ACTAS DEL
V CONGRESO INTERNACIONAL
DE HISTORIA DE LA ARQUEOLOGÍA /
IV JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA SEHA-MAN
ARQUEOLOGÍA DE LOS MUSEOS: 150 AÑOS DE LA CREACIÓN
DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL
21-23 de marzo de 2017
Andrés Carretero Pérez y Concha Papí Rodes (MAN)
Gonzalo Ruiz Zapatero (SEHA). Editores
ACTAS DEL
V CONGRESO INTERNACIONAL
DE HISTORIA DE LA ARQUEOLOGÍA /
IV JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA
SEHA-MAN
ARQUEOLOGÍA DE LOS MUSEOS: 150 AÑOS
DE LA CREACIÓN DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO
NACIONAL
21-23 de marzo de 2017
Andrés Carretero Pérez y Concha Papí Rodes (MAN)
Gonzalo Ruiz Zapatero (SEHA). Editores
MINISTERIO
DE EDUCACIÓN,CULTURA
Y DEPORTE
DIRECCIÓN GENERAL
DE BELLAS ARTES Y PATRIMONIO
CULTURAL
SUBDIRECCIÓN GENERAL
DE MUSEOS ESTATALES
AD
IED E
S OACÑOLA DLA
E
E STPORIA DÍA
G
H ISUEOLO
Q
AR
Catálogo de publicaciones del Ministerio: www.mecd.gob.es
Catálogo general de publicaciones oficiales: publicacionesoficiales.boe.es
Edición 2018
Portada: Sala de Grecia en la actualidad. MAN. Foto: Luis Asín.
Contra: Sala de vasos griegos, etruscos e italo-griegos, en el primer
montaje del MAN, entre 1895 y 1936. Foto: Archivo MAN.
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA
Y DEPORTE
Edita:
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Subdirección General
de Documentación y Publicaciones
© Del texto y las imágenes: sus autores
NIPO: 030-18-102-8
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico
Nacional. El sueño irrealizable de Enrique
de Aguilera y Gamboa
The Cerralbo room of the Museo Arqueológico
Nacional. The impossible dream of Enrique de Aguilera
y Gamboa
Gabriel Bartolomé Bellón (gabrielbartolomebellon@gmail.com)
Resumen: El marqués de Cerralbo financió durante los últimos años de su vida una febril
actividad arqueológica que le permitió crear una inmensa colección privada. En 1911 anunció
su donación al Museo Arqueológico Nacional, sin embargo, los problemas que surgieron
para financiar las infraestructuras que debían alojar las piezas en el Museo, motivaron que los
materiales no se montasen hasta la década de 1930. Debido al fallecimiento de Cerralbo, Juan
Cabré Aguiló fue el encargado de instalar la colección en el Museo. El estallido de la Guerra
Civil obligó a desmontar la Sala Cerralbo y a embalar sus materiales que se depositaron en el
refugio creado en la Sala Egipcia. Tras el conflicto, la sala no volvió a instalarse. Los sucesivos
montajes que ha tenido el Museo han roto la cohesión de la colección. Sus piezas se han
incorporado al recorrido expositivo general, exponiéndose junto al resto de fondos del Museo.
Palabras clave: Arqueología. Historiografía. Museografía. Colección. Cabré. Mélida. Amador de
los Ríos. Marqués.
Abstract: During the last years of his life Cerralbo Marquis financed a feverish archaeological
activity that allowed him to create an immense private collection. In 1911 he announced his
donation to the Museo Arqueológico Nacional. However, some problems arose when financing
the infrastructures dedicated to allocate the pieces in the Museum. As a consequence, the
materials were not assembled until the 1930s. Due to the death of Cerralbo, Juan Cabré Aguiló
was in charge of installing the collection in the Museum. The outbreak of the Civil War forced
to dismantle Cerralbo Marquess Room and to pack its materials and deposit them in the shelter
created in the Egyptian Room. After the conflict, the Room had not been settled again. The
cohesion of the Collection has been broken by the several assemblies performed in the Museum.
Its pieces have been incorporated into the general exhibition and they are now exposed along
with the rest of the Museum’s funds.
Keywords: Historiography. Museography. Collection. Cabré. Mélida. Amador de los Ríos. Marquis.
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Durante los últimos años de su vida, Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922), XVII
marqués de Cerralbo, financió una febril actividad arqueológica centrada en el territorio de
la antigua diócesis de Sigüenza1. Las buenas relaciones que trabó Cerralbo con Toribio de
Minguella y Arnedo, obispo de Sigüenza (Barril, 2004: 189 y 2016: 124), le permitieron crear,
con su beneplácito, un entramado clientelar que amparaba a un buen número de párrocos
rurales de dicha diócesis. Esta red se fundamentaba en dos contrapesos. Por una parte,
en el interés intelectual que los trabajos del Marqués generaban en los párrocos de estos
municipios, que acababa despertando en ellos una verdadera afición o adicción2. Por otra,
Cerralbo, periódicamente, enviaba a los curas «sobres monedero» bajo el concepto de pago
para misas (44.27, AHMC). En la práctica, estos pagos constituían buena parte del sueldo
de los párrocos y del presupuesto de las iglesias, lo que motivaba que éstos adoptasen
una actitud de gratitud con el Marqués que les empujaba a mantener activos sus trabajos
arqueológicos, al servicio siempre de su protector. Además, los sacerdotes eran personas
cercanas y de confianza de la práctica totalidad de los lugareños, lo que facilitaba que
obtuviesen de ellos cualquier referencia a los hallazgos casuales que estos llevasen a cabo
al desempeñar sus quehaceres diarios en el campo. Así, Cerralbo se valía de la red clientelar
tejida en la diócesis de Sigüenza para localizar nuevos yacimientos.
La génesis de la colección arqueológica de Aguilera y Gamboa debe encuadrarse en el
marco legal creado por la promulgación de la Ley de Excavaciones de 19113. Ésta contemplaba
la posibilidad de que los particulares realizasen excavaciones arqueológicas, previa solicitud
del pertinente permiso al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (I. P. y BB. AA.)4. Por
otra parte, concedía a los arqueólogos españoles la propiedad de los objetos descubiertos en
sus excavaciones.
