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Bajo Continuo

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112 pages, Paperback

Published October 1, 2021

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Fabián Coto Chaves

6 books10 followers
Fabián Coto Chaves (Cartago, 1981) Escritor. Columnista de la Revista Paquidermo. Cursó estudios de Historia en la Universidad de Costa Rica y Edición Literaria en la Universidad de Buenos Aires.
Ha publicado El país de las certezas (2015), un volumen de relatos cortos, y Largo adiós sin carta (2016), su primer poemario.

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Profile Image for Marco Méndez.
52 reviews4 followers
May 2, 2023
Cuando uno tiene que emitir un criterio sobre algún trabajo de gente que uno no sólo considera conocida, sino amiga, hay un particular ímpetu semejante a caminar por el vidrio. Por temor a incomodar a veces optamos por la salida fácil. Enfocarnos en lo positivo y tirar balones fuera cuando hay “áreas de oportunidad”. Eufemismo común entre supervisores de empresas en zonas francas cuando tienen que señalar los errores de los empleados a su cargo.

“Bajo continuo”, el último libro de Fabián, muestra lo mejor que he leído de él. A su vez que lo más irregular. El área de oportunidad que le encuentro quizá sea la trama policial detallada al inicio. Una historia no por menos fascinante, que involucra un par de crímenes más o menos conocidos en el imaginario costarricense. No obstante, resulta algo confusa por los diversos puntos de vista a los que recurre y que después quedan bastante dispersos en el resto de la novela. Sobre todo en la segunda parte donde no parecen tener cabida.

“Solo quienes han sido verdaderamente derrotados viven bajo tierra o en los bosques”

A partir de la mitad se percibe otra historia completamente diferente. Más audaz y discursiva en los lugares constantemente frecuentados por su autor. Fabián como columnista de prensa o usuario de redes sociales suele incomodar y ganar la antipatía de muchos que lo catalogan de tosco y gacho. Aunque también es capaz de mostrar una gran maestría y sensibilidad en todas esas reflexiones aborda su protagonista. Además de él mismo cuando incursiona omniscientemente en ésta obra. Sin recurrir constantemente a palabras o frases rimbombantes para narrar ideas o acontecimientos con gran profundidad.

Para un vecino de la zona de Los Santos cuesta ser parcial cuando se abordan paisajes y sensaciones familiares como los refleja el libro. A tal punto que conmueve y aclara ideas que los mismos lugareños ignoramos o nos inquietan en el mejor de los casos. Somos seres en ocasiones bastante ensimismados que en un principio actuamos bastante reacios al cambio, a entornos vertiginosos o desconocidos. Recurrimos más a la montaña como lugar de huida y fracaso, que como sitio de sana dispersión como la que vive su protagonista.
Profile Image for Frank Privette.
137 reviews16 followers
November 17, 2021
Partiendo del nombre “Bajo Continuo”, el más reciente libro de Fabian Coto Chaves, sabemos que nos contarán bastante pero que habrá bastante más que quedará sin contar. Siguiendo la pauta de la música barroca, en donde el bajo sienta la base para que una melodía más alta explore, así quien lee se enfrenta a una obra que ruega un sentido de “completud” pero que no lo ofrece. Como Tántalo, en varios momentos creemos estar cerca de llegar a la fruta, pero no lo logramos. Necesitamos tomar agua, pero la misma cambia de nivel. Como Tántalo, nos preguntamos qué más hay debajo y arriba del agua. En las profundidades y en las cavernas. Nos preguntamos, pero ciertamente somos presas de la naturaleza. Y parece no haber salida.

Lo interesante, lo patético, es no darse cuenta en eso. A pesar del Tártaro en que estamos insertos, el avance tecnológico nos aleja de la conciencia de la corporalidad. Esa es una de las exploraciones, es uno de los viajes (tal vez el más relevante) de Bajo Continuo: abiertamente se le reprocha, sin casualidad que sea en segunda persona además, a un “joven” posiblemente treintón ex-surfo y biólogo marino que no sabe nada de la “dimensión material de su existencia” sin el “biofeedback” de una app. Está perdido, sin saber siquiera que es prisionero. Algo que le pasa hoy a toda la humanidad, sin duda. Pero que nos pase a los habitantes de este Bajo Continuo es doblemente penoso. Patético por partida doble.

