Los avances en el campo de la Virología médica, la identificación de
nuevos agentes infecciosos, la identificación de la replicación viral, el
diseño de antivirales, entre otros, hicieron necesaria la aparición de esta, la
segunda edición de Virología médica, que actualiza y profundiza los
contenidos de la primera, e incluye aspectos clínicos, condiciones
ambientales, reservorios naturales, vectores e infecciones virales asociadas
al cuidado de la salud, respondiendo así a las exigencias que los nuevos
descubrimientos en biología molecular impulsan en el conocimiento de los
virus.
Una profunda comprensión de los aspectos mencionados, su
formación y experiencia, otorgan al autor la sensibilidad para seleccionar
los temas y exponerlos en la adecuada secuencia temática, con miras a
optimizar el conocimiento de un área cada vez más amplia y compleja,
ofreciendo una visión comprehensiva que se extiende desde las bases
moleculares de la biología viral hasta los aspectos clínicos y terapéuticos.
El personal de salud interesado en conocer más a fondo las
enfermedades causadas por virus, las infecciones emergentes o reemergentes, la asociación entre los virus y algunas neoplasias malignas, el
posible uso de los virus para incrementar la respuesta inmune contra
diversas enfermedades, encontrará en esta obra abundante material de
consulta debidamente actualizado.
Los temas tratados, el material gráfico, diseñado por el autor, un
completo Glosario y una amplia selección de lecturas recomendadas y
sitios de interés en la red, complementan el valor didáctico de esta obra y
la convierten en texto obligado de consulta para profesionales, docentes y
estudiantes.
Virología médica
EL LIBRO MUERE CUANDO
LO FOTOCOPIA
AMIGO LECTOR
La obra que usted tiene en sus manos posee un gran valor. En
ella, su autor ha vertido conocimientos, experiencia y mucho
trabajo. El editor ha procurado una presentación digna de su
contenido y esta poniendo todo su empeño y recursos para que
sea ampliamente difundida, a través de su red de
comercialización.
Al fotocopiar este libro, el autor y el editor dejan de percibir lo
que corresponde a la inversión que han realizado y se desalienta
la creación de nuevas obras. Rechace cualquier ejemplar
"pirata” o fotocopia ilegal de este libro, pues de lo contrario
estará contribuyendo al lucro de quienes se aprovechan
ilegítimamente del esfuerzo del autor y del editor.
La reproducción no autorizada de obras protegidas por e1
derecho de autor no sólo es un delito, sino que atenta contra la
creatividad y la difusión de la cultura.
Para mayor información comuniquese con nosotros:
www.manualmoderno.com
Editorial El Manual Moderno, S. A. de C. V.
Av. Sonora 206, Col. Hipódromo, 06100
México, D.F.
Editorial El Manual Moderno Colombia S.A.S.
Carrera 12A No. 79-03
Bogotá, D.C.
Virología médica
Manuel Antonio Vargas Córdoba
Bachiller del Colegio Mayor de San Bartolomé. Obtuvo su título de
Médico-Cirujano en la Universidad Nacional de Colombia en donde
ingresó como docente en 1984. Virólogo de la Universidad Católica de
Lovaina en donde se graduó con distinción. Ha sido investigador invitado
en las universidades de Harvard, Católica de Lovaina, Bologna y Caen. Se
desempeñó como director del departamento de Microbiología de la
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (19962000 y 2008-2011). Desde el año 2002 se desempeña como Profesor
Titular de la Facultad de Medicina en donde dicta las cátedras de
Virología, Virología médica, Virus y embarazo y Virología básica y
molecular; así como seminarios para grupos de médicos en especialidades
médicas.
Importante
Los autores y la editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar
que las dosis y los esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con
los estándares de aceptación general en la fecha de publicación de esta
obra. No obstante, es difícil estar seguro de manera absoluta que la
información proporcionada es totalmente adecuada en todas las
circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material
de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Ello es muy
importante en los casos en que se usen medicamentos nuevos o de uso
poco frecuente. La editorial no se responsabiliza por cualquier alteración,
pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta,
derivadas del uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la
presente obra. La anterior advertencia se hace extensiva a los dispositivos
médicos y terapéuticos citados en este libro.
Virología médica
2ª Edición
1ª edición, Universidad Nacional de Colombia, 1994;
2ª edición, El Manual Moderno
y Universdidad Nacional de Colombia, 2016.
D. R. ©2016 Editorial El Manual Moderno (Colombia) S.A.S.
Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá
Facultad de Medicina
ISBN: 978-958-9446-93-5 Libro impreso
ISBN: 978-958-775-822-1 Versión digital
La transformación a libro electrónico del presente título fue realizada por
Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2017.
+52 (55) 52 54 38 52
contacto@ink-it.ink
www.ink-it.ink
Editorial El Manual Moderno (Colombia) S.A.S.
Carrera 12A No 79 03/05
E-mail: info.colombia@manualmoderno.com
Bogotá, D. C., Colombia
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Medicina
Carrera 30 No. 45-03 Ed. 471, Piso 2
E-mail: upublic_fmbog@unal.edu.co
Impreso en Colombia en los talleres de Disonex S. A.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede
ser reproducida, almacenada en sistema alguno de tarjetas perforadas o
transmitida por otro medio –electrónico, mecánico, fotocopiador,
registrador, etcétera– sin permiso previo por escrito de la editorial.
All rights reserved. No part of this publication may by reproduced, stored
in a retrieval system, or transmitted in any form or by any means,
electronic, mechanical, photocopying, recording or otherwise, without the
prior permission in writting from the publisher.
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
Vargas Córdoba, Manuel Antonio, 1957Virología médica / Manuel Antonio Vargas Córdoba. – 2ª
edición. -Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad
Medicina, 2016
780 páginas : ilustraciones a color, figuras
Incluye “Lecturas sugeridas” al final de cada capítulo y
glosario
ISBN 978-958-9446-93-5 (rústico)
1. Virología 2. Infectología 3. Enfermedades del sistema
inmune I. Título
CDD-21
616.0194 / 2016
NLM / QW160
Consulte nuestra página Web
para mayor información
sobre:
Catálogo de publicaciones
Novedades
Distribuidores y más
Diagramación:
Aristóbulo Rojas Ch.
Contenido
Presentación
Prólogo a la primera edición
Prólogo a la segunda edición
Capítulo 1
Generalidades de virología: estructura y taxonomía viral
Capítulo 2
Replicación viral
Capítulo 3
Respuesta inmune a la infección viral
Capítulo 4
Patogénesis de la infección viral
Capítulo 5
Inmunización activa y pasiva
Capítulo 6
Terapia antiviral
Capítulo 7
Enfoque clínico para el diagnóstico de la infección viral
Capítulo 8
Infección respiratoria aguda viral
Capítulo 9
Infecciones virales del tracto gastrointestinal
Capítulo 10
Infecciones virales del sistema nervioso central
Capítulo 11
Infecciones causadas por virus de la familia Herpesviridae
Capítulo 12
Enfermedades transmitidas por vectores
Capítulo 13
Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y SIDA
Capítulo 14
Hepatitis viral
Capítulo 15
Infecciones virales en piel y mucosas
Capítulo 16
Evolución viral y enfermedades virales emergentes
Capítulo 17
Fiebres hemorrágicas virales
Capítulo 18
Infecciones asociadas al cuidado de la salud
Glosario
Abreviaturas utilizadas
Abreviaturas para los agentes virales más frecuentes
Presentación
Agradezco el honor y el privilegio de presentar la segunda edición del
libro Virología médica, texto escrito por el doctor Manuel Antonio Vargas
Córdoba, Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional de Colombia.
Esta edición encuentra su justificación no solo en los rápidos
avances en el campo de la virología médica, sino en el hecho de que la
primera se ha constituido en el principal texto de consulta en el tema y se
encuentra agotada. La presente versión no solo actualiza y profundiza los
contenidos, sino que ofrece una visión comprehensiva que se extiende
desde las bases moleculares de la biología viral hasta los aspectos clínicos
y terapéuticos, pasando por temas íntimamente relacionados como las
condiciones ambientales, los reservorios naturales y los vectores. Se han
incluido temas adicionales como las infecciones virales que se asocian con
manifestaciones hemorrágicas, los infecciones virales con signos cutáneos,
las infecciones transmitidas por vectores y un capítulo novedoso sobre las
infecciones virales asociadas al cuidado de la salud. La formación del
autor como médico y virólogo le confiere una profunda comprensión de
los aspectos mencionados, y su amplia experiencia como docente le
permitieron seleccionar los temas más relevantes, la didáctica de la
presentación y la secuencia temática, de un área del conocimiento cada día
más vasta y compleja.
Aunque pueden hallarse indicios de afecciones virales en el Egipto
antiguo, catorce siglos antes de Cristo, puede considerarse que el
surgimiento de la virología como la entendemos hoy día, data de 1892
cuando el botánico y microbiólogo ruso Dimitri Iósifovich Ivanovski
(1864-1920), investigando la causa de una enfermedad de rápido
desarrollo en las plantas de tabaco que les confería un diseño de mosaico a
sus hojas –de donde toma su nombre de virus del mosaico del tabaco–,
encontró que extractos obtenidos por filtración de plantas afectadas podían
infectar a plantas sanas; el agente no podía identificarse con el
microscopio. El botánico y microbiólogo holandés Martinus Willem
Beijerinick (1851-1931), seis años después, confirmó estos resultados y
consideró que se trataba de partículas infecciosas de un tamaño tan
pequeño que les había permitido pasar por el filtro. Beijerinick denominó
virus al agente, por la palabra latina que significa veneno o toxina y
durante un tiempo se conocieron también como virus filtrables por su
capacidad de atravesar los finos poros de los filtros de cerámica utilizados
en los mencionados experimentos.
En la era moderna, el descubrimiento de la estructura del ADN en
1953 por Francis Crick y James Watson, significó un inmenso salto
cualitativo en todas las áreas de la biología y el nacimiento de la medicina
científica. La virología, constitutiva de ambos campos del conocimiento no
fue la excepción. La biología molecular facilitó rápidos avances en la
identificación de las formas de replicación viral, el desarrollo de métodos
confiables para hacer el diagnóstico de precisión, la identificación de
nuevos agentes infecciosos y el desciframiento de su estructura en forma
expedita, el diseño de medicamentos antivirales y la concepción de
vacunas recombinantes.
Es apenas natural que el personal de salud deba conocer
ampliamente las enfermedades infecciosas causadas por virus en razón a la
carga que suponen; por ello, esta obra se convertirá en breve en texto
obligado de enseñanza y consulta. Pero además, hay un renovado interés
en la virología médica que surge por varias circunstancias: la difusión de
las herramientas de la biología molecular y el desarrollo de técnicas de
cultivo; el reconocimiento de la capacidad de mutación en cortos periodos;
las infecciones virales emergentes o reemergentes; las dificultades en los
controles de reservorios y vectores, a pesar –y en ocasiones como
consecuencia– de los enormes esfuerzos para su erradicación; la
asociación etiológica entre los virus y algunas neoplasias malignas y, en
consecuencia, la posibilidad de emplear vacunas para la prevención de las
mismas; la posibilidad de usar virus como vehículos terapéuticos
específicos o para incrementar la respuesta inmune contra diversas
enfermedades; la amenaza del diseño de armas biológicas: la infección por
virus transmitidos por el mismo vector; y el descubrimiento reciente de la
asociación de la infección con el virus del Zika durante la gestación con
microcefalia fetal y neonatal.
Por otro lado, desde la aparición de la primera edición de la obra,
han ocurrido brotes o epidemias de infecciones ampliamente comentados
por los organismos de salud, los medios de comunicación y las redes
sociales, particularmente cuando, consideradas de poco interés para los
países desarrollados, la globalización y el rápido desplazamiento de
personas afectó a estos países. Este es el caso de las infecciones por los
virus AH1N1, ébola, dengue, chikungunya y zika. Sin duda, además de los
factores biológicos, existen variables sociológicas y antropológicas que
influyen en la distribución de las infecciones virales, en la disponibilidad
de métodos de diagnóstico, tratamiento y control y en la investigación
sobre estas enfermedades; este texto contribuye ampliamente a su análisis
y discusión.
Otra razón para el renovado interés en la virología médica es el
reciente surgimiento de concepciones discordantes en relación con la
vacunación. Después de mil años de historia de las inmunizaciones,
practicadas por primera vez en la China y en la India, y habiéndose
probado la efectividad de las vacunas modernas, han surgido opiniones
contrarias a su uso bajo del supuesto de la existencia de formas alternas de
evitar las infecciones virales o por temor a los efectos adversos, como ha
ocurrido recientemente con la vacunación contra el virus del papiloma
humano que se utiliza para prevenir enfermedades preneoplásicas y
neoplásicas con las que este virus tiene una relación causal demostrada.
Aún es temprano, pero las consecuencias negativas en la salud pública de
estos planteamientos pueden ser catastróficas. El equipo de salud debe
estar siempre atento a los resultados de la investigación científica y a la
información proveniente de organismos internacionales de salud
reconocidos y comprometidos con las comunidades, acerca de los
beneficios y los riesgos de cada vacuna en circunstancias específicas, y no
se puede subestimar el valor de años de observación y experimentación
metódicas sin hacer un análisis crítico de la evidencia disponible. El doctor
Vargas desarrolla a profundidad un capítulo sobre la inmunización activa y
pasiva, en el que analiza seriamente cada una de las vacunas existentes, sus
ventajas, desventajas y contraindicaciones, y dedica una sección a la
vacunación durante el embarazo, lo que agrega interés a la obra.
El texto está estructurado en 18 capítulos que guardan un orden
lógico, tiene 273 bellas y didácticas ilustraciones diseñadas por el autor,
180 tablas que le confieren una claridad y presentación impecables, un
completo glosario y una selección calificada de lecturas recomendadas y
de sitios de interés en la red para quienes deseen profundizar en temas
específicos o acceder a material audiovisual complementario.
Considero que esta obra constituye un verdadero tratado de
Virología médica; en ella se reflejan el conocimiento, la dedicación y el
compromiso del autor con los estudiantes, la comunidad, la educación, la
difusión científica y el ejercicio en las ciencias de la salud. Se trata de un
texto obligado de consulta para docentes, estudiantes de pregrado y de
posgrado y de todos los interesados en el cuidado en las áreas de la salud.
Ariel Iván Ruiz Parra, MD, MEd, MSc.
Profesor Titular
Departamento de Obstetricia y Ginecología
e Instituto de Investigaciones Clínicas
Decano Facultad de Medicina
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, Colombia, 6 de junio de 2016
Prólogo a la primera edición
La virología ha avanzado a grandes pasos en las dos últimas décadas
gracias a los aportes de la biología celular y molecular, a los avances de la
genética, a los descubrimientos en el campo de la inmunología, a los
nuevos productos de la farmacología, al entorno cambiante de la
epidemiología y a la aparición de nuevas enfermedades que causan
patologías antes desconocidas.
La virología es un campo de conocimiento en el que los últimos
avances de las ciencias básicas se ponen a la orden del día para su
aplicación en la práctica médica corriente.
Ante un panorama tan versátil, el médico tiene que estar actualizado
en conocimientos básicos que se entrelazan rápidamente con la práctica
clínica. Este libro surge como una respuesta a la necesidad de tener un
sólido fundamento en un área de la medicina que no conoce fronteras
geográficas ni culturales, en las que las epidemias nuevas o antiguas
cobran actualidad, en las que el diagnóstico preciso puede brindar una
esperanza terapéutica y las medidas de control logren erradicar infecciones
del planeta.
Este libro brinda un panorama amplio de lo básico a lo aplicado, de
lo general a lo específico, sin querer ser exhaustivo.
Espero que su contenido pueda ser útil al estudiante de medicina, al
médico general, al patólogo clínico, al infectólogo y sea un punto de
partida para los que se inicien en el campo de la investigación básica en
esta área.
Prólogo a la segunda edición
Desde la aparición de la primera edición de este libro en 2002, se ha
presentado un amplio desarrollo del conocimiento en el campo de las
infecciones virales. Por este motivo surge la necesidad de revisar,
profundizar y actualizar la primera versión del libro Virología médica. En
la presente edición, se organizaron y ampliaron los capítulos concernientes
a la virología básica, patogénesis, diagnóstico, prevención y tratamiento de
las enfermedades virales. Los capítulos de infecciones específicas se
ordenaron de una manera sistemática, que incluyen no solo los síndromes
clínicos, sino también una información un poco más detallada de los
diferentes agentes infecciosos involucrados. Al grupo de infecciones por
virus de la familia Herpesviridae, se le brindó un espacio aparte por el
carácter común de virus con latencia y la variedad de patologías
producidas. De igual manera, se presentan capítulos nuevos como las
infecciones trasmitidas por vectores; las infecciones virales con
manifestaciones en la piel; las infecciones virales con manifestaciones
hemorrágicas y, por último, las infecciones virales asociadas al cuidado de
la salud.
Este libro no pretende en ningún momento ser un texto exhaustivo,
puesto que existen obras muy amplias de referencia como la Virología de
Fields y las Virologías Clínicas de Douglas Richman y Arie Zuckerman,
que presentan en los campos de virología básica y clínica elementos
suplementarios importantes; sin embargo, por la escasez de textos de
virología médica en idioma español, quisiera que este aporte llegara a los
estudiantes hispanoparlantes de medicina, microbiología, infectología y
especialidades médico-quirúrgicas interesados en un material útil para su
formación esencial.
Agradezco a todos mis estudiantes regulares en los cursos de
microbiología, Virología médica, Virus y embarazo y Virología básica
molecular que con su entusiasmo y críticas constructivas me han impuesto
la responsabilidad de llenar cada vez más sus nuevas expectativas.
También agradezco a la Universidad Nacional de Colombia que durante 32
años me ha dado la libertad de cátedra necesaria que me ha permitido
desarrollar la disciplina de virología a mi cargo, continua fuente de
inspiración para la presente obra.
Capítulo 1
Generalidades de Virología:
estructura y taxonomía viral
The study of biology is partly an exercise in natural aesthetics. We derive much of our pleasure as
biologists from the continuing realization of how economical, elegant and intelligent are the
accidents of evolution that have been maintained by selection. A virologist is amongst the luckiest of
biologists because he can see into his chosen pet down to the details of all of its molecules. The
virologist sees how an extreme parasite functions using just the most fundamental aspects of
biological behavior…
David Baltimore. Palabras durante su premiación como Premio Nobel 1975
El estudio de la estructura viral permite conocer cómo están hechas las
partículas virales, cómo interactúan con el hospedero, cómo se protege el
genoma, la forma mediante la cual la información genética accede hasta
los organelos celulares y cómo interacciona con la célula hospedera para
lograr un ciclo replicativo infeccioso eficaz, con ensamblaje, transporte y
liberación de partículas virales.
Recuento histórico
Existen evidencias de que los agentes virales producen enfermedades
importantes desde hace varios siglos. En la Ilíada, Homero describe a
Aquiles que se encontraba rabioso como un perro, haciendo referencia al
estado agresivo de este animal afectado por el virus de la rabia. En una
estela que data del año 1400 a. C. se observa la figura de un sacerdote de
Menfis con atrofia de un miembro inferior, lo que sugiere que lesiones
paralíticas de tipo polio ya afectaban la población del antiguo Egipto. La
momia del faraón Ramsés V, muerto en 1196 a. C., muestra lesiones que
son compatibles con secuelas de viruela. También se conoce que en el año
1000 a. C. la viruela era endémica en China y que para combatirla los
antiguos utilizaban prácticas de variolización con aplicación intranasal de
macerados de costras de viruela desecadas.
Las epidemias o pandemias de infecciones virales diezmaron en
múltiples ocasiones la población de Europa y se convirtieron en aliados de
los ejércitos conquistadores en América.
La variolización fue una práctica llevada a Europa por la esposa de
un embajador inglés ante el imperio otomano. Lady Mary Wortley
Montagu (1689-1762) introdujo esta práctica en Inglaterra en 1721. En
1794 y 1796 Edward Jenner (1749-1823) inició las primeras prácticas de
inmunización activa, al inocular un virus heterólogo humano para proteger
contra la viruela.
En 1880 Robert Koch (1843-1910) y Louis Pasteur (1822-1895)
desarrollaron la teoría de los gérmenes como agentes infecciosos y
sentaron las bases para fijar los criterios que hoy se conocen como los
“Postulados de Koch” y que siguen siendo aún reconocidos como la
prueba de causalidad de enfermedad. Estos principios, son:
1.
2.
3.
4.
El agente debe estar presente en todo caso de enfermedad y asociarse con las lesiones
características.
El agente debe aislarse del huésped infectado y crecer in vitro.
La enfermedad debe reproducirse cuando un cultivo del agente causal es inoculado a un
huésped susceptible.
El mismo agente debe recuperarse a partir del huésped experimentalmente infectado.
La evidencia de existencia de los virus fue muy anterior a su
identificación. Los primeros indicios de la existencia viral fueron dados en
1892 por Dimitri Ivanovski (1864-1920) un botánico ruso quien demostró
que extractos de plantas de tabaco afectadas por lesiones de tipo moteado
claro, al ser sometidos a ultrafiltración a través de instrumentos de
cerámica, conservaban la capacidad de transmitir la enfermedad. Ya que
estos filtros retenían las bacterias más pequeñas (por entonces conocidas
como ‘etiología de infección’) se supuso que la entidad era debida a un
“veneno” presente en los extractos y se elaboró la teoría viral de
transmisión de enfermedad. Por el concepto de veneno se desarrolló el
término virus.
En 1898, Martinus Willen Beijerinck (1851-1931) confirmó y
amplió la teoría de Ivanovski y desarrolló la idea moderna de virus que él
refería como contagium vivum fluidum, etimológicamente agente
infeccioso soluble. Sus primeras experiencias demuestran que la nueva
forma infecciosa era un agente filtrable que tenía características de agente
vivo.
En ese mismo año, Friedrich Loeffler (1852-1915) y Paul Frosch
(1860-1928), encontraron que agentes ultrafiltrables eran también los
responsables de la fiebre aftosa (foot and mouth disease) del ganado. En
1909, Karl Landsteiner (1868-1943) y Erwin Popper (1879-1955),
comprobaron que la poliomielitis era igualmente causada por un agente de
muy pequeña talla. En 1908 dos patólogos daneses Wilhelm Ellerman
(1868-1943) y Hans Olaf Bang (1913-1994), reportaron que la leucemia de
aves domésticas (hoy llamada eritroblastosis aviar) era igualmente
transmitida por ultrafiltrados celulares libres de bacterias y en 1911
Francis Peyton Rous (1879-1970), identificó que formas de tumores
sólidos de aves tipo sarcoma eran también transmitidos por filtrados libres
de células.
En 1913 Constantin Levaditi (1874-1953) logra cultivar virus polio y
virus de la rabia en tejido nervioso. En 1915, Frederick Twort (1877-1950)
y en 1917 Félix d’Herelle (1873-1949) identificaron la transformación de
bacterias estreptocócicas a formas vítreas y transparentes (formas muertas)
por ultrafiltrados que infectaban las bacterias cultivadas en agar. Twort
inicialmente pensó que se trataba de una bacteria muy pequeña, de un
protozoario, o bien una enzima tóxica para las bacterias, estos agentes
fueron denominados bacteriófagos a partir de esa época (“comedores de
bacterias”) por d’Herelle. Las primeras experiencias de d’Herelle
permitieron cuantificar los virus mediante el cultivo de diluciones seriadas
de inóculos que contenían virus e inició el camino de los métodos que
llevaron al concepto de unidades formadoras de placas (P. F. U. por la
sigla en inglés de Plaque Forming Units). En 1926 Alexis Carrel (1873-
1944) logra cultivar virus del sarcoma de Rous en macrófagos humanos.
En 1926 los trabajos de Theodor Svedberg (1844-1971) sobre la
ultracentrifugación permitieron desarrollar los métodos para la
purificación de las partículas virales.
En 1929 F. O. Holmes inocula hojas de tabaco (Nicotiana glutinosa)
con el virus del mosaico de tabaco, lo que genera la formación de lesiones
necróticas e inicia los métodos de cuantificación de lesiones para
determinar la cantidad de un inóculo viral.
En 1931 Alice Woodruff y Ernest Goodpasture (1866-1960)
propagan virus utilizando huevos embrionados de gallinas. En 1932
Ernst Ruska (1906-1988) y Max Knoll (1897-1969) desarrollan la
microscopia electrónica, técnica que permite la visualización de partículas
virales. En 1936 Albert Sabin (1906-1993) y Peter Olistsky (1866-1964)
cultivan virus polio en tejido nervioso embrionario de origen humano,
desarrollando los primeros pasos para la elaboración de la vacuna contra la
poliomielitis. En 1938 Max Theiler (1899-1972) desarrolla la vacuna de
fiebre amarilla utilizando para su replicación huevos embrionados. Hacia
el año 1949, John F. Enders (1897-1985), Thomas Weller (1915-2008) y
Frederick Robbins (1916-2003) propagaron el virus polio utilizando
cultivos celulares de origen no neuronal, lo que dio inicio a la década de
oro de la virología en la que se aislaron muchos virus entéricos y
respiratorios. En 1954 Jonas Edward Salk (1914-1995) desarrolla la
vacuna inactivada de polio y en 1960 Albert Sabin estandariza la técnica
para la producción de la vacuna viva atenuada de polio. Los medios de
cultivo celular fueron optimizados en 1955 por Eagle.
En 1955 Heinz Fraenkel-Conrat (1910-1999) y Robley C. Williams
(1908-1995) hacen la primera reconstitución del virus del mosaico del
tabaco de sus componentes básicos en partículas infecciosas. En 1956,
Alfred Gierer y Gerhard Schramm (1910-1969) demostraron que el ácido
nucleico viral podía ser infectante; para finales de los años sesenta, Sol
Spiegelman (1914-1983) y Arthur Kornberg (1918-2007) confirmaron que
los ácidos nucleicos pueden replicarse in vitro. Por la estrecha relación del
virus con las células hospederas, los virólogos utilizaron las partículas
virales para resolver enigmas de la fisiología celular (vías de regulación y
sistemas de señalización). Con el desarrollo de la microscopía electrónica
hacia 1932 por Max Knoll y Ernst Ruska, se pudo identificar estos
microbios invisibles que escapan al límite de resolución del microscopio
de luz 200 nm (2.000 Å).
Muchos de los conocimientos básicos de la biología molecular
fueron posibles por experimentos realizados con virus, como se
ejemplifica a continuación. Alfred Hershey (1908-1997) y Martha Chase
(1927-2003) descubren que la información genética se encuentra asociada
al ADN por evidencia de ensayos con fagos T2 de Escherichia coli. Las
primeras secuencias enhancers fueron descubiertas en los virus simianos
40 (SV40). La actividad de transcriptasa inversa fue descrita
independientemente en retrovirus por David Baltimore (1938-) y Howard
Temin (1934-1994) en 1971. En 1977 Philip Sharp y Richard Roberts
(describen los fenómenos de splicing de ARN, la escisión de intrones y la
formación de exones conducentes a la generación de ARNm en modelos
de transcripción que empleaban adenovirus. Las primeras señales de
localización nuclear dadas por la secuencia de aminoácidos Pro-ProLysLys-Arg-Lys-Val fueron descritas por A. E. Smith y colaboradores en la
proteína T del virus SV40. La unión del ARN a los ribosomas por la
estructura cap en 5’ fueron expuestas en modelos de poxvirus y reovirus y
las primeras secuencias IRES (por Internal Ribosomal Entry Site) en el
ARN en sistemas de picornavirus. En 1983 Françoise Barré-Sinoussi y
Luc Montagnier descubren en París el agente causal de una nueva
epidemia mundial, el virus de inmunodeficiencia humana, trabajo que les
ameritaría el premio Nobel de Medicina. En 1989 el equipo de Michael
Houghton y Qui-Lim Choo logran clonar el material genético del virus de
la hepatitis C. El final del siglo XX y comienzos del siglo XXI se
caracterizaron por la aparición de nuevos virus que culminaron en 2009
con la pandemia de virus influenza de origen porcino.
Propiedades y conformación de las partículas virales
Hay que comprender las partículas virales como estructuras dinámicas,
ajustables, plásticas. Los virus sufren cambios conformacionales cuando
interactúan con la célula hospedera, permitiendo la unión y entrada al
interior de la misma. Es posible simplificar su descripción afirmando que
los virus son máquinas macromoleculares (o mejor nano estructuras)
capaces de localizar una información genética al interior de la célula para
garantizar su persistencia en el universo. Fuera de la célula hospedera los
virus sobreviven como virus o partículas infecciosas denominadas
viriones. La partícula viral tiene la capacidad de interactuar con la célula
permisiva, modular la función de la célula para que sintetice sus elementos
constitutivos y producir una descendencia que pueda continuar
multiplicándose.
Premios Nobel asignados a investigadores en áreas
de la Virología y afines
1951: Max Theiler: desarrollo de la vacuna contra la fiebre amarilla.
1954: John Franklin Enders, Thomas Huckle Weller, Frederick Chapman Robbins:
descubrimiento del cultivo viral como manera eficiente de producción de virus.
1965: François Jacob, André Lwoff, Jacques Monod: por sus descubrimientos sobre el
control genético de la síntesis de enzimas y virus.
1966: Peyton Rous: identificación de virus inductores de tumores.
1969: Max Delbrück, Alfred D. Hershey, Salvador E. Luria. Trabajos sobre los mecanismos
de replicación y genética de virus.
1975: David Baltimore, Renato Dulbeco y Howard Martin Temin: descubrimiento de los
virus causantes de tumores y su interacción con el material genético.
1976: Baruch S. Blumberg: mecanismos, origen y diseminación de enfermedades infecciosas
causadas por virus de la hepatitis B (HBV) y Carleton Gajdusek: priones y nuevos
mecanismos en la difusión de enfermedad.
1982: Aaron Klug: desarrollo de la microscopía electrónica cristalográfica que permite
elucidar la estructura de los virus y las interacciones entre proteínas y ácidos nucleicos.
1986: Gerd Binnig y Heinrich Rohrer Nobeles de física por su trabajo en microscopía de
barrido de túnel, recibieron el premio junto con Ernst Ruska el diseñador del primer
microscopio electrónico.
1988: Sir James W. Black, Gertrude B. Elion y George H. Hitchings: por su contribución al
desarrollo de medicamentos para el tratamiento de cáncer, malaria e infecciones virales.
1989: J. Michael Bishop, Harold E. Varmus: por su descubrimiento del origen celular de los
oncogenes retrovirales.
1993: Kary Banks Mullis: desarrollo de la técnica de amplificación genómica por reacción
en cadena de la polimerasa que facilita desarrollar métodos diagnósticos sensibles para
infecciones de origen viral. Michael Smith, trabajos de mutagénesis dirigida en el estudio de
las proteínas.
1997: Stanley B. Prusiner: descubrimiento de los priones como nuevos elementos biológicos
de infección.
2008: Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi: descubrimiento del VIH como agente
productor del SIDA.
2008: Harald zur Hausen: describe la relación del virus del papiloma humano (HPV) como
agente productor de cáncer de cuello uterino.
Las partículas virales tienen grandes diferencias con las células
procariotas, no poseen organelos ni son autónomos en su multiplicación y
evolución, aunque presentan ciertas características propias de los seres
vivos, como son:
1.
2.
3.
4.
5.
Poseen un material genético (ARN o ADN) que le confiere capacidad de evolucionar.
Pueden replicarse aunque son dependientes de células para este cometido (autorreplicación).
Presentan alta variabilidad entre los diferentes géneros y especies.
Pueden transmitir la información genética.
Presenta especificidad de interacción con la célula huésped
Se podría afirmar que si bien los virus son un acúmulo complejo de
macromoléculas orgánicas, una vez en el interior de la célula huésped, son
agentes vivos capaces de reproducirse y transmitir sus propiedades a la
descendencia. Algunos autores consideran los virus como organelos
extracelulares capaces de intercambiar material genético. En breve, un
virus es un segmento de material genético protegido por una cubierta
proteica, y que básicamente sólo posee un mensaje central: “cópiame”.
Con respecto a las partículas virales, es necesario aclarar algunos términos
empleados para definir sus estructuras:
•
•
•
•
•
•
•
•
Subunidad proteica. Se denomina así a la cadena poli peptídica plegada.
Unidad estructural. Corresponde a la colección de varias subunidades proteicas
(protómero) que se unen para conformar un bloque de ensamblaje mayor denominado
capsómero.
Capsómero. Componente de la cápside construido de varias moléculas proteicas idénticas.
Estructuras que se observan como acúmulos o agrupaciones en la superficie del virión.
Unidad de ensamblaje. Es el conjunto de subunidades o unidades estructurales que son
intermediarios importantes para formar estructuras más complejas.
Cápside. Es el caparazón proteico que rodea directamente el material genético viral,
protegiéndolo de la degradación por agentes físicos o químicos presentes en el medio
externo.
Nucleocápside. Este término se reserva a las partículas virales complejas; corresponde al
conjunto de proteínas y ácidos nucleicos. De esta manera es como se empaqueta el genoma
viral.
Envoltura o membrana. Es la bicapa lipídica originada de las unidades de membrana
celular y asociada con las glicoproteínas, se encuentra alrededor de la nucleocápside.
Virión. Se denomina así a la partícula viral completa e infectante.
Las partículas virales son parásitas obligadas que necesitan
interrelacionarse con la célula hospedera. Se denominan antirreceptores
virales o proteínas virales de unión (VAP por Viral Attachment Protein) a
las moléculas encargadas de la adhesión a los receptores celulares; estos
elementos se encuentran en las porciones más superficiales de la partícula
viral. Estas mismas estructuras son de carácter hidrofílico y estimulan la
síntesis de anticuerpos neutralizantes.
Estructura viral
Las metodologías de cristalografía de rayos-X, la tomografía
crioelectrónica, la microscopía de fuerza atómica y la resonancia nuclear
magnética, proveen en su conjunto elementos para obtener información
estructural de las partículas virales hasta una resolución molecular, dando
detalles de la organización íntima de los componentes moleculares de los
virus. El poder de resolución de estas técnicas permite distinguir
estructuras cercanas a 4 Angstrom (1 Angstrom = 10-10 metros = 0.1 nm).
En las partículas virales se distinguen varios elementos constitutivos
fundamentales. Estos elementos se ensamblan en el interior de la célula,
dando lugar al virión o partícula viral madura o completa; esta última
puede infectar una célula y producir así su descendencia. La estructura
viral debe ser comprendida como la consecuencia de una interacción
autodirigida de gran número de unidades químicas idénticas.
La cápside viral es una estructura proteica que sirve de caja de
seguridad, protegiendo el ácido nucleico de la degradación lítica. En la
cápside, a su vez, pueden reconocerse unidades morfológicas o bloques
químicos que son los denominados capsómeros. Las proteínas
estructurales que ayudan a conformar los capsómeros son las denominadas
unidades químicas. El conjunto formado por el ácido nucleico y la
cápside se denomina nucleocápside; éste, a su vez, en muchas partículas
virales, puede ser el homólogo de virión o partícula viral madura; sin
embargo, en otros casos, existen algunos elementos diferentes que
conforman la estructura.
En la figura 1.1 se puede observar un esquema de los elementos
presentes en la estructura de las partículas virales cubiertas y desnudas.
Como la cantidad de material genético contenida en la partícula viral es
limitada, evolutivamente se ha desarrollado una economía de información
genética, que se traduce en un número limitado de proteínas virales que se
sintetizan en un alto número de copias. La estructura viral por lo tanto se
forma a partir de un número reducido de subunidades proteicas. Para tal
efecto, es necesario que estas proteínas se organicen en forma simétrica,
empleando múltiples copias de una misma proteína o produciendo
proteínas que tengan la posibilidad de adquirir varias conformaciones. La
cápside viral es una estructura proteica que sirve de “caja de seguridad”,
protegiendo el ácido nucleico de la degradación lítica. En la cápside, a su
vez, pueden reconocerse unidades morfológicas o bloques químicos que
son los denominados capsómeros. Las proteínas estructurales que ayudan a
conformar los capsómeros son las denominadas unidades químicas.
Las estructura de la cápside viral puede adoptar dos tipos de
simetría: la icosaédrica (poliedro de 20 caras triangulares) y la helicoidal.
La organización simétrica de las proteínas confiere a la partícula un
contacto y uniones covalentes máximas con el medio que las rodea. En la
simetría icosaédrica, las proteínas se organizan de tal forma que se adopta
la estructura de un poliedro de tipo icosaédrico, el cual alberga en su
interior el ácido nucleico. En las cápsides con simetría helicoidal, las
unidades químicas se ordenan en forma de hélice o espiral, dejando en su
interior un espacio en donde se acomoda el material genético. Las
estructuras de tipo icosaedro se describen utilizando los ejes de simetría,
que guardan relación con el número de subunidades proteicas que
confluyen en un mismo punto. Los ejes de simetría son de tipo
pentamérico (presentes en número de seis en la cápside), trimérico
(presentes en número de 10 en la cápside) o dimérico (presentes en número
de 15 en la cápside), (figuras 1.2 y 1.3).
Figura 1.1. Elementos constitutivos de las partículas virales cubiertas (A) y desnudas (B)
Las cápsides icosaédricas contienen 60 copias de una subunidad
proteica y el número total de subunidades se determina como 60T. La
correspondencia de número de subunidades no siempre se mantiene. Estas
subunidades se encuentran relacionadas en diferentes ejes de simetría en
los vértices, caras o bordes de la estructura icosaédrica. Cada una de las
caras del icosaedro está formada por triángulos; a su vez, las proteínas que
componen estos triángulos pueden ser irregulares y están formadas por un
conjunto de tres proteínas (figuras 1.4a y 1.4b).
Las subunidades proteicas tienen un tamaño que varía entre 20 y 40
kda, con variaciones que suceden en los extremos carboxi o amino
terminal y en secuencias de inserción que ocurren entre las hojas beta. En
el caso de los virus con simetría helicoidal, los estudios de cristalografía de
rayos X han demostrado que las proteínas se organizan alrededor del
genoma, siguiendo una disposición en hélice y no en pila de discos
aislados. Las proteínas se disponen de tal forma que entre ellas se
establece una relación constante de amplitud y pendiente. Los extremos de
las proteínas con cargas (+) se disponen en contacto con las cargas (–) del
genoma.
Figura 1.2. Esquema de una cápside icosaédrica y de un dodecaedro mostrando la localización
de los ejes de simetría diméricos, triméricos y pentaméricos (2, 3 y 5)
Los triángulos rojos definen la forma como están relacionadas estas simetrías.
Figura 1.3. Esquemas de un icosaedro y un dodecaedro que muestran la localización de los
ejes de simetría dimérica, trimérica y pentamérica (2, 3 y 5)
Los triángulos rojos definen la forma como están relacionadas estas simetrías.
Figura 1.4a. Estructura de las cápsides icosaédrica y de los bloques de ensamblaje (barriletes
beta)
Detalle de cómo los péptidos de las cápsides virales (VP1, VP2 y VP3), cada uno con estructura de
barrilete beta, se ensamblan de una manera simétrica alrededor de ejes de simetría.
Figura 1.4b. Estructura no plegada de las proteínas de las cápsides virales
Los colores corresponden al mismo patrón del barrilete beta.
Las cápsides de simetría helicoidal se describen utilizando el
diámetro (d), la altura de la subunidad (p) y el número de subunidades por
giro en la estructura. Existirá un número de proteínas que sea necesario
para cubrir la integridad del genoma viral (figura 1.5).
La simetría tiene algunas reglas generales que rigen su
estructuración:
1.
2.
Las subunidades tienen contactos idénticos con las estructuras de su entorno, dando lugar a
uniones o interacciones repetitivas que aisladamente son de bajo poder cohesivo pero que
sumadas dan uniones muy estables.
Los contactos entre estructuras adyacentes son de tipo no covalente, lo cual hace que la
estructura formada tenga un carácter reversible.
Figura 1.5. Estructura de los virus con simetría helicoidal
Obsérvese la disposición de las proteínas alrededor del genoma en forma de espina de pescado.
Indistintamente del tipo de simetría que tenga la cápside viral, el
virión puede ser cubierto o desnudo. Los primeros son aquellos que poseen
una envoltura lipoproteíca originada de las unidades de membrana celular
que rodean la nucleocápside; los últimos carecen de este tipo de envoltura.
En la bicapa lipídica se observan unas proyecciones proteicas que reciben
el nombre de peplómeros. En la figura 1.5 se observa la manera como se
ensamblan las proteínas en la cápside viral del bacteriófago M13. Tanto en
los virus cubiertos como en los desnudos, las estructuras más superficiales
son las que desempeñan un papel más eficaz desde el punto de vista del
estímulo al sistema inmune y la respuesta de anticuerpos neutralizantes. A
su vez, en la parte externa del virión se encuentran los antirreceptores,
proteínas encargadas de la unión al receptor presente en la superficie de la
membrana de la célula hospedera.
Composición química de los virus
Las partículas virales poseen dentro de su composición química, las
mismas moléculas orgánicas que constituyen los organismos vivos. Se
pueden encontrar ácidos nucleicos, proteínas, carbohidratos y lípidos. Se
explica por separado cada uno de estos componentes.
Ácidos nucleicos
Los viriones poseen su información genética en forma de ácido
ribonucleico (ARN) o ácido desoxirribonucleico (ADN). Cualquiera de
estas moléculas puede ser la fuente de información. En este aspecto, los
virus se diferencian de los microorganismos (bacterias u hongos), en que
éstos poseen en su genoma una sola forma de ácido nucleico, el ADN. El
ácido nucleico, a su vez, puede existir en múltiples presentaciones: de
cadena única o doble, en disposición helicoidal o doble cadena circular,
molécula única o segmentada (figura 1.6). Excepcionalmente, en los virus
puede presentarse ADN de filamento único como en el caso de la familia
Parvoviridae o ARN de doble cadena como en la familia Reoviridae.
Figura 1.6. Diversas formas de organización del genoma en los virus ARN y ADN
ARN: ácido ribonucleico. ADN: ácido desoxirribonucleico. (+): sentido positivo.
(-): sentido negativo. cs: cadena sencilla. dc: doble cadena.
Con los estudios de genética viral se rompió el dogma central de la
biología molecular que sostenía que la información genética se
almacenaba como ADN y después se transcribía como ARN para ser
traducida finalmente a proteínas en los ribosomas. En algunas partículas
virales no sólo la información puede ser almacenada en forma de ARN,
sino que el ARN genómico puede transformarse en ADN e incorporarse
con el genoma de la célula huésped, gracias a la existencia de una enzima
denominada transcriptasa inversa. Este último mecanismo sería el
responsable de que la partícula viral tenga la capacidad de transformar
genéticamente las células normales, convirtiéndolas en células tumorales,
como sucede con los virus miembros del grupo Retroviridae, subfamilia
Oncornavirinae. Este mecanismo puede ser también el responsable de la
pérdida de diferenciación que ocurre en células normales, causando
alteración de la función, como sería el efecto de los virus linfotropos
HTLV I, HTLV II y VIH, sobre células de la línea linfocitaria.
El tamaño del material genético varía de 1,7 a 300 kilobases y si se
considera que un gen equivale en forma aproximada a 1 kilobase, se puede
inferir la gran variedad de proteínas contenidas en el genoma viral. Por
otra parte, en algunos casos, por mecanismos de empalme alternativo
(alternative splicing), una misma región genómica es capaz de codificar
para varias proteínas con marcos abiertos de lectura (sigla en inglés ORF
por Open Reading Frame) idénticos, lo que contribuye a aumentar el
potencial de codificación del material genético y a incrementar la
diversidad de las proteínas virales.
El ARN se considera de polaridad positiva (+) cuando en el interior
de la célula infectada se comporta como un ARNm, lo cual determina que
para la formación de viriones no se requiere de ARN transcriptasa en fase
temprana. Los ADN de polaridad positiva tienen la misma secuencia de
nucleótidos que el ARN de sentido positivo, pero en lugar de uracilo
poseen timina. Los ARN de polaridad negativa (–) son no codantes y en la
célula se comportan como intermediarios replicativos para la síntesis de
ARNm. En algunas partículas virales puede encontrarse una serie de bases
anormales como la 5-hidroximetilcitosina (5-OHMC) o se pueden hallar
cadenas de ácido nucleico complementarias (de polaridad + o –) en
partículas virales diferentes. Para estudiar la información contenida, el
material genético se extrae con sustancias detergentes o fenólicas. En los
últimos años, los estudios de caracterización e identificación del genoma
viral se han convertido en herramientas importantes de diagnóstico viral.
El material genético viral de cadena sencilla adquiere
configuraciones secundarias o terciarias debido a la posibilidad de
producir puentes de hidrógeno entre las bases púricas y pirimídicas (C-G y
A-T o A-U). El apareamiento de estas bases lleva a la formación de
seudonudos (pseudoknot) o estructuras en pinza de cabello (hairpin) o
estructuras más complejas tridimensionales que constituyen las regiones de
unión al ribosoma (sigla en inglés IRES por Internal Ribosomal Entry Site)
o cumplen interacciones moleculares importantes durante la replicación
viral.
El genoma viral establece interacciones con proteínas virales en su
extremidad 5’, las proteínas han sido denominadas VPg (por la sigla en
inglés de Viral Protein genome linked). Otras modificaciones incluyen los
cambios que se presentan en el ARNm celular, como son la adición de un
nucleótido metilado en la extremidad 5’ o la poliadenilación en la
extremidad 3’. Los genomas virales en algunos casos incluyen regiones
repetitivas que cumplen múltiples funciones durante el proceso de
replicación viral, como son: regiones promotoras, regiones potenciadoras
(enhancer) o sitios de origen de replicación.
Proteínas
Los virus tienen al menos una sola especie de proteína que se repite en
copias múltiples en la estructura del virión. A medida que aumenta el
tamaño del genoma viral se aumenta el número de proteínas codificadas.
Todas las proteínas virales se sintetizan con base en la información
genética contenida en el genoma viral. Las proteínas virales son de tipo
estructural y no estructural. En términos generales, las proteínas
estructurales son incorporadas en las partículas virales y las no
estructurales sólo están presentes en la célula infectada y tienen función
enzimática. En algunos virus con genoma de tipo ARN (-) se encuentran
enzimas haciendo parte del virión; la ARN polimerasa ARN dependiente
(RdRp), es una enzima viral que es incorporada en el virión y, por ende, en
sentido estricto son proteínas estructurales. Los virus cubiertos que
maduran en las diferentes unidades de membrana, adquieren sus lípidos de
estas, pero las glicoproteínas superficiales son codificadas por la
información genética del virión. Las proteínas virales se sintetizan en los
polirribosomas de la célula huésped que se encuentran asociados a
unidades de membrana del retículo endoplásmico rugoso (RER) o a los
ribosomas libres en el citosol. Las proteínas neosintetizadas presentan en
su extremo amino terminal una secuencia de aminoácidos que se denomina
el péptido señal (SP). El péptido señal permite la ubicación de la proteína
sintetizada en los diferentes organelos celulares, ya que tiene afinidad con
una proteína denominada partícula de reconocimiento de la señal (SRP).
La SRP, a su vez, se fija en el receptor (SRP receptor) presente en el RER,
aunada con el complejo de translocación.
La secuencia señal, una vez cumplida la función de citolocalización,
es escindida por una peptidasa de la señal. Este proceso se esquematiza en
la figura 1.7. La peptidasa del péptido señal se encarga de liberar esta
pequeña secuencia de aminoácidos (a.a.) que constituye el péptido señal,
por un proceso que requiere la presencia de trifosfato de guanosina (GTP).
Las proteínas virales, en forma similar a las proteínas de las células
eucariotas, demandan una estructura tridimensional que les permita ser
funcionales. Para adquirir la estructura tridimensional, la proteína
sintetizada o en proceso de síntesis, efectúa el plegamiento molecular
necesario para adquirir la configuración que le permite llevar a cabo las
funciones estructurales o enzimáticas. La estructura final de la proteína
estará regida por la secuencia de aminoácidos, así por ejemplo, los
residuos de serina y cisteína determinarán la localización de los puentes
disulfuro. La proteína en forma cotranslacional se une a la proteína BiP
(sigla en inglés de Binding Protein) que previene el plegamiento
prematuro de las proteínas. Posteriormente intervienen otras proteínas
chaperonas y enzimas presentes en el RER, como la PDI (Protein
Disulfide Isomerase) que van confiriendo el grado de plegamiento
definitivo a la molécula (figura 1.8).
Figura 1.7. Síntesis de proteínas asociadas al retículo endoplásmico rugoso
SRP: partícula de reconocimiento de la señal. SP: péptido señal. RER: retículo endoplásmico
rugoso. 1. Reconocimiento del ARNm y del ribosoma. 2. Unión del péptido de reconocimiento de la
señal (SRP). 3. Unión del complejo de replicación (ARNm, ribosoma, péptido señal) al complejo de
translocación. 4. Elongación del péptido sintetizado. 5. Plegamiento transmembranal de la región
hidrofóbica del péptido.
Figura 1.8. Síntesis de proteínas asociadas al retículo endoplásmico rugoso
SRP: partícula de reconocimiento de la señal. SP: péptido señal. RER: retículo endoplásmico
rugoso. 1. Inicio del proceso de síntesis asociado al REG. 2. Escisión del péptido señal. 3.
Plegamiento asociado a proteínas chaperonas. 4. Formación de la proteína plegada soluble.
Las proteínas virales tienen diferentes funciones:
1.
2.
3.
Reguladora. Modula la actividad biosintética de la célula para beneficio del virión. Estas
proteínas son las encargadas del shut-off, es decir, de frenar la síntesis de macromoléculas de
la célula huésped, tan pronto se han situado a nivel intracelular. Las proteínas reguladoras se
sintetizan en fase muy temprana o temprana del ciclo replicativo viral.
Nucleoproteínas. Algunos virus poseen, en estrecha relación con su genoma, unas proteínas
que cumplen una función de empaquetamiento del genoma viral en forma similar a las
enzimas celulares (histonas y protaminas). Estas nucleoproteínas también regulan la
expresión o la actividad genómica; en algunos casos, forman estructuras similares a la
cromatina.
Estructural. Conforma, en conjunto, las unidades proteicas de la cápside y membrana
virales. Estas unidades proteicas idénticas o protómeros van a ser los eslabones más simples
del andamiaje que constituye la cápside viral. Estas proteínas se hallan unidas por enlaces
químicos entre grupos apropiados en su superficie, lo cual ordena estos elementos y da lugar
a la formación de una estructura regular y estable. Esta capacidad permite el ensamblaje de
la partícula viral.
Existen elementos estructurales en las membranas del virión como la proteína
hemaglutinante (H), la neuraminidasa (N), la proteína de fusión (F), y la proteína HN con
doble función hemaglutinante y de neuraminidasa (presente en el grupo de los myxovirus).
En estos mismos agentes, por debajo de la bicapa lipídica, es posible encontrar una capa
proteica M (de membrana o matriz) que contribuye a dar estabilidad a los virus cubiertos.
Las proteínas de la cápside no sólo tienen un papel estructural, sino que además establecen
interacciones con el huésped, bien sea mediante interacción con receptores que permitan el
ingreso a la célula huésped o mediante interacción entre el virión y componentes de la célula
4.
huésped que asisten el transporte del virión.
Enzimática o no estructural. Otras proteínas tienen una actividad enzimática, por ejemplo
la neuraminidasa de los myxovirus tiene una función catalítica sobre los radicales de los
ácidos siálico o neuramínico (presentes en la superficie de membrana celular) y permite la
adhesión de la hemaglutinina a los receptores celulares y la liberación de la célula infectada.
Otras proteínas con función enzimática son las proteasas, ARN helicasas, guanil y metil
transferasas, nucleasas, transcriptasa inversa e integrasa. Otras funciones de las proteínas no
estructurales NSP (por Non Structural Proteins) es servir de factores de transcripción, de
cebadores para la replicación viral o interferir con la respuesta inmune del paciente.
Las proteínas superficiales que realizan la unión viral (VAP: por Viral Attachment Proteins)
están formadas por un solo péptido viral que sirve para la unión al receptor celular o por un
conjunto de proteínas virales encargadas de esta unión. Las proteínas de unión constituyen el
antirreceptor.
La función final de estas proteínas estructurales es servir de coraza protectora al ácido
nucleico viral. Las proteínas se ensamblan en una armazón compleja que da una estructura
estable; esto se logra gracias a uniones no covalentes que establecen entre sí. Las proteínas
superficiales se encuentran bajo presión evolutiva por parte del sistema inmune; en efecto,
sufren cambios y mutaciones que alteran la unión de los anticuerpos neutralizantes.
Las proteínas virales son modificadas por procesos de maduración
cotranslacional y postraducción (glicosilación, adición de ácido siálico,
sulfatación, amidación, etc.) que se llevan a cabo en los diferentes
ambientes enzimáticos presentes en el sistema de Golgi (figura 1.9).
Lípidos
Los lípidos se encuentran en la envoltura o membrana viral; como se
mencionó previamente los lípidos derivan de las diferentes unidades de
membrana de la célula huésped. Algunos agentes (v. gr. Paramyxoviridae)
se originan de la membrana celular y otros (v. gr. Herpesviridae) de la
membrana nuclear; en un tercer caso, pueden derivar de unidades de
membrana intracelulares (v. gr. Coronaviridae). Los lípidos se adquieren
durante el proceso de ensamblaje viral, tomando porciones de membrana
adyacente al sitio donde se han agrupado proteínas y genomas virales; así
mismo, juegan un papel importante en la fusión de la envoltura viral con la
membrana celular. Según estudios experimentales, este proceso de fusión
necesita grandes cantidades de energía.
Figura 1.9. Procesos de maduración co y postraduccional de las proteínas
Figura 1.10. Composición lipídica de las unidades de membrana celular
Nótese la diferencia de composición química entre la monocapa interna y externa.
La hojilla externa de la membrana (la que mira al medio
extracelular) difiere en los porcentajes de composición de lípidos de la
hojilla interna. Los lípidos de la hojilla externa comprenden la
esfingomielina, fosfatidilcolina y glicolípidos; la hojilla interna posee, a su
vez, fosfatidilinositol, fosfatidilserina y fosfatidiletalonamina. A ambos
lados se encuentra colesterol (figura 1.10). La membrana viral es una
bicapa de lípidos, fosfolípidos y proteínas, y se considera que posee cierto
grado de fluidez. Esta fluidez está determinada por la relación entre los
contenidos de colesterol y fosfolípidos; la relación entre la concentración
de lecitina y esfingomielina; la relación entre lípidos y proteínas; y por el
grado de insaturación y la longitud de las cadenas aisladas de los
fosfolípidos.
Se ha observado que los virus tienen una fluidez menor a la de las
células en las cuales crecen; este es uno de los factores para explicar el
gran consumo de energía que demanda el proceso de fusión de
membranas. La fluidez de las membranas virales explica el pleomorfismo
que se encuentra en estos agentes infecciosos; pleomorfismo dado,
también, en la mayoría de agentes virales por una ausencia de conexiones
entre las proteínas de membrana y los elementos más internos. Los lípidos
juegan también un papel en el anclaje de proteínas en la membrana viral.
Las proteínas de la hojilla externa anclan proteínas mediante radicales de
tipo glicosil-fosfatidilinositol y las proteínas que se encuentran en la hojilla
interna de la membrana, anclan proteínas con radicales de tipo ácido
miristílico (miristoil) de 14 residuos carbonados y farnesil de 15 residuos
carbonados.
Las proteínas de matriz de los virus cubiertos tienen diferentes tipos
de anclaje a la membrana. En las figuras 1.11 y 1.12 se observa cómo se
anclan estas proteínas y sus diversos arreglos en la membrana.
Carbohidratos
Los carbohidratos son compuestos que hacen parte de la estructura viral y
se asocian a los lípidos en forma de glicolípidos o a las proteínas en forma
de glicoproteínas. Estos carbohidratos se adicionan en el retículo
endoplásmico granuloso o en el aparato de Golgi por un proceso de
translocación translacional, en el cual se adicionan los residuos de
oligosacáridos a los residuos de aminoácidos (Asn-X-Ser/Thr) (figura
1.11). En el aparato de Golgi finaliza el proceso de empaquetamiento,
adicionándose otros residuos de carbohidratos como son la galactosa, la
fucosa, la N acetil glucosamina y el ácido neuramínico. En algunas
partículas virales, el carbohidrato puede jugar un papel enmascarador de
los epítopes antigénicos, como ocurre en la hemaglutinina de los virus
influenza.
Propiedades fisicoquímicas
Indudablemente el tipo de estructura viral se correlaciona fuertemente con
las características fisicoquímicas. El grado de resistencia o susceptibilidad
estará en íntima relación, tanto con la estabilidad o labilidad de los
elementos constitutivos del virión, como con la interacción de los
diferentes elementos por medio de los enlaces o uniones fisicoquímicos.
De esta manera, si una partícula viral posee una envoltura lipídica, es
sensible a los disolventes orgánicos como el formol o el éter. Dado que las
proteínas son elementos fundamentales para la estructura viral, una
partícula infecciosa puede inactivarse sometiéndola a altas temperaturas,
las cuales, en tiempos variables (dependiendo del virión), pueden
desnaturalizar las proteínas y de esta manera destruir la estructura
necesaria para que la partícula viral pueda entrar en la célula y producir un
ciclo replicativo. La labilidad o estabilidad viral hay que tenerla en cuenta
desde el punto de vista práctico para cuando se trate de descontaminar un
área, un equipo o instrumental o cuando se necesite purificar partículas
virales o enviar especímenes para estudio al laboratorio.
Entre los medios utilizados para purificar partículas virales, se
enumeran los siguientes:
Figura 1.11. Sistemas de anclaje de las proteínas a las membranas
Figura 1.12. Tipos de proteínas de membranas y localización extracelular (1), intracelular (2)
o transmembranal (3)
1.
Liberación de partículas virales del interior de las células infectadas, para lo cual se emplean
2.
3.
4.
entre otros medios el ultrasonido, la homogenización y el uso de métodos de congelación y
descongelación.
Utilización de agentes químicos que protejan las partículas virales de la desnaturalización
proteica, para lo cual se precipitan con sulfato de amonio o alcohol, se adsorben a la
superficie de Dietil Amino Etil Cefarosa (DEAE), celulosa, Sephadex® o glóbulos rojos, así
como a las columnas de intercambio iónico.
Los medios físicos de purificación comprenden la centrifugación en gradientes de sacarosa,
glicerol o cloruro de cesio.
Otros métodos de concentración son la ultra centrifugación, la pervaporación y la diálisis.
Tamaño de las partículas virales
Las unidades con las que se miden los virus son los nanómetros, siendo 1
nanómetro (nm) igual a 10-9 metros. Las partículas virales son los agentes
infecciosos más pequeños que existen en la naturaleza. Su tamaño es
variable y pueden medir desde 20 nm de diámetro a 400-800 nm en caso
de virus grandes como los mimivirus. Una suspensión concentrada de
virus puede contener 1012 virones por mililitro, una célula infectada puede
albergar 105 viriones y un paciente con infección crónica por el VIH
produce cerca de 1011 viriones por día.
Taxonomía de las partículas virales
Existen muchos criterios para agrupar las partículas virales. Unos
dependen de los sistemas u órganos que infectan; así los agentes virales
pueden agruparse en virus entéricos, virus respiratorios, virus que
producen enfermedad exantemática o virus que comprometen el sistema
nervioso central. Este parámetro de clasificación no es apropiado del todo,
por cuanto un mismo órgano blanco o tejido puede ser afectado por una
gran cantidad de agentes virales pertenecientes a un amplio número de
familias virales con características morfológicas y físico químicas
diversas.
Para realizar la taxonomía de las partículas virales se deben tener en
cuenta las propiedades del virión, las propiedades antigénicas y las
propiedades biológicas (figura 1.11). Otro parámetro para tener en cuenta
es el tipo de huésped que afectan: vertebrado, invertebrado, vegetal. Si se
considera la forma de transmisión surgen grupos como los arbovirus que
demandan de un vector (artrópodos) u otro tipo de insectos (figura 1.13).
Tabla 1.1. Medios físicos de inactivación viral
Medios físicos
Calor, congelación-descongelación. Medios iónicos,
ácidos o alcalinos. Radiaciones X, gama o ultravioleta.
Inactivación viral
Medios químicos
Solventes lipídicos: éter, formol, cloroformo.
Antisépticos: hipoclorito de sodio.
La taxonomía de los agentes infecciosos virales ha avanzado mucho
en los últimos años; en términos generales, se dividen en dos grandes
grupos de agentes con respecto al tipo de genoma que posean: los virus
ADN y los virus ARN.
Otras características estructurales o funcionales facilitan determinar
la clase, la familia, el orden, el género, la especie y los serotipos de un
determinado grupo de agentes infecciosos.
Los nombres de algunas familias virales guardan una etimología que
corresponde a rasgos distintivos que fueron determinados en las primeras
etapas de la investigación viral, relacionadas especialmente con
características morfológicas o de la entidad que los agentes producían.
La taxonomía viral se define como el arreglo de los diferentes virus
en grupos relacionados, la identificación del grado de extensión de esta
homología y la determinación del nombre de estos grupos. A continuación
se examinarán por separado cada uno de estos elementos.
Propiedades del virión
1.
Morfología
Tamaño de la partícula viral.
Forma de la partícula viral.
Presencia o ausencia de peplómeros.
Presencia o ausencia de envoltura.
Simetría de la cápside y estructura.
2.
Propiedades físicas y fisicoquímicas
Coeficiente de sedimentación.
Masa molecular del virión.
Densidad de flotación en cloruro de cesio (ClCs) o sacarosa.
Estabilidad (pH, solventes, detergentes, irradiación, fuerzas iónicas).
3.
Genoma
Tipo de ácido nucleico (ADN, ARN).
Tamaño del genoma (en kilo bases [kb] o kilo pares de bases [kpb]).
Estructura: linear o circular, cadena única, doble cadena, segmentado, circular.
Sentido del genoma (+) o (–).
Número y tamaño de los segmentos genómicos.
Secuencia de los nucleótidos.
Presencia de secuencias repetitivas.
Presencia de formas isoméricas.
Relación de contenido de citosina + guanina del genoma.
Presencia o ausencia en 5’ de un cap terminal.
Presencia en 5’ de una proteína unida en forma covalente.
Presencia o ausencia en 3’ de un residuo de poliadenina.
4.
Proteínas
Número, peso, estructura y función.
Tipo de proteínas constituyentes estructural y no estructural).
Detalles de funciones específicas (transcriptasa inversa, proteasa, transcriptasa,
hemaglutinina, neuraminidasa, fusión).
Secuencia total o parcial de aminoácidos.
Tipo de modificaciones químicas postrasduccionales de las proteínas virales
(glicosilación, miristilación, fosforilación).
Mapeo de epítopes.
5.
Lípidos
Contenido y carácter.
6.
Carbohidratos
-
Contenido y carácter.
7.
Organización del genoma y replicación
Organización del genoma.
Estrategia de replicación.
Número y posición de los ORF.
Características de transcripción y translación.
Sitio de acumulación de proteínas virales.
Sitio de ensamblaje.
Sitio y naturaleza de maduración y liberación.
8.
Propiedades antigénicas
Relaciones serológicas con otros agentes infecciosos.
9.
Propiedades biológicas del agente infeccioso
Rango de huéspedes naturales.
Modo de transmisión en la naturaleza. Relación de vectores.
Distribución geográfica.
Patogenicidad: tropismo tisular, patología e histopatología, asociación con
enfermedad.
Tropismo tisular, patología, histopatología.
1. Niveles jerárquicos mayores
Los consensos de taxonomía viral sólo han establecido la presencia de seis
órdenes: Mononegavirlaes, Nidovirales, Caudovirales, Herpesvirales,
Picornavirales y Tomovirales. El de los Mononegavirales con las familias
Paramyxoviridae, Rhabdoviridae, Filoviridae y Bornaviridae; el de los
Nidovirales con las familias Coronaviridae y Arteriviridae y el de los
Caudovirales (bacteriófagos con cola).
A partir de 1973 se creó el Comité Internacional de Taxonomía de
Virus (ICTV) que se reúne cada cuatro años y dicta las normas para la
clasificación de las partículas virales. Los cuatro grupos taxonómicos
reconocidos por el ICTV son especie, género, familia y orden.
Existe un sistema universal que relaciona las características virales
con los grupos nominales, el cual determina niveles jerárquicos mayores y
menores, así:
Nivel jerárquico
Sufijo
Orden
Virales
Familia
Viridae
Subfamilia
Virinae
Género
Virus
Especie
Virus
Figura 1.13. Taxonomía de las partículas virales
2. Niveles jerárquicos menores
(no aceptados por el ICTV)
-
Subespecie. Clase filogenética la cual tiene un nicho particular.
Cepa. Virus que ha sido caracterizado desde el punto de vista genético y de características
patogénicas.
Variante. Un virus cuyo fenotipo difiere de la cepa original, pero que su estructura genética
no es conocida.
Los principios generales de la taxonomía son:
1.
2.
3.
4.
Estabilidad. Los nombres y las relaciones aceptadas deben permanecer, una vez
establecidas, por un largo periodo de tiempo. Esto facilita consultar la bibliografía antigua.
Utilidad. El esquema taxonómico debe ser útil para la comunidad virológica mundial.
Aceptabilidad. El esquema propuesto (nombres y relaciones) debe ser aceptado por la
comunidad científica.
Flexibilidad. La taxonomía es susceptible de ser cambiada a la luz de nuevos
descubrimientos.
Según el VII reporte de clasificación y nomenclatura de 2011, hay
clasificadas seis órdenes (Caudovirales (tres familias), Herpesvirales (tres
familias), Mononegavirales (cuatro familias), Nidovirales (tres familias),
Picornavirales (cinco familias), y Timovirales (tres familias), 94 familias
virales (65 no asignadas a un Orden), 22 subfamilias, 395 géneros, 2.475
especies y más de 5.450 virus miembros. En el texto solo se hará
referencia a virus de interés médico. A pesar de los esfuerzos por clasificar
los virus, se puede comprobar que aún existen cientos de ellos no
clasificados. La figura 1.13 esquematiza las estructuras virales de familias
virales de interés médico.
Lecturas sugeridas
Revisiones
Agbandje-McKenna, M., McKenna, R., (2010). Structural Virology. Cambridge UK: RSC
Publishing.
Baker, T. S., Olson N. H., Fuller, S. D., 1999. Adding the third dimension to virus life cycles: three
dimensional reconstruction of icosahedral virus from cryoelectron micrographs. En Microbiol
Mol Biol Rev. dec; 63(4): pp. 862-922.
Cantele, F., Lanzavecchia, S., Bellon, P. L., 2003. The variance of icosahedral virus models is a key
indicator in the structure determination: a model-free reconstruction of viruses, suitable for
refractory particles. En J Struct Biol. 141 jan (1): pp. 84-92.
Mateu, M. G., 2013. Structure and physics of viruses. Springer. London. Rossman, M. G, Rao, V.
B., 2012. Viral molecular machines. Springer. London.
Wien, M. W., 1998. La cristallographie et l’étude du poliovirus. En Virology Journal. 2 sep-oct (5):
pp. 369-376.
Capítulos de texto y otros artículos de interés
Carter, J. Saunders, V., 2007. Virology: Principles and Applications. West Sussex. England. John
Wiley and Sons.
Condit, R. C., 2013. Principles of Virology. En: Knipe, D. M, Howley, PM Eds. 13 Virology. 6a
Edición. Volumen 1. New York.
EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams & Wilkins Publishers. pp. 21-51. Fleury, H. J. A.,
2009. Virologie humaine. 5a Edición. París. Francia. Elsevier-Masson.
Flint, S. J., Enquist, L.W., Krug, R.M., Racaniello, V.R., Skalka, A.M., (2009). Principles of
Virology: molecular biology, pathogenesis and control. 3a Edición. Volumen I. Washington
D.C. EE.UU. ASM Press. pp. 82-126.
Harrison, S. C., 2013. Principles of virus structure. En: Knipe, D.M, Howley, P.M. Fields Virology.
6a Edición. Volumen I.
New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins Publishers. pp. 52-86.
Hyrc, C. F, Chen, D. H., Chiu, W., 2011. Near-atomic resolution cryo-EM for molecular virology.
En Current Opinion in Virology. 1 aug (2): pp. 110-117.
Holmes, E. C., (2011). What does virus evolution tell us about virus origins? En Virology Journal.
85 oct (11): pp. 5447-5451.
Kuznetsov, Y. G, McPherson, A., (2011). Atomic force microscopy in imaging of viruses and virusinfected cells. Microbiol Mol Biol Rev. jun; 75(2): pp. 268-285.
Li X, Krishnan, L., Cherepanov, P., Engelman, A., (2011). Structural biology of retroviral DNA
integration. Virology Journal. mar; 411(2): pp. 194-205.
Norkin, L., (2009). Virology: Molecular Biology and pathogenesis. ASM press. EE.UU.
Peigue-Lafeuille, H., Nicolas, J. C,, Huraux J. M., (2003). Virologie Médicale. París. Francia.
Estem Publishers.
Shors, T., (2011). Understanding Virus. (2a Ed.) Boston. EE.UU. Jones and Bartlett Publisher.
Sitios web de interés:
Taxonomía viral
Estructura viral
Videos
Programas
www.ictvonline.org
http://ictvonline.org/virusTaxonomy.asp?version=2009
www.expasy.org/viralzone
www.virology.net
http://viperdb.scripps.edu/
http://virology.wisc.edu/virusworld/viruslist.php
http://ictvonline.org/virusTaxonomy.asp?version=2009&bhcp=1
http://www.youtube.com/user/virusworldjys
http://www.twiv.tv
Anexo 1.1. Clasificación de las partículas virales
Diámetro del
virión nm
Tipo de
genoma
Tamaño del
genoma kb
Simetría de la
cápside
Adenoviridae
90
dcADN
35-36
Icosaédrica
Mastadenovirus
Hepadnaviridae
42
dciADN
3,2
Icosaédrica
Orthohepadnavirus
Familia viral
Géneros de
importancia*
Virus ADN
150-200
dcADN
120-240
Icosaédrica
Simplexvirus,
Varicellovirus
Citomegalovirus
Lymphocrytovirus
Papillomaviridae
52-55
dcADN
8
Icosaédrica
Alphapapillomavirus
Parvoviridae
18-26
csADN
4-6
Icosaédrica
Erythrovirus
45
dcADN
5
Icosaédrica
Polyomavirus
Largo 220-450
Ancho 140-260
dcADN
Compleja
Orthopoxvirus
60-300
csARN (-)
7,5 y 3,5
Helicoidal
Arenavirus
Astroviridae
35
csARN (+)
6,8-7
Icosaédrica
Mamastrovirus
Bunyaviridae
80-120
ARN
segmentado
L 6,8 a 12
M 3,2 a 4,9
S1a3
Caliciviridae
27-40
csARN (+)
7,3-8,3
Icosaédrica
Norovirus
Sapovirus
Coronaviridae
120
csARN (+)
27-32
Helicoidal
Alphacoronavirus
Filoviridae
790
csARN (-)
18-19
Helicoidal
Ebolavirus
Marburgvirus
Flaviviridae
50
csARN (+)
9,7-12
Icosaédrica
Flavivirus
Hepacivirus
80-120
csARN (-)
13,5
Helicoidal
Influenzavirus A
Influenzavirus B
Influenzavirus C
Herpesviridae
Polyomaviridae
Poxviridae
Virus ARN
Arenaviridae**
Orthomyxoviridae**
3 estructuras de Hantavirus
ribonucleoproteína Phlebovirus
Paramyxoviridae
150
csARN (-)
15
Helicoidal
Metapneumovirus
Morbillivirus
Pneumovirus
Respirovirus
Rubulavirus
Picornaviridae
30
csARN (+)
7,3
Icosaédrica
Cardiovirus
Enterovirus
Hepatovirus
Parecovirus
Reoviridae**
80
dcARN
18,550
Icosaédrica
Rotavirus
csARN (+)
7-11
Icosaédrica
Deltaretrovirus
Lentivirus
Largo 180
Ancho 75
csARN (-)
11-15
Helicoidal
Lyssavirus
65-70
csARN (+)
9,7-11,8
Icosaédrica
Alphavirus
Rubivirus
Retroviridae
Rhabdoviridae
Togaviridae
*Importancia médica. **Genoma segmentado. cs: cadena sencilla. dc: doble cadena. dci: doble
cadena incompleta. ARN: ácido ribonucleico. ADN: ácido desoxirribonucleico. (-): sentido
negativo. (+): sentido positivo.
Anexo 1.2. Taxonomía viral
Genoma
Familia
/Subfamilia viral
Género
Virus tipo en humanos
Adenoviridae
Mastadenoviridae
Adenovirus humano A-F
Hepadnaviridae
Orthohepadnavirus
Virus de la hepatitis B
Simplexvirus
Herpesviridae
Varicellovirus
Alphaherpesvirinae
Cytomegalovirus
Betaherpesvirinae
Roseolovirus
Gammaherpesvirinae
Lymphocryptovirus
Virus herpes simple 1 y 2 (HSV-1, HSV-2)
Virus herpes humano 3 o virus de la varicela y zoster (VZV)
Virus herpes humano 5 o citomegalovirus humano (HCMV)
Virus herpes humano 6 (HHV-6)
Virus herpes humano 4 (HHV-4 o EBV)
Papillomaviridae
Alphapapillomavirus
Betapapillomavirus
Gammapapillomavirus
Mupapillomavirus
Nupapillomavirus
Virus del papiloma humano (HPV-32, HPV-6, HPV-7, HPV10, HPV-16, HPV-18, HPV-26, HPV-32, HPV-61, HPV-71)
Virus del papiloma humano (HPV-5, HPV9, HPV 49)
Virus del papiloma humano (HPV-4, HPV-48, HPV-50, HPV60, HPV-88) Virus del papiloma humano (HPV-1)
Virus del papiloma humano (HPV-41)
Parvoviridae
Parvovirinae
Erythrovirus
Parvovirus humano B19 (HPaV-B19)
Polyomaviridae
Polyomavirus
SV-40, BK, JC
Poxviridae
Chordopoxvirinae
Orthopoxvirus
Molluscipoxvirus
Virus de la viruela (VARV), cowpoxvirus (CPXV),
Monkeypoxvirus (MPXV) Virus del molusco contagioso
(MOCV)
Arenaviridae
Arenavirus
Virus Lassa (LASV), Virus Tacaribe (TCRV), Virus Pichinde
(PICV), Virus Junín, Virus
Machupo
Astroviridae
Mamastrovirus
Astrovirus humano (HAstV)
Bunyaviridae
Hantavirus
Virus Hantaan (HTNV), Virus Puumala (PUUV), Virus Sin
nombre (SNV)
ADN
Norovirus
Sapovirus
Virus Norwalk (NV) Virus Sapporo (SV)
Coronaviridae
Coronavirinae
Alphacoronavirus
Betacoronavirus
Coronavirus humano 229E (HCoV-229E) Coronavirus humano
NL63 (HCoVNL63) Coronavirus humano OC43 (HCoVOC43)
Coronavirus humano HKU1 (HCoVHKU1) Coronavirus
humano SARS (SARSCoV) Coronavirus humano MERS
(MERSCoV)
Filoviridae
Marburgvirus
Ebolavirus
Virus Marburg-Lago Victoria (MARV)
Virus Ébola Zaire (ZEBOG), Virus Ébola Sudán (SEBOV),
Virus Ébola Reston (REBOV)
Flaviviridae
Flavivirus
Hepacivirus
Virus dengue 1-4 (DV 1-4), virus de la fiebre amarilla (YFV),
virus del Nilo Occidental
(WNV), virus zika (ZIKV) Virus de la hepatitis C (HCV).
Hepeviridae
Hepevirus
Virus de la hepatitis E (HEV)
Orthomyxoviridae
Virus influenza A
Virus influenza B
Virus influenza C
FLUAV (H1N1, H5N1) FLUBV
FLUCV
Rubulavirus
Henipavirus
Morbillivirus
Pneumovirus
Metapneumovirus
Virus de la parotiditis humana (MuV) Virus Hendra (HeV)
Virus del sarampión (MeV)
Virus respiratorio sincicial (RSV) Metapneumovirus humano
(HMPV)
Caliciviridae
ARN
Paramyxoviridae
Paramyxovirinae
Pneumovirinae
Cardiovirus
Cosavirus
Enterovirus
Parechovirus
Hepatovirus
Virus de la encefalomiocarditis (EMCV) Cosavirus humano A
(HCoSV-A)
Virus Polio 1, 2 y 3 (PV1-3), Cosxakievirus (CV), Rhinovirus
humano A, enterovirus 70 (EV-70) Parechovirus humano 1-3
(HPeV1-3)
Virus de la hepatitis A (HAV)
Reoviridae
Sedoreovirinae
Rotavirus
Rotavirus A-G. (RV)
Retroviridae
Deltaretrovirus
Lentivirus
Virus linfotrópicos humanos HTLV-1, HTLV-2, HTLV-3
Virus de inmunodeficiencia humana VIH-1, VIH-2*
Rhabdoviridae
Lyssavirus
Virus de la rabia (RABV)
Alphavirus
Virus de la encefalitis equina venezolana (VEEV), virus
chikungunya (CHIKV)
Virus de la rubéola (RUBV)
Picornaviridae
ARN
Togaviridae
Rubivirus
*El virus de la inmunodeficiencia humana es conocido más universalmente bajo sus siglas en inglés
HIV-1 y HIV-2.
Nota: la clasificación comprende cuatro órdenes de importancia médica: Herpesvirales, Nidovirales,
Picornavirales y Mononegavirales no presentes en esta tabla.
Capítulo 2
Replicación viral
Clasificación de las partículas virales según tipo de
genoma
A partir del desarrollo de la biología molecular, se ha prestado mucha
atención al genoma de las partículas virales y a las interacciones que tienen
los miembros de una misma familia viral con la célula huésped. La
cinética de replicación viral varía dependiendo del tipo de genoma que
posea el virión, lo cual permite inferir los mecanismos de interacción
virus/célula de un virus desconocido a partir de hallazgos presentes en
virus con características genéticas similares. En la tabla 2.1 se observan las
diferentes familias virales con el correspondiente tipo de material genético.
La característica primordial de los virus es comportarse como parásitos
intracelulares obligados. El material genético viral debe ingresar a la célula
hospedera para que tenga lugar el conjunto de eventos necesarios para
generar nuevas partículas virales, estos sucesos se denominan ciclo de
replicación viral. Por convención, se designan cadenas genómicas de
sentido positivo (+) aquellas moléculas de ARN o ADN que corresponden
en secuencia al ARN mensajero, también nombradas cadenas con sentido.
La producción de partículas virales requiere que la célula sintetice
ARN mensajero (ARNm) con base en la información contenida en el
genoma viral. El ARN de tipo mensajero utiliza la maquinaria biosintética
celular para la síntesis de proteínas virales. La célula eucariota sólo posee
a nivel nuclear las enzimas necesarias para producir ARN mensajero, a
partir del ADN de doble cadena. Por esta razón, en caso de que el virus
posea un genoma diferente al ADN de doble cadena, debe aportar a la
célula las enzimas necesarias para la replicación genómica y para la
síntesis de ARNm.
Tabla 2.1. Familias virales según tipo de genoma presente
Tipo de genoma
Virus
Virus tipo
ADN de doble cadena incompleta
Hepadnaviridae
Virus de la hepatitis B
ADN de cadena sencilla
Parvoviridae
Parvovirus B19
ADN de doble cadena
Poxviridae
Herpesviridae
Adenoviridae
Papovaviridae
Viruela, virus del molusco contagioso
HSV-1 y 2, EBV, CMV
Adenovirus respiratorios y entéricos
Virus del papiloma humano
Caliciviridae
Picornaviridae
Togaviridae
Flaviviridae
Coronaviridae
Norovirus, sapovirus
Polio, HAV
Rubéola
Virus dengue, virus de la fiebre amarilla, virus del Nilo
Occidental virus de la hepatitis C.
Coronavirus respiratorios.
ARN de sentido negativo
Paramyxoviridae
Orthomyxoviridae
Bunyaviridae
Rhabdoviridae
Filoviridae
Arenaviridae
Parainfluenza, RSV
Virus influenza A, B y C
Hantavirus
Rabia
Ébola, Marburg.
Junín, Machupo
ARN de doble cadena
Reoviridae
Rotavirus
ARN de sentido positivo
Las proteínas que se sintetizan en el aparato de Golgi son
modificadas mediante procesos de maduración postranslacional, estos
cambios requieren del sistema enzimático presente en los diferentes
componentes del aparato de Golgi (cis, medium y trans Golgi) para
garantizar el adecuado plegamiento molecular; permite los clivajes
proteolíticos y da lugar en la fase final a la proteína madura funcional que
poseerá las funciones de proteína estructural o no estructural (figura 2.1).
Las glicoproteínas virales necesitan del sistema de transporte por medio de
microvesículas para garantizar su localización en la membrana celular;
mientras que otras proteínas que constituyen las cápsides virales realizan
su proceso de síntesis y transporte en el sistema de citosol y dirigidos sólo
por el esqueleto celular.
Las familias virales se organizan de acuerdo con la composición
genómica en siete grupos arbitrarios que se conocen como la Clasificación
de Baltimore (figura 2.2):
•
•
•
Grupo I. Virus con genoma de tipo ADN de doble cadena (Adenoviridae, Herpesviridae,
Papovaviridae, Poxviridae). De estas, las familias Adenoviridae y Herpesviridae se replican
en el núcleo celular. La familia Poxviridae se replica en el citoplasma y posee sus propias
enzimas (ADN polimerasas) para la replicación genómica.
Grupo II. Virus con genoma de tipo ADN de cadena única (Parvoviridae). La replicación
de esta familia viral se efectúa en el núcleo. Se sintetiza la cadena (–) de ADN que a su vez
sirve de molde para las síntesis de cadenas de ARNm y de genomas virales.
Grupo III. Virus con genoma de tipo ARN de doble cadena (Reoviridae). El genoma de los
miembros de esta familia viral es segmentado. Cada segmento se transcribe en forma
independiente para producir ARNm monocistrónico, es decir, capaz de sintetizar una sola
proteína.
Figura 2.1. Transporte de proteínas entre los distintos compartimentos celulares y en el citosol
Las flechas indican los direccionamientos que tienen los ligandos o las proteínas sintetizados en las
células.
Figura 2.2. Diferentes vías de producción de ARNm en los diferentes tipos virales
ADN: ácido desoxirribonucleico. ARN: ácido ribonucleico. RT: transcriptasa inversa. ADNpol:
ADN polimerasa. csRdRpol: ARN polimerasa dependiente de ARN de cadena sencilla. dcRdRpol:
ARN polimerasa dependiente de ARN de cadena doble.
•
Grupo IV. Virus con genoma de tipo ARN de cadena sencilla y sentido positivo (+)
•
•
•
(Astroviridae, Caliciviridae, Coronaviridae, Flaviviridae, Picornaviridae, Togaviridae). En
el caso de la familia Picornaviridae el ARN es policistrónico, es decir, codifica para varias
proteínas. La traslación resulta en la síntesis de una poliproteína que luego es escindida en
forma autocatalítica para formar las proteínas estructurales y no estructurales. La
transcripción de los virus de la familia Togaviridae es mucho más compleja y requiere dos o
más rondas de traslación.
Grupo V. Virus con genoma de tipo ARN de cadena sencilla y sentido negativo (–)
(Arenaviridae,
Bunyaviridae,
Filoviridae,
Paramyxoviridae,
Orthomyxoviridae,
Rhabdoviridae). Estos virus requieren de una ARN polimerasa ARN dependiente. En caso
de la familia Orthomyxoviridae se producen ARNm monocistrónicos que sirven de molde
para la síntesis genómica. En los virus de cadena única se producen también ARN
monocistrónicos.
Grupo VI. Virus con genoma de tipo ARN de doble cadena, sentido (+) y ADN
intermediario en su ciclo (Retroviridae). Son los únicos virus diploides en los que el ARN
no codifica, sino que sirve de molde para la transcripción inversa.
Grupo VII. Virus con genoma de tipo ADN con ARN intermediario (Hepadnaviridae).
Como los retrovirus, también hacen retrotranscripción, pero a diferencia de ellos se lleva a
cabo durante el proceso de maduración viral.
Como se observa en la figura 2.2, todos los virus, cualquiera que sea
su genoma, confluyen por diferentes mecanismos de transcripción en la
producción intracelular de ARNm para la traducción final a proteínas
virales.
Multiplicación viral
Para comprender la patogenia de la infección viral es importante conocer
cuál es la secuencia de acontecimientos que ocurren en el interior de la
célula huésped. Si bien los pasos que se enumeran a continuación no
representan un esquema rígido y único en el interior de la célula infectada,
sí sirven como organigrama mental para entender cómo funcionan los
virus y algunos mecanismos patogénicos.
El ciclo replicativo en el cual hay producción de progenie viral y
liberación de partículas normalmente por lisis de la célula hospedera, se
denomina ciclo lítico. La sola destrucción de tejido por la replicación viral
es un mecanismo que puede llevar al daño tisular y a la falla orgánica por
lesión del tejido noble. En la fase inicial, ocurre lo que se conoce como
periodo de eclipse, el cual estaría dado in vitro como el lapso transcurrido
entre la desaparición de los viriones en el medio circundante, la
denudación, la liberación intracelular del genoma viral, sin aparición de
nuevos viriones al interior de la célula. En el ciclo replicativo, también se
define lo que se conoce como periodo de latencia, el cual estaría
comprendido entre la captación de viriones infectantes hasta la aparición
del primer nuevo virión en la célula sin presencia de virus en el medio
circundante. Los periodos de eclipse y latencia pueden hacerse iguales en
el caso de los virus cubiertos que maduran tomando parte de la membrana
celular.
Los pasos esenciales en la multiplicación viral, son los siguientes:
1.
2.
Aproximación o acercamiento. Para iniciar el proceso infeccioso la partícula debe tener
acceso a la superficie de la célula blanco u hospedera. El virión presente en las secreciones o
material contaminado debe tener acceso a las células hospederas en los tejidos específicos
para iniciar el proceso infeccioso. Aquí son importantes las cargas eléctricas presentes en la
superficie del virión y de la célula y la fluidez de las membranas celular y viral.
Unión o adsorción. Es el encuentro entre el virión y la célula blanco, que tiene lugar
debido a elementos complementarios presentes en el virión y la célula hospedera. De un
lado, el virus aporta las proteínas de unión (viral attachment units) y por otro lado, las
células aportan los receptores de membrana (figura 2.3). Este paso involucra el concepto de
afinidad entre virión y célula, lo que explica el porqué los virus pueden ser selectivos de
hospedero, órgano o tejido (tropismo) y el porqué hay agentes que causan infecciones
localizadas a las mucosas (p. ej., virus respiratorios o entéricos) o infecciones
generalizadas (p. ej., rubéola, sarampión).
La afinidad viral puede estar dada por pequeñas secuencias de aminoácidos localizadas en
un solo péptido, que reconocen un sitio específico en la membrana de la célula permisiva o
por zonas antigénicas contiguas pertenecientes a varias proteínas virales. Los diferentes
agentes virales utilizan diversos receptores presentes en células de distintos linajes (tabla
2.2).
Figura 2.3. Receptores de membrana utilizados por algunos agentes virales
PVR: receptor del virus polio. CAR: receptor de virus Coxsackie-Adenovirus.
LDL: lipoproteína de baja densidad. CD: cluster de diferenciación.
Tabla 2.2. Ejemplos de proteínas virales de unión, fusión y receptores celulares. VP: proteína
viral, gp: glicoproteína
Virus
Receptor
Antirreceptor
Fusión
Polio
PVR (CD155)
VP1
NA
Rhinovirus
ICAM
VP1+VP3
NA
Otros rhinovirus
LDL
VP1
NA
Inmunodeficiencia humana
CD4 + CXCR4
gp120
gp41
Influenza
Residuo de ácido siálico en glicoproteínas
Hemaglutinina
Hemaglutinina
Sarampión
CD150
Hemaglutinina
Proteína de fusión
Existe una gran variedad de proteínas receptoras en la membrana celular, entre ellas, las
moléculas de la superfamilia de las inmunoglobulinas (CD4, PVR [por polio virus receptor],
CAR [por Coxsackievirus, Adenovirus receptor], CD46), integrinas, proteoglicanos, ácido
siálico o neuramínico, receptores de lipoproteínas de baja densidad (LDL), etc. Algunos
virus requieren más de una proteína para ingresar a la célula hospedera como es el caso del
virus de inmunodeficiencia humano (VIH), que utiliza como receptor a la molécula CD4 y
como correceptor a moléculas receptoras de quimioquinas (CXCR4).
La unión al receptor sirve para ligar la partícula viral, mientras que la unión al correceptor es
necesaria para desencadenar la endocitosis o penetración viral. La interacción entre el virus
y el receptor conlleva a la señalización intracelular, secreción de citoquinas, apoptosis,
estímulo de la respuesta inmune o por el contrario inmunosupresión (figura 2.4).
Diferentes citoquinas estimulan el sistema Janus quinasa (JAK) y la vía del sistema
transductor y activador de la transcripción (STAT). El interferón β es un tipo de interferón
tipo II que responde bajo la vía del sistema JAK-STAT. Estas vías involucradas funcionan
según la lógica en las que la unión de residuos de citosina al receptor JAK fosforila el STAT
lo cual lleva a su dimerización y translocación hasta el núcleo y la activación del sistema de
transcripción. En la figura 2.4 se muestra la unión del ligando, la dimerización del receptor y
la activación del sistema Jak1 y Jak2. La fosforilación del sistema STAT1 produce su
dimerización, su translocación al núcleo y la expresión de los genes blancos estimulados.
Muchos virus (dengue, respiratorio sincicial, hepatitis C, hepatitis D, papilomavirus,
adenovirus, etc.) tienen la información necesaria para modular o inhibir las vías de
señalización del sistema interferón del hospedero, estos agentes interfieren con los
componentes que participan en la expresión de genes modulados por el interferón (ISRE por
interferon-sensitive response element), tales como los que codifican para STAT1, STAT2,
JAK1 o TYK2. La figura 2.4 también muestra la secuencia de ADN consenso (llamada
secuencia GAS).
Figura 2.4. Sistema de señalización celular
Los sistemas de señalización transmiten información desde el exterior de la célula, a través de la
membrana, hasta el interior. Las señales producidas ayudan a la activación de promotores celulares
que a su vez activan la actividad de trascripción celular que conlleva a cambios funcionales en la
célula.
Algunos virus tienen un espectro amplio de órganos y tejidos que pueden verse afectados
durante el curso de la infección, esto hace que la identificación de receptores para la unión
viral sea en extremo complicada. Un modelo de señalización asociada a la unión al receptor
lo constituye el sistema de citomegalovirus humano (HCMV). Recientemente se han
postulado como receptores y mediadores de señalización del HCMV a las integrinas α2β1,
α6β1 y αvβ3. Las integrinas se encuentran actuando en forma sinergística con los sistemas
de señalización de los factores de crecimiento epidérmico (EGF), esta proteína está asociada
a los sistemas de señalización de la fosfatidil inositol 3 hidroxi quinasa, a la proteína G y a la
cascada del sistema MAPK (por mitogen activated protein kinases) que actúa por intermedio
3.
de Ras y Raf. Además del estímulo de la vía proinflamatoria, el sistema de señalización del
EGF permite desencadenar los procesos de remodelamiento del citoesqueleto de actina, lo
que estimula la endocitosis viral.
Penetración o entrada del virión. Las partículas virales tienen como misión básica ingresar
el material genético a la célula permisiva con el fin de generar nuevas partículas virales que
permitan generar nuevos procesos infecciosos en nuevas células o nuevos hospederos. En
los bacteriófagos, la cápside viral permanece en la superficie y sólo penetra el ácido
nucleico, mientras que en los virus animales toda la partícula viral o sus componentes
internos ingresan al interior de la célula.
En los organismos complejos, como el humano, los virus pueden penetrar a su hospedero a
través de las superficies corporales (piel y membranas mucosas). La piel intacta constituye
una barrera protectora para el ingreso de viriones por ser una superficie seca, medianamente
ácida y con presencia de bacterias saprofitas. Las superficies mucosas presentan una serie de
obstáculos para el ingreso de viriones, a saber:
•
Las partículas permanecen atrapadas en el contenido de la luz (moco, contenido
alimenticio) y no alcanzan la capa epitelial.
•
El virión es sometido a un medio hostil (acidez, alcalinidad, presencia de enzimas).
•
El epitelio intacto puede constituir una barrera por las uniones intercelulares estrechas
entre sus elementos constitutivos.
•
Finalmente, los viriones son eliminados por células fagocíticas y anticuerpos que
elimina la infectividad.
Los virus animales, una vez superadas las barreras descritas, deben atravesar al menos dos
unidades de membrana celular. Esta entrada no es fácil por cuanto las membranas son
barreras efectivas para el transporte de proteínas y ácidos nucleicos. Los virus han
desarrollado varios mecanismos para ingresar la información genética a las células. Primero,
por un mecanismo de englobamiento endocitócico que se conoce como viropexis (figura
2.5) o en el caso de virus cubiertos por un fenómeno de formación de endosomas o por
fusión de membranas (figura 2.6). Los endosomas son organelos de membrana que se
forman luego que el virión ha realizado una endocitosis mediada por receptores celulares. Se
ha propuesto un mecanismo de penetración directa o translocación en caso de virus
desnudos. Es importante anotar que el fagosoma resultante puede inhibir la unión de los
lisosomas (p. ej., Semliki Forest virus) o permanecer indemne, sin que se vea alterado el
genoma viral por las diferentes enzimas presentes en el contenido del lisosoma. Los
adenovirus tienen como proteína de unión la porción globular localizada en la fibra receptor
la proteína CAR (por Coxsackievirus and Adenovirus Receptor) y como correceptor
integrina αvβ3 y αvβ5. La unión ocurre como un evento secuencial en la que la unión con el
receptor expone áreas de las proteínas virales que permiten la interacción con el correceptor.
La unión del virus a la integrina facilita la migración del complejo virus receptor hasta las
cavidades revestidas de clatrina de donde son llevados a los endosomas (figuras 2.6 y 2.7).
Algunos virus (sarampión, VIH), tienen la particularidad de desplazarse en forma
intercelular a partir de una célula infectada a una no infectada dentro del mismo hospedero.
Las mismas proteínas virales encargadas de la unión son importantes en este mecanismo de
fusión que lleva a generar células multinucleadas denominadas sincicios (figura 2.8).
Figura 2.5. Sistema de señalización celular que conlleva a la entrada del virión
Unión del virus a las integrinas e interrelación posible con algún factor de crecimiento (GF),
estímulo del sistema MAPK, fusión de membranas, transporte de la cápside viral. EGF: factores de
crecimiento epidérmico. P13K: fosfato quinasa. Ras: proteína G monomérica GTPasa. Raf: serinatreonina quinasa. MEK y ERK: proteínas de la familia MAPK. MOTC: centro organizador de
microtúbulos.
Figura 2.6. Mecanismo de unión y entrada de un virus desnudo (adenovirus) a las células
hospederas
1. Unión al receptor CAR y correceptor integrina αvβ3/5. 2. Formación de una caja de clatrina. 3.
Formación del endosoma. 4. Denudamiento de la partícula viral y liberación del genoma.
Figura 2.7. Mecanismo de unión y entrada del virus influenza a las células hospederas
1. Unión a los receptores glicoproteicos que poseen ácido siálico o neuramínico. 2. Formación de
vesícula endocitótica. 3. Formación del endosoma. 4. Denudamiento de la partícula viral y
liberación de los segmentos genómicos contenidos en la nucleocápside.
Figura 2.8. Mecanismo de unión y entrada del virus de inmunodeficiencia humana a las
células hospederas
1. Unión al receptor CD4 y correceptor CCR4. 2. Fusión de la membrana viral y celular. 3.
Denudamiento de la partícula viral. 5. Liberación de los dos segmentos genómicos ARN (+) y
enzimas necesarias contenidos en la nucleocápside.
4.
Denudamiento o desensamblaje. Este término define el proceso de remoción o
degradación de la cápside o envolturas virales que permite liberar el ácido nucleico y su
interacción con la maquinaria biosintética de la célula huésped. El denudamiento viral
ocurre en diferentes localizaciones celulares: la membrana celular, en el citoplasma, en los
poros nucleares o dentro del núcleo. El denudamiento facilita la liberación del genoma viral
y su transporte a los sitios apropiados para posibilitar los procesos de traducción,
transcripción y replicación. Este paso implica la pérdida de la estabilidad estructural de la
cápside viral o la fusión de las membranas viral y celular. En algunos virus no hay
5.
degradación de las proteínas de la cápside viral, pues ellas son indispensables para la
transcripción y replicación. Las señales que permiten este proceso son causadas por la unión
del virión al receptor o la exposición de la partícula viral a un ambiente de pH bajo regulado
(6,3 6,5), como el que se encuentra en los endosomas o el que es generado por algunas
proteínas virales que se comportan como bomba de protones. La disminución del pH facilita
cambios conformacionales mayores de las proteínas de unión y la proyección de un péptido
de fusión. Otras condiciones reductoras son propiciadas por las bajas concentraciones de
Ca++, la acción de ATPasas que bombea protones del citosol a la luz del endosoma y la
unión con moléculas receptoras en el citosol. En Alphavirus se ha descrito la presencia, en
las células no infectadas, de factores celulares de denudamiento. Otra explicación para la
pérdida de arquitectura viral, es que el proceso de ensamblaje y denudamiento se realice en
compartimentos celulares diferentes, lo cual explica la disociación de las uniones
establecidas entre las proteínas.
Transporte intracelular. Una vez en el interior de la célula el virus o su genoma es
transportado a una localización particular para llevar a cabo los eventos de traducción,
transcripción y replicación. Para llegar a su destino el virus utiliza los sistemas de transporte
de la célula (el citoesqueleto) y la red de microtúbulos. Algunas proteínas virales tienen
secuencias de aminoácidos que son importantes para unirse a los microtúbulos.
Figura 2.9. Transporte de la nucleocápside a lo largo del sistema de microtúbulos
La nucleocápside es transportada desde las extremidades (+) en la periferia a las extremidades
(–) localizadas en el MTCO (centro organizador de microtúbulos o centrosoma).
Los microtúbulos son proteínas cilíndricas con una luz central compuestas de α y β tubulina.
Tienen dos extremos denominados positivos(+) y negativos (-); los extremos + se
encuentran en la periferia de la célula, mientras que los extremos – se unen a los
centrosomas celulares (figura 2.9). Las estructuras virales se transportan de la periferia (+) al
centrómero (-) a una velocidad de 1-4 mm por segundo.
Las moléculas acopladas al sistema de transporte son la dineína y el complejo adaptador de
6.
la quinesina. La dineína mueve las partículas desde la periferia hasta el sitio organizador,
situado cerca del núcleo. En el núcleo celular las estructuras del poro nuclear sirven de
guardianes controlando la entrada y salida del material desde y hacia el núcleo. El poro
nuclear es una estructura que permite el paso de elementos hasta de 25 nm de diámetro, está
compuesto de un conjunto de 50 proteínas entre las que se destacan las proteínas portadoras,
denominadas importinas y exportinas.
Transcripción. Es el proceso por el cual se transfiere la información genética de una
secuencia de nucleótidos presentes en una molécula de ácido nucleico a otra. Este paso
requiere la formación de un ARNm a partir de una molécula de ADN o la formación de una
cadena de ARN complementario, en caso de virus con genoma en forma de ARN
monocatenario de polaridad negativa (figura 2.10).
En los virus que poseen ARN de polaridad positiva, es decir, que el genoma se comporta
como un ARNm (familias Togaviridae, Picornaviridae), este va a ser usado directamente
para la síntesis de proteínas, sin necesitar la síntesis de ácidos nucleicos complementarios.
En los virus con ARN de polaridad negativa, como los de las familias Rhabdoviridae,
Paramyxoviridae y Orthomyxoviridae, el material genético posee la secuencia de
nucleótidos necesaria para la síntesis del ARN complementario, el cual funciona como
mensajero. Como ya se enunció previamente, este tipo de virus con ARN (–) requiere de una
ARN polimerasa ARN dependiente (transcriptasa), enzima que es codificada por el genoma
viral.
Figura 2.10. Localización de las enzimas celulares y virales encargadas del proceso de
transcripción
cs: cadena sencilla dc: doble cadena. RdRpol: ARN polimerasa ARN dependiente. Pol: polimerasa.
RT: transcriptasa inversa.
Para producir ARN mensajero o para la replicación genómica, los virus ARN poseen una
enzimas que se denominan ARN polimerasas ARN dependientes. Estas enzimas cumplen
con funciones de replicación cuando el oficio es la de copiar el ARN viral para formar
nuevos genomas. Cuando las enzimas producen ARNm se dice que tienen una función de
transcripción. La mayoría de los virus ADN se multiplican en el núcleo y dependen de ARN
polimerasas celulares dependientes ADN (ADNpol o RNApol II). La transcripción se lleva a
cabo en el citosol o en el núcleo celular, dependiendo de las enzimas que sean requeridas
para tal efecto, en caso de virus de la familia Poxviridae, la transcripción se desarrolla en el
citoplasma, ya que este virus ADN posee su propia ADN polimerasa. En cualquiera de los
casos hay genes tempranos o de lectura rápida y genes tardíos o de lectura en fase final del
7.
ciclo. El genoma viral como el genoma de eucariotas posee secuencias promotoras y
secuencias potenciadoras (en inglés enhancer) que permiten controlar la expresión de los
genes virales. Las regiones promotoras están sujetas a la acción de factores de transcripción,
como el factor de transcripción IID (TFIID por transcription factor IID) que se une a
secuencias conocidas como cajas TATA (TATAA/TAA/TA/G). Entre los factores de
transcripción que se unen a las secuencias potenciadotas están AP-1 y AP-2 (AP por
activator protein), Sp1 (Sp por stimulatory protein) y NFkB (por nuclear factor kappa B).
Traducción. La mayoría de ARNm virales tienen una caperuza o capuchón metilado en su
extremidad 5’ (7MetG5’ppp5’Np) y también pueden estar poliadenilados en su extremidad
3’. Estas secuencias juegan un papel importante en el inicio de la traducción. El extremo
metilado (cap) ayuda a transportar el ARNm del núcleo al citoplasma, protege el ARNm de
la degradación por exonucleasas y es necesario para iniciar la traducción.
El extremo cap es importante para la unión con al menos una docena de factores de
iniciación de la traducción (eIF por eukaryotic initiation factor), con el aminoácido metilado
transportado por los tARN y con la subunidad 40S del ribosoma (figuras 2.11 y 2.12). La
extremidad poliadenilada es importante en la unión con proteínas que unen poli-A y
permiten la circularización del ARN, lo que favorece la traducción. Algunos ARNm inician
la traducción por unión de la subunidad 40S a estructuras tridimensionales formadas por la
complementariedad de nucleótidos entre la misma estructura del ARN, estas estructuras se
denominan IRES (por Internal Ribosomal Entry Site) situadas en contracorriente del punto
de iniciación de la síntesis proteica (figura 2.11).
Figura 2.11. Iniciación del proceso de traducción del ARNm con una estructura IRES en 5’
Figura 2.12. Traducción del ARNm metilado en 5’
1. A la caperuza en 5’ y a la subunidad 40S del ribosoma se unen los factores de transcripción. 2. El
complejo escanea la secuencia de nucleótidos en sentido 3’ y cuando se encuentra con la secuencia
de iniciación AUG, se liberan los eIF y se comienza la síntesis de proteína.
La traducción es el proceso por el cual se sintetiza una cadena polipeptídica a partir de la
información genética presente en el ARNm. La información presente en los cuatro
nucleótidos se organiza en 64 diferentes tripletas o codones que son traducidos en uno de los
veinte diferentes aminoácidos. El ARNm es traducido en proteínas durante dos periodos de
tiempo simultáneos y con límites no muy bien definidos. Durante la traducción de
proteínas tempranas, se sintetizan proteínas con función enzimática o reguladora de la
función celular y durante la fase tardía se sintetizan proteínas estructurales que formarán
parte de la partícula viral. En algunos modelos de replicación (Picornaviridae, Togaviridae),
el ARN es de tipo monocistrónico y permite la síntesis de un gran péptido que sufrirá los
clivajes correspondientes por parte de proteasas celulares o de origen viral (proceso
autocatalítico) para dar lugar a las diferentes proteínas.
Como los ARNm celulares, la mayoría de los ARNm virales son monocistrónicos, es decir,
que poseen un solo marco abierto de lectura (ORF). Los ARNm bicistrónicos tienen dos
marcos abiertos de lectura, por lo que las proteínas que codifican poseen secuencias
disímiles de aminoácidos. La traducción se puede hacer en los ribosomas libres en el citosol
o en ribosomas asociados al aparato de Golgi, durante el proceso se producen
modificaciones cotranslacionales y postranslacionales como son la glicosilación, acilación o
fosforilación.
La glicosilación consiste en la adición de oligosacáridos en la cadena polipeptídica (figuras
2.13 y 2.14). La O-glicosilación es la adición de estos oligosacáridos en los grupos hidroxilo
de la serina y treonina, mientras que la N-glicosilación adiciona estos grupos en los residuos
amino de la asparagina. La N-glicosilación involucra el reconocimiento de secuencias de
aminoácidos específicas (Asn-X-Ser/Thr) en una fase muy temprana de la síntesis
proteica. La O-glicosilación tienen lugar en el retículo endoplásmico rugoso y la Nglicosilación se produce en el aparato de Golgi. Las enzimas encargadas de esta reacción son
glicosiltransferasas como la α manosidasa I o II y la galactosiltransferasa. El orden de los
oligosacáridos adicionados dependerá del orden de las enzimas encargadas del proceso. Los
residuos adicionados son la galactosa, manosa, N acetilneuramínico (ácido siálico), a-D-Nacetil glucosamina, N-acetil galactosamina y α-L-fucosa.
Figura 2.13. Esquema del proceso de O-glicosilación sobre residuos de serina o treonina
Asp: asparagina. X: cualquier aminoácido. Ser: serina. AGl: N acetilglucosamina.
Man: manosa. AGal: N acetilgalactosamina. Fuc: fucosa.
Figura 2.14. Esquema del proceso de N-glicosilación sobre residuos de asparagina
AGl: N acetilglucosamina. Man: manosa. AGal: N acetilgalactosamina. ANe: ácido siálico o
neuramínico.
La N-glicosilación juega un papel importante en la biología de la partícula viral.
Su presencia es fundamental en mecanismos de evasión de la respuesta inmune (figura
2.14). En virus Hendra, coronavirus, influenza, hepatitis B y virus del Nilo Occidental, es
crucial en los procesos de entrada a la célula hospedera, en el procesamiento proteolítico y
transporte de las proteínas virales al interior de la célula infectada.
8.
El proceso de glicosilación involucra etapas sucesivas de transferencia, adición y remoción
de residuos oligosacáridos. Las glicoproteínas de membrana de una gran variedad de virus
(gp120 de HIV, hemaglutinina de virus influenza, proteína G del virus de la rabia, gpC, gpG
del virus herpes) se encuentran glicosiladas. Algunas proteínas superficiales de virus
desnudos como la proteína VP7 del rotavirus también se encuentran glicosiladas.
La acilación es la adición en la cadena polipeptídica de grupos acilo (R-CO) sobre los
residuos amino de la glicina localizada en el residuo amino terminal. El grupo acilo terminal
más frecuentemente adicionado es un grupo mirístilo para lo cual se requiere de una enzima
del hospedero, denominada N-miristoil transferasa (figura 2.15). Otras formas de acilación
implican la unión covalente de ácidos grasos de tipo ácido palmítico a los residuos de serina
citoplásmicos. Ejemplos de proteínas virales aciladas son la proteína gag del VIH y la
proteína VP4 del virus polio.
La fosforilación es la adición de grupos fosfato de un nucleótido como el ATP a los
residuos O u OH de aminoácidos como la serina, treonina o tirosina. La fosforilación cambia
la conformación, estabilidad, actividad y localización de la proteína viral. La reacción
enzimática es catalizada por las protein quinasas de origen viral como la tirosina quinasa del
virus herpes simple o quinasas celulares. Algunas proteínas del tegumento de virus de la
familia Herpesviridae y la fosfoproteína del virus de la rabia son ejemplos de proteínas
fosoforiladas.
Replicación del material genético. La replicación genómica puede hacerse en el citoplasma
o al interior del núcleo celular, dependiendo de la localización de las enzimas necesarias
para catalizar este paso. En esta fase se producen las copias genómicas necesarias para
formar la progenie viral. Por lo general, los virus ADN copian sus genomas directamente del
ADN y los virus ARN copian sus genomas de ARN. La secuencia genómica tiene al menos
un sitio ORI (por Origen de Replicación) que es el sitio en donde se inicia la replicación. La
síntesis de ARN o ADN viral sigue un esquema semiconservativo, en la que una cadena
genómica sirve de molde para la síntesis de una cadena con bases complementarias.
Figura 2.15. Esquema del proceso de miristoilación
En el caso de los virus con genoma de tipo ADN, estos utilizan durante esta fase las ADN
polimerasas ADN dependientes propias de la célula presentes en el núcleo celular. Los virus
de la familia Poxviridae poseen su propia ADN polimerasa, razón por la cual se replican en
el citoplasma de la célula hospedera. El complejo proteico de replicación de los virus ADN
posee al menos tres proteínas: la helicasa que separa la doble hélice, las proteínas de unión a
la cadena sencilla de ADN que mantienen separadas las hebras genómicas y la ADN
9.
10.
polimerasa.
En el caso de los virus cuyo genoma se encuentra en forma de ARN, se utilizan replicasas
que tienen como función la formación de ARN a partir de cadenas complementarias que
sirven de molde o templete. Durante esta fase, los virus ARN llevan a cabo la replicación del
ARN viral, generándose ARN a partir de ARN, algo exclusivo de los virus. Los virus ARN
(–) llevan a cabo la síntesis de ARN de cadena complementaria, ARN (+) o antigenómica,
que a su vez también sirve de molde para la síntesis de ARN genómico (–). En el caso de los
virus con genoma de tipo ARN de sentido positivo (ARNm), el ARN (–) producido no es
más que un intermediario replicativo. Para catalizar este proceso se requiere de ARN
polimerasas dependientes de ARN o replicasas que son codificadas por el virus. En el caso
de virus ARN de cadena doble (familia Reoviridae), el genoma se replica de una manera
conservativa en el que la doble cadena del virus infectante es conservada (figura 2.10).
Síntesis proteica tardía. En esta fase las proteínas son sintetizadas en la célula infectada
después de que ha ocurrido la replicación de los nuevos genomas virales. Los ARNm tardíos
se sintetizan a partir de las nuevas copias genómicas, por lo que el número de copias de
ARNm es abundante, así como el número de copias de proteína producida.
El proceso de replicación se desarrolla en diferentes compartimentos celulares que se
encuentran distantes entre sí, por lo tanto necesitan de componentes celulares para este tipo
de desplazamiento entre compartimentos. Durante la fase de síntesis de proteínas tardías, se
sintetizan las proteínas estructurales del virión que son transportadas al sitio de ensamblaje
por un sistema de vesículas como se observa en la figura 2.16.
A partir 1970 se tiene evidencia microscópica de la relación entre los componentes virales y
los diferentes elementos del citoesqueleto celular; estos hallazgos fueron corroborados con
estudios que utilizaron medicamentos que alteran el citoesqueleto y con técnicas de marcaje
que emplearon la proteína fluorescente verde. Las proteínas de los microtúbulos, los
microfilamentos y los filamentos intermediarios, se observa que son fundamentales en los
procesos de ingreso y transporte retrógrado (de la membrana plasmática al centro de la
célula) de la partícula viral, así como en el transporte anterógrado (del centro de la célula a
la periferia) durante el ensamblaje y liberación de los viriones formados.
Ensamblaje. Una vez que se ha sintetizado un número abundante o umbral de proteínas
virales estructurales y copias genómicas al interior de la célula infectada, se lleva a cabo el
ensamblaje de las nuevas partículas virales. El número de proteínas virales que constituyen
la cápside puede ser de una o más de una decena de subunidades estructurales distintas. El
ensamblaje viral involucra la formación de un andamiaje proteico transitorio que no aparece
en el virión maduro.
Durante esta fase hay organización de las macromoléculas virales (proteínas y ácidos
nucleicos) tendientes a la formación de viriones maduros, hay formación de inclusiones que
forman verdaderas fábricas virales. En el caso de partículas virales con envoltura, las
glicoproteínas son transportadas por un sistema de vesículas hasta la membrana plasmática,
y la nucleocápside se organiza y ensambla por debajo de esta unidad de membrana celular
(figuras 2.16 y 2.17). En el caso de virus desnudos, la cápside se ensambla alrededor del
genoma viral.
Figura 2.16. Se muestra el transporte del material proteico viral en vía de síntesis, utilizando
el sistema de microvesículas
El transporte se produce a partir de compartimentos vesiculares donantes y aceptores del aparato de
Golgi. Snare A y B, Snaps y Nsf: proteínas solubles de unión y tráfico de proteínas.
Los diferentes elementos constitutivos de la partícula viral se cito localizan en zonas
celulares en donde se realiza el proceso de ensamblaje y formación de viriones (figura 2.18).
Por lo tanto, durante el ensamblaje, los virus que egresan por gemación o los que tienen
glicoproteínas en su membrana, hace que exista una gran expresión de antígenos virales
sobre la superficie de la membrana celular. Las proteínas estructurales expresadas en la
membrana plasmática se constituyen en antígenos que pueden ser el blanco de los
anticuerpos y el complemento. Adicionalmente, todas las proteínas sintetizadas en la célula
hospedera, son procesadas en el interior de los proteasomas y presentadas en el contexto de
las proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I (MHC I), lo cual permite
identificar la célula infectada por parte de los linfocitos T citotóxicos. Durante el ensamblaje
viral se pueden incorporar proteínas celulares en la estructura viral, pero este fenómeno no
ha sido descrito para el caso de las familias Orthomyxoviridae, Bunyaviridae,
Coronaviridae, Arenaviridae, Flaviviridae y Togaviridae, fenómeno que también puede
ocurrir y solo sea una falta de estudio de estos modelos virales.
Figura 2.17. Esquema del proceso de ensamblaje de las partículas virales
1. Las proteínas estructurales y las copias genómicas son transportadas hacia un lugar de la célula
gracias a la presencia de códigos postales apropiados. 2. Las partículas se estructuran y ensamblan.
3. Las partículas son liberadas de la célula.
Figura 2.18. Modelo hipotético que muestra en forma esquemática la interrelación de las
proteínas estructurales de membrana
(hemaglutinina [HA1, HA2]) y matriz (M1), el ARN viral (ARNv) y la nucleoproteína (NP) del
virus Influenza
11.
Liberación. Una vez formados los nuevos viriones tiene lugar la salida de las nuevas
partículas hacia otras células del huésped, lo que permite reiniciar de nuevo el ciclo
replicativo. Hay dos procesos por los cuales los virus pueden ser liberados de la célula
infectada: la citólisis y la gemación. La citólisis es el mecanismo de liberación de la mayoría
de virus desnudos, mientras que la gemación es el proceso empleado para el egreso de la
mayoría de virus cubiertos.
Algunos virus producen proteínas que retardan el proceso de muerte celular, prolongando el
periodo de replicación viral y otros virus producen proteínas apoptóticas, lo que produce la
muerte celular y la liberación de los nuevos viriones. La mayoría de virus desnudos son
liberados por ciclo lítico. La gemación es un proceso de salida que puede tener poco o
ningún efecto sobre la célula hospedera. La gemación es una endocitosis inversa que,
aunque no produce daño a la membrana celular, puede conllevar a infecciones latentes. El
transporte de proteínas virales se hace por el sistema de vesículas celulares y durante este
transporte, el virión puede renovar su membrana en diferentes unidades de membrana
celular hasta fusionar con la membrana plasmática. Los virus cubiertos (Retroviridae,
Paramyxoviridae, Orthomyxoviridae, Coronaviridae, Rhabdoviridae, Bunyaviridae y
Hepadnaviridae) son liberados mediante procesos de gemación. Finalmente, algunos
viriones como el VIH escapan al sistema de vigilancia inmunológica, ya que no se liberan al
medio circundante, sino que más bien difunden de células infectadas a células adyacentes no
infectadas, en donde se inicia un nuevo ciclo de replicación.
Figura 2.19. Esquema general de modelos de replicación viral en virus ADN y ARN
Los virus están diseñados para ingresar a la célula hospedera por la adhesión existente entre
receptor y ligando, para evitar que el virus permanezca adherido a la membrana de la célula
hospedera luego de un ciclo replicativo, ha generado un mecanismo de destrucción de
receptores celulares por actividad de enzimas como la neuraminidasa. Las diferentes fases
de este ciclo se pueden observar en forma resumida en la figura 2.19.
En bacteriófagos existe otra forma de ciclo infeccioso viral
diferente al ciclo lítico. Esta forma, denominada ciclo lisogénico, se
caracteriza por la integración del genoma del bacteriófago con el genoma
de la bacteria. Esta integración puede hacerse en secuencias preferidas
(como es el caso del fago lambda de Escherichia coli), de manera
indiscriminada en el interior del genoma del huésped, con ayuda de una
transposasa µ (en el caso del fago Mu1), como plásmido (en el caso del
fago P1) o finalmente mantenerse como profago o como plásmido (en el
caso del fago P4). El genoma viral integrado se denomina un provirus, este
genoma integrado puede expresar ciertas funciones virales sin lisar la
célula. La represión en su expresión puede ser inhibida por factores
externos y conllevar a un ciclo lítico. Algunas de las sustancias represoras
que mantienen el provirus y previenen al genoma viral de ser destruido en
el interior de la célula huésped son sintetizadas por el genoma viral.
En la patología médica, el ejemplo más claro de enfermedad causada
por esta relación célula/ huésped y virus es la difteria. El Corynebacterium
diphtheriae es infectado por un profago que codifica para una exotoxina
A-B y que se expresa en el momento en que el bacteriófago pasa de su
ciclo lisogénico a su ciclo lítico. Este fenómeno permite diferenciar a las
cepas no portadoras del profago (diphteroides) de aquellas patógenas
(productoras de toxina). Las bacterias expresan la toxina en condiciones en
las cuales existen bajas concentraciones de hierro en el medio. Esta
regulación férrica sugiere que el papel de la toxina es el de proveer hierro a
la bacteria. La figura 2.20 resume el ciclo lítico y el ciclo lisogénico de un
bacteriófago. Por estímulos diversos, la bacteria pasa del ciclo lisogénico
al ciclo lítico, con la producción de bacteriófagos.
Figura 2.20. Ciclos lítico (A) y lisogénico (B) de un bacteriófago
A: 1. El bacteriófago infecta la célula e inicia un ciclo replicativo con inoculación del genoma viral.
El genoma viral permanece individualizado 2. Se hace la síntesis de proteínas y la replicación del
material genético. 3. Se ensamblan las partículas virales y se produce la destrucción e la célula
procariote. B: 4. Al inocularse el material genético del bacteriófago, este se integra con el genoma
bacteriano. 5. La proliferación bacteriana transmite el genoma viral a la descendencia. 6. Algunas
de las células con el genoma viral integrado pueden entrar en fase lítica y producir nuevas partículas
virales.
Aislamiento y cultivo de agentes virales
A diferencia de la mayoría de bacterias (con la excepción de las
Chlamydias y Rickettsias) y hongos, los virus son parásitos intracelulares
obligados, incapaces de crecer en medios de cultivo simples por
enriquecidos que ellos sean. Esto se debe a que los virus demandan para su
multiplicación de la integridad de la maquinaria biosintética de la célula.
Inicialmente se utilizó como método de aislamiento y replicación
viral los animales de laboratorio (ratón, hámster o conejo) y los embriones
de pollo. El aislamiento de los virus necesita usar líneas celulares, que en
términos generales se conoce como cultivo de células. Hacia el inicio de la
década de los cincuenta, John Franklin Enders (1897-1985) y
colaboradores desarrollaron el cultivo celular in vitro que facilitó la
caracterización de partículas virales y la producción de vacunas. Las
vacunas fueron posibles gracias a la producción de grandes cantidades de
virus que mediante métodos de atenuación e inactivación lograron
obtenerse.
Los virus son altamente selectivos en cuanto al tipo de células que
infectan, no todos los virus crecen en un mismo tipo celular; para que el
virus entre en la célula es necesario que se expresen en la superficie de la
membrana celular los receptores específicos y que el grado de
diferenciación celular permita la presencia de factores de transcripción
apropiados. En otros términos, es necesario que las células a ser infectadas
sean susceptibles y permisivas.
Para que una línea celular pueda mantenerse viable, es decir, viva,
sana y permisiva, se requiere de medios químicos que poseen los
nutrientes necesarios para la multiplicación celular (p. ej., sales, glucosa,
vitaminas, coenzimas, factores de crecimiento, etc.). Estos medios
esenciales también deben ser isotónicos, con un pH cercano a 7,4. Debido
a la producción de metabolitos tóxicos, fruto del metabolismo celular, debe
cambiarse periódicamente el medio de cultivo para garantizar la presencia
de los nutrientes necesarios para el metabolismo de la célula. Por su
contenido, el medio de cultivo celular es también un caldo muy apto para
el crecimiento de microorganismos presentes en la muestra clínica o
fácilmente adquiridos durante la manipulación de la línea celular, razón
por la cual, en los laboratorios, se adicionan antibióticos y antimicóticos en
concentraciones inhibitorias del crecimiento microbiano, pero que carecen
de toxicidad para las células.
Los medios de cultivo adolecen de algunos factores de crecimiento
celular que impiden una rápida proliferación de las células cultivadas; por
esta razón, se requiere de la adición de algunos de estos factores presentes
en el suero fetal bovino. La naturaleza de la mayoría de estos factores no
es conocida.
Existen distintos tipos de líneas celulares que se presentan a
continuación:
•
•
•
Cultivo celular primario. Es aquel en el cual las células se obtienen a partir de los tejidos
frescos de animales de laboratorio. Las células se disgregan en células individuales gracias a
la acción de varias enzimas hidrolíticas como la tripsina o la pronasa. Este tipo de células
tiene como ventaja el poder de reproducir una amplia gama de tipos virales y como
desventaja, el no sustentar más que un número limitado de divisiones celulares.
Cultivo de células diploides. Las células diploides poseen un genoma presente en dos
juegos homólogos. Estas células tienen una mayor capacidad de división celular y mantienen
el número original de cromosomas. Son útiles para el diagnóstico y la producción de
vacunas.
Cultivo de células continuas. Estas son células que se han inmortalizado o que son
inmortales por ser originarias de células tumorales o por mutación realizada sobre células
diploides. Algunas derivan de tejidos humanos, pero la mayoría procede de otras especies de
animales o insectos.
Las líneas celulares mantienen in vitro una morfología característica,
y bajo la influencia de la infección viral, adquieren una serie de cambios
(citólisis, redondeamiento, formación de células multinucleadas o de
acúmulos celulares o sincicios), que conforman lo que se conoce como
efecto citopático y que constituyen un valioso elemento de diagnóstico
viral. Si bien este efecto es característico del tipo viral, puede corresponder
también a varios agentes virales y no es específico para ciertas familias
virales. Por otro lado, no siempre la partícula viral va a ocasionar efecto
citopático y la presencia del virus se determina en forma indirecta por
medio de técnicas de hemoaglutinación o hemoadsorción,
inmunofluorescencia o mediante el fenómeno de interferencia viral,
usando partículas virales con efecto citopático conocido sobre la línea
celular utilizada.
Desde la aparición del cultivo celular se ha podido estudiar la
cinética de replicación viral. Si todas las células de una monocapa son
infectadas simultáneamente con un inóculo muy alto (al menos una
partícula viral por célula) se puede seguir la dinámica de replicación viral.
En una fase inicial el virus se va a unir y penetrar a las células, fase que se
conoce como periodo de eclipse. Al interior de la célula tienen que
desarrollarse las diferentes etapas de transcripción, replicación, traducción,
ensamblaje y maduración de las partículas virales que se denomina periodo
de maduración. Finalmente se produce la liberación de partículas virales
desde las células infectadas, periodo denominado de liberación. Algunos
virus como el citomegalovirus no son liberados en su totalidad por lo que
permanece en gran parte asociado a las células. El virus total producido
será la sumatoria del virus libre más el asociado a la célula infectada
(figura 2.21).
Figura 2.21. Cinética de producción de partículas virales al interior de una célula infectada
Lecturas sugeridas
Revisiones
Backovic, M, Rey F. A., 2012. Virus entry: old viruses, new receptors. En Current Opinion in
Virology. feb; 2(1): pp. 4-13.
Carter, J., Saunders, V., 2007. Virology: Principles and Applications. Sussex. England. John Wiley
and Sons.
Cheng, R. H, Miyamura T., 2008. Structured-based study of viral replication. World Scientific.
New Jersey.
Rossman, M. G., Rao, V. B., 2012. Viral molecular machines. Springer. London.
Capítulos de texto y otros artículos de interés
Danthi, P., 2011. Enter the kill zone: initiation of death signalling during virus entry. En Virology
Journal. mar; 411(2): pp. 316-324.
Decroly, E., Feron, F., Lescar, J., Canard, B., 2012. Conventional and unconventional mechanism
for capping viral mRNA. En Nature Reviews Microbiology. dec; 10(1): pp. 51-65.
Flume, G. C., Johnson, D. C., 2012. The importance of entering cells, non trivial solutions for
serious viruses. En Current Opinion in Virology. feb; 2(1): pp.1-3.
Fleury, H. J. A., 2009. Réplication des virus à ARN. En Virologie humaine. París. Francia. Elsevier
Masson: pp. 18-26.
Flint, S. J., Enquist, L. W., Krug, R. M., Racaniello, V. R., Skalka, A. M., 2009. Principles of
Virology: molecular biology, pathogenesis and control. Volumen I. ASM Press. Washington
DC.
Fu, C., Johnson, J. E. 2011. Viral life cycles captured in three dimensions with electron microscopy
tomography. En Current Opinion in Virology. aug; 1(2): pp. 447-454.
Kieft, J. S., 2008. Viral IRES RNA structures and ribosome interactions. En Trends in Biochemical
Science. jun; 33()6: pp. 274-283.
Plemper, R. K., 2011. Cell entry of enveloped virus. En Current Opinion in Virology. aug; 1(2): pp.
1-9.
Sharp, P. M, Simmonds, P., 2011. Evaluating the evidence for virus/host co-evolution. En Current
Opinion in Virology. nov; 1(5): pp. 436-444.
Shors, T., 2011. Understanding Virus. 2a Ed. Boston. EE.UU. Jones and Bartlett Publisher.
Taylor, M. P, Koyuncu, O. O, Enquist, L. W., 2011. Subversion of the actin cytoskeleton during
viral infection. En Nature Reviews Microbiology. jun; 9(6): pp. 427-439.
Trask, S. D., McDonald, S. M., Patton, J. T., 2012. Structural insights into the coupling of virion
assembly and rotavirus replication. En Nature Reviews Microbiology. jan; 10(3): pp. 165-177.
Vigerust, D. J., Shepherd, V. L., 2007. Virus glycosylation: role in virulence and immune
interactions. En Trends Microbiol. may; 15(5): pp. 211-218.
Walsh, D., Mohr, I., 2011. Virus subversion of the host protein synthesis machinery. En Nature
Reviews Microbiology oct; 9(12): pp. 860-875.
Wang, J. H., 2002. Protein recognition by cell surface receptors: physiological receptors versus
virus interactions. En Trends in Biochemical Science. mar; 27(3): pp. 122-126.
Ward, B. M., 2011. The taking of the cytoskeleton one two three: how viruses utilize the
cytoskeleton during egress. En Virology Journal. mar; 411(2): pp. 244-250.
Whelan, S., 2013. Viral replication strategies. En: Knipe, D. M., Howley, P. M., Fields Virology. 6a
Ed. Volumen I. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkinins
Publishers. pp. 105-126.
Sitios web de interés
www.virology.net
http://expasy.org/viralzone
Videos de interés
http://www.youtube.com/watch?v=StYOdR8hOUU
http://www.youtube.com/watch?v=Rpj0emEGShQ&feature=related
http://darwin.bio.uci.edu/~faculty/wagner/movieindex.html
Capítulo 3
Respuesta inmune
a la infección viral
Introducción
Los virus encuentran un medio propicio al infectar organismos
pluricelulares ya que confrontan un ambiente que les permite afectar un
gran número de células permisivas idénticas. Durante miles de años los
organismos de los vertebrados han desarrollado un potente sistema inmune
que posee mecanismos de defensa innatos (no específicos) y adaptativos
(específicos) para controlar a los invasores (figura 3.1). Los elementos de
defensa innata se encuentran siempre listos para iniciar en forma inmediata
una acción de defensa, mientras que los linfocitos T y B encargados de los
mecanismos de defensa específicos, requieren de un tiempo de respuesta
que les permita la proliferación (expansión clonal) y la diferenciación
(generación de células efectoras). Los mecanismos de defensa innatos son
necesarios para la respuesta temprana a la infección, para contener a
algunos agentes que no son eliminados y mantenerlos en estado de
latencia, mientras que los mecanismos de defensa específicos son
indispensables para eliminar el patógeno y las células infectadas.
Los agentes infecciosos y el sistema inmune han evolucionado en
forma paralela, de suerte que se ha establecido un punto de equilibrio entre
ambos. Las infecciones virales han jugado un papel de selección natural
sobre los individuos de una forma eficaz al sistema de vigilancia inmune.
En forma paralela, los individuos que han sido menos capaces para
resolver infecciones virales han muerto.
Figura 3.1. Elementos celulares y humorales involucrados en la respuesta inmune innata y
adquirida
Las células involucradas en la respuesta innata son las células NK, macrófagos, células dendríticas,
monocitos y polimorfonucleares. Las sustancias liberadas son el interferón de tipo 1, el factor de
necrosis tumoral, las citoquinas y quimioquinas, la IL-15 y el complemento. Las células encargadas
de la respuesta inmune específica incluyen los linfocitos T, CD4+ y CD8+, los linfocitos B y los
plasmocitos. Los factores humorales específicos incluyen los anticuerpos de tipo IgM, IgG e IgA.
Abreviaturas. IFN: interferón. TNF: factor de necrosis tumoral. IL-15 interleuquina 15. Ma:
macrófago. DC: célula dendrítica. Mo: monocito. PMN: neutrófilo. NK: célula natural asesina. LT:
linfocito T. LB: linfocito B. Plas: plasmocito. Ig: inmunoglobulina.
El sistema inmune tiene tres funciones fundamentales:
1.
2.
3.
El reconocimiento temprano del agente infeccioso.
La amplificación de la respuesta inmune, mediante mecanismos rápidos de activación.
El control negativo de los mecanismos de respuesta cuando la infección ha cesado.
Los virus al comportarse como parásitos intracelulares obligados,
presentan ciertas particularidades con respecto al tipo de respuesta inmune
que desencadenan en el huésped. Los virus confrontan el sistema inmune
de dos maneras: como antígenos complejos (virus libres) o como antígenos
integrados en células infectadas. Las infecciones por agentes intracelulares
inducen respuesta inmune específica de tipo humoral (generación de
anticuerpos) y celular mediada por linfocitos CD8+ (citotoxicidad); ambos
tipos de respuesta son importantes en la recuperación del proceso
infeccioso.
Mientras que los linfocitos T reconocen los antígenos asociados a
moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I (MHC I)
presentes en la superficie de membrana plasmática, los anticuerpos
producidos por los linfocitos B diferenciados en células plasmáticas, tienen
la posibilidad de reconocer antígenos presentes en la membrana, asociados
a proteínas de membrana (MHC tipo II) o como antígenos solubles.
El tipo de respuesta a la infección viral se encuentra en íntima
relación con las características de la infección viral en el individuo (su
historia natural). El comportamiento in vivo del agente infeccioso, bien sea
ocasionando infecciones localizadas en las mucosas o aún produciendo
infecciones sistémicas, es un factor importante que se relaciona con la
amplitud y la calidad de la respuesta inmune. Si la infección y replicación
virales se limitan a las membranas mucosas, la respuesta desencadenada en
gran medida se relacionará con una respuesta humoral local, con
producción de anticuerpos de tipo IgA secretoria y con la síntesis de
interferón. Por el contrario, si se produce una infección de tipo sistémico,
entran en juego mecanismos de defensa específicos tanto humorales como
celulares.
Es importante tener en cuenta que los mecanismos de respuesta
inmune tienen que ver no sólo con la defensa y protección contra el agente
agresor, sino que también están involucrados con la patogénesis y
gravedad de los cuadros infecciosos, como se discutirá en el capítulo 4
sobre patogénesis de la infección viral.
Respuesta inmune innata
Cuando una célula del organismo se infecta por virus, se desencadena una
respuesta casi inmediata mediada por los sistemas de señalización celular
presentes en la superficie de membrana. La respuesta inmune innata es el
tipo de respuesta que involucra mecanismos de defensa no específicos. Se
denomina respuesta inmune natural, innata o no específica, ya que hace
parte de los sistemas efectores propios del huésped, es decir, son
elementos constitutivos que hacen uso de habilidades preexistentes en el
huésped o de mecanismos rápidamente inducibles. La respuesta innata
permite dar una pronta respuesta a agentes infecciosos a los cuales el
hospedero no se ha expuesto e inmunizado previamente, mientras que la
respuesta inmune adaptativa se desencadena contra este nuevo agente y
puede tardar de cuatro a siete días en hacerse evidente. Esta primera línea
de defensa retarda la replicación del agente invasor, para dar tiempo al
desarrollo de mecanismos inmunes específicos que controlen finalmente la
infección. La respuesta no específica involucra a las citoquinas,
quimioquinas, anticuerpos naturales, el complemento, las colectinas, el
interferón, los factores de necrosis tumoral, la acción de macrófagos y
neutrófilos, las células NK, las células T γδ, los linfocitos T citotóxicos,
sin restricción a proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad
(MHC) y las células T de memoria con reacción cruzada.
El desarrollo de un respuesta inmune innata robusta, la liberación de
citoquinas y el desarrollo del proceso inflamatorio podría estar asociado al
curso benigno o maligno de la enfermedad. El mecanismo de inicio de la
respuesta inmune innata fue mejor comprendido a partir del
descubrimiento de los denominados receptores de tipo Toll (TLR por TollLike Receptors). Estos receptores permiten identificar moléculas presentes
en los patógenos que no tienen contrapartida con las moléculas propias del
hospedero. A continuación se verán algunos aspectos de cada uno de estos
elementos de respuesta inmune natural.
Barreras físicas y químicas
Las diferentes superficies corporales en contacto con el medio externo
poseen una serie de mecanismos físicos y químicos que constituyen una
barrera natural para el ingreso de patógenos. La piel es un órgano muy
importante que no solo se comporta como una barrera física, sino que
posee sustancias como los ácidos grasos que destruyen algunos patógenos
en contacto con ella. El tracto respiratorio posee secreciones mucosas que
constituyen una barrera física, es ayudada por el movimiento ciliar y los
reflejos como el estornudo y la tos. El aparato digestivo tiene un pH muy
bajo en el estómago que destruye algunos patógenos y cambia
bruscamente de pH en el duodeno lo que constituye una segunda línea de
estrés físico, seguido por las enzimas presentes en la bilis y las secreciones
pancreáticas. A nivel genitourinario existe un pH ácido que se asocia como
en el caso de la vagina, con la presencia de una flora microbiana comensal
que mantiene el pH y controla algunas infecciones. El peristaltismo a nivel
entérico y urinario permite eliminar los contenidos fecal y urinario,
constituyéndose en una defensa mecánica que suprime un gran volumen de
patógenos potenciales. En la córnea se producen lágrimas que la lubrican y
adicionalmente la lisozima presente tiene un efecto antibacterial.
Receptores de reconocimiento de patrones (PRR)
Los receptores celulares de reconocimiento de patrones o PRRs (por
Cellular Pattern Recognition receptors) son receptores moleculares que
reconocen patrones moleculares asociados a patógenos PAMP (por
Pathogen Associated Molecular Pattern). Las características estructurales
reconocidas por los PRR incluyen ARN de cadena doble, ARN de cadena
sencilla trifosforilado en 5’ y ADN con extremos CpG no metilados. Entre
los PRRs se reconocen los TLR y los receptores citoplásmicos de tipo
helicasa como RIG-I (por Retinoic Acid Inducible Protein I), MyD88 (por
Myeloid Differentiation primary response protein-88) y los NODs (por
Nucleotide binding Oligomerization Domain). La función principal de las
PRP es la activación de las vías de señalización de la inflamación (figura
3.2).
Figura 3.2. Reconocimiento y sistema de señalización de los receptores de tipo NOD
CARD: dominio caspasa, NOD: dominio de oligomerización y unión de nucleótidos. RD: dominio
represor terminal. LRR: región rica en leucina. PYR: dominio pirina. RRPro: región rica en prolina.
Adaptadores intracelulares (MAVS/IPS1, ASC), quinasas (FADD, TBK-1, IKKi, IKKα, IKKβ,
IKKγ), NFkB: factores nuclear kappa B. DV: virus dengue. WNV virus del Nilo Occidental. HCV:
virus de la hepatitis C. JEV: virus de la encefalitis japonesa. EBV: virus de Epstein Barr. RSV:
virus respiratorio sincicial.
Receptores de tipo NOD (NLR)
Los receptores de tipo NOD son censores intracelulares citoplásmicos
compuestos por 22 proteínas en humanos (CIITA, NAIP, NOD 1-5,
NLRP1-14, NLRX-1). Estas proteínas se expresan en células inmunes
(linfocitos T y células presentadoras del antígeno), aunque también en
células no inmunes de tipo epitelial o mesotelial. Estas proteínas están
compuestas de tres dominios: el primer dominio está compuesto de una
región amino terminal que permite la interacción proteina-proteina
denominada CARD (Caspase Recruitment Domain), una región
denominada PYD (PYrin Domain) y un dominio de transactivación ácida o
BIR (Baculovirus Inhibitor Region). El tercer dominio es el central
constituido por una zona de oligomerización y unión de nucleótidos
(NOD). El extremo carboxiterminal está formado por una secuencia
repetitiva de leucina que detecta los PAMPs.
La región CARD está asociada con la unión a caspasas que juegan
un papel importante en los procesos de apoptosis e inflamación. La región
PYD interactúa con otras proteinas homólogas en procesos de señalización
corriente abajo. Las proteinas que tienen dominios BIR cumplen dos tipos
de funciones: inhibidor de la apoptosis (AIP por Inhibitor of Apoptosis
Protein) e inhibición de la apoptosis neuronal (NIAP por Neuronal
Inhibitor of Apoptosis Protein).
Los primeros NLR identificados fueron NOD1 y NOD2 los cuales
juegan un papel activador de las vías NFκB y MAPK, lo que se manifiesta
como un estímulo positivo para la transcripción y la producción de
mediadores de la inflamación que incluye las citoquinas, factores
quimiotácticos, moléculas de adhesión y moléculas inducibles como iNOS
y Cox-2.
Otro grupo de NLR como las NLRP1, NLRP3 y NLRC4 funciona
uniéndose a proteínas adaptadoras como ASC para activar la caspasa-1;
esta activación permite a su vez el clivaje de la pro-IL-1β y la pro-IL-18,
cuyas formas biológicas activas (IL1β y IL-18) inician el proceso
inflamatorio. El NLRP3 se ha observado que responde ante la presencia de
patógenos como el adenovirus y los virus influenza y Sendai.
El inflamasoma es un complejo proteico oligomérico que está
implicado en la respuesta inmune innata por medio de la activación del
proceso inflamatorio. La composición proteica del inflamasoma es
variable y depende del estímulo inflamatorio inicial que induce el proceso
inflamatorio. Así por ejemplo, en caso de estímulo por el ARN de cadena
doble el inflamasoma se compone de Caspasa-1, eventualmente las
caspasas 5 o 11, PYCARD y NALP que activan pro-IL-1β y la pro-IL-18;
proceso que puede llevar a la muerte celular de tipo piroptosis.
Receptores de tipo RIG-I
El RIG-1 (gene 1 inducible por ácido retinoico) es parte del sistema de
reconocimiento de patrones moleculares al que pertenecen las helicasas
MDA5 y el LGP2. El sistema reconoce ARN de cadena doble o cadena
sencilla de una talla de 4.000 nucleótidos; sirve de sistema sensor en caso
de infecciones por flavivirus, picornavirus, rabdovirus, reovirus,
ortomixovirus y paramixovirus. Estos sistemas de señalización tienen vías
distintas pero convergen en la activación de proteínas quinasas como
IKKA o IKKB que activan el sistema NFκB o TBK1 e IKBKE que
aceleran la vía IRF-3. La activación de NFκB e IRF-3 induce la
producción de IFNβ.
Receptores de tipo MDA5 y LGP2
El MDA5 (por Melanoma Differentiation Associated Factor 5) es un
censor intracelular citoplásmico que detecta varios virus e induce vías de
señalización que regulan la síntesis de interferón como respuesta antiviral.
En la región amino terminal posee dos dominios CARD, una región central
con funciones de helicasa y un extremo carboxi terminal o dominio de
represión RD. El receptor LGP2 es similar a MDA5 pero carece de los
dominios CARD, por lo que se postula como regulador positivo de la
señalización de RIG1 y MAD5, posiblemente mediante modificación de la
estructura del ARN antes del reconocimiento por estos dos receptores.
Al parecer hay un poco de redundancia entre el reconocimiento de
patrones moleculares por parte de RIG-1 y MDA5. Los virus DV y WNV
pueden ser reconocidos por RIG1 como por MDA5 y cualquiera de estos
censores es capaz de inducir la producción de IFN. Pruebas con ARN
sintéticos y virales permiten reconocer que RIG1 puede identificar ARN
de doble cadena de al menos dos kpb, mientras que MDA5 tiene un amplio
rango de reconocimiento de ARN de doble cadena que varía de 400 a
4.000 pb.
No todos los inflamasomas son activados por NLRPs, algunas vías
involucran AIM2ASC y son activadas por ADN de doble cadena presentes
en el citosol durante el proceso de replicación viral, como en el caso de
infecciones por poxvirus. El reconocieminto de ADN de doble cadena por
AIM2 conlleva a la oligomerización de ASC y la caspasa 1 que tienen
acciones catalíticas para activar las proformas de IL-1β, la IL-18 e IL-33.
Receptores tipo Toll (TLR por Toll-like-recetor)
Son proteínas transmembranales involucradas en la detección de agentes
infecciosos. Hoy en día se reconocen en mamíferos 13 miembros de esta
familia de proteínas, de los cuales 10 se han identificado en humanos. En
la tabla 3.1 se resumen algunas de las características de los receptores
TLR.
El patrón o residuo molecular reconocido por cada una de estas
proteínas ha sido identificado. Los PAMP son porciones moleculares que
se encuentran altamente conservadas en agentes patógenos y que no se
presentan en las estructuras del hospedero. La estructura de los TLRs se
caracteriza por un dominio extracelular rico en regiones repetitivas de
leucina (LRR) encargado del reconocimiento de los diferentes PAMP, y un
dominio citoplásmico Toll/IL-1 (TIR) que activa una cascada de señales
mediada por las proteínas adaptadoras como MyD88 (por Myeloid
Differentiation Primary Response Protein), IRAKs (por IL-1 ReceptorAssociated Kinase) y TRAF6 (por Tumor-necrosis-factor-receptorassociated factor 6).
Tabla 3.1. Características generales de los TLR, expresión y modulación
Receptor TLR
Células que lo expresan
Acción y expresión
TLR1
Gran ubicuidad
No muy alto papel regulador de respuesta inmune
TLR2
PMN, DC, Mo
Inducido por LPS y lipoproteínas
TLR3
DC, NK
Inducido por diferenciación celular
TLR4
Ma, DC, EC
Inducida por citoquinas proinflamatorias
TLR5
Mo, DCi, NK, LT
Poca modulación por citoquinas o LPS
TLR6
Alta en LB. Baja en Mo y NK
No inducido por citoquinas o LPS
TLR7
LB, DCp
Inducido por IL-6 y poco por otras citoquinas
TLR8
Alta en Mo. Baja en LT y NK
Inducido por IFNγ y LPS y poco por otras citoquinas
TLR9
DCp, Ma, PMN, NK, microglía
Inducido por IFNγ y LPS
TLR10
Alta en LB. Baja en DCp
Poca modulación por citoquinas o LPS
TLR11
Hepatocitos, Mo, Ma, Vejiga
El gen no es expresado en humanos por codón stop
TLR12
Neuronas
En murinos. Ligando desconocido
TLR13
Desconocido
Ligando y adaptadores desconocidos
PMN: polimorfonucleares. DC: células dendríticas. DCp: células dendríticas plasmocitarias. DCi:
células dendríticas inmaduras. EC: células endoteliales. LB: linfocito B. LT: linfocito T. LB:
linfocito B. Ma: macrófagos. Mo: monocitos. NK: células natural killer. LPS: lipopolisacárido.
Los TLRs reconocen PAMP virales de tipo ARN de doble cadena
(dcARN), ARN de cadena sencilla (csARN) y dinucleótidos CpG no
metilados, este reconocimiento es necesario para iniciar una respuesta
celular. Adicionalmente los TLR median los sistemas de señalización que
permiten la inducción de citoquinas de tipo IFNα/β, las cuales como se
verá posteriormente, son fundamentales en la respuesta inmune antiviral.
La integridad y funcionalidad de estos receptores es muy importante,
algunos polimorfismos de TLR-4 (Asp299Gly y Thr399Ile) han sido
asociados con un mayor riesgo de infección grave por virus respiratorio
sincicial en niños menores de dos años. Si bien los TLR corresponden a
una etapa inicial de reconocimiento inmune, los virus en el transcurso de la
evolución han desarrollado mecanismos para subvertir esta acción con el
fin de escapar al sistema de vigilancia. Los TLR de diferentes patógenos
tienen especificidad en cuanto al PAMP reconocido (figura 3.3).
La estimulación de los TLR por los PAMP induce la activación y
translocación de varios factores regulatorios celulares como el factor
nuclear kB (NF-kB), el factor regulador del interferón 3 y 7 (IRF 3) y la
proteína activadora 1 (AP-1), que juegan un papel importante para la
transcripción de numerosas citoquinas como el interferón α y β e
interleuquinas (IL), elementos fundamentales en la eliminación del
patógeno. Una vez establecido el contacto entre el virus a través del TLR y
que se desencadenen las señales intracelulares que conllevan a la síntesis
de citoquinas, el TLR es internalizado a la célula por intermedio de
endosomas. La activación celular por vía de los TLR puede ser
fundamental en los primeros pasos de la infección como el ingreso del
virión o el inicio del proceso de replicación. La presencia de TLR a nivel
de endosomas puede contribuir en la respuesta inmune innata de algunos
virus que ingresan a la célula por mecanismos asociados a la formación de
endosomas.
La activación de los TLR constituye un sistema de defensa contra la
invasión de patógenos, pero su estímulo excesivo o inadecuado puede
llevar a desórdenes inflamatorios. La activación de diferentes TLR
produce la activación de diferentes vías de señalización y conduce a
diferentes efectos biológicos (figuras 3.4 y 3.5).
Figura 3.3. Diferentes patrones moleculares reconocidos por los TLR y modelos de infección
viral en los que han sido involucrados
HSV-1: virus herpes simple 1. HSV-2: virus herpes simple 2. CMV: citomegalovirus. HCV: virus
de la hepatitis C. EBV: virus de Epstein Barr. WNV virus del Nilo Occidental. RSV: virus
respiratorio sincicial. VSV: virus de la estomatitis vesicular. HIV: virus de inmunodeficiencia
humana. MCMV: citomegalovirus murino.
Un mismo TLR a su vez puede activarse por vías distintas utilizando
diferentes moléculas adaptadoras (MyD88 o TIRAP/Mal). El sistema de
señalización TLR es regulado por un balance de múltiples mecanismos que
mantienen la homeostasis bajo condiciones normales o patógenas. El
reconocimiento viral es mediado por mecanismos dependientes y no
dependientes de TLRs. El reconocimiento de virus o ARN de doble cadena
(dsARN) mediado por TLR3 da como resultado la activación del factor
regulador de interferón-3 (IRF-3 por Interferon Regulatory Factor 3) y
NFkB dependiente de TRIF (TR domain adapter-inducing interferon β).
Figura 3.4. Vías de señalización activadas por la infección viral y que conducen a la inducción
de los genes de interferón y otras citoquinas
La señalización involucra la acción en cascada de receptores de membrana (TLR), adaptadores
intracelulares (MyD88, TIRAP, IRAK4), quinasas (IKK), factores de transcripción (NFkB) y la
regulación de genes que conduce a la expresión de citoquinas proinflamatorias e IFN-β. El TLR9
reconoce como motivo PAMP residuos no metilados de CpG en ADN viral y el TLR5 ARN de
cadena doble.
Figura 3.5. Internalización y localización en el endosoma de los TLR luego del reconocimiento
del respectivo PAMP
El ingreso del virus y la degradación viral a nivel del endosoma facilitan la unión de los TLR a sus
ligandos.
Los componentes virales como el ARN de cadena doble (dcARN)
pueden ser reconocidos por mecanismos independientes del receptor
TLR3. El gen inducible por ácido retinoico (RIG-I) se ha identificado
como una molécula responsable del reconocimiento viral y que media la
activación de IRF-3.
La activación de TLR promueve la síntesis de citoquinas
proinflamatorias (IL-1, IL-6, TNF-α) y la expresión de moléculas
coestimulatorias como la proteína B7 presente en la membrana de células
presentadoras del antígeno, esenciales en la inducción de una respuesta
inmune adaptativa. La unión de los PAMPs a los TLR presentes en
neutrófilos y macrófagos conduce a efectos inespecíficos como la
inflamación o la inducción de actividad microbicida. El compromiso de los
TLR presentes en células presentadoras del antígeno, como las células
dendríticas conlleva al inicio de una respuesta inmune adaptativa con
inducción de IL-12 y otras moléculas coestimulatorias como el CD80 y
CD86, involucradas todas ellas en la activación de linfocitos T. El TLR3
tiene como ligando natural el ARN de doble cadena (dcARN). Algunas
partículas virales guardan su información con este tipo de material
genético, por ende, pueden iniciar su presentación al sistema inmune
mediante este mecanismo. Sin embargo, deben existir otros mecanismos
alternos, por cuanto los animales que carecen de este receptor no muestran
una susceptibilidad especial a las enfermedades virales.
Otras moléculas del citosol que pueden participar en el
reconocimiento de PAPM virales incluyen la proteína quinasa de ARN
activado (PKK), las ARN helicasas (RIG-1) y su homólogo la proteína
MDA5 (melanome differentiation-associated protein 5). Las
características moleculares de estos PAPM aún no se han definido.
Citoquinas o citocinas
Las citoquinas son moléculas solubles de bajo peso molecular (15-30 kda)
relacionadas con las interacciones intercelulares. Se han descrito más de
80 citoquinas distintas y su función no es del todo conocida. Las
citoquinas son las primeras sustancias en ser elaboradas en respuesta a la
detección de un ácido nucleico extraño o cuando el sitio de reconocimiento
del TLR se encuentra ocupado. Las citoquinas son sustancias muy potentes
que actúan en concentraciones de nanogramos por mililitro (ng/ ml). Las
citoquinas sintetizadas en fase temprana de la infección viral son
responsables de los síntomas generales (fiebre, cefalea, mialgia y anorexia)
que se observan clínicamente. La liberación más prolongada también actúa
sobre el sistema inmune produciendo efectos en células dendríticas,
macrófagos y en células no infectadas, teniendo un efecto amplificador de
la respuesta inmune.
Las citoquinas asociadas con mecanismos de respuesta no
específicos, incluyen: los interferones de tipo I (interferón alfa [IFN-α] e
interferón beta [IFN-β]), el interferón de tipo II (interferón gama [IFN-γ]),
las interleuquinas (IL) IL-1, IL-2, IL-4, IL-5, IL-6, IL-7, IL-10, IL-12, IL18, IL-23, la proteína quimiotáctica de monocitos (MCP), las proteínas
inflamatorias de macrófagos (MIP-1α y MIP-1b) el factor de
transformación del crecimiento de tejidos (TGFα) y el factor de necrosis
tumoral alfa (TNFα).
En líneas generales se pueden clasificar las citoquinas en tres tipos
funcionales: citoquinas proinflamatorias, citoquinas anti-inflamatorias
y quimioquinas. Las citoquinas proinflamatorias (IFNs, TNF, IL-1β, IL-6,
IL-8, IL-12 e IL-17, CCL2, CCL3, y CXCL2) promueven la activación de
los leucocitos. Las citoquinas anti-inflamatorias (IL-4, IL-10, IL-13 IL-35
y TGFβ) actúan suprimiendo la acción inflamatoria de las citoquinas ya
descritas. El balance de citoquinas proinflamatorias y anti-inflamatorias
definirá el desenlace del proceso infeccioso. La IL-8 en fase temprana de
la respuesta inmune actúa como una quimioquina que recluta células al
sitio en donde ocurre la replicación viral.
Las citoquinas tienen actividades múltiples entre las que se
encuentran: quimiotaxis, inflamación, fiebre, activación de células NK,
neutrófilos y macrófagos, inducción y secreción de IFN-γ,
inmunosupresión y apoptosis. Las citoquinas son producidas en forma
secuencial por células inmunes y no inmunes y pueden desencadenar la
producción o activación de otras citoquinas. Las funciones de las
citoquinas se pueden agrupar en acciones autocrinas (sobre la propia célula
que la genera), acciones paracrinas (sobre células aledañas) y acciones
endocrinas cuando se diseminan a distancia para producir su efecto. La
tabla 3.2 resume las acciones de algunas citoquinas.
El mecanismo de acción de las citoquinas más que un efecto aislado
es el resultado de sinergismos y antagonismos ejercidos en forma conjunta
por la interacción entre los diferentes productos. Las vías de señalización
de las citoquinas convergen con la activación del factor de transcripción
nuclear Nfkb. La cascada mejor conocida es la de las citoquinas
proinflamatorias (TNFα, IL-1, IL-2, IL-18, IL-12 e IFNβ) desencadenada
por el reconocimiento por parte de los toll-like receptors (TLR) de
patrones moleculares asociados al virus (PAMP).
Citoquinas e infección viral
Las citoquinas son proteínas que hacen parte de las proteínas de
señalización y juegan un papel en la intercomunicación intercelular. Las
citoquinas cumplen su acción mediante la transducción de señales
intracelulares. Estas señales actúan una vez se han ligado las moléculas
extrañas a la porción extracelular de los receptores (por lo general
presentes en la membrana plasmática) permitiendo la regulación de
funciones intracelulares.
Durante el curso de la infección viral se produce una serie de
citoquinas que actúan como mediadores y moduladores de la respuesta
inmune. Algunas de las manifestaciones de enfermedad viral como fiebre,
escalofríos, somnolencia, letargia y mialgias, son manifestaciones
secundarias de la acción de citoquinas en células del sistema nervioso. Las
denominadas proteínas de fase aguda son el resultado de la síntesis
hepática de estas sustancias bajo el influjo de las citoquinas, estas
proteínas son necesarias para reparar los tejidos y depurar la infección.
Algunas citoquinas, como el factor de necrosis tumoral (TNF), la IL1 y la IL-7, juegan un papel importante en la respuesta inflamatoria. En la
activación de los macrófagos es importante el IFN-γ y el TNF producido
por las células Th1. Por su parte, la IL-4, IL-10 e IL-13 juegan un papel
opuesto, desactivando los macrófagos.
Las vías de señalización de las interleuquinas se inician con la unión
del ligando al receptor específico en las células inmunocompetentes, esta
unión puede conllevar a procesos de fosforilación dado por la activación
de las quinasas relacionadas con los receptores IL-12R e IL-4RA. Estas
quinasas a su vez activan el sistema de las proteínas encargadas de las
señales traductoras y activadoras de la transcripción (STAT); las proteínas
STAT actúan sobre factores reguladores de la expresión de receptores de
interleuquinas IFNγ o regiones constantes de inmunoglobulinas, teniendo
los efectos diversos en la respuesta Th1 o Th2 como se presenta en la
figura 3.6.
Las citoquinas, interleuquinas y linfoquinas tienen una relación muy
estrecha con la respuesta inmune celular, mediante estímulos que llevan a
la activación, inhibición, diferenciación o producción de respuesta
inflamatoria o general (tabla 3.2). Las citoquinas proinflamatorias como la
IL-1β, TNF e IFN-γ pueden alterar las estructuras de uniones fuertes
intercelulares, favoreciendo la diseminación de los virus.
Algunos virus sintetizan proteínas que son homólogas de citoquinas
humanas, por lo que se denominan viroquinas. Las viroquinas producen
inmunomodulación y subversión de la respuesta inmune. Adicionalmente
otros virus codifican moléculas antagonistas de quimioquinas y receptores
de quimioquinas, por lo que son denominadas viroceptores. Algunas de
estas sustancias semejan IL-1, IL10, IL-17 o fractalquina (CXC3CL1).
Tabla 3.2. Principales citoquinas involucradas en la respuesta inmune antiviral
Citoquina
Origen celular
Células blanco
Acción
IFN γ
NK
Células T
Linfocito
Monocito
Histiocitos
Regulación inmune, diferenciación de LT CD4
Diferenciación de LB
Activa macrófagos
IFN α
Todas las células
Neutrófilos
Activa neutrófilos
IFN β
Todas las células
TNF α
NK, monocitos, LT
PMN, End, Hip. Activa neutrófilos, inflamación, fiebre
MIP-1α
Ma, LT y LB
Células T
Inflamación, fiebre
MIP-1β
Células T, Ma, LB
Mif
LT
Macrófago
Inhibe migración
IL1 α/β
Ma y Mo
Células somáticas
APC
LT
LB
Neutrófilos
Hepatocito
Hip
Coestimulador de APC
Proliferación LB
Activación macrófagos, inflamación
Proteínas fase aguda
Fiebre
IL-1
Ma, LT, LB,
Epiteliales
LT, LB, Hígado
Coestimulador LT,
LB Fiebre
Caquexia
Estimula la producción de proteínas de fase aguda en el hígado
IL-2
LT
NK
LT
LB
Proliferación células T activadas
Activación células B
IL-3
LTh
Células pre T
Panespecífica células hematopoyéticas
IL-4
LTh-2, mastocitos
Células B
División y diferenciación
Producción de IgE
IL-5
LT
Células B
Diferenciación
IL-6
LT, fibroblastos, Ma
Timocitos
Células B
Hepatocito
Diferenciación y coestimulación LT
Estimula crecimiento de LB
Proteínas fase aguda
IL-7
Estroma de médula
LB
Diferenciación
IL-10
LT y LB
LB
Crecimiento y diferenciación LB
Inhibe la función de macrófagos
Ma, Mo y células
dendríticas
NK
Modulación expresión de MHC I y II
Monocito
Crecimiento NK, estimula actividad lítica, diferenciación de Th a
Th1, estimula la producción de IFN g
Diferenciación de CD8 a LTC
IL-12
NK
IL-18
Monocitos
Células NK y T
Estimula la producción de IFN γ
IL-23
Células dendríticas
activadas
LT y NK
Estimula actividad citotóxica de LT y NK
PMN: polimorfonucleares. End: células endoteliales. APC: célula presentadora de antígeno. EC:
células endoteliales. Hip: hipotálamo. LB: linfocito B. LT: linfocito T. LB: linfocito B. LTh:
linfocito T helper. Ma: macrófagos. Mo: monocitos. NK: células natural killer.
Figura 3.6. Vía de señalización de las citoquinas
Quinasas TYR2, Jak1, Jak2, Jak3. cFes protooncogen. STAT: señales traductoras y activadoras de
la transcripción en sus formas inactiva o activadas (P). G6Nt: glucosamil N acetil transferasa. IL18R1: receptor de IL-18. IL-2R: receptor de IL-12. IFN-γ: interferón gama. IRF1 e IRF4: factores
reguladores de interferón. IGHG1, IGHG4, IGHE: genes que codifican para la región constante de
las IgG1, IgG4 e IgE, respectivamente.
Interferón
En 1957 Alick Isaacs (1921-1967) y Jean Lindenmann (1914-2015)
describen una propiedad de los sobrenadantes de cultivos de membranas
corioalantoideas estimuladas con virus influenza inactivado. Un día
después de la adsorción y remoción del exceso de virus, el medio de
cultivo utilizado protegía de la infección viral a cultivos de células no
infectados previamente; esta acción de “interferencia” con la replicación
fue atribuida a una sustancia que denominaron interferón. En términos
generales, toda célula infectada por virus es capaz de generar la síntesis de
interferón. La síntesis de interferón es rápida pero transitoria, se inicia a las
pocas horas de infección pero desaparece a las diez horas. Los interferones
(IFN) son citoquinas que muestran una gran actividad inhibitoria de la
replicación viral. Estas proteínas no se producen de una forma constitutiva
y sólo estímulos externos, como las infecciones virales y los ARN de
doble cadena (ausentes en las células no infectadas y producidos durante el
curso de la infección viral), son capaces de inducir su producción.
Originalmente el interferón fue clasificado según su origen en interferón
de tipo leucocitario, fibroblastoide y linfoide. El interferón α es producido
por leucocitos y el interferón β es producido por fibroblastos y células
epiteliales; los IFNS son inducidos por la infección viral y el ARN de
doble cadena, el IFN produce mecanismos de señalización que llevan a la
producción de moléculas efectoras (figura 3.7).
El interferón de tipo I incluye 17 subtipos e involucra a los IFN-α
con 13 subtipos en humanos y a los IFN-β, IFN-τ, IFN-ω con un subtipo
cada uno (no todos ellos presentes en humanos). Los genes que codifican
para estos interferones están situados en el brazo corto del cromosoma 9.
El interferón de tipo II posee un solo subtipo IFN-γ y es una glicoproteína
de 146 aminoácidos (a.a.) codificada en el cromosoma 12. El IFN III o
IFN-λ descubierto recientemente corresponde a la IL-28 e IL-29 y tiene
vías de señalización similares al IFN I. La producción de IFN-α o IFN-β se
lleva a cabo en la mayor parte de las células y también por los linfocitos de
tipo nulo (células que poseen proteínas de tipo MHC II, pero carecen de
otros marcadores de membrana conocidos). Este interferón elaborado por
las células nulas permitirá que se realicen efectos específicos sobre células
no infectadas para que estas se conviertan en células resistentes a la
infección viral. Se plantea la pregunta del porqué este número amplio de
genes de interferón si bien sus actividades pueden encontrarse
superpuestas, ya que los IFN tipo I utilizan un mismo receptor y
comparten vías de señalización. El tipo de IFN generado puede estar
relacionado con múltiples factores como son el tipo de virus, el tipo celular
que es estimulado y el equilibrio de los factores de transcripción (IRF)
presentes en la célula. Poca diferencia de actividad biológica ha sido
identificada con los diversos tipos de IFN I, en el modelo murino todos los
IFN I tienen actividad antiviral y antiproliferativa, aunque algunos
subtipos son más eficaces en inducir la expresión de algunos genes. Las
diferencias de glicosilación entre las diversas formas de interferón tienen
efecto sobre la tasa de depuración, estabilidad, solubilidad y unión al
receptor.
Sólo los linfocitos T y NK son capaces de producir IFN-γ y este es
inducible por la unión del receptor de célula T (TCR) al antígeno
presentado en el contexto MHC II o por acción directa de la IL-2 en
células T o NK. Otros mediadores de la síntesis de IFN-γ son la IL-1, IL12, estrógenos o el mismo IFN-γ. Entre los factores que disminuyen la
síntesis de IFN se tienen los glucocorticoides, el factor de transformación
celular beta (TGF-β) y la IL-10. Las citoquinas y factores de crecimiento
capaces de inducir la síntesis de interferón, son: el factor estimulador de
colonias (CSF-1), las interleuquinas 1 y 2 (IL-1, IL-2) y el TNF. El
interferón sintetizado tiene una actividad local o es transportado por la
circulación a sitios distantes (figura 3.7).
Figura 3.7. Inducción de transcripción de genes de IFN y sus efectos sobre células no
infectadas y respondedoras al IFN
A: en la célula infectada se establecen los estímulos intracelulares (ARNdc) o B: extracelulares
(TLR3-ARNdc o TLR9-ARNcs) necesarios para desencadenar las vías de señalización TRIFIRAK1 o RIG-1/MAD-5 o IKK que conducen a la síntesis de IFN-β y citoquinas proinflamatorias.
El IFN-β liberado actúa sobre una célula respondedora mediante la activación del sistema de
señalización iniciado por unión al receptor IFN1R e inicia la cascada de señales JAK/STAT. Las
señales producidas conllevan a la activación de genes estimulados por el interferón (ISGE) que
generan la producción de proteínas como Mx (proteína relacionada con GTPasas), OAS
(oligoadenilatosintetasa) y PKR (proteína quinasa R). Mediante la intervención de factores
reguladores de IFN (IRF) se produce la expresión de genes de respuesta al IFN (ISRE) y la síntesis
de múltiples proteínas efectoras.
Entre las propiedades biológicas del interferón, se tienen las
siguientes:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Inhibición de la replicación viral.
Inhibición del crecimiento celular.
Acción inmunomoduladora celular (maduración de células dendríticas, activación de células
de línea monocítica-macrofágica, células NK y modulación de la actividad de linfocitos T
citotóxicos).
Inducción de proteínas de membrana de tipo MHC I, MHC II, receptores FC y proteínas del
proteasoma, lo cual mejora la presentación antigénica.
Inducción de mecanismos de apoptosis.
Inhibición de patógenos intracelulares no virales.
Acción pirogénica.
Actividad antitumoral.
El interferón γ es producido por distintas células del sistema inmune
como las células T o las células NK. Este tipo de interferón es inducido
por el estímulo de IL-2, mitógenos y antígenos y, a su vez, actúa como
inmunomodulador sobre otras células (figura 3.8).
Efectores de respuesta al interferón
El interferón secretado por las células productoras actúa sobre receptores
específicos presentes en la superficie de membrana de las células vecinas.
Los receptores específicos del IFN de tipo I son heterodímeros (IFNAR1 e
IFNAR2), mientras que el IFNγ o tipo II utiliza otro receptor también
heterodimérico (IFNGR1 o IIFN-γRα e IFNGR2 o IFN-γRβ). El receptor
del interferón de tipo I en los humanos ha sido designado como Hu IFNβR y es una proteína dimérica con dos subunidades de 51 kda.
Figura 3.8. Efecto inmunomodulador del IFN-γ y su papel primordial en la respuesta inmune
celular
Las líneas rojas indican las células que secretan interferón y las líneas negras las células que son
estimuladas por acción del IFN-γ. Así, el IFN-γ actúa sobre las células, modulando la expresión de
proteínas del MHC de clases I y II, activando linfocitos T y macrófagos, diferenciando los linfocitos
B o aumentando la actividad citocida de las células NK.
Figura 3.9. Mecanismos de transducción de señales inducidos por el IFN
Nótese que los dos tipos de IFN-α y β e IFN-γ utilizan receptores distintos, pero el mismo sistema
Janus quinasa y los sistemas de transducción y transactivación de señales (STAT). ISGE: genes
estimulados por el interferón. IRF9: Interferon
Regulatory Factor 9. ISRE: Interferon Stimulated Response Element. ISGF3: Interferon Stimulated
Gene Factor 3.
Se sabe que la acción de los interferones ocurre en la transcripción y
tiene lugar sólo después de la unión de los IFNs a receptores específicos
(figura 3.9). Todos los genes inducibles por los interferones α y β poseen
una secuencia de nucleótidos que se denominan ISRE (ISRE: Interferon
Stimulated Response Element o regiones de respuesta al IFN) en su
porción 5’. Este elemento, caracterizado como la presencia de una
secuencia consenso AGTTTCNNTTTCNC/T, es necesario y suficiente
para conferir respuesta al IFN I. Las proteínas que se fijan a las secuencias
ISRE se denominan factores de estímulo a los genes de interferón ISGFs
(por Interferon Stimulated Gene Factor) 1, 2 y 3. La regulación
transcripcional del IFN-α o IFN-β es muy compleja e involucra factores
reguladores positivos y negativos. Estos factores se unen en la ubicación
cis a elementos presentes en las regiones que flanquean la zona 5’ de
numerosos genes. La zona de regulación del IFN-β se forma de una serie
de 200 pares de bases (pb) localizadas en contracorriente con el sitio de
inicio de la transcripción. La región reguladora posee cuatro dominios
reguladores positivos, denominados PRD del I al IV y un regulador
negativo. Sobre estas áreas pueden unirse factores reguladores
denominados IRF1 e IRF2 (por Interferon Regulator Factor 1 y 2). El
primero tiene acción inductora y el segundo actúa como represor. Otra
proteína que actúa como factor regulador es una proteína inducible por el
IFN-γ, denominada proteína de unión a secuencias consenso de interferón,
cuya sigla en inglés es ICSBP (Interferon Concensus Binding Protein).
Otro factor represor de IFN-α o IFN-β, diferente a la IRF2, es una proteína
que posee cinco motivos de tipo “dedo de zinc” y que se denomina bajo la
sigla PRDIBFI. La síntesis de factores reguladores de interferón es
inducida por citoquinas como IFN-β, IFN-γ, TNF, IL-1, IL-6 y la
prolactina. En el núcleo se observa que los factores que regulan la
transcripción, como el NFkB, se unen a sitios reguladores positivos de tipo
PRD II. La unión de este factor se realiza por disociación de inhibidor
NFkB por fosforilación llevada a cabo por una proteinquinasa dependiente
de ARN (PKR).
Para el caso del IFN-γ el elemento genómico activador se denomina
secuencia gama activadora GAS (por Gamma Activated Sequence) y su
secuencia de nucleótidos es TTNNNNNAA, al cual se puede unir un
factor denominado GAF, el cual es un homodímero con residuos de
tirosina fosforilada (STAT1α). El entrecruzamiento parcial de las vías de
los interferones sugiere que estas citoquinas llevan a cabo un diálogo
directo, permitiendo sinergismos o antagonismos. Se desconoce el número
exacto de proteínas que son inducidas por el IFN, pero se estima entre 50 y
200. Algunas participan de mecanismos anti-virales, pero otras se
observan asociadas al metabolismo de células no infectadas. La lista de
genes inducidos incluye proteínas que se unen a guanilato (GBP), enzimas,
proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC I y II) y
varios factores de transcripción.
La acción del interferón es muy eficaz para limitar de una manera
robusta la propagación de los agentes virales, sin embargo, no todos los
virus son igualmente susceptibles a la acción del IFN. Se ha observado que
algunos virus contrarrestan este mecanismo de interferencia mediante
mecanismos que inhiben el efecto del IFN en diferentes niveles: a nivel de
la producción de IFN, a nivel del receptor IFN, de las vías de señalización
o de la inducción de proteínas. Como ejemplo está la proteína NS1 de
virus influenza que tiene una clara acción anti-interferón.
Uno de los mecanismos de acción antiviral del interferón se asocia
con la inducción de la transcripción de una 2’5’ oligoadenilatosintetasa (25 OAS/ARNasaL). Esta enzima produce al menos cuatro tipos diferentes
de 2’5’ oligoadenilatos que van a activar una ARNasaL, la cual puede
degradar los ARN virales, ribosomales o mensajeros. El efecto final de
este mecanismo es reducir la síntesis de proteínas virales y celulares, por
lo tanto, la célula infectada no produce viriones y disminuye la tasa de
crecimiento celular.
El segundo mecanismo de acción del interferón ocurre mediante la
activación de un protein-quinasa R (PKR) de 68 kda. Esta enzima fosforila
el factor de iniciación ribosomal de la síntesis proteica, eIF2α, lo que lo
lleva de su forma activa a su forma inactiva (fosforilada); el mecanismo
produce la inhibición de la síntesis proteica por una vía alterna a la ya
mencionada. Los interferones β y γ inducen la expresión de proteínas del
MHC, aumentando la presentación antigénica y mejorando con ello las
respuestas inmunes de tipo 1 y 2.
Anticuerpos naturales
Las membranas de ciertos primates inferiores y de ciertas bacterias poseen
residuos de α galactosa, generada por la acción de la α galactosidasa. Esta
enzima no está presente en los primates superiores incluido el humano. En
el tracto gastrointestinal se encuentran antígenos virales contra la α
galactosa de las bacterias. Las proteinas de ciertos virus pueden tener
residuos de α galactosa unidos a sus proteínas y los anticuerpos producidos
contra los antígenos bacterianos pueden reaccionar junto con el
complemento para inactivar partículas virales. Los anticuerpos naturales
son prioritariamente de tipo IgM aunque también se han descrito de
isotipos IgA e IgG. Están presentes en el suero y reaccionan contra agentes
bacterianos a los cuales no se ha expuesto o inmunizado previamente el
hospedero. Estos anticuerpos fueron descritos desde las primeras
experiencias de Landsteiner con aglutininas anti-A anti-B en sueros de
personas que no habían sido transfundidas. Los anticuerpos naturales son
sintetizados por linfocitos B1 CD5+ y linfocitos B2 CD5que se encuentran
en el peritoneo. Estos anticuerpos tienen usualmente una auto-reactividad
poliespecífica de baja afinidad. Los anticuerpos naturales son producidos
por linfocitos B que carecen de reordenamientos de la línea germinal o
mutaciones somáticas en la regiones genómicas que codifican para las
inmunoglobulinas. Estos anticuerpos pueden reaccionar con proteínas,
pero muchos pueden reconocer estructuras de tipo carbohidrato o lípido.
En el caso de los virus cubiertos, estos adquieren elementos de tipo
lipídico y carbohidrato al gemar de la membrana plasmática de la célula
hospedera. Los anticuerpos generados contra tipos celulares o
carbohidratos presentes en líneas celulares específicas pueden inactivar los
virus propagados en estas líneas celulares. Un ejemplo de estos
anticuerpos naturales son los que tienen como especificidad el disacárido
[Gal (a1-3) Gal] presente en altos niveles en los sueros humanos y de
primates del viejo mundo. Los complejos anticuerpos naturales-antígeno
son capturados por tejidos linfoides o por el bazo, atrapando el antígeno en
la zona marginal, en un proceso que impide el acceso del agente por vía
hemática a otros órganos blanco. Los anticuerpos naturales activan la
cascada del complemento, la acción de estos anticuerpos puede verse
incrementada por cuanto algunos virus pueden fijar factores del
complemento como el C1q y los factores C3 y C4 recubren partículas
virales.
Los anticuerpos generados en el curso de una primoinfección pueden
no ser completamente neutralizantes cuando reaccionan con un virus
emparentado con el que los ha generado, comportándose como anticuerpos
naturales contra este segundo virus. En algunos grupos virales
(enterovirus, togavirus, paramixovirus, ortomixovirus) ocurren reacciones
cruzadas entre los serotipos, y la respuesta de anticuerpos específica es
desviada como consecuencia del estado serológico previo, fenómeno que
se conoce como el pecado original antigénico. En este caso, las
reacciones cruzadas por anticuerpos de memoria pueden influir el curso
que presenten los virus que infectan al huésped.
Complemento
El complemento está constituido por más de 30 proteínas solubles y de
membrana, capaces de interactuar entre sí y con otras proteínas de
membrana. El complemento es una de las proteínas más importantes del
plasma, constituyendo cerca del 15% de las globulinas séricas.
La activación de la cascada del complemento es el origen de una
serie de actividades biológicas esenciales que incluyen: reacciones
inflamatorias, fagocitosis de agentes infecciosos, neutralización,
eliminación de complejos antígeno-anticuerpo, presentación de antígenos y
regulación de la respuesta inmune específica. La mayoría de actividades
del complemento implican la interacción entre proteínas del complemento
entre sí y con receptores celulares específicos. El complemento tiene, a su
vez, una actividad antiviral natural bien definida que es activada
rápidamente y una acción localizada y sistemas de control y activación
muy eficaces.
Debido a su potencial efecto deletéreo, el sistema del complemento
es regulado por un conjunto de proteínas séricas y receptores de
membrana. Existen en humanos al menos tres receptores de membrana
reguladores de la acción del complemento o mCRP (mCRP por Membrane
Complement Regulatory Protein) que son las proteínas de membrana
CD46 o MCP (MCP por Membrane Cofactor Protein), DAF o CD55
(DAF por Decay-Accelerating Factor), y la proteína CD59. La acción
básica de las proteínas reguladoras es proteger contra el depósito del
complemento sobre las propias membranas del hospedero.
El complemento tiene cuatro funciones biológicas: la citólisis
producida por el complejo de ataque a las membranas (C5b-C6-C7C8-C9);
la activación del proceso inflamatorio llevada a cabo por los
componentes C3a, C4a y C5a; la opsonización de viriones recubiertos por
el factor C3b, la solubilización de complejos inmunes y su eliminación
del sistema circulatorio. Los mecanismos por los cuales puede actuar el
complemento, incluyen:
1.
2.
3.
4.
Recubrimiento de la partícula viral con proteína del complemento.
Aglutinación de partículas virales con pérdida de infectividad.
Opsonización de virus con degradación por parte de los fagocitos que expresan el receptor
C3.
Lisis de las partículas virales o de las células infectadas.
La vía alterna del complemento juega un papel en la respuesta
inmune innata contra virus cubiertos (figura 3.10). La vía clásica del
complemento hace parte de la respuesta inmune específica o adaptativa y
se inicia cuando se forman complejos antígeno-anticuerpo; cuando esto
ocurre, el complemento se constituye en el efector más importante de la
respuesta humoral. No todos los tipos de anticuerpos son capaces de fijar
el complemento. De los subtipos de inmuno-globulinas, el isotipo IgG2a
es el que estimula mejor la activación de la cascada del complemento; esta
inmunoglobulina predomina en caso de respuesta Th1. En caso de
predominio de respuesta Th2, se observa una mayor cantidad de
inmunoglobulinas de los isotipos IgG4 e IgE que no fijan el complemento
ni se unen a macrófagos por su extremo FC (figura 3.11). Otra de las
acciones del complemento es la lisis celular con mediación de anticuerpos
ADCC (Antibody Dependent Cell Cytotoxicity).
Algunos virus se unen a receptores celulares que actúan como
proteínas que controlan la vía del complemento, como el CD46 (virus del
sarampión), CD55 (Coxsackievirus y echovirus); otros virus poseen
glicoproteínas en su superficie que pueden fijar el complemento. Un
ejemplo de este tipo de glicoproteínas es la gp350 del virus de Epstein
Barr (EBV), que media la unión del virión a los receptores celulares del
complemento (CR2). Las células infectadas por el EBV expresan la gp350
en la superficie y mediante activación de la vía alterna del complemento,
puede mediar la destrucción de células infectadas en ausencia de
anticuerpos específicos. En algunos agentes virales como los retrovirus, la
fijación del complemento constituye un mecanismo por el cual los viriones
pueden ser capturados por células que expresan receptores CR1 o CR3,
aumentando el número de células con infección productiva. Algunas
células humanas infectadas con virus (sarampión, EBV, herpes simple y
virus respiratorio sincitial) pueden fijar el complemento por la vía alterna;
sin embargo, in vitro, la lisis de las células infectadas decae después de un
lapso y la lisis celular sólo puede ocurrir si se adicionan anticuerpos
específicos (tabla 3.3).
Figura 3.10. Vía alterna de activación del complemento
La activación de la vía alterna ocurre en ausencia de complejos antígeno-anticuerpo. A partir de la
formación de la C3 convertasa es similar a la vía clásica, pero ocurre en ausencia de los factores C1,
C2 y C4.
La glicoproteína C de los virus herpes alfa, altera la acción del
complemento al ligarse al factor C3b y varios poxvirus se unen a los
factores C3 y C4. Algunos virus tienen una sensibilidad intrínseca por el
complemento y pueden activarlo por las vías clásica o alterna. Los virus
producen proteínas homólogas de las proteínas regulatorias del
complemento que al ser secretadas bloquean las vías de activación del
complemento. El citomegalovirus humano (HCMV) y el HIV incorporan
en su membrana proteínas como la CD59 que normalmente protegen las
células de la acción lítica del complemento. La vaccínea codifica para un
factor soluble VCP (Vaccinia virus Complement control Protein) que
regula en forma negativa las vías clásicas y alternas del complemento, se
asocia a las fracciones C3b y C4b y aumenta la actividad del factor I una
proteína celular que inactiva C3b y C4b, limitando la actividad de C3
convertasa. En otros poxvirus se ha descrito una proteína SPICE (Small
Pox Inhibitor of Complement Enzyme) con acciones similares.
Figura 3.11. Vía clásica de activación del complemento
La vía clásica se inicia con la unión del complejo C1qrs, los anticuerpos y el antígeno. El C1s cliva
C4 y luego C2 dando lugar a la formación del complejo C4b2a que se comporta como convertasa de
C3. La convertasa cliva C3 en C3a y C3b la última se une al sitio de activación del complemento.
C3b se une a C4b para dar lugar a la convertasa de C5 la cual cliva C5 en C5a y C5b liberando las
anafilotoxinas C4a, C3a y C5a. La proteína C5b inicia el complejo de activación de la membrana.
Tabla 3.3. Fijación de algunos factores del complemento por proteínas virales
Virus
Antirreceptor viral
Acción C’
Receptor celular
Célula blanco
EBV
gp350/220
CR2
LB
Sarampión
Hemaglutinina
CD46
Ls, Ma, DC, Neur
HIV
gp120
Depósito de C3
CD4
LT CD4
Coxsackievirus
Cápside
Depósito de C3
CD55 (DAF)
EC, múltiples
WNV
gpE
Depósito de C3
Ma, Neur
EBV: virus de Epstein Barr. HIV: virus de inmunodeficiencia humana. WNV virus del Nilo
Occidental. LB: linfocito B. Ls: linfocitos. Ma: macrófago. Neur: células neurales. DC: células
dendríticas. EC: endotelio capilar.
Las colectinas son proteínas séricas que forman parte del grupo de
lectinas solubles colágenas de tipo C y análogas al factor C1q del
complemento. Las colectinas, al igual que la proteína fijadora de manosa
(MBP), la conglutinina, CL43, y las proteínas del surfactante (SP-A y SPD), se unen a estructuras de tipo carbohidrato presentes en la superficie de
células, bacterias y virus. Actúan como factores opsonizantes o
eventualmente sustituyen al factor C1q en la activación de la cascada del
complemento por la vía clásica. Las colectinas se unen a glicoproteínas
virales en caso de infección por HIV-1, virus herpes simple (HSV), virus
influenza y virus de la estomatitis vesicular (VSV). Se postula que las
lectinas y colectinas impedirían la movilidad de las glicoproteínas virales
necesaria para la unión con el receptor. Su papel in vivo no ha sido bien
establecido.
Factor de necrosis tumoral
El factor de necrosis tumoral TNF (por Tumor Necrosis Factor) se ha
descrito como un par de proteínas denominadas alfa y beta (TNFα y
TNFβ). Estas citoquinas son importantes en la respuesta inmune innata y
tienen una actividad promotora de procesos inflamatorios, favorece la
adhesión de polimorfonucleares al endotelio vascular, aumenta la
permeabilidad vascular, además de ser inmunomoduladora. El TNFα es
producido por macrófagos, células NK y otros tipos celulares, mientras
que el TNFβ es producido por células T. El promotor de los TNF posee, al
igual que el de IFNβ, repuesta a los ARN de doble cadena y sitios de
respuesta a los NFkB. Los ARN de doble cadena activan una proteinquinasa ARN dependiente (PKR) que, a su vez, fosforila la proteína
inhibidora del NFkB denominada IkB, la cual, normalmente, secuestra e
inactiva el NFkB; la fosforilación del IkB libera el NFkB, el cual es libre
de interactuar con el promotor del TNF. El TNF producido tiene, a su vez,
un efecto amplificador sobre este sistema. El TNF tiene dos tipos
diferentes de receptores (TNFR) en las membranas celulares, uno
denominado p55-60 y otro, p75-80, según su peso molecular. Estos
receptores tienen diferentes ligandos a nivel intracelular y, por lo tanto,
tienen variados efectos sobre diferentes células. El TNFR tiene similitud
con el ligando FAS, el cual se asocia con apoptosis. Otras acciones del
TNF, son: activa los monocitos, estimula la migración de células
dendríticas, actúa como factor de crecimiento celular, como agente de
diferenciación celular y como inductor de muerte celular. Cada uno de
estos efectos es dependiente del tipo celular sobre el que actúa el TNF. Los
efectos sobre la transcripción están dados por control genético de
proteínas, como son NFkB, Fos, Jun, que controlan este proceso.
Células asociadas a la respuesta inmune innata
Desde el punto de vista celular, existen básicamente cuatro tipos que
intervienen en la respuesta no específica: células dendríticas, las células
naturales asesinas (NK), los macrófagos, los polimorfonucleares
neutrófilos. Otros tipos celulares que pueden estar involucrados son los
linfocitos T citotóxicos, sin restricción al MHC, las células T de memoria
con reacción cruzada y las células Tγδ. Se examinan a continuación cada
una de ellas.
Células dendríticas (DC)
La mayoría de infecciones virales se inician por superficies mucosas (oral,
respiratoria, vagina, recto, cerviz) y por la piel. Estos tejidos cuentan con
una amplia red de células dendríticas inmaduras (iDC por immature
dendritic cells). Las células dendríticas poseen TLR que reconocen los
PAMP, de esta manera prueba los antígenos presentes en el medio por
mecanismos de fagocitosis, macropinocitosis y pinocitosis mediada por
receptores. Se describen subpoblaciones de DC que se diferencian por su
función y los marcadores de membrana que poseen (figura 3.12).
Las DC son muy importantes en las etapas de procesamiento
antigénico que permite la presentación a los linfocitos T. El estímulo
antigénico desencadena señales de peligro que se caracterizan por la
activación de una cascada de señalización y la activación de factores de
transcripción (NF-kB, AP-1 y p38) o la inducción de factores de
transcripción del IFN (IRF3) que conlleva a inducción de un programa de
maduración, el aumento de expresión de proteínas reguladoras y moléculas
coestimulatorias y la secreción de citoquinas (TNF-, IL-6, IL-12 e IFNα).
Las células dendríticas constituyen una población heterogénea que
difiere en su linaje, fenotipo, factores de crecimiento y funciones (tabla 3.4
y figura 3.11). Muchas de las moléculas utilizadas como receptores por los
agentes virales son expresadas por las células dendríticas. Ejemplos de
estas son las proteínas CD4, CCR5, CXCR4, CD46, CD150. En general se
identifican las DC de la línea mieloide (mDC) y plasmocitoide (pDC).
En las diferentes DC los virus pueden tener comportamiento
variable, se puede detectar una replicación activa del virus al interior de la
célula dendrítica (HIV y MV) o puede producirse apoptosis (HSV,
vaccinia, influenza, RSV). En cada linaje de DC el comportamiento del
virus puede ser diferente, los virus HSV, HIV e influenza en pDC
presentan replicación y en mDC conllevan a apoptosis. Las DC son
importantes en el proceso de inicio de una respuesta inmune adaptativa,
que incluye la estimulación y activación de diferentes células efectoras
como linfocitos B, linfocitos T nativos, linfocitos T CD4+, y linfocitos T
CD8+ capaces de dar una respuesta inmune específica. Las células
dendríticas interaccionan con otros componentes celulares de la respuesta
inmune, estableciendo un puente entre la respuesta inmune innata y
adquirida (figura 3.13).
Las DC son muy móviles lo que permite su presentación en los
múltiples sitios en donde puede iniciarse un proceso infeccioso, para
cumplir esta función se requiere su migración y tráfico a través de vasos
linfáticos. En estos pasos de tráfico hacia el sistema linfático juega un
papel importante las moléculas de adhesión como las ICAM-1 y Jam1. En
contrapartida, la expresión de integrinas β que permiten la unión de las DC
con la matriz extracelular, puede favorecer la retención de las DC en la
periferia.
Células naturales asesinas (NK)
Las células naturales asesinas (NK por Natural Killer) constituyen solo
una pequeña fracción de linfocitos T de sangre periférica (un 0,2%). Las
células NK son linfocitos T grandes que contienen gránulos provistos de
proteasas de serina (granzimas) y proteínas formadoras de poros
(perforinas), estas dos proteínas forman un complejo proteico junto con el
proteoglicano condroitín sulfato (serglicina). Las células NK son un grupo
heterogéneo de linfocitos que tienen restricción a la molécula CD1d, una
molécula presentadora del antígeno que se une a lípidos y glicolípidos
propios y extraños. Las células NK se interrelacionan con otras células de
la respuesta inmune, dando un efecto de inmunomodulación (figura 3.14).
Figura 3.12. Marcadores de las subpoblaciones de células dendríticas
Tabla 3.4. Características generales de las células dendríticas humanas
Característica
pDC
mDC
Célula Langerhans
Epidermis intersticio de
dermis, mucosas, prepucio
Localización
Tejido linfoide (timo, médula ósea,
amígdalas, bazo y nódulos linfoides)
Tejidos periféricos (sitios de entrada
de muchos patógenos virales)
Receptores
TLR
7, 9
1, 2, 3, 4, 5, 6, 8
Receptores
CD
11c-, 11b-, 123, 62L, 45RA, 36,
11c+, 11b+, 13, 45RO, 33., GM-CSF
Receptores
lectina C
BDCA2, BDCA4, Dectina
DC-SIGN, CD-LAMP, Receptor de
manosa, CD205, CD206, CD207,
Receptor
CCR2, CCR3, CCR5, CXCR3,
quimioquinas CXCR4, CCR7
CCR2, CCR3, CCR5, CXCR3,
CXCR4, CCR7
Citoquinas
producidas
IL-12
IFN
CD1a
Interacción
virus ADN
AdV, HSV, VZV, CMV
AdV, VZV, EBV, HSV, poxvirus
HPV, CMV
Interacción
virus ARN
DV, nfluenza, VIH
DV, influenza, parainfluenza, MV,
RSV,
Ébola, HIV
DV
Respuesta
antigénica
Linfocitos T y B
Linfocitos T y B
AdV: adenovirus. VZV: virus de la varicela y zona. EBV: virus de Epstein Barr. DV: virus dengue.
HPV: virus del papiloma humano. HSV: virus herpes simple. CMV: citomegalovirus. MV: virus del
sarampión.
Figura 3.13. Vías de inducción de la respuesta inmune adaptativa por parte de las células
dendríticas (DC)
Los diferentes eventos que siguen después de iniciado el proceso infeccioso está marcado por el
conjunto de citoquinas liberadas en el entorno. iDC: célula dendrítica inmadura. mDC: célula
dendrítica de la línea mieloide. pDC: célula dendrítica de la línea plasmocitaria. LTh1: linfocito T
con función Th1. LTh2: linfocito T con función Th2. LTCD8+: linfocito citotóxico. IL:
interleuquina.
Las células NK se definen por la presencia de la proteína NKK1.1
(CD16). Se clasifican en tres grupos denominados células NK tipo I o
invariante, células NK tipo II y células NKT-like, dependiendo del
repertorio de marcadores de membrana y funciones como el
reconocimiento de galactosilceramida. Las células NK en general tienen
como marcadores de membrana las proteínas de diferenciación NKG2D o
CD49, receptores Ly49s (de tipo lectina inmunoglobulina), NKp30, 44 y
46, receptores LIR (por killer immunoglobuline-like), receptores LIR (por
Leukocyte Immunoglobulin Receptors), y finalmente receptores CD2,
CD11a (LFA-1), CD11b (Mac1), CD43, CD45, CD56 que se expresan en
diferentes estadios de desarrollo de las células NK, bajo el influjo de
diferentes citoquinas. Los receptores FCR y CD16 juegan un papel en la
lisis celular con mediación de anticuerpos (ADCC). La granzima B activa
las caspasas e inicia la apoptosis y la fragmentación del ADN de la célula
huésped. La perforina es una proteína que se polimeriza sobre la
membrana de la célula blanco, causando la formación de poros que
conllevan a la lisis osmótica de la célula.
Otra acción de las NK consiste en la liberación de citoquinas como
el IFN-γ, TNFα, factor estimulador de colonias (CSF), IL-1 e IL-8. En
términos generales, se sabe que las células NK lisan células que presentan
en su superficie niveles bajos de expresión de proteínas del MHC de clase
I. Al igual que los LTC, las células NK lisan células alogénicas más que
las de tipo singénico.
Figura 3.14. Interacción entre las células NK, células dendríticas, mastocitos, eosinófilos y
células infectadas por virus en la fase inicial de la infección
Mast: mastocito. pDC: célula dendrítica plasmocitaria. Eos: eosinófilos. NK: célula NK. iDC: célula
dendrítica inmadura.
Los receptores Ly49, KIR y NKG2D son importantes en el reconocimiento de la célula infectada
por virus.
El reconocimiento de las células NK por parte de los receptores
superficiales (NKR) se realiza en residuos de tipo carbohidrato, presentes
en las proteínas del MHC de clase I. Esta especificidad por residuos
carbohidratos es consistente con la observación de que los NKR son
homólogos con las moléculas de lectina. No está totalmente establecido
cómo controlan las células NK la infección viral; los posibles mecanismos
involucrados, incluyen la lisis de las células infectadas por virus, la posible
liberación de citoquinas (IFN-γ, TNF-α) que inhiben la replicación o lisan
las células infectadas o la activación de otros leucocitos por medio de
citoquinas liberadas. Las células NK y las DC se activan mutuamente
durante el curso de la infección, para lo cual se necesita la liberación de
factores solubles que se constituyen en moléculas coestimulatorias y la
interacción de receptores que no se encuentran muy bien determinados,
como lo muestra la figura 3.15.
La actividad citolítica y la producción de IFN-γ por parte de las
células NK ha demostrado ser importante en el curso de varias infecciones
virales entre las que se incluyen infecciones por virus de la familia
Herpesviridae (HSV, VZV, CMV, VEB) virus influenza, hepatitis C y
VIH. Recientemente se ha determinado el papel de receptores NKG2D y
Ly49s en el reconocimiento de citomegalovirus. EL CMV ha generado
mecanismos de escape a la acción de las células NK, la proteína viral
pUL16 es capaz de disminuir la expresión de tres de los seis ligandos de la
proteína NKG2D (ULBP1, ULBP2 y mICB). La hemaglutinina de virus
influenza y la hemaglutinina neuraminidasa de virus parainfluenza se unen
a la proteína NKp46 de las células NK, lo que permitiría la destrucción de
células infectadas por estos virus, que expresan estas proteínas en su
superficie. Se ha observado que la proteína E2 de HCV interacciona con la
proteína CD81, lo cual puede modular la respuesta inmune innata y
específica, mediante la transducción de señales regulatorias. Por otra parte,
p12 del HTLVI disminuye la expresión de adhesinas ICAM-1 y 2 lo que
disminuye la adherencia de las células NK a los linfocitos CD4 infectados,
impidiendo su destrucción. Algunas proteínas virales pueden incrementar
la respuesta NK, ya sea por aumento de la adsorción (virus Sendai) o de su
actividad lítica (parotiditis, sarampión, influenza). En humanos con
defectos en la actividad de células NK se ha observado una mayor
susceptibilidad a infecciones con citomegalovirus y virus herpes simple
(CMV y HSV).
Macrófagos y monocitos
Los macrófagos permiten una eliminación de viriones libres por
fagocitosis y degradación intracelular. Estas células se hallan situadas
estratégicamente en los sitios de entrada como los alvéolos pulmonares, las
placas de Peyer y los sinusoides hepáticos. Desde el punto de vista
histopatológico, los macrófagos son células que se reclutan en una fase
temprana (primeras 24 horas) del proceso inflamatorio. Los virus de mayor
tamaño, como la vaccínea, serán aquellos más fácilmente capturados.
Agentes virales como el virus dengue y VIH necesitan de la presencia de
anticuerpos y/o complemento para ingresar al macrófago, la opsonización
de la partícula viral no necesariamente garantiza la destrucción del virión;
los virus capturados por los receptores FC o del complemento aumentan la
infectividad por un mecanismo inmunopatogénico, conocido como el
caballo de Troya. En el caso del VIH, el macrófago puede jugar un doble
papel de permitir la infección por el virus y activar células T vecinas
favoreciendo su infección. Las células de tipo macrófago y monocito
sirven también como caballo de Troya que transporte el virus hacia el
sistema nervioso. Como los macrófagos expresan TLR4, pueden ser
activados por LPS de organismos Gram negativos para iniciar el proceso
de secreción de citoquinas proinflamatorias.
Figura 3.15. Coestimulación de células NK y DC por efecto de las citoquinas liberadas de cada
célula y efectos estimuladores
TNF: factor de necrosis tumoral. IL: interleuquina. IFN: interferón.
Los mecanismos por los cuales los macrófagos pueden controlar la
infección se dividen en dos tipos: 1. Mecanismos intrínsecos que permiten
la destrucción intracelular de los viriones; y 2. Mecanismos de resistencia
extrínsecos que ocurren por secreción de sustancias antivirales como los
IFNα, IFNβ y TNFα. Los macrófagos son en realidad una población
celular heterogénea que puede diferir en sus mecanismos intrínsecos y
extrínsecos, dependiendo de la edad, tejido de origen, estado de activación
y diferenciación. Se define estado de activación como los cambios
morfológicos, bioquímicos y funcionales que son ocasionados por acción
de citoquinas como IFN-γ y TNFα y se caracteriza por ser reversible. Por
su parte, la diferenciación se refiere a un estado de desarrollo irreversible.
Algunos agentes virales como el virus dengue (DV) y el virus de
inmunodeficiencia humana (VIH), pueden sobrevivir al interior de los
macrófagos y monocitos sin perder su capacidad infectante.
Adicionalmente, los macrófagos han sido implicados como uno de los
sitios en donde el citomegalovirus puede permanecer en estado de latencia.
Polimorfonucleares
Los polimorfonucleares (PMN) se encuentran junto con los macrófagos en
las primeras 24 horas en de los tejidos afectados. Los PMN liberan
defensinas que son péptidos antimicrobianos y citotóxicos formados por
residuos de 29 a 35 aminoácidos. Por la presencia de receptores para el FC
y el complemento (FCR y CR respectivamente), los PMN fagocitan
partículas virales que hayan sido opsonizadas por anticuerpos y/o
complemento, esta actividad es potenciada por la presencia de TNF.
Células Tγδ
Las células Tγδ son las primeras células en migrar del timo y se ubican en
epitelios y tejido mucoso de piel, tracto gastrointestinal, tracto respiratorio
y reproductivo. Estas células son formas primitivas de LT que expresan en
forma más restrictiva los receptores celulares. Se ha observado que estos
tipos celulares lisan selectivamente células infectadas por citomegalovirus;
así mismo, que estas células secretan citoquinas antivirales como el IFN-γ.
La depleción de células Tγδ en el tracto genital aumenta la susceptibilidad
para infecciones por virus herpes simples tipo II.
Las células linfocíticas T sin restricción al MHC son células que
expresan receptores de membrana de tipo TCR, CD3, CD8 y CD56. Al
parecer estas células forman parte de células de memoria que han sido
activadas bajo la influencia de la IL-2. Estas células se han identificado
como las responsables de la lisis de células infectadas por virus Sendai y
dengue.
Es muy complejo establecer la existencia de reacciones cruzadas en
los LT de memoria. Estas células estimuladas en el curso de infecciones
previas, expresan altos niveles de moléculas de adhesión y receptor para la
IL-2 (IL-2R) y, por lo tanto, son muy fáciles de estimular por péptidos de
baja afinidad. En el curso de infecciones por el virus influenza, se puede
observar que hasta el 30% de las células mediastinales expresan mARN
para el IFN-γ, un número muy grande para responder exclusivamente
como LTC específicos de virus. Estos linfocitos pueden activarse
fácilmente en el curso de otra infección viral concomitante. En ratones
infectados con virus de la coriomeningitis linfocitaria (LCMV), se ha visto
protección contra virus Pichinde y vaccínea que es conferida por células T
específicas de LCMV.
Respuesta inmune adaptativa
Muchas de las infecciones que afectan al género humano se caracterizan
por no repetir y esto se debe a la presencia de una respuesta inmune
efectiva y duradera en el hospedero. Este principio es utilizado en los
programas de inmunización para estimular una respuesta inmune que
proteja al hospedero ante una eventual exposición al agente infeccioso.
La memoria inmunológica se establece por una buena presentación
del antígeno en los contextos de las proteínas del complejo mayor de
histocompatibilidad de clase I y II. Los genes que codifican para los
antígenos del MHC se sitúan en el brazo corto del cromosoma 6 y se
organizan como lo muestra la figura 3.16.
Puesto que los virus son parásitos intracelulares obligados, el
sistema inmune tiene dos labores fundamentales: primero reconocer los
virus libres, para lo cual utiliza como herramienta clave la respuesta
inmune humoral específica y, segundo, reconocer y eliminar las células
infectadas, para lo cual utiliza las propiedades de linfocitos T, capaces de
reconocer antígenos virales procesados y presentados por receptores del
complejo mayor de histocompatibilidad en forma de fragmentos
peptídicos.
Entidades como la viruela, la poliomielitis, el sarampión, la rubéola,
la parotiditis, la hepatitis A, la varicela y la fiebre amarilla han podido ser
erradicadas o controladas gracias a la existencia en el hospedero de una
respuesta inmune adaptativa que protege contra exposiciones futuras. La
respuesta adaptativa o específica involucra dos acciones complejas: la
respuesta de tipo humoral y la respuesta de tipo celular. Este sistema de
defensa implica la presentación de antígenos virales por células
presentadoras del antígeno (linfocitos B, macrófagos, células dendríticas,
etc.) y se realiza en el contexto de las proteínas del complejo mayor de
histocompatibilidad de clase I y II. La estructura general de las proteínas
del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I y II en las
membranas celulares se esquematiza en la figura 3.17.
Las proteínas involucradas en la respuesta inmune tienen dominios
extracelulares, transmembranales e intercelulares. Los dominios
intercelulares se encuentran asociados a proteínas como la tirosina quinasa,
que inicia los procesos de transducción de señales a nivel intracelular que
regulan la síntesis de interferón, interleuquinas y secreción de citoquinas
proinflamatorias (figura 3.17).
La respuesta inmune adaptativa demora varios días en generarse, y
es desencadenada por la presentación altamente específica de moléculas
virales a cargo de receptores celulares presentes en la superficie de
membrana de células especializadas. La presentación del antígeno no se
hace en su integridad, sino que solo un pequeño fragmento es presentado,
los receptores sólo reconocen una parte de los antígenos virales (figura
3.18). El resultado de esta respuesta específica es que el sistema inmune se
adapta para que una segunda exposición al agente infeccioso sea mucho
más rápida y de mayor magnitud, por la característica fundamental de
conferir memoria inmunológica.
Figura 3.16. Genes que codifican para las proteínas del complejo mayor de
histocompatibilidad de clase I, II y III
cM: distancia en centimorgan.
Las dos clases de proteínas del MHC reflejan, a su vez, las dos
formas de procesamiento antigénico. Las proteínas del MHC de clase I
están optimizadas para presentar antígenos de tipo intracelular y las de
clase II son adecuadas para exponer antígenos de tipo extracelular (figura
3.19). Es importante resaltar el gran polimorfismo que manifiestan las
proteínas MHC de clase I; hay múltiples alelos funcionales localizados en
el mismo locus y gran variabilidad en la zona de presentación antigénica.
Resultado de este polimorfismo es la gran variabilidad de presentación
antigénica en los diferentes individuos; diferentes proteínas del MHC van
a ligar y exponer diferentes secuencias peptídicas. Este polimorfismo hace
que los individuos de una misma especie tengan una respuesta diferencial
ante los distintos agentes infecciosos y dificulta la producción de vacunas
sintéticas que sean adecuadas y universales.
Figura 3.17. Esquema de las proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad de clase I,
II
El sitio de presentación antigénica se señala con un asterisco azul
N: extremo amino terminal. C: extremo carboxiterminal.
Figura 3.18. Moléculas de membrana presentes en algunas células inmunes
La estructura general muestra que forman parte de la superfamilia de las inmunoglobulinas.
Nótese la relación de las proteínas CD4+ y CD8+ con la tirosina quinasa. En morado las zonas de
glicosilación. Los círculos unidos representan los sitios de puentes disulfuro.
Figura 3.19. Procesamiento y presentación antigénica en el contexto de las proteínas HLAI
para la respuesta de tipo celular y en el contexto HLA-II para la respuesta de tipo humoral
Obsérvese que los antígenos son procesados en sitos diferentes; proteasomas (1) para la respuesta
Th2 y compartimentos acidófilos (2) para la respuesta Th1. En a: captura. b: procesamiento. c:
transporte. d: transporte al Golgi. e: presentación en la membrana.
En el caso de infecciones virales, los antígenos son presentados en el
contexto de las proteínas del MHC clases I y II. La respuesta es conjunta,
de tipo humoral y celular; los dos tipos de respuesta son importantes en la
erradicación del agente y en la recuperación de la infección. El
reconocimiento antigénico por las células T es capaz de distinguir entre las
proteínas sintetizadas a nivel intracelular y aquellas que son tomadas del
medio externo de la célula.
Los linfocitos de tipo CD8+, normalmente de tipo citotóxico,
reconocen las proteínas endógenas sintetizadas por la célula y los
linfocitos de tipo CD4, habitualmente de tipo ayudador (helper), reconocen
los péptidos de origen externo a la célula. La mayoría de infecciones
bacterianas son extracelulares y sus antígenos son captados y degradados
en compartimentos acidófilos, para después ser presentados en el contexto
de proteínas de tipo MHC II; en consecuencia, inducen una respuesta de
predominio Th2 y una buena síntesis de anticuerpos. Estos anticuerpos
producidos reconocerán antígenos intactos y usarán mecanismos efectores
de tipo opsonización, aglutinación y fijación del complemento.
Presentación antigénica
por las proteínas del MHC de clase I
Las proteínas del MHC de clase I son heterodímeros constituidos por
moléculas α de alto peso molecular (45 kda) y una β-2 microglobulina de
11.5 kda. La molécula α posee tres dominios (α1, α2 y α3) extracelulares,
el dominio α3 semeja un dominio de inmunoglobulina. El sitio de
presentación antigénica se sitúa entre los dominios α1 y α2. La molécula
posee un dominio transmembranal y una extremidad carboxiterminal de
unos 30 aminoácidos, que puede relacionarse con proteína quinasas y con
moléculas del citoesqueleto celular.
En el REG las proteínas del MHC-I forman un andamiaje proteico
con múltiples proteínas como la calreticulina, calnexina, ERp57, proteína
disulfuro isomerasa, las proteínas transportadoras de péptidos (TAP) y la
tapasina. Las proteínas virales sintetizadas en el citoplasma de las células
infectadas son recicladas utilizando el sistema de marcaje de las
ubiquitinas. A la proteína viral al ser degradada o procesada se le
adicionan múltiples copias de una molécula de 76 aminoácidos
denominada ubiquitina la cual se conserva en diferentes células
eucariotes. Las moléculas de ubiquitina adicionadas permiten que la
proteína sea degradada en una estructura enzimática compuesta de
múltiples subunidades y multicatalítica de 20-26 Svedberg llamada
proteasoma. Las secuencias de aminoácidos que flanquean al epítope
deben ser críticas para que la proteína sea degradada en los proteasomas.
Las proteínas virales son procesadas mediante reacciones proteolíticas en
el proteasoma. Finalmente, los péptidos virales son transportados por el
sistema de vesículas del REG, acopladas a los MHC-I permitiendo la
presentación antigénica.
La secuencia específica de aminoácidos es la que determina los sitios
de proteólisis por parte de proteasas presentes en el proteasoma. Los
proteasomas son un complejo proteico citoplásmico asociado con la vía de
la ubiquitina, altamente relacionada con el sistema de degradación de
proteínas del huésped y su sistema de funcionamiento es fuente de
fragmentos peptídicos. Las proteínas de este sistema son, al parecer,
codificadas en genes del grupo de proteínas del MHC; por ende, pueden
tener el polimorfismo ya descrito para estas proteínas. Los fragmentos
producto de la proteólisis son luego transportados al retículo endoplásmico
por unas proteínas denominadas TAP (proteínas transportadoras asociadas
con la presentación antigénica) que hacen parte de unas proteínas de tipo
ABC codificadas por genes del MHC. Se describen dos tipos de moléculas
denominadas TAP1 y TAP2. Estas proteínas se mezclan y forman
moléculas transportadoras de tipo heterodímero. En el retículo
endoplásmico, los fragmentos son ligados por afinidad con las proteínas
del MHC de clase I y son transportados al cis-Golgi y luego al trans-Golgi
por un sistema de vesículas hasta la membrana plasmática. Otro posible
mecanismo de transporte de las proteínas virales puede ser mediante la
presencia, en la extremidad amino, de secuencias-señales que permiten la
localización en las membranas del retículo endoplásmico y su migración a
las cisternas del Golgi.
En la figura 3.20 se esquematiza la forma topológica como se
presenta un residuo peptídico en el interior del surco de la molécula MHC
I. El residuo peptídico (en verde y gris) tiene una zona de anclaje en el
sitio de presentación antigénica del MHC (en color violeta) y las
posiciones de los residuos de aminoácidos dos y nueve son importantes
para que allí se instale una serie de motivos (aminoácidos) específicos. En
estos sitios sólo pueden verse residuos con ciertas características de
hidrofobicidad, hidrofilicidad o cargas polares. Por otro lado, hay sitios no
determinados donde pueden observarse residuos de aminoácidos variables.
No todos los motivos peptídicos que se ajustan al sitio de presentación
antigénica de las MHC I son capaces de inducir una respuesta linfocítica
T; por lo tanto, es muy difícil de predecir los residuos que dan una buena
respuesta citotóxica.
Presentación antigénica
por las proteínas del MHC II
Las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad de clase II son
heterodímeros de 55 kda compuestas de dos cadenas de peso molecular
similar denominadas α y β. Cada molécula posee dos dominios
extracelulares denominados respectivamente α1, α2, β1 y β2, una porción
transmembranal y un extremo carboxiterminal ubicado a nivel intracelular.
El antígeno procesado es presentado en un sitio formado por los dominios
α1 y β1 (figura
Figura 3.20. Sitio de presentación antigénica al interior del surco (del inglés groove) en la
molécula de tipo HLA I
Se observan los sitios de anclaje del péptido en posición 2 y 9 y el sitio de presentación antigénica.
3.15). Las proteínas MHC II tienen dominios funcionales similares a
los descritos para las proteínas MHC I. En este sistema de presentación
antigénica, las proteínas extracelulares son tomadas por endocitosis y
fagocitosis y luego son transportadas a vacuolas acidófílas donde son
degradadas o fragmentadas en pequeños residuos de proteína (figura 3.17).
De otro lado, las moléculas de tipo MHC II son sintetizadas en el retículo
endoplásmico rugoso (RER) y transportadas al aparato de Golgi. La
vacuola que posee el fragmento de proteína se fusiona con la vacuola
presente en el Golgi y el péptido se liga a la proteína MHC, debido a la
afinidad que existe entre el fragmento y el sitio de presentación antigénica.
Se han detectado seis genes que codifican, para los dominios alfa (α), y
siete que codifican para el dominio beta (β), lo cual, en teoría, daría la
posibilidad de realizar 42 clases diferentes de MHC II, surgidos por
mecanismos de recombinación genética. La razón por la cual los
fragmentos peptídicos llevados por las proteínas TAP no se ligan con las
MHC II es que estas proteínas se hallan en el RER, unidas a una fracción
proteica invariable no presentada en la figura 3.19.
Interleuquinas y respuesta inmune
Las interleuquinas son importantes en la modulación de la respuesta
inmune antiviral. Un virus produce activación de la célula presentadora del
antígeno y se genera IL-12 que, a su vez, induce respuesta de las células
Th1, estas células, por medio de la IL-12 y del IFN-γ activan las células T
y NK. La IL-2 producida por células T estimula el crecimiento de células
NK y activa su función lítica, mientras que el IFN-γ regula la respuesta
inmune mediante la activación de macrófagos y diferenciación de
linfocitos B y T; todos estos efectos llevan a la destrucción de la célula
infectada, como se observa en la figura 3.18.
Receptores de células T (TCR)
El receptor de células T (TCR) es una glicoproteína de membrana de tipo
heterodímero. Los monómeros son codificados por cuatro regiones
genómicas diferentes denominadas alfa, beta, gama y delta (α, β, γ, δ).
Como los genes de las inmunoglobulinas, los del receptor de células T
sufren reacomodos somáticos, dando lugar a la unión de regiones V, D, J y
C. Su riqueza es, por tanto, similar a la presentada por los anticuerpos. La
porción variable compuesta de una región alfa (Vα) y una región beta (Vβ)
es capaz de reconocer al antígeno y a la proteína MHC. En contraste, el
número de copias de la región constante del receptor TCR es muy bajo y
similar en las células de tipo citotóxico y helper. Esto hace intuir que la
parte efectora del TCR que distingue entre las dos clases de proteínas del
MHC no está asociado a la porción constante de la molécula. La
especificidad de función de los linfocitos T está dada por las moléculas
CD4 y CD8. Otra molécula que juega un papel importante en la función de
los linfocitos T y timocitos es el complejo molecular de la CD3, este
complejo interactúa con el TCR. La CD3 está formada al menos por cuatro
proteínas transmembranales y se asocia con sistemas de transducción de
señales asociadas a la familia de proteína SRC de la fosfotirosina
fosfoquinasa. Hallazgos recientes indican que la activación celular durante
la formación de complejos antígeno-receptor, involucra mecanismos de
transducción de señales con procesos de fosforilación de proteínas
intracelulares en sus residuos de tirosina.
Diálogo entre linfocitos T y B
En la figura 3.21 se resume la forma como ocurre el diálogo entre el
linfocito T y el linfocito B durante el curso de la maduración de células B,
dependiente de linfocitos T. El reconocimiento del antígeno presentado por
las proteínas MHC II por parte del receptor de la célula T y proteína CD3
(CD3/TCR), lleva a la activación del linfocito T y a la expresión del
receptor CD40L en el linfocito T. Por su parte, en el linfocito B ocurre la
expresión del CD80/B7 BB1. La unión de CD40L del linfocito T al CD40
del linfocito B y del CD80 del linfocito B al CD28 del linfocito T,
amplifica la activación celular inicial y lleva a la proliferación de células T
o B. La célula T activada produce las citoquinas necesarias para la
selección isotípica y para producir los diferentes tipos de
inmunoglobulinas por parte de los linfocitos B. Esta activación y
maduración recíprocas de linfocitos T y B sólo ocurre si han sido
previamente estimuladas para la expresión de CD40L o CD80 como
sucede durante la presentación antigénica. Estos mecanismos se asocian
con otras moléculas tipo integrina (no presentadas en la figura 3.21) que
también colaboran en la estabilización de la unión intercelular.
Figura 3.21. Diálogo recíproco entre LT y LB y sistemas de activación de señales
En este diálogo participan proteínas de membrana del linfocito T (CD3, TCR, CD28, CD40L) y
proteínas de membrana del linfocito B (MHCII, CD80, CD40). Estas proteínas se encuentran
relacionadas con un sistema activador de señales que permiten la respuesta de los linfocitos.
Respuesta inmune celular
La respuesta inmune celular se define como la respuesta de los linfocitos
T. Las células T se subdividen en dos grandes subpoblaciones
denominadas CD8+ y CD4+ las cuales tienen restricción para reconocer el
antígeno presentado por proteínas MHC de clase I y II. Las moléculas de
clase I y II presentan el antígeno en un dominio que se encuentra distante
de la membrana celular, zona denominada surco, riel o canal (en inglés:
groove). Los linfocitos T CD4+ reconocen antígenos que son presentados
en el contexto de proteínas del MHC de clase II (restricción MHC II) y los
linfocitos T CD8+ reconocen antígenos presentados en el contexto de
proteínas del MHC de clase I (restricción MHC I). El sitio de presentación
antigénica permite la localización de un residuo peptídico que en el caso
de las proteínas del MHC de clase I es de nueve a 12 residuos de
aminoácidos. Por su parte, en el sitio de presentación antigénica de las
proteínas del MHC de clase II, el residuo de aminoácidos tiene un tamaño
de entre 13 y 20 aminoácidos. Por la existencia de polimorfismo en las
proteínas del MHC de clase I y II, se puede afirmar que la presentación
antigénica para la respuesta celular es polimórfica en los diferentes tipos
de poblaciones estudiadas y está íntimamente ligada al genotipo del
hospedero. La respuesta celular tiene un pico temprano entre los siete y
diez días después de iniciado el proceso infeccioso y desciende a las dos o
tres semanas, una vez que se ha resuelto el curso de la infección. La
células T pueden dividirse en varios grupos funcionales:
1.
2.
3.
Células citotóxicas destruyen células blanco infectadas que expresan antígenos en su
membrana. Los LT CD8+ también secretan varias citoquinas (IFN-γ y TNF-α).
Células helper o ayudadoras, las cuales suministran colaboración en forma de citoquinas
como IFN-γ, IL-4, IL-5 en respuesta al estímulo antigénico.
Células supresoras que eliminan la respuesta inmune; en algunos casos, por destrucción de
células inmunocompetentes.
La mayoría de células de tipo citotóxico son del fenotipo CD8+ y la
mayoría de células helper son del fenotipo CD4+. Las células T reconocen
los antígenos expuestos gracias a la presencia en su superficie de
membrana de receptores de células T (TCR). Los mecanismos de acción
por los cuales puede efectuarse la respuesta inmune celular y producir la
lisis celular se resumen en la figura 3.22.
El reconocimiento de la célula infectada por parte de los linfocitos T
helper y citotóxicos-supresores, se llevan a cabo mediante uniones o
contactos entre proteínas de membrana de las células involucradas, como
se presenta en la figura 3.23. El contacto intercelular produce señales inter
e intracelulares que regulan la respuesta inmune.
La célula CD8+ tiene como mecanismos efectores la liberación de
gránulos líticos que contienen un homólogo de la proteína C9 denominado
perforina y otras serina proteasa conocidas como granzimas A, B, D, G y
H. Estas enzimas salen del linfocito T CD8+ por exocitosis y se vacían en
la sinapsis inmunológica, se ensamblan en la membrana y facilitan el
acceso al citoplasma de la célula blanco de granzimas B, que pueden
desencadenar fenómenos de apoptosis por activación de las procaspasas y
vías independientes de caspasas por activación de proteínas miembros de
la familia Bcl2.
El reconocimiento antigénico por parte de los linfocitos CD8+,
permite detectar las células infectadas en una fase muy temprana del ciclo
replicativo viral, momento en el cual se han sintetizado proteínas virales
no estructurales, que son degradadas en los proteasomas y presentadas en
el contexto de los MHC I. Estos fragmentos de proteínas virales que se
presentan antes de que se haya efectuado el ensamblaje de viriones,
facilitan, mediante la acción citolítica, eliminar las fuentes de progenies
virales de una manera rápida y eficaz.
La respuesta celular detecta los cambios ocurridos en la superficie de
las células infectadas, para esto es necesario que se produzca la unión a
nivel de membranas de células presentadoras de antígeno, células
efectoras, linfocitos B y linfocitos T y las células infectadas por virus. El
papel fundamental lo efectúan las proteínas plasmáticas, muchas de las
cuales pertenecen al grupo de proteínas de diferenciación (CD), las cuales
pertenecen a la superfamilia de las inmunoglobulinas.
Figura 3.22. Diferentes tipos de lisis celular en el caso del reconocimiento y la eliminación de
células infectadas por virus
Figura 3.23. Moléculas que intervienen en la presentación antigénica y en el reconocimiento
inmune
En este diálogo participan proteínas de membrana del linfocito TCD4+(CD2, CD3, TCR, CD4,
LFA-1) y proteínas de membrana del linfocito B (CD2, CD3, TCR, CD8, LFA-1). La célula
infectada presenta el antígeno en el contexto de las proteínas del MHC-I y las células presentadoras
del antígeno en el contexto de las proteínas del MHC-II.
Respuesta inmune humoral
Desde hace mucho tiempo se conoce que la inmunidad protectora puede
ser conferida por sueros de pacientes convalecientes. Los componentes
séricos que permiten este tipo de respuesta son las gammaglobulinas,
también denominadas inmunoglobulinas (Ig) o anticuerpos. La alta
diversidad de anticuerpos contra agentes patógenos y virus se explica por
la selección de clones de linfocitos B que reconocen de una manera
específica diversos antígenos. Los linfocitos B seleccionados son
estimulados para que se repliquen, diferencien y maduren hasta generar
células plasmáticas que producen anticuerpos de alta afinidad. Los
anticuerpos son moléculas heterodiméricas que poseen dos cadenas
pesadas (H por Heavy) y dos cadenas livianas (L por Light) ambas con
regiones constantes y variables, estas últimas responsables del
reconocimiento del antígeno. Las variaciones en la porción constante de la
cadena pesada da lugar a la formación de diferentes isotipos (IgM, IgD,
IgG, IgA, IgE). La IgG a su vez posee diferentes subtipos denominados
IgG1, IgG2, IgG3 e IgG4, cada uno de estos subtipos tiene diferentes
funciones efectoras. Las cadenas livianas pueden ser de dos tipos con
cadena kappa (κ) o lambda (λ).
Los anticuerpos pueden reconocer los antígenos como moléculas
íntegras aun en fase líquida. El análisis cristalográfico de las interacciones
antígeno-anticuerpo muestra que las uniones entre las dos moléculas es
como de una mano y su guante, los componentes pueden alterar su
conformación para adaptarse el uno al otro. Las principales acciones de los
anticuerpos sobre los agentes virales son, entre otras:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Neutralizar la infectividad del virión al recubrir las partículas virales a nivel extracelular,
impidiendo que infecten la célula blanco.
Producir la aglutinación de las partículas virales.
Lisar las partículas virales en asociación con el complemento.
Reconocer los antígenos virales presentes en las superficies de membrana de las células
infectadas (antígenos presentes en la superficie viral o antígenos presentes en células
infectadas e internos en la partícula viral, por ejemplo proteínas internas o no estructurales).
Producir la lisis de las células infectadas con mediación del complemento.
Otro mecanismo de acción de los anticuerpos es el de participar en fenómenos de
citotoxicidad. En estas circunstancias, los anticuerpos antivirales y las células T
sensibilizadas interactúan para destruir las células infectadas por virus.
Cuando los viriones se encuentran libres en el suero o en otros
fluidos corporales se puede dar una interacción entre los antígenos virales
y los anticuerpos. De esta forma los anticuerpos disminuyen la cantidad de
antígeno libre y alteran la infectividad de las partículas virales,
promoviendo también la fagocitosis. En ciertos casos (hepatitis B,
rubéola), la interacción entre los antígenos virales y los anticuerpos puede
dar lugar a la formación de complejos inmunes, estos complejos inmunes
pueden
asociarse
con
glomerulonefritis,
lupus
eritematoso,
crioglobulinemia y vasculitis.
La detección de la respuesta humoral es un poco más tardía que la
respuesta celular, siendo claramente detectada de dos a cuatro semanas
después de iniciado el proceso infeccioso; se extiende por largos periodos
(semanas a meses), dependiendo del tipo de virus y de la respuesta del
huésped. Reportes recientes de estudios longitudinales por más de 26 años,
muestran que la respuesta inmune humoral es estable con periodos de vida
media, cercanos a los 50 años en caso de infección por virus de la varicela
zoster y teóricamente por más de 200 años para virus como el sarampión y
la parotiditis. Otros agentes virales en los que la respuesta humoral es
claramente detectable después de varios años son la fiebre amarilla, la
rubéola y la hepatitis B. No es claro si la respuesta inmune obtenida luego
de esquemas de vacunación es de tan larga duración como en el caso de
infección natural, sin embargo, los títulos de anticuerpos obtenidos
después de inmunización son menores a los que se presentan en el curso de
la infección natural. La razón de esta respuesta sostenida plantea dos
hipótesis: primera, la continua producción de anticuerpos por células
plasmáticas estimuladas por linfocitos B de memoria y, segunda, la
producción de anticuerpos por plasmocitos de larga vida independiente de
los linfocitos B de memoria; ambas teorías no son excluyentes.
El encuentro del antígeno viral con el receptor de células B (BCR)
activa los factores de transcripción (NFkB y Ap-1) que generan señales
que facilitan la proliferación y diferenciación celular. La internalización
del antígeno permite el procesamiento antigénico y su presentación en el
contexto de las proteínas MHC II, este antígeno puede ser reconocido por
los receptores de linfocitos T (TCR) lo que desencadena la liberación de
citoquinas que permiten la proliferación y diferenciación de linfocitos B.
La selección isotípica ocurre gracias a la acción de citoquinas
especializadas que son importantes en los procesos de proliferación,
división y diferenciación de los linfocitos B nativos. La secreción de IFNγ
por parte de los linfocitos Th1 induce la producción por parte de los
plasmocitos de IgG2a e IgG3 inhibiendo la producción de IgM, IgG1 e
IgE. La secreción de IL-4 por parte de los linfocitos Th2 induce la
producción por parte de los plasmocitos de IgE e IgG1 inhibiendo la
producción de IgM, IgG2a e IgG3 (figura 3.24).
Los anticuerpos producidos luego del proceso infeccioso van
madurando, de tal suerte que solo persistan aquellos que presentan una
mejor avidez y afinidad funcional, es decir, que la interacción paratopeepítope tenga el mejor ajuste y fuerza de interacción. La introducción de
las pruebas de avidez para el diagnóstico serológico de las infecciones
virales (rubéola, citomegalovirus, virus de Epstein Barr) ha logrado
diferenciar las infecciones recientes (pruebas de baja avidez) de
infecciones pasadas, reinfecciones o reactivaciones (pruebas de alta
avidez). La maduración de la afinidad de los anticuerpos es posible por la
hipermutación somática de los receptores de células B, lo cual tiene lugar
en los centros germinativos; esta maduración sólo se obtiene meses
después del proceso inicial o luego de infecciones secundarias o dosis
vacunales de refuerzo. En general, los anticuerpos de alta afinidad tienen
una mayor actividad neutralizante, no existe aún una correlación funcional
entre afinidad y capacidad funcional de los anticuerpos.
Diferenciación de respuestas Th1 y Th2
Entre los factores generales que son importantes en el tipo de respuesta
inmune (celular o humoral), se tienen: tipo de antígeno, ruta de entrada al
organismo, forma física del antígeno, tipo de adyuvante y dosis del
antígeno o cantidad del inóculo. Las células T CD4+ nativas o Th0,
representan una población heterogénea de células parcialmente
diferenciadas, que pueden polarizarse hacia un tipo de respuesta específica
bajo la acción de diferentes factores genéticos y del medio. Esta
diferenciación de la línea de respuesta se inicia desde los primeros
momentos de manifestación antigénica en el contexto de presentación de
los PAMP a los TLR (figuras 3.24 y 3.25). El perfil de citoquinas
secretadas dependerá del reconocimiento inicial de los PAMPs por los
TLR y otras proteínas PRR. Las células Th0 secretan una amplia gama de
citoquinas que incluyen IL-2, IFNγ, IL-4, IL-5, IL-6 e IL-10.
Figura 3.24. Citoquinas que intervienen en la respuesta inmune humoral y en la conmutación
de clase
La IL-4 es importante en la activación de los linfocitos B; la IL-5 es fundamental en la proliferación
y división de los LB la IL-4, IL-5 , TNFγ y el INFγ son importantes en la selección isotípica de los
plasmocitos para la producción de IgE e IgG1, IgA e IgG-2a, respectivamente.
Las células Th0 tienen la potencialidad de madurar a linfocitos Th1,
Th2 y Th17 dependiendo de las citoquinas secretadas en las primeras fases
de la infección viral. La diferenciación de los linfocitos T CD4+ nativos en
células Th1 y Th2 requiere de la acción de citoquinas e información
específica suministrada por las células presentadoras del antígeno. Las
células Th1 y Th2 no sólo secretan diferentes tipos de citoquinas, sino que
también expresan marcadores de activación distintos en la membrana
celular. Muchas de las citoquinas de respuesta Th1 o Th2 provienen de
linfocitos de tipo CD4+, sino también de otros leucocitos o células no
hematopoyéticas. Las principales interleuquinas involucradas en la
polarización de respuesta Th1 y Th2 son la IL-12 e IL-4 y los ligandos de
la vía Notch; sin embargo, no toda respuesta Th1 requiere de IL-12, ni
toda respuesta Th2 requiere de IL-4, otras señales alternas pueden existir.
Los vía Notch ha sido postulada recientemente como un pilar fundamental
en la diferenciación de las células Th0.
Figura 3.25. Vista parcial de los diferentes sistemas de reconocimiento de los antígenos por
parte de los TLR y de los diferentes sistemas de señalización intracelular
La señalización lleva a respuestas diversas que a su vez orientan la especificidad de la respuesta
inmune en tipos Th1 o Th2. Las moléculas de señalización y los factores de transcripción pueden
ser comunes o variar en los diferentes tipos celulares (macrófagos, DC, células Th1, Th2 o Th17).
Se presentan algunos factores de transcripción involucrados (T-bet, NFkB, Gata3, cJun). Tbet:
aumenta la expresión de IFNγ y de la cadena β del receptor de IL-12 e inhibe Gata-3. Gata3
reconoce la cromatina en el locus Th2. Las líneas rojas indican bloqueos entre la respuesta de tipo
Th1 y Th2. TLR: toll like receptors. TIRAP: molécula adaptadora (sigla de toll-interleukin 1
receptor (TIR) domain-containing adaptor protein). TRIF: dominio TIR con adaptador inductor de
IFNβ. Mal: molécula adaptadora similar a MyD88. FRK: tirosina quinasa asociada a fyn. IRAK: IL1 receptorassociated kinase. MyD88: molécula adaptadora (Myeloid differentiation primary
response gene 88). FRK: protein quinasa reguladora de c-fos. C-fos: factor de transcripción
temprano, proto-oncogen celular. TRAM: molécula adaptadora asociada a TRIF. TRAF: tumornecrosis-factor-receptor-associated factor receptor complex.
En respuesta a estas vías de señalización, se inicia la transcripción de
IFN-γ e IL-4 y la transcripción de genes reguladores de la transcripción
como Tbet y Gata 3. Los clones celulares T productores de IFN-γ fueron
denominados Th1, mientras que los productores de IL-4 fueron llamados
Th2. Las células Th1 presentan el marcador CD30 (una proteína del grupo
del TNF) y las Th2 expresan LAG-3 (lymphocyte activation gene 3) una
proteína de la familia de las inmunoglobulinas.
La respuesta de tipo 1 (o respuesta Th1) está representada
básicamente por linfocitos T que actúan en los tejidos sólidos en una
relación una a una con las células infectadas. Para su función juegan un
papel importante la IL-2, la IL-12 y el IFN-γ. El factor más importante
para favorecer la diferenciación hacia células de tipo Th1 es la IL-12 y los
interferones.
La IL-4 es el estímulo más poderoso para la diferenciación de
células Th0 hacia células Th2. Los mecanismos que juegan un papel
importante para la producción de IL-4 no son muy claros. Al parecer, una
fuente la puede constituir una subpoblación de células CD4–, NK1.1+
capaces de reconocer antígenos en asocio con la β2 microglobulina. El
efecto de la IL-4 es primordial para esta diferenciación hacia Th2, pero
hay otros factores que son importantes como la IL-6 y la prostaglandina
E2. Existe evidencia que la IL-6 interviene en la diferenciación por
inhibición de la síntesis de IL-12 por las células dendríticas y de IFN-γ por
las células T. Los mecanismos moleculares de acción de las interleuquinas
parecen estar ligados a la señalización sobre sus receptores que involucra
la actividad de fosforilación de la tirosina-quinasa, la generación de
señales de transducción y la activación del sistema de transducción de
señales (STATs). Los linfocitos de tipo Th1 producen citoquinas de tipo
IFN-γ, IL-2 y factor de necrosis tumoral beta (TNF-β). Por su lado, los
linfocitos de tipo Th2 producen citoquinas como la IL-4, IL-5, IL-6, IL-10,
IL-13 y probablemente IL-9 (tabla 3.4).
La respuesta inmune de tipo Th2 es modulada por las IL-4, IL-5,
IL6, IL-10 e IL-13. Estas interleuquinas colaboran en la conmutación de
clase de los linfocitos B, llevando los plasmocitos a producir IgG, IgA o
IgE. Estas interleuquinas también contribuyen al desarrollo de células B,
productoras de anticuerpos. De las subclases de anticuerpos IgG que se
producen durante el curso de la infección viral, la fracción IgG3 tiene una
mayor tasa que las fracciones IgG1, IgG2 o IgG4 (figura 3.24). En general,
la respuesta de tipo Th2 es más útil en la protección contra los parásitos
extracelulares o virus libres, mientras que durante la infección por
patógenos intracelulares, ocurre una combinación de respuesta de tipo Th1
y Th2. Las respuesta Th1 y Th2 se regulan mutuamente (figura 3.26).
Tabla 3.4. Fuentes de citoquinas Th1 y Th2
Tipo de célula
Respuesta tipo 1
Respuesta tipo 2
Linfocito T CD4+
IL-2, IFNγ, IL-12, TNFβ,
IL-4, IL-5, IL-6, IL-10, IL-13
Linfocito T CD8+
IL-2, IFNγ
IL-4, IL-5, IL-10
Célula NK
IFNγ, TNFβ
Monocito/macrófago
IL-12
IL-6, IL-10
Célula B
IL-12, TNFβ,
IL-6, IL-10
Célula dendrítica
IL-12
Neutrófilo
IL-12
Mastocito
IL-4, IL-5, IL-6
Eosinófilo
IL-4, IL-5, IL-6
Las respuestas de tipo Th1 y Th2 no sólo proveen modalidades de
respuesta contra diferentes tipos de agresores externos, sino que también
pueden constituirse en mecanismos de desarrollo o mantenimiento de
condiciones fisiopatológicas. Es así como el citomegalovirus adquirido
durante fases de inmunosupresión celular (SIDA, transplante o terapia
citostática en el curso de cáncer) da cuadros clínicos graves por cuanto no
se eliminan las células productoras de viriones (falta de respuesta Th1) y la
respuesta humoral no es capaz de controlar per se la replicación del agente
viral.
Estrategias para evadir la respuesta inmune
Se estima que los virus que causan infecciones crónicas utilizan al menos
un 10% de su información genética para evitar o modular la respuesta
inmune. La evasión de la respuesta inmune no solo favorece la progresión
de la infección viral, sino que también puede impedir mecanismos
inmunopatológicos. La cinética de replicación viral permite que por un
agente infeccioso se produzcan más de 1.000 partículas virales en un solo
ciclo replicativo y en algunos modelos de infección viral se generen
mutantes que escapan a la respuesta inmune. Las ARN polimerasas son
enzimas que no presentan corrección de lectura y favorecen la generación
de mutantes aleatorias y en algunos agentes constituyen verdaderas
cuasiespecies virales. Los virus herpes han evolucionado creando
estrategias que les faculta reposar en el hospedero por largos periodos, la
latencia viral es un mecanismo que tolera la convivencia de virus y
hospedero con reactivaciones periódicas que permiten la transmisión del
agente. Algunos productos virales pueden verse involucrados en la
inactivación de la vía del interferón, inhibiendo la vía de señalización
JAK/ STAT, la actividad de la protein quinasa, inhibiendo lo fosforilación
del eIF2α o la 2’5’OS/ ARNasa. Los virus igualmente inhiben y modulan
el sistema de citoquinas y quimioquinas celulares en diferentes niveles: en
su producción, interfiriendo su acción o alterando las vías de señalización
utilizadas por las citoquinas, como se anotó previamente algunos
productos virales son análogos de interleuquinas o citoquinas. Los virus
pueden controlar mecanismos de apoptosis evitando que la célula infectada
sea destruida, los mecanismos involucrados son variados e incluyen la
inhibición de las caspasas, la inactivación de la proteína p53 o la síntesis
de productos análogos a las proteínas involucradas en las vías apoptóticas.
Algunos virus interfieren con los sistemas de presentación antigénica
asociada a las proteinas del MHC de clase I o II, los efectos en la MHC de
clase I incluyen la unión, retención en el RER, desestabilización,
disminución en la expresión y endocitosis del MHC-I expresado en la
membrana. También se ha encontrado que algunos productos virales
interfieren con el transporte de las proteínas TAP o con la migración de
proteínas del MHC de clase I a la membrana plasmática, con lo cual se
interpone a la presentación antigénica. Los efectos sobre las proteínas del
MHC de clase II incluyen alteración en la expresión, función o
procesamiento de estas proteínas. Algunas proteínas virales de virus de
Epstein Barr son homólogas de IL-10, estas proteínas reducen la expresión
de proteínas TAP y MHC de clase II. Finalmente, las células del sistema
inmune pueden ser blanco de replicación viral, esta estrategia le permite al
virus tener sitios donde estar protegido de la destrucción por parte de
células inmunocompetentes. Estos puntos serán analizados en el capítulo 4
de patogénesis viral.
Figura 3.26. Acción de las interleuquinas sobre sus receptores y diferenciación en las
respuestas Th1 y Th2
Nótese que las citoquinas producidas por un tipo de respuesta Th1 o Th2 actúan inhibiendo la ruta
contraria (líneas rojas).
Balance de respuesta Th1 y Th2
en el curso de la infección viral
Durante el curso natural de múltiples infecciones virales se observa un
balance adecuado Th1/ Th2 de la respuesta inmune. El predominio de la
respuesta Th1 permite que el hospedero sea capaz de desarrollar una
respuesta celular muy útil para eliminar las células productoras de virus, la
destrucción de células cancerosas o de desarrollar respuestas de
hipersensibilidad retardada. El predominio de respuesta Th2 favorece la
producción de anticuerpos que neutralizan los patógenos extracelulares
como son los virus libres, también tienen un papel en la tolerancia inmune
(xenotransplante, embarazo). Se sugiere que durante el curso de la
infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), una
respuesta vigorosa de tipo Th1 y de linfocitos citotóxicos puede contener
la infección al lisar las células infectadas. En pacientes infectados con VIH
se ha observado que una respuesta celular específica y una respuesta
celular anti p24 vigorosa, se relacionan con cargas virales plasmáticas más
bajas y son presentes en pacientes con progresión lenta de la enfermedad.
Por el contrario, una poca respuesta inmune Th1 se observa en pacientes
no tratados o no respondedores a la terapia HAART. Los pacientes no
progresores tienen una respuesta Th2 débil (medida por niveles de IL-4) y
una gama menor de respuesta Th2 a antígenos virales. Estos resultados
muestran que un balance Th1/ Th2 (modulación y regulación cruzada)
permite a los no progresores mantener la replicación viral bajo control. De
otro lado, una respuesta de tipo Th2 con ilimitación de la respuesta de tipo
Th1 tiene como efecto la falta de control del sistema inmune sobre la
infección VIH, que resulta en una progresión hacia el SIDA.
En infecciones por virus latentes (herpes simple, VZV, EBV,
HCMV, HHV-8) se postula que se requiere un balance de las respuestas
Th1/Th2 para mantener la infección bajo control. De hecho las
reactivaciones o infecciones oportunistas por estos agentes son mucho más
frecuentes en pacientes con trastornos en la respuesta inmune.
En el caso de la infección por virus respiratorio sincicial (RSV) se
necesita de una respuesta equilibrada de tipo Th1/Th2. La respuesta Th1
dominante contra la proteína F se observa en pacientes que sufren la
infección natural; en los pacientes que fueron inmunizados con vacuna
inactivada, se observó una eliminación de la respuesta contra la proteína F
y una respuesta Th2 contra la proteína G, factor que se considera como
asociado a la gravedad de la infección con el virus salvaje en individuos
inmunizados. Un balance fino de las respuestas Th1/Th2 es necesario para
una adecuada evolución clínica de la infección. El balance de citoquinas
Th1/ Th2 (IL-4/IFNγ o IL-10/IL-12) en secreciones nasofaríngeas en los
primeros días se ha asociado con gravedad clínica, patogénesis de la
infección y defecto en la eliminación del virus en pacientes con
bronquiolitis; este desbalance no se observa en niños que presentan una
infección respiratoria alta causada por RSV. Quizá el desbalance Th1/Th2
observado desde los primeros días de la infección pueda ser atribuido a un
defecto en la respuesta del hospedero.
En el curso de la infección por virus VIH, se ha evidenciado una
pérdida selectiva de células Th1 productoras de IFN-γ, un aumento en el
número de células Th2 activadas que liberan espontáneamente IL-4, lo que
conlleva al aumento en la síntesis de IgE.
Algunos estudios en pacientes con SARS muestran que la regulación
terapéutica de las citoquinas que regulan el balance entre respuesta inmune
innata/adquirida y respuestas Th1/Th2, puede ser un posible mecanismo de
controlar la seriedad del cuadro clínico asociado a algunas infecciones
virales. Esta regulación inmune puede ser un elemento terapéutico que se
debe desarrollar para combatir infecciones producidas por agentes
recalcitrantes como la hepatitis B, hepatitis C o VIH.
Finalmente, la respuesta inmune protectora generada por los
inmunógenos vacunales debe ser regulada para que se confiera un balance
adecuado de las respuesta Th1/Th2, con el fin de ofrecer una respuesta
inmune protectora.
Lecturas sugeridas
Revisiones y textos
Altfeld M., Fadda L., Frleta D., Bhardwaj, N., 2011. DCs and NK cells: critical effectors in the
immune response to HIIV-1. En Nature Reviews Immunol. mar; 11(3): pp. 176-186.
Amanna I. J, Carlston, N. E, Slifka, M. K., 2007. Duration of humoral immunity to common viral
and vaccine antigens. En New England Journal of Medicine. nov; 357(19): pp. 1903-1915.
Amsen, D., Spilianakis, C. S., Flavell, R. A., 2009. How are Th1 and Th2 effector cells made? En
Current Opinion Immunology. apr; 21(2): pp. 153-160.
Aoshi, T., Koyama, S., Kobiyama, K., Akira, S., Ishii, K. J., 2011. Innate and adaptive immune
responses to viral infection and vaccination. En Current Opinion Immunology. oct; 1(4): pp.
226-232.
Bangert, C., Brunner, P. M., Stingl G., 2011. Immune functions of the skin. En Clinics in
Dermatology. jul-aug; 29(4): pp. 360-376.
Delhaye, S., Paul, S-, Sommereyns, C., Van Pesch, V., Michiels T., 2006. Les interférons de type I.
En Virologie Journal, may-jun; 10(3): pp. 167-178.
Katsikis, P. D, Schoenberger, S. P., Pulendran, B., 2013. Crossroads between innate and adaptative
immunity IV. New York. Springer.
Kolmeier, J. E, Woodland, D.L., 2009. Immunity to respiratory viruses. En Annual Review
Immunology. 27: pp. 61-82. doi: 10.1146/annurev.immunol.021908.132625.
Lambris, J. D, Hajishengallis, G., 2012. Current topics in innate immunity. New York. Springer.
Vareille, M., Kieninger, E., Edwards, M. R., Regamey, N., 2011. The airway epithelium: soldier in
the fight against respiratory viruses. En Clinical Microbiology Reviews, jan; 24(1): pp. 210229.
Capítulos de texto y otros artículos de interés
Iwasaki, A., Medzhitov, R., 2013. Innate responses to viral infections. En Knipe D. M., Howley, P.
M., Virology. Philadelphia. EE.UU. 6a Ed. Lippincott Williams & Wilkins Publishers. pp.
189-213.
Bowie, A. G., Haga, I. R., 2005. Role of Toll-like receptors in the host response to viruses. En
Molecular Immunology, may, 42(8): pp. 859-886.
Braciale, T. J., Hahn, Y. S., Burton, D. R., 2013. The adaptive immune response to viruses. En
Knipe, D. M., Howley, P. M., Fields Virology. Philadelphia. EE.UU. 6a Ed. Lippincott
Williams & Wilkins Publishers. pp. 215-253.
Braciale, T. J., Hahn, Y. S., Burton, D. R., 2012. Regulating the adaptive immune response to
respiratory virus infection. En Natural Reviews Immunology. mar: 12(4): pp. 295-305.
Dowd, K. A., Pierson, T. C., 2011. Antibody-mediated neutralization of flavivirus: a reductionist
view. En Virology Journal, mar: 411(2): pp. 306-315.
Ertl, H. C. J., 2013. Immunity to viruses. En William, P. Fundamental immunology. Philadelphia.
7a Ed. Lippincott Williams Wilkins. pp. 937-972.
Fagarasan, S., Kawamoto, S., Kanagawa, O., Suzuki, K., 2010. Adaptative immune response in the
gut: T cell dependent and T cell independent IgA synthesis. En Annual Reviews Immunology.
28: pp. 243-73. doi: 10.1146/annurev-immunol-030409-101314.
Flin, J., Enquist, L. W., Racaniello, V.R., Skalka, A. M., 2009. Principles of Virology: molecular
biology, pathogenesis and control. 3a Ed. Washington DC. ASM press.
Haller, O., Kochs, G., Weber, F., 2006. The interferon response circuit: Induction and suppression
by pathogenic viruses. En Virology Journal, jan; 344(1): pp. 119-130.
Hamerman, J. A, Ogasawara, K., Lanier, L. L., 2005. NK cells in innate immunity. En Current
Opinion in Immunology, feb, 17(1): pp. 29–35.
Jensen, S., Thomsen, A. R., 2012. Sensing of RNA viruses: a review of inate receptors involved in
recognizing RNA virus invasion. En Virology Journal, mar; 86(6): pp. 2900-2910.
Kohlmeier, J. E., Woodland, D. L., 2009. Immunity to respiratory viruses. En Annual Review
Immunology. 27: pp. 61-82. doi: 10.1146/annurev.immunol.021908.132625.
Lee, C. C., Avalos, A. M., Ploegh, H. L., 2012. Accesory molecules for Toll-like receptors and their
function. En Nature Reviews Immunology, feb; 12(3): pp. 168-179.
Pal, I., Ramsey, J. D., 2011. The role of lymphatic system in vaccine trafficking and immune
response. En Advance Drug Delivery Reviews, sep; 63(10-11): pp. 909-922.
Rouse, B. T., Sehrawat, S., 2010. Immunity and immunopathology to viruses: what decides the
outcome? En Nature Reviews Immunology, jul; 10(7): pp. 514-526.
Saraiva, M., O’Garra, A., 2010. The regulation of IL-10 production by immune cells. En Nature
Reviews Immunology, mar; 10(3): pp. 170-181.
Stoemer, K. A., Morrison, T. E., 2011. Complement and viral pathogenesis. En Virology Journal,
mar; 411(2): pp. 363-373.
Ubol, S., Halstead, S. B., 2010. How innate immune mechanism contribute to antibody-enhanced
viral infections. En Clinical Microbiology Reviews, dec; 17(12): pp. 1829-1835.
Vareille, M., Kieninger, E., Edwards, M. R., Regamey, N., 2011. The airway epithelium: soldier in
the fight against respiratory viruses. En Clinical Microbiology Reviews, jan; 24(1): pp. 210229.
Wack, A., Openshaw, P., O’Garra, A., 2011. Contribution of cytokines to pathology and protection
in virus infection. En Current Opinion in Virology, sep; 1(3): pp. 184-195.
Welsh, R. M., Sen, G. C., 1997. Nonspecific host responses to viral infections. En: Nathanson N.
(Ed) 1st Ed. Viral Pathogenesis. Philadelphia. EE.UU. Lippincott-Raven.
Yan N., Chen Z. J., 2012. Intrinsic antiviral immunity. En Nature Reviews Immunology, feb; 1(3):
pp. 214-222.
Zong, B., Tien, P., Shu H. B., 2006. Innate immune responses: crosstalk of signaling and regulation
of gene transcription. Virology Journal, aug; 352(1): pp. 14-21.
Sitios web:
http://www.virology.ws/2009/06/03/innate-immune-defenses/
http://www.virology.ws/tag/adaptive-immunity
Videos
http://www.youtube.com/watch?v=h9lxx6x3HAM
Capítulo 4
Patogénesis
de la infección viral
Definición
La infección viral en los organismos superiores es el resultado del efecto
acumulativo de los procesos de replicación y expresión génica de los
viriones en las células por ellos parasitadas. Las infecciones virales
difieren en su intensidad, complejidad y duración; la mayoría de las
infecciones no cursan con enfermedad o sintomatología clínica aparente y
los casos restantes pueden estar acompañados de manifestaciones leves,
moderadas o serias que comprometen la vida del huésped. Un mismo
agente infeccioso puede ser el causante de una amplia gama de cuadros
clínicos en hospederos distintos, a tal punto que más que de entidad clínica
se debe hablar de curso clínico en pacientes específicos. El interés general
en conocer los mecanismos involucrados en la patogénesis, es el deseo de
tratar o eliminar las infecciones virales que afectan a los humanos;
paradójicamente la mayoría de datos disponibles proviene de experimentos
en animales y, últimamente de experiencias in vitro, por lo tanto, son sólo
parcialmente extrapolables a lo que pueda ocurrir in vivo y en el humano.
