconoce ciertas problemáticas y plantea la
necesidad de rever algunos puntos del acuerdo para realizar ciertas
modificaciones centrales (como el establecimiento de estándares más duros
respecto de las reglas del “origen de procedencia”) que han perjudicado a
cierto sector de la economía estadounidense, especialmente en la industria de
producción de automóviles (Phillip, 2016).
Conclusiones
En síntesis, el resultado de la actual contienda electoral en los Estados Unidos
conllevará importantes cambios en la agenda de política exterior
estadounidense y, especialmente, en las relaciones de este país con América
Latina.
18
Tratado de Libre Comercio que apunta a liberalizar el comercio entre países de la Cuenca
del Pacífico (Estados Unidos, Canadá, Japón, Vietnam, Brunei, Singapur, Malasia, Australia,
Nueva Zelanda, México, Colombia, Perú y Chile).
33
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Acerca del rol de Estados Unidos en el sistema internacional en su conjunto,
hemos señalado que Clinton propone un mayor liderazgo norteamericano
(contra cierta mesura expresada en la gestión Obama) y una mayor
concertación de acciones multilaterales. En cambio, Trump se inclina hacia un
mayor aislacionismo estadounidense respecto de los principales conflictos y
una demanda de mayor compromiso por parte de los principales aliados del
país.
En el plano regional, mientras que la elección de Hillary Clinton implicaría
una continuidad en el esfuerzo por mejorar las relaciones con los estados
latinoamericanos, una presidencia de Donald Trump probablemente conlleve
un alto nivel no tanto de abierta confrontación sino de falta de relevancia de
la región en la agenda exterior norteamericana.
Tendremos que estar atentos al rumbo que deparará la nueva administración
de Estados Unidos, y dedicar una especial atención a los primeros 100 días de
la nueva presidencia, ya que este es el período de “luna de miel” en el que
los primeros mandatarios pasan las legislaciones clave y toman las decisiones
que serán el sello de su gobierno. De este modo, podremos dibujar un
panorama más acabado acerca del próximo escenario mundial y, en
particular, del futuro próximo de las relaciones hemisféricas con un nuevo
residente en la Casa Blanca.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
A 50 años del Alegato Ruda. La
“cuestión Malvinas” y la integración
latinoamericana en el marco de la
defensa de la soberanía frente a la
ocupación ilegítima del colonialismo
británico
50 years away from the Ruda Statement. The latin american integration within
the framework of the defense of argentine sovereignity and the british illegal
colonial occupation
MARCELO TRONCOSO*
MARÍA LIS ROLANDI**
*Profesor en Geografía. ISFD y T. Nº10. Tandil.
Miembro del Grupo de Investigación Red Federal de
Estudios sobre Malvinas 2065 (REFEM 2065). Correo
electrónico: tandilgeo@gmail.com.
**Profesora en Geografía – Magister en Relaciones
Internacionales. UNCPBA. Grupo de Investigación.
CEIPIL. Correo electrónico: lisro@live.com.ar
Resumen
Abstract
En el siguiente ensayo se propone
analizar la situación de las Islas
Malvinas,
Georgias
del
Sur,
Sándwich del Sur y los Espacios
Marítimos Circundantes (en adelante
“Cuestión
Malvinas”),
con
el
objetivo de realizar una reflexión
acerca
de
los
procesos
de
descolonización, a través de la
Resolución 2065 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas,
The following essay proposes to
analyze the situation of Islas
Malvinas,
Georgias
del
Sur,
Sandwich
del
Sur
and
the
surrounding
maritine
spaces
(Malvinas Issue) with the aim of
making a reflection on the processes
of decolonization through the
Resolution Number 2065 of the
General Assembly of the United
Nations, exposed by the
36
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
expuesta
por
el
Embajador
argentino José Ruda, donde se
fundamenta el legítimo derecho de
la Argentina sobre las islas, basado
en razones históricas, jurídicas y
geográficas,
conjuntamente
se
indaga sobre la importancia de las
islas Malvinas en el espacio
latinoamericano
y
organismos
multilaterales.
La “Cuestión Malvinas” es para la
Argentina una política de Estado,
además a lo largo de estos años de
legítimo reclamo ha recibido el
apoyo
de
los
países
latinoamericanos, así como de la
comunidad internacional en general
y
de
importantes
organismos
internacionales que bregan por la
resolución pacífica del diferendo.
En la presente investigación se
analizará la “Cuestión Malvinas”
desde la complejidad, basada en la
intervinculación de un conjunto de
disciplinas y temáticas, intentando
realizar un abordaje integral donde
se visualicen los ejes político,
recursos
naturales,
aspectos
geopolíticos,
marco
jurídico,
económico e integración y apoyo
regional.
Palabras clave
Resolución 2065 ─ Cuestión Malvinas
─
Soberanía
─
Integración
latinoamericana ─ Colonialismo
Argentine Ambassador José Ruda
where the legitimate right of
Argentina on the Islas Malvinas is
based on historical, juridical and
geographical
reasons
jointly
inquired on the importance of Islas
Malvinas in the Latin American place
and multilateral organisms.
Malvinas Issue is for Argentina a
state’s policy, besides through these
years the legitimate claim has
received the support of Latin
American countries as well as the
international community in general
and of important international
organizations that fight for the
pacific resolution of the dispute.
37
Keywords
Resolution 2065 ─ Malvinas Issue ─
Sovereignty ─ Latin American
Integration ─ Colonialism
Introducción
En el siguiente ensayo se propone analizar la situación de las Islas Malvinas,
Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos Circundantes (en
adelante “Cuestión Malvinas”), con el objetivo de realizar una reflexión
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
acerca de la iniciativa del proceso de descolonización, a través de la
Resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, expuesta por
el Embajador argentino José Ruda, donde se fundamenta el legítimo derecho
de Argentina sobre las islas, basado en razones históricas, jurídicas y
geográficas. Conjuntamente se indaga sobre la importancia de las islas
Malvinas para el espacio latinoamericano y diversos organismos multilaterales.
En el presente
estudio se analizará la “Cuestión Malvinas” desde la
perspectiva de la complejidad, basada en la intervinculación de un conjunto
de disciplinas y temáticas, realizando un abordaje sistémico donde se enlazan
la esfera política, el marco jurídico y económico, los aspectos geopolíticos, la
apropiación de los recursos naturales y la integración y apoyo
latinoamericano.
Efectivamente, la “Cuestión Malvinas, es emblemática ya que en ella se
enmarca la disputa por la soberanía de una importante región territorial de la
República Argentina, que ha sido usurpada por medio de una situación
colonialista por parte del gobierno británico, y que continúa en el presente
bajo las condiciones neocolonialistas y de acumulación mediante desposesión.
En el ensayo se identifican los objetivos del país europeo, entre los que se
visualiza la apropiación de importantes recursos geoestratégicos, como los
hidrocarburos y las reservas de agua dulce, recursos naturales en general y
una crucial vía marítima sobre el Atlántico sur.
Es por ello que el gobierno de Gran Bretaña no acata la Resolución emanada
de la Organización de las Naciones Unidas, quien intima a ambos Estados a dar
solución por la vía pacífica a esta controversia. Al contrario, el gobierno de
Gran Bretaña utiliza la militarización para intimidar al gobierno y al pueblo
argentino.
Por otro lado, se analizará el cambio de postura del gobierno argentino a
partir del año 2003, el cual se basa en el legítimo reclamo de soberanía por
medio de la negociación pacífica y de la diplomacia, ya que la “Cuestión
Malvinas” se convirtió para Argentina en una política de Estado. Además ha
recibido el apoyo de los países latinoamericanos (en el marco de la unidad
latinoamericana), así como de la comunidad internacional en general y de
importantes organismos internacionales que bregan por la resolución pacífica
del diferendo, logrando un relevante respaldo diplomático para la Argentina.
Resolución 2065
El año en vigencia resulta de especial relevancia, puesto que el 16 de
diciembre del año 2015 se cumplirán cincuenta años de la aprobación de la
Resolución 206519, uno de los mayores éxitos diplomáticos de la historia
argentina, por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, la que invita
a los Estados:
“…a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité
Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación
de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y
19
Es menester recordar que la Resolución 2065 posee como antecedente la Declaración sobre
la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales expresada en la Resolución
1514, en la que se estableció como objetivo “la necesidad de poner fin rápida e
incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”. La misma sentó
las bases de la libre determinación de los pueblos y de la integridad territorial de los Estados.
38
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al problema,
teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la
Carta de las Naciones Unidas y de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea
General, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas.”
En ese histórico día, la Asamblea General de las Naciones Unidas se pronunció
por primera vez sobre el problema de soberanía entre la Argentina y Gran
Bretaña por las islas Malvinas. Esta Resolución del año 1965 significó una gran
victoria diplomática para la Argentina, “dado que representaba la obtención
de un instrumento jurídico valioso para torcer la negativa británica a negociar
la soberanía sobre las islas”20. En el año 1966 se iniciaron formalmente las
negociaciones entre ambos Estados, las cuales se llevaron a cabo con algunas
interrupciones durante dieciséis años, hasta el año 1982. Sin embargo, por
diferentes componentes, el diferendo no pudo solucionarse de un modo
favorable para la Argentina y luego de la guerra de Malvinas (1982), el
gobierno británico (ya sea conservador o laborista) mantiene una férrea
posición evadiendo reiteradamente este instrumento para participar en la
mesa de negociaciones con Argentina. Situación que entorpece y obstaculiza
un acuerdo entre ambas partes por la disputa de la soberanía de las islas. Por
tanto, desde el año 1982, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
se rehúsan constantemente a retomar el diálogo diplomático con la República
Argentina21. Es así que:
“…esa resolución, al tiempo que reconoció formal y expresamente la
existencia de la disputa de soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sándwich del Sur que, en adelante, denominó “Cuestión de las islas
Malvinas”, instó a sus únicas dos partes, la Argentina y el Reino Unido, a
encontrarle una solución pacífica, a la mayor brevedad, a través de
negociaciones bilaterales. Piedra angular en esta proeza diplomática
argentina fue la articulada defensa de los argumentos argentinos
realizada por el Delegado argentino, el Embajador José María Ruda, en el
Comité Especial de Descolonización, ante cuyo Subcomité III pronunciara
el célebre alegato que hoy se conoce con su nombre.” (Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto, 2014: 9).
A partir del año 1965, el Comité de Descolonización22 reitera incansablemente
su invitación a ambos Estados a sentarse al diálogo para la resolución de la
García, Gustavo 2015 “Derecho a la autodeterminación de los pueblos e Integridad
Territorial: precisiones urgentes para limitar el tribalismo postmoderno a 50 de la aprobación
de la Resolución AG 2065 (XX)”, Ponencia presentada en IV Jornada de la Red Federal de
Estudios sobre Malvinas (REFEM), 7 y 8 de mayo.
21
Diálogo que impulsa el Estado Argentino desde la diplomacia de la descolonización, defensa
de la soberanía y la paz (contraria a la violencia estructural o “directa” del Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte).
22
La misión del Comité es la de examinar la situación de los territorios autónomos bajo su
supervisión y garantizar la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la
independencia a los países y pueblos coloniales y de las resoluciones y acciones
internacionales llevadas adelante en el Primero y Segundo Decenio Internacional para la
Eliminación del Colonialismo (1990-2010). Desde 2004 y en virtud de un proceso de
revitalización de la Asamblea General, la Cuestión de las islas Malvinas figura en la agenda
permanente y en el Documento de la Mesa de la Asamblea General. Entre otras
consideraciones, solicita a ambos gobiernos afianzar el actual proceso de diálogo y
20
39
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“Cuestión Malvinas”23, en los aspectos relacionados con el territorio en el
marco de las disposiciones de la Asamblea General. En la declaración
expuesta ante las Naciones Unidas el embajador Ruda dejaba explícito:
“Señor Presidente, no hemos cesado durante 131 años de reivindicar
frente a los oídos sordos de Gran Bretaña la devolución de estas islas que
nos pertenecen. Hoy se abre una nueva esperanza a la República
Argentina de encontrar la comprensión y el apoyo de las Naciones Unidas
uno de cuyos objetivos más nobles es terminar con la era colonial, en
todas partes del mundo. La política colonialista de la época tiene uno de
sus ejemplos más típicos en el caso de las islas Malvinas.” (“Alegato
Ruda”, 1965).
Se cumplen por tanto cincuenta años del hecho histórico que marcaba
doblegar la negativa británica a negociar la soberanía sobre las islas. Sin
embargo, se conllevan ciento ochenta y un años de ocupación ilegítima a la
fuerza y de anacronismo colonial por parte de Gran Bretaña, que tanto
Argentina, América Latina y los diversos Estados, foros y convenciones durante
décadas no están dispuestos en el actual sistema mundo a aceptar.
En forma concisa, sin entrar en detalles ya que no es el objetivo del siguiente
trabajo se analizará la evolución histórica, presentando en un cuadro los hitos
más importantes en las relaciones de ambos Estados que da cuenta de las
acciones en el período 1833-1965, fecha en que comienza a tener mayor
importancia el reclamo en los foros internacionales. Debe aclararse que en el
cuadro no se incluyen todos los actos, sino los más significativos24 anteriores a
la Resolución 2065.
Cuadro Nº 1:
Principales acciones unilaterales de Argentina y Gran Bretaña respecto a las
Islas Malvinas y sus Dependencias (1833 – 1965).
Año
1833
1884
Acción/es
Protesta contra la agresión ante el encargado de negocios británicos
en Buenos Aires.
Reclamación ante el Foreign Office. Respuesta negativa del Foreign
Office.
Contrarréplica a la respuesta del ministerio inglés.
Rechazo del gobierno argentino contra una protesta británica por el
mapa argentino que incluye las Malvinas.
cooperación mediante la reanudación de las negociaciones, a fin de encontrar, a la mayor
brevedad posible, una solución pacífica a la controversia de soberanía.
23
Cuando se menciona en el ensayo la “Cuestión Malvinas” o se habla simplemente de
“Malvinas” no sólo se hace referencia a las dos islas mayores del archipiélago (Gran Malvinas e
Isla Soledad,) sino a la totalidad de las islas en disputa de soberanía incluyendo las islas
Georgias del Sur, Sándwich del Sur, etc. Es decir, lo que se engloba generalmente bajo el
concepto de “Islas del Atlántico Sur”. Esto se corresponde tanto con la posición oficial
argentina como con la forma que trata la Organización de Naciones Unidas a la disputa de
soberanía.
24
Para ver una cronología más detallada remitirse a Beck, Peter 1988. “The Falkland Islands
as an International Problem”. (New York: Ruthledge).
40
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
1927
1945
1955
1959-1961
1965
Propuesta argentina de someter la disputa a un arbitraje: rechazo
inglés de la misma.
Argentina inicia reclamos sobre las Islas Georgias del Sur.
El embajador británico en Argentina presenta una nota al gobierno en
la cual declara que el gobierno británico estaba dispuesto a tomar
todas las medidas necesarias para defender los derechos soberanos
británicos sobre las colonias y sus dependencias. La nota detallaba
actividades secretas realizadas por la Argentina en las Dependencias
durante 1943. El gobierno argentino respondió que esperaba
solucionar el diferendo más adelante, directamente con Gran Bretaña.
El gobierno británico inicia ante la Corte Internacional de Justicia un
reclamo contra la Argentina relativo a los derechos de soberanía
sobre las dependencias de las Islas Malvinas. La presentación se tituló
“oli itud del Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del
Norte relativa a las incursiones del Gobierno argentino en territorio
antá ti o itáni o , y onsta a de un pedido pa a ue la Co te
obligara a la Argentina a respetar la soberanía sobre todos los
territorios de las Dependencias. La Argentina no acepta la jurisdicción
de la Corte, ni de ninguna otra corte internacional, panel de
mediación o arbitraje, pasando así a contar sólo con las Naciones
Unidas, la Organización de Estados Americanos y el Movimiento de
Países No Alineados para la presentación de sus reclamos.
Con la firma y entrada en vigencia del Tratado Antártico, Gran Bretaña
modifica los límites de los territorios en disputa.
La Cancillería argentina envía una nota al gobierno británico
invitándolo a iniciar negociaciones bilaterales con el fin de resolver las
diferencias entre ambos. La nota fue respondida afirmativamente en
noviembre de este año, haciendo la salvedad que para que tales
relaciones tuvieran lugar, se tendría que dejar de lado el tema de las
Malvinas.
Fuente: Elaboración propia en base a Cisneros, Andrés, Escudé, Carlos 1999 Historia General
de las Relaciones Exteriores de la República Argentina. (Buenos Aires: Grupo Editor
Latinoamericano).
Los actos de repudio de Argentina que ocurrieron luego de la ocupación
británica de las islas se sucedieron a lo largo de los siglos XIX y XX. Cabe
destacar que a mediados del siglo XX esta diplomacia unilateral y bilateral se
complementaría con la multilateral por parte del Estado argentino. En efecto,
se comienza a recurrir mayormente a los distintos organismos internacionales,
tales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de
Naciones Unidas (ONU), en busca de difusión del conflicto y un eventual apoyo
en la negociación de la soberanía. Estos ámbitos se volverían claves para la
cuestión, ya que se lograrían importantes avances para dar paso (presión de la
ONU mediante), a una negociación bilateral. Sin embargo, la posición de Gran
Bretaña en cuanto a la política exterior se encuentra:
“…enfocada en medidas unilaterales sustentadas en la fuerza y en los
«hechos consumados», independiente de la relación con los gobiernos
41
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
argentinos de turno, negándose inexorablemente a negociar la soberanía
argentina sobre las islas al considerar que la misma ha sido resuelta a su
favor con la victoria militar, y sosteniendo de modo forzado el derecho a
la autodeterminación de los isleños, apoyándose en el deseo de aquellos
de «permanecer británicos». Desde este lugar, Inglaterra intentará hacer
prevalecer este principio por el preeminente de descolonización,
desoyendo las Resoluciones de Naciones Unidas, y por supuesto,
desconsiderando todos los derechos históricos, geográficos y de derecho
internacional que legítimamente Argentina ostenta respecto de las islas
del Atlántico Sur y sus espacios marítimos circundantes (Liendo, 2012:
23).
Frente a la posición de unilateralismo expuesta por los británicos, el
multilateralismo ha sido desde el año 2003 la vía primordial recorrida por
Argentina, para elevar internacionalmente su reclamo. Esta estrategia le ha
permitido a la Argentina situar nuevamente la “Cuestión Malvinas” en la
sociedad internacional y demostrar el accionar ilegítimo, colonialista y
unilateral británico.
Para finalizar este apartado, siendo que se cumplen cincuenta años de la
Resolución 2065, Gran Bretaña no se ha dispuesto a dialogar por la soberanía
de las islas; ha extraído recursos naturales de gran importancia; ha
involucrado a la población a través de referéndums, por lo que:
“…al igual que en todas las resoluciones subsiguientes, la Asamblea
General insta a la República Argentina y a Gran Bretaña a buscar una
solución pacífica de esta disputa de soberanía. Es decir que sólo la
República Argentina y Gran Bretaña son los llamados a negociar esa
solución y no los habitantes de las islas. Los representantes de los
habitantes de las islas quedan excluidos de las negociaciones para lograr
una solución pacífica de esta disputa de soberanía. Esto está conectado
con la falta de calidad de pueblo de los habitantes de las islas y la
consiguiente falta de titularidad de un derecho a libre determinación.
(Pintore, 2013:143).
Marco Legal Argentino. Espacios Marítimos
La Reforma Constitucional realizada en Argentina el año 1994 insertó en el
inciso “Disposiciones Transitorias” lo siguiente:
La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre
las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios
marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del
territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio
pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y
conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un
objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.
Esta disposición resultó de un especial interés en normativas jurídicas, puesto
que por vez primera se incorporó en la Carta Magna la “Cuestión Malvinas”.
Por otro lado, el artículo 2340 del Código Civil en su inciso 1°, establece que
quedan comprendidos entre los bienes públicos, los mares territoriales hasta
la distancia que determine la legislación especial, independiente del poder
jurisdiccional sobre la zona contigua. La legislación concedida por la Ley N°
42
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
2396825 se refiere a: “el mar territorial argentino se extiende hasta una
distancia de doce millas marinas a partir de las líneas de base” (Art. 3 Ley
23968). Las líneas de base son las líneas de base normales y de base rectas
definidas en un listado que forma parte como Anexo I de la Ley 23968 y su
trazado figura en cartas que forman un Anexo II de la misma Ley. Quedan
incluidas en las líneas de base, las líneas que unen los cabos que forman las
bocas de los golfos San Matías, Nuevo y San Jorge, tal cual lo establece el
artículo 1° de la Ley 17094 y la línea que marca el límite exterior del Río de
la Plata, según los artículos 1° y 70 del Tratado del Río de la Plata y su Frente
Marítimo, del 19 de noviembre de 1973. (Art.1 Ley 23968)”.
Por su parte, la Ley N° 1709426, implanta la soberanía de la Nación Argentina
extendiéndose a su territorio al mar adyacente hasta una distancia de
doscientas millas marinas. Desde la sanción de la Ley 23968 27, se puntualiza
en un principio general donde el contenido, los poderes y lo que involucra a la
soberanía nacional sobre las doscientas millas han quedado ahora establecidas
con detalle por ésta Ley, enteramente análoga con la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar28. La Nación argentina posee y
ejerce soberanía plena sobre el mar territorial, así como sobre el espacio
aéreo, el lecho y el subsuelo de dicho mar. Allí se reconoce a los buques de
terceros Estados el “derecho de paso inocente”29, siempre que el mismo se
practique de conformidad con las normas del Derecho Internacional y a las
leyes y reglamentos que la República Argentina dicte en su condición de
Estado ribereño (Art. 3 Ley 23968).
La zona contigua argentina se extiende más allá del límite exterior del mar
territorial, hasta una distancia de veinticuatro millas marinas medidas a partir
de las líneas de base (Art. 4 Ley 23968). En esta zona la Nación Argentina
ejerce todos sus poderes fiscales y jurisdiccionales, preventivos y represivos,
en materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaria e inmigratoria, sin
perjuicio de las exenciones parciales o totales que legalmente se determinen
(Decreto 2623/91 Art. 1 y 2). La República Argentina, en su condición de
Estado ribereño, podrá adoptar medidas de conservación en la Zona
Económica Exclusiva (ZEE) y en el área adyacente a ella sobre los recursos
transzonales y altamente migratorios, o que pertenezcan a una misma
25
Publicada en el Boletín Oficial el 5 de diciembre de 1991.
Publicada en el Boletín Oficial el 10 de enero de 1967.
27
Publicada en Boletín Oficial el 05 de diciembre de 1991.
28
Adoptada por la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en la
ciudad de Nueva York el 30 de abril de 1982, firmada por la República Argentina el 5 de
octubre de 1984, y el Acuerdo Relativo a la Aplicación de la Parte Decimoprimera de las
Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que se incorporó al Anexo de la
Resolución 48/263 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que fue adoptado en la
ciudad de Nueva York el 28 de julio de 1994, y que fuera aprobado por el Congreso Argentino
por Ley 24543/95. No menos importante resulta esta Ley, puesto que adhiere a la Convención
de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar donde se reconoce que
“los Estados mantendrán bajo vigilancia los efectos de cualquier actividad que se realice, a
fin de determinar si pueden contaminar el medio marino y se comprometen a proteger y
preservar el mar.”
29
El "derecho de paso inocente" es aquél que tienen los buques, incluidos los de guerra, de
todos los Estados, aún de aquellos que no poseen litoral marítimo, consistente en el paso
rápido e ininterrumpido (aunque se admite el fondeo y la detención justificados) y que no es
perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad del Estado ribereño.
26
43
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población o a poblaciones de especies asociadas a las de la ZEE argentina.
Éste último se extiende, más allá del límite exterior del mar territorial, hasta
una distancia de doscientas millas marinas a partir de las líneas de base (Art.
5 Ley 23968). Asimismo ejerce derechos de soberanía para los fines de
exploración y explotación, conservación y administración de los recursos
naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho del
mar, y con respecto a otras actividades con miras a la exploración y
explotación económicas de la zona, tal como la producción de energía
derivada del agua, de las corrientes y de los vientos. Las normas nacionales
sobre conservación de los recursos se aplicarán más allá de las doscientas
millas marinas, sobre las especies de carácter migratorio o sobre aquellas que
intervienen en la cadena trófica de las especies de la zona económica
exclusiva argentina.(Art. 5 Ley 23968).
La plataforma continental sobre la cual ejerce soberanía la Nación Argentina,
comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden
más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de
su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una
distancia de doscientas millas marinas medidas a partir de las líneas de base,
en los casos en que el borde exterior no llegue a esa distancia (Art. 6 Ley
23968).
La Tercera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, en su
prolongado trámite de casi diez años, también consideró el tema de la
plataforma continental para lo cual tomó como base el texto de la Convención
de Ginebra de 1958, antes referida. La Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar, elaborada y aprobada en la Tercera Conferencia,
introdujo profundos cambios a los antecedentes de la Convención de 1958,
referidos a la plataforma continental, donde se habían sostenido los criterios
de “profundidad” y “explotabilidad”. Lo hizo en su Parte VI, artículos 76 a 85,
inclusive. Efectivamente, en sus diez incisos, el Art. 76 define a la plataforma
como: “prolongación natural del territorio del Estado ribereño”,
extendiéndolo “más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la
prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen
continental” o, para los Estados con borde exterior pequeño en su margen
continental: “hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las
líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en
los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa
distancia.”
A éste apartado, se le adiciona que el límite exterior establecido más allá de
las 200 millas marinas:
“deberá estar situado a una distancia que no exceda de 350 millas
marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la
anchura del mar territorial o de 100 millas marinas contadas desde la
isobata de 2500 metros, que es una línea que une profundidades de 2500
metros.”
A tal efecto, por la Ley 2481530 del año 1997 se creó la Comisión Nacional del
Límite Exterior de la Plataforma Continental, con el fin de elaborar una
30
Sancionada el 23 de abril de 1997.
44
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propuesta definitiva para establecer el límite exterior de la Plataforma
Continental Argentina.
En los espacios marítimos, la República Argentina conserva el derecho de
construir, autorizar y reglamentar la construcción, el funcionamiento y la
utilización de todo tipo de instalaciones y estructuras, ejerciendo sobre las
mismas su jurisdicción exclusiva, inclusive en materia de leyes y reglamentos
en materia fiscal, aduanera, sanitaria y de inmigración (Art. 9 Ley 23968) 31.
Marco Legal Británico
Uno de los fundamentos en los que radica Gran Bretaña su “legalidad” en la
posición de las islas es de variable histórica: alega que en 1766 (cuando ocupó
las islas, fundando Port Egmont), ésta era tierra de nadie (res nullius). Sin
embargo, hacia el año 1833, a pesar de que las islas efectivamente estaban
gobernadas por Vernet (gobernador de las islas por las Provincias Unidas del
Río de la Plata), los británicos usurpan las islas, y aducen una vez más ser res
nullius.
Otro fundamento, al ser refutado el primero de ellos, es la conquista del
territorio ocupado por los españoles originariamente y luego por Argentina, es
decir que cuando en el año 1833 los británicos toman nuevamente posesión de
la isla estarían sometiendo y conquistando a la población y territorio
malvinense (población argentina). El acto de fuerza no pudo ser legitimado
porque faltaba el reconocimiento necesario por parte de los afectados por el
mismo. Si bien Gran Bretaña ocupa el territorio desde el año indicado, no se
puede considerar que lo haga en forma pacífica, pues se evidencia claramente
en los hechos que los británicos expulsan el gobierno legítimo argentino de las
islas Malvinas. Actualmente, Gran Bretaña basa su mejor titularidad en que
las islas tienen la capacidad suficiente para dirigirse y auto determinarse por
sí sola; de esta manera debería independizarse del sometimiento como
colonia inglesa o de la nación argentina y configurarse en un nuevo Estado.
Aunque estos supuestos se refutan por dos cuestiones:
-Gran Bretaña incluyó en el año 1946 a las islas Malvinas dentro de los
territorios no autónomos a los efectos de transmitir a título informativo, datos
sobre las condiciones económicas, sociales y educativas en el territorio.
-Este derecho de autodeterminarse, no puede ser invocado por quienes serían
los representantes del poder colonial (Gran Bretaña), sino que debe serlo por
los habitantes de la isla.
Gran Bretaña en ningún momento adquirió el territorio por alguno de los
modos que el Derecho Internacional manifiesta como procedentes, por ende
no posee título sobre la isla.
El formato para incluir las islas Malvinas como proceso de descolonización por
parte de los británicos, se basó en la Resolución 1514 (XV) aprobada en 1960,
ésta hace referencia a la diversidad de aplicación del principio de libre
determinación de los pueblos, tales como: el nacimiento de un Estado
independiente y soberano; libre asociación con un Estado independiente; o
integración con un Estado independiente.
31
Este apartado es conflictivo puesto que las construcciones de off-shore del gobierno de
ocupación de las Malvinas dentro de su zona económica exclusiva interfieren dentro de esta
normativa. Pero, hay que tener en cuenta, que en el gobierno de Menem se realizaron
acuerdos bilaterales entre Gran Bretaña y Argentina con respecto a la explotación y
exploración de hidrocarburos que beneficiaban en mayor porcentaje al gobierno británico.
45
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Gran Bretaña, apostó a tal Resolución para solucionar el conflicto, a la libre
expresión del deseo de la población afectada. Por tal iniciativa británica,
fundada en el proceso de descolonización, Argentina produce en el año 1964
ante el Comité de Descolonización, un documento (denominado Alegato Ruda,
al cual se hizo referencia anteriormente) estipulando una problemática de
soberanía que desafecta la aplicación del principio rector, es decir, la
autodeterminación de los pueblos32, teniendo en cuenta el respeto al principio
de soberanía e integridad territorial de los Estados contenido en la Resolución
1514 (XV).
Sin embargo, aprobada la Resolución 2065 por la ONU, el derecho de los
pobladores de las islas a la autodeterminación quedó descartado. El Reino
Unido no tenía ni derecho ni obligación de consultar los deseos de esa
población, por lo que el principio de la “integridad territorial” triunfaba sobre
el derecho a la “autodeterminación”. Merced a esta Resolución, el gobierno
de Londres concordó por primera vez a negociar con el gobierno argentino. Si
bien existieron avances, el último gobierno de facto (1976-1983) en Argentina
declinó toda la labor en relaciones exteriores iniciada tres décadas atrás,
luego del conflicto bélico entre ambas naciones en el año 1982.
Algunas estrategias empleadas por el Estado británico, es que en la
actualidad, las islas Malvinas, Georgias y las Sándwich del Sur forman parte de
los denominados “Territorios Británicos en el Extranjero”, y se rigen por la
Ley homónima sancionada en el Parlamento Británico en el año 2002, las que
comprenden catorce territorios entre islas, archipiélagos y suelo continental
(Antártida). De estos territorios, al menos seis están en disputa por cuestiones
de soberanía. Además, la incorporación en un anexo de la Constitución
Europea33 a las islas Malvinas como “Territorio de Ultramar” de la Unión
Europea (UE), así como a los archipiélagos de las islas Sándwich de Sur y
Georgias del Sur, y el denominado “Territorio Antártico Británico”. Cualquier
persona que sea ciudadano de un territorio de ultramar británico, se adjudica
la ciudadanía. Por lo que por el solo hecho de haber nacido en las islas, se es
ciudadano británico. Ante esto, y la autodeterminación de los pueblos, el
Primer Ministro David Cameron manifestó en el año 2013: “los malvinenses no
podrían haber sido más claros. Quieren seguir siendo británicos y ese punto de
vista debería ser respetado por todo el mundo, incluida la Argentina” (La
Gaceta, 2013).
Malvinas, una visión geográfica: el concepto de acumulación por
desposesión
Para el análisis del presente ensayo y la inminente actualidad, se hace
referencia a un concepto de especial trascendencia en la geopolítica mundial
actual. Más allá de las diversas concepciones epistemológicas provenientes del
32
En marzo del año 2013, los isleños frente a la votación por la autodeterminación, eligieron
ser británicos. El mismo fue un argumento inválido y utilizado por el gobierno de Gran
Bretaña. Frente a lo establecido por las resoluciones de Naciones Unidas, es desacertado,
puesto que es un derecho que le corresponde a los habitantes originarios de cualquier sitio de
la Tierra, pero no a aquellos que como los kelpers (denominación otorgada a los habitantes de
las islas por parte de Gran Bretaña), emigraron de otro lugar.
33
Tratado de Lisboa (Constitución Europea) firmado en el año 2007, a espaldas de la voluntad
popular.
46
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concepto de territorio en la geografía, la que compete en la investigación es
la sustentada por uno de los geógrafos críticos por excelencia: David Harvey34.
El concepto “acumulación mediante desposesión” enmarcado en el “nuevo
imperialismo” incluye:
“Estos incluyen la mercantilización y privatización de la tierra y la
expulsión forzosa de las poblaciones campesinas; la conversión de
diversas formas de derechos de propiedad– común, colectiva, estatal,
etc.– en derechos de propiedad exclusivos; la supresión del derecho a los
bienes comunes; la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía y
la supresión de formas de producción y consumo alternativas; los procesos
coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de activos,
incluyendo los recursos naturales; la monetización de los intercambios y
la recaudación de impuestos, particularmente de la tierra; el tráfico de
esclavos ; y la usura, la deuda pública y, finalmente, el sistema de
crédito.” (Harvey, 2004:113).
Por tanto, las formas que establece la acumulación capitalista en el actual
sistema, vuelve a poseer un papel predominante basándose en los contextos
de crisis de sobreacumulación que imperan en nuestros días. Además el autor
agrega:
“Tanto Lenin como Rosa Luxemburgo, por razones muy distintas, y
utilizando también diferentes
argumentos, consideraban que el
imperialismo -una forma determinada de producción de espacio- era la
respuesta al enigma, aunque ambos planteaban que esta solución estaba
acotada por sus propias contradicciones. En los `70 traté de abordar el
problema mediante el análisis de los «ajustes espacio-temporales» y de
su rol en las contradicciones internas de la acumulación de capital. Este
argumento sólo tiene sentido en relación a la tendencia del capitalismo a
producir
crisis de sobreacumulación, la cual puede entenderse
teóricamente mediante la noción de caída de la tasa de ganancia de Marx
[…] el viraje reciente hacia un imperialismo abierto respaldado por la
fuerza militar norteamericana puede entenderse como un signo de
debilitamiento de su hegemonía frente a las serias amenazas de recesión
y devaluación generalizada en el país […] la incapacidad de acumular a
través de la reproducción ampliada sobre una base sustentable ha sido
acompañada por crecientes intentos de acumular mediante la
desposesión. Esta, según mi conclusión, es la marca de lo que algunos
llaman «el nuevo imperialismo»” (Harvey, 2004:99-100).
Parece significativo reexaminar éste concepto a la luz de los acontecimientos
actuales con respecto al anacronismo colonial británico sobre las islas
Malvinas. En una de sus conclusiones en el marco de las contradicciones del
reajuste espacio temporal, Harvey aporta lo siguiente:
34
David Harvey es uno de los más conocidos intelectuales de la izquierda norteamericana,
geógrafo y urbanista de prestigio mundial. Autor de varios trabajos ya clásicos sobre
urbanismo y la dinámica espacial del capitalismo, tiene además contribuciones importantes a
la teoría económica y ha escrito una obra de referencia en el campo de la crítica cultural: “La
condición de la posmodernidad” (1990).
47
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“…el capital, en su proceso de expansión geográfica y desplazamiento
temporal que resuelve las crisis de sobreacumulación a la que es
proclive, crea necesariamente un paisaje físico a su propia imagen y
semejanza en un momento, para destruirlo luego. Esta es la historia de la
destrucción creativa (con todas sus consecuencias sociales y ambientales
negativas) inscripta en la evolución del paisaje físico y social del
capitalismo.” (Harvey, 2004:103).
Es así que resulta una real correlación entre “acumulación por desposesión”
instaurada por el gobierno británico y en nuestro territorio. Como establecía
Marx hace un siglo: la violencia se constituye ella misma en una potencia
económica, en una necesidad propia del proceso de acumulación capitalista
en curso. Con esto, se quiere reforzar en una de las ideas de Harvey en la que
si el poder de mercado no es suficiente para alcanzar determinados objetivos,
está disponible el inigualable poder militar abierto o encubierto
(considerándose abierto a la base de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte «en adelante OTAN» en las islas). Aún más, ello supone
reconocer las profundas heterogeneidades y complejidades que presentan las
variables económicas-sociales concretas en su interior. La presencia de
cuencas off-shore35 cercanas a las islas Malvinas, acentuó y profundizó aún
más la exploración y explotación ilegal por parte del gobierno de Gran
Bretaña, resaltando aún más las lógicas de acumulación capitalistas actuales
por parte del imperialismo36. Lo que resulta interesante de temas como el
imperialismo y el capitalismo, es que retrotrae, según David Harvey, a las
relaciones entre la búsqueda de ajustes espacio-temporales, los poderes
estatales, la acumulación por desposesión y las formas de imperialismo
contemporáneo. Cuando se observa el imperialismo, al mismo tiempo se está
visualizando una serie de relaciones estratégicas que cambian por la situación
geopolítica, que a su vez se encuentra en constante modificación. Varios
países desarrollados han estado cada vez más sujetos de apropiarse de los
recursos naturales, energéticos, tierra, etc. de los países de menor desarrollo
a través de mecanismos como la propiedad absoluta o el arrendamiento de los
recursos a fin de monopolizar su explotación, lo cual siempre significa que un
poder externo probablemente esté actuando en alianza con fuerzas internas
para ese efecto. Por lo tanto, en estos momentos, una de las cuestiones que
más atención requiere es la manera en que el imperialismo actual está
trabajando con élites locales aliadas a fuerzas externas, muchas de las cuales
cuentan con la tecnología necesaria para la explotación de los recursos.
Se distingue el modelo de colonialismo originario, del actual “nuevo
imperialismo”, pero sigue siendo una relación de explotación en la cual una
población local es esencialmente privada del acceso a esos recursos que han
sido capturados por el capital multinacional –u otras fuerzas externas de este
tipo-, aliadas a élites internas.
35
Offshore u offshoring es un término del idioma inglés que literalmente significa "en el mar,
alejado de la costa", pero es comúnmente utilizado en diversos ámbitos para indicar la
deslocalización de un recurso o proceso productivo.
36
Como definición amplia del imperialismo se entiende la imposición de un poder externo
sobre un territorio mediante prácticas explotadoras.
48
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
En una entrevista37, el autor plantea la visión que se sustenta en el concepto
de territorio en el trabajo, mediante la apropiación de los recursos naturales:
“…la explotación de los recursos naturales tiene dos dimensiones: la
primera consiste en simplemente tomar el recurso sin remunerar a los que
lo tienen, y la otra consiste en que una vez que se tiene el control sobre
un recurso natural, se especula con él para extraer una renta. Lo que se
observa es un gran incremento en los precios del petróleo, por ejemplo, y
todos piensan que es porque se nos acaban las reservas de combustible,
pero lo que ocurre en realidad es que los especuladores están guardando
el petróleo y manipulando los precios. Por lo tanto, el obtener control
sobre un recurso y monopolizarlo se convierte en una forma de extraer
altas rentas […] al hacernos pagar mucho más por el petróleo que lo que
les costó sacarlo del subsuelo, las petroleras obtienen grandes riquezas de
nosotros, y esto lo pueden hacer porque tienen el monopolio. Entonces,
primero hay una lucha sobre la cuestión de la extracción y las condiciones
de dicha extracción […]. Pero también hay una segunda lucha que es
prevenir la monopolización del recurso y la extracción de rentas del
monopolio sobre este recurso, lo cual se convierte en una forma de
extraer riqueza de todos los que usen ese recurso. Por lo tanto, hay dos
tipos de lucha, y son bastante distintas.” (Harvey, 2011).
Sobre ésta cuestión, el militarismo de la OTAN propone (luego del año 2001)
ser la única respuesta al terrorismo global (incluyendo los ataques
preventivos), pero a su vez está siendo gradualmente reconocido como una
mascarada para tratar de sostener una hegemonía amenazada dentro del
sistema.
Los recursos naturales en disputa y el apoyo latinoamericano
La disputa global por los recursos naturales es uno de los elementos más
relevantes de la dinámica del capitalismo contemporáneo y de su lógica de
acumulación. América del Sur es un espacio importante dentro de esta
afirmación, por la dimensión de las reservas de recursos estratégicos que
posee y por su condición histórica de ser una región exportadora de materias
primas. El alto grado de vulnerabilidad y dependencia de importaciones que
Estados Unidos tiene en relación a un gran número de minerales que América
Latina produce, y la creciente demanda china de estos recursos, muestran
que la región goza de enormes condiciones de negociación y una oportunidad
histórica para asumir soberanamente la gestión económica y científica de los
recursos minerales que posee. Como bien establece Bruckmann (2011:1), “por
la envergadura de estos objetivos y por la dimensión de los intereses en
disputa, éste proyecto solo podrá avanzar si es asumido como una estrategia
regional”
Composto, Claudia y Rabasa, Magalí 2011 “Entrevista con David Harvey. Nuevo imperialismo
y cambio social: Entre el despojo y la recuperación de los bienes comunes” en Herramienta
Debate
y
Crítica
Marxista
(Buenos
Aires).
Disponible
en:
www.herramienta.com.ar/entrevistas/entrevista-con-david-harvey-nuevo-imperialismo-ycambio-social-entre-el-despojo-y-la-rec, acceso 06 de abril de 2015.
37
49
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No cabe duda que, frente a lo que dimensiona la autora:
“...los países con medios militares más limitados recurrieron a alianzas
para garantizarse una defensa creíble frente a las amenazas de las
grandes potencias mundiales […] no obstante, el desarrollo y la utilización
del arma nuclear […] pusieron de manifiesto la emergencia de un nuevo
sistema político-estratégico: sistema de disuasión nuclear (Calduch
Cervera, 2009: 26).
Aunque, la fuerza militar sigue constituyendo una ventaja (tanto competitiva
como comparativamente) en el mundo moderno, es cada vez más a la sombra
del poder basado en la abundancia de recursos energéticos.
A escala mundial, Estados Unidos posee la supremacía del suministro y
abastecimiento de petróleo desde la Doctrina Carter38, Doctrina Bush (hijo)39,
e incluso proseguidas por Obama (2009 a la actualidad). Ahora, ¿Cómo es que
la energía ha llegado a desempeñar un papel tan crucial en los asuntos
mundiales? Ante éste cuestionamiento, como establece Klare:
“…los productos derivados del petróleo son totalmente esenciales para
mantener las coyunturas internacionales de la globalización: los aviones,
trenes, camiones y barcos que transportan suministros y personas de una
región del mundo a otra […]. Para las grandes potencias, la necesidad de
los productos derivados del petróleo se multiplica con cada nuevo avance
que se produce en la tecnología armamentista.” (Klare, 2004:25).
Toda potencia con una alta necesidad de obtener energía contribuye a la
intensidad de esta lucha. Cada vez más son las evidencias que sugieren que la
era de los hidrocarburos convencionales está en un fuerte declive:
“…los expertos sugieren que cada nuevo barril que se añada a las reservas
mundiales será más difícil y costoso de extraer que el anterior; estará a
más profundidad en el subsuelo, más alejado de la costa, en entornos más
peligrosos o en regiones del mundo más propensas al conflicto, más
hostiles.” (Klare, 2004:27).
El nuevo orden energético mundial, divide en naciones con exceso de energía,
y en naciones con déficit. Los países industrializados como Estados Unidos, o
el bloque de la UE, constituyen hoy parte del segundo grupo, con
consecuencias económicas evidentes. El “oro negro” hace que se vean
forzados a pagar precios cada vez más altos por combustibles importados,
mientras compiten entre sí:
38
Enuncia que el interés vital para Estados Unidos es la seguridad del suministro del petróleo,
como fuente principal de energía del país. Se debe tener en cuenta incluso la competencia
mundial, ya que también la Unión Europea y Japón dependen, por ejemplo, del Medio Oriente
y de países alternativos a estas regiones hóstiles, pero que además se suman en los últimos
años Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS).
39
En la que establece no reducir las importaciones de petróleo, sino aumentarlas,
convirtiendo la seguridad energética en una política de Estado, debiendo asegurarse el
suministro extranjero.
50
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“…los líderes nacionales de las potencias parecen motivados no sólo por
sus cálculos pragmáticos sobre los recursos energéticos mundiales, sino
también por lo que sólo puede calificarse como cierto grado de histeria al
evaluar la sostenibilidad futura de las reservas, junto con un miedo
desmedido a la posibilidad de perder terreno frente a las tácticas más
agresivas de sus rivales […] desencadenando en una lucha brutal por los
recursos energéticos existente.” (Klare, 2004: 45).
En lo que respecta a nuestra región, la geopolítica latinoamericana:
“…en asuntos de seguridad, las relaciones de América Latina con Estados
Unidos se verán marcadas por nuevas situaciones en un escenario mundial
cambiante y complejo. Factores como la globalización y su influencia en
la esfera de poder estadounidense, la guerra contra el terrorismo
generada después del 11 de septiembre y los temas clásicos de la agenda
de seguridad de Washington, como drogas, crimen organizado, migración
y gobiernos antiamericanos, Estados fallidos, y energía, definirán unas
relaciones hemisféricas trazadas durante el gobierno de George W. Bush
hijo (2001-2009). La estabilidad en América Latina se traduce en la
seguridad del Norte y no descabellado afirmar que Estados Unidos
intervendría también en Sudamérica si un desafío pareciera cambiar el
balance de poder favorable en el Hemisferio Occidental.” (Cadena
Montenegro, 2009: 15).
Los escenarios cambian, las estrategias de los Estados también, tanto en sus
políticas de alianzas en defensa, como en la conformación de bloques como
Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) efectivamente, Cadena
Montenegro analiza:
“…el incremento de gastos en defensa en América Latina (47% entre 2003
y 2007) está enmarcado dentro de una tendencia global (aumento de 45%
en los últimos diez años). La situación de la región frente a los gastos
mundiales es, sin embargo, marginal (4%) y ante la fuerte concentración
de este gasto en Sudamérica, el fenómeno de la elevada adquisición de
armamento se presenta como una problemática subregional. La dimensión
política del gasto militar responde a las particularidades de los países en
cuestión. Por un lado, los objetivos y cambios en la política exterior y de
defensa venezolana (temor a una invasión de EE.UU.) implican gastos en
armamento, al igual que la adquisición de armamento contra insurgente
en Ecuador y Colombia reviste una concreta preocupación por la situación
fronteriza. Actualmente, Colombia tiene uno de los ejércitos más
numeroso y mejor dotado de Latinoamérica. Por otro lado, el
posicionamiento estratégico y la necesidad de elevar el perfil
internacional de países como Brasil y Chile hacen de la participación en la
industria bélica un factor cada vez más valorado.” (Cadena Montenegro,
2009: 15).
Es de especial atención por tanto la “capacidad de los gobiernos del Cono Sur
para construir alianzas que le permitan defender sus bienes naturales frente a
la penetración de empresas transnacionales apoyada por Estados imperialistas
en la fase capitalista caracterizada por un proceso de «acumulación por
desposesión»” (Winer, 2013: 4).
51
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Se coincide con Araya y Herrero (2015) que durante la década del noventa y
hasta el año 2001, se estructuró una forma de vinculación internacional de los
países de América Latina que respondió a la necesidad de garantizar recursos
para el proyecto económico en curso: consolidar el proceso de apertura
externa y las reformas pro-mercado, atraer capitales e inversiones
extranjeras; lo que se tradujo en una estrecha relación subordinada con
Estados Unidos, España y los organismos financieros internacionales en
materia de política exterior, de la cual Argentina no estuvo exenta.
En este contexto, es necesario ubicar a la nueva coyuntura regional que se
desarrolla a principios del S. XXI, con el ascenso al poder de gobiernos
progresistas y de izquierda, y el cuestionamiento al Consenso de
Washington40. Estos procesos no han estado disociados de una reafirmación de
la soberanía nacional en su concepción tradicional, a través de las diversas
formas de nacionalismo y del rechazo a la intervención o a la influencia
hegemónica de actores extrarregionales.
Esta situación y coincidiendo con Serbin, (2011) puede vincularse a dos
tendencias diferenciadas: la construcción de un Estado más eficiente,
regulador y protagónico y el rechazo pleno a las reformas de corte neoliberal
siendo que ambas tendencias remiten a una reafirmación de la soberanía
estatal.
En efecto, Maira (2008:73-82) analiza que este escenario de autonomía se vio
complementado por una creciente coincidencia de liderazgos políticos41 y
agendas domésticas con los países de América del Sur, que confluyeron en
iniciar un nuevo ciclo en la integración regional: la construcción de proyectos
alternativos al neoliberalismo en lo económico-social y lo político-jurídico
institucional, con un claro correlato en sus estrategias de inserción
internacional, reivindicando el rol del Estado en la construcción de sociedades
más equitativas, y la búsqueda de posiciones de mayor independencia en el
escenario internacional.
En el inicio del siglo XXI se observa, entonces, un escenario propicio para el
avance de la integración política, económica, social y cultural de los países de
América Latina, que mejora las condiciones de inserción internacional de la
región, consolida el desarrollo y afianza la paz y la estabilidad a través de la
cooperación por sobre el conflicto (Rojas Aravena, 2012).
Efectivamente, en el plano económico, la implementación de más de una
década de las recetas promulgadas por el Consenso de Washington expusieron
las fisuras del modelo de desarrollo neoliberal en América Latina;
comenzando a partir del año 2003, a gestarse un nuevo modelo de desarrollo
acompañado por el crecimiento económico de la región42.
40
Estableció las recetas de corte neoliberal a aplicarse en diversos países, entre ellos la región
latinoamericana.
41
Entre ellos se puede nombrar a Hugo Chávez (1999-2013) en Venezuela, Lula Da Silva (20032010) en Brasil, Rafael Correa (2006- actualidad) en Ecuador, Evo Morales (2006- actualidad)
en Bolivia, Néstor Kirchner (2003-2007) en Argentina, entre otros.
42
Durante el periodo 2003-2007 la región de América Latina presentó un crecimiento del 5%
del PBI, mientras que el PBI per cápita sobrepasó el 3% durante 5 años consecutivos, en un
contexto de superávit fiscal y una fuerte acumulación de reservas internacionales. En cuanto
al desempleo, se registró una disminución del 11% al 7,4% y el porcentaje de personas bajo la
línea de pobreza de redujo del 44% al 34%. Asimismo, el financiamiento para los mercados
52
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
De esta manera, se da comienzo a la construcción de una nueva forma de
integración latinoamericana, denominada “integración posneoliberal” o
“regionalismo posneoliberal” concepto que alude a un conjunto de
transformaciones en la región que van a generar una ruptura con el modelo
neoliberal característico de la década previa.
Siguiendo esta línea de análisis, Sader (2008:25) considera que “América
Latina es la única región del mundo que tiene un proyecto de integración
relativamente autónomo respecto a EEUU”. Es decir que, ante el surgimiento
de problemáticas que aquejen a la región, las respuestas serán consensuadas
principalmente entre los países de América Latina, enmarcando el surgimiento
de la Cooperación Sur-Sur43 (CSS) orientada por la solidaridad entre los países
de la región latinoamericana y por la integración de los mismos a la economía
mundial. Según Ayllón Pino (2010), en la actualidad, la CSS se considera como
un instrumento eficaz para la creación de capacidades nacionales y para el
fortalecimiento de una nueva arquitectura de la ayuda internacional y la
cooperación estratégica.
Efectivamente, en estas condiciones, los países de América Latina
comenzaron a privilegiar instancias multilaterales de discusión con el objetivo
de instalar una visión regional de unidad y autonomía latinoamericana y
expresar una ruptura con los esquemas de integración tradicional en cuanto a
los principios, objetivos y formas de funcionamiento44.
Por otro lado también se observan transformaciones en los procesos de
integración regional, incluso en aquellos iniciados en décadas anteriores como
el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), el cual comenzó a mostrar interés por
otras problemáticas de índole social, política y cultural que afectaban a la
región del Cono Sur, como por ejemplo a través de la firma del Consenso de
Buenos Aires en el año 2003, por parte de los presidentes de la República
emergentes fue favorable debido a las tasas de interés bajas, generando una cuantiosa
liquidez de capitales (CEPAL, 2009).
43
La Cooperación Sur-Sur es el “proceso por el cual dos o más países en desarrollo procuran
alcanzar sus objetivos individuales o compartidos de fomento de la capacidad nacional por
medio de intercambios de conocimientos, personal cualificado, recursos y servicios de
especialistas, y por medio de iniciativas colectivas regionales e internacionales, incluidas
asociaciones de colaboración entre gobiernos [como los subnacionales], organizaciones
regionales, la sociedad civil, las instituciones académicas y el sector privado, en beneficio
propio o mutuo entre las regiones y dentro de ellas” (Naciones Unidas 1995: 15). La CSS posee
ciertas características y principios que la destacan como: a) su horizontalidad. Los países
cooperan en calidad de socios, más allá de los niveles de desarrollo, de forma voluntaria, sin
vincular la concesión de la ayuda a contrapartidas y sin condiciones de tipo económico,
político o de procedimiento; b) su consenso. La ejecución se somete a consenso por los
responsables, en marcos de negociación común y c) su equidad. Los beneficios son
consistentes en la medida que se potencian mutuamente las capacidades críticas de
desarrollo, con una distribución equitativa de las mismas, al igual que con los costes,
asumiéndose de forma compartida y proporcional las posibilidades de cada contraparte.
44
Entre los ejemplos de negativa de la región hacia propuestas cuyas características se
basaban en integraciones de carácter comercialista con el objetivo de la libre circulación y la
protección del capital transnacional, fue la Cumbre de las Américas realizada en 2005 en Mar
del Plata (Argentina). Allí caducó el proyecto propuesto por Estados Unidos (Área de Libre
Comercio de las Américas, ALCA) de liberalización comercial con la región latinoamericana
como consecuencia de las discrepancias que presentaron varios gobiernos de la región como
Argentina, Brasil y Venezuela y de la presión ejercida por los movimientos sociales.
53
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Argentina y de la República Federativa del Brasil. En este documento, se
plantea la necesidad de consolidar las democracias políticas de la región:
“…asumiendo la responsabilidad histórica que nos concierne en relación
con el combate a la pobreza y la desigualdad, el desempleo, el hambre,
el analfabetismo y la enfermedad, que configuran una pérdida efectiva de
autonomía y dignidad de las personas, obstaculizando gravemente el
ejercicio pleno de la ciudadanía.” (Consenso de Buenos Aires, 2003).
En dicho documento se incluye también la activa participación de la sociedad
civil y la instrumentación de políticas públicas que apunten al crecimiento y la
distribución equitativa de sus beneficios.
Bajo el actual contexto, el Estado argentino instaura una nueva política
exterior:
“No obstante, el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, en ocasión y excusa de conmemorarse en 2012 los 30 años del
conflicto bélico, inteligentemente ha planteado una nueva estrategia
diplomática y comunicacional, que no sólo ha logrado recuperar el tema
del olvido en el plano interno (más allá de que representa una cuestión
muy cara a la identidad nacional de los argentinos), sino que, sobre todo,
ha logrado colocarlo en la agenda internacional obligando a Gran Bretaña
a manifestarse al respecto, poniendo en evidencia su posición realista de
fuerza, reñida claramente con el derecho internacional y los mandatos de
las organizaciones internacionales, y dejando al descubierto no sólo a
todos los actores del juego, sino también sus reales intenciones. Esta
estrategia se basa en amplificar el reclamo de negociación en las
organizaciones internacionales de América Latina y Sudamérica en
particular donde recibe el apoyo de todos los países de la región,
redoblando a partir de allí la apuesta en Naciones Unidas en general,
fundamentalmente en el Comité de Descolonización que todos los años
insta a las partes a negociar.” (Liendo, 2012:24).
Por tanto, en concordancia al tema de soberanía de Malvinas45, el 25 de junio
del año 1996, los países miembros del MERCOSUR, Bolivia y Chile
manifestaron, en la Declaración de Potrero de los Funes, su expreso apoyo a
los legítimos derechos argentinos en la disputa de soberanía referida a la
“Cuestión Malvinas”, brindando un claro mensaje del bloque subregional sobre
la necesidad de lograr una solución a la controversia. Este apoyo continúa
manifestándose a través de los Comunicados Conjuntos de los Presidentes de
los Estados Parte del MERCOSUR y Estados Asociados, emitidos
semestralmente en ocasión de las reuniones del Consejo del Mercado Común
del MERCOSUR. Por otro lado, desde el año 2005 reiteran, que la pretensión
de considerar las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur como
países y territorios a los cuales puedan aplicarse la Cuarta Parte del Tratado
45
Se enumerarán posteriormente algunos organismos de apoyo regional. A los enunciados, se
les suma ALADI, SICA, Cumbres Sudamericanas, Primera Cumbre Energética Sudamericana,
Cumbres de Países de América Latina y el Caribe (CALC), Comunicado Especial sobre las Islas
Malvinas, Grupo de Río, II Cumbre América del Sur-África, Cumbres de Países Sudamericanos
y Países Árabes, Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur y Grupo 77 más China.
54
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
de Funcionamiento de la Unión Europea y las Decisiones de Asociación de
Ultramar46 que la implementan, resulta incompatible con la existencia de una
disputa de soberanía sobre tales archipiélagos.
Asimismo, los Estados Partes del MERCOSUR y Estados Asociados, han
manifestado su rechazo a la exploración de recursos naturales no renovables
en la plataforma continental argentina que está desarrollando el Reino Unido
y han asumido compromisos concretos para no facilitar las actividades de
naves que tengan por fin apoyar de manera directa las actividades
hidrocarburíferas que afecten los derechos de la República Argentina e
impedir el ingreso a sus puertos de embarcaciones que enarbolen la bandera
ilegal de las islas. Asimismo, en reiteradas oportunidades han expresado su
repudio a los ejercicios militares británicos en las islas Malvinas.
Este reclamo se materializó en la Trigésima Novena Reunión del Consejo del
MERCOSUR, en la ciudad de San Juan, República Argentina, el día 3 de agosto
del año 2010, donde se emitió un nuevo Comunicado Conjunto y se hizo una
Declaración Especial rechazando la exploración de recursos naturales no
renovables en la plataforma continental argentina. Además, reafirmaron en el
marco de los acuerdos internacionales su compromiso de informar al gobierno
argentino sobre los buques o artefactos navales con rutas que incluyan a las
islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur con cargas destinadas a
actividades hidrocarburíferas o mineras en la plataforma continental
argentina.
Por otra parte, en la Cumbre del MERCOSUR, celebrada en Brasilia en
diciembre del año 2012, los Presidentes de los Estados Parte y Estados
Asociados, se pronunciaron sobre el referéndum que celebrado en las islas
Malvinas (2013), manifestando que éste en nada altera la esencia de la
“Cuestión Malvinas” y que su resultado no pone fin a la disputa de soberanía,
y destacaron que la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el año 1985,
rechazó por amplia mayoría la incorporación del principio de libre
determinación47 a la resolución relativa a la “Cuestión Malvinas”.
Siguiendo la línea de análisis y en relación al cambio de paradigma y al apoyo
regional, a través de la UNASUR48, se apuesta por una integración regional que
fortalezca el multilateralismo y “la vigencia del derecho en las relaciones
internacionales para lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo en el que
prime la igualdad soberana de los Estados y una cultura de paz”. Asimismo, en
el artículo 3 del Estatuto del Consejo de Defensa Suramericano se expresa
como objetivo general cimentar “el respeto de manera irrestricta a la
soberanía, integridad y territorial de los Estados, la no intervención en sus
46
En ocasión de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, la
Argentina hizo nuevas presentaciones de rechazo de la pretensión de incluir a partes del
territorio nacional islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y Sector Antártico
argentino en la lista de territorios a los que se aplica el régimen de asociación previsto en la
Cuarta Parte del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
47
El mismo no es aplicable al caso Malvinas por tratarse de un territorio argentino usurpado y
colonizado por la fuerza por Reino Unido. La Resolución 1514 introduce los dos principios
rectores de los procesos de descolonización: el de libre determinación y el de integridad
territorial. La independencia de los pueblos debe hacerse sobre la base del principio de libre
determinación, siempre y cuando no vulnere la integridad territorial de los Estados.
48
Entre los países miembros se encuentran Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Perú,
Argentina, Surinam, Chile, Colombia, Uruguay, Brasil y Paraguay.
55
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
asuntos internos y la autodeterminación de los pueblos” y en los subsiguientes
apartados “promueve la paz y la solución pacífica de controversias y fortalece
el diálogo y el consenso en materia de defensa mediante el fomento de
medidas de confianza y transparencia.” (UNASUR, 2008).
En este sentido, las Cumbres presidenciales de la UNASUR, emiten desde el
año 2009, comunicados que reiteran su respaldo a los legítimos derechos de la
República Argentina en la disputa de soberanía con el Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte referida a la “Cuestión Malvinas”, y recuerdan el
permanente interés regional en que los gobiernos de la Argentina y el Reino
Unido reanuden las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica y
definitiva a la disputa, de conformidad con las resoluciones y declaraciones
pertinentes de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de
Estados Americanos. Destacan, la permanente actitud constructiva y
disposición del gobierno argentino para alcanzar una solución definitiva a esta
anacrónica situación colonial en suelo americano. Expresan, además, que la
inclusión de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur en el
régimen de Asociación de los Países y Territorios de Ultramar de la Unión
Europea resulta incompatible con los legítimos derechos de la República
Argentina y con la existencia de una disputa de soberanía sobre dichos
archipiélagos.
La UNASUR también ha manifestado su rechazo a las actividades unilaterales
que viene desarrollando el Reino Unido en la zona en disputa y que incluyen la
exploración de recursos naturales no renovables de la plataforma continental
argentina y la realización de ejercicios militares.
Asimismo, los países miembros de UNASUR se comprometieron a adoptar, de
conformidad con el Derecho Internacional y sus respectivas legislaciones
internas, todas las medidas susceptibles de ser reglamentadas para impedir el
ingreso a sus puertos de los buques que enarbolen la bandera ilegal de las
islas Malvinas, así como a informar al gobierno argentino sobre aquellos
buques o artefactos navales con derroteros que incluyan las Islas Malvinas,
Georgias del Sur y Sándwich del Sur con cargas destinadas a las actividades
hidrocarburíferas y/o mineras ilegales en la plataforma continental argentina
y de este modo, prevenir o evitar que dichas actividades se consoliden.
Conjuntamente, los Jefes de Estado y de gobierno de los países miembros de
la UNASUR dirigieron una nota al Secretario General de la Asamblea General
en la cual le solicitan que renueve sus esfuerzos en el cumplimiento de la
misión de buenos oficios que le fuera encomendada por la Asamblea General a
través de sucesivas resoluciones a fin de que se reanuden las negociaciones
tendientes a encontrar a la mayor brevedad una solución pacífica a la referida
disputa.
En el contexto de acercamiento regional, también se puede destacar la
creación en el año 2010 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC). Este proyecto político amplía el proceso de integración de
la región con el objetivo de fortalecer la posición de América Latina y el
Caribe como un actor político global y proyectar la identidad regional en su
conjunto. Se propone fomentar el sentido de cooperación y solidaridad
intralatinoamericana y caribeña y reafirmar la soberanía regional frente a
actores externos a través de una búsqueda de soluciones endógenas a las
problemáticas de la región. La importancia de este organismo es que las
temáticas tratadas no se circunscriben meramente a lo económico, sino que
56
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
también apuestan a la profundización de la integración en aspectos políticos,
sociales y culturales, a través de la concertación de los gobiernos en busca de
soluciones propias:
“…para promover la paz; para la defensa, fortalecimiento y consolidación
de nuestras instituciones democráticas; para el impulso al diálogo político
con otros Estados y grupos de Estados; y para el fortalecimiento del
multilateralismo y de la democratización en la adopción de las decisiones
internacionales.” (CELAC, 2010).
En este contexto, las Jefas y los Jefes de Estado y de gobierno de los Estados
miembro de la CELAC, reiteraron su respaldo a los legítimos derechos de la
República Argentina en la cuestión de las islas Malvinas y el permanente
interés en que los gobiernos de la República Argentina y el Reino Unido
reanuden las negociaciones a fin de encontrar -a la mayor brevedad posibleuna solución pacífica y definitiva a dicha disputa, de conformidad con los
pronunciamientos pertinentes de la ONU y de la OEA 49, destacando la
permanente actitud constructiva y disposición del gobierno argentino.
Asimismo, insistieron en la importancia de que las partes se abstengan de
adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones
unilaterales en la situación, mientras las islas estén atravesando por el
proceso recomendado por la Asamblea General.
Por otra parte, instruyeron a la Presidencia Pro Tempore a realizar una
gestión ante el Señor Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban Kimoon, para solicitarle que renueve sus esfuerzos en el cumplimiento de la
misión de buenos oficios que le fuera encomendada por la Asamblea General.
Otro organismo de la nueva escena internacional y con un gran apoyo a la
cuestión argentina en Malvinas es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América o Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). La misma
surge en el año 2004 como propuesta de Venezuela y Cuba 50 en contrapartida
al proyecto de liberalización comercial liderado por Estados Unidos. Con el
transcurrir de los años, la propuesta del ALBA se proyecta a América Latina y
el Caribe presentándose como una iniciativa de integración “basada en la
49
La Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos ha aprobado
anualmente, desde 1982 una Resolución y desde 1993 una Declaración, que establece que la
Cuestión de las islas Malvinas es de interés hemisférico permanente, convoca a la Argentina y
al Reino Unido a reanudar las negociaciones a fin de encontrar, a la brevedad posible, una
solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía; expresa su satisfacción por la
reafirmación de la voluntad del gobierno argentino de continuar explorando todas las vías
posibles de solución pacífica de la controversia, particularmente sus positivas consideraciones
sobre los habitantes de las islas Malvinas; y decide continuar examinando la cuestión hasta su
solución definitiva. El último pronunciamiento de este tipo tuvo lugar el 7 de junio del año
2011, durante el cuadragésimo primer período de sesiones de la OEA. A partir del trigésimo
séptimo período de sesiones la Asamblea General declara expresamente que la disputa de
soberanía entre la Argentina y el Reino Unido abarca a “las islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes”.
50
Venezuela y Cuba firman en diciembre del año 2004 en La Habana, una declaración conjunta
en la cual se plantea la idea de que el intercambio comercial sea un instrumento que se
encuentre al servicio de la integración y no un fin en sí mismo. Actualmente los miembros del
ALBA son: Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las
Granadinas junto a Venezuela.
57
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cooperación, la solidaridad y la voluntad común de avanzar hacia niveles más
altos de desarrollo” (ALBA, 2004). Un aspecto a destacar, (que se observa
como característica del nuevo paradigma de integración), es la generación de
una visión retrospectiva que retoma de manera contundente el pensamiento
de próceres como José Martí, Simón Bolívar, Sucre, O´Higgins y San Martín,
que planearon construir una “Patria Grande en la América Latina” (ALBA,
2004), como alternativa y resistencia a la hegemonía económica, social y
cultural de las potencias imperiales.
El 4 de febrero de año 2012, los Jefes de Estado y de gobierno del ALBA,
reunidos en Caracas, (Venezuela) adoptaron un Comunicado Especial sobre la
Cuestión de las islas Malvinas, en el que reiteraron su respaldo a los derechos
de soberanía de la República Argentina sobre las islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes; llamaron a
encontrar una solución pacífica y definitiva a la controversia, destacando la
permanente actitud constructiva y disposición del gobierno argentino, e
instaron a las partes de introducir modificaciones unilaterales en la situación
mientras las islas estén atravesando por el proceso de negociación. Asimismo,
apoyaron la decisión de los países de la región de impedir en sus puertos el
ingreso de naves con la bandera colonial impuesta sobre Malvinas.
Posteriormente, el 10 de marzo del año 2013 los países del ALBA emitieron un
comunicado especial expresando su firme rechazo a la votación que el
gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte realizó entre los
habitantes británicos de las islas Malvinas sobre el estatus político de las islas,
“desconociendo el derecho histórico que asiste a la República Argentina sobre
las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y los Espacios
Marítimos Circundantes”.
Conjuntamente, el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la
Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) adoptó por primera vez el
18 de octubre del año 2004 en Montevideo, (Uruguay), una Declaración por la
que respalda los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de
soberanía referida como “Cuestión Malvinas” y ratifica el:
“…interés regional en que la prolongada disputa de soberanía entre la
República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur alcance a la
mayor brevedad posible una solución de conformidad con las resoluciones
pertinentes de las Naciones Unidas y la Organización de los Estados
Americanos.” (ALADI, 2004).
En la Declaración del año 2008, además de reiterar su respaldo a los derechos
de soberanía argentinos, el Consejo destacó que la adopción de medidas
unilaterales no resulta compatible con lo resuelto por las Naciones Unidas. Por
otra parte, en relación con el Tratado de Lisboa por el que se modifican el
Tratado de la Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad
Europea, expresó que la inclusión de las islas Malvinas en el régimen de
"Asociación de los Países y Territorios de Ultramar" resulta incompatible con
los legítimos derechos de la República Argentina y con la existencia de una
disputa de soberanía sobre dichos archipiélagos.
La defensa del orden democrático, los derechos humanos y la soberanía
nacional son tres de los pilares transversales a los nuevos mecanismos de
58
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integración de la región. Es por ello que, MERCOSUR, UNASUR, CELAC, ALBA,
ALADI y un importante conjunto de organizaciones internacionales 51 citadas
anteriormente, han actuado activamente en defensa y protección de la
estabilidad regional. Los diversos organismos han demostrado el privilegio de
las instancias multilaterales de integración que disputan la hegemonía
neoliberal y nuclean el desafío de la unión de los países de la región
latinoamericana y caribeña.
Frente al planteo abordado, se considera que:
“…el análisis respecto de las medidas gubernamentales argentinas –
promovidas por movimientos sociales y organismos de derechos humanos–
para recuperar las islas ocupadas nos brinda la oportunidad para
reflexionar sobre la búsqueda de descolonización desde el ámbito estatal
en contextos signados por nuevos proyectos de integración regional, los
cuales progresivamente van construyendo consensos en torno de la
reconfiguración y la defensa colectiva de la soberanía político-territorial
51
Las Cumbres Iberoamericanas que reúnen a los Jefes de Estado y de gobierno de los
diecinueve países iberoamericanos, España y Portugal, reiteran anualmente, desde el año
2000, mediante un comunicado especial, la necesidad de que la Argentina y el Reino Unido
reanuden, a la brevedad posible, las negociaciones tendientes a encontrar una pronta
solución a la disputa de soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, y Sándwich del
Sur y los espacios marítimos circundantes, de conformidad con las resoluciones de las
Naciones Unidas y de la OEA. Asimismo, en la Vigésimo primera Cumbre Iberoamericana del
año 2011 celebrada en Paraguay, se reitera la declaración tradicional y se subraya que las
actividades unilaterales en la zona disputada que incluyen la exploración y explotación de
recursos naturales renovables y no renovables y la realización de ejercicios militares, incluso
el lanzamiento de misiles desde las islas Malvinas, son contrarias a la resolución 31/49 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas e incompatibles con la búsqueda de una solución
pacífica y definitiva de la disputa. Conjuntamente, la Primera Cumbre Sudamericana
manifestó la condición anacrónica del colonialismo sobre las islas y propone reanudar las
negociaciones entre ambos Estados pacíficamente. La Tercera Cumbre Sudamericana en Perú
del año 2004, reiteró en términos similares su respaldo a los legítimos derechos argentinos.
Por su parte el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) emitió una Declaración
Conjunta en la que reafirma la necesidad de que los gobiernos de la República Argentina y del
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte reanuden, a la brevedad posible, las
negociaciones tendientes a encontrar una pronta solución a la disputa de soberanía referida a
la “Cuestión Islas Malvinas”. También el Grupo de Río desde el año 1993, ha emitido
declaraciones de apoyo a los legítimos derechos de la Argentina en la disputa de soberanía
sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Asimismo, la inclusión de las
islas del Atlántico Sur en el régimen de asociación de la Unión Europea es incompatible con la
existencia de una disputa de soberanía sobre dichas islas. También se observa un apoyo a la
Argentina en las Cumbres América del Sur-África sobre el reclamo legítimo de la soberanía
argentina sobre las islas Malvinas en Isla Margarita (2009). Por su parte, en las Cumbres de
Países Sudamericanos y Países Árabes desde el año 2005, convocan a las partes a reanudar las
negociaciones para alcanzar una solución pacífica y definitiva de la disputa de soberanía
referida a la “Cuestión Malvinas”. Además, la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur
celebrada en Luanda (2007) postuló reanudar las negociaciones de acuerdo con la Resolución
2065 sobre la “Cuestión Malvinas”. También en la Declaración Grupo de los 77 y China,
reunidos en Qatar (2005), reafirmaron la necesidad de que el gobierno de la República
Argentina y el Reino Unido reanuden las negociaciones, con el fin de encontrar, una solución
pacífica a la disputa sobre la soberanía.
59
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al tiempo que re-significan una identidad propiamente latinoamericana
frente a un escenario de crisis mundial.” (Winer, 2013:4).
Apropiación del recurso natural no renovable: petróleo
Entre los años 1975-1976 un conjunto de misiones británicas ratificaba
importantes niveles de riqueza petrolífera y mineralógica en las islas. Una de
las primeras exploraciones fue realizada por la multinacional angloneerlandesa Shell. Fue el mismo ingeniero que dirigió la misión, quien en el
año 1996 creó la operadora Desire Petroleum52, la cual obtuvo las primeras
licencias otorgadas por los kelpers y se vinculó a las explotaciones off-shore
malvinenses. Ante esto, “los resultados preliminares indican cantidades
comercialmente viables de hidrocarburos. Con confirmación del prospecto Sea
Lion al norte de las islas […] el Reino Unido se estaría ahorrando cuatro años
de importaciones de crudo por unos 25673 millones de dólares” (Bernal,
2011:47) En una proyección a futuro, el Reino Unido podría convertirse
nuevamente en exportador neto de crudo, beneficio no sólo económico, sino y
fundamentalmente geopolítico, al colocarse al ambicionado nivel de
Dinamarca, el único país de la UE que no importa petróleo para satisfacer sus
necesidades domésticas. Alemania y Francia son dos de las potencias que
poseen un alto grado de importaciones de crudo y derivados, mientras que
Reino Unido se encuentra en las filas de uno a dos millones de barriles por
día. Pero a ello, se debe sumar la declinación de las reservas petrolíferas en
la cuenca del Mar del Norte a partir del año 1999 53, y el “pico de Hubbert”, o
pico de producción de petróleo, que sería superado entre los años 2015 y
2025. Este agotamiento no podrá ser detenido ni siquiera aumentando el
precio de los mismos (Le Monde Diplomatique, 2009: 9).
Los periódicos británicos anuncian ésta situación. Por ejemplo The Guardian,
en agosto de 2012, manifestó que:
“…los ingresos fiscales al Tesoro Británico caen, así como la producción
en un 18%, con una caída de 2,3 millones de libras en ingresos fiscales, y
compara un total de 1,04 millones de barriles al día se bombeó en el año
hasta marzo de 2012, frente a un máximo de 2,7 millones en 1999, y el
más bajo desde 1970 […] torres de envejecimiento que tienen mayores
costos de producción que sus rivales modernos y sufren desempleo como
consecuencia de ello.” (The Guardian, 2012).
De acuerdo a un estudio realizado por el Foro Económico Internacional de
Energías, Instituto de Energías Renovables en Muenster, Alemania (2011), “la
cantidad de petróleo crudo perforado desde el Mar del Norte cayó a 124,7
millones de toneladas en 2011. Esta es una disminución del 12% desde 2010, y
representa la menor cantidad extraída del mar del Norte desde 1982” 54. Gran
Bretaña se preocupa por el agotamiento de las reservas petrolíferas del Mar
del Norte, pero elabora su estrategia alternativa de provisión con las islas
52
Para ampliar información, consultar página web: www.desireplc.co.uk.
Sufriendo en la actualidad una fuga importante de inversionistas que escaparon hacia otras
regiones con mayores proyecciones de producción. Para mayor información consultar página
web:
www.laprensagrafica.com/economia/internacional/40200-malos-tiempos-para-elpetroleo-en-el-mar-del-norte.html.
54
Página Oficial en inglés de Foro Económico Internacional de Energías:
www.iwr.de/welcomee.html.
53
60
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Malvinas. En éste escenario, y ante las políticas de seguridad energética 55
impuestas por el ex Presidente de Estados Unidos George Bush (hijo) y del
imperialismo, junto a los miembros que conforman la OTAN, la guerra por el
petróleo se expande por todo el mundo, avasallando incluso con poder de
coerción militar o resolviendo cuestiones de conflictos geopolíticos a través
de la “disuasión nuclear”. En Argentina se debe convivir con una potencia
extranjera que ocupa ilegítima e ilegalmente territorio argentino. La crisis
energética, económica y financiera del soberbio y desesperado mundo
“civilizado” está más presente que nunca. La seguridad nacional, económica y
energética tanto argentina como del bloque UNASUR están gravemente
amenazadas56.
El recurso petróleo posee su fundamento geoestratégico, y es fiel reflejo a las
etapas económicas de las islas. Como una de las características propias de los
recursos naturales renovables o no renovables, poseen un valor económico en
concordancia al período histórico.
Durante el siglo XIX y hasta la resolución del conflicto bélico en el año 1982,
la economía de estas islas estuvo vinculada a la explotación lanar, materia
prima fundamental para la entonces ambiciosa industria textil inglesa. Desde
su creación, la Falkland Islands Company57(FIC) monopoliza esta actividad
comercial. Sin embargo, años previos a la guerra, la caída de los precios
internacionales de la lana, produjo que el producto bruto interno (PBI) de las
islas cayera un 25% (Laver, 2001) Su economía padeció entonces una profunda
recesión. Según Bernal, (de mantenerse la misma) la debacle económica y
social de las islas hubiese terminado por entregárselas a la Argentina.
Posteriormente, la producción lanar inició su declive, reconvirtiendo la
economía de las islas al sector pesquero (aunque comenzó a generar
rendimientos económicos prósperos en el año 1987 con la adopción de las 150
millas correspondientes a la ZEE de las islas)58. Una vez asegurada la pesca, la
economía de las islas comenzó a diversificarse con la exploración de
hidrocarburos a través de la atracción de inversiones extranjeras. Según
Bernal:
“…la resolución del conflicto por medio de la guerra era indispensable.
Haciendo uso de los primigenios fines por los cuales había sido creada, la
FIC indujo al parlamento y a la Dama de Hierro a no ceder ante el agravio
y el bochorno del país sudamericano.” (Bernal, 2011:54).
Según datos de la página oficial en web, la FIC controla además el principal
hotel de las islas, sendos restaurantes, bares, centros comerciales,
concesionarios de autos, servicios portuarios de carga y mantenimiento, unas
150 has. y veinte pequeñas islas del archipiélago, entre otras propiedades. En
un artículo publicado (Bernal, 2009: 2) demuestra que las reservas
55
Doctrina Bush, continuada y ensamblada con la Doctrina Obama.
Libia fue un claro ejemplo de la “Primávera Árabe”.
57
Consultar página web: www.the-falkland-islands-co.com.
58
Este hecho fue fiel reflejo de una represalia británica. En el gobierno de Alfonsín (19831989), “se firman con la URSS, acuerdos pesqueros, logrando el reconocimiento implícito de
«la soberanía argentina sobre las aguas, sobre Islas Malvinas, convirtiéndose en un
antecedente fanático»” en Simonoff, Alejandro 2007 “Un cuarto de siglo de negociaciones por
Malvinas (1982-2007)”, Ponencia presentada en I Jornadas del CENSUD, 27 y 28 de setiembre.
56
61
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
comprobadas de petróleo en las islas equivalen a unos 271.950 millones de
dólares.
Ante esto, la estrategia de modernización económica lleva implícito colocar a
la población de las islas en la mesa de negociación con la Argentina, violando
la Resolución 2065 de la ONU, pues los principales interesados en la
explotación del recurso serían los propios kelpers.
Efectivamente, esta cuestión se materializa de la página oficial de una de las
empresas británicas (Rockhopper)59 que operan en la zona, estableciendo las
cuencas en la que existen ya exploraciones y explotaciones de petróleo crudo,
las cuales totalizan un área de aproximadamente 400 mil km2, más de treinta
veces el tamaño de las islas Gran Malvinas y Soledad juntas, casi dos veces la
provincia de Córdoba y un 50% más grande que la propia cuenca del Mar del
Norte. De ellas, “la menos costosa, por sus bajas profundidades y cercanía a
las islas, y la de mayor potencial petrolero es la denominada Cuenca del
Norte” (Bernal, 2011:59). Las cuencas al sur y al este si bien muy
prometedoras, están a mayores profundidades y las áreas licitadas más
próximas a las islas se ubican recién a 150 km de distancia. Según confirmó la
Ministra de Minería de las islas Phill Rendellm, se ha creado un área de
exclusión al sur de las islas donde se prohíbe cualquier tarea de perforación,
ya que en esa zona se registraron hundimientos de barcos británicos que se
presumen contienen material bélico nuclear.
El trazado de la ZEE de las islas por parte de los británicos es uno de los ítems
conflictivos por la delimitación del territorio, que se solapa con el Mar
Argentino, (incluso con la plataforma continental) delimitada en el año 1987.
Con los datos de la fase de exploración que ya poseen los británicos (Shell,
Amerada Hess, Lasmo, Lundin, el Servicio Geológico de Gran Bretaña y el
Servicio Geológico de Estados Unidos; compañías británicas, la australiana
BHP Billition y la kelper Falkland Oil and Gas Limited), se aprestan a
adentrarse en la última etapa de la fase, aquella que finalmente ratificará la
potencialidad petrolera malvinense e inaugurará la tan preciada fase
extractiva.
Según cálculos de las mismas operadoras, el potencial petrolero en el offshore alrededor de las islas tendría un mínimo de 6.525 millones de barriles
de petróleo. De comprobarse estas reservas probables, triplicaría las reservas
certificadas de la Argentina a diciembre del año 2008 (Secretaría de Energía
de la Nación, 2008).
Como bien establece Bernal:
el inicio de esta última fase exploratoria tiene para la Argentina (y
UNASUR) no solo implicancias geopolíticas (base militar de una potencia
extranjera en territorio nacional) y políticas (enclave colonial del siglo
XXI en actividad), sino y fundamentalmente económicas y energéticas (de
certificarse estas reservas, el horizonte de vida de las reservas probadas
en la Argentina pasarían de seis a siete años a unos veintisiete años; una
parte del petróleo de la Cuenca del Norte equivaldría a ocho meses de
extracción en la Argentina) La iniciativa británica perjudica de
sobremanera la seguridad nacional, económica y energética del país
(Bernal, 2011, 60-61).
59
Consultar página web: www.rockhopperexploration.co.uk/rockhopper.html.
62
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
La puja conflictiva del reclamo argentino, es que el lanzamiento de la
actividad exploratoria debió contar con el beneplácito argentino, no como
obligado requisito para su autorización, sino para dotar de seguridad jurídica
a las potenciales petroleras interesadas en el área.
Sin embargo, la impronta del modelo neoliberal llevada a cabo en la década
de los noventa60, marcó no sólo “relaciones carnales” con Estados Unidos sino,
un acercamiento a Gran Bretaña en cuestiones diplomáticas, que a la larga,
en nada beneficiaron al Estado Argentino. La “estrategia de seducción” 61
iniciada por el canciller Guido de Tella (a partir del año 1992) fue el primer
acercamiento de Argentina a Gran Bretaña por el que se manifestó luego la
fórmula “paraguas de soberanía”62. En ese entonces, el gobierno argentino:
“..no sólo accedió a la totalidad de las demandas comerciales británicas e
isleñas con el Acuerdo de Pesca de Calamar y el Acuerdo de Petróleo de
199563, sino que además enterró los logros diplomáticos de casi veinte
años de trabajo argentino frente al Reino Unido y a los organismos
internacionales. Cinco días después de la firma de los acuerdos
petroleros, los kelpers licitaron diecinueve áreas y concedieron 12
contratos, presentándose cerca de medio centenar de compañías.”
(Bernal, 2011:66-67).
En la que el gobierno argentino en el mismo período de Menem, realizó “El régimen de
hidrocarburos”, en el que queda normado por la Ley de Federalización de Hidrocarburos Nº
24.145, que en su artículo 1º establece que pertenecerán al Estado Nacional, los yacimientos
de hidrocarburos que se hallaren a partir del límite exterior del mar territorial, en la
plataforma continental, o bien hasta una distancia de 200 millas, mientras que pertenecen a
las Provincias, los situados en el mar adyacente a sus costas hasta una distancia de doce
millas medidas desde las líneas de base reconocidas por la legislación vigente. Los Acuerdos
Bilaterales entre éste gobierno y Gran Bretaña entregaron los recursos petroleros y gasíferos a
éste último. Sumado a ello la finalización del Proyecto Cóndor II, como la participación de
Argentina como socio extra-OTAN.
61
La misma “fue una forma de acercamiento a los isleños en el primer mandato de Menem que
poseyó un lado simpático –el envío a fin de año de libros como El Principito o Winnie The Pooy otro riesgoso, ya que declaraba ambiguamente que no considera a los isleños como parte de
sus discusiones, pero por otro lado proporcionó una serie de señales para involucrarlos” Hoy
1996 (La Plata) 21 de febrero. El gravísimo error consistió en considerar los deseos de los
isleños y tratarlos como la tercer parte en las negociaciones, violando expresamente la
Resolución 2065. No obstante, la población de las islas no sólo ratificó sus vínculos con Gran
Bretaña, sino que se pronunció a favor de la soberanía británica a la vez que formuló severas
críticas al sistema político argentino. El menemismo, además, contó con dos medidas
adicionales que debilitaron la estrategia multilateral argentina: la negativa al grupo de Países
No Alineados, y el retiro de la Asamblea General de las Naciones Unidas al reclamo que venía
haciendo con éxito desde el año 1965. La política de entrega menemista en relación a
Malvinas tuvo su pico de apogeo en enero del año 1999 cuando el gobierno presentó
extraoficialmente a los kelpers la oferta de congelar por veinte años los reclamos de
soberanía.