La revisión que realizamos en 2015 de los yacimientos de la colección Cerralbo nos
aportó un total de 205 yacimientos enclavados en 103 pueblos de las provincias de Guadalajara,
Segovia, Soria y Zaragoza5. Debemos entender que se incluyen materiales obtenidos tanto de
excavaciones intensivas como de prospecciones superficiales y también materiales donados
o vendidos por lugareños. La práctica totalidad de las excavaciones se sitúan dentro de la
antigua diócesis de Sigüenza. La red clientelar que Cerralbo había tejido facilitaba y promovía
que así fuese. Dentro de la misma, los yacimientos se concentran en torno a seis regiones
geográficas diferenciadas: Alto Jalón, Alto Tajo-Alto Tajuña, Alto Henares, Cañada de Retortillo
a Tiermes (Tierra de Caracena), Ayllón y Sepúlveda-Hoces del Duratón. Esto ilustra que la red
clientelar de Aguilera y Gamboa se organizaba en torno a sus más cercanos colaboradores y
a los destinos de estos párrocos (figs. 1 y 2).
1
2
3
4
5
Antes de que su territorio se circunscribiera a la actual provincia de Guadalajara en 1959, la diócesis seguntina comprendía
tierras de las provincias de Guadalajara, Segovia, Soria y Zaragoza.
«[…] si podemos con el tiempo, después de cumplir con nuestros deberes, tener honesto y solaz esparcimiento, en
presenciar nuevas excavaciones, investigadas por ese anhelo y aun avidez, que uno siente por encontrar nuevas cosas»,
42.22, AHMC
Con anterioridad a la misma existía una permisividad mayor frente a las intervenciones arqueológicas.
Gaceta, 191: 95 y 96.
Bartolomé, 2015: 20-23 y I-XXXVI.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
Fig. 1. Antigua diócesis de Sigüenza y yacimientos adscritos a la Colección Cerralbo.
Donación e ingreso de la colección
El sábado 17 de junio de 1911, en la sesión vespertina del Senado que debatió las enmiendas
al proyecto de «Ley de Excavaciones de 1911», Enrique de Aguilera y Gamboa anunció
públicamente su intención de donar su colección paleontológica y arqueológica a los Museos
Nacionales de Ciencias Naturales (MNCN) y de Arqueología (MAN): «[…] no ha habido nada
más lejos de mi ánimo que buscar algún beneficio para mis excavaciones, […] y desde hace
tres años6, adelantándome a este propósito del señor Ministro, de enriquecer en Museos y en
colecciones la dotación artística y arqueológica de la Patria, tengo convenido con los directores
de los Museos la manera de hacer donación al Estado de todas mis colecciones arqueológicas
logradas hasta el día en mis excavaciones, las cuales son de gran valor […] Para esto yo fijo
dos solas condiciones, y es que se expongan con la estimación que digan los sabios españoles,
y que […] se destine una sala especial para ellas, y que allí se ponga mi nombre, no con otro
deseo ni con otra aspiración, sino con la de demostrar mi grande, mi vivísimo afán por servir,
aunque modestamente, a la ciencia y mi entusiasta amor a mi patria […]» (Diario, 1911: 888).
6
No hemos podido encontrar ningún documento que corrobore este punto ni en el archivo del MAN ni en el del Museo
Cerralbo.
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Fig. 2. Tabla de sistematización de los pueblos vinculados a la colección Cerralbo.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
Tras el anuncio en el Senado comenzaron las gestiones para llevar a buen puerto la
donación. A principios del otoño de 1912, en una carta enviada al párroco Justo Juberías,
Cerralbo se mostraba optimista respecto al pronto ingreso de las piezas en el MAN: «Yo pienso
en ir desde aquí [París] a Huerta [Santa María de Huerta, Soria], en donde estaré unos diez días
para recoger todo lo que se haya sacado en las excavaciones […] y dejarlo todo ordenado y
expuesto en los museos que formo en Huerta hasta que este año se pueda trasladar todo lo
más importante a los Museos Nacionales de Madrid […]» (44.37, AHMC).
Sin embargo, pronto vio frustradas sus esperanzas de que el asunto llegase a una rápida
resolución.
Con el objetivo de oficializar la cesión, el 11 de julio de 1914, Enrique de Aguilera y
Gamboa envió una instancia al Ministerio de I. P. y BB. AA. solicitando formalmente que el
Estado aceptase la donación de su colección arqueológica y paleontológica con destino al
MAN y al Museo Nacional de Ciencias Naturales respectivamente7. El documento incluía doce
condiciones impuestas por Cerralbo para que la donación siguiese adelante. Cuando el 9 de
febrero de 1915 se publicó la Real Orden por la cual el Estado aceptaba la donación de las
colecciones, se transcribieron en la misma, una por una las doce condiciones de Cerralbo,
obviando las objeciones que Amador de los Ríos, director del MAN entre los años 1912 y 1915,
había manifestado al Subsecretario de I. P. (exps. 1914/53 y 1915/15. MAN).
A pesar de la aprobación de la R. O. la colección no estaba más cerca de ingresar en
el Museo que años atrás. Las condiciones que había impuesto Cerralbo iban a conllevar a
largo plazo la paralización de la donación. La tercera condición estipulaba que la colocación
de las piezas se haría bajo su criterio y dirección. Por su parte, la décima establecía que
el Estado debía hacerse cargo de la totalidad de los gastos referentes a la instalación de
los materiales en la sala del Museo. De esta forma, el MAN o, en su defecto, el Ministerio
de I. P. y BB. AA. debía hacerse cargo de los costes de adecuación de una o varias salas
y de la construcción de las vitrinas que debían albergar las piezas según los preceptos de
Cerralbo. Es importante tener en cuenta que el Museo carecía de los fondos necesarios
para afrontar cualquier gasto extraordinario, pues contaba con un presupuesto anual de
tres mil pesetas8, exiguo incluso para hacer frente a los gastos ordinarios de la institución.
Por tanto, tuvo que recurrir de forma reiterada al Ministerio de I. P. y BB. AA. para afrontar
los importantes gastos que iba a suponer el ingreso de la colección Cerralbo.
