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LA POLICENTRICIDAD DE LAS LENGUAS INDOEUROPEAS EN AMÉRICA, LA AMPLIACIÓN CONCEPTUAL DE LA CATEGORÍA DIALECTO/VARIEDAD Y LA SOCIOFONETOLOGÍA POLISISTÉMICA. (Polycentricity of the Indoeuropean languages in America, the conceptual extension of the category dialect/variety and polysystemic sociophonetology) Godsuno Chela-Flores godsuno.ch@gmail.com RESUMEN El primer objetivo es el análisis de los desiguales destinos del español, inglés, portugués y francés en el continente americano, con la ayuda de los índices del parámetro de policentricidad, definido aquí como el desarrollo de los centros de proyección lingüística interna y externa de cada dominio de las lenguas Además, se examina la acción del eje mito-discurso-ideología en las lenguas naturales. Los datos y conclusiones se refieren solamente a hablantes nativos. Los índices paramétricos están en relación inversa con los de perifericidad, definidos como la distancia sociogeográfica y lingüística entre las variedades estándar y las otras activas en los complejos dialectales/varietales. Se incluye por primera vez en relación con este aspecto, la repercusión inicial y cuasi permanente del nacionalismo político y cultural nacido en las postrimerías del siglo XVIII y su combinación con la acción del mencionado eje. Inicialmente con referencia al inglés, se cuestiona la ideologizada interpretación del proceso de “criollización”, que en contraste con la opinión generalizada entre lingüistas y criollistas, proponemos que tiene dimensiones universales y no exclusivamente locales, en virtud de su innegable presencia en la evolución de muchas lenguas en contacto. El análisis de la estigmatización de algunas realizaciones dialectales/varietales, fruto del contacto asimétrico impuesto por poder, prestigio y otros factores como raza y/o cultura, nos conduce a sugerir una ampliación del concepto de dialecto/variedad para incluir los productos de la criollización, proceso que a su vez requiere y tendrá redefinición. En cuanto a la policentricidad, el español surge como la lengua con el más alto índice, seguido del inglés, mientras que el francés y el portugués siguen caminos diferentes. Se concluye que en la vertiginosa globalización actual, el aumento de los índices de policentricidad en algunas lenguas como el español, surge como parte de una estrategia defensiva y creativa de los dominios lingüísticos ante el empuje inicial del inglés, dado que la tecnología creadora de esta nueva situación se manejó en esa lengua desde su creación y desarrollo inicial. Así mismo, esta situación refuerza la necesidad de una estrategia paralela de recategorización y defensa de los productos de situaciones sociolingüísticas marginadas y malinterpretadas, como por ejemplo, los criollos, su génesis y función social. Palabras clave: Mito, ideología, lenguas indoeuropeas, variedades americanas, policentricidad, nacionalismo, globalización. ABSTRACT The unequal development of Spanish, English, Portuguese and French in America is analyzed by the application of thee polycentricity-perifericity parameter, the first half defined here as the development of internal and external centers of linguistic projection of the dominions of natural languages and the second half as the linguistic and sociogeographic distance between the standard variety and the other members of the dialectal/varietal complexes. Data and conclusions refer only to native speakers. The combination of the myth-discourse-ideology axis and the political and cultural nationalism born in the last decades of the XVIII century are seen as a relevant factor. Spanish emerges with the highest polycentric index, followed by English. Portuguese and French follow different paths, dictated by sociopolitical, institutional and sociolinguistic factors. With initial reference to English, the ideologized process known as “creolization” is questioned, because contrary to the general view, we posit it as a process of universal dimensions in the evolution of many languages in asymetrical contact. In view of the stigma attached to some linguistic realizations imposed by power, prestige, race and/or culture, an extension of the dialect/variety concept is suggested in order to include the products of creolization, a process which should also be redefined. The vertiginous growth of globalization, in whose creation and initial development English had a key role, impels most other linguistic dominions to aim at attaining higher indices of polycentricity by expanding and strengthening their field of action and influence in a defensive and creative manner. Likewise, this situation reinforces the need of a parallel strategy of recategorization and defence of the products of marginalized and malinterpreted sociolinguistic situations, such as for example, creoles, their genesis and social role. Key Words: Myth-Discourse-Ideology, Indo-European languages, American varieties, Polycentricity, nationalism, creolization, globalization. El eje mito-discurso-ideología y su repercusión en el lenguaje El tejido social desde la conversión de los nómadas - recolectores y cazadores – al sedentarismo y sus concomitantes sociales durante la llamada Revolución del Neolítico, fue posible gracias a la facultad definitoria del homo sapiens, el lenguaje, y a su eventual subproducto, la creación de mitos (Chela-Flores 2017 a: 125-127). La mitología y sus metamorfosis han acompañado al ser humano social desde esos remotos inicios hasta nuestros días, sumergidos en la posmodernidad, cualquiera que sea su definición y el fenómeno avasallador de la globalización, resultado no de manu militari como las anteriores, efímeras y sangrientas, sino producto de la acelerada marcha de la ciencia y la tecnología. Lo que la hace permanente, creciente y respetuosa de la dignidad humana en todas las naciones y comunidades que se rigen por los derechos humanos y la libertad. La dimensión de mayor proyección de esta última es el libre y universal acceso al conocimiento, esto es, su completa democratización. La creación de mitos abarca en principio, toda la actividad humana en sus dimensiones sociales: espiritual, política, económica, cultural y como parte esencial de esta última, la lingüística, sin la cual el mito en su fase inicial no sobrevive, ya que su concreción se debe a la reiterada instanciación discursiva. Debido a este proceso, la narrativa es el género discursivo generalmente prescrito para la sobrevivencia y desarrollo del mito. Sin embargo, a diferencia de todos los otros tipos de mito, la mitología del lenguaje no surge ni se desarrolla por la narrativa u otras dimensiones similares, como ha sucedido por ejemplo, en los mitos de la Creación en diversos marcos culturales, en la mitología greco-romana o en el mito de la justicia social en sociedades organizadas sobre bases ideológicas únicas. La mitología del lenguaje surge del antiguo uso de lenguas o lenguajes como medio de comunicación con deidades o como instrumento identificador de castas sacerdotales (Chela-Flores, op.cit.), lo cual deriva en la conceptualización de algunas lenguas – o variedades – como perfectas y/o puras (v.g. sánscrito, hebreo, árabe clásico, griego, latín, etc.). Este proceso se origina a partir de los mitos de divinidad, pureza, homogeneidad, perfección, legitimidad y neutralidad de algunas lenguas y/o variedades. Estamos ante la acción del eje mito-discurso-ideología, ya que la última fase, conjunto poderoso de