Comarca de Llerena: naturaleza, patrimonio y el mejor jamón en Badajoz

El lugar en el que Extremadura acaricia Andalucía para apoderarse de lo mejor de ambas tierras.

Iglesia de Nuestra Señora de Granada, en Llerena

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En el sudeste de la provincia de Badajoz, limitando con Córdoba y Sevilla, la comarca de Llerena (en la mancomunidad de Campiña Sur) posee aires extremeños y andaluces, absorbiendo lo mejor de ambas tierras.

Sus orígenes pacenses son delatados por las bellas dehesas en las que el cerdo ibérico pace tranquilo, disfrutando cada instante de su reinado en un terreno que la bruma matinal convierte en páramo misterioso, mientras que el sol del mediodía arranca de él los colores más hipnotizadores.

Junto a las encinas y alcornoques, los valles de Llerena esconden antiguas minas romanas y desconocidas ermitas rebosantes de arte, mientras que una pequeña ciudad de casas encaladas parece dormitar tras haber sido, entre los siglos XIV y XVII, un gran centro religioso, político y económico.

Antiguas minas, dehesas, ermitas rebosantes de arte...

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LLERENA, RECUERDO DEL ESPLENDOR DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

Esa ciudad es Llerena. Al pasear hoy por las tranquilas callejuelas adoquinadas del casco histórico de la urbe, cuesta adivinar la febril actividad que tuvo siglos atrás. Los algo menos de 6.000 habitantes de Llerena intentan mostrar al viajero, a través de su inmenso y cuidado legado patrimonial y monumental, la grandeza pasada de una población que pudo presumir de ser el núcleo de poder más importante de Extremadura, solo por detrás de Badajoz.

El detonante del desarrollo de Llerena fue su elección como lugar de residencia habitual de los Grandes Maestres de la Orden de Santiago. Esta orden religiosa y militar surgió a mediados del siglo XII en Cáceres, y alcanzaría su plenitud de poderes en el siglo XVI, para desaparecer en 1873.

Con la Orden de Santiago llegarían a Llerena más de una decena de órdenes religiosas que comenzaron a construir un sinfín de iglesias, conventos y palacios episcopales.

Durante la época dorada de la ciudad, artistas de la talla del pintor Francisco de Zurbarán o el escultor Juan Martínez Montañés habitaron aquí mientras realizaban trabajos para religiosos y nobles.

Palacio de los Zapata, en Llerena

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Un buen punto de partida para conocer la vasta riqueza patrimonial de Llerena – cuyo centro histórico fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1966 – es su Plaza de España. A ella se asoma la bella torre de la iglesia de Nuestra Señora de Granada, construida entre los siglos XIV y XVIII, y que aún conserva su belleza gótico-mudéjar reflejada en los primeros cuerpos de la torre y en capillas como las de San Juan Bautista y Los Zapata.

La plaza, que tuvo las funciones de coso taurino, mercado y lugar de celebración de festejos, es porticada y su estilo mudéjar recuerda que también dejaron aquí huella los musulmanes y judíos que convivieron en paz con los cristianos durante largos años.

Otro de los edificios religiosos más emblemáticos de Llerena es la parroquia de Santiago Apóstol, comenzada a construir por orden de Don Alonso de Cárdenas (último Gran Maestre de la Orden de Santiago) antes de su repentina muerte.

De principios del siglo XVI es el convento de Santa Clara, el único, de los ocho conventos que existieron en Llerena, que aún conserva íntegramente tanto su función como su estructura original.

Especialmente bonita es la biblioteca pública de la ciudad, alojada en la antigua capilla del Hospital de San Juan de Dios (XVIII). Bajo el suelo que soporta las estanterías, antiguas criptas guardan osamentas y cráneos humanos que pueden ser observados a través de un cristal.

El Colegio Jesuita, el Palacio de los Zapata y el Palacio Maestral son otros de los muchos monumentos que visitar en una Llerena que está repleta de ellos.