En 1912 comenzaron las gestiones para habilitar el espacio necesario para exponer
las piezas y construir las vitrinas que las iban a alojar (exp. 1912/59 MAN). El 8 de julio,
Amador de los Ríos envió una carta al Ministerio solicitando la concesión de dos salas para
7
8
Cerralbo se reservaba el derecho a donar las piezas repetidas a los museos provinciales en cuyos territorios se hubiesen
hallado. Solamente tenemos constancia de materiales de Cerralbo en el Museo Numantino de Soria. En marzo de 1918
ingresaron 68 piezas de Torralba del Moral. Se trata de restos paleontológicos y útiles líticos adscritos al Paleolítico
Inferior. Agradecemos a María Ángeles Arlegui Sánchez que nos proporcionase esta información.
El Museo contó con un presupuesto ordinario de tres mil pesetas hasta que en el año 1916 ascendió a seis mil pesetas
(Álvarez, 1925: 10).
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la conservación y exposición de las piezas de la colección Cerralbo. El Ministerio se mostró
receptivo y en carta de 23 de julio encargó a Ricardo García Guereta, arquitecto del Palacio
de la Biblioteca y de los Museos Nacionales, la realización de un proyecto de obras para la
adaptación de un local que albergara la colección del Marqués (exp. 1912/64 MAN).
En los meses siguientes, el proceso siguió su curso y a principios de enero se reunieron
Cerralbo, Amador de los Ríos y García Guereta para resolver las últimas dudas respecto a
la instalación de la colección de cara a la redacción definitiva del proyecto de obras (42.5,
AHMC). Éstas incluyeron la reforma de una serie de salas de la planta principal, consistente
en la reubicación de sus colecciones, la retirada de la ornamentación antigua y su posterior
enlucido. Aprovechando las obras se decidió trasladar las colecciones de prehistoria española
y de antigüedades ibéricas desde la planta baja a la planta principal del Museo, modificando
el recorrido expositivo (exp. 1913/13 MAN) (fig. 3).
Fig. 3. Plano del proyecto de distribución de las colecciones en el ala sur de la planta principal (exp. 1913/13 MAN).
Por Real Orden de 3 de julio de 1913 se aprobaron, por el sistema de administración,
las obras, de las que se excluyó la construcción de las vitrinas: «[…] y que en la memoria del
citado proyecto [presupuesto de 26 de julio de 1913] se decía que era necesario construir
vitrinas nuevas […], pero que no se presupuestaban hasta que bien conocidos los objetos
que integran esa colección y hecha su distribución se supiese la forma y las dimensiones que
deberían tener las repetidas vitrinas» (exp. 1913/13 MAN).
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
Esta coherente decisión se convirtió en el principal escollo para el ingreso de la
colección.
Las obras de adecuación de la Sala Cerralbo estaban ya concluidas a finales de la
primavera de 1914 (exp. 1944/45, MAN), faltaba solamente oficializar la donación, lo que
ocurrió, como hemos explicado, pocos meses después, y proceder a la construcción de
las vitrinas.
Cuando Amador de los Ríos escribió al Ministerio solicitando la aprobación de un
presupuesto extraordinario para su construcción, la subsecretaría de construcciones civiles
contestó en carta de 29 de diciembre de 1913 encargando a García Guereta que elaborase
dicho proyecto, pero advirtiéndole de que su aprobación sería muy complicada «[…] pues
agotados los créditos del presupuesto [de reforma de las salas], sería difícil la realización de
la obra solicitada, en el caso de que su importe ascendiese a cantidad de alguna importancia»
(exp. 1913/13 MAN).
Al Ministerio le parecía desproporcionado conceder un segundo presupuesto extraordinario para la habilitación de la Sala Cerralbo en tan breve periodo de tiempo.
Finalmente, ante las escasas perspectivas de que el proyecto saliese adelante, éste no se
llegó a redactar.
El 6 de marzo de 1915, tras promulgarse la R. O. que oficializaba la donación, Aguilera
y Gamboa escribió a Amador de los Ríos para interesarse, de acuerdo a las cláusulas 10.ª
y 12.ª de la donación, sobre si el Museo disponía de los fondos necesarios para afrontar
el traslado de las piezas desde Santa María de Huerta a Madrid y su posterior instalación
en nuevas vitrinas, y, de no ser así, le instaba a escribir al ministro de I. P. y BB. AA.
solicitándole los medios necesarios para llevar a buen puerto la donación (exp. 1915/15,
MAN). Ese mismo día, Amador de los Ríos escribió al ministro informándole de la petición
de Cerralbo. Ante la perspectiva de que el Ministerio no facilitase la financiación necesaria,
el día 11 del mismo mes Amador de los Ríos propuso a Cerralbo instalar provisionalmente
las piezas arqueológicas en viejas vitrinas del Museo. Sin embargo, Cerralbo rechazó
esta solución provisional reafirmándose en su idea de bloquear la entrega de las piezas
hasta que estuviesen construidas las vitrinas que él había concebido. Justificó su decisión
afirmando que «[…] en España suele quedar en permanente lo que se ha pensado como
provisional» (Ibídem). Se trataba de una forma de presionar a la dirección del Museo y al
Ministerio para lograr la financiación para las vitrinas. De hecho, dos meses más tarde, ante
el silencio administrativo del Ministerio, Amador de los Ríos escribió nuevamente al ministro
recordándole que la donación estaba bloqueada hasta que se proporcionasen los medios
suficientes para hacer frente al traslado e instalación de la colección.
El 4 de marzo de 1916 José Ramón Mélida Alinari sustituyó a Rodrigo Amador de los
Ríos en la dirección del MAN. A partir de esta fecha y hasta el año 1930 fue él quien hubo
de hacer frente al rompecabezas que suponía gestionar el ingreso de la colección Cerralbo.
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A pesar de algunas noticias contradictorias9, parece ser que el presupuesto de
las vitrinas no fue redactado hasta el 28 de octubre de 1916, gracias a las presiones que
ejerció Mélida sobre el Ministerio y sobre el arquitecto del edificio García Guereta (exp.
1916/76 MAN). Ascendió a un montante total de 98 483,70 pts., por once vitrinas con
zócalos y cajones de madera, armados de hierro y cierres y entrepaños de vidrio y lunas
(exp. 1918/3 MAN). Esta cifra equivalía, aproximadamente, al presupuesto ordinario de
16 años del MAN, lo que ilustra claramente lo desorbitado que resultaba el proyecto de
las vitrinas. El Ministerio mantuvo como respuesta el silencio administrativo, que en esta
ocasión se prolongó varios años.