62
Ésta fórmula consistió en proteger los derechos de cada parte, en lo que respecta a los
archipiélagos y espacios marítimos circundantes que era un escollo en ese período para la
normalización de las relaciones diplomáticas, consulares y económicas, permitiéndolas.
63
En el año 2007, a veinticinco años de la finalización de la Guerra de Malvinas, Néstor
Kirchner decide finalizar la Declaración Conjunta sobre Cooperación en actividades petroleras
en el Atlántico Sud Occidental firmada por el entonces Presidente Menem.
60
63
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Sobre este Acuerdo en el año 2007, (a veinticinco años de la finalización de la
Guerra de Malvinas), Néstor Kirchner decide finalizar la Declaración Conjunta
sobre Cooperación en actividades petroleras en el Atlántico Sud Occidental
firmada por el entonces Presidente Menem (1989-1999).
A partir del año 2001 las exploraciones arrojan resultados factibles y
esperanzadores para el gobierno británico. En la actualidad, siete son las
compañías petroleras que exploran (y explotarán a partir de 2019 64) los
hidrocarburos del suelo argentino en el archipiélago malvinense: “Desire
Petroleum-Arcadia Petroleum, Argos Resources, Falkland Oil and Gas Limited,
BHP Billiton Borders and Southern Petroleum y Rockhopper Exploration,
compañías de origen británico, kelpers y australiano”65. Las islas Malvinas
poseían (al año 2011) 12,95 billones de barriles de petróleo en cuanto a
reservas probables66.
Comparado con datos publicados por la Secretaría de Energía de la Nación
(diciembre de 2007), la Argentina contaba con 2.042 millones de barriles de
petróleo probados, volumen que alcanza a cubrir el consumo nacional durante
ocho años (Bernal, 2009: 1). Es decir, que “si se comprueban las reservas
probables en las islas Malvinas, superarían a las reservas comprobadas en
Argentina en un 317%, y si estuvieran legítimamente en manos del Estado
argentino, el actual horizonte de reservas pasaría de ocho a veintisiete años”
(Bernal, 2011:68).
Para demostrar aún más el potencial de éste recurso estratégico, y las
intencionalidades del Estado británico en su ilegítima defensa de soberanía:
“…una vez que el crudo malvinense comience a fluir al exterior, el 99,9 %
de la producción será exportada. De esta suerte, las islas Malvinas se
transformarán no sólo en una de las principales potencias exportadoras de
crudo de América, sino del mundo, con niveles similares a los Emiratos
Árabes Unidos, Argelia y Arabia Saudita, todos miembros de la OPEP.”
(Bernal, 2011: 69).
Además, el autor agrega una afirmación contundente:
“...los kelpers están en vías de convertirse en una de las «poblaciones
más ricas del planeta». Tenemos la ciudad más austral del mundo; en
breve tendremos la Arabia más austral del mundo, aunque solo sea por
una cuestión de vecindad geográfica.”(Bernal, 2011: 71).
Desde el año 2003 en adelante, no hay ni “paraguas de soberanía” ni
“estrategias de seducción”, sino todo lo contrario: enlazar al petróleo con la
cuestión de soberanía, empleándolo como una herramienta que permita el
64
Lo anunció el gobernador de las islas Colin Roberts el 04/06/2014 en su primer discurso ante
la Asamblea Legislativa en Malvinas.
65
Dato suministrado por página oficial de la FIC www.the-falkland-islands-co.com acceso 6 de
abril de 2015.
66
Representan catorce veces el producto bruto interno (PBI) argentino y el doble del PBI
Británico. En Rodríguez, Hugo 2012 “De que se trata el conflicto actual de Malvinas. Análisis
Geopolítico” en www.youtube.com/watch?v=8155pyDQmJ0. Aún más, datos publicados por la
Policy Unit del Falkland Island Government (FIG) para el Statistical Year Book (año 2014)
establecen que los habitantes de las islas gozan del PBI más alto del mundo, y el salario
mínimo es diez veces mayor al de un ciudadano argentino.
64
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
reposicionamiento del tema tanto en la escala internacional, como en lo local
y regional. Desde que se agota el petróleo en el mundo y en especial en los
pozos petroleros del Mar del Norte, Gran Bretaña inició un desplazamiento
hacia el sur utilizando, la fuerza militar y nuclear como herramientas de
disuasión.
La geopolítica del siglo XXI se caracteriza por la lucha de los recursos
naturales estratégicos, y es en ese marco desde donde se debe partir para
comprender los conflictos. El alza de los mismos se intensificó el 2 de abril del
año 2015, en concordancia con el trigésimo tercer aniversario de la Guerra de
Malvinas. Ese día, tres compañías británicas anunciaron un nuevo
descubrimiento de petróleo en una zona ubicada a 220 km al norte de
Malvinas. Las compañías Rockhopper, Premier Oil y Falkland Oil & Gas se
encuentran implicadas en ésta exploración, en el área denominada
“Zebedee”.
Instantáneamente, y coincidente con el 2 de abril, los periódicos británicos
“Daily Telegraph” y “The Guardian” hicieron eco de la noticia. Gran Bretaña,
a pesar de los obstáculos que se le presentan en la actualidad en las islas:
hostilidad del clima, bajo desarrollo del sector industrial, falta de
infraestructura y de mano de obra limitada por la inmigración, y un mercado
laboral casi a su máxima capacidad67, apuesta y renueva las inversiones
tratando de cooptar multinacionales que les sea redituable el negocio
petrolero. Para ello incluso, en diciembre del año 2014 avanzó en la
regulación de la explotación petrolera:
“…para eso, la Asamblea Legislativa que gobierna las Islas reglamentó
esta semana el llamado «Código de Prácticas para Contrataciones de las
empresas de gas y petróleo y sus subcontratistas que operan en las
Falklands», una extensa guía con recomendaciones para la actividad de
las multinacionales. Por el temor a ahuyentar las inversiones o recibir una
avalancha de presentaciones judiciales, los nueve legisladores acordaron
que por ahora el Código de Prácticas no sea una ley, sino tan sólo una
sugerencia: aquellas compañías que no deseen acatarlo, podrán hacerlo
sin ninguna consecuencia.” (Infobae, 2014).
Frente a ésta disposición, y a la noticia del nuevo descubrimiento de
yacimientos de petróleo en altamar, en abril del año 2015 el Secretario de
Asuntos Relativos a Malvinas, Daniel Filmus, manifestó: “Queremos que los
dueños de las empresas sean juzgados de acuerdo a las leyes argentinas y el
derecho internacional” (El Cronista, 2015).
Conforme a la reforma de la Ley 26659 del año 2011, se establece un castigo a
todas aquellas empresas que realicen tareas sin permiso del gobierno
argentino en la zona ubicada alrededor de las islas y prevé penas máximas de
hasta quince años de prisión, multas al valor de 1,5 millones de barriles de
petróleo, así como la prohibición de que personas y compañías operen en
Argentina. Sin embargo, Londres hace caso omiso a ésta cuestión y a los
últimos reclamos, estableciendo que Argentina no posee jurisdicción para
impedir la exploración y explotación de petróleo, ya que las leyes nacionales
de la Argentina no se aplican en las islas. Por ello, como mecanismo de
67
Sumado a los reclamos argentinos de soberanía, las declaraciones de organismos
internacionales en apoyo a nuestro país, y la caída del precio internacional del crudo.
65
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“disuasión” Gran Bretaña invierte cada año millones de dólares en materia de
seguridad militar para apropiarse del recurso no renovable.
Militarización en el Atlántico Sur
Con respecto a sus nuevas intencionalidades como aparato estatal, Argentina
está decidida a impedir por la vía diplomática todo tipo de actividades
unilaterales británicas en territorio nacional, sean éstas de naturaleza militar,
como en materia de exploración y explotación de recursos pesqueros y
energéticos. En materia de diplomacia trabajará a nivel internacional,
regional y nacional denunciando la violación sistemática que el Reino Unido
hace de las Resoluciones de las Naciones Unidas. La presencia militar
(Fortaleza Malvinas)68, la explotación pesquera y la exploración petrolera son
todas las acciones unilaterales inadmisibles, ilegítimas e ilegales que crean un
nuevo paradigma de seguridad militar y de presencia imperial británica en el
Atlántico Sur. Cualquier país violatorio de lo estipulado por la ONU no debería
recibir de la Comunidad Internacional más respuesta que un contundente
rechazo, más aún en este caso donde ese país es un miembro permanente del
Consejo de Seguridad de la ONU69.
La preocupación del gobierno argentino se ha acrecentado con las
declaraciones y decisiones adoptadas por el gobierno británico de carácter
netamente provocativo, cuyo corolario es la creación de una situación en el
Atlántico Sur no deseada ni por la Argentina, ni por la región 70. La
introducción de armas nucleares en el Atlántico Sur es una contradicción al
Tratado de Tlatelolco 71del cual Gran Bretaña es parte, cuyo fin es la
desnuclearización militar de América Latina, habiendo todos los países
sudamericanos renunciado a las armas de destrucción masiva. Gran Bretaña
establece que la base militar es necesaria porque Argentina y su
reivindicación de soberanía son una “amenaza”, encubriendo que desde el
año 1983 todos los gobiernos democráticos de nuestro país han insistido
siempre en la búsqueda de la restitución de las islas por vía pacífica y el
diálogo. Como establece Luzzani:
Hoy la Fortaleza Malvinas cuenta oficialmente con cerca de 1500
efectivos de los cuales 550 residen en forma permanente y los otros mil
68
Creada en Monte Agradable, en el año 1985, tres años después de la Guerra de Malvinas. Es
uno de los cinco principales enclaves militares extranjeros del hemisferio occidental. La
decisión de su construcción fue adoptada por Margaret Tatcher adoptando las
recomendaciones obtenidas del Informe Shackleton.
69
El Consejo de Seguridad se compone de cinco miembros permanentes: China, Francia, la
Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos
de América-y diez miembros no permanentes. Si bien los miembros no permanentes tienen
derecho a voto, cualquiera de los miembros permanentes tienen derecho a veto.
70
Cabe recordar además que en abril del año 2015, se revelaron documentos de inteligencia
(aportados por Edward Snowden, ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional de los
Estados Unidos) del Reino Unido en los que se espió a funcionarios y militares del gobierno
argentino en la última década. El documento se denomina “Top Secret/Strap1”.
71
El Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (más
conocido como Tratado de Tlatelolco) es un tratado internacional que establece la
desnuclearización del territorio de América Latina y el Caribe de los países signatarios
firmado en el año 1994. Fue propuesto por el Presidente de México, Adolfo López Mateos, e
impulsado por el diplomático mexicano Alfonso García Robles como respuesta al temor
generado por la crisis de los misiles en Cuba.
66
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
son parte de los contingentes rotativos que llegan a la base para ser
sometidos a un duro entrenamiento de seis semanas a cuatro meses y
luego son enviados a los frentes de batalla en Irak, Afganistán o
cualquiera de las guerras en las que esté involucrada Gran Bretaña.
(Luzzani, 2012:424).
En la presentación del gobierno argentino relativa a la militarización del
Atlántico Sur por parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
ante la ONU en febrero del año 2012, Argentina denuncia:
“..eso hace de los archipiélagos en disputa una pieza fundamental del
esquema estratégico británico de naturaleza y alcance globales, donde se
concentra un enorme poderío militar y el único nuclear de la región;
pudiendo concluirse que la infundada defensa por el Reino Unido de la
autodeterminación de los 2.500 isleños no es más que una excusa para el
establecimiento de una poderosa base militar que sirva a sus intereses
estratégicos en el Atlántico Sur con proyecciones a la Antártida, al
Pacífico y al Índico.” (Página 12, 2012).
Por lo tanto, es una base militar donde:
“…el funcionamiento y mantenimiento de la base demanda al Reino Unido
alrededor de 150 millones de dólares anuales. Un costo no demasiado alto
si se tiene en cuenta el declarado objetivo de «proveer seguridad en los
territorios de ultramar en el Atlántico Sur» y un negocio redondo para la
Corona, teniendo en cuenta las enormes ganancias que obtiene de la
ilegal adjudicación de licencias de pesca y explotación de otros recursos
naturales de la zona.”72
La Fortaleza recibe, el 7% del presupuesto de la OTAN (El Malvinense, 2009).
Además, de los ciento cincuenta millones de dólares anuales, se cree que “es
financiado a través de la adjudicación ilegal de licencias de pesca y
explotación de otros recursos de la zona otorgados por la corona a empresas
de capitales ingleses o estadounidenses” (Winer, 2013:7). Para el año 2015, el
gobierno británico anunció que “invertirá 268 millones de dólares para
reforzar la defensa de las islas ante una posible «amenaza» del país
suramericano” (El Cronista, 2015). Para dimensionar el mismo:
“…el gasto militar de Gran Bretaña en Malvinas hizo del archipiélago
usurpado una de las zonas más militarizadas del mundo, medida en
inversión por habitante […]. Prescott dijo que Gran Bretaña destina al
gasto militar en Malvinas «65 millones de libras esterlinas cada año»,
según datos oficiales de 2015 y que, «en total, como gasto acumulado
desde 1982 a la fecha, invirtió más de 1.000 millones de libras esterlinas
(1540 millones de dólares) en mantener a los 2000 isleños, esto es,
aproximadamente 500000 libras (unos 770000 dólares por habitante.” (La
Capital, 2015).
Sumado a los recursos naturales, no debe obviarse la ubicación
geoestratégica, por el cual Gran Bretaña adquiere proyección de poder sobre
72
Disponible en sitio web www.alainet.org/es/active/52746 (Acceso 10 de mayo de 2015.)
67
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la región circundante, especialmente en la Antártida, y controlar las rutas
marítimas de transporte comercial entre el Atlántico y el Pacífico (La Capital,
2015).73
La escalada militar británica preocupa no sólo a la Argentina sino también a
los países del área y fuera de ella. La Cumbre Iberoamericana en diciembre
del año 2010 y en octubre del año 2011, y la UNASUR en octubre del año 2011,
se adhirieron a Argentina en el rechazo al despliegue militar británico en la
zona. Sin embargo, el Reino Unido niega la presencia de una base de la OTAN
en las islas:
“Las afirmaciones de que las islas Falkland (Malvinas) son una «base
militar nuclear de la OTAN en el Atlántico Sur» o de que representan una
amenaza militar para la región son obviamente falsas: la presencia militar
británica es de naturaleza puramente defensiva y el número de fuerzas
británicas ha decrecido hasta el mínimo necesario para defender las
islas.” (Infobae, 2014).
Tal contradicción no se refleja en el informe realizado por académicos de la
Universidad de Cambridge y Londres en el año 200974.
En marzo del año 2012, el bloque regional UNASUR se pronuncia acerca de las
Malvinas, instando al Reino Unido a iniciar una mesa de diálogo con la
Argentina por el tema de las islas Malvinas y prohíbe la entrada de
toda embarcación llevando la bandera "ilegal" de las islas Malvinas. Un paso
muy importante en la consolidación regional del continente sudamericano y la
defensa de su soberanía, lo mismo que sus recursos naturales. En ese sentido,
es importante subrayar que, al estar en litigio tanto la militarización del
Atlántico Sur por la presencia de la “Fortaleza Malvinas” como la soberanía de
los recursos naturales argentinos, el bloque regional sudamericano UNASUR se
unifica ante la presencia del anacronismo colonial británico.
Cabe también recordar que la integración regional sudamericana transita una
etapa de esplendor, y prueba de ello a nivel geopolítico es que ni siquiera la
llamada telefónica en febrero del año 2012 del Primer Ministro británico,
David Cameron (2010 a la actualidad) al ex Presidente de Chile Sebastián
Piñera (2010-2014), logró el objetivo de dividir la posición del bloque regional
sudamericano respecto al conflicto de la soberanía de las islas Malvinas y del
Atlántico Sur. Situación totalmente impensada tan solo una década atrás. El
eje en materia de defensa constituye sin dudas uno de los principales pilares
del bloque regional UNASUR. Además debe tenerse en cuenta que el
73
Según un informe de la CEPAL, se considera que las islas Malvinas se resignifican aún más en
cuanto a su importancia geoestratégica tomando en cuenta el siguiente dato “el transporte
internacional de mercancías por vía acuática pasó de 65% del total en 2002 a poco más de 70%
en 2006” en Sabogne, Rodolfo y Sánchez, Ricardo (coord.) 2008 “El canal de Panamá en la
economía de América Latina y el Caribe” en archivo.cepal.org/pdfs/2009/S2009042.pdf.
74
En tal informe (The Status and Location of the Military Installations of the Member States
of the European Union and their Potential Role for the European Security and Defense Policy)
se explicita: “La investigación, que fue pedida por la Comisión de Seguridad y Defensa del
Parlamento Europeo, llama a una urgente reforma de la estructura de seguridad de Europa en
función de los «tiempos que se avecinan» y coloca en el centro de esa reestructuración a las
bases militares que los miembros de la Unión Europea poseen en sus colonias de ultramar. La
propuesta es clara: la protección de las rutas comerciales, la seguridad y la cada vez mayor
«competitividad geopolítica» del siglo XXI han revalorizado lo que ellos llaman «las líneas de
comunicación por el mar» en Luzzani, Telma (2012: 430).
68
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continente sudamericano posee una gigantesca acumulación de recursos
naturales: energía, petróleo, litio, cobre, gas, carbón, tres grandes cuencas
hídricas, un gran pulmón vegetal, la mayor biodiversidad del mundo y un 27 %
del agua dulce del planeta.
A éstos hechos, se le suma en febrero del año 2012 buques de la plataforma
petrolera británica Leiv Eiriksson que invaden aguas de Tierra del Fuego,
violando el límite denominado como ZEE argentina: “la plataforma avanzó
entre 8 y 10 millas náuticas más allá de lo permitido acercándose unas 190
millas a la Argentina, lo que abrió las especulaciones de que la compañía
estaría realizando un tercer pozo” (Lozano y Domínguez Rotta, 2012: 4).
A la contradicción mencionada en párrafos anteriores frente a la publicación
del documento “The Status and Location of the Military Installations of the
Member States of the European Union and their Potential Role for the
European Security and Defense Policy” realizado por dos de las universidades
más prestigiosas de Gran Bretaña, despertó la preocupación alarmante
respecto a los intereses argentinos, entendidos desde una perspectiva
regional. El documento adjunta un mapa donde se pueden observar la
ubicación de las bases y las zonas posibles de “proyección de poder”. Ante el
ascenso de China, India y Corea del Sur en términos de potencial marítimo y
aumento de despliegue de bases navales y la declinación europea, y el costo
financiero creciente para el Reino Unido y Francia para sostener su despliegue
de ultramar, la propuesta es compartir el financiamiento entre los Estados
miembros, “europeizando” su utilización bajo la administración de un
organismo creado en el marco de la Unión Europea.
La militarización del Atlántico Sur por parte de Occidente (en este caso el
Reino Unido) convierte la “Cuestión Malvinas” en un eje clave para estrategia
de defensa continental sudamericana (UNASUR). Además, en una entrevista
realizada en abril del año 2012 a Battagliano Jorge (Profesor de la Universidad
Di Tella) establece: “a medida que el tamaño de los buques no permita el uso
del canal de Panamá, el paso por el Atlántico Sur aumentará” (La Nación,
2012). Con ello, se potenciaría el llamado control del “triángulo estratégico”
del Cono Sur (islas Malvinas, Tierra del Fuego, pasaje de Drake y costas
antárticas). Las Malvinas cobraron relevancia como proyección de la OTAN
fuera de sus límites75.
La irrupción en Latinoamérica de gobiernos poco proclives a acatar los
mandatos de Washington, el descubrimiento de gigantescas reservas
petroleras, y los avances en los procesos de integración regional, reactivaron
el armamento en Estados Unidos. Tras años de desatención por las urgencias
propias de las invasiones a Afganistán e Irak en el año 2003 (considerados
países del eje de mal), la Casa Blanca resolvió reactivar la Cuarta Flota.
La sede central de esa flota se encuentra en la ciudad portuaria de Maryland.
Aunque la flota no tenga completa su formación total, en esa ciudad por lo
menos existen veintiún navíos estacionados y seis escuadrones de helicópteros
de la marina americana, que patrullarán mares caribeños y sudamericanos.
Según el Pentágono, la misión será la lucha contra el “narcotráfico y el
Es así que “la defensa de las islas y su proyección hacia el Atlántico Sur está encargada a la
British Forces South Atlantic (BFSA). La misma tiene su asiento en la Fortaleza Falklands,
ubicada en Mount Pleasant hoy es una realidad y no una potencialidad militar. El complejo es
sin duda el legado más importante de la guerra y construido con el objeto de persuadir a la
Argentina” en Perfil 2007 (Buenos Aires). 4 de abril.
75
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terrorismo”. Sin embargo, países como Venezuela descreen de la versión
estadounidense, y anticipan que realizarán las propias tareas de espionaje. El
re lanzamiento de la Cuarta Flota, es una pieza más de la nueva estrategia
regional pensada hasta el año 2016 y esbozada en un documento del año 2007.
El texto postula la necesidad de afianzar la supremacía de Estados Unidos en
Latinoamérica, la búsqueda de países que propicien la instalación de bases
militares, entre otras. El mismo, se suma al Plan Colombia inaugurado por el
ex Presidente Clinton (1993-2001).
Estados Unidos reconoce que América Latina vive una oleada progresista. Tras
la oleada neoliberal que devastó el subcontinente, se ha presenciado diversas
victorias de gobiernos progresistas en varios países de la región. A esta
situación se suma el reciente descubrimiento de los megacampos petrolíferos
en la costa brasileña, con más de 300 km. mar adentro y debajo de la
plataforma continental, deduce que la mirada imperialista también se
encuentra enfocada en éste espacio. Las reservas estimadas y deducidas de la
cuenca de Santos, Campos y algunas otras zonas del noreste pueden colocar a
Brasil en el mismo nivel que los países que integran la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) de la industria del petróleo, pudiéndose
situar entre las tres mayores del planeta.
Con el proceso de reactivación, la mayoría de los presidentes sudamericanos
presentaron sus quejas. El ex presidente brasileño Lula Da Silva (2003-2010)
cuestionó la necesidad de la reactivación de la Cuarta Flota, relacionándolo
inmediatamente con el descubrimiento de petróleo en la Cuenca de Santos,
en Brasil. La repercusión de la puesta en marcha de la Cuarta Flota ha sido
inmensa. No sólo el ex Presidente Da Silva la cuestionó, sino que también lo
hizo en su momento Hugo Chávez (1999-2013) y Evo Morales (2006 a la
actualidad), de Venezuela y Bolivia respectivamente, entre otros presidentes
sudamericanos. Todos cuestionaron las intenciones de Estados Unidos y
dudaron de los propósitos “pacíficos” alegados por los estadounidenses 76.
Sin embargo, los propósitos son claramente intimidatorios, al igual que Gran
Bretaña en Malvinas. Son señales que los Estados Unidos envían al territorio
sudamericano, de que están atentos al desarrollo de los acontecimientos
políticos del subcontinente. Una clara amenaza en el aire contra todos
pueblos latinoamericanos. Vientos de cambio soslayan que el pueblo
latinoamericano ha despertado ante la “Cuestión Malvinas”. Ya no implica una
amenaza para un país, sino para Latinoamérica. Ante esto, como ya se ha
dicho, un Imperio en su fase de decadencia cada vez se va volviendo más
agresivo y más belicista.
Conclusión
Abordar la “Cuestión Malvinas” desde una perspectiva de la complejidad,
permite articular los diversos planos de la realidad social sistémica, compleja
y multidimensionalmente. Es por ello que en el presente ensayo se analizaron
las cuestiones de la Resolución 2065, la defensa de soberanía, el marco legal,
76
La reactivación, según declaraciones del propio gobierno norteamericano, es la de brindar
asistencia humanitaria en aquellas regiones del hemisferio sur donde sean requeridos. La
potencialidad real de la Cuarta Flota es en función de remarcar la presencia estadounidense
en la región.
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el apoyo regional coincidente con el cambio político de principios del siglo XXI
en gran parte de Latinoamérica, y la apropiación de recursos junto a su
corolario militarización.
Ante las lógicas de acumulación capitalistas y de desposesión de los recursos
naturales (considerados geoestratégicos a nivel mundial) las relaciones
diplomáticas entre Argentina y Gran Bretaña irrumpen serias fricciones ante la
negativa de éste último al diálogo, tal y como lo expresa la Resolución 2065
de la ONU, cumpliéndose en el año 2015 cincuenta años de la misma. Medio
siglo de postergación y obstaculización británica a lo establecido por la
comunidad internacional aquel 16 de diciembre de 1965; medio siglo de
ilógica reproducción colonialista a la vera del siglo XXI.
La Resolución 2065 constituye el reconocimiento más importante de las
Naciones Unidas por los legítimos derechos que Argentina mantiene sobre las
islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. En ella se encuentra
materializada la falta de legitimidad de la población británica de las islas para
ejercer tal derecho, en razón de que no pueden considerarse como pueblo, ya
que otorgarles ese reconocimiento implicaría afectar la integridad territorial
de un Estado soberano.
Por ende, y bajo la perspectiva de la complejidad, la disputa por la soberanía
de las islas Malvinas, se ha intensificado a partir del descubrimiento de
reservas petrolíferas de gran magnitud en el Mar Argentino. Por tanto, la
disputa y apropiación global por los recursos naturales que dinamiza el
capitalismo contemporáneo hace de Argentina un claro ejemplo a escala
global. En esta lucha de intereses, Gran Bretaña no pretende el diálogo, ya
que las lógicas de acumulación exceden cualquier tratativa, incluso con la
infinidad de cuestiones ilegales que presenta el mismo en la apropiación del
territorio. El peso hegemónico es sustancial, he incluso inclina aún más la
balanza en favor del gobierno británicos, con los nuevos mecanismos de la
geopolítica del siglo XXI.
Es claro además, que si bien la política de Estado desde el año 2003 es la de
materializar el reclamo en diversas escalas tanto nacionales, regionales e
internacionales; y que además, el objetivo de convertir la causa “Malvinas” en
una causa regional e incluso mundial por efecto propagandístico, el gran
déficit de la historia argentina, fue la ausencia de una política de estado
estructural en cuanto a su diplomacia, más aun teniendo en cuenta la política
gubernamental neoliberalista de los años noventa, que quebrantó los logros
diplomáticos dentro de los cincuenta años que se cumplen de la Resolución.
Más allá de la veta pacífica de recuperación de la soberanía por parte del
gobierno argentino; del presente contexto histórico en América del Sur, y del
apoyo de organismos multilaterales externos al continente latinoamericano,
éstas variables no son suficientes para inclinar la “Cuestión Malvinas” a favor
de Argentina, aun teniendo en cuenta el dictamen que inspiró el embajador
Ruda hace ya medio siglo. La Unión Europea, Estados Unidos y el Consejo de
Seguridad de la ONU dan cuenta de un poder que, en la mesa de
negociaciones, imponen una jerarquía ampliamente mayor, con una profunda
alianza de las partes.
Resulta incomprensible el “colonialismo” a la vera del siglo XXI. Pero no lo es,
más allá de los discursos incongruentes, desde el gobierno de Gran Bretaña. El
interés británico radica en varias cuestiones: el agotamiento de los recursos
petrolíferos en el Mar del Norte; la cercanía a la reserva mundial de agua
71
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
dulce más grande del planeta; el control de la ruta marítima del Atlántico
Sur; la actividad ictícola y otras explotaciones de recursos naturales. Para ello
viola diversos tratados internacionales asentando bases militares junto a
dispositivos nucleares como medida de disuasión al reclamo legítimo
argentino. La militarización en el Atlántico Sur es una seria amenaza
geopolítica para la Argentina y por supuesto, para toda América Latina. Es
evidente: las lógicas del capital a través de la acumulación por desposesión
de recursos naturales considerados estratégicos, están presentes en las islas
Malvinas, retomando características del imperialismo decimonónico.
Por medio de la alta tecnología implementada por diversas transnacionales
que operan en las islas, se proyecta, como establece Bernal, una nueva
“Arabia” en los confines del Atlántico Sur, y tal como ocurrió con las políticas
de seguridad energética estadounidenses, Gran Bretaña sigue los mismos
pasos del Imperialismo.
Ante este escenario, la “Cuestión Malvinas” como política de Estado desde el
año 2003, ha fijado denunciar, impedir o reprimir a través de la vía
diplomática cualquier actividad unilateral de Gran Bretaña en la soberanía
argentina, tanto de exploración y/o explotación de recursos naturales, como
militares.
Por medio de este ensayo, se adhiere a la política exterior estructural,
gestada en el gobierno de Néstor Kirchner y proseguida en los mandatos de
Cristina Fernández de Kirchner, que han tomado la defensa de la soberanía de
las islas como una cuestión esencial, vinculada a un aspecto central de los
derechos humanos: aquellos de cuarta generación conocidos como derechos
colectivos o de los pueblos.
Es de destacar que, más allá del carácter patriótico que resurgió el legítimo
reclamo del pueblo argentino instaurado en la última década, América Latina
apoya el mismo tal como si las ideas de Bolívar y San Martín reencarnaran
desde el corazón del continente para volver a ser escuchadas por el mundo.
Pensar en la recuperación de las islas Malvinas en forma pacífica, y llevando
el reclamo a cuanto Foro Internacional, no será una tarea exitosa a corto
plazo. Tras el análisis realizado, Gran Bretaña defenderá ilegalmente, a
través de diversos mecanismos, el que considera su máximo potencial: la
ubicación geoestratégica junto a los recursos naturales, y Argentina deberá
(entre otras cuestiones) seguir aplicando la estrategia regional, para lograr el
tan anhelado contrabalanceo de poder, fortaleciendo aún más la integración
de la unidad sudamericana y señalando el diálogo pacífico, como política
exterior a reproducir por quienes creen que resulta lícito el colonialismo en el
siglo XXI.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
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(Santiago de Chile).
75
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
La transformación de conflictos en
las relaciones bilaterales chilenoargentinas. El caso del Beagle77
The transformation of conflicts in the bilateral relations chilean-argentina. The
Beagle case
JAVIER ALEJANDRO ORSO*
DALILA EMILSE CAPELETTI**
*Licenciado en Relaciones Internacionales (UNR).
Profesor Adjunto de la asignatura “Historia de las
Relaciones
Internacionales
Latinoamericanas
y
Argentinas”. Doctorando en Relaciones Internacionales.
Correo electrónico: orsojavier@yahoo.com.ar
**Bachiller en Relaciones Internacionales (UNR).
Auxiliar Alumna de la materia “Historia de las
Relaciones
Internacionales
Latinoamericanas
y
Argentinas”. Correo electrónico:
dalilacapeletti75@hotmail.com
76
Resumen
Abstract
El presente artículo tiene la
intención de analizar el conflicto del
Canal de Beagle entre Argentina y
Chile a la luz de la teoría de la
transformación de los conflictos.
Para ello se presentará un recorrido
histórico del mismo y un análisis de
su resolución hasta la firma del
Tratado de Paz y Amistad de 1984.
Dicho
Tratado
constituyó
un
catalizador para la renovación de las
relaciones internacionales entre
ambos países y el comienzo de un
proceso de integración y amistad
que pueden comprenderse a la luz
de la cultura kantiana.
This article intends to analyze the
conflict of the Beagle Channel
between Argentina and Chile
according the theory of conflict
transformation. To do this we make
a historical tour and an analysis of
its resolution until the signing of the
Peace and Friendship Treaty of
1984. We consider this was a
catalyst for renewal of international
relations between the two countries
and the beginning of an integration
and friendship process that can be
understood by the kantian culture.
77
Una versión de este artículo fue publicada en la Revista Desarrollo, Economía y Sociedad,
2015.
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Palabras clave
Keywords
Argentina ─ Chile ─ Canal de Beagle
─ Transformación de Conflictos
Argentina ─ Chile ─ Beagle Channel
─ Conflict Transformation
Introducción
El 29 de noviembre de 1984 los Ministros de Relaciones Exteriores de
Argentina y Chile, Dante Mario Caputo y Jaime del Valle Alliende
respectivamente, suscribieron en la Ciudad del Vaticano, el Tratado de Paz y
Amistad, cuya rúbrica había sido antecedida por un conflicto territorial y
marítimo en el extremo Sur del continente.
Este Tratado marcó un punto de inflexión en las relaciones bilaterales, ya que
daría a los vínculos entre ambas naciones un nuevo marco para la construcción
de entendimientos que favorecerían nuevos acuerdos en diversas áreas como
así también la generación de una zona de paz en el Cono Sur latinoamericano.
El conflicto del Beagle había sufrido un escalamiento sin precedentes en 1978
cuando ambas naciones hermanas se aprestaron para comenzar un esfuerzo de
guerra, cuyas consecuencias hubieran sido incalculables y sus resultados
desastrosos para ambos países y la región.
Nuestro objetivo consiste en intentar una explicación de los acontecimientos
que favorecieron la firma del Tratado de Paz y Amistad a la luz de la teoría de
la transformación de los conflictos, desde la perspectiva dada por el campo
subdisciplinar de la historia de las relaciones internacionales
latinoamericanas78. Para ello, hemos dividido este artículo en las siguientes
partes: primero, realizaremos una breve reseña histórica acerca de la génesis
y la evolución del conflicto del Beagle a lo largo del siglo XX, incluyendo el
arbitraje de Su Majestad Británica, el rechazo del laudo por parte del
gobierno militar argentino y la subsiguiente mediación de Su Santidad el Papa
Juan Pablo II. Segundo, desarrollaremos los principales aspectos existentes en
el Tratado de 1984. Tercero, nos introduciremos en algunas nociones
explicativas sobre la teoría de la transformación de los conflictos. Cuarto,
presentaremos una descripción de los hechos y acontecimientos más
destacados de las relaciones bilaterales entre Argentina y Chile que
enmarcamos en la citada teoría. Finalmente, presentaremos nuestras
conclusiones preliminares con el propósito de propender al debate e
intercambio científico sobre este tema.
Breve reseña histórica de la cuestión del Canal de Beagle
Teniendo en la cuenta la teoría que presentaremos más adelante, proponemos
una periodización sobre el conflicto del Beagle marcada por tres grandes
78
Cátedra de Historia de las Relaciones Internacionales Latinoamericanas y Argentinas,
Ponencia “La construcción de la integración regional a través de la Historia de las Relaciones
Internacionales Latinoamericanas”, en XIV Congreso Solar (Sociedad Latinoamericana de
Estudios sobre América Latina y el Caribe), ‘América Latina, entre culturas y desafíos para la
integración’, realizado en Lima (Perú) entre el 26 y el 28 de noviembre de 2014.
77
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etapas en la historia de las relaciones bilaterales argentino–chilenas. Primero,
un período que denominamos de discontinuidad, que situamos entre 1904 y
1977, en la cual observamos tres fases: desde 1904 hasta 1960, asistimos a la
formación del conflicto y a los sucesivos desacuerdos diplomáticos y políticos
acerca de cómo resolverlo; desde 1960 hasta 1970, se verifica un
estancamiento y no se presentan cambios en la cuestión; y finalmente, la fase
desde 1971 hasta 1977, determinada por el proceso arbitral. La segunda
etapa, está marcada por la tensión bilateral y el escalamiento del conflicto a
partir de la publicación del fallo arbitral y la posterior declaración de nulidad
por parte del gobierno argentino. En esta fase nunca se llegó al
enfrentamiento bélico aunque sí hubo movilizaciones de tropas. Finalmente,
la última etapa, que denominamos de transformación del conflicto, tiene sus
inicios en 1979 con el Acta de Montevideo por el cual ambos países aceptan la
mediación papal, cuyo principal resultado fue la firma del Tratado de Paz y
Amistad de 1984.
El primer antecedente que debe mencionarse para estudiar este conflicto es
el Tratado de Límites del 23 de julio de 1881, que marcó las relaciones entre
ambos países desde entonces.
El artículo 1 establece una línea limítrofe que se extiende de norte a sur
siguiendo las más altas cumbres de la Cordillera de los Andes que dividen
aguas, hasta el paralelo 52º de latitud. También establece que las dificultades
en la demarcación que pudieren suscitarse serán resueltas por dos Peritos,
uno por cada parte. El artículo 2 refiere a la parte austral del continente, y
allí se cambia la dirección norte–sur de la línea limítrofe para adoptar el
criterio este–este a la altura del Estrecho de Magallanes. El artículo 3, luego
de retomar el criterio norte–sur para dividir en dos la Isla de Tierra del Fuego,
refiere a las islas detallando que
“…pertenecerán a la República Argentina la isla de los Estados, los islotes
próximamente inmediatos a ésta y las demás islas que haya sobre el
Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la
Patagonia; y pertenecerán a Chile todas las islas al sur del canal Beagle
hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del
Fuego.”
Finalmente, se establecía que en caso de que surgiera alguna cuestión o
problema entre ambos países, ésta sería sometida al fallo de una potencia
amiga.
Según manifiestan Escudé y Cisneros, este Tratado fue favorable a los
intereses territoriales argentinos, que logró la posesión de toda la Patagonia;
y fue posible gracias a las gestiones y negociaciones de Bernardo de Irigoyen,
quien aprovechó que Chile mantenía su diplomacia ocupada en la Guerra del
Salitre contra Bolivia y Perú (1879-1883).
Posteriormente, en 1893, con la finalidad de subsanar determinados
problemas de demarcación de los hitos en el terreno, se firmó entre ambos
países el Protocolo Adicional y Aclaratorio, que estableció el principio
bioceánico, que establecía la exclusividad de Argentina al Océano Atlántico y
de Chile al Océano Pacífico, no pudiendo ninguno de ambos países reclamar
soberanía en el otro océano. Este principio sumaría más adelante otro escollo
para la determinación de la soberanía sobre el canal y las tres islas.
78
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El conflicto por la delimitación del Canal Beagle comenzó, según Escudé y
Cisneros, en 1904, cuando el Almirante Brown, de la marina argentina,
demostró que el canal de Beagle contornea la Isla Navarino, dejando al Este
las islas Picton, Nueva y Lennox. Chile no aceptó esta tesis y sostuvo que el
canal seguía derecho hacia el Este, pegado a la costa de la Isla de Tierra del
Fuego, dejando al sur las tres islas mencionadas y, de acuerdo al Tratado de
1881, pertenecerían a Chile (2000). Según estos autores, varios son los
documentos que permiten probar que las autoridades argentinas, entre 1881 y
1904, habían incluido bajo la jurisdicción chilena a las islas Picton, Nueva y
Lennox.
En este contexto, la Argentina propone un acuerdo a Chile respecto al límite
entre ambos países dentro del canal, algo que no había sido determinado por
el Tratado de 1881. Se acordó que sería la línea media del canal. Sin
embargo, continúa la disputa limítrofe respecto de la parte oriental de éste,
luego de la Isla Navarino, que quedó por fin establecida para ambos países a
partir de 1905 cuando se redacta un proyecto de arbitraje en el cual se
estipula que en el extremo este del Beagle había una bifurcación de canales,
hacia el Noreste y Sudoeste de la Isla Picton respectivamente. La controversia
versó sobre cuál de ambos cursos de agua era la continuación del Canal de
Beagle y, en consecuencia, a cuál país pertenecería las islas Picton y Nueva.
La situación permaneció sin cambios hasta los años ‘50 cuando las cancillerías
de ambos países llegaron a un principio de acuerdo y en 1955 Buenos Aires
presentó un proyecto que disponía dividir al canal en una línea media y
someter las islas Picton, Nueva y Lennox a un arbitraje. Sin embargo, según
cita Juan Archibaldo Lanús “este convenio, que constaba de sólo seis artículos
y cuyo texto fue acordado con Chile en mayo de 1955, no fue firmado. Chile
nunca contestó” (Lanús, 1984:500).
En 1960, y como consecuencia de unos incidentes ocurridos en el islote Snipe,
se reunieron los presidentes Jorge Alessandri y Arturo Frondizi, quienes
firmaron unas ‘bases de acuerdo’ para la solución pacífica de las cuestiones
de límites pendientes.
En este marco, el 12 de junio de 1960, en Buenos Aires, se firmaron los
llamados Pactos del Sesenta, que conformaban: un Protocolo de Arbitraje en
la región del Río Encuentro; un Protocolo sometiendo a la Corte Internacional
de La Haya la cuestión de las islas Nueva y Picton, que dividía el canal en su
línea media y otorgaba la isla Lennox a Chile; un Acta Adicional al Protocolo
del 16 de abril de 1961 sobre revisión, reposición y densificación de hitos, que
establecía que de haber problemas sobre la colocación de hitos, se sometería
al arbitraje de la corona británica; y un Convenio de Navegación en los
Canales Fueguinos, que establecía que la navegación se realizaría libremente
en paso inocente de barcos de guerra argentinos por la ruta entre el Canal de
Beagle y el Estrecho de Magallanes.
El Senado de Chile rechazó el acuerdo por considerar que se le otorgaban
demasiadas ventajas a la Argentina. A partir de entonces, sostenemos que se
inicia la etapa de estancamiento y sin avances en la materia.
En los diez años que van desde 1960 hasta 1970 se sucedieron diversos
encuentros y conversaciones sin que se produjeran resultados satisfactorios
entre las partes. Es en estos momentos cuando Chile comienza a plantear la
79
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cuestión de la costa seca79, mientras la tesis argentina sostenía que la línea
de frontera debía ser la línea media del Canal para que cada país pudiera
navegar por aguas propias. Esta parecía una posición pragmática.
La cuestión siguió sin cambios hasta 1971 cuando los presidentes Agustín
Lanusse y Salvador Allende acordaron someter la cuestión del Beagle al
arbitraje de Su Majestad Británica. El 22 de julio de 1971 firmaron el
Compromiso Arbitral, encuadrado en los acuerdos de arbitraje de 1902 80. En el
mismo se delimitó la región que se sometería al arbitraje denominándola el
martillo, la cual incluye la zona del canal y las islas Picton, Nueva y Lennox.
Este acuerdo constituyó una transacción entre la posición de ambos países, la
chilena de mantener a la corona británica como árbitro y la argentina de
someter la cuestión a la Corte Internacional de Justicia. La solución de
compromiso consistió en nombrar una Corte Arbitral ad hoc integrada por
cinco jueces de la Corte. Ellos fueron Hardy Dillard de los Estados Unidos,
Gerald Fitsmaurice del Reino Unido, André Gross de Francia, Charles Onyeama
de Nigeria y Sture Petrén de Suecia81.
Además, la Corte resolvería cada punto en disputa juntamente con el trazado
de la línea limítrofe en un mapa, quedando la función del árbitro reducida a
sancionar o rechazar la decisión de la misma, sin contar con las facultades
para modificar dicha decisión.
La elección de la sede de trabajo de la Corte fue también una decisión
transaccional, dado que Argentina pretendía que la Corte funcionara en La
Haya mientras Chile buscaba que sea en Londres. Finalmente se estableció
que la Corte operaría en Ginebra, en la sede del edificio de la Organización
Internacional del Trabajo, y las audiencias con las partes se realizarían en la
sede de la Municipalidad de Ginebra.
Es dable mencionar que, desde el punto de vista del derecho internacional, el
proceso conservó en un plano de igualdad a las partes, no habiendo un
demandado y un demandante, sino que ambos países presentaron
simultáneamente sus peticiones, memorias, contramemorias y réplicas.
Desde el punto de vista argentino los argumentos de la Memoria fueron dos, el
primero, a partir de los documentos del descubridor Fitz Roy que afirmaban
que el canal de Beagle empezaba al norte de la isla Lennox, lo cual dejaba
bajo soberanía argentina la isla Picton pero no Nueva y Lennox. El segundo
argumento fue el principio oceánico que se desprende del Protocolo de 1893,
por el cual Argentina no podía pretender punto de soberanía en el Pacífico
mientras Chile no podía pretenderlo en el Atlántico. Entonces, Nueva y
Lennox serían argentinas por ser atlánticas.
Por su parte, la Memoria chilena, según Lanús, se basó más bien en
argumentos jurídicos: en 1881 el negociador Bernardo de Irigoyen había
79
Vieja teoría acuñada por un periodista chileno Fagalde que sostenía según el art. 3 del
Tratado de 1881 “hasta tocar el Canal de Beagle” la Argentina no tenía derecho alguno sobre
las aguas del Canal, es decir, el límite corre por la costa sur de la Isla Tierra del Fuego,
volviendo la isla Lennox al paquete de la negociación (LANÚS 1984: 505).
80
Los Pactos de Mayo de 1902 comprendieron cuatro instrumentos jurídicos: un Acta
Preliminar, que estableció la renuncia expresa a las expansiones territoriales; un Tratado
General de Arbitraje que designaba a la corona británica como árbitro con amplias
facultades; una Convención sobre Limitación de Armamentos Navales; y un Acta que
solicitaba al árbitro la fijación de hitos demarcatorios en el terreno.
81
Este falleció en pleno proceso arbitral en 1976 y no fue reemplazado.
80
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distribuido un mapa argentino con la nueva frontera acordada en el tratado y
en el mismo todas las islas al sur de Tierra del Fuego aparecían como chilenas.
Dicho mapa fue incluso remitido al Foreign Office. Además, Chile había
editado y distribuido a todas sus embajadas y consulados un mapa similar y
Argentina no había opuesto protesta ni objeción (1984:514).
Luego de la presentación de las memorias y contramemorias, Argentina pidió,
y le fue concedido, la presentación de una réplica, para ampliar determinados
contenidos de las exposiciones.
La decisión de la Corte Arbitral fue realizada por unanimidad de los jueces el
18 de febrero de 1977 y transmitida al árbitro la Reina Isabel II del Reino
Unido, quien el 18 de abril emitió una declaración ratificando la decisión de la
Corte y dando a conocer que la misma constituía el Laudo arbitral. Éste fue
comunicado a la partes el 25 de mayo de 1977.
Los fundamentos de la Corte para emitir su decisión se pueden dividir en
argumentos geográficos e históricos. Entre los primeros, la Corte basó su
dictamen en el Tratado de Límites de 1881 que atribuye a Chile “todas las
islas al sur del canal de Beagle hasta el Cabo de Hornos” (art. 3),
reconociendo que las tres islas en disputa están ubicadas al sur de dicho
canal. De esta manera, la Corte estableció que el Canal de Beagle continúa,
en la parte Este de la Isla Navarino, en línea recta por el lado norte de la Isla
Picton.
Sobre los fundamentos históricos, también basó su decisión en el Tratado de
1881, “por el cual Chile renunció a sus pretensiones sobre la Patagonia hasta
el Río Negro, a cambio de adquirir la jurisdicción sobre ambas márgenes del
Estrecho de Magallanes” (Melo, 1979: 45-46). Para la Corte Arbitral, el grupo
de las islas Picton, Nueva y Lennox no estaría situado al oriente de Tierra del
Fuego, sino que formarían parte del mismo archipiélago.
De esta forma, las tres islas en disputa fueron atribuidas a la soberanía de
Chile por la Corte Arbitral que fue aceptada por la Reina de Inglaterra.
Como resultado del Laudo desfavorable para la Argentina, en el gobierno se
presentaron tres tendencias: por una parte, el ejército y la marina, que
rechazaban la decisión de la Corte en su totalidad. De otra parte, algunos
sectores de la Cancillería, los moderados, quienes sostenían que debían
rechazarse los considerandos del Laudo y aceptar la parte dispositiva.
Finalmente, la posición más benévola representada por la Consejería Legal
consideraba aceptar el fallo (Alles, 2011: 94). Se impuso el sector más duro y
la Argentina declaró insalvablemente nulo el fallo el día 25 de enero de 1978;
la cual fue hecha a conocer al Presidente de Chile Augusto Pinochet por parte
del Presidente argentino Rafael Videla en un encuentro que ambos
mandatarios sostuvieron en El Plumerillo, Mendoza.
La declaración de nulidad se fundamentó en seis categorías de defectos de los
que adoleció el fallo arbitral: deformación de las tesis argentinas, opinión
sobre cuestiones litigiosas no sometidas a arbitraje, contradicciones en el
razonamiento, vicios de interpretación, errores geográficos e históricos, y
falta de equilibrio en la apreciación de la argumentación y de la prueba
producida por cada parte82.
82
Para mayor información sobre la declaración de nulidad del gobierno argentino se sugiere la
lectura de Melo, Artemio Luis “La cuestión internacional del canal de Beagle”, 1979.
81
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Chile declaró que rechazaba la “insólita” declaración y reafirmaba sus títulos
y derechos de soberanía en la región. De esta manera, se da comienzo a una
escalada en el conflicto que llegó a estar muy cerca del enfrentamiento
armado en diciembre de ese año. No obstante, Chile afirmó que estaba
dispuesto a “mantener negociaciones bilaterales a fin de delimitar los
espacios marítimos conforme al derecho internacional” (1979: 75-76).
Lanús afirma que la Corte se encerró, para su fallo, en la interpretación
textual del Tratado de 1881, descuidando y prescindiendo del Protocolo de
1893 y de los Pactos de 1902, desconociendo el principio bioceánico.
A partir de la declaración de nulidad, se realizaron numerosos encuentros
entre Buenos Aires y Santiago con el fin de llegar a un acuerdo. En todos los
casos, la posición argentina sostenía la conveniencia de lograr un acuerdo
político, mientras que la chilena se aferraba a lo establecido en el Laudo y
amenazando con recurrir a la Corte Internacional de Justicia, lo que resultaría
desfavorable para la postura argentina83.
En febrero de 1978, se reunieron en Puerto Montt los Presidentes Videla y
Pinochet.
En
dicho encuentro se firmó un Acta que establecía lo siguiente: primero, que las
autoridades argentinas y chilenas impartirían órdenes a “fin de evitar
acciones o actitudes contrarias al espíritu de pacífica convivencia” (Lanús,
1984:521). Segundo, el establecimiento de negociaciones en tres fases y
mediante comisiones. En la primera, una Comisión Mixta (Comix I) que
propondría a los Gobiernos medidas conducentes a crear las condiciones de
armonía y equidad mientras se lograba una solución integral y definitiva a la
disputa. En la segunda fase, la Comisión Mixta (Comix II) examinaría las
cuestiones de la delimitación de las jurisdicciones en la zona austral, las
medidas para promover la integración física, la complementación económica y
la explotación de los recursos naturales, la cuestión Antártica y otras
cuestiones relacionadas con el Estrecho de Magallanes. En la tercera fase, las
comisiones elevarían a los gobiernos las proposiciones para que éstos
convinieran en los instrumentos correspondientes.
Juan Archibaldo Lanús afirma que la incorporación del Estrecho de
Magallanes, que nada tenía que ver con la controversia del canal de Beagle y
las islas, demuestra un signo de debilidad de la diplomacia argentina
(1984:521) incluso en un discurso en la finalización del encuentro de Puerto
Montt, Pinochet afirmó que Chile sostendría el Laudo Arbitral, y Videla no
pudo articular una respuesta adecuada. La exclamación de otro miembro de la
Junta Militar argentina, el Almirante Massera, fue contundente respecto a los
ánimos de los militares argentinos: ‘Se acabó el tiempo de las palabras’.
Luego de Puerto Montt comenzaron a funcionar ambas comisiones, en cuyas
reuniones quedaron plasmados los intereses y posiciones cerradas de ambas
partes. Mientras Argentina sostenía que debían negociarse tierras, es decir,
las islas que fueron objeto del Laudo Arbitral, Chile manifestaba y reiteraba
que mantenía la validez del Laudo para la zona del Martillo y aseveraba que
estaba dispuesto a negociar aguas, es decir, discutir la delimitación marítima
83
Cabe recordar que luego del Compromiso Arbitral de 1971, Argentina y Chile firmaron un
nuevo Tratado sobre Solución Judicial de Controversias el 5 de abril de 1972. Según Melo,
tanto la firma del Tratado como el contexto en el cual se firmó, en pleno proceso arbitral,
demuestra una vez más la incoherencia de la diplomacia argentina.
82
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más allá de la zona del martillo, zona que no había sido objeto del Laudo.
Como consecuencia, Argentina reiteró la nulidad del Laudo Arbitral y reclamó
todas las aguas y tierras situadas al Este del meridiano del Cabo de Hornos,
excepto la Isla Navarino. Mientras tanto, en otros temas de cooperación
bilateral, tales como pesca, medio ambiente, pilotaje, etc. ambos países
manifestaron acuerdos sustanciales, dejando la cuestión de fondo sin resolver
(Lanús, 1984:522). Mientras tanto, la fecha estipulada en el Acta de Puerto
Montt para la finalización de las reuniones llegaba a su fin84, sin observar las
partes claros resultados y, como dice Lanús, “…el equívoco continuaba y se
transformaron las negociaciones en una conversación de sordos” (523).
Cabe mencionar que, desde el lado argentino, las serias disputas existentes
entre los distintos sectores de poder impedían definir una posición común.
Mientras las Fuerzas Armadas sólo estaban dispuestas a negociar tierras, es
decir islas, la Cancillería buscaba una solución alternativa que preveía
negociar zonas comunes de aguas y tierras. En el medio, el Presidente Videla,
adoptaba posiciones más flexibles que lo llevaron a apoyar a la Cancillería85.
Finalmente, la diplomacia de los equívocos, a decir de Lanús, concluyó con el
Acta Final del 2 de noviembre de 1978, que afirmaba:
“La Segunda Comisión después de un análisis integral no logró alcanzar
acuerdo con respecto al punto 3.1 (Delimitación de jurisdicción) y el
punto 3.5 (Cuestión de las líneas de base rectas). La Segunda Comisión
propone a ambos gobiernos que busquen el método de solución pacífica
que juzguen adecuado para la solución del diferendo” (1984:525).
En este contexto, Chile intentó recurrir a la aplicación del Tratado de
Solución Jurídica de Controversias firmado entre ambos países en 1972,
pidiendo someter el conflicto a la Corte Internacional de Justicia, pero
Argentina rechazó el pedido.
En los últimos meses de 1978, mientras ambos países realizaban operaciones
militares conducentes a un enfrentamiento armado que ocurriría en las
navidades de ese año, Argentina enviaba tres misiones diplomáticas de
urgencia y con carácter secreto a la Santa Sede, a Moscú y a Washington, las
cuales manifestaban “la preocupación del gobierno frente al desarrollo de los
acontecimientos y para informar la posición argentina ‘en caso de que ocurra
lo peor” (1984:527). A partir del 23 de diciembre, el Cardenal Samoré,
enviado especial del Papa Juan Pablo II, comenzó un periplo ininterrumpido
entre Buenos Aires y Santiago con el fin de evitar la guerra y acudir a una
solución pacífica del conflicto.
Finalmente, el 8 de enero de 1979 Samoré logró que los Cancilleres de ambos
países suscribieran el Acta de Montevideo, por el cual las partes aceptaban la
mediación Papal y se comprometían a encontrar una solución con la asistencia
y consejos de la Santa Sede, y a no hacer uso o amenazar con la fuerza en las
relaciones entre ambos países.
84
La fecha límite establecida para el trabajo de las comisiones era el 30 de octubre de 1978.
Coincidimos con aquellos analistas que afirman que la postura moderada de Videla se debía
a su intención de perpetuarse en el poder en el hipotético caso de que se realizaran
elecciones en el país y él decidiera presentarse como candidato enarbolando como un logro
personal la resolución de esta controversia. Además, recurrir al uso de la fuerza, tanto en
caso de éxito como de fracaso, llevaría al poder al sector más duro de las fuerzas armadas.
85
83
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En sus funciones de mediador, el Cardenal Samoré separó las pretensiones y
problemas que enfrentaban a las partes: dejó de lado el Estrecho de
Magallanes, que era una controversia desde el Tratado de Límites de 1881; se
dejó de lado el problema de las proyecciones antárticas de ambos países; se
resolvió en forma separada la cuestión de la denuncia argentina al Tratado de
Solución Judicial de Controversias de 1972, que hubiera llevado el caso ante
la Corte Internacional de Justicia; y separó las pretensiones territoriales de
las marítimas.
Luego de casi dos años de proceso de mediación, el 12 de diciembre de 1980
en la Ciudad del Vaticano, el Papa Juan Pablo II hizo entrega a ambos países
de su propuesta. Fue éste el comienzo de una nueva etapa en la historia de
las relaciones internacionales de Argentina y Chile y la apertura de un nuevo
camino de paz y sin retrocesos, dando inicio a la tercera etapa que, en base a
la teoría, denominamos etapa de transformación de conflictos. La propuesta
papal otorgaba las tres islas en disputa a la soberanía de Chile, siguiendo los
postulados del Laudo Arbitral de 1977, y creaba una zona marítima
compartida entre ambos países para la explotación económica de sus
recursos. Dicha zona conformaba un triángulo cuyo vértice estaba en la salida
oriental del Canal de Beagle y uno de cuyos lados sobre el meridiano del Cabo
de Hornos hasta las 200 millas, quedando más allá del triángulo, en la parte
atlántica, la zona económica exclusiva argentina; y hacia el Pacífico la zona
económica exclusiva chilena.
Pocos días después, el gobierno chileno emitió una declaración en la cual
aceptaba la propuesta papal, mientras que el gobierno militar argentino
nunca dio una respuesta concreta ni planteó una solución al problema de
límites.
Una vez retornada la democracia en Argentina, el Presidente Raúl Alfonsín se
propuso concluir todos los conflictos territoriales con los países vecinos,
especialmente con Chile, en el marco de una política exterior que pretendía
posicionar a la Argentina como una potencia moral86. Para ello debía lograr la
aceptación de la propuesta papal, y recurrió a la opinión pública llamando a
un plebiscito no vinculante, a partir del cual se aceptaría dicha propuesta y el
Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile.
El Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984 y la
aceptación del Plebiscito no vinculante
El Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile fue firmado en la Ciudad
del Vaticano el 29 de noviembre de 1984, y ratificado el 2 de mayo de 1985.
Dicho Tratado fue rubricado por los Ministros de Relaciones Exteriores de
ambos países, Dante Caputo, por la parte Argentina, y Jaime del Valle
Alliende, por la parte chilena.
El Tratado consta de un preámbulo con sus considerandos y diecinueve
artículos. Tiene, además, dos anexos: el primero, un procedimiento de
conciliación y arbitraje para la solución pacífica de futuras controversias; y el
segundo, sobre la navegación entre el Estrecho de Magallanes y los puertos de
ambos países en el Canal del Beagle. Ambos anexos forman parte del tratado
86
Para ampliar la noción de Potencia Moral ver discurso del Ministro de Relaciones Exteriores
Dante Mario Caputo en la Organización de los Estados Americanos, 15 de mayo de 1985.
84
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(art. 17). El artículo 16 establece que las partes someten dicho Tratado al
amparo moral de la Santa Sede y a la figura de Su Santidad el Papa.
Algunos de los puntos clave son los siguientes:
-Las partes afirman su intención de preservar, reforzar y desarrollar sus
vínculos mutuos de “paz inalterable y amistad perpetua” (art. 1). Este
artículo da cuenta de un elemento fundamental para el mantenimiento de
relaciones pacíficas entre las naciones. Los reiterados llamados a la paz y la
amistad anteriores, expuestos en los Tratados de 1855, de 1881 y de 1902, no
han sido debidamente cumplidos. Sin embargo, podemos afirmar que el
Tratado de 1984 dio inicio a un vínculo de amistad y paz inalterable entre
ambas naciones. Asimismo, acordaron la celebración de reuniones periódicas
con el fin de examinar “…cualquier situación que pueda poner en riesgo la
armonía de las relaciones entre ambos países” (art. 1). El establecimiento de
este mecanismo de encuentros demostró la intención de fomentar y mantener
la regularidad en las relaciones bilaterales, lo que facilitó y promovió la
estabilidad en el vínculo.
-Respecto de los mecanismos propuestos para la prevención y resolución de
disputas bilaterales, ambos países reiteraron las intenciones de no recurrir
jamás al uso o amenaza del uso de la fuerza, a la vez que confirman su
obligación de resolver todos los litigios siempre y exclusivamente por medios
pacíficos (art. 2). Se aplicará el mecanismo de las negociaciones directas, y si
éstas fallaran, cualquier parte podrá invitar a la otra a resolverla por un
medio pacífico elegido de común acuerdo (art. 4) o mediante una comisión de
conciliación (art. 5), o recurriendo al arbitraje (art. 6). Destacamos la
importancia de estos artículos en tanto reiteran los propósitos y principios de
la Carta de las Naciones Unidas, a la vez que resaltan la necesidad de tener
una mayor previsibilidad en la relación bilateral en caso de que surgieran
nuevas controversias.
-Con respecto a la delimitación marítima el Tratado creó una zona
denominada Mar de la Zona Austral, desde el Cabo de Hornos hasta el extremo
oriental de la Isla de los Estados. En la misma, ambos países se reconocen una
soberanía de tres millas, a la vez que invocan frente a otros Estados los
límites máximos que les permite el derecho internacional (artículos 7, 8 y 9).
La creación del Mar de la Zona Austral supuso un cambio y una innovación
respecto de la propuesta papal, puesto que se dejó de lado la Zona de
Actividades Comunes y ambos países lograron acuerdos sustantivos en materia
de delimitación y utilización de los recursos marítimos, del lecho y subsuelo.
-Con respecto al Estrecho de Magallanes, se establece su delimitación oriental
a partir de una línea recta que une Punta Dungenes con el Cabo Espíritu
Santo, quedando la parte oriental bajo la soberanía chilena y la parte
occidental bajo soberanía argentina. Además, y en consonancia con lo
establecido por el Tratado de Límites de 1881, se reitera que el Estrecho
queda neutralizado a perpetuidad y se asegura su libre navegación para todas
las naciones del mundo (art. 10).
-Ambos países acordaron crear una Comisión Binacional permanente con el fin
de intensificar la cooperación económica y la integración física, en temáticas
tales como: sistema global de enlaces terrestres, habilitaciones de puertos y
zonas francas, transporte terrestre, aeronavegación, interconexiones
eléctricas, telecomunicaciones, etc. (art. 12). Este artículo demuestra la
85
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intención de avanzar en la integración en diversos y numerosos aspectos no
explorados.
-En el artículo 14 los signatarios se comprometieron a no presentar
reivindicaciones ni interpretaciones que sean incompatibles con lo establecido
en el tratado. Sostenemos que más allá de la reiteración de estas
afirmaciones en numerosos instrumentos jurídicos, y pocas veces cumplidas, a
la fecha en la cual se escriben estas líneas no solamente se han respetado,
sino que han permitido superar y resolver otras cuestiones conflictivas entre
los vecinos.
-Finalmente, se acordó que en lo referente al territorio antártico, serán
aplicables los artículos 1º a 6º, y que
“…las demás disposiciones no afectarán ni podrán ser interpretadas en el
sentido de que puedan afectar, directamente o indirectamente la
soberanía, los derechos, las posiciones jurídicas de ambas partes, o las
delimitaciones en la Antártida o en sus espacios marítimos adyacentes,
comprendiendo el suelo y subsuelo.” (art. 15).
Este artículo demuestra que la resolución de la controversia del Beagle no se
circunscribió exclusivamente a establecer límites de soberanía sobre
determinados territorios, sino que amplía la relación bilateral a otras
cuestiones relevantes tales como la Antártida o el Estrecho de Magallanes,
entendiendo que las partes lograron avances concretos en cuestiones que
pudieran generar futuros conflictos.
El Tratado de Paz y Amistad fue sometido por el gobierno de Raúl Alfonsín a
un plebiscito no vinculante, a partir del cual los electores argentinos podrían
emitir su opinión sobre la aceptación o rechazo del Tratado. El plebiscito se
llevó a cabo el 25 de noviembre de 1984.
Los resultados fueron: 82% a favor de aceptar el Tratado; 16% de no aceptar;
2% votos nulos o blancos. La opinión pública confirmó el nuevo rumbo que el
gobierno democrático de 1983 impulsó en la política exterior argentina.
¿Qué es la transformación de conflictos?
Para poder abordar el análisis acerca de la resolución de conflictos, es
menester introducir algunas categorías relativas a la noción de conflicto.
Julien Freund, uno de sus precursores lo define como
“…un enfrentamiento por choque intencionado entre dos seres o grupos
de la misma especie que manifiestan, unos respecto de otros, una
intención hostil, en general a propósito de un derecho, y quienes para
mantener, afirmar o restablecer el derecho, tratan de romper la
resistencia del otro, eventualmente recurriendo a la violencia, la que
puede, llegado el caso, tender al aniquilamiento físico del otro.”
(1987:58).
Según esta concepción, el conflicto tiene las siguientes etapas: primero, un
estado de disconformidad, a partir del cual queda roto el estado de paz entre
las partes; segundo, una situación de tensión, cuyas dos características son el
enfrentamiento hostil y la presencia de una amenaza o daño; tercero, la
situación de crisis, que se da cuando una o ambas partes deciden recurrir o no
a la violencia (en el caso de las relaciones internacionales la situación de
86
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crisis puede expresarse en la ruptura de relaciones diplomáticas o en la
movilización de fuerzas militares). En el caso del conflicto del Canal de
Beagle éste último elemento pudo ser observado a fines de 1978, luego de la
declaración de nulidad del fallo arbitral por parte del gobierno argentino.
Finalmente, la situación de guerra (declarada o no), que implica toda forma
de empleo de la violencia que puede llevar a la destrucción del enemigo,
incluyendo las acciones de fuerzas militares, las guerras preventivas, los actos
de terrorismo y hasta las fuerzas de imposición de paz (Catalán Cruz, 2004,
18).
Estas nociones de conflicto, como veremos luego, está estrechamente
vinculada con la cultura hobbesiana de la que nos habla Alexander Wendt.
Hugh Miall, entre otros analistas, consideran el surgimiento de la resolución
de conflictos como campo de estudios una vez finalizada la Guerra Fría, a
partir del mejoramiento de las relaciones entre las dos superpotencias, y el
surgimiento de nuevos conflictos internos, étnicos, secesionismos y otros, que
demostraban “…the fragmentation and breakdown of state structures,
economies and whole societies” (1999, 2).
En el campo de los estudios sobre resolución de conflictos, Miall y otros,
distinguen esta acepción respecto del arreglo de conflictos, ya que la primera
ofrece un término mucho más comprensivo y abarcativo, en el cual,
parafraseando a Galtung, “the deep-rooted sources of conflict are addresses,
and resolved. This implies that behaviour is no longer violent, attitudes are no
longer hostile, and the structure of the conflict has been changed” (1999, 21).
El objetivo principal de la resolución de los conflictos no es la eliminación del
conflicto per se, sino la transformación de situaciones conflictivas violentas,
reales o potenciales, en un proceso pacífico de cambio social y político (22).
Luego, la negociación, la mediación, la conciliación, la resolución de
problemas y la reconciliación, o la intervención de terceros mediante la
aplicación del uso de la fuerza (peace enforcement) no son más que
estrategias, o herramientas, para la finalización de la situación conflictiva.
Este trabajo ha adoptado la definición teórica de la resolución de conflictos
como campo de estudios disciplinar dependiente de las relaciones
internacionales.
No obstante, una nueva noción se está haciendo presente, esta es la
transformación de conflictos, que pretende suplir y superar las falencias y
lagunas de la resolución y cuyo objetivo principal es la transformación de
relaciones sociales injustas. Transformación de conflictos implica una
profunda transformación de las partes, en sus relaciones y en las situaciones
que crearon el conflicto. Aunque hasta el momento la comunidad científica no
está haciendo un uso extensivo de la transformación, razón por la cual
continuaremos utilizando la resolución que nos parece de una mayor claridad
conceptual, haremos una breve presentación de sus ideas generales.
Siguiendo el planteamiento teórico de Woodhouse, Reimann realiza una
distinción entre los conceptos de arreglo, resolución y transformación como
enfoques diferentes (different approaches) de la gestión de los conflictos
(conflict management). Él propone el concepto de transformación de los
conflictos. “Conflict transformation refers to outcome-, process- and
structure-orientated long-term peacebuilding efforts, which aim to truly
overcome revealed forms of direct, cultural and structural violence” (2001,
13). La transformación intenta ir más allá de los enfoques arreglo y
87
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resolución del conflicto, resaltando las relaciones horizontales en lugar de las
verticales, como una manera de crear relaciones cooperativas, que tiendan al
diálogo, a la comunicación y al entendimiento al largo plazo. La
transformación incluye a actores tales como organizaciones locales de base,
agencias de cooperación internacional, organizaciones de derechos humanos y
asistencia humanitaria. Las estrategias que utilizan están orientadas al
proceso y a la estructura social: capacidad de construcción, trabajo del
trauma, entrenamiento de las bases, trabajo sobre derechos humanos y el
desarrollo. Estos actores y estrategias reflejan la lógica del local
empowerment y tienen como función generar una lucha por la justicia social y
por lo tanto, un cambio estructural radical. Implica reconocer y tomar
conciencia acerca de las formas preexistentes que toda sociedad tiene para
dirimir y manejar sus conflictos, reconociéndole importancia suprema a la
erradicación de la violencia cultural. Reimann considera a las tres estrategias
(las que utilizan el arreglo, la resolución y la transformación) no como
excluyentes sino como complementarias e integradas, teniendo en cuenta que
las características de cada conflicto pueden implicar la utilización de una u
otra.
De la misma manera, John Paul Lederach, considera a la transformación como
un concepto más adecuado y preciso que el de resolución, en tanto es mucho
más que un abanico de técnicas de pacificación. Textualmente afirma,
“It is about a way of looking and seeing, and it provides a set of lenses
through which we make sense of social conflict. These lenses draw our
attention to certain aspects of conflicts, and help us to bring the overall
meaning of the conflict into sharper focus” (2003).
Así, para el autor, transformación de conflictos es un concepto más teórico,
abarcativo y completo, en algún sentido diríamos más científico, que el de
resolución, cuyas lentes permiten ver los siguientes aspectos del conflicto:
primero, la situación inmediata fácilmente verificable, segundo, los
problemas pasados inmediatos y el relacionamiento entre las partes que
dieron origen a la situación conflictiva; y, tercero, una visión estructural que
proporciona los contenidos, los contextos y las estructuras de las partes
involucradas. Estas lentes permiten no solamente ir más allá de la búsqueda
de ciertas técnicas de resolución, sino que permite a las partes crear
soluciones permanentes y a largo plazo. Lederach afirma que transformar
conflictos significa “prevenir los flujos y reflujos de los conflictos sociales y
responder con oportunidades vivificantes para crear procesos hacia un cambio
constructivo que reduzca la violencia, haga crecer la justicia en las
interacciones directas y las estructuras sociales y responda a los problemas
reales de las relaciones humanas” (2003: 27).
32 años de transformación de conflictos
A continuación se presentará una breve descripción de las relaciones
internacionales de Argentina y Chile desde la firma del Tratado de 1984 y
88
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hasta el presente87 destacando los siguientes aspectos: resolución de disputas
limítrofes, cooperación en seguridad y procesos de integración.
La resolución de la cuestión limítrofe determinó la principal transformación
en la relación de ambos países luego de la firma del Tratado de Paz teniendo
en cuenta que es la tercera frontera más extensa del mundo.
A partir de la década del ‘90 el objetivo en el vínculo bilateral fue consolidar
una frontera de paz que le permitiera construir medidas de confianza que
faciliten el avance en otros temas de agenda, como la integración y los
aspectos económicos-comerciales. En el primer encuentro, Patricio Aylwin y
Carlos Menem destacaron el valor fundacional del Tratado de Paz y Amistad
de 1984 y decidieron acelerar los trabajos de la Comisión Mixta de límites
encomendándole que definiera el conjunto de zonas y puntos en los que
existían diferentes interpretaciones sobre el borde fronterizo. Se determinó
que existían diferencias en 24 puntos a lo largo de la frontera. La Comisión
propuso a las autoridades una solución en 22 puntos, otros dos requerirían
compromisos adicionales: Laguna del Desierto y Campos de Hielo (Rojas
Aravena, 2001: 94).
Los Acuerdos Menem-Aylwin se firmaron en 1992 y dejaron establecidos los
mecanismos para la respectiva resolución de los puntos.
Para resolver el problema de la demarcación88 en la zona de la Laguna del
Desierto se designó un Tribunal Arbitral Internacional. El 12 de marzo de 1996
se alcanzó la solución definitiva a través de la colocación de tres hitos
previstos en la resolución del Tribunal Arbitral. El tipo de compensación
establecido evitó que uno de los países obtuviera ganancias territoriales en
cuanto a kilómetros cuadrados (Arredondo, 1996: 52). Rojas Aravena destaca
el importante trabajo de las Cancillerías que actuaron en consonancia con una
dimensión de política de Estado (2001: 95).
La ratificación del acuerdo de Campos de Hielo debió esperar más tiempo y
fue necesario efectuar una serie de modificaciones. En 1991, Menem y Aylwin
firmaron un acuerdo para trazar una línea poligonal para dividir
equitativamente el territorio89. Sin embargo, el Tratado estuvo congelado
entre agosto de 1992 y diciembre de 1996 debido a que no alcanzaba la
aprobación parlamentaria en ambos estados. Ante la necesidad de ambos
mandatarios, Frei y Menem, de que las cuestiones limítrofes quedasen
resueltas antes de terminar sus respectivos mandatos presionaron la búsqueda
de un acuerdo. Recién el 2 de junio de 1999 la Cámara de Senadores de la
República Argentina y la Cámara de Diputados de la República de Chile
aprobaron en forma simultánea el Tratado por el cual se fijaron los criterios
Texto presentado en el “Panel: A 30 años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y
Chile de 1984”, realizado en la ciudad de Rosario el día 21 de noviembre de 2014. Actualizado
16/08/2016
88
Recordemos que las comisiones son demarcadoras de límites. Delimitar implica decir por
dónde va un límite internacional, mientras demarcar es dejar en el terreno los hitos
correspondientes de acuerdo con aquella delimitación. La primera es tarea de políticos y
estadistas, mientras la segunda le pertenece a técnicos geógrafos (Arredondo, 1996, pág. 52).
En ambos casos, Laguna del Desierto y Campos de Hielo el problema fue de demarcación. Sin
embargo, se adoptaron dos resoluciones diametralmente opuestas.
89
Esto significaba establecer un nuevo límite en el sector que va desde el Monte Fitz Roy hacia
el sur hasta el Cerro Daudet, dejando de lado lo acordado en 1881 y 1893.
87
89
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
para la demarcación de la frontera en el sector de Hielos Continentales 90. Este
se fundamentó en el principio de las más altas cumbres divisorias de las aguas
de la Cordillera de los Andes reemplazando la línea poligonal establecida en
1991 y rechazada por los respectivos Congresos91.
En efecto, respecto a la resolución de las disputas limítrofes se evidenció la
voluntad política, nacional y estatal de superar las divergencias fronterizas. Si
bien en la cuestión de Campos de Hielo los parlamentarios de ambos países
reflejaron los intereses locales lo que demoró su resolución, no impidió que
finalmente se alcanzara el acuerdo.
Otro aspecto fundamental en la relación bilateral se dio en materia de
integración económica, social y política. Este avance fue causa y
consecuencia de la resolución de los diferendos limítrofes que dio paso a lo
que Rojas Aravena anuncia como el abandono de una política centrada en el
interés nacional anclada en la delimitación del eje soberano territorial (2001:
97). Esta situación también se vio favorecida por el fuerte componente
presidencialista que estaba presente a ambos lados de la frontera (Lorenzini,
2009: 284).
En adelante, principalmente a partir de los ‘90, se abrió un nuevo camino de
transformación en las relaciones bilaterales, con un marcado perfil comercial
e integracionista. Podemos distinguir, por un lado, los acuerdos estrictamente
comerciales basados principalmente en la complementación económica y en
el cual se destacan el sector minero y el sector energético. Mencionaremos en
primer lugar, la Declaración Conjunta Presidencial Argentino-Chilena de 1991
en la que se firmó un Acuerdo de Complementación Económica N°16.
Respecto a la cooperación en el sector minero, ésta nace en 1992 pero tiene
su constitución en el año 1997 a través de un Tratado minero que finalmente
es ratificado en 1999. Se aplica a través de los protocolos adicionales y
específicos. Uno es el proyecto Pascua-Lama que ya está finalizado y el otro
es el proyecto Pachón, en el cual se está avanzando. Existen dos solicitudes
de proyectos binacionales que incluyen a los proyectos Vicuña y Amo Andrés.
Finalmente, respecto a los recursos energéticos, el sector gasífero marcó
profundamente las relaciones bilaterales quedando establecida mediante una
declaración presidencial en 1996, por la cual, Argentina se transformó en el
principal proveedor energético de Chile (Rojas Aravena, 2001: 103-104). A
fines de marzo del 2004 surgió un conflicto entre ambos países cuando
Argentina aprobó la Resolución 265/2004 que restringía la exportación de gas
natural a Chile. Esta medida afectó directamente el abastecimiento de la
República chilena, lo que la llevó a buscar proveedores sustitutos extra
regionales que comenzaron a modificar su situación de dependencia gasífera
(Lorenzini, 2009: 335-342). Lo importante a destacar de este momento
crítico, es la constitución de un grupo mixto energético ad hoc apenas
estallara la crisis. Esto deja en evidencia, nuevamente, la voluntad política de
resolver el conflicto por vías diplomáticas, siendo de una importancia
fundamental en una relación donde los puntos de desencuentros no
desaparecerán sino, más bien, un mayor acercamiento y acuerdo en ciertos
90
Este Acuerdo fue firmado por los Presidentes Carlos Saúl Menem y Eduardo Frei el 16 de
diciembre de 1998.
91
A la actualidad, falta demarcar una sección de 60km, pero la frontera ya está establecida.
90
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
aspectos descubrirá numerosos puntos de tensión que antes estaban ocultos
por un único conflicto: el territorial.
Con el nuevo siglo se suscriben numerosos acuerdos en diversas materias. El
principal hito es el Tratado de Maipú de Integración y Cooperación entre la
República de Chile y la República Argentina, suscrito el 30 de octubre de
2009, en vigencia desde el 22 de enero de 2010. Este documento vino a
complementar al Tratado de Paz y Amistad de 1984 reflejando el avance en
las relaciones bilaterales y los logros obtenidos en todas las áreas de interés
común. Conjuntamente con el Tratado entraron en vigor tres Protocolos
Complementarios: dos relativos a la Constitución de Entidades Binacionales
para estudiar la factibilidad y eventual desarrollo de los proyectos relativos al
Túnel de Baja Altura-Ferrocarril Trasandino Central y al Túnel Internacional
Paso Agua Negra; y el tercero, para la Constitución de un Grupo de Trabajo
Especial para la Adopción de un Acuerdo General sobre Libre Circulación de
Personas (Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 2011).
Por otro lado, se identifica la coordinación de políticas globales y regionales
relacionado a la existencia de principios y valores comunes a ambos países.
Aquí podemos enumerar aquellos acuerdos relacionados con la idea de
democracia, a saber, la Resolución 1080 (1991) que suscribieron ambos países,
también la adhesión a la Declaración de Ushuaia (1998) y la Declaración de
Potrero de los Funes sobre Compromiso Democrático (1996). A esto se sumó la
intensificación de contactos para que Chile se incorporara en los Mecanismos
de Consulta y Concertación Política del Mercosur. También cabe destacar el
apoyo de Chile por primera vez a los reclamos argentinos sobre las Islas
Malvinas y que luego fue reiterado tanto a nivel bilateral como multilateral. Y
por último, el concepto de alianza estratégica que fue expresado el 19 de
mayo de 2000 en una Declaración Conjunta que firmaron De la Rúa y Lagos.
Y finalmente, encontramos un avance significativo de la integración
fronteriza, tanto a nivel discursivo como en lo concreto que se caracteriza por
el establecimiento de canales bioceánicos92. La Cordillera de los Andes
establece una barrera natural de gran magnitud a lo largo de los 5.308km de
límite fronterizo (INDEC, 1995: 4) forzando a que el vínculo bilateral se
canalice a través de los pasos de frontera. Si bien ello está relacionado con lo
económico-comercial, con el tiempo se ha profundizando y hoy podemos
presenciar en estos espacios una verdadera integración social.
Los Comités de Integración Argentina-Chile fueron establecidos a partir del
Acta de Entendimiento de Buenos Aires en el marco del Tratado de Paz y
Amistad (1984) denominados Comités de Frontera. En 2009, el Tratado de
Maipú los ratifica como uno de los mecanismos institucionales bilaterales que
contribuyen a la integración bilateral siendo "…foros de encuentro y
colaboración entre los sectores público y privado de las provincias argentinas
y regiones chilenas para promover la integración en el ámbito subnacional"
(art. 15 párrafo 1).
En la actualidad existen ocho Comités de Integración: NOA–Norte Grande,
Atacama-La Rioja-Catamarca, Agua Negra, Cristo Redentor , Pehuenche,
Región de los Lagos, Integración Austral y Las Leñas93(Bruculo, 2014: 119).
92
Son canales de transporte internacional que están formados por redes viales y en algunos
casos también se proyectan redes ferroviarias.
93
Las Leñas fue el último Comité, creado en 2013.
91
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Si bien estos espacios trabajan con la coordinación y representación de las
cancillerías de Argentina y Chile, en el Tratado de Maipú no se habla más de
integración fronteriza en las temáticas competentes a los Comités, sino que
focaliza su atención en la integración de los entes subnacionales,
favoreciendo la descentralización (SELA, 2013: 28). Esto da cuenta también,
del avance a nivel discursivo, de la conceptualización del límite fronterizo no
como separación, sino como un punto de intersección de competencias donde
las políticas a aplicar deben discutirse conjuntamente.
Por último, el desarrollo del vínculo bilateral en materia de seguridad se
concentró en iniciativas orientadas al establecimiento de medidas de
confianza mutua que buscaron cambiar una historia de desconfianza por una
situación de estabilidad y distensión en el ámbito de lo militar. Una vez
establecida la arena de confianza se avanzó hacia niveles más profundos
durante la segunda mitad de la década del ‘90, comenzando ambos países a
institucionalizar las relaciones de cooperación en este ámbito. Así quedan
establecidos tres mecanismos institucionales en el área de defensa. Dos de
ellos se crearon en 1995, el Comité Permanente de Seguridad entre Chile y
Argentina –COMPERSEG- que constituye un espacio de diálogo políticoestratégico y se reúne habitualmente dos veces al año; y el Mecanismo de
reuniones anuales 2+2 de Cancilleres y Ministros de Defensa de Chile y
Argentina son los encuentros bilaterales en los que participan conjuntamente
los Ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores. Ubica el diálogo al más alto
nivel en lo referido a los temas de seguridad internacional y defensa además
de dirigir y orientar las labores del COMPERSEG (Ministerio de Defensa, 2014).
El tercer mecanismo, es la Fuerza de Paz Conjunta Combinada Cruz del Sur
concebida para formar parte del Sistema de Naciones Unidas denominado
Fuerzas en apresto o Stand By Forces. Dicho proceso se inicia en agosto de
2005 y un año después, se materializa con el Memorando de Entendimiento
firmado en Buenos Aires. Cruz del Sur es una fuerza binacional conformada
por medios humanos y materiales de Chile y Argentina en forma equilibrada y
complementaria, bajo mando unificado. Su composición es novedosa para el
ámbito global ya que además de ser de naturaleza combinada, es decir
compuesta por dos o más países, posee también la característica de conjunta,
esto es, que está compuesta por elementos de los ejércitos, armadas y
fuerzas aéreas de ambos países. Comenzó sus operaciones en el 2007, en el
Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa de la República Argentina
(MOU, 2006).
Conclusiones
El Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina marcó la transformación
de una relación bilateral determinada por el principio de soberanía nacional a
un vínculo caracterizado por la integración económica, política y social. La
resolución de las disputas limítrofes no hubiera sido posible si la lógica
territorial no hubiese dado un vuelco. Una vez resuelto este aspecto
fundamental, se procedió a avanzar en diversos ámbitos que han dado lugar a
experiencias binacionales de trascendencia regional, tales como los Comités
de Integración Fronteriza y la Fuerza Conjunta Combinada Cruz del Sur.
La propuesta teórica de Alexander Wendt nos permite comprender mejor esta
situación. Wendt distingue tres tipos de roles de estructura en el sistema
internacional, es decir, culturas diferentes que lo han moldeado desde la
92
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
antigüedad y hasta la actualidad: la cultura hobbesiana, la cultura lockeana y
la cultura kantiana.
La cultura hobbesiana coincide con la época de los grandes imperios y el
sistema se caracteriza por estar dominado por la lógica del enemigo. Aquí el
objeto del Estado, en una guerra de todos contra todos, es la de dominar y
conquistar. Esta cultura está todavía fuertemente arraigada en la tradición
realista y el poder militar domina todo el proceso de toma de decisiones. En
los territorios americanos de la conquista española y portuguesa pueden
observarse la persistencia de este tipo de cultura entre los siglos XV y XVIII.
La cultura lockeana surge a partir del sistema moderno de Estados con la paz
de Westfalia. La noción de enemigo es superada o reemplazada por la de
rival. Las guerras y el uso de la fuerza continúan existiendo, pero cada rival
respeta y hace respetar su soberanía. Aunque los Estados pueden resolver sus
disputas aplicando el uso o amenaza de la fuerza, el derecho internacional
garantiza la continuidad de la existencia de la soberanía de los mismos. En las
relaciones internacionales entre Argentina y Chile observamos la existencia de
la cultura lockeana en el período que va desde los procesos de independencia
a principios del siglo XIX hasta los años ‘80 del siglo XX.
Finalmente, la cultura kantiana, considerada como una cultura idealista,
consiste en el surgimiento en Occidente de una nueva cultura política
internacional en la cual las normas son la no violencia y el juego de equipos.
Está basada en una estructura de roles de amistad entre los Estados.