ideas, conceptos y principios es lo que calificamos de ideología, producto de la repetida concreción discursiva del mito (Chela-Flores 2017b: 83-85). La forma actual de este prolongado proceso es la ideología de la lengua estándar, la cual exige la selección de una variedad del complejo dialectal de cualquier lengua natural (o de dos como en el caso del noruego), descartando las otras variedades como no estándar o peor aún, como subestándar, lo cual conduce a una socialización incompleta de sus hablantes. Este subproducto del eje mito-discurso-ideología, es la causa cuasi invisible del ostracismo resultante, enemigo de los hablantes no premiados en el reparto de las “bondades” derivadas de la estandarización mal interpretada. II Policentricidad y perifericidad lingüísticas La injusta situación de las lenguas o variedades no estándar tiene repercusión universal y analizaremos el caso de cuatro lenguas indoeuropeas habladas en el continente americano (español, inglés, francés y portugués) con relación al parámetro de la policentricidad (o pluricentricidad, ver Clyne 1992). Existen diferentes aproximaciones al parámetro y para nuestro objetivo, lo definimos como el desarrollo de centros de proyección lingüística dentro y fuera de cada dominio de las lenguas naturales. El índice de policentricidad está en relación inversa con la perifericidad lingüística, que se define por la distancia sociogeográfica y lingüística que separa las variedades de las lenguas de la que ha sido establecida como estándar: a menor perifericidad, mayor policentricidad Las variedades americanas de las lenguas objeto de este análisis en principio fueron consideradas inicialmente periféricas en su acepción peyorativa desde las metrópolis europeas y por consiguiente, no contribuyeron a la policentricidad de cada una de esas lenguas, lo cual no fue motivo de interés, dada la perspectiva eurocéntrica de la época. Sin embargo, como veremos, en virtud del multidimensional cambio operado en un mundo caracterizado primero por una posmodernidad desequilibrante y luego por una insólita globalización en drástico contraste con todas las vividas anteriormente por la humanidad, ambas dimensiones - policentricidad y perifericidad lingüísticas - adquieren una importancia nueva y altamente relevan III El nacionalismo político y cultural surgido a fines del siglo XVIII Los destinos de las naciones-estado nacidas en dos períodos cruciales marcaron un rumbo nuevo en Occidente. El primero se desarrolla desde las últimas décadas del siglo XVIII con el surgimiento del nacionalismo y las revoluciones norteamericana y francesa, hasta las primeras del XIX, cuando ocurren entre otras, las revoluciones hispanoamericanas. El segundo período crucial, se inicia después de la segunda guerra mundial, la cual tuvo lugar para combatir la perversión fascista de lo que había sido un nacionalismo humanizante, producto del primer período. Ese objetivo fue completamente logrado por la alianza de los poderes occidentales y la Unión Soviética. Este segundo período se extendió hasta la segunda mitad del siglo XX, testigo del desmembramiento final del imperio británico y de las estructuras sociales de la Europa oriental, producto de la ideología marxista. La relevancia del surgimiento del nacionalismo del primer período descrito para el tema que nos ocupa, es que esta influyente corriente del pensamiento europeo intensifica la acción del eje mito-discurso-ideología sobre las lenguas naturales. El nacionalismo cultural determinó que a cada nación-estado se le asignaba una lengua, como medio de la educación a la que tenía derecho cada uno de sus miembros y que ese proceso era el instrumento de definición nacional. Esa construcción social elevaba la lengua escogida por los arquitectos de la nacionalidad al nivel de lengua perfecta, pura y homogénea, derivado intensificado de la ideología del lenguaje estándar - subproducto de los mitos correspondientes – en una evolución desde la antigüedad. Ya la lengua no era espacio compartido por las variedades del complejo dialectal (Rutten, 2016: 28 et passim), sino que la jerarquizada como la mejor representante de la pureza dialectal, tenía que constituirse como el único instrumento para la construcción, identificación y permanencia de la nación-estado. Esta actitud condenaba todas las otras variedades a la perifericidad absoluta y había que evitar el contacto con ellas para proteger no solo la pureza del instrumento lingüístico del nacionalismo cultural, sino como hemos indicado, su homogeneidad, superioridad y también legitimidad - cualidades vinculadas a la herencia ideológica de los mitos del lenguaje e intensificada por el pensamiento y acción nacionalistas. Mientras no se había elevado e intensificado una variedad a ese nivel de sublime pureza, el complejo dialectal era considerado como un inventario en el cual se aceptaba cualquier innovación o diferencia como parte funcional de la lengua. Sin embargo, el proceso gradual y lento, pero continuo de la convivencia de variedades regidas solo por registro y expectativa comunicacional - efectivamente compartiendo las funciones comunicativas – puede conducir por razones extra lingüísticas y de jerarquización hacia la neutralidad, o inmarcadez de una de ellas, un conjunto de expresiones y elementos de la lengua de uso general. Las características descritas del surgimiento del nacionalismo del período entre fines del siglo XVIII y el primer tercio del XIX explican, pero no justifican la desviación sociolingüística surgida en ese momento histórico, de exaltación de una variedad en detrimento de las otras en el complejo dialectal. Esa actitud ha regido la sociedad moderna, posmoderna y globalizada, obstaculizando el desarrollo del proceso de socialización, que debe proveer a cada ciudadano de los instrumentos requeridos para ser miembro útil de la comunidad . IV Las naciones indoeuropeas y sus destinos en el continente americano La lengua española en América La perifericidad resultante tuvo sus consecuencias y la situación de las lenguas indoeuropeas habladas en el continente americano y sus variedades fueron consideradas periféricas y no estándar por las metrópolis europeas y por un tiempo, también por las élites de las nuevas naciones-estado en el norte y sur continentales. Sin embargo, el tiempo y el desarrollo inevitables de las nuevas estructuras sociales aunque inicialmente fruto del nacionalismo político-cultural, llevó al parcial reconocimiento y aceptación de sus hablantes de la validez de las versiones americanas. Se utiliza el calificativo de parcial porque los resultados difieren y requieren de una primera división: el español y el inglés tienen índices de policentricidad significativamente más altos que el francés y el portugués como indicaremos a continuación. El español muestra una solidez y dinamicidad notables. Su flexibilidad ante el reconocimiento de sus variedades tanto en España como en América es quizás el más alto de las lenguas indoeuropeas clasificadas como Lenguas Mundiales (World Languages) Un claro ejemplo de lo que en términos de policentricidad se ha logrado es la inclusión en su complejo dialectal de la variedad hablada en los Estados Unidos, país que cuenta con el mayor número de hispanohablantes con excepción de México. El reconocimiento y aceptación del español estadounidense como una dinámica y sólida realidad se debe a muchos factores y quizás el más importante por su proyección actual, es el Observatorio de la lengua