En dos cartas que envió Mélida al Ministerio en los años 1917 y 1918 con los
requerimientos urgentes del Museo, incluyó la necesidad de conceder financiación para
la construcción de las vitrinas (exps. 1917/38 y 1918/3 MAN). Mélida recomendó al
subsecretario de I. P. y BB. AA. la devolución del presupuesto con el objetivo de rehacerlo
sustituyendo los armados de hierro por madera para abaratar su coste y reactivar el ingreso
de la colección (exp. 1917/48 MAN). El 28 de enero de 1918, la Dirección General de Bellas
Artes devolvió el presupuesto a García Guereta encargándole la redacción de uno más
económico. Este nuevo impulso a la construcción de las vitrinas estuvo motivado, no tanto
por las continuas comunicaciones de Mélida, sino por el anuncio de una interpelación en
el Senado de Elías Tormo al Ministro de I. P. y BB. AA preguntándole sobre el motivo de
la paralización de la donación10.
Sin embargo, el nuevo proyecto no llegó a redactarse de manera definitiva11. García
Guereta argumentó que las vitrinas perdían diafanidad al sustituir los armados de hierro por
madera de roble y posibilitaban que el polvo entrase en ellas. Por otra parte, informaba que
la subida del precio de la madera y el vidrio motivaban que el presupuesto no variase en
forma apreciable12 (fig. 4).
En cualquier caso, el arquitecto recomendaba la suspensión «de la construcción de las
vitrinas de referencia hasta que la normalidad del mercado permita ejecutarlas con sujeción
al proyecto formulado en 28 de octubre de 1916» (exp. 1918/3 MAN).
Al margen de las motivaciones personales que García Guereta pudiera tener al
redactar el informe, lo cierto es que sus argumentos decantaron a la Dirección General de
BB. AA. a suspender el proyecto temporalmente.
9
10
11
12
En carta de 6 de mayo de 1921, García Guereta fecha la redacción del primer presupuesto en octubre de 1915.
«[…] un anuncio de interpelación del senador Sr. Tormo […] nos va a poner en camino de que la obra se realice». Exp.
1918/3, MAN.
Se conserva en el expediente 1918/3 el esbozo de un presupuesto de once vitrinas en madera de roble que debemos
considerar un tanteo previo a la redacción del proyecto definitivo que no llegó a realizarse.
El presupuesto de tanteo, sin embargo, si presenta una disminución acusada del coste del primer proyecto. 54 773
pesetas por las 98 483 pesetas del primero.
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No volvió a reanudarse
hasta el verano de 1920, cuando
las gestiones con los sucesivos
ministros de I. P. y BB. AA. surtieron efecto13. Cerralbo comunicó en una carta a Mélida que,
en un encuentro personal, el ministro «se manifestó muy decidido a complacerme» (exp. 1920/75
MAN). Cerralbo le veía dispuesto a retomar el «asunto» de las
vitrinas siempre que se presentase un presupuesto más económico. Apenas dos días después
de la conversación de Aguilera y
Gamboa con el ministro, la Dirección General de BB. AA. se
dirigió por carta a García Guereta
encargándole la redacción de un
nuevo proyecto en los términos
del frustrado de 1918, es decir,
con armados de madera de roble,
«limitando el gasto a lo estrictamente necesario y efectuándose
los gastos con toda la sencillez»
(exp. 1918/3 MAN).
Fig. 4. Presupuesto de tanteo de 1918 (exp. 1918/3 MAN).
En un informe de apenas dos folios firmado casi un año después del encargo, el
arquitecto se reiteró en los postulados defendidos en 1918, recomendando ajustarse en todo
a lo proyectado en 1916. Señalaba además que «[…] hoy sería más costoso armar las vitrinas
en […] madera de roble, que armarlas en hierro» (exp. 1918/3 MAN).
En cambio, en esta ocasión sí accedía a la posibilidad de dividir el proyecto en cuatro
anualidades o, incluso, en once presupuestos, uno por vitrina14. El proyecto fue aprobado
dividiéndose en cuatro anualidades que habrían de confirmarse en sucesivas Reales Órdenes.
La primera de ellas data del 2 de diciembre de 1921 (Ibídem), estando el primer lote de vitrinas
terminado al año siguiente. Cerralbo no vio aprobarse los tres presupuestos restantes, pues
falleció el 27 de agosto de 1922. Así, Aguilera y Gamboa murió sin ver su colección expuesta
13
14
«[…] por lo cual creo que al cabo de tantas y tantas gestiones que hemos hecho con los sucesivos ministros ahora va de
veras» 42.44, AHMC.
En 1918 había comunicado al ministro que no creía conveniente la división del proyecto en anualidades como, en cambio,
recomendaba Mélida. La división permitía reducir el impacto en los presupuestos anuales del Ministerio y posibilitaba
realizar las obras por el procedimiento de administración que permitía eludir la burocracia que suponía la subasta pública.
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en el MAN. En la cláusula 37 de su testamento, otorgado el 30 de junio de 1922, reiteraba su
decisión de legar la colección arqueológica al MAN, manteniendo el núcleo de las
condiciones impuestas en la R. O. de 1915 15.
La cláusula 60 del testamento de Enrique de Aguilera y Gamboa especificaba que
la testamentaría debía hacerse cargo del cumplimiento de lo dispuesto por el mismo
(Testamento AAMC). En lo referente a la colección arqueológica de Cerralbo, debía gestionar
el ingreso de la colección en el MAN y su posterior montaje. El profundo conocimiento
que tenía Juan Cabré Aguiló de la colección y, quizá, de los planes museográficos del
Marqués, motivaron que la testamentaría le trasfiriera gran parte de este trabajo. Así, Cabré
se encargó de realizar el inventario de los materiales, de planificar parte del traslado de las
piezas desde Santa María de Huerta a Madrid y de realizar el montaje de la Sala Cerralbo.
En el año 2006 se dio a conocer un documento de excepcional valor para el estudio
de la Colección que nos ocupa (García-Soto, y Jiménez, 2008: 517-534), la «Relación de
los objetos arqueológicos entregados por la testamentaría del Excmo. Sr. Don Enrique de
Aguilera y Gamboa, XVII, Marqués de Cerralbo, al Museo Arqueológico Nacional […]»
(exp. 2008/75 MAN).