El proceso de infección que ocurre en el humano es un fenómeno
complejo que abarca no solo lo que sucede en una célula específica, sino
también en un tejido del hospedero, interrelacionado con otros tejidos que
alteran toda una amplia gama de mecanismos fisiológicos y sistemas de
defensa. La patogénesis viral no puede por tanto ser reducida a modelos
reduccionistas o mecanicistas.
Un agente viral patógeno es aquel que causa daño en el hospedero.
Los virus pueden destruir en forma rápida la célula que infectan,
produciendo una nueva generación de partículas (virus citopáticos). Por el
contrario, algunos ciclos de replicación viral pueden generar
continuamente nuevas partículas virales sin destruir las células que
infectan (virus no citopáticos). El daño al huésped puede ser en caso de
virus citopáticos efecto directo del virus o por el contrario puede ser efecto
de la respuesta inmune desencadenada por el agente infeccioso.
En líneas generales se define patogénesis como el proceso por el
cual los agentes virales causan enfermedad en el huésped. Mucho de lo
que se conoce de los mecanismos de patogénesis viral ha sido aprendido o
extrapolado de las observaciones hechas de las relaciones huésped parásito
de estudios en animales o in vitro.
Se deben tener en cuenta tres aspectos mayores de la patogénesis de
los agentes virales:
1.
2.
3.
Daño directo resultante de la multiplicación viral.
Daño resultante de la activación o supresión de la respuesta inmune.
Transformación celular.
Existen otros factores involucrados en la patogénesis viral como son
la fuente de infección, el sitio de entrada y la vía de diseminación. Los
factores que se pueden considerar como propios del huésped, incluyen:
edad, estado inmune, composición genética y estado nutricional.
Las infecciones virales tienen diferentes patrones de comportamiento
en el hospedero. Desde el punto de vista molecular, la infección se define
como la serie de eventos que siguen luego de la introducción del genoma
viral a la célula permisiva. La infección se define como productiva
cuando desencadena la formación de nuevas partículas infecciosas. A su
vez, la infección se define como abortiva en caso de no dar lugar a la
formación de nuevas partículas infecciosas, como es el caso del ingreso de
partículas defectivas (con genoma alterado o incompleto). La infección
aguda se produce luego de una primera exposición a un agente infeccioso,
este momento es el de máxima activación del sistema inmune. La
infección tiene un carácter latente cuando las partículas no se producen
solo en forma inmediata, sino que seguido de la fase aguda, el virus queda
quiescente y se producen episodios cíclicos en los que el virus se reactiva
y da lugar a nuevos ciclos de infección productiva. Si después de un
periodo de replicación activa, el sistema inmune no es capaz de contener al
agente infeccioso, se habla de enfermedad crónica o persistente; en el
caso de infecciones producidas por virus de la hepatitis B, se toma como
infección crónica aquella que no puede ser controlada por el sistema
inmune después de un periodo de seis meses. En el caso de infecciones por
virus de las hepatitis B y C, un porcentaje importante de pacientes
presentan infecciones crónicas. Todos los virus pertenecientes a la familia
Herpesviridae (HSV, CMV, EBV, HSV6, HHV-7 y HHV-8) se
caracterizan por causar infecciones latentes en sus hospederos.
La respuesta inmune juega un papel primordial en el control de las
infecciones virales. La respuesta innata es fundamental en el control de las
infecciones agudas y de corta evolución, mientras que para evitar la
aparición de infecciones crónicas, es importante que se haya generado
respuesta inmune sólida (innata y específica) que pueda eliminar el virus.
En caso de infecciones por virus de la hepatitis C y virus de la
inmunodeficiencia humana, la respuesta inmune es ineficaz para controlar
todas las variantes virales presentes en un individuo en un momento dado
(cuasiespecies virales).
Virulencia de los agentes virales
La virulencia se define como la capacidad relativa que tienen los
diferentes aislamientos o variantes de un mismo virus para causar
enfermedad o mortalidad en los individuos susceptibles. La virulencia
determina la relación existente entre infección y enfermedad. Los virus
difieren entre sí y con cepas de virus de su misma especie o afines en la
virulencia; los cuadros clínicos causados por un mismo agente varían
desde cuadros asintomáticos o pausi-sintomáticos a cuadros que pueden
ser serios o mortales. Los virus de una misma especie pueden ser
catalogados como virulentos, cuando tienen una alta capacidad de
producir enfermedad y avirulentos o atenuados si su poder patógeno es
bajo o limitado. El poder patógeno de un virus puede observarse después
de cuadros agudos, como los causados por virus hemorrágicos como la
fiebre amarilla o el Ébola, como cuadros tumorales asociados a infecciones
por virus del papiloma humano o como cuadros clínicos lentos, crónicos
con daño orgánico, como los asociados a infecciones por virus de las
hepatitis B o C.
Los factores de virulencia se definen como los componentes del
virus capaces de causar daño al hospedero. Pueden definirse como factores
de virulencia cuantitativos si se relacionan con la tasa de replicación viral,
el número de células infectadas, o el rápido desarrollo de enfermedad y
como factores de virulencia cualitativos, si se alteran factores como el
tropismo, el impacto sobre la célula infectada, el modo de diseminación o
tipo de enfermedad producida. La virulencia no es una propiedad que
dependa absolutamente de la cepa viral; también está relacionada con la
dosis del inóculo, la ruta de infección o de inoculación, la edad, el género
y la susceptibilidad genética del huésped. Ya que la comparación de
gravedad entre entidades clínicas disímiles no es práctica, se compara la
virulencia sólo entre cepas o aislamientos de un mismo agente infeccioso.
Desde el punto de vista clínico, la virulencia se valora por la
producción de enfermedad en el huésped, por la seriedad de signos o
síntomas y por la mortalidad. La virulencia se mide por varios métodos. Si
el virus es capaz de causar muerte en el hospedero, se hablará, en caso de
estudios experimentales, de la concentración de virus que es capaz de
matar al 50% de los animales infectados (dosis letal 50, LD50).
Si el virus estudiado causa lesiones de tipo paralítico, la virulencia
será medida como la concentración de virus capaz de paralizar al 50% de
los animales infectados (dosis paralítica 50, PD50). Finalmente, la
virulencia es medida como la concentración de virus con capacidad de
causar enfermedad en el 50% de individuos infectados (dosis infectiva 50,
ID50). En los últimos diez años, gracias al avance de la biología molecular,
se ha trabajado intensamente con el fin de definir, desde este punto de vista
molecular, los factores asociados con la virulencia en la partícula viral y en
el huésped. De esta forma se han definido proteínas virales, secuencias
genómicas no codantes y reguladoras de la replicación viral y, finalmente,
se han planteado preguntas sobre los mecanismos bioquímicos y
estructurales ligados al fenotipo.
La virulencia se ha asociado a la eficacia de replicación de un
determinado agente infeccioso. Algunos virus poseen en su genoma
secuencias estimuladoras. Estas secuencias cortas de nucleótidos están
compuestas por secuencias repetitivas de nucleótidos dispuestos en
empalizada. Las secuencias estimuladoras dispuestas en cis, interactúan
con factores proteicos específicos de tejido y estimulan la transcripción de
ciertos genes virales o celulares en una forma que es específica de tejido.
Por ejemplo, la región U3 del virus de la leucemia murina (MuLV: por
Murine Leukemia Virus), posee un dominio que trabaja como estimulador
de la transcripción y se ha determinado que actúa en algunos tejidos
animales.
Las diferencias de virulencia entre las cepas silvestres y atenuadas de
virus de polio, se han encontrado en los nucleótidos de las regiones 5’ no
codantes (posiciones 470 a 540), localizadas en áreas del ribosoma que se
denominan secuencias IRES (IRES por Internal Ribosomal Entry Site).
Estas secuencias están involucradas en la iniciación de la translación y en
la unión del ARNm a los ribosomas. La neurovirulencia del virus polio
está ligada a mutaciones puntuales en la región 5’ no codante, posiciones
480, 481 y 472 de los virus polio tipo 1, 2 y 3, respectivamente. Otros
virus de la familia Picornaviridae como el virus Mengo tienen también sus
factores de virulencia en la región 5’ no codante, asociadas a la presencia
de secuencias de poli-C.
Las investigaciones recientes tratan de mostrar la presencia de
factores determinantes de virulencia. Estos factores son propios de cada
grupo viral, pero se puede decir que involucran proteínas de superficie
viral y entre éstas, se destacan las proteínas de unión al receptor. Estudios
con anticuerpos monoclonales muestran que los cambios aislados y
circunscritos pueden resultar en cambios en epítopes diferentes y distantes;
esto ha sido interpretado como mutaciones puntuales que producen
cambios conformacionales en la molécula.
Otros genes que pueden aumentar la virulencia de las partículas
virales son los genes responsables de la diseminación de la partícula viral.
Las mutaciones en una de las glicoproteínas del virus herpes simple (gpD),
se han relacionado con un mayor neurotropismo del virus herpes simple
tipo uno, inoculado a animales de experimentación en la almohadilla
plantar.
Algunas proteínas virales se han asociado con mayor virulencia. En
estudios in vitro utilizando el modelo de adenovirus, se demostró que
ciertas proteínas, como los pentones, poseen un efecto tóxico sobre la
monocapa de células, y producen la muerte celular por mecanismos no
muy bien determinados.
En el rotavirus (el mayor causante de gastroenteritis viral en la
infancia), se observa que la proteína no estructural NS4 tiene efectos
tóxicos sobre las células infectadas. La proteína NS4 causa la entrada de
iones Ca+ a la célula y potencializa la secreción de iones cloruro, causando
diarrea. Se puede comparar la acción de NS4 a la de una enterotoxina,
que desencadena procesos de transducción de señales en la mucosa
intestinal.
De igual forma las glicoproteínas gp41 y gp120 y las proteínas tat y
nef del VIH tienen efectos tóxicos sobre las células in vitro. La gp41 causa
alteraciones de la permeabilidad de las membranas y provoca la lisis de las
células in vitro, mientras que la gp120 produce incremento en los iones
Ca+ a la célula.
Si bien el tropismo viral está relacionado con las uniones que se dan
entre proteínas virales de unión y receptores en la célula blanco, este no
siempre es el único factor. El virus de la rabia utiliza para unirse a las
uniones neuromusculares el receptor de acetil colina, lo que explica el
tropismo de este agente al sistema nervioso; sin embargo, el virus es capaz
de replicarse in vitro en tejidos no neuronales, lo que sugiere que tiene otra
serie de receptores para tal efecto.
Adicionalmente, para alcanzar su estado de infectividad, la partícula
viral requiere de la acción de proteasas celulares o del medio. Un ejemplo
clásico es la hemaglutinina del virus influenza. En ratones coinfectados
con virus influenza y Staphylococcus aureus, se observaron cuadros
clínicos más fuertes, con aumento de la mortalidad. Al parecer, el factor de
virulencia que actúa en estas circunstancias es una proteasa aportada por la
bacteria que permite una mayor tasa de maduración y liberación de la
partícula viral, aportando un mayor número de virus que pueden infectar
más cantidad de células permisibles.
La transmisión de las infecciones virales en el humano se realiza por
distintos modos o vías, entre los que se destacan: la vía respiratoria, la vía
gastrointestinal, el contacto sexual, la vía iatrogénica, la vía vertical
(transmisión madre hijo), la transmisión por vectores hematófagos, el
contacto directo o las abrasiones o lesiones y, finalmente, la transmisión
accidental por contacto con animales infectados (tabla 4.1 y figura 4.1).
Para infectar al huésped, el virión debe entrar en contacto con células
presentes en superficies mucosas o corporales. La fuente de virus la
constituyen fluidos corporales como son: secreciones respiratorias (gotas o
aerosoles), orina, sangre, saliva, semen o secreciones vaginales; otra fuente
son los fómites, manos contaminadas, como también el agua o alimentos
contaminados con heces (figura 4.2). En algunas circunstancias, los virus
pueden ser transportados mecánicamente o inoculados directamente al
huésped por vectores como insectos (arbovirus), caninos o felinos (rabia),
o instrumental médico contaminado (hepatitis).
En otros casos, el agente viral puede ser transmitido en forma
vertical, de madre a hijo, bien sea por paso trasplacentario, a través del
canal de parto contaminado o mediante la lactancia (hepatitis B, VIH,
HTLV, HCMV). Finalmente, en algunas ocasiones, la infección puede ser
el resultado de la reactivación de un virus que ha infectado previamente y
que ha permanecido en el hospedero en forma latente (herpes simple o
varicela zoster).
Figura 4.1. Vías de acceso de agentes virales al organismo
Otro factor que debe ser tenido en cuenta en la virulencia es la
transmisibilidad, que desde el punto de vista epidemiológico se define
como el número de infecciones nuevas, iniciadas por cada infección
preexistente, sin tener en cuenta la duración de la infección. Si la
transmisibilidad es mayor a uno, el número de individuos infectados
aumenta; si es menor que uno, el número de infectados disminuye. La
transmisión de agentes que causan infección aguda o periodos de
eliminación prolongados y se eliminan por secreciones o excreciones
corporales, es muy eficaz y capaz de causar brotes epidémicos o
pandemias. La transmisión de las infecciones latentes (infecciones por
virus herpes simple 1 y 2, citomegalovirus, Epstein Barr), ocurre durante la
fase aguda de la primoinfección y durante los periodos de reactivación del
virus, por tanto tiene un patrón intermitente. La transmisión de virus que
producen infecciones crónicas o persistentes como la causada por virus
de inmunodeficiencia adquirida o hepatitis B, es mucho menos eficaz (uno
por cada 100 contactos en caso de VIH), por cuanto requiere de un
contacto mas estrecho, (íntimo) entre la persona infectada y no infectada.
Tabla 4.1. Vías de transmisión de los agentes virales
Modo de transmisión
Tipo de secreción involucrada
Ejemplos de virus transmitidos
Respiratoria
Aerosoles y saliva
Rinovirus, adenovirus, coronavirus,
parainfluenza, virus respiratorio sincicial,
influenza, parotiditis, virus herpes (HSV, VZV,
CMV, EBV), rubéola, parvovirus B19, viruela
Gastrointestinal
Agua, manos o alimentos contaminados
Rotavirus, calicivirus, astrovirus, enterovirus,
Adenovirus, HAV, HEV,
Contacto sexual
Secreciones genitales, sangre
VIH, herpes, HPV, HBV, CMV.
Iatrogénica
Sangre, instrumentos contaminados,
hemoderivados
Trasplante
VIH, HBV, HCV, parvovirus B19, CMV, EBV,
HHV-8, Priones*
HBV, VIH, CMV, rabia
Vertical (madre-hijo)
Hemática, secreciones vaginales
Leche materna
VIH, HBV, CMV, HSV, VZV, rubéola
VIH, HTLV, CMV
Vectores
Saliva del insecto
Dengue, fiebre amarilla, WNV.
Contacto directo
Lesiones en piel
HPV, molusco contagioso.
Animal-humano
Mordedura: saliva del animal
Excoriaciones
Aerosoles
Rabia
Monkeypoxvirus, Ébola, herpes saimiri virus
Hantaan, arenavirus
HSV: virus herpes simple, VZV: virus de la varicela y zoster, CMV: citomegalovirus, EBV: virus
de Epstein Barr, HHV-8: virus herpes 8, HTLV: human T lymphotrophic virus. HAV: hepatitis A,
HBV: hepatitis B, HCV: Hepatitis C, HPV: papillomavirus humano, VIH: virus de
inmunodeficiencia humana. *Si bien no son considerados como virus, sí se estudian como un tópico
particular en textos de virología.
Figura 4.2. Curso clínico de la infección viral aguda con curso clínico monofásica y control
inmune de la replicación viral
Para los virus que causan infección aguda, la transmisibilidad es
medida por la seroprevalencia en diferentes grupos etáreos. Si se comparan
diferentes poblaciones en países con niveles de vida diferente, se observa
que la transmisibilidad difiere por distintos factores socioambientales que
ofrecen diferencias ecológicas y epidemiológicas. Así, la seroprevalencia
(presencia de anticuerpos específicos) contra la hepatitis A, es diferente en
países como Grecia, Holanda o Suecia, no por diferencias asociadas a la
virulencia o transmisibilidad del agente en las diferentes áreas geográficas,
sino por factores ambientales que facilitan la infección en países donde los
niveles de higiene son menores.
Capacidad de invasión
Se define capacidad de invasión a la propiedad que tiene el virus de
penetrar ciertos tejidos y diseminarse a órganos blanco. La capacidad de
invasión puede estar ligada a la propiedad del agente de causar viremias
significativas o de producir mayor daño en tejidos específicos. Algunos
virus con igual tropismo por órganos blanco presentan una mayor
capacidad de invasión que otros. Un ejemplo de esta propiedad es la
capacidad de invasión del virus del Nilo occidental o ciertos enterovirus
que pueden causar encefalitis, mientras que agentes como la rabia causan
encefalitis letal en la totalidad de pacientes afectados. Otro ejemplo claro
es la neurovirulencia causada por el virus polio; la capacidad de causar
neurovirulencia cambia entre los diferentes serotipos del virus, aunque el
porcentaje de personas infectadas que presenta lesiones neurológicas es
bajo. Además las cepas vacunales son mucho menos neurovirulentas que
las cepas de virus silvestre. La parálisis asociada a la vacuna está
relacionada con mayor frecuencia con el serotipo vacunal 3 (para personas
vacunadas) que con el serotipo vacunal 2 (mayor en contactos de personas
vacunadas) y ambos casos son mucho más comunes que los asociados con
el serotipo vacunal 1.
Infección y enfermedad
Se define infección como el proceso de ingreso del agente infeccioso y su
replicación en el hospedero. La infección representa el proceso cuando el
virus introduce su material genético a la célula. La enfermedad es la
consecuencia de daño o lesión patológica producto del proceso de
replicación viral. Muchos virus son capaces de causar infección en un
número elevado de hospederos sin que exista enfermedad. Otros virus
(rabia, VIH, fiebre Ébola) causan enfermedad en la totalidad de pacientes
infectados. Los mecanismos moleculares que marcan la diferencia entre la
infección y la enfermedad no son completamente conocidos.
En el caso de virus citopáticos la enfermedad es el resultado de la
destrucción celular o tisular, en otros casos, la enfermedad resulta de la
respuesta inmune, con liberación de citoquinas proinflamatorias que
causan en gran medida la fiebre y malestar general, la disfunción orgánica,
la inducción de procesos de angiogénesis o de tumores localizados o
malignos.
La infección puede tener un curso agudo monofásico en la que
después del contacto con el agente infeccioso, el virus se replica
localmente en el sitio de entrada (mucosa respiratoria o gastrointestinal); la
infección puede limitarse a nivel local o diseminarse por vía hemática a
otros órganos blanco; en ambos casos, la respuesta inmune controla el
proceso infeccioso. Desde el punto de vista clínico se puede presentar una
fase prodrómica y una fase sintomática, por lo general limitada solamente
al sitio local de replicación. La respuesta inmune en los primeros días es de
tipo inespecífico y días después de tipo específico o adquirido, como se
esquematiza en la figura 4.2.
La infección puede presentar cuadros clínicos agudos bifásicos,
después del contacto con el agente infeccioso, el virus se replica
localmente en el sitio de entrada (mucosa respiratoria o gastrointestinal) y
posteriormente se disemina por vía hemática a otros órganos blanco, en
donde ocurre un nuevo curso de replicación. Desde el punto de vista
clínico la enfermedad tiene un comportamiento bifásico, inicialmente se
presentan síntomas locales en el sitio inicial de entrada y replicación,
además de manifestaciones sistémicas (fiebre, malestar, anorexia) por la
liberación de IFN e interleuquinas, seguido de una segunda fase
sintomática por la replicación en los órganos blanco definitivos (hígado,
sistema nervioso, piel, pulmón). Como en las infecciones de tipo
monofásico, la respuesta inmune en los primeros días es de tipo
inespecífico y luego es de tipo específico o adquirido como se esquematiza
en la figura 4.3.
Figura 4.3. Curso clínico de la infección viral aguda bifásica
En las líneas carmín se representa la carga viral (excreción viral).
En muchas entidades virales se observa una serie de signos y
síntomas inespecíficos (fiebre, coriza, malestar general, anorexia) que es
común a una amplia gama de infecciones virales y bacterianas, por lo cual
no brinda claridad sobre los mecanismos patogénicos ni de los agentes
específicos involucrados. En contraste, algunos agentes causan disfunción
de algún órgano específico (hepatitis, parálisis, lesiones cutáneas
maculopapulares, inmunosupresión) lo que permite sospechar clínicamente
de algunos agentes responsables. En la mayoría de casos hay ausencia de
cuadros clínicos patognomónicos atribuibles a agentes virales específicos,
por lo que el papel etiológico sólo puede ser confirmado mediante pruebas
diagnósticas directas.
Algunas infecciones pueden cursar con cuadros agudos y continuar
con cuadros de infecciones persistentes con fase de latencia, seguida de
procesos periódicos de reactivación o recurrencia de la replicación y de
las lesiones mucocutáneas (infecciones por virus del grupo herpes), o
comportarse como infecciones progresivas (rabia) o tener formas
crónicas de replicación con daño progresivo de tejidos o células blanco
(hepatitis B o C, VIH).
Receptores, entrada de la
partícula viral y tropismo
El primer paso en la relación huésped-parásito es la exposición del
hospedero al agente infeccioso en condiciones que garanticen la
transmisión. Para establecer un evento infeccioso debe existir un inóculo
viral significativo que inicie un proceso infeccioso, las células susceptibles
deben ser accesibles y la respuesta inmune ser ausente o insuficiente. Una
vez ingresado el agente infeccioso se establece el contacto de proteínas
virales de unión con los receptores en la superficie de membrana de la
célula blanco. Esta afinidad virus hospedero es la que determina el
tropismo viral.
En la tabla 4.2 se resumen algunos de los receptores empleados por
virus humanos para infectar las células blanco y la proteína o proteínas
responsables de la unión del virión a la célula susceptible (antirreceptores).
Esta selectividad de receptores presentes en diferentes tejidos señala que
son una limitante del virus para infectar células y que, a su vez, los
receptores constituyen un factor de selección de tejidos afectados
(tropismo).
La afinidad de unión entre el virión y su receptor es lo que determina
el tropismo y la especificidad de tejido y especie del agente infeccioso. Las
células que presentan receptor CD4+ son infectadas por virus que presentan
afinidad por esta proteína como el VIH; de igual forma los sitios de
infección por virus de Epstein Barr se explican por la infección de células
que posee el receptor CR2 del complemento. No todo el tropismo se
explica por la presencia de receptores; el receptor para virus polio (PVR)
tiene una amplia distribución, pero no todas las células que expresan el
receptor son infectadas. De igual manera, el receptor del virus influenza
(ácido siálico), está ampliamente distribuido en el organismo, pero la
replicación se limita al tracto respiratorio; por lo tanto, existen otros
factores a nivel celular que limitan la replicación viral.
El virus herpes puede verse afectado por mutaciones en las
glicoproteínas de membrana, como la gB o la gD que están involucradas
en los procesos de unión o penetración de la partícula viral. Estudios en
otros modelos de infección viral (reovirus, togavirus, bunyavirus)
demostraron que la estructura de las glicoproteínas de superficie es
fundamental para que estos virus puedan alcanzar el sistema nervioso
central, partiendo de sitios periféricos de infección.
Otros factores determinantes del tropismo son las proteínas que
regulan la transcripción. Estos factores limitan la replicación viral a células
que poseen cierto grado de diferenciación; ejemplos de estos factores son
el caso del virus JC que se replica sólo en los oligodendrocitos y no en
otras células del sistema nervioso central, así como el virus de la hepatitis
B, que limita su replicación al hígado por necesitar de proteínas
estimuladoras de la replicación presentes sólo en los hepatocitos.
En el caso del virus influenza, la replicación en humanos está
limitada al tracto respiratorio, en donde se encuentran los receptores de
ácido siálico α2,6 Gal. Además la maduración de la partícula viral requiere
de la acción de proteasas presentes en tejido respiratorio. Las proteasas que
emplea la partícula viral en caso del virus influenza, son las serinaproteasas secretadas por las células clara y que permiten el clivaje de la
hemaglutinina viral HA0 en dos péptidos unidos por puentes disulfuro, la
HA1 y HA2. La formación de estos dos péptidos es necesaria para la
infección ya que median los mecanismos de fusión de la membrana viral
con la membrana del endosoma, paso necesario para liberar el genoma a la
célula infectada. En caso de mutaciones puntuales que alteren el sitio de
clivaje proteolítico, haciendo que la HA sea fácilmente escindida por otras
proteasas de presencia más amplia (como las furinas), podría ampliarse el
tropismo viral con un mayor número de tejidos comprometidos, como se
ha detectado en cepas de virus influenza de origen aviar. La epidemia de
influenza en humanos por las cepas H5N1 reportadas en Hong Kong en
1997, mostraron un mayor tropismo del virus influenza asociado con
cuadros clínicos acompañados de manifestaciones gástricas, hepáticas,
renales y pulmonares, características que no se habían detectado
previamente en los humanos. Otro mecanismo de aumento de virulencia
del virus influenza ocurre por mutaciones en la neuraminidasa (NA).
Remociones en sitios de glicosilación de la NA permiten que ésta fije
plasminógeno, secuestrándolo en el interior de las células, allí es
convertido en su forma activa (la plasmina) y ésta es capaz de realizar los
cortes proteolíticos de la proteína HA0. Otros sitios genéticos que pueden
afectar la adaptación del virus influenza al hospedero son las polimerasas,
como ha sido detectado por la presencia de mutantes de la polimerasa que
permiten una mejor adaptación del virus a hospederos murinos.
Tabla 4.2. Receptores y antirreceptores de virus humanos
Agente viral
Receptor(es)
Antirreceptor (VBP)
Adenovirus
(CAR) integrina αvβ5
Proteína de la fibra
Citomegalovirus
Heparan sulfato αvβ3, α2β1, α6β1
UL18
Coxsackievirus A6
(CAR) αvβ3
EBV
Receptor de la fracción C3d, CR2-CD21
Echovirus
CD55 o DAF (decay-accelerating factor)
Poliovirus
PVR (CD155). 100 kda familia de las Ig
VP1
Retrovirus HIV
Receptor CD4, correceptor CXCR4, CCR5
Glicoproteína 120 kda
Rinovirus
ICAM-1
VP1,VP2,VP3
Rotavirus
Gangliósidos, Hsc 70, α4β1, αvβ3, α2β1
VP4
Sarampión
CD46
Proteína H
Vaccínea
Factor epidérmico de crecimiento
Proteína VFG
Virus de la rabia
Acetilcolina
Proteína G viral
Virus Hantaan
Integrinas α3
Virus herpes simple
HveA
Unión gC. Fusión gD
Virus influenza
Oligosacáridos que contienen ácido siálico
Hemaglutinina
Virus parainfluenza
Receptores con ácido neuramínico
Proteína HN
gp 350
CAR: receptor de virus Coxsackie y adenovirus. PVR: receptor de poliovirus. ICAM-1: adhesina.
VBP: proteína viral de unión.
El sitio de inoculación juega un papel primordial y determinante en
las rutas de diseminación que pueda tener el agente infeccioso. En modelos
experimentales, algunas cepas de virus La Crosse de ratón son altamente
neurotropas, mientras que otras cepas tienen limitaciones para producir
viremias. Las cepas que presentan viremias bajas, sólo producen patología
si son inoculadas por vía intracerebral; esta limitante está dada por la
incapacidad de cepas del virus La Crosse para hacer viremias; por lo tanto,
su accesibilidad al SNC es limitada. De la misma manera, el virus herpes
tiene un neurotropismo que está dado por el sitio inicial de infección. Las
lesiones orales permiten que el virus persista en estado de latencia en el
ganglio trigémino, mientras las lesiones genitales dejan al virus en estado
latente en ganglios sensitivos de las raíces sacras.
Eliminación (excreción)
de viriones y transmisibilidad
Para su transmisión, algunos agentes necesitan de un contacto directo entre
el individuo infectado y el individuo susceptible. En estos casos, la
transmisión puede ser por contacto genital, por vía aérea, por
contaminación orofecal, por contaminación de manos o por fómites (figura
4.4).
Figura 4.4. Formas de diseminación de los agentes virales
Los virus pueden limitar su replicación en las células epiteliales de superficies mucosas (respiratoria
o gastrointestinal) o diseminarse por vía linfática y/o hemática a sitios de replicación secundarios
(endotelios capilares, bazo, hígado y músculo). Desde estos sitios secundarios de replicación se
efectúa una segunda diseminación hemática que localiza los virus en órganos blanco como son el
sistema nervioso central (SNC), la piel, el tracto gastrointestinal ( TGI), el riñón, el pulmón o las
superficies mucosas. Algunos virus como el herpes y la rabia, se iseminan por vía axonal retrógrada
(contraria al sentido del impulso nervioso).
Ma: macrófago. DC: célula dendrítica. LIE: linfocito intraepitelial. TGI: tracto gastrointestinal.
Una de las mayores fuentes de virus la constituye la vía aérea. El
tracto respiratorio está en permanente contacto con el medio externo,
desde donde los virus pueden ingresar al huésped a través de la
respiración. Cada minuto realizamos en promedio 16 inspiraciones que
permiten el contacto de seis litros de aire con una superficie de
intercambio de 140 m2. Los reflejos presentes en el curso de infecciones
virales como la tos eliminan un gran número de partículas o gotas (10.000)
y este número es mucho mayor en caso de estornudo (dos millones); en
estas secreciones pueden encontrarse agentes infecciosos.
La facilidad de acceso de estos agentes a las células del tracto
respiratorio está determinada por el tamaño de las partículas eliminadas.
Las partículas de gran tamaño quedarán atrapadas en el moco que reviste
la mucosa o en las vibrisas de la cavidad nasal, mientras que las partículas
pequeñas (menores de 5 µm) podrán llegar a las vías aéreas más bajas,
como la tráquea y los bronquios, desde donde pueden alcanzar luego el
parénquima pulmonar.
Otra fuente importante de infección son las heces, la transmisión por
esta vía se denomina oro-fecal. Los virus presentes en materia fecal son
abundantes y pueden encontrarse en concentraciones de 106 a 1013
partículas por gramo de materia fecal. La mayoría de estos agentes de
adquisición entérica (con excepción de los coronavirus) son de estructura
icosaédrica y carentes de membrana lipídica (son desnudos), lo que les
permite resistir medios de muy bajo pH (cerca de 2.0) presentes en el
tracto digestivo y altos como el poder destructor de las enzimas secretadas
por el páncreas y sales biliares.
La piel intacta posee una capa externa compuesta de células muertas
que no permiten la replicación viral, y conforman, por tanto, una barrera
natural eficaz para proteger a los individuos de las infecciones virales. Las
lesiones pequeñas, abrasiones, traumas o punciones logran obviar estas
barreras y facilitar la transmisión percutánea de ciertos agentes como los
virus herpes, los virus del papiloma humano, la hepatitis B o el VIH.
Algunos agentes infecciosos permanecen situados en los sitios de
entrada donde efectúan la replicación y tienen su tropismo específico,
ejemplo de estos agentes son los rinovirus, los rotavirus, los virus del
papiloma humano y los virus paravaccinia. Los virus también pueden ser
excretados a nivel de la porción apical de las células que revisten los
epitelios y mantenerse limitada su replicación a estos sitios específicos o
por el contrario, desplazarse internamente (gracias al citoesqueleto celular)
hacia las porciones basales o baso laterales del epitelio, desde donde
pueden diseminarse a sitios u órganos distantes.
Otros agentes virales que tienen la capacidad de expandirse desde
los sitios iniciales de replicación viral hacia órganos, lo hacen por vía
linfática o por vía hemática (viremia) en forma libre o asociados a células
como macrófagos o linfocitos (parvovirus, togavirus, picornavirus, VIH,
hepatitis B).
La viremia se define como la presencia de las partículas virales
infectivas en sangre; existen diferentes connotaciones de este vocablo. El
término viremia activa se refiere a la presencia de virus producidos por la
replicación viral. La viremia pasiva ocurre cuando los virus son
inoculados directamente en el torrente sanguíneo (por ejemplo mediante
trasfusión) sin replicación en el sitio de inoculación. La viremia primaria
consiste en la aparición de virus en sangre, luego de su replicación en el
sitio inicial de entrada, mientras que la viremia secundaria sucede en
forma mas tardía, cuando el virus se ha replicado en el sitio primario, ha
alcanzado un órgano blanco y secundariamente se extiende a la sangre
después de un segundo periodo de replicación.
Existe otra vía de diseminación y es la vía neuronal (rabia, virus
herpes, virus varicela y zoster, poliovirus, tembladera de los ovinos). Los
sitios secundarios de replicación constituyen, de esta manera, otros
órganos blanco distantes del sitio de replicación inicial y en ellos se causa
patología.
Ejemplo de sitios de replicación secundarios son el hígado, el bazo,
el páncreas, el corazón, el endotelio vascular, los nódulos linfoides, el
sistema reticular, la médula ósea y los nervios.
Las secreciones y excreciones corporales (saliva, semen, leche,
moco, orina, materia fecal) pueden estar contaminadas por virus y ser
fuente de infección. Por ejemplo, en la saliva es posible encontrar
citomegalovirus, virus de la parotiditis, virus herpes tipo 6 y 7 y retrovirus;
estos virus se transmiten por múltiples mecanismos como besos, sexo oral
o fómites contaminados. En el semen es posible encontrar virus de la
hepatitis B, virus herpes simple, virus del papiloma humano y retrovirus;
estos virus pueden transmitirse durante el coito. Otros virus como el VIH y
el citomegalovirus se eliminan con la leche materna y son fuente de
infecciones durante la lactancia. Los virus presentes en la piel se
transmiten a partir de las lesiones que originan (herpes, viruela, varicela,
virus del papiloma humano y Ébola).
Periodo de incubación y difusión
Se define periodo de incubación como el tiempo transcurrido entre el
contagio y la aparición de signos y síntomas de enfermedad. En términos
generales, se puede afirmar que los periodos de incubación son cortos,
cuando el sitio de entrada y las células diana o blanco son las mismas,
mientras que el periodo de incubación es prolongado en caso de que el
órgano blanco esté distante de la puerta de entrada al organismo. En la
tabla 4.3 se presentan ejemplos de periodos de incubación de diferentes
patógenos virales.
Tabla 4.3. Periodos de incubación de diferentes patógenos virales y patología asociada
Agente viral
Periodo de incubación promedio en días (rango)
Patología causada
Rotavirus
3 (4-6)
Gastroenteritis
Influenza
2 (1-5)
Infección respiratoria
Resfriado común
Herpes simple
1-2
Infección respiratoria alta
7
Oro-labial, genital, SNC
Roséola (HHV-6)
5-15
Exantema súbito
Rubéola
14-21
Exantema macular
Poliomielitis
7-35
Parálisis flácida
Sarampión
14 (10-21)
Exantema maculopapular
Varicela
14-21
Exantema papulovesicular
Rabia
30-150
Encefalitis
Parvovirus B19
7-14
Eritema infeccioso
Parotiditis
18 (14-21)
Exantema y parotiditis
Hepatitis A
30 (14-50)
Hepatitis
Hepatitis E
40 (15-65)
Hepatitis
Hepatitis B
30-180
Hepatitis
Hepatitis C
50 (14-180)
Hepatitis
Citomegalovirus
30-42
Síndrome febril
EBV
30-50
Mononucleosis infecciosa
Adenovirus
5-8
IRA o gastroenteritis
SNC: sistema nervioso central. IRA: infección respiratoria aguda. EBV: virus Epstein Barr. IRA:
infección respiratoria aguda.
Los virus que sólo se replican en la puerta de entrada originan
infecciones localizadas, mientras aquellos que lo hacen a distancia,
originan infecciones diseminadas que necesitan para diseminarse de
periodos de viremia y causan infecciones sistémicas.
Patogénesis y respuesta inmune
Los mecanismos que hacen parte en la defensa del huésped pueden, en
ciertas circunstancias, estar asociados a la patogénesis de la infección viral.
En múltiples infecciones (dengue, virus respiratorio sincicial, hepatitis B,
hepatitis C, VIH) los mecanismos inmunopatogénicos están asociados
con la patogenia o gravedad del cuadro infeccioso. En infecciones como la
hepatitis B, más del 90% de los afectados generan una respuesta inmune
potente y protectora, que permite eliminar al agente de una manera rápida
y eficaz con poca o ninguna sintomatología; los pocos individuos que
carecen de esta respuesta se hacen portadores. Cuando el agente infeccioso
se desconoce, es difícil diferenciar los cuadros clínicos de autoinmunidad
de las manifestaciones de inmunopatología mediada por agentes virales,
pues fenotípicamente se hacen idénticas. Este principio ha llevado a
proponer que un desbalance en la respuesta Th1/Th2 a un agente conocido
sea identificado como inmunopatogenia, mientras que a un agente
desconocido sea catalogado erróneamente como autoinmune.
Los mecanismos inmunopatogénicos involucrados son variados y
ellos incluyen:
1.
2.
3.
La infección de células especializadas.
La producción de proteínas inmunomoduladoras.
La evasión de los mecanismos efectores antivirales.
Las manifestaciones de enfermedad viral (inflamación, fiebre,
cefalea, erupción cutánea) no son causadas por el virus mismo sino por
factores inmunes celulares o humorales (interferón e interleuquinas)
involucrados en la respuesta del huésped.
Capacidad de invasión del sistema inmune
Los virus han coevolucionado con sus hospederos naturales de tal forma
que puedan mantenerse en la naturaleza. Para poder perdurar los virus han
desarrollado mecanismos diversos para eludir la respuesta inmune del
hospedero y de esta manera evitar la eliminación muy rápida del
organismo, confiriendo ciertas ventajas para la transmisión a otros
individuos susceptibles. Las células del sistema inmune pueden ser
infectadas por algunos virus, lo que ocasiona cambios funcionales que
pueden producir inmunodepresión y anergia en el curso de ciertas
infecciones virales. En la tabla 4.4 se presentan algunos virus humanos que
infectan linfocitos y monocitos.
Los virus más complejos poseen un genoma amplio que logra
codificar proteínas que regulan la respuesta inmune, algunas proteínas
tienen incluso homología con proteínas del hospedero, lo que hace
sospechar una historia e “robo” o “adquisición” de información genética.
Los virus más simples no poseen suficiente reserva genética para codificar
sus propias proteínas inmunomoduladoras, porque tienen proteínas propias
que son multifuncionales.
Tabla 4.4. Preferencia de algunos virus por células del sistema inmune
Virus
Célula infectada
Adenovirus tipo C
Células nulas, LT, LB
Citomegalovirus
Linfocitos y monocitos
Hepatitis B
PMN, LT, LB
VIH
LT, LB, monocitos
HTLV I y II
Células nulas LT, LB
Influenza
Linfocitos y monocitos
Parainfluenza
Linfocitos y monocitos
Parotiditis
LB y LT
Rubéola
LT y LB
Sarampión
LT, LB, monocitos
Virus de Epstein Barr
LB
Virus herpes simple
LT
Virus Junín
PMN
Virus polio
Linfocitos y monocitos
Virus respiratorio sincitial
Linfocitos y monocitos
VIH: virus de inmunodeficiencia humana. HTLV: virus linfotropo humano. PMN: célula
polimorfonuclear de sangre periférica. LT: linfocito T; LB: linfocito B.
El ejemplo más estudiado de replicación en células inmunes es el del
VIH y se ha caracterizado ampliamente la inmunosupresión asociada con
esta infección. Los linfocitos T CD4+ constituyen un pilar fundamental en
la respuesta inmune, producen gran cantidad de citoquinas (más que las
células CD8+) y regulan la función de otras células del sistema inmune.
Además, los linfocitos T CD4+ participan en mecanismos inflamatorios
(reclutamiento de neutrófilos y células mononucleares) y en respuesta de
tipo hipersensibilidad retardada. Como se trató en el Capítulo 3, la
respuesta inmune mediada por células CD4+ es vital en la regulación de las
respuestas celular y humoral. Las células T CD4+ tienen un papel
primordial en la respuesta inmune por la función ayudadora y activadora
de otros elementos celulares de respuesta inmune (linfocitos B,
macrófagos, polimorfonucleares, linfocitos T citotóxicos y células NK) por
medio de las linfoquinas producidas, como se observa en la figura 4.5.
El VIH es el agente al que se le atribuyen las anormalidades más
notorias y serias en el sistema inmune. Se podrían resumir los efectos de la
infección del VIH sobre el sistema inmune en los siguientes parámetros:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Disminución en el número de células CD4.
Linfopenia.
Alteración en las reacciones de hipersensibilidad retardada.
Activación policlonal de células B.
Disminución en la respuesta humoral a nuevos antígenos.
Disminución de la respuesta proliferativa a mitógenos de linfocitos T y B.
Disminución de la respuesta de citotoxicidad.
Disminución de la respuesta de células NK.
Disminución en la expresión de proteínas del MHC de clase II.
Disminución en la producción de IFN-γ.
Disminución en la producción de IL-2.
Disminución en la quimiotaxis de monocitos.
La simple destrucción por parte de los linfocitos CD8+ de las células
inmunocompetentes infectadas es uno de los mecanismos a tener en cuenta
para comprender la patogénesis de las infecciones virales con replicación
en células del sistema inmune. En el modelo murino de la enfermedad de
Theiler, se postula que células CD4+ Th1 son las responsables de la
respuesta inflamatoria por activación de fagocitos mononucleares que
conlleva a los fenómenos desmielinizantes asociados con esta entidad. Los
oligodendrocitos formadores de la capa de mielina son destruidos por
radicales peróxido (O2–2) y superóxido (O2–) y por la liberación de TNFα
y TNFβ e IL-6.
Figura 4.5. Papel central de los linfocitos T CD4+ en la respuesta inmune y su respuesta a las
citoquinas
Este esquema facilita comprender el papel fundamental de activación (flechas) y represión (barras
truncadas) de los linfocitos T CD4 y otras células de respuesta inmune y cómo la alteración de la
función de los linfocitos CD4+ modifica la regulación de la respuesta inmune. NK: célula NK.
PMN: polimorfonuclear.
APC: célula presentadora del antígeno. Las barras rojas indican acción inhibitoria o de bloqueo.
La bronquiolitis asociada a infección por virus respiratorio sincitial
(RSV), parece estar relacionada con citoquinas que permiten una respuesta
de predominio Th2. En esta entidad hay predominio de infiltrado
eosinofílico y una respuesta de IgE específica del virus. Estos elementos
originan los mecanismos involucrados en la respuesta patogénica
(vasodilatación, bronco-constricción, aumento de la secreción de moco).
Los virus herpes (HHV-6, EBV y HCMV), adenovirus, sarampión,
influenza, parainfluenza, Junín y retrovirus (HTLV I, HTLV II y VIH) se
multiplican al interior de linfocitos y monocitos, los cuales ocasiona
estados de inmunodeficiencia transitoria o permanente.
La enfermedad viral no resulta solamente de la destrucción celular
por efecto de la replicación viral. Mucha de la patología inducida por virus
es el resultado de mecanismos inmunológicos del huésped. Este daño es
conocido como alteraciones inmunopatológicas y es, quizá, el precio que
paga el hospedero por eliminar la infección. Para los virus que no tienen
una alta capacidad de destrucción de las células infectadas (virus no
citocidas), los mecanismos inmunológicos son los responsables de la
enfermedad.
Existe una serie de mecanismos inmunopatogénicos ligados al
tropismo viral por células inmunocompetentes o a modificación de células
de respuesta inmune; entre ellos se señalan
1.
Infección de linfocitos T y B y/o alteración de su función.
2.
3.
4.
5.
Infección del timo y producción de tolerancia inmunológica.
Destrucción de células presentadoras del antígeno.
Aumento o disminución en la expresión de proteínas del MHC.
Disminución en la presentación antigénica con restricción al MHC I por bloqueo del
transporte intracelular.
El daño de los hepatocitos durante el curso de la hepatitis B (HBV)
se ha asociado al reconocimiento por las células T de tipo CD8+ de las
células infectadas (que expresan el antígeno de superficie); de esta manera
los linfocitos T citotóxicos se unen a los hepatocitos e inducen su
apoptosis. Otro mecanismo que participa en el daño durante el curso de la
infección por el HBV es la liberación de citoquinas por parte de los CD8+,
la opsonización de neutrófilos y monocitos los cuales incrementan el
proceso inflamatorio. Otras entidades en las cuales se ha mezclado el papel
de los linfocitos T CD8+ son la miocarditis causada por virus Coxsackie B
y el síndrome respiratorio asociado a virus Hantaan.
Anticuerpos no neutralizantes y patogénesis
Los anticuerpos preformados pueden ser no neutralizantes (no impiden la
penetración del virus a nivel celular, ni interfieren con la infección) sino
que pueden potencializar la replicación viral.
El ejemplo típico de anticuerpos no neutralizantes ocurre en el curso
de la infección por el virus dengue. El virus dengue posee cuatro serotipos,
la primoinfección con un serotipo estimula la producción de anticuerpos
homotípicos que no neutralizan serotipos diferentes y, por el contrario,
potencian el ingreso de las partículas virales de serotipos distintos
recubiertas de estos anticuerpos al interior de células con receptor FC,
como las células mononucleares y los macrófagos. Al interior de estas
células, el virus se encuentra protegido del sistema inmune y se replica
activamente dando lugar a grandes concentraciones de antígeno. El efecto
inmune de esta replicación desmesurada es la formación de complejos
inmunes o la activación y depleción del complemento. Los monocitos
infectados producen citoquinas proinflamatorias las cuales estimulan a los
linfocitos T a producir más citoquinas. El efecto clínico es la producción
de cuadros de dengue graves conocidos como síndrome de choque dengue
y fiebre hemorrágica dengue. Este mecanismo de replicación en células del
sistema inmune se conoce como el caballo de Troya (figura 4.6).
La enfermedad por complejos inmunes es inducida cuando existe
una alta replicación viral y la respuesta inmune es inadecuada, lo que
produce complejos antígeno-anticuerpo que no pueden ser eliminados por
el sistema retículo-endotelial. Este mecanismo se produce cuando el
antígeno no eliminado eficazmente se deposita en pequeños capilares y
causa lesiones por activación del complemento. Los depósitos de
complejos inmunes se presentan en vasos sanguíneos, riñón y cerebro
produciendo fenómenos de vasculitis que se manifiesta como
glomerulonefritis, crioglobulinemia y confusión mental respectivamente.
La extensión del daño estará dada por el balance ocasionado entre la
producción del complejo inmune y su eliminación. En humanos se ha
detectado la formación de complejos inmunes durante el curso de
infecciones por virus de la hepatitis B y C.
Los anticuerpos producidos contra la proteína HA del virus del
sarampión, disminuyen la expresión de esta proteína en la superficie de
membrana de la célula infectada y también la transcripción del virión. En
el caso de infección por virus de la coriomeningitis linfocitaria (LCMV),
los linfocitos T citotóxicos disminuyen las células presentadoras del
antígeno, mermando su acción efectora.
En ciertas infecciones con agentes virales puede producirse IgE
específica contra proteínas propias del virus. Esta IgE estaría involucrada
en la degranulación de mastocitos, células cebadas y/o plaquetas. Estas
células liberan factores como la histamina y otras aminas vasoactivas que
se involucran en mecanismos de inflamación, siendo un factor relacionado
con la patogénesis y se asocia con la seriedad de cuadro clínico. La
producción de IgE específica ha sido demostrada en infecciones por virus
respiratorio sincicial, virus parainfluenza, citomegalovirus y virus
Puumala.
Superantígenos y patogénesis
Cuando el sistema inmune encuentra un antígeno T dependiente, se activa
una pequeña población de células T capaces de reconocer el antígeno. Los
superantígenos son proteínas con propiedades no convencionales ya que
pueden activar de manera no específica múltiples clones de linfocitos T, no
gracias a una especificidad antigénica, sino sobre la base de pertenecer a
una familia específica de receptores de células
Figura 4.6. Tasa de replicación del virus dengue en presencia y ausencia de anticuerpos
T Vβ. Algunas proteínas virales de virus del tumor mamario del ratón y
virus de la rabia se pueden comportar como superantígenos.
Los superantígenos son macromoléculas que no se procesan como
antígenos y tienen la capacidad de unirse tanto a proteínas del complejo
mayor de histocompatibilidad de clase II (MHC II) como a la cadena
variable β del receptor de células T (TCR). Esta unión se hace en la parte
externa del sitio de presentación antigénica del TCR y del MHCII, por
tanto es totalmente independiente de la especificidad antigénica. Al
realizar este tipo de unión, los superantígenos efectúan una función de
pinza entre los TCR y las proteínas MHC II, dando señales continuas que
activan las células T. Los superantígenos difieren en los segmentos Vβ que
pueden unir, con la selectividad que reconocen sólo uno o pocas moléculas
Vβ y, por lo tanto, activan linfocitos con un segmento Vβ en particular.
Este fenómeno de expansión clonal es seguido de una depleción clonal y
anergia por apoptosis de las células T que presenten un receptor específico
(TCR). La forma de interrelación entre las células presentadoras del
antígeno y los linfocitos T CD4+ se presenta en la figura 4.7. Los
superantígenos permiten una hiperactivación no específica del sistema
inmune con la subsecuente liberación de citoquinas, de esta manera,
facilitan la colonización del hospedero y contribuyen a la patogénesis de
agentes virales.
El virus productor de superantígenos más estudiado es una
glicoproteína no estructural de 46kDa del virus del tumor mamario murino
(MMTV). El superantígeno del MMTV es codificado en una región
genómica 3’ del área LTR del genoma. Los superantígenos, en este caso,
producen un cortocircuito del sistema inmune, lo que produce una
expansión clonal masiva de linfocitos T y B seguido de una producción
masiva de citoquinas y anticuerpos, en lugar de producir una respuesta
controlada y regulada contra antígenos extraños. Se dice que los
superantígenos logran esta activación masiva de los linfocitos T (hasta el
25%) por presentación anómala del antígeno en la proteína MHC de clase
II a la porción variable de la cadena β del receptor de células T. Los
superantígenos producen una activación policlonal de linfocitos T con gran
producción de IL-2. Esta interleuquina sería la responsable de muchas de
las manifestaciones que se observan durante el curso de infecciones virales
como son la fiebre, el malestar, la náusea, el vómito, la diarrea o el
choque. Otros efectos de la IL-2 secretada son la inmunosupresión por
muerte de las células T activadas que presentan un receptor Vβ específico
y células T que produce un vacío en el repertorio de células T, el huésped
será, por tanto, incapaz de responder a los antígenos que normalmente son
reconocidos por células T con la cadena Vβ delecionada.
Análisis de la distribución de poblaciones linfocitarias T de
pacientes infectados y no infectados con el VIH muestran diferencias en
porcentajes de los TCRVβs. Esta observación llevó a la hipótesis de que
proteínas nef del VIH se comportaría como un superantígeno con
depleción en determinadas subpoblaciones de células CD4+. Otros
hallazgos relacionados muestran cómo células T con TCR Vβ14, producen
más partículas infecciosas por ciclo replicativo que las células T con TCR
Vβ6.7; además, las células T con TCR Vβ12 proliferan en respuesta a
células presentadoras del antígeno de manera similar a como responden en
caso de superantígenos. Las células Vβ8 de pacientes infectados con VIH
tienen un cierto grado de anergia a antígenos bacterianos, lo cual sugiere
que estas células hubiesen sido anergizadas por un mecanismo de
superantígenos, producidos por la infección. En la tabla 4.5 se dan
ejemplos de la especificidad de algunos antígenos virales en humanos.
En el caso del virus de la rabia la nucleoproteína N (proteína
fosoforilada de 55kDa), es portadora de una actividad de superantígeno y
se une preferentemente con cadenas Vβ8. Otras patologías virales en las
que se ha postulado que el agente infeccioso actúa como un superantígeno,
son las infecciones por virus de Epstein Barr (EBV) y citomegalovirus. El
VEB actuaría como un transactivador o regulador de la expresión de un
superantígeno de un retrovirus humano endógeno HERV-K18.1.
Figura 4.7. Representación esquemática de la interacción del superantígeno viral con las
moléculas del MHC II de la célula presentadora del antígeno y las proteínas CD4, TCR y CD3
de las células T CD4+.
El superantígeno se une a la porción externa de la porción Vβ del TCR y MHCII. Este modo de
estimulación conlleva a la activación de clones completos de linfocitos T.
Tabla 4.5. Especificidad de superantígenos virales en humanos
Virus
Especificidad Vβ
Citomegalovirus
Vβ12
HERV-K18.1*
Vβ3, Vβ7, Vβ13
Virus de Epstein Barr
Vβ13
Virus de inmunodeficiencia humano
Varios Vβ
Virus de la rabia
Vβ8
Virus de tumor mamario murino
Vβ y Vα
*Este superantígeno codificado por HERV-K18 es transactivado por la infección con el virus de
Epstein Barr. HERV: retrovirus humano endógeno.
Autoinmunidad
La autoinmunidad se produce cuando la respuesta inmune del hospedero se
dirige contra sus propios tejidos (pérdida de la inmunotolerancia). La
autoinmunidad causada por virus se ha comprobado en caso de infecciones
virales en modelos animales, pero ha sido difícil de corroborarla en caso
de infecciones en humanos. La autoinmunidad se produce cuando los virus
se replican en sitios anatómicos secuestrados que no han generado
mecanismos de tolerancia, la infección viral puede liberar estos antígenos
propios, los que desencadenan una respuesta inmune. En modelos
animales se ha observado que la infección por virus Coxsackie B4 lleva a
producir diabetes de tipo I, entidad que se postula como una enfermedad
autoinmune con destrucción de los islotes β del páncreas. En humanos se
ha podido detectar la presencia de genomas de enterovirus en la sangre de
tres de seis casos con diabetes de tipo I. En una publicación reciente, en
seis casos de diabetes tipo I se detectó la presencia de infiltración del
páncreas por células NK y a un moderado infiltrado de linfocitos T, los
hallazgos inmunohistoquímicos, de microscopía electrónica, de análisis de
secuencias genómicas, aislamiento viral y de inmunología, corroboraron la
presencia de infección por virus Coxsackie B4; estos hallazgos no fueron
detectados en ninguno de los 26 controles tomados de un grupo de
donantes de órgano.
Las miocarditis están relacionadas con infecciones causadas por
enterovirus, adenovirus, parvovirus B19 y en menor grado con
citomegalovirus, virus herpes y VIH. Las miocarditis cursan con tres fases
que son el daño inicial causado por la replicación viral, el daño
autoinmune en el cual se encuentran las manifestaciones clínicas y la
cardiomiopatía dilatada. En el tejido miocárdico se observa daño de la
distrofina, infiltrado de células NK, macrófagos, liberación de citoquinas
proinflamatorias como la IL-1, TNF, IFN-γ y óxido nítrico. La activación
de linfocitos CD4+ produce expansión de LB, inflamación local y
producción de anticuerpos anti miocardio que están dirigidas contra las
proteínas contráctiles, y proteínas estructurales y mitocondriales.
Los virus son causantes de fenómenos de autoinmunidad por
mimetismo molecular entre las proteínas virales y proteínas constitutivas
de células del huésped. Este fenómeno de reacción cruzada ha sido
descrito en el caso del virus del adenovirus, herpes simple, virus del
papiloma humano, sarampión, influenza y virus de Epstein Barr, en los
cuales algunas proteínas virales presentan homologías con la proteína
básica de la mielina; las reacciones serológicas cruzadas se encontraron in
vitro, pero se desconoce el papel que pueden desempeñar in vivo. Las
complicaciones posinfecciosas del sistema nervioso central asociadas a
virus del sarampión, ocurren en una fase aguda y menos frecuentemente en
una fase tardía de la infección y su mecanismo de acción es probablemente
autoinmune. En modelos de infecciones en caninos, se observó que la
invasión del tejido del cerebro causa cambios en la constitución de la
mielina y los componentes de membrana, lo cual lleva a su identificación
como extraños.
En modelos murinos se constató que existe homología entre la
glutamato decarboxilasa (GAD65), una enzima encontrada en los islotes β
del páncreas murino y la proteína P2-C del Coxsackievirus B; esta
homología no ha sido encontrada en humanos. Los análisis de secuencias
genómicas han detectado homologías de la GAD65 con otros 17 virus,
indicando que la homología con virus Coxsackie B no es única.
Adicionalmente, se han encontrado clones de monocitos que proliferan
ante el estímulo con insulina y varios antígenos de islotes β del páncreas,
entre los que se encuentra la GAD65, por lo cual esta amplia respuesta
antigénica no permite sacar conclusiones sobre el papel del mimetismo
molecular en la diabetes mellitus.
La poli endocrinopatía (pancreatitis, tiroiditis e hipofisitis) que se
observa durante el curso de la infección por virus de la rubéola ha sido
también atribuida a la formación de auto anticuerpos que quizá involucren
fenómenos de mimetismo molecular. La forma más compleja del
fenómeno autoinmune involucra los anticuerpos anti idiotipo, que son los
dirigidos contra los sitios de unión al antígeno en la molécula de
inmunoglobulina. Estos anticuerpos son la imagen interna de un antígeno
original y se ha demostrado en modelos de reovirus murinos que se unen al
receptor viral de una forma similar a como lo hace la partícula viral. Por
este mecanismo se causa daño en tejidos aún distantes a aquel que ha sido
infectado.
Además, otro mecanismo molecular propuesto implica que las
células infectadas con virus citolíticos, expresan en su membrana viral
antígenos propios, inducidos por la infección viral, pero normalmente
ocultos al sistema inmune. Al ser procesados todos estos antígenos en su
conjunto por células presentadoras del antígeno, permite identificar los
antígenos propios por linfocitos B y T helper como determinantes
extraños, desencadenando una respuesta inmune.
Finalmente, las infecciones persistentes llevan a la secreción de
citoquinas y un infiltrado inflamatorio que provee la organización tisular
similar a la del tejido linfoide. Bajo estas circunstancias, se puede inducir
la expresión de antígenos locales que pueden inducir una respuesta
autoinmune.
Modulación en la expresión de proteínas MHC
Los virus pueden tener acciones diversas sobre las proteínas MHC de clase
I o II, aumentando o disminuyendo la expresión o regulando el transporte
de estas proteínas hacia la membrana plasmática de las células infectadas
(figura 4.8).
La presentación antigénica por las proteínas MHC de clase I es
regulada por diversos mecanismos entre los que se encuentran:
disminución en la expresión de proteínas MHC; alteraciones en la
maduración, ensamblaje o transporte de MHC desde el retículo
endoplásmico granuloso (REG) hasta la membrana celular; aumento en la
degradación de las proteínas y la interferencia con las proteínas TAP. La
disminución en la expresión de las proteínas MHC de clase I disminuye el
reconocimiento de las células infectadas por parte de los linfocitos T
CD8+, pero a su vez hace que las células infectadas sean el blanco de las
células NK.
Figura 4.8. Ejemplos de proteínas virales que interfieren con la presentación antigénica en el
contexto de las MHC de clase I
AdV: adenovirus. HCMV: citomegalovirus humano. EBV: virus de Epstein Barr. HSV: virus
herpes simple.
1. Bloqueo en el procesamiento por parte del proteasoma. 2. Interferencia en la captura por las
proteínas TAP. 3. Retención en el retículo endoplásmico granuloso (REG). 4. Degradación del
MHC-I con péptido procesado en los lisosomas. 5. Degradación de los MHCII por los proteasomas.
La disminución en la expresión de proteínas MHC de clase I está
condicionada a factores múltiples entre los que se encuentran la retención
de complejos MHC y péptidos virales, como es el caso de la proteína de 19
kda de adenovirus o la proteína muy temprana (EA) del CMV. El aumento
de expresión de proteínas MHC de clase I parece estar regulado por varios
mecanismos, entre los que se consideran: acción del IFN o regulación
directa a nivel transcripcional por péptidos virales. La alteración en la
expresión de las integrinas tiene un efecto cooperador con la modulación
en la expresión de proteínas del MHC de clase I y II. Finalmente, el
mimetismo molecular presentado entre moléculas del MHC de clase I y II
y proteínas virales, es un mecanismo que altera la presentación antigénica
por las glicoproteínas del MHC.
En la tabla 4.6 se resume la acción de algunas infecciones virales
sobre la modulación en la expresión de proteínas del MHC de clase I, así
como el mecanismo involucrado para tal efecto.
En el caso de infección por virus de la coriomeningitis linfocitaria
(LCMV) en modelo murino, se ha demostrado un aumento de expresión de
proteínas del MHC de clase I en el páncreas; sin embargo, hay otros
factores que juegan un papel importante como la virulencia de la cepa
viral, la expresión del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), el haplotipo
de los ratones y el número de células CD8+ reactivas. La localización del
daño tisular por actividad inmune estará mediada por el sitio dominante en
el cual ocurre la replicación viral. Este efecto es comparable a la lisis
celular por replicación viral; la única diferencia es que en este último caso
media la lisis celular por mecanismos inmunes.
La presentación antigénica por las proteínas MHC de clase II es
regulada en forma positiva y negativa por acción del sistema de
señalización iniciado por citoquinas como el IFN-γ, a través de la síntesis
del principal factor de transcripción del CMH II (CIITA) y la utilización
de la vía de señalización Jak/Stat (tabla 4.7).
Tabla 4.6. Modulación de la expresión de MHC de clase I por agentes virales
Virus
Proteína viral
Efecto en las MHC I
Adenovirus
E3-19Kda
Unión y retención del CMH de clase I en el REG
Citomegalovirus
US3
US6
pp65
US2, US11,
Unión y retención del CMH de clase I en el REG
Inhibe el transporte de las TAP a través de los poros
Inhibe la generación de péptidos antigénicos
Aumenta la degradación de las cadenas pesadas de HLAI
EBV
EBNA 1
Refractaria a la proteólisis
Virus herpes
ICP47
Inhibe la función de las proteínas TAP
HHV-8
K3, K4
Incrementa la endocitosis de moléculas CMH-I
MCMV
M152
Retiene las proteínas del CMH-I en el Golgi
Retrovirus
Nef
Vpu
Rápida endocitosis de las MHCI y CD4
Inhibe la síntesis de las proteínas del CMH-I
Desestabiliza las MHCI sintetizadas y degrada CD4+
EBV: virus de Epstein Barr. HHV-8: virus herpes humano tipo 8. MCMV: citomegalovirus murino.
Los virus pueden sintetizar proteínas que interfieren con la expresión
de las MHC de clase II. Las proteínas muy tempranas (IE por Immediately
Early) y tempranas del HCMV, interfieren con la cascada de señalización
del IFN-γ y previene la formación de CIITA, además también alteran los
niveles de Stat1 y p48 intracelular lo cual interfiere con las vías de
señalización de IFN-γ. Por otro lado, las proteínas muy tempranas de
adenovirus (EIA) alteran los niveles de Jak1 y p48 a nivel intracelular lo
cual interfiere con las vías de señalización de IFN-α y γ. La proteína US2
de CMV también estimula la degradación de las MHC II DR-α y MR-α.
Finalmente, la proteína BZL2 del EBV tiene homología con las proteínas
del CMH II que interfiere con las MHCII a nivel intracelular y en la
membrana, lo que interfiere con la activación de linfocitos T.
Sitios inmunoprivilegiados
Por sus características algunos sitios anatómicos logran verse “protegidos”
de una respuesta inmune o inflamatoria que hace que los virus no sean
eliminados de una manera eficaz. Entre estos sitios anatómicos se
encuentran el cerebro, los ojos, la placenta, el feto y los testículos.
Por esta razón los linfocitos T CD8+ eliminan los hepatocitos
infectados por HBV gracias a la presentación de antígenos virales en el
contexto de MHC I, pero esta misma situación no se presenta en el sistema
nervioso central, ya que en este sitio anatómico no hay expresión de
proteínas MHC I y cuenta con una barrera hematoencefálica que aísla al
sistema nervioso del sistema inmune.
En el caso de los virus que tienen tropismo por células del sistema
inmune (EBV, CMV, HTLV, VIH), la replicación se lleva a cabo en
células que gozan de un estatus de inmunoprivilegio, contando con
verdaderos santuarios de replicación.
En la mayoría de casos la situación de inmunoprivilegio se produce
por estrategias o proteínas virales que facilitan la evasión del sistema
inmune (inmunomodulación) o por limitaciones de la célula o tejido para
desencadenar una respuesta inmune eficaz.
Varios agentes virales de tipo ADN o ARN se multiplican en las
neuronas, tejido que es relativamente inaccesible al sistema inmune. Estas
células poseen muy bajas concentraciones de proteínas del MHC de clase
I, lo cual impide una buena presentación antigénica y la persistencia viral.
A su vez, las neuronas no poseen péptidos transportadores (TAP) o se
encuentran en bajas concentraciones, siendo este un factor adicional para
una pobre presentación antigénica. Los virus que persisten en sitios
privilegiados, donde no se efectúa vigilancia del sistema inmune o
linfohematopoyético (neuronas y células epiteliales, células tubulares
renales, glándula parótida y testículos). Virus como la rabia que se localiza
inicialmente en los axones neuronales o el virus del papiloma humano en
queratinocitos, ilustran el concepto general de que un antígeno propio,
viral o asociado a tumores, si se expresa en células no presentadoras del
antígeno o en tejido linfoide, es ignorado por el sistema inmune.
Tabla 4.7. Modulación de la expresión de MHC II por agentes virales
Virus
Proteína viral
Efecto en las MHC II
Adenovirus
E1A
Aumenta la expresión de MHC II vía IFN-γ
Citomegalovirus
US2
Aumenta la degradación de las cadenas pesadas de DR y
DM
EBV
BZLF2
Interfiere con la presentación antigénica por parte de las
MHC II
Virus herpes
KOS
Interfiere con la presentación antigénica por parte de las
MHC II
HPV
E6 y E7
Interfiere con el procesamiento de las MHC II
HIV
Nef
Interfiere con el procesamiento de las MHC II
Interferencia con la función de citoquinas (citocinas)
Las citoquinas tienen como efecto principal el inducir vías de señalización
inter o intracelular, que regulan la función celular, activan un estado
antiviral o que conducen a la apoptosis; efectos estos que limitan la
replicación viral.
Algunas citoquinas aumentan el reconocimiento o la respuesta
inmune que protege contra los agentes virales. Algunos virus utilizan
estrategias de control de la función de citoquinas para evadir la respuesta
inmune. La modulación de la función de citoquinas se produce por
diferentes mecanismos: interrupción en la síntesis de citoquinas y
quimioquinas, interferencia con la función de las citoquinas (síntesis de
proteínas homólogas o producción de receptores de citoquinas solubles) y,
finalmente, interrupción con la función efectora de las citoquinas mediante
la alteración de las vías de señalización (véanse algunos ejemplos en la
tabla 4.8).
Tabla 4.8. Ejemplos de mecanismos de evasión de la respuesta inmune en virus humanos
Función alterada
Virus
Gen viral
asociado
Mecanismo
Inhibición factores C’
VIH
HCMV
Ninguno
Incorporan CD59 celular
Unión de Ig por el FC
HSV
gE-gI
Unión de IgG
Bloqueo del CAM
HSV
ORF15
Homólogo viral de CD59
Inhibición de la vía
Jak/Stat
Adenovirus
EIA
Disminuye STAT 1 y p48
Inhibición de
transcripción IFN
HHV-8 o
KSHV
Homólogo de
IRF
Reprime la transcripción por IFN
Inhibición de la actividad Influenza
TK
NS1
Se une a dcARN
TNFR viral
HCMV
UL144
Homólogo viral de TNFR
Quimioquinas CCCK
HCMV
US28
Une CCCK la cual interviene en la migración celular y
disminuye RANTES
Homólogo viral de la IL10
EBV
BCRF-1
Actividad IL-10. Disminuye Th1
Homólogo viral de la IL6
HHV-8
K2
Factor angiogénico viral
Homólogo viral de la IL17
HSV
ORF13
Mitógeno de células T
Inhibición señalización
TNF
Adenovirus
E3
Previene citólisis TNF
Inhibición de producción
IL-12
Sarampión
Hemaglutinina Unión a receptores CD46
Inactivación de p53
HPV
E6
Une a p53 y la degrada
Receptores
mitocondriales
HCMV
UL37
Bloquea la apoptosis
Inactiva la caspasa
Adenovirus
14.7K
Interactúa con caspasa 8
Interacción con MHC
HCMV
US3
Une y retiene MHC de clase I
Interacción con MHC
Adenovirus
E3
Une y retiene MHC de clase I
Interacción con MHC
VIH
nef
Internaliza receptores CD4
VIH: virus de inmunodeficiencia humana. HCMV: citomegalovirus humano. HSV: virus herpes
simple. HHV-8 o KSHV: virus asociado al sarcoma de Kaposi. EBV: virus de Epstein Barr. HPV:
virus del papiloma humano.
Tormenta de citoquinas
La respuesta inmune es un proceso controlado que una vez iniciado
necesita ser amplificado hasta llegar a un umbral necesario para generar
una “respuesta inmune adecuada” que tiene como objetivo controlar la
replicación viral. La tormenta de citoquinas o hipercitoquinemia se
acompaña de síntomas generales como fiebre, hinchazón, enrojecimiento,
fatiga y náusea y desde el punto de vista inmune conlleva a una respuesta
desmedida para la infección viral, a producir y liberar grandes cantidades
de citoquinas proinflamatorias y proteínas de estrés que llevan a una
enfermedad sistémica que eventualmente conduce a la muerte del
hospedero. Este mecanismo de cascada de respuesta de citoquinas fue
inicialmente descrito en la reacción de trasplante contra huésped y ha sido
asociado con los casos fatales de infección por virus influenza, influenza
aviar H5N1 e infección por virus SARS. En la fase aguda de la infección
por VIH la respuesta de citoquinas, quimioquinas y proteínas de fase
aguda, es muy intensa, mayor a la observada en infecciones por virus
hepatitis B o C y es responsable de la amplia replicación viral y de
mecanismos inmunopatogénicos tempranos. La hipercitoquinemia también
ha sido descrita como mecanismo de patogénesis por virus de la viruela, en
la fase inicial de algunas infecciones severas como el dengue y fiebres
hemorrágicas por virus Ébola y Marburg. Este mecanismo de patogénesis
también ha sido denominado como síndrome de respuesta inflamatoria
sistémica.
Evasión de la respuesta inmune
Los virus han desarrollado múltiples estrategias de evasión de la respuesta
inmune que comprometen diversos mecanismos que se pueden resumir así:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Inhibición de la respuesta inmune humoral.
Interferencia con el sistema del interferón.
Inhibición y modulación de citoquinas y quimioquinas.
Inhibición de la apoptosis celular.
Evasión de la respuesta de linfocitos T citotóxicas, células NK y modulación de la expresión
de proteínas del MHC.
Entre los factores virales que permiten la evasión de la respuesta inmune está la generación
de mutantes virales, la presentación de estados de latencia viral y la integración del genoma
viral en forma de provirus.
Hasta el momento son diversos los ejemplos que se presentan como
mecanismos de evasión, al parecer parecen redundantes, y no se conoce el
momento en el que entran en juego in vivo o cual de los múltiples
mecanismos selecciona un virus particular. El efecto final de la evasión de
la respuesta inmune es la sobrevida del agente infeccioso, lo que permite al
virus perdurar en el hospedero para garantizar su supervivencia.
Algunos de los péptidos producidos en el curso de la replicación
viral tienen una acción inmunomoduladora; como se presenta a
continuación, estos péptidos van a disminuir la respuesta inmune por
varios mecanismos. La proteína tat del VIH-1 disminuye la transcripción
de las proteínas del MHC I que, como ya se vio, están involucradas en la
presentación de los antígenos a los linfocitos T citotóxicos. La proteína
UL18 del HCMV tiene homología con las proteínas del MHC I y se puede
asociar a la β2 micro globulina. La proteína E3 19K de adenovirus y las
proteínas muy tempranas de HCMV (EA por Early Antigen), pueden
disminuir el transporte de las proteínas del MHC desde el retículo
endoplásmico rugoso a la membrana plasmática. Algunas proteínas no
bien determinadas del EBV menguan la expresión de ciertas adhesinas
como LFA-3 e ICAM-1 involucradas en el diálogo recíproco que se
establece entre la célula infectada y los linfocitos T CD4+ o LT CD8+.
Variación antigénica
Los virus ARN poseen para la replicación genómica una enzima
denominada ARN polimerasa ARN dependiente. Esta enzima durante la
síntesis de las réplicas genómicas no ostenta la actividad de corrección de
lectura, por lo cual los cambios producidos en la secuencia de nucleótidos
son irreversibles. Algunas especies de virus ARN consisten en un conjunto
grande de clados o genotipos con variaciones antigénicas entre sí y
generadas en el curso de la infección viral. La tasa de mutación durante la
replicación de los virus ARN es alta; se calcula en 10-3-10-5 cambios por
nucleótido, de tal forma que para un virus con 10.000 bases produce una
mutación por cada ciclo replicativo. Con una creación de centenas o miles
de partículas por cada célula infectada, es muy posible predecir la
aparición de mutantes durante el curso de la infección de un organismo. La
respuesta inmune humoral juega un papel importante en la generación y
selección de nuevas variantes virales. La variación antigénica es crucial en
la patogénesis viral en caso de infecciones por virus de inmunodeficiencia
humana, hepatitis C e influenza.
Los cambios observados in vivo e in vitro son menos drásticos que
los calculados teóricamente, sin embargo, para un virus de 9.700 bases
como la hepatitis C, se ha detectado una tasa de mutación de 1.92 x 10-3
sustituciones de bases por sitio genómico, después de un periodo de
seguimiento de 13 años. Es posible que las mutaciones no sean tan altas
por la presión de selección del sistema inmune, por varias razones: primero
porque algunas mutaciones no son viables, segundo porque otras
mutaciones son silenciosas y finalmente, porque ciertas mutaciones poseen
una menor posibilidad de replicación. En contraste, la tasa de mutación
puede verse incrementada por otros mecanismos de variación antigénica
asociados a mutaciones puntuales, deleciones, duplicaciones, inserciones o
intercambio de material genético con la célula hospedera.
Como ya se comentó previamente, los virus pueden contar con
varios mecanismos de evasión de respuesta antiviral. Por ejemplo, los
anticuerpos sintetizados durante el curso de la infección contra la
hemaglutinina (HA) del virus influenza ejercen una presión de selección
sobre los viriones producidos, lo cual lleva a cambios antigénicos menores
y mayores (drift y shift antigénicos) que hacen que las variantes
antigénicas escapen al control del sistema de defensa inmune. Los cambios
antigénicos mayores son los responsables de la aparición de pandemias
como la ocurrida en caso de virus influenza de origen porcino H1N1 en
2009. Los cambios antigénicos menores son corrientes cada vez que el
virus se replica, los cambios antigénicos mayores son menos frecuentes,
requieren factores y circunstancias ambientales e involucran mecanismos
de recombinación genética. La deriva antigénica del virus influenza es la
responsable de episodios frecuentes de infección y reinfección durante el
transcurso de la vida y ofrece limitaciones para la eficacia de la vacuna por
cuanto su poder de protección se ve limitado, por el ajuste que existe entre
la cepa vacunal y la variante viral circulante durante un período epidémico.
Se ha observado que en el bazo de pacientes infectados por VIH se
detectaron células con tres o más proviriones distintos que generan un
número muy amplio de recombinantes genéticas. Las variantes y
recombinantes antigénicas nuevas, generan cada una respuesta inmune
específica hasta que producen el colapso del sistema de defensa.
Las consecuencias benéficas de la variación antigénica son
explotadas para elaborar cepas virales atenuadas o menos virulentas que
son usadas con fines vacunales (capítulo 5). Sin embargo, los virus vivos
atenuados tienen la posibilidad de revertir los cambios genéticos que
llevaron a su atenuación y recobrar su poder patogénico o virulencia. Las
cepas de virus polio que se emplean en la vacuna oral son menos
virulentas que las cepas silvestres, pero durante el proceso de replicación
entérica pueden revertir su virulencia y ser causantes de episodios de
parálisis flácida (polio posvacunal) asociada a las cepas Sabin
administradas. Estos episodios son más frecuentes en pacientes
inmunocomprometidos con deficiencia de células B. El número de casos
se calcula en uno por cada 2,5 millones de dosis.
Vacunas, infecciones y patología humana
El uso de ciertas vacunas inactivadas ha demostrado en individuos
vacunados y posteriormente expuestos al virus silvestre, que la exposición
previa al virus inactivado induce una respuesta inmune humoral
incompleta y una hipersensibilidad mediada por células que produce
“sensibilización”. Así, los primeros ensayos con vacuna inactivada del
sarampión mostraron que los sujetos vacunados sufrían una forma de
sarampión fuerte con manifestaciones hemorrágicas, conocida como
sarampión atípico. De igual manera, cuando se empleó RSV (virus
respiratorio sincitial) inactivado como antígeno vacunal, se observó un
desbalance Th1/Th2 en la respuesta inmune. En esta desafortunada
experiencia, se pudo observar que existía una disociación entre los
anticuerpos neutralizantes y de unión, y los sujetos inmunizados al
infectarse con el virus silvestre presentaron una amplia replicación viral,
una disminución en la respuesta de tipo anticuerpos neutralizantes y un
gran infiltrado de linfocitos CD4+.
Dos grandes vías patogénicas pueden presentarse en caso de efectos
potencializadores de las vacunas en caso de enfermedad:
1.
2.
La inducción de una respuesta antiviral de tipo CD8+, pero sin la producción de anticuerpos
neutralizantes en caso de un virus no citopático.
La inducción de una respuesta de anticuerpos neutralizantes con ausencia de memoria de
respuesta de células T CD8+.
Cuando una vacuna induce una gran respuesta T en ausencia de
anticuerpos neutralizantes, en caso de exposición al virus no citopático
(HBV, VIH), el virus no puede ser rápidamente controlado, se disemina
ampliamente antes de ser detectado por los linfocitos T citotóxicos de
memoria.
Ciertas patologías como el síndrome de Reye han sido asociadas
con inmunización o infección viral clínica. Este síndrome neurológico y
metabólico se ha relacionado con infecciones por virus influenza A y B,
virus parainfluenza, virus respiratorio sincitial, adenovirus y virus herpes
simple-4. El cuadro clínico incluye edema cerebral e infiltrado graso de
vísceras como el hígado; se presenta en pacientes menores de diez años
que han sido infectados por virus silvestres o que han recibido virus
vacunales.
La enfermedad de Kawasaki es una entidad autoinmune que afecta
vasos sanguíneos, la piel, mucosas y nódulos linfoides, también causa
daño cardíaco; se ha relacionado con enfermedades virales o bacterianas
agudas sin que una causa patológica subyacente haya sido claramente
determinada.
La polineurorradiculopatía ascendente o síndrome de GuillainBarré es una enfermedad de tipo desmielinizante, que se presenta asociada
a varias enfermedades virales (herpes zoster, influenza, zika) o cuadros
clínicos mal caracterizados y denominados bajo el término virosis sin que
un solo agente haya sido completamente asociado a esta condición.
Daño celular
Ya se ha visto a lo largo de este capítulo los mecanismos generales por los
cuales los virus causan enfermedad. En el curso de la infección viral, las
células sufren un conjunto de daños celulares que pueden llevar a la
muerte celular, estas alteraciones se asocian a cambios fenotípicos que se
denominan efecto citopático (ECP). Los cambios asociados a ECP,
incluyen:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Cambios en la forma celular, redondeamiento y pérdida de la inhibición por contacto.
Liberación de la superficie de unión.
Lisis celular con liberación de los virus intracelulares.
Fusión de membranas y formación de sincicios o células multinucleadas.
Alteración de la permeabilidad celular.
Formación de cuerpos de inclusión por acumulación de los componentes virales sintetizados
en la célula.
Inducción de procesos de apoptosis o muerte celular programada.
Muchas de estas alteraciones se manifiestan como cambios en el
sistema de señalización celular, que socaba los procesos celulares
normales (regulación del ciclo celular, procesos de autofagia, lisis,
apoptosis y muerte celular).
Transformación celular posinfección viral
En 1911 Peyton Rous (1879-1970) descubrió algunos virus aviares
causantes de sarcomas. En los años siguientes se hallaron nuevos virus
causantes de sarcomas, linfomas y carcinomas en aves y roedores. El
poder oncogénico de los retrovirus se basa en el poder oncogénico de sus
proteínas transformantes. Cerca del 15-20% de los cánceres en humanos
son causados por virus que pertenecen a ocho grupos virales distintos, en
la tabla 4.9 se presentan algunos virus involucrados en tumorogénesis.
Es necesario diferenciar la transformación celular de la
tumorogénesis y la carcinogénesis. Una de las propiedades malignas
esenciales de los virus carcinogénicos es su capacidad de inmortalizar
células y causar tumores. No siempre los cambios celulares están
acompañados de la capacidad para producir tumores, ni de desarrollar
cáncer. Las células con capacidad oncogénica han adquirido o modificado
el material genético celular, mientras que las células transformadas sólo
poseen un fenotipo alterado que puede presentar algunas de las siguientes
características:
1.
Alteraciones en el crecimiento celular: disminución en los requerimientos de factores de
crecimiento, aumento del transporte de nutriente s. Las células in vitro requieren, para su
multiplicación, de péptidos reguladores como el factor de crecimiento epidérmico (EGF) o
el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF). Estas moléculas pueden
producirse en forma autocrina en las células transformadas. En algunas células infectadas se
observa simplemente la pérdida de la inhibición por contacto, con la formación de pilas de
células que forman acúmulos o focos de crecimiento.
Tabla 4.9. Virus humanos implicados y asociados con cáncer
Virus
asociado
Familia viral
Tumor(es) asociado(s)
Presencia tejido tumoral
HTLV
Retroviridae
Leucemia de células T del adulto
--BORRAR--
HCV
Flaviviridae
Hepatocarcinoma
Asociación epidemiológica HCA
EBV
Herpesviridae
CA nasofaríngeo.
Linfoma de Burkitt
100%
98% en áreas endémicas.
HHV-8
Herpesviridae
Sarcoma de Kaposi
95%.
HPV
Papillomaviridae CA de cuello uterino, oral y ano
genital
100%.
HBV
Hepadnaviridae
Hepatocarcinoma
Asociación epidemiológica HC
JC
Polyomaviridae
¿Tumores cerebrales?
En un 50-80% de los gliomas.
BK
Polyomaviridae
¿Próstata?
Tumores cerebrales
Cofactor cercano al 75%. Hasta en un 20%.
MCPyV
Polyomaviridae
Carcinoma de células de Merkel
ADN integrado en cánceres de piel y neuroendocrinos
MMTV
Retroviridae
Cáncer de seno
Secuencias de MMTV-env en casos humanos
TTV
Circoviridae
Gastrointestinal, pulmón, seno,
¿mieloma?
Presencia mayor en pacientes con cáncer (29%) que
controles (11%)
HTLV: virus linfotropo T humano. HCV: virus de la hepatitis C. EBV: virus de Epstein Barr. HPV:
virus del papiloma humano. HBV: virus de la hepatitis B.
HHV-8: virus herpes 8 o virus del sarcoma de Kaposi. MMTV: virus de tumor mamario de
murinos. TTV: virus transmitido por transfusiones. HCA: hepatocarcinoma.
2.
3.
4.
Cambios o pérdidas de la organización del citoesqueleto celular: redistribución de micro
filamentos y pérdida de las fibras de estrés, cambios de forma, motilidad y polaridad.
Alteraciones en la superficie celular: aumento de la aglutinación por lectinas, aumento de la
movilidad de las proteínas transmembranales, aumento en la producción de proteasas
celulares y pérdida de la adherencia celular a los tejidos circundantes o a la matriz de cultivo
in vitro, desprendiéndose y liberándose a su entorno.
Alteraciones en la matriz extracelular: disminución en los niveles de fibronectinas.
La transformación implica que una partícula viral haya infectado una
célula. Todo el genoma viral, o una parte del mismo, puede persistir en la
célula transformada y en algunas casos en forma integrada. En estas
células se detecta la expresión de algunas proteínas virales y en muy pocas
excepciones hay producción completa de viriones. Por lo general, el
genoma viral presente en las células transformadas posee numerosas
deleciones y es defectivo para la replicación viral.
La transformación celular está mediada por proteínas codificadas en
los oncogenes. Los oncogenes son genes que tienen el potencial de
convertir células normales en células cancerosas o transformadas. Los
oncogenes virales (v-onc) son los genes responsables de la oncogenicidad
de los virus. El descubrimiento de los oncogenes virales fue la piedra
angular para descubrir los oncogenes celulares y entender las bases
moleculares de la carcinogénesis. Los v-onc de los virus ARN (retrovirus),
son genes celulares alterados que se adquieren luego de la recombinación
genética del genoma viral con el genoma de la célula hospedera, estos
genes adquieren la capacidad de transformación cuando son desregulados.
Los v-onc de los virus ADN oncogénicos no tienen contrapartida con la
célula hospedera y funcionan durante la replicación viral. En general,
todos los ciclos replicativos virales terminan en la destrucción de la célula
infectada, por lo tanto, la transformación oncogénica ocurre únicamente
cuando el ciclo replicativo viral es de tipo abortivo.
Los oncogenes funcionan como componentes de la cadena de
señalización mitogénica. Los proto oncogenes que se expresan en el tipo
celular apropiado y bajo el control normal celular no son oncogénicos. Si
se comparan estas proteínas con las que existen en células normales, se
observan cambios estructurales y funcionales. En el momento existen unos
25 genes identificados como oncogenes celulares o c-onc, que tienen cierta
localización a nivel celular como se esquematiza en la figura 4.9.
Los oncogenes alterados poseen extremos truncados, mutaciones
puntuales o deleciones; sus secuencias genómicas están unidas a
secuencias virales que se encuentran por lo general truncadas. Las
proteínas codificadas por los oncogenes (oncoproteínas) están
involucradas en el control de crecimiento celular y se pueden agrupar con
respecto a sus propiedades bioquímicas, así:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
Factores de crecimiento extracelular similares a los factores de crecimiento (c-sis).
Receptores de membrana asociados a tirosina quinasa: sitios de acción de las señales
extracelulares (erbB, fms, kit, ros, sea, eyk, mpl) .
Receptores de membrana asociados a la proteína G y vinculado con la transducción de
señales: (H-ras, K-ras).
Tirosina quinasas citoplásmica asociadas a la superficie interna de la membrana celular (src,
abl, yes, btk).
Proteínas adaptativas de unión (crk).
Serina-treonina quinasas citoplásmicas (mos, raf, mil, cdk).
No receptores de la protein-quinasas celulares (src, abl, fps, Fes, fgr, yes).
Factores de transcripción (jun, fos, rel, myc, myb, ets, ski, qin, maf ).
Receptores hormonales nucleares (erbA).
Figura 4.9. Localización de los oncogenes celulares. TK: tirosina quinasa. GP: proteína G.
La formación de un tumor es una cascada de eventos que finalizan
en la inmortalización y transformación celular. La inmortalización celular
es el proceso patológico por el cual la célula se divide de una manera
continua o indefinida. La transformación consiste en la adquisición por la
célula de nuevas propiedades que modifican su morfología y su
crecimiento. Los fenómenos de transformación e inmortalización se deben
a la pérdida de regulación de oncogenes y a la pérdida o alteración del
funcionamiento de genes denominados supresores de tumores. Los genes
supresores de tumores regulan en forma negativa la proliferación celular
o ejercen un efecto represor sobre ciertos oncogenes. Entre estas proteínas
supresoras de tumores se encuentran proteínas inhibidoras de la
proliferación celular (inhibidores de ciclinas p16 y p15, pRB, TGFβ-RII),
proteínas que estimulan la apoptosis (p53/p14, ARF, DAP-K, P-TEN),
proteínas guardianes del genoma (p53, ATM) o proteínas que guardan o
protegen el ADN (p53, BRCA).
Los virus oncogénicos son la segunda causa más importante de
cáncer en el mundo. La infección viral constituye en muchos casos una
causa necesaria mas no suficiente para el desarrollo del cáncer; otros
factores carcinogénicos del medio ambiente y del huésped pueden ser
necesarios para originar el cáncer. Los tumores asociados a virus ocurren
después de un largo periodo de latencia, tan solo un pequeño porcentaje de
hospedero infectado desarrolla la patología maligna y un pequeño
porcentaje de células propaga la transformación maligna.
Virus y apoptosis
La muerte celular programada es un potente mecanismo de defensa
celular. Los cambios bioquímicos inducidos por los virus en las células
infectadas, llevan a un proceso de autodestrucción denominado apoptosis.
La apoptosis es una función controlada que mediante estímulos internos o
externos converge en la acción de efectores comunes como la acción
proteolítica de las caspasas. Las caspasas son cisteína proteasas que
producen clivajes en sitios donde se hallan residuos de aspartato. La
apoptosis es importante en la respuesta innata a la infección viral. La
apoptosis se produce por varios mecanismos: la liberación de perforinas,
granzimas y proteasas por las células T, la inducción de receptores Fas en
la superficie celular o por transducción de señales del TNF-α.
Las vías apoptóticas están estrechamente relacionadas con las vías
metabólicas, las vías de regulación del crecimiento celular y progresión del
ciclo celular. Las vías de activación externa se originan cuando algunos
ligandos como el TNFα, se unen a receptores celulares que finalizan con la
activación de las procaspasas 8 y 3. La vía de activación intrínsica o vía
mitocondrial se relaciona con señales de estrés que se producen por daños
en el ADN y depleción de ribo nucleótidos los cuales activan la vía de la
proteína p53.
Los procesos de apoptosis son inducidos por infecciones en el
sistema nervioso, hígado y corazón y son causa importante de morbilidad y
mortalidad. Se pueden encontrar fenómenos de apoptosis en sistema
nervioso de pacientes con demencia e infección por VIH o en pacientes
con encefalitis e infección por HSV o HCMV. También la apoptosis
constituye un mecanismo de daño celular en hepatocitos infectados por
HBV y HCV.
En resumen, los virus pueden causar apoptosis por una serie de
mecanismos que incluyen:
1.
2.
3.
4.
La unión a receptores.
La activación del receptor de proteína quinasa (PKR).
La interacción con la proteína p53.
La expresión de proteínas del MHC que cusa destrucción celular por las células NK y LT
citotóxicos.
Un efecto de la replicación viral es el reconocimiento de la célula
infectada por las células NK y linfocitos T CD8+ con la liberación de
perforinas y granzimas que llevan a la apoptosis de la célula blanco. La
destrucción de la célula blanco se efectúa por diversos mecanismos que
incluyen, adicionalmente, la liberación de citoquinas como el TNF-α o la
acción de proteínas Fas y Fas-L. Otros agentes como el virus Sindbis,
desencadenan procesos apoptóticos mediados por la proteína viral E2; en
este caso, el virus persiste al interior de cuerpos apoptóticos, lo que
confiere al virión una protección de moléculas efectoras en el medio
extracelular y le garantiza un mecanismo de diseminación de la infección.
Los virus pueden producir algunas proteínas que interfieren con procesos
de apoptosis a diferentes niveles (tabla 4.10).
Infección viral persistente
En el caso de algunas infecciones agudas, los agentes virales persisten en
el hospedero en presencia de una respuesta inmune adaptativa. Los virus
pueden de esta manera asociarse a infecciones crónicas, infecciones
latentes o comportarse como virus lentos. En ciertas circunstancias
como son los estados de inmunosupresión, los virus que persisten en el
hospedero se asocian con infecciones graves, con procesos de reactivación
viral o lesiones progresivas que afectan órganos específicos.
Los ejemplos más claros de latencia y persistencia del agente viral
en el hospedero están relacionados con infecciones por virus de la familia
Herpesviridae. Los virus herpes simple y varicela permanecen latentes en
ganglios sensitivos y autónomos, mientras que el virus de Epstein Barr, el
citomegalovirus y los virus herpes 6 y herpes 7, perduran latentes en
células mononucleares, linfocitos, riñón, pulmón y glándulas salivares. Los
virus herpes simple y varicela son bien conocidos por las recurrencias y
reactivaciones a nivel mucocutáneo, mientras que el citomegalovirus se ha
asociado con casos de neumonía intersticial o retinitis en pacientes
inmunosuprimidos.
Tabla 4.10. Ejemplos de la modulación de la apoptosis por agentes virales
Virus
Proteína viral
Efecto en la apoptosis
Adenovirus
E3 10.4/14.5K
E1A
E1B-19K E1B55K
14.7K
Aumenta la internalización de la proteína FAS. Inhibe la vía Fas/ TNFα Potencia
la p53
Homólogo de las proteínas bcl-2
Antagonista de la p53
Inactiva la caspasa 8
Citomegalovirus
UL144
IE1, IE2
Función no muy bien establecida
Inhibe el TNFα
EBV
BHRF1/LMP1
Homólogo de las proteínas Bcl-2. Mimetiza la vía CD40/ TNFα
Virus herpes-8
ORF16 KSblc2
K-13
Homólogo de las proteínas Bcl-2
Inhibe la vía Fas/ TNFα
Hepatitis B
pX
Bloquea la apoptosis mediada por la p53
Molusco
contagioso
MC066L MC159
Homólogo de la glutatión peroxidasa
Inhibe la vía Fas/ TNFα
Papillomavirus
E6
E7
E2
Promueve la degradación de la proteína p53
Potencia la acción de la proteína p53
Altera la regulación de la transcripción
VIH
gp120 y gp41 tat
Induce la apoptosis por señalización
Función antioxidante
El virus polioma BK persiste en el riñón y su reactivación puede
ligarse con episodios de cistitis hemorrágica en trasplantados de médula
ósea, mientras que en casos de trasplante renal puede causar nefropatía.
Otras alteraciones atribuidas al virus BK son las estenosis uretrales y la
nefritis intersticial. Por su parte, el virus polioma JC perdura en túbulos
renales y en tracto gastrointestinal, la reactivación y el traspaso de la
barrera hematoencefálica afecta oligodendrocitos y astrocitos en pacientes
inmunosuprimidos o con SIDA y se ha relacionado con cuadros de
leucoencefalopatía multifocal progresiva.
Durante los periodos endémicos de sarampión, se observaba que de
siete a diez años después del proceso agudo, se desarrollaba un cuadro de
panencefalitis esclerosante subaguda en uno de cada 100 mil afectados, en
estos pacientes se notaba que la respuesta inmune no había eliminado el
virus del sistema nerviosos central; casos similares de encefalitis fueron
descritos después de infección natural con el virus de la rubéola.
Los virus de la hepatitis B y C pueden permanecer en el hígado y ser
causa frecuente de infecciones crónicas, de cirrosis y de carcinoma
hepatocelular. En caso extremo, el adenovirus humano puede perseverar
durante largos periodos en adenoides, amígdalas y linfocitos, sin que se
hayan descrito consecuencias patológicas de su persistencia.
Conclusiones
Los conceptos modernos de patogénesis involucran la susceptibilidad del
huésped, los factores de virulencia del agente y el conjunto de
contribuciones del huésped y del agente infeccioso. Los conceptos
obtenidos a partir de los modelos virales no se extrapolan a modelos de
infección bacteriana o micótica. Para la mayoría de agentes infecciosos, la
naturaleza y la extensión de la lesión depende del estado inmunológico del
paciente. La enfermedad ocurre cuando el huésped acumula suficiente
daño como para perturbar los mecanismos de homeostasis. El daño incluye
lesiones celulares, tisular o de órganos. En las células, el mal implica
fenómenos de necrosis, apoptosis o transformación maligna. Los daños en
los tejidos u órganos encierran procesos de inflamación granulomatosa,
inflamación crónica que lleva a la fibrosis y tumoración.
Los microarreglos moleculares pueden detectar diferentes patrones
de expresión génica en células infectadas por virus. Quizá en un futuro,
estas señales moleculares se puedan convertir en improntas genéticas del
tipo de agente viral que causa una patología específica.
Lecturas sugeridas
Libros de revisión
Nathanson N. Viral pathogenesis. New York. Lippincott-Raven. 1997.
Nathanson N. Viral pathogenesis and immunity. 2ª Edición. Amsterdam. Elsevier Academic Press.
2007.
Capítulos y revisiones
Alcami A, Koszinowski U. H. Viral mechanisms of immune evasion. En Immunol Today. 2000 sep;
21(9): pp. 447-455.
Clarke P, Tyler K. Apoptosis in animal models of virus-induced disease. En Nature Rev Microbiol.
2009; 7(2): pp. 144-155.
Flint J, Enquist L. W, Krug R. M, Racaniello V. R, Skalka A. M. Principles of Virology: molecular
biology, pathogenesis and control. 3a ed. ASM. Washington DC. Tomo II. 2009.
Griffin D. E, Metcalf T. Clearance of virus infection from the CNS. En Current Opinion Virology.
2011 sep; 1(3): pp. 216-221.
Heise M. T, Virgin S. Pathogenesis of viral infection. En: Knipe DM, Howley PM Eds. Fields
Virology. 6a Edición. Volumen 1. New York. EE.UU. Lippincott Williams & Wilkins
Publishers. 2013, pp. 255-285.
McLaughlin-Drubin M. E, Munger K. Viruses associated with human cancer. En Biochim Biophys
Acta. 2008 mar; 1782 (3): pp. 127-150.
Mocarski E. S, Upton J. W, Kaiser W. J. Viral infection and the evolution of caspase-8 regulated
apoptotic
and
necrotic
death
pathways.
Disponible
en:
http://www.nature.com/nri/journal/v12/n2/pdf/nri3131.pdf?WT.ec_id=NRI-201202
Modrow S, Falke D, Truyen U, Schätzl H. Pathogenesis. En Molecular Virology. Springer.
Heidelberg. 2013, pp. 39-47.
Nevins J. R. Cell transformation by viruses. En: Knipe D. M, Howley P. M. Virology.5a Edición.
Volumen I. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkinins
Publishers. 2007, pp. 209-248.
Sattentau Q. J. The direct passage of animal viruses between cells. En Current Opinion Virology.
2011 nov; 1(5): pp. 396-402.
Shors T. Understanding Virus. 2a Edición. Boston. EE.UU. Jones and Bartlett Publisher. 2011.
Stoermer K. A, Morrison T. E. Complement and viral pathogenesis. En Virology. 2011 mar; 411(2):
pp. 362-373.
Tortorella D, Gewurz B. E, Furman M. H, Schust D. J, Ploegh H. L. Viral subversion of the
immune system. En Annual Review Immunology. 2000; 18: pp. 861-926.
Ubol S, Halstead S. B. How innate immune mechanism contribute to antibody-enhanced viral
infections. En Clinical Vaccine Immunol. 2010 dec; 17(12): pp. 1829-1835.
Zinkernagel R. M. Virus induced immunopathology. En Viral Pathogenesis. Nathanson N.
Lippincott-Raven Publishers. 1997; pp. 163-179.
Capítulo 5
Inmunización
activa y pasiva
Aspectos históricos
Las prácticas de inmunización se remontan a hace más de 500 años, con la
práctica ejercida en India y China de inoculación intranasal o intradérmica
de material proveniente de pústulas de viruela a personas susceptibles,
procedimiento conocido como variolización. Esta práctica no dejaba de
ser riesgosa para los pacientes y en algunos casos se asociaba a muerte o
enfermedad artificialmente inducida. Sin embargo, el efecto de esta
conducta fue el de inducir una respuesta inmune protectora contra el virus
salvaje. Esta práctica adaptada por médicos árabes fue llevada a Inglaterra
a principios del siglo XVIII por Lady Mary Wortley Montagnu (18691762), esposa del embajador inglés ante el imperio Otomano. En 1721 se
comienza la variolización en Gran Bretaña, inicialmente utilizando
convictos y huérfanos como “cobayos” y después si se extendió a la
familia real.
En 1792, Edward Jenner (1749-1823) observó que pacientes que
habían sufrido de una entidad conocida como “nódulos de los
ordeñadores” estaban protegidos contra la viruela. Basado en las
experiencias del oriente, utilizó fluido de lesiones de nódulos de los
ordeñadores (de ahí el nombre de vacunación) para inmunizar al niño
James Phipps contra la viruela. Para comprobar la eficacia de su
procedimiento, retó a los individuos inmunizados con virus silvestre dos
meses después de la inmunización y comprobó que se encontraban
protegidos. Sus trabajos científicos fueron publicados en 1798.
Después de sus estudios en las vacunas del carbunco (Bacillus
anthrasis), cólera de las gallinas (Pasteurella multocida) y la erisipela del
cerdo (Erysipelothrix rhusiopathiae), en 1880, Louis Pasteur (1822-1895),
es encargado de investigar y conseguir una respuesta a la rabia,
enfermedad que hacía estragos en la población mundial de la época.
Mediante pases seriados de extractos del virus en conejos, desarrolló un
método para atenuar el virus de la rabia y ofrecer una terapéutica eficaz
para tratar los accidentes que hasta ese momento eran 100% mortales. Los
primeros trabajos de Pasteur permitieron comprobar la eficacia de su
vacuna antirrábica en dos experiencias separadas, utilizando en ambos
casos un grupo de 40 perros (20 vacunados y 20 controles), antes de ser
administrada al primer humano, el joven Joseph Meister, futuro conserje
del Instituto Pasteur. En 1885 se obtiene por fin la vacuna antirrábica que
se administra a la población humana y se crea un instituto para el manejo
de pacientes expuestos a accidente rábico. Sin demeritar su trabajo, se
podría decir que Pasteur tuvo suerte, primero por no contar con casos de
encefalitis posvacunal, atribuidos posteriormente a la vacuna y, segundo,
por enfrentar una entidad como la rabia, la cual constituye aún hoy en día,
junto con la hepatitis B, las únicas entidades en las que el tratamiento
postexposición sigue siendo eficaz, característica dada por los prolongados
periodos de incubación que tienen estas dos entidades.
Durante el siglo XX fueron desarrolladas muchas vacunas nuevas
gracias al aislamiento y cultivo de agentes virales en ratones, huevos
embrionados y cultivos celulares. La inoculación de huevos embrionados
permitió el desarrollo de las vacunas contra la influenza, fiebre amarilla,
sarampión, rubéola y parotiditis. La tecnología de cultivo celular ideada
por John Enders (1897-1985), Thomas Weller (1916-2008) y Frederick
Robbins (1916-2003) facilitó descubrir e identificar numerosos agentes
virales y fue la tecnología de base para desarrollar las vacunas contra la
poliomielitis, varicela, hepatitis A, y la nueva vacuna de la rabia.
Los principios generales de producción de vacunas mediante la
atenuación (reducción de la capacidad de producción de enfermedad en un
agente infeccioso), inactivación (calor, química, irradiación) o uso de virus
relacionados fueron preestablecidas durante los siglos XIX y XX. Las
nuevas vacunas utilizan los conocimientos generados por la inmunología y
la biología molecular para generar inmunógenos más potentes y seguros.
La cronología de aparición de las vacunas antivirales se resume en la tabla
5.1.
Tabla 5.1. Aparición de las diferentes vacunas antivirales de uso humano
Año
Virus blanco
Desarrollo
1798
Viruela
Uso de una vacuna obtenida en un
especie animal distinta
1885
Rabia
Inactivación química del virus atenuado
1935
Fiebre amarilla
Max Theiler atenúa el virus mediante cultivo en huevos
embrionados
1938
Influenza
Uso de una vacuna inactivada
1955
Polio
Johannes Salk obtiene la inactivación
química del virus
1962
Polio
Albert Sabin obtiene cepas vacunales
atenuadas
1963
Sarampión
Enders obtiene cepas vacunales
atenuadas
1967
Parotiditis
Weibel, Buymach y Hilleman obtienen
cepas vacunales atenuadas
Parkman y Plotkin obtienen cepas
vacunales atenuadas y adaptadas al frío
1969
Rubéola
1970
Influenza
Obtención de extractos y subunidades
virales
1971
Adenovirus
Se obtienen cepas vacunales atenuadas
para los tipos 4 y 7
1976
Hepatitis B
A partir de portadores crónicos, se
produce una vacuna de origen sérico
1990s Hepatitis B
Obtención de la vacuna recombinante del AgHBs
1992
Hepatitis A
Vacuna inactivada
1993
Encefalitisjaponesa Vacuna inactivada
1995
Varicela
Vacuna con cepas vacunales atenuadas
obtenidas por Takahashi
El efecto más importante que ha tenido el uso de vacunas es el
control de algunas enfermedades propias de la infancia. La relación
costo/beneficio planteada desde el punto de vista económico es muy alta.
El costo de tratamiento de los casos de sarampión complicado puede ser 15
veces más alto que el de una campaña de vacunación masiva a la
población susceptible. De igual manera, por cada US$10.000 invertidos en
la prevención de la tos ferina se ahorran US$21.000 en gastos de atención
a pacientes enfermos u hospitalizados. El beneficio desde el punto de vista
del bienestar es muy alto, ¿acaso puede ser cuantificable?
Los mayores éxitos en la inmunoprevención han sido la eliminación
de la viruela y el control de la poliomielitis en el mundo. La tabla 5.2.
muestra la tasa de disminución de la morbilidad que se ha obtenido gracias
a la vacunación, algunas entidades mermaron sustancialmente en países
como Estados Unidos y Colombia (reporte de casos de 2010); vale
también resaltar que mejorar las condiciones de vida tiene un impacto muy
favorable en la disminución del número y la gravedad de las mismas.
Si se analizan las causas de fracaso de la no vacunación, estas están
dadas por fallas en la administración de la vacuna a la edad recomendada,
pérdida de las oportunidades de vacunación, carencia de personal, acceso
inadecuado a los servicios de salud, falta de información del personal,
imposibilidad de administración en áreas de conflicto. En algunos sitios se
observan brotes aislados en grupos selectos de población que rechazan la
aplicación de vacunas por convicciones religiosas.
Vacunación y respuesta inmune
Como se estudió en el capítulo de respuesta inmune, para la protección
entran en juego elementos de protección de barrera en mucosas y
elementos de respuesta inmune innata y adquirida. La respuesta inmune
innata carece de memoria, por lo que la protección es propiedad conferida
por la respuesta inmune adaptativa. Los virus atenuados tienen una
replicación limitada desencadenando eventos de respuesta similares a la
infección natural, mientras que las vacunas basadas en virus inactivados,
subpartículas virales o proteínas recombinantes, tienen una respuesta más
limitada y por lo general sólo de tipo humoral. En general, las vacunas
vivas generan una respuesta inmune más amplia y duradera que las
vacunas inactivadas. La respuesta inmune al inmunógeno vacunal se basa
en mecanismos de reconocimiento del antígeno y en las funciones de los
linfocitos para activar, expandir, regular y tener funciones efectoras. Un
esquema sobre las bases celulares e inmunológicas de la vacunación se
presenta en la figura 5.1.
Tabla 5.2. Disminución del número de casos reportados para diferentes enfermedades
infecciosas virales por efecto de las campañas de inmunización
Entidad clínica
Máximo número de casos EE.UU.
Casos en era moderna EE.UU.
Casos en Colombia* (2010)
Fiebre amarilla
8.399
0
7
Hepatitis A
59.606
5.683
4.916
Hepatitis B
26.654
37
1.685
Parotiditis
185.691
258
9.789
Polio
47.745
0
0
Polio paralítico
21.269
0
0
1-2
3 (0 casos en animales)
Rabia
Rubéola
57.686
1
234
Rubéola congénita
823
1
32
Sarampión
894.134
9.488
234
Varicela
> 4.000.000
Viruela
48.164
70.476
0
0
* Notificación de casos. Fuente: IQEN semana 51 de 2010.
La vacunación profiláctica (antes de la exposición al agente
infeccioso) recae sobre las características de memoria de la respuesta
inmune para conferir una respuesta inmune protectora. La vía de
administración, el carácter del inmunógeno (virus vivo atenuado, virus
inactivado, proteína recombinante o VLP) determinará el tipo de respuesta
inmune desencadenada luego de la inmunización.
Las vacunas podrían clasificarse desde el punto de vista funcional en
vacunas de tipo B o T. La respuesta inmune a la vacuna, por lo general se
puede medir por los niveles de anticuerpos producidos (vacunas B) y estos
anticuerpos son capaces de neutralizar el virus libre o causar procesos de
lisis celular con mediación de anticuerpos. En algunos tipos de
infecciones, la respuesta inmune deseada es la destrucción de las células
que estén infectadas por virus, en este caso es necesario desarrollar una
respuesta de linfocitos T CD8+ y de linfocitos T CD4+. Los linfocitos T
CD8+ son los encargados del reconocimiento y lisis de las células
infectadas y de la liberación de citoquinas con actividad antiviral. Los
linfocitos T CD4+ son los encargados de generar factores de crecimiento y
señales necesarias para la diferenciación y mantenimiento de las células
CD8+. Los elementos de respuesta inmune humoral y celular no son
excluyentes; por lo general, las vacunas atenuadas estimulan ambos tipos
de respuesta, mientras que las vacunas inactivadas producen una
respuesta humoral sistémica.
Las vacunas profilácticas actúan produciendo una respuesta inmune
protectora antes de la exposición al patógeno. Como se estudió en el
capítulo 3 de respuesta inmune a la infección viral, los anticuerpos actúan
por diferentes vías para causar una respuesta protectora; estos efectos son:
agregación de partículas virales, neutralización, inhibición de la unión de
virus a células, lisis de la partícula viral con mediación del complemento,
potencialización de la fagocitosis, lisis de células infectadas con mediación
de anticuerpos y disminución de la replicación en el interior de la célula
huésped. La respuesta inmune celular protectora es mediada por células T
citotóxicas que actúan eliminando células infectadas por las partículas
virales.
Para obtener una respuesta y utilidades máximas a una vacuna, es
necesario hacer énfasis en los siguientes aspectos:
1.
2.
3.
4.
5.
Inducción de memoria inmunológica.
Inducción de una respuesta de células T citotóxicas.
Búsqueda e identificación de epítopes T dominantes.
Limitación de las restricciones alostéricas.
Vía de administración sencilla.
Es necesario resaltar que las vacunas que han mostrado ser eficaces
en la disminución del número de casos y/o la gravedad de las
manifestaciones clínicas (quizá a excepción de las vacunas de influenza y
polio) están dirigidas contra agentes que poseen una única forma
antigénica.
Los recién nacidos y lactantes menores tienen una inmadurez del
sistema inmune que es difícil de definir y caracterizar. La respuesta
humoral transferida en forma pasiva por la madre puede interferir con la
infección y con el poder inmunogénico de la vacuna del sarampión, por lo
que esta vacuna sólo debe recomendarse en personas mayores de un año.
La inmunidad pasiva materna es más potente contra antígenos B que
contra antígenos T.
Los niños menores presentan una mayor inmadurez de los linfocitos
B, dificultad para producir la conmutación de isotipo de IgM a IgG-2, y
ausencia de la mutaciones somáticas de linfocitos B, por lo que los
anticuerpos son de baja afinidad, baja calidad, magnitud y durabilidad. Los
plasmocitos del niño no se mantienen en medula ósea por lo que la
respuesta inmune humoral se hace de corta duración. La funcionalidad de
los anticuerpos del niño no es la misma que la del adulto, si bien se
producen anticuerpos, estos tienen más poder de unión al antígeno que
capacidad neutralizante in vitro, es decir son menos activos in vivo.
Figura 5.1. Bases inmunológicas de la vacunación
La piel intacta posee a nivel de la epidemis subpoblaciones celulares que permiten la respuesta ante
noxas diversas. En la epidermis se encuentran células de Langerhans (LC) y linfocitos T CD8+,
mientras que en la dermis se localizan células dendríticas (DC), linfocitos T CD4+, fagocitos
mononucleares (Mo) y mastocitos (Mas). A. En la dermis los virus vivos atenuados pueden
replicarse en células presentes en estos tejidos y amplificar la cantidad de antígeno presente. Las
células dendríticas se han constituido en un pilar fundamental para el reconocimiento del antígeno y
la constitución de una respuesta inmune apropiada. En caso de vacunas de aplicación parenteral, el
virión atenuado o inactivado es capturado por las células dendríticas, el antígeno es procesado y
presentado a linfocitos T y B en el ganglio linfático regional. El antígeno procesado por células
dendríticas u otras presentadoras del antígeno, puede llegar a los ganglios linfáticos regionales por
vía linfática (B1) o por vía hemática (B2). Las citoquinas liberadas luego de este primer encuentro,
liderarán el tipo de respuesta que se produzca.
La respuesta humoral deficiente en el niño también puede explicarse
por una baja actividad de linfocitos helper que tienen menos habilidad para
secretar IFN-γ, lo cual repercute en la baja secreción de IFN-α e IL-12 por
las células dendríticas. Finalmente, los niños no adquieren el patrón de
isotipos de inmunoglobulinas del adulto hasta la edad de cinco a seis años.
A pesar de todas estas limitaciones se prefiere la inmunización de los
pacientes pediátricos por cuanto es en esta época que se tiene una mayor
accesibilidad a los servicios de salud (oportunidad) y también es en esta
edad que ocurren las infecciones virales más serias (perfil
epidemiológico).
Otro grupo de pacientes que se debe considerar de una manera
especial es el grupo de personas ancianas. Como proceso normal en edades
avanzadas se observa senectud del sistema inmune, que se traduce en una
disminución en la magnitud, calidad y duración de la respuesta inmune
humoral y la disminución en la respuesta de linfocitos T en especial los
CD8+, mientras que los linfocitos T CD4+ presentan una respuesta
apropiada en personas añosas. En personas mayores también hay una
menor respuesta de citoquinas, de moléculas coestimulatorias y
susceptibilidad de las células a la apoptosis por daño o acortamiento de los
telómeros celulares. A manera de ejemplo, es bien reconocida la baja
respuesta de personas mayores a la inmunización con antígeno de
superficie del virus de la hepatitis B (AgHBs) y la menor respuesta a la
vacuna de influenza.
Características generales de una vacuna ideal
Existen una serie de características que son deseables en las vacunas. La
vacuna ideal debe ser termoestable a temperatura ambiente, de fácil
administración, conferir una inmunidad de aparición rápida y sostenida en
el tiempo, con el fin de disminuir el número de dosis en el transcurso de la
vida. Las vacunas deben tener un amplio espectro de acción contra todas
las variantes antigénicas del agente infeccioso, ya que algunos agentes o
bien tienen múltiples serotipos o se comportan como cuasiespecies virales.
Finalmente, una vacuna ideal debe conferir protección en toda la población
beneficiada incluyendo niños y ancianos.
Para que una vacuna sea útil es necesario que llene una serie de
requisitos como son: eficacia, seguridad, estabilidad y bajo costo.
Eficacia
La eficacia se mide por la capacidad que tiene la vacuna de proteger al
paciente inmunizado, es decir, evita que la persona vacunada y expuesta al
patógeno (virus silvestre o salvaje) desarrolle la enfermedad. La eficacia
tiene relación estrecha con el tipo de respuesta inmune inducida por la
vacuna; esta debe ser adecuada, protectora y duradera. Desde el punto de
vista de pruebas de laboratorio, la forma más acertada de medir o predecir
la respuesta inmune protectora son las pruebas de seroneutralización. En
casos como la infección por virus influenza, esta prueba no es útil por
cuanto el virus causante de los brotes epidémicos puede tener una alta
variación antigénica con respecto al virus vacunal y, los anticuerpos
séricos no son una medida de la protección de las mucosas.
En otras entidades en las que la protección está dada por la
eliminación de los sitios de replicación viral, quizá la respuesta celular
(difícil de hacer in vitro) sea un mejor indicador de eficacia. Desde el
punto de vista epidemiológico, la eficacia se mide por la disminución del
número de casos presentes en una comunidad después de introducida una
campaña de vacunación. En el caso de la poliomielitis, la vacunación
masiva produjo después de 1992 en las Américas, una franca disminución
y luego desaparición de los casos de polio paralítico.
Seguridad
En relación con la seguridad, la vacuna debe ser libre de efectos
secundarios indeseables o estos deben ser mínimos. Con la legislación
vigente se han extremado las pruebas de control de calidad y los ensayos
en animales para garantizar la bioseguridad de las vacunas. La historia
recuerda el desastre de Lübeck (1930) cuando por error 249 infantes
recibieron bacilo tuberculoso en lugar de BCG y se produjeron 76 muertes.
Otra catástrofe ocurrió en 1942, por la transmisión de hepatitis B a un
grupo de 45.000 militares norteamericanos que habían recibido vacuna de
fiebre amarilla estabilizada con suero humano, lo que ocasionó 914 casos
de hepatitis viral clínica.
Algunas vacunas pueden pasar los controles de estudios de fase III y
no haberse comprobado algún efecto indeseable; sin embargo, por su muy
baja ocurrencia (menor a 1:50.000) no pueden ser detectadas en estudios
que involucran unos 10 mil pacientes, como fue el caso del brote de
Guillain Barré después de los programas de vacunación anti-influenza en
1976 y 1977. Más recientemente, en 1999, se observó después de la
vacunación de 500 mil niños que la administración de una vacuna
tetravalente contra rotavirus (Rotashield®) se asociaba a casos de
invaginación intestinal; la mayoría de casos ocurrieron en niños que
recibieron su primera dosis después del tercer mes de vida (pico entre el
cuarto y noveno mes).
En 2010 se encontró que algunos lotes de la vacuna Rotarix® se
encontraban contaminados con secuencias de ADN de un virus porcino, el
circovirus 1; si bien este virus es inocuo en porcinos o humanos, la vacuna
fue suspendida del mercado en EE.UU. Quizá en un futuro se utilicen los
microarreglos moleculares para observar la seguridad de las vacunas
disponibles, pero tan solo se puede evaluar lo que al momento de poner en
práctica las pruebas es conocido.
La seguridad hoy en día también podría ser contemplada desde la
predisposición genética que tenga el individuo para desencadenar
reacciones o eventos adversos, que no serían más que una expresión de
una susceptibilidad particular, visión ideal pero que no es práctica.
Estabilidad física y biológica
Las vacunas deben tener una estabilidad física y biológica que garanticen
que el inóculo llegue al paciente en una forma activa. Los virus vivos
atenuados son mucho más lábiles que los virus inactivados y pueden
perder su actividad biológica fácilmente. La estabilidad es garantizada por
la cadena de frío que mantenga íntegro al producto biológico. La
estabilidad del producto garantiza que la vacuna se encontrará en las
mejores condiciones para generar una respuesta inmune protectora en el
hospedero. La estabilidad biológica también hace referencia a que el virus
vivo atenuado no realice reversión de la virulencia, si bien es difícil de
garantizar en un 100% de los casos, si debe ser limitado a lo mínimo
posible.
Costo
La última característica de las vacunas ideales es su costo. Este debe ser lo
suficientemente bajo para permitir su uso amplio dentro de la población.
Una vacuna eficaz pero muy onerosa no permite adelantar campañas que
permitan disminuir sensiblemente la incidencia de una enfermedad y
cambiar su patrón epidemiológico. El mejor ejemplo de esta condición es
la baja cobertura mundial contra entidades como la hepatitis B, varicela,
hepatitis A, rotavirus y virus del papiloma humano, cuyos costos aún
impiden la administración masiva para poder detectar cambios en la
epidemiología global de estas entidades.
Limitaciones en la producción de vacunas
La producción de vacunas por técnicas de biología molecular (como se
verá más adelante) se observa justificada por las limitaciones que existen
para su producción tradicional. Estas dificultades son:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
No todos los agentes infecciosos son cultivables in vitro. Ejemplo de esto son los virus de la
hepatitis B o el virus del papiloma humano.
La producción de virus humanos y animales requiere el uso de cultivos celulares, huevos
embrionados o ratones lactantes, factor que aumenta los costos y confiere riesgos
potenciales de seguridad.
El rendimiento (eficacia y cantidad) en la producción de antígeno viral no siempre es muy
alto, ejemplo clásico es la vacuna anti-influenza.
Las medidas de seguridad en la producción y purificación del producto final que garanticen
una mayor seguridad a la población en general, aumentan sensiblemente los costos.
En algunos casos pueden existir diferencias entre los distintos lotes, en cuanto al grado de
atenuación o inactivación virales.
Las vacunas vivas atenuadas como la antipoliomielítica pueden presentar reversión de la
virulencia y asociarse a casos de polio posvacunal
No todas las entidades virales (como es el caso de la infección VIH y la hepatitis C) pueden
ser prevenidas con el uso de vacunas tradicionales.
Los productos biológicos tienen un tiempo de vida media y exigen condiciones estrictas de
la cadena de frío en el almacenamiento y transporte para garantizar su eficacia.
Ventajas de la biotecnología
Las ventajas de la biotecnología radican en las estrategias que pueden ser
abordadas para el desarrollo de vacunas.
1.
2.
3.
4.
5.
Los genes de virulencia reconocida pueden ser escindidos del agente infeccioso sin que este
pierda sus características antigénicas.
Es posible producir, mediante manipulación genética, gérmenes no patógenos que presenten
epítopes de agentes patógenos y, de esta manera, induzcan protección contra ellos.
Para aquellos agentes patógenos que no pueden cultivarse, pueden aislarse los genes de
proteínas con epítopes críticos en la protección; estos genes se clonan y finalmente se
expresan en sistemas procariotes o eucariotes.
En situaciones en las cuales la patogénesis viral esté asociada a la respuesta inmune, se
pueden crear sistemas terapéuticos que destruyan sólo las células que se encuentran
infectadas, evitando que se altere un número mayor de células por la respuesta no
controlada.
Los métodos biotecnológicos permiten producir proteínas virales que se acoplan en cápsides
vacías de buen poder inmunogénico y sin el riesgo de administración de genomas extraños.
Tipos de vacunas
Las vacunas pueden ser de dos tipos básicos: vivas o atenuadas y
muertas o inactivadas. Existen otros tipos de vacunas como son las
subunidades virales, las VLP (por viral like particles), vacunas ADN o
genómicas, vectores de expresión, vacunas comestibles y péptidos
sintéticos.
Vacunas vivas atenuadas
Las vacunas vivas atenuadas son mutantes de un virus salvaje; se obtienen,
por lo general, mediante pases seriados del agente infeccioso en diferentes
tipos de animales de experimentación e in vitro en tejidos animales. Este
procedimiento permite disminuir la virulencia y conservar la antigenicidad
del inmunógeno. Las vacunas vivas atenuadas se replican en forma activa
en el huésped, por lo cual, producen en el hospedero mayores cantidades
del virus y una respuesta inmune más amplia. Las vacunas vivas atenuadas
se acompañan de una excelente respuesta inmune que involucra linfocitos
B, linfocitos T CD4+ y CD8+. El proceso de atenuación debe mantener la
identidad antigénica con el virus salvaje, pero la virulencia debe disminuir
o desaparecer completamente.
Se tienen cuatro principios para la producción de vacunas atenuadas:
1.
2.
3.
4.
Método jenneriano que consiste en el uso de un patógeno de otra especie animal para
proteger a la población humana. Ejemplos de estas vacunas son la vacuna contra la viruela y
algunas vacunas de rotavirus de origen bovino o simiano.
Método de replicación extensiva y seriada en células de origen no humano, con el fin de
obtener cepas atenuadas; su limitación es la de posibilitar la reversión de la virulencia.
Uso de virus humanos atenuados que ocurren en la naturaleza (polio tipo 2 y rotavirus).
Uso de virus mutantes adaptados al frío (32 °C) que crecen poco a mayores temperaturas
corporales.
Las cepas vacunales de la denominada vacuna triple viral (MMR por
Measles, Mumps y Rubella [sarampión-parotiditis-rubéola]), provinieron
de cepas de virus salvajes que fueron atenuadas in vitro. La cepa Jeryl
Lynn de la parotiditis fue aislada de la hija del vacunólogo Maurice
Hilleman y es la que se ha empleado desde 1967. La cepa vacunal del
virus del sarampión fue aislada por Thomas Peebles de un niño de 11 años
de nombre David Edmonston. El virus fue atenuado por pases seriados en
huevos embrionados, fibroblastos de embrión de pollo, células renales
primarias (24 pases) y células amnióticas primarias (28 pases) hasta
obtener la cepa Edmonston B, que a su vez originó las cepas vacunales
Schwarz y Magreb.
Una de las limitaciones de las vacunas atenuadas es investigar el
grado de atenuación antes de su uso masivo en la población general; las
vacunas contra la poliomielitis y la fiebre amarilla, pudieron ser evaluadas
en modelos de primates en donde se observó la disminución en el grado de
neurovirulencia y hepatotropismo, respectivamente. En el caso de
patologías exclusivas de humanos como la rubéola y el sarampión, las
vacunas tuvieron que ser evaluadas en pruebas de campo en población
humana.
Vacunas de tipo inactivado
Los virus para su producción son propagados en diferentes medios como
son los huevos embrionados, líneas celulares de riñón de mono, células
fibroblásticas o cerebro de ratón lactante. Las vacunas de tipo inactivado
se obtienen por tratamiento del agente infeccioso con sustancias de tipo βpropiolactona, formaldehído, colicina, fenol o acetona, calor y/o
irradiación. Estos tratamientos eliminan la infectividad, pero siempre
conservan la identidad antigénica. Las vacunas inactivadas son, por lo
general, termoestables y seguras, pero en comparación con las vacunas
vivas atenuadas, requieren inóculos mayores y un mayor número de dosis.
La respuesta inmune que desencadenan es primordialmente de tipo
humoral (IgG) y no inducen respuesta celular por linfocitos T citotóxicos.
En el curso de la infección por el virus de la hepatitis B, se produce
un exceso de proteína de superficie (AgHBs), que se secreta en forma de
partículas de 22 nm de diámetro. La primera vacuna contra la hepatitis B
fue una vacuna inactivada, preparada a partir de sueros de portadores
crónicos, en los que el virus y exceso de antígeno de superficie se purificó
e inactivó para obtener el inmunógeno vacunal. El desarrollo de tecnología
recombinante logró obtener vacunas más seguras.
En la tabla 5.3 se establece un paralelo que permite comparar las
ventajas y desventajas de las vacunas vivas, vacunas inactivadas y las
vacunas ADN.
Vacunas de subunidades virales
En el caso de las infecciones virales, las proteínas superficiales del virión
(cápside o membrana) son suficientes para desencadenar la respuesta de
anticuerpos neutralizantes. Las vacunas diseñadas a partir de
subcomponentes virales se denominan vacunas de subunidades. La
producción de antígeno de superficie del virus de la hepatitis B en sistemas
de levaduras, permitió la generación de vacunas más seguras; esta proteína
se auto ensambla en forma de VLPs. En caso de la vacuna de subunidades
para la influenza, el virus purificado es disgregado con detergentes que
solubilizaban la membrana lipídica, seguida de la inactivación química del
virus residual. Las vacunas que sólo contienen las proteínas de membrana
del virus influenza, la hemaglutinina (HA) y la neuraminidasa (NA) se
denominaron vacunas de antígenos de superficie.
Tabla 5.3. Comparación entre vacunas vivas atenuadas, muertas o inactivadas y ADN
Característica
Vacuna viva atenuada
Vacuna inactivada
Vacuna ADN
Preparación y desarrollo
+
++
++++
Seguridad
++
++++
+++
Transporte y almacenamiento
+
+++
+++
Reversión de virulencia
Sí
No
No
Número de dosis
Una o pocas
Requiere refuerzos periódicos
Una o pocas
Costo
+
+
+++
Duración de la respuesta
10 o más años
Corta. Riesgo de sensibilización
Prolongada
Memoria inmunológica
Humoral
Celular
+++
+++
+++
+/-
+++
++
Respuesta celular
CD4+
CD8+
+++
+++
+/Th1
+
+/Th1
++
Presentación antigénica
MHC de clase I y II
MHC de clase II
MHC de clase I y II
Administración
Ruta natural (oral o parenteral)
Parenteral
Múltiples
Antígeno inoculado
Bajas cantidades
Altas cantidades
100mg a 1mg
En la tabla 5.4 se esquematiza el tipo de vacunas disponibles contra
algunos agentes virales.
La tecnología de ADN recombinante es muy útil para este propósito.
Las proteínas virales recombinantes pueden ser expresadas en sistemas de
células de insecto infectadas con baculovirus transformados, en células de
mamífero (CHO por Chinese Hamster Ovary) o en sistemas de levaduras.
Como ejemplos de este tipo de vacunas se tienen la glicoproteína D del
virus herpes simple, la proteína L1 del virus del papiloma humano, la
proteína de la cápside (ORF2) del virus de la hepatitis E (HEV) o el set
completo de proteínas estructurales de alfavirus (C-E3-E2-6K-E1). En
caso de vacunas humanas, la vacuna contra virus influenza se ha ensayado
como extractos purificados de hemaglutinina y neuraminidasa y se ha visto
que es menos reactogénica que la vacuna completa inactivada. Dentro de
las ventajas que pueden ser atribuidas al uso de vacunas de subunidades,
están la estabilidad, la seguridad, la identidad química bien definida, el
grado de pureza que garantiza la no contaminación con proteínas extrañas
o ácidos nucleicos. Las desventajas radican en los costos de purificación
de proteínas específicas y la diferencia de conformación o estructura del
producto final con respecto a la proteína nativa.
Tabla 5.4. Diferentes tipos de vacunas virales de uso en humanos
Vacuna
Vacuna atenuada
Vacuna inactivada
Adenovirus 4 y 7
Virus salvaje
Dengue (tetravalente)
+
Encefalitis japonesa
-
Fiebre amarilla
+
Hepatitis A
-
+
Hepatitis B
-
+ (VLPs por viral like particles)
Influenza A (H1N1, H3N2)
+ a partir de 2003
+ (subunidades virales)
Influenza B
+ a partir de 2003
+
Parotiditis
+
-
Polio 1, 2 y 3
+
+
Rabia
-
+
Rotavirusb (G1, G2, G3, G4)
+
-
Rubéola
+
-
Sarampión
+
-
Varicela
+
-
Viruela
+
-
Virus del papiloma humano (tipos 16, 18, 6,
11)*
-
+ (VLPs por viral like particles)
+
+ Vacuna disponible. a. Retirada en 1999, uso limitado a la milicia de EE.UU. b. Vacuna
tetravalente Rota Teq®. * Recientemente a disposición la vacuna nonavalente.
Inmunización genética o vacunas ADN
Últimamente se ha utilizado como método de vacunación la denominada
inmunización genética. Las vacunas virales de ADN consisten en un
plásmido que codifica un antígeno viral al ser expresado in vivo.
El diseño general de las vacunas ADN incluye, como se muestra en
la figura 5.2, los siguientes elementos:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
Un ADN de doble cadena circular en superenrollada.
Un sitio ORI por origen de replicación que permite el crecimiento en la bacteria.
Un gene seleccionado de marcación, por lo general un gen de resistencia a antibióticos.
Un gen promotor poderoso que permita la expresión en células de mamíferos. Por lo general
se utiliza el promotor IE del citomegalovirus.
La secuencia del gen viral que se desea expresar.
Una secuencia de poliA que sirve para estabilizar los transcriptos de ARNm y terminar la
transcripción.
Elementos de regulación de transcripción de células eucariotes.
Una región rica en motivos CpG que tiene función adyuvante.
Elementos de terminación de la transcripción.
Figura 5.2. Organización genómica del plásmido que se utiliza en vacunas virales de tipo ADN
Se distinguen la región ORI por origen de replicación, el gen que sirve como marcador de selección
(resistencia a un antibiótico), la secuencia codante del antígeno viral, la secuencia reguladora de la
transcripción y la secuencia de finalización de la transcripción. A la derecha se observa la
conformación del plásmido en forma superenrollada.
Opcionalmente, pueden incluirse intrones que aumenten la
estabilidad del ARN, epítopes de tipo Th o secuencias
inmunoestimuladoras CpG (citidina no metilada guanosina) que actúan
como adyuvantes. Los motivos CpG se ha observado que estimulan la
secreción de IL-6, IL-12, TNFα, IFN-γ, IFN-α. El plásmido puede
administrarse de diferentes formas: 1. Como solución acuosa. 2.
Recubierto de pequeñas partículas de oro. 3. Administrado en liposomas.
Mediante este método se produce la transformación celular y la
expresión del gen en las células transfectadas. El método consiste en la
inyección del plásmido de interés junto a un potente promotor como el de
la región IE (por Inmediately Early) del citomegalovirus. Los pequeños
fragmentos de ADN son inoculados al interior de células (p. ej., fibras
musculares) por métodos biolísticos, utilizando sistemas de aire
presurizado. El ADN, adecuadamente integrado en las células, puede
expresarse como proteína y ser presentado antigénicamente para generar
una respuesta inmune.
En modelos de primates y murinos se ha demostrado que este
sistema permite una respuesta inmune humoral y celular específicas. La
respuesta humoral involucra células B que reconocen y unen el antígeno
soluble circulante a través de anticuerpos que actúan como receptores
superficiales y responden con la producción de anticuerpos específicos. La
respuesta humoral puede llevar a la secreción de isotipos de anticuerpos T
independientes (IgM e IgG3) y a la producción de anticuerpos específicos
de alta afinidad T dependientes (isotipos IgG1 e IgG2a), los cuales son de
larga duración.
La respuesta celular tiene como pilar fundamental las células T
efectoras. Este tipo de respuesta ocurre en cualquier célula nucleada, en la
cual hay síntesis endógena de un antígeno, el cual es presentado en el
contexto de las proteínas del MHC de clase I. Las células T secretan
citoquinas de dos tipos básicos Th1 (IL-2, IFN-γ) y de tipo Th2 (IL4, IL5,
IL10). En algunas infecciones virales como las causadas por virus de
inmunodeficiencia humana y herpes, es importante contar con ambos tipos
de respuesta inmune (celular y humoral).
Las vacunas ADN son muy estables, lo que permite eliminar la
cadena de frío (una serie de refrigeradores situados en los medios de
transporte y en cada sitio de almacenamiento), que garantizan la
estabilidad del inmunógeno hasta su administración final. Las rutas de
administración pueden ser variadas e incluyen la epidermis o tejido celular
subcutáneo, el sistema circulatorio, el sistema digestivo, el sistema
respiratorio y el sistema genitourinario. Las dosis de inmunización en
animales grandes varían de 100 µg a 1 mg. Este método es promisorio para
la vacunación de animales domésticos y ya se han elaborado vacunas
experimentales contra virus que afectan a los humanos (dengue, Ébola,
HBV, HCV, HSV 1 y 2, HPV, influenza, sarampión, rotavirus, etc.).
Vectores de expresión
Otro método de inmunización lo constituye el uso de vectores de expresión
virales. Para este método, se insertan genes de virus extraños dentro del
genoma de partículas virales específicas; estas partículas, al replicarse en
el huésped, permiten la expresión de proteínas pertenecientes a otro agente
infeccioso. Los virus más empleados para este propósito son los virus de
las familias Herpesviridae, Adenoviridae y Poxviridae (virus de la
vacuna). Existen limitaciones para el uso en humanos de estos virus (p. ej.,
virus herpes y adenovirus) ya que en algunas especies animales, estas
familias se han relacionado con la producción de cáncer.
Los poxvirus, como vectores de expresión tienen ciertas ventajas
como son: replicación nuclear (el virus posee su propia ADN polimerasa),
amplio espectro de huéspedes, causa lesiones que si bien son benignas
pueden autoinocularse en sitios distantes. Como desventajas del sistema
poxvirus se puede decir que el genoma es muy grande y carece de sitios de
restricción únicos, lo cual impide insertar ADN directamente en el genoma
viral, y requiere recombinación genética in vivo. Sin embargo, el genoma
grande de los poxvirus permite incluir determinantes antigénicos de varias
o múltiples proteínas extrañas de varias enfermedades infecciosas y
vacunar a los individuos contra varias entidades a la vez. Este sistema de
vacunación ofrece ciertas ventajas con respecto a las vacunas inactivadas o
de subunidades, como son:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Utilización de un genoma de alto peso molecular, lo cual permite incluir determinantes
antigénicos de varios agentes infecciosos.
Buena termoestabilidad.
Fácil administración aun por personas no muy entrenadas (experiencia de la inmunización
global contra la viruela).
Los antígenos se expresan de una forma que semeja la infección natural.
El virus se replica en forma natural en la célula hospedera, obtiene la conformación natural y
provoca respuestas inmunes de tipo celular y humoral.
La introducción de genes dentro de varios sitios del genoma viral disminuye la virulencia del
virus vacunal.
Las limitantes de los vectores de virus de la vacuna son las mismas
del uso de vacunas vivas atenuadas, como son los efectos que puedan
causar en pacientes inmunocomprometidos y la falta de eficacia en los
refuerzos al utilizar el mismo vector de expresión en forma repetida.
Vacunas comestibles
Una de las dificultades para la administración de ciertas vacunas es la
inestabilidad térmica del producto biológico. Ensayos con ratones
utilizando plantas transgénicas que expresan el antígeno de superficie del
virus de la hepatitis B (HBV por hepatitis B virus) han demostrado que se
producen niveles de anticuerpos protectores superiores a los niveles
encontrados en humanos. Se trabaja sobre modelos de bananos
transgénicos con este antígeno, ya que al ingerir los alimentos crudos, se
evita el riesgo de degradación y disminución de la inmunogenicidad
asociado a la cocción. Las vacunas comestibles resuelven los problemas
ligados de producción, purificación, almacenamiento y administración de
vacunas. Este tipo de vacunas todavía presenta problemas ligados a la
regulación de la dosis, al procesamiento del producto y a vacíos que se
tienen para una mejor comprensión de los mecanismos de protección en la
respuesta inmune a nivel de las mucosas. Otras vacunas que utilizan esta
tecnología y se encuentran en las primeras fases de desarrollo son las
vacunas contra el norovirus, la hepatitis B y la rabia, preparadas en plantas
transgénicas de tabaco, papa y espinaca.
Vacunas basadas en péptidos sintéticos
En condiciones naturales los péptidos son presentados por los linfocitos T
en sus membranas. Este tipo de vacunas se basan en cortas secuencias de
aminoácidos que conforman el epítope protector. Por sus características
son seguras, no tóxicas y química y térmicamente estables. Para mejorar su
baja inmunogenicidad se pueden asociar varios epítopes pertenecientes a
uno o varios agentes o adicionar adyuvantes que mejoren la respuesta
inmune. Se deben focalizar epítopes múltiples y funcionales, compartidos
por todos los aislamientos virales para evitar la alta especificidad o la
selección de mutantes. Tiene como desventaja el que no se produce
respuesta inmune en caso de péptidos que no se unen a moléculas del
MHC II apropiadas.
Los antígenos presentados en el contexto MHC I y II al sistema
inmune celular son cortos (10 a 25 a.a.). Sin embargo, hay limitantes para
el uso de péptidos pequeños como vacunas: para ser efectivo, un epítope
debe consistir de una secuencia continua de aminoácidos, característica
que no siempre es real y algunos epítopes son de tipo conformacional. El
péptido obtenido no siempre tiene la misma conformación que la proteína
en la partícula viral intacta, y finalmente un solo epítope no es
suficientemente inmunogénico.
Definiciones generales
Cuando se hace inmunización activa (administración intencional de un
inmunógeno vivo o inactivado) o inmunización pasiva (transferencia
pasiva de anticuerpos para mejorar una infección) se pueden administrar
los elementos que se describen a continuación:
•
•
•
Vacuna. Es una suspensión de agentes (virus, bacterias, rickettsias o parásitos) vivos
atenuados o inactivados que, al ser administrados, producen una respuesta inmune capaz de
prevenir una enfermedad infecciosa.
Toxoide. Es la forma modificada de una toxina que la hace perder sus características
virulentas conservando su forma antigénica; esta última característica le permite
desencadenar la producción de anticuerpos protectores.
Inmunoglobulina (Ig). Se presenta como una solución estéril que contiene anticuerpos
séricos de origen humano o animal (caballos). Este compuesto ha sido obtenido de grandes
cantidades de plasma y los anticuerpos han sido extraídos con etanol hasta obtener productos
con un contenido de 10-18% de proteína. Otra forma de administrar anticuerpos protectores
es el uso de anticuerpos monoclonales, de los cuales el más útil es el que se usa como
prevención contra la infección por virus respiratorio sincicial. Se emplea como fuente de
inmunización pasiva para proteger en casos de virus respiratorio sincicial, sarampión o
hepatitis A.
Las gamaglobulinas humanas hiperinmunes han sido producidas a partir de lotes de suero
con títulos muy altos de anticuerpos contra entidades como la hepatitis B, la varicela zoster,
el citomegalovirus, la rabia o el tétanos. Las inmunoglobulinas humanas de uso endovenoso
poseen una concentración de proteína del 5% y están indicadas en terapia de remplazo en
caso de hipogamaglobulinemias, enfermedad de Kawasaki y púrpuras trombocitopénicas.
Cuando se administra uno de los anteriores productos, es necesario
tener en cuenta los siguientes componentes presentes en la preparación:
1.
2.
3.
Líquido de la suspensión. Frecuentemente está formado por solución salina isotónica estéril
o agua o puede ser un compuesto complejo, formado por medio de cultivo o sistema
biológico, con proteínas extrañas como proteínas séricas humanas o bovinas, albúmina
bovina o proteínas provenientes de las células de cultivo u otros antígenos presentes en las
células infectadas.
Para conservar estos productos biológicos se emplean sustancias que permiten inhibir o
prevenir el crecimiento bacteriano y estabilizar el antígeno; estas sustancias se componen de
preservativos-antisépticos, estabilizantes o antibióticos. Las sustancias más empleadas
son los compuestos órgano-mercuriales como el timerosal y los antibióticos del tipo
neomicina. Estos compuestos pueden desencadenar reacciones alérgicas.
Adyuvantes. Los adyuvantes son sustancias que tienen como objetivo incrementar la
respuesta inmune al ser añadidas al antígeno. Las sales inorgánicas como el hidróxido de
aluminio, se emplean para incrementar la respuesta inmune de vacunas inactivadas como los
toxoides o la vacuna de hepatitis B. Estas sustancias pueden causar irritación cutánea (rubor,
calor, edema, granuloma y hasta necrosis) si se inoculan en forma subcutánea o
intradérmica. En forma experimental, se pueden utilizar otros adyuvantes para lograr una
mejor respuesta inmune; entre ellos se cuenta con sales orgánicas (fosfato de aluminio,
fosfato de calcio, hidróxido de berilio), sistemas de transporte (liposomas, complejos
inmunes estimuladores –ISCOMS–, polímeros bloqueantes, compuestos de liberación lenta),
productos bacterianos (BCG, adyuvante completo de Freund, DPT, muramil dipéptido –
MDP–). Algunas sustancias como el hidróxido de aluminio (AlOH) parecen estimular una
respuesta Th2, mientras que el monofosforil A estimula en forma primaria una respuesta de
tipo Th1. Las citoquinas y mediadores naturales como las IL-1, IL-2, IL-4, IL-12, GMCSF
(por granulocyte macrophage colony stimulatory factor) o IFN-γ están siendo evaluadas
como adyuvantes en una serie de vacunas. Otro método para lograr una mejor respuesta,
consiste en la presentación del antígeno en la superficie de estructuras moleculares esféricas
como liposomas, polímeros o proteínas anfipáticas.
Efectos secundarios indeseables
Las complicaciones más frecuentes en caso de vacunación son menores e
incluyen el dolor e irritación en el sitio de la aplicación y en algunos casos
se puede presentar fiebre. Un número pequeño de personas puede
presentar la complicación más seria que es el choque anafiláctico,
ocasionado por la hipersensibilidad a componentes de la vacuna
(antibióticos, preservativos, albúmina, antígenos virales o celulares). La
aplicación de múltiples vacunas, por lo general no incrementa la
posibilidad de efectos secundarios, en algunas formas tetravalentes de
vacunas (MMR+VZV) ocurre con mayor frecuencia fiebre y convulsiones
febriles en niños menores de dos años.
Las señales de alarma en caso de efectos secundarios incluyen la
fiebre elevada, cambios en el comportamiento, dificultades para respirar,
disfonía, sibilancias, rash cutáneos o urticaria, palidez, debilidad,
taquicardia, vértigo o edema de la garganta.
Los efectos indeseables se han descrito en caso de vacunación contra
el sarampión (viva o inactivada), parotiditis, influenza y virus respiratorio
sincitial. También se han dado casos de convulsiones o encefalitis
posvacunales en caso de administración de vacuna antipertusis, sarampión
y rabia. La meningitis aséptica y las encefalitis posvacunales han sido
descritas en un caso por cada millón de dosis de vacuna contra el
sarampión y se presentan de seis a 14 días después de recibida la dosis
vacunal. Las artralgias y artritis se observan en adultos que han recibido
vacuna anti rubéola, hasta en el 40% de los casos.
La vacuna oral (viva atenuada) contra la poliomielitis puede
presentar como efecto indeseable polio posvacunal. Las vacunas vivas
atenuadas pueden mostrar reversión de la virulencia con presencia de
cuadros clínicos similares a los virus silvestres o más fuerte, en casos de
pacientes inmunocomprometidos.
Contraindicaciones e inmunización del paciente
inmunocomprometido
Existen algunas contraindicaciones para el uso de las vacunas. Como regla
general, las vacunas de tipo agentes vivos o atenuados que se replican en el
paciente receptor no deben aplicarse a mujeres embarazadas o pacientes
con grado serio de inmunosupresión (pacientes con grado avanzado de
infección VIH o con SIDA, en terapia inmunosupresora o con altas dosis
de corticoides, síndrome de Di George), deficiencias graves de células T,
leucemias, linfomas, uso de terapia anti cáncer.
Como excepción a esta regla general está el caso de pacientes
pediátricos con SIDA, en quienes está recomendada la vacuna triple viral
ya que el riesgo de una forma grave de sarampión es mucho mayor que el
riesgo de secuelas posvacunales, por tanto, el beneficio de la protección es
mayor. Las recomendaciones de vacunación en pacientes
inmunocomprometidos se resumen en la tabla 5.5.
Los pacientes que hayan recibido dosis altas de corticoides
(alrededor de 2 mg/kg/día de prednisona por al menos 15 días) deben
suspender el tratamiento y esperar al menos un mes para recibir vacunas de
virus vivos. En general las vacunas inactivadas pueden administrarse de
manera segura a pacientes inmunocomprometidos, aunque debe esperarse
una eficacia menor de la respuesta, en especial en pacientes con respuesta
humoral disminuida. A su vez, los pacientes que reciben gamma
globulinas humanas hiperinmunes pueden tener una baja respuesta a la
vacunación anti-sarampión, razón por la cual se debe administrar esta
vacuna al menos seis meses después de la última dosis de gamma
globulina.
En los pacientes con SIDA o en sus allegados, debe evitarse la
administración de vacuna oral de polio por el riesgo de ocasionar
poliomielitis posvacunal en el paciente VIH (+) vacunado o que su
familiar vacunado lo exponga al paciente al virus vacunal o sus variantes.
Estos pacientes y sus familiares deben recibir vacuna inactivada de virus
polio. Si existe riesgo de exposición a virus polio en mujeres embarazadas
que viajan a áreas de alta incidencia, se puede administrar la vacuna oral;
igual regla se tiene para la exposición a la fiebre amarilla. En términos
generales, las vacunas inactivadas son mucho menos riesgosas pues, a
diferencia de las vacunas vivas, no se replican en sus hospederos. Las
vacunas que inducen fundamentalmente una buena respuesta humoral
(polisacáridos capsulares, hepatitis B) pueden administrarse aun en
pacientes con deficiencia seria de células B; sin embargo, a estos pacientes
debe ofrecérseles como terapia alterna la inmunización pasiva.
Tabla 5.5. Uso de vacunas en pacientes inmunocomprometidos
Vacunas seguras
Polio inactivada
Hepatitis A
Hepatitis B
Rabia
Influenza inactivada
Vacunas bacterianas con base en toxoides y polisacáridos
Prueba de PPD (test de Mantoux)
Vacunas con algún riesgo
Triple viral (sarampión, rubéola, parotiditis)
Polio oral
Fiebre amarilla
Influenza atenuada
Vacunas bacterianas atenuadas (BCG, tifoidea)
Las pacientes con respuesta inmune limitada, como los pacientes
esplenectomizados o con insuficiencia renal, necesitan vacunas especiales
o con dosis mayores para obtener una respuesta inmune satisfactoria. Los
pacientes esplenectomizados aumentan el riesgo de presentar neumonías
por Streptococcus pneumoniae y deben recibir vacuna antineumococo, si
la esplenectomía es iterativa deben recibir la vacunación dos semanas
antes del procedimiento. Los pacientes con falla renal también se
encuentran en riesgo mayor de infección por Streptococcus pneumoniae y
por Hepatitis B; como se ha observado, ante una baja respuesta a la vacuna
de hepatitis B, se aconseja administrar el doble de la dosis vacunal (40 μg).
Falsas contraindicaciones a la vacunación
Según el Advisory Committee on Inmunizations Practice existe una serie
de falsas contraindicaciones a la vacunación que erróneamente se van
convirtiendo en norma. Estas falsas medidas pueden retardar el inicio de
esquemas de vacunación o alterar un esquema preestablecido; entre ellas
estan las siguientes:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
Reacciones locales a la vacuna DPT o reacción febril con temperatura menor de 40 ºC.
Enfermedad menor con fiebre baja o diarrea leve en niño con estado general estable y sano.
Prematurez.
Embarazo en la madre o en contacto estrecho del paciente.
Exposición reciente a un agente infeccioso.
Lactancia (quizá la única vacuna que debe estar alejada de la lactancia es la rubéola).
Historia de alergias o parientes alérgicos.
Alergia a la penicilina o a otro antibiótico con excepción de la neomicina o la
estreptomicina.
Alergia a la carne o plumas de pato.
Historia familiar de convulsiones (en pertusis o sarampión).
Historia familiar de muerte súbita en niños que requieren DPT.
Historia familiar de efectos secundarios no relacionados con inmunosupresión.
Algunos estudios de pacientes no inmunizados contra el sarampión,
muestran que la vacunación fue diferida por infecciones respiratorias leves
(otitis, infecciones respiratorias altas o bajas no complicadas). Si se tiene
en cuenta que estos episodios de infección respiratoria se pueden presentar
en niños menores de un año en promedio seis a ocho veces al año, si se
toman como una contraindicación absoluta, pueden constituir un obstáculo
serio a la inmunización. Es necesario considerar que a pesar de la
existencia de estudios que muestran que hay diferencias de seroconversión
estadísticamente significativas entre individuos vacunados contra el
sarampión que presentaban episodios de infección respiratoria de aquellos
vacunados y sanos, la casuística del estudio (47 casos y 51 controles) no
justifica dejar de vacunar en presencia de infección respiratoria.
Rutas de administración
Las vías de administración ideales para las vacunas son las mismas rutas
de ingreso de los virus al organismo. Si el inóculo vacunal estimula el
sistema inmune en los mismos sitios de ingreso se tendrá una protección
similar a la obtenida en el curso de la infección natural. Las vacunas que se
administran por la misma vía de infección son la vacuna oral de polio y
rotavirus, que se administran por vía oral y la nueva vacuna atenuada
contra virus influenza que se administra por vía nasal. En el resto de las
vacunas disponibles al momento, aún no se han diseñado vacunas que se
administren por la misma ruta de infección natural. En la figura 5.3 se
ilustra la vía de administración de las diferentes vacunas disponibles
actualmente.
Inmunización pasiva
La naturaleza ha mostrado sus experimentos que ilustran el papel de la
respuesta inmune humoral en el control de las infecciones virales. Niños
con agamaglobulinemia de Bruton muestran que las infecciones por virus
de la varicela, sarampión, parotiditis y varicela pueden tener un curso más
grave en este tipo de inmunodeficiencias primarias.
Figura 5.3. Vías de administración de las vacunas virales
VIP: vacuna inactivada de polio. MMR: triple viral. VZV: varicela.
*Forma viva atenuada. **Producida en cerebro de ratón lactante.
La inmunización pasiva consiste en la administración de los
productos de la respuesta inmune: anticuerpos o células. Por lo general se
suministran anticuerpos o gamma globulinas específicas (enriquecidas)
contra un patógeno particular; la administración de células es un evento
mucho menos frecuente, por lo general basado en la transferencia de
células T y es conocido como transferencia adoptiva.
Los anticuerpos han demostrada una acción benéfica en el manejo de
las inmunodeficiencias primarias y secundarias por más de 30 años. Las
acciones de los anticuerpos administrados en forma pasiva son múltiples,
se incluyen entre otras:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
Tienen capacidad de neutralizar la entrada de virus patógenos a células no infectadas.
Modulan la expresión de receptores FC en las células B.
Interfieren con la acción del complemento y la red de citoquinas.
Promueven la lisis de las células infectadas por parte de las células NK.
Neutralizan virus en forma aislada o asociados al complemento.
Proveen de anticuerpos anti-idiotipo.
Activan, diferencian y producen funciones efectoras en linfocitos T y B.
Modulan la producción y la activación de citoquinas; y
Modulan la producción de anticuerpos.
Las inmunoglobulinas se elaboran de reservas de plasma preparados
a partir de 3.000 a 10.000 donantes de sangre, por lo tanto contienen
anticuerpos dirigidos contra un amplio espectro de antígenos o patógenos
extraños. Como efecto indeseable de su preparación, las gamma globulinas
hiperinmunes pueden diluir algunos anticuerpos específicos, requeridos
para el manejo de patologías muy concretas. Por esto es recomendable en
algunos casos, como en la prevención de la hepatitis B o la rabia,
suministrar gamma globulinas con una alta concentración de anticuerpos
contra un antígeno específico. Las gamma globulinas hiperinmunes,
además de la presencia de IgG, IgA, también contienen factores solubles
como moléculas de CD4+, CD8+, proteínas HLA y algunas citoquinas. Los
sueros hiperinmunes existen en varias presentaciones para la
administración en formas endovenosas (IVIG), en formas intramusculares
(IG) o como anticuerpos monoclonales (MAb). Los anticuerpos
monoclonales han aumentado su uso, pero por el momento sólo existen
para la profilaxis de la infección por virus respiratorio sincicial (RSV)
(tabla 5.6).
La acción benéfica de las inmunoglobulinas está asociada a su efecto
antiinflamatorio en caso de enfermedad de Kawasaki, dermatomiositis,
miastenia gravis y púrpura trombocitopénica idiopática; a la captura de
antígeno libre en caso de glomerulonefritis por complejos inmunes, y a la
captura de partículas virales por células fagocíticas en caso de HBV.
El uso de gammaglobulinas hiperinmunes específicas contra agentes
virales específicos (hepatitis B, citomegalovirus, rabia, varicela), pueden
presentar una alta variabilidad de actividad entre los diferentes lotes del
producto, por su forma de preparación a partir de sueros de pacientes con
altos títulos de anticuerpos. En caso de las infecciones por enterovirus en
neonatos o pacientes con agamaglobulinemia ligada al cromosoma X, la
infección puede ser causada por echovirus, virus Coxsackie A o virus
Coxsackie B, de múltiples serotipos, por lo que la eficacia de la
inmunización pasiva dependerá de la correlación entre los títulos de
anticuerpos específicos de tipo en la preparación y el serotipo involucrado
en el brote epidémico (tabla 5.7).
Tabla 5.6. Uso de inmunoglobulinas profilácticas en caso de infecciones virales
Infección viral
CMV trasplante
D+/R-
Ébola
Administración
CMVIG
Suero de pacientes
convalecientes
ZMap-IV
Enterovirus
Agamaglobulinemia IVIG
ligada a X
Efectos alcanzados
Disminuye la mortalidad y gravedad de infección CMV
Uso controvertido, reducción de la mortalidad de 80 a 12%. Uso en
serie muy pequeña de casos.
Tres anticuerpos monoclonales de origen murino Seguro, bien
tolerado. Eficaz en primates
Reduce el riesgo de meningoencefalitis crónica
Múltiples enterovirus causantes de infecciones
Hepatitis A
IG 0,02 ml/Kg. Antes de 15
días de exposición
Previene la hepatitis clínica en un 85-90%
No interfiere con la respuesta a la vacuna
Hepatitis B
24 horas postexposición
HBIG 0,06 ml/kg
Previene la infección en un 80-90%
No interfiere con la respuesta a la vacuna
Hepatitis C
HBIG
Algún efecto protector en trasplantados o dializados
Herpes genital
recurrente
IVIG
Menos recurrencias, gravedad y tiempo de lesiones
HIV
IVIG, HIV IG
Poco efecto en el manejo de la infección primaria
Parvovirus
(Infección crónica)
IVIG 400 mg/kg/d 5-10d
Mejoría de la aplasia medular
Rabia
RIG 20 UI/kg.
Recomendada hasta siete días postexposición
RSV*
RSV MAb, Palivizumab,
Motavizumab.
Profilaxis en grupos a riesgo (prematuros, cardiopatías,
neumopatías). Ninguna utilidad en tratamiento
Rubéola
IG 0,55 mg/kg
Lesiones fetales a pesar de la profilaxis
Sarampión
IG 0,25-0,50 mg/kg.
IVIG: 100-400 mg/kg
Protección parcial. Hasta tres días postexposición
Varicela
Postexposición, antes de 96 h
VZIG 125-625 U.I/10 kg
Previene o modifica el cuadro clínico
Útil en pacientes inmunocomprometidos
D+/R-: donante seropositivo, receptor seronegativo. IVIG: formas endovenosas IG: formas
intramusculares MAb: anticuerpos monoclonales.
* El motavizumab es diez veces más potente que el palivizumab.
Tabla 5.7. Principales productos de inmunoglobulinas policlonales disponibles en EE.UU.
Composición*
Producto
Baygam
Genérico
Bayhep B
Altos títulos anti HBV
Bayrab
Altos títulos anti rabia
Baytet
Altos títulos anti tétanos
Cytogam
Altos títulos anti HCMV
Gamimune N, 5%
Genérico
Gammagard S/D
Genérico
Gammar-P i.v.
Genérico
Iveegam EN IGIV
Genérico
MICRhoGAM
Gammaglobulina hiperinmune
Sandoglobulin
Genérico
*Productos derivados de plasma humano.
Las células hematopoyéticas presentan como parte de su repertorio
de proteínas de membrana, receptores FC para los diferentes tipos de
inmunoglobulinas. La acción de las inmunoglobulinas administradas puede
estar ligada a la unión a estos receptores específicos, lo que puede causar
efectos como la inhibición de la actividad citotóxica con mediación de
anticuerpos. Las inmunoglobulinas pueden actuar sobre las células que
presentan receptores específicos; la distribución celular de estos receptores
se presenta en la figura 5.4.
Esquema de vacunación
La respuesta óptima a una vacuna dependerá de múltiples factores que
incluyen tipo de vacuna, edad de vacunación, estado inmune del receptor,
vía de administración, etc. La recomendación de vacunación dependerá del
riesgo etáreo para la infección, la epidemiología de la infección, los
riesgos y complicaciones asociadas a la edad, la respuesta inmune
dependiente de la edad y la presencia de anticuerpos transferidos
pasivamente que pueden interferir con la respuesta. Los esquemas de
vacunación pueden diferir en diferentes zonas, dependiendo del riesgo o de
campañas tendientes a la erradicación de ciertas entidades. La tabla 5.8
muestra la edad recomendada para algunas inmunizaciones.
Figura 5.4. Receptores FC para las gammaglobulinas y tipos celulares en los que se expresan
Tabla 5.8. Esquema de immunización
Edad recomendada
Vacuna
Comentario
Nacimiento
BCG, VHB
Otros esquemas alternos
1 2 meses
VHB,
2 meses
DPT, HbCV, VOP, RV
4 meses
DPT, HbCV, VOP, RV
6 meses
DPT, HbCV, VOP, RV*
6 18 meses
VHB
12 meses
MMR, VZV
En alto riesgo se aplica MMR a esta edad
15-18 meses
DTaP ó DPT, VOP
En bajo riesgo se aplica también MMR
4 a 6 años
DTaP ó DPT, VOP, VZV
Al entrar a la educación primaria
11-12 años
MMR, VZV
Al entrar a la educación media
Pueden iniciarse al mes en áreas endémicas
14-16 años
Td
Refuerzos cada 10 años
Pubertad
HPV
Antes del inicio de actividad sexual
> 4 meses (zonas endémicas)
Fiebre amarilla
Uso en viajeros a zonas de riesgo
Cualquier edad (zonas endémicas)
VHA
Uso en viajeros a zonas de riesgo
Terapia inmunosupresora
VVZ
Suspensión temporal de terapia supresora
Antes del inicio de relaciones sexuales
HPV
Protege contra el 70% de los CA de cuello
BCG: Bacilo de Calmette Guerin, VHB: virus de la hepatitis B. DPT: difteria, tos ferina, tétanos.
DTaP: difteria, tétanos y acelular de pertusis. HbCV: Haemophilus influenzae. VOP: vacuna oral de
polio. RV: rotavirus. VZV: virus de la varicela y zoster. Td: Tétanos y difteria. VHA: virus de la
hepatitis A. HPV: virus del papiloma humano. * La tercera dosis de RV sólo se recomienda con el
uso de Rotateq. NOTA: los esquemas de vacunación pueden presentar variaciones a nivel regional o
entre los diferentes países de acuerdo a los recursos disponibles y el tipo de productos empleados.
Los esquemas de vacunación han surgido con base en ensayos
clínicos controlados y desarrollados por las diferentes casas comerciales,
así que no son un lineamiento caprichoso, sino el producto de los mejores
resultados observados en cohortes de pacientes, razón por la cual no deben
ser cambiados al arbitrio del personal encargado de dar recomendaciones
precisas a los pacientes.
Como regla general, las vacunas vivas o atenuadas contra el
sarampión, rubéola y fiebre amarilla, otorgan protección después de 14
días en el 90-95% de los pacientes que reciben una sola dosis; sin
embargo, otras vacunas vivas atenuadas como las de la varicela o
parotiditis sólo ofrecen protección en el 80-85% de quienes han recibido
una sola dosis. La segunda dosis aplicada a los pacientes brinda una
segunda oportunidad de desarrollar protección a los pacientes que no han
respondido y explican también la presencia de casos de infección o
enfermedad en los pacientes que reportan haber sido ya inmunizados. En
general, en la población joven el 97-99% de los pacientes responden a una
segunda dosis vacunal.
La inmunización con vacunas inactivadas, proteínas recombinantes,
toxoides, polisacáridos capsulares conjugados requieren más de dos dosis
para lograr una respuesta adecuada de anticuerpos.
Vacunas y cáncer
Se ha observado que ciertos agentes virales son capaces de producir cáncer
en distintas especies animales; ejemplo de estos agentes son los virus del
papiloma humano, poliomavirus, adenovirus, virus herpes, hepadnavirus y
retrovirus. Las vacunas se han mostrado eficaces en la prevención del
cáncer causado por estos virus oncogénicos, de igual forma que las otras
vacunas previenen la enfermedad o la infección. Ejemplo de estas vacunas
en animales están las neoplasias asociadas a virus SV40 de simio
(polyomavirus), la enfermedad de Marek (virus herpes), la leucemia felina
(retrovirus) y en el humano, la hepatitis B y la vacuna contra el virus del
papiloma humano.
Vacunas antivirales utilizadas
Desde el inicio de la vacunación por Jenner hace más de 200 años se ha
logrado desarrollar vacunas contra 15 diferentes agentes virales que cubren
un total de 26 tipos distintos de agentes infecciosos. A continuación se
analizan una a una algunas de las vacunas virales disponibles o que se han
empleado en humanos.
Vacuna contra los adenovirus humanos
Dos serotipos de adenovirus (4 y 7) producen brotes epidémicos de
infecciones pulmonares serias en poblaciones cerradas como son los
cuarteles militares. Para prevenir esta entidad se elaboró una vacuna viva
no atenuada, de administración oral en dos tabletas con protección entérica
(dosis única), que logra hacer un cortocircuito al tracto respiratorio y se
replica sólo a nivel intestinal. Estos virus producen una respuesta inmune
humoral con altos títulos de anticuerpos neutralizantes que protegen en
caso de infecciones respiratorias. Esta vacuna se restringió a grupos
militares (17-50 años), y nunca se amplió su utilización a la población civil
a pesar de su eficacia comprobada superior al 90%. No causa mayores
efectos indeseables. Como contraindicaciones de toda vacuna de virus
vivos, no debe administrarse en pacientes inmunocomprometidos o
mujeres embarazadas. Como efectos indeseables se observaron
manifestaciones menores como cefalea, obstrucción nasal, dolor
abdominal, diarrea y fiebre.
En la vacuna administrada entre 1950 y 1960 se detectó que contenía
virus simiano 40 (SV40), un virus polioma que se ha asociado con cáncer,
por lo cual fue retirada del mercado. Estudios posteriores descubrieron que
los cultivos primarios de células renales de mono en las que fue preparada
la vacuna estaban contaminados con SV40, la semilla viral también
contenía SV40 y adicionalmente la vacuna contenía virus híbridos SV-40 y
adenovirus, con insertos de SV40 en la región E3 de adenovirus. Los
seguimientos de las personas vacunadas en estas épocas y estudios de
casos y controles no mostraron relación entre la vacuna y un desarrollo de
cáncer en la población expuesta. La vacuna fue suspendida en 1999 por
falta de laboratorio de producción; entre 1999 y 2011 se presentaron brotes
epidémicos de infecciones respiratorias que afectaron al 10-12% de los
contingentes, ocasionando ocho muertes (similar a lo presentado antes del
uso de la vacuna). La vacuna se reintrodujo en octubre de 2011.
Vacuna contra el citomegalovirus
El citomegalovirus cursa en pacientes la mayoría de casos como
infecciones asintomáticas o, en el peor de los casos, como cuadros de
mononucleosis infecciosa sin presencia de anticuerpos heterófilos. Este
virus se asocia con enfermedades agudas (neumonía, hepatitis, retinitis y
encefalitis) en pacientes inmunocomprometidos y trasplantados (en
especial de médula ósea). En los hijos de madres seronegativas que sufren
una primoinfección en el curso del primer trimestre del embarazo se asocia
con malformaciones congénitas, sordera, muerte fetal y afecciones del
sistema nervioso central que dejan secuela en el 35-45% de casos.
Hace 30 años se inició el trabajo de producción de cepas virales de
citomegalovirus atenuadas y se logró obtener dos cepas denominadas
Towne y AD169. La cepa Towne fue inicialmente aislada en un paciente
con infección congénita y sometida a 125 pases in vitro hasta conseguir
una cepa atenuada. Estas cepas producen infección asintomática y proveen
una buena respuesta de anticuerpos y respuesta inmune celular (CD4+ y
CD8+). No obstante, la vacuna no previene contra las infecciones, pero si
contra las formas graves de la enfermedad. La cepa Towne ha sido
producida en fibroblastos humanos y aplicada a unos 1.000 voluntarios, la
mayoría receptores de transplante renal. La vacunación en pacientes de
trasplante renal muestra que la vacuna no disminuye la incidencia de
infección postrasplante, pero sí las manifestaciones graves en el 80 a 100%
de los casos. En efecto, también se conoce que la inmunidad adquirida
luego de infección natural, no protege de la sobreinfección por cepas
heterólogas. La producción de cepas virales quiméricas entre las cepas
Towne y Toledo, con el fin de obtener un mayor estímulo inmunogénico
se encuentran en evaluación.
De las proteínas de CMV que sean candidatas para elaborar vacunas
sintéticas de subunidades, las glicoproteínas gpB y gpH son las mejores,
pues inducen la producción de anticuerpos neutralizantes. Los ensayos
vacunales con gB con adyuvantes oleo-acuosos (MF59) en adultos
siguiendo un esquema 0, uno, seis meses ha demostrado buenos niveles de
anticuerpos anti gB con características neutralizantes y respuesta de
proliferación de linfocitos. Esta vacuna sigue un estudio doble ciego contra
placebo en mujeres embarazadas.
Las vacunas evaluadas hasta el momento (gB-MF59 y Towne)
tienen una eficacia 15 a 25 veces menor para inducir anticuerpos
neutralizantes. Las proteínas involucradas en el ingreso a células no
fibroblásticas, como las células endoteliales y epiteliales, son diferentes e
involucran las gH, gL, gM/N, UL128, UL130 y UL131. Las futuras
vacunas tendrán que reforzar esta particular capacidad con el fin de
mejorar la validez de la vacuna.
En la infección por citomegalovirus la respuesta mediada por
linfocitos T citotóxicos es importante para la protección de pacientes
trasplantados; los mejores péptidos en inducir este tipo de respuesta son las
proteínas inmediatas tempranas y las fosfoproteínas de matriz (pp65 y
pp150). Por lo anterior, una vacuna de subunidades proteicas necesitará de
una mezcla adecuada de inmunógenos.
Se han hecho ensayos clínicos con una vacuna ADN que utiliza
plásmidos con información necesaria para la expresión de proteínas gB,
pp65 e IE1, con adyuvantes de poloxámero y cloruro de benzalconio; la
vacuna se encuentra en estudios de fase 3 para trasplantados de medula
ósea y de fase 2 para pacientes trasplantados de órgano sólido, los
resultados preliminares aún no se conocen.
Vacuna contra el virus dengue
El virus dengue constituye un problema importante de salud pública. Entre
2003 y 2013 en América Latina se ha visto un incremento de cinco veces
el número de casos reportados.
Existen cuatro diferentes serotipos virales de virus dengue y la
respuesta inmune es específica de cada serotipo, razón por la cual el
control de esta enfermedad precisa el uso de vacunas tetravalentes.
Adicionalmente, como se verá en el capítulo de las infecciones trasmitidas
por vectores (capítulo 12), la infección con cualquier serotipo predispone a
infecciones más graves con una segunda infección por serotipos distintos,
razón adicional para realizar la inmunización múltiple.
En un ensayo clínico de fase 3 llevado a cabo en América Latina se
ensayó una vacuna viva atenuada en una población de 20.869 niños de 916 años. Sobre un total de 13.920 vacunados y 6.949 que recibieron
placebo, se observó que la vacuna protegía al 66% de los inmunizados. La
vacuna candidata protegió en un 82% el grupo de niños previamente
expuestos al dengue y en un 52% a aquellos sin evidencia serológica de
exposición previa a la inmunización. La protección contra las formas
graves de dengue fue del 93%, mientras que la disminución de casos de
hospitalización fue del 80%, estas dos condiciones son los factores que
causan mayor impacto económico de esta enfermedad.
El seguimiento por tres años de los pacientes vacunados permitió
encontrar un mayor índice de casos de hospitalización por infecciones por
virus dengue en las personas que recibieron la vacuna que en el grupo
control (placebo); esto podría poner a esta vacuna tan esperada en la
cuerda floja.
Vacuna contra el virus Ébola
Existen dos candidatas vacunales, una recombinante de las glicoproteínas
GP1 y GP2 del virus Ébola Zaire en adenovirus (cAd3-ZEBOV) y una
vacuna replicativa recombinante de virus de la estomatitis vesicular que
expresa la glicoproteína de virus Ébola Zaire (rVSV∂G-EBOVGP). Las
dos vacunas demostraron el 100% de eficacia en estudios con primates no
humanos. La vacuna recombinante VSV fue probada en 90 focos de
infección por virus Ébola y en unos 5.000 voluntarios, demostrando una
mayor eficacia en aquellos sitios en los que se administró la vacuna en
anillo de contención al inicio del brote epidémico, que en los lugares en
donde la vacunación tardó 21 días (anillo de contención tardío). Como
efecto secundario se reportó un sindrome similar a influenza (fiebre,
escalofrío, cefalea, fatiga, mialgias) en las primeras 24 horas después de su
administración. Se calcula la efectividad general de la vacuna en un 75,1%
y podría ser empleada en un futuro próximo en nuevos focos de infección
y también para proteger a los trabajadores de la salud y demás personas a
cargo de estos casos.
Vacuna contra el virus Epstein Barr
El cuadro infeccioso principal asociado al virus Epstein Barr es la
mononucleosis infecciosa. Al igual que otros virus de la familia
Herpesviridae, el virus Epstein Barr tiene una fase de latencia y puede
reactivarse, pero si bien se ha descrito este tipo de cuadros, por lo general,
son asintomáticos. Puesto que los casos clínicos de mononucleosis son
considerados, por lo general, como de tipo banal, el desarrollo de una
vacuna exige que sea segura y efectiva. Los otros tipos de patología
asociados a este agente infeccioso, son el carcinoma nasofaríngeo, el
linfoma de Burkitt, los linfomas de células T, ciertos tipos de carcinoma de
estómago, la leucoplasia pilosa oral y los síndromes linfoproliferativos
observados en pacientes inmunosuprimidos, en especial en pacientes
trasplantados (en particular medula ósea). La inmunidad requerida no tiene
que ser “esterilizante” pero sí capaz de prevenir las enfermedades
malignas.
En virtud del carácter oncogénico de este virus, las vacunas más
seguras serán las de tipo de subunidades virales, más que las de tipo vivo
atenuado. La proteína más usada es la gp350/220 presente en la envoltura
viral e involucrada en el proceso de unión al receptor celular (CD21); esta
proteína induce una respuesta de anticuerpos neutralizantes y es
reconocida por LT CD4+. Los ensayos vacunales con la proteína gp 350 de
la cepa Tien Tan en China, mostraron una buena respuesta de anticuerpos
neutralizantes en los individuos vacunados y una menor frecuencia de
cuadros de mononucleosis infecciosa en el grupo de pacientes vacunados,
comparados con un grupo control (placebo). Las proteínas EBNA3A,
EBNA3B, EBNA3C y LMP2, se expresan en la membrana de células con
infección latente y son el blanco de la respuesta CD8+ citotóxica. Se han
diseñado vectores de expresión que codifiquen para una serie de péptidos
de respuesta T en secuencia, de tal forma que sea posible tener respuesta T
CD8+; esta vacuna complementaría las que estimulan una buena respuesta
de anticuerpos neutralizantes.
Vacuna contra la hepatitis A
Esta vacuna es preparada en células MRC-5 a partir de la cepa viral
HM175. Los virus son purificados por ultrafiltración e inactivados con
formalina, debido a que es muy difícil la producción de una cepa viral con
atenuación satisfactoria y buen crecimiento in vitro. La suspensión estéril
del virus inactivado es adsorbida con hidróxido de aluminio y debe
aplicarse por vía intramuscular en la región deltoidea. En el ensayo de
Davidson, utilizando 720 unidades Elisa siguiendo dos esquemas de
vacunación de tres dosis (0, uno, seis meses y 0, uno, 12 meses) se obtuvo
una respuesta inmune satisfactoria entre 90 y 100% con la primera dosis, y
entre 99 y 100% con la segunda dosis; los títulos llegaron a una media
geométrica de 3.000 UI/ml después de la tercera dosis en los dos grupos.
Estos resultados muestran una gran eficacia de la vacuna. La
inmunogenicidad y seroconversión es menor en los pacientes mayores de
65 años, pacientes con hepatitis crónicas (94%), los pacientes
homosexuales VIH positivos (88%), y los pacientes con trasplante renal
(solo un 26%). Las IgG e IgA específicas en la saliva o en la secreción de
la glándula parótida son bajas o no detectables, de igual manera a como es
reportado mediante inmunización con la vacuna inactivada de la
poliomielitis.
A pesar de su seguridad y eficacia tiene un costo muy alto
(aproximadamente US$35) en los países en desarrollo, razón por la cual se
ha limitado su uso. La duración de los anticuerpos después de vacunación
podría ser de 20 años (si se toma como patrón los estudios de cinética de
regresión de la tasa de anticuerpos); sin embargo, solamente estudios
prospectivos podrán aclarar esta clase de respuesta.
Como efectos secundarios de la vacuna, se citan las reacciones
locales ligeras en el sitio de la inoculación que son más frecuentes en
adultos (50% de casos) que en niños (16%), cefalea (15%), pérdida del
apetito (8%), cansancio (7%) y fiebre (10%). La tabla 5.9 muestra las
vacunas contra la hepatitis A disponibles.
Como esquema de vacunación se utilizan dos dosis administradas en
forma intramuscular (I.M.) en el área deltoidea (0 y seis o 12 meses) de
720 UI/ml en adolescentes y 1.440 UI/ ml en adultos.
La población de países subdesarrollados tiene un alto grado de
exposición natural al agente infeccioso y la seroprevalencia se sitúa
cercana al 90%, razón por lo cual la vacunación debe hacerse en fase muy
precoz, después de los 12 meses de edad. La vacunación de grupos a
riesgo no es muy efectiva, por cuanto un alto porcentaje de las personas
infectadas carecen de antecedentes de contacto, salvo en el contexto de
brotes epidémicos. Se considera como población en riesgo: los viajeros a
zonas de pobreza con alta prevalencia de infección y en donde los sistemas
de alcantarillado son pocos o inexistentes; los refugiados y las personas
damnificadas luego de catástrofes; personas que conviven en áreas de
brotes epidémicos; el personal de guarderías y de laboratorio que tenga
contacto con materia fecal; los trabajadores de servicios de aguas y
alcantarillados; los hombres que tienen sexo anal; los usuarios de drogas
endovenosas; pacientes con hepatitis crónicas; pacientes que reciben
factores de coagulación y pacientes candidatos a trasplante renal. No se
aconseja la vacunación en menores de un año, por cuanto la presencia de
anticuerpos adquiridos en forma pasiva puede interferir con la respuesta a
la vacuna. Si únicamente se ha recibido una dosis en un periodo de 6-18
meses previos, se puede administrar tan solo la segunda dosis vacunal.
Tabla 5.9. Vacunas contra la HAV
Vacuna grupo etáreo
Casa comercial
Havrix ® cepa HM175
2-18 años
> 18 años
Glaxo-Smith-Kline & Beecham
Vaqta ® cepa CR326F
2-18 años
> 18 años
Aventis Pasteur
Twinrix ¥ HAV+HBV
> 18 años
Smith Kline & Beecham
Dosis
Volumen
720 unidades ELISA
1.440 unidades ELISA
0,5 ml
1 ml
25 U
50 U
0,5 ml
1 ml
-720 unidades ELISA
20 mg de AgHBs
1 ml
Esquema vacunal
2 dosis 0-6 ó 12 m
2 dosis 0-6 ó 12 m
2 dosis 0-6 ó 18 m
2 dosis 0-6 ó 12 m
3 dosis 0-1-6 meses
¥ Vacuna bivalente de hepatitis A y B.
El solo uso de gamma globulina humana hiperinmune o de gamma
globulina específica contra el HAV puede ofrecer niveles de protección del
80-90%, pero dada la vida media de las inmunoglobulinas, su acción se
limita a unos meses. Para una mayor eficacia se debe administrar antes de
dos semanas del viaje a zona de riesgo. Esta medida se aconseja solamente
en caso de contacto con un caso de hepatitis A o cuando la estancia en
áreas de riesgo es corta. La dosis de gamma globulina humana
hiperinmune es de 0.02 ml por kg de peso corporal.
En un estudio reciente se comprobó que la vacunación o la
aplicación de gamma globulina humana hiperinmune, son igualmente
eficaces para prevenir la hepatitis A clínica en pacientes expuestos. No
obstante, la vacuna provee una respuesta inmune más prolongada, es
asequible a grandes grupos poblacionales y de fácil administración.
Vacuna contra la hepatitis B
La vacuna de la hepatitis B se produjo inicialmente por purificación del
antígeno de superficie de HBV (AgHBs) de sueros de pacientes portadores
crónicos del virus de la hepatitis B. Fue remplazada por la vacuna
producida mediante tecnología de ADN recombinante en sistemas de
levaduras (Saccharomyces cerevicae) o en células diploides de mamíferos
como la línea de ovario de hámster (células CHO). Existen tres tipos de
antígenos producidos por tecnología de ADN recombinante: la proteína
mayor S (small), la proteína media preS2/S (medium) y la proteína larga
preS1/preS2/S; estas proteínas se ensamblan espontáneamente para formar
pequeñas esferas de 20-22 nm de diámetro (VLPs).
Desde el inicio de la vacunación fueron identificados grupos de alto
riesgo que fueron objeto de campañas de prevención. Se definieron como
grupos de riesgo: personal médico, pacientes sometidos a múltiples
transfusiones o que reciben productos hemáticos, homosexuales, adictos a
drogas endovenosas, contactos de pacientes portadores crónicos, pacientes
inmunosuprimidos e hijos de madres portadores crónicas de hepatitis B
que eran positivas al antígeno e (AgHBe), marcador de infectividad. La
tabla 5.10 muestra las vacunas utilizadas para prevenir la hepatitis B.
La OMS incluyó la vacuna de hepatitis B dentro del programa
ampliado de inmunización con el fin de erradicar esta entidad. Más de 160
países ya ofrecen la vacunación anti-HBV a sus recién nacidos. La
enfermedad no está restringida sólo a grupos de riesgo, también ocurre en
individuos heterosexuales con múltiples parejas sexuales y constituye una
enfermedad presente en la población mundial. Para disminuir la incidencia
de una forma significativa, deben iniciarse campañas de vacunación
masiva. Es necesario definir la edad en la cual ocurren las infecciones por
HBV, con el fin de diseñar estas campañas. En regiones con alta incidencia
de hepatitis B, como el Sudeste Asiático, la infección se adquiere en forma
perinatal o en etapas muy tempranas de la vida; en países de baja
incidencia como Suecia o Dinamarca, se contrae en la adolescencia o en
adultos jóvenes, de allí que el momento de aplicación de la vacuna
dependerá del comportamiento epidemiológico (seroprevalencia y
seroconversión) en una población determinada. Existen varios protocolos
de vacunación en niños, todos constituidos por tres dosis aplicadas así: al
nacimiento, uno o dos meses y seis o 18 meses; o vacunación a uno o dos
meses, cuatro meses y seis o 18 meses. Una de las ventajas de la
vacunación en la infancia es la reducción de costos, ya que los niños
requieren la mitad o la cuarta parte (10 µg) de la dosis del adulto,
dependiendo del producto.
Los hijos de madres portadoras de antígeno de superficie, deben
recibir gamma globulina humana específica antihepatitis B en las primeras
doce horas del nacimiento, acompañadas de una vacunación completa al
momento de nacer y a los seis meses. La vacuna y la gamma globulina son
administradas simultáneamente, pero deben ser aplicadas en sitios
diferentes.
Tabla 5.10. Vacunas utilizadas contra el HBV y esquemas vacunales recomendados
Vacuna
Nombre comercial
Fuente del antígeno
Esquema vacunal
País productor
Cheil-Sugar
No disponible*
Plasma
0,1,2,12
Corea del Sur
Daïchi Pharm
No disponible*
Plasma
0,1,2
Japón
Pasteur Vaccins
GenHevac®
Células CHO
0,1,6 ó 0,1,2,12
Francia
Pasteur Mérieux
HB-Vax DNA®
Levadura
0,1,2,12
Estados Unidos
Fujisawa Pharm
TGP-943
Levadura
0,1,2
Japón
Smith-Kline Beecham
Engerix B®
Levadura
0,1,2,12 ó 0,1,6
Bélgica
Smith-Kline Beecham
Twinrix B®
Levadura
0,1,6
Bélgica
Biotoscana
Hepavax®
Levadura
0,1,2
Italia
CIGB
Heberbiovac HB ®
Levadura
0,1,2
Cuba
* Primeras vacunas desarrolladas.
Los adultos pueden seguir un esquema de vacunación con tres dosis
de 20 µg aplicadas en forma mensual y un refuerzo al año. En pacientes
con diálisis o inmunosupresión en los que no se obtiene una buena
respuesta a la vacunación se aconseja la administración de tres dosis de 40
µg aplicadas en esquema 0, uno y seis meses y un refuerzo al año. Es
difícil distinguir el grupo de pacientes en los que no se ha obtenido una
seroconversión de aquellos en los cuales han disminuido los títulos de
anticuerpos después de un largo periodo de tiempo, porque por lo general
los anticuerpos protectores se mantienen.
En caso de pacientes con niveles de anticuerpos antiHBS no
protectores, se aconseja una sola dosis de vacuna y el control de los títulos
de anticuerpos de cuatro a 12 semanas. El aumento en los títulos de
anticuerpos permite diferenciar los pacientes en quienes han disminuido
sus niveles de anticuerpos después de la inmunización de los pacientes no
respondedores.
La vacuna se aplica en forma intramuscular en el muslo de recién
nacidos y lactantes o en la región deltoidea (adolescentes, adultos o niños
mayores). No debe aplicarse en la región glútea ya que el tejido graso
muscular impide una buena presentación del inmunógeno y se asocia con
una baja respuesta protectora. La duración de la respuesta es de 10 años y
el niño o adolescente protegido, según algunos autores, debe recibir
refuerzo en la adolescencia y como adulto, ni el Advisory Committee on
Immunization Practices (ACIP) ni otras asociaciones estadounidenses o
europeas recomiendan estos refuerzos. Se consideran como niveles de
anticuerpos protectores los títulos de 10 mUI/ml o mayores. Las personas a
riesgo deben recibir un refuerzo, si después de la vacunación completa no
presenta estos títulos de anticuerpos protectores. La seroconversión es
menor en hombres, mayores de 30 años, obesos, fumadores, o con algún
grado de inmunodeficiencia.
Se describen pocas complicaciones con la vacuna recombinante.
Estos efectos secundarios consisten en reacciones locales (25% de casos) y
febrículas (7% de casos). En algunos reportes se ha asociado la vacunación
anti HBV con reacciones autoinmunes, síndrome de fatiga crónica,
diabetes, neuritis óptica, enfermedades desmielinizantes y síndrome de
Guillain-Barré, sin embargo, los datos disponibles no muestran evidencia
concluyente y se considera que la vacuna es segura y efectiva. Las
reacciones alérgicas fuertes son muy raras y ocurren en 1:1’100.000 dosis
administradas.
No existen contraindicaciones para la administración de la vacuna
recombinante. La vacuna puede ser dada a portadores de VHB, pero no
produce ningún efecto sobre su enfermedad crónica. Esta vacuna protege
indirectamente contra la hepatitis delta (HD) y elimina el riesgo de
hepatocarcinoma asociado a hepatitis B.
Las gammaglobulinas hiperinmunes específicas contra la hepatitis B
(HBVIG) se recomiendan en hijos de madres con infección crónica
(AgHBs+, AgHBe+, AcHBs-), en pacientes que han tenido una exposición
de riesgo con un portador crónico (accidente cutáneo, mucoso o
percutáneo con aguja hipodérmica) o contacto sexual con una persona
positiva (AgHBs+). La sola administración de la vacuna protege a los
neonatos en un 70% de casos, mientras que la administración conjunta de
HBVIG y vacuna tiene un nivel de protección del 90%.
La vacuna debe administrarse en las primeras 24 horas después de
nacimiento, antes de los siete días del accidente percutáneo y antes de 14
días del contacto sexual; la eficacia de la gammaglobulina es del 85-95%
en el caso de exposición perinatal y del 75% en caso de exposición
accidental o sexual.
En niños muy pequeños o personas con algún grado de
inmunodeficiencia en zonas de alta prevalencia de hepatitis B, se ha
observado que pueden presentarse mutantes virales que escapan a la
protección otorgada por la vacuna. En este grupo de pacientes se han
encontrado mutaciones de tipo sustitución de la glicina por arginina en la
posición 145 del epítope “a” del AgHBs (G145R), esta mutación ocurre en
epítopes conformacionales y cambia la antigenicidad del epítope. Esta
mutación no ha sido detectada en la población general y parece generarse
solo en los grupos mencionados.
Vacunas contra el virus herpes simple
Los virus herpes simple (HSV) 1 y 2 causan infecciones labiales y
genitales respectivamente. La incidencia de herpes genital ha aumentado
en la última década. Entre las complicaciones observadas por HSV-1 se
encuentran la ceguera y la encefalitis; las encefalitis por HSV-2 pueden ser
mortales en un 25% de los casos. El virus herpes en pacientes
inmunocomprometidos es causa de úlceras indolentes, esofagitis y
neumonía. Las vacunas pueden tener dos objetivos distintos: primero,
prevenir la infección clínica y, segundo, permitir una ayuda terapéutica
para cambiar el curso clínico o la seriedad de las manifestaciones de un
virus ya establecido en su hospedero. El objetivo clínico de las vacunas
anti virus herpes simple, más que la eliminación de infecciones en una
población determinada (objetivo a largo plazo), busca inducir una
protección individual. Otros objetivos clínicos de la vacunación son
reducir o eliminar las infecciones genitales, disminuir los casos de herpes
neonatal y mermar la tasa de excreción o eliminación viral. Los objetivos
biológicos de la vacunación, son: impedir el acceso del virus a la mucosa
genital, prevenir el acceso del virus hacia los nervios y disminuir las tasas
de reactivación y latencia. La mayor limitante en infecciones por virus
herpes es que la infección primaria es de muy rápida aparición y que el
virus posee una capacidad de instalarse en forma no replicativa y
asintomática. Al replicarse rápidamente en las células blanco y alojarse en
las terminaciones nerviosas de tipo sensitivo, el agente deja un lapso muy
breve para el establecimiento de una respuesta inmune efectiva. Desde
hace más de 50 años se estudia la posibilidad de desarrollar vacunas
profilácticas contra el HSV. Múltiples estrategias de inmunización han
sido ensayadas (vacunas vivas atenuadas, vacunas inactivadas o
subunidades virales) sin que se hayan obtenido resultados adecuados.
Las patologías que justifican la investigación de una vacuna
antiherpes son el herpes genital y la queratitis herpética, menos frecuentes
pero graves, son: el herpes neonatal, las reactivaciones fuertes del paciente
inmunodeprimido, las encefalitis herpéticas necrosantes del adulto, el
eczema herpético y la hepatitis herpética. La tabla 5.11 muestra las
estrategias que han sido exploradas para producir vacunas contra el virus
herpes.
Tabla 5.11. Vacunas contra el HSV que han realizado ensayos clínicos
Casa comercial-autor
Diseño vacunal
Tipo de vacuna
Objetivo
Comentario
Eli Lilly
Lupidon H
Virus inactivado calor
Terapéutico
Recurrencias por HSV-1
Eli Lilly
Lupidon C
Virus inactivado calor
Terapéutico
Recurrencias por HSV-2
Skiner GR
Glicoproteínas
Virus inactivado form. Terapéutico
Recurrencias por HSV-2
Varios
gB/gD-IL12
Subunidades
Experimental
Usa vectores expresión
Pasteur Mérieux
R7020
Virus vivo atenuado
Profiláctico
Virus con deleciones
AuxRX Inc
ICP10 (HSV2)
Virus vivo atenuado
HSV deleción PK Respuesta Th1 CD4
Chiron BiocineTM
gD2/gB2/MSF59 Recombinante
Profiláctico
Esquema 0, 1, 6
Glaxo Smith Kline SimplirixTM gD2/MPL/alum
Recombinante
Profiláctico
Esquema 0, 1, 6
Goel N et al
LEAPS*
Péptidos sintéticos
Experimental
Epítopes T y B
Nass PH
ADN desnudo
Plásmidos gC, gD, gE. Terapéutico
Dosis de 50 mg
*LEAPS por Ligand Epítope Antigen Peptide System. form: formalina.
La vacuna ideal es un inmunógeno que actúe a nivel de las mucosas,
que impida la colonización y latencia en ganglios sensitivos y que proteja
contra las reactivaciones. Los estudios epidemiológicos muestran que la
respuesta inmune celular es un factor primordial en la protección contra la
infección y las recurrencias. En este tipo de afecciones, las vacunas deben
interferir con la replicación viral en el sitio de entrada (piel o mucosas) y
reducir al máximo el acceso del virus al sistema nervioso. La infección
natural induce una respuesta inmune celular y humoral, sin embargo, esto
no impide que el 66% de los individuos presenten reactivaciones en el
transcurso de su vida. Los anticuerpos neutralizantes no son suficientes
para controlar la infección ni para impedir la diseminación del virus a
tejido nervioso; elementos de respuesta inmune innata (células NK, IFN,
macrófagos) y de la respuesta inmune celular específica (CD8+) son
necesarios para lograr respuesta inmune protectora. Se ha contado con
diferentes estrategias para desarrollar vacunas anti virus humanos; hoy
existen los siguientes tipos de vacunas:
1. Vacunas de virus silvestres o salvajes. Han sido empleadas como
estrategias para disminuir las frecuentes recurrencias que se observan en
algunos pacientes. Han utilizado como estrategias la inoculación del virus
autólogo, el virus aislado de otro paciente o de animales de
experimentación como los conejos. Este tipo de vacunas fue abandonado
porque después de la aplicación local sólo presentan lesiones en el sitio de
inoculación en un porcentaje bajo de pacientes (40-80%). Los estudios
hechos con este tipo de vacunas nunca presentaron en su diseño grupos
control, por lo que los resultados tienen bajo nivel de evidencia. Vacunas
que utilizan vectores de expresión virales o bacterianos (salmonella-gpD,
adenovirus-gpB). Otros vectores de expresión son la cepa Oka del VZV y
el virus de la vacuna.
2. Vacunas vivas atenuadas. Como se señaló anteriormente, las vacunas
vivas atenuadas se caracterizan por una amplia respuesta inmune celular y
humoral y deja una memoria inmune de larga duración. Las vacunas
atenuadas se produjeron inicialmente por pases seriados ciegos con el fin
de disminuir la virulencia del agente infeccioso. En el caso de HSV se han
diseñado vacunas de tipo mutantes virales, virus heterólogos, antígenos
expresados en vectores virales y virus con manipulación genética. Las
mutantes de deleción como la cepa DISC (Disabled Infectious Single
Cycle) permiten un solo ciclo de replicación, este virus es un mutante que
tiene deleción en el gen que codifica para la gpH. Para su elaboración se
cuenta con células transfectadas para la gpH; una vez en el hospedero
humano no es capaz de realizar más de un ciclo replicativo. Otras cepas
mutantes son la cepa derivada de la cepa F de HSV, posee genes de HSV1
y HSV2 y fue producida por Roizman (cepas R7017 y R7020 de Pasteur
Merieux) y las cepas de HSV2 denominadas ICP34.5 e ICP10DPK (AuRx
Inc) que se encuentran en estudios de fase II en México. Estas vacunas han
sido evaluadas en modelos animales (Aotus trivirgatus) y humanos y han
demostrado ser inmunogénicas aunque en bajo grado, algunas vacunas
tienen dificultades de producción que impiden la utilización de inóculos
virales mayores. La protección de estas vacunas es mayor contra cepas
relacionadas con el tipo vacunal que contra cepas virales heterólogas.
3. Vacunas inactivadas (cepas Skinner o Lupidon). Estas vacunas han
sido empleadas en pacientes ya infectados que presentan recurrencias
frecuentes con el fin de disminuir el número de episodios y el tiempo de
duración de cada uno de ellos. Las vacunas fueron administradas en dosis
de una a dos aplicaciones semanales hasta obtener una mejoría clínica. Los
ensayos adelantados carecen de grupos control apropiados. Algunas
pruebas muestran que a pesar de repetidas inoculaciones, los títulos de
anticuerpos neutralizantes no aumentan.
4. Vacunas subunitarias. Diseñadas para eliminar el riesgo potencial que
pueda asociarse a la presencia de genoma viral y eliminar el riesgo de
transformación celular, el virus vivo residual se inactiva con luz UV. Estas
vacunas se preparan con base en glicoproteínas que estimulan la síntesis de
anticuerpos neutralizantes o que bloqueen la unión del virus a los
receptores (gpD, gpB), administradas en forma única o combinada y
asociadas a adyuvantes (emulsiones de aceite o muramildipéptido) o IL-2.
5. Vacunas virales de ADN desnudo que codifican para la gpD o la gpB.
Estas vacunas asocian como adyuvantes secuencias CpG o de citoquinas o
quimioquinas como los ligandos CCR7. Permiten la expresión de estas
proteínas virales en células del hospedero y ofrecen una buena respuesta
celular y humoral.
6. Un último tipo de vacunas es el de péptidos sintéticos. La iniciativa
busca generar péptidos que eproduzcan respuestas Th1 y Th2, la dificultad
radica en la identificación de péptidos que sean adecuados para una
población heterogénea.
En vista de los altos títulos de anticuerpos neutralizantes presentes
en los pacientes que presentan recurrencias frecuentes, se puede inferir que
la mejor vacuna será aquella que otorgue una excelente respuesta celular y
humoral; para ello es necesario, de antemano, establecer si las pocas
recurrencias de algunos hospederos son debidas a una respuesta celular
específica.
Vacunas contra el virus influenza
El virus influenza es un agente responsable de infecciones respiratorias
que pueden ser leves o graves y causa infecciones complicadas en los dos
extremos de la vida, en mujeres embarazadas o pacientes con patologías
crónicas. Debido a la continua deriva antigénica del virus influenza, la
determinación de la composición viral debe ser establecida por un Comité
Asesor.
El Comité asesor se reúne anualmente a mediados de febrero en
Ginebra y con el aporte de cuatro centros de referencia mundial (el Centers
for Disease Control and Prevention –CDC– de Atlanta, Centre for
Reference and Research on Influenza –CRRI– de Melbourne, el National
Institute of Health –NIH– de Tokio y el National Institute for Medical
Research –IMR– de Londres). Allí se hace el análisis de resultados de
aislamientos virales, la tipificación, la subtipificación (genotipos y
fenotipos) de las cepas que circularon durante el curso de los brotes
epidémicos de los dos hemisferios en el periodo epidémico anterior al de la
elaboración y aplicación de la vacuna. No obstante, la decisión del tipo
vacunal que debe ser incluido en la vacuna es difícil, las cepas de influenza
A finalmente utilizadas son por lo general recombinantes del virus
A/Puerto Rico/8/34 (A/ PR/8/34; H1N1) que presenta un buen crecimiento
en la cavidad corioalantoidea de huevos embrionados. El tipo viral del
virus de influenza B que ha circulado en los últimos años presenta
variaciones en la HA viral cuyo linaje es de tipo II y III representado por
las cepas B/ Yamagata/16/88 y B/Victoria/2/87.
La vacuna más usada para la profilaxis contra la infección por virus
influenza es una vacuna de subunidades de tipo inactivado. El virus es
inactivado con formalina o β-propiolactona, se purifica por centrifugación
zonal y en columnas de cromatografía. La suspensión viral contiene
proteínas de superficie de los virus influenza de tipo A y B, propagados en
huevos embrionados de pollo. La eficacia de la vacuna se estima entre el
60 y 80%.
La concentración de antígeno se encuentra estandarizada en µg de
hemaglutinina de acuerdo con estándares de referencia suministrados por
la OMS. En adultos, cada dosis de 0,5 ml contiene 45 µg de
hemaglutinina, constituidos por 15 µg de cada una de las cepas virales. En
niños, cada dosis de 0,5 ml contiene 22,5 µg de hemaglutinina,
constituidos por 7,5 µg de cada una de las cepas virales. La cantidad de
neuraminidasa no se cuantifica por cuanto esta proteína es muy lábil a los
procesos de purificación y almacenamiento. Los pacientes pediátricos o
aquellos que carecen de anticuerpos requieren de dos dosis vacunales para
obtener una respuesta adecuada. Otra manera de lograr una mejor
respuesta a la vacuna es la aplicación de dosis mayores de vacuna de entre
60-90 µg, el mismo fenómeno ha sido observado con la administración de
la vacuna H5N1 en la que dos dosis de 90 µg son necesarias para obtener
una buena respuesta protectora.
Las cepas virales incluidas en la vacuna anual se seleccionan de
acuerdo con los tipos que hayan circulado el año inmediato anterior (tabla
5.12). En 2001 se emplearon por ejemplo las cepas
A/Johannesburgo/B3/94
(H3N2);
A/Singapur/6/86
(H1N1);
B/Beijing/184/93. La eficacia de la vacuna depende de la similitud
antigénica de los virus circulantes y la de las cepas vacunales. En adultos
que reciben por primera vez la vacuna se recomiendan dos dosis aplicadas
con cuatro semanas de intervalo. En niños de 0-36 meses se aconseja dos
dosis de 0,25 ml con cuatro semanas de intervalo. En niños de tres a 12
años una dosis de 0,5 ml en caso de refuerzo, y dos dosis si no se ha
recibido con anterioridad. Su aplicación es subcutánea profunda o
intramuscular (S. C. o I. M.). Los estudios sistémicos que comparan la
administración de vacuna por vía intradérmica o parenteral, muestra que
iguales dosis de vacuna producen una mejor respuesta si se administra por
vía intradérmica. La composición de la vacuna cambia en los diferentes
períodos epidémicos (tabla 5.12).
Todos los individuos pueden ser vacunados contra la influenza; sin
embargo, esta vacuna se reserva a las personas que se consideran en alto
riesgo. Se consideran grupos de riesgo todos los pacientes mayores de 65
años de edad, los pacientes de la tercera edad que residen en ancianatos,
los pacientes que padecen una enfermedad crónica sin importar la edad
(enfermedades
cardíacas
o
pulmonares,
hemoglobinopatías,
hipogamaglobulinemias, diabetes u otras enfermedades metabólicas,
fibrosis quística, falla renal), pacientes sometidos a cirugía mayor, médicos
o personal de enfermería que cuidan este tipo de pacientes y familiares de
los pacientes antes señalados.
La efectividad de la vacuna de influenza está relacionada con la edad
de la persona vacunada, la competencia del sistema inmune y el grado de
similitud antigénica entre el virus vacunal y el virus causante de la
epidemia. Para lograr una mayor efectividad se requiere que la vacunación
sea administrada en forma anual y es necesario tener presente que la
inmunidad sólo ocurre al menos 15 días después de su administración. El
grado de efectividad después del primer año de la primera dosis es del
75%, es decir, que de 100 casos sólo 75 previenen la enfermedad por la
vacunación; después del segundo año, el grado de protección disminuye,
razón por la que se aconseja vacunar cada año. La efectividad de la vacuna
dependerá de la similitud antigénica entre el virus circulante y las cepas
vacunales para el periodo epidémico.
Tabla 5.12. Composición de las vacunas contra el virus influenza en los últimos 12 años
(Hemisferio Norte)
Año
H1N1
H3N2
Influenza B
1996-1997
A/Texas/36/91
A/Wuhan/359/95
B/Harbin/7/94
1997-1998
A/Bayern/7/95
A/Nanchan/933/95
B/Harbin/7/94
1998-1999
A/Johannesburgo/82/96
A/Sydney/5/97
B/Yamanashi/166/98
1999-2000
A/Beijing/262/95
A/Panamá/2007/99
B/Yamanashi/166/98
2000-2001
A/New Caledonia/20/99
A/Panamá/2007/99
B/Yamanashi/166/98
2001-2002
A/New Caledonia/20/99
A/Moscow/10/99
B/Sichuan/379/99
2002-2003
A/New Caledonia/20/99
A/Moscow/10/99
B/Hong Kong/330/2001
2003-2004
A/New Caledonia/20/99
A/Fujian/411/2002-like
B/Hong Kong/330/2001
2004-2005
A/New Caledonia/20/99
A/Fujian/411/2002-like
B/Shangai/361/2002
2005-2006
A/New Caledonia/20/99
A/California/7/2004
B/Shanghái/361/2002
2006-2007
A/New Caledonia/20/99
A/Wisconsin/67/2005
B/Malasia/2506/2004
2007-2008
A/Brisbane/59/2007
A/Uruguay/716/2007
B/Florida/4/2006
2008-2009
A/Brisbane/59/2007
A/Uruguay/716/2007
B/Florida/4/2006
2009-2010
A/Brisbane/59/2007
A/Brisbane/59/2007
B/Brisbane/60/2008
2010-2011
A/California/6/2009
A/Perth/16/2007
B/Brisbane/60/2008
2011-2012
A/California/6/2009
A/Perth/16/2007
B/Brisbane/60/2008
2012-2013
A/California/7/2009
A/Victoria/361/2011
B/Wisconsin/1/2010
2014-2015
A/California/7/2009
A/Texas/50/2012
B/Brisbane/60/2008
2015-2016*
A/California/7/2009
A/Suiza/ 9715293/2013 (H3N2)
B/Puhket/3073/2013
Los virus A/Wisconsin/15/2009 y A/Victoria/210/2009 son similares al virus A/Perth/16/2009. El
virus B/Wisconsin/1/2010 es de la línea Yamagata. También incluye la tetravalente que adiciona la
cepa B/Brisbane/60/2008.
Los efectos secundarios, reactogénicos o indeseables se observan en
las siguientes 24 a 48 horas de administración e incluyen: fiebre, malestar,
mialgia, dolor, calor e inflamación locales. Las manifestaciones
reactogénicas son más frecuentes en niños y en pacientes que no posean
anticuerpos. Durante la epidemia de 1976-77, cuando se administró una
cepa porcina, se asoció la aparición de síndrome de Guillain Barré en
individuos vacunados, con un riesgo 4-8 veces mayor que en individuos no
vacunados. En posteriores vacunaciones no se ha podido demostrar esta
asociación. En los grupos señalados como de alto riesgo, los beneficios
sobrepasan el posible riesgo de Guillain Barré.
La única contraindicación absoluta es la alergia fuerte al huevo
(reacción anafiláctica). La eficacia de la vacunación puede variar de una
persona a otra, en general la vacuna induce resistencia a la enfermedad. La
efectividad de la vacuna contra la influenza cambia de año a año,
dependiendo del grado de similitud antigénica de las cepas vacunales
(escogidas nueve a 10 meses previos al periodo epidémico) y las cepas que
circulan durante el periodo que se quiere prevenir. Las nuevas mutaciones
que aparecen año tras año disminuyen la habilidad de los anticuerpos
inducidos por la vacuna de inhibir y neutralizar el nuevo virus circulante,
por lo tanto, disminuyen la eficacia. A partir de estudios realizados en
adultos jóvenes sanos, se ha calculado que la eficacia de la vacuna de
influenza puede ser del 67-92%. En un estudio de casos y controles se
comprobó que la eficacia fue mayor para el subtipo (H3N2), debido a la
identidad genética de la cepa vacunal y las distintas cepas causantes de los
brotes epidémicos. En ancianos que no conviven en ancianatos, la vacuna
reduce la hospitalización en 70% y la mortalidad asociada a influenza en
80%. En ancianos que conviven en ancianatos, el riesgo de hospitalización
se reduce en 50%, la neumonía en 60% y la mortalidad en 80%.
La eficacia parece ser mayor después de la administración de dosis
repetidas de vacuna que después de la primera dosis. La vacuna es menos
efectiva en prevenir la enfermedad; sin embargo, la vacuna disminuye la
gravedad de los síntomas mayores. La relación riesgo de mortalidad versus
beneficio es de 200 a 400 en favor de la vacunación. La vacuna, por el
hecho de ser inactivada, protege directamente a la persona que la recibe. Si
el individuo desarrolla una buena respuesta, podrá limitar la infección y
disminuir la gravedad de la sintomatología. Otra ventaja es que el
individuo vacunado excreta menos virus y, por lo tanto, es menos
infectante. Para lograr un efecto amplio sobre la población y cortar un
brote epidémico, se necesita de una vacunación masiva en una comunidad.
Por su costo, eficacia, y características antigénicas ya señaladas, la
vacuna es aconsejada por expertos del Comité de Prácticas Vacunales de
EE.UU. (ACIP por Advisory Committee on Immunization Practices), en
los siguientes casos:
1.
Personas de 50 años o mayores.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
Niños mayores de seis meses o adultos con enfermedades crónicas de tipo cardiovascular o
pulmonar, incluyendo el asma bronquial.
Niños mayores de seis meses o adultos con enfermedades crónicas de tipo metabólico,
incluyendo diabetes, insuficiencia renal, hemoglobinopatías, hipertensión o
inmunosupresión.
Niños de seis meses a 18 años que se encuentren recibiendo tratamientos prolongados a base
de aspirina a fin de disminuir el riesgo potencial de síndrome de Reye.
Personal médico, enfermeras y paramédicos que trabaje en servicios hospitalarios o servicios
de urgencia.
Estudios han demostrado que la mujer embarazada puede tener riesgos mayores frente a la
infección por virus influenza como resultado de la sobrecarga cardiaca, el manejo excesivo
de líquidos, el consumo de oxígeno aumentado, la disminución en la capacidad pulmonar y
los cambios en el tipo de respuesta inmune. Por estas razones se recomienda a mujeres en
segundo o tercer trimestre del embarazo y en riesgo de exposición al virus influenza. Se
calcula que se puede prevenir dos hospitalizaciones por complicaciones del embarazo por
cada 1.000 dosis aplicadas en este grupo.
Personal que trabaja en ancianatos o manejan pacientes considerados como de alto riesgo
(enfermeras, médicos, residentes, terapeutas).
Personas que convivan o estén en contacto continuo con pacientes de alto riesgo. Estas
personas al infectarse pueden desarrollar formas clínicas o subclínicas y tienen riesgo de
transmisión a las personas que cuidan o con quienes conviven.
Niños de 6-23 meses.
Viajeros a zonas tropicales, a los hemisferios norte o sur en periodo de epidemia, personas
que hacen tures.
A partir de 2003 se autorizó por la FDA de EE.UU. una vacuna de
virus vivos atenuados (LAIV) adaptados para el crecimiento a bajas
temperaturas (cold adapted) y comercializados bajo varias marcas como
FluzoneTM (Sanofi Pasteur) FluMistTM (Medimmune). Esta vacuna se aplica
por vía intranasal en forma de aerosol y contiene una mezcla de los tres
virus seleccionados para su aplicación en el mundo. La manera más
eficiente de producir nuevas semillas vacunales para los nuevos virus que
emerjan es mediante procesos de recombinación genética que partan de
una cepa atenuada y las nuevas cepas virulentas, transfiriendo los genes de
la HA y NA viral de la nueva cepa a otra que posee genes de tipo atenuado
(figura 5.5). En este método es necesario que los genes responsables de la
atenuación no estén en los que codifiquen para la HA o NA, ya que estos
deben derivar de la cepa salvaje virulenta. Los virus vacunales vivos
atenuados emulan la vía natural de infección y se replican en la mucosa
nasal, por lo tanto, esta vacuna produce una respuesta inmune local y
sistémica y probablemente una respuesta de células T. Las cepas vacunales
deben ser infecciosas, inmunogénicas, no causar efectos indeseables en
personas no inmunes y genéticamente deben ser estables. Se ha encontrado
que esta vacuna se elimina con secreciones respiratorias por cortos
periodos de tiempo y en títulos muy bajos, por lo cual la transmisión de
persona vacunada a persona no vacunada se considera un evento muy
fortuito (tasa de transmisión de 0.58%). Según recomendaciones de la
ACIP sólo se debe tener precaución de no vacunar personas que se
encuentren en contacto con pacientes con alto grado de
inmunocompromiso. La vacuna atenuada ha sido recomendada para
personas sanas entre los 5-49 años de edad. Estudios recientes demostraron
que la vacuna viva atenuada es más eficaz en la reducción de casos de
influenza aun en aquellos niños en quienes se presentaban discrepancias
entre el virus vacunal y el virus circulante en su entorno. Se ha reportado
un aumento en la hiperreactividad bronquial en niños que han recibido la
vacuna viva atenuada.
Finalmente, otras vacunas de tipo universal contra el virus influenza
A han sido propuestas. El diseño se basa en una proteína recombinante
entre la proteína M2 y las proteínas del virus de la hepatitis B.
Figura 5.5. Producción de cepas vacunales para LAIV (Live Attenuated Influenza Vaccines) a
partir de virus atenuados y salvajes por procesos de recombinación genética entre dos tipos de
virus influenza A
Utilizando la propiedad de tener un genoma segmentado se pueden seleccionar mutantes que poseen
los genes de la hemaglutinina (HA) y neuraminidasa (NA) de la cepa virulenta y los otros genes de
la cepa atenuada.
Vacuna contra el virus polio
El virus de la poliomielitis es un enterovirus que se transmite por vía oral
dando lugar en el 90% de las infecciones a cuadros asintomáticos con una
respuesta inmune específica protectora. En el 9% de los casos, los cuadros
clínicos son inespecíficos y de igual manera dan una respuesta inmune
protectora. Finalmente, en tan solo un 1% de las personas infectadas se
presentan cuadros clínicos de parálisis flácida por compromiso de las
neuronas motoras, deja secuelas permanentes y ocasionalmente puede
llevar a la muerte del paciente por compromiso del bulbo raquídeo y de los
músculos respiratorios.
El virus polio tiene tres serotipos distintos (PV1, PV2, PV3) que no
presentan una respuesta inmune protectora de tipo heterotípico, por esta
razón las VOP y las VIP son trivalentes, es decir, poseen los tres serotipos
del virus en la misma vacuna. Por lo anterior, para la prevención de esta
entidad se requiere de vacunas polivalentes. Existen dos tipos de vacunas
anti-poliomielíticas: la vacuna de virus vivos atenuados o vacuna oral de
polio (VOP) y la vacuna inactivada (VIP) de administración parenteral.
La vacuna contra el virus polio posee tres cepas virales de cada uno de los
serotipos: polio tipo 1 (Mahoney o Brunhilde); polio tipo 2 (Lansing); y
polio tipo 3 (León).
La VIP fue desarrollada por Johannes Salk (1914-1995) en 1955, se
administra por vía subcutánea o intramuscular. Luego de dos dosis se
observa un alto grado de seroconversión (cercano al 100%). Esta vacuna
también se administra en tres dosis, con un intervalo entre dosis de 4-8
semanas, seguida de refuerzos al año y en época preescolar (seis años).
Para mantener una buena respuesta, los refuerzos deben administrarse cada
cinco años, cuando esta vacuna se utiliza como único inmunógeno. La VIP
es efectiva en un 60-70% en la prevención de polio tipo 1 y en más del
90% en la protección contra polio tipo 2 y 3. La VIP protege contra las
formas bulbares de la enfermedad en un 94% de los casos. Algunos países
como Holanda adoptaron programas de vacunación con la VIP y
mostraron muy buena protección entre su población. La VIP es más
costosa que la VOP, necesita un número mayor de dosis y no evita la
replicación entérica del virus polio, por esta razón se observaron brotes
epidémicos de poliomielitis en Holanda y Canadá entre poblaciones que
por razones religiosas o culturales no aceptaban la práctica vacunal. La
presencia de casos de polio posvacunal (tabla 5.13) ha justificado que
muchos países desarrollados acepten solamente el uso de VIP.
La vacuna atenuada de polio fue desarrollada inicialmente en 1950
por el científico polaco Hilary Koprowski (1916-2013) quien envío el
virus semilla a Albert Sabin para los procesos finales de atenuación. Los
diferentes serotipos de polio tienen cinéticas de replicación diferentes en el
hospedero, por lo que se encuentran en diferentes concentraciones en la
vacuna (1.000.000 unidades infecciosas de la cepa Sabin 1.100.000
unidades infecciosas de la cepa Sabin 2 y 600.000 unidades infecciosas de
la cepa Sabin 3). La VOP se administra en tres dosis separadas entre sí por
un periodo de dos meses y se inicia a los dos o tres meses de edad. Se
utiliza un refuerzo a los tres años de terminado el esquema inicial. La
lactancia no interfiere con la respuesta del paciente, por ende, no necesita
ser interrumpida. Algunas cepas de virus entéricos salvajes pueden
interferir con la infección por los virus atenuados, disminuyendo la
eficacia de las vacunas orales. En las campañas de vacunación masiva
iniciadas en 1988 como parte del plan de erradicación del polio, en nuestro
medio, se inició el esquema de vacunación incluso en niños recién nacidos.
Ya que los recién nacidos pueden no tener una respuesta adecuada a la
vacuna, se aconseja que quienes fueron vacunados a temprana edad
reciban las tres dosis reglamentarias. Los pacientes que reciben VOP
pueden tener niveles de anticuerpos anti polio-3 muy bajos, no protectores,
por lo que se pueden beneficiar de una dosis de VIP.
Tabla 5.13. Vigilancia de la poliomielitis y parálisis flácidas en Colombia y América Latina
Año
Casos Col.
EV aislados Col
Casos Am.
EV aislados Am.
PVa Col
PVa Am.
1996
216
41
1.547
285
5
25
1997
171
11
1.411
165
2
16
1998
159
17
1.147
163
1
10
1999
163
15
1.296
77
2
17
2000
157
14
1.495
154
3
31
2001
140
12
1.702
195
0
41
2002
99
9
1.602
211
2
24
2003
125
14
1.583
242
0
28
2004
178
19
1.411
136
0
31
2005
126
13
1.614
163
0
25
2006
196
12
1.464
93
3
25
EV: enterovirus. Col: Colombia. Am.: América Latina. PVa: casos de parálisis flácida asociados a
la vacuna polio. Datos obtenidos de estadísticas de la Oficina Sanitaria Panamericana
(www.paho.org).
Ambos tipos de vacuna se asocian con una alta efectividad y
protección del 95% de los vacunados. La ventaja de la vacuna oral radica
en la producción de una respuesta inmune en la mucosa gastrointestinal,
sitio de entrada del virión. Otra ventaja de la vacuna oral es la de
inmunizar a la población que rodea al individuo vacunado, efecto que se
conoce como de vacunación de rebaño. Esta ventaja puede ser también una
desventaja, si la persona vacunada se pone en contacto con una persona
inmunocomprometida o en caso de los excretores prolongados de vacuna
oral que pueden colocarse en contacto con personas en riesgo.
Las complicaciones de polio paralítico posvacunal se presentan en
inmunocomprometidos y ocasionalmente pueden observarse también en la
población que rodea al vacunado (con un riesgo que se calcula entre uno
por cada 750.000 a 4.100.000 dosis, el riesgo es mayor con la primera
dosis). El número de casos de polio posvacunal se calculó para el periodo
1961-1989 en 2-8 casos/año en los Estados Unidos; este riesgo es mayor al
riesgo de polio por virus salvaje durante los periodos de vacunación
masiva, por lo que los países que tienen recursos económicos, la VOP ha
sido reemplazada por la VIP, que es menos inmunogénica pero más
segura. En la tabla 5.13 se detalla la situación de polio posvacunal en
Colombia y América Latina en los últimos años. Sin embargo, a pesar de
la utilización de VIP se pueden observar casos de polio posvacunal
trasmitidos por personas portadoras crónicas del virus vacunal o por cepas
importadas por turistas provenientes de países en los que todavía se utiliza
la VOP. Otro efecto secundario atribuido al uso de VOP es el síndrome de
Guillain Barré; casos diferentes a los reportados en Finlandia, no han sido
informados. Si se necesita vacunar a una mujer embarazada, debe evitarse
la VOP por el riesgo teórico de toda vacuna de virus vivos atenuados; sin
embargo, estudios epidemiológicos muestran que la VOP y la VIP son
seguras.
En 1988 se lanza una iniciativa denominada Global Polio
Eradication Initiative. Esta iniciativa pretendía erradicar la poliomielitis
para el 2000 utilizando como vacuna la VOP. En las Américas el último
caso de poliomielitis se registró el 23 de agosto de 1991 en Perú. Luego de
múltiples campañas de vacunación masiva, en 2015 sólo se registran casos
de poliomielitis por cepas salvajes en Somalia, Afganistán, y Pakistán y
casos de polio vacunal en Madagascar, Nigeria y Sudán del Sur. Se
consideran aún endémicos Nigeria, Afganistán, y Pakistán.
Vacuna contra el virus de la rabia
La rabia es una zoonosis que afecta al humano por contacto accidental con
un animal infectado. La rabia es fatal en el 100% de los casos, en la
literatura sólo existen siete casos reportados de pacientes que
sobrevivieron a la enfermedad.
El pilar fundamental para prevenir la rabia es el buen manejo de la
herida. El lavado con soluciones jabonosas al 20% disminuyen el riesgo de
rabia en un 90%. La entidad tiene un periodo de incubación largo, que
permite como parte de un tratamiento postexposición, razón por la cual, el
uso de vacunas permite generar una respuesta inmune protectora que
elimina el virus infectante antes del daño neuronal.
Cada año unos 10 millones de personas sufren un accidente rábico
en el mundo y mueren por rabia cerca de 50 mil a 100 mil personas; la
mayoría de accidentes rábicos están asociados a la mordedura de un perro
infectado. En Colombia cada año se presentan entre 15.000 y 25.000
accidentes rábicos y entre tres y cinco pacientes mueren cada año por
rabia.
La vacuna de la rabia es empleada en forma preventiva
preexposición en personal en riesgo y como vacunación masiva en
animales domésticos y ocasionalmente salvajes. Los casos de muerte por
rabia en humanos son infrecuentes en las regiones en donde se tiene
controlada la rabia canina. La vacunación preexposición individual se
aplica a grupos de riesgo profesional mientras que las formas
terapéuticas postexposición se utilizan en personas expuestas a animales
infectados por el virus de la rabia (tabla 5.14).
Durante mucho tiempo se empleó la vacuna inactivada de la rabia
preparada en cerebro de ratón lactante. Esta vacuna es una suspensión al
1% de cerebro de ratón de cuatro días de nacido, inoculado con virus fijo y
luego inactivado con luz ultravioleta. A esta vacuna se le atribuyeron
reacciones reactogénicas de tipo encefalitis o polineuritis grave o fatal
(tasa de presentación 1,5:1.000 a 1:8.000 vacunados); la vacunación debía
descontinuarse si ocurrían complicaciones neurológicas.
Tabla 5.14. Vacunas e inmunoglobulinas utilizadas en la prevención y tratamiento del
accidente rábico
Productor
Nombre comercial
Dosis y forma de
aplicación
Esquema de vacunación (días)
Indicación
Chiron-Behring
Rabipur®
2,5 UI/ml/ 1ml dosis I.M.
0, 7, 21 o 28
0, 3, 7, 14, 30
Preexposición
Postexposición
Sanofi Pasteur
Imovax®
2,5 UI/ml/ 1ml dosis I.M.
0, 7, 21 o 28
0, 3, 7, 14, 30 y 90
Preexposición
Postexposición
Sanofi Pasteur
Imogan®
Inmunoglobulina
20 UI/Kg vial 300 U.I
Postexposición
Vecol
Rabicán Veterinaria
1 ml IM o SC
Cada 2 años
Preexposición
Brilliant
BioPharma
Rabivac-Veterinaria
1 ml IM o SC
Cada 2 años
Postexposición
Virbac
Rabigen Veterinaria
Proteína G virus de la
rabia
Oral anual
Preexposición
INS
Suero antirrábico Het
Suero antirrábico
Hom.
40 UI/Kg dosis única
20 UI/Kg dosis única
Viales de 10ml 250 y 120
UI/ml
Viales de 2, 5 y 10ml. 150
UI/ml
Postexposición
Postexposición
I.M: intramuscular. S.C: subcutánea. U.I: unidades internacionales. CRL: cerebro de ratón lactante.
Het: heterólogo. * dejó de ser producida. Hom: Homólogo.
Debido a las complicaciones de la vacuna preparada en cerebro de
ratón lactante, se desarrollaron vacunas en cultivo de células diploides
humanas (HDCV), de riñón de mono rhesus (RMK), en células vero o en
fibroblastos de embrión de pollo. Estas vacunas inactivadas, libres de
proteínas de tejido nervioso, son mucho más seguras. Estas vacunas
utilizan como adyuvante el fosfato de aluminio. La vacuna HDCV se
administra por vía intramuscular o intradérmica. La vacuna RVA sólo por
vía intramuscular. En caso de exposición primaria, la vacuna HDCV
(Rabipur®) se aplica según el esquema de cinco dosis 0, 3, 7, 14 y 28 días.
El esquema debe ser estricto, en caso fortuito de interrupción del esquema
señalado, debe reanudarse y completarse la totalidad de la dosis. Las cinco
dosis producen respuesta protectora cercana al 100% de los casos (como
con todas las vacunas nunca se puede hablar de una protección del 100%).
Si la vacuna se administra en forma profiláctica (postexposición) a
personas que por razones ocupacionales tienen un alto riesgo de
mordedura (cuidado de animales, veterinarios, laboratorio), el esquema
sugerido es de tres dosis de 1 ml aplicadas vía intramuscular los días 0, 7,
21 o 28 o según esquema acortado de dos dosis iniciales seguidas de una
dosis los días siete y 21 o 28. Si la persona ha recibido en el año anterior
un esquema de vacunación completo, el esquema de revacunación consiste
en tres dosis, según esquema 0, siete y 28 días; en caso de la aplicación
parcial del esquema de vacunación, se debe iniciar el esquema completo.
En caso de personas que por motivo de su oficio se encuentre en
grupos de alto riesgo, deben ser vacunadas y los niveles séricos de
anticuerpos se deben controlar periódicamente. Se consideran niveles de
anticuerpos protectores los títulos mayores a 0.5 UI/ml. Los refuerzos para
personas con exposición frecuente deben hacerse cada dos años. En caso
de exposición accidental de una persona previamente vacunada se puede
vacunar con un esquema abreviado. La herida debe ser lavada
extensamente y el número de dosis se limita a tres aplicaciones los días 0,
7 y 14, estos pacientes no requieren globulina hiperinmune. Si han pasado
más de tres años desde la última aplicación de la vacuna, se puede
justificar un esquema completo de vacunación.
Las reacciones adversas se dividen en locales, en 30 a 70% de los
casos, y sistémicas como fiebre moderada, cefalea, náusea, astenia,
mialgias o dolores abdominales en 5 a 40% de los casos. Un menor
porcentaje presenta artralgias, artritis o angioedema.
Todos los casos de accidente rábico grave, mordedura en sitios en
los cuales el periodo de incubación es más corto por su distancia al sistema
nervioso central o por su grado de innervación (cara, manos, escroto),
deben recibir inmunoglobulina antirrábica. La vacuna puede ser asociada
al suero hiperinmune antirrábico de origen animal o humano. Los sueros
antirrábicos de origen humano se preparan a partir de plasma de personas
que han sido vacunadas contra la rabia y que presentan títulos altos de
anticuerpos, estas inmunoglobulinas son seguras aunque costosas. Los
sueros antirrábicos heterólogos son de origen equino y deben administrarse
con precaución por las posibles reacciones alérgicas (reacciones
anafilácticas) o enfermedad del suero (aparición de fiebre, artralgias,
malestar y lesiones pápulo pruriginosas una a dos semanas después), para
evitar estos efectos indeseables debe realizarse prueba de puntura o
intradermorreacción aplicando 0.1 ml de una dilución 1:100 del suero. La
mitad de la dosis del suero heterólogo debe aplicarse intralesional, previo
lavado extenso de la herida con soluciones jabonosas. El suero heterólogo
se aconseja que sea aplicado una sola vez en la vida, por una probable
sensibilización que se produzca luego de su administración. A pesar de su
gran utilidad el suero antirrábico no siempre es usado en países de Asia,
África o América Latina; su uso varía entre 20-95% de los casos. Por estos
efectos indeseables, el suero heterólogo tiende a ser reemplazado por
gamma globulina humana antirrábica.
Un método para disminuir los costos de vacunación es la aplicación
intradérmica de la vacuna. Se ha demostrado que menores cantidades de
inmunógeno son requeridas mediante esta vía de inmunización. Esta
práctica debe hacerse por personal muy bien entrenado para evitar fallas en
la terapia postexposición. Las fallas en la terapia postexposición son
debidas a la demora en el inicio del tratamiento, la falta de lavado de las
heridas, la no aplicación de suero antirrábico, las múltiples heridas sufridas
en zonas muy inervadas, la falta de seguimiento del protocolo de manejo y
solo en casos excepcionales, se puede afirmar que se debe a variantes
virales no cubiertas por la vacuna aplicada.
La vacuna canina se produce a partir de la cepa Pasteur en células
BHK-21. Contiene 2,5 UI/ml y se aplica 1 ml I.M. ó S.C. cada dos años en
profilaxis. Se han desarrollado vacunas a partir de vacuna de virus vacuna
que expresa la proteína G viral (Vaccinia-rabies glycoprotein V-RG o
RAG-2 Rabigen Virbac®), estas vacunas son comestibles y se administran
mediante cebos que se distribuyen por vía aérea para inmunizar a los
animales salvajes.
Vacuna contra el virus de la rubéola
La rubéola es una enfermedad exantemática muy frecuente en la infancia
que tiene como principal complicación, el síndrome de rubéola congénita
cuando cursa en mujeres embarazadas. Desde 1985 en Colombia se
reportan en promedio unos 7.000 casos 1985 y 1995 fluctuaron entre 7.518.5:100.000 habitantes. Además, en Colombia una de las cinco primeras
causas de mortalidad en niños de cero a cuatro años está asociada a
malformaciones congénitas. Las cardiopatías congénitas asociadas a
rubéola constituyen el 59-62% de todas las malformaciones en los últimos
años. Las consecuencias más graves de la rubéola son las encefalitis en
personas infectadas y los abortos, partos prematuros, las muertes in útero y
las malformaciones congénitas asociadas a la infección materna durante
los dos primeros trimestres del embarazo. Como se observa en la tabla
5.15, la vacunación sistemática utilizada desde 1968 ha impactado desde el
punto de vista de salud pública, como lo refleja una disminución de casos
de rubéola y de síndrome de rubéola congénita (SRC). Con esta vacuna, el
grupo que la recibe tiene solamente un beneficio parcial, evitando las
formas graves de la enfermedad, pero el grupo más favorecido son los
recién nacidos y las mujeres embarazadas.
La vacuna contra la rubéola está constituida por virus vivos
atenuados, es preparada desde 1979 en células diploides humanas con la
cepa viral Wistar RA27/3. La vacuna se aplica por vía subcutánea a una
dosis de 1.000 TCID (tissue culture infectious dose), la inmunidad
generada es de tipo celular y humoral. Algunos de los productos
disponibles se muestran en la tabla 5.16.
Es eficaz en 95% de los casos y, quizá, su protección es de por vida.
La vacuna puede aplicarse sola o en combinación con otros inmunógenos
como el sarampión y parotiditis (vacuna triple viral) en una vacuna
conocida como MMR (Measles, Mumps and Rubella). Si la vacuna se
administra después de exposición al virus silvestre, no protege de la
enfermedad. En algunos países se suele vacunar a las mujeres adolescentes
o como parte del refuerzo acostumbrado contra el sarampión.
Tabla 5.15. Casos de rubéola y síndrome de rubéola congénita (SRC) reportados en Colombia
Año
Casos de rubéola
Casos de SRC
2001
1.144
ND
2002
1.559
ND
2003
866
ND
2004
110
ND
2005
1.119
118
2006
2186
9
2007
176
17
2008
501
92
2009
1.103
183
2010
234
32
2011
ND
ND
2012
ND
ND
Fuente: IQUEN. ND: no hay dato.
Tabla 5.16. Diferentes cepas vacunales de virus rubéola utilizadas
Productor
Nombre
comercial
Cepas virales
GlaxoSmith
Kline
Cendevax ®
Merck*
Meruvax II ® Wistar RA27/3
Varios en
Asia
Cendehill
Matsuba, DCRB 19, Takahashi, Matsura,
TO336, BRD-2
Edad vacunación
Atenuación
18 meses, escolares,
adolescentes.
MKC y RKC
18 meses, escolares,
adolescentes.
WI-38 múltiples
pases
18 meses, escolares,
adolescentes.
AGMK: african green monkey kidney. DECC: duck embryo cell culture. MKC: monkey kidney
cells. RKC: rabbit kidney cells. WI-38: human diploid cell culture. Las vacunas modernas utilizan
la cepa Wistar RA27/3.
Como regla general, por tratarse de un virus vivo atenuado que se
replica en el hospedero, debe evitarse el uso de la vacuna en mujeres
embarazadas y, aún más, debe evitarse la concepción hasta tres meses
después de recibida la vacuna. La cepa vacunal es capaz de atravesar la
placenta; en un estudio prospectivo de 700 embarazadas que recibieron la
cepa vacunal no se reportó en ninguno de los hijos malformaciones
congénitas. Adicionalmente, durante las campañas de vacunación masiva
en Brasil y Colombia en 2005, se aplicó la vacuna a personas entre los 14
y 39 años, utilizando una vacuna bivalente sarampión-rubéola; en estas
campañas miles de mujeres embarazadas recibieron la vacuna sin que se
hubieran reportado alteraciones en sus recién nacidos, esta amplia
casuística nos muestra que el virus vacunal no es teratogénico. Las mujeres
que lactan pueden transmitir el virus con la leche materna, en este grupo de
pacientes con evidencia serológica de infección, no se ha reportado
enfermedad. Otra contraindicación la constituyen los estados de
inmunosupresión.
Los efectos secundarios incluyen la fiebre baja (16%), exantema
(5%), adenopatías (1.3%) se presentan entre cinco y 21 días después de la
vacunación. En mujeres adolescentes y adultas jóvenes la inmunización
causa artralgia en el 25% de los casos. Complicaciones menos frecuentes
incluyen convulsiones febriles en 1:3000 dosis, la trombocitopenia ocurre
en 1:30000 dosis y puede asociarse a manifestaciones de hemorragias. Las
alergias se pueden presentar en 1:1.000.000 dosis, otras manifestaciones
como sordera y convulsiones de larga duración con pérdida de la
conciencia, coma y daño cerebral, son mucho menos ocurrentes y no se
pueden asociar a la vacuna. La gamma globulina, como profilaxis
postexposición a rubéola en mujeres durante el primer trimestre del
embarazo, no está recomendada ya que no protege, únicamente debe
administrarse en casos en los que no pueda hacerse una interrupción del
embarazo.
Vacuna contra el virus del sarampión
El sarampión es una enfermedad febril, exantemática sistémica, propia de
la infancia, caracterizada por su alta transmisibilidad, alta morbilidad y
mortalidad. La entidad es capaz de causar cuadros serios de
inmunosupresión acompañadas de infecciones bacterianas importantes en
los pulmones y oído medio. A pesar de contar con una vacuna eficaz, el
sarampión sigue siendo una causa importante de mortalidad en países
subdesarrollados y de brotes epidémicos en naciones industrializadas. En
Colombia hay una tendencia a la baja en el número de casos reportados
(tabla 5.17).
La vacuna contra el sarampión es una vacuna de virus vivos
atenuados, producida a partir de la cepa Edmonston, que fue atenuada
mediante pases en células de fibroblastos de pollo hasta dar lugar a algunas
cepas más atenuadas como la Schwarz, Moraten, Zagreb, Leningrado y
Shangai-191. La dosis vacunal contiene entre 103 y 104 p.f.u. (plaque
forming units), se han ensayado dosis vacunales mayores (10 a 100 veces
la dosis inicial) en niños que no responden al esquema inicial, pero se ha
visto un incremento en la mortalidad dos a tres años después en niñas que
recibieron esta mayor dosis. La edad de vacunación es determinante para
una buena respuesta a la vacuna. Los niños menores de seis meses poseen
aún anticuerpos maternos que interfieren con una buena respuesta a la
vacuna, en niños menores de nueve meses, la tasa de seroconversión es del
80%. Cuando se administra después de los 15 meses, la eficacia de la
vacunación es del 95% (rango 90-98%). Una dosis es suficiente para
otorgar inmunidad adecuada de larga duración y probablemente de por
vida. Dado que un buen porcentaje de las madres contemporáneas posee
anticuerpos adquiridos por vacunación y no por infección natural (niveles
de anticuerpos más bajos), hoy en día es mejor la respuesta de los niños
vacunados de 12 meses con respecto a lo observado en décadas anteriores.
Los estudios serológicos muestran que el 99% de las personas que reciben
dos dosis de vacuna presentan seroconversión. La vacuna puede ser eficaz
en el manejo postexposición si se administra en las primeras 72 horas del
contacto. La vacuna liofilizada es estable pero una vez reconstituida pierde
su actividad muy rápido a temperatura ambiente.
La vacuna es necesaria en todo individuo que no posea inmunidad
(no expuesto o no vacunado) independientemente de la edad. El virus
silvestre es muy potente en la transmisibilidad y puede sostenerse en la
naturaleza, aun con muy bajos porcentajes de seronegativos (2 al 5%),
aquellos que no seroconvirtieron o no recibieron la vacuna.
Tabla 5.17. Casos* de sarampión reportados en Colombia
Año
Casos de sarampión
2001
511
2002
4.054
2003
861
2004
ND
2005
553
2006
97
2007
110
2008
353
2009
539
2010
234
* No confirmados por laboratorio. Fuente: IQUEN. ND: no hay dato.
Al llegar al colegio confluyen estudiantes de diferentes orígenes
geográficos y sociales, factor que influye para que convivan estudiantes
inmunes y no inmunes y puedan ocurrir brotes epidémicos entre los
pacientes susceptibles. Esta razón hace necesaria la vacunación al entrar a
la educación media. Para evitar los casos en adultos observados aun
cuando se ha asegurado una buena inmunización durante la infancia, pero
todavía persiste un bajo porcentaje de adultos jóvenes seronegativos. El
refuerzo de vacuna triple viral (sarampión, parotiditis y rubéola) sirve
también como medida para reforzar la respuesta a la rubéola en las
adolescentes.
La vacuna está contraindicada en pacientes con inmunosupresión
(leucemia, uso de inmunosupresores), con la excepción de los casos con
infección por VIH en los que la enfermedad es mucho más grave que los
efectos secundarios de la vacunación. En pacientes con infección VIH la
tasa de seroconversión es más baja. En niños con bajos recuentos de
linfocitos CD4 no se aconseja efectuar la vacunación.
Entre cinco y 12 días después de la inmunización se presentan
algunas reacciones adversas asociadas a la replicación viral. La
manifestación más frecuente es una enfermedad leve, fiebre hasta de 39.4
ºC en 5-15 % de los casos que puede durar un par de días. El efecto
dramático es una erupción cutánea en aproximadamente el 5% de los
casos. Estas manifestaciones son fácilmente controlables con antipiréticos
de tipo acetaminofén y medios físicos antitérmicos (baños con agua tibia).
Es necesario que la fiebre sea controlada, puesto que la población de
lactantes tiene un mayor riesgo de presentar convulsiones febriles. La
encefalitis posvacunal se presenta en un caso por cada millón de dosis; sin
embargo, no ha sido aún establecida una relación causa-efecto. Otras
complicaciones son las convulsiones, la anafilaxia y la púrpura
trombocitopénica.
El uso de gamma globulina administrada en los primeros seis días
de postexposición puede mitigar el cuadro clínico del sarampión. La dosis
recomendada es de 0,25 ml/kg y el doble en pacientes
inmunocomprometidos (dosis máxima 15 ml). Si no ocurriese infección en
el paciente susceptible, debe ser vacunado después de tres meses de
recibida la gamma globulina.
Vacuna contra el virus de la fiebre amarilla
La fiebre amarilla es la fiebre hemorrágica de mayor peligro en Colombia.
En América la entidad no es holoendémica, sino que se restringe a zonas
selváticas y por esta razón las medidas centradas en el control del vector
no son posibles, los brotes epidémicos no han podido ser controlados, la
medida más útil es la vacunación.
Se calcula que en el mundo ocurren cada año 200 mil casos de fiebre
amarilla de los cuales 500 se dan en Suramérica. Los cuadros clínicos
varían en su gravedad desde pausisintomáticos a enfermedades
multisistémicas y mortales. La vacuna contra la fiebre amarilla ha sido
preparada inicialmente con la cepa francesa neurotropa, aislada por el
Instituto Pasteur en Dakar en 1927 y producida en cerebro de ratón, factor
que le confirió su neurotropismo. Esta cepa vacunal fue reemplazada en
los años 80 por la cepa Rockefeller 17D, libre de efectos neurológicos y
derivada de la cepa Asibi, aislada en 1927 en Gana. La cepa 17D dio
origen a las cepas 17D-204, producida en EE.UU. y Australia (Arilvax ®),
y la cepa 17DD producida en el Instituto Oswaldo Cruz desde 1936. La
vacuna es de tipo viva atenuada y aún sigue siendo preparada en huevos
embrionados, con una tecnología que sigue siendo similar a la utilizada
desde 1940. La cepa vacunal utilizada sufrió una serie de pases en simio
(53 pases), tejido embrionario de ratón (18 pases), tejido embrionario de
pollo (50 pases) y, finalmente, en tejido de pollo al que se le había
eliminado tejido nervioso con el fin de eliminar el neurotropismo. Después
de 204 pases, esta cepa vacunal se mostró segura para el humano. Algunas
semillas virales estaban contaminadas con el virus de la leucosis aviar, que
si bien no se ha detectado que cause efectos indeseables al humano, sí se
han hecho esfuerzos para eliminarlo. Las vacunas producidas en embrión
de pollo total llenan todos los requerimientos de la OMS y se encuentran
libres de virus de la leucosis aviar.
En un seguimiento de 58 mujeres que recibieron la vacuna durante el
primer trimestre del embarazo, se observó que 46 mujeres tuvieron parto a
término, cinco interrumpieron voluntariamente su embarazo y siete
tuvieron aborto espontáneo, dos de los recién nacidos presentaron
malformaciones congénitas mayores (uno con estrechez de la uretra y otro
con hallux valgus trifalángico). La casuística es muy baja para dar
recomendaciones generales en caso de vacunación de mujeres
embarazadas.
Una sola dosis vacunal subcutánea estimula una respuesta inmune
celular y humoral en 90-100% de las personas vacunadas. La vacuna debe
ser administrada al menos dos semanas antes de viajar a zonas de riesgo.
La inmunidad es duradera, se han reportado anticuerpos neutralizantes
hasta 40 años después de la vacunación, sin embargo, se recomienda
realizar refuerzos vacunales cada diez años, pero la duración de la
inmunidad protectora no ha sido aún establecida.
Esta vacuna debe ser administrada 15 o más días antes del
desplazamiento a zonas endémicas. Los efectos adversos de la vacunación
incluyen reacciones locales en el 2-5% de los casos y otros como cefalea,
mialgia y febrícula que no duran más de cinco días. Las complicaciones de
tipo rash, urticaria y asma se presentan en 1:250.000 vacunados y están
asociadas a personas alérgicas a la proteína del huevo. Son infrecuentes las
complicaciones serias como encefalitis y encefalopatía. Desde 1945 se han
reportado asociaciones temporales entre la vacuna y síntomas neurológicos
en 23 casos, con frecuencia en niños menores de cuatro meses (14
reportes), menores de nueve meses (dos reportes), y siete casos entre los
tres y 76 años, por lo tanto, como medida de seguridad, la vacuna debe
administrarse en niños mayores de un año. En personas mayores se han
reportado casos de afección víscerotropa y neurotropa posterior a la
vacunación, por esta razón se debe evaluar la relación costo beneficio
cuando se vacunan individuos mayores de 60 años. Los efectos adversos
posvacunales en mayores de 60 años se calculan en 5,3 por 100.000 dosis.
La vacuna contra la fiebre amarilla es una de las más seguras, no obstante,
se calcula que puede causar muerte en 1-2 personas por millón de dosis
administradas. Debe limitarse su uso en niños menores de un año por el
riesgo de encefalitis posvacunal.
La vacuna está contraindicada en niños menores de seis meses, en
casos de alergia a los componentes de la vacuna, trastornos inmunes
serios, neoplasias, trasplantes y uso de terapias inmunosupresoras o
inmunomoduladoras. También está contraindicada en pacientes con
infección VIH sintomática o recuentos de linfocitos CD4+ menores a 200
células/ml, (15-24% de los linfocitos totales en niños). La vacuna contra la
fiebre amarilla puede ser aplicada a pacientes infectados por el VIH, que
puedan tener riesgo de exposición y que posean un recuento de linfocitos
CD4+ mayor a 200 células/ ml. La tasa de seroconversión en pacientes
infectados por el VIH y células CD4+ ≥ a 250/ml es del 70%.
En los últimos años se han hecho esfuerzos para producir vacunas en
fibroblastos humanos que ofrezcan una mayor seguridad, disminuyendo la
cantidad de proteína aviar por dosis, eliminando el riesgo de leucosis aviar
y bajando los costos de las dosis.
Vacuna contra el virus del papiloma humano
La infección por virus del papiloma humano se considera la infección de
transmisión sexual más frecuente en las mujeres, se calcula que el 20-40%
de las mujeres mayores de 20 años se han infectado con este virus.
La mayoría de infecciones por HPV son benignas, subclínicas,
autolimitadas y revierten espontáneamente, sin embargo, un bajo
porcentaje progresa hacia cáncer de cuello uterino. Cada año en el mundo
se registran 500 mil nuevos casos de cáncer de cuello uterino, lo que
constituye el 10% de cánceres presentes en la mujer. El virus del papiloma
humano causa el 99% del cáncer de cuello uterino, los genotipos 16 y 18
de HPV son responsables de un 70% de los casos. El desarrollo de vacunas
que protegieran contra infecciones localizadas en la mucosa se pensaba
difícil porque para lograr una buena respuesta inmune humoral, el agente
debería pasar por vía sistémica y estimular la producción de anticuerpos
neutralizantes. Otra limitante era que por desconocimiento de probables
efectos secundarios, no se aconsejaba la utilización de vacunas vivas
atenuadas o inactivadas en casos en los que el agente infeccioso se hubiera
relacionado con transformaciones malignas.
La vacuna contra el HPV se basa en el desarrollo de subunidades
virales compuestas por la proteína L1 presente en forma mayoritaria en la
cápside viral. La proteína L1 tiene los epítopes específicos de genotipo y
epítopes comunes. La proteína L1 tiene la propiedad de autoensamblarse
formando estructuras similares a cápsides virales denominadas pseudos
partículas virales o VLPs (por Viral Like Particles). La proteína, al tener
una configuración espacial apropiada, es capaz de inducir la producción de
anticuerpos conformacionales que son los epítopes inmuno dominantes,
que permiten la producción de anticuerpos neutralizantes, la proteína
desnaturada no es capaz de estimular una respuesta inmune protectora. Los
primeros estudios con VLPs demostraron que eran seguros,
inmunogénicos y que estimulaban una respuesta inmune humoral que
disminuía después de dos años, pero que después se mantenía estable por
3,5 años. Los niveles de anticuerpos obtenidos después de vacunación son
5-17 veces superiors a los alcanzados luego de la infección natural; no
existe una media en unidades internacionales (U.I.) para establecer los
niveles de anticuerpos, y menos aún se ha determinado cual es el “título”
de anticuerpos protectores. No existe un consenso sobre la edad ideal de
vacunación, se postula que debe hacerse en preadolescentes, antes de la
menarquia, con el fin de abordar la educción sexual como un todo. En
términos generales, la vacunación profiláctica está indicada en mujeres
jóvenes que no hayan iniciado su vida sexual activa. Una vez infectada la
mujer tiene en las células basales de la mucosa genital una infección
persistente, que no expresa la proteína L1, por lo tanto, una vacunación no
mejoraría en nada la erradicación del virus quiescente. En mujeres con
vida sexual activa el beneficio es limitado e inversamente proporcional al
número de contactos sexuales previos a la inmunización. En hombres no
está aún estudiado su posible efecto benéfico, ya que las lesiones en
hombres como en el caso de infecciones por virus herpes simplex tipo 2,
están localizados más en la mucosa genital externa o en áreas cutáneas, a
este nivel la IgG producida no tiene un efecto protector como si es el caso
en la mucosa genital femenina. La aplicación de la vacuna tetravalente
demostró proteger al 100% de los vacunados contra la aparición de
neoplasia cervical intraepitelial causada por los genotipos 16 y 18 y contra
la aparición de condilomas acuminados. Ya que el 80% de los cánceres
atribuidos a HPV están asociados a cáncer de cuello uterino en mujeres, en
países con recursos limitados se debe dar prioridad a la vacunación de esta
población vulnerable. El hombre debe considerar para efectos prácticos un
reservorio del virus y su vacunación está justificada en campañas de
erradicación más no en proyectos de control de la infección. En un estudio
reciente se observó que la administración de la vacuna tetravalente fue
efectiva en disminuir el riesgo de infección anal, de neoplasia intraepitelial
anal y de cáncer anal en hombres que tenían sexo con hombres. En octubre
de 2011 la ACIP amplió la recomendación del uso de vacuna HPV a todos
los adolescentes hombres con el fin de eliminar la transmisión del virus a
la población femenina, en países con menos recursos económicos esta fase
aún no ha sido implementada.