española y las culturas hispánicas, producto de un convenio entre el Instituto Cervantes y la Universidad de Harvard, al frente del cual Francisco Moreno Fernández, prolífico y reconocido lingüista español, ha desplegado una intensa actividad (como ejemplo de sus muchos y variados trabajos sobre el tema, véanse sus publicaciones de 2017 y 2018 (la primera analiza los perfiles lingüísticos y sociales de la variedad y la segunda es el Diccionario de anglicismos en el español estadounidense). La presencia del español en ese país anglohablante es de larga data, y ha sido reforzada por la relativamente reciente inmigración masiva hispanoamericana y es una característica del proceso de drástica reducción de la perifericidad del español en ambos lados del Atlántico, lo que da al español un alto índice de policentricidad, factor muy relevante en su creciente proyección en el mundo globalizado de la actualidad. La perifericidad lingüística también se ha reducido en las variedades americanas del inglés de los Estados Unidos, los sectores angloparlantes de Canadá y las repúblicas caribeñas previamente parte del imperio británico (aunque más adelante examinaremos cierta ambigüedad con respecto a las últimas), pero no ha sucedido lo mismo en los casos del portugués y del francés americanos, idiomas que como hemos indicado, han tomado rumbos diferentes. El español es definitivamente la lengua que tiene mayor índice de policentricidad, ya que empezando por España, su versión estándar, basada en los dialectos centrales y norteños - sin incluir características fonetológicas o gramaticales meridionales (Andalucía y las Islas Canarias) - se enfrenta al hecho de la existencia de la variedad estándar sevillana (Hernández Campoy y Villena Ponsoda 2009) y las variedades canarias, periféricas geográficamente, pero con notable estabilidad y significativa cercanía lingüística tanto de la variedad sevillana como de las variedades americanas (Samper Padilla 1990, 2006, 2011). A pesar de algunas señales de convergencia de algunas provincias andaluzas hacia la variedad estándar (en Málaga por ejemplo, vide Villena Ponsoda y Vida Castro 2012), la solidez del prestigio sevillano y la cercanía del español canario a las hablas americanas y su consiguiente prestigio en América, hacen que la división lingüística española no incida desfavorablemente en la socialización de los miembros de esas comunidades y contribuye al alto índice de policentricidad del español. Las hablas hispanoamericanas, - periféricas después de su independencia – tienen también en la actualidad, un alto índice de policentricidad, vale decir, reconocimiento y aceptación de las características de sus variedades y cuentan cada una con una Academia de la Lengua Española (incluyendo la norteamericana) y todas forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) con igual participación. La ASALE fundada en 1951, ha sido coordinada desde 1994 por distinguidos lingüistas hispanoamericanos: Humberto López Morales desde 1994 hasta 2015 y en la actualidad, por su sucesor, Francisco Javier Pérez, ambos hablantes antillanos. Existe otro factor, quizás el más importante en el análisis de la policentricidad: el hecho de la gran cercanía y cohesión de las variedades de la lengua española, la cual podemos afirmar que es la más fuerte de los cuatro idiomas indoeuropeos, objeto de este estudio. Moreno Fernández (2012-2015:235 et passim) en su revelador análisis de datos perceptuales y actitudinales del español, indica esa significativa cohesión (percibida y actual) de las variedades hispánicas y cita y concuerda con Crystal 2003 que ella es mayor que la de las variedades del inglés. IV. ii La lengua inglesa en América IV.ii.1 Las variedades del norte continental y su notable cohesión en relación con la Situación del Reino Unido. El inglés muestra una importante policentricidad en el continente americano tanto internamente en los Estados Unidos como en el inglés de Canadá y ambos complejos dialectales giran alrededor de la forma estándar, conocida como General American, aunque naturalmente, la dimensión canadiense tiene características propias de naturaleza fonetológica y lexical. Un factor que favorece este acercamiento sociolingüístico es que en el continente americano nunca ha surgido la estratificación sociolingüística del Reino Unido, la cual impuso por mucho tiempo, la variedad conocida como Pronunciación Recibida o Aceptada (Received Pronunciation, RP), y una muestra clara de esa estricta estandarización fue el libro del gran fonetista inglés, Daniel Jones, (1918 [1976]), base de los análisis teóricos y aplicados particularmente en Inglaterra, hasta la segunda mitad del siglo XX, La situación tiende a cambiar y la variedad RP se enfrenta a la conocida como el Inglés del Estuario (Estuary English) con rasgos fonetológicos de variedades no estándar y la socialización actual se facilita al no exigir un acento RP en empleos de alta proyección social, como por ejemplo, los docentes y los relacionados con los medios audiovisuales. Hasta hace pocas décadas, ese acento era no solo requisito indispensable para acceder a esos campos de trabajo, sino que como señal inequívoca de la mencionada estratificación sociolingüística, formaba parte de la expectativa comunicacional general. La ausencia de ese fenómeno sociolingüístico en los Estados Unidos y en Canadá, es indudablemente un significativo factor en la relativa similitud de esas variedades y su mayor aceptación interna, lo cual aumenta el índice policéntrico del inglés y garantiza el desarrollo normal del proceso de socialización de sus hablantes IV.ii.2 Las variedades del inglés del Caribe. Análisis de la interpretación ambigua de estatus varietal. El modelo de los tres círculos de Kachru 1983. Sin embargo, las naciones angloparlantes americanas localizadas en el Caribe, parte del imperio británico hasta la segunda mitad del siglo XX, no han sido consideradas en igualdad de condiciones con las del norte continental. Es probable que al haber sido acompañadas del proceso calificado de “criollización” durante buena parte de la fase de dominación británica con el estigma concomitante de ese proceso, sea un factor explicativo. De hecho, el modelo de círculos concéntricos de Kachru (1983, citado entre otros por Mufwene en Coupland 2010:46-49 y Schmitz 2014: 3, 5 et passim) introdujo una clasificación de anglohablantes, por medio de círculos concéntricos unificadores y clasificadores y en el Interno (Inner Circle) se incluyó los complejos dialectales de las naciones “con hablantes nativos” del inglés: el Reino Unido y sus colonias de asentamiento [‘settlement colonies”], Esas colonias fueron Estados Unidos, Canadá, la zona del Caribe, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda), lo cual debería calificar a los hablantes de estas naciones como los que exhiben el inglés más calificado y mejor manejado y además, son los encargados de proveer o proponer las normas del idioma (la función calificada de norm-providing). Los otros dos círculos, el exterior (Outer) incluye el uso del inglés como segunda lengua y el círculo de expansión (Expandng) como idioma instrumental, vale decir hablantes no, nativos, secundarios y terciarios respectivamente, lo cual en principio no es objetable. El modelo fue acogido y tomado como punto de referencia general. A pesar de esa consideración, las variedades caribeñas no figuran generalmente como comunidades del Círculo Interno. Las variedades habladas en los Estados