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Eric Adams, el alcalde fiestero de la ciudad que nunca duerme, tiene problemas con el FBI
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"Esta no es una ciudad de nueve a cinco"

Eric Adams, el alcalde fiestero de la ciudad que nunca duerme, tiene problemas con el FBI

Eric Adams, alcalde de Nueva York, se enfrenta a una investigación (todavía sin acusaciones) por su relación con Turquía y la financiación de su campaña política por la alcaldía

Foto: El alcalde de Nueva York, Eric Adams. (Reuters/Brendan McDermid)
El alcalde de Nueva York, Eric Adams. (Reuters/Brendan McDermid)

Suele lucir americanas de colores vivos y a medida, unas gafas de aviador reflectantes y una sonrisa tan amplia como el skyline que se ve desde el parque del puente de Brooklyn. Por lo general, acompañado de gente rica y guapa en mitad de una alfombra roja, bajo los flashes de las cámaras, o a la salida de un restaurante de lujo del centro, da la impresión de que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, siempre está de fiesta. Esa es la percepción generalizada y esa es la conclusión a la que han llegado los sabuesos reporteriles que siguen sus pasos por la Gran Manzana. Según The New York Times, Adams salió de noche 22 veces solo en el mes de junio.

"Esta no es una ciudad de nueve a cinco", se ha justificado en la CNN el segundo alcalde afroamericano de la historia de Nueva York. "Es una ciudad que funciona las 24 horas. Cuando salgo, estoy promocionando mis restaurantes, mis hoteles, mis friegaplatos (...). Mi vida nocturna es una industria multimillonaria". Adams asegura que solo duerme cuatro horas y que, después de asistir a una gala de recaudación de campaña o de cenar en un bistró de la calle 52, se va a ver un hospital o a saludar a los trabajadores nocturnos del servicio de metro.

Sin embargo, dos años después de asumir la alcaldía, esta rutina política abundante en cócteles y candilejas parece estar empañándose debido a dos crecientes desafíos. Uno de ellos, más personal e inmediato, tiene que ver con la aparente relación que existe entre Adams y los intereses de Turquía. Una relación lo suficientemente sospechosa como para que el FBI haya empezado a investigarla a fondo.

Desde el año 2015, cuando llevaba dos como presidente del condado de Brooklyn, Eric Adams ha acudido a 80 eventos en honor a Turquía, ha visitado este país seis veces, una de ellas pagada parcialmente por Turkish Airlines y Bahcesehir University, y se ha encontrado con el presidente Recep Tayyip Erdogan. Al mismo tiempo, según The New York Times, la campaña de Adams recibió cuantiosas donaciones de empresas y organizaciones cercanas al presidente turco, y el alcalde ha reconocido que llamó por teléfono al funcionario responsable de agilizar los trámites de la habilitación del nuevo consulado de Turquía en Nueva York: un lujoso edificio vecino de Naciones Unidas cuyo desarrollo planteaba a la alcaldía dudas de seguridad.

Foto: Eric Adams interviene tras conocer su victoria. (EFE)

Estas aparentes conexiones han despertado la curiosidad del FBI, que el 2 de noviembre hizo una redada en el apartamento de la jefa de recaudaciones de campaña de Adams, Brianna Suggs, y poco después requisó dos teléfonos móviles y un iPad del alcalde. De momento, no se han formulado acusaciones. Adams asegura que su relación con Turquía se limita a ayudar a su comunidad de inmigrantes en Nueva York y que su campaña se ha desempeñado según "los más altos estándares éticos".

El segundo problema tiene que ver con la cantidad de inmigrantes indocumentados que vienen a Nueva York, sobre todo desde el verano de 2022, y que, según la alcaldía, están ejerciendo una enorme presión sobre los servicios sociales de la ciudad. A veces son los propios gobernadores republicanos de los estados del sur quienes fletan los autobuses desde la frontera con México hasta la Gran Manzana. Una manera, según ellos, de aleccionar a los demócratas que se jactan de gestionar "ciudades santuario" donde no se persigue a las personas sin papeles, mientras Texas o Arizona lidian diariamente con la llegada masiva de solicitantes de asilo.

"Dejadme que os diga algo, neoyorquinos: jamás en mi vida he tenido un problema del que no viera el final, [pero] no le veo el final a esto", declaró Eric Adams en septiembre, durante un discurso dedicado a la cuestión de la inmigración irregular. "Este asunto destruirá Nueva York". La alcaldía calcula que la llegada de los inmigrantes, la mayoría de países centroamericanos, engordará el déficit de la ciudad hasta 12.000 millones de dólares. Según datos del verano, los inmigrantes ocupan 60.000 camas del sistema de albergues neoyorquino, así como las camas de 200 albergues de emergencia, desde hoteles a tiendas de campaña en parkings.

