Leones, reyes sin reino

Panteras

Los leones salvajes, que prácticamente han desaparecido de Asia y se concentran en el centro y el sur de África, viven un progresivo declive. La presión humana, la caza, el pastoreo, los envenamientos y la creciente pérdida de sus paraísos naturales son las principales amenazas para un icono de la vida salvaje, para un monarca que cada vez ve más amenazado su trono

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Las dunas rojas del desierto del Kalahari contrastan con el azul intenso del cielo. La vegetación es escasa, apenas unos arbustos y unas acacias enanas. Es la época seca, y gacelas saltari­nas, ñus y órices del Cabo se reúnen a centenares en torno a los puntos de agua. Aquí no hay ríos, y los pocos lugares que quedan con agua (pequeños pozos creados durante las últimas lluvias) son el lugar más concurrido del desierto. Los leones lo saben y allí esperan a sus presas.

El desierto del Kalahari, en el sur de África, ocupa gran parte de Botsuana y zonas de Namibia y Sudáfrica. El río Okavango marca la frontera del norte de Namibia con Angola. Después, fluye durante 1.600 kilómetros hasta llegar al desierto del Kalahari, donde desaparece en sus arenas y crea la maravilla del delta del Okavango, en (ya en Botsuana). Más al sur, la nada. El Kalahari es una zona salvaje donde todavía viven unos pocos bosquimanos (también llamados san), que han pasado miles de años adaptados a un entorno realmente hostil y han sido capaces de sobrevivir a base de la recolección y la caza.

Hasta la épocade la Roma clásica, los leones eran frecuentes, además de en África, en Oriente Medio y en Asia Central; hoy apenas quedan unos 500 ejemplares en el norte de India

Dos leones jóvenes deciden tender una emboscada a un grupo de órices que se dirigen a beber. Uno se queda escondido en las dunas tras unos arbustos, y el otro, en la hierba alta. Se encuentran en medio del camino hacia la charca. El paso de los órices es rítmico y pausado. Sus cuernos, largos y puntiagudos, se vendieron antaño en Europa como supuestos cuernos de unicornio.

El órice del Cabo es una de las especies características del Kalahari y también uno de los antílopes más bellos que existen; su atlético cuerpo destaca a kilómetros de distancia. Es una de las presas favoritas de los leones en el Kalahari. El primer órice pasa a unos ochenta metros de un león. No sucede nada. Cuando el segundo está a punto de llegar a su altura, uno de los felinos comienza a perseguirlo. Casi lo atrapa, pero a cinco metros de la presa, tras una breve carrera, el perseguidor se rinde. El antílope es demasiado rápido. Esta vez no hay recompensa. Se calcula que los leones son efectivos en menos del 30% de sus ataques (un porcentaje que difiere mucho según el lugar, la presa y si la caza se efectúa en grupo o en solitario).

Hay muchas áreas protegidas en el Kalahari como Tswalu, Kgalagadi o Khutse, pero destaca la Central Kalahari Game Reserve, una reserva gigantesca que es la tercera área protegida más grande del mundo (con más de 50.000 km2). Aquí viven todos los grandes depredadores africanos: leones, leopardos, guepardos, perros salvajes y hienas. Además, hay elefantes, jirafas, ñus, gacelas, órices, kudus y centenares de especies de mamíferos y aves.

Los leones (Panthera leo) son los felinos más sociables. Su nombre evoca la imagen de una manada persiguiendo ungulados y descansando en la sabana africana. Efectivamente, los leones viven en manadas que ocupan un territorio amplio y muestran un comportamiento grupal muy fuerte. Las manadas varían en número, y las hembras se involucran en comportamientos cooperativos únicos entre los felinos. La dimensión de la manada y de su territorio está fuertemente influida por la cantidad y el tamaño de las presas que pueden conseguir e incluso por el clima. Los leones tienen cachorros en cualquier época del año. Las hembras de la manada a menudo dan a luz en sincronía, y los jóvenes se crían en comunidad. Resulta frecuente que, cuando las condiciones son adecuadas, las poblaciones de leones puedan aumentar muy rápidamente, aunque la situación puede invertirse en pocos años.

Los leones se adaptan a distintos tipos de hábitat en el continente africano: áreas de bosque y junglas, bosques secos, zonas de matorrales y desiertos e incluso montañas. Aunque su principal reino es la sabana, viven junto a las junglas tropicales, en zonas áridas como el Kalahari y también pueden encontrarse a grandes altitudes (por ejemplo, en el monte Kilimanjaro). Hasta la época de los romanos, los leones también eran abundantes en Oriente Medio y Asia Central, pero fueron desapareciendo de ambas regiones. Fuera de África prácticamente se han extinguido: apenas quedan unos 500 ejemplares en una zona pequeña en el norte de India.