Se trata de un inventario parcial de los objetos legados por el Marqués. Actualmente
se conserva en el Legado de la Familia Morán-Cabré en la U.A.M. Con posterioridad al
ingreso del documento en la citada institución se remitieron dos copias coetáneas del
original al Museo Cerralbo y al MAN (Barril, 2014: 388).
El inventariado de las piezas fue realizado por Juan Cabré entre los años 1922 y
1926 (García-Soto, y Jiménez, op. cit.: 519), fecha en la que se produjo el ingreso del
primer lote de piezas en el MAN.
El documento presenta algunas carencias que, en cualquier caso, no cuestionan su
valor. Alberto Lorrio comprobó en 2008 que el inventario de Cabré no incluía la totalidad
de las piezas que componen la colección Cerralbo (Lorrio, y Sánchez, 2009: 41). En nuestra
revisión de los materiales tardoantiguos hemos detectado que Cabré obvió centenares de
piezas que, por tanto, no figuran en el inventario y de las que subsiguientemente no se
tenía ningún tipo de referencia. Un ejemplo ilustrativo es el del municipio alcarreño de
Renales. En el inventario se citan catorce piezas, quince si incluimos una hebilla adscrita
incorrectamente a Fuencaliente (Aberg, 1922: 217-219). Sin embargo, localizamos un
total de sesenta piezas, incluidos dos cráneos de una misma sepultura. Estas omisiones y
errores son explicables si tenemos en cuenta que Cabré tuvo que inventariar una colección
inabarcable, compaginando este trabajo con sus otras ocupaciones. En cualquier caso, se
trata de un documento que debió ser fundamental para el montaje de la Sala Cerralbo en
los años treinta del siglo pasado. Su posterior «desaparición» causó graves perjuicios a los
15
Un primer testamento de 1 de agosto de 1918 ya incluía este artículo en su cláusula 38. Testamento, 1922 y Testamento,
1918, AAMC.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
investigadores que se interesaron por las piezas y fundamentalmente a los conservadores y
al personal técnico del Museo que hubo de enfrentarse al inventariado y catalogación de la
enorme colección sin conocer con exactitud qué piezas la componían.
Recordemos que cuando falleció Enrique de Aguilera y Gamboa en agosto de 1922,
quedaban aún por aprobarse tres de los cuatro presupuestos parciales en los que se había
dividido el proyecto de construcción de las vitrinas. El segundo libramiento de fondos fue
aprobado por R. O. de 22 de enero de 1924. La aprobación del tercero y del cuarto se realizó
el 23 de junio de 1928 por R. O. con cargo a un presupuesto extraordinario de 50 000 pesetas
(exp. 1928/51 MAN).
Dos años antes, el 25 de enero de 1926, habían ingresado las primeras piezas de la
colección en el MAN16. En el archivo del Museo se conserva el Acta de donación escrita por
la testamentaría de Aguilera y Gamboa, firmada a modo de recibí por el director del Museo
José Ramón Mélida (exp. 1926/60 MAN). Los materiales que ingresaron comprendían 313
piezas de Torralba y 11 del yacimiento de Prado Jimeu en Ambrona. En total conformaban
un lote de 324 objetos que figuraban en el Inventario Cabré con los números 2629 a 2942 y
2943 a 2953 respectivamente.
El lote de 1926 es el único del que se tiene constancia en los archivos del MAN
antes del estallido de la Guerra Civil17. Sin embargo, a finales de 1934 quedaba concluida
la instalación de la Sala Cerralbo. Probablemente ingresaron otros materiales que hicieron
posible llenar las vitrinas. Estos ingresos, que posiblemente fueron gestionados por Juan
Cabré18, no generaron ningún tipo de documentación de entrada o registro, al menos, aún
no se ha podido localizar.
Juan Cabré inició el montaje de la Sala Cerralbo después de la conclusión de las vitrinas.
Para ello contó con la colaboración y ayuda del personal facultativo y subalterno del Museo
(exp. 1934/96 MAN). Debido a sus múltiples ocupaciones y a la profunda planificación que
requería la instalación de los materiales, Cabré retrasó en varias ocasiones la terminación de
la sala. El Patronato del MAN, a instancias de Antonio Becerril, testamentario del Marqués,
acordó el 17 de mayo de 1933 urgir a Cabré a acelerar la instalación de la colección con el
fin de que estuviese concluida en septiembre (exp. 1933/81 MAN). Sin embargo, en julio,
Cabré respondió por carta al director del Museo, Francisco Álvarez-Ossorio, retrasando
nuevamente su terminación. Su respuesta es muy ilustrativa: «Como el Museo Cerralbo se
ha cerrado mucho más tarde que años anteriores, debo comunicarle, que no he podido
disponer del tiempo preciso para ir al Museo Arqueológico a seguir con las instalaciones del
16
17
18
Todos los estudios que tratan el tema coinciden en señalar que éste fue el primer lote con piezas de la colección Cerralbo
que ingresó en el MAN.
En los archivos del Museo Cerralbo no se tiene constancia de esta entrega, siendo la primera que tienen registrada la de
1940. Sin embargo, pudiera ser que existiese algún documento al respecto en el legado de la Familia Cabré-Morán en la
U.A.M. Lamentamos que no se nos autorizase a consultar este legado, a pesar de los reiterados intentos que hicimos para
lograrlo.
«El Sr. Cabré hizo ya entrega al expresado Museo de gran parte de dichos objetos […]». AAMC.
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Sr. Marqués de Cerralbo y considerando que en lo que me resta de verano, mi actuación es
más precisa en las excavaciones […] y no pudiendo, por otra parte, llevar a cabo aquello por
mi estado de salud y calor excesivo que hace actualmente en los salones del piso principal
del Museo Arqueológico, le participo que proseguiré las referidas instalaciones una vez
regrese de las excavaciones […]» (exp. 1933/120 MAN).