El alcalde ha criticado a sus colegas de partido de Washington y del Gobierno estatal neoyorquino, a quienes acusa de no ayudar lo suficiente a Nueva York, y pide a sus conciudadanos que arrimen el hombro acogiendo en sus casas a los necesitados. Incluso ha viajado personalmente a México, Ecuador y Colombia para transmitir un mensaje a sus poblaciones y a sus líderes políticos: "Estamos a tope de capacidad".

Más allá del coste socioeconómico que implica atender a las decenas de miles de personas recién llegadas, muchas de ellas con niños y con todo tipo de necesidades, lo cual se nota, por ejemplo, en una reducción de los vales de comida disponibles en la ciudad, Eric Adams afronta un problema político: el grueso de sus votantes, como le gusta recordar, son de clase trabajadora. Los mismos votantes que tienden a sufrir inmediatamente la degradación de los servicios sociales neoyorquinos. Una encuesta de Siena refleja que el 82% de los habitantes de la ciudad considera que la llegada masiva de inmigrantes irregulares es un "problema serio".

El 82% de los habitantes de la ciudad considera que la llegada masiva de inmigrantes irregulares es un "problema serio"

Hay un tercer problema: una mujer de Florida demandó a Eric Adams y al Departamento de Policía de Nueva York, donde este trabajaba por entonces, por acoso sexual durante un presunto encuentro en 1993. Los cargos, amparados por la Ley de Adultos Supervivientes, que durante un año permitirá denunciar casos que de otra manera habrían prescrito, no detallan la denuncia. Eric Adams ha negado la acusación y dice no haberse cruzado nunca a esa mujer, que se mantiene en el anonimato. La demandante pide cinco millones de dólares de compensación.

En estos casi dos años, muchas de las políticas de Adams, originalmente capitán de la policía de Nueva York interesado en reformar el departamento, han estado enfocadas en mejorar la calidad de vida y la seguridad urbana para el neoyorquino medio; sobre todo después de la pandemia de coronavirus. Entre otras medidas, Adams ha reforzado la presencia policial en la red de metro, ha permitido ingresar por la fuerza en sanatorios mentales a personas que duermen en la calle y que probablemente requieran este tipo de atención médica, y ha declarado la guerra a las ratas que pueblan el submundo neoyorquino.

Foto: Eric Adams, candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York. (Reuters)

La difícil posición del alcalde y su respuesta relativamente dura hacia la inmigración irregular, que le ha llevado, por ejemplo, a rescindir la política neoyorquina de garantizar 90 días de albergue a las personas que lo necesiten, lo están convirtiendo en objetivo para la izquierda demócrata. El presidente del condado de Brooklyn, Antonio Reynoso; la senadora estatal Jessica Ramos, o el controlador de la ciudad, Brad Lander, se rumorean como posibles contendientes en las próximas primarias.

La popularidad de Adams, conocido también por contar historias que no aguantan el contacto con la lupa, se mantiene en el territorio gris que suelen habitar los alcaldes neoyorquinos, atrapados quizás en los engranajes de una ciudad ingrata e ingobernable. Su popularidad está por debajo del 50%. Diez puntos menos que los que tenía su antecesor, Bill de Blasio, en el mismo punto de su primer mandato.

Mientras tanto, la vida diaria y nocturna del regidor continúa. Muchas de las noches en las que sale termina en Osteria La Baia, un restaurante de midtown propiedad de dos amigos suyos, los gemelos Robert y Zhan Petrosyants. Dice el Times que el alcalde suele cenar en un reservado en el que recibe a las personas que mandan o mandaban en la ciudad. Muchas veces se queda hasta tarde, más allá de las 10 de la noche, hora oficial de cierre. Los reporteros nunca le han visto pagar la cuenta.

Suele lucir americanas de colores vivos y a medida, unas gafas de aviador reflectantes y una sonrisa tan amplia como el skyline que se ve desde el parque del puente de Brooklyn. Por lo general, acompañado de gente rica y guapa en mitad de una alfombra roja, bajo los flashes de las cámaras, o a la salida de un restaurante de lujo del centro, da la impresión de que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, siempre está de fiesta. Esa es la percepción generalizada y esa es la conclusión a la que han llegado los sabuesos reporteriles que siguen sus pasos por la Gran Manzana. Según The New York Times, Adams salió de noche 22 veces solo en el mes de junio.

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