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Comercio ambulante: el nuevo intento municipal por ordenar el caótico centro de Chillán

Cristian Cáceres

Las presiones (es decir, reclamos, críticas, denuncias, súplicas y remordimientos) inflan como globo con mil bocas insuflando aire. El comercio ambulante, que a veces parece caridad -y no lo es-, que en otras parece delincuencia -y a veces sí y a veces no lo es- es el pariente complejo, el incontrolable de la familia.

A veces necesario, a veces incómodo. Son vendedores que enojan al comercio, contribuyentes que molestan al municipio. Y pese a que las autoridades parecieran no querer perseguirlos, algunos también lamentan la ausencia policial.

Cada año hay reuniones entre el municipio, los gobiernos regionales y Carabineros, para buscar una manera de ordenarlos, de evitar que se instalen donde generan más molestias que beneficios. Para evitar que sean una pantalla de invisibilidad para la delincuencia que acecha a peatones y al comercio establecido.

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En redes sociales, la mayoría los insulta y piden que los eliminen. “Pero nuestro trabajo es honesto. Yo pago contribuciones, patentes y ocupo el espacio que me corresponde. Trato bien a las personas y hago todo lo posible por dar un buen servicio”, dice Yasmín Reyes, vendedora autorizada, cuyo puesto está en ese pequeño callejón por el que se accede a la entrada principal al Mall Plaza El Roble.

Yasmín es hija de otra vendedora ambulante.

“Mi mamá vendía banderines para los partidos de Ñublense y en el centro, al principio, también trabajó sin permiso, no porque no quisiéramos tener, sino porque no nos daban. Nos demoramos como un año en conseguir, para el 2003 si no me equivoco, y desde entonces siempre hemos trabajado con autorización”, relata.

En estos 20 años, ha sido testigo de primera fila de los cambios que ha sufrido la actividad. Ha visto la proliferación acelerada, ha visto fallecer a los primeros, el éxodo de otros, ha tenido que dar algunos palmetazos a algún vivaracho por intentar robarle y, hoy, con algo de temor, ha visto “que a veces, para las fechas especiales llegan algunos chorizos a trabajar, que hacen lo que quieren. Nunca tanto como esos de los toldos azules que uno ve en la tele, en Santiago, pero la verdad da miedo a veces, de que esa gente también se venga a Chillán para las fechas festivas”.

Pese a que es parte del “comercio ambulante”, dice esperar que las autoridades comunales hagan un trabajo de control y fiscalización que los proteja a ellos, también.

“La gente nos echa a todos en el mismo saco, pagan justos por pecadores. Yo, junto a mi pareja, nos levantamos todos los días a las cinco de la mañana. Ella trabaja en transporte y yo acá. Tengo un hijo de 14 años, y con mi pareja decidimos adoptar a una sobrina de 12 años (hoy de 14) y a su guagüita, porque fue violada por su primo. Nosotras, nos preocupamos que estén bien, que vayan al colegio y que estudien harto, porque sabemos que con esfuerzo se puede salir adelante”.

Añade, casi por pura camaradería con sus pares, que “casi todos son igual de esforzados”.

Y respecto a quienes sostienen que son “falsos pobres” que van y vienen en camionetas todoterreno, comenta que “ahí está mi triciclo. Vivo en el sector oriente, todos los días me voy y me vengo en el triciclo con la mercadería. Créame que si tuviera una camioneta, no me vendría en el triciclo”.

Con estos fragmentos de su historia, presentados casi como una declaración de principios, añade que “cuando esto se llena de ilegales, es cuando tengo que llegar en las mañanas a lavar las paredes que amanecen todas orinadas. Varios de nosotros, como el caballero del kiosco al lado de la plazoleta, tenemos que llegar a recoger caca, botellas, latas de cerveza o hasta las cholgas que dejan tirada esos comerciantes, porque se instalan en carpas y duermen ahí, porque dicen que si se van les quitan el puesto”.

Estos relatos se repiten metros más allá. Carola, de un local de hierbas, describe una situación idéntica.