Existen dos tipos de vacunas, una bivalente que contiene VLP de los
genotipos virales HPV 16 y 18 y otra tetravalente que contiene VLP de
los genotipos virales HPV 16, 18, 6 y 11 (tabla 5.18). La proteína
recombinante de la vacuna bivalente comercializada con el nombre de
Cervarix® es producida en sistemas de levaduras y utiliza como adyuvante
ASO4 que es una mezcla de AlOH3 y 3-O-desacil-4’-mono-fosforil lípido
A (una forma de lipopolisacárido detoxificado o MPL). La proteína
recombinante de la vacuna tetravalente es producida mediante el sistema
de baculovirus, comercializada como Gardasil®, utiliza como adyuvante
AlOH3 y 3-O-desacil-4’-monofosforil lípido A (una forma de
lipopolisacárido detoxificado o MPL). Si bien la vacuna solo protege
contra dos de los 15 genotipos asociados con cáncer de cuello uterino
(conocidos como de alto riesgo) si se conoce que desde el punto de vista
filogenético estos se encuentran muy relacionados y falta aún por
identificar si presentan algún grado de protección cruzada. La inclusión de
nuevos genotipos en vacunas de segunda generación aumentaría el costo
de inmunización en oposición a un beneficio parcial contra genotipos poco
frecuentes, quizá la inclusión de la proteína L2 en estas vacunas tenga un
mayor beneficio dado la protección cruzada contra genotipos incluso
genéticamente distantes.
Tabla 5.18. Vacunas profilácticas anti HPV disponibles
Característica\casa productora
GlaxoSmithKline
Merck
Nombre comercial
Cervarix ®
Gardasil ®
Sistema de producción de VLP
Células de insecto Hi-5. Baculovirus recombinantes
Levadura recombinantes
Genotipos virales incluidos
16, 18
6, 11, 16, 18
Adyuvante
AlOH3, lipopolisacárido A
AlOH3, PO4OH
Sitio de ensayo
EE.UU., Canadá, Brasil
Unión Europea, Brasil
Edad de aplicación
15-25 años
16-23 años
Esquema de vacunación
Tres dosis I.M. 0, 1, 6 meses
Tres dosis I.M. 0, 2, 6 meses
Seguimiento
1,5 años
2,5 años
Infección persistente V/NV
7/0 (100%)
36/4 (90%)
CIN 1+
6/0 (100%)
3/0 (100%)
La reciente introducción de las vacunas nonavalentes (Gardasil 9),
incluye en su formulación los virus del papiloma humano 6, 11, 16, 18, 31,
33, 45, 52 y 58. Se recomienda esta vacuna en mujeres de 9-12 años no
vacunadas previamente o en mujeres de 26 años que no han completado su
esquema de vacunación con tres dosis.
Como efectos indeseables de la vacunación se presenta dolor, rubor
y tumefacción en el sitio de aplicación de la vacuna. Las manifestaciones
generales de tipo cefalea, malestar, fatiga o síntomas gastrointestinales son
poco frecuentes y no muestran diferencia con el grupo control que ha
recibido el placebo.
La vacuna contra el HPV tiene beneficio parcial, está limitado a los
genotipos virales incluidos en la vacuna. Las mujeres que se inmunicen
deben tener muy claro esta limitante y continuar con las medidas de
vigilancia para prevenir el cáncer de cuello uterino. En países en vías de
desarrollo se encuentra el 80% de las neoplasias asociadas a HPV, los
costos actuales del esquema de vacunación de tres dosis (unos US$300),
hacen que las campañas de cubrimiento masivo estén lejos de llevarse a
cabo. La historia nos muestra que como en el caso de la hepatitis B, la
disminución de los costos de vacunación es la única manera para que la
relación costo beneficio pueda lograrse. Si se logra su aplicación masiva,
esta vacuna puede disminuir sensiblemente la incidencia de cáncer de
cuello uterino en el curso de los próximos 10 a 30 años.
En los últimos años se ha aconsejado la vacunación universal con
vacunas nonavalentes o tetravalentes a hombres de 11-12 años y hasta los
21 años para completar un esquema de vacunación de tres dosis.
Personalmente creo que esta etapa de vacunación debe ser abordada una
vez se haya logrado la vacunación universal en mujeres.
Vacuna contra el virus de la parotiditis
La parotiditis es una infección benigna de la infancia causada por un virus
de la familia Paramyxoviridae. El virus de la parotiditis tiene tropismo por
glándulas salivares (parótida, sublinguales y submaxilares) y es la causa
frecuente de meningitis aséptica y encefalitis en los países desarrollados.
En adultos las complicaciones más comunes de infección son la orquitis,
ooforitis y pancreatitis, la infección en mujeres embarazadas puede
ocasionar abortos.
Esta vacuna introducida en 1967 es una vacuna de virus vivos
atenuados, preparada en huevos embrionados con la cepa Jeryl Lynn de la
parotiditis. El número de pases necesario para que un virus silvestre pierda
su virulencia es bajo, comparado con otros virus como el sarampión. Este
fenómeno puede conllevar a una atenuación insuficiente de algunas cepas
vacunales. Una sola dosis subcutánea de 0.5 ml aplicada hacia los 15 o 18
meses de edad, ofrece inmunidad en el 95% de los casos, con una duración
de anticuerpos protectores por más de 10 años. Se ha comprobado que los
hijos de mujeres vacunadas pueden ser vacunados a los nueve meses de
edad, ya que no poseen anticuerpos de origen materno que interfieran con
la respuesta inmune. La vacunación hacia los 12 meses se aplica sola o en
combinación con las vacunas del sarampión y la rubéola (vacuna triple
viral MMR®).
Ya que algunos reportes muestran que el 15-19% de los niños
vacunados presentan ausencia de anticuerpos neutralizantes hacia la edad
de 4-6 años, se recomienda, como en el caso de sarampión y rubéola, una
vacunación en la edad preescolar, junto con los refuerzos de rubéola y
sarampión. La vacunación postexposición no es muy efectiva para proteger
de la infección natural.
Las reacciones posvacunales adversas son raras. Algunos pacientes
han presentado, posterior a la vacunación, convulsiones febriles, sordera
nerviosa unilateral, encefalitis, rash, prurito y púrpura. Algunos casos de
meningitis asépticas han sido asociados 15 a 21 días de posvacunación con
las cepas Urabe AM19, Leningrado 3 y L-Zagreb. Es necesario resaltar
que la relación ha sido solamente temporal. Las encefalitis o meningitis
asépticas y las orquitis posvacunales son menos mucho más frecuentes que
las asociadas con el virus silvestre en pacientes adultos jóvenes.
Como en toda vacuna de virus vivos atenuados, se contraindica su
uso durante los estados de inmunosupresión o embarazo. A pesar de no
poderse detectar el virus vacunal ni en sangre, orina o saliva, se ha
encontrado en tejido placentario de tres mujeres seronegativas
inmunizadas. Otra contraindicación es la reacción anafiláctica a las
proteínas del huevo.
Vacuna contra el virus respiratorio sincitial
El virus respiratorio sincitial (RSV por respiratory syncytial virus) en un
virus que pertenece a la familia Paramyxoviridae, subfamilia
Pneumovirinae, género Pneumovirus y posee dos grupos antigénicos Ay
B, basados en la variabilidad de la proteína G. El RSV es el agente viral
más comúnmente identificado en el curso de infecciones respiratorias
agudas del lactante y se asocia con bronquiolitis agudas. En pacientes
infectados se ha determinado que los niveles de anticuerpos transferidos
por la madre son más importantes que la edad en la que ocurra la
infección, esta evidencia apoya la necesidad de una vacuna eficaz.
Los factores inmunes que protegen en caso de infección por RSV no
se conocen en totalidad, se sabe que después de la infección la respuesta
inmune es incompleta, de corta duración y son frecuentes las
reinfecciones. La inmunidad producida luego de una infección no protege
ni siquiera contra la misma cepa que produjo el cuadro inicial. Hacia
finales de la década de los años 60, se puso a prueba una vacuna viral
inactivada con formalina, que utilizó como adyuvante el Al (OH)3, se
aplicó en tres dosis separadas cada 1-3 meses. La mayoría de pacientes
vacunados desarrolló una respuesta con producción de anticuerpos
fijadores del complemento y anticuerpos neutralizantes. Cuando los
pacientes no inmunes antes de la vacunación, se expusieron al virus
salvaje, no sólo demostraron que no estaban protegidos, sino que
presentaron cuadros clínicos graves que necesitaron hospitalización y se
dieron dos casos fatales. El análisis de los anticuerpos de los vacunados
reveló que existía una disminución de la actividad de los anticuerpos
neutralizantes. Estudios murinos que emplearon vacuna inactivada con
formalina, demostraron que esta produce una respuesta T alterada, con un
gran número de células CD4+ de memoria que infiltran masivamente el
pulmón, luego de una exposición con el virus salvaje. Además, se
demostró que los ratones inmunizados con el virus inactivado tenían una
respuesta de linfocitos y eosinófilos y secreción de IL-4, IL-5 e IL-10,
citoquinas asociadas a la respuesta Th2. En comparación, la exposición de
ratones al virus vivo salvaje produce esencialmente una respuesta Th1 con
liberación de IFN-γ. La vacuna inactivada no permite una buena respuesta
de anticuerpos neutralizantes por desnaturalización de las glicoproteínas de
membrana F y G.
La vacuna ideal debe estimular una respuesta de anticuerpos
neutralizantes protectores, una respuesta CD8+ y una respuesta CD4+
similar a la causada por el virus silvestre; en este orden de ideas, una
vacuna atenuada es la más apropiada para generar este tipo de respuesta.
Se han empleado varias vacunas atenuadas y adaptadas a bajas
temperaturas (cpts por cold passaged temperature sensitive) que o eran
sobre atenuadas o bien por su inestabilidad genética producían grados
intolerables de manifestaciones clínicas. Estas vacunas atenuadas no
sensibilizan contra infecciones posteriores contra el virus silvestre pero si
se acompañan de un alto grado de manifestaciones respiratorias. Otras
cepas virales recombinantes A/B o quiméricas con virus bovino han sido
ensayadas en modelos animales.
Más recientemente se planteó el desarrollo de vacunas con
subunidades proteicas, con base en las proteínas F y G juntas o en forma
aislada; se ha comprobado que el suministro de las glicoproteínas genera la
respuesta de anticuerpos neutralizantes, pero que solo protege en caso de
infecciones respiratorias bajas, el número de infecciones respiratorias altas
fue similar entre el grupo vacunado y el grupo placebo. Administradas las
vacunas de subunidades F a un grupo de mujeres embarazadas mostró ser
segura, bien tolerada y con producción de anticuerpos neutralizantes que
se presentaron en títulos superiores al momento del nacimiento. Proteínas
quiméricas F-G preparadas en sistema baculovirus han sido evaluadas en
roedores, mostrando que genera anticuerpos neutralizantes que protegen de
la infección respiratoria baja, esta vacuna no ha sido evaluada en humanos.
El uso de vectores de expresión utilizando el adenovirus o las vacunas de
tipo ADN han sido motivo de estudio, sin lograr mayor resultado.
Varias estrategias de vacunación serían de consideración en caso
de RSV: primero, considerar la posibilidad de disminuir al menos la
presencia de casos graves, como es el caso de la vacunación anti-influenza;
segundo, fijarse un objetivo de vacunar a la madre durante el tercer
trimestre del embarazo para que desarrolle niveles de anticuerpos
neutralizantes que transferidos al hijo lo protejan de infecciones graves,
este mecanismo ya ha sido probado en influenza; la tercera estrategia sería
la de vacunar con una vacuna atenuada al recién nacido, pero este tipo de
inóculo seguro aún no ha sido logrado; la cuarta estrategia vacunar a la
población en riesgo como en el caso de virus influenza y, finalmente, la
quinta estrategia, vacunar a los escolares para limitar la difusión del virus.
Vacuna contra el rotavirus
El rotavirus (RV) es un agente perteneciente a la familia Reoviridae que en
el mundo es la primera causa de infecciones gastrointestinales graves en
niños lactantes. El RV es responsable cada año de 114 millones de
episodios de manejo en casa, 24 millones de consultas médicas, dos
millones y medio de hospitalizaciones y 500 mil muertes. El 80% de los
casos fatales ocurren en países pobres. La fuerte deshidratación y el
desequilibrio electrolítico son las mayores secuelas observadas en niños
menores infectados.
A pesar de más de 30 años de estudio, la repuesta inmune a la
infección por RV no se encuentra totalmente identificada; en modelos
murinos se conoce que las respuestas T y B son indispensables para la
resolución de la enfermedad, pero que la respuesta B y los anticuerpos son
útiles en caso de reinfección. Los anticuerpos anti-VP4 (tipo P) y anti-VP7
(tipo G), son protectores y se les atribuye un papel neutralizante, algunos
reportes también dan propiedades protectoras a los anticuerpos contra al
virotoxina NS4 y la proteína interna VP6. La respuesta de tipo IgA
secretoria es mucho más relacionada con respuesta inmune protectora a
nivel de las mucosas, se incrementa luego de la fase aguda de la
enfermedad, sin embargo, tiene poca memoria inmunológica y es de difícil
evaluación. El papel de la respuesta específica de tipo y heteróloga es
controversial, pero se conoce que la infección con un tipo viral ofrece
algún grado de protección contra los virus homólogos o heterólogos. El
papel de la respuesta inmune contra la VP7 específica de serotipo,
continúa siendo fuente de debate en cuanto al uso de vacunas
monovalentes o polivalentes. El fin de las vacunas antivirales es el de
proteger contra las infecciones graves que se presentan durante los dos
primeros años de vida y cuando las infecciones son más serias. Los
diferentes tipos de vacunas disponibles se resumen en la tabla 5.19.
La respuesta inmune humoral en caso de primoinfección es
neutralizante homotípica, las infecciones subsecuentes generan respuesta
de anticuerpos amplio de tipo heterotípica. Las infecciones previas
protegen contra la seriedad del cuadro clínico. Aún existe controversia si
los anticuerpos séricos se relacionan con respuesta inmune protectora o
son un simple marcador de infección.
La primera aproximación a la vacuna de RV se desarrolló a
comienzos de la década de 1980 y fue designada como jenneriana (en
honor a Edward Jenner), por cuanto empleó RV de especies no humanas
(bovinas o de simios).
Tabla 5.19. Vacunas contra el rotavirus utilizadas en humanos
Vacuna
Casa productora
Tipo de vacuna
Esquema
Rotashield Wyeth Inc.
Jenneriana basada en RV simio. Tetravalente P[3] G1, G2, G3, G4 Tres dosis 2, 4 y 6
meses
Asociada a
invaginación
Rotateq
Merck
Jenneriana basada en RV bovino. Pentavalente P[5] G1, G2, G3,
G4, P[8] G6
Rotarix
GlaxoSmithKline Basada en RV humano atenuado. Monovalente P[8] G1
Dos dosis 2 y 4
meses
LLR
Lanzhou Institute Jenneriana basada en RV cordero. Monovalente P[12] G10
Uso en estudios en
China
RV3
Bishop Australia
Estudios de fase II
Basada en RV humano aislado en neonato. Monovalente P[6] G3
Tres dosis 2, 4 y 6
meses
El estudio de campo de una vacuna preparada de una cepa bovina
(marginalmente inmunogénica para adultos y niños) mostró en Finlandia
que podía disminuir en un 83% la incidencia de diarrea causada por RV.
Los estudios desarrollados en otras latitudes (países en vías de desarrollo)
no corroboraron estos hallazgos. De otro lado, la dosis en el inóculo era
tan alta que requería 108 veces la dosis media infectante de los cultivos
(TCID50), factor que la hacía demasiado costosa.
Los principales problemas para la elaboración de vacunas anti
rotavirus radican, en primer lugar, que no se conoce completamente la
respuesta inmune en caso de infección por RV, los factores de protección,
el papel de los anticuerpos neutralizantes y de la respuesta celular
citotóxica; en segundo lugar, los rotavirus son virus con posibilidad de
recombinación genética (11 segmentos de ARN de doble cadena) y existen
cuatro serotipos de RV sólo con base en la glicoproteína VP7 y dos
serotipos con base en la proteína VP4 (las dos proteínas de la cápside
externa); en teoría, una vacuna debería proteger contra RV que codificaran
todos estos tipos antigénicos.
Se han privilegiado las formas vivas atenuadas de la vacuna por
cuanto ofrecen una inmunidad local que genera una respuesta inmune a
nivel de las mucosas, protegiendo en los primeros momentos de una
infección natural. Las cepas candidatas se atenúan mediante múltiples
pases in vitro y se evalúan in vivo para verificar su inmunogenicidad y
seguridad.
La primera vacuna atenuada fue realizada a partir de virus de mono
rhesus; era de tipo tetravalente. La FDA aprobó en 1998 para su utilización
Rotashield® (vacuna tetravalente recombinante humana rhesus de RV
[RRVTV] que contiene RV de serotipo G3 de mono rhesus y
recombinantes humanas G1, G2 y G4); esta vacuna da una protección a los
cuatro serotipos más frecuentes de RV; confirió una protección de
moderada eficacia en el control de la diarrea causada por RV (49-68%)
contra las gastroenteritis agudas por RV y una protección del 80-100%
contra la enfermedad diarreica grave. Esta vacuna presentó una asociación
temporal con intususcepción o invaginación intestinal entre tres y diez días
después de la primera dosis (OR 21,7, 95% CI 9,6-48,9) y en quienes
recibieron la primera dosis hacia el tercer mes; es decir, un riesgo de
intususcepción de uno por cada 2.500 a 11.000 dosis, hecho que llevó a
suspender la vacuna.
La utilización de vacunas tiene ciertas limitantes, como son:
1.
2.
3.
4.
5.
Presencia de anticuerpos protectores en los neonatos, lo que disminuye la eficacia de las
vacunas en forma muy temprana en la vida. La excepción a este caso son los nietérmino que
carecen de anticuerpos trasplacentarios.
Las vacunas para patógenos entéricos deben ser eficaces a nivel gastrointestinal y ha sido
hasta el presente un tanto difícil la inducción de inmunidad en las mucosas (con excepción
de la vacuna oral de virus polio).
Dificultad para lograr vacunas atenuadas por modificación directa del genoma (genética
inversa).
Desarrollo de buenos sistemas de transporte y presentación de inmunógenos a nivel de las
mucosas.
Es necesario un mayor conocimiento de los mecanismos de respuesta inmune que causan
protección a nivel de las mucosas.
La vacuna monovalente Rotarix® es una vacuna de origen humano
(cepa 89-12 RV P1A[8]G1, VP6 subgrupo II, NSP4 genogrupo B),
desarrollada en Cincinnati, Ohio, no ha mostrado relacionarse con un
aumento de intususcepción con respecto al grupo placebo en 60.000 niños
estudiados durante 31 días después de administradas dos dosis. El RV
P1A[8] G1 representa el tipo viral más frecuente en EE.UU. y Europa con
el 70% de los aislamientos identificados, mientras que es el 30% de los
casos de Suramérica y Asia y un 23% de los RV identificados en África.
Los genotipos circulantes en América Latina entre los años 1996 y 2005
son P1A[8]G1 en un 31%, P[4]G2 en un 22%, P[8]G4 6%, P[8]G3 en un
5%, P[8]G9 en un 4%, formas no usuales en un 6% y no tipificadas 22%.
La vacuna mostró en un ensayo clínico controlado que protege en un 7074% contra cualquier forma de gastroenteritis por RV, en un 85% contra la
gastroenteritis grave y un 100% contra las formas graves con
deshidratación. La eficacia de protección varía contra los distintos
serotipos, contra el serotipo G1 es del 92%, contra los serotipos G3, G4 y
G9 del 88% y contra el serotipo G2 la es del 41%. La eficacia contra cepas
virales que no compartían los antígenos internos o externos de la vacuna
fue baja (45%). Se adelantan estudios con la combinación de polio oral
para conocer su seguridad y grado de protección en pacientes sanos e
infectados con virus de inmunodeficiencia humana.
La vacuna pentavalente Rotateq® es una vacuna de origen bovino
(cepa WC3), contiene la proteína VP7 de diferentes serotipos (tipos G1G4), y el tipo P más frecuente P1A[8], cubre el 90% de las cepas
circulantes en países desarrollados, tiene una eficacia de 94.5% contra la
diarrea asociada a cualquier RV y un 98% en la prevención de las formas
agudas de diarrea. Rotateq disminuye las hospitalizaciones en un 96%, las
consultas asociadas a infección por RV G1-G4 en un 86% y las consultas
de urgencia en un 94%. El esquema de vacunación consiste en la
aplicación de tres dosis orales separadas dos meses entre ellas, por lo
general a los dos, cuatro y seis meses de edad.
La cepa humana RV3 P[6]G3 ha demostrado ser inmunógena,
segura y dar protección contra las formas serias de gastroenteritis. En un
estudio de fase II con un grupo pequeño, demostró ser poco inmunogénica
(baja respuesta IgA específica) luego de tres dosis de 105 p.f.u. Se planean
estudios de fase III utilizando dosis mayores 107 p.f.u.
Considerando que la infección no tiene grupos de riesgo definidos,
que los casos más graves ocurren entre los seis y 24 meses de edad, la
vacuna anti RV debe aplicarse a partir de las 6-8 semanas para garantizar
una protección adecuada de la población pediátrica. Menos de un 10% de
los niños que recibieron la vacuna pentavalente por vía oral mostraron
eliminación del virus por heces, mientras que un 80% de los que recibieron
la vacuna monovalente mostraron excreción viral hasta 15 días después de
la administración. El significado clínico positivo o negativo para el
paciente o su entorno de esta eliminación fecal no ha sido determinado. La
relación costo/beneficio de esta vacuna cambia según los modelos de
sistemas de salud, lo que dificulta la decisión política de adopción de un
sistema universal de vacunación. Si la protección heterotípica es solo
parcial, se plantea el interrogante si la implementación de un programa de
vacunación en una región determinada debe tener en cuenta la variación
geográfica de las cepas prevalentes. Una comparación de las vacunas
Rotateq y Rotarix se presenta en la tabla 5.20.
Tabla 5.20. Comparación de las vacunas anti-rotavirus disponibles en el mercado
Vacuna
% Protección infección grave
(a)
% Reducción
hospitalización
% Protección infección otros
RV
Asociación
con
intususcepción
Rotateq®
98
63
94.5
0%
Rotarix®
85
42
70-74
0%
(a)Parámetros clínicos distintos entre los estudios, por tanto no comparables.
Los estudios epidemiológicos han mostrado que desde la
introducción en EE.UU. de la vacuna pentavalente contra RV, se ha
observado una disminución de los casos de hospitalización por
deshidratación asociada a gastroenteritis, así como el número de registro
de casos de infección por rotavirus y los costos médicos asociados a
gastroenteritis; se requieren nuevos estudios que incluyan la nueva
introducción de vacunas monovalentes.
Vacuna contra el virus varicela zoster (VZV)
La varicela es una enfermedad febril exantemática propia de la infancia
causada por un virus de la familia Herpesviridae, subfamilia
Alphaherpesvirinae. Después de la infección primaria, el virus permanece
latente en ganglios sensitivos, por lo que puede reactivarse en personas
ancianas o inmunocomprometidas dando lugar a lesiones de tipo herpes
zoster. La vacuna anti varicela fue producida por la vía clásica de
atenuación por pases seriados en células de cobayo y humanas hasta
obtener la cepa Oka; la vacuna comercial es producida en células MRC-5.
La cepa original Oka debe su nombre al niño con varicela de la cual fue
obtenida en Japón por Michiaki Takahashi (1928-2013) en 1974. Esta cepa
ha demostrado un alto grado de atenuación, es estable, eficaz y bien
tolerada. En 1995 la vacuna fue aprobada para su uso en niños de 19-35
meses de edad en Estados Unidos y otros países occidentales.
La duda existente en cuanto a la vacunación, radica en que la
varicela siempre ha sido considerada una enfermedad banal de la infancia
y se teme que al vacunar en la infancia se desplace la incidencia de la
enfermedad hacia la edad adulta en la cual se han encontrado casos mucho
más graves. Esta duda se disipa si se tienen altas coberturas de vacunación
(mayores al 90%) y se incluye esta vacuna dentro del esquema general de
vacunación, y los costos sean cubiertos por el sistema de seguridad social.
La vacuna induce una buena respuesta de anticuerpos hasta por ocho años,
adicionalmente se generan respuestas de proliferación celular y respuesta
de linfocitos T citotóxicos hasta por seis años. Los niveles de anticuerpos
protectores son de 5 U.I. en pruebas EIA que detectan anticuerpos anti
glicoproteínas virales. En pacientes ancianos que reciben la vacuna, se
observa una mejoría en la respuesta linfoproliferativa similar a la de los
individuos jóvenes, razón por la cual constituye una medida profiláctica
contra el herpes zoster o zona.
Después de la primera dosis en niños vacunados antes de los 13 años
se obtienen anticuerpos protectores en un 95%, otros estudios mostraron
que una sola dosis generaba anticuerpos protectores en sólo el 85% de los
vacunados. Según estos hallazgos el CDC de los Estados Unidos y la
Asociación Americana de Pediatría recomiendan en menores de 18 años,
una primera dosis entre los 12-15 meses y una segunda dosis hacia los 4-6
años. En mayores de 13 años y adultos se ha visto una tasa de respuesta del
78% con la primera dosis y del 99% con la segunda dosis, por esta razón
en personas mayores de 13 años se deben administrar dos dosis, con un
intervalo mínimo de tres meses, aunque se acepta como válido un intervalo
de cuatro semanas. Es importante señalar que los niños que reciben una
sola dosis presentan niveles de anticuerpos protectores a 10 años en el 86%
de casos, mientras que los que han recibido dos dosis presentan
anticuerpos protectores en 99%. La eficacia clínica medida como la no
aparición de enfermedad posvacunación se calcula en 94% con una sola
dosis y del 98% en quienes reciben dos dosis. La vacuna se aplica por vía
subcutánea en un volumen de 0.5 ml, los diferentes tipos de vacunas
disponibles se presentan en la tabla 5.21.
La vacuna Varilrix® posee 2.000 p.f.u./ dosis y la Varivax®, 1.500
p.f.u./dosis. Si se administra sola la vacuna anti VZV debe suministrarse al
menos cuatro semanas después de la triple viral. La vacuna Proquad o
ROR-Vax contienen las cepas Oka-Merck de VZV, Edmonston de
sarampión, Wistar de rubéola y Jeryl Lynn de parotiditis, es frágil,
termolábil, debe mantenerse congelada y requiere medidas especiales de
conservación y manipulación. Los estudios han demostrado que esta
vacuna presenta una excelente seroconversión a todos los cuatro
inmunógenos; como efecto indeseable, los pacientes que reciben la vacuna
tetravalente presentan con más frecuencia cuadros febriles que aquellos
que reciben la triple viral y la vacuna anti VZV por separado. En niños
menores de 48 meses se ha observado que tienen un riesgo dos veces
superior (1:2.000) de padecer convulsiones febriles si reciben la vacuna
tetravalente, por lo cual se aconseja administrar la vacuna VZV y la triple
viral por separado.
Los efectos secundarios más frecuentes son el dolor y la erupción en
el sitio de la inyección, acompañados de picos febriles. Las erupciones
locales son más comunes en pacientes leucémicos o que están bajo terapia
corticoide, razón por la cual se recomienda suspender los corticoides una
semana antes y dos semanas después de la vacunación. La vacuna es
efectiva en prevenir cuadros graves de varicela en el 98% de los casos y de
cualquier forma de varicela en un 70-100% para los casos. Existen autores
que consideran que debería administrarse junto con la triple viral como
parte del esquema de inmunización propio de la infancia. Otros consideran
que sólo debe administrarse a pacientes inmunosuprimidos o en riesgo
como aquellos que reciben corticoides o pacientes que sufren de leucemia.
Se ha reportado la aparición de zoster posvacunal; sin embargo, es mucho
menos serio que el que ocurre con el virus silvestre y se presenta con
menor frecuencia.
A partir la recomendación de la vacunación universal con dos dosis a
los 12-15 meses y 4-6 años se ha observado un claro impacto
epidemiológico en los países que han asumido esta nueva estrategia.
La vacuna anti-zona (Zostavax®) tiene un inóculo vacunal mayor
que la vacuna contra la VZV. Se aplica por vía subcutánea a personas
mayores de 60 años, su indicación es la prevención del zoster y de las
neuralgias pos herpéticas que son muy incapacitantes. Esta vacuna reduce
los casos de zona en un 51,3%, disminuye el dolor pos zona en un 60% y
las neuralgias pos-zosteriformes en un 66%.
Tabla 5.21. Vacunas anti varicela disponibles
Vacuna
Casa productora
Tipo de vacuna
Esquema (meses)
Varivax
Sanofi-Pasteur
Cepa Oka 1.500 p.f.u. por dosis
1 dosis de 0.5 ml niños
Dos dosis en adultos 0, 2
Varilrix
GlaxoSmithKline
Cepa OKA-RIT 2.000 p.f.u. por dosis
1 dosis de 0.5 ml niños
Dos dosis en adultos 0, 2
ROR-Vax
Sanofi-Pasteur
Cepa Oka Merck* +sarampión+rubéola+parotiditis
Niños > 48 meses
Refuerzo en escolares
Zostavax*
Sanofi-Pasteur
Cepa Oka Merck 19.400 p.f.u.
Adulto mayor
Proquad**
GlaxoSmithKline
Cepa Oka Merck +sarampión+rubéola+parotiditis
Niños > 48 meses
Refuerzo en escolares
* Forma para prevenir el herpes zoster. ** Presenta mayor tasa de convulsiones febriles en niños
menores de 4 años.
La gamma globulina humana anti-varicela se emplea en caso de
que la madre presente cuadro de varicela en la primera mitad del
embarazo, en la última semana de la gestación o en las primeras 48 horas
posparto. También puede aplicarse 125 U.I. a los hijos de madres que
presentaron varicela en la última semana de la gestación. Puede ayudar a
disminuir la sintomatología de pacientes inmunocomprometidos expuestos
al virus.
Vacunas antivirales y embarazo
Sólo en caso de riesgo potencial identificado, la administración de
cualquier producto medicamentoso debe ser proscrito en el primer
trimestre de embarazo. La vacunación está contraindicada durante el
primer trimestre del embarazo y, en especial, el uso de vacunas vivas
atenuadas debido a su replicación activa en el hospedero y su potencial
paso al embrión o feto con los siguientes efectos potenciales: 1. Poder
teratogénico 2. Causa potencial de embriopatías y fetopatías 3. Riesgo de
aborto espontáneos y parto prematuro 4. Eventual causa de pérdida fetal e
infección del recién nacido; y 5. Efectos secundarios en la madre asociados
a la vacunación.
Si bien las vacunas de tipo subunidades y las inactivadas no poseen
riesgo teórico, las vacunas vivas atenuadas deben estar proscritas, salvo
contadas excepciones. Cualquiera que sea la situación, la administración
de vacunas inactivadas o vivas atenuadas debe siempre considerarse sobre
la base de riesgo-beneficio, el riesgo de vacunación versus el beneficio de
la protección.
Sólo se ha reportado un caso de infección congénita asociada a la
vacuna de fiebre amarilla, como en el caso de otras vacunas vivas
atenuadas no se aconseja en el curso del embarazo. En zonas endémicas o
ante un brote epidémico es recomendado vacunar, ya que el riesgo
asociado al virus silvestre es muy superior al del virus vacunal.
La vacuna de hepatitis A es una vacuna de virus muertos o
inactivada, el riesgo teórico de transmisión madre hijo se especula como
muy bajo, el riesgo real no ha sido determinado. La recomendación para
usar esta vacuna es muy baja y no existe una indicación clara.
La vacuna contra la hepatitis B se recomienda a mujeres con riesgo
elevado de infección. La infección por virus de la hepatitis B en la mujer
embarazada es grave y debe evaluarse la relación costo/beneficio de
vacunación. Adicionalmente, la primoinfección durante el embarazo causa
altas viremias que implican un alto riesgo de transmisión al hijo y un
riesgo elevado de infecciones crónicas en el neonato. La vacuna es de tipo
recombinante, por lo tanto, el riesgo de embriopatía o fetopatías por
vacunación es nulo como ha sido demostrado en pequeñas cohortes de
madres vacunadas.
El virus influenza puede causar infecciones graves en los últimos
meses del embarazo, riesgo que aumenta si la mujer embarazada presenta
cardiopatía o enfermedades pulmonares de base. La vacuna inactivada no
tiene riesgo de ser administrada durante las diferentes etapas del embarazo.
Los hijos de madres inmunizadas durante el tercer trimestre del embarazo
pueden beneficiarse por el paso de IgG a través de la placenta. Durante la
pandemia de 2009 se comprobó en Bangladesh que los hijos de madres
inmunizadas disminuyeron en un 63% los cuadros infecciosos atribuibles a
virus influenza durante los primeros seis meses de vida.
El virus de la parotiditis salvaje se asocia con un incremento en el
riesgo de muerte fetal en el primer trimestre del embarazo. El virus
vacunal no ha demostrado un riesgo aumentado para la madre o el feto, en
casos aislados de vacunación durante el embarazo no se ha demostrado
efecto deletéreo sobre el feto.
Se han reportado casos de abortos espontáneos luego de la
vacunación con vacuna oral de polio. Estudios de seguimiento de mujeres
vacunadas contra el polio en Finlandia, no mostraron efectos deletéreos en
los recién nacidos. Otro riesgo potencial de la vacuna oral de polio es la
reversión de la virulencia, con la consecuente lesión paralítica posvacunal
de la madre. La vacuna inactivada de polio es recomendable en casos de
riesgo evidente.
Tabla 5.22. vacunas y embarazo
Vacuna
Debe ser usada si está
indicada
Contraindicada en
embarazo
Comentario
Fiebre amarilla
Solo se vacuna en caso de riesgo mayor
Hepatitis A
Riesgo no establecido
Hepatitis B
X
Ni el embarazo ni la lactancia contraindican
Influenza
X
Después de la semana 14 en periodo
epidémico
Parotiditis
Polio
inactivado
X
Su uso no indica la IVE
Debe evitarse su uso
Polio oral
Rabia
Debe evitarse su uso
X
Evaluar el riesgo sustancial
Rubéola
X
Su uso no indica la IVE
Sarampión
X
Su uso no indica la IVE
Varicela
X
IVE: interrupción voluntaria del embarazo.
En caso de accidente rábico, dada la gran letalidad de la infección
por el virus (100% de los casos) el embarazo no constituye una
contraindicación del manejo posexposición. Las vacunas de elección son
las preparadas en células diploides humanas y/o Vero. La vacuna puede ser
administrada sola o en combinación con las inmunoglobulinas
hiperinmunes específicas, si la lesión y el riesgo de infección son muy
graves. En el embarazo se deben evitar los sueros heterólogos.
La vacuna contra la rubéola es de tipo virus vivo atenuado; por esta
razón se replica en forma activa en el paciente vacunado. Al tener el virus
de la rubéola salvaje gran poder teratogénico, se recomienda la vacunación
profiláctica de las mujeres con posibilidad de embarazo; desde un punto de
vista riguroso debe aconsejarse la contracepción tres meses antes y tres
meses después de la vacunación, de igual forma que con las vacunas
contra el sarampión y la parotiditis. Como se comentó previamente, los
estudios de seguimiento de mujeres que han recibido la vacuna en estado
de embarazo han mostrado que el riesgo de paso transplacentario es bajo
(0,56%). En mujeres seronegativas o sin historia de vacunación anti
rubéola se puede vacunar en el posparto inmediato, ya que muchos de los
casos de síndrome de rubéola congénita han sido detectados en los
segundos hijos, por lo tanto, no se debe perder la situación de posparto
como oportunidad de inmunización.
Para el virus del sarampión, el riesgo es teórico por su condición de
virus vivo atenuado. En caso de riesgo de exposición de una madre
seronegativa, puede discutirse el uso de vacuna monovalente después del
primer trimestre del embarazo.
La infección por virus de la varicela causa aborto, lesiones
neurológicas en el feto; otras malformaciones se han reportado en un 2%
de infecciones cuando la madre se infecta durante la primera mitad del
embarazo. De igual forma, las infecciones en la mujer embarazada son
serias y en las dos últimas semanas del embarazo se asocian con lesiones
graves en el recién nacido. Como en otras vacunas por virus vivos
atenuados, se aconsejan medidas de control natal en mujeres en edad
reproductiva que reciban esta vacuna.
Vacunas terapéuticas
en caso de infecciones virales crónicas
Las infecciones crónicas se caracterizan por la persistencia del agente
infeccioso y la incapacidad del sistema inmune para erradicarlo. La
respuesta inmune juega un papel primordial en muchos aspectos de la
patogénesis y curso de las infecciones virales tales como persistencia,
destrucción de las células infectadas y control de la replicación viral. La
respuesta inmune puede ser modulada por la acción de inmunógenos que
regulen la respuesta inmune y cambien los patrones de respuesta del
paciente. La mayor experiencia se tiene con la aplicación de vacunas en el
caso de asma y otras alergias, la inmunización permite que se cambie una
respuesta pro alérgica mediada por histamina y respuesta Th2, a una
respuesta mediada por IFN-γ y respuesta Th1.
La inmunoterapia puede dividirse en activa, pasiva, específica o no
específica. Las entidades virales crónicas que se muestran como
candidatas para la vacunación terapéutica son la hepatitis B (HBV), la
hepatitis C (HCV), la infección por el VIH, la infección por virus del
papiloma humano y la infección por virus herpes simple. La justificación
de las vacunas terapéuticas se basa inicialmente en que las entidades ya
mencionadas afectan un número alto de la población mundial; se estima
que en su conjunto dos mil millones de personas se encuentran infectadas,
en 360 millones el número de portadores crónicos de HBV y en un millón
las defunciones anuales asociadas a HBV. Se calcula en 160 millones el
número de personas con infección crónica por HCV y se constituye en la
infección viral con mayor tendencia a la producción de hepatocarcinoma.
Desde el inicio de la epidemia por VIH se han infectado 60 millones de
personas, han fallecido 20 millones y se calcula en 40 millones el número
de adultos y niños infectados por VIH. De otra parte, entre un 20 y un 80%
de los adultos pueden verse infectados por vía sexual por el HPV, causante
de infecciones crónicas en un 30% de los casos y es la mayor causa de
cáncer de cuello uterino. En países como los EE.UU. el herpes simple ha
aumentado en seroprevalencia de 16,4% a 21,9% de los adultos jóvenes.
En todas estas entidades existen medicamentos antivirales que por su
acción virostática pueden disminuir la tasa de replicación viral, no
obstante, los resultados terapéuticos en entidades como la hepatitis B y C
no es alentador y se necesita además de la respuesta inmune del hospedero
para controlar y eliminar definitivamente el virus.
Las vacunas terapéuticas buscan estimular la respuesta inmune
celular. Existen unos mecanismos que pueden ser tenidos en cuenta (figura
5.6):
1.
2.
3.
4.
Los linfocitos T CD4+ helper interactúan con las células presentadoras del antígeno a través
de la unión con proteínas de membrana (CD40-CD40L y MHCII-TCR). La interacción
CD40-CD40L permite que se expresen moléculas coestimulatorias como CD80 y CD86 que
conllevan a la secreción de citoquinas como la IL-12 e IL-15.
Las moléculas CD28 interactúan con las MHCI y crean un segundo estímulo para la
activación de las células presentadoras del antígeno, las cuales liberan IL-12. La IL-12
activa los LT citotóxicos y produce la polarización de los linfocitos T helper para la
producción de citoquinas Th1 como el IFN-γ.
La IL-15 permite mantener los LT de memoria.
Las células NK y los linfocitos T reguladores (CD25+, CD4+), inhiben los LT CD8 para
evitar fenómenos autoinmunes.
Durante el curso de la infección por HBV la mayoría de pacientes
desencadena una respuesta inmune eficaz que se caracteriza por eliminar
los antígenos virales séricos (AgHBs y AgHBe), la aparición de
anticuerpos específicos contra los antígenos virales (IgG anti AgHBc, anti
AgHBs y anti AgHBe), constituyen marcadores de control de infección.
Los pacientes con infecciones crónicas asintomáticas se caracterizan por la
ausencia de respuesta T contra los diferentes antígenos virales tanto in vivo
como in vitro, este estado se ha denominado tolerancia inmunológica. En
resumen, la depuración del HBV requiere de una respuesta inmune
adecuada en la que la respuesta de linfocitos T CD4+ y CD8+ juega un
papel primordial. Varios intentos de vacunas terapéuticas se han hecho
para el manejo de pacientes con HBV crónica, algunos modelos han
utilizado como inmunógeno la misma vacuna recombinante de hepatitis B
o ADN desnudo o mediante vectores de expresión que codifican para los
antígenos HBs o HBc. En caso del antígeno HBs, la expresión en un sitio
extrahepático se ve desbordada por la producción hepática, se ha
observado en algunos casos reducción de la carga viral y hasta
seroconversión para AgHBe; debido a que algunos esquemas terapéuticos
adicionan a las vacunas terapéuticas medicamentos antivirales como la
lamivudina, se hace difícil determinar el papel que juega cada elemento en
la respuesta final del paciente. La administración de AgHBc como ADN
desnudo o como vector retroviral ha demostrado que estimula una
respuesta de linfocitos T helper CD4+ y linfocitos citotóxicos CD8+. Las
vacunas ADN han demostrado ser seguras y sin efectos adversos, aunque
se requiere que los miocitos integren mejor el ADN y tengan una mejor
expresión del antígeno, de lo contrario se necesitarían cantidades muy
grandes de inóculo vacunal.
Figura 5.6. Estrategias para aumentar la respuesta celular por las vacunas terapéuticas
APC o DC: célula presentadora del antígeno o célula dendrítica. Algunas estrategias incluyen: 1.
Administración de IL-15 que reclutan células citotóxicas de memoria. 2. Adición de IL-12 con el
fin de inducir una respuesta Th1. 3. Adición de GM-CSF con el fin de atraer células presentadoras
del antígeno. 4. Adición de ligando CD40 soluble con el fin de estimular la maduración de células
dendríticas. 5. Adición de oligonucleótidos CpG que actúan sobre los TLR9 activando células
dendríticas. 6. La adición de IL-13 o TGF-β puede inhibir el freno de las células NK o T
reguladoras sobre los linfocitos citotóxicos. 7. Bloqueo del receptor CTLA-4 que incrementa la
respuesta citotóxica.
Estudios adelantados en pacientes que se recuperan espontáneamente
de la infección por virus de la hepatitis C, sugieren que la respuesta de
linfocitos T es necesaria para controlar la infección. No está claramente
establecido si la respuesta CD4+, la respuesta CD8+ o ambas son
necesarias para el control de la infección. Estudios en chimpancés
muestran que si hay depleción de células CD4+ antes del proceso
infeccioso se avanza hacia la infección persistente, de igual manera los
linfocitos CD8+ son necesarios para prevenir la cronicidad. El papel de los
anticuerpos en el control de la infección no es muy claro, por cuanto los
pacientes infectados presentan este elemento de respuesta como marcador
de infección, sin embargo, algún papel protector deben jugar por cuanto
pacientes con hipogamaglobulinemias presentan una progresión más
rápida hacia la cronicidad.
Durante la infección por VIH se presenta una alta variabilidad
antigénica en las proteínas más superficiales del virus, por ende, se hace
necesario determinar cuáles son los epítopes conservados con el fin de
estimular la síntesis de anticuerpos que puedan tener una función
neutralizante de amplio espectro.
Otra limitante para el desarrollo de vacunas universales es la
existencia en HCV y VIH de variantes geográficas que permiten inferir
que las vacunas heterólogas no puedan tener una validez en caso de
infección con una cepa viral diferente a la cepa vacunal. La mayoría de
ensayos en vacunas terapéuticas y profilácticas se basan en que es
necesaria una respuesta celular fuerte que elimine las células infectadas,
varias vacunas anti HCV de tipo ADN desnudo han sido dirigidas contra
proteínas no estructurales (NS) como la NS3 y NS5B, proteínas del core y
de la envoltura (E1 y E2). Una vacuna que utiliza un virus Ankara
modificado que expresa NS3/4A/NS4B/NS5B inició ensayos clínicos en
febrero de 2007, al momento no se dispone de resultados preliminares.
Muchos de los agentes infecciosos han evolucionado para evadir la
respuesta inmune, más que para ser útiles como potentes inmunógenos
vacunales. El reto para el siglo XXI es el de aplicar los conocimientos
avanzados de la inmunología, la biología molecular y la virología, con el
fin de desarrollar vacunas que sean más eficaces que la infección natural,
con el fin de combatir las infecciones virales crónicas, enfermedades
infecciosas muy complejas y el cáncer.
Lecturas sugeridas
Revisiones
Artenstein A. W., 2010. Vaccines: a biography. New York. Springer.
Azegami T., Yuki Y., Kiyono H., 2010. Challenges n mucosal vaccines for the control of infectious
disease. En International Immunology, 26(9): pp. 517-528.
Bachmann M. F., Jennings G. T., 2010. Vaccine delivery: a matter of size, geometry, kinetics and
molecular patterns. En Nature Reviews Microbiology, 10: doi: 10.1038/nri2868. Epub 2010
oct 15, pp. 787-796.
de Temmerman M. L., Rejman J., Demeesteer J., Irvine D. J., Gander B., De Smedt S. C., 2011.
Particulate vaccines: on the quest for optimal delivery and immune response. En Drug
Discovery Today; 16: pp. 569-582.
Delhaye S., Paul S., Sommereyns C., Van Pesch V., Michiels T., 2006. Les interférons de type I. En
Virologie Journal, mayjun; 10(3): pp. 167-178.
Dennehy P. H., 2008. Rotavirus vaccine: an overview. En Clinical Microbiology Reviews; 21: pp.
198-208.
Flint S. J., Enquist L. W., Krug R. M., Racaniello V. R., Skalka A. M., 2009. Principles of
Virology: molecular biology, pathogenesis and control. Vol. I. Washington D. C. ASM Press.
National Center for Immunization and Respiratory Diseases. 2011. General recommendations on
immunization: recomendations of the advisory committee on immunization practices. En
MMWR Recomm Rep. jan; 60(2):RR2: pp. 1-61.
Plotkin S. A., 2014. History of vaccine development. Dordrecht. Springer.
Shors T., 2009. Virus architecture and nomenclature. En Understanding Virus. Teri Shors. Jones
and Bartlett Publisher. Boston. EE.UU., pp. 70-85.
Capítulos de libro y otros artículos de interés
Aoshi T., Koyama S., Kobiyama K., Akira S., Ishii K. J., 2011. Innate and adaptive immune
responses to viral infection and vaccination. En Current Opinion Virology, oct; 1(4): pp. 226232.
DeVries A. S., Harper J., Murray A., Lexau C., Batha L., Christensen J., Cebelinski E., 2010.
Vaccine-derived poliomyelitis after infection in Minnesota. En New England Journal
Medicine, jun; 364(24): pp. 2316-2323.
Bégué P., 2006. Vaccins contre la virus de la varicelle et du zona. En Virologie Journal, nov-dec;
10(6): pp. 407-414.
Belshe R. B., Edwards K. M., Vesikari T., Black S. V., Walker R. E., Hultquist M., Kemble G.,
Connor E. M., 2007. Live attenuated versus inactivated influenza vaccine in infants and young
children. En New England Journal Medicine, feb; 356(7): pp. 685-696.
Cortés J. E., Curns A.T., Tate J. E., Cortese M. M., Patel M. M., Zhou F., Parashar U. D., 2011.
Rotavirus vaccine and health care utilization for diarrea in US children. En New England
Journal Medicine, sep; 365(12): pp. 1108-1117.
Comstock G. W., 1994. Evaluation of vaccination efectiveness and vaccine efficacy by means of
case-control studies. En Epidemiology Reviews; 16(1): pp. 77-89.
Coursaget P., Touzé A., 2006. Les vaccines contre les papillomavirus. En Virologie Journal, sepoct; 10(5): pp. 353-368.
Craig A. S., Schaffner W., 2004. Prevention of Hepatitis A with the hepatitits A vaccine. En New
England Journal Medicine, jan; 350(5): pp. 476-481.
Dennehy P. H., 2008. Rotavirus vaccines: an overview. En Clinical Microbiology Reviews; 21: pp.
198-208.
Freire M. S., Mann G. F., Marchevsky R. S., Anna M. Y., Yamamura A. M. Y., Almeida L. F. C.,
Jabor A. V., Malachias J. M. N., Coutinho E. S. F., Galler R., 2005. Production of yellow fever
17DD vaccine virus in primary culture of chicken embryo fibroblasts: yields, thermo and
genetic stability, attenuation and immunogenicity. En Vaccine Journal, mar; 23(19): pp. 2501–
2512.
Frierson J. G., 2010. A yellow fever vaccine: a history. En Yale Journal of Biology Medicine, jun;
83(2): pp. 77–85.
Gaudelus F., 2003. Vaccination anti-virus respiratoire syncytial. En Virologie Journal; 7:S: pp. 170176.
Glass R. I., Gentsch J., Smith J. C., 1996. Rotavirus vaccines: succes by reassortment. En Science,
sep; 265(5177): pp. 1389-1391.
Graham B. S., Crowe J. E., Ledgerwood J. E., 2013. Immunization against viral diseases. En Knipe
DM, Howley PM. En Fields Virology. 6a Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver,
Lippincott-Williams and Wilkinins Publishers. pp. 374-413.
Hadinegro S. R., Arredondeo-García J. L., Capeding M. R., Deseda C., Chotpitayasunondh T.,
Dietze R., 2015. Efficacy and long term safety of a dengue vaccine in regions of endemic
disease. En New England Journal Medicine, july 27, 2015DOI: 10.1056/NEJMoa1506223.
Jentes E. S., Gershman M. D., Hill D. R., Lemarchand J., Lewis R. F., Staples J. E, Tomori O.,
Wilder-Smith A., Monnath TP., 2011. The revised global yellow fever risk map and
recommendations for vaccination, 2010: consensus of the informal WHO working groups on
geographic risk for yellow fever. En The Lancet Infectious Diseases, aug; 11(8): pp. 622-632.
Keller M. A., Stiehm E. R., 2000. Passive immunity and treatment of infectious diseases. En
Clinical Microbiology Reviews, oct; 13(4): pp602-614.
Lowy D. R., Schiller J. T., 2006. Prophylactic human papillomavirus vaccines. En Journal of
Clinical Investigation, may; 116(5): pp. 1167-1173.
Polan G. A., Jacobson R. M., 2004. Prevention of Hepatitis B with the hepatitits B vaccine. En New
England Journal Medicine, dec; 351(27): pp. 2832-2838.
Power U. F., 2008. Respiratory syncytial virus (RSV ) vaccines: two steps back and one leap
forward. En Journal Clinical Virology, jan; 41(1): pp. 38-44.
Rappuoli R., Black S., Lambert P. H., 2011. Vaccine discovery and translation of new vaccine
technology. En The Lancet Infectious Diseases, jul; 378(9788): pp. 360-368.
Rosenthal K. S., Zimmerman D. H., 2006. Vaccines all things considered. En Clinical Vaccine
Inmunology, aug; 13(8): pp. 821-828.
Shizuko Saika S., Minoru Kidokoro M., Kubonoya H., Ito K., Ohkawa T., Aoki A., Nagata N.,
Suzuki K., 2006. Development and biological properties of a new live attenuated mumps
vaccine. En Comparative Immunology Microbiology Infectious Diseases, mar-may; 29(2-3):
pp. 89-99.
Shors T., 2009. Understanding Virus. Boston. EE.UU. Jones and Bartlett Publisher.
Show A. R., 2006. The rotavirus vaccine saga. En Annual Review Microbiology; 57: pp. 167-180.
Smith J., Almond J. W., 2011. Vaccine production, distribution and uptake. En The Lancet
Infectious Diseases, jul; 378(9789): pp. 428-438.
Víctor J. C, Monto A. S., Surdina T. Y, Suleimenova S. Z., Vaughan G., Nainan O. V, Favorov M.
O., Margolis H. S., Bell B. P., 2007. Hepatitits A vaccine versus immune globulin for
posexposure prophylaxis. En New England Journal Medicine, oct; 357(17): pp. 1685-1694.
Villar L., Dayan G. H., Arredondeo-García J. L., Rivera D. M., Cunha R., Deseda C., 2015.
Efficacy of a tetravalent dengue vaccine in children in Latin America. En New England
Journal Medicine, 372(2): pp. 113-123.
Sitios web:
http://www.cdc.gov/mmwr/preview/mmwrhtml/rr6002a1.htm
http://www.cdc.gov/vaccines/pubs
http://www.cdc.gov/vaccines/schedules/downloads/child/0-18yrs-child-combined-schedule.pdf
http://www.vaccine.chop.edu.
http://www.aafp.org.
http://www.vaccinesafety.edu
http://www.immunization.org.uk
http://www.cdc.gov/vaccines/schedules/hcp/imz/child-adolescent-shell.html#f2
Capítulo 6
Terapia antiviral
Introducción
En un alto porcentaje las infecciones virales son asintomáticas,
autolimitadas y no tienen ningún riesgo para la vida del paciente. La
mayoría de las enfermedades virales son de curso autolimitado, causan
infecciones localizadas en una serie de células y tejidos superficiales y el
hospedero se recupera gracias a la acción del sistema inmune que
neutraliza las partículas virales y elimina las células productoras de
viriones.
En gran medida el curso clínico de la infección viral está dado por
las complejas interacciones entre el sistema inmune y el virus. La
patogénesis de la infección viral está relacionada con la virulencia del
virus, el tamaño del inóculo viral, la cinética de replicación viral, el sitio
de entrada y el tropismo. La terapia antiviral se restringe a ciertas
patologías que entrañan un alto riesgo para el paciente por sus
complicaciones; a pacientes con estados de inmunosupresión en las que se
presentan infecciones virales más severas; en pacientes con patologías
virales crónicas y a las infecciones por virus latentes que persisten en el
individuo o que causan reactivaciones o infecciones de tipo crónico.
Las patologías virales contra las cuales se ha desarrollado una terapia
antiviral son las infecciones causadas por virus influenza A y B, virus
herpes simple, virus varicela-zona, citomegalovirus, virus de
inmunodeficiencia humana, virus de la hepatitis B, virus de la hepatitis C,
virus respiratorio sincitial, picornavirus.
Los beneficios por el tratamiento antiviral son variados y dependen
de la patología específica; como ejemplos de beneficio terapéutico, se
tienen:
•
•
•
•
•
•
•
Disminución del periodo sintomático tamiento del tiempo de enfermedad).
Disminución de la excreción viral (número de partículas o carga viral) y de la tasa de virus
aislado.
Distanciamiento de los periodos de recurrencias.
Disminución de las secuelas y mortalidad asociadas al patógeno.
Mejoramiento de la calidad de vida.
Reconstitución del sistema inmune y disminución de las infecciones oportunistas; criterio
válido para infecciones por VIH.
Desaparición de marcadores biológicos y virales de infección y replicación; medida
indirecta del daño causado por el patógeno.
La estrecha relación existente entre los virus y la maquinaria celular
del huésped limitó durante muchos años el desarrollo de medicamentos
antivirales. Por un lado, los virus utilizan la maquinaria biosintética celular
para la expresión de genes virales y la síntesis de sus propios
constituyentes y por otro regulan el funcionamiento celular. Al no contar
con un conocimiento profundo de fisiología y de bioquímica celular, se
produjo una alta tasa de toxicidad con los primeros compuestos diseñados
y se llegó a pensar que las enfermedades virales no podrían tener un
tratamiento específico. El mejor conocimiento de los mecanismos de
replicación en la célula hospedera y de la interacción del virus con la
célula diana, ha llevado al desarrollo de los medicamentos antivirales; el
óptimo mecanismo de acción de estos se explica por una relación más
estrecha entre el medicamento antiviral y las moléculas propias del virus.
Una de las bases de la terapia antiviral es la seguridad para no causar
efectos secundarios indeseables; la molécula blanco de los antivirales no
debe interferir con la función o crecimiento celular, para lograr esto, la
molécula antiviral no debe tener afinidad ni homología con las proteínas
celulares. Para conseguir este objetivo es necesario conocer a fondo la
estructura del genoma viral, definir los eventos bioquímicos propios de la
célula infectada y los factores genéticos asociados con la resistencia a los
antivirales. Otra limitante que se presentó durante mucho tiempo y que
influyó indirectamente en la falta de desarrollo de antivirales, fue la falta
de técnicas de diagnóstico rápido para confirmar una sospecha diagnóstica
clínica e iniciar una terapia antiviral específica y oportuna, logrando una
mayor eficacia de la terapia antiviral. El desarrollo de las técnicas de
diagnóstico viral rápido permitió un aclaramiento etiológico y la
administración oportuna y temprana de medicamentos.
Finalmente, factores propios de los agentes virales como son su alta
tasa de mutación y la tendencia a desviar los mecanismos de defensa del
huésped, han contribuido al lento avance en terapia antiviral (capítulo 4,
patogénesis de la infección viral).
En años recientes se ha avanzado enormemente en la terapia antiviral
gracias a los desarrollos de la síntesis química combinatoria. El uso de
sistemas automatizados ha permitido a la industria farmacéutica sintetizar
de manera exponencial numerosos compuestos a partir de unos pocos que
reaccionan entre sí, para suministrar, a partir de varias reacciones, miles de
productos. Fruto de lo anterior produjo el auge en la aparición de
medicamentos contra las infecciones herpéticas y retrovirales. Se pueden
definir los antivirales como sustancias virostáticas que actúan en uno de
los diferentes pasos o etapas de la replicación viral, inhibiendo o
bloqueando procesos específicos. El mejor medicamento antiviral es aquel
que tiene como sitio de acción moléculas que son únicas y específicas de
los virus, que cumplen una función enzimática dentro del ciclo replicativo
viral y que no poseen contrapartida en las células humanas (p. ej., ARN
polimerasa ARN dependiente o transcriptasa inversa), algunos de estos
antivirales se muestran en la tabla 6.1.
Tabla 6.1. Lista de antivirales empleados en las infecciones de mayor impacto
Mecanismo de acción
Virus
Ejemplos de antivirales utilizados
Penetración y denudamiento
Influenza A
Picornavirus
Amantadina, Rimantadina
Pleconaril
Inhibidor de la neuraminidasa viral
Influenza A y B
Zanamivir, Oseltamivir
Terminación de cadena ADN e inhibición de la ADN
polimerasa
Herpes simple
Vidarabina, Idoxiuridina, Trifluridina,
Aciclovir, Valaciclovir, Famciclovir,
Inhibición sitio pirofosfato
Herpes simple
Cidofovir
Maduración
Foscarnet
Inhibidor competitivo de la ADN pol.
Citomegalovirus Ganciclovir, Valganciclovir
Inhibidor de la transcripción inversa
HIV
Zidovudina, Didanosina, Dideoxicitidina
ddC, Lamivudina, Estavudina, Abacavir,
Adefovir, Nevirapina, Delavirdina,
Loviridina, Efavirenz.
Maduración del virión mediante inhibición de la proteasa
viral
HIV
Saquinavir, Ritonavir, Indinavir,
Nelfinavir, Amprénavir, Lopinavir.
Integración
HIV
Raltegravir Estudios de fase III
CCR5
HIV
Maraviroc
Activa las proteínas de defensa, síntesis de ARNm
Hepatitis B y C
Interferón α
Replicación viral. Complejo Inosina monofosfato
deshidrogenasa
RSV
Ribavirina
Replicación viral.
Hepatitis C
Ribavirina
Inhibidor de la transcriptasa inversa
HIV
0518 Raltegravir
Inhibidor de la ARN polimerasa
Hepatitis C
JTK-853 Estudios de fase II
Eficacia antiviral
La eficacia de un medicamento antiviral dependerá de muchos factores
entre los que se encuentran:
•
•
•
•
•
La especificidad del medicamento.
La farmacocinética y toxicidad.
El estado inmunológico del paciente.
La carga viral.
La aparición de cepas resistentes.
Uno de los beneficios alternos de la terapia antiviral es disminuir el
riesgo de desarrollo de patologías neoplásicas asociadas a infecciones
virales crónicas como el hepatocarcinoma (HBV y HCV), sarcoma de
Kaposi (HSV8), linfoma de linfocitos B (VIH), carcinoma genital y
escamocelular (HPV), linfoma de Burkitt (EBV) y leucemia de células T
del adulto (HTLV I y II).
Desarrollo de medicamentos antivirales
Muchos de los laboratorios farmacéuticos han hecho pruebas de selección
para probar el posible efecto inhibitorio de las múltiples moléculas
disponibles contra un amplio número de agentes infecciosos. El origen del
Aciclovir fue una de estas pruebas; era un medicamento que se había
descartado para uso en terapia antitumoral y que fue exitoso e333333n el
manejo de las infecciones por virus herpes.
Los medicamentos antivirales se estudian inicialmente in vitro,
midiendo su capacidad de inhibir la replicación del agente infeccioso,
disminuir su efecto citopático o el número de partículas producidas
(reducción en el número de unidades formadoras de placa [p.f.u]) en el
curso de la infección viral. Los estudios in vitro son importantes para
estudiar la seguridad y detectar posibles efectos de tóxicos sobre células no
infectadas. En in vitro se detecta la concentración inhibitoria 50 (IC50) que
es la concentración de antiviral capaz de disminuir el número de partículas
virales en un 50%. Para las pruebas de IC50 se utilizan cantidades
variables de medicamento antiviral con una concentración conocida de
virus (figura 6.1).
El desarrollo de un medicamento antiviral requiere entre otros
aspectos, los siguientes:
•
•
•
•
•
•
Buscar la capacidad de inhibir la replicación viral.
Buscar blancos en los productos génicos virales.
Explotar el conocimiento de los datos moleculares de proteínas virales para buscar blancos
de acción.
Demostrar una actividad antiviral durante la replicación.
Demostrar una actividad antiviral in vitro en múltiples tipos celulares y virus aislados.
Evaluar rutas de administración, absorción, biodisponibilidad, farmacocinética, excreción
(mecanismos), capacidad de alcanzar tejidos infectados, estabilidad en fluidos corporales y
toxicidad.
El desarrollo actual del medicamento antiviral comienza
determinando el sitio clave de la replicación que se quiere inhibir. Una vez
definido el sitio de acción, se reconoce la proteína que se desea sea el
blanco del medicamento, la estructura molecular 3D de la proteína debe
conocerse al detalle mediante estudios de cristalografía de rayos X y
resonancia nuclear magnética, si se conoce el sitio activo de la molécula
con la ayuda de programas informáticos se diseñan los probables ligandos;
la molécula o grupo de moléculas que producidas por mecanismos de
síntesis binarias se puedan localizar sobre el sitio activo y conferir una
actividad inhibitoria. Así por ejemplo, el conocimiento de la estructura
tridimensional de la neuraminidasa del virus influenza pudo generar la
producción de dos nuevos medicamentos antivirales (oseltamivir y
zanamivir).
Figura 6.1. Determinación de la concentración inhibitoria 50 (IC50 del aciclovir in vitro
A: prueba de toxicidad en presencia del antiviral. B: inóculo viral en ausencia de antiviral. C:
cultivo en concentraciones variables de antiviral. La IC50 se define como la concentración de
antiviral que es capaz de disminuir en un 50% las partículas virales producidas y medidas por
unidades formadoras de placas (p.f.u).
Proyectos de gran envergadura para comprender los detalles
estructurales de las proteínas virales han sido emprendidos recientemente
(ver proyecto: Viral enzymes involved in replication, http://www.viziereurope.org/). El desarrollo es tan rápido que una vez conocida la estructura
de una proteína fundamental de un virus de la familia, en pocas horas con
la ayuda de un computador se puede obtener la estructura de un virus
aparentado del cual sólo se conoce la secuencia genómica.
Índice terapéutico
Todo medicamento de uso en humanos debe ser seguro y presentar el
menor efecto indeseable con el mayor efecto terapéutico. La cantidad del
medicamento que inhibe la replicación viral debe ser muy inferior a la
dosis necesaria para obtener efectos tóxicos, la relación entre estos dos
valores se conoce como índice terapéutico y debe ser mucho menor de
uno. Entre más bajo sea este valor más seguro es el medicamento.
Índice terapéutico=
Dosis del medicamento que inhibe la replicación viral
Dosis del medicamento que causa toxicidad
Índice de selectividad
El siguiente parámetro de seguridad está dado por la relación existente
entre la dosis mínima de medicamento que inhibe la proliferación celular y
la dosis mínima que inhibe la replicación viral. Esta relación debe ser
mucho mayor de uno. Entre más grande sea esta cifra, más seguro es el
medicamento.
Índice de selectividad=
Mínima concentración de droga que inhibe la proliferación celular
Mínima concentración de droga que inhibe la replicación viral
Para que un medicamento antiviral sea seguro en la terapia, debe
cumplir dos requisitos; primero que sea específico y segundo, que tenga un
índice terapéutico adecuado.
Estudios clínicos
Una vez determinada la utilidad de un antiviral in vitro es necesario
evaluar su utilidad in vivo; los primeros estudios de farmacodinamia se
hacen en pacientes sanos no infectados y los estudios de eficacia se
realizan en grupos de pacientes infectados.
Estudios de fase I. Uso de dosis crecientes en un número limitado de
individuos para establecer farmacocinética, tolerancia, patrones de
excreción y dosis máxima tolerada. En algunas entidades como las
infecciones por citomegalovirus y hepatitis C, estas pruebas pueden
efectuarse y detectar la disminución de la carga viral en orina o plasma
respectivamente.
Estudios de fase II. Una vez conocida la farmacología y seguridad del
medicamento se llevan a cabo estudios en un número mayor de individuos
(de docenas a cientos).
Estudio clínico. Se hace en grupos de pacientes infectados y
seleccionados según criterios de ingreso, ausencia de terapias previas,
puntos de corte adecuados, monitoreo adecuado, aleatorización y análisis.
Estos pacientes cuentan con sistemas de monitoreo estrecho que permitan
determinar respuesta al tratamiento y ausencia de efectos indeseables. En
algunos casos se utilizan pacientes ya tratados y que no responden al
tratamiento y el nuevo medicamento se emplea como droga de rescate.
Estudio ciego y doble ciego. El diseño de estos estudios permite disminuir
el sesgo que pueda haber surgido con los estudios clínicos.
Sitio de acción
de los medicamentos antivirales
Los compuestos antivirales pueden actuar en cualquier fase del ciclo
replicativo viral. Los medicamentos pueden obrar inhibiendo fases
específicas de los procesos replicativos a nivel de la unión, denudamiento,
transcripción, replicación, translación, ensamblaje o liberación de las
partículas virales (figura 6.2). Para comprobar la eficacia de un mecanismo
se realizan pruebas de replicación viral con mutantes en sitios de
replicación específica de un posible antiviral. Por ejemplo, ante la
hipótesis que una determinada enzima es vital para la replicación, la
mutante demostrará que es incapaz de replicarse in vitro; estas pruebas
preliminares no son disponibles para todos los virus.
Figura 6.2. Sitio de acción de los antivirales
1: unión 2: denudamiento 3: transcripción 4: traducción 5:translación 6: ensamblaje 7: replicación
8: liberación de las partículas virales.
Los principales blancos de acción de los antivirales son enzimas
virales, factores de transcripción, receptores de superficie y canales iónicos
virales. Los diferentes compuestos actúan sobre fases específicas del ciclo
viral del virus sobre el cual actúan, los compuestos son específicos de
especie y pocos antivirales pueden definirse como de amplio espectro de
acción (tabla 6.2). Este factor ofrece dificultades para el tratamiento de
ciertos síndromes que son causados por virus pertenecientes a familias
virales muy diferentes que comparten manifestaciones; por ejemplo, el
resfriado común es causado por múltiples agentes rinovirus, coronavirus,
adenovirus, influenza, parainfluenza, virus respiratorio sincicial y otros
agentes, con ciclos de replicación diferentes.
Algunos antivirales requieren de cambios enzimáticos del
medicamento para adquirir la estructura necesaria a la denominada forma
activa. La propiedad del medicamento de ser activada solo por enzimas
virales permite que la forma activa únicamente se encuentre solo en
células infectadas, lo cual disminuye los efectos tóxicos del medicamento.
En el caso del aciclovir, la forma activa del medicamento es trifosforilada
y la primera fosforilación es efectuada por una quinasa viral (timidina
quinasa), que solamente se encuentra en células infectadas por el virus en
fase replicativa (figura 6.3).
El proceso de expresión genómica es menos accesible a la acción de
medicamentos antivirales, por cuanto los virus son mucho más
dependientes de la maquinaria biosintética celular para llevar a cabo este
proceso. La transcripción, el splicing de los ARN, el paso de los ARN al
citoplasma y la traducción de las proteínas virales son procesos totalmente
dependientes de enzimas celulares.
Tabla 6.2. Sitios blanco de la acción de antivirales
Sitio de acción
Tipo(s) de antiviral(es) utilizado(s)
Ejemplo
Unión al receptor
Ligandos sintéticos
VIH-Enfuvirtide
Denudamiento
Bloqueo de canales iónicos
Inhibidores de proteínas de fusión. Bloqueo CCR5
Influenza-Amantadina
VIH-Maravirovic
Replicación del genoma viral
Inhibidores de la ADN polimerasa Inhibidores de la
transcriptasa inversa Inhibidores de la ARN polimerasa
HSV-Aciclovir
HBV-Lamivudina
HCV-Ribavirina
Integración del genoma viral
Inhibidores de la integrasa
VIH-Raltegravir
Transcripción
Interferón
Nucleótidos antisentido o iARN
Medicamentos análogos de nucleósidos
Medicamentos no análogos de nucleósidos
HCV-IFN pegilado
HPV
HSVAciclovir
VIH-Nevirapina
Translación de proteínas virales
Interferón. Oligonucleótidos antisentido. Ribozimas.
HCV-Interferón
Ensamblaje viral
Interferón. Inhibidores de proteínas de ensamblaje.
HBV, HCV.
Liberación de la partícula viral
Inhibidores de la neuraminidasa de virus influenza
Oseltamivir Zanamivir
Maduración de la partícula viral
Inhibidores de proteasa
Nelfinavir
Virucidas tópicos
Detergentes
VIH-Nonoxidol 9
Figura 6.3. Formación del aciclovir activo por fosforilación del análogo de nucleósido por
quinasas virales y celulares
Una de las estrategias más usada para la síntesis de antivirales es la
síntesis de nucleótidos o análogos de nucleótidos, similares a las bases
púricas o pirimídicas que conforman el ARN o el ADN. Durante el
proceso de síntesis de ARN o ADN virales, estas moléculas análogas se
incorporan en la molécula que se está sintetizando y termina la síntesis por
ausencia de los grupos químicos necesarios para la incorporación del
siguiente nucleótido en la secuencia. Los análogos de nucleótido o
nucleósidos inactivan las enzimas virales, como la transcriptasa inversa del
virus de la hepatitis B. En la figura 6.4 se observa el mecanismo de acción
del aciclovir.
Biodisponibilidad
La biodisponibilidad es un término farmacológico que se relaciona con la
velocidad y fracción con la que un medicamento accede al sitio en donde
se requiere. La efectividad de un medicamento está encadenada con la
posibilidad de tener la correcta concentración del compuesto en el tejido
en donde ocurre la replicación del virus. Prácticamente no es posible en el
humano medir la concentración del medicamento en todos los tejidos y por
ello se establece una medida indirecta, cuantificando la fracción de la dosis
administrada que se encuentra en plasma.
Figura 6.4. Mecanismos de inhibición de la síntesis de ADN viral: terminación de la cadena y
competición con los nucleótidos naturales
El aciclovir, la vidarabina y la yododeoxiuridina que no presentan grupo hidroxilo libre, terminan
síntesis de la cadena de ADN viral, no así el ganciclovir y el penciclovir. TTP: timidina trifosfato.
La biodisponibilidad dependerá de la vía de administración, teniendo
en cuenta que en caso de la administración oral, la dieta puede afectar la
absorción. Otros factores que influyen en la biodisponibilidad son la
estabilidad, su metabolismo y las características fisicoquímicas del
medicamento (forma química [pura, activa], hidrosolubilidad o
liposolubilidad).
Farmacocinética
La farmacocinética se ocupa de los procesos a los cuales se somete un
medicamento a su ingreso y paso por el organismo. Una de las
características fundamentales que se debe evaluar en un medicamento es la
persistencia del principio activo por un tiempo suficiente para llevar a cabo
su efecto. Esta propiedad incluye el estudio de los mecanismos de
absorción, la distribución luego de una ruta de administración, el tiempo
en que se inicia el efecto y su persistencia, las vías metabólicas y la
eliminación del organismo. La farmacocinética es estudiada según los
parámetros LADME por la sigla que responde a Liberación del Producto
Activo, Absorción, Distribución en el organismo, metabolismo o
inactivación y excreción. Uno de los parámetros estudiados en la
farmacocinética es la curva de Michaelis-Menten de la relación sustratoenzima.
Resistencia a los antivirales
De igual manera como se ha presentado resistencia de las bacterias a los
antimicrobianos o de los insectos a los insecticidas, los virus también
presentan resistencia a los medicamentos antivirales. La resistencia puede
darse como un fenómeno espontáneo por la presencia de mutaciones en el
curso de la replicación viral; adicionalmente, la presencia de antivirales
durante la terapia antiviral crea una presión de selección natural que
conduce a la aparición de mutantes con resistencia a los antivirales. Las
variantes resistentes tienen ventaja selectiva en el hospedero que recibe
terapia antiviral y por ello se replican con una mayor velocidad llegando a
ser predominantes.
La velocidad y frecuencia a la que ocurre la resistencia es variable y
depende más de la biología del agente viral que se está combatiendo, que
de la estructura química de los antivirales. El surgimiento de resistencia a
los antivirales se ha observado en la terapias contra los virus herpes,
citomegalovirus, influenza, hepatitis B, hepatitis C y el VIH y es mucho
más frecuente en terapias que utilizan monoterapia, como en caso de
infecciones por virus herpes o citomegalovirus.
En general, la aparición de resistencia está en relación con la
magnitud de la replicación, siendo mayor en presencia de cargas virales
altas al inicio de la terapia, de una mayor diversidad genética
(cuasiespecies virales) y cuando la terapia antiviral se administra por
largos periodos. La resistencia a los antivirales es más frecuente en
pacientes con déficit de la respuesta inmune, lo cual sugiere que por su
efecto virostático, los antivirales necesitan de la integridad del sistema
inmune para controlar la replicación final. Otro factor asociado con la
resistencia es lo que se denomina el fitness de las nuevas variantes virales,
es decir, el grado de habilidad para sobrevivir y reproducirse en el
hospedero. De otro lado, los virus mutantes tienen características de
atenuados y presentan mutaciones en las proteínas que se han constituido
en blanco de acción. Por ejemplo, el virus herpes simple tiene mutaciones
en la enzima timidina quinasa (TK) que hace que esta se presente en tres
fenotipos: fenotipo negativo (TKN) que hace que esta enzima no tenga
actividad de fosforilación del aciclovir o penciclovir; fenotipo alterado
(TKA) que fosforila la timidina pero no el aciclovir o penciclovir y
fenotipo deficiente (TKD) con baja actividad enzimática. El 90-95% de los
aislados virales resistentes son de tipo TKN y TKD. Adicionalmente, en una
proporción menor de casos, la ADN polimerasa viral puede mutar. El
tamaño del sitio blanco de los antivirales juega un papel importante en la
aparición de resistencia, a mayor tamaño del sitio (mayor número de
aminoácidos en contacto), es mayor la probabilidad de que aparezca una
mutación que cause un desajuste del ligando con el sitio activo. La
aparición de resistencia plantea nuevos problemas terapéuticos y los
pacientes demandan el empleo de medicamentos alternos, el HSV
resistente debe ser controlado con medicamentos alternos como el
foscarnet o cidofovir.
La medida de la resistencia es relativa; un virus es resistente a un
medicamento cuando es capaz de replicarse en presencia de niveles
terapéuticos de medicamento que son capaces de inhibir la replicación de
las cepas sensibles. La producción de resistencia a los medicamentos
antivirales se debe a múltiples variables entre las que se encuentran:
1.
2.
3.
4.
Tasa de mutación del virus elevada.
Algunos virus tienen la capacidad de recombinación genética o las enzimas encargadas del
proceso de replicación no tienen la capacidad de corregir la incorporación incorrecta de
nucleótidos en la nueva cadena de genoma viral.
Enzimas como la ARN polimerasa de HCV o la transcriptasa inversa de VIH son
recombinógenas.
El VIH tiene una alta tasa de mutación (10-3) y una alta tasa de replicación (109-1010),
factores que en su conjunto favorecen la aparición de resistencia.
Las tendencias modernas para el uso de terapias combinadas
persiguen los mismos objetivos que la terapia en caso de infección por
Mycobacterium tuberculosis:
1.
2.
3.
Obtener una actividad sinérgica.
Reducir las dosis de los diferentes medicamentos y minimizar los efectos tóxicos.
Reducir el riesgo de resistencia al actuar sobre diferentes blancos, por lo que la probabilidad
de resistencia se disminuye exponencialmente.
El uso de medicamentos antivirales puede encontrarse entre dos
extremos: el uso de medicamentos de amplio espectro, muy tóxicos, de
baja potencia y con probabilidad baja de resistencia y el de medicamentos
potentes, con espectro restringido de acción, poca toxicidad y alto riesgo
de resistencia; la terapia combinada se sitúa en el medio de estos dos
extremos.
Medicamentos análogos de nucleósidos
Muchos medicamentos antivirales semejan, en su estructura, a las bases
púricas y pirimídicas que componen el ADN; actúan como análogos
competitivos de los sustratos naturales (bases púricas y pirimídicas) de las
polimerasas virales (figura 6.5).
La toxicidad puede variar entre los diferentes productos; unos son
muy bien tolerados (p. ej., aciclovir), otros son muy tóxicos (p. ej.,
deoxiuridina, trifluorotimidina, azidotimidina). Los análogos de
nucleósidos funcionan como prodrogas que deben ser fosforiladas antes de
ser efectivas. La vida media de estos compuestos varía entre una y cuatro
horas (figuras 6.2, 6.3 y 6.4).
Agentes retrovirales
La mayoría de medicamentos antivirales presentes en el mercado están
dirigidos a la terapia de la infección por el VIH. Los medicamentos
antirretrovirales tienen cuatro sitios de acción específicos en el ciclo de
replicación viral (figura 6.6). El objetivo de la terapia antiviral es
disminuir la carga viral (respuesta virológica) para limitar el daño que el
virus ejerce sobre el sistema inmune y permitir la restauración del sistema
inmune (respuesta inmunológica medida por el incremento en los
linfocitos CD4+), con el fin de disminuir las infecciones oportunistas,
causa primaria de consulta y mortalidad en pacientes con SIDA. La terapia
combinada altamente efectiva (sigla en inglés HAART, en español se
utiliza la sigla TARGA por tratamientos antirretrovirales de gran
actividad) prolonga la expectativa de vida, disminuye los altos costos de la
enfermedad y mejora la calidad de vida del paciente.
Figura 6.5. Estructura de las bases púricas (adenina y guanina) y pirimídicas (timina y
citosina) presentes en el ADN
El nitrógeno marcado en sepia es el sitio de enlace del azúcar del nucleótido.
Los medicamentos anti VIH tienen como sitios blanco de acción, los
siguientes:
•
•
•
•
Inhibición de la entrada viral. Estos medicamentos actúan inhibiendo la unión o fusión de la
partícula viral y la membrana de la célula diana.
Inhibición de la transcriptasa inversa: impiden la formación de ADN proviral a partir de las
dos cadenas de ARN(+) presentes en el genoma viral.
Inhibición de la integración: impide que el ADNc que se ha formado por acción de la
transcriptasa inversa, se integre con el genoma de la célula hospedera.
Inhibición de la maduración viral por inhibición de la proteasa viral: impide los cortes
proteolíticos en la proteína gag y pol necesarios para la formación de las proteínas
estructurales (p17, p24, p9 y p7) y proteínas enzimáticas (transcriptasa inversa, proteasa e
integrasa). Esto impide la metamorfosis de las partículas en viriones infectantes.
Figura 6.6. Sitios de acción de los medicamentos antirretrovirales
•
Disrupción del estado de latencia: esta estrategia utiliza inhibidores de la histona deacetilasa
con el fin de inducir la expresión de genomas latentes, por este método se pretende suprimir
la latencia proviral que es la fuente de reservorio viral. La administración de vorinostat en
pacientes con supresión de la viremia, incrementa los biomarcadores de acetilación celular y
la expresión de ARN de VIH, lo cual activa células que portan el VIH en estado de provirus
y permite la acción de medicamentos antirretrovirales.
Inhibidores de la entrada viral
La entrada del virus a la célula diana está caracterizada por una serie de
eventos complejos cada uno de los cuales constituye un blanco eventual de
la acción de un medicamento antiviral. La entrada involucra interacciones
no específicas entre heparán sulfatos, unión con el receptor CD4+ y con los
correceptores CXCR4/ CCR5, lo que da lugar a cambios estructurales en la
membrana celular y sus proteínas, que finaliza en la fusión de las
membranas viral y celular. Los medicamentos que inhiben la unión y
entrada del virión ofrecen mayor oportunidad de que el virus libre sea
depurado por el sistema inmune. Los primeros medicamentos producidos
para este fin, se obtuvieron por la observación de que algunos péptidos
inhibían la infección por el virus in vitro; uno de estos péptidos (T20) es
similar a regiones de la gp41, que media mecanismo de fusión de las
membranas viral y de la célula diana. El segundo antiviral comercializado
es un antagonista del correceptor CCR5, surgido de toda la investigación
que demostró el papel indispensable de este elemento en el ingreso viral y
la resistencia natural que tienen los hospederos con deleción de 32pb en el
gen que codifica para este correceptor. Otros métodos empleados para
inhibir la entrada viral han sido los anticuerpos neutralizantes, que
reconocen el asa variable V3 de la gp120; compuestos polisulfatados o
polianiónicos como el dextran sulfato o la suramina, han demostrado
producir efectos indeseables y tener acción anticoagulante.
Enfuvirtide (T20/Fuzeon®)
Estructura: el enfuvirtide es un péptido sintético de 36 aminoácidos que
corresponde a los residuos 643-678 de la gp 160 o los residuos 127-162 de
la gp41 que media la fusión de membranas viral y celular (figura 6.7). El
enfuvirtide inhibe la fusión virus célula por interacción con la región
homóloga de la gp41, inhibe los cambios conformacionales necesarios
para la formación de la estructura en pinza de cabello necesaria para la
formación del complejo de regiones heptarepetitivas (HR1-HR2)
previniendo la aposición, fusión y entrada viral.
Espectro de actividad: por su alta especificidad y homología molecular,
el enfuvirtide actúa sólo en caso de infección por VIH-1.
Indicaciones: el enfuvirtide está indicado en caso de infecciones por VIH1, asociado a otros antirretrovirales como parte de la terapia HAART. Se
administra mediante inyección subcutánea de 90 mg cada doce horas. Por
su administración parenteral requiere una gran adherencia al tratamiento.
En un reporte reciente de pacientes con resistencia a antirretrovirales se
observó que adicionando el enfuvirtide, se obtenía el beneficio de una
disminución de la carga viral. Como efecto indeseable, presentó irritación
en el sitio de aplicación, pero solo un 2,8% de los pacientes abandonó el
tratamiento por este hecho.
Figura 6.7. Estructura del enfuvirtide y su sitio de acción en la gp41
A: alanina. C: cisteína. D: aspartato. E: glutamato. F: fenilalanina. G: glicina. H: histidina. I:
isoleucina, K: lisina. L: leucina. M: metionina. N: asparagina. P: prolina Q: glutamina. R: arginina.
S: serina. T: treonina. V: valina. W: triptófano. Y: tirosina.
Resistencia: la resistencia al enfuvirtide es conferida por sustituciones de
aminoácidos en las posiciones 36, 38, 40 y 43 de la región HR1 de la gp41.
Absorción, distribución y eliminación: la biodisponibilidad después de
la administración subcutánea de enfuvirtide es del 84%, comparada con la
administración endovenosa. El pico de concentración sérica se obtiene
después de cuatro horas y no está influenciado por el sitio de inoculación.
El tiempo de vida media es de 3,8 horas, por lo cual necesita ser
administrado cada 12 horas. En un 98% se une a proteínas séricas como la
albúmina sérica, pero aún no se ha determinado su metabolismo.
Administración: la administración subcutánea de dos dosis de 90 mg
confiere niveles terapéuticos.
Efectos indeseables: los efectos adversos se limitan a reacciones locales
en el sitio de la inoculación como dolor, enrojecimiento e induración en un
98% de los casos, solo el 5% de los pacientes abandona el tratamiento con
enfuvirtide por sus efectos secundarios. Otros efectos indeseables son la
náusea, diarrea, fatiga e insomnio.
Maraviroc (Selzentry®, Celsentri®)
Estructura: su estructura química es el [4,4 difluoro-N-((1S)3(3isopropil-5-metil-4H-1,2,4,-triazol-4-il)-8-azabiciclo [3.2.1]oct-8-il]-1fenilpropil) ciclohexanocarboxamida.
Mecanismo de acción: el selzentry es un inhibidor alostérico, antagonista
reversible y selectivo que bloquea la interacción entre la gp120 del VIH y
el receptor de quimioquina CCR5 de la célula diana, previniendo la
proyección del péptido de fusión de la gp41 en la membrana de la célula
hospedera.
Espectro de acción: el selzentry actúa en las cepas de VIH-1 que tienen
tropismo por el receptor CCR5. No tiene efecto inhibitorio con otros
antivirales y su uso con el enfuvirtide tiene efecto aditivo o sinérgico.
Resistencia: se ha observado que las cepas R5 que adquieren una
mutación en el asa V3 de la gp120, (sitio de unión del medicamento)
presentan resistencia a maraviroc. También se advirtió una selección de las
cepas virales CXCR4 en pacientes con reservas de virus X4 y que son
detectadas después de iniciado el tratamiento.
Farmacocinética
Absorción oral: la biodisponibilidad después de una dosis de 100 mg es
del 23%, mientras que dosis tres veces superiores alcanzan una
biodisponibilidad del 33%. La biodisponibilidad de maraviroc se altera por
la ingestión de comidas grasas, pero en la práctica clínica no tiene ningún
efecto terapéutico.
Distribución: el 76% del medicamento está asociado a las proteínas
séricas.
Metabolismo: el maraviroc se metaboliza por enzimas del sistema
citocromo como la CYP3A, por lo tanto, su concentración plasmática se
incrementa con la ingesta de otros medicamentos que inhiban el CYP3A
(ketoconazol, lopinavir-ritonavir, atazanavir, etc.) y se disminuye con
medicamentos que induzcan la CYP3A (efavirenz, rifampicina).
Eliminación: se elimina fundamentalmente con las heces y una pequeña
porción con la orina.
Vida media: la vida media plasmática es de 22.9 horas.
Toxicidad: puede tener efecto alérgico caracterizado por exantema
pruriginoso, eosinofilia e incremento en la IgE. Su efecto tóxico más
importante es la hepatotoxicidad, por lo que debe usarse con precaución en
pacientes con falla hepática. Otros efectos secundarios como las
parestesias, infecciones secundarias del tracto respiratorio, exantemas,
dolor abdominal y mareo se han reportado en pacientes que toman más de
300 mg cada12 horas.
Indicaciones terapéuticas: se ha empleado en pacientes que ya se han
beneficiado con otros esquemas terapéuticos, mostrando una eficacia para
disminuir la carga viral hasta límites indetectables y mostrando un
incremento significativo en los CD4+. El mayor efecto terapéutico se ha
reportado en pacientes con cargas virales mayores a 100.000 copias/ml.
Los pacientes que tienen cepas virales R5 trópicas son el grupo que se
beneficia, no así aquellos que presentan cepas virales CXCR-4 trópicas.
Vicriviroc
Se realizaron estudios clínicos controlados.
Estructura: 5-({4-[(3S)-4-{2-methoxi-1-[4(tri-fluoro metil) fenil] etil} -3methilpiperazin-1-yl] -4-metilpiperidin -1-il}carbonil) -4,6dimetil
pirimidina.
Mecanismo de acción: es un potente inhibidor del correceptor CCR5 que
actúa en forma similar al maraviroc. Se une a un área hidrofóbica entre el
área transmembranal y la porción externa del CCR5, cambiando su
estructura conformacional e impidiendo la unión de la gp120.
Espectro de acción: tratamiento de pacientes infectados por el VIH-1 con
cepas R5 trópicas.
Resistencia: la sensibilidad al vicriviroc se altera por mutaciones
acumuladas en el asa V3 de la gp120, región de la proteína que juega un
papel importante en el reconocimiento de CCR5.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe rápidamente luego de administración oral,
adquiere las máximas concentraciones séricas 1,5 horas después de su
administración. Su biodisponibilidad no se encuentra asociada a la ingesta
de comidas grasas y su administración no presenta restricciones dietéticas.
Distribución: la IC50 se encuentra a niveles de 20 nM, esta potencia
explica sus efectos aditivos o sinérgicos con otros antivirales.
Metabolismo: el vicriviroc es sustrato de la citocromo CYP450, por lo
que su concentración sérica se incrementa con otros medicamentos que
utilizan el sistema citocromo como el ritonavir y otros inhibidores de la
CYP3A.
Eliminación: el vicriviroc se elimina en paralelo entre la vía urinaria y
fecal.
Vida media: su tiempo de vida media plasmática es de 28-34 horas.
Toxicidad: los efectos adversos más reportados son fatiga, cefalea, náusea
y dolores en las extremidades. En las primeras 48 semanas de tratamiento
se observaron enfermedades malignas en ocho pacientes tratados, no se
advirtió incremento en estas enfermedades después de dos años de
tratamiento.
Indicaciones terapéuticas: pacientes con infección por VIH-1 y cepas R5
trópicas. En julio de 2010 la compañía Merck KGaA decidió suspender las
investigaciones clínicas con vicriviroc, por cuanto los resultados de
eficacia primaria no llenaron las expectativas de la fase III.
En la actualidad se han estudiado otros medicamentos inhibidores de
la entrada viral que actúan en otros sitios como son la unión al receptor
CD4 (PRO542, CVN), la unión al correceptor CXCR4 (AMD-3100,
AMD-070, KRRH-2731), la unión al correceptor CCR5 (SCH-c, TAX779,
GSK-873140, PRO140) y la inhibición de la formación de la estructura en
gancho de pelo y la fusión de membranas (T-1249, 5-Helix, IQN-17).
Algunos de estos compuestos han sido utilizados en estudios clínicos
controlados y los resultados son esperanzadores. Se han reportado efectos
de toxicidad que pueden en un futuro ser resueltos con menores dosis de
estos compuestos ya que poseen actividad sinérgica entre sí.
Inhibidores de la transcriptasa inversa:
análogos de nucleósidos
La transcriptasa inversa del VIH es un heterodímero p66/p51, que cataliza
la síntesis de ADN de cadena doble con unidades repetitivas terminales a
partir del genoma ARN diploide viral; este ADN es luego integrado con el
genoma celular por la integrasa como un provirus. La actividad ARNasa H
y la actividad polimerasa se localizan en la subunidad p66, mientras que la
porción p51 juega un papel estructural. Al grupo de análogos de
nucleósidos pertenecen en la actualidad: la zidovudina (AZT), didanosina
(ddI), estaduvina (d4T), zalcitabina (ddC), lamivudina (3TC), abacavir
(ABC), emtricitabina (FTC), tenofovir (TDF) (figura 6.8 y tabla 6.3).
Todos los medicamentos de este grupo son análogos de nucleótidos
y tienen en común la falta de un grupo hidroxilo en la posición 3’ (a
excepción del tenofovir que carece del residuo de ribosa). La estructura de
estos compuestos impide la adición de nuevos nucleótidos en la cadena de
ADN que se neo sintetiza, esta acción finaliza la síntesis del ADN viral por
parte de la transcriptasa inversa. Todos estos medicamentos necesitan ser
fosforilados por las quinasas celulares para adquirir su forma activa. La
zidovudina y otros análogos de nucleósidos, tienen una actividad antiviral
que depende del tipo funcional de las células analizadas, su actividad es
mayor en células activadas que en células en reposo. La fosforilación por
la timidina quinasa se efectúa en la fase S del ciclo viral, por lo tanto se
incrementa en las células activadas y es menor en las células en reposo.
Zidovudina (ZDV, AZT, Retrovir®, Aviral®)
Estructura: la estructura química corresponde al (3’azido-2’,3’dideoxitimidina); azidotimidina. La zidovudina es una compuesto sintético
análogo de la timidina con un grupo azido en lugar del grupo hidroxilo en
la posición 3’ del anillo de ribosa.
Figura 6.8. Estructura química de los inhibidores de la transcriptasa inversa del VIH
análogos de nucleósidos
AZT: zidovudina. ddI: didanosina. ddC: zalcitabina. d4T: estavudina. 3TC: lamivudina. ABC:
abacavir.
Tabla 6.3. Compuestos antivirales análogos de nucleósidos y nucleótidos administrados en
caso de infección por VIH
Nombre genérico y sigla utilizada
Nombre comercial
Administración
Zidovudina ZDV, azidotimidina AZT
Retrovir®
Oral. 300 mg/c/12 horas
Didanosina, dideoxi-inosina ddI
Zalcitabina, dideoxicitidina DDC
Videx® Videx EC
VIHid®
Oral. 200 mg/ c/12 horas
Oral. 0,75 mg/ c/8 horas
Estavudina, dideoxitimidina d4T
Zerit®, Zerit XR®
Oral. 40 mg/ c/12 horas
Lamivudina dideoxitiacitidina 3TC
Epivir®, Zeffix®
Oral 150 mg/ c/12 horas
Abacavir, ciclopropilaminopurinilciclopentano, ABC
Ziagen®
Oral 300 mg/ c/12 horas
Tenofovir fosfonilmetoxipropiladenina TDF
Viread ®
Oral. 300 mg/c/6 horas
Emtricitabina fluorooxatiolanilcitosina FTC
Emtriva®
Oral 200 mg/ c/12 horas
Existen en formas combinadas, por ejemplo: Zidovudina + Lamivudina (Combivir), Abacavir +
Lamivudina (Epzicom, Kivexa), Zidovudina + Abacavir + Lamivudina (Trizivir), Tenofovir +
Emtricitabina + Efavirenz (Atripla).
Mecanismo de acción: a nivel intracelular la AZT es fosforilada por la
timidina quinasa celular en la forma monofosfato y bifosfato y por la
nucleósido bifosfato a la forma trifosfosfato; la forma trifosfato actúa
como inhibidor competitivo de la transcriptasa inversa (RT) del virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH). A diferencia del aciclovir y ganciclovir,
no existen enzimas virales específicas que fosforilen la AZT y, por tanto,
no es selectivo de células infectadas. Hay poca correlación entre las
concentraciones plasmáticas y las formas trifosfato intracelulares
Toxicidad selectiva: no posee la toxicidad selectiva del ACV. Las células
humanas no poseen RT, pero la AZT puede inhibir la ADN polimerasa α y
la polimerasa mitocondrial γ. La AZT puede reducir la concentración
intracelular de timidina trifosfato, lo cual contribuye con su toxicidad. El
efecto competitivo que ofrece la ZDV sobre la RT es 100 veces mayor que
sobre la ADN polimerasa celular.
Espectro de acción: inhibe la replicación de VIH de tipo 1 y 2 y el HTLV
I y II, por interferencia en la síntesis de ADN mediada por la transcriptasa
inversa. Interactúa en forma preferencial con la RT, más que con la ADN
polimerasa celular.
Resistencia: se ha reportado en pacientes beneficiados de regímenes
terapéuticos. La mutación en los codones de la RT localizados en
posiciones 41, 44, 67, 70, 118, 210, 215 y 219 se denominan mutaciones
análogas de timidina y confieren resistencia a la AZT y otros análogos de
timidina como la estavudina. Entre las mutaciones de la RT descritas se
encuentran las siguientes substituciones: M41L, D67N, K70R, L210W,
T215F/I y K219Q.
Farmacocinética
Absorción oral: buena absorción gastrointestinal con una
biodisponibilidad del 60-70%. Los niveles plasmáticos máximos (2,35 a
5,5 µM) se logran entre 30 minutos y 1,5 horas después de la
administración de una dosis de 200 mg.
Distribución: se une a proteínas plasmáticas en un 34-38%. Se localiza a
nivel intracelular, en leche materna, semen, tejidos fetales y LCR.
Metabolismo: se realiza en hígado, es extenso y rápido por procesos de
conjugación con el ácido glucurónico. La insuficiencia hepática aumenta
los niveles de AZT.
Eliminación: el principal metabolito en plasma y orina (50-80%) es el 5’
glucurónico. La mayoría de metabolitos son eliminados; la eliminación de
las formas trifosforiladas no es la misma que la de la del compuesto
original. Se metaboliza en el hígado y es eliminado por excreción renal.
Vida media: 1,1 horas.
Toxicidad: anemia y supresión de medula ósea (neutropenia, leucopenia)
en un 16-24% de los casos. La anemia se observa 4-6 semanas después de
iniciada la terapia. Otros efectos descritos son insomnio, fatiga, malestar,
mialgias y náusea que desaparecen en las primeras semanas de
tratamiento. Las polimiositis se han detectado luego de seis meses de
tratamiento en un 6-18% de los casos. En algunos casos se ha descrito
hígado graso y falla hepática.
La comparación de algunas características farmacológicas de los
inhibidores de la RT se presenta en la tabla 6.4.
Indicaciones terapéuticas: se usa en el tratamiento por infección en niños
y adultos. Fue el primer antirretroviral aprobado y por lo tanto es el que
reporta un mayor número de estudios clínicos y uso en la práctica. Se
emplea como tratamiento de la mujer embarazada ya que se ha observado
que disminuye en un 67% el riesgo de transmisión vertical. La dosis de
inicio es de 200 mg cada cuatro horas. Después de un mes de tratamiento
puede reducirse a 300 mg cada doce horas. La AZT en asocio con el
interferón se ha empleado en la terapia contra las infecciones por HTLV-I
incluyendo las formas de leucemia y linfoma.
Dideoxinosina o didanosina
(ddI, didanosina, Videx®, Viden®)
Estructura: es una inosina análoga del nucleósido de purina ( 2’3’
dideoxi-inosina).
Mecanismo de acción: como otros nucleósidos análogos es un virostático.
Penetra a la célula por difusión no facilitada o por uso de un transportador
de bases de nucleótidos. Una vez fosforilado intracelularmente a ddATP,
se incorpora al ADN proviral por vía de actividad de la transcriptasa
inversa en competición con el sustrato natural dATP. Una vez incorporado
a la nueva cadena de ADN, termina la elongación de la cadena por la
ausencia del grupo hidroxilo en posición 3’. No tiene ninguna acción sobre
el ADN ya integrado.
Toxicidad: puede producir citotoxicidad en medula ósea sobre células de
línea eritroide y en menor grado en la línea mieloide. Otro efecto adverso
asociado a la dosis empleada es la neuropatía periférica, la pancreatitis y la
sialaneditis. El riesgo de pancreatitis se incrementa en pacientes con
antecedentes de pancreatitis, de ingesta de alcohol o uso de drogas,
hipertrigliceridemia o uso de hidroxiurea.
Tabla 6.4. Comparación de la actividad farmacológica y posología de algunos inhibidores de
RT del VIH
Propiedades / Medicamento
Zidovudina
Didanosina
Zalcitabina
Estavudina
Lamivudina
Vía de administración
VO
VO
VO
VO
VO
Biodisponibilidad oral %
65
40
90
90
82
T1/2 en plasma (horas)
1.1
1
1.2
1.1
2.5
T1/2 en célula (horas)
3-4
12-24
3-4
3-4
8-12
Unión a proteínas %
25
Une a GR
45
ND
<36
Eliminación renal%
14-20
60
65
42
ND
Dosis día administrada al adulto
hasta 600 mg
250-400 mg
2.25 mg
60-80 mg
300 mg
Espectro de acción: indicado en combinación con otros antirretrovirales
en infecciones por VIH de tipo 1 y 2 y otros retrovirus como el HTLV-I.
Resistencia: aparece después de meses de tratamiento. Se han descrito
mutaciones de la transcriptasa inversa que confieren resistencia a la ddI, la
mutación más frecuente es la L74V (posición 74 Leu a Val); otras
mutaciones que confieren resistencia se encuentran en los codones 65 y
184, esta resistencia es cruzada con la ddC.
Farmacocinética
Absorción oral: la ddI es inestable a pH ácido; debe administrarse con un
antiácido (tampón citrato-fosfato, carbonato de calcio o hidróxido de
magnesio) para garantizar la protección entérica del producto. La
absorción oral es variable y puede interferirse con la ingesta de alimentos u
otros medicamentos como dapsona o ketoconazole. Debe administrarse de
30 minutos a dos horas antes de la ingesta de comidas.
Distribución: menos del 5% se encuentra unido a proteínas séricas. Posee
una biodisponibilidad del 40%. Tan solo un 20% pasa la barrera hemato
encefálica.
Metabolismo: es sometida al mismo metabolismo de las bases púricas y
pirimídicas, con producción de hipoxantina, xantina y ácido úrico.
Eliminación: 35-60% del medicamento es excretado sin cambios
metabólicos por filtración glomerular y secreción tubular. También se
presenta excreción biliar.
Vida media: su tiempo de vida media intracelular de la ddATP es larga,
del orden de 12 horas (8-24), lo cual justifica su administración en una sola
dosis diaria. La vida media de la ddI en plasma es de 40-90 minutos.
Toxicidad: se han reportado los siguientes efectos secundarios: diarrea
(18-34%), náusea y vómito (8-25%). Otros efectos indeseables son
neuropatía periférica (16-34%) y pancreatitis (5-9%) por toxicidad
mitocondrial en estos órganos. Otros efectos secundarios menos
frecuentes: hiperuricemia asintomática y hepatotoxicidad (esteatosis,
hepatomegalia, acidosis láctica, aumento de transaminasas).
Indicaciones terapéuticas: tratamiento del SIDA causado por VIH-1 en
pacientes con intolerancia al AZT. Debe administrarse en dos tomas con el
estómago vacío. La posología va de 200 a 700 mg/día en adultos y entre
100 y 300 mg/día en niños mayores de seis meses.
Estavudina (d4T, D4T, Zerit®)
Estructura: es un nucleósido de pirimidina análogo de la timidina, su
nombre químico es 2’,3’-didehidro-2’3’dideoxitimidina).
Mecanismo de acción: la d4T es fosforilada a nivel intracelular por la
timidina quinasa a las formas mono y difosfato y por la nucleósido
difosfato quinasa a la forma trifosfato. A diferencia de otros análogos de
nucleósido como la AZT, no se acumula como principio activo a nivel
intracelular. Interrumpe la elongación de la cadena de ADN proviral al
incorporarse por la RT en la cadena genómica, ya que carece del grupo
hidroxilo en la posición 3’.
Espectro de acción: tiene actividad en caso de infecciones por VIH de
tipo 1 y 2. La combinación AZT + d4T tiene efectos antagónicos.
Resistencia: se ha demostrado resistencia a la d4T por mutaciones
puntuales en los codones 41, 44, 67, 70, 118, 210, 215, y 219 de la RT
(M41L, D67N, K70R, L210W, T215Y/F, K219Q/E), los cuales también
confieren resistencia a la AZT. La resistencia cruzada a múltiples
antivirales ha sido reportada luego de terapias prolongadas.
Farmacocinética
Absorción oral: la absorción oral es buena, alcanzando picos séricos
luego de una hora. La biodisponibilidad no se ve afectada por la ingesta de
alimentos.
Distribución: una baja proporción del medicamento (5%) se une a
proteínas plasmáticas, alcanza niveles en SNC que llegan a un 40% de la
concentración plasmática. Atraviesa la barrera placentaria y en estudios
animales se ha observado que los niveles plasmáticos fetales alcanzan el
80% de los niveles maternos.
Metabolismo: la estavudina es depurada ampliamente por los riñones sin
cambios metabólicos. La d4T y la AZT tienen competencia por la
fosforilación intracelular, por lo que no deben usarse en forma
concomitante.
Eliminación: un 40% del medicamento base se elimina por los riñones
mediante mecanismos de secreción tubular.
Vida media: el tiempo de vida media plasmática es de 1,1 a 1,4 horas; el
tiempo de eliminación de la forma trifosfato a nivel intracelular es de 3,5
horas.
Toxicidad: el efecto adverso más frecuente es la neuropatía periférica,
observándose hasta en un 12% de los casos con dosis de 4 mg/kg/día. La
neuropatía es reversible con la suspensión del tratamiento. Se observa
acidosis láctica, esteatosis hepática y pancreatitis; estas dos últimas son
más comunes cuando se asocia con didanosina. Otros efectos menos
frecuentes incluyen el aumento en las transaminasas séricas, cefalea,
náusea y exantema. La neuropatía la acidosis láctica y la hiperlactemia son
más frecuentes cuando se combina con ddI.
Indicaciones terapéuticas: la posología en el adulto debe ajustarse según
el peso corporal, los pacientes con más de 60 kg reciben 40 mg/c/12 horas;
las personas con menos de 60 kg de peso deben recibir 30 mg/c/12 horas.
Las formas de liberación lenta pueden administrarse en dosis única diaria.
Lamivudina: (3TC, Epivir®, Zeffix®)
Estructura: es un análogo de citosina la β-L-2’3’dideoxi 3’ tia-citidina.
Mecanismo de acción: inhibidor de la RT de VIH-1, VIH-2 y virus de la
hepatitis B. Entra a las células por difusión pasiva y es fosforilada por la
deoxi-citidina quinasa; otras quinasas celulares convierte el monofosfato
de lamivudina en trifosfato que es la forma activa. Actúa como terminador
de la síntesis de ADN al incorporarse al extremo 3’ de la cadena naciente.
Toxicidad: tiene baja afinidad por las ADN polimerasas celulares, lo cual
explica su baja toxicidad en los pacientes.
Espectro de acción: indicado en combinación con otros antirretrovirales
en infecciones de tipo VIH-1 y VIH-2. Activo contra el virus de la
hepatitis B (HBV). In vitro, las concentraciones inhibitorias tienen un
rango amplio de 2nM a 15µM. Tiene sinergia con los análogos de timidina
y con el tenofovir.
Resistencia: se describe un alto nivel de resistencia por mutaciones
puntuales en el codón 184 de la RT (M184V y M184I). Estas mutaciones
también confieren resistencia a emtricitabina y en menor grado a abacavir
y zalcitabina.
Farmacocinética
Absorción oral: es rápidamente absorbida, tiene una biodisponibilidad del
80% luego de dosis de 0,25 a 80 mg/kg de peso. La absorción no se
encuentra afectada por las comidas.
Distribución: se une en un 36% a proteínas séricas, alcanza
concentraciones mayores en órganos genitales masculinos que en plasma,
atraviesa la barrera feto-placentaria, pero su concentración en sistema
nervioso central es pobre.
Metabolismo: es poco metabolizada en el organismo, la vida media del
principio activo es de 12 a 18 horas por lo que ha sido aprobado su uso en
una dosis única diaria.
Eliminación: se elimina sin cambios metabólicos esencialmente por
secreción tubular activa.
Vida media: la lamivudina tiene una vida media plasmática corta, sin
embargo la forma activa tiene una vida media prolongada.
Toxicidad: tiene un amplio rango de tolerabilidad en dosis que van de 0,520 mg/kg de peso, por lo que normalmente no tiene ningún efecto adverso.
Es asociado con síntomas como insomnio, cefalea, malestar, fatiga,
náusea, diarrea, vómito, cólico abdominal, tos, dolor osteomuscular,
pancreatitis, neuropatía periférica, aumento en AST, ALT y amilasemia.
La neutropenia y anemia son mayores si se asocia con AZT. En niños se
ha relacionado con pancreatitis, pero este efecto no ha sido corroborado
por estudios controlados. El trimetropin-sulfa disminuye la depuración de
3TC por riñón, por lo que aumenta sus niveles séricos.
Indicaciones terapéuticas: una tableta 150 mg cada 12 horas o 300 mg en
una sola toma. En niños mayores de tres meses, 4 mg/kg en dos tomas. Se
encuentran formas combinadas de lamivudina y zidovudina (Combivir®) o
con zidovudina, lamivudina y abacavir (Trizivir®).
Zalcitabina
Estructura: es un análogo de citosina, su estructura química corresponde
a la 2’3’dideoxi citidina.
Mecanismo de acción: la ddC entra a las células por difusión pasiva y
transporte activo. Inhibidor de la RT de VIH-1, VIH-2 y virus de la
hepatitis B. Es fosforilada por la deoxicitidin quinasa, la monofosfato
deoxicitidin quinasa celular convierte el monofosfato en difosfato y la
difosfato deoxicitidin quinasa celular convierte el difosfato en trifosfato
que es la forma activa. Como otros análogos de nucleósido actúa como
terminador de la síntesis de ADN al incorporarse al extremo 3’ de la
cadena naciente.
Toxicidad: la ddC tiene afinidad y actividad inhibitoria por las ADN
polimerasas celulares β y γ, lo cual explica su toxicidad celular en
pacientes.
Espectro de acción: indicado en combinación con otros antirretrovirales
en infecciones por VIH de tipo 1 y 2. Activo contra el virus de la hepatitis
B (HBV). Tiene una mayor actividad en células de la línea macrófago y
monocítico que otros nucleósidos.
Resistencia: se ha demostrado resistencia baja a moderada por mutaciones
puntuales en los codones 65, 69, 74, 184 de la RT. La mutación K65R da
resistencia cruzada con abacavir, didanosina, tenofovir, lamivudina y
emtricitabine. Se describe resistencia por mutaciones puntuales en el
codón 184 de la RT (M184V) con el uso de lamivudina y emtricitabine. La
mutación T69S seguida de una doble inserción de aminoácidos se asocia
con resistencia cruzada a todos los análogos de nucleósidos y nucleótidos.
Farmacocinética
Absorción oral: es buena con una biodisponibilidad mayor del 80% luego
de la administración oral. La absorción no se afecta por las comidas.
Distribución: no se une a proteínas séricas, alcanza concentraciones
mayores en órganos genitales masculinos que en plasma, atraviesa la
barrera feto-placentaria, pero su concentración en sistema nervioso central
es pobre.
Metabolismo: es poco metabolizada en el organismo, un 60-80% se
elimina sin cambios por la orina. La dosis debe ajustarse en pacientes con
daño renal.
Eliminación: se elimina en un 60-80% por vía renal, sin cambios
metabólicos.
Vida media: la vida media plasmática es de una a dos horas y a nivel
intracelular es de dos a tres horas, lo que obliga a ser administrado cada
ocho horas.
Toxicidad: se han reportado neuropatías periféricas en un 15%, este efecto
adverso es mayor en pacientes con neuropatía previa o estado avanzado de
la enfermedad. Una complicación propia de la zalcitabina es la aparición
de úlceras orales, en paladar blando, lengua, y faringe hasta en un 4% de
los casos. Se observa exantema en las dos primeras semanas de
administración. Otros efectos adversos descritos son la cardiomiopatía,
artralgias, mialgias y aumento de transaminasas.
Indicaciones terapéuticas: por su mayor frecuencia de administración y
su toxicidad es menos usado que otros antiretrovirales en terapias
combinadas.
Abacavir: (ABC, Ziagen®)
Estructura: IS,4R-4-[2amino-6-(ciclopropil amino)-9H-purin-9-il] ciclo
pentano -1metanol succinato.
Mecanismo de acción: inhibidor de la RT viral. El ABC inicialmente es
modificado a carbovir, las quinasas intracelulares dan lugar a la forma
trifosforilada del carbovir que es la molécula activa. Actúa como
terminador de la cadena de ADN al incorporarse como análogo de
guanosina al extremo 3’ de la cadena naciente de ADN.
Toxicidad: es un medicamento bien tolerado y con pocos efectos
indeseables. La ingesta de alcohol prolonga la vida media de abacavir en
un 26%, quizá por competencia con la alcohol deshidrogenasa.
Espectro de acción: indicado en combinación con otros antirretrovirales
en infecciones de tipo 1 y 2. Tiene una IC50 de 0,26 µM en linfocitos de
sangre periférica.
Resistencia: la resistencia al abacavir se asocia con substituciones en
cuatro codones de la RT K65R, L74V, Y115F y M184V. Los cambios
individuales confieren poca resistencia, pero su efecto es acumulativo en
presencia de combinaciones de estas mutaciones.
Farmacocinética
Absorción oral: se obtiene una biodisponibilidad mayor al 83% luego de
su administración oral. Igual que con la lamivudina, la absorción no se
afecta por las comidas. Luego de dos horas de administración se adquieren
la concentraciones máximas de 2,87-4,73 mg/ml.
Distribución: un 50% del abacavir se encuentra unido a proteínas séricas
Metabolismo: es metabolizado por la alcohol deshidrogenasa y por
conjugación con el ácido glucurónico, los metabolitos constituyen cerca de
un 35% del producto eliminado.
Eliminación: menos del 5% se elimina sin ser metabolizada por orina.
Vida media: el abacavir se acumula a nivel intracelular y tiene una vida
media cercana a 21 horas.
Hipersensibilidad: después de seis semanas de tratamiento se ha
reportado en un 2 a 9% de los pacientes un síndrome de hipersensibilidad
caracterizado por fiebre (80%), exantema maculopapular (70%), dolor
abdominal (50%), malestar (40%), fatiga, rara vez síntomas respiratorios,
cefaleas y parestesias. Las anormalidades de laboratorio que acompañan
las reacciones de hipersensibilidad son la linfopenia, trombocitopenia, el
aumento de las transaminasas y/o de la creatinfosfoquinasa. No debe
suministrarse después de un episodio de hipersensibilidad, ya que en un
4% de los casos lleva a la muerte. La hipersensibilidad ha sido asociada a
los genes HLAB*507 y por presencia del codón M493T en la proteína de
choque térmico Hsp70-Hom. Todo paciente al que se quiera administrar
abacavir debe ser examinado para buscar este HLA, como marcador de
riesgo.
Indicaciones terapéuticas: una tableta 300 mg cada 12 horas. Se
encuentran formas combinadas: 300 mg de abacavir, con 300 mg de
zidovudina y 150 mg de lamivudina (Trizivir®).
Emtricitabina: (FTC, Emtriva®)
Estructura: es un análogo de citosina con una estructura similar a la
lamivudina. Su nombre sistémico es β-L-3’ tia2’3’dideoxi-5-fluorocitidina.
Difiere de otros compuestos análogos de citidina en que tiene un residuo
fluorado en posición 5’.
Mecanismo de acción: con respecto a otros compuestos como la
lamivudina la FTC es un medicamento muy potente, con IC50 a nivel
intracelular de 0,009 a 0,5 µM. Esta potencia permite que se incorpore
muy eficazmente a la RT. Entra a las células por difusión pasiva y es
fosforilada por la deoxicitidin quinasa; otras quinasas celulares convierten
el monofosfato de lamivudina en trifosfato, que es la forma activa del
medicamento. La forma trifosfato actúa como inhibidor competitivo de la
RT y terminador de la síntesis de ADN al incorporarse al extremo 3’ de la
cadena naciente.
Toxicidad: similar a la lamivudina.
Espectro de acción: indicada en combinación con otros antirretrovirales
en infecciones de tipo VIH-1 y VIH-2. La FTC tiene actividad contra la
actividad RT de la polimerasa de hepatitis B.
Resistencia: presenta resistencia por mutaciones puntuales en el codón
184 de la RT (M184I/V) en un 50% de los pacientes que reciben
emtricitabina. La mutación K65R confiere resistencia a emtricitabina y
otros análogos de citosina como la lamivudina y zalcitabina.
Farmacocinética
Absorción oral: la emtricitabina se absorbe
rápidamente luego de la ingesta y tiene una biodisponibilidad del 93%; las
comidas afectan muy poco su absorción.
Distribución: no se une en forma considerable (4%) a proteínas
plasmáticas.
Metabolismo: se excreta sin cambios metabólicos por orina.
Eliminación: se elimina vía renal por mecanismos de filtración glomerular
y secreción tubular activa.
Vida media: tiene una baja tasa de depuración sistémica y su vida media
plasmática es de 8 a 10 horas. La vida media intracelular de la forma
trifosfato es muy prolongada y alcanza las 39 horas. Esta farmacocinética
permite su administración en una sola dosis diaria.
Toxicidad: se relaciona con hiperpigmentación de la piel en pacientes que
se exponen a la luz solar. Se han reportado casos de aumento en las
transaminasas y casos de hepatitis y pancreatitis, pero estas novedades han
sido realizadas con otros medicamentos que tienen estos efectos
indeseables. Tiene efectos moderados sobre el sistema nervioso y
gastrointestinal.
Indicaciones terapéuticas: el máximo efecto antiretroviral se obtiene en
el adulto con una dosis diaria de una cápsula de 200 mg.
Inhibidores de la transcriptasa inversa:
nucleótidos
El tenofovir es el único derivado de adenosina que carece del anillo de
ribosa, por lo tanto es el único nucleótido análogo utilizado en la terapia
anti VIH.
Tenofovir diproxil fumarato (TDF)
Estructura: sal de furmarato de bis (isopropoxi-carbonil oximetil) éster de
R-9(2fosfonilmeto-propoxil) adenina o bis (POC)PMPA Viread®.
Mecanismo de acción: el TDF sirve como prodroga de tenofovir (PMPA),
es convertido en tenofovir por hidrólisis del grupo diéster. Es fosforilado
por quinasas celulares a la forma activa trifosforilada e incorporado en la
cadena de ADN viral. Actúa como terminador de la cadena de ADN e
inhibidor de las RT y ADN polimerasas virales (VIH y HBV).
Espectro de acción: tratamiento del SIDA causado por VIH-1 y VIH-2.
Como la lamivudina y emtricitabina también tiene acción contra el virus
de la hepatitis B.
Resistencia: la mutación K65R se ha detectado en un 2-3% de los
pacientes tratados, de forma predominante en los que tienen niveles
subterapéuticos; esta mutación no se asocia con falla en el tratamiento. La
mutación K65R se relaciona con una disminución en nueve veces la
sensibilidad a TDF. El efecto de la mutación K65R es potenciado por la
mutación M184V.
Farmacocinética
Absorción oral: el diproxil furmarato de adefovir ha mejorado la
absorción oral y la penetración intracelular de adefovir. La disponibilidad
es del 25% luego de su administración oral y se eleva a 39% si se
acompaña de una dieta grasa. Este efecto no se observa con dietas
ligeramente grasas, por lo que en la práctica no se tiene en cuenta la dieta.
Distribución: la prodroga es hidrolisada a tenofovir y fosforilada por
quinasas celulares a la forma trifosfato. La droga activa es un inhibidor
competitivo de la RT y es incorporado al ADN proviral, causando
terminación de la cadena genómica ya que carece totalmente del anillo
ribosa necesario para la elongación del ADN. No se une en forma
considerable a las proteínas plasmáticas.
Metabolismo: el 70-80% del medicamento es eliminado sin cambio por
orina. La dosis debe ajustarse en pacientes con defectos en la función
renal.
Eliminación: se elimina por vía renal por mecanismos de filtración
glomerular y secreción tubular activa.
Vida media: la vida media plasmática es de 14-17 horas y el tiempo de
vida media intracelular es de 11 horas en células mononucleares activadas,
pero alcanza las 49 horas en células en reposo. Por estas condiciones el
medicamento puede administrarse en una sola toma diaria.
Toxicidad: puede producir citotoxicidad en medula ósea, sobre células de
línea eritroide y en menor grado en líneas mieloides. Una pequeña
proporción de pacientes presentan aumento de la creatinina, glucosuria,
hipofosfatemia y necrosis tubular aguda. Debe administrarse con
precaución en pacientes con daño renal.
Indicaciones terapéuticas: la posología va de 300 mg/día en una sola
toma.
Inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de
nucleósidos (ITRNN)
Los inhibidores no nucleósidos de la RT son estructuralmente diversos y
actúan como competidores no alostéricos de la RT, al unirse al sitio
hidrofóbico localizado entre la región de la palma y pulgar de la proteína
p66. Esta unión altera la estructura de la RT, como consecuencia, los
nucleótidos trifosfato pueden ser adicionados a la síntesis del ADN
proviral pero de una forma poco eficaz. Existen cuatro inhibidores de la
RT que son del grupo de compuestos no análogos de nucleósidos: la
nevirapina, la delavirdina, el efavirenz y la etravirina; la lovirida fue
suspendida después de ensayos clínicos (figura 6.9). Estos compuestos
tienen la ventaja de poder ser administrados en una sola dosis diaria
gracias a que poseen una vida media prolongada. La desventaja consiste en
la rápida generación de resistencia en comparación con otros antivirales;
un cambio de un solo aminoácido en posiciones 103 o 181, confiere
resistencia contra todos los compuestos de esta clase. Los agentes se
caracterizan por ser potentes y muy efectivos, pero la resistencia surge
rápidamente por lo que deben usarse siempre en terapia combinada.
Nevirapina (Viramune®)
Estructura: es una dipiridodiazepinona (11-ciclopropil-5,11 dihidro-4metil-6H-dipirido[3,2-b2’3’el][1,4] diazepin-6-ona).
Mecanismo de acción: es un inhibidor alostérico de la RT, se une a un
área hidrofóbica distante del sitio activo de la enzima, por lo que produce
cambios conformacionales que alteran el sitio catalítico.
Figura 6.9. Estructura química de los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa
del VIH
Espectro de acción: el mecanismo de acción como en otros inhibidores no
nucleósidos de la RT es de tipo específico, por tanto sólo actúan contra el
VIH-1 y no contra VIH-2 u otros retrovirus.
Resistencia: las mutaciones de la RT más frecuentes que confieren
resistencia son la K103N y la Y181C, pero existen otras mutaciones en los
codones 100, 106, 108, 181, 188 y 190 (L100I, V106A, V108I, Y181C/I,
Y188C/L/H y G190A) que ofrecen condiciones de resistencia. La
resistencia es cruzada con otros no análogos de nucleósidos.
Farmacocinética
Absorción oral: la nevirapina se absorbe en un 90% luego de su ingesta.
Su biodisponibilidad no se afecta por las comidas o antiácidos. Se obtienen
concentraciones máximas de 20 ng/ml a las cuatro horas de la ingesta de
una dosis de 200 mg.
Distribución: la nevirapina cruza la barrera feto-placentaria y se encuentra
en la leche materna, por lo que se recomienda su uso en la mujer
embarazada para prevenir la transmisión vertical. Se une en un 60% a
proteínas plasmáticas.
Metabolismo: es metabolizada a hidroximetilnevirapina en los
microsomas hepáticos por la enzima citocromo P450 (isozimas CYP3A y
CYP2B1).
Eliminación: se excreta primordialmente por vía urinaria (80%) y en
menor grado por vía fecal (10%). Un 3% se elimina por orina sin ningún
cambio metabólico.
Vida media: la vida media plasmática es de 45 horas después de las
primeras dosis, posteriormente se estabiliza en 25 a 30 horas; por estas
características se recomienda su administración en una sola dosis diaria. Se
han detectado niveles de nevirapina hasta una semana después de
suspendida la terapia en pacientes con administraciones prolongadas.
Toxicidad: puede ocasionar lesiones cutáneas, por ejemplo cuadros de
Steven Johnson o síndrome de Lyell. En los primeros meses del
tratamiento se han observado anomalías en la función hepática con
elevación de ALT y AST y se han descrito casos de hepatitis fatal. Otros
efectos indeseables son: fiebre, náusea, vómito, erupciones cutáneas,
astenia, cefalea y somnolencia. La dosis inicial es de 200 mg cada seis
horas por dos semanas, seguida de dosis de mantenimiento de 200 mg cada
12 horas.
Indicaciones terapéuticas: dada la toxicidad hepática de la nevirapina,
hace que este medicamento se use menos que el efavirenz. Es segura
durante el embarazo en mujeres con recuento de linfocitos CD4+ menor de
250 células/ml; la administración de dosis únicas en el preparto reduce la
transmisión vertical, pero está asociado con altas tasas de resistencia de
40-60% en la madre embarazada y de 33-88% en el niño; la adición de
tratamientos cortos de zidovudina + lamivudina o tenofovir + emtricitabina
disminuye el riesgo de resistencia.
Delavirdina (Rescriptor®)
Estructura:
su
estructura
química
corresponde
a
una
bisheteroarilpiperazina, su nombre sistémico corresponde al {1-(5
metansulfonamido-1H-indol-2-il-carbonil)-4-[3-(1-metiletilamino)
pridinil] piperazina.
Mecanismo de acción: como la nevirapina es un inhibidor alostérico de la
RT.
Espectro de acción: indicada en infecciones por VIH-1.
Resistencia: los pacientes que presentan falla en la respuesta a la
delavirdina presentan mutaciones en la RT en los codones K103N, la
Y181C y substitución en el codón 236 (P236L). Cada mutación puede
disminuir la sensibilidad a la delavirdina en un 50%.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe rápidamente luego de la administración oral,
presenta una biodisponibilidad de más del 85%. Su absorción disminuye
con la ingesta de antiácidos o con aumento en el pH gástrico, las comidas
normales no alteran su absorción.
Distribución: el 98% se une a proteínas séricas, en especial la albúmina.
La alta unión a proteínas explica su baja concentración LCR y semen.
Metabolismo: tiene metabolismo oxidativo por los microsomas hepáticos,
por la enzima citocromo CYP450 (es un inhibidor parcial de la CYP2C9,
la CYP2C19, CYP2D6 y CYP3A4) y solo un 5% se elimina sin cambios
por la orina. Al inhibir la proteína CYP450 y la CYP3A4 aumenta la
farmacocinética de los inhibidores de proteasa; esta propiedad puede
usarse para disminuir la dosis y los efectos secundarios de los inhibidores
de proteasa.
Eliminación: se excreta vía urinaria (51%) y por vía fecal (44%).
Vida media: la vida media de la delavirdina es de 5,8 horas (rango 2-11
horas).
Toxicidad: tiene como efectos indeseables erupciones cutáneas y cefalea.
Puede ocasionar lesiones cutáneas (cuadros de Steven Johnson o eritema
multiforme) hasta en un 20% de los casos que pueden manejarse sin
suspender el tratamiento. Las mutaciones de la RT G190A/S y P225H
pueden incrementar las reacciones de hipersensibilidad. Adicionalmente
puede causar aumento de los niveles de transaminasas.
Indicaciones terapéuticas: se utiliza en combinación con otros
compuestos análogos de nucleósidos. La posología en el adulto es de 400
mg tres veces al día, al menos con una hora de diferencia con las comidas
o antiácidos. Dada su baja potencia y durabilidad, el número de tabletas en
cada posología, su limitada eficacia en pacientes con o sin terapias previas,
raramente se prescribe.
La comparación de algunas características farmacológicas de
antivirales no análogos de nucleósidos se presenta en la tabla 6.5.
Efavirenz (EFV, Sustiva®, Stocrin®, Efavir®)
Estructura: su nombre sistémico corresponde a la {[(S)-6-cloro4(ciclopropiletin)-1,4-dihidro-2H-3,1-benzoxacina-2-ona.
Mecanismo de acción: como otros no análogos de nucleósidos es un
inhibidor alostérico de la RT. La IC50 del efavirenz es de 3-9nM.
Espectro de acción: se utiliza en infecciones por VIH-1 en combinación
con otros medicamentos antirretrovirales análogos de nucleósidos o
nucleótidos. Igual que otros compuestos no análogos de nucleósidos no
tiene acción contra el VIH-2 u otros retrovirus.
Resistencia: la mutación más frecuente que confiere resistencia al
efavirenz es la K103N que ofrece también resistencia a la nevirapina y
delavirdina.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe bien por vía oral y adquiere la máxima
concentración sérica en cinco horas.
Distribución: se une en un 99% a proteínas séricas por lo que su
concentración en LCR y tracto genital es muy baja.
Metabolismo: es metabolizada por la enzima citocromo P450 y se excreta
por vía urinaria (14-34%) y fecal (16-61%).
Eliminación: se elimina luego de metabolismo oxidativo por vía hepática
entérica; muy poco medicamento es eliminado por vía renal.
Vida media: la vida media de la delavirdina es de 40-55 horas.
Toxicidad: tiene como efectos indeseables: erupciones cutáneas y
alteraciones neurosensoriales o siquiátricas (depresión, euforia,
alteraciones del sueño) en las primeras dos semanas; adicionalmente
produce cefalea y hepatitis. Las erupciones cutáneas ocurren en un 27% de
los pacientes tratados. Estos efectos son auto resolutivos puesto que el
efavirenz estimula su propio metabolismo hepático. El efavirenz hace parte
de los medicamentos de clase C, que no deben administrarse durante el
embarazo, pues estudios en animales han demostrado defectos congénitos
en cerebro y medula espinal (anencefalia, anoftalmia unilateral,
microftalmía y paladar hendido).
Tabla 6.5. Compuestos antivirales no análogos de nucleósidos administrados en caso de
infección
Nombre genérico
Nombre comercial
Administración
Nevirapina
Viramune®
Oral. 200 mg/día/ 14 días/ luego 400 mg/día
Delavirdina
Rescriptor®
Oral. 1.200 mg/día/ dividido en tres dosis
Efavirenz
Sustiva® Stocrin®
Oral. 600 mg/día/ antes de acostarse
Tenofovir disoproxil*
Emtriva®
Oral. 300 mg/día/ en una sola toma
Etravirina
Intelence
Oral. 200 mg/día
* Nucleótido.
Indicaciones terapéuticas: este medicamento presenta buena tolerancia a
largo plazo; usado en conjunto con lamivudina y zidovudina evidencia
mejores respuestas en la carga viral del70% comparadas con el 48% de la
combinación lamivudina-zidovudina. En niños que han fallado un primer
esquema terapéutico, se ha observado una respuesta sostenida al
tratamiento luego de 48 semanas en un esquema combinado de efavirenz,
nefinavir y un análogo de nucleósido. Debe administrarse antes de dormir
por sus efectos desagradables en el sistema nervioso central. Dosis diaria,
una tableta de 600 mg.
Etravirina (Intelence®)
Estructura: es una diaril-pirimidina, su nombre sistémico corresponde a
la {4-[[6-amino-5-bromo-2-[(4-pirimidinil]oxi]-3,5-dimetil benzonitrilo.
Mecanismo de acción: se une en forma alostérica a la RT incluso en
presencia de mutaciones en el sitio hidrofóbico. La IC50 varía de 0,9-1,5
nM.
Espectro de acción: se emplea en infecciones causadas por VIH-1 en
combinación con otros medicamentos antiretrovirales análogos de
nucleósidos o nucleótidos.
Resistencia: las mutaciones reportadas que afectan la respuesta a
etravirina incluyen entre otras: V90I, L100I, K101E/P, V106I, V179D/F,
Y181C/I/V y la G190A/S. La mayor resistencia se observa en cepas que
tienen combinaciones de las mutaciones señaladas. La resistencia a otros
no análogos de nucleósidos no confiere resistencia a la etravirina.
Farmacocinética
Absorción oral: no se ha establecido su biodisponibilidad; su absorción
disminuye en condiciones de ayuno, por tanto debe acompañarse siempre
de las comidas.
Distribución: como otros medicamentos de su clase, se une a proteínas
séricas por lo cual las concentraciones en LCR y tejidos genitales es baja.
Metabolismo: es metabolizada por la CYP450, es sustrato e inductor de
CYP3A4, así como un inhibidor de la CYP2C9 y la CYP2C19. La
administración con otros medicamentos que sean metabolizados por la
CYP450 aumenta sus niveles séricos.
Eliminación: se elimina por heces y solo una porción muy pequeña por
vía renal.
Vida media: la vida media plasmática es de 41 horas, se recomienda su
administración en dos dosis de 200 mg (dos tabletas 100 mg/día).
Toxicidad: los efectos adversos más frecuentes son el exantema y la
náusea. Las lesiones en piel se observan en las primeras semanas de
tratamiento y se resuelven espontáneamente. En casos muy raros se asocia
con síndrome de Steven Johnson o eritema multiforme.
Indicaciones terapéuticas: se indica en pacientes infectados por el VIH-1
que hayan reportado resistencia a otros no análogos de nucleósido.
Inhibidores de proteasa (IP)
Para su maduración algunos virus utilizan proteasas propias de las células
o tejidos, proteasas que cumplen función en el proceso de clivaje de
proteínas del tipo pro hormonas y proteínas plasmáticas. Los compuestos
que inhiban estas proteasas tendrán efectos letales para la célula. Por el
contrario, hay virus que requieren sólo de proteasas específicas del virus
(p. ej., virus polio) y estas enzimas específicas pueden ser inhibidas
selectivamente en su función, con poco o ningún efecto en las proteasas
celulares. Un tercer grupo de agentes virales requieren para su formación y
ensamblaje de proteasas celulares (peptidasas de señal y otras) y
adicionalmente proteasas virales (HCV, dengue). La proteasa viral del
VIH hace parte de las aspartil proteasas y sirve para el clivaje proteolítico
de las proteínas codificadas por el gen gag-pol.
La proteasa del VIH es un homodímero de dos subunidades idénticas
dispuestas de manera simétrica, compuestas cada una por 99 aminoácidos
y con un solo sito activo, cada monómero contiene un residuo de ácido
aspártico que es esencial para la catálisis. El sitio de clivaje preferencial de
esta enzima es el sitio amino entre la prolina y la fenilalanina. Proteasas
celulares con acción aspartil proteasa (como la renina, catepsina D y E,
pepsina y gastricsina), sólo son monoméricas y no son inhibidas por los
inhibidores de proteasa del VIH. Los inhibidores de proteasa previenen la
formación de proteínas estructurales esenciales (p17, p24, p9 y p7), así
como proteínas con función enzimática (RT, proteasa e integrasa).
La estructura de la proteasa ha sido claramente definida mediante
estudios de cristalografía de rayos X. Por este método se puede a su vez
analizar las relaciones existentes entre la enzima y los medicamentos
inhibidores, lo cual permite mejorar la potencia y especificidad de los
nuevos compuestos. Se han descrito más de 160 compuestos que inhiben la
proteasa; la mayoría son péptidos sintéticos que semejan el sitio natural del
clivaje proteolítico (péptido-miméticos). Estos péptidos son difíciles de
sintetizar y son de baja biodisponibilidad. El sitio activo de la proteasa
viral es lo suficientemente grande como para acomodar siete aminoácidos.
Varios de estos compuestos han sido aprobados para el tratamiento de la
infección en asociación con inhibidores de la transcriptasa inversa. Entre
los compuestos disponibles tenemos el indinavir (Crixivan®), nelfinavir
(Viracept®), ritonavir (Norvir®) y saquinavir (Invirase®, Fortovase®). Se
han aislado cepas virales resistentes a los inhibidores de proteasas; en ellos
las concentraciones inhibitorias (IC50) requeridas se han incrementado
entre dos y diez veces las dosis necesarias; la aparición de muchas de estas
mutaciones precisa tan sólo de mutaciones puntuales en la enzima.
Los IP comparten ciertas características generales: primero, son
péptido miméticos; segundo, se unen a la proteasa viral sin establecer
enlaces estables; tercero, son potentes inhibidores de la replicación viral
cuando se utilizan en terapias combinadas; cuarto, tienen actividad in vitro
contra el VIH-1 y VIH-2; quinto, tienen actividad cruzada entre ellos, lo
cual favorece la resistencia cruzada y las limitaciones terapéuticas y
finalmente tienen un perfil farmacológico que genera múltiples
interacciones con otros fármacos. Los inhibidores de proteasa son sustrato
de la glicoproteína P, algunos medicamentos de origen herbáceo son
inductores de la glicoproteína P, por lo tanto pueden inactivar el
medicamento.
Como efectos indeseables comunes a los IP, es que causan
alteraciones metabólicas que incluyen niveles alterados de la glicemia,
resistencia a la insulina, hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia y
cambios en la distribución de la grasa (lipodistrofia).
La comparación de posología de antivirales inhibidores de proteasa
se presenta en la tabla 6.6.
Saquinavir (SQV, Invirase®, Fortovase®)
Estructura: el saquinavir es un péptido mimético de tipo hidroxietilamina.
Su nombre sistémico es [cis-N-terbutil-decahidro2[2(R)hidroxi-4-[iw1]fenil3-(S)-[[N-2quinolicarbonil)-L-asparagil]
amino]ol0]
butil](4aS,8aS) isoquinolina-3(S)-carboxamida metansulfonato (figura 6.10).
Mecanismo de acción: las proteínas gal y gagpol tienen su origen a partir
de un precursor clivado por proteasas virales. Los IP son compuestos que
bloquean el clivaje postransduccional de polipéptidos de alto peso
molecular, como gag y gag-pol del VIH. Los IP inhiben el procesamiento
de las proteínas virales y la maduración del virión; las partículas virales
formadas son no infecciosas.
Espectro de acción: el saquinavir inhibe la replicación del VIH-1 y VIH-2
y tiene CI50 en los linfocitos que varían de 1 a 30 nM. El saquinavir inhibe
las aspartil proteasas del hospedero a concentraciones 50.000 veces
superiores. Tiene efecto aditivo cuando se asocia con análogos de
nucleósidos como ZDV, ddI, 3TC y otros IP como amprenavir y ritonavir.
Resistencia: la replicación viral en presencia de saquinavir da lugar a
mutantes que se asocian con resistencia. Las mutaciones L90M y G48V en
la proteasa confieren una disminución de afinidad, disminuyendo hasta en
40 veces la susceptibilidad al medicamento.
Farmacocinética
Absorción oral: el SQV tiene una absorción oral baja, cercana al 30%. La
biodisponibilidad se incrementa con dietas hipercalóricas e hipergrasas.
Dietas ricas en toronja inhiben la CYP3A4 intestinal, (mas no la hepática)
e incrementan la biodisponibilidad en un 300%.
Distribución: un alto porcentaje (98%) se asocia con proteínas séricas,
predominantemente a la glicoproteína ácida α1. Por esto su penetración al
LCR o tejidos genitales masculinos es muy baja.
Metabolismo: el SQV es metabolizado a formas mono o bi hidroxiladas
por la CYP3A4 intestinal y hepática, sus metabolitos no son activos contra
el VIH-1. El SQV al ser metabolizado por la CYP450 y CYP3A4, puede
alterar las concentraciones plasmáticas de otros medicamentos
metabolizados por esta enzima, como los antiarrítmicos y los
hipolipemiantes.
Tabla 6.6. Compuestos antivirales inhibidores de proteasa del VIH
Nombre genérico
Nombre comercial
Administración
Saquinavir
Fortovase®
Invirase®
Oral. 3.600 mg/día 1200 mg/c/8 horas
Oral. 1.800 mg/día 600 mg/c/8 horas
Ritonavir
Norvir®
Oral. 1.200 mg/día 600 mg/c/12 horas
Indinavir
Crixivan®
Oral. 2.400 mg/día 80 0mg/ c/8 horas
Nelfinavir
Viracept®
Oral 2.500 mg/día 1.250 mg/c/12 horas
Amprenavir
Agenerese®. Prozei®
Oral 2.400 mg/día 1.200 mg/c/12 horas
Lopinavir+Ritonavir
Kaletra®
Oral 1.000 mg/día dividido en dos dosis
Atazanavir
Reyatax®
Oral 400 mg/día dividido en dos dosis
Figura 6.10. Estructura química del saquinavir
La rifampicina es un inductor de CYP450 por lo que disminuye los niveles
de SQV.
Eliminación: el 95% del medicamento se elimina por vía biliar a las heces
y un porcentaje muy pequeño por vía renal.
Vida media: el saquinavir tiene una vida corta por lo que requiere ser
administrado tres veces al día.
Toxicidad: los efectos adversos más comunes son gastrointestinales:
náusea, vómito, diarrea y dolor abdominal. Las alteraciones son
transitorias, más comúnmente asociadas a las cápsulas de gelatina blanda
(Fortovase®); el uso prolongado se relaciona con lipodistrofia.
Indicaciones terapéuticas: combinando el SQV con ritonavir y dos
análogos de nucleósido, produce reducciones en la carga comparables a
otros esquemas que utilicen IP. Se usa 2.000 mg diarios con 100 mg de
ritonavir.
Nelfinavir (Viracept®)
Estructura: el nelfinavir es un inhibidor no peptídico de la proteasa, el
término químico es [3S[2(2S, 3S)3a4ab,8ab]] N (1,1dimetil) decahidro-2[2-hidroxi-3-].
Mecanismo de acción: es un inhibidor reversible de la proteasa del VIH-1
y VIH-2 que previene el clivaje de la poliproteína gag-pol, resultando en la
producción de virus inmaduro no infeccioso.
Espectro de acción: útil en infecciones por VIH de tipo 1 y 2.
Resistencia: estudios de cinco aislamientos de resistentes al nelfinavir
mostraron una disminución de cinco a 93 veces la susceptibilidad in vitro
al compuesto, sin presentar aumentos en la susceptibilidad a indinavir,
ritonavir ni saquinavir. La resistencia primaria al nelfinavir se produce por
mutación en el codón 30 de la proteasa. Otros codones de la proteasa
relacionados con resistencia son el 35, 36, 46, 71, 88 y 90.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe lentamente y alcanza niveles terapéuticos en
2-4 horas para decaer en las siguientes dos a tres horas después de la
siguiente dosis. Su absorción es irregular, por lo que se encuentran
concentraciones plasmáticas muy variables, interdosis e inter individuos.
La absorción mejora entre 2,5-5 veces con la ingesta de comidas grasas
especialmente.
Distribución: el nelfinavir se encuentra muy asociado a proteínas
plasmáticas (> 98%). En especial se une a albúmina y a glicoproteína ácida
α1. La concentración en LCR es muy baja por su fuerte asociación a
proteínas y su exportación por la glicoproteína P.
Metabolismo: la mayoría del compuesto (82-86%) se encuentra sin
alteraciones en plasma. Tiene metabolismo oxidativo por parte del
citocromo P-450 y sus isoformas, incluyendo CYP3A4 y CYP2D6; el
metabolito hidroxi-t-butilamida se forma por acción del CYP2C19 y es
activo como la forma terapéutica.
Eliminación: después de la administración de compuesto radiactivo se
obtiene un 87% en materia fecal y un 1-2% en orina. No hay necesidad de
indicaciones especiales en caso de alteración de la función renal.
Vida media: de 3,5 a cinco horas.
Toxicidad: se describen como efectos secundarios la diarrea secretoria
que se resuelve luego de un mes de tratamiento, aunque puede durar hasta
tres meses. Otros efectos asociados son las alteraciones en el metabolismo
de colesterol y triglicéridos e intolerancia a la glucosa (aumento de sus
niveles séricos) y lipodistrofia. El nelfinavir es metabolizado
preferencialmente por los microsomas hepáticos, se ha administrado a
pacientes con insuficiencia hepática sin verse efectos tóxicos a pesar de
sus altas concentraciones. Los medicamentos inductores de citocromo
(CYP2C19 y CYP3A4) como la rifampicina promueven el metabolismo
del nelfinavir.
Indicaciones terapéuticas: no se recomienda como primera opción, ya
que otros compuestos (lopinavir/ritonavir) son más eficaces. Se utiliza en
infecciones combinado con otros antirretrovirales. La posología
recomendada en adultos es de 1.250 mg/c/12 horas seguido de una comida
ligera. En niños de dos a 13 años la dosis recomendada es de 20-30
mg/kg/dosis cada ocho horas. Es bien tolerado en mujeres embarazadas y
no existe evidencia de teratogénesis.
Ritonavir (RTV, Norvir®)
Estructura: es un inhibidor péptido mimético de la proteasa, el término
químico
es
[10-hidroxi-2-metil-5-(1-metiletil)-1-[2-(metil
etil)-4tiazolil]-3,6-dioxo 8, 11-bis (fenil metil)-2, 4, 7, 12-tetra-azatridecan-13oico ácido 5-tiazolilmetil éster [5S-(5R,8R,10R,11R)].
Mecanismo de acción: similar al saquinavir, se une al sitio activo de la
proteasa e impide el procesamiento de los polipéptidos gal-pol virales, lo
que impide la maduración de la partícula viral. Se ha observado sinergia
con nucleósidos análogos y con otros IP.
Espectro de acción: útil en infecciones por VIH de tipo 1 y 2. Las CI50
varían de 4-1150 nM.
Resistencia: la resistencia del ritonavir es similar al indinavir, la mutación
en el gen de la proteasa que más frecuentemente se relaciona con
resistencia se ubica en el codón 82 (V82A/F/T). Otras mutaciones
asociadas a resistencia incluyen I54V, M36I, A71V, K20R, I84V y M46I.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe rápidamente luego de la ingesta y su absorción
no se afecta por las comidas. La biodisponibilidad después de su
administración es del 74% y la concentración máxima (Cmax 1.8 µM) se
adquiere a la 3 o 4 horas. Se puede tomar entre comidas o hasta dos horas
después de una comida completa.
Distribución: más del 90% se une a proteínas plasmáticas, en especial a la
glicoproteína ácida α1
Metabolismo: el ritonavir se metaboliza en los microsomas hepáticos
predominantemente por enzimas de la citocromo oxidasa CYP450
(CYP3A4, CYP3A5 y en menor grado CYP2D6). El metabolito isopropil
tiazol de ritonavir mantiene su actividad anti PI. El ritonavir tiene efecto
inhibidor contra otras isozimas de la citocromo oxidasa (CYP3A4,
CYP2D6, CYP2C9, CYP2C19, CYP2A6, CYP1A2 y CYP2E1) por lo que
puede causar interacciones con otros IP, produciendo un mejor efecto
terapéutico e incrementando sus niveles séricos. El ritonavir disminuye los
niveles de etinil estradiol, por tanto deben utilizarse formas alternas de
anticoncepción a los anticonceptivos orales.
Eliminación: se elimina predominantemente en heces (86% del
medicamento original y sus metabolitos) y solo un 3% en la orina.
Vida media: las concentraciones inhibitorias se logran con una
administración de dos dosis diarias.
Toxicidad: los efectos adversos más frecuentes son las alteraciones
gastrointestinales y las alteraciones del sentido del gusto. En dosis
mayores de 400 mg/c/12 horas produce alteraciones en el metabolismo
lipídico (hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia) y alteraciones en las
enzimas hepáticas. Con dosis bajas sus efectos adversos son limitados.
Indicaciones terapéuticas: el ritonavir inhibe el metabolismo de la gran
mayoría de los IP y se asocia con todos ellos (salvo nelfinavir) para
mejorar su perfil farmacodinámico, lo que permite disminuir su posología.
Las dosis bajas de ritonavir (100 a 200 mg/día) pueden inhibir la CYP3A4
con mejor tolerancia que las dosis altas. Es un medicamento que se utiliza
junto con otros antirretrovirales como parte de la terapia HAART.
Indinavir (Norvir®, Crixivan®)
Estructura: es un inhibidor péptido mimético de la proteasa, el término
químico es [(1S,2R,5(S)-2,3,5-trideoxi-N-(2,3-dihidro-2-hidroxi-1 H inden-1-y l)-5-[2-[[(1,1-di metiletil)amino]carbonil] 4 –piridinil met i l)-1pip erazini l]-2-(feni lmet i l-d-er it ro) pentonamida.
Mecanismo de acción: similar al saquinavir.
Espectro de acción: útil en infecciones por VIH-1 y VIH-2. El indinavir
tiene una IC50 que varía de 0,025 a 0,1 μmol/l para los aislados clínicos
probados en linfocitos de sangre periférica. Muestra sinergia con otros
antirretrovirales.
Resistencia: las mutaciones en la proteasa que se asocian con mayor
frecuencia con resistencia se ubican el 16 residuos de aminoácidos (10, 20,
24, 32, 36, 46, 54, 63, 64, 71, 73, 76, 77, 82, 84 y 90). Las substituciones
relacionadas con resistencia al indinavir son: L10I/V/R, K20M/R, L24I,
V32I, M36I, M46I/L, I54V, L63P/A/C/H/ Q/S/T, I64V, V71I, G73S/A,
L76V, V77I, V82A/ T/F/S, I84V y L90M.
Farmacocinética
Absorción oral: el indinavir se absorbe rápidamente con una
biodisponibilidad del 60% y adquiere después de 50 minutos una Cmax de
12 µM luego de una dosis de 800 mg. Si se toma entre comidas muy
grasas o muy proteicas disminuye su absorción. Se administra una dosis
diaria de 2.400 mg, dos cápsulas de 400 mg cada 8 horas; se debe hidratar
al paciente con no menos de 1.5 litros de líquidos.
Distribución: el indinavir se encuentra en un 60% unido a proteínas
plasmáticas. La concentración en LCR es de un 1,7% de la del plasma,
mientras que la relación de medicamento semen/plasma varía de 0,6 a 1,4.
Las concentraciones en plasma, semen o LCR, se incrementan al menos
tres veces con la administración concomitante 100 mg de ritonavir.
Metabolismo: se metaboliza en el hígado por el sistema citocromo
CYP3A4, se recomiendan pequeñas disminuciones en la dosis en pacientes
con falla hepática.
Eliminación: menos del 20% del medicamento es eliminado en la orina.
Vida media: la vida media plasmática es de 1,8 horas.
Toxicidad: se observa hiperbilirrubinemia reversible y asintomática en 1015% de los casos por alteraciones en los mecanismos de glucuronidación.
En pacientes con baja hidratación se ha observado casos de litiasis renal,
este efecto disminuye asociando el ritonavir.
Indicaciones terapéuticas: es un medicamento que se utiliza junto con
otros antirretrovirales (como los NRTI) como parte de la terapia HAART.
Lopinavir (LPV)
Estructura: {N-[(1S,3S,4S(4[[2-(2,6-dimetilphenoxi)-acetilamino)-3(S)hidroxi-5-fenil-1(S)-benzil-pentil)-3-metil-2(S)-(2-oxo(1,3diazaperhidroinil) butanamina.
Es un péptido mimético similar al ritonavir, pero con una potencia
contra el VIH tres veces superior. Se combina con Ritonavir® en una
proporción 4:1 formando un producto conocido como Kaletra®
Mecanismo de acción: similar al saquinavir.
Espectro de acción: útil en infecciones por VIH de tipo 1 y 2. Las IC50
contra las variantes silvestres varían de 65-290 nM, y de 4-11 nM para los
aislamientos de subtipo B de VIH.
Resistencia: la acumulación de cuatro o más mutaciones de resistencia
disminuye la actividad antiviral de lopinavir. Las mutaciones más
frecuentes se localizan en los codones 10, 20, 24, 32, 33, 36, 46, 47, 50,
53, 54, 71, 73, 82, 84 y 90. Las mutaciones en la proteasa asociadas con
resistencia a lopinavir son: F10L/V/I/R/V, K20M/R, L24I, V32I, L33F,
M46L, I47V/A, I50V, F53L, I54V, A71V/T, G73S, V82A, I84V y L90M.
La resistencia se correlaciona con el número de mutaciones presentes, la
adición de mutaciones presentes se relaciona con fallas terapéuticas.
Farmacocinética
Absorción oral: el lopinavir dado en forma aislada tiene una absorción
limitada. Se encuentra en formulaciones con bajas concentraciones de
ritonavir. Una dosis de 50 mg de ritonavir aumenta hasta 77 veces la
concentración de lopinavir seguido de una dosis de 400 mg. Las dietas
ricas en grasas incrementan la biodisponibilidad de lopinavir en un 50%.
Distribución: se une fuertemente a las proteínas plasmáticas, en especial a
la glicoproteína ácida α1, un 90% de la droga se encuentra en esta forma.
Tiene poca penetración al LCR y bajas concentraciones en semen.
Metabolismo: es metabolizada en los microsomas hepáticos por la vía
NADPH en el sistema citocromo CYP450 (CYP3A4); su concentración en
plasma disminuye en forma muy sensible con la administración
concomitante de medicamentos que induzcan la CYP3A4 como la
rifampicina. Se producen al menos 12 compuestos distintos por oxidación
o hidroxilación.
Eliminación: un 3% se elimina sin cambios en la orina.
Vida media: el tiempo de vida media en plasma es de 3,7 horas.
Toxicidad: los efectos adversos más frecuentes se localizan en el tracto
gastrointestinal (diarrea y náusea). Estos síntomas aparecen en los
primeros dos meses de tratamiento y después disminuyen
progresivamente. También se describen alteraciones en el perfil lipídico,
pero este efecto es mayor durante el primer mes de terapia.
Indicaciones terapéuticas: el lopinavir se usa sólo asociado a ritonavir,
ya que si se administra sin este medicamento, alcanza niveles plasmáticos
muy bajos. Se utiliza junto con otros antirretrovirales (como los NRTI)
como parte de la terapia HAART. Kaletra 1.000 mg en una o en dos tomas
tiene efecto similar.
Atazanavir (ATV, Reyataz®)
Estructura: es un aspartil azapéptido inhibidor de la proteasa viral: el
término
químico
es
(1-[4-(piridin-2-il)fenil]-5(S)-2,5-bis-{[N(metoxicarbonil)-l-tert-leucinil]amino}-4(S)-hidroxi6-fenil-2-azahexane,
CGP 73547, BMS-232632.
Mecanismo de acción: similar al saquinavir.
Espectro de acción: tiene actividad contra aislamientos clínicos y de
laboratorio de VIH-1, cultivados en macrófagos y monocitos a una IC50
de 2-5 nM; también tiene una actividad variable contra de VIH-2 con IC50
de 1,9-32 nM. Los aislamientos que presentan resistencia contra algunos
IP mantienen su susceptibilidad contra atazanavir; sólo en la presencia de
un gran número de mutaciones en el gen de la proteasa se observa
resistencia al atazanavir.
Resistencia: la acumulación de mutaciones en la proteasa I50L, N88S,
I84V, A71V y M46I disminuyen la sensibilidad del VIH al atazanavir. Los
virus recombinantes con mutación I50L, aumentan la susceptibilidad in
vitro a otros IP (amprenavir, lopinavir, indinavir, nelfinavir, ritonavir y
saquinavir). Varias acumulaciones de mutaciones en los codones 10, 16,
33, 46, 54, 60, 62, 71, 82, 84, 85, 90 y 93 se han observado en pacientes
que presentan falla terapéutica a la combinación atazanavir-ritonavir.
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe bien por vía oral, la acidez estomacal y las
comidas ligeras incrementan su absorción en un 70%.
Distribución: se une a proteínas séricas en un 86%.
Metabolismo: es metabolizado por la isoenzima CYP3A4 de la CYP450.
Eliminación: un 13% del medicamento base es excretado en la orina, la
posología no debe ajustarse en presencia de falla renal.
Vida media: el atazanavir tiene una vida media plasmática de siete horas.
Toxicidad: se asocia con hiperbilirrubinemia en los primeros dos meses de
tratamiento. Su administración se ha relacionado con prolongación de los
segmentos electrocardiográficos PR y QT. Se ha descrito nefrolitiasis en
pacientes que toman o no simultáneamente ritonavir.
Indicaciones terapéuticas: es un medicamento que se utiliza junto con
otros antirretrovirales (como los NRTI) como parte de la terapia HAART.
Se administra por vía oral, con comidas ligeras y junto con ritonavir para
disminuir la tasa de resistencia y las fallas terapéuticas; la posología
recomendada es de una dosis diaria de 400 mg, dos cápsulas de 200 mg en
una toma.
Amprenavir, (APV, Agenerase®, Prozei®)
El amprenavir fue reemplazado en 2004 en algunas regiones por
fosamprenavir, la prodroga fosforilada. Una vez ingerido el fosamprenavir
se convierte en el tracto gastrointestinal en amprenavir.
Estructura: es un inhibidor no peptídico (hidroxi-etil-sulfonamida) de la
proteasa viral. Su estructura corresponde al (3S)-tetrahidro-3furil-N[(1S,2R)3-(4-amino-N-isobutilbenzeno-sulfonamido) -1-benzil -2-hidroxipropil] carbamato.
Mecanismo de acción: similar al saquinavir.
Espectro de acción: útil en infecciones por VIH-1 y VIH-2, con una IC50
para el VIH-1 de 80 nM.
Resistencia: la resistencia primaria al amprenavir está dada por la
mutación en la proteasa I50V y en menor grado en el codón 84 (I84V).
Otras mutaciones que producen resistencia secundaria incluyen los
codones 10, 32, 46, 47, 54, 73, 82 y 90 (L10F/I/RV, V32I, M46I/L, I47V,
I54M/L, G73S y V82A/F/S/T, L90M).
Farmacocinética
Absorción oral: se toma con las comidas o el estómago vacío, no debe
acompañar comidas grasas. Se administra una dosis diaria de 2.400 mg,
ocho cápsulas de 150 mg cada 12 horas.
Distribución: más del 90% se une a proteínas plasmáticas, en especial a la
glicoproteína ácida α1. La unión es débil y los valores normales de
glicoproteína ácida a1 incrementan la IC50 de 3-5 veces.
Metabolismo: el amprenavir se metaboliza por los microsomas hepáticos
en especial por la CYP3A4.
Eliminación: fundamentalmente por excreción biliar.
Vida media: tiempo de vida media de ocho horas.
Toxicidad: el amprenavir es el único IP que contiene un grupo sulfónico
que puede jugar un papel en sus efectos adversos dermatológicos (19%).
El exantema cutáneo se observa desde los primeros días de la terapia.
Otros efectos adversos son de tipo gastrointestinal (náusea, vómito y
diarrea) y adicionalmente fatiga, cefalea, parestesias e hiperglicemia.
Indicaciones terapéuticas: es un medicamento que se utiliza junto con
otros antirretrovirales (como los NRTI) como parte de la terapia HAART.
Los ensayos clínicos han demostrado un efecto sostenido en asocio con
zidovudina y lamivudina.
Fosamprenavir (FPV)
Estructura: es la forma fosforilada del amprenavir.
Mecanismo de acción: bloquea el clivaje postransduccional de
polipéptidos de alto peso molecular, como gag y gag-pol del VIH. Los IP
inhiben el procesamiento de las proteínas virales, y la maduración del
virión; las partículas virales formadas son no infecciosas.
Espectro de acción: útil en el tratamiento de las infecciones por VIH-1 y
VIH-2.
Resistencia: similar al amprenavir. La mutación I50V en la proteasa
disminuye la sensibilidad del virus al fosamprenavir en un 30 a 50%. La
presencia de mutaciones V32I y I47A/V o la presencia de al menos cuatro
mutaciones dentro del conjunto L10F/I/V, L33F, M36I, I54A/ L/M/S/T/V,
I62V, V82A/C/F/G, I84V, L90M confieren resistencia al fosamprenavir.
Farmacocinética
Absorción oral: el fosamprenavir es dos veces más hidrosoluble que el
amprenavir, lo cual favorece su absorción gastrointestinal y no es
interferido en su biodisponibilidad por la ingesta de alimentos. Ofrece una
mejor tolerancia que el amprenavir, este último fue retirado del mercado
en algunos países.
Distribución: el fosamprenavir es defosforilado en forma rápida a
amprenavir en la mucosa intestinal. Tiene una buena biodisponibilidad
luego de 1,5-2 horas de la administración. Hay un segundo pico de Cmax
sérica a las 10-12 horas de la ingesta del medicamento. Más del 90% se
une a proteínas plasmáticas, en especial a la glicoproteína ácida α1. La
unión a proteínas es débil y los valores normales de glicoproteína ácida α1
no alteran su biodisponibilidad.
Metabolismo: es metabolizado en el hígado por el sistema de la citocromo
CYP450 (CYP3A4) y es un inductor potente de la CYP3A4.
Eliminación: se elimina por vía fecal y menos de un 1% se encuentra en
orina.
Vida media: se elimina en plasma con una vida media de ocho horas.
Toxicidad: el fosamprenavir tiene los mismos efectos adversos
gastrointestinales y dermatológicos que el amprenavir, pero son mucho
menos frecuentes.
Indicaciones terapéuticas: la eficacia de fosamprenavir con 100 mg de
ritonavir es comparable a la asociación atazanavir-ritonavir. Se usa en
terapia combinada con otros antirretrovirales.
Tipranavir (TPV, Aptivirus®)
Estructura: es un inhibidor no peptídico (4hidroxi 5,6 dihidro 2 pirona
sulfonamida) de la proteasa viral. El término químico es {(6R)-3-{(1R)-1[3-{{[5-(trifluorometil)(2piridil)]sulfonil} amino}fenilpropil}-4-hidroxi-6(2feniletil)-6-propil-5,6dihidro-2H-piran-2-ona.
Mecanismo de acción: el tipranavir es un IP que se une al sitio activo de
la enzima con pocos puentes disulfuro, lo que permite una flexibilidad de
acción o una unión fuerte a la estructura amida. Es activo contra
aislamientos virales que son resistentes a múltiples drogas demostrando
IC50 de hasta 0,23 nM para estos tipos.
Espectro de acción: tiene efectos aditivos con otros IP e inhibidores no
análogos de nucleósidos, así como efecto sinérgico con inhibidores de la
fusión viral.
Resistencia: una de las características fundamentales del tipranavir es su
actividad contra los virus que han demostrado una resistencia a otros IP,
hasta un 90% de aislamientos resistentes a otros IP son sensibles a
tipranavir y solo un 2% de estos virus presentan una disminución del 50%
a la sensibilidad, por lo que se indica a pacientes que sean resistentes a
otros IP. Un total de 16 de las 21 mutaciones en la proteasa se han descrito
como asociadas a la disminución en la respuesta a la asociación tipranavir
ritonavir: L10V, I13V, K20M/R/V, L33F, E35G, M36I, K43T, M46L,
I47V, I54A/M/V, Q58V, T74P, V82L/T, N82V, y I84V.
Farmacocinética
Absorción oral: la absorción se incrementa al doble con las comidas o una
ingesta ligera. Después de tres horas de administración se alcanzan niveles
séricos de 61-115 mmol/litro. A las 12 horas el área bajo la curva varía de
503-1.160 μmol/litro
Distribución: el tipranavir se une en un 99% a las proteínas séricas.
Metabolismo: se metaboliza por el sistema citocromo CYP450 CYP3A4,
del cual es sustrato e inductor, por lo que induce su propio metabolismo,
por esta razón se usa en conjunto con ritonavir. Al adicionar ritonavir
prima la actividad inhibitoria de la CYP3A4. Las concentraciones
terapéuticas de tipranavir se adquieren con la administración de 200 mg de
ritonavir.
Eliminación: un 83% del medicamento se elimina en heces, mientras que
un 4,4% se recupera en la orina.
Vida media: la vida media plasmática es de 5,5-6 horas.
Toxicidad: la mayoría de efectos adversos se localizan en el tracto
gastrointestinal (diarrea, dispepsia, distensión abdominal, pancreatitis). En
pacientes con coinfección HBV, HCV se han reportado incrementos leves
en enzimas hepáticas, pero solo en un 2% de casos no se continúa la
terapia. El tipranavir es un medicamento de tipo C para administración en
el embarazo, es decir, que no hay estudios que demuestren su toxicidad en
humanos.
Indicaciones terapéuticas: se administra con otros antirretrovirales en
formas conjuntas de 500 mg de tipranavir y 200 mg de ritonavir. Se indica
en pacientes con perfil de resistencia a múltiples IP.
Darunavir (Prezista®)
Estructura: el término químico del darunavir es {[(1S,2R)-3[[(4aminofenil)sulfonil]
(2me-tilpropil)
amino]-2-hidroxi-1-(fenilmetil)ácido carbámico (3S,3aS,6aR)hexahidrofluoro [2,3b]furan-3-il éster
monoetanol}.
Mecanismo de acción: como otros IP el darunavir está diseñado para
inhibir el clivaje de la proteína gal-pol en células infectadas.
Espectro de acción: el darunavir presenta actividad contra el VIH-1 y
VIH-2 con una IC50 que varía de 1,2 a 8,5 nM (0,7-5 ng/ml) en las células
mononucleadas de sangre periférica.
Resistencia: en pacientes con múltiples mutaciones en la proteasas se
pueden generar nuevas mutaciones que se asocian a disminución en la
respuesta a darunavir; estas mutaciones incluyen: V11I, V32I, L33F, I47V,
I54L, G/M73S, L76V, I84V y L89V.
Farmacocinética
Absorción oral: el darunavir alcanza una Cmax en suero luego de 2,5-4
horas de su administración oral. Las comidas mejoran en un 30% la
absorción del medicamento.
Distribución: se une a proteínas plasmáticas en un 95%. La
coadministración de ritonavir mejora la biodisponibilidad del 37 al82%.
Metabolismo: como otros PI se metaboliza en el sistema hepático de
CYP450 CYP3A y su concentración sérica puede verse alterada por otros
medicamentos (carbamazepinas, fenobarbital, fenitoína, otros IP) que
utilicen la misma vía metabólica.
Eliminación: un 14% del medicamento se elimina por vía fecal.
Vida media: el tiempo de vida media plasmática es de 15 horas.
Toxicidad: en un 10% de los casos el darunavir causa síntomas
gastrointestinales (diarrea, náusea) y cefalea. Las manifestaciones cutáneas
de tipo rash se observan en menos del 10% de los casos y son
excepcionales los casos de Steven-Johnson. Las hepatitis se reportan en un
0,5% de los pacientes y son más frecuentes en pacientes afectados por
formas virales crónicas. Como alteraciones metabólicas se pueden ver
casos nuevos de diabetes mellitus, exacerbación de diabetes preexistentes
o hiperglicemias. Debido a que el medicamento tiene un radical de tipo
sulfa, hay que tener en cuenta que puede presentar reacciones alérgicas en
pacientes que tengan antecedentes de alergia a las sulfas.
Indicaciones terapéuticas: se indica como parte de la terapia a pacientes
con perfil de resistencia a múltiples IP.
Inhibidores de la integrasa viral del VIH
El proceso de integración viral permite que el ADN viral sintetizado a
partir de las dos copias de ARN sea introducido en las cadenas genómicas
de la célula hospedera. La integración es un proceso que facilita la
estabilidad del material genético viral, así como la expresión y replicación
de genes virales. La etapa de integración es un fenómeno complejo que
necesita de una fase de eliminación de dos nucleótidos terminales de cada
extremo de las copias de ADN viral, de la formación del complejo de
integración y de la introducción de las cadenas genómicas del ADNc viral
en las cadenas de ADN celular. Además de ser un proceso enzimático es
un fenómeno de transferencia genómica a los cromosomas del hospedero.
La inhibición de la integrasa viral es un nuevo paso en la replicación viral
que puede ser bloqueado activamente con el fin de frenar la replicación
viral.
Raltegravir (Isentress®)
Estructura: el término químico del Raltegravir es (N-(4fluorobencil)-5hidroxi-1-metil-2-(1metil-1-([(5metil-1,3,4-oxadocil-2-il) carbonil]amino)etil)-6-oxo-1,6 dihidropiramida-4-carboxamida.
Mecanismo de acción: inhibe la actividad catalítica de la integrasa del
VIH que integra el provirus con los cromosomas humanos.
Espectro de acción: el raltegravir es activo contra algunas cepas de VIH-1
resistentes a toda clase de antiretrovirales, la IC95 en algunos casos ha sido
tan baja como 31+/21 nM.
Resistencia: algunas mutaciones en codones de la integrasa (Q148H/K/R
y N155H) se han asociado con disminución en 10 veces la actividad del
raltegravir y en falla terapéutica.
Farmacocinética
Absorción oral: después de una hora de administrar 200 mg se adquieren
niveles séricos de 4,94 µM, su Cmax se obtiene a las tres horas; estos
niveles disminuyen a valores no detectables a las 24 horas.
Distribución: en la terapia combinada con otros antirretrovirales, la
biodisponibilidad del raltegravir mejora de un 1,3 a 1,42 veces.
Metabolismo: el raltegravir induce e inhibe la CYP450 y es metabolizado
por la vía de la glucuronil transferasa (UGT1A1) hepática, que transfiere el
grupo glucuronil del ácido glucurónico.
Eliminación: el raltegravir conjugado con el ácido glucurónico es
eliminado un 51% en las heces y un 32% con la orina.
Vida media: su vida media es bifásica, una primera fase de eliminación a
la hora y una fase terminal entre las siete y 12 horas de administración. Las
concentraciones séricas se hacen estables después de dos días de
tratamiento.
Toxicidad: las manifestaciones adversas de tipo gastrointestinal (náusea,
constipación o diarrea, flatulencia y elevación discreta de las enzimas
hepáticas) y otras como cefalea, mareo y prurito no son frecuentes.
Tampoco se han reportado alteraciones en el metabolismo de lípidos. Debe
usarse con precaución con los inductores fuerte de la uridina difosfato
glucuronil transferasa (UGT) como la rifampicina.
Indicaciones terapéuticas: el raltegravir fue aprobado en 2007 para tratar
pacientes con resistencia a múltiples antirretrovirales que posean otros
mecanismos de acción. La dosis recomendada es de 400 mg/c/12 horas. La
combinación raltegravir con tenofovir y lamivudina permite disminuir la
carga viral a valores indetectables (< 50 copias/ml) después de
48 semanas de tratamiento.
Los inhibidores de las histonas deacetilasas
Estos compuestos tienen una amplia gama de actividades epigenéticas. Su
mecanismo de acción esta mediado por la acción quelante sobre los iones
de zinc presentes en el sitio activo de las histonas deacetilasas. La
inhibición de las histonas deacetilasas genera una acumulación de histonas
y otras proteínas acetiladas. Dentro de las proteínas acetiladas se
encuentran factores de transcripción, cuya expresión es necesaria para
inducir la diferenciación celular.
El vorinostat (N-hidroxi-N’-fenil-octandiamida) es un inhibidor de
la histona deacetilasa utilizado en terapia de linfomas cutáneos de células
T, actualmente se encuentra en ensayos clínicos para el tratamiento del
SIDA. Los efectos adversos frecuentes son: náusea, vómito, anorexia,
fatiga, diarrea, trombocitopenia, sequedad oral, trastornos del gusto y
pérdida de peso.
Resistencia a los antirretrovirales
La respuesta a la terapia antirretroviral es monitoreada mediante las cargas
virales. En un paciente que recibe terapia antirretroviral, la aparición de
infecciones oportunistas, la disminución de los linfocitos T CD4+ y el
aumento de la carga viral en al menos un log10, pueden ser marcadores
clínicos y de laboratorio que se asocien con aparición de resistencia. La
dinámica de replicación del VIH es muy rápida; en un individuo infectado
se producen al día unas 1010 partículas virales. La RT enzima encargada de
la replicación viral es un zimógeno que no hace reparación de los errores
en la transcripción, por lo que la frecuencia de mutaciones es muy alta; se
calcula que la tasa de mutación es de 1:10-3 a 10-4 nucleótidos en cada ciclo
de replicación. Estos fenómenos llevan a la selección de mutantes que
pueden escapar al sistema de control de la respuesta inmune o a la acción
de los antirretrovirales. Los sitios de mutación en las proteínas blanco y
responsables de la resistencia son múltiples (figura 6.11).
La resistencia a los agentes virales constituye un fenómeno que
antecedió la terapia antiviral y que se agudiza aún más con la terapia, las
variantes resistentes constituyen un nuevo reto terapéutico surgido en
curso de la terapia antiviral. Como se señaló previamente, los sitios blanco
de acción de los antivirales pueden presentar mutaciones que en ocasiones
pueden ser cruzadas, es decir, que cambios puntuales en un mismo codón
pueden conferir resistencia a varios medicamentos.
Las mutaciones tienen poco impacto sobre la capacidad de
replicación, lo que lleva a su persistencia del carácter mutado aun en
ausencia del inhibidor. Aun las terapias monodosis de nevirapina que se
administran para la prevención de la transmisión vertical, pueden generar
la aparición de resistencia que hace que estos compuestos no tengan
posteriormente una mayor utilidad.
Medicamentos anti-virus herpes simple
La terapia en el curso de la infección por virus herpes simple tiene como
objetivo acortar el curso clínico, espaciar el tiempo entre recurrencias,
disminuir la eliminación viral, el dolor y otras secuelas asociadas.
En el caso infecciones sistémicas de neonatos y en encefalitis
herpética, la terapia antiviral tiende a disminuir el daño neurológico, la
mortalidad y la gravedad de las secuelas. Existen varios blancos de acción
de los antivirales contra el virus herpes (figura 6.12).
Aciclovir (ACV, Zovirax®, Zoral®, Herpex®)
Este medicamento altamente específico fue desarrollado por la bioquímica
y farmacóloga estadounidense Gertrude Belle Elion en 1974.
Estructura: el término químico del aciclovir corresponde al (9-[(2hidroxi-etoxi)metil]-9-H guanina es un nucleósido análogo de la guanosina
acíclica (ACG) que carece de anillo de azúcar y es reemplazado por una
cadena abierta con grupo hidroxilo en posición 3’.
Figura 6.11. Sitios genómicos de mutación en casos de resistencia a los antiretrovirales
Un sitio puntual de mutación puede conferir resistencia a varios antirretrovirales: virus de
inmunodeficiencia humana.
RT: transcriptasa reversa. NRTI: análogos de nucleósidos inhibidores de la transcriptasa inversa.
NNRTI: no análogos de nucleósidos inhibidores de la transcriptasa inversa. PR: proteasa. IP:
inhibidores de proteasa. A: alanina. C: cisteína. D: aspartato. E: glutamato. F: fenilalanina. G:
glicina. H: histidina. I: isoleucina, K: lisina. L: leucina. M: metionina. N: asparagina. P: prolina Q:
glutamina. R: arginina. S: serina. T: treonina. V: valina. W: triptófano. Y: tirosina. ins: inserción.
Figura 6.12. Sitios de acción de los antivirales en caso de infección por virus herpes
El aciclovir, penciclovir y famciclovir son prodrogas que son fosforiladas por la timidina quinasa
(TK) viral y por quinasas celulares, para dar lugar a la forma trifosforilada (droga activa) que actúa
inhibiendo la ADN polimerasa y terminando la cadena de ADN. El foscarnet es un inhibidor
competitivo que se une al sitio de fijación del pirofosfato en la ADN polimerasa.
Mecanismo de acción: el ACV es mal sustrato para las quinasas celulares.
La primera fosforilación del aciclovir intracelular es llevada a cabo por la
timidina quinasa viral (TK), por lo tanto presente sólo en células infectadas
por virus herpes. Como se ha observado mediante experiencias con virus
herpes deficientes en TK, las dos fosforilaciones restantes para obtener las
formas difosfato requieren de la acción catabólica de la guanosina
monofosfato quinasa (GMP quinasa) celular y las formas trifosfato se
forman por acción de varias enzimas celulares. El ACV se acumula entre
30-100 veces más en las células infectadas por virus herpes que en las
células no infectadas, donde se acumula como metabolitos fosforilados.
Esta propiedad contribuye a la alta selectividad del aciclovir. El aciclovir
trifosfato, al ser integrado en la cadena de ADN viral, no permite la unión
del siguiente deoxinucleótido por falta del grupo hidroxilo en posición 3’,
actúa por tanto como terminador de la síntesis de la cadena de ADN viral.
Por razones que no están muy claras el ACV inhibe en forma irreversible
la ADN polimerasa viral y sólo afecta en forma reversible la ADN
polimerasa celular del huésped (figura 6.13).
Espectro de acción: este compuesto es muy activo contra infecciones por
virus herpes simple de tipo 1, 2, 3 y 4 (HSV-1, HSV-2, VZV y EBV). in
vitro es más activo contra HSV-1 (0,04 µg/ ml) mientras que es un 50%
menos activo contra HSV-2 (0.08-2,2 µg/ml) y ocho veces menos activo
contra el virus de la varicela y zona. También es activo contra EBV y no
posee acción contra el CMV ya que el virus no posee timidina quinasa sino
una quinasa viral distinta (pUL97).
Resistencia: los virus en forma natural pueden contener mutantes
resistentes. La resistencia al ACV es frecuente (5%) en pacientes que
presentan una inmunosupresión aguda y en los afectados por el VIH o
trasplantados de medula ósea. Los virus aislados en cultivo pueden
contener entre 0,01 a 0,1% de variantes resistentes. La resistencia aparece
por presión de selección de la terapia antiviral y la falta de contención del
sistema inmune. En caso de herpes genital se ha observado niveles de
resistencia entre 3,5% y 8,6%. Se han descrito virus resistentes al aciclovir
asociada con mutaciones en la timidina quinasa (TK); esta es una proteína
de 376 residuos de aminoácidos y posee al menos dos sitios activos: un
sitio de unión al ATP y un sitio de unión a los nucleósidos. La resistencia
puede producirse por mutación en cualquiera de los 1.128 pares de bases
(p.b) del gen que codifica para la TK; sin embargo, hay sitios que
presentan una mayor tasa de mutaciones y se definen como áreas calientes.
Las cepas resistentes pueden poseer una TK deficiente o que presenta una
alteración en la afinidad por el ACV, la resistencia se asocia con mayor
frecuencia a la producción de una TK truncada más que a la producción de
una TK funcional pero alterada. Las mutaciones que con mayor frecuencia
se asocian con resistencia son las que afectan las posiciones de los codones
que codifican para los aminoácidos localizados en las posiciones 62-63,
145-146, 176-177, 184, 223 y 336 de la TK. Las mutaciones en la ADN
polimerasa viral han sido descritas con menor frecuencia en la literatura.
Tanto los casos de aislamientos clínicos, como de laboratorio con patrón
de resistencia, presentan substituciones puntuales de un nucleótido que
conllevan a cambios en un solo aminoácido.
Farmacocinética
Absorción oral: es muy baja (de 15-30%) dependiendo de la dosis
administrada. En un paciente adulto, dosis de 200 mg ofrecen una
biodisponibilidad que alcanza concentraciones plasmáticas de 0,4 a 0,8
µg/ml, mientras que dosis de 800 mg tan solo dan concentraciones
plasmáticas de 1,6 µg/ml. La administración endovenosa de una dosis de 5
mg/kg/c/8 h da una Cmax de 9,8 µg/ml, mientras que una dosis de
10mg/kg/c/8h suministra unos niveles máximos de 20,7 µg/ml. Los
compuestos de aplicación tópica proporcionan muy baja absorción
percutánea, los compuestos tópicos son de utilidad en las lesiones de
córnea.
Figura 6.13. Estructura de los medicamentos anti herpes simple
Distribución: en la mayoría de tejidos no infectados su concentración es
similar a la plasmática. Penetra bien a nivel intracelular y se acumula en
las células infectadas. Se encuentra en el líquido de las vesículas herpéticas
en concentraciones similares al plasma. El aciclovir también está presente
en humor acuoso y en LCR; en el LCR los niveles alcanzados son de un
25-70% con respecto a la concentración alcanzada en plasma.
Metabolismo: el aciclovir se oxida hacia compuestos carboxi-derivados.
Su anillo es hidroxilado.
Eliminación: el aciclovir es eliminado en un 85% por filtración
glomerular y en menor grado por secreción tubular. Los metabolitos se
pueden encontrar en riñones. Sólo un 15% se elimina como 9-carboximetoxi-metil-guanina u otros metabolitos menores.
Vida media: la vida media es de 2,5 a tres horas con una función renal
normal; puede prolongarse a 20 horas en casos de falla renal y disminuye a
5,7 horas en pacientes con diálisis. En neonatos la vida media plasmática
es de cuatro horas y en pacientes anúricos hasta de 20 horas. Se deben
hacer ajustes según tasas de filtración glomerular en niños y ancianos. El
probenecid produce un bloqueo en la eliminación del aciclovir.
Toxicidad: las células no infectadas no pueden fosforilar el aciclovir ya
que no poseen la TK viral. La isoenzima de timidina quinasa celular no es
eficiente para actuar sobre el aciclovir, por lo cual el compuesto activo se
acumula solo en células infectadas. En casos de administración parenteral
y extravasación, puede ocasionar irritación local por su elevado pH. Puede
asociarse a disfunción renal transitoria si se administra rápidamente; es
aconsejable por tanto administrarlo en forma intravenosa lenta en periodos
de media hora. El aciclovir se ha relacionado con reacciones adversas de
tipo cefalea, náusea, diarrea y exantema cutáneo; en casos excepcionales
se presenta insuficiencia renal o neurotoxicidad (alteraciones del
sensoriomotor, temblor, mioclonos, disartria, ataxia, confusión, agitación,
delirio y convulsiones). En casos de altas dosis de ACV y deshidratación
se pueden formar cristales en los túbulos renales, una correcta hidratación
y una administración lenta evitan estas alteraciones. En neonatos puede
causar neutropenia. En formas crónicas de herpes genital se ha
administrado hasta por 10 años sin efectos tóxicos mayores. En caso de
insuficiencia renal o de infusión muy rápida se puede encontrar Cmax que
favorece la toxicidad renal y nerviosa.
Indicaciones terapéuticas: el ACV está indicado en la primoinfecciones
por HSV-1 y HSV-2, en las formas cutáneas, mucosas, genitales y
sistémicas de infección por virus herpes, en la encefalitis herpéticas, en el
herpes neonatal sistémico y en las infecciones por VZV (varicela en
pacientes inmuno-comprometidos y herpes zona). En pacientes con
varicela o zoster, la dosis debe aumentarse al doble por cuanto la quinasa
del virus es menos eficaz en los procesos de fosforilación, en comparación
con la TK de los virus herpes simple. El ACV está indicado en pacientes
inmunosuprimidos para el tratamiento de lesiones herpéticas y por virus
varicela-zona y como profiláctico de lesiones herpéticas. En pacientes
inmunocompetentes está indicado para tratar lesiones primarias y lesiones
recurrentes, frecuentes por virus herpes. Cuando las lesiones recurren
frecuentemente, también se usa como profiláctico para separar el tiempo
de recurrencia.
Valaciclovir (Valtrex®, Valciclor®, Zelitrex®)
Estructura: el valaciclovir es una prodroga derivada del aciclovir (éster
L-valina del aciclovir). El término químico del aciclovir corresponde al (2[2amino, 1,6 dihidro-6-oxo-9H-purin-9-il-metoxi]etil]-L valinato hidroclorhidrato. Posee una mejor biodisponibilidad y una absorción oral del
55%. El valaciclovir se convierte en aciclovir una vez atraviesa la barrera
digestiva. Elimina las dosis repetidas, importantes en aciclovir; mejora la
biodisponibilidad del medicamento y hace más factible la terapia. Útil en
el tratamiento oral de lesiones por HSV y VZV.
Mecanismo de acción: la esterificación L valina mejora la
biodisponibilidad del aciclovir sin alterar el mecanismo de acción de la
droga. Produce inhibición de la TK y ADN polimerasa virales.
Espectro de acción: infecciones por virus herpes simple de tipos 1 y 2 y
varicela zona.
Resistencia: similar a la descrita para ACV. Como el aciclovir tiene tres
mecanismos básicos de resistencia: ausencia o producción parcial de
timidina quinasa viral, cambio en la especificidad de sustrato de la
timidina quinasa y alteraciones en la ADN polimerasa viral; las
alteraciones en las enzimas son causadas por mutaciones puntuales,
inserciones o deleciones en sus genes correspondientes
Farmacocinética
Absorción oral: se absorbe rápidamente y se convierte en aciclovir
después de su administración oral; esta conversión se debe a su primer
paso en intestino e hígado donde es hidrolizado, presentando niveles
plasmáticos a los 15 minutos.
Distribución: la biodisponibilidad de valaciclovir es de tres a cinco veces
superior a la del aciclovir, alcanzando valores de un 55-70% de la dosis
administrada. Después de una dosis de 500-100 mg, la Cmax de 3,3 a 5,7
µg/ml se alcanza a las 1,5 a 1,75 horas. Se liga a las proteínas plasmáticas
en un 18%. La forma activa logra altos niveles plasmáticos.
Metabolismo: una vez hidrolizado a aciclovir, su metabolismo es idéntico
a este medicamento. Sólo un 4% del valaciclovir se encuentra en plasma y
menos del 1% es eliminado bajo esta forma en orina. La mayoría se
expulsa como metabolitos de aciclovir.
Eliminación: el 45% en la orina.
Vida media: la vida media en plasma es de 30 minutos
Toxicidad: en pacientes con infección se pueden observar trastornos
gastrointestinales (31%) y neutropenia (19%). El pH elevado (9-11) hace
que sea muy irritante cuando se administra por vía endovenosa y en caso
de extravasación. En ocasiones de inmunosupresión asociada a infección o
trasplante de medula ósea, se han reportado eventos de microangopatía
trombótica.
Indicaciones terapéuticas: el valaciclovir es tan eficaz como el aciclovir
para atender infecciones por virus herpes simple y herpes genital y aún
más efectivo para tratar infecciones por virus herpes zona. Puede ser
administrado en dos dosis diarias de 500 a 1.000 mg, con efecto similar al
aciclovir, 200 mg cinco veces al día. La comparación de algunas
características farmacológicas de antivirales anti-herpesvirus se muestra en
la tabla 6.7.
Penciclovir (PCV, Denavir ®, Vectavir®) y
Famciclovir (FCV, Famvir®)
Estructura: el penciclovir (véase figura 6.13) tiene como estructura (9-[4hidroxi-3-metilbut-1-il] guanina. El famciclovir es el di acetil éster de
PCV, (figura 6.13) tiene como estructura el di acetil éster de 9-[(4-hidroxi3-hidroxi-metilbut-1-il] deoxiguanina. Ambos compuestos son nucleósidos
acíclicos análogos de guanosina.
Mecanismo de acción: el PCV es fosforilado a PCV monofosfato por la
timidina quinasa viral. La forma trifosfato actúa como inhibidor
competitivo de la ADN polimerasa viral. El PCV tiene también efecto
inhibitorio sobre el virus de la hepatitis B (HBV) a nivel de la síntesis de
ADN viral.
Espectro de acción: el PCV y FCV presentan un espectro de actividad,
potencia y mecanismo de acción, similares al aciclovir para tratar
infecciones por HSV-1, HSV-2 y VZV. También tiene efecto virostático
contra el HBV.
Resistencia: se pueden presentar mutantes resistentes al PCV y FCV por
cambios en la timidina quinasa y ADN polimerasa de los virus herpes. Los
porcentajes de resistencia a FCV son similares a los de aciclovir para
personas sanas (0,22%) o inmunocomprometidas (2,2%).
Farmacocinética
Absorción oral: la administración oral de PCV tiene muy baja
biodisponibilidad, mientras que el FCV se absorbe bien por vía oral, luego
de su absorción es deacetilado de su cadena lateral y oxidado a
penciclovir, tiene una biodisponibilidad del 65-70%.
Tabla 6.7. Comparación de las propiedades de los medicamentos anti virus herpes
Propiedades\ Medicamento
Aciclovir
Famciclovir
Foscarnet
Vidarabina
Ganciclovir
Vía de administración
VO, IV, Local
VO, Local
VO, IV
IV, Local
VO, IV, Local
Biodisponibilidad oral
10-20%
65-70%
12-22%
NA
< 10%
T1/2 en plasma (horas)
3
2
4.5
3.5
3IV 5VO
T1/2 en célula (horas)
1
7-20
NA
?
> 24
Unión a proteínas %
9-33
< 20
15
?
1-2
Excreción renal%
60-90
90
> 80
1-2
> 90
Metabolismo %
15
10
Poco
40-53
Poco
Fosforilación TK
+
+
-
-
+
+
+
+
+
+
Acción sobre la DNA pol
Competición
Terminación de la cadena
+
+
NA
+
-
Distribución: después de una administración de 500 mg de FCV se logran
Cmax plasmáticas de 3,3 µg/ml en una hora. La administración IV de 10
mg/kg de PCV confiere niveles plasmáticos máximos de 12 µg/ml.
Metabolismo: el FCV in vivo es hidrolizado en los dos grupos acetilo y
oxidado en posición 6 en penciclovir.
Eliminación: el 90% del PCV se elimina en la orina sin cambios
metabólicos, probablemente por filtración glomerular y secreción tubular,
un 10% es descartado por excreción fecal.
Vida media: la vida media plasmática es de dos horas. El PCV trifosfato
tiene una vida media intracelular más prolongada (7-20 horas) que la del
aciclovir.
Toxicidad: el FCV oral es bien tolerado pero puede asociarse a cefalea,
diarrea y náusea. En personas de edad avanzada puede originar urticaria y
rash y alteraciones neurológicas (alucinaciones y estados de confusión). El
PCV es carcinogénico a altas dosis in vitro, pero no es teratogénico.
Indicaciones terapéuticas: el PCV se recomienda como adyuvante en
forma tópica en casos de herpes mucocutáneo (herpes labial). Se
administra como crema tópica al 1%.
Cidofovir (HPMPC, CDV, Vistide®, Forvade®)
Estructura: es un nucleótido análogo de la deoxicitidina monofosfato.
Tiene como fórmula química aprobada por la “International Union of Pure
and Applied Chemistry” IUPAC ({[(2S)-1-(4-amino-2-oxo-1, 2-
dihidropirimidin-1-yl) -3-hidroxipropan-2-il]oxi}metil) ácido fosfónico.
Mecanismo de acción: es un nucleósido análogo cuya actividad no
depende de la presencia de TK viral, por lo que puede indicarse en
pacientes con infección herpética y resistencia a compuestos como el
aciclovir que requieran de la actividad TK viral. Actúa sobre la ADN
polimerasa viral como un agente terminador de la cadena de ADN viral en
síntesis.
El cidofovir solo requiere la activación por quinasas celulares, por lo
que se acumula tanto en células infectadas como no infectadas; la forma
difosfato de cidofovir tiene la actividad antiviral inhibiendo la ADN
polimerasa del CMV, por un mecanismos similar al GCV. El CDV inhibe
la ADN polimerasa viral a concentraciones de ocho a 600 veces menores
que las requeridas para inhibir las ADN polimerasas α, β y γ celulares.
Espectro de acción: útil en el tratamiento de infecciones por virus herpes
(HSV-1, HSV-2, VZV, CMV). Este medicamento se utiliza para las
retinitis por CMV en pacientes con SIDA. La IC50 de la mayoría de
aislamientos de CMV se encuentra en el rango de 0,1 µg/ml. El CDV
también ha demostrado actividad antiviral contra adenovirus, virus del
papiloma humano y virus BK y JC.
Resistencia: la resistencia del CMV a cidofovir se debe a mutaciones en la
ADN polimerasa. En casos de retinitis por CMV, se puede detectar la
aparición de cepas resistentes hasta en un 30% de los pacientes luego de
tres meses de terapia. Aun en pacientes no tratados con cidofovir se puede
observar resistencia en pacientes con infección por mutantes en la ADN
polimerasa y la pUL97. Se pueden detectar casos de CMV con resistencia
cruzada al foscarnet y cidofovir.
El uso en pacientes inmunocomprometidos hace que hasta un 29%
de los casos presenten resistencia luego de su uso prolongado. Pueden
existir casos de cepas de CMV con resistencia cruzada a ganciclovir y
cidofovir. La mayoría de las mutaciones relacionadas con resistencia se
localizan entre los codones 300 y 545 de la pUL54.
Farmacocinética
Absorción: el cidofovir es dianiónico a pH fisiológico y su
biodisponibilidad luego de administración oral es muy baja. Después de su
administración intravenosa se adquieren Cmax de tipo bifásico, con un
promedio de vida media plasmática de 2,6 horas. Es utilizado en formas
endovenosas, diluyendo la dosis en 100 cc de solución salina estéril y
logrando una biodisponibilidad del 100%. Las Cmax logradas dependen de
las dosis administradas y varían de 3,1 a 23,6 mg/ml, con dosis
administradas de uno y 10 mg/kg de peso respectivamente.
Distribución: el volumen de distribución se aproxima al volumen de agua
corporal total. El CDV tiene una baja penetración al sistema nervioso
central y en LCR, mientras que en ojo (¿) no está muy bien establecida.
Tan solo un 6% se encuentra ligado a proteínas séricas o plasmáticas.
Eliminación: el cidofovir se elimina por filtración glomerular y secreción
tubular y un 90% del medicamento por orina sin cambios metabólicos. La
administración concomitante de probenecid bloquea la secreción tubular y
mejora los niveles séricos de CDF. Asociado con probenecid un 75-80%
del CDV se elimina sin cambios por la orina.
Vida media: la vida media plasmática es de 2,4 a 3,2 horas. Los
metabolitos de tipo difosfato tienen una vida media prolongada a nivel
intracelular (17-65 horas) y pueden servir de reservorio intracelular del
medicamento; la vida media prolongada favorece su administración
semanal.
Toxicidad: el efecto adverso más serio es la nefrotoxicidad, lo que limita
la dosificación IV. Otros efectos indeseables incluyen la granulocitopenia
y la trombocitopenia. La disfunción renal tiene múltiples manifestaciones
que incluyen proteinuria, azoemia, glicosuria y acidosis metabólica, no se
debe administrar con otros medicamentos que tengan efecto nefrotóxico.
El cidofovir está contraindicado para pacientes con niveles de creatinina ≥
a 1,5 mg/dl, ni con depuraciones de creatinina ≤ 55 ml/min o niveles de
proteinuria ≥ 100 mg/dl. Algunos casos de falla renal aguda que han
finalizado en diálisis renal o con la muerte del paciente han sido
reportados. La adecuada hidratación del paciente y la administración de
uno a dos litros de líquidos endovenosos disminuye la nefrotoxicidad del
CDF. Las aplicaciones tópicas pueden presentar reacciones locales como
sensación de quemazón y prurito. Se han observado efectos mutagénicos,
gonadotóxicos, embriotóxicos y teratogénicos, por lo que no se aconseja
prescribir a mujeres embarazadas.
Indicaciones terapéuticas: tiene una acción sinérgica con el ganciclovir y
foscarnet para tratar las infecciones por CMV. Ha mostrado su eficacia en
el tratamiento de infecciones herpéticas resistentes al ACV y/o foscarnet.
Otras indicaciones de este compuesto son las neoplasias cervicales
intraepiteliales grado III (CIN III por Cervical Intraepithelial Neoplasia),
condilomas acuminados y verrugas genitales, papilomatosis laríngea,
molusco contagioso, lesiones de tipo orf, infecciones por adenovirus y
leucoencefalopatía multifocal progresiva. Se administra por vía
intravenosa 5/mg/kg/semana/2 semanas y se continúa con
5/mg/kg/semanas alternas (una sí y otra no). Las cremas o geles tópicos al
1% son útiles en lesiones focalizadas.
Se administra a una dosis de 3 mg/kg/ semanal por dos semanas en
asocio con probenecid. El esquema terapéutico de 5 mg/kg intersemanal se
asocia con un menor grado de recurrencias, pero tiene un riesgo mayor de
nefrotoxicidad. En retinitis por CMV se ha usado también la aplicación
intravítrea en dosis de 20 mg como terapia de mantenimiento. En caso de
papilomatosis respiratoria recurrente, se ha reportado alguna utilidad el uso
intralesional y también como tratamiento tópico en pacientes que puedan
tener infecciones por adenovirus o virus herpes simple. Se encuentran en
desarrollo algunos derivados de CDV con menor nefrotoxicidad.
Bromovinildeoxiuridina o brivudina (Zonavir®, Zerpex®
o Zostex®)
Estructura: la bromovinil deoxiuridina o brivudina es un compuesto
similar al aciclovir, corresponde al compuesto [(E)-5-(bromovinil)]-2
deoxiuridina,
Mecanismo de acción: la BVdU es mono y difosforilada por la TK del
HSV-1 y VZV, lo que explica su alta especificidad. La forma activa del
compuesto es trifosforilada por las enzimas celulares. La TK del HSV-2 no
es capaz de realizar la fosforilación de la BVdU.
La BVdU tiene dos mecanismos de acción sobre la ADN
polimerasa:
1.
2.
Inhibición de tipo competitivo del sustrato natural dTTP de la ADN polimerasa viral.
Actúa como sustrato alterno de la polimerasa con incorporación a la cadena neosintetizada
de ADN. La incorporación de la BVdU trifosfato confiere inestabilidad y afecta la
funcionalidad de ADN viral en la que se ha incorporado.
Espectro de acción: es un antiviral que ha mostrado una potencia
selectiva contra el HSV-1 y VZV y no sobre el HSV-2.
Resistencia: no hay reportes de aislamientos virales resistentes a la BVdU
generados en el curso de tratamientos.
La comparación de posología de antivirales administrados en
infecciones por HSV y VZV se presenta en la tabla 6.8.
Farmacocinética
Absorción oral: la BVdU tiene una baja biodisponibilidad (30%). Una
hora después de administrada una dosis de 125 mg se alcanza una Cmax de
1,7 mg/ml que corresponde a 1.700 veces la IC50 necesaria para inhibir la
replicación del VZV.
Distribución: se encuentra altamente asociada a proteínas plasmáticas
(95%).
Metabolismo: la BVdU es metabolizada por la timidina fosforilasa
generando dos compuestos inactivos el (E)-5-(bromo-vinil) uracilo y la 2deoxiribosa-1-fosfato.
Eliminación: en su mayoría se elimina por vía renal
Vida media: tiempo de vida media plasmática de 16 horas.
Tabla 6.8. Compuestos antivirales administrados en caso de infección por HSV y VZV
Nombre genérico
Nombre comercial
Administración
Aciclovir
Zovirax®
Oral. 1.000 mg/día HSV
Oral 4.000 mg/día VZV
Crema oftálmica 3%
IV 30 mg/kg/día
Valaciclovir
Zelitrex®, Valtrex®
Oral. 1.000 mg/día HSV
Oral 3.000 mg/día VZV
Penciclovir
Denavir®, Vectavir®
Tópica crema 1%
Famciclovir
Famvir®
Oral 750 mg/día
Oral 1.500 mg/día
Idoxiuridina
Herpid®, Virudox®, Idoxene®, Stoxil®
Gotas o ungüento oftálmico 0.1%
Trifluoridina
Viroptic®
Gotas o ungüento oftálmico 1%
Brivudina
Zonavir®, Zerpex®,Zostex®
Oral 125 mg/día
Gotas oftálmica 0,1-0,5%
Crema labial 5%
Toxicidad: es muy bien tolerada y sus efectos adversos ocurren en un
porcentaje de pacientes similar a los que reciben aciclovir (9%), el efecto
adverso más frecuente es la náusea. No se debe administrar con 5
fluoroacilo por cuanto se produce una inhibición irreversible de la di-hidro
pirimidina deshidrogenasa que aumenta la toxicidad del 5FU; debe
administrarse con un intervalo no menor a cuatro semanas.
Indicaciones terapéuticas: su eficacia es mayor que la de otros antivirales
anti-HSV incluyendo el aciclovir, IDU, TFT. El grupo bromo vinilo en
configuración trans le confiere una alta selectividad, potencia y espectro
activo, como ha sido demostrado con otros compuestos.
Desde el punto de vista clínico, la BVDU ha sido empleada en
aplicaciones tópicas en ungüento al 0,1-0,5% para tratar varias formas de
queratitis herpéticas (dendríticas, úlceras corneanas geográficas y
queratitis estromal) que clínicamente han mostrado resistencia a IDU,
TFT, vidarabina o aciclovir. En estudios clínicos no controlados ha sido
empleada por vía oral en la cura de lesiones por HSV-1 y VZV a dosis de
7,5 mg/kg/día (125 mg/día) por cinco días.
Iododeoxuridina o Idoxuridina (IDU Herpid®, Stoxil®,
Idoxene®, Virudox®)
Estructura: la iododeoxuridina (IDU o 5-iodo-2-deoxiuridina) fue
sintetizada por William Prusoff (1920-2011) en 1959. Es un antiviral
análogo de la timidina.
Mecanismo de acción: es trifosforilada por enzimas celulares lo que
explica su alta toxicidad. Su acción se debe a la incorporación de la forma
trifosforilada al ADN, produciendo el bloqueo en la síntesis del ADN, por
un mecanismo de inhibición competitivo para la incorporación de
nucleótidos de timidina al ADN. El compuesto trifosforilado se comporta
como inhibidor y como sustrato de la ADN polimerasa. De la misma
forma como altera la síntesis del ADN viral, actúa sobre el ADN celular,
lo cual hace de este un compuesto altamente tóxico para las células. Por
esta razón, la IDU se ha limitado para aplicaciones tópicas, en caso de
infecciones por virus herpes simple de tipo 1, 2 y 3 (queratitis herpética,
úlceras dendríticas de la córnea y varicela zona).
Espectro de acción: útil en infecciones por HSV-1, HSV-2 y VZV.
También es activa contra los poxvirus. La IC50 para el virus vacunal es de
0,2 a 0,3 µg/ml.
Resistencia: la resistencia a la IDU se desarrolla de una manera rápida in
vitro y se han aislado cepas resistentes de pacientes con queratitis
herpéticas tratados con IDU.
Farmacocinética
Absorción: por su alta toxicidad se administra por vía tópica. Después de
su aplicación local al 40% se pueden detectar concentraciones plasmáticas
de 0,1-0,4 p.p.m, estos niveles se pueden incrementar si el compuesto se
encuentra acompañado de dimetilsulfóxido (DSMO).
Toxicidad: la IDU carece de selectividad y en las concentraciones
terapéuticas inhibe el crecimiento de células no infectadas. Las reacciones
adversas incluyen dolor, prurito, inflamación, edema del ojo o párpados,
no son frecuentes las reacciones alérgicas.
La IDU es teratogénica, mutagénica, promotora de tumores y causa
inmunosupresión como lo demuestran pruebas preclínicas, por lo que su
administración debe limitarse a lesiones localizadas; este efecto puede
incrementarse por acción del DSMO.
Indicaciones terapéuticas: la indicación más específica es la queratitis
herpética, herpes labial, herpes genital o zona. Se aplica en forma tópica
mediante gotas o ungüentos.
Trifluorotimidina, trifluoridina
Estructura: la trifluorotimidina es también un antiviral análogo de la
timidina. Su estructura corresponde al (5-trifluorometil-2-deoxiuridina).
Mecanismo de acción: su actividad no depende de la TK viral, siendo su
mecanismo de acción similar al de la IDU, la cual inhibe la incorporación
de timidina al ADN. Se diferencia de la IDU en que es más potente e
hidrosoluble, por ende, más peligroso en aplicaciones tópicas.
Espectro de acción: sus indicaciones son similares a las de la IDU y en
caso de resistencia de virus herpes al ACV. In vitro presenta actividad
inhibitoria contra HSV-1, HSV-2, CMV, virus vacunal y en menor grado
contra adenovirus.
Resistencia: la resistencia contra el HSV se produce por alteraciones en la
timidina quinasa viral. Se pueden seleccionar mutantes de HSV resistentes
in vitro y también en aislamientos clínicos.
Farmacocinética
Absorción: las concentraciones de 0,2-10 mg/
ml inhiben la replicación de virus herpes, incluyendo las cepas resistentes
al aciclovir.
Toxicidad: la trifluoridina inhibe la síntesis de ADN celular inclusive a
dosis muy bajas. Las reacciones adversas incluyen sensación de
incomodidad en la aplicación tópica y edema palpebral.
Indicaciones terapéuticas: por su alta toxicidad se reserva solo para casos
de queratoconjuntivitis herpética.
Vidarabina o arabinósido de adenina
Estructura: la vidarabina (arabina adenósido, araA,
arabinofuranosil adenina) es un nucleótido análogo de la purina.
a-b-D-
Mecanismo de acción: inhibe la síntesis de ADN viral a concentraciones
menores de las requeridas para la inhibición en la síntesis de ADN celular.
Puede tener múltiples sitios de acción en la célula infectada. El compuesto
químico inicial es fosforilado por quinasas celulares hasta la forma
trifosforilada arabinósido ATP; no es fosforilado por timidina quinasas
virales, por lo tanto, puede actuar sobre cepas virales TK deficiente que
son resistentes al aciclovir.
Espectro de acción: es activo contra virus del grupo herpes (HSV-1,
HSV-2 y VZV) y menor actividad contra HCMV y EBV.
Resistencia: ha sido posible aislar cepas con mutaciones en el gen de la
polimerasa que son resistentes al araA, lo cual demuestra que la ADN
polimerasa viral es un sitio de acción.
Farmacocinética
Absorción: es un medicamento poco soluble (0,05%) por lo que su
administración requiere de altos volúmenes de líquidos parenterales.
Distribución: es ampliamente diseminado en el organismo con niveles en
LCR de un tercio a la mitad de aquellos encontrados en plasma. Se une a
proteínas plasmáticas en un 24-38%.
Metabolismo: es deaminada a arabinosil hipoxantina que tiene una menor
acción antiviral.
Eliminación: un 60% de la vidarabina se excreta como arabinósido de
hipoxantina por vía renal, en parte se produce ruptura del anillo de purina
eliminándose como ácido úrico.
Vida media: la vida media en plasma es de tres a cuatro horas.
Toxicidad: luego de la administración intravenosa, los efectos colaterales
más frecuentes son de tipo gastrointestinal (náusea, vómito, diarrea) y
neurológico (temblor, parestesias, ataxia y convulsiones). En altas dosis
puede observarse anemia, leucopenia y trombocitopenia.
Indicaciones terapéuticas: en estudios controlados es eficaz en el
tratamiento de las encefalitis herpéticas, infecciones herpéticas neonatales,
lesiones mucocutáneas de tipo herpético, varicela y zona en pacientes
inmunocomprometidos. Estudios más recientes demostraron que es más
tóxica y menos efectiva que el aciclovir en el tratamiento de este tipo de
afecciones. Las presentaciones tópicas tienen su indicación en las
queratitis de tipo dendrítico o geográfico.
Medicamentos anti-citomegalovirus
Las infecciones por citomegalovirus son por lo general asintomáticas y no
conllevan ningún riesgo para el hospedero. En el caso de situaciones de
inmunosupresión como es el caso de pacientes infectados por el VIH o
pacientes trasplantados (órgano sólido o medula ósea), la infección tiene
carácter agudo. En pacientes infectados con SIDA y recuento de CD4+
menores a 100 células/ml se presentan infecciones graves de tipo retinitis,
colitis, esofagitis, poliradiculitis y ventriculitis. Los pacientes con
trasplante renal y de medula ósea pueden presentar cuadros de neumonía
intersticial. Las infecciones más graves en caso de trasplante de órgano
sólido ocurren en caso de primoinfecciones, por lo cual también ha sido
utilizado como prevención en pacientes seronegativos que reciben un
órgano de pacientes seropositivos. Los mismos medicamentos indicados
en la terapia anti CMV también tienen utilidad en la terapia de las formas
agudas de infección por HHV-6.
Ganciclovir (DHPG o GCV, Citovene®, Cymevene® y
Valganciclovir, VGCV, Valcyte®).
Estructura: el ganciclovir es un nucleósido análogo de guanina con
estructura similar al aciclovir. Este compuesto desde el punto de vista
químico es una guanina unida a una molécula de azúcar acíclica, carece en
2’ de su equivalente CH2; sin embargo, posee en 3’ el residuo CHOH. Es
más próximo en estructura a la deoxiguanina que al aciclovir, lo cual
puede explicar su mayor toxicidad (figura 6.14). Estructuralmente
corresponde al (9 [1,3 dihidroxi-2-propoximetil] guanina). Por su parte el
valganciclovir es una prodroga que corresponde al éster L-valina del
ganciclovir.
Mecanismo de acción: la proteína quinasa específica de HCMV
denominada PK (por Protein Kinase o pUL97) produce la primera
fosforilación del principio activo a ganciclovir monofosfato (GCVMP). El
ganciclovir trifosfato (GCVTP) inhibe la ADN polimerasa viral de una
forma más potente que la ADN polimerasa α celular. Actúa como un
terminador de la cadena de ADN, como el aciclovir, al incorporarse como
GCVMP, sin embargo, entorpece el proceso de elongación de la cadena de
ADN. El GCV también puede ser fosforilado por la TK del virus herpes
simple, por lo que también puede usarse en este tipo de infecciones.
Espectro de acción: este compuesto es fosforilado por una enzima de tipo
proteína quinasa producto del gen pUL97 que codifica el citomegalovirus
(CMV o HHV-5) y es un potente inhibidor de su replicación. Se indica en
tratamiento y profilaxis de infecciones por virus citomegálico (HCMV) en
pacientes inmunosuprimidos, en especial los pacientes con SIDA. Esta
indicado en tratamiento y profilaxis de las infecciones por citomegalovirus
en pacientes trasplantados.
Resistencia: de manera similar a la descrita para el aciclovir y virus
herpes, el ganciclovir puede presentar resistencia por mutaciones en la PK
viral, codificada por el gen UL97 (codones 601 a 603), las mutantes
confieren resistencia de 15 veces la IC50, las mutaciones en el gen UL54
de la polimerasa viral (D413A) también confieren resistencia al cidofovir.
Los mutantes encontrados hasta el presente muestran mutaciones en estos
dos sitios. Los aislados resistentes continúan siendo sensibles al foscarnet,
pero presentan resistencia cruzada al cidofovir (HPMPC) y HPMPA. Las
cepas resistentes pueden estar presentes desde el inicio de la terapia y ser
seleccionadas por el fármaco. Puede notarse enfermedad progresiva por
cepas resistentes al GCV en pacientes con inmunosupresión grave. En
pacientes con SIDA, el riesgo a desarrollar resistencia al GCV ha sido
estimado en 7, 12 y 27% después de tres, seis y nueve meses de
tratamiento respectivamente.
Farmacocinética
Absorción oral: las formulaciones corrientes de ganciclovir tienen una
biodisponibilidad limitada (13%) luego de su administración oral. El
valganciclovir oral es reconocido por un péptido intestinal transportador
(PEPT1) que facilita su absorción, posteriormente es hidrolizado por las
estearasas intracelulares del intestino e hígado a ganciclovir. Después de
15 minutos de administrado el valganciclovir se adquieren Cmax de 2,98
µg/ml y tiene una biodisponibilidad de 61%. Las comidas aumentan la
biodisponibilidad del ganciclovir en un 25%.
Distribución: luego de dosis intravenosa de 7,5 mg/kg se obtienen niveles
séricos de 18-24 mM y niveles en LCR de 2-3 mM. Se une en un 1-2% a
proteínas séricas.
Metabolismo: el ganciclovir sufre poco o ningún cambio metabólico y se
elimina hasta un 90% en la orina.
Eliminación: el ganciclovir se elimina por excreción renal (mecanismos
de filtración glomerular o secreción tubular activa).
Vida media: la vida media plasmática es de 3-4 horas. La vida media
intracelular del ganciclovir trifosfato es de más de 18 horas.
Figura 6.14. Estructura del ganciclovir y valganciclovir
Toxicidad: el ganciclovir posee un estrecho margen entre dosis
terapéutica y dosis tóxica. La dosis terapéutica es similar a la dosis
necesaria para inhibir la medula ósea. Los efectos con frecuencia descritos
son la supresión de medula ósea (granulocitopenia, neutropenia, anemia o
trombocitopenia), la atrofia testicular y la mutagénesis. Los efectos
adversos gastrointestinales incluyen fiebre, náusea, vómito, dispepsia,
flatulencia, aumento de enzimas hepáticas y las manifestaciones
neurológicas pueden ser: mareos, cefalea, confusión, alucinaciones y
convulsiones. El pH alto de las preparaciones endovenosas puede asociarse
a flebitis y dolor local.
Indicaciones terapéuticas: el ganciclovir se usa en caso de
primoinfecciones por CMV en pacientes inmunocomprometidos. Las
afecciones más graves causadas por el HCMV en casos de déficit en la
respuesta inmune celular (infecciones por VIH o de trasplante) son las
neumonías intersticiales, la hepatitis y la retinitis. El esquema terapéutico
inicia con dosis intravenosa de cinco mg/kg/c/12 horas por dos semanas,
seguidas de dosis de mantenimiento orales de 5-7 mg/kg de cinco a siete
días a la semana. La administración oral requiere de 3.000 mg por día
dividido en tres dosis. En el caso de retinitis por HCMV se aconsejan los
implantes intraoculares de 4,5 mg (Vitraset®) o las inyecciones
intravítreas. La administración local de ganciclovir da concentraciones
terapéuticas a nivel intraocular y no tiene los costos e inconvenientes y
complicaciones de la terapia intravenosa, pero no logra ningún efecto
sobre las afecciones sistémicas.
Las indicaciones terapéuticas de valganciclovir son similares a las de
GCV. El valganciclovir es una prodroga de GCV tiene mayor absorción
oral. Los niveles terapéuticos de VGCV son óptimos y pueden ser una
alternativa
para
el
manejo
ambulatorio
de
pacientes
inmunocomprometidos, pues además de reducir costos evita el riesgo de
eventos adversos en el medio hospitalario. El valganciclovir se administra
por vía oral, tiene una dosis de inducción de 1800 mg dividida en dos
dosis, seguida de 900 mg/día.
La comparación de posología de antivirales administrados en
infecciones por HCMV, se presenta en la tabla 6.9.
Derivados no nucleósidos
Foscarnet (PFA, Foscavir®)
Estructura: el foscarnet es un derivado del pirofosfato (ácido fórmico,
fosfonoformato trisódico, PFA). No es análogo de nucleósidos.
Mecanismo de acción: se une al sitio pirofosfato de la ADN polimerasa e
inhibe en forma no competitiva la polimerasa de virus del grupo herpes
(HSV-1, HSV-2, VZV, CMV, EBV, HHV-6) y la hepatitis B; además
presenta acción inhibitoria contra la transcriptasa inversa de retrovirus.
Espectro de acción: se ha utilizado en caso de resistencia al aciclovir en
lesiones mucocutáneas herpéticas por HSV y VZV en pacientes
inmunosuprimidos. También en retinitis por CMV en pacientes con SIDA.
Tabla 6.9. Compuestos antivirales administrados en caso de infección por HCMV
Nombre genérico
Nombre comercial
Administración
Ganciclovir
Cymevene®, Cytovene®
Intravenoso 10 mg/kg/día en tres dosis
Oral 3.000 mg/día
Valganciclovir
Valcyte®
Oral. Dosis de inducción 1.800 mg. Dosis de mantenimiento 900
mg/día
Oral 3.000 mg/día VZV
Cidofovir
Vistide®, Forvade®
Intravenoso 5 mg/kg/día/2 semanas*
Gel tópico 1%
Foscarnet
Foscavir®
Intravenoso 180 mg/kg/día/inducción
Intravenoso 120 mg/kg/día/mantenimiento
Fomivirsen
Vitravene®
Implante intraocular
Resistencia: puesto que el foscarnet no requiere de fenómenos de
activación por quinasas celulares o virales, la resistencia subyace
exclusivamente en la ADN polimerasa viral. Se han aislado cepas de HSV,
CMV y VZV que presentan aumento de hasta ocho veces en la IC50.
Comparado con el riesgo de desarrollar resistencia al GCV, el riesgo de
resistencia al foscarnet es de 1,87. Para los aislamientos resistentes al
foscarnet, el cidofovir constituye una alternativa.
Farmacocinética
Absorción oral: el producto es poco absorbido por vía oral
(biodisponibilidad de 12-22%). En infusiones endovenosas es necesario
administrar grandes volúmenes de líquidos por su pH alcalino y por su
baja solubilidad.
Distribución: un 14-17% del foscarnet se une a proteínas séricas. Se
alcanzan concentraciones en LCR de un 27% de las concentraciones
plasmáticas.
Metabolismo: el foscarnet es eliminado sin cambios metabólicos en un
86% por vía renal (49% por filtración glomerular y 51% por excreción
tubular), el 14% restante se acumula en la médula ósea.
Eliminación: se elimina por excreción renal por mecanismos de filtración
glomerular y probablemente por secreción tubular.
Vida media: la disposición del foscarnet es de tipo trifásico, una infusión
de 60 mg/kg/día produce picos de 557 mM/L y 155 mM/L. La vida media
del foscarnet son de 0,45, 3,3 y 18 horas.
Toxicidad: el foscarnet no es incorporado en el ADN sintetizado e inhibe
la ADN polimerasa a concentraciones más bajas que las requeridas para
interactuar con las ADN polimerasas de las células del huésped. La mayor
complicación asociada al uso del foscarnet es la nefrotoxicidad y la
hipocalcemia sintomática (parestesias, arritmia, tetanismo, convulsiones).
La dosis debe ajustarse a la función renal y ser muy cuidadoso en el
balance hidroelectrolítico del paciente para evitar su nefrotoxicidad. El
foscarnet puede unirse a formas ionizadas de Ca+, por lo cual puede
conllevar a alteraciones metabólicas de tipo hipo e hipercalcemia,
hipocalemia, hipo e hipermagnesemia o hipo e hiperfosfatemia. Otros
efectos indeseables son tromboflebitis por irritación local además de
náusea, vómito, y anemia. Entre los efectos que han sido asociados
tenemos la neuropatía, úlceras en el pene, y diabetes insípida de tipo
nefrogénico. Entre los efectos adversos en el SNC tenemos cefalea en un
25% de casos, adicionalmente fatiga, temblor, irritabilidad, convulsiones y
alucinaciones.
Indicaciones terapéuticas: se indica en caso de retinitis por HCMV en
pacientes con SIDA. Se administran dosis de inducción intravenosa de
60/mg/kg/dosis cada ocho horas por dos semanas, seguidas de tres dosis de
mantenimiento diarias de 30-40 mg/kg (dosis ajustada a la función renal).
Después de regímenes de tratamiento de 14-21 días se observa mejoría o
estabilización de la sintomatología, aun en aquellos pacientes que
presentan resistencia o intolerancia al ganciclovir. Se ha observado que la
terapia con foscarnet mejora la sobrevida en pacientes con SIDA y retinitis
HCMV en un tiempo cercano a los cuatro meses, lo cual puede asociarse a
su efecto concomitante de terapia antirretroviral. El foscarnet también
tiene acción benéfica en caso de lesiones por HSV o VZV resistentes al
aciclovir en pacientes con SIDA; la dosis en estos últimos casos es de 40/
mg/kg cada ocho horas por 10 días.
Oligonucleótidos anti-sentido
Fomivirsen (ISIS 2922 o Vitravene®)
Estructura: el fomivirsen es el primer oligonucleótido antisentido
aprobado por la F.D.A para uso en terapia antiviral. Es un compuesto de
21 residuos de nucleótidos complementarios del ARNm que codifica para
la proteína muy temprana IE2 del CMV (figura 6.15). Los nucleótidos se
unen mediante enlaces fosforotioato.
Mecanismo de acción: al ser un genoma complementario, el fomivirsen
hibrida con el ARNm viral y bloquea la secuencia que codifica para la
proteína muy temprana IE2 (por Inmediately Early) de citomegalovirus.
Presumiblemente bloquea la expresión de la proteína IE2 necesaria para la
regulación de la replicación del CMV.
Espectro de acción: por su especificidad solo se recomienda en
infecciones intraoculares (retinitis) causadas por CMV, en general esta
condición se reserva a pacientes infectados por el VIH que son refractarios
a otros tratamientos.
Resistencia: en laboratorio luego de pases in vitro seriados se aisló un
virus resistente a fomivirsen, sin embargo el análisis de la región IE2 no
mostró alteraciones, por lo que no se conoce el factor de resistencia. In
vivo no se han aislado virus resistentes.
Farmacocinética
Absorción: el fomivirsen se aplica por inyección intravítrea.
Distribución: local en el humor vítreo, la Cmax se alcanza luego de cinco
días y mantiene hasta el día 10 pos-inoculación.
Metabolismo: local, no se detecta en otros sitios sistémicos.
Eliminación: se elimina por probable digestión de las exonucleasas.
Vida media: se elimina lentamente del vítreo con un tiempo de vida media
en animales de laboratorio de 62-79 horas.
Toxicidad: se pueden observar efectos locales de aumento de la presión
intraocular, uveítis, vitreítis que son muy frecuentes, hasta un 10% de las
inoculaciones pueden dar efectos locales. La toxicidad local se adiciona en
pacientes que han recibido esquemas de administración previa de
cidofovir, por lo que se recomienda que las dos terapias estén separadas
entre sí en periodos de dos a cuatro semanas.
Indicaciones terapéuticas: el espectro de acción del fomivirsen son las
infecciones de tipo retinitis causadas por el HCMV en pacientes con
SIDA. Por su mecanismo de acción es útil en infecciones por HCMV que
es resistente a ganciclovir, foscarnet o cidofovir. Se administra como
implantes intraoculares, 165 µg semanales por tres semanas, seguidos de
dosis de mantenimiento de 165 µg cada dos semanas. Es necesario resaltar
que el fomivirsen no constituye una cura para la infección ocular y tan solo
retarda la progresión de la enfermedad.
Maribavir MBV
Este medicamento experimental llegó hasta estudios de fase III, para el
tratamiento y la prevención de infecciones y reinfecciones por
citomegalovirus en pacientes con trasplante de medula ósea.
Estructura: el maribavir es un ribósido bezimidazólico cuya estructura
corresponde al [5,6 dicloro-2-(isopropil amino)-1b-Lribofuranosil-1Hbezimidazol].
Mecanismo de acción: el maribavir tiene acción directa sobre la proteínaquinasa viral pUL97, e inhibe la replicación viral por mecanismos de
inhibición en la síntesis y maduración del ADN y bloqueando el egreso de
la partícula viral. La inhibición de la pUL97 también afecta la fosforilación
de la pUL44, proteína esencial en la replicación viral.
Figura 6.1. Secuencia de nucleótidos del fomivirsen
Espectro de acción: el maribavir tiene acción solo contra el CMV y EBV,
pero no contra otros virus herpes. Inhibe la replicación de CMV in vitro
con una IC50 de 0,12 µM medido por pruebas de hibridación de ADN
multiciclo.
Resistencia: los virus con mutaciones en pUL97 o pUL54 (ADN
polimerasa) que son resistentes a ganciclovir, cidofovir y foscarnet son
sensibles a maribavir. Cepas de laboratorio en cultivo con maribavir
presentaron mutaciones en la pUL97 (V353A y T409M) que las hicieron
15 a 80 veces menos sensibles, guardando la susceptibilidad al ganciclovir.
Las mutaciones en la pUL27 confieren resistencia de bajo grado.
Farmacocinética
Absorción oral: el maribavir tiene una rápida absorción luego de la
administración oral y alcanza Cmax luego de una a tres horas. Las dietas
grasas disminuyen la absorción de maribavir en un 30%.
Distribución: más del 98% del medicamento se une a proteínas séricas.
Metabolismo: se metaboliza en el hígado por acción de la citocromo P450
CYP3A4 a un metabolito inactivo que es eliminado por la orina. Un 2%
del medicamento es eliminado sin cambios por la orina.
Eliminación: se elimina por orina como derivado N alquilado, no deben
hacerse ajustes de dosis en caso de daño renal.
Vida media: la vida media plasmática es de tres a cinco horas.
Toxicidad: el mayor efecto adverso es la alteración del sentido del gusto,
se observa hasta en un 80% de los casos y es quizá debido a la eliminación
del medicamento por la saliva. Otros efectos incluyen diarrea, náusea,
exantema, prurito, vómito y cefalea, esta última se reporta hasta en un 53%
de los casos.
Indicaciones terapéuticas: el estudio de trasplantados de células madre
fase III maribavir vs placebo fue suspendido, pues no demostró un efecto
mayor al placebo en la prevención de la infección CMV.
Medicamentos contra
el virus de la hepatitis B
Las hepatitis B y C pueden cursar con infecciones subclínicas y autoresolutivas o infecciones crónicas caracterizadas por una continua
replicación viral, destrucción del tejido hepático y curso clínico que
progresa hacia la cirrosis y el carcinoma hepático. El fin de la terapia
antiviral es frenar la replicación viral, controlar los marcadores de
replicación y evitar la progresión del daño hepático. En el caso de la
hepatitis B, se pretende en primera instancia lograr la seronegativización
del AgHBe, disminuir la carga viral a niveles muy bajos o indetectables y
restaurar los valores de ALT y AST a valores normales, todos estos
eventos si se mantienen de una manera duradera mejoran el pronóstico del
paciente.
Las formas crónicas de hepatitis B alcanzan los 350-400 millones de
personas en el mundo. Se calcula que anualmente fallece cerca de un
millón de personas por hepatitis B o sus complicaciones. La hepatitis B
crónica puede llevar al desarrollo de cirrosis hepática, falla hepática y
hepatocarcinoma. El efecto de la terapia antiviral es disminuir la
replicación viral, limitar la progresión de la enfermedad y mejorar la
historia natural de la infección. El fin último de la terapia antiviral es la
prevención de las complicaciones hepáticas. Entre los medicamentos
antivirales utilizados están el tenofovir, la lamivudina, el interferón alfa, el
interferón alfa pegilado, la telbivudina, el entecavir y adefovir. El
tenofovir y la lamivudina ya fueron analizados previamente. La efectividad
de algunos regímenes terapéuticos en infecciones por HBV crónicas se
presenta en la tabla 6.10.
Tabla 6.10. Comparación de efectividad de la terapia contra la hepatitis B
Medicamento
Dosis
Efectividad* AgHBe(+)
Efectividad** AgHBe(-)
180 mg/semanal
30%
60-70%
Lamivudina
100 mg/día
16-18%
50-80%
Adefovir
10 mg/día
12%
51%
Entecavir
0,5 mg/día
21%
90%
Telbivudina
600 mg/día
26%
88%
Interferón pegilado
* Efectividad en pacientes AgHBe(+) medida como la seroconversión AgHBe al final del
tratamiento.
** Efectividad en pacientes AgHBe(-) medida como cargas virales indetectables al final del
tratamiento.
Telbivudina (Sebivo®, Tyzeka®)
Estructura: la telbivudina es un nucleósido sintético análogo de la
timidina (isómero L de timidina). Su estructura química corresponde a la
2’ deoxi L timidina.
Mecanismo de acción: la telbivudina es fosforilada por quinasas celulares
a la forma trifosforilada que es el medicamento activo. Es un inhibidor
competitivo de la actividad de transcriptasa inversa de la ADN polimerasa
del HBV. Causa inhibición en la extensión de la cadena de ADN viral.
Espectro de acción: se recomienda en el tratamiento de la hepatitis B
crónica de pacientes adolescentes o adultos en que exista evidencia de
replicación activa, con niveles de ALT o AST elevados y alteraciones
histológicas compatibles con una hepatitis crónica activa.
Resistencia: la resistencia se detecta cercana a un 4,5% de los pacientes
después de 48 semanas de tratamiento, puede llegar al 22% en pacientes
AgHBe(+) y hasta el 99% en pacientes AgHBe(+). Las mutaciones en la
ADN polimerasa M204I y en la transcriptasa inversa rtL80I/V son
resistentes a la telbivudina. In vitro la telbivudina no es activa contra las
mutantes de hepatitis B resistentes a la lamivudina L180M/ M204V/I, pero
sí contra las mutaciones puntuales M204V.
Farmacocinética
Absorción oral: la telbivudina se absorbe bien por vía oral. El consumo
de dietas grasas o híper-calóricas no interfiere en la absorción.
Distribución: la unión a proteínas plasmáticas es baja (3.3%). El tiempo
de vida media es de 15 horas.
Metabolismo: se elimina por excreción sin cambios metabólicos en orina.
No es sustrato ni inhibidor de la citocromo P450.
Toxicidad: los efectos secundarios incluyen fatiga y mialgias. A altas
dosis se presenta neuropatía periférica que puede aumentar con la
administración concomitante de interferón.
Indicaciones terapéuticas: se utiliza en el tratamiento de la hepatitis B
crónica. Los efectos terapéuticos pueden ser medidos por una
seroconversión al AgHBe, una disminución de la carga viral de 5-6 log10,
o hasta niveles no detectables, un retorno de la ALT a valores normales y
una mejoría histopatológica.
Adefovir (Hepsera®, Preveon®)
Estructura: es Adefovir dipivoxil, su estructura corresponde al [({[2-(6amino-9H-purin-9-il)
etoxi]metil}({[(2,2dimetilpropanoil)oxi]metoxi})fosforil)oxi]metil 2,2-dimetil propanoato. Es
un análogo de nucleótido.
Mecanismo de acción: una vez absorbido el adefovir dipivoxil es
convertido a adefovir el cual es trifosforilado a nivel intracelular. La forma
activa es un metabolito difosforilado del adefovir que inhibe
competitivamente la ADN polimerasa y la transcriptasa inversa, actúa
como un terminador de la síntesis de ADN viral. La selectividad del
adefovir se explica por una alta afinidad a la ADN polimerasa viral en
comparación a las polimerasas celulares.
Espectro de acción: este medicamento inicialmente fue empleado para
tratar la infección por VIH, pero la dosificación necesaria para inhibir la
replicación era muy alta y su índice terapéutico no era seguro. Tiene
actividad contra virus ADN y ARN (herpesvirus, HBV, poxvirus y VIH).
La concentración que inhibe la síntesis de ADN viral (IC50) varía de 0,22,5 µM, mientras que la concentración que inhibe el crecimiento celular es
de 100 µM.
Resistencia: la resistencia al adefovir es mucho menos frecuente que a la
lamivudina durante el primer año de tratamiento. Después de cinco años de
uso terapéutico se ha observado resistencia en un 29% de todos los
pacientes tratados. Las mutaciones en la ADN polimerasa viral asociadas a
una disminución en la susceptibilidad son la N236T y la A181V. Los
pacientes con HBV y mutaciones I233V presentan resistencia al adefovir
pero son sensibles a tenofovir y entecavir.
Farmacocinética
Absorción oral: el adefovir tiene una biodisponibilidad muy baja (cerca
del 12%) mientras que la forma dipivoxil es rápidamente absorbida e
hidrolisada por esterasas entéricas o sanguíneas. La biodisponibilidad de
las formas dipivoxil está entre 30-60%, alcanzando niveles séricos de 0,02
µg/mL. La absorción no es afectada por la dieta, sólo un 10% de la dosis
administrada es convertida en la forma activa del medicamento.
Distribución: la unión a proteínas séricas es menor del 4%. El adefovir
dipivoxil tiene una mayor absorción y biodisponibilidad que el adefovir.
Metabolismo: la vida media es variable en distintos tipos celulares, con
rangos de 8-18 horas, lo que permite la administración diaria en una sola
dosis. Se elimina sin cambios metabólicos en un 98% por mecanismos de
filtración glomerular y secreción tubular activa.
Toxicidad: con dosis mayores a 10/mg/día se observan efectos
nefrotóxicos de tipo nefropatía tubular con aumentos del nitrógeno ureico
y la creatinina séricas. En alteraciones de la función renal y depuraciones
de creatinina menores a 50 mL/min, se puede administrar en dosis más
espaciadas de 48-72 horas. Otros efectos asociados incluyen cefalea,
astenia, malestar abdominal y diarrea.
Indicaciones terapéuticas: estudios de pacientes con AgHBe(+) y
AgHBe(-) muestran que luego de 48 semanas de tratamiento a una dosis de
10/mg/día se logra disminuir la carga viral en 3,5log10. Otros beneficios
de la terapia pueden ser medidos mediante la mejoría histológica, la
disminución de la ALT y la seroconversión para anticuerpos anti-AgHBe.
Entecavir (ETV, Baraclude®, Entaliv®)
Estructura: es un nucleósido análogo de guanosina. Su estructura
corresponde a la designación IUPAC de 2-amino-9-[(1S, 3R, 4S)-4hidroxi-3(hidroxi metil)-2-metilideneciclopentil]-6,9-dihidro-3H-purin-6ona.
Mecanismo de acción: inhibe los tres pasos de la replicación viral
(preparación [priming], retrotranscripción y síntesis de la cadena positiva
de ADN).
Espectro de acción: útil en el tratamiento de la hepatitis B crónica. Su uso
en pacientes con infección por VIH no es adecuado en monoterapia por la
rápida aparición de la mutación M184V que confiere resistencia.
Resistencia: el entecavir ha mostrado tener una alta barrera a la aparición
de resistencia, las mutantes resistentes son poco comunes en los primeros
cuatro años de tratamiento. El entecavir puede generar mutantes en el
motivo YMDD de la ADN polimerasa viral y mutaciones adicionales en
los dominios B, C y D. En pacientes con cepas resistentes a la lamivudina
se presenta resistencia al entecavir en un 7% luego del primer año de
tratamiento y de 43% después del cuarto año. Otras mutaciones de la ADN
polimerasa asociadas a resistencia son la N236T, A181V.
Farmacocinética
Absorción oral y distribución: el entecavir tiene una biodisponibilidad de 100% después de 0,5-1,5 horas de ingesta. La
absorción puede verse retardada por los alimentos, por lo que debe tomarse
con el estómago vacío.
Metabolismo: la vida media del entecavir es de 24 horas. La eliminación
es predominante (70%) por vía renal por mecanismos de filtración
glomerular y secreción tubular activa.
Toxicidad: con dosis de 0,5-1 mg/día el entecavir tiene una toxicidad
similar a la lamivudina. Entre las alteraciones bioquímicas asociadas se
observan hematuria (9%), glicosuria (4%), aumento de la amilasa (8%),
aumento de la lipasa (3%) e incremento en la bilirrubina (3%). Otras
alteraciones descritas son la acidosis láctica y la esteatosis.
Indicaciones terapéuticas: estudios clínicos controlados muestran una
disminución en la carga viral de 2-3 log10 a las cuatro semanas de
tratamiento y una reducción de 4 log10 luego de 24 semanas de
tratamiento, siendo 10 veces más efectivo que la lamivudina. Después de
un año de tratamiento se observa seroconversión en pacientes AgHBe(+)
en un 20% de casos y negativización de la carga viral en un 90% de los
pacientes AgHBe(-).
Medicamentos contra los virus de las hepatitis C
Las formas crónicas de hepatitis C alcanzan los 170 millones de personas
en el mundo. En el caso de las infecciones crónicas por virus de la
hepatitis C (HCV) se incrementa el riesgo de cirrosis y carcinoma
hepatocelular. La hepatitis C crónica constituye la primera causa de
trasplante hepático en los EE.UU. El HCV se replica en el citoplasma
celular; su genoma no se integra al de la célula huésped y no presenta
estado de latencia, razones por las cuales su erradicación definitiva puede
ser posible El tratamiento de la hepatitis crónica C está basado en la
administración de interferón a (IFNα) y de la ribavirina por 24-48
semanas. El tratamiento HCV aguda y crónica pretende disminuir la
morbilidad y mortalidad, mejorar la calidad de vida, disminuir el daño
tisular, negativizar los marcadores de replicación viral (cargas viral),
restaurar los valores de ALT y AST y en el mejor de los casos lograr una
respuesta sostenida al tratamiento. Entre los medicamentos utilizados para
el tratamiento de la hepatitis C crónica se tienen el interferón alfa e
interferón alfa pegilado, la ribavirina, la taribavirina y el telaprevir.
Interferón alfa (IFN α)
Estructura: el interferón (IFN) hace parte de una familia compleja de
proteínas y posee varias clases entre las que se encuentran el IFN-α (cerca
de 14 tipos distintos), el IFNβ y el IFNγ. El IFN más empleado como
medicamento antiviral es el IFN-α (Intron A®, Roferon A®, Heberon
Alfa®). La tabla 6.11 muestra las distintas formas de IFN disponibles. El
IFN hace parte de las proteínas celulares, pertenece a la familia de las
citoquinas. Produce un estado antiviral capaz de inducir la secreción de
numerosas citoquinas en las células estimuladas, de modular la respuesta
inmune y de inducir la diferenciación celular. El IFN-α recombinante
utilizado en terapéutica es una proteína no glicosilada de 19,5 Kda.
Mecanismo de acción: el IFN no tiene directamente una acción antiviral
pero es capaz de inducir la síntesis de proteínas que tienen acciones
antivirales específicas. Después de su administración, el IFN se fija a los
receptores (IFNRI) presentes en la superficie de las células blanco; esta
unión desencadena la activación de la vía de señalización Jak-Stat y
engendra una cascada de activaciones intracelulares, se genera la
activación de numerosos genes dependientes de IFN (ISGF-3 por
interferón stimulated gen factor 3) y produce más de 100 proteínas
distintas (capítulo 3). Los genes activados o reprimidos por el IFN
incluyen decenas de proteínas, las cuales no están completamente
establecidas. Las dos cascadas enzimáticas activadas más conocidas por el
IFN son la de la 2’ 5’ oligoadenilato-sintetasa y la de proteína-quinasa
dependiente de ARN de doble cadena. La oligoadenilato sintetasa activa
una endoribonucleasa L (ARNasaL) que degrada los ARN celulares
necesarios para la síntesis de proteínas. Por su parte, la proteína-quinasa
inhibe la síntesis de proteínas, mediante la fosforilación de un factor alfa
de iniciación de la síntesis de proteínas, eIF-2α.
Espectro de acción: la mayoría de virus son sensibles a la acción antiviral
del IFN; sin embargo, algunos virus han desarrollado mecanismos de
inhibición de la acción del interferón y muchas infecciones causadas por
virus ADN son poco sensibles.
Resistencia: se define resistencia del HCV al IFN como el fracaso para la
eliminación definitiva de la replicación viral. Se detecta mediante la
persistencia de la replicación viral después de la supresión del tratamiento.
Existen diferentes tipos clínicos de resistencia: 1. Los pacientes
respondedores en el curso de tratamiento son aquellos en quienes la
replicación viral cae a niveles indetectables en curso del tratamiento, pero
la replicación aparece luego de suspendida la terapia; 2. Los pacientes que
responden transitoriamente pero cuya recaída se observa en curso del
tratamiento; 3. Los que responden parcialmente (aquellos en quienes la
tasa de replicación disminuye ostensiblemente en el curso de tratamiento,
pero permanece detectable durante y después de su interrupción); 4. Los
pacientes no respondedores (aquellos que no muestran disminución
significativa en la carga viral durante el tratamiento); 5. Los pacientes que
hacen una respuesta sostenida al tratamiento, en los que la carga viral se
mantiene indetectable aun después de suspendido el tratamiento.
Tabla 6.11. Formas de IFN disponibles en el mercado
Interferón
Nombre comercial
T ½ horas. Vía
Indicación
IFN-α2a
Roferon A Hoffman-La Roche
3,7-8,5 (IV)
Hepatitis C crónica
IFN-α2b
Intron A Schering
2 (IV)
Hepatitis B y C crónicas
IFN-αn1 linfoblastoide
WellferonGlaxon-Wellcome
IFN-αcon
Infergen Amgen
NA
Hepatitis C crónica
Peg-IFN-α2b
PEG Intron Schering
40 (SC)
Hepatitis C crónica
Peg-IFN-α2a
Pegasys
50-140
Hepatitis B y C crónicas
rIFNβ-1a
Avonex, Rebif
10 (SC)
Esclerosis múltiple
rIFN γ-1b
Betaseron
8 min.-4,3 h (IV)
Esclerosis múltiple
rIFN γ-1b
Actimmune
38 minutos (IV)
EGC, OM.
IFN-γ
Immuneron
0,8-3,5 h (IV)
Cáncer de ovario y seno
Hepatitis C crónica
IV: administración endovenosa. SC: administración subcutánea. NA: no aplica. EGC: Enfermedad
granulomatosa crónica. OM: osteoporosis maligna.
La resistencia tiene relación estrecha con la duración del tratamiento;
es mayor en tratamientos de 24 semanas (90%) que en tratamientos de 48
semanas (84%). La forma de IFN también incide con la aparición de la
resistencia; la administración de formas de liberación sostenida (IFN
pegilado, es decir, unido con una molécula de etilenglicol) tiene una menor
incidencia de resistencia, del orden del 61-75%.
Farmacocinética
Absorción oral: es muy baja y no resulta en niveles séricos detectables de
IFN ni en aumento al interior de PMN. Después de la administración
subcutánea (SC) o intramuscular (IM) de IFN-α se absorbe en más del
80% de la dosis, con un retorno a niveles basales hacia las 18-36 horas.
Distribución: en los polimorfonucleares es detectado un efecto antiviral a
las 24 horas de administración y persiste por seis días pos inoculación. Los
niveles de IFN dependen de la dosis,, tienen su pico máximo de las cuatro
a ocho horas de administración y disminuyen a los niveles basales a las 1618 horas. Después de su administración sistémica, se detectan cotas muy
bajas en secreciones respiratorias, LCR, ojo o cerebro. Los niveles de 2’ 5’
oligoadenilato-sintetasa en células mononucleares de sangre periférica
aumentan cuatro horas después de administrarse y se mantienen altos por
cuatro días. Las formas de IFN ligadas al poli etilenglicol muestran una
absorción más lenta, disminuyen su depuración y dan niveles séricos más
altos y prolongados, llegando a detectarse hasta una semana después de
administrados.
Metabolismo: la eliminación del IFN se relaciona con su distribución a
otros tejidos y su captura a nivel intracelular. Cantidades muy bajas son
detectadas en orina.
Eliminación: el pegIFNα2b y el pegIFNα2a son eliminados esencialmente
por el hígado. Un 30% del pegIFNα2b es depurado por la orina.
Vida media: ya que este compuesto es de acción biológica a largo plazo,
su actividad y farmacocinética es compleja, multifactorial y no es
fácilmente predecible; el efecto biológico no está relacionado con los
niveles séricos ni con otros parámetros farmacodinámicos. La vida media
en plasma para el IFN-α es de 3-8 horas, mientras que para el IFN-β o el
IFN-γ es de 0,5 a una hora. Después de la administración subcutánea (SC)
o intravenosa (IV) de IFN, los niveles se incrementan lentamente por un
periodo de 5-9 horas y luego descienden lentamente. Las formas pegiladas
de IFN aumentan la vida media plasmática a 80-90 horas.
Toxicidad: la mayoría de efectos indeseables son limitados y no impiden
su uso terapéutico. La administración de IFN con dosis de 1-2 x 106 IU se
asocia con un síndrome similar a una infección por virus influenza: fiebre,
escalofrío, cefalea, mialgias, artralgias, náusea, vómito y diarrea; la fiebre
se resuelve espontáneamente luego de 12 horas y la tolerancia se alcanza
después de varias semanas y de dosis repetidas. El IFN puede potenciar los
efectos de medicamentos que actúan sobre la medula ósea como el AZT,
produciendo granulocitopenia y trombocitopenia. El IFN produce efectos
adversos en el SNC caracterizados por somnolencia, confusión, trastornos
del comportamiento, depresión. Otros efectos son fenómenos autoinmunes,
cardiovasculares (taquicardia, hipotensión), metabólicos (elevación de
enzimas hepáticas, aumento de triglicéridos, azoemia, proteinuria) y
alopecia. El IFN puede interferir sobre medicamentos que utilizan la vía
metabólica de la citocromo P450 (p. ej., teofilina), incrementando sus
niveles séricos.
Indicaciones terapéuticas: en forma SC o IV en caso de hepatitis crónica
por HBV o HCV; tratamiento del sarcoma de Kaposi en pacientes
infectados por el VIH, en forma intralesional, en caso de condilomas
acuminados refractarios a la podofilina, en papilomatosis laríngea, en
forma tópica intranasal para la profilaxis de la infección por rinovirus.
Ribavirina (Virazole®, Rebetol®, Virazid®, Viramid®,
Copegus®)
Estructura: es un nucleósido análogo de guanina sintetizado en 1972. El
nombre químico según la nomenclatura IUPAC corresponde a 1[(2R,3R,4S,5R)-3,4-dihidroxi-5-(hidroxi metil) oxolan-2-yl]-1H-1,2,4triazole-3-carboxamida (figura 6.16).
Mecanismo de acción: es un derivado que semeja a la inosina y
guanosina. La ribavirina es un virostático. A nivel intracelular predomina
la forma trifosforilada de la ribavirina, con un tiempo de vida media
intracelular de dos horas. El mecanismo de acción no está completamente
establecido y quizá sea multifactorial y variable según el agente
infeccioso; se han postulado cinco mecanismos de acción:
1.
2.
3.
4.
5.
Disminución intracelular de la concentración de guanina trifosfato, causada por competición
inhibitoria de la inosina monofosfato deshidrogenasa que convierte el IMP en XMP, un
compuesto esencial en la síntesis de GTP y dGTP.
Inhibición de la ribavirina trifosfato a la guanilil-transferasa, indispensable para la formación
del cap en la extremidad 5’ del ARN mensajero que conlleva a la traslación ineficaz del
ARNm.
Inhibición de la ARN polimerasa ARN dependiente viral, necesaria para la iniciación y
elongación del ARN viral.
Efecto inmunomodulador que causa cambio en la respuesta Th2 a respuesta Th1. En
hepatitis C la respuesta Th1 produce citoquinas como el IFNγ que actúa como virostático,
aumenta la lisis de hepatocitos infectados, frena la actividad de transformación neoplásica y
disminuye la actividad fibrogénica. La ribavirina se ha notado que aumenta las
interleuquinas de tipo Th1 y suprime las interleuquinas de tipo Th2, acciones que potencian
la respuesta inmune celular.
Actividad mutagénica en la generación de ARN virales que lleva a una catástrofe replicativa.
Espectro de acción: se caracteriza por presentar un alto espectro de
actividad contra virus ARN y ADN. Su principal acción contra virus ARN
de sentido negativo de distintas familias: Flaviviridae (hepatitis C),
Coronaviridae, Picornaviridae, Reoviridae, Orthomyxoviridae (influenza
A, influenza B), Paramyxoviridae (sarampión, virus respiratorio sincicial),
Arenaviridae (Lassa, Junín) y Bunyaviridae. Otros virus con genoma ADN
que pueden ser inhibidos por la ribavirina pertenecen a las familias
Adenoviridae, Herpesviridae y Poxviridae. Las mayores indicaciones y de
uso más amplio ha sido en el tratamiento de formas crónicas de hepatitis C
e infecciones por virus respiratorio sincicial.
Figura 6.16. Estructura química de la ribavirina y la guanosina
Resistencia: se ha reportado en caso de virus Sindbis, en que la función de
la proteína viral NSP1 se encuentra por mutaciones; esta enzima actúa
como guanil transferasa y es la encargada de hacer adición la caperuza
(grupo guanil) en el extremo 5’ del ARN (capping). En análisis genético
de los virus HCV se han observado mutaciones en la polimerasa viral
(proteína NS5B, mutaciones B415Y y F415Y), la primera revierte a
B415F cuando es retirada la ribavirina. Otras mutaciones reportadas en
HCV están localizadas en regiones que codifican para la proteína NS5A
(G404S y E442G). En el tratamiento de la infección por RSV con
aerosoles no se reportaron casos de resistencia.
Farmacocinética
Absorción oral: es útil cuando se trata de infecciones graves como las
causadas por arenavirus. La administración oral se acompaña de un
proceso trifásico de rápida absorción, rápida distribución y larga
eliminación. Una dosis única de 600 mg produce Cmax de 782 μg /ml. La
administración junto con las comidas mejora en un 70% la absorción e
incrementa las concentraciones plasmáticas. Luego de la administración
IV de una dosis de 1.000 mg o de 500 mg se acompaña respectivamente de
Cmax plasmática de 2.400 μg/ml y 1.750 μg/ml. Se sabe que luego de
administración oral, puede acumularse en eritrocitos que pueden persistir
por semanas después de la terapia. Es fosforilada a ribavirina trifosfato en
eritrocitos. En riñón es metabolizada a su forma 1, 2, 4 triazol
carboxamida.
Distribución: posterior a la administración en aerosol (20 mg/ml) se
obtienen concentraciones plasmáticas de 2-3 μg/ml y en pulmón de 1.000
μg/ml. La concentración inhibitoria es de 4-16 μg/ml.
Metabolismo: la ribavirina tiene dos vías metabólicas principales: la
fosforilación reversible en las células nucleadas y la deribosilación e
hidrólisis amida que lleva a la formación de compuestos de ácido
carboxílico triazólico.
Eliminación: el medicamento se elimina por heces en un 10% y el restante
por vía renal. El 30-60% de la ribavirina es eliminada por excreción renal
en un 70% como metabolitos y un 30% es eliminada sin cambios
metabólicos. Otra parte del metabolismo se realiza en hígado.
Vida media: después de administración oral permanece 40 días en
eritrocitos y 10-12 horas en orina. La vida media en secreciones
respiratorias es de 2-9 horas.
Toxicidad: existe muy baja toxicidad cuando se administra por aerosol, ya
que se obtienen altas concentraciones en pulmón y bajas concentraciones
en plasma. Se ha asociado a la aparición de rash y conjuntivitis. En dosis
altas administradas por vía oral o parenteral se ha presentado depresión de
la medula ósea (anemia normocítica normocrómica transitoria) causada
por el rápido aclaramiento de los eritrocitos (hemólisis intravascular),
fenómeno que también puede ocasionar hiperbilirrubinemia. La hemólisis
es mayor en pacientes con falla renal. La ribavirina produce efectos
mutagénicos, teratogénicos y carcinogénicos por lo que no debe
administrarse a mujeres embarazadas.
Indicaciones terapéuticas: ha sido administrada en infecciones fuertes
por RSV (infecciones respiratorias bajas, bronquiolitis y neumonías),
influenza A y B y en fiebres hemorrágicas por virus Lassa, Junín y
Machupo. En el caso de infecciones por RSV se suministra por aerosol,
mediante máscara y un generador de partículas de tipo Collison. La dosis
en el reservorio es de 20 mg/ml y se administra continuamente por 12-18
horas diarias (excepto durante las comidas) por 3-7 días. La dosis de
ribavirina generada es aproximadamente de 0,8 mg/kg/h de
administración. Para fiebres hemorrágicas se tiene como esquema de
administración una dosis de carga de dos g seguidos de 1 g/c/6h por cuatro
días, seguidos de 1 g/c/8h por seis días adicionales. En caso de infecciones
por virus de la hepatitis C, se suministran dosis orales de 800-1.200 mg/día
por 24 a 48 semanas, dependiendo del genotipo viral involucrado (en
infecciones por los genotipos 1a y 1b la terapia prolongada ofrece mejores
resultados). La terapia de HCV es combinada con Peg-IFN y
eventualmente se adiciona telaprevir.