Reconoce que, en comparación con la noción de enemigo, la noción de amigo
no está suficientemente desarrollada teóricamente en la teoría social y
especialmente en el campo de las relaciones internacionales, de la misma
manera que los estudios se han abocado a las causas de la guerra más que a
las causas de la paz. La seguridad no proviene de un Leviatán que impone la
fuerza y la paz a partir de un poder central, sino de un conocimiento
compartido de las intenciones y comportamiento del otro. La resolución de
conflictos, como campo de estudio disciplinar o como práctica política, juega
un papel fundamental en esta concepción de cultura kantiana. Si bien la
guerra es una posibilidad lógica porque la capacidad para la violencia es
inherente a la naturaleza de los Estados, ya no es considerada un instrumento
legítimo para resolver disputas. La soberanía es considerada no sólo una
propiedad de los Estados, sino una institución socialmente construida y
compartida por todas las partes, que descansa en otra institución: el derecho
y las normas internacionales.
Finalmente, cabe aclarar que para Wendt, la mirada puesta en la cultura
kantiana no es la única mirada sobre el sistema internacional, y que
elementos de las culturas hobbesiana y lockeana aún persisten. En todo caso,
la cultura y estructura de roles kantiana permite ver y comprender algunas
realidades del sistema internacional que no eran consideradas por las otras
dos. De lo contrario, no serían necesarios los estudios para la paz y la
resolución de los conflictos internacionales.
Todo esto nos permite concluir que el conflicto del Canal de Beagle constituyó
un catalizador de las relaciones entre ambos países y que su resolución
transformó a las mismas, en término de la transformación de los conflictos,
hacia un cultura de paz, una cultura kantiana.
Bibliografía
93
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
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95
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
El lado oculto del acuerdo Unión
Europea-Turquía. Una mirada crítica
desde la perspectiva del derecho
internacional de los refugiados
The hidden side of the European Union-Turkey agreement
IGNACIO ODRIOZOLA
Abogado con orientación en Derecho Internacional
Público
(UBA),
Maestrando
en
Relaciones
Internacionales (UBA), Cuerpo docente de la materia
Derecho Internacional de los Refugiados (Facultad de
Derecho, UBA). Investigador en Proyectos UBACyT y
DECyT. Empleado de la Defensoría General de la Nación.
Correo electrónico: iodriozola@mpd.gov.ar
96
Resumen
Abstract
Por estos días, Europa y el mundo
son
testigos
de
una
crisis
humanitaria tan drástica como
aquella suscitada a causa de la
Segunda
Guerra Mundial.
Los
distintos focos de conflicto en
Oriente Medio y el Norte de África,
han provocado el desplazamiento
forzado de millones de personas.
Muchas de ellas, en busca de asilo,
aspiran a ingresar a la Unión
Europea por tierra o por mar. Frente
a esto, el Consejo Europeo decidió
homologar el 18 de marzo de 2016
una declaración conjunta con el
presidente de Turquía, Recep Tayyip
Erdogan, para hacer frente al flujo
masivo de migrantes que arriban
diariamente desde Turquía a Grecia,
On these days, Europe and the
world are witnessing a humanitarian
crisis as drastic as that raised
because of World War II. The various
conflicts in the Middle East and
North Africa, have led to the forced
displacement of millions of people.
Many of them seeking asylum, aspire
to join the European Union by land
or sea. Against this, the European
Council decided to approve on
March 18 a joint statement with the
President of Turkey, Recep Tayyip
Erdogan, to manage with the
massive inflow of migrants who
arrive daily from Turkey to Greece,
the easiest access. However, the
EU-Turkey
Agreement,
which
besides having a dubious legal
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
la vía más accesible. Sin embargo,
el Acuerdo Unión Europea-Turquía,
que además de contar con una
dudosa procedencia jurídica dice
establecerse a los efectos de
frustrar el modelo de actividad de
los traficantes y ofrecer a los
migrantes
una
alternativa
a
arriesgar sus vidas, posee un lado
oculto
que
contradice
ostensiblemente
el
Derecho
Internacional de los Refugiados.
Éste artículo, busca inicialmente
esclarecer la naturaleza jurídica del
acuerdo
en
cuestión
y
posteriormente intenta ahondar en
las
inconsistencias
entre
lo
convenido entre las partes y las
obligaciones asumidas en la materia
en el plano internacional.
is said to be established for the
purpose of thwarting the activity
model of traffickers and give
migrants an alternative to risk their
lives, has a hidden side ostensibly
contradictory with the International
Refugee law. This article, initially
seeks to clarify the legal nature of
the agreement in question and then
attempts
to
research
the
inconsistencies among the agreed
between the parties and the
obligations undertaken in the field
at the international level.
Palabras Clave
Keywords
Acuerdo Unión Europea-Turquía ─
Naturaleza Jurídica ─ Refugiados ─
Principio de No Devolución
European Union-Turkey Deal ─ Legal
Nature ─ Refugees ─ NonRefoulment
97
“Europa no debería tener tanto miedo de la inmigración:
todas las grandes culturas surgieron a partir de formas de mestizaje.”
GÜNTER GRASS
Hacia el fin del Siglo XX, la República de Turquía (Turquía) pasó a formar parte
de la lista de países candidatos a ingresar a la Unión Europea (Unión o UE).
Desde entonces, sus políticas públicas se han visto notoriamente influenciadas
por ello, en aras de seducir a los veintiocho gobiernos miembros de la Unión
que deben decidir por su incorporación.
Mientras tanto, Europa, testigo directo de la mayor crisis migratoria que sufre
el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, suscitada como
consecuencia de distintos focos de conflicto vigentes en Oriente Próximo y el
Norte de África, alza muros e invierte cuantiosas sumas de dinero en
seguridad en pos de impedir la llegada de miles de personas que, diariamente,
intentan arribar al viejo continente con la aspiración de conseguir protección
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
internacional.
En este contexto, el 18 de marzo de 2016, los Ministros del Consejo Europeo se
reunieron con su homólogo turco en Bruselas, Bélgica, para profundizar sus
relaciones, reinsertar el debate sobre la inclusión de Turquía en la Unión y
alcanzar un acuerdo que ponga fin al flagelo de la migración. En dicha
oportunidad, se firmó la “Declaración UE-Turquía” cuyo objetivo es frustrar
las actividades traficantes y ofrecer a los migrantes una alternativa a
arriesgar sus vidas al pretender ingresar vía Grecia a Europa.
Esta presentación tiene el propósito de analizar de modo crítico la referida
Declaración y, a tal efecto, intentaré inicialmente identificar su naturaleza
jurídica. Posteriormente, haciendo a un lado los fines loables que dice
perseguir, recalaré puntualmente sobre aspectos técnicos del Derecho
Internacional de los Refugiados (DIR) que, de antemano, parecerían ser
vulnerados por ciertas disposiciones de la Declaración. Para concluir, ofreceré
algunas reflexiones finales.
El Acuerdo UE-Turquía94 ¿vinculante o una mera expresión de deseos?
Un examen autosuficiente del objeto de estudio nos obliga, de antemano, a
detenernos a definir cuál es la naturaleza jurídica de este instrumento. Esto
no es casual sino necesario, debido al silencio de las partes firmantes por
esclarecer este asunto. Es que las dudas al respecto fueron expresadas no sólo
mediante artículos publicados en revistas jurídicas y medios de comunicación,
sino también a través de una pregunta parlamentaria formulada por la
Eurodiputada Birgit Sippel, quien requirió al Consejo Europeo que resolviera
este escollo95. Veamos.
De inicio, ambos actores tienen la capacidad jurídica necesaria para llevar
adelante la firma del Acuerdo.
Por el lado de la República de Turquía, va de suyo que este Estado soberano
puede entablar relaciones legales con otros sujetos en el plano mundial y, por
tanto, goza de ius ad tractatum, es decir, de la facultad para celebrar
convenios (González Napolitano, 2015: 114). No resulta un impedimento que
Turquía no haya ratificado la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados de 1969 (Convención de Viena)96, que reza en su artículo 6 “Todo
Estado tiene capacidad para celebrar tratados”, por cuanto su carácter
primario de subjetividad de Estado, le confiere poder absoluto para llevar
adelante acuerdos en la arena internacional. Tampoco resulta novedoso que
muchas de las disposiciones de la Convención de Viena, que en un inicio
codificó y cristalizó normas generales sobre esta materia, deben ser
observadas por Turquía dada su condición de normas consuetudinarias
(Arredondo, 2013: 28).
Por su parte, si bien la Unión Europea antes de la adopción del Tratado de
Lisboa97 era distinguida como una entidad hibrida98, desde la concreción del
94
A lo largo de este trabajo se hará referencia al instrumento firmado, haciendo alusión
indistintamente al Acuerdo o a la Declaración.
95
Véase: http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+OQ+O-2016000053+0+DOC+XML+V0//ES -consultado el 13/08/201696
Véase:
https://treaties.un.org/pages/ViewDetailsIII.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=XXIII1&chapter=23&Temp=mtdsg3&clang=_en –consultado el 22/08/201697
Celebrado el 13 de diciembre de 2007, el Tratado de Lisboa modifica el antiguo Tratado de
la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea. En su art. 46 A
98
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Tratado precitado tiene plena personalidad jurídica constituyendo una
organización internacional “dotada de órganos permanentes, propios e
independientes, encargados de gestionar unos intereses colectivos” (Diez de
Velasco, 1999: 44). A su vez, los Estados miembros decidieron encabezar en el
Consejo Europeo los intereses y objetivos estratégicos de la Unión relativos a
política exterior y de seguridad común, permitiéndole desarrollar relaciones
preferentes con los estados vecinos (por caso, Turquía) y, concretamente,
pactar con ellos convenios que incluyan derechos y obligaciones.99 100
A pesar de lo expuesto, ¿por qué aun, institucionalmente, se pone en tela de
juicio si éste resulta o no vinculante para la UE?
De un lado, no son escasas las opiniones que sostienen que la mencionada
capacidad jurídica sumada a manifestaciones tangibles como aquella de la
Comisión Europea, que realizó un comunicado relevando los progresos
relativos a la implementación del Acuerdo101 102, demuestran implícitamente
la plena operatividad y obligatoriedad del mismo.
En esta línea, a poco de analizar el texto puede entreverse la creación mutua
de derechos y obligaciones internacionales que impulsa a las Partes a
cumplirlo y a observarlo de buena fe. Además, la denominación que se ha
utilizado para designar al instrumento en cuestión no parecería ser un
obstáculo para descartar su condición de tratado. Es que, si bien ha sido
nombrado indistintamente “Acuerdo” o “Declaración”, lo cierto es que la
Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha sido clara en cuanto a la falta de
importancia que debe atribuirse a las denominaciones que pudiera recibir el
documento103 pues, para determinar si un documento es un tratado, deben
considerarse tanto sus términos como las circunstancias particulares en que
fue redactado104. Así, de una simple lectura del Acuerdo se entrevé, a modo
de ejemplo, que Turquía se compromete a tomar todas las medidas necesarias
para evitar que se abran nuevas rutas marítimas o terrestres de migración
ilegal mientras que la UE se obliga liberar del visado exigido a los ciudadanos
turcos hacia julio de 2016, decisión prorrogada posteriormente.105
Finalmente, el carácter vinculante del Acuerdo se identifica al denotar que el
establece: La Unión tiene personalidad jurídica.
98
Veáse: BOULOUIS, JEAN, Droit Institutionnel de l' Union européenne, Montchrestienm Paris, 6°
Ed, 1997, p. 45
99
Arts. 7 bis y 10 B (incisos 1 y 2), Tratado de Lisboa, Lisboa (Portugal), 2007. Disponible en:
http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/HTML/?uri=OJ:C:2007:306:FULL&from=PT#g001 -consultado el 13/08/2016100
El Acuerdo ha sido firmado, de un lado, por el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan,
capacitado conforme al derecho internacional, a obligar a su país. Por la UE, el Consejo
Europeo, órgano compuesto por los Ministros de los Estados Parte, tiene la facultad, conferida
estatutariamente para hacerlo.
101
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo “First Report on the
progress made in the Implementation of the EU-Turkey Statement”.20 de Abril de 2016.
102
CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), Informe relativo al Acuerdo Unión
Europea – Turquía, adoptado el 18 de marzo de 2016 y las consecuencias de su aplicación en
los derechos de la personas migrantes y refugiadas, Mayo 2016, P. 1
103
CIJ, Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahréin (Qatar c.
Bahréin), Fallo 15/02/1995,
parág. 23-25
104
CIJ, Plataforma continental del Mar Egeo (Grecia c. Turquía), Fallo 19/12/1978, parág. 96
105
Declaración de UE-Turquía, Punto 3 y 5, Comunicado de Prensa 144/16, 18 de marzo de
2016
99
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
instrumento cumple con exigencias propias de un tratado internacional puesto
que ha sido celebrado por “escrito”, siendo abarcado por la definición formal
de “Tratado”, según la mencionada Convención de Viena que, reitero, forma
parte de la costumbre internacional106. Asimismo, de ceñirnos a las diversas
clasificaciones propuestas por la doctrina internacional, podríamos decir que:
a) según el número de sujetos intervinientes, es un instrumento “bilateral”;
b) según el criterio para la incorporación de terceros, es un acuerdo
“cerrado” a la UE y Turquía; c) según la forma de celebración, resulta ser de
tipo “simple” ─puntualmente “acuerdo presidencial”─ y d) según su objeto,
es “contractual” toda vez que regula el modo en que se llevará a cabo un
negocio jurídico concreto (González Napolitano, 2015: 118-120). Por último,
el Acuerdo entró en vigor el 20 de marzo de 2016.
No obstante lo hasta aquí expuesto, y aun cuando pudiera creerse que la
cuestión está zanjada, se han ensayado distintos argumentos que ponen en
tela de juicio la naturaleza jurídica y la propia ejecución del Acuerdo. Entre
otras cosas se ha indicado, además de que trata de una mera declaración con
alcance soft law107, que la repercusión del Acuerdo sobre la partida
presupuestaria debió haber exigido ─cuanto menos─ el visto bueno ex ante
del Parlamento Europeo (Parlamento o PE). En efecto, a juzgar por lo
convenido con Turquía, la UE “acelerará el desembolso de 3000 millones de
euros (…) y garantizará la financiación de más proyectos” 108 muy a pesar de
que el mismo Consejo Europeo, en noviembre de 2015, aprobó el presupuesto
destinado a la “crisis migratoria” por un total de 4000 millones de euros. 109
A su vez, la importancia de requerir la conformidad del Parlamento se resalta
al considerar que es el órgano que representa a la ciudadanía europea pero,
por sobre todo, teniendo en cuenta que desde finales de 1970 el Parlamento
ha jugado un rol preponderante en la promoción de los derechos humanos
como componente integral de las políticas internas y externas de la UE. 110
Por si ello fuera poco, el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea en su
apartado relativo a la Ayuda Humanitaria, señala que la Unión prestará
asistencia a las poblaciones de los terceros países que sean víctimas de
catástrofes de origen humano y, a tal efecto, el PE y el Consejo establecerán
mediante un procedimiento legislativo las medidas que determinen prudentes
para llevar a cabo las acciones necesarias. Estas, deberán estar en línea con
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, Art. 2.1 a) se entiende por "tratado"
un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho
internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y
cualquiera que sea su denominación particular.
107
Se las considera “normas ligeras”, dúctiles o blandas, en el sentido de falta de eficacia
obligatoria per se, carencia que no impide sin embargo que gocen de cierta eficacia jurídica
gracias a la influencia que ejercen, derivada de la capacidad de persuasión sobre los Estados,
instituciones comunitarias y los individuos. Conforme: http://www2.uca.es/grup-invest/sej352/expert-UNIDAD_9_DE_MAYO_2005.pdf
108
Supra Nota 15, Punto 6
109
Para mayor información dirigirse a: http://www.consilium.europa.eu/es/policies/euannual-budget/2016/ -consultado el 14/10/2016110
The European Parliament, The Jean Monet Center for International and Regional Economic,
Law
&
Justice.
Disponible
en;
http://www.jeanmonnetprogram.org/archive/papers/99/990112.html#P483_129377
–
consultado el 10/10/2016-
106
100
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
los principios de imparcialidad, neutralidad y no discriminación.111
Entonces bien, más allá de que el Acuerdo negociado por el Consejo Europeo
cumplimenta con los caracteres exigidos por el derecho internacional para
asociarlo a un tratado cuyos términos son obligatorios, no puede dejar de
destacarse que, de antemano, adolece del respaldo de una institución
trascendental como lo es el Parlamento en el entramado funcional de la
Unión. Además, si bien el Consejo Europeo está facultado para establecer la
política exterior y de seguridad común que desarrollará la UE, lo cierto es que
la materia que aborda la Declaración, es decir, cómo hacer frente a los
incesantes flujos de refugiados, parecería representar un tema de agenda del
PE, quien tiene ─incluso─ la capacidad legislativa de adoptar medidas
relativas a ayuda humanitaria en el marco de la UE.
Breve reseña sobre nociones básicas del Derecho Internacional de los
Refugiados (DIR)
En todas las épocas y rincones del mundo, millones de personas se han visto
obligadas a abandonar sus hogares por una multiplicidad de razones. No
obstante, recién en el Siglo XX, las consecuencias de dos Guerras Mundiales
propiciaron que el derecho internacional reconociera la necesidad de elaborar
una respuesta jurídica de protección para algunas de las víctimas del
desplazamiento humano (Contarini & Letieri, 2012:301). En este contexto, se
adoptó en Ginebra, Suiza, la carta fundamental en materia de asilo: la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (CER o onvención de
Refugiados). En dicha ocasión, los estados signatarios se comprometieron a
realizar “cuanto les sea posible” para garantizar a estos grupos vulnerables
“el ejercicio más amplio posible de los derechos y libertades
fundamentales”.112
Desde entonces, se considera que será pasible de recibir el status de
refugiado, aquella persona que sea alcanzada por las “cláusulas de inclusión”;
ello es, que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de
raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u
opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda
o no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de
nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del
país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o no quiera regresar
a él.113 114
Es importante señalar que hay tres matrices sobre las que se enarbola el DIR.
En primer término, el “derecho a buscar asilo”, implica la posibilidad de que
una persona pueda abandonar su país en pos de peticionar protección,
111
Art. 214.1 y Art. 214.3, Capítulo 3, Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
Disponible en: https://www.boe.es/doue/2010/083/Z00047-00199.pdf -consultado el
27/10/2016112
Preámbulo de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, 28 de julio de 1951,
Ginebra (Suiza)
113
Art. 1.A.2 Convención sobre el Estatuto de los Refugiados
114
En la reseña de los requisitos necesarios para alcanzar la condición de refugiado, se obvió
agregar la limitación temporo-espacial que indica que, podrán gozar de tal status, aquellas
personas que abandonen su país en virtud de acontecimientos ocurridos antes del 1º de enero
de 1951, en Europa. Posteriormente, el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados, firmado
en Nueva York en 1967, suprimió la limitación referida, permitiendo que la definición de
Refugiado sea aplicable en cualquier lugar y en cualquier momento.
101
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
considerándose este derecho como un prerrequisito para alcanzar la referida
protección115. En segundo término, el “derecho a recibir asilo”, significa que
la persona debe gozar de un trato digno, siendo aquí preponderante el
“derecho de no discriminación”116 pero, y por sobre todo, la prevención de
“sanción por ingreso irregular”, es decir, la prohibición de castigar a aquél
que en la necesidad por escapar de su país de origen se vio impedido de
cumplimentar las normativa migratoria117. Por último, contamos con el
“derecho a disfrutar el asilo”, entendiendo por ello que la persona no sea
objeto de medidas que alteren su pacífica permanencia en el país receptor y,
puntualmente, de acciones contrarias a la “no expulsión”, regla general que
restringe expulsar a cualquier persona refugiada cuya permanencia en el
territorio haya sido autorizada.118
Por último, este campo de estudio se encuentra surcado por el principio de
“no devolución” (non-refoulment), piedra angular del DIR que prohíbe a las
autoridades del país receptor devolver a un individuo al país de persecución
(retorno directo) o a un tercer país (retorno indirecto) donde su vida o su
libertad podrá correr peligro, después de que haya solicitado asilo, se
encuentre pendiente su decisión o mientras haya requerido la condición de
refugiado, encontrándose en la frontera luego del arribo de una afluencia
masiva de personas (Martínez Monge, 2012:30). Con justicia, podría decirse
que este principio no es absoluto para el DIR, en tanto la CER establece en su
art. 33.2 que, excepcionalmente, cuando haya motivos fundados, no será
aplicable a aquél solicitante de asilo que pueda representar un peligro para la
seguridad del país o que haya sido condenado por un delito particularmente
grave.
Sin embargo, el derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) actúa
como salvaguarda. Por eso, vale recordar que la convergencia entre la
protección internacional de ambas vertientes ya no se limita al plano
conceptual o normativo, sino que se extiende también al plano operacional
(Cançado Trindade, 1996: 336). De esta forma, se impide la devolución de
“cualquier persona”, más allá de las circunstancias que lo motiven, y aún a
pesar de no merecer la protección internacional, cuando esté en riesgo su
vida, libertad o integridad personal. Por último, este principio cardinal forma
parte integrante del derecho consuetudinario internacional, con carácter de
norma imperativa o ius cogens119, debiendo ser respetado por todos los
estados, independientemente de que formen parte o no de la CER. 120
Así las cosas, dado que el propósito del trabajo es focalizarse en el Acuerdo
UE-Turquía y sus efectos con relación al DIR, no habrá espacio en esta
presentación para realizar un estudio profundo de la evolución histórica e
instrumental de la disciplina o bien para interiorizarnos pormenorizadamente
CIDH, Álvarez Hernández c. Cuba, Resolución N° 11/82 del 8 de marzo de 1982, Caso N°
7898. En esta oportunidad, la Comisión señaló que la negativa de las autoridades de un país a
permitir la salida de sus nacionales vulnera el art. XXVII de la Declaración Americana de
Derechos Humanos.
116
Supra, Nota 20, Art. 3
117
Supra, Nota 20, Art. 31.
118
Supra, Nota 20, Art. 32
119
TEDH, Asunto Hirsi Jamaa y otros c. Italia, Demanda 27765/09, Sentencia del 23 de febrero
de 2012, parág. 23
120
ACNUR, Los Derechos Humanos y la Protección de los refugiados, Módulo autoformativo 5,
Volumen II, Ginebra, Suiza, 15 de diciembre de 2006, p. 61
115
102
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
en aspectos técnicos, por fuera de aquellos reseñados en los párrafos
precedentes que resultan relevantes al objeto de estudio.121
Una mirada crítica desde una perspectiva jurídica: ¿refugiados o
repulsados?
Al introducir esta presentación destaqué que el Acuerdo UE-Turquía, permite
suponer a priori la persecución de fines encomiables: persigue el objetivo de
frustrar las actividades traficantes y ofrecer a los migrantes una alternativa a
ingresar vía Grecia a Europa. No obstante, a poco de ahondar en los párrafos
subsiguientes comienzan a evidenciarse inconsistencias entre lo acordado y la
normativa vigente en materia de protección internacional. A continuación,
haré hincapié en cuatro puntos concretos de la Declaración que,
invariablemente, están relacionados.
a)
Acerca de la (no) sanción por ingreso ilegal y la (no) devolución
Por empezar, el instrumento en cuestión establece que cualquier migrante
llegado de manera irregular a Grecia, después del 20 de marzo, y cuya
solicitud haya sido declarada inadmisible, será retornado a Turquía. 122
Al examinar el primer punto de estudio, debemos enfocarnos particularmente
en el “migrante irregular” que ingresa a Grecia y que puede ser “devuelto a
Turquía” llegado el caso en que su solicitud sea “resuelta por la
inadmisibilidad”.
De antemano parece antojadizo suponer que un individuo desplazado
forzadamente ingresará al continente europeo con sus papeles en regla. No
obstante, esta suposición pierde importancia cuando a ello se agrega que esa
persona será sancionada por ingresar de forma ilegal a Grecia.
Hemos dicho que el predicamento en el que se encuentra la persona hace que
la inobservancia de las reglas migratorias sea considerado un acto de
necesidad y que, en ese estado, la sanción resulte improcedente (Martínez
Monge, 2012:24). Pero además, debe aclararse que si bien el art. 31 de la
Convención de Refugiados sólo prohíbe la sanción del migrante que proviene
“directamente” del territorio donde su vida o libertad corre peligro, al
realizar una interpretación teleológica de la norma vemos que no se requiere
tal extremo, sino que debe aplicarse también cuando los migrantes pasan por
otros países o territorios en los cuales enfrentaron o podrían enfrentar la
amenaza de ser devueltos (ACNUR 2006:88).
La sanción que puede recibir el solicitante de asilo comúnmente es entendida
como una detención o penalización, extremo que es ─al menos parecería─
descartado tácitamente en el Acuerdo. Sin embargo, esta sanción puede
mutar en un trato jurídico, político y socialmente desfavorable por la mera
presencia en el país donde se es considerado ilegal (ACNUR, 2006:89). En este
sentido, el castigo que recibe la persona se efectiviza con su expulsión o
devolución a Turquía, pues tal como se desprende del Acuerdo, el mero hecho
de que la solicitud sea declarada inadmisible da pie para ejecutar el retorno
Para más información ver: ACNUR, Manual de procedimientos y criterios para determinar la
condición de refugiado en virtud de la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967 sobre el
Estatuto de los Refugiados, Ginebra, Suiza, Enero de 1988; ACNUR Oficina Regional para el Sur
de Sudamérica, Directrices sobre Protección Internacional, Buenos Aires, Argentina, Diciembre
de 2007, entre otros.
122
Supra. Nota 12, parág. 1,
121
103
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
de la persona.
Este último punto, me obliga a detenerme ─nuevamente─ en el principio de
“no devolución”. El Acuerdo se jacta de que “Todos los migrantes” estarán
protegidos de conformidad con este principio; pero no aclara si es que lo
estarán aquellos migrantes irregulares que deban ser “retornados” a Turquía
porque sus solicitudes no fueron admitidas. Evidentemente, el instrumento da
por sentado que debe expulsarse a quienes no cumplen con las cláusulas de
inclusión, soslayando que la prohibición de retorno, desde una perspectiva de
los derechos humanos, también protege a este grupo de personas.
En rigor, dijimos que el non-refoulment, impide la expulsión al país de origen
e, indirectamente, a otro Estado en que pueda sufrir afectaciones a su vida,
libertad o integridad física. Es decir, aun cuando la persona no merezca la
condición de refugiado por representar un peligro para la seguridad o una
amenaza para la comunidad del país123, el sentido dual que ostenta este
principio los protege desde la óptica del DIDH a través de distintos
instrumentos internacionales en la materia; a saber, el art. 3 del CEDH que
impide la expulsión cuando se hay razones sustanciales para creer que existe
un riesgo real de recibir un trato prohibido por parte del Estado receptor o de
actores no estatales124, o bien, como el art. 3 de la Convención contra la
Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, que prohíbe
la devolución de toda persona pasible de sufrir actos de tortura o de otra
índole que afecten su integridad personal o el derecho a la vida 125, y los arts.
6 y 7 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, que ampara a
toda persona solicitante de asilo que pueda sufrir, a raíz de su devolución, un
daño irreparable o un trato cruel, sea en el país de expulsión o en cualquier
país en que la persona vaya a ser posteriormente expulsada.126
b)
Acerca de Turquía como “país seguro”
¿Puede considerarse al Estado turco un “primer país de asilo” o un “tercer país
seguro” para los refugiados? Según la Directiva 2013/32/UE del Parlamento y
del Consejo Europeo, el mote de “primer país de asilo” alcanza a aquellos
estados en que el solicitante ha sido reconocido como refugiado y puede aún
acogerse a dicha protección, o bien, será primer país de asilo aquel en que
pueda gozarse de protección suficientes, mientras que el Estado se acoja al
principio de no devolución127. Por su parte, el art. 38 de la misma Directiva
señala que el concepto de “tercer país seguro” es aplicable cuando las
autoridades competentes tengan la certeza de que el solicitante de
protección internacional recibirá en él, un trato que asegure que su vida o su
libertad no están amenazadas por los motivos de la cláusula de inclusión, no
haya riesgo de daños graves tal como se definen en la Directiva 2011/95/UE,
123
Supra, Nota 20, Art. 33.2
TEDH, Salah Sheekh c Paises Bajos, Demanda 1948/05, sentencia del 11 de enero de 2007;
Hilal c. Reino Unido, Demanda 45276/99, sentencia del 6 de marzo de 2001.
125
OHCHR Discussion Paper, Expulsions of aliens in international human rights law, September
2006, p.7
126
Observación General N° 31 del Comité de Derechos Humanos, 80° período de sesiones, U.N.
Doc. HRI/GEN/1/Rev.7 at 225, 2004, parág. 8
127
Art. 35 Directiva 2013/32/UE del Parlamento Europeo y el Consejo Europeo sobre
procedimientos comunes para la concesión o la retirada de la protección internacional, del 29
de junio de 2013, disponible en:
http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/BDL/2013/9260.pdf?view=1
124
104
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
se respeta el principio de no devolución y la prohibición de expulsión, o existe
la posibilidad de solicitar el estatuto de refugiado y, en caso de ya ser
refugiado, recibir protección con arreglo a la CER.128
Existen diversas razones para echar por tierra la idea de que Turquía puede ser
considerado un país seguro bajo cualquiera de las dos acepciones reseñadas.
En primer término, el mismo Consejo de Europa llegó a la conclusión de que,
en las circunstancias actuales, Turquía no puede ser calificado como un
“tercer país seguro”129. Por su parte, un informe elaborado por la Comisión
Española de Ayuda al Refugiados (CEAR) destaca que el Estado turco fue
denunciado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2.899 casos y,
habiéndose dictado resolución sobre el fondo del asunto en 110, Turquía fue
condenado en 94 ocasiones por violar el Convenio Europeo de Derechos
Humanos (CEDH)130. Asimismo, el Estado en cuestión excluyó de la protección
internacional a personas “no europeas”131 y, más aún, mantuvo la reserva con
relación a que ninguna de las disposiciones de la Convención puede
interpretarse en favor de garantizar mejores derechos a los refugiados por
sobre aquellos que merecen los ciudadanos turcos132. Tampoco ha ratificado el
Protocolo N° 4 del CEDH, que prohíbe las expulsiones colectivas133 y, en rigor,
Amnistía Internacional ha documentado devoluciones masivas de sirios, desde
Turquía hacia Siria.134
Por último, y no menos importante, desde el pasado 21 de julio rige el Estado
de Emergencia, refrendado por el Parlamento Turco, que implicó la suspensión
de la aplicación de la Convención Europea de Derechos Humanos135 por el
término de cuatro meses, decisión prorrogada por el mismo plazo el pasado 19
de octubre136.
c)
Acerca de la (no) discriminación
Seguidamente, el Acuerdo destaca que por cada uno de los sirios que ingresan
a Grecia y sean devueltos a Turquía, la UE se comprometerá a reasentar en su
territorio a un refugiado sirio que se encuentre en Turquía.137
El “uno por uno” que propugna el Acuerdo, discrimina a personas de otras
nacionalidades. En este sentido, al menos hacia febrero de 2016, sobre 57 mil
migrantes que arribaron a Grecia provenientes de Turquía, 52 % eran sirios y
Supra, nota 34, Art. 38
EUROPEAN COUNCIL, “The situation of refugees and migrants under the EU-Turkey Agreement
of 18 March 2016”, 19 de Abril de 2016
130
CEAR (2016:5). Turquía ha ratificado el Convenio Europeo de Derechos Humanos el 18 de
mayo de 1954.
131
Turquía ha ratificado el Protocolo a la Convención del Estatuto de los Refugiados que deja a
un lado el límite geográfico impuesto en la Convención de 1951, que establecía que sólo
podían recibir la condición de refugiado aquellas personas provenientes de Europa, pero,
justamente, hizo reserva de esta misma disposición (art. 1.3 del Protocolo).
132
Para mayor información: https://www.loc.gov/law/help/refugee-law/turkey.php
133
Protocolo N° 4 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, art. 4 “Quedan prohibidas las
expulsiones colectivas de extranjeros”. Estrasburgo (Francia), 16 de septiembre de 1963
134
https://www.amnesty.org/es/latest/news
/2016&04/turkey-illegal-mass-returns-ofsyrian.refugees-expose-fatal-flaws-in-cu-turkey-deal/ -consultado el 24/08/2016135
Para
mayor
información
dirigirse
a:
ttp://www.elmundo.es/internacional/2016/07/21/5790afecca4741943a8b4581.html
136
Para mayor información dirigirse a: http://www.telam.com.ar/notas/201610/165503turquia-estado-emergencia-90-dias-extiende-erdogan-intento-fallido-golpe-estado.html
137
Supra, Nota 12, parág. 2
128
129
105
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41% afganos e iraquíes (25 y 16 por ciento, respectivamente) sin contar a
paquistaníes y eritreos entre otros138. Esto significa que al margen de los sirios
que serán reasentados, aquellos migrantes provenientes de Afganistán o Irak
cuya solicitud de asilo sea rechazada serán devueltos al Estado turco sin
importar su situación particular.
De esta forma el Acuerdo contradice ostensiblemente el derecho a la “no
discriminación”, por cuanto que individuos en situaciones semejantes de
desplazamiento forzado son distinguidos en flagrante contradicción con el art.
3 de la Convención de Refugiados, que establece que las disposiciones que de
ella emanan serán aplicables sin discriminación “por motivos de país de
origen” y, peor aún, contrariando el mismo objeto y fin de la Convención que
favorece la petición de asilo a “Toda persona”.
Por si fuera poco, el derecho a la “no discriminación”, además de ser acogido
universalmente en distintos instrumentos de derechos humanos139, también lo
es en el ámbito de la UE. De hecho, el Art. 18 del Tratado de Funcionamiento
prohíbe toda discriminación en razón de la nacionalidad, mientras que en su
segundo párrafo agrega que son el Parlamento y el Consejo los encargados de
establecer la regulación necesaria para evitar acciones de esta naturaleza. Un
motivo más por el cual hubiera sido fundamental la intervención del
Parlamento y no una decisión inconsulta del Consejo Europeo.
Por lo demás, la discriminación directa ha sido interpretada de manera
pacífica por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), en cuya
jurisprudencia asentó que no debe existir “una diferencia de trato entre
personas que se hallen en situaciones análogas o notablemente similares”, y
para resolver si esta situación se presente, indicó que ello debe deducirse “a
partir de características identificables”.140
Nada hace suponer que un afgano, un iraquí, un paquistaní o una persona de
la nacionalidad que sea, que abandona su país de origen en razón de un
conflicto armado o por ser perseguido por algunos de los motivos que refieren
las cláusulas de inclusión, se encuentre en una situación disímil a un sirio:
todos son desplazados forzados por igual, siendo la necesidad de una vida
mejor aquello que los impulsó a huir.
d)
Acerca de las garantías del debido proceso
Finalmente, el Acuerdo establece que serán las autoridades griegas quienes
llevarán adelante el registro y estudio de cada solicitud de asilo. 141
Según las Comunicaciones publicadas por la Comisión Europea, los solicitantes
de asilo en Grecia serán objeto de un procedimiento acelerado, en virtud del
cual no procederá a analizarse el fondo del asunto. Así, este procedimiento
COLLET, ELIZABETH, “The Paradox of the UE-Turkey Refugee Deal”, Migration Policy Institute
(MPI), marzo de 2016, disponible en: http://www.migrationpolicy.org/news/paradox-euturkey-refugee-deal
139
Declaración Universal de los Derechos Humanos Arts. 1,2,7, 23, Pacto Internacional de
Derechos Sociales, Económicos y Culturales Art. 2, 3, 7, y 13, Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos, Art. 2, 3, 14, 23, 24, 26 y 27, Convención para la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, Art. 2, 7, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16,
Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
Art. 2, 5, y 7, Convención de los Derechos de Niño, Art. 2, 28 y 30, inter alia.
140
TEDH, Carson y otros c. Reino Unido [GC] (n.o 42184/05), 16 de marzo de 2010; párr. 61.
TEDH, Burden c. Reino Unido [GC] (n.o 13378/05), 29 de abril de 2008, párr. 60
141
Supra, Nota 12, parág. 1
138
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
superfluo permitirá declarar inadmisible la petición de protección cuando se
considere que un tercer país (Turquía) efectuará un examen profuso ( CEAR,
2016:3).
De ello se desprende una flagrante vulneración del derecho al debido proceso
que detenta todo peticionante de refugio. No sólo la CER requiere que,
individualmente, los solicitantes de asilo tengan acceso a un proceso de
estudio justo y efectivo, con mecanismos de apelación contra decisiones
negativas142, sino también, la propia CIJ ha sentado, con relación a los
principios aplicables al procedimiento, que “las presunciones de hecho o
indicios o pruebas circunstanciadas son admitidas en todos los sistemas
jurídicos del mundo”143, siendo el debido proceso una fuente de derecho
internacional144 que debe respetarse bajo cualquier precepto.
Asimismo, los antecedentes de Turquía relativos a la gestión necesaria para
determinar la condición de refugiado no resultan muy auspiciosos. El TEDH, en
el caso Jabari c. Turquía, condenó a este último por violar los arts. 3 y 13 de
la CEDH, tras haber declarado inadmisible una solicitud de asilo, emitir una
orden de expulsión e impedir el derecho a recurrir tal decisión, a una
ciudadana iraquí que se presentó ante las autoridades pertinentes por fuera
del plazo de cinco días estipulado por la normativa para requerir asilo. 145
En esta misma línea, y teniendo en cuenta el examen relativo a las
condiciones de Turquía como país de asilo, el debido proceso obliga a la
autoridad a realizar una evaluación individual y circunstanciado de cada
peticionante. La celeridad en el estudio particular no sólo contradice la
Directiva 2011/95/UE146, en que se detalla cómo debe ser el exhaustivo
examen que deben llevar a cabo las autoridades previo a determinar la
procedencia o inadmisibilidad de cada solicitud, sino también puede significar
obviar la situación actual del país de retorno y conllevar, conforme al
Acuerdo, la devolución de un migrante irregular a Turquía, donde sus derechos
individuales estarán en riesgo (CEAR, 2016:4). Por caso, cabe preguntarse qué
ocurriría si, en la situación actual de Turquía, un kurdo proveniente de Siria
arriba a Grecia y su solicitud es declarada inadmisible.
En definitiva, este último punto confirma una práctica contradictoria con la
normativa vigente en Europa, en tanto se ha empoderado a las autoridades de
la República Helénica a determinar con ligereza quienes merecen la
protección internacional de la UE, cuando la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, en vigencia desde diciembre de 2009, ha
venido a suplir las interpretaciones domésticas relativas al DIR, por aquellas
que se basan en esta ley supranacional ( Dorig, 2013:149) y que garantizan, a
toda persona, el derecho al asilo y a la protección contra la devolución,
expulsión y extradición.147
Supra, Nota 20, Art. 16
CIJ, Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), Fallo 09/04/1949, CIJ Recueil p. 18
144
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, Art. 38.1.C)
145
TEDH, Jabari c. Turquía, Demanda 40035/98, Sentencia del 11 de julio de 2000, parág. 39 y
40.
146
Art. 4 (3), Directiva 2011/95/UE. Este artículo desarrolla minuciosamente todos los
aspectos que deben ser tenidos presentes en la ocasión en que se evalúa la petición de asilo
y, además, agrega que el haber sufrido persecuciones serias constituye un indicio serio para
resolver en favor del solicitante de refugio.
147
Supra, Nota 20, arts. 18 y 19 respectivamente.
142
143
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Reflexiones finales
El primer derecho para los migrantes debiera ser el derecho de no emigrar.
Ello se alcanzaría mediando la existencia de condiciones que hagan posible la
libertad de elegir. Una verdadera política migratoria debiera empezar por
actuar sobre las causas de esa desigualdad148.
Sin embargo, cuando situaciones de origen humano impiden el ejercicio al
derecho a no emigrar, es la solidaridad internacional, a la cual se han sujeto
estos actores, la que debe primar. Tal como sugiere el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), las soluciones se deben encontrar en un
enfoque integral con énfasis en “la necesidad de respuestas comprehensivas y
multisectoriales”.
El lado oculto del Acuerdo UE-Turquía deja al descubierto los intereses
geopolíticos que persiguen ambas partes y cómo ellos se sobreponen a
obligaciones humanitarias elementales. Turquía, ansiosa por entrar en la
Unión, pierde de vista que representará, por tercer año consecutivo según
datos del ACNUR, el país que acoge la mayor cantidad de refugiados en el
mundo, a la par en que su situación política interna la lleva a decretar el
Estado de Emergencia y suspender la aplicación de la Convención Europea de
Derechos Humanos.
Por su parte, la UE, atemorizada por el aumento de la retórica del miedo, el
ascenso de sentimientos nacionalistas y de los partidos reaccionarios en las
encuestas, sumado a su incapacidad para hacer frente al flujo migratorio,
producto de una crisis que en gran parte ella ha generado, olvida los
cimientos sobre los que se pactó Schengen y la Carta de Derechos
Fundamentales de la UE, dando cuenta que el talk normativo no se condice
con la action política.
Además, el Acuerdo adolece del respaldo de la ciudadanía europea. El aval del
Parlamento hubiese significado un paso previo y necesario, más allá de
cualquier cuestión de procedimiento, para respaldar o eventualmente
descartar la decisión adoptada. No puede subsumirse semejante arreglo a la
voz de unos pocos.
Desde ya, no escapo a que podría realizarse un análisis más profundo y
exhaustivo sobre el acuerdo en cuestión. Sin embargo, considero que el
presente ha sido suficiente para evidenciar las violaciones más palpables en lo
que respecta a normas básicas del DIR y del DIDH. En tiempos en que los
medios de comunicación, al igual que las autoridades de la UE, reposan sus
ojos en cifras o estadísticas que expresan la “disminución” de los flujos de
migrantes que arriban al continente, poco se ha hecho por examinar las
consecuencias jurídicas que traería el anuncio en lo tocante a la protección
internacional.
Se ha soslayado que las razones que empujan a las personas a abandonar sus
hogares son tan (o más) tenaces que las medidas que se adoptan para evitar
su arribo a Europa. La crisis humanitaria no se resolverá fomentando el
aumento de políticas deletéreas sino intentando poner fin, con diplomacia,
negociación y escrúpulos morales, a las causas estructurales que impulsan
De Lucas, Javier. “Tras la conmoción por los refugiados, un riesgo que es una paradoja”. Al
revés
y
al
derecho.
05/09/2015.
Disponible
en:
http://
alrevesyalderecho.infolibre.es/?p=3883
148
108
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
─sino es que obligan─ a las personas a desplazarse forzadamente: conflictos
armados, pobreza extrema, desigualdad social o violaciones sistemáticas de
derechos humanos, por mencionar sólo algunas.
Probablemente sean las palabras del escritor francocanadiense, Yann Martel,
aquellas que sirvan de ejemplo para recordar cuál es la raíz de los grandes
desplazamientos humanos que hoy día Europa resiste: “¿Por qué hay gente que
se cambia de país? ¿Qué la empuja a desarraigarse y dejar todo lo que ha
conocido por un desconocido más allá del horizonte? ¿Qué le hace estar
dispuesta a escalar semejante Everest de formalidades que le hace sentirse
como un mendigo? ¿Por qué de repente se atreve a entrar en una jungla
foránea donde todo es nuevo, extraño y complicado? La respuesta es la misma
en todo el mundo: la gente se cambia de país con la esperanza de encontrar
una vida mejor”.
Bibliografía
Doctrina
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ARREDONDO, RICARDO (ED) Manual de Derecho Internacional Público, Buenos
Aires, Ed. La Ley
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ESTATUTO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA, San Francisco, Estados
Unidos, 1945
109
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
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TEDH, Asunto Hirsi Jamaa y otros c. Italia, Demanda 27765/09, Sentencia del
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TEDH, Salah Sheekh c Paises Bajos, Demanda 1948/05, sentencia del 11 de
enero de 2007
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2001.
TEDH, Jabari c. Turquia, Demanda 40035/98, Sentencia del 11 de julio de
2000.
TEDH, Carson y otros c. el Reino Unido, Demanda 42184/05, Sentencia del 16
de marzo de 2010
TEDH, Burden c. el Reino Unido, Demanda 13378/05), Sentencia del 29 de
abril de 2008
CIDH, Álvarez Hernández c. Cuba, Caso N° 7898, Resolución N° 11/82 del 8 de
marzo de 1982,
COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS, Observación General N° 31, 80° período de
sesiones, U.N. Doc.
HRI/GEN/1/Rev.7 at 225, 2004
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Suiza, 15 de diciembre de 2006
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Mayo 2016
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2016, disponible en: http://www.migrationpolicy.org/news/paradox-eu-turkeyrefugee-deal
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DE LUCAS, JAVIER. “Tras la conmoción por los refugiados, un riesgo que es una
110
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
paradoja”. Al revés y al derecho.
05/09/2015. Disponible en: http:// alrevesyalderecho.infolibre.es/?p=3883
111
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Del concepto de seguridad de la OEA
a las políticas: los casos de Brasil y
Venezuela (2001-2013)
Of the security concept of the OAS to the policies: the Brasil´s and Venezuela´s
cases (2001-2013)
JORGE FEDERICO JAEF
Estudiante avanzado de la Lic. en Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario
(UNR). Correo electrónico: jfjaef@hotmail.com
Resumen
Abstract
La aprobación en el año 2003 de un
nuevo Concepto de Seguridad por
parte de la Organización de Estados
Americanos, planteó la ampliación
del número de amenazas que caían
dentro de la órbita de la seguridad.
Esto marcaba una vocación de los
Estados de promover políticas de
abordaje
multidimensional
en
oposición a la respuesta militar y el
uso de la fuerza como única
alternativa para la provisión de
seguridad. Sin embargo, un análisis
de los casos de los aspirantes a
líderes regionales durante los diez
años siguientes a la aprobación del
Concepto –en el año 2003-,
demuestra una contradicción entre
el enfoque planteado por el
documento y las políticas de
seguridad
en
los
Estados
americanos.
Evaluando
la
persistencia de los operativos de
carácter unidimensional y el recurso
The approval in 2003 of a new
Concept of Security from the
Organization of American States set
an increase in the number of the
menaces that fell in the security’s
orbit. This marked a vocation of the
states to promote policies of
multidimensional
approach
in
opposition to the military response
and the use of the force as the only
choice to offer security. Although,
an analysis of the cases of the
regional leadership’s candidates
over the last ten years since the
approval of the Concept –in 2003-,
shows a contradiction between the
approaches offered in the document
and the security policies in the
American States. Reviewing the
persistence of the unidimensional
operatives and the use of the Armed
Forces for internal security tasks is
noted that the logics linked to the
security provision
112
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
a las Fuerzas Armadas para tareas
de seguridad interna, se nota que
las lógicas vinculadas a la provisión
de seguridad sólo se han visto
modificadas en el plano discursivo.
En el caso brasileño, no se nota un
gran descenso en las respuestas
unidimensionales y se sostiene la
fuerte gravitación de la institución
castrense en el campo de la
seguridad, especialmente en lo que
hace al entramado institucional del
Estado. En el caso venezolano, la
situación expresa un aumento de las
carteras gubernamentales ocupadas
por personas vinculadas a las
Fuerzas Armadas, a la vez que estas
emprenden cada vez más funciones
en los niveles económico y social.
had only been modified in the
discursive aspect. In the Brazilian
case, there is no big decline in the
unidimensional responses and the
military institutions maintain a
strong gravity in the security field,
especially in the institutional state
framework. In the Venezuelan case,
the situation express an increase in
the governmental offices which are
in charge of people linked to the
Armed Forces, at the same time
that they occupy position in the
economic and social level.
113
Palabras clave
Keywords
Seguridad ─ Brasil ─ Venezuela ─
OEA
Security ─ Brazil ─ Venezuela ─ OAS
Introducción
A partir de la finalización de la denominada Guerra Fría ha tenido lugar un
proceso que ha conducido a la ponderación del tratamiento multidimensional
de las amenazas que los Estados deben enfrentar en materia de seguridad. A
la difusión de amenazas de carácter asimétrico, se ha sumado el
fortalecimiento de concepciones que ponen el tratamiento de carencias de
índole socio-económico en un primer plano. La visión que subyace estos
acontecimientos a nivel teórico se vincula con una vocación de comprender y
atacar con mayor efectividad las amenazas asimétricas. Esto ha favorecido
que el subdesarrollo en general sea considerado hoy, en gran medida, una
problemática a tener en cuenta para el abordaje de problemas de seguridad.
La región latinoamericana ha sido una de las que con mayor contundencia ha
planteado la necesidad de ampliación de los conceptos vigentes para alcanzar
una visión integradora que facilite el tratamiento de las cuestiones relativas a
la seguridad. Tal posicionamiento debe ser evaluado a la luz de la casi nula
existencia de conflictos de carácter interestatal, pero también de los altos
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
niveles de violencia política y criminalidad transnacional organizada que
experimenta la región (Buzan y Weaver, 2003). Ante ese escenario, la
propuesta del tratamiento multidimensional de los problemas de seguridad,
aparece como razonable.
Por otro lado, un factor importante que ha operado a nivel regional para la
determinación de lo que se consideran problemáticas de seguridad, es el lugar
que los Estados Unidos ocupan en la región. Es por ello que los intentos de los
países latinoamericanos por imponer un sentido más amplio a la noción de
seguridad debe leerse también en el marco de la oposición a la forma de
intervención de los Estados Unidos en la región. Lo que se busca apuntar aquí
es que la disputa sobre los alcances de lo que se entiende por “seguridad” se
nutre también de la oposición de diversos actores estatales regionales a la
influencia del hegemón global, tanto en lo discursivo como en lo práctico. Así,
el tratamiento multidimensional de las amenazas a la seguridad (incorporando
acciones en materia socio-económica) constituiría una visión compartida
latinoamericana opuesta a la de los Estados Unidos.
El debate entre las diferentes formas de concebir la seguridad sería plasmado,
en el año 2003, en un nuevo Concepto de Seguridad que la Organización de
Estados Americanos adoptaría, previo tratamiento y aprobación en el seno de
la Conferencia sobre Seguridad Hemisférica. Los problemas vinculados al
concepto en cuestión serán abordados en el cuerpo del presente trabajo.
Baste por ahora con decir que el mismo contempla una ampliación sustantiva
de lo que se entiende por amenazas a la seguridad, teniendo lugar lo que
Radseck denomina una “securitización de la agenda de desarrollo” (2004).
Esta ampliación del número y forma de las amenazas plantea, si bien en forma
asistemática y por momentos incoherente, que la región habría de emprender
un camino de lucha contra una amplia variedad de fenómenos cuyo
tratamiento redundaría en una mejor situación de seguridad. Para más, los
debates previos a la aprobación del proyecto explicitan la existencia de un
marcado consenso en torno a la securitización del subdesarrollo.
Sin embargo, se propone en el presente trabajo, que la situación en la
práctica ha distado de lo que el Concepto de Seguridad de la OEA del año
2003 prescribió. En el marco del presente trabajo, se seleccionaron como
casos de estudio Brasil y Venezuela en el período 2001-2013. La justificación
del recorte radica en que ambos países eran considerados, en el período
estudiado, los principales aspirantes a líderes regionales. No se pretende aquí
entrar en demasiado detalle sobre el impacto que las actitudes,
posicionamientos y acciones de los líderes regionales tienen sobre los demás
países dentro de su ámbito de existencia. Dígase simplemente que el líder
regional, en tanto que modelo y proveedor de bienes públicos internacionales,
tiene una alta capacidad para moldear la forma en que otros países abordan
diversas problemáticas, como ser la cuestión de la seguridad.
114
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
El presente trabajo se centra en analizar la situación de lucha contra las
amenazas a la seguridad en Brasil y Venezuela para el período 2001-2013, con
vistas a determinar la continuidad o no de acciones de marcada impronta
coercitiva en el tratamiento de distintas problemáticas de seguridad. A tal
fin, no se buscarán aquí casos en que se hayan implementado nuevas políticas
de orden socio-económico, sino la vigencia (o profundización) de acciones
para enfrentar amenazas a la seguridad a través de respuestas militarizadas.
Se cree que las políticas orientadas a problemas en materia de desarrollo no
pueden ser pensadas en sí mismas como respuestas a problemas de seguridad.
En la medida en que las políticas de carácter socio-económico pueden tener
un origen propio, autónomo de la problemática de la seguridad, no se cree
que la sistematización de aquel tipo de acciones sea un ejercicio que permita
visualizar cómo se ha alterado el tratamiento de las amenazas a la seguridad.
Por el contrario, la continuidad de una respuesta militarizada a problemas
definidos de antemano como “de seguridad”, estaría indicando una
contradicción entre la acción de los Estados y el Concepto de Seguridad del
año 2003, que decidieron adoptar. O sea, si se mantiene o profundiza la
respuesta militarizada, podremos afirmar que existe una contradicción entre
el discurso y la práctica de los actores estatales estudiados. Tal será,
entonces, el objeto de estudio del presente trabajo.
El debate sobre los alcances de la seguridad tras la finalización de la
Guerra Fría
El nuevo contexto global y su impacto sobre la noción de seguridad
El fin de la Guerra Fría ha dado lugar a una nueva situación internacional en
materia de seguridad. Este nuevo momento se caracteriza por la
complejización de la agenda de seguridad que añade a los otrora
predominantes conflictos interestatales, la mayor difusión de toda una serie
de amenazas asimétricas. La agenda de seguridad del Siglo XXI recoge
fenómenos completamente nuevos, otros que han sufrido modificaciones y,
finalmente un grupo minoritario de amenazas constituido por conflictos
convencionales (Brown, 2004). De este modo, convergen continuidad y cambio
en el marco de un sistema internacional que aún se rige por la primacía de los
actores estatales pero que, sin embargo, favorece el accionar de otros actores
que no lo son, en el marco de lo que se ha dado a llamar “globalización”
(Brown, 2004).
En una clave similar, Busso agrega que lo que desaparece tras el fin de la
Guerra Fría es la idea de un enemigo identificable ante el advenimiento de
amenazas que “se tornan difusas, transnacionales, (…) y ya no representan a
un Estado, ni se sitúan en un territorio determinado” (2004).
Lo que se propone aquí es que a la vigencia de la conflictividad interestatal
tradicional se suma el fortalecimiento de diversas amenazas asimétricas que
cobran relevancia en el nuevo período. Entre estas amenazas, es posible
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
identificar a la criminalidad transnacional organizada, al terrorismo
internacional y a grupos insurgentes, pero también toda una serie de
fenómenos que cobran relevancia en materia de seguridad pero que carecen
de un agente definido que las accione, como son las migraciones, los
desastres naturales, la exclusión social, entre muchas otras.
Será este cambio del escenario internacional el que conduzca a una necesaria
revisión de los alcances de la noción de seguridad. La determinación del
carácter asimétrico de una amenaza implica partir de la premisa de un
cambio de paradigma, donde se abandona el esquema westfaliano o
clausewitziano, que interpreta la seguridad como ausencia de amenazas
externas militar-estatales. En respuesta a esto, y dado que el advenimiento
del Siglo XXI ha dado lugar a una manifestación más activa y sostenida en el
tiempo de actores privados, ahora capaces de desafiar la unidad estatal a
gran escala, ha surgido la necesidad de ampliación del concepto tradicional
de seguridad. Barry Buzan enuncia cinco sectores de seguridad y explica que
estos son:
“Seguridad militar que concierne al juego en dos niveles entre la
capacidad ofensiva armada y la capacidad defensiva de los Estados y sus
percepciones en cuanto a las intenciones del otro
Seguridad política que concierne a la estabilidad organizacional de los
Estados, sus sistemas de gobernanza y las ideologías que les proveen
legitimidad y autoridad
Seguridad económica que respecta al nivel de acceso del Estado a
recursos, financiamiento y mercados necesario para sostener niveles
aceptables de bienestar y poder estatal
Seguridad societal que concierne la sustentabilidad de patrones
tradicionales de lenguaje cultura, religión, identidad nacional t
costumbres
Seguridad ambiental respecta al mantenimiento de la biósfera local y
planetaria como sistema de soporte del cual dependen todas las demás
empresas humanas” (1991: 19-20)
Esta aseveración, sin ser la única delimitación posible de las dimensiones que
constituyen la seguridad, da cuenta de una ampliación sustantiva del número
de fenómenos que se puede considerar como una amenaza. La región
latinoamericana, como se verá a continuación, no ha escapado al debate
sobre los alcances del concepto de seguridad.
Un hito en lo que respecta a la ampliación de los alcances del ámbito de la
seguridad, fue el surgimiento de la idea de “seguridad humana”. Se entiende
que esta constituye toda una serie de dimensiones que van más allá de la
protección del Estado como entidad política. Como lo menciona Rojas
Aravena:
116
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“Según la Comisión de Seguridad Humana, esta significa garantizar las
libertades vitales; proteger a las personas expuestas a amenazas y a
ciertas situaciones peligrosas, robusteciendo su fortaleza y aspiraciones;
implica también crear sistemas que les faciliten los elementos básicos de
supervivencia, dignidad y medios de vida. La seguridad humana conecta
diferentes tipos de libertades: frente a las privaciones y al miedo, y
libertad para actuar en nombre propio. A tal fin se ofrecen dos
estrategias generales: protección y realización del potencial. La
protección aísla a las personas de los peligros. La potenciación les
permite realizar su potencial y participar plenamente en la toma de
decisiones” (2010: 6).
Esta amplitud del concepto genera que se perciba como amenaza a la
seguridad todo elemento disruptivo de las libertades que en el fragmento
citado se pretende mencionan. La necesidad de ampliación del concepto
convencional de seguridad ya había sido plasmada por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo en el año 1994, cuando en su Informe de
Desarrollo Humano aludía a la importancia de la complementación del
paradigma tradicional de la seguridad con nuevas dimensiones que estuvieran
en sintonía con los cambios acaecidos desde el fin de la Guerra Fría (1994).
El Concepto de Seguridad Hemisférica del año 2003
La Declaración Sobre Seguridad en las Américas
En el año 2003 tuvo lugar la Conferencia de Seguridad Hemisférica de la
Organización de Estados Americanos. La Declaración Sobre Seguridad en las
Américas propondrá lo siguiente:
“Nuestra nueva concepción de la seguridad en el Hemisferio es de alcance
multidimensional, incluye las amenazas tradicionales y las nuevas
amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la seguridad de los Estados
del Hemisferio, incorpora las prioridades de cada Estado, contribuye a la
consolidación de la paz, al desarrollo integral y a la justicia social, y se
basa en valores democráticos, el respeto, la promoción y defensa de los
derechos humanos, la solidaridad, la cooperación y el “respeto a la
soberanía nacional”. (OEA, 2003: 2)
Como se puede observar, existen algunos problemas vinculados al fragmento
en cuestión. La coexistencia de diversos niveles de análisis y la no distinción
entre objetivos y medios para la garantía de la seguridad son llamativas. A
esto se suma que la Declaración afirma que se garantizará la paz a través de
“nuestra arquitectura de seguridad”, arquitectura no sólo vetusta y falta de
dinamismo y operatividad sino también desfasada con respecto a la realidad
de la seguridad regional (Calderón, 2011).
La Declaración resulta aún menos clara al indagar sobre algunas
consideraciones que explican el concepto en cuestión con mayor profundidad.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
La aclaración de lo que se entiende por “nuevas amenazas, preocupaciones y
otros desafíos” en el ítem “m” del apartado 4, sección II plantea que estos
son:
“ [1] el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, el problema
mundial de las drogas, la corrupción, el lavado de activos, el tráfico
ilícito de armas y las conexiones entre ellos; [2] la pobreza extrema y la
exclusión social de amplios sectores de la población, que también afectan
la estabilidad y la democracia. La pobreza extrema erosiona la cohesión
social y vulnera la seguridad de los Estados; [3] los desastres naturales y
los de origen humano, el VIH/SIDA y otras enfermedades, otros riesgos a
la salud y el deterioro del medio ambiente; [4] la trata de personas; [5]
los ataques a la seguridad cibernética;[6] la posibilidad de que surja un
daño en el caso de un accidente o incidente durante el transporte
marítimo de materiales potencialmente peligrosos, incluidos el petróleo,
material radioactivo y desechos tóxicos; y [7] la posibilidad del acceso,
posesión y uso de armas de destrucción en masa y sus medios vectores por
terroristas” (OEA, 2003: 4)
Un análisis del nuevo Concepto de Seguridad permite notar que las
inconsistencias son varias y diversas. Ante todo, se percibe que si bien existe
una vocación de incluir amenazas no convencionales, resulta difícil imaginar
que puedan alcanzarse grados de operatividad aceptables con base en la
Declaración en cuestión. Si bien el análisis del concepto no constituye un eje
del presente trabajo, resulta pertinente profundizar sobre algunas de las
razones que pueden haber llevado al Concepto abordado, ya que podrían ser
los déficits de este los que dificultaron la implementación de políticas de
seguridad innovadoras garantizando la persistencia de una respuesta
militarizada frente a amenazas asimétricas.
Hasta el año 2003, la construcción de un consenso hemisférico en materia de
seguridad había resultado difícil, especialmente tras el fin de la Guerra Fría.
Durante aquel período, el continente americano se hallaba regido, de acuerdo
a Robledo Hoecker y Rojas Aravena, por una hegemonía institucionalizada que
servía como elemento legitimador de las decisiones tomadas por los Estados
Unidos. El fin de la bipolaridad habría provocado la desinstitucionalización del
sistema hegemónico (2002). Si se advierte que tal proceso abrió posibilidades
de diálogo político intra-regional en diversas materias, -entre las cuales se
cuenta la seguridad hemisférica- parece razonable afirmar, por ende, que el
fin de la dispersión política generada por la gravitación institucional de los
Estados Unidos sobre la región haya sido un elemento que favoreció una
definición más amplia de las amenazas de seguridad en la Conferencia. De
esta manera, la amplitud del nuevo Concepto daría cuenta de una necesidad
de los Estados Unidos de aceptar la securitización del subdesarrollo que los
países latinoamericanos pregonaban.
118
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Otra dificultad planteada por Radseck es la falta de un entramado
institucional y de instrumentos jurídicos apropiados para enfrentar situaciones
que van desde amenazas convencionales hasta cuestiones de desarrollo, salud
y medio ambiente.
Vega, a su vez, pone énfasis en la falta de rigurosidad en la definición de las
amenazas, la laxitud del Concepto y la determinación de un número de
amenazas de diversa índole sin el establecimiento de una jerarquización de
las mismas (2009). Y complementando lo propuesto, cabe mencionar la
necesidad de distinción entre amenazas –aquellos fenómenos detrás de los
cuales existe un agente con una intención determinada- y problemas, que
serían situaciones que se originan en el Sistema Internacional, pero cuya
salvaguarda no debiera ser puesta bajo el Sistema Interamericano de
Seguridad, evitando la securitización de todos los campos de la vida humana
(Armerding, 2006).
Securitización de la agenda de desarrollo
La expresión “securitizar la agenda de desarrollo” es empleada por Radseck y
grafica en forma precisa la preocupación que sostuvieron los países
latinoamericanos –plasmada en el nuevo Concepto de Seguridad- por
incorporar en tanto que amenazas no tradicionales a la seguridad, toda una
serie de fenómenos (2004) cuya resolución concierne en principio a los
objetivos de desarrollo humano en los diferentes países de la región. Tales
objetivos, se cree en el marco del presente trabajo, fueron el resultado de un
consenso bastante marcado entre los países de la región, dada la apertura de
nuevos procesos de diálogo político tras la desarticulación del hemisferio
occidental en clave de Guerra Fría. Estas demandas fueron susceptibles de ser
plasmadas en el debate en torno la Declaración sobre Seguridad, debiendo los
Estados Unidos ser receptivos a las propuestas latinoamericanas con vistas a
salvaguardar sus propias preocupaciones de seguridad. Se estima que uno de
los factores de inconsistencia puede derivar del carácter de “solución
negociada” del Concepto de Seguridad.
Otra salvedad debe hacerse en cuanto a la securitización del subdesarrollo. Si
bien el mismo es equivalente a la inclusión de nuevas dimensiones (socioeconómicas principalmente) al ámbito de la seguridad, aquella no implica
necesariamente el tratamiento militarizado de las amenazas. Es decir, los
países latinoamericanos apoyaron la securitización de la agenda de desarrollo
-su percepción como amenaza- con vistas a propiciar un tratamiento
multidimensional –esto se puede saber a partir de un análisis de diversas
fuentes, que se llevará a cabo en los dos apartados siguientes. Sin embargo,
Radseck ilustra un punto que resulta fundamental y que vuelve a poner de
relieve la falta de una arquitectura de seguridad apropiada: la falta de un
sistema multidimensional de respuesta se suma a un Concepto de Seguridad
que coloca bajo el mismo rótulo de “amenazas, preocupaciones y otros
119
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
desafíos” problemáticas de índole diversa, vinculadas tanto a seguridad
externa como interna, generando el riesgo de que se persista en una
respuesta de carácter unidimensional y fortaleciendo el enfoque militar para
el abordaje de las diversas problemáticas (2004). En virtud de la hipótesis
sostenida en el presente trabajo, se plantea que ese obstáculo coadyuvará la
persistencia de una respuesta militarizada frente a las amenazas asimétricas a
la seguridad.
A partir de eso, el contraste entre discurso y práctica en Latinoamérica sería
que mientras se aboga por la incorporación de la cuestión socio-económica a
la agenda de seguridad, se mantienen respuestas convencionales o
militarizadas e incluso, en ocasiones, se amplía el campo de acción de las
Fuerzas Armadas.
Brasil en el debate del Concepto de Seguridad
La posición de la principal potencia de Sudamérica tanto en las instancias
previas como durante los debates en el marco de la Conferencia sobre
Seguridad, no acusó una preocupación tan marcada como la de otros países
por la dimensión social del abordaje de las problemáticas de seguridad. Sin
embargo, esto no quiere decir que no reconociera la vigencia de las amenazas
enunciadas en el marco de los “desafíos y otras preocupaciones” de la
Declaración sobre Seguridad de las Américas. De hecho, en la Conferencia, el
Ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, inició su discurso haciendo
eje en el hecho de que la falta de oportunidades para la colocación de
productos agrícolas por parte de los productores de los países alimenta “el
fuego de la violencia social”149 y agrega luego que “tampoco se puede ignorar
las legítimas aspiraciones de los países más pobres (...) de adoptar políticas
de desarrollo” para finalizar diciendo que estas son también cuestiones de
seguridad y que deben ser encaradas como tales (Amorim, 2003). En el mismo
discurso, Amorim enumeró entre las amenazas que sufren las sociedades del
hemisferio “la criminalidad, la corrupción, el lavado de dinero, el fácil acceso
–legal o ilegal- a armas de fuego, el tráfico de menores, la delincuencia
vinculada a las drogas, los delitos ambientales, las epidemias de alto impacto
social, como el SIDA”150 (2003), lo que ratifica la preocupación por amenazas
no pertenecientes al ámbito de la defensa e incluso algunas propias de las
dimensiones “societal” y “ambiental” de la seguridad que planteara Buzan
(1991).
Otro documento cuyo análisis resulta relevante son las denominadas
“Respuestas de los Estados Miembros al cuestionario sobre los nuevos criterios
de seguridad hemisférica”. Los mismos fueron realizados con antelación a la
celebración de la Conferencia sobre Seguridad Hemisférica del año 2003 y con
base en una serie de preguntas predeterminadas permiten advertir el
149
Traducción del autor
Traducción del autor
150
120
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posicionamiento de los diferentes países frente a diversas temáticas. Ante
la pregunta por lo que el país considera amenazas, Brasil señala la existencia
de “nuevas amenazas”, nombrando al narcotráfico como faceta principal del
crimen organizado, y remarcando la disposición constitucional que limita la
participación de las Fuerzas Armadas en el combate del narcotráfico a tareas
de apoyo logístico y de inteligencia, en tanto que apoyo a las fuerzas de
seguridad (OEA, 2001). Otra respuesta interesante que proporciona Brasil está
vinculada con las expectativas del Gobierno en cuanto a los resultados de la
Conferencia de Seguridad Hemisférica. Ante tal pregunta, el documento
plantea que Brasil espera “la formulación de un concepto de seguridad
hemisférica más actualizado, que incorpore tanto los desafíos clásicos como
las “nuevas amenazas” a la seguridad en la región (…)” (OEA, 2001).
Lo que se destaca aquí es que en el aspecto declarativo, Brasil muestra un
marcado interés en que se actualice la percepción de lo que son las amenazas
a nivel del Sistema Interamericano de Seguridad. Pero además – y esto es de
especial relevancia- la diplomacia del país transmitió ante la Conferencia del
año 2003 la preocupación por que se traten ciertas cuestiones de índole
económico-social e incluso sanitaria, bajo la óptica de la seguridad
multidimensional.
Venezuela en el debate del Concepto de Seguridad
En el caso venezolano, la vocación de ampliación de los alcances del ámbito
de la seguridad resultó mucho más marcada. En su discurso ante la
Conferencia sobre Seguridad, el Ministro de Relaciones Exteriores, Roy
Chaderton Matos, plantea directamente que la más grave de las amenazas es
la convergencia de la pobreza y la exclusión social y señala automáticamente
toda una serie de carencias en el plano económico-social, entre las cuales se
cuentan la falta de acceso a comida, educación y salud (Chaderton Matos,
2003). Otro eje estructurante del discurso del Canciller es la necesidad de
ampliación de la democracia.
El discurso abunda, además, en datos estadísticos sobre logros obtenidos en
materia de salud e inclusión social, y enfatiza la relación entre estos y la
provisión de seguridad humana en forma generalizada. Asimismo, -y esta
cuestión resulta particularmente interesante- el venezolano expresa en esa
exposición, satisfacción por la ampliación del rol que juegan las Fuerzas
Armadas, implicándose estas en “programas de educación, salud y
alimentación” (Chaderton Matos, 2003).
Las respuestas al “Cuestionario sobre los Nuevos Criterios de Seguridad
Hemisférica” presentadas por la Misión Permanente de Venezuela ante la OEA
resulta también reveladora ya que apuntala los lineamientos vistos en el
discurso.
Ante la pregunta por los principios que deberían regir el nuevo Concepto de
Seguridad, contestó con base en el concepto de “interdependencia” lo que,
121
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
básicamente, explica como la articulación entre las dimensiones política,
económica, social y ambiental. (OEA, 2001). Asimismo, se argumenta en la
respuesta que es necesaria la inclusión de un mayor número de cuestiones en
la agenda de seguridad subregional y nombra la estabilidad democrática, los
Derechos Humanos, el medio ambiente, los desastres naturales y la
cooperación para superarlos, el desarrollo, el mantenimiento de la paz, la
seguridad energética, “la superación de problemas socioeconómicos
particulares y la minimización de los conflictos domésticos” (OEA, 2001: 1).
En cuanto a la pregunta por las amenazas que su gobierno percibe, Venezuela
empieza resaltando la internacionalización de problemáticas frecuentemente
asociadas al nivel doméstico, y procede a una enumeración:
“[1] Violación de los principios de igualdad de soberanía, de nointervención, de no-hegemonía, de autodeterminación y de los Derechos
Humanos; [2]Deterioro de las condiciones económicas en las naciones
menos desarrolladas; [3] incremento de los índices de pobreza; [3]
efectos internacionales de las turbulencias intra-nacionales; [4] aumento
desproporcionado de la población; [5] deterioro ambiental y escasez de
recursos; [6] narcotráfico; [7] mafias internacionales; [8] terrorismo; [9]
corrupción; [10] inestabilidad política; [11] demandas formuladas por las
comunidades indígenas, afectando la estabilidad de orden público,
facilitado por grupos transnacionales de grupos de activistas de derechos
indígenas y apoyados por grupos internacionales pro Derechos Humanos y
ecologistas bien financiados; [12] tráfico de armas; [13] posible uso de la
violencia, especialmente la utilización de armas atómicas, químicas,
tóxicas y bacteriológicas.” (OEA, 2001).
Esta enumeración, da cuenta de una gran amplitud en cuanto a los fenómenos
que se incluyen dentro de la órbita de la seguridad. Otro dato a tener en
cuenta es que mientras que por un lado se identifican algunas de las grandes
amenazas asimétricas de la post-Guerra Fría, por otro se señalan situaciones
de gran especificidad junto con otras de marcado carácter doméstico. En la
misma respuesta, el gobierno venezolano acusa la necesidad de abandono de
la concepción tradicional de la seguridad.
Contradicción entre el discurso y la práctica: persistencia de la
respuesta militarizada
En el presente trabajo se sostiene que han existido contradicciones entre los
posicionamientos discursivos en el marco del debate por la Declaración sobre
Seguridad en las Américas -y el nuevo Concepto de Seguridad adoptado en el
marco de la Comisión de Seguridad Hemisférica- y el accionar de los países
analizados en la materia abordada. Específicamente, se estima que ha
existido una persistencia de la respuesta coercitiva y especialmente, un
enfoque unidimensional, fundado en la preeminencia de la opción militar.
122
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Brasil
En el caso de Brasil son varias las tendencias que indican la persistencia del
tratamiento militarizado, unidimensional, de las diversas amenazas
asimétricas a la seguridad en el país. En Brasil, para el período estudiado, han
existido dos líneas de acción que marcan, si no un aumento, al menos la
persistencia de un enfoque de tipo coercitivo para el tratamiento de diversas
amenazas de carácter asimétrico a la seguridad, a saber: a) el empleo de las
Fuerzas Armadas; b) el desarrollo de un proceso de militarización en materia
de seguridad pública sumada a la resultante convergencia entre policías y
militares en diversos ámbitos.
El empleo de las Fuerzas Armadas, ya sea en la lucha contra el narcotráfico y
la difusión de armas ilegales, o en el tratamiento de la violencia urbana, ha
sido una constante. Si bien Brasil es uno de los Estados latinoamericanos en
los cuales las posibilidades de intervención de las Fuerzas Armadas en materia
de seguridad interior están claramente restringidas constitucionalmente, a
situaciones de excepcionalidad, la realidad indica un despliegue mucho mayor
de la institución en ese tipo de tareas (Calderón, 2012). Esto, sin embargo, no
quita que las intervenciones de la institución castrense en materia de
seguridad interior haya cobrado en años recientes, un carácter más
esporádico en virtud de la constitución de fuerzas policiales federales
(Bartolomé, 2008). Pero no se puede obviar tampoco que desde principios del
Siglo XXI se ha convocado a los militares brasileños para el control de varias
crisis de criminalidad o violencia urbana en diversos estados.
Por citar un caso emblemático, en el año 2006 se llevó a cabo la denominada
“Operación Asfixia” en la cual, basándose en el Código Militar, 1600 soldados
ocuparon siete favelas como respuesta al robo de diez fusiles y una pistola de
una Unidad del Ejército en Río de Janeiro: se impuso el toque de queda en las
favelas ocupadas y se desplegaron tanques y camiones de guerra (Zaverucha,
2008).
Otro caso de participación de las Fuerzas Armadas para la garantía de la
seguridad pública fue la ocupación de “Complexos do Alemão e da Penha”, en
Río de Janeiro, que se habían constituido como refugio de las bandas
narcotraficantes “Comando Vermelho” y “Amigos Dos Amigos”. La operación
del año 2010 consistiría en la coordinación por la Secretaría de Seguridad
Pública estadual del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de la Policía
Militar, miembros de la Policía Civil y agentes de la Policía Federal. A este
operativo, acompañado de recursos del Ministerio de Defensa y 127 infantes
de marina implicados en tareas logísticas, se sumarían luego 800 soldados de
la Brigada Paracaidista que llevarían a cabo operaciones en el territorio
(Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2013).
En cuanto a la segunda tendencia aludida, Zaverucha detecta la militarización
de las políticas de seguridad pública que se dan en el marco de un creciente
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entrelazamiento entre las funciones de la policía y las Fuerzas Armadas.
Asimismo, el autor agrega que desde el golpe de Estado del año ’67, que
amplió los alcances operativos y funcionales de la policía militar, no ha habido
reformas que colocaran a la Policía Militar en una situación de autonomía
(2008), dado que la misma depende, hoy en día, del Comando de Operaciones
Terrestres que es “el responsable de dirigir y coordinar la preparación y el
despliegue de fuerzas terrestres de acuerdo con las directivas ministeriales y
del Estado Mayor del Ejército” (2008:16). Esto ha redundado en la reducción
de las funciones de la Policía Civil, que se dedica casi exclusivamente a la
investigación forense. Nada se ha hecho desde entonces y persiste aquella
situación de hecho, consolidada constitucionalmente desde 1988. A esto se
suman las disputas de poder entre las policías Civil y Militar y dificultades
para garantizar su capacitación continuada, lo que ha redundado en una peor
provisión de seguridad (Saint-Pierre et al, 2008). Toda esta situación reduce
notablemente la fuerza del argumento planteado ante la Conferencia de
Seguridad Hemisférica sobre la separación funcional y operativa entre la
realización de tareas de seguridad interna y tareas de defensa que el gobierno
del Brasil repitió en diversas ocasiones. La similitud y entrelazamiento de
facto y de iure entre las Fuerzas Armadas y las de Seguridad coadyuva la
persistencia de un enfoque unidimensional-coercitivo de impronta militar en
el tratamiento de las amenazas no convencionales.
En el marco de esta militarización, se ha generalizado la realización de
operativos policiales de gran amplitud, los cuales suelen dirigirse, según un
informe publicado por Amnistía Internacional, contra comunidades periféricas
o excluidas socialmente. Estas incursiones suelen constituir la represalia
oficial ante la comisión de delitos de gran resonancia mediática y se denuncia
una marcada predisposición a disparar contra civiles por parte de las policías
estaduales. El mismo informe relata la realización en Sao Paulo, de un
operativo con esas características, en el cual 1200 agentes de la policía civil
realizaron un operativo como represalia por el asesinato de Celso Daniel,
alcalde de Santo André (2005).
La situación se complejiza (y refuerza la hipótesis sostenida en este trabajo)
cuando a este panorama institucional en materia de seguridad se le suma la
demora en la implementación de políticas públicas en materia de educación,
la limitada absorción de mano de obra por el mercado laboral y la
consecuente informalidad laboral, que a su vez sirve como antesala para el
ingreso a la participación en actividades delictivas (Saint-Pierre et al, 2008).
En el caso de Brasil la contradicción existente entre la ampliación del
concepto de seguridad resuelta en el marco de la Organización de Estados
Americanos no es flagrante: se puede percibir una tendencia leve que apunta
a incorporar un enfoque multidimensional en materia de seguridad. El
indicador que permite observar esto sería la tendencia a la baja de la
intervención de las Fuerzas Armadas para el control de crisis en materia de
124
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
seguridad doméstica. Además, otro atenuante es que Brasil no forma parte del
grupo de países que favoreció una gran extensión de los alcances del
Concepto de Seguridad del año 2003. Las respuestas de Brasil fueron más bien
cautas y si bien reconoció la existencia de “nuevas amenazas” (así se las
llama en el Cuestionario analizado previamente), las que nombra son el
narcotráfico y actividades delictivas vinculadas a este, como ser el
terrorismo. Esto debe tenerse en cuenta ya que en alguna medida, las
respuestas al Cuestionario anticipaban la postura del país. Esto, por supuesto,
no quita el acompañamiento a la Declaración sobre Seguridad en las Américas,
que Brasil ejerció.
Ahora bien, lo dicho no quita que persiste la utilización de las Fuerzas
Armadas en materia de seguridad pública. Y a esto se suman condiciones
propias de las fuerzas policiales en las que se ha cristalizado la impronta
militar heredada del golpe de 1967. Ni la reforma constitucional del año 1988
ni ninguna ley posterior han puesto en duda la preeminencia de la Policía
Militar o la necesidad de otorgar mayor participación a la Policía Civil. Sin
dudas, la resolución de la tensión existente entre ambas fuerzas de seguridad
constituye un escollo que dificulta la reforma policial y la adaptación de estas
a paradigmas basados en la multidimensionalidad de la problemática de la
seguridad.
Venezuela
La situación de Venezuela presenta, por su parte, lógicas muy específicas.
Existe una gran tendencia que no puede más que tener profundos efectos en
materia de seguridad ciudadana. Esta se relaciona con una militarización que
tiene lugar a nivel de toda la sociedad. El proceso, que será explicado a
continuación, tiene como correlato la designación como funcionarios de
agentes, activos o retirados, de las Fuerzas Armadas en carteras de lo más
diversas. Otro factor a mencionar es la ampliación de las tareas subsidiarias
que las Fuerzas Armadas venezolanas han empezado a desarrollar con
creciente intensidad.
Dice Jácome que contrario a lo que sucede en el resto del continente, donde
se busca el control civil sobre los militares, en Venezuela se acentúa una
tendencia al control militar de lo civil, o sea la militarización de la sociedad
(2011). Como se mencionaba, esto se vincula con que efectivos activos y
retirados de las Fuerzas Armadas han sido designados para desempeñar cargos
no sólo vinculados a seguridad pública. Así, se puede corroborar tal tendencia
al analizar los cambios en el gabinete del Presidente Maduro a lo largo del
2013. El Mayor General Wilmer Barrientos pasó a ocupar el cargo de Ministro
de Industrias, sumándose al Ministro de Alimentación, Félix Osorio; al Ministro
de Transporte Acuático y Aéreo y Jefe del Órgano Superior de la Economía,
Hebert García Plaza; a Jesse Chacón, titular del Ministerio de Energía
Eléctrica; y a Rodolfo Marco Torres, su par en el Ministerio de Estado para la
125
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Banca Pública (Deniz, R. et al, 2014). La militarización a nivel social en sí no
es pertinente a los fines del presente trabajo, mas lo que se busca apuntar es
que la presencia generalizada de funcionarios vinculados a la institución
castrense permite inferir la imposición de ciertas lógicas de acción basadas en
las percepciones de aquella.
En lo que es el sector de seguridad, la designación de militares activos o
retirados también constituye un elemento para considerar las posibilidades de
asentamiento de una visión unidimensional-coercitiva en la materia en
cuestión. Insight Crime informó, por ejemplo, la designación de Ronald Blanco
la Cruz, ex General del Ejército como rector de la Universidad Nacional de
Seguridad (UNSe) y la de Manuel Eduardo Pérez Urdaneta en el cargo de
Director de la Policía Nacional (Hanson y Smilde, 2014). Soraya El Achkar,
referente de una reforma policial que contó con escaso apoyo –en parte
debido a la oposición de los militares- era una referente de la lucha contra los
abusos policiales. Es ella, justamente, quien ocupaba el cargo de Rectora de
la UNSe antes de su sustitución por Pérez Urdaneta, ex militar (Hanson y
Smilde, 2014).
Otro hito que apunta Jácome es que “la nueva Ley Orgánica de la Fuerza
Armada Nacional, aprobada por la Asamblea Nacional (AN) el 6 de septiembre
de 2005, reiteró la participación de los militares en tareas de desarrollo y de
mantenimiento del orden interno” (Jácome, 2011: 3). De esta manera, las
percepciones venezolanas en cuanto a los alcances del concepto de seguridad,
que al momento del debate por la Declaración sobre Seguridad en las
Américas delineaban un gran número de ámbitos a ser pensados en términos
de amenazas, se materializan, no en una ampliación del enfoque para abordar
la seguridad (multidimensionalidad), sino en una difusión generalizada del
enfoque militar-coercitivo a otros ámbitos como ser el mantenimiento del
orden interno. Siendo que la Ley Orgánica de la Fuerza Nacional es posterior a
las respuestas al Cuestionario sobre los Nuevos Criterios de la Seguridad
Hemisférica, la situación no puede más que categorizarse como una
contradicción.
Es precisamente en el marco de la función de salvaguarda del orden público asignada a las Fuerzas Armadas Bolivarianas de iure en el año 2005-, que en
mayo de 2013, el Presidente Maduro dispuso 3000 soldados para el patrullaje
de las calles de Caracas, en razón de los altos índices de criminalidad. El
objetivo era una “unión cívica militar” para el patrullaje (EFE/Caracas, 2013).
La lucha contra la criminalidad en Venezuela constituye el máximo ícono de la
persistencia de la respuesta unidimensional del gobierno a las amenazas en
materia de seguridad. En el año 2009, el entonces Presidente Hugo Chávez
autorizó la creación del “Dispositivo Bicentenario de Seguridad” (DiBiSe),
consistente en el despliegue de la Guardia Nacional en zonas calientes en
materia delictiva. Dotados de armamento pesado y equipamiento de impronta
militar los efectivos se dedicaban a la detención de personas consideradas
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“sospechosas”. El DiBiSe se transformaría en el Plan “Patria Segura” hacia
junio de 2013 (Hanson y Smilde, 2014).
La realización de tareas subsidiarias por parte de las Fuerzas Armadas
Nacionales Bolivarianas constituye un aspecto de gran trascendencia para
comprender los alcances de la persistencia del tratamiento unidimensional de
diversas problemáticas de seguridad. A lo largo de este análisis es necesario
tener en cuenta que Venezuela incluye como amenazas a la seguridad el
empeoramiento de las condiciones económicas, el aumento de la pobreza y
los efectos políticos derivados de la inestabilidad doméstica. Sólo teniendo
esto presente se puede entender la lógica que subyace el accionar del
gobierno venezolano y las razones por las cuales se compromete a las Fuerzas
Armadas en estas tareas.
Un primer caso se relaciona con la ocupación de 330.000 hectáreas de tierra,
por parte del Ejército, para su redistribución, previa expropiación. Esto fue
presentado por Chávez como la recuperación de propiedad colectiva para el
Pueblo (Bartolomé, 2008).
Otro caso emblemático, se relaciona con la participación de las Fuerzas
Armadas en la garantía de la provisión de productos por parte de
supermercados y comercios afines. Esta iniciativa surgió en el año 2013 y dio
lugar a la presencia de efectivos en los establecimientos mencionados con la
función de fiscalizar el desarrollo de la actividad comercial, montando una
militarización de la provisión de bienes de primera necesidad. La estrategia
surge luego de la creación del “Órgano Superior para la Defensa Popular de la
Economía”, a cargo de ni más ni menos que el General Herbert García Plaza
(Lozano, 2013).