La antigua mina de hierro La Jayona

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SABOREANDO EL JAMÓN IBÉRICO EXTREMEÑO

Pero como no todo es escuchar la llamada de la Historia y de los monumentos, la gastronomía también encuentra su puesto de honor en la comarca de Llerena.

Y es que aquí se elaboran algunos de los mejores jamones del mundo. Y no es una exageración, pues los jamones de la empresa familiar Jamón y Salud, situada a las afueras de Llerena, tuvieron el honor de recibir el galardón de la Espiga de Oro al mejor jamón de bellota ibérico con D. O. Extremadura. Un premio que designa, a efectos prácticos, al mejor jamón del mundo.

Se puede realizar una visita guiada a las instalaciones de Jamón y Salud, en la que explican todo el proceso de elaboración de este producto tan sabroso.

Otra forma divertida y emocionante de conocer una parte esencial del mundo del jamón ibérico es recorriendo las dehesas de la comarca al volante de un buggy.Estos vehículos todo terreno se mueven con soltura por las praderas, pendientes y caminos pedregosos del reino del cerdo ibérico. La empresa Xtrema Buggy organiza distintas rutas por la zona.

Exterior de la ermita de Nuestra Señora del Ara

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LA JAYONA, DE MINA DE HIERRO A VERGEL NATURAL

Como las dehesas, también la sierra de La Jayona, situada en el pequeño municipio de Fuente del Arco, ofrece una impactante belleza natural.

Sin embargo, en una parte de ella, el verde típico de la vegetación mediterránea y los campos de cultivo se alternan con extraños tonos rojizos. Son los restos de la antigua mina de hierro La Jayona.

Aunque se piensa que la explotación minera de la sierra comenzó durante la época de dominación romana, lo cierto es que alcanzó su cénit en el primer cuarto del siglo pasado. Tan solo tres años después del final de la Primera Guerra Mundial (contienda que supuso un boom económico para el negocio), la mina, en la que llegaron a trabajar casi 500 mineros (incluyendo mujeres y niños), cerró sus puertas.

Desde entonces, la naturaleza ha ido retomando el terreno que el hombre le arrebató por la fuerza, y árboles y matorrales han invadido las distintas cavidades que permanecen labradas en la roca, como cicatrices que recuerdan las viejas y sangrantes heridas de la montaña.

Algunos de esos antiguos túneles pueden ser explorados con una visita guiada en la que se cuenta la historia del lugar. En ella, los visitantes penetran en las entrañas de la mina a través de un enorme túnel de 700 metros de longitud y 50 metros de profundidad, pudiendo recorrer cuatro de los once niveles que llegó a tener la explotación.

La gruta sorprende a cada paso, combinando tramos oscuros y húmedos y sus extrañas formaciones minerales adheridas a las paredes con otros luminosos en los que la vegetación crece aquí y allá, tomando las paredes y resquebrajando la antigua roca con sus raíces.

La Capilla Sixtina extremeña

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ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL ARA, LA CAPILLA SIXTINA EXTREMEÑA

Cerca de la verde belleza de la rehabilitada sierra de la Jayona, rodeada de naturaleza y antiguos vestigios romanos, se encuentra la humilde ermita de Nuestra Señora del Ara, construida a finales del siglo XV.

Al menos, humilde parece su exterior, siendo un edificio que consta de una sola nave y cuyas paredes encaladas muestran pocos adornos más allá de una arcada de estilo mudéjar. Los restos de una bodega, dos antiguas casas de morada (donde se alojaban los peregrinos y el santero) y un molino de aceite del siglo XVI completan el complejo.

Sin embargo, el interior de la ermita deja boquiabierto a los visitantes. Veintiséis impresionantes frescos decoran el techo abovedado, cada uno de ellos representando un episodio del Génesis.

Es cierto que el apelativo de Capilla Sixtina es algo que hay que utilizar con mucho recato, pero la comarca de Llerena recuerda, en cada pincelada de esos frescos, el esplendor de otra época.

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