El título de la obra en sí, nuevamente, da mucho. Nos da la tierra. Nos ubica, a los latinos, a los centroamericanos, a los ticos: estamos metidos en esa prisión voraz. Insaciable. Una cárcel que hoy y en el pasado, se come todo y no deja nada. No es un purgatorio, porque no parece haber escapatoria. Ciertamente no es un paraíso porque hay poca o nula esperanza: el pasado, aquel pasado de los derrotados de guerras civiles, de prisioneros, de privados de todo también determina un presente poco o nada mejor. Hay luces de una esperanza forzada. Pero es falsa, casi costarricense. Cartaga. Es realmente un bajo, continuo.

La exploración se da por caminos que parecen ser más maduros que los que Coto Chaves ha transitado antes. Con tenues conexiones conocemos a Julio y a Toño; al surfo que a veces es retratado en segunda y a veces en tercera persona y a su esposa Jeka que le daba a él una buena vida en Santa Monica hasta que tuvieron que regresar al país en situaciones no del todo explicadas; a los sureños y, posiblemente ex soldados ambos, Dave y Cletus; a Alafair, nombre hippie si existe uno (e hija de Dave, que le da algo importante al inicio de su viaje); a Jose León Sánchez (que no es nombrado nunca); a la cartaga doña Mireya y su pretendiente salvadoreño; a hijos sin padres. Paseamos brevemente por Paraíso y Turrialba, por la isla San Lucas, por Guanacaste y Louisiana, por Omar Kahyyam y los profes templones de la U, y por San José, que ni siquiera tiene personalidad, como otras proto ciudades centroamericanas sí lo tienen, dice Coto Chaves. Ha habido un robo que tiene que ver con Florencio del Castillo y que recuerda a otros robos. Ha habido una guerra que tiene heridas que no han sanado. Todo es interesante, cautivamente. Nos atrapa.

A pesar de lo tenue de estas conexiones (de este bajo que determina pero que no logra cerrarlo todo), sí estamos frente a una “sola” obra. Es realmente una novela. Y es una novela, nuevamente, madura. Si bien no está guiada por la acción o por el desarrollo de sus personajes o inspirada en un cambio, está guiada por el entorno. Y es una novela que dialoga con la época actual. Habla del contexto en el que se intenta vivir, sabiendo el peso histórico-social. El peso natural. Y el peso económico, histórico, social. Se repiten elementos, temas e imágenes de “El Conejo de la Quebrada” pero con mayor frescura y a la vez con mayor desesperanza. El tema repitente más relevante es el que yo en el momento de leer aquella otra novela llamé sin mucha creatividad un “terror de baja intensidad” (y que otros, incluyendo el mismo Coto Chaves, equivocadamente llamaron existencialismo). Ninguno de los dos conceptos, ni el horror ni la corriente filosófica, describen correctamente estas dos obras. Tampoco es desesperanza a secas. Ni tampoco el “nature writing” o el “road novel”. Lo interesante es que es todo esto. Y, por supuesto, está presente la erudición, por momentos exasperante, a la que el autor nos ha acostumbrado (vamos, el título hace referencia a la música barroca, a pesar de estar, o precisamente porque estamos, en Centroamérica). Claramente por esa erudición se puede alegar que algo de existencialismo criollo está presente ahí. Y esos, y otros, géneros ciertamente están presentes. Pero el libro va un poco más allá.

Siguiendo con la inspiración griega es, tal vez, algo similar a lo que Cornelius Castoriadis hablaba en “La Institución Imaginaria de la Sociedad”: se presenta una poiesis que intenta escaparse, crear, destruir, salir corriendo desesperadamente. Es una poiesis que se sabe dentro del primer sustrato biológico, que se sabe parte de esa base biológica, pero que quiere salir.

Clara está la diferencia entre el sustrato tropical y el de otras latitudes, sin embargo. La jaula en la
que se ha encerrado este deseo, esta necesidad, no es solamente una institución imaginaria. Es eso y es el sustrato biológico.