Unidos y Canadá están en ese grupo selecto de hablantes “nativos” y siempre figuran como virtualmente las versiones americanas. La tendencia generalizada es olvidar que por ejemplo, repúblicas como Trinidad-Tobago y Jamaica son comunidades de hablantes nativos del inglés impuesto allí como en las otras “colonias de asentamienro”, con la única diferencia de que sus complejos dialectales incluyen variedades criollizadas. Sin embargo, es un hecho innegable que todas las comunidades angloparlantes “nativas” tienen variedades alejadas de las versiones estándar, como un claro ejemplo, las poblaciones autóctonas e inicialmente, subyugadas como integrantes del imperio británico las de Australia y Nueva Zelanda - sin olvidar la de Irlanda con su lengua céltica - que al enfrentarse al inglés colonial inevitablemente, generaron versiones híbridas criollizadas mucho antes de adquirir fluidez aceptable en la lengua dominante. Y en un contexto americano muy diferente, en el seno de la sociedad estadounidense (y parcialmente de la canadiense), existe una sólida variedad, reconocida y aceptada como parte del complejo dialectal del inglés norteamericano, pero considerablemente apartada de la estandaridad establecida y conocida como Black English (Inglés Afroamericano). Los ejemplos citados en nuestra opinión, no disminuyen la validez del modelo kachruviano (tomo el calificativo de Schmitz, op.cit.:9), pero sí darían entrada a la posición de que hay hablantes nativos de primera y de segunda clase, con la cual no podríamos estar de acuerdo, aunque la insistencia en la solución dicotómica (y como toda dicotomía, sobresimplifica el problema) en el campo de la enseñanza de esa lengua sobre cuál variedad elegir como modelo: inglés británico vs inglés norteamericano, parece indicar que esas variedades son las de primera clase y no es así. La vía más conveniente es tomar cualquiera de las variedades del Círculo Interno, ya que todas son norm-providing (incluyendo la australiana, irlandesa o caribeña) y tienen plena funcionalidad. En efecto, si no se reconoce la actitud de indiferencia - en el mejor de los casos - hacia el inglés de las naciones del Caribe angloparlante, habría que tomar caminos intransitados, como por ejemplo, recategorizar a Australia (donde los primeros asentamientos fueron colonias penales desde 1768 y el inglés hablado por esos habitantes no era precisamente la lengua educada o estándar) y a Nueva Zelanda también (solo fue asentada hacia la segunda mitad del siglo XIX). Asimismo, habría que “corregir” la aceptación de una legítima variedad como el Black English en Norteamérica, lo cual es impensable. El inglés llegó a las islas del Caribe mucho antes de su imposición en Australia y Nueva Zelanda, como hemos indicado. Las variedades caribeñas provienen del inglés del siglo XVII. Además, es innegable que las repúblicas caribeñas están compuestas de hablantes nativos del inglés, naturalmente con las diferencias fonetológicas y lexicales propias de variedades nativas del complejo dialectal de esa lengua. Su identidad como naciones se expresa a través del inglés, así como el mundo hispanoamericano se expresa a través del español, con la diferencia de que su independencia ocurre más de un siglo antes de que las colonias británicas obtuvieran la suya. IV.ii. 3 Racismo lingüístico y cultural como un factor en la indiferencia y/o actitud peyorativa hacia las versiones criollizadas americanas del inglés Existe un elemento adicional no lingüístico de racismo en la estigmatización concomitante de las versiones criollizadas caribeñas. Schmitz (2014: 3, 4) lo introduce cuando expresa su opinión sobre la exagerada y prejuiciada visión de un significativo sector de la opinión pública y de algunos lingüistas sobre el hablante nativo, la cual además de concordar con nuestro análisis de la acción combinada del eje del mito y sus derivados con el nacionalismo cultural de fines del siglo XVIII, agrega el prejuicio racial y cultural: “…the native as being an authority on her [his] language… a supposedly “pure” form linked with genes or blood or place of birth (“…el nativo como autoridad sobre su lengua…una supuesta forma “pura” vinculada a sus genes o sangre o lugar de nacimiento” (la traducción, los corchetes y el énfasis on nuestros). La llegada de la normatividad y estandarización vino acompañada de la carga ideológica eurocéntrica de la formación de las naciones-estado y del principio de una lengua, instrumento identitario cuasi divino, por cada estado. La reestructuración morfosintáctica y léxica de las lenguas, compañeras de los imperios euroamericanos, al entrar en relación íntima con la significativa presencia de los esclavos africanos, pilar del desarrollo económico de las colonias, condujo al surgimiento de variedades híbridas y por consiguiente periféricas con respecto a las variedades empleadas por los colonizadores. La indiferencia y actitud peyorativa hacia los “criollos” se hicieron parte del equipaje linguoideológico de los dialectólogos y lingüistas mucho después de la época de formación y desarrollo coloniales y se puede fijar hacia la segunda mitad del siglo XIX. En ese período ya existía la influencia de la llegada de la selección de variedades neutrales o inmarcadas reemplazando el espacio lingüístico compartido (Rutten op.cit. citado en sección III), en el cual las innovaciones y los movimientos hacia la periferia eran aceptados como parte del inventario presente en el conocimiento de la lengua de los hablantes (langue o competencia en la concepción actual). Esa neutralidad o inmarcadez eran parte del nacionalismo cultural de fines del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX, como ya hemos indicado. Existe una fuerte tendencia a considerar la participación africana en la evolución de las lenguas de los colonizadores europeos en América como un deterioro de sus míticas pureza y homogenización. En contraste con esa tendencia, calificamos la contribución africana como un factor relevante en la evolución y no de la involución de esas lenguas y de cualesquiera otras en situación de contacto similar con lenguas y culturas africanas o no, incluyendo las mismas indoeuropeas como el caso de la normandización del inglés presentado a continuación. IV.ii.4 Otra dimensión del cuestionamiento de la criollización: los datos del caso de la normandización del inglés. Esta exclusión, errada e injusta, es también reflejo del uso dado no solo por criollistas, sino por lingüistas en general, al término lingüístico criollización, que se refiere a la simplificación sistémica de lenguas en contacto, cuando este se deriva de una relación asimétrica en términos de poder y que ha sido aplicado solamente a algunos casos de este tipo de contacto lingüístico, como por ejemplo en el caso de América, el del inglés, francés y holandés en las islas del Caribe como parte del imperio británico. Sin entrar por ahora en un análisis más detallado del fenómeno así calificado (ver Chela-Flores 2018 de próxima publicación, sobre revisión del concepto y nuevos ajuste y definición), es preciso reflexionar sobre este proceso sociolingüístico. En este contexto, no debemos olvidar que el inglés que se hablaba en Inglaterra en el siglo XIV desde los reyes y su corte hasta los estratos sociales más bajos era una lengua criollizada, drásticamente simplificada en su morfosintaxis y en su fonetología y víctima de una masiva invasión léxica después del largo contacto asimétrico - tres siglos (1066-1362) – entre