Evidentemente, esto condujo a
que se incumpliese el plazo establecido
para la conclusión de la sala. A finales
de mayo del año siguiente el Patronato
del Museo acordó que la instalación
debía estar concluida antes del 14 de
octubre de 1934, coincidiendo con
la inauguración de la Conferencia de
Museografía de Madrid organizada por
la OIM. Álvarez-Ossorio volvió a dirigirse
a Cabré para comunicarle que debía
acelerar el montaje de la sala con vistas a
su conclusión en el nuevo plazo previsto
(exp. 1934/96 MAN). Unos pocos días
antes de esta fecha, el 5 de octubre,
Ricardo de Aguirre, presidente del citado
Patronato, volvió a escribir a Cabré para
rogarle «encarecidamente» concluyese la
instalación de la sala (exp. 1934/9 MAN).
Si no se cumplió el plazo, sí es probable
que la instalación estuviese concluida
provisionalmente a finales del año 1934
o principios del año 193519.
Fig. 5. 1936-1939 Cajas de la colección Cerralbo apiladas en el
refugio (FFD 00020 MAN).
El estallido de la Guerra Civil en
1936 y el posterior avance del frente
hacia Madrid provocaron el cierre del
Museo y el desmontaje de la mayor parte de sus salas, cuyos materiales fueron embalados
apresuradamente y almacenados en cajas en la Sala Egipcia habilitada provisionalmente para
tal fin (Ladero, y Jiménez, 2014: 92) (fig. 5).
19
La última referencia a la instalación de los materiales en la Sala Cerralbo la hemos localizado en el acta de la Junta del
Patronato del MAN de 22 de noviembre de 1934, cuando se acordó «interesar del señor Cabré la terminación de la
instalación de la Sala […]», exp. 1934/152 MAN.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
Montaje y exposición de la colección
Enrique de Aguilera y Gamboa comenzó a crear museos provisionales en Santa María
de Huerta, formados con las colecciones obtenidas en sus trabajos arqueológicos con
anterioridad al verano de 1912 (44.37 AHMC). A través de las escasas fotografías y referencias
bibliográficas que se conservan de las estancias interiores del edificio20, conocemos que el
Marqués terminó dedicando a la exposición y depósito de sus colecciones tanto las estancias
dedicadas a caballerizas y otros cobertizos como algunos salones de la zona noble del
palacio (Polak, 2013: 281 y 286).
Las infraestructuras de estas salas de exposiciones eran muy deficientes, aún para los
parámetros de la época, lo que por otra parte resulta explicable si se tiene en cuenta que se
trataba de un montaje provisional, y que era una colección en continuo crecimiento que se
incrementaba semana a semana.
Las fotos indican que había tres tipos de soportes diferentes para los materiales: mesas,
estanterías y otros muebles. Sobre las mesas, cubiertas de hules claros si eran de madera, o
directamente sobre ellas en el caso de que fuesen de mármol u otros materiales, se exponían
en horizontal los cartones con las piezas, en hiladas más o menos organizadas (fig. 6).
Fig. 6. «Museos» del Palacio de Santa María de Huerta, Soria (FF03865, Museo Cerralbo ©Familia Cabré Sánchez y Morán Cabré).
20
Fundamentalmente en Cabré, 1922: 314-317 y 1917: vol. 3, 108-111, y en los archivos fotográficos del IPCE y el AHMC.
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Las piezas más voluminosas, urnas y vasijas, cráneos o grandes huesos de fauna se
exponían en frágiles estanterías de madera (fig. 7).
Fig. 7. «Museos» del Palacio de Santa María de Huerta, Soria (Juan Cabré Aguiló. Cabré, IPCE. Ministerio de Educación
Cultura y Deporte).
Por otra parte, todos los materiales se presentaban sin estar protegidos por vitrinas. Por
tanto, una valoración objetiva de las infraestructuras con las que dotó Cerralbo a sus museos
nos lleva a pensar que se trataba de un montaje muy precario.
Por el contrario, el mobiliario proyectado para alojar la colección en el MAN se
caracterizaba por su modernidad. Tras varias reuniones con Aguilera y Gamboa y con los
sucesivos directores del Museo, García Guereta proyectó la construcción de once vitrinas de
madera de roble con armados de hierro y paños de lunas y vidrio. Los armados de hierro
les otorgaban diafanidad y protección frente a la entrada de polvo (exp. 1918/3 MAN). Más
adelante volveremos a tratar de las vitrinas.
En los primeros proyectos se preveía situar la Sala Cerralbo en la penúltima sala del ala
sur del edificio, en la planta principal del mismo, en la que más tarde se denominaría sala XX,
estando precedida por las salas dedicadas a prehistoria y a antigüedades ibéricas, salas XVIII
y XIX respectivamente (exp. 1913/13 MAN)21.
21
Ver Fig. 3.
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En 1914, en una carta dirigida a Luis Siret con motivo de la posible donación de su
colección al Museo, Amador de los Ríos le propuso ubicar la misma en la sala que iba a
dedicarse a la colección Cerralbo (exp. 1944/45 MAN). Esto suponía alojar las piezas de
Aguilera y Gamboa en las salas en las XVIII y XIX. Por tanto, se cancelaría el traslado de las
colecciones de prehistoria y antigüedades ibéricas desde la planta baja a la planta principal.
Al no prosperar en esa década la donación de la colección Siret, este planteamiento fue
abandonado. Finalmente, se reservó la sala XIX para la colección Cerralbo, albergándose la
colección ibérica en la sala XX. Los fondos de prehistoria se mantuvieron en la planta baja,
montándose en la sala XVIII el depósito de la colección Vives, compuesto principalmente por
«antigüedades de la isla de Ibiza» (Guía, 1917: 162 y 163). Este es el planteamiento que se
refleja en la Guía del Museo de 1917 y que se repetirá en las sucesivas guías publicadas antes
del estallido de la Guerra Civil (fig. 8).
Fig. 8. Planta principal del MAN en 1917. La Sala Cerralbo figura con el n.º XIX (Guía, 1917: 162 y 163).
Entre las condiciones que había impuesto Cerralbo en la R. O. de donación y en su
testamento se incluían algunas referentes a la sala y a su museografía. Así, las colecciones
debían exponerse en una sala exclusiva que tuviera una placa en la que se leyese: «Excavaciones
científicas del Excmo. Señor don Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo quien
hizo donación al Museo Arqueológico de cuanto contiene esta Sala» (exp. 1914/73 MAN y
Testamento AAMC)22.
22
También se quería colocar entre las ventanas un busto del finado, que se proyectó encargar a Mariano Benlliure. Exp.
1928/107 MAN.