Nuevamente lo helénico, como ejemplo de lo que nos da certeza:

“El baldazo se estrella con furia contra el techo y contra el parabrisas y contra el mundo. En la “Eneida” se menciona que Dido celebra su casamiento con Eneas en medio de una violenta tempestad. Para Mircea Eliade dicha unión coincide con la de los elementos: el Cielo abraza a su esposa, dispensando la lluvia fertilizante. Pues, bueno, si Dido se hubiera casado en las llanuras del Caribe, en definitiva, sería una víctima más de violencia doméstica y Virgilio no pasaría de ser un redactor de titulares de diarios sensacionalistas.” (p.81)

Aquí no hablamos, pues, de “Mozart in the Jungle” que se refiere a una urbe, a un caos falsamente natural. Se debe hablar, creo, más correctamente de un atascado “Bach en el Suampo”.

Reducir la obra a una obra paisajística o existencialista es optar por una interpretación más bien pobre, ante otras posibles mucho más ricas – la pena es que, al fin, precisamente por ese bajo, continuo, Coto Chaves no se extiende lo suficiente. No en el sentido de cerrar hilos y atar cabos. En el sentido de desarrollar más los casos y presentarnos una coda que, igual que un violoncello o un fagot, inicia y termina, siempre permitiendo que la melodía explore. Había mucho más suampo por explorar, más camino embarrealado (“un arrecife al revés”) por soportar. Había que soportar más “el sol infernal donde están cociéndose todos los veranos del mundo” (p.45). Había más frustración y furia, más poiesis, por soltar.
Profile Image for Jesús Bedoya.
41 reviews13 followers
November 1, 2021
Desde su origen en la música barroca, el “bajo continuo” corresponde a una técnica de composición y ejecución donde el compositor crea la voz del bajo sin especificar su contrapunto o acordes, los cuales quedan para ejecución libre del interprete. El músico que interpreta aquel tipo de pieza –también llamado “continuista”– tiene entonces que improvisar en algún grado para complementar la voz del bajo y terminar de resolver la armonía.

Fabián Coto Chaves ha recurrido al bajo continuo como título para su más reciente novela, pero más allá del propio título, también ha retomado aquella técnica de composición musical como fundamento para desarrollar la propia arquitectura de su narrativa. A manera de historias relativamente conexas, el argumento de la novela deja continuamente espacios –o “contrapuntos”, como en la música– que deben ser atendidos y resueltos por el lector. El narrador, entonces, sugiere o insinúa, pero no tiene la ambición de elaborar un relato redondo y cerrado donde todas las piezas embonen y ofrezcan una lectura unívoca.

Con este propósito, el autor hace acopio de distintas voces narrativas y distintos registros o estilos. Se podrá encontrar así la intriga de la novela policial, cierto tono romántico propio del nature writing, la evocación bucólica de la novela “del agro” costarricense, así como las notas de sociología espontánea que buscan indagar sobre la identidad, el carácter y el basamento de la vida cotidiana del costarricense. En este sentido, Bajo Continuo continúa con la exploración de algunas inquietudes recurrentes de Coto Chaves, quizás la principal de ellas es aquella que figura en el título de su opera prima El país de las certezas, pues es en la remembranza que el autor finalmente encuentra algunas pocas certidumbres.

No es casual que, en esta novela, como en otros textos a los que el autor nos tiene acostumbrados, aparezca con tanto protagonismo, además del pasado, el Gemeinschaft del que hablaba Ferdinand Tönnies: esa comunidad tradicional, rural, basada en los sentimientos de unión y en los vínculos mutuos. La cual, no obstante, Coto Chaves rehúye a romantizar, al trazar también –muy consecuentemente con lo que hizo Max Jiménez en El Jaúl– los reveces de aquellas relaciones que acaban en la suspicacia, la desconfianza e incluso la agresión y la violencia. Como apunta uno de los personajes en esta novela: “el pasado rural fue cualquier cosa excepto idílico. Es cierto. Y en la vida del hombre campo, aún hoy, priva la lógica del bárbaro cuyo único sostén, cuyo único motivo de vida es la destrucción del paisaje.”

Particularmente en Bajo Continuo, figura una trama que, a partir de la profanación de la tumba del clérigo y político costarricense Florencio del Castillo, se abre a una suerte de suspense donde aparecen personajes como Julio y Toño, vecinos de Paraíso de Cartago –cantón que aquí es un personaje más, al que en algún momento se describe como “un infierno con un parque, una iglesia, una cantina y una estación de bomberos que sirve para dar las direcciones”– a partir de los cuales se va presentando de manera oblicua la trama de la exhumación; así como Dave, un gringo excombatiente de Vietnam, que aterriza en Costa Rica con la misión de esclarecer el robo de los restos de Florencio del Castillo, acompañado de su asistente Cletus.