los normandos de habla francesa y los conquistados hablantes del germánico Inglés Antiguo (Old English / Anglo-Saxon). El llamado Inglés Medio (Middle English) se trataba en efecto de una versión criollizada en términos de su morfosintaxis y de una avasallante invasión y reestructuración léxica por vía del francés normando y por consiguiente, bastante lejana de su forma y naturaleza originales. Algunos autores como John Gower, William Langland and Geoffrey Chaucer sentaron las bases de la canonización de ese producto del contacto asimétrico del inglés y del francés normando y las “Historias de Canterbury” (Canterbury Tales) escritas entre 1387 y 1400 por Chaucer fueron la mejor prueba de que una lengua criollizada podía ser considerada como instrumento literario en comparación con el latín, el francés y el italiano de la época. También es muy relevante indicar que la base de todas las variedades del inglés impuestas en las colonias de asentamiento (del Círculo Interno de Kachru, ya citado en IV.ii.2) fue la lengua criollizada fruto de los tres siglos de la normandización de Inglaterra a partir de la invasión y conquista normandas encabezadas por Guillermo el Conquistador a partir del año 1066. La actitud errada y simplificada en su aplicación hacia el fenómeno de la criollización se deriva evidentemente de la acción combinada del eje mito-discurso-ideología y de su negativo efecto a través de las versiones estándar de las lenguas naturales intensificadas por el nacionalismo cultural a partir de fines del siglo XVIII. Esa combinación fue intensificada por el evidente racismo no solo del británico en los casos de sus colonias, sino del francés con el kréyol haitienne en el caso de Haití. Se hace necesario por lo tanto, una revisión conceptual del concepto de dialecto/variedad aplicado solamente a las realizaciones no estándar de las lenguas naturales no localizadas en contextos de esclavitud o de subordinación euro-imperialista de poblaciones africanas (en el caso de América) entre los siglos XVII y XIX. Los dialectos o variedades producidos en situaciones de relación asimétrica absoluta de poder, prestigio y/o raza y cultura son realizaciones dialectales, (categorización más exacta que “criollizada”). Las cuales, pueden progresivamente en muchos casos, adquirir la estabilidad y funcionalidad requeridas por comunidades organizadas, no obstante su génesis. El énfasis u obsesión en insistir en la génesis del proceso criollizante, recuerda otra obsesión lingüística superada, el de buscar la “genealogía” de la expresión fónica (desde Chomsky y Halle 1968), en vez de ocuparse del ”producto” (hasta la llegada de la Teoría de la Optimidad, Prince y Smolensky 1994) Ejemplos claros de las variedades americanas estables y funcionales son el criollo haitiano y el papiamento de las islas Aruba, Bonaire y Curazao (las islas caribeñas ABC). En cierta medida, estas variedades criollizadas o mejor aún, simplificadas comparten la linguodiscriminación de muchas variedades no estándar por sus diferencias con las variedades estándar (ver Chela-Flores 2018, de próxima publicación para una ampliación y profundización de esta propuesta). iii La diferencia en la policentricidad del francés y del portugués en América. La consideración de la policentricidad del francés y del portugués en el continente americano la muestra como mínima, comparada con las del español y del inglés. En el primer caso, la versión estándar del francés hablado en París es la de mayor peso en la francofonía (en realidad, nadie habla las versiones estándar de ninguna lengua, solo aproximaciones, muchas basadas en el registro y en la expectativa comunicacional). La Académie Française, primera institución de su tipo, fundada en el siglo XVII – 1635, por el Cardenal Richelieu en el reinado de Louis XIII - ha ejercido una función supervisora del desarrollo de esa lengua y se considera, explícita e implícitamente, como guardiana estricta de la ´pureza´ de la lengua y de censora de ´desviaciones´ (quizás haciendo honor a su lema “a l’immortalitié”, el cual se refería a la lengua francesa). Esta estricta adherencia al estándar de Paris se mantiene con respecto a las otras variedades del francés, incluyendo las americanas, entre las cuales la variedad hablada en Quebec, Canadá es la que tiene el mayor número de hablantes nativos. La Academia española, creada en 1713 por el octavo marqués de Villena (Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga en el reinado de Felipe V, ha evolucionado como institución de mayor y definitiva flexibilidad con su lema Limpia, fija y da esplendor). Ni el inglés ni el portugués tienen instituciones similares, el primero ha sido guiado y/o influenciado por los estilos literarios y la opinión pública de sus hablantes y el segundo resuelve a duras penas, sus dudas lingüísticas a manos de los gobiernos, los cuales no están calificados para intervenir atinadamente. Un claro ejemplo de las dificultades portuguesas fue el acordo ortográfico da la Lingua Portuguesa de 1990 y aprobado por el Parlamento portugués en 1991, el cual causó gran fricción en ambos países y llevó a un grupo de lingüistas en 2008 a elevar una protesta ante la presidencia de la nación (Wright 2012: 563). En cierta medida, la intervención de los poderes públicos en la arquitectura lingüística del portugués, proviene de la elevación de la lengua estándar en el marco de la estrategia de construcción social del nacionalismo cultural descrito anteriormente. Además, la situación anticonvergente de los hablantes de ambos lados no muestra señales de flexibilidad. Ni brasileños ni portugueses pueden negar la relativa intercomprensión que existe entre ellos, pero aunque los hablantes europeos indican un cierto grado de comprensión de las variedades brasileñas, no quieren que esa dimensión del portugués sea la que rija de alguna manera, el desarrollo de la lengua que comparten. Si existiera una Academia de la lengua portuguesa, como las hispanas o la francesa, se podría neutralizar la rivalidad o el orgullo nacional. Por su lado, los hablantes brasileños no manifiestan un grado similar de comprensión de la lengua de Portugal y esto probablemente sea causado por la fonetología de esas variedades que es más compleja que la brasileña. Esta virtual ausencia de reconocimiento de igual validez de ambas variedades nacionales puede conducir a aumentar la separación y/o fragmentación de esa lengua neolatina. En los últimos tiempos, la virtual imposición de la versión estándar del francés se ha venido flexibilizando de manera muy gradual y tímida, admitiendo que se aceptan algunos usos difererentes en el francés estándar (sin mencionar variedades fuera de Francia), pero afirmando que “son igualmente correctos, cuya variabilidad puede así verse como inherente, en vez de ser evidencia de mezcla dialectal” (Wright op. cit.; la traducción, el énfasis y el comentario entre paréntesis son nuestros). En otras palabras, todo sigue más o menos igual. La Académie Française sigue siendo una institución muy conservadora. V La policentricidad y movimientos intervarietales inusuales. Interpretación y aplicación a todas las variedades agrupadas por periferalidad. Contraste con las estandarizadas y/o “mejores ejemplos” En esta sección, otro tipo de búsqueda de policentricidad, los movimientos intervarietales regionales pueden ser causa de fenómenos inusuales como el caso del dialecto andino venezolano, conservador como todas las variedades de la cordillera