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Además, la museografía de la sala y la clasificación de los objetos habrían de realizarse
bajo la dirección del Marqués. Sin embargo, su fallecimiento le impidió llevar el proyecto a la
práctica, siendo Juan Cabré Aguiló el encargado de instalar la colección en la sala. Hasta ahora
es desconocida la faceta museográfica de Cabré en el MAN23. Sin embargo, es indudable que
durante los primeros años de la década de 1930 se ocupó del montaje de la Sala Cerralbo. Es
probable que Cabré se guiase por las ideas de Aguilera y Gamboa, pero incorporó elementos
que alteraban, en cierta forma, el espíritu de las condiciones impuestas por el Marqués.
La sala, de planta cuadrada y una superficie de 201,64 m², con un techo que se elevaba
9,5 m disponía de cuatro ventanas, dos daban a los jardines de la calle Serrano y otras dos al
patio árabe (31/04958 y 31/04951 A. G. A). En las paredes perpendiculares a las ventanas estaban
situadas las dos puertas que daban paso a las salas XVIII y XX. La infraestructura expositiva
tenía que adaptarse a esta planta. De acuerdo con ello, se proyectaron y construyeron once
vitrinas de cuatro tipologías diferentes: cuatro vitrinas armarios de doble cuerpo en ángulo
para las esquinas, dos vitrinas adosadas a los muros entre las ventanas, cuatro vitrinas aisladas
de dos caras y una gran vitrina aislada colocada en el centro de la sala (exps. 1918/3 y 1935/17
MAN). Los fondos interiores de las vitrinas se pintaron de «blanco ahuesado» con el objetivo de
que las piezas resaltasen con mayor claridad (exp. 1928/51 MAN). Las vitrinas se proyectaron
con un total de 540 cajones donde poder guardar las piezas no expuestas (exp. 1918/3 MAN).
El montaje de Cabré incumplía las cláusulas de la R. O. de donación y del testamento
que imponían que en la sala solo debían exponerse los materiales de la colección Cerralbo.
Gracias a un incidente fortuito se puede deducir que Cabré colocó en la vitrina central varias
urnas procedentes de la necrópolis vettona de la Osera, que él mismo excavó entre los años
1932 y 1942 (Ruiz, 2004: 195-219). Cuando el domingo 24 de febrero un fuerte temporal
provocó que una teja atravesase la lucerna de la sala y se precipitase sobre la gran vitrina
central, no rompió piezas de la colección Cerralbo, sino varias urnas de la necrópolis vettona
que, evidentemente, no formaban parte de los materiales donados por Aguilera y Gamboa
(exp. 1935/17 MAN).
Respecto a los materiales de la colección Cerralbo que se montaron en la sala, sabemos
que se expusieron con seguridad las piezas de Torralba y Ambrona que habían ingresado en
el Museo en 1926 (exp. 1926/60 MAN). Sin embargo, probablemente también se exhibieron las
de otros yacimientos. Obviamente las once grandes vitrinas de la sala no podían llenarse con
las 324 piezas que ingresaron en 1926. Así parece corroborarlo una nota manuscrita localizada
junto a un conjunto de piezas de Aguilar de Anguita, compuesto por veinticinco piezas con
N.º inv. 1940/27/AA/2609-2634. En ella puede leerse «Sala Cerralbo Vitrina 2.ª derecha objetos
de Aguilar de Anguita y otras localidades» (Barril, y Salve, 1998: 62)24. Por tanto, en la sala
se habrían instalado, al menos, también algunos lotes de piezas de adscripción celtibérica
pertenecientes a «La Cerca» de Aguilar de Anguita y a otros yacimientos de distintas localidades.
23
24
«No podemos desarrollar estrictamente su faceta como museógrafo […], tarea en la que no nos consta que participase
directamente [..]». Blánquez, y González, 2004: 23.
Agradecemos a Esperanza Manso la información al respecto.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
Sin embargo, aún quedaban más de un centenar de cajas con materiales de la colección en el
Museo Cerralbo, piezas que no ingresaron en el MAN hasta el año 1940.
No podemos adentrarnos más profundamente en el análisis de la Sala Cerralbo debido
a que no se conserva ninguna referencia documental de su museografía25. Las sucesivas guías
del Museo publicadas entre 1917 y 1936 aportan datos generales de la sala y de las colecciones
que habría de albergar, sin profundizar en ellos, pues todas fueron escritas antes de que Cabré
finalizase su instalación (Guía, 1917; Álvarez, 1925 y 1929; Paris, 1936).
Este fue el único periodo en el que la colección Cerralbo se expuso cumpliendo la
mayor parte de las condiciones impuestas por Aguilera y Gamboa.
El estallido de la Guerra Civil y el progresivo avance del frente hacia Madrid obligaron
a su embalaje. Una vez acabado el conflicto, los sucesivos montajes con los que ha contado el
Museo conllevaron la pérdida de la cohesión de la colección. Sus materiales fueron expuestos
junto a los del resto de fondos del MAN, ajustándose al itinerario temporal en el que se
organizó el recorrido expositivo.
Durante la guerra el Museo se convirtió en la sede de la Junta Superior de Conservación
y Protección del Patrimonio Histórico (Ladero, y Jiménez, 2014: 94). Muchas de sus salas se
destinaron al almacenamiento de los bienes de la Junta, lo que contribuyó a dificultar la
reapertura del Museo tras el fin del conflicto (Ibidem: 94).
La dirección del MAN inauguró en 1940 una
exposición provisional concebida por Emilio Camps
(Ibidem: 94), destinada a permanecer abierta al público
únicamente hasta que fuese posible reabrir la totalidad
del Museo (Guía, 1940: 3). El montaje reunía un
conjunto de piezas «selectas y representativas» en una
pequeña sección de la planta principal del edificio que
apenas ocupaba una octava parte de la superficie total
del Museo26.
Obviamente, ante este planteamiento expositivo,
las condiciones que el marqués de Cerralbo había
impuesto habían perdido su razón de ser. El grueso de
la colección quedó embalado en los almacenes. Solo
se escogieron unas pocas piezas de los yacimientos
de Torralba, Ambrona y Aguilar de Anguita que se
expusieron en las salas correspondientes a sus respectivas
adscripciones culturales (fig. 9).
