Trias defiende su modelo de turismo "cívico y sostenible"

Llega el momento del balance, de exhibir en el escaparate electoral la acción de gobierno de los últimos tres años. Xavier Trias ha desayunado esta mañana entre amigos en el Hotel Palace y ha hecho de la prudencia virtud al abordar de manera muy superficial los temas espinosos que pueden manchar su primer mandato como alcalde. Se ha referido al turismo de Barcelona, “certificado por la Unesco, cívico, responsable y sostenible”, y ha recordado años pretéritos --en referencia a la etapa socialista-- en los que se decía al visitante “venga y podrá hacer lo que quiera”. Lucha contra el paro, asegurar la vivienda y una capital que funcione bien; ese ha sido el eje de una intervención en la que no ha habido un solo apunte novedoso. Vienen elecciones, más vale no abrir nuevos melones.

Trias ha rechazado las críticas a su gestión del turismo aunque ha admitido que es una actividad económica que genera problemas: “Hay que dar respuesta al comportamiento incívico de algunas personas”. Ayer por la tarde pudo tomar la temporatura a a este asunto en el pleno extraordinario celebrado en Ciutat Vella, en el que los vecinos plantaron a la concejala Mercè Homs. “Algunos quieren hacer creer que solo trabajamos para el turismo cuando somos una ciudad con una economía diversificada: industria, comercio, logística, nuevas tecnologías…”, ha resumido. La solución a este conflicto pasa por una batería de medidas de sobra conocidas y que hoy a tenido a bien repetir: descentralizar el turismo a base de generar atracción en los 10 distritos, aumentar la plantilla de la Guardia Urbana, endurecer las sanciones, modificar el destino del dinero que se capta gracias a la tasa turística y reclamar a Madrid una porción del IVA que pagan los forasteros en la capital catalana.

El alcalde se ha referido al intenso periodo de obras por el que atraviesa la ciudad, y se ha detenido en la transformación de Glòries, un proyecto que, ha dicho, le emociona. “Pensaba que me facturarían para casa”, ha admitido, asumiendo que en origen, eran previsibles caos circulatorios que no han sido tales. Ese era, en su opinión, el peor lugar de Barcelona. ¿Qué rincón ocupa ahora ese dudoso honor? Para Trias, sin duda, la zona del Morrot, bajo los acantilados de Montjuïc, una zona que parece el “basurero” de la ciudad.

Sobre la situación política en el ayuntamiento, ha explicado que gobernar en minoría no es fácil. Y en una comparación algo arriesgada que le retraía a sus tiempos de pediatra, ha añadido: “Lo que es difícil de verdad es estar de guardia y que se te muera un niño”. Ha celebrado que Jaume Collboni (PSC) se avenga a debatir los presupuestos del 2015, aunque el pacto es una posibilidad francamente remota por dos razones: al anterior líder socialista, Jordi Martí, casi le cuesta el cargo su abstención que permitió a CiU en el 2012 aprobar el plan de acción municipal, y pactar con tu principal competidor en vísperas de acudir a las urnas sería una maniobra insólita. Para evitar la delicada gestión de una capital cuando se dispone de 14 de 41 concejales, Trias apuesta por importar el sistema francés electoral. Objetivo: conseguir un gobierno "fuerte y estable" para poder tomar decisiones importantes. El líder de CiU considera que una segunda vuelta permitiría escoger a un gobierno en mayoría que facilite el manejo de las ciudades. Con la posible entrada de Guanyem, Podemos, Ciutadans y la CUP en el arco municipal, parece que la realidad va en sentido totalmente contrario.

En el único apunte sobre el futuro, Trias se ha referido al controvertido proyecto de las puertas de Collserola. Ha considerado necesario, después de que Barcelona recuperar el mar, que la ciudad “se abra a la montaña con accesos ordenados y sostenibles”.