de los Andes y además, de manera muy inusual, no estándar. Esta variedad converge hacia el dialecto zuliano de Maracaibo, innovador y también no estándar. La señal inequívoca de la convergencia es la presencia del alófono [h] del fonema /s/ en posición implosiva, el cual conjuntamente con la velarización de /n/ en la misma posición establecen la calificación fonetológica de los dialectos innovadores o radicales. La primera en reportar esa glotalidad de la sibilante alveolar en un dialecto andino fue Beverley Longmire en su tesis doctoral inédita de la Universidad de Georgetown (1976), pero post hoc (Chela-Flores 1998 a: 47-48), hemos indicado que su afirmación de que “a pesar de su ubicación en los Andes, el dialecto de Mérida tiene todas las características del español de las tierras bajas” fue errada (p. 176, el texto original está en inglés y la traducción y énfasis son nuestros). No hay señal de velarización nasal implosiva en su muestra y los resultados numéricos fueron 18 % de realización alveolar, 19 % glotal y 63% de elisión (p. 95) , lo que efectivamente da una pequeña diferencia a favor de la glotalidad, pero el porcentaje de elisión parece muy alto para un dialecto conservador, al menos para el momento de su investigación, El reconocido fonetista venezolano, Enrique Obediente (1997) presenta resultados diferentes 21 años más tarde: 54% de realización glotal, 25.4% de alveolaridad y 20.6 % de elisión, Lo relevante para nuestro enfoque es la presencia de la glotalidad (muy aumentada en el trabajo de Obediente y la elisión en términos más aceptables que en la tesis de Longmire), aunque ninguno de los dos menciona la motivación del movimiento convergente o los factores internos y/o externos que conducen al cambio. Longmire predice el aumento del cambio posteriorizante, pero reconoce que su modelo es defectuoso para “predecir o proveer explicación y descripción del origen [del cambio fonetológico]…lo que se necesita es un modelo dinámico del sistema de la lengua que defina claramente aquellas partes del sistema adulto que sean vulnerables al cambio y aquellas partes que sean invulnerables” (p. 195). En nuestra opinión, la convergencia de Mérida hacia Maracaibo y no Caracas a pesar de ser la segunda la capital de Venezuela y base del estándar oficial, se explica por la unión comercial y política (en diversas ocasiones Mérida estuvo bajo la jurisdicción de Maracaibo), la adyacencia geográfica en el occidente del país de ambas comunidades y el que el habla de Caracas, capital y base del estándar innovador venezolano no podía influir en la andina porque por razones de la dominación militar y local andinas, los capitalinos promovieron una actitud de burla y desprecio hacia los invasores y su variedad conservadora, lo cual se ha proyectado hacia el resto del país de manera permanente. La excepción a esa actitud despectiva proyectada desde la capital fue la de los zulianos, quienes además de los factores mencionados, no estuvieron inclinados hacia la capital por muy largo tiempo antes de la lucha por la independencia liderada por capitalinos y a la cual no se unieron hasta el final (ver los detalles sociohistóricos en Chela-Flores 1998 a: 7-8 y 2017 a: 142-143 y 144). El Modelo Polisistémico Natural En cuanto a los factores conducentes a la glotalidad de la sibilante alveolar, el Modelo Polisistémico Natural (MPN, Chela-Flores 1983, 1998 a, b y 2000 para los detalles del modelo), con ecos fircianos, postula tres sistemas intrasilábicos, uno prenuclear de naturaleza sonante y dos marginales opcionales. Cada sistema tiene sus fonos, procesos y principios preferidos (Chela-Flores 1983) y/o naturales, lo cual provee una explicación sistémica en el sentido de que predice que los procesos posnucleares acercan los elementos consonánticos al núcleo y los posnucleares alejan los elementos fónicos de ese sistema. as obstruyentes en posición posnuclear (como la /s/ implosiva) son mucho más vulnerables al debilitamiento que las sonantes mucho más cercanas a la naturaleza del núcleo silábico (como el fonema /n/ implosivo). La predicción de MPN explica por lo tanto, que la realización [h] de la sibilante/s/ puede presentarse en una variedad conservadora dadas las circunstancias extra lingüísticas apropiadas como es el caso de los estándares regionales del occidente venezolano y que la nasal alveolar, como sonante, VI Addendum sociofonetológico polisistémico sobre cambio en variedades no estándar y criollizadas. Cuando se habla de cambio fónico en lenguas en contacto como las analizadas en este artículo, la tendencia ha sido suponer que se trata del inventario fonémico de la lengua dominante y que lo más probable es que conduzca a una reducción del mismo y de su potencial de distintivo. Creemos que tanto en los casos de contacto asimétrico indicados, como en los casos de cambio en una lengua o en uno de sus dialectos/variedades, es conveniente enfocar el problema en términos del alcance en el conocimiento o competencia del hablante y cómo afecta su interacción social, la cual con la evidencia disponible, no aparece como constreñida o limitada en las variedades criollizadas y/o no estándar, agrupadas en nuestra propuesta. El Modelo Polisistémico Natural (MPN, Chela-Flores 1982, 1983, 1987, 1998, 2000) aplicable al nivel fonetológico y con ecos fircianos, postula tres sistemas intrasilábicos, uno nuclear de naturaleza sonante y dos marginales y opcionales. Cada sistema tiene sus fonos y procesos naturales, los cuales son más frecuentes según el registro y el grado de sensibilidad o influencia de la socialización educacional (la última generalmente ausente del contexto criollizante, aunque no siempre). La naturalidad presente en los sistemas postulados emerge como refuerzo gestual preferente en el prenúcleo y debilitamiento gestual preferente en el posnúcleo, pero su grado de frecuencia depende inevitablemente de las características de la interacción social: contexto de la misma y de manera crucial, de la expectativa comunicacional de cada comunidad de habla (ECC), la cual es la clave del proceso cohesionador de cada comunidad de habla. En principio, a mayor presión formalizante mayor número de procesos naturales de refuerzo. Es natural que una consonante prenuclear complejice su concierto gestual (exceptuando cuando ocurre entre vocales) y que una consonante posnuclear lo simplifique o debilite. Sin embargo, el análisis cognitivo actual describe la conducta del hablante como resultado de un conocimento organizador físico-experiencial emergente. Los modelos lingüísticos tienen validez cuando se integran a la interacción social, al uso emergente y cambiante de los elementos del lenguaje. En el caso de los dialectos/variedades con diversos grados de perifericidad categorial, no estándar y criollizados, postulados aquí como miembros de los complejos realizacionales, el enfoque polisistémico del MPN es solo parte del análisis de la conducta sociolingüística y de su permanente dinamicidad, la cual en ocasiones conduce a cambios reestructuradores del conocimiento fonetológico, Esos cambios se producen por la permanente combinación con los requerimientos de la ECC con sus características y exigencias. El ambiente/contexto criollizante (no necesariamente el ya criollizado) naturalmente regido por espontaneidad y condiciones sociales de contactos asimétricos (la segunda su génesis más frecuente), presenta un marco fonetológico ampliamente explicable por los factores indicados hasta