No obstante, lo que podría parecer la dupla canónica de la investigación criminal es atendido de entrada desde la contrariedad, la desidia e incluso el fracaso: “los métodos rigurosos son cosa de Sherlock Holmes y no de un detective que sueña siempre con vietnamitas y suampos.” El mismo Cletus llega a describirse como una suerte de “embajadores del fracaso” que siguen “las pistas de una derrota y no de un crimen”. Aunque Cletus no deja claro a qué refiere específicamente aquella “derrota”, la segunda mitad de la novela –que combina una suerte de road novel con diario de campo antropológico– sugiere que, más allá de un fracaso concreto, aquel ánimo de abatimiento y decepción es también el desmoronamiento de un carácter, de una actitud, y de un proyecto vital.

A lo largo de la novela, figuran los diálogos y las estampas donde se insinúa el abandono de un temperamento y un arbitrio quizás más intrépido y contumaz. Por ejemplo, cuando surge una voz que alude e interpela a la segunda persona y dice:

“Era común verla oteando el cielo en busca de nada. Era común que la gente de su tiempo hiciera ese tipo de cosas. Ya fuera para decidir el momento propicio para lavar las sábanas, para limpiar las canoas o, simplemente, para abrigar a los hijos antes de ir a misa. Oteaba el cielo porque para desenvolverse en el mundo, ante todo, era preciso aprender una hermenéutica […] Para vos, sin embargo, resulta más acuciante leer el tipo de cambio y los trending topics de Twitter que los nubarrones sobre los cerros o los sarpullidos. Es más, ni siquiera sos capaz de leer las señas del mar… Para ello tenés un app. Sin necesidad de yoga ni biofeedback, probablemente, aquellas gentes como tu abuela tenían una mayor conciencia de su corporalidad, de la dimensión material de su existencia. Una subjetividad carnal basada en lo cotidiano.”

Sin embargo, ese ánimo de algo perdido, esa pátina de la derrota y el fracaso, también se deja insinuar en un proyecto de país, en una Costa Rica fragmentada o incluso polarizada, donde figura un San José que Dave concibe como “impersonal”, “agringado” y sin la identidad que podría tener, por ejemplo, Managua o Guatemala o San Salvador; y ese otro mundo: el espacio de las serranías, lo rural y accidentado, ese “mundo del ternero que trisca en la madrugada […] El mundo, pues, de los hombres que chapean con motoguadañas sin la menor ambición de convertirse en diputados o asesores políticos.”

Los personajes, la trama y el argumento de esta novela, podría entonces ser entendido como conservador o incluso reaccionario. Una lectura que sucumba a esos adjetivos, sin embargo, sería simplificadora. El argumento que radica en el fondo no es tan sencillo como una abierta reivindicación de antaño. Los contrapuntos que como lectores debemos interpretar para completar esta narración, se abren a la contradicción. El pasado, aunque ofrezca certezas, es también poseedor del trauma y el dolor; y el futuro, aunque pueda ser abordado con relativo optimismo, se parece a esas agresivas olas que te jalan y ponen en riesgo, sobre las cuales hay que remar, o incluso dejarse ir. Es a partir de esta disyuntiva que, a manera de continuistas, podríamos atender algunos atisbos para completar la partitura que ofrece Coto Chaves en esta oportunidad.
Profile Image for cori   villalobos.
77 reviews
December 31, 2022
es un libro más de suponer que de contar, es decir, claro que nos cuenta varias cosas, sin embargo la mayoría de ellas queda inconclusas, probablemente era la intención que se tenía con el libro, que el lector pudiera ver más allá, pero realmente la forma en la que lo hizo, no me encantó
Profile Image for Mariela Sáenz.
103 reviews1 follower
December 12, 2021
Una referencia a Orosi siempre me hará leer un libro. Muy bien escrito, con diferentes y muy bien creadas voces. El cierre es abierto, y eso no siempre me gusta, pero entiendo que es propio del autor.
May 10, 2023
El libro está super bien, la pauta de la música barroca y paisaje costarricense más la trama abierta al final
Fino
Sergio
Displaying 1 - 6 of 6 reviews

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