La situación de Venezuela constituye un caso particular. Se afirma esto
porque la militarización de la seguridad pública se enmarca en una
militarización de varios ámbitos de la sociedad. Esto genera que sea difícil
poder precisar si el primer fenómeno está dotado de autonomía con respecto
al segundo. Resulta importante pensar esto, ya que si Venezuela
efectivamente se encamina hacia una militarización social, generalizada, en
virtud de las relaciones Estado-Fuerzas Armadas y Sociedad Civil-Fuerzas
Armadas, entonces no va a existir margen alguno para pensar el desarrollo de
una política de seguridad autónoma, multidimensional, que rompa con un
proceso más amplio, que la podría llegar a englobar.
Otra cuestión también resulta interesante: a) por un lado, existe una fuerte
correlación entre la determinación de un número amplio y diverso de
amenazas por parte de Venezuela y su tratamiento como problemáticas de
seguridad; b) por el otro, el concepto amplio de seguridad que Venezuela ha
abrazado no conduce a un tratamiento multidimensional de las amenazas,
sino a la imposición de una respuesta unidimensional-coercitiva a un mayor
número de temas propios del plano social y económico. O sea, la
securitización de la agenda de desarrollo por parte de Venezuela ha implicado
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tratar en clave militarizada más problemáticas, sin implementar políticas de
seguridad que abarquen las restantes dimensiones. Consecuentemente, ha
tenido lugar la realización tareas subsidiarias inusitadas en la historia del país.
Comentarios finales
Hay varios puntos que resulta pertinente plantear en virtud del análisis
llevado a cabo. En primer lugar, resulta claro que el Concepto de Seguridad
adoptado durante la Cumbre de Seguridad Hemisférica presenta
inconsistencias que no pueden más que minar su operatividad. La falta de
sistematicidad, así como la inclusión de problemas de seguridad de carácter
excesivamente difuso (en ocasiones, de imposible abordaje) conspira contra
cualquier acción efectiva que los gobiernos de la región pretendan
implementar. Asimismo, la cooperación regional en materia de seguridad –tan
necesaria para el abordaje de muchas de las amenazas asimétricas a la
seguridad, consagradas especialmente tras la finalización de la Guerra Fríano puede más que tornarse difícil, en virtud de la no jerarquización de las
amenazas, pero también de la gran diversidad de temáticas a cubrir. Dado
que el concepto debiera sentar bases a escala hemisférica, se percibe que su
utilidad es escasa.
Ahora bien, en lo que hace al objeto del presente trabajo, se sostiene que los
casos de Brasil y Venezuela a pesar de ser diferentes, presentan un rasgo
común: no pareciera haber un descenso claro en los niveles de aplicación de
políticas de carácter coercitivo que permitan afirmar la existencia de una
tendencia favorable al tratamiento multidimensional de las diversas amenazas
a la seguridad vigentes en la región. Tomando como punto de referencia la
aprobación del Concepto de Seguridad en el año 2003, resulta difícil afirmar
que haya habido un descenso de la implementación de políticas de corte
unidimensional.
Sin embargo, como se ha dicho, los casos no son equivalentes. En lo que
respecta a Brasil, se detectan tensiones entre la reorientación de las políticas
de lucha contra las amenazas a la seguridad y la persistencia de lógicas de
tratamiento convencional. Un factor de gran importancia tiene que ver con la
estructura jurídico-institucional en materia de seguridad. La no resolución de
las inconsistencias derivadas del golpe de Estado de 1967 y consolidadas a
través de la reforma constitucional del año 1988, no puede más que dificultar
el planteo de las políticas de seguridad en clave multidimensional.
Venezuela, por su parte, constituye un caso más complejo. Si se sostiene la
existencia de un proceso de militarización a nivel de toda la sociedad, se
torna difícil analizar cuáles son las especificidades de tal proceso sobre la
política de seguridad. Por otra parte, la contradicción entre el discurso y la
práctica es mucho más fuerte en el caso venezolano ya que, por un lado, se
declaró con toda contundencia la necesidad de ampliación del Concepto de
Seguridad de la OEA, pero por otro, se ha extendido el campo de acción de las
128
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Fuerzas Armadas a casi todos los ámbitos de la vida nacional. Esto se ha
manifestado en la designación de funcionarios de gobierno vinculados a la
institución castrense. Esto no necesariamente implica la militarización de las
políticas de las diversas carteras pero sí permite inferir la imposición de
ciertas lógicas de pensamiento y acción basadas en lo militar. El caso
paradigmático en este sentido es la presencia de efectivos de las Fuerzas
Armadas Bolivarianas en supermercados y comercios similares.
Finalmente, es importante tener en cuenta el rol de líderes regionales que
Brasil y Venezuela buscaron construir. En primer lugar, se supone que los
líderes regionales cuentan con mejores y mayores recursos para implementar
políticas en general. En este sentido, resulta desalentador que los dos países
que pretendieron conducir al resto de los gobiernos del espacio
latinoamericano no hayan sido capaces de consolidar un replanteo de la lucha
contra las diversas amenazas a la seguridad. En segundo lugar, la
predominancia de los líderes –en sí misma- es proclive a generar la difusión de
sus prácticas. En tercer lugar, en caso de cooperación en materia de
seguridad, sería esperable que el Estado preeminente impusiera sus propias
líneas de acción a los demás. Sintéticamente se puede decir que, el rol de los
líderes regionales podría favorecer la difusión y consolidación de políticas de
corte unidimensional-coercitivo en materia de seguridad.
Finalmente, remárquese que no se propone aquí que las dificultades para la
provisión de seguridad en América Latina están vinculadas exclusivamente al
desfasaje existente entre el discurso y las políticas implementadas. Para un
análisis integral, conviene pensar no sólo en términos de los fundamentos de
las acciones sino también en su implementación. Los niveles adecuados de
efectividad de una determinada línea de acción sólo pueden ser alcanzables si
se dispone de fundamentos teóricos, objetivos y recursos coordinados
correctamente. En este trabajo, incluso reconociendo las bondades de un
enfoque multidimensional, así como también de un grado razonable de
ampliación de lo que se entiende por amenazas asimétricas a la seguridad, no
se aboga por una u otra forma de acción. En cambio, lo que se busca es poner
en cuestión el consenso del año 2003, plasmado en el Concepto de Seguridad
Hemisférica desarrollado en el marco de la OEA. Tal concepto, debería haber
significado, si no el descenso, al menos la estabilización del recurso a la
respuesta unidimensional-militarizada, orientada a atacar las amenazas
asimétricas en sus formas más radicales o explícitas (violencia urbana, robo
de armas, entre otras). La estabilización del recurso a la violencia estatal, la
restricción de la militarización de las políticas de seguridad y el afianzamiento
del control civil de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, hubieran constituido
una señal inequívoca de la vocación de plasmar en los hechos la defensa de la
securitización de la agenda de desarrollo. Además, buenas marcas en esos
indicadores, permitirían pensar que la cuestión de la seguridad ya no se
piensa tanto en términos de las amenazas asimétricas mencionadas sino que
129
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
se habría intentado incorporar al diseño de políticas públicas la convicción de
combatir también las que dificultan el desarrollo humano. A partir de lo
observado, se afirma que ese no ha sido el caso. No pareciendo válido afirmar
que la respuesta militarizada haya encontrado un campo de acción más
delimitado y específico, es posible confirmar la hipótesis sostenida
inicialmente: existe una contradicción entre el discurso de los países líderes
regionales y las políticas que llevan a cabo para proveer seguridad. El nuevo
Concepto de Seguridad, con sus graves y diversos problemas, manifestaba al
menos la convicción de que diversas cuestiones socio-económicas constituían
problemas de seguridad. Para los casos estudiados, los cambios en la actitud
gubernamental hacia la seguridad –en caso de haber existido- han sido poco
perceptibles.
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131
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
UNASUR y el Consejo de Defensa
Sudamericano: una visión desde las
teorías de las Relaciones
Internacionales
UNASUR and the South American Defence Council: a vision from the International
Relations theories
MICAELA FINKIELSZTOYN
Licenciada en Letras (UBA) y Magister en Estudios
Internacionales (UTDT/ Institut d'Études Politiques de
Paris). Correo electrónico: mfinkiel@gmail.com
Resumen
Abstract
El presente artículo se propone
explicar el fenómeno de la
integración regional sudamericana
─haciendo foco en el caso particular
de la UNASUR y su Consejo de
Defensa─, a partir del prisma
teórico de las principales escuelas
de teoría de las Relaciones
Internacionales: el Realismo, el
Liberalismo, el Constructivismo y la
Escuela Inglesa, así como también
estudiar
y
comprender
las
limitaciones propuestas por cada
uno de dichos modelos.
This article propose an explanation
of the South American regional
integration phenomenon - making
focus in the particular case of the
UNASUR and its Defence Council-,
from the theoretical framework of
the main International Relations
schools:
Realism,
Liberalism,
Constructivism and English School,
also study and comprehend the
limitations proposed by each model.
Palabras clave
Keywords
Integración regional ─ UNASUR ─
Consejo de Defensa
Regional integration ─ UNASUR ─
Defence Council
Introducción
Analizar el rol que cumplen la Argentina y Sudamérica en el sistema
internacional implica, de algún modo, aprehender las categorías epistémicas
que describen el mundo según las Relaciones Internacionales y lograr que
132
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
puedan explicar los fenómenos que se producen en esta región. Dicha tarea
tiene sus dificultades, ya que la mayoría de los modelos teóricos que
describen las relaciones entre las naciones y los procesos de integración
regional han sido concebidos en la academia anglosajona, por lo que su
alcance explicativo y predictivo se circunscribe, en la mayoría de los casos, a
ese universo. Esto, como sugiere Elsa Llenderrozas “ha constituido casi
siempre un obstáculo en el proceso de enseñanza y aprendizaje en los ámbitos
universitarios” locales (2013:7). Sin embargo, y a pesar de sus limitaciones,
dichos modelos teóricos tienen pretensiones de universalidad y la mayoría de
los principios básicos que regulan las Relaciones Internacionales –tales como la
soberanía westphaliana, la noción de pacta sunt servanda, e incluso
formulaciones más liberales, como la teoría de la paz interdemocrática– son
de plena aplicación en Sudamérica, por lo que dicho esfuerzo no carecería de
utilidad.
El caso particular de la UNASUR, y de su Consejo de Defensa, ambos nacidos
de la voluntad de los estados soberanos de la región por coordinar ciertas
políticas sectoriales, intentando así moldear la anarquía y reducir los costos
producidos por la escasez de información con la que los estados operan en su
individualidad, parecería ─grosso modo─ responder a esta caracterización
universal de la que parten la mayoría de las teorías de las Relaciones
Internacionales.
El presente capítulo, por lo tanto, se propone explicar el fenómeno de la
integración regional sudamericana, a partir del prisma teórico de las
principales escuelas de teoría de las Relaciones Internacionales: el Realismo,
el Liberalismo, el Constructivismo y la Escuela Inglesa, así como también
estudiar y comprender las limitaciones propuestas por cada uno de dichos
modelos.
Delimitación de la problemática de estudio
Los debates propuestos por las teorías clásicas de las Relaciones
Internacionales –Realismo, Liberalismo, Constructivismo y Escuela Inglesa–
giran en torno a dos cuestiones fundamentales: qué (o quién) puede ser
entendido como un actor de dichas relaciones; y de qué manera se producen
las relaciones y vínculos entre dichos actores.
En este sentido, el principal desafío teórico al que debe enfrentarse el
presente trabajo es la falta de consenso entre las cuatro escuelas respecto de
la posibilidad de comprender al concepto de “región” como nivel de análisis,
dado que se encuentra a medio camino entre el nivel internacional y el nivel
nacional o doméstico –niveles originalmente propuestos por Kenneth Waltz en
su obra “El Hombre, el Estado y la Guerra” (1959) como categorías de análisis
de la acción, y tomados como punto de partida por el canon teórico de las
Relaciones Internacionales. En una palabra, no todos los acercamientos
teóricos consideran a las regiones como actores en el sistema internacional.
133
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Esto se debe a que, en gran medida, los enfoques tradicionales de las
Relaciones Internacionales suelen asociar la noción de “agencialidad” –o
actorness, en inglés–, es decir aquello que hace que una entidad del sistema
internacional sea considerada un verdadero “actor” en la realización de
dichas relaciones–, con los atributos tradicionales de un estado (soberanía,
territorio, reconocimiento externo, etc.). El proceso de globalización, y el
creciente fenómeno de la integración regional, han comenzado a discutir la
titularidad exclusiva de dicha actorness por parte de los estados, permitiendo
su atribución a otras entidades, siempre y cuando estas cumplan con una serie
de atributos. Para Björn Hettne –uno de los principales exponentes teóricos
del Nuevo Regionalismo151– los atributos que le otorgarían actorness a una
región serían: a) una noción de “regionalidad” (regionness), entendida en
términos de cohesión de sus miembros; b) una noción de “presencia”, que se
refiere al impacto de dicha región en resto del mundo; y, c) un elemento
activo, denominado “agencialidad intencional” (purposive actorness), que
supone un esfuerzo consciente de la región de influir en el orden
internacional, de acuerdo a sus valores e intereses (Hettne, 2003).
Esta diferencia de apreciación de las regiones también se debe, en gran
medida, a la ontología desde la cual son concebidas las Relaciones
Internacionales: dependiendo del nivel de análisis (individual, nacional o
sistémico) que privilegie cada marco teórico; así como también de la
concepción acerca de la naturaleza de la relación entre los estados –más
proclives a la cooperación o al conflicto– que cada una de las escuelas tenga,
se encontrarán más o menos dificultades para comprender y analizar el
fenómeno de la integración regional.
En este artículo, por tanto, se procederá a analizar el fenómeno de la
UNASUR, y más específicamente del Consejo de Defensa Sudamericano, desde
el prisma teórico de cada una de las cuatro escuelas antes mencionadas.
Asimismo, y dada la innegable proliferación de procesos de integración en el
continente americano (Mercosur, ALBA, CAFTA, NAFTA, CELAC, CAN, ALADI,
UNASUR, entre otros) se procederá también a discutir qué perfil de región
presupone la UNASUR respecto de los demás y cómo Sudamérica se ha
transformado en una categoría ideológica, política e identitaria, amén de su
concepción tradicionalmente geográfica.
Hechas estas salvedades, procederemos a definir en términos muy generales
aquello que entenderemos por “región”, de modo tal de tener una definición
base, que pueda ser contrastada con la visión de cada una de las cuatro
perspectivas. En este sentido, entenderemos por región a un subsistema
dentro del sistema internacional, que se caracteriza por consistir en:
151
Enfoque según el cual las relaciones entre los estados que comprenden una región son
multidimensionales, es decir, escapan únicamente a los acuerdos comerciales, para tener un
efecto de spillover sobre las dimensiones política, migratoria, entre otras. El modelo de
Hettne está básicamente concebido para explicar la génesis de la Unión Europea y, durante
los 90s, se lo intentó utilizar para explicar el Mercosur (Díaz Nieto, 2010: 16).
134
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
a) Una serie de unidades o elementos interconectados de tal modo que el
cambio en alguno de dichos elementos o en sus relaciones genera cambios en
otra parte del subsistema;
b) Ser un subsistema que exhibe propiedades y comportamientos que son
diferentes a aquellos que tienen sus partes constitutivas (Jervis, 1997: 6).
Como puede verse, tomamos como punto de partida una definición
minimalista de un autor realista como Jervis, para poder ir complejizando y
debatiendo con la definición, a medida que avancemos en la explicación. Lo
principal que podemos destacar hasta el momento, y que podría constituir una
base consensual entre todas las escuelas es que, independientemente de que
la región sea concebida como un actor con valor por sí mismo o como un mero
susbsistema del sistema global, requiere necesariamente de cierta
interdependencia –que opera como caja de resonancia frente a los cambios– y
de una cierta sinergia –que hace que el todo sea necesariamente distinto a la
suma de sus partes. A partir de dichos elementos, entonces, comenzaremos a
profundizar las diferentes concepciones de región, evaluando el alcance de su
poder explicativo, en lo que a la UNASUR concierne. Comencemos por la
escuela realista.
La UNASUR desde una óptica realista
Una de las principales críticas que se le realiza al Realismo como escuela de
las Relaciones Internacionales es que se trata de una teoría de la llamada
“tercera imagen” (Waltz, 1959), es decir, que su poder explicativo es mayor
cuando se analizan fenómenos a nivel estructural: patrones de poder en el
sistema internacional de estados (Ikenberry, 2011). Por este motivo, el
Realismo suele encontrar ciertas dificultades a la hora de comprender
fenómenos de segunda imagen (el nivel estatal), y suele no tomar en
consideración aquello que sucede en el plano regional, al encontrarse a medio
camino entre la segunda y la tercera imagen. En consecuencia, como sostiene
Jervis, la región sólo puede entenderse desde el realismo como un
“subsistema”, una pieza menor del sistema internacional.
Asimismo, y dado que el Realismo tiende a hacer foco en los atributos
“materiales” como elementos de poder relativo –la población, la extensión
territorial, la economía– (Llenderrozas, 2013: 178), resulta lógico entonces
que dichos subsistemas regionales sean vistos desde el prisma geográfico. En
consecuencia, para el neorrealismo, las regiones se conforman como
subsistemas globales, de acuerdo a un criterio de proximidad geográfica,
condición de posibilidad del nivel de interconexión que experimentarían los
estados.
¿Cómo se producen las relaciones entre estados al interior de una región para
el Realismo? Para responder a esta pregunta, es preciso volver a la ontología
de las relaciones interestatales que propone dicha escuela. Para el Realismo,
135
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
las relaciones entre estados están basadas pura y exclusivamente en términos
de poder en un contexto de anarquía. Es a partir del análisis de dichas
relaciones que un Estado define su política exterior: puede reaccionar en
contra de dicho poder y balancear al Estado poderoso [balancing, en inglés]; o
puede plegarse a dicho poder y bregar por mantenerse en la esfera de
influencia del estado hegemónico [bandwagoning]. Es a partir de esta
dialéctica entre balancing y bandwagoning que se dirime la integración
regional para el Realismo.
Hay pocos estudiosos realistas que derivan una teoría del conflicto que
pueda predecir la estabilidad relativa de las diferentes regiones basadas
en el entendimiento de las dinámicas de poder dentro de estas regiones,
en oposición al simple estudio de cómo las grandes potencias exteriores
[a la región] pueden explotar la política regional en su provecho (Paul,
2012: 49).
Como bien señala Copeland (Paul, 2012), la gran mayoría de los teóricos
realistas evalúan la conformación de regiones como un resultado de una
“reacción”, sea a favor, sea en contra, de las potencias extrarregionales.
Jeffrey Taliaferro (idem: 76) va aún más allá, señalando que además de las
potencias globales, existen estados “pivote” (pivotal states), que operarían
como los hegemones en torno de los cuales se constituyen regiones, que
actúan conjuntamente respecto de una potencia extrarregional. En el caso de
Sudamérica, Brasil sería dicho estado pivote –México podría serlo también, en
una dinámica más bien continental– y la potencia extrarregional sería Estados
Unidos. Para una visión realista, y “occidente-céntrica” como sería la sugerida
por Copeland y Taliaferro, la UNASUR sería entonces la respuesta regional
elaborada por América del Sur, teniendo a Brasil como estado pivote, frente
al peso relativo de los Estados Unidos como hegemón hemisférico.
Dicha hegemonía condicionaría la respuesta de una potencia media como
Brasil, quien buscaría coordinar su política exterior y de seguridad con sus
socios menores en la región a quienes, conforme la lógica realista, no les
quedaría otra opción más que apoyar directamente a los Estados Unidos y
mantenerse al margen de la región, o bien plegarse a la hegemonía 152
brasileña, de modo de contrarrestar el poderío americano y beneficiarse de
los bienes públicos regionales que Brasil podría darles a cambio –tales como
152
Si bien el concepto de hegemonía es polivalente, consideramos apropiado para este trabajo
recurrir a la definición formulada por Antonio Gramsci, quien la comprende como una
situación en la que: “El estado dominante crea un orden basado, en gran medida, sobre una
base de consenso ideológico, funcionando de conformidad con principios generales que, de
hecho, aseguran la continuidad de la supremacía del estado/s líder/es y sus clases
dominantes, pero que a la vez asegura alguna medida de satisfacción para los menos
poderosos” (1957: 154-155).
136
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
seguridad e infraestructura–, mientras este último consolida su propio interés
nacional de defensa de su región.
Esta percepción de la región es indudablemente controversial, puesto que
deja poco margen para la acción estatal de los países medios y pequeños –
como podrían ser los países andinos, miembros a la vez de la UNASUR y de la
Alianza del Pacífico–, y precisa por tanto ser matizada. Sin embargo, también
es posible encontrar evidencia empírica que la sustente. En su “Estrategia
Nacional de Defensa”, Brasil contempla la posibilidad de “una guerra
asimétrica, a ser sostenida contra ‘un enemigo de poder militar muy superior’
(…) por la incondicional soberanía brasileña sobre su Amazonia” (Presidencia
de la República 2008: 27). No resultaría difícil ver que el “enemigo de poder
militar muy superior” podrían ser los Estados Unidos, en coalición o no con la
OTAN, quienes bregan por la internacionalización de la Amazonia, en
detrimento de la soberanía brasileña sobre el territorio.
En este sentido, la coordinación de las respuestas de los diferentes ejércitos
sudamericanos, así como la desarticulación de cualquier hipótesis de conflicto
entre ellos, a partir del establecimiento de un Consejo de Defensa
Sudamericano en el marco de la UNASUR, estaría claramente en los intereses
de Brasil153, quien desea emplear todos sus capacidades de poder relativo, es
decir su incomparable diferencia económica, geográfica y demográfica
respecto del resto de los estados sudamericanos, para encolumnarlos frente a
la potencial amenaza, sobre todo en términos de la disputa por los recursos
naturales y la soberanía territorial de quienes los detentan.
En esta misma lógica, puede pensarse también que el hecho de que UNASUR
ocupe la totalidad del subcontinente sudamericano, sin traspasar hacia
América Central y México, es también una manera de Brasil de demostrar los
límites de la proyección de su poder, evitando superponerse con los Estados
Unidos, en aquellas zonas donde este último proyecta su influencia, a través
de otros mecanismos de integración regional, tales como el NAFTA y el
CAFTA.
Por último también, podría pensarse en un segundo hegemón extrarregional
que estaría disputándose América del Sur con los Estados Unidos y respecto
del cual Brasil también buscaría articular una reacción exterior conjunta de la
región: China. Sin embargo, hasta este momento, resulta complejo encontrar
acciones que adhieran a esta teoría, puesto que la mayoría de los países
sudamericanos negocian con China bilateralmente, y no en conjunto 154,
Acerca de la polémica de si Brasil puede ser considerado –o no– como un hegemón regional,
cfr. Micaela Finkielsztoyn (2013) “Integración energética en América del Sur: escenarios
institucionales de cooperación y conflicto”, tesis de maestría UTDT, Buenos Aires, y;
Oliver
Stuenkel
“Is
Brazil
a
regional
hegemon”
en
[URL]
http://www.postwesternworld.com/2013/10/31/is-brazil-a-regional-hegemon/, consultado
en 31/08/14, 17:51hs;
154
Tal y como China lo solicita, igual que hace con los países de la Unión Europea, con quienes
practica el principio de impera et divide, generando tensiones entre los Estados Miembro.
153
137
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
permitiendo de este modo una mayor penetración de dicha potencia asiática
en la región.
Volviendo a la discusión general sobre la visión realista de la UNASUR, de
todos modos, y como se sostuvo con anterioridad, esta visión es una visión
sesgada, puesto que parte de definir a la UNASUR en términos del poder o
deseo de proyección de los Estados Unidos y China, las potencias
extrarregionales, ignorando la dinámica de poder al interior de Sudamérica.
Se trata de una visión que, además, le impone al estado pivote –Brasil– una
agenda negativa, puramente como reacción en contra de la presencia
norteamericana, en lugar de una agenda positiva, que busque la conformación
de una hegemonía benigna, que permita el ascenso de Brasil como potencia
global, a partir de la solidificación de su poderío en América del Sur, y quizás
incluso en colaboración con los Estados Unidos en algunas temáticas clave,
tales como seguridad internacional y lucha contra el terrorismo.
Asimismo también es una visión que parecería ignorar la dinámica y las
tensiones que encuentra Brasil con sus socios, en especial con Argentina y
Venezuela, pero también con el Eje Andino que le propone modelos
alternativos de integración, tales como la Comunidad Andina –proceso creado
desde hace varias décadas ya, integrado por Bolivia, Perú, Ecuador y
Colombia–; y la Alianza del Pacífico –de reciente conformación, que incluye a
Colombia, Perú y Chile, además de México–, cuyos miembros son, además, los
únicos países de América del Sur (más México) que tienen acuerdos de Libre
Comercio con los Estados Unidos, hecho que podría sugerir que esta nueva
agrupación tiene una orientación comercial y política diferente –más enfocada
hacia hegemón hemisférico– que la brasileña.
Analizada desde esta dinámica, la UNASUR sería el proyecto hegemónico
brasileño que surge en respuesta a una multiplicidad de iniciativas. Por un
lado, resultaría una respuesta a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América (ALBA), proyecto de integración regional encabezado por
Venezuela, quien hasta hace poco tiempo era capaz de disputar también la
hegemonía brasileña dentro de la UNASUR en términos de poderío energético
y capacidad de construcción de infraestructura.
Por otra parte, la activación de la UNASUR como complemento y continuación
del MERCOSUR, sobre todo en términos de defensa, resultaría una reacción en
contra de la propuesta argentina, quien en un principio buscaba consolidar su
influencia militar, nuclear y económica sobre un área más próxima. La
elevación de la cuestión de defensa al plano sudamericano disminuye la
posibilidad de Argentina e incrementa el poderío brasileño, puesto que
desplaza el tablero de negociaciones hacia un área que, ya desde lo
geográfico, gira en torno a Brasil. Y finalmente, y si bien el surgimiento de la
Alianza del Pacífico es posterior al de UNASUR, la existencia de este último
organismo permite a Brasil atenuar en algún grado la visión orientada hacia el
138
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
océano Pacífico de los miembros de dicha Alianza, fundiéndola en una escala
más sudamericana, bioceánica, en donde pueda hacer sentir su influencia.
Resulta a todas luces evidente que, para la visión Realista, la UNASUR no
interesa en términos institucionales, sino más bien en términos geográficos y
de proyección de poder regional. Para esta teoría de las Relaciones
Internacionales, la UNASUR es la materialización del poderío brasileño, es el
producto del análisis que Brasil ha hecho de la dinámica global y continental
del poder. En consecuencia, la organización es entendida como un proyecto
de construcción de poder regional por parte del Estado pivote –Brasil– frente
al poder extrarregional de mayor peso en el continente, Estados Unidos, que a
su vez también podría llegar a permitirle al primero construir una agenda de
seguridad positiva. Pasemos ahora a la visión liberal.
La UNASUR desde una perspectiva liberal
Las teorías liberales de las Relaciones Internacionales parten de la misma
visión de anarquía del sistema internacional que los realistas. Pero, a
diferencia de estos últimos, consideran que existen mecanismos para
atenuarla, a partir del intercambio de información, que reduce la
incertidumbre respecto de las intenciones de otros estados, y el
establecimiento de reglas y pautas, que modelan la conducta de los estados,
reduciendo costos de transacción. En este sentido, las instituciones
internacionales son las que permiten la cooperación y el alejamiento del
conflicto. Al igual que los realistas, los liberales también tienen algunas
dificultades a la hora de teorizar sobre el espacio regional, si bien la
integración europea ha cambiado el panorama. De hecho, dicho fenómeno ha
generado corrientes de pensamiento ad hoc sobre la integración, como el
neofuncionalismo, que luego se identificaron con la corriente liberal
institucionalista. De todos modos, aún existe poca bibliografía liberal acerca
de las demás regiones. El presente trabajo de investigación intenta contribuir
a llenar este vacío de algún modo.
Como señalan Hofmann y Mérand (Paul, 2012: 133), la mayoría de las teorías
liberales utilizan la interdependencia económica como una de las principales
variables explicativas de la creación de instituciones de integración regional.
De todos modos, no existe una definición taxativa de liberalismo, y diferentes
autores proponen diferentes clasificaciones. En este trabajo, seguiremos las
clasificaciones realizadas por Keohane (Borja Tamayo, 2005: 61), por un lado,
y las realizadas por Hofman y Mérand, por el otro.
En su ensayo “Una reconsideración del liberalismo internacional” (Dunn,
1990), Robert Keohane distingue tres liberalismos: a) el liberalismo
republicano; b) el liberalismo comercial, y; c) el liberalismo regulador. El
primero de ellos sostiene la famosa teoría de la paz interdemocrática,
formulada a partir de la obra de Immanuel Kant (Doyle, 1997; Russett, 1993),
“Sobre la Paz Perpetua” ([1795] 2005), que establece que las democracias son
139
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
más propensas a tener relaciones pacíficas entre ellas que los regímenes
autoritarios. Esta visión del liberalismo sirve para explicar los inicios de la
segunda ola de integración latinoamericana (post ALALC y ALADI), a partir de
los acuerdos de cooperación entre Alfonsín y Sarney, apenas vuelta la
democracia en América Latina, y los inicios del MERCOSUR. Para explicar los
orígenes de la UNASUR, sin embargo, resulta una condición necesaria, pero no
suficiente, ya que cuando surgió esta organización, todas las naciones de la
región tenían regímenes democráticos –luego podrá darse la discusión
respecto de la intensidad y el nivel de pluralismo de dichos regímenes, al
menos nominalmente democráticos– y Sudamérica ya era una zona libre de
armas nucleares (ZLAN), a partir de la entrada en vigor del Tratado de
Tlatelolco y, por ende también, una zona de paz, en la que hacía años que no
se producían conflictos bélicos significativos entre los países.
De todos modos, la visión del liberalismo republicano sí sirve para explicar la
firma de la llamada “Cláusula democrática de la UNASUR”, incluida en el
Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo, que establece la suspensión del
Estado Parte en el que se quebrara el orden constitucional democrático, e
incluso el cierre de fronteras con dicho estado.
De hecho, la UNASUR en los últimos años ha sido una institución que intervino
en todas las circunstancias en las que se produjeron conflictos intra o interestatales, que pusieran en riesgo la continuidad democrática y/o la paz y la
seguridad en la región. Tal es el caso de la crisis política de Bolivia de 2008,
del conflicto entre Colombia y Venezuela de 2010, la situación en Ecuador en
2010 y la destitución del Presidente Lugo en Paraguay en 2012. Comentaremos
brevemente cada caso y el accionar de UNASUR.
La crisis política boliviana se debió a enfrentamientos entre el gobierno
nacional, encabezado por Evo Morales, y los prefectos departamentales
opositores al partido MAS de la llamada “Media Luna” (departamentos de
Santa Cruz, Beni y Pando). En esta oportunidad, la UNASUR se reunió en
Santiago de Chile y acordó respaldar al gobierno boliviano, advirtiendo que no
aceptaría ninguna ruptura del orden constitucional. Propuso, además, la
creación de una comisión internacional para el diálogo entre las partes.
La crisis diplomática entre Colombia y Venezuela en 2010 se debió a la
supuesta presencia de miembros de las FARC y del ELN en territorio
venezolano, que terminó con la ruptura de relaciones diplomáticas entre
ambos países. Lo interesante de este caso es que la crisis primero intentó
resolverse por los canales de la OEA –tras la denuncia de Colombia ante ese
organismo– y, luego del fracaso de las gestiones en dicha organización,
Ecuador –en ejercicio de la Presidencia pro tempore de UNASUR– convocó a
una cumbre de Cancilleres, a pedido de Venezuela. La mayoría de los Países
Miembro, entre ellos Argentina y Brasil, afirmaron que para ellos el espacio de
solución de este tipo de controversias era UNASUR y no la OEA.
Paralelamente, el entonces Secretario General de UNASUR, Néstor Kirchner,
140
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
inició conversaciones con ambas partes. Si bien la cumbre ministerial fracasó
y el conflicto terminó resolviéndose por la vía del diálogo bilateral, luego de
la asunción del Presidente Santos en Colombia, el accionar de UNASUR resultó
fundamental, puesto que contribuyó a lograr el acercamiento entre los
actores. Asimismo, esta crisis constituyó un precedente histórico de
fortalecimiento de UNASUR, puesto que se reivindicó su rol como la
institución dedicada a la resolución de conflictos en el espacio sudamericano,
en contraposición a la OEA, de alcance hemisférico.
El rol de la organización fue también notorio en las crisis en Ecuador y
Paraguay. El llamado “30 S” en Ecuador fue una revuelta policial contra una
ley salarial, que el gobierno ecuatoriano consideró un intento de golpe de
estado en su contra, que derivó en la retención del Presidente Correa dentro
de un hospital por parte de la policía, para forzar un acuerdo. En este caso, la
UNASUR se reunió de emergencia en Buenos Aires, y aprobó la declaración
homónima, en la que se condenó el golpe de Estado y secuestro del
Presidente Correa y se fijó el compromiso de incluir una cláusula democrática
dentro del Tratado Constitutivo. Dicha cláusula fue aprobada el 26 de
noviembre de 2010 y entró en vigor en marzo de 2014, treinta días después de
que Uruguay entregara el noveno instrumento de ratificación requerido para
su vigencia.
Por último, en el caso de la destitución por un juicio político al Presidente
Lugo de Paraguay, acusado de mal desempeño de sus funciones, la UNASUR
también intervino. En este caso, los cancilleres y el Secretario General
concurrieron directamente a Paraguay el 21 y 22 de junio de 2012, para
conocer in situ la situación que condujo a la destitución de Lugo. Allí
afirmaron que no se habría cumplido el debido proceso, ni que tampoco se le
habrían dado a Lugo las garantías suficientes para que este ejerciera su
derecho a la defensa, hechos que suponían una violación a los principios de
UNASUR. En consecuencia, decidieron no sólo condenar la manera en la que se
produjeron los hechos, sino también suspender a Paraguay de la UNASUR, aún
cuando este país estuviera ejerciendo la presidencia pro tempore. Paraguay
fue suspendido de dicho organismo hasta la asunción del Presidente Cartés en
abril de 2013. Resulta claro que esta ha sido la intervención más contundente
de UNASUR. Podemos, en consecuencia, apreciar que el liberalismo
republicano puede proveer elementos sustanciales para explicar no sólo los
propósitos y valores de UNASUR, sino también su accionar.
El liberalismo comercial, por su parte, hace referencia a la interdependencia
que surge como resultado del intercambio de bienes, servicios y personas
entre diferentes países. Afirma, asimismo, que dicha interdependencia
comercial permite la fungibilidad con otras agendas y que a partir del
comercio se puede ir profundizando la integración hacia otras áreas. Esta
teoría, por el contrario, puede aplicarse más al surgimiento del MERCOSUR
que de la UNASUR, dado que esta última está más orientada hacia la
141
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integración en materia de energía, infraestructura, educación y defensa, que
a la consecución de un mercado común sudamericano. UNASUR no ha sido
concebida como un proceso de integración comercial, sino más bien como un
proceso de integración –o quizás de articulación y coordinación– político. A
pesar de la existencia del MERCOSUR y de la CAN para cubrir el aspecto
comercial de la integración, de todos modos, y como lo explica la ALADI, los
niveles de comercio interregional en América del Sur –parámetro que visibiliza
la profundidad del intercambio– es apenas del 20%, mientras que en la Unión
Europea, diseñada para ser ante todo un mercado común, este alcanza el 50%.
La tercera variante del liberalismo analizado por Keohane es el liberalismo
regulador, que hace hincapié en la importancia de la dinámica institucional
como productora de normas que regulan el intercambio entre los países.
Como veremos más adelante en el análisis de Hofman y Mérand, es
justamente en este aspecto en el que la UNASUR tiene sus principales
virtudes, y a la vez sus principales defectos.
Pasemos entonces a la segunda taxonomía de las visiones liberales. En ella,
los Hofman y Mérand (Paul, 2012) distinguen tres visiones: a) el
institucionalismo neoliberal; b) el intergubernamentalismo liberal y, c) el
neofuncionalismo. El primero de ellos explica la importancia de las
instituciones regionales, sobre todo aquellas con burocracia y agenda propias,
en el establecimiento de relaciones pacíficas entre los estados, puesto que
son estas las que proveen información, disminuyendo los costos de transacción
y dotan a las relaciones de un marco de predictibilidad. Estos mismos autores
afirman que “la pertenencia a una región se entiende en términos de
intereses mutuos compartidos y cooperación, más que en términos culturales
e ideológicos” (ídem: 138). Como hemos visto durante el análisis de la
participación de UNASUR en los conflictos regionales, esta puede ser
entendida como una institución activa y exitosa, en términos del
institucionalismo –puesto que opera como un mecanismo de cooperación–, si
bien no necesariamente adscriba al tipo de institución que contempla el
neoliberalismo. Para la visión neoliberal, la ideología no es un factor
aglutinante, ni una condición de posibilidad de la integración. Esto obtura de
alguna manera el alcance explicativo de la teoría para la UNASUR, puesto que
esta no sólo es una clara hija de un momento particular ideológico y político
de la región, sino que además se sustenta en una serie de valores y visiones
comunes a todos los países de América del Sur en un contexto histórico
determinado.
El intergubernamentalismo liberal hace hincapié en la formación de
coaliciones al interior de los Estados Parte, que perfilan los compromisos y las
preferencias que estos habrán de adoptar en las instituciones regionales,
cuando estas tienen un diseño intergubernamental, como es el caso de la
UNASUR, en la que las decisiones se toman por consenso de sus miembros.
Esta teoría podría ser útil para analizar las coaliciones que se han dado al
142
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interior de cada uno de los Estados Miembro en apoyo de la UNASUR, y para
comprender el proceso de toma de decisiones en los órganos mercosureños, si
bien con frecuencia se utiliza más para analizar procesos de integración de
índole más bien económica.
Por último, el neofuncionalismo se centra en la importancia del
establecimiento de organismos supranacionales, a los que los estados les
ceden competencias para el tratamiento de áreas técnicas. Uno de los
principales conceptos del neofuncionalismo es el de spillover (derrame), que
garantiza que la integración se vaya “politizando”, conforme vaya teniendo
éxito en las diferentes políticas específicas. Es un modelo teórico concebido a
partir del funcionamiento de las Comunidades Europeas, pensando sobre todo
en la Comisión Europea, y que poco tiene que ver con el funcionamiento
actual de la UNASUR, y sus mecanismos intergubernamentales de decisión.
Algunas escuelas teóricas incluso consideran al neofuncionalismo liberal como
una teoría de la integración per se, con una variante regional “el regionalismo
abierto”, que sirvió en América del Sur durante la década de los ´90s, para
explicar el progreso de la integración económica en el marco del MERCOSUR,
que en un principio, buscaba avanzar hacia un mercado común, con cierta
cesión de competencias a organismos regionales.
Como se deprende del análisis, el principal elemento explicativo de la visión
liberal es la noción de instituciones regionales (o internacionales) y los
motivos de su surgimiento. En este sentido, la UNASUR es un claro ejemplo de
institución regional, creada en gran medida para facilitar las relaciones entre
los estados de la región, proveyéndoles un espacio de diálogo, que permita la
circulación de información, y gradualmente vaya favoreciendo el
fortalecimiento de la interdependencia entre los estados, a media que estos
profundizan la colaboración regional.
Si bien se trata de un tipo de institución muy distinta a la que es el
MERCOSUR, que desde el principio tuvo objetivos claramente económicos, y
respondía mejor a la visión de “regionalismo abierto” que se desprende del
paradigma neofuncionalista, la UNASUR aún conserva varios rasgos que
pueden ser explicados con éxito desde la visión liberal. En este sentido, cabe
rescatar dos conceptos, los de fortaleza institucional y flexibilidad, ambos
englobados dentro de la noción de “elasticidad institucional” (Paul,
2012:143), que pueden ser muy útiles para comprender las particularidades
del fenómeno sudamericano.
El primero de ellos, la fortaleza, hace referencia a la capacidad de
enforcement (hacer cumplir) que tiene la organización, respecto de sus
propios compromisos. Esta capacidad se materializa a través de la
codificación legal, es decir, la creación de un acervo jurídico propio del
proceso de integración. En este caso, la UNASUR resulta una particularidad,
puesto que –a diferencia de procesos de integración como el MERCOSUR o la
Unión Europea, en los que su fuerza radica en el cumplimiento de la
143
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normativa comunitaria–, la UNASUR apenas produce lineamientos jurídicos. Su
base está en el tratado constitutivo, y eventualmente, en los futuros tratados
que se podrían haber ratificado (como el Tratado de Seguridad Energética),
pero carece de organismos capaces de dictar normativa propia. UNASUR es un
espacio de encuentro de los Estados Parte, y de discusión de políticas, de
directivas comunes, en el que las reuniones en general finalizan con
comunicados de los Cancilleres o Jefes de Estado de los Países Miembros.
Continuando con el símil europeo, se parecería más al Consejo Europeo –la
reunión de los Jefes de Estado de la UE–, que a la Comisión Europea o al
Consejo de Ministros. En este sentido, el Consejo de Defensa Sudamericano es
solamente una instancia de coordinación de políticas. Es un espacio de
intercambio de ideas, con la directriz general de apuntar hacia una estrategia
de seguridad sudamericana, pero que en ningún momento tiene capacidad de
ejecución. UNASUR ha sido concebida desde el principio como una
organización muy respetuosa de la soberanía de los Estados Parte, hecho que
a la vez dificulta la creación de un derecho unasureño.
El segundo de ellos, la flexibilidad, consiste en la posibilidad de establecer
una geometría variable, que permita el avance y las transformaciones de la
institución, en función de la conformación de voluntades por tópicos. Esta
característica es más propia de los organismos supranacionales, en los que las
decisiones se aprueban por diferentes mayorías, que de los organismos
intergubernamentales como la UNASUR, en las que el voto por unanimidad
rigidiza los procedimientos, puesto que todos los estados cuentan con un
derecho tácito de veto. De todos modos, la flexibilidad del sistema
institucional sudamericano pasa por sus rasgos únicos, entre ellos su
capacidad de interactuar con los demás procesos de integración en curso, sin
por ello debilitarse. La flexibilidad unasureña también pasa por su dinámica
de toma de decisiones. Esta última resulta particular, ya que –al tratarse en
general de reuniones entre jefes de Estado– estas cuentan con la plasticidad
de ser encuentros en los que verdaderamente se pueden tomar decisiones de
alta política que cambien sustancialmente el statu quo, así como también
podrían alterar la (aún escasa) normativa unasureña. La diplomacia
presidencial impulsada por el modus unasureño logra una rápida solución de
las controversias, que una burocracia establecida no podría procesar.
La capacidad de dividir tareas, por su parte, así como también la de realizar
lo que se llama forum shopping, permite que UNASUR pueda coexistir con la
CAN y el MERCOSUR, sin que ninguno de ellos se vea disminuido. Todo lo
contrario, se refuerzan mutuamente. Así, por ejemplo, aquellos elementos
que requieran de cierta normativa comunitaria, como puede ser la política
comercial, son directamente tratados en MERCOSUR y la CAN, mientras que
aquellos temas de la agenda geopolítica, en los que los intereses nacionales
son más sensibles, son tratados en UNASUR, cuya institucionalidad más laxa
permite un mayor respeto por las soberanías nacionales.
144
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En conclusión, si bien podría parecer que la UNASUR cuenta con poca
elasticidad institucional, y que desde una óptica liberal, poco hay para decir
sobre sus instituciones, puesto que esta escuela de las Relaciones
Internacionales –sobre todo en materia de integración regional– tiene un
fuerte sesgo europeísta, de todos modos, consideramos que la elasticidad
institucional en nuestro continente se da de un modo sui generis, en su
articulación como sistema: en la capacidad de que las diferentes
organizaciones regionales funcionen, sin superponerse, y puedan dividir sus
tareas, sin generar traumas institucionales innecesarios a aquellas que están
incapacitadas de tratar con algunas temáticas. Pasemos ahora a la visión
constructivista.
UNASUR desde una perspectiva constructivista
El constructivismo, a diferencia del realismo y del liberalismo, es un enfoque
ideacional y normativo, mientras que los primeros son eminentemente
racionalistas. En él predomina el peso de las normas y los valores, quienes
moldean las relaciones entre los estados, antes que los atributos materiales.
Como la famosa frase de Wendt sostiene “la anarquía es lo que los estados
hacen de ella”. En este sentido, se hace foco en los significados y los valores,
que son creados y compartidos intersubjetivamente. A diferencia de los
neoliberales, para los constructivistas la política y la ideología sí contribuyen
a los procesos de integración. De hecho, las regiones no son entidades ni como
geográfica ni como económicamente delimitadas (Wendt, 1999: 370-71), sino
que resultan de la percepción de sí mismos que sus integrantes tienen.
Sudamérica tiene los límites que los propios estados que la componen
establecen. Por ese motivo, UNASUR incluye a Surinam y Guyana, puesto que
existió la voluntad política e ideacional de generar un proceso de integración
que alcance a la totalidad de los estados de América del Sur,
independientemente de su lengua y su origen colonial.
Al igual que sucede con el liberalismo, no existe una única corriente
constructivista. A los fines de este trabajo, sin embargo, tomaremos dos
elementos fundamentales: el peso del factor ideacional en la socialización
que conlleva a la formación de regiones y la formación de comunidades de
seguridad, para referirnos en particular al caso del Consejo de Defensa
Sudamericano.
En términos ideacionales, para que un grupo de estados deseen conformar una
región, y luego establecer las instituciones que sean allí necesarias, es preciso
que compartan una serie de valores. En América del Sur no sólo se trata de
compartir los valores de democracia, no intervención y respeto de la
soberanía –que serían valores westphalianos tradicionales, más la vertiente
kantiana tradicional liberal–, sino que, debido a la historia común del
continente, es también necesario compartir una visión común acerca del
145
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
respeto por los Derechos Humanos155 . Como podemos ver, el discurso
identitario que se construye como condición de posibilidad de la UNASUR
combina tanto elementos realistas –la creación de un proyecto
contrahegemónico en la región, motivo por el cual se consolida un organismo
subcontinental que viene a competir de algún modo con la Organización de
Estados Americanos–, así como también ciertos elementos liberales –tales
como la tesis de la paz interdemocrática y la necesidad de cimentar estos
valores comunes a través de la constitución de instituciones.
Como señala Acharya en su texto “Ideas, norms and regional order” (Paul,
2012) la tesis de que las ideas preceden a la formación de regiones es
sumamente productiva para pensar a Sudamérica, si bien no es aplicable a
todos los procesos de integración. La Unión Europea, como ya hemos visto,
puede ser mejor descripta en términos de una visión liberal, que de una visión
constructivista, si bien la construcción de una identidad europea es
fundamental, sobre todo hoy en día, cuando el andamiaje institucional y
económico se encuentran en crisis. Acharya reconoce tres tipos de influencia
que ejercen las ideas en el proceso de constitución de una región. El primero
de ellos es el rol de las ideas preexistentes.
En el caso de América del Sur, la noción de la unión regional se remonta a los
tiempos de la independencia, en los que Simón Bolívar concebía a la unión de
las naciones sudamericanas como una manera eficaz de luchar contra las
fuerzas coloniales españolas. Desde ese entonces, se ha construido en el
imaginario latinoamericano una suerte de mito fundacional, que remite a un
pasado idílico, en el que toda Sudamérica estuvo unida, si bien esto no fue
siquiera cierto durante la dominación española, puesto que se encontraba
repartida en diferentes virreinatos. Dicha identidad latinoamericana única fue
también alimentada por posteriores pensadores latinoamericanos, como José
Martí, Andrés Bello, entre otros.
Asimismo, la construcción de Sudamérica como una región independiente
también ha surgido como reacción en contra del Panamericanismo propugnado
por los Estados Unidos, desde la Doctrina Monroe, pasando por los Congresos
Panamericanos de principios del siglo XX –en los que naciones como la
Argentina ya le disputaban la hegemonía cultural e ideológica–, hasta llegar a
la constitución de la Organización de Estados Americanos en la postguerra.
El segundo elemento ideacional es la reconceptualización y redefinición que
se ha hecho de las ideas pasadas. En este sentido, la UNASUR es el fruto de
una transformación discursiva que se hizo de la visión de América del Sur
durante los primeros años del siglo XXI. El fracaso de las políticas neoliberales
generó un período de reacción sudamericanista, que desembocó –en primer
lugar– en el fuerte rechazo de las naciones sudamericanas a integrar el ALCA y
–en segundo lugar– en la organización de cumbres de líderes sudamericanos,
155
Si bien el devenir actual de la situación política en Venezuela podría estar haciendo entrar
en crisis la homogeneidad de creencias respecto de esta cuestión.
146
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que concluyeron en la creación de UNASUR. El discurso de ex presidentes
como Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner, que sostenía una
paradójica aleación entre soberanía nacional e integración latinoamericana,
basada más que nada en un acervo cultural y lingüístico común, reactualizó
los antiguos debates de los siglos XIX y XX, dando el fundamento ideológico
para la UNASUR.
Esto, sin embargo, dejaría por fuera a algunos estados unasureños, que no
necesariamente adherirían a esta cosmovisión ideológica. Su incorporación, en
este caso, podría ser comprendida de alguna manera como resultado del peer
pressure de la diplomacia: el deseo de constituir una organización que sea
verdaderamente regional, que incluya a la totalidad de los países de
Sudamérica –estén o no de acuerdo con estos mitos fundacionales– y las
fuertes repercusiones políticas que tendría, ya sea mantenerse al margen de
una institución de alcance subcontinental, ya sea no invitar a participar a un
estado de dicha institución por falta de coincidencias ideológicas, más allá de
los beneficios concretos que todos los países obtienen por pertenecer a un
espacio de discusión, negociación y cooperación como es UNASUR.
El tercer elemento es la emulación e imitación de ideas de otras regiones. En
el caso particular de UNASUR, esto no ha sucedido tanto, salvo en la
definición de una cierta política de defensa común que, en la laxitud de sus
instituciones, se asemeja de algún modo a la Política Exterior y de Seguridad
Común europea. Sin embargo, la importación y/o adaptación de modelos
foráneos fue más típica del período anterior neofuncionalista de creación del
MERCOSUR. UNASUR, podría decirse, es un proceso de integración regional sui
generis, que recopila y trabaja a partir de las contradicciones y
características de Sudamérica como región.
Por último, dentro de las ramas del constructivismo, cabe hacer referencia a
la noción de “comunidad de seguridad”, introducida por Karl Deutsch. En sus
palabras, una comunidad de seguridad es “una región en la que el uso de la
violencia en gran escala (como en el caso de una guerra) se ha vuelto no sólo
improbable, sino impensable” (Deutsch, 1957). En una comunidad de
seguridad, las hipótesis de conflicto local se han desactivado y predomina una
cierta sensación de unidad (el llamado “we-feeling”), fruto de valores,
intereses y temores comunes en torno a la defensa.
Si bien se suele dejar en claro que la UNASUR, en particular su Consejo de
Defensa Sudamericano no es una alianza ni un mecanismo de seguridad
colectiva, más complejo es evaluar si se trata o no de una comunidad de
seguridad. En principio, la respuesta sería no, ya que –como hemos visto en
los casos de Colombia y Venezuela– la amenaza del uso de la fuerza estuvo
presente, puesto que Venezuela movilizó sus tropas hasta la frontera, y los
discursos acerca de la eventualidad de una guerra estuvieron presentes en
ambos bandos. Asimismo, se han registrado también casos de uso de la fuerza
en la región, tal y como sucedió cuando Colombia atacó un campo de las FARC
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
en territorio ecuatoriano en marzo de 2008, e incluso guerras internacionales,
como la “Guerra de Cenepa” entre Ecuador y Perú en 1995. Por otra parte,
existen todavía en la región países que no tienen relaciones diplomáticas. Es
el caso de Bolivia y Chile, quienes rompieron relaciones debido al reclamo
boliviano de una salida al mar y, a pesar de la mejora en la relación bilateral
y la existencia de relaciones consulares, las diplomáticas aún no se han
establecido. De todos modos, en este caso, la lógica del conflicto ha
cambiado y se ha desplazado de una militar a una económico/diplomática,
puesto que Bolivia ha resuelto, por un lado, negarle la venta de gas a Chile y,
por el otro, elevar el conflicto por su salida al mar a la Corte Internacional de
Justicia. Lo mismo sucede con los conflictos limítrofes entre Perú y Chile, que
también el tribunal de La Haya se ha pronunciado recientemente.
Más complejo aún es determinar si existen percepciones comunes acerca de
las amenazas y si las agendas de seguridad comparten las mismas evaluaciones
de riesgos. A pesar de que existen amenazas cuyo riesgo se percibe
regionalmente, como puede ser el narcotráfico, el crimen organizado, incluso
el terrorismo –si bien las tipificaciones de a quiénes se entiende por
terroristas varían de un estado al otro, como sucede respecto de la
ponderación de las FARC y el FLN entre Colombia y Venezuela–, otras están
claramente diferenciadas. Algunos estados, tales como Venezuela, o incluso
Brasil –como se desprendería de su “Estrategia Nacional de Defensa”–, podrían
llegar a considerar a los Estados Unidos como una potencial amenaza en
algunos tableros de la política internacional –si bien por motivos diferentes,
dado que la cuestión venezolana discurre por caminos ideológicos, mientras
que la brasileña es de índole geopolítica y de recursos naturales–; otros
Estados Parte de UNASUR, sin embargo, mantienen estrechas relaciones
políticas y comerciales, como es el caso de Chile, Perú y Colombia. Algunas
amenazas, por su parte, están entrando en la percepción regional,
precisamente gracias al accionar del Consejo de Defensa de UNASUR, tales
como la seguridad energética, respecto de la cual se ha acordado la redacción
de un tratado.
De hecho, si echamos una mirada a la Declaración de Santiago de 2009, que
da origen al Consejo de Defensa Sudamericano, veremos que sus objetivos son
más modestos que la creación de una comunidad de defensa. En su articulado
se expresa la voluntad de hacer de Sudamérica una “zona de paz” y
cooperación y el deseo de construir “una identidad suramericana en materia
de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y
nacionales”. Este último objetivo resulta de alguna manera contradictorio,
pues brega por la creación de una identidad de seguridad –lo cual equivaldría
a lograr no sólo la desaparición del uso o amenaza del uso de la fuerza entre
los Estados Parte, sino además la homogeneización de las percepciones y
“acciones” respecto de las amenazas–, al tiempo que también sostiene la
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defensa de las particularidades nacionales y subregionales, que son la fuente
de los conflictos que hoy en día enfrenta la región.
Asimismo, y para lograr sus objetivos, existe una barrera institucional que la
propia dinámica de los Consejos unasureños genera: para poder crear
objetivos comunes en materia de defensa, es preciso lograr relaciones
“profesionales” de seguridad (Chipman-Smith, 2009), que trasciendan el
diálogo e intercambio político que se produce en las reuniones ministeriales.
Es preciso lograr el trabajo conjunto cotidiano entre los diferentes ejércitos,
como sucede en la Organización del Tratado del Atlántico Norte o en la
Política Europea de Seguridad y Defensa europea (a pesar de sus
limitaciones). En el caso de UNASUR, la Declaración de Santiago sólo
contempla ejercicios militares conjuntos en materia de asistencia humanitaria
y prevención de catástrofes.
De este análisis se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, que resulta
necesario apelar a una categoría distinta de la de “comunidad de seguridad”
para explicar los niveles de cooperación en Sudamérica; y, en segundo lugar,
que parecería existir una diferenciación entre los países del noroeste y oeste
de América del Sur y de los países del sur y este, que analizaremos en breve.
Respecto de las categorías de análisis, una forma de resolver este problema la
provee Arie Kacowicz, quien en su libro “Zones of Peace in the Third World”,
introduce el concepto de “zona de paz”, que es el que casualmente utiliza la
Declaración de Santiago. Las zonas de paz son “regiones del mundo que se
caracterizan por la ausencia de guerras internacionales por largos períodos de
tiempo” (1998: 4). Estas, a su vez, se subdividen en zonas de paz negativas,
estables y en comunidades pluralistas de seguridad, último estadio similar al
de Deutsch. Las zonas de paz negativas son aquellas en las que “la paz sólo se
mantiene en una base inestable de amenazas, disuasión o debido a la falta de
voluntad o capacidad de involucrarse en un conflicto violento en un
determinado momento del tiempo” (ídem: 11). En la mayoría de los casos, se
trata de zonas en las que los estados no están totalmente conformes con el
statu quo, sobre todo en materia limítrofe, pero prefieren ser pasivos al
respecto, si bien el conflicto no está totalmente ausente.
Las zonas de paz estables, por su parte, son aquellas en las que la paz “se
mantiene en una base recíproca y consensual”. En ellas, las posibilidades de
una guerra son tan pequeñas que no entran en los cálculos racionales de
ninguna de las partes. Asimismo, Kacowicz identifica tres características
principales de las zonas de paz positivas: “a) los cambios territoriales se
eliminan de las agendas, a menos que se realicen de manera pacífica; b)
existe un mínimo de intervención –de manera no militar– en los asuntos
internos de los otros estados; c) existe una actitud económica, y no emocional
o visceral, hacia los otros estados” (ídem: 12). Y, evidentemente, los estados
están conformes con el statu quo.
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Las comunidades de seguridad difieren de las zonas estables de paz sólo en
una cuestión de grado y nivel de institucionalización, puesto que suele haber
valores y prácticas compartidas, que solidifican los acuerdos logrados para
mantener la paz positiva, además de que existe un alto grado de
interdependencia en materia de defensa.
Como puede verse, el caso unasureño, sobre todo si miramos a Perú, Ecuador,
Colombia, Bolivia, Venezuela y Chile –en una palabra, el eje andino– es
básicamente una zona de paz negativa, respecto de la cual el Consejo
Sudamericano de Defensa quiere producir transformaciones. La situación, sin
embargo, es bien diferente si miramos el eje atlántico de América del Sur:
Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, e incluso las relaciones de estos
últimos con los países andinos, sobre todo con Chile. Aquí tenemos una
situación de paz estable, en la que no sólo han desaparecido prácticamente
los diferendos diplomáticos –a excepción de la controversia entre Argentina y
Uruguay por las pasteras, que de todos modos fue elevada a la Corte
Internacional de Justicia, gracias a la existencia de regímenes bilaterales que
preveían dicha situación–, sino que además las relaciones son de colaboración
y el conflicto armado es verdaderamente impensable.
De hecho, algunos académicos, como es el caso de Hurrell (2009), se
preguntan si de hecho existe una comunidad pluralista de defensa entre Brasil
y Argentina, luego del regreso de la democracia y el establecimiento de
instituciones de control mutuo, tales como la ABACC. De todos modos, la
conclusión no termina de ser positiva –si bien claramente la relación de
Argentina y Brasil es más que una zona de paz estable–, puesto que los éxitos
en “materia de seguridad cooperativa han sido del tipo negativo: relajar las
tensiones, construcción de la confianza, establecimiento de regímenes de
control de armas, y desaparición del discurso de balance de poder entre ellos”
(2011: 254). Sin embargo, ha habido pocos pasos “positivos”, hacia la
constitución de un sistema cooperativo de seguridad, como pueden ser planes
para acciones conjuntas –si bien sí se realizan ejercicios militares conjuntos–,
o el diseño de un sistema de seguridad colectiva. Esto en parte se debió a la
negativa de Brasil de atar su accionar de defensa a los constreñimientos de
instituciones multilaterales. Es por este mismo motivo que el Consejo
Sudamericano de Defensa tiene el diseño institucional laxo que tiene, dado
que Brasil es uno de los principales impulsores de UNASUR.
Es a todas luces evidente que, dentro de la UNASUR, existe un clivaje entre
naciones “consumidoras” de seguridad –aquellas que todavía viven en una
zona de paz negativa– y naciones “generadoras” o “productoras” de
seguridad, que de algún modo generan los bienes públicos regionales para que
Sudamérica pueda perfilarse hacia una zona de paz estable en su conjunto, ya
que son también las que sostienen la promoción de los Derechos Humanos, y
buscan la solución de las controversias dentro del marco institucional
unasureño. El Consejo de Defensa de la UNASUR deberá salvar esta asimetría
150
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
de algún modo, de modo tal de que se repartan los costos de una manera más
homogénea, y las naciones productoras de seguridad no se cansen de cumplir
su rol. En un contexto de retroceso de la presencia de los Estados Unidos en la
región, que no sólo se expresa en la voluntad de Sudamérica de no recurrir a
la OEA para estas circunstancias, sino también en la reorientación de la
política exterior de los Estados Unidos hacia Asia y el Pacífico, “América del
Sur tiene la “necesidad” y la “oportunidad” de lograr eficazmente su propia
seguridad” (Chipman & Smith, 2011: 12).
Analizada la perspectiva de las comunidades de defensa, pasemos a estudiar
la última de las teorías clásicas de las Relaciones Internacionales: la Escuela
Inglesa.
UNASUR desde la perspectiva de la escuela inglesa
Para la mayoría de los teóricos de la Escuela Inglesa, los procesos de
integración regional son el resultado de la deriva histórica de la sociedad
internacional, que se fue articulando en sectores más pequeños. Esto se debe
a que, originalmente, esta disciplina teórica había sido concebida para
explicar la expansión histórica de un tipo particular de sociedad internacional
–la europea– y cómo esta se fue transformando y adaptando hasta
transformarse en el patrón imperante en las relaciones globales actuales (Bull
& Watson, 1984).
En este sentido, la sociedad internacional actual, resultado de la adaptación
de la sociedad europea, se ha vuelto más “fina”, pluralista y heterogénea –es
decir, que permite la coexistencia pacífica, si bien no necesariamente a un
nivel profundo de integración e interdependencia de un número importante
de subsistemas. Las regiones, en consecuencia, vendrían a ser aquellas áreas
en las que se constituyen sociedad internacionales más “densas”, solidarias y
homogéneas, puesto que la proximidad histórica y geográfica genera más
coincidencias.
Las diferencias entre el pluralismo y la solidaridad son conceptos clave a la
hora de comprender las Relaciones Internacionales conforme al prisma de la
Escuela Inglesa. El pluralismo en una sociedad internacional supone que la
mejor manera de lidiar con la diversidad inherente a la humanidad –en
términos religiosos, políticos, lingüísticos, entre otros– es preservar la
independencia de los estados en la mayor medida de lo posible, respetando el
modus vivendi de cada uno. Esta postura es sostenida principalmente por
Robert Jackson, en su libro “The Global Covenant” (2001).
Las posturas solidarias, por el contrario, sostiene que se debería hacer más
por defender y promover los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales, motivo por el cual los principios de soberanía y no
intervención pueden ser de algún modo reducidos o sacrificados en nombre de
un bien humanitario mayor. Esta visión es la delineada por Nicholas Wheeler
151
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
en su libro “Saving Strangers” (2000) y supone un nivel de intrusividad mayor
de las instituciones que se constituyen.
Hedley Bull, en su obra canónica, “The Anarchical Society: a Study of Order in
World Politics”, realiza una diferenciación entre sistema internacional y
sociedad internacional. Al primero lo define como la situación en la que “dos
o más estados tienen el suficiente contacto entre ellos, y el suficiente
impacto mutuo en sus acciones, que terminan comportándose como partes de
un conjunto” (1977: 9-10). Se trata de un nivel mínimo de interacción, que
resulta del mero hecho de vivir en un mismo planeta, y estar inmersos en una
lógica de relacionamiento a nivel internacional.
Las sociedades internacionales, por el contrario, existen cuando “un grupo de
estados, conscientes de ciertos “intereses y valores comunes”, forman una
sociedad, en el sentido de que se conciben a sí mismos como estando unidos
por una serie de reglas comunes en sus relaciones mutuas y comparten el
trabajo en instituciones comunes” (1977:13). La versión de mínima de dicha
sociedad internacional sería la comunidad internacional actual, en la que
existen una serie de reglas comunes mínimas –el Derecho Internacional, el
respecto por la soberanía y la no intervención en los asuntos internos de los
estados, entre otros– y una institución en la que casi la totalidad de los
estados trabajan juntos: las Naciones Unidas.
La integración regional, en consecuencia, sería un nivel más profundo de
colaboración y relacionamiento dentro de una sociedad internacional más
acotada al espacio regional. En esta dimensión, los estados construyen nuevas
instituciones y son responsables por el funcionamiento de ellas. Para la
Escuela Inglesa, entonces, América del Sur sería una sociedad regional y la
UNASUR, una de las instituciones que los estados miembros de dicha sociedad
han constituido para regular sus relaciones mutuas.
En su trabajo sobre Asia Central, Pourchot y Stivachtis (2013) proponen tres
categorías para analizar la profundidad de la sociedad regional constituida en
dicha zona, que pueden ser fácilmente transportables al análisis de América
del Sur, que también nos permitirán evaluar qué tan pluralista o solidaria
puede ser dicha región. Estas son: a) la existencia de diálogo y consentimiento
a reglas comunes e instituciones entre estados; b) la naturaleza de la
conducta de los estados en las relaciones interestatales; y, c) el
reconocimiento de un interés común en sostener los compromisos ya
acordados.
Respecto del primer elemento, la situación en América del Sur es un tanto
compleja, ya que si bien la mayoría de reglas y regímenes básicos de la
Sociedad Internacional –tales como el Derecho Internacional y el respeto por
la soberanía– son en general respetados, de todos modos y como hemos visto,
existe evidencia que demuestra que la sociedad regional sudamericana, en
este sentido, está más cerca del extremo pluralista que del solidario, puesto
que aún no ha desaparecido la amenaza del uso de la fuerza entre la totalidad
152
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
de los miembros, y existen algunos de ellos –como Chile y Bolivia– que todavía
no tienen relaciones diplomáticas. La interacción entre un número de estados
sudamericanos se mantienen todavía en el estado de respeto de los modos de
vida y gobierno particulares de cada uno, hecho que también se ve reflejado
en la dinámica intergubernamental de UNASUR y aún no se han dado las
condiciones para una cesión de competencias estatales, que permitiría que un
organismo con un mayor nivel de supranacionalidad pudiese decidir en función
de un bien regional mayor, en detrimento de la soberanía en su acepción más
westphaliana.
De todos modos, la constitución de UNASUR –uno de cuyos objetivos es,
justamente, lograr una zona de paz y de respeto de reglas comunes– es un
paso importante hacia la constitución de una sociedad regional más solidaria,
puesto que no sólo permite coincidir en reglas básicas, sino también está
ensayando un mínimo de reglas más intrusivas –como podría ser la cláusula
democrática unasureña, que vela por el mantenimiento de las formas
democráticas de gobierno como una condicionalidad de acceso y permanencia
a UNASUR– y algunos valores comunes.
En cuanto a las relaciones interestatales, hemos visto que entre los miembros
de UNASUR, sobre todo aquellos que se encuentran en el eje andino, hay una
amplia gama de circunstancias, y los conflictos interestatales no están del
todo ausentes. De todos modos, resulta evidente que se mantienen los niveles
de respeto mutuo –motivo por el cual se ha podido llegar a resolver las
controversias de manera pacífica– y existen una serie de instituciones, dentro
y fuera de UNASUR, que crean pautas para regular el comercio, las relaciones
culturales, energéticas y hasta de seguridad, a partir del surgimiento del
Consejo de Defensa Sudamericano.
Por último, en cuanto al respeto por los compromisos ya contraídos, en este
sentido, América del Sur es claramente una sociedad internacional, puesto
que está en el interés de todos los estados miembro no sólo respetar los
propósitos y principios que guían el accionar de la UNASUR, sino también otros
compromisos, tales como el respeto de la soberanía y la integridad territorial
de los demás estados, tal y como los textos fundacionales unasureños lo
destacan.
Como miembros de una sociedad internacional en transición desde una
perspectiva pluralista, hacia una que logre una convivencia de índole más
solidaria, todos los Estados Parte tienen un interés común en la
predictibilidad de los acuerdos, y por tanto, en la supervivencia de UNASUR
como institución. En este sentido, las dificultades atravesadas hasta
finalmente arribar a un consenso respecto de la designación de Ernesto
Samper como el actual Secretario General de la institución –puesto que Alí
Rodríguez Araque seguía ejerciendo su cargo bajo una prórroga–, supusieron
un importante desafío para el fortalecimiento de la UNASUR.
153
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Conclusiones
Las teorías de las Relaciones Internacionales, en general, no han sido
concebidas para explicar el fenómeno de la integración regional. Para eso, de
hecho, existen teorías particulares de la integración. Sin embargo, los estados
establecen relaciones y acuerdos, como modos de intentar reducir los costos
que les produce la anarquía del sistema internacional. En consecuencia, el
reagrupamiento de estados en regiones, como una alternativa para defender
sus intereses de manera conjunta, resulta un fenómeno contemporáneo
recurrente, motivo por el cual las teorías de las Relaciones Internacionales
han debido problematizar a las regiones de alguna u otra manera.
El caso particular de UNASUR, por el momento, último eslabón de una larga
cadena de procesos de integración regional sudamericanos que coexisten
entre sí, puesto que ninguno anula al anterior, dota a la organización regional
de especial complejidad. Cada una de las escuelas aquí analizadas buscar
proveer herramientas para analizar una parte de dicho crisol. La visión de
conjunto que las cuatro escuelas nos proveen nos demuestra que UNASUR –y
por ende, la región de América del Sur– tienen elementos de corte realista,
liberal, constructivista, y hasta de la perspectiva de la escuela inglesa, y que
difícilmente una de dichas perspectivas pueda dar cuenta de los matices del
fenómeno unasureño en su totalidad.
Sin embargo, y como todo análisis, nuestro trabajo no es sino un corte
sincrónico dentro de la evolución histórica. En las páginas anteriores se ha
descripto qué es y cómo ha funcionado la UNASUR desde su creación hasta el
presente. Su futuro, y el nivel de consolidación que pueda llegar a tener su
institucionalidad, dependerán en gran medida de la voluntad política de los
Estados Miembros. La UNASUR surgió en un momento particular de la historia
de la región, en el que existía una suerte de consenso ideológico regional de
constituir un proyecto alternativo a las instituciones ya existentes. A medida
que la fase ideológica constitutiva de UNASUR se vaya retirando, habrá que
ver cómo esta institución resiste y se transforma, de modo tal de continuar
satisfaciendo los intereses y valores de los Estados que la conforman. El
cambio es una variable inherente a todo proceso en las Relaciones
Internacionales.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Cooperación nuclear y espacial. El
caso argentino-brasileño: de la
competencia a la colaboración
Nuclear and space cooperation. The argentine-brazilian case: from competition to
collaboration
EDUARDO DIEZ
Magíster en Relaciones Internacionales
(USAL).
Docente de grado en la Universidad Nacional de Buenos
Aires, Universidad de Belgrano y Universidad Católica de
Salta, y de posgrado en la UCES y la UCEMA. Director
Ejecutivo de la Fundación “Diálogo ArgentinoAmericano”, Coordinador del Comité de Asuntos
Nucleares, y miembro del Comité de Estados Unidos del
Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
(CARI, del cual es miembro consultor); como así
también
Parlamentario
y
asesor
en
temas
internacionales en la Legislatura porteña. Correo
electrónico: eduardoantoniodiez@hotmail.com
157
Resumen
Abstract
El trabajo analiza la evolución
histórica de las relaciones entre los
dos países más importantes de la
UNASUR, Argentina y Brasil, en el
campo
nuclear
y
espacial;
aprovechando aportes de distintas
corrientes
teóricas,
como
el
constructivismo
o
la
interdependencia compleja. Se verá
así cómo se pasó de una
competencia y sospecha mutua,
especialmente en lo que hacía al
desarrollo nuclear durante los
períodos militares, a una creciente
cooperación
en
el
ámbito
diplomático y político; y la manera
en la que este cambio en la
The essay analyse the historic
evolution
of
the
relationship
between most important countries
of the UNASUR, Argentina and
Brazil, in the nuclear and space
fields. Making use of different
theories, as the constructivism or
the interdependence, we can see
how the relation changed from a
competence and mutual suspicion,
especially
in
the
nuclear
development during the military
periods, to a growing cooperation in
the diplomatic and politic field.
Also, we can observe the way in
which this change in the dynamic
helped the advance in the
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
dinámica facilitó avanzar en el
proceso
de
integración
que
posibilitaría el surgimiento del
Mercosur
durante
la
etapa
democrática. De esta forma, la
transformación en la relación entre
los históricos rivales en campos tan
sensibles como estos, puede ser un
modelo en situaciones similares que
afectan a otros países de la región.
integration process that made
possible the birth of the MERCOSUR
during the democratic phase. By this
way, the transformation in the
relationship between the historical
rivals in such sensitive fields as
these can be a model in similar
situations
that
affect
others
countries of the region.
Palabras clave
Keywords
Cooperación nuclear-espacial
Argentina ─ Brasil
─
Nuclear-Space
Cooperation
Argentina ─ Brazil
─
158
1. Introducción
Entre los doce países que integran la UNASUR, el desarrollo de la energía
nuclear y de la tecnología espacial se ha dado de manera significativa
esencialmente en los casos de Argentina y Brasil.156
Esto a pesar que, en el campo nuclear, hubo cierto renacimiento en la última
década, con varios países (incluyendo Bolivia, Chile, Ecuador, Perú,
Uruguay157 y Venezuela) solicitando apoyo del Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA) para iniciar actividades nucleares, dirigidas a la
generación energética. Las razones de este interés, que pueden variar según
el país, están en reducir su dependencia de la importación de combustibles
fósiles, la necesidad de hacer frente a una mayor demanda energética con
una matriz energética más diversificada, el impulso que el desarrollo de la
tecnología nuclear traería para otras ramas de la industria, una manera para
generar energía de manera menos contaminante que con petróleo, carbón o
gas, entre otras.
156
Poseen las únicas plantas nucleares de generación energética del UNASUR (Atucha I y
Embalse en Argentina, sumándose Atucha II en estos días, habiéndose también dado los
primeros pasos en la construcción del prototipo del reactor modular CAREM, y Angra I y II en
Brasil, donde se avanza con la construcción de Angra III); además de contar con reactores de
investigación y de producción de radioisótopos y satélites espaciales (incluso de fabricación
propia), programas de propulsión nuclear y de lanzadores espaciales, y la capacidad de
exportar su tecnología a otros países.
157
Más allá del interés, debe mencionarse que la ley 16.832 de 1997 prohíbe el uso de la
energía nuclear en Uruguay.
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Sin embargo, los avances por parte de estos países fueron limitados, e incluso
luego de la catástrofe natural que afectó la central nuclear japonesa de
Fukushima Daiichi, en marzo de 2011, la mayoría parece al menos haber
retrasado sus intenciones de avanzar por ese camino, frente a las
preocupaciones de la opinión pública, la necesidad de reevaluar la velocidad a
la cual deseaban impulsar estos programas, y los costos de las nuevas medidas
de seguridad exigidas. De una forma u otra, deberán pasar al menos varios
años antes que otro país de la UNASUR se sume al club de la energía
nuclear,158 para lo cual, más allá del desarrollo local y la formación de
personal calificado, será muy importante la contribución de los países más
avanzados de la región,159 y de organismos internacionales como el OIEA.160
Por su parte, en relación a la tecnología espacial, la distancia de Argentina y
Brasil respecto a los demás países de la UNASUR es también considerable, con
ambos teniendo más de 10 satélites en el espacio, varios de ellos de
fabricación propia y siendo capaces también de venderle tecnología nativa a
otros países, incluso a EE.UU. Bastante más atrás figuran Chile, Ecuador,
Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia y Uruguay.
Es por eso que, para analizar estas dos cuestiones tan importantes para el
desarrollo nacional y regional, como son la energía nuclear y la tecnología
espacial, es válido centrarse en Argentina y Brasil como caso testigo; para de
esta forma poder observar cómo se dio la evolución histórica, las
características de la dinámica bilateral, y la actualidad de los respectivos
programas.
2. Argentina y Brasil: de rivales a socios
Estos dos países han seguido un camino bastante interesante en estas
temáticas, aunque especialmente la nuclear, considerando por décadas su
autonomía en este campo como una política de Estado; hasta bien entrados
los noventas. En consecuencia, todos los gobiernos, desde Perón hasta
Alfonsín, y desde Kubitschek hasta Collor de Mello, mantuvieron una
importante independencia y un alejamiento de tratados o mecanismos que en
su óptica pudieran llegar a ser injustos, discriminatorios para sus países y/o
que atentaran contra los respectivos secretos tecnológicos e industriales.
Otra característica, tanto para los programas nucleares como los espaciales,
es que los mismos estuvieron la mayor parte de su historia en manos de las
respectivas fuerzas armadas de los dos países, también hasta entrados los
158
Aparte de la generación de energía nuclear, en otros ámbitos del conocimiento nuclear
también hay amplias diferencias entre los países de la región. Es así que hoy en día 14
reactores de investigación y desarrollo, entrenamiento y producción de radioisótopos para la
industria, la medicina y la agricultura, se encuentran en 5 países del UNASUR, de los cuales 6
están en Argentina, 4 en Brasil, 2 en Perú (ambos construidos por la Argentina), 1 en Chile y 1
en Colombia.
159
Por ejemplo a través de los cursos de postgrado que brinda Argentina, la cooperación
bilateral y la interacción con asociaciones de regulación de la protección radiológica y la
seguridad nuclear, como el Foro Iberoamericano de Organismos Reguladores Radiológicos y
Nucleares.
160
Por medio de mecanismos como el Acuerdo Regional de Cooperación para la Promoción de
la Ciencia y Tecnología Nucleares en América Latina (ARCAL) o la Red Latinoamericana para la
Educación en Tecnología Nuclear (LANENT).
159
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
noventas, aunque esto no implicó que el enfoque de estas fueran
necesariamente semejantes.161
Sin embargo, las transformaciones del sistema internacional pos-Guerra Fría,
las urgencias propias y la necesidad de llevar a cabo negociaciones con países
avanzados para facilitar el acceso a cierta tecnología, impulsaron un cambio
radical en ambos estados. Fue así que primero la Argentina fue convirtiéndose
en un decidido promotor y protagonista de la no proliferación nuclear,
ingresando a casi todos los acuerdos y mecanismos existentes en ese campo,
adhiriendo a mecanismos de inspección y verificación, y empezando a
competir en licitaciones internacionales para la provisión de su propia
tecnología; llegando a exportar reactores de investigación y productores de
radioisótopos y otros productos a varios países, mientras internamente en el
campo espacial construía satélites que ya surcan la órbita terrestre, 162 y se
destacaba por sus avances en el desarrollo de su propio vector. Poco después,
y coordinando muchas veces con su vecino en este campo, Brasil también fue
adhiriendo a estos distintos tratados y mecanismos del ámbito nuclear,
aunque sin de momento convertirse en un país exportador de importancia, y
también profundizando su programa espacial por medio del desarrollo de
lanzadores propios y satélites.
De todos modos, nada de esto habría sido posible si primero no empezaba a
darse una mayor cooperación entre ambos estados, lo que comenzó primero
en la arena diplomática y luego de a poco, y tras varios intentos fallidos,
también se extendió al campo científico-tecnológico. Esto porque, en las
primeras décadas, lo que caracterizó la relación argentino-brasileña en el
campo nuclear fue la sospecha, la desconfianza y la competencia; aunque
esta situación fue menor en el área espacial. Es así que hubiera sido casi
imposible avanzar unilateralmente con la firma de distintos compromisos
internacionales si ambos países no iban coordinando conjuntamente esos
pasos.
Partamos entonces por presentar cómo se ha desarrollado la evolución
histórica entre ambos estados, y para ello podemos aprovechar el aporte de la
teoría constructivista, diciendo que la vinculación entre Argentina y Brasil
durante la mayor parte de la historia puede ser caracterizada en buena
medida como una relación basada en la rivalidad de la cultura lockeana
(Wendt, 2005); es decir, eran rivales o competidores en un sistema anárquico,
pero no enemigos. Si bien esa rivalidad podría haberse heredado en parte
desde las diferencias coloniales que fundaron ambos estados, luego se fueron
sumando otras razones más, incluyendo en primer lugar la disputa del
territorio hoy conocido como la República Oriental del Uruguay (que incluso
derivó en un conflicto bélico entre 1825 y 1828), la competencia por la
161
En el caso argentino, más allá de estar bajo la órbita militar, primaron visiones más de tipo
científico, algo que no fue tan así en la posición de su principal vecino. Asimismo, en el caso
brasileño los militares todavía tienen mucha influencia en el campo nuclear, en parte por el
programa de submarinos con propulsión nuclear.
162
Aquí destaca la argentina INVAP, la única empresa latinoamericana considerada por
la NASA como apta para desarrollar sistemas satelitales completos, desde su diseño y
construcción hasta su operación (exceptuando el lanzamiento). Recordemos que INVAP
también construye y exporta reactores de investigación, entre otros productos de alto valor
agregado.
160
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
hegemonía regional, la carrera armamentista naval, la relación histórica de
Brasil con EE.UU., la influencia en determinados momentos de enfoques
geopolíticos y gobiernos militares en ambos estados, y el “milagro económico
brasileño” de la década de 1960 y comienzos de la de los 70s (en paralelo al
estancamiento de la economía argentina). Pero a pesar de esa rivalidad, y
más allá de hipótesis de conflicto, se comportaban como actores racionales
que tendían a reconocer y respetar la soberanía del otro (aunque más no
fuese por auto-interés), a no recurrir frecuentemente a la fuerza militar para
resolver los conflictos existentes (o a usar dicha fuerza dentro de ciertos
límites) y a buscar un balance de poder mientras fuese posible (Wendt, 2005).
Las ventajas del constructivismo es que centra su objeto de estudio en
analizar cómo se dan las elaciones entre estados, y en que acepta la
posibilidad de cambios en esa dinámica; por medio de la transformación de
las identidades e intereses de los actores (Salomón, 2002).
Volviendo a la relación bilateral, y como venimos diciendo, lo que definió a la
misma históricamente fue la rivalidad; la competencia política y militar que
también afectó los posicionamientos en el ámbito nuclear y espacial desde la
consolidación de los respectivos programas;163 dificultando especialmente en
el primer tema las posibilidades de cooperar técnicamente; más allá que a
nivel diplomático sí se dieron importantes coincidencias que ya
desarrollaremos.
Esta falta de cooperación científica-técnica se mantuvo por décadas, a pesar
que en la región empezaban a tomar fuerza enfoques estructuralistas
expresados en la teoría de la dependencia y la dualidad centro-periferia,
impulsada en buena medida desde la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL), y que llamaban a profundizar el proceso de
industrialización (Mallea, 2012: 36). Poco más tarde, ya en la década del 60, y
durante la etapa de mayor influencia del desarrollismo, el físico Jorge Sabato
consideraría a la nuclear como una “industria industrializante”, que
funcionaría como una locomotora para el resto del sistema (Roca, 2009);
manteniendo hasta su muerte en 1983 una constante campaña a favor del
desarrollo nuclear latinoamericano.
Teníamos entonces una situación en la que ambos países podrían haberse
beneficiado desde el inicio de la cooperación bilateral en el campo nuclear,
considerando que debían hacer frente a importantes dificultades políticas,
económicas, tecnológicas e incluso presiones internacionales que atentaban
contra sus respectivos avances; pero a pesar de ello las primeras décadas del
desarrollo nuclear estuvieron marcadas más por la desconfianza que por la
163
Tanto la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina (CNEA) y la Comisión Nacional
de Energía Nuclear de la República Federativa del Brasil (CNEN) fueron creados en los años
50; la primera en 1950 y la segunda en 1956. En el campo espacial, la Argentina creó el enero
de 1960 la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), bajo el mando de la Fuerza
Aérea Argentina. Entre sus primeros éxitos figura el proyecto BIO, que en abril de 1967
convirtió al ratón “Belisario” en el primer ser vivo argentino en abandonar la atmósfera
terrestre, siendo este país el cuarto a nivel mundial en lograrlo. Por su parte, Brasil creó el
Grupo de Organização da Comissão Nacional de Atividades Espaciais (GOCNAE) en 1961, y
también siguió a la Argentina en este campo, aprovechando el mayor adelanto inicial de su
vecino para capacitar científicos en sus instalaciones.
161
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colaboración. A lo sumo puede destacarse, recién a partir de 1962 y fruto
probablemente del “espíritu” de la Declaración de Uruguayana, 164 la decisión
de alternarse ambos países el asiento que le corresponde a América Latina en
la Junta de Gobernadores del OIEA,165 como primer paso de coordinación
diplomática que tendría otros importantes ejemplos más adelante. Pero a
pesar de este avance, la cooperación científica-técnica siguió siendo bastante
limitada, más allá de algún contacto y diálogo entre grupos de investigación
académica, y con una notoria falta de consenso y coordinación política para
avanzar en esa esfera; dado los recelos y competencias mutuas. Por su parte,
en el campo espacial hubo menos sospechas y algo más de cooperación,
incluyendo la capacitación de científicos brasileños en instalaciones
argentinas, además de coincidir junto a otros países en proyectos comunes;
pero tampoco puede hablarse de una gran complementación.
En paralelo, influenciados por el modelo nacional-desarrollista de los
cincuenta y sesenta, muchos fueron los funcionarios que vieron los asuntos
internacionales de ambos países a través de un prisma de perfeccionamiento
nuclear, identificando el mismo como requisito básico para mantener
posiciones de negociación internacionales fuertes y promover un desarrollo
económico independiente. De esa manera, en los dos países el avance nuclear
iba de la mano con nociones de progreso, modernización, prestigio y
superioridad estratégica; aunque en relación al vecino este tema se vinculaba
además con la sospecha, desconfianza y competencia.
También en ambos estados, ahora para fines de los sesenta y principios de los
setenta, podemos encontrar el ascendiente de la teoría de la autonomía
latinoamericana, especialmente con el trabajo de Juan Carlos Puig en la
Argentina (autonomía heterodoxa) y Helio Jaguaribe en Brasil (autonomía
periférica); que reforzó la idea de la independencia en el campo nuclear. Son
de ese tiempo el rechazo a formar parte del Tratado de Tlatelolco166 y del de
No Proliferación Nuclear (TNP);167 por considerarlos discriminatorios, injustos
y/o gravosos para los intereses nacionales.