ahora). Las variedades más alejadas del prototipo varietal como los criollos, tienen la funcionalidad identitaria y comunitaria de las realizaciones de los complejos dialectales y su evolución tiene las características que dan vida social a una comunidad. Los fenómenos de cambio aparente y cambio reestructurador se describen y explican con instrumentos como el MPN combinado con la acción de la vida social. Existen casos de los cuales se ha querido apartar a las variedades criollizadas, particularmente en sus fases ágrafas y esta consideración creemos que debe ser reanalizada. En los casos de las variedades no estándar y hasta en las estándar, en el registro más formal, con mayor presión social, ocurrirá un mayor acercamiento a la llamada pronunciación ortográfica, cuando la socialización educativa es por lo menos, mínima (generalmente ausente en los ambientes criollizantes). El efecto en las variedades no estándar, la producción se hace más esmerada y por consiguiente con un mayor índice de percepción. Por lo tanto, el grado de conocimiento del sistema ortográfico y sus reglas es una variable presente en el registro formal. Sin embargo, los casos de ausencia o ignorancia ortográfica, o de lenguas o variedades ágrafas (como en los criollos en fases iniciales de reconocimiento social), no hay ausencia de esmero - o lo contrario - en el concierto gestual de las situaciones que lo requieran. En toda comunidad de habla, criollizada y/o ágrafa, existe una jerarquización o estructuración interna, regida también por la expectativa comunicacional, lo que conlleva pronunciaciones determinadas por factores de edad, posición u otra condiciones activas en la comunidad. Como claro ejemplo de esta universal tendencia a conductas lingüísticas o no, determinadas por jerarquización, o su ausencia, está la muy temprana fase de la evolución socioreligiosa humana en la llamada revolución del Neolítico (Chela-Flores 2017 a: 126) con el surgimiento de una variedad especial sin base ortográfica y luego con creciente intensidad a medida que la religión patriarcal se consolida (2017 b: 84). Por consiguiente, en esas tempranas fases, ya existía la noción de pronunciaciones particulares o preferidas – así como usos lexicales y morfosintácticos, aunque en menor medida que los fónicos - de acuerdo a las circunstancias. En los casos estudiados para medir la policentricidad y reevaluar el concepto y actitud hacia la llamada criollización, nuestro enfoque polisistémico sigue la orientación polisistémica de J.R. Firth (1948), quien postulaba sistemas cuando encontraba conjuntos de datos que lo ameritaran. Por ejemplo, él hubiera acogido sin objeción alguna, la propuesta de un sistema de fonemización posnuclear en el español andaluz oriental, agregando los fonemas modificados por la elisión de la consonante en posición final de palabra al inventario hispánico, como ya se ha hecho (Salvador op.cit. entre otros). Sin embargo, el gran lingüista inglés no dio el paso siguiente, la postulación de un solo sistema o conjunto de sistemas que abarcara la totalidad de la conducta fonetológica. El MPN es un intento de lograr ese objetivo. Adicionalmente, Firth fue probablemente, la única gran figura inglesa que no dio crédito a la avasalladora fonemicidad que dominó el mundo lingüístico neobloomfieldiano (aunque su gran contemporáneo inglés, Daniel Jones (1950) sí fue fonemicista). El MPN entre sus ecos fircianos, presenta explicaciones intrasilábicas de las significativas características del español caribeño (y por cxtensión de las otras variedades del español Atlántico y de las versiones criollizadas) desde el comienzo, sin apelar al concepto de fonema (Chela-Flores 1982, 1983 [op.cit.] 1987, etc) porque su basamento polisistémico no lo requería y este modelo se aplica favorablemente tanto a las versiones criollizadas como a las no estándar. La orientación del MPN en descripción y explicación de anomalías o realizaciones innovadoras o radicales, lo cual evidentemente, incluye las criollizadas, ha encontrado un significativo paralelismo en algunas importantes dimensiones - expresado en términos diferentes – en Caravedo (1990:66 [citada por Moreno Fernández 2012: 153]), quien se aparta del fonema como elemento invariante de análisis de la realidad fonetológica y formula tres niveles conceptuales: zona funcional, espacio de variabilidad y variación. Este reemplazo de la unidad invariante por una zona funcional con límites desplazables y un espacio de variabilidad dinamizado por la cuasi infinita capacidad de expresar y comprender la cambiante realidad y solo limitada por esa misma facultad, provee elementos analíticos que se ajustan a la movilidad inherente de la lengua y a la flexibilidad de la interacción social. En nuestra opinión, no se requiere ni del fonema como unidad invariante, ni de condiciones estructurales específicas para postular un cambio en la competencia o conocimiento fonetológico del hablante. Los fonemas son inventarios de variantes que conviven en un “espacio de variabilidad” – tomando el concepto de Caravedo – pero lo hacen de forma jerarquizada. Los alófonos tradicionales no son más que realizaciones primarias, pero no permanentes, ya que coexisten en el inventario del hablante, con variantes secundarias, terciarias o hasta extintas. Un ejemplo es la variante labiodental [v] de /b/, secundaria en un concierto de realizaciones posibles compartiendo espacio mental con [b], [β] y [ɣ]. Las dos bilabiales son primarias en el sentido de que son muy frecuentes y han sido reconocidas como tales, pero [v] y [ɣ] son secundarias en nuestra categorización y cuando ocurren, son ignoradas como señales de periferalidad o subestándar, la primera como obsesión con la correspondencia grafema-sonido o simplemente, de hablante algo inculto(a) y la segunda, velar aproximante o fricativa, como prueba evidente de incultura, una reacción similar a una pronunciación criollizada. El MPN predice que los sistemas intrasilábicos tienen sus fonos preferidos y en este ejemplo, efectivamente [v] ocurre en el prenúcleo y [ɣ] en el posnúcleo entre hablantes de español venezolano. La fricativa labiodental sonora es en términos polisistémicos, un refuerzo en el concierto gestual prenuclear, tanto con respecto a [b] como a [β], ya que se trata de una obstruyente con retracción del labio inferior y contacto dental, mientras que la [ɣ] es aproximante, debilitamiento posnuclear generalmente, u obstruyente en algunos casos de habla enfática. Este ejemplo está muy lejano de la señal fónica grafémica y bastante lejano de versiones estándar claramente, pero también de versiones no estándar, lo cual incluye las versiones criollizadas. Sin embargo, no solo es explicable y aceptable en el MPN, sino también dentro del enfoque de Caravedo. Nuestra definición de cambio no está restringida a la restructuración fonémica postulada por ejemplo, en Hualde (2011: 9 et passim), quien propone que la variante una vez que aparece, debe ser convencionalizada, y para que efectivamente, haya cambio, debe a continuación ser recategorizada, vale decir, darle carta de identidad en la variedad estándar. Nuestra aproximación polisistémica y a la vez cognitiva, difiere de la de Hualde y de estructuralistas pre y pos- generativistas. No es necesario que haya fonologización, defonologización, transfonologización, etc Si el hablante de cualquier variedad (prototipo, estándar, no estándar o criollizadas) oye cualquiera de las dos secundarias en su sistema intrasilábico