Ningún lugar como las tierras entre Kenia y Tanzania, las zonas ancestrales de pastoreo de los masáis, refleja la tensión entre los humanos y el mal llamado rey de la jungla

Los leones son muy nocturnos y su actividad crepuscular es muy significativa; es cuando realizan la mayor parte de la caza. Durante el día suelen descansar. Como la mayoría de los felinos, pueden cazar cualquier animal, aunque prefieren presas grandes (ñus, cebras, kudus, órices, búfalos), sobre todo cuando cazan en manada. Las leonas cazan normalmente en grupo en áreas más abiertas, donde su estrategia coordinada es más efectiva. Los machos también cazan, pero suelen hacerlo en solitario; se mueven en zonas más cerradas de vegetación y prefieren presas de gran tamaño. Los leones beben siempre que pueden, pero si se alimentan bien obtienen suficiente agua de sus presas y pueden aguantar largos periodos sin beber. En zonas como el Kalahari, pasan mucho tiempo al lado del agua porque allí sorprenden a sus presas. Algunos estudios constatan que en la época seca más del 90% de la caza en este rincón del planeta se da a menos de un kilómetro de un punto de agua (una charca, un río o un lago).

En las últimas cuatro décadas, el número de leones se ha reducido a la mitad. La tendencia continúa a la baja: sólo en las últimas dos décadas ha desaparecido aproximadamente un 50% del número total de los leones africanos. Los felinos requieren áreas de caza grandes, donde pueda haber una gran cantidad de animales y variedad de presas. En estos 40 años, se ha perdido el 80% de su hábitat. Se calcula que el número real de leones salvajes puede estar en torno a los 25.000 y en declive continuo. En África Occidental, los leones se encuentran en peligro crítico de extinción, con menos de 500 ejemplares. Su hábitat es ahora el 1% de su rango histórico. La mayor población de leones vive en el este y el sur de África, en sabanas o zonas áridas arbustivas como el Kalahari u otras áreas de Namibia y Botsuana.

Los peligros a los que se enfrenta el león tienen que ver fundamentalmente con el hombre. Las principales amenazas son las muertes causadas por parte de la población local como respuesta a los ataques al ganado. Con la presión humana, los conflictos se han acentuado. Si unos leones matan unas cabras o vacas, la solución es muchas veces el envenenamiento, el uso de trampas ilegales o la matanza directa con armas de fuego.

También es una amenaza la caza furtiva de leones como trofeo y el tráfico ilegal de partes de su cuerpo. La caza deportiva legal de leones que se realiza en algunos países muchas veces no tiene en cuenta la edad de los felinos ni su posición en la manada. Además, las comunidades locales no ven las ventajas de convivir con los felinos porque las ganancias económicas de la caza se quedan en las agencias y en el extranjero.

Por último, también es de gran importancias la destrucción del hábitat de estos felinos y la disminución de sus presas (cazadas como alimento por las poblaciones locales o eliminadas por la competencia con el ganado).

En el paraíso masái

Unos miles de kilómetros hacia el norte, también en territorio fronterizo, se encuentra un auténtico paraíso para los leones. Se trata de dos lugares muy conocidos: el parque nacional del Serengeti, en Tanzania, y la reserva Masái Mara, en Kenia.

Aquí el paisaje es el típico de la sabana africana, con acacias de cierta altura que rompen el horizonte habitualmente plano. Tan sólo unas colinas hacia el sur, en la frontera de Tanzania, y otras mucho más pronunciadas en la zona conocida como la escarpadura de Siria u Oloololo, una meseta que se abre hacia el oeste. Su visión desde las orillas del río Mara es imponente, y parece mucho más alta de lo que en realidad es, unos 2.000 metros de altura.

El entorno es muy diferente al del Kalahari. Cuando llegan las lluvias, que son torrenciales por su ubicación en plena zona tropical, todo se vuelve verde. Entonces, millones de animales migran, atraviesan el río Mara y viajan del Serengeti a Masái Mara. Y viceversa, según la época. La variedad de especies aquí es extraordinaria. En Masái Mara habitan los cinco grandes: el elefante, el rinoceronte, el búfalo, el león y el leopardo. Además, allí se concentran miles y miles de cebras, ñus, búfalos y gran cantidad de antílopes (alelados, topis, gacelas de Thompson, de Grant, etcétera).