164
En la misma los presidentes Frondizi y Cuadros buscaron coordinar posturas en común en
distintos foros internacionales; además de intentar expandir esta idea a otros países de la
región. Pero mucho no pudo avanzarse debido a la inestabilidad política en ambos países, que
derrocaría a los dos mandatarios.
165
Algo que se mantuvo por décadas, sin diferencias entre gobiernos civiles o militares.
Merece mencionarse también que en esas delegaciones ante la Junta, muchas veces eran los
respectivos presidentes de las comisiones de energía atómica quienes las encabezaban.
166
Más allá que Brasil apoyó el inicio de las negociaciones, luego cambios políticos internos
(especialmente el golpe militar de 1964) llevaron a que pasara a oponerse por temor a que
congelara el desarrollo nuclear en la región; postura que era la que mantenía la Argentina,
país que además consideraba que los mecanismos de control establecidos podían vulnerar la
protección del desarrollo tecnológico propio. Finalmente Brasil lo ratificaría en abril de 1968,
pero planteando ciertas reservas que impedirían su vigencia hasta que en 1994 levantó sus
objeciones (pocos meses después que la Argentina ratificara el Tratado).
167
Ambos gobiernos criticaron la existencia de dos categorías de países (aquellos que eran
poseedores “legales” de armas nucleares, y el resto, que no podía tenerlas (de ahí la
expresión del representante argentino, José María Ruda, sobre que el TNP sólo contribuía a
desarmar a los desarmados; mientras que Brasil manifestaba que el tratado creaba un nuevo
tipo de dependencia hacia los países más desarrollados). También rechazaron la no
especificación de mecanismos claros sobre cómo los países en desarrollo se beneficiarían con
los adelantos tecnológicos de las grandes potencias en materia del uso pacífico de la energía
nuclear; y la oposición a las explosiones nucleares pacíficas (las mismas se consideraba que
podrían ser usadas con fines de minería, infraestructura, etc.).
162
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La posición compartida por ambos países, opuesta a estos acuerdos, será
prácticamente una política de Estado, que mantendrán hasta la década del
90, y sin grandes diferencias sean sus gobiernos civiles o militares (Mallea,
2012: 46).168
Durante esas décadas de los sesenta y setenta, y buscando disminuir la
dependencia respecto a Estados Unidos, la Argentina se decidió por
proveedores alemanes para la construcción del reactor nuclear de Atucha I y
se inclinó por el uranio natural169 en vez del enriquecido (Russell, 2010: 259).
Por su parte, Brasil también buscó autonomía respecto a la potencia
hegemónica, avanzando en su proyecto nuclear con ayuda alemana, luego que
los norteamericanos se negasen a la transferencia de tecnología considerada
sensible.170
En el caso de la postura argentina, de búsqueda de autonomía nuclear y
crítica hacia varios mecanismos del régimen de no proliferación, la misma se
mantendría durante la etapa del Proceso Militar; ahora rescatando algunos
elementos de la autonomía heterodoxa pero sumándole el peso de la
geopolítica de ese entonces. Así, reflejando una visión compartida, el ex
canciller argentino Washington Pastor (en Jalabe, 1996: 260) dirá que al
asumir, “nuestros planes de desarrollo nuclear se veían frenados o
comprometidos por las políticas intransigentes de algunos países proveedores
de tecnología”, y que “fue preocupación constante preservar su completa
independencia en el aprovechamiento pacífico de la energía nuclear”. Puig
(Perina y Russell, 1988) se referirá a esta etapa como de persistencias
autonomistas heterodoxas en un contexto político disfuncional y económico
dependentista (1976-1983).
Lo que marcaba Pastor era resultado del incremento de la presión por parte
de Estados Unidos, Unión Soviética, Canadá y otros estados, buscando un
mayor control de la tecnología, como así también para exigir una
transparencia más amplia del programa nuclear argentino, pero además del
brasileño. Esto en especial luego de la explosión nuclear llevada a cabo por la
India en mayo de 1974, para la cual el país asiático había aprovechado la
tecnología canadiense que se le había provisto con fines pacíficos.
También en ese año entraba en funcionamiento la central Atucha I, y la
Argentina se convertía en el primer país latinoamericano en llegar al hito de
la generación energética nuclear.
168
Esto a pesar que, luego de la vuelta a la democracia en los ochenta, algunos sectores
empezaron a ver la necesidad de sumarse a esos tratados para poder acceder a tecnología de
avanzada.
169
Con reservas de este mineral en las Provincias de Mendoza y Salta.
170
Westinghouse de EEUU le vendió lo que sería la central nuclear Angra I, que empezó a
construirse en 1971, pero al no estar dispuesta a transferirle tecnología vinculada al reactor
(en particular para el enriquecimiento de uranio), para Angra II los brasileños llegaron a un
acuerdo con la Siemens alemana, que involucró la cesión de tecnología. Para ello Brasil y la
República Federal de Alemania suscribieron un Acuerdo en los Usos Pacíficos de la Energía
Nuclear (27/6/75). Este fue el primero entre un país industrializado y uno del Tercer Mundo
en incluir la transferencia de equipamiento y tecnología para todas las fases del ciclo de
combustible nuclear.
163
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Frente a estos crecientes condicionamientos, el llamamiento a licitación para
una tercera central nuclear (Atucha II),171 se haría directamente bajo el
requisito que funcionara bajo uranio natural; a la vez que se buscaba la menor
imposición de controles sobre la instalación. Fue así que el gobierno militar se
inclinó por la oferta alemana (KWU-Siemens), que no exigía la imposición de
salvaguardias amplias, y a pesar de basarse en diseños más antiguos y ser un
50% más cara que la oferta canadiense.
Destaca también el acuerdo con Perú de 1977, que involucró la primera
transferencia de tecnología nuclear de magnitud que realizó la Argentina, con
la construcción de un centro de protección radiológica, un reactor de
investigación de 10 MW de potencia y una planta de producción de
radioisótopos; todo esto para el Instituto Peruano de Energía Nuclear. Se trató
del primer ejemplo en el que un país no industrializado ha provisto
tecnología, bienes y servicios nucleares de importancia a otro país en vías de
desarrollo (Radicella, en Carasales y Orstein, 1998) 172. La Argentina se irá
asentando así como un proveedor confiable de tecnología nuclear, tanto para
otros países latinoamericanos, como de distintas regiones del mundo; camino
que de momento Brasil no ha seguido.
Por su parte, en el campo espacial la cooperación era bastante reducida, más
allá de coincidir en proyectos de investigación junto a otros países. Hacia
mitad de los sesenta la Argentina empezó a focalizarse en estudios
ambientales y empleo de plataformas extranjeras, 173 mientras que Brasil
apuntaba al desarrollo de un lanzador orbital y de un centro de lanzamiento
dentro de su territorio; el cual sería posteriormente construido en 1983 en
Alcántara (estado de Maranhão).
Durante el gobierno de Carter, Estados Unidos no sólo empezó a presionar por
la situación de los derechos humanos, también lo hizo respecto a la aparente
falta de compromiso con la no proliferación; más allá que la gran mayoría de
los militares y/o geopolíticos argentinos174 eran contrarios al desarrollo de
armas nucleares, incluso a pesar de la creciente superioridad militar
convencional de su principal vecino (Hymans, 2006). En el caso brasileño, ese
país se vio afectado también, en particular cuando Carter adoptó una posición
más crítica hacia el gobierno dictatorial brasileño y su programa nuclear, a
pesar de la relación histórica existente. Destacó particularmente la tarea del
Subsecretario de Estado Asistente para Asuntos de Seguridad, Ciencia y
171
La segunda central nuclear argentina fue la de Embalse, cuyo contrato de construcción
debió ser renegociado por presión de Canadá. El objetivo canadiense fue imponer mayores
medidas de salvaguardias para impedir que la tecnología pudiera ser utilizada con fines no
deseados. Este hecho también favoreció que se escogiera a Alemania Occidental como
proveedora de Atucha II.
172
Vale aclarar que el acuerdo con Perú no fue la primera exportación de tecnología nuclear
argentina, siendo la transferencia comercial inicial la realizada en 1958 con la venta del
conocimiento para la fabricación de elementos combustibles a la empresa alemana DegustaLeybold AG. Sí la de Perú adquirió una magnitud que nunca antes se había alcanzado, un
ejemplo que luego sería repetido en las siguientes décadas con las ventas de reactores de
investigación también a Argelia, Egipto y Australia, o una planta de radioisótopos a Cuba.
173
Lo que hizo que los lanzadores que se venían proyectando buscaran ser aprovechados con
finalidades militares, como el misil Cóndor.
174
Por ejemplo el general de división (R), y experto en geopolítica, Juan Guglialmelli llamaba
por ese entonces a evitar caer en una carrera armamentística nuclear, y a llegar a un acuerdo
en ese tema con Brasil.
164
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Tecnología de los Estados Unidos, Joseph Nye, quien además presidía el Grupo
de No Proliferación de Armas Nucleares dentro del Consejo de Seguridad
Nacional, y buscaba evitar que Brasil alcanzara el control del ciclo de
combustible nuclear.
La creciente presión encontró a cada país defendiendo el derecho del otro al
desarrollo nuclear pacífico e independiente, y al control del ciclo de
combustible nuclear, sabiendo que si estas presiones se imponían sobre uno
de ellos, el otro sería el siguiente en sufrir algo parecido. 175 Se trató entonces
de una defensa del principio de autonomía del otro por motivos de interés
propio; algo que también se ajusta a las características de la cultura lockiana.
Esta situación reforzó la idea en ambos gobiernos de ver la limitación en la
transferencia de materiales y tecnologías nucleares como algo fuertemente
contraproducente a las respectivas políticas de desarrollo. Intentando
contrarrestarla, entre otras medidas, la Argentina se embarcó en la búsqueda
de desarrollar un sistema de enriquecimiento de uranio, 176 la construcción de
una planta de agua pesada,177 un mayor control nacional de toda la tecnología
y, en el campo diplomático, creó una División Nuclear en Cancillería, 178 para
llevar estos temas en esferas como la ONU y la OIEA, en colaboración con la
sección internacional de la CNEA Además, este intento de proteger su
independencia en el campo nuclear, y hacer frente a las distintas presiones,
fue una de las razones que impulsó a la Argentina a ingresar y asumir un papel
relevante dentro del Movimiento de Países No Alineados; 179 a la vez que
mantenía sus críticas y negativas a participar en distintos mecanismos y
acuerdos internacionales de no proliferación por las razones ya mencionadas
(Sheinin, 2006).
Por su parte, respecto de Brasil, debe señalarse la importancia que le
otorgaban a la delantera que la Argentina había obtenido en el área nuclear
respecto a su propio desarrollo, sumada a las crecientes presiones por parte
de Estados Unidos para frenar o transparentar su programa. La posibilidad de
incrementar la cooperación bilateral, por ende, le parecía a Brasil una manera
de poder seguir avanzando con su programa nuclear, en este caso
aprovechando los mayores progresos logrados por la Argentina; y así lo había
intentado desde fines de los años sesenta e inicios de la siguiente década;
aunque sin mayores logros por las dificultades existentes en torno a
cuestiones que afectaban a la relación, como eran especialmente las obras
hidroeléctricas en la Cuenca del Plata (en particular la represa de Itaipú), los
enfoques geopolíticos imperantes en ambos países (que veían al otro como
hipótesis de conflicto), la alianza especial brasileña con Estados Unidos (al
175
Fue muy relevante en este tema el papel desempeñado por el Embajador argentino en
Brasil, Oscar Camilión.
176
Necesario para nuestros reactores de investigación, para los reactores de potencia en caso
de intentar hacer su producción energética más eficiente, y quizás para futuros submarinos.
177
Para esto impulsó la creación de la planta de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu (Río
Negro), teniendo en cuenta que desde 1974 EE.UU. había dejado de proveer el suministro de
ese material. Asimismo, se decidió avanzar con la construcción de la planta de agua pesada
ubicada en Arroyito (Neuquén), que luego de muchos años de retraso finalmente comenzó a
producir ese insumo a partir de 1994, y actualmente es la más grande del mundo.
178
Que se convertiría en la actual Dirección de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y
Espaciales, DIGAN, durante el gobierno de Alfonsín.
179
Rol que en parte consiguió por medio de la transferencia de tecnología nuclear y la
instrucción de científicos y técnicos extranjeros.
165
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menos hasta Carter) y el “milagro brasileño” en paralelo a un relativo
estancamiento económico argentino.
Como vimos, esto no impidió que por otro lado, y reconociendo que
compartían intereses, ideas, valores y dificultades en común, ambos países
fueran incrementando un proceso de acercamiento y cooperación
diplomática, apoyándose en sus respectivos derechos soberanos a desarrollar
la tecnología nuclear, inclusive durante gobiernos militares. Asimismo, cuando
los problemas finalmente empezaron a ser resueltos, especialmente en torno
a la Cuenca del Plata,180 esto implicó la superación de una perspectiva
competitiva típica de una relación de suma cero (Hirst y Bocco, 1989: 64), y
allanó el camino para dar un salto hacia delante en la relación bilateral en
general, y el campo nuclear en particular.
El resultado de esta cooperación diplomática que se expandía hacia otras
áreas quedó reflejado particularmente en el Acuerdo de cooperación entre el
Gobierno de la República Federativa del Brasil y el Gobierno de la República
Argentina para el desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la energía
nuclear (suscrito por ambos cancilleres el 17 de mayo de 1980 en Buenos
Aires, durante la visita del presidente Figueiredo); que puede considerarse el
primer compromiso formal de colaborar en el campo nuclear. Todo esto a
pesar de que por mucho tiempo ambos países se habían visto de reojo,
comparando el progreso que hacía el otro en este campo, en una suerte de
carrera por alcanzar el control del ciclo nuclear.181
La de Figueiredo representó la primera vez desde 1935 que un mandatario
brasileño realizaba una visita de Estado a la Argentina, y el hecho que se
firmase un acuerdo de este tipo, al año siguiente de haber resuelto el
problema de los recursos naturales compartidos, demostraba un cambio muy
importante en la dinámica bilateral. El consenso interno en ambos países
respecto a los compromisos identitarios (hacia uno y hacía el vecino) había
sufrido una crisis; se había reformulado la manera de ver la interacción con el
otro; y así daba inicio una nueva etapa, donde la competencia iba siendo
dejada de lado en beneficio de una creciente cooperación (Wendt, 2005).
Además, se concebía la posibilidad de ampliar esa colaboración hacia otros
países de la región.
Es así que el gobierno argentino veía en este acuerdo la posibilidad de que
funcionase como un fermento para la integración regional, al frenar o reducir
180
Fue muy importante, en la transformación de la dinámica bilateral, el Acuerdo Multilateral
sobre Corpus-Itaipú de octubre de 1979. A su vez, la crisis del petróleo de mediados de los 70s
había llevado a Brasil a un freno brusco en su crecimiento económico, y a ver la necesidad de
diversificar su matriz energética, incluyendo la ampliación de su componente nuclear. Por
último, si también recordamos la postura más dura de Carter respecto a Brasil y su programa
nuclear, todo esto hizo que la colaboración con la Argentina adquiriera todavía mayor
importancia.
181
No necesariamente para fines militares posteriores, más allá que en Brasil esto fue
discutido más profundamente y existió un programa “paralelo” de carácter secreto que
levantó fuertes sospechas en la Argentina y en el mundo; a pesar que no poseía todavía la
tecnología como para seriamente buscar el desarrollo de armas nucleares. Probablemente el
hecho que se vieran como rivales y no como enemigos sea una de las razones por las cuales
ninguno persiguió seriamente desarrollar un programa nuclear militar; no obstante ver al otro
como una importante hipótesis de guerra.
166
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la competencia bilateral en este campo y constituir con el tiempo un factor
de atracción para otros países de la zona que contaran con un menor
desarrollo nuclear (Mallea, 2012: 129).
De esta manera, las semillas de la cooperación empezaban a germinar,
aunque darían sus mayores frutos luego del fin de las respectivas dictaduras.
3. La profundización de la cooperación en democracia
Habiendo arribado Ricardo Alfonsín al poder, el diálogo nuclear inaugurado
durante la etapa militar no se detuvo, sino que incluso se vio favorecido;
especialmente con la llegada de la democracia también al país vecino. En
particular la mayor transparencia, la creciente interdependencia, la
imposibilidad de aspirar a mantener un relativo balance de poder por el
crecimiento brasileño, y las posturas comunes en varios temas (Malvinas,
deuda externa, proceso de paz centroamericano, etc.), beneficiaron la
profundización de la construcción de la confianza y redujeron todavía más la
incertidumbre en el campo nuclear y político; transformando dramáticamente
la percepción del otro y disminuyendo la visión de rivales que marcaba la
relación.
Además, esto facilitó pasarse de una visión asentada en ganancias relativas a
una que valoraba más las absolutas, y donde ambos asumieron el interés en
mantener la cooperación, venciendo el Dilema del Prisionero y el de
Seguridad182.
Tampoco puede dejar de mencionarse la creciente red de relaciones entre
diplomáticos, académicos y técnicos especialistas en el campo nuclear de
ambos países; lo que fue ayudando a forjar una serie de imágenes e intereses
compartidos que terminó influenciando en las más altas esferas políticas,
favoreciendo el cambio en la relación. Sería el peso de lo que Peter Haas
(1992) ha llamado comunidades epistémicas, y que tienen especial
ascendiente en situaciones de incertidumbre y/o cambio de gobierno.
Siguiendo con esta idea del acercamiento, sería incompleto pensar en los
orígenes del proceso de integración en el Cono Sur, sin tener en cuenta la
influencia de la transformación de la dinámica en el campo nuclear entre
Argentina y Brasil. Para ello uno de los principales documentos de esos años
fue la Declaración de Política Nuclear en Foz de Iguazú (1985), por el cual los
presidentes Alfonsín y Sarney se comprometieron con el uso exclusivamente
pacífico de la energía nuclear y con la creación de un grupo de trabajo
nuclear. También anunciaban su anhelo de que esta cooperación se
extendiese a otros países latinoamericanos que tuvieran los mismos objetivos.
Poco después, se suscribieron varios protocolos apuntados a encontrar campos
iniciales para la cooperación científica y tecnológica, y cada una de las partes
abrió a la otra instalaciones sensitivas para que las visitaran (Pilcaniyeu en
1987 y Aramar en 1988). A ello se sumaron nuevas declaraciones de ambas
partes respecto al compromiso con el desarrollo nuclear pacífico, que en el
caso brasileño se reforzó a través del artículo 21 de la Constitución de 1988,
182
El Dilema del Prisionero considera que dos actores pueden inclinarse por no cooperar, a
pesar que esa colaboración sería más beneficiosa para ambos, por temor a la traición del
otro. Por su parte, el Dilema de la Seguridad afirma que tanto la fortaleza como debilidad de
un país puede provocar a otros estados a actuar en consecuencia (sea para balancear o atacar
preventivamente al otro, en el primer caso, o para aprovechar esa situación de mayor
fragilidad para avanzar sus intereses sobre ese país).
167
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el cual establece que “toda actividad nuclear en el territorio nacional será
utilizada únicamente para fines pacíficos y mediante la aprobación del
Congreso Nacional” (Constitución de Brasil, 1988).
Por su parte, en el campo espacial, el Protocolo Nº 12 del Acta de Integración
Argentino-Brasileña (29 de julio de 1986), proponía crear un Grupo de Trabajo
Conjunto destinado al estudio, asesoramiento y seguimiento del intercambio
argentino-brasileño en el sector de la industria aeroespacial, el cual estaría
bajo el control de las fuerzas aéreas de ambos países, considerando que hasta
ese momento ambos institutos de investigación espacial se encontraban bajo
la órbita militar.
Ahora bien, el cambio posterior de autoridades en ambos países no afectó el
acercamiento, aunque sí modificó los objetivos del que se llevaba a cabo en el
campo nuclear. Esto porque bajo Alfonsín y Sarney la cooperación nuclear
tenía un objetivo primordialmente bilateral: aumentar la confianza entre los
dos países en un campo altamente sensible de la seguridad; y a partir de allí
reducir la resistencia a la aplicación del programa de integración económica.
Fue sólo como una dimensión secundaria que la cooperación nuclear estaba
destinada a tranquilizar a la comunidad internacional, asegurando su
indispensable apoyo político y económico. Pero toda la estrategia tenía como
objetivo final la consolidación y preservación de la democracia. Por su parte,
con Menem y Collor de Mello, este enfoque se invirtió en dos aspectos. En
primer lugar la cooperación nuclear ahora tendría un objetivo principalmente
internacional, buscando un alineamiento con los regímenes internacionales de
manera de reducir la incertidumbre, mejorar la cantidad y calidad de la
información disponible (Keohane, 2009) incrementar la confianza
internacional, y acceder a tecnología y conocimiento considerados
indispensables para el desarrollo nacional. En segundo, la cooperación nuclear
empezó a verse más relacionada con el desarrollo económico en vez de
vinculada a la esfera política, respondiendo a la necesidad de racionalizar los
recursos del Estado y ya no siendo considerada como un instrumento para
consolidar la democracia (Gardini, 2010: 96).
De esta manera se tomaron decisiones tendientes a una mayor
institucionalización de la cooperación, destacando la Declaración sobre
Política Nuclear Común Argentino-Brasileña, firmada en Foz de Iguazú el 28 de
noviembre de 1990.183
Buscando cumplir con las metas de la declaración recién mencionada, resultó
muy importante la firma del Acuerdo para el Uso Exclusivamente Pacífico de
la Energía Nuclear; más conocido como Acuerdo de Guadalajara (18 de julio
de 1991). A través del mismo, tanto Argentina como Brasil renunciaron
finalmente a la posibilidad de efectuar explosiones nucleares con fines
pacíficos, y se comprometieron a abrir sus instalaciones nucleares a
inspecciones de la otra parte, estableciéndose un Sistema Común de
Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC) y creándose para ello la
Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares
183
En la misma se decidió: a) aprobar un Sistema Común de Contabilidad y Control de
Materiales Nucleares (SCCC); b) iniciar negociaciones con el OIEA apuntadas a concluir un
acuerdo de salvaguardias conjunto que contemple la aplicación del SCCC; y c) dar los pasos
necesarios para que ambos países ingresaran plenamente al Tratado de Tlatelolco.
168
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(ABACC184); la cual es la única organización binacional de salvaguardias que
existe en el mundo y, más importante en lo que concierne a este capítulo, la
primera organización binacional creada por Argentina y Brasil.185
Ese mismo año se rubricaron acuerdos de salvaguardias que ampliaron dichas
inspecciones al OIEA (Acuerdo Cuatripartito, 13 de diciembre de 1991), y
pocos años después ambos ingresaron al Grupo de Proveedores Nucleares
(GPN),186 adhiriendo a sus directrices y cancelando en consecuencia la
provisión de tecnología argentina a países como India, Siria e Irán; además de
hacer finalmente la entrada también a Tlatelolco187 y el TNP.188
Precisamente, si puede observarse un quiebre en las políticas históricas de
ambos países en el campo nuclear, fue el que se registró con la adhesión al
TNP, que sí fue una decisión política adoptada por dos gobiernos. Como
señalamos, obedeció a una estrategia que persiguió un acercamiento con los
regímenes, y la potencia hegemónica, buscando el acceso a tecnología y
conocimiento y el evitar representar una preocupación para la misma.
Del mismo modo, estos cambios también reflejaron la dificultad de seguir
pensando la noción de autonomía sólo desde el punto de vista de uno,
aislacionista o antagónica. Más bien se empezaba a estar más cerca de la
definición de “autonomía relacional”189 de Russell y Tokatlian (2002), o del de
“autonomía por la integración” de Lampreia (Canciller de Cardoso entre 1995
y 2001), que reconocen la importancia de la coordinación e integración
política entre los estados de América del Sur frente a la naturaleza
interdependiente y el carácter “interméstico” de la mayor parte de los temas;
posibles en parte a través de la generación de lo que Wendt (1999: 305)
denomina “identidades colectivas”, donde el yo y el otro forman una misma
“región cognoscitiva”.
Así, por medio de la creciente participación dentro del régimen nuclear, y
nuestra cooperación con Brasil, nos fuimos consolidando en lo que Keohane
denomina system-affecting states, categoría que abarca a los estados que no
pueden esperar afectar al sistema actuando solos, pero pueden ejercer un
impacto significativo en el mismo trabajando con pequeños grupos o alianzas
de países, o a través de organizaciones internacionales globales o regionales
(Keohane, 1969: 295). Argentina y su vecino son ejemplos válidos en el campo
184
La ABACC es un organismo de carácter internacional, cuya principal función consiste en
administrar y aplicar el SCCC a todos los materiales nucleares presentes en todas las
actividades nucleares de Brasil y Argentina, con el propósito de verificar que los mismos no
sean desviados para fines no autorizados.
185
Posteriormente entre otras estructuras binacionales que ameriten citarse en este campo
encontramos la Agencia Brasileña – Argentina de aplicaciones de Energía Nuclear (ABAEN,
creada en 2001) y la Comisión Binacional de Energía Nuclear (COBEN, nacida en 2008).
186
Argentina en 1994 y Brasil en 1996.
187
El ingreso de estos países, ambos durante 1994, aceleró la conformación de la primera zona
libre de armas nucleares sobre una región densamente poblada del planeta.
188
Argentina en 1995 y Brasil en 1998.
189
Para Russell y Tokatlian (2002, 176) el concepto de autonomía relacional se define como
“La capacidad y disposición de un país para tomar decisiones con otros por voluntad propia y
para hacer frente en forma conjunta a situaciones y procesos ocurridos dentro y fuera de sus
fronteras”. Requiere de ser capaces de participar e influir internacionalmente, especialmente
a través de organizaciones y regímenes internacionales (la ABACC podría ser uno de ellos, al
igual que el GPN, donde la Argentina y Brasil también mantienen una postura común en el
tema del Protocolo Adicional, al cual no adhieren).
169
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nuclear, como demuestra su accionar en distintos mecanismos que hacen al
mismo190.
Sin embargo, la década del noventa también marcó un retroceso en el
desarrollo nuclear argentino (especialmente por el recorte de personal y
fondos). Eso es algo que no ocurrió de manera tan grande en Brasil, más allá
de sí sufrir cierta desaceleración por las crisis económicas de esos años y el
rechazo de una buena parte de la opinión pública a la energía nuclear,
derivado de lo acontecido en el accidente en la central soviética de Chernóbil
en 1986.
Por su parte, en el campo espacial se darán varios cambios significativos en
cada país: en la Argentina la disolución en 1991 de la Comisión Nacional de
Investigaciones Espaciales (CNIE) bajo la órbita de la Fuerza Aérea, para
formar la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), ahora bajo
control civil; la renuncia al programa del Cóndor II y un acuerdo de
cooperación con la NASA norteamericana que favorecería germinar un
proyecto satelital que al día de hoy es el más avanzado de la región. En
relación a Brasil, en 1994 también transfirió su agencia espacial a manos
civiles, adoptando el nombre de Agencia Espacial Brasileña. Esto ayudará a
que también en esta área la relación bilateral sea testigo durante esos años
de varios pasos de importancia. Por un lado destaca la Declaración Conjunta
Argentino-Brasileña sobre Cooperación Bilateral en los Usos Pacíficos del
Espacio Ultraterrestre (23 de agosto de 1989), que estableció un grupo de
trabajo para la creación de programas de cooperación espacial; lo que
posibilitó que una buena mayoría de todos los proyectos espaciales tanto
argentinos como brasileños tengan algún tipo de vinculación entre sí, ya sea
de intercambio de información científica como la realización de pruebas en
instalaciones técnicas del vecino. Por el otro, el Acuerdo Marco de
Cooperación en Aplicaciones Pacíficas de Ciencia y Tecnología Espaciales,
suscripto en Buenos Aires el 9 de abril de 1996, consolidó este camino.
Posteriormente, el apoyo de Brasil a la situación argentina durante la crisis de
2001 permitió profundizar la institucionalización, es decir el proceso de
internalización de nuevas identidades e intereses (Wendt, 2005).
Consecuentemente, se observa el fortalecimiento de una relación estratégica
y de una dinámica con rasgos más de amistad que de rivalidad, donde se dan
signos de identificación positiva con el otro y rige la regla de la no violencia,
pero sin llegar a terminar de cristalizar completamente por no existir un
espíritu total de confianza mutua, darse un bajo grado de internalización de
sus normas de conducta, y no visualizarse claramente la regla de la mutua
ayuda (Russell, Tokatlian, 2003); manteniéndose por ejemplo diferencias
respecto al campo comercial o temas como la reforma del Consejo de
Seguridad.191
Centrándonos en lo que hace a la última etapa histórica, Brasil inauguró en
2006 una planta de enriquecimiento industrial en Resende, mismo año en el
190
Incluso en 2014 y 2015 la Argentina fue presidenta del Grupo de Proveedores Nucleares.
La Argentina, entre otros países de la región, ha venido oponiéndose durante años a apoyar
la candidatura brasileña para formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU como
miembro permanente. De haber una situación de plena confianza, y de cultura kantiana,
probablemente no se daría ese rechazo, al existir una identificación legítima con los intereses
y necesidades del otro.
191
170
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
cual la Argentina relanzó su programa nuclear.192 Los avances en ambas partes
facilitaron empezar a buscar cumplir con un objetivo largamente postergado:
desarrollos nucleares bilaterales193. Precisamente en ese campo amerita
mencionarse la creación de la Comisión Binacional de Energía Nuclear
(COBEN) el 3 de marzo de 2008; que aspira a lograr una mayor coordinación
con el país vecino. Dentro de este objetivo se entiende la decisión en 2013 de
contratar a INVAP para construir dos reactores nucleares de investigación
gemelos, el RA-10 y el Reactor Multipropósito Brasilero (RMB), destinados a la
fabricación de radioisótopos de aplicación medicinal, ensayos de irradiación
de combustible y materiales, entre otras funciones; y que alcanzarán en
conjunto una capacidad suficiente para cubrir el 40 por ciento del mercado
mundial de radioisótopos; el cual presenta serias dificultades para hacer
frente a un aumento sostenible de la demanda del mercado médico.
También en el desarrollo del submarino nuclear brasileño 194 la Argentina
podría hacer alguna contribución, considerando su mayor experiencia en
reactores pequeños; y siempre que se acuerde un arreglo satisfactorio para
ambas partes195. Podría esperarse que el desarrollo de Brasil ayude a la
Argentina en muchos campos, incluyendo el intercambio de tecnología, la
colaboración en la vigilancia y el control de nuestras respectivas zonas
económicas exclusivas, y ejercicios navales conjuntos que podrían mejorar
nuestro conocimiento en la detección de “otros” submarinos nucleares.
Cerrando esta sección, y al igual que en el nuclear, en el campo espacial se
vivieron avances muy significativos en los últimos años. Si por un lado la
Argentina lanzaba varios satélites al espacio (con mucha mayor participación
nacional que los brasileños), y trabajaba en su propio lanzador con el
Tronador I y II; Brasil enviaba exitosamente su primer cohete al espacio el 23
de octubre de 2004, mantenía el desarrollo de su lanzador satelital196 y el 30
de marzo de 2006 el astronauta Marcos Pontes se convertía en el primer
brasileño y sudamericano en ir al espacio, permaneciendo una semana en la
estación espacial internacional. En el campo bilateral, al día de la fecha el
proyecto más significativo de cooperación espacial es el SAC-E o SABIA-MAR
(satélite argentino-brasileño de Información en Alimento, Agua y Ambiente),
192
Apuntado a completar Atucha II, extender la vida útil de Atucha I y Embalse, y analizar la
posibilidad de la construcción de una cuarta planta de energía nuclear.
193
En el pasado esta complementación nuclear se ha visto dificultada por cuestiones
financieras, diferentes tecnologías empleadas o falta de voluntad política para realmente
avanzar en esta meta.
194
Tanto Argentina como Brasil impulsaron proyectos para propulsión nuclear de buques y
submarinos, aunque sólo el segundo país avanzó lo suficiente como para estar cerca de
concretar ese objetivo. Inclusive hoy en día Brasil es el único país sin armas nucleares en el
mundo que se encuentra desarrollando un submarino de propulsión nuclear. A la vez, si bien
Brasil es la única nación que ha puesto sus instalaciones militares nucleares bajo
salvaguardas, las mismas probablemente deban requerir cierta adaptación a estos futuros
submarinos.
195
En 2008 el presidente Lula solicitó la colaboración de la argentina INVAP en este punto,
pero más allá de un entusiasmo inicial, el deseo de colaboración argentino se enfrió cuando
no se observó algún beneficio significativo a cambio de la entrega de tecnología y
conocimiento que se había tardado años en desarrollar.
196
Hoy en día apenas diez estados poseen lanzadores de satélites: Estados Unidos, Rusia,
Japón, Unión Europea, China, India, Israel, Irán, Corea del Norte y Corea del Sur. Argentina y
Brasil podrían sumarse en poco tiempo.
171
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
que consiste en el primer satélite construido de manera conjunta entre ambos
países; orientado a la prevención meteorológica, el estudio del mar, la
agricultura, el estudio de la deforestación y la geología. Esta cooperación, al
igual que la nuclear, se espera que luego también se expanda a otros países
de la región, e inclusive en agosto de 2011, el por entonces Ministro de
Defensa argentino Arturo Puricelli, le propuso a su par brasileño pensar en
crear una agencia espacial sudamericana para los próximos años.
4. Conclusiones y perspectivas
Todavía no puede afirmarse a ciencia cierta si en los próximos años habrá un
desarrollo nuclear o espacial más relevante a nivel UNASUR, pero dentro del
mismo el rol de Argentina y Brasil será fundamental; tanto por su desarrollo
tecnológico como por representar un ejemplo de transformación en la
dinámica de la relación bilateral.
Precisamente a lo largo del capítulo observamos cómo, a pesar de la
desconfianza mutua, especialmente en el campo nuclear, el compartir
principios, intereses y preocupaciones comunes llevó a ambos países a
primero colaborar en la arena diplomática. Posteriormente, una vez resueltos
los principales diferendos bilaterales, y frente a una creciente presión de los
países desarrollados y las sospechas en torno a una supuesta carrera nuclear
militar entre ambos estados, Argentina y Brasil fueron sentando las bases de
una cooperación tecnológica que hoy en día los tiene con proyectos de alto
valor agregado, y de importancia tanto para ambos como para la región
entera, por los beneficios que podrían traer aparejados.
Asimismo, como también vimos, el incremento de la cooperación nuclear con
Brasil disminuyó las hipótesis de conflicto, y constituyó una de las bases sobre
las que se edificó el proceso de integración; a la vez que benefició una posible
reformulación del concepto de la autonomía.
En particular, la histórica idea de autonomía nuclear pensada frente al otro y
al mundo empezó a adoptar una visión más de autonomía relacional, donde el
otro, en vez de opuesto, comenzó a volverse importante para definirse
(Russell y Tokatlian, 2002: 22). Cambió así la visión de uno y del otro, y la
dinámica de la relación bilateral.
Habiendo dejado atrás décadas de desconfianza, modificando sus identidades
e intereses, y centrándose en mecanismos de cooperación y desarrollo mutuo,
la política llevada a cabo en esta área por los dos países representa un modelo
y ejemplo ampliamente citado internacionalmente. No nos hayamos todavía
en una verdadera cultura de amistad, y queda trabajo por hacer por ambos
países si algún día se quiere arribar claramente a una relación de este tipo,
donde la internalización de las normas y la nueva cultura sea principalmente
por legitimidad y no por mero interés; pero lo cierto es que una base se ha
venido solidificando y permitiría edificar sobre la misma.
Hacia el futuro, funcionarios de la ABACC argumentan que su organización
tiene un potencial no aprovechado en los planos nacional, regional e
internacional, considerando que Argentina y Brasil podrían ampliar el mandato
de la agencia para incluir otras herramientas para verificar el ciclo de
combustible nuclear. Relacionado a ello, expertos internacionales sugieren
que la agencia podría incluir a otros países vecinos, convirtiéndola en un
régimen regional (Kassenova, 2014: 65). Aunque esto implicaría nuevos
desafíos, si la dinámica de rivalidad entre Argentina y Brasil pudo
172
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
transformarse inclusive en un área tan sensible como la nuclear, porqué no
pensar que algo parecido podría ocurrir entre países como Chile y Bolivia, o
Colombia y Venezuela; permitiéndoles avanzar a partir de allí en otros
ámbitos.
Si bien como vimos es en el campo nuclear donde se ha dado un mucho mayor
desarrollo, además de haber sido un área de superior competencia que la
espacial y donde se requiere mantener la transparencia más amplia posible, 197
también observamos que en el segundo terreno se van consolidando metas
comunes. Esto porque, en un entorno de recursos humanos y financieros
escasos, de interés en lograr una mayor participación en los mercados
internacionales, y de buscar alternativas para el acceso y/o desarrollo de
tecnología avanzada, contar con un socio estatal en el campo espacial se
convierte en una opción viable y hasta necesaria. También aquí las
posibilidades de cooperación son diversas, sea la construcción de satélites de
teleobservación, vigilancia y transmisión de datos sensibles, el diseño
unificado del vehículo de lanzamiento de satélites, o impulsando proyectos de
Nanosatélites como el NanoSatC-BR1; aspirando en suma a dominar todo el
ciclo de actividades espaciales (Ferraz, Leal y Loureiro, 2014: 20).
Por todo lo antedicho, los próximos pasos involucrarán la necesidad de seguir
avanzando en la concreción de proyectos de complementación tecnológica,
tanto en el ámbito nuclear como espacial, para posteriormente poder
aprovechar esa cooperación para incrementar la difusión de tecnología y
conocimiento hacia la región, y desde la región al mundo.
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197
Recordemos las declaraciones del por entonces vicepresidente de Lula (José Alencar), y del
Ministro de Asuntos Estratégicos Mangabeira Unger, por ejemplo, a favor de que Brasil tuviera
armas nucleares o al menos la tecnología necesaria para llegar a construirlas. Esto produjo
cierta intranquilidad en varios sectores argentinos, incluyendo los diplomáticos, y de ahí la
necesidad de mantener un mecanismo que verifique y mantenga el mayor grado de certeza
posible sobre el presente y futuro de ambos programas nucleares.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Mourning: ethical practice and
conceptual tool for social and
political relations
JOSHUA HURTADO HURTADO
MA in International Relations, University of Essex.
Online professor for the Tecnológico de Monterrey in
the Virtual University system. Foresight Analyst at the
Secretaría de Desarrollo Social, Nuevo León, México.
Correo electrónico: joshua.hurtado.h@gmail.com
Abstract
This article draws upon discourse
theoretical and psychoanalytical
approaches to provide an overview
on the potentiality of mourning as
both a practice and a conceptual
tool for the critical analysis of
social and political phenomena.
Within poststructuralist discourse
theory, mourning has recently been
considered a practice with the
potential to engage in ‘ideological
critique’. In contrast, stunted
mourning and melancholia have
been associated with being under
the ‘grip of ideology’, affected by
hegemonic discursive narratives
and
practices.
By
providing
examples ranging from national
identity to unemployment and class
resubjectivation, the argument is
made that mourning is a useful
practice and analytical tool for
examining phenomena that result
from the experience of dislocation,
even when it is not death related.
Keywords
Mourning – Melancholia - Ethical
Practice – Ideology – Dislocation
176
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Introduction
Meaning and the notion of subjectivity play a central role in structuring and
understanding phenomena in the social world. Within the social sciences,
poststructuralist discourse theory has been key in highlighting the need to
incorporate these concepts in the research of social and political practices, as
many of them could go unnoticed or insufficiently studied. Instances of loss,
with death perhaps being its more representative one, are areas in social life
which deserve attention for being unavoidable, beyond our control, and for
the potential impact they can have on the rest of the network of social
relations. As such, a body of research into them can discover and explore
areas in which loss, its meaning to subjects and its affective dimension,
maintains or transforms the status quo of social practices.
Related to loss and death are two concepts which help uncover social
practices that deal with their aftermath: mourning and melancholia. The way
these have been studied generally focuses on the individual perspective that
aims to understand an individual’s psyche. Nonetheless, as it will be explored,
a number of rituals, practices and policies have interconnections with loss and
death, and as such, the manner in which they are carried out and their
success may be affected by the mourning process, sometimes substantively.
For this reason, research into mourning processes which expands the scope
from individual perspective to a wider perspective that covers social and
political activities is needed.
My aim in this article is to provide some insights about how the concept of
mourning can be used to analyse contemporary social and political practices
from a poststructuralist discourse theory perspective. My central thesis is that
the concept is useful for the analysis of social practices that result from
dislocation, even if they are not death-related. I argue that mourning can be
seen as an ethical practice, wherein the contingent character of social reality
is explicitly recognized and enables a person or a collective to successfully
come to terms with it. This essay is divided into two main sections. The first
section presents the theoretical perspectives with which to analyse the notion
of mourning, beginning with a recognition of death and loss as moments of
dislocation and following through with a discussion of mourning as an ethical
practice and the conditions which enable mourning to take place. The second
section will introduce a number of social and political practices that can be
analysed through the lenses of the mourning process. In particular, I argue
that instances of public-official discourse of national identity, the prospects
of sudden shifts in economic practices and lifestyle, and instances of chronic
illnesses and disability could be further explored under this theoretical
perspective.
Section 1: Theoretical Framework – Mourning as an ethical practice
Discourse and Fantasy
177
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
In order to understand how mourning allows us to analyse social and political
phenomena, it is important to describe how Discourse Theory and the
category of fantasy provide relevant frameworks from which to look at social
reality. From poststructuralist discourse theory, we draw upon the notion of
radical contingency. Contingency, in this framework, can be better
understood as the impossibility of achieving total closure. Although the term
is more often used when studying socio-political identities, it can also be used
to describe the tension that characterizes discursive narratives in their
inability to be all-encompassing, being always subjected to a constitutive
outside. This “outside” or external aspect to discourse can be considered
constitutive because it plays a central role in creating discursive meaning.
What contingency does, in this sense, is to highlight the limits of discourse
and subjectivity (Glynos and Howarth, 2007), and makes it possible to
recognize the existence of, if not fully grasp, alternative possibilities to the
discursive narratives in place.
From the discipline of psychoanalysis, we draw upon the insight that there is
an affective investment in discourse and the category of fantasy. Before
proceeding, it is necessary to establish the notion of dislocation. Dislocation,
in concrete words, refers to the “moment when the subject’s mode of being is
experienced as disrupted” (Glynos and Howarth, 2007:110). When in the
presence of dislocation, subjects will most likely experience sensations of
anxiety and uneasiness. As stated by Glynos (2014), the degree of the
aforementioned affective investment in certain discursive elements may allow
the subject to tolerate anxiety caused by the awareness of its radical
contingency. For the category of fantasy, it important to establish two of its
essential attributes: It is based on a logic of desire, wherein the sudden
exposure of elements that are not fully assimilated by public-official discourse
can produce embarrassment or guilt; this logic produces jouissance, or
enjoyment, but this is not to be understood in the traditional sense of the
word, instead taking on a meaning similar to “painful pleasure”. The other
attribute is the protection from the anxiety that results from becoming aware
of the radical contingency of social life and the experience of dislocation.
In particular, fantasmatic elements (i.e. those that belong to the category of
fantasy) help ward off that anxiety. There are two dimensions in which
fantasy plays a role: According to Glynos and Howarth, these are the
ideological and ethical dimensions. The ideological dimension “signals the way
in which the subject becomes complicit in covering over the radical
contingency of social relations by identifying with a particular discourse”
(Glynos and Howarth, 2007:117). What is implied by this is that the subject,
under the grip of ideology, is insulated from the possible moments of
disruption of its identity. Moreover, this has the consequences of making the
subject forget the discursive origins of social practices, thereby continuing to
live as if the current status quo were natural. The ethical dimension, in
178
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
contrast, makes the radical contingency of social life present to the subjects,
and explores the way in which they relate to the experience of dislocation.
Summarizing, when in the presence of dislocation, subjects will most likely
experience sensations of anxiety and uneasiness. They, in turn, have two
options: engage in either ideological or ethical practices. Mourning, as will be
argued, is a particular instance in which subjects engage in an ethical
practice.
Loss, death, and mourning as an ethical practice
Experiences of loss, and specifically the presence of death and/or its
prospects, can be interpreted as particular moments of dislocation because
they have disruptive effects on social life and in discursive narratives.
Because of this, these experiences also register the radical contingency of the
existence of subjects, both as individual, physical beings and as part of a
wider network of social relations which give them meaning. It is the prospect
or the experience of the death of that person that can make us reconsider and
become more aware of the expectations and attachments we feel towards
him/her.
But this is not only applicable to death-related instances, but to loss in a more
general sense. As is often the case, other elements that have become part of
our routine are not recognized as contingent, and that conceals them within
an illusion of inertia and permanence that they do not have. From certain
habits to our health status and even particular objects we use in our everyday
life (i.e. the car, the personal computer, etc…), the sudden loss of them can
trigger an emotional response that we would likely not have foreseen, due to
being unaware of the prominent role they play and the radical contingency of
our narratives. Of course, this could be interpreted as necessary for the wellbeing of the human psyche, as a profound awareness of potential instances of
dislocation as a result of loss would put the subject under constant stress and
anxiety. From a discourse theory psychoanalytical standpoint, Slavoj Zizek’s
(1989) work regarding fantasy and ideology has been influential in explaining
these affective attachments of subjects, as his work has associated the idea
of engaging in an ‘ideological critique’ with what he calls ‘traversing the
fantasy’, or the subject assuming a new position in relation to the object that
was lost. But this new position is not adopted immediately – it involves a
process of becoming aware of the elements of fantasy and their effects.
Mourning, then, comes in as a process that helps the subject deal with
dislocation that comes as a result of the experience of loss, particularly the
death of someone. As stated by Jason Glynos, “Mourning the loss of someone
is thus largely about mourning the loss of our attachment to the material
support underpinning the symbolic and/or imaginary roles the deceased
played for us in shaping our social relations and fantasy life” (Glynos,
2014:140). In other words, mourning enables us to distinguish the recently
deceased when they were alive, in a process of trying to establish who they
179
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
were as individuals, from the fact that they played a role in sustaining our
own social identity and thus formed part of a larger narrative due to our
experiences and interactions with them, a fantasmatic narrative
characterized by unacknowledged contingency. I would argue that the
importance of mourning arises from the fact that, although we recognize on a
cognitive-intellectual, or even intuitive, level that death and losses are
unavoidable, subjects are often not prepared to deal with them when these
instances make themselves present. Similarly, this unpreparedness masks the
emotional/affective responses that emerge when we inevitably have to face
them.
At this point it is necessary to highlight some important characteristics of the
mourning process, and to establish some modalities in which this process is
made difficult. In concrete terms, mourning could be said to be the successful
processing of the grieving feelings that come as a reaction to loss. Sigmund
Freud, who provided one of the first systematic attempts to examine the
mourning process, stated in Totem and Taboo that “Mourning has a quite
specific psychical task to perform: its function is to detach the survivors’
memories and hopes from the dead” (Freud, 2011 [1913]:65). According to
Freud, a crucial attribute of mourning, however, is that there is nothing
natural about it (Freud, 1917:248). What is meant by this is that the mourning
process does not occur effortlessly, by default after a loss. Quite the
contrary, mourning involves an engagement with the process and a willingness
to recognize that the deceased will not come back, that there is a void left by
their absence in our narratives. Yet, the subject should also acknowledge that
life must continue without their presence. As stated by psychoanalyst Darian
Leader, “this process of surveying and reshuffling thoughts and images will
eventually exhaust itself, and the mourner will choose life over death”
(Leader, 2009:60).
Because mourning is not an automatic process, it is possible that it can
become pathological or even blocked from reaching its ultimate resolution.
Leader mentions two different modalities of mourning, pathological or
complicated mourning, and melancholia. In the first, the process of choosing
life over death “is arrested, due primarily to the presence of powerful
feelings of hate mixed with our love for the deceased. In melancholia, the
unconscious hatred of the one we’ve lost twists back to submerge us: we rage
against ourselves as we once raged against the other, due to our unconscious
identification with them” (Leader, 2009:60). Melancholia in particular is
something that was of concern for Freud, as he was interested in the
distortion of the mourning process. In Mourning and Melancholia, Freud (1917)
describes the melancholic subject as one who presents very low opinions in
self-regard, with a pervasive feeling of worthlessness and an abandonment of
the instinct to remain alive. But of interesting note is his insight that, when
directing at himself accusations of despicableness, they can also be applicable
180
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
to the deceased. He argued that this was actually a mechanism in which the
person was allowed to feel hate in the form of self-reproach, as guilt would
arise if the subject consciously acknowledged the feelings of hate and anger
he/she may have had towards the person who had passed away. At this point,
the subject has identified with the deceased, which Leader characterizes as
punishing “the lost loved one in effigy, yet it is their own self which has
become this effigy” (Leader, 2009:55).
Although the traditional view of mourning emphasizes detachment from the
source of loss, new perspectives on mourning actually suggest that subjects
continue some form of attachment with the deceased, albeit in different
form. They recommend the recognition of the person as deceased, while at
the same time trying to construct a relationship between the deceased and
the living as a new dynamic, one that is based on occasional memories of
experiences together and the acknowledgment of the lessons that have been
learned from them (Becker and Knudson, 2003). These new forms of mourning
could, in theory, provide alternatives that can help subjects overcome
complicated mourning or melancholia. Although the detachment view is more
applicable to critical political analysis, I will argue that, in certain cases of
national identity, this newer form could also be useful in the analysis.
Having described the processes of mourning and melancholia and discussed
how death and loss are instances of dislocation, it is important to characterize
mourning as an ethical practice within a psychoanalytical and poststructuralist
framework. First, it asks us to deal with a moment of disruption. Because a
key aspect of the mourning process is becoming aware of the emotional
underpinnings and support structures the deceased provided us, it also
requires an effort to recognize that those structures are gone forever with the
deceased. At the same time, it implies bringing into the conscious mind and
facing the radical contingency of our fantasy life and mode of being. I would
argue that it is the reinforced attentiveness to contingency that results from
loss that allows mourning as a process to be characterized as an ethical
practice. In contrast, the failed modalities of mourning could be
characterized as ideological practices. Although it could be argued that this is
not the case because melancholia still brings some degree of attentiveness to
the radical contingency, my argument is that subjects get too immersed in
shifting the blame and negative feelings towards themselves, thus concealing
to a degree the anxiety that results from facing radical contingency.
Melancholia, in particular, functions as a way of avoiding either a successful
detachment, in the traditional view, or successful integrative approach, as in
the newer perspective. In other words, while mourning tries to get the
subject to work through the feelings of anxiety, blocked mourning and
melancholia “would fall on the side of eschewing this anxiety by retaining an
overinvested and unconscious relation to its fantasy life” (Glynos, 2014:141).
181
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Conditions that enable mourning
One last theoretical aspect which should be discussed before proceeding to
exemplify how mourning could be used in critical political analysis is to
specify the conditions which would allow mourning to successfully take place.
As both Leader (2009) and Glynos (2014) have stated, the social and
institutional context in which mourning occurs plays a crucial role in the
possibilities of success. In particular, Glynos states two key conditions: 1) “an
event or site that enacts for an individual or collective subject a publicly
shared recognition of loss”, and 2) “an appropriate context within which loss
can be processed ethically and creatively integrated into one’s individual and
collective life” (Glynos, 2014:144-145).
The first condition is important, because it is not as straightforward as it
seems for a number of reasons. Firstly, although death has thus far been
assumed to be a specific instance of loss, death is not necessarily processed as
a loss in all cases. This is due to the affective investment that may or may not
be present, as well as the role the deceased played into our lives. In other
words, if the deceased were heavily involved in the subjects’ narratives, then
these subjects could process the deaths as losses. But the less involved the
deceased were in a subjects’ narratives, the less likely it is that they register
their deaths as losses, instead barely registering their absence at all. Second,
even though the subjects may intuitively register the deaths as losses, they
may not be able to consciously construct them as such. This is why rituals and
activities in memory of the deceased are carried out: they actively register
and construct the deaths as losses. This, according to Glynos (2014), would in
turn enable the subjects to grant the deceased the respect and recognition of
having once been human beings, and thus also the tacit recognition that they
are worthy of being mourned.
The second condition is perhaps more explicitly difficult than the first,
because it requires a greater degree of action or cooperation from the other
actors involved and, if applicable, an appropriate institutional setting.
Because the deceased are not only material beings in the world, but are also
imbued with meaning from their interactions with others within a wider
network of social relations, some of their traits have an imaginary or symbolic
representation within specific institutional settings, ranging from the family
to a larger organization or even the government in the marco-level. For
instance, the death of a particular public figure associated with freedom of
expression in a country which is officially democratic but has evident aspects
of authoritarianism may prove to be an experience of dislocation for different
sectors of the population. This might be because this figure provided fierce
and documented critiques of the government, something which a large part of
the civil society supported, and the sudden loss of that figure both makes civil
society aware of his/her contributions to the political sphere in the country,
but also triggers anxiety related to the quality of the freedom of expression
182
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
that would, from then on, continue without that specific figure. To be
registered, though, important sectors such as the media and NGOs would have
to publicly address it for a sufficient period of time, thus providing an
adequate context for mourning to take place, and the mourning process would
not only be of the public figure but also of quality of freedom of expression in
that country. What is to be highlighted by this example is the following
question, key to the second condition of mourning: “whether the space and
time given to us is appropriate to the task of determining how a death
matters to us and how loss can be transformed into a creative and active
shaper in individual and collective life” (Glynos, 2014:146). Of course, there is
no given conditions which automatically set the stage for mourning to take
place. Rather, depending on the figure being mourned, the space, time and
other contextual elements, the conditions agreed for mourning will vary and
will have to be discussed among those who registered the death as loss.
Section 2: The role of mourning in critical political analysis
Having introduced the role losses and death can play as instances of
dislocation, the concept of mourning as an ethical practice in the
poststructuralist discourse theory framework and the conditions that enable
mourning, a discussion on how mourning can be used in critical political
analysis can proceed. This section will present three different instances in
which mourning provides useful insights: sociopolitical issues dealing related
to national identity and public figures, social issues dealing with adjustment
to chronic illness and disability, and economic issues dealing with
unemployment and class identities.
National identity: failed and successful mourning
It is perhaps on instances of national identity or deceased people who
represented something in the political life of a nation that could be more
explicitly analysed in the framework presented so far. I provide two
examples: one of blocked mourning in the case of the U.S., and then one of
blocked mourning in the first instance and then successful mourning in Chile.
Butler (2006) and Glynos (2014) have both addressed moments in American
history after the terrorist attacks of September 11, 2001, and the subsequent
wars (Afghanistan and Iraq) that have the potential to be analysed through
the lenses of mourning and its failed modalities. When then-president George
W. Bush stated in the aftermath of 9/11 that the time for grief was over just
after ten days of the destruction of the Twin Towers, the second condition of
possibility of an appropriate social and institutional context and enough time
to process grief was not met. Instead, in the wake of tragedy, what was asked
of the population was to ‘move on’. But I would argue that grieving
September 11, 2001 is not only about processing the destruction of the World
183
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Trade Center and those who perished, but also about grieving the sense of
security of the United States as a nation in the decade between the end of
the Cold War and the terrorist attacks. This moment of dislocation signaled to
America that there was a new enemy, not in the form of Communism, but in
the form of terrorism, particularly Islamic terrorism. The actual institutional
response was military mobilization against this new enemy. And in this sense,
the embodiment of this response, the soldiers going to war, stood for selfrighteousness, feelings of security and democratic ideals that the United
States as a nation wants to represent. My view is that this military
mobilization, a moment in which the mourning process was stunted, was also
of ideological nature because it shifted the attention from the experience of
anxiety and the awareness of radical contingency in American life as a nation
to an action that dwelled on the loss itself. It also did not allow for a moment
of questioning traditional American values and exploring different alternatives
for how the United States should behave in the international arena in the 21st
century.
I want now to bring up the example of how a newer approach to mourning
might look in the context of critical political analysis by looking at the Chilean
coup in 1973 and the death of Salvador Allende, which was first experienced
as blocked mourning and subsequently became successful. The description of
the evolution of sociopolitical dynamics in Chile since the coup made by
Johnson (2014) provide the context to analyze the mourning processes. When
Allende was in power, although he was democratically elected and had
support among the popular classes, for many of them in the middle and upper
classes in Chilean society Allende’s policies represented a financial cost to
their lifestyles. Because of his socialist views, his policies tended to
emphasize distribution and social programs and higher wages and as a result,
more financial burden was experienced by the wealthier classes (although by
no means excessive). When the coup occurred in September 11, 1973, and
General Pinochet promised to implement policies to spur economic growth in
Chile, there was a cautious sense of excitement mixed with feelings of
uneasiness due to the violent nature of the coup and the death of Allende.
But very soon after, repressive policies and the capture, arrest and murder of
anyone who was deemed subversive by the new regime derailed the mourning
process, making it impossible for the popular masses to mourn Allende’s loss.
But the middle and upper classes also had reason to mourn: many of their
previous liberties were gone, as Pinochet’s regime imposed many limitations
on freedoms of association and speech, especially in the early years. This
moment of failed mourning again masked feelings of anxiety that were being
experienced by the population and concealed the radical contingency of social
life in Chile by instead focusing on the promises of progress and economic
prosperity that were to come, at least where public-official discourse was
concerned.
184
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
I argue that this example provides an instance of the newer approach to
mourning, because once the conditions were met for civil society to engage in
successful mourning, it was not about detaching from Allende’s symbolic
representation of democracy, but rather reintegrating it in the new
democracy in Chile that would come after Pinochet’s dictatorship. This
instance of mourning could be characterized as an ethical practice in the
newer, integrative view, because the democratic regimes after the fall of the
dictatorship recognized Allende’s role for democracy, but these new regimes
were also neoliberal in nature. As a result, Allende has come to be regarded
as a public figure in struggles for a different kind of democracy, one that is
fairer in the distribution of wealth among Chile’s population. So Allende’s
figure and what he represented can be said to bring attentiveness to the
radical contingency of political regimes. It is not about ‘moving on’, but about
integrating his memory into the political struggles of Chile’s neoliberal
democratic regime, as a reminder that its neoliberal nature can be contested
and realizing that alternative forms of democracy can also be possible.
Adjustment to Chronic Illness and disability
According to Sally E. Thorne, in cases of chronic Illness or disability, the
patients may believe that the shifts in attitude from others in response to the
onset of the illness or the presence of the disability is justified. They may
experience feelings of worthlessness and being a burden as a result of these
interactions, particularly regarding the costs implied by trying to manage the
disease or by trying to take on a “normal appearance” (Thorne, 1993). The
dislocation experienced is the result of the loss of the normal lifestyle,
coupled with the addition of new financial costs. My view is that melancholic
subjects remain attached to their past lifestyle, thus unable to successfully
detach and begin the process of mourning. What they do instead is to dwell on
the burdens associated with their new forced mode of being. I could
characterize this as an ideological practice because it conceals both the
contingency of this new lifestyle, as well as the contingency of outside
structural impositions. For instance, although they would probably need to
change some of their previous activities to adjust to their new limitations,
this does not mean that they cannot experience a similar kind of pleasure or
perform a functionally similar activity to a previous one. Let me highlight this
by providing some contrasts: for subjects who due to their illness or disability
find it difficult to move to their workplace, a subject who undergoes a
successful mourning process is able to detach from the previous mode of being
and come up with ideas in which they can work from home; whether or not
this means a shift in employment is also dependent on the willingness of the
employer to accept this new dynamic, but they could become self-employed
by starting their own business at home. Melancholic subjects, in contrast,
185
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
would instead assign blame to themselves and remain in a new disabled
identity that obstructs the path to new possibilities in their lifestyle.
It is at this point that something should be explicitly stated. Chronically ill or
disabled subjects can be considered to experience two moments of
detachment. The first one is related to their old lifestyle. They need to
recognize that their former lifestyle is gone and cannot get it back exactly as
it was, and thus they can come to accept their new limitations. This,
however, does not mean settling in a specific, disadvantaged or damaged
identity. They need not think of themselves as ill nor disabled. This is where
the second moment of detachment should occur: If they have constructed an
identity of illness and disability, and they can successfully detach from that
identity, they can integrate themselves into a different but equally functional
lifestyle. Of course, constructing an identity of illness and disability does not
occur by default and it is in the best interest of the subjects that it does not
happen at all. If they, however, fall into this identity and remain trapped
within it, then blocked mourning is being experienced. For mourning to be
considered successful, the recognition of the new limitations and the
integration to a new functional lifestyle must take place. What would
characterize mourning as an ethical practice in this scenario is that it brought
attentiveness to the radical contingency of two narratives, that of their
former lifestyle and that of a lifestyle in a disabled identity. It also allowed
subjects to successfully detach from those modes of being and come up with
new possibilities of living. What is important about this form of mourning is
the empowerment it brings to these subjects, as they can force themselves to
take greater control of their own lives and think of ways to get over some
structural barriers from their earlier narratives, as in the example, the
subjects were forced to consider entrepreneurship as an alternative, among
others.
Unemployment and class resubjectivation
As with the previous example, a similar issue is faced by those who face
sudden unemployment or a shift in their economic conditions. Research by
Gibson-Graham (2006) and Özselcuk (2006) has pointed out the dislocation
experienced by workers who, when faced with the prospects of economic
restructuring, fall back into a worker identity that views itself as morally
superior and threatened. As highlighted by Özselcuk in particular, this class
identity is sustained by the sensation of an injury caused by class relations,
and as such, has an unconscious desire for the continuation of capitalism and
exploitative relations between capital-owners and wage-labourers. This has
relevant repercussions for political struggle: the melancholic subjects that
continue to define themselves in the worker identity after experiencing
distress from economic dislocation do not have opportunities to win that
struggle, as they are unable to imagine alternative ways in which the economy
could function. In this sense, maintaining the worker identity is to engage in
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
an ideological practice because it makes the subjects complicit in the
continuation of capitalist class relations and shifts attentiveness away from
the radical contingency of social life. This is similar to the experience of the
ill and disabled subjects, who by maintaining their identity, they fail to
consider ways in which to transform the dynamics of social relations.
Özselcuk (2006) pointed out two strategies in which they could help workers
engage in a successful mourning process. First, desidentification: a process in
which workers were shown or told some cultural, political and economic
problems resulting from capitalism. Second, providing examples of successful
and feasible economic enterprises post-economic restructuring that were
directed by former workers. Mourning in this instance implies a process of
resubjectivation: detaching from the previous identity and class relations and
the ethical practice of becoming aware of the contingency of discursive
narratives and realizing that there are viable alternatives to current economic
practices, such as Workers Self-Directed Enterprises, as suggested by Wolff
(2012). This would not necessarily imply a complete detachment from the
worker identity, but rather a reconfiguration of certain attributes related to
it. In this sense, it means putting an end to the static identity of the worker
as exploited, transforming it into an identity capable of self-governance.
Some considerations on mourning as an ethical practice and conceptual
tool
A short way to summarize what has been said thus far is that mourning can be
associated with the ethical dimension within poststructuralist discourse
theory, and can be understood as becoming aware of discursive narratives and
practices. In contrast, stunted mourning or melancholia can arise from staying
immersed in these discursive narratives and practices, unaware of its effects
in everyday life. Although, as seen, these concepts are useful conceptual tools
for the analysis of a variety of social and political phenomena, there are some
considerations to keep in mind for its adequate use.
Perhaps most importantly, when characterizing mourning as an ethical
practice, it must be clear that the “ethical” attribute is placed within its
meaning in poststructuralist discourse theory, and is not to be confused with
the Western philosophical tradition of ethics. Mourning can indeed be
considered ethical in the Western philosophical sense in a variety of
instances, such as the creation of public memorials (Weinrich, 2004). But if
mourning can be considered a powerful ethical stance (in the Western sense),
so too can melancholia be thought of as ethical. Two examples can help
illustrate this point. An individual one is Jean Amery’s decision to practice
“the ethics of resentment” as long as people in Germany in the 50’s and 60’s
refused to engage with the atrocities committed during the Nazi Regime. He
viewed this failure to ‘move on’, or to engage in successful mourning, as a
necessary ethical practice, because for him the conditions that could ensure
that such political phenomena would not happen again had not yet been met
187
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
(Amery, 2009). A contemporary collective instance of melancholic subjects
are the groups of parents, NGOs and international organizations that are
trying to find clear evidence of the fate of the 43 missing students of
Ayotzinapa, in Guerrero, Mexico. They have not been able to bring the case to
a close, and such a massive and highly mediatized forced disappearance of
people has only yielded contradictory reports. It is a complex social and
political event for Mexico (one that exposes widespread corruption and mass
atrocities), but civil society networks have not allowed the case to disappear
into oblivion – they are instead pressuring the government and international
institutions to reach a clear and verifiable conclusion (González Rodríguez,
2015). Both of these examples can be considered “ethical” in the Western
sense because they show people standing up for ideals of Western justice, but
it does not mean that melancholy is an ethical practice within discourse
theory. This does not imply, however, that there cannot be practices of
mourning that are ethical in both Western philosophy and in discourse theory.
A second aspect to be considered is that mourning, for the subject, is a
necessary step, but not enough by itself, to produce social and political
transformation. It is important to remember that discourse theory is situated
within a critical tradition – one that has figures such as Marx, Gramsci,
Foucault, Derrida, etc… - and as such is concerned with discovering the
different forms of power, oppression and possibilities of transformation.
Important theorists such as Noam Chomsky (2011) and Ernesto Laclau (2014),
among others, have argued that the current era, one in which the neoliberal
discourse has become hegemonic, has focused on the accumulation of power
and wealth to the detriment of the well-being of the majority of the
population, ignoring its demands for basic social justice. Mourning, as a
process for subjects and a conceptual tool for social scientists, is a component
that enables one to engage in ‘ideological critique’ – to discover the seams of
a hegemonic discursive narrative and its underpinning elements, the
neoliberal one in this case. But if the mourning process reveals a particular
discourse and thus empowers people to overcome it, for social transformation
to take place there needs to be organization and collective action. This is, in
essence, what Marx and Engels (2012) advised the proletariat to do during the
nineteenth century in the struggle against capitalism, and what Laclau and
Mouffe (2014) have recommended as well for the confrontation against
neoliberalism, integrating discourse and its elements as tools.
A final consideration is that the use of the concept of mourning as a critical
political analysis tool should not be confined to either death-related topics
nor to the ideological critique against neoliberalism. This was shown when
discussing the adjustment to chronic illness and disability, but it can also
question the foundations of legalistic discourse and transitional justice in a
way that represents an ethical practice from a poststructuralist discourse
theory stance. This is the project of Jill Stauffer (2015) when focusing her
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
research on ethical loneliness – the loss of one’s world by losing the very basic
assumptions about security and how the world operates, compounded by the
isolation of not being heard. Mourning becomes an ethical practice here
because it allows subjects to question their most basic assumptions and ideas,
thus becoming aware of several discourses and several forms of injustice that
they were previously unaware of. Stauffer’s research deals more with
traditional Western philosophy, International Law and Conflict Resolution, but
it provides evidence that the concept of mourning from the discourse theory
approach can be used in a variety of areas of study in the social sciences and
the humanities.
Conclusions
The main insights of this article have centered on two aspects and some
considerations. The first is that mourning can be considered an ethical
practice in the framework of poststructuralist discourse theory because of the
attentiveness it brings to the radical contingency of social relations, and
because of the possibilities of transformation of the subject when mourning is
successful. For successful mourning to take place, two conditions of possibility
were discussed: the publicly shared recognition of the loss, either through a
specific activity or a place/site for mourning, and the appropriate context in
terms of institutional responses, place and time. The second aspect is that
mourning can be used in critical political analysis, both in instances that are
death-related and in instances that focus on dislocation. This has been
presented with the examples of national identity and public figures, which
were more clearly involved with death as the central focus, and the examples
of chronic illness and disability and class resubjectivation, in which other
forms of dislocation were involved. Finally, some considerations regarding the
concept of mourning were provided, showing that it may overlap with Western
ethics although it should not be confused with them, and elaborating upon its
importance for the subjects engaged with it, as well as for research in social
sciences and humanities.
As concluding remarks, I want to comment on what I consider to be most
useful aspect of engaging in a successful mourning process: the possibility of
transformation and of changing the current conditions of social relations. I
believe that experiences of death and loss have a profound impact on the
narratives in which subjects remain immersed. But those moments of
dislocation are necessary and able to signal to the subjects the need for a
response. It is from this point on that subjects can engage in mourning
attempts. But those attempts which are successful are instances of change
and transformation in social relations, instances which could otherwise have
been avoided. Successful mourning is, then, a manner which has crucial
implications for social relations in a given space and time: mainly, that it can
challenge and change the status quo and bring about new conditions in which
other sociopolitical and economic values, practices and regimes take place.
189
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
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El complejo regional post-soviético y
el conflicto en Ucrania como dilema
de seguridad
The post-soviet regional complex and Ukraine’s conflict as a security dilemma
MARÍA BELÉN SERRA
Licenciada en Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario (UNR). Doctoranda en
Relaciones Internacionales, UNR. Docente Adscripta de
“Estrategia y Seguridad Internacional”, Universidad
Católica Argentina. Auxiliar Adscripta de “Historia de las
Relaciones
Internacionales
Latinoamericanas
y
Argentinas” y “Política Internacional Latinoamericana”,
UNR. Investigadora de la Fundación para la Integración
Federal. Colaboradora del Instituto de Relaciones
Internacionales, Universidad de La Plata. Correo
electrónico: mbelen.serra@hotmail.com
192
Resumen
El complejo de seguridad postsoviético, en la teoría de Barry
Buzan y Ole Waever, resulta un
caso paradigmático para analizar la
transformación de un sistema
regional, debido a la implosión de
la Unión Soviética y a la
emergencia de nuevos EstadosNación con peso en la toma de
decisiones de la región. A partir de
la lógica epistemológica sistémica
de Niklas Luhmann, se buscará dar
cuenta del conflicto en Ucrania y el
impacto que el mismo tiene en el
sistema regional de seguridad y los
intereses de los actores secundarios
en esta dinámica.
Abstract
The
post-soviet
security
complex, as shown in Barry Buzan
and Ole Waever’s theory, is a
paradigmatic test case to analyze
the transformation of a regional
system due to the Soviet Union
implosion and the rise of the Nation
States with power in regional
decision making given. From the
epistemological system logic of
Niklas Luhmann, the article will try
to exhibit the impact of Ukraine’s
conflict in the regional security
system and the interests of
secondary actors in these dynamics.
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Palabras clave
Keywords
Complejo de seguridad ─ PostSoviético ─ Ucrania ─ Rusia ─ sistema
Security complex ─ post-soviet ─
Ukraine ─ Russia ─ system
Introducción
La emergencia de la sociedad civil en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS) y la formación de 15 nuevos Estado-Nación con intereses y
poder regionales heterogéneos han sido un tema de estudio recurrente en la
literatura de las Relaciones Internacionales a partir de la década del ‘90. El
nuevo peso que adquiere esta región en el periodo de post-Guerra Fría hace
referencia no sólo al cambio inherente que se extendió en el seno de la URSS
tras las independencias, sino también a la influencia de los países
occidentales, que ahora jugarían una carta trascendental en la distribución de
poder y alianzas de la zona.
La conflictividad en la zona y los frozen conflicts que comenzaron a estallar
en estos últimos años llevan a reencausar el análisis de seguridad postsoviética a partir de su estructura fundacional y las relaciones interestatales
al interior de este espacio. En este sentido, retomar la dinámica de seguridad
a partir del tratamiento del concepto de Complejos de Seguridad Regional (o
RSC en su acepción original) resulta vital para la comprensión de las
características esenciales de este sistema.
En este esquema regional, Ucrania resulta ser un actor trascendental como
enclave para la influencia de occidente y, por tanto, desafío al liderazgo
natural ruso en la región. El conflicto devenido en guerra civil generado a
partir de las protestas del Euromaidan en 2014, demuestra ser uno de los más
complejos y profundos en Eurasia, debido a la diversidad de intereses
regionales y globales de los principales actores en la contienda, que, de esta
manera, condicionan el funcionamiento de todo el complejo regional en su
totalidad.
Por ello, el objetivo de este artículo será analizar el Complejo de Seguridad
Regional Post-soviético y la relevancia del conflicto en Ucrania en esta región,
a la luz de sus características intrínsecas, intereses de los principales actores
y dinámicas de vinculación al interior del complejo. Para esto, primeramente,
estudiaremos las características particulares del RSC post-soviético y el rol de
Rusia en esta estructura de seguridad. Luego, describiremos el devenir del
conflicto en Ucrania a partir de su génesis y el agravamiento del mismo; para
finalmente adentrarnos en los intereses y espacios de influencia de la
Federación Rusa y los países occidentales en este conflicto, y como ello
repercute en el propio RSC post-soviético.
193
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Complejo de Seguridad post-soviético: actores e intereses
Como anticipamos en el apartado anterior, a la hora de analizar la dinámica
de seguridad en el espacio comprendido por la antigua URSS, resulta
sustancial retomar las premisas de Barry Buzan y Ole Waever en “Regions and
power: the structure of International security”, ya que se trata de uno de los
aportes más significativos en lo que al estudio de seguridad internacional se
refiere. Los autores entienden, a partir de una aproximación que mezcla
elementos del realismo como del constructivismo198, que para el correcto
entendimiento de las dinámicas de seguridad, es necesario aprehender un
nivel regional de análisis (Buzan y Waever, 2003).
En este enfoque teórico se considera a las regiones mundiales como el
elemento trascendental de seguridad, debido a que cada unidad, participante
que conforma el RSC, comparte expectativas, temores, amenazas y
capacidades similares, o al menos identificables, con sus vecinos. Por tanto,
cada RSC se configura en una suerte de sistema que resulta autónomo de sus
unidades, construyendo una identidad y configuración independientes, y
generando nuevos espacios de cooperación e interrelación con los complejos
vecinos (Buzan y Waever, 2003).
Particularmente en referencia al espacio post-soviético se debe resaltar una
serie de características particulares que determinan la identidad de este
sistema. En primer lugar, este complejo posee la particularidad de incluir
dentro de sus unidades a lo que los autores determinan great power199: la
Federación Rusa (Buzan y Waever, 2003). Este detalle no es menor en este
escenario regional: se trata de una configuración histórica que reafirma el rol
de liderazgo natural que Rusia posee sobre los países independizados de la
URSS. Al momento de disolución de la URSS, y por tanto el reconocimiento de
Rusia como Estado continuador de las responsabilidades internacionales, la
presidencia de Boris Yeltsin implicó un alineamiento de Rusia con los intereses
de Estados Unidos y la Unión Europea a nivel global.
Yeltsin implementó una liberalización de la economía rusa y el acercamiento
a Europa y Estados Unidos para reinsertarse en el sistema internacional tras
un declive de hegemonía sustancial, y similares caminos tomaron las demás
repúblicas en vías de consolidar una independencia efectiva en un ámbito
regional complejo (Zubelzú, 2008). Sin embargo, para el caso ruso, la
198
Estos autores basaron sus preceptos teóricos en dos corrientes imperantes de la Teoría de
las Relaciones Internacionales: por un lado, mencionan la fuerte influencia del realismo en
cuanto a las nociones de poder e interés; pero por otro lado, aplican la teoría constructivista
sobre ciertos espacios que el realismo no considera relevantes a la hora de comprender los
espacios de poder, como los son los regionalismos y la construcción de dichos poderes en el
Sistema Internacional, caracterizado por su anarquía sui generis. Véase Buzan y Waever,
2003.
199
Se utiliza el concepto de great power para describir a los países que tienen y ejercen un rol
fundamental en el escenario internacional, por medio de una influencia crecientes. No se
trata de superpotencias con una proyección universal y capacidades materiales que respondan
a esta proyección, pero suelen ser líderes y voceros de su región en Organismos
Internacionales y negociaciones respecto a temas sensibles. Véase Buzan y Waever, 2003.
194
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apertura desmedida trajo problemas económicos y políticos altamente
significativos, generando un creciente malestar en la sociedad civil rusa que
acababa de adentrarse en una crisis económica sin precedentes200 y una
estructura administrativa central signada por la corrupción.
En esta coyuntura, comienza a tomar foco una figura que será trascendental
en la política rusa del nuevo siglo: Vladimir Putin. La personalidad de Putin se
impregnaría en el resurgimiento de Rusia como potencia global, y tendrá
especial significado para comprender su accionar en relación a los países
vecinos que presentasen algún obstáculo a la concreción del interés nacional
ruso, como se demostrará en el caso particular de Ucrania. Uno de los
objetivos iniciales de la administración Putin fue reconstruir el poderío
económico, político y militar ruso; y este líder desplegaría, a lo largo de sus
mandatos, múltiples estrategias y herramientas para cumplir este cometido.
A pesar de la influencia de Vladimir Putin en el resurgimiento de Rusia como
global player, uno de los ejes estructurantes para poder comprender la
política exterior en relación a los países vecinos, es la denominada
blizhneyezarubezhye, o noción de vecindario cercano. Se trata de un
concepto con largo historial académico en el marco de la literatura rusa, que
cobra fuerza en los años ’90, cuando se explicita en las publicaciones oficiales
de política exterior del Kremlin (Buzan y Waever, 2003). Si bien el término
responde a la realpolitik característica del gobierno ruso en relaciones
exteriores (basada principalmente en la concreción de intereses nacionales
específicos, más que en un paradigma ideológico imperante), este término
resulta un pilar fundamental en la evolución del accionar ruso en la región. De
acuerdo a la caracterización de Buzan y Waever, el RSC post-soviético es un
equivalente del concepto de vecindario cercano, y la Federación Rusa articula
una política exterior visible y comprometida a mantener el status quo y el
liderazgo natural en estos 14 estados.
Para el gobierno ruso, el vecindario cercano es un sinónimo de los 14 nuevos
países que surgen de las cenizas de la URSS: se trata de los Estados Bálticos
(Estonia, Letonia y Lituania), el Cáucaso (Armenia, Azerbaiján y Georgia), Asia
Central (Kazajstán, Kirguistán, Tajikistan, Turkmenistán y Uzbekistán) y
Europa del Este (Belarús, Moldavia y Ucrania)201. Dentro de estos subsistemas
territoriales, podemos observar también una dinámica de distribución de
La Crisis del Rublo fue una de las crisis “dominó” a partir del colapso asiático de 1997, y la
devaluación de la moneda tailandesa que trajo consigo la escasez de inversiones y liquidez en
la economía rusa. Para Rusia, la importación de petróleo es uno de los recursos económicos
más fuertes del país, por lo que la caída en los precios internacionales tuvo un impacto de
gran magnitud. Todo ello resulto en un aumento desmedido de la inflación conforme la
moneda se devaluaba, así como una caída en el nivel de vida de la población. Rusia pudo
reestabilizarse gracias a la nueva competitividad de su moneda y una apuesta significativa al
sector energético en el gobierno de Putin (Russia Today).
201
A los fines de esta investigación, hemos clasificado a las Repúblicas post-soviéticas bajo un
criterio basado en la geografía política de la región, sumado a una identificación cultural
prominente en cada caso.
200
195
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poder ligada a las great regional powers202, y a los Estados con menor
relevancia estratégica (ya sea por cuestiones de conflictividad interna,
posesión de recursos naturales específicos o geopolítica vinculada a intereses
particulares de las potencias globales).
Desde el punto de vista identitario, la existencia de grupos étnicos rusos en
estos países es fundamental. De acuerdo a Russell (2007), habría 28 millones
de personas de origen étnico ruso en la región, constituyéndose en casi todos
los casos como la principal minoría poblacional del país. Esto es llamativo si
pensamos en la realidad política de los nuevos estados, que en pos de restar
relevancia a la influencia rusa y crear una identidad nacional propia, socavan
el derecho de la población nacional rusa de mantener sus orígenes étnicos.
Leyes de cambio de ciudadanía, escolarización en el idioma oficial, o cambios
en las referencias de los lugares históricos formaron parte de las principales
medidas llevadas adelante por estos estados, a la hora de crear una
idiosincrasia propia. Asimismo, la problemática de los frozen conflicts203, es
una constante en los gobiernos post-soviéticos, debido a la multiplicidad de
etnias e identidades que subsisten, las cuales intentan desprenderse del yugo
de los gobiernos centrales y conformar entidades políticas separadas (Marcu,
2007).
Esta tendencia al poderío basado en extensión cultural-territorial, es propia y
característica de la nación rusa, a raíz de un fuerte lazo con la pasada
experiencia imperial y la propia Unión Soviética (Buzan y Waever, 2003). En la
intelectualidad rusa, la expansión histórica del imperio era considerada como
una tendencia “natural”, mientras que la disolución de la URSS y la
extirpación territorial que fundó los 15 nuevos estados fue considerado una
ofensa al legado cultural histórico de Rusia (Trenin, 2002). Esta ofensa, si bien
nunca se constituyó en una declaración explícita del establishment ruso,
puede ser un factor esencial para comprender el porqué de la preocupación
de Rusia por mantener íntegra su nación en los países del vecindario cercano,
así como explica el deliberado apoyo a las regiones separatistas pro-rusas en
estos estados, como por ejemplo, Osetia del Sur y Abjasia en Georgia,
Transnitria en Moldavia, o el propio caso de Crimea y el Donbass que
analizaremos a continuación.
De esta manera, se vincula la pertenencia interestatal de la nación rusa a una
dinámica de seguridad compleja, ya que a la hora de elaborar un esquema de
seguridad nacional, el gobierno ruso toma en especial consideración la
202
La idea de great regional powers hace alusión a los estados que sin tener un rol
considerable como global players, en su respectiva región poseen un peso y una influencia
marcada, sobre todo en proceso de cooperación e integración. Un claro ejemplo en el RSC
post-soviético es Kazajistán.
203
La noción de frozen conflics remite a situaciones de conflicto en las cuales no se
vislumbran situaciones de escalada de violencia, debido a acuerdos preestablecidos de cese
de fuego, pero por tensiones vinculadas a diferencias étnicas, disputas limítrofes o
pretensiones de independencia, se establecen hipótesis de conflicto que pueden (o no)
estallar nuevamente. Véase Mac Farlane, s/f.
196
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realidad política, económica y social de sus vecinos, perpetuando así este
espacio propio de influencia en la región. El concepto de vecindario cercano
ilustra a la perfección la vinculación de los intereses y las acciones de Rusia
en Eurasia, entendiendo implícitamente la existencia de privilegios rusos, que
ni Estados Unidos ni la Unión Europea deberían socavar (Menon, 1998). La
falta de entendimiento de estas cuestiones es, para los rusos, el factor
fundamental de tensión con Occidente, ya que no sólo se intenta limitar la
influencia rusa en el área, sino que se intenta implantar ideas de democracia
a la europea o libre mercado, que atentan contra las tradiciones propias de
estas sociedades. Como vemos a causa de esta explicación, el factor culturalétnico es trascendental en la mentalidad rusa.
En este esquema de seguridad, la relación con cada subregión del RSC es vital.
En el caso de los Bálticos, la influencia resulta menor en la actualidad que en
el resto de los países204, sin embargo Rusia encuentra focos de poder en dicha
región, que apuntan a una estrategia tanto de softpower como de elementos
materiales: por un lado, si bien es cierto que los países bálticos son los más
distantes con respecto al factor nacional-cultural y a lo largo de la historia
han desarrollado una idiosincrasia propia, la dependencia material de estos
países de Rusia es una clara realidad, principalmente en el rubro energético,
visto y considerando que los tres países reciben de Rusia un 90% del petróleo
que consumen, y un 100% del gas (Grigas, 2012).
Para Europa del Este se considera que la relación con Belarús 205, Moldavia206 y
Ucrania, si bien tiene abundantes elementos de softpower relacionados al
factor identitario, el condimento principal pasa por el eje militar. Con
referencia a la cuestión étnica, existe un peso fundamental de la minoría rusa
en estos países, así como un uso difundido del idioma. Sin embargo, la clave
militar tiene una validez importante, principalmente en el caso de Ucrania,
como detallaremos posteriormente.
En el caso de Asia Central, Rusia presenta una política muy oscilante. La
relación con estos países esta signada por cuestiones de seguridad,
principalmente en la relación con el tráfico de estupefacientes y el
terrorismo, generalmente permeable en las fronteras con Afganistán. Existe
una relativa cooperación de Occidente con Rusia en esta zona, considerando
el apoyo que le otorgó el Presidente Putin a la iniciativa Bush contra el
204
Con el ingreso de los tres países a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y
la Unión Europea en 2004, el impacto de la política rusa en estos Estados decreció aún más.
205
Belarús se ha configurado como el aliado estratégico más fuerte de Rusia en la zona, tanto
en lo político como en lo económico. Ambos Estados han realizado múltiples ejercicios
militares conjuntos, y el Kremlin posee una estación militar y radar, la Hantsavichy Radar
Station, el cual puede detectar misiles balísticos provenientes de Europa Central y
Occidental, así como satélites espaciales.
206
La relación con Moldavia es conflictiva debido al tratamiento ruso del problema en
Transnistria. Se trata de la República Moldava de Priednestroviana, una región separatista en
la frontera oeste del país, que posee una mayoría étnica rusa que desea separarse de
Moldavia y, posiblemente, constituirse un Estado independiente o anexarse a la Federación
Rusa.
197
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terrorismo en la región, posterior a los ataques del 11S. La gran excepción en
estas tendencias ambivalentes es Kazajstán, quien se ha convertido en estos
últimos años en un aliado importante para Rusia, a la par de Belarús.
Kazajstán ha sido uno de los principales promotores de una integración
económica más estrecha en el marco de la Comunidad de Estados
Independientes (CEI), siendo uno de los principales socios comerciales del
Kremlin. En 2013 ambos estados han firmado el documento “Tratado de
Alianza para el SXXI” que plasma la cercana vinculación entre ellos, así como
una intención marcada de profundizar las relaciones en áreas como la
seguridad (en el cual Kazajstán puede resultar un hábil mediador con Europa)
y cooperación militar.