Telaprevir (Incivek®, Incivo®)
Estructura: el nombre sistemático asignado por la UPAC corresponde a
1S,3aR,6aS)
-2-[(2S)-2-[[(2S)-2-Cyclohexyl-2-(pyrazine-2-carbonyla
mino)aceti l]a mino]-3, 3-dimeti lbuta noil]-N-[(3S)-1-ciclopropi la
mino)-1, 2-d ioxohe xan-3-yl] 3, 3a, 4, 5, 6, 6ahexa hidro-1Hciclopenta[c]pyrrole-1-carboxamida.
Mecanismo de acción: el telaprevir hace parte de los medicamentos
clasificados como inhibidores de proteasa. Específicamente inhibe la
serina proteasa (NS3-4A) del virus de la hepatitis C, in vitro no inhibe
otras serina proteasas como la plasmina, el factor Xa, la trombina o la
calicreína.
Espectro de acción: el telaprevir es indicado específicamente para el
tratamiento de las infecciones crónicas por virus de la hepatitis C genotipo
1. En terapias combinadas después de cuatro semanas de tratamiento, se
observa una rápida disminución de la carga viral en 80% de los casos.
Resistencia: la resistencia aparece rápidamente (dos semanas) si se
administra en monoterapia.
Farmacocinética
Absorción oral: la Cmax se obtiene entre de 2,5 y 5 horas de
administración. La absorción mejora si se acompaña de comidas grasas.
Distribución: se une en un 59 a 76% a proteínas plasmáticas, esta unión a
proteínas plasmáticas disminuye a dosis altas del medicamento.
Metabolismo: luego de la administración de una dosis única de 750 mg, el
telaprevir es altamente metabolizado y excretado en heces (82%), en el
aire espirado (9%) y en la orina (1%). La vida media del medicamento es
de 2,5-3 horas. El telaprevir es sustrato e inhibidor de la CYP3A, por lo
que puede alterar los niveles de antirretrovirales metabolizados por esta
isozima (lopinavir-ritonavir, atazanavir, delavirdina, nevirapina, etc.).
Toxicidad: los efectos adversos más frecuentes son la anemia, neutropenia
y leucopenia. En algunos casos de pacientes a quienes se administró
terapia combinada ribavirina-interferón e incivek, se observaron
reacciones cutáneas adversas con dos casos fatales (7% de casos).
Indicaciones terapéuticas: terapia de infecciones crónicas por HCV.
Cuando se combina con otras terapias conjugadas mejora los porcentajes
de respuesta sostenida al tratamiento, inclusive en pacientes en los que se
ha observado un pobre resultado con terapias estándares previas
(interferón pegilado + ribavirina).
Taribavirina (TBV Viramidina®)
Estructura: es un análogo de guanosina que funciona como prodroga de
ribavirina. Su fórmula química corresponde al (1-b-D-ribofuranosil-1H-1,
2, 4, traizole-3 carboxamidina.
Mecanismo de acción: como la ribavirina interfiere con la síntesis del
genoma viral.
Espectro de acción: útil en terapia combinada para el tratamiento de la
hepatitis C crónica.
Resistencia: no hay datos disponibles.
Farmacocinética
Absorción oral: la TBV después de su administración oral es convertida a
ribavirina por la adenosina deaminasa hepática. La Cmax se obtiene a las 1,5
horas, y con una posología de 1.200 mg/día se adquieren niveles de 437
μg/ml.
Distribución: los niveles hepáticos son tres veces superiores que los
adquiridos con ribavirina, mientras que los niveles eritrocitarios son la
mitad de los que se presentan con ribavirina. Por lo anterior causa menor
toxicidad en eritrocitos (anemia).
Metabolismo: similar a la ribavirina.
Toxicidad: los efectos adversos más frecuentes son fatiga, diarrea e
insomnio.
Indicaciones terapéuticas: estudios de fase III demostraron que la
combinación ribavirina-PegIFN y TBV-PegIFN, eran igualmente efectivas
en disminuir la carga viral y en ofrecer una respuesta sostenida cuando se
ajustaba la dosis de TBV al peso corporal. Adicionalmente, estudios
previos ya habían demostrado que la TBV se asocia con un menor número
de casos de anemia, por su menor acumulación en eritrocitos.
Medicamentos anti-virus influenza
La terapia anti influenza tiene como fin disminuir la tasa de replicación
viral, limitando la extensión del daño, la gravedad de cuadro clínico y la
transmisibilidad del virus. La terapia se aconseja en pacientes de edad,
inmunosuprimidos, con patologías cardiopulmonares crónicas, para
disminuir el riesgo de complicaciones asociadas. El surgimiento de virus
de influenza aviar y la reciente aparición de un virus pandémico hace
necesario contar con medicamentos antivirales necesarios para tratar los
casos graves de influenza. En pacientes que pertenezcan a grupos de riesgo
y hayan sido vacunados tardíamente durante el periodo epidémico, se
puede ofrecer profilaxis para protegerlos mientras se genera la respuesta
inmune; en grupos de riesgo vacunados recientemente, la profilaxis puede
dar una protección adicional a la conferida por la vacuna. Las posologías
de distintos medicamentos anti virus influenza disponibles se presentan en
la tabla 6.12.
Aminas primarias: Amantadina (Symmetrel®,
Mantadix®) y Rimantadina (Flumadina®)
Estructura: los compuestos denominados adamantanaminas son aminas
simétricas primarias con un uso terapéutico y profiláctico limitado. La
amantadina tiene como fórmula química aprobada por el IUPAC el
adamantano 1 amino. La rimantadina es un derivado de la amantadina, 1(adamantano-1-il)etan-1-amino (figura 6.17).
Figura 6.17. Estructura química de la amantadina y rimantadina
Tabla 6.12. Compuestos antivirales administrados en caso de infección por virus influenza
Nombre
genérico
Nombre comercial
Administración
Amantadina
Symmetrel®, Mantadix®,
Amantan®.
Oral niños 5 mg/kg/día/5 días
Adultos 200 mg/día/5 días. Ancianos 100 mg/día/5 días
Rimantadina
Flumadina®
Oral niños 5 mg/kg/día/5 días
Adultos 200 mg/día/5 días. Ancianos 100 mg/día/5 días
Zanamivir
Relenza®
Inhalación oral 10 mg/c 12/horas/5 días. Todos los grupos
etáreos
Oseltamivir
Tamiflu®
Oral. En ancianos y adultos 150 mg/ día/5 días
Mecanismo de acción: las aminas primarias son activas únicamente
contra el virus influenza A. El mecanismo de acción es dual, dependiente
del subtipo viral y de las concentraciones de medicamento. Con bajas
concentraciones inhibe en forma precoz durante el ciclo de replicación
viral durante las etapas de adherencia, penetración y denudamiento de la
partícula viral. En altas concentraciones altera el pH del aparato de Golgi y
en fase tardía del ciclo replicativo tiene una acción sobre la maduración de
la hemaglutinina y por consiguiente en la maduración de la partícula viral.
Estudios de recombinación genética entre cepas sensibles y resistentes han
demostrado que el gen que codifica para la proteína M2 es el principal
blanco de acción y el determinante de la resistencia. La proteína M2 posee
97 aminoácidos y actúa como bomba iónica de intercambio de protones.
La proteína M2 tiene como función disminuir el pH al interior de los
endosomas que contienen la partícula viral, el transporte de protones al
interior del virión produce un pH bajo que genera cambios
conformacionales en la hemaglutinina viral, lo cual proyecta el péptido de
fusión necesario en la etapa de denudamiento viral. Las amantadinas al
inhibir la proteína M2 impiden los cambios conformacionales en la
hemaglutinina necesarios para que se fusionen las membranas viral y
endosomal, de esta manera no se puede liberar al citoplasma los segmentos
genómicos ni la disociación de las proteínas de matriz (M1) de las
ribonucleoproteínas virales (vRNP), pasos necesarios para la entrada de los
complejos de vRNP al núcleo celular y dar inicio al ciclo de replicación
viral (capítulos 1 y 8).
Espectro de acción: estos compuestos son efectivos al interferir con el
ciclo de replicación del virus influenza A y no lo son contra el virus
influenza B, ni contra otros patógenos virales respiratorios. La amantadina
también puede inhibir el canal iónico de la proteína p7 del HCV, lo cual
explica los efectos anti-HCV reportados in vivo. Las IC50 para virus
influenza A se encuentran entre 0,1 y 0,4 μg/ml; las concentraciones
inhibitorias para otros virus se encuentra en niveles 100 veces superiores
que son inadmisibles in vivo por su toxicidad.
La amantadina y la rimantadina son efectivas en un 70 a 90%,
previniendo la enfermedad causada por virus influenza A. Está indicada en
personas que hayan recibido la vacuna en forma tardía con respecto al
periodo epidémico. Puede ser administrada en espera de una respuesta
inmune por dos semanas en adultos o por seis semanas en niños (hasta dos
semanas después de la segunda dosis vacunal). Estos medicamentos no
interfieren con la respuesta inmune humoral. También está indicada para
personas que no puedan vacunarse o en brotes epidémicos causados por
variantes de influenza A, no incluidos en la vacuna. La amantadina y la
rimantadina también pueden administrarse como terapia precoz (primeras
48 horas) de las infecciones por virus influenza A, por espacio de tres a
cinco días.
Resistencia: se han aislado cepas virales resistentes a estos medicamentos
en pacientes que reciben el tratamiento o en aquellos en contacto con
pacientes que se benefician de la terapia. Los virus resistentes emergen
después de cinco a siete días de tratamiento. La resistencia aparece en un
20-25% de los pacientes que reciben tratamiento. Las cepas que presentan
resistencia son reemplazadas por cepas sensibles como parte de la deriva
antigénica que tiene el virus. En las cepas resistentes se ha podido
comprobar mutaciones en los nucleótidos que codifican para la porción
transmembranal de la proteína M2 (residuos 26, 27, 30, 31 o 34). La
resistencia a las amantaditas puede surgir sin necesidad del tratamiento,
como fue comprobado por cepas analizadas antes de entrar en uso la
terapia antiviral. Las nuevas cepas pandémicas de virus influenza A
H1N1/California/2009 presentaron resistencia a la amantadina en el 100%
de los aislamientos analizados; las cepas de influenza A H3N2 tienen
también una resistencia frecuente a los adamantanos. No existe evidencia
de que las cepas resistentes se diseminen en forma amplia dentro de la
población. Tampoco se ha comprobado que la resistencia constituya por sí
misma un factor de virulencia en estas cepas. La dosis terapéutica en
adultos es de 200 mg/día y la profiláctica es de 100 mg/día.
La reticencia para el uso de estos compuestos radica en varios
factores: la circulación en los últimos años de cepas resistentes, se constata
que la vacuna es altamente específica contra el virus influenza A y B y
estos medicamentos no protegen contra el virus de la influenza B, causante
del 20% de las infecciones recurrentes en humanos.
Farmacocinética
Absorción oral: es mayor al 90%. Las personas mayores tienen una
mayor tasa de absorción y los niveles plasmáticos son el 50% más
elevados, por lo que las dosis terapéuticas deben ser menores. Luego de 24 horas de una dosis de 100 mg/c/12h se adquieren niveles plasmáticos con
Cmax de 0,5-0,8 μg/ml.
Distribución: para la amantadina los niveles en secreciones nasales y en
saliva son similares a los niveles plasmáticos. Para la rimantadina los
niveles en mucosa nasal son 50% superiores al plasma.
Metabolismo: es poco metabolizada en el organismo.
Eliminación: la amantadina es totalmente excretada por vía renal:
secreción tubular y filtración glomerular, un 90% se elimina por vía renal.
La rimantadina es metabolizada en un 65% por el hígado y en un 35% por
el riñón. Las dosis deben ser reducidas a 100 mg/día en las personas
mayores de 65 años. Otras causas de ajuste de la posología son la falla
renal o en caso de la rimantadina, la insuficiencia hepática.
Vida media: después de la administración oral la vida media plasmática
de la amantadina es de 12 a 18 horas, mientras que la rimantadina tiene
una vida media de 24-36 horas. La vida media del medicamento es más
prolongada en las personas mayores.
Toxicidad: los procesos fisiológicos de las células humanas no emplean
procesos similares a los de denudamiento del virus influenza para su
funcionamiento. La amantadina es capaz de inhibir la replicación del virus
influenza A in vitro a una concentración de 1μg/ml, lo cual le da un índice
terapéutico muy grande. La amantadina estimula la liberación de
catecolaminas, mientras que la rimantadina no tiene este efecto. Los
efectos secundarios de estos medicamentos son: ansiedad, depresión,
cambios en el comportamiento, insomnio, cefalea discreta, alteraciones en
la concentración, alucinaciones, agitación y convulsiones. Estos efectos se
presentan hasta en un 10% de los adultos sanos, pero son más frecuentes
en personas de la tercera edad con niveles séricos elevados, con
alteraciones en la función hepática o renal o con historia de convulsiones.
La rimantadina tiene efectos sobre el sistema nervioso en solo un 2% de
los casos. Con la amantadina y rimantadina se padece colateralmente
náusea, vómito, diarrea, gastritis y dolores abdominales.
Indicaciones terapéuticas: para el tratamiento precoz (primeras 24-48
horas) de las infecciones por virus influenza A y como profiláctico en
pacientes que no han sido vacunados o que han recibido la vacuna en un
periodo epidémico tardío. En el adulto, la amantadina poseía una
capacidad de impedir la infección en un 50% de los casos y prevenir la
enfermedad en un 70-90% de casos, comparado con un 82-86% para la
rimantadina, antes de la aparición de resistencia en cepas de virus
influenza H1N1 y H3N2 circulantes. La amantadina fue utilizada como
profiláctico donde puede dar un nivel de protección entre el 70 y el 90%,
comparable al suministrado por la vacunación.
Inhibidores de la neuraminidasa
Los antivirales que actúan como inhibidores de la neuraminidasa son útiles
en caso de infecciones por virus influenza A y B por cuanto esta enzima es
compartida por los dos agentes infecciosos. La neuraminidasa viral es una
enzima que actúa en la fase final del ciclo replicativo viral favoreciendo la
liberación de la partícula viral, elimina los residuos de ácido siálico o
neuramínico que pueden fijar el virión que emerge por su proteína
hemaglutinante. La inhibición de la neuraminidasa impide la liberación de
las partículas virales de las células infectadas. Los compuestos inhibidores
de la neuraminidasa que se utilizan actualmente son el oseltamivir y el
zanamivir (figura 6.18).
Oseltamivir (Tamiflu®)
Estructura: es una amida ciclohexano que tiene similitud con el ácido
siálico o neuramínico. El nombre químico según la IUPAC es etil
(3R,4R,5S)-5-amino-4-acetamido-3-(pentan-3-iloxi)
ciclohex-1-ano-1carboxilato.
Mecanismo de acción: la neuraminidasa viral realiza un clivaje de los
residuos de ácido siálico, principalmente sobre el ácido N-acetilneuramínico (Neu5Ac), presentes en los glicoconjugados de la célula
huésped que constituye el receptor para el virus. La digestión de los
residuos de ácido siálico permiten en la fase inicial del proceso infeccioso
disgregar el moco respiratorio y alcanzar los receptores celulares; durante
la fase final de la replicación, la neuraminidasa vuelve a actuar sobre los
residuos de ácido siálico, permitiendo que el virus se libere de la célula
infectada y se difunda en el moco respiratorio. Por otra parte, las
glicoproteínas virales también son sometidas a la acción sialidásica de su
propia enzima, lo cual les permite no formar agregados. El oseltamivir
actúa como un análogo transitorio inhibiendo la actividad sialidásica de la
neuraminidasa.
Espectro de acción: los inhibidores de neuraminidasa son activos y
selectivos contra los virus influenza A de subtipos H1N1, H3N2, H5N1,
H7N9 que circulan hoy en día, y también en caso de infecciones por
influenza B.
Resistencia: el oseltamivir ha reportado hasta un 0,4% de aislamientos
resistentes. En niños la frecuencia de resistencia es cercana al 4%. En
cepas de influenza A circulantes en 2007-2009, la mutación H275Y se ha
asociado con disminución de la susceptibilidad del virus influenza al
oseltamivir, pero mantiene la susceptibilidad al zanamivir. Durante la
pandemia de virus influenza A H1N1, se reportó la probable transmisión
de cepas virales resistentes entre pacientes manejados en instituciones
hospitalarias y en pacientes inmunocomprometidos; las cepas resistentes
mantuvieron el mismo patrón de virulencia y transmisibilidad que las
cepas silvestres. En comparación, estudios in vivo en modelos animales,
las mutaciones en la neuraminidasa conllevan a una disminución de la
viabilidad viral (fitness), con la consecuente disminución en la virulencia.
Farmacocinética
Absorción oral: el oseltamivir a nivel gastrointestinal es convertido en su
forma activa el carboxilato que es bien absorbido y alcanza una
biodisponibilidad cercana al 75%.
Figura 6.18. Estructura química del oseltamivir y zanamivir
Distribución: a los 30 minutos de ser administrado por vía oral una dosis
de 75 mg, el oseltamivir es detectado en plasma y alcanza a las 3-4 horas
la Cmax plasmática de 348-551 μg/ml. El fosfato de oseltamivir es
carboxilado por enzimas hepáticas formando el principio activo. La dosis
de oseltamivir debe ajustarse con la depuración de creatinina en pacientes
con falla renal. La forma activa se une en un 3% a las proteinas séricas,
mientras que el oseltamivir base lo hace en un 42%.
Metabolismo: el hígado forma el principio activo, pero ninguno de los dos
compuestos interactúa con la CYP450 ni con la glucoronil transferasa.
Eliminación: el oseltamivir es eliminado por vía renal por fenómenos de
filtración glomerular y secreción tubular activa. Los niños menores de 12
años depuran con mayor rapidez el oseltamivir, por lo cual la dosis debe
ajustarse aproximadamente a dos mg/kg/c 12 horas. Tanto el oseltamivir
como el metabolito activo son eliminados sin cambios por vía renal.
Vida media: la vida media plasmática es de seis a 10 horas.
Toxicidad: el oseltamivir es bien tolerado. Los efectos secundarios más
reportados con oseltamivir son la cefalea, náusea y vómito que se
presentan entre ocho a 15% de los pacientes tratados. Fenómenos como la
diarrea, mareo, dolor abdominal son tan frecuentes como en el grupo
placebo. En estudios iniciales hechos en Japón se observaron algunas
alteraciones del comportamiento y trastornos neurosiquiátricos que
limitaron su uso en menores de 19 años; estudios recientes no señalan
relación entre estos efectos adversos y el oseltamivir.
Indicaciones terapéuticas: el oseltamivir es capaz de inhibir la
replicación viral de virus influenza A y B. Su aplicación debe ser en las
primeras 24-48 horas de iniciado el cuadro clínico, con el fin de obtener
los mejores resultados. En pacientes con infección aguda se puede iniciar
la terapia más tardía, confiriendo incluso algún beneficio al paciente. Los
efectos de la terapia son disminuir de la duración y la cantidad de virus
excretados, mermar el periodo febril y acortar el cuadro clínico en 1,5 a
cuatro días comparado con el grupo placebo. Algunos reportes encuentran
menor frecuencia de otitis media, bronquitis bacterianas o sinusitis en
pacientes con tratamiento comparados con el grupo placebo. La dosis oral
de oseltamivir en adultos es de 100 mg por vía oral/c/12 horas por cinco
días. El uso profiláctico debe iniciarse antes de 48 horas de la exposición o
tan pronto se detecte un caso en sitios como ancianatos o en lugares donde
se reúnen grupos importantes de pacientes en riesgo. Varios países
desarrollados aumentaron sus reservas de oseltamivir en prevención de una
pandemia de virus influenza aviar, estudios retrospectivos de la pandemia
de influenza de 2009 demostraron que la terapia con oseltamivir utilizado
en forma amplia, sin confirmación diagnóstica, contribuyó a disminuir la
mortalidad general comparado con aquellos países en los cuales su uso fue
más restringido.
Zanamivir (4-guanidino-Neu5Ac2en, [GG167])
Estructura: el nombre químico según la IUPAC es (2R,3R,4S)-4[(diamino metilideno) amino]-3-acetamido-2-[(1R,2R)-1,2,3-trihidroxipropil]-3,4-dihidro-2H-piran-6-ácido carboxílico.
Mecanismo de acción: como el oseltamivir, es un análogo del ácido
siálico que inhibe la neuraminidasa viral.
Espectro de acción: el zanamivir inhibe la replicación de los virus
influenza A y B.
Resistencia: la resistencia al zanamivir es muy baja, se han descrito cepas
resistentes a zanamivir aisladas en pacientes inmunodeprimidos después de
dos semanas de tratamiento mediante nebulización, en caso de neumonía
grave, causada por virus influenza B. Las variantes aisladas presentaban
mutaciones en dos sitios de la hemaglutinina y en el sitio catalítico de la
neuraminidasa. Este virus mutante se replica mal en los animales
inoculados.
Farmacocinética
Absorción oral: la presencia de grupos hidrófilos en la molécula de
zanamivir explica la poca capacidad para atravesar la barrera
gastrointestinal; su biodisponibilidad es de sólo un 5% cuando se
administra por vía oral. Al ser inhalada por vía oral un 78% del producto
se localiza en la orofaringe y tan solo un 15% se absorbe y llega a nivel
traqueo bronquial y pulmonar.
Distribución: en la administración inhalada, el zanamivir se encuentra en
un 70-90% en la orofaringe y en un 7-21% en los dos pulmones. La
distribución a nivel pulmonar es homogénea. La concentración del
zanamivir que se adquiere luego de inhalación supera con creces los
niveles requeridos como CI90. La vida media es de 2,5-5,1 horas.
Metabolismo: el zanamivir es eliminado por vía renal sin transformación
metabólica importante.
Eliminación: la excreción de zanamivir es urinaria en un 90%.
Vida media: es más larga en las aplicaciones locales como las intranasales
(3,4 horas), que en las aplicaciones intravenosas (1,7 horas).
Toxicidad: el zanamivir es bien tolerado y la presencia de efectos
secundarios es similar a la observada cuando se recibe un placebo. Como
otros productos administrados mediante inhalación, puede producirse
broncoespasmo en pacientes asmáticos o con patología pulmonar crónica.
Oligonucleótidos sintéticos
Los virus tienen secuencias de ADN o ARN que les son propias y que no
tienen contrapartida con el genoma del huésped. Estas proteínas virales
son indispensables para la sobrevida del agente infeccioso. Se puede por
tanto interferir con el ARNm que codifica estas proteínas sin afectar el
ARNm de la célula huésped. En 1978
Paul Zamecnik (1912-2009) y Mary Stephenson demostraron que
oligonucleótidos sintéticos de ADN podían ejercer in vitro una acción
antiviral al hibridarse selectivamente al ARN genómico viral en un modelo
de infección por el virus de sarcoma de Rous. Los oligonucleótidos
antisentido tienen como fin hibridarse con el ARNm viral e interferir con
la síntesis de proteínas virales. Fácilmente se amplió el concepto del
conocimiento de una secuencia genética invariable como blanco para
concebir un antiviral capaz de aparearse específicamente y bloquear la
expresión genética en una determinada especie viral.
Los ARN pequeños de interferencia (siARN) son pequeños
oligonucleótidos de ARN altamente específicos para una secuencia de
ARNm. Los siARN interfieren disminuyendo la expresión del gen
específico. La adición de ARN de cadena doble lleva a la degradación de
ARNm de secuencias específicas. Si bien los oligonucleótidos ejercen
parte de su función por estorbo estérico, este efecto es fuertemente
amplificado por la acción de la ARNasa H que escinde la cadena de ARN
heteroduplex, formada por al apareamiento del oligonucleótido a su ARN
blanco (diana). Este fenómeno ocurre en forma natural y es llevado a cabo
por una endonucleasa denominada Dicer-RDE-1, esta enzima cataliza los
ARN de doble cadena y forma pequeños fragmentos dúplex de 21-25
bases. El descubrimiento de estas rutas de inhibición le ameritó el premio
Nobel de Medicina en 2006 a Craig Mello y Andrew Fire.
La tecnología de siARN tiene ventajas potenciales sobre otras
medidas tradicionales de terapia antiviral: son de uso fácil, tienen acción
rápida, alta eficiencia y especificidad y pueden actuar en múltiples etapas
de la interacción hospedero parásito. Los siARN han sido investigados
como posibles terapias para infecciones por VIH, HCV, HBV, SARS,
dengue, picornavirus, virus respiratorio sincicial e influenza. Los estudios
iniciales muestran que los virus ARN con alta variabilidad como el VIH y
el HCV que pueden generar rápidamente mutantes en los sitios diana, para
contrarrestar estas mutaciones se producen múltiples secuencias siARN en
casetes expresados en plásmidos o vectores virales. A pesar de esta
estrategia, las variaciones en las secuencias genéticas, familias virales muy
complejas (Picornaviridae) o con una alta mutabilidad constituyen la
mayor dificultad para el diseño de siARN.
Se han establecido diferentes estrategias para controlar la expresión
genética. La más utilizada es la del uso de secuencias antisentido que se
hibridan al ARN de cadena sencilla o a las secuencias de ADN de doble
cadena, formando una triple hélice que interfiere con la unión de factores
de transcripción (método anti-gene). Otra metodología consiste en utilizar
las propiedades de clivaje y degradación de dobles cadenas de ARN por
las ribozimas (p. ej., ribozimas en cabeza de martillo). Otra forma de
utilizar los oligonucleótidos consiste en dirigir la actividad contra factores
de transcripción que presentan una afinidad específica por secuencia de
ADN o ARN (método sentido o señuelo). Finalmente, se explota la alta
afinidad presentada por oligonucleótidos que presentan selectividad a
motivos estructurales proteicos o presentes en el ARN (método aptámero).
Una de las dificultades para el empleo de los oligonucleótidos
antisentido consiste en su corta vida media (minutos), dada por la
degradación de nucleasas presentes en los medios biológicos.
Modificaciones químicas a nivel del grupo fosfato internucleotídico,
confieren al oligonucleótido una mayor estabilidad metabólica y una
mayor afinidad por la secuencia blanco.
Se ha comprobado que es más difícil la definición de una buena
secuencia diana de lo inicialmente previsto. De hecho, los ARN son
moléculas fuertemente estructuradas, asociadas a proteínas y limitadas a
compartimentos celulares. Por lo tanto, el sólo conocimiento de la
estructura primaria no permite definir sin ambigüedades una estrategia
antisentido. Las secuencias más empleadas son aquellas que reconocen una
región próxima al codón de iniciación, sin necesidad de que sean estas las
más eficaces.
Otra dificultad para el empleo de los oligonucleótidos es la de
garantizar la internalización celular y su liberación a los compartimentos
intracelulares apropiados. Esta dificultad ha podido ser parcialmente
resuelta mediante la asociación a lípidos catiónicos, el apareamiento a
péptidos básicos o la encapsulación dentro de liposomas.
Entre los oligonucleótidos que han diseñado para el tratamiento de la
infección por VIH los genes blanco han sido gag, env, pol, rev, vif y nef y
las secuencias repetitivas terminales (LTRU). Las secuencias diana en caso
de HCV son las regiones IRES, core, NS3, NS4B y NS5B. Muchas de las
terapias génicas se encuentran en fase se ensayos clínicos. El
oligonucleótido más prometedor en el momento es un oligómero de 21
nucleótidos que reconoce la región IE2 del HCMV (Isis 2922 o
Fomivirsen®), presenta una actividad CI70 de 0,1mM, en modelos de
fibroblastos infectados. Ha sido empleado en forma tópica en pacientes
con retinitis; su efecto secundario más frecuente es la inflamación
intraocular moderada.
Tiosemicarbazonas
Entre los primeros compuestos desarrollados se dispuso de la metisazona
(N-metil-isatin-b-tiosemicarbazona), compuesto que fue inicialmente
utilizado por Gerhard Domagk (1895-1964) para el tratamiento de la
tuberculosis. Este antiviral sintético fue utilizado en el tratamiento de la
vaccinia complicada y en la prevención a corto término de la viruela. No
se conocen sus mecanismos de acción pero al parecer, está relacionado con
la presencia de un anillo sulfurado. Se ha observado que este antiviral
inhibe la translación de los ARN mensajeros tardíos.
Lecturas sugeridas
Revisiones
Colman P. M., 2009. New antivirals and drug resistance. En Annual Review Biochemistry; 78: pp.
95-118.
Davidson B.L., McCray P. B., 2011. Clinical trials for RNAi therapy. En Nature Reviews Genetics,
may; 12(5): pp. 329-340.
De Clercq E., 2004. Antiviral drug in current clinical use. En Journal of Clinical Virology, jun;
30(2): pp. 115-33.
De Clercq E., 2005. Antiviral drug discovery and development: where chemistry meets with
biomedicine. En Antiviral Resarch, aug; 67(2): pp. 56-75.
De Clercq E., 2011. A 40 years journey search of selective antiviral chemotherapy. En Annual
Review Pharmacology Toxicology; 51: pp. 1–24.
De Clercq E., 2013. A cutting edge view of the current state of antiviral drugs development. En
Medicinal Research Review; 33(6): pp. 1249-1277.
De Clercq E., 2013. Highlights in antiviral research: antivirals at the horizon. En Medicinal
Research Review; 33(6): pp. 1215-1248.
Lagoja I. M., De Clercq E., 2008. Anti-influenza virus agents: synthesis and mode of action. En
Medicinal Research Review; 28(11) pp. 11-31.
Leonard J. N., Schaffer D. V., 2006. Antiviral RNAi therapy: emerging approaches for hitting a
moving target. En Gene Therapy, mar; 13(6): pp. 532-540.
MacCarthy, 2007. Antivirals an increasingly healthy investment. En Nature Biotechnology, dec;
25(12): pp. 1390-1393.
Tozzi V., 2010. Paharmacogenetics of antiretrovirals. En Antiviral Research, jan; 85(1): pp. 190200.
Tsibris A. M. N., Hirsch M. S., 2010. Antiretroviral therapy in the clinic. En Virology Journal; 84:
pp. 5458-5464.
Wainberg M. A., 2009. Perspectives on antiviral drug development. En Antiviral Research, jan;
81(1): pp. 1-5.
Capítulos de libro y otros artículos de interés
Aoki F. Y., Hayden F. G., Dolin R., 2009. Antiviral drugs (other than antiretrovirals). En Mandell
G. L., Bennett J. E., Dolin R., Principles and Practice of Infectious Diseases. 7a. Ed. Churchil
Linvingstone Elsevier: pp. 565-610.
Canard B., 2005. Les perspectives offertes par la biologie structurale à haut débit dans le domaine
des médicamentas antiviraux. En Virology Journal, jul-aug; 9(4): pp. 257-260.
Coen D. M., Richman D. D., 2013. Antiviral agents. En: Knipe D. M., Howley P. M., Eds. Fields
Virology. 6a Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams & Wilkinins
Publishers. pp. 338-373.
Dienstag J. L., 2008. Hepatitis B virus infection: drug therapy. En New England Journal of
Medicine, oct; 359(14): pp. 1486-1500.
Flint S. J., Enquist L. W., Krug R. M., Racaniello V. R., Skalka A. M., 2009. Antiviral drugs.
Principles of Virology: molecular biology, pathogenesis and control. 3a Ed. Vol. II.
Washington D.C. EE.UU. ASM Press. pp. 279-309.
Ison M. G., 2011. Antivirals and resistance: influenza virus. En Current Opinion Virology, dec; 1:
pp. 563-573.
Kuritzkes D. R., 2010. Drug resistance in HIV-1. En Current Opinion Virology; 1: pp. 582-589.
Paeshuyse J., Dallmeier K., Neyts J., 2011. Ribavirin for the treatment of chronic hepatitis C virus
infection: a review of the proposed mechenism of action. En Current Opinion Virology; 1(6):
pp. 590-598.
Price N. B., Prichard M. N., 2011. Progress in the development of new therapies for herpesvirus
infections. En Current Opinion Virology, dec; 1(6): pp. 548-554.
Thompson A. j., Locarnini S. A., Beard M. R., 2011. Resistance to anti-HCV protease inhibitors.
En Current Opinion Virology, dec; 1(6): p. 599-606.
Tozzi V., 2010. Pharmacogenetics of antiretrovirals. En Antiviral Research; 85: pp. 190-200.
Tsibris A. M., Hirsch M. S., 2009. Antiretrovirals therapy for human immunodeficiency virus. En
Mandell G. L., Bennett J. E., Dolin R., Principles and Practice of infectious diseases. 7th Ed.
Churchil Linvingstone Elsevier. pp. 1833-1853.
Sobieszczyk M. E., Taylor B. S., Hammer S. M., 2009. Antiretroviral agents. En: Richman D. D.,
Whitley R. J., Hayden F. G., En Clinical Virology. ASM Press. Washington D.C. 3a Ed. pp.
167-216.
Wainberg M. A., Zaharatos G. J., Brenner B. G., 2011. Development of antiretroviral drug
resistance. En New England Journal of Medicine, aug; 365: pp. 637-646.
Yin M. T., Brust J. C. M., Van Tieu H., Hammer S. M., 2009. Antiherpesvirus, anti-hepatitis virus
and anti-respiratory virus agents. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical
Virology. ASM Press. Washington DC. 3a Ed. pp. 217-264.
Zlotnick A., Mukhopadhyay S., 2011. Virus assembly. Allostery and antivirals. En Trends in
Microbiology, jan; 19(1): pp. 14-23.
Sitios Web
http://www.drugbank.ca/
www.cci-oise.fr/gresval/ukindex.html
www.ncifcrf.gov/VIHdrp
http://www.VIHfrenchresistance.org
http://VIHdb.stanford.edu
http://www.rega.kuleuven.be/cev
http://aidsinfo.nih.gov/contentfiles/lvguidelines/adultandadolescentgl.pdf
Capítulo 7
Enfoque clínico
para el diagnóstico de la infección
viral
Introducción
Durante muchos años las enfermedades virales fueron descritas de una
forma clínica, basándose en las manifestaciones características de una
entidad. De esta manera se identificaron entidades clínicas como la rabia,
la viruela, el sarampión y las epidemias de influenza. Las solas
manifestaciones clínicas plantean un problema práctico importante, los
cuadros clínicos producidos pueden ser claros y frecuentes como en caso
de sarampión en donde las manifestaciones aparecen en más del 90% de
los pacientes infectados, son evidentes y características como fiebre,
exantema morbiliforme, manchas de Koplik y conjuntivitis; en el otro
extremo se encuentran entidades como la poliomielitis, con
manifestaciones de tipo parálisis flácida en tan sólo 1% de los pacientes
infectados. La mayoría de afecciones no poseen un cuadro clínico típico,
los elementos semiológicos no son suficientes y se prestan a confusión. El
organismo cuenta con un limitado arsenal de manifestaciones clínicas, por
lo que un mismo síndrome (febril, respiratorio, gastrointestinal,
exantemático, neurológico, hepático, cardiaco, etc.) es común a una gama
amplia de patógenos o por el contrario, un mismo agente infeccioso tiene
una variedad de manifestaciones; por lo anterior, se hace imperativo contar
con pruebas diagnósticas que identifiquen con certeza el agente causal. La
aproximación eminentemente clínica conlleva a serios errores de
apreciación; por ejemplo, hasta 1860 se identificaba la varicela como una
forma atenuada de viruela.
Las nuevas terapias médicas como el trasplante y el aumento en la
frecuencia de patologías asociadas a diversos grados de inmunosupresión,
han aumentado la frecuencia de infecciones virales oportunistas que
requieren de diagnóstico rápido para el uso de medidas terapéuticas
adecuadas (herpes, influenza, hepatitis B, primoinfección por VIH, etc.).
A pesar del desarrollo de nuevas tecnologías el diagnóstico
virológico reposa sobre una amplia gama de pruebas diagnósticas, factor
que plantea dificultades al clínico para seleccionar la prueba más adecuada
e interpretar sus resultados. Las pruebas de diagnóstico molecular basadas
en la amplificación genómica han permitido en los últimos años identificar
nuevos agentes infecciosos como el metapneumovirus, los nuevos
coronavirus que incluyen al causante del síndrome agudo respiratorio
severo (SARS), el NL63 y HKU1 y adicionalmente los bocavirus. La
cuantificación del genoma viral ha permitido desde el punto de vista
clínico hacer seguimiento de la evolución de cada paciente y comprobar la
respuesta al tratamiento antiviral.
Diagnóstico de certeza
El diagnóstico de certeza es necesario para efectos de estudios
epidemiológicos, para realizar medidas preventivas específicas, identificar
casos individuales e instaurar las eventuales medidas terapéuticas. Cada
vez nos encontramos más próximos a contar con técnicas de diagnóstico
viral lo suficientemente ágiles, como para orientar de una manera
específica el manejo del paciente enfermo.
Desde el punto de vista clínico, el diagnóstico de laboratorio de las
enfermedades virales siempre es útil y, desde el punto de vista pedagógico,
ayuda a formar criterios que permiten confirmar las sospechas etiológicas
sustentadas bajo juicios semiológicos. Si se compara con los costos de
otros métodos diagnósticos, la virología resulta sorprendentemente no muy
onerosa. El diagnóstico viral aplicado a síndromes como la infección
respiratoria aguda permite hacer un uso racional y limitado de los
antibióticos; por lo tanto, debe tenerse en cuenta que si bien es un costo
adicional aparente, tiene una buena relación costo/beneficio.
Confirmación del diagnóstico
Hay ciertas circunstancias en las cuales se impone la confirmación
virológica, como las que se presentan a continuación:
•
•
•
•
•
•
•
Casos en los cuales se puede establecer un pronóstico clínico (infecciones congénitas,
encefalitis, infecciones en pacientes inmunocomprometidos, trasplante de órganos).
Infecciones en las cuales las medidas terapéuticas, el seguimiento y pronóstico dependen del
diagnóstico viral (herpes o varicela, rubéola durante el embarazo, hepatitis B o C).
Infecciones en las que debe aclararse el uso o no de antibióticos (infección respiratoria
aguda, enfermedad diarreica aguda o meningitis).
Determinar la susceptibilidad del huésped a situaciones de riesgo (rubéola y citomegalovirus
durante el embarazo; inmunosupresión e infecciones por citomegalovirus, varicela, virus de
Epstein Barr, hepatitis; trabajadores de la salud y sarampión, hepatitis B o virus de
inmunodeficiencia humana).
Casos en los cuales un diagnóstico viral puede dar lugar a enseñanzas médicas en cuanto a
formas de presentación o epidemiología de enfermedades infecciosas que permitan mejorar
las conductas terapéuticas frente a casos similares.
Casos en los que sea necesario definir riesgos de exposición en personal de la salud
(sarampión, hepatitis B, hepatitis C, virus de inmunodeficiencia humana).
Enfermedades virales en las cuales existe un interés epidemiológico (influenza, dengue,
encefalitis equina venezolana, virus del Nilo occidental, rabia, fiebre amarilla, polio,
sarampión).
La posibilidad de diagnóstico viral para documentar infección por un
agente viral se ha incrementado en forma geométrica en los últimos años.
Los métodos de diagnóstico tradicionales como el aislamiento viral y la
fijación de complemento, tuvieron un papel histórico para el estudio
epidemiológico de múltiples entidades. El aislamiento viral ha disminuido
su papel como método de rutina, aunque es primordial para el
conocimiento y caracterización de nuevos virus; la fijación de
complemento ha sido reemplazada por otras pruebas serológicas más
adecuadas.
Las bases del diagnóstico virológico consisten en la identificación
del virus causal o de la respuesta inmune asociada a la infección. Las
técnicas empleadas hasta ahora pueden resumirse en pruebas directas o
indirectas. Los métodos directos de diagnóstico ponen en evidencia al
agente causal o los constituyentes del virión, mediante su aislamiento,
identificación de genomas, visualización mediante microscopía electrónica
o identificación de los antígenos virales; los métodos indirectos de
diagnóstico corresponden a los marcadores inmunológicos de respuesta
inmune humoral específica (IgM e IgG), producidos por el hospedero en el
curso de la infección viral (figura 7.1).
1.
2.
El aislamiento del agente viral requiere de células vivas susceptibles y permisivas, la fuente
de células puede ser suministrada por animales de laboratorio, huevos embrionados o líneas
celulares.
La detección directa del agente viral fue utilizada en la década de 1970 para identificar los
agentes involucrados en la gastroenteritis viral, se dispuso de la microscopía electrónica que
permitía visualizar los agentes infecciosos e identificarlos por su morfología. En caso de
excreción viral baja, la labor es muy ardua (es como encontrar “una aguja en un pajar”). Esta
técnica fue mejorada por el poder aglutinante y la especificidad de los anticuerpos en
métodos de inmunoelectromicroscopía (IEM), posteriormente fue reemplazada por los
métodos inmunoenzimáticos (EIA) y de biología molecular.
Figura 7.1. Utilidad de las pruebas diagnósticas según evolución del cuadro clínico
La evolución de marcadores de replicación viral son variables no sólo entre los diferentes cuadros
clínicos, sino también para cada paciente en una misma entidad. Sin embargo, en términos
generales, las pruebas de diagnóstico directo son de mayor utilidad en el periodo sintomático de la
enfermedad en la que se elimina la mayor cantidad de virus. Las pruebas serológicas demoran el
tiempo necesario de aparición de la respuesta inmune específica. Para entidades con periodos de
incubación prolongados en el momento de los síntomas, los marcadores serológicos de infección ya
están presentes.
3.
3.
Los métodos serológicos permitieron identificar proteínas virales (p. ej., hemaglutininas,
antígeno australiano) y anticuerpos antivirales específicos. Las primeras técnicas de
hemaglutinación y fijación de complemento se vieron pronto desplazadas por los métodos
inmunoenzimáticos (Elisa o EIA, radioinmunoprecipitación, Western blot) o de
radioinmunoanálisis (RIA). En 1975 el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales por
Georges Khöler (1946-1995) y César Milstein (1927-2002), marcó un hito importante en los
métodos de diagnóstico viral al permitir el desarrollo de reactivos más específicos.
Los métodos basados en la detección de ácidos nucleicos se iniciaron en 1960 con la
electroforesis (separación de moléculas en un campo eléctrico), que se utilizó posteriormente
para la separación de ARN (Northern blot), ADN (Southern blot), y luego hibridación en dot
blot, clonación y secuenciación de ácidos nucleicos y amplificación por la técnica de
polimerización por reacción en cadena (PCR).
Elección del espécimen clínico
Ninguna prueba de laboratorio puede estar indemne a la calidad del
espécimen clínico enviado para su estudio.
Los factores importantes en cuanto al espécimen clínico son: la toma
de la muestra del sitio o espécimen adecuado, la calidad y cantidad de
muestra enviada al laboratorio, el momento específico de la toma con
respecto a la evolución del cuadro clínico y el tiempo y las condiciones
requeridas para su envío y transporte al laboratorio. Estos factores
aparentemente triviales determinan el éxito para obtener un buen resultado.
Durante el curso de la infección viral, el agente viral es eliminado en
varios sitios anatómicos y se encuentra en diferentes secreciones o fluidos
(tabla 7.1). En general, el mejor espécimen clínico se obtiene del sito
anatómico en el cual se lleva a cabo el proceso infeccioso. La elección del
espécimen clínico, la fuente y el momento apropiado, deben
correlacionarse con la presentación clínica de la infección y con los
patrones de presentación epidemiológica de la entidad.
Por regla general los virus pueden recuperarse en el periodo agudo
de la entidad clínica. Para la mayoría de entidades, el virus se comienza a
eliminar desde el periodo prodrómico, alcanza su pico máximo en el
momento de las manifestaciones clínicas y disminuye hasta desaparecer en
el momento en que los síntomas se resuelven. Las excepciones a esta regla
son las largas excreciones virales a nivel entérico en caso de infecciones
por enterovirus y adenovirus y la eliminación renal en caso de infecciones
congénitas por rubéola y citomegalovirus, en las cuales la excreción viral
se extiende por varios meses. La edad tiene relación con la duración de la
eliminación viral; los niños presentan una mayor excreción de virus
respiratorios como el influenza y respiratorio sincicial, factor que favorece
su
identificación
por
métodos
rápidos.
Los
pacientes
inmunocomprometidos también presentan una elevada carga viral y una
duración más prolongada de la excreción.
Cualquiera que sea el método diagnóstico, si se quiere tener éxito, es
necesario que el espécimen clínico enviado para análisis esté acompañado
de una identificación del paciente (nombre, edad, género), identificación
del médico solicitante y coordenadas para su localización y envío de
resultados (nombre, correo electrónico, teléfono fijo o portátil, fax), tipo de
muestra, fecha y hora de la toma de la muestra, breve historia médica, una
impresión diagnóstica clínica y el diagnóstico etiológico presuntivo.
Cualquier duda en cuanto al método de análisis debe ser clarificada con el
personal responsable de laboratorio con el fin de definir la muestra óptima
y el método de transporte. La recolección apropiada del espécimen clínico
es el pilar fundamental para la identificación viral. La selección de
muestras es fundamental para aislar e identificar el agente causal y
establecer la evidencia de infección.
Tabla 7.1. Tejidos y secreciones en donde se pueden identificar algunos virus
Sitio en donde el virus puede ser aislado o identificado
VIRUS
Sangre
Adenovirus
+
Arbovirus
+
LCR
Heces
ANF o
LBA
+
+
Piel
+
Citomegalovirus
+
Dengue
+
Enterovirus
+
EBV
+
Fiebre amarilla
+
Hepatitis A
+
Hepatitis B
+
+
*
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
*
+
+
+
+
Inmunodeficiencia
humana
+
+
+
+
+
+
+
HPV
+
+
Parotiditis
+
Rabia
+
Norovirus y Sapovirus
+
+
+
+
+
+
+
Rinovirus
Rotavirus
+
+
+
+
+
+
+
Sarampión
+
Virus polioma (BK y JC)
+
VZV
+
+
Herpes simple
Virus respiratorio sincicial
+
+
Hepatitis C
Rubéola
+
+
Coronavirus
Parainfluenza
Orina
+
Astrovirus
Influenza
Tejido
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+Identificación posible. * Eliminación sin aislamiento posible en laboratorios de rutina. LCR:
líquido cefalorraquídeo, ANF: aspirado nasofaríngeo. LBA: lavado broncoalveolar. EBV: virus de
Epstein Barr. HAV: virus de la hepatitis A. HBV: virus de la hepatitis B. HCV: virus de la hepatitis
C. HSV: virus herpes simple. HIV: virus de la inmunodeficiencia humana. HPV: virus papiloma.
VZV: virus de la varicela y zona.
La fuente de infección la define el síndrome clínico causado por el
virus y la patogénesis de la infección. Los virus que causan infecciones en
las mucosas (respiratoria, gastrointestinal, genital) deben aislarse de estos
sitios; los virus que causan lesiones vesiculares deben obtenerse del
material líquido de estas lesiones; los virus que producen infecciones
sistémicas (citomegalovirus, sarampión, parotiditis) pueden aislarse de
múltiples órganos (secreciones respiratorias, orina, secreciones genitales,
sangre, plasma y células), finalmente los virus que causan gastroenteritis
se identifican en las heces.
Transporte de la muestra
El éxito en el aislamiento viral radica básicamente en el transporte de la
muestra clínica. El transporte debe ser lo más pronto posible, ya que la
viabilidad del virus disminuye con el tiempo; así mismo, la muestra debe
ser refrigerada a 4º C en cubos de hielo o geles refrigerados. La estabilidad
de la partícula viral puede mejorarse con medios de transporte viral
específico (VTM, por la sigla en inglés de Viral Transport Medium). El
medio de transporte está compuesto de soluciones isotónicas que contienen
proteínas para estabilizar las partículas, antibióticos para inhibir el
crecimiento microbiano y tampones para mantener el pH neutro. Hay
varias composiciones de VTM y no existe consenso en cuanto a su
formulación ideal. La congelación de la muestra (–20º C o –70º C) sólo se
aconseja en situaciones en las que el espécimen no se examinará hasta 2-5
días después de recolectado. Los procesos de congelación descongelación
son deletéreos cuando se piensa aislar virus con estructura de cubierta
lipídica.
Métodos para la recolección de muestras
Existen diferentes métodos para la toma de especímenes clínicos de
acuerdo con el tipo de entidades clínicas. La calidad de la muestra clínica y
la viabilidad de muchos agentes infecciosos dependerá de que el
espécimen clínico sea el más adecuado para las pruebas realizadas en el
laboratorio. Estos métodos se resumen a continuación:
•
•
•
•
•
•
Lesiones vesiculares: se puede recolectar aspirado con jeringa de tuberculina de aguja
delgada. La jeringa debe contener 0.5 ml de medio de transporte. Un método alterno (cuando
se haya presentado ruptura de la vesícula) consiste en el hisopado de las lesiones, agitación
del hisopo en el medio de transporte y envío en el vial apropiado.
Aspirado nasofaríngeo: con sonda delgada y obtención de abundante muestra de secreción
nasal o nasofaríngea. Transporte rápido a 4º C al laboratorio.
Hisopados rectales o nasofaríngeos: son más útiles para cultivo que para técnicas de
diagnóstico rápido. Deben evitarse los aplicadores de alginato de calcio para estudios de
aislamiento viral, ya que este compuesto es tóxico para muchos virus cubiertos e inutiliza las
muestras para estudios de fluorescencia. Los aplicadores de madera pueden contener toxinas
o formaldehídos que inhiben la recuperación de virus; además, por su estructura, absorben el
líquido de transporte de la muestra. Los hisopos se envían con abundante medio de
transporte en viales a 4º C.
Las biopsias de tejido entérico: piel, hígado, cerebro, y los hisopados faríngeo, de garganta
o rectal, deben ser transportados en VTM.
Las muestras de líquidos y secreciones: orina, líquido pleural, líquido pericárdico, líquido
de lavado bronco alveolar, líquido cefalorraquídeo y otros fluidos corporales, deben ser
trasladadas refrigeradas a 4º C al laboratorio. Estas muestras no deben diluirse en VTM. Las
muestras de sangre y médula ósea pueden ser transportadas en tubos heparinizados o con
solución EDTA; estos dos tipos de espécimen se transportan a temperatura ambiente y no
deben ser refrigerados.
Muestras de sangre: para estudios serológicos, es necesario la toma de muestras pareadas
(en la fase aguda de la enfermedad y 10-21 días después), con el fin de detectar la
desnivelación de los títulos de anticuerpos. En la mayoría de pruebas diagnósticas se toma el
cambio de una sola dilución como error de laboratorio; por lo tanto es necesario la
desnivelación en cuatro veces los títulos iniciales (1:8 a 1:32 o 1:10 a 1:40) para confirmar
serológicamente una infección viral. Los sueros pareados deben procesarse en un mismo
proceso para evitar errores entre las pruebas. En ciertas circunstancias, como las encefalitis
virales por arbovirus, un simple título tomado en fase de convalecencia permite hacer un
diagnóstico; en infecciones recurrentes como las causadas por herpes simplex hay poca
evidencia de desnivelación de anticuerpos durante las recurrencias. La muestra serológica
(cinco ml de sangre total) se toma en tubo seco sin anticoagulante y se deja coagular; el
suero es separado del coágulo y conservado a –20º C. Si se pretende hacer pruebas de
biología molecular para determinar los niveles de ARN viral (virus respiratorios, virus
entéricos, hepatitis C o VIH), el suero debe ser separado rápidamente y conservado en
alícuotas a –70º C para evitar pérdidas en el espécimen debido a la acción de ribonucleasas
presentes en la muestra.
Los especímenes clínicos pueden ser analizados para determinar la
presencia de anticuerpos, de partículas virales (virones completos,
antígenos o ácidos nucleicos virales), inclusiones intracelulares, patrones
histopatológicos, etc. Gracias a los métodos disponibles en el mercado,
hoy en día es posible realizar estas pruebas en laboratorios sin mayor
experiencia en el campo de la virología. Para tal fin se emplean métodos
inmunológicos como la aglutinación pasiva, inmunofluorescencia,
inmunoperoxidasa y el ensayo inmunoenzimático. Otros métodos no
inmunológicos empleados son el estudio histológico, microscopía
electrónica, sondas de ácidos nucleicos y métodos de amplificación
genómica como la PCR. La tabla 7.2 resume los métodos diagnósticos más
utilizados y sus niveles de detección.
Tabla 7.2. Comparación de diferentes métodos diagnósticos de infección viral y su límite de
detección
Elemento que identifica
Requerimiento
Mínimo de partículas
Tiempo requerido
Detección de antígenos virales
Cultivo convencional
Virus infectante
1 a 10 por unidad de volumen
Días a semanas
Cultivo en shell vial
Virus infectante
1 a 10 por unidad de volumen
1 a 5 días
Microscopía electrónica
Partículas virales
1.000.000 a 10.000.000 viriones
30 minutos
Inmunofluorescencia
Antígeno viral
5-10 células infectadas por campo
3 horas
ELISA
Antígeno viral
10.000 a 1.000.000 viriones
20 minutos a 24 horas
Aglutinación en látex
Antígeno viral
10.000 a 1.000.000 viriones
10 a 20 minutos
Hibridación
ADN o ARN viral
10.000 a 1.000.000 viriones
1 a 5 días
PCR
ADN o ARN viral
1 a 10 copias genómicas
8 a 24 horas
Inmunofluorescencia
Respuesta humoral
NA
24 horas
ELISA
Respuesta humoral
NA
24 horas
Detección de genomas virales
Pruebas serológicas
Métodos para el estudio de especímenes clínicos
Microscopía electrónica
La microscopía electrónica (ME) ha sido ampliamente utilizada para
identificar las partículas virales presentes en especímenes clínicos. Este
método se basa en la morfología típica de algunos viriones y sin necesidad
de esperar el periodo de tiempo para la replicación viral.
Existen dos métodos para el estudio de especímenes clínicos
mediante la ME. El primero consiste en el contraste o tinción negativa, en
el que la muestra o la pequeña suspensión de partículas se deposita sobre
una rejilla de microscopía. El segundo método se aplica a tejidos o cultivos
celulares y requiere un largo periodo de fijación e inclusión en resinas
epóxicas; la muestra es cortada en pequeñas muestras de 70 nm, sujeta a
colorantes de contraste y observada en ME. La ME es un método rápido
que no requiere en forma sistemática de reactivos específicos de familia o
grupo viral. Los virus desnudos son bastante resistentes y no alteran su
morfología durante los procedimientos técnicos que utiliza la ME. En
casos de virus de crecimiento in vitro que es difícil y engorroso, la ME
resulta muy útil. Para una mejor sensibilidad es necesario que la muestra
contenga grandes cantidades de antígeno viral del orden de 106 a 107
partículas por ml, lo que limita este método a entidades con alta excreción
viral. En caso de un bajo número de partículas en el espécimen, es
necesario concentrar la muestra por medio de la ultracentrifugación o del
uso de anticuerpos específicos (inmunoelectromicroscopía).
Históricamente, la ME ha sido muy utilizada en el estudio de
gastroenteritis virales y para identificar los viriones presentes en el suero
de pacientes infectados por el virus de la hepatitis B y parvovirus B19. Las
partículas son visualizadas por tinciones negativas con sales electro densas
o ácido fosfotúngstico. Son útiles las muestras de materia fecal,
secreciones nasofaríngeas, secreciones y lavados pulmonares, fluido de
vesículas, tejido cerebral, LCR y orina; sin embargo, la mayor utilidad
sigue siendo el diagnóstico de las gastroenteritis virales. En este último
caso pueden identificarse virus de tipo rotavirus, calicivirus (Norovirus y
Sapovirus), adenovirus, coronavirus y astrovirus. El mayor inconveniente
radica en que muchos virus tienen una morfología similar, pero con papel
patogénico diferente (enterovirus y virus de la hepatitis A) y en otras
circunstancias la infección se acompaña de excreción prolongada, por lo
que es imposible determinar un papel causal de los agentes presentes en
los especímenes (adenovirus, enterovirus).
Algunos virus no cultivables (virus del papiloma humano) presentes
en lesiones cutáneas se pueden identificar por ME. En otras épocas servía
para diferenciar lesiones causadas por virus de la varicela de la viruela,
hoy se reserva para identificar virus Orf y molusco contagioso. A pesar de
permitir la identificación de ciertos agentes virales en ciertas entidades
respiratorias, lesiones vesiculares de piel, hepatitis B, gastroenteritis
virales o de patología del SNC, en ellas se emplean otros métodos alternos.
Los cortes ultrafinos de tejido incluido en resinas epóxicas toman de dos a
tres días para ser procesados, pueden acompañarse de métodos de
inmunotinción o tinción negativa, pero al ser demorados no hacen parte de
las técnicas rápidas de diagnóstico viral. Alternativamente pueden hacerse
cortes ultrafinos para diagnóstico rápido en tres a cuatro horas. En
términos generales, los virus pueden ser identificados por ME a partir de
lesiones de piel, plasma o suero, orina y heces. En la tabla 7.3 se resume el
sitio donde pueden ser visualizados algunos agentes virales.
Las ventajas de los estudios de microscopía electrónica es que
permiten detectar una amplia gama de agentes guiados por su morfología,
tienen un costo relativamente bajo, detecta virus no cultivables, es
relativamente rápida (24 horas) y se puede adaptar con otras técnicas como
las pruebas inmunológicas.
A pesar de que la ME es un método rápido y poco costoso, en los
países subdesarrollados tiene una limitación y es que muy pocos sitios
cuentan con las instalaciones adecuadas y el personal calificado para
realizar este tipo de estudios. Otra desventaja ligada a estos estudios es su
baja sensibilidad. La ME continúa siendo un método importante para
identificar nuevos virus, estudiar el ensamblaje viral y como estrategia de
bioseguridad para detectar la contaminación de algunos productos.
Histología y citología exfoliativa
El microscopio de luz puede identificar las primeras alteraciones que
evidencian la infección viral. Para algunas afecciones estos cambios
pueden ser característicos, mientras que en otros constituyen elementos no
específicos y tan solo sugieren infección viral. La citología exfoliativa es
un método rápido y de fácil acceso para detectar partículas virales en
especímenes clínicos. El éxito de los extendidos de Tzanck para HSV
dependerá de la muestra, de la presencia de lesiones típicas, de los
métodos de preparación y coloración, y de la correcta interpretación de la
morfología celular. En infecciones producidas por virus HSV y VZV
pueden tomarse muestras de lesiones mucosas o cutáneas, colorearlas con
tinciones de Papanicolaou, Giemsa, Wright o hematoxilina eosina, con el
fin de buscar células multinucleadas gigantes, con citoplasma globuloso o
inclusiones intranucleares eosinofílicas. Ninguna de estas coloraciones es
útil para diferenciar infecciones causadas por HSV de las originadas por
VZV; información necesaria para la consejería, medidas de control y
manejo adecuado del paciente (ajuste de posología). Otra patología en la
que puede ser útil la citología es la infección por CMV, aquí pueden
encontrarse células multinucleadas gigantes o en ojo de lechuza o
inclusiones intranucleares de tipo Cowdry A; se buscan en orina,
secreciones cervicales o líquido de lavado bronco alveolar. En 100% de los
casos de neumonía de células gigantes producidas por virus del sarampión
pueden detectarse células multinucleadas gigantes en improntas de tejido
pulmonar coloreadas con hematoxilina eosina. En el curso de los
trasplantes renales un 10% de los pacientes desarrollan nefropatía por virus
polioma que lleva al rechazo del órgano trasplantado; el examen de las
células descamativas revelará cambios heterogéneos no específicos e
inclusiones intranucleares que pueden corresponder a infecciones por
adenovirus o virus herpes simple. A pesar de su bajo costo, este método
carece de sensibilidad, si se le compara con técnicas de
inmunohistoquímica como la inmunofluorescencia (IF) o la
inmunoperoxidasa (IP).
Tabla 7.3. Virus que pueden ser detectados por ME de contraste negativo
Sitio en donde el virus puede ser identificado
VIRUS
Suero
Heces
Adenovirus
+
Astrovirus
+
Calicivirus
+
Piel
+
Citomegalovirus
+
Coronavirus
+
Enterovirus y HAV
+
HBV
Tejido
+
+
+
HPV
+
+
HSV*
+
+
Norovirus
Parvovirus
+
+
+
Polioma
+
Rabia
+
Rotavirus
+
Sarampión
+
+
+
VIH
+
+
+
HAV: virus de la hepatitis A. HBV: virus de la hepatitis B. HCV: virus de la hepatitis C. HSV:
virus herpes simple. HPV: virus del papiloma humano.
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana. * Morfología de la familia viral.
Aislamiento viral
Los virus pueden aislarse utilizando animales de laboratorio, huevos
embrionados libres de patógenos o líneas celulares. Ya desde comienzos
de siglo XX se pudieron aislar el virus de la viruela y fiebre amarilla, pero
su auge aparece en la década de 1950 cuando John Franklin Enders (18971985), Thomas Weller (1915-2008) y Frederick Robbins (1916-2003)
descubren que el virus polio puede replicarse en células de origen no
neuronal. Los virus difieren en el tropismo que tienen hacia un
determinado tipo celular, por lo tanto no existe una línea celular capaz de
permitir el crecimiento de todos los virus, y los distintos aislamientos de
un mismo grupo viral pueden tener variaciones de sensibilidad a una
misma línea celular. En los países menos desarrollados la utilidad del
aislamiento viral en el diagnóstico clínico es restringida por costos y falta
de personal capacitado, quedando limitado a laboratorios de referencia o
vigilancia epidemiológica.
Como el virus se disemina y excreta por diferentes rutas, en algunas
circunstancias es necesario la toma de distintos especímenes clínicos con
el fin de mejorar la posibilidad de aislar al agente causal. Como regla
general, las muestras clínicas para aislamiento viral deben ser tomadas en
forma temprana dentro del curso de la enfermedad clínica (primeros 3-4
días), ya que en este tiempo se observa la mayor tasa de excreción viral; la
toma debe hacerse con técnicas estériles y ser transportada refrigerada (4º
C) al laboratorio de referencia. En caso de aislamiento viral, la muestra
clínica debe ser transportada lo más rápido posible al laboratorio, puesto
que la demora puede significar la pérdida de la viabilidad viral.
Para ciertos especímenes en los que puede estar involucrado un virus
termolábil, debe evitarse tomar la muestra en la noche y es mucho más
aconsejable tomar una muestra fresca en la mañana. En caso de demora
inevitable, es necesario depositar la muestra a 4º C y si es superior a las 96
horas se aconseja congelar la muestra a –70º C o temperaturas más bajas.
No deben colocarse las muestras para aislamiento en congeladores
estándares de –20º C.
En la tabla 7.4 aparecen algunos tipos celulares, su origen y algunos
ejemplos de virus que pueden ser aislados en ellas.
Los requerimientos mínimos para el aislamiento viral en laboratorios
de virología, son:
1.
Una línea de células primarias de riñón de mono para el aislamiento de virus respiratorios
y enterovirus.
Una línea celular de fibroblastos humanos para el aislamiento de citomegalovirus, varicela
zoster y rinovirus.
Una línea de células continuas humanas como la Hep-2 para el aislamiento de virus
respiratorio sincicial.
2.
3.
El crecimiento viral es determinado por los cambios o alteraciones
morfológicas que aparecen en las células en cultivo, lo que se conoce
como efecto citopático (ECP o CPE por cytopathic effect). Los ECP
pueden ser lo suficientemente característicos como para que el laboratorio
sospeche cuál es el agente causal; en caso contrario, se requiere de
anticuerpos específicos marcados con fluorocromos o enzimas para
confirmar la presencia del agente viral específico. En diferentes tipos
celulares los ECP de un mismo virus pueden ser distintos (figura 7.2).
Tabla 7.4. Algunos ejemplos de líneas celulares empleadas para el aislamiento de virus
humanos
Línea celular
Origen de la línea celular
Virus que pueden ser aislados
MRC-5
Fibroblastos embrionarios
HSV, CMV, adenovirus, RSV, rinovirus
Hep-2
Carcinoma laríngeo
HSV, paramixovirus, adenovirus, RSV, EV.
Hela
Cáncer de cuello uterino (Helen Lane)
HSV, paramixovirus, adenovirus, rinovirus
Vero
Riñón de mono
Influenza, HSV
Vero E6
Riñón de mono
Coronavirus SARS
MDCK
Riñón de perro
Influenza
R-Mix
Mezcla de células A549 y Mv1Lu
Virus respiratorios
A549
Células de carcinoma pulmonar humano
HSV, adenovirus, HSV.
RhMK
Células de riñón de mono Rhesus.
Influenza, parainfluenza, EV.
C6/36 clon HT
Células de mosquito
Dengue
Figura 7.2. Ejemplos de ECP en línea celular MRC-5
A: monocapa de células MRC-5 sanas. B: herpes simple ECP después de tres días se observan
células redondeadas birrefringentes. C: virus de la varicela después de seis días de inoculación, foco
de crecimiento con células redondeadas. D: citomegalovirus efecto citopático en banco de peces. E:
rinovirus efecto citopático precoz o tardío células en gota de mercurio. F: virus respiratorio sincitial
foco de lisis y pequeño sincicio. Imágenes cortesía del Pr. François Freymuth, Centro Hospitalario
Universitario, Caen, Francia.
En ciclos replicativos lentos, como el del citomegalovirus, se puede
acelerar el diagnóstico mediante el empleo de anticuerpos específicos que
identifiquen proteínas precoces (IE por Immediately Early). El cultivo
celular sigue siendo un elemento útil de diagnóstico de infecciones por
virus herpes simplex (HSV), citomegalovirus (HCMV), virus respiratorio
sincitial (RSV), virus influenza y virus parainfluenza. Los nuevos formatos
de cultivo y las nuevas tecnologías de aislamiento viral que involucran el
empleo de sistemas shell viral, microplacas, centrifugación del inóculo
para favorecer la adsorción y penetración virales, el empleo de células
transgénicas para favorecer el aislamiento de un virus, el empleo de
combinaciones de tipos celulares (denominados líneas celulares
cocultivadas) para mejorar la sensibilidad de un grupo de patógenos virales
entéricos y respiratorios (Súper E-mix y R-mix); todos estos nuevos
elementos disminuyeron el tiempo requerido para el aislamiento y
mejoraron el tiempo de respuesta de 5-10 días a 24-48 horas. Otros virus
en los que el cultivo celular es útil son el sarampión, la rubéola y la
parotiditis; sin embargo, éstas son entidades que han disminuido
fuertemente con la vacunación sistemática. Para todos los virus arriba
mencionados, las técnicas rápidas han ido reemplazando al cultivo.
Las ventajas del cultivo es que puede identificar todos los probables
virus que se repliquen en las líneas celulares utilizadas; es una técnica
sensible, pone en evidencia el papel replicativo del agente aislado, permite
aislamientos virales útiles para estudios de patogénesis o fenotipificación y
puede ser adaptado para dar resultados rápidos. Como desventajas de
aislamiento viral está el hecho de que sólo puede detectar virus viables y
por ende la muestra debe ser tomada en el momento apropiado y
transportada en condiciones adecuadas; algunos virus crecen lentamente en
cultivo tradicional, requiere de una infraestructura onerosa y de personal
entrenado y además de una planta física que garantice la seguridad para los
operarios y el medio ambiente.
Pruebas serológicas
Las pruebas serológicas han contribuido sensiblemente al diagnóstico de
muchas enfermedades virales. Agentes virales como la rubéola, sarampión,
EBV, arbovirus (Togaviridae, Fla- viviridae, Bunyaviridae, Arenaviridae)
y retrovirus son difícilmente cultivables en los laboratorios de rutina,
mientras que los virus de la hepatitis B, C, D o G no son cultivables del
todo. Para que las pruebas serológicas sean útiles, es necesario tener en
cuenta los siguientes principios generales:
1.
2.
3.
Se debe obtener una muestra sérica (2-3 ml) en tubo seco durante el periodo agudo de la
enfermedad, una vez separado el suero de las células debe ser conservado a –20º C por un
tiempo mínimo de seis meses, este suero servirá de referencia para análisis comparativos
posteriores.
Dos o tres semanas después de la primera muestra debe tomarse una segunda (periodo de
convalecencia) para determinar la seroconversión (IgM o IgG) o para detectar un aumento
de al menos cuatro veces en los títulos de anticuerpos (desnivelación significativa de los
títulos de anticuerpos entre la fase aguda y de convalecencia).
No toda desnivelación de anticuerpos es significativa. En condiciones clínicas que significan
estrés para el individuo (influenza, infección por Mycoplasma pneumoniae) puede ocurrir
aumento en los títulos de anticuerpos contra el CMV, lo que podría significar una
reactivación y no un papel etiológico del CMV en la patología respiratoria.
En caso de no disponer sino de un solo suero, debe intentarse
realizar las pruebas para determinar la presencia de IgM que usualmente se
eleva en las primeras 2-3 semanas del proceso infeccioso. Muestras
posteriores con caída de la IgM sugieren una infección primaria reciente.
La presencia de IgM es útil en caso de infecciones por VZV, EBV (contra
antígenos de la cápside viral [IgM-VCA]), CMV, sarampión, rubéola,
parotiditis, hepatitis A, hepatitis B (IgM anti-HBc), parvovirus B19 o
Coxsackievirus. Las limitantes de esta prueba son, entre otras:
•
•
•
•
Algunos virus del grupo herpes (VZV, EBV, CMV, HSV) pueden presentar respuesta IgM
en casos de reactivación.
La respuesta IgM puede persistir por varios meses después de una primoinfección. En caso
de infección por virus chikungunya se ha detectado hasta 18 meses después del periodo
agudo.
Ante la presencia de IgG se manifiesta competencia por los antígenos virales con la IgM en
caso de infecciones congénitas.
Puede ocurrir la presencia de falsos positivos por comparecencia del factor reumatoide.
Un gran número de técnicas son disponibles para el diagnóstico
serológico de las enfermedades virales:
1.
Técnicas que utilizan anticuerpos anti-inmunoglobulinas (Elisa o ensayo inmunoenzimático
2.
3.
4.
5.
[EIA], inmunofluorescencia [IF] y radioinmunoanálisis [RIA]).
Fijación de complemento.
Inhibición de la hemaglutinación.
Hemaglutinación reversa pasiva.
Neutralización.
En entidades como las infecciones por virus de inmunodeficiencia
humana o hepatitis C, la presencia de anticuerpos es indicio de infección
en curso. Finalmente, existen entidades virales en las que la presencia de
anticuerpos es indicativa de inmunidad antiviral, protección o exposición
previa; estas entidades son: VZV, CMV, EBV, sarampión, rubéola,
parotiditis, hepatitis A (anticuerpos totales), hepatitis B (IgG anti-HBs) y
parvovirus B19.
Las ventajas de la serología es poder identificar mediante análisis de
IgG específicas a las personas ya expuestas o protegidas; identificar
infecciones recientes o activas en personas con IgM positivas; es un
método automatizado que da resultados rápidos; puede hacerse en
muestras no invasivas como la saliva y la orina y sirve en caso de agentes
no cultivables. Las desventajas del diagnóstico serológico consisten en que
algunas pruebas como la fijación del complemento son de baja
sensibilidad, pueden dar reacciones cruzadas entre agentes de una misma
familia viral (Flaviviridae), no son útiles en caso de pacientes
inmunocomprometidos y muchas pruebas no hablan de infección activa.
Detección de antígenos virales
En la detección de antígenos virales se utilizan pruebas como la
inmunofluorescencia, inmunoperoxidasa, inmunocromatografía, ensayo
inmunoenzimático y pruebas muy rápidas y sencillas como la aglutinación
de partículas de látex.
Estos métodos no son útiles en caso de infecciones en las que hay
una gran diversidad antigénica y pocas reacciones cruzadas entre los
agentes causales (enterovirus y rinovirus), factor que impide la producción
de anticuerpos apropiados. A continuación se describe cada una de estas
técnicas.
Técnicas de inmunofluorescencia
Las técnicas de inmunofluorescencia son muy útiles en la identificación de
antígenos virales en entidades producidas por HSV-1 y HSV-2, VZV,
CMV, EBV, virus influenza A y B, virus respiratorio sincicial,
metapneumovirus, virus parainfluenza, adenovirus, sarampión, parotiditis,
rubéola y rabia. Estos métodos tienen la ventaja de ser rápidos, de bajo
costo, simples, sensibles y específicos para el diagnóstico de las
infecciones virales. Facilitan determinar la etiología viral en casos en los
que el cultivo de agentes virales es muy lento, en los que no se produce
efecto citopático o no es fácilmente cultivable.
En virus de crecimiento lento, como los citomegalovirus, puede
determinar la presencia de antígenos muy tempranos en cultivos celulares
o de antígenos presentes en leucocitos polimorfonucleares de sangre
periférica de pacientes con infección activa (antigenemia). Como se
esquematiza en la figura 7.3, las técnicas empleadas pueden ser directas
(en un solo paso) cuando se emplean conjugados (anticuerpos marcados
con fluorocromos) que reconocen antígenos virales. En los métodos
indirectos existen dos tipos de anticuerpos: uno de reconocimiento del
antígeno y un segundo anticuerpo producido en una especie animal
diferente, marcado con fluorocromo, que permite determinar la formación
de estos complejos antígeno-anticuerpo. Los métodos indirectos tienen la
ventaja de aumentar la sensibilidad de las pruebas; además, permiten
utilizar un mismo conjugado siempre y cuando los anticuerpos de
reconocimiento hayan sido producidos en una misma especie animal.
Una variante del método de inmunofluorescencia consiste en utilizar
el complemento para determinar la formación de complejos antígenoanticuerpo. Los conjugados marcados con fluorocromo, reconocerán en
este caso no un anticuerpo sino el complemento.
El último método consiste en emplear un conjugado al cual se le ha
fijado biotina en lugar del fluorocromo. La biotina tiene la particularidad
de tener una alta afinidad con la avidina y la estreptavidina; por lo tanto,
estas dos substancias pueden ser marcadas con un fluorocromo o una
enzima con el fin de aumentar la sensibilidad de estas pruebas. Estas dos
últimas variantes pueden ser usadas cuando el antígeno en la muestra se
encuentra en muy bajas concentraciones y el anticuerpo de reconocimiento
es de baja sensibilidad.
En las pruebas que sirven para detectar la presencia de antígenos
virales es indispensable que la muestra posea un número importante de
células. Hay cuatro tipos de material que puede ser utilizado: células
descamativas, células tomadas a partir de hisopado o escarificación,
células tomadas de improntas y biopsias por congelación.
Las pruebas de inmunofluorescencia tienen la ventaja de ser rápidas
y muy sensibles para algunos virus (VRS en niños). La desventaja es que
requiere personal capacitado, son de interpretación subjetiva y necesitan de
un espécimen de alta calidad.
Inmunoensayos de fase sólida
Los inmunoensayos (de la sigla inglesa Elisa por Enzyme Linked
Immunosorbent Assay o EIA por Enzyme Immuno Assay) son sistemas
utilizados para detectar antígenos o anticuerpos en especímenes clínicos.
Se han usado como soportes sólidos microplacas, perlas de poliestireno,
membranas y tubos. El principio básico consiste en inmovilizar en los
soportes sólidos anticuerpos que reconocen antígenos virales (anticuerpos
de captura); estos portadores sirven para capturar antígenos presentes en
los especímenes clínicos. La reacción antígeno-anticuerpo es puesta en
evidencia por el uso de conjugados marcados con enzimas como la
fosfatasa alcalina o la peroxidasa, isótopos radiactivos como el I125,
fluorocromos (en inmunoensayos de fluorescencia) o un substrato
quimioluminiscente son usados como indicadores de la formación de
complejos inmunes.
Los ensayos inmunoenzimáticos pueden aplicar tres métodos:
directo, indirecto o competitivo. En las figuras 7.3 y 7.4 se muestra el
diseño de estas pruebas para detectar antígenos virales. En este caso se ha
fijado un anticuerpo de captura que reconoce epítopes de la proteína viral;
en el caso de pruebas utilizadas para la detección de anticuerpos, se fijan a
la matriz sólida antígenos virales que provienen de lisados de células
infectadas o de proteínas recombinantes. Durante la preparación de los
soportes sólidos se hace un bloqueo de los sitios no ocupados por el
antígeno o anticuerpo con gelatina, caseína o leche descremada, con el fin
de evitar el ruido de fondo (background) o inespecificidad de adsorción.
Figura 7.3. Representación esquemática de diferentes métodos utilizados para la detección de
antígenos virales
Ag: antígeno. Flu: fluorocromo. C: complemento. Av: avidina. Bio: biotina.
En las pruebas directas se lleva un paso de unión del espécimen
clínico seguido de una serie de lavados con detergentes suaves
tamponados. La unión antígeno-anticuerpo se visualiza por la adición de
un conjugado marcado con una enzima que reacciona, según el caso, con
el antígeno o anticuerpo presente en la muestra. Finalmente se adiciona un
sustrato que, bajo la acción de la enzima, da un producto coloreado; la
reacción es bloqueada luego de un tiempo predeterminado por la acción de
sustancias ácidas (H2SO41N) que destruyen la enzima y, por ende,
detienen la acción sobre el sustrato. La reacción antígeno-anticuerpo es
leída luego en un espectrofotómetro (EIA), en un fluorímetro (CLIA
inmunoensayos por unión a quimioluminiscencia) o en un contador de
radiactividad (RIA o radioinmunoensayos), dependiendo del conjugado
empleado en la técnica. La cantidad de producto coloreado es directamente
proporcional a la cantidad de antígeno o anticuerpo presente en el
espécimen. En las pruebas indirectas existe un paso previo adicional en el
que se incorpora un anticuerpo no marcado después del primer paso de
lavado.
En los ensayos de tipo competitivo se utiliza un antígeno marcado
que se mezcla con el antígeno presente en el espécimen. De esta manera se
presenta una competencia por unión a anticuerpos específicos fijados al
soporte sólido y mediante lavado se elimina el exceso de antígeno no
fijado. En caso de presencia de antígeno en la muestra clínica, este inhibirá
competitivamente la cantidad de antígeno marcado que se una al
anticuerpo. La disminución en la cantidad del anticuerpo detectable es
inversamente proporcional a la cantidad de antígeno presente en la muestra
(figura 7.4). Las técnicas para detectar anticuerpos por sistemas EIA tiene
el mismo principio que las utilizadas en la detección de antígenos virales,
pero difiere en cuanto al sistema de captura del anticuerpo por antígenos o
anticuerpos anti isotipo de Ig (figura 7.5).
Las técnicas inmunoenzimáticas para la detección de antígenos
virales han sido empleadas en caso de rotavirus; antígeno de superficie
(AgHBs) y antígeno e (AgHBe) del virus de la hepatitis B; antígeno p24
del VIH, antígeno delta del HDV, adenovirus, virus respiratorio sincicial,
citomegalovirus humano, influenza A, Coxsackievirus de grupos A y B,
coronavirus y norovirus.
Figura 7.4. Representación esquemática del principio de ensayo inmunoenzimático de fase
sólida para detectar antígenos virales
Nótese que las microplacas han sido sensibilizadas con anticuerpos específicos del virus que se
desea detectar (en azul). En las pruebas competitivas se emplea un antígeno marcado (Ag) que
compite con el antígeno presente en la muestra (Ag en rojo). S: sustrato.
Figura 7.5. Representación esquemática del principio de ensayo inmunoenzimático (EIA) de
fase sólida para la detección
de anticuerpos presentes en suero. En las pruebas directas e indirectas las placas están sensibilizadas
con antígeno viral. En las pruebas directas la presencia de anticuerpos es evidenciada por la adición
de un conjugado al que se le adiciona un sustrato (S) que genera un producto soluble coloreado. Las
pruebas indirectas tienen un paso adicional de adición de un anticuerpo de reconocimiento en café
que aumentan la sensibilidad de la prueba. Los ensayos de inmunocaptura se emplean para
determinar la presencia de IgM e IgE específicas, en el caso de la IgM evitan los falsos positivos
producidos por el factor reumatoide.
Para que sean más económicos los inmunoensayos se realizan
cuando hay un número apropiado de muestras en proceso como es el caso
de bancos de sangre, hepatitis virales, infecciones gastrointestinales o
respiratorias. Cuando debe analizarse un solo espécimen, existen otras
técnicas como la aglutinación de látex, inmunofluorescencia,
inmunocromatografía o microscopía electrónica, que si bien son menos
sensibles resultan mucho más económicas.
Aglutinación de látex
Este método es simple, rápido y económico. En caso de detección de
antígenos, se utilizan partículas pequeñas de látex recubiertas con un
anticuerpo antiviral específico; la muestra se mezcla con una dilución del
espécimen y se deja en rotación a temperatura ambiente por unos pocos
minutos. En presencia del antígeno viral se produce formación de
acúmulos que se pueden observar a simple vista. Esta metodología ofrece
resultados en poco tiempo (más o menos 15 minutos) y no necesita de
equipos sofisticados ni de una gran experiencia de laboratorio. Esta prueba
ha sido empleada exitosamente y con sensibilidades similares al Elisa en
casos de infecciones entéricas por rotavirus y adenovirus.
En lesiones por HSV, las pruebas de aglutinación de látex han
mostrado una sensibilidad cercana al 75% y una especificidad del 90%. En
cualquier caso, la sensibilidad de la prueba es baja si el antígeno o
anticuerpo se encuentran en bajas concentraciones en la muestra
seleccionada. Las pruebas de aglutinación de látex tienen una menor
sensibilidad que los EIA.
Inmunocromatografía
Esta técnica de diagnóstico rápido utiliza un sistema de EIA sándwich para
la detección de antígenos virales. La muestra clínica es pretratada para
liberar el antígeno viral. La reacción tiene lugar sobre una membrana de
poliéster o casete que tiene un anticuerpo monoclonal de captura, que
inmoviliza el antígeno presente en el espécimen y posteriormente la unión
antígeno anticuerpo es evidenciada por un conjugado que reconoce otro
epítope del antígeno viral coloreado con oro coloidal (figura 7.6).
El espécimen y el conjugado migran por capilaridad hasta encontrar
el anticuerpo de captura; en caso de presencia del antígeno viral ocurre la
reacción, un conjugado control continúa la migración hasta encontrar el
reactivo control y da la reacción positiva.
Esta prueba es muy rápida y brinda resultados en 15-20 minutos, por
lo que se convierte en un apoyo diagnóstico en la práctica clínica.
Figura 7.6. Realización de la prueba de inmunocromatografía para virus influenza A y B. A.
Reactivo de extracción y conjugado que sirven para diluir la muestra. B. El escobillón es rotado en
el reactivo y C su contenido escurrido contra las paredes del tubo de reacción. La tirilla de reacción
es introducida en la muestra y se deja embebida durante 15 minutos para que los probables
antígenos y los conjugados específicos asciendan por capilaridad hasta el sitio de reacción.
Resultados 1. Negativo (reacción en el sitio control). 2. Positivo para virus influenza B. 3. Positivo
para virus influenza A. 4. Positivo para virus influenza A y B. 5. Indeterminado.
Existen pruebas para la detección de virus respiratorio sincicial, virus
influenza A y B y adenovirus; su desventaja es la menor sensibilidad que
otras pruebas diagnósticas, por lo que un resultado negativo no descarta al
agente etiológico buscado. La reacción positiva o negativa es validada por
la presencia en la prueba del control interno.
La principal ventaja de la inmunocromatografía es su rápida y fácil
realización, no necesita laboratorio ni personal entrenado, sin embargo, su
principal desventaja es la baja sensibilidad. En un estudio comparativo
entre el aislamiento viral, PCR y detección por métodos
inmunocromatográficos para adenovirus tomado de varias patologías
(respiratoria, gastrointestinal, conjuntiva) se observó una sensibilidad de
solo el 55% y una especificidad del 98%; las pruebas para rotavirus
ofrecieron mejores resultados.
En resumen, la inmunocromatografía es una prueba rápida que
puede servir de tamizaje para algunos agentes infecciosos (adenovirus,
rotavirus, virus influenza A y B), pero todo resultado negativo se debe
confirmar con pruebas que involucren una mejor sensibilidad.
Métodos de diagnóstico molecular
El diagnóstico por sondas de ácidos nucleicos consiste en demostrar la
presencia en un espécimen clínico de un ácido nucleico (ADN o ARN),
cuya secuencia y especificidad es característica de un virus particular. Por
esta razón, es importante el conocimiento previo de la secuencia genómica
del patógeno que se quiere identificar. El diagnóstico molecular ha ido
progresando hasta abarcar prácticamente a todos los virus patógenos. Cada
día el diagnóstico viral se basa más en métodos de análisis genómico, su
uso es cada vez más frecuente, pero no elimina otras herramientas de
diagnóstico viral.
El material genético de tipo ADN o ARN de doble cadena tiene
como característica estructural básica la complementariedad de las bases
púricas y pirimídicas, situadas en las cadenas antiparalelas. Otra
particularidad del ADN consiste en que si es sometido a temperaturas
superiores a la denominada temperatura de fusión (Tm por melting
temperature), las dos cadenas constitutivas se separan en una doble hebra
por efecto de la ruptura de los puentes de hidrógeno que las mantiene
unidas. Adicionalmente, las cadenas genómicas pueden reaparearse
(hibridar) para formar cadenas dobles cuando se disminuye la
temperatura por debajo de la temperatura de fusión de una manera lenta.
En las reacciones de hibridación, después de retirar el exceso de sonda no
fijada, es necesario detectar los híbridos formados; el método más simple
es el marcaje mediante la adición de una señal sobre la sonda (una enzima
[fosfatasa alcalina o peroxidasa] o un isótopo radiactivo). El principio de
hibridación es utilizado como parte de múltiples técnicas de diagnóstico
molecular, al hibridar las cadenas de filamento único con sondas
oligoméricas marcadas.
Sondas genómicas
Las sondas genómicas empleadas pueden estar marcadas con enzimas o
productos radiactivos, habitualmente conocidas como sondas frías y
calientes respectivamente. Las sondas están formadas por pequeñas
secuencias de ADN o ARN que deben ser específicas y reconocer
secuencias de nucleótidos presentes en un solo grupo viral; estas moléculas
forman híbridos marcados de doble cadena. La hibridación se confronta a
un problema de sensibilidad dada por la falta de señal del marcador o por
un poco presencia de la secuencia blanco en la muestra analizada. Las
sondas radiactivas (marcadas con P32) tienen la ventaja de ser mucho más
sensibles pero duran relativamente poco, aproximadamente 14 días, y
dejan residuos radiactivos.
Las sondas pueden ser ligadas a la biotina que, producto que tiene
una alta afinidad por la avidina y la estreptavidina, estas últimas pueden
conjugarse con enzimas específicas que actúan sobre sustratos específicos
para dar productos coloreados; estos productos pueden ser detectados por
métodos colorimétricos o se precipitan en el sitio de reacción. Otra
posibilidad para marcar sondas consiste en la unión a la dioxeginina, que
reacciona con anticuerpos conjugados a enzimas, quelantes de europio y
ésteres quimioluminiscentes de acridina. Los sistemas no radiactivos
tienen la ventaja de su versatilidad, bioseguridad, mayor vida media y fácil
eliminación de deshechos.
Dependiendo de la secuencia genómica seleccionada, pueden
prepararse sondas con especificidad de género, especie o cepa. En la
actualidad existen pruebas comerciales que utilizan sondas genómicas para
la detección viral.
Las secuencias genómicas pueden ser detectadas por los siguientes
métodos:
1.
2.
Hibridación de genomas inmovilizados in situ o sobre membranas. Como variantes de esta
metodología tenemos el Southern blot y la hibridación en manchas (dot blot y slot blot).
Hibridación en solución previa a la fijación sobre membranas o soportes. La hibridación se
hace más rápida y eficaz (de una a dos horas) en casos en los cuales se lleva a cabo la
hibridación en solución.
El principio general de la hibridación se esquematiza en la figura
7.7.
Hibridación in situ de ácidos nucleicos
El material genético viral puede detectarse en células descamativas o en
biopsias de tejido; este método se denomina hibridación in situ. El
material genético puede obtenerse de células infectadas mediante
hisopado, toma de muestra sanguínea, biopsia, tejidos incluidos en
parafina, cultivo de tejidos, células presentes en exudados o líquidos
corporales (orina, LCR, secreciones respiratorias o genitales). Los métodos
para liberar los ácidos nucleicos incluyen calor, digestión proteolítica, uso
de detergentes, extracción con mezclas de fenol-cloroformo, sistemas de
extracción comercial o aun sistemas automatizados. La hibridación in situ
permite detectar ADN viral mediante el empleo de sondas ADN o ARN
específicas sobre un corte histológico, sobre material de frotis o células
depositadas con sistemas de citocentrifugación. La sensibilidad de la
técnica requiere mínimo de 20 a 50 copias de ADN viral por célula; por su
baja sensibilidad este método tiene una alta tasa de falsos negativos.
Figura 7.7. Esquema de la metodología de hibridación genética
Sistema de captura de híbridos
La hibridación in situ ha cedido su paso a pruebas de captura de híbridos
o hibridación en fase líquida. Este sistema ha sido desarrollado por
Digene® y consiste en la detección de ácidos nucleicos directamente por
hibridación utilizando un sistema de amplificación de señal que permite
aumentar la sensibilidad a un nivel comparable a los sistemas de
amplificación genómica. Esta prueba ha sido desarrollada para la detección
de genomas de virus del papiloma humano, hepatitis B y citomegalovirus
(figura 7.8).
La prueba Hybrid Capture 2 (hc2 Digene®) logra detectar la
presencia de ADN de 13 virus de papiloma humano de alto riesgo de
oncogenicidad (16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 68) frente a
los virus de papiloma humano de bajo poder oncogénico (6, 11, 42, 43,
44).
Microarreglos moleculares
Es un método de hibridación en los que las sondas de oligonucleótidos de
70 bases de ADN se encuentran fijos en sitios específicos de un soporte
sólido, por lo general una placa de vidrio, nitrocelulosa o nylon. Decenas o
miles de sondas pueden ser evaluadas en un microarreglo. El ADN o ARN
extraído de los especímenes clínicos es amplificado y marcado con
fluorocromos. El producto de amplificación es hibridado con las sondas de
patógenos conocidos presentes en el microarreglo, finalmente los híbridos
son detectados y analizados mediante un software con el fin de interpretar
los resultados e identificar al patógeno. Este método ha mostrado cierta
utilidad en caso de diagnóstico de infecciones respiratorias, pero su futuro
desarrollo puede llegar a identificar infecciones múltiples causadas por
virus, bacterias y hongos.
Figura 7.8. Principio del sistema de captura de híbridos
A partir del material de frotis cervical se obtienen células de las que se hace una extracción del
material genético, el cual es denaturado y posteriormente hibridado con sondas de ARN. Los
híbridos son capturados con anticuerpos anti hibrido ADN/ARN. La unión ADN-ARN es detectada
mediante otro anticuerpo anti hibrido ADN/ARN marcado y revelado por medio de un luminómetro
que mide la señal en unidades relativas de luminiscencia (RLU).
Técnicas de amplificación de ácidos nucleicos
Los métodos de amplificación genómica se clasifican en ensayos de
amplificación del genoma blanco o diana y en ensayos de amplificación de
señal. La amplificación del genoma blanco se basa en la amplificación
genómica por el método de reacción en cadena de la polimerasa (PCR por
polymerase chain reaction). La amplificación de señal se fundamenta en la
ramificación sucesiva de sondas, que multiplica progresivamente la señal
emitida por las sondas y facilita la detección de la secuencia blanco. Desde
1985 se cuenta con una herramienta de laboratorio específica y sensible
para detectar ácidos nucleicos. Los diferentes métodos se han ido
perfeccionando hasta conducir a pruebas cualitativas o cuantitativas.
El método de la PCR es útil incluso para la identificación de virus
con genoma de tipo ARN; para tal fin, la etapa de amplificación genómica
es precedida de una fase de retrotranscripción que deja el ADN
complementario (ADNc) necesario para la amplificación; este método se
denomina reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción
reversa (RT-PCR por Reverse Transcription PCR). El empleo de las
pruebas múltiples de amplificación (PCR múltiples) ha permitido estudiar
la presencia de agentes virales que pueden estar involucrados en una
patología específica como la infección respiratoria aguda, las infecciones
del sistema nervioso, las infecciones gastrointestinales o el grupo de
agentes virales causantes del síndrome TORCH.
Con el desarrollo de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y
otros métodos de amplificación genómica, se renovó el interés en las
herramientas de la biología molecular para el diagnóstico de infecciones
virales. La PCR es una técnica in vitro que posibilita la amplificación de
secuencias genómicas de ADN o ARN (figura 7.9). La PCR tiene la
ventaja de presentar alta sensibilidad y especificidad, y puede ser
empleada en condiciones en las cuales no existen métodos diagnósticos de
aislamiento del virión, como es el caso de infecciones por virus del
papiloma humano (HPV). Algunos especímenes clínicos pueden contener
heparina, porfirinas, EDTA, ARNasas u otros materiales biológicos que
pueden interferir con los procesos técnicos (inhibidores de
polimerización).
Figura 7.9. Principio básico del método PCR para la amplificación del material genético
En su forma más sencilla la PCR requiere de la presencia de un
ADN de doble cadena que es denaturado por calentamiento en presencia
de concentraciones equimolares de dos oligonucleótidos denominados
“primer” o cebadores o iniciadores. Las secuencias de los iniciadores están
compuestos por nucleótidos complementarios al genoma que va a ser
copiado y tienen la característica de flanquear la secuencia genómica a ser
amplificada. Al disminuir la temperatura de la muestra se permite la
alineación e hibridación de los cebadores con las secuencias diana de
ADN. En presencia de oligonucleótidos y una ADN polimerasa
termoestable obtenida de bacterias termófilas (p. ej., Thermus aquaticus)
se produce la elongación de la nueva cadena de ADN. Esta secuencia de
pasos de desnaturalización, alineamiento y elongación se repite durante un
número de ciclos sucesivos, lo que permite la amplificación de la
secuencia genómica preseleccionada. Después de cada ciclo de
amplificación se duplica el número de copias genómicas, lo que resulta en
un incremento exponencial del número de moléculas de ADN que pueden
ser detectadas, llegando a niveles de 109 copias genómicas.
Sistemas de amplificación múltiples
La PCR múltiple tiene como fin la amplificación simultánea de varias
secuencias genéticas en un mismo tubo de reacción. La reacción de
amplificación de cada una de las secuencias debe ser independiente e
idéntica a la observada cuando se amplifica cada secuencia en un tubo
independiente. Para la identificación de los diferentes productos de
amplificación es necesario que tengan un tamaño distinto, pero lo
suficientemente cercano, para que la eficiencia de la reacción sea la
misma. La PCR múltiple ha sido empleada en la detección hasta de seis
patógenos virales en una sola prueba (figura 7.10).
La utilidad de esta prueba radica en que los diferentes síndromes
clínicos son producidos por una amplia gama de agentes infecciosos,
incluidos los agentes virales. Para disminuir costos y aumentar la eficacia
de las pruebas diagnósticas, se han diseñado pruebas que permiten la
amplificación en un solo test de múltiples agentes infecciosos. Estas
pruebas han sido ensayadas en patologías que tienen un amplio grupo de
agentes etiológicos virales y que pueden ser detectados como un conjunto
de patógenos. La PCR-múltiple ha sido empleada en caso de infecciones
del sistema nervioso central, infecciones entéricas y quizá en donde ha
tenido un mayor auge, es en las infecciones agudas del tracto respiratorio
(IRA). En las IRA se han empleado varias estrategias como son el uso de 3
PCR-múltiples que identifican cada una 4 agentes infecciosos, los sistemas
“hexaplex” que identifican seis patógenos, y los sistemas Resplex® (XTAG RVP Luminex® mPCR microesphere flow cytometry assay) o
Respifinder® MLPA que identifican respectivamente 12 o 15 agentes
infecciosos en un solo ensayo. Además, los sistemas de amplificación
múltiples han sido empleados en la tipificación de virus como el dengue.
PCR cuantitativa o PCR en tiempo real (rtPCR)
El principio de la PCR en tiempo real radica en la detección y
cuantificación de una señal fluorescente emitida por un fluoróforo, en la
cual la intensidad de señal sea proporcional a la cantidad del producto de
amplificación generado en el curso de los diferentes ciclos de
amplificación. Gracias a sistemas de detección de productos de
amplificación la rtPCR permite detectar la cantidad de productos de PCR
en el curso de cada ciclo de amplificación. La PCR en tiempo real (rtPCR)
permite cuantificar la carga viral que presente un paciente en un momento
determinado. Existen varias tecnologías basadas en la transferencia de
energía entre un fluoróforo donante y una molécula aceptor (FRET por
Fluorescence Resonance Energy Transfer). Este sistema tiene una serie de
características que lo hacen muy útil en la práctica clínica:
•
Es de alta sensibilidad y reproductibilidad. La curva de amplificación tiene una cinética
lineal de 101 a 108.
Figura 7.10. Esquema de dos PCR múltiples para detectar virus respiratorios
Cada producto de amplificación tiene un peso molecular distinto. VRS: virus respiratorio sincicial
(278 nt), IFA: virus influenza A (246nt), IFB: virus influenza B (365nt). PIF-1: virus parainfluenza
1 (451nt), PIF-2: virus parainfluenza 2 (507 nt), PIF-3: virus parainfluenza 3 (189 nt), PIF-4: virus
parainfluenza 4 (317 nt). hMPV: metapneumovirus humano (537 nt). Elaborado a partir de
Freymuth F, Vabret A. J Virol Meth 2009;156: pp. 111-116.
•
•
•
•
•
Permite hacer una cuantificación puntual y una cinética de amplificación.
Es aplicable a sistemas de gran escala que necesiten un estudio de un número importante de
análisis.
Tiene varias versiones automatizadas que se adaptan al empleo en pruebas de rutina.
Es un método simple y rápido que no requiere etapas de análisis pos-PCR.
Se realiza en tubos cerrados por lo que minimiza el riesgo de contaminación.
La rtPCR permite la cuantificación de cargas virales en caso de
infecciones por virus de inmunodeficiencia humana, hepatitis C, hepatitis
B, citomegalovirus, cuantificación de la excreción viral en infecciones
respiratorias agudas, excreción de JC o BK en orina. La rtPCR también ha
sido utilizada para la identificación de virus de las familias Flaviviridae,
Hepadnaviridae, Herpesviridae, Orthomyxoviridae, Parvoviridae,
Papillomaviridae,
Paramyxoviridae,
Picornaviridae,
Poxviridae,
Rhabdoviridae además de pestivirus, y TT virus. Las relaciones directas e
indirectas entre diversas entidades (sarcoma, carcinoma, síndrome
linfoproliferativo, neoplasia cervical intraepitelial) y los virus han sido
establecidas utilizando esta herramienta.
Entre las desventajas de la rtPCR se pueden señalar:
•
•
•
Incapacidad para medir la talla de los productos de amplificación o de producir una PCR
anidada.
Limitación en la producción de PCR múltiples por las características químicas de los
fluorocromos.
Mayores costos de equipos y reactivos que la PCR convencional.
aracterísticas de las pruebas cuantitativas ideales son:
•
•
•
•
•
Una alta sensibilidad con el fin de detectar bajos niveles de genomas.
Flexibles: que facilite detectar genomas de diversos orígenes presentes en diferentes
concentraciones.
Reproducibles: con poca variación inter e intraensayo.
Que permita una cuantificación de los genomas en términos absolutos (número de copias).
Que sea fácil y pueda implementarse como prueba de rutina.
Sin embargo, no todas las pruebas comerciales satisfacen estas
características.
Los métodos moleculares de amplificación genómica contienen otras
estrategias diferentes de la PCR, las cuales incluyen:
1.
2.
3.
4.
5.
Reacción en cadena de la ligasa (LCR).
La amplificación de desplazamiento múltiple.
La amplificación mediada por transcripción.
La amplificación basada en la secuencia de ácido nucleico (NASBA).
Prueba del ADN ramificado.
La reacción en cadena de la ligasa (LCR por Ligase Chain
Reaction) pone en uso dos herramientas: dos parejas de iniciadores
específicos de la secuencia blanco y dos enzimas termoestables: la ligasa y
la ADN polimerasa. Las sondas iniciadoras tienen un posicionamiento
contiguo a la secuencia de ADN que se quiere amplificar. El sistema
funciona por ciclos repetitivos de denaturación del ADN blanco a 95º C y
ciclos de hibridación/ligación a 53-65º C en función del Tm de las sondas,
después de 20 ciclos se puede detectar el genoma amplificado. La LCR al
ser más específica que la PCR, puede detectar mutaciones puntuales y no
inhibirse por presencia de factores extraños en el espécimen. La
sensibilidad de la LCR es de 5-50 copias genómicas.
La amplificación de desplazamiento múltiple (SDA por Strand
Displacemnt Amplification) es un método de amplificación isotérmico que
utiliza una de dos enzimas de restricción (BsoB1 o BsrI) y una ADN
polimerasa desprovista de actividad exonucleasa. Esta técnica se usa poco
en diagnóstico de virus.
La amplificación mediada por transcripción (TMA por Transcription
Mediated Amplification) y NASBA (de las siglas en inglés para Nucleic
Acid Sequence Base Amplification) son
métodos de amplificación isotérmicos inspirados en el sistema
transcripcional de virus, basados en múltiples ciclos de transcripción
inversa y transcripción que generan múltiples copias de ARN. El TMA y
NASBA tienen como blanco de amplificación una secuencia ARN. Este es
un método que utiliza la acción simultánea de tres enzimas: la transcriptasa
inversa RT, ARN polimerasa T7 y ARNasa H. Este proceso se realiza a
una misma temperatura (isotérmico) y usa un medio de reacción, ARN
blanco, un tampón, Mg2+, precursores ribonucleótidos (rNTP = ATP,
GTP, CTP y UTP), precursores deoxi ribonucleótidos (dNTP = ATP, GTP,
CTP y TTP) y dos primers para la amplificación de secuencias genómicas,
gracias a la acción simultánea de las tres enzimas. Los factores de
amplificación varían de 2 x 106 a 5 x 107 después de dos horas y media de
incubación a 41º C. Durante el NASBA hay acumulación de un solo ARN
específico de una sola cadena; en este procedimiento se producen híbridos
de ARN-ADN y en menor grado de ADN de doble cadena. Usando esta
técnica, es posible amplificar ARN viral, ARNm o ADN de un pool de
ácidos nucleicos, lo cual permite la investigación de genes específicos
involucrados en la patogénesis de agentes infecciosos. El NASBA ha sido
empleado para diagnosticar influenza, coronavirus SARS, y bocavirus
humano. La técnica se resume en la figura 7.11.
Las pruebas de ADN en cadena ramificada (Branched Chain
ADN [bADN]) constituyen también ensayos de amplificación de señal. En
esta prueba el ADN blanco es hibridado con sondas complementarias
inmovilizadas en una fase sólida. El genoma es secundariamente hibridado
con sondas secundarias que se ramifican sucesivamente multiplicando la
señal emitida por la secuencia identificada. La señal es proporcional al
número de secuencia blanco originales en la muestra analizada. En este
sistema la adición de nuevas sondas (en árbol de navidad) permite mejorar
significativamente la señal.
Con el aporte de la biología molecular se han desarrollado técnicas
que permiten la tipificación de los virus aislados, hacer estudios de
epidemiología molecular, investigar sobre la patogénesis viral y la
progresión de la enfermedad como se resume en la tabla 7.5.
En los últimos diez años se han desarrollado técnicas que permiten la
cuantificación de la carga viral, lo cual permite desarrollar estudios de
evolución de la enfermedad y observar la respuesta al tratamiento. El
estudio cuantitativo de la carga viral es muy importante en casos de
infecciones por virus de inmunodeficiencia humana (VIH), hepatitis B
(HBV), hepatitis C (HCV), citomegalovirus (HCMV), virus de Epstein
Barr (EBV), virus del papiloma humano (HPV) y virus linfotropo humano
de tipo 1 (HTLV-1).
La PCR es un método flexible que tiene alta sensibilidad y
especificidad para detectar secuencias genómicas específicas presentes en
bajas concentraciones en especímenes clínicos. Otras técnicas como la
reacción de ligasa y la amplificación isotérmica, no han probado ser igual
de apropiadas.
Los trabajos sobre historia natural de las enfermedades virales y su
patogénesis han utilizado técnicas cuantitativas que muestran un perfil de
actividad viral en los distintos momentos de la infección durante la fase
aguda, la persistencia o la reactivación virales. Entender mejor las
relaciones huésped-parásito facilita crear modelos teóricos que son la base
de la terapéutica. Así se ha estudiado la dinámica de las infecciones por
diferentes agentes virales (VIH, HBV, HCV) y el efecto de los
medicamentos antivirales en el curso de la enfermedad. Hoy en día son un
instrumento fundamental para el control y seguimiento de estos pacientes.
Como se observa a continuación, es necesario pensar siempre desde el
punto de vista clínico y sindromático al momento de solicitar pruebas de
diagnóstico virológico. De esta manera, se cuenta con el soporte
epidemiológico de la entidad y se contemplan todos los posibles agentes
responsables de un determinado cuadro infeccioso.
Figura 7.11. Representación esquemática de la amplificación de ARN o ADN por el método
NASBA
Para la amplificación genética de ARN de cadena sencilla (ARNcs) o DNA de doble cadena
(ADNcd) se utilizan dos primers uno de ellos con un sitio promotor de la T7 ARN polimerasa. RT:
transcriptasa inversa. ARNasaH: exoribonucleasa H. A: unión con el primer 1 que posee el sitio de
unión a la T7 ARN polimerasa. B: retrotranscripción y formación de un híbrido ADN/ARN. C:
hidrólisis del ARN para formar una cadena única de ADN. D: unión del primer 2 y amplificación.
E: extensión por acción de la RT, formación de una cadena doble que contiene el sitio de fijación de
la T7 ARN polimerasa. F: fijación de la T7 ARN polimerasa. G: transcripción de ADN a ARN (50 a
1.000 copias por ciclo). H: unión del primer 2. I: retrotranscripción y formación de híbrido
ARN/ADN. J: hidrólisis del ARN para formar una cadena única de ADN. K: unión del primer 2. L:
E: extensión por acción de la RT, formación de una cadena doble de ADN. M: transcripción de
ADN a ARN y retorno a la etapa G. Para la amplificación de ADN por el sistema NASBA a: se
denatura la doble cadena de ADN. b: se une con el primer 1 que posee el sitio de unión a la T7
ARN polimerasa y se produce una cadena doble de ADN c: se une con el primer 2 y se produce una
cadena doble que contiene el sitio de fijación de la T7 ARN polimerasa. El resto de la reacción es
similar al método ya descrito.
Tabla 7.5. Aplicación de la biología molecular en la subtipificación de algunos virus
Métodos de biología molecular
Agente viral
RFLP
Adenovirus
+
Citomegalovirus
+
PCRRFLP
Secuencia
Southern
Serotipificación Genotipificación
+
Dengue
+gpB
+
EBV
+
Enterovirus
+
RT+
+
HBV
+
HCV
+
+
+
+
HPV
HSV
+
+
+
Influenza
+
Norovirus
+
Parainfluenza
+
RSV
+
+
+
+
RT+
VIH
VZV
+
+
Rinovirus
Sarampión
PCR
+
+
long+
RFLP: polimorfismos de restricción (por Restriction Fragment Length Polimorphism). PCR:
amplificación genómica. RT: retrotranscripción. HAV: virus de la hepatitis A.
HBV: virus de la hepatitis B. HCV: virus de la hepatitis C. HSV: virus herpes simple. VIH: virus de
la inmunodeficiencia humana. HPV: virus papiloma humano. VZV: virus de la varicela.
Diagnóstico virológico en el curso
de las infecciones gastrointestinales
Las gastroenteritis virales son una importante causa de morbilidad y
mortalidad infantil. Estas infecciones son causadas por un grupo amplio de
agentes virales que pertenecen a diversas familias virales. La muestra debe
ser tomada tan pronto en la fase aguda de la enfermedad (1-4 días) ya que
la eliminación viral es mayor en este periodo. La mayoría de diarreas o
gastroenteritis virales son causadas por agentes de difícil crecimiento o aún
no cultivables; por esta razón, el aislamiento viral no juega un papel
fundamental en el diagnóstico de infecciones virales gastrointestinales. El
aislamiento de ciertos agentes virales como enterovirus o adenovirus, no es
prueba de suficiencia del papel etiológico de estos agentes en la patología
gastrointestinal, por lo que se requieren otras estrategias para su
identificación.
En el caso de enfermedad diarreica aguda, las muestras clínicas más
empleadas son la de materia fecal líquida y el hisopado rectal, la más
recomendada es la de la diarrea líquida, el hisopado solo en caso de no
disponer de muestra fecal. Las muestras de materia fecal son de elección si
se desea hacer aislamiento viral. Si se piensa en realizar pruebas
moleculares, el tiempo de transporte debe ser corto y la temperatura baja
para garantizar la estabilidad de genomas de tipo ARN.
Los aplicadores deben introducirse 4-5 cm en el recto y ser rotados
contra la mucosa, se extraen y se transportan en medio VTM. La materia
fecal (1-2 g) se coloca en 8-10 ml de medio de transporte para evitar su
desecación (tabla 7.6).
La mayoría de agentes son evidenciados por técnicas de microscopía
electrónica de transmisión (rotavirus, adenovirus, calicivirus, coronavirus,
astrovirus). La eliminación de grandes cantidades de virus en materia fecal
facilita detectar el antígeno viral por técnicas de EIA (más sensibles),
aglutinación de látex (rotavirus, adenovirus) o inmunocromatografía
(rotavirus, adenovirus). Los astrovirus pueden ser identificados por
métodos inmunoenzimáticos o por RT-PCR; sin embargo, las pruebas no
son comerciales y sólo se practican en algunos laboratorios de referencia.
Para el diagnóstico de infecciones producidas por calicivirus, como el
Norovirus y Sapovirus son útiles los ensayos de RT-PCR para aclarar el
papel de estos agentes en los brotes epidémicos.
Algunos autores emplean pruebas de PCR-múltiples para el estudio
de patógenos gastrointestinales que incluyen enterovirus, reovirus,
rotavirus, hepatitis A y norovirus; no obstante, los enterovirus y norovirus
no amplifican con la misma eficacia. Recientemente se han aprobado dos
pruebas múltiples para detectar una amplia gama de patógenos, la
Luminex xTag Gastrointestinal Pathogen Panel y la BioFire Film Array GI
test, pero su relevancia clínica aún debe ser probada.
Diagnóstico virológico en el curso
de las infecciones respiratorias agudas
Los síndromes respiratorios constituyen un grupo limitado de síndromes
clínicos que pueden ser causados por un número considerable de agentes
virales. Algunos de estos cuadros clínicos son autolimitados y con
manifestaciones leves; otros pueden tener un curso más grave o permitir
un tratamiento específico: influenza, virus respiratorio sincitial,
citomegalovirus, herpes. El diagnóstico se aconseja en los casos que por su
gravedad o importancia epidemiológica ameritan el comprobar la
etiología.
Los métodos empleados frecuentemente para identificar agentes
infecciosos virales en patología respiratoria se basan en la detección del
antígeno viral o en aislamiento viral. Las pruebas para la detección de
antígeno de VRS pueden ser más sensibles (100%) que el aislamiento por
la labilidad del agente infeccioso; para el resto de agentes infecciosos es
más sensible el aislamiento. La sensibilidad de las pruebas rápidas para
identificar virus respiratorios es variable (entre 46 y 8%), dependiendo del
virus y de la prueba comercial.
Las muestras clínicas más útiles para diagnosticar enfermedades del
tracto respiratorio son los fluidos respiratorios como los líquidos de lavado
broncoalveolar (8-10 ml de líquido de lavado broncoalveolar se ponen en
un recipiente estéril), los aspirados nasofaríngeos, los hisopados
nasofaríngeos, los líquidos pleurales y la biopsia. Los aspirados
nasofaríngeos se obtienen por succión intermitente con una sonda delgada
y se transportan en 5-8 ml de medio de transporte, el líquido pleural
emplea al menos 2 ml en recipiente estéril. Las biopsias de 1-2 g se
transportan en 8-10 ml de VTM para evitar su desecación.
Tabla 7.6. Uso de diferentes métodos diagnósticos en caso de gastroenteritis virales
Síndrome
Gastroenteritis en niños
Gastroenteritis en adultos
Agentes frecuentes
Rotavirus
Adenovirus 40 y 41 no cultivables
Calicivirus
Astrovirus
Calicivirus
Astrovirus
Muestra
Heces líquidas
Hisopado rectal
Pruebas
EIA Inmunocromatografía RT-PCR
PCR anidadas
PCR-múltiples
PCR en tiempo real
Los métodos diagnósticos más empleados en caso de IRA son el
cultivo, la identificación de antígenos virales por técnicas de
inmunofluorescencia indirecta (IFI) o inmunocromatografía. Los métodos
de inmunofluorescencia son mucho más sensibles que los métodos
inmunocromatográficos y en una sola prueba puede detectarse al menos
ocho agentes virales distintos: virus respiratorio sincicial, virus influenza
A y B, virus parainfluenza 1-3, adenovirus y metapneumovirus. Las
pruebas serológicas son demoradas porque requieren sueros pareados, no
ayudan en el manejo del paciente y su interés es más de tipo
epidemiológico (tabla 7.7).
Diagnóstico virológico en el curso
de las infecciones del sistema nervioso
Más de 100 agentes infecciosos virales han sido implicados en la etiología
de las infecciones del SNC. Los virus que causan infección del SNC
pueden involucrar la médula espinal (mielitis), los ventrículos y el sistema
de conducción del LCR (romboencefalitis), el cerebelo (cerebelitis) o el
cerebro (encefalitis). La mayoría de agentes virales producen algún grado
de inflamación meníngea y del parénquima cerebral. El propósito del
diagnóstico del agente etiológico en las infecciones del SNC es identificar
un agente específico (virus herpes simple), el cual tiene un tratamiento
antiviral específico y la demora en instaurar una terapia adecuada
ensombrece el pronóstico desde el punto de vista de sobrevida y secuelas.
En cuanto al diagnóstico, las infecciones virales del SNC pueden dividirse
en tres categorías:
1.
2.
3.
Meningitis aguda en pacientes inmunocompetentes.
Encefalitis aguda en pacientes inmunocompetentes.
Infecciones oportunistas de pacientes inmunocomprometidos.
En el diagnóstico viral se han utilizado el aislamiento viral, la
detección de antígenos virales, el examen microscópico o la detección de
anticuerpos producidos a nivel intratecal, pero estos métodos son
considerados de muy baja sensibilidad.
Tabla 7.7. Utilidad de los diferentes métodos diagnósticos en caso de infecciones respiratorias
agudas
Síndrome
Agentes frecuentes
Resfriado común
Rinovirus, coronavirus, adenovirus, influenza A o B,
parainfluenza 1 o 2, enterovirus, RSV.
Faringitis
Adenovirus, EBV, enterovirus, HSV, influenza A o B,
parainfluenza 1 o 2, enterovirus, RSV
Crup
Parainfluenza 1, 2 o 3, influenza A, RSV, sarampión,
coronavirus
Bronquiolitis
RSV, metapneumovirus, parainfluenza 3, adenovirus,
parainfluenza 1 ó 2, influenza A o B, rinovirus
Neumonía
RSV, parainfluenza 3, adenovirus, influenza A, parainfluenza
1 y 2, rinovirus, EBV, Chlamydia psittaci
Neumonía en
inmunosupresión
Todos los enumerados. CMV, HSV, VZV, HHV6,
parainfluenza 1 y 2, sarampión, rinovirus
Muestra *
ANF HNF
LBA Biopsia
Pruebas
Cultivo IFI
Inmunocromatografía
NAAT
*El tipo de muestra varía, lo importante es contar con un gran número de células descamativas.
ANF: aspirado nasofaríngeo. HNF: hisopado nasofaríngeo. LBA: lavado bronco alveolar. IFI:
inmunofluorescencia. NAAT: pruebas de amplificación de ácidos nucleicos.
Para análisis de LCR se deben tomar 2-5 ml en condiciones estériles
y enviarse para aislamiento viral o estudios serológicos. El LCR no debe
diluirse, ya que los títulos virales son muy bajos. El aislamiento de virus
en muestras de líquido cefalorraquídeo (LCR) aporta evidencia clara y
directa de infección viral, su sensibilidad es baja en caso de infecciones
por virus herpes simple y arbovirus. Los virus más frecuentemente
aislados son los enterovirus y el virus de la parotiditis. El HSV, es
excepcional y sólo se aísla en caso de infecciones neonatales. En raras
ocasiones puede aislarse el adenovirus. El virus de la rubéola puede
encontrarse en LCR, pero es difícil de aislar de este tipo de especímenes.
La detección de anticuerpos en LCR es de baja sensibilidad en las fases
agudas de los procesos infecciosos.
En todos los síndromes, la amplificación genómica es cada día más
importante. La técnica de PCR ha sido utilizada recientemente en el
diagnóstico de encefalitis por HSV y enterovirus. La PCR puede ser la
única forma diagnóstica de detectar virus en patologías de dudoso origen,
como la meningitis de Mollaret y por virus como el CMV, parvovirus,
HHV-6 y el VIH en patologías neurológicas.
Para la detección de enterovirus, las pruebas RT-PCR realizadas en
LCR son considerablemente más sensibles que los cultivos. Utilizando
como blanco la región genómica 5’ no codante, que es altamente
conservada, se pueden identificar hasta 60 de los 67 enterovirus conocidos;
desafortunadamente estas pruebas no están ampliamente difundidas (tabla
7.8).
Otros virus en los que se ha detectado ADN viral en casos de
encefalitis son HSV-1, VZV, CMV y EBV; se desconoce si hay presencia
de virus en casos de reactivación de este tipo de infecciones. Ante la
presencia de una terapia adecuada para la infección por HSV-1 se hace
imperativo el tratamiento de los casos en forma rápida, lo que conlleva a
una disminución de la morbilidad y mortalidad. En un metanálisis reciente
se pudo observar una sensibilidad y especificidad de la PCR en LCR del
96 y 99% respectivamente.
La tabla 7.9 muestra los virus que se asocian con infecciones
oportunistas del SNC.
En los cuatro primeros casos la PCR es un elemento útil de
diagnóstico, con sensibilidades que varían de 72 al 100% y especificidades
cercanas a 100%. A pesar de las nuevas pruebas, el diagnóstico del agente
etiológico permanece desconocido en un 70% de los casos.
Tabla 7.8. Utilidad de los diferentes métodos diagnósticos en caso de infecciones del sistema
nervioso
Síndrome
Agentes frecuentes
Meningitis
Echovirus, coxsackie A o B, parotiditis. HSV, VZV,
adenovirus, CMV, rubéola
Encefalitis
HSV, arbovirus, EBV, enterovirus, rabia, posinfecciosa
(VZV, sarampión, parotiditis, influenza)
Síndrome de Reye
VZV, influenza A y B
Mielitis transversa
EBV, influenza, M. pneumoniae
Encefalitis crónica o
subaguda
HIV, CMV, enterovirus, adenovirus
PPET
LMP
Muestra*
Prueba
LCR
Heces
Hisopado faríngeo
Aislamiento
Serología
NAAT
HTLVI y HTLV II
Sangre
Serología
Western Blot
ADN proviral
Virus JC
LCR
NAAT
* El tipo de muestra depende del patógeno sospechado. PPET: paraparesia espástica tropical. LMP:
leucoencefalopatía multifocal progresiva.
LCR: líquido cefalorraquídeo. NAAT: pruebas de amplificación genómica.
Diagnóstico virológico
en el curso de las infecciones de piel
El mejor espécimen en caso de lesiones papulovesiculares de piel lo
constituye el líquido y las células obtenidas de las vesículas. Son menos
favorables las muestras provenientes de otro tipo de lesiones como
pústulas, úlceras o costras. Un ejemplo, la sensibilidad para la detección de
HSV por cultivo es de 80% en caso de lesiones vesiculares y mucho menor
en caso de lesiones de tipo pústula o costra. Los resultados del aislamiento
en casos de HSV son rápidos (1-3 días) y en casos de VZV son lentos y
menos sensibles por la labilidad del virus (4-10 días).
Los métodos más comúnmente empleados para diagnóstico son el
cultivo viral, la histopatología, examen directo del tejido infectado,
detección de antígenos virales por métodos inmunológicos (IFI, IP),
detección de ADN o ARN virales y pruebas serológicas (tabla 7.10). El
cultivo viral es muy rápido y sensible en caso de lesiones causadas por
HSV-1 o HSV-2, pero un poco más demorado y de menor sensibilidad en
caso de infecciones causadas por VZV.
La histopatología es útil para identificar cambios de tipo coilocitosis
clásicas y de al menos seis de los nueve criterios de Schneider: núcleo
grande, aspecto bi o multinucleado, halo perinuclear, gránulos
queratohialinos, hipercromasia celular, estriaciones citoplásmicas,
aclaramiento citoplásmico, coilocitosis leve y presencia de células
paraqueratóticas, todos asociados a infecciones por HPV. El extendido de
Tzanck dará manifestaciones que son características de infecciones por
virus de la familia herpes. La microscopía electrónica puede identificar
agentes cuya morfología es muy característica (Poxvirus). Las
coloraciones inmunohsitoquímicas han sido útiles para identificar
antígenos específicos de HSV-1, HSV-2, VZV y en algunos casos
antígenos de cápside de HPV. La hibridación y la PCR in situ fue utilizada
en caso de infecciones por HPV. En caso de infecciones sistémicas que
presenten manifestaciones en piel (sarampión, rubéola, varicela) y con
periodos de incubación mayores a 15 días, la serología IgM específica es
de gran utilidad diagnóstica. Las pruebas de amplificación genómica de
secuencias consenso, son convenientes en el diagnóstico de infecciones
causadas por familias como la Papillomaviridae y Picornaviridae que
tienen un amplio número de genotipos.
El tipo semiológico de las lesiones da una idea general del tipo de
agentes infecciosos que deben sospecharse: sarampión, rubéola, HHV-6,
parvovirus B-19, virus Epstein Barr, dengue y enterovirus, etc. (tabla 7.9).
Diagnóstico virológico en el curso de las infecciones
conjuntivales y oculares
El ojo y sus estructuras anexas pueden ser blanco de infección de agentes
virales. Las manifestaciones clínicas más frecuentes en caso de
conjuntivitis son: incomodidad, ardor, sensación de cuerpo extraño,
lagrimeo, enrojecimiento y edema palpebral.
Las patologías oculares son clasificadas de acuerdo con las
estructuras anatómicas comprometidas en conjuntivitis, queratitis, uveítis,
cataratas y retinitis. Los agentes virales de mayor frecuencia asociados con
conjuntivitis son HSV, enterovirus, CMV y adenovirus. La mayoría de las
infecciones del ojo y conjuntiva son diagnosticadas clínicamente, puesto
que el número de agentes involucrados es muy amplio y las pruebas
resultarían muy onerosas. Los enterovirus han sido aislados en casos de
conjuntivitis hemorrágicas epidémicas, causantes de cuadros que
popularmente fueron descritos como la “mirada china”. En el transcurso
del sarampión pueden verse también casos con conjuntivitis seria. Las
muestras para diagnóstico se toman con hisopo humidificado con solución
salina estéril. Las muestras tomadas por escarificación deben reservarse a
los oftalmólogos y en ambos casos se transportan en VTM. En el caso de
neonatos, las lesiones conjuntivales pueden ser causadas por Chlamydia
trachomatis (tabla 7.11).
Tabla 7.9. Agentes involucrados virales en infecciones oportunistas del sistema nervioso
Virus involucrado
Patología asociada
Citomegalovirus
Radiculitis y encefalitis
Virus herpes simple
Meningoencefalitis
Varicela zoster
Encefalitis y mielitis
Virus de Epstein Barr
Linfomas primarios en pacientes
infectados por el VIH
Virus JC
Leucoencefalopatía multifocal
progresiva
Tabla 7.10. Utilidad de los diferentes métodos diagnósticos en caso de infecciones virales de
piel
Síndrome
Agentes frecuentes
Muestra*
Prueba
Enterovirus (echovirus, coxsackie A o B) HSV,
Lesión papulovesicular VZV
Virus de la varicela y zona
Lesión papular o
nodular
Molusco contagioso
Virus del papiloma humano
Lesión maculopapular
Citomegalovirus
Dengue
Enterovirus
Parvovirus B19
Rubéola
Sarampión
Virus de Epstein Barr
Virus de inmunodeficiencia humana
Virus herpes humano tipo 6
Histopatología
Biopsia
Líquido vesicular
Sangre
Serología (IgM)
Detección de
antígenos Hibridación
in situ Amplificación
genómica
* El tipo de muestra depende del patógeno sospechado
Existe a su vez una serie de agentes virales (citomegalovirus,
rubéola, varicela y zona, sarampión, herpes simple, parotiditis e influenza)
asociados con enfermedad ocular congénita y con manifestaciones
diversas: cataratas, retinitis pigmentaria, coriorretinitis, retinitis atrófica,
microftalmía; cada una de estas patologías tiene sus pruebas específicas de
diagnóstico.
Diagnóstico virológico en el curso
de las infecciones virales febriles no diferenciadas
En niños la enfermedad febril cursa por lo general con manifestaciones
respiratorias o con un síndrome convulsivo que enfoca hacia patologías en
el tracto respiratorio o en el sistema nervioso central. En un alto porcentaje
de casos la única sospecha de infección viral la constituye la presencia de
fiebre alta, cuya causa no es bien diferenciada; en estos casos es necesario
establecer una etiología. Los agentes más comunes involucrados en
infecciones virales no diferenciadas son el virus de Epstein Barr, el
citomegalovirus, el dengue, otros arbovirus, el VIH y los enterovirus (tabla
7.12).
La respuesta IgM específica es útil en el diagnóstico de infecciones
por citomegalovirus, dengue, y mononucleosis infecciosa. La IgM en
infecciones por virus dengue sólo se positiviza a partir del quinto día del
curso de la infección y puede ser positiva incluso durante las
reactivaciones virales.
En infecciones del sistema nervioso central por enterovirus, se puede
intentar aislar el agente patógeno en la faringe o heces, pero lo más
importante es la amplificación genética del grupo viral en líquido
cefalorraquídeo. En infecciones por citomegalovirus o durante la fase
aguda de la infección por VIH se puede detectar la presencia de genoma
viral en muestras sanguíneas.
Con el surgimiento de la terapia antiviral se hace más vigente
desarrollar en el laboratorio métodos para detectar la resistencia a los
medicamentos antivirales. Las entidades en las que la prueba de resistencia
tiene una gran relevancia son las causadas por los virus VIH, HBV, HCV,
HCMV y HSV. En el caso del HSV, el procedimiento básico es la
reducción de placas, en el que se determina la cantidad de medicamento
capaz de inhibir en un 50% el número de placas que aparecen en el cultivo.
Este método es posible por la forma sencilla y rápida como crece el virus,
pero no así para HCMV y VIH donde es necesario desarrollar técnicas que
detecten las alteraciones genéticas en la transcriptasa inversa o en las
proteasas virales responsables de la resistencia. En caso del HCMV, las
mutaciones pueden ser múltiples al interior de un mismo gen, mientras que
en el caso de VIH, las mutaciones pueden estar localizadas en distintos
genes.
Tabla 7.11. Utilidad de los diferentes métodos diagnósticos en caso de infecciones oculares de
origen viral
Síndrome
Agentes frecuentes
Conjuntivitis
Adenovirus
Enterovirus 70, virus coxsackie A24.
Influenza
Parotiditis
Sarampión
Virus herpes simple
Virus de la varicela y zona
Queratitis
Adenovirus
Parotiditis
Rubéola
Sarampión
Virus herpes simple
Virus varicela y zona
Retinitis**
CMV
VIH
Uveítis
anterior**
Adenovirus
Virus herpes simple Virus de Epstein Barr
Parotiditis
Rubéola
Sarampión
Muestra*
Hisopado de
córnea
Sangre
Prueba
Aislamiento viral
Identificación de antígenos
Serología IgM
NAAT
*El tipo de muestra depende del patógeno sospechado. NAAT: pruebas de amplificación genómica.
**Tomas directas no siempre posibles.
Tabla 7.1. Utilidad de los diferentes métodos diagnósticos en caso de infecciones virales
febriles
Agentes frecuentes
Muestra*
Prueba
Citomegalovirus
Síndrome febril
no diferenciado
Dengue
Enterovirus
Virus de Epstein Barr
Virus de inmunodeficiencia humana
*El tipo de muestra depende del patógeno sospechado.
Sangre
LCR
Frotis de garganta
Heces
IgM específicas
Aislamiento viral
Carga viral
Lecturas sugeridas
Revisiones
Hu Y., Hirshfield I., 2005. Rapid approach to identify an unrecognized viral agent. En Journal
Virological Methods, jul; 127(1): pp. 80-86.
Leland D. S., Ginocchio C. C., 2007. Role of cell culture for virus detection in the age of
technology. En Clinical Microbiology Review, jan; 20(1): pp. 49-78.
Madeley C., R., Peiris J. S. M., 2002. Methods in virus diagnosis: immunofluorescence revisited.
En Journal Clinical Virology, aug; 25(2): pp. 121-134.
Mahony J. B., 2008. Detection of respiratory viruses by molecular methods. En Clinical
Microbiology Review, oct; 21(4): pp 716–747.
Roingeard P., 2009. Détection des virus par microscopie électronique: passé, présent et futur. En
Virologie, sep-oct; 13(5): pp. 249-258.
Vernet G., 2004. Molecular diagnosis in virology. En Journal Clinical Virology, dec; 31(4): pp.
239-247.
Capítulos de libro y artículos de interés
Atkinson C., Emery V. C., 2011. Cytomegalovirus quantification: where to next in optimising
patient management? En Journal Clinical Virology, aug; 51(4): pp. 219-224.
Boivin G., Mazzulli T., Petric M., Couillard M., 2009. Diagnosis of viral infections. En: Richman
D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical Virology. ASM Press. Washington DC. 3a. Ed.,
pp. 265-294.
Cinque P., Bossolasco S., Lundkvist A., 2003. Molecular analysis of cerebrospinal fluid in viral
diseases of the central nervous system. En Journal Clinical Virology, jan; 26(1): pp. 1-28.
Jeffery K., Aarons E., 2009. Diagnostic approaches. En Zuckerman AJ, Banatvala JE, Schoub BD,
Griffiths PD, Mortimer P., Principles and practice of clinical virology. Wiley-Blackwell.
Singapore. 6a. Ed. pp. 1-27.
Leveque N., Van Haecke A., Renois F., Boutolleau D., Talmud D., Andreoletti L., 2011. Rapid
virological diagnosis of central nervous system infections by use of a multiplex reverse
transcription-PCR DNA microarray. En Journal Clinical Virology, nov; 49(11): pp. 38743879.
Modrow S., Truyen U., Falke D., Schätzl H., 2013. Laboratory methods for detecting viral
infection. En Modrow S., Truyen U., Falke D., Schätzl H., Molecular Virology. Berlin.
Springer. pp. 163-181.
Pozzetto B., Huraux J. M., 2003. Examens virologiques en pratique virale. En Huraux J. M.,
Nicolas J. C., Agut H., Peigue-Lafeuille H., Virologie Médicale. París. Francia. Estem
Publishers, pp. 65-80.
Rhoades R. E., Tabor-Godwin J. M., Feuer R., 2011. Enterovirus infection of the central nervous
system. En Virology, mar; 411(2): pp 288-305.
Sidoti F., Ritta M., Costa C., Cavallo R., 2015. Diagnosis of viral gastroenteritis: limits and
potential of currently available procedures. En Journal of Infection Developing Countries;
9(6); pp. 551-561.
Specter S., Hodinka R. L., Young S. A., Wiedbrauk D. L., 2009. Clinical Virology Manual. ASM
Press. Washington D.C. 4a Ed.
Storch G. A., Wang D., 2013. Diagnostic virology. En Knipe D. M., Howley P. M., Fields
Virology. 6a Ed. Vol. I. New York.
EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins Publishers, pp. 414-451.
Zaravinos A., Mammas I. N., Sourvinos G., Spandidos D. A., 2009. Molecular detection methods of
human papillomavirus (HPV ). En International Journal Biological Markers, oct-dec; 24(4):
pp. 215-222.
Zhang H., Morrison S., Tang Y. W., 2015. Multiplex polymerase chain reaction for detection of
pathogens associated with gastroenteritis. En Clinics Laboratory Medicine; 35(2): pp. 461-486.
Sitios web
http://virology-online.com/general/Tests.htm
Capítulo 8
Infección respiratoria
aguda viral
Introducción
La infección respiratoria aguda (IRA) constituye un problema primordial
en salud pública, siendo una causa importante de morbilidad en la
población infantil y adulta. Se calcula que al año ocurren en el mundo un
total de 22 millones de casos y de ellos de cuatro a cinco millones de
muertes son causadas por IRA, la mayoría de ellos en niños. Se calcula
que sólo las IRA son responsables del 18% de la mortalidad en niños
menores de cinco años. Los patógenos virales más frecuentemente
asociados a mortalidad son el virus respiratorio sincicial, el virus influenza
y el adenovirus. En un estudio prospectivo realizado en Cali en niños
menores de 18 meses, se estableció que la tasa de incidencia de IRA en
población a riesgo fue de 6,6 casos por niño/año; la incidencia de
infecciones altas de 4,9 casos y la de bajas, 1,7 casos por niño/año. En
estudios de circulación viral adelantados en múltiples centros de vigilancia
epidemiológica en el mundo y en Bogotá, se observó que el virus que
circula con mayor frecuencia en diferentes periodos epidémicos es el virus
respiratorio sincicial, solamente desplazado por el virus influenza A H1N1
durante la pandemia de 2009-2010. Mundialmente se calcula que las IRA
presentan entre cuatro a nueve episodios anuales por niño y entre tres a
cinco episodios anuales en adultos. Estas patologías constituyen una causa
importante de consulta ambulatoria y hospitalaria (cercana al 25%) de
casos en países desarrollados. Los costos relacionados a esta patología
(consulta médica, manejo hospitalario, ausentismo laboral y escolar) son
importantes. Además, existen costos adicionales como el uso de
antibióticos y de exámenes clínicos costosos e innecesarios, si se tiene en
cuenta que los virus son responsables del 80% de las IRA en niños
menores. Se estima que el 75% de las prescripciones de antibióticos se
hacen por IRA, por lo tanto, saber identificar las infecciones virales
restringiría sensiblemente el uso inadecuado de antibióticos.
La enfermedad es un evento inusual en las infecciones de las vías
respiratorias, ya que la mayoría de los individuos expuestos no desarrollan
un cuadro clínico. Los factores que determinan el curso clínico de la
enfermedad tienen que ver con factores de virus (tipo viral, factores de
virulencia y dosis de inóculo), factores de hospedero (edad, factores
genéticos, estado inmunológico) y factores del medio ambiente
(temperatura, humedad y polución).
Agentes infecciosos
Una amplia gama de virus con genoma de tipo ADN y ARN son
responsables de las IRA. Los síndromes asociados varían en seriedad de
leves a moderados o graves, estos últimos relacionados con mortalidad.
Diferentes virus son responsables de un mismo síndrome clínico,
dependiendo de la edad y del estatus inmune del paciente. El tracto
respiratorio es el sitio primario de replicación de un gran número de
agentes virales, que tienen tres vías patogénicas:
1.
2.
3.
Agentes que cursan con una enfermedad aguda con replicación limitada a la mucosa
respiratoria; por ejemplo rinovirus, virus influenza, virus respiratorio sincicial.
Virus con replicación persistente o prolongada en la mucosa respiratoria; por ejemplo
virus herpes simple, virus Epstein Barr, adenovirus.
Presentan una replicación inicial en la mucosa respiratoria seguida de una diseminación
sistémica; por ejemplo sarampión, parotiditis, varicela, rubéola.
Los agentes virales están involucrados entre 30 y 80% de los casos
de infección respiratoria en niños menores de cinco años. Las
manifestaciones de IRA se limitan a ocho cuadros clínicos distintos, y el
número de agentes etiológicos es mayor de 200 grupos serológicos. Como
la mayoría de infecciones son banales; desde el punto de vista de costos
asociados al cuidado de la salud, es útil detectar agentes que por sus
características epidemiológicas, gravedad del cuadro clínico y/o
complicaciones así lo ameriten. El mayor interés para el clínico lo
constituye el cuándo y el cómo obtener los especímenes clínicos para
estudio y, para el virólogo, cuáles son los agentes agrupados con una
determinada patología y cuáles los agentes que deben detectarse.
Los agentes infecciosos asociados exclusivamente a IRA son
variados; es posible agruparlos en las siguientes familias virales:
Picornaviridae, Paramyxoviridae, Orthomyxoviridae, Coronaviridae,
Adenoviridae, Herpesviridae, Parvoviridae y Polyomaviridae. Los tipos
virales y la variabilidad antigénica de los agentes infecciosos se detalla en
la tabla 8.1.
La mayor utilidad del diagnóstico virológico en IRA consiste en
caracterizar las epidemias, e identificar los agentes responsables, de tal
manera que para casos ulteriores se definan los criterios clínicos y
epidemiológico adecuados. Las recientes técnicas de amplificación
genómica múltiple permiten detectar una amplia gama de virus
respiratorias e inclusive bacterias de difícil aislamiento (Bordetella
pertussis, Chamydophila pneumoniae, Mycoplasma pneumoniae y
Legionella pneumophila). En un estudio reciente que compara cuatro
pruebas diagnósticas de amplificación genómica, se pudo observar una
dificultad para detectar bajas cargas virales con algunas pruebas, la
sensibilidad y especificidad de las mismas fue del 87,3% y una
especificidad del 95,4%; se pudo detectar virus pero no bacterias en un
74,7% de casos y bacterias en un 25,3% de muestras; las coinfecciones
bacterias-virus se presentaron en 24,09% de casos.
Estructura y mecanismos
de protección del epitelio respiratorio
El pulmón representa la superficie epitelial más extensa en el organismo,
por eso constituye la puerta principal para el ingreso de patógenos al
hospedero. En promedio, cada minuto, ingresan a nuestro cuerpo 10 litros
de aire en los que pueden estar presentes patógenos potenciales, sin
embargo, nuestro organismo se mantiene libre de patógenos que pudiesen
desencadenar procesos inflamatorios. El organismo cuenta en el tracto
respiratorio con múltiples mecanismos de defensa que contribuyen a
eliminar los microorganismos. Estos mecanismos se pueden clasificar en
anatómicos, no específicos, inhibitorios y virales específicos o protectores
(figura 8.1).
Tabla 8.1. Agentes virales asociados a la IRA
Familia viral
Agentes virales frecuentes
Variabilidad
Picornaviridae
Rinovirus
Enterovirus
Más de 112 serotipos
Coxsackie A 23 tipos
Coxsackie B 6 tipos
Echovirus 31 tipos
Enterovirus 4 tipos
Paramyxoviridae
Virus respiratorio sincicial
Metapneumovirus humano
Virus parainfluenza
Sarampión
2 grupos A y B Serotipo único
4 serotipos
Serotipo único
Orthomyxoviridae
Virus influenza
3 especies A, B, C.
Coronaviridae
Coronavirus humano
6 serotipos 229E, OC43, SARS, NL63, HKU1, MERS
Adenoviridae
Adenovirus
52 serotipos
Herpesviridae
Citomegalovirus
Virus herpes simple
Virus de la varicela y zoster
Virus de Epstein Barr
Virus herpes humano 6
2 serotipos
Parvoviridae
Bocavirus humano
1 tipo
Polyomaviridae
Polyomavirus
2 tipos (WU, KI)
Entre los elementos de defensa están los siguientes:
1.
2.
El aire pasa por un complicado sistema aerodinámico de filtración con flujo turbulento en
ciertas áreas, lo cual garantiza que algunas partículas golpeen y se adhieran a la mucosa
respiratoria, protegiendo las vías respiratorias bajas. Las partículas que posean un diámetro
menor de cinco mm quedan atrapadas en el moco presente en las vías aéreas superiores.
Las células epiteliales son una barrera física y funcional entre el medio externo y el tejido
subyacente. Las células se mantienen agrupadas por uniones fuertes, uniones adherentes,
desmosomas y uniones de tipo hendidura (gap). Estas últimas son únicas, pues permiten la
formación de pequeños canales intercelulares que facilitan la difusión de pequeñas
3.
4.
moléculas, segundos mensajeros, iones y moléculas < de un kDa entre células vecinas.
La humedad en las vías respiratorias facilita que ciertos microorganismos higroscópicos
aumenten de volumen y sean más fácilmente fagocitados.
El moco es un complejo sistema de glicosaminoglucuronanos (mucopolisacáridos) y mucina
que establece una barrera
Figura 8.1. Estructura funcional del epitelio respiratorio
El epitelio respiratorio es un elemento fundamental para la defensa contra los patógenos. Las
células epiteliales son una barrera física contra los patógenos, poseen un aparato mucociliar que
permite el movimiento del moco, poseen nexos fuertes entre sí por medio de uniones de tipo
desmosoma (Des), uniones de hendidura (Uh), uniones adherentes (Ua) y uniones estrechas (Ue).
Las células epiteliales son de tipo célula ciliada (A) o caliciforme(B). La protección química está
asegurada por la secreción de IFN α/β, lactoferrina, β defensinas (hBD2 y hBD3) y óxido nítrico.
La secreción de moco por las células caliciformes es secretado a la luz y al mezclarse con agua
forma un revestimiento epitelial y permite que el entorno siempre esté húmedo. La producción de
quimioquinas y citoquinas recluta y activa las células de respuesta inmune en la submucosa. La
primera línea de defensa está compuesta por las células epiteliales, los polimorfonucleares
neutrófilos (PMN), los macrófagos (Ma), las células asesinas naturales (NK) y las células
dendríticas (DC). Las citoquinas (IL-1β, TNFα, IL-6) y quimioquinas (IL-8, MIP-1, MCP-1,
Rantes) producidas activan las células de respuesta inmune presentes en la submucosa. Los
linfocitos intraepiteliales poseen subpoblaciones de linfocitos B (LB) y linfocitos T (LT ) que se
activan en ganglios linfáticos luego de la acción de las DC. Los virus que ingresan por vía
respiratoria y producen infecciones sistémicas se asocian a viremias.
5.
6.
7.
8.
física a los agentes infecciosos que quedan atrapados en ella. En contacto con las células
epiteliales se establece el fluido periciliar y un poco más distante una capa de moco
secretado.
El movimiento ciliar impulsa las partículas adheridas al moco hacia la orofaringe; allí serán
espectoradas o deglutidas.
La mucosa respiratoria produce una serie de moléculas antimicrobianas, que incluyen entre
otras, la lisozima, el complemento, IgA e IgG, fibronectina, lactoferrina, transferrina,
lipopolisacárido, β defensinas, catelicidinas, colectinas, proteínas antioxidantes y óxido
nítrico. Estas sustancias tienen un importante papel antimicrobiano, antifúngico y contra
ciertos virus envueltos. El moco de las vías aéreas es una sustancia viscosa y elástica
compuesta de mucinas de las cuales al menos se han descrito unas 11 variedades, los genes
de las mucinas son regulados por acción de factores de transcripción como el NFκB y el
Sp1.
Reflejos como la tos y el estornudo permiten eliminar partículas o cuerpos extraños.
Una vez el agente infeccioso haya alcanzado las vías de muy pequeño calibre o los alvéolos
pulmonares, se cuenta con menor número de mecanismos de defensa y el papel de los
macrófagos alveolares y de polimorfonucleares consiste en eliminar las posibles noxas.
En el epitelio respiratorio se inician las vías de señalización que
reconocen los patrones moleculares asociados al patógeno (figura 8.2). Los
receptores que reconocen estos PAMP se localizan en los endosomas
(TLR-3, TLR-7, TLR-8 y TLR-9), en la membrana plasmática (TLR-4) o
en el citoplasma (helicasas RIG y MAD-5) y cada uno de ellos tiene una
especificidad para reconocer moléculas de ARN viral, motivos CpG o
proteínas virales. La señalización involucra la fosforilación de proteínas
adaptadoras como TRIF y MyD88, la activación de factores de
transcripción que regulan el interferón (IRF-3 e IRF-7) o el factor de
transcripción nuclear κB (NFκB), que regulan la expresión de diferentes
tipos de interferón; la acción del IFN sobre la célula infectada o sobre
células contiguas, lleva a síntesis de proteínas reguladas por el IFN como
la 2’5’ oligoadenilato sintetasa, la proteína quinasa, la proteínas de
resistencia a mixovirus y la viperina que en última instancia definen la
acción antiviral del IFN.
En cuanto a los mecanismos específicos de protección, el tracto
respiratorio cuenta en los tejidos linfoides con linfocitos T CD4+ y CD8+
nativos, que continuamente inspeccionan los complejos de MHC-II de las
DC. La presentación del antígeno a los linfocitos nativos puede darse
después de las primeras 72 horas de iniciado el proceso infeccioso,
produciendo una proliferación de células T específicas y la aparición de
linfocitos T efectores en las vías aéreas y parénquima pulmonar después de
seis a siete días de posinfección, esta cinética puede diferir entre virus. Los
linfocitos T de memoria se dividen en dos poblaciones: los linfocitos T
efectores de memoria (LTEM), que persisten en tejidos periféricos como el
pulmón y los linfocitos T de memoria central (LTMC), que se localizan en
tejidos linfoides y medula ósea. En los meses que siguen a la infección
primaria, los LTEM persisten en tejido pulmonar y tienen la capacidad de
proliferar rápidamente garantizando así una respuesta efectiva a
infecciones secundarias.
La respuesta de linfocitos B es importante en la respuesta mediada
por anticuerpos y permite eliminar el virus durante el curso de la infección
primaria, la producción de anticuerpos específicos es mediada por
mecanismos dependientes e independientes de células T. La memoria
inmune de células T es mantenida por células plasmáticas que secretan
anticuerpos de forma continua y por linfocitos B de memoria que persisten
de manera quiescente. La acción neutralizante de los anticuerpos
suministra protección adecuada contra la mayoría de patógenos
respiratorios, bloqueando los virus para iniciar un proceso de replicación,
sin embargo, la respuesta es de tipo específica y no protege contra
variantes virales; así por ejemplo, las células plasmáticas de larga vida que
secretan IgA específica de virus influenza, persisten en los tejidos linfoides
que rodean el tracto respiratorio. La eficacia de estos mecanismos de
defensa puede verse alterada por los contaminantes del aire como el humo
del tabaco y el aire contaminado.
Figura 8.2. Vías de señalización inducidas por virus en el tracto respiratorio
Los patrones moleculares asociados a los patógenos virales (PAMP) son reconocidos por diferentes
receptores de tipo Toll-like ( TLR) y helicasas, mediante la acción de tirosina quinasas y proteínas
adaptadoras o reguladoras de la transcripción, estimulan la síntesis de citoquinas proinflamatorias.
En A la acción de los TLR-3, TLR-7, TLR-8 y TLR-9 que se encuentran en los endosomas, son
capaces de reconocer ácidos nucleicos y llevar a la síntesis de IFN de tipo I (α y β). En B el TLR-4
que se encuentra a nivel extracelular reconoce la proteína F del VRS, mientras que las helicasas
citoplásmicas RIG-1 y MAD-5 reconocen ARN de doble cadena (dcARN) y ARN de cadena
sencilla y sentido negativo (csARN) virales. Los TLR activan las proteínas activadas por mitógenos
(MAP) y los factores reguladores de interferón 3 y 7 (IRF-3 e IRF-7) que inducen la síntesis de
interferón de tipo I (IFNα y β) e interferón de tipo III (IFNλ). Los interferones sintetizados actúan
sobre sus respectivos receptores llevando al estímulos de genes inducidos por IFN (ISG y GAS),
que llevan síntesis de más de 200 proteínas entre las que se encuentran la 2’5’ oligoadenilato
sintetasa (2’5’OAS), protein quinasas R (PKR), proteínas de resistencia a mixovirus (Mx) y
viperina. Las células dendríticas facilitan la presentación antigénica que permite la proliferación y
activación de LT y desencadena una respuesta inmune adaptativa.
Ciertos agentes infecciosos pueden asociarse a infecciones que
poseen replicación inicial a nivel del tracto respiratorio, con
manifestaciones sistémicas o en la cavidad oral. Ejemplo de estos, son:
Herpesviridae (herpes simple tipo 1, virus de la varicela, virus de Epstein
Barr, citomegalovirus), Togaviridae (virus de la rubéola),
Paramyxoviridae (virus de la parotiditis y sarampión). En pacientes
inmunosuprimidos, ciertos agentes infecciosos virales pueden relacionarse
con neumonías de tipo intersticial (citomegalovirus, virus herpes simple,
virus varicela zoster, virus herpes tipo 6 y virus parainfluenza tipos 1 y 2).
Vías de transmisión
Los virus respiratorios se transmiten a través del contacto directo o
indirecto, o por vía aérea por gotas o aerosoles. El contacto directo
involucra la transmisión de una persona infectada a una sana, mientras que
durante el contacto indirecto el virus es transferido por medio de objetos
contaminados (fómites).
Durante la transmisión por contacto, las manos contaminadas con
secreciones respiratorias juegan un papel fundamental. La transmisión
aérea no requiere intermediación o contacto y se efectúa mediante gotas
gruesas liberadas durante el estornudo o la tos, que llegan directamente a
la mucosa respiratoria. La transmisión por aerosoles se hace por
exposición a pequeñas partículas que son inhaladas por nasofaringe y se
instalan en la tráquea y pulmones. Los diferentes agentes infecciosos
tienen distintos patrones o modos de transmisión. La transmisión por
contacto directo o indirecto puede ser más importante en la transmisión del
virus respiratorio sincicial y adenovirus, mientras que la diseminación
aérea (gotas gruesas o aerosoles) lo es en la diseminación del coronavirus
SARS (tabla 8.2).
Factores ambientales que afectan la transmisión
La humedad ambiental y la temperatura están relacionadas con la
transmisión estacional de los virus influenza y virus respiratorio sincicial.
Estos factores pueden llevar a cambios en el comportamiento de los
individuos (mayor permanencia al interior de la vivienda o edificaciones
durante periodos de lluvia y frío), variaciones en los mecanismos de
defensa (alteración mucociliar por el aire frío y seco) o cambios en la
estabilidad o infectividad del virión. La humedad ambiental estabiliza la
partícula viral y el tamaño del aerosol, en áreas geográficas que presentan
estaciones, la humedad absoluta parece ser más importante que la
humedad relativa para transmitir el virus influenza. En países tropicales se
ha detectado que la transmisión más que estacional es uni o bimodal,
correlacionándose con las estaciones de lluvias; en algunas regiones como
en India, se observó sin embargo que la frecuencia de hospitalización
asociada a virus respiratorio sincicial era inversamente proporcional con
las precipitaciones, las diferencias geográficas también han sido descritas
para la transmisión de virus influenza. Otros factores ambientales
implicados son el flujo de aire (velocidad de corriente de aire al interior de
un espacio) y la ventilación (intercambio de aire entre el interior y exterior
de un determinado lugar), estos dos factores son importantes en la
infectividad y transmisión de los virus respiratorios, la tasa de transmisión
de virus influenza disminuye con el aumento de la ventilación aérea. Los
flujos de aire pueden jugar un papel importante en la diseminación de virus
respiratorios entre dos áreas hospitalarias.
Patogénesis de la infección viral
Durante el curso de la infección viral se presenta una serie de cambios
anatómicos y funcionales en el epitelio respiratorio que explican el
conjunto de signos y síntomas, las posibles complicaciones e infecciones
secundarias y que muestran cómo las infecciones no siempre tienen un
curso autolimitado.
Tabla 8.2. Agentes virales, periodos de incubación y vías de transmisión
Virus
Periodo de incubación (días)
Transmisión
Adenovirus
2-14
Contacto directo, aerosoles
Coronavirus
2-4
Contacto directo, aerosoles
Influenza
1-4
Contacto directo, aerosoles
Metapneumovirus
4-6
Gotas
Rinovirus
2-3
Contacto directo, gotas
Virus parainfluenza
1-7
Contacto directo, aerosoles
Virus respiratorio sincicial
2-8
Contacto directo, aerosoles
El primer efecto de la replicación viral es la pérdida del epitelio de
revestimiento, que como ya se mencionó cumple con funciones de barrera
física y funcional, la muerte celular y las alteraciones morfológicas
conllevan a pérdida de integridad y protección a los tejidos subyacentes.
Algunos virus tienen efectos citotóxicos sobre el epitelio respiratorio y
aumentan la apoptosis, que si bien puede ser un mecanismo protector que
limita la replicación viral, conlleva a la pérdida de la integridad tisular.
Entre las alteraciones funcionales, se produce en el epitelio infectado una
disminución en los factores que merman el tono del músculo liso como el
óxido nítrico, lo cual se expresa como un aumento de la hiperreactividad
de las vías aéreas.
La alteración del epitelio produce perturbaciones en la continuidad
de la barrera y disrupción del circuito eléctrico, con cambios en la
resistencia eléctrica y alteraciones en la permeabilidad paracelular; estos
cambios están mediados por cambios en el citoesqueleto celular.
La pérdida celular también se ve acompañada por alteración en los
procesos de reparación tisular. Una vez producida la alteración, se
liberan factores (metaloproteasas de matriz, factores de crecimiento y
citoquinas) para restaurar el epitelio. En fases iniciales este proceso de
restauración se hace de manera poco organizada, lo que lleva a
alteraciones en los mecanismos de defensa innatos. Diferentes patógenos
pueden conseguir la inducción de distintos factores de reparación epitelial;
en caso de rinovirus se han detectado presencia de factor de
transformación y crecimiento celular β (TGF-β), metaloproteasas de matriz
(MMP-9 y MMP-10) y factores angiogénicos como el factor de
crecimiento epidérmico (EGF) y factor de crecimiento endotelio vascular
(VEGF); mientras que en infecciones por RSV, se han descrito entre los
factores que interfieren con la reparación tisular, las metaloproteasas
(MMP-2 y MMP-9), que llevan al aumento en el factor de crecimiento de
fibroblastos (FGF-β ) y el factor de crecimiento epidérmico (EGF).
Los agentes virales durante su proceso evolutivo y de adaptación al
hospedero han adquirido múltiples estrategias para evadir el sistema
inmune. Los mecanismos más conocidos son: inhibición de la síntesis de
interferón, bloqueo del sistema de señalización del interferón y
perturbación de la acción de las proteínas inducidas por acción del
interferón. El bloqueo en la síntesis de interferón se efectúa por interacción
con las helicasas citoplásmicas (RIG-I y MAD5) o por inhibición de la
activación de factores de transcripción relacionados con la producción de
interferón como el IRF-3, algunos virus pueden bloquear la síntesis de
interferón por varias vías simultáneamente. Otras alteraciones en las vías
de señalización involucran elementos necesarios para la síntesis de
interferón y pueden comprometer la vía de señalización STAT o la
actividad de la proteína quinasa (PKR).
Uno de los factores que lleva a eliminar la infección viral es el
balance entre las respuesta inmunes de tipo Th1 y Th2, teniendo en cuenta
que una respuesta adaptativa efectiva es de tipo Th1. Algunos virus pueden
inducir la producción de citoquinas de tipo Th2 (IL-4, IL-5, IL-13),
resultando en cuadros clínicos con obstrucción de la vía aérea y asma.
Otros elementos que pueden involucrarse en una respuesta inmune
alterada, son las relaciones (tasas) entre citoquinas y quimioquinas (IL8/CXCLC8, MIP-1α/ CCL3, MCP-1/CCL2 y la IL-10/TNFα) que se han
observado alteradas en algunas infecciones graves; se desconoce si estos
hallazgos son una causa o un efecto de la infección grave.
Durante la infección viral se observa un incremento en la producción
de moco y modificaciones en el movimiento ciliar por pérdida de células
que disminuyen el flujo de moco. La calidad del moco respiratorio también
puede verse alterada; en modelos animales y humanos de infección con
rinovirus y RSV se ha observado que aumenta la expresión de ARNm que
codifican para la mucina MUC5AC. Los mecanismos que causan las
alteraciones del movimiento ciliar no son muy claros, pero podrían estar
asociados a niveles de óxido nítrico, AMP cíclico, calmodulina e inositol
trifosfato.
En los siguientes apartes se hará una descripción de los agentes
etiológicos y los diferentes métodos diagnósticos empleados para su
identificación; posteriormente se describirán cada uno de los síndromes
clínicos.
Virus de la familia Orthomyxoviridae,
(virus influenza)
El virus influenza pertenece a la familia Orthomyxoviridae. La familia
contiene cinco géneros, tres de los cuales afectan al hombre: al primer
género pertenece el virus influenza A, al segundo el virus influenza B y al
tercero el virus influenza C; los géneros Isavirus y Thogotovirus no
infectan al humano.
El agente infeccioso
Este agente infeccioso (figura 8.3) es un virus cubierto pleomórfico o
filamentoso de 80 a 120 nm de diámetro, con una cápside segmentada de
simetría helicoidal. El virus está compuesto de 1% de ARN, 70% de
proteína, 20% de lípido y 8% de carbohidrato. Los virus influenza A y B
presentan ocho segmentos genómicos, mientras que el virus influenza C
sólo posee siete. Las homologías genéticas de estos tres géneros virales se
explican por la existencia de un antepasado común. Los segmentos
genómicos están formados de ARN de cadena sencilla, de sentido
negativo, recubiertos de nucleoproteína, con un tamaño total de 13,5 kb y
codifica para 12 proteínas. Dado que el genoma viral no puede ser leído
por los ribosomas, el agente infeccioso codifica y empaqueta su propia
ARN transcriptasa (polimerasa) ARN dependiente, formada por complejos
de proteínas PA, PB1 y PB2. Todos los segmentos genómicos se rodean de
nucleoproteína formando complejos de ARN viral (vARN) y proteínas del
complejo ARN polimerasa (PA, PB1, PB2), formando estructuras de
simetría helicoidal denominadas nucleocápside. Las nucleocápsides son
sensibles a las ARNasas.
Figura 8.3. Esquema de la partícula de virus Influenza A
PB1, PB2 y PA: ARN polimerasas; HA: hemaglutinina; NP: nucleoproteína; NA: neuraminidasa;
M1 y M2: proteínas de matriz; NS1 y NS2: proteínas no estructurales. NEP: nuclear export protein.
Los complejos de ribonucleoproteína del virus influenza(vRNP) están formados por ARN viral
(ARNv) y nucleoproteína. Cada segmento genómico se encuentra asociado a las proteínas del
complejo ARN polimerasa PB1, PB2 y PA.
La organización en segmentos genómicos, (figuras 8.4 y 8.5), es una
característica importante de la partícula viral que le permite desarrollar los
procesos de recombinación y reasociación genéticas con otros virus
influenza de cepas diferentes, esta característica favorece la variabilidad
genética del virus y facilita los saltos de barrera de especie, como se
observó en el curso de la pandemia por virus influenza A H1N1 de origen
porcino en 2009.
Figura 8.4. Proteínas codificadas por el genoma de virus influenza, sitios de transcripción y
traducción
ARN(-) Ácido ribonucleico de sentido negativo. ARN(+) Ácido ribonucleico de sentido positivo.
Figura 8.5. Organización genómica del virus influenza
En letras figuran las proteínas que son codificadas por los segmentos genómicos PB1, PB2 y PA:
ARN polimerasas; A: hemaglutinina; NP: nucleoproteína; NA: neuraminidasa; M1 y M2: proteínas
de matriz; NS1 y NS2: proteínas no estructurales. NEP: nuclear export protein
Los virus influenza codifican para ocho proteínas estructurales y
cuatro proteínas no estructurales. Las proteínas estructurales son: la
hemaglutinina (HA), neuraminidasa (NA), la proteína de matriz M1, la
proteína de matriz M2 (canal iónico), la nucleoproteína (NP), una proteína
NS2 o NEP y un complejo trimérico de polimerasa (PA, PB1 y PB2). Los
virus influenza A, B y C pueden diferenciarse con base en las
características antigénicas presentes en su nucleoproteína y proteínas de
matriz. En influenza A, los subtipos virales están dados por diferencias en
las glicoproteínas de membrana (hemaglutinina y neuraminidasa). La HA
del virus influenza A ostenta una mayor variabilidad en sus secuencias de
aminoácidos que el virus influenza B. En el caso de la influenza C, el
virión sólo presenta una glicoproteína multifuncional. Morfológicamente
los virus influenza A y B son indistinguibles, mientras que el virus
influenza C manifiesta una distribución simétrica de las glicoproteínas
(figura 8.3). En la figura 8.4 se esquematiza la organización de las
proteinas del virus influenza.
En la membrana lipídica se localizan la hemaglutinina, la
neuraminidasa y una proteína M2 que sirve de canal iónico. Subyacente a
la membrana lipídica se encuentra una proteína de matriz o M1. A nivel de
la nucleocápside se encuentra un complejo proteico de la transcriptasa
viral formado por las polimerasas PB1, PB2, PA y la nucleoproteína (NP).
En las células infectadas se halla una proteína no estructural denominada
NS1. La proteína NS1 es un antagonista multifuncional del interferón. La
organización hipotética de las proteínas de membrana se esquematiza en la
Figura 8.5. La ribonucleoproteína rodea a cada uno de los ocho segmentos
de ARN (–). Cada segmento genómico codifica, al menos, para una
proteína viral; los segmentos 7 y 8 codifican cada uno para dos proteínas,
para lo cual las copias de ARNm sufren procesos de empalme alternativo
(splicing) por acción de enzimas celulares.
La unión del virión a la célula hospedera se realiza por dominios
globulares en la hemaglutinina viral con receptores que poseen el ácido
siálico o neuramínico presente en las glicoproteínas de membrana de
células del epitelio respiratorio. Los virus influenza humanos usan
preferentemente receptores que contienen ácido siálico o neuramínico
unido a residuos de galactosa por enlace α2-6, mientras que los virus de
origen aviar tienen preferencia por receptores que contienen ácido siálico o
neuramínico unido a residuos de galactosa por enlace α2-3. El epitelio de
la tráquea posee receptores que contienen ácido siálico unido a residuos de
galactosa por enlace α2-6. Después de la unión, el virus entra a la célula
por endocitosis y es llevado a los endosomas; en estos se activa la bomba
de protones, la cual es dependiente de ATP.
El efecto inmediato es la disminución del pH en el interior del
endosoma a niveles cercanos a pH 5, el pH bajo a nivel endosomal activa,
a su vez, la bomba de protones (H+) ligada a la proteína M2, lo que induce
a las estructuras de ribonucleoproteína (vRNP) a separarse de la subunidad
M1. Otro efecto de la disminución del pH al interior del virión es la
separación de los dominios globulares y la activación del dominio de
fusión de la HA; este mecanismo permite cambiar la configuración de la
proteína y proyectar los dominios de fusión, consistentes en aminoácidos
hidrofóbicos (ELFGAIAGFE) que interactúan con lípidos del endosoma y
fusionan las unidades de membrana del virus y del endosoma (figura 8.6).
Para la fusión del virión se requiere la unión de múltiples copias de la
proteínas HA a receptores celulares. El efecto inmediato de la fusión de
membranas es la interconexión entre el interior de la partícula viral y el
citosol, como resultado de esta intercomunicación, las ocho estructuras de
vRNP se liberan hacia el citosol y son transportadas al núcleo celular.
Luego del denudamiento de la partícula viral se liberan los ocho
segmentos de vARN, los vARN migran al núcleo de la célula hospedera
gracias a la señal suministrada por la proteína NEP. Los complejos vRNP
son transportados al núcleo celular a través de los poros nucleares (su
tamaño, de 10-20 nm, se encuentra dentro de los límites permisivos para su
transporte). Dado que los segmentos de ARN son de sentido negativo, no
pueden ser usados como ARNm y la polimerasa va a replicar y transcribir
estos ARN (–) en el núcleo de la célula hospedera. La ARN polimerasa
viral transcribe y replica cada segmento de vARN dando lugar a tres tipos
de moléculas, el ARN+ complementario que sirve de molde para la síntesis
de más vARN, pequeñas moléculas de ARN de sentido negativo svARN
que regulan los procesos de transcripción y replicación, y pequeñas
moléculas de ARNm que son exportadas al citoplasma donde siguen los
procesos de traducción. Para la síntesis de ARN (–), la replicasa viral
captura un residuo de 12-15 nucleótidos de un ARNm celular preexistente
en las células del tracto respiratorio como primer o cebador.
La síntesis de proteínas se lleva a cabo en cascada, en la cual ocurre
la síntesis de proteínas tempranas y tardías. Las proteínas tempranas (NP,
PA, PB1 y PB2) se sintetizan en las primeras tres horas del ciclo
replicativo; los ARNm que las codifican son exportados del núcleo a los
ribosomas libres en el citosol. Las proteínas tempranas, una vez
sintetizadas PA, PB1, PB2, NS, M1 y NP, son traslocadas al núcleo
gracias a la presencia de secuencias-señales de localización nuclear, estas
proteínas cumplen procesos de transcripción, replicación y formación de
estructuras de ribonucleoproteína, que son exportadas del núcleo al
citoplasma en unión de proteínas M1 y NEP (figura 8.7). Los nuevos
complejos de vARN y proteínas van a salir del núcleo celular hasta las
zonas de ensamblaje viral. Para el ensamblaje de las partículas virales se
requiere un continuo tráfico de proteínas hacia y desde el núcleo celular.
La segunda fase del ciclo replicativo se inicia con la síntesis del
ARNm poliadenilado de las proteínas M2, NA, HA, M1 y NS2. Las tres
primeras se sintetizan en los polirribosomas, unidos al retículo
endoplásmico granuloso (REG) y luego sufren procesamiento y
modificaciones postraslacionales a nivel del aparato de Golgi. Las
proteínas M2, HA, NA poseen péptido-señal que les permite ser
transportadas a la membrana plasmática. La HA se sintetiza y, en forma
cotranslacional, se pliega a su configuración globular, gracias a la acción
de proteínas chaperonas como la Bip y Hsp60. La estructura proteica es
estabilizada por puentes disulfuro, se une a otros oligómeros de HA para
formar homotrímeros y sufre clivajes proteolíticos que forman los dos
dominios reconocimiento y el dominio de fusión (HA1 y HA2). Las
proteínas glicosiladas llegan a la membrana plasmática asistidas por la
proteína M1 para la formación de nuevas partículas virales.
Figura 8.6. Unión del virus influenza al receptor de la célula blanco
Figura 8.7. Esquema que muestra la cinética de replicación del virus influenza
1. Unión. 2. Formación de la vesícula endosomal. 3. Denudamiento. 4. Transcripción. 5.
Replicación. 6. Traducción. 7. Empaquetamiento de vARN en el núcleo de las células. 8.
Ensamblaje. 9. Liberación. 10. Maduración.
La liberación de los nuevos viriones se hace por procesos de
gemación, para efectuar este proceso se requiere la actividad de la
neuraminidasa viral, que elimina los radicales de ácido siálico, evitando
que la HA permanezca unida a los radicales glucosídicos.
Los tres géneros o tipos antigénicos del virus influenza que se
designan como A, B y C. Esta característica es conferida por proteínas
internas (nucleoproteínas y proteínas de matriz). Los tipos A y en menor
grado el B, presentan variaciones antigénicas. Los cambios antigénicos
pueden ser de tipo puntual y moderado y se conocen como “deriva
antigénica” (antigenic drift). Por su parte, los cambios antigénicos
mayores (antigenic shift) están determinados por la recombinación
genética y son los responsables de las pandemias que azotaron el mundo
en 1918, 1957, 1968, 1977 y 2009.
Los virus influenza A son designados con base en los subtipos de
hemaglutinina y neuraminidasa que presenten. En el virus influenza A que
afecta con mayor frecuencia al humano existen tres subtipos de
hemaglutinina (H1, H2, y H3) y dos subtipos de neuraminidasa (N1 y N2).
De esta forma, un virus designado como influenza A/Bangkok/77H3N2,
corresponde a un virus influenza tipo A, aislado en 1977, con
hemaglutinina subtipo 3 y neuraminidasa subtipo 2, que es prototipo de la
cepa Bangkok (figura 8.8).
En 1997 se aisló en Hong Kong una cepa de virus influenza H5N1
de origen aviar que afectó a humanos. De un total de 18 casos reportados,
seis requirieron hospitalización y dos fallecieron. La transmisión se realizó
directamente de pollos a humanos como lo sugiere el hecho de que todos
los casos reportados tenían algún tipo de contacto con las aves infectadas y
los estudios de seroprevalencia mostraron evidencias de anticuerpos
específicos en cinco de 29 trabajadores avícolas y en ningún caso de la
población testigo. La virulencia específica de este virus podría estar ligada
a la presencia de una secuencia de aminoácidos multibásicos a nivel del
sitio de clivaje de la hemaglutinina; este hecho permitiría que este virus
tuviera un proceso de maduración a nivel intracelular, al no requerir
proteasas extracelulares, y se facilitaría su difusión a otras células.
Afortunadamente este brote epidémico ha sido autolimitado por
incapacidad del virus aviar para la transmisión entre humanos; sólo se tuvo
evidencia de un caso de transmisión interhumano en un médico tratante.
Desde su inicio en 1977 a enero de 2016, la influenza H5N1 afectó un total
de 844 personas, alcanzando una mortalidad cercana al 53% (449 casos).
Los virus de aves utilizan como receptor celular el ácido siálico α2,3
galactósido, mientras que las cepas que afectan el humano utilizan como
receptor el ácido siálico α2,6 galactósido. Estas observaciones muestran
que eventualmente la especificidad del receptor marca un límite para la
especificidad de especie y el órgano blanco que es afectado. El virus aviar
es un patógeno con predominio intestinal, mientras que el humano es un
patógeno eminentemente respiratorio. Sin embargo, en cerdos, el epitelio
respiratorio presenta tanto receptores de tipo ácido siálico α2,3 galactósido
como el ácido siálico α2,6 galactósido, lo cual permite inferir que la
infección concomitante de un virus de origen aviar y otro de origen
humano puede encontrar en éste huésped un adecuado tubo de ensayo, en
donde se produzcan las recombinaciones genéticas necesarias para causar
nuevas variantes virales, con tropismo de hospedero distinta.
Factores de virulencia
La aparición de pandemias ha forzado a crear centros de vigilancia
epidemiológica que detectan nuevas variantes virales que circulan en
diferentes regiones del mundo. La patogénesis de la infección es compleja
y multifactorial. La inmunidad preexistente del paciente es fundamental,
como lo corrobora la aparición de nuevas variantes antigénicas y la
presencia de cuadros clínicos agudos en personas jóvenes con poca
exposición previa a variantes del virus. Varias proteínas virales han sido
asociadas con una mayor patogenicidad como es el caso de las proteína
HA y NS1. La HA determina la unión al receptor, la antigenicidad y
tropismo, esta característica se encuentra en un residuo polibásico de
aminoácidos localizado en el sitio de clivaje proteolítico. En virus
influenza aviar de alta patogenicidad la proteína HA puede ser un factor de
virulencia cuando presenta múltiples sitios de proteólisis que facilitan la
formación de proteínas HA1 y HA2 en múltiples tejidos, potencializando
la cinética de replicación. La proteína PB1-F2 puede ser un factor de
virulencia asociado a la inducción apoptosis y la aparición de infecciones
bacterianas secundarias. La competencia de replicación viral está en la
actividad de las proteínas PA, PB1, PB2 y NP. Como ya se expuso
previamente, la proteína NS1 se ha postulado como un factor de virulencia
por cuanto posee una actividad antagonista del interferón. Las mutaciones
en las proteínas M2 o NA pueden conferir resistencia de los virus a las
amantadinas u oseltamivir. Otros factores no virales asociados con la
severidad del cuadro clínico son los factores del hospedero: edad y
presencia de comorbilidades como obesidad, diabetes, asma, enfermedad
obstructiva crónica, cardiopatías, infección por virus de inmunodeficiencia
humana, segundo o tercer trimestre del embarazo, y factores del medio
ambiente.
Figura 8.8. Emergencia de las variantes genéticas de virus influenza A
La cepa de virus influenza A H1N1 de 1918 poseía todos sus genes de origen aviar. La cepa H2N2
de 1957 conservó cinco genes de la cepa de 1918 y adquirió la HA, NA y PB1 de la cepa H2N2
aviar. La cepa H3N2 de 1968 conservó seis genes de la cepa H2N2 y adquirió dos genes de la cepa
H3 aviar. La cepa H1N1 2009 posee los genes PB1 de la cepa influenza A H3N2, los genes PB2 y
PA de origen aviar norteamericano, los genes NA y M de la cepa H1N1 de origen porcino
euroasiático y los genes HA, NP y NS de la cepa H1N2 de origen porcino norteamericano.
Epidemiología
Desde 1837 Robert Graves (1796-1853) utilizó como factor de impacto
epidémico del virus influenza la mortalidad. Este método fue llevado a
cabo comparando el número de tumbas en una parroquia entre dos
periodos epidémicos y no epidémicos de influenza. El término mortalidad
en exceso fue acuñado por William Farr (1807-1883) en Londres,
comparando el número de defunciones entre el periodo de la epidemia de
influenza de 1847 y el año inmediatamente anterior.
La influenza es una enfermedad cosmopolita que se manifiesta como
una entidad epidémica o pandémica, con mayor incidencia en los meses
fríos y húmedos del año y distribución estacional en los países de climas
templados. En las zonas tropicales la influenza se manifiesta como una
entidad que presenta casos esporádicos y brotes epidémicos durante el año,
en algunas zonas se describen brotes epidémicos bimodales. Las
principales características epidemiológicas de esta entidad son su poder de
difusión, su corto periodo de incubación, la inmunidad protectora
específica de subtipo y la alta morbilidad y mortalidad no despreciable
sobre todo en pacientes de edad avanzada o con enfermedades crónicas.
Los brotes epidémicos son causados por virus producidos como fruto de la
deriva antigénica (antigenic drift). Las pandemias (figura 8.8) ocurren con
intervalos de 10 a 30 años y son producidas por los cambios antigénicos
mayores (antigenic shift). La epidemia de influenza afecta los dos
extremos de la vida, el número de casos es alto en los menores y la
mortalidad es superior en la población mayor.
Si bien la influenza tipo B y C son exclusivas del hombre, la
influenza tipo A produce infecciones en humanos, otros mamíferos
terrestres (cerdos, caballos) o marinos (ballenas, focas) y especies de aves
acuáticas migratorias (patos, gansos) y aves de corral (pollos, patos,
faisanes, codornices y gansos).
Los estudios seroepidemiológicos realizados en 1930 con el virus
influenza porcino (A/ Sw/Iowa/1930), permitieron corroborar que los
pacientes nacidos antes de la epidemia de 1918-1919 presentaban
anticuerpos contra este agente viral, mientras que los nacidos en años
posteriores a esta epidemia no tenían anticuerpos que reconocieran este
agente viral porcino. Estos hallazgos crearon la sospecha de que el origen
del virus de la epidemia 1918-1919 era un virus aviar que había sufrido un
proceso de mutación en el huésped porcino y luego transmitido al humano.
Estudios recientes mediante métodos de RT-PCR en tejidos de soldados
americanos muertos en 1918 fijados con formalina y conservadas en
parafina permitieron reconstituir, amplificar y secuenciar los genes virales.
Las secuencias genéticas obtenidas facilitaron clasificar el virus de la
influenza española como de tipo H1N1, muy relacionado con las cepas
aviares y cercano a el virus porcino aislado en 1930. La proteína NS1 del
virus reconstituido muestra una especial habilidad para inhibir la expresión
de genes regulados por el IFN de una manera eficaz.
Desde principios del siglo XX se instalaron diferentes subtipos de
virus influenza que persisten hasta nuestros días con variaciones
antigénicas continuas que obligan a replantear anualmente la composición
vacunal.
En marzo de 1999 se reportaron dos casos humanos de infección por
virus influenza A de subtipo H9N2 de origen aviar. Estos pacientes
presentaron síntomas clásicos de influenza que mejoraron rápidamente.
Cinco nuevos eventos fueron luego reportados en China, pero no dieron a
casos secundarios por transmisión entre humanos.
Los últimos casos de influenza aviar en humanos fueron detectados
en Holanda en 2003 por el subtipo H7N7 y entre 2003-2008 se
descubrieron casos de influenza aviar causados por el subtipo H5N1 en
Azerbaiyán, Camboya, China, Yibuti, Egipto, Indonesia, Irak, Laos,
Birmania, Nigeria, Tailandia, Turquía y Vietnam. En 2004 se identificaron
algunos casos de influenza aviar H10N7 en Egipto. En febrero de 2013 se
reportó la aparición de una nueva variante de influenza aviar en China.
Esta variante denominada influenza AH7N9 afectó también a humanos, a
mayo de 2013 se reportaron 126 casos en humanos, 24 (19%) de ellos
mortales. Estos últimos informes ilustran la versatilidad de este agente
infeccioso.
Cuadros clínicos asociados
La influenza (en francés gripe) se asocia con cuadros clínicos o síndromes
variados. La gravedad clínica dependerá de la memoria inmunológica a
exposiciones previas y de la relación antigénica entre la cepa causante del
cuadro clínico y las cepas causantes de infecciones previas. Los cuadros
clínicos, por lo tanto, son más fuertes y están asociados con infección
respiratoria baja en niños en comparación con los adultos. Los cuadros
clínicos asociados pueden variar de resfriado común, faringitis,
traqueobronquitis, crup, bronquiolitis y neumonía.
La influenza clásica se manifiesta como un cuadro clínico de inicio
súbito y síntomas prominentes. Las manifestaciones comienzan después de
un periodo de incubación de uno a cinco días (promedio dos días); el
periodo de incubación dependerá en parte del tamaño del inóculo. Los
síntomas predominantes son: fiebre o febrícula, escalofrío, ardor de
garganta, mialgias, artralgias, malestar y cefalea. Pueden presentarse
síntomas muy leves hasta estados de postración. Las mialgias pueden
variar desde fuertes dolores musculares de la región paravertebral a
dolores en extremidades o retro-oculares. Los síntomas respiratorios son
frecuentes e incluyen tos, obstrucción nasal y aumento de las secreciones
faríngeas y nasales. La fiebre puede ser persistente o intermitente y
alcanzar picos de 39 a 41º C. La fiebre dura tres días pero puede llegar a
los cinco u ocho días, en los días posteriores al inicio tiene tendencia a
bajar. Los síntomas constitucionales persisten por siete días y los síntomas
generales como la lasitud y el malestar duran dos a tres semanas más. La
auscultación pulmonar puede acompañarse de estertores y roncos. En la
nueva variante de virus influenza A H1N1 2009 se observó que el 25% de
los casos confirmados presentaban síntomas gastrointestinales: náusea,
vómito y/o diarrea.
Complicaciones
La complicación más grave es la neumonía que puede tener origen viral o
seguida de infección bacteriana secundaria. Se considera que entre un 1520% de los adultos jóvenes presentan neumonía viral y las tasas de
mortalidad pueden alcanzar el 30%. En la neumonía viral predomina el
efecto de la alta replicación viral, clínicamente va seguida de disnea,
cianosis e hipoxia, no se acompaña de crecimiento bacteriano en cultivos
de esputo o sangre y no responde a antibióticos. Los pacientes que fallecen
de neumonía viral muestran signos de traqueítis, bronquitis, hemorragias
difusas y enfermedad de membrana hialina. Durante los periodos
epidémicos, clínicamente se ha observado que las sobreinfecciones
bacterianas por Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y
Staphylococcus aureus son factores que contribuyen con la mortalidad. En
la neumonía bacteriana secundaria a influenza, las manifestaciones y
cuadro clínico son similares a casos de neumonía bacteriana primaria, en la
auscultación y exámenes radiológicos se observan áreas de consolidación,
la tos se hace productiva y en sangre o esputo se pueden detectar los
patógenos ya descritos. En epidemias recientes en EE.UU. se detectó en
niños la presencia de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina,
patógeno poco común en casos de neumonía adquirida en la comunidad.
En niños se observa con frecuencia cuadros de otitis media y sinusitis. En
estos cuadros es común la coinfección con agentes bacterianos, siendo los
más frecuentes el Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y la
Moraxella catarrhalis.
Las complicaciones no pulmonares de la infección son raras (< 1%)
de los casos e incluyen entre otras: síndrome de choque tóxico, la miositis,
miocarditis, pericarditis, la encefalitis, mielitis transversa, convulsiones y
síndrome de Reye.
Diagnóstico
El diagnóstico clínico del cuadro de infección por virus influenza no es
específico y las manifestaciones son comunes a varios agentes virales, el
síndrome se puede acuñar con el nombre de una enfermedad similar a
influenza.
Las pruebas directas de diagnóstico colocan en evidencia el agente
viral. Para dar una certeza de la etiología de las infecciones respiratorias
por virus influenza, se emplean diversas métodos para aislar el virus,
determinar la presencia de antígenos virales o detectar secuencias
genómicas específicas. El espécimen clínico que brinda los mejores
resultados es el aspirado nasofaríngeo, tomado en el curso de los primeros
tres días de iniciado el cuadro clínico; esta técnica presenta cierta
incomodidad para el paciente por lo cual es reemplazada frecuentemente
por el hisopado nasofaríngeo, método de menores resultados positivos. La
muestra ideal es aquella que tenga abundantes células descamativas del
tracto respiratorio.
Para aislar el virus se requiere utilizar diferentes líneas celulares, ya
que un solo tipo celular es insuficiente para aislar los diferentes tipos,
subtipos o cepas de virus. El espécimen debe mantenerse durante su
transporte a 4º C si el cultivo no demora más de cuatro días; en caso
contrario, debe congelarse a –70º C. Es necesario resaltar que un paso de
congelación descongelación puede disminuir hasta en 60% el número de
partículas viables (infecciosas) en una muestra, lo cual reduce
sensiblemente el éxito de aislamiento. Para el aislamiento, clásicamente se
emplearon los huevos embrionados de gallina; hoy se usan con mayor
frecuencia cultivos de células, aunque los huevos embrionados continúan
siendo útiles en la producción de vacunas. Entre las líneas celulares
utilizadas para el aislamiento de virus influenza se encuentran la MDCK,
LLC-MK2, HEP-2 y HL. El virus no induce efecto citopático (ECP), por
lo cual su crecimiento in vitro se pone en evidencia mediante técnicas de
hemadsorción con glóbulos rojos humanos de tipo O o con eritrocitos de
pollo, alternativamente, mediante inmunofluorescencia.
La detección de antígenos virales emplea métodos de
inmunofluorescencia, fluoroinmunoensayo, inmunocromatografía, EIA.
Estas pruebas de diagnóstico rápido se demoran entre 20 minutos y cuatro
horas. Las sensibilidades varían de 50-70% y la especificidad es del 9095%, la especificidad aumenta en periodos de alta circulación viral. El
empleo de anticuerpos anti-NP u otros epítopes obvia la dificultad de la
variabilidad genética presente en las proteínas HA y NA. Se dispone de
técnicas rápidas que mediante el uso de anticuerpos específicos y técnicas
de inmunofluorescencia directa, ponen en evidencia los virus presentes en
células descamativas del epitelio respiratorio, estos métodos pueden
detectar hasta ocho virus distintos en lo que se denomina el panel viral.
Las técnicas de inmunocromatografía empleadas para detección del
antígeno viral se caracterizan por la rapidez de los resultados, pero es una
prueba menos sensible que la IF, el asilamiento viral o la detección
molecular. Dado los cambios antigénicos del virus influenza A, los
reactivos para diagnóstico rápido deben evaluarse periódicamente y
validarse con los nuevos agentes circulantes. Los métodos
inmunoenzimáticos o EIA clásicos han caído en desuso.
Los métodos de amplificación genómica utilizan pruebas de RTPCR, RT-PCR múltiples o PCR en tiempo real. Estas pruebas están
diseñadas para detectar ARN viral en especímenes clínicos, han
demostrado una alta sensibilidad y especificidad comparadas con el
aislamiento viral. La posibilidad de hacer detecciones múltiples, permite
diseñar cebadores para encontrar tipos y subtipos en un solo ensayo. Otra
posibilidad de las pruebas múltiples es la detección hasta de 20 agentes
infecciosos (Luminex®), o agentes virales y bacterianos de difícil
identificación (Respifinder®) como lo demuestran ensayos recientes. Las
pruebas moleculares permiten identificar la resistencia a los antivirales o
incluso pueden diseñarse nuevas pruebas para descubrir nuevos virus
pandémicos. Su alta sensibilidad permite localizar virus inactivos, aun si la
muestra estuvo almacenada durante mucho tiempo o estuvo sometida a
procesos de descongelación.
Las pruebas indirectas se basan en métodos serológicos y emplean
técnicas de fijación de complemento o de inhibición de la
hemaglutinación. Para el diagnóstico presuntivo es necesario comprobar la
desnivelación en los títulos de anticuerpos, entre dos sueros pareados
tomados en la fase aguda de la enfermedad y dos o tres semanas después.
Desde el punto de vista serológico es significativa una desnivelación de
cuatro veces los títulos hallados en la fase aguda de la enfermedad. Las
pruebas serológicas solo suministran evidencia epidemiológica de
infección, pero carecen de valor en la identificación o el manejo de las
formas agudas.
Tratamiento
El tratamiento sintomático de la influenza emplea analgésicos antipiréticos
con el fin de aliviar los síntomas generales (mialgias, malestar) y disminuir
la fiebre. Se prefiere el uso de acetaminofén al de aspirina por el riesgo de
asociación con síndrome de Reye, particularmente en la población
pediátrica.
Los antivirales específicos actúan a nivel del ingreso o
denudamiento viral (amantadina y rimantadina) o a nivel de la liberación
de la partícula viral (oseltamivir y zanamivir. En las últimas epidemias de
influenza se detectó una creciente resistencia a la amantadina por lo que se
ha eliminado su uso. La administración de oseltamivir disminuye la
replicación viral y por ende la transmisibilidad, acorta el tiempo de
enfermedad en 1.5 días y disminuye la complicaciones y el uso de
antibióticos. Durante la pasada pandemia en los países que optaron por el
tratamiento masivo con oseltamivir, se observó una disminución de la
mortalidad con respecto a aquellos en los que su uso fue más restringido.
Para un mayor beneficio de la terapia antiviral, es conveniente
administrarlo en las primeras 48 horas del cuadro clínico. En los casos
graves se puede suministrar aun después de transcurridos estos dos
primeros días. La posología de oseltamivir para adultos es de 75
mg/V.O/12 horas por cinco días, mientras que el zanamivir se aplica en
dos dosis intranasales diarias por cinco días. Para mayores detalles véase
capítulo 6, antivirales.
Prevención
Desde la década de 1940 se cuenta con vacunas inactivadas que
inicialmente eran muy reactogénicas, pero que mediante procesos de
fraccionamiento y purificación han disminuido los efectos indeseables.
Cada año se ajusta la composición de virus vacunal, teniendo cada dosis
vacunal una cepa de virus influenza A H1N1, una cepa de virus influenza
A H3N2 y una cepa de virus influenza B, muy cercana a la circulante en el
periodo epidémico anterior. La eficacia de la vacuna se calcula entre el 70
y 90% en los años en los cuales hay una buena correlación entre las cepas
incluidas en la vacuna y los virus circulantes. La tecnología más utilizada
es la de virus inactivados producidos en huevos embrionados, esta
tecnología requiere de un huevo embrionado por dosis vacunal, lo que
impide la posibilidad de una vacunación universal. Los niños
seroconvierten solo en un 60% con la primera dosis, por lo que
inicialmente se recomienda dos dosis separadas por un mes. La vacuna se
aconseja para personas catalogadas como pertenecientes a grupos de
riesgo.
Virus de la familia Paramyxoviridae
Los virus de la familia Paramyxoviridae pertenecen al orden de los
Mononegavirales y se agrupan en dos subfamilias la Paramyxovirinae y
Pneumovirinae. La subfamilia Paramyxovirinae agrupa cinco géneros
denominados Aquaparamyxovirus, Avulavirus, Ferlavirus, Henipavirus,
Morbillivirus, Respirovirus y Rubulavirus, mientras que la subfamilia
Pneumovirinae cobija dos géneros Pneumovirus y Metapneumovirus. En
humanos, los paramixovirus que afectan el tracto respiratorio son el virus
respiratorio sincicial, el metapneumovirus humano, los cuatro virus
parainfluenza, el virus Hendra, el virus de la parotiditis y el virus del
sarampión. Todos ellos comparten unas características generales comunes
que incluyen el ser virus cubiertos, esféricos o pleomórficos, con
glicoproteínas en su membrana, con un diámetro de alrededor 150 a 300
nm, nucleocápside con simetría helicoidal. El genoma viral está formado
por un ARN de cadena sencilla única y sentido negativo, con un tamaño
promedio de 15 kb (figuras 8.9 y 8.10) y codifica para 11 proteínas. El
genoma tiene dos funciones básicas: sirve de molde para la síntesis de
cadenas antigenómicas complementarias (ARN [+]) y a su vez como
molde para la síntesis de ARNm. Los virus de esta familia son sensibles a
disolventes orgánicos como el éter y detergentes, el VRS es más inestable
a temperatura ambiente y a 4º C que el PIV.
Virus respiratorio sincicial (RSV)
y metapneumovirus humano (hMPV)
Agente infeccioso
El virus respiratorio sincicial pertenece al Orden Mononegavirales, familia
Paramyxoviridae, subfamilia Pneumovirinae, género Pneumovirus. El
metapneumovirus se ubica desde el punto de vista taxonómico en la
subfamilia Pneumovirinae, género Metapneumovirus.
Para el virus respiratorio sincicial existen diferencias antigénicas
entre los aislamientos realizados en diferentes áreas geográficas y en
diferentes épocas; la nomenclatura ha sido un poco confusa en cuanto a su
denominación (grupo, subgrupo, tipo y subtipo, lugar de
aislamiento/número/año). El genoma del RSV tiene un tamaño de 15 kb y
codifica para 11 proteínas (NS1, NS2, N, P, M, SH, G, F, M2 y L).
Finalmente, se acepta la clasificación en dos grupos antigénicos A y B, por
variaciones presentes en la proteína G de unión. El grupo A es similar a los
aislamientos The Long y A2, y el grupo antigénico B tienen como
estándares a CH-18537 y 8/60. La mayor diferencia entre los grupos
antigénicos A y B reside en la proteína G (homología de 1-7%) seguida
por las proteínas M2 y SH; la proteína F tiene una homología del 50%
entre los grupos. Se han adelantado estudios que tratan de correlacionar el
subtipo viral identificado con la gravedad del cuadro clínico; los resultados
no permiten determinar que uno de los dos sea más patógeno, su
circulación es variable pudiendo los dos estar presentes durante un mismo
periodo de tiempo y en una misma región geográfica (cocirculación).
El virus respiratorio sincicial es un virus lábil en el medio ambiente,
sensible al éter y detergentes, en caso de aislamiento debe ser transportado
siguiendo una estricta cadena de frío y debe inocularse en las líneas
celulares apropiadas en el menor tiempo posible. Las muestras obtenidas
en el periodo temprano del curso clínico son las ideales para garantizar el
éxito del diagnóstico.
Figura 8.9. Representación esquemática de la partícula viral de la familia Paramyxoviridae
N/NP: nucleoproteína, P: proteínas del complejo menor de polimerización P/C, P: fosfoproteína. M:
proteína de matriz. F: proteína de fusión, HN/G: hemaglutinina y neuraminidasa o proteína G. SH:
glicoproteína. L: proteína larga del complejo mayor de polimerización.
Figura 8.10. Organización genómica de un virus tipo de la subfamilia Pneumovirinae
(A) virus respiratorio sincicial (RSV ). (B) metapneumovirus humano (hMPV ), C Virus
parainfluenza tipo 3. Esta familia viral posee una sola molécula de ARN que codifica para la
nucleoproteína (N), la hemaglutinina y neuraminidasa (H/N), una proteína de matriz (M), una
proteína de fusión (F) y una proteína larga (L). El RSV tiene un genoma de 15,2 kb, es no
segmentado y codifica adicionalmente para dos proteínas no estructurales (NS1 y NS2), una
proteína mayor de la cápside N, una fosfoproteína P, una proteína altamente hidrofóbica (SH) de
función desconocida, una proteína glicosilada que media la unión (G), una proteína M2 que tiene
dos transcritos con funciones reguladoras y una ARN polimerasa (L). El hMPV tiene un genoma de
13,3 kb y no codifica para proteínas no estructurales (NS1 y NS2) como el RSV. El virus
parainfluenza tiene a su vez un solo gen (P+C) para las proteínas del complejo de replicación y un
gen H/N que codifica para una hemaglutinina y neuraminidasa.
El genoma del hMPV es un poco más pequeño (13 kb) y codifica
para ocho proteínas (N, P, M, F, M2, SH, G y L). Existen dos linajes de
hMPV denominados CAN75 y CAN83 y estos tienen una divergencia de
5% en la proteína de fusión y de 63% en la proteína G. Por pruebas de
neutralización se puede calcular su homología antigénica en un 48%, por
lo que se puede inferir que las reacciones protectoras cruzadas radican
básicamente en las homologías de la proteína F.
Como se observa en la figura 8.9, los paramixovirus poseen una
membrana lipídica que proviene de la membrana plasmática de la célula
hospedera, y una serie de peplómeros formados por las proteínas de fusión
(F), responsables de la formación de sincicios en las células cultivadas y
proteínas de unión (G) que median el ingreso del virión a la célula
hospedera. Por su parte la organización del genoma (véase Figura 8.10) del
RSV difiere de la del hMPV, ya que el hMPV carece de proteínas no
estructurales (NS). Una diferencia importante entre los virus de la familia
Paramyxoviridae es que si bien todos poseen una proteína F como segunda
proteína de unión, el RSV y el hMPV poseen una proteína G, por su parte
el PIV posee una proteína que cumple funciones de hemaglutinina y
neuraminidasa (HN).
Replicación
Los virus de la familia Paramyxoviridae se replican en las células del
epitelio respiratorio, el ciclo de replicación es similar para todos los
miembros de la familia. Los paramixovirus se unen a receptores
glicoproteícos de membrana celular por medio de las proteínas HN, F y G;
el uso de estas proteínas de unión es variable del grupo viral. Los virus
penetran a la célula blanco por fusión de la envoltura viral y la membrana
plasmática, en esta etapa juega un papel importante la proteína de fusión
(F). La nucleocápside es liberada al citoplasma donde ocurre la secuencia
de eventos de transcripción, con la formación de diferentes ARNm que son
procesados; se realiza la adición de la caperuza o casquete (cap en inglés)
en la extremidad 5’ y la poliadenilación en la extremidad 3’ antes de ser
traducidos por los ribosomas. La replicación probablemente inicia cuando
se sintetiza suficiente nucleoproteína para cubrir los genomas o
antigenomas sintetizados. El ensamblaje se lleva a cabo en la membrana
plasmática por acumulación de glicoproteínas y proteínas de matriz
organizadas al interior y por debajo de la membrana plasmática,
respectivamente. La ribonucleocápside interactúa con las proteínas de
matriz, las nuevas copias genómicas y el complejo de polimerasa, una vez
ensamblado el virión, egresa de la célula infectada por gemación.
El RSV se replica, inicialmente, a nivel de la nasofaringe, en donde
alcanza títulos de 105 dosis infectiva en cultivo (TCID50) por mililitro de
secreción nasal. El virus se disemina a otras células no infectadas por
contigüidad o asociado a los macrófagos que migran a vías respiratorias
inferiores.
Epidemiología
El RSV es el patógeno más frecuente en infecciones respiratorias bajas de
lactantes, es un agente de fácil transmisibilidad que para los dos primeros
años de vida ya ha infectado la totalidad de niños. La transmisión del
VRS se hace por contacto directo y mediante inoculación directa de la
mucosa nasal o conjuntival por dedos contaminados, la forma de
transmisión de hMPV es aún desconocida. Los aerosoles pueden transmitir
el virus a las personas ubicadas a un perímetro de un metro de la persona
infectada.
El VRS y hMPV tienen una distribución mundial y su
comportamiento es de tipo epidémico; teniendo preferencia en los meses
fríos y húmedos del año. En climas tropicales, fuera de los picos
epidémicos, puede circular durante el año. Los factores meteorológicos
pueden explicar parcialmente la circulación estacional del virus, los
factores como humedad ambiental (absoluta o relativa), temperatura y luz
solar se han correlacionado con la estabilidad e infectividad de la partícula
viral. Hay una alta relación entre el número de casos de bronquiolitis,
neumonías, hospitalizaciones por IRA en niños y los aislamientos virales o
pruebas confirmatorias de RSV en los estudios de vigilancia
epidemiológica en múltiples regiones del mundo. El RSV es responsable
del 40-90% de los casos de bronquiolitis y un 50% de las neumonías en
niños menores. Hasta un 50% de las traqueobronquitis se atribuyen a RSV,
mientras que menos de un 10% de los casos de crup son causados por este
agente. Las epidemias pueden variar en diferentes periodos epidémicos,
pero el RSV siempre constituye el principal agente viral identificado en
niños menores. El RSV es un agente importante en niños solicitan
servicios de consulta ambulatoria, de urgencia y que son hospitalizados
por cuadros compatibles con IRA.
El metapneumovirus humano (hMPV) fue inicialmente descubierto
en Holanda en 2001 y posteriormente identificado en Australia y Canadá.
Los estudios seroepidemiológicos determinaron que el virus es
cosmopolita, que a los dos años de vida ya ha infectado el 50% de los
niños y que a la edad de cinco años prácticamente todos los niños han sido
infectados. El hMPV es responsable del 10 a 15% de las IRA bajas y de un
porcentaje menor al 5% de las infecciones del tracto respiratorio alto. La
circulación es estacional, por lo general sigue una dinámica similar a la de
RSV, aunque su incidencia es menor.
Los adultos que trabajan en servicios de salud que presta atención a
población pediátrica pueden infectarse con RSV, por lo general presentan
una infección de corta duración (unos cinco días) y limitada al tracto
respiratorio alto, desde el punto de vista epidemiológico pueden ser fuente
de infección de niños no infectados.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación de la infección por RSV tiene un rango de tres a
ocho días (promedio de cinco días). Para el hMPV aún no se ha precisado
el periodo de incubación, existen reportes que muestran que las
infecciones nosocomiales cursan con periodos de incubación de cinco a
seis días.
Tanto el RSV como el hMPV causan primoinfecciones fuertes en
pacientes pediátricos asociados con fiebre, manifestaciones de resfriado
común y progresa a cuadros clínicos de bronquiolitis, bronconeumonía y
neumonía intersticial. Un 20-30% de los casos de bronconeumonías, un
50% de las neumonías infantiles y 90% de las bronquiolitis en lactantes
son causadas por estos agentes etiológicos. Se puede considerar que los
cuadros clínicos causados por hMPV son menos graves que los causados
por RSV o virus influenza, con una menor tasa de hospitalización o
ingreso a unidades de cuidado intensivo.
La menor gravedad del cuadro clínico producido por hMPV se debe
a su menor capacidad de inducción de citoquinas proinflamatorias. El
hMPV es la segunda causa de bronquiolitis después del RSV, también ha
sido relacionado con cuadros de neumonitis, otitis media y con
exacerbaciones de asma bronquial.
Las primoinfecciones por RSV pueden variar de un simple resfriado
común a una enfermedad fuerte del tracto respiratorio bajo que
compromete la vida del paciente. Los cuadros de Los síntomas asociados
con este agente infeccioso incluyen fiebre, tos, taquipnea (> 70 minuto),
rinorrea, tirajes, crepitaciones, sibilancias, disnea e hipoxia (≤ 95%). Los
casos graves presentan letargia y pérdida del apetito. Manifestaciones
adicionales incluyen el lagrimeo, náusea y vómito. La bronquiolitis y la
neumonía son un cuadro que hace parte de la evolución de la infección y
su diferenciación clínica es muy difícil. Estas manifestaciones pueden
presentarse también en infecciones por RSV o virus influenza, por lo
general la fiebre es más frecuente con hMPV e influenza que con RSV, los
otros síntomas son más o menos similares. La radiografía de tórax muestra
imágenes compatibles con compromiso del parénquima pulmonar,
hiperinsuflación pulmonar por atrapamiento de aire, infiltrados
intersticiales y atelectasias.
Las infecciones en la población adulta son leves y cursan como
infecciones del tracto respiratorio alto de tipo resfriado común o
traqueobronquitis. Menos del 15% de los adultos presentan cuadros
clínicos sintomáticos, las manifestaciones frecuentes son rinorrea,
faringitis, tos, cefalea, fatiga y fiebre. En la población a riesgo
(enfermedad crónica, inmunosupresión, población geriátrica), el RSV
ocasiona infección respiratoria baja con cuadros de neumonía intersticial y
probable superinfección bacteriana.
Complicaciones
Clínicamente las complicaciones más corrientes son los episodios de apnea
que pueden presentarse hasta en un 20% de los niños hospitalizados. Las
apneas son más frecuentesen niños prematuros con menos de 32 semanas
de gestación. Otros riesgos que se presentan en pacientes infectados son la
broncoaspiración y los fenómenos de hiperreactividad bronquial. En países
desarrollados la infecciones secundarias bacterianas y la sepsis son poco
frecuentes (< 1%), pero el riesgo puede ser superior en países en vías de
desarrollo. Desde el punto de vista epidemiológico, las infecciones por
RSV se asocian con infecciones bacterianas del tracto urinario.
Los grupos con mayor riesgo de una infección grave por RSV son
los niños que han desarrollado una enfermedad pulmonar crónica asociada
o no a prematurez, las cardiopatías y los estados de inmunodeficiencia.
Los niños con bajo peso al nacer (< 1.500 g) y con edad gestacional menor
de 28 semanas tienen un riesgo mayor de infección por RSV de curso fatal.
La asociación entre infección por RSV y el subsecuente desarrollo
de sibilancias, asma y enfermedad respiratoria es un poco controvertida, lo
que sí está bien establecido es el efecto prolongado sobre la función
respiratoria.
Patogénesis
El virus afecta el epitelio cilíndrico ciliado e incluso células dendríticas, en
caso de bronquiolitis hay edema, con compromiso del tejido intersticial y
peribronquiolar con infiltrado mononuclear de tipo monocitos CD69+. El
balance entre las respuestas Th1/Th2 es fundamental en el curso de la
infección por RSV. Los pacientes con una respuesta de citoquinas de tipo
Th2 aumentada tienen un mayor riesgo de desarrollar una infección grave
que los pacientes con respuesta de tipo Th1, quienes tienen cuadros
clínicos más leves con mayor aclaramiento de virus. Las reinfecciones por
RSV son frecuentes a pesar de la presencia de anticuerpos de tipo IgG
específicos.
Diagnóstico
Los métodos diagnósticos incluyen el aislamiento viral, la detección de
antígenos virales, la detección del genoma viral y los métodos serológicos.
Los métodos serológicos carecen de utilidad para el manejo del paciente.
El aislamiento de RSV es un método diagnóstico útil que sirve como
prueba estándar con la que se comparan otros métodos diagnósticos. Esta
técnica requiere de un laboratorio muy experimentado en métodos de
cultivo celular, y los resultados dependen del tipo y calidad del espécimen,
transporte de la muestra y edad del paciente. Adicionalmente, el efecto
citopático (formación de sincicios) puede ser de lenta aparición por lo se
requiere el uso de anticuerpos conjugados marcados con fluorocromos. Por
su parte, el hMPV es de difícil crecimiento, necesita de líneas celulares
que no son comunes en laboratorios de virología y requiere la adición de
tripsina al medio de cultivo, lo que explica porque demoró tanto su
identificación inicial. El aislamiento viral ha sido poco a poco
reemplazado por las técnicas de diagnóstico molecular como estándar de
oro.
Los antígenos virales son fácilmente detectables por técnicas de
inmunofluorescencia, ensayo inmunoenzimático o inmunocromatografía.
La sensibilidad de las técnicas mejora durante los periodos de máxima
excreción viral (primeros tres días de la infección) y durante las épocas de
mayor circulación viral. Estas pruebas presentan sensibilidades y
especificidades mayores del 80-90%, son más útiles que el aislamiento
viral por su rapidez y accesibilidad, por cuanto el virus es muy lábil y
puede perder fácilmente su infectividad. En caso de infección por hMPV,
las pruebas de detección de antígeno viral tienen una sensibilidad del 85%
en comparación con la RT-PCR, son útiles en laboratorios que carezcan de
métodos de biología molecular.
En la población de niños mayores y adultos, la detección de
antígenos virales es una técnica que carece de sensibilidad por la menor
cantidad de virus excretados, en estos casos se aconseja la identificación
por métodos moleculares.
Tratamiento
En caso de infección por RSV y hMPV las medidas generales de
hidratación, oxigenación, uso de antipiréticos mejoran el confort del
paciente hasta su recuperación general. En infecciones por RSV se han
utilizado β bloqueadores y corticoides para el manejo de la
hiperreactividad bronquial, sin embargo los metanálisis, muestran que no
existe ningún efecto en pacientes previamente sanos.
El uso de ribavirina ha mostrado que mejora la oxigenación,
disminuye la carga viral y el tiempo de ventilación mecánica y acorta los
tiempos de hospitalización en pacientes afectados. Debido a que la
Academia de Pediatría de los EE.UU. muestra que los diferentes estudios
arrojan resultados contradictorios, no hay consenso en cuanto al uso de
ribavirina en aerosol. Su uso se ha limitado a casos muy graves por los
posibles efectos teratogénicos, la anemia y el deterioro de la función
respiratoria.
El uso de antibióticos no mejora el cuadro clínico, por tanto, su uso
debe limitarse a los casos en los cuales se ha comprobado una
sobreinfección bacteriana.
Prevención y control
No existen vacunas adecuadas para prevenir la infección por RSV o
hMPV. Las vacunas inactivadas usadas contra RSV mostraron sensibilizar
a la población pediátrica que recibió el inmunógeno.
El Palivizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que
reconoce el sitio antigénico A de la proteína F del RSV y que se ha
utilizado en grupos de riesgo de infección grave. Se consideran grupos de
riesgo los prematuros (menos de 28 semanas de gestación), los neonatos de
bajo peso al nacer (menor a 1.500 g), los niños menores de dos años con
cardiopatías cianosantes o enfermedades pulmonares crónicas o los niños
con defectos cardíacos, pulmonares o musculares congénitos. El uso de
Palivizumab ha disminuido las hospitalizaciones e infecciones graves en
grupos de riesgo. Recientemente se ha empleado un nuevo anticuerpo
monoclonal el Motavizumab que es mucho más potente que el
Palivizumab.
Las medidas de control incluyen: búsqueda activa de pacientes
infectados, el lavado cuidadoso de manos, el uso de mecanismos de
protección de barrera (gorro, guantes, gafas), evitar el contacto de
visitantes con infecciones respiratorias, el aislamiento del paciente para
evitar casos secundarios y las restricciones de contacto con el paciente por
parte de familiares y personal de salud.
Virus parainfluenza humano (hPIV)
Agente infeccioso
Los virus parainfluenza humanos (hPIV) presentan cuatro serotipos que se
identifican con números arábigos 1, 2, 3 y 4. Los hPIV pertenecen al orden
Monogegavirales, familia Paramyxoviridae, subfamilia Paramyxovirinae,
los hPIV 1 y 3 pertenecen al género Respirovirus mientras que los hPIV 2,
4a y 4b pertenecen al género Rubulavirus. Es un virus de 120-300 nm de
diámetro, cubierto pleomórfico, cápside de 12-17 nm de diámetro de
simetría helicoidal cuyo genoma está formado por una cadena sencilla de
ARN de sentido negativo, la estructura del agente y organización
genómica es similar a otros miembros de la familia Paramyxoviridae,
como se muestra en las figuras 8.9 y 8.10.
Replicación
El virus parainfluenza entra a las células ciliadas del tracto respiratorio
uniéndose a receptores de ácido neuramínico solo o asociado a
sialoglicoproteínas (p. ej., glucoforinas) y también tiene como receptores
moléculas de tipo gangliósido. Los virus producidos en las células ciliadas
de las vías respiratorias son liberados a la región apical por medio del
transporte asociado a los microtúbulos, esto explica su tropismo
eminentemente respiratorio.
El ciclo replicativo viral se lleva a cabo en el citoplasma de las
células que infecta, las proteínas se producen en ribosomas del citosol (M,
N, L, P) o polirribosomas asociados al retículo endoplásmico rugoso y
aparato de Golgi (M, HN, F), las nucleocápsides preformadas y otras
proteínas migran a la membrana plasmática en donde se ensamblan para
formar viriones, que son liberados por gemación.
Epidemiología
La tasa de circulación del virus puede variar en los diferentes periodos
epidémicos. Los estudios de vigilancia epidemiológica en múltiples
regiones del mundo muestran una alta correlación entre el número de casos
de crup y los aislamiento virales de hPIV. El hPIV es responsable del 65%
de los casos de crup, el 20-40% de los casos de infecciones del tracto
respiratorio alto y el 20% de las infecciones del tracto respiratorio bajo.
Estas frecuencias pueden estar subestimadas y en un futuro serán
reajustadas por los nuevos resultados arrojados de las pruebas moleculares
mucho más sensibles que el aislamiento o las pruebas de detección de
antígenos. Los hPIV-1, y hPIV-2 se encuentran asociados con mayor
frecuencia a crup, infecciones del tracto respiratorio alto y faringitis,
mientras que el hPIV-3 se relaciona con cuadros de bronquiolitis que
pueden extenderse a cuadros neumónicos. Los hPIV-1 y 2 se asocian con
infecciones graves en la infancia. El hPIV-3 ocurre en forma endémica o
en brotes epidémicos que transcurren seguidos con los del virus influenza.
El hPIV-4 es aislado excepcionalmente, causa infecciones leves, sin
embargo, se ha relacionado con sintomatología del tracto respiratorio bajo,
cuadros de bronquiolitis y tos paroxística.
En adultos el hPIV causa el 5-10% de las infecciones respiratorias
agudas; dada la baja tasa de excreción viral, las pruebas tradicionales de
aislamiento o identificación de antígenos virales tienen baja sensibilidad,
por tanto, se hacen necesarios estudios de diagnóstico molecular (RTPCR), con el fin de determinar el verdadero papel de estos virus en la
etiología de IRA de adultos. En adultos las infecciones por hPIV se
caracterizan por cuadros respiratorios altos con rinorrea, congestión nasal
y disfonía, también han sido reportadas reinfecciones frecuentes en
pacientes con enfermedad pulmonar crónica.
Aspectos clínicos
Las membranas mucosas de la nariz y garganta son los sitios primarios de
infección. Después de un periodo de incubación de uno a ocho días de
replicación en la mucosa nasofaríngea, el virus se disemina a vías
respiratorias inferiores alcanzando el árbol traqueobronquial y las vías
respiratorias bajas. El virus ha sido excepcionalmente aislado de áreas
extrapulmonares como el líquido cefalorraquídeo, pericardio, miocardio,
hígado y glóbulos blancos. La asociación de hPIV2 y 3 con casos de
meningitis aséptica es excepcional. El hPIV ha podido ser detectado por
lapsos de tiempo prolongados (4-6 semanas) después de iniciado el cuadro
agudo. Los periodos prolongados de excreción viral se asocian con
cuadros clínicos más graves en caso de infecciones por hPIV-1.
Los hPIV se relacionan con infecciones de vías respiratorias altas y
bajas. Los síndromes relacionados con mayor frecuencia a la infección con
hPIV, son la laringotraqueobronquitis (crup infeccioso), la neumonía y la
bronquiolitis. Otros cuadros clínicos leves incluyen el resfriado común y
las faringitis virales.
La presentación clínica más frecuente con el hPIV-1 es la
laringotraqueobronquitis (crup), los hPIV-2 y 3 se han asociado con
cuadros similares a los producidos en el curso de una infección por virus
respiratorio sincicial (bronquiolitis o neumonías intersticiales). El crup se
caracteriza por coriza, tos bitonal (tos de perro), estridor laríngeo
inspiratorio,
disfonía,
tirajes
subcostales,
intervertebrales
y
supraclaviculares, dificultad para el ingreso de aire a nivel pulmonar que
puede ser detectada con estudios radiológicos como una insuflación
disminuida, es frecuente el edema de áreas glóticas y subglóticas que
puede requerir la traqueotomía de urgencia. Los síntomas se resuelven en
24-48 horas. Los hPIV se identifican cercanos al 60% de casos de crup,
otros virus identificados son el influenza, sarampión y varicela.
En adultos, las manifestaciones clínicas causadas por hPIV pueden
ser desde infecciones de vías respiratorias altas banales hasta cuadros de
bronquitis y neumonía.
Complicaciones
El 30% de los casos de identificación de hPIV se acompañan de cuadros
de otitis media aguda; los hPIV-1, 2 y 3 parecen ocurrir con igual
frecuencia. Los pacientes con compromiso del sistema inmune pueden
presentar cuadros graves de infección respiratoria baja, neumonías de
células gigantes y enfermedades sistémicas como la miocarditis. En
pacientes con inmunodeficiencias primarias se ha detectado la presencia de
inclusiones en múltiples órganos como páncreas, bazo, timo, vesícula,
tracto gastrointestinal, aumentando el rango de morbilidad y la mortalidad
inherente. Excepcionalmente el hPIV se ha asociado con infecciones del
sistema nervioso central que presenta cuadros de meningitis o encefalitis.
Patogénesis
Los hPIV tienen predilección por células epiteliales de revestimiento de las
vías aéreas de gran calibre. Los hallazgos patológicos asociados con la
replicación del virus en el epitelio de la vía aérea, incluyen: inflamación de
la vía aérea, áreas de necrosis, edema, aumento de la secreción de moco,
depósitos alveolares e infiltrado del intersticio pulmonar. La IL-2, IL-6,
IL-8, Rantes, MIP-1α, TNFα e IFNγ han sido quimioquinas involucradas
en el desarrollo del proceso patológico. La producción de IgE específica
contra el hPIV puede jugar un papel importante en los procesos de
hiperreactividad de las vías aéreas. Los anticuerpos de tipo neutralizantes
reconocen las glicoproteínas superficiales HN y F. Las reinfecciones se
asocian con síntomas del tracto respiratorio alto, salvo las causadas por
hPIV-3 que logran infecciones más graves.
Diagnóstico
Como en otras infecciones del tracto respiratorio, el diagnóstico se
establece por aislamiento viral, identificación de antígenos virales o
amplificación genómica por métodos de RT-PCR o RT-PCR en tiempo
real.
El espécimen clínico se obtiene por hisopado faríngeo, lavado o
aspirado nasofaríngeo y puede conservarse por 24 horas a 4º C o
congelados a –70º C por periodos más largos. Es importante resaltar que
aun a estas temperaturas la infectividad se ve disminuida después de la
descongelación. La inoculación rápida es necesaria para garantizar el éxito
de los aislamientos. Existen líneas celulares diversas que facilitan el
aislamiento del virus parainfluenza. Entre ellas se cuenta con líneas
celulares primarias de riñón de monos Rhesus o Cynomolgus. Estas
células deben estar libres de virus de simio, como el SV-5, el cual presenta
propiedades y reacciones cruzadas con los virus parainfluenza. Otras líneas
utilizadas son las líneas celulares continuas de riñón de mono Rhesus y la
LLC-MK2. En algunas líneas celulares, es necesario la adición de
proteasas como la tripsina para iniciar el ciclo replicativo viral (activación
viral). Otras líneas celulares empleadas son las células embrionarias
fetales, las cuales se incuban a 33-36º C, en ausencia de suero fetal bovino
(el cual posee algunas sustancias inhibitorias) y en atmósferas ricas en
oxígeno, mediante sistemas en rotación. Por lo general, el virus
parainfluenza no produce efecto citopático (ECP) en cultivo celular; su
presencia se determina mediante técnicas de hemoadsorción o de
inmunofluorescencia indirecta. La hemoadsorción se hace con glóbulos
rojos de cobayo o de humano grupo O. Las cepas virales que producen
efecto citopático (51% del tipo 2, 27% del tipo 4 y menores porcentajes de
los tipos 1 y 3) pueden tardar de 10 a 15 días para producir tales
manifestaciones. Cuando está presente, el ECP se caracteriza por la
formación de sincicios.
Existen técnicas rápidas para detectar antígenos virales directamente
de especímenes clínicos; para ello se utilizan técnicas de ensayo
inmunoenzimático e inmunofluorescencia indirecta. La sensibilidad de los
reactivos para la detección de antígenos es variable, mientras que la
especificidad es alta.
Se han descrito pruebas de PCR múltiples que detectan hPIV-1,
hPIV-2 y hPIV-3 o los cuatro tipos de hPIV en un solo ensayo, la
sensibilidad de estas pruebas varía de 95-100% y la especificidad es de 97100% comparadas con el aislamiento viral. La sensibilidad de las pruebas
PCR incrementó la detección de hPIV en una relación de 1.5 veces con
respecto a estudios precedentes.
Como en el caso de infección por virus influenza, la serología puede
ser usada para hacer diagnóstico en forma retrospectiva en pacientes
convalecientes. Para ello, se emplean sueros pareados (tomados en fase
aguda y fase convaleciente). La serología se determina mediante pruebas
de fijación de complemento, inhibición de la hemaglutinación y
neutralización, pero no tiene utilidad en el manejo práctico del paciente.
Tratamiento
Las medidas de soporte incluyen la correcta hidratación del paciente, el
uso de analgésicos antipiréticos que mejoran el estado febril del paciente y
las nebulizaciones. El uso de corticoides asociados a la nebulización
muestra mejorías clínicas transitorias, pero recaídas a las dos horas, las
formas sistémicas tienen efecto más duradero. La epinefrina racémica
produce mejoría de la sintomatología pero sus efectos son de corta
duración. Se ha hecho un tratamiento antiviral específico con ribavirina en
grupos de pacientes, los resultados son más anecdóticos que sistemáticos y
su efectividad no ha sido comprobada.
Prevención y control
No existe una vacuna adecuada para la prevención de la enfermedad. Se
han adelantado ensayos con virus de origen bovino tipo 3 y se ha
observado que ofrecen una protección específica contra hPIV-3 en
modelos animales (chimpancés). Se viene explorando la posibilidad de
obtener vacunas atenuadas contra hPIV-3 que sirvan de modelo para el
desarrollo de vacunas contra otros tipos virales, no se sabe aún si la
administración conjunta de diversos tipos cause interferencia de respuesta
entre ellos. Las medidas de control son similares a las ya descritas para
otros virus respiratorios (RSV y hMPV).
Virus de la familia Adenoviridae
Agente infeccioso
Los adenovirus humanos (hAdV por human adenovirus) pertenecen a la
familia Adenoviridae, género Mastadenovirus y se divide en siete especies
denominadas como “adenovirus humanos” y designadas con letras
mayúsculas de la A a la G, al interior de cada especie se definen serotipos
(tabla 8.3). Se han descrito cerca de 57 serotipos, más de la mitad de ellos
se han relacionado con alguna patología específica.
Los adenovirus humanos son virus desnudos, con genoma linear de
36 kpb, de tipo ADN de doble cadena. El tamaño promedio del virión es
de 60-90 nm de diámetro (figura 8.11). En el extremo de cada cadena de
ADN genómico se une en forma covalente una proteína terminal. El
genoma posee regiones terminales repetitivas invertidas (IRT). Al extremo
del genoma se unen proteínas terminales (TP). La cápside es icosaédrica
con una simetría T = 25 y está formada de 252 subunidades denominadas
capsómeros (240 hexaméricos y 12 pentaméricos). La cápside viral está
compuesta básicamente de proteínas denominadas hexones, pentones y
fibras. Los hexones poseen antígenos específicos de grupo que pueden ser
detectados por reacciones de fijación de complemento. Hacia el extremo
de cada pentámero se encuentran las proteínas alongadas denominadas
fibras. Los antígenos específicos de tipo se encuentran en la fibra. La fibra
y su extremo globular interactúan con los receptores celulares. Las
proteínas IIIa, V, VI, VII, VIII y IX están menos caracterizadas y ayudan a
estabilizar la cápside viral.
Figura 8.11. Esquema de la estructura de la cápside de los adenovirus
Este esquema representa la localización de las proteínas de la cápside viral, no representa un corte
real de los viriones. En la derecha se observa la organización de algunas proteínas en la cápside
icosaédrica.
Tabla 8.3. Especies y serotipos de hAdV
Especie viral
Serotipos
A
12, 18, 31.
B
3, 5, 7, 11, 14, 16, 21, 34, 35, 50, 55.
C
1, 2, 5, 6, 57.
D
8-10, 13, 15, 17, 19, 20, 22-30, 32, 33, 36-39, 4249, 51, 53, 54, 56.
E
4.
F
40, 41.
G
52.
El genoma de los hAdV posee cerca de 36.000 pares de bases, su
concentración citosina guanina (C+G) varía de 48-61% y codifica para
más de 40 proteínas. El ADN es transcrito en el núcleo de las células
infectadas en dos fases: temprana y tardía. Se reconocen dos tipos de
proteínas, las tempranas (E por Early) y las tardías (L por Late). Las
proteínas tempranas se denominan E1A, E1B, E2A, E2B, E3 y E4, las
proteínas tardías se denominan L1, L2, L3, L4 y L5. Las dos cadenas
genómicas son codantes. Todos los genes son transcritos por la ARN
polimerasas II, excepto la proteína VA que es transcrito por la ARN
polimerasas III. Los genes transcritos por la ARN polimerasa II dan lugar
a múltiples ARNm por mecanismos de splicing diferencial. Los ARNm
formados adquieren un capuchón (capped) en 3’ y son poliadenilados en la
extremidad 5’ (figura 8.12).
Replicación
Los adenovirus fueron inicialmente aislados de tejidos amigdalinos o
adenoides y de este último sitio obtuvieron su denominación. El ciclo
replicativo se realiza in vitro en 30 horas y cada célula infectada produce
entre 10.000 y 50.000 partículas después de la lisis celular. El virus se une
por medio de las glicoproteínas de la fibra a receptores CAR (por
Coxsackievirus y Adenovirus Receptor). El ingreso a la célula blanco se
lleva a cabo por vesículas de endocitosis. La disrupción del endosoma es
llevado por la acción lítica de la proteína VI y liberación la cápside viral al
citosol para su transporte al núcleo celular. La transcripción se lleva en dos
fases; los genes tempranos que producen las proteínas reguladoras claves
para la replicación viral y la transcripción celular, y los tardíos que
codifican para proteínas estructurales. El ensamblaje de los nuevos
viriones se hace en el núcleo y los nuevos viriones son liberados de la
célula por lisis.
Figura 8.12. Estructura genómica de los adenovirus
El ADN de doble cadena codifica para tres tipos de proteínas: las muy tempranas, EI; las tempranas,
E; y las tardías, L1-5. Existe un sitio ORI (origen de replicación) en cada cadena de ADN, por lo
tanto, ambas cadenas son codantes.
Epidemiología
El hAdV es un virus de distribución mundial. Para la primera década de
vida toda la población ya se ha infectado al menos con algún serotipo viral.
La mayoría de infecciones ocurren en los primeros años de vida. Su
comportamiento puede ser epidémico, endémico o asociado a cuadros
esporádicos. Se puede afirmar que la mitad de las infecciones son
subclínicas y que los cuadros clínicos asociados pueden ser leves o
autolimitados y comprometen básicamente el tracto respiratorio,
gastrointestinal o causan otras patologías menos frecuentes (tabla 8.4).
En un estudio de circulación de AdV patrocinado por la OMS se
estableció que el 90% de los tipos circulantes pertenecen a cinco serotipos
2, 1, 7, 3 y 5 en orden decreciente; al momento de realizar este estudio
(1967-1976) no se incluyeron los serotipos 40 y 41 causantes de patología
gastrointestinal. Un estudio más reciente (2004-2006) determinó que los
serotipos 3, 2, 1 y 5 eran responsables del 82% de los casos. Los tipos 1, 2
y 5 son más comunes en niños menores de siete años. En poblaciones de
adultos, en contingentes militares, se observó una mayor frecuencia de
infecciones por tipos 3, 4 y 7; causaninfecciones respiratorias graves que
pueden comprometer hasta el 80% de los efectivos, con tasas de
hospitalización altas (20-40%). Las infecciones respiratorias tienen un
carácter estacional predominando en invierno y primavera, en países
tropicales se presentan durante el año o en periodos fríos y húmedos con
los otros virus respiratorios. Los serotipos 3, 4, 7 y 14 se han relacionado
con brotes epidémicos de síndrome de distrés respiratorio agudo del
adulto. Los patógenos respiratorios se continúan eliminando en el tracto
gastrointestinal por periodos prolongados, lo cual no descarta que la
contaminación orofecal sea importante.
Tabla 8.4. Serotipos de hAdV involucrados en las diferentes patologías*
Entidades clínicas más importantes
Serotipo viral asociado
Patologías respiratorias
Faringitis aguda
Fiebre faringoconjuntival
Infección respiratoria aguda
Síndrome coqueluchoide
Neumonía
Neumonía en recintos militares
12, 18, 31
1-3, 5, 7, 14
3, 4, 7, 14, 21
5
1-4, 7
4, 7
Otras patologías
Cistitis hemorrágica en niños
Gastroenteritis viral
Hepatitis
Infección diseminada en neonatos
Meningoencefalitis
Miocarditis
Nefritis en pacientes trasplantados
Queratoconjuntivitis
7, 11, 21
40 y 41
1, 2, 5.
1, 2, 5, 11, 31, 34
3, 5, 6, 7, 7A, 12, 32
?
11, 34, 35
4, 8, 11, 19, 37
*Esta lista no incluye todos los reportes de la literatura.
Los serotipos 34, 35 y 39 pueden ser causa de neumonías en
pacientes inmunocomprometidos, en quienes se impone el diagnóstico
diferencial con los cuadros producidos por el citomegalovirus y el virus
herpes simple.
El virus es muy estable a los factores físico-químicos ambientales,
por lo que una vía de transmisión es a través de fómites. Las infecciones
relacionadas con el cuidado de la salud se asocian a cuadros de
queratoconjuntivitis o infección respiratoria.
Respuesta inmune
Los elementos de la respuesta inmune innata que juegan un papel en la
eliminación de la infección por hAdV incluyen los macrófagos, células
asesinas naturales y el complemento. En el curso de la infección se
producen citoquinas proinflamatorias y mediadores de respuesta inmune
como el TNFα, IL-1, IL-6, IL-12.
La respuesta inmune involucra tanto a los linfocitos T CD4+ como a
los linfocitos T CD8+. El estudio de la respuesta celular específica ha sido
limitado. Se han detectado respuestas de linfoproliferación a las proteínas
de la fibra VI y en menor porcentaje H. Los CD4+ estimulan los linfocitos
B para su proliferación y síntesis de inmunoglobulinas. Los anticuerpos
producidos en el curso de la infección por AdV son de dos tipos, los
específicos de grupo, que sólo tienen utilidad diagnóstica y los específicos
de tipo que tienen capacidad neutralizante. Los anticuerpos neutralizantes
reconocen epítopes en las proteínas de la fibra, el hexón y el pentón.
Un estudio en población adulta mostró que los anticuerpos
específicos se producen a las dos semanas de infección. Los anticuerpos de
tipo IgM se producen sólo en el 39% de los casos, los anticuerpos de tipo
IgG en el 89% y la IgA en 77%. En niños, un 70% mostró aparición de
anticuerpos de tipo IgG de diez a veinte días posinfección, mientras que la
IgM sólo se observó en un 37% de los casos.
En caso de conjuntivitis se detectó IgA específica en lágrimas en 27
de 29 pacientes afectados (93%), desde la primera semana de la infección
y persistieron entre uno y nueve meses. En caso de gastroenteritis, también
se ha detectado IgA específica en heces.
Patogénesis
En humanos los hAdV son causantes de infecciones agudas o persistentes;
en roedores (p. ej., hámster) han sido implicados como causantes de
tumores. Las vías de entrada incluyen la vía respiratoria, la conjuntiva o la
vía entérica. Los hAdV poseen múltiples mecanismos de evasión de la
respuesta inmune que incluyen, entre otros:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Inhibición de la respuesta inmune mediada por interferón. La proteína EIA tiene la
propiedad de inhibir la acción del interferón de tipo 1. La E1A también disminuye los
niveles de STAT1 y p48, es capaz de inhibir la proteína quinasa (PKR) necesaria para la
activación del factor iniciador de la síntesis proteica eIF2α.
Las proteínas E3 y E1B inhiben el proceso de señalización para la síntesis de TNF-α,
citoquina proinflamatoria necesaria a la activación de macrófagos y linfocitos T y capaz de
inducir muerte celular. Estas proteínas y sus diferentes formas son capaces de permitir una
infección persistente en el huésped.
Los hAdV alteran la presentación antigénica al disminuir la expresión de proteínas del CMH
de clase I. Las proteínas E3 y E1A retienen las proteínas MHC I en el o endoplásmico.
Adicionalmente, la proteína E1A también interfiere con la mayor expresión de las CMH de
clase II reguladas por acción del IFN-γ.
La proteína E3 permite la degradación del ligando Fas, cumpliendo una función anti
apoptótica.
La interferencia con la síntesis de proteínas celulares puede llevar al daño y muerte
celulares.
Los pentones han demostrado in vitro tener actividades citotóxicas y causar pérdida de la
adhesión celular.
El genoma viral ha sido detectado en tejido pulmonar de pacientes
con enfermedad obstructiva crónica, sugiriendo un probable papel de este
agente en patologías crónicas pulmonares. En niños con enfermedad
obstructiva crónica ha sido posible aislar el AdV de líquido de lavado
broncoalveolar, indicando un papel probable en esta patología. Estos
hallazgos pueden no señalar una relación causa efecto, sino que son la
manifestación de lo que ya se ha establecido como infecciones
persistentes.
Aspectos clínicos
La mayoría de las infecciones por adenovirus ocurren durante la infancia,
encontrándose que a la edad de 10 años todos los niños se han infectado al
menos con un serotipo viral. Los síndromes clínicos respiratorios
asociados a hAdV son diversas formas de infección aguda que incluyen: la
faringitis, la fiebre faringoconjuntival, el síndrome coqueluchoide y la
neumonía viral. En la población infantil causa diferentes síntomas clínicos,
entre los que se encuentran fiebre, tos, rinitis, faringitis con o sin exudado,
adenopatías cervicales y fiebre faringoconjuntival; ocasionalmente es
causa de infecciones más graves como laringitis, crup, bronquiolitis o
neumonías.
Estudios en poblaciones pediátricas muestran que el adenovirus es
una causa importante (hasta un 19% de casos) de faringitis y amigdalitis.
La faringe puede mostrar un aspecto folicular, con exudado claro fino y
transparente en su fase inicial, por la presencia de polimorfonucleares
puede tornarse más espeso, hasta purulento en etapas avanzadas. En las
faringitis por hAdV no es frecuente la coinfección con bacterias como los
estreptococos del grupo A. Los marcadores no específicos de inflamación
como la VSG, PCR o recuento de leucocitos de sangre periférica permiten
inferir la infección viral de la bacteriana, sin embargo, en infecciones
graves por hAdV es frecuente la presencia de reactantes de fase aguda. Las
infecciones virales son más frecuentes en el grupo etáreo menor de tres
años, mientras que las infecciones bacterianas son mas frecuentes en los
grupos preescolares y escolares.
Las fiebres faringoconjuntivales se caracterizan por la presencia de
la triada de fiebre, faringitis y conjuntivitis folicular. Los serotipos
frecuentemente asociados son el 3 y el 7, la conjuntivitis es unilateral o
asimétrica y puede observarse la presencia de adenopatía preauricular. La
queratoconjuntivitis epidémica se caracteriza por irritación, ardor,
lagrimeo, quemosis y fotofobia. Se presenta en industrias, batallones,
clínicas oftalmológicas, hospitales, sitios de atención médica comunitaria y
se origina por contaminación de manos, equipos oftalmológicos o
soluciones; en áreas industriales o comunitarias se debe a la contaminación
de toallas o lavamanos. La conjuntivitis folicular cursa con compromiso
palpebral o bulbar y se asocia con el uso de piscinas y lagos en donde este
virus puede permanecer viable por semanas. Las conjuntivitis son
entidades autolimitadas que no dejan secuelas de visión.
Estos virus no son causa importante de infección respiratoria en la
población adulta civil; en la población militar, los serotipos 4, 7 y en
menor proporción 3, 11, 14 y 21, pueden causar episodios de infección
respiratoria aguda caracterizada por faringitis, amigdalitis con o sin
exudado, traqueobronquitis y hasta neumonía.
Otra forma de presentación es la infección en neonatos. Se han
observado brotes epidémicos de infección por hAdV en UCI de
neonatología. La fuente de infección es materna y el cuadro clínico
comienza hacia el décimo día con fiebre o hipotermia, letargo, hiporexia,
hepatomegalia, manifestaciones de sangrado y neumonía grave. La tasa de
mortalidad es elevada (~80%) y se han detectado los serotipo 3, 7, 21 y 30
en hígado y pulmón.
La neumonía por hAdV es indistinguible de una neumonía
bacteriana. Tanto desde el punto de vista radiológico (infiltrados
bronconeumónicos, atelectasias, infiltrados parahiliares, efusión pleural,
consolidación) como por la presencia de marcadores inflamatorios de fase
aguda que son similares en caso de neumonía por hAdV como por
bacterias, lo cual hace que el uso de antibióticos sea innecesario e ineficaz.
Cerca del 50% de niños con infección por hAdV presentan leucocitosis (>
15.000 leucocitos/ml), aumento de la VSG (> 30mm/h) y aumento en la
proteína C reactiva (> 40mg/litro). La mortalidad en caso de neumonía es
alta (30%) y las complicaciones y secuelas son frecuentes
(bronquiectasias, bronquiolitis obliterans y pulmón hiperlúcido). Los casos
de neumonía pueden acompañarse de diseminación a otros órganos como
hígado, corazón, sistema nervioso central y páncreas.
Los casos de síndrome coqueluchoide se presentan en menores de
tres años con tos paroxística cianosante y leucocitosis. En caso de
infección por hAdV, los intentos por aislar Bordetella pertussis son
infructuosos y se puede identificar la presencia viral hasta en un 30% de
los casos con síndrome coqueluchoide. Es necesario anotar que también ha
sido posible detectar hAdV en un 39% de los casos de pertusis en los que
se ha podido identificar la Bordetella pertussis, lo cual hace más confuso
su papel. No se conoce si la infección bacteriana favorece la reactivación
del hAdV latente o si el virus por sí mismo tiene un papel en la
fisiopatogenia. En un estudio en Colombia se pudo relacionar que en un
77,4% de los casos con síndrome coqueluchoide estaba presente el RSV y
tan solo en un 22,6% estaban presentes otros virus.
Diagnóstico
La confirmación diagnóstica se hace por medio de aislamiento viral,
detección de antígenos virales, PCR o serología. El hAdV causante de
patología respiratoria es cultivable en células humanas de origen epitelial,
como son las células HEK, HEp-2, MRC-5, KB y HeLa. El virus causa
efecto citopático en la primera semana de inoculación; en algunas
circunstancias puede tardar hasta dos semanas. El ECP se caracteriza por
la acidificación del medio de cultivo y la formación de células
redondeadas que se organizan en forma de racimos de uva (capítulo 7,
diagnóstico). El uso de diferentes líneas celulares garantiza el aislamiento
del mayor número de serotipos. La confirmación de hAdV se lleva a cabo
mediante IFD o inmunocromatografía aun antes de que aparezca el ECP.
La detección de antígenos virales en las secreciones respiratorias
puede hacerse por IFD, EIA o inmunocromatografía (IC). La IFD requiere
de la presencia de células íntegras, mientras que la EIA e IC también
pueden detectar el virus libre. La IFD tiene una especificidad de 60-82%
pero necesita equipos especializados y personal capacitado. La IFD tiene
la ventaja de usarse con otros conjugados para detectar la presencia de
hasta ocho virus respiratorios, lo que mejora la relación costo/ beneficio.
Los mejores resultados se logran si el espécimen se obtiene en los
primeros cinco días de iniciado el cuadro clínico, aunque hay pacientes
que eliminan el virus en dos a tres semanas. La sensibilidad de estas
pruebas es más baja para la población de adultos que para la población
pediátrica. Algunas pruebas de IC en población pediátrica tienen una
sensibilidad del 72% y una especificidad del 100% comparadas con el
aislamiento viral. La sensibilidad de la IC es similar con los serotipos 1, 2,
3, 5, y 7 que son los que con mayor frecuencia se implican en IRA. La
sensibilidad de la IF o IC se ve disminuida cuando se compara con la PCR,
por lo tanto, un resultado negativo en IC no descarta el agente etiológico y
los resultados negativos deben ser corroborados por métodos más sensibles
como el cultivo o la PCR. La sensibilidad de las pruebas rápidas es menor
en muestras de conjuntiva, asociadas quizá a una baja presencia de virus.
Las pruebas de amplificación genómica (PCR) son más sensibles
que el aislamiento viral, funciona con múltiples especímenes clínicos y
puede detectar secuencias genómicas comunes a los distintos serotipos; la
mayoría de estudios tienen como blanco la región genómica que codifica
para proteínas del hexón o la fibra. La PCR puede detectar virus que esté
latente o sea excretado en bajas cantidades por infecciones persistentes; en
el futuro será necesario desarrollar pruebas que cuantifiquen la carga viral,
ya que altas cargas virales se presentan con mayor frecuencia en el curso
de infecciones activas.
En especímenes clínicos también ha sido empleada la técnica de
hibridación molecular para determinar la presencia de genomas de
adenovirus, mediante el empleo de sondas que fueron producidas a partir
de secuencias de adenovirus 2 y 3. La hibridación molecular es más útil en
estudios de patogénesis que en diagnóstico clínico corriente.
La serología se emplea para determinar una infección por adenovirus
en forma retrospectiva; para tal efecto, se utilizan sueros pareados que
miden la presencia de anticuerpos específicos de grupo, como la fijación
de complemento, o anticuerpos específicos de tipo por los métodos de
inhibición de la hemaglutinación, neutralización, radioinmunoensayo
(RIA) o EIA. Los títulos de anticuerpos permanecen bajos o estables en el
curso de la infección, lo que limita su uso como pruebas diagnósticas de
aplicación clínica.
Tratamiento
In vitro se ha visto que la ribavirina, el ganciclovir y el cidofovir son
activos contra los hAdV. El uso de ribavirina intravenosa solo cuenta con
reportes en un número limitado de casos. Existen estudios controlados para
el cidofovir en pacientes trasplantados a dosis de cinco mg/ kg/semanales
o un mg/kg/3 por semana durante 11 meses. El esquema con cidofovir
disminuye la mortalidad asociada a neumonía, la mayor complicación es la
toxicidad renal.
Prevención y control
Las medidas de aislamiento de pacientes no son efectivas para impedir la
diseminación respiratoria de hAdV. Se recomienda el lavado cuidadoso de
manos antes y después del contacto con el paciente infectado. Puesto que
el lavado no garantiza una total eliminación del virus, esta acción se puede
complementar con el uso de soluciones glicerinadas de alcohol, de guantes
y otros métodos de barrera, así como el empleo de toallas desechables.
Una vacuna viva oral contra los serotipos 4 y 7 es utilizada desde
1971 en cuarteles militares. A nivel de la mucosa entérica el inmunógeno
estimula la producción de anticuerpos neutralizantes. El único productor
mundial de la vacuna cesó su producción en 1999 pero fue retomada por
laboratorios Barr a partir de 2011.
Virus de la familia Picornaviridae
Agente infeccioso
La mayoría de los agentes que causan patología respiratoria pertenecen al
orden Picornavirales, familia Picornaviridae, género Enterovirus y tres
especies de rinovirus humano (HRV por human Rinovirus) HRV-A, HRVB y HRV-C. Cada especie, a su vez, está compuesta de múltiples serotipos,
en total se contabilizan 100 serotipos. El nombre de la familia viral es un
acrónimo que deriva de pico una medida muy pequeña (10-12) y RNA el
tipo de material genético. Los agentes infecciosos son virus esféricos, muy
pequeños (30 nm de diámetro), desnudos, de cápside icosaédrica, con
genoma de tipo ARN de cadena sencilla, sentido positivo, unido a una
proteína VPg en 5’, poliadenilado en su extremidad 3’ y con una longitud
de 7.200 nucleótidos (figura 8.13). Los rinovirus son sensibles al ácido y
se replican mejor a temperaturas de 33º C. La cápside viral está compuesta
por cuatro proteínas VP1, VP2, VP3, VP4 presentes cada una en 60 copias
en la cubierta proteica.
El ARN viral sirve de ARNm, de genoma viral y como molde para
la síntesis de intermediarios replicativos para la síntesis de nuevas copias
genómicas. Hacia la región 5’ no codante, el genoma forma una estructura
compleja denominada región IRES (por internal ribosome entry site) y es
la zona de unión a los ribosomas. En la región 5’ la proteína Vpg (3B) se
asocia al genoma de una forma covalente la cual puede ser removida sin
afectar la infectividad viral. En la región 3’ se encuentra una cadena
poliadenilada que es requerida para la infectividad. Se distinguen tres
regiones codantes denominadas P1, P2 y P3; la región P1 codifica para las
cuatro proteínas de la cápside y las regiones P2 y P3 codifican para las
proteínas no estructurales (figura 8.14).
Los estudios de secuenciación disponibles para 46 serotipos
permiten sugerir que estos agentes tienen cambios antigénicos como lo
sugiere el descubrimiento de nuevas cepas virales en brotes epidémicos
sucesivos y por cambios antigénicos menores en un mismo serotipo, en
aislamientos hechos en años distintos.
Existen más de 100 serotipos diferentes de rinovirus y un número no
determinado y aún no clasificado; se dividen en dos grupos antigénicos,
el mayor (88 serotipos) que utiliza el ICAM-1 como receptor y grupos
antigénicos menor (12 serotipos) que utilizan como receptor la LDRL.
Figura 8.13. Estructura del HRV
A: proyección de cápside icosaédrica con simetría T = 3, sobre un esquema de la imagen construida
in sílice. B: empaquetamiento del ARN al interior de la cápside. C: organización de las proteínas de
superficie.
Se muestran los ejes de simetría diméricos (azul), triméricos (amarillo) y pentaméricos (violeta).
Figura 8.14. Estructura genómica del virus
VPg : proteína de unión al genoma. *Clivaje cotranslacional. En triángulo verde oscuro, clivaje
autocatalítico. En triángulo verde claro, clivajes de la proteína 3C.
Replicación
El virus inicia su unión a la célula epitelial por unión a receptores de tipo
ICAM o LDRL. El genoma viral penetra posiblemente mediante la
formación de un poro en la membrana celular. Luego de la entrada y
denudamiento de la partícula viral, el ARN (+) es utilizado para la síntesis
de proteínas o para la producción de un intermediario replicativo ARN (-),
este intermediario replicativo sirve de molde para la síntesis de nuevas
copias genómicas que eventualmente pueden ser utilizadas para la síntesis
de proteínas. La proteína VPg es removida de la extremidad 5’ y traducida
en una poliproteína. La poliproteína viral producida sufre clivajes
proteolíticos por acción de las proteasas virales (2A y 3C). La replicación
viral tiene lugar en las vesículas derivadas del RER, las copias genómicas
son empaquetadas en las proteínas virales en procápsides, los virus se
liberan por lisis celular y la maduración de los proviriones tiene lugar por
proteasas del hospedero que aún no han sido identificadas.
Epidemiología
Los HRV forman parte del grupo de patógenos más frecuentes que
infectan al humano. La infección es cosmopolita, se han detectado
anticuerpos anti-HRV en poblaciones aborígenes de la Amazonía, quizá
adquiridos luego de contactos anteriores con otras poblaciones en la misma
región. Las infecciones por rinovirus ocurren durante el año y no tienen un
carácter estacional marcado, aunque se encuentran con mayor frecuencia
picos de casos en los meses fríos y húmedos del año, este fenómeno se
explica por una mayor estabilidad del virión en condiciones de humedad.
El virus se transmite por contacto directo con pacientes o secreciones
gruesas, eliminadas mediante la tos o los estornudos. El mejor sitio de
diseminación de rinovirus en la población civil es el hogar. El patrón
epidemiológico característico es el de un niño menor que lleva la infección
a su casa y después se convierte en diseminador de la infección en su
entorno. La incidencia de la infección es cercana a 1,2 infecciones/año en
poblaciones pediátricas y de 0,7 infecciones por año en poblaciones de
adultos, los nuevos métodos de RT-PCR podrán redefinir la incidencia en
estudios posteriores. La epidemiología del HRV es compleja, se estima
que por lo menos 20 cepas virales distintas pueden circular
concomitantemente en la comunidad en un mismo periodo. Las manos de
personas infectadas están, por lo general, contaminadas por el frecuente
contacto nariz-manos en estos pacientes; de tal manera que el paciente
afectado puede transmitir la infección por las vías mano-mano o manoobjeto-mano. La autoinoculación puede ser un mecanismo más importante
de diseminación que la vía aérea. Los niños son más eficientes en la
transmisión de infecciones por rinovirus, y los adultos que conviven con
ellos, tienen una mayor frecuencia de infecciones que aquellos que no
tienen contacto con infantes. Los reservorios de HRV son los escolares,
que transmiten la infección a sus compañeros de clase y a los miembros de
su familia.
Patogénesis
La infección se establece en células ciliadas o no de la nasofaringe. El
virus es eliminado con las secreciones respiratorias. El contacto de
patrones moleculares del HRV con los receptores TLR por Toll-like de la
superficie de macrófagos conlleva a la producción de citoquinas. Las
citoquinas actúan reclutando células de respuesta inmune, desencadenando
un proceso inflamatorio y generando síntomas generales como la fiebre y
el malestar. La sintomatología se debe a la secreción de citoquinas como la
IL-8 y quimioquinas.
Algunos de los síntomas pueden ser desencadenados por vías
neurogénicas. El estornudo es generado por irritación de las ramas
sensitivas del trigémino, las cuales inervan el epitelio nasal y la porción
anterior de la nasofaringe. El proceso inflamatorio de la mucosa nasal
estimula las terminaciones nerviosas del trigémino.
La tos es motivo de consulta de los pacientes con infección de vías
respiratorias altas. Este reflejo es desencadenado por estímulo de las
terminaciones sensitivas del nervio vago que inervan la mucosa por debajo
de la laringe. La tos productiva puede ser manifestación del proceso
inflamatorio que se extiende a vías respiratorias bajas. La tos voluntaria
que manifiestan los pacientes puede ser generada por irritación de las vías
aéreas.
La liberación de bradiquinina es causa de varias manifestaciones
(vasodilatación, aumento de secreciones y tos). El ardor de garganta y la
sensación de irritación es causada por la formación de bradiquininas en
respuesta a la infección. La instilación de bradiquininas intranasales
conlleva a la aparición de síntomas como la rinitis y ardor de garganta. Las
bradiquininas también tienen como efecto la vasodilatación de las venas en
el tejido submucoso y desencadenan por este mecanismo la congestión
nasal. A su vez, la acumulación de secreciones en los senos paranasales
conduce a la sensación de dolor, a la obstrucción y cambios de presión en
senos paranasales. La liberación de histamina constituye un agente
químico que experimentalmente produce estornudo por estímulo sobre las
terminaciones nerviosas del trigémino (figura 8.15).
La cefalea que acompaña al proceso infeccioso es efecto de la
liberación de factor de necrosis tumoral (TNF) o interferón. Las
interleuquinas (IL) IL-1, IL-2 y IL-6 y el TNF han sido reportadas como
las causantes del comportamiento enfermizo (pérdida de interés,
disfunción cognitiva, ansiedad, fatiga, irritabilidad, alteraciones del sueño,
aumento de la sensibilidad al dolor) que sigue al resfriado común.
También la anorexia puede ser atribuida a la liberación de TNF,
interleuquinas e IFN en la fase aguda de la enfermedad (tabla 8.5).