“Nosotros tenemos cuatro personas que se instalan al lado nuestro, pero ellos son ordenados, muy cordiales y cuando se van dejan todo limpio. El problema es cuando se llena de la pileta hacia 5 de Abril. Los dueños de los locales ya están cansados de ellos, la gente no puede pasar y son agresivos. Cuando los locatarios o los inspectores municipales les piden que se muevan o que salgan, les dicen a ver, sácame tú”.

Plantean que la mayoría son de Chillán, aunque en ocasiones “vemos caras nuevas y esa es gente de otras ciudades, y no siempre se portan bien”, añaden.

Reunión de concejo municipal

“Durante el fin de semana hubo muchas denuncias, por la alta presencia de comercio ambulante. Se presentaron muchos casos de obstrucción al tránsito, especialmente en lugares como la calle corta que tiene el Mall, lo que imposibilitaba el paso de camiones de carga y descarga de los supermercados; o el de las bicicletas de los delivery”.

Lo anterior es parte de las incidencias presentadas por la concejala  Quenne Aitken, presidenta de la comisión de Seguridad, en la pasada reunión del Concejo Municipal.

La edil acusó que algunos de los improvisados comerciantes, pusieron carpas por ambas bermas, “entonces eso hizo que el pasillo central casi no existiera. Esto lo planteo porque creo que debemos ver con anticipación, cómo se va a plantear la autorización para los comerciantes ambulante estacionales para las festividades de diciembre”, advirtió ejemplificando con la imagen del caos vivido en el centro de Chillán para las fiestas de fin de año pasadas.

Sin ánimos de crear enemigos inexistentes, planteó como muy necesario tener un mejor ordenamiento de la ciudad para poder prepararla con tiempo y “que las personas puedan generar sus ingresos, considerando que estamos en un episodio de crisis económica”.

En respuesta, el alcalde, Camilo Benavente respondió en la misma cita edilicia que “a mí me preocupa mucho, porque la Municipalidad de Chillán no tiene atribuciones hasta el 31 de diciembre. Es la Delegación Presidencial con la Seremi de Salud quienes están a cargo. Yo le estoy pidiendo una reunión a Carabineros para que sean ellos quienes fiscalicen, porque nosotros no podemos hacer eso. Entonces quiero reunirme con ellos y pedirles que cumplan su labor. La labor de fiscalizar en la calle es de Carabineros, pero miren en las condiciones en que estamos”.

En efecto, los permisos para el comercio ambulante se suspendieron en todo el país a causa de las restricciones sanitarias, por lo que en estricto rigor, hoy en día nadie es un comerciante ambulante autorizado.

Esto hace que la inspección municipal no pueda salir a fiscalizar quién sí y quién no tiene permiso para ejercer esta actividad.

Pese a esto, el jefe comunal dijo a La Discusión que “hay que entender la situación de estas personas y a veces se deben permitir, entre comillas, ciertas licencias”.

Finalmente, respecto a la función fiscalizadora, aclaró que “todas las entidades debemos colaborar en estas materias”.

Reunión de coordinación

Como consecuencia de la sesión edilicia y de las múltiples denuncias ocasionadas por la aglomeración que dejó el comercio ambulante ilegal en sectores como calle El Roble e Isabel Riquelme, el viernes pasado se realizó una mesa de trabajo en la que participó el alcalde, la directora de Seguridad Municipal, Alejandra Martínez, y el prefecto de Carabineros Ñuble, coronel David López.

La reunión concluyó con las ideas centrales definidas, de lo que se espera sea el plan de contingencia para las fiestas de fin de año.

“En el fondo es un trabajo que ya se ha estado realizando, pero la diferencia es que se harán más rondas fiscalizadoras en ciertos cuadrantes del centro de la ciudad, y principalmente, sobre las personas que no tienen permiso para poder trabajar”, explicó la directora de seguridad.

Para entender lo anterior se debe considerar que, en primer lugar, el 31 de diciembre se termina la alerta sanitaria en el país, lo que reactivará los permisos a los ambulantes legales.