Finalmente, en la región del Cáucaso, se evidencian grandes diferencias en
relación a la aproximación rusa con cada país. A la tensa relación existente
entre Rusia y Georgia, cobrando su punto más álgido en la Guerra de Osetia
de 2008, el binomio Armenia-Azerbaiján cobra especial interés. Si bien el
aliado natural ruso en la zona es Armenia, Rusia mantiene sus reservas en
relación a un conflicto fronterizo bilateral, lo que le permite poseer una
moderada influencia en el devenir político azerí. La clave petrolera es
esencial en el Cáucaso sur, en relación a los oleoductos y el nuevo rol de
Azerbaiján como fuente de inversiones energéticas globales, con gran
presencia de los países occidentales en pos de mermar la influencia de Rusia
en este tipo de proyectos.
En el escenario del RSC post-soviético, como hemos visto, la “clave
energética” y la seguridad regional son dos puntos decisivos de interés
nacional ruso. Veremos a continuación que el caso del conflicto en Ucrania ha
socavado el status quo en la región y ha producido más interrogantes que
respuestas en relación al devenir del RSC y las unidades al interior.
El conflicto en Ucrania y el choque de paradigmas de seguridad
El año 2014 significó para Ucrania un punto de inflexión en su reciente historia
como Estado independiente. Los sucesivos levantamientos en el este del país y
la anexión de Crimea a la Federación Rusa, cambiaron decisivamente el
paradigma de vinculación interestatal en Eurasia y complejizaron el escenario
regional a niveles inéditos desde el desmembramiento de la URSS en 1991.
Podemos situar como antecedente directo al año 2004, con la denominada
“Revolución Naranja”. Este panorama se inicia con una incansable
movilización estudiantil con el objetivo de impactar en el poder político y
generar un cambio en el seno del gobierno de Leonid Kuchma, quien había
sido primer mandatario ucraniano ininterrumpidamente desde 1992 y
caracterizado por una relación pragmática con Rusia, evitando ceder espacios
de supranacionalidad en la CEI y contemplando la posibilidad de cooperación
con Europa y Estados Unidos. Ante denuncias de corrupción, la sociedad civil
salió a manifestar su descontento, lo que llevó al adelantamiento de
198
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elecciones, en una contienda entre dos candidatos: Viktor Yushenko por el ala
ucraniana-occidental de Nueva Ucrania, y Viktor Yanukovich representando a
los ruso-parlantes de Ucrania del Este. Ante denuncias de fraude que daban
por triunfador a Yanukovich, ambivalencia en los órganos electorales
nacionales y un fuerte escenario de tensión social, la repetición de elecciones
finalmente consagró a Yushenko como presidente nacional por el 52% de los
votos.
Esta acotada contienda electoral, sumado a la marcada retórica anti rusa del
nuevo presidente, resultan trascendentales en un país marcado por la
polarización étnica. Las crecientes dificultades en el proceso de formación del
Estado-Nación ucraniano derivan de actores históricos tales como un pasado
común y la inexistencia de un Estado Ucraniano, que a su vez se conjugan con
factores propios de la dinámica de colonización interna de la Unión Soviética,
incluyendo la política de integración cultural, política, económica, militar y
demográfica (Cardone, 2014). Esto determinó una compleja dinámica interna
donde podían identificarse, por un lado, una Ucrania más occidental,
moderna, y con una identidad nacional; y por otro, una Ucrania oriental, mas
pro-rusa, e identificada con el ideal paneslavista.
Ante la disolución de la URSS, se acordó por referéndum con amplia mayoría
de la población del territorio ucraniano (incluidos los habitantes de origen
ruso) la independencia del país207, pero el desarrollo de una identidad fuerte
ucraniana y el rol imperante de Rusia en el este del país ha provocado
virtualmente una división demográfica e identitaria significativa: por un lado,
la región más occidental posee una pertenencia nacional mayormente
vinculada al legado ucraniano, mientras que en el Este, el idioma y la etnia
predominantes son los rusos. En el conflicto de 2014, los focos más
significativos de conflictividad van a estar en la región del Donbass y en
Crimea, como veremos posteriormente.
Si bien el gobierno pro-europeísta y occidentalista de Yushenko no obtuvo los
resultados esperados, la llegada de Viktor Yanukovich al poder en 2010 no
implicó un gran viraje en la política exterior de su antecesor. Sin embargo, la
negativa del gobierno ucraniano de acordar una Asociación Estratégica con la
Unión Europea a último momento y un mayor acercamiento al gobierno del reelecto Vladimir Putin, alertaron a la población nacionalista ucraniana. Las
denominadas protestas del Euromaidan, en relación al nombre de la principal
plaza de Kiev donde se concentraban los manifestantes, escalaron los niveles
de violencia rápidamente, a partir de duras represiones por parte de las
fuerzas policiales y otras fuerzas militarizadas por orden del presidente
nacional.
207
El caso de Crimea demuestra una excepción. Allí, sólo el 54% de la población deseaba la
escisión de la URSS, por lo cual se negoció que Crimea pertenezca a la Ucrania con un status
de Región Autónoma. De todos modos, se puede afirmar que allí se gestó el movimiento
separatista más fuerte de todo el país hasta el momento de su anexión a la Federación Rusa
en marzo de 2014.
199
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Ante la presión social y la conmoción internacional, la destitución de
Yanokovich y el ascenso al poder de Petro Poroshenko resultó un
determinante para el inicio de las hostilidades en la región oriental del país y
el recrudecimiento de la violencia civil. El cambio de gobierno significaba a
los ojos occidentales el fin de una relación de dependencia con Rusia, así
como la oportunidad de dar solidez a las conversaciones y acercamientos con
la Unión Europea y Estados Unidos; y para Rusia, la llegada de un gobierno
fuertemente nacionalista significaba una amenaza directa a sus intereses en
el país y decidió asistir a los rebeldes (Serra, 2015).
En Crimea particularmente, se rechazó enérgicamente la destitución de
Yanukovich y a la figura de Poroshenko. Tras la asunción de nuevas
autoridades en la región, se convocó a un referéndum para establecer el
status político de la península, y si bien el gobierno central ucraniano rechazó
rotundamente el referéndum, casi el 97% de la población de Crimea votó por
la secesión de la península del territorio ucraniano (Serra, 2014). El 17 de
mayo de 2014 se declaró la independencia de Crimea y se aprobó la adhesión
como un territorio perteneciente a la Federación Rusa. Asimismo, existieron
contiendas militares entre las fuerzas ucranianas y el Ejército ruso desplegado
en la zona (ibídem). Al día de la fecha, el gobierno ucraniano considera de
iure a Crimea como parte de su territorio nacional.
Por otro lado, en otras regiones sudorientales, como Donetsk, Luhansk y
Jarkov ─el Donbass─ se generaron protestas, comúnmente conocidas como
Antimaidan, en contra del carácter nacionalista y anti-ruso que se abanderó
en el poder central de Kiev. Las demandas de estas regiones se centran, hasta
la fecha, en la federalización o en la independencia de la denominada Nueva
Rusia. Cabe destacar que las independencias declaradas de estas regiones no
fueron reconocidas internacionalmente, aunque los sucesos adquirieron una
relevancia mundial inimaginable. En estas regiones, el ejército de Ucrania
comenzó una operación de importantes magnitudes para recobrar el control
efectivo de estos territorios, recurriendo a la violencia, la represión y la
discriminación. El caso más reconocido sucedió en la ciudad de Slaviansk, la
cual fue sitiada por el ejército enfrentado a las milicias de ciudadanos
locales, dejando decenas de muertos en la operación (Serra, 2015).
Conforme Rusia apoyaba a los rebeldes, los líderes occidentales decidieron
sancionar a Rusia y a las provincias separatistas como parte de un plan para
aplacar los efectos de la contienda y ejercer una política de debilitamiento. Si
bien el motivo inicial de estas sanciones fue evitar la anexión de Crimea, las
mismas han sido renovadas en sucesivos periodos. El contenido de las
sanciones se basa en limitar la industria de defensa y el arsenal militar, pero
también se consideró ampliar el rango de las mismas, marcando una clara
línea a favor a la posición ucraniana de mantener la integridad territorial. La
complejización del escenario y la participación de actores globales dificulta la
200
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elaboración de un acuerdo de paz efectivo, que trascienda lo estipulado en
los Acuerdos de Minsk.
En 2014 se formó el “Cuarteto de Normandía”, conformado por Ucrania,
Rusia, Alemania y Francia, para buscar soluciones pacíficas al conflicto en el
Este ucraniano. En el mes de febrero de 2015 se celebró una cumbre política
en Minsk, para llamar a un nuevo cese al fuego, ante los sucesivos fracasos de
negociación en los meses anteriores. El Protocolo Minsk II (febrero de 2015)
fue el plan de paz presentado por Angela Merkel y François Hollande, que
incluía un nuevo paquete de medidas para normalizar la situación social en la
región del Donbass. Se debe destacar que este plan de paz, de carácter
netamente europeo, surgió como una posible estrategia comunitaria
independiente sobre la seguridad en Europa (Telam, 2015).
El Acuerdo Minsk II determina el alto al fuego inmediato en las provincias de
Donetsk y Luhansk, verificado por la Organización para la Seguridad y
Cooperación Europea; la retirada de armas pesadas (tanto para el Ejercito
ucraniano como para las fuerzas rebeldes), con el objetivo de establecer una
zona de seguridad; recursos materiales y humanos para garantizar la libertad
de rehenes y prisioneros políticos, y asegurar, así, el acceso de la población
civil a la ayuda humanitaria; y, paulatinamente, devolverle a Ucrania la
estabilidad económica y social (Serra, 2015). A pesar de la precisión e
innovación del plan europeo, y la expresa voluntad de Petro Poroshenko y del
presidente ruso Vladimir Putin para cumplir con estos requerimientos, la
realidad sobre el terreno evidencia que la tregua no se ha avanzado en el
proceso de pacificación social ni se ha retirado el armamento, como base del
cumplimiento del Acuerdo.
Como se puede evidenciar, la situación humanitaria en Ucrania es crítica. El
conflicto en el Este ucraniano, de acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos y la Organización Mundial de la Salud,
causó en 2015 al menos la muerte de 6.417 personas, y 15.962 heridos,
denunciando además torturas, ejecuciones colectivas y otros posibles
crímenes de guerra (Telam, 2015). El eje de la cuestión radica en la dificultad
de determinar a los actores implicados en esta crisis humanitaria, y las
escasas respuestas por parte de la comunidad internacionales a las violaciones
sistemáticas de Derechos Humanos.
En esta cruenta realidad, son variados los determinantes que complejizan la
relación entre Ucrania-Rusia-Occidente (Estados Unidos y la Unión Europea).
Detallaremos a continuación las principales variables en juego en este
conflicto
Rusia y Occidente: espacios de influencia en disputa
Como adelantamos anteriormente, en el esquema de vinculación del RSC, la
lógica rusa de liderazgo natural se ve amenazada ante cualquier intento de
organización paralelo que tenga un componente nacionalista o pro-occidnetal
201
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
marcado. Es a partir de ciertos rasgos culturales propios de la sociedad rusa,
que se puede explicar esta tendencia hacia la realpolitik.
La idea de excepcionalismo ruso y el liderazgo histórico de Rusia sobre el
espacio post soviético configuran los principales factores de identidad de “lo
ruso”. Asimismo, se puede evidenciar una clara tendencia propia al
pragmatismo por parte del Presidente Putin, que como característica propia
de su personalidad, parece complementar estas tendencias propias de la
nación rusa. En este esquema, el interés demostrado por la Unión Europea en
los últimos años en estrechar los lazos de cooperación con algunos países del
RSC, y la presencia de Estados Unidos a partir de acuerdos comerciales o de
intentos de ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte –
OTAN─ en la región, son vistos con desconfianza por el Kremlin, siendo que
esta región es parte de su identidad y su frontera natural.
Se pueden identificar las principales causas del accionar ruso en relación a sus
vecinos. En primer lugar, la expansión de la OTAN a su propio espacio de
influencia (heredado de la era zarista, y extendido en la coyuntura soviética),
resultó para los rusos una clara amenaza a sus intereses (Mearsheimer, 2014).
Con el fin de la Guerra Fría, se mantuvo un impasse en la relación Estados
Unidos- Rusia: si bien se mantuvieron las tropas en el territorio europeo, ni
Rusia modificó su influencia en Europa del Este, ni la OTAN se extendió a los
nuevos Estados ex miembros de la URSS. En la década de los ’90, con la
administración Clinton y la lógica imperante del optimismo norteamericano
surgida a partir del fin de la Guerra Fría, se comienza a gestar la idea de
expandir los alcances de la OTAN, no sólo en relación a sus competencias, sino
también a sus miembros y espacio de acción.
Puntualmente, la primera ronda de expansión de la Organización se produjo
en 1999, cuando ingresan formalmente tres países ex satélites de la URSS:
República Checa, Hungría y Polonia. Posteriormente, en 2004, la OTAN se
amplía aún más al Este, incorporando a los ex satélites Bulgaria, Rumania,
Eslovaquia y Eslovenia, y a los tres primeros países ex miembros de la URSS,
Estonia, Letonia y Lituania. Claramente las incorporaciones de estos países a
la OTAN no fueron bien vistas por el gobierno ruso, quien en múltiples
ocasiones expresó su descontento al respecto208.En la 20ª Cumbre de la OTAN
en Bucarest en 2008, el entonces presidente norteamericano George W. Bush
propuso la iniciativa de declarar tanto a Ucrania como a Georgia candidatos
oficiales para adherirse al esquema de seguridad nor-atlántico. Claro está
decir que la reacción de muchos mandatarios europeos fue ambivalente
considerando las posibles consecuencias que una decisión de tal magnitud
podría traer acarreadas. En esta coyuntura, es relevante destacar a evasiva
208
En este sentido, las operaciones de la OTAN en la Guerra de los Balcanes y la reciente
independencia de Kosovo también resultaron amenazantes para Rusia, que Serbia es un aliado
histórico en la región y el apoyo occidental a la independencia kosovar se vio como una
llamada de atención para casos similares en el RSC post-soviético
202
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explícita de Francia y Alemania, con el afán de mantener relaciones cordiales
con Rusia.
A raíz de este suceso, es importante rescatar la tesis de Immanuel Wallerstein
(2014) en relación a la problemática ucraniana en Crimea y el Donbass. De
acuerdo a este autor, el accionar de Estados Unidos no estaría directamente
relacionado a la realidad doméstica de Ucrania o al intento de mantener su
integridad territorial intacta, sino más bien que su política exterior estaría
guiada por el temor de que se construya un eje de “entente” entre ParisBerlín-Moscú. Desde el año 2003, ante la negativa francesa y alemana a la
Guerra de Irak, Estados Unidos puso su atención en las relaciones de estos dos
países, principalmente Alemania, con la Federación Rusa. Uno de los motivos
de este posible acercamiento, de acuerdo al autor, se debe al “giro” al
Pacífico que ha dado la política exterior norteamericana, principalmente en el
acercamiento con China, Japón y Corea: en pos de no restar poder y espacio
de decisión en el sistema internacional, Alemania en primer lugar, y Francia
secundando, se habrían acercado a Rusia, un país fuerte y con clara influencia
en Asia y Europa.
Otro claro motivo resulta de la dependencia por el suministro de gas. Es una
realidad que la Unión Europea encuentra su accionar para con Rusia
circunscripto a la dependencia energética y a la búsqueda de proveedores
alternativos que eviten crisis de provisiones, como sucedió con las Guerras del
Gas entre Rusia y Urania entre 2006-9. Si bien es cierto que las sanciones a
Rusia tras el apoyo a los separatistas del este fue una realidad, se debe
destacar que las posiciones al interior de la Unión distan de ser homogéneos.
Mientras los países del este, como República Checa y los Bálticos afirman la
necesidad de establecer un patrón de sanciones más duro ante la hegemonía
rusa en el RSC post-soviético, los great powers, Francia y Alemania, desean
mantener la moderación en la relación y evitan que Estados Unidos tome un
rol decisivo en este tipo de conflictos (Wallerstein, 2014).
En tercer lugar, la expansión de la Unión Europea marcó un antes y un
después en las relaciones bilaterales con la Federación Rusa. A pesar del
propio proceso de ampliación europea, que llevó en 2004 a la mayor
incorporación de nuevos Estados miembro de su historia, el establecimiento
en 2009 de la Eastern Partnership para abordar la vinculación con la frontera
cercana a la Unión, llevó al gobierno ruso a clasificar como hostil la política
de acercamiento europeo al Este. El rol que tomaron los países de la Unión en
el conflicto de Ucrania, y el establecimiento de la misión más grande de la
OSCE en Europa del Este, retoma estas tensiones y sensibiliza aún más al
Kremlin.
“(…) No Russian leader would tolerate a military Alliance that was
Moscow’s mortal enemy until recently moving into Ukraine. Nor would any
Russian leader stand idly by while the west helped install a government
there that was determined to integrate Ukraine into the west. (…) This is
203
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Geopolitics 101: great Powers are always sensitive to potential threats
near their home territory.” (Mearsheimer, 2014, p. 5).
Es decir, la conjunción entre los intentos de ampliación y expansión de
influencia de la Unión Europea y la OTAN con la dependencia en el suministro
energético son factores complejos que determinan la vinculación entre
Ucrania y Rusia y del RSC en su totalidad. El conflicto de Ucrania ha
despertado temores de renacimiento de los frozen conflicts, Abjasia y Osetia
en Georgia, Transnitria en Moldavia y Nagorno-Karabaj en Azerbaiján, y la
influencia rusa es un factor determinante en el estallido y recrudecimiento de
la violencia en la región.
Conclusión
Como hemos podido ver a través de este recorrido, el devenir de las
relaciones entre Ucrania y Rusia ha estado marcado por la tensión en el
liderazgo regional y la influencia de la Unión Europea y Estados Unidos en el
conflicto iniciado en 2014. La oposición de intereses es visible y ningún actor
desea restarse márgenes de maniobra a la hora de pensar una solución
concreta y efectiva a este conflicto.
La anexión de Crimea ha supuesto la ruptura del orden internacional: para
Rusia ello significa que por primera vez desde la caída de la URSS las fronteras
de un país se tocan sin el beneplácito de los países Occidentales, y como
analizamos anteriormente, puede resultar en una “caja de Pandora” para
otras regiones secesionistas del RSC post-soviético que deseen un status
similar.
La violencia en el Donbass no es menor, ya que las regiones pretenden
alcanzar un camino similar al de Crimea, o la constitución de un nuevo sujeto
de derecho internacional: la República de Novorrusia. Sin dejar de lado los
escalofriantes números de muertos, heridos y desplazados por este conflicto y
la escasa ayuda humanitaria que llega a esta región, el peso geopolítico del
Donbass resulta sumamente estratégico tanto para Rusia como para Ucrania.
De esta manera, se puede decir que el conflicto ucraniano tiene
consecuencias a nivel nacional, regional e internacional. Desde el punto de
vista nacional, las secuelas de la polarización étnica-nacional en el país
dificultan a corto plazo el proceso de pacificación y concordia nacional, y
demuestran, una vez más, que se deberán doblegar los esfuerzos por construir
una identidad nacional con componentes tanto ucranianos como rusos.
A nivel regional, este conflicto demuestra no solo la posibilidad de un efecto
dominó en otras regiones separatistas del RSC como ya dijimos, sino que
expande los límites de influencia rusos en la región, no sólo considerando
esquemas tradicionales de cooperación –como la Comunidad de Estados
Independientes-, o la propia relación bilateral con los líderes de los nuevos
países ex URSS, sino también la posibilidad de fomentar focos de
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
conflictividad social en la vida política de estos Estados, y reconocer nuevos
actores y regiones.
Finalmente, a nivel internacional, el caso de Crimea resulta un cambio en la
configuración representativa del Nuevo Orden Internacional de los ’90 con un
liderazgo norteamericano, y resurge la idea de un mundo multipolar, donde
los great powers poseen una capacidad decisoria y autonomía natural en sus
respectivas regiones próximas. El caso de Rusia en el RSC evidencia la
incapacidad de la Unión Europea y Estados Unidos por acercarse a la región sin
resultar amenazantes para Rusia, y en un complejo de seguridad tan signado
por la identidad histórica común, esto resulta trascendental.
Son múltiples los interrogantes que quedan abiertos en el devenir de Ucrania
y su vinculación con Rusia y Occidente. Se deberán tener en cuenta muchos
de estos elementos para poder dar cuenta del conflicto y si los intereses que
secundan la escalada de violencia pueden resultar compatibles en una
negociación visiblemente ardua.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Para pensar otra epistemología:
críticas y revisiones al paradigma
epistemológico de las Ciencias
Sociales en Immanuel Wallerstein y
Boaventura de Sousa Santos
Thinking another epistemology: critics and reviews of the Social Science’s
epistemologic paradigm in Immanuel Wallerstein and Boaventura de Sousa Santos
ERIKA BECKMANN
Centro de Estudios Desarrollo y Territorio-Rosario
(CEDeT-Rosario), Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de
Rosario. Correo electrónico: eri.beckmann@gmail.com
Resumen
El artículo se propone reconstruir
las
críticas
que
Immanuel
Wallerstein y Boaventura de Sousa
Santos realizan al modo en que se
han construido y los supuestos
sobre los que se asientan las
Ciencias
Sociales
modernas.
Retomando algunos aspectos de las
críticas
al
paradigma
epistemológico hegemónico que
muchos
autores
iniciaron
a
mediados del siglo XX, proponen
nuevas aristas y desafíos para
pensar la reconstrucción de las
Ciencias Sociales desde parámetros
vinculados a sus procesos históricos
de conformación, los sujetos
sociales que los protagonizan (con
sus intereses y disputas de poder) y
su pluralidad filosófica y
Abstract
This paper aims to reconstruct
Immanuel
Wallerstein
and
Boaventura de Sousa Santos critics
towards the way Modern Social
Sciences were constructed, and
theoretical assumptions they lie
upon. Picking up aspects of the
critics
to
the
hegemonic
epistemological paradigm some
authors initiated in the mid-20th
century, they propose new facets
and challenges to think the
reconstruction of Social Sciences,
based upon parameters connected
to their historical conformation
processes, the social subjects who
are their protagonists (with their
own interests and power disputes),
and
their
philosophical
and
methodological plurality. Both
207
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
metodológica. Ambos conciben a la
ciencia no como un saber de
jerarquía superior al resto, sino
como una forma particular de
conocimiento ─cuya importancia no
podemos soslayar─, pero que
convive con otras formas de saber
que podemos y debemos respetar, y
que engendran prácticas sociales,
conforman culturas y producen
conocimiento. Lo cual no implica la
negación ni la relegación de las
Ciencias Sociales, sino su apertura a
nuevas
concepciones
y
metodologías por un lado, y a un
diálogo democrático con otras
formas de saber y de producir
conocimiento, por el otro.
conceive Science not as a hierarchic
knowledge superior to others, but
as a specific form of knowledge –
which importance can’t be denied-,
but that coexists with other forms
of knowledge that we can and
should respect, and that originate
social practices, define cultures and
produce knowledge. This does not
imply to reject or relegate social
sciences, but to open up to new
conceptions and methodologies on
the one hand, and to a democratic
dialogue with other forms of
knowing
and
of
producing
knowledge on the other.
Palabras clave
Keywords
Epistemología crítica ─ Ciencias
Sociales ─ ecología de saberes
Epistemological critic ─ Social
Sciences ─ knowledges ecology
208
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Introducción
En el presente trabajo se intentará reconstruir las críticas que Immanuel
Wallerstein y Boaventura de Sousa Santos realizan al modo en que se han
construido y los supuestos sobre los que se asientan las Ciencias Sociales
modernas.
Ambos autores proponen refundar las bases de la epistemología del conjunto
de las ciencias occidentales, quizás continuando y profundizando las críticas
al paradigma epistemológico hegemónico que muchos autores iniciaron a
mediados del siglo XX. En efecto, Gregorio Klimovsky reconoce la existencia
de un movimiento crítico, que ─sin constituir una posición ni un movimiento
unificados─ intentó proponer métodos alternativos, menos rígidos y más
atentos a los condicionantes sociales de la ciencia. En los últimos capítulos de
“Las Desventuras del Conocimiento Científico” propone como exponentes de
lo que llama la “nueva epistemología” a autores que hoy son clásicos de la
epistemología, como Kuhn, Lakatos, Feyerabend, Bachelard, Althusser y
Piaget, que abrieron la posibilidad de pensar la ciencia desde otros
parámetros, más vinculados a los procesos históricos de su conformación, los
sujetos sociales que los protagonizan (con sus intereses y disputas de poder) y
su pluralidad filosófica y metodológica.
A partir de esta veta, numerosos autores han abonado luego a la posibilidad
de concebir la ciencia no como un saber de jerarquía superior al resto, sino
como una forma particular de conocimiento cuya importancia no podemos
soslayar en la sociedad moderna y posmoderna, pero que convive con otras
formas de saber que podemos y debemos respetar, y que engendran prácticas
sociales, conforman culturas y producen conocimiento. Pero postular ─al
estilo de Feyerabend─ la ciencia en una sociedad libre, supone realizar un
ejercicio por develar las bases en que se asienta la ciencia occidental ─y en
particular, en nuestro caso, las ciencias sociales─, para liberarla de su
costado colonialista, partícipe de un proyecto de poder y civilizatorio
excluyente. Lo cual no implica la negación ni la relegación de las ciencias
sociales, sino su apertura a nuevas concepciones y metodologías por un lado,
y a un diálogo democrático con otras formas de saber y de producir
conocimiento, por el otro.
En este marco es que cobran relevancia las obras de Immanuel Wallerstein y
Boaventura de Sousa Santos. Si bien sus producciones han sido muy prolíficas y
variadas, a los fines de este trabajo nos vamos a restringir a sus aportes para
pensar otras ciencias sociales posibles, comenzando por las críticas que ambos
realizan a su configuración epistemológica y metodológica hegemónica. La
exposición de tales críticas se organizará en torno a tres ejes principales:
Las dualidades sujeto/objeto y ciencias sociales/ciencias naturales,
teñidas por la influencia de la lógica de las ciencias físico-naturales, su
base empírica, su modelo de racionalidad y su pretensión de formulación
de leyes universales.
La separación disciplinar en las Ciencias Sociales en al menos tres dominios
del saber, concomitante con los postulados de la filosofía liberal que
dividen la acción humana en tres ámbitos de experiencia; y
La invisibilización o incluso negación de las formas de conocimiento
alternativas al conocimiento científico, y con ella, la subordinación de los
pueblos y culturas portadores de tales saberes.
209
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Tener conciencia de los límites de la forma de producción de conocimiento en
que estamos comprometidos, tomar los recaudos frente a los cuales estos
autores nos previenen e incorporar ─en la medida de nuestras posibilidades─
algunas de sus sugerencias, constituye a nuestro juicio un primer gran paso
para lograr una ciencia social más atenta a la sociedad que aporta a construir,
y aún más importante, más comprometida con proyectos políticos
emancipatorios.
1. La dualidad constitutiva
Hoy ya nadie duda que las Ciencias Sociales nacieron al calor de la expansión
del sistema capitalista, y en una relación dinámica con él ─o quizás
dialéctica, ya que ambos procesos, si bien mantuvieron sus propias lógicas
internas, se alimentaron mutuamente. Época de grandes transformaciones, los
siglos XVI y XVII alumbraron la economía-mundo capitalista, proceso en el
marco del cual la Revolución Francesa tuvo un lugar fundamental como
cristalización del nuevo orden (en su doble sentido de condensación de las
tendencias de la época, y de posibilidad de visualización de sus “peligros”
inherentes).
Según apunta Immanuel Wallerstein, a partir de la Revolución Francesa se
aceleró la transformación de la economía-mundo capitalista en un sistemamundo, proceso en el marco del cual surgieron tres conjuntos de instituciones
culturales, como expresión y respuesta a lo que aparecía como la “normalidad
del cambio”: las Ideologías, los Movimientos y, tema que nos interesa, las
“Ciencias Sociales”. (Wallerstein, 1998: 18)
“La presión por la transformación política y social había adquirido una
urgencia y una legitimidad que ya no resultaba fácil contener mediante la
simple proclamación de teorías sobre un supuesto orden natural de la vida
social. En cambio, muchos ─sin duda con esperanzas de limitarlo─
sostenían que la solución consistía más bien en organizar y racionalizar el
cambio social que ahora parecía inevitable en un mundo en el que la
soberanía del "pueblo" iba rápidamente convirtiéndose en la norma. Pero
para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario
estudiarlo y comprender las reglas que lo gobernaban. No sólo había
espacio para lo que hemos llegado a llamar ciencia social, sino que había
una profunda necesidad social de ella.” (Wallerstein, 1996: 10-11)
En “Abrir las Ciencias Sociales” (1996), el autor afirma que las Ciencias
Sociales son “una empresa del mundo moderno”, un componente insoslayable
de su construcción, un intento por comprender esa realidad cambiante, y
gobernar su devenir. Su constitución se basó en dos pilares epistemológicos
fundamentales:
El modelo newtoniano, según el cual hay una simetría entre el pasado y el
futuro, lo que permite construir la noción de certeza y verdad (lo conocido
hoy es válido para mañana).
El dualismo cartesiano, que afirma la distinción cualitativa entre la
naturaleza y lo humano, el mundo físico/natural y el mundo
social/espiritual; base de dos distinciones homólogas: la que opone al
sujeto cognoscente del objeto conocido, y aquella que separa dos dominios
del saber, las ciencias naturales de las ciencias del hombre.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
A estos dos pilares, podríamos agregar un tercero, legado también por los
mismos autores: la fe en la razón como fuente y guía del conocimiento; la
convicción de que mediante la razón se puede acceder a la verdad.
Las Ciencias Sociales fueron así definidas como el “estudio empírico del
mundo social”, realizado con la intención de comprender el “cambio normal”
e influir en él. Por oposición al saber especulativo (encarnado en la Filosofía,
pero no sólo en ella) las nacientes Ciencias Sociales impulsaron el
conocimiento “objetivo” de la realidad, entendiendo que esto podría
alcanzarse a través del riguroso respeto del método científico y tomando
como base aquello que pueda ser empíricamente observado y comprobado.
Así, “la ciencia pasó a ser definida como la búsqueda de las leyes naturales
universales que se mantenían en todo tiempo y espacio” (Wallerstein, 1996:
5), sancionando la subordinación de las nacientes Ciencias Sociales a la lógica
(epistemológica y metodológica) de las ciencias físico-naturales.
Retomando la dicotomía clásica propuesta por Wilhelm Windelband,
Wallerstein señala que una de las primeras disputas que atravesaron la
conformación de las Ciencias Sociales, fue la que opuso a las ciencias
calificadas como nomotéticas (aquellas cuya pretensión última era la de
establecer las leyes regulares del comportamiento), a las ciencias
ideográficas, cuya pretensión era la de comprender en su profundidad,
fenómenos singulares o particulares a un pueblo, región, cultura o momento
histórico ─descartando toda pretensión de universalidad. Progresivamente, la
categoría de Ciencias Sociales, o quizás el estatuto de cientificidad, fue
reservándose cada vez más para las primeras ─encarnadas en la tríada
clásica: economía, ciencia política y sociología─ mientras que las segundas
─representadas por la historia y la antropología─ fueron relegadas al campo
de las “humanidades”. Diferenciación que rebasó el campo conceptual para
plasmarse, según el autor, en la propia creación de las unidades académicas
(facultades e institutos, en nuestro caso), delineando itinerarios académicos
─e incluso espacios─ separados. Sobre este punto en particular volveremos
más adelante.
Esta incipiente institucionalización adquirió así algunos rasgos específicos:
Los conocimientos producidos tuvieron que ver preponderantemente con
los principales países de la economía-mundo capitalista, a saber:
Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos (EEUU).
Casi todos los científicos sociales se abocaron al estudio del propio país.
El modo de trabajar era casi exclusivamente empírico y concreto, abocado
al descubrimiento de leyes, que ─a pesar de su carácter de estudio
“situado” en una realidad concreta─ tendrían potencial de explicación del
comportamiento humano a nivel universal.
Dicha base empirista y carácter nacional les dieron un fuerte vínculo con
renovadas políticas de estado, pensadas para “gobernar de manera
inteligente un mundo donde el cambio era normal”, favoreciendo su
avance pero a la vez limitándolo en cuanto pretendiera conmover las
estructuras creadas.
Este conjunto de rasgos configuraron en las Ciencias Sociales una especie de
“misión civilizadora”, que acompañó la expansión de la economía-mundo
capitalista de la mano de los países que lideraron este proceso: la
“normalidad” era sólo aquella que transcurría en los países centrales, y en
tanto imagen del futuro posible o punto de llegada para el resto del mundo
211
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
(proceso que, muchos años, teorías y autores después, pasarían a denominar
“desarrollo”) dichas naciones civilizadas asumieron para sí el rol de promover
─o imponer si fuera necesario─ ese particular modo de organización de la
vida política, social y económica que encarnaba el mundo burgués:
“Durante el siglo XIX, la aceptación de la normalidad del cambio incluyó
la idea de que éste era normal sólo en el caso de las naciones civilizadas y
que, por lo tanto, era obligatorio para dichas naciones imponer el cambio
al obstinado resto del mundo. Las ciencias intervendrían como un modo
de describir las costumbres invariables, abriendo así el camino hacia la
comprensión de cómo este otro mundo podría traerse a la `civilización´.”
(Wallerstein, 1998: 23)
Esta intuición de Wallerstein será retomada pocos años después por los
autores latinoamericanos que integraron el Grupo Modernidad/Colonialidad 209,
hacia fines de la década de 1990, quienes afirman que la modernidad posee
un lado oscuro inseparable de ella: la colonialidad. Ni consecuencia
desafortunada, ni efecto no deseado, la colonialidad es para estos autores
intrínseca a la lógica y dinámica de expansión del sistema capitalista,
colonialidad que no es sólo política, sino también epistemológica y
estructurante de los modos de percepción y organización de la vida. De allí
que distinguen la colonialidad del poder, la colonialidad del saber y la
colonialidad del ser, aunque esta tríada se desarrolla y manifiesta siempre de
manera concomitante.
El otro autor al que haremos referencia en este trabajo, y que desarrolla
también una crítica al paradigma epistemológico que guió la construcción de
las Ciencias Sociales en los siglos XVII y XVIII es, como hemos adelantado en la
Introducción, Boaventura de Sousa Santos.
De manera similar a Immanuel Wallerstein, plantea que el modelo de
racionalidad que guió la constitución de la ciencia moderna, estuvo basado en
el predominio y guía de las Ciencias Naturales; modelo que después se
transmitió a las Ciencias Sociales, de aparición posterior. Una de las
características que este autor enfatiza en su análisis del surgimiento y
consolidación de la ciencia moderna, es su pretensión de erigirse como
racionalidad única, como la racionalidad misma por antonomasia; lo cual lo
lleva a definirla como un modelo totalitario “en la medida en que niega el
carácter racional a todas las formas de conocimiento que no se pautaran por
sus principios epistemológicos y por sus reglas metodológicas” (De Sousa
Santos, 2009: 21). Sobre las consecuencias de este punto en particular,
volveremos más adelante.
La segunda separación analizada por este autor es la mencionada distinción ‒
tajante, absoluta‒ entre naturaleza y ser humano. El hombre, sujeto activo
de conocimiento, intenta descubrir las leyes que gobiernan la naturaleza, la
cual aparece como pasiva y eterna, en el sentido de que es concebida como
un mecanismo estable, formada por elementos cuya lógica de unión e
interacción puede ser descifrada y formulada como leyes inmutables. Pero
además, y esto también traerá graves consecuencias, este descubrimiento
Entre otros: Aníbal Quijano ─quien había trabajado con Wallerstein en Nueva York─,
Ramón Grosfoguel, Edgardo Lander, Walter Mignolo, Arturo Escobar, Fernando Coronil,
Enrique Dussel y Santiago Castro-Gómez.
209
212
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
tiene por objeto, un vez más el control sobre la naturaleza, su dominio para
de alguna forma “poseerla”, gobernarla, transformarla. Formulación de leyes
y posibilidad de predicción pasan a ser así los pilares y prueba básica de los
que toda ciencia debía dar cuenta para erigirse en tal: el conocimiento
científico así concebido “es un conocimiento causal que aspira a la
formulación de leyes, a la luz de regularidades observadas, con vista a prever
el comportamiento futuro de los fenómenos”, lo cual supone, evidentemente,
el orden y la estabilidad del mundo natural (Ídem: 25).
Este modelo empírico-mecanicista tiñó también a las Ciencias Sociales, de
posterior aparición. Sin embargo, aun compartiendo algunos rasgos
fundamentales, este modelo adoptó dos variantes principales. La primera de
ellas adoptó de manera más lineal el conjunto de principios epistemológicos y
metodológicos de las ciencias físicas (conocida es la “física social” de Comte);
mientras que la segunda ‒al principio marginal, pero luego crecientemente
aceptada‒ reivindicó para las Ciencias Sociales un estatuto epistemológico y
metodológico propio. Sin embargo, y por más antipositivista que se
pretendiera esta segunda variante, ambas tienen en común algunos supuestos
estructurantes:
La distinción naturaleza/ser humano, y la visión mecanicista de la
naturaleza, a la cual se opone la especificidad de lo humano.
El conocimiento científico como el único modo válido de conocer.
Un modelo de racionalidad única (o al menos predominante).
Este modelo de cientificidad es el que, según este autor, comienza a entrar
en crisis en el siglo XX. Crisis provocada, paradójicamente, por el propio
avance del conocimiento propiciado bajo este paradigma, que fue horadando
los pilares sobre los que se sostenía ‒y en gran medida, sigue sosteniéndose,
aunque con mayores niveles de cuestionamiento. En principio, la separación
sujeto/objeto es cuestionada por la idea de que no conocemos de lo real sino
lo que en él introducimos, lo cual tiene dos consecuencias fundamentales:
nuestro conocimiento nunca puede ser total ni mucho menos definitivo, sino
más bien probable y aproximado; y la separación entre el sujeto que conoce y
el objeto conocido tampoco puede ser tajante, sino que se asemeja más a un
continuum que a una dicotomía. Y en segundo lugar, se cuestiona la idea de
ley, y con ella el principio de causalidad e inmanencia propio la propia física
clásica. Ella está siendo conmovida en sus raíces a partir de teorías que
postulan la irreversibilidad e historicidad de los sistemas abiertos, lo que
conlleva asumir “en vez de la eternidad, la historia; en vez del determinismo,
la imprevisibilidad; en vez del mecanicismo, la interpenetración, la
espontaneidad y la autoorganización; en vez de la reversibilidad, la
irreversibilidad y la evolución; en vez del orden, el desorden; en vez de la
necesidad, la creatividad y el accidente” (De Sousa Santos, 2009: 34).
Por otro lado, a nivel social el conocimiento científico es cuestionado en el
momento en que se descree de la autonomía e imparcialidad de la ciencia.
Sobre todo a partir de mediados del siglo XX, y de la mano de la
industrialización de la ciencia y su expansión global, se volvió mucho más
visible su compromiso con ‒y su aporte a‒ los centros de poder económico,
social y político, los cuales influyen de manera decisiva en la fijación de las
agendas científicas. Proceso que, indefectiblemente, contribuyó a ensanchar
la brecha ‒en términos de desarrollo científico y tecnológico, pero también de
poder‒ entre los países centrales y los periféricos.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Frente a este paradigma en crisis, y como un intento de pensar sus
posibilidades de superación, el autor propone varias hipótesis de trabajo:
En primer lugar, la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales ya
deja de tener sentido como vector organizador de la producción de
conocimiento.
En segundo lugar, contrariamente a lo que podría pensarse, o lo que dicta
el sentido común más instalado, la síntesis entre ambos polos tendrá como
catalizador o polo dominante a las Ciencias Sociales.
Tercero, para cumplir cabalmente este rol, las Ciencias Sociales se verán
en la necesidad de rechazar todas las formas de positivismo lógico o
empírico, así como los mecanicismos materialistas o idealistas.
Cuarto, esta síntesis no apuntará a producir una teoría general, sino más
bien a promover la conjunción de objetos teóricos hasta el momento
separados.
Y finalmente, a medida que esta síntesis avance, la distinción jerárquica
fundante de la cientificidad, que diferencia saber científico y saber vulgar,
tenderá a desaparecer para ver el surgimiento de una “filosofía de la
práctica”.
Apuesta especulativa y ambiciosa a la vez, no podemos saber ahora si ‒y en
cuánto‒ se materializará. Pero sí podemos pensar qué vías de resignificación
para el quehacer científico se abren a partir de ella, y eso es quizás su mayor
valor y productividad.
2. Las separaciones disciplinares
Como se adelantó en el punto anterior, una de las características que asumió
el naciente campo del pensamiento científico social fue una separación del
mismo en tres disciplinas. Según Immanuel Wallerstein, las denominaciones
adoptadas reflejan en gran medida el triunfo de la ideología liberal, ya que la
división del conocimiento social en tres disciplinas independientes se
corresponde con tres esferas ‒pretendidamente‒ autónomas de actividad:
Mercado /
Economía
Estado /
Ca. Política
Vida
personal /
Sociología
En efecto, para este autor, era central a la teoría liberal la cuidadosa
delimitación de dimensiones separadas del quehacer humano, ya que esto
constituía la base de la especificidad de la acción económica, sin la cual
buena parte del arsenal teórico de la ciencia económica hegemónica se
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
derrumbaría. De él se desprendió el estudio de la especificidad de la acción,
características y organismos del Estado, imprescindible como se dijo, para
“gobernar el cambio”, como base de la planificación racional de políticas. Y
frente a estos dos campos con densidad y objetivos propios, emergió una
tercera categoría, casi de forma residual, que abarcó todas aquellas
actividades no vinculadas directamente con el mercado ni con el Estado: la
vida diaria, los comportamientos colectivos, las conductas desviadas, etc.
Paralelamente, otros saberes se consolidaron e institucionalizaron, entre
ellos, la historia y la antropología. Sin embargo, su estatuto de cientificidad
fue cuestionado ‒relegándolas al campo de las “humanidades” y no al de la
ciencia‒ en el primer caso por su carácter ideográfico (es decir, más
comprometido con el hallazgo de las características específicas que de las
leyes generales), y en el segundo por su orientación al estudio de los pueblos
extra-europeos ‒destinatarios por definición de la acción civilizadora.
Así, la lógica de las fronteras tuvo en esta naciente constitución tres
manifestaciones, todas ellas “enunciadas con vigor y defendidas como
cruciales”:
La segmentación pasado/presente que separaba a la historia ideográfica de
la tríada nomotética de economía, ciencia política y sociología.
La oposición civilizado/no civilizado o su equivalente europeo/no europeo,
que separaba a las cuatro disciplinas anteriores de la antropología y los
estudios orientales.
La diferenciación entre mercado, Estado y sociedad civil que constituían
respectivamente los ámbitos de la economía, la ciencia política y la
sociología.
Sin embargo, “nadie, de manera subjetiva, tiene tres motivaciones
segregadas: la económica, la política y la sociocultural; y tampoco existen
instituciones reales que de hecho estén en un solo escenario.” (Wallerstein,
1998a: 286) Al contrario, “el todo es una madeja inseparable”, y para realizar
un cabal estudio de los fenómenos sociales es preciso asumir una perspectiva
holística, lo que supone reorganizar no sólo nuestros modos y lógicas de
producción de conocimiento, sino también las instituciones académicas ‒
universidades e institutos‒ en que esta segmentación se ha materializado. Y
esto es así porque para este autor, esta diferenciación en disciplinas no se
limitó a la delimitación de campos de producción intelectual o científico
académica, sino que permeó también la constitución de institutos, facultades
o unidades académicas equivalentes, estructuras creadas no sólo para
producir nuevo conocimiento sino también para reproducir a los productores
de conocimiento (con su particular status, jerarquía y poder, quizás
podríamos agregar). Disciplinas del conocimiento, estructuras corporativas y
creación de comunidades científicas especializadas se enlazan así en una
misma lógica de parcelación de la realidad y con ella, del conocimiento.
Este esquema funcionó sin grandes alteraciones hasta mediados del siglo XX.
Pero los cambios acaecidos en el sistema mundial luego de 1945 ‒el auge de
EEUU hasta asumir la hegemonía mundial, el resurgimiento político del mundo
no occidental y la expansión del sistema universitario, que multiplicó el
número de científicos sociales profesionales‒ convirtieron estas fronteras en
un problema, un dique ficticio que ya demostraba tener poca capacidad
heurística para explicar el funcionamiento de un mundo sumido en nuevas
transformaciones. Y a la vez en la práctica misma de las Ciencias Sociales
215
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
estas fronteras se habían en gran medida desdibujado, y era frecuente
observar múltiples superposiciones en los temas de interés, las perspectivas
conceptuales, los objetos de estudio y las metodologías utilizadas. Así, no
sólo se fue volviendo cada vez más difícil encontrar líneas divisorias claras
entre las disciplinas sociales sino que también el interior de cada disciplina se
hizo más heterogéneo, a medida que los límites de los objetos de
investigación se iban haciendo más laxos; lo cual “condujo a un
cuestionamiento interno considerable en torno a la coherencia de las
disciplinas y la legitimidad de las premisas intelectuales que cada una de ellas
había utilizado para defender su derecho a una existencia separada.”
(Wallerstein, 1996: 52)
Habida cuenta de que este proceso no parece haberse revertido ‒ni es
deseable que ello ocurra‒ el autor afirma que la única perspectiva disponible
para la recreación de las Ciencias Sociales ‒plausible de ser realizada y
provechosa en sus consecuencias‒ en el marco de una “cultura abierta”, es la
reunificación política y epistemológica de todas las ramas del conocimiento
social.
3. La negación de saberes y la invisibilización de las culturas
Se ha mencionado más arriba que el marco de separación disciplinar analizado
por Wallerstein funcionó sin mayores cuestionamientos ni fisuras hasta
aproximadamente mediados del siglo XX, profundizándose las controversias
particularmente luego de la II Guerra Mundial, cuando el orden global se ve
modificado por la hegemonía estadounidense (enfrentado con la ex-URSS,
pero dejando a la devastada Europa en un segundo plano) y desafiado por la
presencia de los países orientales. En el marco de un sistema-mundo en
transformación, los dispositivos intelectuales diseñados para conocerlo fueron
también disputados. Si bien son varias cuestiones las que apunta el autor, me
interesa resaltar algunas de ellas en particular.
En principio, en este escenario de creciente cuestionamiento al sistema
colonial, desde diversos sectores se criticó la parroquialidad del conocimiento
producido, su validez restringida a los países en que se originó, el cual era
postulado sin embargo como universalmente válido. El argumento central era
‒y creo que en gran medida sigue siendo, ya que esta influencia dominante de
los centros de producción del saber no ha sido reemplazada, sino quizás sólo
interpelada‒ que lo que las Ciencias Sociales presentaban como aplicable al
mundo entero en realidad “representaba sólo las opiniones de una pequeña
minoría de la humanidad” (Wallerstein, 1996: 56), pero que esa pequeña
minoría de naciones era la que ejercía el poder efectivo sobre el mundo, y si
ese poder existía dentro del mundo académico, es porque primero se había
creado una estructura de poder político, económico y militar a nivel mundial.
En este sentido, los cuestionamientos a las Ciencias Sociales occidentales
fueron un correlato, otra arista, de la puesta en entredicho del dominio de
Occidente en casi todo el globo.
Frente ‒y en atención‒ a este etnocentrismo, es que el autor sugiere, como
una de las tareas urgentes de las Ciencias Sociales en la actualidad, la
necesidad de revisar en profundidad las premisas teóricas sobre las que las
mismas se sustentan, los supuestos a priori no justificados y que marcaron
este camino de construcción de una única ‒o preponderante‒ manera de
conocer el mundo social, y la consecuente invisibilización de otras realidades,
216
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
y con ella otros saberes y otros modos de construcción del conocimiento. Este
reclamo de elucidación de tales premisas teóricas ‒epistemológicas y
metodológicas‒ es también en sí mismo un reclamo de “descolonización del
saber”, como bien apuntaron los autores de la perspectiva decolonial; es una
voz que se alza ‒desde la periferia o semi-periferia del sistema-mundo
capitalista‒ en pos de la transformación de las relaciones de poder que
engendraron el andamiaje epistemológico-institucional sobre el que se
erigieron las Ciencias Sociales modernas.
Este reclamo por desnudar las bases sobre las que se erigió la ciencia
occidental y la consecuente necesidad de rehabilitar otros modos de conocer
aparece también formulado y desarrollado en los textos de Boaventura de
Sousa Santos. En este sentido, en “Epistemología del Sur” propone tres
conclusiones producto de sus investigaciones:
La experiencia social en todo el mundo es mucho más amplia y variada de
lo que la tradición científica o filosófica occidental conoce y considera
importante;
Esta riqueza social está siendo desperdiciada, y de este desperdicio se
nutren las ideas que proclaman que no hay alternativa o que la historia
llegó a su fin;
Para combatir el desperdicio de la experiencia, para hacer visibles las
iniciativas y movimientos alternativos y para darles credibilidad, es
necesario proponer otro modelo de racionalidad.
Para este autor, la prioridad y superioridad atribuida al estilo de vida
capitalista occidental y los saberes que lo fundan ‒sobre todo el paradigma
científico, que es el que aquí nos ocupa‒, tiene sus raíces en el proceso de
expansión del capitalismo apoyado en el colonialismo (que fue político, pero
también social, cultural y luego epistemológico), cuya articulación ha mutado
hoy en sus formas ‒ya que quedan muy pocos territorios con status jurídico de
colonias‒ pero no en su esencia, que sigue vigente. Vínculo omitido por la
ciencia social europea pero denunciada por las voces críticas del Sur,
capitalismo y colonialismo se enlazaron en la producción de nuestra
cosmovisión que legitima prácticas a la vez que oculta o descalifica
experiencias a través del mecanismo que Boaventura llama de producción de
“no-existencia”. En referencia a la pluralidad de formas de producción de
conocimiento, lo activamente producido como no-existente son todas aquellas
formas de saber distintas del científico: los saberes populares, de los pueblos
ancestrales, las prácticas asentadas en años de historia de nuestros pueblos,
las cosmovisiones diferentes a la organización racional-científica del mundo.
Por esta razón, el autor afirma que el privilegio epistemológico concedido a la
ciencia moderna (entendiendo esta concesión como una construcción social,
cultural y política, atravesada por disputas de poder) es producto de un
epistemicidio, de una destrucción de todos los conocimientos alternativos que
podrían poner en tela de juicio tal privilegio.
Este modelo de racionalidad Boaventura lo llama la “razón metonímica” y se
caracteriza por reivindicarse como la única racionalidad posible; se afirma
como razón exhaustiva, exclusiva y completa: “por esa razón, hay sólo una
lógica que gobierna tanto el comportamiento del todo como el de cada una de
las partes y éstas no tienen existencia fuera de la relación con la totalidad.”
(De Sousa Santos, 2009: 103) Luego, a partir de esta voluntad de totalización
pero a la vez de subordinación, esta razón metonímica produce dicotomías
217
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
que combinan solapadamente la simetría con la jerarquía: relación horizontal
entre partes que produce a la vez que oculta una verticalidad irresoluble
dentro de los términos de tal racionalidad. Y estas dicotomías jerárquicas:
capital/trabajo, civilizado/primitivo, conocimiento científico/conocimiento
tradicional; constituyen “anteojeras” que nos dificultan observar y pensar la
pluralidad y la especificidad de nuestras realidades y experiencias del Sur:
“La contracción del presente esconde, así, la mayor parte de la
inagotable riqueza de las experiencias sociales en el mundo. (…) La
pobreza de la experiencia no es expresión de una carencia, sino de una
arrogancia. La arrogancia de no querer verse, y mucho menos valorizar, la
experiencia que nos rodea, dado que está fuera de la razón a partir de la
cual podríamos identificarla y valorizarla.” (Ídem: 107)
La consecuencia de esta operación epistemológica es la violencia, destrucción
y silenciamiento de todo aquello distinto de Occidente. Lo no existente, es así
activamente producido como invisible, ininteligible o descartable, es decir,
como una alternativa no creíble ni viable a lo que existe de manera
hegemónica.
Esta producción de no existencia se basa en cinco monoculturas:
La monocultura del saber y del rigor del saber, que consiste en la
transformación de la ciencia moderna en criterio único de verdad, que
declara ignorante o inculto toda forma alternativa de conocimiento;
La monocultura del tiempo lineal, según la cual la historia tiene un sentido
y dirección unívocos, que han dado lugar al surgimiento de nociones tales
como progreso, modernización, desarrollo, entre otras, que declaran como
atrasado todo aquello asimétrico respecto de lo declarado “avanzado”;
La monocultura de la clasificación social, que naturaliza las diferencias
entre distintos grupos poblacionales, las ordena jerárquicamente y condena
tales grupos a la inferioridad insuperable (en tanto que natural);
La monocultura de la escala dominante, que establece el predominio de la
escala universal y global y relega las entidades y realidades alternativas al
particularismo y lo local, incapacitándolas como alternativas sistémicas; y
La monocultura productivista, que, proponiendo como objetivo
incuestionable el crecimiento económico, se asienta en los criterios de
productividad capitalista y lo aplica tanto al trabajo humano como a la
naturaleza.
Frente a esta razón metonímica, “obcecada por la idea de orden”, propone
construir una nueva epistemología que se pregunte por la validez de una
forma de conocimiento basada en el colonialismo. Afirma que es posible
conocer creando solidaridad, basándonos en una nueva relación entre
igualdad y diferencia: “La solidaridad como forma de conocimiento es el
reconocimiento del otro como igual, siempre que la diferencia le acarree
inferioridad, y como diferente, siempre que la igualdad ponga en riesgo su
identidad”. Ello supone realizar tres operaciones, que entrelazadas
conformarían, frente a la descripta “epistemología de la ceguera”, una
“epistemología de la visión”:
Construir una epistemología de los conocimientos ausentes: parte de la
premisa de que todas las prácticas sociales son prácticas de conocimiento;
sólo que no todas se fundan en el conocimiento científico sino que algunas
218
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
lo hacen en conocimientos alternativos. Frente a esta diversidad, no hay
razones a priori que sustenten el privilegio de una forma particular de
conocimiento sobre el resto. Para identificar estas formas alternativas, es
necesario no reducir “la realidad a aquello que existe”, sino recurrir
también al análisis de las prácticas y realidades suprimidas, silenciadas,
marginadas, emergentes o imaginadas.
Edificar junto a la anterior, una epistemología de los sujetos ausentes: la
nueva constelación de conocimientos orientados por la solidaridad del
reconocimiento debe ser complementada por “la invención de
subjetividades individuales y colectivas, capaces y deseosas de hacer
depender su práctica social de esa misma constelación de conocimientos”
(De Sousa Santos, 2009: 90). Es decir, esta epistemología supone poner en
marcha nuestra capacidad de crear una nueva manera de pensarnos en el
mundo, con los otros, rompiendo el individualismo, la indiferencia y la
competencia que el capitalismo ha marcado a fuego en nuestra
subjetividad.
Revisar la representación y sus límites: las dos operaciones recién
mencionadas permiten revisar algunos criterios con que se ha construido la
ciencia moderna, tales como la relevancia, que hoy claramente se
complejiza y no admite respuestas unilaterales; la identificación de
prioridades, ya que ésta también puede ser debatida abiertamente en
función de distintas constelaciones de saberes; la inteligibilidad,
aplicabilidad y correlatos de los conocimientos producidos, que ahora
deben ser por un lado confrontados con el proyecto de sociedad que se
busca construir, y por el otro cuidadosamente medidos en sus
consecuencias.
Junto a esta epistemología de la visión, Boaventura propone realizar una
“sociología de las emergencias”, que contrarreste el efecto de las cinco
monoculturas que se enlazan en la producción de no-existencia. Esta
sociología por tanto, apunta a sustituir las monoculturas ‒el predominio de lo
único‒ por ecologías, donde conviven lo diverso y lo múltiple, en equilibrio.
La ecología de los saberes procura identificar los otros saberes y criterios
de rigor que operan en las prácticas sociales;
La ecología de las temporalidades intenta descubrir las distintas reglas del
tiempo social y diferentes códigos temporales que rigen las prácticas de los
pueblos;
La ecología de los reconocimientos apunta a tejer una nueva articulación
entre el principio de igualdad y el principio de diferencia, rescatando las
diferencias pero poniéndolas en un plano de igualdad, es decir, librándolas
de la organización jerárquica propia de la clasificación social;
La ecología de las transescalas propone rescatar simultáneamente
aspiraciones universales ocultas y escalas locales/globales alternativas que
no resultan de la globalización hegemónica; y finalmente
La ecología de las productividades consiste en la recuperación y
valorización de los sistemas alternativos de producción, de las
organizaciones económicas populares, de las cooperativas y empresas
autogestionadas. (Ídem: 113 a 123).
En cada uno de estos cinco campos, el objetivo es poner a la luz la diversidad
y heterogeneidad de prácticas sociales, aceptando que todas ellas contienen y
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
comportan conocimiento, y reivindicándolas como alternativas viables y
creíbles, en contraposición a las hegemónicas.
La ciencia moderna como parte de una ecología de saberes
La noción de ecología de saberes ‒y la ubicación de la ciencia como una forma
de conocimiento más dentro de ella‒ implica una revolución epistemológica
en el seno de la universidad. La ecología de saberes consiste en el diálogo
entre el saber académico y los saberes populares, tradicionales, originarios,
urbanos, solidarios, políticos, que son producidos y circulan en la sociedad.
La universidad, al concentrarse en el conocimiento científico y considerarlo la
única forma de conocimiento válido, fue parte del dispositivo de
invisibilización que contribuyó a la descalificación y hasta la destrucción de
formas de conocimiento diferentes, y con ellos, a la marginalización de los
grupos sociales que solamente disponían de esas formas de conocimiento.
La ecología de saberes, por el contrario, es un conjunto de prácticas que
promueven una nueva convivencia activa de saberes con el supuesto de que
todos ellos ‒incluso el universitario‒ se pueden enriquecer a partir de ese
diálogo. Si bien De Sousa Santos propone revitalizar formas de conocimiento
no científico, ello no supone desacreditar en ese movimiento al propio
conocimiento científico, sino que propone “su uso contrahegemónico”, el cual
consiste tanto en la exploración de la pluralidad interna de la ciencia, como
en la promoción de la interrelación entre formas y fuentes varias de
conocimiento (De Sousa Santos, 2010a: 35):
“Hoy en día, nadie pregunta el valor total de las intervenciones del
mundo real posibilitadas por la productividad tecnológica de la ciencia
moderna. Pero esto no debería evitar que reconozcamos el valor de otras
intervenciones del mundo real posibilitadas por otras formas de
conocimiento (…) En esto radica el impulso para una copresencia
igualitaria (como simultaneidad y contemporaneidad) y para la
incompletud. Puesto que ningún tipo de conocimiento puede dar
explicación a todas las intervenciones posibles en el mundo, todos ellos
son incompletos en diferentes modos (…) La ecología de saberes expande
el carácter testimonial de los saberes para abrazar también las relaciones
entre conocimiento científico y no-científico, por lo tanto expandir el
rango de la intersubjetividad como interconocimiento es el correlato de
la intersubjetividad y viceversa.” (Ídem: 36-37).
A diferencia de lo que ocurre con la tradición científica occidental, más que
pensar en términos de jerarquías únicas y universales, este autor apunta a
reconocer diferentes jerarquías en función de los contextos, los propósitos de
utilización, las consecuencias en la realidad de cada práctica de saber así
como sus beneficios sociales. Por ello, son premisas de la ecología de saberes
es la prudencia, el cuestionamiento constante, el respeto y la conciencia de la
parcialidad e incompletud del propio ‒y de todo‒ conocimiento. A partir de
este reconocimiento mutuo de los saberes y los sujetos que los encarnan, las
universidades podrán convertirse en espacios públicos de interconocimiento,
donde todos podamos escucharnos y aprender sin que unos sean siempre los
aprendices, y otros los enseñantes indiscutidos; ampliando las voces,
pluralizando el saber y democratizando su acceso.
Bibliografía
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221
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Los desafíos del cambio climático en
la teoría de la guerra justa
The challenges of the climate change in the just war theory
MIGUEL PARADELA LÓPEZ
Doctor en Estado de Derecho y Gobernanza, con
Máster en Ciencia Política y Máster en Estudios
Avanzados en Filosofía, así como Licenciatura en
Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración,
Universidad de Salamanca y Universidad de Valladolid.
Ha realizado estancia de investigación en el Centro de
Estudios Superiores Universitarios de la Universidad
Mayor
de
San
Simón,
Bolivia.
Correo
electrónico:mpl@usal.es
Resumen
Abstract
Los
nuevos
cambios
medioambientales que se vienen
sucediendo en las últimas décadas
(el aumento de la temperatura, el
incremento exponencial de la
población y la escasez de recursos
alimentarios)
determinan
de
manera innegable las relaciones
internacionales sobre las que se
sustenta la teoría de la guerra justa
clásica e incluso la contemporánea.
En el presente artículo se abordan
las principales cuestiones que cada
una de las corrientes de la teoría
de la guerra justa afrontan
actualmente
en
el
terreno
medioambiental, así como una
aproximación a futuros desafíos que
afectan a sus bases estructurales.
Con ese objetivo, se estudian las
principales cuestiones de la teoría
de la guerra justa que tendrán que
ser replanteadas en función de los
probables cambios
The new environmental changes
that have been occurring over the
last decades (the raise of the
temperature,
the
exponential
growth of the populations and the
lack of food resources) undeniably
determine
the
international
relations on which the theory of
classical and even contemporary
just war is based on.
On this present article we address
the main issues that each of the
just war criteria are currently
dealing with on the environmental
field and as an approach to future
challenges that are affecting its
structural bases. To that end, the
main issues of the theory of a just
war are studied, which will have to
be reconsidered in the light of
probable environmental changes on
the development of peaceful
conflict
resolution
measures,
international methods of
222
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
medioambientales
sobre
el
desarrollo
de
medidas
de
resolución de conflictos pacíficos,
de métodos internacionales de
coordinación,
solidaridad
económica y política entre Estados,
la propuesta y análisis de sistemas
de explotación compartida de
recursos
alimentarios,
la
actualización de la teoría de la
intervención
militar
y
la
adaptación del ius post bellum
ante conflictos por
recursos
escasos. El artículo concluye
constatando la importancia de los
cambios
medioambientales,
suponiendo un reto real para la
actual teoría de la guerra justa y
obligando a un replanteamiento de
parte
fundamental
de
su
pensamiento.
coordination,
economic
and
political solidarity between States,
the proposal and analysis of shared
food
resources
exploitation
systems, the theory of military
intervention update and the
adaptation of the ius post bellum to
conflicts over scarce resources.
Palabras clave
Keywords
Cambio medioambiental ─ Teoría
de la guerra justa ─ relaciones
internacionales
Enviromental change ─ just war
theory ─ international relations
The article concludes stating the
importance of environmental
changes, assuming a real challenge
to the current just war theory and
forcing to reconsider a fundamental
part of its approach.
223
Introducción
Desde hace unos años el calentamiento global causado por las emisiones
masivas de gases de efecto invernadero a la atmósfera, se ha convertido en un
hecho incuestionable, con graves implicaciones negativas a medio plazo para
los recursos acuíferos y alimentarios. El potencial riesgo de esta situación ha
provocado que el cambio medioambiental se haya convertido en objeto de
estudios de gran transversalidad, con enfoques políticos, económicos,
sociológicos o incluso filosóficos.
El propósito del presente artículo es el de analizar las repercusiones del
calentamiento global en las relaciones internacionales entre Estados y, más
concretamente, en la teoría de la guerra justa, entendida como conjunto de
valoraciones morales sobre la legitimidad moral de los conflictos bélicos. El
objetivo es, por tanto, mostrar cómo la reducción de recursos escasos y el
aumento de las desigualdades no sólo pueden generar una multiplicidad de
conflictos bélicos por hacerse con el control de aquellos, sino que además
pueden suponer un cambio en la valoración moral de éstos, legitimando
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
invasiones que hasta ahora se considerarían prohibidas o directamente
renunciando a la argumentación moral de los conflictos bélicos en favor de
consideraciones más realistas.
Para ello, una vez expuestas las bases científicas que constatan la realidad del
cambio climático, se resumen los principales efectos que previsiblemente se
derivarán de él, con especial hincapié en la reducción de recursos acuíferos y
de terrenos cultivables que, además, será más intensa en el hemisferio sur,
provocando una peor distribución de los mismos y un aumento de la
desigualdad en zonas que previsiblemente tendrán un mayor crecimiento
poblacional. Partiendo de esta situación se analiza cómo, ante los predecibles
conflictos que esta situación puede generar, la base teórica sobre la que se
sustentaba la teoría de la guerra justa ha sido puesta en cuestión, lo que en la
práctica supone un riesgo para la paz internacional, fundamentada en el
respeto a la soberanía nacional y la renuncia al uso de la violencia entre
Estados.
A continuación, se exponen brevemente las diferentes posturas de la teoría de
la guerra justa con respecto al uso de la guerra por parte de los Estados,
diferenciando entre pacifismo, que niega cualquier uso de la violencia contra
otro Estado, autodefensa, que sólo legitima dicha violencia como método de
defensa ante una agresión previa, e intervencionismo, que justifica la
agresión cuando existen graves violaciones de Derechos Humanos. Una vez
hecha esta distinción, se describen las principales cuestiones a las que cada
una de dichas corrientes debe responder en sus futuros estudios, desde la
creación de sistemas de coordinación y solidaridad entre Estados hasta el
replanteamiento del derecho a la autodeterminación y a la plena disposición
del territorio por parte de los Estados.
Finalmente, y a modo de conclusión, se muestra cómo el pensamiento moral
de la guerra está sustentado en una concepción de las relaciones
internacionales que actualmente se encuentra en un profundo proceso de
cambio, lo que implica una urgente necesidad de actualización de la teoría de
la guerra justa que se adapte a los nuevos conflictos de origen
medioambiental entre Estados, buscando para ello nuevas bases
argumentativas, proponiendo sistemas alternativos para evitar conflictos y, si
éstos llegan a producirse, realizando valoraciones morales que encuentren
apoyo en la comunidad internacional.
1. Realidad y delimitación del cambio medioambiental
El debate sobre la responsabilidad del ser humano en el calentamiento global
ha generado numerosas controversias, puesto que los periodos de
calentamiento y enfriamiento terrestre obedecen a ciclos globales,
teóricamente con independencia de la actuación del ser humano. Por ello,
desde ciertas posturas se ha defendido que la relación entre la emisión de
gases de efecto invernadero a la atmósfera (CO2, CH4, N2O, HFC, PFC y SF6),
y el aumento de la temperatura era espuria, argumentando que no se ha
podido probar una relación causal entre ambos hechos.
Sin embargo, en los últimos años la comunidad científica ha venido
demostrando cómo el actual sistema energético y la deforestación
incontrolada, en el contexto de un constante aumento de la población
mundial, han generado un progresivo calentamiento global, con
independencia de los procesos internos del propio planeta. En este sentido se
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
ha pronunciado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, que en su quinto informe anual
afirmaba que:
“El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la
década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido
precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano
se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel
del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto
invernadero han aumentado.” (ONU, 2013a:4)
Así, diversos estudios muestran cómo en el futuro próximo es más que
probable una reducción de los recursos naturales, especialmente de las
reservas acuíferas y de las zonas cultivables. En un contexto de previsible
incremento poblacional, este cambio probablemente cause un aumento tanto
de aquellos sectores poblacionales con dificultades para ver saciadas sus
necesidades alimentarias, como de las diferencias entre los Estados
desarrollados y los menos desarrollados, al ser en estos últimos en los que se
espera que los efectos de los cambios medioambientales tengan mayor
intensidad. Acudiendo de nuevo al informe del grupo de trabajo del Grupo
Intergubernamental de Expertos:
“Los cambios que se producirán en el ciclo global del agua, en respuesta
al calentamiento durante el siglo XXI, no serán uniformes. Se acentuará el
contraste en las precipitaciones entre las regiones húmedas y secas, si
bien podrá haber excepciones regionales.” (ONU, 2013a:20)
Por otro lado, el sostenimiento de sistemas basados en la explotación de
recursos energéticos no renovables, así como la tendencia a la
sobreexplotación forestal y animal, han conducido a la creciente
deforestación, a la contaminación del aire y mar, y al potencial agotamiento
de los principales combustibles fósiles que sustentan la economía actual. En
este sentido, cabe esperar que el futuro a no muy largo plazo dé paso a una
intensa competencia por los menguados recursos naturales, así como a una
mayor contaminación del medio ambiente, incluso en el territorio de Estados
que no han sido principales agentes en su polución. A modo ilustrativo,
tomando la cuenca mediterránea, que actualmente da lugar a conflictos por
el aprovechamiento de los recursos acuíferos, se espera que:
“El contenido de agua en el suelo disminuye en un 25% durante los
próximos 40 años. Carter et al. (2000), en sus análisis del IPCC, prevén
una reducción de entre el 15 y el 25% de la precipitación en la Península
Ibérica durante los próximos 50 años y un aumento de la variabilidad de
las precipitaciones.” (Gracia, 2002: 8).
En resumen, del análisis de los principales y más reconocidos estudios sobre la
cuestión puede concluirse de forma taxativa que existen una serie de efectos
derivados del cambio climático que se espera vayan desarrollándose en el
medio plazo: calentamiento progresivo de atmósfera y océanos, reducción de
los niveles de hielo, elevación del nivel del mar, aumento de los gases de
efecto invernadero, reducción de las precipitaciones, incremento de la
225
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desertificación y proliferación de los climas “extremos”. Además es necesario
considerar el efecto “bola de nieve” en estos cambios, puesto que cuanto más
se eleve la temperatura más se facilita que siga subiendo. Por ejemplo,
cuanto más hielo se derrita más superficie cubierta por agua tendrá la tierra,
lo que implica que un menor número de rayos solares se reflejen, ocasionando
a su vez un agravamiento del calentamiento del planeta.
Por otro lado, de estos cambios medioambientales pueden extrapolarse toda
una serie de consecuencias sobre la capacidad productiva de los Estados y,
por ende, sobre su potencialidad para responder a las necesidades básicas de
sus nacionales. Dichos cambios pueden resumirse, en primer lugar, en la
reducción de la superficie cultivable, debido al incremento de la
desertificación, lo que previsiblemente suponga una mayor dependencia de
las importaciones de alimentos para un importante número de países. En
segundo lugar, la reducción del agua dulce, que puede situarse en un
porcentaje de hasta el cuarenta por ciento de su volumen actual, supone un
riesgo general para la población mundial, aunque especialmente para aquellos
países en los que su acceso al agua es reducido.
Además, la dificultad del acceso al agua dulce puede suponer el perjuicio
añadido de imposibilitar el cultivo de los terrenos, puesto que según la Food
and Agriculture Organization (FAO), un setenta por ciento del agua de lagos y
ríos va destinada a dicho propósito. De nuevo puede observarse un círculo
vicioso, pues la falta de agua dulce suficiente puede acrecentar aun más la
previsible desertificación, al obligar a abandonar zonas que potencialmente
podrían cultivarse, incrementando a su vez el problema del abastecimiento
alimentario de una población que para el año 2050 se estima en nueve mil
millones de habitantes (DESA, 2014:2). Por último, cabe destacar que la
distribución de esta reducción de recursos acuíferos, alimentarios y forestales
no se espera que se distribuya en todos los territorios de manera normal, sino
que por el contrario probablemente se centre en el hemisferio sur, lo que, de
ser así, supondría un perjuicio añadido para las zonas actualmente menos
desarrolladas del mundo y, por tanto, un agravamiento de las diferencias
entre ambos hemisferios. Cabe destacar cómo existe una distinción entre los
países cuya contaminación más ha provocado los cambios climáticos, y entre
aquellos que más intensamente sufren sus efectos.
Como puede observarse, los cambios medioambientales son de gran calado,
englobando una multiplicidad de efectos tanto políticos como económicos o
incluso sociales, puesto que además de influir notablemente en la capacidad
productiva y en la economía de los Estados, puede suponer auténticos
desafíos en la determinación de sus políticas, tanto en la esfera interna como
externa. El uso de agua compartida entre Israel y Palestina, uno de los focos
de conflicto entre el mundo árabe y el occidental, el aprovechamiento
conjunto del río Tigris entre Turquía y Siria, del río Zambeze entre
Mozambique y Zimbabue, de los ríos Colorado y Bravo pertenecientes a
Estados Unidos y a México o el río Níger en el caso de Mali y Nigeria, todos
ellos son actuales focos de conflicto que puede agravarse notablemente si
como se espera en las próximas décadas aumente la población de sus Estados
y se reduzcan sus recursos naturales.
Por último, otro efecto del cambio climático será el aumento exponencial de
los conocidos como “inmigrantes medioambientales”, individuos que se ven
obligados a abandonar sus Estados hacia zonas con mayores recursos. La
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
consideración de éstos como refugiados, así como su reconocimiento como
titulares de una serie de derechos por parte de los Estados occidentales, son
algunos de los principales debates a los que ya comienza a enfrentarse la
teoría política actual.
2. Cambio climático y moralidad: consideraciones previas a la teoría de
la guerra justa
Como se expuso en el apartado primero, los cambios medioambientales
generados por el calentamiento global pueden provocar una paulatina
reducción en los recursos acuíferos y en los terrenos cultivables lo que, unido
a un incremento notable de la población mundial, implicaría un futuro con
menos recursos para satisfacer las necesidades de un creciente número de
personas. Además, el desigual crecimiento de la población, mayor en los
países menos desarrollados, unido a una focalización de los perjuicios de
cambio climático en el hemisferio sur, supone que las desigualdades entre
países e individuos ricos frente a pobres se incrementan notablemente.
Por todo ello, la teoría política debe plantearse su posicionamiento con
respecto al mundo resultado de dichos cambios: si la situación de
redistribución de recursos y el empeoramiento de las condiciones de vida de
un mayor porcentaje de la población debe aceptarse por ser un hecho
consumado, o si por el contrario debe subsanarse esa creciente desigualdad y
garantizar el acceso de la población mundial a los recursos necesarios para un
mínimo desarrollo. Tras esta distinción se encuentra un debate más profundo,
que enfrentaría la primacía del principio de soberanía territorial de los
Estados sobre sus recursos, contra el interés general de una parte de la
población mundial cada vez más necesitada.
De hecho, incluso puede entenderse como un conflicto entre modelos de vida,
entre aquellos Estados que tienen un nivel de vida muy alto y quieren
mantenerlo, y aquéllos que se ven incapaces de satisfacer siquiera las
necesidades más básicas de sus nacionales. Además, entre quienes defiendan
el rechazo a una mayor desigualdad bajo el respeto absoluto de la soberanía
nacional sobre sus recursos nacionales, pueden distinguirse a su vez entre
quienes consideran que ese propósito puede lograrse a través de la
cooperación e integración internacional, con sistemas de aprovechamiento
conjunto, solidaridad entre Estados, o reparto de recursos esenciales, y
quienes legitiman el recurso a la violencia para conseguir un mejor reparto de
la riqueza entre comunidades, al considerar que cualquier alternativa
institucional sería ineficaz.
En las tres posturas que se acaban de exponer la tarea de la teoría de la
guerra justa cobra un papel esencial, en tanto que asume la tarea de
legitimar o el rechazar los conflictos militares que puedan surgir a causa del
cambio climático, optando por una opción u otra con base en los
posicionamientos del párrafo anterior. En primer lugar, aquellos que
defiendan la primacía de la soberanía nacional sobre los recursos propios,
incluso aunque esto pueda generar situaciones de desigualdad extrema, se
encuentran ante la tarea de argumentar no sólo la legitimidad de dicha
situación, sino el deber de reprimir agresiones militares de comunidades que
actúen motivadas por la extrema necesidad.
En definitiva, dicha postura requiere una legitimación del status quo posterior
al cambio climático frente a todos aquellos Estados que se hayan visto
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
perjudicados por él y exijan medidas compensatorias. Lo mismo sucede, en
segundo lugar, con la defensa de mecanismos de coordinación para paliar los
peores efectos del cambio climático, puesto que de nuevo se sustenta en el
rechazo a las agresiones de unos Estados sobre otros. Por último, aquellas
posturas que opten por legitimar el recurso a la violencia en determinados
supuestos de apremiante necesidad, se verán obligadas a hacerlo en
contraposición al actual sistema de resolución de conflicto, que se
fundamenta en el rechazo sistemático a toda guerra o agresión que no cumpla
con una serie de requisitos formales y materiales.
3. Cambio climático y teoría de la guerra justa
Con el fin de estructurar los ya citados posicionamientos derivados del cambio
climático dentro la teoría de la guerra justa, a continuación se realiza una
distinción entre sus principales corrientes en función de si legitiman o no el
uso de la violencia, y en qué medida lo hacen, como paso previo a la
exposición de los principales retos y desafíos de cada una. Con base en dicho
criterio pueden distinguirse esencialmente tres posturas: la que rechaza
cualquier tipo de respuesta violenta por parte de un Estado hacia otro, la que
limita dicho recurso solamente cuando responde a una agresión previa y
finalmente la que defiende las intervenciones militares en supuestos en que
no ha habido una agresión previa, pero donde se han llevado a cabo acciones
moralmente intolerables. El siguiente esquema reproduce dicha clasificación,
punto de partida del desarrollo de las siguientes páginas. A pesar de que
existen numerosas posiciones intermedias entre estas tres categorías, su
categorización
abstracta
permite
extrapolar
y
estructurar
compartimentadamente los principales desafíos para la teoría de la guerra
justa.
Pacifismo
Legitimación de la
guerra
Autodefensa
Intervencionismo
Figura 1: Enfoque sobre la disposición al recurso a la violencia.
Fuente: Producción propia.
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3.1. Rechazo a cualquier guerra: pacifismo
En este primer grupo se engloban todas aquellas posturas que defienden la
renuncia absoluta a la guerra en las relaciones internacionales, abogando en
su lugar por la resolución de conflictos a través de métodos no violentos.
Incluso en los supuestos en los que exista una invasión o agresión militar de un
Estado sobre otro, se posicionan a favor de medidas de presión internacional o
resistencia pasiva civil que hagan insostenible el mantenimiento de la
ocupación y consigan que el pueblo pueda recuperar su soberanía. Así, desde
el pacifismo se sostiene que existen, o, al menos, pueden existir, métodos de
presión de índole económico y político que obliguen al Estado agresor a que se
detenga y a que se comprometa con el respeto de los derechos humanos y la
paz internacional, sin que en ningún caso llegue a ser necesario recurrir al uso
de la violencia para conseguirlo.
Aunque esta posición es relativamente joven y no cuenta con una escuela
extensa, en comparación con las corrientes de la autodefensa y del
intervencionismo, existe una serie de autores con un pensamiento completo y
prolijo, destacando Gene Sharp en obras como The politics of nonviolent
action (Sharp, 1973), From dictatorship to democracy: a conceptual
framework for liberation (Sharp, 2011), Exploring nonviolent Alternatives
(Sharp, 1970) o Waging nonviolent struggle: 20th century practice and 21st
century potential (Sharp-Paulson, 2005); donde desarrolla diversas posturas
en defensa de la resistencia pacífica. Mención aparte merece la obra
Indignaos, de Stéphane Hessel, que sentó las bases de los movimientos de
protesta de los últimos años, donde en su apartado La no violencia, el camino
que debemos aprender a seguir, afirmaba que "Estoy convencido de que el
porvenir pertenece a la no violencia, a la conciliación de las diferentes
culturas. Es por esta vía que la humanidad deberá superar su próxima etapa"
(Hessel, 2011: 41).
Sin embargo, el cambio climático amenaza con provocar la progresiva
desaparición de los recursos naturales necesarios para la supervivencia, lo que
unido a un incremento elevado de la población implica un más que probable
futuro de carestía, que históricamente ha generado intensos conflictos
militares entre Estados. Supone, por tanto, un reto para los actuales estudios
del pacifismo poder adaptar su pensamiento y dotarlo de un carácter general
que permita desplazar a las agresiones armadas como método de resolución
de controversias, lo que implica una labor de cuestionamiento moral de la
guerra, el planteamiento de alternativas reales de cooperación e integración
que suplan las emergentes necesidades de un cada vez mayor grupo de
personas, y el diseño de sistemas de resistencia pacífica frente a hipotéticas
agresiones que eviten la necesidad del recurso a la violencia.
En primer lugar, el pacifismo debe autoubicarse ante unos cambios que
pueden suponer graves hambrunas y sequías para Estados que, en gran
medida, no han sido causantes del cambio climático. En esta tesitura,
rechazar moralmente las actuaciones unilaterales de Estados que traten de
hacerse con el control de determinados recursos conducidos por la extrema
necesidad, puede ser una auténtica contradicción, pues supone legitimar el
status quo y las desigualdades entre países en función de sus recursos
naturales, que cada vez se centrarán más en el hemisferio norte. En este
sentido podrían apoyarse en el deber de respeto a la soberanía del Estado
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Nación dentro de su territorio y, por ende, a los recursos que allí se
encuentran, uno de los principios esenciales desde la segunda mitad del siglo
XX. De hecho, incluso para aquellos Estados más perjudicados por la reducción
de recursos dicho principio ha sido siempre una salvaguarda contra intereses
imperialistas, por lo que su mantenimiento puede seguir siendo de vital
importancia a pesar de los cambios medioambientales.
No obstante, ese respeto a la soberanía nacional se pone en cuestión en un
contexto de hambrunas y pobreza extrema, siendo rechazada por
construcciones argumentativas que nieguen la justicia de la desigualdad
creciente entre Estados y en su lugar aboguen por la redistribución, forzosa o
voluntaria, de los recursos naturales y energéticos a escala internacional.
Mucho más si cabe cuando existe, como es en el caso del pacifismo, un
rechazo frontal a la defensa armada frente a agresiones, que reduce los
costes previsibles de un Estado que tenga intereses expansionistas con
respecto a otro.
Así, parece necesario para esta teoría complementarse o, al menos, incluir en
sus planteamientos sistemas de cooperación y utilización colectiva de los
recursos escasos, mediante las que se compense a los Estados que más se han
visto perjudicados por el cambio climático, lo que implicaría, a nivel general,
una redistribución entre el hemisferio norte y el hemisferio sur, ya sea
directamente, por mecanismos de solidaridad internacional, o indirectamente
a través de un aumento en la migración sur-norte. Sin embargo, esta
propuesta se enfrenta a la realidad histórica de los sucesivos fracasos de este
tipo de organizaciones, tanto por la fragilidad relativa con respecto a los
países más desarrollados (Unión Europea, Estados Unidos y China), como por
las diferencias entre los mismos Estados de estos continentes y los frecuentes
conflictos que esta realidad plantea.
Por otro lado, la corriente pacifista de las próximas décadas, en tanto que
pretenda aportar una teoría que abogue por el no recurso a la violencia en
ningún supuesto, se enfrenta al reto de elaborar un método realista y
pormenorizado sobre cómo dirimir los crecientes conflictos que surgirán entre
Estados durante las próximas décadas, así como reconducirlos y ponerles fin
cuando éstos sean violentos. No debería extrañar, por tanto, un fuerte
desarrollo de los proyectos de cooperación e integración internacional, de los
tribunales de jurisdicción internacional, de los sistemas de sanciones
internacionales, así como del progresivo abandono de la proliferación
armamentística en favor del fomento de la solidaridad internacional y el
impulso a las energías renovables.
Por último, a pesar de promover toda esta serie de mecanismos de cara a
paliar los peores efectos del cambio climático, es probable que incluso con su
óptima implementación surjan situaciones en las que por la urgencia de la
necesidad o simplemente por falta voluntad, determinados Estados opten por
dirimir sus conflictos por vía la vía armada. Imaginando una disputa sobre el
uso de un determinado recurso, un río, un bosque o una mina, puede ser
tentador apropiarse violentamente de éste. Dado que la corriente pacifista
rechazaría en principio tanto la resistencia del Estado invadido como la ayuda
de un tercer Estado, resulta una auténtica necesidad desarrollar la teoría de
la resistencia pacífica, de tal manera que permita repeler una hipotética
invasión a través de vías no violentas. De hecho, a las actuales críticas que
esta teoría ya ha tenido, que pueden resumirse en su fracaso ante contextos
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en los que no existe un mutuo reconocimiento entre invasor e invadido, sería
necesario sumar la peligrosidad de ceder recursos, aunque sea
temporalmente, que en las próximas décadas se prevén cada vez más escasos
y necesarios.
En definitiva, cualquier teoría que pretenda prescindir del uso de la violencia
encuentra la necesidad, en primer lugar, de justificar sistemas alternativos de
resolución pacífica de los conflictos, en segundo, de compensar las
consecuencias más urgentes de la reducción desigual de los recursos
naturales, y en tercer lugar de diseñar métodos de resistencia pacífica ante
agresiones entendidas tanto a nivel interno, dentro del propio Estado
agredido, como externo, a través de los cuales la comunidad internacional
presiones para que tal comportamiento continúe.
3.2. Guerra para sobrevivir: autodefensa
Esta segunda corriente comparte una parte importante de las bases
argumentativas con respecto al pacifismo, pues engloba a aquellos autores
que comparten una concepción liberal de las relaciones internacionales por la
que entienden que la relación natural entre los Estados es la colaboración y
cooperación pacífica, ya que generan un mayor beneficio económico, político
y cultural a todas las partes. Así, consideran que la época pasada de conflictos
continuos entre Estados ha sido superada por los valores liberales, y los
conflictos actuales pueden ser abordados desde métodos pacíficos.
Por todo ello, la violencia es, en principio, un mecanismo de resolución de
controversias moralmente injustificable, puesto que implica un gran
sufrimiento para las poblaciones litigantes, así como la negativa a la soberanía
política del Estado agredido. Además, las agresiones entre Estados han
demostrado históricamente no suponer la finalización de los conflictos, sino
que son cierres en falso que ahondan las diferencias entre aquellos, sentando
las bases de nuevos conflictos cada vez más cruentos. Tomando al conocido
filósofo Inmanuel Kant, "el conflicto es necesario en la vida personal y estatal,
no así el recurso a la violencia" (Kant, 1994: 8).