Tabla 8.5. Citoquinas proinflamatorias en la infección por HRV
Citoquina
Acción
IL-1
Aumenta la contracción del músculo liso bronquial
IL-6
Atrae neutrófilos al sitio de inflamación
IL-8
Potente quimiotáctico de neutrófilos
IL-16
Activa la respuesta inflamatoria
GM-CSF
Primes neutrófilos y eosinófilos y aumenta su activación
RANTES Actividad quimiotáctica en eosinófilos, monocitos y
linfocitos T
Figura 8.15. Mecanismos de patogénesis en la infección por HRV
Con el desarrollo de las técnicas de diagnóstico molecular se contó
con métodos cinco veces más sensibles para detectar los RV. En un
estudio en niños de 9-11 años, se encontró que el 80-85% de los episodios
de asma bronquial en los que se encontraba disminución del volumen
espiratorio se asociaban a infecciones virales del tracto respiratorio alto, el
RV fue el agente viral con más frecuencia encontrado (65% de los casos).
En pacientes adultos también ha sido posible hallar la asociación entre
exacerbaciones del asma bronquial y resfriado común, en este caso el RV
fue detectado en un 57% de los casos. Durante la infección por RV, las
biopsias del epitelio nasal muestran poco daño en la morfología o la
integridad del epitelio y bajo número de células afectadas, lo que sugiere
que la acción patogénica en pacientes asmáticos se produce por
mecanismos distintos al efecto lítico de la replicación. Las citoquinas
inducidas por la infección viral (IL-1, IL-6, IL-8, IL-16, TNF-α, IFN-α, el
GM-CSF y RANTES) juegan un papel importante en la inflamación y
cambios fisiológicos respiratorios. Como ejemplo, la IL-1 aumenta la
contracción del músculo liso en respuesta a agentes broncoconstrictores y
disminuye la respuesta bronquial a los broncodilatadores.
Aspectos clínicos
Los rinovirus son la causa más importante de resfriado común en niños y
adultos, por la banalidad del cuadro clínico su papel patogénico fue
descuidado hasta hace poco, cuando su espectro clínico fue ampliado. La
sintomatología comienza después de un periodo de incubación de dos a
cuatro días. Las manifestaciones predominantes son: rinorrea, obstrucción
nasal, estornudos, ardor faríngeo, malestar, cefalea, tos y escalofrío (figura
8.16).
La fiebre no es un síntoma frecuente. Los síntomas se presentan por
una semana y la tos puede persistir dos o tres semanas. La seriedad de los
síntomas está en estrecha relación con la cantidad de virus excretados. En
algunos casos puede presentarse traqueobronquitis. Los rinovirus han sido
implicados recientemente en cuadros de exacerbación de las crisis
asmáticas y descompensación de los cuadros de enfermedad pulmonar
crónica; también con cuadros de sinusitis, otitis media y enfermedad
respiratoria baja y cuadros de sibilancias en niños, adultos e
inmunocomprometidos. En un estudio, al HRV-C se le asoció una mayor
frecuencia con casos de exacerbación de asma e infecciones sistémicas que
las otras especies. Se han reportado brotes epidémicos en unidades de
manejo de pacientes con patologías crónicas, causando una mortalidad
importante. Con la utilización de técnicas muy sensibles de RT-PCR se
desarrollaron estudios prospectivos de infección por rinovirus y se
comprobó que al año, todo niño presenta seis infecciones y una quinta
parte de ellas tiene un curso asintomático.
Figura 8.16. Cronología del curso clínico de la infección por RV y evolución de la
sintomatología
Al ser esta una enfermedad localizada en la mucosa respiratoria, la
respuesta inmune está relacionada con la producción de IgA a nivel local.
La protección no está relacionada con los niveles de anticuerpos séricos. El
individuo puede presentar una respuesta inmune protectora de serotipo
homólogo y una respuesta inmune protectora parcial a los serotipos
heterólogos. Ambos tipos de protección son transitorios (2-16 semanas).
De tal forma que puedan presentarse infecciones sucesivas por serotipos
diferentes y aun por un mismo serotipo. Algunos enterovirus como los
virus Coxsackie A, Coxsackie B, echovirus y enterovirus 68-71 se pueden
relacionar con diferentes patologías respiratorias.
Complicaciones
Las complicaciones frecuentes del resfriado común son las infecciones
bacterianas secundarias como otitis media aguda y la sinusitis bacteriana
aguda. Las imágenes de tomografía han demostrado que el taponamiento
de los senos paranasales constituye una complicación corriente en el curso
del resfriado común. Los métodos de detección molecular ponen en
evidencia que es muy frecuente la presencia de HRV en el curso de las
exacerbaciones de cuadros de bronquitis crónica y crisis asmáticas, si bien
el mecanismo no se encuentra muy bien determinado, se especula que las
quininas, citoquinas proinflamatorias y otros mediadores de la inflamación
juegan un papel alterando la respuesta Th1 y favoreciendo la respuesta
Th2.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en el aislamiento viral y recientemente en las
pruebas de detección y amplificación de genomas virales. Por la gran
variedad de tipos aún no se dispone de pruebas diagnósticas rápidas para la
identificación viral por métodos como la IFI, EIA o RIA.
El aislamiento es difícil, dispendioso y con baja sensibilidad. Los
mejores resultados se obtienen de aspirados y lavados nasofaríngeos; los
hisopados nasales y faríngeos presentan un éxito menor. El virus puede
conservarse hasta por cuatro horas a 4º C sin disminuir su infectividad. Si
se requiere de almacenamientos prolongados es necesario congelarlo a –
70º C. El cultivo de rinovirus necesita de sistemas de rotación y
temperaturas similares a las muestras nasofaríngeas (33-35º C) y un pH
neutro para garantizar su aislamiento. Las líneas celulares que garantizan
un mayor porcentaje de detección en especímenes clínicos son las células
embrionarias humanas, las células diploides (WI-26, MRC-5 y WI-38) y
las HeLa-M. Los cultivos celulares que se emplearon inicialmente para
aislar el rinovirus, no permiten la replicación de todo el amplio espectro de
serotipos virales presentes en este grupo viral. Más aún, lotes diferentes de
una misma línea celular pueden presentar diferente sensibilidad para los
aislamientos de rinovirus. El ECP consiste en la formación de células
contraídas, redondeadas y birrefringentes después de 48 horas de la
inoculación. Debido a la gran variedad de grupos serológicos, la
identificación de los tipos causantes de un determinado proceso infeccioso
no se hace en forma rutinaria.
Los métodos de detección molecular han demostrado ser los
procedimientos diagnósticos de elección por la sensibilidad y la amplia
gama de serotipos detectados en un solo test. Para la RT-PCR se escogen
secuencias de la región 5’ no codante que ha demostrado ser la más
conservada entre los distintos serotipos. Los métodos genómicos no
siempre permiten diferenciar los rinovirus de los enterovirus. La
amplificación se realiza en sistemas múltiples que permiten la
identificación de varios (4-16) patógenos respiratorios. Los métodos de
detección molecular han permitido reconocer el papel destacado de los
HRV en las patologías del tracto respiratorio alto y aun en la etiología de
cuadros infecciosos del tracto respiratorio bajo.
Tratamiento
El tratamiento del resfriado común es sintomático y se basa en la
hidratación del paciente, el uso de analgésicos y antiinflamatorios
(corticoides, antihistamínicos) tópicos o sistémicos.
Se ha utilizado IFNα tópico que disminuye la sintomatología, sin
embargo, tiene efectos locales secundarios como el sangrado; estos efectos
y su alto costo han limitado su utilización; en general, el interferón es más
efectivo en la prevención que en el tratamiento del resfriado común. Los
compuestos como el pleconaril se unen en forma alostérica al cañón
hidrofóbico de los HRV e impiden la transición conformacional durante el
proceso de denudamiento del virus que permite la liberación del genoma
viral. El pleconaril tiene una buena farmacocinética y biodisponibilidad,
pero al administrarlo en forma sistémica se ha observado interferencia con
el sistema de la citocromo oxidasa (P-450-3A). El pleconaril se encuentran
en fase experimental y ha sido utilizado solamente en infecciones graves
por enterovirus (meningoencefalitis, miocarditis). Otras medidas que han
probado algún beneficio son las soluciones de ICAM-1, que impide la
unión de un amplio espectro de HRV a los receptores celulares. La eficacia
de los bloqueadores del ICAM-1 es mayor si se administra en las primeras
12 horas del cuadro clínico, no mejora los porcentajes de infección, pero sí
disminuye la sintomatología; la falta de métodos de diagnóstico rápido, el
alto costo y la frecuente aplicación hacen que esta medida haya sido
abandonada.
Prevención y control
La alta variabilidad antigénica hace que el diseño de vacunas profilácticas
no sea fácilmente realizable. Las medidas de higiene centradas en el
lavado de manos son las que muestran una mayor eficacia para disminuir
la diseminación de rinovirus; otras medidas como el uso de geles
antibacterianos o de tapabocas son menos eficaces.
Virus de la familia Coronaviridae, Coronavirus humanos
(HCoV)
Agente infeccioso
Los virus del orden Nidovirales, familia Coronaviridae, cuenta con dos
subfamilias Coronavirinae y Torovirinae. La subfamilia Coronavirinae
cuenta con cuatro géneros Alphacoronavirus, Betacoronavirus,
Gammacoronavirus y Deltacoronavirus. El género Alphacoronavirus tiene
ocho especies de las cuales dos especies (HCoV-229E y HCoV-NL63) son
patógenas para humanos, mientras que el género Betacoronavirus tiene 8
especies de las cuales tres son patógenas para el humano (HCoV-OC43,
HCoV-HKU1 y HCoV-SARS].
Los coronavirus humanos (HCoV) son virus cubiertos, esféricos o
pleomórficos, de tamaño medio de 120-160 nm de diámetro. Su genoma
está constituido por una cadena única, sencilla (una sola hebra) de ARN,
de sentido positivo, con un tamaño de 25-33 kb. Por su tamaño, el genoma
es uno de los ARN más grandes conocido y el único virus ARN (+) con
cápside de simetría helicoidal (figura 8.17). El virión se encuentra rodeado
de una membrana lipídica que presenta peplómeros espaciados en forma
de clava, dando el aspecto de corona del cual deriva su nombre. Los
coronavirus son específicos de cada especie y en el humano causan
infecciones del tracto respiratorio alto (resfriado común) y se han asociado
a gastroenteritis virales. El genoma posee un nucleótido metilado en 5’ y
poliadenilado en la extremidad 3’. La nucleocápside tiene una simetría de
tipo helicoidal y está constituida por el ARN genómico y nucleoproteína.
El genoma viral codifica para proteínas estructurales y no
estructurales. El material genético es leído utilizando dos marcos de
lectura alternativa que conlleva a producir dos ORF denominados ORF1a
y ORF1b que da lugar a la síntesis de dos proteínas pp1a y pp1ab, que son
procesadas por la ARN polimerasa y por las proteínas no estructurales
involucradas en la síntesis de ARN (figura 8.18).
Figura 8.17. Esquema de la estructura del coronavirus
S: espícula glicoproteíca (trímeros). HE: hemaglutinina esterasa (dímeros). E: pequeña proteína de
membrana (pentámeros). M: proteína de membrana. NP: nucleoproteína.
Figura 8.18. Estructura genómica del coronavirus SARS, prototipo HCoV 229E
En números arábigos de localizan las proteínas no estructurales NSP1 a NSP16.
En letras mayúsculas la localización de las proteínas estructurales HE, S, E, M y N.
Cada proteína estructural es sintetizada por ARN subgenómicos que
da lugar a la formación de las proteínas estructurales: hemaglutinina
esterasa (HE), glicoproteína de la espícula (S), la proteína pequeña de la
membrana (E), la proteína de membrana (M) y la nucleoproteína (N). Las
proteínas asociadas a la membrana, son: la espícula, la hemaglutininaesterasa y la proteína pequeña de la membrana y la proteína E. La proteína
S es la proteína mayor de la membrana y es la responsable de su apariencia
radiada por cuanto forma verdaderas espículas que se proyectan de la
superficie viral, es la proteína generadora de anticuerpos neutralizantes y
la encargada de unirse a receptores celulares.
Replicación
La proteína de unión viral es la proteína S y el receptor celular para el
HCoV-SARS es la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ACE-2). El
virus entra por endocitosis al sistema de vesículas de la célula hospedera.
La fusión de las membranas viral y del endosoma es quizá mediada por la
proteína E, dando lugar a la liberación del genoma viral. La replicación del
genoma pasa por la síntesis de un intermediario replicativo de ARN (-). La
síntesis de proteínas virales y la proteólisis conducente a la producción de
los diferentes péptidos se lleva a cabo en el citoplasma. Las glicoproteínas
son sintetizadas en el RER y glicosiladas en el aparato de Golgi para ser
transportadas por sistemas de vesículas hasta la membrana plasmática en
donde tiene lugar el ensamblaje del virión.
Epidemiología
Hasta 2003 los únicos HCoV conocidos eran el HCoV-229E y el HCoVOC43 y poco se sabía de este agente salvo que era la segunda causa más
importante de resfriado común. La epidemia de síndrome agudo
respiratorio grave puso en evidencia un nuevo agente viral, el HCoVSARS (por Severe Acute Respiratory Syndrome) se presentó entre 2003 y
2004, comenzó en la provincia de Cantón en China y luego afectó 29
países en cinco continentes. Este agente constituye la sola excepción de
coronavirus que a su vez infectan especies animales (primates no
humanos, civetas, mapaches gatos, perros) y al humano. El HCoVSARS
causa una neumonía grave en niños y constituye la patología más aguda
causada por un coronavirus. En 2004 se reconoció otro nuevo agente el
HCoV-NL63 y en 2005 el HCoV-HKU1, estos dos últimos agentes causan
cuadros clínicos similares a el HCoV-229E y el HCoV-OC43.
El coronavirus es causa frecuente de resfriado común y rinofaringitis
que por su banalidad no ha sido muy estudiado, pero se sabe que es una
entidad de distribución mundial, que compromete todos los grupos etáreos
y ocurre durante el año con predominio en los meses fríos y húmedos
(invierno y primavera en países con estaciones). En promedio el 15% de
las infecciones respiratorias altas pueden ser atribuidas al coronavirus, con
grandes variaciones en los distintos periodos estudiados. Estudios de
seroprevalencia muestran que para la edad de cinco años toda la población
se ha expuesto a las cepas OC43 y 229E. Nuevos estudios basados en la
detección de genomas demostraron de igual manera la distribución
cosmopolita de los HCoV 229E, OC43, NL63 y HKU1. Un nuevo
coronavirus beta aún denominado MERS (Middle East Respiratory
Syndrome), desde abril de 2012 a enero de 2016 ha afectado a 1.633
personas con una mortalidad del 36% (587 casos), fue detectado en Asia,
África, Europa y América (tabla 8.6).
Los diferentes tipos virales pueden circular en meses fríos y
húmedos, con diferencias en la prevalencia en los diferentes años
estudiados, las reinfecciones con un mismo tipo son frecuentes, lo cual
implica que la respuesta inmune homotípica es de corta duración. Los
brotes epidémicos tienen una periodicidad de tres a cuatro años de
intervalo.
Aspectos clínicos
El cuadro de resfriado común causado por coronavirus es similar al
causado por rinovirus. Después de un periodo de incubación de dos a cinco
días (promedio dos días), aparecen los síntomas caracterizados por
rinorrea, malestar general, obstrucción nasal, estornudo y tos. Los
síntomas son mayores después del cuarto día de infección. Los cuadros
son, por lo general, afebriles con una semana de duración. No hay
compromiso de las vías respiratorias bajas, aunque algunos casos de
infección respiratoria baja reportados en poblaciones aisladas (militares)
han sido atribuidos a los coronavirus.
Tabla 8.6. Personas afectadas por el nuevo coronavirus MERS, noviembre de 2015
País
Casos confirmados
Muertes
Arabia Saudita
1.030
453
Corea del Sur
185
36
China
1
0
Emiratos Árabes Unidos
77
10
Jordania
19
6
Qatar
13
5
Omán
6
3
Irán
6
2
Reino Unido
4
3
Alemania
3
1
Argelia, Túnez y Francia cada uno
2
1
España, Holanda, Filipinas, EE.UU. cada uno
2
0
El HCoV-OC43 y el HCoV-229E han sido relacionados con
infecciones respiratorias altas y bajas, en casos de infección nosocomial en
pacientes inmunocomprometidos, en neumonía nosocomial de neonatos,
niños y personal hospitalario y en pacientes adultos hospitalizados con
neumonía y síndrome de distrés respiratorio (ARDS por Acute Respiratory
Distress Syndrome). El HCoV-229E fue asociado con un caso clínico de
fiebre, coriza, conjuntivitis y bronquiolitis en un niño de siete meses en
Holanda. Se han descrito casos de neumonía, bronquiolitis y exacerbación
de crisis asmáticas en pacientes infectados con HCoV-HKU1.
La OMS definió el caso sospechoso de SARS, como toda
enfermedad respiratoria de causa desconocida con aparición posterior al 1
de febrero de 2003 que reuniera, entre otros, los siguientes criterios: fiebre
mayor a 38º C y uno o más hallazgos de enfermedad respiratoria (tos,
respiración superficial, dificultad respiratoria, hipoxia). Los pacientes que
presentaran un cuadro de síndrome de dificultad respiratoria agudo o que
hubieran estado en contacto estrecho con una persona con síntomas
respiratorios y los viajes a una zona de SARS que está siendo estudiada o
investigada por presentar SARS. Para la epidemia SARS se definió como
caso probable aquel que presentara signos radiográficos de neumonía o
síndrome de dificultad respiratoria y todo caso de afección respiratoria
inexplicada que haya causado la muerte y la autopsia haya demostrado un
síndrome de dificultad respiratoria sin causa justificada. Todos estos casos
siempre en relación con sucesos sospechosos o comprobados de SARS. En
casos de enfermedad respiratoria grave, los síntomas más frecuentes
fueron la fiebre, mialgias, malestar general, cefalea, vértigo, tos, ardor de
garganta y rinorrea. En el examen físico predomina la respiración corta y
los estertores asociados. Un 25-75% de los casos presentan sintomatología
gastrointestinal como diarrea, náusea y vómito a medida que la infección
progresa.
Complicaciones
Como se describió en rinovirus, los HCoV OC43 y 229E han sido
relacionados con exacerbaciones de crisis asmáticas en niños y también
con sibilancias en niños sin historia previa de asma. La correlación de
HCoV con otitis media es mucho menor a la relacionada con rinovirus y
RSV. La infección por HCoV es mucho más fuerte en pacientes con
enfermedad cardiopulmonar subyacente, puede ocasionar crisis de
enfermedad sibilante o exacerbar cuadros de enfermedad pulmonar
obstructiva crónica.
Diagnóstico
Los coronavirus son difíciles de aislar por lo cual su estudio fue limitado
hasta el surgimiento de los métodos de diagnóstico molecular. El virus ha
sido cultivado en células de riñón de mono, células embrionarias de riñón
humano y en cultivos de órganos de origen humano (tráquea y pulmón). El
HCoV-SARS crece en células Vero-E6, el pasaje en líneas celulares de
este virus conduce a mutaciones en las proteínas S y M, que debe
entenderse como una adaptación del virus a las células. El efecto citopático
(ECP) ocurre después de varios días y se caracteriza por la elongación de
las células seguida de su redondeamiento. La identificación definitiva de
los aislamientos requiere del uso de reacciones de neutralización,
inhibición de la hemaglutinación, IFI y microscopía electrónica.
Los estudios serológicos reportan una serie de reacciones cruzadas
entre los aislamientos. El diagnóstico de la infección para algunas cepas
(229E y OC43), se desarrolló durante mucho tiempo por métodos
serológicos. Un antígeno de estas cepas puede ser preparado para hacer
pruebas de fijación de complemento Elisa e inhibición de la
hemaglutinación. Los anticuerpos neutralizantes, en caso de infección por
HCoV-SARS, alcanzan su nivel más alto hacia el cuarto mes de iniciado el
proceso infeccioso. Por su aparición tardía, las pruebas serológicas solo
tienen valor epidemiológico y no contribuyen al manejo del paciente.
Las nuevas técnicas de biología molecular permiten identificar todos
los coronavirus en una sola prueba de RT-PCR múltiple; otras nuevas
técnicas de amplificación genómica como los sistemas Luminex® y RespiFinder® se encuentran en evaluaciones clínicas y los estudios preliminares
son muy prometedores. El amplio uso de las pruebas de diagnóstico
molecular podrá mejorar el panorama epidemiológico de las IRA causadas
por este grupo de agentes infecciosos.
El nuevo coronavirus denominado MERS, identificado inicialmente
en la península arábica, se ha extendido a 16 países, aunque tiene una baja
transmisibilidad entre los humanos. Se estima que el reservorio de este
virus sean murciélagos que transmiten la enfermedad a camellos y estos al
humano.
Tratamiento
No existe un tratamiento antiviral específico contra los HCoV incluyendo
el HCoV-SARS. Las medidas de soporte son las más aconsejadas para el
manejo de los casos de resfriado común, así como los casos severos de
enfermedad respiratoria. Después de la epidemia de SARS no se logró un
consenso de las medidas terapéuticas para mejorar el cuadro clínico de los
pacientes. En una serie de casos atendidos por médicos chinos, el uso de
corticoides o interferón alfa mostraron cierto beneficio pero no se contaron
con estudios controlados que ofrecieran resultados concluyentes. La
ribavirina tiene poca actividad contra el HCoV-SARS in vitro, mientras
que algunos inhibidores de proteasa (lopinavir y ritonavir) muestran
actividad contra HCoV-SARS in vitro.
Prevención y control
No existen vacunas útiles para prevenir las infecciones por CoV en el
humano, en animales las vacunas son ampliamente utilizadas con una
eficacia variable. La posibilidad de producir una vacuna viva atenuada no
es efectiva, por cuanto podría presentar fenómenos de recombinación con
las variantes circulantes en la naturaleza.
Durante la epidemia de SARS se comprobó que el aislamiento del
paciente, el uso de las medidas para el control de enfermedades
transmisibles por contacto o aerosoles como el lavado estricto de manos, el
uso de elementos de protección como gafas, máscaras, tapabocas, batas o
delantales y guantes, lograron controlar la diseminación del SARS, aun
antes de conocer la naturaleza del agente infeccioso.
Virus de la familia Parvoviridae.
Bocavirus humano (hBoV)
Este agente fue descrito por primera vez en 2005 por Tobías Allander en el
Hospital Universitario de Karolinska, Suecia. Utilizando muestras
congeladas de secreciones respiratorias de pacientes con IRA, se
emplearon técnicas de tamizaje molecular (PCR aleatorios), se pudo
inicialmente clonar y secuenciar productos genómicos, comprobando la
presencia de un virus nuevo, el bocavirus humano (hBoV). Posteriormente
el hBoV se detectó en un 3,1% de especímenes provenientes de pacientes
con sintomatología respiratoria. En un estudio original sobre 540
especímenes se determinó que en el 17% de los casos el hBoV estaba
acompañado de otro patógeno respiratorio, pero en el 83% de casos fue
identificado como patógeno único, demostrando que puede tener un papel
importante en patologías respiratorias a las que hasta el momento no se les
había atribuido un patógeno específico.
Agente infeccioso
El hBoV pertenece a la familia Parvoviridae, subfamilia Parvovirinae,
género Bocavirus, muy próximo en las secuencias de nucleótidos con virus
de origen bovino y canino. Los miembros de la familia Parvoviridae son
virus pequeños de 18-26 nm de diámetro, desnudos, con genoma de tipo
ADN linear de cadena sencilla, de sentido positivo (+) o sentido negativo
(-) dispuestas en cápsides distintas y una talla genómica de 4.000 a 6.000
nucleótidos. El genoma posee un ORF-1 que codifica para dos proteínas
no estructurales NS1 y NS2 y un ORF-2 que codifica dos proteínas
estructurales VP1 y VP2, siendo la secuencia VP2 anidada en VP1.
Replicación
Todavía no se conocen las células que son susceptibles a la infección. El
virus no es cultivable ni posee un modelo animal adecuado. La presencia
de altas cargas virales en secreciones respiratorias sugiere una replicación
activa en el tracto respiratorio.
Epidemiología
El virus se ha encontrado como prevalente en secreciones respiratorias de
niños en todo el mundo. El mayor grupo afectado son los menores de dos
años. Se ha encontrado durante las fases tempranas de infecciones
respiratorias agudas, pero también después de periodos prolongados una
vez resuelta la enfermedad aguda. Hasta el momento se han hecho estudios
solo en humanos, por tanto se carece de elementos para saber si afecta o no
otros animales. La mayoría de estudios son de tipo epidemiológico y
ningún tipo de patologías específicas se ha podido atribuir hasta el
momento. Los diferentes estudios muestran que los ocavirus pueden estar
presentes entre un tres a un 18% de casos de IRA, de igual manera el
reporte de coinfecciones varía de 5 a 80%.
Aspectos clínicos
En muchos pacientes con síntomas respiratorios, el hBoV es el único
agente identificado. Hasta el momento no existe un cuadro clínico
particular asociado con el hBoV. Las cargas virales más altas han sido
relacionadas con casos de sibilancias o cuadros neumónicos. La alta
frecuencia de coinfección con otros virus también cuenta a favor de
posibles reactivaciones del virus.
Diagnóstico
El virus no ha sido aún cultivado, por lo que pruebas rápidas o serológicas
no han podido ser desarrolladas para estudios seroepidemiológicos. Las
muestras más utilizadas han sido los aspirados nasofaríngeos y los
hisopados respiratorios.
Hasta el momento se dispone de pruebas de amplificación genómica
para identificar el virus. Se conocen diferentes secuencias de
oligonucleótidos utilizados para la detección, pero no se ha hecho un
estudio comparativo entre ellas para identificar el blanco de amplificación
óptimo.
Como en otros casos de infección viral respiratoria (coronavirus
humanos [HCoVNL63, HCoV-HKU1], virus polioma [KI y WU] y
algunos rinovirus [HRV-QPM, NAT-001, y NAT-045]) no se han podido
establecer los postulados de Koch de causalidad.
Tratamiento
La alta frecuencia de hallazgos radiológicos compatibles con neumonía
(70%) explica por qué muchos pacientes (80%) han recibido terapia
antimicrobiana. La disponibilidad de pruebas rápidas de diagnóstico puede
tener un gran impacto en el uso innecesario de antibióticos y crea la
posibilidad para encontrar medicamentos antivirales específicos.
Virus de la fa milia Polyomaviridae
Los virus polioma son virus pequeños desnudos con material genético de
tipo ADN. Hasta 2007 sólo se reconocían dos virus polioma: el BKV
asociado con cistitis hemorrágicas y el JCV asociado a casos de
leucoencefalopatía multifocal progresiva.
En 2007 se evidenció que dos virus denominados KI y WU
genéticamente relacionados con virus de la familia Polyomaviridae, eran
detectados en especímenes respiratorios de pacientes pediátricos con
sintomatología respiratoria. Estos dos agentes infecciosos se encontraban
en bajos de prevalencia de los pacientes en un 3% para el KI y menos del
1% para el WU, por lo general están asociados a coinfecciones con otros
patógenos virales. Estudios realizados en diversas regiones del mundo
respaldan la hipótesis de que el virus es cosmopolita. Los virus KI y WU
pudieron ser detectados mediante estudios de PCR en tejido amigdalino, lo
cual respalda la teoría de que el tracto respiratorio puede ser el sitio de
replicación de estos agentes. La detección de los virus en lavados
broncoalveolares sugiere una replicación activa en el tracto respiratorio
bajo. La detección en heces puede simplemente mostrar la deglución del
virus presente en secreciones respiratorias, pero puede también soportar la
hipótesis de su transmisión oro-fecal como sucede con otros virus polioma
de animales. Se propone que la infección con virus KI y WU ocurre muy
temprano en la vida y que establece infecciones persistentes o latentes, las
cuales se reactivan durante el curso de infecciones respiratorias de diversas
causas, pero no se ha podido ni descartar ni comprobar esta hipótesis o
demostrar que en realidad si se comporta como un patógeno respiratorio.
Síndromes clínicos asociados
con infección respiratoria aguda (IRA)
El organismo dispone de escasos mecanismos para manifestar la infección
por virus respiratorios. Los síndromes clínicos asociados a la IRA se
clasifican en forma topográfica, de acuerdo con la región anatómica
comprometida. Los cuadros más frecuentes son: rinitis (resfriado común),
faringitis, laringitis, traqueobronquitis, laringotraqueobronquitis (crup),
bronquiolitis y neumonía. Estos síndromes pueden ocurrir en forma aislada
o asociada; de esta forma, es frecuente encontrar juntas las rinitis y
faringitis o las faringitis y laringitis. Un mismo cuadro clínico puede ser
producido por múltiples agentes virales (tabla 8.7).
Resfriado común
Las infecciones del tracto respiratorio alto son las enfermedades más
frecuentes en niños y adultos, los niños pueden presentar de 6-10
episodios/año, mientras que los adultos padecen entre dos y seis
episodios/año. Bajo esta denominación se considera un grupo de entidades
causadas por virus pertenecientes a cinco familias diferentes, cuyos
síntomas y mecanismos fisiopatológicos se superponen. La mayoría de
virus causantes del resfriado común pertenecen a las familias
Orthomyxoviridae, Paramyxoviridae, Adenoviridae, Picornaviridae y
Coronaviridae; por la simple sintomatología o cuadro clínico no es posible
distinguir al agente etiológico.
Tabla 8.7. Síndromes clínicos asociados a infecciones por agentes virales
Síndrome
Agentes virales frecuentes
Agentes virales menos frecuentes
Resfriado común
Rinovirus, coronavirus, hAdV
Virus influenza A o B, virus parainfluenza 1
o 2, enterovirus, RSV
Faringitis
hAdV, EBV, enterovirus, HSV
Virus influenza A o B, virus parainfluenza 1
o 2, enterovirus, RSV
Crup
Virus parainfluenza 1, 2 ó 3
Influenza A, RSV, sarampión, coronavirus
Bronquiolitis
RSV, parainfluenza 3
hAdV, virus parainfluenza 1 o 2, influenza A
o B, rinovirus
Neumonía
RSV, parainfluenza 3, hAdV, influenza
A.
Parainfluenza 1 y 2, rinovirus, EBV
Neumonía en pacientes
inmunocomprometidos
Todos los enumerados
CMV, HSV, VZV, HHV6, hAdV. virus
parainfluenza 1 y 2
Sarampión, rinovirus
hAdV: adenovirus humano. EBV: virus de Epstein Barr. HSV: virus herpes simple. RSV: virus
respiratorio sincicial. VZV: virus de la varicela y zona.
HHV-6: virus herpes tipo 6. CMV: citomegalovirus.
Las nuevas técnicas de diagnóstico molecular han cambiado el
panorama epidemiológico del resfriado común, se puede comprobar que en
el 92% de los casos existe al menos un virus asociado a este síndrome. El
rinovirus sigue siendo la causa más importante; un estudio finlandés en un
grupo de pacientes pediátricos de consulta ambulatoria, mostró que era
causante del 47% de los casos. En un 16%, el rinovirus se encontraba
asociado a otros agentes (bocavirus, adenovirus o enterovirus). Los
enterovirus se detectaron en un 10%, los coronavirus en un 6%; el virus
influenza estaba presente en un 6%, el virus respiratorio sincicial en un
4%, y el metapneumovirus y los bocavirus en un 3%. Los adenovirus
fueron hallados con otros agentes infecciosos en el 7% de los casos. En el
26% de las infecciones se encontraron coinfección de dos agentes virales y
en un 6% se detectaron tres o cuatro virus. Estos agentes producen, por lo
general, una infección limitada a las mucosas, con poca respuesta inmune
sistémica y una frecuencia alta de reinfecciones con serotipos diferentes o
por el mismo serotipo.
Como cuadro clínico, el resfriado común tiene una distribución
estacional, con una mayor frecuencia en los meses fríos del año en países
que presentan estaciones o en épocas lluviosas en los países tropicales.
Quizá más que la temperatura ambiental, juega un papel importante el
confinamiento de los individuos al interior de espacios durante los
periodos fríos del año, hecho que garantiza una mejor diseminación de
estas enfermedades.
Los virus causantes se transmiten de persona a persona por uno de
los siguientes mecanismos:
1.
2.
3.
4.
Contacto directo con secreciones presentes en la piel o en las superficies contaminadas, bajo
el sistema mano-nariz-mano-objetos-nariz.
Por partículas grandes suspendidas en el aire y transportadas al huésped susceptible.
Por aerosoles suspendidos en el aire.
Por una combinación de estas tres vías.
Por lo general, el caso índice es aportado por un niño infectado en su
casa, colegio o guardería y llevado a su entorno familiar. Los casos
secundarios en la familia, varían dependiendo de la edad, el estado inmune
y el grado de exposición. Los casos índice paternos tienen una tasa menor
de ataque.
La patogénesis del resfriado común se caracteriza por pocos cambios
histopatológicos en la mucosa nasal. Los cambios producidos por los
rinovirus son menores a los causados por el virus influenza. Por lo general,
hay integridad del epitelio nasal y un aumento en el número de neutrófilos
en el epitelio y las láminas propias. El color de la secreción no tiene que
ver con la etiología del proceso infeccioso (virus o bacterias), sino con la
intensidad de la respuesta inflamatoria; el color de la secreción está dado
por el color verdoso de los gránulos azurófilos de polimorfonucleares y
monocitos. Muchas de las manifestaciones clínicas son parte integral de la
respuesta de fase aguda. Como efecto del proceso infeccioso, se presenta
un aumento en la secreción de bradiquinina, prostaglandina, histamina e
IL-1, que causan vasodilatación local con aumento en el volumen y
disminución en la consistencia de las secreciones nasales. La aplicación de
bradiquininas en voluntarios conlleva a la aparición de ardor y resequedad
de garganta, síntomas similares a los observados en la infección viral. La
sensación de dolor es desencadenada por prostaglandinas y bradiquininas
sobre las terminaciones nerviosas de nervios craneanos que inervan la
nasofaringe y faringe. La histamina en la nasofaringe puede estimular
terminaciones sensitivas del nervio trigémino, lo que desencadena el
reflejo de estornudo. Las citoquinas liberadas en la fase aguda de la
enfermedad (IL, TNF e IFN) actúan sobre áreas del hipotálamo causando
pérdida del apetito. Las mialgias son producidas por la acción del
citoquinas (TNF y prostaglandina E2) que actúan sobre el músculo
esquelético o sobre su inervación.
Efectos de la infección viral son el trastorno en la flora microbiana
del tracto respiratorio alto, la congestión, el daño del aparato mucociliar y
la obstrucción de los sitios de drenaje de los senos paranasales y de la
trompa de Eustaquio, con la consiguiente infección bacteriana secundaria a
nivel de los senos paranasales, el oído medio y el tracto traqueobronquial.
En cuanto a las manifestaciones, como entidad clínica, el resfriado
común es una enfermedad leve, autolimitada, asociada a un síndrome
catarral. La enfermedad es causa importante de consulta ambulatoria y de
ausentismo escolar y laboral.
El periodo de incubación es de uno a tres días. Los síntomas se
incrementan en los primeros tres días y pueden tener una duración de siete
a diez días, pero ocasionalmente algunas manifestaciones pueden persistir
por tres semanas. La sintomatología se caracteriza por cefalea, malestar,
mialgias, escalofrío, ardor, resequedad de garganta, rinorrea, obstrucción
nasal, estornudo, y tos. En algunos casos puede reportarse fiebre leve.
Otras manifestaciones son la epifora (ojos húmedos) y dolor en áreas de
senos paranasales. Síntomas generales como el malestar y las mialgias,
pueden estar presentes al inicio de la enfermedad. Irritación conjuntival y
faringitis suelen ocurrir en las afecciones por adenovirus, asociados con
una entidad denominada ‘fiebre faringoconjuntival’. En infecciones por
adenovirus, la auscultación pulmonar revela la presencia de roncus. En
adultos, los virus que producen infecciones bajas y graves en los niños
(influenza, parainfluenza y respiratorio sincicial) pueden manifestarse
como casos de resfriado común.
Las medidas terapéuticas consisten en tratamientos tópicos con base
en descongestionantes vasoconstrictores (efedrina al 1% o fenilefrina al
0,25%) aplicados cada seis a ocho horas. Los vasoconstrictores deben ser
aplicados por un máximo de tres a cuatro días, ya que por periodos más
prolongados puede ocasionar efecto de rebote, con aumento de la
vasodilatación. Los antihistamínicos no sedantes disminuyen el estornudo
y ligeramente la rinorrea. Por su acción antiviral, el interferón alfa (IFNα)
contribuye a mejorar estas infecciones altas, pero su uso ha sido limitado a
grupos experimentales por sus altos costos.
Faringitis
Las faringitis son cuadros inflamatorios de la faringe, causados por un gran
número de agentes infecciosos de los cuales los virus son los más
frecuentes. Los cuadros de faringitis asociados a agentes virales cursan con
sintomatología nasal, mientras que los agentes bacterianos (Streptococcus
pyogenes del grupo A y no A, Mycoplasma pneumoniae o Chlamydia de la
cepa TWAR, Neisseria gonorrhoeae, Corynebacterium diphtheriae) dan
manifestaciones faríngeas. Las faringitis virales son frecuentes en niños
menores de tres años. Entre los virus asociados a faringitis se encuentran
los rinovirus y coronavirus presentes en el resfriado común; los adenovirus
causantes de las fiebres faringoconjuntivales por los serotipos 3, 4, 7, 14 y
21; los virus herpes simple, tipo 1 y 2; los virus parainfluenza, serotipos 1
a 4; los virus influenza A y B. Los virus Coxsackie A de serotipos 2, 4, 5,
6, 8 y 10 se asocian con fiebre, mialgias, malestar, vesículas y ulceraciones
de paladar blando, úvula y pilares amigdalinos anteriores, cuadro conocido
como ‘herpangina’. Los virus Coxsackie A21 y Echovirus 6 y 20 también
producen cuadros clínicos de faringitis. La faringitis no exudativa y la
fiebre también pueden presentarse en casos de síndrome retroviral agudo
por VIH.
Los virus de Epstein Barr se asocian con mononucleosis infecciosa,
la infección se caracteriza por ardor de garganta, malestar o fatiga y la
triada característica de fiebre, faringitis con exudado de tipo
pseudomembranoso y adenomegalias. El citomegalovirus se asocia con
cuadros clínicos similares al EBV, causa faringitis sin exudado en niños y
no presenta anticuerpos heterófilos en sangre periférica. La frecuencia
relativa de estos agentes es variable y depende de ciertos factores como
edad, distribución estacional, gravedad de la infección y herramientas
diagnósticas empleadas para confirmar el diagnóstico clínico.
La patogénesis de la mayoría de faringitis se presentan en los meses
fríos y húmedos el año. Los adenovirus causan brotes epidémicos de IRA
entre reclutas y militares. Las reinfecciones por virus influenza,
parainfluenza y respiratorio sincicial de adultos, puede tener como
manifestación clínica una faringitis. Los cambios patológicos varían con
los diferentes agentes virales y pueden aparecer sólo edema e hiperemia de
la mucosa faríngea y de las amígdalas, exudado faríngeo en caso de
adenovirus, Epstein Barr y citomegalovirus o vesículas y úlceras en el caso
de virus herpes y Coxsackie A. El proceso inflamatorio, el edema y las
secreciones presentes en el tracto respiratorio alto, contribuyen a la
obstrucción y superinfección bacteriana del oído medio y de los senos
paranasales.
Los síntomas generales están en estrecha relación con el agente
causal y con la seriedad del cuadro clínico. Los más frecuentes son ardor,
resequedad e irritación de la faringe, edema, coriza, dolor difuso, disfagia
que progresa a odinofagia, febrícula, escalofrío, exudado faríngeo o
escurrimiento posterior (proveniente de las fosas nasales), inflamación de
amígdalas y adenopatías cervicales. También se presentan síntomas
generales como malestar, cefalea y tos. En caso de influenza es frecuente
la presencia de fiebre de 38,3º C. En caso de infección por adenovirus,
puede observarse conjuntivitis folicular en un tercio de los casos.
Al igual que en el caso del resfriado común, el tratamiento es de tipo
sintomático. El reposo, los analgésicos, líquidos abundantes y gargarismos
están indicados. En casos fuertes de infección por virus herpes simple,
como son los ligados a estados de inmunodeficiencia, se recomienda la
administración sistémica de aciclovir; el foscarnet solo en caso de
resistencia.
Laringitis aguda
Este cuadro está caracterizado por tos, disminución en el timbre de la voz,
disfonía (ronquera) y afonía. Las laringitis son procesos autolimitados y
mejoran luego de siete a diez días de tratamiento sintomático. El examen
de la laringe revela la presencia de hiperemia, edema e irritación de las
cuerdas vocales. En algunos casos pueden ocurrir ulceraciones de la
superficie mucosa. La presencia de exudados o membranas en laringe
aumenta la sospecha de mononucleosis, difteria o infección estreptocócica.
Los virus más comunes implicados en casos de laringitis, son los
rinovirus, virus influenza, adenovirus, virus parainfluenza, virus
respiratorio sincicial y virus Coxsackie A 21.
La papilomatosis laríngea recurrente es causada por los virus del
papiloma 6 y 11 (HPV-6 y 11). Esta entidad es una neoplasia benigna
agresiva que se observa en niños. Por lo general es de tipo recurrente y
bastante refractaria a la escisión quirúrgica, micro debridación, crioterapia
o uso de rayos láser.
Laringotraqueobronquitis o crup
El crup es una entidad causada por obstrucción respiratoria de tipo
inspiratorio, debido al edema de la laringe y las estructuras anexas. Tiene
una mayor incidencia en niños menores de seis años con un pico entre los
siete y 36 meses. Es más frecuente en niños que en niñas (relación 1.5:1).
En niños entre los dos y cuatro años de edad, se experimenta una
enfermedad respiratoria alta afebril, seguida de estridor inspiratorio que
presenta exacerbaciones y remisiones en los días subsiguientes. En la
laringotraqueitis hay edema y eritema de las paredes de la tráquea justo por
debajo de las cuerdas vocales. Histológicamente se observa edema e
infiltrado inflamatorio (histiocitos, plasmocitos, linfocitos y neutrófilos) de
la adventicia, submucosa y lámina propia.
El signo más prominente de esta entidad es una tos bitonal y una voz
de “gallo”. Esta es una entidad inflamatoria viral que se localiza en la
región subglótica, acompañada de disnea y estridor inspiratorio, y es típica
de los primeros tres años de vida. En algunos casos, la obstrucción
respiratoria es tan grave que amerita la respiración asistida y la
traqueotomía.
Existe tres cuadros clínicos que se confunden entre sí, el crup
espasmódico, la laringotraqueitis y la laringotraqueobronquitis. En el crup
espasmódico se presentan episodios de estridor inspiratorio de inicio
súbito, con enfermedad respiratoria leve. En la laringotraqueitis hay
compromiso de laringe y tráquea y en la laringotraqueobronquitis, además
de los anteriores se comprometen los bronquios y los síntomas son más
fuertes.
En relación con la patogénesis, la enfermedad se presenta como una
extensión de infecciones del tracto respiratorio alto. Los signos clásicos de
estridor, ronquera y tos se observan por compromiso inflamatorio de
tráquea y laringe. La inflamación y obstrucción son mayores a nivel
subglótico, lo que produce una dificultad para el paso del aire con
estrechez de la vía aérea y la vibración de las vías aéreas y producción de
estridor.
Los virus frecuentemente asociados con laringotraqueitis son los
virus para-influenza tipos 1 y 3. Otros virus relacionados con la
laringotraqueitis son los virus influenza A y B, virus respiratorio sincicial,
sarampión, adenovirus y rinovirus. Debido a la falta de estudio sistemático
de las epidemias por virus influenza, existe una variación en cuanto al
número de casos atribuidos a cada virus. El virus más relacionado con
epidemias de crup es el influenza A H3N2, más que el influenza A H2N2.
El virus respiratorio sincicial ha sido reportado en 1 a 11% de los casos de
crup, siendo más frecuente en los menores de un año; ocasiona cuadros
agudos que ameritan la hospitalización. Su curso tiende a ser tórpido y
prolongado. En la época prevacunal, eran frecuentes las
laringotraqueobronquitis graves causadas como complicación de
infecciones por los virus de la rubéola y el sarampión.
Los casos asociados a virus influenza se benefician de la
administración de inhibidores de neuraminidasa. En otros casos, el
tratamiento de crup es sintomático e incluye la administración de oxígeno
humidificado, nebulización de soluciones salinas hipertónicas, uso de
corticoides orales, sistémicos o en nebulizaciones y el uso de epinefrina en
aerosol. La dexametasona se ha administrado en dosis de 0,6 mg/kg/V.O. o
I.M/dosis única o budesónida dos mg/4 ml de solución salina en
nebulizaciones; a pesar de incrementos de la carga viral, con el uso de
corticoides se ha reportado una mejoría clínica, disminuyendo la
inflamación y el daño celular. En pacientes con hipoxia (pO2 < 92%) se
recomienda el uso de oxígeno.
Traqueítis y traqueobronquitis
Los agentes virales son causantes de infecciones localizadas en la tráquea
o en tráquea y bronquios. La entidad se caracteriza por tos de predominio
nocturno, seca o acompañada de secreción blanquecina. El paciente se
queja de dolor retroesternal durante la inspiración. A la palpación por
debajo de la zona del cartílago cricoides se presenta dolor. Los síntomas
generales incluyen fiebre, cefalea, malestar, mialgias e hiporexia. Los
accesos de tos pueden llevar a dolores musculares de tórax y abdomen. El
agente causal es el virus influenza A y debe diferenciarse de otros agentes
como el Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae y
Bordetella pertussis. El tratamiento es sintomático con analgésicos, aire
humidificado y reposo.
Bronquiolitis
La bronquiolitis constituye la infección respiratoria aguda baja más común
en la población pediátrica. Esta entidad clínica se presenta en 90% de los
casos en lactantes y niños menores de dos años; la mayoría de estudios
encuentra que el principal agente involucrado es el virus respiratorio
sincicial (RSV), a tal grado que la bronquiolitis constituye un marcador
epidemiológico de circulación de este virus.
Como en otras IRA, la epidemiología de la bronquiolitis ha
presentado un cambio a partir del empleo de las técnicas de diagnóstico
molecular. Estudios recientes en Portugal muestran que las pruebas de IFD
son capaces de identificar el RSV en un 58,1% de los casos, pero este
porcentaje aumenta al 66,7% con las pruebas de tipo RT-PCR. De igual
manera, la IFD detecta hAdV en un 3,2%, mientras que la RT-PCR
aumenta el porcentaje de detección al 10%. El RSV-A causa el 36,7% de
los casos y el RSV-B el 32,9%, porcentajes variables en distintos periodos
epidémicos. Otros agentes virales detectados incluyen el hMPV, HRV, los
PIV 1-3, y el hBoV. En un 13,3% de los casos se encuentra más de un
patógeno. Un estudio multicéntrico francés señala como agentes
etiológicos al RSV 45,4%, HRV 7,2%, hMPV 3,8% y otros 2%, las
infecciones mixtas estuvieron presentes en un 24,4% (RSV y HRV en
16,3% de casos, RSV y hMPV en 1,4%, HRV y hMPV 2,4% y otros
4,3%). Los agentes etiológicos varían si se comparan poblaciones de niños
hospitalizados o ambulatorios; en un estudio en Normandía se encontró
como agentes de la bronquiolitis en niños hospitalizados el RSV 64,1%,
HRV 26,8%, hMPV 7,6% y los PIV en 3,4%; en pacientes ambulatorios la
repartición es diferente, el RSV 42%, HRV 19,5%, hCoV 8%, PIV 3,5%
hMPV 2,5%. En conjunto, estos trabajos muestran que el RSV es el agente
más importante de bronquiolitis graves, seguido de HRV y hMPV como
causas secundarias. Utilizando las pruebas moleculares no se detecta un
agente viral en el 6-20% de casos.
La tasa de hospitalización por bronquiolitis en el primer año de vida
puede llegar al 2%, con un pico en el primer trimestre de vida. La
mortalidad asociada es de 3/100.000. El RSV tiene una alta tasa de
transmisión interhumana y también un alto riesgo para la diseminación
nosocomial.
Los casos ocurren con predominio en los meses fríos y húmedos del
año. La patología se localiza predominantemente en el epitelio
respiratorio: el virus se replica en el tracto respiratorio alto, pero
rápidamente se disemina al tracto respiratorio bajo. La inflamación
epitelial progresa hasta necrosis y las células descamadas son remplazadas
por células cuboides, desprovistas de cilios. Hay presencia de infiltrado
mononuclear a nivel peribronquiolar, edema de la submucosa y de la
adventicia. El flujo de aire se ve seriamente comprometido por
compromiso (edema e inflamación) de las vías aéreas de pequeño calibre,
como son los bronquios terminales y bronquiolos; los restos de fibrina,
moco y tejido necrótico contribuyen a este proceso obstructivo. No hay
mucho compromiso de músculo liso a nivel local, el aire puede quedar
atrapado por un mecanismo de ‘valva en bola’, en la que se permite el paso
del aire durante la inspiración y queda retenido en la espiración. Al
retenerse el aire, se produce hiperinsuflación y atelectasias que llevan a la
hipoxemia. Por el compromiso de las vías respiratorias de muy pequeño
calibre, esta entidad clínica se asocia muy frecuentemente con disnea
grave que puede evolucionar hacia la insuficiencia respiratoria; el papel
del médico es detectar en forma oportuna la hipoxia del paciente.
La presencia de IgE específica y de niveles elevados de histamina,
ha sido descrita en casos de bronquiolitis por el virus respiratorio sincicial
o parainfluenza. La IgE actúa a nivel de basófilos y mastocitos,
produciendo liberación de histamina, proteasas y citoquinas como el factor
de necrosis tumoral alfa (TNF-α). Estas sustancias se encuentran en
niveles más elevados que los grupos controles y se asocian con signos de
seriedad del cuadro clínico (frecuencia respiratoria, presencia de
sibilancias, hipoxemia) en ambos casos. La respuesta supresora CD8 se
encuentra
disminuida
en
estos
pacientes.
Las
sibilancias
(broncoconstricción y vasoconstricción) se relacionan con los títulos
aumentados de leucotrieno C4, involucrado en los procesos inflamatorios,
y la proteína eosinofílica catiónica. Estos dos mediadores se producen en
los eosinófilos activados y también están implicados en procesos
asmatiformes. La enfermedad parece aumentar por un trastorno o
supresión de la respuesta celular y un predominio de la respuesta de tipo
Th2.
La entidad tiene un periodo de incubación de cuatro a seis días, se
manifiesta como una rinofaringitis asociada rápidamente con fiebre, tos
seca persistente en ocasiones emetizante, coqueluchoide y polipnea. Los
signos importantes de bronquiolitis los constituyen las sibilancias y la
hiperinsuflación. La dificultad respiratoria es fuerte, con taquipnea que
puede llegar a frecuencias de 60 a 80 por minuto. Otros signos de
dificultad respiratoria que pueden observarse, son: aleteo nasal, tiraje
subcostal, supraesternal e intercostal, espiraciones prolongadas y siflantes
y estertores subcrepitantes. El tórax se encuentra con aumento del
diámetro anteroposterior y es resonante a la percusión. La auscultación
pulmonar es variable y puede comprender desde una disminución del
murmullo vesicular hasta la presencia de estertores finos, roncus y
sibilancias. En caso de ruidos muy disminuidos, hay que sospechar una
obstrucción respiratoria difusa o intensa. Signos no específicos de la
seriedad del cuadro clínico los constituyen la irritabilidad, el letargo y la
anorexia. Después de sufrido el proceso infeccioso, existe una alta tasa de
hiperreactividad de las vías aéreas y una disfunción respiratoria.
Desde el punto de vista radiológico, se observa atrapamiento de aire,
horizontalización de los diafragmas y opacidad de los campos pulmonares,
lo cual hace que se confunda clínica y radiológicamente con un proceso
asmático.
Los signos predictores de gravedad del cuadro clínico incluyen:
baja edad (menores de tres meses), baja edad gestacional (34 semanas),
cardiopatía, aspecto tóxico, presencia de apneas, saturación de oxígeno <
94%, frecuencia respiratoria ≥ 70/min. y presencia de atelectasias en la
radiografías de tórax. Las enfermedades crónicas pulmonares o cardiacas,
el trasplante de medula ósea, la displasia bronco-pulmonar, el cáncer y la
inmunodeficiencia, son condiciones de base que aportan un riesgo
adicional para la insuficiencia respiratoria y las neumonías graves. Según
algunos reportes, los pacientes sin patología de base e infectados con virus
respiratorio sincicial del grupo antigénico A, tienen un mayor riesgo de
ameritar soporte ventilatorio y presentan marcadores de gravedad clínica.
In vitro, se ha observado que el RSV de grupo A tiene una replicación más
rápida que el grupo B, pero su relación con la patogénesis no es muy clara.
Hasta hoy, la caracterización de grupo antigénico no parece tener una
aplicación clínica de pronóstico.
Siendo el mayor riesgo la hipoxia, en el tratamiento se impone el
enriquecimiento con atmósfera de oxígeno húmedo en cánula nasal,
cubículos pequeños o intubación y ventilación asistidas en casos graves.
Debe hacerse un monitoreo periódico de gases arteriales con el fin de
corregir la hipoxemia y la acidosis. Los antibióticos no están indicados
sino en caso de superinfección bacteriana, comprobada mediante cultivos
bacteriológicos de aspirado bronquial, punción pleural o punción
pulmonar.
El Palivizumab® es un anticuerpo monoclonal que reconoce un
epítope en el antígeno A de la proteína F del RSV. Se ha utilizado para
prevenir infecciones severas por RSV en dosis de 15 mg/kg I.M,
administrado cada mes durante los picos epidémicos. Se aconseja su
administración profiláctica a niños que por sus condiciones físicas o
antecedentes (p. ej., enfermedad cardiaca o pulmonar congénita o crónica),
se encuentran en riesgo de presentar una infección grave. El
Motavizumab® es otro anticuerpo monoclonal que ha demostrado una
mayor afinidad y poder de neutralización que el Palivizumab®, pero aún
se encuentra en ensayos clínicos.
La ribavirina es un nucleósido sintético (1-ß-D ribafuranosil-1, 2, 4
triazol 3 carboxamida) que ha demostrado ser eficaz en estudios in vitro
para inhibir la replicación viral. In vivo es administrada en pacientes
hospitalizados en forma de aerosol (20 mg/ml de solución en aerosol) por
12-20 horas, durante 3-7 días; esta forma de administración garantiza
niveles altos del medicamento en el tejido pulmonar. La ribavirina produce
mejoría clínica más rápida y aumenta los niveles de oxigenación arterial,
disminuye los niveles de IgE asociados con el desarrollo de sibilancias e
hipoxia y quizá mejora la mecánica pulmonar. Su efecto teratogénico en
murinos hace que esté contraindicada en mujeres embarazadas y que su
administración en medios hospitalarios tenga efecto de exposición
ocupacional en personal femenino. Existe todavía una discusión sobre su
utilidad clínica y solo se recomienda en pacientes de alto riesgo. En la
actualidad se buscan otros blancos de acción de los antivirales y se
encuentran en estudio múltiples compuestos que actúan sobre la unión,
fusión, moléculas anti sentido e inhibición de la proteína N.
Los broncodilatadores solo ofrecen una leve mejoría de los cuadros
clínicos.
Neumonía
Los cuadros de neumonía se definen como las infecciones virales que
comprometen el parénquima pulmonar, que afectan el intercambio gaseoso
y se acompañan de cambios en las imágenes diagnósticas. Antes del
desarrollo de los métodos de diagnóstico molecular, las neumonías virales
eran consideradas como relativamente raras en el adulto. Los estudios
recientes arrojan que entre el 15 y el 50% de las neumonías del adulto son
de origen viral y que el 10-27% son de origen mixto (virus + bacterias).
Los agentes virales más frecuentes son el virus influenza A y B, el virus
respiratorio sincicial, metapneumovirus, rinovirus, coronavirus y virus
parainfluenza. En el adulto, la varicela y el sarampión se complican
frecuentemente con compromiso pulmonar.
Nuevos virus se han detectado en las últimas décadas; en 1993 en
poblaciones indígenas americanas, un brote epidémico de síndrome
pulmonar causado por el virus “sin nombre” (género Hantavirus, familia
Bunyaviridae); en 1994 el virus Hendra afectó un grupo de equinos y fue
transmitido al hombre; en 2003 un brote epidémico de HCoV-SARS causó
unos 8.000 casos en el mundo y presentó un 10% de mortalidad y en 2009
un nuevo virus influenza H1N1 causó una pandemia.
Los agentes virales que han sido involucrados en casos de
neumonía en niños, son los siguientes: virus respiratorio sincicial,
metapneumovirus, virus influenza A y B, virus parainfluenza, adenovirus,
rinovirus. El RSV es la causa mas importante y puede coexistir con
cuadros de bronquiolitis. Las bacterias parásitas intracelulares obligadas
como Chlamydia psittaci y Chlamydophila pneumoniae también son causa
de neumonía.
Los factores de riesgo incluyen las valvulopatías, las enfermedades
cardiopulmonares y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. El
embarazo constituye un factor de riesgo bien reconocido durante los brotes
epidémicos de influenza.
La neumonía tiene tal importancia, que es necesario fijar ciertos
criterios de ayuda para diferenciar entre las de etiología viral, de aquellas
que presentan etiología bacteriana, factor que condicionará la utilización
de antibióticos. A continuación se presentan algunos criterios clínicos
simples:
1.
Las neumonías virales tienen un comienzo progresivo. La fiebre precede a las
manifestaciones pulmonares.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
En un buen número de casos de neumonía viral, los síntomas no se circunscribento
respiratorio bajo; también pueden ocurrir signos catarrales, faríngeos, laríngeos o
conjuntivales. En niños se presenta fiebre baja, dificultad para respirar, tos no productiva y
al examen físico se observa sibilancias y estertores.
Las neumonías virales se presentan dentro de un contexto epidémico, pues en la comunidad
se presentan otros casos de patologías similares.
En las neumonías virales, el paciente no refiere dolores torácicos o traqueales que se
exacerben con la tos o la inspiración profunda.
Los derrames pleurales, lo suficientemente importantes para ser detectados clínica o
radiológicamente, son excepcionales en las neumonías virales. Se han descrito múltiples
patrones radiográficos para las neumonías virales, pero lo más frecuente es la presencia de
infiltrados intersticiales difusos bilaterales.
Los fenómenos de consolidación pulmonar lobar o segmentarios no se presentan en el curso
de las neumonías virales de los adultos.
La tos inicial es seca y las expectoraciones no son purulentas en las neumonías virales.
Los hemogramas no permiten diferenciar las etiologías virales de las bacterianas.
Los mecanismos de defensa a nivel pulmonar los constituyen las
barreras anatómicas y mecánicas, la actividad inmune humoral, la
respuesta inmune celular y la fagocitosis. Las partículas de muy pequeño
tamaño (0,5 a 1 µm) pueden alcanzar las vías aéreas terminales y los
alvéolos. Los agentes virales llegan al tracto respiratorio bajo por la vía
aérea, por inhalación de pequeñas partículas (influenza, parainfluenza,
virus respiratorio sincicial, adenovirus) o por diseminación hemática
(citomegalovirus, varicela). Los virus no sólo se replican en el tracto
respiratorio, sino que también pueden afectar mecanismos de defensa del
huésped. La lisis del epitelio respiratorio se acompaña de pérdida de la
función mucociliar, factor que predispone a la sobreinfección bacteriana.
Por otro lado, la función de los neutrófilos, la quimiotaxis, la fagocitosis y
el metabolismo oxidativo pueden estar alterados en ciertas infecciones
virales.
Las manifestaciones generales se observan entre uno y tres días
después del contacto con el agente infeccioso. La destrucción de células
infectadas y la respuesta inmune desencadenada llevan a la liberación de
citoquinas por parte de los leucocitos infiltrantes. Estas sustancias
liberadas inducen la aparición de escalofríos, fiebre, malestar general y
mialgias. Los síntomas iniciales pueden ir desde los síntomas respiratorios
altos hasta la aparición de tos seca y pleurodinia. Los daños iniciales
pueden ser tan serios que producen neumonía intersticial o bronquitis.
La complicación frecuente en caso de la neumonía viral es la
sobreinfección bacteriana, particularmente en adultos. Los pacientes de
edad avanzada, con enfermedad pulmonar, cardiaca o metabólica crónicas,
tienen un riesgo elevado de desarrollar una infección secundaria de tipo
bacteriano posterior a una infección por el virus influenza. Los signos más
frecuentes son una recrudescencia de la fiebre, tos, esputo purulento y
áreas de consolidación al examen radiológico. Los agentes bacterianos
comúnmente asociados a la sobreinfección bacteriana son el Streptococcus
pneumoniae, Staphylococcus aureus y Haemophilus influenzae.
Para el tratamiento de las infecciones producidas por el virus
influenza se ha empleado oseltamivir. Estos compuestos son eficaces si se
administran en los primeros dos días de inicio del cuadro clínico. En
pacientes adultos vacunados que aún no hayan seroconvertido, se puede
administrar en forma profiláctica oseltamivir 75 mg/V.O/12 horas, durante
los primeros 15 días después de aplicada la vacuna. La amantadina y la
rimantadina han presentado resistencia a los últimos virus circulantes por
lo que ha disminuido su uso.
Los medicamentos inhibidores de la neuraminidasa como el
oseltamivir y el zanamivir, son medicamentos útiles para la prevención y
el tratamiento precoz de las infecciones por los virus influenza A y B.
Durante el último periodo pandémico, la administración de oseltamivir
demostró ser útil y se asoció con disminución en la mortalidad. Los
antibióticos son necesarios en caso de complicaciones bacterianas como la
neumonía, la otitis y la sinusitis; los niños eutróficos con infecciones por
RSV o PIV, por lo general no se complican con infecciones bacterianas
secundarias.
El citomegalovirus permanece latente en el tejido pulmonar, como
ha podido ser determinado mediante estudios inmunohistopatológicos. En
pacientes inmunosuprimidos (trasplante de órgano sólido, trasplante de
médula ósea, SIDA), es causa de neumonías intersticiales por reactivación
de un virus latente o por primoinfección de un virus presente en el órgano
trasplantado. En estas circunstancias se amerita el uso de ganciclovir
(Cytovene®) o foscarnet si se piensa en resistencia al ganciclovir.
Prevención
de la infección respiratoria aguda viral
Existen ciertas dificultades para prevenir las enfermedades respiratorias de
origen viral, pues estas pueden estar asociadas al virus, a la respuesta
inmune y a factores epidemiológicos.
Los problemas asociados a los agentes virales son la variabilidad
antigénica (p. ej., influenza) y los múltiples serotipos circulantes (p. ej.,
rinovirus y adenovirus).
Los factores inmunológicos que dificultan la prevención se
relacionan con:
1.
2.
3.
4.
Los cortos periodos de incubación que no dejan tiempo suficiente para desarrollar una
respuesta inmune sólida.
La corta duración de la respuesta de tipo IgA.
La inmunización sistémica que no permite una buena respuesta inmune en las mucosas.
La rápida eliminación del antígeno administrado a nivel de las mucosas y la asociación entre
las inmunizaciones con virus inactivados (p. ej., sarampión y virus respiratorio sincicial) y el
incremento de la gravedad del cuadro clínico.
Los factores epidemiológicos que hacen difícil la prevención, son:
1.
2.
3.
La fácil diseminación de los agentes.
Los cuadros clínicos similares producidos por distintos agentes virales.
El precisar el alcance de la prevención (disminución de gravedad clínica vs. eficacia y
prevención).
Las medidas profilácticas de contacto, consisten en el uso de
guantes, máscaras, batas, gorros y el lavado de manos para prevenir la
diseminación nosocomial de virus como el VRS.
Desde el punto de las medidas de salud pública, la mejor estrategia
para prevenir la influenza es la vacunación. En caso de infecciones por
adenovirus existe una vacuna contra los serotipos 4 y 7 que se administra a
grupos militares. Otros serotipos que han demostrado ser útiles cuando se
administran en vacunas a grupos de adultos voluntarios son los 1, 2 y 5.
La inmunoglobulina anti-RSV endovenosa, y los anticuerpos
monoclonales humanizados anti-RSV, se recomiendan para pacientes de
alto riesgo (prematuros o pacientes con enfermedad pulmonar crónica)
infectados.
Libro de revisión
Fraire A. E., Woda B. A., Welsh R., M., Kradin R. L., 2014. Viruses and the lung: Infections and
non-infectious viral-linked lung disorders. Heidelberg. Springer.
Lecturas recomendadas
Allander T., 2008. Human Bocavirus. En Journal Clinical Virology, jan; 41(1): pp. 29-33.
Antunes H., Rodrígues H., Silva N., Ferreira C., Carvalho F., Ramalho H., Gonçalves A., Branca F.,
2010. Etiology of bronchiolitis in hospitalized pediatric population; prospective multicenter
study. En Journal Clinical Virology, jun: 48(2): pp. 134-136.
Breese-Hall C., 2010. Respiratory syncytial virus. En Mandell G. L., Bennett J. E., Dolin R.,
Principles and practice of infectious diseases. 7a. Ed.; pp. 2207–2221.
Cherry J. D., 2008. Croup. En New England Journal Medical. 358: pp. 384-391.
Collins P. L., Karron R. A., 2013. Respiratory syncytial virus and metapneumovirus. En: Knipe D.
M., Howley P. M., Fields Virology. 6a Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver,
Lippincott-Williams and Wilkins Publishers, pp. 1086-1123.
Eccles R., 2005. Understanding the symptoms of common cold and influenza. En Lancet Infectios
Diseases. 5: pp. 718-725.
Gern J. E., 2010. The ABCs of Rhinoviruses, wheezing and asthma. En Journal Virology. 84: pp.
7418-7426.
Gern E., Palmenberg A. C., 2013. Rhinoviruses. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology.
6a. Ed. Volumen 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers. pp. 531-549.
Glezen W. P., 2008. Prevention and treatment of seasonal influenza. En New England Journal
Medical. 359: pp. 2579-2585.
Hayden F. G., Palese P., 2009. Influenza virus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G.,
Clinical Virology. ASM Press. Washington DC. 3a. Ed. pp. 843-876.
Huang K., Incognito L., Cheng X., 2010. Respiratory syncytial virus-neutralizing monoclonal
antibodies Motavizumab and Palivizumab Inhibit fusion. En Journal Virology. 84: pp. 81328140.
Jacob E., Kohlmeier J. E., Woodland D. L., 2009. Immunity to respiratory virus. En Annual Review
of Immunology.;27: pp. 61–82.
Karron R. A., Collins P. L., 2013. Parainfluenza viruses. En: Knipe D.M., Howley P. M., Fields
Virology. 5a. Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and
Wilkinins Publishers, pp. 996-1023.
Kiasari B. A., Vallely P. J., Corless C. E., Al-Hammadi M., Klapper P. E., 2008. Age-related
pattern of KI and WU polyomavirus infection. En Journal Clinical Virology, sep; 43(1): pp.
123-125.
Legru E., Lees O., Bunenheim M., Boyer O., Marguet C., 2009. Marquers biologiques de gravité
initiale des bronquiolites aiguës et d’evolution vers un asthme du nourrison. En Journal
Pediatr Puericultura, jul-aug; 22(4-5): pp. 171-181.
Luzurriaga K., Sullivan J., 2010. Infectious mononucleosis. En New England Journal Medical; 362:
pp. 1993-2000.
Mahony J.B., 2008. Detection of respiratory viruses by molecular methods. En Clinical
Microbiology Review, oct; 21(4): pp. 716–747.
Master P. S., Perlman S., 2013. Coronaviridae. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology.
6a. Ed. Vol. I. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 825-858.
Psarras S., Papadopoulos N. G., Johnston S. L., 2009. Parainfluenza viruses. En Principles and
practice of clinical virology. Zuckerman A. J., Banatvala J. E., Schoub B. D., Griffiths P. D.,
Mortimer P., (Ed) London. Willey-Blackwell pp. 409-441.
Rha B., 2013. Update: Severe Respiratory Illness Associated with a Novel Coronavirus En
Worldwide, 2012–2013. MMWR. mar; 62: p. 194.
Ruohola A., Waris M., Allander T., Ziegler T., Heikkinen T., Ruuskanen O., 2009. Viral etiology of
common cold in children, Finlandia. En Emerging Infectios Diseases, feb; 15(2): pp. 344-346.
Salez N., Vabret A., Lereuez-Ville M., Andreoleti L., Carrat F., Renois F., de Lamballerie X., 2015.
Evaluation of four commercial multiplex molecular test for the diagnosis of acute respiratory
infections. En PlosOne, jun 24; 10(6):e01303378
Schildgen O., Andreas Müller A., Allander T., Mackay I. M., Völz S., Kupfer B., Simon A., 2008.
Human Bocavirus: Passenger or pathogen in acute respiratory tract infections? En Clinical
Microbiology Review, apr; 21(2): pp. 291-304.
Treanor J. J., 2009. Respiratory infections. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G.,
Clinical Virology. ASM Press. Washington D.C., pp. 7-27.
Tregoning J. S., Schwarze J., 2010. Respiratory viral infections in infants: causes, clinical
symptoms, virology and immunology. En Clinical Microbiology Review, jan; 23(1): pp. 74-98.
Williams J. V., Piedra P. A., Englund J. A. 2009. Respiratory syncytial virus, human
metapneumovirus and parainfluenzavirus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G.,
Clinical Virology. ASM Press. Washington D.C. 3a. Ed., pp. 817-847.
Wright P. E., Neumann G., Kawaoka Y., 2013. Orthomyxoviruses. En: Knipe D. M., Howley P. M.,
Fields Virology. 6a. Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and
Wilkins Publishers, pp. 1186-1243.
Wold W. S. M., Ison M. G., 2013. Adenoviruses. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology.
6a. Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 1732-1767.
Sitios Web:
www.cdc.gov/ncid/dvrd/nrevss
http://www.cdc.gov/flu
http://www.cdc.gov/rsv
Capítulo 9
Infecciones virales
del tracto gastrointestinal
Introducción
Las gastroenteritis agudas son un problema importante de salud pública en
el mundo. Indiscriminadamente afectan personas de toda edad, de todos
los estratos socioeconómicos y niveles de desarrollo. En países pobres es
la principal causa de mortalidad infantil, se estima que al año se producen
dos millones y medio de muertes asociadas a los patógenos entéricos, la
mayoría de estas defunciones se registran en países menos desarrollados.
De igual manera, las gastroenteritis agudas son una de las principales
causas de hospitalización, contribuyendo con un 12% de las
hospitalizaciones en países desarrollados. Adicionalmente a los costos
asociados a la atención en salud, las gastroenteritis constituyen una
importante pérdida económica de tipo social por el ausentismo laboral y
escolar.
El tracto gastrointestinal es un órgano especializado con funciones
de digestión y absorción de nutrientes, agua y electrólitos. Para
desempeñar esta función se encuentra provisto de una extensa superficie
mucosa (unos 400 m2), con respecto al volumen de su contenido. Este
número extraordinario de células presentes en esta extensa superficie
mucosa puede ser susceptible de ser infectada por múltiples agentes
virales.
Etimológicamente, el término gastroenteritis implica el proceso
inflamatorio de estómago e intestino delgado, pero de acuerdo con el
agente patógeno, la fisiopatología y las áreas comprometidas son diversas.
Se define como gastroenteritis viral a los procesos infecciosos virales que
afectan el tracto gastrointestinal con pérdida de células de la mucosa y
destrucción de enterocitos del intestino delgado, lo que conlleva a un
acortamiento de los pliegues intestinales y a malabsorción con pérdida de
agua, disacáridos y electrólitos. Los síntomas que acompañan el proceso
pueden ser de tipo gástrico (náusea y vómito) o entérico (diarrea). En la
práctica corriente se usan los términos de diarrea o gastroenteritis de
manera indiscriminada.
Aspectos históricos
La sospecha del papel de los virus en la gastroenteritis surgió por la
ausencia de identificación de patógenos entéricos en pacientes con signos
y síntomas gastrointestinales. En la década de 1940 se denominaron como
agentes transmisibles, el conjunto de patógenos presentes en los
ultrafiltrados fecales y que eran capaces de producir gastroenteritis en
animales y humanos voluntarios.
Entre 1950 y 1970 se pudieron cultivar algunos agentes virales
(virus Coxsackie A y B) en muestras de materia fecal, por lo que
recibieron en su conjunto el nombre de enterovirus; sin embargo, su papel
en la patogenia de la enfermedad gastrointestinal fue mucho menos claro,
de hecho, algunos de ellos fueron relacionados con exantemas, meningitis
o miocarditis. En 1972 se pudo identificar mediante técnicas de
microscopía electrónica dos agentes virales: en una localidad de Ohio se
identificó un calicivirus, agente de 27 nm que inicialmente fue
denominado agente Norwalk, e independientemente Bishop en Australia,
identificó un virus de 70 nm, el rotavirus del grupo A; posteriormente, este
último pudo ser reconocido como la causa más común de diarrea en niños.
En 1975 se identificaron los adenovirus entéricos (tipos 40 y 41) como
agentes no cultivables presentes en casos de diarrea, de igual manera se
evidenció la presencia de astrovirus en algunos casos de gastroenteritis. En
la década de 1980 se pudo identificar otros grupos de rotavirus (B y C)
como causantes de diarrea en animales y en algunos casos de diarrea en
humanos. En la década de 1980 y 1990 se identificaron agentes como los
torovirus, picobirnavirus y enterovirus 22, como virus que se encontraban
más frecuentemente en heces de pacientes con síntomas gastrointestinales
que en aquellos asintomáticos. En trabajos recientes (2009) de
amplificación y secuenciación genómicas, han identificado unos nuevos
parvovirus, los bocavirus humanos-2 (hBoV-2), en casos de gastroenteritis
en niños australianos.
Agentes virales y tracto gastrointestinal
En las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, más de un centenar de
agentes virales fueron identificados y cultivados a partir de heces. Existen
más de 150 especies virales que pueden transmitirse por vía orofecal y que
son responsables de patologías como gastroenteritis, poliomielitis y
hepatitis virales (tabla 9.1).
A algunos virus se les pudo esclarecer una patología específica (p.
ej., el virus polio) y a otros no se les pudo asociar una patología humana
como los Echovirus (del acrónimo en inglés Enteric Cytopathic Human
Orphan Viruses). Sin embargo, ninguno de ellos pudo ser implicado como
causante de gastroenteritis aguda.
En el tracto gastrointestinal se encuentran tres tipos de agentes
infecciosos:
1.
2.
3.
Aquellos que se replican a nivel gastrointestinal sin causar patología entérica y se diseminan
a otros órganos y sistemas; son los denominados virus no enteropatógenos.
Los virus que se replican a nivel entérico y causan gastroenteritis, son los denominados virus
enteropatógenos.
Finalmente, se puede designar como virus oportunistas a aquellos que se replican a nivel
entérico y causan manifestaciones sólo en pacientes inmunosuprimidos.
Desde el punto de vista histórico, los virus que causan patología
humana a nivel gastrointestinal fueron relativamente desconocidos y no
identificados hasta la década de los 70. La microscopía electrónica y la
inmunoelectromicroscopía contribuyeron a establecer la etiología viral de
cuadros en los cuales se sospechaba la etiología viral.
Tabla 9.1. Agentes virales que se replican en el tracto gastrointestinal
Tipo de virus /
Familia
Género
Patología asociada
Virus no enteropatógenos
Picornaviridae
Poliovirus
Coxsackievirus A
Coxsackievirus B
Echovirus
Virus de la hepatitis A
Reoviridae
Reovirus tipos 1-3
Adenoviridae
Adenovirus tipos 1-39
Infecciones asintomáticas, enfermedad paralítica flácida
Herpangina, meningitis, pericarditis, exantema, hepatitis
Pleurodinia, meningitis, pericarditis, exantema, hepatitis, pancreatitis
Meningitis, encefalitis, parálisis
Hepatitis
Infección respiratoria
Virus enteropatógenos
Adenoviridae
Adenovirus 40 y 41
Gastroenteritis endémica en niños
Astroviridae
Astrovirus
Endémica en niños, puede causar brotes de gastroenteritis epidémicos
Caliciviridae
Calicivirus Norovirus
Sapovirus
Gastroenteritis
Gastroenteritis en todos los grupos etáreos endémica y epidémica
Gastroenteritis endémica en niños
Coronaviridae
Coronavirus entéricos
Causa de gastroenteritis discutida, clara en caso de SARS
Reoviridae
Rotavirus del grupo A
Causa mayor de gastroenteritis en niños
Picornabirnavidae
Picobirnavirus
Se encuentra con mayor frecuencia en pacientes con síntomas
Parvoviridae
Bocavirus humano 2 y 3
El hBoV-2 se ha encontrado asociado a pacientes con síntomas
gastrointestinales
Retroviridae
HIV
Diarrea crónica
Herpesviridae
HSV CMV
Esofagitis, proctitis
Esofagitis, gastritis, duodenitis, proctitis
Papillomaviridae
Papillomavirus
Verrugas, cáncer anogenital
Virus oportunistas
Epidemiología
Junto con las infecciones del tracto respiratorio, las gastroenteritis virales
son una causa importante de morbilidad infantil en países desarrollados y
muy importante causa de morbilidad y mortalidad en países en vías de
desarrollo. Las gastroenteritis son una de las cinco primeras causas de
mortalidad en el mundo. Por su carácter epidemiológico se distinguen dos
tipos de patologías: los casos agudos y endémicos de diarrea en niños y los
brotes epidémicos. Por estudios de seroprevalencia se ha podido
determinar que las infecciones virales gastrointestinales ocurren muy
temprano en la vida. Hacia los cinco años de vida la casi totalidad de
pacientes ya tienen anticuerpos contra la mayoría de los patógenos virales
que se adquieren por vía entérica. Se calcula que los niños menores de un
año tienen una incidencia anual de gastroenteritis de 3,8 episodios,
mientras que los niños de 1-4 años presentan 2,1 casos por año.
Anualmente en países desarrollados se afecta un total de 125 millones de
niños menores de un año y cerca de 450 millones de niños de 1-4 años; 25
millones de niños requieren de consulta médica y dos millones son
hospitalizados. Se estima que en el mundo ocurren 1.400 millones de casos
de gastroenteritis por año. Se calcula que en el mundo mueren un
promedio de 700 mil niños por año, el 82% de estos casos ocurren en los
denominados países pobres. Los brotes epidémicos de gastroenteritis
ocurren en instituciones que albergan un número importante de personas
como guarderías, colegios, internados, asilos y otros. La higiene, la calidad
del agua y el saneamiento ambiental son factores que no cambian la
incidencia de la infección, mientras que la desnutrición y la baja calidad de
vida son los factores asociados con la mayor mortalidad observada en
países pobres. El riesgo de deshidratación es muy alto en pacientes jóvenes
y en personas desnutridas.
Vías de transmisión
La vía de transmisión es orofecal por ingesta de alimentos o aguas
contaminados. Los virus también se pueden transmitir de manera directa
de persona a persona (como en el caso de infecciones causadas por
rotavirus, enterovirus, norovirus, adenovirus y hepatitis A) o indirecta por
ingesta de aguas o alimentos contaminados (esta vía es frecuente para el
norovirus y las hepatitis A o E) o por contacto oral con fómites (objetos
inanimados contaminados).
El virus es eliminado en altas concentraciones en la materia fecal
(hasta 1012 partículas por gramo de materia fecal en caso de rotavirus, 109
partículas por gramo en caso de hepatitis A y 106 partículas por gramo en
caso de calicivirus). Los estudios en murinos permiten pensar en otras vías
de infección como la vía aérea. El agente sólo es degradado parcialmente
en los sedimentos de las plantas de tratamiento de aguas usadas y el
inóculo infectante es bajo, se puede adquirir en caso de presencia de 10 a
100 partículas infecciosas. En países desarrollados la concentración de
virus puede alcanzar las 103 partículas por kilogramo de materias húmedas
de productos de sedimentación de aguas usadas; en países
subdesarrollados este número es 100 veces superior (105 partículas).
Figura 9.1. Mecanismo de entrada y diseminación de virus que ingresan por vía entérica
Antes de llegar a las células hospederas, el agente infeccioso debe
resistir todos los ambientes hostiles presentes en el tracto gastrointestinal
como son: el pH bajo presente en el estómago, la bilis y las enzimas
proteolíticas presentes en el duodeno. Estas condiciones hostiles se
correlaciona con el hecho de que los agentes virales causantes de
gastroenteritis, tengan en común un ciclo de replicación que involucra
tanto especies animales como el hombre, así como la estabilidad en un
medio ambiente hídrico (ciclo entérico-hidro-entérico), una gran
estabilidad fisicoquímica y una alta resistencia a la desnaturalización.
Todos los agentes virales causantes de gastroenteritis (con excepción de
los coronavirus), son virus desnudos, lo que los hace resistentes a
disolventes lipídicos (éter, cloroformo o cicloheximida). El virus de la
hepatitis A (HAV: por hepatitis A virus) es resistente a concentraciones de
cloro del orden de 0,1 mg/l, que es una concentración ajustada a las
exigencias reglamentarias. Los parvovirus y el HAV resisten temperaturas
de 56º C hasta por una hora. Una vez llegan a la mucosa entérica, los virus
deben estar en contacto con las receptores presentes en células de la
mucosa para iniciar en ellas su ciclo replicativo.
El control bacteriológico de bacilos coliformes no permite
determinar el grado de presencia de virus en el medio ambiente. El análisis
virológico de aguas es una técnica larga y delicada que requiere etapas de
extracción y concentración previas a la visualización de los virus. Para
detectar agentes virales en aguas se debe analizar al menos 10 litros de
agua de acueductos, 50 litros para las aguas marinas, mientras que en caso
de alimentos contaminados como los crustáceos, hay que analizar al menos
100 g para poder obtener resultados concluyentes.
Mecanismos de defensa presentes en el tracto
gastrointestinal
Desde el punto de vista funcional, el tracto gastrointestinal cuenta con los
factores físicos y químicos que son hostiles a un gran número de agentes
virales; con movimientos peristálticos que inducen el vómito y la diarrea
con el fin de eliminar la presencia de factores agresores. A medida que
aumenta la velocidad de flujo del contenido intestinal, disminuye la
probabilidad de que un agente infeccioso pueda proliferar en la luz
entérica; este mecanismo es más útil para las infecciones bacterianas que
para las virales, puesto que los virus proliferan en el interior de los
enterocitos.
La estructura de las células de la mucosa entérica es lo
suficientemente imbricada como para constituir una barrera protectora más
o menos hermética para el paso de microorganismos. En la mucosa existen
una serie de mecanismos no específicos (polímeros glucosídicos,
glicoproteínas) y mecanismos activos (defensinas, reacciones
inflamatorias) que protegen de la entrada de agentes infecciosos. El
sistema inmune se activa una vez que estos primeros mecanismos de
defensa han fracasado. Bajo la membrana basal se encuentra una serie de
linfocitos intraepiteliales que se organizan en folículos linfoides y que
contienen linfocitos T y B capaces de iniciar respuestas de tipo humoral y
celular. En las mucosas, la inmunoglobulina A secretoria (IgA) juega un
papel protector cuando existe una memoria inmune que haya llevado a la
producción de anticuerpos específicos (figura 9.2).
Los patógenos entéricos pueden acceder a las células de la mucosa
entérica y atravesarla con diseminación a todo el organismo por diferentes
mecanismos, como son:
1.
1.
1.
Acceso por lesiones presentes en la mucosa intestinal.
Entrada directa a los enterocitos.
Paso a las células M y posterior acceso a enterocitos.
Una vez el agente infeccioso ha penetrado, entra en contacto con los
linfocitos intraepiteliales y causa una respuesta inmune local o se disemina
por vía de ganglios mesentéricos y vía linfática a otros sitios del organismo
donde puede encontrar otras células blanco. Las estrategias de paso
epitelial por un patógeno se esquematizan en la figura 9.2.
Figura 9.2. Ingreso y replicación de los virus entéricos en la mucosa gastrointestinal
Las células epiteliales constituyen una barrera física contra los patógenos, poseen un aparato
mucociliar que permite el movimiento del moco, posee nexos fuertes entre sí por medio de uniones
de tipo desmosoma (Des), uniones de hendidura (Uh), uniones adherentes (Ua) y uniones estrechas
(Ue). A: ingreso por soluciones de continuidad. B: replicación inicial en los enterocitos maduros. C:
replicación en las células M. D: ingreso a los enterocitos por paso intercelular. E: egreso de nuevos
virus e infección de nuevas células. F: presentación antigénica en el folículo linfoide. H: transporte
del antígeno a ganglios linfáticos.
Las células epiteliales de la mucosa intestinal tienen diferentes
funciones dependiendo de su localización. Las células de las criptas
presentan mitosis y son el origen de los enterocitos maduros, a medida que
van migrando hacia la zona apical de la vellosidad intestinal. Las células
de las criptas poseen un papel secretorio. Por su parte, los enterocitos
maduros son células que no se dividen y desarrollan funciones de
absorción. Los virus entéricos afectan células específicas en la mucosa
entérica y pueden intervenir a células en división en la cripta, enterocitos
maduros o células M. Además existen regiones intestinales que pueden
verse más afectadas por la replicación viral en las regiones proximales o
distales del intestino delgado (duodeno, yeyuno, íleon), el intestino grueso
o las placas de Peyer. En la figura 9.3 se esquematizan los sitios de
replicación de los virus en las células de la mucosa intestinal.
Los virus descritos previamente causan diarrea por una variedad de
mecanismos. Como ya se observó, los virus que se replican en los
enterocitos maduros lo hacen a nivel de células que no se dividen y que
poseen funciones digestivas y de absorción. Esta función de absorción se
realiza por difusión de solutos a través de gradientes electromecánicos u
osmóticos o por transporte activo. El transporte de agua se hace en forma
pasiva a través de gradientes osmóticos. Por su parte, las células presentes
en las criptas desarrollan una secreción activa de iones cloro. En resumen,
la absorción intestinal se realiza por un balance entre la absorción hecha en
las vellosidades y la secreción efectuada en las criptas, con un neto
predominio de las funciones de absorción. Cuando un virus se replica en
las células encargadas de la absorción, se produce un desequilibrio que
conlleva a una disminución generalizada de los procesos de absorción en
el intestino delgado, lo que origina el fenómeno de diarrea y malabsorción.
Como resultado final, se presentan en la luz intestinal residuos de material
no digerido, o parcialmente digerido, como es el caso de los disacáridos
que realizan una presión osmótica, lo que conduce a la retención de agua
en la luz intestinal. Otro fenómeno que causa presión osmótica y
eliminación de agua es la fermentación de productos presentes en la luz
intestinal.
Figura 9.3. Estructura del epitelio del intestino delgado y sitio de replicación de algunos
agentes virales
En el caso de los virus que se replican en las células en división de
las criptas, el fenómeno que se produce es una falta de células de recambio
para los enterocitos maduros. Mientras la infección avanza, no se cuenta
con reemplazo para los enterocitos que migran hacia las puntas de las
vellosidades y se descaman. El efecto final es la pérdida de la capacidad de
absorción por ausencia de células encargadas de esta función. Este
fenómeno es conocido como malabsorción secundaria.
Los virus que afectan lo enterocitos tienden a causar diarreas más
graves, mientras aquellos que afectan células de las criptas causan
infecciones leves. La edad del huésped también influye en la gravedad del
proceso diarreico; al parecer, la capacidad de proliferación celular de las
células de las criptas es menor en los lactantes menores, razón por la cual
las infecciones en ese grupo etáreo son más serias. Adicionalmente, la
respuesta inmune generada en el curso de infecciones previas, es un factor
que confiere una respuesta inmune protectora parcial que disminuye la
severidad del cuadro clínico. La excreción de virus por materia fecal es
variable en cuanto al número de partículas eliminadas en los diferentes
tipos de infecciones y en cuanto a la duración de la misma (tabla 9.2); los
pacientes inmunocomprometidos presentan una mayor eliminación de
partículas infecciosas y periodos de excreción más prolongados.
Factores de riesgo
Los factores de susceptibilidad a infección viral por vía entérica, son:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
El principal factor de riesgo es el contacto de personas con gastroenteritis, lo cual es una
prueba de que estos agentes se transmiten por contacto persona a persona.
Otro factor de riesgo es el contacto con una persona afectada que manipule alimentos.
La higiene en el ambiente domiciliario y el desempeño de la persona afectada juega también
un papel primordial.
Edad: el rotavirus es mucho más frecuente en la infancia, mientras los calicivirus son de
adquisición más tardía en la vida. Las personas mayores presentan mayor riesgo de
deshidratación asociado a las gastroenteritis virales.
Los pacientes con bajo peso al nacer y de género masculino sufren mayor riesgo de
hospitalización.
Nivel socioeconómico: este factor está fuertemente ligado a la higiene y grado de
saneamiento ambiental. El rotavirus se adquiere en países en desarrollo en forma muy
precoz; al año de edad un 95% de los niños pueden presentar anticuerpos detectables,
mientras que en países desarrollados la infección se adquiere entre uno y tres años. Otras
infecciones que ocurren en la fase temprana de vida en países subdesarrollados son la
hepatitis A, la poliomielitis y los adenovirus. En países desarrollados son frecuentes los
brotes epidémicos por agente Norwalk.
Estados de inmunodeficiencia (primaria o adquirida) se relacionan con cuadros clínicos más
agudos.
Quimioterapia asociada a trasplante, por ejemplo de medula ósea.
Algunos factores facilitan la exposición a los patógenos. Los viajes y
desplazamientos hacia zonas con malas condiciones higiénicas son los
causantes de cuadros de hepatitis de transmisión entérica. La hepatitis A
tiene un riesgo 20 veces mayor en personas que se desplazan a zonas de
alta endemicidad sin inmunización previa. Las personas que trabajan en el
cuidado de niños tienen un mayor riesgo de exponerse a patógenos
entéricos.
Medidas de prevención
Las medidas de prevención de las gastroenteritis y otras infecciones
adquiridas por vía orofecal, incluyen:
1.
Detección de casos y desinfección de excretas con hipoclorito de sodio.
Tabla 9.2. Periodos de incubación y eliminación de virus en materia fecal
Virus
Periodo de incubación
Tasa de excreción* (log)
Días de excreción
Rotavirus
1-2 días
10
10
Enterovirus
1-3 días
Variable según tipo
30
Norovirus
12-48 horas
6
3
Astrovirus
24-36 horas
6
12
Adenovirus
5-10 días
6
5-12
Hepatitis A
30-50 días
9
14-21
Hepatitis E
5-6 semanas
9
14
* Por gramo de heces.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Lavado sistemático de manos, higiene de alimentos y entorno. En las personas que cuidan
niños deben separarse los ambientes de cambio de pañales y preparación de alimentos.
Uso separado de utensilios de comida (cubiertos, platos y vasos) e higiene (toallas
individuales).
Cuando se coma fuera de casa se debe evitar el consumo de hielo que puede haber sido
preparado con aguas contaminadas, las frutas peladas y los alimentos crudos. El refrán de
“hierva, pele, cocine u olvídelo” es difícil de poner en práctica en algunas regiones
económicamente desfavorecidas.
La higiene ambiental, la disponibilidad de redes adecuadas de acueducto y alcantarillado, es
una medida que disminuye los casos a nivel comunitario.
Suministro de agua potable: la ebullición por cinco minutos del agua de consumo es
suficiente para eliminar los agentes virales de origen entérico incluyendo el HAV. Ocho
gotas de hipoclorito de sodio aplicadas a un litro de agua son suficientes para hacerla apta
para el consumo humano después de un periodo de 30 minutos.
Vacunación: es una medida útil en caso de infecciones por virus polio, hepatitis A y
rotavirus.
Tratamiento de las gastroenteritis virales
No existe un tratamiento antiviral específico para este grupo de
infecciones. El tratamiento general consiste en prevenir y/o evitar la
deshidratación, mediante la administración pronta de líquidos isotónicos
para remplazar los líquidos y electrólitos que se pierden con el vómito y la
diarrea. La OMS ha promovido el uso de sales de rehidratación oral, las
cuales están diseñadas para reconstituirse en un litro de agua y contienen
3,5 g de cloruro de sodio, 2,5 g de bicarbonato de sodio, 1,5 g de cloruro
de potasio y 20 g de glucosa. En algunas oportunidades el vómito es tan
fuerte que no permite la rehidratación por vía oral; en estos casos se hace
perentorio el uso de la vía parenteral. La administración de salicilatos de
bismuto da cierta mejoría a los dolores de tipo calambre que acompañan
las infecciones gastrointestinales. En los siguientes apartes se analizan las
características de las infecciones causadas por los diferentes agentes
virales.
Rotavirus
El rotavirus (RV) fue inicialmente identificado como un virus de murinos
en la década de 1950 y como patógeno de simios en la década de 1960. El
agente infeccioso recibió diferentes denominaciones: duovirus, virus de la
gastroenteritis viral, orbivirus y reo-like virus. Sólo hasta 1973 se le
atribuyó un papel como patógeno de humanos. Desde su identificación, el
rotavirus ha sido señalado como el agente viral de mayor importancia en la
morbilidad y mortalidad de lactantes y niños menores; es el responsable de
la tercera parte de todos los casos de gastroenteritis grave que ameritan
hospitalización. La inmunidad natural es ejemplificada por la poca
frecuencia en niños con más de un episodio de diarrea aguda y por la
disminución en la gravedad de la enfermedad con episodios recurrentes de
infección. Estos hechos indican una protección parcial con cada episodio.
Agente infeccioso
El rotavirus pertenece a la familia Reoviridae, subfamilia Sedoreovirinae,
género Rotavirus, especies Rotavirus A-G. La estructura del rotavirus es la
de un virus desnudo, con cápside de 75 nm de diámetro, con simetría
icosaédrica. El virión está formado por tres tipos de cápsides concéntricas
(interna, externa e intermedia), lo cual hace que el virus tenga una forma
de rueda (en latín rota significa rueda), la cápside interna está compuesta
por 120 copias de VP2 en la superficie y de VP1 y VP3 en contacto con el
genoma viral; la cápside interna tiene un número de triangulación T = 1.
La cápside intermedia rodea la cápside interna, está compuesta por 780
copias de VP6 y tiene un número de triangulación un T = 13. La cápside
externa está compuesta de VP7 que forma una capa suave, y una porción
de proteína VP4 que forma las espículas que se proyectan de la superficie,
la figura 9.4 muestra la estructura general del rotavirus.
El genoma viral está compuesto por un ARN de doble cadena
segmentado (11 segmentos). El genoma de rotavirus codifica para seis
proteínas estructurales VP1-4 y VP6-7 y 5 proteínas no estructurales
NSP1-5. La proteína VP4 puede ser clivada en dos péptidos denominados
VP5 y VP8. El segmento genómico 11 que codifica para la proteína NSP5
tiene un sitio alterno de iniciación que da lugar a la proteína NSP6. A las
proteínas VP4 y NSP4 se les ha atribuido un papel en la virulencia del
agente infeccioso; a la proteína NSP4 se le atribuye un papel de virotoxina
inductora de diarrea osmótica con desequilibrio hidroelectrolítico.
Se describen siete grupos antigénicos de rotavirus (A-G); de estos,
el más frecuente en humanos es el grupo A, recientemente se han descrito
epidemias por grupos antigénicos C y B (de origen porcino) en China,
India, sudeste asiático y posteriormente en Estados Unidos. Los grupos
antigénicos B a E se consideraban estrictamente zoonóticos. Se han
descrito rotavirus en diferentes especies animales (porcinos, bovinos,
ovinos y primates) y se han aislado recombinantes genéticas, como la cepa
PA151 en la que tres segmentos genómicos corresponden a la cepa
humana AU-1; los otros siete segmentos son de origen bovino (NCDV).
Tales recombinantes sugieren un papel importante de las cepas de origen
animal en el surgimiento de nuevos serotipos o variantes virales.
Genética viral
El genoma viral está compuesto por segmentos genómicos cuyos pesos
moleculares varían de 2 x 105 hasta 2,2 x 106 daltons. Los primeros
estudios genómicos determinaron la presencia de dos patrones de
migración denominados patrones cortos y patrones largos. Estos pesos
moleculares disímiles, permiten que el rotavirus pueda identificarse por los
tipos electroforéticos (patrones de migración de los segmentos
genómicos) presentes en una población determinada y permiten adelantar
estudios de epidemiología molecular para detectar rotavirus de grupos no
A. Los tipos electroforéticos de los rotavirus del grupo no A difieren de los
del grupo A en los genes de los segmentos 7, 8 y 9. Los del grupo no A
carecen de esta tripleta genómica que caracteriza al grupo A. Desde el
punto de vista morfológico, los virus del grupo A son idénticos a los de
otros grupos (B a F), pero difieren en sus características antigénicas y sus
genomas no hibridan en técnicas de dot blot (figura 9.5).
Figura 9.4. Esquema de la estructura de los rotavirus
Figura 9.5.
A: representación esquemática de los segmentos genómicos de rotavirus cepa SA11 (tamaño en pb)
y proteínas codificadas. B: patrones de migración genómica, C: la electroforesis de proteínas de un
cultivo celular de rotavirus y D: localización en el virión de las proteínas estructurales y el genoma
viral.
Proteínas de importancia
Como ya se expuso, existen dos tipos de proteínas virales: las proteínas no
estructurales y las proteínas estructurales. Las proteínas no estructurales
(NSP1, NSP2, NSP3, NSP4 y NSP5), son codificadas respectivamente por
los genes 5, 7, 8, 10 y 11; su papel dentro del ciclo replicativo viral aún no
ha sido muy bien establecido. Las proteínas NSP1, NSP2 y NSP4 parecen
jugar algún papel en la replicación viral, mientras la NSP5 parece actuar
como un receptor en el retículo endoplásmico para alguna proteína de la
cápside viral. Las proteínas estructurales son denominadas como VP1,
VP2, VP3, VP4, VP6 y VP7; estas se encuentran en las partículas virales
en cantidades disímiles. Las proteínas VP1, VP2, VP3, VP4, VP6 y VP7
son codificadas respectivamente por los segmentos genómicos 1, 2, 3, 4, 6
y 9. La proteína viral G (VP7) es codificada por los segmentos genómicos
7, 8 o 9; dependiendo de la cepa, se correlaciona con las especificidades
antigénicas y con los anticuerpos de tipo neutralizante.
La VP6 y la VP7 son las proteínas más predominantes con 780
copias, seguidas de la VP4 con 120 copias. Los determinantes antigénicos
de los serogrupos están localizados en las proteínas VP2 y VP6. La
proteína VP6 se encuentra en la cápside media y es el blanco más
importante de anticuerpos generados en el curso de la infección, la
mayoría de pruebas comerciales de detección de antígeno viral utilizan
como captura anticuerpos dirigidos contra la VP6.
La glicoproteína VP7 permite la clasificación del rotavirus en grupos
serológicos G; han sido identificados 14 grupos G por homologías de sus
aminoácidos. La proteína VP4 o P tiene características hemaglutinantes;
esta proteína debe ser escindida por proteasas para garantizar la
infectividad viral, dando lugar a proteínas VP5 y VP8. La proteína VP4
contiene epítopes neutralizantes que permiten definir dos tipos de grupos:
1. por acción neutralizante (10 tipos) y, 2. por homología de secuencia de
sus aminoácidos (20 genotipos). La proteína viral VP4 o P (cortada por la
proteasa) da las características específicas de serotipo. Las proteínas G y P
dan origen a la clasificación binaria de los rotavirus; existen en humanos
15 genotipos G y 27 genotipos de P, lo que da lugar a un total de 305
genotipos posibles (producto cartesiano de G x P); sin embargo, no todos
han sido descritos en la naturaleza y para f ines vacunales sólo se utilizan
las cepas más frecuentes o importantes desde el punto de vista
epidemiológico (G1P[8], G3P[8], G4P[8] y G2P[4]), que causan el 88,5%
de los casos. Existen variables antigénicas que son poco frecuentes y que
han sido descritas en zonas geográf icas de países subdesarrollados: la
variante P6G9 fue descrita en 9,5% de los aislamientos realizados en India
(tabla 9.3).
Replicación
El virus se replica con predilección en enterocitos maduros localizados en
los ápices de las vellosidades gastrointestinales. In vitro, la replicación
viral ha podido ser estudiada por su adaptación a células de riñón de mono
(MA104, BS-C1) y de carcinoma de colon (CaCo-2).
La replicación in vitro requiere un tratamiento del inóculo viral con
tripsina, el cual altera la configuración de las proteínas VP4 que se corta a
nivel de los residuos de arginina 231, 241 y 247 en los polipéptidos VP5 y
VP8. La proteína VP5 contiene el péptido de fusión y la VP8 media la
unión a la célula (figura 9.6).
Tabla 9.3. Serotipos y genotipos de rotavirus humano
Serotipo P
Genotipo [P]*
Serotipo G
Genotipo [G]*
VP4
segmento dsARN 4
VP7
segmento dsARN 7,8 o 9
1A
[8]
1
[1]
1B
[4]
2
[2]
2A
[6]
3
[3]
3
[9]
4
[4]
4
[10]
5
[5]
5A
[3]
6
[6]
8
[11]
7
[7]
9
[7]
8
[8]
11
[14]
9
[9]
10
[10]
11
[11]
12
[12]
* En total se describen hasta el momento 27 genotipos G (glicosilados) y 35 genotipos P (proteasa)
con un porcentaje de identidad del 80%, adicionalmente hay 16 genotipos I (cápside interna) que
tienen un 85% de identidad.
Figura 9.6. Ciclo replicativo del rotavirus
En la gráfica se muestra 1. La unión al receptor 2. Entrada a la célula. 3. Denudamiento. 4.
Transcripción. 5 y 6 Traducción o translación. 7 Replicación del ARN viral. 8. Ensamblaje de
cápsides de doble capa. 9. Migración a vesículas de RER para la formación de cápsides de triple
capa. 10. Liberación de las partículas asociadas a balsas lipídicas (rafts). SA: ácido siálico. DLP:
Double-Layered Particle. TLP: Triple-Layered Particle. ARNdc: ácido ribonucleico de doble
cadena.
La entrada del rotavirus a las células hospederas es un proceso
complejo y de múltiples pasos que involucra tanto proteínas virales como
celulares. Las proteínas virales que juegan un papel importante en la unión
a la célula son la VP4 y la VP7. El receptor viral del RV parece depender
de la variable viral, pero en general, se puede afirmar que involucra un
primer contacto con residuos de ácido siálico (SA) y la integrina α2β1.
Los contactos moleculares posteriores a la unión del virus involucran
varias moléculas celulares, entre otras, el gangliósido GM1a, las proteínas
de choque térmico Hsc70 y las integrinas α2β1, α4β1, αvβ3 y αxβ2. Todos
estos componentes se encuentran agrupados y asociados a balsas lipídicas
de membrana (rafts), lo que favorece la entrada de la partícula viral.
Existen diferencias de mecanismos de ingreso de las partículas virales y se
pueden reconocer cepas virales que requieren de la unión de proteínas
virales a gangliósidos, glicoproteínas e integrinas, mientras que algunos
RV ingresan por mecanismos independientes de algunas de estas proteínas.
La secuencia de interacciones entre proteínas virales y celulares no está
completamente definida. El virus tiene un sistema complejo de penetración
que puede involucrar tanto la penetración directa de la membrana como
mecanismos de endocitosis mediados por proteínas adaptadoras y
vesículas de clatrina. El virus entra y ocurre el denudamiento o
decapsidación, mediado por la presencia de iones Ca2+. La liberación de
la cápside externa viral inicia la fase de transcripción, la cual ocurre en las
cápsides de doble capa. El ARN nunca es expuesto directamente en el
citoplasma y las 11 cadenas de ARN sirven como molde para la síntesis de
ARNm en asocio con VP1, VP2 y VP3 que actúan como complejo de
translación. Los nuevos ARNm sintetizados se unen por el extremo 3’ a la
proteína NSP3 y al factor de iniciación de síntesis de proteínas eIF4G,
permitiendo de esta manera el inicio de la síntesis de las proteínas
estructurales (VP) y no estructurales (NSP). En el citoplasma de la célula
infectada se forma una gran vesícula (cuerpo de inclusión) denominada
viroplasma, en la cual confluyen proteínas estructurales (VP3 y VP6) y no
estructurales (NSP2 y NSP5); de esta manera se inicia el ensamblaje de las
partículas virales y se replica el ARN viral. En el viroplasma se forman
cápsides de doble capa, que probablemente se liberen en una vesícula
lipídica para ir a formar en otros compartimentos celulares, viriones de
triple capa que se liberan a nivel de las balsas lipídicas o rafts. El sistema
de replicación no está completamente dilucidado.
Ya antes de la excreción viral, se observa una disminución de la
actividad de las vellosidades intestinales y vacuolización de los
enterocitos. Las partículas virales son detectables en las células epiteliales,
células M, fagocitos y células mucoides del intestino delgado. La máxima
producción de partículas virales ocurre a los dos o tres días después de
iniciado el proceso infeccioso y la recuperación se observa después de
siete días.
Epidemiología
El rotavirus es un agente cosmopolita que afecta niños en los primeros
años de vida. Se estima que todos los niños ya se han infectado hacia los
tres años. El rotavirus ha sido señalado como la principal causa de diarrea
grave en niños menores de dos años. En el mundo se calcula que ocurren
cerca de 18 millones de infecciones al año, con una mortalidad de 2-5%,
siendo mayor en los países pobres. En países poco desarrollados se pueden
encontrar infecciones entre los primeros seis a once meses, en países
desarrollados los casos son frecuentes después del primer año. Los niños
prematuros, con bajo peso al nacer (menos de 2.600 g) y con alimentación
materna corta (tres meses), tienen un mayor riesgo de infecciones serias,
deshidratación y hospitalización en el curso de infección. La mayor
gravedad de las infecciones en países pobres también podría estar asociada
a la desnutrición, al mayor inóculo inicial, a la menor oportunidad de
acceso a los sistemas de salud y a la probable sinergia con otros patógenos
entéricos. La susceptibilidad a la infección está enmarcada entre la
inmunidad pasiva adquirida de la madre, la maduración del tracto
gastrointestinal y el inicio de dietas suplementarias. Las reinfecciones son
frecuentes, pero las infecciones iniciales dan una protección parcial que
hace que las infecciones subsiguientes sean menos fuertes.
El periodo de incubación de la infección es corto, tiene un rango de
11 horas hasta cinco días, con un promedio de dos días. Existen dos
formas de presentación de la infección por rotavirus: la epidémica y la
endémica. En países templados se transmite durante invierno y primavera
y en los países tropicales es endémico durante todas las épocas del año.
Las partículas virales están presentes en materia fecal desde las primeras
12 horas de iniciada la infección y pueden persistir de uno a 14 días. El
virus se elimina en grandes cantidades con las heces (109 a 1012 partículas
por gramo) y permanece en ellas hasta muchos días después de eliminado
el proceso diarreico. La dosis infectante es muy baja, se calcula en 10
u.f.p. El virus puede ser detectado hasta por 20 días mediante técnicas muy
sensibles como la RT-PCR, en un 30% de casos se detecta hasta por dos
meses. Los pacientes inmunocomprometidos presentan periodos más
prolongados de excreción viral.
Existen variaciones en cuanto a los serotipos que pueden presentarse
circulando en un momento determinado. El seguimiento de epidemiología
molecular se efectúa mediante la comparación de los patrones
electroforéticos de los rotavirus causantes de un determinado episodio
epidémico; sin embargo, virus con distintos patrones genéticos pueden
encontrarse cocirculando en un mismo periodo de tiempo. Los diferentes
tipos G y P pueden circular en años distintos y en un mismo año puede
existir diferentes genotipos circulando en áreas geográficas distintas. Los
serotipos que más causan enfermedad en los humanos son los genotipos
G1 a G4 del grupo A; estos parecen ser igual de virulentos para los
humanos. Es importante tener en cuenta que el rotavirus puede ser
causante de brotes epidémicos de tipo nosocomial.
Patogénesis
Se asume que el rotavirus se transmite de persona a persona. El RV se
transmite por vía orofecal, por fómites y ocasionalmente por alimentos
contaminados, se postula la transmisión por vía respiratoria, pero su papel
no es muy claro. El agua no es fuente de infección por cuanto el virus es
inestable a condiciones de humedad relativa elevada; alimentos como las
ostras y almejas han sido involucrados en brotes epidémicos.
Una vez ingerido el virus, las infecciones se encuentran limitadas a
la mucosa intestinal; excepcionalmente los rotavirus pueden encontrarse en
la lámina propia y en los linfáticos regionales. Se han detectado casos con
antigenemia, viremia y ARNemia, pero su significado clínico no es claro.
El rotavirus infecta el epitelio con función de absorción presente en las
vellosidades de los dos tercios proximales del intestino delgado. Por
estudios histoquímicos se ha podido comprobar que las células blanco son
los enterocitos maduros, localizados en la punta de la vellosidad entérica.
Después de su liberación el virus se replica en las porciones distales del
intestino delgado. En casos de infección por rotavirus, la diarrea se
encuentra asociada con malabsorción secundaria, destrucción de los
enterocitos, diarrea como resultado de la isquemia de las vellosidades
intestinales inducida por sustancias vasoactivas liberadas por los
enterocitos y diarrea toxinogénica por efecto de la proteína NSP4. Todos
estos mecanismos producen disminución en la capacidad de absorción de
agua, alteración en la movilidad intestinal y cambios en la presión
osmótica por los disacáridos que no son degradados debido a alteraciones
en las disacaridasas presentes en el borde en cepillo de la mucosa
intestinal. La infección en los individuos jóvenes causa una mayor
destrucción del epitelio intestinal que la infección en adultos. En la figura
9.7 se observan los eventos presentes durante la infección por rotavirus.
La diarrea observada en caso de infección por RV se debe a a
múltiples eventos, (figuras 9.7 y 9.8), entre los que se destacan los
siguientes:
1.
2.
3.
Reducción de la superficie de absorción producida por la pérdida de enterocitos, atrofia y
acortamiento de las vellosidades intestinales.
Alteración en la función de las proteínas de transporte de sodio y glucosa (SGLT1) que lleva
a la acumulación de glucosa en la luz intestinal con la consecuente diarrea de tipo osmótico.
Alteración de las propiedades de absorción del intestino: alteración de enzimas
(disacaridasas, peptidasas, etc.), alteración del transporte de glucosa, cambios
electroquímicos y alteración a nivel basolateral de la bomba ATPasa de sodio y potasio. La
alteración de la bomba ATPasa sodio/potasio altera a nivel apical el transporte de sodio y
4.
5.
6.
7.
8.
solutos.
Alteración en los mecanismos de secreción y absorción de cloro, los mecanismos implicados
no son muy claros
Daño celular que afecta la absorción: cambios en mitocondrias y retículo endoplásmico
rugoso de los enterocitos; infiltrado mononuclear en el tejido submucoso.
Efecto virotoxigénico de la proteína NSP4. La proteína NSP4 es clivada y el producto (112175) es liberado a la luz intestinal; en modelos murinos se ha observado que este
subproducto es capaz de causar diarrea. La proteína NSP4 inhibe la acción de las proteínas
SGLT1, que también pueden aumentar la permeabilidad paracelular de electrolitos y agua y
tener una acción sobre el transporte acoplado de Cl-/H+.
Estímulo por parte de la NSP4 del sistema nervioso entérico que aumenta la motilidad
intestinal.
Alteración de la absorción intestinal por pérdida de las uniones estrechas intercelulares
(claudina1, ocludina).
Figura 9.7. Eventos patológicos en el curso de la infección por rotavirus
Figura 9.8. Mecanismos de acción de la virotoxina NSP4 en la patogénesis de la infección por
RV
1. Alteración de las uniones intercelulares. 2. Secreción de NSP4 y acción en células no infectadas.
3. Alteración del citoesqueleto celular. 4. Incremento del Ca++ intracelular que activa el sistema
PLC-IP3 (fosfolipasa inositol C3 fosfato) que incrementa el Ca++ intracelular y regula la secreción
neta de cloro. 5. Incremento en el calcio intracelular que aumenta la eliminación de cloro. 6.
Estímulo del sistema nervioso entérico 7. Liberación de aminas vasoactivas, citoquinas,
prostaglandinas, óxido nitroso.
El rotavirus es eliminado en muy altas concentraciones en las heces,
permanece en el medio ambiente durante bastante tiempo debido a su alta
estabilidad. Después de su replicación, los rotavirus inducen inmunidad
local y sistémica. Las proteínas VP7 y VP4 inducen anticuerpos
neutralizantes capaces de inhibir la infección del virión; la respuesta de
anticuerpos neutralizantes es específica del serotipo (homotípica) y en
menor medida tiene una acción contra tipos diferentes (heterotípica).
Aspectos clínicos
El cuadro clínico asociado a la infección por RV es la gastroenteritis
aguda. La enfermedad tiene una duración promedio de siete días y el virus
puede excretarse hasta por diez días después de iniciado el cuadro clínico.
La descripción clínica proviene de estudios en adultos sanos
voluntarios, pero las manifestaciones pueden variar en frecuencia e
intensidad en niños hospitalizados o en jóvenes. Las manifestaciones más
frecuentes son diarrea acuosa profusa de inicio súbito, náusea, vómito,
anorexia y fiebre (37,9º C) en la mayoría de casos (figura 9.9). El vómito y
la fiebre preceden por lo general a la diarrea y se encuentran relacionados
con los niveles elevados de IFN-α. El número de evacuaciones intestinales
es numeroso y puede variar durante la fase aguda de la enfermedad de 10 a
20 deposiciones por día. El dolor abdominal (tipo cólico) se encuentra
cercano al 20% de los casos. Síntomas generales como letargia,
irritabilidad y colapso circulatorio, se observan en el curso de
deshidratación aguda.
Las infecciones por RV se asocian con cuadros diarreicos graves, en
especial en pacientes menores de dos años. El RV se relaciona con casos
esporádicos de diarrea más que con formas epidémicas. Los neonatos y
lactantes menores parecen gozar de protección a la enfermedad grave por
RV, probablemente mediada por anticuerpos maternos de tipo IgG
transferidos en forma pasiva a través de la placenta y por la IgA y la
lactoadherina presentes en la leche materna. Después de los tres años de
edad y en la vida adulta la infección vuelve a ocurrir, pero las
manifestaciones son leves o autolimitadas (tabla 9.4).
La deshidratación producida por el rotavirus es seria, de tipo
isotónico, se presenta aumento en la densidad de la orina, acidosis
metabólica, aumento discreto de las transaminasas y del ácido úrico. La
infección por rotavirus puede aumentar la desnutrición presente en el
paciente y es sinérgica con los efectos causados por otros enteropatógenos.
La mortalidad en caso de infección por rotavirus es atribuible a la
deshidratación por pérdida hidroelectrolítica, mediante diarrea y vómito
que no es corregida y que conlleva al choque y al colapso circulatorio.
Figura 9.9. Curso clínico de la infección por RV
Los mecanismos de respuesta inmune involucran elementos de
respuesta innata y adquirida (celular y humoral). La respuesta humoral
parece tener un papel fundamental como mecanismo de protección contra
las infecciones severas. Mecanismos de respuesta inmune inespecífica
como la acidez gástrica, la pepsina y la secreción de citoquinas como IL10, IFN-α e IFN-γ se presentan como mecanismos no específicos de
respuesta en modelos murinos y en niños infectados. En las células M el
virus puede no replicarse, pero si servir de paso viral para su presentación
a células dendríticas y linfocitos intraepiteliales (figura 9.10). Los
mecanismos de procesamiento y presentación antigénica del rotavirus son
poco explorados; sin embargo, se postula que la presentación antigénica
puede estar mediada por las células M, las cuales se colocan en contacto
con los linfocitos intraepiteliales. La respuesta inmune se genera en el
sistema GALT (placas de Peyer, ganglios linfáticos regionales) en donde
se producen las citoquinas necesarias para regular una respuesta de tipo
Th1 (TNF-β, IFN-γ, IL-2) o Th2 (IL-4, IL-5, IL-6, IL10 e IL-13); no todos
estos factores han sido aún evidenciados in vivo. La protección está
asociada con los niveles de anticuerpos neutralizantes, a la presencia de
niveles protectores de IgA en suero, heces y duodeno (figura 9.10).
Los niveles máximos de IgA específica se adquieren entre una a
cuatro semanas después de iniciado el proceso infeccioso, pero su duración
es corta, lo cual explica las frecuentes reinfecciones. Las respuestas IgA e
IgG han sido correlacionadas con protección y resolución del proceso
infeccioso, la respuesta IgA ha sido empleada como marcador de respuesta
vacunal. En humanos se presenta una respuesta inmune protectora
heterotípica (a tipos diferentes a los que han infectado previamente)
después de una serie de infecciones sucesivas en los primeros años de
vida. La consecuencia clínica de esta inmunidad protectora es la presencia
de infecciones poco sintomáticas o asintomáticas. A partir de modelos
animales se ha podido determinar que la respuesta inmune celular es
importante para la eliminación de los focos de infección viral, aunque es
insignificante en la protección contra la infección.
Complicaciones
El rotavirus se ha asociado con entidades como la intususcepción, atresia
vías biliares, síndrome de Reye, encefalitis, meningitis aséptica, muerte
súbita, síndrome de Kawasaki y síndrome hemolítico urémico, pero no se
ha podido comprobar un papel etiológico con estas entidades. La
intususcepción podría ser ocasionada por la hipertrofia del tejido linfoide y
el adelgazamiento de la pared de las asas intestinales. La utilización de
loperamida como inhibidor de la motilidad intestinal se ha relacionado con
íleo y depresión respiratoria, por lo que su uso no es aconsejado en niños.
Se han descrito infecciones serias sintomáticas en adultos con RV del
grupo A. Algunos estados de inmunodeficiencia (síndrome de Di George,
inmunodeficiencia severa combinada, agamaglobulinemia ligada al
cromosoma X, SIDA, etc.) se acompañan con excreción crónica de virus.
Tabla 9.4. Manifestaciones clínicas de infección por RV según edad
Síntomas
Frecuencia niños (%)
Frecuencia adultos (%)
Frecuencia jóvenes (%)
Diarrea acuosa
94
31
93
Náusea
ND
22
81
Vómito
70
9
67
Fiebre
67
18
58
Dolor abdominal
20
15
90
Malestar o mialgia
ND
16
51
Anorexia
ND
21
83
Cefalea
ND
ND
59
Figura 9.10.
La respuesta inmune en caso de infección por rotavirus es asegurada por las células presentes en el
tejido linfoide asociado al intestino (GALT ). La presentación antigénica se lleva a cabo en el tejido
linfoide asociado a la mucosa intestinal como son las Placas de Peyer. La regulación de la respuesta
inmune es regulada por las citoquinas producidas por los linfocitos T helper Th1 ( TNF-β, IFN-γ,
IL-2) y Th2 (IL-4, IL-5, IL-6, IL10 e IL-13). La IgA secretora bloquea o neutraliza el virus para
impedir la infección de otros enterocitos.
Diagnóstico
Se pueden emplear diversos métodos diagnósticos para determinar la
presencia del rotavirus en pacientes con gastroenteritis. Los métodos se
basan en el aislamiento viral, la identificación de viriones y antígenos
virales, las pruebas moleculares y los métodos serológicos.
Aislamiento viral
El aislamiento viral es una técnica diagnóstica costosa y dispendiosa que
permite el aislamiento de rotavirus del grupo A y en menor grado de los
rotavirus del grupo B y C. La muestra recomendada para el aislamiento es
la materia fecal, los hisopados rectales son menos eficaces. La muestra
clínica y el medio de cultivo deben ser tratados con tripsina, que como se
ha visto en modelo de replicación in vitro, escinde la proteína VP4 en las
proteínas VP5 y VP8 y facilita el ingreso del virión al interior de las
células en cultivo, facilitando así la replicación viral. Su interés general es
de investigación en laboratorios de referencia.
Identificación de viriones y antígenos virales
El virus se elimina en grandes cantidades en la materia fecal; por tanto, la
base de las pruebas de confirmación se sustenta en determinar la presencia
de antígeno o partículas virales en las heces eliminadas. Los
procedimientos específicos que se emplean para el diagnóstico son la
microscopía electrónica, la inmunoelectromicroscopía, el ensayo
inmunoenzimático (EIA), la aglutinación en látex y la
inmunocromatografía. Las tres últimas técnicas se emplean con mayor
frecuencia en los laboratorios de virología clínica.
La proteína VP6 es un antígeno de grupo muy conservado, se
elimina en exceso por las heces, se ensambla en cápsides y constituye el
blanco ideal de pruebas para identificar el virus en pacientes infectados. Es
importante tener en cuenta que las muchas pruebas de EIA empleadas para
el diagnóstico, sólo detectan rotavirus humano del grupo A, pero no la de
otros grupos virales. La sensibilidad y especificidad de las pruebas EIA es
de 98-100%, aunque existen pruebas en el mercado que se hallan por
debajo de estos niveles; por lo tanto, pueden obtenerse resultados
contradictorios cuando se emplean varias pruebas diagnósticas. Las
pruebas de aglutinación en látex son muy específicas, pero menos
sensibles que las pruebas de EIA. Otra desventaja de las pruebas de
aglutinación en látex es la presencia de reacciones no específicas e
indeterminadas. Por lo anterior, siempre que se esté ante un resultado
negativo debe confirmarse con una prueba más sensible. Los falsos
negativos pueden ser atribuidos a muestras tomadas mediante hisopado
rectal o por muestras de materia fecal tomadas después de varios días de
iniciado el proceso infeccioso, momento en que la excreción de virus es
menor.
En los últimos años la técnica que se ha impuesto como de rutina es
la inmunocromatografía. El tiempo de realización, la tecnología fácil, y su
alta sensibilidad y especificidad (98,4% y 84,8% respectivamente)
permiten obtener resultados confiables en unos 20 minutos. Es necesario
conocer la casa comercial empleada por el laboratorio local, ya que la
sensibilidad puede cambiar entre diferentes kits.
Pruebas de diagnóstico molecular
La electroferotipos son los patrones de migración electroforética del
material genético en electroforesis de acrilamida y son específicos de cada
cepa. Su utilidad radica en la determinación de las formas de diseminación
de una infección en los servicios hospitalarios y guarderías, con el fin de
hacer estudios de epidemiología molecular, reconociendo las formas de
transmisión, y así precisar las medidas de control adecuadas a nivel
hospitalario o regional. No sirve para determinar la presencia de serotipos
específicos, ya que dos serotipos distintos pueden poseer el mismo patrón
electroforético. Sólo se puede presumir el serotipo 2 en aquellos aislados
en que los segmentos 10 y 11 tienen un patrón de migración lento (patrón
de migración corto). Esta técnica resulta demorada, compleja y costosa
para ser empleada como prueba de rutina, pero es útil en estudios
epidemiológicos.
Las pruebas de diagnóstico molecular basadas en la prueba de RTPCR son las pruebas más sensibles para detectar cualquier tipo de
rotavirus (A, B o C). Este método permite el diseño de cebadores
específicos para determinar tipos VP6 circulantes y genotipos G (VP7) y P
(VP4), necesarios para emprender estudios epidemiológicos de circulación
en áreas geográficas específicas. Las pruebas moleculares son tan sensibles
que pueden dar resultados positivos aun en pacientes asintomáticos, lo cual
puede ser interpretado como infecciones subclínicas, aunque estudios
posteriores con métodos cuantitativos permitirán esclarecer su significado
clínico.
Estudios serológicos
El rotavirus es un virus ubicuo; los pacientes pueden infectarse muy
temprano en la vida, lo que hace difícil el estudio de las infecciones
primarias. De otro lado, los pacientes pueden reinfectarse con serotipos
diferentes, dando lugar a infecciones secundarias. La interpretación de
resultados de pruebas serodiagnósticas puede verse afectada por el serotipo
que causó la primoinfección, el inóculo inicial y el lapso transcurrido
desde la primoinfección. Los estudios en animales muestran que la
infección produce una respuesta humoral local y sistémica con mediación
de IgA, IgM e IgG; sólo las IgA secretorias confieren protección. Las
pruebas serológicas son empleadas en estudios de respuesta a la
inmunización, pero no son de utilidad en la práctica clínica. Se han usado
métodos serológicos para precisar serotipos virales, pero es necesario que
existan viriones con triple cápside viral (TLC) y en algunas ocasiones
predominan formas de doble cápside (DLC), que carecen de los antígenos
VP4 y VP7, las cuales son específicas de serotipo.
Tratamiento
El curso de la enfermedad es autolimitado, resolviéndose en forma
espontánea en el curso de unos días hasta dos semanas. El tratamiento
básico de la gastroenteritis producida por RV consiste en evitar la
deshidratación, para lo cual deben reponerse los líquidos y electrolitos
perdidos mediante el vómito y la diarrea. La rehidratación debe instaurarse
lo más pronto posible por vía oral, para evitar que el paciente empeore
hasta requerir formas de rehidratación parenterales. Es importante resaltar
que las bebidas “colas”, las bebidas caseras o las bebidas comerciales
indicadas para el deporte no son el mejor medio de rehidratación oral, por
cuanto no aportan lo necesario en electrolitos y glucosa y de esta manera
complican el curso de la enfermedad. Existen sales de rehidratación oral
que son recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y que son
reconstituidas en un litro de agua pura o debidamente hervida. La OMS ha
promovido el uso de sales de rehidratación oral, las cuales contienen 3,5 g
de cloruro de sodio, 2,5 g de bicarbonato de sodio, 1,5 g de cloruro de
potasio y 20 g de glucosa para una osmolaridad de 300 mOsm/lt;
últimamente se han empleado soluciones de menor osmolaridad (245
mOsm/lt) que han mostrado un mejor resultado, medido por un menor
porcentaje de niños tratados que necesitaron posteriormente rehidratación
parenteral (15 vs. 10%). En caso de náusea, se deben administrar pequeñas
cantidades de soluciones salinas en forma repetida para evitar el vómito.
En caso de vómito, se puede rehidratar por vía oral ofreciendo
frecuentemente las soluciones de rehidratación oral en pequeñas
cantidades (cinco ml o una cucharadita), lo cual permite un aporte de entre
150-300 ml por hora. En algunas oportunidades el vómito es tan agudo que
no permite la rehidratación por vía oral, en estos casos es perentorio usar la
vía parenteral. La administración de salicilatos de bismuto ofrece cierta
mejoría a los dolores de tipo calambre que acompañan las infecciones
gastrointestinales. La reintroducción de la lactancia materna puede
efectuarse luego de cuatro horas de rehidratación oral y los resultados son
tan buenos como la reintroducción después de 24 horas sin aumentar los
riesgos asociados a la falta de aportes nutricionales. Es importante señalar
que no siempre es necesario suspender la lactancia materna, por cuanto la
intolerancia a la lactosa se presenta tan solo en un 5-10% de los casos de
diarrea aguda.
Recientemente se ha utilizado el racecadotril en diarreas de tipo
secretorio. Este medicamento es un inhibidor de la encefalinasa intestinal,
enzima encargada de la digestión de péptidos exógenos y endógenos como
encefalinas, neuroquinas y péptido P. El racecadotril resultó ser bien
tolerado y efectivo en disminuir el volumen de las deposiciones en los
primeros días de administración. La nitazoxanida (un tiazólido)
administrada dos veces al día durante tres días, demostró ser segura y en
acortar el tiempo de la enfermedad. Sin embargo, es necesario estudios
más amplios antes de recomendar el uso sistemático de estos
medicamentos.
En niños debe evitarse el uso de codeína, loperamida y difenoxilatos,
estos medicamentos pueden ser útiles en mejorar los síntomas y disminuir
el volumen de la diarrea en pacientes adultos.
Prevención y control
Dos de los factores que determinan la gravedad de la infección, es el
estado nutricional del paciente y la celeridad en la aplicación de medidas
de rehidratación, factores que se relacionan con las infecciones graves en
países o poblaciones pobres. La descontaminación de las superficies con
fenil-fenol o etanol al 70% elimina el agente infeccioso que pueda
permanecer en las áreas de atención de pacientes o en los lugares de
cambio de pañales de niños infectados. El lavado estricto de las manos
ayuda a evitar la diseminación por personas infectadas o que hayan
entrado en contacto con heces de los pacientes.
Los estudios epidemiológicos han demostrado que la infección
inicial confiere protección, lo cual se expresa en la disminución de la
gravedad de los síntomas después de infecciones secundarias por rotavirus.
En la vacunación contra rotavirus, la mayor estrategia radica no en
eliminar toda forma de infección por rotavirus, sino en disminuir la
gravedad del cuadro clínico, causa de consulta u hospitalización en niños
menores. La utilización de la vacuna está dirigida a proteger a los niños
lactantes en los primeros dos años de vida; se administran tres dosis a los
dos, cuatro y seis meses de edad.
Las vacunas de origen bovino RIT4237 y WC3, mostraron niveles
diversos de protección en diferentes regiones donde fueron estudiadas.
Ya que los RV animales y humanos comparten antígenos protectores
entre sí, se han empleado varias estrategias en la producción de vacunas
contra el rotavirus: la utilización de vacunas monovalentes de origen
animal, la producción de vacunas recombinantes y la producción de
vacunas humanas vivas atenuadas. Las vacunas monovalentes de origen
animal usa cepas de origen bovino (RIT4237 [P1G6] y WC3 [P5G6]),
simiano (MMU18006 [P3G3]) y de cordero (P12G10). Las vacunas
recombinantes incluyen la vacuna tetravalente recombinante de origen
simiano (RRV-TV), que contiene rotavirus de Rhesus serotipo G3 y
recombinantes humanas G1, G2 y G4; la vacuna pentavalente WC3 que es
una recombinante de origen humano y bovino y recombinantes bovinas y
humanas de origen natural cepas 116E y 132I. Finalmente, las vacunas
monovalentes incluyen las cepas RIX4414 y la cepa humana neonatal
RV3. En general la mayoría de vacunas utilizadas han demostrado ser
inmunogénicas, seguras y eficaces. La mayor complicación de la vacuna
Rotashield fue que presentó un aumento en el número de casos de
invaginación intestinal (tabla 9.5).
El efecto benéfico de las vacunas contra el rotavirus radica en
disminuir los casos de infección (70-75%) y de gastroenteritis grave (8598%), así como reducir las consultas médicas ambulatorias y de urgencia
asociadas a gastroenteritis por rotavirus. Se estudian otros sistemas de
producción de vacunas basadas en la expresión de proteínas virales en
sistemas baculovirus, vaccinia o adenovirus, vacunas ADN o vacunas de
virus muertos.
Calicivirus humanos
En 1929 John Zahorsky (1871-1963) describió una entidad de aparición
durante el invierno caracterizada por vómito y diarrea, no fue sino hasta
1972 cuando Albert Kapikian (1930-2014) descubre el agente etiológico
de este síndrome. Los calicivirus humanos fueron los primeros agentes
virales que se relacionaron con cuadros de gastroenteritis. La primera
descripción de casos de gastroenteritis por estos agentes se realizó en la
localidad de Norwalk, Ohio, en el curso de un brote de gastroenteritis en
una institución educativa primaria, con casos secundarios en sus contactos
familiares. Muestras de heces tomadas de casos clínicos y ultrafiltradas
fueron administradas a voluntarios sanos que pudieron transmitir la
enfermedad; en estos pacientes, el agente pudo ser visualizado mediante
métodos de microscopía inmunoelectrónica. En otras regiones del mundo
se identificaron virus de morfología similar, por lo que se les fue
atribuyendo el nombre de la localidad en la que fueron inicialmente
aislados.
Tabla 9.5. Vacunas para la prevención de la infección por RV
Tipo de
vacuna
Tetravalente
Composición
RV de simio P[3]G1, G2, G3, G4
Nombre
comercial
Comentario
Rotashield
Retirada por asociarse con casos de
invaginación
Monovalente RV de cordero P[12]G10.
LLR
Viva atenuada. Uso en China
Pentavalente RV bovino P[5]G1, G2, G3, G4, P1A[8]G6
Rotateq
Comercializada en EE.UU. y otros 100
países
Monovalente RV humano P1A[8]G1, VP6 subgrupo II,
NSP4 grupo B
Rotarix
Comercializada en América Latina
Hexavalente
ND
En fase 2
Monovalente RV humano de neonato P2A[6]G3
RV3
En fase 2
Monovalente RV humano de neonato P8[11]G9
116E
En fase 1
Monovalente RV humano de neonato P8[11]G10
I32I
En fase 1
RV bovino G1-G4, G8, G9
Agente infeccioso
Inicialmente el denominado agente Norwalk fue considerado por su
morfología, como un virus pequeño redondo (small round virus), al
comienzo fue clasificado como un Parvovirus, pero por su composición
proteica, genoma, tamaño, morfología y reacciones serológicas cruzadas,
es ahora considerado como un virus perteneciente a la familia
Caliciviridae. Existen dos géneros que son patógenos para el humano, el
Norovirus (antiguo Norwalk-like virus) y el Sapovirus (antiguo Sapporolike virus). Los calicivirus pertenecen a un grupo de agentes virales con las
siguientes características: virión desnudo, diámetro entre 27 y 40 nm, un
genoma de tipo ARN monocatenario con sentido positivo. El tamaño del
genoma está cercano a 7.700 bases. Este virus tiene una densidad de
flotación en ClCs 1,33-1,41 g/cm3. El nombre de la familia viral proviene
por la presencia en la superficie viral de depresiones en forma de copa o
cáliz (figura 9.11).
El virus ha sido descrito como de aspecto emplumado. En estudios
de infectividad en voluntarios ha podido comprobarse que es relativamente
resistente al ácido (3h a pH 2.7) y al calor (30 minutos a 60º C). Mantiene
su infectividad luego de exponerse por 30 minutos a una concentración de
cloro de 0,5-1 mg/l inactivándose a concentraciones de 2 mg/l; siendo por
tanto más resistente al cloro que el virus polio 1 y rotavirus. Inicialmente
se clasificaron en dos grupos por sus diferencias morfológicas
determinadas en microscopía electrónica; un grupo formado por los virus
del género sapovirus con grandes depresiones en su superficie y otros por
virus del grupo denominado SRSV (por small round structured virus), con
una superficie menos típica al que pertenece el virus Norwalk. Posee una
proteína de 59 kda organizada en dímeros y presente en 180 copias por
virión y una proteína soluble de 12-30 kda, presente en una o dos copias
por virión.
Figura 9.11. Esquema de la estructura de los calicivirus
La proteína predominante VP1 se distribuye en dímeros sobre la superficie viral, alrededor de ejes
de simetría pentaméricos.
Los agentes relacionados con el virus Norwalk, recibieron denominaciones
que tienen que ver con el sitio geográfico donde fueron inicialmente
identificados. La reclasificación de estos agentes se demoró por
limitaciones propias a la falta de cultivo y necesitó la caracterización de
tipo genético.
Genoma viral
La clonación del genoma viral muestra que está compuesto de ARN
poliadenilado de 7,78 kb (7.700 nucleótidos) excluyendo el extremo
poliadenilado. Presenta tres marcos abiertos de lectura (ORF por open
reading frame). El ORF 1 es el más grande (con aproximadamente 1.738
residuos de aminoácidos), se expresa como una proteína precursora que
luego es cortada por la proteína 3C que cumple funciones de proteasa. El
ORF 2 codifica para la proteína mayor de la cápside viral y posee 550
residuos de aminoácidos; el ORF 3 codifica para una proteína básica
denominada VP2, presente en la cápside en un número bajo de copias.
Posee una sola proteína de 59 kda asociada con el virión y una proteína
soluble de 30 kda. El genoma viral codifica para proteínas no estructurales
de tipo helicasa, una cisteína proteasa y una ARN polimerasa ARN
dependiente, similares a las proteína 2C, 3C y 3D de picornavirus.
La clonación del genoma viral muestra que está compuesto de un
ARN poliadenilado de 7,3-8.4 kb. El genoma muestra 3 marcos abiertos de
lectura (ORF) que codifica para un polipéptido de 1.738 aminoácidos y un
peso molecular de 193,5 kda que posee motivos para una helicasa, una
cisteína proteasa y una ARN polimerasa ARN dependiente, similares a las
proteínas 2C, 3C y 3D del picornavirus. El segundo ORF codifica para una
proteína de 530 aminoácidos y un peso molecular de 56,6 kda similar a la
VP3 de picornavirus. El tercer ORF codifica para un péptido de 212
aminoácidos y un peso molecular de 22,5 kda de función desconocida
(figura 9.12).
Los calicivirus presentan una gran diversidad genética y antigénica
que permite clasificarlos en genogrupos y genotipos, con base en la
secuencia que codifica para la proteína VP1. El género Norovirus
comprende 5 genogrupos y 25 genotipos de los cuales 3 son patógenos
para humanos (I, II y IV), mientras que al interior del género Sapovirus se
han descrito cinco genogrupos de los cuales cuatro (I, II, IV y V) se han
encontrado en humanos. Esta diversidad antigénica responde a procesos de
deriva antigénica y recombinación genética; es posible que se generen
nuevos virus, de esta manera en el transcurso del tiempo aparecerán
nuevas variantes y la taxonomía de este grupo viral estará en continuo
desarrollo. Los genotipos se denominan por números arábigos, pero
guardan algunos la denominación inicial que se realizó por pruebas
serológicas (Norwalk, Hawái y Snow Mountain, Ámsterdam, Sapporo,
etc.).
Figura 9.12. Estructura genómica de los calicivirus humanos tipo Norovirus
Los triángulos rojos indican los sitios de clivaje proteolítico de la proteasa viral (3CLPro).
Replicación
Los calicivirus humanos han sido refractarios para su crecimiento in vitro
o en modelos animales. Algunos animales como porcinos, bovinos y
leones tienen sus propias cepas de calicivirus que son similares a norovirus
y sapovirus humano. Se logró determinar que el norovirus se une a
residuos oligosacáridos asociados a lípidos y proteínas y que esta unión es
específica de cepa. Estos residuos de unión se encuentran presentes en la
mucosa gastrointestinal o libres en saliva y leche. Todos los antígenos de
histogrupo sanguíneo ABO, parecen estar involucrados en la unión del
virión y a algunas cepas no se les ha identificado los mecanismos de unión.
Epidemiología
Los calicivirus son responsables de brotes epidémicos de gastroenteritis en
todos los países. Los brotes epidémicos afectan todos los grupos etáreos.
Por lo general, los casos clínicos son leves o moderados y autolimitados
También ha sido identificado como causa frecuente de gastroenteritis
esporádicas y casos graves en grupos a riesgo (niños y ancianos). La
seroprevalencia contra el agente Norwalk muestra que este virus se
adquiere durante la infancia en países pobres, en comparación con la lenta
adquisición en los países ricos, hasta llegar a niveles del 50% en la sexta
década. En países desarrollados el virus tiende a causar brotes epidémicos
en adultos, escolares y contactos familiares, afectando grupos de personas
que comparten alimentos en escuelas, hospitales, campos de recreo,
batallones militares, eventos sociales y restaurantes. Los brotes epidémicos
se asocian al consumo de alimentos contaminados; estudios en EE.UU.
demostraron que estos agentes son más frecuentes que las bacterias como
causantes de gastroenteritis de origen alimentario. La fuente de infección,
por lo general son alimentos contaminados (frutos de mar y crustáceos)
que son ingeridos en sitios recreacionales, cruceros, restaurantes, escuelas
o unidades militares. Los estudios en países en vías de desarrollo son
limitados debido a la falta de pruebas diagnósticas comerciales para la
confirmación de esta patología. Estos agentes virales se eliminan en las
heces y vómito de pacientes con gastroenteritis viral. El vómito de los
pacientes también puede ser una fuente importante de infección. La dosis
infectante es baja (20-100 partículas virales), lo cual favorece la aparición
de casos secundarios entre los contactos familiares.
De una cohorte de 883 militares acantonados en Kuwait y Arabia
Saudita durante la guerra del golfo Pérsico (1991), 61% tuvieron algún
trastorno gastrointestinal y de ellos un 6,2% mostró evidencia serológica
de infección con virus Norwalk. Los calicivirus humanos constituyen la
primera causa de gastroenteritis en adultos y la segunda en niños. En niños
hospitalizados con gastroenteritis en India y Perú, se observó que los
calicivirus son responsables en un 15 y 31% respectivamente de los casos.
Patogénesis
El virus se transmite por vía orofecal de persona a persona, bien sea de
manera directa o por contacto con superficies contaminadas. Otra vía
importante de contaminación es mediante alimentos o aguas
contaminados. Se han establecido como fuente de infección los frutos de
mar y en particular las ostras. Otras fuentes son ensaladas, frutas,
emparedados, legumbres frescas o congeladas y las tortas. La región del
tracto gastrointestinal que está comprometida o los receptores celulares
involucrados en la unión de las partículas virales no está muy bien
determinada. Existe evidencia de afección únicamente del intestino
proximal. El virus produce una malabsorción transitoria de grasas D xilosa
y lactosa; se origina alteración en las disacaridasas presentes en el borde en
cepillo de la mucosa. Las vellosidades intestinales se observan romas,
engrosadas y cortas; las células de las criptas presentan hiperplasia,
infiltrado polimorfonuclear y mononuclear y vacuolización, estas lesiones
persisten hasta por cuatro días después de la desaparición de los síntomas.
En contraste, algunos calicivirus de otras especies animales producen
gastroenteritis graves y alta mortalidad.
Los factores que garantizan el impacto de los norovirus como
problema de salud pública, son:
1.
2.
3.
4.
El inóculo requerido es considerado como muy bajo.
Transmisión por contacto persona a persona.
Presencia de portadores asintomáticos.
Gran estabilidad del virus en la naturaleza.
Respuesta inmune
La respuesta inmune ante este agente sigue siendo un enigma. Los factores
de protección no son conocidos. Se tienen patrones paradójicos como:
1.
2.
3.
4.
El 50% de los adultos son susceptibles a la infección por norovirus.
Los anticuerpos sistémicos preformados no son protectores. Voluntarios con anticuerpos e
infectados experimentalmente pueden presentar síntomas, mientras que voluntarios sin
anticuerpos pueden tener un curso asintomático.
La inmunidad protectora que aparece en el curso de infección es a corto término y de
carácter homotípico. La protección entre genotipos es mayor para los agentes del genogrupo
I que para los del genogrupo II. No hay respuesta inmune protectora ni duradera.
Los anticuerpos séricos se encuentran más elevados en aquellos voluntarios en quienes se
observan las manifestaciones más graves. Los anticuerpos perduran de dos atres años.
Estos hechos ejemplifican el poco conocimiento que se tiene de la
respuesta inmune a estos patógenos entéricos.
Aspectos clínicos
Todas las edades son susceptibles a la infección por calicivirus. La dosis
infectante puede ser muy baja, los primeros estudios estimaban en 105
partículas, los nuevos datos arrojan que inóculos tan bajos como 15
partículas pueden ser infectantes. Este agente infeccioso es responsable de
infecciones de tipo epidémico con sintomatología leve, autolimitada de
corta duración (12 a 60 horas) y un promedio de 24 horas. En el curso de
brotes epidémicos el periodo de incubación se ha observado de cuatro a 77
horas, no distinguible de otras infecciones entéricas.
Las manifestaciones más frecuentes en caso de infección es el
vómito, de donde procede su nombre (winter vomiting disease), la náusea,
diarrea, dolor abdominal de tipo cólico. Menos frecuentes son la fiebre,
cefalea, escalofrío, mialgias y dolor de garganta. La diarrea es por lo
general leve y solo se observa una disminución en la consistencia de las
deposiciones en un 50% de los casos, algunos de estos son subclínicos. La
enfermedad se prolonga por 2-3 días aunque puede llegar a seis días.
En general, las manifestaciones son menos graves que en caso de
infección por rotavirus. Estudios en dos voluntarios demostraron que ante
la administración de un mismo inóculo, la evolución y gravedad de las
manifestaciones era distinta. El virus se elimina en bajas cantidades en
materia fecal, los tiempos de excreción son de tres días aunque alcanzan
tiempos má ximos en adultos sanos hasta de ocho semanas y en estados de
inmunocompromiso se puede eliminar hasta por un año. En un estudio
realizado en Finlandia, se obser vó que los niños presentaban más vómito
en las infecciones por norovirus y más diarrea en las infecciones por
sapovirus (figura 9.13).
Diagnóstico
El cuadro clínico es leve e inespecífico y no permite diferenciar esta
infección entérica de la causada por otros agentes virales. El conocimiento
de la secuencia genómica de los calicivirus permitió el desarrollo de
pruebas de diagnóstico molecular, la producción de VLP (por viral-like
particles) para el diagnóstico serológico y la producción de anticuerpos
anti-VLP y para hacer pruebas de detección de antígenos virales en heces
de pacientes afectados.
Figura 9.13. Curso clínico de la infección por calicivirus
El método diagnóstico que inicialmente permitió el diagnóstico de
estos agentes infecciosos fue la microscopía electrónica. El virus se
elimina sólo en las primeras 72 horas de sintomatología, la excreción viral
no es elevada como en el caso de infecciones por rotavirus, lo que hace
que la detección por microscopía electrónica sea limitada al periodo
sintomático. El diagnóstico de rutina en la práctica clínica corriente está
todavía distante.
La reciente clonación del virus y la utilización de vectores de
expresión de tipo baculovirus, ha permitido elaborar las primeras pruebas
diagnósticas comerciales. Las pruebas de ensayo inmunoenzimático tienen
una sensibilidad de sólo un 55,5% y una especificidad del 98%, superior a
la microscopía electrónica que tiene 24% de sensibilidad y 100% de
especificidad, comparadas con la RT-PCR. Las pruebas de EIA
bioluminiscente mostraron que las pruebas tienen límites de detección de
105-106 partículas por gramo de materia fecal.
La construcción de VLPs ha permitido diseñar pruebas serológicas
para hacer estudios de prevalencia en diferentes grupos etáreos y regiones
geográficas. Es necesario tener en cuenta que por la diversidad de
genotipos y variantes antigénicas, las pruebas serológicas o de detección
de antígenos virales pueden tener baja sensibilidad.
La técnica más utilizada para diagnosticar infección por calicivirus
es la RT-PCR. Los iniciadores deben ser escogidos con cierta atención, por
cuanto hay diferencias genéticas entre los diferentes tipos genómicos. Con
este método sensible es posible detectar el genoma viral en diferentes tipos
de especímenes clínicos (vómito, heces) o fuentes de contaminación
(alimentos, fómites, agua). Por esta razón, en el contexto de brotes
epidémicos, para ver el perfil general de cepas circulantes, es necesario
efectuar RT-PCR de las muestras, con el fin de detectar la diversidad de
cepas cocirculantes, ya que todas no pueden ser detectadas por las pruebas
de tipo EIA. Otras pruebas que han sido empleadas recientemente se basan
en métodos de RT-PCR en tiempo real.
Tratamiento
La sola administración oral de líquidos y electrólitos es suficiente para
controlar las pérdidas inducidas por este cuadro clínico autolimitado. En
caso de cuadros asociados a vómito y diarrea intensos, es necesario tomar
medidas de rehidratación parenteral como se describió anteriormente.
Prevención y control
Existen limitantes para desarrollar vacunas eficaces contra este agente
infeccioso: el desconocimiento de los factores de respuesta inmune que
sean protectores; la falta de medios de cultivo adecuados que permitan
conocer a fondo los mecanismos de replicación viral; la carencia de
estudios epidemiológicos a mayor escala y, finalmente, la alta variabilidad
antigénica que hace que el inmunógeno sea de difícil selección. La
susceptibilidad al agente en personas mayores es posible que se deba a la
gran diversidad antigénica o a la falta de respuesta inmune prolongada.
Ensayos preclínicos con VLP han demostrado que administrado por
diversas vías (oral, nasal o parenteral) son inmunogénicos; el desarrollo
final de vacunas dependerá de un mejor conocimiento de la respuesta
inmune (en mucosas, duradera, heterotípica, de larga duración) contra las
diferentes variantes virales.
Las medidas de precaución entérica basadas en higiene, lavado de
manos, aplicación de geles de glicerina-alcohol y limpieza de superficies
contaminadas, han tenido cierto valor en el control de algunos brotes
epidémicos.
Adenovirus (AdV) entéricos
Los adenovirus (AdV) son la causa de un número amplio de síndromes
clínicos en infecciones respiratorias y del SNC, como también en lesiones
genitales, conjuntivitis y diarrea. El AdV es responsable del 2-12% de las
gastroenteritis de la infancia. Los primeros estudios fueron controvertidos,
se basaban en la identificación del agente causal por su morfología típica
en la microscopía electrónica, sin embargo, el virus era identificado con
igual frecuencia en muestras de pacientes sintomáticos y controles. El
AdV se puede eliminar durante periodos largos después del curso de una
infección respiratoria aguda o de gastroenteritis. Por lo tanto, se deben
distinguir dos síndromes: la infección respiratoria aguda asociada a
síntomas gastrointestinales (diarrea y vómito) de corta duración, y la
enfermedad gastrointestinal con síntomas entéricos que se manifiesta por
unos 10 días y con expresiones respiratorias discretas en un 20% de los
casos. Los AdV que se consideran patógenos entéricos estrictos, son los
del grupo F tipos 40 y 41, otros involucrados con menor frecuencia
pertenecen al grupo diversos y son los AdV 1, 2, 3, 5, 7, 8, 31. Los AdV
40 y 41 causan 2/3 partes de los cuadros de gastroenteritis asociados a
adenovirus. Los adenovirus 1, 2, 5, y 6 se han involucrado en casos de
adenitis mesentérica, que clínicamente pueden semejar cuadros de
apendicitis y acompañarse de intususcepción intestinal; en estos casos, se
ha encontrado el AdV en un 20-60% en muestras de tejido linfoide o en
heces.
Agente infeccioso
En la década de los 80 se encontraron adenovirus no cultivables en heces.
Estos virus fueron posteriormente identificados como los serotipos 40 y 41
y forman un nuevo subgénero que es denominado como F. El AdV es un
virus ADN, desnudo con una cápside icosaédrica de 90-120 nm de
diámetro, con 240 hexones y 12 pentones en los vértices. El genoma es un
ADN de cadena doble, linear de 36 kpb (figuras 8.11 y 8.12).
Replicación
Algunas cepas de AdV 40 y 41 crecen en células Graham 239, la cual es
una línea celular de riñón embrionario humano transformada por AdV5 y
en células HEK 293. La replicación conlleva eventos nucleares y
citoplásmicos. La síntesis de proteínas se hace en dos etapas: la síntesis
temprana con la producción en el citoplasma de proteínas tempranas que
se transportan al núcleo para la regulación de genes y la síntesis de
proteínas tardías que genera la producción de proteínas estructurales de la
cápside viral. El ensamblaje de los viriones se lleva a cabo en el núcleo y
los viriones se eliminan de las células hospederas por lisis.
Epidemiología
El AdV entérico se transmite por vía orofecal y causa infecciones
durante el año, su frecuencia parece ser similar en diferentes regiones del
mundo. El AdV constituye la segunda causa de gastroenteritis en niños
menores de dos años, después del rotavirus. Estos virus son causantes de
3-15% de las infecciones gastrointestinales; el curso clínico es menos
grave que el causado por rotavirus. Por lo general, el virus se adquiere en
comunidad, aunque también ha sido señalado en casos de gastroenteritis
nosocomiales y en grupos cerrados (internados). Hacia los dos años de
vida, el 40% de los niños ya se ha infectado con AdV 40 o 41, mostrando
que se presentan muchas infecciones inaparentes o no diagnosticadas.
Patogénesis
Algunas proteínas virales de AdV inhiben la apoptosis y otras disminuyen
el metabolismo celular. Unas proteínas están encargadas de disminuir la
expresión de antígenos MHC de clase I, alterando la presentación
antigénica necesaria para una respuesta citotóxica. La respuesta humoral
específica es homotípica.
Aspectos clínicos
El cuadro clínico de gastroenteritis virales no se distingue de otros
causados por otros virus u agentes infecciosos. Las manifestaciones se
inician después de un periodo de incubación de ocho a 10 días. Las
manifestaciones son menos serias que las causadas por rotavirus. La
diarrea es acuosa sin sangre; la frecuencia de las deposiciones es variable
de 3-15 por día; el moco se presenta en un grado variable; el cuadro tiene
una duración promedio de 10 días y se puede acompañar de fiebre, náusea,
vómito y dolor abdominal. Algunos niños pueden presentar durante la
convalecencia intolerancia a la lactosa y al gluten, esta situación se puede
extender por un periodo de cinco a siete meses. Durante los periodos
epidémicos se pueden observar niños asintomáticos que eliminan AdV en
sus heces. Los adenovirus han sido implicados en casos de adenitis
mesentéricas que puede simular casos de apendicitis; también se han
asociado con casos de invaginación intestinal.
En pacientes con inmunosupresión, incluido el SIDA, se han
reportado infecciones crónicas con nuevos serotipos de AdV (tipos 42-47).
Diagnóstico
La visualización de AdV en ME no es un método diagnóstico adecuado,
puesto que los AdV respiratorios se eliminan en heces durante periodos
prolongados después de una infección respiratoria aguda, sólo un 30-50%
de los AdV presentes en heces corresponden a virus de la especie F o AdV
entéricos, el resto a AdV que han causado infecciones respiratorias y que
luego de la deglución aparecen en heces. Existen pruebas de detección del
antígeno viral (Ad40 y Ad41), en heces basadas en principios de
aglutinación en látex e inmunocromatografía, que tienen una sensibilidad y
especificidad del 96% en comparación con la microscopía electrónica
(IEM), pero solamente de un 50% comparadas con las pruebas de
diagnóstico molecular. Las pruebas de diagnóstico molecular pueden ser
diseñadas utilizando secuencias consensos de todo el género
Mastadenovirus o secuencias específicas de grupo F, estas últimas son más
específicas de los agentes causantes de gastroenteritis.
Tratamiento
La administración oral de líquidos y electrólitos es suficiente para
controlar las pérdidas inducidas por este cuadro clínico. El cidofovir ha
mostrado cierta utilidad clínica en caso de infecciones diseminadas que
ocurren en pacientes inmunocomprometidos, como los trasplantados de
medula ósea.
Prevención y control
Los AdV entéricos se pueden inactivar con luz ultravioleta aunque son
mucho más estables que otros virus entéricos. El ozono es útil para
inactivar el AdV40. Los métodos de barrera como el uso de batas, guantes,
máscaras y gorros son útiles para disminuir la diseminación de este agente
infeccioso. El lavado con jabones no es muy eficaz para eliminar
completamente el agente infeccioso de manos o superficies contaminadas.
Las soluciones de etanol al 60% o hipoclorito de sodio, disminuyen los
títulos de AdV presentes en superficies contaminadas.
Astrovirus humanos (HAstV)
Los astrovirus humanos (HAstV) son denominados así por su aspecto de
estrella de cinco o seis puntas, descrito por CR Madeley y BP Cosgrove en
1975. Desafortunadamente esta morfología característica sólo está presente
en el 10% de los viriones eliminados en heces y observados mediante
tinción negativa y microscopía electrónica.
Agente infeccioso
Los agentes causales de gastroenteritis en humanos son virus desnudos de
28 nm de diámetro, ARN de polaridad positiva, clasificados en la familia
Astroviridae, género Mamastrovirus, especie astrovirus humano. Los
estudios genéticos han mostrado la existencia de ocho genotipos
denominados HAstV1-HAstV8; el HAstV1 es el más frecuente. El genoma
viral es de cadena sencilla, lineal, de sentido positivo, con una talla de 6,87 kb, unido a una proteína Vpg en la extremidad 5’ y poliadenilado en 3’
(figuras 9.14 y 9.15). La estructura viral es muy estable, lo que permite
que sea resistente a temperaturas altas y pH bajos, adicionalmente el virus
persiste en el medio ambiente por periodos largos (siete a 90 días).
Figura 9.14. Esquema de la estructura de los astrovirus
Figura 9.15. Organización genómica de los astrovirus
Replicación
Se replican al interior de enterocitos maduros de los ápices de las
vellosidades del intestino delgado. La replicación viral es citoplásmica, la
replicación del genoma viral necesita la síntesis de un ARN(-)
complementario.
El ARN(+) es codante, posee tres ORF denominados ORF1a,
ORF1b y ORF2, que codifican respectivamente para dos proteínas no
estructurales (proteasa y polimerasa) y para la proteína de la cápside viral.
El virus se elimina de las células infectadas por un ciclo no lítico y la
maduración de la cápside requiere procesos de proteólisis.
Epidemiología
El desarrollo de métodos diagnósticos adecuados fue posible gracias al
desarrollo del cultivo in vitro y caracterización genética, que permitieron
elaborar pruebas de EIA y posteriormente de RT-PCR para estudios de
cohortes de pacientes con gastroenteritis. El astrovirus ocurre en diferentes
grupos etáreos (de niños a ancianos), se presenta como casos endémicos o
brotes epidémicos en grupos cerrados (recintos militares). Con las técnicas
más sensibles se ha podido determina que los HAstV son la segunda causa
de gastroenteritis en niños y responsables de un 4-10% del total de casos.
En un estudio sobre 1.147 muestras de niños colombianos menores de
cinco años con gastroenteritis, se pudo determinar con pruebas de EIA que
los HAstV fueron responsables de un promedio 2,8% de casos (rango 1,3
4,7% según diferentes áreas). Hacia la edad de 10 años, entre un 75-80%
de niños ya se han infectado con este agente infeccioso.
Patogénesis
Después de 14 a 38 horas de iniciada la infección se efectúa la replicación
viral y produce un cuadro clínico que dura en promedio 2-4 días. El
periodo de incubación es de 3-4 días. La patogénesis no está
completamente identificada, se sabe que afecta prioritariamente el
intestino delgado y que puede causar una alteración de la actividad de las
disacaridasas, con el consecuente efecto osmótico en la luz intestinal, en
forma similar a lo descrito para el rotavirus. La inoculación de
ultrafiltrados a voluntarios sanos puede acompañarse o no de
manifestaciones clínicas, a diferencia de lo visto para norovirus,
sugiriendo que es menos patogénico que otros agentes causantes de
gastroenteritis.
Aspectos clínicos
En un estudio realizado en Bogotá se pudo determinar que el HAstV era
más prevalente entre los 7-18 meses. Se involucran por lo general con
infecciones leves y fiebre baja. Las manifestaciones que acompañan al
cuadro infeccioso son: vómito escaso, diarrea, cefalea, dolor abdominal,
malestar general. Los cuadros causan menos deshidratación y son más
leves que los asociados a rotavirus.
Diagnóstico
Para identificar los HAstV se pueden emplear métodos de microscopía
electrónica y pruebas de EIA que identifiquen los siete tipos o técnicas de
RT-PCR. Los métodos moleculares poseen una mayor sensibilidad. Como
en otros casos de gastroenteritis viral, los métodos moleculares pueden
detectar virus hasta 35 días después de iniciado el cuadro clínico.
Tratamiento
Similar a otras gastroenteritis, no se cuenta con antivirales específicos.
Prevención y control
Han sido asociados con brotes de gastroenteritis en niños, escolares y
adultos. No son considerados una causa mayor de infección seria en
humanos. Con los reactivos obtenidos de la clonación de dos cepas de
astrovirus, se harán reactivos de laboratorio que permitirán un mayor
conocimiento de la epidemiología de este agente viral. Las medidas de
control se basan en los principios generales que limiten la transmisión
persona a persona, como es la apropiada higiene, los métodos de
desinfección y la correcta preparación de las comidas.
Coronavirus (CoV)
Los CoV han sido relacionados con enterocolitis necrotizante de neonatos,
son causa de diarrea en cerdos y otras especies de animales domésticos
Este virus se ha observado en heces de pacientes con gastroenteritis pero
también en pacientes asintomáticos, por lo que su papel está claramente
establecido. Los coronavirus son agentes cubiertos de unos 100 nm de
diámetro que presentan en su membrana proyecciones proteicas
digitiformes.
Durante la epidemia de CoV-SARS, se pudieron detectar casos en
los que la infección iniciaba con un pródromos similar a una infección por
virus influenza (fiebre, malestar, mialgias, escalofrío), continuaba con
claros síntomas del tracto respiratorio y posteriormente se presentaban
síntomas gastrointestinales. En el caso de SARS se pudo identificar que el
virus se replica en células epiteliales del intestino delgado y grueso, lo cual
está en correlación con los hallazgos de diseminación por vía oro-fecal.
También se pudo comprobar la presencia de CoV en células de tipo
LBCD20+ y en LT CD3+ que se correlacionaba con atrofia de las placas
de Peyer.
Los coronavirus entéricos pueden ser identificados mediante técnicas
de microscopía electrónica, en la que se encuentran partículas virales de
morfología característica en tinciones negativas. Últimamente se ha
desarrollado una prueba RT-PCR (amplificación genómica luego de
proceso de retrotranscripción), que es muy sensible pero que solo se ha
estandarizado para patologías respiratorias.
Bocavirus humanos (hBoV)
El bocavirus humanos 2, 3 y 4 se han encontrado en un 17-20,4% de los
pacientes con gastroenteritis viral, comparado con un 6-12% de los
controles. El hBoV-2 es el reportado con mayor frecuencia. Los análisis
estadísticos multivariados presentan una relación con gastroenteritis, pero
su presencia no se relaciona con un aumento de los síntomas. Las tasas de
eliminación viral medidas mediante PCR en tiempo real, muestran valores
similares entre los casos y controles; en pacientes con bajas cargas virales
no parecen contribuir a la patología, como si se observa en los pacientes
con altas cargas virales. Como el hBoV-2 también ha sido detectado en
casos de infección respiratoria, los títulos bajos virales pueden ser tan solo
la presencia en materia fecal de un virus respiratorio que haya sido
deglutido.
El papel del hBoV-2 como agente productor de gastroenteritis viral o
su presencia, solamente como un hallazgo fortuito necesita todavía ser
aclarado.
Reovirus
Los reovirus como los rotavirus hacen parte de la familia Reoviridae. Los
reovirus llegan al tracto gastrointestinal y a través de las células M
alcanzan las placas de Peyer. Los reovirus originan su nombre de un
acrónimo de respiratory enteric orphan viruses. La designación de
huérfano (orphan) fue otorgada por Albert Sabin (1906-1993) en 1959, ya
que inicialmente no se les reconocía ninguna patología. Una vez ingresan
al hospedero, pueden cursar con patologías del sistema nervioso central
(meningitis, encefalitis), neumonía y miocarditis y se han asociado con
atresia de vías biliares extrahepáticas y quistes del colédoco. Por viremias,
estos virus alcanzan el sistema nervioso central en donde pueden afectar
neuronas o células ependimarias. Hacia el final de la infancia la mayoría
de niños presenta anticuerpos contra los reovirus, sin que se halle
relacionado con una enfermedad específica.
Las infecciones en humanos se asocian con cuadros leves de
infección respiratoria o gastroenteritis. La transmisión involucra la vía
aérea y la vía orofecal.
Picobirnavirus
Los picobirnavirus fueron identificados fortuitamente en estudios de
gastroenteritis en donde se empleó geles de poliacrilamida para tipificar
rotavirus. Los picobirnavirus son virus pequeños, de 30-40 nm de
diámetro, desnudos, con cápside de simetría helicoidal, T = 3, con ARN
segmentado de doble cadena.
Pertenece a la familia Picobirnaviridae, género Picobirnavirus. Los
virus poseen dos cadenas de ARN, una denominada larga (2,5 kpb) y una
corta (1,7 kpb). El segmento largo codifica para la proteína de la cápside
viral, mientras que el segmento corto codifica para una ARN polimerasa
dependiente de ARN. Fueron inicialmente identificados mediante métodos
de electroforesis empleados en el estudio de rotavirus. Los picobirnavirus
son muy lábiles y fueron difícilmente visualizados luego del tratamiento de
las heces con glutaraldehído. Se pueden encontrar en heces de niños,
adultos y pacientes infectados por VIH con diarrea.
La presencia del agente en pacientes con y sin síntomas
gastrointestinales, cuestiona su papel como patógeno entérico.
Infecciones virales gastrointestinales mixtas
El desarrollo de técnicas sensibles de diagnóstico molecular, permitió
encontrar que en el curso de algunos casos de gastroenteritis viral, es
frecuente detectar la presencia de dos o más patógenos virales. La
sensibilidad de las pruebas múltiples varía de 86,2 a 94,5% y la
especificidad es de 95-99%, pudiendo identificar entre 15-19 secuencias
genómicas blanco de agentes virales y bacterianos.
La frecuencia de infecciones mixtas es variable según los reportes.
El significado clínico de las infecciones mixtas no está bien determinado.
El rotavirus sigue siendo el virus más frecuente y puede acompañarse de
calicivirus, adenovirus y bocavirus, en proporciones variables. En un
estudio finlandés de un brote epidémico por una fuente de agua
contaminada, se pudo comprobar que la mayoría de gastroenteritis aguda
era causada por múltiples agentes.
Contaminación de aguas por agentes virales
Los virus juegan un papel cada vez más creciente en los problemas de
salud pública y en la presencia de brotes epidémicos asociados al consumo
de agua o al uso del agua con fines recreacionales. La mortalidad
atribuible al conjunto de patógenos presentes en el agua puede ser, a escala
mundial, de 3,4 millones de personas. La vía más probable de
contaminación de esta agua es por filtración de aguas residuales.
Entre los agentes virales involucrados en brotes epidémicos
asociados a aguas contaminadas aparecen el norovirus, hepatitis A,
hepatitis E, enterovirus, rotavirus, adenovirus y astrovirus. La mayoría de
los brotes están asociados con cuadros de gastroenteritis viral. Los factores
que influyen en este fenómeno es la gran estabilidad de los agentes virales
por su estructura viral, el bajo inóculo viral necesario para la infección (1103 partículas virales), la alta resistencia a la inactivación o destrucción
viral por métodos combinados de luz UV y cloración y el largo periodo de
eliminación fecal de los virus (3-4 semanas).
Los estudios de aguas de consumo, aguas de pozos o recreacionales,
se basan en técnicas muy sensibles de amplificación genómica, la gran
mayoría de ellos realizados en países desarrollados. Los estudios difieren
en cuanto a la cantidad de patógenos identificados y el número de muestras
utilizadas; la mayoría de ellos muestran que el porcentaje de agentes
identificados varía de 11-100%. En un análisis de los reportes de brotes
epidémicos en los Estados Unidos de 2004 a 2010, se señaló que las
fuentes pueden ser tan variadas como las aguas de consumo humano o
aguas recreacionales tratadas (piscinas, parques acuáticos) o no tratadas
(fuentes, lagos, ríos, playas); la mayoría de casos involucra a norovirus,
echovirus y hepatitis A. Entre 2000 y el 2007 se reportaron 148 brotes
epidémicos asociados al agua, de los cuales 136 fueron relacionados con el
agua de consumo y 12 a fuentes recreacionales.
Los reportes en países de menos recursos son escasos y se anota que
en muchos de ellos, se carece de sistemas de almacenamiento, purificación
y distribución de agua para el consumo, que se dispone en algunos casos
de puntos locales de distribución o acceso a pozos de aguas no tratadas. En
una revisión hecha en 2004 se observó que el agente infeccioso más
frecuente en niños fue el rotavirus, mientras que la población adulta se vio
más frecuentemente afectada por virus de la hepatitis A, hepatitis E y
enterovirus.
El cambio climático observado en el planeta hace que el uso del
agua deba ser más racional, ya que se alternan periodos de sequía y lluvias
incontrolables; la creciente urbanización desordenada y los
desplazamientos poblacionales ocasionados por causas económicas o de
conflictos armados, llevan a una escasez de un recurso que antes parecía
inagotable.
Lecturas sugeridas
Atmar R. L., Estes M. K., 2009. Human calicivirus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F.
G., Clinical Virology. ASM Press. Washington D.C., pp. 1109-1126.
Dehenny P. H., 2007. Rotavirus vaccine: an update. En Vaccine, apr; 23(16): pp. 3137-3141.
Desselberg U., Gray J., 2009. Rotavirus. En: Zuckerman A. J., Banatvala J. E., Schoub B. D.,
Griffiths P. D., Mortimer P., Principles and practice of clinical Virology. Wiley-Blackwell.
Oxford, pp. 337-353.
Dolin R., Treanor J. J., 2010. Astrovirus and Picobirnaviruses. En Mandell G.L., Bennett J. E.,
Dolin R., Principles and practice of infectious diseases. Churchill Livingstone Elsevier, pp.
2407–2409.
Esona M. D., Gautam R., 2015. Rotavirus. En Clinical Laboratory Medical, 35(2): pp. 363-391.
Estes M. K., Kapikian A. Z., 2013. Rotavirus. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology. 6a.
Edición. Volumen 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 1347-1401.
Franco M. A., Greenberg H. B., 2009. Rotavirus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G.,
Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press, pp. 797-816.
Gibson K. E., 2014. Viral pathogens in water: occurrence, public health impact, and available
control strategies. En Current Opinion in Virology; 4: pp. 50-57.
Glass R. I., Parashamar U. D., Estes M. K., 2009. Norovirus gastroenteritis. En New England
Journal of Medicine, 361(18): pp. 1776-1785.
Gray J., Desselberg U., 2009. Viruses other than rotavirus associated with acute diarrhoeal disease.
En: Zuckerman A. J., Banatvala J. E., Schoub B. D., Griffiths P. D., Mortimer P., Principles
and practice of clinical Virology. Wiley-Blackwell. Oxford, pp. 355-372.
Green K. Y., 2013. Caliciviridae: the Norovirus. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology.
6a. Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 582-608.
Lorrot M., Benhamadouch-Casari H., Vasseur M., 2005. Physiopathologie de la diarrhée à
rotavirus. En Virologie. janfev; 9(1): pp. 9-18.
Medina S. M., Gutiérrez M. F., Liprandi F., Ludertt J. E., 2000. Identification and type distribution
of astrovirus in children with gastroenteritis in Colombia and Venezuela. En Journal Clinical
Microbiology, sep; 38(9): pp. 3481-3483.
Méndez E., Arias C. F., 2009. Astrovirus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical
Virology. ASM Press. Washington D.C., pp. 1145-1153.
Oka T., Wang Q., Katayama K., Salf L. J., 2015. Comprehensive review of human Sapovirus. En
Clinical Microbiology Review, 28(1): pp. 32-53.
Parez N., Garbarg-Chenon A., 2008. Des caractéristiques structurales et entigéniques des rotavirus
au développement des vaccins. En Journal de Pédiatrie et de Puériculture. 21: pp. 78-85. doi:
10.1016/j.jpp.2007.12.005
Patel M., Glass R. I., 2009. Gastrointestinal syndromes. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden
FG. Clinical Virology.ASM Press. Washington D.C., pp. 45-57.
Rhee E. G., Barouch D. H., 2010. Adenovirus. En Mandell G. L., Bennett J. E., Dolin R., Principles
and practice of infectious diseases. Churchill Livingstone Elsevier, pp. 2027–2033.
Sidoti F., Ritta M., Costa C., Cavallo R., 2015. Diagnosis of viral gastroenteritis: limits and
potential of currently available procedures. En Journal Infect Developing Countries. 9(6); pp.
551-561.
Thorne L. G., Godfellow G., 2014. Norovirus gene expression and replication. En Journal General
Virology. 96; pp. 278-293.
Zhang H., Morrison S., Tang Y. W., 2015. Multiplex polymerase chain reaction for detection of
pathogens associated with gastroenteritis. En Clinical Laboratory Medical, 35(2): pp. 461-486.
Sitios Web:
www.virology.net
www.cdc.gov/ncidod/revb/gastro/faq.htm
Guías de manejo y práctica clínica
http://gpc.minsalud.gov.co/Pages/Default.aspx
Capítulo 10
Infecciones virales
del sistema nervioso central
Introducción
El compromiso del sistema nervioso central (SNC) es una manifestación
poco usual de las infecciones virales, sin embargo, son una importante
causa de morbilidad y mortalidad en la población pediátrica. Desde la
aparición de las vacunas profilácticas se ha visto una disminución de
enfermedades que anteriormente tenían una gran incidencia como la
poliomielitis, el sarampión, la parotiditis y la rubéola; todas ellas
presentaban complicaciones del SNC. Si bien manifestaciones como la
cefalea y letargo son comunes en el curso de infecciones virales, las
infecciones propias del sistema nervioso central son frecuentes aunque la
mayoría son relativamente benignas y autolimitadas.
Estructuras del sistema nervioso central
El SNC está constituido por el cerebro, el cerebelo, el puente, el tallo, la
médula espinal, el sistema de líquido cefalorraquídeo y las cubiertas
meníngeas que rodean las estructuras descritas. La estructura del cerebro
se encuentra protegida por diferentes estructuras anatómicas que
constituyen una barrera para el paso de patógenos (figura 10.1). La capa
más externa la constituye la piel y faneras que además de servir como
barrera anatómica y mecánica contiene elementos antibacterianos (pH
ácido y péptidos antibacterianos como las β defensinas y catelicidinas). El
cráneo constituye una estructura ósea rígida (excepto durante la infancia)
que impide la expansión de la masa encefálica por procesos inflamatorios
y la hace muy vulnerable al edema cerebral. El sistema nervioso se
encuentra aislado del entorno óseo por las meninges y flotando en el LCR,
condición que reduce el peso del cerebro en un factor de 30.
Figura 10.1. Corte sagital de la cabeza que esquematiza las estructuras anatómicas que
constituyen una barrera para el ingreso de patógenos al cerebro
El tejido nervioso es muy delicado y se encuentra protegido de las
estructuras circundantes y por el líquido cefalorraquídeo (LCR); el LCR
juega a su vez un papel importante en el metabolismo y homeostasis del
tejido nervioso. El LCR es producido en los plexos coroideos y se
recambia en su totalidad cada tres a cuatro horas. El líquido
cefalorraquídeo (LCR) tiene una serie de funciones que permiten proteger
el tejido nervioso, entre estas funciones están:
•
•
•
Proveer un efecto amortiguador del cerebro y médula espinal.
Preservar la estabilidad del ambiente químico del SNC.
Remover los productos de desecho del metabolismo cerebral.
Del total de células que transitan por el LCR un 90% son de tipo
linfocitos T, un 5% linfocitos B, 4% son de tipo monocito y cerca del 1%
son células dendríticas.
Un mecanismo de defensa del SNC lo constituye la denominada
barrera hematoencefálica, la cual disminuye, en gran medida, el paso de
agentes infecciosos y metabolitos tóxicos potenciales. La barrera
hematoencefálica constituye una separación entre la sangre en el sistema
nervioso y los fluidos extracelulares. Esta barrera es también un sistema
regulador al paso de proteínas, glucosa y electrolitos. De igual forma,
durante el curso de un proceso infeccioso conforma un sistema que puede
impedir el acceso de algunos agentes antimicrobianos, antibióticos y
complemento hacia el SNC. Estas mismas barreras excluyen el ingreso no
sólo de agentes infecciosos sino también de células inmunocompetentes y
anticuerpos. El sistema nervioso ha sido considerado como un “sitio
inmunoprivilegiado” y los antígenos presentes en el parénquima cerebral
no inducen una respuesta inmune adaptativa. El sistema nervioso no posee
sistema linfático, sin embargo, el tejido intersticial puede drenar por
canales perivasculares al líquido cefalorraquídeo, este mecanismo podría
ser utilizado por las células presentadoras del antígeno presentes en los
espacios subaracnoideos, para tomar el antígeno y transportarse a la
mucosa nasal en donde migrarían por ganglios aferentes hasta el sistema
linfático profundo del área cervical.
Algunas estructuras del SNC como los plexos coroideos, ventrículos
cerebrales y meninges tienen células como la microglía parenquimatosa,
macrófagos, células dendríticas, células de Kolmer, macrófagos
meníngeos, astrocitos y pericitos que tienen una función inmune
específica. Las células dendríticas y macrófagos de los plexos coroideos
tienen marcadores celulares característicos como la CD11c que se
aumentan durante los procesos inflamatorios. Los macrófagos meníngeos
tienen como marcadores de superficie CD11+CD45hiF4/80+ que son
típicos de macrófagos tisulares y pueden potencialmente migrar a áreas
linfáticas cervicales profundas.
Alrededor de los capilares parenquimatosos se encuentran los
pericitos y astrocitos. Los pericitos son células de origen mesenquimatoso
en estrecho contacto con el endotelio vascular, participan de la función
vascular y regulan la angiogénesis y regeneración vascular. Los astrocitos
tienen una morfología de estrella, son un tipo de células gliales que
participan en el soporte mecánico, metabólico y regulador del ambiente
neuronal. Las células endoteliales de los capilares del sistema nervioso
controlan la concentración de solutos (homeostasis iónica) necesaria para
el buen funcionamiento neuronal. La función de barrera es completada por
los pericitos, astrocitos y proyecciones neuronales (figura 10.2).
La inmunoglobulina G (IgG) atraviesa la barrera hematoencefálica y
su concentración es el 0,4% del nivel sérico; la inmunoglobulina M (IgM)
de mayor peso molecular se encuentra en concentraciones aún más bajas.
Valores normales en el líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo en estado de reposo tiene unos valores que se
consideran normales (tabla 10.1). Las alteraciones en el tejido neuronal se
traducen en cambios en el LCR, por lo tanto constituye un elemento
evaluador de lo que sucede en el SNC; el análisis físico químico y celular
permite evaluar los siguientes parámetros que orientan sobre la etiología
del proceso infeccioso:
•
•
•
Recuento de células y morfología de las mismas.
Concentraciones de electrolitos, proteínas y glucosa (comparar la glucorraquia con los
niveles de glicemia).
Determinar la presencia de bandas oligoclonales de inmunoglobulinas y cuantificación de
inmunoglobulinas específicas comparándolas con los niveles plasmáticos.
Figura 10.2. Estructura de la piamadre y parénquima cerebral
As: atrocitos. Mi: microglía. Ma: macrófago. LT: linfocito T, LB: linfocito B.
Tabla 10.1. Valores normales de LCR
Volumen total
Neonato
Niño > 5 años
Adulto
20 ml
50 75 ml
150 ml
Presión
Neonato
Niños > 5 años y adultos
50 90 mm/H2O
70 180 mm/H2O
Proteínas
Neonato
Niños > 5 años y adultos
30 -100 mg/100 ml
15 45 mg/100 ml
Células
Neonato
Niños > 5 años y adultos
6–8
05
Glucorraquia
Neonato
Niños > 5 años y adultos
40 – 80
50-80 (60% glicemia)
Uno de los exámenes clínicos que se indica para evaluar las
infecciones del sistema nervioso central es la punción lumbar. En caso de
infecciones del SNC, el pronóstico del paciente está ligado a un
diagnóstico y tratamiento precoces. El análisis de líquido cefalorraquídeo
(LCR) es la herramienta fundamental para definir un diagnóstico
presuntivo y de orientar hacia pruebas confirmatorias de certeza. Se deben
tener presentes ciertas condiciones y valores normales del LCR, para de
esta manera poder entender las variaciones que se dan durante el curso de
la infección del SNC (tabla 10.2). De otro lado, el sistema nervioso carece
de un sistema linfático intrínseco y dispone de pocas células fagocíticas.
Estos últimos factores permiten que una vez establecida la infección,
pueda perdurar el virus en el sistema nervioso, causando infecciones
persistentes o de tipo viral lento. Durante el curso de algunos procesos
infecciosos se aumenta la permeabilidad y los linfocitos activados pueden
atravesar esta barrera.
Las neuronas son células altamente especializadas, con una gran
actividad metabólica y con poca capacidad de regeneración funcional. Una
infección viral que altere el metabolismo celular o afecte la sobrevida
neuronal es causante de enfermedades neurológicas y hallazgos
patológicos restringidos al sistema nervioso. Las membranas de las
neuronas son altamente especializadas en el proceso de transmisión y
recepción de señales; poseen extensiones axoplásmicas largas (de hasta un
metro) que las conecta con otras células especializadas y presentan una
gama de receptores específicos a los que se pueden ligar las partículas
virales.
Algunos términos empleados en este capítulo requieren definición:
•
•
•
Neurotropismo. Habilidad de infectar neuronas.
Neuroinvasividad. Capacidad para entrar al sistema nervioso.
Neurovirulencia. Capacidad para causar enfermedad neurológica.
Agentes virales asociados
con patología en SNC en humanos
Se consideran como virus neurotropos humanos o asociados con patología
neurológica, aquellos a los cuales se ha podido demostrar su presencia en
tejido nervioso o que han sido relacionados, desde el punto de vista
epidemiológico, con afecciones de tipo neurológico.
Como se observa en la tabla 10.2 el sistema nervioso puede ser
afectado por una amplia gama de agentes infecciosos que pertenecen a
diversas familias virales, con formas de transmisión y acceso al tejido
neural diversas. La variedad de agentes virales requiere a su vez de
métodos diagnósticos específicos de cada especie viral.
Transmisión
Las vías de ingreso de los virus que afectan al sistema nervioso son la
respiratoria, entérica, percutánea (picadura de insectos o mordedura de
animales) o por transmisión sexual (figura 10.3). Desde estas vías de
ingreso el virus puede acceder al sistema nervioso por vía hematógena o
neuronal, la mayoría de casos de meningitis aséptica ocurren cuando el
virus alcanza títulos altos de viremia.
Epidemiología
Las infecciones del sistema nervioso central tienen una prevalencia que
varía en las distintas áreas geográficas. Diversos factores como la
distribución de reservorios, vectores, diferentes grados de cobertura
vacunal, influyen para que la etiología de las infecciones cambie en las
diferentes latitudes y durante distintas épocas del año.
Tabla 10.2. Agentes virales involucrados en las infecciones del LCR
Familia viral
Agente
HSV-1
HSV-2
CMV
EBV
Cuadro clínico
Transmisión
Arribo al SNC
Frecuencia
Humanos
Humanos
Humanos
Humanos
Neuronal, hemática
Neuronal, hemática
Hemática
Hemática
+++
++
++
+
Humanos
Neuronal, hemática
++
HHV-6
Herpesvirus B
Encefalitis
Meningitis, encefalitis
Encefalitis
Encefalitis, mielitis
Guillain-Barré
Cerebelitis, meningitis,
mielitis, encefalitis
Encefalitis
Encefalitis
Humanos
Mordedura animal
Hemática
Hemática
++
+
Adenoviridae
Adenovirus
Meningitis, encefalitis
Humanos
Hemática
+
Poxviridae
Vaccinia
Postinfecciosa
Vacuna
Hemática
Extinta
Polyomaviridae
BK
JV
Encefalitis
PML
?
Desconocido
50-80%
sero+
Togaviridae
WEEV
EEEV
VEEV
Meningitis, encefalitis
Meningitis, encefalitis
Encefalitis
Mosquitos
Hemática
Humanos
Neuronal, hemática
Mosquitos, caballos Hemática
++
+
+
Flaviviridae
JEV
WNV
SLEV
Meningitis, encefalitis
Meningitis, encefalitis
Meningitis, encefalitis
Mosquitos, cerdos
o aves
Mosquitos, aves
Mosquitos
Hemática
Neuronal, hemática
Hemática
+++
+++
++
Bunyaviridae
La Crosse
California
Meningitis, encefalitis
Mosquitos,
roedores
Hemática
+++
Reoviridae
Colorado tick
fever virus
Meningitis, encefalitis
Garrapatas,
roedores
Hemática
+
Oro-fecal
Oro-fecal
Hemática, neuronal
Hemática
+
+++
Oro-fecal
Hemática
+++
Encefalitis
PESA
Meningitis, encefalitis
Mielitis
Meningitis, encefalitis
Respiratoria
Postinfecciosa
Respiratoria
Hemática
+
Hemática
+++
Respiratoria
Hemática
+
Orthomyxoviridae Influenza
Encefalitis
Encefalomielitis
Respiratoria
Postinfecciosa
Hemática
+
Rhabdoviridae
Rabia
Meningitis, encefalitis
Mordedura
Hemática
+++
Retroviridae
VIH-1
HTLV
Encefalitis, encefalopatía
Mielitis
Sexual
Sexual, lactancia
Hemática
Hemática
++
++
Roedores
Hemática
+
Herpesviridae
VZV
Picornaviridae
Virus polio
Virus
Coxsackie
Echovirus
Sarampión
Paramyxoviridae
Parotiditis
Virus Nipah
Arenaviridae
Meningitis, mielitis
Meningitis, encefalitis
Mielitis
Encefalitis
Meningitis
Coriomeningitis
linfocitaria
Meningitis, encefalitis
HSV: virus herpes simple. CMV: virus citomegálico. EBV: virus de Epstein Barr. HHV-6: virus
herpes 6. BK: virus BK. JC: virus JC.
WEEV: virus de la encefalitis equina del oeste. EEEV: virus de la encefalitis equina del este.
VEEV: virus de la encefalitis equina venezolana. JEV: virus de la encefalitis japonesa. WNV: virus
del Nilo occidental. SLEV: virus de la encefalitis de San Luis. VIH: virus de inmunodeficiencia
humana. HTLV: virus linfotropo humano. PML: leucoencefalopatía multifocal progresiva.
Figura 10.3. Vías de ingreso de los virus causantes de patología en el sistema nervioso
VZV: virus de la varicela y zona. EBV: virus de Epstein Barr. HSV: virus herpes simple, HSV-6:
virus herpes tipo 6.
Dada la alta variedad de agentes infecciosos (pertenecientes a
familias diversas y con exámenes diagnósticos distintos) y a la limitada
cantidad de líquido cefalorraquídeo disponible, se conoce poco del
panorama general de los diversos agentes en sitios específicos; los estudios
clínicos se restringen a un grupo limitado de agentes causales, que
comparten algunos elementos básicos como la estructura genética, de esta
forma existen trabajos para el grupo de virus de la familia Picornaviridae,
Herpesviridae o Flaviviridae.
Las manifestaciones clínicas y la historia del paciente si bien son
sugestivas del diagnóstico, no constituyen una herramienta eficaz para
definir el agente etiológico de la entidad. Las técnicas básicas de estudio
de líquido cefalorraquídeo basadas en los exámenes tradicionales de
líquido cefalorraquídeo (examen citológico, bioquímico y bacteriológico)
conforman la base del diagnóstico clínico de rutina.
En los países con baja cobertura de vacunación y sin programas de
vacunación para algún virus en particular, las entidades inmunoprevenibles
(sarampión, rubéola, parotiditis, varicela), son causa importante de
infección en el sistema nervioso. Los países que cuentan con nichos
ecológicos apropiados mantienen niveles endémicos de virus regionales,
que pueden por diseminación de vectores y reservorios, ampliar su
incidencia a países limítrofes (caso del virus del Nilo occidental). Las
condiciones sanitarias deficientes facilitan que algunos virus transmitidos
por vía orofecal (enterovirus) sean más frecuentes, las deficiencia en el
control de vacunación de mascotas (rabia) hacen que los casos de
accidente rábico y encefalitis rábica tengan una distribución particular;
finalmente, los países con estaciones muestran una distribución estacional
(primavera y otoño) de los casos asociados a enterovirus o arbovirus según
distribución del vector.
Patogénesis
Las lesiones del tejido neural son importantes por su riesgo de mortalidad
o el daño neurológico permanente que ocasionan. El SNC es muy sensible
a los trastornos metabólicos y el cerebro se recupera lentamente y con
frecuencia en forma incompleta. Los virus poseen dos mecanismos
patogénicos para causar afección del SNC y ambos están asociados con la
replicación. El primer mecanismo lo constituyen infecciones del SNC que
se originan en sitios distantes (tejido extraneuronal) y desde donde el virus
se replica hasta alcanzar y penetrar el sistema nervioso; son los
denominados virus neuroinvasivos. Otro tipo de infecciones son aquellas
en las que el virus tiene la capacidad de replicarse en tejido nervioso y
causar disfunción o muerte de las células; son las infecciones causadas por
virus neurovirulentos. En algunos casos estas dos características de
neuroinvasión y neurovirulencia se superponen. Los virus se transmiten
entre las dendritas y los axones de las neuronas por mecanismos de
difusión intersináptica o microdifusión intercelular (figura 10.4).
Los virus presentan un tropismo selectivo, definido como la
capacidad que poseen los viriones para unirse a receptores presentes en la
membrana y poderse replicar activamente en el interior de estas células. La
definición de enfermedad del SNC está determinada por tropismo y
duración de la enfermedad. La inflamación de sitios específicos (médula
espinal, leptomeninge, nervios de la raíz dorsal, hipocampo, nervios
periféricos), se correlaciona con los síntomas específicos de enfermedad
(mielitis, meningitis, cambios del comportamiento, neuritis). Como
ejemplo están los virus polio que presentan un tropismo por neuronas de
tipo motor o los virus herpes simple y la varicela zoster, que tienen
predilección por neuronas de tipo sensitivo. Los dos conceptos
(neuroinvasión y neurovirulencia) pueden estar separados, un ejemplo de
ello son las infecciones por el virus de la parotiditis; en el curso de la
enfermedad general pueden observarse cambios en el LCR en el 50% de
los casos, indicando probablemente infección, sin embargo, los síntomas
neurológicos son una complicación mucho menos frecuente.
En caso de infecciones virales, el acceso al SNC puede ocurrir por
vía hematógena (como en el caso de la infección por el virus de la
poliomielitis, sarampión, rubéola o parotiditis) o neuronal (infecciones por
virus herpes, rabia o varicela-zoster); sin embargo, una de las vías no
excluye a la otra (figura 10.5). Por vía hematógena los virus pueden
ingresar al interior de células mieloides por un mecanismo de caballo de
Troya; en forma paracelular por deterioro de uniones intercelulares fuertes
que conducen a la pérdida de la integridad de la barrera hematoencefálica
o finalmente por infección de células endoteliales y diseminación
parabasal del virus.
Figura 10.4. Mecanismos interneuronales de transporte de virus
Figura 10.5. Vías de diseminación de los virus causantes de patología en el sistema nervioso
Los virus pueden acceder al sistema nervioso por vía hemática o neuronal.
En el primer caso, se deben franquear las estructuras de las barreras
hematoencefálica o hemática-LCR. En la mayoría de regiones del SNC, las
células endoteliales de los capilares cerebrales están fuertemente unidas
por zonas ocludens y, a su vez, rodeadas de una membrana basal densa.
Igualmente, los capilares se hallan rodeados por una capa externa de
oligodendrocitos que ayuda a formar la barrera hematoencefálica. Las
zonas del SNC donde esta barrera es incompleta o no desarrollada son los
plexos coroideos, la pituitaria posterior y las regiones periventriculares;
allí, el endotelio es fenestrado, la membrana basal es menos densa y no se
rodea de astrocitos. Por estas razones anatómicas, los virus penetran
preferentemente al SNC por las áreas menos densas y se expanden a las
células ependimarias periventriculares y al tejido nervioso adyacente. Los
virus que penetran por otras áreas infectan directamente el endotelio
vascular o son transportados a través del endotelio. La viremia resultante
de la infección de tejidos distantes (músculo-esquelético, grasa parda,
tejido conectivo) puede dar lugar a daño del tejido y a la penetración de la
barrera hemática. En el sistema sanguíneo, los virus afectan el endotelio
vascular, hecho que favorece viremias secundarias y la diseminación a
otros tejidos. Diferentes cepas virales de un agente difieren en cuanto a su
capacidad de diseminación neuronal o hemática.
Los virus pueden encontrarse en el sistema sanguíneo asociados a
células de las líneas linfoide o mononuclear (VIH lentivirus, EBV, CMV,
LCMV, JC, polio, sarampión y parotiditis) o libres en el plasma (VIH,
bunyavirus, picornavirus y togavirus).
Las partículas virales son eliminadas de la sangre mediante células
fagocíticas del sistema reticuloendotelial. La capacidad de fagocitar un
virus dependerá de la presencia de anticuerpos opsonizantes, del
complemento, del tamaño de la partícula viral, de las cargas de superficie y
de la naturaleza de las proteínas de superficie del virión. Los factores que
inhiben la capacidad fagocítica de macrófagos y de otras células pueden
favorecer las viremias. Como ejemplo, se observa que algunos virus logran
replicarse en los macrófagos (virus de la coriomeningitis linfocitaria,
CMV, HSV) y este es un factor que hace perdurar la viremia, más que
facilitar su eliminación.
Los virus pueden ser transportados dentro de las neuronas desde la
periferia al SNC o dentro de neuronas presentes en el SNC. Los virus se
movilizan de los músculos a los nervios a través de las uniones
neuromusculares o en forma transneuronal en sitios sinápticos o no
sinápticos. En el caso del HSV y la rabia, se ha observado que las uniones
sinápticas contienen un número importante de receptores para la unión de
viriones. La diseminación neuronal ha sido demostrada en caso de
infecciones por virus con diferente estructura (desnudos o cubiertos) y tipo
de genoma (ARN o ADN) como son los virus de la rabia, herpes simple,
poliovirus, togavirus, coronavirus, reovirus, virus de la pseudorrabia y
virus de la enfermedad de Borna. La replicación previa en otros tejidos no
es condición indispensable para la diseminación neuronal de los virus.
Algunos pueden replicarse en las células de Schwann y de allí
transportarse por vía axoplásmica a las neuronas. El transporte
axoplásmico se efectúa asociado al sistema de microtúbulos y puede tener
lugar en sentido retrógrado (hacia el cuerpo neuronal) o anterógrado
(hacia la periferia). La velocidad de transporte axonal se ha calculado a
partir de estudios experimentales como menor de 20 mm/día, menor que el
transporte de materiales al interior de la neurona (100-400 mm/día); ello
refleja, quizá, el tiempo requerido para eventos adicionales como la unión
a células diana, penetración y procesamiento de proteínas virales.
La infección viral conlleva una serie de daños en el tejido neuronal;
estas alteraciones son mediadas por diversos mecanismos: primero, la lisis
celular; segundo, la destrucción neuronal por respuesta inmune, como en el
caso de la panencefalitis esclerosante subaguda; tercero, las lesiones de
tipo no citopático que causan interferencia con la función celular; cuarto,
los efectos tóxicos de las proteínas virales y finalmente la acción de
citoquinas liberadas durante el curso de la infección (factor de necrosis
tumoral [TNF] e infección por VIH).
En pacientes con signos y síntomas de infección del SNC está
indicada una punción lumbar. El examen citoquímico del LCR permite
orientar una etiología y, por ende, dirigir una terapia más racional,
dependiendo del agente involucrado. Entre las contraindicaciones para
hacer una punción lumbar están la presencia de papiledema o pulso venoso
disminuido, la cual es fácilmente identificable a la fundoscopia. Este signo
se halla asociado a la presencia de lesiones expansivas o que ocupan
espacio, como abscesos cerebrales, trombosis de los senos venosos,
presencia de masas intracerebrales que requieren de métodos diagnósticos
no invasivos para evitar una herniación diencefálica con descenso del tallo
cerebral. Otra contraindicación relativa es la presencia de lesiones en la
piel del área donde se hará la punción lumbar.
Para la toma de la muestra, el paciente es colocado sobre el plano
horizontal, en posición de flexión de rodillas y cabeza; se localizan las
apófisis espinosas dorsales en el espacio L4-L5 o L3-L4 (unión de las
crestas iliacas) y la aguja se pasa mediante técnica estéril. El drenaje del
líquido debe controlarse en condiciones ideales con ayuda de un
manómetro. La tabla 10.3 resume los datos más importantes encontrados
en el análisis de un LCR en distintas formas de meningitis aséptica.
Tabla 10.3. Hallazgos en LCR en caso de infecciones de diversa etiología
Tipo de meningitis
Hallazgo
Bacteriana
Tuberculosa
Viral
Presión de LCR
Elevada > 300
Elevada
Normal
Aspecto
Turbio
Claro o ligeramente turbio
Claro
Células/ml
> 1.000
25-100.
100-1.000
Tipo celular
80% polimorfonucleares
Predominio linfocitario
Predominio linfocitario
Glucorraquia/Glicemia
< 60% de la glicemia
< 50% de la glicemia
Normal
Gérmenes
Frotis 50%. Cultivo 80%
BK raramente
Cultivo raro. PCR ideal
El aspecto macroscópico inmediato ofrece una información
importante en el lecho del paciente. Un líquido límpido o claro puede ser
indicativo de una etiología viral o de un proceso bacteriano incipiente. En
casos de meningitis aséptica, el análisis del LCR muestra pleocitosis con
predominio de células mononucleares. La pleocitosis puede variar entre 10
y 500 células/ml de LCR. En la fase inicial del cuadro infeccioso puede
existir un predominio de células de tipo polimorfonuclear, que luego de
seis a 48 horas de la evolución del cuadro clínico son reemplazadas por
células de tipo mononuclear. Los altos recuentos celulares se asocian con
la presencia de enterovirus; las proteínas en LCR se encuentran
aumentadas y la glucorraquia es normal o ligeramente disminuida. Sin
embargo, los hallazgos citoquímicos del LCR no son siempre
concluyentes; estudios clínicos han demostrado que en un 20% de los
especímenes en los LCR en los cuales el recuento celular es ≤ 200
leucocitos/mm3 puede aislarse una bacteria, un 15% de infecciones
bacterianas cursan con linfocitosis y un 40% de los LCR de pacientes con
meningitis aséptica pueden tener un recuento diferencial con predominio
de polimorfonucleares y este recuento puede persistir aun después de 48
horas de evolución de la sintomatología. Estos estudios soportan el criterio
de usar pruebas virológicas específicas para establecer un diagnóstico
etiológico preciso. A continuación se presentan las infecciones por
distintos agentes virales, las patologías producidas por arbovirus y virus
herpes serán tratadas en el capítulo de enfermedades transmitidas por
vectores y herpes.
Virus de la rabia (RABV)
Este agente infeccioso es causa de una enfermedad viral de tipo zoonosis
que causa infección aguda del SNC. El cuadro es el de una
encefalomielitis que lleva a una degeneración neuronal del SNC. El
humano es un huésped accidental y en él ocasiona una infección mortal en
el 100% de los casos (se han reportado algunos casos excepcionales de
sobrevivientes). Los reservorios del virus lo constituyen animales salvajes
como mapaches, mofetas, coyotes y murciélagos.
Agente infeccioso
El agente infeccioso es un virus cubierto, con genoma de tipo ARN,
monocatenario, de sentido negativo que pertenece al orden de los
Mononegavirales, a la familia Rhabdoviridae la cual posee seis géneros
Cytorhabdovirus,
Ephemerovirus,
Lyssavirus,
Novirhabdovirus,
Vesiculovirus y Nucleorhabdovirus; el virus de la rabia pertenece al género
Lyssavirus (de Lisa, deidad griega que representaba la ira) y (del sánscrito
Rabhas: hacer violencia).
Tiene forma de proyectil con diámetro mayor de 180 nm y menor de
75 nm (figura 10.6). El género Lyssavirus se clasifica en 2 filogrupos con
7 genotipos. El patógeno más común para el hombre es el virus de la rabia
clásica, pertenece al filogrupo I, genotipo 1, abreviatura ICTV RABV y las
especies fuentes involucran especies de animales carnívoros como el perro,
lobo, zorros, mofeta y mapaches (tabla 10.4). Su distribución es mundial
salvo en zonas como Inglaterra, y la Antártida. Australia país considerado
libre de rabia fue identificado como afectado por algunas especies de
murciélagos (género Pteropus) como los zorros voladores y otros
murciélagos insectívoros. El género Vesiculovirus causa estomatitis
vesicular del ganado vacuno y equino, en humanos este virus se ha
detectado asociado a casos similares a influenza. Desde 1988, India ha
reportado entre 25.000 a 30.000 muertes relacionadas con el virus de la
rabia, a finales de 2003 se notificaron 329 casos de encefalitis con una
mortalidad del 55%, debido a un virus del género Vesiculovirus
identificado como virus Chandipura, entidad catalogada como un nuevo
virus emergente.
Genoma viral
El genoma viral posee un peso molecular de 11,9 kb con una secuencia
líder en la extremidad 3’ y una región no codante de 60 nucleótidos en su
extremidad 5’. El genoma viral codifica para cinco proteínas, una
glicoproteína (G), nucleoproteína (N), proteína de matriz (M), ARN
polimerasa (L) y dos fosfoproteínas–P o NS (M1) y NS (M2)– (figura
10.7). Al final de cada gen, el virus posee una región de poliadenilación
intergénica. El virus presenta en su membrana una glicoproteína G que es
la responsable de la unión de la partícula viral al receptor en la célula
blanco (receptor de acetilcolina/gangliósidos sialilados). La cápside viral
está compuesta por tres proteínas N, L y P. La proteína G viral se expone
en la superficie de membrana del virión; se organiza en trímeros y se
proyecta como espículas en la superficie del virión; la glicoproteína induce
la producción de anticuerpos protectores o neutralizantes. Existe una
homología entre la gG y algunas neurotoxinas de serpientes.
Figura 10.6. Representación esquemática del virus de la rabia
Se distinguen las proteínas estructurales: glicoproteína (G), nucleoproteína (N), proteína de matriz
(M), ARN polimerasa (L) y fosfoproteína (P).
Tabla 10.4. Clasificación género Lyssavirus
Genotipo
Filogrupos
Género
Especies fuente
Lyssavirus
Filogrupo I
1(RABV)
Virus de la rabia clásica
Perro, lobo, zorro, mofeta, mapache
4 (DUVV)
Duvenhage
Murciélagos insectívoros (Nicteris
thebaica)
5 (EBLV1)
Lyssavirus de murciélagos europeos
Murciélagos (Eptesicus serotinus)
6 (EBLV2)
Lyssavirus de murciélagos europeos
Murciélagos (Myotis daubentonii)
7 (ABLV)
Lyssavirus de murciélagos australianos
Zorros voladores (Pteropus sp.)
Lyssavirus
Filogrupo II
3 (MOKV)
Virus Mokola
Gatos, musarañas del África
2 (LBV)
Virus Lagos
Murciélagos, gatos
Los genotipos se definen con números arábigos o siglas. Abreviaturas aprobadas por el International
Committee on Taxonomy of virus. RABV: por rabies virus. DUVV: por Devenhage virus. EBLV1:
por European bat lyssavirus 1. EBLV2: por European bat lyssavirus 2. ABLV: LBV: por Lagos bat
virus. MOKV: por Mokola virus. ABLV: por Australian bat lyssavirus.
Figura 10.7. Representación esquemática del genoma del virus de la rabia
Se distinguen los ARNm que codifican para las proteínas estructurales: glicoproteína (G),
nucleoproteína (N), proteína de matriz (M), ARN polimerasa (L) y Fosfoproteína (P).
Los estudios de secuencias de una región de 200 bases del gen de la
nucleoproteína permiten hacer análisis para trabajos epidemiológicos y
efectuar el seguimiento migratorio de la rabia en áreas determinadas; las
muestras de campo tomadas en áreas geográficas cercanas muestran una
homología de secuencias del 95%. Los estudios también posibilitaron
reconocer casos de rabia importados de países distantes, por la presencia
de secuencias distintas a las existentes en una zona determinada. El
análisis del gen N facilita detectar todos los virus de la rabia y otros virus
relacionados.
Ciclo replicativo viral
El virus ingresa al huésped (tejido celular subcutáneo y músculo) por
mordedura de un animal contaminado. Otras formas de exposición
incluyen la contaminación de una herida abierta, abrasión, exposición
mucosa, inhalación o trasplante de tejido (córnea). Como la rabia es una
entidad que tiene periodos de incubación muy prolongados, no está muy
claro qué eventos tienen lugar durante este tiempo. El primer sitio de
localización es la fibra muscular estriada esquelética, donde tiene lugar
una primera etapa de replicación viral; una vez ocurrida una replicación
inicial tiene lugar un transporte centrípeto hacia el sistema nervioso
central. El virus se desplaza en forma centrípeta hasta el SNC dentro de las
terminaciones axonales de nervios periféricos sensitivos y motores. Por
experiencias in vitro, se sabe que el virus utiliza para su desplazamiento el
citoesqueleto celular a una tasa de 50-100 mm/día.
El virus de la rabia tiene una gran exigencia de adaptabilidad; debe
en primera instancia infectar células musculares, luego pasar a las uniones
neuromusculares y por último propagarse de una neurona a otra. Hacia el
final del ciclo en los animales contagiados, el virus retorna en forma
centrífuga a las glándulas salivares, y mediante mordedura transmite el
virus a otro animal.
El mecanismo de entrada a la célula es probablemente por unión a
receptores celulares (figura 10.8). La entrada del virus a la célula no
depende sólo de la interrelación entre el virus y una entidad proteica única,
sino más bien de un conjunto de moléculas que son utilizadas de una
manera coordenada y secuencial. El tipo de receptor puede variar según el
tipo celular comprometido, existen receptores de naturaleza no proteica. In
vitro, el RABV puede adaptarse al crecimiento en líneas celulares de
diferente origen (insecto, reptil, aviar o mamífero). Diferentes
componentes de la membrana han sido implicados en este proceso:
glúcidos, gangliósidos, fosfolípidos entre los que se cuenta la
fosfatidilcolina. El receptor proteico de las células fibroblásticas (BSR), es
un complejo de alto peso molecular (450 kda) que contiene glúcidos y
proteínas; una de estas proteínas tiene un peso molecular de 200 kda y
migra con la fibronectina en pruebas de electroforesis. Los receptores de
naturaleza proteica que han sido descritos en la superficie de las neuronas,
incluyen: el receptor nicotínico de la acetilcolina (pentamérico), el receptor
de baja afinidad de los factores neurotróficos o neurotrofinas p75NTR y la
molécula de adhesión de células nerviosas NCAM.
El virus penetra la célula por endocitosis. La membrana viral se
fusiona con la membrana de la vacuola endocítica, liberando la
nucleocápside helicoidal en el citosol. El genoma viral está formado por
ARN(-), rodeado de nucleoproteína y pequeñas proteínas L y P que son las
encargadas de la síntesis de 5’ARNm subgenómicos para la síntesis de
proteínas virales N, P, M y L en los ribosomas presentes en el citosol. Por
su parte, la proteína G es sintetizada en los ribosomas asociados al retículo
endoplásmico rugoso para después ser glicosilada en el aparato de Golgi.
Las proteínas N, P y L intervienen en la replicación del genoma viral. Este
proceso comienza con la formación de un ARN(+) que se asocia a las
proteínas N, L y P y sirve, a su vez, como intermediario replicativo para la
síntesis de ARN(–) de la progenie viral.
Figura 10.8. Relaciones filogenéticas del virus de la rabia
El ARN(–) neosintetizado puede usarse en la producción de nuevos
ARNm virales. Una vez sintetizada la proteína G toma la vía secretoria en
la que es transportada del retículo endoplásmico al aparato de Golgi, donde
es glicosilada y transportada por un sistema de vesículas a la membrana
plasmática. La proteína G se acumula en la membrana plasmática y, en la
porción subyacente, se localizarán la proteína M y todos los complejos de
ribonucleoproteína que ensamblarán nuevas partículas virales que geman
de las células infectadas para ir a otra célula susceptible (figura 10.9).
Se propone que el virus puede también propagarse de neurona a
neurona en forma de partículas no cubiertas (nucleocápsides desnudas); sin
embargo, no es muy clara la naturaleza de esta forma de propagación, sus
eventuales receptores y la variedad de replicación.
Epidemiología
Se estima que 3.300 millones de personas viven en áreas geográficas en
riesgo de infección por virus de la rabia. La rabia es una enfermedad de
distribución mundial que tiene como reservorio los animales domésticos y
salvajes, la susceptibilidad cambia de un animal a otro, pero hasta el
momento se conoce que todos los mamíferos pueden ser infectados, pero
pocos pueden considerarse reservorios; en EE.UU. se han identificado
cepas de virus en mapaches, mofetas, zorros, coyotes y murciélagos
insectívoros.
Algunos animales pueden portar el virus durante largo tiempo sin
que ocurran manifestaciones aparentes de enfermedad. Se transmite por
mordedura de un animal a otro, excepcionalmente por aspiración
(aerosoles, heces contaminadas en cuevas habitadas por murciélagos o
suspensiones creadas por manejo en el laboratorio) y se conocen ocho
casos aislados por trasplante de córnea. En 2004 el CDC de EE.UU.
confirmó los primeros casos de rabia en tres pacientes con trasplante de
órgano sólido, los familiares del donante confirmaron posteriormente que
el donante había sido mordido por un murciélago. Aparte del trasplante de
órgano (riñón, hígado, arteria iliaca y córnea), la transmisión de la rabia
entre humanos es en extremo rara.
Figura 10.9. Ciclo de replicación del virus de la rabia
El virus ingresa a la célula por endocitosis y después de la denudación, la nucleocápside interviene
en la síntesis de los ARNm que codifican para proteínas que se traducen en el citosol (M, N, L y P)
y en el retículo endoplásmico granuloso (REG) y glicosilación en el aparato de Golgi. IR:
Intermediario replicativo. Los elementos se ensamblan en el citoplasma y emergen de la célula
infectada por gemación.
En el mundo en el 99% de casos, la enfermedad es transmitida del
perro al hombre; el segundo animal doméstico en importancia de
transmisión es el gato. La rabia animal es de predominio canino (54% de
casos), seguida de animales salvajes terrestres (42%) y murciélagos (4%).
La infección se presenta en países donde el acceso a los servicios de salud
es difícil y el tratamiento preventivo limitado. Por esta misma razón, en los
países en donde se reportan casos de rabia, existe un servicio de salud
pública deficiente y el subregistro es la norma; por tanto, el cálculo del
impacto global de la rabia, como entidad, no es exacto si se tiene como
parámetro el número de casos en humanos y se desestima o se desconoce
la población animal afectada.
En algunas áreas de Asia se calcula que el número de casos fatales
reportados en humanos es solamente el 1% de la cifra estimada para la
región. En 1991 se declararon 1.326 casos de rabia a la OMS; el número
de eventos estimado para el mismo año fue de 300 mil en India, 600 en
México y 1.000 en Brasil. Según la OMS, al año se producen entre 100200 accidentes rábicos por 100 mil habitantes; en 2005 más de 12 millones
de personas recibieron tratamiento posexposición a virus de la rabia y se
produjeron 55 mil muertes asociadas a la rabia en el mundo (se calculan 20
mil en India y 24 mil en África).
Patogénesis
La infección por virus de la rabia comienza por la mordedura de un animal
infectado. El virus se replica inicialmente a nivel del tejido muscular
esquelético y de allí se dirige al uso neuromuscular y por las uniones
neuromusculares es transportado en forma centrípeta por los nervios
periféricos al tejido nervioso. En modelos experimentales, el virus puede
detectarse después de 72 horas en los ganglios sensitivos de la raíz dorsal.
El virus es transportado al interior de axones por el sistema de
microtúbulos. Después de alcanzar la medula espinal el RABV se
disemina al sistema nervioso, con preferencia al sistema límbicohipotalámico, aunque potencialmente cualquier neurona puede estar
comprometida. No se conoce el mecanismo de daño del sistema nervioso,
ya que la necrosis es mínima o ausente; quizá el papel es más de
neurotransmisión y con el sistema opioide intrínseco. Desde el sistema
nervioso el virus se disemina a otros tejidos en forma centrífuga a partir de
nervios periféricos. La presencia en saliva se debe al transporte por nervios
sensitivos.
Cuadro clínico
El cuadro clínico se caracteriza por un periodo de incubación de 10 días a
más de un año, en promedio de dos a 10 semanas y el 90% de casos
presenta manifestaciones en los primeros tres meses, aunque se han
reportado casos extremos con periodos de incubación hasta de 19 años. El
riesgo de infección dependerá de la naturaleza e intensidad de las lesiones,
de su localización y de la cantidad de virus presente en la saliva del animal
rábico. Las mordeduras en cara y cuello son consideradas las más
riesgosas para desarrollar enfermedad, primero por la cercanía al SNC y
segundo por la gran inervación de la zona.
Los síntomas iniciales son vagos e inespecíficos e incluyen fiebre,
cefalea, malestar y manifestaciones respiratorias y gastrointestinales. La
fase prodrómica dura de pocos días a una semana, se inicia por migración
del virus desde los nervios periféricos a los ganglios sensitivos. Las
apariciones iniciales de rabia, son: dolor (irritación, prurito o quemazón)
en el sitio de la mordedura (75% de los casos), parestesias, fiebre baja,
malestar, decaimiento, ansiedad, desorientación, insomnio y depresión. El
prurito puede conllevar a excoriaciones masivas (figura 10.10).
Figura 10.10. Historia natural de la infección por virus de la rabia
Los síntomas subsiguientes pueden tener doble carácter: paralítico y
furioso o encefalítico (dos terceras partes de los casos). No existe relación
entre el sitio de la mordedura y las formas furiosas o paralíticas. Los casos
encefalíticos tienen un curso más rápido y la muerte sobreviene en una
semana, mientras que los casos paralíticos tienen una sobrevida de dos
semanas. Los casos encefalíticos se asocian a disfunción mental
acompañados de alteraciones de la atención o estado de conciencia,
alucinaciones,
periodos
de
agitación,
depresión,
confusión,
hiperexitabilidad, hiperactividad, hiperventilación, hipersalivación,
alucinaciones, delirio, agresión y convulsiones. La hidrofobia y aerofobia
son manifestaciones presentes en hospederos humanos, la hidrofobia es el
resultado del espasmo de los músculos laríngeos al momento de la
deglución. Pueden presentarse alteraciones del sistema autónomo
caracterizadas por piloerección, sudoración, priapismo y eyaculación
espontánea.
La forma paralítica es de difícil diagnóstico, la enfermedad puede
iniciarse a partir de la fase prodrómica descrita, las fobias (aerofobia o
hidrofobia) se presentan en la mitad de los casos, y van seguidas de una
debilidad, parálisis del miembro accidentado, hasta una mielitis ascendente
difusa que lleva a una rápida parálisis que puede comprometer los
músculos respiratorios. En la forma paralítica se presentan mioedemas a la
percusión que también pueden verse en otras condiciones clínicas como la
hiponatremia, hipotiroidismo, secreción inadecuada de hormona
antidiurética o falla renal.
Diagnóstico
La rabia puede ser confirmada en casos en que se presente un cuadro
clínico compatible, los antecedentes de mordeduras pueden conocerse o ya
haberse olvidado por los periodos de incubación tan prolongados. Las
formas de diagnóstico, como para otras entidades, deben ser económicas,
sensibles, específicas y rápidas. El análisis citoquímico de LCR muestra
pleocitosis, discreto aumento de proteínas y posible presencia de glóbulos
rojos. Las pruebas virológicas presentan los siguientes hallazgos: 1.
Demostración de antígenos virales por técnicas de IFD en biopsia de piel
de cuero cabelludo, en el área superior a la implantación del cabello (el
virus se encuentra cercano a los folículos pilosos). Otros sitios en los
cuales se puede demostrar presencia de antígenos virales, son: improntas
de córnea, cerebro, médula espinal, glándulas salivares o saliva. 2.
Mediante procedimientos de RT-PCR es posible detectar secuencias
genómicas virales en LCR, tejido o saliva. Las pruebas moleculares
determinan el origen geográfico y el reservorio del virus. 3. Post morten se
pueden identificar los cuerpos de Negri en tejido cerebral del hipocampo y
cerebelo. 4. Con fines epidemiológicos, el virus puede ser cultivado a
partir de saliva o tejido cerebral. Los animales pequeños sospechosos
deben remitirse completamente; de los animales grandes, puede enviarse
solamente la cabeza. 5. Las seroconversión se presenta en el 50% de casos
después de una semana y en el 100% luego de dos semanas de iniciado el
cuadro clínico; si el paciente nunca ha recibido vacuna antirrábica, la
presencia de anticuerpos es diagnóstica, si ya la ha recibido previamente,
se espera una desnivelación en los títulos de anticuerpos. La presencia de
anticuerpos en LCR es diagnóstica aun en pacientes con profilaxis
posexposición. En algunas oportunidades la serología será negativa
durante el curso clínico de la enfermedad.
Terapia y profilaxis
Las medidas iniciales consisten en lavar extensamente la herida con agua y
jabón. A excepción de lesiones de importancia cosmética o aquellas muy
extensas, no se recomienda suturar las heridas para evitar diseminar el
virus presente. El único medio con que se cuenta para el tratamiento es la
administración de inmunoglobulina humana, seguida de vacunación. La
vacunación está recomendada en las siguientes situaciones: 1. Evidencia
de que el animal agresor tiene rabia o la desarrolla a los diez días de
observación. 2. Cuando el animal huye y, 3. Cuando se trata de un animal
salvaje.
Las vacunas disponibles para la profilaxis y el tratamiento de la rabia
han evolucionado desde los primeros productos elaborados en tejido
nervioso por Louis Pasteur (1822-1895) en 1885. En 1911 David Semple
(1856-1937) introduce la vacuna producida en cerebro de ovejas e
inactivada con fenol. Desde 1955 y durante mucho tiempo se dispuso de
una vacuna desarrollada por Eduardo Fuenzalida y Raúl Palacios, que fue
producida en cerebro de ratón recién nacido (suspensión al 2%) inoculado
con virus fijo e inactivado con luz ultravioleta, utilizando como
preservativos el fenol al 0,1% y timerosal al 0,01%; en algunos países se
sigue utilizando. Este tipo de vacunas presenta efectos indeseables leves,
caracterizados por reacciones locales (eritema, prurito, dolor),
manifestaciones generales (fiebre y malestar general) y complicaciones de
tipo neuroparalítico (27 casos por millón de dosis). Las mayores
complicaciones de las vacunas producidas en tejido nervioso son la
polineurorradiculopatía con paresias y parálisis en uno de cada 20.000
vacunados y la encefalopatía desmielinizante posvacunal o la mielopatía,
que se presentan entre 10 y 15 días después de la vacunación. Los efectos
indeseables en SNC se deben a trazas de mielina presentes en el inóculo.
El desarrollo de la metodología de cultivo en huevos embrionados y
líneas celulares logró desarrollar vacunas más seguras y libres de efectos
indeseables en el sistema nervioso. Estas tecnologías permitieron producir
grandes cantidades de la vacuna que facilitaron las campañas de
vacunación en perros, principal fuente de infección para los humanos.
El esquema de vacunación ha variado con los diferentes tipos de
vacunas empleadas. Desde el esquema inicial de 21 dosis intradérmicas
peri umbilicales aplicadas con las vacunas pasteurianas, a los esquemas de
vacunación de cuatro a ocho dosis IM o ID aplicadas hoy en día, según
esquemas recomendados por la WHO (tabla 10.6).
El suero antirrábico es útil en lesiones extensas o cercanas al SNC en
las que el periodo de incubación es corto, pero no lo es si se administra
después de los primeros tres días del accidente rábico. Si el suero es de
origen equino, se administra en una sola dosis intramuscular de 40 UI/kg.
Se puede aplicar la mitad de dosis del suero directamente en la herida. Los
efectos adversos están ligados al uso de un suero heterólogo y son:
reacción aguda con choque anafiláctico y enfermedad del suero presente
hacia el noveno día. La inmunoglobulina humana específica se administra
a una posología de 20 UI/ kg es de calidad variable, mejor tolerada, más
costosa y de difícil consecución.
Finalmente, la prevención de la rabia en humanos necesita controlar
los animales domésticos y salvajes. Se requiere vacunar al menos el 70%
de la población de perros y gatos, así como los animales abandonados. En
reservorios salvajes, como los zorros, la rabia es más difícil de controlar,
con estos animales se han empleado cebos que incluyen una vacuna
recombinante oral.
Infecciones por virus Herpes (HSV)
Las características biológicas de los virus de la familia Herpesviridae se
estudian en el capítulo 11. Las infecciones por virus herpes constituyen los
cuadros clínicos más fuertes causados por agentes virales en el sistema
nervioso central. La infección por virus herpes simple es la más grave de
todas las infecciones herpéticas, con una alta frecuencia de secuelas y
mortalidad elevada inclusive en casos de administración de terapia
específica. No existe un cuadro clínico que sea patognomónico del agente
infeccioso, pero las manifestaciones clínicas síse encuentran altamente
relacionadas con las áreas neurológicas comprometidas. El cuadro clínico
se presenta con fiebre, compromiso de las funciones mentales, signos de
focalización, modificaciones del estado de conciencia, afasia y alteraciones
del comportamiento. Las lesiones tienen un predominio en el lóbulo
temporal. El LCR muestra un aumento de la celularidad a expensas de
células mononucleares, aumento de las proteínas y frecuencia de glóbulos
rojos que explica la presencia de lesiones focales hemorrágicas. Las
alteraciones electroencefalográficas en las imágenes radiológicas son
tardías y de poca utilidad clínica. Adicionalmente, el HSV puede afectar
otras estructuras neurológicas e incluir manifestaciones como la
meningitis, radiculitis y mielitis. La meningitis aséptica ocurre
comúnmente en casos de herpes genital.
Tabla 10.5. Reporte de casos de rabia en Colombia
Año
2001
Entidad
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Rabia humana
0
ND
ND
ND
3
2
3
3
2
3
Rabia animal
111
37
27
0
13
17
24
1
1
0
ND: no hay dato
Tabla 10.6. Esquemas de vacunación con vacuna antirrábica producida en células diploides
de origen humano
Vacunación
Número de dosis
Número de visitas
Tipo de inoculación
Esquema (días)
Rutina IM
3
3
IM
0, 7, 21 ó 28
Rutina ID
3
3
ID
0, 7, 21 ó 28
Essen
5
5
IM
0, 3, 7, 14, 28
Zagreb
4
3
IM
0 (2 dosis), 14, 21
Reducido 4 dosis
4
4
IM
0, 3, 7, 14
Cruz Roja tailandesa
8
4 (2 dosis/día)
ID
0, 3, 7, 28
Profilaxis pre-exposición
Profilaxis pos-exposición
Manejo pos-exposición en personas vacunadas
Dos dosis IM
2
2
IM
0, 3
Dos dosis ID
2
2
IM
0, 3
Cuatro dosis ID
4
4
ID
0
Fuente OMS, ACIP.
El diagnóstico virológico de infección por virus herpes en el SNC
reposa en las técnicas de PCR para detectar el genoma viral, estas pruebas
tienen una sensibilidad del 95% y una especificidad cercana al 100% y han
reemplazado a otros métodos diagnósticos como el aislamiento viral y la
serología. Algunas pruebas de PCR utilizan secuencias genómicas
consenso que pueden identificar conjuntamente a los virus HSV-1, HSV-2,
VZV y EBV.
El tratamiento específico de la infección herpética se efectúa con
aciclovir monofosfato por vía intravenosa a dosis de 5 mg/kg/día durante
15 a 21 días. Otro esquema terapéutico alterno que brinda similares
resultados es el uso en adultos de una dosis de 1g/IV/c/8h, con la cual se
alcanzan valores séricos similares.
Infecciones por virus Varicela-Zóster (VZV)
Durante la fase aguda de la infección por virus de la varicela pueden
ocurrir complicaciones en el sistema nervioso como la ataxia cerebelosa
transitoria, la encefalitis, la meningitis aséptica, mielitis transversa y
síndrome de Guillain-Barré. Estas complicaciones se presentan de dos a
seis días de la aparición del exantema, pero pueden manifestarse incluso
durante el periodo de incubación. Los síntomas cerebrales son frecuentes
en adultos, mientras que la ataxia cerebelosa es más común en niños. Los
estudios de PCR han demostrado que la meningitis aséptica es más
corriente de lo que se había pensado, la encefalitis por varicela puede estar
asociada al exantema, pero ocurre aun sin presencia de lesiones cutáneas
en pacientes inmunocomprometidos.
El síndrome de Reye es una encefalopatía que puede presentarse
entre los cuatro y 16 años, se manifiesta como causa secundaria a daño
hepático en pacientes con varicela que han recibido como antipirético
ácido acetil salicílico. Se caracteriza por vómito, hepatomegalia,
alteraciones del estado de conciencia como confusión, somnolencia hasta
el coma. Las mortalidades pueden variar del 20-40%.
Las primoinfección por virus de la varicela deja el agente infeccioso
en estado de latencia en ganglios sensitivos de las raíces dorsales. La
reactivación del VZV conlleva a zoster o zona que se caracteriza por la
presencia de lesiones de tipo pápulo-vesicular, típicamente afecta una sola
dermatoma, pero puede afectar dos o tres dermatomas, y en el 50% de los
casos se presenta en áreas torácicas (T5-L2). Las lesiones amplias y fuertes
se dan en casos de alteraciones inmunológicas. La incidencia anual es muy
baja en personas menores de 50 años (≤ 3:1.000), mientras que en mayores
de 50 años puede alcanzar valores de 1:1.000 y en mayores de 65 años
llega a incidencias de 8-10:1.000. La enfermedad es el resultado de la
reactivación del virus presente en ganglios sensitivos, el virus se disemina
por vía axonal hasta alcanzar la superficie corporal inervada por la raíz
nerviosa.
Infecciones por Enterovirus (EV)
Historia
Las enfermedades paralíticas de las que se tiene reporte más antiguo son
las lesiones que se muestran en una estela egipcia que data del siglo XV a.
C., en ella se observa la figura de un sacerdote con pie “equino” y atrofia
de una pierna, aparentemente causadas por virus polio.
El agente causal de la poliomielitis fue descubierto en 1908 por Karl
Landsteiner (1868-1943) y Erwin Popper quienes inocularon monos del
Viejo Mundo con una suspensión de médula espinal de un paciente muerto
por polio después de cuatro días de enfermedad. En 1930, en Suecia, Carl
Kling, Wilhelm Wernstedt y Alfred Pettersson, demostraron que el virus
polio era transmitido por vía orofecal. Fue en 1949 cuando John Enders,
Thomas Weller y Frederick-Chapman Robbins logran cultivar in vitro el
virus de la poliomielitis, dando lugar al desarrollo de las vacunas oral
(Sabin) e inactivada (Salk) de polio.
Agente infeccioso
El grupo de los enterovirus incluye los virus del polio, Coxsackie y
echovirus. Este grupo incluye tres serotipos de virus polio y 63 enterovirus
no polio que causan enfermedad en humanos: 23 virus Coxsackie A, 6
virus Coxsackie B, 30 echovirus y otros 4 enterovirus. Los virus entéricos
pertenecientes al género Enterovirus de la familia Picornaviridae son virus
desnudos, pequeños (30 nm), de simetría icosaédrica, con genoma de tipo
ARN de sentido positivo (figuras 10.10 y 10.11).
Genoma
El genoma viral es de tipo ARN, no es metilado en su extremidad 5’, sino
que está asociado, en forma covalente, a una proteína VPg (por viral
protein genome). La extremidad 5’ es altamente estructurada y contiene
múltiples secuencias AUG. El inicio de la traducción se efectúa por unión
de una secuencia denominada IRES (Internal Ribosomal Entry Site) a la
subunidad 40S de los ribosomas; esta región posee nucleótidos que juegan
un papel fundamental en la traducción del genoma viral. La región 3’ es
poliadenilada.
Ciclo replicativo
El ARN es de tipo monocistrónico y codifica para una poliproteína que
tiene una zona en la que se localizan las proteínas estructurales y otra zona
de proteínas no estructurales (figura 10.5). La replicación del virus polio se
hace en el citoplasma de las células infectadas. La replicación genómica es
asegurada por una ARN polimerasa ARN dependiente (3D) y de otras
proteínas no estructurales y celulares. El precursor de proteínas de la
cápside VP0 se ensambla con VP3 y VP1 para constituir un protómero;
luego cinco protómeros se agregan para formar un pentámero; la
asociación de 12 pentámeros constituye la procápside, la cual se asocia al
ARN viral para dar el provirus, al clivarse el precursor VP0 en VP4 y VP2
se transforma en partícula viral madura (figura 10.8).
Figura 10.11. Representación esquemática de los picornavirus
A: estructura de la cápside icosaédrica. B: localización de las proteínas estructurales: VP1, VP2,
VP3 y VP4 en los ejes de simetría.
El ciclo viral completo dura unas ocho horas a 37º C y se desarrolla
en el citoplasma de las células infectadas. El virus ingresa a la célula por
unión a los receptores PVR (polio virus receptor) de la superfamilia de las
inmunoglobulinas; estos receptores son comunes a los tres serotipos y
están presentes en la membrana plasmática de las células de primates.
Luego de la unión del virión, tienen lugar cambios conformacionales en la
partícula viral que las hace más hidrofóbicas que las partículas nativas.
Estos cambios conformacionales son indispensables para la decapsidación
y están asociados a la pérdida de la proteína VP4, la externalización del
extremo amino terminal de VP1 y la reducción del coeficiente de
sedimentación de 160S a 135S. Los viriones entran a la célula susceptible
por mecanismos de endocitosis. El extremo amino terminal de VP1 y los
miristatos de VP4 son fundamentales en la formación de canales entre las
membranas que permite al ARN viral penetrar al citoplasma.
El ARN a nivel citoplásmico sufre un clivaje de la proteína VPg en
la extremidad 5’ por una proteína VPgasa celular. De esta manera, el ARN
es traducido por los polirribosomas celulares para dar origen a una
poliproteína única que codifica para proteínas estructurales y no
estructurales. El ARN viral es reconocido por presentar una estructura
secundaria de unos 100 nucleótidos, denominada IRES. Al irse
sintetizando, la poliproteína va sufriendo los cambios conformacionales y
cotranslacionales que hacen que se clive la proteína viral en sus
fragmentos estructurales y no estructurales como se presentó previamente
(figura 10.9).
Cuadro clínico
Las infecciones por estos agentes son bastante frecuentes, siguiendo quizá
en importancia a las infecciones como el resfriado común. Se considera
como población a riesgo aquella que no ha sido expuesta a enterovirus y
que no presente una respuesta inmune específica.
Figura 10.12. Estructura del protómero de picornavirus
La proteína VP1 se organiza en pentámeros alrededor de ejes de simetría pentaméricos y las
proteínas VP1, VP2 y VP3 forman ejes de simetría triméricos.
La exposición depende del nivel de saneamiento ambiental.
Dependiendo del tipo viral, la excreción de estos agentes se lleva a
cabo por materia fecal o por secreciones respiratorias (saliva, esputo o
moco nasal). El virus se adquiere por contacto directo o con fómites
contaminados con este tipo de secreciones. En guarderías u hospitales es
fácil la diseminación de este virus por cambio de pañales de pacientes
afectados que contaminan las manos del personal a cargo. La mayoría de
las infecciones son asintomáticas.
En países con estaciones, la infección tiene predominio en otoño e
invierno. No hay un patrón de distribución anual y los brotes epidémicos
son impredecibles (figura 10.14).
La infección se adquiere por vía oral y tiene un periodo de
incubación de siete a 14 días. El primer sitio de replicación viral es la
orofaringe desde donde se disemina a ganglios linfáticos regionales; por
vía digestiva pasa hasta el tracto gastrointestinal donde se replica y
disemina a ganglios linfáticos regionales (placas de Peyer). Se considera
que el virus podría franquear el epitelio gastrointestinal por vía de las
células M. La primera viremia se produce después de 3-4 días de infección
a partir de la multiplicación local. La viremia puede ser asintomática o
acompañarse de síntomas generales no específicos como fiebre, vómito,
dolor faríngeo y malestar. En la primera viremia, el virus se localiza en
otros tejidos extraneurales desde donde origina, hacia el décimo día, una
segunda viremia mayor a la anterior que lo propaga al SNC. La
distribución del virus en los tejidos se correlaciona con las parálisis
observadas; puede involucrar uno o varios miembros, el tronco y hasta los
músculos respiratorios, con la consecuente dificultad o falla respiratoria de
tipo motor (figura 10.13).
En caso de manifestaciones clínicas, estas son variadas y dependen
del tipo viral causante de la infección. El 10% de las infecciones se asocia
con cuadros clínicos leves que pueden manifestarse como infecciones
respiratorias altas o como cuadros similares a influenza con fiebre,
mialgias, artralgias y postración. Otra forma de presentación son las
enfermedades exantemáticas. En raras oportunidades se manifiesta como
cuadros de meningitis aséptica, encefalitis, enfermedad paralítica (polio) y
miocarditis. Los virus Coxsackie se han asociado con la etiología de
diabetes de tipo juvenil, al menos en modelos animales. Las infecciones
leves son autolimitadas y no dejan secuelas. En caso de infecciones graves
como la miocarditis o encefalitis deja lesiones permanentes.
Figura 10.13. Organización genética del virus polio
Se observa la región IRES en el extremo 5’ no codante (5’RNC), el sitio del codón de iniciación
AUG y la poción 3’ no codante (3’RNC) con su extremo poliadenilado (AAAA). El extremo 5’ no
posee una zona cap sino que está ligado en forma covalente al péptido VPg. El ARN genómico, por
ser de sentido (+), se comporta como ARNm, es de tipo monocistrónico y codifica para una sola
poliproteína que sufre procesos de clivaje proteolítico por las proteasas virales 2A, 3C y 3CD. Los
sitios de clivaje se hallan esquematizados por pequeños triángulos. El primer corte proteolítico lo
realiza la proteína 2A, lo cual origina la separación de las proteínas estructurales ( VP0, VP3 y
VP1) de las proteínas no estructurales (2A, 2B, 2C, 3A, VPg, 3C, 3CD). Gran parte de los clivajes
es hecho por la proteasa 3C. P1: precursor de las proteínas estructurales. P2 y P3: precursor de las
proteínas no estructurales.
Figura 10.14. Patogénesis de las infecciones por enterovirus y su mecanismo de diseminación
al SNC
La puerta de entrada es el tracto digestivo, desde donde se dirige al sistema linfático, en seguida a la
sangre y por último al SNC.
La infección por virus polio es en general asintomática y solo un
0,1% de los casos de infección resulta en parálisis, consecuencia del daño
de la sustancia gris de los cuernos anteriores de la médula espinal
(poliomielitis). Los casos de parálisis flácida cursan con mialgias fuertes,
compromiso de las extremidades y de múltiples grupos musculares y
alteraciones motoras y sensitivas. Las paresias y parálisis surgen en los
primeros días de la sintomatología, se afectan con prioridad las áreas
proximales de las extremidades y con mayor frecuencia las piernas que los
brazos. El compromiso de pares craneanos puede llevar a problemas del
habla, deglución, respiración, movimientos oculares y faciales; el
compromiso del diafragma se acompaña de falla respiratoria. La
mortalidad general de la poliomielitis es del 5%, pero se eleva al 50% en
casos de compromiso bulbar. El análisis histopatológico muestra
cromatólisis de las neuronas motoras e inflamación meníngea, del
parénquima y a nivel perivascular. El 10% de los individuos infectados
pueden presentar infecciones abortivas con cuadros de meningitis aséptica.
La meningitis aséptica por EV no reviste gravedad clínica
considerable por fuera de la edad neonatal. El cuadro clínico se inicia
como un síndrome febril bifásico en el 75% de los casos, seguido de
cefalea, fiebre, náusea, vómito, signos de irritación meníngea como la
rigidez nucal, debilidad muscular, mialgias, y exantema cutáneo. El
examen de líquido cefalorraquídeo se acompaña de una celularidad
moderada (100-1.000 células/ml) con predominio de células
mononucleares y aumento de proteínas. Los pacientes adultos pueden tener
sintomatología que persiste por varias semanas.
Secuelas. En caso de infecciones graves, como la miocarditis o
encefalitis, los EV dejan lesiones permanentes.
Los pacientes prematuros, neonatos o con déficit en la respuesta
humoral pueden presentar infecciones neurológicas graves, con cuadros
más fuertes, mayor porcentaje de secuelas, alteraciones en el desarrollo
cognitivo y sicomotor. Los casos de adquisición perinatal semejan estados
de sepsis y tienen un mayor compromiso, quizá relacionado con una falta
de respuesta inmune humoral en la madre.
Otra patología asociada con EV es la parálisis flácida. Esta entidad
cursa sin fiebre durante la fase paralítica, afecta con mayor predilección
los miembros superiores, la recuperación es más completa y no deja
atrofias musculares.
Síndrome pos polio
El síndrome pos polio se caracteriza por un episodio de agravación de las
secuelas motoras dejadas por la infección inicial por virus polio. El
compromiso puede ser grave y afectar la capacidad funcional motora del
paciente. El síndrome pos polio se manifiesta varias décadas (tres o cuatro)
después de desarrollada la infección aguda. Las personas que sufren polio
tienen motoneuronas que deben extender prolongaciones axonales para
reinervar zonas desprovistas y en lugar de inervar 1.000 células
musculares estriadas, sufre un proceso de remodelamiento y
eventualmente puede inervar 5.000 o 10.000, lo que crea una sobrecarga y
desgaste axonal. La sintomatología puede variar desde simples dolores
musculares y/o articulares, fatiga, debilidad muscular, fasciculaciones,
hasta la aparición de atrofias musculares, insuficiencia respiratoria,
dificultades para la deglución e intolerancia al frío. El reinicio de los
síntomas puede ser insidioso o seguido de un accidente menor (p. ej., una
caída), reposo en cama o cirugía. Por lo general la evolución es lenta y
llega a un estado estacionario en uno a diez años. Se tienen tres hipótesis
para explicar esta patología:
1.
2.
3.
El envejecimiento y degeneración gradual de las motoneuronas que han sido sobre
estimuladas por sobreuso, pérdida del balance denervación-reinervación
Mecanismo inmunopatológico por la presencia de IgM anti polio, asociada a la expresión
aumentada de la IL-2.
Una infección persistente por virus polio, testimoniada por la presencia de secuencias de
ARN.
Diagnóstico
El diagnóstico de infección por enterovirus se hace por cultivo del virus a
partir de especímenes clínicos. El aislamiento de enterovirus de muestras
de miocardio, líquido pericárdico o LCR ofrece una fuerte evidencia del
papel de dichos agentes como patógeno en estos sitios. Las diferentes
líneas celulares presentan una sensibilidad variable para los EV. Algunos
EV no son fácilmente aislados de ciertos tejidos como el miocardio. Por
otra parte, una sola línea celular no es permisiva para el aislamiento de
todos los serotipos y, en algunos casos, se requieren pases seriados para
obtener efecto citopático. La presencia de enterovirus en heces es
circunstancial y no es concluyente de papel etiológico.
La serotipificación de los aislamientos necesita usar pruebas de
neutralización para lo cual se requieren antisueros específicos de serotipo
que vienen en ocho mezclas diseñadas para determinar la caracterización
del serotipo. La serotipificación es demorada, dispendiosa, costosa, puede
no ser conclusiva (aislamientos no tipificables, variantes antigénicas,
presencia simultánea de varios serotipos), factor que la limita a pocos
laboratorios de referencia.
El diagnóstico serológico se dificulta por la presencia de un gran
número de serotipos, la presencia de anticuerpos ante infecciones pasadas
y la falta de un antígeno característico del grupo antigénico. La presencia
de IgM específica de enterovirus en una sola muestra debe interpretarse
con cautela por la presencia de IgM específica en un alto porcentaje de la
población general. La presencia de IgM anti-virus polio en LCR confirma
el diagnóstico de poliomielitis paralítica; es útil para monitorear un brote
epidémico de polio en un área específica y define la epidemiología de
brotes por enterovirus no polio.
Por todo lo anterior, la presencia del genoma viral es útil para
diagnosticar infecciones del SNC. Existen diferentes tipos de pruebas que
pueden ser: específicas de género, específicas de especie, específicas de
cepa, pero para fines de diagnóstico clínico las pruebas específicas de
género son las más indicadas. Las técnicas de detección de género tienen
como secuencia blanco la región 5’ no codante, A su vez, la
genotipificación se efectúa por estudios de las regiones 3’ no codante o
VP1 y facilita estudios de epidemiología molecular, análisis de la
diversidad genética, descripción de circulación y transmisión del agente
infeccioso, la importación de tipos virales y la detección de nuevas
recombinantes genéticas.
Prevención y control
Con la excepción de virus polio, las infecciones por enterovirus no son
inmunoprevenibles por el alto número de serotipos presentes y por el
hecho de que la inmunidad es protectora, transitoria y específica de cada
serotipo. Las campañas masivas de vacunación contra la poliomielitis en el
continente americano han eliminado los casos de polio desde 1991.
Desde finales de la década de 1980, se ha descrito como terapia
específica de infecciones por picornavirus, un medicamento denominado
pleconaril. Este compuesto se sitúa en el cañón de la proteína VP1,
inhibiendo el denudamiento viral. En una serie de casos con
inmunodeficiencia primaria, se pudo observar un efecto protector, sus
efectos sobre la citocromo P450 aumenta el metabolismo de
anticonceptivos e interfiere con medicamentos empleados en la terapia anti
VIH, razón por lo cual no contó con la aprobación de la FDA.
Figura 10.15. Curso clínico de la encefalitis por enterovirus
La puerta de entrada es el tracto digestivo, desde donde se dirige al sistema linfático, luego a la
sangre y por último al SNC.
Las inmunoglobulinas endovenosas han mostrado un papel
variable en la terapia de infecciones anti-EV. Estos resultados es posible
que se deban a la diferencia de títulos de anticuerpos neutralizantes en los
diferentes lotes de inmunoglobulina y al ajuste entre títulos de anticuerpos
y serotipo viral causante del cuadro infeccioso.
Infección por virus de la parotiditis
La parotiditis es una entidad infectocontagiosa que se presenta en niños o
adultos jóvenes y causa una infección benigna sistémica, seguida de un
proceso inflamatorio en la glándula parótida que puede complicarse con
orquitis y encefalitis.
Historia
La entidad fue descrita desde el siglo V antes de nuestra era por
Hipócrates, el cuadro clínico consistía en una enfermedad acompañada de
inflamación alrededor de una o ambas orejas y se asociaba a inflamación
dolorosa de uno o ambos testículos. En 1790 Hamilton asocia la parotiditis
con complicaciones del sistema nervioso central. Históricamente los brotes
epidémicos fueron frecuentes en sitios de confinamiento de personas
jóvenes como batallones militares, navíos, cárceles, orfanatos e internados.
Las tropas estadounidenses acantonadas en Europa durante la Primera
Guerra Mundial fueron blanco de brotes de parotiditis que fue causa
importante de incapacidad ocupacional. Las tropas de Estados Unidos y
Rusia volvieron a ser blanco de epidemias durante el curso de la guerra de
Corea. En 1934 Claude Johnson y Ernest Goodpasture demuestran que la
enfermedad es causada por un agente viral presente en la saliva de
personas infectadas, al inocular saliva ultra filtrada en el conducto de
Stenon de monos Rhesus, el material obtenido de estos monos era capaz de
infectar niños no inmunes.
En 1946 Karl Habel y John Enders logran cultivar el agente
infeccioso mediante el empleo de huevos embrionados. Este logro fue la
base para producir años más tarde una vacuna inicialmente de virus vivos
inactivados y después de virus vivos atenuados por parte de los equipos
estadounidenses y rusos en la década de 1960.
Hasta hace muy pocos años la entidad continuaba siendo frecuente
en niños y adultos jóvenes, pero las coberturas vacunales con la vacuna
triple viral cambiaron el espectro epidemiológico de la enfermedad hasta
hacerla menos frecuente.
Epidemiología
El virus de la parotiditis tiene una distribución mundial, con mayor
incidencia en países con menores coberturas vacunales. El mayor número
de casos ocurre entre escolares de cinco a10 años de edad, los cuales
transmiten la infección a sus familiares susceptibles. La infección rara vez
ocurre en niños menores de un año, quizá por efecto protector de los
anticuerpos transmitidos en forma pasiva a través de la placenta. En
Colombia, la incidencia anual, según casos reportados está cercana a cinco
casos por cada 100 mil habitantes (tabla 10.7).
La morbilidad asociada a parotiditis puede estar sobrestimada en
virtud de que la mayoría de casos no se hayan registrados y a que ocurren
muchos casos asintomáticos. Desafortunadamente los reportes de muchos
países presentan subregistro por la banalidad del cuadro clínico y el bajo
índice de consulta, basados en criterios eminentemente clínicos, y no
tienen en cuenta que un número no determinado de casos pueden estar
asociados a otros agentes virales como el virus de Epstein Barr,
adenovirus, enterovirus, influenza y parainfluenza; estos agentes
infecciosos no dan brotes epidémicos de parotiditis.
Tabla 10.7. Casos de parotiditis reportados en Colombia 2001-2014
Año
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
Casos
1.401 1.401 1.505 1.545 2.366 2.243 2.294 5.930 9.457 10.376 15.926 9.397
7.884
7.368
Fuente: Oficina Sanitaria Panamericana.
La seroprevalencia según estudios adelantados antes de la época
vacunal mostraba que el 74% de niños menores de siete años presentaban
anticuerpos por infección natural. De igual forma se observaba en reclutas
de Estados Unidos una seroprevalencia del 46-76% antes de la época
vacunal y dos décadas después era del 84-86%. En algunas poblaciones
aborígenes de América del Sur la seroprevalencia es del 33%. La
mortalidad es baja, se estima cercana de 1,6 a 3,8 casos fatales por cada
10.000 reportados. Luego de la vacunación masiva contra la rubéola, el
sarampión y la parotiditis iniciada hace más de cinco años en todos los
países de América Latina, los casos de parotiditis se observan como brotes
epidémicos en población mayor de 15 años. Las epidemias presentan picos
que se registran cada dos a cinco años.
Agente infeccioso
El virus pertenece a la familia Paramyxoviridae, género Rubulavirus, muy
relacionado con los virus parainfluenza y el virus de Newcastle de aves. El
virión tiene una estructura polimorfa, posee una cubierta lipoproteica con
espículas proyectándose desde la superficie, el diámetro viral es de 50 a
300 nm (promedio 200) y un genoma de tipo ARN de cadena sencilla y
polaridad negativa (figura 10.16).
El genoma viral tiene un tamaño de 16.000 bases y codifica para
proteínas estructurales y no estructurales. Por su estructura de ARN(-) por
sí solo no es codante, pero unido a la nucleoproteína es capaz de producir
un ciclo replicativo completo. Los genes del virus de la parotiditis están
organizados en empalizada en el siguiente orden 3’-N-P-M-F-SH-HN-L-5’
(figura 10.17).
Figura 10.16. Esquema de la estructura del virus de la parotiditis
ARN: ácido ribonucleico. P: fosfoproteína. NP: nucleoproteína. L: proteína larga.
HN: hemaglutinina-Neuraminidasa. F: proteína de fusión. M: proteína de matriz.
En donde NP es la nucleoproteína, cuya función es jugar un papel en
la encapsidación, transcripción y replicación del ARN viral, produce
anticuerpos fijadores del complemento. La proteína P es una fosfoproteína
importante en la síntesis de ARN viral. La proteína de matriz (M) forma
una capa proteica continua por debajo de la bicapa lipídica y tiene
importancia en los procesos de ensamblaje viral. La proteína de fusión (F)
se sintetiza como un precursor F0 que es clivado por proteasas celulares en
dos proteínas finales la F1 y la F2, las cuales permanecen unidas por un
puente disulfuro. La proteína de fusión es la responsable de la
diseminación del virus en cultivos celulares y probablemente in vitro. La
proteína SH es una proteína de bajo peso molecular cuya función no es
muy clara (tabla 10.8).
La hemaglutinina neuraminidasa es una proteína que une glóbulos
rojos de aves y que ha sido empleada como norma de laboratorio para
inferir la presencia de un virus en un cultivo celular, ante la presencia de
anticuerpos específicos; esta práctica se ha ido abandonado por reactivos
más estables. La función de neuraminidasa permite que el virión se una a
radicales de ácido siálico o neuramínico muy presentes en el tracto
respiratorio. Al menos cuatro proteínas no estructurales son producidas por
el genoma viral y se denominan C, V, W e I.
El virus de la parotiditis tiene una sola variante serológica. Posee
epítopes compartidos con otros miembros de la familia Paramyxoviridae,
lo que confiere reacciones serológicas cruzadas con los virus parainfluenza
1 y 3. Se pueden diferenciar cepas del virus que difieren en el efecto
citopático que produzcan y en la neurovirulencia, sin que exista una
correlación entre las dos características.
Tabla 10.8. Propiedades generales de las proteínas del virus
Proteína
Peso (kda)
Función
Nucleoproteína
56-61
Protege el material genético de proteasas celulares
Fosfoproteína
44-47
Polimerasa viral, papel en la síntesis de ARN
Proteína de matriz
39-42
Forma una estructura por debajo de la membrana. Ensamblaje
Proteína de fusión F1
48-59
Fusión del virión con la membrana celular
Proteína de fusión F2
10-15
Fusión del virión con la membrana celular
Proteína SH
6.7
Proteína hidrofóbica de función desconocida
Hemaglutinina Neuraminidasa
65-74
Se une a receptores celulares de ácido siálico. Útil en diagnóstico
Proteína larga
256
Polimerasa
NS1
28
Presente en células infectadas
NS2
19
Presente en células infectadas
Figura 10.17. Estructura genómica del virus parainfluenza
El orden de los genes empezando por su extremidad 3” es: N-P-M-F-SH-HN-L.