Las luces parpadeantes y los tambores no son efectivos para proteger el ganado porque los depredadores se acostumbran muy pronto; son mucho mejores los cercados antileones

Este territorio es el territorio de los masái, que siempre han convivido con depredadores como los leones. La mayor parte de este grupo étnico del sur de Kenia y el norte Tanzania todavía son nómadas dedicados al pastoreo de vacas, cabras y ovejas. Viven en cabañas hechas de troncos, ramas, paja y excrementos de vaca. Los poblados se protegen con vallas de troncos y ramas. Y lo mismo ocurre con las bomas, corrales elaborados con palos para proteger el ganado. Para los masái, las vacas son sagradas: beben su leche y hacen mantequilla, además de aprovechar su sangre y utilizar su piel para su vestimenta y utensilios de cuero.

Caroline Ngweno trabaja al norte del Mara en la Olare Motorogi Conservancy, en pleno territorio masái, en la zona conocida como Gran Mara. Es la directora del programa Mara Predator Conservation, un proyecto de Kenya Wildlife Trust apoyado por WWF, que desde hace varios años se centra en la investigación científica para buscar soluciones para los depredadores, las comunidades humanas y el ecosistema que comparten. La doctora Ngweno, con amplia experiencia en la relación de depredadores y sus presas, defiende que su meta es ver cómo se puede aplicar la ciencia para el éxito de la conservación práctica. “Se trata de que demos soluciones a los problemas que causan animales como los leones o los guepardos a los habitantes locales. Soluciones para evitar que ataquen a su ganado y puedan convivir con ellos. También hay que lograr que las poblaciones de estos felinos sean estables, igual que sus presas. Las fronteras entre las zonas de reserva y las zonas habitadas son el reto, es decir, el Gran Mara. Aquí los animales se mueven libremente y los leones pueden pasar el día en la reserva, pero entran durante la noche al lado de las casas de los habitantes locales. La fauna se mueve hacia allí, y los leones la siguen”.

Michael Kaelo es nativo del Mara y trabaja también en el proyecto con las comunidades. Para las aldeas que conviven con los leones, estos deben causar el menor número de problemas posibles y si originan algún beneficio, como el turismo, mucho mejor. Es la única receta que funciona. Otro eje del programa es la educación ambiental en las escuelas. El objetivo es trabajar con las comunidades masáis para evitar los conflictos entre la fauna salvaje y el ganado. No es fácil porque los depredadores rondan con libertad fuera de la zona protegida, sobre todo de noche.

“Las soluciones más sencillas son las más efectivas”, dice Michael Kaelo. “Hemos desarrollado unos cercados infranqueables para leones y otros animales. Son de alambre y tienen unos postes de plástico reciclado”, añade. En otros lugares, se usan luces parpadeantes y tambores para ahuyentar a los leones, pero los felinos se acostumbran pronto y hacen inútiles estas prevenciones.

En un poblado de cabañas dispersas en Masái Mara, vive James Naengop con su mujer y sus cuatro hijos. Hace un año instalaron cierres antileones en sus bomas. Desde entonces no han tenido ataques. “Lo mejor es poder dormir tranquilo, y levantarte y ver que el rebaño está ahí”, cuenta. Es admirable ver como esta sencilla acción hace cambiar la visión de los felinos y la relación de los humanos con la fauna salvaje. Quizá sea este el primer paso para la supervivencia de un animal erróneamente llamado el rey de la jungla, aunque bien podría ser el rey de la sabana.

¿Por qué panteras?

El término pantera procede del griego pánther y se traduce como gato salvaje. Las panteras negras son jaguares o leopardos con pelaje muy oscuro por el melanismo. La pantera de las nieves vive en las montañas de Asia; la de Florida es una subespecie de puma declarada extinta este 2018. Panteras es el último proyecto del fotógrafo Andoni Canela. Trata sobre los grandes felinos y su lucha por la supervivencia. E incluye a los felinos del género Panthera: jaguar, tigre, león, leopardo y pantera de las nieves y, además, a pumas, guepardos y linces. El proyecto, que incluye esta serie de reportajes en Magazine y cuenta con el apoyo de WWF, tendrá continuidad en un documental producido por Wanda Natura y un libro de gran formato. (Más información en www.panteras.org)

hábitat. África. Sabana y áreas semidesérticas. Hay una pequeña población en India.

Población. Se calcula que viven unos 25.000 leones en libertad. Especie en declive continuo.

Estatus. Calificado en la Lista Roja (UICN) como especie amenazada.

Peligros. El conflicto con el hombre por el ganado, la destrucción progresiva de su hábitat, la caza furtiva y el comercio ilegal.

Animal social. Es el único felino de carácter social. Viven en manadas que ocupan un territorio amplio donde muestran un comportamiento grupal muy fuerte.

Peso. Después del tigre, es el segundo felino más grande. Algunos machos adultos en libertad llegan a los 250 o 300 kg de peso.

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