No obstante, la autodefensa diverge con el pacifismo al afirmar que cuando
un Estado se ve atacado por otro y está en riesgo la libertad o incluso la
supervivencia de su comunidad, la resistencia por cualquier vía, incluida la
armada, está moralmente legitimada. Dado que el Estado es la forma en la
que se estructuran las sociedades modernas, esta forma de organización se
constituye en el garante del modelo de vida que la comunidad ha
desarrollado: su cultura, su lenguaje, su tradición o incluso su historia. Por
tanto, cuando todos ellos están en peligro por la agresión de un extranjero,
resulta legítimo el recurso a la violencia con el objetivo de repelerlo o incluso
de apoyar a otro Estado que padezca esa misma vulneración.
Es, en definitiva, el mal menor entre la pérdida de derechos propios o de
aquellos que han llevado a cabo la agresión. Desde este punto de vista, los
perjuicios de la guerra son tan elevados que solo está moralmente legitimado
el recurso a aquella cuando está en peligro la supervivencia misma del Estado
que ha sido atacado y cualquier otra alternativa carecería de efectividad por
la propia inmediatez de la agresión que se está soportando. Ante una invasión
armada que amenaza con una conquista del país, el recurso ante organismos
internacionales o tribunales de mediación carece de sentido, ya que para
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
cuando estos mecanismos puedan haber tomado una decisión, la pérdida de la
soberanía del Estado atacado podría ser ya inevitable.
Por otro lado, dentro de esta corriente, pueden distinguirse dos posturas
diferentes, la denominada teoría legalista y, por otro lado, la crítica radical,
en función de la consideración sobre la efectividad del derecho internacional
como solución de los conflictos internos y los crímenes de guerra. Según
sostiene el primer grupo, la postura predominante dentro del pensamiento
occidental actual, la paz mundial puede alcanzarse a través del derecho
internacional, por lo que la actuación militar de los Estados debe limitarse a
la más estricta necesidad, la legítima defensa o las acciones colectivas ante
graves riesgos.
A su vez, en esta primera corriente, la teoría legalista, se encuentran desde
autores clásicos como el prusiano Inmanuel Kant, con obras como Sobre la paz
perpetua (Kant, 2003) o el alemán Hans Kelsen, con su Derecho y paz en las
relaciones internacionales (Kelsen, 1943), hasta el contemporáneo Jürgen
Habermas, en El derecho internacional en la transición hacia un escenario
posnacional (Habermas, 2008). De hecho, destaca notablemente la aportación
de Habermas en esta última obra, defendiendo el papel de las Naciones
Unidas como órgano, en primer lugar de encuentro y debate mundial y en
segundo como ente decisorio de cualquier tipo de legitimación bélica.
Cabe destacar como algunos autores de esta teoría argumentan que existen
situaciones en las que comportamientos de los Estados dentro de sus fronteras
suponen agresiones al conjunto de la comunidad internacional. El exterminio
de una minoría étnica, la esclavización de un sector poblacional o la grave
represión de movimientos soberanistas internos son graves violaciones de
derechos humanos y generan un peligro directo para la estabilidad
internacional, visto tanto desde una perspectiva moral como jurídica, en
tanto que vulneran el respeto a los tratados internacionales que reconocen los
derechos de los individuos. Por ello, se realiza una equiparación de este tipo
de conductas con una agresión militar directa, legitimando en su contra una
actuación destinada a proteger a ese sector poblacional atacado como si fuese
un Estado propio que ha visto gravemente vulnerada su integridad. En este
sentido, se recogerían las intervenciones militares tal y como las entienden
las Naciones Unidas en su Capítulo VII, más concretamente en su artículo 42,
todo ello a través de los cauces internacionales oportunos, que exige la
aprobación por parte del Consejo de Seguridad:
“Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de que trata el
Artículo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado serlo, podrá
ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que
sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad
internacionales.” (ONU, 1945: 11)
Por la otra parte se encuentra el denominado sector de la crítica radical que,
a pesar de que legitima la resistencia militar frente a invasiones, rechaza
cualquier tipo de institucionalización como respuesta a los conflictos bélicos,
defendiendo que la solución a estas problemáticas debe darse desde el
análisis de las realidades concretas de los Estados intervinientes y con un peso
mayor de los países no occidentales. Esta corriente se muestra recelosa del
papel de la comunidad internacional actual como veladora de los derechos
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humanos, tanto por su comprensión sesgada de estos como por la posible
manipulación en beneficio de intereses particulares.
Tomando a Danilo Zolo, "nada es más dogmático (y trágicamente ingenuo) que
la apología de la guerra de agresión, conducida por las potencias occidental,
en nombre de los derechos del hombre" (Zolo, 2004: 101). Destacan en estas
argumentaciones los autores Perry Anderson, con su obra Imperium et
Consilium. La política exterior norteamericana y sus teóricos, y el italiano
Danilo Zolo, con La justicia de los vencedores: de Nuremberg a Bagdag.
Una vez expuestos los principales caracteres de la corriente de la autodefensa
puede realizarse un primer acercamiento a los desafíos derivados de los
cambios medioambientales y sus consiguientes efectos en las próximas
décadas. Sin embargo, previamente cabe destacar la similitud entre las
corrientes pacifistas y de la autodefensa puesto que, al rechazar la posibilidad
del recurso a la violencia salvo en legítima defensa, se encuentran ante la
necesidad de justificar la no actuación ante un futuro que se espera suponga
una notable disminución de recursos naturales. Exige, en definitiva, defender
que la concentración de los recursos naturales en ciertos Estados debe
respetarse en base al principio de soberanía nacional.
Del mismo modo que en el pacifismo, la respuesta puede ser, o bien justificar
un contexto internacional en el que prime el respeto a la soberanía estatal
sobre sus recursos, lo que supondría el mantenimiento del sistema actual e
implicaría un riesgo de estallido generalizado frente a la escasez general, o
bien realizar una propuesta de cooperación internacional que dé solución a los
perjuicios más graves derivados del cambio climático, lo que podría conducir
en ciertos casos a permitir un uso compartido y solidario de determinados
recursos naturales. Además, del mismo modo requeriría un mayor impulso de
las operaciones humanitarias de apoyo a regiones en peligro de sequía o
hambruna, puesto que la reducción de los recursos esenciales de los Estados
puede implicar un aumento de los casos de crisis humanitaria.
Por otra parte, existen una serie de territorios, como en el caso de la
Antártida, que hasta ahora se ha mantenido ajena a cualquier explotación con
fines no científicos, pero cuya riqueza en recursos energéticos lo hacen
inevitable. Surge, por tanto, la necesidad de lograr sistemas de coordinación
que permitan el aprovechamiento colectivo y eviten así los conflictos entre
Estados por su dominio. Y todo ello, causando el menor impacto
medioambiental, en tanto que no se pretenda agravar aun más el cambio
climático.
No obstante, el principal reto de la corriente de la autodefensa será de la
proponer sistemas concretos de defensa colectiva que complementen a la
OTAN y a las Naciones Unidas, para convertirlos en entes más universales y
participativos, requisito necesario si pretenden que suponga una alternativa
real al uso individual de la guerra por parte de cada Estado y, en última
instancia, pueda alcanzar a instaurar un sistema que alcance una paz
internacional estable y duradera. Además, también existe el riesgo de que se
repitan conductas frecuentes en las últimas décadas, en la que grandes
potencias parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bloqueaban
sistemáticamente aquellas resoluciones que atentaban contra sus intereses
geoestratégicos.
En definitiva, además de la legitimación de los efectos de los cambios
medioambientales en la comunidad internacional y, en su caso de sistemas de
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cooperación o integración que permitan un abastecimiento suficiente para el
conjunto de los Estados, las teorías de este tipo deben abordar mecanismos
de defensa común que hagan verdaderamente posible una protección
colectiva en supuestos de agresión unilateral de un Estado, sin depender de la
colaboración o aquiescencia de una serie de Estados con un pasado reciente
de imperialismo.
3.3. Guerra como cambio: intervencionismo
Mientras que en las corrientes pacifista y de autodefensa las argumentaciones
eran similares y divergían en cuestiones particulares, el intervencionismo
rompe desde su misma base, puesto que considera al derecho y a la
cooperación internacional de manera mucho más limitada, ya que si bien
entienden que pueden garantizar una relativa pacificación y cooperación
entre Estados, existen situaciones en las que las instituciones, por su propia
naturaleza, se muestran incapaces de mostrar respuestas reales y eficaces. En
tales coyunturas, el recurso a la violencia no solo es una opción legítima, sino
muy a menudo más efectiva, en tanto que permite una acción rápida que
detenga una vulneración de derechos humanos sin tener que contar con la
buena disposición del Estado agresor.
En este sentido, las intervenciones militares se constituyen en una garantía
del respeto a los derechos humanos y al principio de autodeterminación de los
Estados, asegurando que cada comunidad disponga de su soberanía política,
aunque con el respeto a las libertades mínimas de su población. Con respecto
a Michael Walzer, en la obra Reading Walzer se afirmaba que “wars are a
necessary moral cost of an international order that respects the plurality and
multiplicity of states and encourages their sovereignty” (Benbaji-Sussman,
2014: 14).
El intervencionismo ha sido sostenido tanto por autores clásicos como John
Stuart Mill en su artículo A few words on non-intervention (Mill, 1859), como
contemporáneos,
por ejemplo los americanos Michael Walzer, con su
conocida obra Just and Unjust Wars (Walzer, 2013), John Rawls,
especialmente en El derecho de gentes (Rawls, 2001), así como del
canadiense Michael Ignatieff, entre otros en Virtual War: Kosovo and beyond
(Ignatieff, 2000). No obstante, las diferencias entre estos autores son
elevadas, en tanto que estructuran la intervención ante supuestos muy
diferentes. Así, mientras que para John Rawls las intervenciones se limitan a
las graves violaciones de derechos humanos, Michael Walzer incluye también
la intervención en apoyo de un movimiento que se haya alzado en lucha por su
independencia y la intervención contra otro Estado que se ha embarcado en
una intervención militar moralmente injusta.
Con respecto a la problemática de dicha teoría en las décadas venideras, el
primer aspecto a destacar es a su vez una de las cuestiones sempiternas del
intervencionismo: evitar su utilización con propósitos imperialistas. Siempre
que se ha argumentado la legitimidad de una intervención fundamentándola
en valores morales, se ha criticado dicha postura por entender que abrir la
puerta a conflictos bélicos por razones éticas puede esconder intereses
particulares, y para nada altruista, por parte del Estado interviniente.
Teniendo en cuenta que en el futuro próximo muchos países van a ver
reducidos sus recursos naturales, la tentación de recurrir a intervenciones
instrumentalizadas para poder anexionar u ocupar nuevos territorios puede
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
ser cada vez mayor. Por tanto, un primer objetivo para cualquier teoría que
quiera adaptar el pensamiento intervencionista es idear mecanismos que
permitan un control, interno o externo al propio Estado, para evitar su
utilización interesada por países con pretensiones imperialistas.
En este sentido cabe destacar una segunda crítica histórica al pensamiento
intervencionista, que es el fundamentarse principalmente en los valores
liberales de occidente en lugar de tomar en consideración otra serie de
principios de índole más comunitarista, con mayor importancia en el resto del
mundo. Según esta crítica, existe una ruptura argumentativa entre oriente y
occidente, con un absoluto predominio del segundo en las relaciones
internacionales, lo que impide una verdadera comunicación bilateral entre
ambas zonas. Por tanto, si se pretende una legitimación real de las
intervenciones bélicas a nivel global, deviene necesaria la creación de una
suerte de espacio internacional de debate moral que recoja una multiplicidad
de posturas, en lugar de imponer los valores hegemónicos occidentales. De lo
contrario se corre el riesgo no sólo de que el nuevo intervencionismo sea
percibido como una nueva imposición neocolonial, sino que efectivamente
dicho pensamiento carezca de una comprensión real de los valores y principios
de una parte importante de los Estados.
En tercer lugar, la mayoría de los autores intervencionistas distinguen dos
tipos de injerencias bélicas, aquéllas lideradas por una coalición de Estados,
habitualmente bajo las órdenes de las Naciones Unidas o de la OTAN, frente a
las que un Estado pueda llevar a cabo de manera unilateral, sin contar con el
apoyo de la comunidad internacional, al considerar que la urgencia es tal que
el recurso a los cauces institucionales sería ineficaz o retrasaría demasiado la
intervención. Esta postura se apoya en los casos de la invasión vietnamita a la
Camboya de los Jemeres Rojos o la invasión india de Pakistán en 1971 para
detener la represión sobre el pueblo de Bangladesh, donde la intervención
unilateral e independiente de Estados tuvo mucho más éxito del que podrían
haber alcanzado por vías más convencionales.
No obstante, las intervenciones unilaterales han recibido críticas sistemáticas
por legitimar la toma de decisiones en función de valoraciones morales
realizadas en un único Estado, lo que posibilita la imposición de cosmologías
parciales y, a través de ellas, los intereses políticos o económicos de ciertas
potencias. Por todo ello, si la teoría de la guerra justa quiere realmente
adaptar y legitimar la intervención bélica en un futuro de cambios
medioambientales, debe replantearse la legitimidad de la unilateralidad,
promoviendo en su lugar una relativa multilateralidad que, ya sea por
instituciones internacionales o por otras vías, recoja un consenso general
sobre la idoneidad y moralidad de dicha intervención.
En cuarto lugar, la paulatina reducción de recursos y el nuevo escenario
internacional fruto de ello invita a una nueva reconsideración de las causas
que legitiman una intervención, muy especialmente la protección de aquellos
recursos que, por su carácter cada vez más reducido, sean esenciales para la
supervivencia de una población. Ya sean Estados que teniendo una gran
cantidad de recursos (yacimientos acuíferos, terreno cultivable, etc) rechazan
cualquier tipo de comportamiento solidario con sus vecinos, derrochan sus
recursos de manera escandalosa o bien los contaminan haciéndolos
inaprovechables para otros, el perjuicio que estas conductas pueden provocar
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es de tal magnitud que podría llegar a legitimar acciones militares en su
contra.
En este sentido podría llegar a fundamentarse una intervención contra un
Estado que, compartiendo el uso del río con otro, y constituyendo éste parte
esencial del abastecimiento para ambos países, lo contaminase a la altura del
primero, haciendo imbebible sus aguas para el segundo. Sin duda, situaciones
que actualmente son resueltas diplomáticamente o a través de la mediación
internacional podrían, en el probable contexto de una disminución elevada de
los recursos alimentarios, suponer graves crisis para los Estados, y por tanto
conducir a conflictos bélicos entre ellos. Es imprescindible para la teoría de la
guerra justa, en definitiva, reconsiderar los posicionamientos básicos sobre los
que sustentar las intervenciones, incorporando en ellos la protección de los
recursos naturales frente a un uso insolidario o negligente. No obstante, sería
inasumible limitar esta cuestión al ámbito bélico, pues en un contexto de
carestía generalizada y repleto de nuevas situaciones no consideradas hasta el
momento, correría el riesgo de multiplicar los conflictos bélicos entre
Estados. Resulta necesario, en definitiva, estructurar sistemas de
coordinación y solución pacífica de controversias que pongan fin a conflictos
antes de que estos deban ser encauzados dentro de la teoría de la guerra
justa.
También debe tenerse en cuenta, en quinto lugar, la consideración sobre el
derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, que para ciertos autores
del intervencionismo puede llegar a legitimar la injerencia extranjera: en el
caso de Michael Walzer, cuando una comunidad está resuelta a liberarse pero
se ve sistemáticamente reprimida violentamente en esa voluntad, el apoyo
militar a dicha comunidad puede llegar a estar moralmente justificado. No
obstante, el futuro de carestía y mayor concertación de recursos conduce a
contraponer el principio de autodeterminación al del bien general,
entendiendo que aunque una comunidad pretende emanciparse de un Estado,
también debe tomarse en consideración que su marcha pueda perjudicar
gravemente a la parte restante del Estado del que pretenden separarse.
Esta cuestión conduce a plantear si, ante partes de un Estado que poseen
riqueza en recursos necesarios para el conjunto del Estado, se debe apoyar su
independencia, o si bien cabe considerar como necesaria su permanencia
dentro de su Estado para garantizar el bien general de la población. Por
ejemplo, el intento de independencia del Estado de Katanga en 1960 de la
República Democrática del Congo fue ampliamente rechazado, por suponer un
golpe crítico a la economía congoleña, que acababa de alcanzar la
independencia. No obstante, este debate no se acota en el rechazo o el apoyo
a la secesión, sino que existen posiciones intermedias, como sería apoyar la
separación pero manteniendo sistemas de aprovechamiento conjunto o de
reparto solidario, que permitiesen la emancipación sin poner en riesgo la
integridad de la población de la que se escinden.
Por último es necesario abordar una materia que en cierta medida ha sido
olvidada por la teoría de la guerra justa, pero que resulta esencial para dar
una solución a los conflictos derivados de los cambios medioambientales: el
ius post bellum. En tanto que se pretenda legitimar la intervención militar en
determinados
conflictos
medioambientales,
resulta
imprescindible
argumentar el objetivo que se persigue con dicha injerencia, con el propósito
de evitar que se vuelvan a dar las condiciones que llevaron a que aquél se
236
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
iniciase. Entendiendo que puedan existir una multiplicidad de conflictos
debido a la reducción de los recursos energéticos y alimentarios, resulta
necesario considerar un contexto en el cual se solucionen este tipo de
conflictos, de cara a evitar su reproducción sistemática y de creciente
intensidad. Esto es, en definitiva, retornar al anterior debate de cómo
alcanzar un sistema internacional que legitime la paz entre Estados y la
resolución pacífica de las controversias.
A modo de conclusión, aunque los desafíos teóricos de las corrientes pacifista
y de la autodefensa son complejos, puede afirmarse que el mayor desafío
recae en esta última categoría, puesto que si el intervencionismo pretende
sostener la legitimidad moral de las intervenciones bélicas de unos Estados
sobre otros, debe al mismo tiempo no sólo limitar el uso imperialista que
pueda darse de la intervención, sino categorizar los supuestos en los que es
ésta lícita y estructurar un sistema que a la vez evite que la intervención sea
necesaria y que siente las bases para que, una vez producida, esta no vuelva a
tener que ser necesaria.
4. Conclusiones
En este artículo se ha tratado de argumentar cómo los efectos del cambio
climático de las próximas décadas suponen un potencial desafío para la teoría
de la guerra justa, planteando toda una serie de nuevas cuestiones que hasta
el momento no había sido necesario abordar. Desde la reconsideración de la
libre disposición de los recursos por parte de los Estados, hasta el
cuestionamiento del derecho a la autodeterminación frente a las necesidades
generales, el futuro en el medio plazo implica un replanteamiento general de
cuestiones que se habían considerado ya resueltas.
En primer lugar puede concluirse una necesidad apremiante de estructurar y
desarrollar un sistema de coordinación internacional que permita el
aprovechamiento colectivo de unos recursos cada vez más escasos, así como
la resolución pacífica de los conflictos que puedan surgir en este proceso.
Resulta imprescindible, por tanto, establecer sistemas que permitan afrontar
una eventual escasez alimentaria, reconsiderando el carácter privativo de
éstos en favor de métodos más solidarios y funcionales de aprovechamiento
común. Incluso desde la perspectiva intervencionista es necesario abordar una
teoría general que coordine y organice sistemas que den respuesta a los
futuros problemas de desabastecimiento y desigualdad entre Estados, ya que
la intervención debe considerarse como una excepción en supuestos en los
que cualquier otra opción es inviable. De hecho, destaca cómo, a pesar de
que las corrientes muestran grandes diferencias entre sí, todas ellas enraízan
en la misma cuestión, solventar las disputas entre los Estados antes de que
degeneren en conflictos armados. Desde el pacifismo al intervencionismo, el
recurso a la violencia es un fracaso de un sistema internacional que trata de
limitar todo lo posible los conflictos armados.
Por otro lado, pueden distinguirse una serie de cuestiones que a lo largo del
presente artículo se han venido exponiendo con cada una de las teorías de la
guerra justa, con el objetivo de sintetizarlos y así mostrar una propuesta en
conjunto de cuáles pueden ser los principales desafíos de cada una de las
corrientes de dicha teoría en las próximas décadas. En primer lugar, desde las
posturas pacifistas deviene necesario el desarrollo teórico de las medidas de
resolución de conflictos pacíficos, tanto a través de sistemas de conciliación
237
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
como de tribunales internacionales, como el Tribunal Internacional de Justicia
o la Corte Penal Internacional. La profundización de este tipo de herramientas
son esenciales para tratar de canalizar y resolver cualquier tipo de disputa
antes de que degenere en un conflicto, especialmente las relativas a temas
medioambientales, en los que a menudo no va a haber una legislación
concreta de aplicación o ésta va a tener diversas interpretaciones.
En segundo lugar, desde la postura de la autodefensa, reducir la legitimación
moral de la guerra a la resistencia frente a una agresión previa exige, el
apoyo o complemento de sistemas de cooperación o integración que permitan
un abastecimiento suficiente para el conjunto de los Estados, de modo que
éstos no lleguen a verse obligados a recurrir a acciones violentas para
abastecer a su población. Además, dichas teorías necesitan mecanismos de
defensa común que hagan verdaderamente posible una protección colectiva
en supuestos de agresión de un Estado, con la rapidez y la eficiencia
suficiente como para demostrar que de dichas conductas no puede extraerse
ningún tipo de beneficio.
En tercer lugar, con respecto al pensamiento intervencionista, es necesaria
una actualización de sus bases teóricas destinada a incluir aquellos supuestos
en los que la reducción de los recursos o el calentamiento global pueda
generar situaciones intolerables para la comunidad internacional, bien porque
provoca graves desigualdades o bien porque suponen comportamientos de tal
insolidaridad que, de generalizarse, pongan en peligro la propia estabilidad
internacional. Así, pueden distinguirse las siguientes cuestiones: la
legitimación de la intervención frente a supuestos de independencia
sobrevenida de Estados favorecidos por el cambio climático, la posibilidad de
acudir a ataques militares en virtud la protección de recursos esenciales para
la supervivencia de la población y la delimitación de los sujetos activos
legitimados para llevar a cabo intervenciones bélicas, planteando una posible
renuncia al unilateralismo. Además, también resulta necesaria una adaptación
del ius post bellum ante conflictos originados por conflictos por recursos
escasos, en los que se dote de soluciones que eviten la reaparición de este
tipo de luchas. Cuando se intervenga ante alguna de las situaciones expuestas
en puntos anteriores, el objetivo no puede ser tan solo la recuperación de la
situación inmediatamente anterior al comportamiento que se combate, sino
que debe tratar de sentar las bases de la resolución del conflicto, subsanando
la situación de fondo que ha llevado a que ésta tenga lugar.
A modo de conclusión, el futuro agravamiento de las condiciones de vida a
causa del calentamiento global hace necesario que la teoría de la guerra justa
busque un complemento en la cooperación internacional que le permita
afrontar desafíos supranacionales, lo que unido a la resolución de los retos
particulares de cada corriente o teoría concreta le permita afrontar una serie
de nuevas situaciones y problemáticas que en el medio largo plazo amenazan
con generar una vorágine de conflictos que pongan en peligro la ya precaria
paz internacional actual.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Nuevos desafíos para abordar la
violencia de género: ¿cómo pensar
la/s masculinidad/es en clave de
política pública?
New challenges for addressing gender violence: how so you think masculinity/s in
key to public policy?
ORNELLA UBERTI*
VIRGINIA ZAMBONI**
*Participante activa del Centro de Estudios
“Seguridad y Estado”, Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de
Rosario (UNR). Correo electrónico:
orlyuberti@gmail.com
**Miembro del proyecto de Investigación: “Actores,
Territorio y procesos de Extensión”, Facultad de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales, UNR. Correo
electrónico: virginiaz2901@hotmail.com
Resumen
Abstract
La violencia de género ha flagelado
a las sociedades a lo largo de la
historia. En los últimos tiempos se
ha visibilizado la temática, por
medio de la masificación de la
información,
las
distintas
perspectivas de abordaje y las
nuevas
producciones
de
conocimiento que la problematizan.
Desde la perspectiva del trabajo, se
considera a la violencia de género
como una de las consecuencias
derivadas de la naturalización de la
relación jerárquica entre géneros
que inscribe a lo masculino en un
rol dominante y a lo femenino en
un rol subordinado, subalterno. De
esta manera, la violencia contra las
Gender violence has flagellated
societies throughout history. In
recent times the theme has become
visible,
through
information
massification, different approach
perspectives and new knowledge
production that problematize them.
In this paper’s perspective, we
consider gender violence as one of
the consequences of naturalization
of the hierarchical relationship
between genders that inscribes the
masculine in a dominant role and
the feminine in a subordinate,
subaltern role. In this manner,
violence against woman must be
read in cultural key. The present
analyses the present vision that
241
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
mujeres debe ser leída en clave
cultural. En el presente trabajo se
analiza la visión actual que
condiciona el modo en que hoy día
se diseñan las políticas públicas en
materia de violencia de género,
para luego poner en cuestión las
construcciones sobre las cuales
éstas se han establecido y
fundamentado. Se desafía a pensar
en una reformulación de la mirada
sobre el papel de los hombres en la
sociedad moderna y la importancia
que tiene su incorporación en la
planificación
de
nuevas
intervenciones.
determines the way public policies
on gender violence are being
designed today, to then question
the constructions on which these
have
been
established
and
grounded. The challenge is to think
about a reformulation of the look
on the role of the men in modern
society and the importance of its
incorporation in the planning of
new interventions
Palabras Claves
Políticas Públicas ─ Patriarcado ─
Masculinidad
Keywords:
Public politics ─ patriarchy ─
masculinity
242
Introducción
El siguiente trabajo pretende constituirse como un aporte a la problemática
de la violencia de género, que afecta no solo a nuestra sociedad sino al mundo
entero. Por lo tanto, partimos planteando los lineamientos desde los cuales
nos ubicamos para la realización de nuestro aporte. En primer lugar, cabe
decir que consideramos al fenómeno de la violencia de género como
sintomático de las asimetrías que se han conformado en nuestras sociedades
respecto de ambos sexos y los estereotipos culturales que los rodearon. Por
ello, creemos que cualquier análisis que se proponga profundizar respecto a
los abordajes posibles de dicha problemática debe considerar la extrema
complejidad que esta presenta. Y en ese sentido, debe comenzar por la
naturalización de las asimetrías sociales y la construcción social de los
géneros, mujer y hombre.
Dado que las representaciones sociales que los sujetos tienen sobre el mundo
son construcciones históricas; y que el conocimiento que los sujetos tienen de
lo real se construye a partir de dichas representaciones, diremos que tanto
realidad como conocimiento son históricos. Sin embargo, estas construcciones
sociales objetivadas e internalizadas por los individuos durante sus procesos
de socialización suelen percibirse como elementos fijos e incuestionables.
Toda sociedad encuentra mecanismos que transforman la historia, la cultura y
lo social en naturaleza, dando sentido de naturalidad a cuestiones arbitrarias
y contingentes.
La interacción de múltiples factores psicológicos, sociales y culturales han
puesto a la mujer en situación de inferioridad respecto al hombre, lo que
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
abrió la puerta a una sistemática vulneración de sus derechos. La mujer ha
sido capturada y reducida durante décadas al ámbito doméstico, alejada de
los centros de poder y de la toma de decisiones. A pesar de un lento proceso
de emancipación y de la lucha por conquistar nuevos espacios, las mujeres
continúan siendo un colectivo que no ha alcanzado la plena igualdad.
En este sentido, trabajaremos a partir de los conceptos de feminidad y
masculinidad como campo de estudio que constituye hoy en día un tema de
interés social. “Hacerse hombre”, como “hacerse mujer”, equivale a un
proceso de construcción social en el que a lo masculino le corresponden una
serie de rasgos, comportamientos, símbolos y valores, definidos por la
sociedad en cuestión, que interactúan junto con otros elementos como la
etnia, la clase, la sexualidad o la edad y que se manifiestan en un amplio
sistema de relaciones que, en nuestra cultura, ha tendido históricamente a
preservar la experiencia exclusiva del poder al individuo masculino.
Marco Teórico
Para la realización de nuestro abordaje, creemos importante partir de un
concepto de “seguridad” encarado desde la perspectiva de género, optando
por una concepción epistemológica que se aproxime a la realidad desde las
miradas de los géneros y sus relaciones de poder. En este sentido, si la
seguridad humana está en íntima relación con el derecho a tener una vida
libre de violencia en todas sus manifestaciones, el concepto de seguridad que
tomaremos en este trabajo refiere al derecho para las mujeres de tener una
vida libre de violencia en el espacio de sus relaciones familiares y en sus
relaciones comunitarias. Las relaciones de desigualdad entre los géneros
tienen sus efectos de producción y reproducción de la discriminación,
adquiriendo expresiones concretas en todos los ámbitos de la cultura: el
trabajo, la familia, la política, las organizaciones, el arte, las empresas, la
salud, la ciencia, la sexualidad, la historia. En este sentido, la seguridad
constituye un derecho cuyo goce ha sido distribuido en forma desigual e
inequitativa.
Es interesante entonces ampliar la discusión al Estado y la ciudadanía. El
Estado es parte central del problema de la seguridad humana a través de las
políticas públicas que pone en marcha o las acciones privadas que tolera
directa o indirectamente. La enorme desigualdad social es fuente de
violencia, del mismo modo que lo es la falta de un enfoque de género en el
diseño y la gestión en las políticas de seguridad. Para que una mujer se sienta
segura se requiere de recursos que la empoderen y de un espacio público y
una ciudad le garanticen su seguridad. Por ello, una política de seguridad
ciudadana eficiente debe permitir, impulsar y construir el empoderamiento de
las mujeres, así como una ciudad que tanto en los espacios públicos como
privados sea amigable para ellas.
Un segundo concepto fundamental refiere a qué concebimos por violencia de
género. Al utilizar esta expresión, nos referimos a cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico,
sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como privado. Aquí
se distinguen dos formas específicas de violencia, a partir del espacio en que
tienen lugar: en el Ámbito Privado (generalmente asociado al ámbito familiar)
y en el Ámbito Público. Sin dejar de reconocer la importancia de esta
distinción por las especificidades que reviste la violencia en una u otra esfera,
243
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
a los fines de nuestro trabajo consideramos una conceptualización que
permita una mirada integral del problema. Entendemos que las relaciones de
violencia que emergen en las relaciones privadas no tienen caracteres o
aspectos sustancialmente distintos de los que integran las relaciones de
violencia en el espacio público. En principio, se trata de una continuidad de
las relaciones de por sí violentas que atraviesan en distintos espacios. Al
mismo tiempo, hay que tener presentes que la violencia que se padece en uno
de esos espacios repercute inevitablemente en las posibilidades de desarrollo
que se pueda tener en el otro. La violencia, en tanto relación social,
constituye a la sociedad en su totalidad y circula en ella, pero no es neutral
en términos de género así como no lo es en término de clase social.
La violencia de género es, como anunciamos al comienzo, una de las
consecuencias derivadas de la naturalización de la relación jerárquica entre
géneros que inscribe a lo masculino en un rol dominante y a lo femenino en un
rol subordinado, subalterno. Pero estas desigualdades entre géneros deben ser
leídas en clave cultural y no biológica. En este sentido, resulta interesante lo
que expresa la Asamblea General de las Naciones Unidas:
“la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones
de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han
conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra
por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, (…) es
uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la
mujer a una situación de subordinación respecto del hombre.”
La violencia contra las mujeres es expresión de las relaciones de género
marcadas por desigualdades de poder, que impactan a su vez en todas las
estructuras e imaginarios de una sociedad. Es un asunto multisectorial, es
integral, es de derechos humanos, es de seguridad ciudadana, es de salud
pública.
Cuando el ejercicio de la violencia contra la mujer adquiere su forma más
extrema, nos encontramos con el femicidio. Este concepto refiere a los
asesinatos de mujeres motivados por el sexismo y la misoginia, porque
implican el desprecio y el odio hacia ellas, porque ellos sienten que tienen el
derecho de terminar con sus vidas, o por la suposición de propiedad sobre las
mujeres.
En vinculación con lo que venimos trabajando, es un aporte fundamental la
obra de Michel Foucault, quien primero comprendió que los cuerpos resultan
ser efectos del poder, de las relaciones de poder. El cuerpo es un campo
político tensionado entre las distintas relaciones de poder que actúan sobre él
y lo marcan, lo limitan, lo castigan. La violencia que se ejerce sobre el cuerpo
es, en definitiva, el mecanismo por el cual se somete a los cuerpos con menos
poder al suplicio del escarmiento de los que sí tienen poder. El cuerpo
aparece entonces como categoría analítica, política y geográfica, lleno de
memoria histórica.
Este autor también nos aporta una conceptualización sobre el poder y las
relaciones de poder que resultan fundamentales para comprender las
relaciones entre sexos y entre géneros. Partiendo de una concepción del
poder como una relación de fuerza entre sujetos, que no es una forma (como
la forma Estado) sino una relación, su obra puede reinterpretarse para
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
sostener que es en estas relaciones de fuerza en que los hombres desarrollan
relaciones de opresión mientras que las mujeres responden con subordinación,
situación que se da a nivel macro y micro, a nivel de la vida pública como de
la vida privada. Las relaciones de poder se materializan en la división de la
vida privada y pública, en la asignación de espacios, en la asignación de roles,
en la asignación de conductas. Y es en este juego de relaciones de
dominación/subordinación en que se comienzan a constituir y definir los
géneros.
El género puede ser definido como una categoría dinámica, construida
socialmente, que tiene como base las diferencias sexuales biológicas. A partir
de estas diferencias se determinan los papeles sociales de hombres y mujeres.
El género es construido en un cuerpo que tiene un sexo definido y al que se le
atribuyen características psicológicas, sociales y económicas, lo que resulta
en acciones y comportamientos específicos, que casi siempre se traducen en
relaciones de poder unilaterales: dominación masculina vs. sumisión
femenina. Así, en tanto que construcción cultural, permite visibilizar las
relaciones asimétricas de poder que han existido a lo largo de la historia. Al
implicar relaciones jerárquicas, el género posibilita visibilizar el problema del
poder en las relaciones entre hombres y mujeres lo que nos remite al
patriarcado y todo lo que ello ha implicado para las mujeres: exclusión,
desvalorización, opresión, subordinación. Etimológicamente hablando,
significa "gobierno de los padres". Históricamente, las mujeres necesitaron
establecer relaciones con los maridos para continuar con el formato del
cuidado de paternidad. Lo masculino entonces representó el poder (dynamis)
mientras que lo femenino representó la carencia (adynamis).
Por último, definimos a las políticas públicas como las herramientas que el
gobierno puede aplicar o no para solucionar y dar respuesta a las demandas de
la sociedad. Estas políticas deben contar en su formulación con la
participación de todos los actores de influencia del espacio público, para
poder ser inclusivas, y acordes a las necesidades. Pensar políticas públicas
con enfoque de género implica superar concepciones tradicionales sobre las
mujeres como grupo vulnerable o minusválido, receptoras de políticas
asistenciales. Implica reformular la perspectiva de género en términos de
ciudadanía.
¿Cómo se aborda la Violencia de Género?
En primer lugar, haremos un repaso de los marcos normativos que hacen un
abordaje sobre la violencia de género. La Ley Nacional Nº 26.485 tipifica los
diversos modos de violencia de género, comenzando con la violencia el
espacio doméstico. Al respecto distingue:
-La violencia física se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo o
generando riesgo de producir dolor o daño. Incluye también cualquier otra
forma de maltrato o agresión que afecte su integridad física.
-La violencia psicológica causa daño emocional y disminución de la autoestima
o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal, busca degradar o
controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de la mujer,
mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación,
descrédito, deshonra, manipulación o aislamiento.
245
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
-La violencia sexual refiere a cualquier acción que implique la vulneración del
derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o
reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación.
-La violencia económica y patrimonial se dirige a ocasionar un menoscabo en
los recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de la
perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes, pérdida,
sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos,
instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos
patrimoniales.
En cuanto a la violencia de género en el espacio público, encontramos que la
Ley Nacional que regular la temática presenta una vacancia. No se menciona
ni se considera, lo cual para nosotras constituye una ausencia grave. La
violencia de género en espacios
públicos se encuentra ligada
fundamentalmente al acoso sexual callejero, entendido como prácticas de
connotación sexual ejercidas por una persona desconocida en espacios tanto
públicos (la calle, el transporte) como semi-públicos (shoppings, universidad,
plazas, etc.) que suelen generar malestar en la víctima. Son acciones
unidireccionales, es decir que no son consentidas por la víctima, en las cuales
el acosador no tiene un interés en entablar una comunicación real con la
persona agredida.
Las prácticas de acoso sexual callejero son sufridas de manera sistemática por
las mujeres, ocurriendo varias veces al día desde aproximadamente los 12
años de edad, lo que genera traumas no sólo por hechos de acoso
especialmente graves, sino por su recurrencia. Varias son las prácticas
consideradas como acoso sexual callejero: miradas lascivas; “piropos” suaves
y agresivos; silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos; gestos obscenos;
comentarios sexuales, directos o indirectos al cuerpo; fotografías y
grabaciones no consentidas a partes íntima; agarrones o punteos; persecución
y arrinconamiento; masturbación con o sin eyaculación y exhibicionismo.
Interesa analizar esta cuestión ya que a partir de estas prácticas las mujeres
suelen cambiar sus recorridos habituales, modificar horarios, vestimenta,
retirarse del espacio público en determinados horarios. Esto nos muestra que
las mujeres se ven imposibilitadas de disfrutar de una total libertad.
Para abordar esta problemática no se necesita sólo de la sanción de leyes y
ordenanzas sino que también es necesario que las mismas se encuentren
acompañadas y respaldadas por políticas públicas eficaces. Es en este sentido
que consideramos fundamental analizar el abordaje de la cuestión que se
lleva a cabo desde las políticas públicas.
A nivel nacional, encontramos un Plan Nacional de Acción para Prevención,
Asistencia y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres 2014-2016. El
mismo, se encontraba previsto en la ley 26.485 y fue elaborado por el Consejo
Nacional de la Mujer. El objetivo de este plan es el desarrollo de políticas
públicas federales e integrales para la equidad de género. Para este fin, se
plantean 4 núcleos: fortalecer las instituciones que trabajan para los derechos
de las mujeres; mejorar las condiciones de base para la equidad como en la
educación, la salud y el trabajo; desarrollar el sistema de protección integral
y consolidar el registro de estadísticas sobre la violencia de género. En estos
núcleos se plantean las acciones a tomar, las metas y los avances que se
hicieron. Consideramos que este plan debería ser revisado ya que no están
consideradas todas las formas posibles de violencia y tampoco se detallan los
246
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
recursos financieros necesarios para llevar adelante las propuestas. Además,
se ve que hay una ausencia de planificación integrada.
Otra política importante fue la firma de un convenio de colaboración entre el
INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina) y
el CNM en noviembre de 2012. El objetivo consiste en sistematizar datos sobre
el tema. En este sentido, la información es fundamental para diseñar,
implementar y monitorear políticas. Recién en septiembre del 2015 el INDEC
publicó los primeros datos del Registro Único de Casos de Violencia Contra la
Mujer (RUCVM), un registro que tiene como objetivo unificar toda la
información disponible sobre violencia contra la mujer, en el contexto de la
Ley 26.485. Sin embargo, estos datos se construyeron a partir de la
información de seis organismos nacionales: “Son todos datos agregados, te
dan un número global. No hay ningún nivel de desagregación”, por lo que no
se cuenta con información de organismos provinciales o locales y no se pueden
conocer datos acerca del tipo de violencia sufrida, o la edad de las víctimas,
entre otras cosas.
Una de las acciones más importantes llevadas a cabo por el CNM fue la
creación de una línea telefónica para llamadas gratuitas de alcance nacional.
Sin embargo, existe una gran disparidad geográfica y de recursos en su
aplicación. Mientras que en la provincia de Santa Fe, por ejemplo, se
registran 1051 centros de atención (40 por cada 100 mil habitantes), en otras
provincias no llegan a ser 100, como en Formosa, donde se registran 87
centros (16 por cada 100 mil habitantes)
En cuanto al acceso a la justicia, en 2006 se creó la Oficina de Violencia
Doméstica -OVD- de la Corte Suprema, y el 29 de junio de 2015 se creó la
Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres de la Procuración
General de la Nación -UFEM-. LA UFEM se ocupa de diseñar la política criminal
específica del organismo en materia de violencia de género y de elaborar
herramientas para la actuación fiscal (protocolos, instrucciones generales,
etc.), a partir del análisis de información sobre las características del
fenómeno criminal y la actuación del sistema de justicia.
En Agosto 2014, el Ministerio de Seguridad elaboró el "Manual de buenas
prácticas para la intervención policial en los casos de violencia familiar" en el
cual se detallan algunas acciones a realizar por parte de la policía como por
ejemplo, aprender sobre los ciclos de violencia, actuar más allá de los
vaivenes de las víctimas y definir los criterios generales de la intervención
policial.
A nivel provincial, en 2013 se elaboró el plan de igualdad de oportunidades y
derechos que busca garantizar la igualdad entre mujeres y varones en todo el
territorio de la Provincia de Santa Fe. El mismo “comprende un conjunto de
estrategias y acciones interrelacionadas y compromete al Estado y a la
sociedad de nuestra provincia a aunar esfuerzos para reconocer, reestablecer
y promover de manera integral y sostenida la igualdad de derechos entre los
géneros”.
Por último, abordando el nivel local, el primer avance institucional en que se
trata la problemática en cuestión en nuestra ciudad data de 1988, año en que
se crea el Área de la Mujer, dependiente de la Secretaria de Promoción Social
que se dedicaba tanto a la asistencia de casos de violencia de género como a
la promoción de los derechos. La llegada de la intendenta Mónica Fein en el
año 2011 se propuso revalorizar el Área de la Mujer y jerarquizarla, por eso se
247
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
crea el Instituto Municipal de la Mujer que depende de la Intendencia y deja
el Área de Asistencia de Violencia contra la Mujer dentro de la Secretaría de
Promoción Social para asistencia específica de víctimas de violencia de
Género.”
En el año 2008, se realizó un programa regional "Ciudades sin violencia hacia
las Mujeres, Ciudades seguras para tod@s" que contó con el apoyo de UNIFEM
(Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer). El mismo tenía
por objetivo fortalecer el ejercicio de los derechos ciudadanos de las mujeres
en América Latina, reduciendo la violencia pública y privada que se ejerce
contra ellas en las ciudades. Participan otras Redes Sociales como la Red de
Educación Popular entre Mujeres (REPEM) y Redes de Gobierno, como la
Unidad Temática de Género y Municipio de la Red de Mercociudades. Si bien
esta campaña fue muy abarcativa, permitió escuchar las necesidades
concretas de las mujeres que sufren la inseguridad, el mismo duró de
diciembre de 2006 hasta julio de 2011.
En el mismo año se llevó adelante una campaña en el transporte público "No
queremos ese apoyo”. Mediante la misma se buscaba sensibilizar acerca de la
violencia sexual hacia las mujeres, en el transporte público. Además, dichos
afiches incluyen información sobre los números de teléfonos para realizar
denuncias y consultas.
Finalmente, durante el año 2016 se pusieron en marcha una serie de talleres
orientados a prevenir la violencia y a promover la igualdad de género para
jóvenes de entre 15 y 19 años afectados por la problemática y que desean
participar de los mismos. “El objetivo es compartir y reflexionar sobre cómo
se construyen las relaciones afectivas hoy, que mitos y mandatos respecto al
"amor" subsisten o que nuevas formas adquieren estos en la expresión de los
afectos, los medios, las escuelas, familias”.
Desde el año 2006 se lleva adelante el Programa Regional “Ciudades sin
violencia hacia las mujeres, ciudades seguras para todas y todos”. El mismo es
llevado a cabo por la Red Mujer y Hábitat de América Latina en Rosario a
través del Centro de Intercambios y Servicios Cono Sur Argentina (CISCSA), con
apoyo UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer) y
AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), en
articulación con el Programa “Ciudades inclusivas y género”, financiado por el
Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Violencia
contra las Mujeres. Estos programas trabajan conjuntamente con el Área de la
mujer dependiente de la Municipalidad.
Las zonas seleccionadas para desarrollar la experiencia tienen varias
características en común: una población de un nivel socioeconómico bajo,
presencia de asentamientos irregulares, espacios públicos abandonados o que
requieren mejoramiento (plazas, lugares baldíos), presencia del gobierno
local con programas de diferentes áreas municipales ejecutándose para el
mejoramiento de barrios, viviendas o espacios públicos.
Dentro de dicho Programa se llevaron a cabo distintos trabajos en los Centros
Municipales de Distrito. Entre los que podemos destacar se encuentra las
experiencias realizadas en los distritos Noroeste y Sur: “Las mujeres
trabajando por un Distrito sin miedos ni violencia”. Aquí se propone que una
ciudad segura y sin violencia hacia las mujeres es una ciudad que entiende
que no es solo el delito contra la propiedad privada el que promueve mayor
inseguridad; las condiciones físicas de los espacios públicos, los déficit de los
248
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servicios urbanos, la aceptación social de la violencia por razones de género,
los mecanismos de invisibilización de la violencia hacia las mujeres también
entran a jugar en una compleja trama de factores que favorece las
situaciones de violencia urbana e incrementa la percepción de inseguridad. En
un primer momento lo que se hizo junto con Área de la Mujer y las diferentes
áreas de cada CMD fue seleccionar una zona por la cual empezar a trabajar.
Además se contactaron con organizaciones, instituciones y gente del barrio.
Se fue elaborando un diagnóstico participativo para saber más acerca de las
experiencias de las mujeres. En dicho diagnóstico se indago sobre las
múltiples dimensiones de la violencia urbana de género para saber cómo y
cuánto afecta a las mujeres, principalmente mediante grupos focales,
encuestas callejeras y caminatas exploratorias. Como resultado se encontró
que casi el 50% de las mujeres encuestadas en el Distrito Sur reconoció haber
vivido violencia en algún espacio público de la Zona, mientras que en el
Distrito Noroeste el número asciende al 70%. Asimismo se distinguieron los
lugares y momentos del día donde suceden violencias consideradas,
despejando la creencia de que sólo ocurren en determinados lugares y
únicamente por la noche en las encuestas realizadas se observa que el 51% de
las mujeres que viven violencia señalan que la experimentan tanto de día
como de noche. Además se indago sobre las situaciones en las cuales las
mujeres se sienten más inseguras. En relación con ello, las mujeres
encuestadas mencionaron a los grupos de varones consumiendo alcohol o
drogas, la iluminación insuficiente, la ausencia de policías patrullando en la
zona (aunque paradójicamente se menciona que el comportamiento de la
policía genera miedo), las miradas lascivas y los gritos obscenos, la falta de
respeto por parte de los varones. Además se menciona a las calles y las
paradas de colectivos como los escenarios más frecuentes de los hechos de
violencia así como a los espacios públicos con poco mantenimiento. Por otra
parte en cuanto a las denuncias, muchas mujeres han respondido en la
encuesta que cuando recurrieron a la comisaría, la policía no hizo nada o
minimizó lo sucedido, evidenciando una deficiencia en la atención.
Por otra parte, uno de los objetivos centrales del equipo de trabajo que
implementa el Programa Regional en la ciudad de Rosario, fue la generación
de políticas públicas de seguridad estructuradas desde la mirada de las
mujeres. En este marco de trabajo, se identificó como un actor estratégico a
la Guardia Urbana Municipal para abordar la problemática de la violencia
hacia las mujeres, ya que es parte de las políticas de seguridad del Municipio,
dependiente de la Secretaría de Gobierno. Se planteó como principal la
necesidad de sensibilizar y capacitar a agentes de GUM en relación con la
violencia urbana hacia las mujeres, y construir así una visión compartida sobre
el rol estratégico que esta fuerza de seguridad puede llegar a tener en la
atención y prevención de situaciones de violencia hacia las mujeres en la
ciudad. La institucionalización de esta propuesta se dio por la vía de la
inclusión de la violencia de género como factor que debe modular el
funcionamiento de la GUM, e implicó un cambio en la cultura institucional y
en la práctica de sus agentes.
La articulación, materializada en un diálogo ínter-áreas promovido a través de
acciones conjuntas, significó superar el enfoque según el cual las políticas de
género se delegaba a un organismo específico para pasar a un enfoque más
integral y abarcador, en que los temas ligados al género están a cargo de
249
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
diversas áreas y dependencias municipales vinculadas a la materia. Así se
pudo lograr la construcción de un protocolo de actuación de la GUM:
“Protocolo en casos de violencia y maltrato hacia las mujeres en el espacio
público” (cuya institucionalización se logra en 2008 mediante el Decreto
Ejecutivo Municipal N° 2621); conjuntamente con un proceso de capacitación
a dicha fuerza de seguridad.
Hay que remarcar las condiciones del contexto urbano que influyen en las
posibilidades de desarrollo personal y social de las personas. Esto constituye
una dimensión de análisis del Observatorio Social de la Municipalidad,
tomando tanto la infraestructura como los diversos servicios que la ciudad
pone a disposición de las personas en pos de su pleno desarrollo. Al observar
la existencia de servicio socioculturales en Rosario vemos que el porcentaje
de Centros Culturales en 2011 en el Distrito Centro era de 55,56%, mientras
que en el Distrito Sur o Sudoeste el porcentaje es de alrededor de un 5%.
Estos datos dan cuenta de una clara carencia de espacios culturales donde las
mujeres se puedan sentir contenidas y puedan realizar distintas actividades,
dialogar sobre ciertas problemáticas que les preocupan y emprender distintos
proyectos con el fin de lograr un barrio más seguro para ellas.
También es importante lo que se ha producido al interior de los barrios de
cada distrito en cuanto a la construcción de la “Red de Mujeres de Rosario por
la No violencia” para promover los derechos de las mujeres y abordar de
forma descentralizada la problemática de género. Esta Red fue conformada en
el año 2007, a partir de un programa apoyado por UNIFEM y llevada adelante
por dos organizaciones de la sociedad civil, Indeso Mujer y Casa de la Mujer
junto al Área de la Mujer del Municipio de la Ciudad de Rosario. El objetivo
fundamental es la articulación de las Redes ya existentes en los Distritos,
conformadas a partir de proyectos aprobados por el Presupuesto Participativo.
Además “se busca multiplicar el impacto de su tarea de prevención de la
violencia hacia la mujer en la ciudad.” Hay cuatro redes constituidas donde
las mujeres de los distintos barrios trabajan en prevención de la violencia
familiar, atención primaria de casos, acompañamiento a las mujeres víctimas
de violencia y derivación a los servicios correspondientes. Además, promueven
los derechos del género femenino entre sus vecinas y vecinos, articulando su
trabajo con instituciones barriales.
En la práctica, luego de la entrevista realizada a personal de la Red de
Mujeres del Sur, podemos afirmar que este planteamiento carece de un
funcionamiento eficiente. Esta red no recibe financiamiento de ningún tipo y
que más allá de haber sido ganadora de un proyecto del presupuesto
participativo 2015 no ha recibido el monto correspondiente durante este
2016. Es importante tener en cuenta ciertos datos significativos en el análisis
de las políticas referidas a la violencia de género en relación a la falta de
presupuesto Según un informe del movimiento Mujeres por la Matria
Latinoamericana -MuMaLá-, en 2015 se destinó el 0,0040% del presupuesto
nacional al CNM (Consejo Nacional de las Mujeres), y de este porcentaje, el
88% se utilizó para gastos en personal. La información que se difunde
públicamente sobre el presupuesto es muy agregado y por ese motivo es muy
difícil saber con precisión cuánto se destina a los diferentes programas y a los
diferentes organismos vinculados de diversas maneras con la equidad de
género”.
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Luego de este análisis sobre las normativas que regulan la violencia de género
así como de las políticas públicas aplicadas desde los tres niveles analizados,
llegamos a la conclusión de que a pesar de ensayarse diversos modelos de
intervención sobre la problemática, todos ellas dan cuenta de una
intervención sobre el mismo sujeto: la mujer. En este sentido, consideramos
una carencia en el abordaje respecto al planteamiento del problema, el cual
parece centrarse desde la perspectiva de las víctimas y no desde una visión
integral de la sociedad que considere los vínculos y relaciones de poder entre
los géneros.
Una Visión desde las Diferentes Masculinidades: ¿Porque trabajar con
los Hombres la Violencia de Género?
Las relaciones de poder entre mujeres y hombres tienen un carácter de
construcciones socioculturales que permean todos los procesos sociales. Es
importante recordar que son relaciones dinámicas susceptibles de ser
renegociadas y transformadas, lo que nos ha planteado nuevas críticas e
interrogantes a los cientistas sociales.
Los estudios de género han logrado perspectivas importantes al desarrollar y
consolida nuevos enfoques. Uno de sus grandes logros ha sido el de cuestionar
la idea de los atributos y roles universales compartidos por las mujeres
inmersas en la sociedad, así como la unicidad de la identidad de género
destacando la diversidad de las condiciones y vivencias femeninas. También
han profundizado en el análisis de las subjetividades, las percepciones y
valoraciones de las propias mujeres como autoras y actoras del proceso
histórico y han aportado elementos para la discusión sobre la sexualidad, la
salud reproductiva, la democracia, la violencia y las relaciones en el interior
de los diferentes tipos de familias. Una vez cuestionada la condición de las
“mujeres”, problematizar sobre la construcción de las masculinidades era sólo
cuestión de tiempo. La perspectiva de género —que posee como trasfondo al
movimiento feminista— al insistir en la importancia del rescate de las
experiencias masculinas para el análisis y la comprensión de las complejas
relaciones existentes entre los sexos contribuyó, en los últimos años, al
desarrollo de los estudios sobre los “hombres”.
Para varios autores (Seidler, 2000; Kaufman y Horowitz, 1989 y Núñez, 1994,
entre otros) la construcción de “la masculinidad”es un proceso complejo en el
cual se combinan el poder, el dolor y el goce en el marco no sólo de la
socialización, la exigencia social y los estereotipos dominantes sobre “la
masculinidad”, sino también de la propia construcción de las subjetividades
acordes con las representaciones hegemónicas de lo que implica ser varón, es
decir, “hombre de verdad”, “hombre con letras mayúsculas”. En una sociedad
en donde se menosprecian los atributos “femeninos” y se enaltecen los
“masculinos” es necesario que los “hombres”, para ser reconocidos y
valorizados, demuestren de manera permanente, incluso obsesiva, que, en
contraposición con las mujeres, son racionales, agresivos, valientes, activos,
fuertes, atrevidos, aguantadores, independientes; pero sobre todo, tienen que
demostrar control sobre sus emociones y afectos, lo que supuestamente les
permite protegerse y ejercer dominio sobre las “mujeres”. Esas
características, socialmente valorizadas y que definen “lo masculino”,
repercuten en sus prácticas sexuales —que de principio son vistas como un
ejercicio de poder (sobre las “mujeres” y otros “hombres”)— a través de las
251
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
cuales deben mostrar y afirmar, para sí mismos y para los demás, su virilidad,
su capacidad de penetración, dominio y control. Al mismo tiempo, la
sexualidad masculina es vivida de manera contradictoria, confusa y tensa. La
genitalidad y la heterosexualidad son consideradas como norma, lo que en
muchas ocasiones genera actitudes homofóbicas (al descartar y descalificar)
que resultan del temor que provoca la posibilidad de un encuentro amoroso
y/o erótico con personas de su mismo sexo (Núñez,1994; Kimel,1992 y Seidler,
2000).
Los “varones”, al igual que las mujeres, son socializados bajo concepciones de
género, pero no podemos perder de vista que el proceso de socialización no es
uniforme ni coherente; tampoco es únicamente una imposición de la
normatividad que los seres humanos —sin importar su sexo— asumen de
manera pasiva y homogénea. Lo “masculino”, la “hombría”, no es un hecho
dado, sino una ficción cultural —nos dice Guillermo Núñez Noriega—, un
producto de la negociación, la lucha y las acciones humanas.
Es decir, a pesar de la socialización los significados del ser hombre tienen un
carácter heterogéneo, inestable y disputado, si a ello le agregamos que no
todos fueron educados en las ideologías del género dominante entenderemos
el por qué algunos pueden percibir los elementos contradictorios de la
identidad masculina.
Es en este sentido en que consideramos que el abordaje de las políticas
públicas en la problemática de la violencia de género debe ser más integral.
Comprendiendo que la violencia que se ejerce sobre las mujeres no
constituyen hechos aislados y que resultan de lógicas que atraviesan a toda la
sociedad. Creemos que entre las respuestas que se pueden ensayar a la
creciente violencia de género en nuestras sociedades debe necesariamente
repensarse el rol y el lugar de los hombres. En la resolución de estos
conflictos está el hombre, como construcción social. Si puede pensarse en la
construcción masculinidades diversas, no violentas, pueden redefinirse las
relaciones de poder entre los diversos géneros. Otras masculinidades
permitirían otras relaciones.
Conclusiones
La gran paradoja de nuestra cultura patriarcal es que las formas dañinas de
masculinidad dentro de la sociedad dominada por los hombres son
perjudiciales no sólo para las mujeres sino también para ellos mismos. La
construcción de las masculinidades ha sido una fuerte representación
simbólica que ha permanecido intocable a través de los tiempos. Situación
ésta que ha obedecido a una naturalización de lo masculino. Ser hombre
histórica y culturalmente representó el ejercicio del poder. La dominación
masculina, está anclada en nuestro inconsciente, en las estructuras simbólicas
y en el magma de las instituciones. Esta dominación es una construcción social
biologizada.
Tal vez hoy ser “hombres de verdad”—con letras mayúsculas— signifique
asumirse como seres humanos integrales, diversos; usar la fuerza física,
intelectual y el poder para liberarse a sí mismos; luchar por la conquista de la
felicidad y el placer y, sobre todo, explorar críticamente su potencial para
experimentar todo aquello que nuestra tradición occidental, cultural e
intelectual les ha impedido reconocer: la sinrazón masculina.
252
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
El espacio social es producto de interrelaciones, que se constituyen desde lo
inmenso de lo global a lo ínfimo de la intimidad, producto de relaciones que
están necesariamente implícitas en las prácticas materiales que deben
realizarse; por ello es siempre un proceso de formación, de devenir, nunca
acabado, nunca cerrado. Es por esto que toda sociedad está atravesada por
relaciones de género, tanto en lo público como en lo privado, que reproducen
formas de dominio. En este campo de vinculaciones genéricas en que se
juegan relaciones de poder, las luchas simbólicas, contraculturales,
iconográficas, artísticas, tienen un peso significativo, al colocar visiblemente
en disputa dimensiones culturales alternativas a aquellas que alimentan la
subordinación.
Estas relaciones sociales entre hombres y mujeres que se construyen y
transforman a lo largo del tiempo en las representaciones que los mismos
hombres y mujeres poseen, definen ideas de "feminidad" y "masculinidad" que
se traducen en formas de vinculación, y que generan atributos y
comportamientos para lo masculino así como para lo femenino, afectando su
cotidianidad, sus oportunidades y sus derechos. A esto se añade que los
fenómenos de violencia en la vida urbana, objetivos o subjetivos, son vividos
de forma diferente según el sexo, la edad y la posición social.
Una búsqueda de respuestas pasaría entonces por reducir esos niveles de
vulnerabilidad frente a la violencia. Activando mecanismos de protección y
participación en el diseño del entorno en el que se desea vivir. Es decir, la
construcción de espacios seguros para las mujeres, en los cuales sea posible
un mayor desarrollo humano, debe implicar necesariamente que las
condiciones de sociabilidad sean inclusivas: incorporando las diversas
relaciones que atraviesan a los sujetos en su constitución: género, raza, etnia,
edad y sector económico. Implica necesariamente también, que como
sociedad redefinamos el contenido que otorgamos a la “masculinidad”, por
medio de políticas activas que apunten a la deconstrucción del género
universal,
Es en este sentido que abordamos nuestro trabajo con la intención de
proponer un nuevo paradigma para las políticas públicas que abordan la
problemática de género, convencidas de que la raíz de la misma se encuentra
en las construcciones de las masculinidades y las feminidades, y de las
relaciones que entre éstas se generan.
Bibliografía
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discrimination against women: Recomendaciones generales” Versión
digital: http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/CEDAW/Pages/Recommendatio
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mujeres. Rosario”, 2011.
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en políticas de seguridad. Manual de capacitación para agentes de seguridad.”
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Departamento de Derecho Internacional, OEA, “Convención Interamericana
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de Belém do Pará”. 1994.
253
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Falú, Ana y Segovia, Olga. “Ciudades para convivir: sin violencia hacia las
mujeres”. Ediciones Sur. Santiago, Chile 2007.
Moncalvillo, Susana y Suárez, Natalia. “Violencia contra la mujer en el ámbito
doméstico. Edición: Indeso-mujer (Instituto de Estudios Jurídico Sociales de la
Mujer), 2015.
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Ciudades Seguras para Todas y Todos. Reflexiones a partir de un proceso de
debate (2006–2007)”.
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http://www.rosario.gov.ar/sitio/gobierno/datosdistritos.jsp#sur
http://www.rosario.gov.ar/mr/normativa/otrasnormas/ordenanzas/ordenanza-6238-1996
http://www.lanacion.com.ar/1782682-cansada-del-acoso-callejero-unamujer-se-defendio-con-gas-pimienta- y-subio-la-denuncia-a-youtube
http://rotativo.com.mx/noticias/internacionales/401075-acoso-sexualcallejero-cuando-el-cuerpo-de-la-mujer-es-terreno-de-dominio-publico/
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/9-16178-2008-1124.html
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http://www.normalopezsf.com.ar/?p=1249
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/10-49310-2015-0518.html
http://www.redmujer.org.ar/pdf_publicaciones/art_55.pdf
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
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http://www.minutouno.com/notas/359628-video-polemica-una-joven-quedenuncia-acoso-callejero-albaniles
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
A identidade “sem terra” e a
educação campesina no
assentamento Antônio Companheiro
Tavares
The “sem terra” (“without land”) identity and the rural education in the Antonio
Companheiro Tavares settlement
EDUARDO G. UEDA*
GABRIEL P. AVER**
*Estudiante avanzando de Ciencia Política y
Sociología por la Universidade Federal da Integra-ção
Latino-Americana
(UNILA).
Correo
electrónico:
eduardouedda@gmail.com
**Estudiante avanzando de Ciencia Política y
Sociología por la Universidade Federal da Integra-ção
Latino-Americana
(UNILA).
Correo
electrónico:
ave_gabriel@hotmail.com
Resumo
Abstract
Com base nas pesquisas realizadas
no
assentamento
Antônio
Companheiro Tavares e entrevistas
cedidas, o presente artigo objetiva
analisar o processo da construção e
consolidação identitária dos Sem
Terra. Neste sentido, procura
compreender a maneira que se dá a
educação (formal e informal) tanto
para os jovens como para os
adultos. As ferramentas teóricas
utilizadas são os conceitos de
habitus e capital simbólico de Pierre
Bourdieu, as análises de Salete
Caldart sobre a educação no MST e o
conceito de “mundo da vida” da
fenomenologia de Alfred Schutz.
As lutas do movimento não se
resumem ao seu lema “ocupar e
resistir”,
Based on researches made on the
Antonio
Companheiro
Tavares
settlement and given interviews,
the objective of this article is to
analyse the process of identity
construction and consolidation of
the “Sem terra”. In this way, it
seeks to understand the way
education is given (formal and
informal) both in young people and
adults. The theoretic tools used are
the concepts of symbolic capital of
Pierre Bourdieu, the analysis of
Salete Caldart of the education in
the MST and the concept of “mundo
da vida” (“world of life”) of the
fenomenology of Aldred Schutz. The
struggles of the movement can’t be
reduced to their slogan “ocupar e
resistir” (“to occupy and resist”),
256
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
há problemáticas internas que
também têm sua relevância, afinal
estamos falando de um movimento
construído em cenários conflitivos,
numa aposta de organização de
baixo pra cima. A educação de seus
jovens e a formação da identidade
Sem Terra são alguns exemplos
dessas
problemáticas
internas.
Contudo, as questões que o
assentamento passa não são as
mesmas que o movimento, existindo
ainda muitas coisas a serem
estruturadas no primeiro. Há
problemas
particulares
do
assentamento que se diferem, e
muito, das pautas do MST. Abordálos faz parte de entender a
construção identitária como um
processo complexo.
there are internals issues that also
have their relevance, after all we
are talking of a movement built in
conflictive scenarios, in a bet of an
organization from bottom to top.
The education of their younglings
and the formation of the “Sem
Terra” identity are some examples
of
internals
problematics.
Nevertheless, the issues that the
settlement go through are not the
same as the movement, as there are
still many things that need to be
structured in the first one. There
are particular problems of the
settlement that differ, and a lot,
from the MST guidelines. To
approach them makes part of the
understanding
the
identity
construction as complex process.
Palavras-chave
Keywords
Identidade “sem terra” ─ Educação
─
Asentamento
Companheiro
Tavares
“Sem terra” identity ─ Education ─
Companheiro Tavares settlement
Introdução
O assentamento Antônio Companheiro Tavares tem mais de 15 anos e surgiu
de um acampamento na fazenda do grupo Bamerindus, propriedade de José
Eduardo Andrade Vieira, ex-senador do Paraná e ex-ministro da agricultura no
governo de Fernando Henrique Cardoso.
Em sua fase inicial, o acampamento contava com cerca de 680 famílias. Não
havia espaço para todos, como relata Everaldo Matias Lopes à Simone Tatiane
Pedron, em uma entrevista realizada dia 1 de abril de 2011 no assentamento,
“Começou com 680 famílias, a área era pequena e não dava para tudo, uma
parte ficou aqui, e a maioria seguiu para outros acampamentos da região.”
(Pedron, 2011:4).
Em 2 de setembro de 1998 foi emitida a posse definitiva da área pelo INCRAInstituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária. Agora as terras eram
legalmente de quem produzia. Essa é a história do assentamento que está viva
com muitos dos ainda moradores de Antônio Companheiro, que agora possui
81 famílias assentadas. Muitas pessoas que estavam no momento de ocupação
257
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
e resistência levam essa “identidade Antônio Companheiro Tavares” em
constante mutação, junto com a identidade Sem Terra própria do movimento.
Antes da ocupação do MST (Movimento dos trabalhadores sem terra), a
fazenda Bamerindus era considerada pela mídia como exemplo na produção
de pesquisas agropecuárias. Com a ocupação das terras, houve muita pressão
externa para saber o que seria feito com a fazenda além de assentar aquelas
famílias. Assim, buscando corresponder aos interesses sociais e utilizando-se
da nova metodologia agroecológica, expressa nos cadernos de formação do
MST, teve início no ano de 2000, um projeto de implantação do ITEPA –
Instituto Técnico e Educacional de Pesquisa da Reforma Agrária, voltado ao
campo da capacitação e da formação humana.
Dezesseis anos depois da conquista da terra percebe-se que muito da
identidade conquistada através das lutas sofreu alterações com o passar do
tempo. Segundo Gilberto, morador e uma das lideranças do assentamento,
cerca de apenas 12 famílias das 81 seguem as diretrizes de agroecologia do
MST.
Isso se deve ao fato de aparentemente existir uma perda de valores
identitários no assentamento, dado que mesmo depois de formados pelo ITEPA
muitos jovens saem de suas casas para trabalhar em empresas ligadas ao
agronegócio. Um exemplo da contradição em que o assentamento se encontra
é o fato de a Cooperativa Agroindustrial Lar estar na vizinhança do
assentamento também na BR-277, onde há emprego (e com uma perspectiva
salarial que dentro do assentamento seria impossível) para um jovem que
acaba de se formar. Vale salientar que por muitas vezes condições materiais e
questões econômicas se sobrepõem às praticas ideológicas, a crenças e a
própria identidade do sujeito.
Assim é interesse deste artigo analisar a questão da educação, bem como a
construção210 da identidade dentro do assentamento Antônio Companheiro
Tavares, e demonstrar como ambas se inter-relacionam por diversas vezes.
Várias entrevistas211 foram gravadas e são usadas neste trabalho como
evidências que sustentam as alegações feitas.
Da educação
Como parte do contexto histórico político que o Movimento Dos Trabalhadores
e Trabalhadoras Rurais Sem Terra protagoniza - onde o desinteresse por uma
reforma agrária popular e a falta de projetos pedagógicos para o campo
brasileiro determinam a maneira que atua o MST - é quase intuitivo pensar
que eles possuem propostas pedagógicas para as 350 mil famílias ligadas ao
movimento, isso por que o desenvolvimento da Educação do Campo foi
esquecida pela política institucional, fato demonstrado pelo Parecer do
Conselho Nacional de Educação (Parecer CNE/CEB n. 36/2001):
210
Abordaremos a identidade como uma construção individual que é condicionada pelo
contexto social do sujeito. “O construtivismo enfatiza a construção discursiva do caráter da
identidade e, portanto, sua abertura para qualquer mudança de identidade.” (Larrain, 2000:
37, apud, Rosa, (s.n.t)). A identidade está em constante construção, podendo ela se
modificar de acordo com as interações do individuo com a sociedade, com o seu grupo e com
o meio que esta inserido como um todo.
211
Todas entrevistas foram realizadas no dia 29 de junho de 2015 e alguns nomes foram
alterados a fim de preservar a identidade das pessoas envolvidas.
258
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“No Brasil, todas as constituições contemplaram a educação escolar,
merecendo especial destaque a abrangência do tratamento que foi dado
ao tema a partir de 1934. Até então, em que pese o Brasil ter sido
considerado um país de origem eminentemente agrária, a educação rural
não foi sequer mencionada nos textos constitucionais de 1824 e 1891,
evidenciando-se, de um lado, o descaso dos dirigentes com a educação do
campo e, do outro, os resquícios de matrizes culturais vinculadas a uma
economia agrária apoiada no latifúndio e no trabalho escravo.”
(CNE/CEB, 2001, apud, Barbosa, 2014:152).
Por isso a importância do MST - aliado a parceiros como a Comissão da
Pastoral da Terra (CPT), União Nacional das Escolas Família Agrícola do Brasil,
e claro, todas as demais organizações ligadas a Via Campesina Brasil - lutarem
pela construção da educação do campo.
A educação é o alicerce de toda a estrutura do MST, e podemos a distinguir de
duas maneiras:
1.
A Educação Tradicional, isto é, a relação professor/aluno, a qual está
fortemente ligado ao projeto educacional do assentamento Companheiro
Tavares, através do projeto do ITEPA, que embora esteja temporariamente
parado, formou vários técnicos em agroecologia e têm projetos futuros de
pós-graduação vinculado à Universidade Federal da Integração LatinoAmericana (UNILA).
2.
A educação através das vivências do cotidiano, isto é, o conjunto de
práticas, valores, técnicas e etc. apreendidos pela convivência entre os
sujeitos, no dia a dia dessas pessoas. Segundo Roseli Salete Caldart:
“Os Sem Terra se educam participando diretamente, e como sujeitos, das
ações da luta pela terra e de outras lutas sociais que aos poucos foram
integrando à agenda do MST. É esta participação que humaniza as
pessoas: primeiro no sentido de que devolve à vida social pessoas que
estavam dela excluídas [...]; segundo, no sentido de que a pedagogia da
luta educa para uma determinada postura diante da vida: nada é
impossível de mudar, e quanto mais inconformada com o atual estado de
coisas mais humana é a pessoa; ou seja, exatamente o contrário da
pedagogia da socialização que predomina nos chamados meios
educacionais, onde estar em movimento e ter atos de contestação ou
rebeldia é sempre visto como "má-educação": é preciso afastar-se
daqueles baderneiros do MST!” (Caldart, 2001:214)
Esses dois tipos de educação têm funções importantíssimas dentro do
microcosmos do Assentamento Antônio Companheiro Tavares. A educação
através das vivências do cotidiano está presente no assentamento. Quando um
filho vai com seus pais para trabalhar a terra ou quando vê os mesmos se
unindo nas ações de mobilização, ele está em um processo de aprendizagem e
construção do ser social - e claro, do ser Sem Terra. Quanto a educação
tradicional, o assentamento não possui uma escola para educação
infantil/fundamental, então as crianças precisam se locomover até o centro
de São Miguel do Iguaçu, onde recebem uma Educação Tradicional Neoliberal.
3.1 A educação neoliberal e a educação Sem Terra
259
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
O projeto de educação do MST é uma peça fundamental na construção da
“identidade Sem Terra” das crianças e adolescentes dos assentamentos e
acampamentos. A escola itinerante tenta trazer uma educação baseada nos
ideais do movimento, voltada às práticas agroecológicas e à luta do campo
nos acampamentos do MST e é muito importante para criar raízes no
movimento em seu processo de socialização primária. Esta educação se dá de
forma específica, voltada ao movimento, com material didático elaborado
pelo mesmo, com professores formados com base nos ideais de luta do MST e
com um objetivo diferenciado das escolas convencionais.
Quando já se tem formado o assentamento não há mais necessidade de
escolas itinerantes - essas tem a característica de auxiliarem na educação
básica de acampados - pois agora os jovens tem moradia fixa, tem melhores
estruturas e podem estudar nas escolas da cidade, embora em alguns poucos
assentamentos existam escolas dentro do assentamento voltadas para a
comunidade. Em todo caso, o movimento tenta sempre criar uma educação
diferenciada, uma educação campesina para suas crianças.
A teoria dessa educação distinta, proposta pelo MST, se difere da realidade
vivida no assentamento Antônio Companheiro Tavares, assim como relata
Carlos212, assentado desde 2002 em São Miguel do Iguaçu: “Quando eu vim pra
cá [...] era a escola José Gomes da Silva [...] mas com toda a burocracia
acabou dando zebra”. O assentamento, tem um projeto excelente de
educação, tanto básica, como o projeto ITEPA, já citado, mas tomou uma
direção contrária; Hoje, no assentamento, não há uma educação específica
destinada às crianças e adolescentes, deste modo, estes são obrigados a irem
à cidade de São Miguel de Iguaçu, onde recebem uma educação convencional
e neoliberal.
Para as crianças do MST pode ser prejudicial frequentar uma escola oferecida
pelo Estado, pois esta educação possui características neoliberais que,
segundo Sonia Alem Marrach (1996:2) são:
1.
Atrelar a educação à preparação para o trabalho;
2.
Tornar a escola um meio de transmissão de princípios doutrinários;
3.
Fazer da escola um mercado para os produtos da indústria cultural e
da informática.
A Educação Neoliberal esta atrelada à ideologia imposta pelo Banco Mundial,
Lopes diz: “O Banco Mundial (BM) tem sido um ator importante no cenário da
política educacional dos anos noventa no Brasil, considerando a educação
como um instrumento fundamental para promover o crescimento econômico e
a redução da pobreza.” (Lopes, 2007:3). O Banco Mundial agiu diretamente na
maneira em que o projeto educacional em países em desenvolvimento iria vir
a funcionar, foi inclusive proposto um pacote de reformas educativas. Lopes
em seu artigo As Influências do Modelo Neoliberal na Educação (2007) separou
quatro elementos distintivos do pacote de reformas:
1.
A prioridade depositada sobre a educação básica; que é responsável,
comparativamente, pelos maiores benefícios sociais e econômicos e
considerada elemento essencial para um desenvolvimento sustentável e de
longo prazo, assim como para aliviar a pobreza.
2.
A melhoria da qualidade (e da eficiência) da educação como eixo da
reforma educativa; Verifica-se que a qualidade localiza-se nos resultados e
212
Alguns nomes foram alterados para preservar a identidade dos entrevistados.
260
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
esses se verificam no rendimento escolar, sendo julgado a partir dos objetivos
e metas propostos pelo próprio equipamento escolar, sem questionar a
validade, o sentido e os métodos de ensino daquilo que se ensina. Nesse
resultado 4 o que conta é o “valor agregado da escolaridade”, isto é, o
benefício do aprendizado e o incremento na probabilidade de uma atividade
geradora de renda. Como terceiro aspecto das medidas do Banco Mundial aos
países em desenvolvimento temos:
3.
A prioridade sobre os aspectos financeiros e administrativos da reforma
educativa; propõe-se, especificamente: a) a reestruturação orgânica dos
ministérios, das instituições intermediárias e das escolas; b) o fortalecimento
dos sistemas de educação (apontando de maneira específica de recolher dados
em quatro itens: matrícula, assistência, insumos e custos); e c) a capacitação
de pessoal em assuntos administrativos.
4.
Descentralização e instituições escolares autônomas e responsáveis por
seus resultados; Descentralizar implica em uma alteração profunda na forma
de exercer o poder político, significa o remanejamento do poder central, que
passa a conferir autonomia política, financeira e administrativa às outras
instâncias de poder público, envolvendo “necessariamente alterações nos
núcleos de poder, que levam a uma maior distribuição do poder decisório até
então centralizado em poucas mãos” (Lobo, 1990). Pode também ser definida
como “o ato de confiar poder de decisão a órgãos diferentes dos do poder
central, que não estejam submetidos ao dever de obediência hierárquica e –
acrescentam alguns – que contem com autoridades eleitas democraticamente”
(Casassus, 1995, apud, Lopes, 2007:16).
Uma educação voltada à essas características gera um conflito ideológico nos
sujeitos do MST, por que estes são educados através das ações do dia a dia, e
quando chegam em uma escola neoliberal, recebem uma educação
totalmente oposta, tendo em vista que a educação itinerante bem como as
próprias práticas cotidianas têm como objetivo discutir a experiência dos
acampamentos e assentamentos aliada a prática pedagógica, articulando uma
“escola segundo os interesses da classe trabalhadora do campo, nos limites
das contradições da época” (Freitas, 2009:13).
3.2 A formação da identidade através da educação do campo
“Os Sem Terra se educam participando diretamente, e como sujeitos, das
ações da luta pela terra e de outras lutas sociais que aos poucos foram
integrando à agenda do MST. É esta participação que humaniza as
pessoas: primeiro no sentido de que devolve à vida social pessoas que
dela são excluídas [...]; segundo, no sentido de que a pedagogia da luta
educa para uma determinada postura diante da vida.” (Caldart,
2001:43)
Para compreendermos como se dá a educação através do acúmulo de
experiências cotidianas, podemos nos basear no conceito de “mundo da vida”,
isto é, “Cada indivíduo constrói seu próprio ‘mundo’; Mas o faz com o auxílio
de materiais e métodos que lhe são oferecidos por outros: o mundo da vida é
um mundo social que, por sua vez, é preestruturado para o indivíduo”
(Wagner, 1979:17), desenvolvido por Edmund Husserl e analisado e
aprimorado por Alfred Schutz através da fenomenologia.
261
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Além do ensino fundamental básico, que poderia estar inserido no
assentamento, existe também a educação proveniente de cada indivíduo
dentro do movimento, ou seja, educação doméstica e familiar, uma educação
que influencia o sujeito a continuar na luta pela terra e prosseguir com as
ideias do movimento, que envolvem os princípios da agroecologia e da
multicultura (negando os padrões do agronegócio de monocultura para
exportação ou terceirização da safra e sendo adepto a uma cultura de
produção para o consumo), entre outras.
A formação “Sem Terra” de um indivíduo é proveniente da educação através
de suas vivências dentro do movimento, da trajetória tanto do indivíduo como
do conjunto. A história do indivíduo, desde acampado até ser assentado, é
fundamental para a formação e consolidação das ideias do movimento em
cada um.
É também fundamental nesta formação, que os pais estimulem seus filhos,
nascidos nos assentamentos e acampamentos a participarem do trabalho no
campo, para que conheçam a produção de sua família e para que estejam
hábeis à continuar a produção familiar após sair da casa de seus pais. Também
é importante que os pais influenciem seus filhos a participarem das místicas
realizadas frequentemente pelo movimento, pois é um modo próprio do
movimento de fomentar e consolidar seus ideais em todos os indivíduos
trazendo a tona suas ideologias e principalmente sua história de luta e
resistência.
A participação frequente no cotidiano do movimento é essencial para que o
indivíduo tenha experiências no “mundo da vida” capazes de formar sua
identidade dentro do movimento, para arraigar seu compromisso e seu amor
pela causa e pelos ideais do movimento social do qual participa.
O assentamento de São Miguel do Iguaçu enfrenta problemas em relação ao
ensino através do acumulo de experiências cotidianas.
“A revolta delas de nós termos vindo pra cá é que lá elas conheciam o
pessoal inteiro. Lá elas eram envolvidas na escola, nas místicas, nas
formaturas, tudo! Elas participavam de tudo! Aí quando viemos pra cá
eles tiravam sarro delas ‘essas tonguinha que ficam gritando grito de
ordem’ que lá elas eram acostumadas, tiravam sarro delas por isso,
vinham pra casa chorando. Vestiam camisa do movimento, que lá elas
viviam usando, e aqui tiravam sarro.”
Relata Maria213, assentada em São Miguel do Iguaçu há oito anos. A dificuldade
na convivência, por inúmeras razões, comprometem o compromisso de
Paloma, filha mais nova de Maria, com o movimento. Não haver místicas e
contato próximo, em uma escola itinerante ou no próprio assentamento, com
as outras crianças, filhos e filhas de assentados, compromete a visão dela em
relação ao movimento.
4. Da Questão Identitária
A incorporação do caráter identitário nas organizações sociais rompem com a
antiga definição de movimento social (os Movimentos Sociais Tradicionais) como os movimentos de obreiros, movimentos de cunho socialista, etc. - que
213
O nome foi alterado para proteger a identidade da entrevistada
262
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
são movimentos de classe. Ao passo que a formação da identidade é tida
como ponto fundamental dos movimentos originados no fim do seculo XX (os
chamados Novos Movimentos Sociais ou NMS) - movimento LGBT, movimentos
culturais, de raça e etnia, etc. Segundo Touraine, Os Novos Movimentos
Sociais não combatem diretamente um adversário de classe (Touraine,
2006:19), porém nota-se que o MST tem o agronegócio como seu oponente, ou
seja, um adversário de classe muito bem definido, não se enquadrando dessa
vez na definição de NMS, mas é inegável que o movimento apresenta algumas
características de NMS, como o apelo identitário. Percebe-se então que essa
definição não é suficiente para explicar a configuração do MST, isto porque a
construção identitária do movimento, e mais diretamente do assentamento,
está relacionada à territorialidade e ancestralidade com o território.
“... la construcción de un lenguaje sobre la territorialidad se ha venido
cargando de nuevas significaciones y valoraciones, a partir del rechazo a
una concepción eficientista e instrumental que exhiben tanto los
gobiernos como las empresas transnacionales y determinados actores
locales.” (Svampa, 33).
Assim, a identidade do assentamento Antônio Companheiro se constrói a
partir da oposição ao capital estrangeiro e ao agronegócio, mas também a
partir do modo de desenvolvimento que o MST tem para o território de São
Miguel que é antagônico ao do agronegócio, gerando assim um conflito não
meramente econômico, mas também um conflito pelo território conquistado
pelos camponeses.
Neste tópico iremos nos ater ao elemento que mantém os campesinos que já
estão assentados, ou seja, que já possuem terra, ainda militantes a causa do
movimento. Defenderemos o argumento de que o principal motivo para que os
assentados ainda se mantenham alinhados à ideologia do MST é a construção
da identidade nos sujeitos.
Segundo Alberto Melucci, os movimentos sociais que desenvolvem identidade
em seus membros tem maiores chances de manterem esses membros dentro
do movimento e prontos para uma ação coletiva, uma vez que a identidade
coletiva de determinado grupo produz um sentimento de pertencimento a
esta comunidade é criado um estado emocional que faz com que os sujeitos
de tal grupo se sintam bem fazendo parte do movimento (Amparán; Gallegos,
2007). Já quando as pessoas sentem fazer parte de uma unidade, quando elas
sentem um afeto pelo grupo, é menos provável que o movimento perca seus
integrantes. De forma que sem identidade pouca coisa pode manter a coesão
do grupo, ainda mais quando a comunidade exterior ao movimento apresenta
a ilusão de ter algo que dentro do grupo seria impossível conseguir.
As problemáticas da questão da identidade do MST são diferentes dos
problemas que o assentamento Antônio Companheiro Tavares enfrenta. São
apenas um número em torno de 12 famílias no assentamento que mantém o
alinhamento com o MST. Sendo assim, nota-se que as famílias do
assentamento vem sofrendo com crises de identidade.
As famílias que residem desde o acampamento tendem a não refletir esse
problema, mas as famílias que vieram de outros assentamentos demonstram
seu descontentamento sobre a falta de ações para criar essa mentalidade de
“Sem Terra” nas pessoas. É o caso da família da Dona Maria, que mora há 7
263
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
anos em São Miguel com seu pai e duas filhas (Ana214 de 14 anos e Marta215 de
16). A família veio do assentamento da Lapa/PR e esperava que houvesse uma
escola dentro do assentamento. Ela conta, emocionada, que não foi como
esperava: “eu pensei que ia ter coisas no assentamento que falavam do
movimento e da organização”. E completa sobre a educação na cidade que
suas filhas tem: “Lá é estudar pra ser gari, é estudar pra ser lixeiro”. Sua filha
mais nova, Ana, de 14 anos, diz que não quer continuar no assentamento e
que pretende se desligar do movimento assim que puder.
As relações que essa família possui são um tanto diferentes das outras em que
foram feitas as entrevistas. O habitus216, sofreu uma alteração na relação
mãe-filha. Levamos em conta o habitus como toda a carga social que é capaz
de moldar a maneira que o individuo verá o mundo. A Dona Maria nasceu no
campo e logo se inseriu na luta pela terra por influência do seu pai, assim,
junto com muitas outras coisas, o habitus influiu na maneira em que Dona
Maria iria se ligar as relações sociais do seu meio, favorecendo a construção
da identidade “Sem-Terra”. Em compensação, suas filhas, embora tivessem o
exemplo e estivessem no mesmo meio em que sua mãe cresceu, não tiveram
na prática a vivência do MST.