Replicación y patogénesis
El ciclo replicativo viral no se diferencia del ya descrito para otros virus de
la familia Paramyxoviridae. La unión viral se realiza por unión de la
proteína HN a receptores específicos, el virus penetra a la célula por
mecanismos de fusión de membranas; este paso permite que la
nucleocápside sea liberada en el citoplasma, desde donde se inicia el
proceso de replicación. Los procesos de replicación, transcripción,
traducción y ensamblaje de las partículas virales se llevan a cabo en el
citoplasma; el ensamblaje se efectúa en la membrana viral, luego de lo
cual se liberan las partículas por brote.
La parotiditis es una enfermedad altamente contagiosa y por lo
general benigna, por lo tanto no se dispone de abundantes observaciones
anatomopatológicas, los pocos casos estudiados están asociados a
encefalitis mortales. El virus inicia su replicación en la mucosa del tracto
respiratorio alto y orofaringe desde donde se transporta a ganglios
linfáticos regionales. De los linfáticos regionales el virus se disemina por
vía hemática (primera viremia) hasta la glándula parótida, páncreas,
gónadas y sistema nervioso central; estos órganos constituyen los sitios
diana de la patología viral (figura 10.18). El virus no puede aislarse de
sangre por cuanto la viremia ocurre hacia el final del periodo de
incubación y termina con la rápida aparición de anticuerpos específicos.
La diseminación del virus a órganos distantes en presencia de anticuerpos
específicos puede estar relacionada con la infección de linfocitos activados
circulantes. Desde estos órganos se pueden producir viremias secundarias
que llevan el virus hasta el riñón en donde es eliminado por la orina
(viruria). Excepcionalmente puede afectar otros órganos como la tiroides,
corazón, hígado, articulaciones y los ojos.
Figura 10.18. Patogénesis del virus de la parotiditis
Respuesta inmune
El papel preciso de la respuesta innata, celular y humoral en la eliminación
del virus de la parotiditis no ha sido claramente establecido. La respuesta
de tipo IgM específica se inicia a los 10-12 días después del contagio y
usualmente no se detecta después de seis meses. La respuesta de tipo IgG
se determina por métodos de EIA después de 10 días de infección,
mientras que las pruebas de fijación de complemento sólo son positivas
dos semanas después de iniciado el cuadro clínico. La respuesta IgA
específica se observa luego del quinto día de la enfermedad. Los
anticuerpos IgG específicos alcanzan su título máximo al mes de iniciada
la infección y pueden persistir de por vida. La respuesta celular
específicase detecta en linfocitos de sangre periférica, los cuales dan
reacciones de linfoproliferación al exponerlos al antígeno viral o pueden
desencadenar reacciones de citotoxicidad al enfrentarse a células autólogas
infectadas con el virus. La respuesta celular en el sistema nervioso central
es importante en casos fatales de encefalitis. Como en otros casos de
encefalitis virales, se observa presencia de IgG específica en el líquido
cefalorraquídeo (LCR) de pacientes infectados, a partir de los seis días del
inicio del cuadro meningoencefalítico y tiene un pico máximo 15 días
después. Sin embargo, la respuesta IgG no tiene un valor pronóstico con
respecto a la evolución del cuadro clínico. La relación alta de anticuerpos
en LCR en relación con el suero tomados el mismo día, es un criterio
diagnóstico para definir infección de SNC por este agente.
Entre los problemas no resueltos figura el hecho de si el virus
vacunal deja una respuesta inmune protectora de por vida o si esta se
pierde con el tiempo. Algunos brotes epidémicos se registran entre quienes
han recibido una sola dosis vacunal e inclusive una doble vacunación, si
bien algunos casos se pueden atribuir a fallas de inmunización, es probable
que la pérdida de respuesta protectora con el tiempo sea una causa
importante.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación varía de dos a tres semanas con un promedio de
18 días. El virus se elimina por saliva y puede transmitirse por contacto
directo con aerosoles o gotas gruesas expedidas del tracto respiratorio
alto. Los datos concernientes al periodo de eliminación del virus por
secreciones respiratorias y saliva son variables y van de los tres a siete días
antes de la aparición de sintomatología, hasta los cinco o nueve días
después del inicio de la enfermedad (figura 10.19). El virus también está
presente en saliva de personas con infecciones inaparentes. El virus es
menos contagioso que los virus del sarampión y varicela zoster,
aproximadamente un tercio de los pacientes susceptibles expuestos
desarrollan el cuadro clínico, mientras que en sarampión se infecta un 7590% y en varicela un 61% de los susceptibles expuestos.
La entidad puede tener curso subclínico hasta en una tercera parte de
los pacientes infectados, como puede observarse por estudios serológicos
en adultos que no evidencian historia clínica compatible. El cuadro puede
simular una infección del tracto respiratorio alto en un 50% de los casos.
La infección se inicia con un pródromos caracterizado por fiebre baja
(menor a 40º C), malestar, mialgia, cefalea y anorexia. La inflamación de
la glándula parótida se observa entre un 50-95% de aquellos que
desarrollan manifestaciones clínicas. Después de cinco días de iniciado el
proceso en la glándula parótida se observa compromiso contralateral.
Figura 10.19. Curso de la infección y producción de anticuerpos en caso de infección por virus
de la parotiditis
Las manifestaciones clínicas pueden variar en una población por
efecto de la protección parcial conferida por la inmunización (tabla 10.9).
Las complicaciones son más frecuentes (6%) en los pacientes no
vacunados que en pacientes vacunados (1%).
El compromiso de la glándula parótida se inicia con dolor pre
auricular o referido al conducto auditivo, y pocos días después se
compromete el área de toda la glándula parótida. En la cavidad oral se
observa congestión y edema en la desembocadura del conducto de Stenon,
a la presión en la región glandular hay salida de líquido transparente. Los
pacientes se quejan de dolor al masticar o con la ingesta de cítricos. La
inflamación de la glándula parótida permanece una semana y se evidencia
por elevación del lóbulo de la oreja; el compromiso puede eventualmente
extenderse a otras glándulas salivares en un 10% de los casos.
Las manifestaciones en el sistema nervioso central incluyen la
meningitis aséptica y las encefalitis. Ocurren entre un 10-30% de casos,
por lo que deben incluirse como manifestaciones del curso de la
enfermedad y no como complicaciones de la misma. Para otros autores la
frecuencia de meningitis aséptica es de 1:400 casos. Las manifestaciones
más frecuentes en caso de compromiso del sistema nervioso son fiebre,
vómito, cefalea, rigidez de nuca, letargia y convulsiones. En un 50% de
pacientes con manifestaciones neurológicas puede estar ausente la
inflamación de la glándula parótida.
Las formas meníngeas son entidades benignas que no presentan
riesgo de mortalidad ni se acompañan de secuelas. Las encefalitis se
presentan en uno de cada 6.000 infectados. El inicio de convulsiones,
movimientos anormales, signos de localización y las alteraciones de la
conciencia en pacientes con parotiditis hacen sospechar el inicio de un
cuadro encefálico. Las encefalitis tienen mortalidades cercanas al 1,5% y
las secuelas permanentes son inusuales.
Una manifestación de compromiso neurológico es la sordera
neurosensorial o pérdida de la audición que se manifiesta en uno de cada
15.000 pacientes. En algunos casos se puede presentar síndrome de
Menière como complicación tardía. La incidencia de orquitis en pacientes
púberes es del 5-37% de casos y en un 16-65% de los afectados puede ser
bilateral. El testículo comprometido puede aumentar 4-5 veces de tamaño,
es doloroso y se acompaña de fiebre, náusea y vómito. Después de la
afección se observa atrofia testicular, rara vez se asocia con infertilidad en
caso de atrofia bilateral. Un 5% de las mujeres pos púberes puede
presentar ooforitis, manifestándose como dolor pélvico que en algunos
sucesos puede confundirse con abdomen agudo, anexitis o cuadros
apendiculares.
Tabla 10.9. Manifestaciones clínicas de parotiditis en población general y en un brote
epidémico en la provincia de León (España)
Síntomas
Porcentaje de pacientes
Epidemia de León
Fiebre
90
58
Malestar general
SD
57
Vómito
90
SD
Cefalea
70
39
Parotiditis unilateral
50
100 &
Parotiditis bilateral
50
SD
Exantema maculopapular
20
1
Convulsiones tónico clónicas
10
SD
Dolor abdominal
15
SD
Meningitis
SD
1
Orquitis
SD
7
Datos de la epidemia de León tomados de Euro Surveill. 1998; 3: 14-8. & Porcentaje 100% por
definición de caso. SD: sin dato.
Los casos de pancreatitis se observan en un 5% de los pacientes,
seguidsos de náusea, vómito y dolor epigástrico. En el laboratorio de
química sanguínea se acompaña de aumento de amilasa sérica que también
puede deberse al compromiso de las glándulas salivares, se diferencia por
la presencias de las isoenzimas pancreáticas o la presencia de lipasa. En
forma poco frecuente el cuadro clínico puede presentar mastitis, tiroiditis,
prostatitis o pericarditis. La infección en la mujer embarazada durante el
primer trimestre del embarazo puede relacionarse con abortos espontáneos
y bajo peso de la criatura al nacer; si la infección ocurre durante el
segundo o tercer trimestre no hay ningún tipo de complicaciones.
Diagnóstico
En la mayoría de estudios de brotes epidémicos la definición de caso se
hace desde el punto de vista clínico. Se define caso clínico como toda
entidad de comienzo agudo caracterizada por la inflamación uni o bilateral
de la glándula parótida u otra glándula salivar que dure por dos o más días,
sin otra causa aparente de enfermedad. Esta definición tiene limitaciones
por cuanto la parotiditis puede ser causada por otros agentes virales como
virus Coxsackie A, echovirus, virus parainfluenza 1 y 3, virus influenza A,
virus de la coriomeningitis linfocitaria. El diagnóstico de certeza sólo se
obtiene mediante pruebas diagnósticas de confirmación (tabla 10.10).
El aislamiento viral no se hace de rutina y todavía en países
desarrollados se limita a algunos laboratorios de referencia. Es muy útil en
casos atípicos de infección del sistema nervioso, orquitis o pancreatitis sin
parotiditis. El virus se puede aislar de saliva y orina dos días antes del
inicio del cuadro clínico hasta los cinco o siete días después de iniciada la
sintomatología. Los resultados del cultivo se confirman mediante
inmunofluorescencia indirecta.
Tabla 10.10. Pruebas diagnósticas en caso de infección por virus de la parotiditis
Método
Técnicas
Comentario
Aislamiento viral
Cultivo celular
No es fácilmente disponible. Sensibilidad 83%
Líneas celulares primarias de monos Rhesus
Líneas celulares embrionarias de riñón humano
Hisopado de garganta, orina, LCR
Detección de antígenos
Inmunofluorescencia indirecta
Confirmar cultivos positivos
Identificación rápida en ANF
Detección del genoma
RT-PCR o real time PCR.
Permiten un diagnóstico más rápido y seguro
Tipificación molecular (determinar genotipos)
Elisa, EIA
Serología*
Fijación de complemento
Inhibición de la hemaglutinación
Detección de IgM específica
Desnivelación de títulos de IgG
No sirve como prueba de tamizaje
Sueros pareados
En el momento no existe ninguna prueba serológica aprobada por la
FDA (Food and Drugs Administration). Las pruebas de EIA tienen una
gran disparidad para detectar anticuerpos específicos. En una comparación
de pruebas serológicas diagnósticas realizada entre cinco laboratorios
escoceses, se observó una correlación entre pruebas bastante baja, con una
sensibilidad que varía entre el 24-51% y una especificidad del 73-82%.
Los resultados con mayor concordancia para IgM se consiguen en
muestras tomadas diez días después de iniciado el cuadro clínico. La
vacunación previa con la vacuna triple viral puede interferir con la
prontitud de la respuesta IgM, por lo tanto, un resultado inicial IgM
positivo soporta la sospecha etiológica, pero un resultado negativo tomado
en fase temprana de la enfermedad amerita un control serológico a las dos
semanas. La determinación de la respuesta IgG se puede establecer por
pruebas de fijación de complemento o Elisa, en sueros pareados puede
observarse un aumento al cuádruple de los títulos de anticuerpos entre los
sueros de la fase aguda y de convalecencia de la enfermedad.
El diagnóstico molecular se basa en la detección de genomas virales
en especímenes clínicos provenientes de cavidad oral (saliva, hisopado de
conducto parotídeo, faringe, nariz/faringe, etc.), líquido cefalorraquídeo y
orina. También es útil la detección genómica en cultivos celulares
inoculados con especímenes clínicos. Por las características del genoma, la
amplificación genómica va precedida de una etapa de retro transcripción
que convierte el ARN viral en una cadena sencilla de ADN. Se han
empleado diferentes regiones genómicas blanco como la región que
codifica para la proteína F o SH. La sensibilidad de pruebas PCR anidadas
es del 89%, la de las pruebas basadas en PCR en tiempo real del 98%; la
especificidad en ambos casos es del 100% comparadas con el aislamiento
viral. Las muestras de orina son las que ofrecen resultados menos
satisfactorios en diagnóstico molecular (sensibilidad del 30% en pruebas
de PCR en tiempo real).
Prevención y control
Las medidas de aislamiento del paciente tienen un beneficio limitado por
cuanto el virus ya se ha excretado al entorno días antes del inicio de la
sintomatología. Esta medida permite controlar el brote epidémico después
de detectado el caso clínico, es necesario recordar que la tasa de
transmisibilidad es tan solo del 30%. Inicialmente se produjo como vacuna
un producto de virus inactivados que demostró no tener una respuesta
inmune prolongada. En 1960 se produjo en la antigua Unión Soviética y en
Estados Unidos una vacuna de virus vivos atenuados que es el tipo de
vacuna empleada en la actualidad para prevenir la parotiditis. La vacuna es
producida en fibroblastos embrionarios de pollo o en huevos embrionados.
La vacuna se comercializa como vacuna trivalente junto con el virus de la
rubéola y el sarampión. Las cepas empleadas en la producción de vacunas
anti parotiditis son: Jeryl Lynn, Leningrado-Zagreb, Urabe y Rubini (tabla
10.11). La tasa de seroconversión con la vacuna Jeryl Lynn es de 97% en
niños y 93% en adultos. Los anticuerpos generados persisten por diez
años. Para garantizar una mejor protección se aconseja dos dosis de vacuna
triple viral aplicadas por vía subcutánea entre los 12-15 meses de edad y
hacia los 4-5 años. La cepa Urabe tiene la más alta inmunogenicidad,
aunque presenta la mayor frecuencia de meningitis asépticas pos vacunales
(en vacunación primaria varía de 1:11.000 a 1:121.000 dosis aplicadas), lo
cual es mucho menor que la meningitis asociada a la infección natural.
La cepa Rubini que ha sido propagada en líneas celulares diploides
humanas, huevos embrionados y células MRC-5, ha mostrado una baja
eficacia con respecto a las cepas Urabe y Jeryl Lynn; en algunos brotes
epidémicos en países europeos se observó que muchos de los infectados
habían recibido vacuna con esta cepa viral. La eficacia de la cepa Rubini
se calcula en 29% en comparación al 71% de la cepa Jeryl Lynn, por lo
tanto se considera que la cepa Rubini no es adecuada para controlar o
eliminar la parotiditis. El porcentaje de seroconversiones y la eficacia de la
cepa Urabe es superior a la de la cepa Jeryl Lynn.
Tratamiento
El tratamiento de la parotiditis pretende brindar mejoría sintomática al
paciente mediante la administración de analgésicos, antipiréticos,
administración de líquidos y sugerencia de reposo. La inflamación del
testículo presenta cierta mejoría mediante el reposo en cama, analgésicos
narcóticos, la administración de paquetes de hielo y soporte para el
escroto. En 21 casos (14 tratados y siete controles) se administró interferón
α2B (dosis de tres millones UI/día/7días), con una duración menor de la
inflamación (2-3 días frente a 5-6 días), pero sin diferencias estadísticas en
cuanto a número o morfología de los espermatozoides entre el grupo
tratado y de control. Aún no se cuenta con estudios clínicos con una mayor
casuística que muestren el beneficio de este tipo de terapia. En caso de
meningitis y meningoencefalitis con alteraciones del estado de conciencia,
cambios neurocomportamentales y/o signos de focalización, se aconseja la
hospitalización, la terapia de soporte consiste en la administración de
anticonvulsivantes, de antieméticos y la adecuada hidratación por vía
parenteral del paciente.
Tabla 10.11. Cepas vacunales con distribución mundial
Cepa vacunal
Casa comercial
Jeryl Lynn
Merck
RIT 4385
Glaxo Smith Kline
Urabe
Sanofi Pasteur, Biken
Leningrado-Zagreb
Instituto de Inmunología de Zagreb
Síndromes clínicos
Las infecciones virales del sistema nervioso pueden presentarse bajo la
forma de cuadros de meningitis o de encefalitis. Las formas meníngeas se
acompañan de signos de afección de las membranas meníngeas, rigidez de
la nuca, signos de Kernig y Brudzinski. En la encefalitis se encuentran
cambios del comportamiento (confusión, estupor o coma), signos de
localización y convulsiones. Los cuadros pueden ser mixtos y por ello
frecuentemente se habla de meningoencefalitis.
Meningitis aséptica
La meningitis aséptica es el término usado para referirse a las infecciones
benignas autolimitadas que causan infección de las leptomeninges. Se
define meningitis como la inflamación de las membranas meníngeas que
cubren el cerebro y la médula espinal, y es detectada por un aumento de
células en el LCR.
La meningitis aséptica tiene un comportamiento endémico o
epidémico, los agentes virales más comunes son los enterovirus, arbovirus
y el virus de la parotiditis, aunque pueden ser múltiples los agentes
implicados (tabla 10.12). La incidencia anual de meningitis aséptica en
países con la infraestructura diagnóstica como los EE.UU. se calcula en
10,9 casos por 100 mil habitantes, sin embargo, los virus son
diagnosticados utilizando métodos virológicos convencionales tan solo en
el 11% de los pacientes, mientras que los métodos moleculares permiten
identificar entre un 50-80% los agentes causales. No todos los virus son
incluidos en las pruebas diagnósticas, por lo general se seleccionan los de
mayor impacto en la salud pública regional.
Patogénesis
Los virus tienen como se señaló previamente dos vías de acceso al SNC:
hematógena y neuronal. Los virus llegan a las meninges luego de un
viremia secundaria que produce títulos de virus circulantes altos. Los
arbovirus y enterovirus tienen un comportamiento estacional que se
relaciona respectivamente con la alta frecuencia de vectores o una mayor
exposición a alimentos o aguas contaminados. La edad del paciente y sus
aspectos fisiológicos son importantes en el comportamiento del agente
causal, los enterovirus causan infecciones fuertes de encéfalo y meninges
en menores de dos años, un porcentaje cercano al 10% mueren y un 76%
presentan secuelas permanentes. Los EV causan infecciones menos graves
en niños mayores de dos años.
Tabla 10.12. Agentes etiológicos de la meningitis aséptica
Familia viral
Género
Especie
Serotipos
Picornaviridae
Parechovirus
Enterovirus
Echovirus
Coxsackievirus A (CV-A)
Coxsackievirus B (CV-B)
Polio
Todos excepto: 12, 24, 26, 29, 3234
2, 4, 7, 9, 10
1-6
1, 2, 3
Rhabdoviridae
Lyssavirus
Virus de la rabia
Único
Flaviviridae
Flavivirus
EEE, EEO, ESL, WNV
Togaviridae
Alphavirus
Rubivirus
Alphavirus
Rubivirus
EEV Rubéola
Paramyxoviridae Rubulavirus
Morbillivirus
Virus de la parotiditis (MuV)
Virus del sarampión (MeV)
Único
Único
Herpesviridae
Simplexvirus
Varicellovirus
Citomegalovirus
Lymphocriptovirus
Virus herpes humano (HSV y HHV)
Virus varicela-zoster (VZV)
Citomegalovirus (CMV o HHV-5)
Virus de Epstein Barr (EBV o HHV-4)
1, 2, 6
Único
Único
Único
Retroviridae
Lentivirus
Deltaretrovirus
HIV HTLV
1
1
Adenoviridae
Adenovirus
Adenovirus
3, 5, 6, 7, 7A, 12
Arenaviridae
Arenavirus
Virus de la coriomeningitis linfocitaria
(LCMV)
Único
Los virus que ingresan por tejidos epiteliales requieren de una
replicación inicial en la puerta de entrada que lleva el virus a ganglios
linfáticos regionales, el virus arriba a órganos intermediarios de
replicación como el hígado, bazo y endotelios desde donde produce nuevas
viremias que llevan el virus al SNC. En pocas ocasiones el virus llega al
SNC luego de la primera viremia, como es el caso de las formas
diseminadas de infección por HSV neonatal. Para su arribo al SNC, el
virus debe franquear toda una serie de barreras locales (físicas y
mecánicas) en piel, mucosas, sistema reticuloendotelial, respuesta inmune
local, barreras hematoencefálica, las cuales limitan la carga viral que llega
finalmente al SNC. La integridad de la respuesta inmune es primordial en
el curso de la infección; entonces los pacientes con agamaglobulinemia
pueden presentar infecciones graves por EV y los que tengan defectos en
la inmunidad celular pueden manifestar infecciones fuertes por CMV,
VZV, HSV y sarampión.
Sintomatología
Las manifestaciones clínicas de meningitis son muy variadas, dependiendo
entre otros factores, de la edad del paciente o las condiciones asociadas al
huésped (alcoholismo, enfermedad crónica, inmunodepresión), la
localización preferencial del agente infeccioso, la virulencia del germen
(velocidad de replicación, producción de toxinas, proteínas de membrana
externa, proteasas de IgA). Los síntomas pueden ser escasos en los
neonatos o en pacientes debilitados, manifestándose por cualquier cambio
en el estado de alerta (letargia o somnolencia), fiebre o hipotermia, pérdida
del apetito, convulsiones, apneas y dificultad respiratoria.
La meningitis aguda está acompañada por la aparición de signos
meníngeos en el curso de unos días. El diagnóstico es mucho más evidente
si existen manifestaciones como fiebre (38-40º C), cefaleas fuertes, náusea
y vómitos en proyectil (50% de casos), afección neurológica o siquiátrica
reciente, rigidez de la nuca, manifestaciones encefalíticas, coma y delirio
agudo. El síntoma predominante es la cefalea, seguida en el curso de unos
días por confusión y coma. El examen revela pocos signos de focalización
en la fase inicial de la enfermedad y son comunes los signos de irritación
meníngea (signos de Kernig y Brudzinski).
La meningitis aguda debe diferenciarse de la meningitis crónica y de
la encefalitis; en la meningitis, los síntomas y las alteraciones del LCR
permanecen alterados por cuatro o más semanas, en los casos de encefalitis
predominan las manifestaciones mentales como la confusión, el estupor y
cambios en el comportamiento, mientras que los signos meníngeos son
escasos. Los síntomas son más difíciles de precisar en los neonatos y
lactantes puesto que las únicas manifestaciones son de fiebre, llanto
incoercible, irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño y rechazo a la
alimentación materna. Los enterovirus (EV) son causa de infección grave
en menores de dos meses, en estos pacientes se observa infección
sistémica con una mortalidad del 10% y con secuelas permanentes en el
76% de casos. La enfermedad es seria, pero rara vez es fatal en personas
inmunocompetentes y después de un curso de siete a diez días la persona
se recupera completamente.
Etiología
La meningitis aséptica o viral es la más frecuente de la formas de
meningitis y es causada por varios tipos de agentes virales. En nuestro
medio, el diagnóstico etiológico de certeza no es posible en la mayoría de
casos, debido a las limitaciones del laboratorio clínico para llevar a cabo
las pruebas específicas apropiadas. La meningitis aséptica de origen viral
es causada por una serie de agentes de los cuales el que presenta
manifestaciones más graves es el virus herpes simplex. Los virus son
responsables de meningitis con presencia de líquido cefalorraquídeo claro.
Los agentes virales más frecuentemente asociados (el 90% de los casos)
con esta entidad clínica son los enterovirus, pertenecientes a los grupos
Echovirus, virus Coxsackie del grupo A, virus Coxsackie del grupo B,
virus herpes y parotiditis. Menos de 1:1.000 pacientes infectados por estos
agentes desarrollan meningitis. Otros agentes de menor frecuencia
relacionados son el virus de la meningitis coriolinfocitaria, el herpes
simplex tipo 1 y 2, el virus varicela-zoster, adenovirus, citomegalovirus,
rubéola, virus polio y virus parainfluenza. Antes de las campañas de
vacunación masiva contra polio, los tres serotipos se encontraban
involucrados en casos de meningitis (con más frecuencia el tipo 1). Como
se observa en la tabla 10.13, otros agentes etiológicos son virus del grupo
entérico (Coxsackie y Echovirus) y togavirus (encefalitis equina
venezolana).
Dependiendo de la sospecha etiológica ofrecida por los factores de
riesgo mencionados, se debe dirigir el estudio virológico de la muestra de
LCR, el tipo de células empleadas para su aislamiento, las técnicas rápidas
para su identificación precoz, el tiempo que deben mantenerse los cultivos,
para permitir la detección y la interpretación de los resultados. Por lo
general, dado la baja eficacia del aislamiento viral, las pruebas moleculares
desplazaron los métodos diagnósticos tradicionales.
Transmisión
Los virus causantes de meningitis se adquieren por contacto con
secreciones respiratorias (saliva, esputo o moco nasal) o materia fecal de
un paciente infectado. El individuo es infectante tres días antes de
presentar síntomas hasta diez días después de iniciado el cuadro clínico. El
periodo de incubación varía entre tres y siete días.
Diagnóstico viral
El diagnóstico viral específico dependerá del aislamiento del virus o
la identificación de secuencias genómicas del virus en LCR o en el tejido.
La sensibilidad del cultivo es variable y puede ser del 65-70% en caso de
enterovirus y del 30-50% para infecciones por virus de la parotiditis. El
cultivo de virus Coxsackie A requiere de inoculaciones en ratones
lactantes. El bajo éxito en el aislamiento se relaciona con los títulos bajos
de viriones presentes en el LCR (10TCID50/ml). Es necesario tener en
cuenta que muchos enterovirus pueden aislarse de materia fecal, sin que
por ello pueda inferirse un papel etiológico en la patología del SNC.
Las pruebas inmunoenzimáticas de detección de antígenos virales no
han demostrado ser útiles, por cuanto es necesario realizar una prueba para
cada virus sospechado (tabla 10.2), además el virus se elimina en bajas
concentraciones en los fluidos corporales. Estas condiciones hacen que las
pruebas sean de baja sensibilidad e inoperantes.
Tabla 10.13. Agentes etiológicos de la encefalitis viral
Familia
Género
Especies o serotipos involucrados
Herpesviridae
Simplexvirus
HSV-1 y HSV-2
Picornaviridae
Parechovirus
Enterovirus
Echovirus 4, 6, 9, 11, 30
Coxsackievirus B 1, 2, 3, 4, 5
Coxsackievirus A 9
Flaviviridae
Flavivirus
Virus del Nilo Occidental, virus de la encefalitis de San Louis, virus de la encefalitis
japonesa, virus de la encefalitis de California, virus de la encefalitis del Valle
Murray
Togaviridae
Alfavirus
VEEV, EEEV, WEEV
Bunyaviridae
Orthobunyavirus La Crosse, Jamestown Canyon, Snowshoe hare
Reoviridae
Orbivirus
Colorado tick fever
Paramyxoviridae Morbillivirus
Rubulavirus
Sarampión
Parotiditis
Arenaviridae
Coriomeningitis linfocitaria
Arenavirus
HSV: virus herpes simple. VEEV: virus de la encefalitis equina venezolana. EEEV: virus de la
encefalitis equina del este.
WEEV: virus de la encefalitis equina del oeste.
Para confirmar la etiología viral son importantes las pruebas
serológicas pareadas para el virus aislado. En algunas patologías
(panencefalitis esclerosante subaguda [PEES], rubéola) se hacen estudios
comparativos de anticuerpos en sangre y en LCR, títulos de anticuerpos
superiores en LCR son sugestivos síntesis de anticuerpos intratecal y por
tanto de infección. En infección por enterovirus, el uso de pruebas
serológicas específicas para determinar IgM es de baja especificidad por el
alto número de serotipos de enterovirus. Para el caso del virus de la
parotiditis, las pruebas serológicas –como la fijación del complemento,
inhibición de la hemaglutinación o Elisa– son útiles para confirmar la
etiología.
Se han utilizado sondas genómicas, las cuales han dado una
sensibilidad baja en LCR (33%) por los niveles escasos de partículas
presentes. En caso de enterovirus, se obtienen mejores resultados si se
emplean pruebas de amplificación genómica en muestras de materia fecal,
pero el papel concluyente de la misma es bajo por no ser necesariamente la
causa de la patología del SNC. Los resultados son mejores en muestras de
LCR obtenidas en el curso de los días tres a 14 del inicio del cuadro
infeccioso, los especímenes muy precoces o tardíos no dan mejores
resultados.
Los casos de meningitis por el virus de la coriomeningitis
linfocitaria son bastantes raros y son asintomáticos o similares a un cuadro
de influenza. Los virus son cultivables en LCR o sangre y también es
posible efectuar pruebas serológicas en sueros pareados.
En caso de meningitis por virus herpes, el virus puede cultivarse de
LCR o sangre completa, pero la sensibilidad es baja. La amplificación
genómica (PCR) es una prueba promisoria de mejor sensibilidad en estos
casos. Los casos de infecciones por VIH son de difícil diagnóstico por
cuanto el virus se puede aislar, o se pueden amplificar sus genomas en los
pacientes infectados con o sin lesiones del SNC. Aún más, durante el curso
de la infección por VIH se observan aumentos en la celularidad y las
proteínas del LCR, sin lesiones neurológicas o meníngeas aparentes. Las
meningitis causadas por arbovirus presentan cambios en LCR similares a
los presentados en caso de enterovirus; los virus pueden aislarse del
plasma sanguíneo.
Las PCR múltiples que agrupen varios agentes etiológicos en un solo
ensayo dan resultados también cercanos al 30%, los resultados negativos
se deben posiblemente a agentes virales desconocidos o no incluidos en las
pruebas, a resultados falsos positivos de las pruebas por tener cargas
virales por debajo del límite de detección o a condiciones patológicas no
infecciosas que semejan cuadros de infección de SNC. En estudios clínicos
también se ha observado que no siempre los resultados de una PVR
coinciden con los resultados citoquímicos del LCR, en algunos casos no
hay evidencia, la celularidad o la proteinorraquia pueden no ser sugestivas
de infección viral.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico antiviral para los casos de meningitis
por arbovirus, parotiditis o coriomeningitis linfocitaria. Para los casos de
infecciones por enterovirus se ha usado, en experiencias animales, el
disoxaril, un compuesto que inhibe la replicación viral al unirse al bolsillo
hidrofóbico de la proteína VP1, bloqueando el denudamiento viral. En
ratones ha demostrado que disminuye las secuelas de tipo paralítico luego
de la infección por echovirus 9. Este compuesto no se ha utilizado aún en
ensayos clínicos en humanos.
Las meningitis por herpes simplex tipo 2 primaria o recurrente son
benignas y no dejan secuelas neurológicas, el manejo óptimo no está
definido. En caso de infección por VIH, las terapias triconjugadas
permiten algún beneficio en pacientes con recuentos de linfocitos CD4
menor de 500 células/ml. Las medidas generales consisten en estrategias
de soporte como son el reposo, la hidratación adecuada, los antipiréticos y
analgésicos para disminuir la fiebre y la cefalea presentes.
Prevención
Puesto que la mayoría de personas infectadas no presentan sintomatología,
es muy difícil prevenir la diseminación viral. El método más eficaz es el
lavado de manos después del contacto con el paciente y la limpieza de
objetos y superficies con hipoclorito de sodio para inactivar los virus.
Encefalitis viral
La encefalitis es una inflamación del parénquima cerebral y esta
usualmente acompañado de una triada característica que incluye fiebre,
cefalea y alteraciones del estado de conciencia (depresión o excitación).
Las manifestaciones de depresión del sistema nervioso pueden ir desde la
somnolencia hasta el coma y la excitación desde la hiperactividad hasta el
síndrome convulsivo. También son frecuentes las alteraciones cognitivas y
daños localizados relacionados con las áreas cerebrales comprometidas. Es
un síndrome clínico en el que además se presenta parálisis, convulsiones y
evidencia de un proceso inflamatorio que afecta el parénquima cerebral.
Para algunos agentes la encefalitis puede ser tan solo una
complicación poco frecuente de la infección sistémica (sarampión,
rubéola, parotiditis), para otros, constituye el cuadro clínico fundamental
del patógeno (encefalitis japonesa). Algunos agentes virales son ubicuos,
constituyen una causa frecuente de encefalitis pero esta manifestación es
poco habitual en el curso normal de las infecciones (tabla 10.13).
Finalmente hay virus como la rabia donde la encefalitis es la manifestación
predominante de la infección.
En general los agentes causales más frecuentes en esta entidad
clínica son los virus herpes y los arbovirus. La mayoría de las encefalitis
son causadas por virus de la familia Herpesviridae (HSV1, HSV2, CMV y
EBV), las infecciones por arbovirus (encefalitis equina venezolana,
encefalitis equina del este, encefalitis equina del oeste, encefalitis de San
Luis) tienen distribuciones geográficas determinadas, mientras que otros
agentes como enterovirus tipo Coxsackievirus, echovirus y poliovirus, la
parotiditis, rabia, VIH y virus lentos como el de la rubéola y el sarampión
tienen una distribución global. Las encefalitis espongiformes (Kuru y
enfermedad de Creutzfeldt-Jacob) son causadas por agentes no
convencionales (priones).
La enfermedad puede presentarse tres a 14 días después de
enfermedades exantemáticas (sarampión, varicela o rubéola) o después de
enfermedades respiratorias (influenza o parotiditis). Agentes microbianos
como el Mycoplasma pneumoniae, la Bordetella pertusis y el
Streptococcus pyogenes también han sido relacionados con cuadros de
encefalitis postinfecciosa.
Sintomatología
La encefalitis viral cursa con fiebre y cefalea. Se observan síntomas
generales como malestar, mialgias e hiporexia. Las alteraciones del
comportamiento van desde confusión, desorientación, déficit neurológico,
trastornos del comportamiento y alucinaciones hasta el coma. Los
síntomas de alteración neurológica incluyen los signos meníngeos, afasia,
convulsiones, signos focales y parálisis de pares craneanos.
La sintomatología puede estar asociada al agente causal y a las áreas
encefálicas comprometidas; así, el virus herpes simplex tiene predilección
por el área temporal y la infección puede manifestarse con cambios de
personalidad, afasia, anosmia y convulsiones localizadas por el
compromiso de lóbulos temporales. En la encefalitis rábica infecta
selectivamente las neuronas del sistema límbico, si bien se inicia con
síntomas localizados en la antigua área de mordedura, observándose
dolores disestésicos, el compromiso límbico e hipotalámico se asocia con
desorientación, cambios de personalidad y comportamiento que varía
desde la calma absoluta hasta la agresividad exacerbada. Las encefalitis
atribuidas a vacunación se relacionan con rabia, DPT, viruela, sarampión,
parotiditis, rubéola, influenza, hepatitis B y encefalitis japonesa.
Diagnóstico
En caso de encefalitis viral, las alteraciones del LCR incluyen una mayor
presión de LCR, con aumento de los niveles de proteína (> 50 mg/dl),
aumentos de la celularidad (5-500 células/ ml con predominio de
linfocitos); una glucorraquia normal en raras ocasiones reducida. En la
encefalitis equina venezolana (EEV), el virus se aísla de muestras de
sangre o hisopados faríngeos en los primeros días de la entidad. El
aislamiento viral es poco exitoso en caso de infecciones por virus herpes.
La seroconversión o la desnivelación de los títulos de anticuerpo no tiene
una gran utilidad para el manejo del paciente, su valor es más de tipo
epidemiológico y retrospectivo en caso de infecciones por arbovirus. La
serología tiene una mayor ventaja cuando se comparan los niveles de
anticuerpos en suero y en LCR; niveles de anticuerpos ≤ 20 indican una
producción de anticuerpos activa a nivel intratecal, siempre y cuando no se
haya alterado la barrera hematoencefálica. La detección de IgM específica
adquiere importancia cuando se detecta en LCR, por ejemplo, en caso de
infecciones por virus de la encefalitis japonesa es posible detectar IgM a
partir del tercer día de iniciado el cuadro clínico. Un método que se emplea
cada vez más es la amplificación genómica por PCR, su alta sensibilidad
permite resolver el problema de la baja concentración de agentes
infecciosos en el LCR. Las pruebas de amplificación genética pueden ser
negativas durante el curso de los primeros dos días. Los métodos PCR
permiten identificar virus herpes (HSV-1, HSV-2, VZV, HHV-7, CMV,
EBV), enterovirus, VIH y rabia.
Tratamiento
El agente antiviral de mayor utilidad en las encefalitis virales de origen
herpético es el aciclovir, administrado en dosis de 10 mg/kg/ c/8h en forma
parenteral por 14 días o hasta la desaparición de la sintomatología. En
estudios aleatorios el aciclovir ha sido más efectivo que la vidarabina (15
mg/kg/día) en el tratamiento de las encefalitis herpéticas. El pronóstico de
la encefalitis y la seriedad de las secuelas están en relación estrecha con la
precocidad de la instauración del tratamiento antiherpético.
Otras patologías del sistema nervioso asociadas con
agentes virales
Desde la identificación de los priones en enfermedades crónicas y
degenerativas del SNC, se ha especulado sobre el papel de los virus en
entidades como la esclerosis múltiple o en placas, la esclerosis lateral
amiotrófica, la enfermedad de Alzheimer y la esquizofrenia. La evidencia
experimental es aún incipiente.
Panencefalitis esclerosante
subaguda (PEESA)
La PEESA es una enfermedad crónica demencial causada por la infección
persistente del virus del sarampión en el sistema nervioso central,
excepcionalmente este mismo cuadro clínico puede ser causado por el
virus de la rubéola o como complicación de la mononucleosis infecciosa.
La enfermedad se presenta en niños de cinco a 15 años, con preferencia
por el sexo masculino (2,5:1); se presenta 6-8 años después de la
enfermedad aguda (preferentemente en pacientes que han presentado
sarampión antes de los dos años de vida), pero se han reportado casos
hasta 30 años después del proceso agudo. Inicialmente se reportaba
aproximadamente uno de cada 300 mil de casos, pero estudios recientes
informan de una frecuencia de uno por cada 10 mil niños infectados. La
incidencia de casos en países con control de sarampión puede ser tan baja
como 1:1 millón. La enfermedad es causada por la persistencia del virus
del sarampión en el SNC y tiene una etiología probable de tipo
autoinmune.
Como su nombre lo indica, produce un compromiso difuso de las
sustancias blanca y gris, caracterizada por zonas de desmielinización,
aumento en astrocitos, infiltrados linfocítico y plasmocitario perivascular y
pérdida neuronal en la corteza cerebral. Los oligodendrocitos presentan
inclusiones en el núcleo, conocidas como las inclusiones eosinófilas de
Cowdry tipo A. Los estudios ultraestructurales de las inclusiones muestran
la morfología de las nucleocápsides virales de la familia Paramyxoviridae.
Los análisis genómicos que comparan el ARNm del virus del
sarampión y el genoma extraído de pacientes afectados por PEESA,
muestra que hay un 10% de secuencias del ARN de PEESA que presentan
una información adicional y que por lo tanto se consideran como variantes
del virus, posiblemente defectivas, que son seleccionadas en el curso de la
infección natural. Se ha demostrado que las variantes virales presentan
deleción en la proteína M, que controlan el ensamblaje viral, aunque este
también puede alterarse por la presencia de anticuerpos que inhiben la
gemación de los viriones de las células infectadas.
Los síntomas presentes en la fase inicial de la enfermedad, son:
pérdida de las funciones intelectuales, alteraciones de la memoria,
disminución del vocabulario, apatía o irritabilidad, sialorrea, risa o temores
inmotivados. La siguiente fase va seguida de crisis de movimientos
mioclónicos y en la fase final hay un cuadro parkinsoniano con mutismo,
signos de pérdida de la función cortical, respiración irregular, coma y
muerte. El curso de la enfermedad es variable y puede ser de seis semanas
a seis años.
La PEESA se diagnostica por patrones electroencefalográficos que
muestran un patrón periódico de ondas lentas paroxísticas, seguidas de
periodos de silencio o disminución de la actividad eléctrica.
Serológicamente se observa un aumento de anticuerpos contra el virus del
sarampión en el LCR, siendo mayores que los niveles detectados en
plasma. Los estudios inmunohistoquímicos muestran presencia de
antígenos de sarampión en tejidos cerebrales tomados de pacientes con
PEESA. El LCR presenta un aumento discreto de las proteínas (60-120
mg/100 ml) con una linfocitosis discreta y presencia de bandas
oligoclonales, lo que indica que clones de células B se han diferenciado a
células plasmáticas productoras de IgG, con especificidad por el virus del
sarampión.
Esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria del SNC, con
características autoinmunes en la que juegan un papel importante los
factores ambientales, genéticos e infecciosos. Es una enfermedad crónica,
con episodios de exacerbación que contribuyen a la incapacidad del
paciente. La posibilidad de vincular la esclerosis múltiple con un solo
agente infeccioso, aplicando los postulados de Koch, ha sido infructuoso.
El papel de los virus en la etiología de la esclerosis múltiple aún se debate,
aunque se tiene claro que un conjunto de agentes infecciosos afectan el
desarrollo y el curso de la enfermedad.
La esclerosis múltiple se presenta en especial en adultos jóvenes
(entre 20 y 40 años) y se caracteriza por ser una entidad que destruye las
vainas de mielina que recubren las fibras nerviosas. Las vainas de mielina
se forman por las membranas de los oligodendrocitos que recubren las
terminaciones axonales. La mielina tiene una función trófica sobre los
nervios, los procesos de desmielinización disminuyen la velocidad del
impulso nervioso y finalmente a la muerte neuronal. La esclerosis múltiple
se considera una enfermedad en la que juega un papel importante la
respuesta Th1. La respuesta inflamatoria Th1 se caracteriza por la
producción de citoquinas que median la inmunidad celular como son la IL2, el TNF-α y el IFN-γ. Las proteínas que han sido involucradas con mayor
frecuencia incluyen la proteína básica de la mielina (MBP); otras proteínas
participantes incluyen la proteína proteolípida (PLP), la glicoproteína de
mielina del oligodendrocito (MOG) y la glicoproteína asociada a la
mielina (MAG). En condiciones normales existe una tolerancia inmune a
estas proteínas secuestradas en el tejido nervioso, las personas susceptibles
tendrían una respuesta mayor de células T a estímulos como la IL-2. En
algunos casos también se ha observado anticuerpos específicos contra las
proteínas de la mielina, con patrones de aparición diversos en el curso de
la enfermedad, estos anticuerpos pueden ser detectados en suero o LCR, en
general aparecen inicialmente anticuerpos anti MOG y posteriormente
anticuerpos anti MBP.
Se trata de una enfermedad en la que existe susceptibilidad genética,
la presencia de las proteínas MHC-II DR2 y DQw1 en el cromosoma 6
están asociadas con una mayor susceptibilidad, no con la gravedad o curso
de la enfermedad; los factores genéticos predisponen pero por sí solos no
explican estos trastornos.
Los agentes virales son los factores ambientales capaces de
“detonar” o “desencadenar” la enfermedad. Desde 1989 se evidenció un
retrovirus, inicialmente denominado virus asociado a la esclerosis múltiple
(MSRV) y hoy considerado miembro de la familia de retrovirus endógenos
HER-W, como asociado con un número importante de casos, sin embargo,
se necesitan más estudios para conocer su papel replicativo activo en esta
entidad.
Se describen al menos cinco tipos inmunopatológicos, basados en: 1)
la pérdida o no de los oligodendrocitos; 2) los productos de degradación de
la mielina; 3) los marcadores de activación de los macrófagos. Los
patrones patológicos son diversos entre los pacientes, pero homogéneos en
cada paciente, por lo que surge una nueva teoría de que la esclerosis
múltiple sea un síndrome en el que nuevos mecanismos patogénicos
pueden emerger.
Los síntomas presentes se asocian a una interrupción o distorsión del
impulso nervioso. Existen sitios preferenciales para la formación de
placas, por ello las manifestaciones comunes son la neuritis óptica
(defectos en la agudeza visual), parestesias, debilidad de extremidades
inferiores y espasticidad. Otros hallazgos incluyen letargo, pérdida del
equilibrio, fatiga, temblor y parálisis.
Los mecanismos involucrados en esta entidad se deben a efectos
virales ligados a efectos citopáticos en los oligodendrocitos y a la
destrucción de la mielina por efecto de proteínas virales. Por efecto de la
respuesta inmune, se observa también destrucción de oligodendrocitos
infectados, sensibilización a antígenos de la mielina, inducción de
antígenos de tipo MHC y reacciones autoinmunes por mimetismo
molecular entre la partícula viral y la mielina. La mielina puede
sensibilizar a los individuos infectados por varios mecanismos como son:
liberación de componentes de la mielina, incorporación de elementos de la
mielina en la envoltura viral o formación de nuevas estructuras
inmunogénicas. En el LCR se puede observar, en un 90% de los casos, un
aumento de la IgG de tipo oligoclonal.
Los agentes virales implicados son variados en cuanto estructura y
composición genómica e incluyen: sarampión, rubéola, parotiditis, rabia,
influenza A, parainfluenza tipo 1, RSV, flavivirus, coronavirus, HTLV I,
virus de la familia Herpesviridae (EBV, CMV, HSV, HHV-6, VZV), virus
asociado a la esclerosis múltiple (MSRV), el coronavirus humano 229E y
la viruela. La metodología para implicar agentes virales en casos de
esclerosis en placas ha empleado el aislamiento viral, la comparación de
niveles séricos de anticuerpos específicos antivirales entre suero y LCR, el
uso de sondas genómicas por métodos de hibridación molecular y,
finalmente, la amplificación genómica. En la esclerosis múltiple se han
encontrado clones de células T que reconocen tanto antígenos de la
proteína básica de mielina como péptidos de virus Epstein-Barr, virus
influenza A y virus del papiloma humano, la infección puede ser el factor
que causa la activación inicial, pero los antígenos de la mielina permiten la
persistencia de estas células, aun después de que la infección ha
desaparecido, no se sabe todavía el papel patogénico jugado por las
reacciones cruzadas entre los antígenos de la mielina y los antígenos
virales.
El HHV-6 causante del exantema súbito del niño infecta no solo
células T y B, además de células gliales. Por métodos de PCR, el genoma
de HHV-6 ha sido identificado en tejido (oligodendrocitos y neuronas) y
en LCR nervioso de pacientes con esclerosis múltiple; sin embargo,
también se ha detectado en el cerebro de pacientes normales. Los estudios
inmunohistoquímicos permiten detectar proteínas 101 kda y p41 de HHV6 en tejido nervioso de pacientes con esclerosis múltiple. Los
oligodendrocitos infectados por HSV-6 se encuentran asociados a las
placas de desmielinización. La IgM anti p41/38 de HSV-6 se encuentra
elevada en sueros de pacientes con cuadros de actividad y remisión de
esclerosis en placas, comparados con pacientes normales u otras
infecciones neurológicas.
Los pacientes con esclerosis múltiples también poseen títulos más
altos de anticuerpos anti-EBV (anti-EBNA-1, anti-EBNA-2 y anti-EA-D)
que la población control. No hay evidencia de la replicación del EBV en el
sistema nervioso, los anticuerpos anti EBNA pueden dar reacciones
autoinmunes por homología entre la proteína EBNA y la proteína MBP de
la mielina.
En leptomeninges de pacientes afectados se ha observado actividad
de transcriptasa inversa, con presencia de ADN que corresponde a la
secuencia Pol de un retrovirus denominado virus asociado a la esclerosis
múltiple (MSRV). Sin embargo, otros trabajos muestran que estas
secuencias también correspondían a secuencias retrovirales endógenas del
hombre. El papel que juegan estas secuencias endógenas en fenómenos de
autoinmunidad aún está por explorar.
Teniendo en cuenta la heterogeneidad de presentación de la
esclerosis en placas, no se puede excluir que algunas formas sean causadas
por la infección viral, como es el caso de las encefalitis postinfecciosas en
las que el agente infeccioso pertenezca a alguna de las diversas familias
virales ya señaladas. La hipótesis admitida es que la infección viral
produce un desencadenamiento de los brotes de actividad de la
enfermedad.
Durante las recaídas se ha empleado como terapéutica de la
esclerosis múltiple, la administración de corticoides con el fin de disminuir
el proceso inflamatorio. Algunas otras drogas inmunorreguladoras como el
interferón β han sido utilizadas. El efecto del IFN-β se lleva cabo mediante
el cambio de respuesta Th1 a respuesta Th2, el aumento en la producción
de IL-4 e IL-10 y la disminución en la producción de IFNγ.
Leucoencefalopatía multifocal progresiva
La leucoencefalopatía multifocal progresiva (LEMP o PML), es una
entidad desmielinizante rara que se observa en pacientes
inmunocomprometidos, frecuentemente fatal y causada por la reactivación
del virus polioma JC. El virus polioma es un virus desnudo de 45 nm de
diámetro, pertenece a la familia Polyomaviridae, posee genoma de tipo
ADN de doble cadena circular, con un tamaño de 5.2 kpb. Las secuencias
de ADN de la región reguladora son hipervariables y contienen los
determinantes de neurotropismo y neurovirulencia.
La infección por virus polioma JC ocurre en la infancia, es por lo
general asintomática y el virus permanece quiescente en el riñón, la
medula ósea y el tejido linfático. En un tercio de pacientes (con o sin
PML) se detecta el virus en orina por técnicas de PCR. Los estudios de
seroprevalencia en diferentes poblaciones y grupos de edad en el mundo,
muestran resultados variables del 39-86%. La prevalencia de la LEMP es
de 4,4 casos por 100 mil habitantes y puede presentarse en el 5% de los
pacientes con SIDA. Los anticuerpos específicos no son suficientes para
evitar la reactivación y proliferación viral y quizá es más importante el
papel de los linfocitos T CD4+, de hecho, los niveles de estas células se
correlacionan con el aclaramiento viral en LCR.
En pacientes con compromiso del sistema inmune se presentan
cambios en la región reguladora del genoma viral (inserciones,
duplicaciones, deleciones), estos genomas alterados se detectan en LCR o
tejido neuronal de pacientes afectados por LEMP.
La patología de tipo LEMP es desmielinizante, ocurre en pacientes
con defectos serios de la inmunidad celular (pacientes trasplantados, con
enfermedad inflamatoria crónica, leucemia linfoide crónica, linfoma de
Hodgkin o SIDA).
El virus afecta los oligodendrocitos y en menor grado los astrocitos y
se considera que fundamentalmente afecta la materia blanca. Desde el
punto de vista patológico, se encuentran zonas de desmielinización,
oligodendrocitos aumentados de tamaño y astrocitos gigantes. Estudios in
vitro demostraron que la coinfección de virus JC y de genes VIH se
traduce en una transactivación de la replicación del VIH, estimulando la
multiplicación del JC. Sin embargo, no se ha podido demostrar la
coexpresión de fragmentos genómicos de JC y VIH en células gliales.
La sintomatología se caracteriza por ataxia, debilidad muscular,
déficit sensorial, hemianopsia, trastornos cognitivos y de coordinación,
afasia y dificultad para caminar. La enfermedad en sus formas graves
progresa hasta parálisis y demencia. Las manifestaciones se correlacionan
con las áreas cerebrales en donde se presenta la desmielinización. Los
pacientes con LEMP presentan bajos recuentos de linfocitos T CD4+ (80300 células/ml) en sangre periférica. El diagnóstico etiológico de LEMP es
directo basado en la identificación del virus o de sus componentes
(antígenos o genoma), en el LCR o en tejido cerebral. La partícula viral se
evidencia mediante microscopía electrónica en el núcleo de
oligodendrocitos. Este método se logra mejorar en su especificidad
mediante el uso de anticuerpos monoespecíficos. El aislamiento viral
puede hacerse en células embrionarias renales humanas o células
amnióticas; ya que el efecto citopático es lento, en los cultivos se
identifican
precozmente
antígenos
virales
por
técnicas
inmunohistoquímicas. Los fragmentos genómicos se evidencian por
técnicas dot blot, hibridación previa, usando enzimas de restricción
(Southern blot) o amplificación genómica (PCR). El diagnóstico
serológico es limitado por la alta seroprevalencia de anticuerpos anti
polioma en la población humana. Si se comprueba que los niveles de
anticuerpos específicos en LCR son mayores a los presentes en suero, esto
podría ser un argumento en favor de LEMP.
En esta entidad se ha utilizado como tratamiento antiviral específico
el arabinósido de citosina (Citarabina) y cidofovir, no obstante, los
estudios doble ciego no muestran ningún beneficio de estos medicamentos
con el grupo de pacientes que solo reciben terapia antirretroviral en caso
de coinfección VIH. En pacientes con terapia inmunosupresora, la
terapéutica contra el virus JC se dirige a disminuir la terapia
inmunosupresora para que la respuesta inmune adaptativa logre controlar
la replicación viral.
La entidad es mortal y los niveles de virus en LCR son inversamente
proporcionales con la sobrevida de los pacientes, cargas virales superiores
a 50 x 103/ml se relacionan con sobrevidas más cortas.
Paraplesia espástica tropical (PET)
La paraparesia espástica tropical (PET) o mielopatía asociada al HTLV-1 y
2. Los virus HTLV pertenecen a la familia Retroviridae, subfamilia
Orthoretrovirinae, género Deltaretrovirus. Los HTLV son virus cubiertos,
con estructura esférica o pleomórfica, diámetro de 80-100 nm y al igual
que los VIH poseen actividad de transcriptasa inversa. La PET es una
entidad viral lenta, que causa desmielinización de la medula y del sistema
nervioso central. Las células blanco son las células gliales
(oligodendrocitos, astrocitos y microglía); alrededor de estas células es
posible observar infiltrado de linfocitos CD8+ o CD4+.
La infección por HTLV-1 tiene una distribución mundial restringida,
afecta a Japón, América Central y del Caribe, América del Sur y África. Se
estima que existen entre 15 y 25 millones de personas infectadas en el
mundo. Los portadores de HTLV tienen un riesgo de 3-4% de desarrollar
PET en algún momento de la vida. En Colombia es una entidad que afecta
a todos los grupos étnicos y a todo el país en zonas por debajo de los 2.000
metros de altitud. Los mayores focos endémicos se encuentran en las zonas
del Pacífico, entre Tumaco y Buenaventura. La enfermedad se adquiere
durante la lactancia y tiene periodos de incubación de cuatro a cinco
décadas. Es frecuente en mujeres mayores de 40 años, lo que refleja su
mayor transmisibilidad por vía sexual.
A nivel perivascular se encuentran linfocitos T CD8+, estos son
responsables de la destrucción de las células de la glía y de liberación de
citoquinas. En pacientes con PET se encuentran linfocitos T citotóxicos
que restringidos a epítopes de la proteína tax del HTLV-1, presentes en
muy bajo nivel o ausentes en personas infectadas asintomáticas. En LCR
se pueden detectar anticuerpos específicos anti HTLV, las citoquinas como
TNFα, IFN-γ, IL-2, IL-4, IL-6, que junto con la presencia de anticuerpos
anti-núcleo y anti-cardiolipina 2 indican un proceso autoinmune en esta
entidad.
Los síntomas generales están relacionados con debilidad en
extremidades inferiores, dificultades para caminar, lumbalgias, disestesias
en plantas (sensación de quemazón), incontinencia urinaria, constipación,
impotencia y frigidez sexual. Las lesiones se limitan a miembros
inferiores; se observa marcha en tijera, dificultad para subir escaleras o
hacer cuclillas. En fases tardías, el paciente requiere del uso de silla de
ruedas o muletas. No hay evidencia de daños cerebrales o mentales.
El diagnóstico de PET se efectúa mediante la determinación de
anticuerpos específicos en LCR por la técnica de Elisa o aglutinación de
partículas; en casos dudosos, la prueba confirmatoria se hace por técnica
de Western blot. En estudios de resonancia magnética se observan cambios
compatibles con un proceso desmielinizante multifocal supra e
infratentorial; en la médula espinal se advierte atrofia en la región
toracolumbar.
Síndrome de Guillain-Barré (SGB)
El síndrome de Guillain Barré es una entidad aguda, monofásica que afecta
los nervios periféricos y se desarrolla en pacientes susceptibles después de
infecciones virales agudas y eventualmente luego de inmunización. La
manifestación más frecuente del SGB es la parálisis flácida simétrica
ascendente y rápidamente progresiva, que se manifiesta como debilidad
muscular de extremidades y pérdida de reflejos tendinosos. El síndrome
tiene una incidencia media anual de 0,9 a 2:100.00 habitantes con
predominio en varones. Existe un falso concepto de que es una entidad
benigna, puesto que en el 20% de los casos deja secuelas motoras y la
mortalidad llega al 5%.
La presentación más frecuente de esta entidad es una forma
inflamatoria (infiltrados de macrófagos y linfocitos T) de tipo
desmielinizante que compromete varias raíces nerviosas desde sus
extremos distales (polirradiculopatía ascendente). En el LCR se observa
una disociación albumino-citológica (proteínas elevadas con recuento
celular normal).
La fisiopatogenia de esta entidad parece involucrar mimetismo
molecular entre los agentes infecciosos y componentes del tejido nervioso;
durante el curso de la enfermedad es posible detectar anticuerpos contra
gangliósidos y glicolípidos relacionados (GM1, GM1b, GD1a, GD1b,
GQ1b).
Los microorganismos más frecuentemente relacionados con el SGB
son el Campylobacter jejuni, Haemophilus influenza y Mycoplasma
pneumoniae, los virus comúnmente asociados son el citomegalovirus, el
virus de Epstein Barr y el virus de la varicela-zóster; el virus influenza ha
sido relacionado de manera más anecdótica. Recientemente se ha asociado
epidemiológicamente con las infecciones por virus Zika. Desde el punto de
vista epidémico se reportó un aumento extraño de casos de SGB luego de
la campaña de vacunación contra el virus influenza A/New
Jersey/1976/H1N1 de origen porcino, después de administrar 40 millones
de dosis se reportó la aparición inusual de 532 casos de SGB posvacunal;
la periodicidad de la entidad fue ocho veces más frecuente entre el grupo
de adultos vacunados que entre el grupo no vacunado. Los datos
epidemiológicos demostraron que la vacuna misma era la causa del SGB
más que el tipo vacuna (monovalente o bivalente) y el número de lote (se
registraron unos 100 lotes distintos); tampoco se encontraron diferencias
en cuanto a la casa comercial o periodo de vacunación. La vacuna con la
cepa influenza A/California/2009/H1N1 no presentó casos de SGB
posvacunal.
Agentes transmisibles
no convencionales (priones)
Las encefalopatías espongiformes o enfermedades por priones son un
grupo de enfermedades neurodegenerativas que se encuentran en humanos
y otras especies animales. Estas enfermedades son causadas por el
depósito en el sistema nervioso central de una isoforma de la proteína
priónica celular (PrPc) denominada (PrPsc) por las siglas asignadas al
prurigo lumbar de las ovejas, por su denominación en inglés scrapie.
La entidad se presenta como formas esporádicas, iatrogénicas,
genéticas y adquiridas. Estas entidades se denominan también
encefalopatías espongiformes subagudas, enfermedades por virus lentos o
demencias transmisibles. Existen diferentes mutaciones en la proteína
priónica asociadas a los diferentes síndromes clínicos; no se ha establecido
si las diferencias entre las patologías se deban a la cepa priónica que
infecta o a otros factores aún no identificados.
Se define prion como la partícula infectante de naturaleza proteica
que es resistente a los procesos de inactivación que modifican los ácidos
nucleicos. Se clasifican como agentes transmisibles no convencionales o
priones, las proteínas anormales que se acumulan en el individuo y causan
destrucción progresiva del cerebro. La proteína priónica es resistente a la
proteínasa K, factor que permite su acumulación en tejidos, por ser
resistente a las proteasas celulares. La proteína priónica, al no ser reciclada
en las células del sistema nervioso, se acumula y destruye las células.
Desde el punto de vista patológico se observan lesiones de tipo no
inflamatorias, vacuolización en el córtex y cerebelo, depósitos de proteína
amiloide y astrogliosis.
Las encefalopatías espongiformes han sido clasificadas por sus
características clínicas, epidemiológicas, histopatológicas y por sus
antecedentes familiares, lo que ha dado una serie de síndromes o cuadros
clínicos que se registran en la tabla 10.14. El periodo de incubación se
toma de varios meses a años. En el humano las entidades involucradas se
agrupan bajo el nombre de encefalitis espongiformes subagudas y se
incluyen las siguientes entidades clínicas:
1.
2.
3.
4.
El Kuru.
La enfermedad de Creutzfeldt-Jacob.
El síndrome de Gerstmann-Sträussler-Scheinker.
El insomnio familiar fatal.
La incidencia de los casos esporádicos es baja y se considera de un
caso por millón de habitantes para la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob;
para el síndrome de Gerstmann-Sträussler-Scheinker, la frecuencia es un
2% de la anterior. Estas periodicidades pueden estar subestimadas por
diagnósticos neurológicos no apropiados al momento del deceso.
Tabla 10.14. Patologías causadas por priones y formas de infección
Tipo de patología
Huésped
Mecanismo de infección
Animales
Prurigo lumbar (Scrapie)
TME
FSE
CWD
BSE
Ovejas
Visón
Felinos
Ongulados
Bovinos
Vertical. Contacto con placenta o tejidos placentarios
Contacto con priones de ovejas o ganado
Probable ingesta de alimentos o animales contaminados
Pastos contaminados. Transmisión horizontal. ¿Vertical?
Ingestión de comida contaminada con proteína priónica
Humanos
Humanos
Humanos
Humanos
Humanos
Humanos
Humanos
Nativos*
Desconocida. ¿Mutación somática de PrPc?
Asociada con mutación germinal en el gene Prnp
Humanos
Creutzfeldt Jacob esporádico
Creutzfeldt Jacob familiar
Creutzfeldt Jacob iatrogénico
Variante de Creutzfeldt Jacob.
Insomnio familiar fatal
Insomnio familiar esporádico
Gerstmann-Sträussler-Scheinker
Kuru
Accidente médico. Exposición a tejidos o productos contaminados+
Ingestión de carne contaminada con BSE
Asociada con mutación germinal en el gene Prnp
Asociada con mutación somática o conversión de PrPc en PrPsc
Asociada con mutación germinal en el gene Prnp
Canibalismo ritual en grupos poblacionales restringidos
*Nativos del grupo Fore en Papúa Nueva Guinea. +Lotes de hormona del crecimiento (hGH). PrPc:
proteína priónica celular. PrPsc: proteína priónica scrapie
Todas las entidades comparten mecanismos fisiopatológicos
similares y se caracterizan por síntomas como: pérdida del equilibrio,
aparición de movimientos anormales, pérdida del control de movimientos,
parálisis, demencia y pérdida de las funciones intelectuales que se agravan
progresivamente, hasta llevar, al cabo de un año a la muerte. La causa de
la muerte es por lo general una neumonía.
Kuru
En 1957 Gajdusek y Zigas describen una entidad que los aborígenes de
Papua, Nueva Guinea, denominaban Kuru (temblor). Los estudios
epidemiológicos de la entidad señalan la fuente de infección a un
endocanibalismo ritual que practicaban los aborígenes en los que el tejido
visceral y cerebral de los difuntos era dado a mujeres y niños. Los estudios
histopatológicos desarrollados previamente por Hadlow mostraron la
similitud del Kuru con el scrapie de las ovejas y posteriormente se
comparó con la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob. En los aborígenes el
periodo de incubación promedio era 10-13 años y el 90% se extendía de 21
a 27 años. Las inoculaciones de material obtenido de pacientes con Kuru
transmitieron la enfermedad a chimpancés con un periodo de incubación
de 18 a 20 meses. La eliminación de las prácticas de canibalismo permitió
el control y eliminación final de esta entidad.
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob es la forma más frecuente de
enfermedad priónica. El humano puede adquirir la enfermedad de
Creutzfeldt-Jacob a causa de la dieta y en forma iatrogénica (cirugía de
córnea, trasplante de córnea o duramadre, contaminación de material
quirúrgico, administración de hormona de crecimiento extraída de cerebro
de pacientes fallecidos por enfermedad priónica). Existen casos
esporádicos de la enfermedad sin factor de riesgo conocido, que puede
ocurrir en personas mayores de 50 años de cualquier sexo. Las formas
familiares están relacionadas con personas que presentan anomalías
congénitas en la proteína priónica normal PrPc. La forma esporádica
constituye el 85% de los casos. Esta entidad se presenta en personas
mayores de 60 años, la manifestación más frecuente es la demencia. El
paciente refiere fatiga, alteraciones del sueño, inapetencia, alteraciones del
comportamiento, o cambios cognitivos y al final se observan signos
focales como alteraciones visuales, ataxia cerebelosa, asociada a
mioclonos, signos piramidales o extrapiramidales. La entidad progresa en
forma rápida y en 2-8 meses (promedio cinco) conduce a la muerte. En el
electroencefalograma, un signo evocador es la presencia de ondas
seudoperiódicas bifásicas o trifásicas.
La última forma de Creutzfeldt-Jacob es reconocida como la nueva
variante y es ocasionada, sin duda, por el mismo agente de la encefalitis
espongiforme bovina y debida muy probablemente al consumo de ciertos
órganos o tejidos de bovinos enfermos. De esta nueva variedad ya se han
descrito 100 casos en el Reino Unido y cinco en Francia; afecta a la
población joven (30-40 años); la evolución es larga (12 años), predominan
los síntomas siquiátricos, los dolores lumbares y de miembros inferiores y,
desde el punto de vista histopatológico, semeja a la enfermedad en
bovinos.
El origen de la enfermedad en bovinos (encefalitis espongiforme
bovina o enfermedad de las vacas locas), fue la introducción de harinas de
origen animal para alimentar rumiantes. Estos productos preparados a
partir de esqueletos de animales afectados –inicialmente ovejas y
posteriormente bovinos– fueron la fuente de la enfermedad en los bovinos
ingleses. La enfermedad tiende a disminuir en el Reino Unido, luego de la
prohibición de las harinas de origen animal; sin embargo, mucho de este
producto fue llevado a otros países europeos con rótulos de países
diferentes, por lo que la entidad está aún lejos de estar controlada.
Gerstmann-Sträussler-Scheinker
El primer caso fue descrito en 1928 por Gerstmann, su descripción fue
ampliada en 1936 por otros miembros de la misma familia. Estos casos se
presentan en personas jóvenes de 20-40 años de edad, es frecuente la
ataxia cerebelosa progresiva y en algunos pacientes la paraparesia
espástica. Esta entidad es de evolución más tórpida y la muerte del
paciente se presenta entre cinco y 11 años después de la aparición de
síntomas. Esta condición tiene carácter familiar y se transmite como un
caracter autosómico dominante.
Insomnio familiar fatal
La entidad se transmite como caracter autosómico dominante, afecta
pacientes entre 35 y 61 años (promedio 51). Los pacientes se caracterizan
por tener atrofia del tálamo y demencia, con localización de proteína
priónica en diversos sitios del encéfalo.
Muchos pacientes se quejan de alteración en su estado de vigía, con
una inhabilidad para iniciar y mantener el sueño, síntomas que por lo
general se trivializan como causados por estrés; en el día los pacientes se
quejan de somnolencia por lo que se les asigna como hipersomnolientos, a
pesar de su alteración nocturna. Los pacientes se tornan apáticos, sin
mayor alteración en el comportamiento social. El paciente manifiesta
posteriormente diplopía, alteraciones al caminar, desequilibrio, disimetría,
mioclonos, signos piramidales (hiperreflexia profunda y signo de
Babinski). Al final, el paciente pierde el control de esfínteres, puede
permanecer consciente o entrar en coma. La muerte sobreviene por
infección respiratoria.
Otras infecciones del sistema nervioso central serán tratadas en los
capítulos 11, 12 y 15.
Lecturas sugeridas
Araujo A. Q., Silva M. T., 2006. The HTLV-1 neurological complex. En Lancet Neurology, dec;
5(12): pp. 1068-1076.
Bassin S. L., Rupprecht C. E., Bleck T. P., 2010. Rabdhoviruses. En Mandell G. L., Bennett J. E.,
Dolin R., Principles and practice of infectious diseases, pp. 2249–2258.
Bonnet M. C., Dutta A., Weinberger C., Plotkin S. A., 2010. Mumps vaccine virus strains and
aseptic meningitis. En Vaccine, 2006 nov; 24(49-50): pp. 7037-7045.
Bosque P. J., Tyler K. L., 2010. Prions and prion diseases of the central nervous system
(transmisible neurodegenerative diseases). En Mandell G. L., Bennett J. E., Dolin R.,
Principles and practice of infectious diseases, pp. 2423–2438.
Briggs D. J., 2012. The role of vaccination in rabies prevention. En Current Opinion in Virology,
jun; 2(3): pp. 309-314.
Carbone K. M., Rubin S. A., 2007. Mumps virus. En: Knipe D. M., Howley P. M (eds). Fields
Virology. Wolters-Kluver Lippin-cot-Williams and Wilkins, New York, pp. 1527-1550.
Cassady K. A., Withley R. J., 2009. Viral central nervous system infections. En Richman D. D.,
Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press, pp. 29-44.
Domínguez M. C., Torres M., Tamayo O., Criollo W., Quintana M., Sánchez A., García F., 2008.
Síndrome autoinmune en la paraparesia tropical espástica/mielopatía asociada a la infección
por virus linfotrópico humano tipo I en la costa pacífica colombiana. En Biomédica, oct-dec;
28(4): pp. 510-522.
Donati D., Jacobson S., 2002. Viruses and Multiple Sclerosis. En: Brogden K. A., Guthmiller J. M.,
(editores). Polymicrobial Diseases. Washington D.C: ASM Press; Chapter 6. Obtenido en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK2494/.
Ghatage S. T., Kakade G. M., 2007. An outbreak of mumps meningoencephalitis in Sangli district.
En Indian Pediatrics, mar; 44(3): p. 235.
Gnann J. W., 2002. Mumps virus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical
Virology. ASM Press. Washington D.C., pp. 829-843.
Johnson R. T., 2005. Prion diseases. En Lancet Neurology, oct; 4(10): pp. 635-642.
Krause C. H., Molyneaux P. J., Ho-Yen D. O., McIntyre P., Carman W. F., Kate E., Templeton K.
E., 2007. Comparison of mumps-IgM ELISAs in acute infection. En Journal Clinical
Virology, feb; 38(2): pp. 153–156.
Krause C. H., Eastick K., Ogilvie M. M., 2006. Real-time PCR for mumps diagnosis on clinical
specimens—Comparison with results of conventional methods of virus detection and nested
PCR. En Journal Clinical Virology, nov; 37(3): pp184–189.
Ku J. H., Kim Y. H., Jeon Y. S., Lee N. K., 1999. The preventive effect of systemic treatment with
interferon-alpha2B for infertility from mumps orchitis. En BJU International, nov; 84(7): pp.
839-842
Lane T. M., Hines J., 2006. The management of mumps orchitis. En BJU International, jan; 97(1):
pp. 1-2.
Lehmann H. C., Hartung H. P., Kiesier B. C., Hughes R. A., 2010. Guillain-Barré syndrome after
exposure to influenza. En Lancet Infectios Diseases. sep; 10(9): pp. 643-651.
Leinikki P., 2004. Mumps. En: Zukerman A. J., Banatvala J. E., Pattison J. R., Griffiths P. D.,
Schoub BD (eds). Principles and practice in Clinical Virology. Willey, pp. 3459-3466.
Lyles D. S., Kuzmin I. V., Rupprecht C. E., 2013. Rhabdoviridae. En: Knipe D. M., Howley P. M.,
Fields Virology. 6a. Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and
Wilkins Publishers, pp. 886-922.
Modlin J. F., 2010. Introduction to enteroviruses and parechoviruses. En Mandell G. L., Bennett J.
E., Dolin R., Principles and practice of infectious diseases, pp. 2337–2344.
Murphy E. L., Biswas H. H., 2010. Human T-cell lymphotropic virus types I and II. En Mandell G.
L., Bennett J. E., Dolin R., Principles and practice of infectious diseases, pp. 2303–2322.
Nair S., Diamond M. S., 2015. Innate immune interactions within the central nervous system
modulate pathogenesis of viral infections. En Current Opinion in Virology; 36: pp. 47-53.
Prusiner S. B., 2013. Prions. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology. 6a. Ed. Vol. 2. New
York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins Publishers. pp. 2418-2456.
Ransohoff R. M., Engelhardt B., 2012. The anatomical and celular basis of immune surveillance in
the central nervous system. En Nature Reviews Immunology, sep; 12(9): pp. 623-635.
Rima B. K., Duprex W. P., 2005. Molecular mechanism of measles virus persistence. En Virus
Research, aug; 111(2): pp. 132-147.
Steiner I., Budka H., Chaudhuri M., Sainio K., Salonen O., Kennedy P. G. E., 2005. Viral
encephalitis: a review diagnotic methods and guidelines for management. En European
Journal Neurology, may; 12(5): pp. 331-343.
Tan C. S., Koralnik I. J., 2010. Progressive multifocal leukoencephalopathy and other disorders
caused by JC virus: clinical features and pathogenesis. En Lancet Neurology, apr; 9(4): pp.
425-437.
Whitley R. J., Gnann J. W., 2002. Viral encephalitis: familiar infections and emerging pathogens.
En Lancet Neurology; 359(9305): pp. 507-514.
Yuki N., Hartung H. P., 2012. Guillain-Barré syndrome. En New England Journal of Medicine;
366(24): pp. 2294-2304.
Sitios Web
http://www.cdc.gov/rabies/
http://www.who.int/topics/rabies/es/
http://www.pasteur.fr/fr/institut-pasteur/presse/fiches-info/rage
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK2494
Capítulo 11
Infecciones causadas por virus
de la familia Herpesviridae
O’er ladies’ lips, who straight on kisses dream, Which oft the angry Mab with blisters plagues.
William Shakespeare
Introducción
Las lesiones ocasionadas por el virus herpes simple fueron descritas desde
la Antigüedad. En la época de Hipócrates las lesiones cutáneas causadas
por estos virus fueron denominadas con el término “herpes” que significa
reptar o serpentear, debido a la forma de extensión de las lesiones. Los
términos de herpes febriles y herpes excretans fueron acuñados al
observar que estas lesiones aparecían en el contexto de entidades febriles y
a la creencia de que el cuerpo trataba de eliminar los humores malignos a
través de las lesiones. Descripciones de las lesiones herpéticas orales se
encuentra en obras literarias como Romeo y Julieta de William
Shakespeare. Los médicos de la corte francesa en la época de Luis XIV
asociaron las lesiones herpéticas orales con las lesiones genitales y fue
finalmente en 1893 que J. B. Emile Vidal (1825-1893) reconoce el carácter
infeccioso de las lesiones herpéticas y su transmisión por contacto persona
a persona.
A comienzo del siglo XX se describieron las células multinucleadas
gigantes que acompañan este tipo de lesiones y se pudo transmitir este
virus a conejos. En 1977 el grupo de Gertrude Belle Elion (1918-1999)
descubre el aciclovir, medicamento antiviral altamente específico en la
terapia anti virus herpes. El desarrollo de terapias médicas asociadas a
inmunosupresión y la aparición de la epidemia por VIH mostraron el papel
de estos agentes como patógenos oportunistas en pacientes
comprometidos.
Agente infeccioso
Por sus características genéticas, morfológicas y químicas más de 100
agentes virales distintos se clasifican dentro del orden Herpesvirales,
familia Herpesviridae. Todos los agentes comparten las características
morfológicas, estrategias de replicación y la capacidad de establecer un
estado de latencia. La figura 11.1 muestra la estructura típica de un virus
herpes.
Los viriones de virus herpes están compuestos de cuatro
componentes concéntricos así:
1.
2.
3.
4.
Un core central electro denso que engloba el ADN linear de doble cadena.
Una cápside icosaédrica de 125 nm de diámetro, compuesta de capsómeros (12
pentaméricos y 150 hexaméricos).
Una zona amorfa de proteínas organizada en forma asimétrica alrededor de la cápside
icosaédrica, denominada tegumento.
Una envoltura lipídica en la cual se encuentran al menos 10 glicoproteínas virales distintas,
las cuales se proyectan como espículas hacia la superficie viral.
La estructura de los viriones es frágil desde el punto de vista de
resistencia a factores físicos y químicos, por lo que estos virus deben
transmitirse por contacto estrecho entre la persona infectada y el individuo
sano. El tamaño del virión varía según la especie entre 150 y 200 nm,
dependiendo de la integridad de la membrana. Las estructuras más
conservadas son impermeables a la tinción negativa y hay variaciones en
tamaño y composición del genoma entre los diferentes miembros de la
familia viral.
Hay una serie de propiedades comunes a los virus herpes, se
reconocen unos 40 genes que son homólogos entre los diferentes agentes
infecciosos. Los genes homólogos codifican, entre otras, enzimas
específicas y otros factores involucrados en la regulación de genes, síntesis
y metabolismo de nucleótidos (ADN polimerasa, helicasa, primasa,
proteínas de unión al ADN, timidina quinasa, timidina sintetasa, dUTPasa,
ribonucleótido reductasa), similitud en las proteínas que constituyen el
virión (envoltura, tegumento y cápside) y otras. Los virus herpes poseen
enzimas para la maduración de sus proteínas sintetizadas como proteasas o
proteína quinasas. De otro lado, todos los virus herpes sintetizan su ADN y
se ensamblan en el núcleo de las células infectadas. En algunos modelos
de replicación, el virión puede perder la envoltura inicial durante su paso
del núcleo al citoplasma y volverse a cubrir durante su paso por el
citoplasma. La producción de los viriones casi que invariablemente lleva a
la destrucción de la célula huésped (ciclo lítico). Las células que albergan
el virus herpes poseen genomas virales que se encuentran en forma de
moléculas circulares en unión no covalente con el genoma del huésped y
sólo expresan una pequeña porción de genoma. Todos los agentes tienen
como comportamiento patológico fundamental el causar infecciones
latentes, dándose el adagio de: “una vez infectado siempre infectado”.
Figura 11.1. Representación esquemática de la estructura de un virus de la familia
Herpesviridae
Clasificación de los herpes virus
Los virus herpes de interés humano pertenecen a tres subfamilias que se
designan
como
Alphaherpesvirinae,
Betaherpesvirinae
y
Gammaherpesvirinae (tabla 11.1).
Las subfamilias se determinan por análisis genéticos de una región
conservada de la proteína estructural gH. Los virus herpes de la subfamilia
Alphaherpesvirinae tienen reservorio amplio, ciclo reproductivo corto,
cultivo rápido, ciclo lítico, son dermatotropos y establecen infecciones
latentes en los ganglios nerviosos sensitivos; a esta subfamilia pertenecen
el género Simplexvirus en el que se encuentran las especies virus herpes
simple humano tipo 1 y 2 (HSV-1, HSV-2) y el género Varicellovirus en el
que se encuentra la especie virus de la varicela zóster (VZV).
Los virus herpes de la subfamilia Betaherpesvirinae tienen
huéspedes más restringidos; su ciclo infeccioso es largo, se diseminan
entre las células en forma lenta, producen como efecto citopático células
gigantes (citomegálicas) y pueden permanecer latentes en células del
sistema linforeticular y posiblemente en glándulas secretorias: riñón,
pulmón, etc. A esta subfamilia pertenecen los géneros Citomegalovirus
con la especie virus citomegálico humano (HCMV) y en género
Roseolovirus con las especies virus herpes humano 6 y virus herpes
humano 7 (HHV-6 y HHV-7).
Tabla 11.1. Clasificación de los virus herpes humanos, cuadros clínicos relacionados y grupos
de edad o de riesgo
Agente infeccioso
Enfermedades asociadas
Grupo afectado
Sitios de latencia
Subfamilia Alphaherpesvirinae Géneros Simplexvirus y Varicellovirus
HSV-1 o HHV-1
Herpes labial
Todos
HSV-2 o HHV-2
Herpes genital
Encefalitis herpética
Conjuntivitis
Herpes neonatal
Actividad sexual
Todos
Todos
Neonatos
Neuronas de ganglios
sensitivos
Varicela
Zona
Todos
Personas ancianas
Neuronas de ganglios
sensitivos
VZV o HHV-3
Neuronas de ganglios
sensitivos
Subfamilia Betaherpesvirinae Géneros Citomegalovirus y Roseolovirus
HCMV o HHV-5
Mononucleosis infecciosa
Todos
Encefalitis, hepatitis,
Inmunosuprimidos
neumonitis, retinitis, anomalías Mujer embarazada
congénitas
HHV-6
Exantema súbito. Roséola
Niños
HHV-7
Similar al HHV-6
Todos
Sangre (promonocitos) Tejido
linfoide
Sistema retículo-endotelial
Riñón
Glándulas secretoras
Subfamilia Gammaherpesvirinae Géneros Lymphocryptovirus y Rhadinovirus
EBV o HHV-4
Linfoma de Burkitt
Carcinoma nasofaríngeo
África, malaria
Sudeste Asiático
KSHV o HHV-8
Sarcoma de Kaposi
Inmunosuprimidos
Linfocitos T o B
Células epiteliales
Células endoteliales
HSV: virus herpes simple. HHV: human herpes virus. VZV: virus varicela zóster. HCMV: virus
citomegálico humano. EBV: virus de Epstein Barr.
HHV-6: virus herpes humano tipo 6. HHV-7: virus herpes humano tipo 7. HHV-8: virus herpes
humano tipo 8.
Los virus de la subfamilia Gammaherpesvirinae tienen hospedero
limitado, casi exclusivamente se limitan al humano, in vitro se multiplican
en células de línea linfoblastoide y tienden a ser específicos de linfocitos T
o B. En los linfocitos se encuentran en ciclo prelítico o lítico sin
producción de progenie y las formas latentes se encuentran en tejido
linfoide. A esta subfamilia pertenece el género Lymphocryptovirus con la
especie virus de Epstein Barr (EBV) y el género Rhadinovirus con las
especies de virus saimiriine 2 y virus del sarcoma de Kaposi (KSHV).
Configuración del material genético
El genoma de los virus herpes es físicamente muy complejo y contiene una
serie de genes reguladores. Todos los miembros de la familia
Herpesviridae poseen un ADN largo, linear de doble cadena, cuya talla
varía de 124-235 kilo pares de bases, según la especie.
Entre las diferentes cepas de una misma especie pueden encontrarse
diferencias de talla del ADN de unas 10 kpb; estas diferencias se dan sobre
todo por la presencia de diferente número de copias de las regiones
repetitivas. Una vez ocurre la denudación de la cápside viral, el ADN se
circulariza y es captado en el núcleo de la célula. La composición de bases
del material genético de los virus herpes es variable (de 32 a 75 G+C
moles%). Una característica de la organización de las secuencias de ADN
es el arreglo de configuración que permite obtener formas isoméricas de la
molécula, las cuales se presentan en proporción equimolar durante el ciclo
infectivo. Los genomas de la familia Herpesviridae codifican según la
especie entre 70 y 200 proteínas. En la secuencia genómica se observan
segmentos únicos largos UL; segmentos únicos cortos US; regiones
repetitivas internas IR y regiones repetitivas terminales TR; segmentos
repetitivos variados a lo largo de las cadenas de ADN R1, R2, R3, R4 o
segmentos repetitivos reiterados como en el grupo B (figura 11.2).
Como se mencionó anteriormente la característica que más identifica
a los virus del grupo herpes, es la de persistir por largos periodos de
tiempo en los individuos infectados. A pesar de que existen variaciones
individuales entre los diferentes miembros de la familia, tienen varias
características comunes:
1.
2.
Presencia de múltiples copias extra cromosómicas de ADN circular en varios tipos celulares.
Transcripción limitada de estos genomas virales.
Figura 11.2. Diferentes configuraciones del ADN de los virus herpes
Pertenecen al grupo A, el virus herpes de peces; al grupo B, el virus herpes humano 6; al grupo C el
EBV, al grupo D, el VZV; y al grupo E, los HSV-1, HSV-2 y el CMV, al grupo F el herpes virus
tupaia.
La pérdida de la homeostasis que existe entre el huésped y el agente
infeccioso, se tiene como teoría de la reactivación, hecho que permite que
las células con infección latente entren en una fase productiva de infección
con liberación de viriones. En los últimos años, la comprensión de los
mecanismos que median la latencia ha sido posible gracias a un mejor
entendimiento de la función de los genes virales, al desarrollo en el
conocimiento de la fisiología de las células especializadas encargadas de
albergar el virus y al gran desarrollo de la genética molecular.
Replicación viral
Los virus pertenecientes a la familia Herpesviridae tienen ciclos de
replicación que difieren en las células blanco, en la cinética del ciclo
productivo y en los sitios de latencia.
El virus HSV penetra a la célula gracias a la interacción entre las
glicoproteínas virales y los receptores presentes en la célula. Cada tipo
celular presenta sus propios receptores. El primer paso en la unión viruscélula es la unión de la gC a los residuos heparán sulfato presentes en la
superficie celular. Para el HSV se postula que participan en la unión a la
célula blanco cinco glicoproteínas virales (gB, gC, gD, gH y gL) que se
unen al menos a tres tipos de receptores denominados HveA (herpes virus
entry A) que es similar a la familia de receptores del factor de necrosis
tumoral (TNF); el HveB (herpes virus entry B) y el HveC (herpes virus
entry C), pertenecientes a la superfamilia de las inmunoglobulinas. La
entrada se realiza por fusión de la membrana viral y la membrana
plasmática celular. El core y las proteínas del tegumento liberadas en el
citoplasma de la célula hospedera, migran al núcleo celular en donde
producirán una regulación negativa (apagado) de las proteínas celulares
que son sintetizadas en la célula hospedera. El genoma viral envuelto en
proteínas del core y las proteína del tegumento son transportados por los
poros nucleares; el ADN viral liberado se circulariza en el núcleo. La
replicación de los virus herpes es exclusivamente nuclear y relativamente
dependiente de factores celulares. La transcripción del ADN viral produce
distintos ARNm que codifican para proteínas estructurales y no
estructurales (figura 11.3).
Las proteínas virales se sintetizan en una cascada secuencial y se
denominan muy precoces, precoces y tardías (IE, E y Late respectivamente
por su letra inicial en inglés). Las proteínas de tipo “muy precoces” juegan
un papel importante en la replicación viral, ya que pueden influenciar la
expresión de otros genes, de sus propios genes y, probablemente, de genes
celulares. Una vez ha ocurrido la síntesis de proteínas de tipo “muy
precoces” (IE) hay un cambio de síntesis restrictiva a la síntesis de
extensiva de transcritos virales. Las proteínas de tipo “precoces” (E) se
sintetizan por un periodo cercano a 24 horas después de iniciado el ciclo
de replicación viral, no requieren de la síntesis previa de ADN y son
codificadas por secuencias presentes en las regiones repetitivas o muy
cercanas a ellas. Las proteínas se sintetizan en varias fases denominadas α,
β y γ. Las proteínas α son reguladoras de la transcripción, las proteínas β
son enzimas involucradas en el metabolismo de ácidos nucleicos virales y
en la replicación viral (ADN polimerasa, proteínas de unión al ADN,
proteínas que se fijan al sitio de origen de la replicación,
helicasa/primasas) y las proteínas γ son proteínas estructurales y al parecer
requieren de un producto génico que no se halla antes de la síntesis del
ADN (figuras 11.3 y 11.4).
Patologías asociadas
a las infecciones por virus herpes
Los diferentes miembros de la familia Herpesviridae causan patología
diversa dependiendo del tropismo celular que presenten. Los virus
pertenecientes a la subfamilia Alphaherpesvirinae (HSV-1, HSV-2, VZV),
son virus que causan lesiones en la piel, mucosas y sistema nervioso. Estos
virus necesitan de un contacto estrecho entre un individuo portador y el
susceptible. Las patologías más frecuentemente asociadas con estos virus
son las lesiones orofaríngeas primarias y recurrentes por HSV-1, las
lesiones genitales primarias y recurrentes por HSV-2, la queratitis,
queratoconjuntivitis, uveítis intermedia, retinitis necrosante aguda,
encefalitis, y las manifestaciones mucocutáneas generalizadas de los
pacientes inmunocomprometidos.
Figura 11.3. Ciclo de replicación de los virus herpes
La entrada del virus a la célula es mediada por la interacción de las glicoproteínas virales (gB, gC,
gD, gH, gL) con receptores. Se han descrito varios receptores HveA, HveC y HveB (por Herpes
virus entry) en el ciclo replicativo del virus HSV. El ciclo replicativo de HSV es rápido: 18-20
horas. El ADN viral es transportado por los poros nucleares y en el núcleo celular se circulariza.
Las proteínas se sintetizan en varias fases denominadas α, β y γ. Las proteínas α son reguladoras de
la transcripción, las proteínas β son enzimas involucradas en el metabolismo de ácidos nucleicos
virales y en la replicación viral (ADN polimerasa, proteínas de unión al ADN, proteínas que se fijan
al sitio de origen de la replicación, helicasa/ primasas) y las proteínas γ son proteínas estructurales.
Las proteínas γ se subdividen en Bγ (precoces tardías) y γ (tardías).
Los virus de la subfamilia Betaherpesvirinae, a los cuales pertenecen
el HCMV, el HSV-6 y el HSV-7, son virus con tropismo bastante amplio
in vivo, pero limitado in vitro. Estos agentes producen infecciones
diseminadas en pacientes inmunocomprometidos, afectando a un gran
número de órganos, pero producen patología restringida y pocas
manifestaciones clínicas en individuos sanos. La característica del HCMV
es la de permanecer latente en promonocitos y poderse reactivar a medida
que estas células maduran hacia monocitos y macrófagos tisulares. In
vitro, el HCMV presenta características que pueden explicar su
patogenicidad restrictiva, como son: baja tasa de replicación, limitado
tropismo celular y limitada diseminación intercelular. Las manifestaciones
clínicas de la infección por HCMV en el feto se relacionan con el
síndrome denominado TORCH, donde los hallazgos más frecuentes son:
bajo peso para la edad gestacional, petequias, ictericia,
hepatoesplenomegalia, microcefalia, letargo o hipotonía y convulsiones.
En pacientes trasplantados, los órganos más frecuentemente
comprometidos son el pulmón, el tracto gastrointestinal y el hígado.
Los virus de la subfamilia Gammaherpesvirinae tienen un tropismo
por el epitelio que reviste los ductos de la parótida, por epitelio escamoso
de la orofaringe y por los linfocitos B. El cuadro clínico que acompaña a
las infecciones por EBV es compatible con una mononucleosis infecciosa.
Figura 11.4. Se muestra la forma como la síntesis de las proteínas virales se encuentra
autorregulada
Los cinco genes muy precoces o α, codifican para proteínas reguladoras de la transcripción α4
(ICP4), a0 (ICP0), a27 (ICP27), a22 (ICP22), α74 (ICP74). El ciclo viral es iniciado por la
interacción de la fosfoproteína viral VP16 aun denominada α-TIF por α trans inducting factor. La
proteína celular Oct-1 se une a la región promotora de los genes a y favorece su transcripción. Las
proteínas ICP4, ICP0 e ICP27 activan, a su vez, la expresión de los genes β. La concentración de
proteínas muy precoces y precoces constituyen un factor de retroalimentación para el estímulo
positivo (+ve) o negativo (-ve) para incrementar o disminuir la cantidad de proteína sintetizada.
Virus Herpes simple (HSV)
Las infecciones por virus herpes simple son muy comunes en la población
general. Las infecciones en piel o mucosas se caracterizan por lesiones
papulovesiculares en piel o mucosas, pero también se pueden presentar
infecciones más serias en otros órganos.
Epidemiología
Las erupciones cutáneas fueron descritas ya en el año 100 d. C. por el
médico romano Heródoto. La infección es cosmopolita, hay indicios
seroepidemiológicos de infección por HSV aun en poblaciones indígenas
muy remotas y aisladas. La infección se transmite por contacto con saliva
de un paciente infectado. Por lo general se adquiere muy temprano en la
vida, la seroprevalencia es mayor en poblaciones con nivel
socioeconómico bajo. En estratos desfavorecidos el 33% de los niños
adquiere la infección en los primeros cinco años de vida y el 95% de niños
contraen la infección antes de los 15 años; en estratos socioeconómicos
favorecidos estos porcentajes se sitúan respectivamente entre el 20 y 50%.
El humano es el único reservorio de la infección, por lo tanto, la infección
se adquiere por contacto con otros individuos infectados. Los virus (HSV1 y HSV-2) se transmiten por contacto estrecho e íntimo. La infección por
HSV-1 es más frecuente. La incidencia de infección herpética en adultos
es de 1,6-5 casos por ciento, por año. Cerca de una tercera parte de
infectados presentan reactivaciones de herpes oro-labial y constituyen la
fuente de infección de personas susceptibles. Las lesiones por virus herpes
simple tipo 1 (HSV-1) ocurren por lo general en niños menores y se sitúan
por encima del ombligo. Las lesiones por virus herpes simple tipo 2 (HSV2) ocurren en adolescentes o adultos jóvenes y se ubican generalmente por
debajo del ombligo, especialmente en los genitales, convitiéndose en una
causa importante de infección de transmisión sexual (ITS). Las prácticas
sexuales orogenitales pueden invertir esta tendencia.
Muchas infecciones de los neonatos con secuelas graves o fatales
son también causadas por el virus herpes simple tipo 2. La fuente de
infección del neonato es el paso a nivel de un canal de parto con infección
activa por virus HSV-2 y ocasionalmente HSV-1. Se han visto casos de
infección por besos o contacto corporal directo durante encuentros de
lucha. La transmisión por la saliva se asocia con casos de epidemias de
estomatitis herpética en guarderías y lesiones en los dedos de personal de
la salud (odontólogos, enfermeras y médicos).
El riesgo de transmisión en mujeres por contacto con hombres con
herpes genital, es cercana al 60-80%; el riesgo no ha sido determinado en
término de un contacto único; no está claro si el individuo asintomático y
excretor de virus es infectante para su contacto sexual. En un estudio
prospectivo de parejas monógamas serodiscordantes, se pudo establecer
que el riesgo de contagio después del seguimiento está en correlación con
el número de contactos sexuales por mes, el uso de condón, el género
femenino en la pareja seronegativa y el corto tiempo de aparición del
herpes en el paciente seropositivo; este estudio mostró que un 3,6% se
infectan luego de ocho meses de observación y que el valaciclovir
profiláctico o el uso de condones tienen un efecto protector parcial. En
caso de relaciones anales también pueden darse lesiones perineales.
Agente infeccioso
Las características de los virus herpes simple son las mismas de la familia
Herpesviridae. Los virus herpes simple 1 y 2 tienen un genoma de 152.000
pb con una concentración de C+G de 67-69%. Los HSV codifican cerca de
84 proteínas que presentan un cierto grado de homología entre los dos
tipos (50% a nivel genómico y más del 80% a nivel proteonómico), factor
que explica el por qué las pruebas de diagnóstico serológico o molecular
pueden dar reacciones cruzadas. Las secuencias genómicas de los dos tipos
son colineares, pero se pueden diferenciar por los fragmentos resultantes
de la digestión por enzimas de restricción. La mayor diferencia antigénica
entre los HSV-1 y HSV-2 se expone en sus glicoproteínas de membrana y
en ellas se encuentran los epítopes que son específicos de tipo. Las
secuencias específicas de tipo posibilitan desarrollar pruebas de
diagnóstico que diferencia los dos tipos virales.
Replicación
En términos generales, el ciclo replicativo de los HSV tiene características
similares a la de otros de la misma familia. Las glicoproteínas propias de
los tipos (gC, gD, gE, gH, gI, gK, gL, gM) determinan el tropismo por
tejidos de piel y sistema nervioso. Existen factores que son característicos
de los HSV como una multiplicación in vitro en células susceptibles rápida
(18-24 horas) y la replicación es deletérea para las células hospederas
(marginación de cromosomas y nucléolo, dispersión y fragmentación del
aparato de Golgi y cambios en los microtúbulos), que llevan a alteraciones
de la función celular y a su destrucción (citólisis).
Patogénesis
La infección por HSV se inicia por contacto estrecho entre una persona
susceptible (no expuesta previamente) con las secreciones de una persona
infectada que excreta el virus (saliva, secreciones genitales o líquido de
lesiones). La infección se inicia en las pequeñas abrasiones presentes en
piel o mucosas. La replicación inicial se lleva a cabo en las superficies
dérmica o cutánea. El virus se desplaza a tejido nervioso a través de las
terminaciones nerviosas presentes en la dermis y por células de
Langerhans y dendríticas hasta los ganglios linfáticos regionales, en donde
se lleva a cabo los sistemas de señalización para la generación de una
respuesta innata y específica celular y humoral. En el sistema nervioso el
virus se transporta por vía axonal y se desplaza entre las neuronas por vía
transináptica o intersináptica hasta los ganglios sensitivos regionales en
donde permanece en estado de latencia (figuras 11.5 y 11.6). En un 3040% de los pacientes que sufren una primoinfección es posible detectar
viremia. De igual manera el virus puede diseminarse en forma intercelular,
mecanismo que lo deja indemne de la acción de anticuerpos neutralizantes.
En caso de infecciones primarias graves se produce viremia que
puede localizar el virus en órganos blanco como el hígado y el cerebro. La
respuesta inmune no es esterilizante, su mayor efecto es mantener un
equilibrio virus-huésped. En el curso de la infección se producen respuesta
inmune celular mediada por LTCD8+ y respuesta humoral (IgM e IgG);
esta respuesta mantiene el virus en un estado de latencia que limita las
reactivaciones. El virus tiene unos 10 genes encargados de controlar la
respuesta inmune (virolisis, citólisis, presentación antigénica).
Figura 11.5. Transmisión del virus herpes entre la dendrita y el axón de células contiguas
Figura 11.6. Primoinfección y establecimiento de la latencia por HSV
La primoinfección se establece desde el sitio de entrada mucocutáneo con transporte axonal
retrógrado a los ganglios sensitivos donde se establece el virus latente.
La respuesta inmune celular es responsable de mecanismos de
patogénesis, así como de la eliminación de los focos de replicación viral.
En estado de latencia el virus mantiene una expresión genómica mínima,
así, la expresión del gen viral LAT, inhibe la expresión de otros genes
virales muy tempranos (IE) necesarios para iniciar un ciclo replicativo
lítico completo. Cualquier pérdida de este equilibrio huésped parásito se
manifestará por recurrencia de las lesiones, en casos extremos de déficit
inmune las reactivaciones cursan con cuadros clínicos más graves. La
infección por HSV-1 no previene la infección por HSV-2, pero si
disminuye la sintomatología del cuadro clínico o lo hace asintomático.
Latencia en los virus herpes simple
La latencia es la clave central para el éxito del HSV como patógeno, ya
que permite la persistencia viral de por vida aun en presencia de una
respuesta inmune vigorosa. Como resultado de la latencia y recurrencias
periódicas, el virus se elimina del hospedero y puede ser transmitida a
otros hospederos susceptibles, permitiendo la sobrevida en poblaciones
remotas. Después de haber producido la infección primaria, el virus herpes
simple permanece en estado de latencia fundamentalmente aunque no
exclusivamente en células neuronales de los ganglios sensitivos, en otros
ganglios nerviosos periféricos, en la medula adrenal, la retina y el sistema
nervioso central (figura 11.7). Un pequeño número de neuronas en estos
sitios tienen virus en estado latente (10-20%), lo que limita mucho el
análisis y la interpretación de los resultados experimentales.
Desde 1987 se estableció que los genomas latentes del virus se
encuentran como múltiples copias circulares cerradas, en número de 10 a
20 por neurona. Cuando se establece el estado de latencia, los genes de la
fase lítica se organizan en nucleosomas que tienen modificaciones
asociadas con la represión de la transcripción. Durante la infección en fase
de latencia del HSV-1, en las neuronas se sintetizan una serie de ARNs
denominados transcritos asociados a latencia (LATs), estos son los únicos
productos virales sintetizados en gran cantidad. Los LATs son moléculas
de ARN de 1,5-2 kb, se acumulan en gran número en el núcleo (40.000 a
100.000 copias), no poseen extremidad poliA y se consideran como
intrones estables producto del splicing del ARN. Entre las funciones
conocidas de los LATs se sabe que inhiben la apoptosis, interfieren con la
expresión de los genes regulados por el IFN y estimulan la expresión de la
chaperona Hsp70. Los LATs son importantes para establecer el estado de
latencia, suprimen la replicación viral e inhiben la expresión de genes muy
precoces. Los LATs se han reportado asociados a los ribosomas, por lo que
se postula que su acción puede relacionarse con alteración en el splicing de
los ARNm de los genes IE virales o regulando la expresión de proteínas
celulares que modulan la expresión de genes virales. Otro papel atribuido a
los LATs es el de modificar la estructura de cromatina celular, lo cual
puede llevar a la inhibición de la transcripción de genes de la fase lítica.
No todas las células del ganglio sensitivo son susceptibles de
albergar virus en estado latente. El porcentaje de neuronas con virus HSV
en estado de latencia cambia según el modelo animal utilizado, algunos
trabajos reportan que todas las neuronas con virus latente expresan LATs,
mientras que otros sugieren que ese porcentaje puede variar de 5-30%.
Figura 11.7. Reactivación de la infección por HSV
La reactivación implica la retoma del ciclo de transcripción en las neuronas; los mecanismos
implicados son aún desconocidos. El ciclo replicativo en las neuronas ganglionares se lleva de
forma similar a lo descrito en las células permisivas. Las proteínas tienen una forma clásica de
expresión en cascada: muy precoces o α, precoces o β y tardías o γ.
Los productos de otros ARNs sintetizados en los estados de latencia
en neuronas han sido denominados L/ST ARNs y se ha demostrado que
pueden bloquear la unión de la proteína muy temprana ICP4 a las
secuencias promotoras. Otros estudios en modelos virales que emplearon
virus con deleciones en sus genes ICP4 (de tipo inmediato temprano y
reguladores de la transcripción) fueron capaces de establecer latencia. La
inhibición de la expresión de la proteína ICP0 es también importante para
prevenir la reactivación viral a partir del estado de latencia.
La reactivación implica el reinicio del ciclo de transcripción viral.
La expresión de ICP4 e ICP0 puede llevar a la activación de la
transcripción de genes IE, al parecer regulada por modificaciones en la
cromatina. La proteína OCT-1 reconoce un motivo TAATGARAT en la
región promotora de los genes IE y permite la unión de la VP16 a la región
promotora de los genes IE (figuras 11.7 y 11.8).
La proteína viral VP16 activa la transcripción de genes IE y activa la
cascada transcripcional del virus. Otros cofactores importantes para la
acción de la proteína VP16 son Hcf (por host cell factor) y Zhangfei
(proteína nuclear de unión a Hcf ). Se sabe que al menos la unión de la
proteína VP16 con el cofactor Hcf produce cambios conformacionales en
VP16 que permiten su unión al motivo TAATGARAT reconocido por el
dominio de OCT-1. En células neuronales en cultivo se ha observado que
para mantener el estado de latencia se requiere del factor de crecimiento
neuronal (NGF). Una de esas sustancias inhibidoras sería la proteína OCT2, que es inducida por NGF y que al descender por debajo de un nivel,
permitiría la replicación viral. Por el contrario, la expresión de citoquinas
proinflamatorias permitiría la reactivación.
Figura 11.8. Reactivación de virus herpes simple en etapa inicial
Respuesta inmune
La recuperación de la infección aguda y el mantenimiento del estado de
latencia necesitan de la acción concertada de todos los elementos de la
respuesta inmune. La respuesta inmune es necesaria para controlar la
infección y mantener el virus en estado de latencia. Se conoce que el virus
no produce una respuesta inmune capaz de eliminar el agente infeccioso,
pero si controla la seriedad de la infección, la resistencia al desarrollo de
reactivaciones y la frecuencia de las recurrencias. Las infecciones de
mayor gravedad se presentan en los pacientes inmunocomprometidos, en
estos pacientes es posible detectar múltiples cepas de un mismo subtipo, lo
cual sugiere que en el curso de la vida son posibles las infecciones
subsecuentes con diferentes cepas de un mismo subtipo (HSV-1 o HSV-2).
Durante el proceso infeccioso se produce una respuesta inmune
innata que provee una defensa rápida contra el agente. La respuesta
inmune adaptativa (celular y humoral) son importantes para resolver la
infección inicial. Los pacientes con defectos serios en la inmunidad celular
o bajo terapia inmunosupresora celular (como los pacientes trasplantados o
infectados por VIH) presentan infecciones más graves, extensas o incluso
letales; por su parte, los pacientes con déficit en la respuesta humoral
presentan una mayor diseminación del virus hacia el tejido neuronal.
Múltiples células están involucradas en la respuesta inmune, los linfocitos
T citotóxicos, los linfocitos T de respuesta retardada, las células NK y los
macrófagos; por ejemplo, los linfocitos T de respuesta retardada son los
que otorgan protección mediante la producción de IFNγ y los linfocitos T
citotóxicos son indispensables para eliminar células infectadas.
La respuesta inmune humoral se caracteriza por la aparición inicial
de IgM seguida de la IgG. La seroconversión IgM se presenta en neonatos
hacia las tres semanas de la primoinfección y junto con la IgG alcanzan
niveles mayores dos o tres meses después de la fase aguda. La respuesta
humoral está dirigida particularmente contra las glicoproteínas
superficiales, en especial la gpD. La presencia de anticuerpos séricos
detectables no protege contra las reactivaciones o reinfecciones virales. En
caso de recurrencia puede detectarse la presencia de anticuerpos de tipo
IgM, por lo tanto, su presencia no constituye un marcador confiable de
infección primaria aguda.
La respuesta inmune es también la responsable de ciertas
manifestaciones clínicas, por ejemplo, las opacidades de la córnea en el
contexto de cuadros de querato-conjuntivitis, son mediadas por
mecanismos inmunológicos. La destrucción del tejido profundo de la
córnea parece ser un proceso T dependiente. Algunas proteínas virales
como la US-12 tienen acción inmunomoduladora, el mecanismo
involucrado es la inhibición de la proteína TAP-1, necesaria para el
transporte de los antígenos virales al REG y la presentación antigénica en
el contexto de las proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad de
clase I.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación es en promedio de siete días (rango dos a 12
días). La duración de la sintomatología en caso de infección primaria por
HSV-1 es de dos a tres semanas, aunque en la mayoría de casos (70-90%)
tiene un curso asintomático. La infección por HSV compromete las
superficies cutáneas y mucosas, el sistema nervioso central y en ocasiones
otros órganos o vísceras (figura 11.9).
Las manifestaciones clínicas dependen de la edad de infección, del
subtipo viral, de la localización anatómica y del estado inmunológico del
paciente. En ausencia de anticuerpos las infecciones son más graves y van
acompañadas de signos y síntomas más amplios. Las lesiones por HSV-1 y
HSV-2 son indistinguibles, sin embargo, las infecciones genitales causadas
por HSV-2 con más frecuencia causan reactivación y seriedad de cuadro
que las causadas por HSV-1. En la mucosa oral son más comunes las
lesiones por HSV-1 que por HSV-2 y las reactivaciones son
frecuentemente asociadas al HSV-1. En ambas condiciones se puede
excretar virus sin la presencia de manifestaciones clínicas.
Figura 11.9. Sitios de infección del HSV
Estomatitis herpética o herpes oral. La infección primaria aparece
pronto en la infancia después de la desaparición de los anticuerpos
maternos (6-9 meses) o durante la edad adulta temprana. Entre los sitios
anatómicos de compromiso, la boca es el más común de afección primaria
por virus herpes simple, la primoinfección puede dar síntomas generales
de fiebre, escalofrío y malestar general con erupciones dolorosas de tipo
papulovesicular que le son características. Las infecciones varían desde
cuadros subclínicos e inaparentes hasta gingivoestomatitis agudas,
ulceraciones en boca, lengua y carrillos; otras manifestaciones son la
dificultad para la deglución, adenopatías cervicales, fiebre, síntomas
generales (malestar y mialgias); el compromiso general puede llegar a
ameritar la hospitalización con el fin de corregir líquidos y electrólitos.
Otras áreas afectadas son el paladar duro o blando, las encías, la lengua,
los labios o las áreas faciales. El virus herpes quedará latente en los
ganglios sensitivos del nervio trigémino (ganglio de Gasser). Las
reactivaciones van desde una eliminación asintomática de virus que se
detecta en saliva, hasta la recurrencia de lesiones papulovesiculares. En los
labios las reactivaciones herpéticas afectan, por lo general, la unión
mucocutánea de los labios y la zona afectada es, por lo general, siempre la
misma. Los pacientes pueden autoinocularse en otros sitios como cara,
dedos y genitales. En pacientes inmunocomprometidos las lesiones se
extienden hasta las mucosas o las capas cutáneas profundas, se observa
friabilidad de tejidos, necrosis, sangrado y dolor serio. En pacientes
trasplantados se observan también reactivaciones importantes que pueden
disminuirse con la administración profiláctica de aciclovir. Los pacientes
que sufren de eczema atópico presentan lesiones amplias en áreas
orofaciales en lo que se ha denominado eczema herpeticum.
Herpes genital. La presentación de las lesiones a nivel genital es el de
lesiones papulovesiculares, y úlceras múltiples. Las lesiones genitales en la
mujer comprometen vulva, vagina y cuello uterino. Como síntomas
generales se presentan fiebre, cefalea, malestar y mialgia. En la mujer las
lesiones son dolorosas y severas, se acompañan de disuria, retención
urinaria (manifestación de radiculitis aguda), fiebre, adenopatías
inguinales y pueden confundirse con infección gonocócica, tricomoniasis o
infección urinaria. En el hombre el virus puede causar lesiones en pene,
prepucio, glande y puede aislarse inclusive de uretra, próstata y vesículas
seminales. Las manifestaciones son mucho más duraderas y severas en
casos de primoinfección genital (20 días) que en casos de primoinfección
oral o recurrencia genital (cuatro días). Ocasionalmente las infecciones
genitales pueden extenderse hasta endometrio y trompas de Falopio en la
mujer o hasta la próstata en el hombre. Las infecciones genitales son
causadas por HSV-2 pero también ser causadas por HSV-1 en caso de
contactos orogenitales. Las lesiones anales se deben al contacto genital o
ser simplemente la manifestación por compromiso de las dermatomas
sacras; el virus HVS-2 tiene tasas de recurrencias mayores que el HSV-1.
Como en las lesiones orales a nivel genital también puede presentarse una
reactivación asintomática, con excreción de virus en las secreciones
genitales y posibilidad de transmisión a su compañero aún sin antecedentes
de primoinfección.
En la mujer embarazada la infección por virus herpes simple ha sido
asociada con abortos, parto prematuro y muerte al nacimiento. El riesgo de
transmisión vertical al neonato dependerá de la carga viral presente en el
canal de parto, se calcula un riesgo de 50% en caso de primoinfección
materna al momento del parto, 2% para infecciones que preceden 2-3
semanas el trabajo de parto, 1:1.000 para los caso en que la madre ni su
compañero tienen antecedentes de herpes genital y mínimo (1:10.000)
cuando la infección es asintomática en el preparto.
Herpes neonatal. El neonato puede adquirir la infección en un 90% de
casos durante el curso de una primoinfección materna y el paso por el
canal de parto y por vía ascendente luego de una ruptura prematura de
membranas en un 10% de casos. Se calcula que el virus herpes
compromete a 5:10.000 niños nacidos vivos. Los neonatos presentan la
mayor frecuencia de infecciones viscerales o del sistema nervioso
central. Las infecciones neonatales son benignas en un 10-15% de casos y
se limitan a lesiones cutáneas o mucosas. En las localizaciones cutáneas se
observan lesiones papulovesiculares en ramillete, con un fondo
eritematoso. Las formas graves tienen dos presentaciones: la forma
diseminada o las infecciones limitadas al sistema nervioso central. Las
infecciones diseminadas comprometen piel, ojos, boca y múltiples
órganos: hígado, laringe, esófago, pulmones, glándulas suprarrenales, etc.
El cuadro clínico puede presentarse como una hepatitis (ictericia, púrpura,
hemorragias mucosas) o una neumonía con dificultad respiratoria grave.
Las infecciones limitadas al sistema nervioso central afectan cerebro y
meninges y dan cuadros de meningoencefalitis; las lesiones son más
fuertes y las secuelas mayores en caso de infección por HSV-2. La
infección neonatal se manifiesta por fiebre, irritabilidad, convulsiones,
letargia, vómito, hipoglicemia y acidosis. La mortalidad en infecciones
diseminadas no tratadas es del 80% y del 50% en caso de infecciones del
sistema nervioso. Las secuelas de infección del sistema nervioso son
frecuentes y graves (microcefalia, coriorretinitis, cuadriplejía espástica).
Panadizo herpético. Esta afección puede tener bien sea un origen
endógeno (autoinoculación) a partir de lesiones orales o genitales o
exógeno (nuevo contacto o reinfección). Antes de la utilización de guantes
de látex, era una lesión asociada a prácticas médicas odontológicas, ahora
se observa más en infantes que succionan sus dedos. Las características de
las lesiones incluyen inflamación, edema, eritema y aparición de lesiones
de tipo papulovesicular, que pueden evolucionar hacia pústulas. Las
lesiones son indistinguibles de infecciones bacterianas de tipo pioderma. A
nivel sistémico se nota fiebre, malestar, linfadenitis y adenopatías
regionales.
Herpes gladiatorum. El HSV puede afectar cualquier área de la piel. En
luchadores se han reportado casos de lesiones en tórax, orejas, cara y
manos. Esta entidad se debe a las abrasiones propias de los deportes de
contacto e inoculación del virus a partir de lesiones del adversario.
Herpes ocular. En los ojos el espectro de lesiones abarca la conjuntivitis
folicular uni o bilateral, que puede comprometer la córnea y la queratitis
superficial dendrítica. Las lesiones se caracterizan por dolor, edema,
quemosis, visión borrosa y lesiones de tipo dendrítico; las recurrencias son
frecuentes. El tratamiento de este tipo de lesiones incluye el
desbridamiento, la aplicación de aciclovir tópico y/o la terapia con IFN. La
cicatrización de la córnea puede llevar a la ceguera por opacidad residual.
Lesiones menos frecuentes causadas por el virus herpes son las
coriorretinitis, cataratas, iridiociclitis, uveítis y necrosis retiniana aguda.
Encefalitis herpética. La infección más severa causada por virus herpes
simple es la infección del sistema nervioso central. En EE.UU. se estima
una incidencia anual de 2,3 casos por millón de habitantes y constituye por
sí sola el 10-20% de las encefalitis virales.
La patogénesis de la entidad puede estar asociada a diseminación
neuronal a partir de primoinfecciones o a diseminación hematógena. En
algunos casos se ha podido demostrar diferencias en los aislamientos
virales que producen la lesión en piel y mucosas y los aislamientos
asociados a la infección del sistema nervioso, lo que sugiere que la
encefalitis se ha originado por reinfección con un virus distinto.
Estas infecciones son de alta mortalidad (70%) y las secuelas son
comunes en personas mayores de 50 años y en quienes se haya demorado
el inicio de terapia específica. En el sistema nervioso central las
alteraciones incluyen encefalitis, meningitis, radiculitis y mielitis. En el
cerebro las lesiones se pueden deber a necrosis hemorrágica; los lóbulos
más afectados son el temporal y frontal, por lo que los síntomas estarán
acordes con esta área: afasia, alteraciones de conciencia progresivos,
cambios en el comportamiento, signos de focalización y convulsiones.
Hay cambios en los patrones del líquido cefalorraquídeo
caracterizados por una aumento de las proteínas y células con predominio
de formas linfocíticas mononucleares, los casos de encefalitis pueden
cursar con presencia de hematíes, la glucorraquia se mantiene en niveles
normales.
Herpes en pacientes inmunocomprometidos. En personas con
compromiso de la respuesta inmune celular (trasplante de órgano sólido o
médula ósea, quimioterapia citotóxica, infección por VIH), la excreción
oral o genital es frecuente y las formas clínicas son por lo común graves,
con recurrencias múltiples y fuertes que evolucionan hacia formas
crónicas. El compromiso de las áreas mucocutáneas afectadas es más
amplio, hay diseminación del virus a múltiples órganos (hígado, pulmón,
cerebro, glándulas adrenales, páncreas) y mucosas (nasal, esófago, colon,
tráquea); adicionalmente, las lesiones de piel y mucosas pueden presentar
sobreinfecciones bacterianas.
Las lesiones esofágicas se caracterizan por dolor subesternal,
disfagia, odinofagia y pérdida de peso; pueden ser el resultado de la
extensión de las lesiones orofaríngeas y clínicamente son indistinguibles
de las lesiones causadas por Candida albicans, por cáusticos, radioterapia
o quemaduras. Su diagnóstico se basa en el análisis histopatológico,
detección de antígenos virales, ADN viral o aislamiento viral. La terapia
antiviral sistémica promueve la cicatrización de las heridas y permite
disminuir la sintomatología.
La neumonitis herpética es una entidad que se presenta en
pacientes inmunosuprimidos y resulta de la extensión de lesiones
traqueobronquiales hacia el parénquima pulmonar. En otras circunstancias
se produce diseminación hemática que produce neumonitis bilateral. Las
sobreinfecciones bacterianas, micóticas y parasitarias son frecuentes en
caso de neumonitis por HSV y la mortalidad es elevada (mayor al 80%).
La hepatitis por virus herpes se caracterizan por fiebre, aumento de
las bilirrubinas y ALT, coagulación intravascular diseminada y leucopenia.
Diagnóstico
El diagnóstico confirmatorio de la infección tiene como fin responder a
criterios epidemiológicos, enfoque clínico y terapéutico del médico
tratante. La calidad de la muestra condiciona la sensibilidad y la fiabilidad
de los resultados. Se indican por separado cada una de las estrategias
diagnósticas:
Examen citológico. Permite identificar células gigantes con inclusiones
eosinófilas intranucleares, rodeadas de un halo claro y marginación de la
cromatina. El examen citológico utiliza tinciones de Wright o Giemsa
(preparación de Tzanck), debe ser realizado por un citólogo
experimentado. Esta prueba es sugestiva de infección herpética y tiene
sensibilidad baja (30-60% según el tipo y duración de la lesión),
comparada con las técnicas de detección de antígeno o amplificación
genómica. Este método tampoco permite diferenciar lesiones causadas por
HSV-1, HSV-2 o VZV.
Diagnóstico serológico. Las pruebas serológicas logran identificar la
presencia de anticuerpos por medio de técnicas de IFI, EIA, neutralización
o hemaglutinación pasiva. Los anticuerpos anti-HSV pueden ser
inexistentes en el momento de una primoinfección; en infecciones del
sistema nervioso central, los anticuerpos específicos aparecen diez días
después de iniciado el cuadro clínico. En la mayoría de casos las pruebas
serológicas no tienen gran valor, más aún, el tratamiento de urgencia de la
infección no puede esperar los resultados serológicos.
La utilidad de las IgM específicas de HSV radica en la detección de
infecciones primarias, sin embargo, la IgM puede estar presente en caso de
reactivación viral. Las pruebas serológicas tipo específicas identifican
portadores asintomáticos de HSV-1 o HSV-2, utilizando para tal efecto
glicoproteínas purificadas específicas de tipo. El interés potencial con este
último tipo de pruebas es el de diagnosticar infecciones asintomáticas por
HSV y determinar su serotipo.
Básicamente la serología evalúa el estatus inmunitario de una
población en riesgo como son las mujeres en edad de procrear. Esta prueba
es útil si se dispone de la serológica de sus compañeros sexuales, para
analizar eventos de serodiscordancia, y detectar casos que podrían ser
fuente de infección a sus parejas.
Pruebas directas o confirmatorias de etiología por HSV. Se basan en el
aislamiento del agente causal, la identificación de antígenos o genomas
virales específicos de tipo o en la amplificación genómica específica del
tipo.
Cultivo. Para hacerlo, la muestra de hisopado o el LCR deben
transportarse en medios ricos en proteínas y antibióticos. El cultivo se
efectúa en líneas celulares de origen fibroblástico como las células Vero o
MRC-5. La centrifugación del espécimen ofrece rápidos resultados. El
efecto citopático aparece en las primeras 24-48 horas de inoculación y se
caracteriza por refringencia y redondeamiento de las células infectadas.
Esta prueba es de baja sensibilidad para detectar el HSV en infecciones del
sistema nervioso central. El tipo viral (1 o 2) se identifica con la ayuda de
conjugados específicos de tipo marcados con un fluorocromo.
Detección de antígenos virales. Los antígenos tipo específicos se detectan
con técnicas de inmunofluorescencia directa (I.F), con la ayuda de
anticuerpos monoclonales conjugados con fluorocromos. La I.F tiene la
ventaja de ser rápida, menos costosa y se hace en un bajo número de
especímenes; su sensibilidad es del 75-100% y su especificidad de 8590%, dependiendo de la calidad de la muestra. La pruebas EIA para
detectar antígenos virales son menos usadas, tiene la ventaja de ser
automatizada, no requieren transporte estricto de la muestra ni de un
experto para el análisis; su costo es mucho más elevado que la IF para
estudios puntuales; la sensibilidad de la prueba es cercana al 68% y la
especificidad es de 87%.
Los métodos de hibridación molecular se han hecho en biopsias
cerebrales o hisopados de las lesiones. Para obtener resultados
satisfactorios requiere de una carga viral muy alta, por lo cual carecen de
sensibilidad en la detección del genoma viral.
Amplificación genómica. En algunas situaciones clínicas como las
encefalitis herpéticas, los exámenes citológicos, el aislamiento viral o la
detección de antígenos no tienen la celeridad ni la sensibilidad necesarias
frente a la gravedad y urgencia del diagnóstico virológico. En esta
patología la detección del genoma viral por métodos de amplificación
(PCR) es una prueba necesaria para identificar el virus herpes en el SNC.
Existen varias estrategias para reconocer el virus de la familia
Herpesviridae en el tejido nervioso que incluyen PCR, PCR anidadas,
PCR con identificación de productos de amplificación por técnicas de
RFLP (restriction fragment length polymorphism) o hibridación en fase
líquida. Las sondas cebadoras tienen como blanco de amplificación
variadas regiones genómicas (ADN polimerasa, timidina quinasa, gB, gD
o gG o secuencias consenso comunes a los seis virus herpes más
frecuentes [HSV-1, HSV-2, VZV, CMV, EBV, HHV-6] identificados en
una sola PCR).
Las pruebas de PCR anidadas (nested-PCR) aumentan la
sensibilidad pero presentan un riesgo mayor de contaminación. Las
pruebas falsas negativas están asociadas con la presencia de inhibidores
inespecíficos de la Taq polimerasa presentes en el LCR (como es el caso
de LCR hemorrágicos). Para detectar estos falsos negativos es necesario
contar con la presencia de controles internos de amplificación en todas las
muestras estudiadas. La PCR in situ ha sido empleada para la
amplificación directa en los tejidos (biopsias de SNC), pero hasta el
presente es poco utilizada. La PCR tiene una sensibilidad mayor del 95% y
una muy alta especificidad. La PCR constituye un sistema de control del
tratamiento, que permite continuar la terapia con aciclovir hasta la
negativización de la PCR y a su vez, es una prueba de pronóstico ya que
los pacientes en los que la PCR es positiva y persistente constituyen un
marcador virológico de la mala respuesta terapéutica. La tabla 11.2 resume
las indicaciones de pruebas confirmatorias en las diferentes patologías
causadas por virus herpes simple.
Tratamiento
El medicamento de elección para tratar las infecciones primarias o las
recurrencias por HSV es el aciclovir (ACV). El aciclovir es una prodroga
que es fosforilada inicialmente por la timidina quinasa viral, presente sólo
en células infectadas por virus herpes; las otras dos fosforilaciones
necesarias para la formación del medicamento activo requieren de
fosforilasas celulares. Otros derivados del aciclovir como el valaciclovir,
famciclovir y penciclovir son también usados en la terapia; todos los
medicamentos actúan inhibiendo la ADN polimerasa viral. Se ha
observado que el suministro de estos medicamentos disminuye el periodo
de la sintomatología y de las lesiones. En la tabla 11.3 se resumen los
esquemas terapéuticos en diferentes tipos de infecciones.
El ACV se acumula 30 a 100 veces más en las células infectadas,
por lo que se requiere de la replicación activa del virus para lograr un
efecto virostático. El aciclovir tiene baja absorción cuando se administra
por vía oral, la administración del éster valina de aciclovir (valaciclovir),
tiene una mejor biodisponibilidad (capítulo 6). El penciclovir es de
aplicación tópica por su prolongada vida media a nivel intracelular. El uso
prolongado (p. ej., pacientes inmunocomprometidos) de aciclovir puede
conllevar la aparición de cepas resistentes por mutación en la TK.
En caso de renuencia al ACV hay resistencia cruzada a
medicamentos homólogos como el valaciclovir y penciclovir; en estos
casos son útiles los medicamentos que actúan directamente sobre la ADN
polimerasa viral, como el cidofovir y el foscarnet.
Prevención y control
Para la prevención del herpes genital es necesario la educación de la
población en riesgo sobre la forma de transmisión, la no relación entre
signos y síntomas y riesgo de transmisión, la transmisión a partir de
personas asintomáticas y la utilidad del uso de condones, constituyen las
únicas herramientas de prevención disponibles ante la falta de vacuna
profiláctica. El uso de condones no previene la transmisión ante la
presencia de lesiones en áreas no protegidas. El lavado de manos es un
elemento importante para eliminar el riesgo de autoinoculación o
transmisión al entorno en las personas que presentan lesiones. El hábito de
besar a los infantes, de compartir comidas o utensilios de comida, son
factores que aumentan el riesgo de infección muy temprano en la vida. Los
programas de educación que tienen como objetivo cambiar los hábitos
ligados a la transmisión del HSV muestran resultados muy pobres.
Tabla 11.2. Pruebas utilizadas en el diagnóstico de infección por HSV
Forma clínica
Tipo de muestra
Test a realizar
Erupción en el inmunocompetente
Escobillonaje de vesículas
Frotis ocular
Directa rápida (I.F)
Erupción en el inmunocomprometido
Escobillonaje de vesículas
Directa rápida (I.F) Cultivo
Lesiones orofaciales o anogenitales, frotis ocular
Síndrome neuromeníngeo
LCR
PCR
Seguimiento de mujer embarazada
Escobillonaje
Directa rápida (I.F)
Mujer embarazada en el momento de parto Escobillonaje de vesículas
Cultivo
PCR (discutida)
Embriopatías y fetopatías
Líquido amniótico, placenta
Sangre de cordón
PCR Cultivo
Recién nacido
Nariz
Orofaringe
PCR Cultivo
Infección crónica
Sitio de lesión
Cultivo
Resistencia clínica al tratamiento
Sitio de lesión
Cultivo
Tabla 11.3. Esquemas terapéuticos utilizados en caso de infección por HSV
Entidad viral
Terapia indicada
Posología
Herpes genital primoinfección
Aciclovir
Valaciclovir
Famciclovir
200 mg/VO/5 x/día/10 días
1 g/VO/2 x/día/10 días
250 mg/VO/2 x/día/5-10 días
Herpes genital recurrencia
Aciclovir
Valaciclovir
Famciclovir
200 mg/VO/5 x/día/5 días
500 mg/VO/2 x/día/5 días
125 mg/VO/2 x/día/5 días
Estomatitis herpética primaria
Aciclovir
Valaciclovir
Famciclovir
200 mg/VO/5x/día/10 días
1 g/VO/2 x/día/10 días
250 mg/VO/2 x/día/5-10 días
Estomatitis herpética recurrente
Aciclovir
Penciclovir
200 mg/VO/5 x/día/5 días
Crema 1%/6 x/día /4 días
Lesión mucocutánea en caso de inmunosupresión
Aciclovir
5 mg/kg/IV/c/8 horas/7 días
Lesión mucocutánea en caso de resistencia
Foscarnet
40 mg/kg/IV/c/8h/14 días
Encefalitis herpética
Aciclovir
10-15 mg/kg/IV/c/8h/14-21 días
Herpes neonatal
Aciclovir
10-15 mg/kg/IV/c/8h/14 días
El tiempo de protección por transferencia pasiva de anticuerpos
maternos al hijo es corto, por lo que las medidas de prevención,
incluyendo el uso de posibles vacunas profilácticas, deben ser ejecutadas
muy pronto en la vida. La búsqueda de lesiones genitales en la madre en
las etapas finales del embarazo es una medida que disminuiría la
transmisión vertical del HSV. No existe consenso si la búsqueda activa de
mujeres seropositivas y el control estrecho de las mujeres en riesgo
(seronegativas con pareja seropositiva) tengan un impacto efectivo sobre la
transmisión vertical de HSV. El tratamiento de personas con recurrencias
frecuentes puede disminuir el riesgo de transmisión para el entorno. El
tratamiento profiláctico de los pacientes inmunosuprimidos con infección
latente es importante para disminuir las infecciones graves en este grupo
vulnerable.
La mortalidad causada por HSV está asociada a infección en
neonatos, personas de la tercera edad, a patologías graves como la
encefalitis, a infecciones en pacientes inmunosuprimidos, desnutridos o
con lesiones en piel. El tratamiento precoz de estos casos es un elemento
esencial para disminuir las complicaciones, secuelas y mortalidad.
Virus de la varicela-zóster (VZV)
El VZV produce dos patologías características: la varicela y el zóster. La
asociación clínica entre la varicela y el zóster fue reconocida hace más de
100 años. La varicela es una entidad muy frecuente en la infancia y el
zóster o herpes zona es común en la población de adultos e
inmunocomprometidos. La primoinfección (varicela) se caracteriza por
lesiones exantemáticas de tipo papulovesicular diseminado, que
evolucionan hacia úlceras, costras o pústulas. El VZV es muy contagioso,
se considera que su tasa de transmisibilidad es del 70%. Como los virus
herpes simple, el VZV queda latente en ganglios sensitivos y se reactiva
por lo general en etapas tardías de la vida afectando el área inervada por
una dermatoma; esta forma clínica se conoce como herpes zona. Por lo
tanto las condiciones previas para desarrollar zóster es haber presentado
varicela en la infancia. El herpes zóster se presenta como un exantema
papulovesicular que se distribuye en una o pocas dermatomas. Las mujeres
que no se han expuesto al VZV, son susceptibles de infectarse durante el
embarazo, sufrir sus complicaciones y transmitir la infección al feto o
recién nacido.
Epidemiología
La varicela es una entidad de la infancia cuya epidemiología ha cambiado
en los últimos años por la vacunación y la temprana frecuentación de
guarderías y sitios de cuidado infantil comunitario. En años anteriores la
varicela ocurría en picos entre los cinco y diez años, la frecuentación de
sitios de cuidado infantil ha desplazado los casos a una edad temprana. El
herpes zona ocurre con mayor asiduidad en la quinta a sexta década de
vida. La varicela acontece en meses secos, al final del invierno o en la
primavera en países con estaciones. La varicela es una entidad de fácil
transmisibilidad, ya que suceden casos secundarios en el 70-96% de las
personas que tienen contacto estrecho con el caso índice. Estudios de
seroprevalencia realizados en países desarrollados muestran que un 10%
de los adultos permanecen susceptibles al VZV, teniendo riesgo de hacer
infecciones graves o en caso de gestantes transmitir el virus in útero o en
forma perinatal. Algunos estudios en países tropicales muestran que la
seroprevalencia alcanza un 50%. El personal de salud seronegativo que
preste servicios en unidades médicas de cuidado de pacientes en riesgo,
deben vacunarse para evitar ser el foco de infecciones nosocomiales.
Agente infeccioso
El VZV pertenece a la subfamilia Alfaherpesvirinae, género
Varicellovirus. La morfología del VZV es muy similar a otros virus
herpes. Su cultivo in vitro es más lento y el efecto citopático es menos
evidente. El genoma es de tipo ADN de doble cadena, de menor talla que
HSV (125.000 p.b) por la menor longitud de las unidades repetitivas, la
concentración C+G es menor que la HSV (46%). El genoma contiene
cerca de 70 marcos abiertos de lectura, pero tan solo la mitad de las
proteínas codificadas han sido identificadas; las proteínas varían en peso
molecular de 7 kda a 200 kda. El genoma viral (figura 11.2) consta de una
región única larga (UL) de 105.000 p.b flanqueada por dos regiones
repetitivas invertidas y una región única corta (US) de 5.200 p.b también
flanqueada por dos regiones repetitivas invertidas (IR). El patrón de
restricción del genoma de VZV es distinto que el de HSV, factor de
utilidad en pruebas de diagnóstico molecular. A diferencia del HSV que
codifica para 12 glicoproteínas, el VZV codifica para siete glicoproteínas
(gB, gC, gE, gH, gI, gK y gL). Existen diferencias genéticas menores entre
los diferentes aislamientos, lo que da lugar a cinco genotipos o clados
denominados así: Clado 1 genotipo C (E1/A), Clado 2 genotipo J (C),
Clado 3 genotipo B (E2/D), Clado 4 genotipo J2 (M2/B), y Clado 5
genotipo A1 (M1). La distribución global de estos genotipos es variable:
los genotipos B y C se encuentran en Europa y América del Norte, los
genotipos J2 y A1 en África y Asia y el genotipo J en Japón; estos tipos
genéticos no difieren en su antigenicidad ni en sus propiedades biológicas.
La estabilidad genética se explica por el limitado número de ciclos que
ocurre a lo largo de la vida de un individuo. La timidina quinasa del VZV
es menos eficaz en los procesos de fosforilación del aciclovir, razón por la
cual las dosis terapéuticas se incrementan al doble.
Replicación
En forma similar a otros virus herpes, la replicación del VZV se encuentra
coordinada por la síntesis de proteínas muy precoces (α), precoces (β) y
tardías (γ). La síntesis de ADN viral requiere de la síntesis de proteínas
tempranas que incluyen la ADN polimerasa, helicasa y OBP (por origen
binding protein). In vitro, el virus crece en varias líneas celulares de origen
humano y de primates, esta particularidad permitió producir una cepa
japonesa atenuada denominada Oka, por el nombre del paciente. La unión
del virus se lleva a cabo por intermedio de la gB y gC que se fijan
electrostáticamente a la célula, la proteína gB se une a receptores de tipo
proteoglicanos de heparan sulfato y cuatro otras glicoproteínas (gB, gE,
gH y gI) se unen por sus residuos de manosa a receptores manosa 6 fosfato
presentes en la superficie celular. La gE se une a la proteína IDE (por
insuline degradating enzyme) que le sirve como receptor. La partícula viral
se fusiona con la membrana celular y libera la cápside, proteínas del
tegumento y el core en el citoplasma. La cápside es transportada al núcleo
celular en donde permite la entrada del genoma viral al núcleo celular. La
ARN polimerasa II permite la síntesis de transcritos α y β antes de la
replicación del genoma viral. Las proteínas IE-4, IE-62 e IE-63 se han
caracterizado como proteínas muy precoces esenciales a la replicación
viral. La proteína IE-62 es el principal factor de transcripción del VZV. La
proteína IE-62 es capaz de unirse al ADN celular e interaccionar con
factores de transcripción celulares como CKI, CKII, cdk1, cdk5 o virales
como la proteína ORF45p, constituyendo un blanco de acción antiviral
para algunos medicamentos como los PCI (pharmacological cyclindependent kinases), la olomucina, flavopiridol y la roscovitina. Luego de
la síntesis de proteínas tardías se inicia el ensamblaje de las cápside virales
en el núcleo; las cápsides vacías adquieren su primera envoltura de la
membrana nuclear, el proceso de ensamblaje finaliza por la integración de
otras proteínas y glicoproteínas en los organelos citoplásmicos, hasta la
liberación a través de la membrana plasmática. El virus se disemina a
células adyacentes por fusión de membranas plasmáticas.
Patogénesis
La transmisión del virus no requiere de contacto estrecho entre el paciente
infectado y susceptible, se efectúa por vía aérea y tiene una primera
replicación en las células epiteliales de la nasofaringe y conjuntiva. El
periodo de incubación de la infección varía de 14 a 21 días. El virus es
llevado al sistema reticuloendotelial desde donde se produce la primera
viremia que disemina el virus y lo ubica en órganos secundarios de
replicación (en hígado y bazo), desde estos órganos intermediarios de
replicación el virus es depositado por segundas viremias en la piel (figura
11.10). Las secreciones respiratorias o el fluido de las lesiones de un
paciente infectado pueden ser fuente de infección.
Las lesiones son difusas y dispersas, involucran el corium y la
dermis, las células se redondean, presentan inclusiones intranucleares y se
observan células gigantes, el compromiso de vasos sanguíneos se asocia
con necrosis y hemorragias, el color de la colección serosa se hace más
turbio por la presencia de polimorfonucleares, detritus celulares y fibrina.
El virus es capturado por células dendríticas para migrar a ganglios
linfáticos regionales. El virus es capaz de disminuir la expresión de
proteínas del MHC y otras proteínas de señalización que alteran la
presentación antigénica. Desde este sitio inicial de replicación, el virus es
transportado por células dendríticas inmaduras (con baja expresión de
MHC I, MHC II, CD80 y CD86) a ganglios linfáticos regionales (anillo de
Waldeyer). En el ganglio linfático las células dendríticas maduran
(aumentan la expresión de MHC I y II, CD80, CD86 e ICAM1), pero
disminuyen su capacidad de presentación antigénica. Las células
dendríticas maduras establecen contacto con células linfocitos B y T
nativos y linfocitos T de memoria (CD4+, CCR4 y CLA [Cutaneous
Leucocyte Antigen]). De los LT y células mononucleares se da lugar
después de cuatro a seis días a una primera viremia.
Figura 11.10. Patogénesis de la infección por VZV
A: estadios de la infección aguda. B: reactivación del VZV latente con lesiones limitadas a una
dermatoma. El virus está presente en secreciones respiratorias y en lesiones cutáneas.
La diseminación hemática sitúa el virus en órganos intermediarios de
replicación (hígado, bazo, sistema retículo-endotelial). Hacia el día 14-21
ocurre una segunda viremia que produce una replicación amplia del virus
en piel (endotelio, queratinocitos, células epiteliales, células sebáceas,
células de Langerhans); desde la piel el virus migra por vía axonal hacia
ganglios sensitivos periféricos (cervicales, torácicos y trigémino) en donde
establece un estado de latencia. El virus se caracteriza por presentar varias
oleadas de viremia, que clínicamente se manifiesta por lesiones cutáneas
en distinto periodo de evolución. Con el tiempo la respuesta inmune
específica disminuye dando lugar a las reactivaciones que comprometen
una sola dermatoma, presentación clínica que se conoce como herpes
zóster o zona.
Latencia en el VZV
Una vez ocurrida la primoinfección, el virus abundante en las lesiones
cutáneas alcanza los ganglios sensitivos bien sea por flujo axonal
retrógrado o transportado por los linfocitos durante el curso de las
viremias. El virus VZV, al parecer, tiene un estado latente o quiescente,
tanto en las neuronas como en células satélites. Esta característica le
permite al virus persistir no solo en el individuo, sino a su vez perdurar
incluso en comunidades muy alejadas. El virus se reactiva después de
muchos años, dando lugar a la presentación del herpes zóster o “zona”. La
reactivación tiene lugar una sola vez en la vida, muy probablemente
ocurran reactivaciones subclínicas en el transcurso de la vida, que son de
difícil detección. Tan solo un 5% de los pacientes presentan un segundo
episodio de herpes zona y las lesiones son indistinguibles de las
producidas por HSV; causa mayor de recurrencias virales. La frecuencia
de zona es menor del 5% en pacientes inmunocompetentes.
Los mecanismos de latencia son distintos en HSV y VZV. En VZV
no se ha descrito un producto similar a LAT en estados de latencia. El
ADN viral permanece en forma episomal, extracromosomal, o
posiblemente en forma circular (concatémeros unidos extremo a extremo).
El número de copias por neurona varía de una decena a un millar. La
latencia de VZV no se acompaña de la presencia de ARN antisentido en la
célula hospedera como en caso de HSV. Se han descrito algunos productos
en el citoplasma de neuronas de tipo proteínas muy precoces IE-4, IE-62 e
IE-63 y precoces ORF21p, ORF29p, ORF66p. Todo pareciera indicar
como si el ciclo replicativo se hubiese detenido en la fase temprana y que
la proteína IE-63 jugase un papel crucial en la latencia, quizá asociado a
sus propiedades anti apoptóticas que permiten a la neurona sobrevivir a la
infección. Otras proteínas virales como ORF21p, ORF66p, ORF61p,
ORF47p, ORF10p y las glicoproteínas gC y gI no son esenciales para el
establecimiento de la latencia.
Respuesta inmune
La respuesta inmune humoral y celular se desarrollan pocos días después
de iniciado el cuadro de varicela. Los títulos de anticuerpos específicos se
desarrollan desde los primeros días del curso clínico de la entidad, tienen
su pico máximo a las 4-8 semanas y se conservan altos por unos seis meses
y luego declinan. La inmunización activa genera una buena respuesta
inmune con presencia de anticuerpos hasta por 20 años. La reactivación
del virus se produce aun en presencia de anticuerpos elevados y los títulos
de anticuerpos aumentan después de la reactivación del virus, demostrando
un efecto de refuerzo natural. La respuesta inmune celular en forma de
linfocitos T citotóxicos, es más significativo en la limitación de la
replicación, quizá debido a que el virus se asocia a células. Las infecciones
agudas y las reactivaciones son más graves en caso de déficit en la
respuesta celular. El proceso de envejecimiento se asocia con una
disminución de la respuesta inmune (senescencia del sistema inmune), lo
que hace disminuir el umbral de protección hasta límites que no logran
controlar el virus en estado latente con la consiguiente reactivación viral.
Otras condiciones patológicas o la administración de medicamentos
inmunosupresores, se hallan asociadas también a la reactivación viral.
Aspectos clínicos
Varicela. El cuadro clínico característico está precedido de un periodo
prodrómico que simula un cuadro de influenza; la fase prodrómica es más
común en adultos que en niños. La primera manifestación típica es una
erupción cutánea generalizada. Las lesiones cutáneas se observan en
diferente estados evolutivos (mácula, pápula, vesícula, pústula) quizá
resultante de tres a siete olas sucesivas de viremia.
La evolución es variable, con una resolución de la enfermedad en
unos 14 días. El líquido de las pústulas es infectante (presencia de viriones
infectantes), no así el material de las costras. Se considera que el paciente
es infectante desde un par de días antes de la aparición del exantema hasta
que las últimas lesiones han entrado en fase de costra. Las complicaciones
son más frecuentes en adultos, adolescentes e inmunodeprimidos. Las
complicaciones de la enfermedad, son: la neumonía banal o grave (se
presenta hasta en 20% de los individuos adultos y en el caso de niños se
observa raramente); la encefalitis, el síndrome de Reye y la varicela
bullosa. El rascado permite que las lesiones cutáneas se sobreinfecten con
bacterias como el Streptococcus pyogenes y el Staphylococcus aureus,
incluyendo cepas meticilino resistentes.
Varicela en pacientes inmunocomprometidos. Los pacientes
inmunosuprimidos (síndromes linfoproliferativos, tumores malignos,
trasplantados) presentan una alta morbilidad y mortalidad. Las
complicaciones viscerales (por compromiso de múltiples órganos como
pulmón, hígado y sistema nervioso central) se presentan en un 30-50% de
casos, 15-18% de ellos son fatales. La cicatrización y el dolor residual son
prolongados. En pacientes inmunocomprometidos, se puede observar otras
complicaciones como la ataxia cerebelosa, meningitis aséptica, mielitis
transversal, la encefalitis; la ataxia cerebelosa se presenta 21 días después
del cuadro agudo. El personal de la salud seronegativo tiene un riesgo
aumentado de primoinfecciones con complicaciones.
Varicela perinatal. Si la infección materna se presenta cinco días antes o
dos días después del parto, se observa infección grave del neonato con alta
mortalidad (30%). Este comportamiento se explica por las altas tasas de
viremia en la madre y la ausencia de anticuerpos protectores que limitarían
el inóculo; además, la inmadurez del sistema inmune del neonato también
contribuiría a esta patología. La manifestación más grave de la varicela
perinatal es el compromiso visceral, siendo el pulmón el órgano más
afectado. El neonato puede presentar fiebre prolongada y compromiso
duradero de la función pulmonar.
Varicela congénita. En fetos pueden presentarse formas diseminadas y
graves que comprometen la vida del paciente. La primoinfección en curso
del embarazo tiene riesgo de manifestar un síndrome variceloso neonatal,
que ocurre en el 0,4% de infecciones ocurridas en las primeras 12 semanas
y en el 2% de las infecciones entre la 13 y 20 semanas. Entre las
manifestaciones clínicas al nacimiento se encuentra la hipoplasia de
extremidades, las lesiones cicatriciales, anormalidades oculares y la
microcefalia; estas son poco frecuentes. Un 25% de los niños con
infección durante la gestación presenta herpes zóster en el primer año de
vida.
Zóster. El herpes zona o zóster es la manifestación clínica de la
reactivación del VZV latente en ganglios sensitivos. Se caracteriza por el
mismo tipo de lesiones papulovesiculares observadas en el curso de la
varicela, pero su distribución se restringe a una o pocas dermatomas; se
acompaña de dolor radicular intenso tipo urente, además de disestesias y
fiebre. La piel es muy sensible al tacto (alodinia). Los factores de riesgo
asociados al zóster son la edad, disfunción de la inmunidad celular,
diabetes, trauma mecánico, estrés sicológico y factores genéticos.
Desde el punto de vista histopatológico, hay un gran proceso
inflamatorio de tipo linfocitario y vasculitis que causa degeneración de los
nervios (raíces sensitivas y motoras) y que puede diseminarse a zonas
adyacentes de la médula espinal o leptomeninges, también ha sido
reportado un cierto grado de desmielinización.
Las complicaciones del herpes zóster se subdividen en cutáneas,
viscerales, neurológicas y oculares. La mayor complicación del herpes
zóster es la neuralgia pos herpética, que se define como el dolor que
persiste por más de seis semanas después de la aparición de las lesiones
cutáneas. La neuralgia pos herpética se manifiesta con mayor frecuencia
en las mujeres y tiene una ubicación preferencial en la zona inervada por el
trigémino. Como secuela se observa una disestesia, que en algunos casos
requiere tratamiento quirúrgico. Después de la neuralgia pos herpética, las
complicaciones más comunes son oculares y afectan cualquier estructura
del ojo.
Diagnóstico
El diagnóstico clínico de la varicela es muy sencillo cuando ocurren en el
contexto de lesiones amplias diseminadas de aspecto papulovesicular, con
lesiones en diferentes etapas de evolución, sin embargo, es más difícil en
caso de lesiones localizadas y en menor número, pero se facilita el
diagnóstico cuando en la anamnesis existe antecedente de contacto.
El diagnóstico clínico de las lesiones de tipo zóster es muy sencillo
por las características del exantema y la distribución de lesiones limitada a
una dermatoma, no obstante, un 13% de lesiones ubicadas en región de
tórax o en área maxilofaciales, que clínicamente se diagnostican como
zóster, se han identificado como causadas por HSV; esta circunstancia es
más frecuente en caso de múltiples recurrencias que son asociadas con
mayor frecuencia al HSV que al VZV.
La confirmación de varicela tiene ciertas indicaciones como la
presencia de lesiones de tipo varicela o zona en pacientes previamente
inmunizados
o
la
aparición
de
lesiones
en
pacientes
inmunocomprometidos. El extendido de Tzanck preparado con células del
fondo de la lesión, permite detectar las células multinucleadas gigantes, su
sensibilidad es menor del 60%.
En el diagnóstico de laboratorio existen pruebas para identificar los
antígenos virales o amplificación de secuencias genómicas en material
obtenido de las lesiones. Estas pruebas por su facilidad han sustituido al
cultivo viral que no siempre da resultados en corto plazo. La identificación
de antígenos virales utiliza conjugados de anticuerpos monoclonales
dirigidos contra la gE, marcados con isotiocianato de fluoresceína.
La respuesta de tipo IgM es tardía y se presenta dos semanas
después del proceso exantemático. La IgM es positiva en caso de varicela
o zóster y en el caso de infección in útero puede perdurar por ocho meses.
La serología utiliza múltiples pruebas diagnósticas como las pruebas de
hemadsorción, EIA, aglutinación de látex o FAMA (Flurescent Antibody
to Membrane Antigen). Las pruebas IgG sirven como marcador
epidemiológico de infección antigua y son útiles en caso de pruebas de
tamizaje o en gestantes expuestas al VZV.
La especificidad de la PCR logra la diferenciación entre el HSV y el
VZV. La PCR es muy útil para diagnosticar infecciones del sistema
nervioso. El costo de la prueba limita su uso de rutina.
Tratamiento
Las sobreinfecciones bacterianas se logran prevenir mediante la aplicación
de buenas medidas de higiene; estas medidas incluyen el corte de uñas y el
lavado cuidadoso de la piel. La hidratación de la piel, la aplicación de
cremas humectantes y anti pruriginosas son parte de estas medidas
generales.
El tratamiento de la varicela tiene como fin prevenir las
complicaciones, debe iniciarse en el menor tiempo posible después de las
primeras manifestaciones clínicas, el freno en la replicación viral evita la
siembra del virus a distancia luego de las sucesivas viremias; entre más
temprano se instaure la terapia antiviral, mayor es su efecto. Existe
controversia en cuanto a la utilidad de la terapia antiviral; en estudios
controlados en población pediátrica se ha observado un efecto modesto
(disminuye el número de lesiones, dura menos la fiebre y retoman sus
actividades más pronto que los pacientes que han recibido placebo). El
mayor beneficio se observa en casos de pacientes con patología crónica,
inmunosupresora asociada que tienen cuadros clínicos más graves.
El medicamento de elección es el aciclovir (ACV). El ACV se
elimina por vía renal y la dosis debe ser ajustada en pacientes con
depuración de creatinina menor a 50 ml/min./1,73 m2. Las drogas de
segunda generación (valaciclovir, famciclovir) con un menor número de
dosis tienen una mejor absorción oral, aunque no existen estudios que
comprueben una mayor eficacia. El foscarnet es una alternativa en caso de
resistencia al aciclovir, tiene una nefrotoxicidad importante y la dosis debe
ajustarse a la función renal (tabla 11.4).
Tabla 11.4. Medicamentos utilizados para las infecciones por VZV
Medicamento
Varicela
Herpes zóster
Aciclovir
20 mg/kg/VO/día/5 días
Aciclovir en inmunosuprimidos*
10-25 mg/kg/IV/3x/7 días
Valaciclovir
1 g/3x/día/7 días
1 g/3 x/día/5-7 días
Famciclovir
No existen estudios
500 mg/3 x/día/7-10 días
Foscarnet (inmunocomprometidos)*
No aplica.
180 mg/kg./día/5 días
*Pacientes con resistencia antiviral aumentada.
800 mg/5 x/día/7-10 días
Prevención y control
La cepa Oka del VZV fue aislada por Michiaki Takahashi en Japón en
1970. Esta cepa vacunal demostró ser estable, segura, eficaz y bien
tolerada. Existen dos tipos de estrategias vacunales que tienen como objeto
prevenir la varicela o el zona, la vacunación antes de la pubertad o la
vacunación de adultos jóvenes susceptibles. En niños de uno a 12 años se
recomienda la administración de una dosis única, mientras que en niños
mayores y adultos es aconsejable el uso de dos dosis. La vacuna
profiláctica de la varicela tiene dos casas comerciales Sanofi Pasteur
(Varivax®), y GlaxoSmithKline (Varilrix®), son preparadas en línea
celular MRC-5 y utilizan un inóculo de 1.350 u.f.p por dosis. Estas
vacunas pueden tener presentación monovalente o tetravalente junto con
las vacunas de sarampión, parotiditis y rubéola.
Las complicaciones de la vacunación se limitan a efectos locales
(exantema en el sito de inoculación 5%), dolor y edema moderados (20%
de casos). La transmisión del virus vacunal a otros pacientes solo ha sido
documentado en tres casos en 16 millones de dosis administradas en
EE.UU. La seroconversión anti-VZV se detecta en un 95% en los niños
menores de 13 años después de la primera dosis, mientras que es de 85%
en pacientes adultos, la segunda dosis en adultos aplicada uno o dos meses
después de la primera dosis eleva los niveles de seroconversión a un 96%.
La vacuna contra la varicela puede ser administrada en las primeras
72 horas pos exposición a adultos susceptibles. La vacuna anti zona
(Zostavax®) se emplea para prevenir el zona en personas mayores de 60
años, utiliza inóculos dieciocho veces superiores a la vacuna de la varicela
(19.400 u.f.p), reduce en un 53% los casos de zona y en cerca de un 65%
el dolor y las neuralgias pos zona.
El alto costo de la vacuna limita su uso generalizado en la población
susceptible. Su aplicación no se ha consolidado entre los esquemas de
vacunación de la infancia por la percepción por parte de padres de familia
y hasta pediatras que la varicela es una enfermedad benigna de la infancia,
que quita la posibilidad de vacunación contra otras entidades de mayor
impacto en cuanto a morbilidad o mortalidad.
La gamaglobulina anti-VZV (VZIG) dada en los primeros tres días
después del contacto es protectora. La VZIG también se recomienda en
neonatos en riesgo de presentar una infección perinatal, la poca
disponibilidad de este producto limita sensiblemente su uso sistemático.
Virus de Epstein Barr (EBV)
En el siglo XIX Ziekte van Pfeiffer describe un cuadro que denomina
fiebre glandular, clínicamente similar a la mononucleosis. En 1920 por
primera vez se acuña el término de mononucleosis infecciosa por Thomas
Sprunt y Frank Evans, en un reporte de seis casos de pacientes
hospitalizados con fiebre, faringitis y adenopatías que evolucionaron
favorablemente a pesar de la aguda leucocitosis y presencia de células
mononucleares atípicas que hicieron pensar en alguna forma de leucemia
aguda. En 1930 Paul Bunnell (1882-1957) y posteriormente Davidson
evidencian la presencia de anticuerpos heterófilos en sangre de pacientes
con cuadros clínicos compatibles con mononucleosis infecciosa. En 1958
Denis Burkitt (1911-1993) señala la existencia de una forma de linfoma en
pacientes africanos al cual le sospecha un probable rol infeccioso. En 1964
Anthony Epstein, Bert Achong e Yvonne Barr describen la presencia de
estructuras similares a virus herpes en las biopsias de linfomas enviadas
por Burkitt desde Uganda. La pareja Henle (Werner y Gertrude) descubren
el papel inmortalizante del virus sobre linfocitos B y desarrollan las
primeras pruebas serológicas basadas sobre el principio de la
fluorescencia. Posteriormente George Klein y Harald zur Hausen detectan
la asociación serológica y presencia de ADN viral con las formas
indiferenciadas de carcinoma nasofaríngeo.
Epidemiología
El virus EBV es cosmopolita y se encuentra diseminado ampliamente en
toda la población. En los niños la infección puede ser transmitida por
contactos con adultos infectados o con fómites (objetos contaminados con
saliva), por tanto, la falta de higiene juega un papel importante. Las
mujeres tienden a presentar la entidad antes que los hombres. En los países
en vía de desarrollo y regiones tropicales, la mayoría de infantes ya ha
entrado en contacto con el virus en la primera década de vida
(promiscuidad salivar, compartir comidas) y en los países desarrollados el
pico de exposición se da entre los 15 a 25 años.
Estudios de seroprevalencia indican que la mitad de la población se
infecta en los primeros cinco años de vida y que para la edad adulta un
95% de la población mundial se encuentra infectada. La mejora en las
condiciones de higiene en la población mundial tiende a cambiar esta
tendencia, Japón que registraba en 1990 una seroprevalencia de 80% en el
grupo etáreo cinco a nueve años, disminuyó la seroprevalencia a un 59%
en 1999. En adultos jóvenes (15-24 años) seronegativos se observa una
alta incidencia de casos.
El 90% de los pacientes seropositivos asintomáticos excretan el virus
en saliva. Los pacientes inmunosuprimidos o con cuadros agudos eliminan
mayores cantidades de virus en saliva. La transmisión por EBV se efectúa
por estrecho contacto oral, con intercambio de saliva, razón por la cual ha
sido definida como la “enfermedad del beso”. Según estudios adelantados
en reclutas norteamericanos se determinó que el riesgo de contraer la
infección aumentaba cuando además del contacto oral se establecía una
relación sexual con penetración. La transmisión sexual también se
encuentra soportada por el aislamiento del EBV en secreciones genitales
de pacientes seropositivos.
La transmisión vertical por primoinfección es muy rara (0,1% de los
nacidos vivos) dada la alta seroprevalencia de las mujeres gestantes
(cercana al 97%). Otras formas de transmisión son la transfusión
sanguínea rica en células B, el trasplante de médula ósea y el trasplante de
órgano sólido, especialmente corazón y pulmón.
Agente infeccioso
El EBV o virus herpes tipo 4 pertenece al orden Herpesvirales, familia
Herpesviridae,
subfamilia
Gammaherpesvirinae,
género
Lymphocryptovirus. La morfología del EBV es muy similar a otros virus
de la misma familia. El genoma viral tiene una talla de 184.000 kpb y
codifica cerca de 100 proteínas. A partir de estudios de polimorfismo de
genes de latencia (EBNA-2, EBNA-3A, EBNA-3B) se han identificado
dos tipos virales denominados EBV-1 y EBV-2. Los estudios de la región
genética LMP1 ha podido distinguir otros subtipos que llevan la
denominación de la región en la cual han sido identificados (China 1, 2 y
3, Mediterráneo +, Mediterráneo –, NC por Carolina del Norte y Alaska).
Las infecciones por múltiples variantes son muy frecuentes (90% de los
casos agudos) y parecen ser la regla. El genoma del virus posee regiones
repetidas terminales (TR) y regiones de repetición internas IR2, IR3, IR4
que definen áreas genómicas denominadas regiones únicas (U), U2, U3,
U4 y U5 (figura 11.2).
Replicación
El virus se une mediante la gp350/220 a receptores celulares CD21
(receptor de la fracción C3d del complemento). La fusión de membranas
celular y viral es llevada a cabo por la gp85, liberando el core viral y las
proteínas del tegumento para su transporte al núcleo celular. La replicación
del material genético utiliza dos sitios distintos de origen, el sitio de origen
Ori-P (plasmídico) se utiliza en las fases de latencia permitiendo mantener
el genoma episomal, en los ciclos líticos se utiliza el sitio Ori-Lyt (lítico)
que permite la generación de nuevos ADN virales lineares. El ciclo
productivo se caracteriza por la expresión secuencial de genes: los IE o
muy precoces que codifican para transactivadores (Zebra, Zta, Z, EB1 y
R). Las proteínas Z y R activan la expresión de los genes tempranos entre
los que se encuentran enzimas para el metabolismo del ADN viral
(timidina quinasa [TK], ADN polimerasa) y regulación de la replicación
del genoma viral. Los genes tardíos codifican para las proteínas virales
estructurales y la proteína BCRF1 que es un análogo de IL-10. En las
células infectadas la replicación del ADN viral episomal utiliza el sistema
enzimático de la célula hospedera.
Patogénesis
El virus ingresa por contactos repetidos con la saliva infecciosa. El virus
puede encontrarse libre en la saliva o asociado a linfocitos B. Aún no está
claro si el virus se replica en las células epiteliales de la orofaringe o
atraviesa por transcitosis el epitelio e infecta directamente los linfocitos B
de las criptas amigdalinas y orofaringe. El virus tiene tropismo por células
epiteliales como lo confirman las lesiones como el carcinoma orofaríngeo
o la leucoplasia pilosa oral, sin embargo, no ha sido detectado en áreas
epiteliales que recubren las amígdalas. De todas maneras la replicación
epitelial del virus podría ser transitoria, ya que el virus tiene un tropismo
final linfocítico B. El virus tiene predilección por los linfocitos B nativos,
que nunca han tenido un contacto con antígenos. La infección de linfocitos
B ocasiona una respuesta intensa de linfocitos T citotóxicos, que es la
causante de la intensa leucocitosis y de la presencia de linfocitos atípicos.
Las señales antigénicas de los LB nativos son reemplazadas por las
señales de las proteínas de latencia del EBV (EBNA, LMP, EBER y
BART), que producen la maduración a linfocitos B de memoria. En la fase
aguda 1:100-1.000 linfocitos B de memoria se encuentra infectado por el
EBV. Los LB infectados entran a la circulación por vía linfática y retornan
al tejido amigdalino en donde su diferenciación a células plasmáticas
conlleva la producción de un ciclo infeccioso con producción de viriones y
liberación a través de las células epiteliales. Durante la fase aguda se
produce una fuerte respuesta de LT CD4+ y CD8+ que limita la
replicación viral y controla la infección crónica, pero que a su vez puede
ser la responsable de la sintomatología. La seriedad de la sintomatología
está correlacionada con el número de LTCD8+ activados y la relación
CD4+/CD8+.
Latencia
La infección de linfocitos B coadyuva a un proceso de transformación o
inmortalización celular, que hace que estas células se puedan propagar en
forma indefinida. Este fenómeno hace que proliferen las células infectadas
por el virus, en condiciones normales el sistema inmune elimina
posteriormente estas células de la circulación.
El EBV persiste en el huésped por dos mecanismos: la infección
latente y la infección crónica. El único factor compartido con la latencia de
HSV es la presencia en la célula de múltiples copias de genoma viral de
tipo ADN circular de forma episomal. En 1973 se demostró la presencia de
genoma viral y de antígenos intranucleares específicos en los linfocitos B,
que fueron designados como Epstein Barr Nuclear Antigen (EBNAs). Las
proteínas de latencia se denominan LMP1, LMP2A/2B (por Latent
Membrane Proteins) y EBNA-1, EBNA-2, EBNA-3a, EBNA-3b, EBNA3c, LP (por Epstein Barr Nuclear Antigen y Latent Protein). Desde
entonces se han estudiado los antígenos virales expresados en los linfocitos
transformados y hasta el momento se han identificado seis antígenos
restringidos al núcleo (EBNA-1, EBNA-2, EBNA-3a, EBNA-3b, EBNA3c y LP) y tres presentes en la membrana plasmática (LMP1, LMP2 y
LMP3). Se sabe que la proteína EBNA1 sirve para mantener la latencia. Se
han descubierto diferentes niveles de expresión de proteínas llamadas de
latencia (Latency I, II y III) en células tomadas de tumores infectados por
EBV. En células de linfoma de Burkitt hay expresión de Latency I y
EBNA1. En células provenientes de carcinoma nasofaríngeo se expresan
Latency II, EBNA1, LMP1 y, probablemente, LMP2. En los linfomas B se
observa Latency III, mientras que los cultivos de células transformadas
expresan todas las proteínas de latencia.
En estado de latencia la célula también presenta expresión de ARNs
que se denominan EBER (por Epstein Barr Encoded ARNs). Se han
observado ARN nucleares (EBERS) que no codifican proteínas y que se
encuentran en todas las células transformadas con infección latente. Otra
serie de productos de transcripción han sido estudiados, pero su función
queda aún no determinada (LMP2A y fragmento Bam H1A). Se postula
que estos ARN actúan como micro ARN (miARN) pero su papel en la
latencia no ha sido aclarado.
En caso de reactivación, se encontró que la proteína denominada
ZEBRA era inducida y codificada por el gen BZLF. Se sabe que Zebra es
un factor de transcripción de tipo fos-jun que induce el producto del gen
BRLF1 iniciando la cascada del ciclo lítico. El virus latente se manifiesta
en el núcleo de las células por presencia de genoma en forma episomal y
expresión de un número limitado de proteínas que definen la latencia.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación del EBV se estima en un rango de 30-50 días.
Las manifestaciones clínicas dependen de la edad del hospedero. La
entidad más específica producida por este agente es la mononucleosis
infecciosa. El pródromos puede durar de una a dos semanas y se
caracteriza por malestar, mialgias y fatiga, seguida de fiebre, faringitis,
linfadenopatías cervicales posteriores o generalizadas, y linfocitosis. Otras
manifestaciones, son: faringitis con exudado grisáceo maloliente,
esplenomegalia, hepatomegalia con alteraciones en las pruebas de función
hepática e incluso con ictericia en un 5% de los casos, edema palpebral y
petequias en el paladar duro. Las faringitis, adenopatías, esplenomegalia y
linfocitosis atípica son menos frecuentes en pacientes de edad avanzada.
En menos del 5% de los casos se puede observar un exantema
maculopapular que compromete brazos y tronco. El compromiso del
sistema nervioso central (encefalitis o meningoencefalitis, cerebelitis,
alteraciones psiquiátricas [alucinaciones, síndrome de Alicia en el país de
las maravillas]), parálisis facial, neuritis óptica, compromiso de pares
craneanos, mielitis transversa y síndrome de Guillain-Barré
(polineurorradiculopatía ascendente) se observan en un 1-5% de casos. La
recuperación de la infección mononucleósica se produce al mes de iniciada
la sintomatología, la convalecencia es prolongada y caracterizada por
fatiga y adenopatías cervicales.
Otras manifestaciones (< 5%) se asocian a obstrucción de las vías
aéreas altas (por el exudado, hiperplasia linfoide y edema de las mucosas),
neumonitis o neumonía; los trastornos hematológicos (20-50%) se asocian
a anemia hemolítica, anemia aplásica, trombocitopenia grave, síndrome
hemolítico urémico, neutropenia, pancitopenia, síndrome de activación
macrofágica y coagulación intravascular diseminada. Hallazgos diversos
como ictericia, hepatitis fulminante, compromiso cardiaco (miocarditis,
pericarditis), rabdomiolisis e insuficiencia renal son raras. Las mayor
complicación es la ruptura esplénica que no es común (< 0,5% de los
casos) y puede aparecer por lo general en la tercera semana de iniciada la
sintomatología, aunque se han reportado casos hasta la sexta semana. La
mortalidad en caso de mononucleosis infecciosa grave se calcula en
1:3.000.
El cuadro hemático muestra linfocitosis mayor de 50%, con más de
10% de linfocitos atípicos. Desde el punto de vista serológico se
caracteriza por la presencia de anticuerpos heterófilos y la formación de
anticuerpos específicos de tipo IgM contra el EBV.
Uno de los efectos importantes de la infección por virus Epstein Barr
es la inmunodepresión transitoria que produce. Como se expuso
previamente, el EBV tiene como células blanco las células del sistema
inmune y durante el curso de la infección hay presencia de linfocitos
atípicos transformados de tipo B y T. Al parecer, los linfocitos B son
transformados por la infección, durante la respuesta inmunológica que se
desencadena contra el antígeno mismo o contra los antígenos expresados
en la membrana de las células B. Este agente produce disminución de la
respuesta en pruebas de hipersensibilidad retardada y depresión en la
respuesta de células T al estímulo antigénico. Durante el curso de la
infección hay pérdida de la respuesta a las intradermorreacciones. Después
de la primoinfección, puede dar lugar a un ciclo lítico (en células
epiteliales de la orofaringe) o persistir en forma latente (en un 0,5-5% de
los linfocitos B circulantes).
Formas crónicas
El virus de Epstein Barr (EBV) ha sido implicado como agente causal del
linfoma de Burkitt, el carcinoma nasofaríngeo y de entidades
inmunoproliferativas en caso de inmunosupresión. En EE.UU. un 15% de
los linfomas de Burkitt se asocian con el EBV, mientras que esta
asociación alcanza un 90% en África. También ha sido relacionado con
otro tipo de tumores como la enfermedad de Hodgkin, linfomas en
inmunosuprimidos, ciertos linfomas de células T, casos raros de
leiosarcomas y cáncer de seno. El riesgo de desarrollar una enfermedad de
Hodgkin es cuatro veces mayor entre los pacientes seropositivos, que en
aquellos sin infección previa. Un metanálisis mostró que el EBV parece
ser un factor activador de la esclerosis en placas, sin embargo, esta entidad
tiene mecanismos y factores de producción diversos, siendo la infección
adquirida en la adultez un factor adicional. En pacientes con alteraciones
genéticas ligadas al cromosoma X se describe un síndrome
linfoproliferativo conocido como enfermedad de Duncan. En este caso hay
defecto en el gen que codifica para una proteína de 128 aminoácidos
(SH2D1A) involucrada en la transducción de señales para los linfocitos T.
La mutación SH2D1A previene la activación celular inducida por muerte
celular llevando a una proliferación no controlada de los linfocitos T
CD8+. La leucoplasia pilosa oral es una lesión corrugada que se presenta
en la lengua o mucosa oral y constituye una manifestación temprana de
infección por el VIH.
Diagnóstico
La detección de linfocitos atípicos en sangre periférica es una prueba
sencilla que tiene una sensibilidad del 75% y una especificidad del 92%
para mononucleosis infecciosa. Otra prueba muy empleada para el
diagnóstico de mononucleosis infecciosa es la detección de anticuerpos
heterófilos (Mono test, Monospot). Los anticuerpos heterófilos también
pueden estar presentes en caso de infecciones por virus de la rubéola,
hepatitis, influenza, varicela, citomegalovirus, en toxoplasmosis, malaria,
lupus, artritis reumatoide y formas de linfoma o leucemia. Los anticuerpos
heterófilos son IgM que reaccionan en forma cruzada con glóbulos rojos
de vacunos, corderos y caballos, se encuentran hasta en el 95% de los
casos de mononucleosis infecciosa de los adolescentes y adultos jóvenes, y
permanecen hasta por un año después de ocurrido el proceso infeccioso.
Los anticuerpos heterófilos están presentes en sólo un 40% de casos en la
primera semana, incrementándose al 90% en la tercera semana de
infección, no reaccionan con antígenos del EBV. Solo se encuentran en un
25% de los niños menores de 12 años, por lo tanto no son de utilidad en
este grupo etáreo. La detección de anticuerpos heterófilos tiene una
sensibilidad del 85% y una especificidad del 94% para mononucleosis
infecciosa en pacientes con sintomatología sugestiva.
El diagnóstico definitivo de infección por EBV se establece
mediante la respuesta de anticuerpos IgM e IgG específicos contra
antígenos temprano (EA), antígeno de la cápside viral (VCA) y antígenos
nucleares (EBNAs). El método más eficaz para detectar anticuerpos
específicos son las pruebas de tipo EIA, las cuales detectan anticuerpos
después de los primeros cinco días de iniciada la sintomatología (figura
11.11). En la fase inicial de la infección se producen anticuerpos de tipo
IgM contra la cápside viral (IgM anti-VCA), estos anticuerpos se observan
durante la fase aguda de la enfermedad y subsisten por 4-8 semanas. Los
anticuerpos IgM anti-VCA posteriormente son reemplazados por
anticuerpos de tipo IgG (IgG anti-VCA), que persisten por toda la vida del
paciente, constituyéndose en un marcador serológico de infección pasada.
Los anticuerpos IgG dirigidos contra el antígeno temprano de ciclo lítico
EA-D se sintetizan desde el periodo agudo de la enfermedad y perduran
por toda la vida del paciente, estos anticuerpos permanecen por 3-6 meses,
pero en un 20% de casos pueden estar presentes por años. Los anticuerpos
anti-EBNA aparecen después de varias semanas de iniciado el proceso
infeccioso. De esta manera, la presencia de IgM contra EA y VCA en
ausencia de anti-EBNA son indicativos de una infección reciente. La
persistencia de IgG anti-EA y VCA son indicativos de infecciones crónicas
duraderas.
Figura 11.11. Cinética de los marcadores virológicos de infección por EBV
MI: mononucleosis infecciosa. EBNA: EBV nuclear antigen 1 y 2. EA: early antigen. VCA: viral
cápside antigen.
Tratamiento
Las medidas generales consisten en reposo, administración de
acetaminofén y anti-inflamatorios no esteroideos. El suministro de líquidos
y dieta balanceada debe ser recomendada. En las primeras ocho semanas
es recomendable no practicar deportes de impacto por el riesgo de ruptura
esplénica.
No existe un tratamiento antiviral específico recomendado para los
casos de mononucleosis infecciosa. Los ensayos realizados con aciclovir
muestran una disminución de la replicación viral en la orofaringe que
retoma los niveles pre tratamiento una vez es suspendido, el aciclovir no
tiene un mayor efecto sobre la evolución clínica. La administración de
valaciclovir en un grupo de 20 pacientes también demostró una
disminución en la carga viral orofaríngea, alguna mejoría en la evolución
clínica, pero no se observó efecto en la carga viral sanguínea. El aciclovir
a dosis de 400-800 mg/5x/día logra controlar la leucoplasia pilosa oral,
pero las recaídas son frecuentes.
En algunos casos por su semejanza con una faringitis estreptocócica
se pueden administrar equivocadamente antibióticos. El uso de ampicilina
en casos de MI conlleva a una exacerbación de los síntomas cutáneos
(exantemas maculares serios), que no predicen reacciones adversas
posteriores.
Los síndromes linfoproliferativos no responden a terapia antiviral, en
estos casos es necesario regular la terapia inmunosupresora para conseguir
una mejoría clínica de la entidad.
Prevención y control
La administración de vacunas basadas en glicoproteínas de membrana
demostró ser inmunogénica en modelos animales. El suministro de una
vacuna de tipo subunidades virales (gp350) en grupos humanos, no fue
efectiva para prevenir la infección, pero si presentó en pacientes
vacunados una disminución en la sintomatología con respecto al grupo
control.
Virus citomegálico humano
o citomegalovirus (HCMV o CMV)
El citomegalovirus (CMV) fue inicialmente identificado por las
alteraciones histopatológicas que producía en casos de infecciones
congénitas. Las inclusiones nucleares en “ojo de lechuza” fueron
detectadas inicialmente en riñones, pulmón e hígado de un feto de ocho
meses. Las inclusiones y la citomegalia fueron confundidas con lesiones
producidas por parásitos y hongos, inclusive se le asignó el nombre de
Entamoeba mortinatalium. En 1920 se comprobó el carácter viral del
agente al observar que las lesiones eran similares a las producidas por el
virus de la varicela y adicionalmente, el citomegalovirus del cobayo fue
transmitido a congéneres por material ultra filtrable tomado de glándulas
salivares, mientras que en humanos, el virus fue aislado de glándulas
salivares de un niño infectado. En 1940 el virus pudo ser cultivable por
tres grupos distintos y Weller le asigna el nombre de virus citomegálico
por el efecto citopático producido in vitro (células grandes edematosas,
refringentes).
El CMV es un agente banal pero adquiere carácter de patógeno
oportunista en pacientes con alteraciones inmunes. El citomegalovirus
puede causar múltiples desórdenes en el hospedero que varían desde
cuadros asintomáticos (la mayoría de casos), infecciones subclínicas,
cuadros de mononucleosis infecciosas o infecciones diseminadas con
compromiso multiorgánico en pacientes inmunocomprometidos.
Epidemiología
El CMV es un virus altamente específico de especie. El virus es
cosmopolita y ubicuo, se han podido detectar anticuerpos en habitantes de
localidades bastante aisladas como los aborígenes Tiriyó de Brasil, donde
no existen evidencias de otros virus como el sarampión o el virus
influenza. Ocurre en formas endémicas más que epidémicas. El virus
puede ser transmitido por vía horizontal, vertical y durante los periodos de
infección primaria, reactivación o infecciones secundarias. El agente se
transmite por contacto personal directo o indirecto y la persona infectada
porta el CMV en forma silente de por vida.
El virus se encuentra en las secreciones orofaríngeas, secreciones
vaginales y cervicales, leche materna, semen, orina, heces y sangre. Puede
causar enfermedad en el feto, recién nacido o adulto joven. La trasmisión
en caso de trasplantes se debe a la persistencia del virus en los tejidos
trasplantados en los que se encuentra en estado de latencia o infección
silente. Los niños con infección in útero o perinatal excretan virus en altas
cantidades por orina durante periodos prolongados.
La seroconversión se puede establecer desde muy temprano en la
vida; en todo el mundo se calcula que un cinco a 10% de los niños se
infectan durante el primer año de vida. La transmisión está en estrecha
relación con el nivel socioeconómico, promiscuidad sexual, hacinamiento
y la falta de higiene, siendo la mayor prevalencia en poblaciones
económicamente desfavorecidas. En medios con mayores recursos
económicos se tiene un 50% de la población adulta sin exposición al virus.
Aproximadamente el 1,2% de los niños recién nacidos se infectan in
útero. Las mujeres seronegativas al cuidado de la población infantil tienen
un riesgo 20 veces mayor de infectarse durante la gestación que las
mujeres sin este tipo de contacto. Cuando un niño infectado introduce el
virus en una familia, el 50% de los contactos seronegativos pueden
infectarse en los siguientes seis meses.
El virus presenta riesgo transfusional o por perfusión de productos
plasmáticos, aunque se ha visto que aquellos productos libres de glóbulos
blancos presentan un riesgo casi nulo, por cuanto este agente permanece en
estado de latencia en las células mononucleares. El riesgo transfusional se
calcula de 0,14 a 10% por unidad de sangre transfundida.
La persona infectada excreta el virus por años y puede tener periodos
de recurrencia, excreción intermitente o excreción crónica prolongada. El
individuo puede reinfectarse por una cepa viral distinta a la que ocasionó
inicialmente su primoinfección o puede ser sujeto de periodos de
reactivación o infección persistente.
Agente infeccioso
El CMV virus herpes tipo 4 tiene una estructura general similar a otros
virus de la familia Herpesviridae, subfamilia Betaherpesvirinae, género
Cytomegalovirus. Su tamaño varía de 150-200 nm, con una cápside interna
de 100 nm, el genoma es el de mayor tamaño de los virus de la familia con
230-240 kpb, la concentración C+G es de 54-59%. Se han encontrado 208
ORF de los cuales un 33% tiene alguna homología con otros virus herpes
(HSV-1, VZV y EBV). La homología entre los diferentes aislados y cepas
virales es de un 95%, las diferencias más grandes se sitúan en los genes α.
La denominación de las proteínas se hace por la ubicación que tienen en
las regiones única larga (UL) o única corta (S) del genoma viral, sin
embargo, permanece el nombre trivial; por ejemplo, la glicoproteína H se
puede denominar gpH o gp UL75 si hace alusión al segmento genómico
que la codifica.
Replicación
El virus tiene un ciclo replicativo lento en condiciones in vitro puede
demorar hasta seis semanas para efectuar el ciclo replicativo y producir
efecto citopático. Los aislamientos obtenidos de muestras de orina de
pacientes con infección congénita tienen ocasionalmente cinéticas de
replicación más rápidas. La replicación in vivo e in vitro se caracteriza por
la presencia de inclusiones citoplásmicas y nucleares. In vivo, el CMV es
un virus linfotropo que permanece latente en células mononucleares y que
tiene ciclo lítico en macrófagos tisulares. In vitro, el virus se replica en
células de origen fibroblástico, aunque las cepas silvestres pueden utilizar
otro tipo celular (endotelio, macrófago o músculo liso). El ciclo replicativo
del HCMV humano ha sido estudiado a partir de modelos in vitro
utilizando células diploides fibroblásticas de origen humano. El virus se
une a las células blanco gracias al reconocimiento de los receptores de la
membrana plasmática (heparan sulfato y un trímero de 30 kda asociado a
la anexina II) en las glicoproteínas de envoltura viral. La glicoproteína H
(gpH) ha sido implicada en procesos de unión al receptor celular y fusión
de las membranas celular y viral, para permitir la entrada a la célula
hospedera. Los lineamientos generales de la replicación viral son similares
a otros miembros de la familia viral.
Patogénesis
Las vías de acceso al huésped no han sido claramente definidas por
estudios experimentales, ni se cuenta con estudios secuenciales de tipo
histopatológico que permitan delinear las vías de entrada y diseminación
en el hospedero. Por evidencia de tipo epidemiológico se sabe que el virus
entra en contacto con las mucosas genitales, respiratorias altas y de
orofaringe. En las puertas de entrada el CMV se replica en células de la
mucosa, el virus ha podido ser aislado e identificado por métodos
inmunohistológicos en biopsias tomadas de estos sitios. La diseminación
del agente desde el sitio de entrada inicial puede facilitarlo la presencia de
proteínas virales que tienen función de quimioquinas (CXC-1 pUL146),
estas proteínas virales atraen al sitio células de tipo mononucleares y
leucocitos.
El CMV se replica en el endotelio vascular, se postula que las
células endoteliales de los pequeños vasos realizarían un ciclo lítico,
mientras que las de grandes vasos estarían infectadas de manera
permanente. Las células endoteliales secretan citoquinas como la IL-8 que
permite la transferencia del CMV a los polimorfonucleares por contacto
intercelular directo. El virus se disemina por vía hematógena asociado a
células leucocíticas a otros órganos de la economía. El virus presente en
células leucocitarias también puede transmitirse por trasfusión, trasplante
de órgano o por vía trasplacentaria.
Se ha demostrado la replicación en órganos con sistema macrofágico
como bazo, hígado, músculo y endotelio. La segunda viremia disemina el
virus a órganos definitivos como riñón, pulmón, sistema nervioso central,
piel y mucosas. Por estudios histopatológicos el virus ha sido aislado a
partir de glándulas salivares, pulmón hígado, páncreas, riñón, ojo, oído,
placenta, tracto gastrointestinal, corazón, ovarios, hipófisis, glándulas
adrenales, tiroides, cerebro y piel.
Después del cuadro clínico inicial, el virus permanece en estado de
latencia y se replica continuamente en tejidos, se excreta en forma
prolongada por orina, saliva y secreciones genitales. Ya que existen
muchas variantes genéticas se puede plantear la hipótesis de que existan
diferencias de virulencia entre ellas. Los anticuerpos producidos durante la
primoinfección no ofrecen protección total y pueden permitir una viremia
en el curso de recurrencias o infecciones secundarias con cepas virales
distintas.
El citomegalovirus posee una serie de propiedades que le permiten
escapar al sistema de vigilancia inmune: ciclo replicativo lento, tropismo
celular restringido, poca transmisión intercelular. El CMV puede poner a
disposición el 20% de su información genómica para la regulación del
sistema inmune. Un buen número de proteínas virales han sido implicadas
en el proceso de inhibición del reconocimiento por células implicadas en el
control de la infección viral (células NK, linfocitos CD4+ y CD8+ (tabla
11.5). Dentro del grupo de proteínas inmunomoduladoras se tienen algunas
que hoy se conocen como homólogas celulares y otras a las que aún no se
les ha identificado un homólogo celular.
El CMV produce un receptor homólogo de la fracción cristalizable
de las inmunoglobulinas (FC) que inhibe la fagocitosis viral dependiente
de la fijación de las inmunoglobulinas a los receptores FC, adicionalmente
sobre el virión se pueden detectar dos proteínas (CD55 y CD59) que son
inhibidores de la cascada del complemento. Además en la célula infectada
el HCMV se induce la expresión de CD46 y CD55 que son inhibidoras de
la actividad del complemento. Estos mecanismos bloquean la lisis de los
virones o de las células que están infectadas.
Por distintos mecanismos el CMV inhibe la expresión de MHC I en
la superficie de la células infectadas, este mecanismo disminuye la
presentación de antígenos en la célula por lo cual se previene su lisis. El
CMV inhibe la expresión constitutiva e inducida de MHC II para escapar
más eficazmente a la respuesta de linfocitos T CD4+. Los análogos de IL10 (cmvIL-10) actúan disminuyendo la síntesis de citoquinas
proinflamatorias y disminuyen la expresión de MHC-II, lo cual permite
eludir la respuesta de linfocitos T.
Tabla 11.5. Mecanismos de patogenicidad y evasión de la respuesta inmune
Gen HCMV
Función
Mecanismo de evasión
UL18
Homólogo MHC de clase I
Previene la presentación Ag a CD4+. Inhibe la lisis de NK por unión a
LIR1
US27
Homólogo quimioquinas CCR
US28
Homólogo quimioquinas CCR Se une a RANTES, MIP1a, MCP1
UL33
Homólogo quimioquinas CCR
UL146
Homólogo quimioquinas
CXC
Une al receptor IL-8. Estimula la migración de granulocitos
UL147
Homólogo quimioquinas
CXC
¿Reclutamiento de células aptas a la diseminación?
UL111A
Homólogo IL-10
Inhibe la síntesis de citoquinas proinflamatorias. Disminuye la expresión de
MHC I
UL37 y
Homólogos de receptores
UL144
TNF
UL40
Destrucción de NK
Aumento de HLA-E une receptor de NK, inhibe la lisis
US2
Disminuye los MHC de clase
I y II
Degrada las proteínas MHC II (HLA-DRa y HLA-DMa). Exportación de
las proteínas
MHCI del RE vía Sec61, clivaje en proteasomas
US3
Disminuye los MHC de clase
I
Retiene los MHC I en el retículo endoplásmico
US6
Disminuye la presentación Ag Inhibe translocación mediada TAP
US11
Disminuye los MHC de clase
I
US83
Bloquean la apoptosis
Dislocación de MHC en citosol, clivaje en proteasomas
Inhibe la presentación de IE 72Kda
El CMV tiene la posibilidad de inhibir la actividad de las células NK
al disminuir la expresión de MHC I y de expresar homólogos de estas
moléculas como la HLA-E, que tiene la capacidad de unirse a receptores
inhibitorios como CD/94/NKG2A/B, esta acción inhibe la lisis de células
infectadas a cargo de las células NK. El virus posee una actividad antiapoptótica. Las proteínas IE1, IE2 y UL37 bloquean la apoptosis inducida
por el TNFα y la mediada por el receptor de TNFα. La proteína UL38
(vICA por viral Inhibitor of Caspase 8-induced Apoptosis) inhibe la
apoptosis mediada por el ligando Fas por una acción inhibitoria de la
caspasa 8.
Finalmente, el virión posee la capacidad de infectar células
hematopoyéticas en vía de diferenciación final, donde es capaz de
establecer un estado de latencia. También se ha observado que CMV que
se replica en células endoteliales es capaz de infectar células dendríticas en
las cuales produce un ciclo viral completo.
La respuesta inmune celular de tipo T es fundamental para el control
de la infección. Los casos más graves de infección se encuentran en fetos y
niños con inmadurez del sistema inmune y en pacientes
inmunocomprometidos, sometidos a terapias inmunosupresoras como la
administración de gamaglobulina anti linfocitos T. Otro mecanismo de
patogénesis incluye la activación de linfocitos B por la infección
citomegálica, lo que conlleva al desarrollo de auto-anticuerpos como el
factor reumatoide u otros auto-anticuerpos presentes durante los cuadros
de mononucleosis infecciosa.
Latencia en citomegalovirus
El virus citomegálico es quizá el más importante por mortalidad y
morbilidad, pero es el menos conocido en cuanto a los mecanismos
involucrados en la latencia. No están muy bien determinadas las células
involucradas en la infección persistente; sin embargo, hay evidencia de
que las células mononucleares (CD34+ precursoras de linfocitos T y
linfocitos B progenitores y de células de la línea macrófago/ monocito)
pueden portar el ADN viral; algunos trabajos muestran que el genoma
viral latente se encuentra en forma episomal, pero se desconoce hasta qué
punto es expresado a nivel celular. Mediante reacción en cadena de la
polimerasa (PCR), se sabe que el genoma viral puede ser detectado en
bazo, médula ósea y sangre periférica en ausencia de transcritos de genes
inmediatos precoces (IE-1) presentes en fase temprana del ciclo
replicativo. Los pulmones han sido el sitio de mayor latencia descrito para
el virus citomegálico y la proteína IE-1 se halla en forma constante. En
modelos murino de infección por MCMV se pudo comprobar que la
reactivación del virus conlleva a la expresión de IE1, la producción de
citoquinas proinflamatorias como el TNF y a la activación de factores de
transcripción como el NFkB y el AP-1.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación de la infección por CMV es de cuatro a ocho
semanas. La infección cursa, por lo general, en forma asintomática, pero
en el caso de pacientes inmunosuprimidos el cuadro clínico es serio y
puede comprometer la vida del paciente. Las infecciones más graves se
observan en pacientes con inmunosupresión de tipo celular, como es el
caso de pacientes con trasplante de órgano o pacientes con infección por
VIH en fase SIDA.
Infección en el hospedero normal
En relación con las manifestaciones clínicas se puede decir que la mayoría
de infecciones son asintomáticas. Los cuadros sintomáticos pueden
presentarse como cuadros de mononucleosis infecciosa con anticuerpos
heterófilos negativos. Por antecedentes de pacientes previamente sanos
con IgM elevada y pruebas de avidez baja, como medida de infección
reciente, se puede afirmar que la infección cursa con fiebre alta
prolongada, sudoración, malestar general, escalofrío, cefalea, fatiga,
mialgias, ictericia y hepatitis. En general la infección por CMV no cursa
con faringitis, linfadenopatías ni presencia de anticuerpos heterófilos,
como en el caso de infección por virus EBV. Puede existir una hepatitis,
miocarditis, artritis, encefalitis y exantema morbiliforme. En casos raros
puede asociarse con pericarditis, síndrome de Guillan Barré, púrpura
trombocitopénica y anemia hemolítica. En sangre periférica se puede
observar linfocitosis con un 10% de linfocitos atípicos. Después del cuadro
agudo se encuentra astenia persistente y el virus se elimina por largos
periodos de tiempo (meses a años) en orina, secreciones genitales y/o
saliva. La infección de la mujer embarazada no tiene ninguna
particularidad clínica, 32-68% de las mujeres presentarán manifestaciones
clínicas de tipo fiebre, mialgia, astenia y rinitis.
Infección congénita
Las infecciones congénitas forman parte del síndrome de TORCHS y de
cuadros de enfermedad de inclusión citomegálica. La causa más frecuente
de la infección congénita es la primoinfección materna, la tasa de
transmisión vertical se calcula en 35-50%, las reinfecciones o
reactivaciones maternas son de muy difícil identificación y para algunos
autores sólo llevan a tasas de transmisión vertical de un 2%. Para las
infecciones primarias la tasa de transmisión será del 30-45% durante el
primer trimestre del embarazo, del 45% para el segundo trimestre y del 7580% para el tercer trimestre del embarazo.
In útero, las anomalías ecográficas se presentan a nivel cerebral
(microcefalia, hidrocefalia, dilataciones ventriculares, calcificaciones
intracerebrales), mientras que a nivel extra cerebral se detecta retardo del
crecimiento
fetal,
hepatomegalia,
ascitis,
oligohidramnios,
hiperecogenicidad del intestino delgado. Los niños infectados por CMV
tienen como antecedente único parto pretérmino; sólo un 5 a 10% presenta
manifestaciones clínicas al nacer, caracterizadas por bajo peso,
hepatoesplenomegalia, petequias, ictericia, microcefalia, coriorretinitis,
letargia, hipotonía, convulsiones y hernia inguinal. Algunos casos
presentan pérdida de la audición presente al nacer o de aparición
progresiva en los primeros años de vida. En los pacientes asintomáticos un
5-25% desarrolla retardo sicomotor, pérdida de la audición, anormalidades
oculares y dentales en los primeros años de vida.
Los casos congénitos cursan con IgM aumentadas (> 20 mg/dl),
linfocitos atípicos > 6%, aumento de la alanino amino transferasa (ALT),
plaquetas disminuidas (< 100.000/ml) y aumento de las bilirrubinas
conjugadas, hemólisis y aumento de las proteínas en líquido
cefalorraquídeo. La mortalidad en caso de infección sintomática al nacer
es del 30%, mientras que las secuelas neurosensoriales (sordera, retardo
psicomotor) se producen en un 60% de los casos. Los niños que no tienen
manifestaciones clínicas al nacer tienen un desarrollo normal en un 90%
de casos.
Las infecciones perinatales ocurren por contaminación al paso por
el canal de parto o lactancia. Estas infecciones son por lo general
asintomáticas o caracterizarse por síntomas inespecíficos como retardo en
el desarrollo (peso y talla), exantema, hepatitis, anemia y linfocitosis
atípica. Para evitar estas infecciones, es necesario que las unidades de
sangre que vayan a ser transfundidas a recién nacidos, sean estudiadas
serológicamente para citomegalovirus y en estos pacientes se empleen
productos provenientes de pacientes seronegativos. Otra solución es la de
transfundir sangre filtrada que retenga las células blancas de la sangre que
portan el virus a nivel de células mononucleares. Los bancos de leche
materna también pueden ser la fuente de infecciones perinatales.
Infección en el paciente inmunocomprometido
En los pacientes inmunosuprimidos las infecciones son debidas a
primoinfecciones o reactivaciones virales. Su curso clínico varía de
cuadros asintomáticos o manifestarse simplemente por picos febriles que
se autoresuelven. Otro curso puede ser el de presentar cuadros febriles con
viremia y leucopenia. Los casos graves se acompañan de manifestaciones
mucho más intensas con afecciones de órganos dando lugar a neumonitis
intersticial, hepatitis, esofagitis, gastritis, colitis y coriorretinitis. La
manifestación más frecuente es la fiebre de 38-40º C, asociada a
decaimiento, malestar, mialgias y artralgias, en algunos casos se asocia a
viremia y leucopenia, en lo que se ha denominado síndrome CMV. El
citomegalovirus puede llegar al paciente inmunocomprometido como parte
del tratamiento de su patología de base en forma de transfusión o
trasplante, por reactivación de un virus latente o por reinfección con un
virus distinto al causante de su primoinfección.
La complicación más frecuente por CMV en pacientes con SIDA es
la retinitis y se presenta cuando los recuentos de células CD4+ son muy
bajos (50-100 células/ml), el CMV es causa importante de ceguera en
pacientes infectados por el VIH. La primoinfección por citomegalovirus en
pacientes con inmunodeficiencia se presenta como cuadros graves de
infección sistémica u otras formas localizadas.
Infección en el paciente trasplantado
Las infecciones más graves se presentan en pacientes con trasplante
alogénico de órgano sólido o de medula ósea. El papel protector de los
linfocitos T CD8+ y de los anticuerpos preformados durante la
primoinfección ha sido comprobado en los pacientes con trasplante de
órgano sólido.
El síndrome de infección por CMV aparece durante el segundo mes
de recibido el órgano. Las manifestaciones clínicas incluyen fiebre,
malestar, artralgias, exantema maculopapular, leucopenia, trombocitopenia
e incremento en las transaminasas. El compromiso de órgano blanco
incluye cuadros de retinitis, encefalitis, neumonitis, úlceras
gastrointestinales, hepatitis, pancreatitis, miocarditis y neuropatía
periférica. En pacientes trasplantados, la infección por CMV se asocia con
rechazo del órgano trasplantado y con lesiones de órgano trasplantado
(arteritis coronarias en trasplante de corazón, falla renal, neumonitis y
hepatitis), sobreinfecciones bacterianas o fúngicas. Las infecciones por
CMV se asocian con aumento de los costos de tratamiento y prolongación
de las estancias hospitalarias de pacientes trasplantados. El riesgo de
infección por CMV es mayor en los pacientes seronegativos que reciben
un órgano de pacientes seropositivos (D+/Rpor donante positivo y receptor
negativo).
Diagnóstico
La mayoría de las infecciones por citomegalovirus son asintomáticas, por
ende no existen elementos para la sospecha clínica de infección por este
agente. En caso de existir sintomatología, hay métodos directos que
permiten determinar la presencia del agente infeccioso, del genoma viral o
de antígenos en sangre periférica o métodos indirectos que detectan la
respuesta inmune generada ante el virus.
El aislamiento del agente infeccioso se hace en células MRC-5 o en
HLF, ambas provenientes de células de tejido pulmonar embrionario
humano. En este tipo de células se pueden hacer aislamientos de
especímenes clínicos que provienen de orina, sangre, saliva, líquido
amniótico, aspirado broncoalveolar, lavado broncoalveolar o material de
biopsia. En pacientes con alta carga viral, el efecto citopático es rápido,
pero en cuadros como la mononucleosis infecciosa por CMV, el virus es
de crecimiento lento, y el efecto citopático puede demorar en aparecer de
10 días a cuatro semanas, razón por la cual se utilizan pruebas rápidas para
determinar en las monocapas celulares la presencia de proteínas muy
precoces, signo de replicación viral. El aislamiento puede combinarse con
la inmunofluorescencia directa para determinar la presencia de proteínas
de tipo muy temprano (IE) a las 48 horas después de realizada la
inoculación de las monocapas celulares. Otra forma de diagnóstico precoz
de la replicación viral es la hibridación molecular sobre las monocapas
celulares.
En los pacientes trasplantados se ha utilizado la determinación de
antígenos virales en los especímenes clínicos; este método diagnóstico se
denomina antigenemia. En este sentido, es muy útil buscar la presencia de
la fosfoproteína pp65 (pp65) en los polimorfonucleares de sangre
periférica; esta prueba es muy útil por cuanto se asocia con infecciones
activas; el método cuantitativo (número de células positivas en 100.000
leucocitos) está en relación con la seriedad del cuadro clínico y permite
seguir la evolución clínica del paciente.
Una prueba que día a día gana más auge es la determinación de la
presencia de genoma viral por métodos de amplificación de genoma,
mediante métodos de PCR. Esta es una técnica muy sensible, puede
determinar la presencia de genoma viral aun en casos en los que el
individuo presenta el virus en estado de latencia. Por su sensibilidad y
especificidad, la carga viral es la prueba de referencia de diagnóstico
prenatal. Con la técnica de amplificación genómica precedida de una etapa
de retrotranscripción (RT-PCR) se puede comprobar la presencia de
ARNm de proteínas estructurales y, por ende, determinar la síntesis de
partículas virales y la infección activa. Mediante la implantación de
métodos de PCR cuantitativos (carga viral), se tiene una herramienta que
permite determinar la seriedad del cuadro clínico, la evolución y respuesta
de los pacientes al tratamiento. Las cargas virales altas (> 105/ml) son más
frecuentes cuando el feto presenta manifestaciones ecográficas de daño
grave o cuando las células en ojo de lechuza están presentes en la orina del
recién nacido, de igual manera las cargas virales bajas (< 103/ml) se
asocian con lesiones benignas. Adicionalmente la PCR es una herramienta
útil para diagnosticar infecciones del sistema nervioso (encefalitis o
polirradiculopatías).
Estudios de PCR para diagnóstico de la infección citomegálica
congénita indican que el mejor material para estudio es el líquido
amniótico y no la sangre fetal. No es aconsejable realizar la PCR o el
cultivo viral solos, pues la combinación de ambos métodos puede dar una
sensibilidad y especificidad cercanas al 100%.
En pacientes con infección por VIH y SIDA los resultados positivos
en PCR han demostrado tener un valor predictivo positivo del 60% sobre
el desarrollo ulterior de retinitis, los resultados de las pruebas cuantitativas
también se correlacionan con la actividad de CMV en estos pacientes.
Las pruebas serológicas son útiles para determinar anticuerpos
durante la fase aguda de la infección y confirmar el contacto previo con el
agente infeccioso. La determinación de anticuerpos de tipo IgM en el suero
de pacientes se asocia a procesos infecciosos agudos, reactivaciones o
reinfecciones y no necesariamente se correlaciona con infección reciente.
Esta prueba tiene, sin embargo, limitaciones de sensibilidad, siendo más
sensible cuando se utilizan sistemas EIA de captura. Estudios de diferentes
pruebas diagnósticas de tipo IgM muestran que la correlación entre ellas es
baja, llegando sólo a un nivel de correlación de 60%. Otra limitante de la
prueba IgM anti-citomegalovirus radica en que puede persistir por tiempo
prolongado (6-18 meses) después de la infección aguda, está presente aún
en casos de infección secundaria o reinfección o puede ser positiva en
casos de otras infecciones que lleven a un estímulo policlonal no
específico del sistema inmune. En pacientes inmunosuprimidos pueden
observarse resultados IgM positivos por infecciones secundarias o
reactivaciones. La seroconversión está asociada a una infección primaria,
pero es difícil de detectar en ausencia de búsqueda sistemática.
Los métodos más empleados para determinar la respuesta de tipo
IgG específica se basan en pruebas de tipo EIA. La IgG específica de
citomegalovirus es un marcador de infección pasada y para tener mayor
validez debe ser cuantitativa, para determinar la desnivelación de títulos de
anticuerpos entre la fase aguda y la fase de convalecencia (dos a tres
semanas después del periodo agudo de la enfermedad). Las pruebas de
avidez permiten detectar infecciones de más de tres meses de evolución,
los índices de avidez de IgG específicas están en correlación con la
antigüedad de la infección, sin embargo, en mujeres embarazadas con más
de tres meses de gestación, la prueba de avidez no permite determinar una
infección después de la concepción.
Tratamiento
El medicamento de elección para el tratamiento de las formas graves de
infección es el ganciclovir y el valganciclovir (derivado éster valina del
ganciclovir). La forma activa del medicamento es la forma trifosforilada y
la primera fosforilación es llevada a cabo por una enzima viral la pUL97,
la forma trifosfato se obtiene por fosforilasas celulares e inhibe la ADN
polimerasa viral. La dosis sugerida de ganciclovir es de cinco
mg/kg/IV/c/12 horas por 14-21 días. Este medicamento se ha utilizado
para tratar pacientes inmunocomprometidos con infecciones graves o para
niños con infecciones del sistema nervioso central. El efecto del
tratamiento es disminuir la replicación viral y la agudeza del daño
auditivo. En neonatos el ganciclovir tiene como efectos secundarios la
trombocitopenia y la neutropenia.
En el tratamiento de las retinitis por CMV se han utilizado tanto las
formas orales o sistémicas de ganciclovir, valaciclovir, cidofovir como la
aplicación intravítrea de ganciclovir o de un oligonucleótido anti-sentido
de 21 nucleótidos, el cual se une a ARNm virales, inhibiendo la
traducción. Este último compuesto conocido como fomivirsen
(Vitravene), se administra 330 mg en dos dosis de inicio suministrados con
un intervalo de siete días y dosis de mantenimiento de 330 mg/mes. El uso
de medicamentos intravítreos tiene que sopesarse por los posibles efectos
secundarios asociados (hemorragias, endoftalmitis y desprendimientos de
retina).
Prevención y control
Los pacientes con infecciones congénitas excretan el virus durante
periodos de tiempo prolongados, por ende, constituyen una fuente de
infección potencial para la población que los rodea, en ellos es necesario
tener cuidado en cuanto al manejo y la eliminación de secreciones y
excreciones (en especial de orina). La única medida de prevención
recomendada es el lavado de manos, sobre todo en grupos de madres o
mujeres en contacto con la población infantil.
En transfusiones y trasplantes se disminuye el riesgo de infección
mediante el uso de donantes seronegativos, esto es una limitante grande en
regiones con seroprevalencias elevadas, por lo tanto, se pueden utilizar
transfusiones de unidades de sangre filtradas, que retienen los leucocitos,
principal fuente de infección. Estas medidas profilácticas tienen
recomendación fundamental para trasfusiones en prematuros o neonatos o
pacientes inmunocomprometidos.
En pacientes seronegativos que van a ser trasplantados se puede
administrar la gamaglobulina hiperinmune específica contra CMV, si bien
hay resultados variables entre diferentes lotes de producto, brinda algún
grado de protección. Otra medida de prevención en pacientes trasplantados
es la profilaxis con valganciclovir.
En cuanto a la profilaxis vacunal, la primera vacuna empleada fue de
tipo virus vivos atenuados. La cepa vacunal Towne fue diseñada para
prevenir y modificar las infecciones que ocurrían en forma natural. Esta
vacuna tiene como características generales, las siguientes:
1.
2.
3.
4.
Estimula tanto la respuesta inmune celular como la humoral.
El virus no es excretado en individuos vacunados y no establece en ellos estado de latencia.
Protege parcialmente de la enfermedad a los individuos trasplantados seronegativos.
Protege a los individuos sanos seronegativos de la enfermedad pero no de la infección.
En los últimos años se ha temido mucho el uso de vacunas vivas
atenuadas, relacionadas con la reversión de la virulencia, oncogenicidad o
producción de un estado de portador. Los esfuerzos para desarrollar
vacunas están dirigidos hacia la elaboración de péptidos sintéticos, el uso
de tecnologías de ADN recombinante, la atenuación selectiva y dirigida
del patógeno y la producción de anti idiotipos.
Infecciones por virus herpes 6 y 7
(HHV-6 y HHV-7)
La relación entre el exantema súbito o roséola y la seroconversión para el
HHV-6B fue establecida por Koichi Yamanishi en Japón en 1988. Los
virus herpes tipo 6 y 7 (HHV-6 y HHV-7) fueron descubiertos
respectivamente en 1986 y 1990. Estos virus tienen una distribución
global, el HHV-6 existe como dos variantes denominadas HHV-6A y
HHV-6B. El HHV-6A no ha sido vinculado con ninguna enfermedad,
mientras que el HHV-6B se ha relacionado con el exantema súbito o sexta
enfermedad. El HHV-7, también ha sido vinculado con casos de exantema
súbito y otros exantemas de la infancia y cada día se asocia más con
patologías presentes en pacientes inmunocomprometidos.
Epidemiología
Los estudios de seroprevalencia indican que la infección por HHV-6 es
cosmopolita y que se adquiere muy temprano en la vida. Antes de los seis
meses de edad los niños pueden estar protegidos por anticuerpos
transferidos en forma trasplacentaria. Los estudios seroepidemiológicos
muestran que el 90% de las infecciones por el HHV-6 ocurren en los dos
primeros años de vida. La seropositividad para HHV-6 disminuye hacia la
tercera y cuarta década de vida. Los HHV-6 y HHV-7 son de alta
prevalencia en la población pediátrica. Un estudio prospectivo de
seguimiento de una cohorte de 277 niños con métodos de diagnóstico
basados en PCR en tiempo real, indica que el 40% de los niños presenta
HHV-6 en saliva para el primer año de vida y el 77% se ha infectado antes
del segundo año. Igualmente se pudo determinar que la edad pico de
infección se encuentra entre los 9-21 meses. La fuente de infección parece
ser el contacto con hermanos mayores. Un estudio prospectivo señala que
la infección por HHV-7 es un poco más tardía en la vida, aunque la
seropositividad alcanza un 75% hacia los 12-23 meses. Los HHV-6 y
HHV-7 son comunes en pacientes trasplantados y el HHV-6 se ha
relacionado con casos de encefalitis.
Agente infeccioso
El HHV-6 y el HHV-7 tienen una estructura similar a otros virus del orden
Herpesvirales, de la familia Herpesviridae, subfamilia Betaherpesvirinae,
género Roseolovirus. Como todos los virus de la familia, el HHV-6 está
compuesto de un core central, una cápside icosaédrica (90-100 nm), el
tegumento y la membrana lipídica con sus glicoproteínas de superficie. El
diámetro del virión varía de 150-200 nm. El genoma es de 160-162 kpb,
formado por dos regiones repetitivas terminales de 8-9 kpb y una región
única central (U) de 143-145 kpb. El genoma del HHV-6A contiene 110
ORF, mientras que el HHV-6B contiene 119 ORF. La homología de
secuencia genética entre HHV-6A y HHV6B es de un 90%, estos dos
agente han sido definidos como especies distintas.
Replicación
El HHV-6 y el HHV-7 tienen la propiedad de crecer eficazmente en
linfocitos T CD4+, aunque se han identificado otros tipos celulares
permisivos como los linfocitos B, células NK, monocitos, macrófagos y
células epiteliales. El ciclo replicativo total toma 72 horas. La expresión de
genes sigue un sistema de regulación en cascada, con producción de
proteínas muy tempranas o α, tempranas o β y tardías o γ, similares a los
descritos en otros miembros de la familia Herpesviridae. La clasificación
de las proteínas aún no es muy clara. El HHV-6 entra a la célula por unión
del complejo de proteínas virales gH, gL, gQ (U48, U86, U100) con la
proteína CD46. La CD46 tiene como función la regulación de la cascada
del complemento. in vitro, el HHV-6 también puede crecer en células
mononucleares de sangre periférica o de sangre de cordón. La replicación
del material genético sigue un mecanismo de círculo rodante.
El proceso de replicación viral se manifiesta por la presencia de
células edematosas, citomegálicas que luego mueren. In vivo, el HHV-6
tiene un rango amplio de tejidos afectados que incluyen cerebro, hígado,
amígdalas, glándulas salivares y endotelios. El HHV-6 permanece latente
en células progenitoras de médula ósea y transmitirse a monocitos,
macrófagos o células dendríticas. Una particularidad del HHV-6 es la
capacidad que tiene de integrar su genoma con los cromosomas de la
célula huésped, factor que facilitaría la transmisión vertical.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación descrito durante brotes epidémicos de HHV-6
varía de cinco a 15 días. Los virus HHV-6 y HHV-7 se han detectado en
saliva, sugiriendo que se efectúa replicación activa en glándulas salivares y
que esta es fuente de transmisión de ambos virus, lo homología de virus
entre padre e hijos insinúa que se transmiten en un ambiente parental. El
curso de la infección se presenta en la figura 11.12. Se acepta que la ruta
de transmisión principal ocurre a través de la saliva. El virus ha sido
detectado por PCR en el tejido de glándulas salivares, saliva y orofaringe
de personas sanas. La adquisición más tardía del HHV-7 puede ser que se
deba a que a pesar de sus títulos más importantes en saliva, exista una
protección parcial por los anticuerpos maternos. Como se expuso
previamente, el HHV-6 puede transmitirse en forma vertical. La trasmisión
está en relación con el grado de contacto estrecho entre los niños o por el
grado de hacinamiento. El virus se encuentra en secreciones vaginales de
mujeres embarazadas, lo que explica las infecciones congénitas. El HHV6
se ha detectado por técnicas de PCR en sangre de cordón en un 2% de
hijos de madres sanas, no se sabe qué factores permiten la reactivación en
la madre.
En caso de HHV-7 también se ha establecido que ocurre por
contacto estrecho entre los padres e hijos, pero no se tiene claro por qué
esta infección ocurre en forma más tardía. Se ha especulado que el HHV-7
se pueda transmitir por la lactancia. El exantema súbito es la enfermedad
eruptiva más frecuente en niños menores de dos años. Esta entidad es la
forma clínica más fácilmente reconocida de infección por HHV-6. La
enfermedad es excepcional después de los cuatro años cuando los niveles
de seroprevalencia son muy altos. Se han descrito cuadros clínicos en los
adultos, pero no se ha descartado la presencia de infecciones por otros
agentes como los echovirus y los virus Coxsackie que pueden dar cuadros
clínicos similares.
La mayoría de niños presentan un síndrome febril no bien
diferenciado, en la minoría de casos se presenta como un cuadro de
exantema súbito, roséola infantil o sexta enfermedad. La roséola fue una
entidad descrita en 1910 como una enfermedad febril (> 40º C) de uno a
tres días de evolución que al momento de la defervescencia se acompaña
de un exantema morbiliforme que aparece inicialmente en cara, cuello y
tronco y después se disemina a las extremidades. En un estudio
prospectivo se observaron como manifestaciones más frecuentes en caso
de infección aguda: fiebre, irritabilidad, rinorrea, tos, diarrea, exantema
súbito y vómito. Los cuadros típicos de roséola sólo se presentaron en un
28% de los casos de infección, y un 44% de los niños acudieron a consulta
médica.
Figura 11.12. Curso natural de la infección por HHV-6
En el cuadro hemático puede detectarse leucopenia como resultado
del efecto lítico sobre los linfocitos. La mayoría de las infecciones tienen
curso benigno, las complicaciones más frecuentes son la congestión
timpánica, síntomas respiratorios (sinusitis y neumonía en un 10%),
síntomas gastrointestinales (10%). Algunos reportes indican que un 10%
de los pacientes presentan convulsiones febriles, reportándose que un 1020% de los pacientes menores de dos años con convulsiones febriles puede
estar infectado por el HHV-6. En raras ocasiones el paciente presenta
complicaciones del sistema nervioso central como meningoencefalitis o
encefalitis.
En 1994 se aisló el HHV-7 en pacientes con cuadros de exantema
súbito, en estos mismos pacientes se observó aumento en los títulos de
anticuerpos específicos anti HHV-7 y no hubo respuesta inmune humoral
contra el HHV-6. Algunos reportes relacionan la infección a HHV-6 con
casos de hepatitis fulminante, disfunción hepática, púrpura
trombocitopénica idiopática y síndrome hemofagocítico.
Las reactivaciones por HHV-6 y HHV-7 están enlazadas a estados
de inmunosupresión ósea y células madre. Por estudios genéticos se ha
identificado que la cepa que infecta a trasplantes de órgano sólido (hígado,
riñón), de médula, puede ser la propia cepa viral del paciente
(reactivación) o estar originada en el órgano trasplantado (infección pos
trasplante).
En pacientes con rechazo de órgano trasplantado se ha detectado
IgM anti HHV-6 y adicionalmente en células del epitelio tubular renal, por
lo que se sugiere que la infección viral tiene un efecto directo en el rechazo
del tejido. En caso de trasplantes de hígado, ha sido relacionado con
eventos de fiebre, exantema, neumonitis, encefalitis, hepatitis y mielo
supresión.
Otro efecto señalado es sobre la inmunomodulación con aumento de
las infecciones por citomegalovirus. Estudios estadísticos muestran que la
presencia de HHV-6 y HHV-7 tienen un efecto marcado en la aparición de
enfermedad asociada a citomegalovirus en caso de primoinfección por este
último agente, independientemente de si ha utilizado o no una profilaxis
anti citomegalovirus. El riesgo de desarrollo de enfermedad por
citomegalovirus es 12 veces mayor para aquellos pacientes que presentan
coinfección HHV-7 y HCMV antes del trasplante que para aquellos no
coinfectados. Se plantean dos hipótesis al respecto: la primera, que el
HHV-7 potencia a nivel intracelular la infección por HCMV y la segunda,
que el virus produce liberación de citoquinas necesarias para
inmunomodular el curso de infección por citomegalovirus.
Diagnóstico
Las primeras pruebas de diagnóstico serológico fueron desarrolladas por
Yamanishi y se basaron en el principio de la inmunofluorescencia. Estas
pruebas pueden ser diseñadas para la detección de IgG o IgM específicas.
Otras pruebas serológicas basadas en los principios de neutralización, EIA
o inmunoblot han sido desarrolladas, pero no se cuenta con estudios
comparativos de estas técnicas. Las pruebas serológicas no pueden
diferenciar entre infección por HHV-6A y B. Las pruebas de avidez
permitirían diferenciar las infecciones agudas de las antiguas.
Se han diseñado pruebas para detectar el genoma de HHV-6 por
métodos de PCR. Existen pruebas cualitativas y cuantitativas para la
detección genómica, sin embargo, se carece de un acuerdo sobre el nivel
de la carga viral que haría diagnóstico de infección aguda, latente o
reactivación, ya que el virus puede detectarse en saliva hasta un año
después del proceso agudo. La detección de ARNm característicos del
ciclo lítico es una estrategia que podría utilizarse para diferenciar una fase
replicativa de un estado de latencia.
Tratamiento
La infección por HHV-6 en la mayoría de casos es una infección auto
limitada y no necesita un tratamiento específico. No existen estudios
controlados que muestren los beneficios de algún esquema terapéutico
particular. Los medicamentos de elección son los mismos recomendados
para tratar la infección por citomegalovirus: ganciclovir, valganciclovir,
cidofovir y foscarnet. En pacientes trasplantados, la terapia profiláctica
con ganciclovir previene las infecciones o reactivaciones del HHV-6. En
casos aislados se ha podido comprobar una disminución de la carga viral
hasta en 10.000 los niveles iniciales en pacientes tratados con ganciclovir o
foscarnet, pero no ha sido demostrado todavía su efecto sobre el nivel de
integración del genoma viral. La mayoría de compuestos antivirales
presentan desventajas, por lo tanto, es necesario trabajar en la búsqueda de
compuestos específicos.
Prevención y control
La roséola es una enfermedad común de la infancia que no cuenta con
medidas de prevención y control adecuadas. Por ser transmitida por
contacto con saliva, las medidas de higiene y lavado de manos pueden
tener algún efecto de difícil medición en la tasa de transmisión.
Virus asociado
al sarcoma de Kaposi (HHV-8)
La etiología infecciosa del sarcoma de Kaposi estuvo bajo sospecha
durante muchos años por sus características epidemiológicas. En 1872
Moritz Kaposi (1837-1902) un dermatólogo húngaro describe cinco casos
de múltiples sarcomas pigmentados agresivos idiopáticos en la piel. El
agente causal fue identificado por primera vez por Yuan Chang y Patrick
Moore en 1994 en lesiones típicas. La identificación del virus fue posible
gracias a técnicas de biología molecular que permitían comparar el ADN
de tejido sano con ADN de tejido de sarcoma de Kaposi (hibridación
sustractiva), lo cual evidenció la presencia de secuencias genómicas
relacionadas con virus de Epstein Barr y herpes saimirí. Gracias al empleo
de métodos de hibridación sustractiva basada en técnicas de PCR, este
virus herpes fue el primero en ser identificado por métodos moleculares.
Epidemiología
Los estudios de seroprevalencia señalan una gran variación en diferentes
regiones geográficas. Ninguna de las pruebas diagnósticas es 100%
sensible o específica, por lo tanto la verdadera seroprevalencia en regiones
de baja prevalencia es difícil de determinar. Todos los estudios muestran
que hay un incremento de seroprevalencia durante la vida, lo que indica
que una vez infectado, el virus latente se reactiva y es capaz de infectar a
personas sanas. La prevalencia varía de 1-60% según las regiones y grupos
étnicos estudiados (tabla 11.6).
La transmisión del HHV-8 se puede efectuar de forma horizontal o
vertical. La fuente de contagio más frecuente es la saliva. Otras vías
contagio de la infección son las secreciones vaginales, semen o
secreciones prostáticas durante las relaciones heterosexuales u
homosexuales; las transfusiones, el trasplante de órgano, el uso de drogas
endovenosas. La transmisión in útero no es común y la asociada a la
lactancia también es menor.
Agente infeccioso
El HHV-8 o KSV pertenece al orden Herpesvirales, familia
Herpesviridae, subfamilia Gammaherpesvirinae, género Rhadinovirus. El
HHV-8 está genéticamente relacionado con virus herpes de primates
(gorilas, chimpancés, mandriles, monos verde africanos y macacos).
Existen seis clados diferentes (A-E) que tienen distribuciones geográficas
particulares, lo cual demuestra que el HHV-8 evolucionó con los humanos
primitivos durante su expansión por la tierra.
Tabla 11.6. Seroprevalencia anti HHV-8 en diferentes áreas
Región geográfica
Seroprevalencia
Europa
< 5%
América del Norte
0-25%
América del Sur
3-7%
Asia
0-4%
África
40-60%
El genoma viral está formado por una doble hebra de ADN con 180
Kpb. Posee una región única larga (LUR) de 140 Kpb flanqueada por
unidades repetitivas terminales TRL y TRR, las secuencias repetitivas son
de 20-50 Kpb y se encuentran alrededor de 40 copias (rango 16 a 65). El
genoma codifica para 90 proteínas. Los genes que codifican para proteínas
homólogas de herpes saimirí se designan como ORF y números arábigos,
los genes que son específicos de HHV-8 se designan como K (por Kaposi)
y números arábigos del uno al 15 (K1-K15).
El número de genes virales asociados con los procesos de unión,
crecimiento y proliferación celular, inflamación y angiogénesis es bastante
amplio. Entre los genes asociados se encuentra el gen LANA (por LatencyAssociated Nuclear Antigen), el cual es importante como factor de
transcripción celular y modulador de la expresión de genes celulares y
virales.
Replicación
El virus HHV-8 es difícilmente cultivable. Los solos aislamientos virales
que se tienen provienen de líneas celulares originadas en linfomas de
cavidades (BC-1, BC-3, BCBL-1). El HHV-8, difícilmente se puede
mantener incluso en cultivos de células originadas de sarcoma, es
inestable, se mantiene muy corto tiempo, la infección latente es difícil y no
causa tumores ni transformación. Se han reportado algunos tipos celulares
(endoteliales, queratinocitos, epiteliales) que permiten el ciclo lítico, pero
con muy bajas cantidades de virus producidas. El virus HHV-8
probablemente utiliza como receptor celular el heparán sulfato y las
integrinas α3β1, pero los mecanismos precisos de infección no son muy
bien conocidos.
In vivo, el virus se puede ubicar en linfocitos, monocitos, células
fusiformes del sarcoma de Kaposi y en células de linfomas de cavidades
(PEL por Primary Effusion Lymphoma). El reservorio celular del HHV-8
es la subpoblación de linfocitos B con marcadores de tipo CD19+.
Aspectos clínicos
El sarcoma de Kaposi es más frecuente en hombres que mujeres (10-15:1).
Las lesiones del sarcoma de Kaposi se caracterizan por ser tumores
mesenquimales que afectan la sangre y los vasos linfáticos. Las lesiones
son de tipo placas o parches múltiples, indoloros, de consistencia firme,
coloración roja, violácea o café, situadas de preferencia en las
extremidades inferiores y que pueden sangrar o ulcerarse. Las placas son
por lo general asintomáticas por lo que pueden pasar desapercibidas.
La ubicación del sarcoma de Kaposi es más frecuente en mucosas o
en órganos internos (tracto gastrointestinal y pulmón) y se puede asociar a
estados de inmunosupresión, SIDA o trasplante. En humanos, el HHV-8
también ha sido relacionado con otras formas de neoplasia, como los
linfomas asociados a cavidades también denominados linfomas no
Hodgkin de células B con efusión primaria, los cuales se presentan en
ausencia de tumor sólido.
Patogénesis
El periodo de incubación del HHV-8 no ha sido determinado. La forma de
transmisión no está completamente establecida. Los niños de países con
alta seroprevalencia incrementan en el transcurso de los primeros doce
años, por lo que se descarta que sea exclusivo de transmisión sexual. Se
acepta como primera ruta de transmisión la saliva, por cuanto la
seroprevalencia es más alta en hijos de madres seropositivas y en niños
que tienen hermanos o compañeros de juego infectados.
En pacientes adultos la forma de transmisión puede estar relacionada
con la actividad sexual. Se observa que la seroprevalencia aumenta en
pacientes homosexuales y heterosexuales en relación directa con el
número de compañeros sexuales, con antecedentes de enfermedades de
transmisión sexual y con las relaciones sexuales con prostitutas.
Desde el punto de vista epidemiológico, queda sin explicación cómo
un virus que se transmite por la saliva no tiene los niveles altos de
endemicidad del virus Epstein Barr y cuáles son los factores asociados a
esta dificultad en la transmisión.
Diagnóstico
Una vez se tenga la sospecha clínica se confirma mediante examen
histopatológico. Las lesiones son por lo general típicas, pero pueden
confundirse en estadios tempranos con cuadros de angiomatosis bacilar o
enfermedad por arañazo de gato.
Los anticuerpos anti LANA pueden estar presentas al momento de
la sintomatología, pero en fases tardías de entidades inmunosupresoras se
pueden perder. La combinación de diferentes antígenos del HHV-8 puede
mejorar la sensibilidad de las pruebas de diagnóstico serológico.
Las pruebas de amplificación genómica identifican secuencias
genómicas de HHV-8 en tejido frescos, de biopsia por congelación o en
material de biopsia incluida en parafina. Las muestras de tejido en parafina
necesitan de PCR anidadas para mejorar la sensibilidad.
Tratamiento
La reconstitución del sistema inmune en pacientes con SIDA mejora el
curso del sarcoma de Kaposi. In vitro, se ha visto que el cidofovir, el
ganciclovir y el foscarnet tienen efecto en el ciclo lítico del HHV-8. Sin
embargo, en la mayoría de lesiones causadas por HHV-8, el virus se
encuentra en estado de latencia y los ensayos clínicos desarrollados
muestran resultados contradictorios.
Prevención y control
No existen medidas adecuadas de prevención ni control de la infección
HHV-8.
Tratamiento de las infecciones por herpes virus
El comienzo de la terapia específica anti virus herpes data de 1959, con la
aparición de la Idoxuridina, una molécula sintetizada por William Prusoff
(1920-2011) y posteriormente con la de la trifluoridina. Por su toxicidad
estos compuestos fueron limitados para uso tópico. Con la aparición de la
vidarabina se pudo iniciar la terapia por vía sistémica, No obstante, la
vidarabina fue abandonada por su poca solubilidad y efectos indeseables a
nivel digestivo, neurológico, insuficiencia medular y toxicidad.
En 1977 ocurren cambios definitivos con la síntesis de derivados
acíclicos de los nucleósidos de purina, como el aciclovir (nucleósido
análogo de la 2’ deoxi guanosina) por Gertrude Elion y Georges Hitchings
(1905-1988). La acción inhibitoria de los medicamentos anti virus herpes
se centra en la ADN polimerasa viral por mecanismos de competición con
los nucleótidos trifosforilados o terminación de la molécula de ADN viral.
Otro nucleósido acíclico es el penciclovir (9-[4hidroxi-3hidroximetilbutil]guanina), compuesto análogo de la 2’ deoxi guanosina. Otros
medicamentos desarrollados tienen la particularidad de absorberse mejor
por vía oral y por ello se administran como prodrogas: el valaciclovir
(éster L-valina del aciclovir) y el famciclovir (éster diacétil-6 deoxi del
penciclovir).
En el tratamiento de las infecciones por virus herpes simple el
medicamento de referencia es el aciclovir. Este compuesto es
selectivamente fosforilado por la timidina quinasa de los virus herpes y su
forma trifosforilada es un inhibidor de la ADN polimerasa. Se han
detectado en pacientes inmunocomprometidos cepas de virus herpes
resistentes a los antivirales, en este grupo de pacientes, se estima que hasta
un 5% de los aislamientos son resistentes. La resistencia se ha asociado a
mutaciones en los genes que codifican para la timidina-quinasa y para la
ADN polimerasa. La resistencia relacionada con alteraciones en la
timidina-quinasa se produce por cambios en la afinidad (cepas TKalt) o
deficiencia de la enzima (cepas TKD). En caso de resistencia al aciclovir,
se pueden utilizar compuestos como la trifluorotimidina y la vidarabina,
que son nucleósidos análogos cuya actividad no depende de la timidinaquinasa viral.
Las presentaciones clínicas que ameritan un rápido tratamiento antiherpético son las formas agudas de herpes genital, las frecuentes
reactivaciones, el herpes ocular y la encefalitis herpética.
Desafortunadamente, la mayoría de primoinfecciones genitales son
asintomáticas, pero en ciertos casos la sintomatología es muy fuerte. El
medicamento de elección es el aciclovir, aunque otras moléculas como el
valaciclovir y el famciclovir tienen mejor biodisponibilidad y una vida
media más larga, por lo que pueden mejorar la adherencia al tratamiento.
Las presentaciones tópicas no han mostrado eficacia, por lo que se
aconsejan las sistémicas. Las lesiones oculares en pacientes
inmunocompetentes requieren un tratamiento oftalmológico, por cuanto
pueden ameritar desbridamiento no traumático de los bordes de la lesión.
Las infecciones graves en las que no se obtengan concentraciones
intraoculares suficientes, ameritan un tratamiento sistémico (capítulo 6,
antivirales).
En caso de herpes zona no hay un protocolo único de tratamiento.
Para el manejo sintomático se utiliza acetaminofén y 30-60 mg de codeína
cada 6 horas. Para la neuralgia pos herpética se usa amotriptilina o
nortriptilina (25-75 mg/día); en algunos pacientes la carbamazepina (4001.200 mg/día) o fenitoína (300-400 mg/ día) disminuyen el dolor. Algunos
recomiendan el uso por periodos cortos de prednisona (40-60 mg/día) para
reducir la inflamación que puede estar contribuyendo al dolor. El
tratamiento antiviral específico incluye la administración de famciclovir
(500 mg/3x) o aciclovir (800 mg/5x) por cinco días. Este medicamento
disminuye la formación de lesiones y reduce el dolor. Se cuestiona el uso
de terapia antiviral en pacientes menores de 50 años.
En caso de infecciones graves por citomegalovirus, el compuesto de
referencia es el ganciclovir (9-1,3,dihidroxi-2-propoximetil-guanina,
DHPG), un derivado acíclico de la 2, deoxi guanosina; este compuesto se
acumula en forma selectiva al interior de las células infectadas donde
inhibe la ADN polimerasa viral. La dosis empleada es de 20 mg/kg/día
dividida en dos administraciones intravenosas por 14 días. Este compuesto
tiene como efecto tóxico la depresión de la médula ósea. El uso crónico de
ganciclovir en pacientes inmunosuprimidos puede llevar a la aparición de
cepas resistentes, al parecer por mutaciones puntuales en la polimerasa y
por deleciones en la región genómica UL 97, la cual corresponde al sitio
de unión del sustrato. En los últimos años se han diseñado técnicas de PCR
y RFLP que permiten diagnosticar estas mutaciones. El aciclovir es un
medicamento que no es fosforilado en células infectadas por
citomegalovirus por cuanto ellas no poseen timidina quinasa. Sin tener un
mecanismo de acción claro, ha sido utilizado a altas dosis como
profiláctico de infección por citomegalovirus en pacientes trasplantados.
En caso de aparición de resistencia al ganciclovir, se aconseja el uso
de ácido fosfonofórmico (foscarnet), este medicamento es un derivado
pirofosfato que interfiere con la síntesis del ADN viral. Se aconseja la
administración en perfusión intravenosa a una dosis de 3-7 mg/ kg por
hora por 4-21 días, con el fin de mantener unos niveles plasmáticos de 3050 µg/ml. También puede administrarse en 2-3 dosis separadas por vía
intravenosa. Este compuesto se acumula a nivel óseo, lo cual ha sugerido
ser la razón de su tiempo de vida medio prolongado. El foscarnet tiene
inconvenientes de toxicidad renal, de convulsiones asociadas a las
infusiones y de arritmias en pacientes con SIDA.
Entre los compuestos que presentan mayor futuro están los derivados
acíclicos nucleósido-fosfonato (HPMPA), los cuales son unas moléculas
híbridas entre ácido fosfonoacético y nucleósidos de adenina. Estos
compuestos se han revelado promisorios por su actividad de amplio
espectro contra adenovirus, virus herpes (HCMV, HSV-1, HSV-2, VZV, y
EBV), hepadnavirus y poxvirus.
En asociación con los medicamentos antivirales también se ha
recomendado el suministro de inmunoglobulina hiperinmune contra el
HCMV y la VZV. Las inmunoglobulinas específicas se han empleado
tanto para la profilaxis de individuos expuestos como para el tratamiento
de individuos seriamente infectados. El gran inconveniente de estos
compuestos es la variación de los títulos neutralizantes existentes entre los
diferentes lotes y, por ende, su variabilidad en su poder protector.
Lecturas sugeridas
Begué P., 2006. Vaccins contre le virus de la varicelle et du zona. Virologie, nov-dec.; 10(6): pp.
407-414.
DeBole L., Naesens L., De Clercq E., 2005. Update on human herpesvirus 6: biology, clinical
features and therapy. En Clinical Microbiology Reviews, jan; 18(1): pp. 217-245.
Corey L., 2010. Herpes simplex viruses. En Kasper D. L., Fauci A. S., Harrison’s Infectious
Diseases. Mc Graw Hill Medical. New York. Primera edición. pp. 730-740.
Fafi-Kremer S., Seigneurin J. M., Morand P., 2007. La mononucléose infectieuse (MNI) revisitée.
En Virologie. jan-fev; 11(1): pp. 13-26.
Gershon A. A., Silverstein S. J., 2009. Varicella-zoster virus. En Richman D. D., Whitley R. J.,
Hayden F. G. En Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press. EE.UU., pp. 451-473.
Gershon A. A., Gershon M. D., Breuer J., Levin M. J., Oklander A. L., Griffiths P. D., 2010.
Advances in the understanding of the pathogenesis of herpes zoster. En Journal Clinical
Virology, may; 48(S1): pp. S2-S7.
Griffiths PD, Emery VC, Milne R. 2009. Cytomegalovirus. En Richman D. D., Whitley R. J.,
Hayden F. G. Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press. EE.UU., pp. 475-506.
Hengge U. R., Ruzicka T., Tyring S. K., Stusche M., Roggendorft M., Schwartz R. A., Seeber S.
2002. Update on Kaposi’s sarcoma and other HHV8 associated diseases: Part 1:
Epidemiology, environmental predispositions, clinical manifestations, and therapy. En The
Lancet Infectious Diseases, may; 2(5): pp. 281-292.
Hengge U. R., Ruzicka T., Tyring S. K., Stusche M., Roggendorft M., Schwartz R. A., Seeber S.
2002. Update on Kaposi’s sarcoma and other HHV8 associated diseases: Part 2: pathogenesis,
Castleman’s disease and pleural effusion lymphoma. En The Lancet Infectious Diseases jun;
2(6): pp. 344-352.
Johnston C., Morrow R. A., Stanberry L. R. 2014. Human herpesvirus: herpes simplex virus 1 and
2. En Kaslow R. A., Le Duc J. W., Stanberry L. R. Viral infections of humans: epidemiology
and control. New York. Springer. pp. 829-853
Luzuriaga K., Sullivan J. L. 2010. Infectious mononucleosis. En New England Journal Medicine,
362: pp. 1993-2000.
Macsween K. F., Johanssen I. 2014. Epstein Barr virus (EBV ): infectious mononucleosis and other
malignant EBV-associted diseases. En Kaslow RA, Le Duc JW, Stanberry LR. Viral infections
of humans: epidemiology and control. New York. Springer. pp. 867-896.
Mocarski E. S., Shenk T., Griffiths P. D., Pass R. F. 2013. Cytomegaloviruses. En: Knipe DM,
Howley PM. Fields Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, LippincottWilliams and Wilkins Publishers. pp. 1961-2014.
Pass R. F. 2014. Human herpesvirus: Cytomegalovirus. En Kaslow R. A., Le Duc J. W., Stanberry
L. R. Viral infections of humans: epidemiology and control. New York. Springer. pp. 805-828.
Pellet P. E., Roizman B. 2007. The family Herpesviridae: a brief introduction. En Knipe D. M.,
Howley P. M. Fields Virology. Philadephia. Wolters-Kluver Lippincott-Williams. pp. 24792499.
Roizman B., Knipe D.M., Whitley R. J. 2013. Herpes simplex viruses. En Knipe DM, Howley PM.
Fields Virology. 6a. Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and
Wilkins Publishers. pp. 1824-1897.
Sadzot-Delvaux C., Di Valentin E., Bonterms S. 2006. Le virus de la varicelle et du zona: un
alphavirus pas vraiment comme les autres. En Virologie: 10: pp. 219-232.
Valoup-Fellous C., Grangeot-Keros L., Rozenberg F. 2009. Cytomegalovirus et grossesse. En
Virologie may-jun; 13(3): pp. 146-158.
Whitley R. J., Roizman B. 2009. Herpes simplex viruses. En Richman D. D., Whitley R. J., Hayden
F. G. Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press. EE.UU., pp. 409-436.
Zerr D. M., Meier A. S., Selke S. S., Frenkel L. M., Huang M. L. 2005. A population-based study
of primary human Herpesvirus 6 infection. En New England Journal Medicine, feb; 352(8):
pp. 768-776.
Sitios Web:
www.cdc.gov/std/herpes/stdfact-herpes.htm
www.herpes.org.uk/
www.bcm.tmc.edu/pedi/infect/cmv
Capítulo 12
Enfermedades
transmitidas por vectores
Las enfermedades virales transmitidas por vectores constituyen un grupo
de entidades febriles que tienen como característica general la de ser
transmitidas por “mosquitos”. Durante mucho tiempo estas entidades se
agruparon como arbovirosis; el término Arbovirus deriva de la expresión
anglosajona Arthropod Borne Virus o virus transmitidos por artrópodos.
Los arbovirus se mantienen en la naturaleza por reservorios vertebrados y
por insectos hematófagos (mosquitos, garrapatas y flebótomos) en los que
se multiplica el agente infeccioso.
Se estima que 3.000 millones de personas viven en zonas de riesgo
de infección transmitida por vectores y al año se infectan 390 millones de
personas (IC95 284 a 528 millones), de los cuales unos 96 millones (IC95
67 a 136 millones) son asintomáticos y otros 100 millones asociados a
diversos síndromes clínicos. En el mundo se registran 100 países con
riesgo de transmisión de dengue. En el mundo se reportan entre 250 mil y
500 mil casos de dengue grave al año y la mayoría de los casos de
hospitalización ocurren en la infancia. En Colombia en 2010 se reportaron
147.670 casos de dengue, con 9.842 casos graves y una mortalidad de
2,28% (217 casos). La falta de recursos diagnósticos no permiten un
pronóstico apropiado de la enfermedad, por lo que se calcula que la
incidencia anual de casos confirmados por laboratorio puede ser tan baja
como de 23/1.000 en Tailandia a 41/1.000 casos en Camboya.
Por su parte, la reciente aparición de virus chikungunya dejó en el
hemisferio americano entre 2013-2014 un total de 1’143.445 personas
infectadas, mientras que de enero a septiembre 11 de 2015 se presentaron
571.455 personas infectadas (19.293 casos confirmados y 552.162
sospechosos).
La mayoría de agentes infecciosos transmitidos por vectores
pertenecen a las familias Flaviviridae y Togaviridae. En América las
enfermedades transmitidas por vectores más frecuentes, son: el dengue, la
fiebre amarilla, la encefalitis del Nilo occidental, el virus de la encefalitis
de San Luis, las encefalitis equinas del este, encefalitis equinas del oeste y
la encefalitis equina venezolana. Otras agentes son menos comunes como
el virus Rocío, el virus Bussuquara, el virus Ilheus, el virus Powasan y el
virus Bravo. En el mundo existen otros agentes específicos que tienen
ecosistemas restringidos y distribuciones geográficas particulares. La
globalización de la economía, los desplazamientos a zonas consideradas
anteriormente como hostiles, hacen que nuevos grupos poblacionales se
expongan a artrópodos hematófagos que puedan transmitir nuevos agentes
virales.
Infecciones por el virus dengue (DV)
El dengue es a menudo una entidad benigna o asintomática, que puede
causar infecciones graves antes catalogadas como fiebre hemorrágica
dengue y síndrome choque dengue. La nueva clasificación de entidades
clínicas y los marcadores biológicos de infección por parte de la OMS ha
creado controversia. El dengue es una enfermedad febril transmitida a los
humanos por insectos pertenecientes al género Aedes, (A. aegypti y A.
albopictus).
Historia
El reporte más antiguo de un cuadro clínico que se ajusta al dengue fue
consignado en la enciclopedia china publicada durante la dinastía Chin
entre los años 265-420 d. C. La fiebre dengue ha sido un problema en los
trópicos desde principios del siglo XVI; las primeras epidemias datan de
1635. Su ingreso en América se relaciona con los viajes entre África y
América que transportaban los primeros cargamentos de esclavos negros.
La hiperendemicidad del virus en Asia, hace pensar que este virus se
originó inicialmente allí y luego migró a África. La primera descripción
clínica de la enfermedad se le atribuye a David Bylon, en 1779 durante un
brote epidémico en Batavia. La primera epidemia atribuible al virus
dengue en América fue descrita por Benjamin Rush (1746-1813) en 1780
en Filadelfia, Pensilvania.
La transmisión del dengue por vectores de tipo Aedes aegypti fue
reportada por Thomas Lane Bancroft (1860-1933) en 1906 y
posteriormente corroborada por los grupos de Franklin Siler y James
Stevens Simmons. Percy Ashburn y Charles Craig demostraron en 1906
que la enfermedad era causada por un agente filtrable y tiempo después en
1931, Siler y Simmons transmitieron la enfermedad al inocularla a
voluntarios sanos.
En 1944 el agente viral fue aislado por Albert Sabin y Walter
Schlesinger. La existencia de varios serotipos y la presencia de protección
específica de serotipo fueron claramente establecidas. En 1956 se describe
una forma grave de la enfermedad que es denominada fiebre hemorrágica
dengue. La enfermedad fue confinada al sudeste de Asia hasta 1981,
cuando se produce una gran epidemia en Cuba con 300 mil casos de
dengue, 116.151 hospitalizaciones, 10.312 casos de fiebre hemorrágica
dengue y 158 muertos. En 1987 una primera gran epidemia de fiebre
hemorrágica dengue se reportó en Tailandia con 174.285 casos de dengue
y 1.007 niños muertos. La fiebre dengue se ha instalado en América
Latina; en Colombia en la última década se han incrementado los casos de
dengue relacionada con los altos niveles de infestación favorecidos por
fallas en las políticas públicas de saneamiento ambiental y a los periodos
de lluvias relacionadas al fenómeno de El Niño que facilitan la
proliferación del vector.
Agente infeccioso
El virus dengue (DV) pertenece a la familia Flaviviridae, género
Flavivirus. Este género está compuesto por 73 virus de los cuales unas
cuarenta especies se asocian con enfermedad en humanos. Existen 22
especies de flavivirus que son transmitidos al hombre por mosquitos y 13
por garrapatas; por lo que estas entidades han sido incluidas dentro las
denominadas “enfermedades transmitidas por vectores”. El virión es un
agente cubierto de 40-50 nm de diámetro, con genoma de tipo ARN de
cadena simple y sentido positivo. En la superficie viral se encuentran unas
pequeñas proyecciones que corresponden a dímeros de glicoproteína E. El
genoma viral se lopcaliza dentro de una cápside de simetría icosaédrica
(figura 12.1).
El DV incluye 4 serotipos designados con números arábigos 1-4 que
son diferenciados por reacciones de neutralización. La inmunidad
conferida después de la infección es protectora, específica de serotipo y de
por vida, de tal forma que se pueden tener infecciones por diferentes
serotipos. Al interior de cada serotipo hay variación genética, que
determina la existencia de variantes o genotipos que tienen una homología
igual o mayor al 90% en su secuencia de nucleótidos, mientras que entre
los serotipos, el grado de homología es de sólo un 65%. Los genotipos
virales se definen con base en las relaciones filogenéticas de la
glicoproteína E. En muchas regiones del mundo, incluida Colombia, se
presenta cocirculación de todos los serotipos virales y presencia de
diversos genotipos, lo cual es el reflejo de la evolución del virus en el área
o de la introducción de nuevas variantes por efecto de los desplazamientos
poblacionales o de mercancías (tabla 12.1).
El genoma viral de los flavivirus está formado por una cadena
sencilla y única de ARN de polaridad positiva con 11.000 nucleótidos
(peso molecular aproximado de 1.71 kb). El genoma posee un solo marco
abierto de lectura, hacia la extremidad 5’ se encuentra una región no
codante y una secuencia IRES (por Internal Ribosomal Entry Site) y hacia
el extremo 3’ se halla una región no codante desprovista de secuencia
poliadenilada.
El genoma viral codifica para una gran poliproteína de unos 3.400
residuos de aminoácidos que es escindida por proteasas virales y celulares
para dar lugar a la formación de las diferentes proteínas estructurales y no
estructurales del virus. El mapa genético del virus está formado por 5’-C-
prM-E-NS1-NS2aNS2b-NS3-NS4a-NS4b-NS5-3’ en donde las proteínas
estructurales C, prM y E se encuentran hacia el extremo 5’ y las no
estructurales (NS) hacia el extremo 3’ (figura 12.2).
Figura 12.1. Esquema de la estructura del virus dengue
La glicoproteína E se dispone en dímeros sobre la superficie viral. La proteína C forma la cápside
viral. En la parte inferior izquierda se detallan los dominios I, II y III de la glicoproteína de
membrana.
Tabla 12.1. Clasificación del virus dengue basada en los genotipos y distribución geográfica
Serotipos
Genotipos
Área geográfica
Dengue 1
I
II
III
Tailandia, Indonesia, Malasia, Islas del Pacífico
Tailandia, Caribe, África, Islas del Pacífico
Tailandia, Filipinas, Hawái
Dengue 2
I
II
III
IV
V
VI
Tailandia, Burma, Malasia, Vietnam, Caribe (1980-1990)
Sri Lanka, Islas Se class="alinc clr_tabla01"ychelles
África
África
Américas (1970-1980)
Islas del Pacífico
Dengue 3
I
II
III
IV
Indonesia, Malasia, Islas del Pacífico
Tailandia, Malasia, Indonesia, Burma, Malasia, Islas del Pacífico
Caribe, Islas del Pacífico (1970)
Tailandia (1971)
Dengue 4
I
II
III
Filipinas, Sudeste Asiático, África, Américas, Islas del Pacífico
República Dominicana
Tailandia
Los mejores blancos para la genotipificación del Dengue-1 son todos los genes excepto NS4A, para
Dengue-2 PrM/M, E, NS1, NS3, NS4A y NS5, para Dengue-3 todos los genes y la región 3”NT y
para dengue-4 C, PrM/M, E, NS1, NS2A, NS2B, NS4A y NS5.
Existen homologías genéticas y antigénicas con otros virus de la
familia Flaviviridae que son responsables de reacciones serológicas
cruzadas (figura 12.3). Los cuatro genotipos virales difieren en un 30% en
sus glicoproteínas, la mayor divergencia se encuentra en las proteínas C y
E, mientras que las proteínas NS3B y NS4 son relativamente conservadas.
La variabilidad genómica en DV se ve incrementada por cuanto existe el
fenómeno de recombinación al interior de cada serotipo. La variación al
interior de un serotipo es de un 10% a nivel de secuencias de nucleótidos y
un 4% a nivel de cambios en la secuencia de aminoácidos codificados.
Algunas variantes genéticas de algunos serotipos parecen tener una
virulencia más elevada o un mayor potencial epidémico. Las propiedades
generales de las proteínas virales se resumen en la tabla 12.2.
Por las reacciones de neutralización, los flavivirus se pueden
clasificar en varios grupos o complejos antigénicos así:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Grupo de encefalitis trasmitidas por garrapatas (Tick Borne Encephalitis o TBE).
Grupo de la encefalitis japonesa (Japanese Encephalitis o JE).
Grupo Uganda S.
Grupo dengue.
Grupo Río Bravo.
Grupo Modoc.
Virus no clasificados, entre los que se encuentran el virus de la fiebre amarilla.
Las proteínas C interactúan con el ARN para formar la
nucleocápside, la proteína prM estabiliza a la proteína E durante la
exocitosis y es escindida dejando una proteína pequeña o M anclada en la
membrana. La glicoproteína E contiene los sitios de unión al receptor
celular y fusión de las membranas viral y celular, adicionalmente posee los
dominios hemaglutinantes y los determinantes antigénicos que estimulan
la producción de anticuerpos neutralizantes. Las proteínas no estructurales
juegan diferentes funciones en la replicación viral y en el procesamiento
de las proteínas.
Figura 12.2. Estructura genómica del virus dengue
En flechas azules se sitúan los clivajes proteolíticos de un peptidasa de señal celular; en flechas
verdes los clivajes realizados por la proteasa viral NS2b/NS3; en flecha gris el clivaje de las
proteasas del aparato de Golgi.
Figura 12.3. Relaciones filogenéticas del WNV con otros virus de la familia Flaviviridae
YFV: virus de la fiebre amarilla. TBE: virus de la encefalitis producida por garrapatas. JEV: virus
de la encefalitis japonesa. WNV: virus del Nilo occidental. DENV: virus del dengue HCV: virus de
la hepatitis C BDVD: virus de la diarrea bovina. CSFV: virus de la fiebre porcina.
Ciclo replicativo del DV
El ciclo replicativo viral comienza con la unión del DV a los receptores
presentes en la superficie de la célula blanco. Los receptores son proteínas
de tipo heparán-sulfato o moléculas de tipo DC-SIGN presentes en las
células dendríticas o receptores FC o C3 presentes en los macrófagos. El
complejo formado por el ligando (virus) y el receptor se difunde a lo largo
de la membrana y forma una invaginación en la membrana celular que se
rodea de una proteína fibrilar denominada clatrina, la cual forma una
especie de trampa en donde se forma una vesícula endocítica rodeada de
clatrina (figura 12.4).
La fusión de las membranas viral y endocítica se produce por
cambios conformacionales en el dominio II de la gpE, tiene como efecto la
liberación de la nucleocápside, la cual sufre un proceso de denudamiento
que libera el genoma viral. El genoma viral es utilizado para la traducción
de las proteínas virales estructurales y no estructurales. La polimerasa
(NS5) y la helicasa (NS3) permitirán la replicación del genoma que
requerirá la síntesis de un ARN de polaridad negativa que servirá como
molde para la síntesis de las cadenas de ARN(+) que son las copias
genómicas.