25
26
Fig. 9. «Museo Breve», 1940. Piezas de la
necrópolis de Aguilar de Anguita (FDP 04415,
MAN).
Reiteramos la posibilidad de que pudieran conservarse en la U.A.M. documentos al respecto.
Uno de los espacios habilitados para el montaje fue la antigua Sala Cerralbo, dividida por un tabique en dos estancias
dedicadas a exponer los materiales de la Edad de Hierro y las piezas romanas.
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El Museo se cerró en 1951 con vistas a su total renovación. Fue reinaugurado en la
primavera de 1954, ocupando ya casi toda la superficie del edifico (Guía, 1954, p. 19). Este
montaje perduró hasta el año 1968, cuando en sucesivas fases se realizó una renovación total
de las instalaciones.
La reinauguración del Museo no tuvo apenas impacto en la colección Cerralbo. Como venía
siendo habitual desde su ingreso, la práctica totalidad de los materiales permanecieron
embalados en los almacenes. Debido, en esta ocasión, a que las salas en las que se tenía
previsto instalar el grueso de las piezas se encontraban ocupadas por el recién creado Museo
de América27: «Solo ha quedado por ejecutar el plan en lo que toca a las futuras salas XXIVXXXII […] que han de contener las colecciones de Siret, de Cerralbo, de las excavaciones de
Cabré y las generales de la Edad del Hierro de España» (Guía, 1954: 20).
A pesar de que esta cita da a entender que los materiales de Cerralbo se iban a exponer
manteniendo la cohesión de la colección, es indudable que ésta ya no podía ser completa
pues algunas piezas se habían disgregado de ella para incluirse en el recorrido expositivo
general. Por tanto, no se pretendía mantener una sala específica para la colección Cerralbo,
sino que los materiales celtibéricos de ésta constituyeran el núcleo principal de las salas
dedicadas a la Edad del Hierro meseteña. Como hemos señalado, algunos conjuntos fueron
disgregados de la colección para incorporarlos al recorrido cronológico del Museo. La guía
de 1954 cita cuatro salas con piezas de la colección Cerralbo (Guía, 1954: 31, 53, 54, 177 y
180-182). En la sala II se exponían unos broches de cinturón celtibéricos de las necrópolis
de Alpanseque, El Atance, Carabias, La Olmeda y Arcóbriga. En el Patio Romano o sala VI la
vitrina 5 contenía algunos fragmentos de terra sigillata procedentes de Monreal de Ariza. En
la sala XXV, dedicada a la prehistoria peninsular se exhibía el conjunto de útiles y huesos de
los yacimientos de Torralba y Ambrona. Finalmente, en la sala XVI se exponían materiales de
Somaén, Villaseca y Aguilar de Anguita adscritos a la Edad del Bronce. Pocos años después,
se produjo el desmontaje de la sala de Prehistoria, que no volvió a abrirse hasta que se
instaló el montaje de Martín Almagro Basch en
la década de 1970 (Guía, 1965: X, 242 y 243).
Esto provocó que las piezas del Paleolítico
Inferior de Torralba y Ambrona y las de la
Edad de Bronce de Somaén, Villaseca y Aguilar
de Anguita fuesen trasladadas a los almacenes
engrosando el conjunto de piezas de Cerralbo
que permanecían embaladas. Por el contrario,
el conjunto de piezas hispanovisigodas de
Palazuelos fue expuesto en una vitrina de la
sala dedicada a las antigüedades paleocristianas
y visigodas (Ibidem, 183). Es probable que
Fig. 10. Montaje de 1954-1968. Piezas de la necrópolis
hispano-visigoda de Palazuelos (FDP 06359, MAN).
hubiese alguna otra pieza aislada expuesta en
27
El Museo de América se creó a partir de la escisión de la Sección IV del MAN en el año 1941. Sus colecciones se
expusieron de forma provisional en algunas de las salas del Museo Arqueológico entre los años 1944 y 1965.
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La Sala Cerralbo del Museo Arqueológico Nacional. El sueño irrealizable de Enrique de Aguilera…
otras salas. Así podría explicarse el hecho de que algunas piezas perdiesen su adscripción a la
colección Cerralbo en esa época28 (fig. 10).
La profunda reforma del Museo iniciada por el director Martín Almagro Basch tuvo
importantes efectos en la colección Cerralbo. Gracias a su impulso una serie de estudiantes de
la U. C. M. comenzaron a inventariar y catalogar los materiales de Cerralbo que permanecían
embalados en los almacenes del Museo29.
La colección se incorporó al discurso expositivo general del Museo, exponiéndose
una amplia selección de piezas en las salas de Prehistoria, Protohistoria, Hispania romana
y Edad Media.
El montaje inaugurado el 31 de marzo del año 2014 no ha variado esta situación.
Actualmente, las salas con un número mayor de piezas de la colección son las pertenecientes
a los departamentos de Prehistoria y Protohistoria, fundamentalmente la sala XIV donde se
muestra el mundo céltico. Por el contrario, en las salas dedicadas a la Edad Media solo se
expone un broche de cinturón hispano-visigodo procedente del yacimiento de Palazuelos.
Además, se ha incluido un viejo cartón de exposición de Cerralbo, con las piezas aún sujetas
a él con alambres, en la pequeña sala dedicada a la historia de la institución y a la evolución
de las sucesivas museografías que ha tenido.
Archivos consultados
Archivo General de la Administración (AGA)
Archivo Administrativo del Museo Cerralbo (AAMC)
Archivo Histórico del Museo Cerralbo (AHMC)
Archivo del Museo Arqueológico Nacional (MAN)
Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE)
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la documentación», VII Simposio sobre Celtíberos: nuevos hallazgos, nuevas interpretaciones. Edición
de F. Burillo y M. Chordá. Zaragoza: Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda, pp. 387-396.
28
29
Hemos detectado piezas inventariadas en los años setenta que ya habían perdido su vinculación con la colección Cerralbo.
Tres ejemplos de ello lo representan las piezas con n.º inv. 61935 (hebilla de cinturón hispanovisigoda), 1973/66/412 (punta
de lanza) y 1973/66/403 (asa de caldero hispanovisigoda), de Renales, Villacabras (Renales) y Fuencaliente de Medinaceli
respectivamente.
Para ampliar la información ver Barril y Cerdeño, 1997: 515-527.
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