A rotina de Ana, por exemplo, é ir para a escola na parte da manhã, ao meiodia voltar para casa, almoçar; e dormir na parte da tarde, depois fazer tarefas
da escola e às 18h ajudar a mãe a tirar leite. É um contraste quando
comparada a rotina de Pedro217, de 16 anos de idade, que trabalha ajudando a
família ao longo do dia e estudando a noite: “Tenho bastante tempo para
estudar, a escola é aqui perto, o ônibus vem pegar a gente, é bom morar
aqui, posso ajudar, ter experiência... E tem meu irmão e minha irmã que
também estudam, ele faz veterinária e ela biologia.” Pedro é filho de Paulo,
uma das lideranças do assentamento. Quando criança, Pedro participava das
ações do Sem-Terrinha e estava bem inserido no movimento. Mas o mesmo se
deu com Ana, quando sua família vivia em Lapa/PR. Ela participava dos
eventos do MST e relata que gostava muito de participar das místicas que
eram realizadas.
Então, se ela quando criança, teve dentro do seu círculo de interações sociais
a identidade Sem Terra com uma base tão forte, quer dizer, se havia a prática
no habitus de Ana, então o que gerou essa mudança de pensamento?
Ana chega ao assentamento Antônio Companheiro Tavares com 6 anos. O
motivo da mudança foi por questões de saúde de seu avô, que sofre de
bronquite crônica. O deslocamento foi traumático para ela, sair do lugar onde
viveu sua primeira infância e ir para outro, desconhecido, onde nem casa
garantida eles teriam, não seria fácil, isso somado ainda ao fato de ter
crescido em um assentamento com forte presença do movimento (e ter
incorporado esses valores), e ao chegar a sua nova moradia sofrer de
214
O nome foi alterado para preservar a identidade da entrevistada.
O nome foi alterado para preservar a identidade da entrevistada.
216
O habitus, conceito de Pierre Bourdieu, é um sistema de esquemas individuais,
socialmente constituído de disposições estruturadas (no social) e estruturantes (nas mentes),
adquirido nas e pelas experiências práticas (em condições sociais específicas de existência),
constantemente orientado para funções e ações do agir cotidiano (Setton, 2002:63). O
habitus é então o conjunto de praticas que determinam os valores que moldam a maneira que
o individuo vê e age para com o mundo.
217
O nome foi alterado para preservar a identidade do entrevistado.
215
264
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
zombarias por parte das outras crianças218. “Chegavam em casa chorando,
‘não, mãe, as crianças tiram sarro de vestir a camisa do movimento.’ [...]
Depois que viemos pra cá elas perderam o amor de ler um livro, de fazer uma
mística.” conta Dona Maria.
O habitus enquanto incorporação das estruturas sociais no individuo é
fundamental para compreender a herança cultural passada de geração para
geração. Embora Ana possa ter sido influenciada pela relação que tinha com o
antigo assentamento e incorporado valores da sua família, ao chegar no
assentamento de São Miguel do Iguaçu o habitus que em Lapa/PR tinha maior
valor simbólico tinha agora um menor valor. Empregaremos o conceito de
capital simbólico219, para explicar a perda da identidade “Sem-Terra” nessas
crianças, afim de colocar em conflito a carga cultural/identitária das meninas
vindas da Lapa e a mesma carga das crianças que conheceram. O capital
simbólico que as crianças de Dona Maria possuíam era diferente ao dominante
nas relações das crianças que já estavam lá. Assim, a identidade que fora
construída nas crianças de Dona Maria já não tinha tanto valor.
Dentro do microcosmo do assentamento Antônio Companheiro, os valores
dominantes não seguem as diretrizes do MST. Isso quer dizer que o capital
simbólico que Ana trouxe do outro microcosmo (onde os valores dominantes
são os valores do movimento) criou uma distância entre ela e as outras
crianças. Em outras palavras, o arbitrário cultural dominante220 desfavorece a
identidade e o habitus da família. Talvez isso sirva de explicação - bem geral para o fenômeno que fez com que Ana se sentisse deslocada.
As próprias estruturas do assentamento não favoreciam a formação de Ana. Na
seguinte frase, podemos notar que nasceu uma certa fragilidade na identidade
sem-terra de Maria: “O problema é que aqui não tem o incentivo, ‘o que eu
vou ficar fazendo aqui?’ eles querem estudar, querem as coisas delas. A renda
não é suficiente, nós produzimos de tudo, mas não conseguimos vender, fiz
uma plantação de maracujá para elas venderem, pra elas terem dinheiro, mas
não tem pra quem vender”. Há semelhanças entre o que Dona Maria disse e o
que Ana quer, que é estudar (fora do assentamento) e se desvincular do
movimento. Como vimos acima com a tese de Melucci, sem identidade os
sujeitos podem vir a fazer cálculos de custo-benefício a cerca de se manter no
grupo ou não, e se os benefícios fora do movimentos forem maiores do que
dentro, eles irão se desligar.
Elas estudaram na escola estadual, junto com crianças do meio urbano e de
diferentes classes sociais, naturalmente tiveram que conviver com a
heterogeneidade de um colégio estadual. Lá também houveram ataques
contra a sua identidade em formação. Dona Maria conta que suas crianças
218
Não fica evidente se essas crianças são filhas de assentados, ou se são as crianças com que
elas tiveram contato. Em ambos os casos houve um processo de coerção que fez com que Ana
tentasse se “adequar” as novas normas.
219
Mais além do Capital Tradicional (econômico), Bourdieu cria o conceito o Capital Simbólico
para explicar acumulo de recursos ou poder, que inferem nos costumes e hábitos de um grupo
ou sociedade, por exemplo as musicas e a linguagem dominante que cada grupo tem: a
musica clássica e a língua padrão com as classes altas e a musica popular e a linguagem
informal com as classes baixas. Um sujeito que fala a norma padrão da língua em um grupo
onde há predomínio da línguagem coloquial sofreria sanções, pois o capital simbólico que este
possui, não tem tanto valor quando longe de seu locus de enunciação.
220
Modo de agir, pensar e sentir dominante, que é imposto para os demais membros da
sociedade/grupo.
265
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
sofriam discriminação: “a escola era fora do assentamento e os professores
humilhavam elas”.
Essa influência externa existe, é ingenuidade acreditar que o MST está livre
dela. Felipe221, ex-morador do assentamento Antônio Tavares, técnico em
agroecologia pelo ITEPA explica:
“A realidade é universal [...] o capitalismo no estágio em que está não dá
pra dizer que o MST é um sujeito isolado. Então as ações que são feitas no
campo da formação humana, tanto fora ou interna, sofre influência de
todos os lados. Porque somos isso. Por exemplo, não existe um
acampamento isolado das relações sociais que se tem hoje na sociedade
[..] e essa influência da sociedade nós vamos sofrer. Não só na escola do
município, vamos sofrer a todo momento. Eu posso até ter uma escola no
assentamento, mas quem disse que vou estar imune de sofrer influência?
Os meios de comunicação estão ali direto! Através da TV, do rádio, da
propaganda. 'O que é bom para aquilo, o que é bom isso’. É tudo
marketing! Então, a influência é através da escola, dos meios de
comunicação. A forma de se vestir, a forma de agir, então, é uma coisa
unificada do capital que vai se concretizando na prática, [...] nossas
famílias são bem carentes, o que se passa na televisão muitos dos jovens
não podem ter. É uma influência bem negativa, que leva ao esvaziamento
do campo, como se fosse fácil ter isso na cidade.”
Em contra partida, Pedro estuda no mesmo colégio e mantém sua afeição pelo
assentamento intacta. Isso quer dizer que, como o assentamento não possui
forte presença (como místicas, eventos, grupos de estudo e, claro um
reduzido numero de pessoas engajadas) do MST, a formação da identidade
Sem Terra se dá quase que unicamente pelas mãos do habitus, que é passado
de geração em geração pelas relações sociais que o individuo tem 222. Pedro
tem em seu dia a dia muito do que é a realidade de seus pais, do trabalho no
campo e da luta pelo movimento, enquanto que Ana só tem a realidade
prática do trabalho e espírito de coletividade quando ajuda sua mãe a tirar
leite.
Embora o assentamento se encontre numa situação em que as ações do
movimento estão “mornas”, inclusive com o fim dos cursos do ITEPA em 2012,
há agora uma expectativa da retomada das atividades e por tanto, dos valores
identitários. No dia em que fomos visitar o local foi convocada uma
assembleia para ser discutido temas pertinentes ao assentamento, cerca de 14
pessoas participaram, e é provável que o ITEPA abra dois cursos em parceria
com a UNILA223 em 2016, então é de se esperar que a identidade MST volte a
ser dominante. Muito embora, não haja formação sem prática, como conta
Felipe: “A gente tenta construir no sujeito, no indivíduo, aquele valor da
coletividade. Geralmente, a gente faz um diálogo sobre o ‘espírito do
sacrifício’, a gente procura trabalhar essa questão que é muito ruim na
sociedade que é a exclusão e a parte de gênero. Então essas coisas a gente
trabalha, e vai tentando construir algo nesse caminho. Mas acho que isso (a
221
O nome foi alterado para preservar a identidade do entrevistado.
Também é por isso que abordamos a construção da identidade nos jovens pela reprodução
de valores e pelo exemplo, não cometeríamos o erro do reducionismo, restringindo a questão
identitária a esse ou aquele habito herdado
223
Universidade Federal da Integração Latino-Americana
222
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identidade) você vai encontrar mais na formação, na prática. Através dos
núcleos de base na estrutura orgânica do MST, você vai ver os valores
impregnados na pratica [...] e assim vamos construindo o sujeito político”.
4.1 Da identidade fruto do êxodo urbano224
Ainda hoje acontece o êxodo rural que esvazia a zona rural do país e aumenta
as zonas urbanas, culminando nos problemas próprios das metrópoles, uma
pesquisa realizada pelo IBGE (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística)
com projeções da ONU em 2001 traz um panorama de super lotação do meio
urbano e esvaziamento do meio rural em 2050.
Contudo, segundo o IBGE recentes (2010) apontam uma diminuição no êxodo
rural pela metade em comparação com a década passada. Essa diminuição
tem como causa a qualidade de vida no campo estar aumentando, fazendo
com que os moradores de zonas rurais permaneçam em suas casas e claro,
com que famílias com más condições de vida no meio urbano migrem para
zonas rurais. O MST tem feito um trabalho de integração dessas pessoas.
Existe uma dificuldade em entender como essas pessoas que antes viviam no
meio urbano conseguem criar a identidade campesina sendo que viveram em
cidades, Felipe, formado em agroecologia no ITEPA explica: “Geralmente as
pessoas eram do meio urbano. Acontece que o êxodo rural é uma
consequência, por que quando ocorreu o êxodo rural junto com a revolução
verde, os nossos pais saíram do campo, saíram e foram pra cidade, e sofreram
com os problemas que se alastram pela cidade. Com o MST eles voltam para o
campo, grande parte deles já são camponeses [...] eles vão relembrar de
muita coisa, eles vem e encontram no MST uma forma muito boa de formação
e organização de luta”. Isso quer dizer que grande parte das pessoas que
vivem no meio urbano já tem formada a identidade camponesa, e com a
educação do movimento nasce a formação e instrução da militância de cada
um.
5. Considerações Finais
Os movimentos sociais e organizações camponesas vem ocupando o espaço
que o Estado deixa vazio na educação campesina, as ações de grupos como o
MST se esforçam para construir a Educação Tradicional em seus
acampamentos e assentamentos, também faz parte da luta do MST a cada vez
maior incorporação da Educação Através das Vivências do Cotidiano. O motivo
para os movimentos sociais prezarem tanto por educação para seus
integrantes é que a educação é uma maneira de se formar a identidade nos
sujeitos, e que como sugere Amparán e Gallegos é necessário que os sujeitos
tenham cada vez maiores capacidades cognitivas para agir individualmente e
resolver problemas complexos inerentes a nossa sociedade: “La creciente
mediación de sistemas de información simbólicos en la producción requiere de
sujetos con capacidades cognitivas incrementadas para manejarlos y con
capacidad para adoptar decisiones de manera rápida y autónoma.” (Amparán
e Gallegos, 2007:137).
A Educação Através das Vivencias do Cotidiano se dá dentro de um
microcosmo pelas interações entre os sujeitos, e claro, não é necessário
A justificativa de usar o termo “Êxodo Urbano” é que embora ele não esteja acontecendo
em âmbito nacional é uma realidade para os assentamentos.
224
267
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
investimento em infraestrutura ou qualquer outra coisa, já a Educação
Tradicional depende de investimento estruturais, motivo pelo qual nem todos
assentamentos tem escolas, fazendo com que as crianças estejam vulneráveis
à Educação Neoliberal. As escolas públicas tem em suas diretrizes o modelo
criado a partir do pacote de reformas imposto pelo Banco Mundial, ou seja, a
educação representa os interesses da classe burguesa, criando contradições
entre as crianças do assentamento e a comunidade externa, contradições
estas que como visto no tópico 3.2 são incorporadas pelo Mundo da Vida do
sujeito e possuem caráter identitário/ideológico.
A identidade tem o papel de criar laços afetivos e emocionais do sujeito para
com o grupo, bem com torná-lo parte integrante desse coletivo, o que garante
que haja predomínio de consciência coletiva em detrimento da individual. Ao
passo que sem identidade, a Tese da Mobilização de Recursos traz uma
explicação eficiente para explicar o fenômeno da diminuição de famílias que
exercem a agroecologia e a aparente falta de interesse pelas ações do
assentamento, uma vez que o único elemento importante para esse tipo de
analise é a escolha racional que os indivíduos fazem conforme as
oportunidades. Dado que empresas como a LAR (Cooperativa Agroindustrial
LAR) oferecem, por vezes, oportunidades melhores do que as que um morador
pode encontrar dentro do assentamento, fazendo com que eles abandonem os
princípios do MST e quiçá o próprio assentamento. Daí a importância dada a
identidade - a falta dela - como expressão interior dos problemas do
assentamento e solução exterior.
Conforme o desenvolvimento deste artigo pudemos ver que o assentamento,
em meio a toda composição natural de tensões e contradições dos
movimentos sociais, têm como principal problema a formação da Identidade;
As gerações mais novas não tem adquirido a característica camponesa, o que
cria mais uma contradição no assentamento, agora entre gerações, afinal as
antigas gerações seja pelas lutas no inicio de Companheiro Tavares, quando
ainda era um acampamento ou pela luta do movimento em outras regiões
tiveram os meios de construir a sua identidade. Os jovens vem perdendo essa
identidade Sem Terra, por razões como: a falta de oportunidade para pessoas
com formação dentro do assentamento; pela falta de incentivo da
comunidade; as próprias contradições internas do assentamento como a
divisão em seguidores da agroecologia e não seguidores; além das forças
externas como a Cooperativa Agroindustrial que se localiza muito próxima e
que já contratou moradores do assentamento.
Foi visto que apesar de as projeções apontarem para o êxodo rural alegando
que o mesmo não cessará nas próximas décadas o ritmo em que o êxodo se dá
vem desacelerando continuamente, e que, pela ótica dos assentamentos o
que se dá é um êxodo urbano, ou seja mais gente sai das cidades para ir para
o campo do que o oposto. Vimos também que a prenoção de que os antigos
residentes do meio urbano que se mudam para o campo se ligando ao MST não
possuem identidade campesina não se sustenta, uma vez que se aprofundando
no tema percebe-se que a realidade é outra, afinal muitas das pessoas que
viviam nos centros urbanos na verdade são camponesas que tiveram suas
trajetórias mudadas por momentos históricos como o a Revolução Verde.
Através da pesquisa realizada no dia 29 de junho de 2015 e, conforme as
bases teóricas utilizadas neste artigo podemos afirmar que há uma ligação
estreita e paralela entre a formação da identidade “Sem Terra” e a educação
268
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
dentro dos movimentos sociais e, em especial, dentro do Movimento dos
Trabalhadores e Trabalhadoras Rurais Sem Terra; Podemos concluir que,
baseado na fenomenologia de Alfred Schutz, a educação formal, através de
escolas próprias do MST (projeto ITEPA do assentamento Antônio Companheiro
Tavares que, ainda que temporariamente inativo, tem certa importância para
o assentamento), juntamente com a educação informal, isto é, a educação e
o aprendizado no cotidiano dentro dos acampamentos e assentamentos através das místicas, do convívio e participação ativa na produção familiarsão fundamentais para a formação da identidade Sem Terra nos militantes
deste movimento. E que quando todas estas maneiras de construção e
consolidação identitária não estão presentes irão surgir contradições na
identidade dos indivíduos do grupo.
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270
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
¿Buen desarrollo y mal vivir? Análisis
de los aspectos económicos, políticos
y de la integración de Bolivia y
Ecuador luego de sus reformas
constitucionales
¿Good development and unsavory? An analysis of economic, political and
integrational aspects of Bolivia and Ecuador, after their constitutionals reforms
MACARENA MERCADO MOTT*
MAYCO ALEJANDRO MACIAS**
*Estudiante de posgrado en el programa de Maestría
en Integración Contemporánea de América Latina.
Universidad Federal de Integración Latinoamericana
(Brasil). E-mail: macamermott@live.com.ar
**Estudiante de Relaciones Internacionales e
Integración. Universidad Federal de Integración
Latinoamericana (Brasil). E-mail:
maycoalejandromacias@live.com
Resumen
Abstract
El presente trabajo pretende
analizar aspectos del modelo
económico y político de los países
que han transitado por reformas
constitucionales en las que se han
incorporado principios indígenas
basados,
principalmente,
en
cosmovisiones antagónicas a las que
caracterizan al Estado, la economía
y la integración que se han
desarrollado en América Latina. Se
estudiará a Bolivia y a Ecuador por
sus procesos constitucionales de
2009 y 2008, por sus economías
basadas en la extracción de
recursos naturales y por su
The present work analyzes the
aspects of the political and
economic model of the countries
that
have
transited
through
constitutional reforms that have
incorporated indigenous principles
based, primarily, on antagonistic
world views that characterized the
State, the economy and the
integration developed in Latin
America.
The
constitutional
processes of Bolivia and Ecuador
during the years 2008 and 2009 will
be
analyzed,
due
to
their
economies based on the extraction
of natural resources and their
271
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
participación en el espacio de
integración denominado UNASUR.
participation in the space
integration named UNASUR.
Palabras clave
Keywords
Buen vivir ─ neo extractivismo ─
integración
Living well ─ neo-extractivism ─
integration
of
“Nos dejaron un país loteado, un Estado loteado, un país subastado. Yo
estoy casi convencido: si hubieran sido inteligentes administradores del
Estado, si hubieran querido esta patria, amado esta patria y no como
algunos sólo quieren a esta patria para saquear y enriquecerse, si
realmente hubiera habido gente responsable para manejar amando a esta
patria, a su pueblo, Bolivia sería mejor que Suiza. Suiza, un país
desarrollado sin recursos naturales, y Bolivia con semejantes recursos
naturales y con semejante pobreza. Eso hay que cambiar, y por eso
estamos acá para cambiar juntos estas injusticias, este saqueo
permanente a nuestros recursos naturales. Después de escuchar el
informe de las comisiones de transición, he podido ver como el Estado no
controla al Estado, sus instituciones. Una dependencia total, como hemos
visto en lo económico, un país transnacionalizado” (Discurso de asunción
de Evo Morales, enero de 2006)225.
“Ecuador y Latinoamérica deben buscar no solo una nueva estrategia, sino
también una nueva concepción de desarrollo, que no refleje únicamente
percepciones, experiencias e intereses de grupos y países dominantes;
que no someta sociedades, vidas y personas a la entelequia del mercado;
donde el Estado, la planificación y la acción colectiva recuperen su rol
esencial para el progreso; donde se preserven activos intangibles pero
fundamentales como el capital social; y donde las aparentes exigencias
de la economía, no sean excluyentes y, peor aún, antagónicas del
desarrollo social” (Discurso de asunción de Rafael Correa, enero de
2007)226.
Introducción
Los procesos de reforma constitucional en países como Bolivia y Ecuador, nos
invitan a problematizar categorías y realidades contemporáneas como
desarrollo e integración. En una América Latina, caracterizada por procesos
diversos que han marcado cada etapa de nuestra historia, como las luchas por
la independencia, las revoluciones, las dictaduras y el aplastante
neoliberalismo, se comienzan a construir ‒o incluir en estos casos‒ visiones
alternativas del Estado, la economía y de las formas de integración. Sin
225
Discurso de Asunción de Evo Morales, 2006. Consultado el 17/11/2015. Disponible en línea:
http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/18-62330-2006-01-30.html
226
Discurso de asunción de Rafael Correa. 2007. Consultado el 17/11/2015. Disponible en
línea:
http://www.presidencia.gob.ec/wpcontent/uploads/downloads/2015/07/PosesionPresidente-2007.pdf
272
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
embargo, las estructuras –aunque obsoletas‒ se mantienen y con ellas las
lógicas capitalistas-colonialistas, se reproducen.
El presente trabajo tiene como objetivo profundizar el análisis respecto a los
cambios ocurridos en Bolivia y Ecuador, a partir de las reformas
constitucionales de 2008 y 2009. El propósito de evaluar estos aspectos surge
de la necesidad de conocer la aplicación –y respeto‒ concreta de los principios
del Buen Vivir en las políticas referidas al desarrollo y a la integración desde
estos gobiernos considerados “progresistas”.
El texto se divide en tres partes que se trabajan de manera vincula. En primer
lugar, haremos una descripción de los procesos considerados
“neoconstitucionalistas” en Bolivia y Ecuador, explicando similitudes y
diferencias, y haciendo foco en cómo ha impactado la incorporación de estos
principios en la ingeniería institucional de los Estados de Bolivia y Ecuador.
En segundo lugar, revisaremos los Planes de Desarrollo Nacional de ambos
países, a la luz de los principios del Buen Vivir, coherentes con los incluidos
en las constituciones, con la intención de problematizar el modelo económico
por el cual han optado las clases dirigentes que gobiernan estos países.
Por último, analizaremos la participación de Bolivia y Ecuador en el bloque de
integración denominado Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR en
adelante), que si bien tiene sus orígenes en el contexto de rechazo al ALCA y
de construcción de alternativas a la integración pensada desde Estados
Unidos, rescata e incorpora a sus proyectos a la Iniciativa de Integración de
Infraestructura para Sudamérica (IIRSA en adelante) y al Foro Técnico del
Consejo Suramericano de Infraestructura y Planificación (COSIPLAN).
Proyectos que las organizaciones indígenas rechazan y denuncian a partir de
sus contradicciones con los principios del Buen Vivir o Vivir Bien.
1. Mirada subordinada a la república
Cuando pensamos en interpelar al Estado tal cual y como lo conocemos –y
aprendemos‒ lo primero que buscamos analizar es la constitución del país
específico que nos interesa estudiar. Es como el acta de nacimiento formal
del Estado, donde encontramos la arquitectura y principios sobre los que se
deberían basar los gobiernos. En el caso de América Latina, nuestros países
fueron receptores de los diseños constitucionales de otras latitudes. Como
explica Pablo Friggeri (2014) el constitucionalismo latinoamericano se
caracterizó históricamente por una subordinación a la matriz europea
norteamericana, y citando a Rodríguez Garavito, menciona la
conceptualización “mirada subordinada”, relacionándola con lo que Ramón
Soriano llama “imperialismo jurídico”, como una modalidad nueva de un
imperialismo más indirecto y encubierto que practican las grandes potencias
que se presentan como “civilizadas” y que es comprendido como “la
imposición del derecho de una cultura a otra como consecuencia del dominio
político” lo cual conlleva la destrucción de los derechos autóctonos de las
culturas dominadas (Friggeri, 2014: 175).
Entendemos que esa “mirada subordinada” e “imperialismo” a los que hace
referencia el autor, también podemos vincularlos a la mirada subordinada de
nuestras economías, o mejor expresado, a la planificación que realizan los
gobiernos guiados por las recetas para alcanzar el “progreso”, el “desarrollo”
y un modelo de integración que garantice la inserción internacional de
nuestros países en una situación de dependencia (Nilson, 2012).
273
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
2.
Neoconstitucionalismo en Bolivia y Ecuador. Similitudes y
diferencias en los procesos de reforma constitucional
En el año 2008 y 2009, en Bolivia y Ecuador respectivamente, se desarrollaron
procesos de reforma constitucional que tuvieron como característica
particular la incorporación de principios del movimiento indígena en la parte
dogmática de las nuevas constituciones. Cletus Gregor Barié nos explica que
Bolivia se proclama Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional
Comunitario y que en el capítulo cuarto sobre los derechos de las naciones y
pueblos indígenas originarios campesinos comprende un espectro muy amplio
de garantías. Por ejemplo, garantiza el derecho a la libre determinación y la
territorialidad, a la titulación colectiva, a la consulta, al ejercicio de sus
sistemas políticos, jurídicos y económicos, a la participación en los beneficios
de la explotación de los recursos naturales y a la gestión territorial indígena
autónoma. La autora también menciona que los principios indígenas que se
incorporan son: suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko
kavi (vida buena) e ivi maraei (tierra sin mal) (Gregor Barié, 2014: 11-12).
La misma autora también describe la situación de Ecuador, el cual se
convierte en Estado intercultural y plurinacional y establece una amplia serie
de derechos, especialmente en el capítulo Derechos de las comunidades,
pueblos y nacionalidades. Entre otros establece: el mantenimiento de
territorios ancestrales; consulta libre, previa e informada para proyectos de
extracción; ejercicio de derechos propios; mecanismos de representación y
participación y establecimiento de circunscripciones territoriales. La
constitución transversaliza además algunos conceptos de inspiración indígena,
como el buen vivir (sumak kawsay) y los derechos de la Madre Tierra o
Pachamama (Gregor Barié, 2014: 12).
Respecto a las similitudes entre ambos procesos políticos Gregor Barié (2014)
expone: a) un ascenso de nuevos gobiernos reformistas con líderes fuertes y
carismáticos; b) procesos constituyentes altamente participativos que
empoderan a los pueblos indígenas y con intercambios de aprendizajes entre
ambos países; c) conceptos constitucionales innovadores, relacionados a
desarrollo y visiones de progreso; d) políticas significativas de redistribución,
basadas en una mayor participación económica y el impulso a la explotación
de recursos naturales “neo-extractivismo”; e) y un gradual distanciamiento y
conflicto entre organizaciones indígenas y gobiernos, que dan cuenta de
diferentes visiones sobre el uso y manejo de recursos naturales (Gregor Barié,
2014: 13).
Analizando ambos procesos constituyentes, no se puede ser indiferente a la
importancia que tienen los sujetos sociales que a través de la movilización
han logrado crear las coyunturas para que estos procesos se concreticen. La
incorporación de los derechos indígenas a las constituciones, como el
reconocimiento de derechos a la Madre Tierra y a las autonomías de los
pueblos originarios, son cuestiones que no deben subestimarse. Sin embargo,
hay aspectos de la ingeniería institucional de ambos países que no se han
modificado, o que si lo hicieron en el contenido de sus respectivas
constituciones, no se han visto plasmadas en la realidad.
Pensar el Estado, principalmente de América Latina, implica no desconocer el
pasado –y presente‒ colonial que caracteriza al Estado como institución
importada desde Europa, con las características de República, en lo que la
274
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
división de poderes y sus respectivas competencias refiere. Como así también
un sistema representativo, el cual depende de la configuración del sistema
electoral para definir qué tan representativo es el gobierno y la composición
de sus poderes. En el caso de América Latina, caracterizados por regímenes
sumamente presidencialistas con concentración de poder en el Ejecutivo y
una “fetichización” del líder, como menciona Maristella Svampa 227 (2015)
cuando presta opinión sobre los gobiernos actuales de Ecuador y Bolivia.
Estas características, entre otras, son las que nos invitan a pensar si la
incorporación de los principios del Buen Vivir es suficiente para terminar con
el Estado Colonial –al cual Quijano (2000: 15) denomina como Estado Moderno
porque implica a las instituciones modernas de ciudadanía y democracia
política‒, su maquinaria que lo caracteriza y con la economía dependienteextractiva que saquea nuestros territorios y desplaza a nuestros pueblos.
Como así también pensar el papel de determinado modelo de Estado, en el
desarrollo capitalista, como explica Sweezy (1986: 238) el cual postula al
Estado como instrumento de las clases dominantes para mantener la
estructura de clases y, citando a Engels (1884), proteger la propiedad privada.
Podemos observar que en el Preámbulo de la Constitución de Bolivia se
expresa:
Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal.
Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario
Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los
propósitos de avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva,
portadora e inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo
integral y con la libre determinación de los pueblos.228
Sin embargo, en el Capítulo que refiere al Sistema de Gobierno, hace
referencia a “La República de Bolivia”, con lo que eso implica en el modelo
de Estado tradicional229. Además establece como formas de gobierno, la forma
representativa, democrática, participativa y comunitaria 230. En el caso de
Ecuador, en el artículo 1 del Capítulo Primero se designa a Ecuador como un
Estado Constitucional de derechos y justicia social, democrático, soberano,
Intelectual argentina: “ni el mejor gobierno tiene derecho a perpetuarse”. Nota en Página
Siete, Diario Nacional Independiente. Octubre 2015, La Paz, Bolivia. Consultado el
15/11/2015
Disponible
en
línea:
http://www.paginasiete.bo/nacional/2015/10/1/intelectualargentina-mejor-gobiernomundo-tiene-derecho-perpetuarse-poder-71998.html
228
Constitución Nacional reformada en 2009. Página 7-8.
229
En el artículo 12 de la Constitución de Bolivia, se especifica: El Estado se organiza y
estructura su poder público a través de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral.
La organización del Estado está fundamentada en la independencia, separación, coordinación
y cooperación de estos órganos.
230
En el Artículo 11 de la Constitución de Bolivia se desarrolla que la democracia se ejerce de
las siguientes formas y que serán desarrolladas por la ley: 1. Directa y participativa, por
medio del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la
asamblea, el cabildo y la consulta previa. Las asambleas y cabildos tendrán carácter
deliberativo conforme a ley. 2. Representativa, por medio de la elección de representantes
por voto universal, directo y secreto, conforme a ley. 3. Comunitaria, por medio de la
elección, designación o nominación de autoridades y representantes por normas y
procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, entre otros,
conforme a ley.
227
275
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en
forma de república y se gobierna de manera descentralizada.231
Entonces, podemos observar que los principios indígenas se encuentran
plasmados en importantes partes de las Constituciones de los países
estudiados, como lo es en el reconocimiento de la interculturalidad, el Buen
Vivir en sus preámbulos y sección de derechos. Como lo es las autonomías
indígenas, los derechos de la Madre Tierra y la reivindicación de reconocer a
las diversas lenguas indígenas. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, ambos
estados mantienen sus estructuras institucionales heredadas de la
colonización, agregando a que el principal rol que han tenido desde su
edificación, ha sido el de administrar las riquezas –sobre todo las que
provienen del trabajo de apropiarse de la naturaleza para fines del capital‒
en las tierras de América Latina. Como lo han hecho en situación de colonia y
de dependencia –posterior a la independencia política‒ aun hoy, los estados
continúan bajo la forma de República, donde la cultura política y la ingeniería
institucional refuerzan la concentración de poder en el Ejecutivo.
En un escenario así, el Estado continua siendo manejado por un grupo que
accede al poder, donde los mecanismos de gobierno no son muy diferentes a
los anteriores, donde a través de la democracia representativa, a los
movimientos sociales en general, y a los movimientos indígenas en particular,
aun sólo les queda el espacio de los reclamos y la movilización. Es necesario
refundar el Estado, pero también desde cada una de sus partes, interpelando
dónde está el poder, quién lo tiene y cómo lo ejerce desde nuestra historia
económica política y desde las heredadas. De lo contrario, los derechos y
garantías constitucionales se transforman en letra muerta, que se utiliza a
conveniencia del sector dominante que dirige el Estado.
3.
¿Buen desarrollo y mal vivir? Análisis de las perspectivas de
desarrollo económico en Bolivia y Ecuador luego de las reformas
constitucionales
Eduardo Gudynas (2010) explica que el buen vivir implica tanto la
disconformidad con el avance del desarrollo tradicional, como la búsqueda de
transformaciones que incluyan un compromiso con la naturaleza y la calidad
de vida de las personas. Cuando habla de desarrollo convencional se refiere al
vinculado al crecimiento económico perpetuo, la acumulación material y la
mercantilización de la naturaleza. A partir de las postulaciones que se hacen
desde el buen vivir, no se pretende ser uno más de esos “desarrollos
alternativos”, sino cuestionar las bases sobre las que se asienta la concepción
de desarrollo moderno.
En una línea similar a la de Gudynas, Anibal Quijano (2010) comenta que el
desarrollo fue, sobre todo en el debate latinoamericano, el término clave de
un discurso político asociado a un elusivo proyecto de desconcentración y
redistribución del capital industrial, en la nueva geografía que se configuraba
en el capitalismo colonial moderno, al finalizar la Segunda Guerra Mundial
(Quijano, 2010: 49). Además, Quijano postula que no es un accidente que los
debates
sobre
la
colonialidad
del
poder
y
la
colonialidad/modernidad/eurocentrada, hayan emergido en América Latina,
231
Constitución Nacional reformada en 2008. Página 9.
276
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
como también la propuesta del bien vivir, por parte del movimiento de los
indígenas en la región.
Con la conquista y la colonización de América, África y Asia, empezó a
estructurarse la economía-mundo: el sistema capitalista. Como uno de los
elementos fundacionales de dicha civilización capitalista se desarrolló y
consolidó la modalidad de acumulación extractivista, determinada desde
entonces por las demandas de los centros metropolitanos del capitalismo
naciente. Unas regiones fueron especializadas en la extracción y producción
de materias primas, es decir de bienes primarios, mientras que otras
asumieron el papel de productoras de manufacturas, normalmente utilizando
los recursos naturales de los países pobres o empobrecidos. Las primeras
exportan naturaleza, las segundas la importan (Alberto Acosta, 2013).
Para el análisis respecto a las economías de Bolivia y Ecuador, buscamos en
autores como Maristella Svampa y Eduardo Gudynas, la colaboración para
definir la situación del extractivismo y neo extractivismo en la región, como
así también el papel que han cumplido los gobiernos neodesarrollistas, en
general, y en particular los gobiernos de los países analizados en este trabajo.
Acosta cita a Eduardo Gudynas (2009) para explicar el extractivismo como
aquellas actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales
que no son procesados (o que lo son limitadamente), sobre todo para la
exportación en función de la demanda de los países centrales.
El extractivismo no se limita a los minerales o al petróleo. Hay también
extractivismo agrario, forestal e inclusive pesquero. Actualmente en el
mundo, en medio de una crisis compleja y aparentemente contradictoria, se
han agudizado las tendencias extractivistas. Aprovechando sus cuantiosas
reservas monetarias y financieras, las empresas transnacionales y economías
emergentes como China han empezado a adquirir cada vez más activos en
todos los continentes, ampliando aceleradamente su área de influencia
(Acosta, 2013).
Eduardo Gudynas (2009: 188) explica que existe un neo-extractivismo
progresista, ya que se observan algunas diferencias, que en ciertos casos son
sustanciales, con las prácticas realizadas en otros países y las que tenían lugar
en el pasado. Bajo este nuevo extractivismo se mantiene un estilo de
desarrollo basado en la apropiación de la naturaleza, que alimenta un
entramado productivo escasamente diversificado y muy dependiente de una
inserción internacional como proveedores de materias primas, y que si bien el
Estado juega un papel más activo, y logra una mayor legitimación por medio
de la redistribución de algunos de los excedentes generados por ese
extractivismo, de todos modos se repiten los impactos sociales y ambientales
negativos.
En el mismo sentido, Maristella Svampa (2013) expone el pasaje del Consenso
de Washington, asentado sobre la valorización financiera, al Consenso de los
Commodities232, basado en la exportación de bienes primarios a gran escala.
Svampa aclara que la apelación a un “consenso” tiene la virtud de invocar no solo un orden
económico sino la consolidación de un sistema de dominación, diferente al de los años ´90,
pues alude menos a la emergencia de un discurso único que a una serie de ambivalencias,
contradicciones y paradojas que van marcando la coexistencia y entrelazamiento entre
ideología neoliberal y neodesarrollismo progresista. En razón de ello, el Consenso de los
Commodities puede leerse tanto en términos de rupturas como de continuidades en relación
al anterior período. Como ya había sucedido en la etapa del Consenso de Washington, el
232
277
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Denomina como Consenso de los Commodities al ingreso a un nuevo orden
económico y político, sostenido por el boom de los precios internacionales de
las materias primas y los bienes de consumo, demandados cada vez más por
los países centrales y las potencias emergentes.
En el caso de Bolivia y Ecuador particularmente, luego de los procesos de
reforma constitucional y la incorporación de los principios de Buen Vivir, se
han elaborado planes económicos con determinadas perspectivas que nos son
útiles al análisis.
En la Constitución de Bolivia en su artículo 306 se define que,
“I. El modelo económico boliviano es plural y está orientado a mejorar la
calidad de vida y el vivir bien de todas las bolivianas y los bolivianos. II.
La economía plural está constituida por las formas de organización
económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. III. La
economía plural articula las diferentes formas de organización económica
sobre los principios de complementariedad, reciprocidad, solidaridad,
redistribución, igualdad, seguridad jurídica, sustentabilidad, equilibrio,
justicia y transparencia. La economía social y comunitaria complementará
el interés individual con el vivir bien colectivo. IV. Las formas de
organización económica reconocidas en esta Constitución podrán
constituir empresas mixtas. V. El Estado tiene como máximo valor al ser
humano y asegurará el desarrollo mediante la redistribución equitativa de
los excedentes económicos en políticas sociales, de salud, educación,
cultura, y en la reinversión en desarrollo económico productivo.”233
En el mismo apartado, pero en el artículo 311, determina:
“I. Todas las formas de organización económica establecidas en esta
Constitución gozarán de igualdad jurídica ante la ley. II. La economía
plural comprende los siguientes aspectos: 1. El Estado ejercerá la
dirección integral del desarrollo económico y sus procesos de
planificación. 2. Los recursos naturales son de propiedad del pueblo
boliviano y serán administrados por el Estado. Se respetará y
garantizará la propiedad individual y colectiva sobre la tierra. La
agricultura, la ganadería, así como las actividades de caza y pesca que
no involucren especies animales protegidas, son actividades que se
rigen por lo establecido en la cuarta parte de esta Constitución
referida a la estructura y organización económica del Estado.234 3. La
industrialización de los recursos naturales para superar la dependencia de
la exportación de materias primas y lograr una economía de base
productiva, en el marco del desarrollo sostenible, en armonía con la
naturaleza. 4. El Estado podrá intervenir en toda la cadena productiva de
los sectores estratégicos, buscando garantizar su abastecimiento para
preservar la calidad de vida de todas las bolivianas y todos los bolivianos.
5. El respeto a la iniciativa empresarial y la seguridad jurídica. 6. El
Estado fomentará y promocionará el área comunitaria de la economía
Consenso de los Commodities establece reglas que suponen la aceptación de nuevas
asimetrías y desigualdades ambientales y políticas por parte de los países latinoamericanos en
el nuevo orden geopolítico (Svampa, 2013: 3).
233
Constitución Nacional reformada en 2009.
234
El resaltado en las letras son nuestras con la finalidad de problematizar la situación de los
recursos naturales en Bolivia.
278
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
como alternativa solidaria en el área rural y urbana (resaltado
nuestro).”235
En la Constitución de Ecuador se consigna lo siguiente en el aspecto
económico en el artículo 283,
“El sistema económico es social y solidario; reconoce al ser humano como
sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre
sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por
objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones
materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir.
El sistema económico se integrará por las formas de organización
económica pública, privada, mixta, popular y solidaria, y las demás que
la Constitución determine. La economía popular y solidaria se regulará de
acuerdo con la ley e incluirá a los sectores cooperativistas, asociativos y
comunitarios.”236
Respecto a los recursos naturales, en su artículo 317 menciona,
“Los recursos naturales no renovables pertenecen al patrimonio
inalienable e imprescriptible del Estado. En su gestión, el Estado
priorizará la responsabilidad intergeneracional, la conservación de la
naturaleza, el cobro de regalías u otras contribuciones no tributarias y de
participaciones empresariales; y minimizará los impactos negativos de
carácter ambiental, cultural, social y económico.”237
En el Plan Nacional de Desarrollo (PNBE) elaborado para el periodo 2013-2017,
en Ecuador, se explica que el Buen Vivir se planifica, no se improvisa además
de mencionar que su plan económico se encuentra basado en el Socialismo del
Buen Vivir.
“El horizonte político de la Revolución Ciudadana es el Socialismo del
Buen Vivir. El fin del Socialismo del Buen Vivir es defender y fortalecer la
sociedad, el trabajo y la vida en todas sus formas. El primer paso es
resolver el acceso a bienes, oportunidades y condiciones que garanticen –
al individuo, a la colectividad y a las generaciones futuras– una vida digna
sin perjudicar a la naturaleza. El Buen Vivir es una práctica diaria. Para
ello debemos construir un Estado plurinacional y popular que proteja los
intereses de las mayorías, con capacidad de gobernar y modificar la
dominación capitalista.”238
Si bien, en sus constituciones se reconocen las formas de economía no
hegemónicas como la solidaria, comunitaria, y previendo los derechos de la
madre tierra, observando algunas estadísticas respecto a cuáles son los
principales productos de exportación de ambos países y hacia donde está
dirigida la inversión extranjera directa en los últimos años, posteriores a las
reformas constitucionales, se puede cuestionar la real implementación de los
235
Constitución Nacional reformada en 2009.
Constitución Nacional reformada en 2008.
237
Constitución Nacional reformada en 2008.
238
Plan Nacional de Desarrollo. 2014. Página 20.
236
279
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
principios del buen vivir y el fomento de las economías comunitarias, en lo
que refiere a desarrollo nacional.
Fuente: Perfil Nacional Económico de Bolivia disponible en página Oficial de la CEPAL. Año
2015
280
Fuente: Perfil Nacional Económico de Ecuador disponible en página Oficial de la CEPAL. Año
2015.
4. Inversión Extranjera Directa hiere de muerte al Buen Vivir
Respecto a este punto, en un informe de 2015 elaborado por la CEPAL, se
expone que en algunas economías, como las de Bolivia, Colombia y el
Ecuador, el sector de los recursos naturales sigue recibiendo una gran parte
de la IED, pero incluso en estas el porcentaje está decreciendo. Este
retroceso se debe al declive de los precios de los minerales, que se inició en
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
2012 pero que hasta ahora no había afectado a las entradas de IED. El precio
del petróleo se redujo a la mitad en los últimos meses de 2014, después de
haber permanecido estable durante varios años (CEPAL, 2015, p. 10).
Fuente: Informe de la CEPAL sobre la Inversión Extranjera Directa en América Latina y el
Caribe.
En el caso de ecuador específicamente, las entradas de IED registraron un alza
del 6%, con lo que alcanzaron 774 millones de dólares, un poco más de dos
tercios de los cuales se concentraron en el sector de los recursos naturales,
como observamos en la imagen compartida anteriormente. El sector
manufacturero recibió solo el 14% de los flujos de IED durante 2014, mientras
que la participación de los servicios como destino de las inversiones
procedentes del exterior cayó del 43% al 18%. En el mismo informe se expone
que la exploración petrolera experimentó un auge en Ecuador,
particularmente en octubre de 2014 se adjudicaron diversos contratos a
empresas internacionales para trabajar con la compañía estatal
Petroamazonas en la exploración de nuevas reservas de petróleo. Por otra
parte, el informe también explica que el mercado ecuatoriano de alimentos y
bebidas ha suscitado un considerable interés de varias empresas
extranjeras239.
En el informe citado se especifica lo siguiente respecto a este punto: “La compañía de
productos lácteos Holding Tonicorp fue adquirida en su totalidad por la mexicana Arca
Continental, en un acuerdo en el que también intervino la estadounidense Coca-Cola. La
adquisición fue valorada en 400 millones de dólares. Además, Coca-Cola anunció en 2014 que
planeaba invertir hasta 1.000 millones de dólares en el Ecuador en los cinco años siguientes.
Mientras tanto, Arca Continental anunció su intención de invertir 80 millones de dólares más
en una nueva planta industrial. En el ámbito financiero, Promerica Financial Corporation de
Panamá, que ya poseía un banco en el Ecuador, adquirió el 56% del Banco de la Producción, el
cuarto mayor del país. Esta operación puede beneficiar al sector financiero al elevar el nivel
profesional. Promerica ya dirige bancos en varios países de Centroamérica, así como en las
Islas Caimán y en la República Dominicana. Después de dos años de recibir cuantiosas
inversiones del exterior, la IED en el Estado Plurinacional de Bolivia sufrió en 2014 una caída
del 63% y se situó en 648 millones de dólares. En los últimos años, una gran parte de las
inversiones se han dirigido a los recursos naturales, en particular a los sectores del petróleo y
el gas. En 2014, por ejemplo, PDVSA anunció que invertiría 200 millones de dólares en varios
proyectos de exploración y producción. Fuera del sector de los recursos naturales, en el mes
de diciembre, el grupo peruano Holding Cementero se hizo con el control pleno de la
principal compañía fabricante de cemento del Estado Plurinacional de Bolivia, Soboce, al
comprar el 51% de las acciones que aún no poseía por un valor estimado de 300 millones de
dólares (CEPAL, 2015).”
239
281
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
En los últimos años se han realizado en el Estado Plurinacional de Bolivia
varias nacionalizaciones y desinversiones. La brasileña Petrobras y la francesa
Total vendieron su participación en el gran gasoducto Transierra por 133
millones dólares a la compañía energética boliviana de propiedad estatal
YPFB, que actualmente controla la gran mayoría de la infraestructura.
En 2012 se nacionalizó la mina Malku Khota. Su anterior propietaria, la
compañía canadiense TriMetals Mining, reclama una compensación de 386
millones de dólares a través de un tribunal internacional de arbitraje. La
empresa india Jindal Steel and Power obtuvo de otro tribunal internacional un
fallo favorable en virtud del cual debía ser compensada con 22,5 millones de
dólares por su participación en el proyecto El Mutún. La compañía reclama
además una indemnización de 100 millones de dólares más por daños y
perjuicios. Todas estas nacionalizaciones y desinversiones son consideradas
flujos negativos de IED, que se traducen en una reducción de la inversión
extranjera directa.240
Desde los actores sociales se ha criticado estas decisiones en lo que refiere a
lo económico, como podemos encontrar en carácter de denuncia en el
Manifiesto de la Coordinadora Plurinacional de la Reconducción 241 elaborado
en 2011, en Bolivia, comenzamos a problematizar las orientaciones que han
caracterizado las decisiones sobre políticas extractivistas en mencionado país.
“(…) No hemos salido del modelo extractivista, más bien reforzamos su
persistencia, robusteciendo las cadenas de nuestra dependencia al centro
del sistema-mundo capitalista, supeditándonos a la división del trabajo
internacional y a los condicionamientos del mercado internacional,
transfiriendo nuestros recursos naturales y valores en aras de la
acumulación ampliada de capital, desacumulándonos internamente,
repitiendo la condena impuesta por el colonialismo y la colonialidad, ser
un país extractivista. Cuando de lo que se trata, de acuerdo al horizonte
abierto por la Constitución de salir del modelo extractivista, construir un
modelo productivo y producente de nuevas relaciones sociales de
producción, basadas en la solidaridad, la complementariedad y la
reciprocidad. Cuando de lo que se trata es de salir de la dependencia y
supeditación a la economía mundo capitalista haciendo posible otro
mundo alternativo, abriendo las rutas de una transición transformadora y
emancipadora, rescatando las profundas tradiciones comunitarias y
movilizando las iniciativas sociales y populares. Lo más grave de este
modelo extractivista es el alcance destructivo, depredador y
contaminante a la que ha llegado la minería capitalista, destrozando la
tierra mediante la tecnología de explotación a cielo abierto. Ya no
solamente la minería capitalista deja cementerios mineros, deja huecos
en el subsuelo, sino que ahora deja zonas desoladas y desequilibradas
ecológicamente, sin que este alto costo ecológico recompense a los
habitantes, comunidades, campesinos y bolivianos y bolivianas. La
destrucción tiene perspectivas de ser irradiante, conllevando
despojamiento en los otros espacios económicos concomitantes, en lo
social, destruyendo las capacidades de cohesión, en lo cultural,
240
CEPAL. La inversión directa extranjera en América Latina y el Caribe, 2015. Santiago de
Chile, 2015. Página 44. Consultada el 10/10/2015. Disponible en: www.repositorio.cepal.org
241
Manifiesto por la recuperación del proceso de cambio con el pueblo y para el pueblo.
Consultado
el
13/11/2015.
Disponible
completo
en
línea:
http://www.vientosur.info/spip.php?article5583
282
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
destruyendo las redes simbólicas, en lo ético, empujando a la gente al
abismo de la decadencia moral (Manifiesto, 2011)”.
Además, de colocar aspectos sobre la economía de Bolivia, este manifiesto
llama a reflexionar sobre el lugar de dependencia y de proveedor de recursos
naturales en la división internacional del trabajo. Particularmente, aspectos
que se vinculan a las discusiones sobre la integración. De acuerdo a las
críticas presentadas podríamos concordar con lo que Bambirra (1974, p. 3334) expone sobre la integración monopólica, donde el capitalismo periférico
se integra al capitalismo hegemónico. Sin embargo, es necesario analizar la
situación actual de la integración y la participación de Bolivia y Ecuador luego
de reformar sus constituciones.
5. ¿Integración para el desarrollo o para el buen vivir? Críticas del
movimiento indígenas a los proyectos de infraestructura IIRSA-COSIPLAN
El desafío es encontrar un rumbo consistente y efectivo. Es preciso para
ello analizar particularmente el camino recorrido y evaluar avances y
limitaciones de las experiencias e instancias para la integración regional.
Tomar enseñanzas de la experiencia es esencial para que no se repitan
diferencias enormes en América Latina entre expectativas y realidades.
Ello resulta mucho más vital en un período negativo como el que se ha
abierto. La integración no puede darse el lujo de ser nuevamente sólo un
sueño. Es convocada abruptamente por la realidad (Jorge Marchini, 2015,
p. 2).
El desafío –o en realidad los desafíos─ respecto a la integración regional en
América Latina, no pueden pensarse sólo dentro de las universidades y
gabinetes de gobierno. Es claro, que las experiencias que se han aplicado en
la región, han dejado por fuera del diseño e implementación de esos modelos
de integración, a grandes sectores sociales, lo cual ha sido visible a través de
una serie de conflictos posteriores. Similar a lo que ocurre en los estados,
respecto a sus políticas públicas no populares.
Si hay una temática que involucra e interpela, tanto al desarrollo como al
buen vivir, es la integración regional y sus mecanismos para concretarla.
Históricamente, los modelos de integración que se han pensado e
implementado en América Latina, han ido de la mano de los modelos de
desarrollo nacional que los países tenían preparados para sus economías. Así,
nos es imposible separar el análisis de los modelos de desarrollo particular de
cada país de las estrategias de integración regional que han efectuado en
diferentes épocas. Como tampoco lo podemos hacer con la situación actual.
En la región se vivieron procesos cubiertos por el manto del neoliberalismo,
donde la integración respondía a los esquemas económicos determinados
desde Washington, como lo hacían los gobiernos al interior de sus países con
las políticas específicas de privatización, descentralización, etc. En toda
época, los modelos de desarrollo tuvieron su pie en la integración, como
ocurrió con el modelo propuesto por la CEPAL. En ese modelo cepalino, la
integración latinoamericana fue una estrategia central en la búsqueda de un
desarrollo económico que podía sustentar la industrialización y modificar los
términos de intercambio que histórica y estructuralmente eran desfavorables
283
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
para los países de América Latina con un patrón primario exportador
(Ticehurst, 2008, p. 2).
Posterior al contexto de Industrialización por Sustitución de Importaciones,
con políticas proteccionistas y sugerencias de la primera CEPAL, como así
también del modelo del Regionalismo Abierto vinculado a las políticas
neoliberales de desarrollo, es que con el cambio de gobiernos titulado como
el “giro hacia la izquierda”, comienzan a dibujarse alternativas de
integración, relacionadas a las políticas que los países de la región aplicaban
en sus territorios nacionales.
La UNASUR es el ejemplo de la apuesta a nuevos mecanismos de integración,
frente a las propuestas que surgían desde los escritorios de Estados Unidos.
Busca conjugar la integración económica, con la cultural, social y política. En
la misma participan activamente países como Bolivia y Ecuador, que acordes a
sus procesos internos de movilización y reformas constitucionales, buscaban
también alternativas en lo que refiere a la integración. Sin embargo, existen
ciertos aspectos que desde las mismas organizaciones indígenas cuestionan a
estos proyectos integracionistas pos-neoliberales, como lo vinculado con la
integración física a través de la co-planificación sobre infraestructura para la
región.
Autores como Maria Cristina Montenegro y Christian Sommer (2008) consideran
que Sudamérica tiene debilidades estructurales de características geográficas,
su territorio regional se encuentra fragmentado por barreras que impiden el
acceso a los recursos naturales y el suministro de bienes y servicios a bajo
costo. Ante esto proponen –al igual que otros autores─ que los gobiernos
encuentren respuestas eficaces para gestionar y ampliar la infraestructura
física, para no obstaculizar el desarrollo, la integración y la participación de
la región en el proceso de globalización.
En el marco del Regionalismo Abierto242, se propone el desarrollo de
infraestructura regional. Desde esta perspectiva IIRSA (Iniciativa de
Infraestructura Regional Sudamericana) es definida por Montenegro et al.
(2008) como una iniciativa multinacional, multisectorial y multidisciplinaria,
que contempla mecanismos de coordinación entre gobiernos (en sus
diferentes niveles), organismos internacionales y el sector privado. Teniendo
en cuenta que estos proyectos se plantean como principal objetivo aumentar
la competitividad de la región.
En el encuentro de Jefes de Estado de América del Sur, que se realizó en
Brasilia en el año 2000, el presidente brasileño Fernando Cardoso propuso
impulsar el mejoramiento de las infraestructuras de comunicación, dando
origen a la IIRSA. Unos cuantos años después –y en otro contexto regional e
internacional─ se concreta el COSIPLAN como instancia de discusión política y
estratégica, a través de la consulta, evaluación, cooperación, planificación y
coordinación de esfuerzos y articulación de programas y proyectos para
implementar la integración de infraestructura regional de los países miembros
de la UNASUR. Fue creado en la Tercera Reunión243 del Consejo de Jefas y
Implica la reducción de barreras internas al comercio y los “cuellos de botella” en la
infraestructura y en los sistemas de regulación-operación que sustentan las actividades
productivas de escala regional.
243
En esta reunión el presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa recibió la
presidencia pro témpore de Unasur y estuvieron presentes el vicepresidente de Ecuador,
Lenin Moreno, y los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez; de Argentina, Cristina
242
284
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Jefes de Estado de la UNASUR realizada en la ciudad de Quito el 28 de enero
de 2009. El Estatuto y el Reglamento del Consejo fueron aprobados por los
Ministros en la Primera Reunión Ordinaria del CONSIPLAN (Buenos Aires,
diciembre de 2009) y ratificados posteriormente por la Cuarta Reunión del
Consejo de Jefas y Jefes de Estado de UNASUR, en noviembre de 2010.244
Retomamos a Gudynas (2009) quien trabaja el neo extractivismo como el
extractivismo desarrollado por los gobiernos progresistas, en este caso Bolivia
y Ecuador, donde el autor mediante la exposición de diez tesis, en la quinta
indica que bajo el nuevo extractivismo persiste la fragmentación territorial en
áreas desterritorializadas, generándose un entramado de enclaves y sus
conexiones a los mercados globales, que agravan las tensiones territoriales.
Explica que los cambios territoriales bajo el extractivismo aunque pueden ser
localizados, son profundos, ya que modifican la configuración del espacio, los
actores que lo construyen y sus formas de relación. En escalas geográficas
mayores, en casi todos los casos, el neoextractivismo está apoyado en la
IIRSA, que es activamente promovida por todos los gobiernos progresistas,
bajo un liderazgo de Brasil. Esos emprendimientos, sumados a las acciones
nacionales, desencadenan esa reconfiguración de los territorios (Gudynas,
2009: 201).
El avance de la explotación minera, petrolera o los monocultivos de
exportación desencadena profundos impactos territoriales. En muchos casos
representan la llegada de contingentes de operarios y técnicos, y sus equipos,
a áreas remotas; algunas de ellas están habitadas por comunidades rurales o
pueblos indígenas. Generan enclaves productivos que están conectados por
corredores de transporte o de energía con otras zonas del país, y orientados
hacia los puertos de exportación.
Sus actividades son resguardadas en muchos casos por el propio Estado,
incluso por medio de protección policial o militar. Muchos de esos enclaves
son un ingrediente más en un proceso de fragmentación geográfica,
especialmente en las zonas andinas y amazónicas. Mientras que en ellos se
expresa una fuerte presencia estatal, están rodeados de amplias regiones
“desterritorializadas”, donde el Estado no logra asegurar su presencia en
forma adecuada y homogénea, observándose limitaciones por ejemplo en la
cobertura de los derechos ciudadanos, los servicios de salud o la aplicación de
la justicia. Los enclaves extractivos generan muchas tensiones y
contradicciones, sobre todo para Estados como el de Bolivia y Ecuador, por
sus características particulares.
En unos casos, los gobiernos asignan bloques de exploración y explotación que
ignoran los territorios preexistentes, reconocidos por pueblos indígenas o
comunidades campesinas. En otros casos, explica Gudynas (2009) esos
enclaves significan la apertura de zonas remotas o el avance de la frontera
agropecuaria, y junto con ella, el ingreso de cazadores furtivos, tala ilegal del
bosque, narcotráfico, o contrabando, por lo cual las condiciones de seguridad
se deterioran y la violencia aumenta.
Fernández; de Brasil, Inácio Lula da
Morales, de Paraguay, Fernando Lugo;
Ronald Venetiaan; el vicepresidente
colombiana, Clemencia Forero.
244
Página Oficial http://www.iirsa.org/
Silva; de Chile, Michelle Bachelet; de Bolivia, Evo
de Guayana, Bharrat Jagdeo; y de Surinam, Runaldo
de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa y la vicecanciller
Consultada el 17/10/2015
285
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
A su vez, los enclaves extractivos requieren redes de conectividad que
permitan la entrada de insumos y equipamientos, y la salida de los productos
exportables, lo que a su vez desencadena otros impactos. En algunos grandes
emprendimientos se hacen necesarias significativas obras de apoyo en
infraestructura o energía (incluso represas hidroeléctricas o provisión de gas),
las que a su vez generan otros impactos territoriales.
Los territorios de Bolivia (en cinco de los ejes) y Ecuador (dos de los ejes) se
encuentran involucrados en los proyectos contemplados en los diversos Ejes
de “Desarrollo e Integración” que comprende la IIRSA. Como a continuación lo
muestra un gráfico colocado en un informe245 desarrollado por la Federação
das Indústrias do Estado de São Paulo (FIESP), UNASUR, COSIPLAN y el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
286
Fuente: informe de Federação das Indústrias do Estado de São Paulo (FIESP)
Entonces, las nuevas opciones sobre integración, se encuentran compartiendo
espacios con viejas propuestas, como IIRSA y sus intenciones. Así como
Alejandro Gutierres (2012), citando a Da Motta Veiga y Rios (2007), explica
En la presentación de ese informe Paulo Skaf explica que “el Consejo Sudamericano de
Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), de la Unión de los Países Sudamericanos
(UNASUR), consolidó los proyectos de infraestructura contemplados en la Agenda de
Proyectos Prioritarios (API) y trazó como meta el año de 2022 para su conclusión. Al enterarse
de ese objetivo, la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (FIESP)
inmediatamente se propuso a promover la interlocución entre los gobiernos de Sudamérica y
los inversionistas del sector privado, capaces de absorber y concretar dichos
emprendimientos. En esa publicación, FIESP tiene el objetivo de difundir informaciones y dar
visibilidad a las 88 obras que integran los 31 proyectos estructurantes de la API. Así, la
participación de agentes de la iniciativa privada, combinada con los órganos públicos, es
fundamental para que esas obras salgan del papel y se vuelvan realidad, adecuando la
infraestructura de la región a las necesidades de cada nación y a su integración. Para ello,
entendemos también que la alianza con la Presidencia Pró Tempore de UNASUR, ejercida por
el Paraguay, es igualmente importante” (SKAF, 2012, p. 3).
245
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
que algunos estudiosos denominan esta nueva etapa como regionalismo
postliberal, que sin embargo convive con acuerdos de integración y
estrategias de inserción internacional que surgieron orientados por el nuevo
regionalismo y el regionalismo abierto (Gutierres, 2012: 245). En la misma
línea Svampa (2014) en una entrevista246 afirma que,
“La UNASUR defiende una perspectiva neoestructuralista, desarrollada
por la Cepal, que parte del reconocimiento de que la acumulación se
sostiene en el crecimiento de las exportaciones de commodities o bienes
primarios. Ya en 2010 el brasileño Bresser Pereira escribió sobre el
neodesarrollismo señalando que “en la era de la globalización, el
crecimiento liderado por las exportaciones es la única estrategia sensata
para los países en desarrollo”. El neoestructuralismo aparece así como la
base conceptual de los gobiernos progresistas en cuanto a la concepción
del desarrollo. El neoestructuralismo tiene una concepción sobre los
bienes naturales que instala un campo de ambigüedad entre la noción de
commodities y recursos naturales estratégicos. Si bien la política de
desarrollo se orienta al crecimiento de las exportaciones y la asociación
con grandes corporaciones trasnacionales, también busca un control
mayor por parte de los estados de la renta extractiva, en materia de
hidrocarburos y energía” (Svampa, 2014).
Este aspecto –y sus contradicciones─ se observa en la resistencia y denuncia
de pueblos indígenas y poblaciones tradicionales, frente a los impactos que
causan o pueden causar la implementación de esas obras de infraestructura,
antes enmarcadas en el proyecto IIRSA y ahora contempladas en COSIPLANUNASUR.
En 2008, en La Paz Bolivia, en un taller organizado por la Coordinadora Andina
de Organizaciones Indígenas (CAOI en adelante)247, se desarrolló un texto con
la finalidad de hacer pública la postura respecto al IIRSA por parte de diversas
organizaciones.248 En el documento elaborado durante el taller “Pueblos
Indígenas y el IIRSA” se expresa:
Entrevista a la socióloga Maristella Svampa. Cristina, el “mal desarrollo” y el progresismo
sudamericano.
Emiliano
Guido,
2014.
Consultado
el
20/11/2015.
Disponible
en
línea:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191895
247
Consultado
el
17/11/2015.
Disponible
en
línea:
http://www.inesc.org.br/publicaciones/manifestos/resolucion-de-pueblos-indigenassobre-eliirsa
248
Entre las organizaciones presentes se encontraban: Organizaciones Indígenas Andinas y de
Abya Yala; CONACAMI Confederación Nacional de Comunidades del Perú; ECUARUNARI
Confederación de los Pueblos Kichwa del Ecuador; ONIC Organización Nacional Indígena de
Colombia; ONPIA Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Argentina; COICA
Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica; CCP Confederación
Campesina del Perú; CNA Confederación Nacional Agraria (Perú); ANAMEBI Asociación
Nacional de Maestros en Educación Bilingüe (Perú); CONIVE Consejo Nacional
Indígena de Venezuela; MAIKIRALASALII; Organización Wayuu de Sucuy; Consejo Indígena de
Nicaragua; Confederación Nacional de Pueblos Autóctonos de Honduras-CONPAH; CNACHA
Consejo de Naciones Aborígenes Charrúa; Coordinadora Indígena del Bajo Chaco Paraguay;
Coordinadora Regional de Comunidades Afectadas por la Minería del Cusco; Organizaciones
Indígenas del Qollasuyo / Bolivia; Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo CONAMAQ; Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia-CSUTCB;
Federación Nacional Mujeres Indígenas Originarias Bartolina Sisa;
246
287
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
“(…) somos hijos de la Pachamama, no sus dueños menos sus
dominadores, vendedores y destructores, por lo cual nuestra vida
depende totalmente de ella y por ello desde milenios atrás construíamos
nuestras propias formas del mal llamado “desarrollo”, es decir nuestro
Sumaq Kawsay/ Sumaq Qamaña, que debe ser respetado. Nuestro Buen
Vivir como alternativa legitima de bienestar en equilibrio con la
naturaleza y espiritualidad, está muy lejos, del IIRSA que nos quiere
convertir en territorios de tránsito de mercancías, de huecos mineros y
ríos muertos de petróleo. Si queremos carreteras e hidrovías, pero no a
ese costo, no para ver pasar camiones o barcos de las transnacionales,
sino para que ayuden a nuestra propia producción comunitaria. Que se
priorice la lucha contra el analfabetismo y desnutrición en nuestros
pueblos y nuestras alternativas productivas comunitarias, y no más deuda
externa para el falso desarrollo del asfalto, cemento y fierros” (La Paz,
Bolivia, 2008).
Uno de los ejes de acción en los que más ha avanzado la CAOI, en la defensa
de la Madre Tierra y los derechos de nuestros pueblos, es en la propuesta de
reestructuración de la IIRSA. Además de publicar un libro con esta propuesta,
solicitaron y lograron una Audiencia Especial de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, en la que denunciaron los impactos de
los megaproyectos de esta iniciativa.
El tema estuvo presente en la agenda del II Congreso de la CAOI, donde la
Asamblea Plenaria debatió, enriqueció y aprobó las conclusiones de la
Comisión de Trabajo donde se examinó la defensa de los territorios y la Madre
Naturaleza: megaproyectos IIRSA en Pueblos Indígenas.249
Miguel Palacín (2009), Coordinador General de la CAOI frente a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos explica que no son los pueblos indígenas
los que están en contra de IIRSA, sino IIRSA en contra de los pueblos
indígenas.250 Esta afirmación, es basada en el hecho de la amenaza que
implican las obras cuando son realizadas sobre o en cercanías de los
territorios de estos pueblos.
Con respecto a los impactos de la IIRSA sobre los pueblos indígenas, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó en Noviembre del 2010
una Audiencia para analizar el tema. Los peticionarios (la Organización
Indígena de la Chiquitanía –OICH, la Red de Defensa Jurídica de la Amazonía y
la CAOI), indicaron que los megaproyectos vulneraban: el derecho a no ser
desplazados; el derecho a la propiedad colectiva de la tierra, el derecho a la
consulta y el consentimiento libre, previo e informado, el derecho a la libre
determinación y el autogobierno, al desconocer las formas propias de
Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia; OICH Organización Indígena Chiquitana;
Central Indígenas de Comunidades del Turubó; Central Indígena Chiquitana Amanecer Roboré;
Federación de Juntas Vecinales El Alto; Asamblea del Pueblo Guaraní; Movimiento Boliviano
por la Soberanía e Integración de los Pueblos.
249
II Congreso de CAOI renovó estrategias para reestructurar la IIRSA. Exigimos respeto por
nuestro
Buen
Vivir.
Consultado
el
18/11/2015.
Disponible
en
línea:
http://www.territorioindigenaygobernanza.com/proyectosdeinfraestructura.html
250
Consultado
el
17/11/2015.
Disponible
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línea:
http://www.territorioindigenaygobernanza.com/proyectosdeinfraestructura.html
288
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
desarrollo, atentando contra la cosmovisión indígena del Buen Vivir y al
desconocer a las autoridades y procesos de toma de decisiones de los pueblos
indígenas. Además de afectar el derecho a la integridad personal y a la salud,
debido a la contaminación y pérdida de la biodiversidad en zonas de caza,
pesca y recolección.
Conclusión
Estos procesos que acontecen en Bolivia y Ecuador precisan de un análisis más
profundo y detallado sobre aspectos como el económico y el político en
perspectiva del conflicto con los pueblos de esos estados y no desde una
perspectiva formalista. Es necesario analizar hasta qué punto las reformas
constitucionales basadas en principios del Buen Vivir han transformado los
esquemas de poder que caracterizan al Estado Colonial/Moderno/Capitalista
que han importado a nuestra región y que aún se mantiene. Este debate no
implica el “menos Estado” o un “Estado ausente”, sino pensar desde los
principios indígenas una real democracia comunitaria que cuestione la
concentración de poder y el uso del mismo como instrumento de dominación
de los capitalistas.
Por otra parte, en lo que refiere al aspecto económico, se puede observar que
continúa el perfil primario exportador o como lo caracterizan los autores
citados, extractivo-exportador, donde las economías comunitarias o solidarias
como pretenden defender y promover desde las constituciones, han quedado
en un segundo plano. Pues es claro que comunidades indígenas tienen al
Estado moderno, colonial y capitalista como el facilitador de sus desgracias,
es decir, del manejo de inversiones extranjeras o negociar el nivel de
exportaciones de petróleo que se registran en las estadísticas, porque el
sistema de gobierno concentra las decisiones que se encuentran distribuidas
entre los poderes y el orden de la república. En este sentido, también vale
aclarar, que no se pretende caer en un fundamentalismo ecologista, sino
también cuestionar qué modelos económicos promueve el Estado. ¿Los Estados
de Bolivia y Ecuador, o mejor dicho sus gobiernos, promueven los modelos
hegemónicos funcionales al capitalismo trasnacional o refuerzan las iniciativas
económicas que buscan mejorar la vida, no sólo de las comunidades indígenas
sino de todo el pueblo de sus países?
Por último, respecto a un modelo de integración basado en la infraestructura,
sin consulta previa o consideración de las perspectivas de los pueblos
afectados directamente por los impactos negativos de esas decisiones, como
lo vienen denunciando las organizaciones indígenas en el caso de IIRSACOSIPLAN, nos preguntamos: ¿Por qué Ecuador y Bolivia no incluyen sus
perspectivas del Buen Vivir en lo que a integración refiere? Además de
continuar reproduciendo los modelos de integración donde prevalecen las
relaciones intergubernamentales, también basadas en las ingenierías
institucionales propias de todos los países de la región. Así, es que en la
actualidad los pueblos indígenas solicitan la creación del Consejo de Pueblos
Indígenas en la UNASUR, para poder exponer sus problemáticas y demandas
relacionadas a la integración.
En síntesis, continúan primando los enfoques de desarrollo e integración
hegemónicos, sustentados en la búsqueda de desarrollo económico e inserción
internacional, sin cuestionar de fondo y junto a los pueblos verdaderas
alternativas. Por otra parte, podemos preguntarnos si estos procesos
289
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
realmente han sido profundos o han terminado en la reafirmación de la
dependencia económica de nuestros países respecto a las potencias
internacionales, sin poder desprendernos de nuestra matriz extractivoexportadora, como así también de la dependencia de nuestros pueblos
respecto a la política social de los Estados, que si bien han “incluido” a
muchos y muchas, no ha puesto fin a las asimetrías económicas y sociales que
caracterizan a nuestras sociedades latinoamericanas.
Quizás, el deber está en reflexionar, no sólo en el modelo de desarrollo e
integración, sino en el modelo civilizatorio como propone el paradigma del
buen vivir, donde se cuestionan las formas de consumo, de vínculo con los
demás y con la naturaleza. Un camino que debe estar marcado por nuevas
formas de analizar y de proponer alternativas a las opciones que nos impone
el capital. Las palabras de Macas251 en su texto “La necesidad política de una
reconstrucción epistémica de los saberes ancestrales”, resumen esto en un
párrafo: “Decimos nosotros, pues, que son dos pensamientos distintos, son dos
lógicas distintas y son dos maneras distintas de ver el mundo. Por un lado
tenemos el mundo de la comunidad, de la solidaridad, de la reciprocidad.
Pero, por otro lado, vemos que como contradicción en la época actual está el
mundo del capital, el mundo de la acumulación. Por eso decimos que el
mundo indígena puede constituirse en un aporte, que puede constituirse en un
elemento fundamental para el cambio histórico (Macas, 2005: 37).”
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noviembre de 2015.
251
Doctor en Antropología y Licenciado en Derecho, con estudios en Filología (Universidad de
París). Rector de la Universidad Intercultural (UINPI). Dirigente y líder histórico del
movimiento indígena ecuatoriano. Fundador de la Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (CONAIE). Ex diputado nacional y ex ministro de Agricultura.
290
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292
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
Reflexionando sobre la nueva
coyuntura de América Latina.
Entrevista a Atilio Boron
Por VICTORIA BONNA
Entrevistador (E.) - Entendiendo que en América Latina resulta complejo
pensar la posibilidad de celebrar la independencia, cual pueblo emancipado; y
teniendo en cuenta que en el marco del sistema capitalista (no como palabra
decorosa, sino como modo de producción), la palabra “independencia” tiene
un sonar descabellado; quisiera preguntarle si, en este punto, no existe una
ruptura -respecto a los últimos años- de cómo debemos abordar el
bicentenario, puesto que, como dijo Patricio Echegaray, “se ha configurado
un gobierno que lleva adelante los planes que dicta la embajada de Estados
Unidos para América Latina”.
Atilio Borón (A.B.) -Mirá, yo creería que eso no es descabellado; que el
proyecto de una independencia latinoamericana sigue siendo un proyecto
vigente e importante y no tenemos que abandonarlo por ningún motivo. Lo
que creo es que, en Argentina, estamos sufriendo una involución muy muy
importante. Yo no sé si has visto las cosas que publico en mi blog o en mi
Facebook cuando hablo de que hay una doble involución en la política
argentina: desde una democracia de baja intensidad, hacia un régimen ya
claramente semi-autoritario; y una situación de autonomía nacional relativa a
una de semi-colonia. Entonces, el proyecto emancipatorio es más importante
que nunca. En Argentina hemos sufrido un retroceso muy fuerte; en Venezuela
está en cuestión: es motivo de debate y puede ser que haya un desenlace que
no nos guste, aunque yo confío que no, ¿verdad? Pero está todo en cuestión y
hay una derecha que, junto con el imperialismo, está intentando detener el
proceso bolivariano; en este sentido, es que digo: la moneda está en el aire,
por ahí cae bien, por ahí cae mal. En Brasil hubo una tentativa que todavía no
terminó, el proceso brasileño no está cerrado.252 Y no te extrañe que, de
repente, Dilma sea repuesta en su cargo porque empieza a salir evidencia de
que todo eso fue un montaje para evitar el avance de legislación sobre el
famoso tema de la corrupción. En Bolivia sigue su curso, en Ecuador sigue su
curso. O sea que es de una gran actualidad el tema de la emancipación y en
los países está habiendo luchas concretas que se van a intensificar, porque en
la medida en que la alianza del pacífico tome cuerpo y comiencen a avanzar
tratados de libre comercio o abiertos, como se puede hacer en Argentina, yo
estoy seguro de que la resistencia popular va a ser muy fuerte. Que ya
comienza a haber brotes de resistencia popular, por ejemplo, en Europa.
¡Mirá lo que está pasando en Francia! En Francia donde, contra la ley de
252
Nota del autor: Al momento de realizarse la entrevista, Dilma Rousseff aún no había sido
destituida.
293
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
flexibilización laboral, ha habido una movilización impresionante, un
enfrentamiento social muy muy duro. Sobre todo, son los jóvenes. La
juventud que como en mayo del 68 francés salió a la calle, otra vez, a
defender sus libertades. Entonces, el proyecto tiene una enorme vigencia y
creo que, probablemente, hay que redefinirlo en función de las nuevas
realidades políticas del continente, pero de ninguna manera es algo que hay
que archivar.
E. - Siendo el bicentenario de la declaración de la Independencia, hay ciertos
problemas sobre los que es conveniente reflexionar. ¿Qué significa
estrictamente “alcanzar una segunda y definitiva independencia”? ¿Cómo
imagina que esto debiera suceder? Intentando recuperar las luchas
anticoloniales y antiimperialistas como telón de fondo ¿Cree que tiene
vigencia la consigna del Che en la Conferencia Tricontinental de crear dos,
tres, muchos Vietnam?
A.B. - Creo que la independencia es un proceso inconcluso, que todavía no ha
madurado suficientemente y creo que hay una serie de asignaturas pendientes
muy grandes. Una cosa es la independencia política y otra la independencia
económica; más bien te diría que con la independencia, lo que se hizo fue
forjar nuevos lazos de sometimiento a la emergente potencia neocolonial que
era Inglaterra; lo que vino después tuvo mucho que ver con eso. Entonces el
proyecto está inconcluso, claramente: por eso se habla de revoluciones
inconclusas en América Latina. Fueron revoluciones políticas, revoluciones
políticas que apenas lograron montar, al principio, regímenes oligárquicos.
Después, hubo que caminar un largo trecho -más de un siglo- para que esos
proyectos oligárquicos empezaran a avanzar por la ruta de la democracia. De
manera tal que hoy, la consigna de “una segunda y definitiva independencia”
es más importante que nunca, y se ha avanzado. Evidentemente ha habido,
sobre todo en los últimos años, procesos muy interesantes, en los países
bolivarianos principalmente: así como Bolivia, Ecuador o Venezuela que eran
países totalmente sometidos a los dictámenes del imperialismo y que hicieron
avances muy significativos. No cabe ninguna duda -está el libro de García
Linera que lo muestra en todos su detalles- de que la situación hoy no es
como 50 años atrás. Yo te quiero decir una cosa que es importante, no es sólo
el avance que se lleva en el terreno económico, hay sobre todo cambios en la
conciencia que se produjeron en la gente. Creo que hay algo nuevo en
América Latina y que va en esta dirección; es que ha surgido una corriente
latinoamericanista muy fuerte que antes no había; inclusive, en un país tan
poco propenso a pensarse latinoamericano como es la Argentina. Vos en
Argentina, hace diez o quince años, hablabas de América Latina y te miraban
como si hablaras del cenozoico o de los reptiles voladores de hace cincuenta
millones de años. Ahora hablamos de América Latina y se entiende, y eso es
un avance muy importante.
Ahora, lo que decía el Che, hoy en día, no lo podés lograr. Primero, porque el
Che estaba reflejando un clima de época y una situación internacional que
hoy por hoy no existe: Vietnam fue posible, entre otras cosas, por la
Revolución Rusa y la Revolución China. Sin la existencia de estas dos
revoluciones, a Vietnam lo hubieran aplastado. Lo mismo que corea del Norte,
que pudo resistir la invasión norteamericana porque tenía una retaguardia de
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Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
abastecimiento dada por China y la Unión Soviética. Hoy no tenés eso. Tenés a
Rusia, que no es la Unión Soviética, y tenés la China de hoy que no es la China
de Mao. Al mismo tiempo, en aquel momento en que el Che hablaba, tenías
un continente lleno de dictaduras militares o de regímenes pseudodemocráticos controlados por las Fuerzas Armadas. Hoy no lo tenés a eso. Hoy
en tu país (y no en el mío) la gente vota para que sea Macri el presidente
(risas). En función de eso, creo que la consigna hoy habría que relativizarla
reflejo de este momento histórico. Lo que sí creo que es importante,
recuperando esa consigna, es avanzar en los procesos de coordinación, en las
grandes luchas. Cuando América Latina pudo coordinar sus luchas se derrotó
al ALCA. La gran victoria posterior del imperialismo, fue romper esa unidad
entre los sectores populares y luchadores sociales en América Latina. Yo creo
que hay que hacer un gran esfuerzo ahora para volver a plantear una lucha de
carácter más global, en donde los movimientos sociales, los partidos políticos,
las fuerzas populares puedan concentrar esfuerzos. En ese sentido, crear
“uno, dos tres, muchos” países que avancen en la dirección de Bolivia,
Ecuador, o Venezuela, creo que puede ser una salida de esta camisa de fuerza
en la que nos encontramos.
E. - Para derrotar a esta derecha aggiornada, según los términos de Marcelo
F. Rodríguez, está claro que se trata de dar la batalla de ideas, una batalla
cultural y de identidades. La conmemoración de los 200 años de la
declaración de la Independencia, ¿qué papel juega -o cuál debería jugar- en
esta batalla?
A. B. - Bueno, es un momento muy especial. Sería bueno que se llevara
adelante una verdadera ofensiva ideológica para explicar qué es lo que pasó,
pero eso no lo va a hacer el gobierno actual, tampoco lo ha hecho el gobierno
anterior porque el Bicentenario del 2010 fue una oportunidad desaprovechada
en la que podría haberse explicado qué fue el proceso de mayo, cuáles eran
las dos líneas fundamentales, qué paso con el Jacobinismo pequeño-burgués
que fue derrotado entonces con el asesinato de Mariano Moreno, el primer
desaparecido de la historia Argentina; también la marginación de Castelli, de
Monteagudo, mismo de Belgrano y las trampas que se le tendieron a San
Martín. Nada de ello fue explicado, pese a que se hizo un gran show con
Fuerza Bruta, pero no hubo un trabajo ideológico profundo como creo que
tendría que haber habido. Obviamente, el peronismo no podía hacer eso, aún
en su versión más progresista, como lo es el kirchnerismo. Las limitaciones
ideológicas del peronismo recortaron esa posibilidad. Hoy en día, ni hablar
que el macrismo no va a hacer algo ni siquiera parecido a aquel acto. Pronto
voy a escribir y subir a mi blog algo sobre el tema; pienso escribir sobre lo que
son las limitaciones del acta de Independencia del Congreso de Tucumán, la
cual fue corregida, pero de la que se habla muy muy poco. Sería importante
para demostrar la importancia que algunos de los próceres más genuinos de la
independencia Sudamericana (como Artigas, San Martín, Belgrano o
Monteagudo) le daban al peligro de una nueva dominación neocolonial una vez
en decadencia la monarquía española; que podía venir otra potencia colonial
extranjera a someternos. Estos fueron los que de alguna manera dieron el
llamado de alerta. Habría que discutir estas cosas, como habría que discutir
mucho la historia argentina, “romper los mitos”. La historia está llena de
295
Perspectivas Revista de Ciencias Sociales |No. 2 Julio-Diciembre 2016 ISSN 2525-1112
mitos, de mentiras. Mentira número uno: San Martin enterrado adentro de la
Catedral metropolitana, o San Martín como el santo de la espada; un San
Martín que murió masón y que rechazó los auxilios de la Iglesia Católica en su
lecho de muerte, ¡los sacó corriendo! Una historia que hay que reescribir
porque fue hecha por la oligarquía. Esa historia oficial, además, penetró
profundamente en las interpretaciones históricas del Partido Comunista y toda
la izquierda que no se salva de esa visión mitrista. En el caso del Partido
Comunista en algunos historiadores y no en otros; en algunos, la asunción de
esa visión mitrista fue muy fuerte. La Historia oficial quedó como algo
indiscutible, más allá de que se dé más o menos importancia a la lucha de
clases, la historia oficial ha penetrado en la historiografía al punto tal de que
se explicó el proceso histórico en clave oligárquica.
E. - Como usted sabe, esta entrevista está pensada para ser publicada en una
revista universitaria. Teniendo en cuenta la composición social de la
Universidad argentina ¿Considera que el sujeto universitario puede/debe
hacer más que pensar, reflexionar, discutir y matizar ideas? ¿La “batalla de
ideas” nos obliga a desplazarnos del ámbito exclusivamente académico? ¿A
dónde debe apuntar el intelectual comprometido?
A. B. - Mirá, yo creo que sí, que puede y que debe, que es posible hacer algo
participando activamente en la batalla de ideas. Pero, para ello, tiene que
salir del micro mundo de la academia. El mundo académico es un mundo muy
controlado, muy restringido, con escaso rebalse de sus ideas sobre el conjunto
de la sociedad. Yo creo que quienes participamos de una cosmovisión marxista
del mundo y queremos cambiarlo, y acabar con el capitalismo e iniciar un
tránsito hacia una sociedad pos-capitalista, tenemos la obligación de hablar
para las grandes mayorías nacionales, ¿no? No podemos restringirnos a un
debate meramente académico. Sobre todo, un debate académico que se da
en un contexto de instituciones universitarias que fueron ganadas,
conquistadas por la derecha que impone de manera muy muy brutal un
pensamiento único, por ejemplo, en las ciencias sociales. Así que, creo que
nuestra obligación es, por supuesto, meternos en el ámbito universitario,
participar en los debates, pero para que esos debates puedan ser un
elemento: un insumo para la toma de conciencia de las clases populares. Es
una gran discusión que yo tengo con mis amigos de Carta Abierta: cuando vos
elaboras un documento como ese, es un documento para un seminario
doctoral muy interesante que te puede gustar o no, pero no le mueve un pelo
a nadie fuera de los asistentes a un posgrado de la Universidad Nacional;
cuando vos vas a la gente concreta en la calle, a los tipos que no pueden
pagar la luz o que están colgados para tener electricidad o que tienen el
problema de que no les alcanza para vivir, no les podes salir con esas muy
interesantes reflexiones de un debate exclusivamente intelectual que puede
ser sostenido acá en Dinamarca o en Australia y carece de eficacia
transformadora.
Para eso tenés que tener una visión de tu propio proyecto intelectual que sea
capaz de ser asimilado por la gente y dicho con mucha sencillez. Yo siempre
pongo un ejemplo, tal vez me has escuchado: la convocatoria que hace Lenin
a la Revolución Rusa no fue decirle a los obrero y campesinos que lean el
capítulo XXIV de El Capital para entender la acumulación originaria, ¿Cuál era
la consigna? “Pan, Tierra y Paz”. Tan sencillo como eso, no un texto
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quilométrico. Este problema existe hoy también, cuando la gente no tiene el
hábito de leer. Ha habido un paso de la “Galaxia Gutenberg” al medio
audiovisual, más allá de que yo sea amante de los libros y siga escribiendo en
la prensa, pero, por ejemplo, yo hago una nota para Página12 que con toda la
furia llega a 25 mil lectores; en el corset de los 140 caracteres de Twitter,
tengo 42.000 lectores, a parte de los rebotes de quienes comparten mi
publicación. Lo primero, es aprender a comunicarnos, no te digo en la camilla
de fuerza de los 140 caracteres, pero sí dominar completamente la
metodología de la comunicación actual.
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