Tabla 12.2. Propiedades generales de las proteínas del virus dengue
Proteínas
PM (kda)
Función
gp E
50-60 kda
Proteína glicosilada mayor de envoltura
Determinantes antigénicos productores de anticuerpos neutralizantes
Fusión del virión con la membrana del hospedero
PrM
18-19 kda
Glicosilada
Heterodimeriza con la gpE, esencial para su plegamiento
Previene los cambios de la glicoproteína E en medios ácidos
M
7-8 kda
Presente en la partícula viral madura
Resulta del clivaje de la extremidad amino-terminal de la prM
El clivaje ocurre antes de la liberación del virión
C
13 kda
Proteína básica componente de la cápside
NS1
42-50 kda
Papel en la replicación temprana del virus
Formas secretadas (presentes en suero) y no secretadas
Respuesta inmune protectora?
NS2A
Se une a NS3 y NS5 recluta los ARN moldes para la replicación
NS2B
Cofactor para la función serina proteasa de NS3
NS3
67-70 kda
Proteína de membrana altamente conservada Helicasa, ARN trifosfatasa (formación
de cap) Serina proteasa
NS4A, NS4B
Proteínas hidrofóbicas asociadas a membrana
Asociadas con la replicación del ARN
NS5
Altamente conservada
ARN polimerasa ARN dependiente
Metiltransferasa (metilación del cap 5’)
El ARNm es traducido en un gran poliproteína que luego de clivajes
proteolíticos por la proteasa viral, proteasas del Golgi y peptidasas de
señal, genera las diferentes proteínas estructurales y no estructurales
(figura 12.2). Las proteínas no estructurales cumplen diferentes funciones
en la replicación viral y en el procesamiento de las proteínas. Las proteínas
estructurales que son sintetizadas en las células infectadas permanecen
asociadas a las membranas (figura 12.5) y constituyen los elementos
necesarios para el ensamblaje de los nuevos viriones. Las partículas virales
son transportadas por el sistema de vesículas del retículo endoplásmico
hasta la membrana plasmática de donde son liberadas por exocitosis
(gemación).
Las partículas virales en formación, son transportadas por el sistema
de vesículas del retículo endoplásmico hasta la membrana plasmática; el
virión utiliza el sistema ESCRT (Endosomal Sorting Complex Required
for Transport) para mediar la salida de la célula.
La glicoproteína E contiene los sitios de unión al receptor celular y
fusión de las membranas viral y celular, posee los dominios
hemaglutinantes y los determinantes antigénicos que estimulan la
producción de anticuerpos neutralizantes.
Epidemiología
El dengue existe en todo el mundo y se manifiesta en formas endémicas y
epidémicas en las zonas intertropicales de América Latina, el Caribe,
sudeste de Asia y África. Se estima que 2.500 millones personas viven en
zonas de riesgo de infección. La distribución geográfica del dengue está en
estrecha relación con la distribución del vector el Aedes aegypti (figura
12.6). En las zonas tropicales el vector puede estar presente en todas las
épocas del año con un aumento del número de casos en las estaciones de
lluvia. Este comportamiento se debe a las altas temperaturas, los cortos
periodos de incubación extrínsecos, la alta humedad y la sobrevida del
vector durante todo el año.
Figura 12.1. Ciclo replicativo del virus dengue
1. Unión del virión al receptor y formación de la vesícula endocítica rodeada de la caja de clatrina
(en verde). 2. Endocitosis. 3. Fusión de las membranas virales y de la vesícula endocítica. 4.
Liberación del ARN viral. 5. Traslación de proteínas. 6. Replicación del genoma. 7. Ensamblaje de
las nuevas partículas virales. 8. Transporte de viriones. 9. Liberación.
Figura 12.5. Distribución topológica teórica de las proteínas del virus dengue en la membrana
del RER
Como factores que facilitan una alta prevalencia de infección se
tienen los siguientes: baja calidad de los servicios sanitarios, la suspensión
o ausencia de programas de control de vectores, el empobrecimiento de los
programas de salud pública, la necesidad de las poblaciones marginales de
almacenar agua para el consumo, el desplazamiento forzado, la
urbanización no controlada y la construcción por debajo de los estándares
mínimos, el transporte de mercancías (llantas y otros productos que
forman depósitos de agua), los rápidos desplazamientos de población por
vía aérea. Todas estas circunstancias permiten establecer criaderos de
mosquitos, diseminar el vector a zonas peri domiciliarias o exportar
diferentes cepas virales a regiones distantes del globo. Hacia 1970 con el
amplio uso del DDT se limitó ampliamente la población de vectores en el
continente americano y los casos se presentaban apenas de forma
esporádica; la eliminación de este insecticida por su toxicidad y la falta de
programas alternativos para el control de vectores, permitieron que
proliferara de nuevo el vector y se reinfestaran las zonas que se
encontraban libres, se aumentó de nuevo la incidencia de la infección y el
dengue re-emergió en América. En los últimos años se ha visto un
incremento en el número de casos de dengue y fiebre hemorrágica dengue
reportados en el mundo y en Colombia (tabla 12.3).
Figura 12.6. Zonas geográficas de distribución del Aedes aegypti y con ocurrencia o riesgo de
presentar casos de dengue
Se calcula que al año ocurren unos 100 millones de casos de los
cuales cientos de miles pueden ser clasificados como dengue grave, estos
datos de incidencia son subestimados por la falta de programas de
vigilancia y control en amplias áreas de África y Asia. En zonas de amplia
incidencia, los niños son los más afectados, mientras que los adultos están
protegidos por la inmunidad adquirida en el trascurso de la vida. La
relación entre infecciones clínicas e infecciones subclínicas es variable
(1:6 hasta 1:15), depende de múltiples factores como la edad del paciente y
la virulencia de la cepa viral, una infección primaria protege contra
infecciones clínicas y las infecciones primarias adquiridas en periodos
tardíos de la vida tienden a ser clínicas y graves.
Historia natural de la enfermedad
Durante la primoinfección, la relación de casos subclínicos o
inaparentes/casos clínicos es bastante alta, algunas encuestas serológicas
en áreas endémicas muestran que pueden ser del rango de 6-15/1. La
relación entre casos inaparentes y sintomáticos en caso de infección
secundaria o con otro serotipo es menor. Todos los serotipos pueden
causar enfermedad grave y mortal. El vector de la entidad es el Aedes
aegypti, un mosquito hematófago con hábitat peridomiciliario. Otras
especies de Aedes como A. albopictus y A. polynensis trasmiten el virus
en algunas regiones del mundo. La distribución del vector desde el punto
de vista geográfico lo sitúa en sitios de 1.700 a 1.800 metros de altura
sobre el nivel del mar, pero se ha reportado en localidades altas como los
2.200 metros (Málaga, Santander, Colombia).
Tabla 12.3. Casos de fiebre dengue reportados en Colombia entre 2000 y 2010
Año
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Dengue
51.277
73.398
47.421
ND
38.935
31.362
38.803
23.724
60.915
147.670
Formas graves
6.071
5.079
4.530
ND
4.322
5.379
4.645
3.093
10.164
9.482
Fuente: SIVIGILA-IQEN-INS.
De la densidad de población del vector dependerá la incidencia de la
infección en un lugar determinado. Dentro del estudio de vigilancia y
control de vectores, se definen ciertos parámetros que indican la
proliferación del vector. El índice de infestación de viviendas se define
como la relación entre el número de viviendas controladas que son
positivas para la presencia del vector (infestadas) sobre el número de
viviendas observadas, x 100.
El índice Breteau examina los sitios de oviposición y se define como
el número de criaderos positivos dividido por el número de casas
inspeccionadas x 100.
El vector tiene un ciclo selvático y uno urbano. En América no ha
sido descrito un ciclo selvático para el dengue, como sí lo ha sido en
África. El humano o los primates que habitan las zonas de colonización
permiten el enlace entre los sitios selváticos y urbanos (figura 12.7). El
mantenimiento del DV entre los periodos interepidémicos no ha sido muy
bien definido especialmente en las zonas rurales muy remotas con
poblaciones dispersas, se ha demostrado la transmisión transovárica del
agente infeccioso, lo que puede explicar este fenómeno.
En Guyana Francesa se detectó la presencia de DV en mamíferos y
no se ha determinado si constituyen hospederos accidentales o reservorios
naturales. Otros trabajos han evidenciado la presencia de vectores
infectados en aguas depositadas en troncos de los árboles.
Periodo de incubación y transmisión
Se define periodo de incubación extrínseco el que ocurre en el mosquito
y es el lapso transcurrido entre la ingestión de sangre contaminada
procedente de un paciente enfermo con viremia y la posibilidad de
transmitir la infección luego de una nueva picadura a un paciente sano y
no inmune. El periodo de incubación extrínseco puede extenderse por 1014 días.
El periodo de incubación intrínseco es el que ocurre en la persona
sana que es picada por un vector hembra hematófaga infectada y varía de
dos a siete días. El enfermo es infectante sólo durante el periodo de
viremia que se extiende de tres a cinco días (figura 12.8).
Respuesta inmune
El primer tipo de respuesta que se produce en caso de infección por virus
dengue es una respuesta inmune innata o no específica que incluye la
acción de células NK, la liberación de IFN-α y otras citoquinas y la
producción de óxido nitroso por parte de los macrófagos.
Figura 12.7. Ciclo de transmisión del virus dengue y la fiebre amarilla. El dengue solo tiene
ciclo urbano en América
Figura 12.8. Periodos de incubación en caso de infección por virus dengue
Se presume que una respuesta inmune innata vigorosa garantiza el
curso clínico hacia una infección abortiva o subclínica. El DV se
caracteriza por producir infecciones sistémicas por lo que puede estimular
una amplia respuesta inmune celular y humoral. Cada serotipo confiere
una inmunidad específica de por vida que protege contra las reinfecciones
y confiere inmunidad cruzada hacia otros serotipos de corta duración. La
proteína E al encontrarse en la superficie del virión es el blanco de acción
de los anticuerpos neutralizantes y son generadoras de una respuesta
inmune protectora (figura 12.9). La proteína prM también es inductora de
anticuerpos, pero su acción es menos clara. Sin embargo, los anticuerpos
no neutralizantes o las concentraciones subneutralizantes de anticuerpos
dirigidos contra la proteína E, son los responsables del fenómeno de
incremento de la infección por un mecanismo de amplificación con
mediación de anticuerpos (ADE), en caso de cuadros clínicos de dengue
grave (también denominados fiebre hemorrágica dengue y síndrome de
choque dengue).
La proteína prM/M también ha mostrado una actividad estimulante
de anticuerpos neutralizantes débil, si bien esta proteína es escindida de los
viriones inmaduros por proteasas celulares, en algunas oportunidades este
clivaje es incompleto, permaneciendo en los viriones y estimulando una
respuesta inmune menor. Los epítopes reconocidos por la respuesta
inmune humoral se encuentran en las proteínas E, C, prM, y NS3. La
respuesta inmune humoral es un tanto convencional con una respuesta
inicial de IgM, que se presenta después del quinto día de iniciado el cuadro
clínico, seguida de una respuesta de tipo IgG donde predominan las
subclases IgG1 e IgG3 (figura 12.9). La respuesta inmune a una infección
secundaria tiene una respuesta IgM más temprana y de menor intensidad.
La respuesta inmune en el curso de infecciones primarias y secundarias es
heterotípica (contra serotipos distintos), lo cual no es de extrañar dada las
homologías antigénicas entre los serotipos. En contraste, las pruebas
funcionales basadas en el principio de neutralización viral son
homotípicas (contra el mismo serotipo) en las infecciones primarias y
heterotípicas en infecciones secundarias.
Figura 12.9. Producción de anticuerpos en caso de infección por DV
El complejo molecular NS2A, NS4A, NS4B y NS5 inhibe la
producción de IFNα e IFNβ en las células dendríticas, en estas células las
proteínas no estructurales tienen su papel más importante. NS5 se une al
complejo STAT2 que es esencial en el sistema de señalización del IFN.
Los epítopes reconocidos por la respuesta inmune celular se
encuentran en las proteínas NS1, NS3, C y E. La respuesta de células T
CD4+ y CD8+ está dirigida contra múltiples antígenos, siendo en especial
importante la proteína NS3. Las células CD4+ y CD8+ producen altos
niveles de citoquinas como el IFN-α, TNF-α e IFN-β.
Patogénesis
Una de las características del DV es la existencia de cuatro distintos
serotipos y la posibilidad de presentar infecciones secundarias. La
memoria inmunológica producida por la infección inicial, es capaz de
alterar la respuesta inmune a la infección secundaria y esta respuesta
alterada es la responsable de los mecanismos inmunes que median la
patogénesis. En caso de infecciones por DV se ha demostrado una
respuesta de linfocitos CD4+/CD8y de linfocitos CD4-/ CD8+. La
respuesta CD4+ y CD8+ presenta una reacción cruzada entre los distintos
serotipos de DV. Este tipo de reacción cruzada puede reconocer
parcialmente epítopes del segundo virus infectante, afectando la calidad de
la respuesta y llevar a cuadros de dengue grave y SCD.
Entre los factores virales involucrados en la patogénesis se ha
postulado la existencia en Asia de cepas virales con mayor virulencia. El
virus por su alta replicación y la presencia de una ARN polimerasa ARN
dependiente introduce una alta tasa de mutaciones, la presencia de
mutaciones puntuales en las proteínas M y E se ha asociado con mayor
virulencia. La presencia de cepas virales que presenten una mayor tasa de
replicación puede explicar la mayor viremia, mayor virulencia y mayor
potencial epidemiológico atribuido a algunas cepas circulantes en brotes
epidémicos.
La respuesta inmune puede ser potenciada por la presencia de
anticuerpos heterotípicos antes de la infección secundaria. En el caso de
infección secundaria, los anticuerpos preformados durante el curso de la
infección primaria con un serotipo distinto no tienen una capacidad
neutralizante, al unirse al virus no bloquean la infección, tienen menor
avidez, permiten la captura del virión por parte de células de tipo
macrófago y monocito, en estas células el virus es internalizado por vía de
los receptores FC. En el interior de las células fagocíticas no se bloquea la
infectividad viral y los virus se producen altas cantidades, de cinco a seis
veces los títulos obtenidos en ausencia de anticuerpos (figura 12.10).
El patrón de respuesta humoral a la infección secundaria es
influenciado por el serotipo responsable de la infección primaria, en un
fenómeno que se ha denominado el pecado original antigénico.
Adicionalmente, la presencia de anticuerpos después de la infección
primaria, es responsable de la formación de complejos inmunes, se
presenta una activación del complemento lo que conlleva a la
trombocitopenia y la glomerulonefritis asociada y además los productos de
activación del complemento (C3a y C5a) serían los responsables del daño
en el endotelio causante de la extravasación de plasma.
Otros mecanismos de inmunopatogénesis involucran las células T
de memoria que se activan durante la infección secundaria y que presentan
una baja avidez con los epítopes del serotipo responsable de esta infección,
en un mecanismo similar al descrito para los anticuerpos en el pecado
original antigénico, en el cual el grupo de células que predomina durante la
infección secundaria es aquel que generó respuesta durante la infección
primaria. Los linfocitos T son los responsables de la producción de
citoquinas y de la lisis de células infectadas. La respuesta secundaria se
caracteriza por una menor lisis de células infectadas, una disminución de
las citoquinas antivirales (IFN-γ) y un aumento de las citoquinas
proinflamatorias (TNF-α). La producción de TNF-α, de IFN-α y la
activación del complemento, son corresponsables de la extravasación de
plasma en caso de infecciones secundarias.
Figura 12.10. Captura de virus dengue por los macrófagos e internalización por los receptores
FC al interior del macrófago por un mecanismo en el que median los anticuerpos
preformados
A la derecha cinética de replicación del DV en presencia (línea azul) y ausencia (línea roja) de
anticuerpos, nótese que los títulos virales son mucho más altos en presencia de anticuerpos entre el
cuarto y séptimo día de replicación.
Las células CD4+ y CD8+ pueden contribuir a la patogénesis en
caso de dengue grave liberando citoquinas y produciendo la lisis de las
células infectadas por el DV. Durante el curso del dengue grave se han
detectado citoquinas como IFN-γ, IL-2 y TNF-α que se han relacionado
con la activación de células T. El IFN-γ aumenta la expresión de los
receptores FC y de las proteínas del CMH de clase I y II, lo cual favorece
la captura de DV por las células de tipo macrófago monocito y mejora a su
vez la destrucción de las células infectadas al favorecer el reconocimiento
antigénico (figura 12.11). En el curso del dengue grave se produce una
trombocitopenia que puede en parte ser causada por la presencia de IgM
que da reacción cruzada con las plaquetas. El incremento en las citoquinas
IL-6, IL-8 tiene como efecto la activación de las células endoteliales con
un aumento en la expresión de proteínas de tipo integrina (VCAM 1 e
ICAM-1), que produce disfuncionamiento del endotelio vascular y
fragilidad capilar. Los fenómenos hemorrágicos han sido menos
estudiados, pero se tiene como hipótesis general que pueden estar
involucrados fenómenos de vasculopatía, trombocitopenia, disfunción de
plaquetas y deficiencia de protrombina.
Las células endoteliales son responsables de la liberación de
citoquinas como el TNF-α, la IL-1, IL-6 y PAF y juegan un papel
importante en la fragilidad capilar y la extravasación del plasma del
espacio vascular.
Apoptosis y DV
Se ha demostrado que la replicación del DV en células hepáticas,
endotelios vasculares y neuronas desencadena procesos de apoptosis. En
células de hepatoma (HepG2) el DV-1 activa secuencialmente los factores
NFkB y Sp-1 que controlan la expresión de genes de citoquinas citotóxicas
que inducen apoptosis como el Apo2L/TRAIL. Sin embargo, la capacidad
apoptótica de diferentes cepas virales de DV-1 es variable.
Figura 12.11. Citoquinas y mediadores involucrados en la patogénesis del dengue grave
La infección por DV causa una gran activación del sistema inmune. La captura del DV por células
del sistema inmune puede acarrear el incremento de las células infectadas y la carga viral. La
formación de complejos inmunes produce la activación de factores del complemento. Las
reacciones cruzadas con los factores de coagulación y proteínas de células endoteliales producen
sangrado y alteración de la función de endotelios. La producción de citoquinas proinflamatorias por
linfocitos T aumenta la permeabilidad vascular. La infección de células endoteliales es fundamental
en la extravasación del plasma.
Las proteínas E y el dominio helicasa de la NS3 determinan la
eficacia de las funciones replicativas y el ensamblaje virales. Estos
determinantes genéticos tienen la capacidad de interferir con la cinética de
apoptosis inducida por la infección viral. El mecanismo de apoptosis en la
cepa BR/90 está asociado con la morfogénesis viral incompleta. En células
Neuro2a un mejor ensamblaje del provirión es el mecanismo de estrés
celular que desencadena mecanismos de apoptosis.
Aspectos clínicos
La fiebre dengue clásica es una infección que se observa con mayor
frecuencia en los niños mayores y en los adultos. Las infecciones por DV
son en su mayoría de tipo pausisintomáticas o cuadros febriles leves con o
sin exantema. La entidad clínica se caracteriza por fiebre de inicio súbito,
escalofríos, cefalea frontal, dolor retro-ocular, conjuntivitis, edema
palpebral, mialgias, artralgias, hiporexia, náusea, vómito, decaimiento,
postración, exantema maculopapular que puede tener un curso bifásico, se
inicia en tronco, se extiende luego a la cara y extremidades (figura 12.12 y
tabla 12.4).
Tabla 12.4. Frecuencia de síntomas presentados por los pacientes durante el curso de dos
epidemias de dengue grave ocurridas en Cuba
Síntomas
% 1981
% 1997
Fiebre
88
100
Vómito
81
100
Hepatomegalia
35
66.6
Dolor abdominal
58
83.3
Ascitis
8
91.6
Efusión pleural
8
58.3
Choque
100
100
Hemorragias
65
100
Petequias
38
41.6
Hematemesis
35
58.3
Melena
4
25
Sangrado vaginal
44
42.8
Hemoconcentración
92
91.6
71.8
83.3
Trombocitopenia
La fiebre hemorrágica dengue (dengue grave) es una entidad más
frecuente en niños mayores aunque ocasionalmente se puede presentar en
adultos. Según los criterios de la OMS, se define dengue grave como un
cuadro de fiebre, manifestaciones hemorrágicas, trombocitopenia y
evidencias objetivas de aumento en la permeabilidad capilar. En la fase
aguda es indistinguible de un cuadro de dengue y los síntomas
hemorragíparos se inician desde 24 horas antes hasta 24 horas después del
periodo de defervescencia (figura 12.13).
Figura 12.12. Curso clínico del dengue
Las barras horizontales marcan los tiempos promedio de inicio y desaparición de las
manifestaciones clínicas.
La trombocitopenia se caracteriza por recuentos menores a 100.000
plaquetas por µl3, el hematocrito se encuentra por encima de los niveles
basales (un 20% mayor) como evidencia de la extravasación de plasma.
Las lesiones hemorragíparas se manifiestan por la presencia de petequias,
lesiones purpúricas o equimosis. Los sangrados del paciente se pueden
presentar como epistaxis, equimosis en extremidades, sangrado gingival,
hematemesis y melenas, metrorragia, hematuria, hematomas en los sitios
de venopunción. La prueba del torniquete positiva que es un signo de
fragilidad capilar es de gran utilidad para el médico tratante. En ausencia
de diagnóstico temprano las personas desarrollan el choque hipovolémico
que puede ser desde leve hasta grave. La disminución en la volemia es de
un 20%. Se encuentran derrames en las serosas (pleura y peritoneo)
debidos a la extravasación de plasma e hipoproteinemia.
Según algunos reportes el riesgo de dengue grave es máximo cuando
el segundo serotipo infectante es el DV-2, seguido de DV-3, DV-4 y DV1; este riesgo también se halla influenciado por el potencial epidémico del
virus, su capacidad de producir viremias y la virulencia. En las diferentes
epidemias se observa que los síntomas de dengue grave varían en
frecuencia, quizá asociado a factores propios del virus y de la respuesta
inmune previa de la población afectada, como se observa en la Tabla 4. En
la mujer embarazada se puede producir con frecuencia hemorragias
uterinas que son las responsables de abortos. Otro efecto del dengue y
dengue grave durante el embarazo es el sangrado debido a la
trombocitopenia grave, especialmente en casos de alto riesgo como la
placenta previa. La presentación clínica durante el embarazo puede
confundirse con el síndrome HELLP (hemólisis, aumento de las enzimas
hepáticas y disminución en el recuento de plaquetas) y otras entidades
médicas.
La clasificación del dengue propuesta por la OMS (tabla 12.5),
utiliza marcadores bioquímicos y clínicos para definir la gravedad del
cuadro, tiene utilidad en el triaje y en la notificación más simple de los
casos a los sistemas de vigilancia epidemiológica. La determinación de los
signos de alarma requiere del seguimiento estricto del paciente.
Aspectos clínicos en el feto
El dengue ni el dengue grave se asocian con anormalidades fetales. Los
casos de dengue grave en la madre pueden asociarse con muerte fetal, sin
embargo, no se ha determinado una relación causal. La infección materna
en la última semana de embarazo puede causar trastornos hemorragíparos
en el feto, a parto prematuro y a paso trasplacentario del virus.
Figura 12.13. Curso clínico de un caso de dengue severo
Las barras horizontales marcan los tiempos promedio de inicio y desaparición de las
manifestaciones clínicas.
Aspectos clínicos en el neonato
Se han reportado casos de transmisión vertical del DV. Estos casos ocurren
cuando la madre presenta dengue en las últimas semanas del embarazo o
muy cerca del parto. El cuadro clínico en los niños cuyas madres se
infectan hacia el final del embarazo se caracteriza por trombocitopenia,
fiebre, hepatomegalia y diversos grados de insuficiencia circulatoria. Los
casos de dengue que ocurren en forma distante del parto no dan
manifestaciones en el recién nacido. Una situación especial se presenta en
los hijos de madres que presentan anticuerpos anti-DV. La transferencia
pasiva de anticuerpos a través de la placenta confiere una protección que
va disminuyendo hasta valores subneutralizantes en el curso del primer
año de vida, si el niño sufre una primoinfección en el momento en que los
anticuerpos están en estos niveles bajos, puede desarrollar un cuadro de
dengue grave o SCD por mecanismos inmunopatológicos similares a los
ya descritos.
Diagnóstico
Dentro de un contexto epidemiológico se necesita contar con casos
confirmados de dengue y para ello se hacen diferentes pruebas que
ratifican el papel etiológico del virus. Se cuenta con métodos directos e
indirectos de diagnóstico (tabla 12.6).
Se han utilizado diferentes métodos de aislamiento viral que
incluyen inoculación en ratones lactantes, a insectos, uso de cultivos
celulares de mamíferos y de insectos. Los especímenes clínicos incluyen
suero de paciente obtenido durante la fase aguda de la enfermedad,
material de autopsia (homogenizados de hígado, bazo, ganglios y timo).
El aislamiento viral se efectúa a partir de plasma obtenido de
pacientes en los primeros cinco días de sintomatología, las muestras más
tempranas tienen mayor probabilidad de dar resultados positivos. El virus
crece bien en líneas celulares de artrópodos. Los bajos niveles de
replicación viral obligan a realizar pasajes seriados in vitro con el fin de
lograr el aislamiento viral. Para la identificación del DV en los cultivos o
animales infectados se utilizan métodos de inmunofluorescencia indirecta,
que utilizan como anticuerpos de reconocimiento, anticuerpos
monoclonales específicos de serotipo. Este método también se emplea con
el fin de hacer la demostración inmunohistoquímica del antígeno viral en
material de biopsia o autopsia. La presencia de anticuerpos neutralizantes
en el suero del paciente forma complejos inmunes con los virus libres y
disminuyen el éxito de aislamiento en caso de infecciones secundarias. Los
bajos niveles de replicación viral obligan a realizar pasajes seriados in
vitro con el fin de lograr el aislamiento viral. Para identificar el DV en los
cultivos o tejidos de animales infectados se emplean métodos de
inmunofluorescencia indirecta que utilizan para reconocimiento de
antígenos virales anticuerpos monoclonales específicos de serotipo. Este
método también se usa con el fin de realizar la demostración
inmunohistoquímica del antígeno viral en material de biopsia o autopsia.
Tabla 12.5. Clasificación de dengue sugerida y signos de alarma
Fiebre dengue
Signos de alarma**
Formas graves
Fiebre y dos o más de los
siguientes
* Dolor abdominal intenso
* Extravasación de plasma
* Náusea, vómito
* Vómitos persistentes
* Choque
* Erupción cutánea
* Acumulación de líquidos en
cavidades
* Acumulación de líquidos o insuficiencia
respiratoria
* Molestias y dolores
* Sangrado de mucosas
* Prueba de torniquete (+)
* Letargia o agitación
* Leucopenia
* Hepatomegalia ≥ 2 cm
** Cualquier signo de alarma
* Aumento de hematocrito
* Trombocitopenia
Sangrado intenso: según evaluación clínica
Compromiso orgánico grave
* Hígado AST o ALT ≥ 1000
* SNC: alteración del estado de conciencia
* Corazón y otros órganos
Fuente: dengue, guías para el diagnóstico, tratamiento, prevención y control, OMS, 2009.
Tabla 12.6. Pruebas diagnósticas en caso de infección por DV
Método
Técnica
Comentarios
Cultivo celular
C6-36, AP61, LLC-MK2, Vero
Tasa de aislamiento del 36%
Inoculación en insectos
Toxorhynchites sp.
Tasa de aislamiento del 80%
Detección de antígenos
EIA identifica NS1
Se correlaciona con replicación viral
Sensibilidad del 82%
Identifica infección en los primeros 7-10 días
Sensibilidad del 72-73%
Inmunocromatografía para NS1
Detección de antígenos
Inmunohistoquímica
Mujer embarazada
Demora 24 horas
ELISA
IgM (5-6 días de inicio del cuadro clínico)
Sensibilidad del 21-99%
Especificidad del 77-98%
Persisten en promedio 90 días
IgG (7-10 días de inicio del cuadro clínico)
Marcador seroepidemiológico de infección
Detección del genoma
RT-PCR o RT-PCR anidada
RT-PCR y secuenciación
Carga viral
Resultados posibles en 4 horas
Permite la tipificación
La PCR anidada mejora la sensibilidad
Recientemente se desarrolló una prueba de EIA que puede detectar
antígeno no estructural NS1 en los primeros días del cuadro febril antes de
la seropositivización IgM y con sensibilidades cercanas al 87%, estos
métodos al ser menos costosos que las pruebas de RT-PCR, suministran
una herramienta útil para diagnosticar la enfermedad en los primeros días.
Las pruebas para detectar el antígeno viral a la proteína NS1 han podido
encontrar casos de dengue en los primeros nueve días de la enfermedad.
El diagnóstico comúnmente se hace mediante la determinación de la
presencia de anticuerpos de tipo IgM. Existen varios tipos de pruebas, pero
las más empleadas son las de tipo inmunocaptura. La sensibilidad de las
pruebas disponibles en el mercado varía de 71-100% y la especificidad es
de un 86-92%. Para el día quinto de enfermedad un 80% de los pacientes
tienen IgM detectable, este porcentaje se incrementa a 93% entre el quinto
y décimo día del curso clínico y alcanza un 99% entre el décimo y
vigésimo día de enfermedad. Se reportan entre un 8 a un 10% de
resultados falsos negativos y un 1,7% de resultados falsos positivos en
pacientes que cursan con infecciones por virus de Epstein Barr,
citomegalovirus y virus de la varicela-zona. La serología que busca la
presencia de IgG específica requiere de sueros pareados tomados durante
la fase aguda y convaleciente de la enfermedad. Es sugestivo de una
infección reciente la desnivelación en cuatro veces los títulos de
anticuerpos IgG entre las dos muestras. La sensibilidad de las distintas
pruebas varía de 52-100% y la especificidad es de un 86-100%. La
proporción IgM/IgG es > a 1,78 en las primoinfecciones y < 1,78 en las
infecciones secundarias. Las pruebas serológicas son de fácil ejecución y
buena reproductibilidad, tienen una sensibilidad del 78% en la muestra
tomada en la fase aguda y del 97% en el suero pareado (convaleciente).
Recientemente se han realizado reportes de las pruebas que
determinan la avidez de los anticuerpos de tipo IgG. El principio de estas
pruebas se basa en que durante la fase inicial de la infección primaria, se
desarrolla una respuesta inmune humoral de baja avidez que rápidamente
evoluciona hacia anticuerpos de alta avidez. Las infecciones secundarias se
caracterizan por presentar anticuerpos de alta avidez, desde la fase inicial
del cuadro clínico y una menor respuesta de tipo IgM (figura 12.14). La
utilidad de estas pruebas radica en la diferenciación de los casos de
primoinfección de los de infección secundaria, que como ya fue expuesto,
se encuentran con un mayor riesgo de presentar dengue grave. Las pruebas
de seroneutralización sólo tienen interés epidemiológico y en la
identificación de serotipos virales. Las pruebas serológicas que utilizan
como antígeno viral la proteína no estructural NS1, han podido detectar
casos de dengue en los primeros cuatro días de la enfermedad.
La detección molecular del agente viral se ha utilizado para
determinar la presencia del DV en cultivos celulares, las técnicas
empleadas para este fin son el dot blot y la hibridación in situ.
Los sistemas de amplificación genómica por métodos de RT-PCR
son de gran utilidad en el diagnóstico de infección por DV, por su alta
sensibilidad permite detectar el genoma viral directamente de sueros de
pacientes, líquido sobrenadante de cultivos, tejidos o insectos infectados.
El empleo de sondas específicas de tipo viral ha permitido comprobar la
existencia en ciertos casos de infecciones múltiples por más de un serotipo.
Diagnóstico diferencial
La fiebre dengue presenta cuadros que desde el punto de vista clínico
pueden confundirse con otras entidades infecciosas, como son:
•
•
•
•
•
•
•
Sarampión.
Rubéola.
Influenza.
Fiebre tifoidea.
Leptospirosis.
Otras enfermedades virales hemorrágicas.
Otras enfermedades virales con manifestaciones inespecíficas.
Esta inespecificidad de cuadro clínico justifica que todo caso
sospechoso por fuera de un contexto epidemiológico apropiado deba ser
confirmado.
Figura 12.14. Respuesta inmune humoral en el curso de la infección primaria y secundaria
por DV
Prevención
Los brotes epidémicos de fiebre dengue están relacionados con múltiples
factores entre los que se incluyen los cambios climáticos que incluyen la
temperatura y la humedad ambiental; las alteraciones del ecosistema que
influyen en un aumento de la temperatura y en la precipitación; los
factores socioeconómicos que presionan para que se produzcan los
desplazamientos entre las regiones rurales y urbanas; el crecimiento
demográfico que favorece en condiciones de pobreza la urbanización
anárquica, sin los servicios mínimos necesarios para garantizar las
condiciones básicas de salubridad, permitiendo la proliferación del vector.
En las últimas décadas por el proceso de globalización de la
economía se ha favorecido el transporte rápido y amplio de mercancías;
algunos de estos productos facilitan el desplazamiento a grandes distancias
de los vectores o de pacientes infectados, ocasionando cambios en los
vectores y serotipos de dengue que ocurrían en geografías aisladas.
El debilitamiento de los programas de vigilancia y control de
vectores asociados a la reducción del estado o a la disminución de los
rubros destinados para la salud, tienen como efecto el que no se pueda
disminuir la población de vectores, lo que se ha reflejado en un aumento
de la incidencia de esta entidad. El vector es de difícil erradicación por
limitaciones políticas, geográficas y logísticas.
El control de vectores puede hacerse mediante la aspersión de
insecticidas (órgano-fosforados, piretroides) que pueden disminuir el
número de larvas (larvicidas) o la población de insectos vectores
(adulticidas). En ausencia de campañas de control de vectores, se debe
orientar a la comunidad para que elimine los depósitos de aguas lluvias y
cubra los depósitos de aguas para consumo (estanques, cisternas) y haga
aspersión de las habitaciones con insecticidas.
A nivel personal se puede disminuir la transmisión intradomiciliaria
mediante el empleo de métodos de barrera como son los repelentes,
angeos, toldillos y mosquiteros.
Vacunas contra el DV
El desarrollo de una vacuna es una de las prioridades de la Organización
Mundial de la Salud. Se han presentado múltiples estrategias para el
desarrollo de vacunas (tabla 12.7).
Tabla 12.7. Tipo de vacunas en desarrollo contra virus dengue
Tipo de vacuna
Estado de desarrollo
Laboratorio
Viva atenuada tetravalente
Fase II
WRAIR/Glaxo Smith Kline
Viva atenuada monovalente quimérica (DV 1-4)
Fase I a II
NIH y NIAID
Viva atenuada tetravalente quimérica CYD-TDV*
Uso en algunos países
Sanofi Pateur-Acambis
Viva atenuada quimérica
Preclínica
CDC-Inviragen
Viva atenuada
No ha sido evaluada
Sanofi Pateur-Mahidol University
Inactivada
Preclínica
WRAIR
Subunidades virales
Empezó en 2007
Hawái Biotech
ADN Monovalente (DV1-4)
Fase I
Navy Medical Research Center
*Chimeri-Vax expresa las proteínas prM y E en una vacuna de fiebre amarilla Dengvaxia. Es la
vacuna más promisoria.
La vacuna utilizada debe ser tetravalente (incluir los cuatro serotipos
virales) por cuanto se ha demostrado que la existencia de anticuerpos
contra un serotipo predispone para desarrollar dengue grave. Se han
producido vacunas de tipo vivo atenuado que ya han sido evaluadas en
ensayos de fase II y III. Después de tres dosis subcutáneas de la vacuna
tetravalente (esquema 0, seis 12 meses), se observaron tasas de
seroconversión de 77-92% para los cuatro serotipos. Un reciente ensayo de
vacunación con la vacuna CYD-TDV mostró una eficacia de 50,3% para el
serotipo 1, 42,3% para el 2, 74% para el serotipo 3, y 77,7% para el
serotipo 4; la eficacia global para la vacuna fue de 60,8% (IC95% de 58,769,8%); la vacuna igualmente presentó una eficacia contra la
hospitalización de 80,3%. Se requieren seguimientos a largo plazo para
descartar que la disminución de anticuerpos, después de una inmunización
previa no predisponga a cursos más graves luego de infecciones naturales.
Otras estrategias para obtener vacunas, incluyen:
•
•
•
•
•
•
Uso de vacuna inactivada total.
Producción de péptidos sintéticos.
Producción de subunidades virales.
Uso de vectores de expresión recombinantes.
Uso de vacunas de tipo ADNc.
Uso de virus recombinantes o quiméricas utilizando la vacuna de la fiebre amarilla.
El inóculo vacunal debe garantizar una respuesta inmune fuerte,
duradera y neutralizante contra todos los cuatro serotipos de DV. A pesar
de los esfuerzos emprendidos para el desarrollo de este tipo de vacuna aún
persisten ciertas dudas en cuanto el número de dosis necesarias y el riesgo
que puede generarse en el paciente inmunizado, para que desarrolle
dengue grave luego de completado el esquema de vacunación. En
resumen, hasta el momento no se cuenta con un inmunógeno adecuado
para la prevención.
Tratamiento
El tratamiento del dengue y el dengue grave es básicamente de soporte e
incluye el reposo en cama, el uso de analgésicos-antipiréticos, la
hidratación adecuada del paciente y la corrección del desequilibrio
hidroelectrolítico. En caso de tolerancia de la vía oral, la rehidratación
debe realizarse en casa teniendo al paciente informado de las señales de
alarma de curso complicado. Las soluciones isotónicas de administración
parenteral son útiles para restaurar la volemia en pacientes seriamente
enfermos y con alteraciones de la perfusión tisular. Se debe evitar el uso de
aspirina por los peligros de la diátesis hemorrágica y el riesgo de síndrome
de Reye.
El tratamiento antiviral específico podría ser una herramienta
fundamental para controlar la enfermedad. Como en otras patologías
virales, el empleo de medicamentos específicos requeriría de herramientas
diagnósticas muy eficaces, la serología tarda cinco días en aparecer
durante el curso de la enfermedad, el cultivo es lento y necesita de un
laboratorio sofisticado, la RT-PCR podría constituirse en herramienta de
diagnóstico rápido y sensible para una eventual terapia antiviral específica.
Los blancos potenciales de una terapia antiviral específica lo constituyen la
glicoproteína E, el dominio proteasa de la proteína NS3, el dominio
helicasa de la proteína NS3, el dominio metiltransferasa de la proteína NS5
y el dominio polimerasa de la proteína NS5. El desarrollo de
medicamentos específicos es de gran utilidad para combatir esta
enfermedad que circula en áreas densamente habitadas y con alta
morbilidad en las últimas décadas.
Infección por virus de la fiebre amarilla (YFV)
Introducción
La fiebre amarilla en Colombia y América es una enfermedad de interés en
salud pública por su gran poder epidémico, su alta letalidad, la posibilidad
de ser prevenida mediante vacunación y controlada mediante acciones
regulares de vigilancia y control. En los últimos años se han presentado
esporádicamente casos de la forma selvática de la fiebre amarilla en varios
departamentos de Colombia, con un gran pico epidémico en los años 2003
y 2004. La ocurrencia de casos en proximidad de las zonas densamente
pobladas establece la particularidad de un alto riesgo de urbanización de la
enfermedad, teniendo presente la gran dispersión de la infestación por A.
aegypti en varios países. Durante 2004 en América se registraron 111
casos de fiebre amarilla y 52 de ellos fatales (tasa de mortalidad de
46,8%). En Colombia en 2004 se declararon a la OMS 30 casos de fiebre
amarilla de los cuales 11 fueron mortales (tasa de mortalidad de 37%). En
2005 se reportaron 117 casos de fiebre amarilla en países de América del
Sur de los cuales murieron 52 personas (tasa de mortalidad de 44,4%).
Historia
En América la fiebre amarilla causó un brote epidémico en 1648 en
Barbados, Cuba y Yucatán, por lo que otros puertos declararon estados de
cuarentena. En América se reportaron múltiples brotes epidémicos de
fiebre amarilla en Cuba, Santo Domingo, las Antillas y Barbados durante
el siglo XVII. Las epidemias continuaron hasta el siglo XIX sin que se
tuviera clara la forma de transmisión ni el agente causal. En América la
enfermedad se extendió desde Brasil y Chile hasta la costa este de los
Estados Unidos. Entre las ciudades de Estados Unidos afectadas por la
fiebre amarilla se encontraron New York (1668, 1702), Boston (1691),
Charleston (1699), Nueva Orleans (1783) y Filadelfia (1793). En África
los primeros reportes epidemiológicos se registraron en 1768 y 1782, en
particular en Senegal. La enfermedad se diseminó hasta Europa y países
como España (Cádiz 1701, Barcelona 1821) y Portugal (Lisboa en 1857).
Durante el siglo XIX la epidemia llegó hasta Francia e Inglaterra,
afectando en especial las ciudades portuarias (Brest, Saint Nazare, Londres
y Southampton). Las primeras personas que sugirieron un papel de
portadores de la enfermedad a los mosquitos fueron los doctores J.
Crawford en Baltimore (1807), J. N. Nott en Alabama (1848) y L.
Beauperthuy (1854).
El primer manuscrito que insinúa el papel de agente transmisor de la
enfermedad fue publicado por Carlos Finlay (1833-1915) en La Habana en
agosto 11 de 1881 en un documento titulado “El mosquito hipotéticamente
considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla” (The
Mosquito Hypothetically Considered as the Agent of Transmission of
Yellow Fever).
La transmisión de la infección por vectores fue confirmada en 1900
por una misión de Estados Unidos en Cuba a cargo del doctor Walter Reed
(1851-1902). Hasta hoy nunca se han reportado casos de fiebre amarilla en
Asia ni Oceanía.
Agente infeccioso
El virus de la fiebre amarilla pertenece a la familia Flaviviridae, género
Flavivirus. El virión es similar al virus dengue, figura un agente cubierto
de 40-50 nm de diámetro, con genoma de tipo ARN de cadena simple y
polaridad positiva. En la superficie viral se encuentran unas pequeñas
proyecciones que corresponden a la glicoproteína E.
El genoma viral se encuentra dentro de una cápside de simetría
icosaédrica y muestra una similitud con lo que se describió para el virus
dengue (figura 12.2). Como todos los flavivirus, el virus de la fiebre
amarilla codifica para una gran poliproteína que es clivada por proteasas
celulares y virales para dar lugar a un conjunto de proteínas estructurales
(gpE, PrM, M y C) y proteínas no estructurales (NS1, NS2A, NS2B, NS3,
NS4, NS5A y NS5B), tabla 12.8.
Replicación viral
Como todos los flavivirus el virus de la fiebre amarilla entra a las células
blanco por unión de la glicoproteína E mediante residuos de ArgGly-Asp a
receptores de glicosaminoglicano (heparan sulfato), el virus entra a la
célula a través una endocitosis con formación de vesículas a partir de
trímeros de clatrina. El ciclo replicativo es similar al descrito para virus
dengue. La fusión de las membranas viral y del endosoma se debe a la
fusión de lisosomas, los cuales permiten una acidificación del endosoma y
el cambio conformacional de la proteína E, lo cual permite la denudación
de la cápside viral. El genoma viral liberado al citosol es usado para la
translación de una gran poliproteína que es clivada por proteasas virales y
celulares en proteínas estructurales y no estructurales. La síntesis de
proteínas virales está estrechamente ligada al retículo endoplásmico rugoso
y el aparato de Golgi, de tal forma que las partículas son transportadas a
las membranas plasmáticas en donde los viriones son ensamblados. El
ARN genómico también sirve de molde para la replicación del genoma
viral. Una vez ensamblados los viriones son liberados de la célula por
exocitosis.
Epidemiología
La fiebre amarilla ha sido responsable de grandes epidemias en el curso de
los siglos XVII, XVIII, XIX y XX. La primera gran epidemia en las
Américas se registró en Yucatán y fue parte de una epidemia mayor que se
registró entre los años 1647-1649. Para 1900 ocurrió una gran epidemia en
Cuba que permitió a la delegación Rockefeller confirmar las sospechas de
Carlos Finlay que el agente infeccioso era transmitido por un vector.
En 1900 el médico estadounidense Walter Reed confirma que la
fiebre amarilla es causada por una agente filtrable. Para 1915 las únicas
zonas endémicas reconocidas en América eran Guayaquil en Ecuador y las
zonas de Bahía y Pernambuco en la costa este de Brasil. En 1928 resurge
la fiebre amarilla en Brasil y se logra demostrar la existencia de un ciclo
selvático en el que el agente transmisor era el mosquito del género
Haemagogus. Esta entidad puede producir epidemias de grandes
proporciones en poblaciones susceptibles (no inmunizadas). Al año se
reportan 5.000 casos en África y unos 300 en América, la verdadera
incidencia puede ser de 5-10 veces mayor (tabla 12.9).
Tabla 12.8. Propiedades generales de las proteínas del virus de la fiebre amarilla
Proteína
PM (kda)
Función
gp E
51-59 kda
Proteína glicosilada mayor de envoltura
Determinantes antigénicos productores de Ac neutralizantes
Fusión del virión con la membrana del hospedero
PrM
18-19 kda
Glicosilada
Heterodimeriza con la gpE, esencial para su plegamiento
Previene los cambios de la glicoproteína E en medios ácidos
M
7-8 kda
Presente en la partícula viral madura
Resulta del clivaje de la extremidad amino de la prM
El clivaje ocurre antes de la liberación del virión
C
14-16 kda
Proteína básica componente de la cápside
NS1
42-50 kda
Papel en la replicación temprana
Formas secretadas y no secretadas
¿Respuesta inmune protectora?
NS3
67-70 kda
Proteína de membrana altamente conservada
Helicasa, ARN trifosfatasa (formación de cap) Proteasa
NS5
Altamente conservada
ARN polimerasa ARN dependiente
Metiltransferasa (metilación del cap 5’)
NS2A, NS2B,
Proteínas menos conservadas
NS4A, NS4B
Funciones poco conocidas
Tabla 12.9. Número de casos y defunciones por fiebre amarilla en América y África en los
últimos años
África
Año
América
Casos
Defunciones
Casos
Defunciones
1990
4.252
342
88
69
1991
2.561
661
151
90
1992
176
21
119
81
1993
218
38
192
82
1994
1.367
434
89
40
1995
491
65
524
214
1996
283
141
147
80
1997
46
10
146
78
1998
33
10
277
112
1999
1
0
210
101
2000
844
233
106
54
2001
550
52
83
47
2002
338
86
87
45
2003
683
125
242
106
Fuente: OMS.
Se reconocen dos ciclos epidemiológicos, uno urbano que es de tipo
epidémico y se presenta en forma frecuente en África pero ausente en
Colombia desde 1923 y otro selvático o enzoótico que es el único existente
en América. En este último, el virus se mantiene en reservorios animales,
(principalmente monos) y es transmitido al humano cuando este coloniza
la selva o visita las zonas enzoóticas. Con mayor frecuencia resultan más
afectados los hombres entre 15 y 40 años. El ciclo urbano se establece
cuando el vector es el mosquito Aedes aegypti y la transmisión ocurre
entre humano-mosquito-humano. El ciclo selvático se mantiene por
mosquitos del género Haemagogus sp; aunque se han incriminado
experimentalmente Aedes leucocaelenus y Sabethes sp. La transmisión
enzoótica es mico-mosquito-mico y cuando interviene el humano, micomosquito-humano.
En la fiebre amarilla epidémica el reservorio es el humano y el
vector es el Aedes aegypti en África. La última epidemia urbana de fiebre
amarilla se detectó en la Sierra Madureira, estado de Acre en Brasil en
1942. El uso amplio de DDT en las Américas después de la Segunda
Guerra Mundial llevó a un amplio control de la fiebre amarilla urbana
debido a la eliminación del vector Aedes aegypti. La suspensión del DDT
por su toxicidad conllevó a la reinfestación por diferentes vectores en
amplios terrenos de Colombia y América, con la reemergencia de la
entidad en varios países. El calentamiento global y el fenómeno del Niño
han cambiado el espectro de las lluvias en varios países, permitiendo que
en las épocas húmedas se establezcan los nichos ecológicos necesarios
para la proliferación de vectores de tipo artrópodo, con el aumento en el
número de casos de infecciones causadas por los virus asociados a este
tipo de vector.
Una encuesta epidemiológica desarrollada en Burkina-Faso en 1983,
demostró que un 50% de la población fue afectada y que según esta
estimación la mortalidad corregida por el total de número de personas
afectadas se puede considerar del 6%. En los últimos 50 años la fiebre
amarilla se presenta esporádicamente en Colombia, restringida a las zonas
de bosque húmedo tropical y con la presentación de casos asociados a un
ciclo enzoótico mantenido de preferencia en la cuenca Amazónica. La
entidad se presenta bajo la forma de un número limitado de casos con
algunas fuertes fluctuaciones en los años 1978-1979 y 2003-2004.
La última epidemia reportó eventos en áreas selváticas cercanas de
grandes ciudades de la zona Caribe (Valledupar y Santa Marta). En
Colombia durante la última década cada año se presenta un número
variable de casos, con algunos picos epidémicos entre 2002 y 2005 (tabla
12.10).
Una de las razones de la reemergencia de esta enfermedad es el bajo
nivel de cobertura vacunal en los lugares donde esta enfermedad es
endémica. Las campañas de vacunación masiva que se emprendieron entre
2004 y 2004 lograron controlar la aparición de nuevos brotes epidémicos.
El ciclo urbano de la fiebre amarilla comienza cuando un humano
infectado con el virus selvático viaja a un ambiente urbano donde el A.
aegypti está presente. En Colombia, la infestación por el vector se ha
extendido a un 70% del territorio nacional, detectándose en ciudades,
caseríos, veredas y viviendas aisladas en áreas rurales (de ahí el riesgo
potencial de urbanización de la fiebre amarilla). Los huevos del mosquito
pueden resistir periodos de sequía de más de un año. Las larvas se
desarrollan en depósitos de agua limpia y estancada formados por
recipientes abandonados, albercas y recipientes de agua almacenada para
consumo humano. El ciclo de la fiebre amarilla es similar al del virus
dengue.
El ciclo enzoótico de la selva ocurre por la picadura de los
mosquitos adultos del género Haemagogus y Sabethes. En medio selvático
los huevos del vector eclosionan en los huecos de los árboles llenos de
agua situados en la zona baja y sombría de la selva, son luminotróficos y
buscan las copas soleadas de los árboles. El blanco natural de los
mosquitos son las manadas de micos que pueblan los árboles, en donde
ingieren hojas o frutos silvestres. Cuando el vector pica y chupa la sangre
de un animal con viremia, los mosquitos se infectan e inician el ciclo
enzoótico. Una vez transcurrido un periodo de incubación extrínseco en el
mosquito, los insectos pican por segunda vez y transmiten el virus que se
ha multiplicado en su interior (figura 12.15).
Respuesta inmune
La respuesta inmune humoral ha podido ser caracterizada en caso de
infección por virus de la fiebre amarilla. La proteína E es el blanco
primordial de la respuesta humoral por su capacidad para generar
anticuerpos neutralizantes. Los anticuerpos anti-NS1 fijan el complemento
y destruyen células infectadas. La proteína NS3 es inductora de respuesta
inmune celular de tipo citotóxica. Durante la primera semana de la
sintomatología, es posible detectar la presencia de anticuerpos de tipo IgM,
los cuales aumentan durante la segunda semana y persisten por varios
meses. Los anticuerpos de tipo IgG adquiridos luego de infección natural
son de tipo neutralizante, protectores y perduran de por vida; por esta
razón no es posible detectar reinfecciones o infecciones secundarias en
esta enfermedad. Durante la fase de remisión, el virus es eliminado por
acción de la respuesta inmune humoral y celular. En África se ha
encontrado una respuesta inmune protectora parcial en personas que se han
infectado previamente por flavivirus heterólogos (virus dengue, Zika y
Wesselsbron). Los anticuerpos neutralizantes juegan un papel protector en
caso de reinfecciones. La inmunidad pasiva transitoria conferida por la
madre inmune al recién nacido se prolonga por seis meses. La inmunidad
después de la vacunación contra la fiebre amarilla es probablemente de por
vida, pero oficialmente se recomienda la revacunación después de 10 años.
Tabla 12.10. Casos de fiebre amarilla reportados en Colombia entre 2000 y 2010
Año
Casos reportados
Fuente: OMS
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
5
9
19
102
32
20
5
7
3
5
0
0
0
1
0
Figura 12.15. Ciclos de transmisión del virus de la fiebre amarilla
En América solo se encuentra el ciclo selvático.
Patogénesis
Los conocimientos que se tienen de la patogénesis de la fiebre amarilla
provienen de modelos animales realizados en primates donde tiene un
comportamiento viscerotropo. Otros modelos de infección son el cuerpo
espín de la subfamilia Erinaceinae y el hámster.
Luego de una replicación primaria en ganglios linfáticos el virus se
disemina por vía hemática, las primeras células en ser infectadas son las
células de Küpffer, seguida por compromiso de riñón, médula ósea, bazo y
corazón (figura 12.16). Una característica de la fiebre amarilla es su
distribución histológica en la zona media del tejido hepático, sin
compromiso de las áreas alrededor de la vena central o región porta. Sin
embargo, en las áreas centrales ha sido posible detectar antígenos y ARN
viral, indicando que estas células son susceptibles a la infección. Los
hepatocitos infectados presentan degeneración eosinofílica y condensación
de la cromatina (cuerpos de Councilman). Las células hepáticas son
destruidas por apoptosis más que necrosis, lo cual explica la falta de
proceso inflamatorio.
A nivel renal se observa oliguria asociada con la hipotensión,
histológicamente se aprecia degeneración eosinofílica y cambios grasos en
las células del epitelio tubular, en los casos fatales se observa antígeno
viral en células tubulares, lo que sugiere un papel del virus en este tipo de
patología. La albuminuria asociada se debe a lesión en la cápsula de
Bowman que produce alteración de la función renal. Se ha observado
necrosis de los centros germinativos de bazo, nódulos linfoides, amígdalas
y placas de Peyer en modelos animales y humanos con infección fatal. La
hipotensión y choque son producidos por efectos de citoquinas (IFN-α,
IFN-γ, IL-2, TNF-α y TNF-β) producidos por células de Küpffer y
macrófagos del bazo y riñón, este proceso conlleva a la oliguria presente
en el curso de la enfermedad.
Figura 12.16. Patogénesis de la fiebre amarilla
El virus penetra por picadura de mosquito y migra hasta ganglios linfáticos regionales en donde
realiza una replicación primaria. El virus se disemina por vía hemática hasta órganos blanco como
hígado, riñón, corazón, bazo y médula ósea.
Las citoquinas producidas son las responsables de los fenómenos de
daño celular, liberación de NO, daño endotelial, microtrombosis,
coagulación intravascular diseminada, anoxia tisular, oliguria y choque.
Aspectos clínicos
Definición de la enfermedad. La fiebre amarilla es una enfermedad febril
aguda, causada por un arbovirus, es decir, que es una infección causada
por un agente que se trasmite a las personas a través de la picadura de
mosquitos. El virus pertenece a la familia Flaviviridae y se multiplica
principalmente en el hígado produciendo cambios variables en su
estructura y función. La enfermedad puede llevar a la muerte hasta un 80%
de las personas infectadas durante las epidemias. La cinética de
manifestaciones clínicas se muestra en la figura 12.17.
El periodo de incubación intrínseco varía de tres a seis días después de la
picadura de un mosquito infectado. La enfermedad presenta un amplio
espectro de gravedad desde la infección subclínica que durante las
epidemias en África llegó al 80% de las infecciones, hasta la enfermedad
fatal que alcanzó también al 80% de las enfermedades aparentes durante
epidemias. La enfermedad se caracteriza por un inicio súbito con fiebre,
escalofrío, malestar, cefalea, mialgias generalizadas, lumbalgia, náusea y
mareos.
En la enfermedad aparente, el cuadro infeccioso se ha dividido en
tres periodos (figura 12.18) clínicamente evidentes: periodo de infección,
periodo de remisión y periodo de intoxicación.
Periodo de infección. Corresponde a la fase congestiva, de inicio súbito y
síntomas generales como fiebre, escalofríos, disociación pulso-temperatura
(signo de Faget), cefalea, hiperemia conjuntival, dorsalgias, mialgias
generalizadas, postración, dolor a la palpación abdominal, náusea y
vómito, que duran aproximadamente de uno a cinco días. Los exámenes de
laboratorio muestran normalmente leucopenia.
Figura 12.17. Cinética de algunos marcadores biológicos de infección
Figura 12.18. Curva térmica, curso natural, manifestaciones y respuesta inmune de la fiebre
amarilla
En línea roja comportamiento de la IgM y en línea azul la respuesta IgG.
Periodo de remisión. Corresponde al tercero o cuarto día de enfermedad,
el paciente presenta una mejoría transitoria, reduciéndose o
desapareciendo la fiebre y los síntomas generales hasta por 48 horas.
Periodo de intoxicación. Se caracteriza porque predominan síntomas de
insuficiencia hepática y renal, presentándose ictericia, hematemesis,
melenas u otras manifestaciones hemorrágicas, oliguria, albuminuria y
postración intensa. En los casos fatales, además de la hepatitis, se asocia la
aparición de miocarditis, glomerulonefritis y/o encefalitis.
En los casos fatales, la hiperbilirrubinemia aparece en los primeros
tres días alcanzando niveles máximos entre el día sexto y octavo cuando
las condiciones del paciente son críticas. En los casos no fatales, la
hiperbilirrubinemia aparece más tarde y disminuye rápidamente. En todos
los casos las aminotransferasas (AST, ALT) se elevan y en los casos
fatales esto ocurre también tempranamente. Algunas veces el aumento de
la aspartato aminotransferasa (AST) es mayor que el de la alanino
aminotransferasa (ALT), debido probablemente a un mayor compromiso
miocárdico que hepático. La fosfatasa alcalina permanece normal o
ligeramente aumentada (figura 12.18).
Los hallazgos clínicos que se asocian con mal pronóstico son:
•
•
Temperatura muy elevada al inicio de la enfermedad.
Progreso rápido al periodo de intoxicación con aumento acelerado de la bilirrubina.
•
Trastorno hemorrágico grave con coagulación intravascular diseminada. Falla renal con
necrosis tubular aguda; aparición temprana de hipotensión, choque, coma y convulsiones.
Complicaciones. Las más frecuentes son la falla renal, la coagulación
intravascular diseminada, las infecciones bacterianas secundarias, la
parotiditis, el choque, el coma y la muerte.
Factores de riesgo. El principal factor de riesgo lo constituye el ingresar a
cualquier región enzoótica sin haber sido inmunizado previamente.
Quienes trabajan en labores de tala de árboles tienen mayor riesgo, debido
a que el corte hace que los mosquitos desciendan a nivel del suelo. La
enfermedad suele ocurrir con mayor frecuencia al final de la época de
lluvias, cuando la densidad de los vectores es alta y se cortan los árboles
de los bosques en áreas selváticas con el fin de preparar las tierras para la
siembra o la ganadería. Esto explica por qué la mayoría de los casos
ocurren en adultos jóvenes con edades entre 15 y 40 años y por qué los
hombres son afectados cuatro veces más que las mujeres. Los factores que
actualmente condicionan la urbanización de la fiebre amarilla se
relacionan con la expansión geográfica y el alto grado de infestación de las
zonas urbanas por Aedes aegypti. Un individuo que sale de la selva con
viremia eventualmente puede ser picado por el vector urbano e iniciar la
cadena de transmisión: humano-Aedes aegypti-humano.
Las migraciones de la población inducidas por los conflictos
sociopolíticos y económicos que afectan a diferentes países, determinan la
aparición de asentamientos transitorios de poblaciones no vacunadas en
áreas selváticas. Las encuestas de cobertura vacunal adelantadas en
diferentes ciudades con alto riesgo encontraron bajos niveles de
inmunización. Después de las epidemias ocurridas en Colombia de
principios de siglo se desarrollaron campañas de inmunización en
diferentes ciudades en riesgo y en viajeros a zonas comprometidas, pero el
conflicto armado por el que atraviesa el país ha dificultado el acceso de
grupos de inmunizadores a algunas áreas.
Factores protectores. El principal elemento protector es la inmunización
de la población susceptible. Se considera que la vacuna debe ser
administrada al menos diez días antes del ingreso a la zona de riesgo, pero
estudios de viajeros a estas zonas muestran que estos lapsos no siempre
son seguidos por ellos. Si bien la vacuna otorga protección de por vida, de
manera conservadora se estima que la duración del estado de protección
posvacunación es de diez años.
Periodo de incubación y transmisión
Se define periodo de incubación extrínseco el que ocurre en el mosquito y
es el lapso transcurrido entre la ingestión de sangre contaminada
procedente de un reservorio o paciente enfermo con viremia y la
posibilidad de transmitir la infección luego de una nueva picadura a un
paciente sano y no inmune. El periodo de incubación extrínseco puede
extenderse de nueve a 12 días. El periodo de incubación intrínseco es el
que ocurre en la persona sana que es picada por un vector hembra
hematófaga infectada y varía de dos a siete días. El enfermo es infectante
solamente durante la fase de viremia que se extiende de tres a cinco días.
Diagnóstico
Todo síndrome febril ictérico proveniente de áreas enzoóticas de fiebre
amarilla y sin antecedente de vacunación, es sospechoso. Se cuenta con
métodos directos e indirectos de diagnóstico (tabla 12.11). La
confirmación de tales casos requiere el diagnóstico específico de
laboratorio, el cual se hace en forma similar al dengue, tanto para
identificar el virus como para procedimientos serológicos.
Los criterios de confirmación por laboratorio son también similares
al dengue, pues ambos virus pertenecen a la misma familia Flaviviridae.
Tabla 12.11. Pruebas diagnósticas en caso de infección por fiebre amarilla
Método
Técnica
Comentario
Aislamiento viral
Cultivo en células Ap-61
Combinada con pruebas histoquímicas o RT-PCR
Cultivo celular
Cultivo en células Vero
Cultivo en células SW-13
Cultivo en células BHK-21
Detección de antígenos por inmunoperoxidasa o IFI
MAC-ELISA
IgM
Resultados positivos entre 7-10 día de infección
Sensibilidad del 90-97%
Desnivelación en títulos de anticuerpos 4X
IgG.
Detección del genoma
RT-PCR
RT-PCR y secuenciación
Horas
El aislamiento del agente causal constituye evidencia de infección
viral aguda por virus de la fiebre amarilla. El aislamiento del virus se hace
en células AP61 derivadas de Aedes pseudoscutellaris, o en líneas
celulares de mamífero como son las células Vero, SW13 y BHK-21.
Durante la fase aguda de la enfermedad se puede demostrar la
presencia de antígenos virales en suero mediante el uso de pruebas ELISA
que utilizan anticuerpos monoclonales. Esta prueba diagnóstica tiene una
sensibilidad de 69% y una especificidad del 100% comparada con el
aislamiento viral.
Otro criterio diagnóstico es la seroconversión, es decir, el aumento
en cuatro veces los títulos de anticuerpos totales. Las pruebas serológicas
se realizan por diferentes técnicas, como son: la técnica de inhibición de la
hemaglutinación, las pruebas de neutralización, el ELISA o EIA u otras
pruebas similares. Una sola prueba serológica no reactiva de IgM tomada
después del sexto día descarta la infección por virus de la fiebre amarilla.
Una sola prueba reactiva de IgM puede ser confirmatoria, apoyada además
en criterios clínicos y epidemiológicos. El diagnóstico muy
frecuentemente se efectúa mediante la determinación de la presencia de
anticuerpos de tipo IgM.
Existen varios tipos de pruebas, pero las más empleadas son las de
tipo inmunocaptura. Los anticuerpos de tipo IgM se encuentran presentes
entre el séptimo y el décimo día de infección. Hasta un 10% de los
pacientes con anticuerpos anti-dengue pueden dar reacciones positivas con
las pruebas Mac Elisa de fiebre amarilla. Las pruebas serológicas pueden
dar reacciones cruzadas (falsas positivas) con otras arbovirosis, lo que
complica el diagnóstico en áreas en las cuales existe cocirculación de otros
agentes virales relacionados.
El genoma viral es detectado mediante el uso de técnicas de
retrotranscripción y amplificación genómica (RT-PCR). Este
procedimiento permite descubrir la infección en una fase temprana en
muestras clínicas que por mal trasporte pueden no ser útiles para
aislamiento.
Las lesiones histopatológicas típicas son detectadas en preparaciones
histopatológicas teñidas con hematoxilina-eosina en aquellos casos en los
que no puedan ser estudiados con tinciones inmunohistoquímicas. Este ha
sido el método tradicional y más poderoso en casos fatales. Se debe tomar
una muestra de tejido hepático a todas las personas fallecidas con
enfermedad febril de menos de diez días de evolución, en los que se
sospeche fiebre amarilla y otras entidades que afecten el hígado, como
hepatitis viral fulminante, tuberculosis miliar, hepatitis fulminantes,
leishmaniosis visceral y dengue hemorrágico. La detección de antígeno
depositado en hígado puede ser evidenciado por técnicas
inmunohistoquímicas, como la inmunoperoxidasa.
Proceso diagnóstico y clasificación
Para efectos de facilitar el proceso de diagnóstico y la vigilancia en salud
pública, la O.M.S. ha adoptado las siguientes definiciones de caso:
Caso probable. Residente o procedente de área enzoótica o epizoótica de
fiebre amarilla que presente fiebre, escalofrío, ictericia, síntomas
hemorrágicos (hematemesis, melenas o gingivorragias), dolor
osteomuscular (dorsolumbalgia aguda) oliguria con albuminuria,
temperatura elevada y frecuencia cardiaca baja (signo de Faget).
Caso confirmado. Caso probable con confirmación de laboratorio por uno
de los siguientes métodos: aislamiento del virus de la fiebre amarilla en
sangre o tejido hepático. Presencia del antígeno vírico en sangre o tejido
hepático detectado por técnicas inmunohistoquímicas. Presencia de
genoma viral detectado por RTPCR. Presencia de IgM especifica en suero
inicial o un aumento de cuatro veces los títulos de anticuerpos para fiebre
amarilla entre el suero tomado en la fase aguda, en comparación con el
suero tomado durante la convalecencia. Presencia de lesiones típicas en el
hígado, observadas en cortes de anatomía patológica.
Asociación epidemiológica. En brotes en los cuales ya se confirmó la
presencia del virus de la fiebre amarilla y se conoce la presencia del
vector, se puede inferir que un caso es causado por el virus de la fiebre
amarilla cuando mantenga el vínculo epidemiológico.
Brote epidémico. Presencia de por lo menos un caso comprobado de
fiebre amarilla.
La serología que busca la presencia de IgG específica requiere de
sueros pareados tomados durante la fase aguda y convaleciente de la
enfermedad. Es sugestivo de una infección reciente, la desnivelación en
cuatro veces los títulos de anticuerpos IgG entre las dos muestras. Es
importante tener en cuenta que las pruebas serológicas pueden dar
reacciones cruzadas con otros miembros de la familia Flaviviridae como el
dengue y el virus del Nilo occidental.
Diagnóstico diferencial
•
•
•
•
•
Infecciones virales: hepatitis virales B, hepatitis delta, hepatitis E, dengue, influenza, fiebres
hemorrágicas por arenavirus.
Infecciones bacterianas: leptospirosis, fiebre tifoidea y paratifoidea.
Infecciones por rickettsias: fiebre recurrente por garrapatas, tifo, fiebre Q.
Infecciones parasitarias: malaria.
Hepatotoxicidad por medicamentos y tóxicos: tetracloruro de carbono.
En todo caso, es necesario recordar que un paciente no vacunado que
procede de una zona endémica y que muere en 8-10 días después de haber
desarrollado fiebre con ictericia y hemorragias, albuminuria y bradicardia,
es fuertemente sospechoso de fiebre amarilla.
Prevención
La fiebre amarilla es una enfermedad inmunoprevenible. Una sola
inoculación subcutánea de vacuna de virus vivos atenuados 17D induce la
producción de anticuerpos específicos en 10 días en un 95-98% de los
casos. La inmunidad si bien puede durar hasta 35 años, se recomienda
revacunar cada 10 años. Es recomendable vacunarse al menos dos semanas
antes de viajar a zonas de riesgo. El neurotropismo del virus de la fiebre
amarilla es manifiesto en niños muy pequeños que pueden desarrollar
cuadros de encefalitis posvacunal.
Los efectos adversos de la vacuna incluyen manifestaciones locales
(dolor, enrojecimiento) y sistémicas (cefalea, malestar, mialgia). Estas
manifestaciones no interfieren con la actividad cotidiana y se presentan en
un 20-25% de las personas vacunadas. Las reacciones anafilácticas
(1:58.000 dosis) se han asociado a alergia a la gelatina utilizada para
estabilizar la vacuna. En casos excepcionales se ha observado tropismo
visceral similar al causado por el virus silvestre, estos raros casos se
atribuyen a una respuesta atípica del hospedero más que a la inestabilidad
de la cepa vacunal.
Contraindicaciones de la vacuna anti-amarílica
Las contraindicaciones para la aplicación de la vacuna contra la fiebre
amarilla, son las siguientes:
•
•
•
•
Ser menor de nueve meses, debido a inmadurez del sistema nervioso y al riesgo potencial de
encefalitis por el neurotropismo del virus vacunal. El único aislamiento en casos de
encefalitis posvacunal presentó mutaciones en la proteína E.
Alergias a proteínas del huevo (reacciones exóticas).
Condiciones serias de inmunosupresión.
Aplicación simultánea con otras vacunas con virus vivos como la de sarampión.
Si existe alguna de las condiciones anteriores, el médico deberá
ponderar en cada caso individual el riesgo de exposición contra el riesgo
de inmunización y considerar otros medios alternativos de protección. Es
importante considerar que menos del 5% de los vacunados desarrollan
cefalea moderada y/o dolor muscular entre los 5-10 días posteriores a la
vacunación.
Tratamiento
Durante la fase aguda de fiebre amarilla, los pacientes deben ser
protegidos de picaduras de mosquitos para evitar la diseminación potencial
de la infección y además establecer las precauciones de bioseguridad en el
manejo de sangre y agujas. Como se señaló, no existe un tratamiento
específico para la enfermedad ni se dispone de drogas antivirales que sean
utilizadas para atenuar el cuadro clínico. La ribavirina mostró no ser
efectiva en varias experiencias en animales, mientras que el IFN-g o los
inductores de IFN como la poli-inosina o poli-citosina se han empleado en
modelos animales, mostrando solo un efecto en fases muy tempranas de la
infección, que en humanos podría ser extrapolado al manejo de la
exposición accidental.
Para reducir la morbilidad y mortalidad asociada a la enfermedad se
recomienda hospitalizar al paciente en Unidades de Cuidados Intensivos,
sin embargo, las medidas de rescate pueden no ser suficientes para salvar
la vida de pacientes en fase crítica. El tratamiento es sintomático y su
objetivo principal es ofrecer al paciente terapia de sostenimiento y manejar
las complicaciones de la enfermedad (daño hepático, choque y
hemorragias) para evitar la mortalidad.
El médico debe estar alerta a los síntomas y/o signos que sugieren
descompensación hepática del paciente e inmediatamente instaurar
tratamiento de la falla hepática o renal. Son necesarios controles frecuentes
de los tiempos de coagulación (TP, TPT); evitar la hipoperfusión y el uso
de medicamentos que actúen sobre el sistema nervioso central
(benzodiacepinas y barbitúricos), que pueden precipitar o agravar el
compromiso encefálico. Así mismo, se recomienda mantener el aporte
calórico necesario y evitar la hipoglicemia
El acetaminofén puede ser usado como antipirético y analgésico; el
ácido acetilsalicílico está contraindicado debido a que favorece los
fenómenos hemorrágicos, empeora la acidosis y causa irritación de la
mucosa gástrica. Antiácidos y bloqueadores H2 como la cimetidina y
ranitidina se utilizan para reducir el riesgo de hemorragias digestivas. La
administración de oxígeno, expansores de volumen plasmático, reemplazo
de sangre y diálisis puede ser necesaria en los casos que presentan
complicaciones como hipotensión, oliguria, desbalance electrolítico,
hemorragia, y shock. La terapia anticoagulante está reservada para casos
con coagulación vascular diseminada.
La terapia antibiótica adecuada debe administrarse oportunamente
ante la evidencia de aparición de complicaciones infecciosas, las cuales
suelen ser frecuentes en los casos graves. En caso de sobreinfecciones
bacterianas se impone el uso de antibióticos apropiados.
La insuficiencia renal puede ser tratada mediante sesiones de
hemodiálisis.
Infecciones por virus del Nilo occidental (WNV)
Introducción
El virus del Nilo occidental (WNV: sigla en inglés de West Nile Virus) ha
adquirido gran importancia en los últimos años por los brotes epidémicos
que ha causado en el Mediterráneo y Estados Unidos. Se estima que el
80% de las infecciones son asintomáticas en el hombre y los equinos, el
19% se manifiesta como infecciones seudogripales y el 1% se asocia con
síndromes neuromeníngeos.
Historia
El virus fue aislado en 1937 en la provincia de West Nile en una mujer
ugandesa con síndrome febril. Este virus fue reconocido por los múltiples
brotes epidémicos de enfermedad febril y encefalitis en África, países
mediterráneos, Europa, India y Australia. Las epidemias fueron estudiadas
en Egipto e Israel en la década de 1950, Francia en la década de 1960 y
Sudáfrica en los años 70. En 1996 causó una gran epidemia de encefalitis
en Rumania y en 1999 apareció en el continente americano al iniciar una
epidemia en la ciudad de Nueva York. El virus se ha diseminado
ampliamente en Estados Unidos y existen reportes de casos en algunos
países de Latinoamérica y del Caribe.
Agente infeccioso
El virus pertenece a la familia Flaviviridae, género Flavivirus en el que el
virus prototipo es el virus de la fiebre amarilla. El virión es cubierto,
esférico, con un diámetro de 40-60 nm, con genoma de tipo ARN de
cadena única y polaridad positiva (figura 12.1).
El genoma viral está formado por unos 11.000 nucleótidos (peso
molecular de 1.71 kb). El genoma no posee una secuencia de poliA en su
extremidad 3’ y hacia la extremidad 5’ tiene una secuencia cap de GppA.
La secuencia genómica presenta un solo marco abierto de lectura u ORF
(ORF: sigla en inglés de Open Reading Frame), por lo tanto, al interior de
las células infectadas se lleva a cabo la síntesis de una sola poliproteína
cercana a 3.400 aminoácidos, la cual es cortada por la acción de proteasas
celulares y virales. El estudio de las secuencias genómicas del WNV
permitió identificar la existencia de dos linajes: el linaje 1 incluye las
cepas patógenas de América del Norte, Europa, Australia, África y Asia,
mientras que el linaje 2 incluye cepas virales aisladas de África y
Madagascar y por lo general son cepas no patógenas. Al interior del linaje
1 se identifican cuatro clados que se designan como: Indio, Kunjin, A y B.
Los aislamientos realizados en el hemisferio occidental corresponden al
clado B del linaje 1 (figura 12.19).
El virus pertenece al grupo del complejo antigénico de virus de la
encefalitis japonesa (figura 12.3) y está representado por un solo serotipo.
Los estudios de secuencias de los aislamientos realizados en el brote
epidémico de New York, mostraron una estrecha relación con un
aislamiento asiático hecho en Israel en 1998.
El genoma viral se comporta como ARNm y es directamente
traducido a proteínas por los polirribosomas asociados al retículo
endoplásmico rugoso, dando lugar a una gran poliproteína de 3.400
aminoácidos y clivada en proteínas estructurales (E, M, C) y proteínas no
estructurales (NS1, NS2a, NS2b, NS3, NS4a, NS4b y NS5). La
nomenclatura de las proteínas y sus propiedades básicas se resumen en la
tabla 12.12.
Ciclo replicativo viral
El ciclo replicativo viral es similar al de otros flavivirus; comienza con la
unión del WNV a los receptores presentes en la superficie de la célula
blanco (figura 12.4). Se ha implicado a los receptores DC-SIGN, DCSIGN-R y las integrinas avb3 como responsables de la unión del virión, no
obstante, los receptores en células de significado biológico como las
neuronas permanecen desconocidos.
El complejo formado por el ligando (virus) y el receptor se difunde a
lo largo de la membrana y forma una invaginación en la membrana celular,
que se rodea de una proteína fibrilar denominada clatrina, la cual forma
una especie de trampa en donde se forma una vesícula endocítica. Los
cambios en el pH dentro del endosoma producen cambios de conformación
en la proteína E lo que genera la fusión de las membranas viral y
endocítica, se produce la liberación de la nucleocápside, e inicia el proceso
de denudamiento que libera el genoma viral.
Figura 12.19. Linajes y relaciones filogenéticas de distintos aislamientos de WNV según
secuencia del gen E
La replicación del virus ocurre en el cito plasma y en estrecha
relación con el REG. El genoma viral es utilizado para la translación de las
proteínas virales estructurales y no estructurales (tabla 12.12). La
polimerasa (NS5) y la helicasa (NS3) permitirán la replicación del ge
noma que necesitará la síntesis de un ARN de polaridad negativa, que
sirve como molde para la síntesis de las cadenas de ARN(+) que son las
copias genómicas. Las proteinas estructurales que son sintetizadas en las
células infectadas permanecen asociadas a las membranas y constituyen
los elementos necesarios para el ensamblaje de los nuevos viriones. Las
partículas virales son transportadas por el sistema de vesículas del retículo
endoplásmico hasta la membrana plasmática de donde son liberadas por
exocitosis.
Tabla 12.12. Propiedades generales de las proteínas del virus
Proteína
PM (kda)
Función
gp E
51-59 kda
Proteína glicosilada mayor de envoltura
Determinantes antigénicos productores de anticuerpos neutralizantes
Fusión del virión con la membrana del hospedero
PrM
18-19 kda
Glicosilada
Heterodimeriza con la gpE, esencial para su plegamiento
Previene los cambios de la glicoproteína E en medios ácidos
M
7-8 kda
Presente en la partícula viral madura
Resulta del clivaje de la extremidad amino de la prM
El clivaje ocurre antes de la liberación del virión
C
14-16 kda
Proteína básica componente de la cápside
NS1
42-50 kda
Papel en la replicación temprana
Formas secretadas y no secretadas
¿Respuesta inmune protectora?
NS3
67-70 kda
Proteína de membrana altamente conservada
Helicasa, ARN trifosfatasa (formación de cap)
Proteasa
NS5
Altamente conservada
ARN polimerasa ARN dependiente
Metiltransferasa (metilación del cap 5’)
NS2A, NS2B,
Proteínas menos conservadas
NS4A, NS4B
Funciones poco conocidas
Epidemiología
El WNV tiene una amplia distribución mundial, afecta países de Asia,
África, Europa, Oriente Medio, Rusia y desde 1999 se presentó en forma
inusitada en el continente americano.
La entidad se presenta en formas endémicas o epidémicas, pero dado
que la mayoría de los casos cursan como infecciones de tipo asintomático,
sólo adquiere la atención de servicios de salud pública al momento de los
brotes epidémicos. En países con historia prolongada de endemias y
epidemias se observa seroprevalencias de 6% en niños y de un 40% en
adultos jóvenes. En 1999 tuvo lugar un brote epidémico en la ciudad de
Nueva York, presentando una alta mortalidad entre aves de la familia
Corbidae y otras especies de aves exóticas del zoológico de la ciudad.
Durante los primeros ocho años de epidemia, el agente se extendió a todos
los estados de EE.UU. causando morbilidad y mortalidad entre aves,
equinos y humanos.
La forma de introducción del virus en Occidente es desconocida,
como hipótesis se plantea que el origen del virus pudo estar ligado al
transporte de larvas de mosquitos infectadas, al tráfico ilegal de aves
infectadas, al viaje de un paciente virémico a la ciudad de Nueva York o al
cambio en las trayectorias de migración de aves; estas dos últimas
hipótesis parecen menos probables. En EE.UU. la entidad se ha hecho
endémica (tabla 12.13).
Tabla 12.13. Número de casos registrados en epidemias de los Estados Unidos de 1999 a 2010
Año
Meningitis/Encefalitis
No neuroinvasivas
Total
Número muertes
1999
59
3
62
7
2000
19
2
21
2
2001
64
2
66
10
2002
2.946
1.210
4.156
284
2003
2.866
6.996
9.862
264
2004
1.148
1.391
2.539
100
2005
1.309
1.691
3.000
119
2006
1.495
2.774
4.269
177
2007
1.227
2.403
3.630
124
2008
689
667
1.356
44
2009
386
334
720
32
2010
629
392
1.021
57
2011
486
226
712
43
2012
2.873
2.801
5.674
286
.Fuente: CDC, julio 30 de 2013.
Algunas regiones de Centro y Suramérica (México, Jamaica,
República Dominicana, Islas Caimán, Colombia), han mostrado evidencias
serológicas de la infección en animales, sin que se registre ni morbilidad ni
mortalidad en humanos o equinos, las razones para este comportamiento
inusual no son muy claras, pero se plantea como hipótesis algún grado de
protección por respuesta previa a flavivirus endémicos en la zona,
disminución de virulencia del agente infeccioso, gran biodiversidad que
juegue un papel eluyente o déficit en los sistemas de vigilancia
epidemiológica que conlleve a una falta de registro. En San Antonio de
Areco (Argentina), se presentaron dos casos de encefalitis en equinos en
2006. En ambos casos pudo aislarse WNV, confirmar los aislamientos
mediante pruebas de inmunofluorescencia y RT-PCR. En material
obtenido de tejido cerebral de los equinos se pudo evidenciar la presencia
viral mediante RT-PCR. El humano no es importante dentro de la
naturaleza por cuanto no produce altas viremias.
Formas de transmisión
El periodo de incubación en el hombre es de 3-14 días. El virus es
transmitido por la picadura de mosquitos de la especie Culex, entre los que
destacan: C. pipiens, C. restuans, C. tarsalis y C. quinquefasciatus; las
aves funcionan como el huésped amplificador por las altas viremias que
presentan. Se ha detectado en más de 43 especies de mosquitos. Otras
especies de vectores como Aedes, Anopheles, Coquillettidia, Ochlerotatus
sirven de puente entre las aves y los mamíferos. El periodo de incubación
extrínseco (en el vector) es de 14 días. El virus es mantenido durante los
meses fríos en las formas adultas de C. pipiens que hiberna en este
periodo. Otras formas de transmisión poco común se han identificado en el
humano e incluyen la transfusión, el trasplante, la vía trasplacentaria, la
lactancia materna y experimentalmente por vía oral en mamíferos y aves.
Si bien estas formas de transmisión son secundarias, su impacto en
términos de salud humana y gestión de servicios de atención son
importantes.
Periodo de incubación
e historia natural de la enfermedad
El humano y los equinos constituyen huéspedes casuales de la enfermedad,
siendo necesaria la presencia de aves para el establecimiento de la
enfermedad (figura 12.20). El 80% de las infecciones son asintomáticas, el
20% resultan en una infección febril autolimitada que algunos caracterizan
como síndrome seudogripal, menos del 1% de las infecciones se presentan
como síndrome neuromeníngeo (encefalitis, meningitis o parálisis flácida).
La mayoría de casos se resuelven en la primera semana del inicio de las
manifestaciones, sin embargo existen eventos en los que persisten la fatiga
y debilidad muscular por semanas o meses.
El ciclo enzoótico involucra mosquitos y aves, la intensidad de la
transmisión depende de los índices de infestación del vector, de sus hábitos
alimentarios y de las condiciones ecológicas de la región de estudio. En
algunas regiones los focos de infección lo constituyen los denominados
espejos de agua, en donde conviven aves migratorias e insectos y donde se
pueden encontrar otros vertebrados de diferentes especies.
El virus puede transmitirse en forma transovárica perpetuando la
presencia del virus aun cuando las condiciones de clima sean adversas.
Otra forma de mantener el ciclo es mediante la reintroducción del virus por
aves migratorias, que han adquirido el virus en las áreas de destino o por
recrudescencia del virus a partir de tejidos de las aves infectadas. Todos
estos mecanismos garantizan que el agente se mantenga en el transcurso
del año.
Respuesta inmune
Las proteínas E y M son las más inmunogénicas y desencadenan
respuestas de tipo linfocitos B y T. El interferón (IFN) es un elemento
fundamental de la respuesta inmune no específica. El IFN de tipo I (α/β)
actúa creando un puente entre la respuesta innata y la específica, estimula
la maduración de células dendríticas y la actividad de linfocitos T y B. El
IFN opera por intermedio de dos mecanismos: afectando la multiplicación
viral mediada por la vía de los ARN de doble cadena y protein quinasa
(PKR) y por la vía de la 2’5’ Oligoadenilato sintetasa (2’5’ OAS).
Figura 12.20. Ciclo enzoótico de transmisión mosquito ave-mosquito-humano o equino del
WNV
Se ha advertido que ratones deficientes en 2’5’ OAS presentan un
mayor compromiso del sistema nervioso. De igual forma ratones
deficientes en receptor para IFN α/β tienen una mayor susceptibilidad a la
infección por WNV, mayor compromiso del sistema nervioso, una
replicación no controlada, y una mayor tasa de mortalidad.
Adicionalmente los flavivirus tienen actividad inmunomoduladora,
mediada por proteínas no estructurales, así por ejemplo, la proteína NS2A
inhibe la respuesta al interferón. El complemento tiene una acción de
opsonización y/o citólisis, actividad quimiotáctica, depuración inmune y
activación de linfocitos T y B. Los ratones con deficiencia de factor C3 o
sus receptores, presentan mayores tasas de letalidad en infecciones por el
WNV.
En el sitio de picadura del insecto son importantes las células
presentadoras del antígeno como los macrófagos, las células dendríticas y
las células de Langerhans. Estas células migran al nódulo linfático por un
mecanismo que involucra la acción de la IL-1β; en el ganglio linfático
permitirá la activación y proliferación de linfocitos T.
Durante el curso de la infección se produce una respuesta humoral
que se traduce en anticuerpos específico de tipo IgM e IgG. La IgM es
importante en la neutralización del virus, limita la viremia y la
diseminación viral al sistema nervioso central. El 70-80% de los pacientes
presentan una respuesta IgM hacia el octavo día de enfermedad (figura
12.21). Los ratones deficientes en IgM son más vulnerables a la infección
y presentan una mayor letalidad. La IgM es detectada en plasma o en LCR,
estudios en EE.UU. muestran una sensibilidad de 100% y una especifidad
de 99%, pero no se han desarrollado estudios similares en países con alta
endemicidad de dengue u otros arbovirus en donde podrían existir
probables reacciones cruzadas.
Los anticuerpos de tipo IgG se producen en fase tardía de la
infección (figura 12.21), después de la siembra del WNV al cerebro y la
eliminación del virus de tejidos periféricos, por lo que su papel en la
protección es desconocido. Los anticuerpos reconocen epítopes de
proteínas estructurales, sin embargo, algunos anticuerpos reconocen
proteínas no estructurales como la proteína NS1; al parecer, la proteína
NS1 inhibe la activación del complemento por inhibición de la proteína
regulatoria factor H. La respuesta celular es importante en la infección
contra WNV, presentándose una mayor respuesta de linfocitos CD4+ en la
periferia y una de linfocitos CD8+ en bazo y sistema nervioso. La
respuesta de linfocitos T CD4+, CD8+ y γδ son fundamentales en la
recuperación de la infección.
Figura 12.21. Producción de anticuerpos y curso de la enfermedad en caso de infección por
virus del Nilo occidental
Patogénesis
El WNV es capturado desde el sitio de inoculación hasta los ganglios
linfáticos regionales por las células dendríticas. Las células dendríticas
presentan el antígeno en ganglios linfáticos a linfocitos T y B. La
presentación del virus en el contexto de los TLR-3 induce la producción de
TNFa, el cual aumenta la permeabilidad del virus al sistema nervioso
central. Se postulan diversas vías para el ingreso del virus al sistema
nervioso:
•
•
•
•
•
Vía neuronal después de infección de nervios periféricos, células neuronales y gliales.
Vía axonal y transporte a partir de neuronas olfatorias.
Cruce de la barrera hematoencefálica, por replicación en los endotelios de los capilares
cerebrales y transcitosis, lo que deja virus libres en el parénquima.
Invasión a otros endotelios: viremia y cruce de la barrera hematoencefálica por daños
asociados a alteraciones en el endotelio cerebral (en caso de hipertensión arterial,
enfermedad cerebro vascular).
El virus invade particularmente las neuronas, particularmente las células en el tallo cerebral,
núcleos profundos del cerebro y cuernos anteriores en la medula espinal. Desde el punto de
vista histológico, el WNV produce en el sistema nervioso central pérdida de neuronas,
inflamación perivascular, nódulos de microglía y neuronofagia. El infiltrado linfocitario del
sistema nervioso tiene predominio de células linfocitarias CD8+ los cuales pueden estar
involucrados en mecanismos inmunopatológicos o de recuperación (figura 12.22).
Los cambios patológicos en el sistema nervioso central son el
resultado de la proliferación viral dentro de neuronas o células gliales, de
la respuesta inmune citotóxica contra células infectadas, de la inflamación
difusa perivascular o de la formación de nódulos de microglía. Se ha
propuesto una serie de mecanismos de patogénesis que serían responsables
de la virulencia en algunos pacientes (tabla 12.14).
Manifestaciones clínicas
Los síntomas mayores están presentes en un 20-30% de los infectados. El
periodo sintomático se extiende de tres a seis días. La infección en la
mayoría de casos es asintomática, los cuadros clínicos son leves e
inaparentes y son los más frecuentes (seudogripal), un bajo porcentaje
avanza hacia manifestaciones neurológicas (figura 12.23). La edad
constituye el mayor factor de riesgo para desarrollar manifestaciones
clínicas y expresiones neurológicas. La enfermedad se caracteriza por un
proceso febril de inicio súbito. Las manifestaciones generales incluyen:
malestar, anorexia, náusea, vómito, cefalea, exantema, mialgias y
eventualmente artralgias, linfadenopatía, dolor retro ocular (tabla 12.15).
Las expresiones neuroinvasivas sólo se presentan en 1:150 personas
infectadas. Existen dos cuadros clínicos de la infección: las formas
meníngeas, las formas encefalíticas y las formas de parálisis flácida.
Los cuadros meníngeos se superponen con los encefalíticos, los
cuadros meníngeos cursan como enfermedad febril con signos de irritación
meníngea, cefalea, rigidez nucal, fotofobia, signos de Kernig y Brudzinski.
Las formas encefalíticas son procesos que involucran el parénquima
cerebral y los pacientes presentan un estado de conciencia alterado,
desorientación, y signos de focalización entre los que se encuentran:
disartria,
ataxia,
movimientos
involuntarios
(parkinsonismo),
anormalidades de pares craneanos, mielitis, neuritis óptica, polirradiculitis
y convulsiones. Los pacientes con enfermedad neuroinvasiva tienen un
mayor compromiso del estado de conciencia, medidos como la capacidad
de concentración, la memoria, la comprensión, la toma de decisiones y el
estado confusional.
Figura 12.22. Patogénesis de la infección por virus del Nilo occidental
Tabla 12.14. Mecanismos de patogénesis del WNV
Factor de patogénesis
Causa
Efecto
Múltiples tipos celulares afectados
Uso de receptores bien conservados
Afecta múltiples tejidos
Induce muerte celular rápida
NS3 y cápside
Causa neuropatología
N-Glicosilación de proteína E
Variación genética
Cambia el virión
N-Glicosilación de proteína NS1
Variación genética
Glicosilación aumenta patogénesis
Resistencia al interferón
NS2A, NS2B, NS3, NS4A, NS4B.
Supresión de producción de interferón
Generación de cuasiespecies
Baja fidelidad de la ARN polimerasa
Variabilidad antigénica
Expresión aumentada de MHC-II
Dependiente de la activación NF-kb
Inhibe la respuesta NK
Figura12.23. Presentación del cuadro clínico en pacientes con infección por WNV
Tabla 12.15. Frecuencia de síntomas en pacientes infectados por WNV
Porcentaje*
Manifestación
EE.UU. 59 casos
Israel 233 casos
Rumania 393 casos
Fiebre (Tº > 37.8º C)
90
98
91
Debilidad muscular
56
ND
ND
Náusea
53
ND
ND
Vómito
51
31
53
Cefalea
47
58
77
Alteraciones del estado mental
46
40
34
Diarrea
27
19
ND
Exantema
19
21
ND
Tos
19
ND
ND
Rigidez nucal
19
29
57
Mialgias
17
15
ND
Artralgia
15
ND
ND
Temblor
15
ND
ND
*Presencia de manifestaciones sobre el total de casos reportados por país. ND: no hay dato.
En casos excepcionales las manifestaciones clínicas incluyen casos
de hepatitis, pancreatitis, miocarditis, orquitis, uveítis y vitreítis. Los
síntomas pueden variar en frecuencia entre los diferentes brotes
epidémicos como se presenta en la tabla 12.15. La enfermedad en las
personas mayores deja secuelas y manifestaciones persistentes. Los
síntomas persistentes incluyen fatiga, trastornos del estado mental,
irritabilidad, mialgia, parálisis flácida, debilidad de los muslos y dificultad
para caminar y cefalea. En un estudio prospectivo de casos de infección en
EE.UU. se observaron secuelas como las relacionadas en la tabla 12.16.
Diagnóstico
Se debe sospechar infección por virus del Nilo Occidental con
compromiso neurológico en caso de enfermedad febril con síntomas
neurológicos compatibles con meningitis o meningoencefalitis. La
sospecha clínica debe confirmarse mediante los siguientes exámenes:
1.
2.
3.
Muestra sangre en fase aguda para buscar anticuerpos específicos.
Muestra de LCR durante la fase aguda para análisis citoquímico, eventualmente búsqueda de
anticuerpos.
Muestra de sangre en convalecencia para observar la desnivelación en los títulos de
anticuerpos o seroconversión.
Caso probable
Enfermedad febril con síntomas neurológicos y al menos uno de los
siguientes hallazgos:
1.
2.
Presencia de IgM específica de WNV en sangre o LCR por técnicas de inmunocaptura
(MAC-ELISA), sin otra prueba que confirme el diagnóstico.
Presencia de IgG específica de WNV por EIA o IH (desnivelación de títulos, prueba de
reducción de placas PRNT). La sola presencia de IgG en una sola muestra puede ser
interpretada como una infección antigua o una reacción cruzada con otros flavivirus.
Tabla 12.16. Frecuencia de secuelas en pacientes infectados por WNV
Secuela
Porcentaje
Fatiga
67
Pérdida de la memoria
50
Dificultad para caminar
49
Físicas, funcionales o cognitivas
41-55
Caso confirmado
Se define como la enfermedad febril con síntomas neurológicos y al menos
uno de los siguientes hallazgos:
1.
2.
3.
4.
5.
Aislamiento de agente viral: tejido, sangre, LCR, otros fluidos.
Demostración de antígenos o secuencias genómicas en tejidos, sangre, LCR u otro.
Desnivelación de títulos de anticuerpos en pruebas de seroneutralización o prueba de
reducción de placas.
Demostración de IgM e IgG anti-WNV en un mismo espécimen.
Demostración en LCR de IgM específica contra WNV en ausencia de IgM contra otros
arbovirus frecuentes en la región.
Por sus relaciones filogenéticas estrechas con otros flavivirus las
pruebas serológicas para el diagnóstico de infección por WNV pueden dar
reacciones cruzadas con fiebre amarilla (generados por vacunación o
infección reciente), fiebre de San Luis y dengue clásico. Durante la
epidemia iniciada en 1999 en New York, la entidad se tomó inicialmente
como encefalitis de San Luis por la distribución epidemiológica de la
entidad y por los primeros resultados de laboratorio, fue necesario realizar
pruebas más específicas basadas en el principio de seroneutralización
(tabla 12.17).
Diagnóstico diferencial
Las encefalitis por WNV deben diferenciarse de otras formas de
enfermedad febril con manifestaciones encefalíticas en personas expuestas
a la picadura de insectos como la encefalitis de San Luis, encefalitis del
Valle Murray, encefalitis equina venezolana, encefalitis equina del este o
del oeste. Otras formas de encefalitis no asociadas a nichos ecológicos
específicos como la encefalitis herpética o por enterovirus también deben
ser tenidas en cuenta. Las formas paralíticas en fase inicial se han
identificado como síndrome de Guillain Barré, en ningún caso se presenta
cambios electrofisiológicos compatibles con neuropatía desmielinizante.
Las formas paralíticas deben diferenciarse de las producidas por
enterovirus y virus polio.
Prevención
Para prevenir la enzootia es necesario desarrollar programas de vigilancia
epidemiológica y análisis serológicos en aves, equinos y humanos y
estudios en vectores para la búsqueda del virus mediante métodos de
biología molecular. En los programas de vigilancia pasiva del CDC se
reportó que durante 2002 la mayoría de los casos de alerta ocurrieron por
muertes en aves (66%), seguida de enfermedad en equinos (30%) y casos
de encefalitis en humanos (4%).
La mejor manera de prevenir la infección es reduciendo el número
de vectores. Las medidas de control incluyen la actividad de las
autoridades públicas y municipales. Para desinsectar se utilizan medios
que se comportan como larvicidas en los probables criaderos de mosquitos
(Bacillus thurigiensis var israelensis, Bacillus sphaericus y medios
químicos como el metopreno) o la aspersión de insecticidas para destruir
las formas adultas (compuestos organofosforados y piretroides).
Las personas que trabajen en sitios externos pueden utilizar medios
para prevenir que los mosquitos piquen a la población. Repelentes como el
DETT (N, N dietil 3 metil toluamida) en concentraciones del 10-50% y
métodos de protección de barrera. Los piretroides como la permetrina
tienen buen efecto cuando se aplica sobre las ropas o mosquiteros. Los
sitios de vivienda pueden resguardarse mediante el uso de angeos y
toldillos.
Vacunas contra el WNV
Para uso en equinos se cuenta con una vacuna inactivada (Cepa NVSL
[aislamiento equino]) que se aplica por vía intramuscular en dos dosis
inicial de 1 ml y una segunda dosis de tres a seis semanas Esta vacuna
produce una respuesta de tipo IgG, con presencia de anticuerpos
protectores (neutralizantes) a las dos o tres semanas de la segunda dosis.
La seguridad y eficacia de esta vacuna no ha sido aún determinada.
Figura 12.24. Confirmación de resultados de pruebas serológicas para WNV
Los resultados positivos por pruebas ELISA se confirman mediante pruebas de neutralización por
reducción de placa.
Tabla 12.17. Pruebas diagnósticas en caso de infección por WNV
Método
Técnicas
Comentario
Cultivo celular
Huevos embrionados
Intracerebral en ratón
Confirmación por pruebas de inmunofluorescencia
Requiere de laboratorios BSL3
Detección del genoma
RT PCR
Diversos especímenes clínicos
Sensibilidad en LCR del 60%
Aumenta la sensibilidad 10 veces
PCR anidada
Serología*
IgM de captura
En suero o LCR. Persistencia hasta por 200 días
Pueden persistir hasta por 5 meses
Identifica las reacciones serológicas cruzadas
Pruebas de seroneutralización
Biopsia
Examen microscópico
Casos de necropsia
Para uso en humanos no existe una vacuna que sea segura. Los
estándares de producción de vacunas para equinos son distintos de los
exigidos para uso humano, requieren una evaluación extensa de campo que
aún no ha sido realizada.
Existen vacunas candidatas para el uso en humanos que incluyen
vacunas inactivadas, vacunas atenuadas, vacunas quiméricas que
incorporan los antígenos E y preM en la vacuna 17D de fiebre amarilla,
serotipo 4 del dengue o vacuna del sarampión y vacunas ADN. Las
vacunas quiméricas que usan como base el virus 17D de la fiebre amarilla
se encuentran en fase de estudios clínicos controlados (estudios fase I,
tabla 12.18).
Tratamiento
No existe tratamiento específico. Medidas de soporte: líquidos, soporte
ventilatorio, prevención de infecciones secundarias. La ribavirina, el
interferón a 2b y los oligómeros antisentido han mostrado alguna actividad
in vitro. Durante la epidemia de Israel se empleó la ribavirina en un grupo
de pacientes, pero estos no mostraron ningún factor de ventaja con
respecto a los que no recibieron tratamiento. El interferón, los corticoides
y la inmunoglobulina anti WNV han sido administrados a algunos
pacientes seleccionados, pero todavía no se cuenta con ensayos clínicos
controlados que muestren un claro beneficio.
Infección por virus Sika (SIKAV o ZIKAV)
Este agente infeccioso pertenece a la familia Flaviviridae, género
Flavivirus y es genéticamente relacionado con los virus dengue, fiebre
amarilla, virus del Nilo occidental y virus de la encefalitis japonesa. Se
omiten las características estructurales y genéticas por ser similares a los
virus considerados previamente.
En 1947 se hizo el primer aislamiento en un mono Rhesus en los
bosques de Zika, cerca de Entebbe (Uganda); por estudios serológicos en
humanos se demostró la infección en Uganda y Tanzania en 1952 y sólo
en 1968 se logró aislar de especímenes clínicos humanos. En 2007 se
produce un brote importante de infección por virus Sika en la isla Yap de
Micronesia, con 158 casos sospechosos, confirmándose en 49 de ellos. En
2013 se registró el brote epidémico más importante en la Polinesia
Francesa con 10.000 afectados de los cuales se señalaron 70 casos graves.
En 2014 se anotaron simultáneamente casos en la isla de Padua, Polinesia
Francesa, Isla Cook y Nueva Caledonia. En mayo de 2015, se confirmó la
circulación del virus Sika en los estados de Bahía y Río Grande del Norte
(Brasil) y en Cartagena (Colombia).
Tabla 12.18. Vacunas que se han diseñado en caso de WNV
Tipo de vacuna
Diseño
Respuesta
Vacuna ADN
Codifica genes E y M
Respuesta celular y humoral
Inducción de IFN gama, Beta quimioquinas y Rantes
Vacuna recombinante
Proteína E en E. Coli
Los anticuerpos generados previenen la enfermedad
Vacuna atenuada
Cepas WNI25 y WNI25A
Respuesta inmune protectora
Vacuna muerta
Probada en hámsteres. Protectora
Vacuna quimérica
Codifica genes E y M
Genera anticuerpos neutralizantes protectores
Vacuna JE
Vacuna inactivada
Protege si el WNV se administra intraperitoneal
JE = encefalitis japonesa protege por reacciones cruzadas entre los virus.
El virus Sika es un arbovirus que se transmite por vectores del
género Aedes y las especies involucradas incluyen, africanus,
luteocephalus, hensilii, aegypti y polinensis. Por lo tanto, existe el riesgo
potencial de emergencia en los mismos sitios de circulación del virus
dengue y chikungunya. En varios estudios se comprobó la presencia del
virus mediante pruebas de amplificación genómica y aislamiento viral en
semen y orina, constatando la transmisión sexual.
El periodo de incubación extrínseco es de 3-12 días. La infección
puede ser asintomática o cursar con cuadros clínicos de leves a moderados.
Las manifestaciones clínicas se desarrollan en un 25% de las personas
infectadas, e incluyen: fiebre, cefalea, astenia, exantema maculopapular,
conjuntivitis no purulenta, dolor retro orbital, edema de miembros
inferiores, mialgias y artralgias. El exantema se inicia por cara y luego se
extiende a todo el cuerpo. Las artralgias son de predominio en manos y
pies. Con menor frecuencia aparecen síntomas gastrointestinales
caracterizados por dolor abdominal, diarrea e hiporexia. Durante la
epidemia en Nueva Polinesia, se describieron en los casos graves
complicaciones neurológicas (meningoencefalitis, síndrome de GuillainBarré) y autoinmunes (púrpura trombocitopénica y leucopenia). En la
epidemia de Brasil se ha reportado una asociación de esta epidemia con un
número inusualmente alto de niños nacidos con microcefalia, se requiere
de estudios para confirmar la causalidad entre esta infección y la infección
materna en el curso de la gestación.
El diagnóstico de infección por virus Sika sigue las mismas
recomendaciones que en caso de infecciones para virus dengue y
chikungunya. En los primeros cinco días se recomiendan pruebas de
aislamiento viral o detección genómica (RT-PCR), después del quinto día
se recomiendan las pruebas serológicas de tipo IgM e IgG específicas. No
se han determinado los tiempos de persistencia de la IgM. Debido a las
reacciones cruzadas con otros flavivirus, las pruebas de seroneutralización
(PRNT) son más específicas y se identifican como positivas cuando se
desnivelan en cuatro veces los títulos de anticuerpos. Los pacientes
vacunados contra otros flavivirus pueden dar resultados PRNT
indeterminados.
Los métodos de prevención son similares a los utilizados en otras
infecciones arbovirales, e incluyen: uso de ropa que cubra y proteja la piel,
uso de repelentes e insecticidas y disminución de la población de vectores
con medidas de higiene y saneamiento ambiental. Aún no se cuenta con
vacunas afectivas. El tratamiento es sintomático. Para el 30 de enero de
2016 Colombia había reportado 20.297 casos de infección, distribuidos en
178 municipios; de los cuales se identificaron 2.116 mujeres gestantes.
Infecciones por virus de la encefalitis equina venezolana
Introducción
Esta entidad viral conocida como “peste loca de los equinos” es una
zoonosis que se presenta en enzootias (forma endémica animal) o
epizootias (forma epidémica animal). El virus afecta de preferencia a los
equinos produciéndoles una meningoencefalitis epizoótica con letalidades
del 80%. El humano es un huésped accidental.
Agente infeccioso
El virus pertenece a la familia Togaviridae, género Alphavirus. El virión es
un agente de 65-70 nm de diámetro, la cápside de más o menos 40 nm de
diámetro tiene simetría de tipo icosaédrico y está compuesta de 240
monómeros; el genoma de tipo ARN tiene un peso molecular de 11-12 kb,
es de cadena sencilla y polaridad positiva (figura 12.25).
Los alphavirus incluyen los siguientes virus: virus de la encefalitis
equina venezolana (VEEV por Venezuelan Equine Encefalitis Virus), virus
de la encefalitis equina del este (EEEV por Eastern equine encephalitis
virus), virus de la encefalitis equina del oeste (WEEV por Western Equine
Encephalitis Virus), la fiebre Chikungunya, virus de la enfermedad de
Semliki Forest, virus de la fiebre Barmah Forest y virus de la fiebre del río
Ross, cada uno de estos virus tiene un nicho ecológico particular (tabla
12.19).
Desde el punto de vista taxonómico el virus se ha clasificado en seis
subtipos antigénicos muy similares en sus reacciones serológicas y al
interior de los subtipos se subclasifica en variantes antigénicas. Las
variantes se presentan en regiones geográficas específicas, por ejemplo los
virus Mucambo y Pixuna fueron identificados en el Amazonas. Las
variantes difieren en sus características biológicas, el tamaño de las placas
en cultivo celular, niveles de viremia, duración de la viremia y el rango de
huéspedes afectados.
El genoma es de tipo ARN de cadena sencilla, de polaridad positiva,
peso molecular 11 a 12 kpb, presencia de bases metiladas en su extremidad
5’ (m7G5ppp5N) y con una cola poliadenilada en su extremidad 3’ (figura
12.26). La replicación del ARN viral requiere de la síntesis de un
intermediario replicativo (ARN [-]) que sirve de molde para la síntesis de
copias del genoma viral (+). Las proteínas no estructurales se sintetizan a
partir de una poliproteína que es cortada por proteasas celulares y virales.
Las proteínas estructurales se sintetizan a partir de un ARN subgenómico
en una poliproteína (C-E3-E2-6K-E1), que finalmente es cortada por
proteasas celulares y virales en las 4-5 proteínas estructurales. En algunos
virus del género Alphavirus puede no existir la proteína E3.
Tabla 12.19. Clasificación del virus basada en los subtipos y distribución geográfica
Subtipos
Variantes
Localización geográfica
I
AB, C, D, E, F
Venezuela, Colombia,
América
II
Envergadles
Sur de Florida (EE.UU.)
IIIA
Mucambo
Brasil, Surinam, Panamá
IIIB
Tonte
Bijou Bridge
Brasil, Surinam
América del Norte
(Occidente)
IIIC
Perú
IV
Pixuna
Brasil y Perú
V
Cabassou
América del Sur
VI
AG80-663 (Río Negro)
Argentina
Figura 12.25. Esquema de la estructura del virus de la encefalitis equina venezolana
Las proteínas E1 y E2 se encuentran en 80 copias de trímeros, formados cada uno de un
heterodímero E1/E2.
Las proteínas estructurales que codifica el genoma incluyen una
proteína básica de la cápside de 30 a 33 kda y dos glicoproteínas de
envoltura, E1 de 45 kda y E2 de 58 kda, algunos Alphavirus poseen otra
proteína E3 de 10 kda (tabla 12.20). Las glicoproteínas E1 y E2 forman
heterodímeros que a su vez se organizan en trímeros en la superficie de la
partícula viral. La cápside de más o menos 40 nm de diámetro tiene
simetría de tipo icosaédrico (T = 4) y está formada por 240 monómeros.
La membrana viral proviene de unidades de membrana de las células
hospederas. En la membrana se localizan 80 espículas de trímeros
formados por dímeros de las proteínas E1/ E2. Por su estructura el virus es
termolábil y sensible a detergentes y solventes orgánicos. La replicación
viral se lleva a cabo en el citoplasma celular.
Replicación viral
In vitro, el virus se une a receptores específicos por medio de la proteína E
y penetra a la célula por endocitosis mediada por clatrina. La unión de la
vesícula endocítica con los lisosomas permite la entrada de la cápside viral
y la liberación del genoma. El ARN genómico se comporta como ARN
mensajero y es traducido en una poliproteína que es separada en diferentes
péptidos por acción de proteasas. La replicación tiene lugar en el
citoplasma, en estructuras que se conviertes en fábricas de ensamblaje
viral. La formación de ARN(-) facilita la generación de copias
complementarias o genómicas ARN(+). La expresión de ARN
subgenómico da lugar a la formación de proteínas estructurales. El
ensamblaje viral se efectúa en el retículo endoplásmico y luego del
transporte por vesículas pasa por el Golgi de donde utiliza la vía secretoria
para ser liberado por gemación.
Epidemiología
El virus se transmite por picadura de mosquitos hematófagos del grupo
Culex y Aedes. Las hembras requieren de una o múltiples ingestas de
sangre animal para el desarrollo de sus huevos. Existen dos ciclos de
transmisión: el enzoótico y el epidémico/epizoótico (figura 12.27).
Figura 12.26. Estructura genómica del virus
La flecha azul muestra los sitios de clivaje de la proteasa nsP2; la flecha naranja muestra el sitio de
corte de la furina y las flechas verdes claras son los sitios de escisión de la peptidasa de señal.
Tabla 12.20. Propiedades generales de las proteínas del virus de la encefalitis equina
venezolana
Proteínas ORF1
Tamaño (a.a.)
nsP1
nsP2
nsP3
nsP4
537
798
482
614
Proteínas ORF2
PM (Kda.)
C
E1
6K
E2
29
50
6
58
Función
Enzima capping mRNA
Proteasa, trifosfatasa, NTPasa, helicasa
Replicación del genoma viral
ARN polimerasa ARN dependiente
Función
240 copias constituyen la estructura icosaédrica
Propiedades hemaglutinantes. Fusión con la célula hospedera
Viroporina
Estimula la producción de anticuerpos neutralizantes
Figura 12.27. Ciclo enzoótico y epizoótico de la EEV, VEEV
El ciclo enzoótico es de tipo selvático se lleva a cabo entre pequeños
mamíferos (roedores, murciélagos, zarigüeyas), aves silvestres que
cumplen una función de reservorios y mosquitos del subgénero Culex
(Melanoconion) especie taeniopus que constituyen los vectores. El ciclo
epizoótico ocurre en forma periódica cuando una variedad avirulenta muta
a un fenotipo virulento, se lleva a cabo en los equinos, la gravedad es
variable y depende del tipo viral y de la protección vacunal previa en los
équidos (asnos, caballos y mulas).
La estrategia para que el virus perdure en la naturaleza es el paso
mosquito-vertebrado-mosquito. Este virus tiene una amplia gama de
reservorios distribuidos por todo el mundo. El virus tiene como
reservorios zoonóticos a murciélagos, aves, roedores, equinos (caballos,
mulas y burros) y algunos mamíferos silvestres. Los roedores y otros
animales pequeños son los amplificadores más importantes que permiten
el aumento del virus en selvas, pantanos y manglares. El virus llega a los
mosquitos en la sangre ingerida, se replica muy bien en el intestino y llega
a las glándulas salivares del insecto de donde es transmitido eficazmente.
No todas las especies de mosquitos tienen la misma susceptibilidad para
infectar por VEEV.
Los vectores de la enfermedad lo constituyen los mosquitos
artrópodos de diferentes géneros Culex (Melanoconion), Aedes, Mansonia,
Psorphora, Haemogogus, Simulim, Deinocerites, Sabethes, Anopheles.
Los ciclos enzoóticos se mantienen mediante la transmisión de
subtipos virales (ID, IE, IF, II, III, IV, V y VI) entre roedores y mosquitos.
El subtipo viral I variedades AB y C, es el que se involucra con mayor
frecuencia en las infecciones en humanos, causa brotes epizoóticos y se
transmite en ciclos que involucran equinos (caballos, asnos, mulas),
mosquitos y humanos.
El virus se transmite de una mejor manera en época de lluvia que al
dejar aguas estancadas permiten al vextor una mayor infestación. Los
cuadros encefalíticos se presentan en caballos, asnos y mulas; mientras que
otros animales como los vacunos, caprinos, aves y reptiles no sufren la
enfermedad, pero pueden presentar altas viremias por lo que se constituyen
en reservorios eficaces. El humano es un huésped accidental.
El virus se encuentra en Venezuela, Brasil, Colombia, Perú,
Ecuador, Argentina, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras,
Guatemala, Trinidad y se extendió a Belice, México, Florida y Texas
(figura 12.28). En Colombia las áreas con mayor afectación han sido La
Guajira, Costa Atlántica, Huila, Tolima y Valle del Cauca. Entre 1969 y
1972 la epidemia afectó en Texas cientos de personas y fueron infectados
miles de equinos, entre los que se registraron cerca de 1.500 decesos. Entre
1962 y 1973 se produjeron epidemias todos los años con excepción de
1965. En 1967 se originó una epidemia por la variante B que se inició en
Colombia y luego se extendió a Ecuador, Venezuela, América Central,
México y se introdujo hasta el sur del estado de Florida. Durante la
epidemia murieron unos 50 mil equinos y en Colombia se vieron afectadas
200 mil personas, con una tasa de mortalidad cercana al 1%. En 1995
ocurrió un brote epidémico que contagió más de 75 mil personas en
Venezuela y Colombia, se estima que unas 3.000 desarrollaron
manifestaciones neurológicas y se calcula que durante este brote
epidémico murieron 300 personas en ambos países. Por su parte, esta
misma epidemia afectó 50 mil equinos con una tasa de mortalidad del 8%.
En Colombia entre 1998 y 2002 se registraron casos aislados en equinos y
humanos.
Figura 12.28. Distribución geográfica de las formas epizoóticas y selváticas del VEEV.
Las zonas claras demarcan las regiones donde se han reportado casos.
Estudios serológicos realizados en México han detectado seroprevalencias
del 60%, lo que sugiere que las infecciones subclínicas o pausisintomáticas
son más frecuentes de lo que se pensaba.
Periodo de incubación y transmisión
El periodo de incubación varía de dos a seis días pero puede ser también
de un día. El enfermo es infectante solamente durante el período de
viremia que se extiende por tres días (figura 12.29). Los mosquitos son
infectantes por toda su vida. Se ha comprobado que el virus se transmite
accidentalmente por aerosoles, por lo que podría ser usado como arma
biológica. El virus puede aislarse de faringe de personas infectadas
constituyendo una fuente potencial de infección entre humanos, si bien de
este mecanismo se ha tenido sospecha, en el curso de algunos brotes
epidémicos no ha sido comprobado. En algunas cepas virulentas se han
observado niveles de viremia muy elevados que podría infectar a nuevos
vectores, por lo que se podría establecer un ciclo mosquito-humanomosquito.
Respuesta inmune
La respuesta inmune se ha estudiado en modelos animales que utilizan
cepas atenuadas como la cepa vacunal TC-83. Los hallazgos se resumen en
la figura 12.29.
El virus es capturado por células dendríticas y de Langerhans desde
el sitio de inoculación y es llevado a los ganglios linfáticos regionales y
sistémicos. Algunos órganos no linfoides que podrían estar comprometidos
son el páncreas, corazón e intestino. En las primeras horas pos inoculación
experimental, se observa que la respuesta es de predominio celular, con
activación de linfocitos T y B, así como células de tipo
macrófago/monocito y NK. La respuesta de citoquinas muestra un
predominio de respuesta Th1 con generación de ARNm que codifican para
IFN-g y TNF-α; pero no se detecta una respuesta de IL-4, pilar
fundamental para la respuesta Th-2.
Figura 12.29. Respuesta inmune en ratones infectados con cepas atenuadas de VEEV y curso
clínico de la infección en humanos infectados
La flecha indica el día de inoculación en ratones.
La IgM se detecta a partir del quinto día de inoculación y tiene picos
máximos en los días 7, 9 y 11, los niveles se reducen hacia el día 14 y no
se perciben después del día 21. La IgG inicia su detección a partir del día
quinto, incrementa en los días 7, 14 y 21 y permanece por largos periodos,
el subtipo de IgG que predomina es el IgG2a, indicando una respuesta
mediada por Th1. La respuesta IgA específica no es detectada, aunque
existen reportes de esta hacia la sexta semana pos inoculación.
Patogénesis
El cuadro clínico es por lo general benigno. En caballos se diferencian
claramente dos síndromes, el de la enfermedad enzoótica que es benigno y
las formas epizoóticas mucho más virulentas, con replicación en tejido
linfoide y médula ósea, y viremias muy elevadas. Desde el punto de vista
histológico hay compromiso de pulmones, corazón, bazo, nódulos
linfoides, hígado y tracto gastrointestinal (figura 12.30).
La diseminación al sistema nervioso ocurre por vía hemática,
causando encefalitis fatales en equinos y en el humano. Las lesiones en el
sistema nervioso se localizan en sustancia blanca y gris y el mesencéfalo
(substancia nigra) que se encuentra especialmente comprometida. El
VEEV es responsable en humanos de abortos atribuidos esencialmente a
lesiones agudas y de las necrosis masivas del encéfalo. Las
malformaciones congénitas están relacionadas con la replicación viral y
han sido confirmadas mediante la detección de virus en fetos abortados. En
animales causa trastornos pancreáticos con alteración en niveles de
insulina.
Manifestaciones clínicas
El virus es más viscerotropo que neurotropo. En el equino puede cursar
como un cuadro febril con leucopenia o asociarse con cuadros de
encefalitis grave con edema, hemorragia e infiltrado mononuclear
perivascular.
En ratones infectados se observa un curso bifásico de la enfermedad,
con una fase inicial linfática caracterizada por diseminación a órganos
como bazo, timo, placas de Peyer, nódulos linfoides; esta fase está
determinada por viremias elevadas. Los animales inmunocompetentes
sobreviven ocho días antes de fallecer por una encefalitis fulminante. El
VEEV a diferencia de otros Alphavirus es citopático para las células del
sistema nervioso central.
Figura 12.30. Patogénesis de la infección por VEEV
En el humano tiene un curso benigno asintomático o puede producir
una enfermedad febril incapacitante con escalofríos, artritis, cefalea,
mialgias o finalmente una entidad neurológica grave. La enfermedad
comienza como un cuadro clínico de influenza con inicio súbito; los
síntomas son fiebre elevada, cefalea frontal, mialgias, dolor retro ocular,
inyección conjuntival, faringe congestiva, artralgias, náusea, vómito y
diarrea. La cefalea aumenta con ligeros movimientos oculares o de cabeza.
Los signos neurológicos incluyen agitación, confusión, desorientación,
alucinaciones, excitación, irritabilidad, somnolencia, convulsiones,
parálisis, coma y muerte. En la mayoría de casos, la sintomatología es
discreta y dura de tres a cinco días.
La tasa de mortalidad durante los periodos epidémicos es de 0,5-1%.
En pacientes con cuadros encefalíticos puede ser del 20%. El diagnóstico
clínico de encefalitis ocurre en un 2-4% en adultos y en 3-5% en niños.
Los niños contribuyen con el 85% de los casos de encefalitis y tienen
mayor riesgo de enfermedad moderada y grave, el 15% de casos ocurren
en adultos. Pueden ocurrir fenómenos de coagulación que se manifiestan
como hematemesis, melenas, metrorragias o sangrado de encías. Durante
la convalecencia es frecuente un estado de intensa astenia que dura tres
semanas.
Diagnóstico
En el cuadro hemático puede detectarse una leucopenia con linfopenia, los
leucocitos en sangre periférica pueden estar entre 0.5-2 x 109/ litro. El
líquido cefalorraquídeo presenta pleocitosis con predominio linfocítico y
proteínas normales, excepcionalmente elevadas.
El virus puede ser aislado de muestras de suero, biopsia o hisopado
faríngeo. El virus es de crecimiento rápido y se replica sobre monocapas
de células de riñón de mono (Vero) o células de insecto (C6/36), con un
efecto citopático (ECP) en las primeras 48 horas (tabla 12.21).
La identificación de especie viral se realiza por el método de
reducción de placa utilizando sueros de referencia. La determinación de
tipo viral requiere de anticuerpos monoclonales y técnicas de IFI. Como en
otras entidades virales, se emplean sueros pareados tomados en la fase
aguda y convaleciente de la enfermedad. Las pruebas serológicas en sueros
pareados permiten demostrar la desnivelación en cuatro veces los títulos de
anticuerpos. La técnica con mayor frecuencia empleada es la inhibición de
la hemaglutinación (IH). También es posible detectar anticuerpos de tipo
IgM específica con pruebas de EIA durante la fase aguda de la
enfermedad.
Las pruebas basadas en técnicas de amplificación genómica facilitan
identificar el agente durante la fase aguda, incluso en casos en que la
muestra no sea útil para el aislamiento. La amplificación genómica tiene
sensibilidad y especificidad altas.
Diagnóstico diferencial
Las formas febriles no pueden diferenciarse de otras enfermedades virales,
incluyendo las fiebres tropicales por los virus Oropuche y Mayaro. En caso
de formas graves o encefalíticas, el diagnóstico incluye las siguientes
entidades:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Encefalitis de San Luis.
Fiebre del Nilo occidental.
Encefalitis japonesa.
Encefalitis equina del oeste.
Encefalitis equina del este.
Malaria cerebral.
Influenza.
Dengue.
Fiebre hemorrágica dengue.
Fiebre amarilla.
Prevención
La manipulación de muestras sospechosas debe hacerse en laboratorios de
nivel 3 de bioseguridad y filtros de aire HEPA. El personal encargado debe
estar vacunado contra la entidad. Los materiales, animales, cultivos y
artrópodos infectados deben ser descartados de una manera apropiada por
el riesgo biológico inmanente. El personal de laboratorio debe utilizar
guantes, gorro, mascarilla, bata de ajuste en la espalda y puños ceñidos a la
muñeca.
La prevención incluye medidas para erradicar el vector, eliminar las
áreas de anegamiento y los acúmulos de aguas lluvias a nivel
peridomiciliario.
Tabla 12.21. Pruebas diagnósticas en caso de infección por VEEV
Método
Técnicas
Comentario
Aislamiento viral
Cultivo celular
Células Vero
Células C6/36
Células Ap-61
Mayor tasa de aislamiento en los primeros tres días de enfermedad
Muestras de plasma, cerebro, faringe, decidua de abortos
Detección de antígenos
IFI
Confirma resultados de aislamiento. Identifica subtipos y variantes
Identifica virus en cerebro de equinos o ratones inoculados
Detección del genoma
RT-PCR.
ecuenciación
Útil en la fase aguda de la enfermedad
Permite caracterizar las variantes genéticas
Serología*
EIA
IH
Neutralización
IgM de corta duración
Prueba de tamizaje
Requiere de sueros pareados (fase aguda y de convalecencia)
C6/36 Células de Aedes albopictus. Ap-61 Células de Aedes pseudoscutellaris. IFI:
inmunofluorescencia indirecta. EIA: ensayo inmunoenzimático. IH: inhibición de la
hemaglutinación.
Vacunas contra la VEEV
Existe una vacuna de virus vivos atenuados para uso en equinos preparada
a partir de la cepa TC83, NDBR-102 aislada de un burro de Trinidad y
atenuada mediante pases seriados. La vacunación sistemática de los
equinos controla la transmisión de la enfermedad y previene la aparición
de epizootias. Los animales no vacunados no deben ser movilizados para
evitar riesgo de transmisión o adquisición de la enfermedad. La
vacunación en los equinos protege durante tres años al 90% de la
población inmunizada. La vacunación periódica de los equinos previene la
infección en la población humana.
Por los probables efectos indeseables en humanos (estado febril alto,
cefaleas y aborto o malformaciones congénitas), únicamente se
recomienda la aplicación a personas en alto riesgo laboral. Una dosis de
vacuna produce respuesta de anticuerpos neutralizantes en 82% de los
casos, en más de la mitad de los pacientes persistirán los anticuerpos por
diez años. Tres cuartas partes de los no respondedores iniciales, responden
a una segunda dosis de la cepa inactivada TC-84.
Tratamiento
No existe terapia antiviral específica. Se recomiendan medidas de soporte
y sintomáticas. Por las posibles complicaciones hemorrágicas debe
evitarse el suministro de ácido acetil salicílico. El reposo absoluto
contribuye a la recuperación del paciente.
El Instituto Nacional de Salud de Colombia estableció unos criterios
para el estudio de pacientes sospechosos de encefalitis equina venezolana.
Descripción clínica
1.
2.
3.
Todo caso que presente cuadro febril y al menos uno de los siguientes signos neurológicos,
de comienzo súbito y gravedad variable.
Cefalea acompañada de convulsiones.
Cefalea con alteración del estado de conciencia (desorientación, somnolencia, letargia,
coma).
Criterios de laboratorio para el diagnóstico
1.
2.
3.
Detección de anticuerpos IgM específicos en sangre o LCR por técnicas ELISA.
Seroconversión o aumento de cuatro veces los títulos de anticuerpos totales por la técnica de
inhibición de la hemaglutinación o eventualmente neutralización o similares.
Aislamiento del virus en los tejidos, sangre o líquido cefalorraquídeo (LCR).
Clasificación de casos
Caso probable
Todo caso con manifestaciones clínicas compatibles, que ocurre en un área
donde se conoce la muerte de équidos o la circulación del virus de la EEV.
Caso confirmado
1.
2.
Todo caso probable de EEV que se ha confirmado por alguno de los criterios de laboratorio.
Todo caso probable de EEV relacionado con un brote, en el que ya se ha confirmado la
presencia del virus de la encefalitis equina venezolana y del vector.
Infección por virus chikungunya (CHIKV)
Introducción
Quizá la primera descripción de una enfermedad febril asociada con artritis
severa fue realizada en India en 1824. Sin embargo, el primer aislamiento
de este virus en particular se hizo en un paciente febril en la región de
Tanzania durante la epidemia de 1952-1953. El término chikungunya tiene
su origen en el idioma makonde (una lengua bantú) y hace referencia a la
postura o marcha “encorvada” de los pacientes afectados, ocasionada por
los fuertes dolores articulares que acompañan a esta entidad.
Agente infeccioso
Al igual que el VEEV, el CHIKV pertenece a la familia Togaviridae,
género Alphavirus. Sus características estructurales son por tanto similares
a otros alfavirus ya descritas previamente (figura 12.25). El CHIKV forma
parte del grupo antigénico del virus Semliki Forest virus (SFV) en el que
también se encuentran virus de África, O’nyong-nyong (ONNV), el virus
Mayaro en América y el virus Ross River (RRV) en Oceanía. En
epidemias recientes el CHIKV adquirió mutaciones en la proteína E1
denominadas A226V (cambio de una adenina por una valina en la posición
226), que le ofrece al virus una mejor adaptación al Aedes albopictus.
Epidemiología
En 2005 el virus de cepa C/EA se extiende desde Kenia a islas del océano
Índico e India. La epidemia en islas de la Reunión causó 244 mil casos
entre 2005 y 2006 y registró una mortalidad cercana al 1:1000 (203
muertes confirmadas).
En la última década la infección se ha extendido por el mundo
afectando regiones del este y sureste de Asia, Europa, Norteamérica,
Caribe y Suramérica. En 2013 se extendió de islas del Caribe al continente
latinoamericano causando casos autóctonos. Particularmente en Colombia
se han registrado casos desde septiembre de 2014, reportándose 90.481
casos en 2014 y 436.192 casos durante 2015 (a 20 de octubre) (tabla
12.22). En las Américas cerca del 80% de los casos se focalizan en cinco
países (República Dominicana, Colombia, El Salvador, Guadalupe y
Martinica).
Periodo de incubación y transmisión
El periodo de incubación extrínseco varía de dos a seis días. El enfermo es
infectante sólo durante el periodo de viremia que se extiende de cinco a
siete días. Durante la fase virémica las cargas virales son muy altas y
pueden alcanzar niveles de 109 partículas por mililitro. La viremia se
acompaña de la artropatía y desaparece en el momento en que ocurre la
seroconversión IgM.
Respuesta inmune
En la mayoría de casos el paciente elimina el virus después de una semana
y se evidencia una respuesta inmune adaptativa específica (celular y
humoral). Sin embargo existen muchos vacíos en cuanto las bases
fisiopatológicas de permisividad y resistencia al agente, y a los
mecanismos que median la sintomatología crónica y persistente. Si bien
modelos murinos muestran infiltrados de macrófagos en músculos de
animales infectados, el papel de los macrófagos en pacientes con
sintomatología crónica no ha sido claramente establecido. La respuesta de
citoquinas podría también ser determinante de la patogénesis, en este
sentido se ha observado mejoría de artritis y miositis en modelos murinos
bajo tratamiento con inhibidores de MCP-1-CCL-2.
Tabla 12.22. Casos de infección por CHIKV en 2013-2014
2013-2014
Casos autóctonos*
2013-2014
Casos importados
2015
Casos autóctonos*
2015
Casos importados
166
2.939
4.205
623
Istmo centroamericano
169.791
127
133.618
15
Caribe latino
815.177
51
10.391
0
Caribe no latino
22.353
71
6.315
0
Área andina
130.837
99
365.669
119
2.902
163
11.572
44
Región
América del Norte
Cono Sur
(Fuente: PAHO al 16 de octubre de 2015) y 2015 (Fuente: PAHO al 21 de agosto de 2015) en
regiones de América. *Casos sospechosos + Casos confirmados.
Patogénesis
Luego de la picadura del insecto el virión es inoculado en los capilares
sanguíneos y la epidermis, en esta fase intradérmica el virus se replica en
células epiteliales, fibroblastos, monocitos y macrófagos, los monocitos
son posteriormente responsables de la diseminación hemática. En modelos
experimentales se ha observado que los sitios de replicación secundario lo
constituyen los músculos, afectando también fibroblastos articulares,
endotelios capilares, hepatocitos y cerebro. En varios modelos animales el
virus ha sido detectado en el citoplasma de células mononucleares de bazo
y ganglios linfáticos. En infecciones crónicas en el macaco se encuentra en
capilares sinusoidales de hígado y en macrófagos, mientras que en
humanos el virus puede ser encontrado en fibroblastos de la cápsula
articular y en fascias musculares. Adicionalmente, el virus se ha observado
en macrófagos sinoviales perivasculares hasta 18 meses después de la
infección aguda; no obstante, la patogénesis de las formas articulares
crónicas no es muy conocida.
Manifestaciones
Luego de la picadura del zancudo, el virus inicia un periodo de replicación
por varios días. El mayor nivel de replicación y los niveles máximos de
IFN de tipo I coinciden con el inicio de la sintomatología. El cuadro
clínico se inicia en un 76-100% de eventos con fiebre alta, escalofrío,
sudoración, astenia, mialgias (46-72% de casos), cefalea (17-74%) y
exantema petequial o maculopapular (26-77%). En algunos casos,
preferentemente en niños se pueden ver lesiones bullosas en palmas y
plantas. Las personas afectadas refieren fuertes dolores articulares en un
78-100% de casos, y tienen un carácter incapacitante. Son menos
frecuentes los dolores lumbares, náusea, vómito y la conjuntivitis.
Se han detectado infecciones asintomáticas en un 16-27% de casos,
siendo más frecuentes en personas menores de 25 años. Las infecciones
tienden a ser más graves en las personas mayores y en aquellas que
presenten comorbilidades cardiacas, neurológicas, respiratorias o diabetes.
Las formas agudas se manifiestan como cuadros de encefalitis,
miocarditis, hepatitis o falla orgánica múltiple. En pacientes adultos
aparecen múltiples complicaciones que son más o menos infrecuentes
como uveítis, retinitis, miocarditis y pericarditis, hepatitis, nefritis y falla
renal, lesiones bullosas, hemorragias, meningoencefalitis, mielitis,
síndrome de Guillain-Barré, compromiso de pares craneanos y las recaídas
de síntomas articulares.
Otro grupo de edad que presenta formas graves de infección son los
recién nacidos, en quienes los cuadros neurológicos y secuelas
neurológicas son a largo plazo. Los neonatos en mayor riesgo de infección
por el CHIKV son los hijos de madres en estado de viremia en las últimas
semanas del embarazo. En un estudio prospectivo se observó transmisión
del CHIKV en mujeres gestantes en la semana 38 (rango 35-40), asociado
con infecciones agudas y estados de viremia. En el estudio se observaron
19 casos de transmisión vertical en 39 gestantes en estas condiciones (tasa
de transmisión 48,7%). Si bien los neonatos eran asintomáticos al
momento del parto, la enfermedad se presentó a los cuatro días después,
como un cuadro febril con dolor, ingesta disminuida y postración; en 89%
de casos se observó trombocitopenia y manifestaciones hemorrágicas. El
52,6% presentó síntomas graves compatibles con cuadros encefalíticos,
evidenciables en imágenes de resonancia nuclear magnética, como cuadros
de edema difuso o hemorragias cerebrales en 11 de 19 casos. En cuatro de
los 19 eventos (21%) se encontraron secuelas neurológicas (parálisis
cerebral, ataxia, convulsiones, trastornos del comportamiento y posturales
y alteraciones en el desarrollo sicomotor).
Las complicaciones de la infección en el neonato son variadas y
comprenden entre otras, las siguientes:
•
•
•
•
•
•
Alteraciones del desarrollo sicomotor.
Déficit neurológico residual en pacientes con manifestaciones neurológicas (20% de casos).
Falla renal por deshidratación y trastornos electrolíticos.
Artropatías.
Exantemas y lesiones ampulosas.
Infecciones bacterianas secundarias.
Infecciones bacterianas secundarias
Las artralgias son por lo general simétricas y comprometen tanto
articulaciones de brazos como de extremidades inferiores, se afectan las
articulaciones mayores y en algunas circunstancias se afectan las
articulaciones vertebrales. El cuadro clínico inicial en caso de infección
por CHIKV es la tenosinovitis, las artralgias y artritis. Las tenosinovitis
afecta con mayor frecuencia las articulaciones de muñeca, interfalángicas
y tobillos. Los casos de edema periarticular y artritis aguda son más
normales en las articulaciones interfalángicas, así como muñecas y
tobillos. En el 30% de los casos se presentan secuelas caracterizadas por
artralgias o artritis de larga duración. Las recurrencias pueden observarse
desde la primera semana de postinfección. Hacia la sexta semana aún
pueden estar afectados un 88-100% de los individuos y este porcentaje
disminuye al 12% después del 3-5 año, pudiéndose incluso presentarse
hasta ocho años después del proceso agudo. El compromiso inflamatorio
de las muñecas puede contribuir a la aparición de síndrome de túnel del
carpo.
Diagnóstico
El diagnóstico de la infección se basa fundamentalmente sobre las pruebas
directas e indirectas, las primeras son el aislamiento viral y la detección
del genoma viral; las segundas son los estudios serológicos de anticuerpos
específicos (tabla 12.23). En la fase muy temprana de la infección priman
las pruebas directas, mientras que después del quinto día del inicio del
cuadro clínico son más adecuadas las pruebas serológicas de tipo IgM.
Diagnóstico diferencial
No se puede afirmar que el cuadro clínico de fiebre CHIKV se pueda
diferenciar de otras enfermedades virales tropicales, incluyendo la fiebre
por virus Mayaro. El diagnóstico diferencial incluye las siguientes
entidades:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Fiebre dengue.
Infección por virus Mayaro.
Infección por virus de inmunodeficiencia humana.
Hepatitis B.
Hepatitis C.
Fiebre del Nilo occidental.
Infección por adenovirus.
Rubéola.
Leptospirosis.
Rickettsiosis.
Sarampión.
Eritema infeccioso.
Malaria.
Brucelosis.
Tabla 12.23. Utilidad de las pruebas diagnósticas en caso de infección por CHIKV
Periodo de tiempo
Aislamiento
RT-PCR
IgM
IgG
Primeros tres días del cuadro clínico
+
+
-
-
Días cuarto a octavo
-
+
+/-
+/-
Segunda semana
-
-
+
+/-
Primer mes
-
-
+
+
18 meses
-
-
+/-
+
Prevención
Las medidas generales tienden a evitar el contacto del hombre con el
vector e incluyen las siguientes:
•
•
•
•
Cubrirse las áreas desprotegidas del cuerpo.
La aplicación de repelentes como DEET: N, N dietil meta toluamida, picaridina, el aceite de
limón-eucalipto o el IR3555 siempre por encima del protector solar.
Uso de insecticidas (permetrina).
Uso de toldillo impregnado de insecticida.
Desde el punto de vista ambiental deben eliminarse los sitios de
depósito de agua en los cuales las hembras realizan la ovoposición. Se
deben secar los depósitos de agua, eliminar los desechos como las llantas
viejas y floreros de los cementerios. Los depósitos de agua como albercas
y estanques deben permanecer tapados y lavarse regularmente. El paciente
infectado en fase febril debe aislarse en forma estricta para evitar la
infección del vector.
También se deben tener en cuenta algunas medidas generales que
permiten disminuir el riesgo de contacto con vectores a nivel
peridomiciliario como las siguientes:
•
•
•
•
•
•
Uso de instalaciones de aire acondicionado en las viviendas.
Uso de angeos en puertas y ventanas.
Utilizar camisas y pantalones de manga larga que protejan amplias zonas corporales.
Usar ropa impregnada de permetrina.
Eliminar los desechos pequeños que retengan agua.
Control biológico de vectores con Bacillus thuringiensis var. israelensis.
En la actualidad no existe una vacuna disponible, pero la existencia
de un solo tipo antigénico podrá facilitar el desarrollo de una cepa vacunal.
En pruebas controladas, la inmunidad contra una cepa viral protege contra
otras variantes, existen candidatos para el desarrollo de vacunas
inactivadas y vivas atenuadas. En un ensayo con la vacuna USAMRIID se
desencadenó respuesta inmune en 98% de 78 vacunados.
Tratamiento
No existe un tratamiento antiviral específico contra la infección por virus
chikungunya. Las medidas terapéuticas son generales y sintomáticas y
comprenden entre otras, las siguientes:
•
•
•
•
Hidratación.
Analgésicos antipiréticos (acetaminofén 60-80 mg/kg/día).
En un grupo de pacientes adultos con artritis crónica destructiva se utilizó con éxito la
sulfazalacina aunado o no con el metotrexato (MTX).
Se ensayan anticuerpos de pacientes convalecientes para disminuir la transmisión neonatal.
Lecturas sugeridas
Avilés G., Paz M. V., Rangeon G., Ranaivoarisoa M. Y., Verzeri N., Roginski S, Baroni P., Smith
D., MacKenzie J. S., Weaver S C. W2009. Alphaviruses. En Richman D. D., Whitley R. J.,
Hayden F. G. Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press. pp. 1241-1274.
Campbell G. L., Marfin A. A., Lanciotti R. S., Gubler D. J. 2002. West Nile virus. En The Lancet
Infectious Diseases, sep; 2(9): pp. 519-529.
Choudhury J., Shastri D. D. 2014. Diagnosis and management of dengue in children:
recomendation and IAP ID chapter plan of action. En The Pediatric Infectios Disease. 6: pp.
54-62.
Colpitts T. M., Conway M. J., Montgomery R. R., Fikrig E. 2012. West Nile virus: biology,
transmission and human infection. En Clinical Microbiology Reviews, oct; 25(4): pp. 635-48.
Couderc T., Lecuit M., 2009. Chikungunya pathophysiology in human and animal models. En
Microbes and Infection, 11(14-15): pp. 1197-1205.
Dauphin G., Zientera S., 2005. Infection par le virus du Nile occidental: synthèse et actualités
épidémiologiques. En Virologie. sep-oct; (9): pp. 395-348.
Duffy M. R., Chen T. H., Hancock W. T., Powers A. M., Kool J. L., Lanciotti R. S., 2009. Zika
virus outbreak on Yap Island Federated States of Micronesia. En New England Journal
Medicine, 360(24): pp. 2536-2543
Gérardin P., Barau G., Michault A., Bintner M., Randrianaivo H. 2008. Multidisciplinary
prospective study of mother-tochild chikungunya virus infections on the Island of La Réunion.
En PLOS Medicine, 5(3): e60. doi:10. 1371/journal. pmed.0050060.
Griffin D. E., 2013. Alphaviruses. En: Knipe D. M., Howley P. M., (eds). Fields Virology. WoltersKluver Lippincot-Williams and Wilkins, New York. pp. 651-686.
Gubler D. J., 2004. The changing epidemiology of yellow fever and dengue, 1900 to 2003: full
circle? En Comparative Immunology Microbiology Infectios Disaes, sep; 27(5): pp. 319-330.
Guy B., Saville M., Lang J., 2010. Developpement dùn vaccin tétravalent contre la dengue. En
Virologie, sep-oct; 14(5): pp. 311-321.
Guzmán M. G., Vázquez S., 2002. Apuntes sobre el diagnóstico de laboratorio del virus dengue.
Revista Cubana de Medicina Tropical, sep-dec; 54(3): pp. 180-188.
Haltead S. B., Cohen S. N., 2015. Dengue hemorrhagic fever at 60 years: early evolution of
concepts of causation and treatment. En Microbiology Molecular Biology Review. 79(3): pp.
281-291.
Hayes E. B., Gubler D. J., 2006. West Nile virus: epidemiology and clinical features of an emerging
epidemic in the United States. En Annual Review Medicine. 57: pp. 181-194.
Jonson K. M., 2009. Arthropod-borne iviruses. En Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G.,
Clinical Virology. Washington DC. ASM Press, pp. 1173-1214.
Kitchner S., 2004. Viscerotropic and neurotropic disease following vaccination with the 17D yellow
fever vaccine, ARILVAX®. En Vaccine, jun; 22(17-18): pp. 2103-2105.
Kramer L. D., Li J., Shi P. Y., 2007. West Nile virus. En Lancet Neurology, feb; 6(2): pp. 171–181.
Kurane I., 2007. Dengue hemorrhagic fever with special emphasis on immunopathogenesis. En
Comparative Immunology Microbiology Infectios Disaes, doi:10.1016/j.cimid.2007.05.010.
Mantke O. D., Lemmer K., Biel S. S., Groen J., Schhmitz H., Durand J. P., Zeller H., Niedrig M.,
2004. Quality control assessment for the serological diagnosis of dengue virus infections. En
Journal Clinical Virology, feb; 29(2): pp. 105-112.
Massé N., Selisko B., Malet H., Peyrane F., Debarnot C., Benarroch D., Egloff M. P., Guillemot J.
C., Alvarez K., Canrd B., 2007. Le virus de el dengue: cibles virales et antiviraux. En
Virologie, mar-apr; 11(2): pp. 121-133.
Morales M.A., Barrandeguy M., Fabbri C., García J. B., Vissani A., Trono K., Gutiérrez J., 2006.
West Nile virus isolation in Argentina. En Emerging Infectious Diseases, oct; 12(10): pp.
1559-1561.
Murphy B. R., Whitehead S. S., 2011. Immune response to dengue virus and prospects to vaccine.
En Annual Review Immunology. 29:587-619. doi: 10.1146/annurev-immunol-031210-101315.
Peeling R. W., Artsob H., Peregrino J. L., Buchy P., Cardosa M. J., Devi S., 2010. Evaluation of
diagnostic test: dengue. En Nature Review Microbiology, dec; (12 Suppl):S30-S38.
Petersen L. R., Barret A. D., 2009. Arthopod-borne flaviviruses. En Richman D. D., Whitley R.J.,
Hayden F. G., Clinical Virology. Washington D.C. ASM Press., pp. 1173-1214.
Pierson T. C., Diamond M. S., 2013. Flaviviruses. En: Knipe D. M., Howley P. M. (eds). Fields
Virology. Wolters-Kluver Lippincot-Williams and Wilkins, New York. pp. 747-794.
Rodríguez G., Boshell J., 1995. Encefalitis equina venezolana. En Biomédica, 15: pp. 172-182.
Obtenido http://www.revistabiomedica.org/index.php/biomedica/article/download/875/990.
Ruiz A., 1997. Brote de encefaltitis equina venezolana. En Revista Panamericana Salud Publica,
jan; 1(1): pp. 78-83.
Samuel M. A., Diamond M.S., 2006. Pathogenesis of West Nile virus infection: a balance between
virulence, innate and adaptive immunity, and viral evasion. En Journal Virology, oct; 80(19):
pp. 9349-9360.
Schoub B. D., Blackburn N. K., 2004. Flavivirus. En: Zukerman A. J., Banatvala J.E., Pattison J.
R., Griffiths P. D., Schoub B. D., (eds). Principles and practice in Clinical Virology. Willey.
West Sussex., pp. 531-554.
Simmons C. P., Farrar J. J., van Vinh Chau N., Wills B., 2012. Dengue. En New England Journal
Medicine, apr; 366(15): pp. 1223-1232.
Simões-Quaresma J. A., Souza-Barros V. L. R., Rainero-Fernándes E., Pagliari C., Takakura C.,
Dussart P., Labeau B., Lagathu G., Louis P., Nunes M. R., Rodrigues S. G., Storck-Herrmann
C., Cesaire R., Morvan J., Flamand M., Baril L., 2006. Evaluation of an enzyme immunoassay
for detection of dengue virus NS1 antigen in human serum. En Clinical Vaccine Immunology.
13(11): pp. 1185-1189.
Smith D. R., Aguilar P. V., Coffey L. L., Gromowski G. D., Wang E., Weaver S. C., 2006.
Venezuelan equine encephalitis virus transmission and effect on pathogenesis. En Emerging
Infectious Diseases, aug; 12(8): pp. 1190-1196.
Thomas S. J., Endy T. P., Rothman A. L., 2014. Flavivirus: dengue. En Kaslow R. A., Le Duc J.
W., Stanberry LR., Viral infections of humans: epidemiology and control. New York.
Springer. pp. 351-381.
Thomas S. J., Martinez L. J., Endy T. P., 2014. Flavivirus: yellow fever virus, Japanese B, West
Nile and otrhers. En Kaslow R. A., Le Duc J. W., Stanberry L. R., Viral infections of humans:
epidemiology and control. New York. Springer., pp. 383-415.
Wang T., Fikrig E., 2004. Immunity to West Nile virus. En Current Opinion in Immunology. 16(4):
pp. 519–523.
Waymouth H. E., Zoutman D.E., Towheed T. E., 2013. Chikungunya-related arthritis: Case report
and review of the literature. En Seminars Arthritis Rheumatism. 43: pp. 273-278.
Weaver Scott C., Lecuit Marc., 2015. Chikungunya virus and the global spread of a mosquito-borne
disease. En New England Journal Medicine, 372(13): pp. 1231-1239.
Zhang Y., Hansen A., Bi P., 2014. Climate change and vector-borne diseases. En Singh S. K., Viral
infections and global change. Wiley Blackwell. Singapore., pp. 3-20.
Páginas Web:
http://ictvonline.org/index.asp
http://www.who.int/csr/disease/yellowfev/en/
http://www.who.int/vaccines-diseases/diseases/Yellow_fever.htm
http://www.cdc.gov/ncidod/dvbid/westnile/education.htm
http://www.cdc.gov/ncidod/dvbid/westnile
http://www.paho.org/hq
http://www.ins.gov.co/temas-de-interes/Paginas/dengue.aspx
http://www.cdc.gov/ncidod/dvbid/westnile/birdspecies.htm
Guía Dengue OMS:
http://www.who.int/topics/dengue/9789995479213_spa.pdf
Protocolo Fiebre amarilla INS Colombia:
http://www.ins.gov.co/lineas-de-accion/subdireccionvigilancia/sivigila/protocolos%20sivigila/pro%20fiebre%20amarilla.pdf
Capítulo 13
Virus de la Inmunodeficiencia
Humana (VIH) y SIDA
La enfermedad es el comienzo de esa equidad que completa la muerte.
Samuel Johnson
Introducción
El Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA o AIDS por la sigla en
inglés) es el estadio final de la infección causada por el virus de
inmunodeficiencia humana (VIH). Como entidad clínica, fue descrita de
manera indirecta por médicos en New York y California en 1980. Los
médicos estadounidenses detectaron el incremento de cuatro patologías
infrecuentes como son: la aparición súbita de formas raras de un cáncer en
la piel denominado Sarcoma de Kaposi; la aparición de formas inusuales
de neumonía atípica causada por un hongo, el Pneumocystis carinii hoy
denominado Pneumocystis jiroveci; adicionalmente se encontró un
incremento en las infecciones oportunistas por citomegalovirus y formas
de candidiasis oral en población adulta. Posteriormente se observó que
estos pacientes también eran afectados por virus de la hepatitis B, virus
herpes a nivel genital y enfermedades parasitarias (amebiasis, giardasis).
Todas estas patologías sugerían que las personas estaban afectadas por una
forma de inmunodeficiencia asociada a supresión de la respuesta celular.
Además de la inmunodeficiencia, todos estos casos tenían en común
el afectar población de hombres jóvenes homosexuales por lo que
inicialmente la entidad se denominó GRID por las siglas en inglés de
inmunodeficiencia relacionada con homosexuales (gay related immune
deficiency). A medida que se encontraron nuevos casos se pudo definir que
existían otros factores de riesgo asociados a la infección, como son las
trasfusiones múltiples, el uso de productos sanguíneos o el uso de drogas
endovenosas.
El descubrimiento en 1981 de la IL-2 o factor de crecimiento de
células T permitió el cultivo de linfocitos T y el futuro aislamiento viral. El
agente aislado inicialmente por un grupo de científicos franceses
correspondió a un virus con actividad de transcriptasa inversa, por ende,
perteneciente a la familia Retroviridae. El aislamiento del virus en 1983
permitió el desarrollo de pruebas serológicas de tamizaje para identificar
personas infectadas o productos biológicos contaminados. Las primeras
pruebas de cribado serológico lograron disminuir el riesgo de transmisión
asociada a transfusiones, productos biológicos o trasplantes. Los estudios
seroepidemiológicos utilizando muestras almacenadas en bancos de
sueros, evidenciaron que la infección afectaba a la población africana
desde 1920. El cultivo viral permitió también un amplio conocimiento de
la biología molecular del virus y sentar las bases para desarrollar la terapia
antiviral.
Según cálculos matemáticos, basados en la tasa de mutación
genética y comparando los genomas de diferentes virus aislados tomados
en épocas distintas de la epidemia, infieren que este virus inició la
epidemia en humanos en 1933 (1919-1945). Se considera que el VIH se
originó de múltiples transmisiones enzoóticas entre virus de origen
simiano (virus de inmunodeficiencia simiano del chimpancé Pan
troglodytes troglodytes SIVcpz y Sooty mangabey SIVsm) que infectaron
humanos por probables contactos con sangre de estos animales.
Historia
El primer agente viral responsable de leucemias en pollos fue identificado
en 1908 por dos patógenos daneses Vilhelm Ellerman y Olaf Bang (19131994), si bien sus trabajos fueron bien sustentados por pases seriados en
seis generaciones de pollos, su trabajo no obtuvo mayor interés ya que las
leucemias no fueron reconocidas como formas de cáncer hasta 1930. En
1911 Francis Peyton Rous (1879-1970) demostró que un agente filtrable
era causante de sarcomas en músculo, huesos y otros tejidos de aves, por
lo que sospechó el papel de un virus en su etiología. Por ser el primer autor
en demostrar el papel de un virus en un tipo de sarcoma, Rous fue
galardonado con el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1966. En
1970 trabajando en forma independiente Howard Temin (1934-1994) y
David Baltimore descubren la transcriptasa inversa, enzima clave para la
replicación de los retrovirus (tabla 13.1).
Agente infeccioso
El virus pertenece a la familia Retroviridae, subfamilia Orthoretrovirinae,
género Lentivirus. El virus es esférico o pleomórfico y está compuesto de
una envoltura lipídica, una nucleocápside, un nucleoide y una capa de
proteínas de matriz. El diámetro del virión es de 80-100 nm y tiene
glicoproteínas (espículas) de 8 nm de longitud que se proyectan de la
membrana viral. La cápside madura tiene 1.572 proteínas (figura 13.1).
El virión es sensible al calor, detergentes y formaldehído, la
infectividad viral no se encuentra alterada por la irradiación. El VIH tiene
dos glicoproteínas en su envoltura, se organizan en heterodímeros
formados por proteínas de 120 y 40 kda, denominadas respectivamente
proteína de superficie y proteína transmembranal. Posee un núcleo o core
central con proteínas de 24, 18, 9 y 7 kda, también denominadas proteínas
de cápside, nucleocápside y matriz, respectivamente. Los constituyentes
fundamentales del virión, son: ARN, proteínas, carbohidratos y lípidos.
Las proteínas conforman el 60% del peso de la partícula viral, cinco
proteínas son de tipo estructural y hacen parte del virión, tres son de tipo
no estructural. Los lípidos constituyen el 35% del peso del virión y su
composición es similar a la de las membranas celulares de la célula
hospedera.
Tabla 13.1. Principales eventos en la investigación y conocimiento de la infección por VIH
Año
Evento
1981
Identificación de la enfermedad en Estados Unidos
1982
Se acuña el término AIDS para definir la inmunodeficiencia adquirida
1983
Primer aislamiento viral por Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier
1983
Primera denominación del virus causal como LAV por Lymphadenopathy Associated Virus
1984
Confirmación que el VIH es la causa del SIDA
1984
Aprobación por la FDA de las primeras técnicas para la identificación de personas infectadas
1984
Se secuencia el genoma del VIH
1985
Se adopta el término virus de inmunodeficiencia humana para designar al virus
1986
Se identifica el CD4 como receptor del virus
1986
Aislamiento del VIH-2
1987
Primera utilización del AZT como antirretroviral
1991
Identificación de la apoptosis como mecanismo de muerte celular en SIDA
1991
Ingreso en el mercado de segundo y tercer antirretroviral, la didanosina DDI y la zalcitabina DDC
1992
El SIDA constituye la primera causa de mortalidad en EE.UU. en la población de 25-44 años
1994
Aprobación por la FDA de las primeras pruebas para la detección de anticuerpos en saliva
1995
Disminución de la transmisión vertical de VIH mediante el uso de AZT
1995
Ingreso en el mercado del primer inhibidor de proteasa el saquinavir
1995
Demostración de la alta tasa de replicación viral en periodos silentes de infección
1995
Se aprueba el primer inhibidor de proteasa el saquinavir
1995
Se aprueban los primeros ensayos para determinar la carga viral en plasma
1996
Identificación de los principales correceptores para el ingreso viral
1997
Generalización de la terapia HAART en países desarrollados
1999
Se determina que los orígenes del virus remontan a virus de primates
2003
Se aprueba el primer medicamento que inhibe la fusión del virión con la célula hospedera
2008
Se atribuye el premio Nobel de Medicina a Françoise Barre-Sinoussi y Luc Montagnier
Mayor información: http://www.avert.org/history-hiv-and-aids.htm
La relación de estos virus ha sido muy estrecha durante la evolución,
se calcula que el genoma humano está formado en un 8% por secuencias
de retrovirus, estas secuencias se conocen como retrovirus humanos
endógenos (HER por human endogenous retrovirus). Estos virus pueden
hacer retrotranscripción de sus genomas para formar ADN de cadena
doble a partir del ARN genómico, factor que facilita la integración con el
genoma del hospedero. El ADNc se integra como provirus con el genoma
de la célula hospedera. El virus codifica para una ADN polimerasa
dependiente de ARN también denominada transcriptasa inversa. Los
carbohidratos se asocian a las proteínas virales y constituyen el 3% del
peso del virión. La figura 13.1 muestra un esquema de la partícula viral.
Figura 13.1. Esquema de la partícula viral del VIH
ARN: ácido ribonucleico, MA: proteína de matriz, CA: proteína de la cápside viral, NC: proteína de
la nucleocápside viral.
IN: integrasa viral. SU: glicoproteína de superficie. TM: proteína transmembranal de anclaje. PR:
proteasa. RT: transcriptasa inversa. En verde oscuro proteínas que se originan de la célula
hospedera. En verde: moléculas de la célula hospedera.
El virus libre es inactivado por solventes orgánicos (glutaraldehído,
éter, cloroformo o alcohol etílico), compuestos de amonio cuaternario,
hipoclorito y compuestos yodados. El virus libre es fácilmente inactivado,
mientras que el asociado a células requiere concentraciones mayores de
alcohol o tiempos de exposición más prolongados. Existen dos tipos
serológicos de VIH bien definidos que poseen diferencias genéticas en sus
proteínas constitutivas, en sus características antigénicas y virulencia. El
VIH tipo 1 (VIH-1) fue el agente inicialmente identificado, produce
cuadros de síndrome de inmunodeficiencia adquirida y tiene una
distribución cosmopolita; el VIH tipo 2 (VIH-2) se encuentra con mayor
frecuencia en África, produce cuadros indiferenciados del VIH-1 aunque,
por lo general, estas formas clínicas son de más lenta evolución y menor
virulencia.
El periodo promedio entre la infección por VIH-1 hasta el desarrollo
de manifestaciones compatibles con SIDA clásico es de diez años. El VIH2 fue detectado inicialmente en áreas de África occidental y en los países
que mantienen lazos comerciales con esta zona. Un 39% de las infecciones
VIH-1 progresan a SIDA en el transcurso de cinco años en comparación a
un 0% de los pacientes infectados por VIH-2. El VIH-1 está relacionado
con el virus de inmunodeficiencia del simio, originado en los chimpancés
(SIVcpz) y el VIH2 es más afín con el virus de inmunodeficiencia del
simio Sooty mangabey (SIVsm).
Estructura del genoma viral
El genoma viral es diploide, está compuesto por dos cadenas sencillas e
idénticas de ARN de polaridad positiva y tiene un tamaño de 9,75 kb.
Como característica fundamental, estos agentes infecciosos cuentan con
una ADN polimerasa ARN dependiente (transcriptasa inversa) en
asociación con su material genético. En la extremidad 5’ genoma tiene un
capuchón y un región poliadenilada en la región 3’. En las extremidades se
presentan unas regiones repetitivas terminales denominadas LTR (por
Long Terminal Repeat). Las LTR a su vez cuentan con secuencias que se
denominan U3, R y U5 (figura 13.2).
El genoma de los retrovirus tiene las siguientes características:
1.
2.
3.
4.
Son los únicos virus diploides.
Son los únicos virus ARN cuyo genoma se origina a partir de transcripción celular.
Son los únicos virus que requieren un ARN celular (tARNlys o tARNpro) para su
replicación.
Son los únicos virus con genoma de polaridad (+) que no usan el ARN genómico para
traducción inmediata después de la infección.
La organización genómica de los retrovirus y comprendidos los de
VIH-1 y VIH-2 es el mismo: 5’-gal-pro-pol-env-3’. En el genoma se
pueden distinguir
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Una región R corta de 18-250 nucleótidos (nt) que se encuentra en los dos extremos (5’ y 3’)
y que es una secuencia repetitiva.
Una secuencia U5 de 75-250 nt que es la primera en ser transcrita y forma la extremidad 3’
del provirus.
Una secuencia denominada PBS (Primer Binding Site) que es un sitio de unión del tARN
cebador para iniciar la retrotranscripción.
Una secuencia líder no codante de 90-500 nt situada en sentido de la transcripción y después
del codón de iniciación.
Una secuencia de polipurinas de 10 nt responsable del inicio de la síntesis de las cadenas (+)
durante la retrotranscripción.
Una región U3 única de 200-1.200 nt que forma la extremidad 5’ después de la región PPT.
Contiene los elementos promotores para la transcripción de los provirus.
En la región 5’LTR se encuentran las señales para el inicio de la
transcripción; esta región se forma por duplicación de las porciones
terminales del genoma viral durante el proceso de retrotranscripción. En
las regiones LTR se encuentran también las secuencias estimuladoras, que
pueden aumentar el nivel de transcripción por unión a factores de
trascripción de la célula huésped, como son los complejos proteicos SP1 y
NFkB. En los segmentos LTR se encuentran también secuencias
reguladoras de tipo inhibitorio.
La expresión de genoma viral es dirigida por un complejo sistema de
regulación que involucra proteínas celulares y virales. El establecimiento
de la infección es mediado por factores virales y los últimos pasos del
ciclo celular requieren de factores celulares para establecer la síntesis,
maduración del ARN y la translación del ARNm en los ribosomas de la
célula huésped.
Figura 13.2. Estructura genómica del VIH
LTR: regiones repetitivas terminales. Gag: proteína de 55 Kda. Pol: región codante de la
polimerasa. Env: genes que codifican para las proteínas de envoltura. vif, vpr, vpx: proteínas
accesorias. Tat, rev: proteínas regulatorias. LTR: Long Terminal Repeat Units. gag: de la sigla en
inglés group-specific antigen proteins. env: glicoproteínas de la envoltura. pol: transcriptasa
inversa y polimerasa. vif: virión infectivity factor. vpr: weak transcription activator. vpu: protein
required for efficient budding. tat: transactivator protein. rev: regulator virion proteins. nef:
negative regulatory factor, vpx: virion protein x.
Análisis filogenético
La filogenia permite encontrar las relaciones entre genes o secuencias
genómicas que reflejan la evolución histórica de un virus. El VIH tiene
una gran diversidad genética, causada por los errores de la transcriptasa
inversa, por la rápida tasa de replicación y por el hecho de que la
transcriptasa inversa es una enzima recombinógena; este último factor
puede ocasionar el surgimiento de combinaciones genéticas en individuos
infectados por virus genéticamente divergentes.
El análisis filogenético de los virus VIH-1 de orígenes geográficos
distintos, ha revelado la existencia de tres grandes grupos denominados M,
N y O. Los virus pertenecientes al grupo M son los responsables de la
mayoría de casos de la pandemia; en el grupo M se encuentran subtipos
denominados con las letras mayúsculas A, B, C, D, F, G, H, J, K; los virus
prototipos E e I son recombinantes. Se estima que un 20% de los virus son
recombinantes genéticos; por otra parte, existe una serie de virus mosaicos
denominados con las siglas CRF (Circulating Recombinant Forms). La
mayor diversidad genética del virus VIH1 se encuentra en África, donde
circulan todos los tipos (figura 13.3).
Proteínas virales
La translación de las proteínas del VIH se realiza en dos etapas: una fase
temprana en la cual se sintetizan las proteínas reguladoras y una fase tardía
en la cual se sintetizan las proteínas estructurales. Una vez se han
sintetizado las proteínas estructurales, se lleva a cabo el clivaje proteolítico
de los precursores en el citoplasma y tiene lugar el ensamblaje y liberación
de las partículas virales por gemación o contigüidad entre la célula
infectada y la no infectada. Se han encontrado proteínas celulares en
asocio con la partícula viral, quizá adquiridas durante el proceso de
gemación. Se cree que estas proteínas juegan un papel importante desde el
punto de vista inmune y para la unión a células blanco. En la tabla 13.2 se
presentan las proteínas del VIH que son codificadas por el genoma viral y
su función.
Los determinantes antigénicos característicos de tipo viral se
encuentran localizados en la gp 120, estos antígenos contienen los epítopes
que estimulan la producción de anticuerpos neutralizantes.
Figura 13.3. Análisis filogenético del VIH-1 con base en el análisis de secuencias genómicas
YBF30: secuencia de virus prototipo obtenido de un aborigen de Camerún. ZR59: secuencia de
virus prototipo obtenido de un aborigen bantú de la República Democrática del Congo.
Tabla 13.2. Proteínas del VIH, peso molecular, localización en el virión y/o función
Gen
PM (kda)
gag
24
18
pol
21.6
65
31
env
Localización o acción
Nucleocápside
Nucleocápside
Proteasa. Homodímero formado por dos monómeros de 99 aminoácidos, cada uno de 10.8 kda
Transcriptasa inversa. Reconoce los segmentos LTR para la integración genómica
Ribonucleasa H, endonucleasa
gp120 gp41 Glicoproteína externa. Gran flexibilidad conformacional cuando se une con el receptor CD4+
Glicoproteína interna
tat
14
Transactivador de transcripción, se une a TAR. Iniciación y elongación de la transcripción viral
rev
19
Regulador de expresión de proteínas virales
nef
27
Disminución en la eficiencia de diseminación (in vitro). Reduce la expresión de MHC I y CD4+
vif
23
Diseminación a otras células. Ensamblaje y síntesis de ADN
vpr
15
Aumenta la expresión de genes VIH. Detiene la célula en G2
vpu
16
Disociación intracelular de gp120 y gp40. Disminuye CD4
vpx
15
VIH-2. Permite la entrada de complejos de preintegración
La gp120 posee cinco dominios o asas designadas con la letra V1-5.
La gp120 posee múltiples áreas de glicosilación que enmascaran los
determinantes antigénicos dispuestos sobre ella, la región de unión al
receptor CD4 se localiza en el dominio V3 y es antigénicamente
hipervariable, factor que hace que las mutantes escapen a la acción de
anticuerpos neutralizantes. La estructura de la gp120 se ve mantenida por
veinte posibles puentes disulfuro ocho de los cualesse encuentran
esquematizados por las barras cortas verde. En la figura 13.4 se
esquematiza el plegamiento de la gp120 su interrelación con la gp41, la
ubicación de los puentes disulfuro, los sitios de glicosilación y la
disposición de estas proteínas en la membrana viral o celular.
Ciclo de replicación
La membrana del VIH está constituida de heterodímeros unidos en forma
no covalente. Las proteínas involucradas en la unión al receptor CD4 son
las presentes en la superficie de la partícula viral: la gp120 y la gp41. El
ciclo de replicación se inicia por la unión de la gp120 a un receptor
específico (la proteína CD4) presente en la membrana celular de las
células blanco. El virus infecta las células que presentan en su superficie
receptores (CD4), y correceptores específicos receptor de β quimioquina
(CCR5) o receptor-4 de quimioquinas de tipo CXC (CXCR4). Los
receptores y correceptores comparten sitios específicos de localización
celular y se expresan en las denominadas balsas lipídicas (lipid rafts). El
VIH infecta primordialmente linfocitos T CD4+ y macrófagos, aunque el
receptor también se encuentra en monocitos, células leucocitarias
dendríticas, células de Langerhans, megacariocitos y, probablemente,
células gliales del sistema nervioso central. Cuando estas moléculas se
unen a los receptores se inicia una cascada de cambios conformacionales
que finalizan con la fusión de las membranas viral y celular (figura 13.5).
Los correceptores funcionan como receptores de citoquinas
involucradas en procesos de quimio atracción (quimioquinas). Los
correceptores más importantes son los receptores de quimioquinas CCR5 y
CXCR4. El correceptor CCR5 es expresado en monocitos y linfocitos y
media la entrada de virus no formador de sincicio o cepas virales R5 o
monocitotrópica. El correceptor CXCR4 es expresado sólo en linfocitos T
y media la entrada de cepas virales formadoras de sincicio o cepas X4.
Otros receptores menos importantes y que han sido involucrados in vitro
son los receptores CCR2 y CCR3.
Figura 13.4. Representación esquemática de las glicoproteínas 120 y 41 del VIH
Se pueden observar los dominios o asas de la gp120 ( V1 a V5), los extremos carboxi (CT ) y
aminoterminal (NT ), la región transmembranal de la gp41 ( TM) y la membrana viral o celular en
la que se encuentra expresada. Los puentes disulfuro mantienen el plegamiento se esquematizan con
las barras cortas verdes. En la proteína CD4 se esquematizan los 4 dominios D1 y D3 semejan los
dominios variables de inmunoglobulinas y D2 y D4 los dominios constantes.
La identificación de correceptores explica los hallazgos in vitro en
los que la infección VIH monocitotrópica puede ser inhibida por
quimioquinas quimiotácticas como RANTES (por Regulated upon
Activation, Normal T-cell Expressed and Secreted o CCL5), MIP1α (por
Macrophage Inflammatory Protein α o CCL3) y MIP1β (por Macrophage
Inflammatory Protein β o CCL4); estas proteínas son producidas por
linfocitos T CD8+ y actúan sobre los receptores de quimioquinas. Se han
podido encontrar células carentes de receptor CD4+ y que son infectadas
por el VIH; se sugieren, por tanto, rutas alternas de infección, pero su
papel biológico no es muy claro.
Las células dendríticas y células de Langerhans presentes en la
mucosa genital expresan una adhesina no integrina, el receptor DC-SIGN
que tiene una gran afinidad por los trímeros de gp120, estos receptores
median la adhesión del virus y su transferencia a células permisivas, este
proceso se denomina transinfección.
Figura 13.5. Modelo de entrada y unión del HIV a la célula blanco
Unión del virión al receptor CD4 y correceptores CCR5 o CXCR4. La unión del asa V3 de la gp120
causa cambios conformacionales en la gp41 que proyectan el péptido de fusión que permiten la
fusión de las membranas celulares y virales, permitiendo la entrada del core al citoplasma de la
célula hospedera, iniciando el ciclo replicativo viral.
Las células dendríticas y de Langerhans inmaduras expresan CD4 y
el correceptor CCR5 y, en menor grado, el CXCR4; por tanto, permiten la
entrada de las antiguamente denominadas cepas macrófago trópicas o R5
que se reproducen activamente en la fase inicial de la infección. La mayor
transmisibilidad de las cepas R5 parece estar ligado a la mayor presencia
de células de memoria que expresan receptores de tipo CCR5 y CD4+ en
las mucosas genitales. Los virus CXCR4-trópicos aparecen en estadios
finales de la infección y se hayan asociados con una mayor patogenicidad
y progresión de la enfermedad. En la célula madura el virus tiene menor
capacidad de replicación.
Las células dendríticas de origen leucocitario son células en estado
maduro y tienen la capacidad de presentar el antígeno a los linfocitos T.
Estas células se encuentran representadas en los epitelios estratificados
(vagina, cuello uterino, orofaringe, ano) por las células de Langerhans. Las
células dendríticas funcionan como centinelas y caballos de Troya que
capturan el antígeno en las mucosas y lámina propia, migran a órganos
linfoides donde maduran, procesan el antígeno e infectan linfocitos T al
fusionarse con ellos.
La unión del virión al receptor CD4 permite que el asa V3 de la
gp120 se una al correceptor y que se proyecte el péptido de fusión
localizado en una región repetitiva, en la región carboxi-terminal de la
gp41, este mecanismo lleva a la fusión de las membranas viral y celular,
por un mecanismo independiente del pH. La fusión permite la liberación
del core viral al interior del citoplasma celular (figuras 13.5 y 13.6). Una
vez el core o nucleoide en el interior del citoplasma, se libera el ARN viral
asociado a proteínas de la cápside y la transcriptasa inversa del virión
permite la síntesis de una doble cadena de ADN a partir del genoma viral.
Este proceso de síntesis de ADN se lleva a cabo de una manera mucho más
rápida en los linfocitos CD4+ que en los macrófagos, lo cual sugiere la
participación de factores celulares en el proceso. El complejo de
preintegración formado por ADN y las proteínas de matriz gag (p17) y la
proteína vpr es transportado a través de los poros nucleares al núcleo. El
ADNc puede permanecer en forma circular no integrada o ser integrado
por inserción colinear con los cromosomas celulares (figura 13.6). Gracias
a la integrasa viral, el ADN cromosómico va a ser cortado y el ADNc va a
integrarse como provirus con el genoma de la célula del hospedero. Un
factor de unión a la integrasa denominado LEDGF/p75 (por Lens
Epithelium-Derived Growth Factor) también conocido como PSIPI facilita
la integración viral.
La segunda fase del ciclo replicativo conduce a liberar partículas
virales nuevas producidas en la célula infectada. La célula activada,
identificada por la presencia de clúster de diferenciación (CD) CD25+,
CD69+ y HLADR permite la formación de nuevas partículas infecciosas.
El ADNc proviral integrado es transcrito a ARNm viral por una enzima
celular, la ARN polimerasa II. Diversos factores de transcripción celulares
como el NFκB, SP1, NFAT actúan como potenciadores que dan señales a
la maquinaria de transcripción celular y promueven la unión de la ARN
polimerasa a la caja TATA para iniciar la transcripción del ARNm. La
proteína tat promueve la elongación de los transcritos de ARN viral,
reclutando factores celulares que potencian la ARN polimerasa II. La
proteína rev es un factor de unión a ARN viral y modula el transporte de
ARNm virales desde el núcleo al citoplasma celular. La proteína rev
restringe el transporte de los ARNm con múltiples empalmes o sitios de
procesamiento (splicing alternativo), que se traducen en proteínas
reguladoras y favorece el transporte de los ARNm, con pocos o ningún
tipo de empalmes que son traducidos en proteínas estructurales. La
traducción de proteínas estructurales genera proteínas gag, pol y env. Las
proteínas env son glicosiladas en el aparato de Golgi y escindidas por
acción de proteasas celulares en dos proteínas gp120 y gp41 kda. El
genoma viral es replicado en el núcleo celular y transportado hasta las
regiones de la membrana celular en donde se reúne con otras proteínas
estructurales. Las proteínas vpu y vif intervienen en el ensamblaje de
viriones que emergen por gemación de las células infectadas. Un pequeño
motivo de la proteína Gag (p6) se une al TSG101 con el fin de ganar
acceso al sistema de secreción de proteínas asociadas a los cuerpos
multivesiculares. El nuevo VIH producido egresa de la célula mediante el
uso de las vías celulares ESCRT-I, II y III que normalmente median la
gemación de endosomas. El paso final de la replicación viral ocurre
concomitantemente o poco después del egreso de la partícula viral, es
mediado por la proteasa viral que escinde la poliproteína gal-pol para dar
lugar a las proteínas de matriz, cápside y nucleoproteína (MA, CA y NC),
con el fin de hacer la partícula infecciosa; esta etapa se denomina el
proceso de maduración y es la que permite producir viriones capaces de
infectar otras células. Durante el ensamblaje algunas proteínas propias de
la célula hospedera pueden quedar incluidas en la estructura de la partícula
viral (figura 13.6).
Respuesta inmune
La definición de infección por VIH está relacionada con una deficiencia de
la respuesta inmune, las alteraciones de la respuesta inmune están en
relación con las infecciones oportunistas que se presentan con la
progresión de la enfermedad. Adicionalmente, la inmunodeficiencia se
produce a pesar de que la respuesta específica anti-VIH por parte de
linfocitos B y T es fácilmente detectable. La respuesta humoral y celular se
dirige contra varias proteínas virales, pero son insuficientes para contener
la replicación viral.
En las mucosas, las células dendríticas, células de Langerhans y
otras células presentadoras del antígeno son fundamentales en la captura
de antígenos y en la respuesta inicial contra los patógenos. Se podría decir
que estas células son centinelas y reguladores de la respuesta inmune. La
interacción del virus con las DC puede conllevar a diferentes eventos
como infección de las DC, transporte del virus por las DC, transferencia
del virus a linfocitos T CD4+ a través de sinapsis inmunológicas o
finalmente evasión de la respuesta inmune al interior de la DC. Las DC
presentan un receptor de membrana denominado DC-SIGN, este receptor
puede transportar el virus hasta células susceptibles en los ganglios
linfáticos. Las células dendríticas o células presentadoras migran a los
ganglios linfáticos regionales en donde el virus es presentado a linfocitos T
nativos.
Las células NK tienen un papel importante en la respuesta innata
secretando citoquinas o destruyendo células infectadas por el VIH, pero
hasta el momento no es claro como las células NK promueven la lisis de
las células infectadas por VIH. Las DC activadas pueden secretar
citoquinas proinflamatorias (IL-12, IL-15, IL-18) que son estimuladoras de
la función de las células NK.
Figura 13.6. Ciclo replicativo del VIH
PR: proteasa. PN: poro nuclear. La infección comienza con la unión de la gp120 al receptor CD4 y
la participación del receptor de quimioquinas (CCR5), esto permite la fusión de las membranas viral
y celular y la entrada de la partícula viral. El denudamiento del core viral facilita la
retrotranscripción, con la formación del complejo de preintegración (PIC). Luego del transporte del
PIC a través de los poros nucleares (PN), el provirus se integra con el auspicio de factores de
crecimiento epidérmico (LEDGF) y los inhibidores de la transferencia de la integración (INST ). La
transcripción viral se hace por medio de la ARN polimerasa II y factores de transcripción y
elongación (P-TEFb), esta acción produce los diferentes ARNm que son exportados del núcleo a
través de los PN y la participación de proteínas del huésped (CRM1). El egreso de las nuevas
partículas virales producidas es mediado por proteínas celulares (ESCRT 0-III) y ALIX. La proteína
celular de membrana teherina (CD317 o BST2) inhibe la liberación. La maduración del virión
ocurre en forma concomitante o poco después de la liberación.
Desde el ganglio linfático regional las células presentadoras del
antígeno (macrófagos, monocitos y células dendríticas) presentan el VIH a
células de tipo linfocitos T nativos que luego se diferenciarán en LTh1 y
LTh2. La respuesta de tipo Th2 tiene lugar por el predominio de citoquinas
de tipo IL-4, IL-5, IL-6 e IL-10; estas citoquinas actúan para activar,
diferenciar y permitir la proliferación de linfocitos B, con la consiguiente
producción de anticuerpos neutralizantes. Los anticuerpos anti-VIH se
pueden detectar uno a tres meses después de la exposición y son de
predominio IgG1. Los anticuerpos tienen papeles diversos que incluyen,
entre otros: respuesta inmune citotóxica dependiente de anticuerpos,
citotoxicidad mediada por complemento, neutralización y respuestas
bloqueadoras o de interferencia. Los anticuerpos neutralizantes se
localizan en sitios específicos de las gp120 y gp41, una de estas regiones
es fundamental en el proceso de unión viral al receptor CD4+ y se
encuentra en el asa V3 de la gp120. Debido a que esta región de la gp120
es variable, los anticuerpos neutralizantes son específicos de cepa viral,
inicialmente tienen el potencial de bloquear al virus, pero una vez se
presentan nuevas variantes virales su actividad desaparece. Es importante
anotar, que además, muchos de los determinantes antigénicos de la
proteína de envoltura del VIH se encuentran ocultos (en parte por áreas de
glicosilación), lo que impide la acción de los anticuerpos. Los anticuerpos
bloqueadores o interferentes se unen a viriones o células infectadas y
bloquean la interacción con los anticuerpos neutralizantes. Los anticuerpos
unidos a las partículas virales pueden fijar el complemento lo que puede
ocasionar procesos de lisis viral. Por su parte, los anticuerpos
potencializadores recubren la partícula viral sin neutralizarla, facilitan el
ingreso del virus y permiten la infección de las células susceptibles. La
unión de los complejos virus-complemento favorece también el ingreso del
virus a células con receptores CR1, CR2 y CR3.
En pacientes con infección por VIH se pueden producir cantidades
anormalmente altas de anticuerpos (IgG, IgA e IgD) asociados con un
disfuncionamiento de linfocitos B, resultado de la proliferación de
linfocitos B en los ganglios linfáticos. Los pacientes también presentan
una respuesta pobre a las inmunizaciones primarias y secundarias. En
etapas finales de la infección se observa una depleción de células B por
alteración en la función de linfocitos T helper. La coinfección frecuente de
estos pacientes por el virus de Epstein Barr (EBV) y citomegalovirus,
puede ser un factor que ayude en el disfuncionamiento de linfocitos B.
La respuesta inmune celular específica incluye funciones de
linfocitos ayudadores y linfocitos T citotóxicos. La presentación antigénica
a las células LTh1, requiere la mediación de citoquinas específicas como la
IL-2, IL-12 e IFN-γ. Los LT citotóxicos pueden lisar células infectadas por
VIH o pueden bloquear la replicación viral por medio de antivirales como
Caf, quimioquinas y defensinas que suprimen la transcripción de genes
virales. Existe una buena correlación entre una buena respuesta inmune
celular mediada por LTCD8+, una carga viral baja y una lenta progresión
de la enfermedad. La fase final de progresión a SIDA se asocia con una
caída en el número de LT anti VIH. La falla funcional de los LT
citotóxicos puede ser ocasionada por disminución en la expresión de
citoquinas por los LT CD4+ infectados o por limitaciones del receptor de
LTCD8+ para reconocer todos los péptidos virales a medida que la
población viral se hace más diversa (figura 13.7).
Se puede tener como idea central que en la mayoría de personas
infectadas por el VIH, luego de la infección aguda, se produce una
replicación viral persistente y en ausencia de terapia antirretroviral, la
viremia permanece en niveles detectables durante todo el curso de la
infección. El virus o la célula infectada que marca el inicio de la infección
es genética y antigénicamente homogéneo, pero evoluciona en el
hospedero, dando lugar a variantes o subpoblaciones hasta constituir una
cuasiespecie viral. Los anticuerpos son detectables en promedio 12
semanas después de la transmisión, pero esta respuesta es muy pequeña,
tardía y estrecha, lo cual no impide la aparición de cepas resistentes. De
igual manera, la respuesta celular TCD8+ evoluciona desde la etapa inicial,
en etapas tempranas es capaz de contener la carga viral, pero a medida que
aparecen las variantes genéticas estos nuevos epítopes no son reconocidos
eficientemente por las células CD8+.
Figura 13.7. Respuesta inmune en la infección por VIH. DC: célula dendrítica
NK: célula natural killer. LTr: célula T en reposo. LTh1: célula T de linaje Th1. LTh2: célula
T de linaje Th2. LB: linfocito B. LT CD8+: linfocito T citotóxico. Para detalles ver el texto.
Algunas de las anormalidades inmunológicas que se observan en
caso de infección VIH, son:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Depleción masiva de linfocitos del sistema GALT desde las primeras semanas de infección.
Alteración en la expresión de citoquinas proinflamatorias (TNF-α, IL-1, IL-2, IL-6),
quimioquinas (CXCL-10), lipopolisacárido e IFNα.
Disminución en la función de linfocitos T citotóxicos, linfocitos B y células NK por
mecanismos que incluyen el recambio celular aumentado, activación y apoptosis,
diferenciación y respuestas de homeostasis.
Disminución de la respuesta humoral y de la respuesta linfoproliferativa a nuevos antígenos
y mitógenos.
Disminución en la expresión de proteínas del MHC II.
Destrucción y falta de regulación de los linfocitos T CD4+
Disminución en la quimiotaxis de los monocitos.
Alteración en las reacciones de hipersensibilidad retardada.
Linfopenia.
Activación policlonal de células B.
Por otro lado, la infección viral lleva a la no regulación de la función
de linfocitos T dando lugar a la inmunosupresión. En la fase avanzada de
la enfermedad, la respuesta humoral se hace mucho más ineficaz por
mutaciones en la partícula viral, que hace que los anticuerpos pierdan su
actividad neutralizante.
Patogénesis
En general se acepta que el VIH no es un agente de fácil transmisión.
Algunos reportes afirman que la tasa de transmisión es de 0,0001 a 0,0040
por contacto sexual. El riesgo de transmisión varía con respecto al tipo de
contacto sexual y el género del individuo infectado; el riesgo de
transmisión de mujer infectada a hombre no infectado alcanza valores de
uno en 700 a uno en 3.000, el riesgo de transmisión de hombre infectado a
mujer no infectada puede ser de uno en 200 a uno en 2.000, la transmisión
de hombre infectado a hombre no infectado varía de uno en 10 a uno en
1.600, mientras que la transmisión parenteral por sangre contaminada tiene
riesgo de transmisión cercano al 100%. El riesgo de transmisión por
compartir jeringas contaminadas es de uno en 150, mientras que el
accidente percutáneo con aguja que haya estado en torrente sanguíneo de
un paciente seropositivo puede ser de 1 en 200 a uno en 3.000.
La transmisión dependerá de múltiples factores y algunos estiman
que la tasa de transmisión de VIH por contacto sexual no protegido es de
0,1 a 1%, por lo que la mucosa genital tiene una eficacia de protección del
99-99,9%. El estudio de la patogénesis del VIH es complejo por cuanto la
infección se inicia en tejido cuyo acceso no es simple, las primeras
alteraciones se presentan cuando el paciente aún no tiene conocimiento del
proceso infeccioso y pueden pasar años antes que la infección muestre sus
primeras manifestaciones en el hospedero.
El VIH infecta al individuo por contacto con superficies mucosas a
nivel genital, rectal u orofaríngeo. El virus atraviesa las barreras epiteliales
y establece una pequeña población viral fundadora que encontrará
células susceptibles y permisivas. En general, las mucosas son ricas en DC
que se encargan de realizar la transcitosis, endocitosis y unión de
partículas virales a través de receptores de lectina tipo C como el DCSIGN ricos en manosa. Sin embargo las DC de la mucosa vaginal no
poseen receptores de tipo CD4+, CCR5+ o DC-SIGN y las células de la
mucosa vaginal intacta pueden ser una buena barrera para evitar la
infección (figura 13.8).
Las células dendríticas de origen leucocitario son células en estado
maduro y tienen la capacidad de presentar el antígeno a los linfocitos T.
Estas células se encuentran representadas en los epitelios estratificados
(vagina, cuello uterino, orofaringe, ano) por las células de Langerhans. En
los tejidos más superficiales se produce una expansión de la población
viral fundadora que migrará por vía linfática a ganglios regionales, donde
una nueva replicación generará nuevos virus que finalmente se
diseminarán por el conducto torácico y vía sanguínea a múltiples tejidos.
Las células dendríticas funcionan como centinelas que capturan el
antígeno y migran a órganos linfoides donde maduran, procesan el
antígeno y lo presentan a linfocitos T.
El papel del virus libre o el asociado a células permanece sin ser
resuelto, pero es claro que la carga viral de la persona infectada juega un
papel fundamental en cuanto al riesgo potencial de transmisión; en
presencia de altas cargas virales en la fuente de infección el riesgo de
transmisión es mayor. Las presencia de lesiones o soluciones de
continuidad en áreas genitales, pueden favorecer el acceso directo del virus
a las células blanco o al sistema vascular o linfático; adicionalmente, el
adelgazamiento de la capa epitelial de la mucosa vaginal mediado por la
progesterona, son elementos que favorecen la infección viral. La
coexistencia de otras enfermedades de transmisión sexual aumenta el
riesgo de transmisión a los niveles observados durante el curso de la
primoinfección.
En la mucosa rectal, las células M parecen ser las encargadas de
tomar el virus y presentarlo a los linfocitos y macrófagos subyacentes. En
la mucosa anal y rectal se encuentra un número importante de DC que
expresan receptores de tipo CD4+, CCR5+ o DC-SIGN+ y que pueden ser
el blanco directo del VIH. La mucosa oral parece no ser una vía importante
de infección en caso de relaciones orogenitales, pero si es una ruta
importante de acceso en la infección perinatal. La mucosa de las amígdalas
posee células M, células dendríticas y numerosas criptas que permiten la
presentación de antígenos en la cavidad oral a linfocitos y macrófagos.
Figura 13.8. Eventos iniciales de la infección por VIH
Las células dendríticas (DC) y las células de Langerhans funcionan como los vigías de las mucosas.
Las células DC y LC pueden infectarse o llevar el virus a linfocitos T (LT ). En los LT en reposo
(LTr) el virus permanece en formas no integradas o integradas. Los LT activados (LTa) permiten la
replicación activa del virus. La presentación antigénica a LT nativos (LTn) produce una respuesta
de LT CD8+ con función citotóxica que pueden inicialmente bloquear la infección. Los anticuerpos
producidos en fases iniciales se restringen a la cepa viral infectante. En este caso donante se refiere
al paciente infectado.
Una vez el virus infecta las primeras células tiene acceso a células de
memoria presentes en la lámina propia y que expresan CD4+ y CCR5+. A
partir de modelos de infección en primates se sugiere que en caso de la
mucosa vaginal, pocas células (linfocitos T, macrófagos y células
dendríticas) de la lámina propia se infectan en los eventos iniciales, por lo
que el proceso infeccioso iniciado en las mucosas es más lento que el
ocurrido al infectarse por vía intravenosa.
En pocos días el virus puede ser detectado en los linfocitos y
monocitos regionales para luego migrar a estructuras linfoides (ganglios y
linfáticos regionales). Los niveles de replicación en las primeras horas es
modesta, pero una vez el virus libre o asociado a células deja los ganglios
linfáticos y llega a tejido linfoide del tracto gastrointestinal, de médula
ósea, timo, áreas periarteriolares del bazo, cerebro y regiones corticales
parafoliculares de ganglios linfáticos, el virus aumenta su replicación
(figura 13.9). En las fases iniciales de la infección ocurre una replicación
masiva que produce niveles de viremia que alcanzan las 107-108 partículas
virales por mililitro de plasma. Desde fases muy tempranas el VIH causa
compromiso del sistema nervioso central, dada la ausencia de linfocitos T
CD4+ en el cerebro, las células afectadas son los macrófagos situados a lo
largo de los vasos sanguíneos y los monocitos; adicionalmente, las
citoquinas y quimioquinas proinflamatorias juegan un papel importante en
la patogénesis a nivel del sistema nervioso central.
En las fases iniciales (primeros 21 días del contacto) se produce una
profunda depleción de linfocitos T de memoria en los tejidos linfoides de
la mucosa gastrointestinal, que no se recupera a pesar de años
ininterrumpidos de terapia HAART, en contraste con lo que pasa a nivel
de sangre periférica. Los linfocitos T de memoria localizados en las
mucosas es muy grande; en modelos simianos se ha observado que en los
primeros días un 60% de los linfocitos de memoria puede encontrarse
infectado. En este mismo modelo simiano, se ha observado una gran
depleción de los linfocitos T de memoria del sistema GALT (tejido
linfoide asociado al intestino GALT por gut associated lymphoid tissue) en
etapas tempranas de la infección, sin que ocurra recuperación posterior del
número y probablemente tampoco de la función.
El curso clínico de la infección por VIH puede dar lugar a diferentes
tipos de manifestaciones, iniciando por un cuadro agudo inicial, seguido
de un periodo de latencia clínica en la que el virus continúa replicándose a
un nivel bajo y que puede ser variable y durar hasta 10 o 15 años (figura
13.10). La infección por VIH genera una respuesta inmune humoral y
celular, que mantiene la carga viral en niveles estables de 103-105 copias
(viral set point) después de 6 meses de la infección inicial. Esta fase es
denominada periodo asintomático o de latencia clínica y tiene una
duración de seis a 15 años. Entre más bajos sean los niveles de carga viral
mantenidos durante el periodo de latencia clínica, mejor es el pronóstico
para el paciente.
Figura 13.9. Patogénesis de la infección por VIH
Una vez el virus se ha diseminado a ganglios linfáticos y ha establecido tejidos reservorios de virus,
se puede diseminar a múltiples tejidos del individuo.
Figura 13.10. Comportamiento de los diferentes marcadores de infección por VIH en el curso
de la infección
+
LT-CD4 : linfocitos CD4. LT-CD8+: linfocitos CD8. Agp24: antigenemia p24.
La diversidad genética que caracteriza al VIH puede dar lugar a
variantes fenotípicas que incluyen formas que determinan el curso clínico
de la entidad. Aunque el virus es muy eficaz para la replicación en células
CD4+ y todos los aislamientos crecen en células CD4+, también tienen una
alta tasa de replicación en células de la línea macrófago monocítica. En la
fase de infección primaria predominan los virus que se replican con mayor
avidez en los macrófagos, es decir, son macrófago-trópicos, de hecho hay
una serie de síndromes asociados a la replicación de los virus en células de
tipo macrófago, como es la demencia asociada al SIDA; sin embargo, los
aislamientos de virus macrófago trópicos son genéticamente distintos,
aunque mucho más similares entre sí que aquellos con diferente tropismo
celular. Adicionalmente la diversidad genética y antigénica puede
asociarse a tejidos específicos como son los ganglios linfáticos, la sangre
periférica, el bazo, médula espinal, ganglios dorsales, pulmón o médula
ósea. Los aislamientos que se han adaptado para multiplicarse en células T
transformadas difieren de estos aislamientos primarios. Estos hallazgos
disímiles son probablemente relacionados con el comportamiento del VIH
como una cuasiespecie viral. En este sentido, los estudios de tropismo
celular han permitido detectar diferencias en el asa V3 de la gp120 que son
importantes en el tropismo celular. La proteína gp41 es primordial en la
fusión de la membrana viral y celular. Se ha propuesto que una proteína, la
CD26 (Dipeptidil peptidasa IV) presente en subpoblaciones T y células B
activadas, podría cumplir esta función. La cinética de replicación en
células de la línea mononuclear fagocítica es más lenta que en las células T
activadas, necesitando de 36-48 horas para la formación del pro virión
ADNc.
Después de la fase inicial de alta replicación, el virus entra en una
fase de replicación limitada o restringida, que mantiene la carga viral en un
nivel constante, más bajo que durante la fase aguda, (alrededor de varios
órdenes de magnitud logarítmica por debajo del pico que se presenta en la
fase aguda); este nivel de viremia estable se conoce como viral set point.
El nivel de carga viral es inversamente proporcional a la actividad
específica de linfocitos T CD8+. La población viral cambia durante el
curso de la infección; en la fase inicial se observa que desde el punto de
vista genético es más homogénea, mientras que en las fases finales la
población viral es genéticamente más heterogénea, se diversifica en los
diferentes compartimentos celulares y se generan mutantes virales
resistentes a anticuerpos neutralizantes, a linfocitos citotóxicos y a
medicamentos antivirales, en este momento el virus se mantiene en células
de larga vida que constituyen los reservorios celulares. Los linfocitos T
CD4+ decrecen con el tiempo, una de las características de la infección por
VIH es el alto recambio celular y la continua destrucción de los linfocitos
helper nativos y de memoria (figura 13.10).
El VIH no se replica eficientemente en las células CD4+ que están en
fase quiescente (99% de las poblaciones T circulantes) tan sólo expresando
niveles muy bajos de ARNm. Después del estímulo celular y la activación
de células T, hay un aumento de los ARNm reguladores y luego de los
ARNm sin splicing de proteínas estructurales. Estos hallazgos permiten
inferir que para pasar de un estado de latencia a un estado de replicación
activa, se requiere de una activación de las células T CD4+. Los factores
que influyen en la vida media del virus, son: factores virales (prototipo de
replicación, mutabilidad, tropismo celular) y los factores del huésped
(respuesta inmune específica, activación celular y efecto de quimioquinas
y citoquinas endógenas). El virus en plasma tiene una corta vida de seis
horas, mientras que es de 1,6 días en los linfocitos T activados con
infección productiva; la cantidad de viriones producidas por día alcanza las
1010 partículas. En las células en las que el virus se encuentra en reposo
como provirus, puede persistir por cinco o seis meses (figura 13.11). Las
partículas virales defectivas pueden perdurar en células de ocho a 150 días.
Los mecanismos de destrucción de células T por parte del VIH son
desconocidos. Al parecer son múltiples, complejos e incluyen factores
virológicos, inmunológicos y cofactores determinantes de enfermedad.
Factores virales asociados
con el aumento en la replicación viral
El VIH se distribuye en diferentes compartimentos: sanguíneo y linfático y
otros compartimentos (tracto genital, sistema reticuloendotelial, médula
ósea, sistema GALT, microglía del sistema nervioso central, ganglios
linfáticos, bazo, timo). Estudios genéticos muestran que existen diferentes
variantes en diferentes sitios de identificación, mostrando que existe una
compartimentalización del virus en diferentes tejidos (figura 13.11). Fuera
de este carácter anatómico se pueden dividir los reservorios de VIH como
los tejidos linfoides que proveen abundantes células blanco y permiten la
propagación intercelular eficaz y los reservorios celulares que consisten en
células de tipo linfocito T CD4+. Desde los diferentes compartimentos
pueden movilizarse virus a otras células susceptibles; la existencia de estos
compartimentos hace que la erradicación total del VIH en el hospedero,
sea una tarea prácticamente imposible.
Figura 13.11. Diferentes compartimento que albergan el VIH y sus tiempos de vida media
Existe una clara correlación entre la carga viral y la progresión
clínica. Históricamente la viremia ha tratado de ser cuantificada mediante
diferentes métodos: determinación cuantitativa de antígenos p24, cultivos
cuantitativos y, finalmente, por métodos de detección de ADN proviral o
ARN genómico. La medida del ADN viral indica la cantidad de
proviriones, es decir, la reserva viral, y no necesariamente la infección
productiva; también las mediciones de ARN pueden usarse como medida
de expresión y replicación viral. Cuando se mide en plasma, la carga viral
(ARN) es 10 a 100 veces más sensible que el cultivo. La carga viral es
primordial para conocer la respuesta terapéutica de los pacientes y para
intuir la aparición de variantes resistentes en pacientes bajo tratamiento.
El número de copias virales se expresa en forma logarítmica y se
consideran significativos los cambios mayores a 0,5 0,7 log10, es decir, de
tres a cinco veces las concentraciones iniciales. Los métodos usuales de
determinación de carga viral no permiten detectar el virus que se encuentra
como provirus o no integrado
En la fase inicial de infección aguda se observan altos niveles virales
en plasma (107-8 partículas por ml). Esta excreción es controlada en uno a
dos meses gracias a un control parcial de la respuesta inmune y el virus
pasa a una fase de disminución y estabilización del virus circulante con
replicación en el tejido linfoide. Uno de los elementos que juega un papel
importante en el curso de la enfermedad, se describe como el ajuste viral o
transmisibilidad (viral fitness). Las variantes virales con mayor éxito para
la replicación serán las que perduren en el hospedero. Este fenómeno
incluye múltiples factores entre los que se incluyen la selección inmune de
una determinada cepa viral y la eficacia a los eventos del ciclo replicativo
viral (unión, entrada, replicación y liberación de las partículas); todos estos
eventos permiten la generación de nuevos viriones. En el periodo final de
la infección y SIDA se pierde el control de replicación viral, las variantes
virales presentan una cinética de replicación más acelerada y aparecen las
variantes citopáticas (formadoras de sincicios); quizá esté
comportamiento esté relacionado con una lesión mayor en el sistema
inmune y las mutaciones virales acumuladas en el transcurso de la
enfermedad.
Factores del hospedero asociados
con la replicación viral
El factor clave en la progresión a SIDA es la depleción de células T CD4+
nativas y de memoria. Existen varios factores que pueden relacionarse con
este fenómeno, e incluyen: citopatogenicidad inducida por el virus,
eliminación de células infectadas, mecanismos homeostáticos y la
liberación de citoquinas. La expresión del receptor inhibidor KIR3DS1 y
de su ligando HLABw4 de células NK se ha asociado con una progresión
lenta de la enfermedad. El hospedero cuenta con factores que afectan la
replicación del virus que incluyen ciertos haplotipos HLA (HLAB*5701,
HLAB*5703, HLAB*5705) autoanticuerpos, mutaciones en regiones
promotoras, mutaciones en regiones que codifican para los correceptores y
aumento en la regulación de citoquinas. La mutación en el gen que
codifica para el CCR5 se asocia con resistencia natural a la infección por
VIH. La mutación denominada CCR5Δ32 puede ser a nivel de un solo
alelo (pacientes heterocigóticos) dando lugar a pacientes que tienen una
evolución más lenta de la enfermedad, mientras que la mutación en ambos
alelos (pacientes homocigóticos) da lugar a resistencia a los virus que usan
el CCR5 como correceptor. El correceptor CCR5 puede tener ligandos
como la citoquina MIP1α que tiene acción antiviral. Finalmente, otros
factores que pueden estar alterados y que sirven de factor controlador de la
replicación viral son los genes promotores de CCR2 y CCR5. A nivel
genómico, la población general presenta un número variable de copias del
gen CCL31 que codifica para MIP1α; se ha observado que los pacientes
que tienen mayor número de copias son menos susceptibles a la
enfermedad, posiblemente por saturación del correceptor CCR5 con el
ligando CCL31.
Se ha demostrado que una mayor actividad de LT CD8+ citotóxicos,
una mejor función de LT CD4+ y una mejor respuesta de anticuerpos,
modula el riesgo de transmisión viral y se postula que estos mecanismos
juegan un papel importante en los pacientes expuestos al VIH y que
persisten como seronegativos y en los progresores lentos de la enfermedad.
La respuesta de LT CD8+ citotóxicos parece ser también un factor
importante en mujeres trabajadoras sexuales seronegativas y en pacientes
progresores lentos.
Existen factores intracelulares como APOBEC3G/3F una
apolipoproteína, miembro de la familia de las citidina deaminasas, que
pueden actuar por dos mecanismos: primero, mediante la inducción de
hipermutaciones dG a dA en las copias de ADN proviral que cumplen un
papel de edición de las copias de ADN/ARN, o segundo, al unirse a la
proteína vif neutraliza su actividad. La actividad de APOBEC puede verse
en mayor grado en células en reposo más que en células activadas. Un
segundo factor de restricción celular es el TRIM5α de la familia de las
proteínas con motivos tripartitas, que se unen a la proteína de la cápside
viral alterando el denudamiento viral o la degradación de esta proteína. La
APOBEC3G/3F y el TRIM5α son considerados elementos de la respuesta
inmune innata que pueden ser manipulados para restringir los efectos
deletéreos de la infección por VIH.
Otros factores virales asociados con la patogénesis, incluyen: el
efecto tóxico con daño de la membrana celular provocado por la gp120 y
el papel de neurotoxinas atribuido a las proteínas gp41 y tat.
Adicionalmente, la proteína tat se ha implicado en la aparición del sarcoma
de Kaposi, las neoplasias asociadas al SIDA y en la regulación en la
producción de citoquinas.
La sincicios observados en la fase avanzada de la infección lleva a la
formación de agregados celulares no funcionales, su formación está
relacionada con la expresión de gp120 en la superficie de células
infectadas, que les permite la fusión con células sanas que expresan la
proteína CD4+ en su membrana. Otro mecanismo patogénico implica la
eliminación de células infectadas, el cual puede estar mediado por
mecanismos de lisis celular con mediación de anticuerpos (ADCC por
Antibody-Dependent Cell-mediated Cytotoxicity) o por efectos de lisis
mediada por linfocitos T citotóxicos. En el curso de la infección por VIH,
se puede demostrar un estímulo crónico del sistema inmune con activación
espontánea de los linfocitos B, aumento en los niveles de anticuerpos
circulantes y aumento en la liberación de citoquinas.
Linfocitos y curso de la infección
Durante el curso de la infección por VIH se pierden 3 x 107 linfocitos T
CD4+ por día, los mecanismos de la depleción de estas células no están
claramente definidos. Este efecto es mucho más claro durante la fase
aguda de la infección, antes de la aparición de la respuesta inmune
adaptativa. El mayor reservorio de linfocitos T CD4+ de memoria es el
sistema GALT, en la fase aguda de la enfermedad se ve una seria
depleción que luego presenta una mejoría parcial después de la
instauración de la terapia HAART. Los linfocitos CD4+ de pacientes
infectados muestran una reacción paradójica al estímulo antigénico, que
hace que estas células al ser estimuladas, no presenten una respuesta
proliferativa y tengan procesos que conlleven a la muerte celular
programada o apoptosis.
Los mecanismos de disfunción de las células Th no han sido
claramente esclarecidos y pueden involucrar, entre otros:
•
•
Producción inadecuada de linfocitos por el timo.
•
Restauración incompleta, aumento del recambio y senectud de la población CD4+.
Pérdida selectiva de linfocitos Th de memoria y nativos.
•
•
•
•
•
Disminución de la capacidad proliferativa de las células T CD4+.
Depleción de LTCD4+ por activación inmune crónica generalizada.
Defectos de presentación antigénica a las células de memoria.
Inducción de factores supresores o células T supresoras.
Alteración en la secreción de citoquinas que conlleva a una respuesta de predominio Th2.
La disminución en el recuento de linfocitos CD4+ está relacionado
con la tasa de replicación viral; así por ejemplo, la evolución de los
pacientes con niveles de células T CD4+ ≥ 500 células por mililitro a
estadios con niveles de CD4+ ≤ 350 células por mililitro, es de solo 2,7
años en presencia de cargas virales > 500.000 copias/ml y de 4,7 años si la
carga viral es < 1.000 copias/ml.
Los linfocitos CD8+ en fase inicial pueden contener parcialmente la
infección y disminuir la viremia. Estos linfocitos se encuentran sometidos
al mismo tipo de presión de respuesta y tienen que mutar para adaptarse a
nuevos epítopes virales. Al igual que con los anticuerpos neutralizantes, se
observan también mutantes que escapan a la respuesta CD8+,
contribuyendo a la persistencia viral. Los linfocitos CD8+ también
presentan una alta tasa de recambio y alteraciones funcionales en el curso
de la infección VIH. Los niveles de linfocitos CD8+ polifuncionales son
mayores en pacientes con progresión lenta, en este grupo de pacientes se
observa una respuesta anti-VIH vigorosa.
Finalmente, las alteraciones en la función de los macrófagos pueden
ser ocasionadas por la replicación viral o por disfunción en los linfocitos
T. Los macrófagos pueden presentar alteración para la fagocitosis de
Histoplasma capsulatum, Cryptococcus neoformans, Staphylococcus
aureus, Candida pseudotropicalis y Mycobacterium avium, lo cual explica,
en parte, el origen de las infecciones oportunistas.
Citoquinas y curso de la infección
En la fase inicial de la infección por VIH se ha encontrado una respuesta
intensa de citoquinas que ha sido descrita como tormenta de citoquinas.
En la infección por VIH se producen dos picos de citoquinas,
algunas citoquinas incrementan durante la fase aguda de la infección y
otras se mantienen aumentadas incluso en la fase crónica (tabla 13.3). En
la fase inicial hay incremento en IL-15 e IFN-α, y posteriormente de TNFα, IL-8, IL-10 y CXCL-10. Las células activadas producen citoquina
proinflamatorias como TNF-α, INFα, IL-1 e IL-6 que causan una
activación crónica del sistema inmune. En biopsias de pacientes con
infección aguda se ha encontrado una expresión aumentada de citoquinas
en el sistema GALT en comparación a individuos sanos, a medida que
aumenta la viremia se encuentra también un aumento de citoquinas
plasmáticas. Al parecer, una serie de citoquinas proinflamatorias que
incluyen TNF-α, GM-CSF, G-CSF, Mø-CSF, IL-1, IL-3, IL-6 e IL-12,
modulan la expresión del VIH in vivo y pueden colaborar con la
progresión de la enfermedad en el huésped infectado. Algunas de estas
citoquinas, como la IL-6, se encuentran elevadas hasta 16 veces los niveles
normales en el curso de la infección VIH. Las citoquinas no solo activan
células de respuesta inmune, sino que también pueden promover la
replicación viral en células infectadas. Se ha observado que los pacientes
que producen citoquinas de tipo Th1 pueden controlar la viremia.
Tabla 13.3. Efecto de algunas citoquinas en el curso de la infección por el virus VIH
Citoquina
Efecto
TNF-α o caquectina
Aumenta la replicación viral en células con infección latente. Activación inmune
IFN-α
Activación inmune crónica
IL-1
Estimula la replicación del HIV in vitro
GM-CSF
Aumenta la expresión del genoma latente
IL-3
Aumenta la expresión del genoma latente
IL-6
Aumentada en la fase aguda
IL-7
Asociada con pérdida rápida de LT CD4 y alta carga viral
IL-12
En fase inicial asociada con niveles de CD4 ≥ 350 células/ml
IL-15
Asociada con alta carga viral
CXCL10
Aumentada transitoriamente en la fase aguda
Cofactores asociados
con el aumento en la replicación viral
En ausencia de tratamiento antirretroviral, la carga viral se mantiene en
niveles estables cercanos a las 102-103 copias/ml de plasma (viral set
point) y se calcula que en un adulto infectado se producen en promedio
1010 partículas por día. En niños la dinámica de replicación es diferente,
alcanzándose niveles de 105-107 en las primeras semanas, pero
manteniéndose cercanas de 105 copias/ml de plasma los dos primeros
años, para luego descender 0,2-0,3 log/año hasta los cinco o seis años. Se
tienen evidencias que sugieren que los aumentos en la carga viral están
determinados por estímulos inmunogénicos. Se ha observado que una o
dos semanas después de la vacunación anti-influenza aumentan los niveles
de ARN viral en polimorfonucleares de sangre periférica. Otras
infecciones virales que por lo general acompañan a la infección VIH como
son HCMV, EBV, HSV 1, 2 y 6, pueden jugar un factor sinérgico para la
replicación del VIH en células que son coinfectadas por estos agentes. Este
aumento en la replicación viral puede también originarse por vacunación,
infeccin (tuberculosis) u otros estímulos inmunológicos.
Es muy difícil determinar los factores que influyen en la progresión
de la infección VIH a SIDA, al parecer son de naturaleza multifactorial e
involucran factores virales, genéticos y estímulos del medio.
Rutas de transmisión
Básicamente el VIH se transmite por contacto sexual, por sangre o
derivados sanguíneos y de la madre infectada a su hijo (figura 13.12). La
carga viral presente en las secreciones o fluidos es primordial para
determinar la eficacia de la transmisión. Utilizando métodos de
aislamiento viral se ha podido determinar que el virus tiene una carga viral
más importante en plasma y líquido cefalorraquídeo, pero el semen y las
secreciones vaginales pueden ser una fuente importante de infección; en
cuanto a células, el virus se aísla con mayor frecuencia de células
mononucleares de sangre periférica. La cantidad de virus en saliva,
lágrimas, orina y secreciones cérvico-vaginales es baja, por lo que tienen
un potencial mucho menor de ser fuente de infección que el plasma.
Una vez conocido el carácter infeccioso de la infección, los
epidemiólogos pudieron establecer las rutas de infección. En términos
generales, se puede afirmar que la trasmisión del VIH es poco eficaz. Por
lo general la transmisión ocurre fundamentalmente a través de superficies
mucosas durante la relación sexual. Los cálculos de tasa de transmisión
están basados en los estudios de seroconversión en parejas
serodiscordantes en África, los cuales estiman un riesgo de 0,0001 a 0,004
por coito. El riesgo de transmisión de mujer infectada a hombre no
infectado se calcula en 1:700 a 1:3.000, dependiendo de múltiples factores
como la carga viral y la presencia de otras lesiones concomitantes. El
riesgo de transmisión de hombre infectado a mujer no infectada se estima
en 1:200 a 1:2.000; la transmisión por felación se estima según el CDC en
0%, mientras que el estudio de San Francisco lo calcula en un 6%. La
transmisión vertical en ausencia de terapia AZT se calcula en 1:4 y en
presencia de terapia disminuye a un 10%. La transmisión durante los
primeros dos meses de la infección primaria se estima en 0,0082 por
relación sexual; riesgo muy superior al observado durante la fase
asintomática. Los pacientes masculinos circuncidados tienen un riesgo
menor de transmisión, por lo que se especula que las células presentes en
el prepucio (DC, LC, macrófagos y LT-CD4) pueden favorecer la
trasmisión.
Figura 13.12. Transmisión de la infección por VIH
Los modos de transmisión del VIH han sido esclarecidos en el curso
de la pandemia. Fundamentalmente la forma de transmisión ha sido el
contacto sexual homo o heterosexual. Hoy en día se considera que el 80%
de los casos nuevos de infección, ocurren por transmisión heterosexual, la
transmisión heterosexual es la forma predominante en el mundo, aunque
en EE.UU. predomina la transmisión homosexual. Un solo contacto con
una persona con carga viral elevada puede ser suficiente para transmitir la
infección, pero el riesgo dependerá del tipo de contacto sexual y de la
carga viral de la fuente; en todo caso el compañero sexual “pasivo” tendrá
un riesgo mayor de infección. En el caso de usuarios de drogas
endovenosas, el compartir agujas constituye un riesgo importante, siendo
el riesgo proporcional a la frecuencia de exposición y al grado de viremia
de los contactos. Las transfusiones sanguíneas o la exposición a productos
sanguíneos constituyen un riesgo potencial de infección, la transfusión de
una unidad (500 ml) de sangre contaminada en un 95% de casos infecta al
paciente transfundido, si bien el riesgo se ha disminuido sensiblemente
desde la implementación de pruebas serológicas en los bancos de sangre,
actualmente existe un riesgo potencial de una infección por cada 3-5
millones de unidades transfundidas, riesgo variable según los bancos de
sangre estudiados. El riesgo de transmisión percutánea por agujas
contaminadas se estima en 1:200 y se disminuye a 1:10.000 al administrar
terapia profiláctica; por su parte, el riesgo en personas que comparten
jeringas es de 1:150.
La fisiopatología puede ser diferente de acuerdo con el modo de
contaminación, si es a través de mucosas (oral, genital o anal) o por vía
intravenosa (transfusión, toxicomanía o exposición ocupacional). En el
segundo caso, se efectúa un cortocircuito de las barreras de defensa
presentes en las mucosas. La respuesta inmune dependerá de factores
virales (virulencia, carga viral) y de factores del huésped (naturaleza HLA,
infecciones genitales concomitantes, déficit inmunitario y presencia de
otras infecciones virales).
En caso de exposición mucosa, el paciente se enfrenta a una
cuasiespecie viral; al atravesar la barrera mucosa, son seleccionadas las
cepas R5 y las células con receptores CD4+ y CCR5+ que son las que van
a infectar de forma intercelular a los linfocitos CD4 durante los dos
primeros días y posteriormente migran a los ganglios linfáticos regionales
que drenan el territorio mucoso respectivo. Hacia el tercer día, la infección
ya se ha extendido a los linfocitos CD4 activados, los cuales alcanzan la
circulación sanguínea y permiten la diseminación a gran escala (bazo,
tejido linfoide asociado al aparato digestivo, cerebro y ganglios linfáticos).
Epidemiología
El primer indicio epidemiológico de la infección por VIH fue el reporte de
un número inusual de casos de neumonía causada por Pneumocystis
jirovecii y de sarcoma de Kaposi en población homosexual de Nueva
York, Los Ángeles y San Francisco. La población que se encontró
inicialmente como grupo de alto riesgo a la infección por VIH
correspondía a individuos homosexuales, bisexuales, contactos
heterosexuales de individuos bisexuales, drogadictos, en especial los que
se inoculaban por vía endovenosa, prostitutas, hijos de madres VIH
positivas y hemofílicos. En los primeros años la prevalencia de la
infección era baja en aquellos que no tenían los factores de riesgo, pero a
medida que la infección se ha hecho endémica, existe incremento
importante de casos de transmisión por contacto heterosexual. La infección
de la mujer embarazada y del recién nacido constituye una condición
importante desde el punto de vista epidemiológico por el impacto que tiene
en la prevalencia, incidencia y mortalidad asociadas a la infección.
Según estimaciones de la OMS se calcula que cada día se infectan
6.800 personas y fallecen de SIDA unas 5.700 por problemas ligados al
acceso inadecuado de los servicios de salud o falta de programas integrales
de prevención y tratamiento. Según las estadísticas de la OMS, el número
de casos de infección en el mundo tiende a estabilizarse, pero se considera
que para 2011, cerca de 34 millones de personas (rango 31,4 a 35,9) se
encontraban infectadas por el virus, de los cuales 2,1 (rango 1,2 a 2,9)
millones corresponden a niños menores de 15 años. Esta población menor
de 15 años contribuye ampliamente con los nuevos casos de infección,
pero estos casos podrían ser prevenidos puesto que en su mayoría ocurren
por transmisión in-utero durante el parto o la lactancia. La transmisión
heterosexual es la forma predominante de infección y responsable del 85%
de las nuevas infecciones que ocurren en el mundo. La transmisión vertical
madre-hijo es aún una causa importante de infección y responsable de un
buen porcentaje de los 1.000 niños que se infectan cada día en el mundo y
de los dos millones de niños que conviven actualmente con el virus, siendo
el continente africano el área geográfica más impactada (figura 13.13).
Según reporte de ONUSIDA, en Colombia la infección por VIH
sigue predominando en el grupo de hombres que tienen sexo con hombres.
Se estima que el riesgo de paso del virus es mayor de un varón infectado a
una mujer no infectada que en sentido contrario. En comparación con otras
enfermedades sexualmente transmitidas como la gonorrea, el VIH es
relativamente poco infeccioso. Se calculó, a partir de estudios en parejas
de hemofílicos americanos, que el riesgo de infección por contacto sexual
con una persona seropositiva es inferior a 0,5%, mientras que alcanza
cifras mayores al 8,6% en contactos con prostitutas en África. Una idea de
la magnitud de la epidemia se puede obtener de los datos estimados que
presenta el reporte anual de la OMS (tablas 13.4 y 13.5).
La tasa de infección en la población de Europa occidental y de los
Estados Unidos es inferior a 1%; en algunos países de África esta tasa
puede ser 20 o 40 veces superior. En América Latina y del Caribe se
estima que el número de seropositivos puede llegar a más de dos millones.
Figura 13.13. Número estimado de personas infectadas por VIH para el año 2009. Fuente de
datos ONUSIDA
Tabla 13.4. Epidemiología de la infección por VIH según reportes de la OMS en 2009
Cifra
estimada
Condición
2.500.000 Nuevos casos de infección VIH estimados para el año 2011
1.370.000 Nuevos casos en el mundo de tuberculosis en pacientes infectados por VIH para 2008
2.000.000 Número estimado de personas que fallecen de SIDA o entidades relacionadas a nivel mundial 2008
5.250.000 Personas que tienen acceso a antirretrovirales en países con ingresos bajos o medios 2009
36%
67-70%
Número de personas con VIH que tienen recuentos de LTCD4+ menores a 300 células/mm3 en países con
ingresos bajos o medios. Cobertura mundial de tratamiento 52%
Personas que viven en países de África Subsahariana del total de infectados por VIH
1.800.000 Niños conviviendo con el VIH en países de África Subsahariana
26%
Porcentaje de mujeres embarazadas que han hecho la prueba de diagnóstico preventivo para el VIH en países
con ingresos bajos o medios
53%
Número de mujeres embarazadas con VIH que tomaron terapia antirretroviral para evitar la transmisión
vertical
3.900.000 Personas con VIH tomando terapia antirretroviral en África Subsahariana
34.000.000 Personas infectadas por el VIH a nivel mundial en 2011. Rango entre 31,4 y 35,9 millones
30.000.000 Personas infectadas por el VIH en países con ingresos bajos o medios 2008
1.000
Número de nuevos casos diarios de infección VIH en niños < de 15 años
6.200
Número de nuevos casos diarios de infección VIH en > de 15 años
2.100.000
Niños infectados con VIH a escala mundial
Tabla 13.5. Reporte de casos nuevos de infección por VIH/SIDA en Colombia
Casos
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
ND
ND
ND
ND
ND
3.976
4.312
4.644
4.512
8.094
7.412
Fuente: I.Q.E.N. Datos actualizados en diciembre de 2010. ND: no hay datos en I.Q.E.N. para este
periodo.
En América Latina la prevalencia es de 0,5-0,6%, mientras que en el
Caribe alcanza el 1%. La distribución de casos a escala mundial es
heterogénea, como se observa en la figura 13.13.
En Colombia existe un elevado subregistro de casos, los esfuerzos de
los últimos años han mejorado el reporte de casos nuevos; se calcula que la
incidencia de infección por VIH es de cinco a seis casos nuevos por 100
mil habitantes, sin embargo, el registro de nuevos casos varía según la
entidad territorial y un 63% de los casos reportados proviene de Bogotá
D.C., Valle del Cauca y Antioquia. La mayoría de casos notificados
corresponden al grupo de edad entre 25-39 años y un 72% son hombres.
La tasa de mortalidad por SIDA en Colombia se sitúa en 8,5 casos por cien
mil habitantes, es mayor en hombres que en mujeres (1.891 frenta a 538
casos reportados en 2004). Se calcula que 160.000 personas conviven con
el VIH en el país (rango 100.000-320.000).
El SIDA es más frecuente en los países pobres y además contribuye
al empobrecimiento de estos países. Cada 18 segundos en el mundo una
persona es infectada por el VIH. El riesgo de contraer una infección VIH
por recibir un producto de un donante en periodo de ventana inmunológica
es bajo y se calcula de 1:100.000 a 1:1.000.000 unidades de sangre
transfundida, debido a los falsos negativos de las pruebas de tamizaje en
esta fase. El riesgo pos transfusional ha disminuido con la optimización de
las pruebas utilizadas en bancos de sangre, se estima que este aún persiste
y es de 1:500.000 unidades transfundidas (IC95 1:202.000 a 1:2.778.000).
El riesgo ocupacional por inoculación percutánea depende de la seriedad
del accidente y de la carga viral del paciente infectado, pero se encuentra
cercano a 3:1.000, este riesgo se minimiza aún más con el uso de terapia
antiviral postexposición. En ausencia de contacto directo, los trabajadores
de la salud no se encuentran en riesgo de infección por VIH.
Curso clínico
La infección por VIH es esencialmente una infección de las células
involucradas en la respuesta inmune, las infecciones oportunistas
asociadas corresponden al deterioro inmune. El curso clínico de la
infección por VIH puede dividirse para su estudio en tres estadios: primero
la infección primaria o aguda, segundo la infección crónica o
asintomática y finalmente la infección avanzada o SIDA (figura 13.14).
La duración de estas diferentes fases es variable y está influenciada por la
terapia antirretroviral.
La infección aguda o primaria
La infección aguda se presenta de dos a seis semanas después de la
exposición al VIH. Las manifestaciones clínicas de infección aguda por el
VIH se presentan en un 50 a 70% de los individuos infectados, son
inespecíficas y autolimitadas, por lo cual, o el paciente no consulta o el
diagnóstico clínico no es evidente. El 90% de las infecciones agudas son
poco sintomáticas y en un 15% el cuadro puede ser suficientemente grave
como para ameritar hospitalización.
Figura 13.14. Curso clínico de la infección por VIH. Los tiempos señalados corresponden
desde el inicio del periodo infeccioso
El cuadro clínico agudo corresponde a los eventos virológicos,
inmunológicos y biológicos que suceden luego de la primera exposición al
VIH. Por lo general la infección primaria se presenta como un síndrome
mononucleósico con la triada clásica de fiebre, faringitis y linfadenopatía.
Otras manifestaciones pueden ser artralgias, astenia, mialgias, malestar,
vómito, diarrea, pérdida de peso, exantemas maculopapular no pruriginoso
y cefaleas. El exantema cutáneo atribuido al VIH sólo se observa en un
30% de los casos. También pueden presentarse úlceras mucocutáneas y
meningitis o meningoencefalitis asépticas. Estos síntomas persisten
durante tres o cuatro semanas, la persistencia por más de ocho a 12
semanas predice una inmunosupresión más grave y una progresión rápida
de la enfermedad. Se han descrito en algunos casos cuadros de síndrome
de Guillain-Barré, polimiopatía, miocarditis o miopericarditis, retención
urinaria neurogénica, mielitis y neuritis periférica. Otras entidades que se
han asociado con la infección en fase aguda, incluyen el eritema
multiforme, la alveolitis linfocitaria, la colangitis esclerosante y la gastritis
flegmonosa. El diagnóstico diferencial de la infección aguda incluye:
mononucleosis infecciosa por EBV o CMV, toxoplasmosis, hepatitis,
rubéola, sífilis secundaria, infección gonocócica y herpes simple primario.
El diagnóstico en fase de infección primaria es ideal para el bienestar del
paciente, ya que se le puede ofrecer una terapia en la fase aguda y
aconsejar para minimizar el riesgo de infección a sus contactos íntimos. La
infección primaria por VIH debe ser considerada en cualquier individuo
sexualmente activo que presenta cuadro febril con faringitis, adenopatías,
fatiga y pérdida de peso (hasta 10 kilos). Las primoinfección es limitada y
benigna, pero existen formas brutales que puede llevar a la muerte en
algunas semanas.
En los casos de primoinfección, el riesgo de transmisión es muy alto
ya que la carga viral es elevada tanto en sangre periférica como a nivel
genital; de hecho, se calcula que un 56-92% de las transmisiones se
realizan durante el curso de la primoinfección. Por esta razón, la detección
de casos de primo-infección controla la expansión de la infección y
permite instaurar tratamientos precoces.
Diagnóstico en casos de infección aguda
Durante la fase aguda de la enfermedad el paciente presenta linfopenia,
disminución en la tasa de linfocitos T CD4+, aumento en los linfocitos T
CD8+ circulantes y trombocitosis. Pueden aparecer niveles altos de
aspartato amino transferasa (AST) y fosfatasa alcalina, sin que se detecte
un claro compromiso hepático. La seroconversión se inicia en promedio 25
días después del cuadro clínico agudo, los anticuerpos pueden ser
detectados de seis a 12 semanas de la infección y todos los pacientes
pueden haber seroconvertido seis meses después la infección. El
diagnóstico en casos de primoinfección después de la primera semana se
basa en la presencia de ARN viral en el plasma (106 a 108 copias por ml)
y en forma más tardía (dos a tres semanas) por la presencia del antígeno
p24. Los marcadores virales de tipo serológico son más tardíos, aparecen
luego de tres semanas para la prueba Elisa y cuatro semanas para las
pruebas de western blot. Este periodo se denomina ventana serológica o
inmunológica y se determina por el tiempo necesario para que se
desarrolle la respuesta inmune específica. Las respuestas humoral y celular
intervienen en el control de la infección, siendo la respuesta de tipo celular
la que juega el papel fundamental.
Infección crónica asintomática
Después del periodo de fase aguda, el paciente entra en una fase
asintomática, a veces mal denominada latencia clínica, en la que la carga
viral se mantiene en un punto de equilibrio. Durante la fase crónica, el
paciente puede referir fatiga y linfadenopatías. El virus después de una
fase de replicación inicial, puede constituir reservorios en células linfoides.
De los reservorios iniciales el virus es continuamente eliminado y pasa
como forma libre al plasma o asociado a células inmunocompetentes, la
terapia antirretroviral ejerce una presión de selección sobre las poblaciones
virales (figura 13.15).
Más del 90% de las partículas de VIH proviene de los linfocitos T
+
CD4 y tienen una vida media de 1.1 días; los macrófagos y células
dendríticas contribuyen con un bajo porcentaje de este virus libre. Un
porcentaje de virus libre también proviene de células que tienen vida
media más prolongada y donde el virus puede tener vida media de 8,5 a
145 días. La terapia antirretroviral actuará como virostático, bloqueando
esta producción viral, aunque no tendrá efecto sobre sitios en los que el
virus permanece preintegrado, integrado al genoma celular, o que por su
localización tienen poco acceso a los antirretrovirales como el cerebro. Los
sitios de difícil acceso al sistema de regulación inmune se convierten en
santuarios de replicación no detectables ni accesibles. El bloqueo total de
la producción de virus proveniente de los compartimentos en donde hay
células de larga vida puede demandar de tres a cinco años de terapia
HAART, aunque cálculos matemáticos estiman que para la total
eliminación de virus (dado el tamaño de la población de células
permisivas), se pueden necesitar en ausencia de resistencia antiviral, más
de 60 años de terapia (figura 13.15).
Figura 13.15. Compartimentos desde los que se hace el recambio y circulación del VIH
LT: linfocito T. LTr: linfocito T en reposo. DC: célula dendrítica, Ma: macrófago.
Algunos autores diseñaron métodos para cuantificar la seriedad de la
sintomatología dando valores arbitrarios a las manifestaciones, mediante
este método se mostró que los pacientes con cuadros más graves tienen
una mayor probabilidad de una más rápida progresión hacia el SIDA y la
muerte. Posteriormente se comprobó que la carga viral presente durante el
denominado viral set point predice el curso clínico de la infección; de esta
manera, las cargas virales bajas (cercanas a 12.000 copias) se relacionan
con estados de progresión lenta de la enfermedad, mientras que las cargas
virales altas (mayores de 60.000 copias) se asocian con rápida progresión a
SIDA. Los pacientes que presenten niveles plasmáticos superiores a 105
copias/ml tendrán una menor sobrevida a cinco años, en cambio aquellos
que presenten viremias bajas, del orden de 4.000 copias de ARN,
presentarán sobrevidas mayores.
El virus queda en latencia clínica o fase asintomática por un
periodo de tiempo variable, dependiendo de múltiples factores asociados al
huésped y al virus. Los pacientes que presentan un rápido deterioro del
sistema inmune se denominan progresores rápidos y corresponden al 5%
de los pacientes infectados. Los pacientes que aun después de 10 o más
años no deterioren su sistema inmune y se mantengan asintomáticos, son
denominados los progresores lentos.
La evolución de la infección o el estadio en el que se encuentre el
paciente se establecerá por el número de copias de ARN presentes en el
plasma y los niveles de linfocitos T CD4+; esta consideración es una
orientación epidemiológica y no una guía de diagnóstico clínico. Existen
sistemas de clasificación establecidos por la OMS y por el Centro de
Control de Enfermedades de los EE.UU. (CDC por Centers for Diseases
Control and Prevention) para el reporte de casos. En el cuadro 13.1 se
observan las condiciones que definen el SIDA en el adulto.
Características que se han observado en el grupo de progresores
lentos:
•
•
•
Pacientes infectados por más de 10 años.
Los pacientes mantienen bajas cargas virales (grupo élite ≤ 50 copias/ml)
•
Los niveles de linfocitos T CD4+ anti HIV son funcionales.
Mantienen una respuesta innata anti-VIH fuerte.
•
•
•
Los niveles de linfocitos T CD4+ son normales o estables.
Mantienen una respuesta de linfocitos T CD8+ anti-VIH fuerte y polifuncional
Son portadores de perfiles HLA específicos:
•
Mutación de CCR5Δ32 (15% heterocigotos, 1-2% homocigotos).
•
Mutaciones en CCR2 y SDF-1 (Stroma Derived Factor 1).
•
Presencia de HLA-B27, HLA-B57, HLA-A14/CW8, HLA-B51 y HLA-A25, HLA
Bδ5701, HLA Bδ5703, HLA Bδ2705. Los heterocigotos para CCR5Δ32 hacen
progresión lenta.
En contraposición con lo expresado anteriormente, la presencia de
marcadores HLA de tipo: HLAB35, HLAA29 y HLACw4 se relaciona con
progresión rápida de la infección.
SIDA
La tercera fase de la infección por VIH es el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida o SIDA. En esta fase el paciente no puede
controlar las infecciones por microorganismos oportunistas o algunas
formas de cáncer que en pocas oportunidades causan enfermedad en
individuos inmunocompetentes. El diagnóstico de SIDA ha cambiado con
el tiempo desde la aparición de la epidemia, los primeros criterios
utilizaban como único estándar de oro el aislamiento viral, posteriormente
el desarrollo de las pruebas serológicas, la caracterización de las
subpoblaciones de linfocitos CD4+/CD8+ y la determinación de la carga
viral, han contribuido en forma significativa a establecer criterios de
gravedad de la infección. En 2008 el CDC definió las condiciones clínicas
y los hallazgos de laboratorio asociados a SIDA en adultos y adolescentes
(cuadros 13.1 y 13.2).
CUADRO 13.1. CONDICIONES QUE DEFINEN
SIDA EN ADULTOS
Dentro de los cuadros clínicos e infecciones oportunistas que se asocian al síndrome, se
encuentran:
Síndrome de caquexia ligado al SIDA.
•
Candidiasis esofágica, bronquial, traqueal o pulmonar.
•
Cáncer invasivo de cuello uterino.
•
Coccidiodomicosis diseminada o extrapulmonar.
•
Criptococosis extrapulmonar (en especial SNC).
•
Criptococosis intestinal superior a un mes.
•
Enfermedad de inclusión citomegálica (hígado, bazo, ganglios, retina, pulmón).
•
Retinitis asociada a citomegalovirus.
•
Encefalopatía asociada al VIH.
•
Herpes simple, causante de una úlcera crónica superior a un mes, bronquitis, neumonía o esofagitis.
•
Histoplasmosis diseminada o extrapulmonar.
•
Infección por Isospora belli con diarrea de más de un mes de evolución.
•
Infecciones bacterianas múltiples o recurrentes.
•
Isosporiasis
•
Linfoma del SNC primario.
•
Linfoma de Burkitt.
•
Leucoencefalopatía multifocal progresiva.
•
Enfermedad diseminada por Mycobacterium tuberculosis o atípico (avium o kansasii).
•
Sarcoma de Kaposi.
•
Neumonía diseminada por Pneumocystis jiroveci.
•
Neumonías recurrentes.
•
Septicemia recurrente por Salmonella sp.
•
Toxoplasmosis cerebral.
•
Las clasificaciones de la OMS y del CDC requieren de criterios de
confirmación por pruebas de laboratorio (tabla 13.6). El reconocimiento de
los estadios de la infección se hace según criterios de recuento de
linfocitos T CD4+ y carga viral en los pacientes infectados. Los estadios
clínicos del SIDA sugeridos por la OMS se realizan con base en
condiciones clínicas precisas que han definido criterios de expertos (tabla
13.7 y cuadros 13.1 y 13.2).
Efectos del VIH en diferentes órganos
Dado que el VIH infecta células linfoides, estas pueden desplazarse a
varios tejidos y causar alteraciones que se asocian al medio que tienen los
linfocitos.
Órganos linfoides
La acción de los nódulos linfoides es filtrar los agentes infecciosos
invasores en los centros germinativos, por medio de la red de células
foliculares dendríticas que se interdigitan rodeando los linfocitos. Una de
las condiciones descritas durante la infección VIH es la linfadenopatía
generalizada persistente. Esta condición consiste en la aparición de
ganglios linfáticos blandos de un centímetro de diámetro presentes en al
menos dos sitios extrainguinales no contiguos y que perduran por más de
tres meses. Durante el curso de la infección los ganglios linfáticos van
teniendo una serie de cambios y contienen muchas más células infectadas
por VIH de lo que se puede detectar en la periferia.
CUADRO 13.2. CATEGORÍAS QUE DEFINEN LA
INFECCIÓN POR VIH EN NIÑOS
CATEGORÍA N
Pacientes no sintomáticos
Pacientes sin signos o síntomas considerados que sean el resultado de la infección por VIH o
que solo cuentan con una condición listada en la categoría A.
CATEGORÍA A
Pacientes levemente sintomáticos
Pacientes con dos o más condiciones listadas a continuación, pero que no cuentan con
ninguna condición listada en las categorías B o C.
Linfadenopatías de más de 0,5 cm en dos o más sitios. Los ganglios bilaterales en un solo sitio anatómico
•
•
•
•
•
•
(p. ej., cuello) no cuentan.
Hepatomegalia.
Esplenomegalia.
Dermatitis.
Parotiditis.
Infecciones recurrentes o persistentes del tracto respiratorio alto, otitis o sinusitis.
CATEGORÍA B
Pacientes moderadamente sintomáticos
Pacientes con dos o más condiciones listadas a continuación, pero que no cuentan con
ninguna condición listada en la categorías C.
Anemia (< 8g/dl), neutropenia (< 1.000/mm3) o trombocitopenia (< 100.000/mm3) que persista por más
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
de 30 días.
Meningitis bacteriana, neumonía o sepsis.
Candidiasis orofaríngea por más de dos meses en niños mayores de seis meses.
Cardiomiopatía.
Infección por CMV que aparece después del primer mes.
Diarrea recurrente o crónica.
Hepatitis.
Estomatitis recurrente por HSV (más de dos episodios en un año).
Esofagitis, bronquitis o neumonía por HSV que se inicia después del primer año de vida.
Dos o más episodios de herpes zona o lesiones en más de una dermatoma.
Leiomiosarcoma.
Neumonitis intersticial linfocítica (NIL) o hiperplasia pulmonar linfoide.
Nefropatía.
Nocardiosis pulmonar.
Fiebre persistente (más de un mes).
Toxoplasmosis que aparece después del primer mes.
Varicela diseminada.
CATEGORÍA C
Pacientes severamente sintomáticos
Pacientes con cualquier condición listada en el reporte de vigilancia de 1987 a excepción de
la NIL.
Infecciones recurrentes graves múltiples (septicemia, meningitis, neumonía, abscesos de órgano interno,
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
infecciones osteoarticulares).
Candidiasis esofágica o pulmonar.
Coccidiodomicosis diseminada.
Criptococosis extrapulmonar.
Enfermedad por citomegalovirus que se inicia antes del primer mes.
Retinitis por CMV con pérdida de la visión.
Encefalopatía en ausencia de otra causa distinta al VIH.
Infección mucocutánea por HSV por más de un mes de evolución o infección que afecte esófago,
bronquios o pulmón
Histoplasmosis diseminada.
Sarcoma de Kaposi.
Linfoma primario del sistema nervioso central.
Linfomas de Burkitt, de células grandes o inmunoblastos.
Infección por M. tuberculosis diseminada.
Infección por M. no tuberculosis diseminada.
Neumonía por Pneumocystis jiroveci .
Leucoencefalopatía multifocal progresiva.
Toxoplasmosis cerebral que se inicia después del primer mes.
Síndrome de emaciación en ausencia de otra patología diferente a la infección por VIH.
Tabla 13.6. Comparación de los estadios de la infección VIH, según criterios de OMS y CDC
Categorías clínicas
Recuento de LT CD4+
Sistema de la OMS
Sistema del CDC
U otro factor CDC % LT CD4+
> 500/mm3
Estadio 1. Infección VIH
Estadio 1. Infección VIH
≥ 29%
350-499/mm3
200-349/mm3
Estadio 2. Infección VIH
Estadio 3. Infección VIH avanzada
Estadio 2. Infección VIH
14-28%
< 200/mm3
Estadio 4. SIDA
Estadio 3. SIDA
< 14%
Tabla 13.7. Alteraciones de ganglios linfáticos en diferentes estadios de la infección por VIH
Etapa de la infección VIH
Células CD4+
Ganglios linfáticos
Temprana
> 500/mm3
Centros germinativos de ganglios intactos. Proliferación de células
inmunes activadas
Estado asintomático
200-499/mm3
Deterioro de ganglios linfáticos. Disminuye la eficiencia de las células
dendríticas foliculares
Tardía
< 200/mm3
Pérdida total de la arquitectura del nódulo linfoide. Disolución de la red
de células foliculares dendríticas
Sistema nervioso central
El sistema nervioso central puede verse afectado en la tercera parte de los
pacientes infectados por VIH en fase terminal SIDA. Muy temprano, en el
curso de la infección, el virus ingresa al sistema nervioso en forma libre o
asociado a células de tipo monocito o linfocito. El cuadro clínico asociado
puede ser el de una encefalitis subaguda o el cuadro de demencia;
adicionalmente, los patógenos oportunistas como el criptococo o
citomegalovirus también pueden causar daño del sistema nervioso. Otras
patologías relacionadas que contribuyen a los síntomas neurológicos en
pacientes infectados, son los cuadros de linfomas del sistema nervioso
central en estados serios de inmunosupresión. Los virus aislados en el
cerebro de pacientes infectados son neurotropos y macrófago-trópicos y
difieren de los aislamientos obtenidos de sangre periférica. El daño
causado por el VIH no está completamente esclarecido; en modelos
animales se observa una replicación activa del virus en células gliales,
astrocitos, microglía y endotelios vasculares. El daño del virus puede ser
causado por la liberación de virones o ciertas proteínas virales (gp 120,
gp41, rev y tat) y la producción de citoquinas pueden bloquear la
producción de neurotransmisores.
Sistema gastrointestinal
Ya se señaló que desde muy temprano en el curso de la infección por VIH
hay una depleción de linfocitos T de memoria presentes en la submucosa
gastrointestinal. En la fase terminal es frecuente la presencia de diarreas
crónicas, fenómenos de malabsorción y pérdida de peso; todas estas
manifestaciones es posible que se deban a:
1.
2.
3.
4.
Al efecto de otros patógenos oportunistas como el citomegalovirus o el virus herpes simple.
A la replicación viral.
A efectos tóxicos por la liberación de proteínas virales.
A una causa indirecta de las citoquinas liberadas.
Tal como se observa en el sistema nervioso central, en el tracto
gastrointestinal los macrófagos tisulares son las principales células blanco
de replicación.
Otros órganos
En caso de infección por VIH, el virus se puede aislar del pulmón en casos
de neumonía, del corazón en casos de cardiomiopatía, de los riñones en
casos de daño renal y del líquido sinovial en pacientes con artritis, sin
embargo, el papel jugado por el virus en estos órganos no es muy claro. El
pulmón puede ser blanco de ciertos patógenos oportunistas como el
Pneumocystis jiroveci, Mycobacterium tuberculosis y Mycobacterium
avium. Los efectos tóxicos de la gp120 explicarían el daño pulmonar y
ciertas anomalías electrofisiológicas a nivel cardiaco. El daño endotelial
justificaría algunas alteraciones en los túbulos renales.
Carcinomas asociados a SIDA
El 40% de los pacientes infectados por el VIH presentan algún tipo de
neoplasia. El mecanismo de oncogénesis es diferente de otros retrovirus y
parece estar ligado a la desregulación del sistema inmune, ausencia de
vigilancia de virus oncogénicos o de las células transformadas, niveles
elevados de citoquinas y generación de procesos de angiogénesis. Los
tumores en general tienen un curso más agresivo durante la infección por
VIH. Los tumores asociados con SIDA son el sarcoma de Kaposi, los
linfomas no Hodgkin y el cáncer de cuello uterino. Algunos tumores de
esófago, estómago, riñón, cerebro, melanoma y otros cánceres de la piel
como el mieloma, y carcinoma testicular, se han observado con mayor
frecuencia en pacientes infectados por VIH.
Manifestaciones clínicas en el niño
Las manifestaciones clínicas en niños infectados por VIH pueden no
aparecer en los primeros meses de vida. Los primeros signos o síntomas se
manifiestan al primer año de vida. En términos generales, los pacientes
que se infectan in útero se comportan como progresores rápidos, mientras
aquellos infectados en periodo perinatal se consideran progresores lentos.
Tan solo un 2% de los pacientes infectados en el periodo perinatal se
consideran no progresores a largo plazo y son pacientes que pueden no
tener manifestaciones clínicas ni inmunológicas hasta por 10 años. El
curso de la infección es más rápido que en los adultos y existen síndromes
que no se presentan en niños pero que son frecuentes en adultos y
viceversa. El curso clínico en el neonato es distinto al del adulto por
múltiples factores presentes en el niño que difieren de los que se
encuentran en el adulto: inmadurez del sistema inmune, timo más
funcional y mayor fuente de LT CD4+, células del sistema nervioso menos
mielinizadas, etc. La infección por VIH puede presentarse con signos y
síntomas en el primer año de vida (15-20% de los casos) o ser de
progresión lenta, similar a la que se presenta en adultos (80-85% de los
casos). Los factores asociados a la rápida progresión están relacionados
con el mayor inóculo viral, la infección más temprana, la respuesta inmune
menos eficaz, la adquisición de mutantes que escapan a la vigilancia
inmune o quizá a una mezcla de todos estos factores. Los criterios de
inmunosupresión basados en los niveles de linfocitos CD4+ (células/ml) o
por porcentaje de linfocitos CD4+ cambian con la edad; el recuento de
linfocitos CD4+ considerado normal en un adulto puede ser considerado
muy bajo en un niño menor de un año, como se indica en la tabla 13.8. La
mortalidad antes de la época de terapia ART alcanzaba un 10-15% en los
primeros cuatro años de vida y la mayoría de decesos se producían en los
primeros 18 meses. Por lo general la mayoría de niños sobrevive por más
de cinco años.
Las categorías clínicas en la población pediátrica definen la
progresión de la enfermedad. Se define como categoría N a los pacientes
asintomáticos, categoría A, los pacientes con síntomas ligeros, categoría
B a los pacientes con síntomas moderados y categoría C a los pacientes
con síntomas graves (cuadro 13.2).
Los pacientes pediátricos pueden tener infecciones recurrentes
severas por agentes patógenos bacterianos comunes como Streptococcus
pneumoniae, Haemophilus influenzae tipo b, Staphylococcus aureus,
Salmonella sp. La vacunación de la población pediátrica y de pacientes
infectados por el VIH contra Streptococcus pneumoniae, Haemophilus
influenzae disminuye la incidencia de estas infecciones en los pacientes
infectados por VIH, pero no elimina el riesgo. Los virus respiratorios
propios de la infancia (virus respiratorio sincicial, virus parainfluenza,
virus influenza y adenovirus) pueden observarse en pacientes con
infección por VIH con una seriedad inusual. Los virus de la familia
Herpesviridae (HSV, VZV, CMV) también son causantes de graves
patologías en pacientes infectados por el VIH.
Los niños mayores con niveles más bajos de linfocitos T CD4+,
presentan patologías más graves como candidiasis esofágica, otitis media
recurrente, diarrea crónica, cardiomiopatía, encefalopatía o enfermedades
malignas. En este grupo de pacientes son también frecuentes las
alteraciones en el desarrollo sicomotor y en el desarrollo pondoestatural,
así como el bajo rendimiento escolar.
Diagnóstico de la infección por VIH
El objetivo de todas las pruebas diagnósticas es confirmar la infección por
VIH lo más temprano posible y con la mayor seguridad para disminuir el
tiempo de ventana diagnóstica. Se denomina ventana diagnóstica al
tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de evidencias
diagnósticas (marcadores virológicos) que confirmen el proceso. El tiempo
de ventana diagnóstica representa un periodo de vulnerabilidad en cuanto a
la seguridad de los productos sanguíneos o el diagnóstico tardío de la
infección, lo cual causa problemas en salud pública. La ventana
diagnóstica puede estar cercana a los 2,1 meses, pero el mejoramiento en
las técnicas diagnósticas ha acortado este lapso. Las pruebas serológicas
pueden detectar anticuerpos después de 22 días de infección, la adición de
la antigenemia p24 acorta este periodo a 16 días y la detección de genomas
virales puede ser útil después de los 12 días de infección. El suministro de
medicamentos antirretrovirales puede prolongar el periodo de ventana
serológica por seis semanas. El diagnóstico de infección por VIH no es un
hecho estático y las pruebas han evolucionado para lograr una mayor
sensibilidad. El mayor conocimiento del agente infeccioso y el desarrollo
tecnológico han contribuido sustancialmente a mejorar las pruebas
diagnósticas.
Tabla 13.8. Niveles de linfocitos CD4+ y porcentaje de linfocitos CD4+ en niños según edad
Categoría inmunológica
< 1año
1-5 años
6-12 años
No inmunosupresión
≥ 1.500 (≥ 25%)
≥ 1.000 (≥25%)
≥ 500 (≥ 25%)
Inmunosupresión moderada
750-1499 (15-24%)
500-999 (15-24%)
200-499 (15-24%)
Inmunosupresión grave
≤ 750 (≤ 15%)
≤ 500 (≤ 15%)
≤ 200 (≤ 15%)
Históricamente los primeros casos de infección por VIH fueron
diagnosticados mediante aislamiento viral, dando lugar a las cepas Bru y
Lai del Instituto Pasteur. Sin embargo, como lo mostraron los primeros
estudios, no todos los pacientes tienen virus de fácil aislamiento y
requieren de técnicas de cocultivo de leucocitos de los pacientes con
células permisivas (H9), prueba no disponible en laboratorios de rutina.
Adicionalmente, el aislamiento viral se demora al menos dos semanas para
detectar antígenos virales. La actividad de transcriptasa inversa se presenta
in vitro unos 10-14 días después de iniciado el cultivo. Durante la
infección primaria, el virus puede encontrarse en plasma en niveles de
1.000 a 10.000 TCID (Tissue Culture Infectious Dose) o 10.000 TCID por
106 células mononucleares de sangre periférica. Estos niveles de viremia
persisten por varias semanas, cayendo a niveles no detectables por cultivo
una vez se ha iniciado la respuesta inmune.
Durante la fase aguda de la infección, es posible detectar el ARN
viral en plasma mediante técnicas de amplificación genómica. Este es el
marcador virológico más precoz de infección.