correspondiente – pre-o posnuclear - y las reconoce y/o acepta como variantes cercanas o lejanas del prototipo de la categoría fonetológica sin que ocurra pérdida funcional, ya su competencia ha sido modificada y representa un cambio. Los hablantes tenemos la capacidad antropofónica de producción, reducida sí por nuestra lengua nativa, pero cuasi infinitamente adaptable en percepción dentro de su funcionalidad. El cambio se da cuando el conocimiento fonetológico (un solo componente) se modifica y las variantes “flotan” en una nube (metáfora útil), jerarquizadas por grado de periferalidad. El movimiento hacia la variante prototípica, terciaria o secundaria representa un cambio de estatus, así el hablante no esté consciente de ello. Las variantes [v] y [ɣ] de /b/ se dirigen a reemplazar las primarias de acuerdo al enfoque polisistémico del MPN, la labiodental aparece solo en el prenúcleo y la velar solo en el posnúcleo CHELA-FLORES 2013 Nuestra aproximación a las variedades apartadas de la estandaridad, encuentra que su visión de las realizaciones lingüísticas – incluyendo las fónicas – se puede aplicar a todas las realizaciones agrupadas en nuestra propuesta y añade una significativa contribución al creciente interés por la fonetología y a la sociofonología cognitivas, en la búsqueda de la explicación de la conducta del homo (y mulier) loquens. La consideración geolingüística en estos asuntos de dialectología social sigue siendo un condicionamiento relevante. La insólita (y discriminada en ambientes conservadores) presencia de la realización glotal en la /s/ implosiva del dialecto de Mérida, Venezuela, ha sido comentada también por López Morales (1992), pero su interpretación no ha sido satisfactoria por cierta imprecisión. El distinguido sociolingüista no indica lo altamente inusual de la aparición de la variante glotal de /s/ en la zona andina de Venezuela, sino que lo interpreta como una desviación de la norma general del Caribe (el énfasis es nuestro porque el dialecto de Mérida no es del Caribe, sino andino): “…las retenciones [alveolares] y la aspiración…disminuyen su frecuencia, comprometiendo an algunos casos – el de la ciudad venezolana de Mérida por ejemplo - el carácter de norma lingüística, que normalmente se atribuyen a la aspiración en toda la zona”(p. 300; la inserción y el énfasis son nuestros). La glotalidad de la sibilante alveolar implosiva merideña no es parte de la “zona dialectal del Caribe”, sino evidentemente, es un fenómeno único de la zona andina (y de todos los dialectos conservadores americanos y europeos). Cuando López Morales habla de dialectos conservadores, se refiere a aquellos dialectos caribeños – insulares y continentales - que tienen un mayor porcentaje de retención de la alveolaridad implosiva de /s/ e incluye a los otros como intermedios y avanzados en la realización glotal. La inclusión del dialecto merideño en su definición de la zona del Caribe, no solo peca de imprecisa, sino que presenta la glotalidad merideña como un fenómeno de poca importancia, que solamente compromete la generalización de la debilidad de la sibilante posnuclear, mientras que Longmire primero (1976) y Obediente después (1997), sí estuvieron conscientes de lo inusual de su aparición, aunque no exploraron las circunstancias de la causalidad. VII Conclusiones Podemos concluir que en la medida de que las variedades – centros de proyección de la lengua - aumentan su fuerza identitaria y su representación de la comunidad por vía de la convergencia o la divergencia, pueden conducir a mayor policentricidad de la lengua en cuestión y a reducir el índice de perifericidad. Los complejos dialectales en los cuales no solo se destaca la variedad estándar, sino que las estructuras que la mantienen, también rcconocen, promueven o no obstaculizan, cambios y adiciones aceptables en el seno de las no estándar, facilitan una mejor proyección interna y externa de esas variedades, todo lo cual conduce inevitablemente a una mayor policentricidad en el sentido que le hemos dado en este análisis. Los tiempos actuales exigen ese esfuerzo conjunto en mayor medida que nunca. Hemos visto que el pensamiento y acción del nacionalismo nacido en las últimas décadas del siglo XVIII, acentuó la exaltación del mito de la lengua pura, homogénea y perfecta generada por el eje analizado aquí y como instrumento de la creación de nuevos estados iluminados por la noción de nación y así tuvo su fase útil de construcción y arquitectura sociales, pero con el tiempo, esa fase ha dado paso a la globalización que tiene o tendrá el efecto dinámico de fortalecer las lenguas individuales en su búsqueda de aumento de la policentricidad en los términos que hemos empleado en este análisis. Ambas tendencias citadas – convergencia y divergencia - vistas a través del prisma de la policentricidad, válidas y vigentes para cualquier lengua natural, parecen contradictorias, pero no lo son, ya que pueden interpretarse como movimientos de refuerzo y ampliación del campo de acción e influencia de la lengua natural afectada, lo que en el caso del español va a aumentarle su ya alto índice de policentricidad. Sin embargo, hemos analizado también, una situación postulada generalmente como anormal, la llamada criollización, socialmente creada por la combinación de cuatro factores, de los cuales los dos primeros han sido analizados aquí - y en publicaciones anteriores - la ideología de la lengua estándar con su origen en la mitología de la lengua “pura” y el nacionalismo político cultural de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, que intensificó esa mítica “pureza”. El tercer factor presente entre los siglos XVII y XIX es el del proceso de los cambios sufridos por las lenguas de los euro- imperios en América y otras regiones, criminalizado lingüísticamente y codificado como “criollización” con la consiguiente estigmatización de sus productos lingüísticos – los “criollos”- y de sus hablantes. El cuarto factor fue la combinación de la colonización, cuyo desarrollo fue basado en la esclavitud africana y del racismo imperante de la época, ecuación que derivó en un producto lingüístico estigmatizado e incomprendido. Hemos propuesto una ampliación del concepto para incluir esas variedades como tales, como parientes quizás algo lejanos, pero del mismo linaje - o ADN lingüístico - que las variedades no estándar, también con frecuencia calificadas de subestándar. Opinamos que en un mundo globalizado, esos “criollos” deben ser ingresados en los mismos recintos de primeros auxilios o defensa-protección que las variedades no estándar. Esa es una labor de justicia lingüística, que nos toca a todos los lingüistas, criollistas o no. La mitología del lenguaje permanece activa pero cada vez más controlada y mejor aprovechada a través de su instanciación discursiva no narrativa y repetida y de las características de su subproducto, la ideología de la lengua estándar y este mismo proceso - con subproductos diferentes - se repite en las otras mitologías, compañeras de la evolución - y también de la involución - de la vida social, aunque difieren de la lingüística por el tipo de instanciación discursiva. Las ideologías no lingüísticas por consiguiente, quizás puedan ser analizadas por el grado de reconocimiento de sus subproductos, aunque habría que tomar en cuenta el hecho de que en contraste con el eje lingüístico mito-discurso-ideología, estos pueden tener desigual desarrollo y efectos negativos de mayor consecuencia. 16