Sin embargo, por tratarse casi de un gremio histórico, en Chillán no han encontrado trabas para ejercer sus ventas.

También, se anunció que se otorgarán cerca de 80 permisos precarios para que otras personas puedan trabajar en la calle vendiendo un tipo establecido y determinado de productos o envolviendo regalos.

“Pero también existe ese comerciante que no está autorizado, que llega y se instala en cualquier lado. Es sobre ellos que vamos a ejercer la fiscalización, sin embargo, la idea no es hacerlos desaparecer sino que darles una solución alternativa para que se puedan instalar en un espacio, en el patio 5 de Abril, del mercado”, anunció.

El patio 5 de Abril, donde antiguamente estaban las yerbateras (aún persisten algunos locales) ha sido ofrecido a este tipo de comerciantes desde hace al menos una década. Y no quieren.

Incluso un grupo de vendedores de verduras o mascarillas, de origen haitiano, quienes accedieron ocupar esos lugares tras constantes reclamos porque obstruían los pasillos de la plazoleta Sargento Aldea, soportaron menos de una semana y volvieron al exterior, porque, sencillamente, por ahí no pasa casi nadie. Nunca.

“Lo que pasa es que se están impulsando acciones para poder mejorar ese espacio, por tanto es una buena alternativa para que los comerciantes puedan ir instalarse”, insistió.

Sin embargo, y ante la posibilidad que los ambulantes improvisados no accedan a ocupar el patio 5 de Abril y perseveren en la intención de permanecer en aquellas calles ya completamente atiborradas de personas, no solo arriesgan multas.

“Nosotros esperamos que no sea necesario utilizar la fuerza para hacer que se retiren del lugar, pero estas fiscalizaciones las realizaremos acompañados de Carabineros y de la COP. Habrá presencia fiscalizadora permanente, sobre todo en diciembre porque contaremos con nuevos inspectores municipales. Y no olvidemos que tenemos facultades incluso de incautarles la mercadería”, añadió.

Desde el municipio destacan que para la primera semana de diciembre habrá una apertura para recibir solicitudes para contar con permisos precarios.

A diferencia de lo ocurrido en años anteriores, en esta oportunidad se reducirá el número de permisos, delimitar el rubro y objetos a vender, se prohibirá la instalación de toldos o quitasoles; pero también se realizará una reunión informativa para explicarle a los favorecidos todas las normas, deberes y derechos a los que se verán sujetos.

El permiso se otorgará por siete días y a las personas que se sorprenda incumpliendo lo acordado, se le retirará el permiso. Estas autorizaciones se entregarán, de manera casi exclusiva, a vecinos de la comuna de Chillán.

Dudas en el gremio

Pamela Salazar es la presidente del gremio de comerciantes ambulantes del Paseo Las Palmas.

Enterada de parte de la estrategia municipal para este fin de año, sostiene que “creo que los permisos que se otorgan son muchos para el espacio tan reducido en que se instalan. El año pasado se formó un caos terrible y aunque sé que todo el mundo tiene necesidades, no por eso se va a estar haciendo o permitiendo cualquier cosa. Tengo permiso hace más de 12 años y siempre he tratado de trabajar de la manera más ordenada posible”.

También acusa poco filtro para saber a quién le dan los permisos, considerando que hay algunas personas que a pesar de que han sido objeto de incontables quejas por mala conducta, año tras año, le dan el permiso.

Respecto a la idea de instalar a los no autorizados, en el patio 5 de Abril, dice no tener mucha fe en que resulte.

“A nosotros también nos ofrecieron instalarnos ahí, pero es un lugar muerto, no va la gente porque no hay ningún atractivo y aunque vengo escuchando esa idea hace como cinco años, el lugar no ha sido arreglado, no tiene ninguna sola mejora, entonces tampoco les creen cuando dicen que van a hacer mejoras, o que les van a poner baños públicos, ellos también son desconfiados y por eso siempre va a pasar que podrán estar uno o máximo dos días, pero después se van a la calle de nuevo, porque lo que quieren es vender”, concluyó.

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Felipe Ahumada

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