El diagnóstico de infección primaria puede hacerse mediante la
denominada antigenemia p24 en las semanas iniciales de la infección;
esta prueba tiene una sensibilidad cercana al 100% en infección aguda, si
se disocian los complejos inmunes (antígeno p24-anticuerpo) presentes en
el plasma en los casos que inicialmente dan resultados falsos negativos. La
antigenemia p24 es positiva aun cuando las pruebas de detección de
anticuerpos incluido el western blot son negativas o indeterminadas. La
reaparición del antígeno p24 puede ser el primer signo de la evolución
hacia el SIDA (figura 13.10).
La infección por VIH se diagnostica en la mayoría de casos por la
presencia de anticuerpos específicos, dirigidos contra las proteínas
virales de VIH-1 o VIH-2. La seroconversión de los pacientes puede
demorar en promedio 25 días, en algunos casos la seroconversión es tardía
y puede demorar de seis a12 semanas después de la infección aguda; en
general hacia el tercero o sexto mes de postinfección todos los pacientes
presentan seroconversión. El diagnóstico de infección por VIH se efectúa
en dos fases, en una primera prueba sensible de tamizaje se emplean
métodos de ensayo inmunoenzimático (EIA), en caso de resultado positivo
se repite o se prueba con una segunda prueba idealmente de una casa
comercial distinta; el segundo resultado positivo es confirmado por una
prueba de alta especificidad como las pruebas de EIA de cuarta
generación (en algoritmos anteriores también se recomendaba la
inmunofluorescencia, la radioinmunoprecipitación o el denominado
western blot). El western blot o la IFA para la confirmación de los
resultados positivos por EIA pueden producir resultados falsos negativos o
indeterminados en el curso temprano de la infección, por lo tanto, hoy ya
no hacen parte del algoritmo. Las infecciones ya bien establecidas tienen
una respuesta de anticuerpos que llena los criterios interpretativos del
western blot. Las pruebas confirmatorias demuestran que los anticuerpos
reconocen antígenos virales; siempre es necesario hacer pruebas
confirmatorias antes de reportar un resultado de seropositividad. Cada vez
toman mayor importancia las pruebas moleculares para confirmar
resultados discordantes de las pruebas serológicas indeterminadas, ningún
algoritmo es totalmente seguro en el 100% de los casos de infección, lo
que requiere que los resultados discordantes sean confirmados por nuevas
pruebas diagnósticas o con muestras pareadas tomadas semanas después
de los resultados iniciales.
Las pruebas serológicas en individuos de bajo riesgo como los
donantes voluntarios de sangre tienen baja sensibilidad, da lugar a una alto
número de falsos positivos y los resultados solo pueden ser confirmados en
un 10% de los casos.
Las pruebas serológicas han evolucionado en su diseño y
composición a partir del uso de lisados de células infectadas, proteínas
recombinantes, péptidos sintéticos y finalmente la detección conjunta de
anticuerpos y antígeno p24; esta última combinación hace que las pruebas
de cuarta generación sean más sensibles y detecten infecciones más
tempranas. Toda esta evolución ha dado lugar a la producción de
diferentes generaciones de reactivos que continuamente mejoran en
calidad y precisión.
La sensibilidad de las pruebas serológicas (baja tasa de resultados
falsos negativos) es de 99,3 a 99,7%, mientras que la especificidad (baja
tasa de resultados falsos positivos) es del 99,8%. Dado que la mayoría de
pruebas serológicas han sido diseñadas para identificar infecciones por
VIH grupo M, subtipo B, no son tan sensibles para identificar grupo O, o
infecciones por VIH-2; la utilización de varias pruebas diagnósticas
combinadas puede cubrir este defecto. Las pruebas rápidas que detectan
anticuerpos en saliva u orina son menos sensibles (99,1%), pero tienen la
ventaja de no necesitar personal ni equipamiento costoso, además ofrecen
resultados rápidos y útiles en regiones aisladas, igualmente en casos de
accidente ocupacional o en pacientes en trabajo de parto que no se hayan
hecho pruebas de estudio VIH en controles prenatales.
Es necesario tener en cuenta que pueden ocurrir diferentes
condiciones que produzcan resultados falsos positivos en las EIA, como
son: consumo de alcohol, enfermedad reumática, trastornos congénitos de
la coagulación, enfermedades autoinmunes (síndrome de Sjögren), falla
renal, fibrosis quística, enfermedades hepáticas, uso de drogas
endovenosas, hemodiálisis, sífilis, lepra, vacunación contra la rabia,
influenza o hepatitis B recientes. Los resultados falsos negativos son raros
y se deben a la falta de avidez de los anticuerpos formados. Entre los
factores asociados a reacciones de EIA falsas negativas, se tiene el periodo
de ventana inmunológica previo a la seroconversión, beneficio de terapia
inmunosupresora, transfusiones de reemplazo, desórdenes malignos,
disfunción de células B, trasplante de médula ósea, trastornos malignos o
restos de talco en los guantes usados en laboratorio (figura 13.16).
A pesar de la alta sensibilidad de las pruebas serológicas el valor
predictivo positivo es muy bajo (70%), cuando se realizan pruebas en
poblaciones de baja prevalencia. La prueba de western blot o inmunoblot
se considera la prueba confirmatoria de los resultados positivos obtenidos
en los EIA, evita los falsos positivos y mejora el valor predictivo positivo
de la primera etapa. En esta prueba se lisan preparados de VIH en
presencia de SDS y 2-mercaptoetanol, dando lugar a la denaturación de
proteínas estructurales, que son separadas por peso molecular en geles de
poliacrilamida y transferidas a soportes sólidos de nitrocelulosa o nylon.
Las proteínas obtenidas sirven para detectar anticuerpos que reconocen
epítopes lineares contra las proteínas estructurales del VIH (gagpol-env).
Los primeros anticuerpos se generan contra las proteínas gag (p16, p24,
p31, p55) y luego aparecen los anticuerpos anti env (gp160, gp120/gp41).
No existen criterios uniformes de interpretación de la prueba de western
blot entre el CDC, la Cruz Roja Americana o la OMS; sin embargo, en
general, se consideran resultados positivos si se detectan anticuerpos
contra una proteína del core (p24) y una proteína de envoltura (gp41 o
gp120); lo más frecuente es encontrar anticuerpos contra todas las
proteínas estructurales, pero los resultados en personas que tienen una
seroconversión reciente, pueden poner algún problema de interpretación.
En general, los resultados contra una sola banda (por lo general la p24), es
considerado como un resultado indeterminado, se desconoce la causa de
estos “falsos positivos”.
Un resultado contra todos los productos génicos (gag-pol-env) es
considerado como evidencia conclusiva de infección. La serología y el
inmunoblot dan una especificidad cercana al 100%, los resultados falsos
positivos para el western blot son cercanos a 1:140.000 muestras. Entre las
causas de falsos positivos en la prueba de western blot, se tienen las
enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la incorporación
en los viriones de antígenos HLA II de las células H9 utilizadas para la
propagación viral. En los western blot que utilizan péptidos recombinantes
(INNO-LIA, LiaTek y Pepti-LAV), son menores las reacciones de tipo
indeterminado o falso positivo.
Cuantificación del ARN plasmático: carga viral
La denominada carga viral consiste en la cuantificación del número de
copias de ARN viral por ml de plasma. La carga viral determina la
actividad replicativa del VIH en el hospedero. Existe un umbral de
detección que se sitúa cercano a 40 copias por mililitro, por debajo de
estos niveles los resultados se expresan como no detectable, en el sentido
que pueden existir cargas muy bajas que escapan a la capacidad de
detección de la prueba empleada.
Figura 13.16. Ejemplo de western blot
En el segmento marcado con el número 1 se observa un patrón de electroforesis de proteínas
obtenidas a partir de un lisado de partículas virales. En las tiras 2, 3 y 4 se observan los resultados
de western blot de diferentes sueros de pacientes seropositivos que han reaccionado con las
proteínas HIV. Para dar un resultado positivo es necesario que se reconozcan al menos 2 de las 3
proteínas estructurales principales (gp120 o gp160, gp41 y p24). Se toma como resultado
indeterminado (ind) como toda banda cuya intensidad es menor a la gp41 sobre la tira de control
positivo y negativo (neg) cuando no se observa ninguna reactividad.
El desarrollo de las pruebas moleculares cuantitativas ha jugado un
papel fundamental en el manejo clínico de la infección por VIH. Las
pruebas de cuantificación del genoma viral han evolucionado en los
últimos años aumentando la sensibilidad, el rango de cuantificación y
mejorando su funcionamiento contra los subtipos A-G del grupo M del
VIH-1. Una carga viral de 105 copias en presencia de recuentos de
linfocitos T CD4+ de entre 350-200/ml, es indicativo de que la terapia
antirretroviral debe ser instaurada. En algunas condiciones como la
infección primaria aguda o la infección perinatal, se cuantifica la carga
proviral que consiste en el número de copias virales integradas como
ADN proviral en células de sangre periférica. Después de cuatro semanas
de instaurada la terapia antirretroviral se alcanza niveles de carga viral de
1.000 copias, sin importar la carga viral al inicio de la terapia. El no
alcanzar esta respuesta es signo premonitorio de no llegar a niveles de 50
copias/ml luego de 24 semanas de tratamiento. La carga viral es fácil de
medir en sangre periférica, pero los compartimentos tisulares son de muy
difícil acceso.
Los métodos empleados para cuantificar el ARN del VIH en plasma
reposan sobre dos métodos fundamentales: la amplificación del ARN
blanco o su hibridación con sondas específicas y la amplificación de señal.
A pesar de las diferencias metodológicas, los resultados de estos análisis
son muy cercanos a la variación entre pruebas de 0,12 a 0,2 log10 (tabla
13.9). La base de estas metodologías consiste en determinar, mediante
cuantificación, el número de copias del genoma viral por mililitro. El
control de calidad del laboratorio que haga la prueba es vital, dada la
labilidad del ARN del genoma del VIH.
Una prueba indirecta de grado de compromiso del sistema inmune y
de respuesta al tratamiento lo constituye el recuento de subpoblaciones
linfocitarias, el número absoluto de linfocitos T CD4+ y la relación de
linfocitos CD4+/CD8+ (bajos en pacientes infectados); estos son los
marcadores inmunológicos utilizados con mayor frecuencia. Como ya se
describió previamente, el nivel bajo de linfocitos CD4+ define la condición
de SIDA y es un parámetro de utilidad para iniciar la terapia
antirretroviral.
Diagnóstico de la infección por VIH en neonatos y niños
Si no se hace ninguna acción preventiva, entre un 15-30% de los hijos
cuyas madres están infectadas por el VIH pueden infectarse por
transmisión vertical. Los países industrializados presentan tasas de
transmisión más bajas que los países en desarrollo. Estudios adelantados
en África (Ruanda y República Democrática del Congo) muestran que el
23-30% de las infecciones se transmiten antes del nacimiento, 50-60%
durante el trabajo de parto el 12-20% durante la lactancia. Por esta razón,
se debe aconsejar la realización de pruebas de tamizaje en toda mujer
embarazada y en caso de infección materna, efectuar medidas de
prevención de la transmisión al hijo y buscar marcadores de infección en el
neonato. Después de la semana 32 se observa una transferencia de
anticuerpos de tipo IgG de la madre al feto, estos anticuerpos persisten
hasta la edad de 12-18 meses. Por esta razón, todos los niños nacidos de
madres seropositivas tienen anticuerpos contra el virus y la detección de
anticuerpos en los primeros 18 meses de vida no son un índice de
infección en el niño. En caso contrario, la ausencia de anticuerpos antiVIH después de los primeros seis meses, en dos pruebas separadas entre sí
por al menos un mes, es un buen indicador de no infección vertical. La
cuantificación del ADN proviral del VIH o el cultivo viral son positivos en
un 40% de casos en las primeras 48 horas y en un 93% en las primeras dos
semanas. La RT-PCR en plasma tiene una sensibilidad de 28-40% en la
primera semana y de 90-100% en el segundo o tercer mes de vida. La
antigenemia p24 es menos sensible que las pruebas moleculares y presenta
un alto valor de falsos positivos en niños menores de un mes.
Tabla 13.9. Principales pruebas comerciales para la cuantificación de la carga viral
Prueba comercial
Método
Rango de detección
Roche® amplicor Cobas HIV-1 Monitor.
RT-PCR en tiempo real
50-75.000 copias/ml
Roche® Taqman Cobas HIV-1.
RT-PCR en tiempo real
48-10.000.000 copias/ml
Abbot® Real Time Quantitative assay.
RT-PCR en tiempo real
40-10.000.000 copias/ml
Siemens® Versant kPCR Molecular System.
RT-PCR en tiempo real
35-11.000.000 copias/ml
Biomerieux® NucliSens easy Q HIV-1.
NASBA en tiempo real
50-500.000 copias/ml
Siemens® Versant HIV-1 RNA 3.0 ADN ramificado.
ADN ramificado
80-8.000.000 copias/ml
RT-PCR: retrotranscripción y amplificación genética. NASBA: Nucleic acid-based amplification.
Existen guías de práctica clínica que incluyen algoritmos para el
diagnóstico que pueden presentar particularidades no expuestas en la
presente revisión; se aconseja revisar estos materiales para un manejo
específico de pacientes pediátrico o adultos, para una mayor ilustración
véase: http://gpc.minsalud.gov.co/Pages/Default.aspx
Factores pronósticos
Existen diferentes factores que facilitan aclarar la progresión de la
enfermedad. Estos son factores clínicos como las adenopatías, la aparición
de lesiones de herpes zona, la candidiasis oral, la leucoplaquia oral, la
fiebre y la pérdida de peso. Desde el punto de vista de marcadores
virológicos, se tienen: la serología contra el VIH, la presencia del antígeno
p24, la depleción de células CD4+, los niveles incrementados de la b2
microglobulina y los niveles aumentados de IgE sérica total. En curso del
sida hay alteraciones en las pruebas inmunológicas caracterizadas por la
disminución en las células CD4+, ausencia de las reacciones de
hipersensibilidad retardada (tuberculina, candidina), reducción de la
actividad de células NK+ y activación policlonal de células B. Otros
cambios funcionales en los linfocitos son la reducción de la respuesta a los
mitógenos, la disminución de IL-2 y del IFN-γ.
Es necesario que los resultados de carga viral siempre se hagan por
un mismo método y en un mismo laboratorio acreditado. Los recuentos de
linfocitos CD4+ son muy variables entre pruebas y además existen
variaciones diarias en los individuos. El porcentaje de linfocitos CD4+ es
menos variable que el número absoluto; por lo tanto, es de mayor utilidad
como marcador pronóstico.
Prevención
La forma más eficaz para evitar la epidemia de la infección por VIH es la
prevención. Las campañas de educación son importantes para mostrar la
importancia del sexo seguro y del uso de jeringas desechables como los
dos pilares fundamentales de disminución de riesgo. La educación también
es primordial para vencer los falsos temores en cuanto a la transmisión por
trato común con personas infectadas. Los cuidados necesarios en ambiente
hospitalario están ligados a las conductas de higiene básicas para el
manejo de sangre o especímenes clínicos. Las superficies contaminadas
deben ser aseadas mediante el uso de guantes, con soluciones de
hipoclorito de sodio en diluciones de 1:100.
La única medida de prevención consiste en la información continua,
intensiva y amplia a la población sobre las formas de transmisión y los
comportamientos de alto riesgo para adquirir la enfermedad. Evitar las
conductas promiscuas y usar preservativos (condones) son medidas
indispensables para prevenir la diseminación de la enfermedad. La
búsqueda activa de personas infectadas, el control de la transmisión
vertical y la eliminación del riesgo ligado a los productos sanguíneos,
constituyen herramientas importantes de prevención.
Las medidas de prevención de la transmisión vertical, incluyen:
realización de cesárea programada, tratamiento con antirretrovirales a la
madre y neonato e interdicción de la lactancia Hasta el momento no
existen casos de personas que se hayan infectado por el VIH y que su
sistema inmune por si solo haya sido capaz de eliminar la infección. La
historia natural de la infección ocurre hacia una integración del virión con
el genoma del hospedero y a propiciar reservorios permanentes en células
del cuerpo.
La eficacia de las vacunas se basa en el principio de que la respuesta
inmune es capaz de neutralizar al agente infeccioso y contener la
infección. Se plantean tres escenarios posibles de la manera como podría
actuar una vacuna: el primero, confiriendo una respuesta inmune
protectora con anticuerpos neutralizantes capaz de impedir la infección, en
este caso el paciente cursaría con una carga viral indetectable; el segundo
escenario, sería la protección capaz de ocasionar tan solo una infección
transitoria, en este caso el virus sería eliminado por linfocitos T CD8+,
células NK y/o lisis celular con mediación de anticuerpos; el tercer evento
hipotético podría ser el causar una infección controlada a largo plazo
garantizada por una respuesta por linfocitos T CD8+ eficaz. El
reconocimiento de la existencia de anticuerpos neutralizantes de espectro
amplio y de inmunógenos que serían capaces de inducir su producción,
abren nuevos caminos de investigación.
Como ya se indicó previamente, en el caso de infección por VIH, la
respuesta inmune natural es incapaz de eliminar el virus del organismo e
incluso se han descrito casos de sobreinfecciones o infecciones
secundarias por otras variantes virales. Hasta el momento no se conocen
cuáles son los mecanismos inmunes de protección y aún no existe una
vacuna que muestre ser efectiva para la prevención o tratamiento. Los
resultados preliminares son poco optimistas debido a que el mayor
problema es la alta diversidad antigénica del VIH, la alta glicosilación de
la proteína gp120, y las diferencias genómicas encontradas entre los
individuos y aun en aislamientos hechos en un mismo individuo. Los
resultados sólo presentan un 30% de eficacia para prevenir la infección,
pero los individuos vacunados no difieren en nada en cuanto el curso de la
infección.
La producción de una vacuna eficaz y capaz de generar una
respuesta inmune en las mucosas y generar anticuerpos neutralizantes es
un reto que se ha propuesto la investigación científica; las nuevas
tendencias buscan generar una respuesta de linfocitos T efectores de
memoria. Sin embargo, no se ha logrado producir anticuerpos
neutralizantes que sean capaces de bloquear todos los diferentes aislados
virales. En este momento se adelantan estudios para reconocer los epítopes
capaces de generar anticuerpos neutralizantes, reconocer los mecanismos
virales de evasión de la respuesta inmune y comprender cómo algunos
anticuerpos monoclonales actúan para tener un efecto neutralizante sobre
un número amplio de variables virales. La respuesta celular es importante
para detectar las células infectadas por el virus desde los momentos
iniciales de la infección en las mucosas, hasta la eliminación de las células
que inician ciclos de replicación activa.
Las vacunas terapéuticas están diseñadas para mejorar el
tratamiento de los casos de infección por el VIH y tienen como fin
estimular LT que puedan identificar y destruir células infectadas por el
VIH, o prevenir y limitar la replicación viral, frenando la progresión de la
enfermedad. Existen varias estrategias que han sido empleadas para el
desarrollo de las más de 49 “vacunas” usadas en estudios controlados,
estas son:
•
•
•
•
•
Producción de pseudoviriones.
Vacunas recombinantes (env, Gag/Pol) y péptidos sintéticos.
ADN desnudo.
Uso de vectores virales o bacterianos vivos.
Virus vivos atenuados.
Si examinamos la historia de la producción de vacunas observamos
que transcurrieron 92 años entre el descubrimiento del Haemophilus
influenzae y la generación de una vacuna capaz de disminuir las
infecciones sistémicas; en el caso de la Bordetella pertusis este lapso fue
de 89 años, 47 años para polio y 42 años para el sarampión; treinta años
después de la identificación del VIH el control de la infección por VIH aún
es evasivo.
Tratamiento de la infección por VIH
La terapia antiviral ha cambiado el pronóstico de la infección por VIH de
una infección irremediablemente mortal a una infección crónica y
controlable. Desde el inicio de terapias con un solo compuesto, hasta el
uso de terapia conjugadas, el manejo de la infección ha avanzado a pasos
agigantados, gracias a los aportes realizados en el descubrimiento de
nuevas moléculas anti VIH. Existen cuatro sitios blanco de acción de los
medicamentos antirretrovirales: la entrada viral, la retrotranscripción, la
integración genómica y la maduración viral (figura 13.17). Recientemente
se han hecho estudios con vorinostat que ha demostrado in vitro e in vivo
tener efectos contra el VIH integrado como provirus en células T, esto
adicionaría un nuevo blanco de acción antirretroviral.
La terapia antirretroviral (TARV o TARGA por terapia
antirretroviral de gran actividad o HAART por Highly Active Antiretroviral Therapy) ha sido empleada en los últimos años y ha mostrado
gran eficacia para suprimir en forma dramática y sostenida la replicación
viral, permitir un mejor control de la evolución de la infección y
finalmente facilitar la reconstitución del sistema inmune.
Los efectos de la terapia son detectados por una disminución
importante de la carga viral plasmática de VIH y un aumento en la tasa de
linfocitos T CD4+. Desde el inicio de la terapia HAART, los esquemas de
tratamiento se han simplificado y son mucho más eficaces, se está lejos de
los regímenes terapéuticos que requerían múltiples tomas diarias y gran
cantidad de tabletas o comprimidos. No obstante, con una posología más
sencilla, una mejor eficacia y la disminución de efectos secundarios, el
éxito de la terapia HAART está fundamentado en que los pacientes tengan
un 95% de adherencia al tratamiento, con el fin de mantener suprimida la
replicación viral.
La instauración de un tratamiento antiviral durante el curso de la
primoinfección tiene dos objetivos:
•
•
Disminuir la replicación viral, pilar fundamental de las teorías de patogénesis.
Evitar o reducir la diseminación en el organismo con especial énfasis a los sitios de difícil
acceso (santuarios de replicación) presentes en el cerebro o en órganos genitales.
El mayor problema en la terapia HAART radica en que la aparición
de resistencia, se asocia en algunos casos con mutaciones puntuales en la
proteína blanco y en la presencia de resistencia cruzada para compuestos
de un mismo grupo. Hay unos 30 medicamentos antivirales que poseen
cinco sitios de acción diferentes y que, últimamente, han sido utilizados en
forma combinada, con el fin de disminuir la posibilidad de la aparición de
resistencia. En la tabla 13.10 se muestran algunas características de ellos.
La terapia HAART está disponible desde 1996, después de varios
años de uso ha demostrado que este esquema terapéutico produce una
disminución en la incidencia de tumores oportunistas y un descenso en la
tasa de hospitalizaciones y mortalidad asociada a infecciones oportunistas.
Para lograr restaurar la función del sistema inmune, es necesario lapsos de
tiempo mayores si el inicio de la terapia antirretroviral ha comenzado con
niveles de linfocitos T CD4+ inferior a 100/mm3, en comparación con
pacientes en los que se han instaurado terapias cuando los niveles de
linfocitos T CD4+ es superior o igual a 400/mm3. La recuperación del
sistema inmune tiene dos fases, una fase inicial (después de tres meses de
terapia) con rápido aumento de los linfocitos CD4+ de memoria (CD4
5RO) y CD8+ secuestrados por la infección viral en los órganos linfáticos
y una segunda fase (después de seis meses de terapia), con crecimiento
lento del compartimento CD4+, compuesto de células CD4 nativas (CD4
5RA y CD62L). Otro efecto benéfico de la terapia HAART es la
disminución de células CD4+ y CD8+ activadas (CD25+, MHC-DR+,
CD38+, Fas+) que constituyen el sitio fundamental de la replicación viral.
Figura 13.17. Principales sitios de acción de antirretrovirales
Los inhibidores de la unión y fusión bloquean la entrada del virus a la célula permisiva. Los
inhibidores de la RT: transcriptasa inversa actúan disminuyendo o suprimiendo la síntesis de ADN.
Los inhibidores de la integrasa bloquean la integración del ADN como provirus. Los inhibidores de
la proteasa inhiben el proceso de maduración viral y la formación de virus infectantes.
Los pacientes pueden dividirse en dos grupos desde el punto de vista
de respuesta inmune al tratamiento: los respondedores que tienen una
respuesta viral e inmunológica sostenida y los no respondedores que
presentan una mejoría virológica e inmunológica transitorias. La
reconstitución del sistema inmune es funcional contra antígenos
ampliamente distribuidos como el citomegalovirus o el Mycobacterium
tuberculosis, pero no contra antígenos vacunales, como la toxina tetánica,
o contra el VIH mismo, por lo que hasta hoy se considera una
reconstitución inmunológica parcial. La enfermedad por reconstitución del
sistema inmune es un efecto adverso, consecuente con la restauración de la
respuesta inmune contra patógenos específicos, siendo las más frecuentes
las infecciones por bacilos del género Mycobacterium.
En términos generales, las terapias con análogos de nucleósidos
tienen poco efecto sobre el virus latente o ya integrado a los linfocitos y
cierta eficacia sobre la replicación del VIH a pesar del desarrollo frecuente
de resistencia. El fenómeno de resistencia se advierte en especial en
individuos que toman en forma irregular los medicamentos. La aparición
de cepas resistentes se da pocos meses después de instaurada una terapia
antirretroviral y es más común en los tratamientos con sólo uno o dos
compuestos y en pacientes con baja adherencia al tratamiento.
No existe terapia que permita la cura de las infecciones por VIH. El
tratamiento está restringido a disminuir la replicación viral, con el
consecuente mejoramiento de la respuesta inmune, el control de las
infecciones oportunistas y los cánceres secundarios. La terapia requiere un
gran soporte sicológico, social y afectivo en todas las fases de la
enfermedad. Los avances en el campo del tratamiento son muy rápidos,
por ello, para su actualización, puede consultarse los consensos periódicos
(para
mayor
información
véase:
http://www.hivatis.org
y
http://www.cdcnpin.org)
Los beneficios potenciales de una terapia precoz en pacientes
asintomáticos, son:
Tabla 13.10. Antivirales para el tratamiento de la infección por el VIH
Producto genérico
Año de aprobación
Sigla utilizada
Nombre comercial
Posología diaria*
Inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósidos (NNRTI)
Delavirdina
Efavirenz
Etravirina
Nevirapina
Rilpivirina
1997
1998
2008
1996
2011
DLV EFV
TMC-125
NVP
Rescriptor®
Sustiva®
Intelence®
Viramune®
Edurant®
400 mg/c/8 h
600 mg en una toma por la noche
200 mg/c/12 h
200 mg/día/14 días luego 200 mg/c/12h
25 mg/día
Inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósidos (NRTI)
Abacavir
Didanosina
Emtricitabina
Estavudina
Lamivudina
Tenofovir
Zalcitabina
Zidovudina
1998
1991
2003
1994
1995
2001
1992
1987
ABC
ddI
FTC
d4T
3TC
TDF
ddC
AZT o ZDV
Ziagen®
Videx®
Emtriva®
Zerit®
Epivir®
Viread®
Hivid®
Retrovir®
300 mg/c/12 h
400 mg en una o dos tomas
200 mg en una toma
40 mg/c/12 h
300 mg en una o dos tomas
300 mg en una toma
0,75 mg/c/8 h
300 mg/c/12 h
APV
ATV
DRV
FPV
IDV
ABT 378
NFV
RTV
SQV
TPV
Agenerase®
Lexiva®
Reyataz®
Prezista®
Telzir®
Crixivan®
Kaletra®
Viracept®
Norvir®
Invirase®
Aptivus®
1.200 mg/c/12 h
700 mg/c/12 h
400 mg en una toma
400 mg/c/12 h
700 mg/c/12 h
800 mg/c/8 h
Combinado con ritonavir
2.250 mg día divididos en 2 o 3 tomas
600 mg/c/12 h
600 mg/c/8 h
500 mg/c/12 h. Se asocia a ritonavir
Inhibidores de proteasas
Amprenavir
Fosamprenavir
Atazanavir
Darunavir
Fosamprenavir
Indinavir
Lopinavir
Nelfinavir
Ritonavir
Saquinavir
Tipranavir
1999
2004
2003
2006
2003
1996
2000
1997
1996
1995
2005
Inhibidores de la fusión
Enfuvirtide
2003
T-20
Fuzeon®
90 mg/c/12 h subcutáneo
MVC
VCV
CVC
Selzentry®
**
**
300 mg/c/12 h
**
** Fase IIb
MK-0518
EVG
Isentress®
Stribild ®
400 mg/c/12 h
**
**
Inhibidores de la unión CCR-5
Maraviroc
Vicriviroc
Cenicriviroc***
2007
**
**
Inhibidores de la integración
Raltegravir
Elvitegravir
2007
2012
Inducción de la expresión de genomas latentes
Vorinostat **
****
VOR
*En pacientes con insuficiencia renal o hepática es necesario hacer ajustes. Para mayor detalle
consultar textos dedicados a la terapéutica.
**Aún en fase de desarrollo clínico.
***También inhibe el correceptor CCR2.
****Aprobada en 2006 para el tratamiento de los linfomas cutáneos de células T.
•
•
•
•
•
Control de la replicación viral con disminución de la carga viral.
Prevención de la inmunosupresión progresiva y sostenimiento o reconstrucción de sistema
inmune.
Disminución de los pacientes que progresan a SIDA y mejor sobrevida.
Disminución del riesgo de toxicidad.
Disminución del riesgo de transmisión al mantener cargas bajas o indetectables.
Los riesgos potenciales de una terapia precoz en pacientes
asintomáticos, son:
•
•
•
•
•
Reducción de la calidad de vida por posibles efectos adversos de los medicamentos
(toxicidad).
Desarrollo precoz de resistencia.
Transmisión de virus resistentes a los medicamentos.
Limitación de medicamentos para uso en etapas de SIDA.
Desconocimiento de la duración de la eficacia de terapias antivirales.
Los efectos adversos relacionados con la terapia son de tipo
hematológico (anemia, leucopenia), alergia, hepatotoxicidad, nefrolitiasis,
neurotoxicidad (cefalea, depresión, insomnio, neuropatía periférica),
alteraciones metabólicas (dislipidemias), alteraciones gastrointestinales
(náusea, vómito, diarrea) y distribución anormal de la grasa corporal
(lipodistrofia).
Los beneficios de la TARV se observan por un cambio en la
historia natural de la enfermedad, una clara disminución de la mortalidad,
una franca reducción de las infecciones oportunistas, una mejoría en la
calidad de vida de los pacientes y en la respuesta inmune. Después de un
uso más amplio de la terapia, se ha observado una nueva serie de
complicaciones relacionadas con la sobrevida de los pacientes, entre las
que se destacan las enfermedades cardiovasculares y aterosclerosis, las
formas de cáncer no asociadas a la inmunosupresión y las alteraciones
metabólicas. La farmacología de los compuestos antivirales se analiza en
el capítulo 6, los detalles terapéuticos están fuera del alcance de este texto.
Pruebas de resistencia a los antirretrovirales
Varios estudios han demostrado que el fracaso terapéutico se debe a la
falta de adherencia al tratamiento o a la resistencia del virus a los
medicamentos antirretrovirales. La realización de las pruebas de
resistencia permite adaptar el esquema terapéutico en función de la
sensibilidad del virus a los diferentes medicamentos disponibles. En el
contexto de la infección por VIH, es necesario hacer pruebas con el fin de
medir la resistencia del virus a la terapia instaurada. Para este efecto se
efectúan pruebas fenotípicas y genotípicas. Las pruebas fenotípicas
evaluan directamente la resistencia del virus a los antirretrovirales
mediante la detección de la actividad de los medicamentos directamente en
cultivo. Las pruebas fenotípicas no hacen parte de las herramientas
utilizadas en la práctica corriente, son test limitados a laboratorios de
investigación. Las pruebas de genotipificación permiten detectar las
mutaciones del genoma viral que se han observado cuando la sensibilidad
del virus disminuye frente a los diferentes medicamentos antirretrovirales.
Las pruebas genotípicas son los exámenes estándar utilizados en la rutina
clínica y facilitan seleccionar esquemas terapéuticos con mayor posibilidad
de actividad antirretroviral. Estas pruebas comparan las mutaciones
presentes en la población viral del paciente, con las mutaciones de
resistencia conocidas en la literatura ante los medicamentos de tipo
inhibidor de transcriptasa inversa, proteasa o de la unión. Los resultados de
genotipificación son comparados con algoritmos de resistencia disponibles
para su interpretación, en función de las mutaciones presentes en la
muestra del paciente. Algunas mutaciones (inserciones o deleciones) en los
genes de la transcriptasa inversa o proteasa tienen efecto extendido,
causando resistencia contra todos los medicamentos de un mismo grupo.
Este algoritmo debe corregirse y actualizarse periódicamente con base en
estudios clínicos recientes, realizados en los países de origen de los
pacientes. Las pruebas de resistencia deben hacerse mientras el paciente se
encuentre bajo tratamiento y en fase de falla terapéutica, por cuanto
pueden ocurrir reversiones en las mutaciones por efecto de la presión de
selección de los medicamentos.
Transmisión vertical del VIH
El primer paso en la prevención de la transmisión vertical es la búsqueda
activa de mujeres infectadas, el embarazo o deseo del mismo son una
indicación para recomendar la realización de pruebas serológicas de
tamizaje. La transmisión del virus puede ocurrir en diferentes etapas del
embarazo o posparto, in útero, intraparto o durante la lactancia. La
transmisión posparto por la lactancia es quizá debida a la baja acidez del
tracto gastrointestinal del recién nacido y del lactante, como se corrobora
con estudios realizados en macacos. La tasa de transmisión en ausencia de
tratamiento antirretroviral profiláctico, ha sido calculada a partir de
estudios de cohortes y es variable en distintas regiones del mundo. Se
estima que esta tasa es de 30-50% en África, 20-30% en América del
Norte y un 14% en Europa; estas desigualdades se deben a diferencias en
los estadios de la enfermedad de la población incluida en el estudio. La
transmisibilidad está en relación con la carga viral materna, sin que pueda
establecerse un nivel de seguridad absoluta. Es necesario tener en cuenta
que la infección VIH es una infección, con una continua replicación viral y
que el virus se encuentra en distintas formas en sangre y fluidos
corporales, como partícula libre o asociada a células. La disminución en la
carga viral sérica no siempre está acompañada de una baja carga viral en
secreciones genitales.
La lactancia añade un riesgo adicional de infección. El riesgo de
infección se ha calculado en un 5-7% si la madre es seropositiva durante el
embarazo y de un 29% si la madre sufre una primoinfección durante la
lactancia. Estudios de cohorte han podido detectar ADN proviral en 51%
de muestras de calostro y en 71% de muestras de leche materna recogidos
entre seis y nueve meses después del parto. Las fórmulas lácteas
maternizadas contribuyen a disminuir el riesgo asociado a la lactancia y
deben ser recomendadas.
El mejor control de la transmisión vertical es la asociación de cuatro
medidas profilácticas:
•
•
•
•
Tratamiento antirretroviral a la madre en el último trimestre del embarazo, durante el parto y
el posparto.
Parto por cesárea antes de la ruptura de membranas (cesárea programada).
Tratamiento antirretroviral al recién nacido.
Suspensión de la lactancia materna.
Los primeros estudios mostraron que el riesgo de transmisión
vertical se reducía al 6% con la administración de AZT a la madre durante
el embarazo y el parto, y al recién nacido en las primeras seis semanas de
vida. La terapia HAART solamente es indicada en caso de que sea
necesario por la salud materna o cuando se haya detectado resistencia a los
TARV. En cuanto a recién nacidos, se estableció que la tercera parte de los
casos la infección ocurre durante el último trimestre del embarazo y las
dos terceras partes durante el parto.
La ZDV no posee efectos deletéreos para el feto si se suministra en
el segundo o tercer trimestre del embarazo. Los efectos durante el primer
semestre son limitados. En casos de embarazo, la disminución del riesgo
es sólo explicada parcialmente por la reducción en la viremia y excreción
viral de las madres. Otros esquemas alternativos que han sido ensayados,
incluyen los esquemas cortos de zidovudina y lamivudina (ZDV + 3TC) o
la terapia intraparto con nevirapina (NVP); pero ambos han demostrado
menor eficacia y han generado resistencia a la NVP. En países que
disponen de recursos se ha optado por la instauración de la TARV
combinada durante el embarazo, el uso de la cesárea programada y la
omisión de la lactancia. Estas medidas combinadas logran disminuir la
transmisión vertical a valores cercanos al 2%.
Manejo de la exposición al VIH
En septiembre de 1993 se habían reportado 120 trabajadores de la salud en
Estados Unidos con infección VIH ocupacional. De estos casos, 39 fueron
catalogados como infección bien documentada y 81 como infección
posible. De los casos documentados como de transmisión ocupacional, 34
(87,2%) reportaron lesiones percutáneas, cuatro (10,2%) contacto
mucocutáneo y uno (2,6%) los dos tipos de contactos. Los objetos
implicados en la mayoría de los casos fueron agujas (32 de 35), bisturí
(uno de 35), restos de un vial de cristal (uno de 35) y un caso de objeto
corto-punzante no identificado. La mayoría de lesiones (36 de 39)
ocurrieron con sangre de un paciente infectado, una de un fluido
sanguinolento, una de un fluido no especificado y una de una solución
concentrada de virus en un laboratorio; la mayoría de las exposiciones
documentadas provienen de personal técnico de laboratorio y de
enfermeras. La primera cohorte realizada en 1997 demostró que el
personal de la salud que había recibido profilácticamente zidovudina
presentaba tasas menores de seroconversión (disminución del riesgo en un
81%), estos resultados han impedido que se traten de hacer estudios
posteriores de casos y controles. El riesgo de infección VIH luego de
exposición a un solo contacto percutáneo con sangre de un individuo con
infección VIH documentada, ha sido valorado en estudios prospectivos
que involucraron 3.600 pacientes y fue calculada en 0,3% (IC 95% 0,20,5). El riesgo de infección por exposición mucocutánea (salpicadura en
conjuntiva o mucosa oral) o contacto con zonas de herida en piel fue
calculado en 0,09% (IC 95% 0,006-0,5).
Los riesgos asociados a relaciones sexuales dependen de múltiples
factores que incluyen la carga viral de la fuente de infección, la presencia
de otras infecciones genitales, circuncisión, virulencia del VIH y el tipo de
contacto. El riesgo se estima en un 1-30% en caso de relaciones anales
receptivas y de 0,1-10% de hombre infectado a mujer sana u hombre sano
y relaciones vaginales receptivas y de 0,1-1% para relaciones de mujer
infectada a hombre sano. El riesgo para contactos sexuales orales no ha
sido claramente establecido. El peligro por compartir jeringas
contaminadas se estima en 0,67% por contacto. Se catalogan como
relaciones sexuales en riesgo las que ocurren con hombres homosexuales,
bisexuales, que han estado presos, personas originarias de países con
seroprevalencias mayores al 1% o con personas que tengan una pareja
sexual que pertenezca a estos grupos.
En Estados Unidos, la seroprevalencia para el VIH varía en
diferentes grupos de pacientes quirúrgicos y obstétricos, y puede ir de
0,4% al 6%. Estas cifras muestran marcadas diferencias regionales en
magnitud y distribución de la epidemia VIH. Estudios centinelas
desarrollados en unidades de urgencias, demuestran que la infección VIH
es desconocida para los trabajadores de la salud en 40-90% de los casos.
En centros en los cuales se ha realizado serología pre-intervención
quirúrgica para HBV, HCV y VIH se señala que aproximadamente un
1,6% de los casos son seropositivos al VIH y, en general, uno de cada 15
pacientes es potencialmente infeccioso para una de estas tres infecciones.
Estos resultados muestran que el riesgo de enfermedad de adquisición
profesional no es raro, sino más bien frecuente y todo accidente de trabajo
debe considerarse potencialmente infectante, mientras no se demuestre lo
contrario.
La prevalencia para el virus VIH en bancos de sangre en Bogotá es
de 0,28%, en comparación con 1,14% para HCV, 0,75% para el antígeno
HBs y de 3,57% para el anti-HBc.
La clase de instrumento que causa el accidente juega también un
papel importante. El tipo de agujas que con más frecuencia se ha asociado
con transmisión ocupacional de VIH, es el que acompaña a las jeringas y
equipos de venoclisis, más que las agujas de sutura. Esto se debe porque
las agujas de sutura portan en promedio un 50% menos de volumen de
sangre en sus paredes, que las agujas hipodérmicas de igual calibre. El uso
de guantes reduce el volumen del inóculo de una aguja de sutura en un
70%; adicionando un segundo par de guantes, reduce el inóculo en un 50%
adicional. El uso de guantes también disminuye el inóculo de las
hipodérmicas, aunque en un porcentaje menor que en el caso de las agujas
de sutura (entre un 35 a 50%); esto es quizá porque el volumen mayor del
inóculo se encuentra al interior de la aguja de flebotomía.
Las medidas universales para evitar la transmisión de patógenos
hemáticos han sido importantes en el control de la hepatitis B y C. El tener
presentes estas medidas contribuye a limitar la diseminación de todos los
patógenos hemáticos. Es necesario recordar que la hepatitis B causa 250
veces más mortalidad por año que la infección por el VIH y por lo tanto,
desde el punto de vista de salud ocupacional, las hepatitis virales son
mucho más importantes para los trabajadores de la salud.
Analizando las evidencias presentes hasta el momento, el CDC de
Atlanta ha desarrollado una guía de recomendaciones y manejo para los
trabajadores de la salud expuestos al VIH. Las medidas consideradas para
prevenir los riesgos de contagio para la hepatitis B y para la exposición a
sangre, son eficaces para prevenir el riesgo al VIH. El peligro de infección
VIH por exposición ocupacional depende de una serie de factores, como
son:
•
•
•
•
•
Seriedad de la herida.
Presencia de sangre visible en el instrumento causante del trauma.
Presencia del instrumento en contacto directo con el torrente sanguíneo del paciente
(flebotomía).
Expectativa de vida del paciente fuente del VIH; se presume que los pacientes terminales
poseen títulos más altos de virus circulantes.
Se pueden presumir riesgos mayores cuando el contacto es prolongado (presencia de guantes
contaminados) o cuando hay pérdida de la integridad de piel o mucosas.
Porque no todos los casos de exposición accidental al VIH terminan
en transmisión de la infección, para la terapia postexposición es importante
valorar el costo/beneficio con respecto a la toxicidad de los
antirretrovirales. Los estudios en macacos han demostrado que el impacto
es mayor en el grupo en el cual se inicia la terapia en las primeras 36 horas
de exposición, que en el grupo en el que se difiere el inicio después de 72
horas, de igual forma, la duración de la terapia no debe ser menor de
cuatro semanas. Una de las limitantes para el empleo de medicamentos
antirretrovirales en población “sana” fue la ausencia de estudios sobre los
efectos tóxicos en pacientes VIH negativos. La combinación de ZDV y
lamivudina (3TC) tiene una actividad in vitro mayor que la ZDV sola, pero
es útil si existe la posibilidad de resistencia a la ZDV. Esta combinación no
presenta aumento de la toxicidad. Otra alternativa que presenta menos
efectos indeseables y adherencia al tratamiento, es la combinación
tenofovir-emtricitabina. Los inhibidores de la proteasa agregan peso a la
actividad antiviral; de estos, el indinavir es más potente que el saquinavir y
posee menos interacciones medicamentosas y efectos secundarios que el
ritonavir. De los efectos secundarios de ZDV-3TC usado en trabajadores
de la salud expuestos, se mencionan síntomas gastrointestinales, astenia,
neutropenia, anemia y alteración en las enzimas hepáticas. El IDV se
asocia con síntomas gastrointestinales después de un uso prolongado,
hiperbilirrubinemia (10%) y litiasis renal (4%) de los casos. Se puede
disminuir el riesgo de litiasis renal mediante la ingesta de líquidos
abundante (1,5 litros/24 horas); después de cuatro semanas de tratamiento,
el peligro de litiasis renal se reduce al 0,8%.
Hasta el momento no se dispone de información que muestre el
beneficio de las terapias postexposición después de 48 horas ni existen
tampoco estudios aleatorios que comparen los beneficios o limitaciones de
las diferentes terapias postexposición.
En casos particulares, fuera del uso de terapia antirretroviral para
proteger al individuo accidentado, es necesaria la asesoría y el consejo de
un experto. Tanto en la fuente como en el paciente expuesto, se aconseja
hacer pruebas de serología (EIA) para VIH, AgHBs, anticuerpos anti-HBs,
anticuerpos anti-HCV y VDRL. Las cargas virales (VIH y HCV) no se
recomiendan por costosas aunque hay que tener presente que son muy
útiles en pacientes con infección reciente. Otras medidas indispensables,
son las siguientes: la persona que sufre el accidente debe abstenerse de
donar sangre o servir de donante de órganos; y la persona accidentada debe
tener contactos sexuales con condones por seis meses después del
accidente con el fin de minimizar los riesgos.
Recomendaciones en caso de exposición
La quimioprofilaxis está recomendada en trabajadores de la salud
expuestos a pacientes con alto riesgo de infección. Las exposiciones
pueden dividirse según el tipo, así:
1.
2.
3.
4.
Exposición a un paciente HIV positivo con carga viral ≥ 1.500 copias genómicas/ml.
Exposición a un paciente HIV positivo con carga viral ≤ 1.500 copias genómicas/ml.
Exposición a un paciente HIV negativo.
Exposición a un paciente con estatus HIV desconocido.
La carga viral es un factor de riesgo de transmisibilidad, pero
cualquier carga viral por encima de los valores de detección (≥ 50 copias
genómicas/ml) debe considerarse como de riesgo, puesto que no existe un
nivel que se considere de seguridad (no transmisión). Si se desconoce el
estatus serológico VIH del paciente, es necesario definir la conducta
postexposición, analizando cada caso en forma individual, basados en el
tipo de exposición y el riesgo en condiciones similares en pacientes VIH
positivos. Para accidentes con menor peligro es necesario valorar el costo
beneficio de las medidas postexposición. El paciente debe ser enterado
tanto de los conocimientos limitados de la toxicidad y eficacia de los
métodos empleados, como de la falta de conocimiento en cuanto a sus
efectos durante el embarazo. La terapia antirretroviral debe iniciarse en
forma preferencial en las primeras dos horas de ocurrido el accidente.
Estudios de patogénesis en animales demuestran que la profilaxis no es
eficaz si se inicia después de 24-36 horas de ocurrido el incidente; en
humanos no hay estudios desarrollados que permitan definir conductas. En
todas las profilaxis postexposición deben sumarse varios medicamentos lo
que proporciona una mayor seguridad de cobertura virológica. Según
modelos en primates, la duración del tratamiento profiláctico debe ser de
cuatro semanas, pues se observó que un tiempo menor daba una seguridad
incompleta. En la tabla 13.11 se presentan algunos de los esquemas de
tratamiento preventivo en caso de exposición accidental al virus VIH.
En caso de iniciar una terapia postexposición es necesario el
monitoreo de funciones renales y hepáticas, iniciales y a las dos semanas
de iniciada la profilaxis. En caso de alteraciones, es importante ajustar las
dosis o cambiar los antivirales empleados. Además, es bueno agregar otras
consideraciones, como las siguientes:
•
Cualquier tipo de exposición al VIH en un laboratorio de investigación o de producción debe
ser considerada como exposición percutánea de alto riesgo.
•
Los trabajadores deben recibir consejería especializada y hacer serología VIH periódica por
un periodo de 26 semanas (seis, 12 y 26 semanas).
Tabla 13.13. Principales quimioprofilaxis postexposición
Medicamento
Nombre comercial
Posología
Comentario
Zidovudina + Lamivudina
Combivir®
300 mg ZDV + 150 mg 3TC c/12 h
Preferida en embarazadas
Tenofovir + Emtricitabina
Truvada®
300 mg TFV + 200 mg FTC día
Potencial nefrotoxicidad
Ritonavir + Lopinavir *
Kaletra®
100 mg RTV + 400 LPV mg c/12h
Trastornos gastrointestinales
Ritonavir + Atazanavir *
Norvir® + Reyataz®
100 mg RTV + 300 mg ATV día
Trastornos gastrointestinales
Ritonavir + Duranavir *
Norvir® + Prezista®
100 mg RTV + 800 mg DRV día
Trastornos gastrointestinales
ZDV: zidovudina. 3TC: lamivudina. RTV: ritonavir. LPV: lopinavir. ATV: atazanavir. DRV:
duranavir.
*Se usan en triconjugado con tenofovir, emtricitabina o zidovudina-lamivudina. El RTV se
considera un potenciador.
•
La profilaxis se recomienda a los trabajadores en caso de exposiciones que acarrean un alto
riesgo y siempre acompañada de consejo. Igualmente a los trabajadores con bajo riesgo,
acompañado de consejo.
Se considera exposición de alto riesgo cuando el volumen del
inóculo es considerable, cuando la herida se hace con una aguja de alto
calibre que ha estado en el torrente sanguíneo o cuando hay condiciones
del paciente infectado en las cuales la carga viral es elevada, como en las
recrudescencias de la infección VIH o en los estados terminales de SIDA.
Se considera riesgo incrementado cuando hay exposición a un alto
volumen de sangre o cuando la viremia del paciente es elevada. En caso de
piel, el riesgo incrementado se presenta cuando hay exposición a títulos
altos del virus, área de exposición extensa o por tiempos prolongados o
cuando hay pérdidas de la integridad de la piel (p. ej., lesiones de tipo
eczematoso). En caso de no cumplir con estas premisas, la toxicidad de la
terapia es mayor que el posible beneficio obtenido. Finalmente, se
considera exposición de bajo riesgo cuando el inóculo es bajo, cuando el
paciente se halla asintomático o las heridas son producidas con agujas de
sutura sólidas. Los fluidos de tipo 1 son aquellos que muestran trazas de
sangre y fluidos corporales como semen, secreciones vaginales, líquidos
(cefalorraquídeo, pleural peritoneal, pericárdico, amniótico o sinovial).
Manejo de la exposición no ocupacional al VIH
La fuente de infección usualmente no está disponible en caso de contactos
no ocupacionales, aquí son necesarios los criterios epidemiológicos para
pensar en un riesgo probable. Todo caso de violación puede considerarse
como de alto riesgo de exposición. Estas medidas no son extrapolables a
pacientes que refieran contactos sexuales sospechosos. Existen muchas
variables que pueden afectar el riesgo, como son la presencia de úlceras
genitales, presencia o ausencia de circuncisión, displasia cervical o anal,
carga viral en secreciones genitales y virulencia del agente. La
administración de la profilaxis en exposiciones no ocupacionales, aún tiene
gran controversia, quizá lo más prudente sea recomendarlas en caso de
asaltos sexuales. La FDA ha aprobado la administración diaria de
Truvada®, pero si bien se demostró que disminuye el riesgo en un 44% en
personas que se encuentran en alto riesgo de contraer VIH, esta puede ser
un arma de doble filo, ya que requiere un alta adherencia a la profilaxis y,
a largo plazo, puede no solo no proteger de la infección, sino que lleve a
disminuir la importancia de conductas de riesgo, de medios de protección,
puede conferir una falsa seguridad a los pacientes y los pacientes
infectados podrían desarrollar resistencia a este medicamento.
Lecturas sugeridas
AugSimon V, Ho D. D., Karim A., 2006. HIV/AIDS epidemiology, pathogenesis, prevention, and
treatment. En Lancet. 368(9534): pp. 489-504.
Barouch D. H., Korber B., 2010. HIV-1 vaccine development after STEP. En Annual Reviews
Medical. 61: pp. 153-167. doi: 10.1146/annurev.med.042508.093728.
Centers for Disease Control and Prevention. 2008. Revised Surveillance Case Definitions for HIV
Infection Among Adults, Adolescents, and Children Aged <18 Months and for HIV Infection
and AIDS Among Children Aged 18 Months to <13 Years-United States, En MMWR
Recommendation and Reportes, dec 5; 57(RR-10): pp. 1-12.
Centers for Disease Control and Prevention and Association of Public Health Laboratories.
Laboratory Testing for the Diagnosis of HIV Infection: Updated Recommendations. Available
at http://dx.doi.org/10.15620/cdc.23447. Publicado junio 27, 2014. Consultado [6 octubre
2015].
Cohn S.E., Clark R. A., 2010. Human immunodeficiency virus in women. En Mandell G. L.,
Bennett J.E., Dolin R., Principles and practice of infectious diseases. Churchill Livingstone;
pp. 1781-1807.
Díaz-Granados C. A., Álvarez C, Prada G., Panel de expertos. 2005. Guía para el manejo de
VIH/SIDA basada en la evidencia, Colombia. Fundación para la investigación de la salud y la
seguridad social. Bogotá.
Engelman A., Cherepanov P., 2012. The structural biology of HIV-1 mechanistic and therapeutic
insights. En Nature Review Microbiology, mar; 10(4): pp. 279-290.
Flint S. J., Enquist L. W., Krug R. M., Racaniello V. R., Skalka A. M., 2009. Principles of
Virology: molecular biology, pathogenesis and control. 3a Ed. Vol. II. Washington D.C.
EE.UU. ASM Press.
Fonseca C. E., Prieto F. E., 2005. Manejo de la infección materna con VIH y del recién nacido
expuesto En Revista Colombiana de Obstetricia Ginecología; 56: pp. 68-81.
Freed E. O., Martin M. A., 2013. HIVs and their replication. En Knipe D. M., Howley P. M., Eds.
Fields Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams &
Wilkinins Publishers., pp. 1502-1559.
Girard M. P., Paul S., Verrier B., 2013. Vaccins preventifs anti-VIH un but a notre portée? En
Virologie. 17(3): pp. 193-205
Guatelli J. C., Siliciano R. F., Kuritzkes D. R., Richman D. D., 2009. Human immunodeficiency
virus. En: Richman D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical Virology. Washington DC.
ASM Press., pp. 737-783.
Haase A. T., 2011. Early events in sexual transmission of HIV and SIV and opportunities for
interventions. En Annual Review Medicine. 62: pp. 127-139. doi: 10.1146/annurev-med080709-124959.
Hazra R., Siberry G. K., Mofenson L. M., 2010. Growing up with HIV children, adolescents and
uoyng adults with perinatally acquired HIV infection. En Annual Review Medicine. 61: pp.
169-185. doi: 10.1146/annurev.med.050108.151127.
Hoxie J. A., 2010. Toward an antibody based HIV-1 vaccine. En Annual Review Medicine. 61: pp.
135-152. doi: 10.1146/ annurev.med.60.042507.164323.
Kuritzkes D. R., Koup R. A., 2013. HIV-1: pathogenesis, clinical manifestations and treatment. En
Knipe D. M., Howley P. M., Eds. Fields Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. WoltersKluver, Lippincott-Williams & Wilkinins Publishers. pp. 1561-1583.
Lackner A. A., Veazey R. S., 2007. Current concepts in AIDS pathogenesis: insights from the
SIV/macaque model. En Annual Review Medicine. 58: pp. 461–476.
Landovitz R. J., Currier J. S., 2009. Postexposure prophylaxis for HIV infection. En New England
Journal Medicine, oct; 361(18): pp. 1768-1775.
Moir S., Chun T. W., Fauci A. S., 2010. Human immunodeficiency virus in women. En Mandell G.
L., Bennett J. E., Dolin R., Principles and practice of infectious diseases. Churchill
Livingstone, pp. 1687-1703.
Moir S., Chun T. W., Fauci A. S., 2011. Pathogenic mechanism of HIV disease. En Annual Review
Phatologya, 6: pp. 223-248. doi: 10.1146/annurev-pathol-011110-130254.
Montagnier L., 2010 25 years after HIV discovery: prospects for cure and vaccine. En Virology.
feb; 397(2): pp. 248-254.
Picker L. J., Hansen S. C., Lifson J. D., 2012. New paradigms for HIV/AIDS vaccine development.
En Annual Review Medicine. 63: pp. 95-111.
Reitz M. S., Gallo R. C., 2010. Human immunodeficiency viruses. En Mandell G. L., Bennett J. E.,
Dolin R., Principles and practice of infectious diseases. Churchill Livingstone; pp. 2323–
2335.
Schneider E., Whitmore S., Glynn M. K., Dominguez K., Mitsch A., McKenna M. T., 2008.
Revised surveillance case definitions for HIV infection among adults, adolescents, and
children aged <18 months and for HIV infection and AIDS among children aged 18 Months to
<13 years, United States, 2008. En MMWR Recommendation and Reportes, dec 5; 57(RR-10):
pp. 1-12.
Sitios Web:
www.unaids.org. UNAIDS
www.who.int/HIV_AIDS.WHO: Department of HIV/AIDS
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/ICTVdb/ICTVdB/
www.hivatis.org
www.cdcnpin.org
www.edoa.org European Database on AIDS and HIV Infection
www.hivandhepatitis.com/HIVandHepatitis.com:
www.hiv_aids.html.HIV/AIDS
www.cdc.gov/nchstp/od/gap/default.htm. Global AIDS Program
Epidemiology: UNAIDS
http://www.unaids.org/en/HIV_data/default.asp
Treatment recommendations: Centers for Disease
Control and Prevention
http://www.cdc.gov/hiv/topics/treatment/index.htm
HIV-1 drug resistance: Stanford University HIV Drug Resistance Database
http://hivdb.stanford.edu/index.html
International AIDS Society–EE.UU.
http://www.iasusa.org/resistance_mutations/index.html
Microbicidas: Alliance for Microbicide Development
http://www.microbicide.org
http://www.hptn.org/index.htm
Vaccine: International AIDS Vaccine Initiative
http://www.iavi.org
Capítulo 14
Hepatitis viral
Introducción
Las hepatitis virales son cuadros clínicos con manifestaciones sistémicas
que afectan como órgano blanco al hígado. El término hepatitis viral se
reserva a las infecciones que presentan inflamación de los hepatocitos y
del sistema biliar causadas por agentes virales que pertenecen cuanto
menos a cinco familias diferentes, con agentes virales diversos y patrones
epidemiológicos distintos. Existe una serie de agentes infecciosos que se
agrupan bajo el término de virus de la hepatitis, entre los que se distinguen
los virus de la hepatitis A, B, C, Delta, E. Otros agentes virales son causa
menor o infrecuente de hepatitis viral, entre ellos se tienen: virus de la
fiebre amarilla, virus de Epstein Barr, citomegalovirus, virus de la varicela
y zona, virus herpes simple, paramixovirus, enterovirus y rubéola. Algunos
virus causantes de la fiebres hemorrágicas (fiebre de Lassa, virus del valle
Rift, virus Marburg, virus Ébola, virus Machupo y virus Junín), también
pueden asociarse a hepatitis viral, aunque su epidemiología se restringe a
áreas geográficas específicas.
Aspectos históricos
Las primeras descripciones de la hepatitis viral, como entidad clínica, son
atribuidas a Hipócrates (460-377 a. C.) quien se refirió a la enfermedad
como ictericia catarral o ictericia epidémica. Históricamente el carácter
epidémico de la hepatitis viral se relacionó con campañas militares que
dieron lugar a grandes desplazamientos de población y brotes epidémicos
de ictericia. Por ejemplo, durante la guerra de Secesión en Estados Unidos
se reportaron 70 mil casos, al parecer de hepatitis de tipo A. A principios
del siglo XVII las tropas napoleónicas se vieron afectadas por hepatitis
durante las campañas emprendidas en Egipto y Rusia. En 1865, Rudolf
Virchow (1821-1902), propuso que la patogénesis de la hepatitis aguda
viral estaba dada por un tapón de moco presente en la ampolla de Váter.
En 1885, Lurman, en Bremen, Alemania, hizo la descripción de un
brote de hepatitis ocurrida en los trabajadores de astilleros, ocho semanas
después de recibir vacuna contra la viruela, esta vacuna contenía como
material estabilizante linfa humana; ninguno de los trabajadores del grupo
que no recibió la vacuna presentó ictericia. Esta descripción corresponde
quizá a los primeros casos reportados de hepatitis B, asociada a
contaminación con productos de origen sanguíneo.
Durante la Primera Guerra Mundial las tropas involucradas en las
guerras de trinchera se vieron afectadas por cuadros de hepatitis viral
transmitida por vía orofecal, dadas las bajas condiciones sanitarias, estos
casos se denominaron inicialmente como ictericia de los campos.
En 1937 se reportó un brote epidémico de hepatitis en el 40% de 109
personas que habían recibido suero de pacientes convalecientes de
sarampión. Los pacientes desarrollaron su cuadro clínico hasta 114 días
después de la administración del suero.
Para el comienzo de la Segunda Guerra Mundial ya se tenía en claro
la naturaleza viral de la entidad, con dos agentes bien definidos por su
carácter epidemiológico, uno de transmisión entérica y otro de adquisición
por vía hemática.
Posteriormente, un brote de hepatitis viral en grupos militares se
presentó en 1942 durante campañas de vacunación masivas contra el virus
de la fiebre amarilla; la vacuna utilizada había sido estabilizada con suero
humano contaminado por el virus de la hepatitis B, lo cual produjo un
brote epidémico de 28 mil casos, 62 de ellos mortales. Inicialmente se
consideró como una atenuación insuficiente del virus de la fiebre amarilla
y luego se implicó al suero humano utilizado para estabilizar el producto
biológico. Estudios serológicos prospectivos de este grupo militar
vacunado, demostraron que el 97% de los vacunados presentaban serología
positiva para el virus de la hepatitis B, comparado con sólo el 13% de los
que recibieron vacuna sin suero humano.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron las técnicas
de aplicación en la población civil de la transfusión sanguínea y productos
de fraccionamiento plasmático, técnicas desarrolladas durante el conflicto;
estos métodos permitieron detectar el virus causante de la hepatitis que fue
denominada “hepatitis sérica”.
En 1947, McCallum y Bauer introdujeron los términos de hepatitis
A, para designar las hepatitis infecciosas o epidémicas, y hepatitis B para
las hepatitis séricas así denominadas en aquella época, por sueros
homólogos.
Entre las décadas de los años 60 y 70, Krugman y colaboradores
describieron dos tipos de hepatitis viral que denominaron MS-1 y MS-2. El
tipo MS-1 era semejante a lo que McCallum había clasificado como
hepatitis A. Estudios en voluntarios confirmaron que este tipo de hepatitis
era transmitido por vía orofecal y que presentaba periodos de incubación
cortos, de 30 a 38 días. El tipo MS-2 semejaba a la hepatitis B en que
poseía un periodo de incubación más largo (41 a 108 días) y se transmitía
por vía percutánea.
Una nueva era en el estudio de la hepatitis viral estuvo marcada por
el descubrimiento del antígeno Australia (AgAu), mediante reacciones de
precipitación entre un suero obtenido de un aborigen australiano y el suero
de un paciente hemofílico norteamericano; posteriormente, el antígeno se
relacionó con el virus de la hepatitis B y fue denominado antígeno de
superficie (AgHBs). La utilización de todos los recursos disponibles en el
momento (serológicos, histopatológicos, inmunológicos, biofísicos y
microscopía electrónica) llevaron en 1970, al descubrimiento del virus de
la hepatitis B, identificado inicialmente por Dane como partícula viral con
genoma de tipo ADN, tamaño de 42 nm de diámetro, con envoltura y
núcleo o core; este descubrimiento fue el inicio de estudios que
permitieron la elaboración de una vacuna derivada inicialmente del
plasma.
El virus de la hepatitis A fue identificado en 1973, a partir de
muestras de materia fecal de pacientes con manifestaciones clínicas. En
1979, el virus de la hepatitis A pudo ser adaptado a cultivos celulares y
posteriormente se comprobó que los virus producidos podían ser adaptados
para la producción de vacunas.
Estudios en India con pruebas muy sensibles para hepatitis A,
advirtieron las sospechas de la existencia de otro virus distinto al virus de
la hepatitis A de transmisión entérica. El virus de la hepatitis E fue
observado inicialmente en 1983 en heces de paciente infectado
experimentalmente en Taskent (Uzbekistán); formalmente el virus fue
clonado y secuenciado en 1990.
Estudios en primates infectados con plasma provenientes de
pacientes infectados por virus de hepatitis no-A no-B lograron identificar
un nuevo virus de trasmisión parenteral. El virus de la hepatitis C fue
identificado en 1989 por el grupo de Michael Houghton en California
(EE.UU.). El genoma viral fue clonado en su integralidad y se pudo
comparar con las secuencias genómicas existentes, por lo cual se clasificó
como un virus de la familia Flaviviridae, constituyendo un nuevo género
denominado Hepacivirus.
Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas y el curso de la infección es similar para los
diferentes agentes causales de hepatitis (tabla 14.1). El espectro clínico
varía desde las formas asintomáticas, formas discretas anictéricas, hasta las
formas agudas, graves y fulminantes.
En forma general la mayoría de los casos de hepatitis viral A y E son
inaparentes, poco sintomáticas, anictéricas, autolimitados y con mortalidad
baja. Tanto la hepatitis A como la hepatitis E no persisten en el hígado y
por lo tanto no han evidenciado estar muy asociadas a formas crónicas que
lleven al daño hepático. Las hepatitis B, C y D en infecciones simples o
asociadas tienen la particularidad de estar relacionadas a infección
persistente que llevan a formas de infección crónica que eventualmente
pueden originar daño hepático, cirrosis y carcinoma. La falta de
manifestaciones en muchos de los procesos infecciosos hace muy difícil el
reporte real de casos, por lo que se requieren estudios de seroprevalencia.
Las manifestaciones prodrómicas ocurren durante el periodo de
incubación de la enfermedad, el cual es variable para los diferentes agentes
etiológicos (tabla 14.2). Las manifestaciones constitucionales preceden en
una o dos semanas el periodo de ictericia y se caracteriza por fiebre,
cefalea, mialgias, artralgias, hiporexia, náusea, vómito, adinamia, fatiga,
astenia, coriza y faringitis. Otros hallazgos son las alteraciones del gusto y
dolor en el epigastrio o en el cuadrante superior derecho. Posteriormente
aparecen el dolor abdominal, ictericia, coluria y acolia. La ictericia
consiste en una coloración amarilla/naranja de las escleroproteínas
presentes en piel, mucosas y conjuntivas; esta coloración es causada por el
depósito de pigmento que no puede ser excretado por el hígado afectado.
Durante el curso de la hepatitis viral los signos más frecuentes son
hepatomegalia e ictericia. Las pruebas funcionales hepáticas muestran un
aumento marcado de la alanino aminotransferasa (ALT) y de la aspartato
aminotransferasa (AST). Dado que el cuadro clínico es similar para los
diferentes agentes virales, para confirmar la etiología, es indispensable
usar pruebas diagnósticas específicas.
Epidemiología
La epidemiología de los cuadros de hepatitis viral tiene dos patrones
característicos, uno de transmisión entérica y otro de transmisión
percutánea o parenteral. Las hepatitis A y E se adquieren por vía
entérica, mientras que las hepatitis B, C y Delta se adquieren por vía
parenteral.
La hepatitis E tiene también una presentación espontánea o en brotes
epidémicos y ocurre en zonas geográficas específicas de Asia, África y
América Central, la fuente de infección son aguas contaminadas, la
transmisión horizontal entre personas de un grupo familiar son raras. La
hepatitis E es frecuente en grupos etáreos de 15-40 años y cursa con
cuadros graves en mujeres embarazadas. El control de las hepatitis de
adquisición entérica se fundamenta en decisiones políticas, sociales y
económicas que mejoren las condiciones de vida; la experiencia del
comportamiento epidemiológico de estas formas de hepatitis ha
demostrado que mejorar las condiciones de salubridad ambiental tiene un
gran impacto sobre la disminución de la prevalencia de estas patologías.
Tabla 14.1. Características de los diferentes agentes causantes de la hepatitis viral
Virus
HAV
HEV
HBV
HCV
Familia
Picornaviridae
Hepiviridae
Hepadnaviridae
Género
Hepatovirus
Hepevirus
Orthohepadnavirus Hepacivirus
Especie
Virus
de la hepatitis
A
Virus
de la hepatitis
E
Virus
de la hepatitis B
Talla del virión
30 nm
30-34 nm
Genoma
RNA(+)
Genoma (kb)
GBV-C
No establecida
?
Deltavirus
?
Virus
de la hepatitis
C
Virus
de la hepatitis
D
GBV-C
60-90 nm
38-50 nm
22 nm
Desconocida
RNA(+)
DNA/dc/ss/c
RNA(+)
RNA(-)c
RNA(+)
7.8
7.5
3.2
9.4
1.7
9.4
Proteínas
envoltura
no
no
AgHBs
E1 y E
AgHBs
Desconocida
Proteínas cápside
VP1-VP4
una?
AgHC
C (core)
AgHD
Desconocida
Transmisión
Oro-fecal
Oro-fecal
Parenteral
Parenteral
Parenteral
Parenteral
Título máximo
109/g.
?
109/ml
107/ml
1011/ml
?
Prevalencia
Alta
Regional
Alta
Moderada
Baja y regional
Alrededor
4%
Curso fulminante
Raro
En embarazo
Raro
Raro
Frecuente
?
Cronicidad
Nunca
Si*
Frecuente
Muy frecuente Muy frecuente
si
Oncogenicidad
no
no
si
si
?
no
Serología
si
si
si
si
si
no
Antígeno
si
si
si
?
si
no
disponible
*En pacientes inmunocomprometidos y trasplantados.
Flaviviridae
HDV
Tabla 14.2. Periodos de incubación de las hepatitis virales
Virus
Periodo de incubación en días (media y rango)
Hepatitis A
30 (15-45)
Hepatitis B
50 (30-180)
Hepatitis C
50 (15-160)
Hepatitis D
50 (30-180)
Hepatitis E
40 (14-60)
Las hepatitis B, C y D son patógenos transmitidos por la sangre o
productos sanguíneos, se adquieren por vía percutánea, por contacto sexual
(homo o heterosexual), por el uso de jeringas o material médico
contaminado. Estas formas de hepatitis viral se caracterizan por ocasionar
cuadros crónicos; siendo los pacientes con infección crónica quienes
transmiten el virus al interior de poblaciones. Por esta razón las hepatitis
B, C y D se diseminaron de manera más intensa por el crecimiento urbano,
el uso de medicina invasiva y la administración de hemoterapia.
La hepatitis B se transmite por contacto sexual en el 50% de los
casos, es más frecuente en grupos socioeconómicos menos favorecidos, en
personas mayores y para quienes hayan recibido transfusiones antes de la
instauración de pruebas de detección; la seroprevalencia de hepatitis B en
el grupo de donantes voluntarios de sangre varía de 5-10%. La prevalencia
de hepatitis B es mayor para quienes usan drogas endovenosas, personas
promiscuas, pacientes sometidos a hemodiálisis, cónyuges de personas
infectadas, trabajadores de la salud, hijos de madres infectadas y personas
que vivan en áreas de alta endemicidad. Los antígenos de superficie han
sido detectados en la mayoría de fluidos corporales, la saliva y el semen
han demostrado ser infectantes al administrarlos por vía percutánea o no
percutánea a animales de experimentación. Aparte del semen otros fluidos
corporales son menos importantes como causa de transmisión oral de la
HBV. La transmisión vertical ocurre en el momento del parto y no se
relaciona con la lactancia. En caso de infección crónica en la madre con
presencia de marcadores de replicación viral (presencia de antígenos de
superficie [AgHBs] y de antígeno e [AgHBe]) la tasa de transmisión
vertical es de un 90%, mientras que la transmisión es un 10% cuando la
madre solo presenta como marcador de cronicidad la presencia del
AgHBs.
La hepatitis delta es causada por un viroide que requiere de la
presencia del HBV para su replicación, por este motivo sólo puede ser
adquirida por pacientes con infección crónica por HBV (sobreinfección) o
en forma conjunta con la HBV (coinfección). Se estima que un 5% de los
portadores crónicos de hepatitis B se encuentran coinfectados por HDV.
Las infecciones asociadas con sobreinfección pueden tener un curso más
serio y en un 20% de los casos se puede presentar una hepatitis fulminante,
este evento es menos frecuente en caso de coinfección y solo se presenta
en un 5% de los casos. La hepatitis delta es común en hemofílicos y
usuarios de drogas endovenosas.
En algunas poblaciones de la Amazonía se han presentado epidemias
de HDV en grupos que presentan una alta prevalencia de infecciones
crónicas. La entidad también es frecuente en pobladores de la zona
Mediterránea (Europa del sur, Oriente Medio y Norte de África) quienes a
su vez presentan altas prevalencias de hepatitis B crónica.
La hepatitis C, originalmente clasificada como una hepatitis no-A
no-B, tiene una distribución mundial, ha podido ser detectada en un 0,51,8% de los donantes voluntarios de sangre. En algunas regiones de África
muestran una seroprevalencias de 10% y en Egipto es cercana al 20%,
asociada al uso de material mal esterilizado durante las campañas masivas
de tratamiento de la bilharziasis. El HCV es responsable de un 90-95% de
las formas de hepatitis virales asociadas a transfusiones; esta asociación ha
disminuido luego de campañas de búsqueda de portadores en bancos de
sangre, la cual se realiza cada vez con pruebas de mayor sensibilidad. La
HCV es causa de infecciones relacionadas con el cuidado de la salud, se
han descrito casos en los cuales el cirujano con infección crónica es la
fuente de infección y también es frecuente en grupos de pacientes que
reciben transfusiones o se benefician de una terapia de hemodiálisis. La
transmisión de la hepatitis C se encuentra asociada en un bajo porcentaje
de casos con la actividad sexual (5%) y en estos caso es más frecuente
entre quienes tienen múltiples parejas sexuales. La transmisión vertical
tiene frecuencias bajas cercanas al 5%, aunque puede alcanzar un 15% en
caso de cargas virales mayores a 106 genomas/ml o coinfección HIV y
HCV. La transmisión luego de accidente percutáneo, puede tener un riesgo
que depende entre otros factores, de la carga viral de la fuente y varía de
un 0.5 a 7%, aunque para efectos prácticos se estima cercana al 3%.
Patogénesis
Todos los agentes virales involucrados tienen en común el hecho de ser
hepatotropos, tener como órgano de replicación el hígado y causar daño
hepático de gravedad variable. Los mecanismos involucrados en la
patogénesis de la hepatitis viral no se encuentran muy bien esclarecidos y
son variables según el agente infeccioso involucrado. Factores del virus y
del hospedero contribuyen con la patogénesis de la enfermedad. En las
hepatitis A, B y C se ha detectado un papel fundamental de los linfocitos T
citotóxicos en la patogénesis de la enfermedad. En el caso de hepatitis B y
C, se han detectado linfocitos citotóxicos que reconocen epítopes en
antígenos de la nucleocápside, AgHBc y AgHBs. Las hepatitis B y C son
de carácter más serio en pacientes trasplantados y en los que se
administran depresores de la respuesta inmune celular. En caso de
pacientes con compromiso del sistema inmune, se produce acumulación de
AgHBs al interior de los hepatocitos, lo cual produce daño de los
hepatocitos, convirtiéndose el virus en citopático.
Las coinfecciones virales (HBV+HDV, HBV+HCV y HAV+HCV)
pueden presentarse como cuadros clínicos de mayor gravedad. Algunas
formas mutantes del HBV en la región precore causan cuadros clínicos
más serios en comparación con las cepas silvestres de HBV. La formación
de complejos inmunes (antígeno, anticuerpo y complemento) y su depósito
a nivel del endotelio vascular ha sido implicado en las manifestaciones
prodrómicas, en las artritis, dermatitis, poliarteritis nodosa y
glomerulonefritis, que se presentan en el curso de la infección por HBV.
La crioglobulinemia que se presenta en caso de HCV también ha sido
explicada por la formación de complejos inmunes.
Diagnóstico diferencial
Manifestaciones similares se observan durante el curso de obstrucción
extrahepática, colestasis, carcinoma hepático, hepatitis causada por
medicamentos y sustancias tóxicas. Durante el curso de las hepatitis
virales se observan elevaciones discretas de la fosfatasa alcalina, de la
bilirrubina y de la gamma-glutaramiltransferasa; en cambio, las
transaminasas ALT y AST se encuentran muy elevadas, con valores hasta
de 2.000 UI/ml.
Infección por Virus de la Hepatitis A (HAV)
La hepatitis A es por lo general una enfermedad aguda y autolimitada,
puede tener un curso asintomático, poco sintomático o sintomático y rara
vez tiene curso fulminante. La duración y seriedad de la sintomatología
varía ampliamente, pero nunca se acompaña de enfermedad crónica. La
disponibilidad de una vacuna eficaz y segura permitirá en un futuro
cambiar la epidemiología de esta entidad.
Agente infeccioso
El agente causal es un virus desnudo, con genoma de tipo ARN de
polaridad positiva (+), con un tamaño de 7.478 nucleótidos, cápside de
simetría icosaédrica, de 27-28 nm de diámetro, serotipo único,
perteneciente a la familia Picornaviridae, género Hepatovirus, especie
Hepatitis A (figura 14.1). La cápside viral está formadas por 60
protómeros compuestos de VP1-VP2-VP3, la proteínas VP4 parece no
hacer parte de la estructura viral. El virus es resistente al calor (puede
resistir temperaturas inferiores a 60º C por cortos periodos), al éter y al
ácido. Para inactivar el virus presente en alimentos o aguas contaminadas
se necesitan temperaturas superiores a 90º C por más de un minuto.
El virus de la hepatitis A es inactivado por luz ultravioleta,
formaldehído, e hipoclorito de sodio en concentraciones de 1,5 a 2,5 mg/l
por 15 minutos. Otros agente químicos que inactivan el virus son el
glutaraldehiído, yodo y fórmulas de amonio cuaternario que contienen HCl
al 23% (presentes en productos de aseo sanitario). En ciertas condiciones
como la presencia de material orgánico en las aguas, las concentraciones
de cloro usadas para su purificación pueden no ser suficientes para
inactivar al HAV.
Por los análisis de la secuencia de bases en el área genómica VP1-2ª,
se han detectado variaciones hasta de un 20% entre los aislamientos, lo
cual da lugar a algunos genotipos mayores (I y III) y genotipos menores (II
y VII) que pueden diferir entre un 15 a 25% en la secuencia de
nucleótidos; otros genotipos (IV, V y VI) presentan homología con virus
de origen simiano. La secuencia de aminoácidos de las proteínas de los
virus analizados muestra una homología mayor al 70% (figura 14.2).
Figura 14.1. Esquema de la estructura de la partícula viral del virus de la hepatitis A
La cápside viral está conformada por 60 protómeros cada uno formado por una copia de VP1, VP2
y VP3, ensamblados, siguiendo una simetría icosaédrica. La proteína VP4 parece no estar
incorporada al virión. El eje de simetría trimérico entre VP1, VP2 y VP3 constituye el sitio
antigénico mayor contra el cual están dirigidos los anticuerpos neutralizantes.
Replicación viral
La replicación celular del virus es mal conocida por los pocos modelos in
vitro disponibles, y la forma lenta y difícil de replicación del HAV. Para la
unión a las células susceptibles se postula la existencia de un receptor
celular (una glicoproteína integral de membrana similar a la mucina) que
ha sido designado como HAVcr1. En las líneas celulares estudiadas
algunas variantes pueden multiplicarse rápidamente; estas variantes son
resistentes a anticuerpos neutralizantes. Otras cepas virales después de
múltiples replicaciones son adaptadas a cultivo in vitro, algunas de estas
han permitido el desarrollo de virus vacunales; los análisis genéticos
mostraron que las cepas atenuadas presentan mutaciones en las regiones
VP1-2A y 2C. A diferencia de otros picornavirus el HAV se replica en
sistema de vesículas intracitoplásmicas, estas vesículas pueden ser
liberadas de las células infectadas. La producción viral es más baja que la
reportada para otros enterovirus. El HAV no produce efecto citopático y
por lo general genera infecciones persistentes in vitro.
Epidemiología
El virus de la hepatitis A (HAV) es el causante de la mayoría de hepatitis
de origen entérico. Durante la fase aguda del proceso infeccioso el virus se
encuentra en hígado, bilis, heces y tejido hepático. La carga viral en heces,
sangre e hígado disminuye durante la fase ictérica del proceso infeccioso.
Su transmisión es de tipo orofecal, por contaminación de comidas crudas
(leche, fresas, frambuesas, cebollas, etc.) o que se contaminan después de
su cocción. Las condiciones higiénicas precarias favorecen la transmisión
persona a persona. Los frutos de mar cultivados en aguas contaminadas
pueden concentrar el virus, ya que el virión resiste de tres a diez meses en
estas aguas, la cocción al vapor de estos alimentos es insuficiente para
inactivar al virus. Finalmente, los productos agrícolas contaminados con
aguas polutas pueden ser también fuente de infección natural (figura 14.3).
Los virus de la hepatitis A y E, dada su vía de transmisión se asocian
a condiciones de hacinamiento y precarias condiciones de higiene personal
y ambiental. Las hepatitis de adquisición entérica se relacionan con casos
esporádicos o relacionados con brotes epidémicos, no existe estado de
portador. Como fuente de infección se encuentran las aguas, los alimentos
contaminados, la leche y los frutos de mar. La transmisión intrafamiliar o
intrainstitucional son comunes. La seroprevalencia para estas infecciones
se convierte en un excelente marcador de exposición o infección previa; la
seroprevalencia se incrementa con la edad y es inversamente proporcional
al nivel socioeconómico de la población sujeta de estudio. En los países
pobres donde estas infecciones son endémicas, la infección se adquiere en
la infancia, es asintomática y la mayoría de la población ya se ha expuesto
a la edad de diez años. En los países ricos que han mejorado las
condiciones higiénicas después de la Segunda Guerra Mundial, la
seroprevalencia ha disminuido progresivamente en los últimos 50 años,
encontrándose un alto porcentaje de adultos susceptibles que pueden
infectarse luego de estadías en países menos desarrollados. En la tabla 14.3
se observan los casos reportados de hepatitis A.
Figura 14.2. Estructura genética del virus de la hepatitis A
El ARN(+) genómico se une en la extremidad 5’ a una proteína Vpg, posee una región IRES
(Internal Ribosomal Entry Site) de unión a los ribosomas y dos regiones no codantes terminales
UTR, codifica para una gran poliproteína que es clivada hasta sus productos finales en proteínas
estructurales ( VP1-VP2-VP3-VP4?) y no estructurales (2A, 2B, 2C, 3A, 3B, 3C, 3D). La proteína
VP4 no ha sido identificada aún en el virión.
Figura 14.3. Patogénesis y transmisión del virus de la hepatitis A
En general, el patrón de transmisión se correlaciona con las
condiciones socioeconómicas e higiénicas. En los países pobres, la
infección ocurre en la infancia y la mayoría de casos no presentan
evidencia clínica. En los países desarrollados la entidad ocurre en adultos o
en viajeros a áreas de alto riesgo y los pacientes adultos pueden presentar
cuadros graves, rara vez se asocian a hepatitis fulminante; hasta en 20% de
los casos, llegando a ameritar un trasplante hepático. Los casos de hepatitis
fulminante pueden estar relacionados con mutaciones en la región codante
2B.
Los países se dividen en tres tipos según su prevalencia para la
infección por HAV: las zonas de alta endemicidad (Asia, África, algunas
áreas de América Latina) en las cuales cerca de un 90% de la población ya
se ha infectado a los diez años, las zonas de endemicidad intermedia
(algunos países de Asia y Europa) en la que un 50-60% de los adultos y un
20 a 30% de los menores de 10 años se ha infectado y los países de baja
endemicidad (Australia, América del Norte y Europa) en los que el 30% de
los adultos se han expuesto (figura 14.4). En Colombia hace poco se hizo
el reporte de los sistemas de vigilancia de casos de hepatitis A, las
incidencias son variables de 5,8 a 16,7 casos por 100 mil habitantes (tabla
14.3); como se observó mediante estudios de incidencia en EE.UU. el
número reportado de casos puede ser estimado como diez veces superior.
El comportamiento epidemiológico de la hepatitis A tiene dos ciclos,
antes y después de las campañas de inmunización. Previo a la
inmunización la hepatitis A ocurría en brotes epidémicos cada 10-15 años,
el grupo más afectado lo constituían los niños menores de 15 años.
Los brotes epidémicos pueden alcanzar valores inusitados como la
epidemia registrada en 1988 en Shangai (China), en la que se vieron
afectadas 300 mil personas, la fuente de la epidemia fueron crustáceos
contaminados. En Asia central ocurrieron epidemias recientes que
afectaron entre 1.000 y 100mil individuos.
Tabla 14.3. Casos reportados de hepatitis A en Colombia en los últimos años
Casos reportados
Hepatitis A
2001
ND
2002
ND
2003
ND
2004
ND
2005
2.702
2006
4.183
2007
5.882
2008
3.905
2009
7.689
2010
4.916
ND: No hay datos disponibles. Fuente IQEN: boletín epidemiológico quincenal INS.
Es necesario tener en cuenta que muchos casos pueden no ser reportados y otros ocurren en forma
asintomática.
Figura 14.4. Seroprevalencia de la infección HAV
En azul zonas de baja prevalencia, en gris zonas de prevalencia intermedia y en rosado zonas de alta
prevalencia.
Aspectos clínicos
El periodo de incubación promedio es de 30 días (rango 15 a 45 días). El
curso de la enfermedad es generalmente asintomático en niños menores de
seis años, quienes presentan manifestaciones en menos del 10% de los
casos. En el grupo de niños mayores, los síntomas son más frecuentes (4050% de los casos) y alcanzan su pico máximo en la población adulta con
70-80% de infecciones sintomáticas. Los casos de hepatitis fulminante son
raros, en la gran epidemia de Shangai, se detectaron cerca de 1,5 casos por
10.000 infectados, la mitad de los casos estaban relacionados con una
enfermedad hepática subyacente.
A medida que disminuye la frecuencia de infección, es más usual la
presencia de infección sintomática dentro del grupo de personas
susceptibles. En países con alta incidencia, los hallazgos clínicos son poco
frecuentes, aproximadamente la mitad de los pacientes presentan
hepatomegalia y dolor en el área hepática, mientras que la esplenomegalia
y bradicardia se presentan entre un 10-30% de los casos. Las
manifestaciones clínicas estudiadas en diferentes brotes epidémicos son
diversas, siendo la manifestación general más frecuente la hiporexia,
seguida de náusea, vómito, malestar general, mialgias, artralgias, fiebre
(38-39º C), cefalea, coriza y dolor abdominal; estas manifestaciones se
presentan de una a dos semanas antes de la fase ictérica. Las expresiones
clínicas durante la epidemia de Shangai, fueron: hiporexia (82%), malestar
(80%), fiebre (76%), náusea (69%) y vómito (47%). La ictericia se
presentó en el 91% de casos hospitalizados. Se considera que pueden
existir diferencias de virulencia de los virus circulantes.
Complicaciones
Se pueden dar casos de colestasis, ictericia prolongada asociada con fiebre
y prurito hasta por 18 semanas, en estos casos los valores de bilirrubina
pueden llegar de 12-30 mg/dl, con niveles de ALT menores de 500 UI/l,
mientras que la fosfatasa alcalina se encuentra elevada. Eventualmente la
entidad tiene un curso polifásico y recaídas cercanas al 10% de casos;
estos eventos se resuelven espontáneamente. La infección aguda puede
desencadenar cuadros de hepatitis crónica autoinmune; las hepatitis
fulminantes son raras, ocurren durante la primera semana de iniciado el
cuadro clínico y es más frecuente en personas mayores de 50 años. Las
manifestaciones extrahepáticas (neurológicas, hematológicas, autoinmunes
y renales) son raras.
Patogénesis
El HAV se replica inicialmente en la mucosa del epitelio gastrointestinal
desde donde inicia viremias que llevan el virus por circulación esplácnica
al hígado. La replicación en los hepatocitos en el momento del pico
replicativo se acompaña de poco daño de los hepatocitos. La respuesta
inmune celular se reclama como la responsable del daño hepático,
mientras que los anticuerpos circulantes son importantes para limitar el
acceso viral a hepatocitos no infectados o a otros órganos blanco. Las
manifestaciones histopatológicas fueron posibles desde el advenimiento de
la biopsia percutánea, las lesiones hepáticas son similares para las distintas
formas de hepatitis viral. Histopatológicamente se observa infiltrado
generalizado por células mononucleares, colestasis, necrosis hepática,
hiperplasia de las células de Küpffer, imágenes de regeneración (mitosis) y
colestasis.
Diagnóstico
La presencia de IgM específica anti-HAV constituye el mejor marcador de
infección reciente. Las partículas virales se excretan en materia fecal desde
la fase prodrómica y pueden no estar presentes en el momento de la
sintomatología clínica; por ello su búsqueda no se hace de rutina. La
sensibilidad de la prueba de IgM específica es del 100%, la sensibilidad
del 99% y el valor predictivo positivo se estima en 88%. En presencia de
cursos clínicos leves o en fases muy tempranas del curso de la infección
pueden ocurrir casos de IgM negativas; por lo tanto, si persiste la sospecha
clínica ante un resultado negativo puede repetirse a las dos semanas. La
respuesta IgM es detectada por periodos variables de tiempo (3-6 meses),
el 70% de los casos la IgM se negativiza a los cuatro meses. La detección
de IgG anti-HAV es un marcador de infección pasada, y constituye un
marcador epidemiológico que no es útil para diagnosticar episodios
recientes de hepatitis A (figura 14.5).
Tratamiento
No existe ninguna terapia específica para el tratamiento de la hepatitis A.
La mayoría de pacientes se recuperan sin presentar secuelas. Se indica
tratamiento de soporte y reposo en cama; adicionalmente se deben evitar
las dietas ricas en grasa. Se ha observado que los escolares que se
incapacitan en casa tienen una menor frecuencia de recaídas. Los criterios
de trasplante, en caso de hepatitis fulminante, cambian entre los diferentes
centros especializados; en niños es difícil definir criterios de trasplante,
puesto que el 60% sobreviven sin requerir este procedimiento. El
pleconaril que ha sido útil en otras infecciones por picornavirus, no ha
mostrado ningún beneficio en el tratamiento de las infecciones por HAV.
En casos graves se ha empleado la ribavirina, el interferón y la amantadina
con resultados no concluyentes.
Prevención y control
La prevención de la hepatitis A es un asunto de decisión política, social,
económica y de ingeniería ambiental. El mejoramiento de la calidad del
agua, la correcta eliminación de desechos orgánicos, la disposición de
sistemas de alcantarillado y la optimización de las condiciones de vida
conllevan a una reducción sustancial de los casos.
La inmunización pasiva en las primeras dos semanas postexposición
demostró que podía disminuir la incidencia de hepatitis A hasta en un
90%. La administración de gammaglobulina hiperinmune específica (5 ml
IM), confiere después de una semana, títulos de anticuerpos de 100 UI/ml,
muy inferiores a la inmunidad natural o a la inmunización activa (15.000
UI/ ml y 3.400 UI/ml respectivamente), pero suficientes para reducir la
gravedad de la enfermedad. La dosis de gamaglobulina para prevención
postexposición es de 0,02 ml/kg de peso; la inmunoglobulina confiere
protección por tres meses.
Figura 14.5. Evolución clínica y marcadores de infección en caso de infección por HAV
En 1995 la vacuna contra la hepatitis A recibió aprobación de la
FDA para su utilización en los EE.UU. La elaboración de la vacuna contra
el HAV tuvo un curso similar al de la vacuna contra la poliomielitis, una
vez adaptado el virus al crecimiento in vitro, se tuvo la herramienta
necesaria para producir la vacuna. Existe una vacuna preparada en células
MRC-5 a partir de la cepa viral HM175, esta es una vacuna inactivada
mediante tratamiento con formalina y potenciada por la presencia de
adyuvante. No ha sido posible producir una cepa viral con atenuación
satisfactoria. En un ensayo de vacunación realizado por Davidson,
utilizando 720 unidades Elisa, siguiendo dos esquemas de aplicación
mensual (0, uno, seis meses y 0, uno y 12 meses), se obtuvieron niveles de
seroconversión de 90 a 100% con la primera dosis y entre 99 y 100% con
la segunda dosis. Los títulos llegaron a una media geométrica de 3.000
UI/ml después de la tercera dosis en los dos grupos. Los costos de la
vacuna son mayores a los de las otras vacunas del programa ampliado de
inmunizaciones, factor que ha restringido su uso a los países
industrializados o regiones restringidas con recursos propios, como es el
caso de Bogotá.
Infección por virus de la hepatitis B (HBV)
El virus de la hepatitis B (HBV) es la mayor causa de hepatitis aguda y
crónica en el mundo; se estima que 1.200 millones de personas se han
infectado, 500 millones de personas tienen una infección crónica y al año
mueren 1’200.000 por HBV. Un 15-25% de las personas con infección
crónica morirán prematuramente por falla hepática, cirrosis o carcinoma
hepatocelular.
Agente infeccioso
El agente causal (figura 14.6) es un virus cubierto, con ADN circular de
doble cadena incompleta, de 42 nm de diámetro. El genoma tiene una talla
de 3.200 pb (7.2 kb), los genes se sobreponen y codifican para siete
proteínas. El HBV pertenece a la familia Hepadnaviridae, género
Orthohepadnavirus, especie virus de la hepatitis B, se encuentra
emparentado con virus de otras especies como el castor, la ardilla y el pato
pequinés.
El agente infeccioso puede presentarse bajo tres formas
estructurales:
1.
2.
Estructuras esféricas de 17-25 nm de diámetro, que están formadas de antígeno de
superficie y bicapa lipídica de origen celular, a nivel sérico presenta concentraciones de
1013 partículas/ml.
Formas fibrilares de igual diámetro a las anteriores y formadas básicamente por una bicapa
lipídica y antígeno de superficie.
Figura 14.6. Esquema de la estructura de la partícula viral del virus de la hepatitis B
La membrana viral posee antígeno de superficie de bajo, medio y alto peso molecular (LHBs,
MHBs y SHBs).
A: partícula Dane viral con cápside viral de simetría icosaédrica. B y C: acúmulos de exceso de
antígeno de superficie en estructuras fibrilares y globulares.
3.
Viriones infecciosos de 42 nm de diámetro formados de una cápside central de 27 nm de
diámetro, una capa lipídica de 7 nm de espesor y antígeno de superficie, se presenta en
concentraciones séricas de 1010 partículas/ml.
Existen tres tipos de antígenos estructurales importantes en el virus
de la hepatitis B. El antígeno s o de superficie (AgHBs) se encuentra en la
superficie de la partícula viral, se detecta en altas concentraciones en el
suero de pacientes infectados y se han identificado diferentes subtipos. En
la parte central del virión se encuentra el antígeno core (AgHBc), el cual
puede detectarse por métodos inmunohistoquímicos en los hepatocitos. El
antígeno e (AgHBe) es un antígeno soluble que se relaciona con la
replicación viral y es un marcador de infectividad de los pacientes (tabla
14.4).
El AgHBs puede encontrarse como subunidades individuales o
asociadas a epítopes como el preS1 y el preS2. La asociación de la
proteína de superficie y los dominios S1 y S2 se denomina LHBs (sigla de
Large HBs Protein). La asociación de la proteína de superficie y el
dominio S2 se denomina MHBs (sigla de Middle HBs Protein). El
antígeno de superficie solo se designa SHBs (Major Surface Antigen
Protein).
El determinante antigénico a del antígeno de superficie se encuentra
entre los residuos de aminoácidos 120-147 y allí concurre el epítope
mayor, capaz de generar la síntesis de anticuerpos neutralizantes. Existen,
a su vez, otros dos determinantes antigénicos d o y que dan lugar a nueve
subtipos: ayw1, ayw2, ayw3, ayw4, ayr, adw2, adw4, adrq– y adrq+, así
como otras especificidades identificadas recientemente. Aparte de estos
subtipos, determinados por epítopes del antígeno HBs, se han identificado
ocho genotipos denominados por las letras de la A a la H. La figura 14.7
presenta un esquema de la estructura topográfica molecular del antígeno de
superficie.
El virus HBV no es fácilmente cultivable. Puede ensayarse su
replicación in vitro en tejido de hepatocarcinoma, pero los ciclos no
pueden mantenerse durante largo tiempo. La transfección de líneas
celulares ha permitido conocer los eventos intracelulares y la continua
producción de ADN viral. El sitio de replicación primario del HBV es el
hígado; sin embargo, también se ha encontrado en células
hematopoyéticas. El receptor celular para la porción pre-S1 del AgHBs es
una molécula de heparan sulfato, este receptor ha sido detectado en la
membrana plasmática del hepatocito. La unión de la porción S2, por vía de
asociación a la albúmina sérica, se ha hallado no sólo en hepatocitos sino
también en monocitos, linfocitos, fibroblastos y bazo. El ADN integrado o
sus productos de transcripción viral se han localizado en tejido hepático,
epitelial, muscular liso, pancreático, corneal, de tejido linfoide y de varias
glándulas endocrinas. El virus es muy estable en desechos hospitalarios
contaminados y puede ser viable durante 150 días. Los estudios de
resistencia del HBV se han hecho investigando en animales, por
inoculación en voluntarios y por administración accidental de productos
parcialmente tratados.
Tabla 14.4. Proteínas del HBV
mARN
Abreviación
Denominación
Localización o acción
3500
AgHBe
AgHBc
Precore (e)
Core
Proteína secretada a plasma
Empaquetamiento genómico
2400
Pol o RT
Transcriptasa inversa
Polimerasa, transcriptasa inversa, ARNasa
2100
AgHBs
SHBs
MHBs
LHBs
Antígeno de superficie
Proteína presente en la membrana del virión
Proteína mayor o más abundante en la superficie
Proteína de superficie de tamaño medio
Proteína de superficie de tamaño mayor
700
HBx
Antígeno X
Proteína implicada en la replicación viral
¿Función transformante?
¿Activación de oncogenes?
Figura 14.7. Estructura topográfica del antígeno de superficie del HBV
Se observan los puentes di sulfuro entre las cisteínas 107-137, 121-124, 137-149, 139-147. Las
mutaciones en estas cisteínas influyen sobre la excreción y/o la antigenicidad. Los epítopes
determinados por los residuos 112-132, 140-146, y 154-164 son hidrofílicos y por tanto serán
blanco de respuesta inmune. El determinante antigénico a se sitúa entre los aminoácidos 124-147
y los anticuerpos neutralizantes están dirigidos contra el asa presente entre los residuos 139 y 147.5.
La estabilidad del virus es menor que las esporas, pero más
resistente que la mayoría de bacterias. El virus es inactivado por
desinfectantes medianamente potentes como el glutaraldehído al 2%, el
cloro libre (500 ppm.) presente en el hipoclorito de sodio al 1%, el alcohol
isopropílico o etílico al 70% y soluciones desinfectantes yodadas. La
infectividad en suero se pierde después de ebullición por dos minutos,
esterilización en autoclave a 121º C por 20 minutos o calor seco de 160º C
por una hora. La infectividad se retiene luego de conservarlo a
temperaturas de 30-32º C por 180 días o someterlo a congelación a –20º C
por 15 años.
Replicación viral
El virión se replica en el interior de los hepatocitos. Como se observa en la
figura 14.8, el ciclo replicativo del HBV requiere de la entrada del virus al
hepatocito. El genoma viral tiene una estructura única que genera un
sistema de replicación muy particular. La fracción proteica ligada a la
unión del virus con la célula, es la región preS1 del AgHBs que se liga a
un receptor en el hepatocito, probablemente un receptor de proteoglicanos
(heparán sulfato). Luego del ingreso tiene lugar el denudamiento y la
cadena ADN (+) es completada dentro de la nucleocápside; mientras que
la información se transporta al núcleo, gracias a la acción de señales de
localización nuclear presentes en el extremo carboxiterminal del antígeno
core (AgHBc). El ADN posee cuatro ORF que codifican para las proteínas
HBs, HBc, HBe y HBx. La replicación del HBV es única en el sentido que
la ADN polimerasa tiene actividad de transcriptasa inversa y el ADN viral
es sintetizado a partir de un ARN pre genómico (pARN). La transcriptasa
reversa, sintetiza un ADN de sentido negativo a partir de un ARN
intermediario, la cadena ADN de sentido negativo sintetiza la cadena de
ADN de sentido positivo por la actividad ADN polimerasa viral. Como se
muestra en el esquema, la cápside viral no penetra al núcleo. El ADN
liberado e inmaduro es transformado en ADN circular superenrollado
(ADNccc). Esta molécula de ADNccc no se integra, tiene una vida larga y
es fuente para la síntesis de ARNm. El ARN es poliadenilado y
transportado al citoplasma para la síntesis de las respectivas proteínas. Los
pARN se asocian a las proteínas core y las polimerasas sintetizadas y allí
es encapsidado; los pARN dan origen, gracias a la actividad de la
transcriptasa inversa, a las cadenas ADN(–); estas cadenas de ADN(–)
neosintetizadas servirán de plantilla para la síntesis de cadenas de ADN(+)
(figura 14.9).
Las nucleocápsides sintetizadas tienen, a su vez, dos rutas: son
transportadas al núcleo celular para incrementar el pool de genoma
ADNccc presente en el núcleo o son llevadas al aparato de Golgi donde se
ensamblarán con el AgHBs para dar lugar al virión maduro que es liberado
de la célula infectada. El antígeno de superficie es producido en exceso y
puede encontrarse libre en plasma en estructuras esféricas o tubulares.
Epidemiología
La transmisión se lleva a cabo por vía parenteral o percutánea
(hemodiálisis, transfusiones de sangre o derivados sanguíneos no
estudiados para marcadores de infección activa, inoculación por heridas
con elementos cortantes o punzantes contaminados, uso de drogas
endovenosas, hemodiálisis, acupuntura, etc.), por contacto sexual o por
exposición de las membranas mucosas a fluidos corporales (suero, saliva,
semen). La transmisión se ve favorecida por pequeñas abrasiones en piel o
mucosas. El virus de la hepatitis B también es transmitido en forma
vertical de la madre infectada (en fase aguda o portadora crónica) a su
hijo.
Figura 14.8. Replicación del HBV
El virus se une a receptores por los dominios AgHBs y preS2. Para detalles véase el texto.
Figura 14.9. Estructura del genoma de HBV
En A: se observa la cadena circular de sentido negativo (-) en azul y la cadena complementaria
incompleta (+) en rojo.
Las zonas demarcadas DR1 y DR2 son las unidades repetitivas directas 1 y 2. En B: localización de
los genes codificados por el genoma viral.
Según los datos de bancos de sangre la endemicidad es variable en el
mundo, como se observa en la figura 14.10, aproximadamente el 45% de
la población mundial vive en áreas de alta prevalencia de infección por el
HBV (zonas con más de 8% de la población AgHBs positivo), un 43% de
la población vive en regiones de prevalencia moderada (2-7% de la
población AgHBs positivo) y un 12%, en zonas de baja prevalencia de
infección HBV (Norteamérica, Australia, Europa Occidental y del Norte),
se encuentra una seroprevalencia < 1% para el AgHBs y 4-6% para el antiHBs. Por su parte, en regiones de moderada prevalencia (Europa del Este,
América Central y del Sur, Mediterráneo y Suroccidente de Asia) se
encuentra una seroprevalencia del 7% para el AgHBs y un 55% de los
habitantes presentan anticuerpos anti-HBs. En las regiones de alta
endemicidad (China, Sudeste de Asia y África Subsahariana), la
prevalencia para AgHBs es del 20% y más del 90% presentan anticuerpos
contra el AgHBs; en estas regiones hay un número bajo de infecciones
sintomáticas y ocurren pocas enfermedades agudas asociadas a HBV; de
igual manera, la tasa de infección crónica y de hepatocarcinoma es
elevada. Se observa una distribución geográfica general de la prevalencia
de infección por virus de la hepatitis B en la figura 14.10. En Colombia
hace poco se hizo el reporte de casos de hepatitis B a los sistemas de
vigilancia, presentando incidencias anuales variables de 2,24 a 4,86 casos
por cien mil habitantes (tabla 14.6).
Tabla 14.5. Genotipos del HBV
Genotipo
Subtipos
Área geográfica
A
ayw1, adw2
Estados Unidos
B
ayw1, adw
Asia
C
ayr, adr, adrq-
Asia
D
ayw2, ayw3
Países mediterráneos
E
ayw
Áreas del occidente y centro del Sahara
F
adw4q-
América central y del sur
G
adw2
Francia, Estados Unidos
H
Nicaragua, México, California
El periodo de incubación promedio es de 40 días. Los periodos de
incubación cortos están asociados a los inóculos masivos (p. ej.,
transfusiones), vía de infección, coinfección con otros virus hepatotropos,
factores del hospedero, administración de gamaglobulina hiperinmune. Si
una mujer embarazada es portadora crónica del virus y presenta a nivel
sérico marcadores de replicación (AgHBs y AgHBe), existe un riesgo del
70-90% de que su hijo sea infectado en forma vertical, si no se administra
ninguna medida profiláctica. En contraste, los hijos nacidos de una madre
AgHBs positivo y AgHBe negativo, tienen un 5-20% de posibilidad de ser
infectados al nacimiento. Esto demuestra el gran valor predictivo del
AgHBe y su relación con la tasa de replicación viral.
Figura 14.10. Seroprevalencia de la infección por HBV según regiones geográficas
Para mayor detalle consultar:
http://www.who.int/gho/publications/world_health_statistics/2013/en/index.html
Tabla 14.6. Casos reportados de hepatitis B en Colombia en los últimos años
Casos reportados
Hepatitis B
2001
ND
2002
ND
2003
ND
2004
ND
2005
1.101
2006
1.032
2007
1.120
2008
1.079
2009
2.240
2010
1.685
ND: No hay datos disponibles. Fuente IQEN: boletín epidemiológico quincenal INS.
La prevalencia de HBV antes de la era vacunal era alta dentro del
personal médico (12-17% en grupos de cirujanos) y entre 12 y 27% en el
grupo de odontólogos y cirujanos orales. La prevalencia de la hepatitis
crónica en el mundo es de 3% (0,1-5%), según el país. La mayoría de los
portadores crónicos se localizan en países asiáticos.
Patogénesis y respuesta inmune
El HBV afecta los hepatocitos y no es propiamente un virus citopático, es
decir, el virus no produce daño directo en los hepatocitos infectados. La
respuesta inmune celular y humoral tiene patrones complejos, el daño está
determinado por las características de la respuesta inmune frente a los
antígenos virales. En la figura 14.11 se resumen los mecanismos de
respuesta inmune y patogénesis que han sido involucrados en la infección
por virus de la hepatitis B.
La respuesta inmune adaptativa es la responsable de la eliminación
del virus y también puede mediar mecanismos de inmunopatogénesis. Se
sabe que la respuesta humoral contra el antígeno de superficie (anticuerpos
anti-AgHBs), permiten la eliminación del virus circulante, mientras que la
respuesta celular por células T citotóxicas destruye las células infectadas,
contribuyendo por una parte a eliminar el virus o en su defecto a la
persistencia viral; por lo tanto puede ser un factor de inmunopatogénesis.
La respuesta celular T es vigorosa, policlonal y multiespecífica en los
pacientes que pueden controlar la infección y débil en los pacientes que
progresan hacia las formas crónicas de la infección.
Figura 14.11. Elementos de la respuesta inmune innata y adquirida
Los hepatocitos infectados producen IFNα/β que activan los macrófagos. Los macrófagos activados
producen citoquinas que inducen la respuesta inmune específica CD4+ y CD8+. Las células
dendríticas y de Küpffer producen quimioquinas que permiten el reclutamiento y la migración de
células como macrófagos y neutrófilos. Los linfocitos CD4+ secretan interleuquinas que producen
la proliferación de los linfocitos B y su diferenciación en plasmocitos. Los linfocitos CD8+
producen la lisis de los hepatocitos infectados o su apoptosis. La secreción de IFN-γ y TNF-α por
los linfocitos TCD8 inhibe la replicación viral y la expresión de genes del HBV.
Las citoquinas producidas por los linfocitos T inhiben la expresión
de genes del HBV y éste es el principal mecanismo de eliminación del
virus durante la infección. El conjunto de datos obtenidos permite
responsabilizar a elementos de las respuestas celular y humoral en la
producción de lesiones hepáticas y extrahepáticas presentes en el curso de
la enfermedad. Se tienen pruebas de que una respuesta T débil a los
antígenos virales se relaciona con la hepatitis crónica o persistente; de
igual forma, la tolerancia del neonato a los antígenos virales juega un
papel en la persistencia viral. Las causas de la respuesta T pobre en los
adultos no están muy bien establecidas. La primera línea de defensa contra
la infección por HBV es la producción de interferón (IFN), el cual puede
ser el causante de los síntomas generales de la fase prodrómica. La
siguiente línea de defensa la constituyen la actividad citotóxica de las
células NK y la actividad inmunomoduladora de la IL-2 (figura 14.11).
La eliminación del HBV depende de la acción coordinada de la
respuesta celular y humoral. Los linfocitos T citotóxicos, reconocerán los
antígenos del HBV producidos en las células infectadas y presentadas en el
contexto MHC de clase I. Esta respuesta celular puede llevar a la apoptosis
de las células infectadas o a la modulación en la expresión de las proteínas
del HBV, mediada por citoquinas, con la consecuente eliminación del
virus infectante. Una respuesta celular policlonal contra un número amplio
de epítopes faculta la resolución del cuadro infeccioso; en caso contrario,
una respuesta inadecuada de células T (CD4+ ineficiente y CD8+
cualitativa y cuantitativamente ineficaz), puede generar infecciones
crónicas.
La producción de anticuerpos contra antígenos virales (AgHBc,
AgHBe y AgHBs) se observa en el curso de la infección, sólo los
anticuerpos anti AgHBs forman complejos inmunes contra el antígeno
secretado y permite la neutralización de las partículas virales libres; de
igual manera puede mediar mecanismos de lisis celular, dependiente de
anticuerpos. La presencia de anticuerpos contra el AgHBs es un marcador
de recuperación de la infección, pero al parecer no tiene un papel muy
activo en cuanto a la limitación de la infección o determinación del curso
(agudo o crónico) del cuadro infeccioso.
La respuesta inmune que se presenta en los primeros 30 días está
dirigida contra la región pre-S del AgHBs; 10 días después se observa
actividad contra el AgHBc manifestada por la presencia de IgM y en los
siguientes 10 días se presenta la respuesta contra el AgHBs antes de
observarse la necrosis hepática (figura 14.12). Por mecanismos
inmunológicos celulares, humorales o de citoquinas se produce apoptosis
de las células infectadas.
Otros mecanismos fisiopatológicos propuestos como causantes de
infecciones crónicas, son: la tolerancia inmunológica, el tamaño del
inóculo inicial (los inóculos bajos favorecen la persistencia viral), la
presencia de mutaciones en epítopes que median la inactivación viral, la
presencia de antagonismo a receptores T, la inactivación incompleta de la
replicación viral y la infección de sitios inmunoprivilegiados.
Figura 14.12. Cinética de marcadores virales en el curso de la infección aguda por HBV
Eje y izquierdo, niveles de anticuerpos (escala arbitraria). Eje y derecho, carga viral (log10/copias
genómicas).
Se ha postulado la existencia de mutantes de HBV que tienen una
mayor virulencia en infecciones por HBV. En Italia, Singapur, Gambia y
Estados Unidos han sido reportadas variantes moleculares del HBV. La
presencia de heterogeneidad genética en las secuencias de ADN depende
de errores en el curso de la replicación viral. Se ha encontrado
heterogeneidad genética asociada a casos de hepatitis fulminante y
exacerbaciones de hepatitis crónica, la mayor parte de mutaciones se ha
presentado en las regiones precore/core y en la pre-S/S.
Dado el alto número de mutaciones presentes en un solo genoma
viral, es muy difícil llegar a una clara relación causa-efecto entre las
mutaciones y virulencia. En niños vacunados, hijos de madres portadoras,
ha podido detectarse la presencia de mutantes que no son neutralizadas por
la vacuna. Una de estas mutantes presenta una sola mutación en la
posición 587 del gen que codifica para el AgHBs; esto conlleva a una
substitución en el aminoácido 144 de Asp por Ala y en el aminoácido 145
de Arg por Gly, en un área que codifica para el determinante antigénico a
(epítope generador de anticuerpos neutralizantes). Se han encontrado
variaciones similares en personas no vacunadas con cuadros de hepatitis
crónica, lo que demuestra que ellas ocurren en forma espontánea durante el
curso de la infección. Han sido observadas otras mutaciones en el gen X y
en el gen de la polimerasa, pero su contribución a la patogénesis requiere
de estudios más detallados.
Aspectos clínicos
La infección por el virus de la hepatitis B conlleva a una amplia gama de
presentaciones clínicas que van desde la infección asintomática, la
enfermedad aguda autolimitada, la hepatitis crónica que progresa a falla
hepática y cirrosis, la hepatitis fulminante y el estado de portador crónico
asintomático. Solo un pequeño número de infecciones agudas se
diagnostican, ya que el 10% de los niños y 30-50% de los adultos con
infección aguda presentarán cuadros sintomáticos con ictericia. El riesgo
de desarrollar una hepatitis crónica es inversamente proporcional a la edad
a la cual se adquiere la infección: 90% de los recién nacidos infectados
presentarán una infección crónica en comparación con el 25-50% de los
niños entre uno y cinco años y el 5-10% de los niños mayores de cinco
años.
El curso clínico de las infecciones sintomáticas cursa con cuatro
fases:
1.
2.
3.
4.
Periodo de incubación.
Fase prodrómica o pre ictérica.
Fase sintomática o ictérica
Fase o periodo de convalecencia.
Como ya se explicó previamente el periodo de incubación es
variable (30-180 días). La fase prodrómica o pre ictérica dura algunos
días y se caracteriza por la presencia de fiebre, fatigabilidad, malestar,
mialgia, y alteraciones gastrointestinales (hiporexia, náusea, vómito y
dolor en el cuadrante abdominal superior derecho), estos síntomas iniciales
parecen estar mediados por la liberación de interferón. La fase ictérica o
sintomática se inicia con la aparición de orinas colúricas seguidas de la
aparición de heces acólicas y el tinte ictérico en conjuntivas, escleras y
piel. La ictericia se observa cuando los niveles de bilirrubina alcanzan
valores superiores a 2-4 mg/ dl, predomina la bilirrubina directa y en
general no alcanza niveles superiores a los 15 mg/dl. El examen clínico
muestra dolor a la palpación en el área hepática con una altura hepática
tomada por percusión de 16 cm, la involución del hígado muy abrupta
puede estar asociada con necrosis masiva. Un 5-15% de los pacientes
presentan esplenomegalia. La fiebre remite en las primeras semanas.
Como regla general los pacientes mejoran después de esta fase inicial.
Las manifestaciones extrahepáticas son mediadas por mecanismos
inmunes (circulación y depósito de complejos inmunes), incluyen entre
otras las siguientes condiciones: poli artralgias, artritis, exantemas,
poliarteritis nodosa, neuropatía, púrpura, acrodermatitis papular (síndrome
Gianotti Crosti), glomerulonefritis, falla renal y fenómeno de Raynaud.
Muy raramente se acompaña de pericarditis y pancreatitis.
La convalecencia se caracteriza por astenia, adinamia y fatigabilidad
intensas.
Formas crónicas
Las formas crónicas de hepatitis viral se definen como la enfermedad
necrótica e inflamatoria del hígado. La mayoría de infecciones crónicas
ocurren en zonas con alta endemicidad en las que es muy frecuente la
transmisión neonatal o perinatal. Los mecanismos patogénicos por los
cuales se induce una hepatitis B crónica son múltiples e incluyen la
respuesta inmune celular deficiente, propiedades de inmunosupresión del
HBV y presentación de formas de ADNccc estable en las células que
conlleva a que el virus no sea eliminado apropiadamente del hospedero. En
los pacientes con hepatitis crónica, los marcadores virológicos de infección
activa (AgHBs, AgHBe y ADN viral) persisten por más de seis meses. El
diagnóstico de hepatitis crónica se efectúa mediante los siguientes
criterios.
1.
2.
3.
Presencia de antígeno de superficie en suero.
Carga viral mayor de 100 mil copias o identificación del AgHBc en biopsia hepática.
Presencia de ALT intermitente en suero por más de seis meses.
La hepatitis crónica puede tener un curso asintomático y ser
detectada en caso de reactivación con manifestaciones clínicas evidentes
(figura 14.12). El diagnóstico de hepatitis crónica se puede confirmar
mediante biopsia hepática; el examen histopatológico muestra el grado de
inflamación y fibrosis y tiene sistemas de graduación, en el que se
incluyen diversos grados de cirrosis e inclusive con la aparición de
carcinoma hepatocelular.
Complicaciones
Las complicaciones más frecuentes de la infección por HBV son la
hepatitis fulminante, la cirrosis, el carcinoma hepatocelular, la falla
hepática, la coinfección por virus de la hepatitis delta y la falla renal. En
un 1% de todos los pacientes o en un 4% de los pacientes hospitalizados se
presenta hepatitis fulminante durante las primeras ocho semanas del
proceso infeccioso.
Los pacientes con hepatitis crónica tienen un riesgo acumulado anual
de presentar cuadros de cirrosis hepática, con incidencias anuales de 210%. También uno de cada diez pacientes progresan a hepatocarcinoma,
que manifiesta incidencias anuales similares.
En todos estos casos pueden presentarse síntomas como: pérdida de
peso, deterioro del estado general, prurito, menoscabo de las funciones
hepáticas, ictericia, aumento de la fiebre, dolor abdominal, vómito y
presencia de confusión y encefalopatía hepática que lleva al coma y
convulsiones.
Los mejores marcadores predictores para la aparición de cirrosis o
carcinoma son la persistencia de niveles elevados de ALT y las altas
cargas virales. Otros factores de riesgo son la coinfección con virus de la
hepatitis C o delta, la coinfección por VIH, la edad (mayor en personas
adultas), el género (mayor en hombres) y el consumo de alcohol.
Diagnóstico
Los marcadores directos de replicación e infección por HBV incluyen la
detección sérica de los antígenos de superficie s y e (AgHBs, AgHBe) y
carga viral (ADN en sangre periférica). La AgHBc no se presenta en
sangre periférica y únicamente puede ser detectado por métodos
inmunohistoquímicos en biopsias de pacientes. Los AgHBe y AgHBs se
detectan por métodos inmunoenzimáticos (EIA). El antígeno de superficie
(AgHBs) es el marcador más importante durante el curso de una infección
por virus de la hepatitis B; él indica la presencia y replicación del virus en
el paciente. El antígeno e (AgHBe) se relaciona con altos títulos virales y
estado de portador, es un marcador del riesgo de infectividad (replicación
activa) de un paciente. Durante la recuperación del paciente el primer
marcador virológico que desaparece es el AgHBe. La desaparición del
AgHBe se acompaña de la aparición del anticuerpo contra el AgHBe (antiHBe) y es indicativo de un menor riesgo de infectividad (figura 14.12).
El ADN se detecta en sueros de personas con infecciones agudas o
crónicas. La detección del ADN viral por los métodos antiguos tenía como
limitantes la falta de sensibilidad, la falta de reactivos estandarizados y de
controles de calidad, estos métodos fueron perfeccionados recientemente.
La detección del genoma viral puede hacerse por métodos cualitativos y
cuantitativos; la ventaja de los métodos cuantitativos radica en su
capacidad de permitir la evaluación del curso de la enfermedad
(estacionamiento, recuperación o empeoramiento), y observar la respuesta
al tratamiento antiviral del paciente. Existen dos tipos de métodos para
descubrir ADN viral, la amplificación de señal y la amplificación
genómica. Los métodos de amplificación de señal (capturas de híbridos
HBV Hybrid capture II y el Versant HBV DNA 3.0), tienen la ventaja de
no requerir extracción ni amplificación pero son menos sensibles. Los
métodos de amplificación de blanco (Cobas HBV monitor Roche®, Cobas
Taqman HBV Roche®, Real Art HBV PCR Qiagen®, Real Time HBV
PCR Abbot Molecular®), detectan menores cantidades de ADN viral y
tienen una excelente sensibilidad para evaluar la carga viral como
respuesta a terapia antiviral específica. Los métodos cualitativos son
marcadores precoces de infección, ya que precede su aparición a la de
otros marcadores de infección y también desaparecen posteriormente a la
detección de otros marcadores como los AgHBs y AgHBe, que forman
complejos inmunes con los anticuerpos respectivos. La persistencia
prolongada de genoma viral es un factor de mal pronóstico para la
evolución del proceso infeccioso.
Los marcadores indirectos de infección por HBV incluyen la
detección de anticuerpos específicos contra el AgHBc, AgHBe y AgHBs.
La IgM dirigida contra el antígeno core (IgM anti-HBc), aparece muy
pronto en el curso de la infección y es un marcador de infección reciente,
importante, por cuanto puede ser detectado durante el denominado periodo
de ventana inmunológica. La IgM anti AgHBc puede persistir hasta por
un año en el 70% de los casos. Los anticuerpos totales contra el antígeno
core (IgM e IgG) no son un buen marcador de infección aguda en un
paciente, por cuanto persisten de por vida. El anticuerpo contra el AgHBs
(anti-HBs) se encuentra semanas o meses después de la desaparición del
AgHBs e indica recuperación del paciente (tabla 14.7).
Generalmente la detección de ADN por PCR tiene el mismo
significado que la detección de AgHBs e indica infección corriente. En
contraste, la detección del genoma viral por hibridación molecular tiene
una mayor probabilidad de asociarse a enfermedad hepática activa (similar
al AgHBe). El monitoreo de los niveles de ADN es útil para determinar la
respuesta al tratamiento en caso de infecciones crónicas (figura 14.13).
Algunas situaciones especiales se observan en pacientes infectados.
Algunas de ellas se relacionan con las mutantes generadas por la actividad
transcriptasa inversa de la polimerasa viral y la falta de la actividad
correctora de esta enzima. Esta característica permite que el HBV persista
como una mezcla de variantes genéticas que se originan a partir de un
inóculo simple. La superposición de ORF en los diferentes ARNm limita
las mutaciones que pueden ser viables.
•
•
Aparición de mutantes precore que llevan a la producción de casos con AgHBe negativo no
relacionado con niveles de carga viral. Las mutantes precore se producen por la aparición de
un codón Stop en la posición 1896 del gene (G1896A que cambia el codón TGG por TAG).
Las mutantes precore aparecen cuando se produce seroconversión para el AgHBe, no
presentan anticuerpos anti-HBe y son la causa más importante de AgHBe negativo en
pacientes con hepatitis crónica. Otra mutación posible es la doble mutación en el promotor
basal del core (A1762T y G1764A) que suprime la replicación viral del precore pero
incrementan la carga viral.
Mutantes s con alteración en el determinante antigénico a (G145R o D144A) y que no
pueden ser detectadas por las pruebas de diagnóstico habituales. Estas mutantes también
escapan al efecto protector de las inmunoglobulinas específicas o de las vacunas, pueden
transmitirse y causar enfermedad.
Tabla 14.7. Marcadores virológicos en caso de infección o vacunación por el virus de la
hepatitis B
Marcador
Susceptible
Inmune
Vacunación
Aguda
Crónica
Casos especiales*
AgHBs
-
-
-
+
+
-
AgHBe
-
-
-
+
+
-
IgM anti-HBc
-
-
-
+
-
-
IgG anti-HBc
-
+
-
-
+
+
IgG anti-HBe
-
+/-
-
-
-/+
-
IgG anti-HBs
-
+
+
-
-
-
Figura 14.13. Esquema que muestra la cinética de los marcadores de infección crónica o
persistente por el HBV
Nótese la larga persistencia del antígeno HBs, la seroconversión tardía al antígeno HBe y la falta de
seroconversión al anticuerpo anti-HBs.
•
•
•
•
Hepatitis B ocultas en las que varias mutaciones en el antígeno s hacen que los niveles sean
bajos o no detectados, requieren de pruebas moleculares para ser detectadas.
Presencia de IgM anti-HBc no relacionada con infecciones agudas o recientes, sino con
procesos de reactivación de infecciones antiguas.
Estados de portador inactivos en los que puede persistir niveles bajos de los marcadores de
infección, transaminasas normales, AgHBe negativo e IgG anti-HBe positivo, una
replicación viral baja con menos de 105 copias virales/ml.
Los hepatocarcinomas pueden cursar con niveles positivos o negativos de AgHBs, este
marcador es más frecuente en países con prevalencia alta (Asia, África) que aquellos con
baja prevalencia (Europa, EE.UU.).
Mecanismos de oncogénesis
Se ha observado que los pacientes con enfermedad inflamatoria crónica
por el HBV tienen 100 veces más posibilidades de desarrollar carcinoma
hepatocelular. Los hallazgos epidemiológicos y clínicos realizados hace 40
años en Senegal mostraron una correlación entre la hepatitis viral crónica,
la cirrosis pos hepatitis y el cáncer primario de hígado. Para el desarrollo
del carcinoma no es necesario que el hígado infectado se encuentre en fase
cirrótica. El ADN viral se encuentra integrado con el genoma celular en un
80% de los casos, sin embargo, otros mecanismos patogénicos distintos
deben jugar un papel importante en el 20% restante que son portadores del
AgHBs. Los pacientes con cargas virales elevadas (> 300.000 UI/ml)
tienen un riesgo mayor de producir un carcinoma hepatocelular
comparados con aquellos que presentan cargas virales bajas (< 60 UI/ml).
Este virus ADN, en caso de una respuesta inmune deficiente,
conducirá a fenómenos de mitosis y mutaciones que, a su vez, producen
alteraciones en el ADN celular y a la desregulación de la función celular
por activación del gen X. Estos eventos conllevan a la pérdida del control
de crecimiento celular y al hepatocarcinoma (figura 14.14).
Los mecanismos de acción de la proteína X han sido estudiados in
vitro e in vivo en ausencia de un modelo celular de infección. Los
mecanismos son múltiples e incluyen:
Figura 14.14. Mecanismos de carcinogénesis por el virus de la hepatitis B
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Al parecer interactúa con el gen supresor de tumores p53 e inhibe las funciones celulares
atribuidas a p53, como son la reparación de los nucleótidos escindidos del ADN con la
subsecuente acumulación de defectos genómicos.
Efectos sobre la vía de transducción de señales.
Efectos sobre el ciclo celular, transactivación de la transcripción, inducción de apoptosis,
transformación celular.
Interacción directa sobre los factores de transcripción nuclear. La proteína X parece actuar
sobre factores de respuesta como los factores de transcripción AP-1 (jun/ fos), AP-2, NFκB
y el sitio CRE. El AgHBs truncado que se produce en hígado, parece ser otro activador
alternativo de la transcripción de genes celulares.
Amplificación de ADNccc del virus HBV.
El genoma viral se integra con el genoma celular y forma un clon de células que proliferan y
pierden características de diferenciación.
Otros factores ambientales como las micotoxinas de la dieta, pueden jugar un papel en el
proceso.
Tratamiento
El fin de la terapia antirretroviral es la disminución de la replicación viral
con la consecuente disminución del daño hepático. La respuesta ideal de la
terapia estaría dada por la total eliminación de la replicación, pero este
efecto solo es observable en un bajo porcentaje de pacientes sometidos a
terapia antiviral. La respuesta al tratamiento puede evaluarse mediante
criterios clínicos, histológicos, bioquímicos y de marcadores virales; en
este sentido, existen métodos de score test para medir el grado de daño
histológico y el estado de la enfermedad (escalas HIA y METAVIR). La
gravedad de la lesión tiene un alto valor pronóstico, la sobrevida a cinco
años es del 97% en pacientes con casos moderados, del 86% en moderados
a serios y de un 55% en casos graves con cirrosis y necrosis.
El objetivo virológico final estaría representado por la negativización
de los marcadores de replicación y la seroconversión a AgHBe y AgHBs,
que reflejan una recuperación del paciente; este objetivo solo se alcanza en
pocos casos con los esquemas terapéuticos empleados al momento. Los
pacientes que negativizan el AgHBe, tienen un curso más benigno de su
enfermedad.
Los pacientes en los cuales se aconseja la terapia anti-hepatitis B son
aquellos que presentan replicación viral activa reflejada por niveles
elevados de ALT en suero, AgHBs (+), HBV ADN en suero y biopsia
compatible con hepatitis crónica. La respuesta terapéutica es mejor en
pacientes que antes de la terapia tienen niveles de ADN entre 1.000 y
10.000 UI/ml, en aquellos que presentan altos niveles de ALT (> 100
UI/ml), en los que tienen una infección de corta evolución o cuando la
enfermedad se adquiere en edad adulta y no poseen enfermedades que
compliquen el cuadro clínico, como la insuficiencia renal o SIDA. Los
pacientes con cargas virales < 1.000 UI/ml se considera que tienen una
infección no activa con bajo riesgo de progresión de la enfermedad. Los
pacientes con cargas virales bajas deben tener un seguimiento continuo por
cuanto pueden reactivar espontáneamente o cuando se someten a terapias
que tengan un efecto inmunosupresor.
Existe una serie de antivirales que han sido empleados en la terapia
de las hepatitis crónicas: el interferón alfa, el interferón alfa 2a pegilado, la
lamivudina, el adefovir, el entecavir, la telbivudina y el tenofovir. El
interferón alfa se ha descontinuado por la frecuencia de dosificación y los
efectos secundarios asociados. Todos los medicamentos se han empleado
en esquemas terapéuticos de 48-52 semanas y la tendencia actual es el uso
combinado, para garantizar una respuesta más sostenida al tratamiento
(tabla 14.8).
Los compuestos análogos de nucleósidos, como la lamivudina, el
adefovir, el entecavir, la telbivudina y el tenofovir, se han administrado
por vía oral en pacientes con hepatitis crónica, mostrando una buena
tolerancia. Por sus características nefrotóxicas, la administración de
adefovir o tenofovir requiere de un monitoreo continuo de los niveles de
creatinina sérica.
Tabla 14.8. Medicamentos usados frecuentemente en la terapia de la hepatitis crónica con
AgHBe(+)
Principio activo
Nombre comercial
Sitio de acción
Posología
Interferón alfa pegilado
Pegasys
Oligoademilato sintetasa, ARNasa. eiF2a
180 µg/semanales
Lamivudina (LMV)
Epivir
Inhibidor de la RT y polimerasa viral
100 mg/día
Adefovir (ADV)
Hepsera
Inhibidor de la RT y polimerasa viral
10 mg/día
Entecavir (ETV)
Baraclude
Inhibidor de la RT y polimerasa viral
0,5 mg/día
Telvibudina (LdT)
Tyzeka
Inhibidor de la polimerasa viral
600 mg/día
Tenofovir (TDF)
Viread
Inhibidor de la RT
300 mg/día
La respuesta al tratamiento es controlada después de largos periodos
de tratamiento mediante la pérdida de marcadores virológicos de
replicación o bioquímicos e histopatológicos de disminución del daño
hepático (pérdida del AgHBe, seroconversión AgHBe, reducción de la
carga viral a niveles indetectables [10-100 UI/ml], normalización de las
ALT, disminución del grado necro inflamatorio o de fibrosis). Estos
cambios se relacionan con la disminución del daño celular y la replicación
viral.
Transmisión vertical
La transmisión vertical del HBV ocurre en el periodo perinatal pero una
pequeña proporción puede transmitirse durante la gestación. El virus se
transmite cuando la mujer embarazada es portadora del AgHBs o cuando
la madre presenta una infección aguda en el curso del tercer trimestre de
gestación o durante el posparto inmediato. Como ya se señaló
previamente, la transmisión vertical y perinatal del virus de la hepatitis B
es mayor en mujeres que presentan marcadores de replicación viral (carga
viral [ADN], AgHBs y AgHBe en el suero). La transmisión vertical del
virus constituye un elemento fundamental para el mantenimiento del virus
en países con alta endemicidad. En algunos países asiáticos constituye la
fuente de infección cercana al 50% de casos.
En caso de infección perinatal, el riesgo para el neonato de
desarrollar cirrosis es 20 veces superior, mientras que el riesgo de
evolucionar hacia carcinoma hepatocelular es 86 veces mayor. A
diferencia de la infección por VIH, la lactancia no genera un riesgo
adicional de infección si se han tomado todas las medidas necesarias
(gammaglobulina específica y vacunación) para limitar la infección.
Prevención y control
Los mecanismo de prevención están asociados a modificaciones de los
hábitos que dan factor de riesgo a los pacientes, estos incluyen: cambios en
las costumbres sexuales (la opción por pareja sexual única y estable, el uso
de condones), la búsqueda activa de portadores en los bancos de sangre, el
cambio de jeringas a los usuario de drogas endovenosas. Estas medidas
también tienen efecto sobre otras infecciones que se adquieren por
mecanismos similares como la hepatitis C y la infección por VIH.
La respuesta inmune humoral al AgHBs produce anticuerpos
neutralizantes que son protectores en caso de exposición a las formas más
frecuentes de virus de la hepatitis B. La inmunoglobulina específica antiHBV (HBIG) se prepara a partir de sueros de personas que han presentado
una hiperrespuesta a la vacunación. La HBIG se prepara por métodos de
fraccionamiento y se estandariza a concentraciones de IgG de 100.000
UI/ml y es utilizada para la inmunización pasiva. La HBIG está indicada
en caso de exposición perinatal al HBV en hijos de madres AgHBe
positivo, exposición percutánea o mucosa a sangre AgHBs positivo y,
finalmente, tras exposición sexual a portadores crónicos (AgHBs positivo).
La HBIG debe administrarse idealmente antes de las 12 horas posparto y
máximo menos de 24 horas. Se ha utilizado la HBIG en caso de pacientes
con trasplante de hígado y hepatitis recurrente.
La HBIG protege en un 90% a los hijos de madres portadoras, se
encuentra fracaso terapéutico en los hijos de madres con alta carga viral o
con presencia de mutantes virales (G1896A) que no son neutralizadas por
los anticuerpos inducidos por la vacuna. En caso de personas expuestas no
vacunadas o con títulos de IgG menores de 10 UI/ml, la HBIG debe
administrarse en las primeras 48 horas del evento y nunca más de siete
días después de la exposición.
Existe una vacuna de tipo recombinante eficiente contra el HBV. No
existe diferencia de eficacia entre los diferentes productos vacunales
disponibles en la actualidad. Se aplican tres dosis I.M. en la región
deltoidea, pues estudios de estandarización demostraron que la aplicación
en la región glútea, se relaciona con menores respuestas inmunológicas,
quizá porque la presencia de tejido graso impide una correcta respuesta al
inmunógeno. La tasa de seroconversión en niños después de la primera
dosis es de un 30-70%, después de la segunda es de 80-95% y con una
tercera dosis se garantiza una respuesta en más de un 98-100% de los
sujetos inmunizados. La respuesta a la vacunación es mejor en términos de
rapidez y títulos de anticuerpos en mujeres que en hombres; de igual
manera, la respuesta es muy inferior en sujetos mayores de 35 años y en
mayores de 60 años solo hay seroconversión en un 75% después de tres
dosis. El tabaquismo, la obesidad, las patologías crónicas
(inmunosupresión, falla renal) son factores que afectan en forma negativa
una respuesta inmune; en estas últimas condiciones se utiliza mayor carga
antigénica y más dosis vacunales para mejorar la respuesta de los
pacientes.
La vacuna contra el HBV confiere inmunidad por 10 o más años y
puede ser empleada como profilaxis pre y postexposición al virus. En
países de alta prevalencia, la vacuna HBV está indicada para vacunar niños
recién nacidos expuestos a alto riesgo. La OMS sugiere la vacunación
desde el nacimiento y la vacunación sistemática ha sido acogida por 180
países desde 2011. El personal de la salud con riesgo de exposición
ocupacional se ha beneficiado de amplias campañas de vacunación y de la
implementación de medidas de prevención, por lo que la adquisición por
causas meramente ocupacionales ha disminuido. La aplicación sistemática
de la vacuna en países con alta prevalencia ha permitido disminuir la
incidencia en el 90%.
En décadas pasadas el incremento mundial en la producción de
vacuna ha disminuido su costo. Se anticipa que el aumento en la
producción de vacuna y la oferta en el mercado de vacunas de nuevas
casas comerciales garantizará la vacunación universal, ya que los costos
son un factor limitante para el uso amplio de vacunas en países menos
desarrollados.
Infección por virus de la hepatitis C (HCV)
El virus de la hepatitis C (HCV) fue identificado en 1989 y su genoma fue
secuenciado por el equipo de Michael Houghton en Estados Unidos. El
conocimiento del genoma facilitó clasificar este virus y sintetizar péptidos
virales indispensables para el desarrollo de pruebas de diagnóstico. El
virus de la hepatitis C (HCV) es la mayor causa de hepatitis no-A no-B
(80-90% de los casos) de adquisición parenteral y la mayor causa de
hepatitis aguda, crónica y cirrosis en el mundo. La mayoría de las
infecciones agudas (70-80%) cursan con un cuadro clínico atípico y son de
tipo anictérico o asintomático.
Agente infeccioso
El agente causal es un virus cubierto, con ARN de cadena simple sentido
positivo(+), el tamaño del virión se calcula en 45-60 nm de diámetro, por
su estudio genético pertenece a la familia Flaviviridae, género
Hepacivirus, especie virus de la hepatitis C (figura 14.15).
Figura 14.15. Esquema de la partícula viral del HCV
La proteína C forma la cápside icosaédrica. Las proteínas E1 y E2 forman heterodímeros que se
hallan unidos por uniones no covalentes. A la derecha, la organización de las estructuras diméricas
E1/E2.
El genoma es de cadena sencilla, con una longitud de 9.401 nt, se
encuentra flanqueado por dos zonas no codantes (NCR o UTR), posee un
solo marco abierto de lectura (ORF) y codifica para una poliproteína de
3.100 aminoácidos que, a su vez, es escindida en forma cotranslacional y
postranslacional por proteasas celulares y virales, dando lugar a proteínas
estructurales (C de 21-22 kda, E1 de 32-35 kda, E2 de 68-70 kda y p7) y
proteínas no estructurales (NS1, NS2, NS3, NS4A, NS4B, NS5A y NS5B).
Recientemente se identificó una proteína F (F por Frameshift protein) de
16-17 kda producida por un marco abierto de lectura alterno (-2/+1), en
vecindad con el codón 11 de la proteína de la cápside viral.
La variabilidad genética del HCV es determinada por múltiples
factores entre los que se encuentran la presión del sistema inmune, los
errores introducidos por la ARN polimerasa, la tasa de mutación elevada
(10-3 a 10-4 por nucleótido) y la alta tasa de replicación viral (se estima
que se producen alrededor 1012 partículas/día).
Los genotipos se definen como variables entre virus diferentes y
tienen una homología del 66-70% en su secuencia genómica, mientras que
la homología entre los subtipos son virus muy relacionados al interior de
un genotipo y tienen una homología del 77-80%. El HCV existe como una
mezcla de variantes genéticas heterogénea y compleja de virus
estrechamente relacionados, que se comportan como cuasiespecie viral;
las cuasiespecies tienen una homología del 91-99% en su secuencia
genómica. El HCV posee varias zonas de hipervariabilidad; las dos
primeras están localizadas en las regiones E1 y E2 que codifican para
proteínas de membrana y la tercera estará localizada en el dominio NS5A
(figura 14.16 y detalles sobre las propiedades de las proteínas en la tabla
14.9).
El virus muestra una continua evolución que se expresa en nuevas
variantes o mutantes de las glicoproteínas y otras proteínas no
estructurales, estos cambios impactan en:
1.
2.
3.
4.
5.
Mecanismos mayores de evasión de la respuesta inmune.
Formas virales que impiden la eliminación del agente.
Aparición de cepas resistentes al interferón.
Poca eficacia de vacunas profilácticas que solo resultan ser específicas de aislamientos.
La dificultad para diseñar terapias antivirales efectivas contra todos los genotipos y
variantes.
La respuesta al tratamiento estará ligada al grado de diversidad de
las cuasiespecies. La proteína E2 mutada bloquea la activación de la
proteína quinasa, involucrada en la respuesta inmune al interferón y
llevaría a la fosforilación del factor de iniciación de la síntesis de proteínas
eIF2α, con la concomitante disminución en la replicación viral.
Adicionalmente la proteína E2 mutada presenta homología en la secuencia
de aminoácidos con dominios de la proteína quinasa inducida por el
interferón (PKR) y el factor de iniciación de la síntesis de proteína
dependiente de GTP (eIF2α), puede interaccionar con la PKR y bloquear
el efecto inhibitorio que tiene esta enzima que ejerce en la síntesis de
proteínas y el crecimiento celular. Otras mutaciones encontradas en
dominio de la proteína NS5A, se ha observado que también pueden
interactuar con la PKR y estar asociadas con resistencia al interferón.
Figura 14.16. Organización genómica del HCV
Se muestran los sitios de escisión proteolítica de la peptidasa de señal, la peptidasa
NS2/NS3 y la peptidasa NS3. ISDR: por Interferon Sensitivity Determing Region.
Tabla 14.9. Propiedades de las proteínas del HCV
Proteínas
PM (kda)
Función
gp E1
31
Proteína glicosilada transmembranal de envoltura
Determinantes antigénicos productores de anticuerpos neutralizantes
Permite junto con E2 la transmisión intercelular
gp E2
70
Proteína glicosilada transmembranal de envoltura
Determinantes antigénicos productores de anticuerpos neutralizantes
Posee dominios hipervariables
C
21
Mayor componente de la cápside viral
Interviene en la señalización de TNFα y linfotoxinas
Interfiere con procesos de señalización intracelular
p7
7
Proteina hidrófoba. Canal iónico
Interviene en la maduración y liberación del virión
NS2
23
Cisteína proteasa es autocatalítica
Localizada en la membrana
NS3
67
Proteína de membrana altamente conservada
Serina proteasa cofactor de NS4A, Helicasa, NTP asa
Señalización de TLR3 y RIG
Propiedades oncogénicas
NS4A
4 (54 a.a)
Cofactor de NS3
Señalización de TLR3 y RIG
NS4B
27
Propiedades transformantes in vitro
NS5A
56
Fosfoproteína reguladora de la ARN polimerasa
NS5B
66
ARN polimerasa
Replicación viral
La replicación del HCV ha sido estudiada en células de hepatoma humano
(Huh-7). Las células son transformadas con replicones subgenómicos y
observado su curso in vitro. El virus se une a proteínas del hospedero
(CD81, LDL-R, SR-B1, CLDN1 y OCLN), las cuales median la entrada
del virión por un mecanismo de endocitosis con formación de vesículas de
clatrina. Una vez fusionadas las membrana viral y celular, el virus se
desensambla y libera el ARN al citoplasma celular, el ARNm viral es
traducido en un poliproteína que por clivajes proteolíticos (proteasas
virales y peptidasas de señal) genera las proteínas estructurales y no
estructurales. La replicación tiene lugar en fábricas citoplásmicas, allí
asociado al retículo endoplásmico se produce ARN de doble cadena que
sirve de molde para la síntesis de copias genómicas. La replicación viral
depende de múltiples factores como son: la expresión de CD81, claudinas
(CLDNs), ocludinas (OCLN), receptor del factor de crecimiento
epidérmico (EGF-R) y ciclofilinas. Los viriones se ensamblan en el REG,
la organización de las estructuras virales es facilitada por la proteína p7. El
virus es liberado por intermedio de complejos endosómicos necesarios
para el transporte (ESCRT), llega al aparato de Golgi y por transporte de
vesículas se libera por gemación.
Epidemiología
La hepatitis C es una infección cosmopolita que afecta cerca del 2% de la
población mundial. Se estima que 200 millones de personas son portadoras
de la infección, siendo la incidencia menor en países nórdicos. Países
como Italia, España, áreas de Oriente Medio, Europa central y Japón
presentan altas prevalencias de infección por HCV. En Egipto la
seroprevalencia es del 19%, la diseminación del HCV estuvo ligada a las
campañas masivas de erradicación de la esquistosomiasis, que empleaba
en esquemas de tratamiento masivo y sistemático de la población frascos
multidosis de medicamento y material reutilizado, mal esterilizado o no
estéril.
La forma frecuente de adquisición es mediante la inoculación
parenteral por la reutilización de jeringas o la limpieza inadecuada de
equipos médicos. En países como los EE.UU. la infección es corriente
entre usuarios de drogas endovenosas. Las diferentes medidas de control y
selección de donantes en bancos de sangre han disminuido sensiblemente
el riesgo de adquisición de hepatitis por vía parenteral. Otras normas han
disminuido la aparición de nuevos casos de origen transfusional como la
selección estricta de donantes, la inactivación de virus, el uso de plasma
congelado, la eliminación de unidades de sangre con niveles de ALT dos
veces los normales y, finalmente, la búsqueda de infecciones crónicas, las
pruebas de tamizaje y la aparición de las pruebas diagnósticas de
laboratorio cada vez más sensibles.
Periodo de incubación y transmisión
El periodo de incubación es difícil de determinar debido a la alta
frecuencia de infecciones asintomáticas. En modelos experimentales y en
caso de infecciones agudas de origen conocido, las manifestaciones
clínicas de hepatitis C ocurren de dos a 26 semanas después de la
exposición. Desde la segunda semana de inoculación es posible detectar
cargas virales en sangre periférica. La forma de transmisión más eficaz se
lleva a cabo por contacto percutáneo con sangre o sus derivados. El
riesgo transfusional de hepatitis C a partir de un donante que presente antiHCV es del 88%. Otra forma de transmisión reportada es mediante el uso
de drogas endovenosas o fluidos corporales, en caso de uso de drogas
endovenosas el riesgo se incrementa con el tiempo de exposición y puede
ser del 60-85% después de seis años. La transmisión nosocomial está
asociada a cirugía, el uso de agujas, equipos de endoscopia y biopsia
gastrointestinal o equipos de hemodiálisis contaminados. Las
transmisiones por vía sexual y vertical son raras; la transmisión vertical se
calcula que es menor al 6% y puede ser mayor (20-30%) cuando la madre
presenta coinfección con el VIH. El riesgo ocupacional está bien
establecido, la prevalencia de anticuerpos contra la HCV en personal de la
salud (medida con pruebas de segunda generación) es del 0,6%, lo cual no
diferente a lo presentado en la población general; el riesgo de adquisición
de hepatitis C por accidente percutáneo se ha calculado entre 3:1.000 a
54:100.000. Finalmente, en un menor número de casos, la infección
aparentemente es de etiología desconocida, estos casos se cree que pueden
ser producidos por factores de riesgo considerados como banales, no
aceptados u olvidados como son: la toxicomanía, transfusión,
procedimientos dentales, vacunación masiva con métodos de
escarificación o por compartir utensilios de aseo personal (barberas,
cepillos dentales, cortaúñas, limas, etc.).
Virtualmente, la mayoría de las personas con infección por HCV
tendrán infecciones crónicas, 80-95% desarrollarán una enfermedad
hepática con enzimas hepáticas elevadas; de estos pacientes, 15%
presentarán una curación espontánea, 30-60% desarrollarán una hepatitis
crónica activa y un 5-20% evolucionarán hacia la cirrosis hepática a los
cinco años. Los factores del huésped asociados a la cirrosis, son: la edad,
el alcoholismo, la coinfección con el virus HIV o HBV u otras patologías
que afecten el hígado o el estatus inmunológico del paciente. Los factores
virales relacionados con la progresión a cirrosis, son: tamaño de inóculo
inicial, diversidad de cuasiespecie y genotipo viral. Es necesario tener en
cuenta que la enfermedad puede resultar sin diagnóstico en un 30-40% de
los individuos, en quienes los niveles de ALT permanecen normales.
Patogénesis
El principal órgano blanco del HCV es el hígado. El mecanismo empleado
por el HCV para penetrar al hepatocito no es bien conocido. Estudios
experimentales sugieren que los dímeros de E1/E2 se unen la molécula
CD81 (tetrapasnina) expresada en varios tipos celulares. Esta proteína
celular interactúa con secuencias conservadas a nivel de la proteína E2;
esto explica la restricción de hospedero que posee el HCV. La entrada del
virón a la célula involucra otras moléculas como son el receptor para las
lipoproteínas de baja densidad (LDLR), la claudina-1 (CLDN1), la
ocludina, los glicosaminoglicanos (GAG) y la proteína SCARB1 (por
scavenger receptor class 1 type). Existe evidencia que este virus tiene una
diversidad de tropismo celular y el virus puede ser detectado en médula
ósea, riñón, macrófagos/monocitos (CD14+), linfocitos B (CD19+) y
granulocitos (CD15+).
Posiblemente se encuentren involucrados factores virales y de
respuesta inmune en la citopatogenicidad del virus. Se han observado
algunos mecanismos de regulación de la respuesta inmune, por ejemplo la
proteina NS3/4A escinde el factor TRIF, lo cual afecta la presentación de
patrones moleculares tanto al TLR-3 como a RIG-I. Las proteínas core y
NS5 bloquean el sistema de señalización STATSIGS importante para la
síntesis de interferón; que como se señaló también se encuentra afectado
por acción de las proteínas E2 y NS5A. Las evidencias clínicas que
sugieren un papel de la respuesta inmune se basan en que es frecuente
observar infecciones crónicas sin daño celular y casos de enfermedad
crónica en los que la inmunosupresión mejora el cuadro clínico. La
persistencia de la infección viral parece estar relacionada con la poca
respuesta T CD4 y CD8, durante la fase aguda de la infección que es
incapaz de contener la infección. Los anticuerpos neutralizantes se
detectan de siete a 32 semanas después de iniciada la infección, se dirigen
hacia epítopes localizados en la región hipervariable amino terminal de la
proteína E2.
Es importante hacer énfasis en que la diversidad genética que se
presenta en el hígado difiere de la de monocitos de sangre periférica y
sérica, lo cual sugiere que la distribución amplia en varios tejidos está al
parecer asociada con el grado de diversidad de las cuasiespecies.
Los mecanismos involucrados en la patogénesis aún no han sido
claramente esclarecidos. La infección persistente juega un papel
importante en la progresión de la enfermedad. Las células T parecen jugar
un papel importante en procesos de apoptosis que son mediados por
ligandos Fas. La poca activación de células T permitiría la poca
eliminación de los sitios de infección y se asociaría con infecciones
persistentes. El infiltrado mononuclear que se observa en el tejido hepático
permite generar un medio en el que se hallan presentes radicales libres,
radicales de oxígeno, perforinas y granzimas que en su conjunto
constituyen un medio mutagénico.
Aspectos clínicos
La infección aguda por HCV es por lo general asintomática o asociada a
síntomas ligeros. Las formas fulminantes son infrecuentes. Un 60-70% de
los casos presenta síntomas, entre un 20 y un 30% de las personas
afectadas presenta ictericia y un 10-20% presentará síntomas no
específicos como fatiga, hiporexia, dolor abdominal, náusea y malestar.
La seriedad del cuadro clínico depende de factores del huésped
(edad, género) y del virus (tamaño del inóculo inicial). Los pacientes que
han sido infectados por el HCV con inóculos mayores a partir de
transfusiones, desarrollarán con mayor frecuencia una hepatitis crónica
activa en comparación con aquellos que la han adquirido en la comunidad.
El término de hepatitis aguda se presta a confusión debido al carácter
asintomático de muchas infecciones, cuando esto sucede, se presentan
alteraciones bioquímicas similares a otras formas de hepatitis y sólo se
puede catalogar como HCV por las pruebas serológicas y virológicas
específicas, la historia natural de la infección se esquematiza en la figura
14.17.
Complicaciones
A nivel hepático las complicaciones más frecuentes son la hepatitis
fulminante con necrosis hepática masiva, la hepatitis crónica (75-80% de
los casos), la cirrosis hepática (5-20% de los casos en un plazo de 20-30
años) y el carcinoma hepático (responsable de 1-5% de las defunciones).
Las complicaciones de la hepatitis C pueden ser de tipo cutáneo como la
porfiria cutánea tarda y el liquen plano.
Figura 14.17. Historia natural de la infección por virus HCV
Manifestaciones, marcadores biológicos y virológicos. CHC: cáncer hepatocelular. ALT: alanino
amino transferasa.
Diagnóstico
En ausencia de pruebas específicas de diagnóstico se utilizó como
marcador bioquímico inespecífico de infección la presencia de ALT
elevadas en donantes potenciales de sangre, el gran inconveniente es la
inespecificidad de la prueba, y que adicionalmente los niveles séricos de
ALT son cíclicos, con picos presentes durante el curso de la infección. Una
vez hecha la secuenciación del genoma viral fue posible el desarrollo de
pruebas específicas; la serología se logró gracias a que se sintetizaron las
primeras proteínas recombinantes. Los anticuerpos contra los antígenos
recombinantes son de aparición tardía, dependiendo del tipo de péptidos
utilizados. Los reactivos de primera generación utilizaron el antígeno c100-3 que codifica para la proteína no estructural NS4, estas pruebas
presentaban una sensibilidad del 80% y falsos positivos en un 80% de
casos. Las pruebas de segunda generación incorporaron un antígeno del
core (c22-3) y un antígeno de la región NS3 y NS4 (c200), la sensibilidad
de estas pruebas era del 95%. Las pruebas de tercera generación incluyen
antígenos de las regiones NS3, NS4, NS5 y core y alcanzan sensibilidades
del 97% (figura 14.18).
La seroconversión es variable y puede ocurrir de cuatro a 17
semanas después de la exposición (promedio 10 semanas). La serología se
hace positiva después de 150 días con las pruebas de primera generación,
después de 80 días con las pruebas de segunda generación y de 70 días con
las pruebas de tercera generación. De esta manera, el periodo de ventana
inmunológica puede reducirse en más de 90 días con las diferentes
generaciones de pruebas disponibles. Los pacientes con infección crónica
presentan anticuerpos específicos en el 95% de los casos. La serología no
es capaz de distinguir la infección aguda de la pasada o persistente.
Los pacientes para quienes están recomendadas las pruebas
serológicas de rutina, incluyen:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Personas transfundidas antes de la aparición de las pruebas comerciales.
Pacientes hemofílicos.
Pacientes sometidos a hemodiálisis.
Hijos de madres afectadas.
Toxicómanos usuarios de drogas endovenosas.
Donantes de órgano o tejido.
Los anticuerpos anti-HCV pueden detectarse por técnicas de EIA
(por enzyme immunoassay) o RIBA (por Recombinant Immunoblot Assay).
Debido a la presencia de falsos positivos del 50% en algunos reportes, es
indispensable confirmar los resultados obtenidos con las pruebas EIA por
pruebas de inmunoblot desarrolladas con péptidos recombinantes (RIBA2
y RIBA3). De los pacientes infectados que desarrollan síntomas sólo un
50-70% presentan anticuerpos en el momento de consulta, la
seroconversión en general demora más de tres meses. La seroconversión
puede tardar hasta 38 meses en pacientes inmunocomprometidos.
Utilizando la prueba de inmunoblot se pueden confirmar los resultados
EIA positivos hasta en un 40% de los donantes de bajo riesgo y hasta un
80% de los donantes de alto riesgo o con niveles altos de ALT. Las
pruebas de segunda generación detectan como infección por HCV un 72%
de las hepatitis no-A no-B adquiridas en la comunidad; la prueba de
polimerización en cadena (RT-PCR) detecta un 10% adicional. Los
pacientes inmunocomprometidos o dializados pueden tener niveles de
anticuerpos por debajo del nivel mínimo de detección, por lo que pueden
dar resultados falsos negativos.
Figura 14.18. Proteínas recombinantes utilizadas en las pruebas diagnósticas de Chiron®
Las pruebas de primera generación empleaban un péptido c100-3 (aa1569-1931). Las de segunda
generación usaron dos péptidos el c22-3 (aa 2-120) y el c200 (aminoácidos 1182-1931). Las
pruebas de tercera generación aprovechan además de los péptidos c22-3 y c200 un péptido
recombinante de las proteínas NS5A y NS5B (aminoácidos 2054-2995).
La composición de los péptidos empleados puede cambiar entre las diferentes casas comerciales.
La seroprevalencia en poblaciones de alto riesgo (prostitutas,
heterosexuales y mujeres que asisten a consulta de enfermedades de
transmisión sexual) es muy superior (5-15%) al de la población de grupos
control o de donantes voluntarios; sin embargo, la seroprevalencia es
menor a la de marcadores serológicos de infección por HBV (30-60%) en
los mismos grupos.
Los anticuerpos GOR se encuentran en un 80% de los casos de
hepatitis C en los que se ha realizado diagnóstico por PCR. Estos
anticuerpos reconocen un epítope cuya secuencia de aminoácidos es
GRRGQKAKSNPNRPL, similar al producto del core viral. Se cree que
representan un fenómeno autoinmune inducido por la infección viral.
Otros anticuerpos presentes en un 50% de los casos de hepatitis C, son los
anticuerpos anti-KLM que reaccionan con una proteína del citocromo
P450IID6, la cual posee un epítope linear similar a una secuencia de una
proteína intermedia temprana del HCV. Estos auto anticuerpos se observan
en el curso de las hepatitis autoinmunes de tipo 2. Las hepatitis
autoinmunes se diagnostican con base en la presencia de los auto
anticuerpos característicos; el diagnóstico diferencia se realiza por cuanto
en el caso de hepatitis C están presentes los marcadores de infección viral.
Debido a las dificultades para cultivar este virus, es difícil definir el
papel neutralizante de los anticuerpos anti-HCV. Estos anticuerpos son
capaces de proteger contra las cepas virales presentes previamente en el
paciente del cual han derivado (similar a lo observado en infección VIH);
sin embargo, son incapaces de neutralizar los virus que emergen en fases
posteriores de la enfermedad, debido a que estos anticuerpos van dirigidos
contra regiones hipervariables, presentes en las moléculas de membrana.
Es posible que los anticuerpos realicen una presión de selección para la
aparición de virus mutantes.
La presencia de ARN viral define infección activa. El ARN viral
puede detectarse a partir de la primera semana, pero puede tardar hasta 26
semanas, dependiendo del curso clínico. La carga viral puede ser positiva
aun en casos en los que no se evidencia la presencia de anticuerpos, en la
mayoría de casos se detecta en forma continua, pero en algunos casos
puede ser de aparición intermitente. En los pocos casos de pacientes sin
evidencia de anticuerpos anti-HCV, se puede detectar la infección viral
mediante la detección del genoma viral. Un único resultado de
amplificación negativo no descarta el diagnóstico, por cuanto la
replicación puede caer a niveles indetectables en el curso de la infección.
La RT-PCR, la hibridación in situ o la bADN, son las únicas pruebas que
pueden confirmar definitivamente el diagnóstico de hepatitis C. Como en
otras infecciones (VIH, HBV), las pruebas cuantitativas o cargas virales
son muy útiles para evaluar la respuesta al tratamiento.
Otro elemento diagnóstico importante es hacer la genotipificación
viral, que sirve para determinar los tipos más sensibles a la terapia con
interferón, así como la respuesta terapéutica al mismo. La PCR del
genoma viral puede ser positiva o no dentro del curso de la enfermedad.
Quizá esta manifestación se correlacione con la presencia de anticuerpos
que neutralizan el virus predominante, hasta que surgen variantes que no
son neutralizadas, ya que los epítopes que generan los anticuerpos
neutralizantes son hipervariables. La genotipificación es además un
elemento que permite aclarar el origen o fuente de la infección viral y
constituyen, de esta manera, un elemento de epidemiología molecular. Si
se analizan diferentes regiones genómicas del virus de la hepatitis C, se
obtendrán diferentes grupos genómicos o genotipos. Existen pruebas
serológicas y moleculares para la genotipificación, las pruebas serológicas
buscan anticuerpos específicos de genotipo dirigidos contra las regiones
NS4 y core, las pruebas moleculares se basan en la amplificación
genómica (RT-PCR) de la región 5’UTR seguida de etapas de hibridación
(INNO-LIPA) o secuenciación. Las pruebas serológicas son de fácil
ejecución, pero presentan menor sensibilidad y especificidad que las
pruebas moleculares.
En la figura 14.19 se observan los tipos genómicos obtenidos,
analizando la región conservada 5’ UTR de 74 aislamientos de HCV. La
genotipificación y la cuantificación del genoma (carga viral) sólo ameritan
ser realizados en caso de poder ofrecer tratamiento. La reciente
introducción de los métodos de detección de antígeno de la cápside viral
en suero de pacientes con replicación activa, ha permitido simplificar el
diagnóstico de la infección por HCV.
Los pruebas diagnósticas pueden detectar cantidades de 10fmol de
antígeno core, lo cual corresponde a cargas virales de 500-3.000 UI. Estas
pruebas se basan en el principio de quimioluminiscencia de partículas. La
sensibilidad de la prueba permite disminuir la ventana inmunológica en
periodos de cuatro a 14 días y sus resultados no son inferiores a los de
detección de ARN. La antigenemia-core HCV es útil para identificar los
casos de infección activa aun en periodo de ventana inmunológica, su
sensibilidad es menor que la de la carga viral.
Tratamiento
El objetivo primario de la terapia antiviral persigue la erradicación viral y
el efecto que ella y la respuesta inmune tienen sobre el hígado. Los
objetivos secundarios tienen como fines, los siguientes:
•
•
•
•
Lentificar la progresión de la enfermedad.
Obtener una mejoría histopatológica.
Prevenir el desarrollo de carcinoma.
Mejorar la calidad de vida del paciente.
El beneficio de la terapia antiviral se mide por lo que se denomina
respuesta sostenida al tratamiento. Se define respuesta sostenida al
tratamiento como la disminución de la carga viral a niveles indetectables
(100 copias virales/ ml de suero) luego de 24 semanas de tratamiento. La
terapia combinada es el manejo óptimo y consiste en la asociación
interferón pegilado y ribavirina. El IFN se administra semanalmente a una
dosis de 1,5 µg/kg/semana/48 semanas y la ribavirina se administra por vía
oral a una dosis de 800 mg/día. La duración del tratamiento depende del
genotipo que afecte al paciente, es de 24 semanas para pacientes con
genotipos 2 y 3; en caso de pacientes infectados por genotipo 1 se ajusta a
las cargas virales, en pacientes con cargas virales bajas (< 800.000 UI/ml)
el tratamiento se restringe a 24 semanas y en pacientes con viremias
elevadas (> 800.000 UI/ml) se prolonga por 48 semanas. Otro factor de
mal pronóstico (medido como progresión a las formas crónicas y
evolución más acelerada) es la presencia de coinfección por el virus VIH.
Figura 14.19. Filogenia del HCV mostrando los diferentes genotipos y subgenotipos
Debido a las fallas terapéuticas, hoy se comienza a plantear el uso
conjugado de medicamentos que actúen sobre sitios diferentes como son:
la unión del virión, el sitio IRES, las polimerasas (NS5B), proteasas (NS3NS4) y helicasas (NS3). Como en el caso de la infección HIV se ensayan
compuestos análogos y no análogos de nucleósidos. Algunos compuestos
análogos de la ribavirina como la viramidina y levovirina se encuentran en
fases de ensayo clínico (tabla 14.10).
Otros métodos terapéuticos incluirán, en un futuro, modulación de la
respuesta inmune, el uso de oligonucleótidos anti-sentido (iARN) y
ribozimas. El elevado costo de la terapia conjugada hace que sea
inaccesible, aun en países desarrollados.
Prevención y control
El desarrollo de elementos desechables para el cuidado de la salud y un
mejor conocimiento de los procedimientos de esterilización, ha permitido
disminuir los casos asociados al cuidado de la salud. Las pruebas de
diagnóstico en bancos de sangre han logrado disminuir el riesgo de
transmisión de HCV asociado a trasfusiones. En todo caso en que en
alguien se obtenga un resultado de serología positiva para HCV, debe
confirmarse con una segunda muestra y con los test de validación como el
RIBA. En el evento de comprobar la infección HCV se deben hacer
pruebas de carga viral, pruebas de función hepática e inclusive biopsia
hepática para determinar el grado de progresión de la fibrosis. Se deben
buscar co-infecciones por VIH y HBV que pueden ensombrecer el
pronóstico de la enfermedad. En pacientes que no se hayan expuesto
contra HAV se les debe ofrecer vacuna profiláctica para evitar un eventual
daño adicional al ser infectado. Los pacientes con infección crónica deben
cambiar su estilo de vida como evitar el consumo de alcohol y cigarrillo.
El paciente infectado no puede ser donante de sangre, órganos, semen o
tejidos por el riesgo de transmisión. El compartir elementos de aseo o
higiene personal que eventualmente puedan estar contaminados con sangre
debe ser evitado por los pacientes. La protección con métodos de barrera
durante la actividad sexual, solo se aconseja para pacientes infectados no
monógamos o sin pareja sexual estable.
Tabla 14.10. Medicamentos en fases experimentales para la terapia de la hepatitis crónica por
HCV
Principio activo
Casa comercial
Tipo de acción
Viramidina
Valeant
Prodroga de la ribavirina
Interferon β
Serono
Interferón b1a
Albuferon
Novartis
Interferón unido a albúmina
Omega interferon
Intarcia therapeutics
Inhibidor de la RT y polimerasa viral
Multiferon
Viragen/Valentis
Interferón de acción prolongada
Actilon
Coley
Agonista TLR9. Inmunoestimulador
Telaprevir
Vertex Pharmaceutical
Inhibidor de la proteasa NS3/4
Boceprevir
Schering-Plough
Inhibidor de la proteasa NS3/4
Celgosivir
Viread
Inhibidor de la α glucosidasa
El comportamiento del HCV como una cuasiespecie viral, la
presencia de un variado número de genotipos, la ocurrencia de zonas de
hipervariabilidad en la región de las glicoproteínas de membrana y el
difícil cultivo del agente viral, son factores que hacen difícil la tarea de
obtener vacunas profilácticas a corto plazo.
Infección por virus de la hepatitis delta (HDV)
El virus de la hepatitis delta (HDV) fue descubierto en 1977 por Mario
Rizzeto y fue considerado como un antígeno nuevo, detectado en pacientes
con hepatitis B crónica. En 1986 se logró secuenciar en su totalidad el
genoma de este virus, encontrándose su semejanza con virus de plantas,
viroides y virus ARN satélites.
Agente infeccioso
El HDV es una partícula viral defectiva (virus satélite) que requiere del
HBV como virus helper para la replicación y expresión. La partícula viral
tiene un diámetro de 22 nm, con envoltura derivada del HBV y por lo tanto
presenta en la superficie el AgHBs. Por su tipo de genoma pertenece al
grupo V de la clasificación de David Baltimore con un ARN de sentido
negativo de cadena única circular de 1,7 kb, el 70% del genoma presenta
complementariedad de bases, lo que le da un aspecto de barra como fue
descrito para los virus de plantas. Una secuencia no codante de nucleótidos
del genoma se comporta como ribozima, tiene una estructura
tridimensional específica, con presencia de seudonudos (pseudoknots) que
le confiere funciones catalíticas. Se considera el HDV como una quimera
formada por ARN y antígenos propios y una envoltura dependiente de la
función ayudadora del HBV. El antígeno delta es codificado por el genoma
viral y el antígeno de membrana que recubre el viroide aportadas es
codificado por el virus ayudador, el HBV (figura 14.20).
El HDV ha sido clasificado en una familia viral única denominada
Deltaviridae, género Deltavirus. La homología de secuencias genómicas
entre los diferentes aislados es del 86-90% de un mismo genotipo. Los
estudios de secuencias genómicas completas de HDV han mostrado
variaciones hasta en un 40% de la secuencia de nucleótidos. Se describen
seis genotipos (I, II, III, IV, V y VI); los genotipos I y II, cada uno tiene a
su vez dos subgrupos (IA, IB, IIA, IIB). Los genotipos IV, V y VI son de
origen africano, mostrando quizá el origen antepasado de este agente
infeccioso. En 1996 en Colombia, Venezuela y Perú se caracterizó el HDV
como genotipo III. En estos últimos países la asociación del genotipo III
de HDV y el genotipo F de HBV se ha presentado con brotes epidémicos
de hepatitis y cuadros de hepatitis fulminante.
Figura 14.20. Esquema de la estructura del HDV
La envoltura está compuesta del antígeno de superficie del HBV en sus tres formas (LHBs, MHBs y
SHBs) y el antígeno delta en sus dos isoformas p24 y p27.
El antígeno delta es codificado por un ARN de 0.8 Kb y tiene dos
isoformas la proteína larga (LHDAg) de 27KDa y la proteína pequeña
(SHDAg) de 24KDa, la proteína larga tiene un residuo adicional de 19
aminoácidos en su extremo carboxi-terminal. El HDV contiene un ARN
no codante que se comporta como ribozima muy relacionada con la
ribozima CPEB descrita en los mamíferos.
Replicación viral
El virus se une a la membrana de los hepatocitos por los mismos
receptores del HBV por cuanto la proteína de membrana es el AgHBs. La
entrada viral al hepatocito, al parecer es mediada por los mismos
mecanismos que intervienen en la replicación del HBV; se lleva a cabo por
fusión de membranas viral y celular. La ribonucleocápside que es
transportada al núcleo celular gracias a la presencia de señales (códigos
postales) presentes en dominios del AgHD. La proteína delta (AgHD) es
expresada por el hepatocito coinfectado por el HBV, la síntesis del ARNm
es catalizada por la ARN polimerasa II celular. El ARNm formado sirve
para la traducción del único ORF que posee el HDV, la cadena de ARN(+)
formada sirve como molde para la formación de nuevas copias genómicas.
La replicación viral sigue la estrategia del círculo rodante. El genoma viral
es replicado por la ADN polimerasa II ARN dependiente propia del
hospedero. Inicialmente se sintetiza el SHDAg. El ARN viral es editado
por una adenosina deaminasa (ADAR1), lo cual permite que una vez se ha
replicado el ARN viral, se inicia la expresión del LHDAg, mediante la
extensión el ORF y la adición de 19 aminoácidos extras; el proceso de
encapsidación o empaquetamiento viral en el retículo endoplásmico. El
empaquetamiento del viroide se lleva a cabo en una cubierta de AgHBs.
Las estructuras de AgHBs formadas durante el ciclo replicativo del HBV
también son utilizadas para en ensamblaje de los viriones de HDV. La
partícula se transporta del R.E al Golgi y es liberada por gemación.
Epidemiología
La hepatitis delta se transmite por vía percutánea y la vía sexual parece
ser menos eficaz para el HBV. La transmisión vertical es rara.
Se estima que un 5% de los portadores crónicos de HBV se
encuentran coinfectados con el HDV. La transmisión se efectúa por vía
parenteral. Su frecuencia es alta en el sudeste de Asia y en el sur de Italia,
entre los grupos vulnerables se encuentran los hemofílicos, los pacientes
sometidos a diálisis, los usuarios de drogas endovenosas, las prostitutas,
las personas que frecuentan prostíbulos y los compañeros sexuales de
todos los anteriores. Las prácticas del tatuaje y pirsin pueden ser factores
nuevos de transmisión que surgen de los cambios en el comportamiento
humano.
La distribución geográfica del HDV sigue en gran medida la
distribución del HBV. Sin embargo, existen otros factores no muy bien
establecidos que hacen que la HDV sea de alta o baja prevalencia en sitios
con baja o alta prevalencia de HBV. Las regiones más afectadas por el
HDV incluyen Italia, algunas regiones de Europa Oriental, Albania, la
Amazonía, Venezuela, Pakistán, Asia Occidental, Japón, China. En
Colombia, las regiones con mayor frecuencia de hepatitis delta están
relacionadas con las comunidades indígenas arahuacas de la Sierra Nevada
de Santa Marta, la región de Tibú y en Araracuara. En pacientes de
Suramérica, las lesiones agudas por HDV tienen cuadros histopatológicos
de necrosis eosinofílica e infiltrado graso microvesicular, similar a los
observados en caso de toxicidad por la tetraciclina e hígado graso del
embarazo.
Patogénesis
Los mecanismos patogénicos de la infección por HDV son aún
controversiales. En un periodo agudo el AgHD y el ARN de la HDV
parecen jugar un papel citotóxico para los hepatocitos. Estudios in vitro
han mostrado que la isoforma p24 del antígeno delta parece ser citotóxica,
no así la isoforma p27. En las formas crónicas se observa infiltrado
inflamatorio y auto-anticuerpos (tipo LKM-3 por Liver Kidney
Microsomal) que pueden jugar un papel importante en la patogénesis viral.
Aspectos clínicos
No hay diferencias clínicas entre las formas agudas de hepatitis viral
causadas por otros agentes y las formas agudas de coinfección HDV y
HBV. Las coinfecciones varían en su presentación desde alteraciones poco
sintomáticas, cambios en las pruebas de función hepática hasta hepatitis
fulminante.
El periodo de incubación de la hepatitis delta es de seis a 12
semanas. Este virus requiere de la presencia del HBV para replicarse.
Siendo una partícula dependiente del HBV, la hepatitis delta puede
adquirirse en personas susceptibles a partir de:
1.
2.
Casos de coinfección con HBV y HDV.
Por sobreinfección en un portador crónico de HBV.
Como el HBV, el HDV se encuentra en títulos muy altos en sueros
de pacientes con hepatitis crónica (hasta 1012 partículas por ml), y la
partícula delta es detectada únicamente en casos de episodios agudos, los
títulos virales son mayores en pacientes que tienen una enfermedad aguda
que en aquellos que tienen una infección crónica. El perfil serológico
cambia con la gravedad de la infección; en caso de coinfecciones, la
evidencia serológica de infección por el HDV es reconocida en la fase de
convalecencia por la presencia de IgM e IgG específicas contra el AgHD
(figura 14.21).
En caso de sobreinfección por HDV en un paciente con HB crónica,
se observa la presencia de AgHD y ARN viral durante la fase aguda, la
seroconversión se hace inicialmente con IgM específica contra el AgHD,
seguida de seroconversión de tipo IgG contra el AgHD, la IgM desaparece
en pocas semanas y la IgG en pocos meses, sin dejar huella de infección
previa (figura 14.22).
Figura 14.21. Perfil virológico y evolución de la coinfección HDV-HBV
No todos los marcadores de infección HBV fueron incluidos para mayor claridad.
En las infecciones primarias con HDV que ocurren en pacientes con
HBV, la infección puede descompensar la función hepática y aumentar el
daño, en estas circunstancias aparecen marcadores de replicación AgHD y
ARN viral, la IgM específica de AgHD dura unas pocas semanas, mientras
que la IgG específica de AgHD puede permanecer por un par de años.
Complicaciones
Las personas que tienen una coinfección HBV y HDV cursan con un
cuadro clínico más grave si se compara con aquellos que se infectan en el
curso de una HBV crónica. Las coinfecciones tienen un riesgo de hepatitis
fulminante del dos al 20%. Los pacientes portadores crónicos de HBV que
se sobrerinfectan con HDV, tienen un riesgo mayor de desarrollar una
enfermedad hepática crónica con cirrosis (70-80%), en comparación con
aquellos que sólo tienen la enfermedad crónica asociada a HBV (15-30%).
Los pacientes que tienen una hepatitis B y se infectan con hepatitis delta
pueden presentar tres fases: en una etapa inicial la replicación activa del
HDV suprime la replicación del HBV, en una etapa secundaria se observa
una infección activa moderada con disminución de la replicación del HDV
y reactivación del HBV, finalmente, en la tercera etapa se produce la
cirrosis o se avanza a hepatocarcinoma.
Diagnóstico
Los métodos directos de diagnóstico incluyen detectar el AgHD y el ARN
viral. En las primeras semanas de la infección se hace la detección del
antígeno delta (AgHD). La detección sérica del antígeno delta requiere del
tratamiento previo del suero con detergentes con el fin de disgregar las
partículas virales. El AgHD se encuentra en un 25% de los casos de
coinfección HBV y HDV (figuras 14.22 y 14.23), por la formación de
complejos inmune puede necesitar de pruebas de electroforesis de
proteínas para identificar las dos isoformas de la proteína. El ARN viral
puede ser detectado en suero o en tejido hepático. La detección del
genoma viral es difícil por cuanto existe una gran variedad de genomas
virales, y la escogencia de primers debe ajustarse a estas variedades
múltiples; la mejor técnica es la RT-PCR. El ARN viral se detecta en el
64% de las coinfecciones y en el 70% de las sobreinfecciones.
Figura 14.22. Perfil virológico de la sobreinfección HDV-HBV con tendencia a la cronicidad
No todos los marcadores de infección HBV fueron incluidos para mayor claridad.
Las pruebas de inmunohistoquímica (inmunoperoxidasa o
inmunofluorescencia) facilitan la detección del antígeno viral en biopsias
hepáticas y es de utilidad en casos de hepatitis crónica, en casos avanzados
puede dar resultados falsos negativos. En una forma más tardía se efectúa
como prueba diagnóstica la detección de los anticuerpos contra el AgHD,
las inmunoglobulinas específicas de tipo IgG o IgM pueden ser detectadas
en fase muy temprana de la infección aguda. La IgM específica es
detectada como único marcador en un 15% de casos, es de alta
sensibilidad para detectar sucesos de infección aguda y para definir
ocurrencia de infección activa del hígado en pacientes con infección
crónica; sin embargo, las pruebas no son de fácil acceso en el mercado.
Tratamiento
El interferón (IFN) fue el medicamento inicial para tratar la HD crónica y
aún sigue siendo la droga que registra los mejores resultados y aunque no
son óptimos se caracterizan por una remisión de las alteraciones
bioquímicas durante el tratamiento, y además un bajo número de pacientes
tienen una respuesta sostenida después del tratamiento. El uso de IFN-α a
una dosis de 9 MUI tres veces por semana por 48 semanas puede inducir la
remisión de los marcadores bioquímicos de enfermedad hepática en el
71% de los casos; las recaídas son frecuentes después de suspender el
tratamiento. El tratamiento con interferón pegilado por un año dio una
respuesta bioquímica en 53% de casos, mientras que el 43% presentaron
respuesta sostenida al terminar el tratamiento. En caso de trasplante
hepático se ha notado que la infección recurre en un 50-90% de los
eventos, usualmente acompañada de recurrencia de la enfermedad. EL
HDV inhibe la replicación del HCV in vivo. Sin embargo, se han utilizado
terapias combinadas de IFN con lamivudina, adefovir o famciclovir sin
que muestren resultados superiores a la monoterapia con IFN. El
tratamiento contra la infección por HDV es difícil por cuanto el virus no
posee enzimas propias que pudiesen ser el blanco de antivirales
específicos.
La inhibición de la replicación viral por medicamentos específicos
de HBV (lamivudina, adefovir o entecavir) en teoría podrían actuar
indirectamente para controlar la replicación por HDV, sin embargo, los
estudios clínicos controlados utilizando lamivudina y adefovir por
periodos de 12 meses no han mostrado ningún efecto en la viremia HDV.
Algunas mutantes de HBV resistentes a la lamivudina (sW196L/S) inhiben
la secreción de partículas de HDV, mientras que otras mutantes como la
sI195M no afectan la secreción de partículas HDV.
Figura 14.23. Esquema de la estructura de la partícula viral del virus de la hepatitis E
La cápside viral está conformada por 60 proteínas idénticas con simetría icosaédrica.
Prevención y control
En general, las medidas profilácticas para la hepatitis B consiste en
cambios en los comportamientos y vacunación contra la HBV que ayudan
a prevenir la HD. La vacunación contra la hepatitis B tiene una eficacia de
85-95% para prevenir la HBV y se presume que su eficacia es similar para
evitar la hepatitis delta y la coinfección HBV-HDV. La previsión en
bancos de sangre y en ambiente hospitalario controla también la hepatitis
delta. Las vacunas de hepatitis B y la inmunoglobulina hiperinmune
(HBIG), son ineficaces para evitar la sobreinfección de hepatitis delta en
portadores HBV. Sin embargo, la HBIG es útil en la profilaxis de
reinfección de HBV y de HDV en pacientes con trasplante hepático.
Infección por virus de la hepatitis E (HEV)
El virus de la hepatitis E (HEV) fue identificado en 1990 como la principal
causa de hepatitis no-A, no-B de adquisición entérica. En general causa
infecciones autolimitadas, pero su principal patología se encuentra en la
mujeres embarazadas en quienes causa una mortalidad elevada.
Actualmente es el causante de los brotes epidémicos de hepatitis en
regiones de conflicto y desplazamiento como Sudán (provincia de Darfur)
e Irak.
Agente infeccioso
Por su tipo de genoma (ARN de cadena sencilla y sentido positivo), el
agente infeccioso pertenece al grupo IV de la clasificación de Baltimore.
Es un virus desnudo, esférico, de simetría icosaédrica, muy lábil. El virión
de un tamaño de 32-34 nm de diámetro (figura 14.23). Por su organización
genómica, propiedades biológicas, y comparaciones con otros agentes
infecciosos, el virus de la hepatitis E ha sido reclasificado en una nueva
familia viral Hepeviridae, género Hepevirus.
El genoma viral está formado por ARN de cadena única, de sentido
positivo, de tamaño de 7,2 kb y tiene tres marcos abiertos de lectura (ORF:
por Open Reading Frame) parcialmente superpuestos; posee una región
capuchón (capped) en 3’ y poliadenilada en 5’. El genoma se encuentra
flanqueado por dos regiones no codantes (UTR por untranslated region).
El genoma codifica en el ORF1 para proteínas no estructurales
(metiltransferasa, proteasa, helicasa y ARN polimerasa dependiente de
ARN), el ORF2 codifica para la proteína de cápside viral y el ORF3
codifica para una proteína no muy bien definida con funciones regulatorias
(figura 14.24). La cápside viral tiene simetría icosaédrica y está compuesta
por 60 copias de la proteína de cápside viral (codificada por el ORF2). Las
propiedades de las proteínas codificadas se resumen en la tabla 14.11.
Existe un solo grupo serológico de HEV, aunque un brote epidémico
ocurrido en Siberia mostró diferencias serológicas con los aislamientos
previos, lo cual sugiere que este último pueda ser otro tipo de agente viral
de transmisión entérica.
Análisis genómicos entre los diferentes aislamientos de diferentes
regiones geográficas muestran que hay al menos cuatro tipos genómicos
(tabla 14.12). Los genotipos 3 y 4 se han observado en animales
domésticos y porcinos. La secuenciación del genoma viral permitió una
mejor caracterización de las cepas epidémicas y el desarrollo de reactivos
de diagnóstico.
Replicación viral
El virus se replica activamente en los hepatocitos primarios de macacos. El
virus ha podido ser propagado en clones celulares derivados de células
hepáticas HepG2, la replicación no es muy eficaz, por lo que no se
conocen detalles del proceso de replicación viral. El virus entra por
endocitosis mediada por la clatrina. El ARN es liberado en el citoplasma y
la replicación tiene lugar en fábricas citoplásmicas. La traducción del
ORF-3 da lugar a la síntesis de proteínas no estructurales que están
involucradas en los procesos de transcripción. Posteriormente tiene lugar
la traducción de otros dos ARNm subgenómicos de 3,7 y 2,5 kb. La
síntesis de las proteínas estructurales y el ensamblaje de las réplicas
genómicas da lugar al virión maduro que es liberado del hepatocito.
Figura 14.24. Esquema de la estructura del genoma viral del virus de la hepatitis E
Los 3 marcos abiertos de lectura codifican para las proteínas no estructurales y la proteína de la
cápside viral.
MT: metiltransferasa. Hel: helicasa. Pro: proteasa. Pol: polimerasa. Y, H, X: regiones de función
desconocida.
Tabla 14.11. Características generales de las proteínas codificadas por el HEV
ORF
Proteína
Peso molecular (kda)
Función
ORF1
Poliproteína
Metiltransferasa
Helicasa
Proteasa
Polimerasa
186
Proteína no estructural
Capping del extremo 5’ del genoma
Replicación viral
Cisteína-proteasa similar a la papaína
ARN polimerasa ARN dependiente
ORF2
Cápside
71
Proteína glicosilada, componente de la cápside viral
ORF3
Fosfoproteína
13
Ensamblaje de la nucleocápside. Se asocia al citoesqueleto
Epidemiología
El HEV ha sido detectado en cerdos, corderos y ratas. El virus de porcinos
ha podido ser transmitido a primates por lo que se ha comprobado la
transmisión entre especies y la fuerte posibilidad de que se comporte como
una zoonosis. La infección ha sido asociada al contacto con cerdos,
cochinillos y gatos y al consumo de carne de cerdo, ciervo y embutidos de
origen porcino.
La hepatitis E se relaciona con bajos niveles de higiene y
saneamiento ambiental, con estratos socioeconómicos modestos y a la
prevalencia de otros patógenos entéricos. La entidad ha ocurrido en forma
epidémica o endémica en áreas geográficas bien determinadas (Asia,
África y América) y puede afectar una gran parte de la población.
El desarrollo de pruebas EIA para detectar anticuerpos específicos
ha establecido que la infección es común en EE.UU. y otros países
desarrollados; la falla de algunas pruebas diagnósticas podría estar ligada a
la existencia de variedad antigénica que aún no ha sido claramente
establecida. La mayoría de infecciones ocurren en zonas geográficas en
donde el diagnóstico virológico es inalcanzable, por lo que no se conoce la
verdadera carga de enfermedad. Los genotipos 1 y 2 son los que con
mayor frecuencia causan infecciones en humanos y los genotipos 3 y 4
tienen una mayor ocurrencia en animales salvajes y domésticos (Suidae,
Cervidae, Bovidae, Ovidae, Muridae y Leporidae) que pueden
accidentalmente también afectar al hombre. En la tabla 14.12 se consignan
las variantes genéticas que han sido detectadas en diferentes brotes
epidémicos, en distintas áreas geográficas. El virus de la hepatitis E (HEV)
es la mayor causa de hepatitis no-A no-B de transmisión entérica (aguas o
alimentos contaminados). En los últimos años se han descrito casos
autóctonos de HEV por genotipos 3 y 4 en humanos y no son infrecuentes
los casos de falla hepática, hepatitis crónica, cirrosis y enfermedad
hepática terminal que le han sido atribuidos.
Tabla 14.12. Localización geográfica de los distintos genotipos del HEV
Genotipo viral
Localización
Genotipo 1
Asia y Norte de África
Genotipo 2
México, África (Nigeria)
Genotipo 3
Europa, Nueva Zelanda, Australia, cepas
humanas y de origen porcino en EE.UU.
Genotipo 4
Japón, China y Taiwán
En Colombia estudios serológicos recientes sobre 344 muestras de
pacientes con historia de hepatitis viral realizadas en nueve departamentos
mostró una seroprevalencia para HEV del 8,7% (30/344 muestras). La
presencia de IgM específica en esta serie fue del 1,74%, mientars que la
seroprevalencia para IgG fue de 7,5%. Estudios hechos en granjas
porcícolas en 89 trabajadores hombres mostraron por su parte una
prevalencia de 11,25%.
Aspectos clínicos específicos
El periodo de incubación es más prolongado que el de la infección
causada por el virus de la hepatitis A y varía de 22 a 60 días (promedio 40
días). Puede ser más corto en presencia de inóculos virales mayores. La
mayoría de las infecciones son agudas y el cuadro es indistinguible de los
cuadros de hepatitis A. Por causas no muy bien establecidas, la infección
cursa con mayor seriedad en las mujeres embarazadas, pudiendo también
asociarse con abortos y partos pretérmino.
La transmisión es por vía oro-fecal y al parecer el agua
contaminada es la mayor fuente de infección clínica. A diferencia de la
hepatitis A no se ha comprobado la transmisión de persona a persona y se
asume que los casos epidémicos son causados por una fuente común de
contaminación. Los contactos pueden dar infecciones subclínicas sólo
puestas en evidencia por marcadores biológicos no específicos (elevación
de AST y ALT). La enfermedad es indistinguible de otras formas de
hepatitis, tiene un curso benigno y resolución rápida (en promedio dos
semanas) sin dejar secuela. La sintomatología es mayor en personas
adultas. La mayoría de infecciones son autolimitadas; las manifestaciones
clínicas incluyen dolor abdominal, anorexia, náusea, vómito, fiebre,
malestar, ictericia, coluria, artralgia, diarrea, prurito y exantema. La
historia natural de la enfermedad se sintetiza en la figura 14.25.
Los mayores grupos de riesgo, por tasa de ataque y mortalidad, lo
constituyen los adultos jóvenes (15-40 años) y las mujeres embarazadas en
quienes se halla asociada a falla hepática y la relación casos/mortalidad
puede alcanzar hasta un 20%. Otros estudios realizados en Egipto
muestran un riesgo mayor de falla hepática en gestantes, pero la
mortalidad por esta condición no es mayor que el grupo de mujeres no
gestantes. Seguimientos a 100 mil mujeres embarazadas en Bangladesh
reportaron una mortalidad asociada a infección por HEV del 9,8%.
Estudios de micronutrientes y niveles de citoquinas en mujeres han
sugerido que los factores nutricionales e inmunológicos pueden jugar
algún papel en la seriedad del cuadro clínico.
Complicaciones
Las manifestaciones extrahepáticas de la infección por HEV incluyen
artritis, pancreatitis, anemia aplásica y complicaciones neurológicas como
neuropatía periférica o síndrome de Guillain-Barré, parálisis de Bell,
ataxia y confusión. La recuperación de la infección conlleva a la
resolución de estas complicaciones.
Formas crónicas
En pacientes con deterioro o compromiso inmune (trasplantes, infección
por VIH, terapia anti cáncer), se han reportado casos de hepatitis E
crónicas, deterioro de la función hepática, con excreción viral prolongada
y presencia del virus en suero y heces; los casos de hepatitis crónica en
pacientes sanos son excepcionales.
Diagnóstico
Existen varias pruebas serológicas para la determinación de IgM e IgG
específicas contra el HEV, la sensibilidad, especificidad y calidad de las
distintas pruebas serológicas es muy variable. Las pruebas de última
generación incorporan nuevas proteínas recombinantes y dan mejores
resultados, pero aún no hay disponibles sobre el mercado pruebas
adecuadas. La IgM específica de HEV es positiva (títulos de 1:1.000 a
1:10.000) hasta en un 90% de los casos, si el suero es tomado en las
primeras cuatro semanas del cuadro clínico (figura 14.25).
La IgG es un marcador serológico de exposición y es positiva a
títulos altos (de 1:1.000 a 1:100.000) en las semanas segunda a cuarta del
episodio clínico; no se tiene muy preciso la duración de este tipo de
inmunoglobulina, pero reportes de la literatura muestran que pueden
persistir desde nueve meses a 14 años.
Las pruebas moleculares de detección del genoma (RT-PCR) en
suero se ha posesionado como la prueba oro para el diagnóstico de la
infección por HEV en la fase aguda de la enfermedad, su disponibilidad en
la práctica clínica no es frecuente, pero es de gran utilidad para confirmar
pruebas serológicas de baja sensibilidad y especificidad que pudieran ser
realizadas. Desarrollar estas pruebas es necesario para estudios en países
de baja prevalencia.
Figura 14.25. Perfil virológico y evolución de la infección HEV
Tratamiento
Estudios de pequeñas series de casos de hepatitis crónica han demostrado
que el tratamiento con ribavirina (600-800 mg/día/12 semanas), interferón
pegilado o la combinación de estos dos medicamentos conlleva a una
eliminación de la viremia en la mayoría de casos, algunos de ellos con una
respuesta sostenida al tratamiento. Aún no se cuenta con estudios de series
de pacientes o ensayos clínico controlados que permitan tener un consenso
o guía de manejo. Como la entidad es por lo general autolimitada, se
indica tratamiento de sostén, reposo en cama y evitar las dietas ricas en
grasa para mejorar la recuperación del paciente.
Prevención y control
Como en casos de infección por HAV, la mejor manera de prevención es
el asegurar fuentes de agua potable, mantener medidas sanitarias y de
higiene adecuadas. Todas las medidas que permitan eliminar la
contaminación fecal de aguas y alimentos de consumo, como la ebullición
de las aguas, el tratamiento de aguas servidas y la disponibilidad de agua
apta para el consumo humano, permitirán la protección contra esta entidad.
La IgG hiperinmune administrada a personas a riesgo no tiene ningún
efecto protector ni disminuye la tasa de infección.
Dos proteínas recombinantes codificadas por el ORF2 se han
producido en sistema baculovirus dando lugar a proteínas de 70 kda que
luego son escindidas por proteasas celulares, produciendo proteínas de 63
y 54 kda que son secretadas de las células transfectadas y ensambladas
como cápsides virales vacías (VLP por Viral Like Protein). Estas proteínas
recombinantes o VLP son inmunogénicos y estimulan la producción de
anticuerpos. En un estudio piloto de fase II se pudo determinar que
después de administrar tres dosis (0, uno y seis meses) el grupo pacientes
(898 vacunados y 896 no vacunados) mostró que los pacientes vacunados
presentaron mayores niveles de anticuerpos y que protegió contra la
aparición de HEV en un 95% (IC 95 85,6 98,6).
Infección por virus de la hepatitis G (HGV o GBV-C)
En 1967 se encontró este virus en un primate del nuevo mundo (Saguinus
sp) inoculado con la sangre de un cirujano G. Barker (G.B). El virus de la
hepatitis G también denominado virus de la (HGV o GBV-C), pertenece a
la familia Flavivirus, relacionado en forma distante con el virus de la
hepatitis C. Existe una serie de agentes virales denominados GBV-A,
GBV-B y GBV-C que al parecer corresponden a distintos aislamientos de
un mismo virus y todos poseen un ARN de unos 10 kb. La organización
genómica es similar a la del HCV y codifica para una poliproteína
precursora de 2.850 aminoácidos (C, E1, E2, NS1, NS2, NS3, NS4A,
NS4B, NS5A y NS5B). Los estudios filogenéticos muestran una identidad
de sólo el 32% entre las secuencias de aminoácidos del GBV y el virus de
la hepatitis C. Existe otro aislamiento del virus de la hepatitis G que se ha
designado como HGV, que guarda un 95% de homología con el GBV-C,
lo que demuestra que son aislamientos independientes del mismo virus. Su
papel patogénico no es claro, el virus tiene un mayor tropismo por los
linfocitos que por los hepatocitos. Al parecer las infecciones asociadas
tienden a ser agudas y de corta duración. El agente ha sido identificado en
sueros de pacientes que requieren múltiples transfusiones, que están
sometidos a hemodiálisis o que cursan con hepatitis crónica. Este grupo de
agentes virales posee una homología proteica limitada entre sí y con virus
de la hepatitis C, por lo que se considera que el denominado GBV es en
realidad un grupo de agentes infecciosos.
En EE.UU. se estima que un 1-2% de los donantes de sangre son
virémicos y que la seroprevalencia para la proteína E2 del GB es de un
13%. Los factores de riesgo son similares a los del virus de la hepatitis C e
incluyen transfusiones sanguíneas o de productos derivados de la sangre,
uso de drogas endovenosas y/o múltiples contactos sexuales.
La frecuencia de genomas HGV en suero humano ha podido ser
determinada mediante pruebas RT-PCR. Su frecuencia es similar en sueros
de pacientes con ALT elevadas (> 45 IU/ ml) o en sueros de pacientes con
ALT normales. Aproximadamente el 1% de los donantes voluntarios con
ALT normales presentan un test de ARN positivo, lo que permite intuir
que la infección puede incluir un periodo asintomático silencioso.
Existe la posibilidad de coinfecciones entre el virus HGV y el HCV
y se ha podido determinar la presencia de HGV ARN hasta en el 20% de
pacientes con hepatitis C aguda o crónica. El significado clínico y el
pronóstico de estos pacientes con coinfección aún no a sido determinado.
La seroprevalencia de HGV en pacientes infectados por el VIH puede
variar de 14-43%.
Infección por virus TTV
Como el GB, este virus toma su nombre de las iniciales del paciente en el
cual fue aislado y luego su término se ha difundido como virus transmitido
por transfusiones o Torque teno virus. Fue reportado por primera vez en
1997 por Nishizawa en el Japón.
La secuencia genética de este virus al igual que la del virus GB fue
determinada por medio de la técnica RDA (Representationel Difference
Analysis) que permite comparar la diferencia de secuencia en dos ADNc.
A partir de un clon de unas 500 bases fue posible obtener el clonaje de
todo el genoma del virus (3.750-3900 bases). Por sus características el
virus ha sido clasificado en la familia Anelloviridae, género
Alphatorquevirus. El agente viral fue caracterizado como un virus desnudo
de 30-32 nm de diámetro, ADN de cadena sencilla, circular, con cuatro
marcos abiertos de lectura (ORF) que codifican para cuatro péptidos
(figura 14.26). El TTV presenta, según estudios de secuenciación, una gran
variabilidad genética, que ha conducido a dificultades en los métodos de
detección, caracterización genética e identificación de genotipos. En los
TTV se distinguen cinco tipos principales, denominados por números
arábigos del 1 al 5 y algunos subtipos identificados por letras minúsculas.
El único medio que existe para identificar este agente viral es
mediante amplificación genética por técnicas de PCR, usando sondas
genéticas que se hibridan con zonas conservadas en la región UTR.
Mediante el uso de diluciones límites se ha podido determinar que la carga
viral o viremia varía de 50 a 50.000 copias (valor medio de 620), el virus
en plasma se encuentra por lo general formando complejos inmunes con la
IgG.
El virus se encuentra en heces, por lo que se considera que pueda
transmitirse en forma similar a los enterovirus y calicivirus. La infección
se adquiere en los primeros meses vida; la secuencia genómica del virus
identificado en lactantes es similar a la que se presenta en la saliva de la
madre, la prevalencia en el primer año se sitúa cerca al 75% y se mantiene
estable hasta los cinco años. Según algunos reportes la prevalencia en los
adultos alcanza el 90%.
Figura 14.26. Esquema de la estructura del TTV
Ningún cuadro clínico particular ha sido atribuido a la infección.
El TTV ha sido encontrado en lotes de productos sanguíneos (factor
VIII y IX) y su frecuencia es mayor en productos no sometidos a métodos
de inactivación viral. Los pacientes que han recibido estos productos no
tratados tienen, a su vez, una mayor prevalencia de infección viral que los
pacientes tratados con productos sanguíneos que han sido inactivados.
El TTV parece ser el responsable en algunos casos de hepatitis
agudas pos transfusionales. La viremia aparece de 6-8 semanas después de
la transfusión y está en correlación con los títulos máximos de ALT. El
virus parece persistir en su huésped y se ha detectado hasta 10 años
después de la transfusión. El TTV ha sido detectado en un 15-45% de las
hepatitis fulminantes, cercano a los hallazgos de HGV del que se conoce
hoy en día su poco poder patógeno.
El genoma del TTV ha sido encontrado en un 1-3% de los donantes
de sangre, 10% del personal de laboratorio, 20% de los pacientes con
hepatitis crónica, 75% de los productos anti hemofílicos no tratados, 35%
de los productos tratados y aun en productos inactivados. Se han detectado
cargas virales elevadas en pacientes con miopatías inflamatorias
idiopáticas, cáncer y lupus, sin haberse establecido ninguna relación de
causalidad.
El TTV muestra que es un virus hepatotropo, no citopático, ni
asociado a infecciones crónicas ni hepatocarcinoma. En los casos de
coinfecciones TTV y HBV o HCV muestran que el TTV no afecta el curso
clínico-patológico, la gravedad ni la respuesta de estas infecciones al
tratamiento con interferón. En algunas condiciones asociadas a
inmunosupresión o enfermedad crónica se pueden observar viremias
mayores por TTV en forma similar a lo observado en infecciones por
citomegalovirus. En casos de pacientes con trasplante de medula ósea, el
TTV se ha relacionado con casos de crisis aplásicas. La alta prevalencia de
la infección por TTV en la población general y la ausencia de un daño
hepático considerable en estos casos, sugiere que el TTV, al igual que el
GB (HGV), es un ejemplo de virus humanos sin una asociación clara de
enfermedad. Los resultados de prevalencia en la población general varían,
dependiendo de los primers utilizados y se reportan valores del 1,9% en
donantes de sangre a un 10% en algunas poblaciones testigo.
Manejo de accidentes con material potencialmente
infectante
La asesoría de las medidas preventivas de accidente percutáneo requieren
de una información básica acerca de quién sufrió el accidente, cuándo, con
qué tipo de instrumentos, cómo y por qué. Si bien los datos anecdóticos
suministran una información importante, los elementos epidemiológicos
son fundamentales para evaluar los factores de riesgo, con el fin
desarrollar estrategias de salud ocupacional para prevenir este tipo de
accidentes.
Los miembros con mayor riesgo de sufrir accidentes en ambientes
quirúrgicos lo constituyen los residentes y los cirujanos en adiestramiento,
con una frecuencia del 3% del total de procedimientos realizados. El tipo
de cirugía es importante y es de un 4% en casos de ortopedia hasta un 10%
en gineco obstetras; la dificultad técnica juega un papel importante, así, la
frecuencia de accidentes va de 10% en caso de histerectomías abdominales
a un 21% en caso de histerectomías vaginales. Otros trabajos muestran que
el índice de accidentes se relaciona con el tipo de cirugía, siendo más
frecuente en casos de trauma (10%), que en caso de cirugía plástica (9%) o
ginecológica (7,4%). La mayoría de accidentes percutáneos ocurren con
elementos como agujas de jeringas o con agujas de sutura y están
relacionados con el número de suturas y puntos empleados en el
procedimiento. Otros elementos involucrados son: escalpelos,
instrumentos de electrocauterio, agujas reutilizables, cables, equipo de
retracción, fragmentos óseos y elementos propios de cada especialidad
quirúrgica.
Las medidas preventivas se basan en varios aspectos, como son:
1.
2.
3.
Modificar los equipos utilizados por los trabajadores, usar instrumentos seguros y suturas
atraumáticas.
Cambiar las prácticas de trabajo. Utilizar nuevas técnicas quirúrgicas (cirugía laparoscópica)
y conductas menos riesgosas, como la de no sujetar tejidos con los dedos.
Usar material de protección adecuado: guantes resistentes a cortaduras, bandas protectoras
para los dedos.
Manejo postexposición
al virus de la hepatitis B
El personal de la salud hace parte de la población con riesgo de exposición
a HBV por su potencial contacto con sangre y otras secreciones en donde
puede estar presente el virus. Como ya se indicó, el riesgo de transmisión
en caso de que la fuente sea portadora de HBV y en ausencia de niveles de
anticuerpos anti AgHBs protectores es cercano al 30%. Como medida
profiláctica general está indicada la vacunación universal a todo trabajador
de la salud. En todo trabajador está indicado la titulación de anticuerpos
anti-AgHBs uno a dos meses después de completado el esquema vacunal o
en su defecto ante la primera exposición accidental. En caso de ausencia
de anticuerpos protectores, se debe iniciar una nueva serie de vacunas. Hay
que descartar la presencia de hepatitis crónica silente en los no
respondedores a la vacuna.
Es necesario diferenciar entre la exposición de la población general y
la del personal de trabajadores de la salud con exposición percutánea o por
mucosa a sangre o fluidos corporales que contengan sangre. En el caso de
recién nacidos de madres seropositivas debe administrarse gama-globulina
humana hiperinmune anti-HBV (HBIG) en las primeras 12 horas posparto,
seguido de un esquema de vacunación completo administrando 10 mcg
(0,5 ml) I.M. de antígeno de superficie AgHBs, siguiendo los esquemas 0,
uno, dos meses o 0, uno, seis meses. La vacuna y la gamaglobulina pueden
aplicarse el mismo día, teniendo presente emplear sitios y jeringas
diferentes.
Después de contacto sexual con una persona infectada (AgHBs
positivo) se debe aplicar gamaglobulina humana hiperinmune anti-HBs
(HBIG) a la dosis de 0,06 ml/kg I.M. (máximo cinco ml) en los primeros
14 días después del último contacto sospechoso, seguidos de vacunación
completa administrando 20 mcg (un ml) I.M., siguiendo los esquemas 0,
uno, dos meses o 0, uno, seis meses.
El personal trabajador de la salud expuesto a un paciente con AgHBs
positivo y no vacunado o con vacunación incompleta, debe recibir gamaglobulina humana hiperinmune y completar o iniciar su vacunación. Si el
accidente es con una fuente AgHBs negativo, hay que iniciar el esquema
de vacunación.
Si la persona expuesta está vacunada y tiene una respuesta adecuada
al AgHBs (> 10 UI/ ml) no requiere tratamiento, aunque algunos autores
sugieren suministrar una dosis adicional de vacuna. Si el trabajador
expuesto a un paciente con AgHBs positivo está vacunado y tiene una
hiperrespuesta al AgHBs (> 100 UI/ ml) no necesita tratamiento adicional.
Si la persona expuesta a un paciente con AgHBs positivo está
vacunada y no tiene una respuesta al AgHBs adecuada (< 10 UI/ml) o es
no respondedora (múltiples esquemas de vacunación sin respuesta
serológica), se le debe administrar la gamaglobulina hiperinmune antiAgHBs y una dosis de vacuna o esquema de vacunación completo.
En todos los casos es necesario determinar el estado serológico del
receptor y de la fuente de infección. Se considera que si la fuente de
infección es positiva al AgHBs, es transmisora de hepatitis viral B. Si es
posible determinar la presencia de AgHBe, se puede determinar que hay
un mayor riesgo de infección en los portadores de AgHBe.
En caso de que sea imposible determinar el estado serológico del
receptor y de la fuente de infección, se procede como si el riesgo de
infección fuera potencialmente elevado con el uso de gamaglobulina y
vacunación completa o de refuerzo.
Lecturas sugeridas
Anderson, D. A, Shrestha, I. L., 2009. Hepatitis E virus. En Richman D. D, Whitley R. J, Hayden F.
G., En Clinical Virology. Washington DC. ASM Press. pp. 1127-1143.
Betancur C. A, Mejía M. V., Portillo S., 2013. Seroprevalencia de hepatitis E en trabajadores de
fincas porcícolas del valle de Aburrá 2011-2012. Medellín, Colombia 38: pp. 68-70.
Bolyard E. A., et al., 1998. Guideline for infection control in health care personnel, 1998. Hospital
infection control practice advisory committee. En Infection Control Hospital Epidemiology,
jun; 19(6): pp. 407-463
Bouchard M. J., Navas-Martin S., 2011. Hepatitis B and C hepatocarcinogenesis: lessons learn and
future challenges. En Cancer Letters, jun; 305(2): pp. 123-43.
Chisari F. V., Isogawa M., Wieland S. F., 2010. Pathogenesis of hepatitis B infection. En Pathol
Biol, aug; 58(4): pp. 258-66.
De Clerq E., 2007. The design of drugs for HIV and HCV. En Nature Reviews Drug Discovery,
dec; 6(12): pp. 1001-1018.
Diestang J. L., 2008. Hepatitis B infection: drug therapy. En New England Journal of Medicine, jul
15; 359(14): pp. 1486-1500.
Emerson P., Pourcell R. H., 2013. Hepatitis E virus. En Knipe D. M, Howley P. M., Fields
Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers. pp. 2242-2258.
Evans A. A., Cohen C., Block T. M., 2014. Hepatitis virus: hepatitis B virus and hepatitis D virus.
En Kaslow R. A, Le Duc J. W., Stanberry L. R., Viral infections of humans: epidemiology and
control. New York. Springer. pp. 747-764.
Georgel P., Schuster C., Zeisel M. B., Stoll-Keller F., Berg T., Bahram S., Baumert T. F., 2010.
Virus-host interactions in hepatitis C virus infection: implications for molecular pathogenesis
and antiviral strategies. En Trends in Molecular Medicine, jun; 16(6): pp. 277-286.
Harrison T. J., Dusheico G. M., Zuckerman A. J., 2009. Hepatitis viruses. En Zuckerman A. J.,
Banatvala J. E., Schoub B. D., Griffiths P. D., Mortimer P., Principles and practice of clinical
virology. Chichester. Wiley-Blackwell, pp. 273-236.
Hino S., 2009. GB virus C (GBV-C) and Torque teno virus (TTV ). En Zuckerman A. J., Banatvala
J. E., Schoub B. D., Griffiths P. D., Mortimer P., Principles and practice of clinical virology.
Chichester. Wiley-Blackwell, pp. 321-336.
Hollinger B., Martin A., 2013. Hepatitis A virus. En: Knipe D. M., Howley P. M., Fields Virology.
6a Ed. Vol. 1. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 550-581.
Hoofnagle J. H., Seef L. B., 2006. Peginterferon and ribavirin for chronic hepatitis C. En New
England Journal Medicine, dec., 7; 355(23): pp. 2.444-2.451.
Hoofnagle J. H., Nelson K. E, Purcell R. H., 2012. Hepatitis E. En New England Journal Medicine;
367: pp. 1237-1244.
Hsieh T. H., Liu C. J., Chen D. S., Chen P. J., 2006. Natural course and treatment of hepatitis D
virus infection. En Journal of the Formosan Medical Association, nov; 105(11): pp. 869–881.
Khuroo M. S., Khuroo M. S., 2008. Hepatitis E. En Current Opinion in Infectious Diseases, oct;
21(5): pp. 539–543.
Peláez D., Hoyos M. C., Rendón J. C., Mantilla C., Ospina M. C., Mancera F. C, Pérez O. L.,
Contreras L., Estepa Y., Arbeláez M. P., Navas M. C., 2014. Infección por virus de la Hepatitis
E en pacientes con diagnóstico clínico de hepatitis viral en Colombia. En Biomédica, 34: pp.
354-365.
Perumalswami P. V, Klein R. S., 2014. Hepatitis virus: hepatitis C virus. En: Kaslow R. A, Le Duc
J. W., Stanberry L. R., Viral infections of humans: epidemiology and control. New York.
Springer, pp. 765-783.
Ray S. C., Bailey J. R, Thomas D. L., 2013. Hepatitis C virus. En Knipe D. M., Howley P. M.,
Fields Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and
Wilkins Publishers, pp. 2185-2221.
Rizzeto M., 2009. Hepatitis D: Thirty years alter. En Journal Hepatology, may; 50(5): pp. 10431050.
Seeger C., Zoulin F., Masson W. S., 2013. Hepadnavirus. En Knipe D. M., Howley P. M., Fields
Virology. 6a Ed. Vol. 2. New York. EE.UU. Wolters-Kluver, Lippincott-Williams and Wilkins
Publishers, pp. 2185-2221.
Shouval D., 2014. Hepatitis A virus. En: Kaslow R. A, Le Duc J. W., Stanberry L. R., Viral
infections of humans: epidemiology and control. New York. Springer. pp. 417-438.
Spradling P. R., Martin A., Feinstone S. M., 2009. Hepatitis A virus. Hepatitis E virus. En Richman
D. D., Whitley R. J., Hayden F. G., Clinical Virology. Washington D. C. ASM Press, pp.
1083-1108.
Taylor J. M., 2006. Hepatitis Delta virus. En Virology Journal; 344: pp. 71-76.
Tellinghuesen T., Evans M. J., von Han T., You S., Rice C. M., 2007. Studying hepatitis C virus:
making the best of a bad virus. En Virology Journal, sep; 81(17): pp. 8853-8867.
Thompson A. J. V., Bell S. J., Locarnini S. A., 2009. Hepatitis B virus. En Richman D. D., Whitley
R. J., Hayden F. G., Clinical Virology. Washington DC. ASM Press. pp. 673-707.
Sitios Web
http://hepatitis.about.com
www.webmd.com/hepatitis
www.cdc.gov/ncidod/disease/hepatitis
http://www.medscape.com/resource/hbv
www.hepnet.com
www.virology.net
Capítulo 15
Infecciones virales
en piel y mucosas
Definición
Los virus pueden producir manifestaciones en piel que son el producto de
la replicación inicial a nivel local o de la llegada a tejidos afectados luego
de una replicación en tejidos distantes y diseminación hemática. Se
definen enfermedades exantemáticas virales aquellas infecciones
causadas por virus acompañadas de cuadros febriles agudos, son más
frecuentes en la infancia, se adquieren por vía respiratoria u orofaríngea y
presentan manifestaciones en piel y/o mucosas. La mayoría de fiebres que
se acompañan de lesiones eruptivas en la población pediátrica se deben a
enfermedades virales, aunque hay que tener en cuenta otras causas como:
microorganismos, toxinas, reacciones medicamentosas o cuadros
autoinmunes. Algunas entidades con manifestaciones en piel (dengue,
virus del grupo herpes, hepatitis B, VIH, etc.) ya fueron tratadas en
capítulos anteriores.
Aspectos generales
Las lesiones cutáneas de las enfermedades virales pueden ser reflejo de la
replicación in situ del agente viral o tan solo una manifestación de la
replicación viral en algún sitio distante. Los virus que se replican
directamente en la piel pertenecen a tres familias virales: Herpesviridae,
Papillomaviridae y Poxviridae. Otro grupo de familias virales hacen parte
del conjunto de agentes infecciosos que producen lesiones secundarias en
piel luego de una diseminación sistémica: Adenoviridae, Flaviviridae,
Parvoviridae,
Paramyxoviridae,
Picornaviridae,
Retroviridae,
Togaviridae; finalmente, existen algunos virus que ocasionalmente causan
infecciones en la piel: Rhabdoviridae, Orthomyxoviridae y Reoviridae
(figura 15.1).
La aparición de una erupción cutánea en un contexto febril debe
orientar hacia una etiología infecciosa. La mayoría de lesiones eruptivas de
la piel tienen un curso por lo general benigno. Algunas de estas
infecciones son inmunoprevenibles, por lo que la anamnesis permite
conocer los antecedentes de vacunación del enfermo, con lo cual se
descarta o disminuye ampliamente la probabilidad de etiologías contra las
cuales el paciente tenga un esquema de vacunación adecuado (rubéola,
sarampión, varicela, parotiditis). El contexto epidemiológico del evento
permite relacionar la infección del paciente con casos similares que se
hayan presentado en el entorno (noción de contagio o entorno ecológico o
epidemiológico específico); este es el caso del dengue, sarampión, varicela
y otras entidades que cursan con brotes epidémicos.
Para tener un diagnóstico aproximado de la entidad se debe analizar
semiológicamente las lesiones y definir el tipo de lesiones (macular,
maculopapular, papular, vesicular, petequial o de tipo eritema multiforme).
El examen físico del paciente facilita determinar las características de la
erupción (evolución, intensidad, localización, número de elementos
presentes). En algunos casos se pueden presentar lesiones en las mucosas
que se conocen con el nombre de enantema. Ante la presencia de lesiones
exantemáticas se deben excluir causas no infecciosas (urticaria,
eritrodermia, eritemas vasomotores, quemaduras térmicas o cáusticas,
enfermedad lúpica, reacciones a medicamentos, síndrome de Kawasaki,
etc.).
Figura 15.1. Esquema de los tipos de agentes virales causantes de lesiones exantemáticas, nótese la
amplia diversidad de agentes causales
Clasificación de las infecciones virales
de piel según tipos de exantema
Desde el punto de vista semiológico es muy práctico clasificar las
enfermedades exantemáticas por el tipo de lesión que producen en el
hospedero. Los exantemas son de tipo macular o maculopapular
diseminado y se producen por aumento del flujo sanguíneo en la dermis.
De esta forma se pueden clasificar enfermedades con exantema de varios
tipos: macular, maculopapular, vesicular, petequial o purpúrico, de tipo
eritema multiforme o verrucoide (tabla 15.1).
Las lesiones exantemáticas se describen como morbiliformes o
maculo eritematosas cuando semejan a las causadas por el sarampión, son
de tamaño diminuto, separadas por áreas de piel sana y en algunos casos
tienen tendencia a ser confluentes. Cuando estas lesiones maculoeritematosas aparecen en sentido cefalocaudal (en regadera), son
características del sarampión. Cuando las lesiones son muy finas y densas,
se denominan rubeoliformes o si están compuestas de máculas espaciadas
rosadas, de bordes mal definidos, separadas por áreas de piel sana se
denominan roseoliformes. Esta clasificación semiológica no es
patognomónica de ninguna entidad clínica particular. En algunos casos las
lesiones involucran las mucosas, en especial la mucosa orofaríngea, en este
caso las lesiones se denominan enantema.
Entre las causas bacterianas de exantema se tiene la escarlatina, la
escarlatina estafilocócica y el síndrome de choque tóxico.
Periodos de incubación
Se define periodo de incubación como el lapso de tiempo entre la
exposición al agente infeccioso y la aparición de manifestaciones clínicas
(signos y síntomas).
Este tiempo varía entre los diferentes agentes infecciosos y para un
mismo agente infeccioso, razón por la cual siempre se expresa como un
rango de tiempo (tabla 15.2). Uno de los factores que afecta el periodo de
incubación es la relación huésped parásito, la respuesta inmune que ejerza
el hospedero sobre el agente infeccioso y la memoria inmunológica que se
tenga. Por múltiples razones los periodos de incubación tienden a ser
mayores en los adultos que en los niños. El ciclo sintomático es precedido
por una serie de manifestaciones precoces e inespecíficas que marcan el
inicio o los primeros signos de enfermedad: fiebre, malestar, cefalea,
rinorrea, denominadas pródromos.
Tabla 15.1. Clasificación de los exantemas según tipo de lesiones
Tipo de exantema
Virus involucrados
Maculopapular
Adenovirus
Citomegalovirus
Enterovirus
Virus de Epstein Barr
Virus de la familia Picornaviridae (Enterovirus 71, virus Coxsackie, Echovirus)
Virus de la fiebre amarilla (YFV)
Rubéola
Sarampión
Virus de inmunodeficiencia humano (HIV)
Virus de la hepatitis B (HBV)
Virus dengue (DV)
Virus herpes humano 6 y 7 (HHV-6, HHV-7)
Vesicular
Virus herpes simple (HSV)
Virus de la varicela y zona (VZV)
Virus Coxsackie A16
Viruela
Petequial o purpúrica
Virus de la familia Picornaviridae (virus coxsackie A9, echovirus 9)
Verrugosas
Virus del papiloma humano
Respuesta inmune en piel y mucosas
La piel constituye una primera línea de defensa contra los agentes
físicos, químicos y agentes infecciosos. La piel es un órgano amplio que
juega un papel de barrera mecánica protectora, que mantiene la
homeostasis del organismo, regula la temperatura, resiste a los agentes
físicos (desecación, luz ultravioleta), químicos (agua y compuestos
hidrosolubles) y patógenos externos (microbios y parásitos).
La piel está formada por una capa más superficial que denominamos
epidermis y una capa interna que se denomina dermis. La epidermis posee
un epitelio de tipo escamoso, compuesto de múltiples capas celulares
(queratinocitos) entre las que se encuentran células de morfología diversa
en diferentes estratos: basal, espinoso, granular y córneo. Cada estrato
celular posee células en distinto estadio de diferenciación, que expresan
distintos factores de crecimiento y diferenciación. La epidermis se
encuentra soportada por la dermis, un tejido más laxo, en donde se
encuentra una red de proteínas de tipo colágeno y elastina, que abriga
vasos sanguíneos y linfáticos y una serie de terminaciones nerviosas.
Tabla 15.2. Periodos de incubación de las diferentes enfermedades exantemáticas
Entidad clínica
Periodo de incubación (días)
Sarampión
7-14
Rubéola
14-21
Roséola
7-10
Eritema infeccioso
5-10
Mononucleosis infecciosa
10-30
Hepatitis B
70-90
Primoinfección HIV
30-40
Varicela
14-21
Herpes simple
7-10
Viruela
7-14
La piel se puede considerar como partícipe del sistema inmune
constituyendo lo que fue inicialmente denominado por J. W. Streilein
(1935-2004) en 1983, sistema SALT, (sigla de skin-associated lymphoid
tissues) y posteriormente renombrado sistema SIS (skin immune system).
El concepto inicial coloca al SALT como un sistema contínuo de
vigilancia en la que existe un flujo o tráfico permanente de células entre
los tejidos y los sistemas linfático y vascular.
Como parte del sistema inmune en la piel, se describe la presencia de
queratinocitos, células de Langerhans, células dendríticas, diversas
poblaciones linfocitarias y una red de ganglios linfáticos.
Los queratinocitos son las células más numerosas en la piel,
sintetizan queratina que es una proteína fibrosa responsable de la
impermeabilidad y firmeza de la piel. Los queratinocitos se adhieren entre
ellos por uniones fuertes de tipo desmosoma. Los queratinocitos expresan
proteínas de tipo TLR en la membrana celular (TLR-1, TLR-2, TLR-4,
TLR-5 y TLR-6), y en los endosomas (TLR-3, TLR-9), receptores de tipo
MHC de clase II, C3biR, CD4 y CD-1d y receptores que se unen a manosa
(KcMR por keratinocyte mannose-binding receptor). Todas estas
proteínas juegan un papel importante en la presentación antigénica de
patógenos invasores y en la secreción de citoquinas necesarias para iniciar
una respuesta inmune adaptativa. Adicionalmente, los queratinocitos
tienen una morfología y actividad funcional similar a las células epiteliales
del timo que permiten la maduración de linfocitos T. Una vez que el
patógeno invade los queratinocitos, se incrementa la expresión de
citoquinas proinflamatorias (CXCL10 y CCL2) que atraen leucocitos al
sitio de invasión. Los queratinocitos tienen una respuesta de predominio
Th1 y también producen interferones (figura 15.2).
Las células de Langerhans hacen parte del grupo de células
dendríticas, se encuentran en la epidermis aunque son más abundantes en
el estrato espinoso, poseen un gran número de gránulos denominados
gránulos de Birbeck. Las células de Langerhans tienen como marcadores
de superficie CD1a, CD207 (langerina) y proteínas del MHC-II. Las
células de Langerhans están encargadas de la presentación antigénica y
tienen la capacidad de migrar a ganglios linfáticos regionales, donde
entran en contacto con linfocitos para iniciar una respuesta inmune
adaptativa.
En la piel también se encuentran otras células presentadoras de
antígeno de tipo células dendríticas (DC) y macrófagos. Ante el estímulo
antigénico. Estas células migran a las áreas para corticales de los ganglios
linfáticos. La respuesta proinflamatoria de las CD lleva a la secreción de
citoquinas y quimioquinas que contribuyen a erradicar el agente
infeccioso. Las DC son una población heterogénea, por ejemplo, las DC
que presentan virus líticos como el HSV, son de fenotipo langerina+CD3-.
Los linfocitos intraepiteliales son de diferente fenotipo (CD4+,
CD8+, CD4CD8-, γδ+). Se estima que a nivel de piel se encuentran 2 x
1010 linfocitos T, lo cual constituye el doble de células LT presentes en el
tracto sanguíneo. La mayoría de LT tienen como fenotipo células de
memoria T αβ CD8+ y expresan la proteína LAA (por lymphocyte
associated antigen).
Figura 15.2. Células presentes en la piel e involucradas en la respuesta inmune
Tanto en la epidermis como en la dermis se encuentran células que pueden participar de los
mecanismos de defensa específicos o inespecíficos. LC: célula de Langerhans. DC: célula
dendrítica. LTCD8+: linfocito citotóxico. Mast: mastocito. FiB: fibroblasto. LTh1: linfocito T
helper con función Th1. LTh2: linfocito T helper con función Th2. PMN: polimorfonuclear. Plas:
plasmocito. Ma: macrófago. LTh17: subtipo de LT. γδLT: linfocito T γδ. Ma: macrófago.
Otras células inmunes especializadas que se encuentran en la
epidermis incluyen LT ayudadores CD4+, células γδ, y células natural
killer (NK).
La epidermis también está provista de conductos vasculares y
linfáticos que drenan hacia ganglios linfáticos regionales, permitiendo el
tráfico celular para continuar con los procesos de presentación antigénica.
En la migración de células presentadoras del antígeno, son primordiales las
células endoteliales.
Patogénesis
Los virus comprometen la piel por tres mecanismos distintos:
1. Inoculación directa: el agente viral penetra por lesiones o heridas,
como en infecciones por virus papiloma, herpes simple y poxvirus.
2. Diseminación local: el virus ingresa por vía respiratoria o
gastrointestinal y migra a la piel a partir de un foco u órgano interno de
replicación: ejemplo de este mecanismo es el virus varicela. Durante la
primoinfección el virus alcanza la piel luego de una infección sistémica,
mientras que durante la reactivación en forma de zona, alcanza la piel
desde los ganglios sensitivos de la raíz dorsal.
3. Efecto de una infección sistémica: las lesiones en la piel durante
el curso de infecciones como la rubéola y sarampión, se deben en parte a la
respuesta inmune al agente infeccioso.
Los virus pueden producir diferentes lesiones durante su transporte
en el organismo (figura 15.4). En algunas situaciones el virión puede
encontrarse en sangre y extravasarse de los capilares, induciendo una
respuesta inflamatoria caracterizada por vasodilatación e inflamación local
que genera lesiones de tipo mácula. Los complejos antígeno-anticuerpo
circulantes también producen áreas de eritema macular. El proceso
inflamatorio aumentado produce una pequeña lesión superficial,
circunscrita y elevada que se denomina pápula. Algunos virus generan
una colección de líquido seroso que origina separación entre la epidermis y
la dermis y causan lesiones de tipo vesicular. La ruptura del tejido que
contiene la vesícula produce una lesión de tipo úlcera, que puede cicatrizar
formando una costra melisérica, como en caso de herpes simple o con
algún aspecto hemorrágico, como en la varicela.
La replicación viral o el daño vascular pueden producir lesiones
exantemáticas, petequiales o purpúreas en la piel. La replicación viral
también se presenta como áreas circunscritas de replicación con formación
de zonas de hiperplasia y formación de papilomas o verrugas o lesiones
aperladas (caso del virus del papiloma y molusco contagioso). La lesión en
piel es el resultado directo de la replicación viral, la cual produce lesiones
en piel (virus herpes simple) o puede ser el efecto de la respuesta del
hospedero al agente infeccioso (rubéola).
Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones en el curso de las enfermedades exantemáticas van
desde las generales (fiebre, coriza, tos, secreción nasal, malestar general),
hasta las específicas de la piel. Cada entidad clínica tiene un conjunto de
signos y síntomas que le son propias sin que se lleguen a constituir cuadros
clínicos típicos, característicos o patognomónicos. Algunos aspectos
relevantes de los cuadros clínicos de diferentes entidades o agentes
infecciosos se detallan en la tabla 15.3.
Las patologías de la mononucleosis infecciosa, dengue, fiebre
amarilla, hepatitis B, primoinfección HIV, varicela y herpes simple se
estudiarán en capítulos aparte.
Infecciones por virus de la rubéola (RuV)
Historia
En 1752 y 1758 dos médicos alemanes, Bergen y Orlow identificaron la
rubéola como una entidad aparte y diferente del sarampión y la
denominaron “Rötheln”. Sólo hasta 1815 el término es acuñado en la
literatura anglófona como “German Measles” y en español “sarampión
alemán”. En 1866 Henry Veale (1892-1980), médico escocés describe una
epidemia de la entidad y propone un término derivado del latín “rubella”
que significa “rojo pequeño”. En 1914 la etiología viral de la entidad es
sugerida por Hess, la cual no es confirmada sino hasta 1938 cuando Hiro y
Tasaka confirman la etiología viral de la enfermedad, mediante
inoculación subcutánea de 16 niños no inmunes con ultra filtrados
obtenidos de lavados nasales provenientes de personas enfermas. La
enfermedad cursa por lo general con cuadros leves por lo que fue
considerada durante mucho tiempo como una enfermedad menor. En 1941
Sir Norman McAlister Gregg (1892-1966), oftalmólogo australiano,
detectó un incremento importante en el número de casos de cataratas
congénitas en los hijos de madres infectadas por el virus durante el primer
trimestre del embarazo. Gregg también reportó otros defectos oculares y
cardiacos en los niños afectados que el asoció con la aparición meses antes
de un brote epidémico de rubéola. Los reportes de Gregg tuvieron muchos
detractores que negaban la validez de sus observaciones y sólo fueron
aceptados varios años después cuando estudios provenientes de EE.UU.,
Inglaterra y Australia reportaron hallazgos similares.
Figura 15.3. Forma de diseminación de los virus causantes de lesiones exantemáticas
Los virus pueden causar infecciones localizadas o sistémicas o diseminadas. Los virus sistémicos
alcanzan los órganos blanco luego de procesos de viremias. Algunos agentes como los virus herpes
pueden causar infecciones tanto localizadas como infecciones sistémicas.
En el año 2000 la OMS propuso un plan para controlar y eliminar la
rubéola para el 2010; muchos países han iniciado campañas de vacunación
en la infancia con refuerzo durante la adolescencia, pero falta que muchos
países adopten el sistema de vacunación universal.
Tabla 15.3. Algunas manifestaciones clave en enfermedades exantemáticas
Entidad clínica
Manifestaciones
Sarampión o primera
enfermedad
Fiebre, coriza, tos, conjuntivitis, fotofobia, manchas de Koplik
Rubéola o tercera
enfermedad
Fiebre, cefalea, rinorrea, artralgias, adenopatías cervicales posteriores
Roséola o sexta
enfermedad
Preescolares, fiebre de 3 días, defervescencia y aparición de exantem
Eritema infeccioso o
quinta enfermedad
Fiebre, artralgias, exantema recurrente, lesiones en mejillas
Mononucleosis
infecciosa
Fiebre, faringitis, adenopatías, malestar, hepatoesplenomegalia
Hepatitis B
Ictericia y síntomas gastrointestinales
Primoinfección HIV
Cuadro clínico similar a la mononucleosis infecciosa
Varicela
Lesiones papulovesiculares generalizadas
Herpes simple
Lesiones papulovesiculares localizadas en mucosa o labios
Viruela
Lesiones papulovesiculares generalizadas cicatrices
Sarampión atípico
Asociada a vacuna inactivada, fiebre, cefalea, mialgias, disnea, lesiones en palmas, plantas y
tronco. Lesiones papulares, vesiculares y purpúricas
Síndrome mano-pie-boca Lesiones papulovesiculares en manos, pies y boca. Virus Coxsackie A16
Herpangina
Fiebre, lesiones papulovesiculares en paladar blando y faringe
Echovirus
Exantema inespecífico, curso benigno
Adenovirus
Exantema inespecífico, curso benigno
Epidemiología
La rubéola es una entidad altamente contagiosa, en grupos cerrados
(internados o batallones) o familias y afecta la totalidad de las personas
susceptibles. Es de ocurrencia endémica, epidémica y cosmopolita. El
virus se encuentra en secreciones respiratorias de personas infectadas siete
días antes de la ocurrencia de los síntomas hasta 14 días después del inicio
del exantema. El virus se transmite persona a persona por aerosoles que
ingresan por vía respiratoria. El virus es específico de humanos, lo que
implica que debe existir una endemicidad (circulación continua del virus)
entre los periodos epidémicos.
En Estados Unidos durante la epidemia de 1964-1965 se registraron
12.500.000 casos de rubéola posnatal, que produjeron 11.000 muertes
fetales por abortos espontáneos o terapéuticos y 20.000 niños nacieron con
manifestaciones clínicas de síndrome de rubéola congénita (S.R.C). Hasta
la aparición de la vacuna, el virus de la rubéola tenía un comportamiento
epidémico con brotes en niños de 5-9 años. Después de las campañas
masivas de vacunación, la entidad ocurre en niños no vacunados, en
adolescentes y adultos jóvenes no protegidos.
La prevalencia de la enfermedad hacia la edad de 13 años varía en
las distintas regiones del mundo con fuertes fluctuaciones en los distintos
países y con diferencias entre áreas rurales y urbanas de una misma región.
Estas diferencias están relacionadas con las tasas de vacunación, con la
densidad demográfica y con las diferentes políticas de prevención
adelantadas en los diferentes países. Las mayores seroprevalencias en
países de América Latina se encuentran en Argentina (76%), México
(89%) y Brasil (86%). Las diferencias entre áreas son más ostensibles en
México donde varían de 32-89% según diferentes reportes realizados; los
países con menores tasas de vacunación incluyen a Trinidad (19-24%) y
Perú (13-20%).
Figura 15.4. Producción de lesiones en caso de infecciones exantemáticas
Las lesiones pueden ser causadas por la replicación del virus o por la respuesta inmune al agente
circulante.
De esta manera, la susceptibilidad de la población adulta para
presentar una infección por rubéola es alta, con el riesgo de que se
presenten casos de síndrome de rubéola congénita. Los países de
América Latina tienen seroprevalencias a los 13 años que varían de 13 a
89%. En los países en donde se ha instaurado una política vacunal amplia
y adecuada (Australia, Dinamarca, EE.UU., Finlandia, Francia, Gran
Bretaña, Suecia y Colombia), el número de casos de rubéola y el síndrome
de rubéola congénita han disminuido de forma considerable. En los países
en los que no se cuenta con una vacunación adecuada, el registro de casos
de rubéola y de síndrome de rubéola congénita son elevados y un alto
porcentaje de mujeres en edad gestacional, son susceptibles al virus y al
riesgo de adquirir la infección durante el curso de la gestación. Dentro del
grupo de mujeres susceptibles (seronegativas) y en edad gestacional que se
encuentran en mayor riesgo de sufrir la infección por virus de la rubéola,
son las que por su ocupación se encuentran en contacto con niños
infectados (institutrices, profesoras, pediatras, personal paramédico, etc.).
Si se comparan poblaciones de personas vacunadas y no vacunadas se
encuentra que el 87-96% de los vacunados poseen anticuerpos detectables
en comparación al 70-80% de los no vacunados. En un estudio en la
ciudad de Cartagena, Colombia, se observó en un grupo de mujeres de 1049 años una seroprevalencia general del 93%, se presentaron
seroprevalencias significativamente menores en el grupo de edad de 10-14
años. Estos comportamientos epidemiológicos fortalecen la idea de que el
fin último de las campañas de vacunación, es disminuir el porcentaje de
mujeres susceptibles en el curso de su embarazo y que deben reforzarse los
esfuerzos vacunales en el grupo de mujeres en edad gestacional (tabla
15.4).
Agente infeccioso
El virus de la rubéola (RuV) tiene de 65-70 nm de diámetro, es un virión
esférico, cubierto, con una cápside interna de simetría icosaédrica. Desde
el punto de vista taxonómico, el virus pertenece a la familia Togaviridae,
género Rubivirus.
El genoma viral es de tipo ARN de cadena única, sentido positivo,
de una talla de 9,7 kb, coronado en su extremidad 5’ y poliadenilado en su
extremidad 3’ (figura 15.5). Se reconocen 3 clados y 13 genotipos
distintos, el contenido de C+G es muy alto lo cual hace que la RT-PCR
tenga algunas dificultades técnicas.
El genoma viral codifica para proteínas no estructurales y proteínas
estructurales (figura 15.6). Las proteínas no estructurales están
involucradas en los procesos de replicación y transcripción e incluyen una
proteasa P150 y una ARN polimerasa ARN dependiente. Las proteínas
estructurales forman el virión y se conocen como la proteína de la cápside
viral (CP) de 33kda y las proteínas de la membrana E1 (58 kda) y E2, esta
última posee dos formas glicosiladas denominadas respectivamente E2a
(42 kda) y E2b (47 kda).
Replicación viral
El RuV fue aislado en 1963 por dos grupos que trabajaron
independientemente, TH Weller y FA Neva utilizaron cultivos primarios
de células amnióticas, mientras que PD Parkman y colaboradores
utilizaron cultivos primarios de riñón de mono. El virus de la rubéola no
ocasiona efecto citopático, por lo que el método de Parkman para
confirmar el crecimiento del virus de la rubéola, fue la interferencia del
virus de la rubéola con el efecto citopático de enterovirus. El efecto
citopático es fácilmente observable en células renales de conejo (RK-13) y
en células de mono verde africano (AGMK).
Tabla 15.4. Incidencia y casos reportados de rubéola en Colombia
Casos 2000 2001
Entidad
2002 2003 2004
Rubéola*
157
Rubéola **
ND
70
1206
47
45
6
1
0
ND
0
S.R.C. **
1.144 1.559
866
2005
1.110 1.199
2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
218
176
501
1103
234
ND
ND
ND
ND
85
6
2
4
4
0
1
1
0
0
5
0
0
195
0
0
0
0
0
0
S.R.C: síndrome de rubéola congénita. * Casos reportados. Fuente: I.Q.E.N. Datos actualizados en
diciembre de 2010. Los casos reportados incluyen casos con sospecha clínica, no confirmados por
pruebas de laboratorio. ** Incidencia: Fuente WHO. ND: no hay datos.
Figura 15.5. Estructura del virus de la rubéola
El virión contiene 80 trímeros formados cada uno por heterodímeros de proteínas E1 y E2.
Figura 15.6. Estructura genómica del virus de la rubéola
Se observan las proteínas estructurales y no estructurales y los clivajes proteolíticos necesarios para
la formación de cada proteína.
El virus se une a receptores celulares e ingresa a las células por un
mecanismo de endocitosis mediado por clatrina. La fusión de las
membranas virales y celulares libera la cápside y material genético al
citoplasma de la célula hospedera. El genoma (ARN de sentido positivo)
es traducido en una poliproteína que es clivada por la proteasa P150 en
proteínas no estructurales. La replicación tienen lugar en la membrana de
fábricas virales citoplásmicas; este proceso genera ARN de doble cadena;
la cadena ARN de sentido negativo (-) sirve de molde para la síntesis de
copias genómicas. La expresión de ARNs subgenómicos produce una
poliproteína que es escindida por peptidasas de señal para generar las
proteínas estructurales (CP, E1 y E2). El ensamblaje viral se lleva a cabo
en el retículo endoplásmico y el virus es liberado por gemación, utilizando
las vías secretorias celulares.
Patogénesis
El virus se adquiere por vía respiratoria e inicia su replicación en la
orofaringe. De la mucosa el viruspasa a los ganglios linfáticos regionales
(nasofaringe y tracto respiratorio alto) donde inicia una diseminación
hemática o primera viremia. La replicación en los ganglios linfáticos
occipitales produce aumento de tamaño de los mismos, lo que constituye
una de las manifestaciones clínicas más frecuentes. La viremia se
encuentra acompañada de fiebre, malestar y síntomas prodrómicos.
Después de la segunda viremia, aparece un exantema morbiliforme que se
inicia en la cara y se extiende al tronco y extremidades; la viremia
disemina el virus a diversos órganos (sistema nervioso, hígado y páncreas)
y establece una infección sistémica. En el curso de la segunda viremia, el
virus puede localizarse en la placenta, atravesar la barrera feto placentaria
y afectar al embrión o feto ocasionando defectos congénitos. Como en
caso del sarampión, el exantema aparece en momentos en que se produce
una respuesta inmune humoral, por lo que se sospecha que las lesiones en
piel son mediadas por la respuesta inmune. In vitro también ha sido
posible la detección de respuesta inmune celular de tipo T CD4+ y T CD8+;
estudios en monjas de clausura, sin historia de reinfección, se observó que
la respuesta inmune era de larga duración.
Las personas infectadas eliminan grandes cantidades de virus en
secreciones respiratorias, las personas vacunadas que se exponen a
personas infectadas, pueden reinfectarse, replicar el virus en la orofaringe
y presentar cargas virales en secreciones nasofaríngeas que puede llegar a
1x105 TCID50, las variaciones de virus eliminados son grandes a diferentes
horas del día y también entre individuos; por esta razón los contactos de
personas infectadas pueden contagiar a personas susceptibles, sin sufrir la
enfermedad, ya que los anticuerpos séricos controlan las viremias y la
enfermedad. En estudios controlados en grupos de voluntarios vacunados
previamente, se observó que la reinfección incrementaba sus niveles de
anticuerpos previos al ensayo.
Aspectos clínicos
Los humanos son los únicos hospederos susceptibles al RuV. El periodo de
incubación varía de 14 a 21 días. La enfermedad puede iniciar con una fase
prodrómica con síntomas inespecíficos (fiebre, malestar y coriza). La
transmisibilidad es moderada en comparación al sarampión, en la
población general un 50-90% de los susceptibles pueden infectarse durante
un brote epidémico. Al menos un 25-50% de las infecciones en la infancia
pueden tener un curso asintomático. Las personas vacunadas y expuestas
al virus pueden diseminar la infección aunque menos eficientemente. Se
pueden producir reinfecciones en pacientes vacunados con una mayor
frecuencia que en pacientes que se han infectado con el virus salvaje, lo
cual demuestra que la respuesta inmune a la vacuna da una respuesta
inmune menor con títulos de anticuerpos más bajos que después de la
infección natural. Las reinfecciones no se acompañan de viremia, por lo
que el riesgo de síndrome de rubéola congénita es más bajo.
Manifestaciones en el niño y adulto
La rubéola es una entidad con cuadros clínicos que pueden ser fácilmente
reconocidos en pacientes adultos, sin embargo, las manifestaciones
clínicas no son patognomónicas y son similares a otras infecciones de tipo
exantemático. La identificación clínica se hace difícil para los médicos
jóvenes, pues debido a la disminución en la incidencia por efecto de la
inmunización masiva, han observado menos casos de rubéola durante su
formación académica. Los casos llegar a 1x105 TCID, las variaciones de
virus asintomáticos o poco sintomáticos son contagiosos y pueden
transmitir la infección a otras personas susceptibles. Las manifestaciones
de tipo prodrómico son más frecuentes en los adolescentes y adultos y
tienen una duración de 1 a 5 días antes del inicio del exantema. Los signos
y síntomas incluyen febrícula, escalofríos, malestar, anorexia, coriza, dolor
retro ocular, inyección conjuntival, cefalea, malestar, tos, dolor en la
garganta, enantema en úvula y paladar blando y adenopatías (figura 15.7).
Figura 15.7. Evolución clínica de la infección por virus de la rubéola
Las adenopatías son dolorosas y se localizan con mayor frecuencia
en la región retro auricular, cervical y suboccipital. Las adenopatías
presentan proceso inflamatorio entre cinco y ocho días, resolviéndose en el
curso de varias semanas. El exantema se inicia en la región retro auricular
y se disemina en 24 horas a la cara, el tronco y extremidades. Las lesiones
cutáneas son de tipo eritematoso, maculopapular finas, no coalescentes; en
el adulto se acompañan de prurito. El exantema es de corta duración y
resolverse en tres días, de allí el nombre a la entidad de sarampión de tres
días.
En los pacientes adultos jóvenes, la enfermedad se acompaña de
leucopenia que se inicia un día antes de la erupción y se mantiene por 4-5
días. En los pacientes adultos es frecuente la presencia de poli artralgias y
artritis. Las artralgias son más frecuentes en mujeres (52-60% de casos)
que en hombres (9-10% de casos). Las articulaciones frecuentemente más
comprometidas son las de los dedos de las manos y la rodilla. El
compromiso articular puede variar desde el simple dolor hasta la presencia
de inflamación, derrame sinovial, disminución de la movilidad, calor y
rubor. Los síntomas se inician de uno a seis días después del comienzo del
exantema y duran varias semanas. Las artralgias también pueden
observarse de 10 a 30 días después de la vacunación, pero con una menor
frecuencia.
Otra manifestación infrecuente de la rubéola es la encefalitis,
aparece entre uno a seis días después del exantema, esta complicación es
extraña en países con una alta cobertura vacunal y se observa en 1:5.000 a
1:10.000 casos. Las manifestaciones en caso de encefalitis consisten en
letargia, cefalea, vómito, rigidez de la nuca y convulsiones. En el LCR se
observa un discreto aumento de la celularidad con 20-100 células/mm3 de
predominio linfocítico; la glucorraquia es normal y las proteínas pueden
estar ligeramente aumentadas. La mortalidad por encefalitis asociada a
rubéola varía del 20-50% y no se observan secuelas en las personas que
sobreviven.
Manifestaciones en el feto
Las infecciones muy precoces llevan a la reabsorción del embrión. Se
especula que la infección materna por el virus de la rubéola pueda ser
causante de abortos espontáneos. La presencia de parto prematuro y
muertes neonatales se han relacionado con la infección. El estudio
histopatológico de fetos infectados que han sido abortados revela necrosis
no inflamatoria de estructuras del ojo, corazón, cerebro y oído, que se
traduce por efectos teratogénicos en estos órganos. Desde el punto de vista
ultra estructural, se presentan cuerpos intranucleares y complejos túbulo
reticulares en las células endoteliales de diversos órganos. Desde el punto
de vista celular, se ha reportado la pérdida de sustancia citoplásmica,
aumento del volumen de las mitocondrias y dilatación del retículo
endoplásmico.
Las ecografías de los fetos infectados muestran signos de infección
no específicos: hepatomegalia, aumento de espesor de la placenta, cambios
en la cantidad del líquido amniótico y peritonitis meconial. Otros hallazgos
son el retardo del crecimiento y las malformaciones cardiacas y cerebrales.
Manifestaciones en el neonato
El hijo de madre infectada durante la gestación poseerá un riesgo de
presentar malformaciones congénitas, dependiendo del periodo de
gestación en la cual se presenta la infección; la triada clásica o triada de
Gregg de la rubéola congénita consiste en cataratas, malformaciones
cardiacas y sordera y tiene una mayor probabilidad de presentarse si la
infección materna ocurre en las primeras 16 semanas de gestación.
La presencia de infecciones en las primeras seis semanas del
embarazo conlleva a malformaciones congénitas en un 100% de los hijos,
el riesgo de malformaciones disminuye a un 70-90% entre la semanas siete
a 13 y a un 10-50% entre las semanas 14-17. En un reporte no se
observaron malformaciones congénitas en caso de infecciones ocurridas
después de la semana 18 (Figura 15.7).
Las consecuencias de la infección in utero se pueden clasificar en
tres categorías:
1.
2.
3.
Signos y síntomas que se presentan de una manera transitoria en el niño afectado.
Manifestaciones permanentes que se muestran en el curso del primer año de vida. Hacen
parte de las secuelas permanentes, las malformaciones del oído interno, corazón, ojo y
sistema nervioso.
Manifestaciones de rubéola congénita que se exhiben a partir del segundo año de vida hasta
la vida adulta.
Entre las secuelas transitorias tenemos la eritropoyesis cutánea
(blueberry muffin rash), la púrpura trombocitopénica, la anemia
hemolítica, la linfadenopatía generalizada, la neumonía intersticial,
hepatitis, hepatomegalia, nefritis, miositis, defectos óseos radiolúcidos y la
encefalitis.
Formas crónicas o rubéola de aparición tardía
En niños con infecciones congénitas las manifestaciones pueden ser
mínimas o no estar presentes al momento del nacimiento. En los casos de
aparición tardía hacia los 3 a 12 meses de edad, la infección puede
manifestarse como una enfermedad grave multisistémica con lesiones de
tipo exantemático, neumonitis, diarrea persistente y meningoencefalitis
progresiva.
En los pacientes con síndrome de rubéola de aparición tardía hay
persistencia del virus en títulos altos a pesar de la presencia de anticuerpos
(IgM alta e IgG baja), también es frecuente la presencia de complejos
inmunes. Esta enfermedad de aparición tardía se asocia con una alta
mortalidad.
Diagnóstico
Desde el punto de vista clínico, la infección puede ser leve y confundirse
con otras enfermedades exantemáticas, como sarampión, mononucleosis
infecciosa, escarlatina, exantema súbito, eritema infeccioso, dengue e
infecciones exantemáticas causadas por enterovirus o adenovirus. Los
exámenes de rutina no son específicos para el diagnóstico y solo pueden
evidenciar una leucopenia y linfocitos atípicos. Como en la gran mayoría
de infecciones virales, el diagnóstico de infección por RuV se basa en
métodos directos e indirectos. El diagnóstico certero de infección es no
solo de interés epidemiológico, en la mujer embarazada es primordial por
el riesgo de infección congénita. Los métodos directos comprenden el
aislamiento viral y los métodos de detección del genoma viral. Los
métodos indirectos se basan en detectar la respuesta inmune humoral
específica.
El aislamiento viral es deseable en caso de fijar etiología para
eventos de rubéola congénita. El paciente infectado excreta el virus desde
una semana antes de la sintomatología hasta dos semanas después de
iniciado el exantema, es un método costoso reservado a unos pocos
laboratorios de referencia. El virus puede ser aislado de especímenes
nasofaríngeos, orina, líquido cefalorraquídeo y sangre. Puede cultivarse en
células de mono verde africano (AGMK), debido a que el virus no produce
efecto citopático; la presencia viral se determina con la ayuda de
anticuerpos específicos y métodos de fluorescencia o por interferencia
viral al ECP causado por los enterovirus.
Para el diagnóstico de infección por RuV in utero, la detección del
genoma permite mediante pasos de transcripción inversa y amplificación
de cADN, evidenciar la presencia del virus en líquido amniótico,
cordocentesis y vellosidades placentarias. La amplificación viral requiere
de un paso retro transcripción previo a la amplificación del cADN. La RTPCR tiene una alta sensibilidad para el diagnóstico de SRC, comparado
con la detección de IgM. Los métodos de amplificación genómica se
pueden hacer en líquido amniótico después de la semana 18 de amenorrea.
La serología constituye el método más usual de diagnóstico de
infección por RuV. Históricamente las pruebas de inhibición de la
hemaglutinación fueron utilizadas durante mucho tiempo con el fin de
detectar anticuerpos totales anti-RuV, este método ha sido reemplazado
por los EIA que son fáciles de ejecutar en los laboratorios clínicos de
rutina. La IgM específica es detectada en sangre materna o en sangre de
cordón por métodos de inmunocaptura. En sangre fetal es posible detectar
IgM específica a partir de la semana 22 de gestación y 6 semanas después
de la seroconversión materna. La sensibilidad de la prueba es cercana al
95% y su especificidad es de 100%. La ausencia de anticuerpos de tipo
IgG es un resultado que permite identificar la población a riesgo; la
serología IgG está indicada al comienzo de la gestación a toda mujer que
no teng